Accidentes Del Trabajo
Accidentes Del Trabajo
DL : Decreto Ley
DO : Diario Oficial
DS : Decreto Supremo
PRÓLOGO
La ley chilena de Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales tiene casi cincuenta años y ha sido objeto de
estudio en el derecho comparado. Ha sido, también, una legislación que ha impulsado nuevas líneas de la tutela normativa,
promoviendo la prevención y la reparación a propósito de los infortunios del trabajo, complementada con una abundante
jurisprudencia en la materia, lo que ha delineado un concepto de responsabilidad laboral que se identifica con los rasgos
esenciales del derecho del trabajo y de la seguridad social. Los riesgos del trabajo forman parte de las fronteras del derecho
del trabajo y del derecho de seguridad social, desde que algunos de sus institutos son parte de una y otra disciplina.
Es el caso del deber de seguridad, instituto con que la Profesora Gajardo inicia su estudio de los accidentes del trabajo y
enfermedades profesionales. Es de interés anotar sus fuentes constitucionales como internacionales, en un derecho que se
ha visto fuertemente conmovido en las últimas décadas, por la vinculación que se ha producido entre las diversas disciplinas
jurídicas, lo que ha tenido ciertamente incidencia en la aplicación del derecho y, particularmente, en la forma que ello ha
repercutido en la jurisprudencia tanto administrativa como judicial. Resulta de interés el enfoque de la autora en este punto,
pues, independientemente de las opciones que asume, está marcada la identificación que hace del instituto con la seguridad
social, alejándose de concepciones que resultan ajenas al derecho social, y que desconocen la naturaleza propia de su
regulación, y particularmente de sus principios.
El deber de seguridad se vincula con el primero de los derechos constitucionales, que en el ámbito de su aplicación en el
lugar de trabajo, constituye una demostración de una vinculación muy estrecha entre los derechos fundamentales y aquellos
otros de fuente disciplinaria, sea que provengan del derecho del trabajo o del derecho de seguridad social. Dada su aplicación
directa en el lugar de trabajo, es que el derecho a la vida no resulta ajeno a esas disciplinas jurídicas sino, por el contrario,
constituye un derecho fundamental inescindible de la relación de trabajo, desde que de ella emanan deberes que superan
largamente su contenido patrimonial —como lo hace notar la autora— y que colocan a las partes de la relación de trabajo en
la esfera de aplicación de los derechos humanos.
Concordante con lo anterior, es el desarrollo que se hace de la prevención de los riesgos del trabajo, que se aborda en
perspectiva institucional como funcional. Interesa en este último aspecto lo que llama la autora, el modelo de prevención de
riesgos laborales en la empresa, que desarrolla en extenso, a propósito de las obligaciones que impone al empleador.
También trata en detalle el caso de la subcontratación y de la contratación de servicios transitorios, figuras estas de
descentralización empresarial, que han introducido una mayor complejidad en la aplicación del deber de seguridad y que
ciertamente han provocado una abundante jurisprudencia judicial.
Ello ha despejado el camino para el estudio del régimen de responsabilidad laboral del empleador proveniente del
incumplimiento del deber de seguridad. Debe destacarse el detalle con que se analiza la evolución normativa en la materia y
el tratamiento que se hace de los temas que han sido objeto de debate jurisprudencial, que en algunos de ésos, han sido
posteriormente norma legal precisamente por la consolidación de las doctrinas contenidas en las sentencias judiciales.
Nuevamente la autora en esta parte, se hace cargo de las figuras de descentralización empresaria, analizando los cuatro
problemas fundamentales que se han producido con motivo de la aplicación de las disposiciones legales contenidas en las
normas de subcontratación y de suministro de trabajadores, en cuanto al alcance de la solidaridad según se estime se trata de
obligaciones de dar o de hacer, el significado de la responsabilidad directa contenida en el artículo 183-E del Código del
Trabajo, el contenido específico del deber de seguridad de la empresa principal, tratándose de trabajadores que no forman
parte de su plantilla, y la forma en la que se encadenan las responsabilidades, cuando se trata de trabajadores
subcontratados que se alejan de la capacidad de fiscalización del dueño de la obra.
Un capítulo final vuelve al punto de partida: el contenido constitucional del deber de seguridad, como expresión del derecho
a la vida, cuando en el ejercicio del poder de dirección se provoca una lesión a dicho derecho, incorporando al análisis del
ejercicio de la garantía expresada en el procedimiento de tutela, el dato empírico que da cuenta de su escasa utilización,
atendidas las cuantías que involucra, aunque no se considera la naturaleza cautelar del mismo, que probablemente no se
ejerce por los trabajadores afectados directamente, sino por los servicios fiscalizadores en su caso, en el ejercicio de las
facultades de que están dotados.
En suma, esta obra le da una relectura al deber de seguridad como instituto del derecho, consignando una abundante
jurisprudencia en la materia, constituyendo un valioso aporte a la doctrina del derecho del trabajo y de la seguridad social,
desde la visión de la autora, que integra las diversas perspectivas del ejercicio profesional, tanto desde la cátedra,
actualmente como Directora del Departamento de Derecho del Trabajo y Seguridad Social de la Facultad de Derecho de la
Universidad de Chile, desde el ejercicio profesional en la litigación y asesoría corporativa, como desde la función
jurisdiccional, como abogada integrante de la Ilustrísima Corte de Apelaciones de Santiago. El enfoque de la obra, práctica y
con trasfondo doctrinario y mucho relacionamiento con la jurisprudencia judicial, reflejan la experiencia de la autora, que
permite obtener una visión integradora de los institutos jurídicos que analiza. Esta obra contribuye de modo calificado al
debate doctrinario y al ejercicio de los derechos de los propios actores de las relaciones del trabajo, pero principalmente, da
cuenta de una visión de los institutos del derecho desde el derecho del trabajo y desde el derecho de seguridad social.
INTRODUCCIÓN
Poner por escrito la experiencia y algunas reflexiones sobre la protección de los accidentes del trabajo y enfermedades
profesionales, o como más recientemente se denomina a esta temática, la seguridad y salud en el trabajo, no fue una tarea
fácil.
Si bien nos hemos situado a partir de lo que el Derecho de la Seguridad Social llama contingencias sociales, el tema no se
agota con la descripción del régimen que protege al trabajador por los accidentes del trabajo y enfermedades profesionales
que pueda enfrentar durante su actividad laborativa, y que encuentra su fuente normativa central en la ley Nº 16.744 de 1968.
El presente trabajo ha debido extenderse a algunos otros ámbitos, a fin de entregar una visión lo más integral posible de la
forma en que la sociedad chilena se hace cargo de los estados de necesidad que surgen a partir de estos infortunios
laborales.
El primer ámbito de extensión en los contenidos se refiere a la necesaria descripción de la garantía fundamental que se
encuentra implícita en la protección de la seguridad y salud en el trabajo, esto es, el deber de seguridad, cuestión que en el
origen del sistema de la ley Nº 16.744 no estuvo presente, al menos en forma explícita y de la manera que hoy lo
entendemos. Esto se debe a la influencia de la doctrina constitucional en materia de derechos fundamentales y su irradiación
a las distintas esferas de la vida de los ciudadanos, lo que fuera recepcionado en el mundo del Derecho del Trabajo en Chile a
partir de los años noventa, en el siglo pasado.
A este tema dedicamos el primer capítulo, en donde nos referimos a los derechos fundamentales que están implícitos en el
deber de seguridad, a la probable necesidad de reconocer una nueva garantía fundamental, entendida como el derecho a la
seguridad y salud en el trabajo; también abordamos la naturaleza jurídica del deber de seguridad e intentamos construirlo
desde una triple perspectiva: la del empleador, la del trabajador y la del Estado, en el entendido de que toca a este último una
labor importante de promoción y resguardo de las garantías constitucionales que vienen implícitas en este deber, dentro de
ellas la vida y la salud de los trabajadores.
Los capítulos segundo y tercero están dedicados a la cobertura del seguro social regulado por la ley Nº 16.744. Su
contenido da cuenta en forma muy concreta de lo que contempla nuestro Derecho de la Seguridad Social en esta materia.
Así, el capítulo segundo trata en particular de las contingencias protegidas, esto es, los accidentes del trabajo, de trayecto y
otras especies dentro de esta categoría y las enfermedades profesionales, cuya calificación planteamos que debe seguir
radicada en exclusiva en la institucionalidad diseñada por la mencionada ley, y no en los tribunales de justicia como se
observa últimamente. Siempre dentro de la cobertura, el capítulo tercero se ocupa de los afiliados y las prestaciones que el
sistema de seguro social les ofrece. Acompañan a estas explicaciones referencias de jurisprudencia administrativa y judicial.
En directa conexión con el deber de seguridad se encuentra el capítulo cuarto, en que nos referimos a la prevención de
riesgos laborales. Acá describimos el modelo de prevención de riesgos diseñado por la ley Nº 16.744 cuya base se encuentra
en la entidad empleadora; también los cambios introducidos por la Ley Nº 20.123 sobre Subcontratación Laboral, a partir de la
cual se desplazó el eje de responsabilidad hacia la empresa principal o usuaria de los servicios tercerizados, todo lo anterior
también acompañado de referencias jurisprudenciales que ilustran las explicaciones. Por último, evidenciamos la escasa
implementación del Convenio Nº 187 de la OIT, ratificado por Chile en el año 2011.
Otro ámbito al que nuestro trabajo debió extenderse, aun cuando no constituyera estrictamente una materia propia del
Derecho de la Seguridad Social, es el de la responsabilidad del empleador frente a los accidentes del trabajo y enfermedades
profesionales, de lo que trata el capítulo quinto. En razón de consagrarse en el artículo 69 de la ley Nº 16.744 el principio de
complementariedad de las prestaciones del sistema de seguro social con las otras indemnizaciones a que pueda tener
derecho la víctima de un infortunio laboral o sus herederos conforme al Derecho Común, la responsabilidad civil del
empleador ha sido intensamente demandada en los tribunales laborales y con menor frecuencia en la sede civil, lo que
tratamos a través de la sistematización de la jurisprudencia judicial de los últimos diez años, extrayendo sus orientaciones de
carácter general.
Advertimos que no se ha pretendido en este capítulo quinto agotar el tema desde una perspectiva del Derecho Civil, pues
ciertamente ello desbordaría el eje central del trabajo. Hasta ahora ha predominado justamente la visión civilista sobre este
tema, sin atender a la promoción de las garantías fundamentales que están implícitas en el deber de seguridad del empleador.
En este orden creemos que existe una falencia por parte de la doctrina laboral local, en cuanto a no estudiar ni desarrollar un
Derecho de la Prevención de Riesgos, con principios y normas específicamente orientados a promover no sólo la prevención
de los accidentes del trabajo y las enfermedades profesionales, sino que antes que ello, evitar la presencia de riesgos en el
trabajo, bajo una óptica de seguridad y salud en el trabajo que vele en todo momento por la protección de la vida y la salud de
los trabajadores.
Con el excesivo ejercicio de acciones que buscan una reparación dineraria ante los daños producidos por los riesgos
laborales, que es de lo que se ocupa el Derecho Civil, se ha perdido el foco de atención, desde que el Derecho del Trabajo y
de la Seguridad Social reconoce como principio fundamental el de la protección de la persona que trabaja y, por lo tanto,
todos nuestros esfuerzos deben estar orientados a la prevención de los riesgos laborales y no a su reparación como ocurre
hoy.
Una muestra de ello es que el capítulo quinto del que damos cuenta es el más extenso de nuestro trabajo. En él no solo
tratamos el tema de la responsabilidad del empleador desde la reparación civil, sino también desde la perspectiva
constitucional, infraccional y penal, en donde luego de comentar su alcance se citan criterios relevantes de jurisprudencia
judicial que permiten comprender la forma con que estos temas se deciden últimamente.
En el capítulo sexto volvemos a la descripción del sistema de seguro social con la gestión del sistema, a cargo de las
Mutualidades de Empleadores, del Instituto de Seguridad Laboral y en una dimensión muy menor con la administración
delegada del seguro.
Por último, el capítulo séptimo trata de la prescripción de las acciones para reclamar las prestaciones del sistema de la ley
Nº 16.744 y la de las acciones para reclamar indemnizaciones civiles, tema en que existen recientes criterios "re-unificados"
por nuestra Corte Suprema.
Agradezco a mis colegas y amigos Ricardo Acuña Roca y Pedro Zelaya Etchegaray, quienes tuvieron la paciencia de leer
este trabajo antes de su edición para detectar posibles errores, y a Francisco Tapia Guerrero, a quien debo el impulso inicial y
continuado para darle forma.
Con las imperfecciones que pueda contener, espero que el presente libro contribuya a que Chile avance en el camino del
desarrollo en el mediano plazo de un Derecho de la Prevención de Riesgos.
Dentro del contenido no patrimonial del contrato de trabajo se encuentra este importante deber, traducido en la obligación
del empleador de crear y mantener condiciones seguras en el ambiente y en las instalaciones de los recintos de trabajo que
están bajo su dirección, lo que no excluye importantes responsabilidades para los trabajadores y para el Estado.
Desarrollarlo en clave laboral permite apreciar este deber en función de las garantías fundamentales en que incide, esto es,
el derecho a la vida y la integridad física y psíquica de los trabajadores. Hoy el tema parece estar dominado por los civilistas, a
propósito de las implicancias en materia de responsabilidad del empleador en la reparación de los daños, visión que no
permite delinear este deber en función del objetivo perseguido, que no es otra cosa que la protección del trabajador en su
lugar de trabajo, a través del desarrollo de un derecho de la prevención de riesgos que Chile está lejos de tener.
La terminología asociada a este deber es variable: seguridad y salud en el trabajo con referencia a la prevención de riesgos
en sus aspectos técnicos y a la medicina del trabajo; higiene y seguridad industrial1en antiguos textos reglamentarios. Detrás
de estos conceptos está presente la obligación de seguridad, a la que dedicaremos el presente capítulo.
En el documento sobre su Constitución, la OIT señala que el organismo deberá fomentar programas que permitan proteger
adecuadamente la vida y la salud de los trabajadores en todas las ocupaciones 2, cuestión que como se advertirá más
adelante no atañe sólo a los empleadores sino a la propia OIT, a los Estados Miembros y a los trabajadores.
El instrumento más importante de la OIT, atendido el ámbito de materias que considera, es el Convenio Nº 155 de 1981,
sobre la Seguridad y la Salud de los Trabajadores 3. Es un conjunto de normas aplicables a todas las ramas de la economía y
establece deberes para los Estados, dentro de los que se cuenta el establecimiento de una política nacional sobre seguridad
y salud en el trabajo, que tendrá por objeto precisar las funciones y responsabilidades respectivas, en materia de seguridad y
salud de los trabajadores y medio ambiente de trabajo, de las autoridades públicas, los empleadores, los trabajadores y otras
personas interesadas, teniendo en cuenta el carácter complementario de tales responsabilidades, así como las condiciones y
la práctica nacionales (art. 4º).
Enseguida, el Convenio Nº 155 explicita la necesidad de controlar la aplicación de las leyes y de los reglamentos relativos a
la seguridad, la higiene y el medio ambiente de trabajo, a través de un sistema de inspección apropiado y suficiente (art. 9º).
Exige también medidas conformes a la legislación y práctica nacionales a fin de velar por que las personas que diseñan,
fabrican, importan, suministran o ceden a cualquier título maquinaria, equipos o sustancias para uso profesional: (a) se
aseguren, en la medida en que sea razonable y factible, de que la maquinaria, los equipos o las sustancias en cuestión no
impliquen ningún peligro para la seguridad y la salud de las personas que hagan uso correcto de ellos; (b) faciliten información
sobre la instalación y utilización correctas de la maquinaria y los equipos y sobre el uso correcto de sustancias, sobre los
riesgos que presentan las máquinas y los materiales y sobre las características peligrosas de las sustancias químicas, de los
agentes o de los productos físicos o biológicos, así como instrucciones acerca de la manera de prevenir los riesgos conocidos
(art. 12); y la adopción de medidas a fin de promover, de manera conforme a las condiciones y a la práctica nacionales, la
inclusión de las cuestiones de seguridad, higiene y medio ambiente de trabajo en todos los niveles de enseñanza y de
formación, incluidos los de la enseñanza superior técnica, médica y profesional, con el objeto de satisfacer las necesidades de
formación de todos los trabajadores (art. 14).
Recién en su parte IV el Convenio Nº 155 establece que deberá exigirse a los empleadores que, en la medida en que sea
razonable y factible, garanticen que los lugares de trabajo, la maquinaria, el equipo y las operaciones y procesos que estén
bajo su control son seguros y no entrañan riesgo alguno para la seguridad y la salud de los trabajadores; que deberá exigirse
a los empleadores que, en la medida en que sea razonable y factible, garanticen que los agentes y las sustancias químicos,
físicos y biológicos que estén bajo su control no entrañan riesgos para la salud cuando se toman medidas de protección
adecuadas; que cuando sea necesario, los empleadores deberán suministrar ropas y equipos de protección apropiados a fin
de prevenir, en la medida en que sea razonable y factible, los riesgos de accidentes o de efectos perjudiciales para la salud
(art. 16).
Y en el ámbito de la cooperación entre los intervinientes en el proceso productivo, el convenio establece que deberán
adoptarse disposiciones a nivel de empresa en virtud de las cuales: a) los trabajadores, al llevar a cabo su trabajo, cooperen
al cumplimiento de las obligaciones que incumben al empleador; b) los representantes de los trabajadores en la empresa
cooperen con el empleador en el ámbito de la seguridad e higiene del trabajo, entre otras obligaciones (art. 19).
Enseguida se encuentra el Convenio Nº 187 de 2006, sobre Marco Promocional de la Seguridad y Salud en el Trabajo 4. El
objetivo de este Convenio es promover la mejora continua de la seguridad y salud en el trabajo con el fin de prevenir las
lesiones, enfermedades y muertes ocasionadas por el trabajo mediante el desarrollo de una política nacional, un sistema
nacional de seguridad y salud en el trabajo, y un programa y una cultura nacionales, en consulta con las organizaciones más
representativas de empleadores y de trabajadores (art. 2º).
• Política nacional: ésta debe ser desarrollada con representatividad de las organizaciones pertinentes.
• Sistema nacional: Se debe desarrollar una infraestructura legal e institucional para la aplicación de la política y los
programas nacionales.
• Programa nacional: Debe incluir objetivos, metas, plazos, prioridades, y medios de acción y evaluación.
• Cultura nacional de prevención: Esta debe estar basada en el derecho a un medio ambiente de trabajo seguro y
saludable, que se respeta a todos los niveles; en la que se participa activamente, con derechos, deberes y responsabilidades
bien definidas, concediendo a la prevención la máxima prioridad.
Como puede apreciarse, de los dos Convenios con carácter general que la OIT tiene en materia de seguridad y salud en el
trabajo, Chile ha ratificado el menos exigente, esto es, el Convenio Nº 187, con un exiguo grado de implementación a la
fecha5.
En efecto, habiéndose constituido una Comisión Asesora Presidencial para la Seguridad en el Trabajo en febrero de 2010,
que tuvo a su cargo la revisión del marco legal que regía la protección contra los accidentes del trabajo y las enfermedades
profesionales, la que emitió importantes lineamientos en su informe de fecha noviembre de 2010, al año 2014 contamos con
los siguientes nuevos instrumentos legales:
— D.S. Nº 19 de 2011, del Ministerio del Trabajo y Previsión Social, que crea y regula el funcionamiento de un Consejo
Consultivo para la Seguridad y Salud en el Trabajo.
— D.S. Nº 20 de 2011, del Ministerio del Trabajo y Previsión Social, que establece un Comité de Ministros para la
Seguridad y Salud en el Trabajo.
— Ley Nº 20.691 (D.O. de 14 de diciembre de 2013), sobre nuevas facultades para la Superintendencia de Seguridad
Social.
Por otra parte, de la estructura del Convenio Nº 155 se colige con mucha claridad que la prevención de riesgos en el
trabajo no es una materia que sea de la exclusiva responsabilidad de las entidades empleadoras, a quienes sin duda les cabe
un rol importante; prueba de ello es el uso de las expresiones "que estén bajo su control" que utiliza el artículo 16 respecto de
las obligaciones de seguridad de las entidades empleadoras. Con todo, también el Estado y los propios trabajadores tienen
deberes relevantes en esta tarea de prevención.
Nos parece que esta es la mirada correcta, la de la prevención de riesgos en el trabajo como una tarea de toda la sociedad,
en tanto de lo que se trata es de proteger un derecho público subjetivo garantizado a todos los ciudadanos en el art. 19 Nº 1
de la Constitución Política de la República: el Derecho a la Vida y la Integridad Física y Psíquica del trabajador, entre otras
garantías.
En consecuencia, sostenemos que la protección de la seguridad y salud en el trabajo, como garantía del derecho
fundamental a la vida y salud del trabajador, no puede quedar entregada sólo a la autonomía privada de las partes en el
contrato de trabajo, pues toca también al Estado promoverla y garantizarla. En esta línea resulta fundamental la ratificación
por Chile del Convenio Nº 155, pues es el que establece el marco conceptual necesario para esta protección integral.
Toca al Estado y a toda la comunidad —entre la que se encuentra el empleador— velar por la seguridad y salud en el
trabajo del trabajador. Esto por así disponerlo nuestra Constitución Política de la República, al consagrar en el artículo 19 que
la Constitución asegura a todas las personas: Nº 1 el derecho a la vida y a la integridad física y psíquica de la persona; Nº 8 el
derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación; Nº 9 el derecho a la protección de la salud.
En estricta relación con la consagración de estas garantías fundamentales, la Constitución en el artículo 1º sobre Bases de
la Institucionalidad, dice que "el Estado está al servicio de la persona humana y su finalidad es promover el bien común, para
lo cual debe contribuir a crear las condiciones sociales que permitan a todos y a cada uno de los integrantes de la comunidad
nacional su mayor realización espiritual y material posible, con pleno respeto a los derechos y garantías que esta Constitución
establece" (inciso tercero), agregando que "es deber del Estado dar protección a la población y a la familia" (inciso cuarto).
Agrega el artículo 5º que "es deber de los órganos del Estado respetar y promover tales derechos — esenciales que
emanan de la naturaleza humana —, garantizados por esta Constitución, así como por los tratados internacionales ratificados
por Chile y que se encuentren vigentes" (inciso tercero).
Se incorpora a esta estructura normativa la ciudadanía en la empresa consagrada en el artículo 5º del Código del Trabajo,
al establecer que "El ejercicio de las facultades que la ley le reconoce al empleador, tiene como límite el respeto a las
garantías constitucionales de los trabajadores, en especial cuando pudieran afectar la intimidad, la vida privada o la honra de
éstos". Sobre esta norma, sabemos por la historia de la ley 6que la obligación del empleador de respetar las garantías
fundamentales no se agota en las que acá se indican a título ilustrativo, lo que se hizo en razón de ser las garantías más
frecuentemente vulneradas a la fecha de dicha iniciativa legislativa, de manera que se incorporan dentro del concepto de
ciudadanía en la empresa todas las garantías fundamentales de que goza un ciudadano en Chile y, por ende, está
comprendido el derecho a la vida, a la integridad física y psíquica del trabajador.
La Seguridad y Salud en el Trabajo como bien jurídico protegido también se manifiesta en el Nº 18 del artículo 19 de la
Constitución Política de la República a propósito del Derecho a la Seguridad Social. Este derecho es de naturaleza social y se
funda en los principios de dignidad, igualdad y solidaridad, siendo su titular la persona humana, la cual puede exigir su
cumplimiento a la sociedad en su conjunto7, representada en primer lugar por el Estado, a fin de que establezca las
condiciones necesarias para su debido respeto y ejercicio. La seguridad social se ocupa de las contingencias que derivan de
la vejez, enfermedad, accidentes del trabajo, viudez, orfandad, maternidad, invalidez, desempleo y cargas familiares, siendo
deber del derecho y en definitiva del Estado que, en caso de acaecer alguno de estos estados de necesidad, se otorguen las
prestaciones que sean necesarias para que la persona siga desarrollando su existencia de un modo digno. Corresponde,
entonces, al conjunto de la sociedad dar protección a todas las personas, para garantizar que, durante los estados de
necesidad que se han descrito, se les asegure una digna subsistencia, como consecuencia de que la Constitución reconoce el
derecho a la vida y a la integridad física y psíquica.8
Hasta aquí el modelo pareciera no tener mayores inconvenientes, puesto que en Chile hay un reconocimiento explícito en
torno al derecho fundamental a la vida y a la salud de los ciudadanos y de los trabajadores en el ámbito de una relación
laboral; en cuanto tal no sólo es deber del empleador, sino que también del Estado y de toda la sociedad hacerse cargo de su
protección y también de su promoción, por incidir en otros derechos fundamentales como es el derecho a vivir en un medio
ambiente libre de contaminación, el derecho a la protección de la salud y el derecho a la seguridad social.
El problema en nuestro entendimiento se encuentra en las garantías de los derechos fundamentales que se vinculan con el
deber de seguridad, que vienen a ser los instrumentos jurídicos que dan eficacia y defensa a dichos derechos. Con
frecuencia, como anota Mario Verdugo, los autores nacionales en sus textos asocian a las garantías sólo con las acciones
constitucionales —amparo y protección principalmente— pero el tema es bastante más complejo. Distingue entre garantías
generales, judiciales y específicas; dentro de las generales sitúa aquella garantía de la esencia de los derechos que
contempla el artículo 19 Nº 26 de la Constitución Política de la República.9 Estimamos que también dentro de las garantías
generales a los efectos de los derechos fundamentales que venimos refiriendo, ha de estar el establecimiento de un marco
regulatorio preciso y determinado para asegurar su protección real, pues de otra forma no es posible una tutela efectiva en
función de las materias en que incide.
Así las cosas, no es posible admitir que la tutela de garantías fundamentales tan relevantes como las que hemos referido
se agoten, como ocurre hoy, con las reparaciones indemnizatorias del seguro social de la ley Nº 16.744 junto con las
contempladas en el Derecho Civil. Hace falta más, se necesita desarrollar una efectiva cultura que evite los riesgos laborales,
acompañada de un verdadero derecho de la prevención de riesgos.
Existe un deber del Estado en orden a mantener una conducta activa —que a estos efectos no puede quedar comprendida
dentro de su rol subsidiario— para diseñar políticas globales acordes con una nueva cultura de protección de la seguridad y
salud en el trabajo, destinar recursos para su implementación, tener una institucionalidad creada para el seguimiento de sus
resultados y dentro de ella un buen sistema de fiscalización a los recintos de trabajo. En este deber del Estado se comprende
el proporcionar un marco regulatorio adecuado tanto a nivel legal como reglamentario que sea acorde con los derechos
fundamentales que se busca proteger, tarea que no puede eludirse bajo el pretexto de existir normas que en nuestro
ordenamiento atribuyan deberes de seguridad al empleador.
No sugerimos minimizar el deber de seguridad del empleador, sino de entenderlo dentro del contexto de los bienes
jurídicos que protege, los que no pueden estar garantizados solo por la cuantía de las indemnizaciones que tan
frecuentemente se obtienen en sede judicial por el ejercicio de acciones por responsabilidad civil del empleador, ya que de lo
que se trata es de evitar los riesgos en el trabajo, que no se produzcan accidentes del trabajo ni enfermedades profesionales
y, en definitiva, de resguardar en la mejor forma posible la vida humana.
Se reconoce al empleador el derecho a dirigir y organizar el trabajo en sus aspectos económicos y técnicos, desde que es
quien asume los riesgos del emprendimiento que significa la actividad laborativa. Este reconocimiento tiene sustento en las
garantías fundamentales del derecho de propiedad y en el derecho a realizar cualquier actividad económica lícita, que se
aseguran al empleador como garantías fundamentales en los numerales 24 y 21 del artículo 19 de la Constitución Política del
Estado.
En algunos países se reconoce expresamente este poder de dirección del empleador, como es el caso del Estatuto de los
Trabajadores de España, cuyo artículo 5º establece que el trabajador debe "Cumplir las órdenes e instrucciones del
empresario en el ejercicio regular de sus facultades directivas" y el artículo 20 agrega: "El trabajador estará obligado a realizar
el trabajo convenido bajo la dirección del empresario o persona en quien éste delegue". La Ley de Contrato de Trabajo de
Argentina reconoce al empleador la facultad de organización de la empresa y la facultad de dirección en sus artículos 64 y 65,
estableciendo que "la facultad de dirección debe ejercerse atendiendo a los fines de la empresa y a las exigencias de la
producción sin perjuicio de la preservación y mejora de los derechos personales y patrimoniales del trabajador", conforme
reza su artículo 65.
En Chile, el poder de dirección no aparece definido de manera explícita, pero sí encuentra sustento a nivel legal en el
artículo 5º del Código del Trabajo, al expresar que "El ejercicio de las facultades que la ley le reconoce al empleador, tiene
como límite el respeto a las garantías constitucionales de los trabajadores ..."; también en el artículo 12, a propósito del ius
variandi del empleador, cuando dispone que "El empleador podrá alterar la naturaleza de los servicios o el sitio o recinto en
que ellos deban prestarse ...". A partir de estas normas, surge el deber del trabajador de cumplir las órdenes e instrucciones
del empleador.
Este contenido clásico del poder de dirección del empleador contiene obligaciones correlativas, puesto que al subordinarse
el trabajador al empleador no solo en términos jurídicos sino también en una dimensión económica y técnica, el trabajador se
verá expuesto a sufrir los riesgos inherentes a la actividad laboral, de los cuales no puede por regla general evadirse, puesto
que tiene el deber de cumplir con el trabajo contratado.
Surge así el deber de protección del empleador, también denominado deber de cuidado, y que nosotros llamaremos deber
de seguridad, que es inherente al contrato de trabajo en su dimensión no patrimonial y tradicionalmente regulado dentro del
denominado contenido ético jurídico del contrato de trabajo.
En general, se lo sitúa dentro de un deber más general del empleador que es el de deber de protección del trabajador, que
incumbe a tres ámbitos fundamentales: la protección de su capacidad laboral, la protección de su capacidad económica y la
protección integral de su persona (vida, bienestar, dignidad e intimidad).10 En su acepción más estricta, si el empresario puede
dar órdenes en cuanto al tiempo, lugar y modo de la prestación del trabajador, y estas órdenes han de ser obedecidas, puesto
que de su incumplimiento puede derivar una sanción, le es exigible como deber procurar que no sean nocivas para el
trabajador y que éste resulte indemne tras su cumplimiento.11
El deber de seguridad, que es parte del deber más general de protección que emana del contrato de trabajo, no sólo
integra la naturaleza del contrato, sino que se trata de un deber esencial y principal del mismo, cuya regulación no puede
quedar entregada a la autonomía de las partes porque comprende en general una serie de normas de derecho necesario, que
derivan de la esencia de la relación laboral.12
Ello explica por qué aun cuando no aparezca regulado en el propio texto del contrato, es un elemento que le pertenece, que
es de su naturaleza por aplicación del artículo 1546 de nuestro Código Civil, en cuya virtud "Los contratos deben ejecutarse
de buena fe13, y por consiguiente obligan no sólo a lo que en ellos se expresa, sino a todas las cosas que emanan
precisamente de la naturaleza de la obligación, o que por la ley o la costumbre pertenecen a ella.".
3.3. Regulación positiva del deber de seguridad y los conceptos jurídicamente indeterminados que contiene
El deber de seguridad se encuentra regulado en el Libro II Código del Trabajo chileno que se denomina "De la Protección
de los Trabajadores", y concretamente dentro del Título I sobre Normas Generales (artículos 184 a 193) y del Título III que
trata "Del Seguro Social contra Riesgos de Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales" (artículos 209 a 211).
El precepto medular dentro de las normas anotadas es el artículo 184 del Código del Trabajo, que establece en sus incisos
1º y 2º: "El empleador estará obligado a tomar todas las medidas necesarias para proteger eficazmente la vida y salud de los
trabajadores, informando de los posibles riesgos y manteniendo las condiciones adecuadas de higiene y seguridad en las
faenas, como también los implementos necesarios para prevenir accidentes y enfermedades profesionales. /Deberá asimismo
prestar o garantizar los elementos necesarios para que los trabajadores en caso de accidente o emergencia puedan acceder
a una oportuna y adecuada atención médica, hospitalaria y farmacéutica.". En términos similares se establece este deber de
cuidado a la empresa principal y a la empresa usuaria de servicios transitorios, en los artículos 183-E y 183-AB del Código del
Trabajo.
El artículo 184 del Código del Trabajo contiene algunos conceptos jurídicamente indeterminados, tales como el
"eficazmente", las "condiciones adecuadas" y los implementos "necesarios" para prevenir los accidentes y enfermedades
profesionales, que en la práctica han sido motivo de intenso debate, a los efectos de establecer la naturaleza de la
responsabilidad civil de la que responde el empleador; para unos es estricta, al exigirse un determinado resultado (que no se
produzcan accidentes del trabajo) y para otros está basada en la culpa por el tenor expreso del artículo 69 letra b) de la ley
Nº 16.744.
Lo cierto es que se trata de una obligación dinámica, que se condice con el carácter consensual y de tracto sucesivo que
tiene el contrato de trabajo, que lo hace permeable a los cambios en la forma de hacer el trabajo, a los avances tecnológicos,
al marco regulatorio en que se desenvuelve la actividad del empleador, en fin, a diversas circunstancias del entorno laboral
que van determinando un modo especial de trabajo que puede influir en la manera de prevenir los riesgos que ello genera y,
como consecuencia, en la forma de dar cumplimiento al deber de protección.
Entonces, el empleador debe estar constantemente adaptándose a los requerimientos de seguridad que emanan de su
propia actividad, y en este sentido la existencia de conceptos jurídicamente indeterminados a los efectos del deber de
seguridad que consagra el artículo 184 del Código del Trabajo favorece esa adaptación, pues habrá que estar a la situación
concreta de riesgo, para saber cuáles medidas son las más eficaces para prevenirla, permitiendo crear condiciones
adecuadas de trabajo, y con qué elementos de protección podrá impedirse que tal riesgo afecte la vida o la salud de los
trabajadores.
Con esta idea no estamos sosteniendo en ningún caso que el artículo 184 del Código del Trabajo consagre una obligación
de resultado, ya que no nos parece posible que el empleador pueda prever y resolver ex ante y en términos absolutos todos
los riesgos que pudieran afectar a sus trabajadores. Esta norma debe ser interpretada y aplicada atendida la finalidad para la
cual fue establecida, que no es otra que la de situar en el empleador el deber de seguridad respecto de los riesgos de su
propia actividad, porque es él quien cuenta con las herramientas, los conocimientos y los recursos necesarios para realizar en
el ámbito de sus operaciones, una eficaz labor preventiva de riesgos laborales.
De lo anterior se colige que aun cuando estemos ante conceptos jurídicos indeterminados, el deber del empleador no lo es.
A ello se refiere con mucho acierto Cayetano Núñez 14cuando expresa que "la existencia de un riesgo laboral es, a veces,
imposible de evitar. Lo que el contenido esencial exige es que, aun cuando el riesgo exista, sus consecuencias lesivas
desaparezcan, algo que hoy día es, desde un punto de vista técnico, casi siempre posible".
En la misma línea de lo expresado se encuentra el Convenio Nº 155 de la OIT, cuando atribuye al empleador deberes de
cuidado respecto de los factores de riesgo "que estén bajo su control", es decir, aquellos riesgos inherentes a su actividad y
que desde una perspectiva técnica deba conocer para poder impedirlos.
Esta lectura del sentido y alcance del artículo 184 del Código del Trabajo concilia perfectamente la responsabilidad por la
seguridad y salud de los trabajadores que asiste al empleador, con el deber de garante que asiste al Estado en tanto se trata
de garantías fundamentales.
En efecto, existen ámbitos de protección imposibles de atribuir al empleador, como es el caso de las condiciones
ambientales y sociales generales (contaminación ambiental, políticas de transporte, educación en prevención de riesgos, por
citar algunas); o bien, la determinación de estándares mínimos permitidos para el funcionamiento de ciertas actividades
productivas. Estas son tareas que corresponden al Estado, pues acá no se trata de discutir si su rol ha de ser benefactor o
subsidiario, sino de amparar, garantizar y promover el derecho a la vida y a la integridad física y síquica de los trabajadores, lo
que emana muy claramente del Convenio Nº 155 de la OIT al diferenciarse las responsabilidades del Estado de las del
empleador.
Entonces, es tarea del Estado establecer reglas técnicas que permitan dar contenido al deber de seguridad del empleador.
Porque para poder atribuirle responsabilidad por el incumplimiento a tales deberes, es supuesto fundamental que éste
conozca las reglas que lo rigen y pueda así adoptar las normas técnicas establecidas con anterioridad para su actividad. No
es tarea fácil y ya lo apunta Cayetano Núñez cuando expresa que "el marco normativo se dilata de un modo inexorable, con
una extensión que dificulta su conocimiento especializado. El panorama no presenta un manejo sencillo, porque es ineludible
conocer, de un lado qué norma es aplicable en cada caso y, de otro, por el debido respeto al principio de integridad del
ordenamiento jurídico, cómo se articulan y relacionan todas ellas."15.
En Chile no existe una ley especial que regule de un modo orgánico los conceptos básicos que dicen relación con la
prevención de riesgos en el trabajo, tal como ocurre en otras latitudes 16; nuestra realidad es la de una gran cantidad de
reglamentos, resoluciones, circulares e instrucciones, sin una coordinación entre ellas, emanadas de las autoridades que
fiscalizan hasta ahora esta importante materia.
Contar con un marco legal adecuado en prevención de riesgos laborales permitiría lograr la necesaria coordinación entre
los intervinientes en la tarea preventiva; también delimitar con mayor claridad la responsabilidad del Estado del deber de
seguridad del empleador y también contar con la colaboración de los trabajadores, a través de políticas que promuevan el
autocuidado. Además, se lograría tomar distancia de los mecanismos de protección de daños que provienen del Derecho Civil
de Daños según el artículo 69 de la Ley Nº 16.744, pues con ellos no se promueven los valores que venimos refiriendo: la
seguridad y salud en el trabajo.
En suma, la obligación de seguridad emana de la naturaleza del contrato de trabajo siendo parte de su contenido no
patrimonial, lo que no libera al Estado de su deber de establecer reglas obligatorias y un marco jurídico adecuado en razón de
su deber de garante de los derechos fundamentales consagrados en la Constitución Política del Estado, de los que el
trabajador es titular indiscutido.
3.4. Naturaleza jurídica del deber de seguridad del empleador
Existen distintas posiciones doctrinales en torno a la naturaleza jurídica del deber de seguridad del empleador, cuya
suscripción produce consecuencias relevantes.
En efecto, si se considera que es de naturaleza contractual habrá repercusiones en la sede jurisdiccional que conoce de los
asuntos en que se discuta el incumplimiento de este deber, debiendo conocer el tribunal laboral en conformidad al artículo 420
del Código del Trabajo, con la consecuente celeridad que el proceso laboral cuenta actualmente; la valoración de la prueba se
hará conforme a las reglas de la sana crítica según establece el artículo 456 del mismo Código; la culpa que se atribuye al
empleador en los daños derivados del accidente se presumirá porque así lo señala el artículo 1547 del Código Civil, y el plazo
de prescripción de la acción para demandar será de cinco años, por aplicación del artículo 2515 del Código Civil o como se
considera más recientemente por algunos con fundamento en el artículo 79 de la ley Nº 16.744.
Si se estima que esta es una obligación de fuente legal —con base en el artículo 184 del Código del Trabajo— la sola
ocurrencia de un accidente del trabajo o enfermedad profesional constituye un incumplimiento, convirtiendo al deber de
seguridad en una obligación de resultado porque se está en un ámbito infraccional, siendo irrelevante si existió o no culpa de
la entidad empleadora en el acaecimiento del hecho. La única excepción posible a esta regla es probar que el accidente se
hubiera producido de igual modo a pesar de los cuidados observados por el empleador.
En la dogmática laboral clásica se considera como un deber que encuentra su origen en el contrato de trabajo y, por tanto,
esa es su naturaleza: contractual.
Así, Manuel Alonso Olea y María Emilia Casas Baamonde afirman que este deber no tiene un fundamento unívoco, sino
una pluralidad de fundamentos jurídicos, todos los cuales reposan en última instancia sobre el contrato de trabajo.17
Mario Ackerman expresa que la implicación y compromiso personal del trabajador conlleva el simétrico deber de conducta
que se espera del empleador, y que consiste en la protección de quien, para ganar el salario, pone a disposición de quien
tiene la potestad de dirigirla su persona y su capacidad laborativa. A esta obligación del empleador, de naturaleza contractual
—con independencia de su fortalecimiento con el reconocimiento legal— corresponde un derecho subjetivo de acreencia del
trabajador que debería ser exigible judicialmente por éste.18
William Thayer y Patricio Novoa sostienen que el contenido, forma y extensión del deber de protección están reglados por
la autoridad mediante normas de orden público, no obstante reconocerse su origen contractual, lo que explican por la
naturaleza compleja de este deber, obligación contractual pero regulada por normas de derecho necesario emanadas de la
autoridad, que ha emergido como la respuesta que ha debido dar el Estado moderno al gran auge del maquinismo y la
revolución industrial.19
Por su parte, Irene Rojas trata el deber de seguridad bajo la denominación de deber de seguridad y salud en el trabajo
dentro del contenido ético-jurídico del contrato de trabajo. Expresa que "la doctrina tradicional otorga a este contenido
fundamentos más bien débiles, en circunstancias de que los derechos del trabajador tienen base jurídica segura y fuerte.
Primero, protección de la persona del trabajador, por una parte a la dignidad respecto a los Derechos Humanos. Segundo, el
deber de seguridad y salud en el trabajo. Tercero, protección de la capacidad profesional del trabajador. Protección a la
maternidad".20
Por su parte, Gabriela Lanata expresa que "el trabajador, al celebrar el contrato laboral, incorpora a su patrimonio jurídico el
derecho a la seguridad y salud en el trabajo de manera directa y como consecuencia de su celebración, es decir, no lo tiene
antes que aquélla. Se trata así, de un derecho que podrá ejercer respecto de su empleador durante toda la vigencia del
contrato".21
Nos parece que no admite discusión el carácter contractual del deber de seguridad del empleador, en tanto existe un
contrato de trabajo que lo vincula con el trabajador y a partir de él surgen prestaciones mutuas que es preciso satisfacer, una
de las cuales es el deber que referimos, que según sostuvimos antes es una contrapartida al poder de dirección que detenta
el empleador.
Enseguida se fundamenta en el artículo 1546 del Código Civil, a propósito de la buena fe con que deben ejecutarse los
contratos.
Muestra de ello es también el artículo 420 letra f) del Código del Trabajo, cuando entrega al conocimiento de los tribunales
laborales "los juicios en que se pretenda hacer efectiva la responsabilidad del empleador derivada de accidentes del trabajo o
enfermedades profesionales, con excepción de la responsabilidad extracontractual a la cual le será aplicable lo dispuesto por
el artículo 69 de la ley Nº 16.744", de lo que se sigue que cuando la responsabilidad en el accidente o enfermedad laboral no
radica en el empleador, hay que estarse al estatuto de responsabilidad extracontractual.
En fin, el carácter contractual de este deber no muta en deber legal tan solo por existir normas positivas que lo regulen, lo
que se explica en atención a la importancia de los bienes jurídicos que ampara y en la necesidad de contar con criterios
técnicos que lo materialicen.
a) "Luis Enrique Ríos Poblete Con Constructora Senarco S.A. e Inmobiliaria Titanium S.A.", rol Nº O-786-2011, Primer
Juzgado del Trabajo de Santiago, 16 de junio de 2011: En cuanto a la responsabilidad que le compete al empleador por
accidente de trabajo, de acuerdo a lo sostenido por la doctrina y jurisprudencia laboral si es el mismo trabajador quien la
reclama, es de índole contractual, pues dice relación con el incumplimiento al deber de seguridad, consagrado en el artículo
184 del Código del Trabajo, obligación que comprende la protección y cuidado de la vida y salud del trabajador y que se
encuentra incorporado al contrato de trabajo, como parte de su contenido ético jurídico.
b) "Giovanni Alexis Díaz Mondaca con Empresa Constructora Bravo e Izquierdo Limitada", rol Nº O-3314-2011, Segundo
Juzgado del Trabajo de Santiago, 23 de enero de 2012: No obedece la responsabilidad de que se trata a un estatuto estricto
que prescinde de las actuaciones de las partes, especialmente del contratante deudor de seguridad, como lo plantea el
demandante, sino de la consagración legal de un deber contractual que se erige sobre un estándar de diligencia y eficiencia
en relación a las faenas y tareas individuales de los destinatarios de él, vinculado con diversos aspectos que abarcan desde la
capacitación de los trabajadores y su equipamiento, hasta la adecuación de los espacios físicos y el proceso productivo.
c) "Molina con Comercial Sepmo y Cía. Ltda. y Pesquera Orizon S.A.", rol Nº 10.139-2013, Corte Suprema, 10 de junio de
2014: Por otro lado, respecto de la naturaleza de la obligación de seguridad, este tribunal ya ha señalado que ella se
encuentra impuesta por la ley mediante el artículo 184 del Código del Trabajo, y como norma de orden público que es, se
incorpora al vínculo contractual de forma indisoluble, constituyéndose en un elemento esencial del mismo. Por ello, aunque su
origen es legal, se integra al contrato de trabajo entre empleador y trabajador, por lo que cuando ella no es observada se
incumple el contrato en una obligación esencial.
Desde la dogmática civilista se ha venido sosteniendo que existe, además del carácter contractual, un componente legal en
la obligación de seguridad del empleador.
Así, para Jorge Baraona22 no existen dudas de que se trata de deberes contractuales, pues ellos nacen como consecuencia
de que una persona se incorpora al trabajo como efecto de la celebración de un contrato de trabajo; pero la cuestión es
determinar si son únicamente contractuales. Refiere el principio de buena fe contractual del cual podrían inferirse los deberes
de seguridad del empleador incluso al margen de artículo 184 del Código del Trabajo. Declara que dado el carácter
contractual que reconocemos al principio de buena fe, es obvio que su fuerza obligatoria no alcanza únicamente al empleador,
sino que también compromete la actuación de los propios trabajadores. Sin embargo, sostiene que el deber de seguridad no
encuentra su justificación última en el acuerdo de voluntades que dio nacimiento al contrato de trabajo, sino que ha de
buscarse un fundamento superior en el deber general de respetar la vida y seguridad de los demás, lo que viene impuesto por
la ley.
Concluye que bajo la mirada conjunta de la Constitución, el Código Civil y el Código del Trabajo, los deberes de seguridad
en el trabajo tienen una doble naturaleza: contractuales y legales, lo que produce un concurso de normas que dan lugar a
acciones semejantes pero no idénticas, en cuanto al estatuto jurídico por las que se rigen.
Por su parte, Enrique Barros23sostiene que desde un punto de vista jurídico el deber de cuidado del empleador corresponde
a una obligación de seguridad que tiene por objeto la integridad física y psíquica del trabajador, la que no es implícita (como
ocurre usualmente en materia contractual), sino que está expresamente consignada en el artículo 184 del Código del Trabajo.
Por aplicación de las reglas generales del derecho común, el empleador responde de la culpa leve, en los términos
del artículo 1547 del Código Civil, con un estándar de diligencia que se corresponde con el de un empresario prudente y
diligente que debe adoptar las prevenciones en consideración a la entidad de los bienes jurídicos comprometidos. Pareciera
que opta por la naturaleza contractual de la obligación de seguridad, en tanto la relación entre el trabajador y el empleador
tiene su fuente en el contrato de trabajo. Sin embargo, destaca que las obligaciones relevantes del empleador están definidas
por normas de orden público, que le imponen deberes legales de cuidado.
— "María Llanca Gajardo y otros con Alejandra Uribe Cuevas", rol Nº 676-2010, Corte de Apelaciones de Concepción, 30 de
noviembre de 2010: el deber de protección y seguridad impuesto al empleador en el artículo 184 del Código del Trabajo tiene el
carácter de obligación legal, de manera que debe ser el empleador quien deba acreditar que hizo efectivas todas las medidas de
seguridad para eximirse de la responsabilidad que el legislador le atribuye. En razón de lo establecido precedentemente, la culpa
del empleador demandado en esta causa se ha traducido en la inobservancia de su deber legal de otorgar seguridad efectiva a su
trabajador, lo que motivó el accidente del trabajo y la muerte del trabajador, existiendo la relación de causa a efecto entre el hecho
dañoso y su resultado.
No compartimos la naturaleza mixta del deber de seguridad, postura que, importada del Derecho Civil, no reconoce los
orígenes de la protección de los riesgos laborales dentro del Derecho de la Seguridad Social. Ya lo reconoce Irene Rojas
cuando refiere a propósito de la vigencia de los derechos fundamentales al interior de la relación laboral, que nos enfrentamos
a una de las tareas más complejas del Derecho del Trabajo: el reconocimiento de estos derechos fundamentales hace
necesaria la revisión de las bases dogmáticas del contrato de trabajo, las que ancladas en el Derecho Civil necesitan su
adecuación a las exigencias de la plena vigencia de los derechos fundamentales.24
La huida del seguro privado imperante bajo el Código del Trabajo de 1931, en que se consagraba la responsabilidad directa
—y estricta— del empleador en los riesgos laborales de sus trabajadores, dejó paso a un sistema de protección en el marco
del Derecho de la Seguridad Social, con la ley Nº 16.744 en el año 1968, cuyo artículo 69 literal b) establece con toda claridad
una acción en favor de la víctima de un accidente del trabajo o enfermedad profesional y de sus herederos, para demandar
"las otras indemnizaciones a que tengan derecho, con arreglo a las prescripciones del derecho común, incluso el daño moral".
Esto significó que de manera explícita quedó a salvo la acción indemnizatoria civil que estaba presente en el artículo 260
del Código del Trabajo de 1931, recogiendo el principio de complementariedad de las indemnizaciones (la de la seguridad
social y la civil), cuestión que de ninguna forma puede significar, como algunos han creído entender, que existe una especie
de responsabilidad legal en torno a esta materia o que el deber de seguridad tiene fuente legal, más aún cuando el actual
artículo 184 del Código del Trabajo tenía a esa fecha un tenor prácticamente idéntico al actual.25
No puede olvidarse que el deber de seguridad es un elemento de la naturaleza del contrato de trabajo, esto es, que aun
cuando las partes no se refieran a él de manera explícita en el documento en que consten las cláusulas del contrato de
trabajo, de todas formas se entiende que le pertenece.
Los especialistas en Derecho Civil, acostumbrados a la formalidad y las solemnidades propias de su disciplina, han visto en
este deber una obligación legal, tan solo porque la ley se refiere a ella, olvidando considerar que el contrato de trabajo es
consensual, de tracto sucesivo y por tanto dinámico, que contiene diversas obligaciones que van más allá de los deberes de
prestar servicios y pagar una remuneración, lo que es extraordinario porque lo humaniza. Y no obstante tratarse de un
contrato dirigido, regulado por normas de orden público, estas características por sí solas no pueden determinar la existencia
de un régimen de obligaciones de fuente legal.
La redacción del artículo 184 del Código del Trabajo parece contribuir a interpretaciones equívocas en torno a si la
obligación de seguridad del empleador es, a los efectos de la responsabilidad civil, un deber de medios o un deber de
resultado.
Siguiendo a Enrique Barros, a diferencia del régimen de seguro de accidentes y enfermedades, la responsabilidad civil
tiene por antecedente la culpa del empleador y no una obligación de garantía que dé lugar a responsabilidad por el solo hecho
de producirse el daño en la esfera de cuidado del empleador, lo que funcionalmente equivale a una responsabilidad estricta
contractual; de hecho, esta función de garantía es cumplida por el seguro de accidentes del trabajo, en su calidad de seguro
de daños ocurridos con ocasión de la relación laboral, y cuyas prestaciones se devengan con independencia de la conducta
del empleador. Agrega que las obligaciones de seguridad, a diferencia de las obligaciones de garantía, no tienen por objeto
asegurar que el acreedor quedará indemne de todo daño, sino establecen un deber de cuidado que debe ser apreciado según
las circunstancias26.
La jurisprudencia mayoritaria pareciera inclinarse por calificar esta obligación de seguridad como una obligación de medios.
