UNIVERSIDAD NACIONAL DE SALTA
FACULTAD DE HUMANIDADES
ESCUELA DE HISTORIA
INTRODUCCION A LA HISTORIA DE LAS SOCIEDADES
MATERIAL DE USO INTERNO DE LA CÁTEDRA. 2021
MATERIALISMO HISTÓRICO
Dra. Alejandra Soler
¡La historia no hace nada, “no posee una riqueza inmensa”, “no libra combates”!
Ante todo es el hombre, el hombre real y vivo quien hace todo eso y libra combates;
estemos seguros que no es la historia la que se sirve del hombre como de un medio para realizar, como si ella
fuera un personaje particular, sus propios fines; no es más que la actividad del hombre que persigue sus
objetivos1
… Los hombres hacen su propia historia, pero no en condiciones que ellos elijan…
Marx, K y Engels, F. La Sagrada Familia. España: Akal, 1981 y La ideología alemana. España: Grijalbo, 1970.
Cuenta Josep Fontana, historiador español, que cuando Karl Marx se desempeñaba
como periodista para la Gaceta Renana (1842) se tuvo que ocupar del problema del robo de
leña que se había convertido en un delito muy frecuente. Espantados por esta situación, los
miembros de la dieta renana2 decidieron convertirlo en “robo calificado”, lo que implicaba
penas de una dureza desproporcionada. “Para él [explica Fontana], el descubrimiento de que
el Estado y sus leyes estaban al servicio de unos intereses particulares, de la defensa de una
propiedad privada surgida de la usurpación de los bienes comunales de los campesinos, fue
perturbador”.3
Durante la segunda mitad del s. XIX, Karl Marx y Federico Engels dedicaron sus
vidas, como militantes políticos y científicos sociales, a explicar esa sociedad cuyo
funcionamiento los “perturbaba”. Pero el Materialismo Histórico y Dialéctico (MHD)4,
creado por ellos, no sólo es una teoría sobre el funcionamiento y el cambio de las sociedades,
es también una concepción general del hombre y el mundo, una crítica de la sociedad en la
que él mismo nació (la capitalista, s. XIX), y un programa de transformación revolucionaria
de esa sociedad (socialismo científico).
El pensamiento dialéctico
En una sección de El Capital, Marx afirmaba: “Toda ciencia sería superflua si la
forma de manifestación y la esencia de las cosas coincidiese directamente”. En Socialismo
utópico y Socialismo científico, Engels sostiene:
1
Marx, Karl y Engels, Federico. La Sagrada Familia. España: Akal, 1981. P. 109.
2
Asamblea política y legislativa de Renania, región de Alemania.
3
Fontana, Josep. “Marx y el Materialismo histórico”. En: La Historia de los hombres. Barcelona: Crítica, 2005.
4
El Materialismo Histórico toma el nombre de “Marxismo”, pero en realidad nació de la permanente
colaboración entre Marx y Engels, que formulan por primera vez su teoría en “La ideología alemana (1945 –
1946)”. Tienen muchos escritos juntos, entre ellos el Manifiesto del Partido Comunista (1848) y La Sagrada
Familia. Por su lado, Marx también escribió Las luchas de clases en Francia, Contribución a la crítica de la
economía política y El Capital. En cuanto a Engels, podemos señalar: El origen de la familia, la propiedad
privada y el estado, Dialéctica de la naturaleza, El Antiduhring.
1
Cuando nos paramos a pensar sobre la naturaleza, sobre la historia humana, o sobre
nuestra propia actividad espiritual, nos encontramos de primera intención con la imagen
de una trama infinita de concatenaciones y mutuas influencias, en la que nada permanece
en lo que era, ni cómo ni dónde era, sino que todo se mueve y cambia, nace y perece.
