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Historia de La Homo Sexualidad en Maniza

Este documento describe la historia de la homosexualidad en Manizales, Colombia entre 1921 y 1985. Explica que hasta la década de 1960, las referencias a la sexualidad eran escasas y vinculadas a la pérdida de moral. En los años 1970 emerge la representación del cuerpo travesti asociado a la transgresión de género y la marginalidad. El documento también analiza los discursos históricos sobre la sexualidad y la construcción social de la identidad sexual a través del tiempo.
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Historia de La Homo Sexualidad en Maniza

Este documento describe la historia de la homosexualidad en Manizales, Colombia entre 1921 y 1985. Explica que hasta la década de 1960, las referencias a la sexualidad eran escasas y vinculadas a la pérdida de moral. En los años 1970 emerge la representación del cuerpo travesti asociado a la transgresión de género y la marginalidad. El documento también analiza los discursos históricos sobre la sexualidad y la construcción social de la identidad sexual a través del tiempo.
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Historia de la (homo)sexualidad en Manizales 1921-1985

Gabriel Gallego Montes


PDF, Ms, PhD
Profesor departamento Estudios de Familia
Universidad de Caldas, Colombia
[email protected], [email protected]

Documento publicado en: Catedra de Historia Regional de Manizales: Bernardo


Arias Trujillo, Cultura y Territorio. Albeiro Valencia y Fernando Cantor (Comps.).
Manizales: Universidad de Caldas. Pp: 469-502.

Resumen

El objetivo del artículo es comprender las representaciones sociales que han


permeado la construcción social de la (homo)sexualidad en Manizales en el
período 1921- 1985, como parte de un ejercicio de entramado del tiempo histórico
en la aplicación del enfoque biográfico, en el proyecto de investigación biografías
sexuales en hombres y mujeres con prácticas homoeróticas en el Eje Cafetero
colombiano (2013). Para cumplir lo anterior, se adelantó una revisión del archivo
del periódico La Patria, en total se hallaron 42 artículos en diferentes años. Como
principales hallazgos se encuentra que hasta los años 60´s del siglo XX, pocas
referencias explícitas se hacía a la sexualidad y cuando se mencionaba estaba
asociada a la pérdida de la moral, las buenas costumbres y un llamado a las
autoridades a ejercer control. En los años 70´s emerge la representación del
cuerpo travesti asociado a la transgresión de género, la marginalidad y la
criminalidad. Las alusiones directas al lesbianismo o amor erótico entre mujeres
no fue una situación que se nombrara en Manizales, por lo que constituye una
representación ausente.

Palabras Claves: historia de la sexualidad, homosexualidad, historia social,


prensa, lesbianismo, tiempo histórico.

1
Introducción

Comprender lo sexual en la historia de la humanidad, lo normal y lo desviado, ha


generado debate, fascinación, admiración, rechazo y proscripción. Muchos son los
documentos históricos que hacen referencia al esfuerzo por explicar la naturaleza
femenina y masculina, el cuerpo, el placer, pero también el pecado, la generación
de la culpa, la transgresión. Foucault (1976) en la Historia de la Sexualidad
identifica los procesos sociales que explican la configuración de un cuerpo sexuado
y la emergencia de una sexualidad “verdadera” en la modernidad que traza nuevas
coordenadas para explicar lo normal y lo patológico.

El sujeto desviado, la calificación de quién era el transgresor, la valoración social


de aquellos que se apartan de la norma sexual y de género y las prácticas sexuales
entre personas del mismo sexo no siempre han recibido la misma significación por
parte de las sociedades de la cultura occidental (Llamas, 1998); las fuentes
históricas coinciden en que puede hallarse un predominio moral (a veces brutal, a
veces despreocupado), desde la baja Edad Media hasta el siglo XIX, en el cual se
fomenta la primera regulación normativa (eclesiástico-penal) de la diferencia
sexual. A mediados del siglo XIX surgen visiones científicas (especialmente
médicas, psíquicas y criminales), que nominan la homosexualidad y las
perversiones y la asociación entre desviación y criminalidad. Y desde los años
setenta del siglo XX asistimos a la irrupción en el espacio público de un discurso de
afirmación autorreferencial basado en las identidades que gays, lesbianas,
bisexuales y transgeneristas sostienen y que han politizado en una agenda de
derechos y reinvidicaciones que van desde el derecho al matrimonio igualitario,
pasando por la adopción hasta llegar a cuestionar la identidad misma.

Estos tres grandes momentos discursivos coexisten hoy en día y dan cuenta de las
diferentes posturas que actores institucionales, religiosos, políticos, académicos y
gente del común tiene acerca de la sexualidad como conjunto complejo de
prácticas y representaciones sociales sobre el sexo, pero también sobre el género,

2
el cuerpo, el deseo, el placer, en aristas que se mueven entre la norma y la
disidencia, entre lo hetero-homoerótico y bisexual, en identidades de género cada
vez más distanciadas de las prácticas sexuales, en fin, un trama compleja y
rizomática de categorías, nominaciones y representaciones.

La comprensión de la (homo)sexualidad en Colombia y muchos países de América


Latina constituye un campo problemático de indagación, que no se reduce al
binarismo hetero-homosexual, activo-pasivo o de identidad gay, lésbica o
transgénero, partir de estas categorías implica reducir todo el espectro de una
sexualidad diversa a los grupos más visibles de la sociedad, olvidándose que la
gran mayoría de hombres y mujeres que se relacionan erótica y afectivamente con
alguien de su mismo sexo lo hacen sin portar una identidad que denote
homosexualidad, no se definen como un tipo particular de persona, y las prácticas
sexuales no constituyen un desestabilizador de su identidad masculina o femenina
y por lo tanto no dejan huella biográfica. Y aunque para otros lo sexual si genera
identidad, ser gay o lesbiana en el Eje Cafetero no necesariamente coincide con
las mismas nominaciones y representaciones del gay europeo o norteamericano.
Además, “ser hombre” y “ser mujer” no necesariamente es sinónimo de
heterosexualidad y no excluye automáticamente, ni en todos los casos, la
experiencia homoerótica1.

En igual sentido, el proceso histórico de conformación de los sujetos


(homo)sexuales en la realidad colombiana está permeado por continuidades y
discontinuidades en los discursos acerca de la sexualidad a lo largo de su historia,
éstos marcaron las condiciones para la represión, el castigo, la indiferencia o la
visibilidad tanto de las prácticas como de los sujetos. Es decir, entre el discurso
homosexual de finales del siglo XIX y aquel de los años 70´s del siglo XX,
permeado por los movimientos de liberación homosexual, no se pueden señalar
regularidades que permitan inferir la existencia de un tipo particular de persona

1
Al igual que Núñez (2001), entiendo por homoerotismo “al erotismo entre personas del “mismo
sexo biológico”.

3
portadora de una identidad como la conocemos hoy día; tal aseveración implicaría
suponer una “esencia” homosexual a lo largo de la historia y postular el carácter
anacrónico, ahistórico, transcultural, interclasista y transétnico de las implicaciones
concretas de un modelo de “sexualidad” básicamente eurocéntrico y
contemporáneo.

La anterior discusión implica reconocer la sexualidad, sus discursos –y silencios- y


sus relaciones, como una construcción histórica, permeada por situaciones de
género, generación, clase, ubicación espacial y los referentes de nación y
etnicidad. Esta acepción remite a uno de los pilares teóricos que sustenta esta
reflexión, el enfoque construccionista o de teoría social para comprender la
sexualidad. Esta perspectiva sostiene que la (homo)sexualidad es un “dispositivo
histórico” desarrollado como parte de una compleja red de regulaciones sociales
que organizan y vigilan los comportamientos y los cuerpos sexuados (Foucault,
1976; Weeks, 1998). Esta aproximación sostiene que el deseo (homo)sexual es
construido desde las más polimorfas posibilidades (Vance, 1997) y se desarrolla
en el individuo en función de su entorno familiar y socio-cultural; es un fenómeno
histórico tanto en lo personal como en lo social (Foucault, 1976; Weeks, 1998;
Rubin, 1986, 1989; Vance, 1997). La preocupación del enfoque construccionista
no radica en investigar, por ejemplo, lo que causa la homosexualidad en los
individuos, sino comprender los significados culturales, las prácticas, normas,
representaciones, valores y formas de relacionamiento íntimo que establecen, en
otras palabras, interesa conocer lo que la gente hace y construye bajo esta
experiencia de vida.

La tesis del construccionismo social de la sexualidad, planteada por Michel


Foucault y Jeffrey Weeks viene a postular el carácter histórico de esa esencia,
que no sería entonces más que un producto “social” impuesto claramente desde el
siglo XIX a las personas que no se pliegan al modelo (también histórico) de pareja
heterosexual cerrada y familia nuclear (Guasch, 2000). Para el construccionismo
social, la génesis del “sujeto homosexual” no se debe a la súbita emergencia o

4
visibilidad de unas propiedades que pudieran observarse en otros personajes
cronológica o geográficamente distantes. Sus especificidades, tanto evidentes (el
establecimiento de espacios de encuentro o formas de comunicación), como
supuestas (un cuerpo o una mente particulares), dependen de complejos sistemas
de relaciones institucionales y culturales, así como de procesos (económicos,
políticos o sociales) que son localizables geográfica e históricamente. Estos
elementos no están presentes en el sujeto ni le permiten emerger: lo constituyen.
En este sentido, no se puede hablar de un sujeto homosexual hasta que, en un
contexto determinado, se hace necesario establecer dicho término. Tal sujeto es
generado al ser definido (o definirse) y al establecer sus implicaciones (Llamas,
1998).

Antecedentes para adelantar una historia de la (homo)sexualidad en


Manizales

Para adelantar con relativo éxito una historia de la (homo)sexualidad en Manizales


en el período de tiempo seleccionado 1921-1985, se deben precisar dos procesos
sociales, que se concatenaron en diferentes contextos de América y Europa desde
el siglo XVIII y XIX y que sirven de herencia para entender las representaciones
que las personas de la ciudad le otorgaron a la sexualidad. Se reconoce que
Manizales, desde principios del siglo XIX, tuvo una fuente comercio con otras
sociedades derivado del cultivo del café y esto permitió no solo la circulación de
mercancías, sino de ideas, estilos arquitectónicos, formas estéticas y
cosmovisiones.

El primer proceso lo constituye la emergencia de las “amistades románticas”.


