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@ENTRO NACIONAL DE LAS ARTES
PRESENTA
Aa Y ACTUAL
CONTEMPORANEO GS
PATE
MATERIALES ACTIVIDADES | MODULO III
Ramirez, Mari Carmen, (2001). “Tacticas para vivir
de sentido: caracter precursor del conceptualismo
en América Latina”. en Heterotopias, medio siglo
sin-lugar 1918-1968. Madrid: Museo Nacional
Centro de Arte Reina Sofia.Tacticas para vivir de sentido:
caracter precursor del conceptualismo
en América Latina
MARI CARMEN RAMIREZ
‘Qué ese art, entonces, sino una manera de pe
Roberto Jacoby, Buenos Aires, 1966-67
(AS: ESTRATEGIA DE ANTE
ocatrads habrén de levantarse al menos tres preguntas ineludibles'. De qué modo se puede refe-
Fiat Yetrospecto de un movimiento bajo el curio globalzante del Conceptualismo cuando, en esen-
ja sus autores jams lo concibieron en tales términos? Es cabible la postulacién de versiones re
Siasotes 0 aut6nomas de fo que generalmente se ha considerado como un fenémeno del ws yon Peete
aoe treami? De ser es, qué rasgos pertculares constituirian la especifcidad de las versiones lati sive Faria Geo,
voaaricanas? Elhecho de que ls tan dvergentes manifestaciones que comprenden esta categoria
seer ontinente nunca hayan acatado la etiqueta conceptual es lo que trajo posteriores confusiones
or tentative de localizaras en el marco de una historia general del término'. Dicha tarea
reer clevoneia sila autoridad de un retrospecto nos claificara la gama heterogénea, contradicto-
vathaluso, de practic indviduales y colectvas que se integran al paradigma conceptual en esta
vena’, Mas aun al investigarse los objetivos de estas manifestaciones en su especificidad, tanto lo can Wad ae
ae jelogic, a tarea se insinda como algo més allé de un me ejecicio de estilo académ- Ws, eh Te A,
ca eer sea positle, incluso, aclarar aspectos crucales de un proyecto que se ha subestimado Y wise sadn anvarig
cara Sajethos no abl se opusieron a rte misma sino que fo tascendiron. Eto es el proyecto. stnswos earous as
ao rent dos aguas en medio de una cultura “no-subordinada’ alos cAnones metropolitanos | Susman ta,
semrales, Ee, pues, desde los limites cambiantes de esta ut6pica busqueda que las précticas ecléc
Gonstituyentes del Conceptualismo en América Latina deben ser enfocadas,
Antes de ir més adelante, es necesario explicar el término Conceptualismo, por
«propio y en el contexto de este ensayo, Lo que aqularguyo puntualiz que, después dela revoly
5 pr ical levada 2 cabo porlos movimientos dela vanguarda historica (Cubismo, Futurism, Das er.
cot uteente, el Conceptvalismo puede considerrse come el segundo gran salto del sigOXKen Serna ote eta as
vaaneign al entendimiento y la produccién de arte. Al ser declarado ubsoleto el tote ro
racer grade arte autonome, de herenciarenacentst,y de haber sido transferida la prética or 05 mara
ate et ampli mpacepié dl
lo CO _fencneno conaptal en frei Latins,
eEejuaatand omen ath
ontry Wote Rosman et
tetica dela estética en sial teritorio més elgstico dela lingiistica, el Conceptuaismo preparé el te seta eoopeta el ent
reno para innovadoras y més radicales formas de arte, Por este motivo, el Conceptualisme 00 ae :
vad eer visto como un estilo 0 movimiento. Muy por el contrario, debe ser enearado como Una es- en Cata Nao 2
trategia de antiis yes tdcticas evasivas traen a colacion tanto la fetichizacién del arte y
Bemes de produccién como su distribucion en sociedades del capitalism tarcio. Como tale
Conceptuaismo no se limits aun medio en particular, aunque pueda aparecer en una enorme varie:
Sod de “manfestaciones"(in)formales, (in)materales ¢, incluso, basadas en el objeto. Ademés, en
son scaso,elénfasis en “o artstico” cede preferencia por los procesos “estructurales" o "idesticos’ wn
reese sxlayan mae ald dela considracién meramente perceptual y/0 formal Porle tanto, en 10 hn a Core
que fue su manera mas radical, el C falismo debe ser leido (teniendo en mente a Jacoby) Eetumerbsaecrent Le
como “una manera de pensar” sobre ela ciedad ay
El remodelar el Conceptualismo en tan amplios parémetros me permitiré visual Srnerit Menton At
zarlas especiticidades de las préc sry Tom, 152 pp 3 47
at ae espe juecionimo de ls consideraciones meropoitnas, 2si como las dicotomias del ugar” Cem, cma
nin que establece el modelo centro/perifera, 0 sea, hace posible el empearme en la obra de ul names Corda
setae sistas no como reflejos, desvios 0, incluso, réplicas del arte conceptual con base hegeméni
te en relacién con la si
sae conveptuales en Latinoamérica de un mado que va més allé ST strnt ayca en el centro. En vez de eso, me comprometo a verlos como respuestas locales /localizadas a las.
