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El Saqueo Del Pasado - Meyer Karl E

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Traducción de

R o b e rto R am ó n R e y e s M a zz o n i
KARL E. MEYER

EL SAQUEO
DEL PASADO
Historia del tráfico internacional ilegal
de obras dé arte

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA


MÉXICO
Primera edición en inglés, 1973
Primera edición en español, 1990

Título original:
The Plundered Pást. The story of the illegal International
traffic in works of art
© 1973, KarI E. Meyer
Publicado por Atheneum, Nueva York
ISBN 0689-70551-4

D.R.<g) 1990, F o n d o d e C u l t u r a E c o n ó m ic a , S.A. de C.V.


Av. de la Universidad, 975; 03100 México, D.F.
ISBN 968-16-3549-3
Impreso en México
A
T ib e l
y a la memoria de
D an
AGRADECIMIENTOS
Ante todo debo agradecer a Simón Michael Bessie, del Ateneo, y
a William Shawn, de TKe New Yorker, su apoyo moral y finan­
ciero en la etapa inicial de un proyecto de larga duración; mi
agradecimiento también a Gillon Aitken, de Hamish Hamilton. Los
consejos de mi agente, Julián S. Beach, me fueron de utilidad.
William D. Rogers, de Amold & Porter, me ayudó a obtener una
donación del Center for Interamerican Relations, que me hizo
posible viajar a Guatemala. Mucha gente ayudó a concertar las
citas, investigó en archivos, y envió por correo los apreciados re­
cortes de artículos periodísticos. En particular estoy en deuda con
Bonnie Bonham Flam, en París; Gillian Darley, en Londres; Alice
Marie Galassi, en Roma; Sermin Emre, en Ankara; María Beams,
en la ciudad de México; James McG. Truitt, en San Miguel de
Allende; Robert G. Dorion, en la ciudad de Guatemala; Judith
Martin, en Washington, D.C.; Melinda Guster y Robert Meyers,
en Los Ángeles. En Nueva York, me ayudaron Alexandra Anderson
y Georgina d’Angelo. Gabriella y Andrew Hale me prestaron su
colaboración especial en Roma, al igual que lo hizo Sidney Alexan-
der en Florencia. Florence Norton y Bonnie Shalin ayudaron en
el ingrato trabajo de la mecanografía, y gran parte de mi corres­
pondencia fue mecanografiada con agrado por Jean Reid. Final­
mente, se reunieron las fotografías con la ayuda inestimable de
Laurie Winfrey.
Varios cientos de personas proporcionaron información para este
libro. En la lista parcial que sigue, he omitido los nombres de 37
traficantes en nueve países con el fin de proteger la identidad de
los informantes. Recalco que sólo el autor es responsable de las
opiniones expresadas en estas páginas.

Anderson, Adrián D., Iowa City, Iowa.


Andrews, Sra. de E. Willys, Mérida.
Asher, Frederick K., Minneapolis.
Ayala, Armando, ciudad de México.
Bareis, Charles J., Urbana, Illinois.
Bass, George, Filadelfia.
Bastían, Tyler, Baltimore.
9
AGRADECIMIENTOS
Bator, Paul, Cambridge, Massachusetts.
Berman, Eugene (f), Roma.
Bemal, Ignacio, ciudad de México.
Bemoulli, Christophe, Basilea.
Bonfil Batalla, Guillermo, ciudad de México,
von Bothmer, Dietrich, Nueva York.
Brantley, Robin.
Brenner, Edgar H., Washington.
Bronson, Bennet, Chicago.
Bruhns, Karen Olsen, San José, California.
Bumham, Sophy, Nueva York.
Butler, B. Robert, Pocatello, Idaho.
Cadorin, Paulo, Basilea.
Canaday, John, Nueva York.
Canfield, Gabriella, Nueva York.
Carettoni, Tullía, Roma.
Cartwright, Aubrey (f), París.
Coe, Michael D., New Haven.
Coggins, Clemency, Cambridge, Massachusetts.
Colé, David L., Eugene, Oregon.
Colombo, Alice, Roma.
Colombo, Furio, Roma.
Connor, Patricia; Londres.
Cooney, John D., Cleveland.
Corbett, John, Washington.
Coughlin, Francés, Lima, Perú.
Cummer, W. Willson, Ankara.
Chagall-Meyer, Ida, Basilea.
Chapman, Cari H., Columbia, Missouri.
Charbonnier, Georgcs, París.
Davis, Hester A., Fayetteville, Arkansas.
DeJamette, David L., Moundville, Alabama.
Dyson, Robert, Filadelfia.
Easby, Dudley T. (f), Nueva York.
Eckman, Fern Marja, Nueva York.
Ekholm, Gordon, Nueva York.
Elon, Amos, Jerusalén.
Elon, Beth, Jerusalén.
Erim, Kenan T., Nueva York.
Esterow, Milton, Nueva York.
Evans, Clifford, Washington.
AGRADECIMIENTOS
Feldman, Mark, Washington.
Firath, Nizeh, Estambul.
Ford, Richard I., Ann Arbor, Michigan.
Franco, José Luis, ciudad de México.
Freeman, Joan E., Madison, Wisconsin.
French, David, Ankara.
Friendly, Alfred, Londres.
Frison, George C., Laramie, Wyoming.
Funk, Robert E., Albany, Nueva York.
Gage, Nicholas, Nueva York.
de García Prendes, Laura, ciudad de Guatemala.
Gendel, Milton, Roma.
González, Raúl, Panamá.
Graham, Ian, Cambridge, Massachusetts.
Gray, James A., Nueva York.
Griffin, Gillett, Princeton.
Griffin, James B., Ann Arbor, Michigan.
Guthe, Alfred K., Knoxville, Tennessee.
Guzmán de la Gi*uz, Amílcar, Tikal, Guatemala.
Haag, William G., Baton Rouge, Louisiana.
von Hagen, Víctor Wolfgang, Roma.
Hairs, Joya, ciudad de Guatemala.
Hamblin, Dora Jane, Roma.
Hanfmann, George, Cambridge, Massachusetts.
Hannifin, Jerry, Washington.
Haviland, William A., Burlington, Vermont.
Hayes, Charles F., Rochester, Nueva York.
Heath, Dwight B., Providence, Rhode Island.
Hellmuth, Nicholas, St. Louis, Missouri.
Herrera, Óscar, San José, Costa Rica.
Hess, John, Nueva York.
Hess, Thomas B., Nueva York.
Heyden, Doris, ciudad de México.
Holloway, R. Ross, Providence, Rhode Island.
Hoving, Thomas P.F., Nueva York.
Hughes, Robert, Nueva York.
Hurst, Peter, Ballston Lake, Nueva York.
de Jesús, Prentiss S., Ankara.
Johnson, Elden, Minneapolis.
Johnson, Harmer, Nueva York.
Johnston, Roger D., Nueva York.
Jones, Julie, Nueva York.
Jordán, Douglas F., Storrs, Connecticüt.
AGRADECIMIENTOS
Katz, Karl, Nueva York.
Kellar, James H., Bloomington, Indiana.
King, Tom, Riverside, California.
Ladejinsky, Wolf, Nueva Delhi.
Lehman, Edward J., Washington.
Lerici, Cario Maurilio, Roma.
Lewin, Seymour Z., Nueva York.
Lilyquist, Ghristine, Nueva York.
Linares, Olga, Panamá.
Love, Iris C., Nueva York.
Luján Muñoz, Luis, ciudad de Guatemala.
MacKendrick, Paul, Madison, Wisconsin.
Malone, James M., Austin, Texas.
Mambor, Felice, Roma.
Marshall, Richard A., State College, Mississippi.
Mata Amada, Guillermo, ciudad de Guatemala.
Matson, Frederick R., University Park, Pennsylvania.
McFadden, Elizabeth, Nueva York.
McGimsey, Charles R., Fayetteville, Arkansas.
Meggers, Betty, Washington.
Mellaart, James, Londres.
Mellink, Machteld, Bryn Mawr, Pennsylvania.
Melton, Jim, Houston.
Melville, Richard A., Nueva York.
Meyer, Susan E., Nueva York.
Millón, René, Rochester, Nueva York.
Morales Fernández, Rafael, ciudad de Guatemala.
Muscarella, Oscar, Nueva York.
Nash, David, Nueva York.
Naumann, Rudolf, Estambul.
Newton, Douglas, Nueva York.
Noble, Joseph V., Nueva York.
Nottebohm, Karl Heinz, ciudad de Guatemala.
Oliver, Andrew, Nueva York.
Owen, David, Filadelfia.
Parsons, Sherman, Nueva York.
Pearson, Kenneth, Londres.
Peckham, Stewart L., Santa Fe, Nuevo México.
Pomerance, León, Great Neck, Nueva York.
AGRADECIMIENTOS
Pritchard, James, Filadelfia.
Proskouríakoff, Tatiana, Cambridge, Massachusetts.
Puleston, Dennis E., Minneapolis.
Rainey, Froelich, Filadelfia.
Rathbone, Petty T., Boston.
Rice, Harvey S., Pullman, Washington.
Robbins, Maurice, Boston.
Robertson, Merle Greene, San José, California.
Ross, John, Roma.
Rossides, Eugene T., Washington.
Rutsch, Edward S., Madison, New Jersey.
Sáenz, Josué, ciudad de México.
Sáenz de Tejada, Guillermo, ciudad de Guatemala.
Sarceño, Edgar, ciudad de Guatemala.
Schimmel, Norbert, Nueva York.
Schmidt, Peter J., Puebla, México.
Shearman, John, Londres.
Shook, Edwin, Antigua, Guatemala.
Sigstad, John S., Vermillion, South Dakota.
Siviero, Rodolfo, Florencia.
Solheim, Wilhelm G., Hawai.
Stavenhagen, Kurt, ciudad de México.
Sterling, Claire, Roma.
Sterling, Thomas, Roma.
Sullivan, Lynn, Seattle.
Temizer, Raci, Ankara.
Thomas, Ronald A., Dover, Delaware.
Thompson, Homer, Atenas.
Thompson, Margaret, Nueva York.
Torres de Arauz, Reina, Panamá.
Torrey, Margery, Nueva York.
de Varine-Bohan, Hugues, París.
Vermeule, Comelius, Boston.
Walter, Richard, Londres.
Wauchope, Robert, Nueva Orleáns.
West, Frederick Hadleigh, Anchorage, Alaska.
Williams, Stephen, Cambridge, Massachusetts.
Witty, Thomas A., Topeka, Kansas.
von Wuthenau, Alexander, ciudad de México.
AGRADECIMIENTOS
Wycoff, Don G., Norman, Oklahoma.
Young, Rodney, Filadelfia.
Zahn, Marilyn, Worcester, Massachusetts.
Zelle, Ann, Washington.
INTRODUCCIÓN
En una charla durante una reunión en la College Art Association
en Chicago en 1971, el historiador de arte de Stanford, Albert
Elsen, expresó que, en su opinión, “no hay una cuestión más con­
flictiva ante el mundo del arte que la del tráfico internacional
ilegal de obras de arte”. Desde entonces, hemos tenido muchos
artículos y conferencias sobre el comercio ilícito, y sobre las polí­
ticas de adquisición de los museos, asunto que está relacionado
con aquél. Pero éste no es un libro sobre ese tema. Hasta donde
sé, es el primero de su clase, un informe documentado y completo
de uno de los más tristes problemas del mundo: la destrucción
y el robo de los restos del pasado humano.
Como es el primer libro, el autor ha estado consciente de una
obligación especial. Nada ha hecho más falta que una descripción
detallada de la amplitud y naturaleza del comercio ilícito. Hay
razones para esto. El mercado de arte es un mundo cerrado cuyos
pobladores procuran conservar la información importante confi­
nada dentro del mismo. Los precios, los nombres de los comercian­
tes y de los clientes, las rutas de abastecimiento, son todos asuntos
que tienden a ocultarse en el lenguaje del oficio. Tal deseo de
secreto estaba quizás justificado cuando el mercado de arte era
un pequeño club integrado por unos pocos miles de personas y
cuando sus ganancias eran minúsculas en comparación con otros
mercados. Esto ya no es así. El arte es un gran negocio, y el mer­
cado internacional tiene un flujo anual de por lo menos 1 000
millones de dólares. No obstante, aunque cada vez se considera
más a las obras de arte como una mercancía de especulación, en
los Estados Unidos, donde se gasta la mayor parte del dinero, no
hay el equivalente a una comisión de valores y cambios que vigile
que los tratos sean justos y protejan el interés público.
¿Existe un interés público en lo que ocurre a las obras de arte?
La premisa de este libro es la de que claraménte existe. Un co­
leccionista o un museo pueden “ser propietarios” de un Rembrandt,
Pero en un sentido más amplio la pintura pertenece al mundo.
Como es el juicio colectivo de la humanidad lo que da su valor
a la obra, es correcto que la conciencia colectiva de la humanidad
sc preocupe de su conservación. Quienes se benefician de los pre-
Clos cada vez más altos del arte no pueden quejarse justificada-
15
AGRADECIMIENTOS
Wycoff, Don G., Norman, Oklahoma.
Young, Rodney, Filadelfia.
Zahn, Marilyn, Worcester, Massachusetts.
Zelle, Ann, Washington.
INTRODUCCIÓN
En una charla durante una reunión en la College Art Association
en Chicago en 3971, el historiador de arte de Stanford, Albert
Elsen, expresó que, en su opinión, "no hay una cuestión más con­
flictiva ante el mundo del arte que la del tráfico internacional
ilegal de obras de arte”. Desde entonces, hemos tenido muchos
artículos y conferencias sobre el comercio ilícito, y sobre las polí­
ticas de adquisición de los museos, asunto que está relacionado
con aquél. Pero éste no es un libro sobre ese tema. Hasta donde
sé, es el primero de su clase, un informe documentado y completo
de uno de los más tristes problemas del mundo: la destrucción
y el robo de los restos del pasado humano.
Como es el primer libro, el autor ha estado consciente de una
obligación especial. Nada ha hecho más falta que una descripción
detallada de Ja amplitud y naturaleza del comercio ilícito. Hay
razones para esto. El mercado de arte es un mundo cerrado cuyos
pobladores procuran conservar Ja información importante confi­
nada dentro del mismo. Los precios, los nombres de los comercian­
tes y de los clientes, las rutas de abastecimiento, son todos asuntos
que tienden a ocultarse en el lenguaje del oficio. Tal deseo de
secreto estaba quizás justificado cuando el mercado de arte era
un pequeño club integrado por unos pocos miles de personas y
cuando sus ganancias eran minúsculas en comparación con otros
mercados. Esto ya no es así. El arte es un gran negocio, y el mer­
cado internacional tiene un flujo anual de por lo menos 1 000
millones de dólares. No obstante, aunque cada vez se considera
más a las obras de arte como una mercancía de especulación, en
los Estados Unidos, donde se gasta la mayor parte del dinero, no
hay el equivalente a una comision de valores y cambios que vigile
que los tratos sean justos y protejan el ínteres publico.
¿Existe un interés público en lo que ocurre a las obras de arte?
La premisa de este libro es la de que claramente existe. Un co­
leccionista o un museo pueden “ser propietarios de un Rembrandt,
pero en un sentido más amplio la pintura pertenece al mundo.
Gomo es el juicio colectivo de la humanidad lo que da su valor
a la obra, es correcto que la conciencia colectiva de la humanidad
se preocupe de su conservación. Quienes se benefician de los pre­
cios cada vez más altos del arte no pueden quejarse justificada-
15
16 INTRODUCCIÓN
mente de la preocupación del público, ya que éste es el que da su
valor a la propiedad de ellos, un valor que con frecuencia se
realiza cuando se dan herencias o donaciones a los museos. Una
comparación puede ser útil. Un especulador en bienes raíces puede
obtener grandes beneficios si compra juiciosamente lotes en un
distrito comercial en desarrollo, pero el valor de lo que posee de­
riva de la empresa de la comunidad, y ésta tiene el derecho indis­
cutible de imponer límites —como reglamentos de construcción o
de zonificación— sobre la forma en que el dueño usa su propie­
dad. Debería aplicarse una extensión del mismo principio a las
obras de arte.
Esto es particularmente importante en el caso especial de las
antigüedades que yacen en los sitios arqueológicos. Aunque un es­
tadunidense puede “ser propietario” de un montículo indio o
un italiano puede “ser propietario” de una tumba etrusca, hay un
interés general en lo que cualquiera de ellos hace con su propiedad
(en Italia se reconoce este interés, aunque no es contemplado por
la ley; en el caso de la mayoría de los sitios indios de los Estados
Unidos, no se le reconoce ni es contemplado por la ley), ^fodo
sitio arqueológico es como una cápsula de tiempo, y cada uno
contiene en diferentes grados testimonios únicos sobre nuestro pa­
sado^ Guando esa cápsula de tiempo es destruida, ya sea por un
saqueador o un tractor, la pérdida es total. Uno no puede cultivar
otro montículo indio. A pesar de esto, íel ritmo de la destrucción
es en la actualidad tan grande que para finales del siglo la ma­
yoría de los sitios arqueológicos importantes que aún existen po­
drían haber sido saqueados o pavimentados. Nos enfrentamos a un
futuro en el que podría no existir más pasado que aquel que ya
es conocido y ha sido excavado. O, lo que es igualmente triste,
aquello que nos quede podría estar tan ruinosamente mutilado que
sólo nos proporcione un fragmento ruin de una herencia desapa­
recida.
Para retomar al interés directo del autor, como este libro debe
tener valor para consulta, he incluido en él un amplio apéndice
con la información primaria, gran parte de la cual no se había
publicado antes. El costo de la investigación llegó a los miles de
dolares. También he incluido en los apéndices la primera biblio­
grafía amplia sobre el tema, obtenida en su mayor parte de los
archivos que he acumulado. Aparte de la valiosa biblioteca del
Consejo Internacional de Museos (siglas oficiales en inglés ic o m )
en París, no hay archivos sobre el tema accesibles al público. Esto
en sí mismo es una medida de la forma repentina en que ha sur­
INTRODUCCIÓN 17
gido el problema. En la campaña de conservación nos encontramos
aproximadamente en la misma etapa a que se había llegado en el
movimiento hermano para salvaguardar el ambiente, cuando se
conocía a sus partidarios como “conservacionistas” y se les descar­
taba con frecuencia como fanáticos bien intencionados. Estamos en
un nivel de conciencia igual a cero.
La investigación fue uno de los gastos; los viajes fueron otro.
En el transcurso de tres años he visitado la América Latina cuatro
veces, y Europa en tres ocasiones, y he viajado extensamente den­
tro de los Estados Unidos para asistir a reuniones profesionales y
entrevistar a toda persona implicada, aunque fuera remotamente,
en el problema. Sus nombres aparecen en los Agradecimientos. Este
libro no se habría podido escribir sin la ayuda desinteresada de
cientos de personas, algunas de las cuales, temo, estarán profun­
damente en desacuerdo con lo que tengo que decir. Pero descubrí
que incluso aquellos que se benefician de la destrucción del pasado
ya sea como comerciantes o compradores— estaban preocupados
por las implicaciones de lo que estaba ocurriendo. Dé otra manera
no me habrían hablado coh tanta libertad.
Aquí debo discutir el más difícil problemá ético al que me he
enfrentado como periodista. ¿Qué tanto debo revelar? Primero
hablaré de mi propia participación. De 1956 a 1971, fui miembro
del personal del Washington Post., y uno de los temas sobre los que
escribía era la política latinoamericana. En 1959, mi periódico ge­
nerosamente me hizo posible un prolongado viaje a través de la
América Latina, y de manera casual me interesé en la arqueología
cuando visité Machu-Picchu en Perú, Tikal en Guatemala, y Teo-
tihuacán en México. A mi regreso, continué con mi interés y me
reuní con estudiosos del campo precolombino. Durante los años
que siguieron, hice viajes de vacaciones a Francia, Grecia, Italia
y el Medio Oriente, donde visité los sitios principales. Estos viajes
tuvieron como resultado un libro, The Pleasures of Archaeology,
publicado en 1970, que me dio la condición de un extraño tole­
rado en un campo que por lo general desconfía de los periodistas..
En el proceso, empecé a enterarme del tráfico ilícito internacio­
nal en arte.
En 1971, renuncié al Washington Post, con muchas aprensiones
porque estaba dedicado al periódico y apreciaba a mis colegas que
trabajaban en él. Pero quería escribir un libro sobre la destrucción
del pasado y sabía cuánto tiempo y esfuerzo tomaría el proyecto.
Con la ayuda de anticipos del editor, y de una pequeña donación
—-la única que recibí— del G'enter for Inter-American Relations,
18 INTRODUCCIÓN
pude hacer mis viajes. Fui a Guatemala con la ayuda del Centro
y vi personalmente la devastación de los sitios mayas. Este viaje
dio como resultado un informe, The Maya Crisis, que a su vez,
afortunadamente, condujo a una donación de 20 000 dólares por
la Tinker Foundation de Nueva York a un Fondo de Rescate
Maya. El dinero se está utilizando en Guatemala para proteger
o trasladar los monumentos mayas que se encuentran en peligro
de ser destruidos.
Durante mis pesquisas, para retomar al problema ético, encon­
tré que tenía, figurativamente, las vidas de muchas personas en
mis manos. Como periodista había pasado por una experiencia si­
milar en la Europa oriental, donde me beneficié de las confidencias
de muchos informantes que por lo menos irían a dar a la cárcel
si se hiciera pública su identidad. Pero en ese caso era fácil resol­
ver el dilema, y había amplios precedentes para orientarme. El
mercado de arte es diferente. Aunque en la gran mayoría de los
casos les dije a quienes entrevisté que estaba escribiendo sobre el
comercio ilícito, fui favorecido con información indiscreta. La
razón por la cual mis informantes hablaron con tanta libertad
es algo sobre lo que pienso mucho. Quizás fue simplemente a causa
de la vanidad, del deseo de comprobar que se tiene acceso a la
información confidencial. Pero además había, creo, un cálculo
prudente: el conocimiento de que de todos modos yo me enteraría
de mucho y de que una revelación selectiva podría ponerme en
deuda con mi informante e inclinarme a proteger su identidad. Es
la clase de cálculo que un traficante astuto haría. Pero, ¿qué es lo
que yo debería hacer sobre esto?
A final de cuentas llegué a un compromiso. En los casos en que
me enteré de información valiosa de fuentes vulnerables, he dis­
frazado su identidad, utilizando, con el fin de evitar juegos de
adivinanzas, el alfabeto griego como un código arbitrario. Sin duda,
una solución poco satisfactoria, pero es la que seguí. Por supuesto,
he proporcionado a mis editores y a sus abogados todos los nom­
bres que he suprimido, junto con las grabaciones de algunas entre­
vistas importantes. La finalidad de este libro es la de iluminar un
problema y no la de castigar a alguien. Las violaciones de la ley
son propiamente responsabilidad de la policía, y el autor no es
un informante.
No obstante, el lector podría preguntarse cómo obtuve algunas
de las historias más raras que se presentan en las páginas siguien­
tes. El secreto es sencillo, conocido por cualquier periodista políti­
co: aparentar que se tiene parte de la información. Durante mi
INTRODUCCIÓN 19
investigación, con frecuencia me sentí como un arqueólogo que
excava el fragmento de una vasija, un tiesto lo suficientemente
grande para dar una idea del diseño original. Encontraría el frag­
mento no en una tumba, sino en una conversación, y lo retendría
en mi mente, haciendo referencia a él, con falso aplomo, en entre­
vistas posteriores, como si tuviera toda la vasija. En la mayoría
de los casos, se me recompensaría con piezas adicionales de la
misma. Con esta técnica, pude reconstruir algunas de las historias
más interesantes sobre el saqueo del pasado.
El tema es inherentemente sensacional. He tratado de describirlo
sin ornamentos superfluos. Pero también he procurado retener el
elemento humano —los caprichos de la conducta personal y los
absurdos del mercado—, evitando a la vez colocarme en el papel
de quien está en lo correcto, tan alejado del espíritu del arte. El
lector es quien debe juzgar si he tenido éxito.
Junio de 1973
Weston, Connecticut