Veamos algunos ejemplos:
a) "Morales Guzmán, Danny contra Automática y Regulación S.A.", rol Nº 3495-2010, Corte Suprema, 18 de octubre de 2010: la
responsabilidad civil del contratante a quien la ley asigna la aludida carga, se sustenta claramente en la culpa del mismo en
relación a la esfera de cuidado de la seguridad e integridad física y síquica del trabajador, cuya observancia debe ser analizada y
declarada de acuerdo a las circunstancias de cada caso, por cuanto la severidad de las expresiones que contiene el precepto, a
saber, "todas las medidas" o "eficazmente", en ningún caso traducen una obligación de garantía que asegure la indemnidad frente
a todo daño, como sí lo hace el régimen de seguro social de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales contenido en la
ley Nº 16.744.
b) "Álvarez Astete, Erwin contra Sociedad Comercial y Constructora Lomas Limitada", rol Nº 158-2010, Corte de Apelaciones de
Concepción, 27 de septiembre de 2010: para que pueda resultar aplicable la ley Nº 16.744 es esencial que se acredite en la
especie la existencia de un accidente del trabajo o enfermedad profesional y aun en este caso, debe considerarse que no todo
hecho acontecido en el lugar de trabajo implica la existencia de responsabilidad por parte del empleador, pues no se ha
contemplado una responsabilidad objetiva en tal sentido; por el contrario, el factor de imputación seguido en nuestra legislación es
de carácter subjetivo y descansa en la existencia de culpa o dolo por parte de la entidad empleadora, como lo indica textualmente
el artículo 69 de la ley Nº 16.744. Por otra parte, el artículo 184 del Código del Trabajo impone al empleador la obligación de cuidar
eficazmente la vida y salud de sus trabajadores, obligación que ha sido calificada como una obligación de medios, lo que lleva a
concluir que el empleador no ha contraído la obligación de garantizar la no concurrencia absoluta de accidentes en el lugar de
trabajo, sino de procurar por todos los medios posibles que éstos sean evitados.
Ya señalamos que el deber de seguridad a nivel legal se regula fundamentalmente en el artículo 184 del Código del
Trabajo, con conceptos jurídicamente indeterminados que pueden confundir al intérprete, en cuanto se exige
protección eficaz, condiciones adecuadas e implementos de seguridad necesarios para prevenir los accidentes del trabajo y
enfermedades profesionales. Sin embargo, hemos también precisado que estos conceptos han de ser entendidos en función
de la finalidad para la cual fueron establecidos, esto es, que el empleador se ocupe de los riesgos que genera su actividad, lo
que se traduce en el cumplimiento de las normas técnicas que lo rigen en materia de prevención de riesgos laborales.
De esta forma, no es correcta la afirmación de que el artículo 184 del Código del Trabajo consagre una obligación de
resultado, más aún con el claro tenor del artículo 69 literal b) de la ley Nº 16.744, que permite accionar en contra del
empleador por los daños que genere un accidente del trabajo o enfermedad profesional conforme a un estatuto de
responsabilidad por culpa.
El Convenio Nº 155 de la OIT se refiere a este deber en su artículo 19, al consignar que los trabajadores y sus
representantes deben cooperar al cumplimiento de las obligaciones que incumben al empleador en el ámbito de la seguridad
e higiene en del trabajo.
La legislación de la Unión Europea así lo ha entendido también, a través de la Directiva 89/391/CEE de 12 de junio de 1989
relativa a la Aplicación de Medidas para Promover la Mejora de la Seguridad y de la Salud de los Trabajadores en el Trabajo,
en cuya sección III dedica un capítulo a las obligaciones de los trabajadores, y en particular el artículo 13, que por su
importancia transcribimos:
1. Competerá a cada trabajador velar, según sus posibilidades, por su seguridad y su salud, así como por las de las demás
personas afectadas, a causa de sus actos u omisiones en el trabajo, de conformidad con su formación y las instrucciones de su
empresario.
2. A fin de realizar dichos objetivos, los trabajadores con arreglo a su formación y a las instrucciones de su empresario, deberán en
particular:
a) utilizar correctamente las máquinas, aparatos, herramientas, sustancias peligrosas, equipos de transporte y otros medios;
b) utilizar correctamente el equipo de protección individual puesto a su disposición y, después de su utilización, colocarlo en su
sitio;
c) no poner fuera de funcionamiento, ni cambiar o desplazar arbitrariamente los correspondientes dispositivos de seguridad de las
máquinas, aparatos, herramientas, instalaciones y edificios, y utilizar tales dispositivos de seguridad correctamente;
d) indicar inmediatamente al empresario y/o a los trabajadores que tengan una función específica en materia de protección de la
seguridad y de la salud de los trabajadores, toda situación laboral que, por un motivo razonable, consideren que entraña un peligro
grave e inminente para la seguridad y la salud, así como todo defecto que se haya comprobado en los sistemas de protección;
e) contribuir, de conformidad con los usos nacionales y durante el tiempo que fuere necesario, junto con el empresario y/o los
trabajadores que tengan una función específica en materia de protección de la seguridad y de la salud de los trabajadores, a que
puedan cumplirse todas las tareas o exigencias impuestas por la autoridad competente con el fin de proteger la seguridad y la
salud de los trabajadores en el trabajo;
f) contribuir, de conformidad con los usos nacionales y durante el tiempo que fuese necesario, junto con el empresario y/o los
trabajadores que tengan una función específica en materia de protección de la seguridad y de la salud de los trabajadores, a que el
empresario pueda garantizar que el medio y las condiciones de trabajo sean seguros y no presenten riesgos para la seguridad y la
salud dentro de su ámbito de actividad.
Los países europeos han recogido con distintas variantes estos lineamientos, como es el caso de España con la Ley
Nº 31/95 sobre Prevención de Riesgos Laborales; en los artículos 18 y 19 se regula con detalle la participación de los
trabajadores en la tarea preventiva y su formación profesional.
En Chile el principal obligado por la obligación de seguridad es el empleador, lo que se comprueba de la simple lectura del
artículo 184 del Código del Trabajo, cuando consigna que "el empleador estará obligado a tomar todas las medidas para
proteger eficazmente la vida y salud de sus trabajadores".
Sin embargo, el deber de seguridad también incumbe a los trabajadores en tanto forman parte de la relación de trabajo,
pero en una dimensión distinta a la del empleador.
Dentro de las obligaciones recíprocas que surgen con ocasión del contrato de trabajo están las de orden patrimonial, como
son la de prestar efectivamente los servicios para el trabajador y la de pagar por ellos la remuneración convenida para el
empleador; pero también las de orden no patrimonial, que según ya hemos señalado comprenden el deber de seguridad del
empleador. El irrestricto cumplimiento de este deber, como elemento esencial emanado de la naturaleza del contrato de
trabajo, impregna el ejercicio del poder de dirección del empleador, para limitarlo, pues éste al organizar el trabajo al interior
de la empresa deberá atender a las medidas preventivas que sean eficaces a fin de no crear situaciones que puedan afectar
la vida y la salud del trabajador.
En esta dimensión del poder de dirección, el empleador adoptará medidas y establecerá procedimientos de trabajo que,
imbuidos de un carácter preventivo, resultan obligatorios para el trabajador en virtud de la subordinación jurídica a que se
encuentra sometido mientras se encuentre vigente el contrato de trabajo. Configurado así el deber de seguridad del
trabajador, lo obliga a poner en ejercicio los procedimientos de trabajo seguro que le indique el empleador y a utilizar
correctamente los elementos de protección personal. Y en caso que no cumpla con estas obligaciones, nace la posibilidad de
aplicarle sanciones, que estarán constituidas por aquellas señaladas en el Reglamento Interno de Higiene y Seguridad vigente
en la empresa.
En el D.S. Nº 40 de 1969, del MTPS, sobre Reglamento de Prevención de Riesgos Profesionales, en donde a propósito del
contenido del Reglamento Interno de Higiene y Seguridad se indica en el capítulo de obligaciones, que este instrumento debe
comprender normas sobre el uso correcto y cuidado de los elementos o dispositivos de protección personal, la obligación de
dar cuenta de síntomas de enfermedad profesional o accidentes, cooperar en la investigación de accidentes, comunicar
desperfectos que afecten la seguridad personal, acatar normas internas sobre métodos de trabajo u operaciones o medidas
de higiene y seguridad, participación en prevención de riesgos de capataces, jefes de cuadrillas, supervisores, jefes de turno o
sección y otras personas responsables. También se establece la enumeración de actos o acciones no permitidos por envolver
riesgos, como trabajar bajo influencia del alcohol, retirar o dejar inoperantes elementos o dispositivos de seguridad e higiene
instalados por la empresa, destruir o deteriorar material de propaganda visual o de otro tipo destinado a la promoción de la
prevención de riesgos, operar o intervenir maquinarias o equipo sin autorización, desentenderse de normas o instrucciones de
ejecución o de higiene y seguridad impartidas para un trabajo dado (artículos 18 y 19).
En casos calificados, será procedente una causal de despido, como la contemplada en el artículo 160 Nº 5 del Código del
Trabajo, esto es, por incurrir en "actos, omisiones o imprudencias temerarias que afecten a la seguridad o al funcionamiento
del establecimiento, a la seguridad o a la actividad de los trabajadores, o a la salud de éstos".
Creemos que esta es la correcta manera de entender el deber de seguridad del trabajador, a partir de las normas legales y
reglamentarias vigentes que inciden en la materia en análisis, pues de no ser así, se tornaría ilusorio el cumplimiento del
artículo 184 del Código del Trabajo para el empleador, al sujetarse el cumplimiento de su deber de seguridad a la sola
voluntad del trabajador.
La norma contenida en el artículo 70 de la ley Nº 16.744, en cuanto hace procedente la aplicación de una multa al
trabajador que sufra un accidente del trabajo por su negligencia inexcusable, no altera lo señalado, por cuanto se trata de una
norma inserta dentro del seguro social regulado por dicha ley, diseñado en base a un sistema de responsabilidad objetiva a
los efectos de la cobertura de la seguridad social, vale decir, irrenunciable y que da lugar por el solo hecho de ocurrir un
accidente del trabajo o diagnosticarse una enfermedad profesional, a las prestaciones que el sistema contempla, sin atender a
criterios de culpa de ninguna de las partes intervinientes en la relación de trabajo, quedando sólo excluidos de la cobertura los
infortunios causados por fuerza mayor extraña o intencionalmente por la víctima según refiere el artículo 5º de la ley
Nº 16.744.
Con todo, estimamos que estas disposiciones son insuficientes para regular lo que venimos explicando, esto es, el deber
de seguridad entendido desde la perspectiva de los trabajadores, ya que su contenido detallado puede no figurar en los
reglamentos internos de los empleadores, siendo estos últimos quienes definen su contenido, o bien dicho contenido no
siempre será preciso y determinado. Además, quedan fuera de estas reglas los trabajadores independientes, quienes también
realizan actividades que pueden significar riesgos para su seguridad y salud en el trabajo.
En un sentido promocional, este deber de seguridad debiera regularse a través de normas de rango legal que contemplen
las obligaciones correlativas de los trabajadores en forma precisa, independiente del estatuto por el que se rijan, de manera
tal que se proteja a los trabajadores dependientes del sector privado, sea que estos realicen su labor en el recinto del
empleador o en un lugar libremente elegido por ellos; a los funcionarios públicos, a los funcionarios municipales y a los
trabajadores independientes.
En algunos ordenamientos jurídicos comparados se contempla de manera expresa el derecho del trabajador a no prestar
los servicios contratados, a negarse a realizarlos, cuando advierta que ello puede generar un riesgo concreto para su vida o
salud, o la de otros trabajadores.
En Chile no existen normas que así lo permitan, lo que no puede llevar a una interpretación errada del alcance de la
subordinación o dependencia del trabajador en relación con el poder de dirección del empleador, en términos de entender que
por su solo mérito el trabajador debe cumplir irrestrictamente y en toda situación con las órdenes que le imparta el empleador.
Ciertamente el trabajador debe cumplir con las órdenes e instrucciones que le imparta su empleador, las que están
revestidas de una presunción de legitimidad, de lo que deriva el deber del trabajador de obedecerlas, sin perjuicio de
impugnarlas si las cree lesivas o abusivas, pues de no ser así, tendríamos que convertir al trabajador en definidor de sus
obligaciones27.
Integrando el sistema de normas vigente, es posible identificar dos instituciones que se constituyen en herramientas
eficaces en línea con lo que planteamos, esto es, el ius resistencia y la excepción del contrato no cumplido.
El poder de dirección revestido de la presunción de legitimidad que hemos comentado ha de entenderse con la salvedad de
que en la ejecución de la orden concurran circunstancias de peligro o riesgo grave y cierto para el trabajador, incluidas las que
comporten un menoscabo de la dignidad de las personas o, quizás, una variación total del trabajo y de las condiciones de su
prestación.
Esta sería una manifestación del conocido ius resistencia, que autoriza al trabajador a resistir el cumplimiento de sus
obligaciones cuando ellas conllevan un objeto o causa ilícitos o contrarios a derecho, dentro de los que podemos situar los
incumplimientos del empleador al deber de seguridad, en un plano abstracto, vale decir, antes de la manifestación del riesgo
laboral. En supuestos de manifestación concreta del riesgo, nos parece más bien aplicable la excepción de contrato no
cumplido que refieren Olea y Casas28, a la que nos referimos a continuación.
Siendo el contrato de trabajo de carácter bilateral, oneroso y conmutativo, ciertamente el incumplimiento por una de las
partes de las obligaciones contratadas nos ubica en el supuesto de aplicación de la exceptio non adimpleti
contractus establecida en el artículo 1552 del Código Civil. La hipótesis de aplicación de este precepto en el tema que nos
ocupa, se da respecto del empleador incumplidor de su obligación de proteger eficazmente la vida y salud del trabajador —por
ejemplo, al no proporcionar los elementos de protección necesarios—, ante lo cual el trabajador quedaría liberado de su
obligación de prestar los servicios contratados.
Del tenor del artículo 7º del Código del Trabajo surgen como elementos principales del contrato de trabajo aquellos de
contenido patrimonial, pues establece que el "contrato individual de trabajo es una convención por la cual el empleador y el
trabajador se obligan recíprocamente, éste a prestar servicios personales bajo dependencia y subordinación del primero, y
aquél a pagar por estos servicios una remuneración determinada", de manera que la prestación efectiva de los servicios es
oponible al pago de la remuneración, y si ésta no se entrega oportunamente, el trabajador podría quedar liberado de su deber
de prestar los servicios contratados, sin perjuicio de su derecho a ejercer otras vías, como es la del despido indirecto ante tal
incumplimiento grave de obligaciones por parte del empleador. A la inversa también opera la exceptio non adimpleti
contractus, ya que si el trabajador no presta efectivamente sus servicios por una causa que le es imputable, queda el
empleador autorizado para no pagar la remuneración correspondiente.
Este equilibrio que resulta tan claro en el contenido patrimonial del contrato de trabajo es dudoso en el ámbito no
patrimonial, que es en el que se sitúa el deber de seguridad del empleador. No estando expresamente autorizado por el
ordenamiento jurídico, no tenemos certeza de que el trabajador pueda negarse a prestar los servicios contratados en un
supuesto de peligro para su vida o salud. Ciertamente que tendrá a su alcance la posibilidad de denunciar el incumplimiento
ante los organismos fiscalizadores, para lo cual el artículo 190 inciso segundo del Código del Trabajo lo autoriza
expresamente, así como también las acciones indemnizatorias que procedan en conformidad al derecho común si el peligro
se hace efectivo y con ello deriva un daño para la vida y salud de los trabajadores, pero creemos que el trabajador en el
supuesto en análisis no podría excusarse de cumplir con los servicios contratados, lo que representa un evidente vacío legal.
Para que ello fuese posible, la ley tendría que precisar que la obligación del empleador de garantizar al trabajador una
protección eficaz de su vida y su salud frente a los riesgos laborales, ha sido configurada legalmente como contrapartida de
su obligación de trabajar.29
Nuestros tribunales se han referido innominadamente al deber de seguridad del trabajador, al conocer de asuntos en que
se discutía la responsabilidad civil del empleador:
a) "Barría Carmona, María Adelita con González Kettler, Pablo Alberto", rol Nº 2975-2006, Corte Suprema, 28 de agosto de 2007:
se expresa que el deber de vigilancia y cuidado consagrado en el artículo 184 del Código del Trabajo ha sido llevado al
extremo, si se tiene en cuenta que a los trabajadores les estaba expresamente prohibido subirse a este tipo de máquinas
motorizadas que realizaban maniobras o trabajos dentro del establecimiento, lo que constaba en el Reglamento de Higiene y
Seguridad, que fue recibido por la víctima. Se ha aplicado incorrectamente dicho precepto, por cuanto las medidas que requiere
del empleador para proteger la vida y la salud de los trabajadores aparecen adoptadas por el demandado, no pudiendo exigirse
medidas que contemplan e impidan conductas que van contra la normal ocurrencia de los sucesos, como lo constituye el
transportarse en una pisadera de un tractor; los acontecimientos ocurridos, sólo son imputables a quien, contraviniendo
órdenes expresas, incurre en un comportamiento que además es contrario a lo normal.
b) "Orellana Cataldo César David con Hormigones Transex Ltda.", rol Nº 7739-2011, Corte Suprema, 6 de julio de 2012: la
obligación del artículo 184 del Código del Trabajo debe entenderse en el marco del desarrollo de la labor para la cual fue
contratado el trabajador dentro de la racionalidad necesaria a las respectivas funciones. En el caso, ha quedado asentado que
el dependiente el día del accidente de motu proprio decidió atravesar por la pasarela improvisada por los trabajadores de la
cuadrilla que trabajaban el hormigón en la losa, existiendo otras alternativas seguras para trasladarse entre los departamentos,
es decir, actuó con negligencia en el desempeño de sus tareas, sin que, en ese aspecto, pudiera exigirse al empleador una
conducta determinada.
c) "Administradora de Supermercados Hiper Ltda. con Pasmiño Palma Carlos", rol Nº 1559-2013, Corte de Apelaciones de
Santiago, 24 de abril de 2014: en voto de minoría del Ministro Juan Cristóbal Mera se indica que la sentencia ha establecido los
hechos, pudiendo concluirse que el accidente que provocó la lesión del demandante se debió a que éste cargaba una caja que
contenía carne, dejando en la parte superior de dicho bulto un cuchillo que se deslizó, cayó y le produjo un corte en su mano
izquierda. Si esos son los hechos, ninguna responsabilidad podrá tener la empresa demandada, desde que el resultado dañoso
se ha debido a la negligencia del propio trabajador y no a una infracción al deber de seguridad que tiene el empleador respecto
de sus trabajadores contemplada en el artículo 184 del Código del Trabajo. Está probado que el trabajador tenía los elementos
de seguridad y el entrenamiento necesario para efectuar su labor de maestro carnicero, y en realidad no se necesita
entrenamiento alguno para saber que si se carga una caja y se deja en su parte superior un cuchillo afilado éste puede
deslizarse, caer y provocar una herida más o menos grave. Se trata de exigir el propio cuidado razonable que cualquier
persona normal se prodigaría.
Chile ha sido pionero en Latinoamérica en la protección social de los accidentes del trabajo y las enfermedades
profesionales. La primera norma de rango legal es del año 1916, con la aprobación de la ley Nº 3.170 que, consagrando la
Teoría del Riesgo Profesional, hacía responsable al empleador por los accidentes del trabajo que sufrieran sus dependientes,
cuyos daños debían ser reparados conforme a las reglas del derecho común. Más tarde, la ley Nº 4.055 de 1924 sumó a esta
protección a las enfermedades profesionales y así pasó al artículo 254 del Código del Trabajo de 1931.
El seguro social contra accidentes del trabajo y enfermedades profesionales que hoy conocemos, fue establecido por la ley
Nº 16.744 en el año 1968 y tuvo como fundamento la Teoría del Riesgo Social, conforme a la cual los riesgos laborales y su
actualización, con los consiguientes daños en la salud de los trabajadores, debían ser protegidos por toda la sociedad,
organizada políticamente a través del Estado y su sistema de seguridad social.
Dejó atrás el sistema de reparación conforme a parámetros civilistas, en donde se requería culpa o dolo del causante de los
daños como condición para obtener alguna prestación. También incorporó a los accidentes de trayecto, que hasta la fecha no
tenían una protección especial.
De esta forma, el régimen de seguro social contra accidentes del trabajo y enfermedades profesionales protege, desde el
año 1968 a la fecha, a los accidentes del trabajo, las enfermedades profesionales y los accidentes de trayecto, además de
ciertas figuras relacionadas, las que es importante comprender porque son la puerta de entrada a las prestaciones del
régimen, y como corolario de ello, facilitan las acciones que en sede judicial buscan una mayor reparación.
Nos avocaremos entonces a la tipicidad de las contingencias cubiertas por el seguro social que nos ocupa y los
inconvenientes que ello presenta en la práctica.
El artículo 5º inciso primero de la ley Nº 16.744 establece: "Para los efectos de esta ley se entiende por accidente del
trabajo toda lesión que una persona sufra a causa o con ocasión del trabajo, y que le produzca incapacidad o muerte".
a. Existencia de una lesión: que podrá ser física o psicológica. En el caso de la lesión física, se incluye la pérdida de
órganos o partes artificiales que sustituyen a los naturales y ejercen sus funciones, por disposición expresa del artículo 8º del
D.S. Nº 101 de 1968, MTPS.
b. Una relación de causalidad entre la lesión sufrida y el trabajo realizado por la persona: la que puede ser directa o
indirecta, pero en todo caso indubitable. Será directa cuando el trabajo realizado por la persona es el agente causante de la
lesión, como por ejemplo el corte con una máquina fresadora, o la descarga eléctrica en una instalación de luminarias; e
indirecta, cuando es el entorno de la actividad laborativa el que produce el riego y la lesión, siendo el caso de quien al
consumir la colación proporcionada en el casino del empleador resulta con una intoxicación, o del vendedor de multitienda
que al subir por las escaleras de acceso a su puesto de trabajo resbala y cae.
Sobre esta distinción, debemos señalar que no tiene implicancias para los efectos de las prestaciones que el seguro social
ofrece, ni en las estadísticas de tiempo perdido para la determinación de la cotización adicional que financia el sistema, sino
más bien para fines de prevención de riesgos, porque naturalmente las medidas que indicará el experto en prevención no son
las mismas en uno u otro caso.
Un episodio del azar o de causa congénita que se desencadene con el trabajo no necesariamente dará lugar a un
accidente del trabajo, por la falta de nexo causal, en el entendido que un infarto cardíaco, por ejemplo, igualmente le habría
sobrevenido al trabajador en su lugar de trabajo, en la vía pública o donde se encontrara el día que sobrevino.
Con el tiempo se ha producido una flexibilización de la causalidad indirecta que explicamos, en una tendencia expansiva,
incorporando situaciones que no derivan propiamente de la actividad de la empresa sino más bien forman parte de los riesgos
ambientales o sociales, como el caso de los asaltos con resultados de lesiones, cuestión en que incide bastante la
probabilidad de que en tal o cual puesto de trabajo pueda llegar a producirse el accidente que se califica.
En la misma línea flexibilizadora, hay tareas que ejecuta un trabajador en cumplimiento de órdenes del empleador o bien
que van en su directo beneficio, y que son distintas a aquellas para las cuales fue contratado. De ocurrir un accidente en el
desarrollo de estas tareas, igualmente corresponde brindar la cobertura del sistema de seguro social por accidentes del
trabajo, atento el principio de primacía de la realidad y el carácter consensual del contrato de trabajo.
c. Un resultado incapacitante para realizar el trabajo: con este requisito se pide que el trabajador como consecuencia del
accidente resulte con dificultades para realizar su trabajo, en términos normales y como lo venía realizando antes del
accidente, aunque sea de carácter leve, no siendo preciso una incapacidad permanente, es decir, una invalidez.
Además, la incapacidad es para realizar el trabajo que venía realizando y no en términos generales, de manera que hay
que calificar en cada caso si existe o no incapacidad para realizar el trabajo contratado. No hay un resultado incapacitante,
por ejemplo, en un tropiezo en las escaleras de acceso al trabajo, en que hay una caída pero sin lesión.
Es habitual la confusión entre accidente sin resultado incapacitante y accidente "sin tiempo perdido", entendido este último
como el que no tiene indicación de reposo médico para el trabajador y, por tanto, no se refleja en las tasas de siniestralidad de
la entidad empleadora. No son conceptos equivalentes, ya que un accidente del trabajo propiamente tal —porque generó un
resultado incapacitante para el trabajador— podrá no registrar tiempo perdido si ocurrió al término de la jornada semanal de
trabajo, y el médico tratante estima que al reanudarse la semana laboral el trabajador estará en condiciones de volver a sus
labores.
Hay en la experiencia algunos inconvenientes para calificar accidentes del trabajo en que surgen como consecuencia
enfermedades o defectos padecidos con anterioridad por el trabajador, o que se agravan como consecuencia del accidente.
También cuando las lesiones resultantes del accidente son de difícil tratamiento o lo alargan por la existencia de
enfermedades intercurrentes (diabetes, por ejemplo). En estos casos se discuten en torno al concepto de lesión y su relación
causal con el trabajo.
La importancia de los tres elementos estudiados es enorme, desde que en Chile no se presume por la ley que sean
constitutivos de accidentes del trabajo las lesiones que sufra un trabajador durante el trabajo y en el lugar de trabajo, como
ocurre en modelos comparados.30De allí la utilidad de entender a cabalidad el alcance de los requisitos exigidos por la norma,
a fin de conducir adecuadamente la cobertura de la seguridad social cuando corresponda, lo que el sistema entiende que
corresponde en primer término al empleador, porque es el obligado a extender el documento denominado Denuncia Individual
de Accidente del Trabajo (DIAT), que en los hechos representa una declaración jurada que suscribe el empleador, acerca de
las circunstancias en que el hecho ocurrió, la que en todo caso tiene el alcance de una presunción de veracidad, como ocurría
antes de la modificación al D.S. Nº 101 del año 2006.31
Tempranamente la ley Nº 16.744 consideró el caso de trabajadores que deben viajar al extranjero por motivos laborales,
supuesto regulado en el artículo 50 del D.S. Nº 101 de 1968, MTPS, al establecer un caso de excepción al principio de
vigencia de las normas sobre el derecho de seguridad social solo en territorio chileno. Así, señala que las prestaciones
médicas de urgencia recibidas en el extranjero por accidentes del trabajo ocurridos fuera del país, deberán ser canceladas por
el empleador en su oportunidad, quien podrá solicitar su reembolso en moneda nacional al organismo administrador
respectivo; en este caso deben presentarse las facturas correspondientes con la certificación del cónsul chileno en que conste
la efectividad del accidente y que el gasto efectuado está dentro de las tarifas habituales de los servicios de salud del país de
que se trate.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA:
a) Procede otorgar la cobertura del seguro social contra Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales, a aquellos
trabajadores que encontrándose en el extranjero sufren un siniestro, cuando concurren los siguientes presupuestos: que se
encuentren en comisión de servicios, con contrato de trabajo celebrado en Chile vigente, con sus cotizaciones al día y se haya
probado la relación de causalidad entre la lesión y el trabajo efectuado (ordinario Nº 11704 de 6 de abril de 2000,
Superintendencia de Seguridad Social).
b) Procede otorgar las prestaciones por supervivencia de la ley Nº 16.744 a las familias sobrevivientes de dos brigadistas
forestales chilenos que fallecieron en un incendio de esa naturaleza en Portugal (ordinario Nº 2.419 de 21 de enero de 2004,
Superintendencia de Seguridad Social).
c) La cobertura en el extranjero del seguro social contra riesgos profesionales, supone siempre la existencia de un vínculo de
causalidad al menos indirecto, entre la dolencia causante de la incapacidad o muerte y el quehacer laboral de la víctima. De
ese modo, su ámbito de acción es acotado y no es extensible a las contingencias carentes de tal relación, como puede ser una
enfermedad común que sobreviene al funcionario durante el cumplimiento de su cometido. Dicha cobertura se concretiza vía
reembolso del valor de las prestaciones médicas obtenidas en el extranjero, pero solo de aquellas que sean pertinentes en
razón de la urgencia del cuadro clínico que deriva de un accidente laboral. Ellas deben ser solventadas por el empleador, quien
deberá luego requerir su devolución al organismo administrador que corresponda. (Ordinario Nº 40.573 de 22 de junio de 2007,
Contraloría General de la República).
El artículo 5º, inciso cuarto, de la ley Nº 16.744 señala: "Se consideraran también accidentes del trabajo los sufridos por
dirigentes de instituciones sindicales a causa o con ocasión del desempeño de sus cometidos gremiales.".
Entendiendo el legislador que el dirigente de una organización sindical en ocasiones realiza actividades no comprendidas
en su contrato de trabajo pero que tienen una vinculación innegable con la actividad laboral, en tanto la acción sindical se
orienta a sus representados, expresamente se ha extendido la protección del seguro social de la ley Nº 16.744 a este
supuesto.
Así, el D.S. Nº 101 de 1968 del MTPS, aclara en su artículo 9º que las expresiones a causa o con ocasión del desempeño
de sus cometidos gremiales comprenden no sólo los accidentes ocurridos durante la faena y en el sitio en que ella o las
actuaciones sindicales se realizaban, sino también los acaecidos antes o después, fuera de dichos lugares, pero directamente
relacionados o motivados por las labores gremiales que el dirigente va a cumplir o ha cumplido.
Deben estimarse comprendidos, en consecuencia, los accidentes que sufran al acudir a una audiencia en las Inspecciones
del Trabajo en representación de los intereses de sus asociados, o bien participando en una asamblea gremial.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA:
a) En actividades deportivas: Los infortunios acaecidos en el marco de actividades organizadas por la entidad empleadora, sean
de carácter deportivo, cultural u otros similares, pueden ser considerados como accidentes del trabajo porque muchas
actividades de festejo que se realizan en una empresa tienen una absoluta conexión con el trabajo, ya que ellas pueden y
deben estimarse como necesarias para el logro de los objetivos que el empleador persigue, para lo cual es menester una
relación laboral fluida y armónica (ordinario Nº 24.336 de 21 de abril de 2014, Superintendencia de Seguridad Social).
b) Lesiones autoprovocadas: No constituyen accidentes del trabajo, atendido lo previsto en el inciso cuarto del artículo 5º de la ley
Nº 16.744 y solo dan derecho a prestaciones médicas conforme a lo establecido en el artículo 29 de este cuerpo legal.
(Ordinario Nº 528 de 5 de enero de 1999, Superintendencia de Seguridad Social).
c) Bromas en el trabajo: La víctima de una broma producto de la cual resulta accidentado en el trabajo tiene derecho a la cobertura
de la ley Nº 16.744, no así el causante de ella, aunque resulte lesionado. (Ordinario Nº 8.029 de 24 de marzo de 2003,
Superintendencia de Seguridad Social).
d) Brigadas de incendio: Si en el contrato de trabajo se estipula que la participación en las brigadas de incendio de la empresa es
una obligación del trabajador, las lesiones que este pueda sufrir en el cumplimiento de tales tareas debe ser considerado como
accidente del trabajo. (Ordinario Nº 25 de 3 de enero de 1990, Superintendencia de Seguridad Social).
e) Campamentos mineros: A partir del artículo 5º del D.S. Nº 132 de 2002 del Ministerio de Minería, sobre Reglamento de
Seguridad Minera, se ha estimado que los campamentos mineros tienen como propósito prestar el apoyo necesario para
asegurar el funcionamiento de la actividad minera, entendiéndose por lo mismo que los lugares de descanso y las instalaciones
habitacionales que allí existan son comprensivos del concepto. Por ello, el accidente ocurrido entre la habitación del trabajador
y la barrera de entrada de la faena y entre esta barrera y la salida del campamento deben ser considerados accidentes de
trayecto; el accidente que ocurra en los desplazamientos entre los camarotes y el frente de trabajo y viceversa es un accidente
con ocasión del trabajo; el accidente entre los camarotes y los casinos, y entre estos y los camarotes, deben ser considerados
como accidentes con ocasión del trabajo. (Ordinarios Nºs. 8.762 de 2 de septiembre de 1993, 8.950 de 12 de agosto de 1994,
1.1574 de 18 de octubre de 1994, 12.532 de 27 de noviembre de 1995, 12.715 de 5 de diciembre de 1995, 3.005 de 7 de
octubre de 1999, 3.387 de 31 de enero de 2003, 38.506 de 13 de octubre de 2003, 41.839 de 2003, Superintendencia de
Seguridad Social).
f) En hora de colación: Los accidentes que sufran los trabajadores durante su hora de colación deben considerarse como
accidentes con ocasión del trabajo, siempre que el empleador sea quien dispone el alimento en sus propias dependencias, a
menos que el hecho ocurra en el trayecto de ida o de regreso entre el lugar de trabajo y la habitación, caso en el cual
constituirá un accidente de trayecto. (Ordinarios Nºs. 4.115 de 10 de febrero de 2003, 6.769 de 11 de marzo de 2003,
Superintendencia de Seguridad Social). Las intoxicaciones masivas provocadas por alimentos proporcionados por el empleador
se consideran accidentes del trabajo. (Ordinario Nº 37.034 de 28 de agosto de 2002, Superintendencia de Seguridad Social). El
cumplimiento de una necesidad fisiológica como es la de almorzar, comprar una bebida o tomar algún alimento en medio de la
jornada de trabajo no rompe, a efectos de protección, la relación laboral durante el tiempo que haya de emplearse en atenderla,
ya que al momento de accidentarse la conducta de la víctima está determinada por la circunstancia de haber estado trabajando
para su empleador y con el ánimo de reanudar sus labores, por lo que no podría sostenerse que fuese ajena en absoluto a
dicho trabajo. (Ordinario Nº 80.728 de 23 de diciembre de 2012, Superintendencia de Seguridad Social)
g) En comisión de servicios: Es accidente con ocasión del trabajo el que sufre el trabajador que se desempeña como auditor,
cuando se desplaza desde su habitación en Santiago a un hotel en Concepción, lugar en el que descansaría y dejaría su
equipaje para empezar luego sus labores en la zona, pues su conducta está determinada por su cometido laboral. (Ordinario
Nº 47.187 de 15 de diciembre de 2003), Superintendencia de Seguridad Social).
h) Al ir a control médico: Si el trabajador debe asistir a control médico a raíz de un accidente del trabajo ocurrido con anterioridad y
se lesiona nuevamente, el hecho debe considerarse como un accidente con ocasión del trabajo; sin embargo, los días perdidos
a consecuencia de este nuevo accidente laboral no deben ser considerados en la tasa de siniestralidad de la empresa.
(Ordinarios Nºs. 5.043 de 20 de febrero de 2003 y 11.323 de 15 de abril de 2003, Superintendencia de Seguridad Social).
i) Picaduras de insectos: Las sufridas en el lugar de trabajo deben ser consideradas como accidentes del trabajo, aun cuando
dichos insectos no formen parte del medio ambiente del trabajo, como el caso de la picada de araña a un trabajador de un
hospital, cuestión que debe ser acreditada. No así en el caso que los insectos formen parte del riesgo a que está expuesto el
trabajador por su quehacer laboral, como es el caso de la apicultura o la cosecha de trigo. (Ordinario Nº 465 de 19 de enero de
1989, Superintendencia de Seguridad Social).
j) Actividades sindicales: El siniestro que en su calidad de dirigente sindical sufriera cuando visitaba el recinto de la entidad
empleadora, ubicado en Puerto Montt, al ser agredido por un grupo de trabajadores quienes, primero lo insultan y luego
proceden a golpearlo con objetos contundentes que le provocan diversas lesiones, es un accidente del trabajo. La cobertura de
la ley Nº 16744 se ha establecido en un sentido amplio, por cuanto, se hace extensivo el aludido seguro social no solo a los
siniestros acaecidos dentro de la jornada de trabajo, sino a todo infortunio que se relacione con las labores gremiales que deba
realizar el dirigente afectado. (Ordinario Nº 79.175 de 16 de diciembre de 2013, Superintendencia de Seguridad Social).
k) Actividad particular en lugar de trabajo: Los trabajadores pueden hacer uso de las piscinas, toboganes y juegos del recinto del
empleador fuera de su jornada laboral, cuando son autorizados por su jefatura. Al momento de accidentarse el trabajador
estaba realizando una actividad particular dentro de su jornada de trabajo que no tiene ninguna relación con sus tareas en el
parque acuático en el que las ejerce. (Ordinario Nº 34.983 de 4 de junio de 2014, Superintendencia de Seguridad Social).
l) Enfermedad común en lugar de trabajo: En el caso de enfermedades comunes que afectan a un trabajador en momentos en que
se encuentre prestando sus funciones, debe calificarse como de origen laboral, siempre que tengan por causa los riesgos
inherentes al quehacer laboral de la víctima. En este caso, fue el factor trabajo, constituido por la máquina en que trabajaba,
junto a las características del terreno, los que determinaron la caída del trabajador, incluso para el caso en que haya sufrido un
ataque de epilepsia. (Ordinario Nº 67.611 de 24 de octubre de 2013, Superintendencia de Seguridad Social).
El inciso final del artículo 5º de la ley Nº 16.744 indica que se exceptúan de la calificación como accidente del trabajo o de
trayecto "los accidentes debidos a fuerza mayor extraña que no tenga relación alguna con el trabajo y los producidos
intencionalmente por la víctima. La prueba de las excepciones corresponderá al organismo administrador.".
En este caso, los consejos de los organismos administradores pueden otorgar el derecho al goce de los beneficios
establecidos en la ley Nº 16.744, si afectar al afiliado en razón de su necesidad de residir o desempeñar sus labores en el
lugar del siniestro, según el artículo 6º.
Debe mencionarse acá el "Caso del Alfalfal" ocurrido el 29 de noviembre de 1987 en la localidad de Alfalfal, Cajón del Río
Colorado y Río Olivares, Región Metropolitana, donde un aluvión de barro, piedras y aguanieve se desplazó a una velocidad
estimada de 30 a 40 kilómetros por hora alcanzando una altura de 20 metros, lo que sepultó a su paso a una gran cantidad de
trabajadores que en ese momento se desempeñaban en las obras y campamentos que, por cuenta de Chilgener S.A.,
construían una central hidroeléctrica. La Mutual de Seguridad de la Cámara Chilena de la Construcción calificó el hecho como
un accidente debido a fuerza mayor extraña que no tiene relación con el trabajo, criterio confirmado por la Suseso a través de
su ordinario Nº 5.328 de 1988. Al no conformarse con esta calificación, las familias de las 37 personas fallecidas la discutieron
en la sede judicial laboral, en una época en que no existía norma de competencia absoluta en relación a la materia para
dichos tribunales32, discusión que tuvo lugar en la causa rol Nº 43985-1992 del Tercer Juzgado del Trabajo de Santiago, y que
reconociendo el carácter laboral de este accidente, concedió sendas indemnizaciones civiles por lucro cesante y daño moral.
Un ejemplo más reciente se vincula con un terremoto ocurrido en Aysén en el año 2007, que provocó marejadas que
golpearon a un trabajador de un centro de cultivo, siendo calificado el hecho como un accidente con ocasión del trabajo por el
ordinario Nº 35.519 de 2010 de la Suseso, en atención a que si bien puede estimarse que el accidente se produjo como
consecuencia de una fuerza mayor, constituida por un hecho de la naturaleza, la víctima se encontraba en el lugar de los
hechos precisamente por su actividad de trabajador acuícola, tomando su colación con la intención de iniciar nuevamente sus
labores, resultando incuestionable que el trabajo puso en contacto al afectado con los hechos que provocaron sus lesiones.
Similar criterio adoptó la Suseso en el ordinario Nº 40.326 de 2010, con motivo del terremoto que afectó a Chile en febrero
del año 2010, en que señaló en un caso concreto que si bien el accidente se produjo como consecuencia de una fuerza
mayor, constituida por la acción de un hecho de la naturaleza, la víctima se encontraba en el lugar de los hechos (su lugar de
trabajo) cumpliendo su quehacer laboral; de esta manera, resulta incuestionable que el trabajo puso en contacto al afectado
con los hechos que en definitiva provocaron su muerte, pues fue precisamente su lugar de trabajo el que la expuso al riesgo
de ser aplastado por las maderas, por lo que la fuerza mayor no puede considerarse ajena al trabajo.
El supuesto de operación es el de la existencia de dolo en la víctima del accidente, elemento subjetivo difícil de acreditar,
en tanto el organismo administrador no cuenta regularmente con antecedentes que permitan así establecerlo.
Sobre la intencionalidad de la víctima, debe además tenerse en cuenta que el Principio Protector que inspira el Derecho del
Trabajo y que por derivación impregna al Derecho de la Seguridad Social, impide privar de los beneficios del seguro social de
la ley Nº 16.744 a trabajadores que por su culpa o dolo provocan su propio accidente, y sólo se establece la posibilidad de
aplicar una multa, acorde con el reglamento interno de la empresa, previa declaración del Comité Paritario de Higiene y
Seguridad, en orden a que medió negligencia inexcusable, esto es, asociada a un criterio de culpa, negligencia que se puede
explicar en la confianza que el trabajo inspira por su ejercicio habitual, sin advertir los riesgos.
Así lo ha reconocido la Suseso a través de sus dictámenes, en los que ha manifestado que las únicas eximentes a la
cobertura que establece el inciso último del artículo 5º de la ley Nº 16.744 son la fuerza mayor extraña que no tenga relación
alguna con el trabajo y la intencionalidad de la víctima, de manera que corresponde calificar como laboral el accidente que
sufrió un trabajador cuando realizaba una acción destinada a seguir cumpliendo sus labores para su empleadora, por muy
imprudente que esa acción fuera.33
Con todo, las víctimas de un accidente ocasionado por fuerza mayor extraña que no tenga relación alguna con el trabajo o
producido intencionalmente por ellas, sólo tendrán derecho a las prestaciones médicas señaladas en el artículo 29 de la ley
Nº 17.644 y no a las prestaciones económicas que el sistema contempla, de acuerdo a lo dispuesto por el artículo 50 del D.S.
Nº 101.
Aunque poco conocida, la ley Nº 19.303 estableció en su artículo 14 que "Los daños físicos o síquicos que sufran los
trabajadores de las empresas, entidades o establecimientos que sean objeto de robo, asalto u otra forma de violencia
delictual, a causa o con ocasión del trabajo, son accidentes del trabajo, sujetos a las normas de la ley Nº 16.744".34
5. EL ACCIDENTE DE TRAYECTO
El artículo 5º, inciso segundo, de la ley Nº 16.744 establece que "Son también accidentes del trabajo los ocurridos en el
trayecto directo, de ida o de regreso, entre la habitación y el lugar de trabajo, y aquellos que ocurran en el trayecto directo
entre dos lugares de trabajo, aunque correspondan a distintos empleadores.".
Este concepto vuelve a aparecer en el artículo 7º del Reglamento contenido en el D.S. Nº 101 de 1968, MTPS, al
establecer: "El trayecto directo, a que se refiere el inciso 2º del artículo 5º de la ley, es el que se realiza entre la habitación y el
lugar de trabajo, o viceversa". El mismo precepto exige en su inciso segundo que "La circunstancia de haber ocurrido el
accidente en el trayecto directo deberá ser acreditada ante el respectivo organismo administrador mediante el
correspondiente parte de carabineros u otros medios igualmente fehacientes".
a. Un trayecto directo, de ida o de regreso, entre la habitación y el lugar de trabajo: Sea de ida o de regreso, lo que debe
acreditarse ante el respectivo organismo administrador para los efectos de que se emita un pronunciamiento formal en torno a
su calificación. Proporcionan medios de prueba el trabajador, la entidad empleadora u otra persona interesada en esta
calificación, pudiendo aportarse cualquier medio "igualmente fehaciente", de lo que se sigue que no siendo posible obtener el
correspondiente parte de Carabineros, pueden entregarse otros antecedentes, sin atender a las exigencias probatorias del
Código de Procedimiento Civil (como serían las inhabilidades de testigos, forma de acompañar documentos, etc.), que a estos
efectos no rigen, pues es trata de un procedimiento de calificación que no es jurisdiccional.
b. La habitación: Para estos efectos se entiende como el lugar en donde el trabajador pernocta, como en el caso de un
hotel cuando el trabajador viaja en comisión de servicios.
c. El lugar de trabajo: Comprende el sitio completo de la faena, de modo tal que si un trabajador se accidenta en las
escaleras mecánicas de una multitienda de su empleador, aun cuando no haya arribado a su puesto específico de trabajo ya
se encuentra fuera del trayecto directo entre la habitación y el lugar de trabajo, y el suyo podrá constituir un accidente del
trabajo.
d. Exclusión de accidentes en la habitación y en el lugar de trabajo: Parece obvio que siendo un accidente in
itinere, quedan excluidos de la figura aquellas situaciones ocurridas dentro de la habitación, pues constituyen accidentes
domésticos, así como también los ocurridos dentro del lugar de trabajo, ya que darán lugar al accidente del trabajo
propiamente tal.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA:
a) Riesgos propios del desplazamiento: Cuando se dirigía desde su lugar de trabajo caminando hacia su habitación fue abordado,
agredido y amenazado de muerte por un sujeto conocido, que resultó ser el expololo de su actual polola, quedando lesionado.
Este accidente es de índole común, ya que no se trata de la exposición a un factor de riesgo propio de un desplazamiento en la
vía pública, siendo de origen externo vinculado a una situación de origen personal. (Ordinario Nº 82.065 de 11 de diciembre de
2014, Superintendencia de Seguridad Social).
b) Lesión por largo recorrido: La lesión a los pies después de un largo recorrido entre el lugar de trabajo y la habitación, de 20
horas, se considera accidente de trayecto. (Ordinario Nº 16.958 de 16 de agosto de 1997, Superintendencia de Seguridad
Social).
c) Interrupción y desviación de trayecto directo: No constituye una interrupción del trayecto directo exigido por el legislador cuando
ello obedece a la satisfacción de hábitos normales y necesidades personales del trabajador, como ir a dejar al hijo al jardín
infantil o colegio, cuando responde a necesidades reales y no al mero capricho, o bien cuando está motivada por una
necesidad propia de la vida normal de una persona, como ir a comprar pan a una panadería. (Ordinarios Nº 23.878 de 8 de julio
de 2003, Nº 7.208 de 14 de marzo de 2003, Nº 45.544 de 4 de diciembre de 2001, Nº 81.920 de 11 de diciembre de 2014,
Superintendencia de Seguridad Social).
d) Antes de interrupción de trayecto directo: El accidente de tránsito que sufre trabajadora a la salida de su lugar de trabajo,
cuando se dirigía a buscar a su padre en dirección distinta a la que le correspondía hacia su habitación, pero antes de
concretarse tal desviación, corresponde a un accidente de trayecto. (Ordinario Nº 5.067 de 24 de enero de 2011,
Superintendencia de Seguridad Social).
e) Lugar en que ocurre: El siniestro ocurrió en la escalera de cemento que se comunica con la puerta de su habitación, siendo la
escalera parte de la habitación ya que se encuentra en el antejardín del inmueble. El accidente de trayecto debe producirse
dentro de los límites físicos del recorrido entre la habitación y el lugar de trabajo, o bien dicho en otros términos, fuera de los
límites territoriales externos tanto de la habitación como del lugar de trabajo, de manera que los accidentes ocurridos dentro de
la habitación serán considerados accidentes comunes o domésticos. (Ordinario Nº 43.263 de 10 de julio de 2013,
Superintendencia de Seguridad Social).
f) Ebriedad del trabajador: El hecho que un trabajador se encuentre en estado de ebriedad o bajo la influencia del alcohol al
momento de accidentarse, no impide por sí mismo el otorgamiento de los beneficios de la ley Nº 16.744, comoquiera que las
únicas excepciones para que aquello sea procedente son la fuerza mayor extraña al trabajo o la intencionalidad de la víctima.
(Ordinario Nº 76.569 de 4 de diciembre de 2013, Superintendencia de Seguridad Social).
g) Prueba del accidente: A falta de los medios de prueba que exige la normativa vigente, si la declaración circunstanciada del
accidentado aporta elementos que permitan verificar que el siniestro ocurrió en el trayecto directo que exige el artículo 5º de la
ley Nº 16.744, tal declaración puede llegar a constituir un elemento de prueba suficiente al efecto. (Ordinario Nº 14.893 de 10
de marzo de 2014, Superintendencia de Seguridad Social).
h) Entre dos lugares de trabajo del mismo empleador: Al momento de accidentarse los afectados ya habían iniciado su jornada
diaria de trabajo y en tales circunstancias y después de cargar elementos de trabajo, se les instruye para que concurran a otro
sitio a ejecutar una labor programada. De este modo, se advierte que las labores son para el mismo empleador, por lo que no
procede que reciba aplicación aquella disposición que permite calificar como un accidente del trabajo en el trayecto, aquel que
tiene lugar en el trayecto entre los sitios de trabajo de dos empleadores distintos. (Ordinario Nº 79.397 de 27 de noviembre de
2014, Superintendencia de Seguridad Social).
La calificación de un accidente como de trayecto o del trabajo no es neutra a los efectos de determinar las tasas de
siniestralidad efectiva de una entidad empleadora, que es la base de determinación de la cotización adicional diferenciada que
le corresponde pagar. Conforme al artículo 2º letra a) del D.S. Nº 67 de 1999, MTPS, se excluyen de la tasa de siniestralidad
efectiva los accidentes de trayecto, asumiendo que en general no es posible atribuir responsabilidad a la entidad empleadora
en la generación de riesgos para sus trabajadores, cuando estos acontecen camino al trabajo o de regreso a sus
habitaciones.
La protección de estos accidentes no fue considerada en los comienzos de la seguridad social chilena, y tampoco tuvo un
origen jurisprudencial, como en caso español. Recién con la ley Nº 16.744 en el año 1968 se incorporan los accidentes in
itinere a la protección social, "con lo cual nuestra legislación se armoniza con lo prescrito en el Convenio Nº 121 de la
Organización Internacional del Trabajo, de 1964".35
Cabe hoy preguntarse por qué debe comprenderse como una especie de accidente del trabajo el in itinere, cuando en rigor
se trata de un acontecimiento que se encuentra fuera del espacio de riesgo creado por el empleador. Entendemos que en el
origen de su protección por la ley Nº 16.744 se tuviera en especial consideración dada la limitada cobertura que se ofrecía
desde el régimen general de seguridad social para los problemas de salud que enfrentaran los trabajadores, cuestión que hoy
ha cambiado.
Nos parece que la cobertura del presente siglo para los accidentes in itinere debiese coincidir con el ámbito en que el
empleador debe dispensar seguridad a sus trabajadores, siendo este el valor agregado que un moderno sistema de seguridad
y salud en el trabajo puede ofrecer a los trabajadores. Y como contrapartida, el tiempo perdido por estos accidentes tendría
que ser considerado para los efectos de la cotización adicional diferenciada, lo que hoy no ocurre.
En sede judicial y atento el marco legal vigente, se ha fallado que el deber de seguridad del artículo 184 del Código del
Trabajo no alcanza a la entidad empleadora en caso de accidente de trayecto, cuando el trabajador no se encuentra
desarrollando labores en su lugar de trabajo, reconociendo esta ambigüedad del tipo en relación con lo que se busca proteger
y prevenir.36
Estimamos que con la propuesta de revisión del modelo que hemos planteado sería posible revertir la tendencia apreciada
en las estadísticas, según las cuales mientras los accidentes del trabajo disminuyen, los accidentes de trayecto aumentan:
Gráfico Nº 1
Número de fallecidos y tasa de mortalidad por accidentes del trabajo y trayecto / Mutualidades 2006-2013
Fuente: Memoria Anual Sistema Nacional de Seguridad y Salud Laboral año 2013, Suseso.
El accidente entre dos lugares de trabajo fue introducido como figura especial dentro de los accidentes de trayecto en el
año 200637, pues contempla el caso de accidentes ocurridos entre dos lugares de trabajo de empleadores distintos, en que si
bien no existe un trayecto directo entre el lugar de trabajo y la habitación, indudablemente la persona se encuentra en un
trayecto determinado por la actividad laboral. Para estos efectos, se considera que el accidente dice relación con el trabajo al
que se dirigía el trabajador al ocurrir, lo que interesa para los efectos del organismo administrador obligado a otorgarle las
prestaciones del sistema.
7. LA ENFERMEDAD PROFESIONAL
El artículo 7º de la ley Nº 16.744 establece: "Es enfermedad profesional la causada de una manera directa por el ejercicio
de la profesión o el trabajo que realice una persona y que le produzca incapacidad o muerte".
a. Debe contraerse una enfermedad como consecuencia directa del trabajo realizado: No existe acá la posibilidad de una
mediatez causal, sino por el contrario, se exige que aun existiendo una multiplicidad de causas, la de origen laboral sea la
principal y determinante en la enfermedad, debiendo el riesgo respectivo tener su origen en el trabajo realizado, aun cuando
no se esté desempeñando a la época del diagnóstico.
b. Debe existir una incapacidad para el trabajo o la muerte: se exige por tanto un resultado concreto, pudiendo la
incapacidad ser temporal o permanente, pero en todo caso incapacitar para el trabajo.
El Reglamento para la calificación y evaluación de las incapacidades derivadas de accidentes del trabajo y enfermedades
profesionales está contenido en el D.S. Nº 109 de 1968, MTPS, y es a este instrumento que debe entenderse hecha la
referencia que hace el artículo 7º de la ley Nº 16.744, cuando señala que el Reglamento enumerará las enfermedades que
deberán considerarse como profesionales y los riesgos que las generan, enumeración que es revisada periódicamente.
