Fdocuments - Ec - La Cantadera Aj Aj Fuego Lento Que Se Quema Panam Prendi en Un Claro
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El jorón en un inmenso sancocho humano cocinándose al sol, que cuela sus últimos
rayos por las rendijas marcando el espacio con pincelazos dorados . La multitud busca
las franjas frescas de la penumbra para guarecerse .
Llega el momento estelar con el mano a mano entre los dos mejores improvisadores
de décimas del país . La lucha es sostenible . Ambos contrincantes se trenzan en un bullir
de coplas llenas de sortilegios o tan directas como una saeta .
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EL SEÑOR NOBOA
(A Ernesto Cardenal)
El Señor Noboa es dueño de media provincia . Durante los últimos 50 años amplió
las tierras heredadas de su padre a costa de presionar a los pequeños propietarios para que
les vendiera sus finquitas por una miseria . Ese también fue el origen de las grandes pro-
piedades que él heredó .
De las muchas cosas que posee el Señor Noboa, lo más preciado es el banano .
En asocio con una compañía extranjera, las tierras se llenan de los tallos y racimos del
oro verde regadas por el sudor de miles de trabajadores, que no ganan más de noventa
dólares al mes .
Una vez al año, el Señor Noboa recorre personalmente sus tierras, sudando a mares
debajo de su sombrero panamá y encima de su potro blanco . Ninguno de sus campa-
mentos bananeros deja de recibir la visita del amo y señor . Ese día -único en el año-
sucede algo fuera de lo común . Los peones le vuelven las espaldas y se niegan a mirarle
a la cara, pues ronda la leyenda de que cada vez que el Señor Noboa visita esos lugares
un trabajador muere de enfermedad o accidente .
Todos recuerdan cuando hace tres años una máquina le trozó las manos al chino
Ramírez, que murió con la sangre borboteándole por las heridas mientras palidecía
hasta quedar blanco como el papel . O el bueno de Sebastían, al que le cayó una pulmo-
nía que acabó con él en un dos por tres . ¿Y Rafael?, que falleció apestado por los insec-
ticidas que regaba sobre los tallos . Y ni hablar de Matías a quien una serpiente coral sor-
prendió en un claro, muriendo pese a los rezos e invocaciones de Domingo, el curandero,
que le hizo cruces con saliva y tabaco negro .
De ahí que la gente no quiera mirar el rostro del Señor Noboa, pues piensa que el
maleficio que porta el patrón sólo es posible evitarlo de esa manera . El Señor Noboa
conoce bien la leyenda que el tiempo ha tejido a su alrededor y la disfruta a plenitud .
Le fascina poder causar ese doble temor . Por una parte, ser el omnipotente compra-
dor-dueño de esa sudorosa fuerza de trabajo, que desmigaja los tallos con los relámpa-
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gos de los machetes afilados y, por otra, poseer ese poder sobrenatural de infundir la
muerte con la facilidad con que se apaga una vela . Pero él sabe que su único poder
real es el primero . El segundo, apareció sólo como resultado de una serie fortuita de
casualidades ligadas a los riesgos naturales del trabajo, que se engarzaron como cade-
nitas de hilo tejidas por las manos de una costurera .
- ¡Nadie me mira!
Sin mirarlo un grupo de peones accionan una cuerda . Una empalizada de caña-
brava que estaba frente al patrón se derrumba, dejando al descubierto un gran espejo .
El Señor Noboa se mira en él, de cuerpo entero, ecuestre, frente a frente, fijamente .
Y el Señor Noboa ve cómo el Señor Noboa se derrumba de su cabalgadura . Cómo se
estremece con grandes convulsiones . Cómo se pone morado y se les crispan las manos .
Cómo se muere con todas las ganas y la boca se le llena de hormigas, mientras que el
curandero Domingo dibuja inútilmente sobre el Señor Noboa, cruces y más cruces con
saliva y tabaco negro .
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LA HUMEDA CIUDAD
ACRIBILLADA DE NOMBRES
METEOROLOGIA
(A Gerardo y jazmín)
Las sardinas -por ejemplo- les disputaron los árboles de los parques a las ban-
dadas de pericos y los cables de los postes a las palomas .
El coral se arrimó a los grandes edificios deformando la estética de las moles ur-
banas .
Las anguilas fueron a entrometerse en los generadores eléctricos, mientras que las
manta-rayas tapaban las vallas publicitarias de las autopistas .
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CONTROL NATAL
(Al Ceaspa)
El llegó al país como el que sabe que viene a hacer algo vital e imprescindible . . .,
y para alguna gente eso era así. Los pobres se reproducían como cuis ante la mirada
asombrada de los no-pobres, que los veían avanzar como plaga amenazante por los cuatro
puntos cardinales . Ya era demasiada provocativa la sombra de esas masas famélicas que
parecían ser una invitación a la destrucción de la nación y del continente . ¿Quién podría
detener en el futuro a la muchedumbre llena de hijos, clamando por pan, tierra, casa y
la vida misma? Nadie. Por eso era mejor matar al peligro en su cuna . Y él vino a eso
y no a otra cosa . Era un experto en control natal .