N o t a d e l a u t o r : El Museo Metropolitano hizo público su larga­


mente esperado Report on Art Transactions, 1971-1973 [Informe
sobre las transacciones de arte, 1971-1973] a finales de junio de
1973, cuando la edición en inglés de este libro estaba en pruebas.
Con respecto a las controvertidas ventas secretas de obras impor­
tantes, el informe de hecho dijo que el Museo no había hecho nada
malo, pero que no lo volvería a hacer. El Metropolitano pareció
prometer que todas las obras importantes que el Museo ya no
deseara retener serían vendidas sólo en subastas públicas y iónica­
mente después de anunciarse con bastante anticipación. En lo que
se refiere al vaso de Eufronio, el Museo manifestó que con base
en su propia investigación era seguro que la crátera no había sido
sacada de contrabando de Italia. Pero Douglas Dillon, presidente
de los fideicomisarios del Museo Metropolitano, admitió en una
conferencia de prensa que Dikran A. Sarrafian, supuestamente el
propietario original del vaso, nunca había sido interrogado por
alguien del Museo en alguna ocasión. La prueba en que el Museo
basó su juicio, dijo Dillon, fue obtenida a través del traficante
Robert E. Hecht, Jr. “Podemos estar equivocados”, expresó Dillon.
“Si nos equivocamos, éste es uno de los fraudes más fantásticos
20 INTRODUCCIÓN
que haya sido perpetrado.. En Italia, mientras tanto, las autori­
dades emitieron una orden de arresto contra Hecht, por el cargo
de exportar el vaso ilegalmente. Cuando un periodista lo entrevistó
en Suiza, Hecht dijo que no tenía intención de regresar a Italia
para enfrentarse a un juicio.
I. DESPUÉS DE CORTÉS
Porque vine a buscar oro, no a labrar la tierra,
como un campesino.
H e r n á n C o rté s ,
citado por P r e s c o t t

1. L a s g a n a n c ia s d e l a r t e

E l m e r c a d o del arte no es el mayor negocio del mundo, pero en


últimas dos décadas su crecimiento ha superado al de cual­
quier otro campo de inversión de capital de riesgo} Incluso quie­
nes participan en el mercado del arte se encuentran impresionados,
asombrados, y a veces un poco preocupados. Cuando hay un mer­
cado con abundante dinero, los precios del arte suben; cuando
hay recesionesj trastornos políticos o crisis fiscales, los precios del
arte suben; y cuando hay un auge, los precios del arte se elevan
aceleradamente como un globo fuera de control. Un pedazo de
lienzo con pintura que vale pocos dólares puede proporcionar
—•siempre que el pincel haya sido manejado por un Cézanne o un
Renoir— mayores ganancias de capital que las más atrayentes
acciones o un lote en una esquina de Wall Street.
Es imposible predecir cuándo terminará, pero sí se puede ser
muy preciso acerca de sus principios. El auge del arte en la pos­
guerra1 empezó con una subasta, en París, de la colección de
Gabriel Cognacq en 1952, en la cual se establecieron niveles de pre­
cios sin precedentes por pinturas impresionistas y posimpresionistas:
Pommes et Biscuits de Cézanne fue vendido por el equivalente de
94 280 dólares, lo que impulsó a un estadunidense que estaba pre­
sente a observar que eso era “mucho dinero por 14 manzanas”. En
los años siguientes se rompieron más marcas en otras ventas pú­
blicas, notablemente las de las colecciones Weinberg y Goldschmidt
en Londres y la de Lurcy en Nueva York, subastas sin precedente,
a las que quienes participan en este comercio se refieren con
asombro y nostalgia. Pero el principal acontecimiento fue la venta
1 Véase Keen, 1971, pp. 17-32; Rush, 1961, pp. 1-6; Rettlinger, 1961,
PP- 222-238.
21
22 DESPUÉS DE CORTÉS
en 1961, en Parke-Bemet, de Aristóteles contemplando el busto de
Homero, de Rembrandt. El principal subastador de la galería,
Louis Marión,2 había previsto algo nerviosamente que Aristóteles
obtendría por lo menos un millón; cuando su martillo de marfil
finalmente cerró la venta, el precio era de 2.3 millones de dólares,
noticia digna de los titulares de los periódicos, el mayor que se
había pagado por una obra de arte en una subasta pública.
Desde esa compra por el Museo Metropolitano de Arte, la marca
se ha más que duplicado, también por el Metropolitano, con la
compra de un Velázquez en 1970. El aumento exacto ^e los precios
generales es difícil de medir, ya que la mayoría de las ventas son
privadas; pero las subastas son públicas y un índice reciente de
ventas de arte de calidad3 compilado por Sotheby’s y el Times
de Londres muestra que los precios se han multiplicado por 10
u 11 en 20 años, si bien los valores en los campos que están de
moda aumentaron 30 o 40 veces. En comparación, el precio pro­
medio de las acciones industriales en el mismo periodo sólo se ha
multiplicado por cinco. En fecha tan temprana como 1955, la re­
vista Fortune* pudo aconsejar a sus lectores ejecutivos que el arte
“puede ser la inversión más lucrativa en el mundo”.*
2 Véase Brough, 1963, p. 145.
3 Véase Keen, 1971, p. 24.
4 Véase Hodgins y Leslcy, 1955.
* Geraldine Keen, la estadística que compiló el índice Times-Sothebys
da las siguientes multiplicaciones de los precios para sectores especiales
entre 1951 y 1969:
Pinturas modernas 29
Dibujos de los antiguos maestros 22
Impresionistas 18
Pinturas inglesas 10
Antiguos maestros 7
Cerámica china 24/2
Libros de anticuarios 13
Cristal inglés 9
Plata inglesa 8 */a
Muebles franceses 5
Porcelana inglesa 4
Grabados de los antiguos maestros 37
Se ha puesto en duda justificadamente la exactitud matemática de estas
cifras, ya que toda obra de arte es única. Pero con toda seguridad el índice
da una buena, impresión aproximada de los crecientes niveles de los pre­
cios, y lo utilizan como instrumento de medida quienes invierten en arte.
Véase Keen, 1971. (Todas las fuentes son citadas en forma completa en
la bibliografía.)
DESPUÉS DE CORTÉS 23
El que Cézanne y Rembrandt generen más ganancias que General
Motors podría parecer, de hecho, ocasión para una civilizada ce­
lebración. Cualesquiera que sean los motivos de quienes pujan al
alza los precios de las pinturas, son testigos del poder del arte, y
al generar curiosidad, e incluso interés serio, sin duda las ventas
aumentan el apoyo público al arte. Es cierto que 'el auge del mer­
cado ha sido bueno para los traficantes, para las casas de subasta,
para los coleccionistas y algunos museos,1al igual que para los ar­
tistas vivos de más éxito. No obstante, *incluso los comerciantes
están preocupados por la confusión de valores implícita en el hecho
de valuar algunas obras como de “franja dorada”, otras como
“bluc-chip”, y el resto como “emisiones especulativas” o “de cre­
cimiento” (para utilizar la terminología del artículo de Fortune).
No hace mucho tiempo Geoffrey Agnew, presidente de la Sociedad
de Comerciantes de Arte de Londres, protestó por la publicación
en el Times de Londres del índice de precios de subasta, mani­
festando que en su opinión “las obras de arte deben ser compradas
principalmente por sus valores estéticos, y no por los de inversión”.5
El regocijo que siguió a esta declaración en la columna de cartas
del Times sugirió que los clientes de Agnew no seguían principios
tan elevados.
Sin embargo, aparte de la confusión de valores, el mercado al
alza en el arte presenta problemas más prácticos. Más que cual­
quier otro elemento único, el incremento en los precios del arte
ha sido responsable por el robo, mutilación y destrucción totales
de obras de arte en todas partes del mundo, y éste es el problema
que me propongo examinar con algún detalle.
Primero, y más visible, está el asunto de los robos de arte. Dentro
de la última década, el robo de arte ha sido transformado de una
molestia divertida en una plaga internacional.1Cada día es robada
una obra de arte en algún lugar, y aunque algunos de los robos
son cometidos por chiflados o cretinos, en la mayoría de los casos
no ocurre así. En algunas ocasiones, los ladrones piden rescate por
la obra robada, que después aparece en un carro abandonado o
en un casillero de equipaje. Lo más frecuente es que se las venda.
Las pinturas de los maestros menos conocidos pueden ser vendidas
a comerciantes o coleccionistas poco desconfiados; algunas veces
5 Véase “Valué of Works of Art” [Valor de las obras de arte], carta
al Times de Londres, 25 de octubre de 1971, y comentarios el 27 y el
30 de octubre.
24 DESPUÉS DE CORTÉS
las obras son modificadas por restauradores, de tal manera que se
reduce a un mínimo el riesgo de ser descubierto. En otros casos,
se les guarda en un banco suizo mientras sus poseedores esperan
que se cumpla el periodo establecido por las leyes que fijan el
límite de prescripción de la venta de bienes robados (en Italia es
de 10 años).
El latrocinio incluso de obras importantes está tan generalizado
que dos listas del arte “más buscado” circuladas por la policía
internacional o Interpol,6 comprenden dos docenas de obras que
formarían el núcleo de un pequeño museo de primera categoría,
como lo sugieren estos ejemplos:
Massacio, La Virgen y el Niño, robado en 1971 del Palazzo Vechio
en Florencia.'
Memling, Retrato de un caballero, robado al mismo tiempo del mismo
lugar.
Toulouse-Lautrec, Marcelle, robado en 1968 en Kyoto, Japón, y pro­
piedad de un museo en Albi, Francia.
Caravaggio, La Natividad, robado en 1969 de una iglesia en Palermo.
Correggio, La Sagrada Familia, robado en 1970 de un museo en
Pavía, Italia.
Rembrandt, La huida a Egipto, robado en 1971 de un museo en
Tours, Francia.
Gainsborough, Retrato de sir Robert Fletcher, robado en 1972 del
Museo de Bellas Artes de Montreal.
Hals, Retrato de una mujer joven, robado en 1972 de un museo c-n
Düsseldorf.
Lo interesante es que casi todas las 24 obras, muchas de las cua­
les valen por lo menos un millón de dólares, fueron robadas des­
pués de 1965 y son sólo una selección de un total de más de 1 000
obras hurtadas durante la década pasada y que aún continúan en
las listas de objetos “buscados” de la Interpol. Un cálculo conser­
vador estima que aún no se han recuperado obras de arte robadas
por valor de 100 millones de dólares, y hay un consenso general
de que la tasa de recuperación ha sido muy poco alentadora*
En el caso de las pinturas robadas hay un consuelo, aunque pe­
queño. Muy pocas son destruidas; pueden desaparecer durante años
en bóvedas clandestinas pero sobreviven, e igual ocurre __en los
# Véase R. McFadden, 18 de noviembre de 1972 y volantes de la
Interpol.
* En el Apéndice A aparece un cuadro con los principales robos que
han ocurrido desde 1911.
DESPUÉS DE CORTÉS 25-
casos más importantes al menos— con las reproducciones fotográ­
ficas de ellas.'El saqueo ilícito de los sitios arqueológicos recibe
menos publicidad, pero sus consecuencias son más graves debido
a que incluyen la pérdida total de información no registrada. El
estímulo del mercado de arte ha hecho de los sitios antiguos el blan­
co del asalto sin precedente por saqueadores armados con palas,
tractores, e incluso dinamita. Con frecuencia se mutilan los objetos
que se extraen de un sitio y, en todos los casos, se pierde su con­
texto; la pieza saqueada se convierte en un huérfano sin antece­
dentes, y su misma autenticidad está sujeta a discusión.
En el saqueo de los templos y centros ceremoniales antiguos, los
saqueadores no necesitan excavar, y simplemente arrancan estatuas,
frisos y tablillas o planchas grabadas de su lugar; esto ocurre don­
dequiera que hay sitios no protegidos, desde las zonas mayas de
América Latina hasta las ruinas Khmer en Camboya. Un caso
especialmente lamentable fue la devastación de Bangla Desh du­
rante la guerra por la Independencia de ese país en 1971. Después
de los combates, Enamul Haque, director del Museo de Dacca,
realizó un inventario.7 Para su sorpresa, encontró que las acciones
militares casi no habían causado destrucción de las propiedades
culturales; la mayor parte de los daños fue resultado del saqueo
deliberado.
El doctor Haque informó que por lo menos 2 000 templos hin­
dúes habían sido destruidos o sufrido daños de consideración, y
que cerca de 6 000 piezas de escultura habían sido arrancadas o
destruidas por los saqueadores. Mucho de ese arte fue sacado de
contrabando al extranjero y vendido. Añade: “La situación fue
agravada por la presencia de funcionarios extranjeros, deseosos de
hacerse de una colección, que trabajaban con los organismos de
ayuda internacional. Los delincuentes locales estaban más que dis­
puestos a satisfacerlos saqueando sin conmiseración las imágenes
de los templos”. En el Museo Arqueológico de Mainamati desapa­
recieron 35 esculturas de bronce, y toda la colección del Museo
de Dinajpur fue robada. Sin duda, una buena parte de este arte
encontrará finalmente su camino a los museos y las colecciones pri­
vadas del Occidente.
La pobreza y desesperación son factores atenuantes en Bangla
Desh, pero no en los Estados Unidos, donde la búsqueda de va­
sijas es un pasatiempo de fin de semana de lps más ricos. El
aumento en el precio del arte indio americano, aunque ha sido
7 Véase Haque, 1972, p. 2.
26 DESPUÉS DE CORTÉS
bueno para el coleccionista, ha tenido consecuencias desastrosas
para el mundo académico. Es posible ver la relación entre el mer­
cado de arte y el saqueo examinando las consecuencias involun­
tarias de una sola venta —la subasta en noviembre de 1971, en
Parke-Bernet, de la Colección Green de Arte Indio Americano—.
La propia venta fue perfectamente respetable, pero como conse­
cuencia de la publicidad que se dio a los nuevos niveles de precios
sin precedente para el arte indígena, el saqueo, que ya era epidé­
mico, se difundió con nueva intensidad.
Parke-Bemet, durante mucho tiempo la principal casa de subasta
estadunidense, fue adquirida por Sotheby’s en 1964, y la empresa
resultante es la fuerza individual más potente en el mercado in­
ternacional de arte. La categoría y elegancia de la Galería de
Nueva York ha sido conservada desde la fusión, pero la llegada
de funcionarios y expertos ingleses de Sotheby’s —los más capaces
y competentes del mundo del arte— ha producido un nuevo am­
biente de actividad en Parke-Bernet.8 El enfoque de Sotheby’s es
el de no esperar a que se manifiesten las tendencias, sino el de
desarrollarlas agresivamente, promoviendo nuevos campos de inte­
rés para el coleccionista, como los carros antiguos o los vinos de
alta calidad. Así, se dedicó mucha energía e imaginación a la
Colección Green de Arte Indígena, que fue la primera subasta
importante en el este de los Estados Unidos del arte indígena
americano.
Para empezar, se programó la fecha de la subasta para que coin­
cidiera con la inauguración de una exhibición importante en el
Museo Whitney, “200 Años de Arte Indígena Americano”, la pri­
mera de esa magnitud en Nueva York desde 1941. La inaugura­
ción aseguró atención adicional a la subasta, que fue promovida
energicamente en los medios de comunicación. Los comunicados de
prensa0 describieron la pintoresca historia del coronel George Green,
un esplendido excéntrico que fue cirujano en la Guerra Civil y
que posteriormente fundó un negocio de medicinas patentadas que
le dio una fortuna por la venta de la Sal para Dispepsias Green,
Flor de Agosto, El Conquistador de la Fiebre y el Jarabe Alemán
Boschee. Hombre de ingenio, adquirió dos furgones privados de
ferrocarril para sus viajes de negocios. Durante uno de ellos, visitó
Pasadena y encontró que ninguno de los hoteles era a prueba de
S Véase Lucie-Smith, 1973.
9 Véase The Green Collection of American Indian Art, catálogo de
Parke-Bernet, 1971.
DESPUÉS DE CORTÉS 27
incendios; por lo tanto, construyó el Hotel Green a prueba de in­
cendios, que ha subsistido hasta hoy en día. Mientras estaba inves­
tigando las pociones medicinales, se empezó a interesar en el arte
indígena e hizo grandes compras a precios bajos. (Posteriormente
aumentó su fortuna al inventar un abridor de latas que era lo
suficientemente pequeño para ser llevado en un llavero, instrumento
que después fue utilizado por millones de soldados estadunidenses.)
Después de su muerte, en 1925, su hijo y nieto incrementaron la
colección, haciéndola llegar a 2 500 piezas en 1971, cuando la
familia Green puso en subasta más de 300 piezas.
Gracias al creciente interés en los indígenas americanos, la aper­
tura de la exhibición del Museo Whitney, y la pintoresca biografía
del Coronel, la difusión por la prensa fue muy amplia. Harmer
Johnson, el inglés que es el experto en arte primitivo de la Galería,
preparó un catálogo ricamente ilustrado, que se vendió por cuatro
dólares. Johnson estimó que la venta produciría entre 40 000 y
67 000 dólares. Subestimó el entusiasmo de los compradores (uno
de ellos, un coleccionista de Wyoming, se presentó con un sombre­
ro de vaquero, botas y un saco de chaquira). La venta obtuvo
161 000 dólares; uno de los artículos, una manta navajo, que
había sido vendida a Parke-Bemet por 100 dólares en 1963, obtu­
vo 1 000 dólares en la subasta Green. Los titulares del día siguiente
llevaban el mensaje:10 “Para los artefactos indígenas, la tendencia
de los precios es al alza” (The New York Times) y “El arte indí­
gena: mucho dinero” (The Post).
En el mes que siguió a la subasta, Parke-Bemet fue inundado
por artefactos indígenas como tomahawks, cinturones wampun, y
viejas mantas que empezaron a salir de los áticos y roperos. Tal
iniciativa privada es de poco interés para los arqueólogos. Su
preocupación es la de que un mercado en crecimiento, como un
imán poderoso, atrae objetos raros e interesantes del suelo. Un
ejemplo es la cerámica mimbres. Esta bella cerámica, llamada así
por el valle de Nuevo México en que se le encontró por primera
vez, consiste de vasijas pintadas, la mayoría de las cuales fueron
“matadas” cuando se las enterró en tumbas, haciéndoles un peque­
ño agujero en el fondo. Elaboradas hace más de 1 000 años, las
vasijas mimbres tienen “un humor y una vivacidad sin preceden­
tes en el arte indígena”, según Miguel Covarrubias en su funda­
10 Véase Gratz, 1971, y un artículo sin firma en el New York Times
del 20 de noviembre de 1971.
28 DESPUÉS DE CORTÉS
mentado estudio11 del arte aborigen norteamericano en 1954. La
cerámica constituye un catálogo vivido de la zoología del suroeste
norteamericano: impresionantes representaciones de venados, an­
tílopes, cameros montañeses, zopilotes, tejones, tortugas, ranas,
pavos, codornices, patos, garzas, pescados, lagartijas, sapos cornu­
dos, e insectos voladores y de otros tipos.
Uno de los estudiosos interesados en la cerámica mimbres es
Stewart L. Peckham, arqueólogo y jefe del Museo de Nuevo Méxi­
co, en Santa Fe. Peckham, que ha estado realizando un levanta­
miento de todos los sitios indios del estado, se alarmó al encontrar
que casi todos los principales sitios mimbres, incluso los que estaban
en tierras federales o estatales, habían sido devastados por los bus­
cadores de vasijas. Descubrió que los entierros mimbres en tierra
privada habían sido saqueados con excavadoras mecánicas o trac­
tores, de tal manera que los sitios parecían “un campo de batalla
lleno de cráteres de la primera Guerra Mundial”. En una carta
dirigida a mí en la que describía los saqueos, escribió:
Probablemente usted puede advertir que tengo algo más que un mero
desprecio por el buscador de vasijas. Aunque merece la condena eter­
na, no es el único al que hay que culpar. También el coleccionista
rico de arte debería de asarse en el infierno. Su demanda de nuevas
piezas que sean motivo de conversación para añadirlas a su colec­
ción sin importar el precio, sólo hace que el buscador de vasijas
procure encontrar y saquear los principales sitios arqueológicos.12
Pocos días después de que Peckham enviara esta carta, apareció
el siguiente anuncio en el número del 26 de junio de 1972 del
Graphic de Deming, Nuevo México:
S e b u s c a c e r á m ic a m im b re s
Coleccionista privado estará pronto en la zona de Deming para com­
prar cerámica mimbres de todos los tipos: cuencos narrativos, cuencos
representativos, geométricos. Se pagarán los máximos precios por
artículos individuales o colecciones completas. Favor de comunicarse
con: Anthony Berlant, apartado postal 24C84, Los Angeles, Gal.
90024... También se compran mantas navajo viejas, y cerámica
Anasazi o de las primeras épocas de los Pueblo históricos.

11 Véase Miguel Covarrubias, El águila, el jaguar y la serpiente, u n a m ,


1961, p. 221.
& Comunicación personal al autor, con fecha 24 de junio de 1972.
DESPUÉS DE CORTÉS 29
Aquí debe indicarse que Peckham, como los arqueólogos en
todas partes, está igualmente preocupado por el desarrollo industrial
de los bienes raíces que por los buscadores de vasijas. Informa
que se ha pavimentado sobre pueblos indios en la expansión sub­
urbana de Albuquerque, Santa Fe, Farmington y Las Cruces; que
al constituir la presa Navajo en el río San Juan a principios de
la década de 1960 se inundaron 500 sitios arqueológicos; y que
otros entierros indios han sido arrasados por las plataformas de
perforación que se construyen para los pozos petroleros y de gas,
en tanto que las carreteras de acceso y los oleoductos han causado
daños adicionales. En todas partes del continente americano surgen
variantes del mismo problema, e igual ocurre en el resto del mun­
do. En Túnez, el sitio de la antigua Cartago podría estar pronto
cubierto por cemento, y en México la construcción de carreteras
se ha convertido en una grave amenaza a los sitios mayas.*
Como consecuencia del saqueo deliberado y de la expansión de
la civilización, los restos materiales del pasado están siendo des­
trozados a un ritmo sin precedente. A veces el despojo se basa en
la codicia; en otras ocasiones la causa es indiferente. De cualquier
modo, las consecuencias son las mismas: la destrucción en gran
escala del pasado. Por primera vez en nuestra historia nos enfren­
tamos a la nueva perspectiva de un futuro sin pasado. Si se tiene
en cuenta la tasa actual de destrucción, a finales del siglo todos
los sitios arqueológicos importantes no explorados podrían estar
irremediablemente desfigurados o destruidos. Estamos siendo testi­
gos del equivalente del incendio de la biblioteca de Alejandría
por los romanos, la hoguera catastrófica en que gran parte de la
sabiduría de la Antigüedad fue consumida por las llamas. Pueden
verse la mayoría de los ingredientes de la conflagración en la
demolición incesante de sitios precolombinos, problema que trata­
remos ahora.