contradicciones provozadas por el fracaso de los proyectos de modernizacién al final de la segund:
posguerra y por los mcdelos artisticos que éstos fomentaron en la regién. Dentro de est
tico, el presente escrits no pretende ser, de modo ingenuo, una historia definitiva o parc
ceptualismo en el continente. La idea es circunscribirlo en su mayor parte a los desarrollos de prac:
icas conceptuales en los centros urbanos de Buenos Al o de Janeiro, con referencia
2 eventos similares en |a Ciudad
dicados en N
fe México, Bogota y artistas latinoamericanos ra:
fa York. A través de tales casos paradigmaticos, trataré de caracterizar ciertos as:
pectos generales del giro conceptualista en el contexto de Latinoamérica. Este propésito, a su vez,
acarrea una superacicn de las céndidas pretenciones de verdad de cufo historicista (sincrénica
para acceder, en cambio, a un entendi ) de la naturale: ntribuciones lati
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ce constante revaluacién, sigue privilegiando a un pequefio grupo de tipo ico-
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ticas. Por el otro, en nuestros
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por la Guerra Fria y de los cuales el lega
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resistencia” de la critica Marta Traba es el maximo representante. Con gran entusiasmo denuncid
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ella las précticas conceptuales como “manias importadas” cuya emergencia era reveladora
do hasta el cual una parte de nuestros artistas “se habia rendi
final de la Guerra
10" al imperial
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> que nos brindan las dltimas
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reclamacior la autonomia continental
Para impugnar ambas perspectivas, mi argumento es que, para empezar, los
procesos que llevaron al surgimiento del Conceptualismo no fueron de la exclusividad anglo-ameri-
ara quienes la crisis 0
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cana sino que invol roductores cultural
del arte europeo, después de 1945, propicié todo un marc
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en una situacién dialégica con las varias tradiciones artisticas, tanto de Europa como
Unidos. No obstante, igual a cualquier otra tender
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dialéctica, dicha autonomia, Como segundo punto, postulo que, al hacerse de la
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alistas latinoamericanos produjeron algunas de las més oreativas respuestas en
ta Marcel Duchamp. Para entenderse lo
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origenes de nuestro conceptualismo en esos términos, habré que merodear por las comple}
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Debe subrayarse, sin embargo, que el
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quienes trabaenel centro. En vez de eso, me comprometo a verlos como respuestas locales /localizadas a las
contradicciones provocadas por el fracaso de los proyectos de modernizacién al final de la segunda
josguerra y por los modelos artisticos que éstos forientaron en la regién. Dentro de este marco ert
ico, el presente escrito no pretende ser, de modo ingenuo, una historia definitiva o parcial del Con-
eptualismo en el continente. La idea es circunscribirlo en su mayor parte a los desarrollos de préc-
icas conceptuales en los centros urbanos de Buenos Aires, Rosario y Ro de Janeiro, con referencia
eventos similares en la Ciudad de México, Bogoté y la comunidad de artistas latinoamericanos ra-
icados en Nueva York. A través de tales casos paradigméticos, trataré de caracterizar ciertos as-
ectos generales del giro conceptualista en el contexto de Latinoamérica, Este propésito, a su ver,
carrea una superacién de las céndidas pretenciones de verdad de cufto historicista (sincrénicas)
ara acceder, en cambio, a un entendimiento (diacrénico) de la naturaleza de las contribuciones lati
coamericanas que inciden en los logros de conjunto del Conceptualismo global
Lo relevante de dicha tarea se basa en dos prejuicios innegables. Por un lado,
xiste la prevalencia de un marco histérico extremamente reductivo (casi de autoservicio}; el cual, a
esar de una década de constante revaluacién, sigue privilegiando a un pequefio grupo de tipo ico-
oclasta integrado por artistas americanos y briténicos cuyo trabajo vino a la luz publica, al final de
3s Sesenta, como proposiciones lingifsticas 0 idedticas. Por el otro, en nuestros paises se dieron
3s malentendidos generados por la Guerra Fria y de los cuales el legado de la polarizada “tesis de
asistencia" de la critica Marta Traba es el maximo representante, Con gran entusiasmo denuncié
lla las précticas conceptuales como “manias importadas” cuya emergencia era reveladora del gra-
‘hasta el cual una parte de nuestros artistas “se habia rendido” al imperialismo cultural norteame-
‘cano*. Tanto el final de la Guerra Fria como el retrospecto que nos brindan las dltimas tres dé«
as, reclaman de nuestra parte le necesidad de poner bajo escrutinio critico tan inflamadas
2clamaciones sobre la autonomfa continental.