La última actualización al D.S. Nº 109 se realizó a través del D.S. Nº 73 de 2006, MTPS, cuyos cambios fundamentales
fueron:
i. Nuevos agentes biológicos (art. 18): Virus de Inmunodeficiencia Humana, Virus Hepatitis B y C, Hantavirus, Coxiella
Burnetti (Nº 24); Arácnidos Ponzoñosos (Nº 24).
ii. Nuevas enfermedades profesionales (art. 19): Otros Trastornos Hematológicos de Origen Profesional (Nº 9); Polineuritis
(Nº 10); precisión en torno a que las Neurosis Profesionales incapacitantes pueden adquirir distintas formas de presentación
clínica, tales como trastorno de adaptación, trastorno de ansiedad, depresión reactiva, trastorno por somatización y por dolor
crónico (Nº 13); Nódulos Laríngeos (Nº 14); Leptospirosis, infección por Virus de la Inmunodeficiencia adquirida, Hepatitis B y
C, infección por Hantavirus y Fiebre Q (Nº 15); Angiosarcoma Hepático (Nº 19); enfermedad por exposición aguda o crónica a
altura geográfica, enfermedad por descompresión inadecuada (Nº 20).
La Suseso debe revisar, por lo menos cada 3 años, la nómina de enfermedades profesionales y de sus agentes, contenidos
en los arts. 18 y 19 del D.S. Nº 109 y proponer al Ministerio del Trabajo y Previsión Social las modificaciones que sea
necesario introducirle.
Consciente de que el progreso y la tecnología siempre están creando nuevas enfermedades, asociadas a riesgos que
antes no se encontraban, el art. 7º inciso tercero de la ley Nº 16.744 faculta a los afiliados para acreditar ante el respectivo
organismo administrador el carácter profesional de alguna enfermedad que no esté enumerada en el Reglamento, y la
resolución que dicte al efecto el organismo administrador debe ser consultada a la Suseso previo informe de la Compin
respectiva.
La calificación es un acto administrativo del organismo administrador respectivo, que se traduce en una resolución por la
que se reconoce o no la existencia de un accidente del trabajo, accidente de trayecto o enfermedad profesional, a partir de la
información contenida en la DIAT o DIEP en su caso.
La Suseso en uso de las facultades que le confieren las Leyes Nº 16.395 —modificada por la ley Nº 20.691 (D.O. de 14 de
diciembre de 2013) y Nº 16.744 y lo dispuesto en el artículo 74 del D.S. Nº 101—, ha implementado un Sistema Nacional de
Información de Seguridad y Salud en el Trabajo (sisesat) cuya finalidad, entre otras, es registrar e integrar información de
todas las entidades administradoras del seguro de la ley Nº 16.744, incorporando información sobre los trabajadores
independientes, enfermedades profesionales, gestión de entidades fiscalizadoras, gestión de la prevención y capacitación.
Inició su operación en el año 2010 con la captura de información remitida por los organismos administradores de las DIAT y
DIEP, para luego incorporar la Resolución de Calificación del origen de los accidentes y enfermedades (RECA).38
El artículo 76 de la ley Nº 16.744 entrega a la entidad empleadora la obligación de denunciar ante el organismo
administrador respectivo, inmediatamente de producido, todo accidente o enfermedad que pueda ocasionar incapacidad para
el trabajo o la muerte de la víctima. Sin perjuicio de lo anterior, el accidentado o enfermo, o sus derecho-habientes, o el
médico que trató o diagnosticó la lesión o enfermedad, como igualmente el Comité Paritario de Higiene y Seguridad, también
tienen la obligación de denunciar el hecho, si la entidad empleadora no realizara la denuncia.
Esta denuncia, efectuada en formularios especialmente diseñados por el Ministerio de Salud, es el punto de partida para el
proceso de calificación que el organismo administrador debe realizar a fin de concluir, a través de una resolución
administrativa, si se trata en los hechos de un accidente del trabajo o de una enfermedad profesional. Los formularios se
denominan DIAT (Denuncia Individual de Accidente del Trabajo) y DIEP (Denuncia Individual de Enfermedad Profesional).
La Suseso ha instruido que los ingresos de los pacientes de la ley Nº 16.744 a los servicios asistenciales de los organismos
administradores del sistema deben ser respaldados de las correspondientes DIAT o DIEP39.
Las normas que regulan la denuncia de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales se encuentran contenidas en
los artículos 77, 77 bis de la ley Nº 16.744 y artículos 71, 72 y 73 del D.S. Nº 101, cuyos aspectos fundamentales se indican a
continuación:
a) Los trabajadores que sufran un accidente del trabajo o de trayecto deben ser enviados, para su atención, por la entidad
empleadora, inmediatamente de tomar conocimiento del siniestro, al establecimiento asistencial del organismo administrador
que le corresponda.
b) La entidad empleadora deberá presentar en el organismo administrador al que se encuentra adherida o afiliada, la
correspondiente "Denuncia Individual de Accidente del Trabajo" (DIAT), debiendo mantener una copia de la misma. Este
documento deberá presentarse con la información que indica su formato y en un plazo no superior a 24 horas de conocido el
accidente.
c) En caso que la entidad empleadora no hubiere realizado la denuncia en el plazo establecido, ésta deberá ser efectuada
por el trabajador, por sus derecho-habientes, por el Comité Paritario de Higiene y Seguridad de la empresa cuando
corresponda o por el médico tratante. Sin perjuicio de lo señalado, cualquier persona que haya tenido conocimiento de los
hechos podrá hacer la denuncia.
d) En el evento que el empleador no cumpla con la obligación de enviar al trabajador accidentado al establecimiento
asistencial del organismo administrador que le corresponda o que las circunstancias en que ocurrió el accidente impidan que
aquél tome conocimiento del mismo, el trabajador podrá concurrir por sus propios medios, debiendo ser atendido de
inmediato.
e) Excepcionalmente, el accidentado puede ser trasladado en primera instancia a un centro asistencial que no sea el que le
corresponde según su organismo administrador, en las siguientes situaciones: casos de urgencia o cuando la cercanía del
lugar donde ocurrió el accidente y su gravedad así lo requieran. Se entenderá que hay urgencia cuando la condición de salud
o cuadro clínico implique riesgo vital y/o secuela funcional grave para la persona, de no mediar atención médica inmediata.
Una vez calificada la urgencia y efectuado el ingreso del accidentado, el centro asistencial deberá informar dicha situación a
los organismos administradores, dejando constancia de ello.
f) Para que el trabajador pueda ser trasladado a un centro asistencial de su organismo administrador o a aquél con el cual
éste tenga convenio, deberá contar con la autorización por escrito del médico que actuará por encargo del organismo
administrador.
g) Sin perjuicio de lo dispuesto precedentemente, el respectivo organismo administrador deberá instruir a sus entidades
empleadoras adheridas o afiliadas para que registren todas aquellas consultas de trabajadores con motivo de lesiones, que
sean atendidos en policlínicos o centros asistenciales, ubicados en el lugar de la faena y/o pertenecientes a las entidades
empleadoras o con los cuales tengan convenios de atención. El formato del registro será definido por la Suseso.
a) Los organismos administradores están obligados a efectuar, de oficio o a requerimiento de los trabajadores o de las
entidades empleadoras, los exámenes que correspondan para estudiar la eventual existencia de una enfermedad profesional,
sólo en cuanto existan o hayan existido en el lugar de trabajo, agentes o factores de riesgo que pudieran asociarse a una
enfermedad profesional, debiendo comunicar a los trabajadores los resultados individuales y a la entidad empleadora
respectiva los datos a que pueda tener acceso en conformidad a las disposiciones legales vigentes, y en caso de haber
trabajadores afectados por una enfermedad profesional se deberá indicar que sean trasladados a otras faenas donde no
estén expuestos al agente causal de la enfermedad. El organismo administrador no podrá negarse a efectuar los respectivos
exámenes si no ha realizado una evaluación de las condiciones de trabajo, dentro de los seis meses anteriores al
requerimiento, o en caso que la historia ocupacional del trabajador así lo sugiera.
b) Frente al rechazo del organismo administrador a efectuar dichos exámenes, el cual deberá ser fundado, el trabajador o
la entidad empleadora, podrán recurrir a la Suseso, la que resolverá con competencia exclusiva y sin ulterior recurso.
c) Si un trabajador manifiesta ante su entidad empleadora que padece de una enfermedad o presenta síntomas que
presumiblemente tienen un origen profesional, el empleador deberá emitir la correspondiente DIEP, a más tardar dentro del
plazo de 24 horas y enviar al trabajador inmediatamente de conocido el hecho, para su atención al establecimiento asistencial
del respectivo organismo administrador, en donde se le deberán realizar los exámenes y procedimientos que sean necesarios
para establecer el origen común o profesional de la enfermedad. El empleador deberá guardar una copia de la DIEP,
documento que deberá presentar con la información que indique su formato.
d) En el caso que la entidad empleadora no hubiere realizado la denuncia en el plazo establecido en la letra anterior, ésta
deberá ser efectuada por el trabajador, por sus derecho-habientes, por el Comité Paritario de Higiene y Seguridad de la
empresa cuando corresponda o por el médico tratante. Sin perjuicio de lo señalado, cualquier persona que haya tenido
conocimiento de los hechos podrá hacer la denuncia.
e) El organismo administrador deberá emitir la correspondiente resolución en cuanto a si la afección es de origen común o
de origen profesional, la cual deberá notificarse al trabajador y a la entidad empleadora, instruyéndoles las medidas que
procedan.
f) Al momento en que se le diagnostique a algún trabajador o extrabajador la existencia de una enfermedad profesional, el
organismo administrador deberá dejar constancia en sus registros, a lo menos, de sus datos personales, la fecha del
diagnóstico, la patología y el puesto de trabajo en que estuvo o está expuesto al riesgo que se la originó.
g) El organismo administrador deberá incorporar a la entidad empleadora a sus programas de vigilancia epidemiológica, al
momento de establecer en ella la presencia de factores de riesgo que así lo ameriten o de diagnosticar en los trabajadores
alguna enfermedad profesional.
La persona natural o la entidad empleadora que formula la denuncia será responsable de la veracidad e integridad de los
hechos y circunstancias que se señalan en dicha denuncia.
Además, la simulación de un accidente del trabajo o de una enfermedad profesional será sancionada con multa, de
acuerdo al artículo 80 de la ley Nº 16.744 y hará responsable al que formuló la denuncia del reintegro al organismo
administrador correspondiente de todas las cantidades pagadas por éste por concepto de prestaciones médicas o pecuniarias
al supuesto accidentado del trabajo o enfermo profesional.
En efecto, los artículos 77 inciso tercero y 77 bis inciso segundo de la ley Nº 16.744, entregan a la Suseso en forma
expresa y sin lugar a dudas, la competencia exclusiva y sin ulterior recurso para resolver ya sea de las materias de orden
médico o de las demás materias que incidan en la calificación de los infortunios laborales.
Estas disposiciones son consistentes con el artículo 420 letra f) del Código del Trabajo, en cuya virtud los Juzgados de
Letras del Trabajo son competentes para conocer de "Los juicios en que se pretenda hacer efectiva la responsabilidad del
empleador derivada de accidentes del trabajo o enfermedades profesionales, con excepción de la
responsabilidad extracontractual a la cual le será aplicable lo dispuesto en el artículo 69 de la ley Nº 16.744", precepto que
supone que la parte interesada en accionar para obtener indemnizaciones de perjuicios por esta causa cuenta con una
calificación favorable por accidente del trabajo o enfermedad profesional.
Y en lo referido a la letra e) del artículo 420 del Código del Trabajo, en que se establece la competencia absoluta de los
tribunales laborales para conocer de: "las reclamaciones que procedan contra resoluciones dictadas por autoridades
administrativas en materias laborales, previsionales o de seguridad social", debe existir una disposición legal que establezca
la reclamación como vía de impugnación judicial de una resolución administrativa, para que el tribunal laboral pueda entrar a
conocer. Además, supone la existencia de un reclamo en contra de una resolución de la autoridad administrativa, el cual como
ya señalamos, no es posible en razón de la competencia exclusiva y sin ulterior recurso con que cuenta la Suseso.
Esta es la interpretación que nos parece más acertada, pues más allá de la contundencia y literalidad de las normas
referidas, se trata de materias de orden técnico que se encuentran muy precisadas reglamentariamente, en las cuales la sede
jurisdiccional no tiene destrezas ni conocimientos específicos, los que no pueden ser suplidos con informes periciales y mucho
menos con testigos o documentales, resultando muy complejo el proceso de subsunción legal en estas materias.
En los últimos años se aprecia una tendencia hacia intentar discutir en los tribunales laborales este tipo de decisiones,
cuando en la sede administrativa se ha calificado a los hechos en cuestión como accidentes comunes o enfermedades
comunes.
En sede judicial se ha seguido esta misma interpretación, con más o menos argumentos, como línea jurisprudencial, lo que
se aprecia en los dos Juzgados de Letras del Trabajo de Santiago 40 en donde se han conocido en los últimos años casos de
impugnación de calificaciones por accidentes del trabajo y enfermedades profesionales.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA41:
a) "Faúndez c/ Superintendencia de Seguridad Social": La ley no contempla la posibilidad de reclamar ante la justicia laboral, de
las resoluciones administrativas de la Superintendencia de Seguridad Social que recaigan en materias de calificación médica
como las que el actor pretende.
b) "Herrera c/ Superintendencia de Seguridad Social", rol Nº 61-2012, Corte de Apelaciones de Antofagasta, 6 de julio de 2012:
Las resoluciones administrativas pronunciadas por la Suseso, en su calidad de organismo técnico y especializado, tiene la
exclusividad en aquellas cuestiones relativas a materias de orden médico, no pudiendo en consecuencia los órganos
jurisdiccionales avocarse a conocer asuntos que no están dentro de la esfera de su competencia.
c) La Contraloría General de la República ha resuelto que acorde con lo dispuesto en los artículos 30, 31 y 38 letra f) de la ley
Nº 16.395, y tal como se indicara en el dictamen Nº 3.827, de 2000, de esta Entidad Fiscalizadora, la autoridad técnica de
control de las instituciones de previsión es precisamente la Superintendencia de Seguridad Social, de tal forma que, hallándose
inserta la aludida evaluación de una enfermedad en el campo de la seguridad social, las entidades de salud, como es el caso
de las Comisiones de Medicina Preventiva e Invalidez y las Mutualidades de Empleadores, quedan sujetas a las instrucciones y
decisiones que ésta, en ejercicio de sus atribuciones, adopte en definitiva sobre el particular. (Dictamen Nº 22.295 de 29 de
abril de 2009).
Hay situaciones de excepción en que se ha resuelto la competencia de los tribunales del trabajo para conocer de la
calificación de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales, sobre la base de una interpretación flexible del artículo
420 en su letra e) del Código del Trabajo, pero sin mayores fundamentos:
a) "Damianovic, José Antonio con Suseso", sentencia de 24 de febrero de 2012, Corte de Apelaciones de Santiago.
b) "Carrasco, Cristián con Suseso", sentencia de 9 de noviembre de 2011, Corte de Apelaciones de Santiago.
c) "Robles, María Angélica con Suseso" , sentencia de 23 de julio de 2012, Corte de Apelaciones de Santiago.
42
Siendo hasta el momento sólo casos de excepción, la tendencia mayoritaria se mantiene en el sentido de dejar entregada
tan importante materia al procedimiento administrativo establecido en los artículos 77 y 77 bis de la ley Nº 16.744.
CAPÍTULO III LOS AFILIADOS Y LAS PRESTACIONES DEL SEGURO SOCIAL DE LA LEY Nº 16.744
Acorde con la Teoría del Riesgo Social que consagra la ley Nº 16.744, los trabajadores accidentados del trabajo o
enfermos profesionales, y sus herederos, tienen derecho a las prestaciones del sistema por el solo hecho de presentarse los
estados de necesidad que tales contingencias generan. Vale decir, las prestaciones nacen con un criterio de responsabilidad
objetiva, esta vez de toda la sociedad, respecto de los riesgos laborales que puedan afectar a la persona que trabaja, por lo
cual no interesan los criterios de culpabilidad o negligencia para los efectos que trataremos en este capítulo.
Muestra de ello es el artículo 70 de la ley Nº 16.744. Ni este precepto ni otro de la citada ley autorizan a impedir el
otorgamiento de las prestaciones que el sistema ofrece, de manera que prevalece a estos efectos el carácter de orden público
que tienen las normas del sistema, y que aparecen ratificadas a modo de conclusión hacia el final de la misma ley, cuando se
prescribe en el artículo 88: "Los derechos concedidos en la presente ley son personalísimos e irrenunciables".
La prevención de riesgos es una prestación que contempla el sistema, en nuestro concepto la más importante, porque
justifica su existencia particular. En efecto, de no mediar este énfasis en la prevención de riesgos laborales, muy regulada en
lo relativo a la estructura orgánica que implica dentro de la empresa y como prestación desde los organismos administradores,
en rigor, sería innecesario contar con un régimen específico para cubrir los estados de necesidad derivados de los infortunios
laborales, pues más allá de la prevención, las prestaciones posibles son las de orden médico y económico que ya se
encuentran contempladas en el sistema previsional común de salud regulado en el D.F.L. Nº 1 de 2006, del Ministerio de
Salud y en el sistema de pensiones regulado por el D.L. Nº 3.500 de 1980. Por su importancia, dedicaremos el Capítulo IV a
la prevención de riesgos laborales.
El sistema de seguridad social chileno está interrelacionado, pues unas mismas personas pueden estar en situación de
acceder a más de un beneficio a la vez, lo que en ocasiones se regula de un modo especial desde la norma positiva, acorde
con los principios de suficiencia y unidad que lo informan.
En relación a lo anterior, el artículo 52 de la ley Nº 16.744 establece que las prestaciones de subsidios, pensión y cuota
mortuoria que se contemplan en dicha ley son incompatibles con las que contemplan los diversos regímenes previsionales,
pudiendo optar los beneficiarios entre aquellas y éstas en el momento en que se les haga el llamamiento legal.
En la misma línea, el artículo 12 del D.L. Nº 3.500 de 1981 dispone que las pensiones de invalidez y sobrevivencia
establecidas en este cuerpo legal no comprenden las causadas y reguladas de acuerdo con la ley Nº 16.744 y son
incompatibles con las pensiones que se otorgan según dicho cuerpo legal.
Estos criterios generales deben ser tenidos en consideración al momento de analizar la procedencia de las prestaciones
económicas del sistema de seguro social de la ley Nº 16.744 en casos concretos.
1.1. Automaticidad de las prestaciones: se recoge en el artículo 2º del D.S. Nº 101 de 1968, del MTPS, al establecer que el trabajador de pleno derecho queda automáticamente cubierto por el seguro social. Sin
perjuicio de lo anterior, la entidad empleadora que se encuentre adherida a una Mutualidad o que por el solo ministerio de la ley se encuentre afiliada al Instituto de Normalización Previsional (actual Instituto de Previsión
Social), deberá declarar al respectivo organismo administrador a la totalidad de sus trabajadores y las contrataciones o términos de servicios.
El trabajador afiliado al sistema tiene derecho a recibir las prestaciones de manera independiente al cumplimiento de la
obligación del empleador de enterar las cotizaciones que correspondan, las que se le entregan sin períodos de carencia, vale
decir, desde el primer momento del día en que queda expuesto a sufrir riesgos de accidentes del trabajo y enfermedades
profesionales. El artículo 56 de la ley Nº 16.744 lo reconoce así, al consignar que "el retardo de la entidad empleadora en el
pago de las cotizaciones, no impedirá el nacimiento, en el trabajador, del derecho a las prestaciones establecidas en esta ley".
En el caso de los trabajadores independientes, si bien su incorporación buscó darles acceso a los mismos beneficios de los
trabajadores dependientes, se han generado algunos inconvenientes relacionados con la forma en que cotizan pues el
artículo 88 de la ley Nº 20.255 en relación con el artículo 8º del D.S. Nº 67 de 2008, del MTPS, exigen que se encuentren al
día en el pago de sus cotizaciones al momento de requerir el otorgamiento de las prestaciones, considerándose que lo están
cuando registran un atraso no superior a dos meses, lo que no se condice con el sistema de aportes establecido para ellos,
que son descontados durante el proceso de declaración de impuesto a la renta del año siguiente, en caso que no hubieren
hecho anticipos mensuales.
1.2. Suficiencia: La prestación debe ser de tal magnitud que sea capaz de satisfacer el estado de necesidad creado por el
accidente del trabajo o la enfermedad profesional. También recibe el nombre de Integridad, pues permite que las prestaciones
atiendan la contingencia social de que se trate resolviendo el estado de necesidad. Desde el punto de vista de las personas
protegidas toma el nombre de universalidad del ámbito de protección, en caso de alcanzar a toda la población o al grupo que
se considere. Desde la perspectiva de las prestaciones, este principio obliga a abarcar cuantitativa y cualitativamente todo
estado de necesidad.
1.3. Uniformidad: Descansa en la premisa de que un mismo estado de necesidad debe ser satisfecho por una misma
prestación, de manera que no se produzcan desigualdades entre las personas protegidas por el régimen respectivo, en la
medida en que ellas concurran cumpliendo iguales requisitos, lo que no obsta a que existan distintas alternativas en la
administración del sistema como veremos más adelante. Lo importante es que el régimen de prestaciones sea esencialmente
el mismo para cada ente gestor, otorgando las mismas prestaciones, bajo el mismo sistema de condiciones y requisitos, con
idénticos montos, tipos y porcentajes.
1.4. Certeza: Las normas que regulen el otorgamiento de las prestaciones deben estar expresadas en un lenguaje sencillo,
de fácil comprensión por los afiliados y beneficiarios; también este principio manda a realizar una difusión del texto legal.
1.5. Oportunidad: La prestación debe satisfacer el estado de necesidad en el menor tiempo posible, lo que trae como
ventaja la pronta recuperación del afectado y eventualmente un menor gasto en prestaciones económicas. Pero, además,
debe estar disponible la prestación tan pronto como ocurra el accidente del trabajo o se diagnostique la enfermedad
profesional, como una condición de garantía mínima de los derechos que se protegen, esto es, la vida y la salud de los
trabajadores. Un matiz dentro de la oportunidad está dado por el otorgamiento de la prestación en el lugar en que se
encuentre el beneficiario a fin de evitarle desplazamientos que incrementen su estado de necesidad.
1.6. Solidaridad: Sobre la base de un régimen financiero de reparto, las cotizaciones por los trabajadores dependientes
activos y las de los trabajadores independientes activos, financian las prestaciones de quienes presentan estados de
necesidad.
— Prestaciones uniformes: La prestación otorgada será una misma para todos quienes se encuentren en la misma
situación de necesidad.
— Prestaciones proporcionales a las remuneraciones: Las prestaciones se calculan sobre la base de las remuneraciones
consideradas para el cálculo de las cotizaciones al sistema. Este sistema es el establecido en el seguro social de la ley
Nº 16.744, y busca reemplazar con la prestación económica las rentas de actividad del trabajador afectado por el infortunio
laboral.
— Prestaciones de largo plazo: Es el caso de las invalidez parcial, total, vejez, viudez, atendida la naturaleza de las
contingencias que cubren. Acá se pagan pensiones.
— Prestaciones a corto plazo: Como la maternidad o la enfermedad común o laboral, que son estados de necesidad
transitorios. Estas prestaciones reciben el nombre de subsidios.
— Prestaciones en dinero: Permiten mantener la continuidad de los ingresos frente a la terminación o disminución de la
capacidad de ganancia del trabajador, sea esta permanente, caso en el cual recibirá una indemnización global o una pensión,
o transitoria, en cuyo evento recibirá un subsidio.
— Prestaciones en especie: Se trata de insumos o elementos que atienden directamente el estado de necesidad, como un
equipo de oxígeno y el consumo de energía eléctrica que demande, medicamentos en general.
— Prestaciones en servicios: Se otorgan atenciones médicas a través de profesionales especializados. La prevención está
dentro de esta categoría.
— Prestaciones mínimas: Constituyen una aplicación del principio de suficiencia de las prestaciones y por ello deben
adecuarse cuantitativa y cualitativamente a los requerimientos del estado de necesidad, de manera independiente a su
financiamiento.
— Prestaciones máximas: Persiguen una mejor distribución de los ingresos, de manera que se fija un tope máximo a la
prestación y en caso que se haya cotizado por un monto mayor, los excedentes van a los asegurados de bajos ingresos. En el
sistema de seguro social de la ley Nº 16.744 el máximo viene dado por la base de cálculo de las prestaciones
económicas, que utiliza la remuneración imponible del trabajador para efectos generales de seguridad social.
El sistema de seguro social de la ley Nº 16.744 recoge los principios de automaticidad, suficiencia, uniformidad, certeza,
oportunidad y solidaridad en el otorgamiento de prestaciones.
A su vez, las prestaciones de la ley Nº 16.744 son proporcionales a las remuneraciones que sirven de base a la cotización
de seguridad social; pueden ser de largo y corto plazo; en dinero, en especie y servicios; mínimas y máximas.
En este capítulo explicaremos las reglas contenidas en la ley Nº 16.744 y sus reglamentos en lo pertinente, siguiendo la
clasificación contenida en su Título V, esto es, prestaciones médicas, prestaciones por incapacidad temporal, prestaciones por
invalidez y prestaciones por supervivencia.
De acuerdo con el artículo 2º de la ley Nº 16.744, estarán sujetas obligatoriamente al seguro social que regula esta ley las
siguientes personas:
a) Todos los trabajadores por cuenta ajena, cualesquiera que sean las labores que ejecuten, sean ellas manuales o
intelectuales, o cualquiera que sea la naturaleza de la empresa, institución, servicio o persona para quien trabajen; incluso los
trabajadores de casa particular44y los aprendices.
b) Los funcionarios públicos de la Administración Civil del Estado, municipales y de instituciones administrativamente
centralizadas del Estado. Esta categoría fue incorporada por la ley Nº 19.345 (D.O. de 7 de noviembre de 1994).
c) Los estudiantes que deben ejecutar trabajos que signifiquen una fuente de ingreso para el respectivo plantel. El D.S.
Nº 102 de 1969, del MTPS, en sus artículos 8 a 11 contiene reglas especiales en lo relativo a las condiciones de incorporación
y otorgamiento de las prestaciones económicas.
d) Los trabajadores independientes y los trabajadores familiares. El inciso final del artículo 2º de la ley Nº 16.744 facultó al
Presidente de la República para decidir la oportunidad, financiamiento y condiciones de incorporación al régimen de este
seguro a estas categorías de trabajadores.
Sobre los trabajadores independientes, el Presidente de la República hizo uso de la facultad concedida en la ley,
incorporando entre los años 1984 y 1993 a diversas categorías de independientes:
— Campesinos asignatarios por de tierras en dominio individual, suplementeros, profesionales hípicos independientes,
conductores propietarios de automóviles de alquiler, pirquineros y en general a todos los trabajadores independientes
pertenecientes a grupos por el hecho de estar afiliados a una Administradora de Fondos de Pensiones y no haber estado
afectos al régimen de alguna institución del Antiguo Sistema Previsional; también a los pequeños mineros artesanales,
incluidos los planteros, mediante D.F.L. Nº 2 de 1986, del MTPS.
— Conductores propietarios de vehículos motorizados de movilización colectiva de transporte escolar y de carga, afiliados
al Nuevo Sistema de Pensiones, mediante D.F.L. Nº 54 de 1987, del MTPS.
— Comerciantes autorizados para desarrollar su actividad en la vía pública o plazas, mediante D.F.L. Nº 90 de 1987, del
MTPS.
En términos generales, la incorporación de estas categorías de trabajadores fue compleja, fundamentalmente por las
dificultades en controlar los aportes en cotizaciones al sistema; los organismos administradores les sugirieron con frecuencia
organizarse en asociaciones gremiales una mejor administración, lo que desincentivó la incorporación de manera universal.
Así las cosas, recién con la ley Nº 20.255 (D.O. de 17 de marzo de 2008) se incorporó sin distinciones a todo trabajador
independiente que perciba rentas de las señaladas en el artículo 42 Nº 2 de la Ley de Impuesto a la Renta, lo que esta ley
hizo de manera gradual y en régimen, es decir, de manera obligada, a contar del 1º de enero de 2015.
Para estos efectos se consideran trabajadores independientes o por cuenta propia las personas naturales que ejecutan
algún trabajo o desarrollan alguna actividad, industria o comercio, sea independientemente o asociados o en colaboración con
otros, tengan o no capital propio y sea que en sus profesiones, labores u oficios predomine el esfuerzo intelectual sobre el
físico, o éste sobre aquél, y que no estén sujetos a relación laboral con alguna entidad empleadora, respecto de dicho trabajo
o actividad, cualquiera sea su naturaleza, derivada del Código del Trabajo o estatutos legales especiales, y que estén afiliados
al Sistema de Pensiones de Capitalización Individual establecido por el D.L. Nº 3.500 de 1980, y aquellos afiliados a
regímenes previsionales administrados actualmente por el Instituto de Previsión Social que se encuentren afectos al Seguro
de la ley Nº 16.744.45
Los trabajadores independientes afiliados al sistema deben acreditar su efectiva ocurrencia para tener derecho a la
cobertura del seguro social de la ley Nº 16.744, por disponerlo así el artículo 5º del D.S. Nº 67 de 2011, del MTPS, regla que
constituye una excepción frente al régimen de los demás trabajadores afiliados al sistema, respecto de quienes sólo se exige
probar la ocurrencia de los accidentes de trayecto. Esta excepción es razonable, puesto que mientras el trabajador
dependiente tiene a un empleador quien certifica la efectividad del accidente del trabajo emitiendo el formulario DIAT con la
denuncia del hecho ante el organismo administrador, el trabajador independiente sólo se tiene a sí mismo y en esta situación
debe estar en condiciones de certificar lo efectivamente ocurrido.
En el caso de los estudiantes, es preciso aclarar que la incorporación al seguro social de la ley Nº 16.744 está referida sólo
a aquellos que deban ejecutar trabajos que signifiquen una fuente de ingresos al respectivo plantel, según consigna el literal
c) del artículo 2º de la misma ley.
Por último, en el caso de estudiantes que al mismo tiempo tienen la calidad de trabajadores dependientes, y que son
enviados por sus empleadores a cursos de capacitación financiados por la franquicia Sence, y que resultan accidentados a
causa o con ocasión de la realización de esas actividades de capacitación, tienen derecho a las prestaciones del seguro
social de la ley Nº 16.744 en razón de primar en ellos la categoría de trabajadores por sobre la de estudiantes, en virtud del
artículo 33 inciso segundo de la ley Nº 19.518 (D.O. de 14 de octubre de 1997).
JURISPRUDENCIA RELACIONADA:
a) Contrato de capacitación: En el caso de aquellos accidentes que pudieren experimentar los eventuales trabajadores con motivo
de su asistencia a programas de capacitación, en el marco de aplicación de las Leyes Nº 19.518 y Nº 20.351, al no detentar la
calidad de dependientes sujetos a subordinación, no les resulta aplicable la cobertura del seguro contra riesgos de accidentes
del trabajo y enfermedades profesionales de la ley Nº 16.744. (Ordinario Nº 1.822.027 de 30 de abril de 2010, Dirección del
Trabajo).
b) Personal de Fuerzas Armadas: El artículo 1º de la ley Nº 19.345 establece que no será aplicable el seguro social contra riesgos
profesionales al personal de las Fuerzas Armadas por accidentes en actos de servicio y enfermedades profesionales, debiendo
otorgar la cobertura correspondiente el sistema previsional de la institución armada pertinente, al tenor de la normativa
establecida por el D.F.L. Nº 1 sobre Estatuto del Personal de las Fuerzas Armadas, criterio que ha sido ratificado por la
Contraloría General de la República a través del dictamen Nº 4.796 de 2005. (Ordinario Nº 47.634 de 30 de julio de 2013,
Superintendencia de Seguridad Social).
c) Prestaciones a Independientes: Para tener derecho a las prestaciones del seguro social de la ley Nº 16.744, el inciso final del
artículo 88 de la ley Nº 20.255 establece que estos trabajadores requerirán estar al día en el pago de las cotizaciones a que se
refiere el inciso segundo; para tal efecto se considerará que se encuentran al día quienes no registren un atraso superior a dos
meses, considerado hacia atrás desde la fecha del accidente del trabajo o de la denuncia de enfermedad profesional. (Ordinario
Nº 76.638 de 17 de noviembre de 2014, Superintendencia de Seguridad Social).
4. PRESTACIONES MÉDICAS
El artículo 29 de la ley Nº 16.744 señala que la víctima de un accidente del trabajo o enfermedad profesional tendrá
derecho a las siguientes prestaciones, que se otorgarán gratuitamente hasta su curación completa o mientras subsistan los
síntomas de las secuelas causadas por la enfermedad o accidente:
f) Los gastos de traslado y cualquier otro que sea necesario para el otorgamiento de estas prestaciones.
Sobre las prestaciones a que se refiere el literal f) precedente, el artículo 49 del D.S. Nº 101 de 1968, del MTPS señala que
serán procedentes solo en caso que la víctima se halle impedida de valerse por sí misma o deba efectuarlos por prescripción
médica, certificada y autorizada una y otra circunstancia por el médico tratante. Cabe hacer notar que por la ubicación en que
se encuentra esta prestación en la ley, puede llegar a pensarse que procedería siempre, lo que no es efectivo, pues de
acuerdo con la norma reglamentaria citada deben financiarse con cargo al seguro social de la ley Nº 16.744 sólo los gastos de
traslado que el paciente deba efectuar en las especiales circunstancias señaladas, lo que es autorizado por el médico
tratante, sin que corresponda hacerla extensiva a los gastos ordinarios de transporte en que deba incurrir un trabajador a
causa de un accidente del trabajo o enfermedad profesional.
También tienen derecho a las prestaciones médicas —solo a ellas— los trabajadores que hayan sufrido un accidente
debido a fuerza mayor sin relación alguna con el trabajo y los producidos intencionalmente por la víctima.
El derecho a las prestaciones médicas tiene una obligación correlativa para los trabajadores de seguir el tratamiento y a no
dificultar o impedir deliberadamente su curación, pues en conformidad con el artículo 33 de la ley Nº 16.744, si así ocurre el
organismo administrador podrá suspender el pago del subsidio por incapacidad temporal, a pedido del médico tratante y con
el visto bueno del jefe técnico correspondiente.
Debe otorgar las prestaciones médicas el organismo administrador bajo cuya afiliación ocurrió el accidente o se diagnosticó
la enfermedad profesional. Cabe destacar que las prestaciones médicas no tienen un límite en el tiempo, pues debe
otorgarlas el organismo administrador hasta la curación completa del trabajador o mientras subsistan los síntomas del
accidente del trabajo o enfermedad profesional.
Las prestaciones médicas de urgencia recibidas en el extranjero por accidentes del trabajo ocurridos fuera del país,
deberán ser pagadas por el empleador en su oportunidad, quien podrá solicitar su reembolso en moneda nacional al
organismo administrador respectivo. De acuerdo a lo establecido en el inciso segundo del artículo 50, del D.S. Nº 101 de
1968, del MTPS, el cobro deberá hacerse presentando las facturas correspondientes con la certificación del respectivo cónsul
chileno en que conste la efectividad del accidente y que el gasto efectuado está dentro de las tarifas habituales de los
servicios de salud del país de que se trate.
En los casos en que exista discrepancia entre el organismo administrador y el organismo previsional común de salud del
trabajador, se aplica el procedimiento contemplado en el artículo 77 bis de la ley Nº 16.744. El trabajador afectado por el
rechazo de una licencia o de un reposo médico por parte de los Servicios de Salud, de las Instituciones de Salud Previsional o
de las Mutualidades de Empleadores, basado en que la afección invocada tiene o no tiene origen profesional, según el caso,
deberá concurrir ante el organismo del régimen previsional a que está afiliado, que no sea el que rechazó la licencia o el
reposo médico, el cual estará obligado a cursarla de inmediato y a otorgar las prestaciones médicas o pecuniarias que
correspondan, sin perjuicio de los reclamos posteriores y reembolsos, si procedieren. En esta situación, cualquier persona o
entidad interesada podrá reclamar directamente ante la Suseso por el rechazo de la licencia o del reposo médico, debiendo
ésta resolver con competencia exclusiva y sin ulterior recurso, sobre el carácter de la afección que dio origen a ella, y
dependiendo de lo que se resuelva, los organismos intervinientes deberán efectuar los reembolsos que corresponda a las
prestaciones otorgadas. De esta forma se asegura a los trabajadores la atención médica, que no puede esperar a la definición
de qué organismo será el obligado a otorgar las prestaciones.
4.4. Automarginación
Se ha desarrollado por la Suseso a partir de sus pronunciamientos en casos particulares, la llamada doctrina de la
automarginación del seguro social de la ley Nº 16.744, que opera sobre la base de que es un seguro de carácter obligatorio, y
que fue recogida por el artículo 71 letra e) del D.S. Nº 101 de 1968, del MTPS, con ocasión de las modificaciones introducidas
por el D.S. Nº 73 de 2006, del MTPS. Se trata de encauzar las atenciones médicas a través de los servicios médicos del
respectivo organismo administrador, autorizándose sólo por excepción la atención médica en otros establecimientos con
cargo al seguro social de la ley Nº 16.744.
El referido artículo 71 establece en su letra e) que, excepcionalmente, el accidentado puede ser trasladado en primera
instancia a un centro asistencial que no sea el que le corresponde según su organismo administrador, en las siguientes
situaciones: casos de urgencia o cuando la cercanía del lugar donde ocurrió el accidente y su gravedad así lo requieran. Se
entenderá que hay urgencia cuando la condición de salud o cuadro clínico implique riesgo vital y/o secuela funcional grave
para la persona, de no mediar atención médica inmediata. Una vez calificada la urgencia y efectuado el ingreso del
accidentado, el centro asistencial deberá informar dicha situación a los organismos administradores, dejando constancia de
ello.
Agrega el literal f) del precepto en referencia que el trabajador para que pueda ser trasladado a un centro asistencial de su
organismo administrador o a aquél con el cual éste tenga convenio, deberá contar con la autorización por escrito del médico
que actuará por encargo del organismo administrador.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA:
a) Cobertura en automarginación: La Superintendencia de Salud por oficio Nº 6.276 de 2006 declaró que, al no operar el seguro
social de la ley Nº 16.744 (por ejemplo, por automarginación) debe necesariamente operar la cobertura establecida en el plan
de salud del cotizante, ya que de lo contrario éste quedaría desprotegido, no sólo de la cobertura del seguro en referencia, sino
también de la que corresponde según el contrato de salud previsional pactado entre las partes. (Ordinario Nº 10.897 de 18 de
febrero de 2014, Superintendencia de Seguridad Social).
b) Automaticidad de las prestaciones: En caso de accidentes en que el trabajador no registre cotizaciones suficientes para enterar
los meses a promediar, se considerará para estos efectos la remuneración mensual neta resultante de la establecida en el
contrato de trabajo, las veces que sea necesario. Menester es puntualizar que uno de los principios que informa la ley
Nº 16.744 es el de la automaticidad de las prestaciones, que implica que el trabajador tiene derecho a la cobertura de dicho
seguro a partir del instante mismo en que empieza la vigencia de la relación laboral. (Ordinario Nº 42.851 de 8 de julio de 2013,
Superintendencia de Seguridad Social).
c) Reparación integral: Un trabajador que padece de una enfermedad profesional diagnosticada como Silicosis, que ha sido
debidamente acogida y tratada por el organismo administrador con cargo al seguro social de la ley Nº 16.7644, consulta sobre
el costo del mayor valor en electricidad que significa el uso de un equipo concentrador de oxígeno dispuesto en su domicilio por
el organismo administrador. Se resuelve en el sentido de incluir dentro de las prestaciones médicas, conforme al literal f) del
artículo 29 de la ley Nº 16.744, el mayor costo de electricidad por el que se consulta. (Ordinario Nº 29.452 de 10 de mayo de
2013, Superintendencia de Seguridad Social).
d) Reembolso entre instituciones: En ningún caso podrán incluirse en los reembolsos —efectuados conforme al artículo 77 bis de
la ley Nº 16.744— el costo de las prestaciones en que los organismos administradores deban incurrir con cargo al seguro social
de la ley Nº 16.744, tales como estudios de puestos de trabajo, exámenes comprendidos en el artículo 71 de dicha ley,
exámenes ocupacionales y otros gastos relativos a la prevención de riesgos profesionales. (Ordinario Nº 42.560 de 9 de julio de
2010, Superintendencia de Seguridad Social).
e) Reeducación profesional: la reeducación debe impetrarse dentro de márgenes racionales, puesto que la expresión legal está
dando un marco de referencia a la prestación, a saber: reeducar es volver a educar, es decir, instruir para el oficio o profesión
que se tenía o para otra labor que pueda desarrollar el trabajador. (Ordinario Nº 18.158 de 22 de marzo de 2013,
Superintendencia de Seguridad Social).
f) Duración de las prestaciones: La mantención de los beneficios está determinada por la duración del tratamiento necesario para
la curación completa, por la declaración de invalidez o por la subsistencia de síntomas de secuelas, según los casos, de modo
que ellos deben otorgarse incluso más allá de la relación laboral si fuese necesario. (Ordinario Nº 2.041 de 11 de enero de
2012, Superintendencia de Seguridad Social).
g) Fertilización asistida: No se encuentra comprendida dentro de las prestaciones médicas que el seguro social de la ley Nº 16.744
contempla; la función reproductiva del inválido no encuentra tal cobertura, toda vez que dicho tratamiento no constituye una
prestación médica que tenga por objeto curar al paciente ni sanarlo de un síntoma de una secuela causada por el accidente
que le produjo la incapacidad laboral permanente. (Ordinario Nº 32.352 de 22 de mayo de 2012, Superintendencia de
Seguridad Social).
h) Readecuación del puesto de trabajo: No está contemplada como tal en la ley Nº 16.744 ni en sus reglamentos; sin embargo,
tratándose de trabajadores a quienes se les hubiere diagnosticado una enfermedad de origen profesional, podría disponerse
cambio de faena. (Ordinario Nº 45.260 de 12 de noviembre de 2004, Superintendencia de Seguridad Social).
i) Gastos de traslado: Los gastos de traslado, dentro de los que se debe considerar la repatriación y de emigración, son
reembolsables siempre y cuando se contare con una certificación médica que indicase que el tripulante accidentado, por la
naturaleza de las lesiones que presenta, debe viajar necesariamente en avión para recibir prestaciones médicas. (Ordinario
Nº 29.920 de julio de 2002, Superintendencia de Seguridad Social).
5. PRESTACIONES ECONÓMICAS
Las prestaciones económicas del seguro social de la ley Nº 16.744 tienen por objeto reemplazar las rentas de actividad del
accidentado o enfermo profesional. Por consiguiente, debe existir continuidad de ingresos entre remuneraciones y subsidio o
pensión, o entre subsidio y pensión. Surge para el trabajador el derecho a recabarlas cuando por un diagnóstico médico se
determina que presenta una incapacidad temporal o permanente para trabajar. Así lo establece el artículo 1º del D.S. Nº 109
de 1968, del MTPS.
Con el fin de determinar las prestaciones que en cada caso corresponden, la ley Nº 16.744 las divide en función de los
efectos que provocan los accidentes del trabajo y enfermedades profesionales, siendo este el orden en que las trataremos a
continuación.
5.1. Subsidios
Se otorgan en caso que el infortunio laboral produzca una incapacidad temporal para trabajar. De acuerdo con el artículo 2º
del D.S. Nº 109, se considerará incapacidad temporal toda aquella provocada por accidente del trabajo o enfermedad
profesional, de naturaleza o efectos transitorios, que permita la recuperación del trabajador y su reintegro a sus labores
habituales. No será necesario graduar la incapacidad temporal; y en tanto ella subsista, el trabajador sólo tendrá derecho a las
prestaciones médicas y a subsidio, con arreglo al párrafo III del Título V de la ley Nº 16.744.
Para generar el pago de subsidios es preciso contar con una indicación médica por parte del organismo administrador, de
modo que para los efectos de este sistema no se requiere de la emisión de licencias médicas.
El artículo 30 de la ley Nº 16.744 hace aplicables para el cálculo del subsidio, las normas contenidas en los artículos 3º, 7º,
8º, 10, 11, 17, 19 y 22 del D.F.L. Nº 44 de 1978, del MTPS, siendo su monto reajustable en la misma oportunidad y
porcentajes en que se incremente el sueldo en virtud de leyes generales o por aplicación de convenios colectivos de trabajo.
En la práctica sólo se aprecian incrementos del subsidio por esta última vía.
Las normas anotadas establecen que el cálculo del subsidio se hará promediando la renta neta, el subsidio o ambos,
devengados por el trabajador en los últimos tres meses calendario, entendiéndose por renta neta la remuneración imponible
del trabajador excluidos los impuestos que la graven y las cotizaciones de seguridad social.
En caso de accidentes en que el trabajador no registre cotizaciones suficientes para enterar los meses a promediar, se
considerará para estos efectos la remuneración mensual neta resultante de la establecida en el contrato de trabajo, las veces
que sea necesario. El subsidio de cesantía se exceptúa de la base de cálculo.
Las remuneraciones ocasionales o que correspondan a períodos de mayor extensión que un mes, tales como
gratificaciones, bonificaciones o aguinaldos de Navidad o Fiestas Patrias, no se considerarán para la determinación de la base
de cálculo del subsidio.
Acorde con el principio de automaticidad de las prestaciones, el MTPS establece que el monto del subsidio se determinará
sobre las remuneraciones o rentas imponibles que el afiliado esté percibiendo o haya percibido en los períodos de pago que
correspondan, independientemente de si se han o no hecho cotizaciones sobre ellas en el sistema de seguro social de la ley
Nº 16.744 con arreglo a lo dispuesto en el artículo 56 de la misma ley.
Durante el período en que el asegurado goce de subsidio se considerará como activo en la respectiva institución de
previsión social, disfrutando de todos los beneficios que rijan en ella.
De acuerdo con el artículo 31 de la ley Nº 16.744, el subsidio se pagará durante toda la duración del tratamiento, desde el
día que ocurrió el accidente o se comprobó la enfermedad, hasta la curación del afiliado o su declaración de invalidez. Con
todo, su duración máxima será de 52 semanas, prorrogables por otras 52 semanas cuando sea necesario para un mejor
tratamiento de la víctima o para atender a su rehabilitación; si al cabo de las 52 semanas o de las 104 en su caso, no se
hubiere logrado la curación y/o la rehabilitación de la víctima, se presumirá que presenta un estado de invalidez.
Estos plazos máximos para el pago de subsidios son distintos a los establecidos en el sistema previsional común de salud,
en el cual se establece una duración máxima de 52 semanas de subsidio, ampliable a 6 meses y, cumplidas las 78 semanas
el trabajador debe someterse a controles cada tres meses.46
JURISPRUDENCIA RELACIONADA:
a) Organismo obligado: Respecto del cambio de organismo administrador, si se trata de accidentes del trabajo, las prestaciones
médicas y económicas deben ser otorgadas por el organismo administrador al que se encuentre afiliada la entidad empleadora
al momento de ocurrir el accidente. (Ordinario Nº 36.058 de 10 de septiembre de 2004, Superintendencia de Seguridad Social).
b) Duración: No es posible prorrogar por sobre las 104 semanas el reposo médico, por cuanto la norma contenida en el artículo 31
de la ley Nº 16.744 es de orden público, por lo que debe interpretarse y aplicarse en su sentido estricto. (Ordinario Nº 22.863 de
17 de mayo de 2005, Superintendencia de Seguridad Social).
c) Procedencia en funciones especiales: El subsidio por incapacidad temporal se paga al Concejal en razón de los días de reposo
que, a juicio del médico tratante, sean necesarios para restablecer su salud, con independencia del número de días en que
estuvo impedido de asistir a las sesiones que determine el Concejo; ello, por cuanto la asignación mensual se determina
anualmente, sin condicionarla a su asistencia a dichas sesiones. (Ordinario Nº 26.820 de 9 de junio de 2005, Superintendencia
de Seguridad Social).
d) Actos propios: Se reitera a una Mutualidad que si considera que el trabajador presenta un estado de incapacidad temporal y le
otorga reposo, no puede negarse posteriormente a pagarle el subsidio respectivo y emitir una licencia médica retroactiva para
que en virtud del artículo 77 bis de la ley Nº 16.744 el régimen común pague dicho beneficio. (Ordinario Nº 30.165 de 16 de julio
de 2002, Superintendencia de Seguridad Social).
e) Información para cálculo del subsidio: Las Mutualidades de Empleadores no pueden excusarse del no pago de subsidios, a
pretexto de no contar con los antecedentes necesarios para el cálculo pertinente. (Ordinario Nº 29.322 de 22 de junio de 2005,
Superintendencia de Seguridad Social).
f) Automarginación: La marginación voluntaria de la cobertura de la ley Nº 16.744 no comprende los subsidios, y las únicas
excepciones a esta regla las constituyen las contempladas en el artículo 33 de la ley Nº 16.744. (Ordinario Nº 24.843 de 17 de
julio de 2000, Superintendencia de Seguridad Social).
g) Identificación del beneficiario: Si bien es indispensable la identificación del beneficiario para el cobro de una prestación, no
existe norma legal que, para efectos del pago de las prestaciones derivadas de la ley Nº 16.744, señale que el titular
únicamente se podrá identificar con su cédula de identidad. El pasaporte es un documento oficial, que contiene la identificación
de su titular y por tanto, en sí mismo, es suficiente para efectos de individualizar al correspondiente beneficiario. (Ordinario
Nº 887 de 7 de enero de 2013, Superintendencia de Seguridad Social).
h) Continuidad entre subsidio e indemnización global: El subsidio por incapacidad laboral constituye una prestación que reemplaza
la remuneración del trabajador durante los períodos en que presenta incapacidad temporal, por ende, no corresponde que se le
pague este beneficio cuando se le ha determinado una incapacidad presumiblemente permanente, como ocurre en este caso,
máxime si por dicha pérdida de capacidad de ganancia se le concedió la indemnización global correspondiente. (Ordinario
Nº 59.744 de 14 de septiembre de 2012, Superintendencia de Seguridad Social).
i) Cálculo de subsidios: Interpretando los artículos 7º y 10 del D.F.L. Nº 44 de 1978, del Ministerio del Trabajo y Previsión Social,
mediante circular Nº 1.651 de 1998, se ha establecido que son remuneraciones ocasionales las que corresponden a períodos
de mayor extensión a un mes, como la gratificación que se paga una vez al año y las que se pagan sólo en las ocasiones o
fechas previstas en el contrato de trabajo, como las de Fiestas Patrias y Navidad, bono de vacaciones, bono de escolaridad de
marzo, etc., de manera que el aludido bono de vacaciones tampoco debió incluirse en el cálculo de sus beneficios. (Ordinario
Nº 2.013 de 8 de abril de 2010, Superintendencia de Seguridad Social).
j) Descuentos de créditos sociales: Conforme a lo dispuesto en el artículo 22 de la ley Nº 18.833, las Cajas de Compensación
deben cobrar lo adeudado por crédito social mediante descuentos de la remuneración de los trabajadores. Al tenor de lo
establecido en dicha norma, el descuento sólo puede realizarse sobre la remuneración del trabajador, no estando jurídicamente
habilitadas las Cajas a hacerlo respecto a los subsidios por incapacidad laboral que se generan cuando un trabajador está con
licencia médica. (Ordinario Nº 50.844 de 9 de agosto de 2012, Superintendencia de Seguridad Social).
k) Cotizaciones en goce de subsidio: No corresponde cotizar para el seguro social de la ley Nº 16.744 respecto del período en que
el trabajador está con subsidio por incapacidad laboral, ya sea por una dolencia de origen común o de etiología profesional.
(Ordinario Nº 77.469 de 30 de noviembre de 2012, Superintendencia de Seguridad Social).
La regulación normativa se encuentra en los artículos 34 a 42, y artículos 52 a 64 de la ley Nº 16.744, y reglamentada en
los artículos 68 a 70 del D.S. Nº 101 de 1968, del MTPS.
La invalidez es el estado derivado de un accidente del trabajo o una enfermedad profesional, que produce una incapacidad
presumiblemente permanente, de naturaleza irreversible, aun cuando deje en el trabajador una capacidad residual de trabajo
que le permita continuar en actividad.
Dependiendo del porcentaje de pérdida de capacidad de ganancia fijado al trabajador en la correspondiente evaluación de
invalidez, nacerá su derecho a las siguientes prestaciones:
1) Invalidez parcial
La presenta quien haya sufrido una disminución de su capacidad de ganancia, presumiblemente permanente, igual o
superior a un 15% e inferior a un 70%. También se considera inválido parcial a quien sufra un accidente del trabajo que sin
incapacitarlo para el trabajo, le produzca una mutilación importante o una deformación notoria.
