odopton uno octitud de indignocion si se les. odvierte que tales escenos emergeran.
Unicomente
10 mas fuerte compulsion del trotomiento puede inducirlos a emborcorse en uno reproduccion de
los mismos. Mientros [los pocientes] estan troyendo a /0 concieneio esos experiencios infontiles.
sufren de los mas vio/entos sensociones y troton de ocultarfas porque se overguenzon de elias;
oun despues de pasor por la experiencia en fa forma mas convincente uno vez mas, siguen ho-
ciendo un esfuerzo por creer que esos hechos ocurrieron; hociendo enfasisen e/ hecho de que, a
diferencio de 10 que sucede en el coso de otros moterioles oividodos, no tienen 10 sensa cion de
recordar los escenos correspondientes.
Este ultimo trozo de conducta parece ofrecer una prueba conclusiva. iPor que los pocien-
tes habrfan de asegurorme tan enfaticamente su escepticismo si 10 que desedn desacreditar es
algoque ellos mismos -por el motivo que seo---:- han inventodo? [las cursivas son nuestras]
Es ·mas dif(cil refutar·la idea de que el mediCofuerza reminiscencias de este tipo en el
paciente, que 10 influye medi~mtelasugesti6n para que las imaginey'reproduzca.Sin embar-
go, me parece igualmente insostenible. Nunca he conseguido forzar en los pacientes una
escena que esperara encontrar; de manera tal que de laimpresi6n de estar viviendo a traves
de ella todos los sentimientos apropiados. Quiza otros tengan mas eXITo al intentarlo. (Masson.
1984, pp. 264-265)
Por consiguiente, aun cuando Freud sugirio historias de seduccion a sus pacientes, estas
fueron recibidas con gran resistencia y negacion, 10 que el medico interpreto como sign os de
confirmacion. La naturaleza sugestiva de la tecnica usada por Freud era bien conocida entre
varios de sus contemporaneos. El psicologo y psicoterapeuta frances Pierre Janet (1925) afir-
"Los psicoanalistas centran su labor, invariablemente, en el objetivo de descubrir un re-
cuerdo traumatico, con la conviccion a priori de que hay algo que desentranar. .. Debido a la
."t'Hr~>IO~7~ de sus metodos, estan en posibilidad de hallar siempre aquello que estan buscan-
....
do" (p. 65). En 1899, el psiquiatra aleman Leopold Lowenfeld informolo que habfa ocunido
cuando un antiguo paciente de Freud pidio que 10 atendiera:
Por mera casualidad. uno de los pacientes en quienes Freud empleo el metodo analftico
ahora solicit6 mi atencion. EI paciente me asever6 con total certidumbre que la escena
sexual infantil que aparentemente ei anal isis habra puesto al descubierto era pura fantaSIa
y que en realidad nuncale habra ocurrido a el. Es diftcil entender como, a pesar de tales
comentarios, un investigador como Freud -quien normalmente es muy crftico- pudiera
seguir manteniend() frente a sus pacientes que I.as imagenes surgidas en sus mente:; corres-
pond(an a recuerdos de eventos reales. Sin embargo. resulta todavla mas dif(cil de compren~
der que; Freud considerara que dicha suposici6n podia ser probada en, cad~ uno de los casos
de histeria. (Israels y Schatzman, 1993, p.44)
Tambien es importante senalar que aun en la epoca en que Freud defendfa su teorfa de la
seduccion, en ninglin caso involucro a los padres en aquellas situaciones. Los implicados eran
mas bien nineras, institutrices, sirvientes domesticos, adultos desconocidos, profesores, tuto-
res y, en casi todos los casos, hermanos un poco mayores que las hermanas a las que supues-
tamente habfan seducido. Inmediatamente despues de abandonar su teorfa de la seduccion,
Freud argumento que aquellas historias fueron creadas por los pacientes para enmascarar
recuerdos de experiencias sexuales infantiles reales, como la masturbacion. No fue sino mas
adelante, cuando desarrollo su concepto del complejo de Edipo, que Freud comenzo a atribuir
las fantasias de seduccion al deseo incestuoso infantil dirigido al padre del sexo opuesto. En
su obra An Autobiographical Study (Presentaci6n autobiogrdfica) (1925/1952) rememoro los
acontecimientos que habfan rodeado primero su aceptacion y luego su rechazo de la teorfa de
la seduccion, pero 10 hizo de manera muy distinta de como los comento en 1896:
RevlSiones de 10 leyenda [,eudiana I 571
Bajo la presion del procedimiento tecnico que usaba en aquella epoca, [a mayona de
patientes reprodujeron escenas de. su ninez en [as que fueron seduddos sexual mente
alguna persona adulta. En el caso de los padentes de genero femenino, la parte de . . '""'-'''''''-1.\,,11..