Para impugnar ambas perspectivas, mi argumento es que, para empezar, los
rocesos que llevaron al surgimiento del Conceptualismo no fueron de la exclusividad anglo-amer-
ana sino que involucraron a otros artistas y productores culturales para quienes la crisis ontolégica
el arte europeo, después de 1945, propicié todo un marco de referencia. Tal ha sido la posicion de
3s artistas latinoamericanos, los cuales, debido a su legado colonial, durante siglos se han puesto
‘una situacién dialégica con las varias tradiciones artisticas, tanto de Europa como de los Estados
Inidos. No obstante, igual a cualquier otra tendencia oriunda de zonas no-hegeménicas, el trabajo
€ estos artistas se embrefié en un modelo de asimilacién/conversién ampliamente guiado por la
indmica interna y las contradicciones del contexto local. A resultas de este intercambio dialéctico,
e generé una versién aut6noma -una inversién, de hecho- de importantes principios del Modernis-
10 tanto europeo como norteamericano. Desde este dngulo, la irrupcién del Conceptualismo en
imérica Latina no sélo les sigue los pasos muy de cerca sino que, en muchas instancias claves, se
nticipé en algunos desarrollos de importancia al arte conceptual hegeménico de los centros*. A lo
argo de este ensayo, el modelo de inversién propuesto es un estratagema tedrico que me permite
ustrar, de manera dialéctica, dicha autonomia. Como segundo punto, postulo que, al hacerse de la
olitica y de la ideologia el punto de partida para su cuestionamiento radical del arte-como-institu
i6n, los conceptualistas latinoamericanos produjeron algunas de las mas creativas respuestas en
Uuestro siglo a la cuestién de la funcién del arte que levanta Marcel Duchamp. Para entenderse los
rigenes de nuestro conceptualismo en esos términos, habré que merodear por las complejas arti
ulaciones entre las tendencias centrales y las “necesidades ex/céntricas” locales, ruda interrela:
i6n, sin duda, cuya dialéctica implica en un circuito reciproco de intercambio artstico y cultural
Debe subrayarse, sin embargo, que el Conceptualismo en Latinoamérica no fue
1 fenémeno homogéneo ni menos de alcance continental. La complejidad y heterogeneidad de la
2gidn ~consistente en una veintena de paises con muy diversas composiciones econémicas, socio:
inal
politicas y raciales dentro de sus fronteras~ imposibilita cualquier consideracién de desarrollos ai
Uisticos uniformes a nivel regional o nacional. Tales condiciones, en efecto, abarcaron no una sino di-
versas o separadas historias de modos de conceptualismo que corresponde no sélo a paises, en
particular, sino a centros urbanos especificos dentro de esos paises. En el caso de Argentina, habré
{ue distinguir entre las manifestaciones que se dieron en Rosario y en Buenos Aires, Una distincién
similar merece ser hecha entre los grupos de Rio de Janeiro y Sao Paulo, en Brasil, mientras que en
Colombia, a pesar de que el Conceptualismo se restringe @ Bogots, surgieron manifestaciones im-
portantes después en Cali y en Medellin, En la mayor parte de los demas paises, esta tendencia flo
rece casi siempre en las capitales: Caracas, Ciudad de México, Santiago.
