UNIDAD I 2022. FUNDAMENTOS DE LA NEUROEDUCACIÓN (Ed. Inicial y Básica)
UNIDAD I 2022. FUNDAMENTOS DE LA NEUROEDUCACIÓN (Ed. Inicial y Básica)
FUNDAMENTOS DE LA NEUROEDUCACIÓN
3 créditos
Profesor Autor:
Doctor. José Raymundo Triviño Sabando
PERÍODO 2022
Índice
Contenidos
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Resultado de aprendizaje de la asignatura
Determina los principios de Neurociencia para la comprensión de los procesos de
desarrollo y estimulación del sujeto que aprende.
FUNDAMENTOS DE LA NEUROEDUCACIÓN
Unidad 1 La neurociencia
Presentación
Las neurociencias han entrado en el mundo educativo con una gran fuerza en los
últimos años. En muchos Foros y escenarios la gente habla de ellas. Aparentemente “es
la panacea universal” que todo lo va a resolver. Sin embargo, esta realidad, aunque
prometedora de nuevos cambios, aun marca determinadas distancias por el
desconocimiento e insuficientes procesos investigativos en este campo. Si bien es cierto
que las neurociencias nos han demostrado que los primeros años de vida, que no antes,
van a ser vitales para el posterior desarrollo del futuro adulto, es una disciplina
académica a la que aun faltan muchas investigaciones y muchos conocimientos.
Investigaciones y conocimientos que a pesar del avance vertiginosa de la misma,
tardarán mucho en llegar, sobre todo en sus aspectos prácticos.
Aun así, desde un amplio sector del profesorado se ha intentado en los últimos años
mejorar los resultados pedagógicos a través de actividades metodológicas tendientes a
desarrollar, de mejor forma, las capacidades cognitivas de los estudiantes mediante la
utilización de variados recursos y técnicas.
En la presente unidad se esbozan los elementos teóricos de la neurociencia y su aporte
a los procesos educativos. En el primer tema de este texto se define a la neurociencia y
el desarrollo psicomotriz y psicoevolutivo del individuo. En un segundo tema se pondera
la importancia de la neurociencia en el campo de la educación así como el análisis de
los principales signos neurológicos y alteración funcional que afectan a la población
infantil en edad escolar y que tienen consecuencia en el aprendizaje.
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Tema 1. La neurociencia en el desarrollo psicomotriz y psicoevolutivo
del individuo
Con respecto al desarrollo del niño, éste depende de múltiples condiciones, y esclarecer
las mismas constituye una tarea fundamental de muchas ciencias: la psicología, la
fisiología, la pedagogía, entre otras. Dentro de esta formación del niño, el establecer las
regularidades de su desarrollo psíquico, no apuntado a una simple descripción de sus
logros y características, sino a establecer sus causas y factores condicionantes, y el
porqué se da el tránsito de una etapa a otra del desarrollo, es lo que verdaderamente ha
de constituir lo más importante de su estudio. Este desarrollo está, en primer término, en
función de su estado biológico y neurológico en el momento de nacer pero que, más
adelante, la acción del medio pasa a ser fundamental para su ulterior evolución
(Martinez, 2010).
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Dentro de este desarrollo psíquico, la determinación de lo que puede atribuirse a las
estructuras y funciones biológicas que están dadas genéticamente, y lo que corresponde
a las condiciones de vida y educación, significa el eje central de cualquier concepción al
respecto. Y, consecuentemente, de lo que pueda hacerse para posibilitar el máximo
desarrollo de todas las potencialidades psíquicas del individuo.Así pues, numerosos
estudios y experiencias se han dirigido a tratar de definir cual de estos aspectos, lo
biológico o lo social, es lo principal, o determinante, para el desarrollo. Entre otras, los
hechos de la realidad se han interpretado para sedimentar y consolidar una u otra
posición, y esto ha conducido al establecimiento de posiciones teóricas a veces
irreconciliables (Martinez, 2010).
Entre las diversas teorías del desarrollo, la teoría que más se destaca es la del
desarrollo de Jean Piaget. Según este autor, la inteligencia implica una adaptación
biológica y un equilibrio entre el individuo y su medio ambiente describiendo una serie de
estadios o etapas del desarrollo de la inteligencia, teniendo siempre en cuenta que las
edades cronológicas que señalan los límites de cada etapa son aproximaciones
flexibles, no categóricas.