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LA ANTENA*
(A Rubén Blades)
Los latidos de los perros del hambre pudieron más que la nostalgia y los huesos
de los parientes enterrados en el cementerio del pueblo, y la familia Cordones se fue a
vivir a la ciudad .
Pedro, el mayor después de María, se las ingenió durante la noche para abrir un
boquete en la cerca, y así pasar -con ayuda de todos- las tablas de cajón y las hojas
de zines oxidados que se agenciaron por ahí . Trabajaron muy rápido, pues habían ave-
riguado que era un lugar prohibido, y en unos días pararon las cuatro paredes y el techo
muy cerca de una de las patas de la antena .
A pesar de los peros de Doña Rosario, María insistió en salir a probar suerte . Cada
tarde la muchacha regresaba molida de caminar y de subir el empinado cerro . En la
noche se sentaba junto a la antena y escuchaba los extraños ruidos de los cables y del
viento, que resonaban junto a la viga de acero en la que apoyaba su cabeza . El run run
la hacía pensar :
-¿Para qué servirá este aparato? ¿Será de la luz? Nosotros ni luz ni agua tenemos . . .
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Una noche, el busero que la transportaba de la ciudad hacia el cerro respondió
a la pregunta de María sin desaprovechar la oportunidad .
-¿La antena? Es de la televisión, gracias a ella vemos los programas . . . Oye, mami
¿cuándo salimos a tomarnos una cerveza?
Dos días después consiguió empleo como doméstica . La señora de la casa le con-
cedió permiso para que en la noche (después de lavar platos, tender camas, limpiar y
acostar niños y barrer otra vez la casa), viera la televisión . María presenció por primera
vez diecisiete asesinatos, doce robos, cinco violaciones, juntos en una sola noche . Nove-
las donde las empleadas se casaban con los señores de la casa, y se hacían muy ricas .
Pastas dentales que curaban todas las caries . Jabones limpiadores que arrasaban con
todo el sucio imaginable . Noticias de terremotos, accidentes y guerras que la gente
miraba mientras comía, sin el menor asco .
- ¡No se asusten!- rió María -¿Acaso no tenemos aquí la antena que se usa para
lanzar los programas de televisión? ¡Es fácil! Nos ponemos debajo de la antena, con unas
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guarichas para que haiga suficiente luz . . . ¡Y hacemos un programa de televisión!
Doña Rosario le tocó la frente a ver si tenía fiebre, pero estaba normal . Largo rato
le costó a María convencerlos de que lo propuesto era posible . El más remiso era Pedro,
que argumentaba que las antenas transmitían los programas, pero que estos no se hacían
directamente allí . Pero no convenció a su hermana .
- ¡Esa es la idea! -dijo María - ¡Qué nos descubran! ¡Que todos se den cuenta
de lo que estamos pasando! ¡Alguien nos dará la mano . No podemos pasarnos el resto
de la vida trepados en este cerro!
Los días pasaron y se acercaba la noche del sábado, al igual que los preparativos
de los Cordones .
-Tenemos que quedar bien -decía Doña Rosario mientras remendaba la ropa .
Los niños lustraban zapatos y Pedro fabricaba las guarichas que iban a necesitar para
iluminarse .
La noche esperada llegó . Adornaron la parte de abajo de las vigas de acero con
guirnaldas de papel crespón, luego encendieron las guarichas y el lugar quedó listo .
También habían preparado café y frituras .
- ¡Quizás no haiga suficiente luz! -dijo Pedro, y puso más guarichas y hasta una
fogata . Hermenegildo rasgueó la guitarra :
Pero mientras toda la familia era arrestada y acusada de ser intrusos en terrenos
privados, la antena vibró, se sacudio el polvo así como los perros se sacuden el agua, se
elevó verticalmente, se llenó de una aureola tornasolada y rugió, se elevó verticalmente,
cruzó el firmamento dejando el cerro como un puntito atrás, y se puso en órbita trans-
mitiendo desde allí a todo el mundo -y vía satélite- la fuerza centrífuga de la realidad
y el canto viril de Hermenegildo Cordones .
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LA METAMORFOSIS
(A Franz Kafka)
Sintió todo el horror del mundo, al caer en cuenta de que ya no sería guiado por
las leyes de supervivencia animal como cualquier otro coleóptero de cuerpo ovalado,
cabeza corta y élitros lisos . Sino que por el contrario, sería conducido por ritmos eco-
nómicos, relaciones de producción, superestructuras y sentimientos .
-Quizás no sea así, pues estoy en una cama -pensó algo reconfortado .
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LA RESISTENCIA
(A Pedro Rivera y
'Temas de Nuestra América
-Parece mentira que hoy vengo en son de guerra, cuando anteayer pasé de día
por esta avenida a comprar un regalo a mi mujer y pasé de noche a comprar los favores
de otra mujer -pensó el Coronel con tanta efusividad que temió ser escuchado, cuando
en ningún momento había movido los labios .
