Contrato de Alojamiento
Contrato de Alojamiento
1. - ANTECEDENTES HISTÓRICOS
1
Ceballos Martín, María Matilde y Pérez Guerra, Raúl , “Hacia la conceptualización del Derecho del Turismo en el
ordenamiento jurídico comparado”, Papers de Turisme, Num. 52 – junio-diciembre 2012, www.papersdeturisme.gva.es.-
El contrato de hospedaje en la legislación argentina
El albergue natural solía ser en las propias casas de familia. También existían albergues
para mercaderes y viajeros trashumantes, que generalmente eran en las casas de prostitutas.
En Roma y como bien dice Argeri 1, quien realiza una reseñ a breve pero eficaz: ”El
hospedaje es institución antigua que ha evolucionado hasta llegar el instante actual en que esa
actividad perfila como universal, con tendencia a uniformarse su regulación jurídica.
En sus primeros tiempos, el hospedaje para quiénes por razones de orden religioso o
propias al comercio, se trasladaban de una ciudad a otra, se satisfacía en casas de dudosa
moralidad o en casas de familia por razones de hospitalidad o amistad, aun cuando el
principio generalizado, era instalarse en casas de prostitutas.
Las abadías ofrecían también una alternativa de albergue, con algunos servicios
regulares para los tiempos que corrían.
También en Lejano Oriente, alrededor del 1200 d. C., se desarrollaron en China y
Mongolia puestos de descanso y abastecimiento para los correos y viajeros en general, que
debían recorrer enormes distancias.
En Francia e Inglaterra, a mediados del Siglo XV, comienza a conocerse una forma de
alojamiento má s parecida a la de la actualidad. Es así que se redactan los primeros
“Reglamentos para Posadas”, muestra cabal de que los servicios ya eran má s complejos,
populares y con ciertos está ndares de control y normas de convivencia.
Pero es con la Revolució n Industrial, a mediados del Siglo XVIII, que se desarrollan los
alojamientos de cará cter urbano, en lugares contiguos a los centros industriales y de
producció n manufacturera, fundamentalmente en las grandes ciudades europeas.
Desde entonces y hasta nuestros días, los hoteles, con rasgos má s o menos parecidos a
los actuales no dejaron de crecer en nú mero, cantidad de habitaciones y variedad de servicios.
Siguiendo a Adela Puig2, podemos sostener que del simple servicio de cuarto se ha
derivado en una gama de servicios complementarios dentro de una misma estructura física de
operació n.
Finalmente, dejaremos por ahora de lado -por exceder el objetivo de éste trabajo- el
nuevo y creciente fenó meno de la contratació n extra-hotelera en plataformas p2p. Pero
estaremos atentos a su evolució n, porque el caso de Españ a es muy revelador de la
trascendencia que tiene el fenó meno3.
“Lo cierto es que las webs p2p han irrumpido con fuerza en el sector del alojamiento,
convirtiéndose en pocos añ os en un amenazante competidor que, segú n denuncian los
empresarios del sector hotelero y de apartamentos reglados, no opera con las mismas reglas
del juego que los establecimientos turísticos legalmente registrados, lo que les deja en
inferioridad de condiciones”4.
Puig, Adela, “Los Nuevos Negocios Turísticos”, Valletta Ediciones, Bs. As. 2006, pág.91.-
3
Ese país recibe 60 millones de turistas extranjeros al año, y la cantidad de turistas extranjeros que se alojaron en viviendas
particulares creció, durante el período 2007-2013 un 44 %. Contra solamente un 4,5 % de crecimiento del alojamiento en hoteles
4
Ídem anterior
Gustavo Néstor Fernández
1
Di Pietro, Alfredo y Lapieza Elli, Á ngel Enrique, “Manual de Derecho Romano”, Editorial de la Cooperadora de
Derecho y Ciencias Sociales, Bs. As. 1976, pá g. 305.
2
Allende, Guillermo : “Naturaleza jurídica de la responsabilidad del posadero y del contrato de posada –Hostería-, La
Ley, Tomo 1980-A, pá g 99.-
El contrato de hospedaje en la legislación argentina
En el Có digo Civil de Portugal de 1867 se define al contrato de hospedaje así: “Existe
contrato de alberguería (allbergaria) cuando uno presta a otro albergue y comida, o só lo
albergue, mediante la retribució n ajustada o de costumbre” (art. 1419) 1.
Por fin, en el Esboço de Freitas se estipula que: “El depó sito será necesario; 2) Cuando
fue ocasionado por alojamiento en hotel o posada." (art. 2684).
Es de estos ú ltimos có digos (francés, italiano, napolitano y holandés) que Vélez toma
argumentos para redactar el artículo 2227, y enrolarse así en la adopció n del depó sito
necesario, como marco normativo para regular la introducció n de los efectos del pasajero en
la posada2.
Y finalmente, en el actual Có digo Civil y Comercial de la Nació n, sancionado como Ley
N° 26.994, publicado en el Boletín Oficial el 8 de octubre de 2014, vigente a partir del 1° de
agosto del 2015, se ha dejado pasar nuevamente la oportunidad de definir al contrato de
hospedaje, lo cual significa seguir estando, al menos desde lo conceptual, en el Siglo XXI, en la
misma situació n del Siglo XIX.
La regulació n de los efectos introducidos en el hotel nuevamente queda en el ítem
referido al depósito necesario, ahora en los artículos 1368 al 1375.
Con respecto al derecho de retención –que en el có digo anterior estaba consagrado en
el artículo 3939 y ss.- se aplicaba a los efectos del pasajero con las previsiones establecidas en
el anterior artículo 3886 referido al privilegio del posadero. Ahora el derecho de retenció n
está previsto en el 2587 y ss. del nuevo Có digo Civil y Comercial.
El derecho de retenció n es considerado un derecho de garantía para asegurar el pago
de un crédito o el cumplimiento de una obligació n. Es un caso de justicia privada que
corresponde a una prerrogativa o atribució n legal de permitir al detentador retener en su
poder algú n bien de propiedad de un tercero3.
Con relació n al privilegio del posadero, el mismo –como señ alamos arriba- estaba
consagrado en el anterior có digo, en el artículo 3886, que rezaba: “El posadero goza del
privilegio del locador, bajo las mismas condiciones y excepciones, sobre los efectos introducidos
en la posada, mientras permanezcan en ella, y hasta la concurrencia de lo que se le deba por
alojamiento y suministros habituales de los posaderos a los viajeros. El privilegio no comprende
los préstamos de dinero, ni se da por obligaciones que no sean las comunes de los viajeros”.
Hoy en cambio, bajo el nuevo CCCN, desapareció la menció n explícita al privilegio del
posadero, en las nuevas normas que regulan el instituto, contempladas en los artículos 2587
al 2593 y específicamente, desapareció del artículo 2582 que entre su actual enumeració n de
privilegios especiales, no se encuentra mencionado el del hotelero.
1
Edición de García y Caravera, Madrid, 1879, pág. 185.-
2
Nota al art. 2227 del Código Civil derogado (Ley 340)
3
Có digo Civil y Comercial de la Nació n analizado, comparado y concordado, Dirigido por Alberto J. Bueres, Bs.As.,
Hammurabi 2014, vol II, pá g. 649.
Gustavo Néstor Fernández
2. 1. –Etimología
Siguiendo el aná lisis semá ntico (“estudio del significado de los vocablos”) de los
términos que se suelen emplear para describir la acció n o efecto de “hospedar” a alguien, y
extraído de la obra precedentemente citada, veamos pues algunos significados.
Alojar: Albergar, acomodar, aposentar, cobijar, hospedar, guarecer.
Hospedar:
1. Albergar a alguien en calidad de huésped
2. Alojarse como huésped.
El contrato de hospedaje en la legislación argentina
En el Diccionario Jurídico de Gonzalo Fernández de León encontramos diferencia
entre hospedar y alojar – “La diferencia de estas dos palabras está en lo siguiente: Hospedar es
recibir en casa huéspedes, dá ndoles habitació n y servicio, es decir, todo lo necesario por el
tiempo que se mantengan en ella; alojar es recibir por cargas pú blicas a ciertas y
determinadas personas, las má s de las veces militares. Para hospedar es necesaria la
intervenció n de la voluntad del dueñ o de la casa, y para alojar nunca se consulta a éste; es
decir, quien hospeda gana, y el que aloja sufre” 1.
Antiguamente se distinguía entre albergar y (dar) alojamiento. Albergar, esto es “dar
posada a alguno, se deriva de albergue, posada o mesó n”; en cambio se consideraba que
(dar) alojamiento era, “dar aposento a los militares en las casas de los vecinos de los pueblos
por donde transitan”
Las denominaciones má s comunes para aludir al contrato en la actualidad son,
contrato de hospedaje o contrato de hotelería u hostelería. É stas ú ltimas son má s utilizadas en
el Derecho españ ol. En Latinoamérica se utiliza má s la primera modalidad.
Actualmente y atendiendo a la realidad del negocio de la hospitalidad, destacamos que
en el á mbito del turismo, hay dos grandes tipos de establecimientos que brindan alojamiento
reconocidos por la doctrina. La distinció n se basa en la operació n y funcionamiento de los
mismos. Siguiendo la exposició n realizada por Adela Puig, y sostenida también en
legislaciones locales de nuestro país y también de países con mucha tradició n turística como
Españ a, por ejemplo, mencionaremos a:
1
GONZALO LÓ PEZ DE LEÓ N, Diccionario Jurídico, Tomo III, 3° edición, Ediciones Contabilidad Moderna,
Buenos aires, 1972, pá g.172
2
López Palomeque, opina acerca de la actividad en España: “Los campings son terrenos acotados y preparados
para recibir alojamientos móviles, tiendas de campaña o caravanas. Surgen en Europa a mediados de los años
cuarenta del siglo XX, extendiéndose posteriormente a otras zonas. En 1982 el CEOTMA señalaba que los fines de
los campings eran el disfrute de la naturaleza y sus recursos recreativos y reducir el coste de alojamiento en relación
con la estancia en hoteles, chalets, apartamentos, etc. Aunque el camping es un tipo de infraestructura turística que
se ha desarrollado después de la oferta hotelera ha adquirido una gran importancia en zonas litorales y de montaña”.
López Palomeque, Francisco. (1988) Geografía del turismo en España: una aproximación a la distribución
espacial de la demanda y la oferta de alojamiento. Documents d’ Análisi Geografica. (13) pag. 35 – 64. ISSN:
0212-1573
Gustavo Néstor Fernández
2. 2. - Concepto
Teniendo pues la noció n de hospedaje, al menos en el uso comú n del idioma castellano,
y también, la noció n jurídica de contrato, estamos en condiciones de aproximarnos a una
definició n de contrato de hospedaje, que hasta el momento, la legislació n argentina ha
evadido, ya sea por evitar cuestiones complejas que condicionarían la interpretació n por
parte de los jueces o por falta de adecuació n de la doctrina a los tiempos que corren. Sea por
estas razones u otras que serían extensas de enumerar en el presente trabajo, hasta la fecha,
no existe tipificació n del contrato en cuestió n.
Incluso con posterioridad a la sanció n del nuevo Có digo Civil y Comercial, la Ley
27.221 tampoco clarifica el tema y solamente hace una remisió n de dudosa practicidad, a la
que má s adelante trataremos en particular.