El hecho de que ninguno de los artistas o grupos aqui considerados refrendara
abiertamente el término conceptual sirve para destacar la autenticidad de los impulsos locales que
originaron y nutrieron tales manifestaciones. En Rio de Janeiro, por ejemplo, la impugnacisn de la na.
turaleza y de la funcién del arte, asf como su reformulacién en formas de un arte basado en ideas,
llevé a artistas como Hélio Oiticica a acufar el término de Nova Objetividade. A su vez, tanto en Bue-
nos Aires como en Rosario, lo que condujo a difundir la idea de un arte de fos medios fue la tempra-
na asimilacién de teorias estructuralistas, semi6ticas y de la comunicacién, Mientras tanto, en Méxi
coy en Colombia, el giro que el critico Juan Acha concibié como no-objetualismo fue el que imperd
‘como comodin para todas las formas de arte experimental {instalaciones, manifestaciones concep-
tuales o de ciertas performances) que de algin modo propugnaba liquidar el status fetichista del
arte’. No obstante, en cada caso, la especificidad del local fue puesta al servicio de un mas amplio
objetivo de producir formas radicales de arte basado en ideas, Como contrapunto inevitable a la es-
pontaneidad del fendmeno que he destacado, hubo el caso, ademas, de ciertas acciones derivativas
a la propagacién de la imagen de Joseph Kosuth en la prensa internacional después de 1969.
“En el Brasil de hoy (de modo similar a Dad8),
para asumir una posicién cultural activa que cuente,
uno debe ser contra, visceralmente contra, todo lo
que pueda ser, en suma, conformidad politica, ética,
cultural y social. ;DE ADVERSIDAD VIVIMOS!
Hélio Oiticica, (Nueva Objetividad), 1967.
IDENTIDAD MATERIAL: PARA DARLE SENTIDO A LA ADVERSIDAD
El grado de concentracién de las actividades conceptuales a todo lo largo del continente me permite
poder distinguir con nitidez tres momentos del fenémeno. El primero, que cubre a grosso modo los
afios de 1960-1974, restringido al Brasil (Rio de Janeiro)’, a la Argentina (Rosario y Buenos Aires)’,
amén de la comunidad de artistas sudamericanos radicados en Nueva York. El primer momento, co-
eténeo del surgimiento del arte conceptual en Europa, Japén y los EEUU, produjo obras de una cierta
densidad conceptual. Estas fueron, en su mayoria, obras cimentadas tedrica e ideol6gicamente den
tro de movimientos de vanguardia radical identificados con sociedades en lucha contra regimenes au-
toritarios. La etapa siguiente, entre 1975 y 1980 aproximadamente, vié la densa aparicién de artistas
conceptuales en Chile, Colombia, Venezuela y México. En esta segunda instancia, que coincide con
la explosién generalizada del Conceptualismo a nivel mundial, se caracteriz6 por una vasta rearticula
cién de précticas conceptuales en términos tanto de la apropiacién de los espacios urbanos como de
sus tentativas de involucrar audiencias populares en sus propuestas. Quienes mejor ejemplifican las
propuestas tardias de este fenémeno son Los Grupos de la Ciudad de México". Anticipandose a estas
mmanifestaciones en tres lustros, habré que considerar los casos iconoclastas de figuras como Alejan
dro Jodorowsky (Chile/ México) y Rogelio Vicufta (pseudénimo de Juan Pablo Langlois, Chile), de AF
berto Greco (Argentina/ Espatia/ Italia) (ws. so, 0 bien de Antonio Caro y Bernardo Salcedo (Co-
ombia), quienes trabajaron casi siempre aistados. Finalmente, la tercera etapa del Conceptualismo
conctrnia. [375
rigid y automa ncvestonades
‘ene pensamionto", como habia suoedia
Gerald Nov Obeid” 1967 en
(tices, 1992 pp. 0-20,
EN, 1989p 21-242
Jane, la primera ctapade este
promiso eset de sais
por enbicanes (piso 65
‘tc.)- tuveron ugar entre el Golpe Misar
onsite arulaa ls derechos
1949. Un segundo pease suede entre
ln as 196.1971 Sado Buea, Do
Garo Ter [flo Horas) 20 Sao
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376
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a de su propuesta cont
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esta Constelacién, asf com
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final de los Ochenta y los Noventa
es sabido, con notables excepciones sin