* La devastación de los sitios mayas por los constructores ha sido descri­


ta con detalle por el doctor Alberto Ruz Lhuillier, quien excavó Palenque
y durante 12 años fue jefe de la Oficina de Monumentos Prehispánicos
en Yucatán. Ruz se impresionó con la destrucción innecesaria de pirá­
mides mayas con el fin de obtener materiales de construcción. En el
pueblo de Akil, cuando ordenó detener esas depredaciones, el presidente
municipal lo acusó de “querer arrebatar el pan de las bocas de nuestros
hijos”. Ruz ha escrito: “Si esto hubiera ocurrido en un estado menos pa­
cífico que Yucatán, donde la vida humana valiera menos, probablemente
no hubiera salido vivo del lugar”. Vease Ruz, 1968.
30 DESPUÉS DE CORTÉS

2. L a m á sc a ra m aya
El campo precolombino es un ejemplo importante de lo que podría
llamarse un mercado “en crecimiento” en el arte. Hace 40 años,
este mercado casi no existía, pero hoy en día es una especialidad
floreciente atractiva para miles de coleccionistas y atendida por
decenas de traficantes. La mayor parte del arte que se vende pro­
viene de tres áreas —México, América Central y las repúblicas
andinas de la América del Sur— y casi todo ha sido sacado de
contrabando de sus países de origen. La forma en que opera el
mercado y los problemas que origina son asuntos que vale la pena
considerar.
John Wise, una persona de apariencia digna, de aproximada­
mente 70 años, y que porta un antiguo reloj de cadena en su
chaleco, es el comerciante de más antigüedad en arte precolombino
en Norteamérica y ha presenciado la transformación del mercado.
Recuerda que a principios de los años treinta se conocía a las
piezas precolombinas como “especímenes”, que se podían obtener
por unos cuantos dólares en la América Latina. Por ejemplo, un
perro de Colima13 —una figurilla de arcilla del Occidente de
México— costaba dos dólares en un mercado mexicano y cerca
de 25 en Nueva York; hacia 1948 uno de esos perros de buena
calidad podía producir entre 250 y 400 dólares en Nueva York;
actualmente el precio de un ejemplar de primera clase podría du­
plicar o triplicar esa cifra. Cuando Wise empezó, sólo otros pocos
comerciantes manejaban arte precolombino, y entre ellos destacaba
el finado Earl Stendahl en Los Ángeles. Ahora hay cerca de 50
traficantes en el campo, de los cuales una docena vende piezas
de gran calidad. Algunos son traficantes “públicos” que adminis­
tran elegantes galerías en Madison Avenue o que trabajan, como
lo hace Wise, desde un lujoso cuarto en un hotel del centro de
Manhattan. Pero varios de los más importantes son desconocidos
incluso para el público del mundo del arte; no tienen galería,
nunca se anuncian y sólo venden a una clientela seleccionada.
¿Por que ha crecido el mercado? La razón más obvia es la de
que el arte precolombino se ha puesto de moda, junto con el arte
etnográfico de África y Polinesia; tiene una relación étnica con el
arte contemporáneo y a la vez añade un aire de misterio atrayen­
te. También hay una razón práctica: los nuevos aviones de las
13 Véase Saarinen, 1958, p. 392.
DESPUÉS DESCORTÉS 31
aerolíneas, las nuevas carreteras y las pequeñas avionetas que han
abierto zonas antes inaccesibles en la América Latina, y colocado
así nuevas riquezas arqueológicas dentro del alcance del mercado.
Posiblemente es más importante una tercera razón: la gran afluen­
cia de nuevo dinero al mercado del arte y el enorme incremento
en el número de coleccionistas.
El índice de precios de subasta de The Ttm&r-Sotheby’s ofrece
una medida sugerente porque muestra que el mayor aumento en
el mercado público ha sido, inesperadamente, en grabados de los
antiguos maestros, cuyo valor se ha multiplicado 37 veces entre
1951 y 1969. Estos grabados son uno de los pocos campos de las
bellas artes accesibles a las personas de ingresos medios14 y, al co­
mentar sobre el incremento de los precios, Geraldine Keen, prin­
cipal compiladora del índice de subastas, hace énfasis en que "las
clases medias educadas se han hecho coleccionistas en una escala
sin precedentes. En gran medida esto debe atribuirse a la actual
actitud de reverencia hacia el arte, que ha hecho surgir una nu­
merosa clientela nueva para las piezas menores del mercado de
arte”.
Las obras precolombinas continúan entre las principales piezas
menores disponibles para los compradores de ingresos medios. Por
unos cuantos cientos de dólares es posible comprar una bella fi­
gurilla de Colima, o un cuenco policromo Nazca, e incluso uno
puede adquirirlo en Bloomingdale, que tiene un departamento pre­
colombino. Un anuncio reciente decía: "Aquí encontrará un ex­
tenso tesoro de más de 1 000 piezas que registran gráficamente
aspectos de una civilización desaparecida hace mucho tiempo...
Ciertamente, aquí hay un tranquilo lugar para el conocedor y una
fascinante ‘excavación’ para el arqueólogo de sillón”.15 Procurando
atraer a los coleccionistas de ingresos medios, un traficante —Hart-
well Kennard de Me Alien, Texas— envía un grueso catálogo de
órdenes por correo de piezas precolombinas,16 muchas de las cuales
se venden por menos de 50 dólares. Añade Kennard: “Mi ubicación
cerca de la frontera de los Estados Unidos con México me per­
mite eliminar varios intermediarios y darle a usted precios más
bajos. Envíe su orden ahora; le garantizo su satisfacción”.*
14 Véase Keen, 1971, p. 32.
15 Volante de Bloomingdale en posesión del autor.
10 Catálogo de Kennard en posesión del autor.
* Kennard, que también es vendedor de automóviles, fue arrestado bajo
el cargo de saqueo por la policía mexicana en marzo de 1972. El caso
32 DESPUÉS DE CORTÉS
Así, hay un mercado de dos niveles en las obras precolombinas:
el primero es un mercado popular de piezas de menor precio, y el
segundo, un mercado selectivo para el coleccionista rico que está
dispuesto a pagar miles por un arte único de calidad superior. Debi­
do a que la mayor parte de las piezas provienen de excavaciones
ilícitas y necesariamente sólo se cuenta con antecedentes muy vagos
de ellas, los compradores de ambos mercados se ven plagados por
la prevalencia de falsificaciones muy ingeniosas. Un coleccionista
que sospecha que ha sido engañado constituye el lado amargo del
dulce éxito del mercado, como puede ilustrarlo la siguiente historia.
Primero, una digresión personal. Mi investigación del mercado
ilícito empezó con una reunión casual, en abril de 1960, con un
traficante al que llamaré George Alfa. Él opera desde su casa y
sólo vende obras de calidad suprema. Al igual que muchos tra­
ficantes, es un hombre agradable, políglota y despreocupado de
la ética de su profesión. Nos reunió un amigo para almorzar. Alfa
no mostró ninguna renuencia para hablar sobre su oficio y, alen­
tado por esto, le pregunté si estaba preocupado por la Conven­
ción de la u n e s c o , que por esas fechas estaba siendo propuesta, y
que en teoría haría ilegal el contrabando de arte. Me miró como
si le diera lástima mi inocencia. “¿ Qué significa procedencia?”,
dijo. “No significa nada. Tengo una bodega en Europa (mencionó
la ciudad) y conservo muchas cosas allí. Si ratifican la Conven­
ción de la u n e s c o , ¿entonces qué? Conozco a varios condes in­
digentes a los que les encantaría, por un precio, jurar que cual­
quier pieza mía fue parte de la colección de la familia durante
siglos. Traigo mis cosas desde Europa, ¿quién lo va a negar? El
tratado no terminará el comercio, sólo significará más problemas”.
Hablamos sobre el problema de la destrucción de sitios arqueo­
lógicos. Alfa de ninguna manera se consternó. “Déjeme decirle”,
expresó, “que yo cuido mejor mi material que los arqueólogos; de
hecho, los arqueólogos son los peores saqueadores. Debería de ver
cómo trabajan mis hombres, todo es hecho con cuidado, y si no
lo cree, le llevaré conmigo para que pueda ver por sí mismo. Lo
que estoy haciendo está salvando el arte, salvándolo de las selvas y
de la ignorancia de los arqueólogos”.
Unos pocos meses después, vi a Alfa de nuevo, y en esta ocasión
me enseñó su apartamento, llevándome a un cuarto interior donde
todo hueco parecía contener un yugo precolombino esculpido, un
no fue juzgado porque el traficante escapó abandonando su fianza y regre­
só a Texas.
DESPUÉS DE CORTÉS 33
ídolo funerario o una vasija exquisitamente pintada. En nuestra
plática, surgió el nombre de un prominente funcionario de un
museo. Alfa dijo que deseaba mostrarme algo, y sacó de su archivo
un documento con un impresionante membrete y me invitó a,
leerlo. Era el recibo de la venta de una pieza precolombina, que
terminaba con la interesante anotación de que una de las condi­
ciones de la venta era la de que no se divulgaría ni el nombre del
traficante ni el precio. “Vea la fecha”, dijo Alfa. “Era la misma
semana en que nuestro amigo estaba pronunciando un discurso
manifestando que su museo nunca compraría arte contrabandeado”.
Durante la misma reunión, Alfa hizo una observación que me
impresionó fuertemente. Le había preguntado si no preferiría un
mercado de antigüedades completamente legal, abierto, de tal ma­
nera que pudiera trabajar tan honorablemente como un gerente
de banco. Lo pensó por un momento, me miró intensamente y
replicó: “No debe olvidar una cosa. Soy un pirata. Me gusta serlo.
Me gusta el momento en el aeropuerto cuando ven mi pasaporte
[tiene varios] y observan mi bolsa de mano porque siempre llevo las
mejores piezas conmigo, en el aeroplano. Sabe, no me agrada X
[nombró a un traficante más conocido en la actividad], pero lo res­
peto. Se parece a mí, no le confiará a un mensajero una pieza
que realmente sea de primera calidad. Él mismo la saca. En una
ocasión nos encontramos en el mismo aeropuerto cada quien con
su bolsa en cada mano y fingimos que no nos conocíamos”.
Esta conversación me persuadió de que una investigación del
mercado ilícito podría ser útil, con toda seguridad resultaría in­
teresante, y posiblemente nos diría algo sobre el comportamiento
humano. Durante el año siguiente hice tres viajes a México y en el
curso de los mismos escuché muchas historias extrañas, y una de
las más extrañas trataba de una notable máscara maya. -
A principios de 1966, el teléfono sonó en la residencia del doctor
Josué Sáenz en Paseo de las Palmas, avenida flanqueada por casas
lujosas, en las afueras de la ciudad de México. Quien llamaba
dijo: “Oiga. Tendré buenas noticias para usted en dos semanas”,
y colgó. Después de que pasaron unas cuantas semanas, el teléfono
sonó y la voz dijo: “Bueno, éste es González, pero no puedo hablar
ahora, la policía está en todas partes”. Finalmente, hubo una ter­
cera llamada y se le dijo al doctor Sáenz que tomara el primer
vuelo de la mañana siguiente a Villahermosa, capital del estado
34 DESPUÉS DE CORTÉS
de Tabasco, en el sur tropical de México. El doctor Sáesz reservó
apresuradamente su pasaje.17
Éste no era un comportamiento extraño o imprudente por parte
de Josué Sáenz, propietario de la que se conoce umversalmente
como la mejor colección privada de arte precolombino en el mun­
do. En la exhibición del Museo Metropolitano “Antes de Cortés”
en 1970, no menos de 23 piezas eran de la colección Sáenz, entre
ellas un relieve calado maya, que mostraba una pareja real en
una intensa plática, a la que se consideró la mejor de su clase, y
que apareció en la portada del lujoso catálogo del Museo. Su co­
lección se ha ampliado a través de un deseo de correr riesgos poco
comunes.
El doctor Sáenz, que en la actualidad tiene aproximadamente
57 años, es una figura imponente en el mundo de los coleccionistas.
Ha sido banquero, deportista, funcionario público y profesor uni­
versitario. Tiene prestigio familiar (su padre fue el eminente
educador mexicano Moisés Sáenz), dinero, y posición social (fue
presidente del Comité Olímpico Nacional durante la Olimpiada de
México). Después de asistir a Swarthmore y a la Escuela de Eco­
nomía de Londres, Sáenz estudió teoría monetaria en la Universi­
dad de Cambridge y tuvo como director de tesis a Maynard
Keynes. En la década de 1950 se convirtió también en un colec­
cionista importante.
Un amigo estadunidense que conoció a Sáenz en sus primeros
días de coleccionista ha recordado su método: “Josué lo hacía
en la forma en que hace todo, con inteligencia y vigor. Dio a
conocer que pagaría el mayor precio en el mercado por cualquier
cosa que quisiera, y como resultado era el primero al que se le
proponía cualquier pieza de importancia que estuviera a la venta
en México”. En el proceso, se convirtió en un conocedor.
Durante su viaje a Villahermosa, después de la extraña llamada
de un desconocido, Sáenz no tenía idea de lo que debía esperar,
pero sí se preocupó un poco cuando lo encontraron en el aeropuerto
dos extraños de apariencia inquietante. Se le dijo que dejara su
equipaje en el aeropuerto y se le condujo a una avioneta Cessna
de un solo motor que estaba preparada cerca de allí. Una vez
en vuelo, ésta pareció dirigirse hacia Chiapas, pero Sáenz no pudo
estar seguro de la dirección porque el piloto, después del despe­
gue, colocó una tela sobre la brújula. Empezó a llover con vio­
lencia y el Cessna virtualmente se deslizaba sobre el follaje de la
17 Todos los detalles se obtuvieron de entrevistas personales.
DESPUÉS DE CORTÉS 35

espesa selva. Por último, la avioneta se sacudió al aterrizar en una


pista recientemente construida en la selva.
El grupo fue recibido por varios campesinos sonrientes, sin que
se dieran nombres. “Tenemos algo que mostrarle”, dijo uno de los
campesinos. Le entregó a Sáenz una mascara de mosaico de aproxi
madamente 15 cm de altura incrustada con jadeita y huesos. Los
ojos, la nariz y la boca de la cara estaban bordeados por un ma­
terial resinoso rojo, aunque lo que más llamaba la atención eran
los dientes: una hilera de dientes humanos aguzados y dos co os
de animal. Sáenz estudió la máscara con una lente e aumento y
concluyó que probablemente era maya posclasica y posi emente
auténtica. De ser así, sería una de las pocas que existen.
Sugirió que antes de tomar una decisión se le ejara evar ^
máscara consigo a la ciudad de México para su ev_ . ,q
un experto, pero el que representaba a los campesi , „
todavía, dijo: “No, señor Sáenz, tiene que tomar su Sáenz
Después de observar
r ., el. equivalentecon cuidado
. , , a o2 nnn la pieza y a sus v
000 Hdólares.
Alares Las
L, sonrisasbuScando
se convirtieron
n v / r t i e r o n

ofreció en su
en carcajadas y el que hablaba p df ^ e.Bernet e indicó
harapienta chamarra, saco un cat a olombino. Se acordó
algunos de los precios recientes d I P prudentemente
una suma considerablemente superior, p _ artes s¡auiente; era
- p e n s ó - escribió en el cheque la fecha del ™ ^
un sábado y creía que esto le daría üempo de llevar
la máscara y detener el pago a a ,]evó la máscara con José
De regreso en la ciudad de M > Btatura que trabaja en
Luis Franco, un experto en ar J ^ laborator¡o— y al
su propio apartamento —1Heno' ’ autenticadores de arte pre-
que se considera uno de los pn P no le gustó; le dijo a
colombino. Franco estudio la seguridad, era falsa.
Sáenz que probablemente, aunque s pagar el cheque,
En la mañana del lunes se d i o o r d e r , 4 fecha pos.
pero según la práctica {echa Sáenz, para su disgusto,
tenor no obliga a p a g a rlo en brado Entregó la máscara a
supo que el cheque ya habí diciéndole que la ofreciera en
uno de sus traficantes regul autenticidad y que obtuviera lo
venta sin ninguna Sara" ‘a semanas el traficante orgullosa-
que pudiera eUa. A las fw estadunidense había comprado
mente le infoimo a Saenz q ^ a ,a erogada orig¡.
p o r