Ahora, entonces, intentaremos definir al contrato de hospedaje de la siguiente
manera: es el contrato celebrado entre un hotelero y un huésped, en virtud del cuál el
primero, ofrece alojamiento para pernoctar y otros servicios accesorios al segundo, y
éste, sin fijar allí su residencia habitual, lo acepta, pagando un precio en
contraprestación.
Una conceptualizació n bá sica y sin atender al atributo de la pernoctació n, que emana
de la ley 18.828 de Alojamientos Turísticos1, podemos expresarla así: existe contrato de
hospedaje cuando una persona da alojamiento a otra mediante una retribución,
incluyendo o no la alimentación u otros servicios accesorios.
Si intentamos buscar la esencia del contrato, llegaremos a la conclusió n de que el
elemento constitutivo del contrato de hospedaje es el alojamiento, porque, adhiriendo a las
1
Ley 18.828, Artículo 1°: Los establecimientos comerciales en zonas turísticas o comprendidas en planes
nacionales de promoció n del turismo y los que por sus características el ó rgano de aplicació n declare de interés para el
turista, que ofrezcan normalmente hospedaje o alojamiento en habitaciones amuebladas, por períodos no menores al
de una pernoctación, a personas que no constituyan su domicilio permanente en ellos, quedan sujetos a la presente ley
y a las normas que se dicten en su consecuencia, sin perjuicio de las reglamentaciones locales en cuanto no se les opongan.
El contrato de hospedaje en la legislación argentina
palabras de Spinoza, “La esencia de una cosa es aquello que si es destruido hace que la cosa
también se destruya”1. Por tanto sin alojamiento, no existe contrato de hospedaje.
En la normativa españ ola también existen varias definiciones, alguna de las cuales nos
sirven para ilustrar que los requisitos comunes está n presentes, generalmente, en todas las
legislaciones. Así por ejemplo, el Decreto 183/2010, de 23 de noviembre 2, de establecimientos
de alojamiento turístico, en su artículo 15 dice: “Son establecimientos de alojamiento turístico
los locales y las instalaciones abiertos al público donde, de manera habitual y con carácter
profesional, las personas titulares ofrecen a sus personas usuarias, mediante precio, alojamiento
temporal en las unidades de alojamiento, así como otros servicios turísticos de acuerdo con las
condiciones establecidas en esta norma”.
En el Derecho Comunitario, encontramos una definició n en el Proyecto de Convención
Internacional sobre Contrato de Hospedaje, trabajo de 2004 del Instituto Unidroit , que criterio
de interpretació n aplicable al marco regulatorio del proyecto, define al contrato de
hospedaje de la siguiente manera: “Todo contrato por el cuál una persona actuando en el
marco de una explotación regular, se compromete a título oneroso a proveer temporariamente
al cliente un alojamiento, servicios y prestaciones complementarias en un establecimiento que
queda bajo su vigilancia” (art. 1°, 1.)3
1
Spinoza, Baruch, “É tica”, Editorial Aguilar, 1969.
2
Diari Oicial de la Generalitat de Catalunya Núm. 5764 – 26.11.2010.
3
Citado por Tale, Camilo, “El contrato de hospedaje: naturaleza jurídica. La prestación de los servicios
y demás obligaciones de las partes”, Revista de Derecho Privado y Comunitario, 2005-I, Santa Fe, 2005, pág. 204
4
”Espinosa, Luis A. y otro s/ Usurpació n”, C.N.A.Criminal y Correccional de la Capital Federal, Sala I, Infojus:
FA91060634 -
5
Ló pez Mesa, Marcelo J. “Hotelería y responsabilidad civil (En el derecho argentino e iberoamericano)”.
Academia Nacional de Derecho de Có rdoba.
Gustavo Néstor Fernández
1
La legislació n clá sica –de ascendencia justinianea– ha distinguido a los contratos para referirse a su “tipicidad”,
hasta no hace mucho, en “nominados” e “innominados”: taxonomía que la teoría moderna ha ido sustituyendo por las que
actualmente en virtud de su estructura subyacen como contrataciones “típicas” y “atípicas”, segú n estén o no
(remisivamente) disciplinadas sus particularidades en el ordenamiento jurídico, habida cuenta que, como afirma Jorge
Mosset Iturraspe, “en nuestros días no interesa tanto que los contratos tengan denominació n o carezcan de ella, lo relevante
es si está n o no regulados por ley”; Horacio Pettit en “Contratos atípicos de tipicidad social, como nuevo esquema del derecho
contractual” (www.abc.com.py)
2
Si un tercero, obligado a restituir la cosa objeto del depó sito, alquiló al demandado un predio de su propiedad, y le
pagó un precio en dinero por la guarda, es elemental que lo que se constituyó fue un contrato de garaje. É sta es una especie
contractual atípica mediante la cual una persona, sea o no el propietario, entrega a otra un vehículo obligá ndose al pago de
una retribució n por hora, día, semana o mes, y obligá ndose la otra a la custodia y restitució n del vehículo. “Gatani, Juan Hugo
c/ Chiappone, Samuel s/ Contrato de garaje”, C.N.A.C.yC de Có rdoba, 16 de abril de 1997, Id Infojus: FA97161607.-
3
Vinti, Á ngela, “La Responsabilidad del Hotelero en el Derecho Argentino y Comparado. Necesidad de incorporar al
Có digo Civil el contrato de hotelería”. www.acaderc.org.ar
4
“Agü ero de Olaiz, Perla O c/ Urquiza, Ramó n D y otros”, Cám. 2a de Paz de Có rdoba , 23/5/77, en Comercio y
Justicia, XXVIII-J-159
El contrato de hospedaje en la legislación argentina
permiso, habilitació n, licencia o sus equivalentes, otorgado por la autoridad administrativa
competente 1.
Para Allende, sin embargo, el contrato de hospedaje no tiene, tanto en la doctrina como
en la legislació n autonomía, sino que va incluido dentro de otro contrato, formando parte de
él; y de ahí la pregunta ¿dentro de cuá l?
Dado el cará cter del estudio que realiza el citado autor -comentario al fallo de la
Cá mara Nacional en lo Comercial, Sala 8, mayo 28, 1979. “Roncal Antezana, Hugo c./Hotel
Americano y otros”-, y advirtiendo que tratará especialmente de la jurisprudencia, afirma que
la misma, en nuestro país, en forma má s o menos pacífica, considera al hospedaje como un
supuesto de locació n de servicios 2. Pero recordemos que ya han pasado má s de tres décadas
desde el trabajo de Allende que data de 1980; hoy la situació n ha cambiado. No obstante, y al
propiciar una futura reforma de la ley civil, se inclina por la autonomía del contrato.
Rinessi (cuyo trabajo es má s antiguo aú n que el de Allende) también lo considera
como un subtipo de la locació n, pero no de servicios, sino de cosa, sosteniendo que el
alojamiento es la prestació n principal3.
Recordemos al lector que en la actualidad, la tendencia jurisprudencial ha cambiado y
mucho. Ahora, ese criterio está en franco retroceso. Hoy se considera al contrato de hospedaje
un contrato autónomo y atípico con tipicidad social.
1
El art. 27 de la ley 23.091 só lo considera que existe locació n encubierta cuando el inmueble carece de autorizació n,
permiso, habilitació n, licencia o sus equivalentes, otorgado por la autoridad administrativa competente. Tal circunstancia no
se configura si la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires ha informado que tiene registrado el inmueble como hotel sin
servicio de comida.
La ley ha dejado supeditada a la autoridad administrativa la habilitación, el control y el retiro de la autorización para
la explotación de hotel, residencial, pensión familiar u otro tipo de establecimiento asimilable. No cabe pues, analizar
en cada caso la modalidad de la prestación de los servicios, pues la ley ha querido evitar el debate judicial al respecto, quedaría
lugar a la proliferación de los pleitos. “Méndez, María Isabel c/ Orlando, Wenceslao Serafín s/ Sumario”, C.N.A.C., Sala M, 12 de
septiembre de 1991, Id Infojus: FA91022235.-
2
Allende, Guillermo, op.cit.-
3
Rinessi, Juan Antonio, “El contrato de hospedaje. Sus implicancias en la ley 16.739”, Jurisprudencia Argentina,
1966-VI-78, Secció n Doctrina.
Gustavo Néstor Fernández
naturaleza comercial y se rige por las reglas del Derecho Comercial. Ello así, por ser la forma
normal y habitual que tiene de ganarse la vida, de lucrar con su explotació n comercial. Y
aunque el huésped no tenga el cará cter de comerciante, cuando una de las partes sí lo tiene, el
contrato debe reputarse mercantil.
Respecto al cará cter comercial del hospedaje, es interesante la postura de Ferná ndez y
Gó mez Leo1 en el sentido que mientras el contrato de depósito civil es gratuito (art. 2182 Cód.
Civ.), el comercial es esencialmente oneroso (art. 573, Cód. de Com.), y ello es así aun cuando sea
el Código Civil el cuerpo normativo que regule el supuesto fáctico, como ocurre con el contrato
de hospedaje (art. 2227, Cód. Civ), que siendo un acto objetivo de comercio (art. 8º, Incs. 1 y 5,
Cód. de Com.), tiene contraprestaciones recíprocas; el deber de custodia y conservación del
posadero y el de pagar la remuneración del pasajero. Todos los artículos citados por
pertenecen al Có digo de Vélez hoy derogado.
También Argeri en el “Diccionario de derecho comercial y de la empresa”, editorial
Astrea, 1982, incluya la voz Hostería, contrato de. ,en la pá g. 239. En una obra como la citada,
de eminente naturaleza comercial, el incluir el concepto de contrato de hostería, nos conduce
a la conclusió n que el autor considera al contrato como de naturaleza comercial.
Sostiene Tale que, “son actos de comercio, de conformidad con la ley, las enajenaciones
de cosas previamente adquiridas por un comerciante con el propó sito de revenderlas (art. 8°,
inc. 2) y también las empresas de fábricas (art. 8°, inc. 5). Los autores y tribunales del país han
interpretado extensivamente ésta calificació n, o la han aplicado por analogía a otros supuestos
no mencionados en el artículo 8° del anterior Có digo de Comercio, de modo de abarcar todas
las actividades que importan un valor econó mico agregado a los elementos de la naturaleza y
que se realizan con una finalidad lucrativa, aun cuando la materia de ellas no sean cosas
materiales, sino servicios”2.
Para finalizar, no podemos obviar la actual tendencia de unificació n de la legislació n
civil y comercial, que por otra parte ya quedó de manifiesto en nuestro medio con la sanció n
del Có digo unificado en 2015.
3
Mosset Iturraspe, Jorge, “Contratos”, EDIAR, 1984, pá g. 61
El contrato de hospedaje en la legislación argentina
actividad reúna las siguientes características o requisitos: a) Estar debidamente habilitada o
tener el correspondiente permiso de la respectiva autoridad administrativa; b) Dar a los
ocupantes o huéspedes, además del uso y goce de la o las habitaciones predeterminadas, entre
otros, el de los servicios de luz, teléfono, mucama, agua corriente, moblaje, útiles de toilette, ropa
de cama, portería y limpieza. Se denomina también contrato de hotelería”.