Vemos pues, ante todo, la imagen de conjunto, en la que los detalles pasan todavía más o
menos a segundo plano; nos fijamos más en el movimiento, en las transiciones, en la
concatenación, que en lo que se mueve, cambia y se concatena. Esta concepción del
mundo, primitiva, ingenua, pero esencialmente justa, es la de los antiguos filósofos
griegos, y aparece expresada claramente por vez primera en Heráclito: todo es y no es,
pues todo fluye, todo se halla sujeto a un proceso constante de transformación, de
incesante nacimiento y caducidad. Pero esta concepción, por exacto que refleje el carácter
general del cuadro que nos ofrecen los fenómenos, no basta para explicar los elementos
aislados que forman ese cuadro total; sin conocerlos, la imagen general no adquirirá
tampoco un sentido claro.5
Las dos citas refieren a que la realidad, en un incesante y complejo fluir, caótico y
rico, no puede conocerse mediante la simple observación. La observación (recordar la lectura
de Bloch de la unidad introductoria)6, no muestra a simple vista sus más profundos
mecanismos de funcionamiento y cambio: hace falta un método y unas categorías/conceptos
para investigarla y conocerla.
El método dialéctico, defendido por Marx y Engels, es un enfoque que trata de captar
la realidad en toda su riqueza y movimiento.7 A diferencia de otras perspectivas, como el
positivismo, que se limita a describir la realidad como aparece, u otras que no dan cuenta del
proceso permanente de transformación social, para el marxismo la observación y descripción
son sólo el punto de partida. Para conocer y explicar la sociedad, se requiere además “aislar
sus elementos” (analizarlos, conceptualizarlos, encontrar las determinaciones más
profundas), relacionarlas y volverlas a unir (síntesis), para finalmente volver a la “imagen
general” de la realidad, pero ahora con “un sentido claro” (los entrecomillados corresponden
a las palabras que usa Engels en la cita).8
Para la dialéctica, como teoría del conocimiento e interpretación del mundo, tanto la
vida social como natural están en permanente cambio debido a las fuerzas opuestas
(contradicciones) contenidas en todo lo que existe (“todo nace y perece, todo es y no es”).
Esas contradicciones, a veces son latentes, pero otras veces se hacen muy agudas y
conmueven tanto a las sociedades como a la naturaleza (que por supuesto, funcionan de
5
Engels, Federico. Socialismo utópico y Socialismo científico. Formato digital. P. 16.
6
Marc Bloch escribe: “Nunca, en ninguna ciencia, la observación pasiva- aún suponiendo, por otra parte, que
sea posible- ha producido nada fecundo”. Bloch, Marc (1952), Introducción a la historia, México, Fondo de
Cultura Económica. P. 53-55.
7
El pensamiento dialéctico es antiguo, pero es el filósofo Hegel (s. XVIII - XIX) quien realiza las elaboraciones
más profundas del mismo, rompiendo con lo que se llama el “pensamiento formal”, que presupone una realidad
inmóvil, sin devenir, estática y sin contradicciones. Por otro lado, es una superación del llamado “dualismo”
kantiano, quien sostiene la imposibilidad de conocer la realidad más que en su forma fenoménica, es decir, tal
como aparece, como resultado de la supuesta separación absoluta entre el sujeto que investiga y el mundo que
quiere conocer. Para profundizar: Engels, F. Ludwing Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana. Moscú:
Editorial Progreso, 1980 o Marx y Engels, La Sagrada Familia. España: Akal, 1981
8
En términos estrictos, se trata de pasar desde lo “real concreto” existente (una realidad como aparece), a un
complejo proceso de abstracción y elaboración de conceptos y categorías explicativas que
determinen/definan/delimiten esa realidad que comencé observando, hasta llegar a una “totalidad concreta”
histórica, explicada. Para acercarse y profundizar, ver por ejemplo Kohan, Néstor. El capital. Historia y
método. Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo. La Habana. 2003.
2
forma distinta).9 Se refiere a pequeños o imperceptibles cambios cuantitativos que se
producen manteniéndose las estructuras de los fenómenos, hasta llegar a un límite en que su
acumulación produce un “salto en calidad”, un cambio cualitativo de la realidad (por
ejemplo, las revoluciones). La dialéctica también plantea la ley de la “negación de la
negación”, compleja idea que no es más que expresar la idea de desarrollo ni lineal ni cíclico,
sino en espiral, donde nada se repite de la misma forma, aunque parezca que si. La lucha de
los opuestos (contradicciones), la transformación de la calidad en cantidad y la negación de
la negación son las tres leyes elementales de la dialéctica.