la mascara con colmillos» Y


nalmente.
36 DESPUÉS DE CORTÉS
El estadunidense era un traficante que había trabajado frecuen­
temente con George Alfa. La máscara iba camino a Nueva York,
donde fue mostrada al doctor Gordon Ekholm, encargado de la
sección de arqueología mexicana en el American Museum of
Natural History. Aunque Ekholm lamenta el tráfico ilícito de arte,
durante mucho tiempo ha sentido la obligación académica de ver
lo que llega de la América Latina, de manera que por lo menos
se pueda tener una pista de ello. Por lo tanto, aceptó examinar
la máscara, Ésta lo asombró. Cuando la examinó bajo el micros­
copio, observó algo curioso: minúsculos orificios en los pómulos,
pequeños agujeros en la resina, que mostraban que en alguna
ocasión se había fijado una barba a la máscara. Otras máscaras
de autenticidad reconocida tenían marcas similares, y Ekholm con­
sideró que era difícil que un falsificador conociera tal detalle. Su
veredicto fue favorable.
Su opinión aumentó considerablemente el valor de la máscara;
el siguiente problema era encontrar un cliente. Ésta puede ser
una decisión angustiosa. Si se muestra una pieza importante a un
comprador potencial que la rechaza, esto podría preocupar a otros
compradores, que sospecharían que algo anda mal con la obra. Se
decidió ofrecer la máscara a la Colección Robert Woods Bliss de
Dumbarton Oaks y la pieza hizo su siguiente viaje a Washington
en una caja acolchonada con hule espuma.
Para un traficante, la compra que hace un museo no sólo es
importante en términos financieros sino también como un certifi­
cado de respetabilidad, y en el campo precolombino se tiene en
muy alta estima a la Colección Bliss. Es una de las primeras gran­
des colecciones privadas de arte americano antiguo, y fue inte­
grada por una pareja notable. La colección tuvo sus principios en
1912 en Pans, donde Robert Woods Bliss, diplomático de carrera,
iba a hacerse cargo de un nuevo puesto en la embajada.18 Cierto
día visito la tienda de un anticuario en la avenida Raspail y, al
hacerlo asi, pescó lo que despues llamó uel microbio del coleccio­
nista”. Poco después compró la pieza que le había atraído: una
figura de jade. Resulto ser olmeca, y éste fue un caso de suerte
del coleccionista, ya que la civilización olmeca no fue identificada
como tal sino hasta los años cuarenta, y por lo tanto la rareza de
la pieza no era conocida cuando la compró.
Bliss se casó con la heredera de una fortuna derivada de una
medicina patentada (Castoria), una mujer de apariencia real que
is Véase Meyer, 1964.
DESPUÉS DE CORTÉS 37
se llamaba Mildred Barnes. En 1920, la páreja compró Dumbarton
Oaks, una bella propiedad de la época del rey Jorge de Inglaterra
que era lo suficientemente amplia para alojar, en 1944, a la con­
ferencia internacional que condujo a la fundación de las Naciones
Unidas. La señora Bliss hizo del jardín su dominio y lo convirtió
en un aromático laberinto, en tanto que el señor Bliss empezó a
interesarse tanto en el arte bizantino como en el precolombino.
Ambas colecciones crecieron continuamente y Dumbarton Oaks se
convirtió en un salón; la señora Bliss, llevando guantes y sombrero,
servía el té precisamente a las cinco de la tarde, y una invitación
era signo de aceptación social. Junto con los Truxton Beales y los
Robert Low Bacons, los Bliss eran una de las “tres B” de la so­
ciedad de Washington.
En 1940, los Bliss entregaron Dumbarton Oaks a la Universidad
de Harvard, y posteriormente se estableció un centro para estudios
bizantinos avanzados en la propiedad. Para esa fecha, el espacio
se había convertido en un problema y, con cierta aprensión, la
pareja decidió añadir un ala especial para albergar la colección
precolombina. Bliss murió en 1962, y su viuda supervisó la termi­
nación del anexo, un carrusel de ocho domos diseñados por Philip
Johnson. Guando se le abrió en 1964 fue un éxito reconocido, con
su madera de teca y su vidrio armonizando graciosamente con las
líneas de la antigua construcción.
En ese lugar, en 1966, la máscara con colmillos encontró su
hogar como el artículo 449 de la Colección Bliss; Su origen se da
como “México. Posclásico Tardío”. Fue una de las últimas compras
importantes aprobadas por la señora Bliss antes de su muerte a
los 89 años de edad, en 1969. Se cree que la máscara representa
al dios maya Itzamná, Señor de los Cielos. Si no hubiera sido por
el ojo conocedor de Ekholm, esta máscara única podría seguir
siendo una de las muchas piezas fascinantes cuyo significado es
velado por las dudas.
No había esas dudas cuando, en 1968, el Museo Metropolitano
de Arte discutía si debía comprar la fachada entera de un templo,
cuya historia ejemplifica un dilema más grave al que se enfrentan
los museos.
3. E l t e m p l o a la d o
Guando se ofrece a un museo un objeto pequeño, como una más­
cara o un vaso, se pueden presentar una docena de argumentos
para justificar su compra sin importar lo dudosa que sea la ruta
38 DESPUÉS DE CORTÉS
por la que la pieza llegó al mercado. A las piezas pequeñas se les
conoce como “objetos funerarios”, y hay cientos de miles de en­
tierros precolombinos en el Nuevo Mundo. ¿Quién puede decir
de dónde provienen? ¿Quién puede negar a un afortunado cam­
pesino los pocos miles de pesos que podría obtener si descubre
casualmente una tumba? Y si, melindrosamente, un museólogo no
compra el objeto, hay muchos otros que sí lo harán. Pero surgen
otras objeciones cuando un traficante ofrece a la venta una tableta
inscrita, un muro pintado, o parte de un monumento.
Todos éstos han estado disponibles en el mercado de objetos
precolombinos, a medida que aumenta el interés de los coleccionis­
tas en el campo. Ningún traficante ha hecho más para satisfacer
la demanda que el hombre al que llamaré Henry Beta, el más
sinvergüenza y emprendedor condottiere en este mercado particu­
lar. Beta se inició en el negocio en los años cuarenta, cuando sus
actividades lo hacían ir regularmente a la ciudad de México. Le
agradan las acciones audaces, y en 1968 realizó lo que para un
traficante era un coup de main.10
En las selvas poco exploradas del sur de Campeche, los hombres
de Beta descubrieron un sitio maya, lleno de plazas y pirámides.
El sitio, que se llama Calakmul, es notable por sus grandes mas­
carones de estuco a los lados de las escaleras de los templos. Se
tomaron fotografías de algunos de los mascarones y Beta le mostró
un juego de las mismas a Josué Sáenz, sugiriendo que toda una
fachada podía ser transportada a la planta baja de la galería del
coleccionista. Sáenz rechazó la oferta debido a que mover la fa­
chada implicaría la destrucción física del sitio. Sin embargo, en
Nueva York se expresó un mayor interés y Beta decidió llevar por
avión gran parte de la fachada del templo.
La operación costó más de 80 000 dólares. Un comerciante de
Mérida organizó un grupo de trabajo con el fin de construir una
pista de aterrizaje para un aeroplano que volaría un piloto de
la Florida. Se fijaron grandes fragmentos de hule espuma a la
fachada, que después fue separada del resto de la construcción.
Las aserradoras eléctricas, sin embargo, chocaron con clavijas de
piedra a intervalos y las vibraciones resultantes desprendían parte
del estuco, aunque quedó lo suficiente para hacer un gran em­
barque. Los fragmentos empaquetados fueron trasladados por avión
a Mérida y de allí se les envió en cajas con rótulos falsos a Nueva
Orleáns, y de esa ciudad a Nueva York, donde parte de la fachada
10 Todos los detalles se obtuvieron de entrevistas personales.
DESPUÉS DE CORTÉS 39
fue llevada al Museo Metropolitano de Arte. El precio que se
pedía era de más de 400 000 dólares.
Thomas P. F. Hoving, el director, en ese entonces estaba ocu­
pado con los planes para la celebración del centenario del museo
en 1970, que habría de incluir la exposición más ambiciosa de es­
cultura de Mesoamérica que se hubiera presentado fuera de
México. ‘Antes de Cortes” habría de tener una importancia
simbólica. Desde hacía mucho tiempo, para, quienes estaban inte­
resados en el arte de las Américas había sido causa de angustia
el hecho de que el Metropolitano había ignorado el arte preco­
lombino, aunque su primer presidente, John Taylor Johnston, pi­
dió en 1883 que el museo cumpliera el “deber especial” de mostrar
arte nativo. Sólo hasta 1969 el Metropolitano montó una exhibición
precolombina importante, y en esa ocasión las piezas, en préstamo
del Museo de Arte Primitivo, compartieron los honores con el
arte primitivo de África y Oceanía.
Así, “Antes de Cortés” fue una expresión de arrepentimiento
tardío.20 El principal organizador de la exposición era una persona
que durante mucho tiempo había pedido que se presentara una
Muestra similar, el ya fallecido Dudley T. Easby Jr., quien fue
secretario del museo desde 1954 hasta su nombramiento como
primer jefe del Departamento de Arte Primitivo en 1969. Abogado
de modales corteses, Easby era un experto en el trabajo de los me­
tales precolombinos y se le reconocía como una autoridad en el
campo. Además su esposa, Elizábeth Kennedy Easby, era una ar-
queóloga profesional y había estado encargada de la sección de
arte primitivo en el Museo de Brooklyn.
Durante tres años, los Easby viajaron por Europa, America La­
tina y los Estados Unidos, solicitando a propietarios con frecuencia
renuentes que prestaran piezas para “Antes de Cortes”. En Viena,
su tacto los condujo venturosamente a un encuentro con la profe­
sora Etta Becker-Donner, una mujer formidable que dirige el
Museum für Vólkerkunde, que tiene como su principal objeto pre­
colombino un brillante penacho de plumas enviado por Cortes al
emperador Carlos V. En la reunión inicial, Becker-Donner inició
la conversación diciendo: “De ninguna manera el penacho . Ma-
dame”, replicó Easby en su tono más cortés, “sólo un tonto lo
solicitaría, y sólo un loco lo prestaría”. Después de eso, las negó-
lac‘ones por otras piezas progresaron con éxito.
20 ^
véase Meyer “Helio, Columbus”, 1970.
40 DESPUÉS DE CORTÉS
Ahora bien, en diciembre de 1968, el Metropolitano tenía que
decidir qué hacer con la fachada del templo, partes de la cual
se encontraban tan tentadoramente en sus laboratorios. Antes de
que se tomara una decisión, ocurrió que los Easby viajaron a
México, donde estaba circulando el rumor del Templo Alado
entre los coleccionistas. Se ofreció una cena en honor de ellos, y
entre los presentes estaban Josué Sáenz y el doctor Ignacio Bemal,
el más destacado arqueólogo de México y director del Museo Na­
cional de Antropología. Sáenz en cierto momento se volvió hacia
Easby, que sufre de enfisema, y dijo: “Están circulando historias
curiosas. La gente dice que usted viene a México por barco no a
causa de su salud, sino para robar nuestros templos. También dicen
que la bolsa negra que lleva consigo no es de medicinas, sino para
el dinero con el que compra templos”. Easby no respondió, pero
captó el mensaje.
Mientras tanto, en Nueva York, los fragmentos del templo fue­
ron vistos por Joseph Veach Noble, que entonces era vicedirector
de administración del museo. A Noble no le agradó lo que vio;
en su opinión, comprar el templo sería como comprar un pedazo
del Partenón. Expresó sus objeciones en forma directa y vehemente
a Hoving, y se tomó la decisión de avisar a Ignacio Bernal, en
México, que un templo maya había llegado de alguna manera a
Nueva York.
Bemal, un hombre alto de apariencia casi teatral —tiene cejas
prominentes y nariz pronunciada, que por sí solas sugieren úna
escultura monumental—, pronto estuvo en el Metropolitano para
examinar el botín. Identificó la fachada del templo como propie­
dad mexicana que había sido exportada ilegalmente y le preguntó
a Hoving quién lo estaba vendiendo. Para enojo de Bemal, Hoving
replico que era contrario a la política del museo revelar los nom­
bres de los traficantes. Entonces el académico mexicano observó
que el director del Metropolitano estaba moviendo curiosamente
su barbilla en dirección al bolsillo de su .saco. De éste asomaba un
pedazo de papel y en él estaba la identidad del traficante. Así se
honró el código: no se le dijo el nombre al doctor Bemal.
Aproximadamente un día después, Noble llamó a Henry Beta
y le pidió que fuera al museo. Sin sospechar nada, Beta llegó con
el aire genial de un traficante que está a punto de concluir una
gran venta. Con aspereza, Noble entró en materia, diciéndole a
Beta que el museo no sólo no estaba comprando el templo sino
que además instaba a que se le regresara a México. La expresión
del traficante pareció derrumbarse como un globo desinflado cuan-
DESPUÉS DE CORTÉS 41
do Noble se levantó para salir y regresar con Bemal, al que pre­
sentó. En ese momento, Beta había recuperado su aplomo lo
suficiente para sugerir que por lo menos alguien debía reembol­
sarle los 80 000 dólares que le había costado sacar el templo de la
selva. Se necesitó un momento para que el asombrado mexicano
comprendiera lo que decía. Después respondió: “¿Quiere decir que
después de que ha robado uno de nuestros templos, desea que le
paguemos sus gastos?” Se le aconsejó a Beta que aceptara la
pérdida y que tuviera en cuenta que podría fácilmente verse en
problemas legales en México.
Se volvió a empacar el templo en cerca de 60 cajas y salió de
Nueva York a bordo de un vuelo especial de la aerolínea nacional
mexicana. Noble estaba en el aeropuerto cuando se cargaron las
cajas y estuvo presente un año después en la ciudad de México
cuando se mostró por primera vez en público la fachada del templo
en el Museo Nacional de Antropología.* Posteriormente, Noble
dejó el Museo Metropolitano para convertirse en director del
Museo de la ciudad de Nueva York. Entre las fotografías de su
escritorio está una en la que aparece junto a la única fachada de
un templo maya que ha cruzado dos veces el golfo de México.
En este caso, el Museo Metropolitano resistió la tentación, pero
muchos museos estadunidenses no han sido siempre tan escrupu­
losos. En los últimos 15 años se ha desarrollado un mercado es­
pecializado en la venta de esculturas grandes, dinteles esculpidos»
y, en particular, estelas. Las estelas mayas son más o menos rectán­
gulos de piedra caliza, inscritos con jeroglíficos, que se encuentran
al pie de los templos y pirámides. La mayoría están en sitios no
vigilados de México y Guatemala, y para moverlas los saqueadores
*—a los que se conoce como “esteleros”— las cortan en pedazos.
Son vueltas a armar por restauradores y se las vende por precios
que van de 50 000 a más de 200 000 dólares, según sea la condi­
ción y belleza de los relieves. Ninguna otra forma de saqueo ha
causado tanto escándalo *
* Ha existido una confusión persistente sobre la verdadera procedencia
de la fachada. Primero se creyó que el sitio era Kohunlich en Quintana
Roo; éste es el lugar que se menciona en el rótulo del Museo Nacional.
Pernal asegura que Beta en diferentes ocasiones le dio tres procedencias
distintas, perteneciendo la tercera a Chiapas. Pero la mejor prueba apunta
hacia Calakmul, un gran sitio muy saqueado, en Campeche.
** Dos cuadros que presentan una lista de los sitios saqueados en Gua­
temala y México se incluyen en el Apéndice A.
42 DESPUÉS DE CORTÉS
Si se buscaran loa acontecimientos notables, uno de los primeros
sería la publicación en 1965 de un breve artículo en la Revista de
la Universidad de San Carlos en la ciudad de Guatemala.21 Inti­
tulado “Dos estelas mayas sustraídas de Guatemala: su presencia
en Nueva York”, el artículo era del profesor Jorge Luján Muñoz,
historiador de arte en la Universidad. Luján llamó la atención
sobre dos bellas estelas, una exhibida en el Museo de Brooklyn y
la otra en el Museo de Arte Primitivo. Reprodujo fotografías de
las mismas piezas en su sitio original, Piedras Negras; esas fotogra­
fías fueron publicadas por Harvard en 1901 y habían sido tomadas
por el estudioso austríaco Teobart Mahler. Forzosamente, ambos
museos sabían entonces que habían comprado estelas sacadas ilegal­
mente de un centro ceremonial maya. Probablemente también
estaban conscientes de que al participar en semejante transacción
estaban alentando tácitamente a otros museos y coleccionistas para
que siguieran su ejemplo.
Después de prolongadas negociaciones —que en el caso del Museo
de Arte Primitivo implicaron a su fundador y principal patroci­
nador, el gobernador Nelson A. Rockefeller— los museos estuvie­
ron de acuerdo en que el arte contrabandeado sería regresado a
Guatemala. La decisión del Museo de Brooklyn fue anunciada en
un artículo del New York Times en junio de 1972, en el que se
decía: “La restitución se hizo después de que el museo descubrió
que las piezas habían sido robadas”.22 Independientemente de la
fecha en que se realizó ese descubrimiento, en Brooklyn, en el
Museo de Arte Primitivo la estela aparecía en un catálogo de 1964
como “Estela, Guatemala. Piedras Negras, maya, ca. 600 d.c.”
Hubo otros casos. En enero de 1967, una gran caja enviada
desde Gentroamérica, que tenía el rótulo de “maquinaria”, se rom­
pió y abrió mientras era conducida a una bodega en Houston,
Texas. Los agentes aduanales estadunidenses encontraron que la
caja y otras cinco contenían una estela maya rota en 32 piezas que
pesaba 1 325 kilogramos cuando estaba completa. La estela se
había erguido en el sitio de El Naranjo en Guatemala, cerca de la
frontera con Belice. Los funcionarios de la aduana se enteraron
de que la estela había sido transportada a lomo de muía hasta
Belice, de donde se envió a Houston. El haber rotulado mal en
forma fraudulenta la caja ayudó a que fuera sencillo para Gua-
21 Véase Jorge Luján Muñoz, 1965.
22 Véase Knox, 6 de junio de 1972.
DESPUÉS DE CORTÉS 43
témala recuperar la estela, pero la acción federal hizo surgir al­
gunos comentarios interesantes en la prensa de Houston.28
En un artículo con el encabezado “Comprar y vender arte ro­
bado aparentemente no es un gran delito”, el Post de Houston pre­
sentó una entrevista con Ben DuBose, propietario de una galería
de arte precolombino, repleta de arte que él admitió que había
sido robado. El periódico informó:
Ésta, explicó, es la forma más sencilla e inocente de romper la ley.
“Esa gente necesita pan”, dijo. “Tienen mucho sexo y mucha gente
que alimentar. Realmente necesitan alimento, vivienda y dinero, y sus
gobiernos no se los dan. . . Tienen más de este material que el que
les es posible manejar”, dijo DuBose. “He visto muchos pueblos
mexicanos con grandes museos y gente hambrienta. . . Toda nación
del mundo es culpable de tomar tesoros de otros países. . . ¿Por qué
debemos empezar nosotros a devolverlos? ¿Por qué deben ser diferen­
tes los Estados Unidos?”24
Lowell Collins, identificado como profesor de Houston y experto
en arte precolombino, también fue entrevistado: “¿Qué importa?”,
se le citó. “Mientras no se quebranten las leyes de los Estados
Unidos, está bien. Después de todo, estos objetos no son apreciados
en esos países. Se les trae aquí y se les da un hogar. Ahora los
puede ver gente culta.”
Con mucho, ésta ha sido la actitud de los traficantes, aunque
no se la ha expresado tan bruscamente con mucha frecuencia. Un
razonamiento más refinado ha sido dado por André Emmerich,
importante traficante de Nueva York que vende tanto arte pre­
colombino como contemporáneo. Al hablar ante el simposio de la
College Art Association en 1971 sobre el tráfico ilícito internacional
en arte, Emmerich declaró:
Como todos los demás me gustaría estar del lado de la virtud, de la
sensibilidad y de todo lo demás. No estoy seguro de saber en qué
lado está la virtud . . . ¿Los descendientes de los turcos que arrojaron
a los griegos del Asia Menor tienen más derecho al arte realizado
por los antepasados de los griegos? ¿Tienen los destructores de la
civilización maya [más derecho] a sus restos que nosotros? Sugiero
que se trata de una cuestión moral básica. Hago énfasis en el hecho
obvio de que el arte de la humanidad —el arte de la humanidad
antigua— es parte de la herencia cultural de la humanidad, y no per-
23 Véase Melton, 21 de enero, 28 de enero, 26 de junio de 1969.
24 Véase Melton, 17 de noviembre de 1968.
44 DESPUÉS DE CORTÉS
tenece exclusivamente a ese lugar geográfico particular donde flo­
recieron las antiguas culturas. Creo que este país más que cualquier
otro tiene una reivindicación especial sobre las artes de toda la huma­
nidad ... Las instituciones estadunidenses han pagado por los objetos
que han adquirido, y no sólo lo han hecho con dinero, sino que
hemos pagado la deuda mediante contribuciones académicas . . . dina
que probablemente la mayoría de las investigaciones sobre arte pre­
colombino han sido hechas por investigadores estadunidenses. Por eso
creo que hemos pagado por lo que tenemos.25
Debe añadirse que la mayoría de los estudiosos del campo pre­
colombino no están de acuerdo con esto.

4. LOS GLIFOS QUE DESAPARECEN


A principios de 1981, en la casa de Park Avenue que ocupa el
Center for Inter-American Relations, se inauguró una importante
exhibición arqueológica. Denominada “El arte de la escritura je­
roglífica maya”, fue patrocinada conjuntamente pir dicho centro
y el museo Peabody de Arqueología y Etnología de Harvard* La
exposición tenía una doble finalidad: dar publicidad a un ambi­
cioso nuevo intento de descifrar la escritura maya, y llamar la
atención sobre la destrucción precisamente del material que con­
tenía las claves para ese desciframiento.
La exhibición del centro tuvo su génesis en un viaje de vacacio­
nes que en 1964 hizo a México un abogado de Washington,
Edgar H. Brenner, quies por lo regular se ocupa de casos civiles
y penales en la oficina jurídica de Amold & Porter, de la que
es socio.26 Brenner viajó a Chichén Itzá y Uxmal durante una
visita a Yuóatán y quedó fascinado por las inscripciones jeroglíficas
que vio en esos sitios mayas. A su regreso, decidió intentar descifrar
la escritura y descubrió que los materiales básicos no estaban dis­
ponibles: no se había publicado úna obra que contuviera todos
los jeroglíficos conocidos.
Brenner era director de la Fundación Stella and Charles Gutt-
man, establecida por un importador de whisky y dedicada prin­
cipalmente a ía investigación médica. El abogado, que combina
con su seriedad acostumbrada un agudo ingenio, de alguna manera
persuadió a los fideicomisarios de la Fundación para que patroci-
25 Véase College Art Association, 1971, pp. 11-12,
26 Véase Meyer, 1971.
DESPUÉS DE CORTÉS 45
liaran una reunión de los principales expertos, en la que se vería
lo que podía hacerse respecto a los jeroglíficos mayas. La reunión
se celebró en noviembre de 1967, y se llegó al acuerdo de que
una contribución importante sería la publicación, por primera vez,
de los textos de las 1 322 piedras inscritas que se sabe existen, la
mayoría de ellas in situ, en México y la América Central.
El siguiente paso fue el de encontrar un director del proyecto,
que tendría que ser un experto en los mayas, buen fotógrafo, di­
bujante, escritor, explorador de la selva y preferentemente soltero,
ya que tendría que pasar muchos meses en la selva. Brenner había
oído de un escocés cuarentón llamado Ian Graham, que satisfacía
todos estos requisitos, y a principios de 1968 se nombró a este
ultimo director del estudio de las inscripciones jeroglíficas mayas,
una empresa de 15 años que costaría cerca de 500 000 dólares. La
Fundación Guttman proporcionó el dinero inicial, y el Museo
Peabody de Harvard añadió su apoyo al nombrar a Graham in­
vestigador asociado en arqueología de Mesoamérica y encomen­
darle lo que es probablemente la mejor biblioteca de investiga­
ción maya.
Al igual que Brenner, Graham se empezó a interesar en los mayas
durante una visita casual a México, en su caso realizada en 1959.
El escocés se encontró con algunos amigos que le hablaron con
cierto conocimiento de los mayas y visitó el Museo Nacional para
aprender más. El año siguiente regresó a México, y manejó hacia
el sur en un Rolls-Royce modelo 1927, terminando en Guatemala,
en cuyas aldeas más remotas su automóvil atraería a toda la po­
blación, asombrada. Como cuenta con algunos recursos econó­
micos (es hijo de lord Alastair Graham y se graduó en Winchester)
decidió convertirse en un explorador maya trabajando por su
cuenta.
Aprendió a conocer El Peten, el departamento de Guatemala
que tiene el mayornúmero de sitios, y empezó a frecuentar un
bar llamado Green Twist, en Flores, la cabecera departamental,
porque ese bar era un lugar favorito de los *chicleros , los hom­
bres que van por laselva recolectando la savia utilizada para hacer
goma de mascar y que a veces encuentran ruinas desconocidas para
los arqueólogos de campo. También se hizo amigo de los geologos
que trabajaban para las compañías petroleras, porque también ellos
a veces descubrían casualmente templos en la lluviosa selva.
El primer fruto de las incursiones que Graham realizó por cuenta
propia fue una monografía publicada en 1967 por el Middle Ame-
46 DESPUÉS DE CORTÉS
rican Research Institute de la Universidad de Tulane.27 Presen­
taba descripciones de seis sitios poco conocidos, ilustradas con los
dibujos y fotografías de Graham, en las cuales se intercalaban
consejos sobre la forma de hacer moldes de látex, y dónde buscar
a los insectos de la selva. Así, cuando se convirtió en director del
estudio de los jeroglíficos, el escocés estaba adquiriendo la respon­
sabilidad formal de algo que había empezado por cuenta propia.
Graham pronto se dio cuenta de que el propio material que es­
taba registrando era saqueado a un ritmo desalentador. En la
década de los sesentas, en Guatemala habían sido saqueadas o
gravemente mutiladas no menos de 40 estelas. De los más o menos
100 sitios en El Petén, sólo uno, Tikal, tenía vigilancia, e incluso
allí operaban los esteleros. Lo que preocupaba especialmente al
explorador era que las piedras esculpidas estaban siendo compra­
das prontamente por museos y coleccionistas, la mayoría de ellos
en los Estados Unidos. Fue en parte para llamar la atención sobre
el problema por lo que el Museo Peabody y el Genter for Inter-
American Relations organizaron la exposición de jeroglíficos mayas.
Graham preparó el catálogo de la misma, en la que todo un salón
estaba dedicado a fotografías de monumentos mayas destruidos,
con rótulos como “El saqueo de El Perú”, “Una estela mutilada
por segunda ocasión”, y “La destrucción de la Historia en nombre
del Arte”.28
La inauguración, el 27 de enero de 1971, fue una ocasión fes­
tiva. Un auditorio vestido formalmente escuchó a Graham hacer
una narración agradable de varios asuntos especializados, entre ellos
la mejor forma de cocinar potaje de legumbres en un campamento
en la selva. Unas pocas semanas después, el escocés regresó en
avión a Guatemala para reanudar su trabajo. Se enteró de que
los saqueadores habían atacado el sitio no registrado de La Naya,
5 kms al norte del lago Macanaché, en El Petén; decidió ir allí
inmediatamente, mientras aún quedaba algo.
A principios de marzo, acompañado por tres guatemaltecos,
salió hacia La Naya. Su guía era Pedro Arturo Sierra, guardia
forestal del Parque Nacional de Tikal, que recientemente había
visitado el sitio, interrumpiendo su saqueo y ayudando a la po­
licía a identificar a varios de los saqueadores. El grupo llegó al
atardecer y limpió un lugar para el campamento; se colgaron las
hamacas y se encendió una hoguera para cocinar. Arturo estaba
27 Véase Graham, 1967.
28 Véase Graham, 1969.
DESPUÉS DE CORTÉS 47
parado cerca del explorador cuando se escuchó la detonación de
armas de fuego. El guatemalteco fue baleado dos veces, la pri­
mera en la espalda y después en el pecho, con resultados fatales.
Los sobrevivientes, terriblemente nerviosos, pasaron la noche en La
Naya y cuando la policía llegó posteriormente se encontró el cam­
pamento de los tiradores junto con pruebas de que habían estado
cortando una estela cuando llegó el grupo de Graham.29 Este
último, que mide más de 1.80 m, habría sido un blanco fácil; era
aparente que el objetivo era el guardia forestal y que se le había
asesinado en represalia por la identificación que había hecho pre­
viamente de los saqueadores de La Naya.
En el otoño de 1971, de regreso a los Estados Unidos, Graham
supo que una estela de La Naya estaba siendo ofrecida en el mer­
cado de arte; también descubrió, mediante una fuente que tra­
bajaba en un museo, que un traficante de Santa Fe Springs, Cali­
fornia, procuraba encontrar un comprador para otra estela, la
número 2 de Machaquilá, que Graham había descubierto y re­
gistrado en 1962. Completamente enojado, le avisó a un colega
que a su vez entró en contacto con el Departamento de Justicia.
El 18 de enero de 1972, en lo que fue la primera acción federal
de su clase, los agentes del f b i confiscaron la estela de Machaquilá,
que estaba en la casa de Clive Hollinshead, el traficante de Santa
Fe Springs.
Un gran jurado federal examinó las pruebas y el 28 de agosto
de 1972 se presentó por escrito una acusación en contra de Hollins­
head y otras dos personas por conspirar para transportar bienes
robados mediante el comercio interestatal y exterior.80 La acusa­
ción sostenía que la estela fue introducida de contrabando a Miami
por un cómplice, al cual no se incluyó en la acusación, y que
en ese lugar fue recibida por Johnnie Brown Fell, de Mobile,
Alabama, quien antes se había dedicado a un negocio de pesca.
Fell entregó la estela a Hollinshead en un Holiday Inn de Raleigh,
Carolina del Norte. La estela, un gran fragmento rectangular de
piedra caliza de unos dos metros de alto y casi un metro y medio
de ancho, tenía la figura de un sacerdote en el frente y jeroglí­
ficos al frente y a los lados. El precio que se pedía era de 300 000
dólares.*
29 Véase Williams, “Death and Destruction”, 1972.
30 Todos los detalles se tomaron de actas del Tribunal.
* Una segunda estela de Machaquilá fue confiscada por el fb i en West
Helena, Arkansas, en enero de 1972. Se la encontró en la casa de Harrv
K. Brown, propietario de una planta procesadora de pescado en Belice. La
48 DESPUÉS DE CORTÉS
El 28 de febrero de 1973 se inició el juicio en una corte distrital
federal de Los Ángeles. Después de oír amplios testimonios (uno
de los testigos fue Graham), un jurado deliberó por dos días y
encontró a Hollinshead y Fell culpables de todos los cargos formu­
lados en su contra. Subsecuentemente, un juez federal multó a
Hollinshead con 5 000 dólares, suspendió la sentencia y lo puso en
libertad condicionada durante cinco años; su cómplice, Fell, tam­
bién recibió una sentencia suspendida y se le dejó en libertad con­
dicionada durante tres años. Ambos apelaron. Cualquiera que sea
el precedente legal establecido por el caso, la intervención del
f b i es muestra de una nueva actitud hacia el comercio ilícito, al
menos en lo que se refiere a piezas monumentales. Pero la variedad
de otro material precolombino es muy grande y los estudiosos di­
fieren mucho acerca del cuidado con que deben examinar objetos
sospechosos. La esencia de la discusión está contenida en la his­
toria de un nuevo códice maya.