Miró tras de sí con un dejo de orgullo . Simétricamente se movían en fila india los
camiones de tropas, los remolques con las antiaéreas, los autos blindados y los jeeps del
convoy . Todo había sido cuidadosamente planeado . La columna llevaba pertrechos,
provisiones, parque, plan de ataque, logística, bitácora y mapas perfectamente actuali-
zados .
El convoy giró hacia la Avenida Nacional y pasó el primer semáforo haciendo caso
omiso de la señal en rojo .
-¡ Nada puede fallar! -pensó y observó con los binoculares a una pandilla de
muchachos que cruzaron raudos la avenida, unos cuatrocientos metros adelante . Se
perdieron en uno de los callejones laterales junto a uno de los múltiples talleres mecá-
nicos de esa calle silenciosa de puertas cerradas y ventanas enmudecidas .
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-"Este es uno de los locos de la ciudad . Es inofensivo" -iba a decir, pero un
tiro certero salió del convoy e hizo rodar al hombre por la calle sin borrarle la sonrisa
ni la recién adquirida mirada de horror . Se contuvo . No era el momento de hacer re-
clamos . Pensó : "Al fin y al cabo, es una maldita ciudad de locos y putas" .
El Coronel entendió por qué corrían los muchachos, por qué estaban cerradas las
bombas, y lo que pensó que era "bulchit" se convirtió en todo lo contrario, pues el
silencio de las avenidas, la soledad de calles y casas, esta ciudad clausurada, la sonrisa
desdentada del demente y las tachuelas, eran apenas los primeros y formidables gritos
de la resistencia . . .
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LAS CUATRO ESQUINAS DEL MUNDO
DIDIUS
En el año 193 d .c . el hombre más rico de Roma -Senador Didius Julianus- compró
con más de 300 millones de sestercios al mundo ofrecido en pública subasta .
En los 66 días que duró el impopular reinado de Didius, éste ordenó a voz en cuello
y a los cuatro vientos :
-¡Primero!, que deje de existir la ley de gravedad universal, es decir que a partir
de este momento los hombres vuelen como pájaros .
¡Segundo!, que los hombres paran en lugar de las mujeres, para aliviarles esa dura
faena a las matronas romanas .
¡Cuarto!, que las gallinas y gallos posean dientes y muelas en sus picos, para que
puedan consumir los alimentos diversos .
¡Y quinto!, que los pueblos no se rebelen contra las injusticias y las tiranías, pues
no conviene al Emperador ni a los mandatarios que le seguirán .
Didius, el hombre más rico del mundo y dueño de él, apenas tuvo tiempo de re-
flexionar, antes de morir decapitado en manos de la muchedumbre, que todo su poder
no le sirvió de nada, pues absurdo es el pedir imposibles .
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INFALIBILIDAD
Cuando el diablo guardián abrió por primera vez -en más de tres siglos- el portón
de la celda de Galileo Galilei en la calcinante prisión del infierno, farfulló el contenido
del cable internacional al anciano que inundaba con sus barbas cenicientas el reducido
calabozo y que tenía rayada las paredes con las marcas de todos los años que había per-
manecido allí.
El viejo astrónomo, médico y matemático, que había sido juzgado por la Santa
Inquisición y obligado a abjurar de que el sol era el centro del sistema solar, no dijo nada
sino que recogió uno a uno sus bártulos y salió de la celda arrastrando los pies .
Sin hablar, sólo con gestos, se negó a entrevistarse con el mismísimo Satanás, que
deseaba presentarle sus excusas aduciendo que sólo había obedecido órdenes superiores .
Galileo tampoco quiso aceptar que el guardián le llevase sus cosas que estaban embaladas
en un morral de cuero de cabra . Además, se mostró reticente a subir al carruaje que lo
conduciría a su nueva morada en el cielo, donde se efectuaría un apoteósico homenaje
de desagravio .
Ese día, tres observadores en puntos distantes del planeta anunciaron que un
cometa se dirigía hacia el sol - estrella que hasta los niños saben es el centro del sistema
solar- y semanas más tarde, apareció una nueva mancha en el astro rey . Ese lugar es el
único en donde Galileo Galileo se siente seguro, pues nunca se sabe cuándo pueda el
Papa volver a cambiar de opinión .
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YAYESU
(A los sociólogos)
La tumba enmohecida por la pátina de los siglos, encierra los restos de Yayesu en
este rincón de Oriente . Grabada en la piedra con símbolos casi indescisfrables está la
historia de su fin . Yayesu, sabio de su época, dibujó con cifras y palabras el diagnóstico
de la crisis mundial . Su existencia también se asemejaba a sus predicciones . Cuando
miraba una jarra de agua por la mitad, decía que estaba medio vacía y no media llena .
A la flor que adornaba su mesa y a la mariposa iridiscente que entraba a su casa, no las
admiraba sino, por el contrario, les vaticinaba la cercana muerte . Del niño que nacía,
pensaba que venía al mundo a sufrir y del hombre que moría, que se iba a un lugar más
agradable que esta amarga vida .