Para algunos autores, el materialismo histórico es el resultado del método dialéctico
aplicado al estudio de los fenómenos sociales.
La concepción materialista de la historia
Retomando la cuestión de cómo conocer una sociedad que no aparece como es a
simple vista, Paul Lafargue, marxista francés, expresa que “para establecer un poco de orden
en el desorden”, en el caos de hechos sociales que aparecen y desaparecen sin razón aparente
en la historia, es necesario acudir a algún “factor o causa determinante”,10 ya que la realidad
no está regida por el puro azar y contingencia (aunque ésta tiene un lugar en la historia, no
podemos hacer ciencia sobre el azar, justamente porque el azar es absolutamente
impredecible). Así, Marx y Engels se preguntan cuál es ese elemento determinante que hace
a lo social. Para responder esa pregunta, empiezan por aclarar:
Las premisas de que partimos no tienen nada de arbitrario, no son ninguna clase de
dogma, sino premisas reales, de las que sólo es posible abstraerse en la imaginación. Son
los individuos reales, su acción y sus condiciones materiales de vida, tanto aquellas con
que se han encontrado como las engendradas por su propia acción. Estas premisas pueden
comprobarse, consiguientemente, por la vía puramente empírica.11
La primera premisa de toda la historia humana es entonces la existencia de individuos
humanos vivientes, de hombres y mujeres de carne y hueso en interrelación con la naturaleza
de la que forman parte y a la que se empeñan en transformar para producir sus medios de
vida y satisfacer sus necesidades, transformándose a sí mismos en ese proceso, creando
nuevas necesidades, nuevos medios de vida...
Pero es inconcebible, salvo en la imaginación o en la teoría liberal, el hombre aislado.
Por la propia debilidad de nuestra especie durante los primeros años de lactantes, y a la
ferocidad de la naturaleza misma, los hombres se relacionan entre ellos para sobrevivir.
Establecen relaciones sociales de todo tipo: de amistad, amor, familiares, de producción,
etc.: somos “portadores” de relaciones sociales. Estas no existen por fuera de los humanos, ni
humanos fuera de ellas. ¿Pero cual de esas relaciones sociales son determinantes, las que
tiñen los otros aspectos de la sociedad?
9
Henry Lefebvre es un filósofo autor de Lógica Formal, lógica dialéctica (España: Editorial Siglo XXI. 1970).
Allí explica que la dialéctica, la lógica del movimiento, se manifiesta: en la naturaleza (completamente
objetiva); en la historia (con actuación de los hombres en ciertas condiciones objetivas); y en el conocimiento
(resultado de la interacción entre objeto a conocer y sujeto cognoscente).
10
Lafargue, Paul. En defensa del materialismo histórico. Buenos Aires: Ediciones Razón y Revolución. 2011.
P. 29.
11
Marx, Engels, La ideología alemana. España: Grijalbo, 1970. p. 19.