Por su parte, Argeri (Ob.cit.) dice: “...podría intentarse definir el contrato de hospedaje
como el acuerdo de voluntades que se celebra entre el empresario hotelero que, actuando
profesionalmente en esa cualidad, presta habitualmente y de manera organizada a otro,
denominado huésped o viajero que paga un precio, el servicio de uso de habitación y demás
servicios complementarios (ropa de cama, radio, televisor, luz, teléfono, baño, distribución de
correspondencia, etc.), incluido la utilización de lugares y comodidades comunes, con o sin
prestación del servicio de comidas”
Vá zquez Ferreyra1 lo define de la siguiente forma: el contrato de hospedaje es un
contrato innominado por el cual una persona se compromete a dar alojamiento a otra a cambio
de una suma de dinero previamente convenida y que puede acarrear prestaciones accesorias
tales como el lavado de ropa, servicio de confitería, etc.
Para Andrea Celi2 el contrato de hotelería es un contrato sinalagmático, específico y
autónomo, de ejecución sucesiva, que se forma entre el viajero y el hotelero y por el cual este
último, en ejercicio de su actividad profesional, se obliga a alojarlo, a guardar sus bienes
depositados en el establecimiento, y a proveerle la prestación de servicios, a cambio de un precio
fijado en función de la calidad e importancia de los servicios.
Para Trigo Represas y Ló pez Mesa3 El contrato denominado de hospedaje -pero que
también puede llamarse de alojamiento- es un contrato complejo, en el que confluyen varias
figuras contractuales, como la prestación de servicios de telefonía, lavandería, estacionamiento
de vehículos, cafetería, etc.
Segú n Vinti4, que toma la línea expresada por Trigo represas y Ló pez Mesa, el
hospedaje es un contrato complejo, perteneciente a la categoría de contratos de consumo y en el
cual confluyen varias figuras contractuales como, la prestación de determinados servicios de
telefonía, lavandería, estacionamiento de vehículos, cafetería etc. y en los cuales el depósito de
pertenencias es un accesorio.
Camilo Tale adhiere a la definició n de Á lvarez del Manzano, Bonilla y Miñ ana Villagrasa
5
que expresan que el contrato de hospedaje es “un contrato sui generis, de carácter
complejo[…] en virtud del cuál una de las partes se obliga con respecto a la otra a cederle el uso
1
Vazquez Ferreyra, Roberto, “La Obligació n de Seguridad en la Responsabilidad Civil y Ley de Contrato de Trabajo”,
Velez Sarsfield, 1998, pá g 195.-
2
Kemelmajer de Carlucci, Aída , Benítez, Diego y otros, “Turismo, Derecho y Economía Regional”, Rubinzal-Culzoni,
Santa Fe, 2003 – pá g. 121.-
3
Trigo Represas, Félix A. – Ló pez Mesa, Marcelo J., Tratado de la responsabilidad civil, Edit. La Ley, Buenos Aires,
2004, T. II, p. 833; ARGERI, Saú l A., Contrato de hospedaje, LL 1985-D-928.
4
Vinti, Angela, op. Cit.
5
Álvarez del Manzano, Adolfo Bonilla y Miñana Villagrasa, Tratado de Derecho Mercantil, Madrid,
1916, t. II, pág. 558.-
Gustavo Néstor Fernández
Artículo 2666.- El contrato de hospedaje tiene lugar cuando alguno presta a otro albergue,
mediante la retribució n convenida, comprendiéndose o no, segú n se estipule, los alimentos y
demá s gastos que origine el hospedaje.
Artículo 2667.- Este contrato se celebrará tácitamente, si el que presta el hospedaje tiene casa pública
destinada a ese objeto.
Artículo 2668.- El hospedaje expreso se rige por las condiciones estipuladas y el tácito por el reglamento
que expedirá la autoridad competente y que el dueño del establecimiento deberá tener siempre por
escrito en lugar visible.
Artículo 2669.- Los equipajes de los pasajeros responden preferentemente del importe del
hospedaje; a ese efecto, los dueñ os de los establecimientos donde se hospeden podrán retenerlos en
prenda hasta que obtengan el pago de lo adeudado.
El contrato de hospedaje en la legislación argentina
4.3. - Código Civil de Perú:
El artículo 3°, inciso o), del Reglamento define: “Contrato de Hospedaje: Es la relació n
jurídica que se genera entre el huésped y el establecimiento de hospedaje, por la sola
inscripció n y firma en el Registro de Huéspedes, se regula por el derecho comú n, las normas
del propio establecimiento de hospedaje y las disposiciones contenidas en el presente
Reglamento.
Las agencias de viajes y turismo u otras personas naturales y jurídicas que pudieran
intermediar en la contratació n de los servicios de alojamiento, no son parte del contrato de
hospedaje referido en el pá rrafo precedente”.
Artículo 866.- Por el contrato de hospedaje, una persona se obliga a dar albergue a otra
mediante la retribució n convenida, comprendiéndose o no la alimentació n.
El contrato de hospedaje se regirá , en defecto de disposiciones legales o pactos, por los
preceptos que hubiere aprobado la autoridad competente y por los del reglamento interior
del establecimiento.
Para que los reglamentos se consideren aplicables, el hotelero deberá mantenerlos colocados
en lugar visible del establecimiento, ademá s de colocar en cada habitació n un extracto de lo
que sea pertinente.
Artículo. 2146.- Los efectos que introduce en un hotel u otro establecimiento semejante el que
se aloja en él, entregá ndolos al propietario o administrador, se miran como depositados bajo
la custodia de dicho propietario o administrador.
Este depó sito se asemeja al necesario y se le aplican los arts. 2142 y siguientes.
Gustavo Néstor Fernández
Artículo 2149.- El alojado que se queja de dañ o, hurto o robo, deberá probar el nú mero,
calidad y valor de los efectos desaparecidos.
El juez estará autorizado para rechazar la prueba testimonial ofrecida por el
demandante, cuando éste no le inspire confianza, o las circunstancias le parezcan
sospechosas.
Artículo 2150.- El viajero que trajere consigo efectos de gran valor, de los que no entran
ordinariamente en el equipaje de personas de su clase, deberá hacerlo saber al propietario o
administrador, y aú n mostrá rselos si lo exigiere, para que se emplee especial cuidado en su
custodia. De no hacerlo así, podrá el juez desechar, en esta parte, la demanda.
Artículo 2151.- Si el hecho fuere, de algú n modo, imputable a negligencia del alojado, será
absuelto el propietario o administrador.
II. La responsabilidad rige aú n en el caso que el dañ o o pérdida haya sido causada por
extrañ os al establecimiento.
I. Los hoteleros y posaderos responden, sin limitació n alguna si resulta culpa grave de
ellos o sus dependientes o si se han negado a recibir las cosas o efectos en custodia, sin justo
motivo.
II. Sin embargo, quedan libres de responsabilidad si el dañ o o pérdida se debe a los
acompañ antes o visitantes del huésped, a culpa grave de éste, a hechos de fuerza mayor o al
vicio o naturaleza de la cosa.
II. Pero si el cliente no da aviso al hotelero o posadero tan pronto como ha descubierto el
dañ o o pérdida, excluye la responsabilidad de éstos.
Artículo 2273. Depó sito necesario, que también se llama miserable, es el que se hace por
ocasió n de alguna calamidad, como incendio, ruina, saqueo, naufragio u otras semejantes.
Artículo 2274. En el depó sito necesario se admite la prueba por testigos, aunque se trate de
cantidad de 100 unidades reajustables o má s (artículo 1599, nú mero 2).
Artículo 2275. Si una persona adulta que no tiene la libre administració n de sus bienes, pero
que está en su sana razó n, se hace cargo de un depó sito necesario, responderá de él aunque
para recibirlo no haya sido autorizada por su representante legal.
Artículo 2276. En todo lo demá s, el depó sito necesario se regirá por las reglas del voluntario.
Artículo 2277. Los equipajes que los transeú ntes o viajeros introducen en una posada, con
conocimiento del posadero o de sus dependientes, se miran como depositados bajo la
custodia del dueñ o del establecimiento. Este depó sito se asemeja al necesario y se le aplican
los artículos 2274 y siguientes.
Artículo 2278. El posadero es responsable de todo dañ o que se cause a dichos equipajes por
culpa suya o de sus dependientes o de los extrañ os que visiten la posada y hasta de los hurtos
y robos; pero no responde de fuerza mayor o caso fortuito, salvo que se le pueda imputar
culpa o dolo.
Artículo 2279. El posadero es ademá s obligado a la seguridad de los efectos que el transeú nte
o viajero conserva alrededor de sí. Bajo este respecto, es responsable del dañ o causado o del
hurto o robo cometido por los mozos o sirvientes de la posada o por personas extrañ as, que
no sean familiares o visitantes del alojado.
Artículo 2280. El transeú nte o viajero que se queje de dañ o, hurto o robo, deberá probar el
nú mero, calidad y valor de los objetos desaparecidos.
El Juez estará autorizado para rechazar la prueba testimonial ofrecida por el demandante,
cuando éste no le inspire confianza o las circunstancias le parezcan sospechosas.
Artículo 2281. El viajero que trajere consigo efectos de gran valor, de los que generalmente
no llevan consigo los transeú ntes o viajeros, deberá hacerlo saber al posadero y aun
mostrarle dichos efectos, si lo exigiere, para que se emplee especial cuidado en su custodia; y
de no hacerlo así, el posadero no será responsable de la pérdida.
El contrato de hospedaje en la legislación argentina
Artículo 2282. Si el hecho fuere de algú n modo imputable a negligencia del transeú nte o
viajero, será absuelto el posadero.
Artículo 2284. Lo dispuesto por los artículos anteriores se aplica a los administradores de
fondas, hoteles, cafés, casas de billar y otros establecimientos, cualquiera que sea su
denominació n, en que se dé alojamiento a los transeú ntes o viajeros.
Artículo 2241. Los efectos que el que aloja en una posada introduce en ella,
entregá ndolas al posadero o a sus dependientes, se mira como depositados bajo la custodia
del posadero. Este depó sito se asemeja al necesario y se le aplican los Artículos 2237 y
siguientes.
5. - PARTES
5.1.- Hotelero:
El empresario hotelero, es el sujeto que ofrece un servicio de alojamiento a cambio de
un beneficio econó mico. Ese servicio de alojamiento, ademá s, suele tener muy
frecuentemente, servicios accesorios. Los accesorios suelen ser, entre otros, alimentació n,
servicio de lavandería, comunicaciones, garaje para vehículos, entretenimientos, actividades
físicas y un sinnú mero de actividades que hoy en día se ofrecen a los viajeros.
El hotelero puede ser una persona física, sociedad de hecho o persona jurídica
regularmente constituida de acuerdo a alguno de los tipos legales. El primer caso es el típico
emprendimiento personal que generalmente se da en los pequeñ os y medianos
establecimientos. En el segundo, sociedad de hecho, también se da en segmentos pequeñ os o
intermedios de la escala empresarial, atento la falta de limitació n de responsabilidad de sus
socios. . En el tercer caso puede asumir las diversas formas societarias que prevé la legislació n
argentina (Sociedad Anó nima, Sociedad de Responsabilidad Limitada, etc.). Es este segmento
donde encontramos los establecimientos de mayor envergadura y organizació n.
Gustavo Néstor Fernández
5.2.- Huésped:
El huésped o pasajero, mediante el pago de un precio o contraprestació n pecuniaria,
tiene el derecho de acceder a los servicios ofrecidos por el hotelero en su actividad habitual.
Es la contraparte del hotelero en el vínculo que genera el contrato de hospedaje.