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(Costa, Escary, Jakoby i
‘otros- con el propésito de
definicién de au
cién de un art‘en nuestro continente (no integrada en el mar-
10 eronolégico de esta Constelacién, asi como
la segunda, salvo el caso de Greco) deriva en
las pi eoconceptuales que emergen
entre el final de los Ochenta y los Noventa
Como es sabido, con notables excepciones sin
duda, este momento corresponde a la institu-
cionalizacién del Conceptualismo ya sea como
mercancia de alto precio o bien como lingua
franca de los circuits artisticos globales
Sin embargo, a pesar de la
heterogeneidad de las practicas conceptuales
latinoamericanas, es posible decantar en la
‘obra de muchos de los artistas de la region
tres rasgos esenciales, por lo menos, que tie-
nen en comin y que los distinguen de sus cole-
gas anglo-americanos. En primerlugar, la carga
tanto ética como ideoldgica de este cuerpo de
produccién, Desde sus manifestaciones inicia~
les, el Conceptualismo en nuestros paises
transgredié los limites del principio auto-refe-
ON, renoial que predomind en el caso norteameri-
(9¢: cano llevndolo, pues, a una reinterpretacién
de las estructuras socio-politicas en las cuales
us. estaba incrito. Para tales productores, la bus-
queda de estrategias antidiscursivas para ha
srarte “no era mas la preocupacién de un grupo proveniente de una élite aislada, sino un asunto cul
ral de largo alcance, de gran amplitud, tendiente hacia la accién colectiva". Porlo tanto, mientras
5 artistas nortemanericanos -haciendo eco de la frase de Kosuth: “la ausencia de realidad en el
te, es precisamente la realidad del arte" dirigian su critica al mundo artistico institucionalizado,
s latinoamericanos, gran parte de ellos al menos, hicieron de la esfera publica su blanco preferen-
al. De ese modo, las obras no sélo pretendian operar a nivel ideol6gico, sino que la ideologia se
onvirtié, en si misma, en la “identidad material” bésica de su propuesta conceptual”, En esos térmi
9s, el “conceptualismo ideolégico”, como lo observé Simén Marchén Fiz en 1972, no es “una mera
|erza productiva sino social", en otras palabras, es aquella que no se conforma con la investigacién
2 sus propias condiciones recurrentes (tautologfa) y por ello busca la transformacién activa del
‘undo a través de la especificidad del arte. La substitucién de la naturaleza discursiva del arte por
41 funcidn cognitiva queda implicita en esta transformacién, la cual permiti6, a grupos tales como
UCUMAN ARDE “el postularel fenémeno estético como una aoccién positiva y real, con el potencial
e modificar el contexto que lo generé". Traducido esto al dmbito politico de 1968, le nocién de arte
conceptual como vehiculo de entendimiento y planteo de “Io real” orlld a que este grupo abandonara
testética en favor de “una acci6n colectiva violenta”. Desde su perspectiva, la violencia se habla
onvertido en “una accién creadora de nuevos contenidos”°. Una posicién similar queds implicita en
1 comparacién hecha por Luis Camnitzer entre los medios y estrategias de ese antiarte y las técticas
errilleras urbanas (si). A Su juicio, ambas comperten un objetivo comin: “comunicar él mensaje
‘al mismo tiempo, a través del proceso, cambiar las condiciones en las cuales el piblioo se encuen-
ra, Cabe sefialar aqui que los trabajos iniciales de estos artistas se adelantaron, de hecho, a algu-
as formas de conceptualismo politico, desarrollado en los Setenta y los Ochenta entre otros movi
cticas
376
rrientos comprometidos (feministas 0 multicul
turales) en los paises centrales.
El involucrarse activamen-
te con “lo real” es lo que caracteriza las précti-
‘cas conceptuales de nuestro continente, sien-
do responsable por el segundo rasgo saliente;
tritase de una relacién paradéjica y conflictiva
frente a una caracteristica esencial del fenéme-
ro tanto briténico como americano: la idea de
Ia llamada “desmaterializaci6n” del arte obje-
tual y su substitucién por una proposicién lin-
gilstica o analitica. Los artistas latinoamerica-
nas invirtieron estos principios a través de
varias técticas de tro interrelacionadas.