3
La primera premisa de toda existencia humana y también por tanto de toda historia, es que
los hombres se hallen, para “hacer historia”, en condiciones para poder vivir. Ahora bien,
para vivir, hace falta comer, beber, alojarse bajo un techo, vestirse y algunas cosas más.12
Y esto es así hoy y hace 5000 o 20000 años. Entonces, las relaciones sociales de
producción son el elemento determinante de cualquier sociedad, lo que une a sus individuos,
los condiciona y amalgama como sociedad. En otras palabras: ¿Qué hace que esas relaciones
sean tan importantes en la vida social?: el hecho de que la producción y reproducción de los
medios para la vida absorbe directa o indirectamente gran parte de la energía de los
individuos, mientras que otro tipo de actividades y relaciones como la política, la literatura,
el arte, la religión, son actividades, por el momento, de una minoría (que de todas maneras
tienen que conseguir sus medios de subsistencia, alimentarse, etc.). De ahí el nombre de
Materialismo para esta teoría.13
Aunque este punto de partida parezca una obviedad, hay que tener en cuenta que con
esa premisa se estaban enfrentando a tradiciones filosóficas de peso en el siglo XIX, como el
Idealismo hegeliano, corriente para la que el mundo y la historia era movidos exclusivamente
por las ideas o “el espíritu”, como entes con vida propia sin relación con los hombres que
actúan, es decir, la historia y las ideas adquirían un carácter suprahumano. En la
historiografía, el materialismo histórico se oponía a corrientes que sostenían que a la historia
la hacían los “grandes hombres”, los próceres, y se limitaban a describir y ordenar los hechos
en cronologías. Para el marxismo, no hay nada superior al hombre mismo, a los hombres en
plural, creadores de ideas, espíritus, dioses y medios de vida. “Sólo del hombre es la
historia”, decía Lucien Febvre, ya en el s. XX, coincidiendo con Marx y Engels.
Retomando, las relaciones sociales de producción son las que se establecen entre los
hombres, independientemente de su voluntad, para la producción social y material de su
existencia.14 A lo largo de la historia pueden encontrarse diversos tipos de relaciones sociales
de producción: las que unen a comunidades campesinas americanas entre sí desde el
poblamiento hasta la llegada de europeos, a estas comunidades con las clases dominantes
andinas durante el estado incaico, a amos y esclavos en la antigüedad mediterránea, a señores
feudales y campesinos libres o siervos en el feudalismo europeo, o al burgués capitalista con
el obrero. Estas varían de sociedad en sociedad y con el tiempo, y dependen o se
corresponden a una determinada fase de desarrollo de las fuerzas productivas de una
sociedad.15
Con fuerzas productivas nos referimos a todas las potencias materiales creadas por la
humanidad para su supervivencia y para dominar la naturaleza en cierto momento de la
historia: desde una punta de flecha hasta una computadora, herramientas como la azada, un
12
Marx, Engels, La ideología alemana. España: Grijalbo, 1970. p. 28.
13
Marx y Engels insistieron toda su vida en diferenciarse del llamado “materialismo vulgar y mecanicista”
(Feuerbach) anterior a ellos, que concebía al hombre como un producto de circunstancias externas en cuya
construcción estos no tenían ninguna participación. En Tesis sobre Feuerbach, Marx afirma: “La teoría
materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y la educación, y por lo tanto hombres
modificados, producto de circunstancias distintas y de una educación distinta, olvida que las circunstancias son
cambiadas por los hombres y que el propio educador necesita ser educado”. Disponible en
https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/45-feuer.htm.
14
¿Cómo se estudian empíricamente el tipo de relaciones sociales que existen en una sociedad concreta?:
investigando quien produce, cómo, quien dirige la producción, quien se apropia de lo producido, cómo lo hace,
de quien son los medios de producción y a qué contradicciones da lugar todo eso.
15
Marx, Karl. “Prólogo”. En: Contribución a la crítica de la economía política. Madrid: Aldus. 1970. p. 37.
4
arado, tractores, silos y otros medios de producción, pero también el conocimiento, la
ciencia, y por supuesto, la población misma, que es la que produce.
Que las relaciones de producción se “correspondan” con el grado de desarrollo de las
fuerzas productivas de una sociedad, significa que se condicionan mutuamente. De hecho,
son dos aspectos que no están separados en la realidad: los hombres se reúnen y organizan
para satisfacer necesidades e intervenir en la naturaleza en función de los medios que han
desarrollado para ello. Por ejemplo, en una sociedad donde las fuerzas productivas son poco
desarrolladas (arco y flecha) las relaciones sociales de producción son más bien de tipo
igualitario, y el reparto de lo producido es colectivo ya que todos necesitan trabajar y
producir para sobrevivir dados los escasos medios (fuerzas productivas) de los que se
dispone.