Desde mediados del siglo XVIII y especialmente durante el XIX, al amparo del
movimiento estético denominado “romanticismo” (Singer, 1992, Galí, 2002) o
literatura romántica como prefieren llamarla otros (Schmidt-Welle, 2004), surgen
las “amistades románticas” profundas e íntimas entre hombres y entre mujeres, lo
cual posibilitó las muestras públicas de afecto especialmente entre varones.
Michel Foucault (1999) precisa que en el transcurso de los siglos que siguieron a

5
la antigüedad, la amistad constituyó una relación social muy importante: una
relación social en el seno de la cual los individuos disponían de alguna libertad, de
cierto tipo de elección (limitada) y que también les permitía vivir relaciones
afectivas muy intensas (Boswell, 1996). “La amistad tiene la ventaja de su mayor
capacidad de generalización en lo temporal y en lo social; puede exigir constancia,
duración y fidelidad; y es posible entre personas que no puedan o no quieran
mantener relaciones sexuales” (Luhmann, 1985). Asimismo, agrega Foucault
(1999), la amistad tenía implicaciones económicas y sociales –el individuo estaba
obligado a ayudar a sus amigos-. Y agrega, "Pienso que en los siglos XVI y XVII
desaparece ese género de amistades, por lo menos en la sociedad masculina. Y
la amistad empieza a ser otra cosa. A partir del siglo XVI, se encuentran textos
que critican explícitamente la amistad intensa las cuales se llegaron a consideran
como algo peligroso”.

A finales del siglo XVII, y de acuerdo con Luhmann (1985), se volvió a la amistad
con mayor fuerza, después de años de haber sido considerada un sentimiento
egoísta, carente de ethos y por lo tanto irrealizable; el resurgimiento de la amistad
coincidió con la crisis del amor pasión en el marco de una nueva tutela moral-
religiosa (Luhmann, 1985).

Con el transcurrir del siglo XVIII, fue el amor y no la amistad la que determinó el
código para la intimidad (Luhmann, 1985). La obsesión por la virtud, la concesión 2
y la recusación, que se dan en el culto a la amistad, tienden a seguir esta
dirección, apartada del mecanismo simbiótico de la sexualidad (Luhmann, 1985);
mecanismo que el amor si soportaba en las relaciones personales íntimas
(Luhmann, 1985). Es decir, cuerpo y sexualidad también contribuían a esta
diferencia. Si bien los amigos podían tener contacto corporal, éste tenía una
intención espiritual; la sexualidad estaba reservada solo para los amantes, en el
marco de la atracción sexual.

2
Puesto que el verdadero amigo no puede sustraerle a su amigo la libertad de decidir no.
Precisamente es una prueba de amistad verdadera mostrar comprensión y aceptar las decisiones
del amigo, aún cuando éstas nos afecten negativamente a nosotros mismos (Luhmann, 1985).

6
El advenimiento del romanticismo hacia finales del siglo XVIII y principios del XIX,
retoma esta diferenciación y posibilita dos tipos de sentimientos con sus propios
códigos: el amor romántico y la amistad romántica3, las cuales no se diferenciaban
la una de la otra por el amor, sino por el placer y el deseo (de contenido sexual)
que se encontraban presentes en el primero y ausentes en la segunda (Luhmann,
1985); en el siglo XIX, por primera vez, se perfeccionó la idea de que el amor no
era más que la realización ideal y la sistematización del instinto sexual
(Luhmann,1985).

La amistad romántica hizo parte fundamental de las relaciones personales íntimas,


implicaba el enlace reciproco (Luhmann, 1985) que detentaba detrás una noción
de clase. La amistad romántica se sustentaba en una idealización del sentimiento
amoroso, alejada de la pasión y del deseo y concretada en el más puro interés,
bajo un nuevo control moral. “Este amor de amistad ignoraba el aspecto genital,
aunque el lenguaje en que se expresaba no es menor erótico” (Mogrovejo, 2000).

Las fuentes disponibles relatan la existencia de “círculos de mujeres”,


especialmente poetisas y compositoras, con una notoria complejidad artística y de
género (Galí, 2002)4. En estos círculos Lillian Federman (1981) encontró las
“amistades románticas”5, las cuales permitieron crear un mundo alejado de la
camaradería militar y de comercio de los hombres.

3
Para finales del siglo XVIII la amistad romántica era ya una institución a ambos lados del atlántico
y un tema de moda en la literatura (Mogrovejo, 2000).
4
Hay dos interpretaciones distintas a este fenómeno que no se contradicen: la primera sostiene
que en esta institución se manifiesta la conciencia por parte de las escritoras y artistas de estar
abriendo la brecha, el camino es arduo y se requiere de la solidaridad de género; en segundo
lugar, algunas investigadoras sobre todo las norteamericanas han destacado la presencia del
lesbianismo o safismo, como era denominado en aquella época el sexo entre mujeres, en algunos
círculos de escritoras (Galí, 2002). Martha Vicinus (2004) agrega que el principal obstáculo para las
amistades entre mujeres estuvo asociado principalmente al matrimonio; de acuerdo a sus
investigaciones buena parte de las amistades íntimas terminaban cuando una de las mujeres se
casaba y la lealtad hacia su esposo y sus parientes se hacía suprema.
5
Un tema que queda pendiente por discutir es si en Manizales del XIX puede hablarse de
“amistades románticas” entre hombres y entre mujeres, o si lo que existió fue simplemente un
sentimiento de “amistad profunda”. Personalmente me inclino por la segunda hipótesis.

7
De las “amistades profundas” entre varones en los países de América Latina,
durante el siglo XIX, hay pocas referencias escritas, los pocos trabajos que se han
hecho sobre el tema relatan las amistades románticas en la sociedad
estadounidense (Chauncey, 1994; Katz, 2001), donde la expresión de afecto entre
varones, era lícita y más o menos generalizable. El mismo Luhmann (1985) así lo
describe, “basta con leer la abundancia de fórmulas de éxtasis en el culto al amor
del amigo, que abarcan lo corporal. Los amigos que se saludan con una lluvia de
besos, que caen uno en brazos del otro o que dejan descansar la cabeza sobre el
pecho del amigo; que hablan sin timidez, con toda sencillez de una inundación de
cordialidad” (Luhmann, 1985).

Las siguientes fotografías (tomadas de Brett y Kate McKay, The History and
Nature of Man Friendships y de http://www.accionpreferente.com/cocktail/amigos-
ante-todo-historia-fotografica-del-carino-masculino/) reflejan como entre amigos
era relativamente común visitar el estudio fotográfico para tener un retrato que
recordara su amor y lealtad. De acuerdo Brett y Kate McKay (2008) los fotógrafos
ofrecían varios fondos y accesorios que los hombres podían elegir para incluir en
la fotografía. A veces los hombres hacían escenas, otras veces se sentaban uno al
lado del otro. A veces se sentaban en las faldas del otro tomándose de las manos.
Las cómodas y muy familiares poses de los hombres, así como su lenguaje
corporal, dan a entender la existencia de este sentimiento de amistad profunda
entre ellos.

8
Sin embargo, la sociedad Manizaleña de principios del siglo XX parece que no era
ajena a tal situación. Un día de recorrido por una marquetería encontré, sin
buscarlo, este par de fotografías que reflejan la existencia de amistades profundas
entre hombres en nuestro contexto, tal vez como una señal de presencia de este
sentimiento, que como lo anunciamos, estaba instalado a ambos lados del
atlántico, incluyendo pueblos y caseríos.

9
Todo este tipo de manifestaciones de afecto entre hombres fueron posibles
previas a la aparición del discurso homosexual y su difusión durante la primera
mitad del siglo XX. Sin embargo, es muy difícil demarcar el límite en donde la
amistad entre hombres y el amor fraternal se vuelve amor homoerótico; tampoco
podemos negar el erotismo inevitable. En efecto, el mismo Luhmann (1985)
plantea que en el marco de la amistad entre hombres existió el problema de las
prácticas homoeróticas “como una oscura hipoteca del concepto de amistad”.

Una de las hipótesis que plantea Michel Foucault (1999) – y de la cual estaba
seguro se verificaría si se emprende la tarea- es que la homosexualidad (que
entendía como la existencia de relaciones sexuales entre los hombres) llegó a ser
un problema a partir del siglo XVIII con la policía y con el sistema jurídico. “Y
considero que si llegó a ser un problema, un problema social en esa época, es
porque la amistad había desaparecido” (Foucault, 1999). Y agrega, en la medida
en que la amistad representó algo importante, en tanto fue socialmente aceptada,
nadie se apercibió que los hombres tenían entre sí relaciones sexuales. Tampoco
se podía decir que no las tuvieras en absoluto, pero simplemente eso carecía de
importancia. La cosa no tenía ninguna implicación social y el asunto estaba
culturalmente aceptado. Que hicieran el amor o que se abrazaran no tenía

10
ninguna importancia. Una vez desaparecida la amistad, en tanto relación
culturalmente aceptada, se planta la cuestión: Pero, ¿qué es lo que hacen, pues,
los hombres juntos? Y precisamente en ese momento apareció el problema. Y en
nuestros días, cuando los hombres hacen el amor o tienen relaciones sexuales,
esto se percibe como un problema. De hecho, continúa, “estoy convencido de
tener razón: la desaparición de la amistad, en tanto que relación social y el hecho
de que la homosexualidad haya sido declarada un problema social, político y
médico forma parte del mismo proceso” (Foucault, 1999).

Sin embargo, el recorrido histórico efectuado para construir este apartado y el


adelantado en la investigación que condujo al libro Demografía de lo otro (2010)
de mi autoría, me indican que la hipótesis de Michel Foucault puede ser válida
para la Europa que él estudió; en la sociedades latinoamericanas, desde finales
del siglo XIX, fue el discurso de la criminalística con la homosexualidad como uno
de sus componentes, el que generó un efecto panóptico sobre las amistades
profundas entre hombres eliminando el amor pero no la amistad, como forma
discursiva válida para referir una relación estrecha e íntima entre dos varones;
este deslinde provocó la transformación de las relaciones personales entre
varones, los códigos y normas de contacto entre ellos y estableció nuevos límites
al manejo del afecto y de los cuerpos que pueden ser leídas actualmente bajo
diferentes figuras como el “cuatismo” en México, los “panas” en Venezuela, los
“parceros” en Colombia. Guillermo Núñez asevera que el incremento de la
homofobia y la heterosexualización de la sociedad a lo largo del siglo XX, han
provocado que la amistad tienda a “cristalizarse más alrededor de las relaciones
sociales que de las relaciones íntimas” (Dulac, 2003 en Núñez, 2007).