La forma habitual de comenzar la interrelació n hotelero-pasajero es el llenado por
parte de este ú ltimo, de la ficha de registro de ingreso al hotel. En dicha ficha, se suele
consignar la procedencia del pasajero, sus datos personales, los datos del vehículo en que se
transportan si es el caso, los días que permanecerá alojado y en algunos casos el destino
posterior.
Hay que remarcar sin embargo, que no siempre se le pide al pasajero que complete el
registro de ingreso, no obstante estar expresamente establecido en muchas de las
legislaciones provinciales y ordenanzas locales que regulan la hotelería. Igualmente, no es
necesario que exista tal registro para que se configure el contrato de hospedaje, porque como
veremos má s adelante, la figura admite todo tipo de prueba.
También es frecuente - y cada día má s - la contratació n de alojamiento a través de
Internet, y cuando se utiliza el medio electró nico, se suelen reservar habitaciones,
departamentos, bungalows, etc. online. En éste caso, generalmente se efectú an las reservas
completando formularios electró nicos o mediante correos electró nicos. Es comú n que se
tengan que enviar los datos de una tarjeta de crédito como garantía de la reserva. Una
modalidad habitual es abonar como reserva el equivalente a una pernoctació n y el resto se
abona ya en el establecimiento. Aunque hay hoteles que exigen la cancelació n total del
contrato antes del ingreso de los pasajeros. La modalidad suele variar en funció n del destino,
la categoría del establecimiento y la situació n de ocupació n de la plaza hotelera.
Como señ alamos recién, -cuando se hacen transferencias electró nicas con las cuá les se
abona todo o parte del contrato antes de que el pasajero llegue al hotel- , no es imprescindible
que el pasajero ingrese al establecimiento. para que el contrato de hospedaje comience a
generar efectos. Aú n sin haber llegado a destino, el pasajero, si abonó la totalidad de la
estadía o parte de la misma como principio de ejecució n del contrato, tiene los derechos
emergentes del mismo, y el hotelero, aunque no debiera aú n responder por el alojamiento
propiamente dicho, sí lo debe hacer por cuestiones accesorias que son también de suma
importancia, como ser, el depó sito del equipaje -que pueden llegar antes que el pasajero- o el
deber de informació n, entre otras cuestiones.
Una situació n particular se da, cuando el pasajero aú n no arribó al establecimiento,
pero sí su equipaje, y desde que éste es recepcionado por el hotelero, nace su responsabilidad
1
Normas IRAM – SECTUR, Hotelería, 42200, en: http://2016.turismo.gov.ar (Plan Federal Estratégico de Turismo
Sustentable 2016).
El contrato de hospedaje en la legislación argentina
como depositario. Es generalmente el caso en que el hotelero, transporta desde el aeropuerto,
puerto o estació n ferroviaria, el equipaje del pasajero con vehículos propios o contratados al
efecto y en muchos casos llega primero el equipaje que el pasajero.
Segú n las Normas IRAM – SECTUR para la Hotelería, N° 42200, el huésped es: Cliente
que se registra en el alojamiento turístico.
6. - FORMACIÓN Y OBJETO.
6. 1. - Formación.
El nacimiento del vínculo jurídico entre las partes puede ser consecuencia de una
manifestació n oral, cuando el huésped se presenta en el mostrador del hotel y solicita
habitació n para alojarse o cuando realiza una reserva telefó nica; también se puede efectuar
por escrito, como el caso en que el interesado envía un correo electró nico, llena un formulario
en el sitio Web del hotel o al enviar una solicitud por correo comú n o fax.
Es entonces, al confirmar el hotelero la reserva solicitada, que el contrato de hospedaje
se perfecciona en su totalidad, cobra vida. Todo ello siempre y cuando la reserva no esté
sujeta a condició n, como por ejemplo: cuando se requiere la confirmació n del huésped una vez
expresada la aceptació n por el hotelero, o cuando es necesario el pago de una señ a o de un
porcentaje del alojamiento, lo que suele ser habitual en el mercado del turismo. Pero hay que
señ alar que ciertas obligaciones del hotelero comienzan con la oferta misma del servicio,
segú n lo establecen los artículos 7 y 8 de la Ley de defensa del Consumidor.
También debe tenerse en cuenta, que la oferta del hotelero queda supeditada a la
disponibilidad de habitaciones, pero entendemos que tal situació n debe aclararse
expresamente.
6. 2. - Objeto.
Como todo contrato, el hospedaje debe tener un objeto lícito, que esté en el comercio y
que no sea imposible o contrario a las buenas costumbres. Ello se sustenta en el art. 1003 del
CCCN que estipula que el objeto de los contratos: “[…] Debe ser lícito, posible, determinado o
determinable, susceptible de valoración económica y corresponder a un interés de las partes,
aún cuando éste no sea patrimonial.”
Por ello, entendemos que sería contrario al art. citado, y por lo tanto nulo, carente de
objeto, un contrato de hospedaje celebrado, por ejemplo, con el fin de dar cobijo a
delincuentes para ocultarlos antes, durante o después de la comisió n de un delito.
Tampoco podría ser objeto de un contrato de hospedaje el Monumento Nacional a la
Bandera, o la Casa de Gobierno de la Nació n o el Congreso Nacional, por ser cosas que está n
fuera del comercio y por tanto constituyen un objeto imposible.
Gustavo Néstor Fernández
Distinto es el caso previsto por el art. 37 de la ley 24.240 de Defensa del Consumidor.
Allí no se ataca la validez del contrato íntegramente, sino las clá usulas que desnaturalicen las
obligaciones o limiten la responsabilidad por dañ os (inc. a); los que importen renuncia o
restricciones del consumidor o usuario (huésped); o las que pretendan invertir la carga de la
prueba en perjuicio del usuario o consumidor.
Estos supuestos, no tornan nulo al contrato por ilicitud de objeto. Solo se tienen por no
escritas dichas clá usulas, y en caso de quedar el contrato sin orden o congruencia, se le otorga
facultades al juez para “integrarlo”.
En cuanto a la interpretación de las clá usulas contractuales el artículo 1094 del CCCN
dispone “Interpretación y prelación normativa. Las normas que regulan las relaciones de
consumo deben ser aplicadas e interpretadas conforme con el principio de protección del
consumidor y el de acceso al consumo sustentable. En caso de duda sobre la interpretación de
este Código o las leyes especiales, prevalece la más favorable al consumidor”
7.- CARACTERÍSTICAS
1
“ARTÍCULO 970.- Contratos nominados e innominados. Los contratos son nominados e
innominados según que la ley los regule especialmente o no. Los contratos innominados están regidos, en el
siguiente orden, por: a) la voluntad de las partes; b) las normas generales sobre contratos y obligaciones; c) los usos
y prácticas del lugar de celebración; d) las disposiciones correspondientes a los contratos nominados afines que son
compatibles y se adecuan a su finalidad”.
El contrato de hospedaje en la legislación argentina
8. - FORMAS DE CLASIFICARLO
8.1.- Es atípico
Artículo 914. - Contratos atípicos con tipicidad social. Se considera que tienen tipicidad social
los contratos correspondientes a una categoría de negocios que son realizados habitualmente
en el lugar de celebració n.
En subsidio de la voluntad de partes, está n regidos prioritariamente por los usos del
lugar de celebració n.”
También el maestro Messineo enseñ a que “En el derecho moderno, los contratos
usuales previstos por el ordenamiento jurídico y sujetos a normas generales y particulares, se
llaman nominados, porque son conocidos de la ley y regulados por ella. Junto a éstos, sin
embargo, la prá ctica va creando incesantemente otros, que se llaman innominados, no tanto
porque no tengan denominació n en la ley, cuanto porque carecen de una disciplina legislativa
especial” y agrega: “Se los llama también atípicos, precisamente porque se separan de las
figuras de los contratos nominados, que está n dotados de una causa típica...” (aut.cit. , “Manual
de derecho civil y comercial”, Bs.As. , E.J.E.A., 1955, To. IV pá g. 450, pará gr. 133 No. 21).
Gustavo Néstor Fernández
8.2.- Es bilateral.
8.3.- Es oneroso.
La onerosidad está dada por la contraprestación (pago del precio) que sigue a la
prestació n (hospedaje). Por lo tanto, y teniendo en cuenta que uno de los principales
contratos típicos que sirven para dar un marco jurídico definido al hospedaje, es el contrato
de depó sito necesario, de origen legal y no convencional y que ademá s, como veremos mas
adelante, el depó sito comercial se presume oneroso, el hospedaje gratuito o “de favor” debe
ser interpretado con cará cter excepcional y restrictivo, y ser probado por quien lo invoca.
Ademá s, quien ofrece el alojamiento, es por lo general un empresario que lucra con tal
actividad. Por lo tanto es ló gico presumir que lo hace a título oneroso.
Finalmente, y dentro de la característica de la onerosidad, debe señ alarse que ademá s,
es un contrato conmutativo, ya que los beneficios y los gravá menes son ciertos y conocidos
desde la celebración del contrato.
8.4.- Es consensual:
En efecto, es un contrato que queda concluido desde el momento en que las partes
hubiesen recíprocamente manifestado su consentimiento. Sin necesidad de formas
sacramentales conforme surge del Art. 1015 Có d. Civ.y Com.: “Libertad de formas. Solo son
formales los contratos a los cuáles la ley les impone una forma determinada”.
Adherimos a esta posició n advirtiendo que puede haber quien diga, que al regularse el
hospedaje por las reglas del depó sito necesario -en lo relativo al tratamiento del equipaje y
los efectos del pasajero- , y éste es un contrato real, ya que se perfecciona con la entrega de la
cosa, aquél debiera seguir la suerte de éste. Esta posició n es sustentada por Argeri (art. citado
en La Ley, pá g.930) al decir: “Se trata de contrato real (20), - nota 20: Art. 2190 del Cód. Civil)
que se perfecciona con la introducción en el lugar del hospedaje de los efectos del viajero, aun
cuando expresamente no se hayan entregado al hotelero o sus dependientes y aun cuando la
El contrato de hospedaje en la legislación argentina
llave de la habitación que ocupe el viajero quede en manos de éste (21) –nota 21: art. 2229 del
Cód. Civil”.
Pero entendemos que dicho criterio es tomar una parcialidad del contrato de
hospedaje, y que la suerte de lo accesorio no puede determinar la suerte de lo principal; debe
ser justamente al revés. Ademá s el hospedaje no solamente abarca el tratamiento de los
efectos y equipaje de un pasajero, sino que es un universo mucho má s amplio y regula un
sinnú mero de situaciones que exceden al mero equipaje, como por ejemplo el derecho de
admisió n, el de permanencia, el cumplimiento del reglamento interno, el horario de ingreso y
egreso del establecimiento, etc.
Pongamos un ejemplo para clarificar la idea: supó ngase el caso de un contrato entre
huésped y empresario hotelero, realizado mediante medios electró nicos (vía Internet, por
caso, conforme lo normado en el art. 1106 del CCCN) y en el cual el pasajero abona también
electró nicamente la totalidad de la estadía. Desde ese instante, el hotelero está jurídicamente
obligado a respetar los compromisos ofrecidos y asumidos. Y vemos con claridad que no
existió ningú n depó sito. Ni siquiera ha llegado al establecimiento el pasajero. Es un caso típico
de acuerdo de voluntades de naturaleza consensual. Una contratació n a distancia (art. 1105).