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CRASO
Todo el oro, la plata y las piedras preciosas que abarrotaban las arcas del patricio
romano Marco Licinio Craso, lo convertían en vital factor de decisión sobre el presente
y el futuro de naciones, gobiernos y pueblos .
Sus máximas eran célebres . Como ésta que mandó a grabar en el pórtico de su
mansión :
Por todo esto, a nadie sorprendió que en vez de huir ante la invasión de los Partos,
permaneciera en la ciudad sostenido por la ambición hasta que fue demasiado tarde para
él . Lo capturaron y le dieron muerte vertiéndole oro derretido por la garganta .
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LA SILLA
(A Xabier Gorostiaga)
Cuando a finales del siglo pasado se puso en funcionamiento la primera silla eléctri-
ca en una penitenciaría norteamericana, el Emperador de Abisinia se enteró del aconte-
cimiento y decidió adquirir un ejemplar para su prisión modelo . Al desempacar el mor-
tífero asiento, su majestad sufrió un desvanecimiento súbito al caer en cuenta de que en
Abisinia no había electricidad . Dispuesto a no perder el dinero invertido, adoptó la
silla como augusto trono real .
Desde ese día la aventura del difunto Emperador está incluida en las enseñanzas
de los apergaminados maestros y profetas que pululan por la veredas de ese país . Sirve
como parábola para ilustrar lo que es el error, y como ejemplo de hasta qué punto puede
ser mortal el Pato Donald .
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EL FANTASMA DE LA CASA BLANCA
-El está allá arriba . . . sentado en el borde de la cama, quitándose los zapatos .
Al arribar el actual Presidente, decidió terminar con ese mito de una vez por todas,
pues aceptarlo sería reconocer la existencia de algo bajo sus propias narices no sujeto al
omnipotente poderío del país más poderoso del mundo .
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NADA LOCOS
(A Manuel Galich)
Juntaron las velas que usaban para rezar a sus santos preferidos y las amarraron
formando un solo gran cirio . Formaron un círculo y exclamaron al unísono, asidos
de las manos : "que se caiga el tirano, que se caiga el tirano" .
Las autoridades del hospital -menos cuerdos que los locos- los disolvieron . Ca-
yeron sobre ellos con camisas de fuerzas, choques eléctricos y pastillas calmantes . Mu-
chos quedaron en solitaria y a otros se les bañó con agua fría mientras permanecían
desnudos en el patio de la institución .
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HAITI
Apaleado por las huestes de los Ton Ton Macoutes, pie de guerra de Duvalier, Louis
Pierre fue a dar con sus huesos a las mazmorras de la Rue du Rempart en Puerto Príncipe .
Sabía que le restaban pocas horas pues pronto los apaleadores vendrían a concluir su infa-
me labor.
Mirando con ojos maliciosos a los otros detenidos, escupió sobre la palma de su
mano y con algo de tierra recogida del piso del calabozo, formó un amasijo con rápidos
movimientos giratorios . Con la mezcla dibujó con sus negros dedos un barquito de vela
en la pared de la celda, Terminado, anunció a toda voz :
Los otros se miraron entre sí intercambiando sonrisas de burla . Louis no dijo nada
más y desapareció convirtiendo la sorna en sorpresa . Todos corrieron y se agolparon en
torno a la claraboya que miraba hacia el Caribe, a tiempo de apreciar cómo partía raudo
un velero idéntico al que estaba dibujado en la pared, ocupado por el hombre que hasta
hace unos segundos era su compañero de prisión y que ahora, desde la proa, agitaba las
manos en señal de despedida .
A salvo . En alta mar . Salpicado por las olas y esquivando los peces voladores que
ejecutaban acrobacias en el aire, Louis terminó de fabricar con estopa de calafateo y es-
camas los muñecos con los contornos del Dictador y su cohorte, sin olvidar a sus tortu-
radores . Como no tenía agujas clavó espinas de pescado a las figuras en sus zonas vitales .
Los tambores del vudú estremecieron toda la isla .
Mientras que los curanderos al servicio del mandamás buscaban antídotos afanosa-
mente, y remedios para aplacar los agudos dolores de sus señores, la gente humilde de la
isla supo que por lo menos por esta vez el vudú fue más fuerte que el terror y que la
magia del perseguido dobló de dolor al amo, sobre su trono .
Ahora Duvalier tiembla sólo con pensar en lo que Louis Pierre puede empezar a
pintar por todas las paredes de Haití .
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SCHEVENINGEN
(A Win Daandels)
No se veía ninguna persona por los alrededores, pero de pronto divisó a una vieja
sentada bajo un inmenso paraguas negro en el balcón del Hotel Doorn . La anciana tosió
de contento y chasqueó los dedos, mirándolo con ojos extraños. De improviso y de todas
partes surgieron miles de niños como marabunta, que en cosas de minutos se devoraron
a todo Scheveningen ante la mirada asombrada de Pedro el marinero .