El segundo elemento que se configura como antecedente para comprender la


historia de la sexualidad en Manizales 1921-1985, y que marcó la ruptura entre el
viejo y el nuevo orden en materia de sexualidad y control social, fue el surgimiento
de la criminalística a finales del siglo XIX (Irwin et al, 2003). De acuerdo con
Buffington (2003) la oposición entre delincuente y ciudadano se convirtió en la

11
dicotomía fundamental de la sociedad moderna. Las actitudes hacia el mestizaje y
los “indios”, los estilos de vida de las clases bajas y los “léperos”, las mujeres y la
divergencia sexual influyeron en las percepciones de la criminalidad y
determinaron en definitiva la cuestión básica de la ciudadanía: quienes
pertenecían a ella y quienes no. La retórica liberal de tolerancia y derechos
humanos, la positivista visión del orden y el progreso y la revolucionaria
concepción de justicia social e integración, se propusieron a su vez ocultar las
exclusiones de la sociedad colombiana moderna bajo el velo de la criminalidad,
para proscribir como delictivas actividades inequívocamente vinculadas con
grupos sociales marginales (Buffington, 2003).

A finales del siglo XIX, se conocieron los últimos avances en las clasificaciones
médicas y sexuales: la histeria, la inversión sexual, el dandismo y los discursos
acerca de la degeneración, la decencia y el aseo (Irwin et al, 2003; Macías-
González, 2004). Toda esta nueva información se fundió y produjo una serie de
nuevos desórdenes sociales que fueron pensados, y en algunos casos
representados, de forma diferente (Irwin, et al, 2003). De igual manera el discurso
de la medicina legal permitió la fusión entre enfermedad, patología e infracción en
un esfuerzo de normalización de la conducta sexual (López, 2003).

De esta forma, la criminalística incorporó el discurso de la sexualidad desviada y la


inversión sexual6 -en el marco de discusión sobre sexualidad normal- y ahondó en
investigaciones en prisiones para demostrar la irrefutable asociación entre
desviación criminal y sexual (Buffington, 1998). La investigación más exhaustiva
de los desvíos sexuales fue llevada a cabo, a finales del siglo XIX y principios del
XX, por el criminólogo mexicano, periodista y literato Carlos Roumagnac. Para
Roumagnac y los criminólogos de esta época, los desvíos sexuales de cualquier
tipo eran antisociales, antinaturales y se vinculaban con la criminalidad innata.

6
A principios de siglo XX, se les llamaba “invertidos sexuales”, a los hombres afeminados/pasivos y
“pervertidos sexuales” a los hombres agresivos/activos (cuya masculinidad nunca estuvo en entredicho).
También se usaba el término “pederasta” para los hombres y “sáficas” para las mujeres que tenían sexo con
otras mujeres.

12
Los delincuentes constituían una clase identificable, entre cuyos rasgos distintivos
figuraban las tendencias homosexuales atávicas (Buffington, 1998). Las
desviaciones sexuales, a su vez, ponían en peligro el desarrollo nacional, político,
económico y social y socavaban la existencia misma de la nación, fomentando
uniones sexuales estériles (Buffington, 1998).

En términos generales, la aparición del discurso médico, sexológico y criminal y su


inexorable asociación a las desviaciones sexuales, marcó una ruptura en términos
de significados y representaciones sociales de las prácticas homoeróticas hasta
entonces conocidas. El discurso criminal sobre la homosexualidad, no sólo
provocó un efecto panóptico sobre las amistades profundas entre hombres y sobre
los sitios de reunión de éstos, sino que quedó incorporado en buena parte de los
códigos penales de la región. En Colombia hasta 1936 la homosexualidad estuvo
tipificada como delito, a partir de allí se despenalizan las prácticas homosexuales
entre mayores de 14 años hasta que en 1981 desaparece de nuestro
ordenamiento jurídico.

Coordenadas para una historia de la (homo)sexualidad en Manizales, 1921-


1985.

Adelantar la revisión documental que permitiera entender las representaciones


sociales que sobre la (homo)sexualidad tenía la población de Manizales, obedeció
a la aplicación rigurosa del enfoque biográfico7 en el marco del macro proyecto de
investigación Biografías socio-sexuales en varones y mujeres con prácticas
homoeróticas en el Eje Cafetero Colombiano (Gallego, et al, 2013), cofinanciado
por Colciencias con apoyo de la Universidad de Caldas. El uso del enfoque
biográfico implica la articulación compleja de tres dimensiones de tiempo: el
tiempo histórico, el tiempo social y el tiempo individual; el tiempo histórico
corresponde a eventos de larga duración (Braudel, 1970), que en nuestro caso

7
Entiendo por enfoque biográfico “El uso sistemático y colección de documentos vitales, los cuales describen
momentos y puntos de inflexión en la vida de los individuos. Estos documentos incluyen autobiografías,
biografías, diarios, cartas, historias y relatos de vida, crónicas de experiencias personales” Denzin (1989). Y
las encuestas biográficas.

13
particular se sedimenta en las representaciones sociales que sobre la sexualidad
tiene un población específica en un contexto particular, estas constituyen nuestra
herencia, a modo de categorías y nominaciones, para designar y calificar las
prácticas sexuales; el periodo seleccionado fue 1921-19858. La primera
coordenada corresponde al año de fundación del periódico y el punto de partida al
registro cotidiano y sistemático de los hechos de la ciudad en su máxima
expresión, el de cierre coincide con la muerte violenta en 1981 de la travesti más
famosa de Manizales llamada Estrella y la irrupción del VIH-SIDA (1984) y los
reportes de los primeros casos en Manizales y el Eje Cafetero.

El tiempo social se construye en la interacción cotidiana y está determinado en la


investigación a partir del advenimiento del VIH/SIDA en la zona del Eje cafetero a
partir de 1985 y hasta el momento de la investigación, el año 2011; en el tiempo
social fue posible identificar los cambios que la pandemia promovió en las formas
cotidianas de la sexualidad. Y finalmente, el tiempo individual que es mi propia
biografía, la cual puede leerse de manera individual a modo de historia o historias
de vida o hacerse de manera agrupada en un conjunto de biografías para
comprender patrones de comportamiento sexual por cohortes de entrevistados.
Esta última ruta fue la seleccionada para abordar y entretejer la macro-
investigación.

A continuación y en concordancia con el enfoque biográfico se presenta el tiempo


histórico, contexto en el cual pueden comprenderse las coordenadas de la
(homo)sexualidad en la ciudad de Manizales; para ello se adelantó una revisión en
prensa en el periódico “La Patria” entre los años 1921-1985. En términos
documentales se aprecia que desde los años veinte hasta los sesenta del siglo XX
pocas referencias explícitas se hacía a la sexualidad en la Prensa y cuando se
mencionaba, estaba asociada con la pérdida de la moral y con un llamado a

8
Si bien se reconoce que la larga duración corresponde a aquellas estructuras sociales que se
mantienen permanentes por años y que cambian muy lentamente, se hace uso del término en tanto
el periodo analizado conserva aún nominaciones y representaciones históricas, estructurales,
sobre las formas como las sociedades entendieron y representaron la (homo)sexualidad.

14
retomar las buenas costumbres. La criminalidad era un elemento consustancial al
relato, no sólo por su relación con la delincuencia sino también por la transgresión
del orden de género con claras referencias implícitas al degeneramiento y la
depravación.

No obstante este llamado que hacía la prensa, debe advertirse que la primera obra
completamente homoerótica escrita en Colombia Por los caminos de Sodoma, de
autoría de Sir Edgar Dixon (Bernardo Arias Trujillo), publicada en 1932, es
concebida en Manizales, una ciudad que para la época contaba con 100 mil
habitantes, una villa de tierra fría en lo alto de los Andes Colombianos. Por los
caminos de Sodoma y otras obras escritas durante los años 70´s y 80´s del siglo
XX indican que las relaciones erótico-afectivas entre hombres si fueron
problematizadas en el Eje Cafetero, como también ocurrió en México (Gallego,
2010; Nuñez, 1999), Estados Unidos (Chauncey, 1994) y Europa (Foucault, 1976).
En casi todas las situaciones las relaciones eróticas y afectivas entre varones
suceden de manera sórdida y en ambientes cuyas características desprestigian
tanto a los actores como a las mismas prácticas sexuales, se tratan de espacios
físicamente miserables y abyectos, actores lúgubres y realidades cicateras.

Las alusiones directas al safismo, lesbianismo o amor erótico entre mujeres no fue
una situación que se nombrara en el Eje Cafetero, constituyen una representación
ausente, ni que decir del transgenerismo en su expresión más amplia que solo
hizo su presencia en la prensa de la región desde mediados de los años setenta
del siglo XX. El cuerpo travesti emerge con relatos e historias de suplantación de
mujeres, historias del tercer sexo y crímenes en las llamadas zonas de tolerancia.
Las narraciones de lo travesti en la prensa reiteran la constante confusión entre
prácticas homoeróticas e identidades de género asociando homosexualidad con
quiebres a la identidad de género. El homosexual es el travesti, el que quiere ser
o actúa como una mujer, el amanerado.

15
El emparejamiento entre personas del mismo sexo es el gran ausente de este
recorrido. Si nominar lo homosexual, lo travesti fue complejo para la sociedad
Manizaleña, el emparejamiento es lo abyecto, lo impensable, lo irrepresentable. Si
bien en México y otras sociedades latinoamericanas existía, desde los años
sesenta, una literatura que enunciaba el emparejamiento (Gallego, 2010), en la
zona cafetera, y tal vez en el país en general, poca referencia se hacía al asunto.
El emparejamiento entre personas del mismo sexo, o como le denominamos gay o
lésbico, es una situación narrada de los años ochenta en adelante.

Vida cotidiana y representaciones sociales9 en torno al homoerotismo en el


Gran Caldas: 1921-198510

Para el año 1905, tras la división territorial introducida en el parlamento por el


General Rafael Reyes, Colombia implantó una nueva división territorial del país y
con ella se crea el departamento de Caldas, con capital Manizales, ciudad en la
que es fundado el Periódico “La Patria” en el año 1921. Entre los años 1922 y
1926 la ciudad de Manizales se perfilaba como centro social y cultural del Gran
Caldas, desde allí se impartían directrices políticas y económicas hacia los
poblados de Pereira y Armenia. El periódico “La Patria” se concentró en divulgar
la información y ser el faro de debate de los asuntos del Eje Cafetero, con un tinte
conservador.