A continuación, en la tabla 1.1 se muestran las etapas que el citado autor menciona:
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Tabla 1.1 Etapas del desarrollo cognitivo según J. Piaget
El primer estadio que designa Piaget como sensoriomotor, a su vez, lo divide en seis
subestadios:
El primer subestadio (de 0 a 1 mes) se caracteriza por el uso de los reflejos. El niño
viene al mundo equipado de una gran variedad de reflejos. De ellos, unos
desaparecerán y no tienen interés para el desarrollo cognitivo. Otros, como la succión, el
movimiento de ojos, el movimiento de brazos y piernas, sufrirán cambios significativos.
Según Piaget, son los elementos básicos iniciales sobre los que se establece el
crecimiento cognitivo posterior.
El segundo subestadio (de 1 a 4 meses) se inicia cuando los reflejos del recién nacido
comienzan a variar y alteran su forma en función de la experiencia, pero de modo aún
muy primitivo. Durante estos meses los esquemas asociativos con funciones tales como
succionar, mirar, escuchar, vocalizar y presionar, reciben una gran cantidad de práctica
diaria. Además, comienza la coordinación entre varios sistemas, como visión y audición,
succión y prensión.
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creciente interés en los efectos de sus acciones sobre los objetos y sucesos en el
mundo exterior.
Durante el primer año de vida, el niño desarrolla con rapidez sorprendente la capacidad
perceptiva y las habilidades motrices. En esta última intervienen de manera
coordinada tres procesos distintos:
- La maduración del sistema nervioso, proceso que finalizará sólo hacia los cinco
años.
- La evolución de las capacidades sensoriales, mucho más rápida.
- El fortalecimiento de los músculos, que proseguirá hasta bien entrada la
adolescencia.
Hasta los primeros siete meses el bebé ha dado grandes progresos. Aparecen ya, en
forma todavía rudimentaria, los movimientos voluntarios destinados a un fin; y la
influencia del ambiente en el proceso de aprendizaje empieza a ser notable. Los
progresos son asimismo muy rápidos. Finalmente, alrededor del año, logrará caminar
cogido de la mano, y un mes más tarde -aunque todavía con manifiesta torpeza- podrá
hacerlo solo. Si bien la locomoción es la protagonista estelar de este período, también
se producen otros aspectos de la evolución que tienen gran importancia, como, por
ejemplo, la calidad de la pinza pulgar-índice.
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sonrisa, que surge como tal alrededor del segundo mes, aunque pueden existir notables
variaciones individuales. Alrededor de los seis meses, se produce otro acontecimiento
importante en la vida del bebé: el destete.
En el aspecto del desarrollo cognitivo que se relaciona con esta edad, Piaget
determina que la inteligencia es sensoriomotora, esto significa que en el niño de este
estadio es fundamentalmente práctica, ligada a lo sensorial y a la acción motora. Piaget
divide todo el estado sensoriomotor en 6 subestadios (los cuatro primeros ya se
especifican en la edad de 0 a 1 año), el niño de 1 a 2 años se encuentra en los
subestadios 5 y 6. En el subestadio quinto se define el descubrimiento de nuevas
relaciones instrumentales como el resultado de un proceso de experimentación ajustada
a la novedad de la situación. Los esquemas se acomodan a lo nuevo antes de ser
ejercitados asimiladoramente en juegos ritualizados. Gracias a la mayor movilidad de los
esquemas, así como a la organización plenamente intencional de las acciones, la
imitación se hace más activa y deliberada, logrando una acomodación al modelo mucho
más precisa que en los subestadios anteriores. La experimentación y el tanteo permiten
al niño incorporar a su repertorio imitativo esquemas nuevos.
Los esquemas son en primer lugar acciones susceptibles de ser realizadas con o sobre
objetos que comparten alguna propiedad (por ejemplo: se pueden agarrar los objetos de
cierto tamaño, se pueden hacer rodar los objetos redondos o cilíndricos.); así, los
esquemas asimilan los objetos. Al mismo tiempo, los esquemas de acción aportan el
primer conocimiento sensoriomotor de los objetos: cómo son desde el punto de vista
perceptivo y qué puede hacerse con ellos en el plano motor.