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EL PLANETA
El problema es que el profesor no sabe qué hacer con los cientos de cartas que le
llegan diariamente a su laboratorio . Les ha hecho lugar entre legajos polvorientos, teles-
copios, astrolabios y cintas de computadoras, dividiéndolas en dos grupos . Las cartas
de buen papel escritas con máquinas electrónicas que le exigen con tono ejecutivo respon-
der si se reducirían también los arsenales nucleares, fábricas, palacios y grandes propie-
dades, y que amenazan con una demanda ante las cortes internacionales si sus intereses
son afectados.
Las otras cartas son de papel arrancado de cuadernos amarillentos, escritas sobre
papiros, hojas de bijao y papel periódico que conminan a responder si se reduciría la
hambruna, la sobrepoblación, el desempleo, el costo de los alimentos, y que amenazan
con algo parecido a una sublevación .
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LA MUERTE DEL AGUILA
(A Tomás Borge)
Para los indígenas chinantecos el cielo azul es un manto tejido por una ancianita
de manos temblorosas, que lo bordó como prenda para rescatar a sus siete hijos de un
encantamiento . Un día debajo de ese cielo azul, los niños chinantecos decidieron captu-
rar al águila que vivía en el frío de un cerro muy alto . A uno se le ocurrió hacer una
cuerda con los cabellos que le prestaron las niñas . En eso trabajaron todos de prisa
porque hacía mucho frío en ese lugar y el águila estaba por llegar .
Unos niños flaquitos que vivían cerca del cerro se acercaron y les explicaron :
-El águila está despierta cuando tiene la cabeza levantada y los ojos cerrados .
En cambio, duerme con los ojos abiertos y la cabeza agachada .
-Muy bien . Esperemos el momento oportuno -dijeron los niños recién llegados
y los que vivían cerca .
Los niños permanecieron alertas . Un día el águila regresó desde muy lejos, can-
sada y hambrienta . Comió con rapidéz y se acomodó sobre la roca para conciliar el
sueño . Fue la última vez que comió y que durmió, pues los niños estaban vigilantes y
dispuestos a acabar con él .
Cuando el sueño le clavó las garras al águila, inclinó la cabeza y abrió los ojos que
eran como dos medallones de oro . Un grupo de los niños se acercó, pues los demás
estaban enfermos y flacos .
El águila dio unos brincos y cayó rebotando contra las rocas hasta quedar quieta
y muertecita al pie del cerro . Así también quedó eliminada el hambre, pues el águila
devoraba los granos que nutrían a los chinantecos y a otros pueblos .
Los niños bajaron por el cerro con mucha dificultad a ver si hallaban el cuerpo
del águila . Cuando lo localizaron advirtieron que los ojos se le habían salido y saltado
al infinito, convirtiéndose un ojo en el sol y el otro en la luz suave de la luna, haciendo
guardia -uno de día y el otro de noche- en el manto que brotó de los dedos de la an-
cianita .
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ALQUIMIA
Los veteranos del vecindario -los viejos- no olvidan a Basile Valentín . De vez en
cuando, siempre que las noches son propicias, rememoran a ese anciano de nacionalidad
indescifrable (pero parecía griego) que, durante la Segunda Guerra Mundial, atracó en el
puerto del vecindario buscando bahía segura en donde sobrevivir en tiempos tormentosos .
Todavía tienen fresco cuando sus barbas grises aparecieron en una esquina del
patio, sudando a mares por el esfuerzo de arrastrar un baúl negro de chapas aceradas
bastante maltratado que parecía ser su única posesión sobre esta tierra . A los pocos
días resolvió el misterio de su profesión colocando un letrero en la puerta de su cuarto
que decía :
Todo hubiera quedado así y los vecinos asimilado con familiaridad a este nuevo
Inquilino de sus casas desvencijadas y calles sucias, si ciertas cosas extrañas no se hubiesen
manifestado . En las noches, del cuarto de Basile brotaban sonidos extraños, se despren-
dían olores muy especiales y se iluminaba la pequeña ventana que miraba al patio con
resplandores tornasolados . Estos fenómenos, que no eran comunes al oficio de zapa-
tero, hicieron sospechar a la gente que el extraño era realmente en sus horas de descanso
un fabricante de fuegos artificiales .
Pero la policía no pensó igual . Una ronda de gendarmes que observó los aconte-
cimientos informó a su teniente lo que acontecía . No faltó en el cuartel quien tejiera
la urdimbre de la posibilidad de una conspiración comunista para volar el Canal .
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No se dignaron en llamar a la puerta, sino que violaron a patadas la frágil hoja de
madera y luego el biombo que hacía de división entre el taller de calzados y la recámara .
Hallaron a Basile Valentín rodeado de chispas de colores, humaredas . y extrañas burbujas,
sosteniendo en sus manos un huevo filosófico .
- ¡No lo hagan! ¡Puedo enseñarles el proceso completo del eclipse de sol y luna
dentro de esta retorta y . . .!