Un indicador del grado de desarrollo de las fuerzas productivas es la división social
del trabajo, porque esto habla del nivel de especialización logrado en una sociedad
determinada y puede investigarse empíricamente analizando, por ejemplo, la cantidad de
población activa, la no activa, las ocupaciones de sus miembros, los procesos de trabajo, etc.
En los primeros tiempos de la humanidad la división social del trabajo se fundaba en la
diferencia sexual (los varones se dedicaban a unas tareas y las mujeres a otras). A medida
que la sociedad se hizo más numerosa y aumentó la producción desarrollando nuevas
técnicas (fuerzas productivas), fue produciendo una división del trabajo más diversa, hasta el
día de hoy que la especialización es extrema. En tiempos antiguos, un cazador era también un
artista que plasmaba las rocas con pinturas, en el feudalismo los campesinos eran también
artesanos y sastres (producían para si mismos). Hoy todas esas actividades sociales estas
divididas (por no hablar de lo que ocurre dentro de una fábrica), lo que genera un aumento
espectacular de la productividad.
Las relaciones sociales de producción en relación con el desarrollo de las fuerzas
productivas y la división social del trabajo, derivó en un momento de la historia en la
división de la sociedad en clases sociales. Estas hacen referencia a grupos de población que
comparten una función determinada en el sistema productivo, una posición con respecto a la
propiedad de los medios de producción, y unas condiciones de vida en común. Las clases no
se determinan por la “amplitud del monedero”, según las propias palabras de Marx, ni por la
profesión o educación. Esto es así porque las clases sociales no son cosas, sino que expresan
relaciones sociales, de las que la población es más o menos conciente. Algunos marxistas
proponen que no son sólo las condiciones materiales de existencia y la explotación las que
hacen surgir las clases, sino las experiencias de lucha, que reúnen a grupos de población con
intereses comunes identificándose como tal frente a otra clase.16 Hay diversos escritos de
Marx y Engels sobre las clases en sociedades concretas (Alemania, Francia, India), pero no
existe un desarrollo teórico extenso sobre el tema de su autoría.17
Avanzando en la exposición, afirma Marx:
El conjunto de esas relaciones de producción constituye la estructura económica de una
sociedad, la base real sobre la que se eleva una superestructura jurídica y política a la que
corresponden formas sociales determinadas de conciencia. El modo de producción de la
vida material condiciona el proceso de vida social, política e intelectual en general. No es
16
Por ejemplo, el historiador inglés Edward P. Thompson.
17
Por ejemplo, puede leerse La Lucha de clases en Francia y El 18 Brumario de Luis Bonaparte de Marx, o
Revolución y Contrarrevolución en Alemania y La situación de la clase obrera en Inglaterra, de Engels.
5
la conciencia de los hombres la que determina la realidad; por el contrario, la realidad
social es la que determina su conciencia.18
Una aclaración. No puede reducirse el materialismo histórico a esa última frase sobre
que la vida material determina la conciencia/ideas de los hombres, como si estos fueran
producto de las circunstancias. De hecho Marx, en Tesis sobre Feubarch que ya citamos y
ahora insistimos, afirma que: “la teoría materialista [mecánica] de que los hombres son
producto de las circunstancias y de la educación (…) olvida que son los hombres,
precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y que el propio educador necesita
ser educado”.19
Volviendo a la cita anterior, la mejor metáfora para entender la estructura económica
de una sociedad es pensar en el “esqueleto” del cuerpo humano. Es la estructura que permite
sostener los demás órganos del cuerpo, o, tratándose de la sociedad, sostener los demás
aspectos o dimensiones de la actividad social. La estructura económica de una sociedad
constituye su modo de producción.
A lo largo de la historia han existido diversos modos de producción, por ejemplo:
esclavista, tributario, feudal, capitalista. Pero en toda sociedad concreta lo que existe es una
combinación particular de diferentes modos de producción/relaciones de producción. En
Argentina, por ejemplo, hay un predominio de relaciones asalariadas. Pero el modo de
producción capitalista/asalariado convive con otros modos y relaciones de producción, por
ejemplo: campesinos, trabajadores semiesclavos textiles, servilismo. Es decir, conviven y se
combinan relaciones de distinto tipo, aunque sea una la que domine. A esa totalidad más
compleja que constituye cada sociedad en particular, el marxismo llama Formación
Económico Social.