Sin tradició n o entrega de cosas. No hay en el ejemplo ni una sola nota que pueda inducirnos a
caracterizar la figura como un contrato real.
Asimismo, consideramos que en el supuesto analizado, en el que se contrató a
distancia, el pasajero tiene el derecho de ejercer la opció n de revocación del contrato dentro
de los 10 días de celebrado, que le confiere el artículo 1110 del CCCN.
Otro caso: el del viajero que ingresa a una posada u hospedaje solo con “lo puesto”
como se suele decir en lenguaje corriente, es decir sin efectos adicionales, ni equipaje alguno,
con excepció n de la ropa que viste.. Inclusive sin reloj, pulseras, etc. En tal situació n: ¿dó nde
estaría la figura del depó sito? ¿Qué objeto deja el pasajero en custodia del hotelero?
Ninguno. Es difícil encontrar la figura del depó sito, por la sencilla razó n que no la hay. No
obstante, si duerme una noche y a la mañ ana, con su misma ropa (por ej. un mochilero o
caminante ocasional) abona su pernoctació n y se retira. ¿Alguien podría sostener que no
existió contrato de hospedaje? ¿Alguien puede afirmar que no hubo servicio de alojamiento a
cambio del pago de un precio? Má s aú n: el hotelero tiene el derecho de hacer cesar al pasajero
en una actitud de ruidos molestos o conducta inapropiada si se diera el caso; el pasajero por
su lado, tiene el derecho de hacerle cumplir al hotelero la oferta prometida, de por ejemplo,
desayuno – si fuera el caso- o servicios de provisió n de Internet.
Por todo ello y sin agotar las posibles argumentaciones y ejemplos, es que sostenemos
que es un contrato consensual.
8.5.- Es no formal:
Se desprende del punto anterior, y por lo tanto encuadra en lo previsto por el art. 969,
del Có digo Civil y Comercial.- que en el ú ltimo pá rrafo dice: “[…] Cuando la ley o las partes no
imponen una forma determinada, ésta debe constituir sólo un medio de prueba de la celebración
del contrato”. Y el artículo 1015 consagra la libertad de formas al decir: “Libertad de formas.
Sólo son formales los contratos a los cuales la ley les impone una forma determinada.”
Gustavo Néstor Fernández
Sin perjuicio de las notas comunes que acabamos de señ alar, existen requisitos que
son inherentes a la misma naturaleza del contrato aquí analizado.
Tales requisitos, a nuestro criterio, son al menos dos, aunque es necesario aclarar que
en este tema, existen muchas opiniones autorizadas que agregan cada cual su interpretació n
y nota adicional, para caracterizar al contrato de hospedaje. No obstante, la mayoría coincide
en la segunda que enumeramos –transitoriedad- a continuació n:
9.1.- Pernoctación:
9.2.- Transitoriedad
10. - PRUEBA
En caso de duda acerca de la existencia misma del contrato, o bien de algunas de sus
clá usulas, corresponde aplicar el 2do. Pá rrafo del artículo 37 de la LDC, consagratorio del
principio “in dubio pro consumidor o usuario”. Dice: “... La interpretación del contrato se hará
en el sentido más favorable para el consumidor. Cuando existan dudas sobre los alcances de su
obligación, se estará a la que sea menos gravosa. ...”. También en los arts. 1094 y 1095 del
nuevo Có digo1.
Dicho precepto debe integrarse con el art. 3º de la misma LDC: “Interpretación. Las
disposiciones de esta ley se integran con las normas generales y especiales aplicables a las
relaciones jurídicas antes definidas, en particular las de Defensa de la Competencia y de Lealtad
Comercial. En caso de duda, se estará siempre a la interpretación más favorable para el
consumidor”. Es la consagració n legislativa de principio in dubio pro consumidor.
En cuanto a la prueba de la pérdida o deterioro de los efectos introducidos por el
pasajero, y su cantidad, calidad y valor, puede hacerse por cualquier medio.
a) Alojamiento:
1
ARTICULO 1094.- Interpretació n y prelació n normativa. Las normas que regulan las relaciones de
consumo deben ser aplicadas e interpretadas conforme con el principio de protecció n del consumidor y el de acceso al
consumo sustentable.
En caso de duda sobre la interpretació n de este Có digo o las leyes especiales, prevalece la má s favorable al
consumidor.
ARTICULO 1095.- Interpretació n del contrato de consumo. El contrato se interpreta en el sentido má s favorable
para el consumidor. Cuando existen dudas sobre los alcances de su obligació n, se adopta la que sea menos gravosa.
El contrato de hospedaje en la legislación argentina
establecimiento, de su ubicació n geográ fica y del precio que se hubiere acordado para
agregar accesorios al hospedaje. Pero lo que no puede faltar jamá s es el alojamiento.
b) Depósito:
1
“Industria Vidriera Argentina S.C.C.I.F.I. c/ Consorcio Lobos Country Club Hotel s/ Dañ os y perjuicios”, C.N.A.C. y C.,
Sala 3, La Plata, 6 de junio de 2000, Id Infojus: FA00012648.-
2
“Benfield, Helena E. c/ Plaza Real S.A. s/ Queja por Denegació n del Recurso de inconstitucionalidad”, Corte Suprema
de Justicia de Santa Fe, 14 de junio de 2011, Id Infojus: FA11090111
3
Mosset Iturraspe, Jorge , op. cit.-
4
Borda, Guillermo A., “Tratado de Derecho Civil, Contratos, II, Editorial Perrot, Bs. As.,1990, pá g 766.-
Gustavo Néstor Fernández
c) Limpieza:
1
“Toro Segovia, Eugenia c/ Aira, Víctor s/ Sumario”, C.N.A.C., Sala A, 27 de junio de 1997, Id Infojus: FA97130561
El contrato de hospedaje en la legislación argentina
ser, por ejemplo, la sospecha de que existan una amenaza a la vida, salud, o integridad
física o emocional de otro u otros pasajeros, o empleados del establecimiento.
El hotelero debe dar aviso inmediato de cualquier evento que perjudique de manera
grave la salud del pasajero y claro está por supuesto, también en caso de muerte. De no ubicar
a familiares, debe tomar las medidas urgentes y necesarias para evitar agravar la situació n del
pasajero. También debe comunicar de inmediato a las autoridades policiales, sanitarias o
judiciales segú n corresponda, de todo evento que afecte la integridad del pasajero, sea
accidente, enfermedad repentina y grave, agravamiento agudo de enfermedad o dolencia
previa, etc.
Los casos anteriores tienen una particularidad en comú n y es que, en todas subyace el
hecho de que el hotelero, asume una obligació n de seguridad de resultado -tá cita-, por la cual
debe velar por la integridad del pasajero y sus bienes. Es que el hotelero, no solo se obliga a
suministrarle una habitació n y una cama, sino que ademá s, las condiciones accesorias casi
indispensables, como la tranquilidad, y con mayor razó n aú n, la seguridad1.
“Si se verifica un accidente en virtud del cual el huésped de un hotel, al intentar tomar un
ascensor abrió la puerta, cayo al vacío e impacto contra el techo de la cabina detenida en el
primer piso, lo cual determinó posteriormente el deceso de aquel, resulta improcedente que la
propietaria del establecimiento alegue, a fin de eximir su responsabilidad, que el ascensor estaba
destinado al traslado de mozos para el servicio de cuartos, si -como en el caso -surge que
ninguna señalización indicaba que era de uso exclusivo del personal. En tal sentido, es de
ponderar que la propietaria del hotel es dueña del ascensor y también su guardián, se beneficia
con su utilización, asumió el riesgo que implica su uso y quedo obligada a brindar seguridad en
el transporte, no probando haber prohibido el acceso por medio de señalización adecuada,
provisión de tarjetas magnéticas de entrada o cualquier otro medio idóneo” 2.
Se ha dicho y con razó n que sobre el hotelero pesa una obligació n de seguridad
respecto del pasajero y que dicha obligació n es de cará cter contractual y objetiva3 .
1
Vá zquez Ferreyra, Roberto, op. Cit..-
2
“Hemmerling Basurco de Arroyo, Nanacy c/ Hotel PanamericanoSA s/ SUM”, - C.N.A.C., 31/3/1999, Id Infojus:
SUN0008417.-
3
“En el marco de un contrato de hospedaje, cabe señ alar que, respecto a la responsabilidad del hotelero por
los dañ os producidos a las cosas del viajero (hurto, pérdida o destrucció n) en casi todos los có digos civiles se estableció
un régimen que no requiere la culpa del responsable (CNCom., esta Sala F, voto del Dr. Ojea Quintana en "Orzenchowicz
Mario Jaime c/ Estancia La Mora s/ sumario", del 04.08.11). Y con relació n a la responsabilidad del hotelero por los
dañ os causados a la persona del viajero, aquél asume una obligació n contractual de seguridad con respecto a la persona
de su cliente. Ello pues se obliga no só lo a suministrarle una habitació n y una cama, sino también lo que es complemento
indispensable de ello: la tranquilidad, y, con mayor razó n, la seguridad. Así, admitido que el hotelero está obligado a
procurar que el pasajero no sufra dañ os en su persona mientras permanece en su establecimiento, no puede dudarse en
afirmar que su responsabilidad es contractual también en este supuesto (Mayo, Jorge A., "Sobre las denominadas
"obligaciones de seguridad", LL 1984-B, 949). De modo que durante el desarrollo de la prestació n, el deudor garantiza
que ningú n dañ o recaerá sobre las personas o eventualmente los bienes del cocontratante. La obligació n de seguridad
Gustavo Néstor Fernández
a) Percibir el precio:
b) Derecho de admisión:
importa así una cláusula implícita de indemnidad, ínsita en toda relació n contractual que integra la prestació n principal,
aun cuando las partes no lo hubieran previsto expresamente. Y ello tiene adecuado fundamento en el principio de buena
fe contenido en el artículo 1198 del Có digo Civil”, ONORATO VIVIANA ANTONIA Y OTRO c/ LLAO LLAO RESORTS SA s/
ORDINARIO (LL 26.4.12; Fº 116247)., 3 de Abril de 2012, Id SAIJ: SUN0018276
1
“Es legítima la conducta del hotelero que frente a la falta de pago de la renta atrasada por parte de un huésped,
procedió a la cesació n inmediata del hospedaje y a la retenció n de sus efectos personales”. ”Espinosa, Luis A. y otro s/
Usurpació n”, Cá mara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal, Sala I, Infojus: FA91060634
El contrato de hospedaje en la legislación argentina
discriminatoria. Por ejemplo, prohibir la entrada a un pasajero por motivos raciales,
religiosos, políticos, de orientació n sexual o de discriminaciones basadas en discapacidades o
capacidades diferenciales del huésped.
En este tema, el límite está claramente demarcado por el art. 10 del Có digo Civil y
Comercial que dice: “El ejercicio regular de un derecho propio o el cumplimiento de una
obligación legal no pueden constituir como ilícito ningún acto. La ley no ampara el ejercicio
abusivo de los derechos. Se considerará tal al que contraríe los fines del ordenamiento jurídico o
el que exceda los límites impuestos por la buena fe, la moral y las buenas costumbres...”
c) Derecho de expulsión:
1
Ídem anterior.