Demasiado tarde . La fuerza bruta hizo añicos los instrumentos y arrastró a Basile
Valentín, el alquimista, quien sólo murmuraba que estaban destruyendo valiosos objetos
fabricados en Plan nada menos que en 1702 .
Más tarde, bajo los poderosos focos del cuarto de interrogatorios, el anciano provo-
có la ira de sus inquisidores cuando respondió así a la pregunta sobre su identidad .
-Soy Basile Valentín, que en griego antiguo significa "poderoso maestro" . Nací
en 1415 y desarrollé la alquimia como monje benedictino en la Abadía de Erfurt en
Europa .
-Prepárese un espíritu volátil blanco como la nieve y otro espíritu volátil rojo
como la sangre . Contienen en sí un tercer espíritu y son lo mismo que un espíritu único .
Conjúgueseles y manténgaseles en un lecho de calor . . .
Nada pudo hacer salir al viejo de este círculo vicioso impregnado del lenguaje
hermético de los alquimistas . Impotentes y sin mayores pistas las autoridades sellaron
el expediente como confidencial, y una madrugada entregaron con el mayor sigilo al
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sabio y a un saco de henequén lleno de restos, sustancias e instrumentos (revueltos con
medias suelas, tacones y zapatos de un solo pié), a una pareja de agentes secretos nortea-
mericanos acantonados en la Zona del Canal, para que profundizaran la investigación .
Siete horas después el destructor Utah salió rumbo al norte con una carga secreta
resguardada en un camarote blindado . Pero la nave nunca llegó a su destino . Un venta-
rrón inusitado la alzó por los aires cerca del triángulo de las Bermudas, según narró un
tripulante nativo de Detroit que logró salvarse saltando de la cubierta y que fue rescatado
tres días después cubierto de algas y con el color de los ojos transformado para siempre
de azul a una extraña tonalidad terrosa sepia, que ningún oftalmólogo del mundo pudo
jamás borrar .
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desprendieron y aletearon hasta tocar piso, y un crujido (como cuando se rasga un per-
gamino viejo) anunció que la pared se agrietaba dejando ver un boquete .
Norma de la Espada leyó de prisa las primeras páginas del legajo mientras contenía
a punta de señas a Heriberto para que no abriera los envoltorios hasta que ella terminara .
En silencio y con el ceño fruncido, la mujer exclamó :
- ¡No lo van a creer, pero aquí dice que los cuatro paquetes contienen los mayores
descubrimientos de un tal Basile Valentín, pero los poderes que ellos emanan se perderán
si se lo contamos a alguien que no haya participado de este descubrimiento!
-Son los grandes hallazgos de la alquimia . El dice que lo logró después de muchos
sacrificios dedicándole toda su vida . Son : la Piedra Filosofal, el Elixir de la Longevidad,
el Disolvente Universal y el Polvo de la Simpatía .
-Miren, guardemos el secreto y que cada uno tome un paquete al azar y se defien-
da como pueda -dijo David Smith .
-También, que cada uno se lleva la parte del texto que tiene el color de la tela .
Son las indicaciones . Para que no digan que es trampa yo seré la última- dijo Norma
de la Espada .
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II
Cuando los reclusos del campamento "El Pedregoso" de la isla penal de Coiba
vieron bajar a Sebastián López de la lancha patrullera, no se sorprendieron de su pre-
sencia sino más bien de que no hubiese regresado antes .
Sebastián no quiso hablar con nadie los primeros días . Se sumergió en una especie
de letargo que algunos catalogaron de mococoa, mientras que otros simplemente la
situaban en la falta de adaptación, algo normal en los primeros días de prisión .
Fue una noche lluviosa la escogida por Sebastián para romper su mutismo . Irrum-
pió en un juego de dados y atenazó los brazos de dos de sus amigos para contarles, debajo
de un marañón, asuntos muy importantes . El resplandor del fósforo conque encendió
-Miren, panas . Esta vez sí que no hice absolutamente nada . Estoy aquí por culpa
de la Piedra Filosofal .
Un coro inquirió y exigió que hablara claro . Sebastián explicó que en un paquete
misterioso que le tocó a él (como producto de un hallazgo colectivo acaecido en el vecin-
dario donde vivía), apareció una caja de color hueso que contenía un polvo metaloide
parecido al azufre . El papel que explicaba el contenido decía que eran gramos de polvo
de las mismísima Piedra Filosofal . Es decir, que ese material tenía la propiedad de
convertir cualquier mineral en oro puro y finísimo .
- ¡Ahora sí que estás hablando claro, lao pé . . .! ¿Y qué hiciste con el polvo? --excla
maron sus amigos .
Sebastián contó con pelos y señas cómo recorrió toda la Central, el barrio chino y
Salsipuedes buscando algo que no sabía exactamente qué era, pero que estaba seguro de
que iba a encontrar. Y lo halló . Un molino de moler maíz de puro hierro, pesado y
sólido . Lo llevó a su cuarto . Mandó a su mujer donde la suegra . Puso el molino en la
mesa . Sacó la piedra de debajo del colchón . Esperó la media noche y siguiendo las ins-
trucciones leyó una invocación llamada "Canciones intelectuales para la resurrección del
Fénix" que se citaba en los pergaminos .