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El desarrollo músculo-esquelético del niño de esta edad será normal si se le da la
oportunidad de desarrollar todas sus capacidades y explorar el ambiente que le rodea.
Las fibras musculares son todavía pequeñas y los músculos voluntarios no están
completamente formados ni conectados con el sistema nervioso central, por lo que los
niños de esta edad no son capaces de permanecer mucho rato en una determinada
postura ni pueden sentarse o caminar durante mucho tiempo porque se fatiga
fácilmente. Después de adquirir control sobre los grandes progresos motores (andar,
coger con la mano, coger objetos, abrir puertas) el niño comienza a desarrollar
habilidades más concretas: a los dos años ya puede abrir cajas, pasar hojas de un libro,
construir torres de 4 - 6 cubos, garabatear con un lápiz, puede subir y bajar escaleras
con ayuda y andar de puntillas. Lograr el dominio parcial de sus piernas, puede parase
prescindiéndose de toda ayuda, se sienta con soltura en su silla y puede trepar a una
silla de adulto.
Respecto al desarrollo afectivo en este periodo, a finales del primer año de vida los
niños demuestran cierta habilidad para reconocerse a sí mismo diferenciándose de los
demás, siempre que la imagen presentada se corresponda con la que tienen en ese
momento. Entre los aprendizajes sociales que el niño inicia antes de los dos años, al
menos en cierto grado, están: elección de ropas apropiadas a su sexo, colaboración al
vestirse y desvestirse, control de esfínteres, manejo rudimentario de los cubiertos y otros
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hábitos de la comida, comunicación por turnos y cuidado de instrumentos domésticos
(plantas, muebles, electrodomésticos, etc.).
En cuanto al desarrollo del lenguaje, cerca de los doce meses se da una maduración
importante en áreas del cerebro que tienen que ver con éste, lo cual se relaciona con los
avances que se producen en la conducta lingüística en esos meses. El lenguaje
evoluciona tanto en la expresión como en la comprensión. En este periodo abandona la
media lengua y emite palabras con pronunciación correcta. Entre los 12 - 18 meses
empiezan las primeras palabras funcionales. Que son las que utiliza para conseguir algo
que satisfaga sus necesidades. Aparece la sobreextensión de la palabra, donde con una
palabra nombra a todos los elementos de la familia (mamá para todas las señoras).
Entre los 18 y los 24 meses: Todos los niños deberían empezar a hablar. Ya que su
maduración biológica es suficiente para que ocurra la integración de los elementos
lingüísticos, pasando de la comprensión de 3 palabras a los 12 meses hasta las 250 a
los dos años de edad. (AMEI WAECE, 2019)
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- Aparición de la función simbólica en sus diferentes manifestaciones (lenguaje, juego
simbólico secundario, imitación diferida, imagen mental).
Otra característica del niño a esta edad es el egocentrismo, ya que el niño tiene
tendencia a sentir y comprender todo a través de él mismo, le es difícil distinguir lo que
pertenece al mundo exterior y a las otras personas y lo que pertenece a su visión
subjetiva; y por esta misma razón, por el hecho de que separa mal lo suyo de lo ajeno,
tendrá dificultad para ser consciente a su propio pensamiento.
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convencionalmente por los adultos. El pensamiento se caracteriza por el sincretismo
(indiferenciación) y el egocentrismo (dificultad para adoptar el punto de vista del otro).
Desde el punto de vista del niño, la madre y el padre no son objetos sociales
intercambiables, en cuanto que las experiencias que le aportan una y otro son
diferentes. Es muy probable que cuando una madre coge al niño sea para aportarle
algún cuidado físico, mientras que en el caso del padre un gran porcentaje del tiempo y
que pasa con su hijo lo invierte en actividades de juego. Además, el patrón de juego es
distinto al de las madres; esta tienden a desarrollar juegos verbales y en torno a
juguetes, mientras que los padres se decantan preferentemente hacia los juegos de
actividad física (peleas, carreras).
Una de las experiencias sociales a las que se suelen enfrentar los niños de esta edad es
el nacimiento de un nuevo hermano. Sin duda, este acontecimiento supone para ellos un
cambio en lo que hasta ese momento constituía su vida, más aún si se trata de un hijo
primogénito. Quizá para él lo más relevante sea el cambio que se produce en el patrón
de interacciones que mantenía con los adultos significativos, sobre todo con la madre.