Dará derecho al trabajador a una prestación económica llamada indemnización global, cuando la pérdida de capacidad de
ganancia es igual o superior a un 15% e inferior a un 40%. La indemnización global será por un monto equivalente a 1,5
sueldos base como mínimo y 15 sueldos base como máximo, según el grado de invalidez asignado.
Si la pérdida de capacidad de ganancia es igual o superior a un 40% e inferior a un 70%, el trabajador tendrá derecho a
una pensión por invalidez parcial por un monto equivalente al 35% de su sueldo base.
2) Invalidez total
Corresponde a quien haya sufrido una disminución de su capacidad de ganancia, presumiblemente permanente, igual o
superior a un 70%, caso en el cual tiene derecho a una pensión por invalidez total por el 70% de su sueldo base.
3) Gran invalidez
Está referida a quien requiere del auxilio de otras personas para realizar los actos elementales de su vida. Mientras
permanezca en este estado tiene derecho a un suplemento de pensión equivalente al 30% de su sueldo base.
La base de cálculo para todas estas prestaciones es el sueldo base mensual del trabajador, representado por el promedio
de las remuneraciones o rentas, sujetas a cotización, excluidos los subsidios, percibidas por el afiliado en los últimos seis
meses, inmediatamente anteriores al accidente o al diagnóstico médico en caso de enfermedad profesional.
Los montos de las pensiones se aumentarán en un 5% por cada uno de los hijos que le causen asignación familiar al
pensionado, en exceso sobre dos, sin perjuicio de las asignaciones familiares que correspondan. En ningún caso, esas
pensiones podrán exceder del 50%, 100% o 140% del sueldo base, según sean por invalidez parcial, total, o gran invalidez,
respectivamente. La cuantía de la pensión será disminuida o aumentada cada vez que se extinga o nazca el derecho a los
suplementos señalados.
Los organismos administradores podrán suspender el pago de las pensiones a quienes se nieguen a someterse a los
exámenes, controles o prescripciones que les sean ordenados; o que rehúsen, sin causa justificada, a someterse a los
procesos necesarios para su rehabilitación física y reeducación profesional que les sean indicados. El interesado podrá
reclamar de la suspensión ante la Comisión Médica de Reclamos de Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales.
En el caso de accidentes del trabajo, el organismo obligado a otorgar las prestaciones económicas por invalidez será aquel
en que se encontraba afiliado el trabajador a la fecha de sufrir el accidente del trabajo.
Las pensiones e indemnizaciones causadas por enfermedades profesionales serán pagadas en su totalidad, por el
organismo administrador de la ley Nº 16.744 a que se encuentre acogida la víctima al tiempo de adquirir el derecho a pensión
o indemnización.
En este último caso, como una enfermedad profesional ha podido contraerse y generar una invalidez producto de la
exposición al riesgo que la genera en distintos empleadores —y distintos organismos administradores— la ley contempla
un sistema concurrencias, que se basa en la contribución de cada organismo administrador a la prestación económica que
deba otorgarse.
Las concurrencias se calcularán en relación con el tiempo de cotizaciones existentes en cada organismo administrador y en
proporción al monto de la pensión o indemnización fijado de acuerdo con las normas del seguro social de la ley Nº 16.744.
La declaración, evaluación, reevaluación y revisión de las incapacidades permanentes serán de exclusiva competencia de
los Servicios de Salud. Sin embargo, respecto de los afiliados a las Mutualidades, la declaración, evaluación, reevaluación y
revisión de las incapacidades permanentes derivadas de accidentes del trabajo corresponderá a estas instituciones. Las
declaraciones de incapacidad permanente del accidentado o enfermo se harán en función de su incapacidad para procurarse
por medio de un trabajo proporcionado a sus actuales fuerzas, capacidad y formación, una remuneración equivalente al
salario o renta que gana una persona sana en condiciones análogas y en la misma localidad.
Las declaraciones de incapacidad serán revisables por agravación, mejoría o error en el diagnóstico y, según el resultado
de estas revisiones, se concederá o terminará el derecho al pago de las pensiones, o se aumentará o disminuirá su monto.
El pensionado por accidente del trabajo o enfermedad profesional que cumpla la edad para tener derecho a pensión dentro
del correspondiente régimen previsional, entrará en el goce de esta última de acuerdo con las normas generales pertinentes
dejando de percibir la pensión de que disfrutaba.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA:
a) Cálculo de sueldo base: Se ha establecido de manera reiterada la necesidad de amplificar a mes completo las remuneraciones
que se consideran en el cálculo tanto de los subsidios por incapacidad laboral, ya sea de origen común o profesional, como de
las pensiones e indemnizaciones del seguro de la ley Nº 16.744, cuando en alguno de los meses considerados en sus bases de
cálculo, las remuneraciones corresponden a menos de 30 días. Ello, por cuanto los beneficios previsionales indicados tienen
por finalidad reemplazar la remuneración que deja de percibir el trabajador producto de la contingencia que lo afecta. (Ordinario
Nº 40.918 de 26 de agosto de 2005, Superintendencia de Seguridad Social).
b) Cálculo de sueldo base 2: Para el cálculo del sueldo base de un trabajador no eventual, que no recibió remuneración por algún
día de un mes determinado y no devengó subsidio por incapacidad laboral temporal por ese día, el hecho de no proyectar la
remuneración efectivamente percibida a 30 días significaría que el sueldo base resultaría disminuido y, como consecuencia de
este hecho, también el monto de la indemnización global o de la pensión, según correspondiera, lo que no ha podido estar en el
ánimo del legislador (ordinario Nº 23.773 de 18 de junio de 2004, Superintendencia de Seguridad Social).
c) Incremento por hijos: Para el cómputo de los hijos no procede contar por dos al hijo inválido, aunque tenga derecho a asignación
familiar al duplo. (Ordinario Nº 17.096 de 20 de abril de 2004, Superintendencia de Seguridad Social).
d) Derecho a pensión: La persona a quien le evaluaron una invalidez de origen laboral después que hubiere cumplido la edad para
pensionarse por vejez, no tiene derecho a indemnización o pensión, a menos que hubiese seguido trabajando y sufra alguna
contingencia laboral (accidente o enfermedad) posterior o, en el caso que no haya seguido trabajando, tendrá derecho a las
prestaciones respectivas por aquellos siniestros profesionales ocurridos con anterioridad y —en el caso de pensión— sólo por
el período que se extiende hasta cuando haya cumplido la edad para pensionarse por vejez. (Ordinario Nº 9.994 de 16 de
febrero de 2007, Superintendencia de Seguridad Social).
e) Pensión de invalidez póstuma: Procede que se constituya una pensión de invalidez de la ley Nº 16.744 en favor del trabajador,
toda vez que él efectuó en forma oportuna una gestión útil dirigida a obtener el beneficio de pensión de invalidez, declarándose
el grado de incapacidad después de su muerte, esto es, cuando ya se había impetrado el derecho respectivo. (Ordinario
Nº 47.393 de 17 de diciembre de 2003, Superintendencia de Seguridad Social).
f) Cálculo de sueldo base: En caso de aplicación del procedimiento de revisión de incapacidades establecido en el artículo 63 de la
ley Nº 16.744, especialmente por una eventual agravación de una misma patología, la base de cálculo no puede ser otra que el
promedio de las últimas seis remuneraciones tenidas en consideración a la fecha del diagnóstico primitivo o del primer
diagnóstico, independientemente del hecho que originalmente se haya asignado un porcentaje de incapacidad sin efecto
pecuniario, es decir, que no haya generado o dado derecho a beneficio pecuniario alguno. (Ordinario Nº 38.802 de 14 de
octubre de 2003, Superintendencia de Seguridad Social).
g) Cese de pensión: En caso de afiliados a alguna Administradora de Fondos de Pensiones, corresponde aplicar la normativa
contenida en el D.L. Nº 3.500 de 1980, en cuyo artículo 86 se establece que los afiliados que estén en goce de pensión de la
ley Nº 16.744, al cumplir la edad para pensionarse por vejez, cesarán de percibir esta última pensión y tendrán derecho a
pensionarse de acuerdo con las disposiciones del citado decreto ley. (Ordinario Nº 42.163 de 1 de agosto de 2009,
Superintendencia de Seguridad Social).
h) Pensión por invalidez vitalicia: Si a la fecha de inicio de la pensión por invalidez profesional el interesado ya había cumplido la
edad para obtener pensión por vejez de acuerdo con su régimen previsional, no será posible dar aplicación al artículo 53 de la
ley Nº 16.744, por lo que tendrá derecho a percibir simultáneamente ambos beneficios, los que deberán ser compatibilizados,
en conformidad con el D.L. Nº 1.026 de 1975, siendo en este caso de carácter vitalicio la pensión de invalidez del sistema de la
ley Nº 16.744. (Ordinario Nº 7.893 de 1998, Superintendencia de Seguridad Social).
i) Compatibilidad de pensiones de invalidez: De acuerdo con lo prescrito por el artículo 12 del D.L. Nº 3.500 de 1980, las pensiones
de invalidez y sobrevivencia que se establecen en ese cuerpo legal no comprenden las causadas y reguladas de acuerdo a la
ley Nº 16.744 y serán incompatibles con éstas. Dicha incompatibilidad se refiere a la improcedencia de conceder las pensiones
de dicho decreto ley cuando ya se ha otorgado una de la ley Nº 16.744. Por lo tanto, existe compatibilidad entre una pensión de
invalidez del D.L. Nº 3.500 de 1980 y una pensión de invalidez de la ley Nº 16.744, si ésta se constituye con posterioridad a la
primera. (Ordinario Nº 13.938 de 2001, Superintendencia de Seguridad Social).
j) Organismo obligado en caso de cesantía: El organismo obligado al pago de los beneficios pecuniarios de la ley Nº 16.744 es
aquel al que el empleador del trabajador evaluado haya estado afiliado a la fecha de inicio de la incapacidad y, si a dicha data
estuviere cesante, el de última afiliación. Para determinar el organismo administrador obligado a constituir las prestaciones
económicas que procedan, hay que tener en consideración la fecha de la resolución de evaluación, salgo que en ella se fije la
fecha de inicio de la incapacidad. (Ordinario Nº 40.306 de 27 de junio de 2013, Superintendencia de Seguridad Social).
k) Prestación única: Por un mismo infortunio del trabajo no resulta procedente que el trabajador perciba dos beneficios distintos,
indemnización y pensión, cuando se trata del mismo proceso de evaluación. En este caso, al revisar la declaración de invalidez
del interesado conforme al artículo 63 de la ley Nº 16.744 se le fijó un 27,5% de incapacidad de ganancia, por lo que se le pagó
la correspondiente indemnización; el interesado reclamó en contra de esa resolución ante la Superintendencia de Seguridad
Social, entidad que le fijó en un 40% su pérdida de capacidad de ganancia, por lo que solo corresponde constituir una pensión
por invalidez parcial. (Ordinario Nº 60.128 de 9 de septiembre de 2014, Superintendencia de Seguridad Social).
La regulación normativa se encuentra en los artículos 43 a 50 de la ley Nº 16.744, y reglamentada en los artículos 55 a 61
del D.S. Nº 101 de 1968, del MTPS.
El supuesto básico para el nacimiento de estas prestaciones es la muerte del trabajador accidentado en el trabajo, enfermo
profesional, o bien del inválido a consecuencia de estas contingencias.
ii) La madre de los hijos no matrimoniales del causante, soltera o viuda, que hubiere estado viviendo a sus expensas hasta
el momento de su muerte, tendrá también derecho a una pensión equivalente al 30% de la pensión básica que le habría
correspondido a la víctima si se hubiere invalidado totalmente o de la pensión básica que perciba en el momento de la muerte,
sin perjuicio de las pensiones que correspondan a los demás derecho habientes. Esta pensión se otorga en el mismo plazo y
bajo las mismas condiciones que la de viudez y no es excluyente de ella.
iii) El viudo inválido que haya vivido a expensas de la cónyuge fallecida tiene derecho a pensión en las mismas condiciones
que la viuda inválida.
iv) Cada uno de los hijos del causante, menores de 18 años de edad o mayores y hasta los 24 años, o inválidos de
cualquier edad que sigan estudios regulares secundarios, técnicos o superiores, tienen derecho a una pensión equivalente al
20% de la pensión básica que le habría correspondido a la víctima o de la que percibía a la fecha de su muerte.
v) A falta de todos los anteriores, tienen derecho a pensión de supervivencia los ascendientes y demás descendientes del
causante que fueran causantes de asignación familiar, en un monto similar al que corresponde a los hijos. Los descendientes
tendrán derecho a la pensión hasta el último día del año en que cumplan 18 años de edad. Y si los descendientes del afiliado
carecieren de padre y madre, tendrán derecho a la pensión señalada aumentada en un 50%; en estos casos las pensiones
podrán ser entregadas a las personas o instituciones que los tengan a su cargo.
En ningún caso las pensiones por supervivencia podrán exceder en su conjunto del 100% de la pensión total que habría
correspondido a la víctima si se hubiere invalidado totalmente o de la pensión total que percibía en el momento de la muerte,
excluido el suplemento de gran invalidez, si lo hubiere. Estas reducciones se harán a cada beneficiario a prorrata de sus
respectivas cuotas, las que acrecerán proporcionalmente dentro de los límites respectivos a medida que alguno de los
beneficiarios deje de tener derecho a pensión o fallezca.
La circunstancia de vivir a expensas del causante la madre de los hijos no matrimoniales, y a expensas de la causante el
viudo inválido, debe ser acreditada mediante informe de una asistente social del organismo administrador.
Si el causante estaba afiliado al Antiguo Sistema de Pensiones: las personas que hubieran pagado los gastos funerarios
del causante son beneficiarios de la cuota mortuoria, también llamada asignación por muerte, en los términos del D.F.L. Nº 90
de 1978, del MTPS, cuyo monto máximo es de 3 Ingresos Mínimos no Remuneracionales vigentes a la fecha del fallecimiento
del causante y pueden acceder a esta prestación el cónyuge, hijo, padre o madre del causante. En los demás casos sólo es
posible acceder al reembolso de los gastos efectivamente realizados por el funeral del causante. Este beneficio es con cargo
a la respectiva entidad previsional (hoy el Instituto de Previsión Social).
Si el causante estaba afiliado al Nuevo Sistema de Pensiones del D.L. Nº 3.500 de 1980: la asignación por muerte o cuota
mortuoria consiste en el retiro del equivalente a 15 Unidades de Fomento con cargo a la respectiva cuenta de capitalización
individual y de acuerdo con el artículo 88 del D.L. Nº 3.500 tiene derecho a esta prestación quien, unido o no por vínculo de
matrimonio o parentesco con el afiliado fallecido, acredite haberse hecho cargo de los gastos del funeral. Si quien hubiere
hecho estos gastos fuera una persona distinta del cónyuge, hijos o padres del afiliado fallecido, solo tendrá derecho al retiro
hasta la concurrencia del monto efectivo de su gasto, con el límite de 15 Unidades de Fomento, quedando el saldo hasta
completar dicha cifra a disposición del o de la cónyuge sobreviviente, y a falta de éste, de los hijos o los padres del afiliado.
Las pensiones por supervivencia siguen la regla general antes mencionada, en orden a que debe constituirlas el organismo
administrador en que hubiere estado afiliado el trabajador a la fecha de sufrir su accidente del trabajo o de inicio de su
invalidez indemnizable por causa de enfermedad profesional.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA:
a) Vivir a expensas del causante: El viudo de una trabajadora fallecida por un siniestro de origen laboral tendrá derecho a una
pensión de supervivencia, siempre que reúna las condiciones de ser inválido y de que haya vivido a expensas de su cónyuge.
En el caso consultado, el viudo no cumple con las condiciones de invalidez y dependencia económica de la cónyuge, pues se
detecta en el informe social preparado por la Mutualidad que se encontraría laboralmente activo y no exhibe discapacidades
que lo invaliden, razones que llevan a concluir que no procede que le sea otorgado el beneficio económico que reclama.
(Ordinario Nº 76.674 de 18 de noviembre de 2014, Superintendencia de Seguridad Social).
b) Vivir a expensas del causante 2: Es posible concluir que una madre de hijo natural —no matrimonial— vive a expensas del
causante cuando la principal forma de sustentación son los ingresos que éste le proporciona, sin que la ley haya exigido que no
disfrute de alguna renta u otro beneficio económico. (Ordinario Nº 9.840 de 22 de marzo de 2000, Superintendencia de
Seguridad Social).
c) Causantes de asignación familiar: El requirente y su cónyuge no cumplen con los requisitos habilitantes para ser causantes de
asignación familiar, por lo que no es procedente constituir pensiones de supervivencia por la muerte de su hijo. (Ordinario
Nº 4.197 de 21 de enero de 2013, Superintendencia de Seguridad Social).
d) Compatibilidad de pensiones: Existe compatibilidad absoluta entre la pensión por viudez y la pensión por invalidez de la viuda,
ambas de la ley Nº 16.744, pues el origen de las mismas obedece a causas diferentes. (Ordinario Nº 5.440 de 1989,
Superintendencia de Seguridad Social).
"El piso de la planta baja de las fábricas, establecimientos industriales o locales de trabajo, será de concreto de dosificación
mínima de una parte de cemento, cuatro partes de arena y ocho de piedra chancada o ripio, y tendrá a lo menos diez centímetros
de espesor.
El piso llevará tarimado de madera en el lugar correspondiente al estacionamiento de cada obrero, durante el trabajo.
La Dirección General del Trabajo podrá calificar aquellas industrias que, por su naturaleza, no se presten para tener el piso exigido
en el inciso anterior".47
Esta antigua cita es particular, por el tipo de exigencias que contiene y nos sirve para ilustrar la especialización y gran
dinamismo de las normas que trataremos en este capítulo. El Derecho de la Prevención de Riesgos ha venido surgiendo en
modelos comparados como disciplina independiente del Derecho del Trabajo y del Derecho de la Seguridad Social, en razón
de estar inspirado en finalidades especiales, vinculadas a la protección de la seguridad y salud laboral, lo que procura desde
una perspectiva absolutamente técnica, y que exige conocimientos científicos y técnicos que le dan contenido particular.
Además, el Derecho de la Prevención de Riesgos permite extender las normas protectoras sobre seguridad y salud en el
trabajo a categorías de trabajadores dependientes que se rigen por estatutos distintos del Código del Trabajo (funcionarios
públicos, funcionarios municipales, incluso las fuerzas armadas y de orden) y a los trabajadores independientes, no existiendo
buenas razones para que exista un estándar distinto en cada caso, siendo que en todos ellos interesa resguardar la vida y
salud de la persona que trabaja, entre otras garantías fundamentales que señalamos en su momento. Comenzaremos por
señalar algunos conceptos básicos relacionados al tema.
1. CONCEPTOS BÁSICOS
— "El proyecto que se somete a la consideración del Honorable Congreso contempla como estimulante de la prevención, rebajas o
recargos de la cotización para aquellas empresas que implanten medidas especiales de prevención o para aquellas otras que
ofrezcan condiciones insuficientes de prevención, higiene y seguridad. Estos recargos y rebajas sí que son verdaderos estímulos
para la prevención, desde el momento que tanto unos como otros implican, para la empresa de que se trata, una obligación
distinta, perjudicada o mejorada en relación con las demás empresas de la misma actividad. Estas rebajas y recargos no
complicarán los procedimientos administrativos desde el momento que se aplicarán o concederán al margen del proceso de
recaudo de cotizaciones. Y significarán, en otros términos, una contribución a la prevención por parte de los organismos
administradores cuando concedan una rebaja, o una sanción para las empresas que no adopten las medidas de prevención
higiene y seguridad que le sean prescritas, cuando apliquen un recargo. (Mensaje Presidencial, p. 8).
— "El criterio anteriormente expuesto es exactamente opuesto al que se aplica en la actualidad, pues hoy día las instituciones
aplican para el cobro de las primas las técnicas propias de los seguros mercantiles a prima fija, esto es, aplican una cotización o
prima diferenciada, pero fija, esto es, no movible, en cuya virtud las primas son diferentes según sean las actividades a que
se dediquen las empresas, pero, con absoluta prescindencia de su situación real y de las medidas que hubieren adoptado en
materia de prevención de riesgos, higiene y seguridad en el trabajo". (Informe Comisión Asistencia Médico Social e Higiene,
página 52).
El objetivo de la ley Nº 16.744 ciertamente fue incentivar la prevención de accidentes del trabajo y enfermedades
profesionales, lo que se estructuró en base a un sistema diferenciado de cotizaciones basado en los riesgos que presentara la
actividad de la empresa, lo que distingue a las empresas de mayor riesgo, presunto para las que tienen una antigüedad menor
a dos años y efectivo para las demás.
El sistema de seguro social en este caso se centra en la manifestación del riesgo laboral, vale decir, una vez que ocurre el
accidente del trabajo o la enfermedad profesional se activan las prestaciones del sistema, sean éstas económicas, médicas o
rehabilitadoras, y desde el punto de vista del empleador, el riesgo laboral efectivo determinará la futura cotización adicional
que deberá aportar al sistema. En nuestro medio institucional se asume este enfoque para la prevención de riesgos; muestra
de ello es la siguiente referencia contenida en la Memoria Anual del Sistema Nacional de Seguridad y Salud Laboral del año
2013: "Prevención de riesgos laborales / Para evitar que ocurra el accidente o se contraiga la enfermedad profesional, la ley
Nº 16.744 establece obligaciones en materia de prevención, higiene y seguridad".49
Desde una perspectiva del Derecho de la Prevención de Riesgos, el sistema debiera estar orientado a prevenir la
ocurrencia de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales, pero también a prevenir la sola existencia de riesgos
laborales, de manera que aun cuando no se manifestaran, debieran surgir consecuencias para quien no adopte medidas
destinadas a proteger eficazmente la vida y la salud de los trabajadores.
El Convenio 187 de la OIT, sobre Marco Promocional para la Seguridad y Salud en el Trabajo, aborda en su artículo 2º
ambos enfoques dentro de sus objetivos, el preventivo de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales en su numeral
1 y el que busca prevenir la existencia de riesgos laborales en su numeral 2:
1. "Todo Miembro que ratifique el presente Convenio deberá promover la mejora continua de la seguridad y salud en el trabajo con
el fin de prevenir las lesiones, enfermedades y muertes ocasionadas por el trabajo mediante el desarrollo de una política, un
sistema y un programa nacionales, en consulta con las organizaciones más representativas de empleadores y de trabajadores".
2. "Todo Miembro deberá adoptar medidas activas con miras a conseguir de forma progresiva un medio ambiente de trabajo
seguro y saludable mediante un sistema nacional y programas nacionales de seguridad y salud en el trabajo, teniendo en cuenta
los principios recogidos en los instrumentos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) pertinentes para el marco
promocional para la seguridad y salud en el trabajo".
El primero de estos objetivos ciertamente lo cumple el seguro social de la ley Nº 16.744. Sobre el segundo, orientado a
buscar un medio ambiente seguro y saludable, exento de riesgos, solo tiene un carácter programático en Chile, puesto que
según veremos más adelante la ratificación del Convenio Nº 187 de la OIT en el año 2011 no se ha traducido en acciones
concretas.
El modelo europeo de protección de la seguridad y salud en el trabajo recoge esta doble dimensión protectora, la de evitar
la manifestación de los riesgos en los lugares de trabajo y la de evitar los accidentes del trabajo y enfermedades
profesionales. Dentro de las Directivas de la Unión Europea sobre protección de la seguridad y salud en el trabajo, la más
significativa es la 89/391/CEE, relativa a la aplicación de las medidas para promover la mejora de la seguridad y de la salud
de los trabajadores en el trabajo, que contiene el marco jurídico general en el que opera la política de prevención comunitaria.
Define la prevención como "el conjunto de disposiciones o de medidas adoptadas o previstas en todas las fases de la
actividad de la empresa, con el fin de evitar o de disminuir los riesgos profesionales" (artículo 3, letra c) y más adelante
establece como obligación general de los empresarios la de "evitar los riesgos".
Su campo de acción serán los riesgos de accidentes del trabajo, caracterizados por presentarse en forma brusca e
inesperada, siendo finalidad de las técnicas de seguridad la de detectar, evitar o disminuir estos accidentes. Se centra por
tanto en elementos mecánicos y físicos presentes en los lugares de trabajo, los que analiza para conocer los factores de
riesgo y poder proponer medidas que los eviten. Es el caso de un edificio y sus instalaciones de escaleras, eléctricas, de
ventilación, iluminación y en general de la infraestructura necesaria para que la empresa pueda funcionar.
Quienes se preocupan por la seguridad en el trabajo son los expertos en prevención de riesgos, quienes conociendo los
riesgos presentes en el recinto de trabajo podrán recomendar la utilización de determinados equipos de protección personal.
El reglamento más importante —por su carácter general— sobre Seguridad en el Trabajo vigente en Chile se encuentra
contenido en el D.S. Nº 40 de 1969, del MTPS, sobre Prevención de Riesgos Profesionales, que trata sobre los
departamentos de prevención de riesgos, las estadísticas de accidentes, el reglamento interno de higiene y seguridad, y la
obligación de informar de los riesgos laborales, también llamado "derecho a saber".
Su objetivo es conocer y revisar las condiciones ambientales de un lugar de trabajo, para controlar y prevenir las
enfermedades profesionales, esto es, patologías que se adquieren luego de un período de exposición más o menos
prolongado a agentes o riesgos presentes en los recintos de trabajo. Más recientemente se le llama "Salud en el Trabajo",
poniendo el énfasis en el trabajador como destinatario de las acciones que la promueven.
El cuerpo reglamentario sobre Higiene Industrial por excelencia en Chile se contiene en el D.S. Nº 594 de 1999, del
Ministerio de Salud, que aprobó el Reglamento sobre Condiciones Sanitarias y Ambientales Básicas en los Lugares de
Trabajo, con normas particulares sobre condiciones de construcción y sanitarias, provisión de agua potable, disposición de
residuos, servicios higiénicos y evacuación de aguas servidas, guardarropías y comedores, condiciones ambientales
generales.
Es una especialidad médica que se dedica al estudio de las enfermedades y los accidentes que se producen por causa o
consecuencia de la actividad laboral, así como las medidas de prevención que deben ser adoptadas para evitarlas o aminorar
sus consecuencias.
Su campo de acción es en el interior de la empresa, aplicado a todos los trabajadores por medio de ejercicios
ocupacionales, exámenes de ingreso, vigilancia epidemiológica y convenios con entidades externas para que lleven un control
de los procesos con algún índice de peligro que afecten la salud de los trabajadores, y así buscar diferentes métodos para
mantener un buen índice sobre la salud de los trabajadores de las empresas.
Tiene un rol importante en el diagnóstico precoz de las patologías asociadas al trabajo, a fin de poder prevenirlas. En una
mirada individual, realiza exámenes que permiten diagnosticar en casos concretos las patologías laborales; en un ámbito
colectivo, realiza recopilaciones de datos con fines epidemiológicos, que permiten planificar y adoptar medidas de prevención
de riesgos laborales.
El Reglamento sobre Calificación y Evaluación de los Accidentes del Trabajo y las Enfermedades Profesionales, aprobado
por D.S. Nº 109 de 1968, del MTPS, es el cuerpo de normas que contiene la regulación desde el Estado en materias
vinculadas a la Medicina del Trabajo.
1.5. Ergonomía
Se compone de un conjunto de técnicas de carácter multidisciplinario que buscan la adaptación del trabajo a la persona, a
través del diseño de puestos de trabajo que se ajusten a las características del individuo que trabaja.
Es el caso de la organización del tiempo de trabajo a través de sistemas de turnos que permitan evitar alteraciones en la
salud de los trabajadores, y que al mismo tiempo logre mayor grado de productividad y eficacia en la actividad laboral.
El Título VII de la ley Nº 16.744 trata de la Prevención de riesgos profesionales, dedicando los artículos 65 a 71 a esta
materia, la que es reglamentada por el D.S. Nº 40 de 1969 del MTPS.
En lo que toca a las obligaciones y responsabilidades que se asignan al Estado, se establece que "corresponderá al
Servicio Nacional de Salud —hoy Servicios de Salud 50— la competencia general en materia de supervigilancia y fiscalización
de la prevención, higiene y seguridad de todos los sitios de trabajo, cualesquiera que sean las actividades que en ellos se
realicen" (artículo 65) y, en lo pertinente, entrega también a los Servicios de Salud la fiscalización de la calidad de las
actividades de prevención que realicen los organismos administradores, sin distinguir entre la administración por entidades
privadas y del Estado, actualmente desarrollada por el Instituto de Seguridad Laboral.
Sin embargo, el D.S. Nº 40 precisa que la labor fiscalizadora de la prevención de riesgos por parte de los Servicios de
Salud se hará "en particular (a) las Mutualidades de Empleadores, y las empresas de administración delegada", dejando fuera
al Instituto de Seguridad Laboral, y dedica diversos preceptos a las acciones concretas que deben ser realizadas por estas
entidades (artículo 2º). Se establece, en consecuencia, un marco normativo en que el Estado sólo fiscaliza la tarea preventiva
de los organismos administradores y las entidades empleadoras, con exclusión del mismo en su calidad de organismo
administrador del sistema.
También se consigna en la ley Nº 16.744 la obligación de las empresas o entidades empleadoras de implantar todas las
medidas de higiene y seguridad en el trabajo que les prescriban el Servicio de Salud respectivo, o en su caso el organismo
administrador; la sanción por el incumplimiento se aplica conforme al procedimiento de multas y sanciones previsto en el
Código Sanitario y en las demás disposiciones legales, dentro de las que se cuenta el recargo de la cotización adicional que
puede aplicar el organismo administrador. Y el Servicio de Salud está facultado para clausurar fábricas, talleres, minas o
cualquier sitio de trabajo que signifique un riesgo inminente para la salud de los trabajadores o de la comunidad (artículo 68).
Rigen en la aplicación de sanciones por parte del Servicio de Salud las normas contenidas en el Libro X, Títulos I, II y III del
Código Sanitario. Su artículo 174 establece un rango de multas de 1/10 a 1.000 Unidades Tributarias Mensuales que se
elevan al doble en caso de reincidencia, la clausura de establecimientos o recintos y la cancelación de la autorización de
funcionamiento en su caso.
El ejercicio de estas facultades por parte del Servicio de Salud es sin perjuicio "de las demás disposiciones legales" que
rijan en la materia, y desde luego el mismo precepto legal expresa que el organismo administrador puede además aplicar un
recargo en la cotización adicional, acorde con su facultad legal (artículo 16 inciso 2º de la ley Nº 16.744), lo que no obsta al
ejercicio de las atribuciones fiscalizadoras con que cuentan otros organismos, como es el caso de la Dirección del Trabajo
conforme al artículo 184 inciso 4º del Código del Trabajo, del Servicio Nacional de Geología y Minería de acuerdo con los
artículos 590 y 592 del D.S. Nº 132 de 2002, del Ministerio de Minería sobre Reglamento de Seguridad Minera, y de otros
organismos fiscalizadores sectoriales.
Complementan estas normas los incisos 5º y 6º del artículo 184 del Código del Trabajo, según los cuales la Dirección del
Trabajo deberá poner en conocimiento del respectivo organismo administrador de la ley Nº 16.744, todas aquellas
infracciones o deficiencias en materia de higiene y seguridad, que se constaten en las fiscalizaciones que se practiquen a las
empresas; copia de esta comunicación deberá remitirse a la Suseso. El referido organismo administrador deberá, en el plazo
de 30 días contado desde la notificación, informar a la Dirección del Trabajo y a la Suseso, acerca de las medidas de
seguridad específicas que hubiere prescrito a la empresa infractora para corregir tales infracciones o deficiencias.
Corresponderá a la Suseso velar por el cumplimiento de esta obligación por parte de los organismos administradores. Cabe
destacar respecto de esta atribución, que aun cuando la Suseso cuenta con funcionarios fiscalizadores, su labor no puede
alcanzar los lugares de trabajo pues estatutariamente no está considerado así; sólo pueden intervenir conociendo de posibles
infracciones o deficiencias a través de los organismos administradores. Lo mismo ocurre con la aplicación de sanciones, las
que no pueden ser aplicadas directamente a las entidades empleadoras por la Suseso, siendo ello de resorte de los
organismos administradores, conforme se desprende del artículo 80 de la ley Nº 16.744.
Es importante destacar la disposición del artículo 191 del Código del Trabajo, que reconoce las facultades amplias de la
Dirección del Trabajo, quien puede controlar el cumplimiento de las medidas básicas exigibles relativas al adecuado
funcionamiento de instalaciones, máquinas, equipos e instrumentos de trabajo. Vale decir, sus atribuciones están referidas a
las instalaciones en que se trabaja, mas no a los procesos ni a la forma en que se realiza el trabajo, cuestión de toda lógica
atento el perfil profesional del fiscalizador, que no siempre se vincula con los procesos técnicos en que incide el trabajo.
Asimismo, el precepto anotado contiene una disposición de orden en cuanto a la actuación de los distintos organismos
fiscalizadores que pueden intervenir respecto de un mismo hecho, pues establece en su inciso tercero que "cada vez que uno
de los servicios facultados para fiscalizar la aplicación de normas de higiene y seguridad, se constituya en visita inspectiva en
un centro, obra o puesto de trabajo, los demás servicios deberán abstenerse de intervenir respecto de las materias que están
siendo fiscalizadas, en tanto no se haya dado total término al respectivo procedimiento".
La diversidad de entidades que intervienen en materia de fiscalización en la aplicación de normas sobre seguridad y salud
en el trabajo se aprecia en el siguiente gráfico:
Gráfico Nº 2
Fuente: Memoria Anual Sistema Nacional de Seguridad y Salud Laboral año 2013, Suseso.
Ante la dispersión de normas que se refieren a las facultades fiscalizadoras de los distintos organismos que intervienen en
materia de seguridad y salud en el trabajo, es posible sistematizarlas como sigue51:
• Fiscaliza el cumplimiento de las medidas básicas legalmente exigibles relativas al adecuado funcionamiento de
instalaciones, máquinas, equipos e instrumentos de trabajo.
• Fiscaliza y autoriza la reanudación de faenas en caso de accidentes del trabajo, dando prioridad a los graves y fatales, y a
aquellos en que esté involucrado un menor de 18 años de edad.
• Efectúa visitas a los lugares de trabajo, pudiendo entregar instrucciones para la corrección de la infracción hasta ordenar
la suspensión inmediata de las labores que constituyan un peligro inminente para la salud de los trabajadores.
• Otorgar a las micro y pequeñas empresas, de hasta 49 trabajadores, la posibilidad de sustituir la multa por infracciones a
normas de higiene y seguridad, por la participación en un programa de asistencia al cumplimiento.
— La Superintendencia de Seguridad Social (Suseso)53:
• Interpreta la ley Nº 16.744 y sus reglamentos e imparte instrucciones sobre estas materias, las que son obligatorias para
los entes fiscalizados.
• Fiscaliza y controla a los organismos administradores del seguro social de la ley Nº 16.744 en aspectos médicos,
financieros, actuariales, jurídicos y administrativos; también califica la legalidad y conveniencia de sus actuaciones en los
casos que la ley establece.
• Puede participar en estudios y preparación de proyectos de ley y reglamentos para el perfeccionamiento del sistema de
seguridad social.
• Controla el cumplimiento de normas, y de sus instrucciones y dictámenes, por parte de las entidades fiscalizadas y de las
que administran regímenes de seguridad social fiscalizados por la Suseso.
• Puede desarrollar estudios económicos y financieros sobre las Mutualidades y el seguro social de la ley Nº 16.744 y en
materias médicas de esta ley.
• Resolver el contencioso administrativo sobre las pensiones, indemnizaciones y subsidios por incapacidad laboral
otorgados por los organismos administradores, como asimismo de las cotizaciones adicionales que fijan a sus adherentes.
• Resuelve el contencioso administrativo sobre la calificación del origen de accidentes y enfermedades, respecto del
otorgamiento de los beneficios médicos por parte de los organismos administradores.
• Puede preparar proyectos de decretos sobre presupuesto del seguro social de la ley Nº 16.744.
• Debe sistematizar y proponer la estandarización de la normativa sobre seguridad y salud en el trabajo, para lograr su
uniformidad, mediante revisiones periódicas.
• Debe administrar y mantener actualizado el Sistema Nacional de Información de Seguridad y Salud en el Trabajo
(Sisesat).
• Debe elaborar y publicar la Memoria Anual del Sistema Nacional de Seguridad y Salud Laboral.
• Fiscalizan la calidad de las actividades de prevención de riesgos laborales que realicen los organismos administradores,
las instalaciones médicas y la forma y condiciones de prestaciones médicas otorgadas.
• Fiscalizan y autorizan la reanudación de faenas en caso de accidentes del trabajo, graves y fatales.
• Otorgan asesoría en materia de prevención de riesgos laborales a las empresas y a los Comités Paritarios de Higiene y
Seguridad de las empresas afiliadas al Instituto de Seguridad Laboral.
• Pueden clausurar cualquier sitio de trabajo que signifique un riesgo inminente para la salud de los trabajadores o de la
comunidad.
• Controla y fiscaliza el cumplimiento de las normas y exigencias establecidas en el Reglamento de Seguridad Minera y de
aquellas dictadas por el propio servicio en ejercicio de sus facultades.
• Investiga los accidentes del trabajo con lesiones a las personas, daños graves a la propiedad que estime conveniente.
Investiga siempre los accidentes del trabajo fatales. Está facultado para tomar declaraciones del hecho al personal
involucrado y a la supervisión.
• Exige el cumplimiento de las acciones correctivas que resulten de las atribuciones anteriores.
• Puede proponer la dictación de normas, instructivos, circulares y desarrollar todo tipo de actividades de carácter
preventivo, tendientes a optimizar los estándares de seguridad de la industria extractiva minera.
• Califica a los expertos y monitores en prevención de riesgos que se desempeñarán en la minería; determina la
experiencia, materias y demás requisitos cuyo conocimiento deban poseer los postulantes.
• Puede solicitar a las empresas mineras, cuando lo estime conveniente, el texto de los reglamentos internos específicos de
las operaciones críticas, que garanticen la integridad física de los trabajadores, el cuidado de las instalaciones, equipos,
maquinarias y del medio ambiente, que estas deben elaborar, desarrollar y mantener.
• Puede promover la participación de los trabajadores en las actividades de prevención de riesgos en las faenas mineras.
• Puede disponer el cierre temporal o indefinido, parcial o total de una faena minera, en los casos en que a juicio del
Servicio la empresa haya incurrido en infracciones graves, atendida la naturaleza de la infracción y los perjuicios que se hayan
ocasionado o se puedan causar.
Existen otras entidades fiscalizadoras sectoriales que también cuentan con facultades especiales contenidas
fundamentalmente en sus leyes orgánicas. Es el caso de la Dirección General del Territorio Marítimo y de Marina Mercante
(DIRECTEMAR), con el D.F.L. Nº 292 de 1953 del Ministerio de Hacienda; el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) con la ley
Nº 18.755 de 1989; la Superintendencia de Electricidad y Combustibles (SEC), con la ley Nº 18.410 de 1985; la Dirección de
Aeronáutica Civil (DGAC) con la ley Nº 16.752 de 1968; la Comisión Chilena de Energía Nuclear (CCHEN) con la ley
Nº 16.319 de 1965.
Las Mutualidades de Empleadores están obligadas a realizar actividades permanentes de prevención de riesgos de
accidentes del trabajo y enfermedades profesionales (artículo 3º del D.S. Nº 40).
A estos efectos, deben contar con una organización estable que permita realizar en forma permanente acciones
sistematizadas de prevención en las empresas adheridas, para lo cual dispondrán de registros por actividades acerca de la
magnitud y naturaleza de los riesgos, acciones desarrolladas y resultados obtenidos.
El personal a cargo de estas actividades deberá ser especializado en prevención de riesgos y su idoneidad será calificada
previamente por el Servicio de Salud respectivo, debiendo las jefaturas generales y locales ser ejercidas por expertos en
prevención de riesgos y contar con personal especializado suficiente, contratado a tiempo completo, para asegurar que
efectúen una prevención satisfactoria en todas las empresas asociadas, entendiéndose que es suficiente cuando a dicho
personal le corresponda una proporción promedio individual no superior a 80 empresas afiliadas. Con esta norma se prohíbe
en los hechos la prestación de servicios de prevención de riesgos a través de empresas externas, a diferencia de modelos
comparados en que este servicio es prestado por entidades especializadas contratadas por los empleadores, siendo su labor
auditada por organismos independientes, como ocurre con el caso español.
Similares son las obligaciones de las Empresas con Administración Delegada, cuyas actividades de prevención de riesgos
serán de carácter permanente, efectivas, basadas en una organización estable y si el Servicio de Salud respectivo comprueba
incumplimiento de las disposiciones anteriores o ineficiencia en los resultados, ello será causal suficiente para que dicho
Servicio solicite a la Suseso la revocación de la delegación (artículo 3º del D.S. Nº 40).
Una mayor certeza en torno a lo que debe entenderse por "actividades permanentes de prevención de riesgos", que es la
exigencia normativa que venimos comentando, la encontramos en los Ordinarios Nº 6.203 y Nº 38.237 de 2005 de la Suseso,
en los que ha señalado que esta expresión "está referida a todas aquellas gestiones, procedimientos o instrucciones que los
organismos administradores deben realizar, dentro del marco legal y reglamentario vigente, en relación con la naturaleza y
magnitud del riesgo asociado a la actividad productiva de sus entidades empleadoras afiliadas y que éstas deben
implementar, cuando corresponda, con el concurso de los Departamentos de Prevención de Riesgos Profesionales y/o de los
Comités Paritarios, según sea el caso, con independencia de la ocurrencia o no de los siniestros de accidentes del trabajo o
enfermedades profesionales".
Con la ratificación en el año 2011 del Convenio Nº 187 de 2006, sobre Marco Promocional de la Seguridad y Salud en el
Trabajo, Chile se ha comprometido a crear las siguientes instituciones:
El D.S. Nº 19 de 2011, del MTPS, crea y regula el funcionamiento de un Consejo Consultivo para la Seguridad y Salud en
el Trabajo, cuya misión central es emitir opinión sobre diversas materias relacionadas con la seguridad y salud en el trabajo.
El Consejo está integrado por cinco miembros nombrados por el Presidente de la República, uno de los cuales deberá
pertenecer o haber pertenecido a organizaciones de empleadores; otro deberá pertenecer o haber pertenecido a
organizaciones de trabajadores, contando ambos con experiencia en la implementación de la normativa sobre seguridad y
salud en el trabajo, o en materia laboral o de previsión social, o en su promoción y protección. Los restantes tres Consejeros
deberán ser profesionales de reconocida experiencia y trayectoria en el ámbito de la seguridad y salud en el trabajo, o en
materia laboral o de previsión social, uno de los cuales asumirá como Presidente del Consejo, a elección del Presidente de la
República y mientras cuente con su confianza.
Ha registrado una mínima actividad, dada la carencia en las demás instituciones que integran el marco a implementar con
la ratificación del Convenio Nº 187 de la OIT.
El D.S. Nº 20 de 2011, del MTPS, establece un Comité de Ministros para la Seguridad y Salud en el Trabajo.
El Comité debe asesorar de forma permanente, al Presidente de la República en la formulación de lineamientos y Políticas
de Seguridad y Salud en el Trabajo. Es presidido por el Ministro del Trabajo y Previsión Social y estará integrado, además, por
los Ministros de Defensa Nacional, de Economía, Fomento y Turismo, de Salud, de Agricultura, de Minería y de Transportes y
Telecomunicaciones. En caso de ausencia o impedimento temporal, los representantes titulares ante el Comité podrán ser
reemplazados por sus subrogantes legales o por quienes los Ministros titulares designen.
No existe un registro público de sesiones de este comité ni menos de acuerdos adoptados en la materia.
La ley Nº 20.691 (Diario Oficial de 14 de diciembre de 2013) asignó nuevas facultades para la Suseso, acorde con la
necesidad de focalizar la labor fiscalizadora en materia de seguridad y salud en el trabajo, lo que hoy está a cargo de una
Intendencia en la materia.
— Sistematizar y proponer la estandarización de la normativa sobre seguridad y salud en el trabajo , para lograr su uniformidad,
mediante revisiones periódicas (letra f).
— Administrar y mantener actualizado el Sistema Nacional de Información de Seguridad y Salud en el Trabajo, con información de
denuncias de accidentes del trabajo y de enfermedades profesionales, diagnósticos de enfermedad profesional, exámenes y
evaluaciones, calificaciones, y actividades de prevención y fiscalización. El Sistema se integrará, además, con información relativa
a la seguridad y salud en el trabajo proporcionada por el Fondo Nacional de Salud, las Secretarías Regionales Ministeriales de
Salud, las Comisiones de Medicina Preventiva e Invalidez, los Servicios de Salud, el Instituto de Seguridad Laboral, las
Instituciones de Salud Previsional, las Mutualidades de Empleadores y la Dirección del Trabajo; entidades que estarán obligadas a
entregar los antecedentes que deban poseer de acuerdo a sus atribuciones legales. Adicionalmente, podrá requerir información al
Instituto de Previsión Social, como también la información que otras entidades públicas o privadas tengan en su poder y resulte
necesaria para la integración del Sistema y el cumplimiento de su objetivo (letra g).
— Elaborar y publicar la Memoria Anual del Sistema Nacional de Seguridad y Salud Laboral, que incluirá los resultados
alcanzados, los principales hitos en el desarrollo de la Política Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo, y los avances que se
registren en el logro de los objetivos, indicando niveles de cumplimiento de los mismos y perspectivas para el futuro. Además,
recopilará, consolidará y sistematizará la información que proporcionen los organismos administradores de la ley Nº 16.744 y las
diversas instituciones públicas con competencias en materias de seguridad y salud laboral, directamente o a través del Sistema
Nacional de Información de Seguridad y Salud en el Trabajo (letra o).
De acuerdo a la información de acceso público disponible en la Suseso, con fecha noviembre de 2011 se dio a conocer un
informe sobre revisión de normativa de seguridad y salud en el trabajo 56, del que no se conocen medidas concretas
posteriores, siendo su aporte el haber efectuado un diagnóstico por áreas de actividad del estado actual de las normas en la
materia.
Se ha avanzado desde la Suseso en la implementación del Sistema Nacional de Información en Seguridad y Salud en el
Trabajo con la creación de una plataforma electrónica que permitirá rescatar, almacenar y gestionar información relativa a los
accidentes del trabajo y enfermedades profesionales57.
Se ha editado la primera Memoria Anual del Sistema Nacional de Seguridad y Salud Laboral referida al año 201358.
No existe una Política Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo, que es el instrumento fundamental para conducir las
actuaciones del resto de la institucionalidad, de manera que por ahora se trata de normas de carácter programático que no
cuentan con vigencia real.
Más allá de la falta de cumplimiento o de eficacia de las medidas legislativas adoptadas después de la ratificación por Chile
del Convenio Nº 187 de la OIT, es necesario destacar que el cambio iniciado en el año 2010 al modelo regulatorio, con motivo
del accidente que afectó a 33 mineros en la comuna de Tierra Amarilla en el norte chileno, está inconcluso. Se encuentra en
trámite legislativo una iniciativa del Ejecutivo destinada a modernizar la seguridad laboral y modificar el seguro de la ley
Nº 16.74459, en la que se propone la creación de un sistema integrado para la fiscalización en materia de seguridad y salud en
el trabajo, entre otros variados aspectos.
Finalmente, destacamos que la Organización Iberoamericana de Seguridad Social, de la que Chile es miembro a través de
su Ministerio del Trabajo y Previsión Social, ha fijado para el quinquenio 2015-2020 una Estrategia Iberoamericana de
Seguridad y Salud en el Trabajo, cuyos objetivos fundamentales —a tener en cuenta en la implementación de la nueva
institucionalidad que hemos referido— son los siguientes:
— Luchar contra la exportación del riesgo laboral desde los países más desarrollados a las sociedades en desarrollo;
— Evitar el dumping social;
— Avanzar en el protagonismo de los agentes sociales y en el diálogo social en el diseño de las políticas públicas;
— Incrementar progresivamente el porcentaje de la población trabajadora que se encuentra en la economía y el empleo formal, ya
que es precisamente en la informalidad donde se registran las peores condiciones de trabajo y la mayor exposición al riesgo
laboral;
— Prestar singular atención al trabajo de la mujer, las poblaciones indígenas, los migrantes y otros colectivos singularmente
desfavorecidos como los trabajadores discapacitados y los de mayor edad o en situación de vulnerabilidad;
— Potenciar la igualdad de derechos entre los hombres y las mujeres en el orden social;
— Situar la función de gobierno sobre la seguridad y salud en el trabajo en la posición que merece en atención a su impacto social
y económico;
— Fomentar los procesos de Investigación, Desarrollo e Innovación sobre temas de seguridad y salud en el trabajo, y
— Promover la reducción de los riesgos laborales, enfermedades y muertes en los lugares de trabajo es avanzar sustancialmente
en la mejora del trabajo decente para todos los trabajadores.
En toda empresa en que trabajen más de 25 personas, deben funcionar uno o más Comités Paritarios de Higiene y
Seguridad (CPHS), cualquiera que sea la naturaleza jurídica o la actividad a que se dediquen. Para el cómputo de este
mínimo corresponde considerar el número de trabajadores que se desempeñan en todas las unidades de trabajo que
dependan de un mismo empleador.
Sus integrantes son 6, de los cuales 3 son designados por la empresa y 3 elegidos por los trabajadores. Por cada miembro
titular habrá un suplente; los suplentes en representación de la empresa deben estar preferentemente vinculados a las
actividades técnicas que se desarrollan en la industria o faena respectiva y serán llamados a integrar el CPHS según el orden
de precedencia con que la empresa los hubiere designado, y los suplentes de los trabajadores por el orden de mayoría con
que fueron elegidos.
Un representante de los trabajadores tiene fuero hasta el término de su mandato, o hasta el término de su contrato de
trabajo a plazo, si esto último ocurriere antes. La designación debe ser comunicada por escrito a la administración de la
empresa el día laboral siguiente de producida y si en una empresa existe más de un CPHS, gozará de fuero un representante
titular de los trabajadores en los CPHS constituidos en las faenas, sucursales o agencias en que trabajen más de 250
personas.
Si una empresa tuviera faenas, sucursales o agencias distintas, en el mismo o en diferentes lugares, en cada una de ellas
deberá organizarse un CPHS, que debe permanecer en funciones mientras dure la faena, sucursal, agencia o empresa
respectiva. El CPHS debe reunirse mensualmente.
Corresponde al Inspector del Trabajo decidir en caso de duda si procede o no que se constituya un CPHS.
Los miembros del CPHS duran dos años en sus funciones, pudiendo ser reelegidos. Son requisitos para ser elegido
miembro: tener más de 18 años de edad, saber leer y escribir, un año mínimo de antigüedad en el trabajo, poseer cursos de
orientación en prevención de riesgos o haber prestado servicios en el Departamento de Prevención de Riesgos, ser
funcionario de planta o a contrata en el caso de la Administración Pública.
Cesan en sus cargos cuando dejan de pertenecer a la empresa y cuando no asistan a dos sesiones consecutivas sin causa
justificada.
a) Asesorar e instruir a los trabajadores para la correcta utilización de los instrumentos de protección.
b) Vigilar el cumplimiento tanto por parte de las empresas como de los trabajadores, de las medidas de prevención, higiene
y seguridad.
c) Investigar las causas de los accidentes del trabajo y enfermedades profesionales que se produzcan en la empresa, y de
cualquiera otra afección que afecte en forma reiterada o general a los trabajadores y sea presumible que tenga su origen en la
utilización de productos fitosanitarios, químicos o nocivos para la salud.
d) Cumplir las demás funciones o misiones que le encomiende el organismo administrador respectivo.
f) Indicar la adopción de todas las medidas de higiene y seguridad, que sirvan para la prevención de los riesgos laborales.
Las empresas están obligadas a adoptar y poner en práctica las medidas de prevención que les indique el CPHS, pero
podrán apelar de tales resoluciones ante el respectivo organismo administrador, dentro del plazo de 30 días desde que le sea
notificada la respectiva resolución. Así lo dispone el artículo 66 de la ley Nº 16.744 y resulta de la mayor importancia al
momento de atribuir responsabilidades por accidentes del trabajo o enfermedades profesionales; si bien el CPHS es un
órgano asesor que no decide ni resuelve, sí puede recomendar medidas preventivas para evitar infortunios laborales, las que
de no adoptarse constituyen un indicio de culpabilidad relevante en contra de la empresa que no las adoptó y producto de ello
se produjo un accidente del trabajo o enfermedad profesional.