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Pensando en la gran vida que le esperaba, espolvoreó la sustancia sobre el molino
hasta su última partícula . ¡Y toda la habitación se inundó del aúreo resplandor del
molino de oro!
Poco duró su encanto . Las esposas se cerraron en torno a sus muñecas y lo arras-
traron al patrulla . Minutos después escuchó asombrado al Corregidor del barrio que lo
condenaba a 18 meses de reclusión por hurto y posesión de objetos robados ; le decomi-
saba el molino de oro y le recitaba sin equivocarse en nada su extenso prontuario poli-
civo de pe a pá .
-Si yo fuera un buay con alta lana y mucho bille no me harían esta canallada .
Como estoy achurrado y no tengo ni para el refine, usted se larga un manso sermón y
me entrega a los pericos sin chance de quedarme por lo menos con la manivela del moli-
nito -que no robé, es mío-, pa' que me sirva de salve en mi vejez.
-Para que quede en actas . Dice que si fuera rico no lo castigaríamos . Como es
pobre y no tiene ni para el pebre, digo . . . la comida, le echamos consejos y lo encarcela-
mos, sin entregarle nada del objeto robado -que dice que no robó- cosa que le serviría
para mantenerse en los postreros días .
Uno de los amigos de Sebastián le encendió otro cigarrillo protegiéndolo del viento
que azotaba la isla, al tiempo que le decía :
-Pues mira, Sebas, se cumple un dicho brasileño que trajo un marinero que estuvo
por aquí hace un mes : "Cuando merda timer valor, pobres nasce sem en". Es decir,
"cuando la mierda valgo algo, los pobres nacerán sin culo ".
72
III
El escrito citaba 84 párrafos del tratado taoista "T'san Toung Ch'i, que en resu
men describía cómo se había preparado en un huevo filosófico la sustancia que Norma
de la Espalda poseía en el envoltorio . Se había mezclado oro alquímico y polvo de
cinabrio hasta encontrar la proporción armoniosa de Yin -principio femenino- y Yang
-principio masculino-, logrando un verdadero retorno, simbólico y concreto, a los
orígenes del mundo, es decir "penetrar nuevamente en la matríz" .
73
rompe las espaldas como lavandera, en los tiempos libres que le deja un magisterio con
salarios de hambre en una escuela ruinosa .
Se despidió de cada uno de sus hijos y los envió donde sus respectivos padres con
un papel en el cuello de la camisa que decía :
"Yo los parí y los he cuidado hasta aquí . Ahora les toca a ustedes . Me voy a un
viaje del cual no regresaré ni para tomar impulso .
Los escasos ahorros los invirtió en una lona impermeable y otros implementos
que iba a necesitar . Uña noche toda llena de relámpagos arrastró subrepticiamente sus
enseres hacia el Cerro Ancón, ocultándose para no ser vista . Abrió una trocha en la selva
enmarañada y durante una hora cavó una cueva en el sitio más recóndito . A su alrededor
titilaba la alfombra de luces de la ciudad, y el eco de ruidos y acordes urbanos . Encendió
una lámpara de baterías . Comió un tamal ya frío y una cerveza casi tibia, pensó en sus
hijos pero con un movimiento de cabeza los borró para evitar el sufrimiento, destapó el
Elixir de la Longevidad y le dijo a la luna que se asomó un momento por una ventana
de nubes :
- ¡Salud!
74
N
Cuando David Smith regresó a su cuarto, después de haber sido privilegiado con
uno de los secretos de Basile Valentín, no pudo rehuir el compromiso de hacerle el amor
a la muchacha que lo esperaba trémula y con las piernas abiertas en su lecho de soltero
empedernido .
Sonia era una de las tantas que había sucumbido a la atracción de este hombre,
que marcaba cada conquista con una muesca en el borde de la cama, tal como los pisto-
leros -en las películas- contabiliza sus víctimas en las cachas de sus c ults .as de sus colts .
El escrito explicaba que el líquido era conocido en árabe como "alkaest" y que
las muchas investigaciones iniciáticas las había desarrollado Marcel Malet en su libro
E/ secreto de los patriarcas, escrito hace seis siglos . Se hacía la anotación de que el
Disolvente Universal podía hacer desaparecer cualquier materia viva o muerta existente
con sólo entrar en contacto con el líquido, desintegrando lo que estuviese en su camino
en forma total y definitiva . Más había costado crear el frasco que contenía el disolvente
que el líquido mismo, pues era la única materia existente en el mundo resistente a la sus-
tancia, y en caso contrario ésta se perdería, atravesando la tierra hasta perderse en el
plus ultra .
Tocaron a la puerta . La abrió y lo bañó un chorro de agua fría seguida por la risa
fresca de Sonia y los gritos de la chiquillería . Con un gesto de disgusto se encerró . Avan-
zaba la mañana y notando calma en el vecindario se atrevió a salir y Sonia avanzó hacia
él con un gesto de paz .