Así como la vida humana requiere de un esqueleto, no es vida sin todo lo demás que
le da existencia. Lo mismo en una sociedad. A los demás aspectos, que de ninguna manera
son secundarios, Marx y Engels llaman superestructura: las tradiciones, normas, leyes,
Estado, ideologías, conciencia, arte, política, religiones, etc. Se puede representar la
estructura y superestructura de una sociedad como dos esferas superpuestas que se
condicionan mutuamente de una manera muy conflictiva, contradictoria y explosiva. La
producción de las ideas, el Estado, la conciencia, están entrelazadas a la actividad material y
las condiciones materiales en las que los hombres viven.
Habíamos dicho que los hombres, al cooperar entre si, desarrollan fuerzas
productivas. Pero hay períodos en la historia en los que el crecimiento de esas fuerzas
productivas se bloquea, porque entran en contradicción con las relaciones sociales de
producción y la superestructura, es decir, las normas jurídicas y otros aspectos que ya
señalamos. El crecimiento de las fuerzas productivas comienza a ser incompatible con la
forma en que está organizada la sociedad y la producción. Se abre entonces una época de
crisis, de revolución social.
Una revolución social puede dar paso a nuevas relaciones sociales que impulsen una
nueva etapa de desarrollo de fuerzas productivas y permitan la construcción de una nueva
organización social, pero también puede ocurrir que, ante la derrota de una revolución o su
ausencia, esa sociedad se estanque y entre en períodos de crisis sucesivas, guerras, miseria
18
Marx, Karl. “Prólogo”, op. cit. P. 37.
19
Es la tesis III de las Tesis sobre Feuerbach.
6
social y destrucción. Esto, porque sigue aprisionada en relaciones sociales que ya no
permiten el desarrollo que antes sí habían permitido. Ejemplo clásico de esta situación es la
época de las revoluciones burguesas durante el siglo XVII y XVIII, cuando esta clase, como
resultado de su acción política junto a otras clases, rompe con las relaciones sociales de tipo
feudal y libera la posibilidad de crecimiento de las fuerzas productivas, desarrollándose la
industria y la tecnología hasta el siglo XX por lo menos.
Para el marxismo, que rechaza el mecanicismo y pone en el centro de la acción de los
hombres mismos, una época de revolución social abre una crisis, pero no la resuelve. Su
resolución dependen de la lucha de clases, que es lucha política entre clases o
fracciones/capas de ellas.20
La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de
las luchas de clases. Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos,
maestros y oficiales; en una palabra: opresores y oprimidos se enfrentaron siempre,
mantuvieron una lucha constante, velada unas veces, y otras franca y abierta; lucha que
terminó siempre con la trasformación revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento
de las clases beligerantes (...) La moderna sociedad burguesa, que ha salido de entre las
ruinas de la sociedad feudal, no ha abolido las contradicciones de clase. Únicamente ha
sustituido las viejas clases, las viejas condiciones de opresión, las viejas formas de lucha,
por otras nuevas. Nuestra época, la época de la burguesía, se distingue, sin embargo, por
haber simplificado las contradicciones de clase. Toda la sociedad va dividiéndose cada vez
más en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases que se enfrentan
directamente: la burguesía y el proletariado.21
Pero no sólo depende de la lucha, sino de la conciencia que se tenga de ella, de sus
causas más profundas, de las formas de superar la crisis y de la organización. Según el
período, la lucha de clases puede aparecer de forma disimulada o abiertamente, a veces de
forma aguda, ascendente y organizada, o encontrarse en retroceso. En general, las luchas no
se producen directamente entre dos clases (obreros-burgueses), sino entre alianzas de clases o
fuerzas sociales que articulan intereses entre sí, y a veces se organizan en partidos políticos.