En cuanto al funcionamiento del CPHS, ya señalamos que debe sesionar en forma ordinaria una vez al mes; podrá hacerlo
en forma extraordinaria a petición conjunta de un representante de los trabajadores y uno de la empresa. En todo caso, debe
reunirse cada vez que en la empresa ocurra un accidente del trabajo que cause la muerte de uno o más de sus trabajadores,
o que a juicio del presidente del CPHS le pudiere originar a uno o más de ellos una disminución permanente de su capacidad
de ganancia superior a 40%.
Las empresas deben otorgar facilidades y adoptar las medidas necesarias para que funcione adecuadamente el CPHS. De
lo tratado en las sesiones se deja constancia en un acta.
Si en la empresa existe un Departamento de Prevención de Riesgos Profesionales, el experto en prevención que lo dirija
formará parte, por derecho propio, de los CPHS que existan, sin derecho a voto, pudiendo delegar sus funciones.
Puede sesionar siempre que concurran un representante de la empresa y uno de los trabajadores. Cuando a las sesiones
del CPHS no concurran todos los representantes patronales o de los trabajadores, se entenderá que los asistentes disponen
de la totalidad de los votos de su representación, adoptándose los acuerdos por simple mayoría y en caso de empate se
solicita la intervención del organismo administrador, cuyos servicios técnicos en prevención resolverán sin ulterior recurso.
Por último, en materia de fiscalización, cabe señalar que cuentan con atribuciones al efecto el organismo administrador
respectivo, los inspectores del trabajo, el Servicio de Salud respectivo y la Suseso.
La ley Nº 20.773 (D. O. de 17 de septiembre de 2014) hizo por primera vez aplicables las obligaciones del artículo 66 de la
ley Nº 16.744 a los trabajadores portuarios, y en lo referido a CPHS incorporó un nuevo artículo 66 ter a la ley Nº 16.744, que
obliga a las empresas de muellaje a constituir un CPHS en cada puerto, terminal o frente de atraque en que presten
regularmente servicios, siempre que, sumados los trabajadores permanentes y eventuales de la misma, trabajen
habitualmente más de 25 personas, conforme al promedio mensual del año calendario anterior.
Los trabajadores integrantes del CPHS deberán ser elegidos entre los trabajadores portuarios permanentes y eventuales
de la respectiva entidad empleadora, en la forma que señale el reglamento61.
Sin perjuicio de lo señalado, cuando en un mismo puerto presten servicios dos o más entidades empleadoras de las
señaladas en el artículo 136 del Código del Trabajo, cada una de ellas deberá otorgar las facilidades necesarias para la
integración, constitución y funcionamiento de un CPHS, cuyas decisiones en las materias de su competencia serán
obligatorias para todas estas entidades empleadoras y sus trabajadores. Al CPHS, corresponderá la coordinación de los
Comités Paritarios de empresa y el ejercicio de aquellas atribuciones que establece el artículo 66, en los casos y bajo las
modalidades que defina el reglamento.
Los representantes de los trabajadores ante el CPHS serán elegidos por éstos, en la forma que determine el reglamento.
Corresponderá igualmente al reglamento establecer un mecanismo por el cual las distintas entidades empleadoras obligadas
designen a sus representantes ante el CPHS. Este Comité se denominará para todos los efectos legales Comité Paritario de
Higiene y Seguridad de Faena Portuaria.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA:
a) Quórum para su constitución: Una empresa se encuentra en la obligación de organizar CPHS en las sucursales de Antofagasta
y Concepción, aun en circunstancias de que su personal se encuentre excluido de la limitación de jornada de trabajo y que sólo
concurra a su lugar de trabajo una sola vez al día y por breve tiempo (Dirección del Trabajo, Ord. Nº 5.544/103 de 8 de
septiembre de 2010).
b) Declaración de nulidad de elección: El Inspector del Trabajo no cuenta con atribuciones para declarar nula la elección verificada
en un CPHS, materia que debe conocer el Tribunal Electoral Regional, sin perjuicio de sus facultades permanentes en cuanto a
resolver reclamos o dudas, y controlar las irregularidades o infracciones en que se incurra con motivo de la constitución y
funcionamiento de dichos Comités (Dirección del Trabajo, Ord. Nº 5.783/135 de 21 de diciembre de 2005).
c) Elección y funcionamiento en un organismo público: La Dirección del Trabajo carece de competencia para pronunciarse sobre la
constitución y funcionamiento de los comités paritarios de higiene y seguridad, constituidos y a constituirse en un hospital
dependiente de un Servicio de Salud, correspondiendo su conocimiento y resolución a la Suseso, sin perjuicio de la facultad de
la Dirección del Trabajo para actuar como ministro de fe en el acto eleccionario de los miembros de ese comité (Dirección del
Trabajo, Ord. Nº 5.379/208 de 29 de diciembre de 2004). En un sentido más general, la Contraloría General de la República ha
sostenido que la competencia para fiscalizar a los comités paritarios de los servicios que conforman la administración civil del
Estado corresponde a la Suseso (Ord. Nº 7.531 de 1997, Contraloría General de la República).
d) Obligación de constituir CPHS: Lo que queda del todo claro al tenor de lo previsto en el inciso segundo del art. 1º del D.S. Nº 54
de 1969, el que precisa con toda claridad que si la empresa tuviera distintas faenas, sucursales o agencias (donde laboren 25
trabajadores o más), deberá constituirse un Comité Paritario en cada una de ellas, tal como también se desprende del artículo
66 de la ley Nº 16.744 ("Comao Ltda. con Inspección del Trabajo de Maipú", rol Nº I-40-2013, Segundo Juzgado de Letras del
Trabajo de Santiago, 6 de mayo de 2013).
En aquellas empresas mineras, industriales o comerciales que ocupen a más de 100 trabajadores será obligatoria la
existencia de un Departamento de Prevención de Riesgos Profesionales (DPRP), el que será dirigido por un experto en
prevención, el cual formará parte, por derecho propio, de los comités paritarios existentes en la empresa.
El artículo 8º del D.S. Nº 40 señala que para los efectos de dicho reglamento se entenderá por DPRP a aquella
dependencia a cargo de planificar, organizar, asesorar, ejecutar, supervisar y promover acciones permanentes para evitar
accidentes del trabajo y enfermedades profesionales62.
La organización del DPRP dependerá del tamaño de la empresa y la importancia de los riesgos, pero deberá contar con los
medios y el personal necesario para asesorar y desarrollar las siguientes acciones mínimas:
Las empresas no obligadas a constituir un DPRP igualmente deben llevar información básica para el cómputo de tasas de
frecuencia y gravedad.
Cabe destacar que si bien el artículo 9º del D.S. Nº 40 categoriza a los expertos en prevención de riesgos
en profesionales o técnicos, de acuerdo con sus niveles de formación, y en función del tamaño de la empresa y la importancia
de los riesgos se exige uno u otro en el artículo 10 del mismo reglamento, en los hechos esta diferenciación ha perdido
importancia, puesto que en empresas en que existe subcontratación laboral o bien servicios transitorios, necesariamente el
experto en prevención de riesgos debe ser profesional y estar contratado a tiempo completo, por disponerlo expresamente el
artículo 30 del D.S. Nº 76 de 2006, del MTPS. Más adelante volveremos sobre estas exigencias.
En lo referido a la habilitación del experto en prevención de riesgos a cargo del DPRP, es necesario tener presente la
exigencia de inscribirse en los Servicios de Salud que contiene en artículo 11 del D.S. Nº 40, así como también cumplir con
reglamentación sectorial63.
Las empresas estarán obligadas a adoptar y poner en práctica las medidas de prevención que les indique el DPRP y/o el
CPHS, pero podrán apelar de tales resoluciones ante el respectivo organismo administrador, dentro del plazo de 30 días,
desde que le sea notificada la resolución del DPRP o del CPHS.
El incumplimiento de las medidas acordadas por el DPRP o por el CPHS, cuando sean ratificadas por el respectivo
organismo administrador, será sancionado con multas en los términos del artículo 68 de la ley Nº 16.744. Ciertamente esta no
es la sanción de mayor magnitud, puesto que en caso de incumplimiento, se entenderá que la empresa empleadora no
cumplió con el deber de seguridad que le atribuye el artículo 184 del Código del Trabajo, debiendo enfrentar un mayor
estándar de responsabilidad, ya sea en el ámbito administrativo, civil o penal.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA:
a) "Inmobiliaria Inversalud S.A. con Dirección del Trabajo Temuco", rol Nº 7-2013, Corte de Apelaciones de Temuco, 9 de mayo de
2014: Si bien se autoriza que, en una empresa del tamaño de la recurrente, su Departamento de Prevención de Riesgos pueda
ser dirigido por un experto contratado a tiempo parcial, ello no implica que la unidad de la cual él se hace cargo no exista con
carácter permanente dentro de la empresa, toda vez que ella debe estar disponible para, en forma continua, asesorar y
desarrollar las acciones propias de una unidad de esta naturaleza, a saber: reconocimiento y evaluación de riesgos de
accidentes y enfermedades profesionales, control de riesgos en el ambiente o medios de trabajo, acción educativa de
prevención de riesgos y promoción de la capacitación y adiestramiento de los trabajadores, registro de información y evaluación
estadística de resultados, asesoramiento técnico a los comités paritarios, supervisores y líneas de administración técnica,
condición que no se puede cumplir si se entiende que basta para tener por cumplida la exigencia legal de la existencia del
Departamento con contar un experto en prevención de riesgos con una contratación por una jornada ajustada a los límites de la
norma.
b) Servicios de empresa externa: No resulta conforme a derecho que las empresas obligadas legalmente a constituir un
Departamento de Prevención de Riesgos Profesionales a cargo de un experto en prevención de riesgos, puedan contratar los
servicios de una empresa externa que cumpla tales funciones o que le provea de dicho experto. De esta manera, se deja sin
efecto el ordinario Nº 1.026/062 de 1998 y cualquier otro que contenga similar doctrina. (Ordinario Nº 1.696/024 de 12 de abril
de 2010, Dirección del Trabajo).
Las empresas empleadoras estarán obligadas a mantener al día el Reglamento Interno de Higiene y Seguridad (RIHS) y
los trabajadores a cumplir con sus exigencias. Nótese que no se ha exigido en el artículo 67 de la ley Nº 16.744 un número
mínimo de trabajadores para contar con esta herramienta preventiva, de modo tal que debe existir siempre, independiente del
número de trabajadores contratado en la empresa.
Es obligación del empleador entregar gratuitamente un ejemplar impreso del reglamento a cada trabajador, lo que hoy se
permite sea hecho mediante medios electrónicos64.
Para dictarlo, la empresa debe someter su texto original y sus modificaciones posteriores a la consideración del CPHS con
15 días de anticipación a la fecha en que comience a regir y, de no existir CPHS, se pondrá en conocimiento de todo el
personal con la misma anticipación, mediante carteles fijados en dos sitios visibles al local de trabajo. Debemos recordar que
en el Reglamento Interno de Orden, cuyo contenido se encuentra regulado en los artículos 153 a 157 del Código del Trabajo,
se exige someter su texto original y sus modificaciones posteriores a los trabajadores con 30 días de anticipación, es decir, el
doble del tiempo exigido para el RIHS. Para evitar confusiones, en la práctica se recomienda unificar dicho plazo para ambas
secciones del Reglamento Interno en 30 días.
Si puesto en conocimiento del CPHS y/o de los trabajadores, éstos tuvieren observaciones, en caso de desacuerdo
decidirá el Servicio de Salud respectivo.
En lo relativo a las aprobaciones del RIHS, éste debe ser depositado en el Servicio de Salud del domicilio de la empresa,
quien podrá revisar su texto e introducir innovaciones cuando lo estime conveniente, pero para su puesta en vigencia no se
precisa de un acto administrativo aprobatorio.
Con respecto al contenido específico del RIHS, los artículos 16 a 20 del D.S. Nº 40 detallan con bastante precisión la
necesidad de contar con un preámbulo y cuatro capítulos destinados a disposiciones generales, obligaciones, prohibiciones y
sanciones; debe reproducir el procedimiento de reclamos establecido por la ley Nº 16.744 y su reglamento contenido en el
D.S. Nº 101 de 1968, del MTPS.
En la práctica existen algunos formatos estandarizados que los organismos administradores del seguro social de la ley
Nº 16.744 y otras entidades ofrecen a las empresas, los que si bien en un ámbito formal permiten acreditar el cumplimiento de
esta obligación preventiva, estos RIHS de naturaleza meramente protocolar no son eficientes para llevar con éxito la tarea de
prevenir los riesgos en el trabajo, al no decir relación con la realidad concreta de la empresa, cuestión que nuestros tribunales
laborales han referido en más de una oportunidad.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA:
a) "María Adelita Barría Carmona con Pablo Alberto González Kettler", rol Nº 2975-2006, Corte Suprema, sentencia de 28 de
agosto de 2007: A juicio de esta Corte, tal deber de vigilancia y cuidado, consagrado en el artículo 184 del Código del Trabajo,
ha sido llevado al extremo, si se tiene en cuenta que a los trabajadores les estaba expresamente prohibido subirse a este tipo
de máquinas motorizadas que realizaban maniobras o trabajos dentro del establecimiento, lo que constaba en el Reglamento
de Higiene y Seguridad, que fue recibido por la víctima. Conforme a los hechos establecidos, se ha aplicado incorrectamente el
artículo 184 del Código del Trabajo, por cuanto las medidas que este precepto requiere del empleador para proteger la vida y la
salud de los trabajadores, aparecen adoptadas por el demandado, no pudiendo exigirse medidas que contemplan e impidan
conductas que van contra la normal ocurrencia de los sucesos, como lo constituye en autos el transportarse en una pisadera de
un tractor.
b) "Rodrigo Quezada Peña con Constructora Ingenieros S.A. e Inmobiliaria y Comercial Ávila S.A.", rol Nº O-2735-2012, Segundo
Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago, 21 de noviembre de 2012: No le basta al empleador con hacer entrega formal de
formularios y registrar la asistencia de los trabajadores a charlas de seguridad, sino que debe hacerse cargo también del
conocimiento y aplicación de lo aprendido bajo la supervigilancia adecuada.
c) "José Patricio Manquelipe Huaiquin con Constructora Cuevas Purcell S.A.", rol Nº O-2512-2011, Segundo Juzgado de Letras del
Trabajo de Santiago, 7 de diciembre de 2011: Obligación de seguridad del empleador se cumple con adopción de medidas que
protejan de forma eficaz la vida y salud de los trabajadores y no como meras formalidades descritas en reglamentos y charlas.
Es obligación del empleador proporcionar sin costo alguno a los trabajadores, los elementos de protección necesarios para
prevenir accidentes y enfermedades profesionales; así lo establecen el artículo 184 inciso 1º del Código del Trabajo y artículo
68 inciso 3º de la ley Nº 16.744. El incumplimiento de este deber hace procedente la aplicación de multas por parte del
respectivo Servicio de Salud, conforme al procedimiento del Código Sanitario, sin perjuicio del recargo de la cotización
adicional diferenciada que pueda aplicar el organismo administrador.
Es frecuente encontrar en los reglamentos internos de las empresas e incluso en los contratos de trabajo, obligaciones
especiales de cuidado de los elementos de protección personal a los trabajadores, lo que permite enfatizar los deberes del
trabajador de utilizarlos efectivamente como asimismo asegurar su correcto uso, pues en algunos casos son de alto costo.
Existen normas precisas que aseguran la calidad de los elementos de protección personal que proporciona el empleador,
contenidas en el D.S. Nº 18 de 1982, del Ministerio de Salud, sobre Certificación de Calidad de Elementos de Protección
Personal contra Riesgos Ocupacionales.
Este cuerpo reglamentario establece que los aparatos, equipos y elementos de protección personal contra riesgos de
accidentes del trabajo y enfermedades profesionales que se utilicen o comercialicen en el país, sean ellos de procedencia
nacional o extranjera, deberán cumplir con las normas y exigencias de calidad que rijan a tales artículos, según su naturaleza.
Las personas, entidades, empresas y establecimientos que fabriquen, importen, comercialicen o utilicen tales aparatos,
equipos y elementos deberán controlar su calidad en instituciones, laboratorios y establecimientos autorizados para prestar
este servicio. El Instituto de Salud Pública de Chile, a través de su Departamento de Salud Ocupacional y Contaminación
Ambiental, será el organismo oficial encargado de autorizar, controlar y fiscalizar a las instituciones, laboratorios y
establecimientos que se interesen en obtener esta autorización, para prestar servicios de control de calidad de equipos,
aparatos y elementos de protección personal contra riesgos de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales. En
cumplimiento de esta función, señalará las condiciones y procedimientos en que se otorgará la autorización, y podrá poner
término a ella, por razones fundadas. Los controles y pruebas de calidad que efectúen las instituciones, laboratorios y
establecimientos, autorizados deberán sujetarse a las especificaciones fijadas en la materia por las normas oficiales, y a falta
de éstas, por las normas que apruebe el Ministerio de Salud a proposición del Instituto de Salud Pública de Chile. Las
disposiciones del D.S. Nº 18 no obstan a que los Servicios de Salud ejerzan sus funciones y facultades en la materia que la
ley les encomienda en prevención de riesgos ocupacionales.
Así las cosas, en atención a que la exigencia legal para el empleador es la de proporcionar elementos de
protección necesarios para evitar accidentes del trabajo y enfermedades profesionales, su cumplimiento no se agota con la
mera entrega de los respectivos implementos, siendo menester que éstos sean debidamente certificados conforme a la
normativa reglamentaria anotada y, además, que el empleador supervise su correcto uso por parte de los trabajadores.
La Dirección del Trabajo en su ordinario Nº 5.496 de 2012 expresó que una máquina expendedora de elementos de
protección personal y los comprobantes electrónicos de entrega del equipamiento permiten acreditar el cumplimiento de la
obligación contenida en el artículo 68 inciso 3º de la ley Nº 16.744, en la medida que su implementación se realice conforme a
las siguientes condiciones de operación: 1) que los elementos de seguridad estén certificados, 2) deben ser entregados de
libre demanda para trabajadores expuestos a riesgos específicos (ej. protección respiratoria y auditiva), 3) confeccionar un
sistema de asignación conforme a los riesgos del puesto de trabajo que realiza el trabajador, 4) garantizar la inviolabilidad del
sistema, 5) que la tarjeta para retirar los elementos de seguridad sea personal e intransferible y 6) que la entrega sea
oportuna; en el mismo documento expresa que el registro computacional que genera la máquina expendedora, acompañado
del correspondiente registro de video, le permiten a la empresa empleadora acreditar la entrega de los equipos de protección
personal para los efectos de la citada norma legal.
El artículo 184 del Código del Trabajo en su inciso 1º explicita que el deber de seguridad del empleador incluye la
obligación de "informar de los posibles riesgos" que puedan afectar la vida y salud de sus trabajadores.
Esta obligación de informar tiene su correlato en el comúnmente denominado "derecho a saber" de los trabajadores, cuyo
contenido detallado se encuentra en el título VI del D.S. Nº 40 de 1969 del MTPS sobre la Obligación de Informar de los
Riesgos Laborales, entre sus artículos 21 y 24, los que constituyen la expresión reglamentaria de los artículos 184 y 185 del
Código del Trabajo65.
Estos preceptos establecen que los empleadores tienen la obligación de informar oportuna y convenientemente a todos sus
trabajadores acerca de los riesgos que entrañan sus labores, de las medidas preventivas y de los métodos de trabajo
correctos. Los riesgos son los inherentes a la actividad de cada empresa.
Especialmente deben informar a los trabajadores acerca de los elementos, productos y sustancias que deban utilizar en los
procesos de producción o en su trabajo, sobre la identificación de los mismos (fórmula, sinónimos, aspecto y olor), sobre los
límites de exposición permisibles de esos productos, acerca de los peligros para la salud y sobre las medidas de control y de
prevención que deben adoptar para evitar tales riesgos.
Esta obligación debe cumplirse a través de los CPHS y de los DPRP, al momento de contratar a los trabajadores o de crear
actividades que implican riesgos. Cuando en la respectiva empresa no existan los Comités o los Departamentos
mencionados, el empleador deberá proporcionar la información correspondiente en la forma que estime más conveniente y
adecuada.
Las infracciones en que incurran los empleadores a las obligaciones mencionadas también pueden ser sancionadas
mediante el recargo de la cotización adicional diferenciada por parte del organismo administrador.
Los nuevos incisos 4º, 5º y 6º del artículo 76 de la ley Nº 16.744 disponen que en caso de accidentes del trabajo fatales y
graves, el empleador deberá informar inmediatamente a la Inspección del Trabajo y a la Secretaría Regional Ministerial de
Salud (Seremi) que corresponda, acerca de la ocurrencia de cualquiera de estos hechos. Las instrucciones fundamentales
sobre la materia se contienen en la circular Nº 2.345 de 2007, modificada por la circular Nº 2.378 de 2007, de la Suseso.
En estos mismos casos el empleador deberá suspender de forma inmediata las faenas afectadas y, de ser necesario,
permitir a los trabajadores la evacuación del lugar de trabajo. La reanudación de faenas sólo podrá efectuarse cuando, previa
fiscalización del organismo fiscalizador, se verifique que se han subsanado las deficiencias constatadas.
Las infracciones a lo dispuesto en estos incisos serán sancionadas con multa a beneficio fiscal de cincuenta a ciento
cincuenta unidades tributarias mensuales, las que serán aplicadas por la SEREMI o Inspección del Trabajo que correspondan.
La obligación de suspender las faenas afectadas tiene como antecedente el artículo 28 del D.F.L. Nº 2 del MTPS, que
contiene la Ley Orgánica de la Dirección del Trabajo. En esta norma se estableció inicialmente la facultad de los inspectores
del trabajo, para suspender las labores que a su juicio constituyeran un peligro inminente para la salud o la vida de los
trabajadores y cuando constataran ejecución de trabajos con infracción a la legislación laboral.
La aplicación práctica de estas normas ha causado ciertos inconvenientes, desde que corresponde al empleador en primer
término calificar cuándo un accidente del trabajo es grave y/o fatal, y por tanto le obliga a comunicarlo y a suspender faenas,
conforme hemos explicado, pudiendo no coincidir la evaluación que él haga, asistido por su experto en prevención de riesgos,
con la que hará el ente fiscalizador. Estas discrepancias suelen ser motivo de sanciones a quienes no informaron ni
suspendieron faenas correspondiendo hacerlo.
La Suseso a través de las circulares anotadas consideró los siguientes criterios de referencia:
a) Accidente del trabajo fatal es aquel accidente que provoca la muerte del trabajador en forma inmediata o durante su
traslado a un centro asistencial.
b) Accidente del trabajo grave es cualquier accidente del trabajo que obligue a realizar maniobras de reanimación, u
obligue a realizar maniobras de rescate, u ocurra por caída de altura, de más de dos metros, provoque, en forma inmediata, la
amputación o pérdida de cualquier parte del cuerpo, o involucre un número tal de trabajadores que afecte el desarrollo normal
de la faena afectada. Se entiende por maniobras de reanimación al conjunto de maniobras encaminadas a revertir un paro
cardio respiratorio, con la finalidad de recuperar o mantener las constantes vitales del organismo. Estas pueden ser básicas
(no se requiere de medios especiales y las realiza cualquier persona debidamente capacitada); o avanzadas (se requiere de
medios especiales y las realizan profesionales de la salud entrenados). Maniobras de rescate son aquellas que permitan
sacar al trabajador del lugar en que quedó, cuando éste se encuentre impedido de salir por sus propios medios.
c) Faenas afectadas, son aquellas áreas o puestos de trabajo en que ocurrió el accidente, pudiendo incluso abarcar la
faena en su conjunto, dependiendo de las características y origen del siniestro, y en la cual, de no adoptar la empresa
medidas correctivas inmediatas, se pone en peligro la vida o salud de otros trabajadores.
A estas instrucciones se agrega un pronunciamiento de la misma Suseso contenido en el ordinario Nº 52.849 de 2010.
Habiéndose consultado sobre las quemaduras A, AB, B y C y su inclusión en el concepto de "pérdida de cualquier parte del
cuerpo", así como el caso de quienes habiendo caído de una altura de más de dos metros no resultaban lesionados, la
entidad fiscalizadora manifestó que la definición de accidente del trabajo grave contenida en las circulares antes referidas "es
de tipo operacional y no clínica ni médico legal, ya que tiene como finalidad que el empleador, que es quien debe cumplir con
las obligaciones señaladas, reconozca con facilidad cuándo debe informar de lo ocurrido a las entidades fiscalizadoras, auto
suspender las faenas afectadas y mantenerla hasta que se autorice la reanudación". Agrega que "se decidió no incluir en el
listado referencial de accidentes del trabajo graves a las quemaduras, atendida la variedad con que se pueden producir, tanto
en extensión como en profundidad, y que no todas ellas implican la pérdida inmediata de la piel", concluyendo enseguida que
los accidentes que producen quemaduras de una magnitud tal que provocan la pérdida en forma inmediata y evidente de
alguna parte del cuerpo o maniobras de reanimación, se encuentran comprendidas dentro de la gravedad que obliga a
informar y auto suspender. Respecto de las caídas de altura sin lesiones, expresó que cuando el mecanismo del accidente y
las molestias manifestadas permiten presumir la existencia de alguna lesión incapacitante, como es el caso de la caída de
altura de maquinaria pesada con trabajadores en su interior, los trabajadores deben ser derivados para evaluación médica y el
empleador deberá informar el accidente a las entidades fiscalizadoras; solo si la entidad fiscalizadora no ha concurrido a la
faena y el trabajador no tiene indicación de reposo médico autoriza al empleador a reanudar la faena afectada sin necesidad
de contar con autorización.
Los trabajadores afectados por alguna enfermedad profesional que haya sido diagnosticada, deben ser trasladados por su
empleador a otras faenas en donde no estén expuestos al agente causante de la enfermedad; y si son citados para exámenes
de control por el organismo administrador, deben ser autorizados para asistir considerándose el tiempo que ocupen en ello
como trabajado para todos los efectos legales (artículo 71 de la ley Nº 16.744).
Durante muchos años en Chile se procedió a despedir a trabajadores que no podían continuar cumpliendo con las labores
para las que habían sido contratados, al tener que ser trasladados de faena o bien en razón de la invalidez sobreviniente por
un accidente del trabajo, invocando para ello las causales de "caso fortuito o fuerza mayor" y también la de "necesidades de la
empresa por falta de adecuación laboral o técnica del trabajador". Con la ley Nº 19.759 (D.O. de 5 de octubre de 2001) se
modificó esta situación, al eliminarse esta última causal de despido e incorporarse el nuevo artículo 161 bis del Código del
Trabajo, según el cual "la invalidez, total o parcial, no es justa causa para el término del contrato de trabajo. El trabajador que
fuere separado de sus funciones por tal motivo, tendrá derecho a la indemnización establecida en los incisos primero o
segundo del artículo 163, según correspondiere, con el incremento señalado en la letra b) del artículo 168".
No podrá exigirse ni admitirse el desempeño de un trabajador en faenas calificadas como superiores a sus fuerzas o que
puedan comprometer su salud o seguridad. La calificación a que se refiere el inciso precedente, será realizada por los
organismos competentes de conformidad a la ley, teniendo en vista la opinión de entidades de reconocida especialización en
la materia de que se trate, sean públicas o privadas.
La Dirección del Trabajo ha señalado a través de su ordinario Nº 3.459/179 de 2002, que en caso de duda si un trabajo es
perjudicial para la salud o seguridad del trabajador o superior a sus fuerzas, deberá requerirse la calificación del Servicio de
Salud correspondiente, y de así estimarse el empleador no podrá exigir ni admitir en tal trabajo al dependiente,
correspondiendo al Inspector del Trabajo fiscalizar esta infracción y sancionarla, según los artículos 505 y siguientes del
Código del Trabajo.
Los trabajos de carga y descarga, reparaciones y conservación de naves y demás faenas que se practiquen en los puertos,
diques, desembarcaderos, muelles y espigones de atraque, y que se consulten en los reglamentos, se supervigilarán por la
autoridad marítima.
Los trabajos subterráneos que se efectúen en terrenos compuestos de capas filtrantes, húmedas, disgregantes y
generalmente inconsistentes; en túneles, esclusas y cámaras subterráneas, y la aplicación de explosivos en estas faenas y en
la explotación de las minas, canteras y salitreras, se regirán por las disposiciones del reglamento correspondiente 66(artículos
187, 188 y 189 del Código del Trabajo).
La obligación de mantener el número suficiente de asientos o sillas a disposición de los trabajadores en almacenes,
tiendas, bazares, bodegas, depósitos de mercaderías y demás establecimientos comerciales semejantes, tiene su origen en
una de las primeras leyes protectoras del trabajo en Chile, la ley Nº 295167 (comúnmente llamada Ley de la Silla) y que hoy
pareciera no cumplirse en centros o complejos comerciales e industriales y de servicios administrados bajo una misma razón
social o personalidad jurídica.
3.6.5. Uso de pesticidas y plaguicidas
Los organismos administradores del seguro de la ley Nº 16.744, deberán informar a sus empresas afiliadas sobre los
riesgos asociados al uso de pesticidas, plaguicidas y, en general, de productos fitosanitarios (artículo 184 inciso 3º del Código
del Trabajo).
Su incorporación al sistema de seguro social de la ley Nº 16,744 se regula en los artículos 88 y 89 de la ley Nº 20.255,
preceptos que no contienen regulación sobre la prevención de riesgos en el trabajo de estos trabajadores, lo que a todas
luces constituye una falta, puesto que no existe respecto de ellos la figura de un empleador que se ocupe del deber de
seguridad. Entendiendo que la seguridad y salud en el trabajo es una materia que debe ocupar a toda la sociedad, ante la
ausencia de una figura empleadora a quien atribuir en primer término las responsabilidades asociadas al deber de seguridad,
es fundamental que el Estado asuma una parte importante de dicho rol, a través de la implementación de políticas públicas
dirigidas precisamente a este colectivo.
Ante las evidentes deficiencias legislativas, la Suseso, a través de su circular Nº 2.483 de 2008, entregó algunos
lineamientos básicos en lo referido a la prevención de riesgos laborales de los trabajadores independientes adscritos al
sistema de seguro social de la ley Nº 16.744.
Señala esta circular que será obligación de los trabajadores independientes implementar todas las medidas de higiene y
seguridad en el trabajo que les prescriba su organismo administrador o las respectivas entidades fiscalizadoras del sistema de
seguro social. Cuando el trabajador independiente deba realizar labores en dependencias de alguna entidad empleadora,
podrá requerir a esta información de los agentes de riesgo a los que estará expuesto y de las medidas preventivas que
requiera adoptar para controlarlos.
Es obligación de los organismos administradores otorgar asistencia técnica en prevención de riesgos de accidentes del
trabajo y enfermedades profesionales a aquellos trabajadores independientes que la necesitan, en caso que la requieran.
Agrega la circular en referencia que el organismo administrador podrá aplicarle a los trabajadores independientes afiliados
que no implementen las medidas de higiene y seguridad que les prescriban, la multa establecida en el artículo 80 de la ley
Nº 16.744 y los recargos en la cotización adicional que procedan, de acuerdo con el D.S. Nº 67 de 1999, del Ministerio del
Trabajo y Previsión Social, sin perjuicio de las facultades de los demás organismos competentes.
Más allá de estas instrucciones, no existen estadísticas disponibles de acceso público en la Suseso sobre accidentes del
trabajo de trabajadores independientes, a partir de las cuales puedan extraerse conclusiones y definirse políticas públicas a su
respecto. Una deficiencia más que debe ser subsanada.
La ley Nº 20.123 (D.O. de 16 de octubre de 2006), en adelante "Ley de Subcontratación", introdujo un importante número
de modificaciones en materia de higiene y seguridad en el trabajo, aplicables a sistemas de trabajo descentralizado, las que
se encuentran contenidas en los siguientes textos legales:
iii) D.S. Nº 76 de 2006 del MTPS, que contiene el Reglamento para la aplicación del artículo 66 bis de la ley Nº 16.744,
sobre la gestión de la seguridad y salud en el trabajo, en obras, faenas o servicios que indica.
Estas modificaciones no se encontraban en el proyecto de Ley de Subcontratación original ingresado para su tramitación
en el año 200268, siendo incorporadas en la Cámara de Diputados recién en el segundo trámite constitucional. Veamos en qué
consistieron.
En este sistema de trabajo, el empleador es la empresa contratista, a quien corresponde el cumplimiento de obligaciones
laborales y previsionales que afectan a sus dependientes, sin perjuicio de la responsabilidad solidaria o subsidiaria de la
empresa principal, regulada en los arts. 183-B, 183-C, 183-D del Código del Trabajo.
Sabemos que por obligaciones laborales deben entenderse todas aquellas obligaciones que, derivando de los contratos
individuales o colectivos de trabajo o del Código del Trabajo y sus leyes complementarias, consistan en el pago de una suma
de dinero determinada. Las obligaciones previsionales, a su turno, comprenden sólo las obligaciones de dar y no así las de
hacer69.
Esta última definición es muy importante, porque mantiene la responsabilidad de prevenir los infortunios laborales, radicada
en un primer momento en el empleador directo, al menos desde el punto de vista formal 70, y deja dentro del esquema de
responsabilidad solidaria o subsidiaria solo el pago de cotizaciones previsionales. Así, por ejemplo, la obligación de entregar
los equipos e implementos de protección personal necesarios, establecida en el artículo 68 de la ley Nº 16.744, radica en el
empleador directo y no en la empresa principal.
Sin perjuicio de lo anterior, la Ley de Subcontratación estableció expresamente un conjunto de obligaciones para la
empresa principal en materia de higiene y seguridad, cuyo fundamento entendemos descansa en la teoría del riesgo
profesional, pues siendo la empresa principal la dueña de las respectivas obras, faenas o servicios subcontratados, entendido
ello en el sentido de que es quien dirige y organiza las operaciones, es también quien crea el riesgo de que ocurran
accidentes del trabajo y enfermedades profesionales en tales obras, faenas o servicios.
La Ley de Subcontratación cambió el eje de responsabilidad en materia de seguridad y salud en el trabajo, desplazándolo
hacia la empresa principal y también a la empresa usuaria de servicios transitorios.
5.1.1. Velar por que se adopten las medidas necesarias para proteger eficazmente la vida y salud de todos los trabajadores
que laboran en su obra, empresa o faena
La norma básica en esta materia se encuentra en el artículo 183-E del Código del Trabajo, referida al alcance del deber de
protección de la empresa principal, y que en su inciso primero establece: "Sin perjuicio de las obligaciones de la empresa
principal, contratista y subcontratista respecto de sus propios trabajadores en virtud de lo dispuesto por el artículo 184, la
empresa principal deberá adoptar las medidas necesarias para proteger eficazmente la vida y salud de todos los trabajadores
que laboran en su obra, empresa o faena, cualquiera que sea su dependencia, en conformidad a lo dispuesto en el artículo 66
bis de la ley Nº 16.744 y el artículo 3º del D.S. Nº 594, de 1999, del Ministerio de Salud".
De esta manera, sin perjuicio del deber de protección del empleador, la empresa principal debe dar cumplimiento a esta
nueva norma —art. 183-E del Código del Trabajo— por así disponerlo expresamente su tenor literal y, además, porque:
i. Puede verse alcanzada por la responsabilidad extracontractual o contractual71: En el sentido de ser responsable por los
infortunios laborales que ocurran dentro de sus obras, faenas o servicios, sea que afecten a sus propios trabajadores, o a los
de sus empresas contratistas y subcontratistas, por aplicación de las normas generales de atribución de responsabilidad civil.
Esta posibilidad tiene su fundamento en el artículo 69, letra b), de la ley Nº 16.744, conforme al cual la víctima de un accidente
del trabajo o enfermedad profesional y las demás personas a quienes el infortunio cause daño, podrán reclamar al empleador
o terceros responsables del accidente, también las otras indemnizaciones a que tengan derecho con arreglo a las
prescripciones del derecho común, incluso el daño moral.
ii. Debe mantener condiciones ambientales y sanitarias adecuadas: El artículo 3º del D.S. Nº 594 de 1999, del Ministerio de
Salud, que contiene el Reglamento sobre Condiciones Sanitarias y Ambientales Básicas en los Lugares de Trabajo, establece
que "la empresa está obligada a mantener en los lugares de trabajo las condiciones sanitarias y ambientales necesarias para
proteger la vida y la salud de los trabajadores que en ella se desempeñan, sean éstos dependientes suyos o lo sean de
terceros contratistas que realizan actividades para ella". Acá se trata de la responsabilidad de la empresa principal por
mantener en condiciones adecuadas las instalaciones en donde se prestan los servicios, manteniéndolos en condiciones de
velar por la salud y la vida de los trabajadores que en ellas se desempeñan, cualquiera sea la dependencia de los
trabajadores72.
5.1.2. Velar por el cumplimiento de normas de higiene y seguridad por contratistas o subcontratistas, si subcontrata una obra,
faena o servicios propios de su giro
El artículo 66 bis de la ley Nº 16.744 en su inciso primero consigna que "Los empleadores que contraten o subcontraten
con otros la realización de una obra, faena o servicios propios de su giro, deberán vigilar el cumplimiento por parte de dichos
contratistas o subcontratistas de la normativa relativa a higiene y seguridad, debiendo para ello implementar un sistema de
gestión de la seguridad y salud en el trabajo para todos los trabajadores involucrados, cualquiera que sea su dependencia,
cuando en su conjunto agrupen a más de 50 trabajadores".
El reglamento del artículo 66 bis de la ley Nº 16.744, contenido en el D.S. Nº 76 de 2006, del MTPS especifica en su
artículo 4º que "Para los efectos de este reglamento, se entenderá por obra, faena o servicios propios de su giro, todo
proyecto, trabajo o actividad destinado a que la empresa principal desarrolle sus operaciones o negocios, cuya ejecución se
realice bajo su responsabilidad, en un área o lugar determinada, edificada o no, con trabajadores sujetos a régimen de
subcontratación". Como se aprecia, la autoridad optó por dar un alcance amplio a la expresión "servicios propios del giro", que
comprendiera todo aquello que esté destinado al desarrollo de las operaciones o negocios de la empresa, y por tanto, incluyó
los servicios de alimentación, aseo, vigilancia, mantención de jardines y transporte de personal, entre otros, ya que todos ellos
son necesarios para que la empresa funcione.
En concordancia con este alcance amplio de la expresión, la Suseso a través de su Ord. Nº 27.756 de 2007, ha señalado lo
siguiente:
"En cuanto al alcance de las obligaciones que impone a la empresa principal el artículo 66 bis de la ley Nº 16.744, esta
Superintendencia entiende, según se infiere de la definición reglamentaria antes citada, que ello debe dimensionarse considerando
la obra o faena que se realiza bajo su responsabilidad y, por tanto, bajo su organización y control, lo que evidentemente supone no
adoptar como límite los riesgos conocidos.
"De este modo, a la empresa principal le corresponderá implementar la estructura preventiva que establece el artículo 66 bis de la
ley Nº 16.744, considerando no sólo a los trabajadores que se encuentran expuestos a riesgos similares a los de sus propios
trabajadores, sino que a los trabajadores en general, respecto de cualquier otro riesgo que pudiera afectarlos al interior de la obra
o faena que se ejecuta bajo su responsabilidad y, por ende, sujeta a su dependencia organizacional y su control. Así, por ejemplo,
en el caso de la construcción, es la empresa constructora y no la inmobiliaria, la responsable de implementar la estructura
preventiva que establece el antes citado precepto legal, ello por cuanto la construcción de la edificación encomendada a la
empresa constructora se encuentra supeditada a ésta desde el punto de vista de su ejecución y organización".
"Sin perjuicio de lo anterior, resulta necesario precisar que cuando se habla de responsabilidad de la empresa principal en relación
con el artículo 66 bis de la ley Nº 16.744, se alude al rol que cabe a ésta respecto de la implementación de la estructura preventiva
que dicha norma establece, todo lo cual se entiende sin perjuicio de las obligaciones individuales que en materia de protección de
seguridad y salud de los trabajadores, corresponde asumir a las empresas contratistas o subcontratistas, las que no se encuentran
eximidas de las mismas en virtud de las disposiciones contenidas en el D.S. Nº 76, ya citado".
El artículo 66 bis de la ley Nº 16.744 señala que para la vigilancia del cumplimiento de las normas relativas a higiene y
seguridad en el trabajo respecto de sus empresas contratistas y subcontratistas, la empresa principal deberá implementar un
Sistema de Gestión de la Seguridad y Salud en el Trabajo (SGSST) para todos los trabajadores involucrados, cualquiera sea
su dependencia, cuando en su conjunto agrupen a más de 50 trabajadores.
Es decir, la obligación de contar con un SGSST nace sólo cuando existan más de 50 trabajadores. La información
vinculada al mismo debe estar respaldada por escrito, manteniéndose en papel o formato electrónico, a disposición de las
entidades fiscalizadoras.
En cuanto al SGSST, el artículo 8º del D.S. Nº 76 lo entiende como "el conjunto de elementos que integran la prevención
de riesgos, a fin de garantizar la protección de la salud y la seguridad de todos los trabajadores", lo que en términos simples
representa la exigencia de contar con un programa de prevención de riesgos, que aun cuando no exige una aprobación previa
de parte de las entidades fiscalizadoras, debe contener los elementos básicos que indica el artículo 9º del mismo D.S. Nº 76,
a saber:
i) Política de seguridad y salud en el trabajo: Que establecerá las directrices que orientarán todos los programas y las
acciones en materias de seguridad y salud laboral en la obra, faena o servicios. Se exige que esta política sea puesta en
conocimiento de todos los trabajadores, lo que en la práctica se hace a través de actas de entrega con el comprobante escrito
de recepción por parte de cada trabajador, a fin de poder acreditar el cumplimiento de este deber.
ii) Organización: Se debe señalar la estructura organizativa de la prevención de riesgos en la obra, faena o servicios, con
indicación de las funciones y responsabilidades en los diferentes niveles jerárquicos.
iii) Planificación: Que deberá basarse en un examen o diagnóstico inicial de la situación, que debe ser informado a las
empresas y los trabajadores involucrados al inicio de las labores y cada vez que se produzca algún cambio en las condiciones
de trabajo. Asimismo, debe confeccionarse un plan o programa de trabajo, con los contenidos básicos que la norma en
comento señala, y que debe ser aprobado por el representante legal de la empresa principal y dado a conocer a todas las
empresas presentes en la obra, faena o servicios, a los trabajadores y sus representantes, así como a los comités paritarios y
departamentos de prevención de riesgos. Sin perjuicio de lo anterior, se exige a la empresa principal vigilar el cumplimiento
por parte de las empresas contratistas y subcontratistas de la obligación de informar a sus trabajadores de los riesgos que
entrañan las labores que ejecutarán; las medidas de control y prevención que deben adoptar para evitar tales riesgos y de los
métodos de trabajo correctos73, entre otros.
iv) Evaluación: Se debe evaluar periódicamente el desempeño del SGSST, en los distintos niveles de la organización, con
la periodicidad que cada empresa determine.
v) Acción en pro de mejoras o correctivas: Se exige contar con mecanismos para adoptar medidas preventivas y correctivas
en función de los resultados obtenidos, en un proceso de mejoramiento continuo.
Se trata de un instrumento nuevo, distinto del Reglamento Interno de Orden, Higiene y Seguridad, exigido por el artículo 66
bis, inciso segundo, de la ley Nº 16.744.
Para su puesta en vigor no se precisan los depósitos legales que sí requiere el RIHS 74ni alguna autorización o visto bueno
previo de entidades fiscalizadoras, siendo una manifestación pura del poder de dirección del empleador impregnado por el
deber de seguridad que le asiste, siendo este último su límite.
El Reglamento Especial forma parte del SGSST y, por tanto, se exige cuando las obras, faenas o servicios subcontratados
agrupen en conjunto más de 50 trabajadores, debiendo incluirse dentro del cómputo a los trabajadores dependientes directos
de la empresa principal, a los trabajadores subcontratados y a los trabajadores transitorios.
De acuerdo al artículo 12 del D.S. Nº 76, un ejemplar del Reglamento Especial debe ser entregado al contratista o
subcontratista previo al inicio de sus labores en la obra, faena o servicios, lo que en la práctica se cumple a través de la firma
de un acta de entrega o bien con una referencia expresa a su recepción en el respectivo contrato de prestación de servicios
celebrado entre la empresa principal y el contratista o subcontratista.
También debe incorporarse el Reglamento Especial al Registro Actualizado de Antecedentes al cual nos referiremos más
adelante, con la constancia de entrega a las empresas contratistas y subcontratistas.
En el Reglamento Especial se establecerán como mínimo las acciones de coordinación entre los distintos empleadores de
las actividades preventivas, a fin de garantizar a todos los trabajadores condiciones de higiene y seguridad adecuadas.
Asimismo, se contemplarán en él los mecanismos para verificar su cumplimiento por parte de la empresa principal y las
sanciones aplicables.
Una descripción del contenido mínimo exigido para este reglamento se encuentra en el artículo 13 del D.S. Nº 76, en los
siguientes términos:
a. La definición de quién o quiénes son los encargados de implementar y mantener en funcionamiento el SGSST.
b. La descripción de las acciones de coordinación de las actividades preventivas entre los distintos empleadores y sus
responsables, tales como reuniones conjuntas de los CPHS y /o los DPRP, reuniones con la participación de otras instancias
encargadas de la prevención de riesgos en las empresas; mecanismos de intercambio de información y el procedimiento de
acceso de los respectivos organismos administradores de la ley Nº 16.744, debiendo definirse las situaciones que ameritan tal
coordinación en la obra, faena o servicios.
c. La obligación de las empresas contratistas y subcontratistas de informar a la empresa principal de cualquier condición
que implique riesgo para la seguridad y salud de los trabajadores o la ocurrencia de cualquier accidente del trabajo o el
diagnóstico de cualquier enfermedad profesional.
d. Las prohibiciones que se imponen a las empresas contratistas y subcontratistas, con la finalidad de evitar la ocurrencia
de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales en la obra, faena o servicios.
e. Los mecanismos para verificar el cumplimiento, por parte de la empresa principal, de las disposiciones del Reglamento
Especial, tales como auditorías periódicas, inspecciones planeadas, informes del CPHS, del DPRP o del organismo
administrador de la ley Nº 16.744, y
f. Las sanciones aplicables a las empresas contratistas o subcontratistas, por infracciones a las disposiciones del
Reglamento Especial. Estas sanciones no se especifican en la norma reglamentaria, y por tanto debe definirlas la propia
empresa principal, pudiendo consistir en aplicación de multas, configurar un incumplimiento grave del contrato de prestación
de servicios que dé lugar a su terminación inmediata u otras.
Se trata de una obligación creada por el artículo 5º del D.S. Nº 76 que venimos refiriendo, para efectos de planificar y dar
cumplimiento a las obligaciones de la empresa principal en materia de seguridad y salud en el trabajo.
Este registro podrá estar en papel y/o soporte digital, y deberá contener a lo menos:
a) Un cronograma de las actividades o trabajos a ejecutar, indicando el nombre o razón social de las empresas que
participarán en su ejecución.
b) Copia de los contratos que la empresa principal mantiene con las empresas contratistas y de éstas con las
subcontratistas, así como los que mantenga con las empresas de servicios transitorios.
c) Registro de las siguientes informaciones de las empresas contratistas, subcontratistas 75 y de servicios transitorios: RUT,
nombre o razón social, organismo administrador de la ley Nº 16.744, nombre del encargado de los trabajos o tareas, número
de trabajadores, fecha estimada de inicio y de término de los trabajos, historial de infortunios laborales.
d) Informe de las evaluaciones de los riesgos que podrían afectar a los trabajadores de la obra, faena o servicios.
Es recomendable mantener este Registro Actualizado de Antecedentes junto con la documentación laboral de los
trabajadores dependientes de la empresa principal, exigida tradicionalmente por el artículo 31, inciso segundo, del D.F.L. Nº 2
de 1967, del MTPS sobre Ley Orgánica de la Dirección del Trabajo, ya que, en la práctica, los fiscalizadores requieren ambos
tipos de antecedentes.
Obligación de constituirlo:
La empresa principal debe constituir un Comité Paritario de Faena (CPF) cuando el total de trabajadores que prestan
servicios en la obra, faena o servicios propios de su giro, cualquiera sea su dependencia, sean más de 25, entendiéndose que
los hay cuando dicho número se mantenga por más de 30 días corridos. Vale decir, si sumados los trabajadores propios de la
empresa principal, los trabajadores subcontratados y los trabajadores transitorios, resultare una cifra superior a 25, es
obligatorio constituirlo.
Las normas particulares en materia de constitución, funcionamiento y funciones del CPF se contienen en el citado D.S.
Nº 76 ya anotado.
El CPF es independiente del (CPHS) que toda industria o faena debe constituir cuando en ella laboren más de 25
trabajadores77, que también es obligatorio y cuyas normas reglamentarias se contienen en el D.S. Nº 54 de 1969, del MTPS;
este reglamento se aplica a los CPF supletoriamente, y en todo aquello que no fuere incompatible con las normas del D.S.
Nº 76. Sin perjuicio de lo anterior, el artículo 18 del D.S. Nº 76 señaló que cuando la empresa principal tenga constituido el
CPHS en la respectiva obra, faena o servicios, de acuerdo al D.S. Nº 54, éste podrá asumir las funciones del CPF.
El CPF debe ejercer funciones de vigilancia y coordinación de las acciones de seguridad y salud en el trabajo, en la
respectiva obra, faena o servicios, y para tal efecto debe realizar las siguientes acciones:
a) Tomar conocimiento de las medidas de seguridad y salud en el trabajo que se programen y realicen, debiendo la
empresa principal proporcionarle la información necesaria.
b) Observar y efectuar recomendaciones a las actividades de prevención programadas y en ejecución por parte de la
empresa principal.
c) Realizar las investigaciones de los accidentes del trabajo que ocurran, cuando la empresa a que pertenece el trabajador
accidentado no cuente con CPF. En algunos casos debe integrar el CPF para los efectos de esta investigación, un
representante de la empresa siniestrada y un representante de sus trabajadores elegidos por éstos para tal fin.
La empresa principal y también las empresas contratistas y subcontratistas deben otorgar las facilidades necesarias a sus
trabajadores para que participen en las actividades del CPF.
El CPF está integrado por 6 miembros titulares, a diferencia del CPHS que debe contar con 12 integrantes, de los cuales 6
son titulares y los otros 6 son suplentes.
Siguiendo la regulación del D.S. Nº 76, los 6 miembros titulares del CPF se distribuyen en 3 representantes de los
trabajadores y 3 de los empleadores.
La empresa principal deberá integrar el CPF en todos los casos con, al menos, un representante que designe al efecto y
uno de sus trabajadores. Además, deberá integrar al CPF al menos un representante del empleador y uno de los trabajadores
de una o dos de las empresas contratistas o subcontratistas, a elección de la empresa principal, cuya permanencia en la obra,
faena o servicios sea igual o superior a 30 días, y que tengan mayor número de trabajadores. En aquellos casos en que
existan empresas con igual número de trabajadores, éstas se deberán seleccionar de acuerdo al riesgo inherente a sus
labores y a la permanencia que tendrán en la obra, faena o servicios.
Es importante señalar que el CPF no otorga fuero laboral especial a sus integrantes, los que podrán tenerlo sólo por
aplicación de las normas laborales generales, siendo un caso el de la letra (i) siguiente.
La elección de los representantes de los trabajadores ante el CPF debe seguir las siguientes reglas78:
i) Cuando la empresa que deba participar en el CPF tenga o deba tener constituido el CPHS en la respectiva obra, faena o
servicios, lo integrará el representante que goza de fuero;
ii) Cuando el CPHS de la empresa no tenga representante aforado, se definirá la participación por sorteo de uno de los tres
representantes del comité, y
iii) Cuando la empresa no deba constituir CPHS, se elige un representante especial, en asamblea de trabajadores.
Los representantes del empleador ante el CPF serán, por la empresa principal, el encargado de la obra, faena o servicios, o
quien lo subrogue y, por la empresa contratista o subcontratista, el encargado de la tarea o trabajo específico o quien lo
subrogue. El tercer representante del empleador deberá ser de preferencia una persona vinculada a las actividades técnicas
que se desarrollen en la industria o faena donde se constituya el CPF.
Los acuerdos adoptados por el CPF en el ejercicio de sus atribuciones, deben ser notificados a la empresa principal y a las
empresas contratistas y subcontratistas cuando corresponda, y serán obligatorios para todas las empresas y los trabajadores
de la respectiva obra, faena o servicios, sin perjuicio del derecho de apelar de las mismas ante el organismo administrador al
que se encuentra adherida o afiliada la empresa que apela. Similar norma existía ya para el CPHS, y se contiene en el artículo
66 de la ley Nº 16.744.