Los incendios que en los años veinte del siglo pasado causaron estragos en la
ciudad, frenando su desarrollo económico, social y cultural, captaron la atención

9
Las representaciones sociales son “formas de conocimiento del sentido común propio a las sociedades
modernas bombardeadas constantemente de información a través de los medios de comunicación de masas
(...) en sus contenidos encontramos sin dificultad la expresión de valores, actitudes, creencias y opiniones,
cuya sustancia es regulada por las normas sociales de cada colectividad. Al abordarlas tal cual ellas se
manifiestan en el discurso espontáneo, nos resultan de gran utilidad para comprender los significados, los
símbolos y formas de interpretación que los seres humanos utilizan en el manejo de los objetos que pueblan
su realidad inmediata” (Banchs 1986:39)
10
Este apartado se enmarca en la propuesta de tesis “las Representaciones sociales del homoerotismo en el
Gran Caldas colombiano entre los años 1920 y 1985”, para la Maestría en Estudios de Familia y Desarrollo
adelantado por la estudiante Adriana María Galvis, quien estuvo vinculada durante su formación como
becaria a la investigación Biografías socio-sexuales en varones y mujeres con prácticas homoeróticas,
liderada por el grupo Colectivo Estudios de Familia, Universidad de Caldas. Agradecemos a la magister el
compartir parte de su material y archivo gráfico.

16
de este diario. En los pueblos en que no se hablaba del tema, la cotidianidad
transcurría y fue impresa entre ofertas de paños, celebraciones de misa, anuncios
de viaje por las trochas y carreteras colombianas y algún delito representado
generalmente en homicidio que debía ser castigado. Se resalta la fuerte influencia
europea en el comercio, la arquitectura y las ideas.

Entre los años 1930 – 1940 por las páginas del Periódico “La Patria” se deslizan
las ya importantes campañas políticas al lado de los reinados que empezaban a
aparecer pálidamente en el paisaje. La modificación arquitectónica y urbana de las
ciudades centrales, Manizales, Pereira y Armenia, alcanzando protagonismo la
reconstrucción de la ciudad capital, paralelo a ello numerosos anuncios del sector
agro que ilustra la floreciente economía cafetera, con su manifiesta y creciente
actividad comercial; situación que socialmente se hallaba ilustrada en el inicio de
las edificaciones republicanas, construidas muchas de ellas en esta época.
Muestra de ello fue la construcción de la Catedral Basílica en Manizales, espacio
al que el periódico realizó un seguimiento asiduo, que como símbolo permite
comprender los cimientos de la idiosincrasia gran caldense, atada a lo religioso
como emblema de crecimiento y progreso.

Este bosquejo de confirmación de ciudad capital del Gran Caldas abre la


posibilidad de leer los acontecimientos que se generan en torno a la ciudad, a su
conformación y especialmente al importante papel de la institución religiosa en la
idiosincrasia de los pueblos, situación que permite por demás leer entre líneas la
cosmovisión de la población en pequeñas ciudades de mayoría campesina; podría
afirmarse que la mayoría de estas personas tenían una precaria lectura del mundo
moldeada por la iglesia y sus concepciones, por lo que la sexualidad en su marco
cultural aparece representada por la moral cristiana y como fuente exclusiva de
reproducción y pecado.

La delimitación del campo de acción y pensamiento de la sexualidad en la vida de


la gente, explica también la inexistencia de artículos periodísticos que mencionen

17
el tema; se nominan los matrimonios, los nacimientos y los bautizos, las formas
institucionales en las que la iglesia permitía la sexualidad, lo “demás”, lo que no
estuviera en esa estrecha franja de posibilidades estaba también al margen de las
buenas costumbres, por ende fuera de las posibilidades de la prensa institucional
que representa el periódico “La Patria”.

La estrategia del silenciamiento del homoerotismo en la prensa es un recurso que


se entiende para preservar el orden, la moral y las buenas costumbres. Cuando
se hace mención aparece en el lugar de las páginas sociales y judiciales, siempre
asociado a la criminalidad del atraco, pero también a la criminalidad que implica la
transgresión del orden de género, del orden natural de las cosas, la referencia
implícita al degeneramiento y la depravación. Los años sesenta del siglo XX
constituyen un parte aguas, tal vez como antesala a lo sucedido a finales de esta
década donde surgen cualquier cantidad de movimientos sociales, entre ellos el
de liberación homosexual.

Las palabras usadas en los diferentes artículos hablan de la representación de la


homosexualidad en el imaginario social, puesto que la prensa cumple un papel
deóntico en medio de una cultura y una época. Desde allí, parafraseando a
Foucault (1978), es posible decir que el poder produce ideales, contribuye a
difundir imaginarios y presenta perpendicularmente su propia exégesis, de esta

18
manera la prensa se convierte en un medio desde el que se crean imaginarios y
se difunden maneras de pensar, normalizar y leer los sujetos que conforman la
sociedad, y se asegura la futura normalización de los individuos que se formen en
esas coordenadas.

Según Foucault (1978), los artículos de prensa representan relaciones sociales,


pues no hay ningún artículo que pueda ser considerado neutral u objetivo, por el
contrario todos dan muestra de un repudio silente, de una normalización moral, de
un miedo soterrado al momento de acercarse a cada uno de los sujetos o hechos,
cada artículo traza en torno de sí mismo una constricción moral que puede leerse
como un distanciamiento de quien escribe con respecto a la realidad que enuncia;
la prensa no solamente ofrece una imagen sobre los sujetos que significa, sino
que se extiende para crear imaginarios socio-políticos de los mismos.

El siguiente texto del período “La Patria” en su edición 13773, del jueves 16 de
mayo de 1963, recoge lo acá discutido,

En la calle 21, carreras 17 y 18 se vienen sucediendo en forma


continua actos bochornosos

“Actos bochornosos son los que se vienen sucediendo de continuo en los


establecimientos que ciertas personas han dado a llamar hoteles. (…)
Anoche se presentó a la inspección de Permanencia el señor Marino
Morales, quien manifestó que estando en el hotel Gloria (…) fue atracado
por dos mujeres de vida licenciosa, una de las cuales le propinó un fuerte
varillazo en la espalda. Sindica del atentado a Martha N. quien parece que
huyó. Y ahora que hablamos de estos casos es bueno recordar a las
autoridades locales que la calle 21 entre las carreras que nos venimos
refiriendo se ha convertido en la peor lacra de la ciudad. En las horas de la
noche transitan por allí las gentes del hampa. En los negocios denominados
hoteles los que en verdad son casas de prostitución, proliferan ladrones,

19
mujeres de 0 en conducta, marihuanos, elementos considerados como
pervertidos sexuales.
Ahora solo se espera que las autoridades encargadas de conservar la
moral pongan manos en el asunto.”

Es pertinente hacer hincapié en el papel que tiene el periodista y la “importancia”


que este le atribuye a las situaciones y detalles estructurales del texto, puesto que
de allí depende la lectura que el lector común, externo, elabora a cerca del
homosexualismo en la sociedad del Gran Caldas en estos años, además, permite
realizar interpretaciones sobre los espacios temporales en los que hay ausencia
de información en la prensa local. Quien nombra confiere significado, entonces, la
imagen de sentido no la crea sólo quien nombra, sino lo nombrado y aún el mismo
nombre. Por lo tanto, “Un enunciado es siempre un acontecimiento que ni la
lengua ni el sentido pueden agotar por completo […] porque está siempre ligado
con situaciones que lo provocan y con consecuencias que el mismo incita”
(Foucault, 1978: 46).

En este caso, el artículo no tiene una referencia hacia el homosexualismo de


manera directa, sino que habla de “pervertidos sexuales”, a quienes ubica al lado
de personas desprestigiadas social y moralmente y a quienes atribuye vicios y
daño público, no solo de orden moral sino económico.

Al final el autor dice, a manera de petición, que espera que las autoridades se
encarguen del “asunto”. Lo no nombrado, lo abyecto, lo sucio, aquello que no
puede ni debe ser nombrado aparece allí a medias tintas en un claro oscuro
reclamando la luz pública y la autoridad, un llamado a la moral.

Aparece también para la época un llamamiento desde el periódico a la moral y al


control y un combate frontal a la pornografía y la depravación; un par de artículos
hallados en la edición 14140 del 2 de Junio de 1964 y 14143 del Junio 5 del
mismo año referido para Calarcá, Quindío, así lo deja entrever:

20
21
Homosexual identificado? (Sábado 21 de mayo de 1966. Periódico La
Patria, Edición 14822)

De igual manera, la noticia aparecida el día martes 11 de julio de 1972 (edición


17272) trasmite un solo mensaje, los homosexuales no son personas, son
elementos, con estatus de cosas u objetos, gráficamente llamarlos elementos en
lugar de personas, seres humanos o sujetos permite al columnista tomar distancia,
separarse cautelosamente sin ser tocado, tomarlos con pinzas para hablar de
ellos, sin ser asociado. “Elementos homosexuales” ya es una categoría más
explícita que permite hacer una relación real con el campo semántico al que se

22
refiere el columnista, permite comprender en medio del contexto por qué ese
“elemento” es “homosexual”, distinto al resto, al conjunto social.

La permanente confusión de las prácticas sexuales con las identidades de


género. La presencia del trasvestismo en la prensa de Manizales.

Para los años 70 del siglo XX aparece en las páginas del periódico “La Patria” ya
no sólo una relación explícita a la sexualidad y la homosexualidad criminal, sino
que nuevas rupturas en el horizonte moral hacen evidente un nuevo sujeto, el
travesti (ver fotografía edición 17262). Representar algo es describirlo o dibujarlo,
llamarlo a la mente mediante una descripción, retrato o imaginación; poner una
semejanza de ello delante de nuestra mente o de los sentidos (Hall, 1997). La
figura del travesti –siempre de varones feminizados- debía ser representada.

Sábado 1 de junio de 1972. Periódico “La Patria”, edición 17262

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Desde finales de los años sesenta del siglo XX se venía reportando en la prensa la
presencia de travestis en países de América Latina y otras ciudades, pero poco se
hablaba del tema en el Eje Cafetero. En la edición 15077 del martes 14 de Febrero
de 1967, un titular en las páginas sociales pone de manifiesto este asunto. El
texto es rico en detalles de la suplantación, de relatos de verdad, autoridad del
aparato médico para definir el “sexo verdadero”, la verdad del sexo, un texto en
semejanza con lo descrito por Foucault (1985) para la Herculine Barbin llamada
Alexina (1985) de la Francia de finales del siglo XIX.

