LA CIENCIA SU
MÉTODO Y SU
FILOSOFÍA
MARIO BUNGE
L A
C
I E N C I A
❖ Introducción
Por medio de la investigación científica, el hombre ha alcanzado una reconstrucción conceptual del mundo que es cada
vez más amplia, profunda y exacta. Sin embargo, la ciencia se nos aparece como la más deslumbrante y asombrosa
de las estrellas de la cultura cuando la consideramos como un bien en sí mismo, esto es como una actividad
productora de nuevas ideas. Tratemos de caracterizar el conocimiento y la investigación científicos tal como se los
conoce en la actualidad.
❖ Ciencia formal y ciencia fáctica
No toda la investigación científica procura el conocimiento objetivo. La lógica y la matemática, por ocuparse de inventar
entes formales y de establecer relaciones entre ellos, se llaman a menudo ciencias formales, precisamente porque sus
objetos no son cosas ni procesos, sino, para emplear el lenguaje pictórico, formas en las que se puede verter un
surtido ilimitado de contenidos, tanto fácticos como empíricos. Semejante aplicación de las ciencias de la forma pura a
la inteligencia del mundo de los hechos se efectúa asignando diferentes interpretaciones a los objetos formales. En
otras palabras, el significado fáctico o empírico que se les asigna a los objetos formales no es una propiedad intrínseca
de los mismos.
De esta manera, las ciencias formales jamás entran en conflicto con la realidad. En suma, la lógica y la matemática
establecen contacto con la realidad a través del puente del lenguaje, tanto el ordinario como el científico. Tenemos así
una primera gran división de las ciencias, en formales y fácticas. En otras palabras, las ciencias fácticas tienen que
mirar las cosas, y, siempre que les sea posible, deben procurar cambiarlas deliberadamente para intentar descubrir en
qué medida sus hipótesis se adecuan a los hechos.
La matemática y la lógica son, en suma, ciencias deductivas. El proceso constructivo, en que la experiencia
desempeña un gran papel de sugerencias, se limita a la formación de los puntos de partida. La batalla se habrá ganado
si se respeta la coherencia lógica esto es, si no se violan las leyes del sistema de lógica que se ha convenido en usar.
En las ciencias fácticas, la situación es enteramente diferente.
Además de la racionalidad, exigimos de los enunciados de las ciencias fácticas que sean verificables en la experiencia,
sea indirectamente, sea directamente. Por eso es que el conocimiento fáctico verificable se llama a menudo ciencia
empírica. En última instancia, sólo la experiencia puede decirnos si una hipótesis relativa a cierto grupo de hechos
materiales es adecuada o no. El mejor fundamento de esta regla metodológica que acabamos de enunciar es que la
experiencia le ha enseñado a la humanidad que el conocimiento de hecho no es convencional, que si se busca la
comprensión y el control de los hechos debe partirse de la experiencia.
La naturaleza misma del método científico impide la confirmación final de las hipótesis fácticas. En consecuencia, si el
estudio de las ciencias formales vigorizar el hábito del rigor, el estudio de las ciencias fáciles puede inducirnos a
considerar el mundo como inagotable, y al hombre como una empresa inconclusa e interminable. Las diferencias de
método, tipo de enunciados, y referentes que separan las ciencias fácticas de las formales, impiden que se las examine
conjuntamente más allá de cierto punto. Por ser una ficción seria, rigurosa y a menudo útil, pero ficción al cabo, la
ciencia formal requiere un tratamiento especial.
En lo que sigue nos concentraremos en la ciencia fáctica. Daremos un vistazo a las características peculiares de las
ciencias de la naturaleza y de la cultura en su estado actual, con la esperanza de que la ciencia futura enriquezca sus
cualidades o, al menos, de que las civilizaciones por venir hagan mejor uso del conocimiento científico. Los rasgos
esenciales del tipo de conocimiento que alcanzan las ciencias de la naturaleza y de la sociedad son la racionalidad y la
objetividad.
Ambos rasgos de la ciencia fáctica, la racionalidad y la objetividad, están íntimamente soldados. La
racionalidad y objetividad del conocimiento científico pueden analizarse en un cúmulo de
características a las que pasaremos revista en lo que sigue.
Inventario de las principales características de la ciencia fáctica
No siempre es posible, ni siquiera deseable, respetar enteramente los hechos cuando se los analiza, y
no hay ciencia sin análisis, aun cuando el análisis no sea sino un medio para la reconstrucción final de
los todos. Porque los científicos actúan haciendo tácitamente la suposición de que el mundo existiría
aun en su ausencia, aunque desde luego, no exactamente de la misma manera. Los científicos
descartan las imposturas y los trucos mágicos porque no encuadran en hipótesis muy generales y
fidedignas, que han sido puestas a prueba en incontables ocasiones. Los científicos conjeturan lo que
hay tras los hechos observados, y de continuo inventan conceptos que carecen de correlato empírico,
esto es, que no corresponden a preceptos, aun cuando presumiblemente se refieren a cosas,
cualidades o relaciones existentes objetivamente.