Esta disposición es muy importante, ya que si uno de estos acuerdos del CPF —o del CPHS— no fuere implementado por
la respectiva empresa, y producto de ello ocurriere un accidente del trabajo, se incrementará la responsabilidad civil y
eventualmente penal de dicha empresa ante dicho siniestro.
Obligación de constituirlo:
La empresa principal debe adoptar las medidas necesarias para constituir y mantener en funciones un Departamento de
Prevención de Riesgos de Faena (DPRF), cuando el total de trabajadores que prestan servicios en la obra, faena o servicios
propios de su giro sean más de 100 por más de 30 días corridos, cualquiera sea su dependencia, siempre que se trate
de alguna de las actividades a que se refiere el artículo 66, inciso cuarto, de la ley Nº 16.744, vale decir, minera, industrial o
comercial.
Esto último ha generado algunos inconvenientes, en caso de empresas principales que no tienen como actividad principal
la minera, industrial o comercial, pero que con motivo de las obras, faenas o servicios subcontratados, sí desarrollan tales
actividades, como por ejemplo las Municipalidades. Estimamos que en estos casos debiera prevalecer la norma especial
contenida en el artículo 26 del D.S. Nº 76, por todo el tiempo que dure la obra, faena o servicio subcontratado, atento el bien
jurídico que se protege.
Las normas particulares en materia de constitución, funcionamiento y funciones del DPRF se contienen en el D.S. Nº 76
que hemos referido.
Al igual que en el CPF, el DPRF es independiente del Departamento de Prevención de Riesgos (DPR) que toda industria o
faena minera, industrial o comercial debe constituir cuando en ella laboren más de 100 trabajadores 79, que también es
obligatorio y cuyas normas reglamentarias se contienen en el D.S. Nº 40 de 1969 del MTPS. Con todo, este reglamento se
aplica a los DPRF supletoriamente, y en todo aquello que no fuere incompatible con las normas del D.S. Nº 76.
Sin perjuicio de lo señalado, el artículo 28 del D.S. Nº 76 expresa que cuando la empresa principal tenga constituido el DPR
en la respectiva obra, faena o servicios, de acuerdo al D.S. Nº 40, éste podrá asumir las funciones del DPRF.
Por último, cabe señalar que si la empresa principal cuenta con dos o más obras, faenas o servicios que cumplan los
requisitos indicados, deberá constituir un DPRF en cada uno de ellos80.
Se exige que el DPRF esté a cargo de un experto en prevención de riesgos de la categoría profesional y contratado a
tiempo completo.
La necesidad de que el experto en prevención de riesgos a cargo del DPRF sea profesional, deja fuera la posibilidad de
contratar a un experto en prevención de riesgos de carácter técnico, posibilidad que sí se admite respecto del DPR81.
Este experto en prevención de riesgos debe ser contratado a tiempo completo, surgiendo otra diferencia con el DPR, en
donde el tiempo de atención del experto se mide en función del número de trabajadores y de la cotización adicional genérica
del sistema de la ley Nº 16.74482. Esta situación creó en un momento algunos inconvenientes de interpretación, que fueron
aclarados por la Suseso a través del siguiente cuadro:
b. DPRF
2. Otorgar asistencia técnica a las empresas contratistas y subcontratistas para el debido cumplimiento de la normativa de
higiene y seguridad, así como de las normas del D.S. Nº 76, respecto de las empresas que no cuenten con DPR.
3. Coordinar y controlar la gestión preventiva de los DPR existentes en la obra, faena o servicios.
5. Prestar asesoría a los comités en la investigación de los accidentes del trabajo que ocurran en la obra, faena o servicios,
manteniendo un registro de los resultados de las investigaciones y del control del cumplimiento de las medidas correctivas
prescritas.
6. Mantener un registro actualizado de las estadísticas de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales, con tasas
de siniestralidad, de frecuencia, de gravedad y de siniestralidad total.
Esta norma si bien existe también respecto del DPR, en la práctica no tiene la suficiente eficacia, dado que tanto el DPRF
como el DPR funcionan sustentados por el experto en prevención de riesgos, cargo que es contratado por la propia empresa
para tales fines y, por tanto, ante un conflicto de intereses la definición suele inclinarse en favor de la empresa.
El sistema de trabajo en empresas de servicios transitorios considera la existencia de un contrato de trabajo, que un
trabajador celebra con la Empresa de Servicios Transitorios (EST), quien a su vez celebra un contrato de puesta a
disposición, de carácter civil, con la empresa Usuaria de estos servicios, para realizar labores o tareas transitorias u
ocasionales, cuando concurra alguna de las circunstancias enumeradas en el artículo 183-Ñ del Código del Trabajo.
Si bien no es objeto del presente trabajo desarrollar las características básicas y el funcionamiento del régimen de los
servicios transitorios, diremos que el trabajador transitorio depende jurídicamente de su empleador, la EST, sin perjuicio de
que sea integrado a la organización de la Usuaria y dependa materialmente de ella.
En efecto, se permite a la Usuaria organizar y dirigir el trabajo del trabajador transitorio, dentro del ámbito de funciones para
las cuales fue puesto a su disposición por la EST 83; se considera expresamente la posibilidad de que utilice el transporte e
instalaciones colectivas que existan en la Usuaria84; corresponde a la Usuaria controlar la asistencia del trabajador
transitorio85; se obliga a la Usuaria a respetar las garantías constitucionales de los trabajadores transitorios, en especial
cuando pudieran afectar la intimidad, la vida privada o la honra de éstos 86; todo lo anterior, sin que se configure una relación
de subordinación o dependencia entre la Usuaria y el trabajador transitorio.
Es esta realidad la que debe tenerse en consideración al momento de revisar las obligaciones que la Ley de
Subcontratación contempló expresamente para la empresa Usuaria en materia de higiene y seguridad en el trabajo, y que
pasamos a detallar:
"Será de responsabilidad directa de la usuaria el cumplimiento de las normas referidas a la higiene y seguridad en el trabajo,
incluidas las disposiciones legales y reglamentarias relativas al Seguro Social contra Riesgos de Accidentes del Trabajo y
Enfermedades Profesionales de la ley Nº 16.744, especialmente las medidas de prevención de riesgos que deba adoptar respecto
de sus trabajadores permanentes. Asimismo, deberá observar lo dispuesto en el inciso tercero del artículo 66 bis de la ley
Nº 16.744".
Esta norma es de confusa redacción, ya que en su primera parte consagra la responsabilidad de la empresa Usuaria, sobre
el cumplimiento de las normas de higiene y seguridad de los trabajadores transitorios, para luego agregar que ello es
especialmente en relación a sus trabajadores permanentes, lo que no era necesario decir, ya que es obvio que todo
empleador está obligado a ello.
Enseguida llama a confusión la referencia expresa a la ley Nº 16.744, ya que podría pensarse que evidencia una
responsabilidad directa de la Usuaria en la afiliación al sistema de dicha ley, en el pago de cotizaciones previsionales al
mismo sistema, y que los infortunios laborales que los trabajadores transitorios pudieran sufrir durante los servicios
contratados a la EST, afectarían a las estadísticas de riesgo de la Usuaria. Todo lo anterior no es efectivo, y se explica
simplemente por lo que señalábamos al comienzo de este acápite: el empleador del trabajador transitorio es la EST y, por
tanto, a ella corresponden todos los efectos señalados.
El sentido de atribuir una "responsabilidad directa" de la Usuaria en el cumplimiento de las normas de higiene y seguridad
respecto de los trabajadores transitorios, no es otro que el de enfatizar que estando bajo sus instrucciones y en sus
dependencias, corresponde a la Usuaria velar por que los trabajadores transitorios presten sus servicios en condiciones
óptimas de seguridad, cumpliendo con las normas que al efecto el sistema contempla.
Es el caso, por ejemplo, de los elementos de protección personal, que deben ser proporcionados por el empleador —la
EST— y si ello no ocurriera, no debería la Usuaria admitir su ingreso a las respectivas labores87.
El precepto legal anotado en su literal b) establece que cuando el infortunio laboral se deba a culpa o dolo de la entidad
empleadora o de un tercero, la víctima y las demás personas a quienes el infortunio cause daño, podrán reclamar del
empleador o terceros responsables, también las otras indemnizaciones a que tengan derecho, con arreglo a las
prescripciones del derecho común, incluso el daño moral.
Esta norma consagra la responsabilidad civil del causante del accidente del trabajo o de la enfermedad profesional, de
acuerdo con las normas generales en materia de responsabilidad —sea contractual o extracontractual— pudiendo dicho
responsable ser el empleador o un tercero.
Pues bien, no teniendo la Usuaria jurídicamente la calidad de empleador del trabajador de servicios transitorios, pues como
hemos dicho su empleador es la EST, el sentido que debe darse a la obligación en comento, es el siguiente: la Usuaria
deberá responder por las indemnizaciones del artículo 69 de la ley Nº 16.744, en carácter de tercero, sólo en la medida que
se acredite su culpa o dolo en el hecho, y todo lo anterior conforme a las reglas que rigen la responsabilidad civil contractual,
siendo así porque la Usuaria está vinculada con la EST por un contrato de prestación de servicios, que es el que respalda la
llegada a las instalaciones de dicha Usuaria del trabajador transitorio.
Si bien la historia fidedigna del establecimiento del artículo 183-AB, inciso final, del Código del Trabajo no da luces sobre
este punto, nos parece que al establecerse que también será responsabilidad de la Usuaria, las indemnizaciones a que se
refiere el artículo 69 de la ley Nº 16.744, la norma quiso enfatizar el especial cuidado que debe tener la Usuaria en velar por el
cumplimiento de las normas de higiene y seguridad por parte de los trabajadores transitorios, habida cuenta que tales
trabajadores se encuentran bajo su dependencia material.
Con todo, la EST está obligada a constatar que el estado de salud del trabajador transitorio sea compatible con la actividad
específica que desempeñará, lo que se traduce en la necesidad de exigir a las EST los exámenes preocupacionales que
fueren necesarios.
Esta obligación la establece el artículo 183-AB, inciso segundo, del Código del Trabajo, que exige a la Usuaria observar lo
dispuesto en el inciso tercero del artículo 66 bis de la ley Nº 16.744.
Se aplica en idénticos términos a los comentados a propósito del trabajo en régimen de subcontratación, toda vez que una
misma entidad empleadora será empresa principal en relación con el trabajo subcontratado, y empresa usuaria respecto de
los servicios transitorios que contrate, rigiendo en ambos casos las obligaciones de constituir y mantener en funciones un CPF
y un DPRF.
El sentido de esta norma es evitar el ocultamiento de accidentes del trabajo, que afectan los índices de riesgo de las
entidades empleadoras y por tanto su tasa de cotización adicional diferenciada, existiendo siempre la obligación de formular la
denuncia a fin de que el trabajador accidentado pueda acceder oportunamente a las prestaciones médicas y económicas que
la ley Nº 16.744 contempla en su beneficio.
Si bien la regla general es que la obligación de denunciar esté radicada en la entidad empleadora, en los servicios
transitorios la ley89optó por una solución práctica, y señaló que la Usuaria debe denunciar inmediatamente al organismo
administrador al que se encuentra afiliada o adherida la respectiva empresa de servicios transitorios, la ocurrencia de un
infortunio laboral. Esto es así, porque ya dijimos que el trabajador transitorio está subordinado materialmente —no
jurídicamente— a la Usuaria, siendo ésta quien controla su prestación de servicios y quien debe velar por la salud y seguridad
del trabajador transitorio.
A pesar de lo anterior, y consciente de que el empleador del trabajador transitorio es la EST, se exige que la Usuaria
también le notifique el siniestro para los fines pertinentes.
Con el objeto de poder cumplir adecuadamente con esta obligación, en la práctica los contratos de puesta a disposición
deben señalar expresamente el organismo administrador al que se encuentra adherida la EST, aun cuando esta no sea una
mención obligatoria de tales contratos.
El artículo 183-X del Código del Trabajo establece que el trabajador de servicios transitorios quedará sujeto al reglamento
de orden, higiene y seguridad de la Usuaria, el que debe ser puesto en su conocimiento mediante la entrega de un ejemplar
impreso.
Se trata de una obligación muy razonable, considerando que el trabajador transitorio está inserto dentro de la organización
de la Usuaria y presta servicios en sus dependencias, por lo que no sólo las medidas de higiene y seguridad, sino también
aquellas dirigidas al orden y funcionamiento interno de la empresa —en lo que fueren aplicables—, deben ser aquellas
determinadas por la Usuaria.
Es recomendable que la entrega del ejemplar impreso de este reglamento se respalde a través de un acta de entrega, ante
eventuales fiscalizaciones de la autoridad.
La Ley de Subcontratación reforzó el control en el cumplimiento de las normas de higiene y seguridad, lo que era necesario
ante las nuevas formas de organización productiva, con personas que no son trabajadores de quien tiene bajo su dirección las
obras, faenas o servicios, esto es, la Empresa Principal o la Usuaria. Estas nuevas normas son las siguientes:
El artículo 184 del Código del Trabajo, en sus incisos cuarto y final nuevos, establece que la Dirección del Trabajo deberá
poner en conocimiento del respectivo organismo administrador de la ley Nº 16.744, todas aquellas infracciones o deficiencias
en materia de higiene y seguridad, que se constaten en las fiscalizaciones que se practiquen a las empresas. Copia de esta
comunicación deberá remitirse a la Suseso.
El organismo administrador deberá, en el plazo de 30 días contado desde la notificación, informar a la Dirección del Trabajo
y a la Suseso acerca de las medidas de seguridad específicas que hubiere prescrito a la empresa infractora para corregir tales
infracciones o deficiencias.
La Suseso es el órgano encargado por la ley para velar por el cumplimiento de esta nueva normativa por parte de los
organismos administradores de la ley Nº 16.744, lo que se ha concretado principalmente a través de su circular Nº 2.346 de
2007, modificada por la circular Nº 2.399 de 2007.
5.3.2. Sanciones
Las sanciones aplicables por infracción a las normas que hemos comentado con anterioridad, se encuentran
fundamentalmente en el Código del Trabajo, en el Código Sanitario y en el Reglamento de Seguridad Minera.
Se trata de sanciones que existían en nuestro ordenamiento jurídico antes de la Ley de Subcontratación, y que por estar
relacionadas con obligaciones de higiene y seguridad, se hicieron automáticamente aplicables.
— Sanciones establecidas en el Código del Trabajo: De acuerdo con el artículo 506, las infracciones a dicho Código y a sus
leyes complementarias, que no tengan señalada una sanción especial, serán sancionadas con multa a beneficio fiscal de 1 a
20 Unidades Tributarias Mensuales (UTM), según la gravedad de la infracción; suben al tramo de 2 a 40 UTM en empresas de
50 a 199 trabajadores, y al tramo de 3 a 60 UTM en empresas con 200 o más trabajadores contratados.
— Sanciones establecidas en el Código Sanitario: El artículo 174 establece que la infracción a las normas contenidas en
dicho Código puede ser sancionada con: (i) multas a beneficio del respectivo Servicio de Salud de 1/10 a 1.000 UTM, que se
duplican en caso de reincidencia, (ii) clausura de establecimientos, (iii) cancelación de autorización de funcionamiento o
permisos, (iv) paralización de obras, y (v) comiso, destrucción y desnaturalización de productos, cuando procediere.
— Sanciones establecidas en el Reglamento de Seguridad Minera: De acuerdo al artículo 590 del D.S. Nº 132 de 2002, del
Ministerio de Minería, que contiene el Reglamento de Seguridad Minera, las sanciones a sus disposiciones pueden consistir
en i) multas a beneficio fiscal de 20 a 50 UTM, que se elevan al doble en caso de reincidencia, y ii) el cierre temporal o
definitivo, parcial o total, de la faena minera.
Cabe señalar que un mismo hecho (accidente del trabajo fatal, por ejemplo) puede dar origen a fiscalizaciones paralelas,
de manera que los Inspectores del Trabajo, y fiscalizadores del Sernageomin y SEREMI de Salud, están facultados para
aplicar las sanciones que sus respectivos estatutos contemplan en forma independiente, estimándose por nuestra
jurisprudencia administrativa y judicial que no se vulnera con ello el principio non bis in idem. Este tema será tratado en detalle
en el capítulo V.
En el caso de micro y pequeñas empresas, es decir, aquellas que no superen los 9 o 49 trabajadores, respectivamente, los
artículos 506 bis y 506 ter del Código del Trabajo contemplan la posibilidad de sustituir multas por programas de capacitación
y la puesta en marcha de sistemas de gestión de la seguridad y salud en el trabajo; también la concesión de un plazo de cinco
días para dar cumplimiento a la infracción constatada, lo que tiene un claro sentido promocional.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA:
a) "Echeverría Izquierdo Ingeniería y Construcción S.A. con Secretaría Regional Ministerial de Salud Región Metropolitana ", rol
Nº 3698-2014, Corte de Apelaciones de Santiago, 1 de agosto de 2014: El referido artículo 66 bis impone a la empresa principal
obligaciones de vigilancia, implementación y coordinación de las medidas de seguridad: La de vigilancia se entiende cumplida
cuando realiza acciones concretas y toma participación directa en la forma de gestionar los procesos que pudieren afectar la
higiene y seguridad de los trabajadores, de manera tal que, sin perjuicio que la obra específica no la desarrolle directamente, sí
tiene el deber de imponerse de forma inmediata y concreta si la misma se realiza correctamente; la de implementación y
coordinación del sistema de seguridad, a su vez, tiene por objeto el garantizar que al interior de la faena se dé cumplimiento
efectivo de las obligaciones que la ley salvaguarda, constituyendo la regulación de las obligaciones de higiene y seguridad en el
régimen de subcontratación, una regla clara que tiende a atribuir y radicar responsabilidad a toda la cadena productiva,
especialmente en lo que dice relación con el deber de supervigilancia y coordinación.
b) "Benvenuto y Cía. Ltda. con Inspección Provincial del Trabajo de Santiago", I-204-2013, Primer Juzgado de Letras del Trabajo
de Santiago, 9 de julio de 2014: Del tenor literal de la norma antes transcrita (artículo 3º del decreto supremo Nº 594, de 1999,
del Ministerio de Salud, en relación con los artículos 184 y 506 ambos del Código del Trabajo) se desprende que al referirse a
"la empresa" no realiza distinción alguna a si es la empresa principal o la empresa contratista o subcontratista, luego, la norma
en comento, realiza una precisión si los trabajadores son dependientes directos suyos o lo sean de terceros contratistas; sin
embargo, al hacer tal precisión en ningún momento se refiere a que solamente la empresa principal es la única obligada a
mantener, en los lugares de trabajo, las condiciones para proteger la vida y salud de los trabajadores.
c) "Servicios de Seguridad S.A. con Inspección Provincial Temuco", rol Nº 204-2013, Corte de Apelaciones de Temuco, 3 de
diciembre de 2013: El comité paritario de faena no reemplaza al comité paritario de higiene y seguridad de la empresa principal,
ni los comités paritarios de las empresas contratistas constituidos en el establecimiento de la empresa principal, por cuanto las
funciones del primero son diversas de las funciones atribuidas a los últimos.
d) Accidentes del trabajo de estudiantes en práctica: Es procedente sancionar a las empresas que no apliquen la suspensión de
faenas que establece el artículo 76 de la ley Nº 16.744 cuando ocurre un accidente fatal o grave y que afecte a un estudiante en
práctica. Ello no significa considerar que estos infortunios constituyan accidentes del trabajo con acceso a la cobertura del
seguro social de la citada ley, sino sólo que deben seguirse en estos casos las mismas reglas de cumplimiento de obligaciones
de seguridad y sanciones que se aplican cuando el afectado es un trabajador común y corriente, por su importante significación
relacionada con la seguridad laboral. (Ordinarios Nº 0859/008 de 2013 de la Dirección del Trabajo y Nº 71.661 de 2014 de la
Superintendencia de Seguridad Social).
Un accidente del trabajo o una enfermedad profesional pueden determinar la atribución de responsabilidades de distinta
naturaleza jurídica al empleador, en tanto deudor de seguridad en relación con sus trabajadores dependientes. Es posible que
se generen responsabilidades civiles, infraccionales laborales, sanitarias y penales, respecto de las cuales adelantamos que
no es posible invocar, por ahora, el principio non bis in idem.
En el presente capítulo haremos una revisión de las normas aplicables y los criterios legales y jurisprudenciales más
relevantes a propósito de los ámbitos de responsabilidad legal del empleador.
La actual Ley Nº 16.744 sobre Seguro Social contra Riesgos de Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales,
contempló en el año 1968 un sistema de beneficios por infortunios laborales que considera prestaciones económicas
(subsidios) y médicas, ambas hasta la recuperación completa del trabajador afectado. En caso de invalidez, se establecen
indemnizaciones o pensiones, dependiendo del grado de incapacidad permanente, y en caso de muerte del trabajador
pensionado por invalidez o a causa del infortunio laboral, se constituirán pensiones por supervivencia a favor de los
beneficiarios que la ley contempla.
Este conjunto de beneficios constituye la protección que el sistema de seguridad social chileno contempla, cumpliendo con
principios básicos del Derecho de la Seguridad Social, tales como la universalidad, pues se otorgan a todos los trabajadores;
la solidaridad, pues son recibidos por cualquier trabajador que se enfrente a estas contingencias, independiente de la
proporción en que sus ingresos ayuden a contribuir con el financiamiento del sistema; la unidad, en cuanto pretende ofrecer a
través de un solo sistema, prestaciones básicas y uniformes destinadas a cubrir los estados de necesidad causados por los
infortunios laborales; y la integridad o suficiencia, ya que persiguen obtener la reparación integral de los daños sufridos.
Nuestra ley Nº 16.744 consagró la Teoría del Riesgo Social, que, abandonando los antiguos criterios basados en la
responsabilidad patronal directa, consideró a los accidentes del trabajo y enfermedades profesionales como riesgos o
contingencias sociales, y las integra al cuadro de la Seguridad Social, formando parte de los beneficios que el Estado
garantiza a todos los ciudadanos.
Para entender —aunque no justificar— la forma en que hoy opera la ley Nº 16.744 en el ámbito de la responsabilidad civil
del empleador por los infortunios laborales de sus trabajadores, es interesante recordar la evolución legislativa.
El primer antecedente se encuentra en la ley Nº 3.170, D. O. de 30 de diciembre de 1916, que consagró la Teoría del
Riesgo Profesional, esto es, la atribución de responsabilidad basada en la idea de que es el empresario el responsable de los
accidentes del trabajo, por haber él generado una situación de riesgo y además aprovechar del trabajo que se realiza. Así, el
patrón, propietario o empresario pasa a ser responsable ex lege, no porque haya incurrido personalmente en culpa, sino
porque su cosa, su maquinaria, su establecimiento ha producido un perjuicio o daño; el infortunio laboral constituye per se un
incumplimiento del empleador, al actualizarse el riesgo profesional creado por él.
Esta ley Nº 3.170 sólo consideró una protección especial en caso de accidentes del trabajo, excluyendo por tanto a las
enfermedades profesionales, cuyos daños debían perseguirse conforme a las reglas del derecho común. Establecía una
indemnización de cargo del patrono o jefe de la empresa, en provecho de la víctima, del cónyuge sobreviviente y de los hijos.
También contemplaba la obligación del empleador de pagar la asistencia médica y los gastos en medicamentos, hasta que el
trabajador estuviera en condiciones de regresar a su trabajo. En caso de muerte del trabajador, el empleador debía incluso
pagar los gastos del entierro. En fin, si el trabajador resultaba con una incapacidad temporal o permanente o la muerte,
existían las pensiones consecuentes de cargo del mismo empleador.
Se exceptuaban expresamente los accidentes debidos a fuerza mayor extraña y sin relación alguna con el trabajo, los
producidos intencionalmente por los trabajadores, los provenientes de un delito o culpa grave imputable a la víctima o a un
extraño.
Para financiar esta pesada carga, que según hemos dicho se originaba en una atribución directa de responsabilidad al
empleador, por los accidentes del trabajo que sus dependientes sufrieran, esta ley permitía el aseguramiento del riesgo
profesional del obrero o empleado en una sociedad mutua o en una sociedad chilena de seguros que reuniera condiciones de
garantía suficientes, y en caso de que dichas asociaciones o sociedades pagaran indemnizaciones, éstas servirían de abono
a las pensiones decretadas judicialmente.
De acuerdo con el artículo 15, los accidentes ocurridos en los casos regulados por esta ley no daban derecho a perseguir
otra indemnización que la que ella misma establecía. No obstante, en caso de probarse dolo o culpa grave, se podría
reclamar la indemnización con arreglo a las leyes comunes, abandonando los derechos conferidos por dicha ley Nº 3.170.
Vale decir, se consagraba un derecho de opción entre la reparación del daño conforme a las normas especiales de esta ley, o
bien perseguir las responsabilidades del que hubiera causado el accidente del trabajo conforme a las reglas del derecho
común. Con todo, el empleador tenía acción contra los terceros extraños causantes del accidente, para el solo efecto de que
le indemnizaran lo que, por su solo hecho o culpa leve, tuviere que pagar con arreglo a esta ley Nº 3.170.
A modo de resumen y para los efectos que interesan a este capítulo, la responsabilidad por los daños derivados de un
accidente del trabajo estaba radicada en el empleador, en virtud de su obligación de seguridad hacia el trabajador que surgía
con ocasión del contrato de trabajo, y el afectado por el accidente del trabajo podía elegir entre los beneficios regulados por la
ley Nº 3.170 o bien demandar las indemnizaciones de perjuicios que el derecho común contemplara, unos u otras, pero nunca
ambos a la vez.
Más tarde vino la ley Nº 4.055, D.O. de fecha 26 de septiembre de 1924, vale decir, sólo ocho años después del primer
intento de regulación de estas contingencias.
Esta nueva ley tuvo su fundamento en la Teoría del Riesgo de Autoridad, entendiendo que por el elemento de
subordinación o dependencia propio del contrato de trabajo, el trabajador está obligado a cumplir con las instrucciones que el
empleador le imparte en ejercicio de su poder de dirección. Este fundamento permitía cubrir accidentes del trabajo en
empresas menos riesgosas y también en entidades sin fines de lucro.
Representó un avance, pues contempló un primer esquema de instituciones que, desde el Estado, velaran por el
cumplimiento íntegro y oportuno de las obligaciones del empleador en caso de ocurrir infortunios laborales.
Se incluyeron dentro de la protección especial las enfermedades profesionales, que habían sido excluidas en la ley
Nº 3.170. Se mantuvieron exceptuados los accidentes debidos a fuerza mayor extraña y sin relación alguna con el trabajo y
los producidos intencionalmente por la víctima.
En materia de responsabilidad, el artículo 5º de la ley Nº 4.055 establecía que sin perjuicio de la responsabilidad del
empleador, la víctima del accidente o los que tengan derecho a indemnización podrían reclamar de los terceros causantes del
accidente, la indemnización total del daño sufrido por ellos, con arreglo a las prescripciones del derecho común. La
indemnización que se obtuviere de terceros en conformidad a esta norma, liberaba al patrono de su responsabilidad en la
parte que el tercero causante del accidente fuese obligado a pagar. La acción contra los terceros podía ser ejercitada por el
empleador a su costa y a nombre de la víctima o de los que tuvieren derecho a indemnización, si ellos no la hubieren
deducido dentro del plazo de 90 días, a contar desde la fecha del accidente.
Las acciones comentadas no excluían las que procedieran con arreglo al derecho común en contra de los responsables de
un accidente para la indemnización de los demás daños producidos por él.
En virtud del artículo 24 de esta ley, en caso que el empleador contratare un seguro regularmente, quedaba exento de toda
responsabilidad, a condición que la suma que correspondiera recibir al trabajador no fuese inferior a la que le otorgaba la ley.
Por otra parte, las prestaciones que el empleador estaba obligado a otorgar con esta ley se precisaron y ampliaron, ya que
se contemplaba la asistencia médica y gastos de medicamentos de la víctima hasta su completa recuperación, el traslado del
trabajador hasta el lugar en que sería atendido para su curación, atención quirúrgica, los aparatos ortopédicos y todos los
medios terapéuticos o auxilios accesorios al tratamiento prescrito por el médico. También los gastos de hospitalización y, en
caso de muerte, los gastos de funerales.
En materia de prestaciones económicas, se continuó con el esquema de prestaciones por incapacidad temporal,
incapacidad permanente parcial o total y muerte, con el pago de una parte de la remuneración durante la incapacidad
temporal o el pago de pensiones por invalidez y sobrevivencia.
Se estableció también la obligación del empleador de responder por el cumplimiento de estas obligaciones asegurando el
riesgo profesional en una asociación mutua, en una sociedad chilena de seguros o en una fundación con personalidad
jurídica, que reunieran las condiciones de organización y garantía requeridas por un reglamento. En caso que el empleador no
asegurara el cumplimiento de sus obligaciones por esta vía, estaba obligado a la constitución de una garantía hipotecaria o
prendaria representativa de la renta o pensión que debía pagar en caso de accidente que ocasionara la muerte o la
incapacidad permanente del trabajador.
Con respecto a la nueva institucionalidad, se contempló que las compañías de seguros que aseguraran los accidentes del
trabajo, serían sometidas a la supervigilancia y control del Estado y compelidas a constituir las reservas y cauciones que
fueren necesarias para cumplir con sus obligaciones. La respectiva póliza o contrato de seguro eran títulos ejecutivos, sea a
favor de la víctima del accidente o de las personas que tuvieren derecho a la indemnización, sea a favor del empleador, si
éste hubiere pagado directamente las indemnizaciones; los trabajadores o sus herederos, tenían acción directa con los
aseguradores.
Para activar el procedimiento de pago de beneficios, en caso de accidentes del trabajo que ocasionaran una incapacidad
para el trabajo o la muerte de la víctima, era necesario que el empleador, la víctima o cualquier persona los denunciara ante el
juez de letras en lo civil respectivo, quien luego de verificar la información contenida en la denuncia, citaba a un comparendo
de conciliación, para luego dictar sentencia, fijando definitivamente la indemnización que correspondía a la víctima o a sus
herederos.
Hemos señalado que la ley Nº 4.055 contempló por primera vez una regulación sobre medidas de prevención y vigilancia.
En efecto, exigió medidas de protección personal y cierta regulación en el reglamento interno de orden y seguridad del
trabajo.
En suma, con esta ley se mantuvo la responsabilidad directa del empleador por los daños causados por los infortunios
laborales, con un mayor acento en las garantías para responder de modo eficiente con el pago de las prestaciones a su cargo,
todo ello bajo un modelo de previsión social de su cargo. Las indemnizaciones de perjuicios del derecho común eran
procedentes, pero en caso de obtenerlas el afectado, se liberaba de toda responsabilidad al empleador, así como también en
caso que éste tuviere asegurado en forma permanente el riesgo de sufrir estos infortunios en una compañía de seguros, en
términos de ofrecer al trabajador afectado beneficios equivalentes a los establecidos en esta ley. Y tratándose de infortunios
que causaran invalideces permanentes o la muerte, el monto de las indemnizaciones era determinado por los tribunales de
justicia.
El sistema creado por la ley Nº 4.055 no estuvo exento de inconvenientes. La circunstancia de que se diera origen a una
relación jurídica directa entre empresario y trabajador, o entre compañía aseguradora y trabajador, trajo siempre aparejados
problemas graves, pues había ahí intereses económicos opuestos. Con demasiada frecuencia se discutían ante los
Tribunales los accidentes y de ello tampoco hay gratos recuerdos.90
Estas normas pasaron a integrar el primer Código del Trabajo chileno, de 1931. En el Título II del Código del Trabajo de
1931 denominado "De los Accidentes del Trabajo" se contenían normas especiales para el caso de infortunios laborales de
trabajadores dependientes del sector privado, entre los arts. 255 y siguientes. En esa época aún no imperaba la Teoría del
Riesgo Social (recogida recién por la ley Nº 16.744), sino la Teoría de Riesgo Profesional, que entregaba al empleador o
empresario la responsabilidad por los daños que los accidentes del trabajo ocasionaran a sus trabajadores.
En estos artículos del viejo Código Laboral se desarrolló la manera en que el empleador debía responder por los riesgos
laborales, en que el criterio de atribución de responsabilidad era el del Derecho Civil y más concretamente la responsabilidad
estricta.
Con el objeto de evitar un enriquecimiento injusto para quien accionara demandando indemnizaciones, el artículo 260 de
dicho Código del Trabajo de 1931 establecía: "Sin perjuicio de la responsabilidad del patrón o empleador, la víctima del
accidente o los que tengan derecho a indemnización, podrán reclamar de los terceros causantes del accidente, la
indemnización del daño sufrido, con arreglo a las prescripciones del derecho común" y agregaba su inciso segundo: "La
indemnización que se obtuviere de terceros, en conformidad a este artículo libera al patrón de su responsabilidad, en la parte
que el tercero causante del accidente sea obligado a pagar".
En aquella época el empleador respondía tanto de las prestaciones de seguridad social —pero en un esquema de previsión
social de su propio cargo—, así como también de las consecuencias dañosas con un criterio objetivo, vale decir, calificado por
los resultados dañosos y con ausencia de criterios de culpa o dolo; y se le permitía contratar seguros privados para enfrentar
estos pagos.
Las compañías de seguros sólo se limitaron a rembolsar gastos, previo el pago de primas que negociaban con los
empleadores, y que llegaban a niveles del 20% de las remuneraciones, con una accidentabilidad del 35%.
Mientras rigió la ley Nº 4.055 —que como hemos dicho fue luego recogida por el Código del Trabajo de 1931— se fue
haciendo cada vez más costoso enfrentar los riesgos de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales, y frente a esta
realidad, en que cada vez los accidentes eran más frecuentes, un grupo de empresarios que lideraban asociaciones gremiales
distintas91tomó la iniciativa de crear un sistema que protegiera los riesgos laborales con un enfoque preventivo; diseñaron en
el año 1958 un seguro privado que funcionaba con un criterio mutualista, y que pretendía bajar los costos de los accidentes
del trabajo y de los daños que éstos provocaban, pero además incorporaba elementos importantes que incentivaban la
prevención de los riesgos en el trabajo.
Diez años más tarde, la Ley Nº 16.744 sobre Seguro Social contra Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales
recogía y consagraba este nuevo sistema, ley que recogió la Teoría del Riesgo Social imperante en la época, es decir, los
riesgos en el trabajo debían pasar a ser una contingencia cubierta por la sociedad en un sistema de seguridad social, no sólo
por un tema de costos, sino también porque si el desarrollo del país requería industrias peligrosas, debía ser la comunidad
beneficiada con ellas la que debía soportar los riesgos de tales actividades.
El fundamento de la Teoría del Riesgo Social se encuentra en que el mismo estado de necesidad y la misma situación
presenta quien se accidenta en el trabajo que la persona que se accidenta en su casa o en un paseo; la misma situación
presenta quien contrae una enfermedad considerada médicamente similar, pero que no lo es, aunque sus efectos sociales
sean también similares. La mantención hasta hoy de un sistema diferenciado para los accidentes del trabajo a través de la ley
Nº 16.744 se justifica básicamente por la existencia de una institucionalidad orientada a la prevención de riesgos.
No debe olvidarse esta evolución al momento de diseñar políticas públicas en la actualidad, porque desde un marco
regulatorio situado en el Derecho Común —por la responsabilidad directa que las leyes Nº 3.170 y Nº 4.055 atribuyeron al
empleador— se avanzó hacia un esquema de protección dentro del Derecho de la Seguridad Social buscando a través de la
ley Nº 16.744 prevenir los riesgos para la seguridad y salud en el trabajo. En otras palabras, lo que justifica un sistema
diferenciado para atender los riesgos derivados de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales es la prevención de
tales contingencias y no el desarrollo de mejores vías de reparación civil por los daños que los infortunios laborales puedan
causar, las que permanecen en el Derecho Común.
La regulación de la responsabilidad civil del empleador por los accidentes del trabajo y las enfermedades profesionales de
sus trabajadores se encuentra en el artículo 69, letra b), de la ley Nº 16.744, establece lo siguiente: "Cuando el accidente o
enfermedad se deba a culpa o dolo de la entidad empleadora o de un tercero, sin perjuicio de las acciones criminales que
procedan, deberán observarse las siguientes reglas: b) la víctima y las demás personas a quienes el accidente o enfermedad
cause daño podrán reclamar al empleador o terceros responsables, también las otras indemnizaciones a que tengan derecho,
con arreglo a las prescripciones del derecho común, incluso el daño moral".
A propósito de esta disposición, el Código del Trabajo de 1931 no estableció un régimen de responsabilidad distinto del
común aplicable en materia de responsabilidad civil, sino todo lo contrario, se remitía a sus normas. Con la dictación de la ley
Nº 16.744, aquella responsabilidad del empleador en el otorgamiento de las prestaciones médicas y económicas que operaba
en un modelo de previsión social de su cargo, pasó a integrarse a un régimen de seguridad social, de cargo de toda la
sociedad, y en lo referido a la responsabilidad civil por los daños que los infortunios laborales ocasionaran, la acción para
reclamarlos se mantuvo entregada al Derecho Común, siendo este el modelo vigente en Chile.
A continuación expondremos los criterios jurisprudenciales relevantes en torno a la materia del rubro, dando cuenta de la
manera en que hoy se resuelven los criterios de culpa, sobre juez competente para conocer de la acción indemnizatoria, daño
indemnizable, accidentes del trabajo en esquemas de trabajo tercerizado y la culpa del trabajador en su propio accidente.
El artículo 69 de la ley Nº 16.744 en su literal b) efectúa una remisión en bloque al derecho común, a los efectos de otorgar
acción a la víctima del accidente o a sus herederos, para demandar del empleador o de un tercero responsable la reparación
de los daños que el accidente le ocasionó, de manera que al no existir reglas especiales en torno a esta materia en el
Derecho de Seguridad Social y en particular en la ley Nº 16.744, el tratamiento de la culpa como elemento subjetivo
fundamental para atribuir responsabilidad por daños sigue las reglas del Derecho Civil.
Así, la norma rectora debiese ser el artículo 44 en relación con el artículo 1547 del Código Civil, según el cual tratándose de
contratos bilaterales, se responde hasta de la culpa leve, lo que no es recogido siempre así por nuestros tribunales, pues en
algunos casos se ha estimado que el deber de seguridad que tiene el empleador por el artículo 184 del Código del Trabajo le
exige ser eficaz, lo que determina una mayor intensidad en las medidas preventivas que debe adoptar para evitar accidentes,
traduciéndose en una mayor diligencia propia de la culpa levísima.
A partir de esta distorsión observada en la determinación de la culpa, se encuentran diversos pronunciamientos en que el
empleador ha sido condenado a responder civilmente por no haber logrado evitar el accidente con las medidas de prevención
que adoptó, es decir, se califica el cumplimiento del deber de seguridad que le asiste en función del resultado, que es propio
de un estatuto de responsabilidad estricta. A pesar de explicitarse en muchos casos que no se trata de responsabilidad
objetiva, en los hechos así se razona en la atribución de responsabilidad civil al empleador.
1) "David Leandro Soto León con Servicios Generales de la Construcción BSK Ltda y otro ", rol Nº O-237-2014, Juzgado de Letras
del Trabajo de Concepción, rol Nº O-237-2014, 8 de julio de 2014: La sola ocurrencia de la enfermedad profesional implica
incumplimiento del deber de protección y seguridad, por cuanto significa que aun en el caso de haberse adoptado alguna
medida, en los hechos, esta resultó insuficiente. Se debe recordar que el artículo 184 del Código del Trabajo exige que se
hayan adoptado todas las medidas de seguridad para proteger "eficazmente" la salud del trabajador. Por ende, si acaeció una
enfermedad de carácter profesional significa, por lo menos, que los resguardos no fueron eficaces, porque igualmente se
produjo la pérdida de audición.
2) "Emma Díaz Valenzuela con Mauro Castro Lecaros y otros", rol Nº 2965-2013, Corte de Apelaciones de Santiago, 3 de julio de
2014: No existe ninguna hipótesis de responsabilidad objetiva que obligue a las demandadas a responder por los daños que
hayan podido causarse a las víctimas indirectas de un accidente sufrido por un trabajador de una empresa de un tercero.
Tampoco se ha acreditado de forma alguna cuál habría sido la acción u omisión dolosa o culposa concreta en que habrían
incurrido y que les hace civilmente responsable de esos perjuicios.
3) "Evelyn Barrientos Loyola con Recaudadora S.A.", rol Nº 37-2014, Corte de Apelaciones de Santiago, 27 de junio de 2014: El
deber de seguridad contemplado en el artículo 184 del Código del Trabajo no corresponde a una "garantía de indemnidad". De
estimarlo así, se estaría imponiendo a una de las partes una carga imposible de satisfacer, en términos que la sola existencia
de un daño o resultado traería aparejada per se la responsabilidad indemnizatoria.
4) "Francisco Heriberto Díaz Aedo con Constructora Comsa Dragados S.A.", rol Nº O-1001-2013, Juzgado de Letras del Trabajo
de Concepción, 28 de febrero de 2014: En relación al grado de diligencia y cuidado que debe desplegar la empleadora, ésta
responde hasta de culpa levísima en el cumplimiento del deber de protección; es decir, hasta por "la falta de aquella esmerada
diligencia que un hombre juicioso emplea en la administración de sus negocios importantes", aplicando lo dispuesto en el
artículo 44 del Código Civil y ello, atendidos los valores que tienden a preservar tal obligación de seguridad, que no son otros
que la vida, la integridad física y la salud del trabajador, y dada la circunstancia que el artículo 69 de la citada ley Nº 16.744 no
determina el grado de culpa del cual debe responder el empleador en su cumplimiento.
5) "Marisol Paola Godoy Gática con Corpolar S.A.", rol Nº O-4770-2013 Segundo Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago, 27
de febrero de 2014: Según mandato legal establecido en el artículo 184 del Código del Trabajo, norma de cuyo tenor literal se
desprende que la obligación de diligencia y cuidado que la ley impone al empleador en la especie es de mayor entidad que la
comúnmente exigida en los contratos bilaterales, pues no sólo es de cargo de aquel tomar todas las medidas de seguridad
necesarias para proteger la vida y salud de sus trabajadores, sino que, además, debe hacerlo eficazmente.
6) "Evelyn Lucy Barrientos Loyola con Recaudadora S.A.", rol Nº O-3251-2013, Primer Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago,
19 de diciembre de 2013: No es posible advertir culpa o dolo de la demandada en la ocurrencia del asalto, como lo requiere el
artículo 69 de la ley Nº 16.744, toda vez que no está dentro de sus posibilidades tomar otras medidas de prevención que eviten
su ocurrencia, sino es a través de alarmas, botón de pánico, cajas fuertes, sensores de movimiento, como también tomar un rol
activo tras el asalto, como se hizo en la especie, derivando a la actora y su acompañante a la ACHS para que puedan ser
tratadas de sus lesiones físicas y psicológicas.
7) "Juan Riquelme Inostroza con Su Bus Chile S.A.", rol Nº O-2956-2013, Primer Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago, 11 de
noviembre de 2013: El peso de la prueba, conforme a las reglas del "onus probandi", en cuanto al cumplimiento de la obligación
de seguridad, corresponde al empleador, asimismo le corresponde acreditar la debida diligencia y cuidado, respondiendo de
culpa levísima.
8) "Jenezareth Zúñiga Espinoza con Tavelli S.A.", rol Nº O-1303-2013, Primer Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago, 15 de
julio de 2013: De esta manera, aparece que la culpa a la que debe asimilarse la del empleador, conforme el artículo 69 de la ley
Nº 16.744, es a la culpa leve, o "la falta de aquella diligencia y cuidado que los hombres emplean ordinariamente en sus
negocios propios.
9) "Tomás Roa Toledo con Servicios Industriales y Forestales Larraín Limitada", rol Nº 27-2013, Corte de Apelaciones de
Concepción, 27de mayo de 2013: Atendido que el citado artículo 69 no determina el grado de culpa de que debe responder el
empleador en su cumplimiento, la doctrina y la jurisprudencia de nuestros tribunales, en particular de la Excma. Corte Suprema,
han concluido que responde de la culpa levísima, como lo ha señalado la juez del trabajo.
10) "María Lagos Riquelme y otros con Prestadora de Servicios Medio Ambiente Limitada y otra", rol Nº 5889-2010, Corte
Suprema, 6 de marzo de 2013: Que de lo anterior se concluye que la responsabilidad civil del empleador se funda en su culpa o
dolo dado que no tiene por antecedente una obligación de garantía que dé lugar a responsabilidad por el solo hecho de
producirse el daño, pues la función de garantía está dada para el seguro de accidentes del trabajo, en su calidad de seguro de
daños.
11) "Riquelme Obreque Claudio Andrés con Easy Administradora Norte S.A.", O-380-2012, Primer Juzgado de Letras del Trabajo
de Santiago, 8 de mayo de 2012: Que, entonces, surge como normativa legal aplicable a la cuestión debatida el artículo 184 del
Código del Trabajo, norma de cuyo tenor literal se desprende que la obligación de diligencia y cuidado que la ley impone al
empleador en la especie, es de mayor entidad que la comúnmente exigida en los contratos bilaterales, pues no sólo es de
cargo de aquel tomar todas las medidas de seguridad necesarias para proteger la vida y salud de sus trabajadores, sino que,
además, debe hacerlo eficazmente.
12) "Cárdenas Silva, María con Productos Químicos y Alimenticios Osku S.A.", rol Nº 955-2009, Corte Suprema, 23 de febrero de
2012: Siendo la empleadora —como deudora de la señalada protección y seguridad— responsable de culpa levísima, por la
aplicación del artículo 69 de la ley Nº 16.744, se determina que debe resarcir las repercusiones anímicas de dolor, sufrimiento,
tristeza y angustia que los padecimientos físicos le causaron a la demandante, afectando y menoscabando su vida desde la
fecha del accidente.
13) "Patricio Antonio Salas Varas con Comercial Maxagro Ltda.", rol Nº O-3027-2011, Segundo Juzgado del Trabajo, 4 de enero
de 2012: La empresa sí ha cumplido con las obligaciones que se derivan de dicho deber, que sí ha informado al actor sobre los
riesgos, lo ha capacitado, le ha entregado elementos de protección personal, y no siendo el accidente consecuencia directa de
las labores, sino que producto de una situación que no era previsible, especialmente atendidas las medidas de seguridad
adoptadas por la empresa, no se advierte qué conducta distinta de parte de la empresa pudo evitarlo.
14) "Sindicato Nº 5 de Empresa Inversiones Alsacia S.A. con Inversiones Alsacia S.A.", rol Nº T-282-2010, Segundo Juzgado de
Letras del Trabajo, de 25 de enero de 2011: Acontecimientos traumáticos vividos por el actor en el ejercicio de su labor como
conductor de buses del transporte público (atropello, asaltos, gran congestión vehicular, exceso de ruido en las calles, etc.),
acontecimientos que, a su vez, no son resultado de una conducta negligente del empleador.
15) "Morales Guzmán, Danny contra Automática y Regulación S.A.", rol Nº 3495-2010, Corte Suprema, 18 de octubre de 2010;
"Morales Guzmán, Danny contra Automática y Regulación S.A.": Es indispensable para la operatividad de la institución que se
analiza la concurrencia de una actuación negligente de la parte patronal para que ésta sea legal y justificadamente conminada
al resarcimiento, resultando improcedente entender la obligación como asimilada a las llamadas "de resultado".
16) "Álvarez Astete, Erwin contra Sociedad Comercial y Constructora Lomas Limitada", rol Nº 158-2010, Corte de Apelaciones de
Concepción, 27 de septiembre de 2010: No todo hecho acontecido en el lugar de trabajo implica la existencia de
responsabilidad por parte del empleador, pues no se ha contemplado una responsabilidad objetiva en tal sentido; por el
contrario, el factor de imputación seguido en nuestra legislación es de carácter subjetivo y descansa en la existencia de culpa o
dolo por parte de la entidad empleadora, como lo indica textualmente el artículo 69 de la ley Nº 16.744.
17) "Pedro Esteban Aguilera Díaz con Empresa de los Ferrocarriles del Estado". rol Nº O-2378-2010, Primer Juzgado de Letras del
Trabajo, 20 de noviembre de 2010: Se debe tener presente que la responsabilidad de que se trata, no es objetiva, ya que debe
acreditarse el incumplimiento, el resultado dañoso y la relación de causalidad entre uno y otro. Correspondiendo al empleador
probar que adoptó las medidas de seguridad pertinentes, es decir, para los efectos de eximirse de la responsabilidad que le
incumbe en relación a la protección eficaz de la vida y la salud del trabajador, cuestión esta última que de acuerdo al acápite
anterior no realizó.
Para quien pretende una indemnización civil por daños derivados de un accidente del trabajo o enfermedad profesional,
resulta de toda conveniencia acudir a la sede laboral. En términos muy generales, diremos que en esta sede la duración de
los procesos es considerablemente menor, además de las ventajas propias del estatuto de responsabilidad civil contractual,
que es el que corresponde conocer al juez laboral, en el cual la culpa se presume, el plazo de prescripción es de cinco años y
la prueba se valora conforme a las reglas de la sana crítica; a diferencia del estatuto de responsabilidad extracontractual, en
que la culpa debe acreditarse, la prescripción de la acción es de cuatro años y la prueba —por ahora— se valora conforme al
sistema legal o tasado.
En conformidad al artículo 420 letra f) del Código del Trabajo, son de competencia de los tribunales del trabajo los juicios
en que se pretenda hacer efectiva la responsabilidad del empleador derivada de accidentes del trabajo o enfermedades
profesionales, con excepción de la responsabilidad extracontractual a la cual le será aplicable lo dispuesto en el artículo 69 de
la ley Nº 16.744.
Este precepto fue incorporado al Código del Trabajo por la ley Nº 19.447 (D.O. de 8 de febrero de 1996), que recogió los
criterios jurisprudenciales que venían apreciándose en torno a la sede para conocer de las acciones indemnizatorias por
responsabilidad civil. Así, tratándose del trabajador afectado por el accidente del trabajo, por existir un contrato de trabajo que
lo une con el empleador, la acción que dirija en contra de este último — y en contra de la empresa principal o empresa usuaria
en supuestos de descentralización productiva —será de naturaleza contractual y conocida por tanto en un tribunal laboral. En
los demás casos, es decir, cuando la acción no se dirija en contra del empleador —y empresa principal o usuaria de servicios
transitorios—, o bien, cuando la ejerzan otras personas distintas del trabajador, la acción es de naturaleza extracontractual y
será conocida por un tribunal civil de acuerdo con los términos del artículo 2314 y siguientes del Código Civil.
Apenas estrenada la Ley Nº 20.123 de Subcontratación Laboral, se plantearon interrogantes en torno a si la empresa
principal sería o no un tercero ajeno, en litigios en que se pretendiera hacer efectiva la responsabilidad —contractual— del
empleador, por accidentes del trabajo o enfermedades profesionales. Sobre ello José Luis Diez Schwerter entonces señalaba
que desde el punto de vista del "Derecho común" de la responsabilidad civil dos son, al menos, las formas de interpretación
que pueden surgir. Por un lado, entender que no existiendo vinculación contractual directa entre la empresa principal y los
trabajadores de su contratista o subcontratista la responsabilidad civil subsiguiente es de naturaleza extracontractual y regida
por consiguiente por el título 35º del libro IV del Código Civil. O, por el contrario, calificar a la responsabilidad de la empresa
principal como de carácter contractual en atención a que el artículo 183 F del Código del Trabajo, pues contemplaría una
excepción legal al efecto relativo de los contratos, agregado al hecho que estamos ante contratos vinculados (el contrato
celebrado entre la empresa principal y la contratista; y el contrato de trabajo que une a la contratista con sus trabajadores), en
atención a la especialidad de la relación laboral, sobre todo bajo esta modalidad.92
En los hechos esta materia se ha zanjado de manera simple por los tribunales, quienes han optado por calificar la
responsabilidad de la empresa principal como contractual, lo que nos parece correcto pues no es posible que prosperen
excepciones de incompetencia absoluta o de falta de legitimación pasiva que de cuando en cuando oponen algunas empresas
principales, porque acá existe una cadena de contratos —civiles entre la empresa principal y sus contratistas y
subcontratistas, laborales entre el trabajador su contratado y su empleador directo— en cuya virtud la empresa principal se
beneficia del trabajo del trabajador subcontratado, realidad que reconoce el artículo 183 E del Código del Trabajo.93
La regla del artículo 420 letra f) antes anotada ha debido ser interpretada cuando no ha estado del todo claro el estatuto de
responsabilidad que se invoca, siendo interesante observar el caso de los herederos del trabajador fallecido por un accidente,
que demandan en la sede extracontractual una reparación por su propio daño moral, en contra del empleador directo pero
también de manera solidaria en contra de la empresa principal, lo que no debiese ser conocido en la sede laboral; sin
embargo, se generan confusiones a propósito de la vinculación de la empresa principal en estos procesos, lo que se suele
hacer invocando el artículo 184 del Código del Trabajo para los efectos de alivianar la prueba de la culpa o dolo.