“Un varón suplanta bella y hermosa joven venezolana”

Las autoridades descubrieron a un varón que durante muchos años


venía simulando pertenecer al sexo femenino. El varón lucía con garbo
trajes femeninos y actuaba con modales de una joven de unos 25 años
de edad. Esta dama engañó a todos, incluso a su novio, con quien
mantenía relaciones amistosas, y el que incluso había proyectado
pedirla como esposa.

La noticia de este hombre-mujer tuvo extraordinaria publicidad, y


despertó el interés de las autoridades a raíz de una denuncia
presentada ante un juzgado por un individuo de la población.
Demanda por “engaño” contra “Josefa” o José Romero, a quien
denunció como hombre disfrazado de mujer, que lo había hecho
víctima de engaño al afirmarle que era una dama. Al iniciarse las
investigaciones fue detenida la “acusada”, o mejor dicho, el acusado, y
previos exámenes médicos de rigor, se confirmó que se trataba
realmente de un varón.

Pero las investigaciones posteriores han revelado un extraño caso,


aquella “dama” que figuraba con el nombre de Josefa Romero, era
muy conocida en la localidad y durante muchos años desempeñó sus
funciones de mesonera o garzona en un restaurante donde afirmaron
que era reconocida por su buena conducta y seriedad. Pero tarde o
temprano habría de descubrirse su verdadero sexo.

Como ocurrió cuando se le presentó un admirador que convencido de


su feminidad, llegó incluso a proponerle matrimonio. Por razones
circunstanciales, el admirador descubrió que era un hombre, ofendido
por esto, interpuso inmediatamente demanda ante la justicia.

De esta manera el secreto que guardaba celosamente José Romero


se hizo público, y el caso comenzó a ser nombrado en todos los tonos
por el público que interiorizó los detalles por las crónicas publicadas en
los diarios y revistas.

Ahora son los médicos los que han intervenido en este asunto, porque
parece tratarse de un caso de ambigüedad sexual, y el individuo que
durante años se ha posesionado mentalmente de tal manera de su
aparente sexo, que ahora se limita a pedir intervención médica para
convertirse definitivamente en mujer. Mientras tanto él debe
permanecer en la cárcel, no solo acusado de engaño, sino también de
perversión y suplantación de personalidad.

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En el año 1972, aparece en la edición 17155 del lunes 13 de marzo, un artículo
interesante de la columnista Olinda Zapata Alvarez “El tercer sexo”. Allí comenta
que poco está de acuerdo con los cambios que implican el tercer sexo y no tienen
una verdadera filosofía (…) “Los (las) del tercer sexo nos acecharon con sus
opiniones tan ambiguas como: las mujeres les tenemos envidia, ellos (ellas) se
maquillan mejor, que su estatura aunque otras medidas no, son muy acordes y
bien recibidas en reinados de belleza. En fin una serie de eficiencias. Nosotras las
mujeres que pertenecemos a un sexo tan antiguo como el sexo masculino no nos
alardeamos tanto, aunque si vemos con tristeza como ellos (los hombres) dejan
sus normales actividades”. Describe como los(as) del tercer sexo participan en
desfiles, reinados de belleza y como modelos en agencias publicitarias. En sí es
un artículo que marca la presencia social del trasvestismo en nuestra sociedad.

25
No obstante, existían lugares para la presencia cotidiana de las travestis, la zonas
de tolerancia que permitían un confinamiento al lado de prostitutas y trabajadoras
sexuales. La zona de tolerancia, como espacio de socialización, es la estrategia
legal que en cierta medida permitió la apertura de una franja social al margen de la
homofobia, del despojamiento vivido en los espacios públicos, del excesivo control
policiaco y en general de la exclusión social justificada en la dicotomía
natural/antinatural que ronda la vida cotidiana. Si bien el travestismo no es una
expresión propia de la homosexualidad, si es un eje en torno del cual han girado
los imaginarios sobre homoerotismo, en la medida en que el travesti cruza la
frontera del género, y rompe de manera definitiva la idea del hombre varonil
heterosexual, además cambia, se trasforma, se trasmuta de una identidad
genérica a otra, esa franja de ambigüedad, su constante movilidad deja un espacio
para la confusión del otro que valora y juzga las prácticas y apariencias
(Bourdieu,1990:280:288).

Dentro de los espacios existían dos clasificaciones, los abiertos como el bar de la
Estrella, en Arenales, donde podían acudir los curiosos y en los que se presentan
las mayores tensiones sociales, y los espacios cerrados, donde solo se podía
entrar con una invitación previa.

Con respecto a los lugares cerrados, el cuento Alberto y su colección de zapatos


de Carlos Marín (2001), ilustra de manera contundente la dinámica de uno de los
bares emblemáticos de la zona de Arenales, tal como se evidencia en el siguiente
fragmento:

Las fiestas comenzaban en su bar o cantina, con música adolorida de


tangos, milongas y boleros. (…) ya en las horas del amanecer, cuando
había que bajar el ruido, la fiesta se volvía privada, y Alberto hacia pasar a
sus invitados especiales a su residencia, donde la música era suave y
clásica: Bach, Beethoven, Mozart (…) La vulgar cerveza se convertía en
vinos, chapañas.. y el oloroso chicarrón o chorizo callejero, era

26
reemplazado por el salmón, el caviar y el jamón serrano… (Marín, 2001:
90).

Según Carlos Eduardo Marín, “en Arenales acudían hombres para disfrutar los
goces del licor y la carne, a espaldas de sus hogares y de la mojigatería de
entonces. Allí acudían todos los varones ilustres y no tan ilustres a dar rienda
suelta a su hipocresía… porque había sitio para todos los gustos, de todas las
categorías y para todos los bolsillos” (89)

Manizales, especialmente en Arenales, tuvo a Estrella y su bar como una de las


más representantivas del travestismo criollo. El periódico La Patria, en su edición
21267 del 25 de septiembre de 1981 relata lo sucedido con la muerte de Estrella.

“Media Luna” mató a “Estrella”

De dos cuchilladas que le interesaron el corazón fue muerto un conocido homosexual de esta capital, en un
sector del Barrio Arenales”.
El CASO
Por circunstancias aún no determinadas, Nelson Hidalgo y un compañero de trabajo identificado solo como
“media luna” sostuvieron una discusión que se prolongó por varios minutos.
Según se dijo en medios allegados a la residencia donde se registraron los hechos, Hidalgo había
amenazado varias veces a media luna, ya que dizque era bastante problemático cuando se hallaba
embriagado.
LO MATAN
Hidalgo, un individuo de 35 años, era conocido en su medio como “Estrella” y por varias veces estuvo
retenido por lesiones personales. Media Luna conociendo la peligrosidad de su compañero, aprovechó que
se durmiera y así le propino las dos lesiones que más tarde le ocasionaran la muerte
SE FUGA DEL HOSPITAL
Nelson Hidalgo, “Estrella” fue conducido al Hospital Universitario de Caldas, y cuando era intervenido
quirúrgicamente, se fugó del centro asistencial, ante la mirada atónita de los médicos de turno.
Allí, según indicaron quienes estaban cerca, expreso que “no tengo nada” en su carrera tomo la avenida
paralela, donde cayó ya agonizante. En este nuevo estado fue llevado de nuevo al hospital, donde dejó de
existir a los pocos segundos.
LEVANTAMIENTO
Las diligencias de rigor las adelantó la policía judicial en asocio con otros funcionarios. Un juez 27 de
instrucción se hizo cargo de la correspondiente investigación.
Una estrella que se apaga

“El tema del día ha sido el famoso travesti “La Media Luna”, que se encuentra sometido a juicio por haber dado a muerte al
legendario personaje “la estrella”. Estos dos personajes han dado suficiente con que enriquecer la novelística y la historia de
la ciudad.

Con la muerte de “La Estrella”(…) es el final del famoso sitio de prostitución, del famosos sitio conocido como “Arenales” y que
fue en sus mejores tiempos vivero del hampa, malevaje, tangos, cuchillas, traiciones.

La vida de la zona era espectacular, luces, bailaderos y las señoritingas con sus zapatos rojos de tacón puntilla y sus
candongas de plástico y sus vestidos de zaraza. Mujeres de la vida y de la muerte en la orgía desenfrenada de la prostitución
autorizada.

Mundo de canarreos, espinas, ratas y tinieblos calandracos. Hoy es otro mundo, gente humilde, buena, habita ese mundo
que antes fuera el reino de las emperatrices del mercado del amor.
(…..)
Solo Libaniel, el famoso dueño del bar “Gay” más antiguo y tradicional todavía mantiene “la moral en alto”, hoy ese famoso
sitio de homosexuales se ha convertido en un sitio “in” frecuentado por lo más “caché” del set “frisolero”, Gentecita que se
viste como para ir al estudio 54 en New York. Libaniel le ha metido orquesta y lo que era un sitio gay se ha convertido en un
bar con mucha “gente de dedo parado etc.”

De toda esta historia que es larga y que no terminaría de contarla, se desprende la imagen única, fatal, sublime, vampiresa:
Estrella Hidalgo, una vida de fantasía, de espectáculo cinematográfico muerta gracias a la pericia de media luna que pudo
aventajar a su muestra en estos asuntos de muerte.

La gente se ha botado con curiosidad morbosa a conocer La Media Luna y por eso hoy el Palacio Nacional ha vivido un agite
desusado para sus juicios regulares. Mas no es lo mismo que Pedro mate a Juan, que media Luna mate a un mito cuya
sombra y recuerdo recorre los prostíbulos, las callejuelas, las crónicas rojas y las conciencias de todos aquellos que tuvieron
alguna vez que conocer a la estrella, que por gracia de la historia natural de los pueblos pasa a formar parte de los mitos y
leyendas necesarios.

Cuando los jueces determinen el veredicto a la media luna, se estará de esta manera y en forma simbólica cerrando el último
caso de la zona de tolerancia más importante que tuvo el imperio del café. Hoy en día la prostitución se ejerce en las partes
aledañas a la alcaldía, en los moteles, por la plaza de toros, en el parque caldas…en todas partes y salimos más rápido. La
prostitución es la prostitución, se ejerza en una casa de citas o en un motel.