Las discrepancias entre las previsiones teóricas y los hallazgos empíricos figuran entre los estímulos
más fuertes para edificar teorías nuevas y diseñar nuevos experimentos. No son los hechos por sí
mismos sino su elaboración teórica y la comparación de las consecuencias de las teorías con los datos
observacio-nales, la principal fuente del descubrimiento de nuevos hechos. Pero, a medida que la
investigación avanza, su alcance se amplía. Los resultados de la ciencia son generales, tanto en el
sentido de que se refieren a clases de objetos, como en que están, o tienden a ser incorporados en
síntesis conceptuales llamadas teorías.
El análisis, tanto de los problemas como de las cosas, no es tanto un objetivo como una herramienta
para construir síntesis teóricas. La ciencia auténtica no es atomista ni totalista. La investigación
comienza descomponiendo sus objetos a fin de descubrir el «mecanismo» interno responsable de los
fenómenos observados. Sin embargo, es menester no exagerar la diversidad de las ciencias al punto
de borrar su unidad metodológica.
El viejo dualismo materia-espíritu había sugerido la división de las ciencias en Naturwissens-chaften, o
ciencias de la naturaleza, y Geisteswissenschaften, o ciencias del espíritu. El dualismo razón-
experiencia había sugerido, a su vez, la división de las ciencias fácticas en racionales y empíricas. La
especialización no ha impedido la formación de campos interdisci-plinarios tales como la biofísica, la
bioquímica, la psicofisiología, la psicología social, la teoría de la información, la cibernética, o la
investigación operacional.
. El método científico, técnica
de planteo y comprobación
Los especialistas científicos habitualmente no se interesan por el problema de la génesis
de las hipótesis científicas; esta cuestión es de competencia de las diversas ciencias de la
ciencia. El proceso que conduce a la enunciación de una hipótesis científica puede
estudiarse en diversos niveles; el lógico, el psicológico y el sociológico. El lógico se
interesará por la inferencia plausible como conexión inversa (no deductiva) entre
proposiciones singulares y generales. El psicólogo investigará la etapa de la “iluminación”
o relámpago en el proceso de resolución de los problemas, etapa en que se produce la
síntesis de elementos anteriormente inconexos; también se propondrá estudiar
fenómenos tales como los estímulos e inhibiciones que caracterizan al trabajo en equipo.
El sociólogo inquirirá por qué determinada estructura social favorece ciertas clases de
hipótesis mientras desalienta a otras.
El metodólogo, en cambio no se ocupará de la génesis de las hipótesis, sino de planteo
de los problemas que las hipótesis intentan resolver y de su comprobación. El origen del
nexo entre el planteo y la comprobación —esto es, el surgimiento de la hipótesis— se lo
deja a otros especialistas. El motivo es, nuevamente, una cuestión de nombres: lo que
hoy se llama “método científico” no es ya una lista de recetas para dar con las respuestas
correctas a las preguntas científicas, sino el conjunto de procedimientos por los cuales: a)
se plantean los problemas científicos y, b) se ponen a prueba las hipótesis científicas.
El estudio del método científico es, en una palabra, la teoría de la investigación. Esta
teoría es descriptiva en la medida en que descubre pautas en la investigación científica (y
aquí interviene la historia de la ciencia, como proveedora de ejemplos). La metodología es
normativa en la medida en que muestra cuáles son las reglas de procedimiento que
pueden aumentar la probabilidad de que el trabajo sea fecundo. Pero las reglas
discernibles en la práctica científica exitosa son perfectibles, no son cánones intocables,
porque no garantizan la obtención de la verdad; pero, en cambio, facilitan la detección de
errores.
Si la hipótesis que ha de ser puesta a prueba se refiere a objetos ideales (números,
funciones, figuras, fórmulas lógicas, suposiciones filosóficas, etc.), su verificación
consistirá en la prueba de su coherencia —o incoherencia— con enunciados (postulados,
definiciones, etc.) previamente aceptados. En este caso, la confirmación puede ser una
demostración definitiva. En cambio, si el enunciado en cuestión se refiere (de manera
significativa) a la naturaleza o a la sociedad, puede ocurrir, o bien que podamos averiguar
su valor de verdad con la sola ayuda de la razón, o que debamos recurrir, además a la
experiencia.
El análisis lógico basta cuando el enunciado que se pone a prueba es de alguno de los
siguientes tipos: a) una simple tautología, o sea, un enunciado verdadero en virtud de su
sola forma, independientemente de su contenido (como el caso de “El agua moja o no
moja”; b) una definición, o equivalencia entre dos grupos de términos (como en el caso de
“Los seres vivos se alimentan, crecen y se reproducen); c) una consecuencia de
enunciados fácticos que poseen una extensión o alcance mayor (como ocurre cuando se
deduce el principio de la palanca de la ley de conservación de la energía). Vale decir, el
análisis lógico y matemático comprobará la validez de los enunciados (hipótesis) que son
analíticos, determinado contexto. Muchos enunciados no son intrínsecamente analíticos
en su analiticidad es relativa o contextual, como lo demuestra el hecho de que esta
propiedad puede perderse, si se estrecha o amplía el contexto, o si se reagrupan los
enunciados de la teoría correspondiente, de manera ta que los antiguos teoremas se
conviertan en postulados y viceversa.
Alumna: Natalia Cruz Morales