5. E l c u a r t o c ó d ic e

De todas las grandes civilizaciones indias del Nuevo Mundo, sólo


los mayas elaboraron lo que parece ser un sistema totalmente
desarrollado de escritura. No sólo tenían una escritura, sino que
también eran matemáticos consumados, que inventaron indepen­
dientemente el concepto del cero y se les acredita el cálculo de la
duración del año con una precisión que no fue igualada en el
Occidente hasta el siglo xix. Pero poco de esto se conocía antes de
que los sitios mayas perdidos fueran explorados hacia 1840 por un
abogado de Nueva York, John Lloyd Stephens y un artista inglés,
Frederick Catherwood. Stephens, arqueólogo aficionado y escritor
de cierta fluidez, fue impresionado especialmente por la extraña
escritura maya, de la que expresó: “No puedo evitar creer que
las tabletas de jeroglíficos serán leídas en el futuro”.
estela 5 de Machaquila que también había sido descubierta por Ian
Graham fue rota en cerca de 25 piezas. En mayo de 1973, un gran
jurado federal formuló acusaciones contra Brown por el cargo de conspirar
para transportar un objeto robado. También se formularon acusaciones
como cómplice contra George Alamilla, de la ciudad de Belice. La
acusación sostiene que la estela fue enviada en barco por Alamilla hasta
Key West, Florida, donde Brown tomó posesión de ella. La estela fue
ofrecida en venta al Museo de Arte de Denver. Véanse Trimble, 1972, Y
Mitchell, 1973.
DESPUÉS DE CORTÉS 49
Esta esperanza pareció fácil de realizar en 1863, cuando una'
clave largamente perdida de los jeroglíficos fue descubierta en uña
biblioteca de Madrid.31 El manuscrito era de Diego de Landa,
obispo de Yucatán, que en la década de 1560 había localizado
indios que todavía podían leer los jeroglíficos. Después de obtener
la clave correspondiente a los símbolos de ios números y fechas,
pensó que sería relativamente sencillo correlacionar el alfabeto la­
tino con los jeroglíficos mayas. Pero muchos de éstos eran símbolos
de palabras; así, cuando el obispo preguntó por el signo para la
letra B, obtuvo la palabra maya para “camino” o “viaje”, que
tiene el mismo sonido. Por lo tanto, muchos jeroglíficos quedaron
sin explicar, y la clave de Landa resultó ser menos que una piedra
de Rosetta; incluso después de un siglo de intensos estudios aca­
démicos internacionales, sólo es posible leer en parte los jeroglíficos.
Gracias en buena medida al obispo se pueden descifrar las fechas
y los números junto con unas palabras aisladas, y se conoce algo
sobre la estructura de las inscripciones. En 1960, la investigadora
de Harvard, Tatiana Proskouriakoff, hizo un descubrimiento im­
portante al observar que las fechas de cualquier grupo particular
de estelas en Piedras Negras no cubrían un periodo más largo que
la vida humana promedio.32 Profundizando esta corazonada, Pros­
kouriakoff pudo identificar los símbolos para gobernantes determi­
nados; llegó a concluir que dos glifos, conocidos como “rana vol­
teada” y el glifo del “dolor de muelas”, eran como las pastas de
un libro que encierra información histórica. Resumiendo, las estelas
podrían todavía ofrecer indicios de las causas del hasta ahora inex­
plicable colapso de la civilización maya clasica hacia el siglo ix
d.c. (Debe añadirse que de las ocho estelas que estudió, tres fueron
movidas con posterioridad y vendidas a museos extranjeros.)
Para los investigadores de los mayas, un problema básico ha sido
la carencia de textos largos. Los mayas si compilaban libros, que
combinaban textos y figuras en hojas de corteza dobladas, cono­
cidos como códices, pero la mayoría fueron quemados como reli­
quias pagana por los frailes españoles (el mismo obispo Landa
fue responsable de un acto de fe en 1562, en el que se destruyeron
27 libros mayas de figuras). Solo se conocen tres códices que
sobrevivieron a la Conquista, y estos se encuentran en las biblio-
31 Véase Graham, 1971.
32 Véase Proskouriakoff, 1961.
50 DESPUÉS DE CORTÉS
tecas de Dresde, París y Madrid. No se puede ver un solo manus­
crito maya en un museo de este hemisferio.
Asi es posible entender el interés entre los mayistas cuando el
20 de abril de 1971 se anunció que había aparecido un cuarto
códice totalmente desconocido.33 El anuncio lo hizo el profesor
Michael D. Coe, de Yale, en la inauguración en Nueva York de
una exposición denominada “Caligrafía Maya Antigua”, patroci­
nada por el Club Grolier de Nueva York. Por coincidencia, esto
ocurrió sólo dos meses después de la inauguración de la exposición
similar del Center for Inter-American Relations.
El cuarto códice era un fragmento de 11 páginas de un libro
calendárico, escrito en corteza de árbol, que aparentemente pro­
venía del periodo maya posclásico tardío, de aproximadamente
900 a 1520 d.c. Aunque su contenido era especializado —trataba
de los ciclos del planeta Venus— su sola conservación era, como
dijo Coe, “nada menos que un milagro”. Pero ¿era genuino? ¿A
quién pertenecía? Y ¿dónde había sido encontrado?
Coe sólo se sintió en libertad de hablar en lo referente al pri­
mer punto. Dijo que se jugaba su reputación en su autenticidad,
que en su opinión quedaba demostrada por su condición y por las
inscripciones que tenía, tan diferentes de todo lo que se había
visto antes. Un fragmento de la corteza fue fechado después por
medio del carbono 14 aproximadamente hacia 1250 d.c., más o
menos cerca de 150 años, lo que colocaba al material orgánico
dentro del periodo posclásico. (Las sustancias orgánicas pueden
ser fechadas con exactitud aproximada, pues la radiactividad del
carbón desaparece a una tasa fija, descubrimiento realizado en
1947 por Willard F. Libby de la Universidad de Chicago, lo que
le hizo obtener el Premio Nobel.) En cuanto a las demás pregun­
tas, el investigador de Yale dijo que el códice era una “verdadera
papa caliente”, que había sido prestado al Club Grolier por un
propietario anónimo, y que nada más podía decirse de él.
El Club Grolier es una asociación de amantes de los libros fun­
dada en 1884, que lleva el nombre del bibliófilo francés Jean
Grolier (1479-1565). Sus miembros se reúnen regularmente en
hermosos salones decorados al estilo del siglo xix, en la casa del
Club en 47 East 60th. Street, Nueva York, y conservan una exce­
lente biblioteca sobre la historia de la imprenta. De tiempo en
tiempo, patrocinan exposiciones, una de las cuales era la muestra
maya, que presentaba 85 objetos de gran calidad, la mayoría de
33 Véase Gent, 1971.
DESPUÉS DE CORTÉS 51
ellos prestados por traficantes y coleccionistas privados. No. se
había presentado al público ninguna selección más fina de cerá­
mica maya pintada; todas las piezas eran soberbias, y pocas con­
taban con antecedentes. Era posible ver lo que estaba disponible
para un coleccionista rico al que no le importara la procedencia.
Y a pesar de todo, un eminente investigador de Yale había orga­
nizado la exposición, ¿por qué?
Aunque Michael Coe pasa de los 40 años y ha sido presidente del
Departamento de Antropología de Yale, todavía se le puede tomar
equivocadamente por un estudiante de posgrado. Tiene modales
impetuosos y una cara redonda expresiva; responde a todo lo nue­
vo con una serie de exclamaciones. Su carro, una camioneta Volks­
wagen, tiene placas con la palabra o lm e c inscrita en ellas. Su de­
dicación a su campo de estudio no sólo es total, sino que compren­
de a la familia. A mediados de la década de los cuarenta, junto
con su hermano mayor William pasó sus vacaciones de estudiante
en Yucatán, y la visita condujo a otras; su interés en los mayas
y en la arqueología precolombina se volvió una obsesión. “Veo
esto en los estudiantes de hoy en día”, ha dicho William R. Coe.
“Se hacen adictos; es como enamorarse y casarse, para bien o para
mal”.
William, que asistió a la Universidad de Pennsylvania, obtuvo
su doctorado en arqueología y se convirtió en director de la prin­
cipal excavación que su Universidad llevó a cabo en Tikal. Michael
siguió intereses similares en Harvard y se unió al profesorado de
Yale en 1960, después de considerable trabajo de campo. Su esposa
Sofía también está interesada en los mayas. Hija de un genetista
nacido en Rusia, Theodosius Dobzhansky, ha traducido los ^im­
portantes estudios de lingüística maya del investigador soviético
Yuri Knorosov. A los Coe se les puede llamar con justicia la
primera familia en el campo maya, aunque los hermanos no siem­
pre están de acuerdo en muchas cuestiones.
En Michael Coe uno siente su impaciencia con el lento paso
de la investigación, y —mas fuertemente una irritación con la
actitud de superioridad que asumen muchos de sus colegas. Sin
importar lo mucho que hablen sobre el saqueo, observara, los ar­
queólogos están entre los principales culpables, ya que casi la mitad
de todos los sitios excavados nunca se registran en una publica­
ción. “Piense un momento”, dice. “En los sótanos yacen cajas de
tiestos olvidados. La persona que los excavó se ha ido hace mu­
cho, sus notas están dispersas y los rótulos desaparecen. Habría
52 DESPUÉS DE CORTÉS
sido Ío mismo que si hubiera destruido el sitio, y no obstante todo
departamento de arqueología, todo museo, está familiarizado con
el problema”.
Coe se considera a sí mismo como un cuidador y no como un
policía. Está interesado en todos los objetos, sin importar la forma
en que han surgido de la tierra, e indica que si los investigadores
calificados no examinan esas piezas, éstas desaparecerán, sin haber
sido registradas, en cientos de colecciones dispersas. Para él, el có­
dice y la cerámica maya en la exhibición del Club Grolier ejem­
plifican estos casos. Había sabido de la existencia del códice durante
varios años y también estaba enterado de que una cerámica maya
de mejor calidad que la vista hasta entonces estaba apareciendo en
el mercado. Vio una oportunidad, organizando la exposición del
Club Grolier, de exhibir juntos al público estos bellos objetos. Pre­
paró un catálogo amplio para que otros investigadores puedan
también examinar este material cuya localización no siempre se
conoce.* Coe tiene una respuesta pronta para quienes afirman que
cualquier perturbación del contexto es una forma de vandalismo.
“Depende del objeto. Depende de lo que se esté preguntando”, res­
ponde. “Si alguien me trajera la Piedra de Roseta, ¿debo rehusar­
me a mirarla porque está fuera de contexto y fue excavada por un
buscador de vasijas? Por supuesto que la observaría, porque si
fuera genuina aumentaría inmensurablemente nuestro conocimien­
to”. Así, sin ponerse a la defensiva, hizo los arreglos para la exhi­
bición y publicación de la exposición del Club Grolier.
Entre las primeras personas que escribieron su nombre en el libro
de visitantes del Club Grolier estuvo Clemency Coggins, una his­
toriadora de arte de Harvard que se ha convertido en la expositora
mas directa del punto de vista opuesto. Más que cualquier otra
persona, Coggins ha sido responsable de obligar a los museos y
coleccionistas a un debate sobre la ética de las adquisiciones, y se
la considera una heroína o una villana, según sea la posición que.
se tenga. Es doctora en bellas artes, y resulta que su especialidad es
la cerámica maya. Su participación en la disputa acerca del co­
mercio ilícito empezó con su investigación doctoral. Estaba tra­
tando de llegar a una cronología y tipología de los vasos mayas
policromos, y encontró que mucha de la cerámica estudiada no
tenía procedencia. Adquirió una vocación como detective.
* Intitulado The Maya Scribe and His World, el catálogo fue publi­
cado por el Club Grolier en el otoño de 1973. Contiene 278 ilustraciones
en blanco y negro y 28 láminas a color.
DESPUÉS DE CORTÉS 53
Mujer alta, de pelo negro, Coggins está casada con un doctor
especialista en nefrología en el Hospital General de Massachusetts.
Periódicamente se traslada de su casa en Aubumdale a los Museos
Fogg o Peabody en Cambridge, y regresa a su hogar a cocinar
para la familia y retirarse a su estudio. Allí tiene el archivo más
extenso en América sobre el robo y destrucción del arte precolom­
bino. Lo empezó a integrar a mediados de la década de 1960,
cuando principió a buscar los orígenes de las piezas que se mos­
traban en los museos estadunidenses. Esto llevó a un artículo en
The Art Journal en 1969 sobre el saqueo de los sitios precolom­
binos, que terminaba con una larga lista, en tipo pequeño, de las
piezas sospechosas, muchas de las cuales se estaban exhibiendo en
su país.34 Posteriormente su estudio se convirtió en un centro de
información sobre mercado ilícito. Los arqueólogos de campo le
enviaron informes de las nuevas depredaciones: E. Willys Andrews
de Tulane describió que un sitio maya en México parecía un
“extraño paisaje lunar” después de que lo arrasaran los buscado­
res de vasijas; Nicholas Hellmuth, arqueólogo de San Luis, hizo
üna lista de las estelas robadas mientras trabajaba en Yaxhá, en
Guatemala; un investigador de Minnesota le habló de una bella
estela que había descubierto cerca de Tikal y que deliberadamente
mantuvo en secreto, sólo para encontrarla de nuevo, cinco años
después, decapitada. Coggins usó el material para artículos y dis­
cursos cada vez más frecuentes.
En raras ocasiones camina por la avenida Madison para ver qué
hay de nuevo en el mercado de arte, y platica con los comerciantes
cortés pero fríamente. Da la impresión de integridad a la antigua.
Su madre es la novelista Anya Seton y su abuelo fue Emest
Thompson Seton, el gran escritor y artista de la naturaleza. En
persona, tiene un sentido del humor fantasioso, desconocido por
sus enemigos. De cualquier manera, Coggins se ha convertido en
lá conciencia de su oficio.
En mayo de 1971 dio lectura a un documento sobre el comercio
ilícito en la reunión anual de la Society of American Archaeology
en Norman, Oklahoma. Habló sobre la exposición del Club Grolier,
haciendo hincapié en la extraordinaria calidad del material maya
y después preguntó qué podían hacer los investigadores sobre las
realidades económicas del mercado de arte. Luego prosiguió:

84 Véase Coggins, 1969.


54 DESPUÉS DE CORTÉS
Primero, quizá debemos procurar examinar cuál es la relación entre
el mundo del especialista y el del comerciante de arte. Me parece
que sobresale en particular el hecho de que la naturaleza y éxito
actuales del negocio de las antigüedades ha creado una gran tensión
en dicha relación, que en el pasado ha sido en gran medida agrada­
ble y cordial.
Hay una sensación de traición y de confusión por parte de muchos
arqueólogos e historiadores del arte cuyos tratos con los comerciantes
siempre han sido correctos y siempre se llevaron a cabo en un am­
biente de investigación anticuaria, y de placer estético en los objetos
de que se trataba. Han ofrecido sus opiniones, sin pedir nada a
cambio, con la esperanza de aumentar la importancia de los objetos
en un sentido histórico, y excluir las falsificaciones. A cambio de
esa información, los comerciantes de arte tradicionalmente han man­
tenido informados a los especialistas de los objetos que había y del
lugar en que se encontraban; además nos han dado fotografías. Pero,
de alguna manera, esta relación de mucho tiempo se ha deteriorado.
La magnitud, la destructividad y el dinero que se utiliza en 1°
que fue un comercio relativamente inocuo, ha convertido al investi­
gador, que sólo autenticará una pieza, en un cómplice. Su opinión,
sin importar la cautela con que la ofrezca, podría determinar el
valor de mercado de una pieza. Para muchos que han servido de
intermediarios entre los comerciantes y los coleccionistas y los museos,
el nuevo giro que ha tomado esta relación es fuente de un conflicto
desesperado y quizás insoluble, que con frecuencia obliga a elegir
entre una abstracción ética y amistades de mucho tiempo.86
En esas pocas palabras, Coggins captó la esencia de una situa­
ción compleja y por lo menos indicó el camino hacia el plantea­
miento civilizado de una solución parcial.
Primero, una digresión. Pocos meses después de la inauguración
de la exposición del Club Grolier, me encontré con el traficante
al que he llamado George Alfa. Hablamos de muchas cosas e inevi­
tablemente surgió el tema del nuevo códice maya. Le pregunté
si creía que era genuino y, con cierto énfasis, me contestó que
si. ¿Como podía estar tan seguro? “Porque conozco a su pa­
dre y madre y ambos son honestos”. ¿Qué quería decir con
eso? “Ese códice —dijo— fue encontrado en una caja de ma­
dera. Resulta que lo sé aunque no es mío. La caja estaba fuer­
temente cerrada, tan fuertemente que el papel de corteza de árbol
no fue arrumado por la humedad. Se descubrió el códice en una
35 Véase Coggins, mayo de 1971.
DESPUÉS DE CORTÉS 55
cueva de Chiapas, y era parte de un grupo funerario. Espero que
se le venderá por seis números y que desaparecerá de vista durante
varios años. Después reaparecerá de nuevo, y llevará el nombre de
un coleccionista”. Alfa se detuvo un momento, como si dudara
de seguir hablando. “Sabe —añadió—, fue encontrado con algunos
otros objetos de primera clase, entre ellos la máscara de mosaico
de Dumbarton Oaks”.
Si Alfa estaba diciendo la verdad —y creo que así era— un
hallazgo arqueológico de importancia primordial fue realizado en
el sitio de Chiapas al que llevaron a Sáenz. Lo que contenía la
ofrenda había sido dispersado, y el objeto de mayor importancia
—el único códice maya descubierto en tiempos modernos— sim­
plemente ha desaparecido sin que se conozca su propietario ni el
lugar en que se encuentra. Tal es el alto precio que pagamos por
el precio elevado del arte. ¿Qué puede hacerse al respecto?

6. U na c u e s t ió n d e ju r is p r u d e n c ia

El dilema al que se enfrenta un investigador al decidir si examina


o autentica una pieza de arte de dudoso origen no puede ser re­
suelto mediante legislación. No obstante, la política pública puede
tener algún efecto sobre las fuerzas del mercado que subyacen en
ese dilema. Esto puede ocurrir de dos fornias; la primera, por
medio de legislación que prohíba la venta y comercio de propie­
dad cultural excavada ilegalmente. Esas leyes ya están vigentes,
con pocos efectos notables.
Casi todos los países ricos en antigüedades tienen legislación que
procura restringir la exportación de obras de arte raras.* En Méxi­
co, por ejemplo, virtualmente no hay un mercado legal de anti­
güedades precolombinas. Pero como México tiene miles de sitios
arqueológicos, y como gran parte del país es pobre y los precios
del arte precolombino son altos, la ley es tan efectiva como lo
fue la prohibición de bebidas alcohólicas en los Estados Unidos.
Este último país, por su parte, ha respondido a los llamados de
acción estableciendo controles sobre la importación de algunas
formas de arte saqueado. En 1971 se ratificó un tratado con
México que dispone la devolución de material cultural y arqueo­
lógico robado cuando es de “importancia sobresaliente”. Un año
* En el Apéndice B se incluye un cuadro que resume las disposiciones
de las varias leyes nacionales sobre antigüedades.
56 DESPUÉS DE CORTÉS
después, el Senado dio su aprobación preliminar a la Convención
de la u n e s c o que en teoría prohíbe el comercio de arte contra­
bandeado, y el Congreso aprobó una ley que convierte en delito
el llevar a los Estados Unidos escultura monumental precolombina
que ha sido exportada violando las leyes de otro país. Sin embargo,
como lo admitirán con desesperación incluso los responsables de la
formulación de esas medidas, el efecto combinado sólo reducirá,
sin eliminar, el saqueo de sitios antiguos.*
El segundo enfoque aún no se ha intentado. Éste consistiría en
condicionar el subsidio invisible que las leyes fiscales estaduniden­
ses dan en la actualidad al mercado internacional de arte. La
naturaleza de este subsidio puede explicarse en forma sencilla.80
Desde los años cincuenta, el gobierno norteamericano ha permi­
tido que las donaciones de arte a los museos sean consideradas
como deducciones en la declaración fiscal del donante hasta un
nivel equivalente al 30% de su ingreso bruto en un año deter­
minado. Así, el coleccionista rico puede elegir entre pagar impuestos
o hacer donaciones, que puede deducir de sus impuestos, a un
museo, con las mismas valuadas a los precios de mercado actuales.
Ningún otro país ha tenido un gesto fiscal tan generoso con el
arte, y sin duda esta fórmula fiscal ha tenido éxito en términos
de la gran afluencia de arte a los museos.
Igual de indudable es que las leyes fiscales norteamericanas se
han convertido en un poderoso factor en el auge del arte durante
la posguerra. En su amplio estudio, The Economics of Taste, Gerald
Reitlinger manifiesta que el cambio en las leyes impositivas “se
refleja en algunos de los precios más anormales que se ofrecen
en las subastas europeas”. Añade: “Es la principal fuente del
champaña y de las pantallas de televisión que se ofrecen en el
salón de ventas”. No obstante, se podría poner en duda la con­
veniencia de que quienes donan arte saqueado a los museos se
beneficien también, como ocurre ahora, de esta disposición excep­
cional. ¿Debe, de hecho, el contribuyente estadunidense subsidiar
la destrucción de sitios arqueológicos?
Nadie ha meditado más sobre este tema que William D. Rogers,
el presidente de la American Society of International Law, antiguo
coordinador suplente de la Alianza para el Progreso, y3 ai igual
* En los Apéndices E y F se incluyen los textos completos de la Con­
vención de la u n e s c o y del Tratado entre México y los Estados Uni­
dos, asi como un resumen de la ley que impone controles sobre la impor­
tación de arte monumental precolombino.
Véase Keen, 1971, pp. 26-28.
DESPUÉS DE CORTÉS 57
que Edgar Brenner, socio en la compañía Amold & Porter, de
Washington. Hace unos pocos años, debido a su interés en la Ame­
rica Latina, Rogers empezó a preocuparse por el tráfico ilícito de
arte y a instancia suya fue como se formó un grupo especial
para estudiar lo que podía hacerse al respecto. El grupo, patro­
cinado por la Society of International Law, hizo propuestas que
posteriormente fueron incorporadas a la legislación de 1972 que pro­
tege al arte monumental precolombino. Pero Rogers llegó a con­
vencerse de que se requería un paso más fundamental. Específica­
mente, sugirió que ninguna antigüedad donada a un museo debe
calificar para beneficios fiscales si el objeto donado carece de
antecedentes convincentes. Esta limitación no se aplicaría al arte
que ya es propiedad de un coleccionista en el momento en que
la ley sugerida entre en vigencia, pero correspondería al propietario
demostrar que ya tenía algún objeto antes de esa fecha.
Tal reforma terminaría con una anomalía por la cu as eyes
estadunidenses recompensan a quien compra arte saquea^ o.
bién sacaría mucho dinero especulativo de un merca o a o
II. NAVEGANDO DESDE BIZANCIO
La obsesión por la expansión —mayores coleccio­
nes, mayores auditorios, más servicios, más personal
y más presupuesto— constantemente socava la acti­
vidad de la inteligencia en los Estados Unidos. Las
instituciones que se dejan dominar por el espíritu
del crecimiento estadístico anual (véanse los infor­
mes anuales del Metropolitano) están condenadas a
perder de vista su razón original de existir.
H a ro ld R o s e n berg,
“Acerca del Museo Metropolitano”, 1970