Como detalle curioso, fue imposible entrar a la sala donde se estaba celebrando el proceso contra La Media Luna, de lejos y
con mucha dificultad le vimos unas gafas de color amarillo, un collar de artesanía, tal vez elaborado con dientes de algún
animal, una blusa en “ye” y una chaqueta puesta encima de los hombros, con mucha coquetería. Slacks, no pude ver si iba de
zapatos de tacón porque no alcancé por la multitud, a detallar otros aspectos, el calor era insoportable y mejor me fui a tomar
aire fresco. La sala se encontraba atestada de estudiantes, médicos, abogados, curiosos, travestis, estudiantes de derecho,
travestis, homosexuales y más travestis, se fueron las amigas de la finada Estrella y naturalmente las íntimas de La Media
Luna. Siglo XX cambalache.”

28
El juicio fue seguido de cerca por la prensa local, y con lujo de detalles se describe
la vida de Estrella y Media Luna, del lugar llamado Arenales, de Libaniel y su
nuevo sitio “gay”, y el fin de una era en esta zona de la ciudad, situación que
efectivamente sucedió con el paso del tiempo.

La vida y muerte de Estrella fue recreada en cuentos y novelas, casi a nivel de


mito; el siguiente texto, tomado de “cuentos vernáculos, versión para hipócritas”
(1996) relata a modo de juicio, y mediante un cuento la vida de estrella Hidalgo,
contada por su agresora y asesina “La Medialuna”:

Si señor juez y señores del jurado, mi nombre es como lo leyó el secretario


y juro por mi dios nuestro señor decir la verdad y solamente la verdad. Lo
contaré todo. Absolutamente todo. (…)Desde el principio desde que la
conocí hasta que la maté. Si yo la maté, y si volviera a nacer la volvería a
matar. No estoy arrepentida y gustosa me iré a pagarla en resto de mi vida
a la cana. (…) porque no lo hice por mala ni por envidia, ni por venganza.
Lo hice por miedo, por pánico, para defenderme, pues si no la mato, la que
estaba sentada aquí era ella y la enterrada yo.

Las puñaladas por la espalda no son traición, ni cobardía, fueron en honor a


sus virtudes. Era perversa, cruel, nos humillaba, nos golpeaba, se creía la
reina, la más divina. La odiábamos, la temíamos, pero también la
admirábamos, la veíamos como una diosa. Nos moríamos de miedo ante su
presencia, temblábamos, perdíamos el habla, nos mojábamos en los
calzoncitos.

Perdóneme si no puedo hablar de otra manera, pero yo soy mujer, siempre


lo he sido. Era como ella, más mujer que todas las mujeres. No soy
hombre, ni recuerdo haber sido hombre, no entiendo eso de hombres y
mujeres. Soy como ella una hembra con falo equivocado y con senos

29
ficticios duros que se pueden poner y quitar, rellenos de medias de seda y
espuma.

Cuando llegue a Arenales, ella ya era la reina de la zona, yo venía de


Armenia y Pereira, echada por la policía, pues allí había mucha
competencia y nuestra presencia en las calles ofendía los ojos hipócritas de
la sociedad cafetera. (…) Me bautizaron la media luna, por una cortada que
le hice a un tombo en la mejilla con mi Yillete, cuando me conejió un polvo.
Lunita me decían las compañeras de la calle, locas y putas, con quienes
compartía mis días, mis noches y con quienes le arrebataba los machos
para no morirme de hambre. (…) trabajé en la casa de citas de Omaira
Osorio, (…) por ella conocí a la rascacielos, la mujer más grande que he
visto, media dos metros sin tacones. (…) Nos hicimos íntimas, nos
ayudábamos a arreglarnos, a peinarnos, a maquillarnos, a conseguir
machos, a atracarlos.

(…) Por ella viaje para Arenales, pues ella hacia fichas en “El cabaret de las
Estrellas”, de propiedad, creo que de la propia Estrella Hidalgo. Allí
trabajaban de planta su hermana, también vestida, la muda, la pizca,
manuela, “La Taylor”, “La sortilegio”, y “La rascacielos”. En un principio le
caí bien a “La Estrella”, nos hicimos amigas, me encantó su estilo, estaba
vestida de rojo de traje largo muy ceñido, guantes, medias, y zapatos
negros, peluca rubia, pestañas largas como tarántulas, la boca roja como
una manzana, coronada con diadema de brillantes, oliendo a “intimite” de
“revlon”, a polvo flores de liza y a sahumerio. (…) Estaba tomándose una
copa en la barra, su lugar favorito, siempre llevaba una a medio llenar,
donde quiera que estuviera. No era muy bebedora para que no le cogieran
ventaja cuando estaba trabajando, pero cuando estaba triste se
emborrachaba sola y se revolcaba como una perdida.

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- Hola, me dijo, “La rasca” habla bien de vos. Que sos regia. Bienvenida a
mi reino y a mi corte. Se acercó y me dio un beso en la mejilla. Esa noche
bailamos casi hasta el amanecer con los clientes y cuando quedamos solas
las del negocio, nos pusimos a barrer el bailadero, a tender las camas
revolcadas, a lavar vasos y recoger botellas. Casi a las siete de la mañana
nos fuimos a dormir.

La estrella me invito a compartir su cuarto, todo era rojo, la luz, las cortinas,
los muebles, el edredón de la cama. Tenía espejos por todas partes, hasta
en el cielo raso. Flores de plástico gigantescas, y una grandiosa colección
de lociones. Perfumes, maquillajes, pestañas, pelucas, y lo que más me
impresiono, su increíble guardarropa lleno de vestidos de fiesta; plenos de
lentejuelas, canutillos, bordados brillantes. Infinidad de zapatos, mallas,
chales, mantones, pieles, de todo; era el vestuario de una reina. No
dormimos, se sentó a verme, maravillada y alcahueta, midiéndome sus
cosas dijo: -si te manejas bien te presto trapos y hasta te regalo los que ya
no me pongo, porque vos si pareces vestida por tus enemigas, mijita.

Congeniamos de tal manera que me organizo pieza sola en la parte trasera


de la casa, derecho que solo adquirían las intimas y las que más plata
producían. Las otras dormían en el cuarto de las muchachas, como se le
decía a la pocilga que funciona en la parte alta del cabaret.

Los primeros tiempos, para que lo voy a negar, fueron buenos, regia
comida, hecha por su hermana la muda, fichas pagadas al cobro y pocas
problemas con la clientela, pues había una solidaridad absoluta para
defendernos, esconder lo robado y cobrar lo debido por trago y catre. Nadie
salía sin pagar y sin perder al menos su reloj, su billetera o sus joyas.
Estrella era experta carterista y vaciaba bolsillos bailando sin necesidad de
empelotar al cliente.

31
Claro que había invitados especiales a los que se trataba con consideración
por su rango y fortuna., ellos nos daban sus billetes a chorros y estrella
personalmente los atendía. Nosotros teníamos el encargo de cuidarlos.
Eran sus protectores y a ellos acudíamos cuando habían problemas, no
estoy segura, pero oía decir que eran políticos como gobernadores,
alcaldes, senadores y gentes de esas que salen en las noticias. Otra gente
de trato especial eran los policías, nos acosaban, nos bebían, nos pedían
dinero, cigarrillos, marihuana; Estrella los manejaba de manera especial, a
los tenientes los seducía, los hacía volver al amanecer, los domaba, los
desnudaba, los vestía con sus ropas y ella se ponía sus botas, sus pistolas
y sus kepis y los montaba, porque ella casi siempre montaba a su clientela,
la buscaban para eso, era brutal, mala, y gozaba con el dolor y el miedo
ajeno.

Se decían muchas cosas de ella, cuentan que cuando tenía 15 años se


enfrentó a su hermana la travesti por unos tacones de la madre. Ésta trato
de separarlas y Estrella la tiro por las escalas en donde se desnuco y a la
hermana la cortó en la garganta dejándola muda. Dicen …

Cuando Estrella estaba sobria y de buen genio, conversábamos mucho, me


contaba de su infancia, de su familia desgraciada, de sus amores
frustrados, del odio que le inspiraba el notablato y la aristocracia local
envanecida cuando conocía sus miserias, sus malos polvos, sus eternas e
hipócritas inhibiciones pero que se podía esperar de una gente convertida
de sencillos campesinos y arrieros a hombres de ciudad o de salteadores a
nobles y linajudos patricios. De buena gana se reía de los apellidos
encumbrados en la crónica local y se jactaba de haber montado a tres
gobernadores,un alcalde, varios caballeros de Malta, otros tantos
presidentes de la congregación mariana, a varios curas, párrocos, a un
centenar de socios del club Manizales y a varios miembros del congreso
nacional.

32
Y era de creerle, pues ella guardaba cuidadosamente de cada personaje
algo que lo identificaba, pues sostenía que uno nunca sabe cuándo va a
necesitar a la gente para bien o para mal.

El martes 27 de septiembre, de 1981, Estrella se amaneció bebiendo con el


teniente Villegas, como a las 7 de la mañana el salió de su cuarto
poniéndoles los pantalones y recuerdo bien que dejó los calzoncillos tirados
en un rincón hechos un desastre para que en el cuartel no se enteraran de
lo que había estado haciendo. La Estrella somnolienta le dijo desde la
puerta que le abriera y que la llamara a las tres de la tarde para poder ir al
banco, pues había que surtir el bar. Esperé a que se durmiera, ella no
cerraba con tranca su puerta, sino cuando estaba ocupada. Tosí tres veces
a ver si me oía, roncaba plácidamente y boca abajo. Me acerque a la cama,
cogí impulso y con las dos manos comencé a acuchillarla tres veces,
cuatro, cinco veces, ya no recuerdo, despertó, salí corriendo y me escondí
en el cuarto de las muchachas, no gritaba la sentí caminar, se daba contra
las paredes, salió hasta la calle, llevaba un cuchillo en la mano, sangraba
mucho, alcanzó a llegar hasta donde Catalina y allí se desplomó, ésta llamó
a la ambulancia, al rato llegó y se la llevaron hasta el hospital, cuentan que
en urgencias se despertó y volvió a salir a buscarme. Decía, te voy a matar,
guaricha Media Luna. Solo a las tres de la tarde se murió. Nos dimos
cuenta porque a esa hora llegaron todas las putas, los maricas, los
travestis, los ladrones y tumbaron la puerta de su alcoba para llevarse todas
sus pertenencias, nada quedó de sus pelucas, sus joyas de fantasía, los
mantones, los vestidos de fiesta y los zapatos.