En lo referido a la reparación del daño moral, se ha establecido jurisprudencialmente que, atenta su intransmisibilidad, no
es posible que los herederos del trabajador fallecido accionen exigiendo reparación por el daño moral del trabajador. En todo
caso, por aplicación del artículo 420 letra f) en comento, su acción indemnizatoria debe ser conocida en la sede civil.
1) "Efraín Villalobos Aranda y otros con M y R de Freitas y Compañía Limitada y otro", rol Nº 7655-2013, Corte Suprema, 25 de
junio de 2014: Aun cuando la acción que ejercen las víctimas por rebote —la del artículo 2320 del Código Civil pidiendo hacer
efectiva la responsabilidad solidaria del empleador directo y la empresa principal— es autónoma y no depende de la que la
víctima directa pueda haber tenido en relación al agente del daño, de carácter contractual, lo cierto es que el hecho que causa
el daño a las primero mencionadas, está dado, precisamente, por el daño ocasionado a la víctima directa, el cual se origina en
el contexto de una determinada relación laboral, con quien aquellas tenían una especial relación y, en consecuencia, les afecta
de un modo personal. Por eso, nada de extraño tiene que las demandantes hubieren invocado normas propias del
ordenamiento laboral, tales como el deber de seguridad contenido en el artículo 184 del Código del Trabajo, o las normas de
prevención de riesgos comprendidas en los decretos supremos y reglamentos antes citados, si lo que pretenden sostener es el
dolo o culpa de quienes, al infringir dichas normas, ocasionaron el daño a la víctima directa, sobre cuya base se sustenta la
lesión que aquello le causó a las víctimas por repercusión. [...] Yerran, pues, los sentenciadores al sostener que por el hecho de
invocarse, además de las normas de responsabilidad extracontractual, normas propias del ordenamiento laboral, habría una
confusión del estatuto aplicable en la especie, ya que habiendo claridad en cuanto a que se solicita aplicar el régimen de
responsabilidad extracontractual, toda vez que los demandantes accionan en su calidad de víctimas por repercusión, las otras
normas van dirigidas a probar el dolo o culpa de los demandados, en el contexto antes señalado.
2) "Torres Cayupe Melisa Andrea y otros con Empresa Sergio Cerva S.A.", rol Nº 1004-2012, Corte de Apelaciones de
Concepción, 3 de mayo de 2013: Que, como se advierte, para imputar responsabilidad a la demandada en el suceso en que
encontró la muerte la víctima, los demandantes han invocado normas de carácter laboral, como son principalmente aquéllas de
orden legal y reglamentario que imponen al empleador la obligación de adoptar todas las medidas necesarias para proteger
eficazmente la vida y la salud de los trabajadores, haciendo recaer en la infracción de tales normas la obligación que, a su
juicio, pesa sobre la demandada de indemnizar los daños morales que dicen haber sufrido. Sin embargo, en sede
extracontractual nada tienen que hacer las normas y reglas propias del derecho laboral en materia de accidentes del trabajo,
cuya aplicación postula la parte de los actores, puesto que tal aplicación presupone la existencia de un vínculo previo de orden
laboral entre el trabajador y el empleador, que es la fuente de donde arrancan los derechos que pueden ejercitar quienes se
sientan perjudicados por el siniestro que afectó a la víctima.
3) "María Isabel Huenuqueo Quinones y otro con Municipalidad de Chillán", rol Nº 82-2011, Corte de Apelaciones de Chillán, 23 de
enero de 2012: Que, en consecuencia, ha de estimarse que la acción deducida en estos autos tendiente a hacer efectiva la
responsabilidad extracontractual en relación con el trabajador fallecido, pero a título personal, por los demandantes, no es de la
competencia de los juzgados laborales, de manera que, al no decidirlo así, la sentencia atacada ha incurrido en la causal de
nulidad contemplada en la letra a) del artículo 478 del Código del Trabajo.
4) "Sucesión de Manuel Jesús Brito Orellana con Transportes Olea Ltda.", rol Nº O-1096-2011, Primer Juzgado de Letras del
Trabajo de Santiago, 8 de julio de 2011: Finalmente, en cuanto a la efectividad que la acción contractual que se deduce en
autos se encuentra dentro de los bienes del causante, siendo éste un asunto de derecho, claramente es así, al tenor de lo
referido en el artículo 951 del Código Civil, al ser los herederos indicados en la copia del duplicado de la posesión efectiva de
don Manuel Brito Orellana, herederos a título universal del referido causante. Por ello, las prestaciones de carácter laboral,
están dentro del patrimonio del actor. Además, el artículo 69 de la Ley Nº 16.744 sobre Accidentes del Trabajo y Enfermedades
Profesionales permiten accionar a la víctima y demás personas a quienes el accidente cause daño, siendo éste el caso de los
actores.
5) "Fuentes Castro Patricio con Codelco", rol Nº 759-2009, Corte Suprema, 4 de mayo de 2011: El hecho dañoso ha consistido
precisamente en la muerte de un trabajador en el contexto de una relación laboral donde el dependiente desempeñaba
funciones distintas para las cuales fue contratado y que desarrollaba sin la debida capacitación y sin las medidas de seguridad
que eran exigibles. En virtud del régimen de responsabilidad que gobierna la acción, los actores han sostenido que el hecho de
la muerte del trabajador es consecuencia del incumplimiento negligente del deber de seguridad que pesaba sobre la
demandada y, por su parte, los sentenciadores han calificado dicho incumplimiento como negligente, conforme al mérito del
proceso, determinándose que si bien la culpa que se imputa tiene, en ciertos aspectos, un carácter contractual, reviste respecto
de los terceros que sufrieron daño por la muerte culpable del trabajador el carácter de un simple hecho de terceros, que da
origen a responsabilidad extracontractual. Es en este contexto que el fallo alude al artículo 2329 del Código Civil, para señalar
que también en sede extracontractual está prevista la presunción de culpa en el evento de incumplimiento y, en ese mismo
sentido, alude también a la teoría del riesgo creado. Sin embargo, tales referencias no constituyen ni sustentan en forma
exclusiva la decisión a que se arriba, por lo que no han tenido para la resolución del asunto la incidencia que supone la
recurrente.
6) "Erika Cecilia Contreras González y Lissette Carolina Ortiz Contreras con Sociedad Tulio Mosso y Compañía Limitada", rol
Nº 1175-2009, 29 de abril de 2011, Corte Suprema: Que así como el trabajador puede perseguir en sede laboral la
responsabilidad del empleador por infracción al deber de cuidado y protección que le impone la norma ya citada del artículo 184
del Código Laboral, las víctimas por repercusión, cuya es la situación de quienes accionan en autos a título personal —y no
como sucesores del causante—, pueden perseguir, por expresa disposición del artículo 69 de la ley Nº 16.744, la
responsabilidad extracontractual del empleador en sede civil, con arreglo a la normativa de los artículos 2314 y siguientes del
Código Civil.
7) "Cuevas Alarcón, Yesenia con Industria Forestal Nacional S.A.", rol Nº 3337-2008, Corte Suprema, 20 de agosto de 2008: Que,
en consecuencia, ha de estimarse que la acción deducida en estos autos tendiente a hacer efectiva la responsabilidad
extracontractual en relación con el trabajador fallecido, pero a título personal, por la cónyuge, no es de la competencia de los
juzgados laborales, de manera que, al no decidirlo así, la sentencia atacada ha incurrido en la causal de nulidad formal
denunciada por la recurrente.
8) "Sergio Isaac Pino Puentes con A and A Ingeniería Mecánica Integral Limitada y otros", rol Nº 193-2008, Corte Suprema, 29 de
julio de 2008: La responsabilidad contractual del empleador, esto es, la que se deriva del contrato de trabajo, es de
competencia de los Juzgados del Trabajo, en tanto que la responsabilidad extracontractual corresponde a un juicio de lato
conocimiento que es de competencia de los Juzgados Civiles.
9) "Reyes Cárdenas, Yerson contra Cartulinas CMPC", rol Nº 62-2008, Corte de Apelaciones de Valdivia, 13 de marzo de 2008:
Que en este sentido, se ha entendido que la distinción efectuada por el artículo 69 de la ley citada, se refiere a aquellos casos
en los que quien demanda no es el trabajador directamente, sino alguna otra persona afectada, caso en el cual se está frente a
una responsabilidad puramente extracontractual y por lo que es de competencia de los tribunales ordinarios; sin embargo, en el
caso en que quien demande sea el trabajador, incluso para hacer efectiva la responsabilidad subsidiaria del dueño de la obra o
faena, la acción corresponde que sea ventilada ante los tribunales laborales.
10) "María Inés Amestoy Klenner y otros con Transportes Calafquén Limitada y otro", rol Nº 6196-2006, Corte Suprema, 27 de
noviembre de 2007: Transmisibilidad o intransmisibilidad del derecho a indemnización por el daño moral. [...] Es útil señalar que
este tribunal ya ha decidido que la acción ejercida en estos autos es intransmisible, en atención a que su naturaleza es
personalísima, aunque exista entre esa acción y el resarcimiento pretendido, que es de carácter pecuniario, un estrecho e
indesmentible vínculo, por cuanto este último se genera y justifica en la aflicción del trabajador afectado, lo que le imprime el
carácter de personalísima a la acción de que se trata.
11) "Sofía de las Mercedes Oses Orellana y otros con Fabisa S.A.", rol Nº 4232-2006, Corte Suprema, 28 de noviembre de 2007:
Que, en consecuencia, ha de estimarse que la acción deducida en estos autos tendiente a hacer efectiva la responsabilidad
extracontractual, a título personal, por la cónyuge e hijos de un trabajador fallecido, no es de la competencia de los juzgados
laborales, de manera que corresponde concluir que la sentencia ha sido dictada por un tribunal incompetente y, por lo tanto, se
ha incurrido en el vicio establecido en el artículo 768 Nº 1 del Código de Procedimiento Civil, lo que conduce a la invalidación
del fallo de que se trata.
12) "Lucía Porman Barahona con Empresa Pesquera Bío Bío", rol Nº 309-2006, Corte Suprema, 27 de junio de 2007: Sólo cabe
concluir que los sentenciadores, al acoger la acción de la demandante, interpuesta en su calidad de heredera del trabajador
fallecido y condenar a la demandada a pagar el monto que se indica en la sentencia impugnada, a título de indemnización de
perjuicios por el daño moral causado a aquél, con ocasión de un accidente laboral, han infringido lo dispuesto en los artículos
69 letra b) y 88 de la ley Nº 16.744, desde que su correcta interpretación y aplicación debió llevar al tribunal a desechar la
acción interpuesta. Lo anterior, como se explicó, debido a que la referida pretensión de reparación, en cuanto se sustenta en el
sufrimiento moral de la víctima de un accidente del trabajo, por ser personalísima e intransmisible, no puede ser deducida por
otro que no sea su titular y en el evento que el afectado haya fallecido, la acción por la indemnización de su padecimiento
espiritual y aflicción, no se transmite al patrimonio de sus herederos.
13) "Erika Rivadeneira Carvajal contra SLM Milagro de Matancilla", rol Nº 4859-2002, Corte Suprema, 19 de agosto de 2003: En
cuanto a la responsabilidad extracontractual es evidente que tiene que estar excluida de la competencia de los tribunales del
trabajo, por cuanto su determinación requiere un juicio de lato conocimiento y debe por su naturaleza estar entregada a las
prescripciones del derecho común, puesto que en ella puede haber terceros involucrados como responsables del accidente,
dando lugar a otras indemnizaciones.94
14) "Retamales y otros con Ilustre Municipalidad de Quilicura y otro", rol Nº 6669-2009, Corte Suprema, 23 de diciembre de 2011:
En cuanto a la finalidad de la indemnización por daño moral, el autor citado señala que "la fundamentación común de la
reparación del daño moral es la idea de resarcimiento que procura a la víctima satisfacciones que, de algún modo compensen
la pérdida sufrida" (Domínguez Águila, ob. cit., página 512) y concluye que si el interés afectado era personalísimo, sólo su
titular puede ser compensado. La conclusión anterior resulta lógica, puesto que los herederos no han sufrido ni han visto
lesionados sus derechos como sí lo hizo el causante, quedando a salvo la posibilidad de accionar respecto de su propio daño.
15) "Ricardo Armando Mellao Calfuan y otros con Fisco de Chile", rol Nº 2073-2009, Corte Suprema, 29 de septiembre de 2011:
Que en atención a lo que se ha venido razonando, no cabe sino concluir que el daño moral propio de la víctima y la acción para
su cobro, por ser un derecho de carácter personalísimo, es intransmisible a sus herederos, por lo que al no haberlo considerado
así los sentenciadores de la instancia han incurrido en infracción a las normas referidas en el considerando primero de esta
sentencia, por su falta de aplicación.
El artículo 69 de la ley Nº 16.744 consagró desde el inicio el principio de corresponsabilidad de las indemnizaciones del
Derecho Común con las prestaciones del seguro social contra accidentes del trabajo y enfermedades profesionales que dicha
ley creó, lo que tiene su explicación en sus antecedentes normativos ya explicados.
Con la ley Nº 16.744 el sistema de seguridad social pasó a hacerse cargo del otorgamiento de prestaciones básicas,
uniformes y universales a los trabajadores afiliados al sistema, liberando al empleador de su gestión directa en lo que hasta
ese momento constituía un modelo de previsión social de su cargo. En lo referido a las indemnizaciones civiles, se entendió
que la seguridad social podría no alcanzar a cubrir todos los daños que un accidente del trabajo o enfermedad profesional
ocasionaran, por lo que se mantuvo la acción para demandarlas, pero esta vez exigiendo culpa o dolo al responsable del
pago; la técnica utilizada fue la que hoy conocemos en el artículo 69 de la ley Nº 16.744 en sus dos literales.
De ahí entonces que frente a infortunios laborales que causen daños indemnizables civilmente, hoy es preciso conciliar las
prestaciones del sistema de seguro social de la ley Nº 16.744 con la norma contenida en el artículo 1556 del Código Civil,
entendiendo que esta norma comprende la reparación del daño emergente, el lucro cesante y también el daño moral.
Las prestaciones de la ley Nº 16.744 son las contempladas en su Título V, entre los artículos 25 y 57, vale decir,
prestaciones médicas, subsidios por incapacidad temporal, indemnización global, pensión por invalidez sea esta parcial o
total, pensión por gran invalidez y supervivencia.
La seguridad social generalmente cubre el daño emergente, esto es, aquel daño directo emanado del infortunio laboral, ya
que si el trabajador afectado no puede concurrir a su trabajo por estar lesionado, el seguro social de la ley Nº 16.744 le brinda
atención médica integral hasta su total recuperación y le sustituye la renta de actividad. Esto explica que no se demanden
indemnizaciones civiles orientadas al daño emergente.
En el caso del lucro cesante, esto es, de la pérdida de una expectativa cierta de obtener una ganancia, se viene
resolviendo por nuestros tribunales de justicia que no basta con un contrato de trabajo vigente al tiempo del accidente del
trabajo, ni los años de vida laboral que le restan al trabajador, para proyectar los ingresos que este contrato le generaría a
futuro al trabajador afectado, desde que se trata de conjeturas, de incertezas que impiden acceder a este tipo de reparación.
El criterio unificado por la Corte Suprema en esta materia expresa que no puede determinarse el quantum de la ganancia
exclusivamente en base a un juicio de probabilidades.
Por ello es que hoy la mayoría de las acciones indemnizatorias civiles que son conocidas por nuestros tribunales digan
relación con la reparación del daño moral, con la amplitud que ello conlleva.
En esta línea, Carmen Domínguez Hidalgo lo entiende del modo más amplio posible, incluyendo allí todo daño a la persona
en sí misma, física o psíquica, como todo atentado contra sus intereses patrimoniales. Agrega que comprende todo
menoscabo del cuerpo humano, considerado como un valor en sí y con independencia de sus alcances patrimoniales; y que si
bien en sus inicios el daño moral era identificado exclusivamente con el dolor o el sufrimiento o con los atentados al honor, en
el presente la gama de bienes de la persona que es indemnizada a este título es prácticamente irreproducible, encontrándose
la noción de daño moral en estricta dependencia con el nivel de protección jurídica que en cada época se estima
indispensable otorgarle a la persona.95
Existe un interesante problema en torno a la titularidad de la acción indemnizatoria del daño moral respecto de los
herederos del trabajador fallecido por un accidente del trabajo, pues por un lado se viene sosteniendo que no todo dolor
puede ser indemnizado y que debe definirse a los titulares de la acción resarcitoria en una suerte de orden de prelación de
acuerdo a la cercanía que dan la relación conyugal, el concubinato y el parentesco, recogiendo las ideas de Enrique Barros
Bourie96. Y en sentido contrario, se ha decidido que no existe una disposición legal que establezca algún orden de preferencia
que permita al juzgador restringir el derecho de una persona perjudicada con un ilícito civil para reclamar su resarcimiento.
Sobre las dimensiones del daño moral, su necesaria acreditación y la estandarización —y moderación— de los montos en
dinero a conceder, creemos que falta en Chile un largo camino por recorrer, tanto en el orden legal como en el jurisprudencial.
1) "Sergio Eduardo Candia Ramírez con Agrícola y Forestal Maderas Nativas Limitada", rol Nº 84-2014, Corte de Apelaciones de
Rancagua, 9 de octubre de 2014: El objeto de la reparación que corresponde al lucro cesante no es propiamente la pérdida de
capacidad de trabajo o de generación de ingresos, sino la expectativa objetiva de ingresos futuros que una persona que haya
sufrido un accidente laboral tenía a la fecha del siniestro.
2) "Juan Manuel Yáñez Barros con Juan Pablo; Meters Technology S.A. e Inversiones Santa Regina S.A.", rol Nº O-1548-2014,
Segundo Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago, 18 de julio de 2014: Puesto que la pérdida de su mano derecha le impide
desempeñar el oficio que conoce a causa del accidente laboral y en general cualquier otro oficio remunerado; y por otra parte,
la imposibilidad de acceder a una indemnización por invalidez en proporción al porcentaje de incapacidad, atendida la
inexistencia de un seguro de accidentes laborales contratado por su empleador, se dará lugar al lucro cesante, por la pérdida
de casi la totalidad de la mano derecha del actor, el monto que eventualmente le hubiese correspondido por concepto de
pensión de invalidez y estimando como expectativa de vida de acuerdo a la edad del actor un período de 6 años.
3) "Ángel González Saavedra con Geominco S.A.", rol Nº 184-2014, Corte de Apelaciones de Santiago, 17 de julio de 2014: Como
se ha establecido que el accidente se ha debido a la culpa del empleador, el trabajador tiene derecho, además de las
indemnizaciones que contempla la referida legislación, a aquellas otras indemnizaciones "con arreglo a las prescripciones del
derecho común", que es precisamente lo que ha sucedido en la especie, en que el actor ha demandado indemnizaciones
propias del derecho civil, por aplicación del artículo 69 de la ley Nº 16.744, entre ellas el lucro cesante, indemnización esta
última que es independiente y compatible con aquella que se indica en el artículo 35 de la citada ley.
4) "Marichen Orietta Quinteros García y otros con Sergio Omar Espinoza Fierro; Congregación Hermanitas de los Pobres "; rol
Nº O-136-2014, Juzgado de Letras del Trabajo de Concepción, 19 de mayo de 2014: Con respecto al lucro pedido, la Excma.
Corte Suprema ha fallado reiteradamente que no estamos frente a un daño cierto y al aceptarlo estaríamos admitiendo certezas
respecto de situaciones que son sólo hipótesis y, por ende, ante un perjuicio incierto, que no es dable calcular lo solicitado,
porque el supuesto de un trabajo continuo y permanente en el tiempo es inexacto (rol Nº 257/2003), debiendo ser rechazada la
pretensión.
5) "Aarón Julio Gálvez González con Inversiones Alsacia S.A.", rol Nº O-2881-2013, Segundo Juzgado de Letras del Trabajo de
Santiago, 6 diciembre de 2013: El demandante no sufrió menoscabo económico remuneracional por el accidente sufrido ya que
percibió una suma incluso similar al sueldo base que le correspondía percibir, por parte del organismo encargado de pagar los
subsidios por incapacidad laboral y, además, que su relación laboral se encuentra vigente, desempeñando sus funciones y
percibiendo por ello la remuneración respectiva por lo que no ha demostrado haber perdido capacidad de ganancia alguna.
Motivos por los cuales, deberá rechazarse la demanda en cuanto por ella se solicita se indemnice lucro cesante.
6) "Luis Alejandro Tapia Calderón con Sierra Miranda Sociedad Contractual Minera", rol Nº O-79-2013, Juzgado de Letras del
Trabajo de Antofagasta, 5 de junio de 2013: La expectativa de vida, vida útil laboral y su edad, [...] circunstancias no pueden
considerarse, por sí solas, como antecedente suficiente para tener por concurrente el lucro cesante, desde que son conjeturas.
7) "Farías Lira Pilar Cecilia con Nestlé Chile S.A.", rol Nº O-3781-2012, Primer Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago, 1 de
febrero de 2013: Lucro cesante- [...] Esta juez estima que dicho concepto no es procedente, pues para su base de cálculo se
parte de una serie de premisas que carecen de certeza, como lo es el hecho que la demandante trabaje en forma
ininterrumpida hasta la edad de jubilarse y que reciba la misma remuneración.
8) "Juan Carlos Guerra Cortés con Constructora Algarrobo Ltda." rol Nº O-153-2013, Juzgado de Letras del Trabajo de
Antofagasta, 16 de mayo de 2013: Se tendrá especialmente presente la agudeza del dolor físico que padeció el trabajador, [...];
la entidad de la afectación anímica y temor que emana de no poseer ámbitos de protección formal o institucional frente a un
suceso lesivo; la incertidumbre futura sobre la pérdida imputable al empleador de la "chance" de obtener una óptima y completa
recuperación de la lesión, a través de un diagnóstico, atención y tratamiento oportuno, adecuado y profesional [...]. En base a
dichos criterios, este sentenciador fija la indemnización por daño moral en la suma de $ 8.000.000.
9) "Alejandro Andrés Cortés Álvarez con MTV Construcciones Limitada y otro", rol Nº O-2489-2012, 2º Juzgado de Letras del
Trabajo, 20 de noviembre de 2012: No existe grado de incapacidad determinado por el órgano competente para ello,
circunstancia que [...] impide concluir con mediana certeza la pérdida de ganancia que ha experimentado el actor, razón por la
cual este concepto indemnizatorio será desestimado por insuficiencia probatoria.
10) "Andrés Sandoval Opazo con Administradora de Campos del Aconcagua Limitada", rol Nº 11675-2011, Corte Suprema, 16 de
octubre de 2012: Si bien en la especie se ha demostrado que el actor ha experimentado perjuicio, no existe certeza —en lo que
a lucro cesante concierne—, de haber dejado aquél de obtener una ganancia cierta, determinada y objetivamente cuantificable,
como consecuencia de las lesiones sufridas, mismo rubro que no admite regulación prudencial.
11) "Cristopher Frank Poblete Villarroel con Sociedad Maderera Curauma S.A.", rol Nº 274-2012, Corte de Apelaciones de
Valparaíso, 16 de agosto de 2012: Un trabajador sufrió perjuicios por un accidente que debe imputarse a la responsabilidad de
los dueños de la empresa respectiva y que, en caso alguno, el monto que debe ser pagado por dichos daños puede
equipararse a los valores referidos en los artículos 34 a 42 de la ley Nº 16.744. Correspondía, en la especie, que el monto de
dichos perjuicios fuera evaluado como tal y no como una prestación de invalidez.
12) "Gonzalo Poza Parraguez con Recicladora Nacional de Metales S.A.", rol Nº 1686-2010, Corte de Apelaciones de Santiago, 8
de julio de 2011: No basta con establecer cuál es la remuneración del trabajador, ni cuántos años de vida laboral le restan al
trabajador —elementos que no bastan por sí solos, ya que ello implicará entrar en el terreno de la especulación y no de la
certeza del Derecho—, sino que también qué parte de la remuneración dejará de percibir en el futuro.
13) "David Vicente Maldonado Hevia con Uriarte y Pérez Cotapos Ltda." rol Nº 1649-2010, Corte de Apelaciones de Santiago, 11
de abril de 2011: La decisión definitiva sobre la cobertura de las secuelas derivadas de su accidente la obtuvo después de un
año de ocurrido éste, para lo cual tuvo incluso que recabar pruebas. Lo anterior, es un antecedente que debe ser ponderado a
la hora de cuantificar el daño moral a que se accederá.
14) "Luis Orlando Mella Baeza con SODIMAC S.A.", rol Nº 591-2010, Corte de Apelaciones de Santiago, 30 de julio de 2011:
Desde esta perspectiva, el lucro cesante resulta ser más bien un juicio de probabilidad, cuyo resultado no puede ser exacto ni
matemático, sino estimativo, basado en justificaciones criteriosas, dentro de un contexto de normalidad y atendidas las
circunstancias del caso.
15) "Ángel Esteban Flores Muñoz con Inmobiliaria y Transportes Caneleo Farías Ricardo Antonio EIRL.", rol Nº O-491-2011, 2º
Juzgado de Letras del Trabajo. 29 de julio de 2011: Que el daño moral se produce por toda lesión, menoscabo o perturbación a
los derechos inherentes a la personalidad de un sujeto, y por ende deben someterse a la reparación no sólo del dolor sufrido
por la pérdida que le ha afectado a la persona sino que también considerar los perjuicios que ha ocasionado en lo estético, lo
social, el agrado de vivir.
16) "Silva Araos, Luis Rosamel contra Compañía de Servicios de Movilización Limitada", rol Nº 227-2010, Corte de Apelaciones de
Valparaíso, 15 de septiembre de 2010: Pues los únicos antecedentes ciertos al respecto son su contrato de trabajo y las
liquidaciones de sus remuneraciones que se acompañan a los autos, los que en modo alguno permiten dar por cierto que el
actor habría conservado ese empleo hasta el día en que hubiera cumplido la edad exigida para jubilar.
17) "Alfonso Manríquez Riquelme con Plásticos Buros S.A.", RIT Nº O-116-2009, Corte Suprema, 10 de septiembre de 2010: Que,
por las razones anotadas, sólo cabe concluir que los jueces del fondo han dado correcta aplicación a las normas de los
artículos 34, 35 y siguientes de la ley Nº 16.744, al declarar la compatibilidad de las indemnizaciones allí previstas, con las
demás que corresponden al afectado con arreglo al derecho común, en especial, el lucro cesante, de modo que no existe
mérito suficiente para alterar por esta vía lo que en este juicio se ha resuelto, en la medida que la decisión adoptada se estima
ajustada a derecho.
18) "Leiva con Integra", rol Nº 67-2010, Corte de Apelaciones de Puerto Montt, 18 de junio de 2010: Para dar lugar a la
indemnización por daño moral, no se requiere como exigencia que la enfermedad profesional haya sido previamente
reconocida por un organismo técnico.
19) "Ulises Cerda Pacarevic con Cencosud S.A.", rol Nº 8666-2008, Corte de Apelaciones de Santiago, 10 de mayo de 2010: El
actor ha sufrido una pérdida de capacidad de trabajo del diez por ciento, porcentaje, que (...) no es de la magnitud que ha sido
considerada por la normativa de la seguridad social para ser reparada mediante compensaciones de tipo económico.
20) "Roberto Orlando Quilapan Collipal con Easy S.A.", RIT O-705-2010, Segundo Juzgado de Letras del Trabajo, de 18 de junio
de 2010: Sin embargo ocurre que analizada el conjunto de la prueba no es posible establecer que el demandante haya visto
afectado su nivel de ingresos o ganancia con ocasión del accidente, ya que a la fecha mantiene su fuente laboral con la
demandada en los mismos términos que regían al momento de producirse el accidente, situación que lleva al tribunal a
desestimar esta pretensión.
21) "Andrés Sandoval Opazo con Administradora de Campos Ltda.", rol Nº 11675-2011, Corte Suprema, de 16 de octubre de
2012: Si bien en la especie se ha demostrado que el actor ha experimentado perjuicio, no existe certeza —en lo que a lucro
cesante concierne— de haber dejado aquél de obtener una ganancia cierta, determinada y objetivamente cuantificable, como
consecuencia de las lesiones sufridas, mismo rubro que no admite regulación prudencial, de lo que cabe concluir que en la
sentencia cuestionada se ha incurrido en la infracción de ley denunciada, del artículo 1556 del Código Civil.
22) "Quiñones Collet, Juan Gustavo y otros con Empresa de Transportes Rurales Ltda.", rol Nº 6574-2013, Corte de Apelaciones
de Santiago, de 26 de septiembre de 2014: No existe una disposición legal que en nuestro Código Civil establezca algún orden
de preferencia que permita al juzgador restringir el legítimo derecho a una persona que ha resultado perjudicada por la
actuación ilícita de otra de reclamar su resarcimiento.
23) "Fernández Contreras, Jacqueline con Tur Bus Ltda.", rol Nº 2347-2011, Corte de Apelaciones de Santiago, 2 de agosto de
2012: La muerte de una persona puede provocar un sufrimiento efectivo en muchas personas, familiares o amigos o, incluso,
tratándose de personas con connotación pública, como determinados artistas o deportistas, el número de personas que ha
sufrido un daño moral cierto y comprobable puede elevarse a miles o cientos de miles. Respecto de la demandada, sea o no
civilmente responsable de la muerte del señor Jorge Alberto Fernández Contreras, lo cierto es que el daño moral que le habría
cabido reparar ya está pagado, al transigir con la viuda y los hijos del difunto, de modo que la acción de autos, planteada por
sus hermanos, no puede prosperar.97
En el caso de los servicios transitorios, está el artículo 183-AB del Código del Trabajo, en el cual se establece que es de
responsabilidad directa de la usuaria el cumplimiento de las normas referidas a la higiene y seguridad en el trabajo,
especialmente las medidas de prevención de riesgos que deba adoptar respecto de sus trabajadores permanentes, debiendo
observar asimismo lo dispuesto en el inciso tercero del artículo 66 bis de la ley Nº 16.744. El énfasis acá es mayor para la
usuaria, lo que resulta de toda lógica pues el artículo 183-X del Código del Trabajo le reconoce la facultad de organizar y
dirigir el trabajo del trabajador transitorio, dentro del ámbito de las funciones para las cuales fue puesto a su disposición.
La aplicación a casos concretos del artículo 183-E del Código del Trabajo ha dado lugar a cuatro problemas interpretativos
aún no resueltos, desde que se aprecian criterios disímiles para resolverlos.
El primero de ellos dice relación con la responsabilidad solidaria de la empresa principal establecida en el artículo 183-B del
Código del Trabajo y las obligaciones laborales y previsionales de dar del contratista respecto de sus propios trabajadores. En
ciertos casos se ha resuelto que esta solidaridad pasiva incluye los incumplimientos al deber de seguridad del empleador,
desde que se traducen en la obligación de indemnizar; en otros casos se ha razonado en el sentido que no se trataría de
obligaciones de dar sino de hacer, no comprendidas por tanto dentro de la solidaridad de la empresa principal.98
Una segunda cuestión se plantea a propósito de la responsabilidad de la empresa principal cuando se le atribuye
responsabilidad civil en razón del artículo 183-E del Código del Trabajo, pues algunos tribunales sostienen que este
tratamiento diferenciado que hace el legislador impide calificar esta responsabilidad como solidaria o subsidiaria, atento el
tenor del artículo 1511 del Código Civil, que reconoce como fuentes de la solidaridad la convención, el testamento o la ley, de
manera que sólo cabe la responsabilidad simplemente conjunta en relación con la regla del artículo 183-E del Código del
Trabajo; otros tribunales, en cambio, vienen resolviendo que esta responsabilidad directa no elimina la solidaridad pasiva que
la ley estableció para la empresa principal el artículo 183-B del Código del Trabajo.
El tercer dilema interpretativo se vincula con las dimensiones del deber de seguridad de la empresa principal, ya que por
una parte se ha resuelto a partir del tenor expreso del artículo 183-E del Código del Trabajo que de él emanan deberes muy
concretos, que son los establecidos en el artículo 66 bis de la ley Nº 16.744 (Departamentos de Prevención de Riesgos de
Faena, Comités Paritarios de Faena, Sistema de Gestión de la Seguridad y Salud en el Trabajo, fundamentalmente); en un
sentido contrario, otras sentencias atribuyen al deber de protección de la empresa principal una dimensión análoga a la que
asiste al empleador en virtud del artículo 184 del Código del Trabajo.
El cuarto problema dice relación con el deber de seguridad de la empresa contratista respecto de los trabajadores de su
subcontratista, ya que se ha resuelto que a la contratista no le corresponde velar por la vida y seguridad de los trabajadores
del subcontratista, puesto que ello es una obligación de este último y de la empresa principal dueña de la obra. Este criterio
pareciera liberar a quien se encuentra en un nivel intermedio dentro de la cadena de subcontratación, lo que visto desde la
perspectiva de la prevención de riesgos laborales no es eficiente a los fines que se esperan obtener.
La historia fidedigna del establecimiento de la ley Nº 20.123, D.O. de fecha 16 de octubre de 2006, no aporta elementos
que permitan resolver las cuestiones en las que hoy no existe una única tendencia jurisprudencial, pues prácticamente no
existió debate legislativo a propósito de la incorporación de estas normas sobre seguridad y salud en el trabajo al Código del
Trabajo.
1) "Marcelo Iván Donoso Arce con Constructora RRC EIRL; Euro Constructora S.A. y Eurocorp S.A.", rol Nº O-1577-2014,
Segundo Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago, 25 de julio de 2014: Si bien la empresa mandante acreditó la existencia
del reglamento para empresas subcontratistas contenido en el art. 66 bis de la ley Nº 16.744 y los testigos reconocieron la
existencia de charlas de seguridad entregadas por los prevencionistas de riesgo de la empresa mandante, y a su vez
acompañó documentación que acredita la existencia de comité paritario que este sesionaba con regularidad; la falta de
demarcación de las zonas de las tuberías resulta imputable tanto al empleador directo, como a la empresa mandante.
2) "Miguel Ángel Coronado Morales con Servicios Generales Catedral Limitada y otro", rol Nº O-1163-2014, Primer Juzgado de
Letras del Trabajo de Santiago, 18 de julio de 2014: La responsabilidad que pesa sobre la demandada (empresa principal) de
acuerdo al artículo 183-E, es de carácter directa. Que en cuanto a la forma en que deben responder ambas demandadas, cabe
tener presente que éstas no responden solidariamente, al no existir fuente legal que así lo establezca. En consecuencia,
responden de manera simplemente conjunta o mancomunada, que es la regla general en materia de responsabilidad en casos
de pluralidad de sujetos.
3) "Forestal Celco S.A. con Drago Lillo Quintana; Inspección Comunal del Trabajo de Constitución", rol Nº 66-2014, Corte de
Apelaciones de Talca, 3 de julio de 2014: Resulta innegable que la responsabilidad directa e inmediata respecto de la adopción
de todas las medidas eficaces para proteger la vida y salud de los trabajadores y la de proporcionar los elementos de trabajo,
recae en el empleador, y no en la empresa mandante, ya que cuando el Código del Trabajo, en sus artículos 184 y 183 E, al
remitirse al artículo 66 bis de la ley Nº 16.744 sólo impone a la principal la obligación de vigilar el cumplimiento de dicho deber
mediante la implementación de un sistema de seguridad y salud en el trabajo, razonar del modo contrario implica privar de
sentido aquel inciso primero; no se le puede asignar a (la reclamante) el carácter de infractora de la ley laboral.
4) "José Molina Aguilera con Comercial Sepmo y Compañía Limitada y otra", rol Nº 10139-2013, Corte Suprema, 10 de junio de
2014: Por ello, la intensificación de la responsabilidad de la empresa principal que atraviesa las normas en comento permite
sostener que si ante una inobservancia de los deberes que establecen los artículos 183 C y 183 D del Código del Trabajo surge
la responsabilidad solidaria de la empresa principal ante los incumplimientos de las obligaciones laborales —carácter del cual
participa el deber de seguridad, como ya se ha dicho— y previsionales del contratista para con los trabajadores de éste, con
mayor razón ha de surgir similar sanción ante la infracción de un deber del mismo tipo —laboral— y que grava al dueño de la
obra por expresa disposición de la ley.99
5) "Sergio Andrés Villagra Martínez con Transportes Gárate E.I.R.L y otro", rol Nº O-4934-2013, Primer Juzgado de Letras del
Trabajo de Santiago, 5 de marzo de 2014: No es acertado restringir la responsabilidad solidaria del dueño de la obra sólo a las
obligaciones de dar, ya que de los artículos 183 B y 183 E del Código del Trabajo se desprende que, ante el incumplimiento de
la obligación de seguridad por parte del contratista y de la empresa principal, existe una pluralidad de obligados para con un
mismo acreedor, siendo el objeto debido uno: la indemnización del daño producido como consecuencia del accidente laboral.
Por lo tanto, el acreedor tiene dos deudores y hay solidaridad entre ellos.
6) "Juan Carlos Palominos Rubio con Carlos Enrique Abell Soffia e Ilustre Municipalidad de Melipilla", rol Nº O-4112-2013,
Segundo Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago, 4 de febrero de 2014: Que, concurriendo una pluralidad de sujetos
obligados a una misma prestación de carácter divisible, se hace aplicable la regla general para este tipo de obligaciones, en
este caso, las simplemente conjuntas o mancomunadas, en que cada deudor está obligado al pago de su parte o cuota de la
deuda, descartando el cumplimiento en solidaridad de la obligación, ya que para que ésta proceda debe ser establecida en
virtud de una convención, testamento o de la ley, como lo establece el inciso 2º del artículo 1511 del Código Civil.
7) "Carmelo Aguayo San Martín con Ingeniería y Construcciones Osarco E.I.R.L. y otro ", rol Nº 9858-2013, Corte Suprema, 25 de
febrero de 2014: Que lo expuesto en los considerandos que anteceden conduce a concluir que la sentencia impugnada por el
recurso de nulidad, ha incurrido en infracción de ley al considerar que en la situación del demandante es aplicable la norma del
artículo 183 B del Código del ramo y no el artículo 183 E del mismo cuerpo legal, que dispone que la responsabilidad de la
empresa principal en un accidente del trabajo sólo puede ser declarada en virtud de un incumplimiento de las obligaciones
propias y particulares que la ley le ha impuesto sobre la materia y no como garante de las obligaciones que ha debido cumplir el
empleador directo.
8) "Salas Rojas Marcelo Humberto con Sistemas de Cielos Metálicos Limitada" Corte de Apelaciones de Valparaíso, rol Nº 178-
2013, Corte de Apelaciones de Valparaíso, 5 de julio de 2013: Que de acuerdo a lo ya razonado se colige que las obligaciones
indemnizatorias de los demandados deben ser asumidas en forma conjunta por lo que en aplicación de la regla prevista en el
artículo 1511 del Código Civil, cada uno de ellos es obligado solamente en una parte o cuota de la deuda que en este caso es
la indemnización de los perjuicios sufridos por el trabajador.
9) "Constructora Baker Ltda. con Inspección del Trabajo de Puerto Montt", rol Nº I-9-2013, Juzgado de Letras del Trabajo de
Puerto Montt, 7 de junio de 2013: Que la empresa reclamante argumenta [...] que la disposición se refiere a la obligatoriedad de
contar con sistema de Gestión de Seguridad y Salud; reglamento especial para empresas contratistas, todo lo cual cumplió [...].
Que dicha afirmación es efectiva [...]. Sin embargo, lo que la fiscalizadora sancionó no fue esto sino que el hecho de no haber
vigilado no solo la entrega, sino también el uso correcto de los elementos de protección tal como exige el Nº 3 inciso final del
artículo 9 D.S. Nº 76 por lo que la infracción se encuentra normada y existió.
10) "David Ramírez Barría con Construcción Industrial y otra", rol Nº 5620-2012, Corte Suprema, 27 de marzo de 2013: La
responsabilidad de la empresa principal en un accidente del trabajo sólo puede ser declarada a virtud de un incumplimiento de
las obligaciones propias y particulares que la ley le ha impuesto sobre la materia, y no como garante de las obligaciones que ha
debido cumplir el empleador.
11) "Toledo con GSP Limitada", rol Nº 1277-2011, Corte de Apelaciones de Santiago, 1 de octubre de 2012: En autos se ha
establecido que la Empresa de Servicios Transitorios GSP-EST Limitada tiene la calidad de empresa de servicios transitorios,
de acuerdo a lo expresado en el artículo 183 R del Código del Trabajo. Que la responsabilidad que le cabe a esta demandada
en los hechos expuestos en la demanda se debe a su condición de empleadora que se le atribuye en autos, conforme lo
dispone el artículo 183-B, que consagra la responsabilidad solidaria.
12) "Toledo con GSP Limitada", RIT O-1165-2011, Primer Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago; sentencia de 20 de julio de
2011: Así las cosas la interpretación que debe darse al artículo 183 AB, del Código del Trabajo, es que tanto la empresa de
Servicios Transitorios como la empresa Usuaria, deben adoptar todas las medidas de seguridad necesarias para proteger la
vida y salud de todos los trabajadores, y la inobservancia de tales medidas las hace responder de manera solidaria en relación
a las materias previstas por la Ley Nº 16.744, sobre Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales, pues al suscribirse
un contrato de naturaleza laboral, los contratantes quedan obligados por todas las leyes que rigen la materia y es esta
legislación laboral, la que establece el deber u obligación de seguridad para el empleador.
13) "Luis Enrique Ríos Poblete con Constructora Senarco S.A. y otro", rol Nº O-786-2011, Primer Juzgado de Letras del Trabajo de
Santiago, 16 de junio de 2011: En cuanto a la forma en que deben responder ambas demandadas, cabe tener presente que
éstas no responden solidariamente, al no existir fuente legal que así lo establezca. En consecuencia, responden en forma
simplemente conjunta o mancomunada, que es la regla general en materia de responsabilidad en casos de pluralidad de
sujetos.
14) "Saavedra con Carnes Ñuble S.A.", rol Nº 68-2010, Corte de Apelaciones de Chillán, 2 de marzo de 2011: En lo que dice
relación con la infracción al artículo 1511 del Código Civil, es del caso advertir que el artículo 183 B establece una solidaridad
legal al señalar en lo pertinente que la empresa principal (...) será solidariamente responsable de las obligaciones laborales
(entre las que se encuentra aquellas expresadas en los artículos 183 E y 185 del Código del Trabajo) y previsionales de dar
que afecten a los contratistas a favor de los trabajadores de éstos, incluidas las eventuales indemnizaciones legales que
correspondan por el término de la relación laboral. Así las cosas, de lo expuesto, no es posible concluir que se haya vulnerado
el artículo 1511 del Código Civil. En la especie, se está frente a una obligación solidaria emanada de la ley.
15) "Campos Mena José con Servicios Industriales B y D Ltda. y Sodimac S.A.", rol Nº 1253-2011, Corte de Apelaciones de
Santiago, 13 de diciembre de 2011: Se busca proteger en debida forma la vida y la salud de todos quienes trabajan en un
determinado lugar, ya fuere que sean dependientes del contratista o del subcontratista como del dueño de la obra principal, de
suerte que si acontece algún accidente laboral todos responden solidariamente del perjuicio y daño que se cause al trabajador
por infracción a esas normas de protección, sin que para ello tenga que entrar a averiguarse si el giro o actividad del dueño de
la obra principal es o no de idéntica naturaleza al del contratista.
16) "Abbott Jiménez, Georgina c/ Recex Ltda. y otra", rol Nº 8501-2010, Corte Suprema, 30 de junio de 2011: Que las partes hayan
estado sometidas a un régimen de subcontratación, no exime ni releva al empleador del cumplimiento de las obligaciones que
le impone el artículo 184 del Código del Trabajo, esto es, adoptar las medidas necesarias para proteger eficazmente la vida y
salud de los trabajadores.
17) "María Angélica Rojas Toledo con Ibáñez Servicios Limitada y otro"; O-52-2010, 2º Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago,
9 de junio de 2010: Con todo, el tratamiento diferenciado que hace el legislador, impide calificar la responsabilidad de la
empresa como solidaria o subsidiaria y, en el silencio legislativo, se estima es simplemente conjunta.
18) "Rodrigo Roberto Ramos Alvarado con ASEGIM Limitada; CONAFE S.A.", rol Nº 130-2010, Corte de Apelaciones de La
Serena, de 7 de diciembre de 2010: Que la empresa individual tenga una responsabilidad directa, no significa otra cosa, en este
contexto, que se la pueda demandar independientemente del contratista por su propia responsabilidad, pero no elimina la
solidaridad pasiva que la ley estableció respecto de las obligaciones laborales y previsionales que ésta adquiere. Por tal razón
no es una obligación simplemente conjunta.
19) "Eduardo Mauricio Espinoza Cares con Ingeniería y Construcción Sigdo Koppers S.A.", RIT O-1131-2010, Primer Juzgado del
Trabajo de Santiago, 27 de agosto de 2010: En atención a que conforme dispone el artículo 183 B del Código del Trabajo la
empresa principal es solidariamente responsable de las obligaciones laborales, no pudiendo restringir éstas a las obligaciones
de dar, sino también a las de hacer, ya que entenderlo conduce a que pierde el sentido el sistema normativo que busca
proteger integralmente a los trabajadores que prestan servicios a una empresa principal y a una contratista, donde el
cumplimiento en el pago de las remuneraciones y cotizaciones de seguridad social es tan importante como velar de manera
real, eficiente y oportuna por la seguridad de los trabajadores, actividad que no se puede entender por satisfecha con la sola
existencia de un manual al efecto.
20) "Sotraser S.A. con Inspección del Trabajo de Valdivia", rol Nº 8024-2010, Corte Suprema, de 26 de mayo de 2011: La
obligación de adoptar las medidas necesarias para proteger la vida y salud de los trabajadores, en materia de seguridad, están
dirigidas o a los empleadores —acorde con el artículo 184 del Código del Trabajo ya referido— o bien, a la empresa principal,
respecto de los trabajadores que laboran en su obra, cualquiera sea su dependencia; y respecto de los contratistas y
subcontratistas, asumen sólo la responsabilidad en tanto cuanto empleadores, al tenor de la norma general del artículo 184, ya
referido. En consecuencia, si en la especie se trata del incumplimiento de una norma de seguridad de parte de una empresa
subcontratista, la ley, al tenor de lo que se ha razonado precedentemente, la impone también respecto de la empresa principal,
carácter que no tiene la reclamante, ya que como se estableció en los hechos de la causa, inamovibles para este tribunal, ésta
es solo contratista.
2.5. La exposición imprudente al daño del trabajador como causal eximente de responsabilidad del empleador
En el capítulo I dedicado al Deber de Seguridad hemos hecho referencia a la obligación de seguridad compete al trabajador
y en lege ferenda a las bases que debieran guiar la labor interpretativa de los tribunales de justicia.
En el presente capítulo damos cuenta de ejemplos concretos en los cuales nuestros tribunales reconociendo la exposición
imprudente al riesgo de parte del trabajador, han aplicado la regla del artículo 2330 del Código Civil, ya sea para atenuar la
responsabilidad del empleador o derechamente para desestimarla.
1) "Maori Otárola Araya con Alimentos Fruna Limitada", rol Nº 530-2014, Corte de Apelaciones de Santiago, 25 de septiembre de
2014: Si la víctima del accidente se ha expuesto imprudentemente al daño, corresponde aplicar a la relación entre el empleador
y el trabajador la regla de compensación de culpas y de disminución correlativa de la indemnización.
2) "Sebastián Arias Fuenzalida con Abengoa Chile S.A.", rol Nº O-2967-2011, 2º Juzgado del Trabajo de Santiago, 19 de diciembre
de 2011: Que el hecho de indicarle al actor que no realizara trabajo el día del accidente, por no encontrarse en condiciones
físicas era eficaz para evitar el accidente, [...] por cuanto la instrucción era no trabajar, y al no acatarla el actor se expuso
imprudentemente al daño que sufrió.
3) "Durán Valenzuela Marcelo con Mendizábal Monardez y Cía. Ltda. y otro", rol Nº 491-2013, Corte de Apelaciones de
Antofagasta, 30 de julio de 2014: Que en cuanto a la exposición imprudente a los daños [...], alegada por los demandados
solidarios, por haber conducido el vehículo sin cinturón de seguridad, esta Corte procederá a acogerla, de conformidad a lo
prevenido en el artículo 79 Nº 10 de la ley Nº 18.290.
4) "Pablo Castillo Astorga con Amadei Ingeniería en Procesos Mecánicos Ltda.", rol Nº O-4508-2013, Primer Juzgado de Letras del
Trabajo de Santiago, 20 de febrero de 2014: Se estima que el accidente sufrido por el actor no corresponde ser indemnizado
por la demandada, toda vez que su causa basal se debe a un descuido, un accionar involuntario efectuado por el trabajador, el
que al presionar el pedal de la prensa liberó el pestillo ocasionando la caída de la misma y atrapamiento de sus dedos índices.
5) "Román Oporto Jorge Jesús con Transportes Vic Ben S.A.", rol Nº O-156-2013, Segundo Juzgado de Letras del Trabajo de
Santiago, 9 de mayo de 2013: Lo cierto es que con o sin faja, el accidente tuvo como única causa la exposición imprudente del
trabajador en la labor encomendada, pues habiendo recibido instrucción respecto del manejo de carga en ascenso se coloca
imprudentemente en la posición contraria, lo que provoca la grave lesión. En consecuencia, se estima que en la especie no ha
existido nexo causal entre el accidente del trabajador y culpa por parte de la demandada en su ocurrencia, motivo por el cual se
desestima la demanda en todas sus partes.
6) "Vega Maldonado Verónica Salomé con Sandoval Follel Manuel", rol Nº 64-2012, Corte de Apelaciones de Antofagasta, 13 de
junio de 2012: La exposición imprudente al daño fue alegada por el recurrente en la contestación de la demanda, en los
términos indicados por el citado artículo 2330, esto es, "la apreciación del daño está sujeto a reducción, si el que lo ha sufrido
se expuso a él imprudentemente", por lo tanto, el recurrente no puede pretender que, a través de ella, se elimine la negligencia
culpable.
7) "Giovanni Alexis Díaz Mondaca con Empresa Constructora Bravo e Izquierdo Limitada" O-3314-2011, Segundo Juzgado de
Letras del Trabajo. 23 de enero de 2012: Que atendido lo expuesto en las reflexiones precedentes, no cabe sino concluir que el
accidente del trabajo que sufrió el demandante fue provocado por su propia falta de cuidado al descender del montículo de
tierra sin la debida calma, habida consideración que a pesar de contar con las instrucciones e implementos para la adecuada y
segura realización de sus labores, contravino tales instrucciones especialmente, todo lo cual produjo las consecuencias tenidas
por probadas.
8) "Miguel Palma Vega con Pavimentos Quilín Limitada", 14 de mayo de 2010, RIT O-396-2010, Primer Juzgado de Letras del
Trabajo de Santiago: La figura que invoca, contemplada en el artículo 2330 del Código Civil, resulta inaplicable a este caso, en
que la fuente legal en que se sustenta la responsabilidad del empleador, deriva justamente de la existencia de un contrato de
trabajo, de manera que necesariamente la responsabilidad involucrada es la contractual y no la extracontractual, que rige la
norma esgrimida.
En la medida que un infortunio laboral cause un daño a la vida, a la integridad física o psíquica del trabajador, puede
estimarse que afecta la garantía consagrada en el artículo 19 Nº 1 de la Constitución Política de la República, siempre que su
vulneración sea consecuencia directa de actos ocurridos en la relación laboral, conforme lo exige el artículo 485, inciso
primero, del Código del Trabajo.
La ley Nº 20.087, D.O. de fecha 3 de enero de 2006, estableció una indemnización sancionatoria que el juez laboral puede
conceder dentro del marco de una acción de tutela laboral conforme al artículo 489, inciso tercero, del Código del Trabajo, y
que fluctúa entre seis y once remuneraciones mensuales del trabajador.
En esta sede también se exige la culpa del empleador como criterio de atribución de responsabilidad, porque el artículo 485
del citado Código, junto con establecer determinadas garantías bajo la protección de la acción de tutela, señala en su inciso
segundo que "Se entenderá que los derechos y garantías a que se refieren los incisos anteriores resultan lesionados cuando
el ejercicio de las facultades que la ley le reconoce al empleador limita el pleno ejercicio de aquéllas sin justificación
suficiente, en forma arbitraria o desproporcionada, o sin respeto a su contenido esencial...", todas calificaciones que son
atributivas de al menos culpa a la entidad empleadora.