Las investigaciones que han analizado las interacciones madre-niño antes y después del
nacimiento de un hermano han encontrado consistentemente un patrón de cambio muy
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claro: tienden a aumentar los enfrentamientos entre la madre quien solía iniciar los
episodios de atención conjunta o de juego, ahora será el niño quien probablemente
adopte un mayor protagonismo a la hora de iniciar intercambios comunicativos.
Esta etapa transcurre de los 7 a los 11 años de edad, se caracteriza por tener una
mayor concreción en la inteligencia representativa; a partir de esta edad se les
desarrolla el nivel de pensamiento preoperatorio (pensamiento simbólico y egocéntrico)
así como el de las operaciones concretas. A lo largo de esta etapa, el sujeto tienen la
capacidad de generar un pensamiento lógico, sin embargo no, llega a ser abstracto. Al
hablar de operaciones en esta etapa, Piaget las reconoce como representaciones
mentales de acciones que internamente parecen lógicas al sujeto.
El periodo formal constituye la última etapa del desarrollo y se caracteriza por dos
rasgos aparentemente independientes, pero que tienen mucha relación entre ellos. Es el
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momento en el que se produce la inserción en el mundo de los adultos, con todos los
problemas que esto conlleva. Pero también es el periodo en el que el individuo empieza
a ser capaz de de manejar el pensamiento hipotético deductivo característico de la
ciencia. Ya no solo es capaz de razonar sobre lo real, sobre lo que conoce o tiene
presente, sino que puede hacerlo también sobre lo posible. Estas capacidades son las
que le permitirán al adolescente entender el pensamiento científico y razonar sobre
problemas complejos.
Pese a que esta es la última etapa del desarrollo no quiere decir que el desarrollo se
detenga ahí sino que puede continuar, se pueden aprender cosas nuevas, habilidades
diferentes, etcétera. El sujeto puede seguir formando nuevos esquemas, automatizando
la forma de solución de situaciones complejas y esto constituye un progreso que puede
proseguir durante toda la vida. Lo más característicos del periodo formal es una
gigantesca ampliación de las posibilidades de resolución de problemas.
- El rasgo más general es que quizá el sujeto no está razonando únicamente sobre
lo que tiene delante sino que también sobre lo que no está presente.
- El lenguaje pasa a ocupar un papel muy importante pues lo posible sólo puede
formularse en términos verbales.
Los cambios intelectuales afectan a todos los terrenos de la conducta. Dos tipos de
capacidades que se distinguen frecuentemente son las referentes a las habilidades
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lógicas y científicas. Con referencia a estas últimas, la conducta del adolescente tiene
varios componentes:
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cognitiva), la ciencia del desarrollo (y neurodesarrollo) y la educación, principalmente
para investigar las bases biológicas de los procesos de enseñanza y aprendizaje
(Campos, 2014). La neurociencia educativa o neuroeducación, como señala Bruer
(2016) se ha convertido en un sub-campo de la neurociencia cognitiva humana. Como
sub-campo de la neurociencia cognitiva, la neuroeducación tiene las mismas fortalezas y
debilidades que su disciplina madre, es decir la neurociencia congitiva.
Los profesores, los equipos docentes y los directivos de instituciones educativas siguen
buscando nuevas formas de incluir las técnicas didácticas señaladas por la investigación
neurocientífica. Con todo ello, en los últimos años parece haber concenso entre la
ciencia y la educación y se ha entendido la importancia del órgano del cerebro como
elemento fundamental para el aprendizaje humano. Los hallazgos de la neurociencia
tienen implicaciones para la teoría y la práctica educativa. Estas ofrecen explicaciones
novedosas que permiten profundizar en el conocimiento acerca de las condiciones bajo
las cuales el aprendizaje puede ser más efectivo. Esto permitiría fundamentar el diseño
de estrategias instruccionales no convencionales dirigidas atender las diferentes
dimensiones y el desarrollo de la creatividad.
Si bien es cierto que las neurociencias nos han demostrado que los primeros años de
vida, van a ser vitales para el posterior desarrollo del futuro adulto, es una disciplina
académica a la que aun faltan muchas investigaciones y muchos conocimientos.