La metieron al cajón indignamente, no hubo un trapo decente para ponerle,


la velaron en una funeraria cercana. Al cementerio hubo desfile para darle
su adiós hasta el otro día. Desfilaron todos, amigos y enemigos. Había
muerto la tirana, la dictadora, la humilladora, unos se sentían liberados,

33
otros desprotegidos. La zona perdía su reina, su razón de ser. El entierro se
hizo en la iglesia de Cristo rey con la asistencia de no menos de cinco mil
personas y hubo escenas de histerismo en el “Cementerio de San
Esteban”, cuando la fueron a meter a la fosa común con el numero sección
156.

A mí solo me detuvieron tres días más tarde, pues no me movía de mi


escondite, “La Rascacielos” esperaba que nadie pudiera identificarme, pero
el carnicero habló y una enfermera del hospital conto que había oído a la
moribunda mencionarle nombre de la media luna. No quise huir. Me
entregué cuando llegaron a buscarme, no negué ni afirme, cuando me
preguntaron mentí, dije que no sabía nada, no quería confesar a pesar de
los golpes, de los baños de miaos y mierda que nos dieron esos
asquerosos perros policías. (…) Espero que me juzguen pronto y que
tengan piedad de mí, no soy mala, no soy delincuente ni criminal. (…) no sé
firmar. (Marín 1996)

La importancia de esta defensa radica en una serie de confesiones íntimas de un


travesti, donde “La media Luna” se explica, al tiempo que hace defensa de sí
misma, de su identidad, sus sentimientos, razones y espacios recogiendo
diferentes elementos, que podrían considerarse testimoniales, acerca de la vida
cotidiana de un travesti.

La versión de la declaración y aceptación de cargos fue elaborada por Carlos


Eduardo Marín, no obstante, releyendo los documentos de prensa, la obra de
teatro “La noche de la estrella invertida” escrita por Díaz, es posible encontrar una
serie de elementos de la realidad que se cruzan con el documento publicado en
modalidad literaria; “Estrella Hidalgo” recreada en crónicas y cuentos constituye
una importante fuente de información, dadas las grandes dificultades de ubicar
documentos, fuentes o registros sobre la vida de las travestis, en la época que
interesa constatar (1921-1985).

34
Manizales: cuna de pensadores y de la investigación sexológica.

Como parte de la conciencia contradictoria (Churchill, et al, 2012), de ambigüedad


discursiva frente a la sexualidad, la sociedad manizaleña ha sido pionera en el
concierto nacional con obras de literatura que narran de manera directa las
experiencias homoeróticas, Por los caminos de Sodoma (1932), y de hombres
pioneros que contribuyeron a la despenalización y despatologización de la
homosexualidad en los años 80´s y que años más tarde fueron fuente de
inspiración para movimientos sociales y académicos por la reivindicación de los
derechos de las minorías sexuales. El ensayista Ebel Botero y el Médico Helí
Álzate, desde los años 70, hicieron contribuciones significativas y marcaron la hoja
de ruta para trabajos posteriores.

Lunes 11 de agosto de 1980. Germán Ríos M. La patria 8B.

35
La homosexualidad no es una enfermedad”
El problema de la homosexualidad, si así puede considerarse- ha sido despojado en la última década del tabú y los
misterios que perjudicialmente lo revistieron durante siglos y hoy en día puede discutirse amplia y objetivamente en
cualquier ambiente, por cerrado y tradicionalista que este sea.
Ebel Botero fue siempre un ameno y buscado escritor y columnista que se ocupó de asuntos sociales, políticos y religiosos,
hasta que un buen día se marchó de Manizales su ciudad y radicado en Armenia, comenzó a preparar su libro sobre este
tema.
Invirtió cinco años en la recopilación de la bibliografía y la elaboración en si del libro, que salió recientemente al mercado
con el no muy sugestivo título de “Homofilia y Homofobia” el cual aborda con absoluta propiedad, todo el intríngulis social,
económico, político y hasta religioso de este tema, que por escalofriante y espinoso que sea no deja de ser interesante y de
vibrante actualidad.
Para empezar valdría la pena considerar si en realidad el homosexualismo es una enfermedad o lo que el escritor responde:
“la homo sexualidad no es una enfermedad por si misma porque no conlleva ningún tipo de patología. Si muchos
homosexuales sufren desarreglos emocionales, estos se deben al rechazo social milenario de la homosexualidad. El
homosexual que logra aceptarse plenamente y desculpabilizarce no sufre ni tiene por qué sufrir sino solo en cuanto se
sienta ridiculizado y humillado por la sociedad homofóbica”.
“Hoy en día las asociaciones de psicólogos y siquiatras en los países más desarrollados excluyen la homosexualidad por sí
misma de la lista de enfermedades mentales”
Casi que a fuerza de las circunstancias, la sociedad empieza a aceptar así sea a regañadientes, a los homosexuales,
quienes sin embargo, afrontan gravísimos problemas todavía de desadaptación y rechazo social. Sobre este punto, Ebel
Botero opina:
“La mayoría de los homosexuales se ven obligados a llevar una máscara permanente de heterosexualidad, a simular que
son heterosexuales”.
“Aunque el rechazo social está cambiando ligeramente, todavía en el fondo la sociedad no acepta al homosexual, lo
considera enfermo o depravado, lo ridiculiza, lo discrimina, laboralmente y lo obliga a conservar su máscara, hay un poco de
tolerancia pasiva, pero es la misma tolerancia que se muestra para los criminales, asesinos, ladrones, traficantes en
general”.
“Es innegable, que nuestra sociedad se mueve actualmente bajo parámetros autentica e irrefutablemente machistas y que
solo ahora la mujer comienza a obtener una serie de reivindicaciones sociales y laborales que antes se le negaban casi por
completo”.
Este es un punto que obligatoriamente hay que traerlo a este tema que nos viene ocupando y sobre el cual observa el
escritor: “la causa más profunda y remota de la anti homosexualidad es precisamente el machismo o androcracia que es el
sistema sociales de todas las sociedades de la tierra en los últimos 8.000 años”.
La interiorización de la mujer, que es la esencia del machismo, hace que se desprecie al homosexual masculino como si
fuera una mujer y a la homosexual femenina “dizque” porque usurpa el papel del varón dominador.
“se da una importancia exagerada al rol masculino y se desprecia todo lo femenino. El sistema machista ha comenzado a
ceder levemente en virtud del movimiento feminista, especialmente en las naciones industrializadas del mundo occidental,
pero todavía muchos varones que dicen no tener nada contra los homosexuales, sufren un enorme desengaño si sus
propios hijos varones resultan homosexuales”.
“hay una idea errónea que atribuye a los homosexuales masculinos debilidad de carácter, falta de entereza y otros atributos
que se consideran “femeninos”. La verdad es que la valentía está igualmente distribuida en ambos sexos y en las dos
tendencias sexuales. Lo mismo ocurre con la cobardía”.
“La mera orientación sexual no tiene nada que ver con el carácter según los sociólogos modernos”.
En su libro, Botero trae una tesis que aunque no es nueva, vale la pena discutir y analizar, en el sentido de que la
homosexualidad no es amoral socialmente. Esta premisa la explica así:
“Las actividades homosexuales mientras no estén rodeadas de circunstancias delictivas no le hacen daño a nadie ni a la
sociedad. Mientras no haya violencia, engaños, seducción de menores, coacción, escándalo, etc, los actos homosexuales
no solo no son malos, sino que a menudo contribuyen al progreso de la persona, sobre todo si van acompañados de amor,
mutua ayuda, emulación hacia el progreso, etc”.
Homosexuales prostitutos
A todas estas surge otro problema social, que también es analizado en el libro que acaba de publicar el Manizaleño Ebel
Botero y que hace relación con estos estrafalarios personajes que campean como sin pena y vergüenza por la calle,
vestidos de mujer “lobamente” adornados, para quienes pese a todo no pueden ocultar del todo que se trata en realidad de
“auténticos” varones.
A la postre son los mismos que copan por las noches, clubes especializados en homosexualismo, donde se comercia con
la carne, de idéntica manera a cuanto acontece en una casa de lenocinio.
Este asunto merece la siguiente consideración para Ebel Botero: “La miseria económica lleva a muchas personas a
prostituirse de muchas formas y una de ellas es la sexual. Así como en el campo heterosexual (hombre-mujer, mujer-
hombre) muchas mujeres se ven obligadas a comerciar con su cuerpo, también muchos hombres muchachos practican la
prostitución. Sin embargo en la inmensa mayoría de casos, los prostitutos homosexuales son verdaderos homosexuales que
disfrutan plenamente de la relación erótica. Casi nunca los prostitutos homosexuales son manejados por intermediarios o
proxenetas, sino que se entienden directamente con sus clientes, pero el rechazo social a la homosexualidad (lo que el libro
denomina homofobia) sirve de pretexto para que algunos prostitutos y la misma policía, exploten al homosexual mediante el
chantaje.
Precisamente en Gran Bretaña, cuando en 1967 se despenalizó la homosexualidad entre adultos consensuales, actuó así
principalmente por evitar el chantaje, la prostitución y las enfermedades venéreas. Cuando una sociedad acepta plenamente
la homosexualidad no criminal, se puede ver libre de estas tres lacras. En últimas, la responsable de la prostitución
masculina es la sociedad misma y no los homosexuales individualmente vistos.
El libro
“Con el libro busco ante todo esclarecer las situaciones sociales y morales de la cuestión homosexual. Busco que se levante
el tabú del silencio y se ventile libremente el tema. Que se haga justicia y se suspenda la opresión inhumana a los
homofilos. Busco comprensión, objetividad, y busco también que la auto represión del homosexual deje de engendrar
neurosis y conflictos internos que perpetúen diariamente en la sociedad, porque muchos homosexuales que se reprimen
totalmente por miedo al oprobio social, se entregan a la usura, la maledicencia, las intrigas y a otros males graves.

36

Homofilia y homofobia, es un texto de autoría de Ebel Botero, nativo de Manizales,
que fue publicado en la ciudad de Medellín en 1980. Aunque poco se conoce y no
tiene reimpresiones desde el primer tiraje, en un documento emblemático para
hablar de la homosexualidad, puesto que usa una serie de argumentos
elaborados, pero de manera respetuosa y comprensible, enfatizando en su
experiencia y lectura como fuentes para la creación de su obra. Usa además
elementos de disciplinas médicas y humanísticas para crear finalmente lo que el
mismo denominó un ensayo de “divulgación científica” interdisciplinario, no médico
ni “experto”.