La téctica de mayor con
frontacién consistié, al contrario, en la “recupe-
racién del objeto”, ya fuera por medio de “ready-
mades asistidos” o producidos en masa, los
cuales fungian de vehiculos para el programa
conceptual, ejemplificados por obras de Bony,
Barrio, Camnitzer, Dias, Meireles, Oiticica, Ma-
ruel tus. m, etc. Este tipo de Conceptualismo ~mds en la ténica del modelo *impuro” de Robert Mo-
rris, Dan Graham y Daniel Buren que del de Kosuth o Lawrence Weiner- se fundament6 en un legado
de Duchamp que iba més alld de los asuntos de intencionalidad (el artista) 0 de la productividad (el re-
‘adymade en si). Como elemento integral de estrategias antidiscursivas de la significacién (més am-
plias aunque a menudo efimeras), la nocién del readymade como “paquete para comunicar ideas”
implicaba un importante cuestionamiento. El de poner en cuestién las funciones tanto visuales como
semiéticas del objeto para producir signficados relativos a su posicidn estructural dentro de un con-
texto 0 circuito social més abarcador, Por medio de esta interrelacién dialéctica nutrida de elementos
ce “lo real’, los artistas busearan una “proximidad participativa” con el espectador.
Otra téctica a considerarse fue la referente al enfoque perceptual-cognitivo que
8 notables, &
jante, a pesar
nceptu
mo en el continente no podta escapar de
las contradicciones inherentes a su ut6pi-
su fracaso,
co proyec
fe pensar, anunciaba inclus
Desde un punto de vis
a, sus aspec
ritorios para
os artistas y cuyo legado continua vivo
de el otro, la nocién de que el
0s po
sitivos abrieron nuev
arte podria trastocar completamente su
mero “valor de uso” en un tipo de “valor
comunicacional” coloca a estas précticas
un médulo diferente de registro que no
a mas a la estética ni a la esfera au
ténoma del arte, En tales circunstancias,
el arte cesa de ser arte para convertirse
en una especie de “experiencia limite”
mds afin con las diversas précticas culturales 0
macién se vincula a un proyecto etno-socio-poli
ino a popularizarel
arte, comprometiende
se inscriben sus operaciones,
vaz no hubo otro artista
Oiticica, Fue 6! quien, a través de un
funcionalizar formas substitute
dia, el trabajo de Oit
que Hel
lementos de la experiencia cotidiana, individ
0 fun
artistas
los
dela p
do porTucumén Arde ylos demas
argentino, el pt
de estos arti
iccién de arte, Este ejem
gain ilustra el ca
sin-regreso. De
conceptuales radicales abandonaron el
este gruy
cho, mucho:ad de la obra, potencialmente ilimitada (un trazo que subyace en el meollo de muchas de las practi
3s norteamericanas), sino el esfuerzo consciente de hacer contracircular los mensajes o de comu
car“nuevos” valores a la audiencia. Este rasgo notable es el que, posteriormente, hard una distin-
6n de las practicas nuestras de lo conceptual en oposicidn al modelo “telepatico” que prevalecié
+ los EEUU; un modelo cuya caracteristica es la de una “no-accesibilidad”, e incluso resistencia,
ara producir audiencias, En todos los casos aqui considerados, la telepatia es substituida por el
sthos (contaminacién) 0 por la pathia (participacién). Yendo més alld de las aspiraciones metafisi
35 del telepatico paradigma, nuestros artistas buscaron como alternativa participante los sistemas
2 comunicacién. Emanados de un profundo conocimiento y aplicacién de las teorias de la informa-
6n, la recepeién y la comunicacién, bastantes de estos artistas y algunos grupos (Barrio, Oiticica ,
leireles, Manuel, Tucumn Arde, ¢ inclusive Los Grupos) hincaron la raiz de sus tacticas, de modo
sliberado, en las matrices verndculas de sus contextos locales. Como ejemplo de ello, citemos la
eclaracién de Principios de Vanguardia (1967) con la que se presenta la muestra Nova Objetividade
uienes la suscriben declaran: “Ademés de darle un sentido cultural al trabajo creador,
uuestro movimiento adoptaré todos los medios de comunicacién con el piiblico, del periédico al de-
ate, de la calle al parque, del saldn a la fabrica, del panfleto al cine, del transistor a la television.”
1 obra de estos artistas y grupos, de manera incuestionable otra vez, se anticipa a las perspicacias
retropolitanas, tales como la de los andlisis de audiencias introducidos por los conceptualistas nor-
samericanos tiempo después.