Sonia abrió los ojos y vio el frasco con lo que creía que era agua sobre la mesa y
recordó el carnaval .
Al sentir que Sonia se levantaba, David no comprendió que esta era su última
erección y los momentos postreros de su vida, pues su amante con grandes risotadas le
lanzó el Disolvente Universal mientras sus senos bailoteaban como péndulos de fúnebre
campana .
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V
Repasó por última vez lo sucedido cuando abrió su paquete envuelto en seda azul
y leyó las instrucciones correspondientes descubiertas en el cofre de corcho alquitranado .
El contenido era sólo un polvo tornasolado envuelto en una bola de cuero antiguo . Des-
cubrió que era el polvo de la Simpatía .
Este polvo había sido bautizado hace siglos por Robert Fludd como el "ungüento
de las armas", y el secreto inicial se lo había entregado a Fludd un misterioso monje
trapense procedente de Alejandría . El polvo tenía la propiedad de curar a distancia
las heridas de armas diversas, con sólo untar un poco en las armas que habían provocado
las mismas . Así, golpes, laceraciones, magulladuras, heridas, se remediaban en segundos
si las armas que las causaron eran frotadas con el polvo .
Heriberto Bonilla recordó que él, como Santo Tomás, era hombre de ver para
creer . Tomó la mocha que tenía guardada en un rincón de la cocina y sin remilgo se
cortó la pantorrilla izquierda y, con los ojos lagrimosos por el dolor, untó el polvo en el
filo de la mocha . La herida dejó de una vez de rezumar sangre y a los cinco minutos
la piel no dejaba entrever la existencia de cortada alguna .
- ¡Le aseguro que no es así! Tengo poca cantidad pero si la analizan seguramente
darán con la fórmula y podrán producirla en mayores cantidades. El precio que pido es
modesto . . .
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El Comandante, que tenía fama de ser hombre de armas tomar, extrajo la escua-
dra de la cartuchera y sin titubear le pegó un tiro a Heriberto Bonilla en la pantorrilla
derecha . Aullando de dolor, entendió el mensaje, se acercó y espolvoreó algo de polvo
en el arma de fuego . Los presentes contemplaron asombrados la cura instantánea de la
herida . Al reponerse de la impresión, el Comandante dijo :
- ¡Ahora me doy cuenta que el estúpido soy yo! -exclamó Heriberto y se incorpo-
ró, pero la escolta lo detuvo obedeciendo una orden del Comandante .
-No hago transacciones de este tipo . El polvo está sencillamente confiscado como
secreto militar, y dé gracias que no lo confisco a usted metiéndolo al calabozo . ¡Váyase!
Con el santo y seña de un arqueo de cejas del jefe, la escolta arrojó a Heriberto de
las instalaciones sin ningún miramiento . No dudó en alejarse antes de que el Comandante
se le ocurriera interrogarlo sobre el origen del polvo .
- ¡Lo que daría yo ahora por la agüita que le tocó a David, para ir a hacer una mo-
jadera de todos los diablos encima de las armas de esos desgraciados!
En la soledad del cuarto de David Smith, la mujer pasó a explicarle otros detalles
de lo ocurrido, pues todavía nadie más estaba enterado . Mientras gozaba del sexo abierto
y fresco como una sandía, a Heriberto le pareció escuchar por el agujero de la cama
dulces melodías del lejano Oriente .
78
De lo que nunca se enteraron, fue que en las siguientes semanas todo el aparato
tecnológico y científico del Pentágono se movilizó para desentrañar los contenidos del
Polvo de la Simpatía, descubierto gracias a las habilidades profesionales de un Coman-
dante instalado en un exótico país tropical .
"Todos nuestros Intentos por decifrar los componentes y aleaciones del llamado
"Polvo de la Simpatía" no han fructificado por una sencilla razón : fueron mez-
clados por gentes de una gran paz Interior y que querían que esa paz normara las
relaciones entre los hombres y entre las naciones . Nosotros no podemos hacer
algo igual. Nuestro negocio es la guerra"
En el currículum del autor de las líneas, sólo había un extraño dato al que nadie
dio mayor importancia . Era el hijo único de un tripulante, que como producto de un
accidente marítimo ocurrido hace muchos años, tenía ojos teñidos de una rara tonalidad
sepia que ningún oftalmólogo del mundo había podido jamás borrar .
79
EDITORIAL SIGNOS,S.A.
UNA NUEVA OPCION EDITORIAL
PARA LA CREACION LITERARIA, LA CRITICA
Y LA INVESTIGACION
80
RAUL LEIS nació en 1947 .
Sociólogo, periodista, educa-
dor popular, dramaturgo y
poeta. Ha obtenido el
Premio Literario "Ricardo
Miró - varias veces y publi-
cado libros de poesía, análisis
social y obras de teatro . Viaje
alrededor del patio es su
primer libro de cuentos .