1. L a m ig r a c ió n d e l a r t e
E l a u g e de los museos de arte en los Estados Unidos es un suceso
que no se podía predecir y que no se puede explicar fácilmente.
Aunque los Estados Unidos, según un mito favorito de los europeos,
están dominados por el materialismo y motivados casi por completo
por la ética poco espiritual de los negocios, en la actualidad gastan
más en museos de arte que todo el resto del mundo, y la mayoría
del dinero proviene de hombres de negocios. Una estimación ade­
cuada es la de que entre una tercera parte y la mitad de todos los
museos de la humanidad están en un país que rara vez ha sido
acusado de una devoción excesiva al arte.
Antes de la Guerra Civil, sólo había unos cuantos museos en los
Estados Unidos, y el más antiguo era el Ateneo Wadsworth en
ibÍm qUC SC inauguró en un Oficio de estilo gótico Tudor
(hay algunas disputas acerca de cuál fue el primero, pero
cnrf* °r 6S e!Tmas Probable).1 Para 1910 había aproximadamente
600 museos. Un censo de 1939 registró 2 500, y 30 años después
el total es mas del doble. En un breve periodo, entre 1965 y 1970,
se estaban abriendo museos a una tasa de casi uno diario. La
expansión continúa; hubo importantes inauguraciones, en 1972, en
Corpus Christi y Fort Worth en Texas, y en Washington, un edi­
ficio de 15 millones de dolares albergó la colección Joseph H.
1 Véase Pach, 1948; Spaeth, 1969.
58
NAVEGANDO DESDE BIZANCIO 59
Hirshorn de arte contemporáneo, que está valuada en 50 millones
de dólares.
Hace 50 años, uno de los europeos que se dio cuenta de lo que
estaba ocurriendo fue el comerciante francés en arte René Gimpel.2
Durante una visita a los Estados Unidos en 1923 le impresionó
particularmente el Museo de Arte de Toledo, que había sido do­
tado magnánimamente por un fabricante de vidrio, Edward Drum-
mond Libbey. Gimpel era el cuñado de sir Joseph Duveen, el
gran comerciante de arte, pero a diferencia de él, desconfiaba de
lo grandioso. No obstante, en esta ciudad provincial se asombró
de la dedicación desinteresada al arte de George Stevens y su
esposa, que eran el director y la subdirectora del Museo de Toledo.
El visitante escribió en su diario: “Los señores Stevens, que sólo
tienen una posición económica moderada, están dedicando sus vidas
al museo. Él dejó un buen empleo por la dirección del museo, lo
que los ha obligado a vivir, si no pobremente, al menos sin pre­
tensiones. Esta devoción a la causa del arte es encontrada en todos
los Estados Unidos y se parece al fervor que convulsionó a la Edad
Media, cuando se construyeron sus iglesias”.
Una observación profética, pero algo que Gimpel no pudo haber
previsto fue que este fervor, esta obsesión en todo sentido loable
por el arte, al transcurrir el tiempo tendría como efecto paralelo
lamentable la negación del propósito nominal de un museo: la
conservación del pasado. No podía haber previsto que los museos*
actuando en nombre del mejor de los motivos, estarían subsidiando
indirectamente la devastación de la Antigüedad. Cómo y por qué
ocurrió esto es el tema que ahora pasamos a investigar.
En la historia de los museos estadunidenses, un año notable fue
el de 1870, cuando se crearon dos grandes instituciones: el Museo
Metropolitano de Arte y el Museo de Bellas Artes de Boston. Éstas
fueron las primeras galerías enciclopédicas, cada una determinada
a mostrar lo mejor del arte mundial de todos los periodos y regio­
nes. El momento era propicio a la iniciación de empresas. La
Guerra Civil había terminado, y existía un fresco ambiente de
nacionalismo, una nueva competitividad con las viejas culturas
de Europa. Convenientemente, los primeros directores de ambos
museos fueron oficiales en la Guerra Civil: el general de división
Charles G. Loring en Boston y el general Luigi Palma di Cesnola
®n Nueva York. Los miembros del consejo directivo del fideicomiso
2 Véase R. Gimpel, 1966, p. 217.
60 NAVEGANDO DESDE BIZANCIO
eran hombres de.gran riqueza. Se contaba con mucho dinero y
había un espíritu de adquisición agresivo. Un poema de Walt
Whitman, “Song of the Exposition”, escrito en 1871, captaba elo­
cuentemente el espíritu:
Come Muse migrate from Greece and loma,
Cross out picase those immensely, overpaid accounts,
That matter of Troy and Achilles’ wrath, and
Aeneas’, Odysseus’ wanderings,
Placard “Removed” and “To Let” on the rocks of
your snowy Pamassus,
Repeat at Jerusalem, place the notice high on
Jaffa’s gate and on Mount Moriah,
The same on the walls of your Germán, French and
Spanish castles, and Italian collections,
For know a better, fresher, busier sphere, a wide
untried domain awaits, demands you.*
Así empezó la gran migración. En el siguiente medio siglo, las
galerías vacías se llenaron de pinturas de los antiguos maestros,
estatuaria griega, tapices medievales, vasos chinos y momias egip"
cias. Y en el proceso se hizo evidente que el museo, en esencia un
invento europeo del siglo xvrti, iba a tomar una forma diferente
eñ el Nuevo Mundo. Para empezar, los museos de los Estados
Unidos eran descentralizados e invariablemente privados, mientras
que el Museo Británico y el Louvre, al igual que otras grandes
colecciones europeas, estaban bajo la autoridad del Estado. Esto
significaba que los museos estadunidenses eran libres de emprender
iniciativas, sin verse obstaculizados por controles burocráticos; tam­
bién significaba —el reversó de la moneda— que podían operar
con menos responsabilidad pública.
De igual importancia fue la diferencia en el enfoque. Los museos
europeos tendían a ignorar al gran público en favor de una minoría
de conocedores. En los Estados Unidos se buscaba un público mas
amplio. El Arte, el gran arte, era visto con frecuencia como una
Ven musa, emigra de Grecia y Jonia; olvídate de esas deudas pa­
gadas con exceso; el asunto de Troya y de la ira de Aquiles y de los viajes
de Eneas y Odiseo. Coloca un rótulo que diga “me mudé” y “se renta”
en las rocas de tu nevado Parnaso; repítelo en Jerusalén, coloca el avi­
so en lo alto de la puerta de Jaffa y en el monte Moriah, y haz lo mismo
en los muros de tus castillos alemanes, franceses y españoles, así como en
tus colecciones italianas. Porque ahora te espera, te demanda, un dominio
que no has conocido, una esfera mejor, más fresca y activa. [T.]
NAVEGANDO DESDE BIZANCIO 61
forma de terapia moral. En la reunión en la' que se fundó el
Museo Metropolitano, uno de los oradores principales fue el poeta
William Cullen Bryant3 “Mis amigos —dijo—, es importante que
hagamos frente a las tentaciones del vicio en esta gran capital,
que crece demasiado rápido, mediante diversiones atractivas de
carácter inocente que mejoren a las personas”.
A partir de este impulso evolucionó el concepto del museo con
varios propósitos; la galería no era como en Europa, una mera
colección, sino también un lugar de estudio. Con energía e ima­
ginación, los curadores estadunidenses inventaron las secciones se­
cundarias, organizaron series de conferencias y conciertos y dise­
ñaron exposiciones visualmente impresionantes. Con frecuencia la
medida del éxito era el número de público que asistía: la justi­
ficación democrática de una institución con antecedentes aristo­
cráticos. Para aumentar la asistencia se requería publicidad, y uno
de los métodos de obtenerla era el de montar exhibiciones espe­
ciales complejas. Había otro método: un continuo ingreso de ad­
quisiciones espectaculares. En consecuencia, los museos de arte
buscaron fideicomisarios ricos a los que podía persuadirse de que
aflojaran sus bolsillos para tales compras. Cuando un periodista
le preguntó recientemente al arquitecto Philip Johnson, un fidei­
comisario del Museo de Arte Moderno, qué es lo que procuraba
encontrar en uno de sus compañeros fideicomisarios, la respuesta
fue “dinero”. Eso es todo?”, insistió el reportero. La respuesta
fue: “Son tres cosas: dinero, dinero y dinero”.4
No obstante, a medida que empezaba el crecimiento explosivo
de los museos, algunas personas vieron el peligro de un punto de
vista que temían podía convertirse en una rapacidad que utilizara
justificaciones elevadas. Una de las primeras advertencias fue
hecha por Henry James.5 En 1905, el novelista hizo una prolongada
visita a Nueva York, su ciudad natal, por primera vez desde 1883,
y una de las muchas cosas que le llamaron la atención fue la trans­
formación del Museo Metropolitano de Arte. Ya no ocupaba una
casa excéntrica en la calle 14 oeste, sino que se había trasladado
grandiosamente al centro, en la Quinta Avenida y el Parque Cen­
tral. “En verdad es un palacio del arte, ubicado a un lado del
Parque”, escribió James en The American Scene. Fue impresio­
nado positivamente por el énfasis que se daba a la educación en
3 Véase Tomkins, 1970, p. 30.
4 Véase Burnham, 1969.
1 96 7V ppSe ^ i n^ 2JameSj Tke American Scene>Nueva York, Horizon Press,
62 NAVEGANDO DESDE BIZANCIO
este museo más grande, pero tenía dudas en otros aspectos. Vio
en el grande y nuevo edificio “una lección objetiva” de una pre­
sencia más grande en el futuro de Nueva York. No intentó prede­
cirla, pero la sintió lo suficiente para definir la sombra que la-
anunciaba: “Esa adquisición —adquisición en el sentido más alto
podría, durante los años que vendrán, prosperar aquí como en
un clima que nunca antes ha disfrutado”.
Para el novelista, había dinero en el aire, “siempre tanto dinero,
ése era, burdamente expresado, el sentido de toda la insinuación”.
El dinero se destinaría a “todas las cosas más exquisitas... excepto
a la creación, a la que se excluía del escenario por completo”,
observó y añadió: “El museo, en resumen, habría de ser grande”*
Uno se impresiona al leer esto. James fue capaz, con unas pocas
palabras, como una luz de bengala, de iluminar un campo en pro­
blemas.
Ya en la decada de 1940 era claro que el mundo de los museos
estaba en problemas. Uno de éstos era que el Museo de Arte tenia
muchas funciones, lo que resultaba en una confusión respecto a.
sus propósitos. El punto fue expresado sarcásticamente en 1945
por Francis Henry Taylor, que entonces era director del M etro
politano.6 “Si el ténmno ‘museo* produce terror en el corazón del
hombre común”, expresó en un libro llamado BabeVs Tower, “esto
no es nada comparado con el sentido de pánico que su sonido
produce en los pobres inocentes que se pasan la vida racionalizando
su misma existencia”. Taylor continuó:
Si retrocedemos mucho en el tiempo, la palabra “museo” ha tenido
h***? en, no. s^ ifícar nada vital para nadie en particular, y sin em*
los homh^Smp Uemj° ®?raaamen‘e ha significado todo para todos
llo, r .?0r.,me,dl° de una metamorfosis que duró muchos *
Musa h , ! 8: ^ , T S¡mple ^ n a c ió n de un templo de la
tos dé lar, í, “I 3 PJ que abarca todos ios diferentes elemen-
en la trama I™ íai^ "o han sido introducidos
Y\ T Z l I T / r S educad6n de la ^ a d moderna,
perlas a rtíflil, df m,doJa >a educación como “el arte de a rro ja r
fos t X adorl H
los trabajadores f Ve,daderos
de los museos se cerdos”> «sulla sólo más
hayan preocupado natural
por qu*
1°*
rdar? laeJ,capacidad
r m; T d>gest.va
r de lasdebatcas
aquellosde aalimentos“Pa costadescui­
quienes alimentan.

« Véase F. H. Taylor, BabeVs Tower, 1945, p> g.


NAVEGANDO DESDE BIZANCIO; 63
Tan desilusionado estaba Taylor que en 1954, sin aviso, renun­
ció a la dirección del Metropolitano y retomó a un cargo que
había tenido antes como jefe del pequeño, pero aún comprensible
y manejable Museo de Arte de Worcester en Massachusetts. Ante
su decisión, le dijo con disgusto a un colega: “Maldición, hemos
logrado que entren al museo, pero ¿qué es lo que ven? Una cosa
tras otra; si llegan ante una manguera de incendios, también se
quedan viéndola”.7
En los años siguientes, otros trabajadores de los museos inten­
taron definir los fines de la institución, con resultados que frecuen­
temente nos recordaban la fábula del ciego y el elefante. Un ejem­
plo es el “Manifiesto del Museo” publicado en 1970 por Joseph
Veach Noble,8 que entonces era el vicedirector de administración
del Metropolitano y que ahora es director del Museo de la Ciudad
de Nueva York. Noble le había preguntado a sus colegas acerca de
la función adecuada del museo, y el único denominador común
que encontró fue una vivaz falta de unanimidad. Sin darse por
vencido, a pesar de todo Noble enumeró las cinco tareas princi­
pales del museo, la primera de las cuales era la adquisición.
Esta última, afirmaba, era “nuestra sangre vital, nuestra raison
d’étre”. Cualquier museo que olvidaba este deber podría ser una
útil_ galería de exposición, “pero no es un museo”. La adquisición
tenía prioridad sobre las otras finalidades, a las que definió como
conservación, estudio, interpretación y finalmente exhibición. Pero
hubo una cosa que Noble no dejó en claro, y que posiblemente
no podía aclarar, y ésta fue el dilema cada vez más familiar para
los encargados de los museos: ¿qué hace un museo cuando hay
conflicto entre la adquisición y la conservación, cuando uno de los
valores sólo puede ser realizado a expensas del otro? Ahora estu­
diaremos esta intrincada cuestión.

2. L a c o le c c ió n v a r ia b le

El dilema surge en dos lugares: en el ingreso a la colección de un


museo y en la salida. En el primer caso, está el problema del arte
objeto de sospecha, que podría ser contrabandeado al país vio­
lando las leyes de otra nación. En el segundo, está la cuestión
de si el museo debe deshacerse, y en qué forma, de algo que ya
7 Véase Tomkins, 1970, p. 324.
8 Véase Noble, 1970.
64 NAVEGANDO DESDE BIZANCIO
posee. Los dos asuntos están vinculados, porque el dinero obtenido
mediante ventas —o dando de baja— con frecuencia es utilizado
para compras.
Para los europeos, la facilidad con que los museos estaduniden­
ses se deshacen de arte ha sido durante mucho tiempo causa de
asombro y preocupación. Una de las opiniones prevalecientes ha
sido expresada por Germain Bazin, el antiguo curador del Louvre.
En su libro, The Museum Age, publicado en 1967, el investigador
francés afirma:. “Por crear más espado, varios museos estaduni­
denses llegaron al extremo de vender obras menos populares; una
práctica arriesgada, porque una revolución en el gusto podría
volver a poner de moda obras que antes se consideraron démode.
Es perfectamente concebible que los pintores Barbizon, muchas de
cuyas obras el Museo Metropolitano vendió como ‘excedentes’ hace
unos pocos años, podrían volver a estar de moda cierto día .
(Así ocurrió, por ejemplo, con el Art Nouveau, el cual era consi­
derado una horrenda curiosidad hace unos cuantos años y ahora
ha vuelto a estar de moda.)
También hay otros riesgos. En una serie de subastas en la década
de 1920, el Metropolitano obtuvo 100000 dólares por la venta de
antigüedades chipriotas “excedentes” de la Colección Cesnola,10
posteriormente, se descubrió que dos cabezas de un importante
grupo de estatuaria que representaba a Gerión, el monstruo de tres
torsos del mito griego, habían sido erróneamente “dadas de baja”
(en última instancia, el museo volvió a comprar las cabezas). No
obstante, la práctica está muy difundida, y desde la segunda Gue­
rra Mundial han ocurrido importantes ventas de los museos en
Boston, Minneapolis, Providence y Chicago, así como las de Ia
Colección Frick y del Museo Guggenheim en Nueva York. Hace
aproximadamente 20 años, el Instituto de Arte de Chicago vendió
un grupo de pinturas impresionistas con el fin de adquirir un Tin-
toretto. El propósito era “mejorar” la colección, pero posterior­
mente se revaluó al Tintoretto como un producto de su taller con
poco valor de mercado, en tanto que los precios de los impresio­
nistas aumentaron considerablemente.
La mayor controversia sobre la práctica de deshacerse de algu­
nas de sus piezas se refirió al Metropolitano e hizo surgir tantas
cuestiones de importancia que el asunto que subyacía en todo, la
9 Véase Bazin, 1967, pp. 263-264.
10 Entrevista personal.
NAVEGANDO DESDE BIZANCIO 65
prioridad que se da a la adquisición, fue oscurecido por la con­
tienda.
Este escándalo, al igual que tantos otros, empezó con una ne­
gativa oficial. El 27 de febrero de 1972, John Canaday, el prin­
cipal crítico de arte del New York Times, afirmó con alarma e
indignación que el Metropolitano estaba ofreciendo secretamente
en venta un gran número de maestros modernos, incluyendo obras
de Manet, Picasso, Gauguin y Cézanne.11 Una semana después,
con igual indignación, Thomas P. F. Hoving, el director del Me­
tropolitano, replicó que el caigo era “inexacto en un 99%”.12
Hoving encontró en verdad sorprendente que alguien del nivel de
Canaday insinuara que el museo realizaba prácticas “equívocas,
clandestinas y posiblemente antiéticas”. Era cierto, dijo el director,
que en 20 años el Metropolitano se había deshecho de aproxima­
damente 15 000 obras mediante varios métodos, pero explicó que
el riesgo de esas acciones “no era más grande” que el de perder
una gran obra de arte por falta de fondos. Además, prometió que
si se vendía alguna pintura, el museo lo anunciaría.
Seis meses después resultó que las afirmaciones de Canaday es­
taban más cerca de ser exactas en 99%, aunque en el alboroto
general, algunas de las pinturas que mencionó fueron eliminadas
de la lista de las que se darían de baja. En septiembre, Canaday
supo que el Metropolitano había vendido secretamente en Lon­
dres, cinco meses antes, dos obras importantes: Los cosechadores
de aceitunas de Van Gogh y Trópicos de Rousseau por un total de
I 450 000 dólares a las Galerías Marlborough, el más emprendedor
de los comerciantes internacionales de arte. No se había hecho
ningún anuncio. Poco a poco, en medio de una situación embara­
zosa, se obtuvo del museo el resto de la historia. Parece que el
Metropolitano había comercializado o vendido sepetamente por
Jo menos 50 pinturas de la colección de maestros modernos que le
heredara Adelaide Milton de Groot, miembro de una antigua y
rica familia de Nueva York. Mientras vivió, la señora de Groot
había sido cortejada por muchos museos, pero hacia 1950 se la
persuadió de que dejara al Metropolitano la mayor parte de su
colección —que, según le dijeron aparentemente los representantes
del museo, era demasiado importante para ser dividida.13 Murió
en 1967 a los 91 años, y su voluntad expresada en su testamento,
II Véase Canaday, 27 de febrero de 1972.
12 Véase Hoving, 1972.
18 Véase Cunningham, 1973.
66 NAVEGANDO DESDE BIZANCIO
aunque no en términos obligatorios desde el punto de vista legal,
fue la de que el Metropolitano le entregara a otros museos en
Nueva York o Connecticut cualquier obra que no quisiera. Cinco
años después, la colección había sido fragmentada, y entre las pin­
turas de la misma que habían regresado a manos privadas estaban
obras de Modigliani, Bonnard, Beckmann, Léger, Dufy, Degas,
Renoir, Redon, Toulouse-Lautrec, Picasso y Gris.
Hubo un escándalo. Las ventas secretas fueron denunciadas por
historiadores de arte, la College Art Association, la Art Dealers
Association y los amigos y parientes de la señora de Groot. Había
muchas objeciones. ¿Obtuvo el museo un precio justo en sus ventas
privadas o (en la frase de Canaday) era Hoving “un niño que
vendía por primera vez limonadas”? ¿Había sido violado el espí­
ritu de la herencia al ignorar los deseos de la donante? ¿Eran
las obras dadas de baja en realidad ejemplos inferiores de los artis­
tas de que se trataba? ¿Habían aprobado los curadores departa­
mentales las ventas? ¿Con qué derecho Hoving le dijo a un pe­
riodista “no es de su incumbencia”, cuando este último le preguntó
dónde se encontraba otra pintura perdida, La odalisca de Ingres?14
No obstante, la pregunta principal era por qué razón el Metro­
politano se estaba deshaciendo de su arte. La explicación más sutil
fue dada por el curador en jefe, Theodore Rousseau: “Lo que
realmente inició todo esto fue la adquisición de una obra de arte
en realidad importante, el Velázquez, y tuvimos que hacer algunos
sacrificios”.15 De esta forma ingenua, Rousseau se estaba refiriendo
a la compra, en 1970, de Juan de Pareja por 5 544 000 dólares, el
precio más alto pagado por cualquier obra de arte en una venta
pública. Para financiar esa compra, el museo recurrió en grado
considerable a los fondos que le habían sido donados, y para
reintegrar el principal se vio obligado a vender lo que podía a l°s
mejores precios posibles. ¿Valía la pena el Velázquez? Un retrato
casi idéntico se había estado exhibiendo durante medio siglo en
un museo más pequeño de Nueva York, el de la Hispanic Society
of America. Los retratos son tan parecidos que algunos estudiosos
del siglo xrx consideraron que eran de igual calidad,1,6 si bien Ia
opinión actual es que la obra del Museo Hispánico es un producto
del estudio de Velázquez, en cuya creación el maestro pudo o n°
haber participado.
14 Véase Hess, 17 de enero de 1973.
15 Véase Hess, 26 de enero de 1973. ^
16 Véase Elizabeth du Gué Trapier, Velázquez, Hispanic Society ot
America, Nueva York, 1952, pp. 13-15.
NAVEGANDO DESDE BIZANCIO 67
Lo indudable es que Velázquez es un artista de primera catego­
ría, y que la compra de la pintura a un precio sin precedente es­
timuló la publicidad. Esto es síntoma de un punto de vista que
preocupa mucho a algunos estudiosos, entre ellos John Goolidge,
director retirado del Museo Fogg de Harvard. En una etapa ini­
cial de la disputa sobre la venta de las obras, se mencionó una
cita en que Goolidge decía que los principales museos del noreste
ya no se dedicaban a un verdadero coleccionismo sino que, con
el pleno apoyo de sus fideicomisarios, estaban comprando obras
maestras.17 “El museo que deja de coleccionar para comprar deja
de pensar en las cuestiones que más importan —dijo— y, lo
que es peor, ya no puede ayudar a los que si piensan en esas
cosas”.
Existe también otro problema que ha sido por lo general igno­
rado. En los Estados Unidos, las obras de arte donadas a un museo
proporcionan un beneficio fiscal al donante o a su patrimonio, en
parte bajo el supuesto de que también el público se beneficiara
al contemplar el arte. Sin embargo, cuando un museo regresa ese
legado al mercado privado está negando el espíritu de ese bene­
ficio fiscal. Además, una galería comercial podría obtener ganan­
cias considerables provenientes de obras de arte que se es n
solamente al disfrute del público. .
Todo esto es parte del precio pagado por la prioridadi quei se
da a la adquisición. Un costo más grave es la destrucción taca
del testimonio histórico, problema del que trataremos a o •
En la salida del museo existe el problema de las o ras 9“ ,
de baja, y en la entrada está la cuestión de comprar bienes de
origen dudoso. El problema se presenta todas tos sem
principales museos estadunidenses. Suce e e a 6“ sobre su
Un traficante llega a la oficina del curador y
escritorio tesoros maravillosos, ° *ot° ^ y ertos en excavaciones
s°s, que sólo pueden haber sido ^ de g ra b a n d o del
clandestinas y que claramente fu ac¡ón ráp¡dai un jnter-
Pais de origen. Hay una agrada 0¿serva _ s¡n parecer de-
cambio de rumores, mientras el c están a„,e él. ¿Son
masiado
genumos? ansioso— los be*Ios
En este punto, ‘M ^ eoe depender
el curador p
de su escru-
tinio educado a la vez que escucha e ^
ficante (siempre hay un cuento y por lo común suena mas o menos
convincente; Norbert Schimmel, un coleccionista de Nueva York
” Véase Canaday, 19 de mano de 1972.
68 NAVEGANDO DESDE BIZANCIO
de amplia capacidad de discernimiento, dice que su lema es “com­
pra la pieza, pero nunca la historia”). Si desea el objeto, a con­
tinuación el curador solicitará más tiempo. Debe consultar a otros,
el precio parece alto y el presupuesto es bajo este año; éstas son
acciones rituales en la zarabanda cortesana, mientras ambas partes
hacen sus fnos cálculos privados.
La presión para comprar puede ser evidente. A un curador
estadunidense se le conoce por las adquisiciones que recomienda
(el ascenso de Hoving en el Metropolitano se inició por la compra
por el museo, a sugerencia suya, de la Cruz de Bury St. Edmunds
en 1963, por un precio que aún no se ha hecho público, a un
coleccionista en Suiza). En muchos casos, el curador somete sus
selecciones a un comité de fideicomisarios del museo, cuyos miem-
bros aprecian a quienes tienen iniciativa. Con frecuencia, el precio
no es una consideración, al menos en el sentido usual; más bien
podría ser un medio de dar una aureola de mérito especial a Ia
pieza de que se trate. Si el traficante no pide un precio alto por
una obra única, el museo podría creer que el vendedor no tiene
fe en sus^ propias piezas, idea que se fortalece cuando los orígenes
de las mismas son oscuros.
Además, podría existir un problema de escrúpulos, o el temor
de que un gobierno extranjero pudiera causar un escándalo p°c°
agradable. El traficante está a la altura de esas dudas. S u g e r i r á
que si el museo no compra, el tesoro puede desaparecer en las
vitrinas de un coleccionista privado, o bien que un museo r i v a l
está interesado en él. ¿Cuál es la primera obligación del curador?
a u n ^ i ,, ínteres3; ' versupremo.
que el PúbUco> su público, tenga acceso
Incluso si ésta ha sido sacada
Í J Z m Í u' ' traf,c?nte Pue<fe hacer ver que ninguna W
™ ^ Z ¿ v ld° ™ ‘a,da> y P°r « í * habría d f ser un
sus leves ro n f ^ ° r * cas0 de otro país al hacer c u m p l í
mentos son tTn ?*C"encia burdamente inflexibles. Estos argu-
reputeción^n te ^ T !,"*68 qUe muSeos ^ u n id en ses de mucha
parte
parce se ppueden
I X
u e d ever
n l !las! consecuencias
Antigüedad.
más claro En queninguna otra
d e b u e n a f e > s u b s id ia n d ° la
en Turquía-