Los temas que aborda, -tal como lo menciona el titulo- se concentran en


comprender el afecto entre hombres, mucho más que la simple mirada orgánica
que quiere infringirse desde el sistema médico y la pretensión de “naturalizar” sus
prácticas, con lo que inevitablemente cae en la trampa de la dicotomía sexual. El
texto lanza fuertes críticas, indaga sobre las causas y percepciones en el
imaginario social y finalmente, sustenta una búsqueda de justicia, manteniéndose
al margen los prejuicios que se tejen en torno a la homomosexualidad (Botero;
1980:11). El discurso de Botero es limpio, carente de abolengos, justificaciones
apasionadas y burlas, -como los que se pueden encontrar en algunos textos
literarios de la época-, su ensayo se perfila desde el campo “científico” sin caer en
formalismos que no permitan a un lector común entender el debate
normalidad/anormalidad.

La crónica periodística permite entender la reacción social que se experimentó tras


la publicación del texto, la cual está relacionada con la percepción que plasma el
periodista al expresar que el tema de la homosexualidad es “escalofriante y
espinoso”. Escalofriante es un adjetivo asociado con el horror, con el miedo en
una escala superior, espinoso, de otra parte, hace alusión a un tema arduo, difícil
de abordar. “Homofilia y Homofobia” el cual aborda con absoluta propiedad, todo
el intríngulis social, económico, político y hasta religioso de este tema, que por

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escalofriante y espinoso que sea no deja de ser interesante y de vibrante
actualidad.

El ensayo de Botero inicia una serie de reflexiones hacia el campo de la


sexualidad y la homosexualidad, problematiza sus relaciones erótico-afectivas, su
sistema de vida y la valoración que la sociedad hace de estas personas basadas
en prejuicios y el desconocimiento, provocando su marginación. La mirada de
“Homofilia y homofobia” es positiva, reflexiva y subversiva; no obstante, la
publicación del texto le costó la tranquilidad a Ebel Botero, el señalamiento a su
familia y el destierro de Manizales, esto según relatos de algunos entrevistados en
el proyecto Macro de Biografías sexuales,.

Por el lado académico, el Dr. Helí Álzate, médico y profesor titular de Sexología de
la U. de Caldas, hizo contribuciones fundamentales al campo de la sexología.
Entre los años 1969 y 1982, salen a la luz dos polémicos textos de su autoría, el
primero titulado “Apuntes de información sexológica” (1969) y el segundo
“Compendio de sexualidad humana” (1982), allí propone:

La reprobación que suscitan las prácticas homosexuales, es típica de la


civilización judeocristiana. No obstante, aunque todas las culturas
conocidas están fuertemente inclinada a favorecer el culto heterosexual,
cuando se compara con otros actos sexuales igualmente “naturales” –lo
cual es biológicamente adaptativo- muchas sociedades judeocristianas que
según Ford y Beach ascienden al 64% de las examinadas por ellos,
aceptan las actividades homosexuales, al menos en algunos de los
miembros y en determinadas circunstancias. Además, en ciertos casos son
virtualmente obligatorias para todos los hombres, por su carácter de ritos de
asociación, o entrada a la adultez. Según Mianey y Ehkhardt, los kukakakob
de nueva guinea prescriben que los adolescentes felen a los guerreros
adultos, con el fin de que obtengan fuerza y virilidad al ingerir el semen.

38
Motivación similar a la de los guerreros griegos, quienes creían que durante
la penetración, el amante adulto transmitía con su semen la “virtud varonil”

En otro de sus textos denominado “Sexualidad humana”, desarrolla nuevas teorías


acerca de “Los componentes biológicos y socioculturales de la sexualidad”, allí
expresa:

En la sexualidad humana se distinguen dos componentes, el biológico y el


sociocultural. El primero contribuye a la base o substrato sobre la cual se
construye el superestrato comportamentales, determinado por la cultura.
Esta influye pues poderosamente sobre el componente biológico de forma
positiva o negativa. La influencia es positiva cuando la cultura establece
solo las restricciones a la actividad sexual de sus miembros, necesarias
para la estabilidad social de un momento histórico y en un hábitat dado. Es
negativa cuando se hacen perdurar prohibiciones sexuales caducas, que en
nada benefician a la sociedad y en cambio causan sufrimiento a los
individuos. Es entonces necesario conocer los dos componentes de la
sexualidad para comprender cuál debe ser su forma racional de interacción.

SUBSTRATO BIOLÓGICO
De las varias funciones de la sexualidad resaltan dos, que son la más
arcaica y la más moderna, filogenéticamente hablando: la primera la
reproductora y la segunda la placentera. Desde un punto de vista
cualitativo, es probable que ambas tengan importancia similar para la
mayoría de los seres humanos. Desde un punto de vista cuantitativo la
función erótica eclipsa casi por completo la reproductora, ya que se puede
asegurar que más del 99% de los coitos que realiza una pareja durante la
vida matrimonial tiene propósito placentero, al menos para el hombre; la
importancia del erotismo en la vida sexual del ser humano es un producto
del proceso

39
Ambos fragmentos recogen el pensamiento vanguardista del profesor Álzate en la
Universidad de Caldas; su obra sentó las bases para la formación en sexología
pionera en el país y en la conformación de la Academia Colombiana de Sexología
de la cual sería su presidente. La obra de Álzate suscitó la necesidad de repensar
la sexualidad, no ya como un hecho estrictamente inherente al cuerpo material,
sino a las realidades que lo circundan, constriñen y conforman, desde el ámbito
físico, pero especialmente desde el componente ideológico, contextual y cultural.

A modo de cierre.

Adelantar un exploración que permita construir un esbozo de la Historia de la


(homo)sexualidad en Manizales 1921-1985, es un ejercicio pretensioso y lleno de
riesgos, más para alguien que no es historiador; la apuesta interpretativa, que
puede tener múltiples entradas y variadas salidas, se orientó por la vía de las
representaciones sociales, las cuales permitieron desentramar la jerarquización de
los elementos que configuran el contenido de lo representado, es decir, el conjunto
de creencias, valores, opiniones, e imágenes. También permitieron comprender el
papel de las instituciones hegemónicas, como el periódico La Patria, en tanto
sistemas macro de reproducción de ideologías. Las notas y artículos periodísticos
presentan un contenido de verdad revestida en los discursos en torno al ser
hombre y ser mujer culturalmente ‘correctos’, normalizados, pero también sobre la
transgresión, la pérdida de la moral, la depravación; las vivencias homoeróticas y
sus etiquetas son descritas como situaciones no tolerables, expulsándolas a lo
inaceptable, lo enfermo, lo sucio, lo innombrable.

De igual manera, descifrar las representaciones sociales en torno al


homoerotismo, es también comprender un segmento de las relaciones entre
hombres y mujeres, la forma como se gesta, desarrolla y arraiga la ‘conciencia y
el control social’, es una posibilidad de aproximarse a la visión del mundo de los
diversos actores sociales, el popular ‘sentido común’. En palabras de Abric (1994)
se trata de “entender la dinámica de las interacciones sociales y aclarar los

40
determinantes de las prácticas sociales, pues la representación del discurso y la
práctica se generan mutuamente”. Es decir, entender la dinámica de las
interacciones es también comprender la razón o el motor por el que la gente actúa
de ciertas maneras y la forma cómo se conforman las ideologías y creencias.

Las prácticas difusivas-comunicativas ‘culturizadoras’ necesitan producir relatos,


es decir, crear productos comunicativos que contengan determinadas
representaciones sobre la realidad (los artículos de prensa y otras producciones
culturales). Ese proceso culturizador es llevado a cabo por instituciones las cuales
se encargan de instaurar y mediar el conocimiento sobre la realidad, imponiendo
sus códigos y modelos de orden sobre sujetos específicos (personas
homosexuales, lesbianas, travestis, transgéneros). Tenemos entonces, que las
representaciones sociales son formas particulares de los conceptos, crean
imaginarios y lecturas que permiten comprender el mundo basados en una serie
de ‘estereotipos’ producto de la interacción social.

Una de las conclusiones más contundentes al realizar esta revisión documental es


que solo durante el último tiempo, una práctica social como la (homo)sexualidad
genera identidad personal. No ocurría lo mismo en otros momentos históricos, por
ejemplo, durante el siglo XIX, la noción de sodomía implicaba un acto pecaminoso,
una elección negativa, pero nunca un elemento de carácter individual portador de
identidad. Las prácticas homoeróticas eran consideradas transitorias y no
permanentes en el individuo, no generaban identidad ni la práctica en sí misma
ponía en entredicho la esencia constitutiva del ser hombre. Más bien estos
encuentros homosociales, y en algunas ocasiones homoeróticos, hacían parte del
patrón cultural de construcción de la masculinidad bajo el marco de las amistades
profundas. Durante el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, “el género no tenía
implicaciones sexuales, nadie acusaba a los hombres afeminados de
homosexualidad y, en el mismo sentido, el ideal de la virilidad no necesariamente
indicaba una heterosexualidad esencial y exclusiva, simplemente porque tales
conceptos no existían” (Irwin, 1998:25).

41
Es decir, las maneras de distinguir el género fueron más limitadas y un poco más
complejas que aquellas que impuso la psiquiatría y la sexología europea -y los
discursos sobre la homosexualidad y la inversión sexual- a su arribo a Colombia y
América Latina.

La masculinidad y la feminidad de entonces tenía mucho más que ver con el


comportamiento que con el cuerpo y pocas veces evocaba la sexualidad (Irwin,
1998). Tanto la sexualidad como el género eran conceptos un poco más
complejos de los que nos imaginamos hoy en día; lo condenado no era el
homoerotismo en sí mismo, sino la transgresión de género que implicaba el
afeminamiento y la pasividad del varón o la masculinización de las mujeres.

En esta discusión debemos advertir, a modo de cierre, que en los diferentes


momentos históricos de las sociedades latinoamericanas es posible identificar
diversos sujetos y experiencias homoeróticas, carentes la mayor parte de ellos de
una identidad sexual como la conocemos actualmente, de ahí que la construcción
de lo que entendemos por comportamiento “natural o normal” para aquellas
épocas no evocaba la sexualidad pero si al género y esto por lo tanto no excluía, y
aún no excluye, a aquellos varones y mujeres en cuya vida sexual cabe el
homoerotismo.

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