Si, segun se argumenta aqui el trazo determinante del
‘0 continente es el analisis en su relacién con el contexto socio-politico ~en otras palabras, su al-
ance ideol6gico-, esto ultimo no implicé para estos artistas en el abandonar sus investigaciones
males. Después de todo, el arte es una forma de ideologia y sus mecanismos pueden constituir,
demés, la “identidad material” de las practicas que se basan en ideas. A pesar del profundo cues-
‘onamiento del arte llevado a cabo porlos conceptualistas briténicos y americanos, sus tentativas al
aspecto fallaron precisamente por haberse aferrado a la “idea de arte”. Tanto la frase de Kosuth del
arte como idea como idea” como el dicho de Weiner*la definicién de mi arte es mi arte” quedaron
ircunscritas a los mojones del modelo mainstream dentro de los cuales cabe el término acuftado
or Benjamin Buchtoh: “la estética del mundo administrado”. En contraposicién a ella se dio un enfo-
tue mée amplio en lo eetruetural y en lo contextual de las Investigaciones emprendidas par Ins lati
‘oamericanos. Estos artistas pueden tomarse en consideracién por haber expandido de modo signi
cativo el contexto de 1a redefinicién del arte mas allé de los parémetros estrictos de la esfera del
rte, En funcién de ambas circunstancias de pesada historia que lo generaron, asi como su intrin
a buisqueda de redefiniciones, esta tendencia bien podia ser entendida, tan sélo, como una actitud
‘ara poner en evidencia la adversidad.
‘Si Marcel Duchamp intervino a nivel del arte
(l6gica del fenémeno}, lo que se hace hoy,
al contrario, tiende a colocarse mas cerca de la
cultura que del arte, y eso es inobjetablemente
una intervencién politica.”
Cildo Meireles, Rio de Janeiro, 1970.
sptualismo en nue’
n el meollo de este marco panorémico, el interés que el Conceptualismo ejercié radicaba, de he-
hho, en dos factores. Por un lado, el entendimiento del arte como una forma imiento, lo cual
es permitié a estos artistas no sélo explorar problemas y asuntos relacionados con
‘ondiciones /condicionantes politicos concretos, sino, ademds, desarrollar una serie de tacticas que
uubvirtieran notoriamente al publico. Por el otto, la critica que los conceptualistas hicieron de las
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astituclones tradiclonales del arte y la
substitucién del objeto por un art bas
do en ideas fcits el camino hacia ia el
toracién de una praxis que era idénes
tanto para el inmediatismo poltco como
gara le precaredad econdmica de Amési- "
¢a Latina. En vez de servr tan sélo como i)
instrumento de del innegable
rercantilismo del arte en el capitalism
tad, el Conceptualsmo se convrié en
tna estatege que expona los limites de
Y la vida. Todas esas tdcticas se des
laron bajo condiciones de marginal
zacién y, en la mayoria de los casos, de
represin ficial
al
ecu
No obstante, a p
de sus logros notables, el Conceptualis
las contradicciones inherentes a su ut6pi-
co proyecto. Su éxito como una manera
de pensar, anunciaba incluso su fracaso,
Desde un punto de vista, sus aspectos po-
sitivos abrieron nuevos territorios para
los artistas y cuyo legado continda vivo
hoy. Desde el otro, la nocién de que el
arte podria trastocar completamente su
mero “valor de uso” en un tipo de “valor
comunicacional” coloca a estas practicas
en un médulo diferente de registro que no
se liga més a la estética ni a la esfera au
ténoma del arte. En tales circunstancias,
el arte cesa de ser arte para convertirs
en una especie de “experiencia limite’
més afin con las diversas practicas culturales o antropolégicas. En la medida en que dicha transfor-
macién se vincula a un proyecto etno-socio-polltico difiere, a su vez substancialmente, de la idea de!