fue asignada casi siempre a sus· padres ... Ni siquiera ahora me cabe en la cabeza la posibili-
dad de que yo haya forzado las fantasias de seduccion en mis pacientes, que yo se .las
IIsugerido". Enrealidad me habfatopado porprimera vez con elcomplejode Edipo, ...,"··;-6
L.uv .
abrumadora importancia asurnirfa mas tarde. (pp. 36-37)
Esterson (1993) apunta que el metodo clfnico de Freud Ie permitia corroborar "' . . .,.. J.'-,;:I\.IUUI;:-
ra ideas teoricas de las que estuviera ocupandose en el momento. Respecto de la teoria la
seduccion de Freud y su subsecuente abandono de la misma, Esterson comenta: liEs dificil
obviar la conclusion de que tanto el autoengano como la deshonestidad desempenan un pa~
pel en esta anecdota, si bien hay momentos en que apenas es posible distinguir una de
otra" (p. 31). El filosofo Ludwig Wittgenstein (1889-1951) hizo las siguientes observaciones
acerca de Freud en la carta que escribio a un amigo:
EI esta Ilene de pensamientossospechosos, y su encanto y el encanto de [su] tema es L
grande que es fadl resultarenganado; ,.. A menos que pienses muy claramente, el r'\CI("I"\::ly,-:l"::.:;:
lisis.}suna·prattica peligrosayrepLignante,y el·dafioque.puede causar es
'entomparad6n, elbien quepuedeaportares muypoc6 ... ASI que 10 mejor es tener el
bra abuen resguardo. (Malcolm, 200 I , p. 39) .
n
En otro momento Wittgenstein afirmo: "Precisamente porque son brillantes, las extrava-
gantes seudoexplicaciones de Freud Ie hacen un £laco favor. Ahora cualquier asno tiene a su
dis posicion esas imagenes para usarlas en la 'explicacion' de los sfntomas de una enjtenne:,;",,!~~,'.?!.·:j
dad" (Cioffi, 1998, p. 79).
Es preciso aclarar que las preguntas surgidas en torno delmetodo clfnico de Freud
validas tanto si se supone que los recuerdos reprimidos son eventos reales como si se cree
son imaginarios. El cuestionamiento fundamental es si, al poner al descubierto los recuerdos
reprimidos, los psicoanalistas estan descubriendo algo real acerca del paciente 0 aferrandose
a un producto de su propia imaginacion. Para Webster (1995), la respuesta a la pregunta an-
terior es ambigua: "No hay evidencia de que cualquiera de los pacientes que llegaron a
sin recuerdos de abuso sexual haya vivido alguna vez ese tipo de situaciones" (p. 517).
No todas las revisiones actuales del desarrollo llevado a cabo por Freud en relacion con su
teoria de la seduccion y su subsecuente rechazo de la misma son negativas. Para conocer lln:~tt;~;'y:'{:4
version mas positiva y una refutacion de casi todas las criticas que acabamos de uO;:'.;,'-".<>J....,
vease Gleaves y Hernandez (1999). Para una impugnacion de las afirmaciones hechas . . . I'"\~.;,',:,,',.'.'i~,,'
Gleaves y Hernandez (1999), vease Esterson (2002b) y para una refutacion de la
de Esterson, vease Gleaves y Hernandez (2002).
El espacio no nos permite analizar otros problemas asociados a la version dada por
respecto de los recuerdos reprimidos y de varios de sus demas conceptos teoricos. Para
der a una revision mas exhaustiva de tales problemas, vease -por ejemplo- Cioffi,
1998; Crews, 1995; Esterson, 1993, 1998, 2001; Gelfand y Kerr, 1992; Israels y ~ctlatz.mal1i
1993; Powell y Boer, 1994; Schatzman, 1992; Webster, 1995; Wilcocks, 1994.
Inquietudes actua1es en re1acion con los recuerdos reprimidos. Recientemente se ha
dado un drastico aumento del numero de recuerdos de abuso infantil reportados, misrnos qu~
supuestamente han estado reprimidos durante muchos anos. Aunque una gran cantidad d)
investigadores aceptan la validez del concepto de los recuerdos reprimidos (p. e., Erdel}'ll
1985; Frawley, 1990; Rieker y Carmen, 1986; Schuker, 1979, y M. Williams, 1987), hay otroS 1 ....
muchos que no. En su articulo "La realidad de los recuerdos reprimidos" (1993), Elizabeth
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