E l t e s o r o d e W a s h in g t o n
3.
Turquía tiene tantos sitios arqueológicos que hasta ahora nadie
ha podido contarlos. Una estimación bien fundamentada es la
NAVEGANDO DESDE BIZANCIO 69
de que hay cerca de 40 000, que van desde entierros dispersos
hasta los magníficos restos de majestuosas ciudades.18 Por ser el
puente terrestre entre Asia y Europa, Anatolia ha presenciado una
secuencia única de pueblos y civilizaciones. En este paisaje variado
se encuentran asentamientos neolíticos y ciudades de la Edad del
Bronce, y en una cronología continua, los monumentos mezclados
de los hititas, asirios, frigios, lidios, griegos jónicos, persas, armenios,
griegos helenísticos, romanos, bizantinos, árabes, turcos seljuks, los
cruzados franceses y los turcos otomanos. La mayoría de los sitios
están en áreas rurales no vigiladas, muchas de las cuales solo
recientemente han sido abiertas por la construcción de carreteras.
Con un pasado muy rico, en otros aspectos Turquía^ es pobre.19
En 1970, el producto nacional bruto p e r ca pita se estimo en 350
dólares, en comparación con 660 en Portugal, 3 020 en Alemania
Occidental y 4 850 en los Estados Unidos. Para un campesino
turco, la venta de antigüedades puede significar la diferencia entre
la pobreza y una vida marginalmente mejor, y siempre existe la
esperanza de un hallazgo afortunado. En teoría, la exportación
de antigüedades es ilegal, pero la ley que las protege es un reg a
mentó poco sólido de 1906 que únicamente establece castigos nomi­
nales (medidas más enérgicas han estado detenidas en el Far -
mentó Nacional durante una década, según se ice e 1 o
oposición de los terratenientes que temen perder una u
ingreso adicional). Los turcos que se dedican profesión en e
la arqueología reciben salarios bajos incluso ?
turcos:20 el salario inicial de un guardián es de 413 ^
cerca de 30 dólares al mes; el sueldo del director de
empieza en las 1250 liras, o sea 89 “ ^
Promedio de un peón no capacitado es de 30 hr * • d.
cerca de 2.25 dólares diarios (estas cifras corresp
Pios de la década de los setenta). ^ ha increinentado
Al mismo tiempo, el tunano ex J ^ ^
considerablemente en Turquía a* * q tas. En 1964 hubo
en antigüedades que antes estaban muy
168 054 11egadas de turistas, y seis a ñ o s despues el total era
de 664 702,21 hacia 1972 se calculaban en un millo .
18 Machteld T. Mellink hizo la .estí,maClón'p , 1Q72
10 Véase Turkey, o e c d EconomicSurvey, París, 1972.
11 V é ^ U ^ ^ g e n c y for International Development, Economic and
Social Indicators: Turkey, Ankara, 1971, p. 38.
70 NAVEGANDO DESDE BIZANCIO
Por todas estas razones, más tesoros antiguos han salido de Ana-
tolia en la generación pasada, que en cualquier otro momento
desde la caída y saqueo de Constantinopla durante la Cuarta Cru
zada, en 1204. Un investigador que ha visto el cambio es Comelius
Clarkson Vermeule III, curador de arte clásico del Museo de Be as
Artes de Boston. Recientemente expresó: “Hace 15 años podía ir a
cualquier aldea lodosa del Cercano Oriente y regresar al pasado,
hoy en día, en el más pequeño de los pueblos turcos uno entra a.
la tienda del mercader local y ve pegada a la pared una lista
actual de los precios de subasta distribuida por Parke-Bernet e
Sotheby’s. La era del campesino estúpido ya pasó, en el supuesto
de que realmente existiera”.22
A semejanza de los narcóticos, la otra cosecha ilegal de Tur­
quía, las antigüedades llegan al mercado mediante rutas estable­
cidas. Miles de estadunidenses viven en bases militares o misiones
diplomáticas y es fácil tener acceso al correo inviolable apo-fp°*
El arte puede ser sacado de contrabando en barcos o camiones o
incluso es posible enviarlo mediante el correo regular en paquetes
disfrazados (un coleccionista estadunidense encontró un bello pen*
diente de oro dentro de un envío de pastelillos turcos). También
hay un mercado interno activo.23 “Casi todas las casas de los ex­
tranjeros en Turquía eran un museo en miniatura”, informó David
I. Owen, un arqueólogo de Pennsylvania, en un simposio de 1971
sobre el saqueo. “Todos los objetos salieron con ellos al final de
su residencia. Incluso organismos estadunidenses como care y ^
contribuyeron a su manera. Su personal tenía la ventaja adicional
de ir a zonas distantes muy alejadas de las rutas turísticas usuales
y literalmente podían elegir el mejor material, que después sería
sacado del país”.
El doctor Owen cree que el saqueo continuo, junto con el cre'
cimiento urbano y la mecanización de la agricultura, resultaran
a finales de siglo en la destrucción de todos los sitios no excavados
que aún quedan cerca de las actuales zonas urbanas. “Si esto pa'
rece de tono algo alarmista, puedo mencionar la trágica destrucción
de los sitios submarinos en todo el Mediterráneo enalgo menos
15 anos. Esta destrucción casi es total en loque serefiere a
antiguos naufragios . Su opinión sobre la gravedad de la situación
es compartida por la profesora Machteld J. Mellink de Bryn Mawr>
la doyenne reconocida de los arqueólogos estadunidenses que exea
22 Véase R. Taylor, 12 de abril de 1970.
23 Véase Owen, diciembre de 1971.
NAVEGANDO DESDE BIZANCIO 71
van en Turquía.24 Ella ha dicho: “Éste es el asesinato de la his­
toria del hombre, y es una tragedia”.
Puede ser una tragedia, pero también es un negocio.25 Durante
años, uno de los principales traficantes en Estambul era un hom­
bre sin duda agradable al que llamaré Gregory Omega. Acos­
tumbraba atender una tienda no muy alejada del Gran Bazar y
tenia un ojo muy agudo que le permitía conocer no solo la pieza,
sino también al cliente; diría en un instante cuánto estaría dis­
puesto a pagar un comprador y si valdría o no la pena llevarlo
a. su casa para que viera sus mejores piezas. En 1962, el traficante
vio un sueño convertirse en realidad cuando una antigua ofrenda
de carácter único salió a la luz.
Tal como lo narra Omega, el episodio empezó literalmente con
un sueño. Una mujer campesina que vivía en un insignificante
pueblo llamado Kumluca (se pronuncia “Kiumluya”, pues la c
turca equivale fonéticamente a ¡y) soñó una noche que a ajo e
un árbol estaba enterrado un tesoro. Al día siguiente, acompaña a
Por su incrédula familia, encontró el árbol y todos empezaron a
excavar. Descubrió una cadena, que a medida que era desenterra
condujo directamente a un tesoro de plata bizantino, p ,.
gicos, cruces grabadas, candeleros, utensilios para com , ,,a
de libros con relieves martillados, y un incensario (a
haber estado unida la cadena).* «obre
Kumluca está aproximadamente a unos 32 km e y,
la costa Jmega,
Gregoty egea de que
Turquía, y laestab^hac.ndo^n
entonces noticia del v ,^ d e va« ^
nes con su atractiva esposa, de pelo n gr . ,, ^ j tQ ,
Kumluca a tiempo para comprar Guindo se
ro, que estaba compuesto de por lo frendaPfue obten¡do por
divulgó el descubrimiento* el resto^d ^ Estambul. Cuando
el M useo de Antalya y d«pues s ^ especialista en arte
Omega estudió su parte del hall * (n0Jnbraban a un 0bisp0)
izantino), encontro ínscr^ „ i Sagrado Sión. Había cinco
Eutiquianus y un monaste„o llamado ^ » mostraban que
sellos en cada pieza, que, como una man.* ’ , \
la plata había sido producida entre 565 y 575 d.c, uno de los
* LaTistoria'de Kumluca se reconstruyó con base en entrevistas per-
♦Se ha localizado el sitio preciso del hallazgo: es un montículo que
está a unos 6.5 tas. de la sección del litoral conocida como Büyük Asar.
72 NAVEGANDO DESDE BIZANCIO
mejores periodos del arte bizantino. El monasterio estaba al norte
de Myra, el puerto del cual salió San Pablo a su martirio en
Roma, y a unos 45 km de Kumluca (Sagrado Sión también está
relacionado con San Nicolás el Sionita, que murió en 565 d.c. y
que a través de los cambios producidos por el tiempo, a final de
cuenta tomó una nueva identidad como el Santa Claus de los
anglosajones).
La siguiente acción de Omega fue la de ponerse en contacto con
un antiguo cliente en Washington, D. C., el doctor John Seymour
Thacher, que entonces era director de Dumbarton Oaks, sede de
la Colección Robert Woods Bliss de arte bizantino y precolombino.
Durante años, Thacher había destacado en el mundo social y en
el mundo de los museos; había ascendido en la escala aceptada,
de Yale al Museo Fogg y después a la Colección Bliss, un movi­
miento lateral lógico pues en 1940 Dumbarton Oaks fue trans­
ferido legalmente a Harvard por el matrimonio Bliss. Thacher se
había esforzado durante años para que su arte bizantino fuera el
mejor de su clase en los Estados Unidos.
A principios de 1963, recibió una carta de Omega en la que
le describía el tesoro, y poco después viajó a Suiza, donde se
encontró con el traficante. Al serle mostrado el tesoro, se dio
cuenta de que estos objetos bizantinos, los más finos de su clase
que se hayan encontrado, asegurarían la preeminencia de la Colec­
ción Bliss. El precio fue alto (un millón de dólares), pero de
alguna manera Thacher pudo reunir esa cantidad y a su debido
tiempo el tesoro de Kumluca viajó de Suiza a los Estados Unidos.
Hubo otros dos acontecimientos. Omega estaba consciente de
que la venta del tesoro se conocería en Turquía; por lo tanto,
cerró su tienda y se trasladó, primero a Atenas y después a Suiza.
Mientras tanto, el doctor Nizeh Firatli, un curador del Museo
Arqueológico de Estambul, estudiaba la parte turca del tesoro y
estaba preparando el material para su publicación. Firatli no tenía
idea de dónde podía encontrarse la parte faltante; sabía que Omega
había comprado la mayoría de los objetos para luego salir de
Turquía, pero no sabía nada más. En el verano de 1964, en una
reunión internacional de especialistas bizantinos en Atenas, Firatli
leyó un estudio sobre la plata de Kumluca, mencionando que es­
taba perdido mucho del tesoro, con la esperanza de que alguno de
los presentes le daría indicios acerca de la mitad que faltaba. No
se enteró de nada.
Durante este periodo, Thacher y el curador de Dumbarton Oaks
se encontraban en un estado de nerviosa indecisión en lo relativo
NAVEGANDO DESDE BIZANCIO 73
a la magnífica colección, que para ese entonces estaba en el la­
boratorio del museo. La señora de Woods Bliss cumpliría 85 años
en septiembre de 1964, y casi en esa misma fecha habría una con­
ferencia internacional de museos en la capital. La impaciencia
prevaleció sobre la prudencia y el tesoro de Kumluca hizo su
aparición pública ese otoño. Una nota en un catálogo publicado
posteriormente da esta información sobre su procedencia:26 “Los
siguientes objetos provienen de un gran tesoro de plata eclesiástica
descubierto cerca de Antalya en el sur de Turquía, que en la ac­
tualidad está dividido entre el Museo Arqueológico de Estambul
y Dumbarton Oaks”.
Una vez que el secreto se divulgó, las autoridades turcas exi­
gieron la restitución de la plata sacada de contrabando. El De­
partamento de Estado explicó que el gobierno de los Estados Uni­
dos no tenía control sobre Dumbarton Oaks. Al no poder recuperar
el tesoro, los turcos respondieron negando permisos oficiales a los
investigadores afiliados a Dumbarton Oaks que deseaban hacer in­
vestigación de campo en Anatolia. Aunque Thacher se retiró de
la dirección en 1969, la prohibición persiste. Una de las razones
de la actitud inflexible de los turcos es que en los museos de los
Estados Unidos han aparecido otros tres tesoros, todos los cuales
podrían provenir de Anatolia. Cada uno de ellos presentó un dilema
especial para los museos de que se trataba, y en cada caso el resul­
tado proporciona un estudio de situaciones concretas acerca de la
controversia más emotiva que haya llegado a sacudir a la co­
munidad de museos de Norteamérica.

4.E l t e s o r o d e B o s to n
Independientemente de lo ético que fuera la decisión de Dumbar­
ton Oaks de retener la plata de Kumluca, Thacher al menos sabía
que el tesoro era auténtico y pudo conocer algo de las circunstan­
cias de su descubrimiento. Pero ¿qué hace un museo cuando se
le ofrece un hallazgo deslumbrante de antecedentes oscuros? A este
Problema se afrontó el Museo de Bellas Artes de Boston en 1968,
cuando tuvo que decidir si compraba o no un tesoro de 137 piezas
de joyería de oro —aparentemente los restos de un entierro real__
que incluía brazaletes, anillos, una bella diadema, un collar, pec-
26 Véase Dumbarton Oaks, 1967.
74 NAVEGANDO DESDE BIZANCIO
torales y, lo más sorprendente de todo, un sello cilindrico de oro
de la Quinta Dinastía egipcia en excelentes condiciones.
Por casualidad, el vendedor fue de nuevo Gregory Omcga, que
había comprado el tesoro después de salir de Turquía. Omega no
podía o no quería decir dónde se había descubierto el tesoro, aun­
que parece probable que proviene del sur de Turquía. Fue una
venta difícil para Omega, en parte porque el cilindro egipcio, aun­
que de gran interés, parecía culturalmente fuera de lugar en el
conjunto de objetos. Ofreció el tesoro a museos y coleccionistas en
Europa, sin éxito, y al Museo Metropolitano en Nueva York, donde
también se le rechazó. Posteriormente Hoving restó importancia
al hallazgo por “ser la bolsa de un traficante”, con lo que quiso
decir que consistía de objetos no relacionados a los que se había
juntado para elevar el precio.
Sin embargo, en Boston, el tesoro atrajo al doctor Vermeule, el
curador de arte clásico, estudioso agradable y erudito. Vermeule
es propenso al sarcasmo sin alterar su expresión y a llevar la con­
traria con gran aplomo. Es capaz de sacar una galleta de perro
de su bolsillo y, sin perder el hilo de su argumento, dársela a un
animal amistoso. Su esposa, cuyo nombre de soltera era Emily
Dickinson Townsend, también es una arqueóloga clásica, inves­
tigadora asociada del museo y ocupa las cátedras Samuel Zemurray
Jr., y Doris Zemurray-Stone-Radcliffe, la única cátedra de tiempo
completo de Harvard reservada a las mujeres. También es de fácil
palabra, y los estudios que presenta atraen auditorios excesivos en
las reuniones profesionales. Juntos, han viajado por el Medi­
terráneo, cuyos traficantes hablan de ellos como personajes mí­
ticos. En su tiempo libre, Vermeule está escribiendo una me­
moria que ha intitulado tentativamente The Exporters, sobre el
comercio de antigüedades.
Cuando examinó el tesoro de Omega, decidió que no era una
“bolsa de traficante”. Se tomó la decisión de comprar el oro por
una suma de seis cifras que fue donada por un fideicomisario del
museo, Landon T. Clay. Cuando el tesoro fue estudiado por el
laboratorio del museo, se encontraron pequeñas manchas de barro
en el sello cilindrico egipcio, que indicaban que había estado en­
terrado con el resto del oro. Con la aprobación plena del ya
fallecido William Stevenson Smith, el respetado egiptólogo del
museo, los Vermeule concluyeron que el tesoro pertenecía estilísti­
camente a la Edad del Bronce Temprana, aproximadamente 2500-
2200 a c., y que se trataba de un descubrimiento de la mayor im­
portancia.
NAVEGANDO DESDE BIZANCIO 75
Una circunstancia especial favoreció la compra: el Museo de
Boston estaba preparando la celebración de su centenario en 1970.
El deseo normal de atraer la atención se veía reforzado por el hecho
de que el Museo Metropolitano también celebraría su centenario
en ese año. Tan ansioso estaba el Museo de Boston de realizar
algo sobresaliente, que su director, Perry T. Rathbone, se arriesgó
en 1969 a comprar por 600 000 dólares en Italia un retrato atri­
buido a Rafael, que según las autoridades italianas había sido
sacado ilegalmente de Italia e introducido en los Estados Unidos
sin declararlo en la aduana, circunstancias que posteriormente re­
sultaron en el retomo a Italia del retrato contrabandeado (la his­
toria se narra en el siguiente capítulo).
El Rafael y el tesoro dorado estaban entre las principales atrac­
ciones en la exposición inicial de aniversario del museo, Tesoros
del Arte para el Mañana”, que se inauguró el 4 de febrero de
1970. Los “tesoros del aniversario”, que eran 130 y que el museo
valuó en 10 millones de dólares, incluían otros objetos de gran
interés: un ídolo cicládico (uno de los más grandes que se han
encontrado), una rara corona de bronce de Corea, un tapete de
caza persa de una belleza armoniosa, y dos llamativas esculturas
de acero por David Smith. Pero fue el oro el que atrajo la a en-
ción de la prensa. ¿De dónde venía? El museo respondió evas.va-
mente, y sólo dijo que se había originado en uno de 11
países localizados en el Mediterráneo oriental .E sto p r uj
dignación internacional. El Sunday Tintes e contrabando
el tesoro “casi con toda seguridad h a b ía sido saca ° ja
de Turquía”, y las autoridades turca,
misma afirmación. Otros valor arqueológico, pues
junto de objetos era un revoltijo Putenticidad estaba sujeta a
se desconocía su procedencia y
serias discusiones. _ „ ,,„ ta con una frialdad elegante en
Los Vermeule dieron su resp el ju ^ a te d London
un artículo sobre el tesoro que se publico
News.21 Escribieron:
J T han tratado de crear “un escán-
U n par de periodistas de Londres han t^^^ sido ofrecido en
dalo” por la^ adquisicio ^ Alemania e Inglaterra
el mercado k tern^ ° " a York> Habría sido mucho más escandaloso
qí^e Continuara sus peregrinaciones, con un importante museo esta-
27 Véase Emily y Comelius Vermeule, 1970.
74 NAVEGANDO DESDE BIZANCIO
torales y, lo más sorprendente de todo, un sello cilindrico de oro
de la Quinta Dinastía egipcia en excelentes condiciones.
Por casualidad, el vendedor fue de nuevo Gregory Omega, que
había comprado el tesoro después de salir de Turquía. Omega no
podía o no quería decir dónde se había descubierto el tesoro, aun­
que parece probable que proviene del sur de Turquía. Fue una
venta difícil para Omega, en parte porque el cilindro egipcio, aun­
que de gran interés, parecía culturalmente fuera de lugar en el
conjunto de objetos. Ofreció el tesoro a museos y coleccionistas en
Europa, sin éxito, y al Museo Metropolitano en Nueva York, donde
también se le rechazó. Posteriormente Hoving restó importancia
al hallazgo por “ser la bolsa de un traficante”, con lo que quiso
decir que consistía de objetos no relacionados a los que se había
juntado para elevar el precio.
Sin embargo, en Boston, el tesoro atrajo al doctor Vermeule, el
curador de arte clásico, estudioso agradable y erudito. Vermeule
es propenso al sarcasmo sin alterar su expresión y a llevar la con­
traria con gran aplomo. Es capaz de sacar una galleta de perro
de su bolsillo y, sin perder el hilo de su argumento, dársela a un
animal amistoso. Su esposa, cuyo nombre de soltera era Emity
Dickinson Townsend, también es una arqueóloga clásica, inves­
tigadora asociada del museo y ocupa las cátedras Samuel Zemurray
Jr., y Doris Zemurray-Stone-Radcliffe, la única cátedra de tiempo
completo de Harvard reservada a las mujeres. También es de fácil
palabra, y los estudios que presenta atraen auditorios excesivos en
las reuniones profesionales. Juntos, han viajado .por el Medi­
terráneo, cuyos traficantes hablan de ellos como personajes mí­
ticos. En su tiempo libre, Vermeule está escribiendo una me­
moria que ha intitulado tentativamente The Exporters, sobre el
comercio de antigüedades.
Cuando examinó el tesoro de Omega, decidió que no era una
“bolsa de traficante”. Se tomó la decisión de comprar el oro por
una suma de seis cifras que fue donada por un fideicomisario del
museo, Landon T. Clay. Cuando el tesoro fue estudiado por el
laboratorio del museo, se encontraron pequeñas manchas de barro
en el sello cilindrico egipcio, que indicaban que había estado en­
terrado con el resto del oro. Con la aprobación plena del ya
fallecido William Stevenson Smith, el respetado egiptólogo del
museo, los Vermeule concluyeron que el tesoro pertenecía estilísti­
camente a la Edad del Bronce Temprana, aproximadamente 2500-
2200 a. c., y que se trataba de un descubrimiento de la mayor im­
portancia.
NAVEGANDO DESDE BIZANCIO 75
Una circunstancia especial favoreció la compra: el Museo de
Boston estaba preparando la celebración de su centenario en 1970.
El deseo normal de atraer la atención se veía reforzado por el hecho
de que el Museo Metropolitano también celebraría su centenario
en ese año. Tan ansioso estaba el Museo de Boston de realizar
algo sobresaliente, que su director, Perry T. Rathbone, se arriesgó
en 1969 a comprar por 600000 dólares en Italia un retrato atri­
buido a Rafael, que según las autoridades italianas había sido
sacado ilegalmente de Italia e introducido en los Estados Unidos
sin declararlo en la aduana, circunstancias que posteriormente re­
sultaron en el retomo a Italia del retrato contrabandeado (la his­
toria se narra en el siguiente capítulo).
El Rafael y el tesoro dorado estaban entre las principales atrac­
ciones en la exposición inicial de aniversario del museo, Tesoros
del Arte para el Mañana”, que se inauguró el 4 de febrero de
1970. Los “tesoros del aniversario”, que eran 130 y que el museo
valuó en 10 millones de dólares, incluían otros objetos de gran
interés: un ídolo cicládico (uno de los más grandes que se han
encontrado), una rara corona de bronce de Corea, un tapete de
caza persa de una belleza armoniosa, y dos llamativas esculturas
de acero por David Smith. Pero fue el oro el que atrajo la aten­
ción de la prensa. ¿De dónde venía? El museo respondió evasiva­
mente, y sólo dijo que se había originado en uno de 11 o 1
Países localizados en el Mediterráneo oriental”. Esto pr ujo i. -
dignación internacional. El Sunday Times e n ^ ando
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de Turquía”, y las autoridades turcas hicieron en^camente l^
misma afinación. Otros investigadores se quejaron de que el con
junto de objetos era un revoltijo de poco
se desconocía su procedencia y su autenticidad estaba sujeta
serias discusiones. una frialdad elegante en
Los Vermeule dieron su respu jUustrated London
un artículo sobre el tesoro que se publico en
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antes de llegar asus uperegrinaciones,
que continuara nac¿ones conc un importante
y museo esta­