Teoría sobre el origen del Estado
Mas arriba dijimos que el desarrollo de las fuerzas productivas genera a la vez una
cada vez más diversa división social del trabajo y un excedente productivo. Se divide el
trabajo manual del intelectual22, y con él, una clase liberada de las tareas de obtención de
alimentos y dedicada a la religión, la moral, las leyes. Con un excedente productivo, puede
aparecer la lucha por su apropiación, la propiedad privada, y una clase privilegiada que
instituya un orden político-militar y religioso que legitime esa apropiación. Esto es el
ESTADO para el marxismo: una organización dirigida por una clase que vive del trabajo de
20
Fracción de clase hace referencia al sector de actividad de la que vive, que puede ser industrial, agraria,
comercial y financiera. Capas de clase se refiere a las diferentes condiciones de vida de esas fracciones, que
puede ser: altas, medianas o pequeñas.
21
Marx, Karl. y Engels, Federico. Manifiesto del Partido Comunista. Disponible en línea.
22
Sólo dejaremos apuntado que la división del trabajo es central para el materialismo histórico, ya que de ahí se
deriva el concepto de “alienación”. A medida que el proceso social y las fuerzas productivas avanzan, permiten
satisfacer cada vez más necesidades humanas, pero se desarrolla la siguiente contradicción: el hombre se ve
aprisionado cada vez más por la especialización productiva, se fragmenta como hombre en la división del
trabajo, transformando una actividad creadora en una actividad fuera de su control, que crea objetos
(mercancías) que adquieren independencia respecto de su creador. Ver: La ideología alemana o El Capital.
7
otros, que especializa sus funciones, y dedica una parte de esas funciones a
controlar/monopolizar la fuerza y a desarrollar una ideología y religiones que legitimen la
explotación. “Las ideas dominantes de una época, son las ideas de la clase dominante de esa
época”, afirmaba Marx en La ideología alemana.
La clase que dirige el Estado, impone su interés como el interés general, creando una
“comunidad ilusoria… de donde se desprende que todas las luchas que se libran dentro del
Estado, la lucha entre la democracia, la monarquía, del derecho al sufragio, son formas
ilusorias bajo las que se ventilan las luchas reales entre las clases”.23
El MHD después de Marx y Engels
Muy sintetizados, estos son algunos de los aportes del Materialismo Histórico para la
comprensión de la sociedad en la que vivimos y su historia. Se han dejado de lado los aportes
sobre el funcionamiento del modo de producción capitalista, que comprende: la mercancía, la
teoría del valor - trabajo, la plusvalía y la ley de la tendencia decreciente de la tasa de
ganancia, entre los más importantes.
Conviene dejar sentado que las elaboraciones teóricas de Marx y Engels no surgieron
de intereses académico-intelectuales, sino políticos. No son abstracciones a aplicar en el
análisis social, sino un conjunto de herramientas pensado a partir de una concepción
específica del hombre y del análisis de realidades concretas. No es un esquema cerrado, y de
hecho durante el siglo XX una multitud de intelectuales han desarrollado elaboraciones desde
el materialismo histórico sobre aspectos que Marx y Engels no tuvieron tiempo o no pudieron
abordar: temas relacionados a la política, el estado, el mercado mundial, el imperialismo, la
cultura, el arte, la literatura, entre otros. Como teoría y método de investigación, a pesar de
haber sufrido una problemática vulgarización y de haber sido acusado de “determinismo
económico”, “estructuralista”, o formulador de leyes sociales absolutas, sigue vigente luego
de más de un siglo.
Para Eric Hobsbawm24, el mayor aporte del MHD ha sido, y es, sobre el proceso de
conocimiento de la sociedad y sobre la historia como proceso social. En cuanto a la historia
como proceso, Hobsbawm reconoce tres aportes fundamentales:
1. establecer una jerarquía en los fenómenos sociales, y de factores determinantes en la
formación de una sociedad que le permite establecer generalizaciones, leyes, aunque
no del tipo mecánica-fatalista como sería en la física o las ciencias naturales,
2. mostrar cómo la sociedad se mueve por contradicciones internas,
3. frente a perspectivas que no explican los cambios y presentan ciertas realidades como
eternas o inamovibles, Marx y Engels historizan las sociedades mostrando las raíces
de sus inevitables transformaciones.