Investigaciones y conocimientos que a pesar del avance vertiginosa de la misma,
tardarán mucho en llegar, sobre todo en sus aspectos prácticos (Martinez, 2010).
Por su parte, también Campos (2014) afirma que lejos de que la neurociencia se
caracterice como una nueva corriente que entra al campo educativo, o que se
transforme en la salvación para resolver los problemas de aprendizaje, se debe
entenderla como una ciencia que viene a aportar nuevos conocimientos al educador -así
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como lo hace la psicología- con el propósito de proveer el suficiente fundamento
científico para innovar y transformar la práctica pedagógica. Claro está que no todo lo
que hay en neurociencia se aplica a la educación, por lo que se deben establecer
criterios válidos para identificar los aspectos relevantes y encajarlos en el nivel de
análisis adecuado y de fácil comprensión para el mundo educativo.
Así pues, la formación del profesional que se desempeñará en este campo se convierte
en un elemento fundamental para el éxito o fracaso del proceso que se ejecuta. Como
sostiene la citada autora, necesariamente la formación continua de todos aquellos
actores que llevarán a cabo la tarea deberá estar presente como eje fundamental en la
construcción de esta nueva disciplina. Que los educadores tengan acceso a los
conocimientos relevantes de la neurociencia y la psicología, y que los neurocientíficos y
psicólogos conozcan de cerca el contexto educativo, llega a ser un imperativo para
cerrar las diferentes brechas conceptuales, metodológicas o de otra índole que pudiera
existir y que impida la transdiciplinariedad.
De acuerdo con Bruer (2000) hay que construir los puentes entre neurociencia y
educación, pues todavía no existen, y considera que son los "psicólogos cognitivos" los
que están en mejores condiciones para hacerlo. Además, muchos científicos se quejan
de que se ha producido una industria de la brain-based education, basada en
neuromitos y no en datos científicos, y algunos llegan a afirmar que sino se precisa el
modo de colaboración entre neurociencia y educación, todos estosmovimientos pueden
quedarse como una nota a pie de página en la historia de la educación. Paul
Howard-Lones, de la Universidad de Bristol, ha señalado que la neurociencia y la
educación han ido hasta ahora por caminos diferentes. Pone como ejemplo de esta
dualidad la teoría de las inteligencias múltiples, a la que los educadores dan mucha
importancia, pero que, según él, no tiene fundamento neurocientífico. Afortunadamente,
en los últimos años se ha trabajado mucho para salvar esa brecha entre la ciencia y la
práctica en el aula, con rigor y eficiencia (Sousa, 2014).
Así pues, el diálogo que parecía imposible entre neurociencia, psicología y educación,
con la participación de otras ciencias afines, se hizo realidad y el campo de la mente, el
cerebro y la educación se hace cada vez más fuerte, provocando mucho interés en
todos los estamentos de nuestras sociedades. Estrechar la brecha entre las
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investigaciones en laboratorios de neurociencia y la práctica educativa ahora ya es un
escenario compartido por muchos países, lo que muy pronto facilitará tanto la promoción
de mejores programas educativos como también influenciará en el estilo de crianza en la
familia. Su estructura fortalecimiento y consolidación se darán a medida en que se
construya un trabajo inter y multidisciplinario que permita la construcción de una nueva
epistemología, común a todas las ciencias, dando así un carácter transdisciplinario al
campo de la mente, el cerebro y la educación (Campos, 2014).
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Signos motores
Movimientos asociados. Dificultad para inhibir la participación muscular de otras regiones
del cuerpo.
Sincinesias. Reproducción contralateral simultanea de movimientos solicitados
en un lado del cuerpo.
Perseveración. Incapacidad de pasar con fluidez de un programa de acción a
otro.
Signos perceptivos
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Cruzamiento de la línea Dificultad para cruzar la línea media del cuerpo.
media.
Desorientación derecha- A partir de los 6 a 7 años, dificultades para reconocer derecha e
izquierda. izquierda en sí mismo y en otros.
Trastornos en la dificultades de percepción y discriminación auditiva de origen
discriminación auditiva. central.
Bibliografía
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Madrid: Estrella Polar.
Sousa, D. (2014). Neurociencia Educativa. Mente, cerebro y educación. Madrid: Narcea.
http://www.waece.org/inicio.htm
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