Gustavo Néstor Fernández
El hotelero goza del derecho de retener los efectos del viajero introducidos en el
establecimiento, por deudas originadas en el contrato de hospedaje. En la prá ctica hotelera, la
retenció n está ampliamente difundida. El fundamento está en lo normado por el artículo 2587
y ss. del Có digo Civil y Comercial que dice: “Todo acreedor de una obligación cierta y exigible
puede conservar en su poder la cosa que debe restituir al deudor, hasta el pago de lo que éste le
adeude en razón de la cosa...”. En tal sentido hay jurisprudencia pacífica que avala la solució n
del artículo trascripto: La conducta del hotelero de retener las cosas del huésped hasta tanto
éste cancele su deuda de hospedaje, no sólo es jurídica por reconocer tal derecho de retención
los artículos 3886 y 3939 del C. C. -aclaramos que el fallo se refiere al anterior Có digo por esa
razó n no coinciden los nros. de artículos- , sino que tampoco reúne los requisitos del tipo penal
del inciso 2) del artículo 173 del C.P. , que exige que las cosas hayan entrado en poder del
tenedor por entrega voluntaria del dueño, por contrato que produzca obligación de entregar o
devolver1 (Cá mara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Capital federal,
Sala I, Infojus: FA91060634).
El hotelero tiene un privilegio que se infiere del juego armó nico de los artículos 2587 y
ssts. y el 2582, inciso d): “Artículo 2582. Enumeración. Tienen privilegio especial sobre los
bienes que en cada caso se indica… d) lo adeudado al retenedor por razón de la cosa retenida,
sobre ésta o sobre las sumas depositadas o seguridades constituidas para liberarla;[….]” .
El límite de este privilegio está dado por el monto de lo adeudado. No se puede
retener efectos del pasajero, por deudas de origen distinto al hospedaje. Por ejemplo un
préstamo de dinero que hubiera hecho el hotelero al pasajero por amistad, parentesco, etc.
Tampoco corresponde, en principio, retener elementos de trabajo del pasajero, si se puede
hacer efectiva la retenció n sobre otro tipo de efectos.
Por lo tanto, es legítima la conducta del hotelero que frente a la falta de pago de la renta
atrasada por parte de un huésped, procedió a la cesación inmediata del hospedaje y a la
retención de sus efectos personales 2.
Así también, y para mayor abundamiento, citamos el criterio de los Dres. Donna y
Zaffaroni en autos “Pá ez, Osvaldo s/ Usurpació n” en el cuá l, ademá s de despejar toda duda,
sobre la posibilidad de encuadrar la acció n del hotelero, como si fuera un delito de
usurpación -ya que el hotelero impidió la entrada del huésped a la habitació n-, también
distingue con claridad, la situació n de quien detenta con á nimo de retener un inmueble, de
aquél que solamente quiere utilizarlo, temporalmente, para disfrutar de los servicios: “La
acción del hotelero que mediante violencia coloca un candado e impide el ingreso a la vivienda
alquilada, no constituye el delito de usurpación porque el pasajero no puede ser sujeto pasivo
del mencionado delito, dado que el contrato de hospedaje no da la tenencia al que ocupa la
habitación o pensión, pues falta la voluntad de tener el inmueble, dado que la voluntad del
sujeto se dirige a un interés distinto de querer esa cosa, ya que persigue que el hotelero satisfaga
sus necesidades de sueño, alimentación y limpieza”.
En definitiva, lo que queda claramente establecido es que, el pasajero o huésped de un
hotel, no puede ser sujeto pasivo de delito de usurpación, por carecer de un elemento típico,
1
Cá mara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal, Sala VI, Infojus
FA86060722.
2
Ídem anterior
El contrato de hospedaje en la legislación argentina
cuá l es, la tenencia de la cosa disputada.
a) Pagar el precio:
Es la principal obligació n del pasajero. Es la contraprestació n debida a cambio del
hospedaje. No debe perderse de vista que, por la modalidad que ostenta el contrato de
hospedaje, es poco comú n que el pasajero pueda alegar desconocimiento de su obligació n de
abonar el precio. Por tal razó n, puede constituir delito penal, el no pago de los servicios. Ya
que denota un accionar doloso el hospedarse a sabiendas que al momento de retirarse no se
afrontará el pago del servicio. Tal actitud puede encuadrar en la figura de defraudació n o
estafa. Ademá s tal actitud hace nacer a favor del posadero el derecho de retención.
c) No turbar a terceros:
El pasajero tiene el derecho a que el hotelero tome todas las medidas necesarias para
que, la estancia del huésped en el establecimiento, sea lo má s confortable y placentera
posible. A que sea tratado con decoro y dignidad. A que se lo respete en su intimidad y en sus
horarios de descanso. A que no sea perturbado por otros pasajeros o por personal del
establecimiento. En fin, lo que antes detallá ramos como obligaciones del hotelero, son las que
ahora constituyen derechos del pasajero. Como anticipamos, al comenzar a tratar el tema de
los derechos y obligaciones de las partes, ambos constituyen, al decir de Borda, “el anverso y
el reverso de una misma medalla”.
El pasajero tiene el derecho a utilizar todas las instalaciones que estén habilitadas,
cuidando de no transgredir normas internas relativas a horarios o accesos limitados en
funció n de la edad, o el destino del sector a utilizar. Dentro de estos límites razonables, puede
utilizar las instalaciones y sus anexos (piscinas, estacionamientos, salones de espectá culos,
reuniones, etc.).
12. - PRESCRIPCIÓN
1
LDC .“Artículo 50: Prescripció n. Las sanciones emergentes de la presente ley prescriben en el término de
TRES (3) añ os. La prescripció n se interrumpe por la comisió n de nuevas infracciones o por el inicio de las actuaciones
administrativas."
2
CCCN. Artículo 1094, ú ltimo pá rrafo: “En caso de duda sobre la interpretació n de este Có digo o las leyes
especiales, prevalece la má s favorable al consumidor.”.
Gustavo Néstor Fernández
Siguiendo a Borda (“Tratado de Derecho Civil Argentino, Contratos, Tomo II” Bs. As.
Ed. Perrot, Pá rr. 2016), “Según nuestro Código, el depósito puede ser voluntario o forzoso. El
primero es el que resulta del libre convenio de las partes; el segundo es el que se hace en ocasión
de algún desastre como incendio, ruina, saqueo, naufragio u otros semejantes y el de los
equipajes introducidos por los viajeros en los hoteles, casas de hospedaje, etcétera.” Por lo tanto
observamos que se aplica el criterio de depósito forzoso o ex lege para los efectos de los
viajeros. Que quede aclarado que no sostenemos que todo el contrato de hospedaje sea de
cará cter legal o forzoso, sino só lo un aspecto de él: a saber; la regulació n normativa de los
efectos introducidos en el establecimiento hotelero.
Es que el depositario no puede elegir con absoluta libertad la persona del depositario.
Y es allí donde se asemejan el depósito miserable (depositum miserabile) del que hablaba
Vélez en el Có digo Civil, con el depó sito en hoteles. En uno y en otro, el depositante no puede
elegir a la persona o lugar del depositario. En el primer caso por razones obvias: tenía lugar
en caso de incendio, inundació n, terremoto o cualquier estrago o evento incontrolable e
imprevisible que impiden la libre elecció n. En el segundo caso por cuestiones de sentido
comú n. Es iló gico pensar que un pasajero puede alojarse en un hotel y depositar sus ropas y
efectos personales en otro establecimiento. Los efectos y el equipaje diario y corriente deben
estar junto a él. Por eso es que aunque sí elija en donde alojarse no puede, en cambio, elegir
depositar sus efectos y equipaje en un lugar distinto. Sin embargo al haber desaparecido del
nuevo CCCN el depósito miserable, los supuestos que tal figura contemplaba deberá n ser
resueltos a la luz del actual depó sito en hoteles 2 . Por tal razó n es que seguimos sosteniendo
desde hace má s de una década que es correcto regular los efectos y equipaje del viajero con la
figura del depó sito necesario.
El caso de la responsabilidad del hotelero en nuestro el anterior Có digo Civil, tenía una
regulació n doble.
Por una parte se refierían a él los artículos 1118 y 1120 ubicados entre los
denominados cuasidelitos (Tít. IX, Sec. II, Libro II), lo que podría hacer pensar que se trataba
1
CCCN. Artículo 2562:”Plazo de prescripció n de dos añ os. Prescriben a los dos añ os:[…] d) el reclamo de los
dañ os derivados del contrato de transporte de personas o cosas;”
2
Có digo Civil y Comercial de la Nació n Cocentado, Director: Ricardo Luis Lorenzetti, Santa Fe, Rubinzal-
Culzoni 2015, pá g. 208.-
El contrato de hospedaje en la legislación argentina
de un supuesto de responsabilidad extracontractual.
Por otro lado, estaba regulado en los artículos 2229 y subsiguientes C.C. (Cap. VI, Tít.
XV, Sec. III, Lib. II) vinculado al depósito necesario, lo que lo haría ver como un caso de
responsabilidad contractual. É sta posició n doctrinaria, ademá s sostiene, que el antiguo
artículo 1118 estaba “mal ubicado”.
Esta duplicidad de tratamiento normativo ha hecho dudar a la doctrina sobre la
naturaleza o esencia jurídica de la responsabilidad del hotelero. ¿es ella contractual o
extracontractual?
La opinió n mayoritaria de los autores considera que la responsabilidad del hotelero es
una responsabilidad contractual. Pero hay varias posiciones para explicar la responsabilidad
hotelera, segú n se verá a continuació n.
1
v. Lorenzetti, Ricardo L., Tratado de los Contratos, T. III, Rubinzal Culzoni, 2000, p. 688; Ló pez Mesa, Marcelo J.,
Hospedaje y responsabilidad civil, LA LEY, 2006-C, 932; Allende, Guillermo L., Naturaleza jurídica de la responsabilidad del
posadero y del contrato de posada (hostería), LA LEY, 1980-A, 96; Reyna, Carlos A., en Có digo Civil y normas
complementarias. Aná lisis doctrinario y jurisprudencial, dir. Alberto J. Bueres, coord. Elena I. Highton, T. 3B, Hammurabi,
2000, p. 136; Mosset Iturraspe, Jorge, Responsabilidad por Dañ os, T. II, Rubinzal Culzoni, 1998, p. 556; Bustamante Alsina,
Jorge, Teoría General de la Responsabilidad Civil, 9na. ed., reimp., Abeledo Perrot, 2007, p. 401 y ss.; Zavala de Gonzá lez,
Matilde M., La responsabilidad del principal por el hecho del dependiente, Abaco, 1980, p. 21.
2
Ló pez Mesa, Marcelo J. op.cit.
3
Allende, Guillermo, op. cit.