La historia del marxismo luego de la muerte de sus fundadores ha sido estudiada en
profundidad por Perry Anderson, historiador inglés.25 Esa historia está completamente
23
Marx, Karl y Engels, Federico. La ideología alemana, op. cit. P. 35.
24
Hobsbawm, Eric. Marxismo e historia social. México: Universidad autónoma de Puebla, 1983.
25
Anderson, Perry. Consideraciones sobre el marxismo occidental. Madrid: Siglo XXI, 1979, y del mismo
autor: Tras las huellas del materialismo histórico. Madrid: Siglo XXI, 2007.
8
vinculada a la lucha de clases durante el siglo XX, sus derrotas y triunfos. Perry Anderson
reconoce una segunda “generación” cuyos principales intelectuales son Antonio Labriola en
Italia, Carlos Kautsky en Alemania, Franz Mehring en Alemania. La tercera, esta ligada a
quienes participaron de la revolución rusa de octubre de 1917: Vladimir Lenin, León Trotski,
Nicolás Bujarin, Rosa Luxemburg, y en Occidente es la generación de Georgy Lukács y Antonio
Gramsci.
En América Latina, el marxismo se difundió desde fines del s. XIX. En Argentina sus
difusores fueron el socialista argentino Germán Avé- Lallemant y J. B. Justo, quien traduce
El Capital al español. Más tarde, toma protagonismo el cubano Julio Antonio Mella y Juan
Carlos Mariátegui en Perú, ambos intelectuales y militantes políticos. Y no sólo difundieron la
teoría marxista, sino que analizaron la realidad latinoamericana desde esa perspectiva. Una obra
imprescindible es Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, de Mariátegui (1928).
Una última generación es hija de la derrota que sufre la clase obrera y el movimiento
socialista frente al fascismo en Italia y el nazismo en Alemania, Hungría, Italia, y en la propia
URSS con el stalinismo, que extermina a los bolcheviques que quedaban después de Lenin. A
partir de aquí, siguiendo al autor, se produce una clausura de los grandes debates teóricos que se
habían vivido y experimentado durante la revolución de octubre. Las derrotas en el siglo XX,
guerras, persecuciones y asesinato de intelectuales y militantes, llevó a que el marxismo
quede relegado, según el mismo autor, al estudio en universidades con intelectuales que no
intervenían en la lucha de clases.
Desde mediados de siglo XX hay una recuperación de la teoría marxista sobre todo de
historiadores ingleses como Eric Hobsbawm, E. P. Thompson, Rodney Milton, Raymond
Williams, o el geógrafo David Harvey entre muchos más.
Bibliografía
Anderson, Perry. Consideraciones sobre el marxismo occidental. Madrid: Siglo XXI, 1979.
--------------- Tras las huellas del materialismo histórico. Madrid: Siglo XXI, 2007.
Engels, Federico. Socialismo utópico y Socialismo científico. En Internet.
------------- Ludwing Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana. Moscú: Editorial Progreso,
1980.
Fontana, Josep. “Marx y el Materialismo histórico”. En: La Historia de los hombres, Editorial Crítica,
Barcelona, 2001, pp. 149-164.
Hobsbawm, Eric. Marxismo e historia social. México: Universidad autónoma de Puebla, 1983.
Lafargue, Paul. En defensa del materialismo histórico. Buenos Aires: Ediciones Razón y Revolución.
2011.
Marx, Karl. “Prólogo”. En: Contribución a la crítica de la economía política. Madrid: Aldus. 1970
-------------- Tesis sobre Feuerbach. Disponible en https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/45-
feuer.htm.
Marx, Karl y Engels, Federico. La Sagrada Familia. España: Akal, 1981.
------------------------ La ideología alemana. España: Grijalbo, 1970.