artista como etndgrafo que vino a popularizer el Multiculturalismo contemporéneo. En su lugar, da ca-
bida a un espacio para el arte, comprometiendo asi criticamente el marco socio-art
se inscriben sus opera
al vaz no hubo otro artista en el continente que
‘que Hélio Oiticioa. Fue él quien, a través de una perspectiva antiarte, se mostré capaz de identificar o re
‘uncionalizar formas substitutas de produccién de arte dentro de la mattiz social en la que vivia. Hoy en
dia, el trabajo de Oiticica nos queda como una sdlida notificacién de la fuerza del artista en transformar
08 elementos de la experiencia cotidiana, individual y colectiva, como cimiento de un modelo dialéctico
de la produccién de arte, Este ejemplar caso funcioné también a través de los logros del modelo sugeri
do porTucumn Arde jwus. vi y los demas artistas representados en esta Constelacién. Sin embargo, se
ain ilustra el caso de este grupo argentino, el precio para transpasar el “umbral” implicd en un put
sin-regreso. De hecho, muchos de estos artistas que estuvieron involucrados en experiencias
onceptuales radicales abandonaron el arte yendo hacia otros derroteros, ¢ incluso a los modos mas
concerua 1379
fngecrar sien” Steghentradicionales de arte. Otros continuaron produciendo al mar arte revitaliza-
do que los obliter6. El resto luché contra las propias consideraciones éticas de las “burbujas artisticas’
en las cuales se vieron atrapados. No obstante que esta situacién no fuera exclusiva de las practicas
latinoamericanas, sin duda fue en esta regién donde el impacto se hizo notar més. Eso se debid al énfa-
sis que los artistas pusieron en el puente sobre el vacio que los separaba de sus sociedades, Hasta hoy
sas son las mismas paradojas que infestan las diversas pricticas de base conceptual
Con muy pocas excepciones, la mayoria de las experiencias del Conceptualismo en
‘América Latina siguieron siendo actividades marginales apreciadas y ampliamente apoyadas por las éli
tes intelectuales en cada uno de sus paises, Segin lo previé Merta Traba, el Conceptualismo fue esca-
samente entendido por el publico y, debido a que los artistas conceptuales nunca entraron al mercado,
éstos se vieron forzados a depender de la gran precariedad de la infraestructura cultural para sobrevivr.
En este sentido, la afirmacin retrospectiva hecha por Benjamin Buchloh sobre la “ingerwid
na cual los artistas conceptuales del mainstream se abonaron ala “lusién de que
la transformacién de la obra de arte en una intervencin tanto lingtistica como tex-
tual obligatoriamente crearia un mayor nimero de lectores y una més amplia précti-
ca de politizacién cultural" puede ser mantenida como valida para nuestros concep.
tualistas™. La gran diferencia, sin embargo, reside en el modo en que los
latinoamericanos, previendo esta limitacién desde sus inicios, actuaron desde tem-
prano para moldear sus précticas bajo el potencial ideoldgico y comunicacional de
su propia idea de lo conceptual. En ese sentido, el Conceptualismo signifi
tal reconfiguracién de tales experiencias y se tradujo en lo que podemos llamar en
TACTICAS PARA VIVIR DE ADVERSIDAD j1tus. iy. Este hecho, especificamente, fue lo
que salv6 al Conceptualismo de América Latna del tautologico y estéril callején-sin-
salida del academismo con el que tanto ingleses como americanos operaron dentro
de las formas de arte conceptual
Para concluir dirfa que la relacién establecida entre concep-
alismo y autoritarismo queda en espera de pi luaciones. Mientras las précti-
cas conceptuales iniciales tuvieron como gran acicate a los gobiernos represivos del continente, és
tos pueden llevarse también el crédito por su eventual desaparecimiento. Eso fue incuestionable en
la Argentina . Por ello, tal vez la mayor contradiccién con la que se enfrenta esta corriente esté en-
marcada en esta dolorosa ironia: el advenimiento de la democracia ocasioné su defur
{ge una pregunta irrefrenable, De no haber existido regimenes autoritarios, zhabria el Conceptualis:
mo alcanzado los contornos nitidos que lo identifican en América Latina? Se puede argumentar que
el destino de este movimiento era el mismo en el mundo entero; no obstante, en nuestro continente,
el paso del autoritarismo a la democracia dejé una huella muy sarticular en estas experiencias, abre~
viando de modo significativo las més radicales pesquisas que se habian iniciado, Pero, a pesarde es:
tas limitaciones y cortes abruptos, en sus origenes, el Conceptualismo en Latinoamérica se destaca
‘como uno de los més brillantes capitulos en la historia del arce del siglo XX en nuestro continente,
modelo no es nada més que una lucha por generar significado en un mundo abism:
nde un Establishment del
Trad. del inglés, H. 0, Versién abreviada (principalmente en las notas y en los ejemplos es
pectficos) del texto “Tactics for Thriving on Adversity: Conceptualism in Latin America,
1960-1980", publicado en el catélogo retrospective Global Co
1960s-1980s (Jane Farver, og), Nueva York: The Queens Museum of Art, 1999, pp. 52:
nceptualism: Ponts
7 Orig
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