Gustavo Néstor Fernández
2
2
Fallos: 314:1505, considerando 6º; 19/11/1991, "O'Mill, Alan E. c. Provincia de Neuquén", L. L. 1992-D, 226, con
comentario de Ray, José Domingo "La responsabilidad emergente de los dañ os causados con las cosas (El artículo 1113
del Có digo Civil en el derecho laboral)"; causa "Joung c. E.L.M.A.", JA 1995-III-160, con nota aprobatoria de Antonio
Vá zquez Vialard; causa "Choque Sunahua c. Emege", T.y S.S. 1993-781; causa "Sikora c. DHL", L. L. 1996-D, 736; votos de
los Dres. Guillermo A. F. Ló pez y Adolfo R. Vá zquez, 30/06/1998, in re "M., C. G. c. Club Atlé tico Vélez Sarsfield".-
El contrato de hospedaje en la legislación argentina
casi todos los códigos civiles se estableció un régimen que no requiere la culpa del responsable
(CNCom., esta Sala F, voto del Dr. Ojea Quintana en "Orzenchowicz Mario Jaime c/ Estancia La
Mora s/ sumario", del 04.08.11). Y con relación a la responsabilidad del hotelero por los daños
causados a la persona del viajero, aquél asume una obligación contractual de seguridad con
respecto a la persona de su cliente. Ello pues se obliga no sólo a suministrarle una habitación y
una cama, sino también lo que es complemento indispensable de ello: la tranquilidad, y, con
mayor razón, la seguridad. Así, admitido que el hotelero está obligado a procurar que el
pasajero no sufra daños en su persona mientras permanece en su establecimiento, no puede
dudarse en afirmar que su responsabilidad es contractual también en este supuesto (Mayo, Jorge
A., "Sobre las denominadas "obligaciones de seguridad", LL 1984-B, 949). De modo que durante
el desarrollo de la prestación, el deudor garantiza que ningún daño recaerá sobre las personas o
eventualmente los bienes del cocontratante. La obligación de seguridad importa así una
cláusula implícita de indemnidad, ínsita en toda relación contractual que integra la prestación
principal, aun cuando las partes no lo hubieran previsto expresamente. Y ello tiene adecuado
fundamento en el principio de buena fe contenido en el artículo 1198 del Código Civil1
1
“Onorato, Viviana A. y otro c/ Llao Llao Resorts S.A. s/ Ordinario”, C.N.A.C.C.F., 3/4/2012, Id Infojus: FA12130341.-
Gustavo Néstor Fernández
artículo 11131 y como norma específica al 11182. Es un desarrollo doctrinario que parte de
un artículo publicado en La Ley, Tomo 1981 -C, Secció n Doctrina, por Roque Fortunato
Garrido.
Segú n el autor citado, uno de los motivos por los cuá les admite ambas acciones, es
porque existe diferencia en la extensión de la responsabilidad del hotelero. Así, la
responsabilidad en materia contractual se limita a las consecuencias inmediatas (art. 520 ant.
Có d. Civ.), salvo el caso de dolo debidamente probado (art. 521).
En cambio, en el caso de los cuasidelitos, la responsabilidad debe ser plena, por lo que
comprende las consecuencias inmediatas y también las mediatas previsibles. También la opció n
de acciones tiene incidencia -segú n Garrido- en la aplicació n del daño moral, en la opció n de la
acció n extracontractual, se admite sin discusiones (arg. Art. 1098 Có d. Civ.), en cambio en el
caso de una acció n contractual, el autor sostenía que el dañ o moral era discutible en su
aplicació n. Hoy en día la cuestió n ha sido superada en la habitualidad de los Tribunales. La
reparació n del dañ o moral es de aplicació n corriente.
1
Llambías sostiene que la responsabilidad derivada del vicio de la cosa se funda en la idea de culpa, pues presupone
siempre una actividad humana culpable, ya se trate de una culpa mediata (defecto de construcció n o fabricació n) o inmediata
(defecto de conservació n o mantenimiento). Hay en consecuencia una culpa en la guarda. Por ello, señ ala que el art. 1113
impone una obligació n determinada: impedir que la cosa perjudique a los terceros. Cuando sobreviene un dañ o por el hecho
de la cosa, ello prueba que se ha infringido esa obligació n. No es que exista una presunció n legal de culpa; lo que hay es una
comprobació n de la culpa a través del hecho de la cosa" (Llambías, Jorge Joaquín, "Obligaciones", IV-A, n° 2590, 2591 y
2631).-
Pero el riesgo no se encuentra presente en cualquier cosa de la que resulta un dañ o, como parece entender el
recurrente, sino só lo en algunas. Si bien es cierto que en determinadas circunstancias todas las cosas pueden ser peligrosas,
existen algunas que son peligrosas en sí mismas, con arreglo a su propia naturaleza y destino normal. El art. 1113 del Có d.
Civil se refiere a este ú ltimo riesgo, que es específico, por pertenecer a determinadas especies de cosas y no a todas ellas;
intrínseco, en tanto no dependiente de circunstancias ajenas a la naturaleza y destino de la cosa, sino inherente a ella;
ordinario, en el sentido de frecuente, regular y probable en la clase de cosas de que se trata; y extraordinario atendiendo a
una perspectiva comparativa, ya que la peligrosidad es mayor, más intensa con relació n a las demá s especies de cosas no
riesgosas en sí mismas.-
En consecuencia, queda fuera del supuesto "dañ o causado por el riesgo de la cosa" el que cualquier cosa, hasta la
más inocente, puede presentar en un cierto contorno de tiempo, modo y lugar. A diferencia del riesgo antes caracterizado,
este otro es genérico, por ser eventual e indistintamente atribuible a todas las cosas, y extrínseco, ya que se encuentra
condicionado por factores extrañ os a la naturaleza y destino de la cosa, que está n fuera de ella misma. Por otra parte, el art.
1113 no regula el dañ o causado por la cosa riesgosa, sino el causado por el riesgo de la cosa; con lo que queda destacado el
papel etioló gico de la cualidad y no, propiamente, del objeto que la inviste.-
Es que la responsabilidad por el riesgo de la cosa cumple la funció n esencial de posibilitar el resarcimiento de la
víctima toda vez que la causa verdadera del dañ o permanece desconocida, y só lo se advierte exteriormente como tal el riesgo
de la cosa, puesto que si la causa es la conducta de la víctima o de un tercero por quien no se debe responder o un caso
fortuito ajeno a la cosa, la responsabilidad se excluye, total o parcialmente, segú n la incidencia de dicho factor causal en la
génesis del dañ o.-
Finalmente, si la causa del dañ o reside en la conducta culpable del dueñ o o guardiá n, la responsabilidad se
mantiene, pero no en base al art. 1113, sino de conformidad con el art. 1109, que es el título general y ordinario de nuestro
sistema de responsabilidad. Esta otra fuente de atribució n del dañ o absorbe a la primera, en tanto radical, decisiva y
congruente con la raíz ética tradicional de la responsabilidad civil. Su sustento no se encuentra ya en las calidades de dueñ o o
guardiá n de una cosa riesgosa, sino en la de autor culpable de un dañ o (Zavala de Gonzá lez, Matilde, "Dañ os causados por el
riesgo de la cosa y por una conducta riesgosa", L. L. 1983-D-113).- Cá mara Nacional de Apelaciones en lo Civil de la Capital
Federal, Sala J en los autos caratulados:"Aguilar, Elena Beatriz c/ Alvear Palace Hotel y otros s/ dañ os y perjuicios", Expte.
Nº 55.519/03.- Publicado en www.derechodelturismo.net -
2
v. Kemelmajer de Carlucci, Aída, en Codigo Civil y leyes complementarias. Comentado, anotado y concordado, dir.
Augusto C. Belluscio, coord. Eduardo A. Zannoni, T. 5, Astrea, 1994, p. 643; Garrido, Roque F., Hoteles y responsabilidad civil,
LA LEY, 1981-C-959; Zunino, Jorge O., en Codigo Civil y leyes complementarias. Comentado, anotado y concordado, dir.
Autusto C. Belluscio, coord. Eduardo A. Zannoni, T. 9, Astrea, 2004, p. 957.
El contrato de hospedaje en la legislación argentina
c) Responsabilidad ex lege:
También hay quienes sostienen que se trata de una responsabilidad ex lege, no derivada
propiamente de un depó sito necesario, sino consecuencia de la celebració n del contrato de
hospedaje; una responsabilidad impuesta por la ley con fundamento en el giro comercial del
negocio hotelero, por el hecho de la introducció n de las cosas en el hotel, en el marco de la
oferta de un contrato de hospedaje, e independientemente de que dicho contrato llegue a
concretarse.
La responsabilidad que pesa sobre el posadero consiste en la obligación de reintegrar al
huésped los efectos que éste hubiese introducido en el establecimiento, indemnizando en caso de
sustracción o deterioro y sin que se necesite culpa alguna para que sea exigible. Esta
responsabilidad cesa únicamente en caso de culpa del viajero o de fuerza mayor (robo con
armas o escalamiento que el posadero no pudiese resistir.) Se trata de una responsabilidad ex
lege, de naturaleza objetiva que resulta de aplicar la tesis del riesgo profesional y que no deriva
de un convenio previo entre hostelero y pasajero 1 .
Es así que para Sá nchez Herná ndez, la responsabilidad del hotelero surge de aplicar el
criterio de riesgo profesional que se asume, por el solo hecho de girar en el comercio con una
actividad, que, al ser lucrativa, trae aparejada también, la reparació n del dañ o que pudiera
ocasionarse en virtud de la existencia misma de la actividad; en el caso: la actividad hotelera.
Es también la posició n que adopta Zunino2 que sostiene que el depósito en hoteles es un
caso de responsabilidad legal insita en la oferta de hospedaje y basada en el riesgo
profesional.
d) Relación de consumo:
1
v. Sá nchez Herná ndez, Angel, “La responsabilidad del posadero por todo dañ o o pérdida que sufran los efectos
introducidos en las posadas por los viajeros”, Jurisprudencia Argentina 1995-IV-952; v. tb. Zunino, ob. cit., p. 956/957 y
965/966
2
Zunino, Jorge O.., “Depó sito y otras relaciones de guarda”, Editorial Astrea, Bs.As. 2006, pá gs 51/52.-
3
Lorenzetti, ob. cit., p. 684/685; Reyna, ob. cit., p. 138.-
4
“Artículo 5.- Protección al Consumidor. Las cosas y servicios deben ser suministrados o prestados en forma tal
que, utilizados en condiciones previsibles o normales de uso, no presenten peligro alguno para la salud o integridad física de
los consumidores o usuarios.” (Ley de Defensa del Consumidor).
Gustavo Néstor Fernández
Ahora bien, má s allá del régimen aplicable, hoy existe consenso en señ alar, que el
factor de atribución de la responsabilidad del hotelero, por los dañ os o pérdidas causados en
los efectos introducidos por el huésped, es objetivo, con los alcances que se enuncian en el
artículo 1723 del CCCN.
Ú nicamente el hotelero se podrá eximir de responder si alega y prueba que se haya
configurado un caso fortuito o fuerza mayor y ademá s, aú n en ese caso, deberá demostrar que
tal caso fortuito o fuerza mayor es ajena a la actividad hotelera. De lo contrario no se podrá
eximir de responsabilidad.
El otro supuesto en el cuá l el hotelero no debe responder es en el caso de la pérdida o
sustracció n de efectos dejados en el vehículo del pasajero.
No queda eximido en cambio, en el caso de sustracció n o deterioro del vehículo en
custodia del hotelero y allí se aplica el principio general establecido en el artículo 1370 del
CCCN 1.
A partir de la sanció n de la Ley 24.240 de Defensa del Consumidor, en el Capítulo X,
Responsabilidad por Dañ os, el artículo 40 del cuerpo legal establece taxativamente el
principio de la responsabilidad solidaria: “Responsabilidad Solidaria. Si el daño al consumidor
resulta del vicio o defecto de la cosa, o de la prestación del servicio responderá el productor, el
fabricante, el importador, el distribuidor, el proveedor, el vendedor y quien haya puesto su
marca en la cosa o servicio.