Si bien históricamente la invalidez profesional generó despidos por la causal de caso fortuito o fuerza mayor, primero, y
más adelante por necesidades de la empresa por falta de adecuación laboral o técnica del trabajador, los tribunales de justicia
y más tarde el legislador, le pusieron término a esta práctica derogando la falta de adecuación laboral o técnica del trabajador
como justificante de las necesidades de la empresa e incorporando el artículo 161 bis del citado Código. Así, en la actualidad
y bajo el imperio de este último precepto, si una entidad empleadora decide desvincular a un trabajador afectado por un
infortunio profesional que le cause invalidez, por no poder reubicarlo en nuevas funciones, debe necesariamente invocar como
causal de terminación de los servicios la contemplada en el artículo 161 del Código del Trabajo, esto es, las necesidades de la
empresa, establecimiento o servicio, con los inconvenientes que dicha causal supone.
Por otra parte, en el supuesto señalado el trabajador puede ejercer la acción de tutela laboral contemplada en el artículo
485 y siguientes del Código del Trabajo, la que se presenta como una alternativa más para reclamar la reparación de los
daños causados por accidentes del trabajo y enfermedades profesionales. Así lo sostuvimos apenas estrenado el
procedimiento tutelar, pues estaban dadas las condiciones para accionar en esta sede con el objeto de obtener
indemnizaciones de un modo más ágil, en la medida que la estimación de daños se ajustara a los parámetros comprendidos
entre seis y once meses de la última remuneración mensual.100
Si bien este es un mecanismo para obtener de manera más ágil la reparación de estos daños, en la práctica casi no ha sido
utilizada según hemos podido comprobar con el paso del tiempo, siendo mucho más frecuente el ejercicio de la acción
indemnizatoria emanada del Derecho Civil.
Una explicación a esta tendencia dice relación con la magnitud de las indemnizaciones que por vía de tutela laboral es
posible obtener, dado que se encuentran tarifadas (entre seis y once remuneraciones mensuales), a diferencia de las que
pueden obtenerse ejerciendo la acción indemnizatoria civil, que no tiene límites especialmente en lo relacionado con el daño
moral.
En una revisión realizada en tres Juzgados de Letras del Trabajo durante el año 2013, en Antofagasta, Santiago y
Valparaíso, la hipótesis planteada se confirma.
En efecto, en el caso del Juzgado de Letras del Trabajo de Antofagasta, en el año 2013 se ingresaron tres casos de
demandas por vulneración de derechos fundamentales que incidían en un accidente del trabajo 101, que representaron el
2,15% del total de causas ingresadas en procedimiento de tutela en ese año.
En el Segundo Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago, en el año 2013 se ingresaron tres casos de demandas por
vulneración de derechos fundamentales que incidían en un accidente del trabajo102, que representaron el 0,43% del total de
causas ingresadas en procedimiento de tutela en ese año.
En el Juzgado de Letras del Trabajo de Valparaíso, en el mismo año 2013 se ingresaron dos demandas por vulneración de
derechos fundamentales que incidían en un accidente del trabajo 103, que representaron el 0,72% del total de causas
ingresadas en procedimiento de tutela en ese año.
Esta constatación no dista mucho del resultado general que ha tenido la acción de tutela de derechos fundamentales en los
mismos tribunales revisados durante el año 2013. No siendo el tema central del presente trabajo, sólo referiremos en detalle
el caso del Segundo Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago:
Totales
Totales Porcentajes Datos
56 8% Avenimientos
25 4% Desistimiento
14 2% No da curso a la demanda
9 1% Incompetencia
6 1% Archivada
4 1% Abandono
4 1% En tramitación
5 0% Retiro demanda
3 0% Acumulación
3 0% Caducidad
3 0% No aparece en sistema
4 0% Transacción
1 0% Contienda de competencia
1 0% Nulidad
De acuerdo a la muestra, del total de causas ingresadas en el año 2013, sólo el 16% llegó a contar con sentencia definitiva;
el 72% se resuelve antes, a través de avenimientos o conciliaciones, lo que no resulta muy esperanzador en relación con el
objetivo perseguido, cual es hacer efectiva la responsabilidad de la entidad empleadora cuando existen efectivas
vulneraciones a garantías fundamentales de los trabajadores; es evidente que hoy no se investigan ni se discuten.
Dentro de este 16% que llegó a sentencia definitiva figuran los tres casos que conoció el tribunal, correspondientes a
acciones que incidieron en accidentes del trabajo o enfermedades profesionales, esto es, un 0,43% del total de acciones de
esta naturaleza ingresadas durante el año 2013.
4.1. Alcance
El supuesto de operación de este ámbito de responsabilidad del empleador será su falta de cumplimiento de las normas
que lo obligan a cumplir con ciertos deberes en los que el bien jurídico protegido es la vida y salud de los trabajadores, un
medio ambiente libre de contaminación o bien la salud de la población, todas garantías fundamentales contenidas en nuestra
Constitución Política de la República y que se encuentran regulados en múltiples textos legales y reglamentarios sin una
estructura orgánica que nos permita contar con un derecho de la prevención de riesgos, según explicamos en el capítulo I del
presente trabajo.
Esta diversidad de regulación posibilita que en casos de accidentes del trabajo o enfermedades profesionales de cierta
magnitud, distintos organismos fiscalizadores inicien procedimientos administrativos sancionatorios en contra del empleador,
los que se desarrollan de manera simultánea —y paralela— a la existencia de procesos judiciales laborales, civiles o penales,
realidad que permite abrir debate en torno a sus implicancias en el principio non bis in idem.
El non bis in idem constituye un principio general del derecho que impide condenar dos veces por un mismo hecho, basado
a su vez en el principio de la proporcionalidad y respeto de la cosa juzgada, cuya aplicación es fundamental para el debido
proceso. Esto desde una mirada procesal.
Sus orígenes se sitúan en el Derecho Penal y hoy suele aceptarse su aplicación en todos los ámbitos del derecho y desde
una perspectiva muy amplia104. En un plano orgánico hay que tener en cuenta la posible intervención de dos tipos de órganos
represivos —judiciales y administrativos—, lo que significa que la duplicidad de decisiones puede surgir a los menos en los
siguientes ámbitos: entre dos tribunales penales, entre dos organismos públicos o bien entre un tribunal penal y un órgano
administrativo, siendo este último el supuesto más corriente.
Más allá de lo procesal, desde una perspectiva normativa la regla del non bis in idem sería simplemente el resultado de un
concurso de leyes, pues si existe la posibilidad de una pluralidad de sanciones por un solo hecho, ello es consecuencia de
que existe una previa pluralidad de tipificaciones infractoras del mismo. Porque es evidente que una misma infracción no es
posible sancionarla dos veces, a no ser en supuestos de reincidencia expresamente contemplados en la norma.
Alejandro Nieto apunta que la cuestión de la pluralidad de sanciones se reconduce a la de la pluralidad de infracciones y,
como éstas tienen que estar tipificadas en una norma previa, en último extremo nos encontramos ante la cuestión del
concurso de normas105 a propósito del non bis in idem.
Dentro de la triple identidad que debe darse para el supuesto de operación del principio en referencia, esto es, identidad de
sujetos, identidad de hechos e identidad de fundamentos, en la materia que ahora nos ocupa ciertamente tenemos que
detenernos en los fundamentos, que no son otra cosa que la justificación de la conducta tipificada como infracción.
Para ello, hay que atender a los intereses protegidos en cada caso, y la forma en que el legislador tipifica la infracción que
los lesiona. La tendencia mayoritaria observada en nuestros tribunales es la de no hacer lugar al principio non bis in idem para
preferir una sanción administrativa por sobre otras, o en relación a infracciones penales, en el entendido de que existen en el
ordenamiento jurídico diversas normas que, cada una en su ámbito de especialidad y cada una de manera independiente,
sancionan conductas atentatorias contra la seguridad y salud en el trabajo, cuestión que pareciera tener sustento en el
artículo 191 inciso tercero del Código del Trabajo al establecer lo siguiente: "Cada vez que uno de los servicios facultados
para fiscalizar la aplicación de normas de higiene y seguridad, se constituya en visita inspectiva en un centro, obra o puesto
de trabajo, los demás servicios deberán abstenerse de intervenir respecto de las materias que están siendo fiscalizadas, en
tanto no se haya dado total término al respectivo procedimiento".
4.3. El problema de la falta de tipicidad
Debe apreciarse muy claramente por el operador jurídico cuál es la conducta sancionada y el interés protegido por la
misma, estándar que resulta difícil de satisfacer en lo relacionado con el deber de seguridad del empleador.
En efecto, hemos venido señalando insistentemente que la conducta central que debe verificarse en el empleador
descansa en conceptos jurídicamente indeterminados, como son la "eficacia" en la protección de la vida y salud de los
trabajadores, y los medios de protección "necesarios" para tal fin, conforme lo establece el artículo 184 del Código del
Trabajo.
La calificación jurídica de la eficacia y de la necesidad a que hacemos mención queda entregada en cada caso particular al
criterio del funcionario fiscalizador, quien es el que termina dando contenido a dicha exigencia. Así, la exigencia de tipicidad
de la conducta infraccional no se cumple, al no poder apreciarse ex ante, en el artículo 184 del Código del Trabajo, cuál es en
concreto la conducta sancionada.
Raúl Fernández y Pedro Contador106sostienen que la particular naturaleza de las contravenciones administrativas en la
prevención de riesgos laborales, en las que se suman componentes múltiples y complejos, algunos de ellos impregnados de
elementos técnicos y sujetos a variabilidad en el tiempo, hacen imposible su condensación descriptiva en un precepto de
orden general como lo es una ley, lo que provoca que el principio de tipicidad al trasladarse al ámbito sancionatorio de la
Administración del Estado admita ciertos matices de atemperación.
No compartimos esta aseveración al menos en la realidad normativa que Chile tiene hoy, en que dada la gran amplitud en
que puede operar la conducta general tipificada en el artículo 184 del Código del Trabajo, se termina favoreciendo la
discrecionalidad por parte de quien ejerce la potestad, vulnerando no sólo el principio de tipicidad consagrado en el inciso final
del artículo 19 Nº 3 de la Constitución Política de la República, sino también el principio de igualdad ante la ley consagrado en
el Nº 2 del mismo precepto constitucional.
Nuestra discrepancia dice relación con la necesidad de promocionar desde la norma positiva la realización de conductas
preventivas, las que resultan difíciles de concretar en tipos infraccionales tan amplios.
Eduardo Cordero Quinzacara expresa que el gran problema de la tipicidad es el nivel de densidad normativa que se le
exige al legislador al determinar las conductas constitutivas de infracción. Este es un problema tradicional en el ámbito del
Derecho Penal y se plantea a propósito de las denominadas leyes penales en blanco, en especial aquellas cuyos tipos deben
ser complementados por normas reglamentarias, práctica bastante habitual en el ámbito administrativo, a lo que se agrega la
indeterminación y ambigüedad en la descripción de estos tipos. Cita al efecto doctrina del Tribunal Constitucional conforme a
la cual el artículo 19 Nº 3 de la Constitución exige que la conducta se encuentre "expresamente" descrita en la ley, pero no
que esté "completamente" descrita en el precepto legal, lo que permite dar cobertura al amplio catálogo de leyes cuyos
deberes son complementados por normas administrativas; sin embargo, la realidad nos entrega casos mucho más extremos,
en donde la remisión realizada por la ley constituye una mera excusa para que por la vía administrativa se determinen las
conductas constitutivas de la infracción, anotando por vía de ejemplo el caso del artículo 174 del Código Sanitario107.
¿Es el artículo 184 del Código del Trabajo un tipo infraccional en blanco? Pudiera estimarse que la generalidad de los
términos en que está planteado se supera con las normas de diversa jerarquía relacionadas a esta materia, que se
encuentran dispersas en el ordenamiento jurídico, lo que José Luis Diez Schwerter advierte cuando señala que el empleador
debe cumplir con una larga lista de exigencias legales, exigencias contenidas en reglamentos sectoriales (sobre protección
radiológica, seguridad minera, control de armas y explosivos, almacenamiento de combustibles, etc.), así como exigencias
impuestas directamente por organismos públicos en el desarrollo de ciertas actividades y el cumplimiento de la Norma Oficial
Chilena elaborada por el Instituto Nacional de Normalización y las propias disposiciones del Reglamento Interno de Higiene y
Seguridad de las empresas empleadoras108.
En la práctica, las multas por infracciones a los deberes relacionados con la seguridad y salud en el trabajo son dejadas sin
efecto en la sede judicial cuando la conducta sancionada no aparece claramente descrita en el acto administrativo que las
contiene, primando muchas veces la razonabilidad ante un marco regulatorio que presenta deficiencias.
1) "Constructora PB 70 Cima S.A. con Secretaría Regional Ministerial de Salud Pública de la Región Metropolitana ", rol Nº 1824-
2014, Corte Suprema, 2 de julio de 2014: Incurren en error de derecho los jueces del grado al sostener que no es posible
revisar lo obrado en el sumario sanitario a través de la acción de reclamación prevista en el artículo 171 del Código Sanitario,
ya que tal norma permite efectivamente que el juez revise los antecedentes administrativos para determinar, entre otros
aspectos, si los hechos atingentes se encuentran realmente comprobados.
2) "CESMEC S.A. con Comisión Chilena de Energía Nuclear", rol Nº 1037-2014, Corte de Apelaciones de Santiago, 23 de julio de
2014: Si bien no se produjo un peligro concreto a la seguridad y salud de las personas, de seguirse permitiendo el actuar de la
reclamante, de la manera que lo hacía a esa fecha, incrementaba las posibilidades de ocurrencia de un accidente o incidente
en materia radiológica, lo que significaría, además, por parte de la aludida Comisión, el no ejercicio de la labor fiscalizadora que
la ley le ha otorgado y cuya aplicación en ningún caso es facultativa, sino por el contrario, es deber de la institución hacer uso
de ésa y evitar la posibilidad de ocurrencia de hechos que puedan poner en peligro los bienes jurídicos que se le han
encomendado proteger.
3) "Red Televisión Chilevisión S.A. con Secretaría Regional Ministerial de Salud de la Región Metropolitana", rol Nº 6475-2014,
Corte Suprema, 5 de junio de 2014: No contando el foso con medida de seguridad alguna, resulta forzoso concluir que la citada
instalación no fue mantenida en condiciones seguras para evitar el daño a las personas, pues precisamente la ausencia de
advertencias y actos concretos de prevención originó el accidente mortal de que se trata. De la misma manera, resulta evidente
que no se suprimió en el lugar de trabajo un factor de peligro y que las omisiones referidas causaron la muerte a una
trabajadora. En tales condiciones, la reclamación de la multa impuesta por la SEREMI de Salud debe ser rechazada.
4) "Compañía Minera Zaldívar Limitada con Secretaría Regional Ministerial de Salud de la Región de Antofagasta", rol Nº 7558-
2013, Corte Suprema, 6 de marzo de 2014: Que, sin embargo, la naturaleza de las contravenciones administrativas, en las que
confluyen componentes técnicos, dinámicos y sujetos a variabilidad en el tiempo, hace imposible su síntesis descriptiva en un
precepto general como lo es una ley, de modo que el principio de tipicidad al traspasarse al ámbito sancionatorio admite ciertos
grados de atenuación.
5) "Ice Market S.A. con Secretaría Regional Ministerial de Salud de la Región de Los Lagos", rol Nº 9610-2012, Corte Suprema, 9
de octubre de 2013: Que, sin embargo, la naturaleza de las contravenciones administrativas, en las que confluyen
componentes técnicos, dinámicos y sujetos a variabilidad en el tiempo, hace imposible su síntesis descriptiva en un precepto
general como lo es una ley, de modo que el principio de tipicidad al traspasarse al ámbito sancionatorio de la Administración
admite ciertos grados de atenuación.
6) "Constructora Baker Ltda. con Inspección del Trabajo de Puerto Montt", rol Nº I-9-2013, Juzgado de Letras del Trabajo de
Puerto Montt, 7 de junio de 2013: La fiscalizadora sancionó no solo por no haber vigilado la entrega, sino también el uso
correcto de los elementos de protección tal como exige el Nº 3 inciso final del artículo 9º D.S. Nº 76, por lo que la infracción se
encuentra normada y existió.
7) "Inspección Provincial del Trabajo con Servicios de Arrendamiento de Maquinarias Río Quillón Limitada", rol Nº 230-2013, Corte
de Apelaciones de Concepción, 1 de octubre de 2013: No todo accidente o enfermedad que pueda ocasionar incapacidad para
el trabajador se debe denunciar, porque es de normal ocurrencia que trabajadores informen permanentemente a sus
empleadores de alguna enfermedad o accidente, y no asistan a sus labores, pero no toda enfermedad o accidente que
ocasiona incapacidad para el trabajo debe ser denunciado al organismo administrador respectivo, sino que aquellas que tengan
un vestigio o indicio de haberse producido a raíz de un accidente del trabajo.
8) "Comunidad Edificio Santiago Centro con Secretaría Regional Ministerial de Salud de la Región Metropolitana", rol Nº 5954-
2012, Corte Suprema, 5 de junio de 2013: El acta suscrita por el fiscalizador del Servicio de Salud, quien tiene el carácter de
ministro de fe, da cuenta de la constatación de la inexistencia de trabajo seguro en altura, del no uso de un arnés de seguridad
por parte del trabajador que resultó accidentado y de la falta de información al trabajador acerca de su derecho a conocer los
riesgos presentes en las distintas actividades a desarrollar, acta que de acuerdo a lo dispuesto por el artículo 166 del Código
Sanitario basta para dar por establecida la existencia de la infracción que motivó la aplicación de la multa.
9) "Ingeniería y Construcción Ricardo Rodríguez y Cía. Ltda con Seremi de Salud", rol Nº 24536-2014, Corte Suprema, 23 de
octubre de 2014: No se denuncian como infringidas las disposiciones legales de orden sustantivo relacionadas con el fondo de
la cuestión litigiosa constituida por el artículo 171 de dicho Código que consagra la reclamación en sede judicial en contra de
las resoluciones de la autoridad sanitaria que aplican sanciones a los administrados, así como tampoco del artículo 174 del
mismo cuerpo normativo que establece las sanciones a aplicar. Lo anterior es relevante si se tiene en consideración que estos
autos versan sobre una reclamación regida por el mencionado artículo 171 del Código Sanitario, por lo que las facultades de
análisis del sentenciador se rigen por la mencionada normativa. Por otro lado, tampoco se acusa la vulneración del artículo 76
de la ley Nº 16.744 que permitió a la autoridad administrativa configurar la infracción sanitaria y establecer la responsabilidad de
la actora.
10) "Cheffco S.A. con SEREMI de Salud de la Región Metropolitana", rol Nº 1615-2014, Corte Suprema, 15 de abril de 2014: Que
el artículo 174 del Código Sanitario menciona las penas que pueden aplicarse a quienes incurran en conductas transgresoras a
sus preceptos y a los reglamentos sanitarios. Esta disposición debe relacionarse con lo establecido en el artículo 82 del mismo
texto legal, que prescribe que el respectivo reglamento debe comprender normas que se refieran a "las condiciones de higiene
y seguridad que deben reunir los lugares de trabajo, los equipos, las maquinarias, instalaciones, materiales y cualquier otro
elemento, con el fin de proteger especialmente la vida, salud y bienestar de los obreros y empleados y de la población general".
11) "Áridos Coronel Limitada con Secretaría Regional Ministerial de Salud del Bío Bío", rol Nº 11462-2013, Corte Suprema, 16 de
enero de 2014: Atendiendo a lo dispuesto en los artículos 184 del Código del Trabajo, 82 y 174 del Código Sanitario, 66 bis de
la ley Nº 16.744, 3º, 36, 37 y 53 del Reglamento sobre Condiciones Sanitarias y Ambientales Básicas en los Lugares de Trabajo
y 21 del Reglamento sobre Prevención de Riesgos Profesionales, se concluye que la conducta por la cual se sancionó a la
empresa reclamante se encuentra debidamente encuadrada en las disposiciones que imponían la obligación de mantener las
medidas de seguridad orientadas a evitar accidentes que importaran un riesgo para la vida de los trabajadores y de terceros en
general, según lo contemplado en las previsiones legales y reglamentarias indicadas.
12) "Condensa S.A. con Secretaría Regional Ministerial de Salud de la Región Metropolitana", rol Nº 3117-2012, Corte de
Apelaciones de Santiago, 13 de septiembre de 2013: Que respecto de Sumario Sanitario (...), se puede concluir que este fue
iniciado de oficio (...) de conformidad con lo dispuesto por el artículo 161 del Código Sanitario, notificando la ocurrencia del
accidente de acuerdo a lo estipulado en la circular Nº 2.345 del año 2007, y que al momento de levantarse el acta, no mantuvo
la auto suspensión en razón de los términos de la referida circular, dejando constancia que las causas que dieron lugar al
accidente fueron la realización de pruebas de envases con gas comprimido en lugar no autorizado, hecho que el personal
desconocía los riesgos asociados a la manipulación de envases con gas comprimido y sus consecuencias al aplicarles
temperatura con medio térmico directo, por ende, no existiendo suspensión de las actividades que realiza el personal de la
empresa y el hecho de que los trabajadores realizaban pruebas de envases de gas comprimido con fuego, constituye una
infracción según lo dispuesto en el artículo 37 del Reglamento sobre Condiciones Sanitarias y Ambientales Básicas en los
Lugares de Trabajo, según consta en el decreto supremo Nº 549 del año 1999 del Ministerio de Salud.
13) "Secretaría Regional Ministerial de Salud Región de Valparaíso con Municipalidad de Viña del Mar ", rol Nº 11488-2011, Corte
Suprema, 25 de marzo de 2013: Que como se advierte del texto del artículo 171 del Código Sanitario, no existe en él limitación
a las facultades jurisdiccionales que tienen los tribunales de justicia para revisar, por la vía de la reclamación, las sanciones que
imponga la autoridad sanitaria, sea en cuanto a su procedencia, sea en cuanto a su entidad o monto. En efecto, al consignar
dicho precepto que "De las sanciones... podrá reclamarse ante la justicia ordinaria...", es posible inferir que se puede reclamar
tanto de la procedencia de las mismas como de la cuantía de ellas. Si se otorga a los tribunales la facultad de revisión de la
sanción impuesta, que constituye lo más, tienen entonces la facultad de examinar el monto, que es lo menos. Lo que regula el
inciso segundo de la mencionada disposición, en cuanto a las condiciones que deben concurrir para que el tribunal deseche la
reclamación, no trae como corolario necesario que, a contrario sensu, sólo se puede acoger una reclamación pero no disminuir
la multa impuesta.
14) "María Llanca Gajardo y otros con Alejandra Uribe Cuevas", rol Nº 676-2010, Corte de Apelaciones de Concepción, 30 de
noviembre de 2010: Que se haya sobreseído al empleador demandado en el sumario sanitario, que persigue la aplicación de
una multa para los casos señalados en la ley, no es suficiente para eximirlo de responsabilidad en el accidente, por cuanto, en
primer lugar, lo opinado por el Seremi de Salud no obliga a los tribunales de justicia.
15) "Sodexho Servicios S.A. con Inspección Comunal del Trabajo de Maipú", rol Nº 619-2014, Corte de Apelaciones de Santiago,
13 de octubre de 2014: Efectivamente, la Inspección del Trabajo tiene facultades para fiscalizar y, eventualmente, sancionar,
las infracciones a la legislación laboral y de seguridad social, sin perjuicio que disposiciones legales especiales le otorguen
competencia, además, a otros organismos. Lo que no es posible, desde luego, es fiscalizar y sancionar a una empresa a la vez
por distintos organismos y por la misma infracción.
16) "Sociedad Trevizán y Epsa S.A. con Secretaría Regional Ministerial de Salud de la Región de Antofagasta", rol Nº 1184-2013,
Corte de Apelaciones de Antofagasta, 2 de junio de 2014: Que tal como se ha fallado, si bien el principio non bis in
idem constituye un estándar de derecho internacional penal, ello no impide que se aplique en otras materias como civil y
administrativa, por cuanto es una resultante del principio de la cosa juzgada, más aún que en el caso que nos ocupa, la
imposición de multa, es una manifestación del poder sancionador del Estado, de manera que tiene características propias del
Derecho Penal. Que lo anterior, además, ha sido tratado en otras materias, por el artículo 191 inciso 3º del Código del Trabajo.
17) "Eulen Chile S.A. con Inspección Comunal del Trabajo Norte Chacabuco", rol Nº I-141-2013, Segundo Juzgado de Letras del
Trabajo de Santiago, 12 de julio de 2013: Si bien la reclamada, con toda razón, estima que ciertos hechos infringen no sólo una,
sino que varias normas del D.S. Nº 594, al tratarse, en definitiva, de un mismo hecho, debió cursar una sola infracción, toda vez
que al ser el fundamento fáctico de la segunda infracción una mera reiteración de aquellos extensamente consignados en la
primera, correspondiendo, por lo demás, a hechos de idéntica naturaleza, la autoridad administrativa de conformidad a las
reglas generales del derecho sancionatorio, sólo pudo aplicar una sanción, por tratarse de una misma conducta, sin perjuicio de
la facultad de considerar su carácter pluriofensivo a efectos de determinar su gravedad y el monto de la sanción.
Sabido es que la responsabilidad penal afecta a personas naturales y no a entidades con personalidad jurídica 109. Siendo
así, en los casos de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales subsumibles en los tipos penales aplicables, serán
sancionadas penalmente las personas que hayan intervenido directamente en los hechos, como quien dio una instrucción
equivocada o bien no supervisó la correcta realización de las tareas.
Lo anterior es sin perjuicio de la responsabilidad civil del empleador bajo cuya subordinación se desempeñen dichas
personas, en razón de la responsabilidad civil que le atribuyen los artículos 2320 y 2322 del Código Civil, pudiendo
excepcionarse sólo en el supuesto de probar que el ejercicio de las funciones por parte del dependiente se ha hecho de
manera impropia y que no tenía el medio de prever o impedir, empleando el cuidado ordinario y la autoridad competente.
Como en toda sentencia condenatoria en materia criminal viene envuelta la obligación de pagar las costas, daños y
perjuicios por parte de los autores, cómplices, encubridores y demás personas legalmente responsables, en los términos del
artículo 24 del Código Penal, la víctima de un accidente del trabajo o de una enfermedad profesional que sean constitutivos de
delitos podrá accionar directamente en contra del dependiente por cuya conducta culposa o dolosa ocurrió el hecho, para que
sea sancionado penalmente y, en lo relacionado con la acción civil indemnizatoria, podrá accionar directamente del
empleador, por la responsabilidad que le cabe en virtud de los artículos 2320 y 2322 del Código Civil110. Obviamente, la triple
identidad del non bis in idem desaparece.
En modelos comparados existen tipos penales creados específicamente para castigar conductas peligrosas para la
seguridad y salud en el trabajo, a las que se suman los tipos penales generales que pudieran ser procedentes.
En el caso de España, los artículos 316 a 319 de su Código Penal establecen delitos de peligro, dentro de los que destaca
el supuesto general contemplado en el artículo 316: "Los que con infracción de las normas de prevención de riesgos laborales
y estando legalmente obligados, no faciliten los medios necesarios para que los trabajadores desempeñen su actividad con
las medidas de seguridad e higiene adecuadas, de forma que pongan así en peligro grave su vida, salud o integridad física,
serán castigados con las penas de prisión de seis meses a tres años y multa de seis a doce meses".
En Uruguay existe la ley Nº 19.196 (D.O. de fecha 4 de abril de 2014) cuyo artículo 1º establece: "El empleador, o en su
caso, quien ejerciendo efectivamente en su nombre el poder de dirección en la empresa, no adoptaren los medios de
resguardo y seguridad laboral previstos en la ley y su reglamentación, de forma que pongan en peligro grave y concreto la
vida, la salud o la integridad física del trabajador, serán castigados con tres a veinticuatro meses de prisión".
En el caso de Chile, no se encuentran delitos específicos en donde sea posible identificar como bien jurídico protegido la
seguridad y salud en el trabajo. En aquellos casos en que la vida y salud de los trabajadores se vean afectados por la
conducta dolosa o culpable de otros, son aplicables los tipos penales generales contenidos en el artículo 390 y siguientes del
Código Penal, relativos a crímenes y simples delitos contra las personas, o bien en el artículo 490 y siguientes del mismo
Código en supuestos de culpa.
La gestión del seguro social de la ley Nº 16.744 se basa en el régimen de reparto que inspira su sistema de financiamiento,
a través del pago de una cotización básica general y una cotización adicional diferenciada en función de los riesgos laborales
que presente la entidad empleadora, que es la obligada al pago de dichas cotizaciones.
Este sistema, que constituye una excepción en la tendencia de los últimos treinta años en Chile —en que ha predominado
el modelo de capitalización individual—, unido a la naturaleza jurídica que deben tener los órganos gestores del ámbito
privado, quienes deben constituirse como corporaciones de derecho privado sin fines de lucro, ha servido de modelo a
muchos países en el pasado, atentos a los resultados históricos obtenidos particularmente en la reducción de las tasas de
accidentabilidad y en el otorgamiento de prestaciones médicas de gran calidad por parte de las Mutualidades de
Empleadores.
Hoy la gestión del sistema enfrenta nuevos desafíos, tanto en la orientación de las prestaciones que ofrece como también
en el énfasis particular que los tiempos actuales requieren en materia de prevención de riesgos en el trabajo.
1. ORGANISMOS ADMINISTRADORES
Las normas legales que se refieren a los organismos administradores del sistema se contienen en los artículos 8º a 14 de
la ley Nº 16.744, y son reglamentadas por el D.S. Nº 101 de 1968 y por el D.S. Nº 285 de 1969, ambos del Ministerio del
Trabajo y Previsión Social.
Administra el sistema desde el Estado, correspondiendo a los Servicios de Salud el otorgamiento de las prestaciones
médicas, las que pueden ser otorgadas también a través de las Mutualidades de Empleadores en virtud de convenios
especiales que pueden suscribir.
Entidades que deben constituirse según referimos antes como corporaciones de derecho privado y cumplir con los
siguientes requisitos:
— Los miembros adherentes deben ocupar, en conjunto, 20.000 trabajadores a lo menos, en faenas permanentes.
— Disponer de servicios médicos adecuados, propios o en común con otra Mutualidad, los que deben incluir servicios
especializados incluso en rehabilitación.
— Deben realizar actividades permanentes de prevención de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales.
— No pueden estar administradas directa ni indirectamente por instituciones con fines de lucro, y
— Sus miembros son solidariamente responsables de las obligaciones contraídas por ellas.
Cabe destacar que gestionan el seguro social de la ley Nº 16.744 de manera integral, lo que hace una diferencia con
modelos comparados en que la prevención de riesgos está entregada a entidades independientes.
En Chile existen tres Mutualidades de Empleadores: la Asociación Chilena de Seguridad, el Instituto de Seguridad del
Trabajo y la Mutual de Seguridad de la Cámara Chilena de la Construcción.
Estas entidades están autorizadas para extender la atención médica cuando estén en condiciones para ello y sin desmedro
de las funciones y obligaciones que les encomienda o impone la ley. De acuerdo al artículo 29 del D.L. Nº 1.819 de 1977, se
requiere de una autorización del MTPS.
Son fiscalizadas por la Superintendencia de Seguridad Social y, en el ámbito de las materias que conocen, los Servicios de
Salud.
— Otorgar beneficios iguales o superiores a los que conceda la entidad delegante (Instituto de Seguridad Laboral).
— Constituir garantías para asegurar el fiel cumplimiento de las obligaciones que asumen.
— No pueden deducir suma alguna de los aportes al sistema para gastos de administración.
En el pasado existió un gran número de empresas que gestionaban el seguro social de la ley Nº 16.744 bajo esta
modalidad, las que paulatinamente fueron incorporándose al régimen general, por lo que hoy se registran las siguientes
empresas con administración delegada: las cuatro divisiones de la Corporación Nacional del Cobre de Chile (El Teniente,
Andina, El Salvador y Chuquicamata) y la Pontificia Universidad Católica de Chile.111
Gráfico Nº 3
Número de entidades empleadoras cotizantes según organismo administrador del seguro ley Nº 16.744
Fuente: Memoria Anual Sistema Nacional de Seguridad y Salud Laboral año 2013, Suseso.
Es preciso señalar que si bien el mayor porcentaje de entidades empleadoras y sus trabajadores dependientes se
encuentran adheridos al Instituto de Seguridad Laboral, la experiencia muestra que gran parte de ellos reciben atención
médica en los servicios médicos dependientes de las Mutualidades de Empleadores, en virtud de los convenios de atención
que dichos organismos administradores mantienen vigentes.
Rige en esta materia el principio de automaticidad, esta vez expresado en la siguiente regla: la adhesión se entiende hecha
por el solo ministerio de la ley al Instituto de Seguridad Laboral, a menos que el empleador decida afiliar a sus trabajadores a
una Mutualidad de Empleadores o bien obtenga autorización para la administración delegada que, como hemos dicho, es la
excepción.
La adhesión a un organismo administrador es decidida por la respectiva entidad empleadora, lo que reconoce las
siguientes particularidades:
— En entidades del sector público, la adhesión requiere de autorización del Ministerio respectivo para ingresar a una
Mutualidad de Empleadores; es preciso consultar a las Asociaciones de Funcionarios y puede efectuarse en forma separada,
debiendo eso sí incorporarse a todo el personal de una región a un mismo organismo administrador.
— Los trabajadores independientes deben efectuar su afiliación al sistema de un modo individual, cuyas reglas se
contienen en los artículos 88 y 89 de la ley Nº 20.255 y en el D.S. Nº 67 de 2008, del MTPS.112
3. FINANCIAMIENTO
Las normas legales que se refieren a financiamiento del sistema se contienen en los artículos 15 a 24 bis de la ley
Nº 16.744, y son reglamentadas por el D.S. Nº 101 de 1968, el D.S. Nº 110 de 1968 y el D.S. Nº 67 de 1999, todos del
Ministerio del Trabajo y Previsión Social.
3.1. Con una cotización básica general del 0,9% de las remuneraciones imponibles de cargo del empleador. Cabe destacar
que desde el 1º de septiembre de 1998 y en virtud del artículo 6º transitorio de la ley Nº 19.578 (D.O. de 29 de julio de 1998),
la cotización básica general del sistema ha venido siendo incrementada en 0,05%113, y así se mantendrá hasta el 31 de marzo
de 2017.114
3.2. Con una cotización adicional diferenciada en función del riesgo de la actividad de riesgo de la entidad empleadora, la
que se determina presuntivamente en el D.S. Nº 110 de 1968 citado respecto de empresas con una antigüedad inferior a dos
años, y en los demás casos conforme al riesgo efectivo que haya registrado la empresa en los últimos dos años, conforme a
las normas del D.S. Nº 67 de 1999. Esta cotización no puede exceder de un 6,8% de las remuneraciones imponibles de cargo
del empleador.
Los Servicios de Salud y las Mutualidades de Empleadores evaluarán cada dos años la siniestralidad efectiva (en términos
simples consideran las incapacidades temporales y permanentes, muertes derivadas de infortunios laborales) ocurrida en las
respectivas entidades empleadoras, proceso que se realiza durante el segundo semestre del año calendario que corresponda.
Las entidades empleadoras afiliadas al Instituto de Seguridad Laboral son evaluadas por los Servicios de Salud; las afiliadas a
las Mutualidades de Empleadores son evaluadas por estas últimas.
Se excluyen de la evaluación las incapacidades y muertes originadas por accidentes de trayecto y por accidentes del
trabajo sufridos por dirigentes sindicales a causa o con ocasión de sus cometidos gremiales; también quedan fuera las
incapacidades y muertes causadas por accidentes del trabajo ocurridos en una entidad empleadora distinta de la evaluada, o
por enfermedades profesionales contraídas como consecuencia del trabajo realizado en una entidad empleadora distinta de la
evaluada, cualquiera que fuese la fecha del diagnóstico o del dictamen de incapacidad, las que se incluyen en la evaluación
del empleador que corresponda.
Las rebajas o exenciones de la cotización adicional proceden sólo respecto de las entidades empleadoras que hayan
acreditado ante el organismo administrador, al 31 de octubre del año de la evaluación, los siguientes requisitos:
a) Hallarse al día en el pago de cotizaciones;
c) Cumplir con mantener un Departamento de Prevención de Riesgos cuando proceda, llevar estadísticas de accidentes y
contar con Reglamento de Higiene y Seguridad.
Si no pueden acreditar el cumplimiento de estos requisitos en la fecha indicada, pueden hacerlo antes del 1º de enero del
año siguiente, caso en el cual la nueva cotización adicional regirá a contar de 1º del tercer mes siguiente a aquel en que los
acreditaron.
Por otra parte, los organismos administradores pueden aplicar recargos de hasta el 100% de la cotización adicional
diferenciada, en casos de incumplimiento de las medidas de seguridad, prevención e higiene, recargos que se imponen de
acuerdo con el D.S. Nº 67 de 1999 sin perjuicio de las demás sanciones que les correspondan conforme a las disposiciones
legales vigentes. En la experiencia esta modalidad de recargo de cotización adicional tiene escasa aplicación.
3.3. Con el producto de las multas que cada organismo administrador aplique en conformidad al artículo 80 de la ley
Nº 16.744.
3.4. Con las utilidades o rentas que produzca la inversión de los fondos de reserva, los que deben mantener los organismos
administradores para atender eventualidades.
3.5. Con el producto de las cantidades que les corresponda por el ejercicio del derecho de repetir de acuerdo con el artículo
69 literal a) de la ley Nº 16.744.
Ya hemos señalado que el retardo y/o el incumplimiento por parte del empleador de su obligación de cotizar en el sistema
no impide el otorgamiento al trabajador de las prestaciones de seguridad social. Para perseguir el cobro de cotizaciones
impagas se aplican las normas de la ley Nº 17.322 (D.O. de 19 de agosto de 1970), siendo deber de los organismos
administradores perseguir este cobro.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA:
a) Negativa a adhesión: Un Sindicato señala que, a raíz de las condiciones de seguridad que presenta esa Industria, la Mutualidad
no ha aceptado de su empleador, pues practicó una visita inspectiva a la empresa y constató condiciones de sordera
irreversible en varios trabajadores, lo que les ha significado que se encuentren "desprotegidos" ante la ocurrencia de un
siniestro laboral. La Mutualidad ha informado que evaluó las condiciones de seguridad y prevención de la empleadora y los
resultados fueron negativos, por lo que recomendó la adopción de medidas que no se han cumplido, lo cual determinó que en
este caso no se aceptara la adhesión. Sobre el particular, este Organismo debe expresar que, sin perjuicio que las
Mutualidades de Empleadores puedan aceptar o rechazar una solicitud de adhesión que les formule una empresa, ello no
resulta óbice para que los Servicios de Salud cumplan con las obligaciones que les asignan las normas legales y
reglamentarias vigentes en conformidad con el artículo 65 de la ley Nº 16.744. (Ordinario Nº 7.555 de 19 de julio de 1995,
Superintendencia de Seguridad Social).
b) Requisitos de rebaja de cotización adicional: el cumplimiento de los requisitos establecidos en el artículo 8º del D.S. Nº 67 de
1999, del Ministerio del Trabajo y Previsión Social, para acceder a la rebaja o exención de la cotización adicional diferenciada,
debe ser acreditado al 31 de octubre del año en que se realiza el proceso de evaluación ante el organismo administrador
respectivo. Las entidades empleadoras que no den cumplimiento a este plazo, pueden hacerlo con posterioridad pero antes del
1 de enero del año siguiente, teniendo derecho a que la nueva tasa de cotización adicional se les aplique a contar del día 1 del
tercer mes siguiente a aquel en que acrediten el cumplimiento de todos los requisitos y hasta el 31 de diciembre del año
siguiente. (Ordinario Nº 18.414 de 23 de marzo de 2015, Superintendencia de Seguridad Social).
c) Rebaja o exención debe justificarse: Si una entidad ha disminuido su siniestralidad efectiva, como afirma la Comunidad Nataniel
Cox, las rebajas o exenciones a su cotización adicional no operan de manera automática (aun cuando no es necesario que la
entidad empleadora eleve una solicitud especial al efecto) pues debe acreditar tal disminución; conforme al artículo 8º, del D.S.
Nº 67, aquéllas procederán sólo respecto de las entidades empleadoras que hayan acreditado, al 31 de octubre o 31 de
diciembre del año en que se realiza el Proceso de Evaluación, ante el Organismo Administrador del Seguro de la ley Nº 16.744,
que cumplen con los requisitos que dicha norma establece. (Ordinario Nº 80.726 de 23 de diciembre de 2013, Superintendencia
de Seguridad Social).
d) Domicilio válido de notificación: Una sociedad ha solicitado un pronunciamiento de esta Superintendencia acerca de la
procedencia del cobro retroactivo que le formuló la Mutualidad que indica, por diferencias de cotización adicional diferenciada.
Señala no haber tenido conocimiento oportuno de la Resolución, mediante la cual esa Mutualidad alzó su cotización adicional
diferenciada, toda vez que la carta certificada, en que se les notificó tal aumento nunca llegó a su domicilio y solo se enteraron
por un llamado telefónico. Sin embargo, dicha resolución fue notificada por correo certificado dirigido al domicilio registrado por
esa empresa adherente en la Institución, por lo que conforme a lo dispuesto en el artículo 18 del D.S. Nº 67, de 1999, del
Ministerio del Trabajo y Previsión Social, el recargo se encuentra válidamente notificado y produce todos sus efectos legales y
reglamentarios. (Ordinario Nº 25.111 de 20 de abril de 2007, Superintendencia de Seguridad Social).
e) Cálculo de cotización adicional diferenciada: Una Mutualidad ha solicitado a esta Superintendencia que reconsidere su dictamen
Nº 102, de 1992, por el cual resolvió que no correspondía considerar en el cálculo de la tasa de cotización adicional
diferenciada de la empresa que indica, 70 días en los que uno de sus trabajadores estuvo con licencia médica, puesto que la
afección que la motivó habría sido de carácter común y, por ende, no laboral. Sobre el particular, cabe manifestar que un nuevo
estudio de la situación ha permitido al Departamento Médico de esta Superintendencia concluir que los referidos 70 días de
reposo médico, a que estuvo sometido el trabajador, fueron ocasionados por una afección psiquiátrica derivada de un accidente
del trabajo, el que, a su vez, le había producido un anterior período de reposo médico y que fue considerado como lapso de
días de trabajo perdido para los efectos de la determinación de la tasa de cotización adicional diferenciada de la referida
empresa, por lo que se niega lugar a la reconsideración. (Ordinario Nº 9.895 de 7 de octubre de 1993, Superintendencia de
Seguridad Social).
f) Empresa sin actividad: En conformidad a lo dispuesto por el artículo 7º del D.S. Nº 67, solo deberá evaluarse la siniestralidad
efectiva en las entidades empleadoras que, al 1º de julio del año en que se realice la evaluación, hayan estado adheridas a
algún Organismo Administrador de la ley Nº 16.744 o tengan la calidad de administradores delegados, por un lapso que en
conjunto abarque, al menos, dos Períodos Anuales Consecutivos. Esa empresa no pudo incluirse en el proceso de evaluación
que tuvo lugar en el segundo semestre del año 2005, ya que no registraba actividad al menos en dos períodos anuales
consecutivos, por lo que debe mantener la cotización adicional a que se encontraba afecta de 1,28%, acorde a lo establecido
por la citada norma reglamentaria. (Ordinario Nº 33.711 de 11 de julio de 2006, Superintendencia de Seguridad Social).
1. PRESCRIPCIÓN DEL DERECHO AL COBRO DE LAS PRESTACIONES DEL SISTEMA DE SEGURO SOCIAL DE LA LEY Nº 16.744
El artículo 79 de la ley Nº 16.744 establece que las acciones para reclamar las prestaciones por accidentes del trabajo o
enfermedades profesionales prescribirán en el término de cinco años contado desde la fecha del accidente o desde el
diagnóstico de la enfermedad. En el caso de la neumoconiosis el plazo de prescripción será de quince años, contado desde
que fue diagnosticada. En su inciso segundo agrega que esta prescripción no correrá contra los menores de dieciséis años.
Estas reglas se aplican a la prescripción de las acciones para reclamar las prestaciones que la misma ley Nº 16.744
contempla, vale decir, las comprendidas en su Título V, entre los artículos 25 y 50.
En otros términos, para activar el sistema de seguridad social en lo relativo a las prestaciones de esta ley existe esta
prescripción de cinco años como regla general, y de quince para las neumoconiosis; sin embargo, en el caso de las
prestaciones médicas, una vez que se accede al sistema, el trabajador tiene derecho a ellas mientras subsistan los síntomas
de su accidente del trabajo o enfermedad profesional, como lo reconoce el artículo 29 de la ley Nº 16.744.
Existen excepciones contenidas en textos legales posteriores a la promulgación de la ley Nº 16.744 y que, por lo tanto,
prevalecen por sobre la norma general ya enunciada:
— Los subsidios por incapacidad temporal prescriben en el plazo de 6 meses contados desde el término del respectivo
reposo, conforme al artículo 34 de la ley Nº 18.591 (D.O. de 3 de enero de 1987).
— Las mensualidades de pensión, en cualquiera de las que contempla el sistema de seguro social de la ley Nº 16.744,
prescriben en el plazo de 2 años contados desde cuando debieron cobrarse, conforme lo dispone el artículo 4º de la ley
Nº 19.260 (D.O. de 4 de diciembre de 1993); debe tenerse presente que el derecho a pensión es imprescriptible, de manera
que el plazo señalado rige sólo para el cobro de mensualidades atrasadas.
La remisión que hace el artículo 69 literal b) de la ley Nº 16.744 al derecho común, respecto del ejercicio de acciones para
demandar indemnizaciones por daños más allá de las prestaciones del seguro social, permite sostener que el plazo de
prescripción de la acción para reclamar dichas indemnizaciones es de cinco o cuatro años, según se demande conforme a las
normas del artículo 2515 o del artículo 2332 del Código Civil, esto es, aplicando las normas de la responsabilidad contractual
o extracontractual, respectivamente.
A propósito del ejercicio de las acciones para demandar indemnizaciones de perjuicios por neumoconiosis, algunas
sentencias —incluso unificadas— han considerado que el plazo de prescripción es el contemplado en el derecho común, esto
es, en los artículos 2514 y 2515 del Código Civil, pues el artículo 69 en su literal b) de la ley Nº 16.744 hizo una remisión en
bloque a las normas del Código Civil. Otras sentencias —también unificadas— han resuelto que el artículo 79 de la ley
Nº 16.744 al referirse al plazo de prescripción para reclamar las prestaciones del sistema de seguro social que contempla lo
hizo en términos amplios, siendo comprensivo de beneficios, retribuciones o indemnizaciones de cualquier naturaleza, por lo
que en el caso de las neumoconiosis la acción prescribiría en el plazo de 15 años.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA:
1) "Aguilera Vélez, Eduardo y otros con Codelco Chile División Andina", rol Nº 23.497-2014, Corte Suprema, 22 de julio de 2015:
Se hace prácticamente inviable sostener que el criterio de la demandada sea el que más conforme parezca con el espíritu de la
legislación, último y holístico principio de que Bello se vale en el artículo 24 de su recopilación. Además, en un soporte técnico,
el artículo 79 de la ley Nº 16.744 es de carácter especial, toda vez que se refiere específicamente a la prescripción de las
acciones de cobro de las prestaciones que derivan de los accidentes del trabajo y enfermedades profesionales; la regla de la
especialidad obliga a supeditar la aplicación de la ley general —el artículo 2525 del Código Civil— a la ley especial. 115
2) "Pozo Caviedes Francisco Armando con Corporación Nacional del Cobre de Chile División El Teniente", rol Nº 71-2014, Corte
de Apelaciones de Rancagua, 2 de septiembre de 2014: En cuanto a las normas aplicables al inicio del plazo de prescripción de
la acción indemnizatoria por daño moral de que habla el literal b) del artículo 69 de la ley Nº 16.744, el mismo fallo establece:
"Que, en armonía con lo reflexionado, habiéndose decidido en la sentencia atacada que el plazo de prescripción de la acción
indemnizatoria ejercida en estos autos se rige por los artículos 2514 y 2515 del Código Civil, en atención al reenvío que al
derecho común hace el artículo 69 de la ley Nº 16.744, el que se cuenta, en este caso, desde la fecha en que se ha emitido el
dictamen definitivo por la autoridad competente.
3) "Germán Berlín Pastén Contreras con Codelco Chile División El Salvador", rol Nº 9-2014, Corte de Apelaciones de Copiapó, 16
de abril de 2014; "El artículo 79 preceptúa: Las acciones para reclamar las prestaciones por accidentes del trabajo o
enfermedades profesionales prescribirán en el término de cinco años contados desde la fecha del accidente o desde el
diagnóstico de la enfermedad...". Ello, por cuanto es de toda lógica atender a la ley que establece la acción para determinar el
plazo de prescripción de la misma y si, además, no resulta posible entender una distinta intención del legislador ante la precisa
redacción del citado artículo 79 de la ley Nº 16.744, ni aun cuando esta última norma utilice la expresión "prestaciones", la que
ha de entenderse en términos amplios, es decir, comprensiva de beneficios y de retribuciones o indemnizaciones.
4) "Rigoberto Rogelio Guajardo Cofré c. Corporación Nacional del Cobre", rol Nº 1876-2013, Corte de Apelaciones de Santiago, 24
de marzo de 2014: El artículo 69 b) hace un reenvío al derecho común respecto de la regulación de la acción indemnizatoria
derivada de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales, pero la remisión es solo de carácter general, a saber, el
derecho común se aplica a todos los aspectos de la acción, excepto en materia de prescripción, en que la propia ley en su
artículo 79 regula en particular el plazo de prescripción de la acción, conclusión que se confirma por cuanto la aludida
disposición está en un apartado especial.
5) "Jorge Salinas Pizarro con Corporación Nacional del Cobre de Chile", rol Nº 1222-2013, Corte Suprema, 10 de julio de 2013: La
indemnización del daño moral debe ceñirse a lo dispuesto en los artículos 2514 y 2515 del Código Civil, computándose la
prescripción desde que la obligación se hizo exigible, esto es, desde el diagnóstico de la enfermedad o desde que se produjo el
accidente que ocasionó daño al trabajador por haber incumplido el empleador sus obligaciones.
6) "Garrido Figueroa José Domingo con Ingeniería y Construcción Sigdo Koppers S.A.", rol Nº O-4208-2012, Primer Juzgado de
Letras del Trabajo de Santiago, 28 de febrero de 2013: Las prestaciones a que se refiere el artículo 79 de la ley, no son otras
sino aquellas que la propia ley regula, [...] remitiéndose en lo que dice relación con el daño moral y otros daños al derecho
común, esto es, a las disposiciones que sobre la materia prevé el Código Civil. En consecuencia, solo al resarcimiento de las
prestaciones contempladas en la ley Nº 16.744 se hace aplicable la prescripción de los cinco años contados desde el
diagnóstico de la enfermedad, no así respecto del daño moral y otros daños, el cual se regula por las normas del derecho
común.
7) "Rafael Segundo Godoy Tapia con Soc. Punta de Lobos S.A."; rol Nº O-2923-2011, Segundo Juzgado de Letras del Trabajo de
Santiago, 13 de diciembre de 2011: Conforme a la letra b) del artículo 69 de la ley Nº 16.744, cuando el accidente o
enfermedad se deba a culpa o dolo de la entidad empleadora o de un tercero, [...] podrán reclamar al empleador o terceros
responsables del accidente, también las otras indemnizaciones a que tengan derecho, con arreglo a las prescripciones del
derecho común, incluso el daño moral. Que a la luz de la disposición legal transcrita en el motivo precedente, para los fines de
determinar tanto el plazo de prescripción de esa acción como su forma de cómputo, es preciso acudir a las normas contenidas
en el Código Civil. Primero, porque la norma legal precitada se remite a las disposiciones del derecho común y, enseguida,
porque el precepto del artículo 79 de la ley Nº 16.744, sólo es pertinente a las prestaciones derivadas del seguro social contra
riesgos de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales.
8) "Frogman Chile Limitada contra Pérez Ojeda, César Leandro", rol Nº 7336-2009, Corte Suprema, 21 de diciembre de 2009: Este
es el sentido y alcance de la disposición contenida en la letra b) del artículo 69 de la ley Nº 16.744, en cuanto señala que "La
víctima y las demás personas a quienes el accidente o enfermedad cause daño podrán reclamar al empleador o terceros
responsables del accidente, también las otras indemnizaciones a que tengan derecho, con arreglo a las prescripciones del
derecho común, incluso el daño moral", en la cual se destaca especialmente el perjuicio moral. Que, dilucidado lo anterior, es
conveniente precisar que las prestaciones a que se refiere el artículo 79 de la ley Nº 16.744 no son otras sino aquellas que la
propia ley regula, es decir, como se anotó, las indemnizaciones por daño emergente y lucro cesante por ella reglamentadas,
remitiéndose en lo que dice relación con el daño moral al derecho común, esto es, a las disposiciones que sobre la materia
prevé el Código Civil.