La responsabilidad es solidaria, sin perjuicio de las acciones de repetición que
corresponda. Sólo se liberará total o parcialmente quien demuestre que la causa le ha sido
ajena.”. Está claro pues, que en el caso del contrato de hospedaje si se produce un dañ o al
consumidor o usuario, como consecuencia de la prestació n del servicio hotelero, quien presta
dicho servicio debe cargar con la atribució n de responsabilidad del artículo 40 de la LDC. Y
también surge claramente que, el hotelero, para liberarse de responsabilidad en forma total o
parcial, deberá demostrar que la causa del dañ o le ha sido ajena.
Retomando la cuestió n de las normas específicas del Có d. Civ., encontrá bamos que el
antiguo art. 1118 sentaba el principio de la responsabilidad del hotelero por el dañ o causado
en los efectos del pasajero, aun cuando demuestre que le ha sido imposible evitarlo. Esta
norma era una de las paradigmá ticas de la responsabilidad hotelera. Y decía: “Los dueños de
hoteles, casas públicas de hospedaje y de establecimientos públicos de todo género, son
responsables del daño causado por sus agentes o empleados en los efectos de los que habiten en
ellos, o cuando tales efectos desapareciesen, aunque prueben que les ha sido imposible impedir
el daño.”. Ahora en el actual régimen jurídico del CCCN es el artículo 1370 el que impone el
criterio general de responsabilidad del hotelero al decir: “Responsabilidad. El hotelero
responde al viajero por los daños y pérdidas sufridos en:
1
v. Lorenzetti, ob. Cit., p. 687/688; Kemelmajer de Carlucci, ob. cit., p. 644; ZUnino, ob. cit., p. 957; Reyna, ob. cit., p.
137/138; Garrido, ob. cit.; Ló pez Mesa, ob. cit.; Mosset Iturraspe, ob. cit.; Bustamante Alsina, ob. cit.; Sá nchez
Herná ndez, ob. cit.; CNCiv. Sala M, 11.03.2002, Responsabilidad Civil y Seguros 2002-837; CCCSan Isidro, Sala I,
12.03.1992, Doctrina Judicial 1992-2-721; CNCom. Sala A, 18.12.1995, El Derecho 168-519.-
Gustavo Néstor Fernández
El hotelero responde por los dañ os o pérdidas sufridas en todos los efectos
introducidos en el establecimiento hotelero por el huésped (Arg. Art. 1370), con las
excepciones que se verá n en 15.6.
Existe acuerdo general en considerar comprendidos todos los efectos normales, en el
equipaje, incluso el dinero. Respecto de éste ú ltimo, corresponde formular una distinció n: si
se trata de sumas normales para gastos diarios de alimentació n y esparcimiento, no es
necesario, ni exigible, la exhibició n al hotelero; en cambio, si se trata de grandes sumas, es
necesario – y exigible- su exhibició n por parte del pasajero, para quedar éste amparado por el
sistema del Có digo (arts. 1372 y 1373 CCyC). El mismo criterio – sostiene Garrido- se aplica al
caso de las joyas y objetos de gran valor, criterio que compartimos.
También responde por los vehículos de cualquier clase dejados en las dependencias del
hotel, o en sitios de terceros, pero en los cuales el hotel utiliza para estacionamiento o garaje
de sus huéspedes (art. 1370, inciso b).
Quien organiza un servicio de guarda de vehículos es responsable desde el momento en
que los mismos ingresan en la órbita de su dirección como consecuencia de la aceptación del
contrato, siendo inaceptable la distinción, en orden a la responsabilidad del empresario, según
1
en sentencia del 28 de noviembre de 1988, publicada en El Derecho, 134-736.-
2
CNPaz, La Ley 102-740.
Gustavo Néstor Fernández
sea el cliente el que estaciona el vehículo o la maniobra se deja librada a los encargados de la
playa1.
La responsabilidad del hotelero surge una vez introducidas las cosas o efectos en el
establecimiento. Ya sea por el propio pasajero o por empleados del hotel. Entendemos que si
las cosas fueron entregadas al personal del hotel por el pasajero, y resultan deterioradas o
perdidas, aú n antes de introducirlas al establecimiento, también responde el hotelero. Este
criterio lo sustentan entre otros Acuñ a Anzorena en Salvat, Contratos Tomo III, nota 91 b al nº
2463, y lo reproduce y adopta Borda en Tratado de Derecho Civil, Contratos, Tomo II, nº
2072.
Por su parte, el artículo 1373 establece que el hotelero puede negarse a recibir los
efectos si su valor es excesivo con relació n a la importancia del establecimiento o si su guarda
causa “molestias extraordinarias”.
1
“Eduardo Rodríguez c/ Yeranian Babken s/ Sumario”, C.N.A.C., Sala C, 25 de noviembre de 1988, Id Infojus:
FA88130730.-
2
“Melnyk, Miguel c/ Esmeralda Palace Hotel s/ Ordinario“ Cá mara Nacional de Apelaciones en lo Comercial de la
Capital Federal,Sala D, 24 de abril de 1997.Id Infojus: SUN0007376
El contrato de hospedaje en la legislación argentina
15.4.- Personas por las que responde el hotelero:
El hotelero responde, como es obvio, por sus propios actos o hechos. También
responde por los hechos o actos de sus dependientes y todo ello se desprende de la
responsabilidad objetiva establecida en el artículo 1723.
El deber de vigilancia de las cosas surge desde el instante en que el empleado-maletero se
avocó al traslado, y sobre la base de que el hotel aseguró mediante la oferta tener servicio de
seguridad y vigilancia. De ahí, al asumir la tarea de trasladar o transportar las cosas desde el
interior del hotel hasta el exterior, asumió implícitamente el deber de garantizar que las mismas
no se extraviaran en el camino. Por esas razones corresponde declararla responsabilidad de la
demandada. 1.
También responde por los dañ os o deterioros efectuados por otros pasajeros alojados
en el mismo establecimiento. Es una aplicació n del principio general sentado por el art. 1370 y
de la falta de encuadre en la excepció n del 1371, primer pá rrafo.
1
“La Metro S. R. L. c. Ducal Suites Hotel S. A. y otro” Cá mara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de 7a Nominació n
de Có rdoba, Có rdoba, noviembre 12 de 1998, La Ley Có rdoba, Tomo 1999-1465,
2
“Visovatti c/ Sheraton Hotel s/ Dañ os y Perjuicios”, Cá mara Nacional de Apelaciones en lo Civil de la Capital
Federal,Sala C, 17 de marzo de 1992, Id Infojus: FA92020205
Gustavo Néstor Fernández
d) Tampoco deberá responder por las mascotas, ya que éstas no pueden ser
consideradas “efectos” aú n cuando hayan sido introducidas con el consentimiento del
hotelero.
Artículo 1369.- Depósito en hoteles. El depósito en los hoteles tiene lugar por la
introducción en ellos de los efectos de los viajeros, aunque no los entreguen expresamente al
hotelero o sus dependientes y aunque aquéllos tengan las llaves de las habitaciones donde se
hallen tales efectos.
Artículo 1370.- Responsabilidad. El hotelero responde al viajero por los daños y
pérdidas sufridos en:
a) los efectos introducidos en el hotel;
b) el vehículo guardado en el establecimiento, en garajes u otros lugares adecuados puestos a
disposición del viajero por el hotelero.
Artículo 1371.- Eximentes de responsabilidad. El hotelero no responde si los daños o
pérdidas son causados por caso fortuito o fuerza mayor ajena a la actividad hotelera.
Tampoco responde por las cosas dejadas en los vehículos de los viajeros.
Artículo 1372.- Cosas de valor. El viajero que lleve consigo efectos de valor superior al
que ordinariamente llevan los pasajeros debe hacerlo saber al hotelero y guardarlos en las cajas
de seguridad que se encuentren a su disposición en el establecimiento.
En este caso, la responsabilidad del hotelero se limita al valor declarado de los efectos
depositados.
Artículo 1373.- Negativa a recibir. Si los efectos de los pasajeros son excesivamente
valiosos en relación con la importancia del establecimiento, o su guarda causa molestias
extraordinarias, los hoteleros pueden negarse a recibirlos.
1
Ídem Nota 57
El contrato de hospedaje en la legislación argentina
Artículo 1374.- Cláusulas que reducen la responsabilidad. Excepto lo dispuesto en los
artículos 1372 y 1373, toda cláusula que excluya o limite la responsabilidad del hotelero se tiene
por no escrita.
Artículo 1375.- Establecimientos y locales asimilables. Las normas de esta Sección se
aplican a los hospitales, sanatorios, casas de salud y deporte, restaurantes, garajes, lugares y
playas de estacionamiento y otros establecimientos similares que prestan sus servicios a título
oneroso.
La eximente prevista en la ú ltima frase del artículo 1371 no rige para los garajes,
lugares y playas de estacionamiento que prestan sus servicios a título oneroso.
Que “las normas aplicables al contrato de hospedaje.” son innumerables, ya que en rigor
de verdad, como el hospedaje con fines turísticos es una figura que cae dentro del marco de
atribuciones que los Estados federales se reservan y en nuestro país, tenemos 23 distritos
provinciales y la Ciudad Autó noma de Buenos Aires. Pero la dispersió n se potencia por el
Gustavo Néstor Fernández
hecho de que cada provincia delega en los municipios las normas relativas a la
habilitació n de establecimientos comerciales, y es allí dó nde se encuadran los
establecimientos dedicados al alojamiento turístico. Y el dato final: en la Argentina existen
má s de 2200 municipios.
Só lo cabe señ alar, a modo de ejemplo somero que, los hoteles o lugares destinados a
alojar pasajeros, sea cual fuere su tipificació n, para funcionar debidamente deben contar con
la respectiva habilitació n municipal, por lo que una misma cadena, con diversas explotaciones
hoteleras, deberá realizar trá mites distintos y cumplimentar normativas distintas para cada
ciudad o municipio en el cuá l se instale cada uno de sus establecimientos.
Y ademá s, sabemos que la figura del hospedaje o alojamiento turístico no se concreta
solamente en una infraestructura denominada hotel, también existe o tiene lugar en cabañ as,
hostels, albergues, campings, etc., siendo que cada figura puede tener en la legislaciones
locales diferente tratamiento. Y se suelen definir de manera distinta segú n sea la jurisdicció n
que la contemple en su plexo normativo.
Una forma sencilla de reducir la remisió n, sería, haber consignado explícitamente que
“se aplicarán las normas referidas al hospedaje contenidas en el Código Civil y
Comercial de la Nación y la ley 24.240 y sus modificatorias”, lo que significaría que al
menos la remisió n se reduciría a los tó picos tratados en el Có digo, y la LDC, có mo ser:
depó sito necesario, derecho de retenció n, contrato de consumo y reglas de responsabilidad,
prescripció n, deber de informació n, revocació n, oferta, etc.
La complejidad normativa del tema se advierte al hacer una reseñ a de las normas que
segú n su orden jerá rquico resultan de aplicació n:
1. Leyes nacionales
2. Decretos nacionales
3. Resoluciones nacionales
4. Leyes provinciales
5. Decretos provinciales
6. Ordenanzas municipales
Por las razones que venimos señ alando es que creemos que sería de gran utilidad para
el desarrollo de la materia analizada en éste capítulo, que se ensayara finalmente una
definició n de contrato de hospedaje y se le diera el rango normativo que merece.