27 Véase Emily y Cornelius Vermeule, 1970.


76 NAVEGANDO DESDE BIZANCIO
dunidense ofreciendo comprar sólo el cilindro porque el resto “no
era egipcio”, y los coleccionistas privados solicitando los brazaletes y
“broches para el pelo” para sus esposas.
La pérdida del contexto arqueológico, que fue lo que le ocurrió a
este grupo, estaba asegurada por la codicia de quien lo excavó y lo
comerció en el exterior; y esta pérdida no es nada comparada con
la que hubiera ocurrido si se hubiera dispersado la colección en
piezas individuales. El donante merece crédito por haber reconocido
este peligro inminente y actuar con rapidez con el fin de salvar lo
que todavía podía salvarse para el estudio histórico por parte de in­
vestigadores serios.
Sólo puede esperarse que el sitio, con su nuevo estilo regional, sera
descubierto y excavado responsablemente en el futuro cercano, en vez
de continuar siendo terreno propicio para los bribones, y que los
ministros de educación en el Mediterráneo oriental aumentarán el
apoyo que dan a sus servicios de antigüedades y a la divulgación
entre su pueblo de la importancia de no irrumpir en los monumen­
tos antiguos.
No obstante, esta hábil defensa no le hacía plena justicia a
Gregory Omega, que insiste en que nunca consideró dividir la co­
lección. Comelius Vermeule ha reconocido esto en otra ocasión;28
en una entrevista, expresó al Christian Science Monitor: “El ven­
dedor no iba a fragmentar la colección. Conocía sú valor en con­
junto”. Sin embargo, el Museo de Boston actuó de buena fe al
tomar una decisión difícil y defenderla abiertamente. Por coinci­
dencia, en ese momento el Museo Metropolitano se estaba enfren­
tando al mismo dilema y resolviéndolo en una forma diferente.

5. E l teso ro d e N ueva Y o r k

La competencia entre los museos para hacer las compras más im­
portantes tiene sus raíces en las rivalidades nacionales del siglo xix.
Si nos remontamos más en la historia, descubrimos que en los tiem­
pos clásicos el gran arte era una forma de botín y su captura un
medio de obtener prestigio; así, Sila saqueó Atenas, Verro despojó
Sicilia, y Tito regresó a Roma con los tesoros del Segundo Tem­
plo. En la época moderna, la historia del pillaje empieza con
Napoleón, que llenó el Louvre con arte que sacó de Italia. Lo
que Napoleón comenzó fue continuado de otras maneras pero con
28 Véase Hoyt, 1970.
NAVEGANDO DESDE BIZANCIO 77
el mismo fin en las décadas que siguieron; cada museo nacional
enviaba a sus agentes a recorrer el Mediterráneo buscando arte
que fuera posible transportar. El espíritu de la época fue expre­
sado por el comandante francés de una expedición que removió
un obelisco de Egipto: “La Antigüedad es un jardín que por dere­
cho natural pertenece a quienes lo cultivan y cosechan su fruto”.29
Esta cosecha tuvo sus resultados positivos. Se ha conservado
mucho de lo que podría haberse perdido o destruido: la Piedra
de Roseta, los leones alados de Nínive, la Venus de Milo, y quizás
(esto es discutible) los mármoles de Elgin. Un resultado menos
grato ha sido el resentimiento perdurable de los países saqueados,
que con frecuencia ha dado origen a leyes que prohíben la expor­
tación de todo arte antiguo. De hecho, una expresión de nacio­
nalismo ha propiciado otra, mientras se continúa destruyendo el
pasado.
Los Estados Unidos ingresaron tarde en la competencia por las
piezas importantes, y, como no había un museo nacional en el
sentido europeo, la rivalidad asumió una forma diferente. En este
país las galerías enciclopédicas empezaron a competir entre sí al
igual que con los museos nacionales europeos. La competencia
entre los museos así como en el campo internacional se ha llevado
a cabo enérgicamente, tanto que los museos adquirieron la aparien­
cia de principados independientes, cada uno con la sensibilidad
celosa de una corte real.
Una medida de esta enemistad profundamente arraigada es la
utilización de rumores mal intencionados para embarazar a una
institución rival. Fue mediante esta técnica como apareció el pri­
mer indicio de que el Metropolitano tenía en su sótano un teso­
ro de origen dudoso. El informe inicial se publicó en el Sunday
Globe de Boston, en un artículo del escritor de arte Robert Taylor,
que defendió al Museo de Bellas Artes por comprar y mostrar su
tesoro áureo.30 Taylor compró esta acción con el secreto del Me­
tropolitano que, sugirió, había comprado un rico tesoro lidio extraí­
do de las tumbas del valle del río Hermus en Turquía. El tesoro,
escribió, “sería justo lo que se necesita para celebrar un aniversa-
110... si un museo hermano no hubiera acaparado injustamente
los titulares de los periódicos con una colección de oro más pe­
queña”.
20 Véase Greener, 1966, p. 158.
30 Véase R. Taylor, 12 de abril de 1970.
78 NAVEGANDO DESDE BIZANCIO
La historia llegó a Turquía y se hicieron indagaciones formales
ante el Metropolitano. El New York Times asignó a un periodista
para que entrevistara a las autoridades del museo;31 como Hoving
no estaba, el representante del Metropolitano fue Theodore Rous­
seau, el curador en jefe. Negó que el museo hubiera sacado algo
ilegalmente de Turquía, pero añadió ingenuamente que lo que
él había oído “parece ser un rumor fabricado en tomo a alguna
cosa que podría tener una pizca de verdad”. Esto ocurrió en agosto
de 1970, pero fue hasta febrero de 1973 cuando la prensa hizo
indagaciones adicionales sobre el tesoro.
Fem Marja Eckman, del New York Post, había escuchado de la
existencia del tesoro y cuando preguntó en la oficina de prensa del
Metropolitano un día viernes, se le respondió que no estaba ningún
curador calificado para hacer comentarios, pero que podía arre­
glarse una entrevista el lunes siguiente. Durante el fin de semana,
la historia se filtró al Times, cuyo relato parecía indicar que el
Metropolitano estaba anunciando la existencia del tesoro; el enca­
bezado era “El Metropolitano está orgulloso de un raro escancia­
dor griego”.
El escanciador era parte de una colección de 219 piezas adqui­
rida en tres lotes entre 1966 y 1968 por J. J. Klejman, un
traficante de la avenida Madison. Originalmente, la intención era
mostrar el tesoro durante el centenario, pero cuando surgió la con­
troversia de Boston, el Metropolitano lo pensó dos veces. Exhibió
un escanciador y cuatro piezas asociadas en su exposición final de
aniversario, “Obras Maestras de 50 Siglos” ; pero no hubo ningún
anuncio formal de la compra (el precio fue de aproximadamente
medio millón de dólares), y cualquier referencia al nuevo objeto
fue omitida del catálogo que se publicó de la exposición. Cuando
se clausuró “Obras Maestras”, las cinco piezas de plata desapare­
cieron en las bodegas, hasta que la indagación del Post obligó a
darlas a conocer. Finalmente, la señora Eckman habló con Dietrich
von Bothmer, el curador de arte griego y romano. Le pregunto
de dónde provenían los tesoros. La respuesta fue: “Eso se lo debe
preguntar a J. J. Klejman”. ¿El museo no le preguntó a Klejman?
“Creo que usted le debe preguntar a él”. ¿Significa esto que el
Metropolitano pagó medio millón de dólares sin preguntar dónde
se había originado el tesoro? “Bueno, ya pasó mucho tiempo. Todo
lo que sé es que lo compró en el continente. Eso es lo que nos dijo
en aquel momento”. (Klejman, según la historia del Times, “com-
31 Véase New York Times, 27 de agosto de 1970.
NAVEGANDO DESDE BIZANCIO 79

¡?¡ro, ^ may°r de Jos objetos en dos ocasiones en diferentes


xudades de la Europa continental muy a principios de 1966. Se
reieria a los vendedores como ‘traficantes’, hombres ignorantes...
que no sabían los lugares de origen y que no podían distinguir
as Piezas buenas de la masa de ‘basura5 que también ofrecían”.)
Un investigador que descubrió las cinco piezas en la exposición
vJbras Maestras” fue el doctor Kenan T. Erim, arqueólogo clá­
sico de Ja Universidad de Nueva York con amplia experiencia en
excavaciones en Turquía. Para él, el estilo era lidio o de Anatolia
occidental, y en su opinión los objetos debieron ser parte de un
tesoro excavado ilegalmente de una tumba en Lidia. Por su parte,
von Bothmer insistió en que, independientemente del lugar de
Pr*gen del tesoro, él era por Jo menos responsable de conservar
junto el grupo de objetos.
De cualquier modo, al retirar las piezas de la vista del público,
el Metropolitano actuó de acuerdo con una vieja práctica del
^useo. A veces los objetos desaparecerán durante una década hasta
que se considere seguro exhibirlos. Un ejemplo previo fue la de­
cisión de un museo de Berlín de retrasar por 10 años la presen­
tación en público del gran busto de piedra caliza de la reina
^efertiti,32 que había sido exportado de Egipto en 1912-1913 me­
diante declaraciones falsas. De todos modos, hubo una protesta
furiosa y como consecuencia Egipto negó permisos de excavación
a todos ios arqueólogos alemanes, prohibición que sólo fue levan­
tada recientemente.
Los curadores responsables han tenido desde hace mucho tiempo
dudas acerca de esas prácticas impetuosas, pero junto con esta
actitud ha existido la tendencia a no hacer caso de las objeciones
P°r considerarlas una gazmoñería. James J. Rorimer, que ue
director del Metropolitano de 1955 a 1966, acostumbraba decir a
1qs demasiado escrupulosos que “ninguna obra de arte importante
cruza una frontera nacional sin que se violen por lo menos dos
leyes”. Esto está de acuerdo con lo que puede denominarse la tr
dición Cesnola. . , . r*
Luigi Palma di Cesnola, el primer director del Metropolitano,
1Iegó a Nueva York en 1858; inmigrante italiano de ascendencia
n°ble, no terna un centavo. Durante la Guerra Civil se convirtio
en coronel en uno de los mandos del Cuarto Regimiento de Ca­
ballería de Nueva York. De valor imprudente, fue capturado por
32 Véase Smith, 1956, pp. 136-139; y Wilson, 1964, pp. 157-158.
33 Entrevista personal.
80 NAVEGANDO DESDE BIZANCIO
los confederados, y posteriormente liberado en intercambio de pri­
sioneros. (Después de la guerra dijo que había sido ascendido
oralmente ál rango de general por Lincoln un día antes del ase­
sinato del presidente, y a partir de entonces se hizo llamar general.)
En recompensa por sus servicios durante la guerra, Cesnola fue
nombrado cónsul de los Estados Unidos en Chipre,34 que entonces
era parte del Imperio otomano. Estuvo en la isla entre 1865 y
1876, se convirtió en arqueólogo aficionado, y exhumó un total
de 35 573 objetos en excavaciones que en su mayoría se realizaron
sin permiso de los turcos. Después hizo una subasta internacional
de sus hallazgos, y aunque el Louvre y el Hermitage estuvieron
.interesados, la oferta ganadora provino del recientemente fundado
Museo Metropolitano. “¡Qué bueno! —telegrafió el cónsul—, tres
fuertes hurras por nuestro querido museo de Nueva York”. Avisa­
das de la venta, las autoridades turcas emitieron una orden pro­
hibiendo la salida del arte, pero Cesnola, prevenido de antemano,
sacó por barco sus tesoros de la isla.*
Al regresar a Nueva York con su colección, el general propuso
a continuación que se le nombrara director del nuevo museo, nom­
bramiento que se le concedió en 1879. Impresionante figura con
un bigote de puntas levantadas, Cesnola presidió con energía d
crecimiento inicial del Metropolitano y tomó la valiente decisión
de abrir el museo los domingos. Estuvo en su oficina hasta un día-
antes de su muerte en 1904. J. P. Morgan, el presidente del Me­
tropolitano, al hablar en representación de los fideicomisarios 1°
ensalzó como “un personaje independiente” dedicado al deber,
aunque de oratoria y acciones algo impulsivas.
La herencia de Cesnola es una excelente colección de antigüe­
dades chipriotas, y la tendencia a ignorar las leyes de exportación
de los países ricos en arte. La compra de objetos lidios estaba
34 E. McFadden, 1971.
* El pillaje de Chipre ha continuado, y el robo de tumbas aumentó
alarmantemente durante los disturbios políticos en la isla durante la dé­
cada pasada. Toda una ciudad micénica, en un sitio localizado al norte
de binda, ha sido destruida por los saqueadores. Miles de tumbas fueron
robadas en las zonas en torno a Polis, Ayia, Irini, Ambelikou, Papbo*
Louroujina, Krini y Margi. Peter Hopkirk, del Times de Londres, informó
en 1971 que en Chipre el pillaje es probablemente peor que en cualquier
otro país del Medio Onente. Cuando Hopkirk preguntó acerca del origen
de un centenar de piezas de Chipre en una subasta en Londres, un vo­
cero de Sotheby s le contestó: “A menos de que estemos convencidos de
que el vendedor de una antigüedad es su legítimo propietario, normal­
mente no adquirimos pinturas de los Viejos Maestros o mobiliario Chip'
pendale”. Véase Hopkirk, agosto de 1971.
NAVEGANDO DESDE BIZANCIO 81
dentro de esa tradición y, afortunadamente, fue hecha justo antes
de la publicación de la primera biografía de Cesnola, The Glitter
and the Gold [El resplandor y el oro], un filón de información.
La autora, una periodista llamada Elizabeth McFadden, confirmó
que el propio Gesnola había inventado otro tesoro al que llamó
el “Tesoro de Curium” —una rica colección de joyas chipriotas
que falsamente dijo que provenían de un solo hallazgo—. Mc­
Fadden manifestó que estaba segura de que algunas piezas del
tesoro de Cesnola seguían escondidas “en las profundidades del in­
menso museo”.35 Los curadores del Metropolitano insisten en que
estaba equivocada, y que podría haber alguna confusión con el
tesoro lidio, pero McFadden afirma que éste no es el caso. De
cualquier modo, éste fue un alboroto del que el propio general
habría disfrutado.
6. MAs t e s o r o s
Ya sea que uno se plantee el problema de la adquisición desde
el punto de vista de los funcionarios turcos, o del de los arqueó­
logos, cuya preocupación es muy diferente, se encuentra una cre­
ciente alarma sobre lo que les parece a ellos la rapacidad fortuita
de los museos de arte de los Estados Unidos. Independientemen­
te de los aspectos éticos, hay una cuestión práctica que convierte al
arqueólogo de campo en el aliado de Turquía: todo excavador
depende de un permiso.
En 1970, había 34 excavaciones financiadas por extranjeros en
Anatolia, de las cuales siete eran patrocinadas por estadunidenses;
entre estos últimos estaban desde Harvard hasta Iris O. Love, de
la Universidad de Long Island, quien há estado trabajando en
Cnidos. Cuando ocurrió el escándalo de Boston, se amenazó a los
siete con revocarles los permisos. Como lo expresó un funcionario
de Ankara al New York Times: “O los Estados Unidos hacen algo
significativo para detener este tráfico ilícito o muchos de sus ar­
queólogos clásicos tendrán que desarrollar un interés en la cultura
navajo antigua”.80
La aparición de un tesoro misterioso en los Estados Unidos es
una historia interesante afuera de Turquía; dentro de ésta, es una
historia política que suscita reacciones emotivas. Al igual que otros
países del Cercano Oriente, Turquía resiente lo que considera
35 Véase E. McFadden, 1971, p. 249.
Véase Alfred Friendly, Jr., 1970.
82 NAVEGANDO DESDE BIZANCIO
como una explotación en el patrimonio de su pasado por el
Occidente. Guando se sacan tesoros de contrabando, los funcio­
narios turcos aparecen como personas impotentes y tontas, y sus
sentimientos no se ven aliviados cuando los museos estadunidenses
insisten —pues así les parece— altivamente en que la falta es de
Turquía por no proteger adecuadamente su propiedad nacional.
Una circunstancia especial aumentó el enojo de los turcos por el
asunto de Boston: la publicación del artículo de los Vermeule
sobre el tesoro y las fotografías del mismo en el lllustrated London
News. Resulta que esa revista británica es identificada en Turquía
con el escándalo que se conoce como el asunto Dorak, que ha
sido una fuente perdurable de malos sentimientos hacia los ar­
queólogos extranjeros que trabajan en Turquía. Se trata de un
acertijo con los matices más sorprendentes de Hitchcock y Eric
Ambler, y aunque los detalles son conocidos por los arqueólogos,
la mayor parte del resto de la gente nunca ha escuchado la historia.
Empezó, inocentemente, en noviembre de 1959, con la aparición
de un articulo en el lllustrated London News, £tEl tesoro real de
Dorak”.37 Su autor era James Mellaart, entonces vicedirector del
Instituto Británico de Arqueología en Ankara. El artículo, que iba
acompañado de bosquejos detallados de bellas figurillas, copas
acanaladas, finas dagas y un cetro de mármol, describía un tesoro
e gran belleza e importancia encontrado en una excavación
clandestina en Turquía. Pero el único rastro del tesoro era el pro­
porcionado en las páginas de la revista; todo otro indicio del mismo
Se Perc^ ° y hay quienes dudan de su misma existencia-
octor Mellaart, estudioso de reputación internacional y
m re que va al grano, es de ascendencia escocesa, y nació eI1
l0nd° aÚI\ j°ven’ descubrió dos importantes sitios neo-
en el centro de Anatolia: Hacilar y Catal Hüyük; en el
foOoTñ^H e antigüedad,
’, - SC? í Óy°bras
en eldesegundo, de un museo,
arte’ un asentamiento de
urba­
no mas antiguo aún. Catal Hüyük reveló las que parecen ser W
piezas de alfarería, los textiles, espejos y edificios pintados mas
antiguos de la humanidad. Luego, en mitad de su carrera, Mella**
se vio mezclado en el comprometedor caso Dorak.
Según el relato de Mellaart, citado en The Dorak Affair por dos
periodistas británicos, Kenneth Pearson y Patricia Connor, todo
empezó con un encuentro casual en 1958 mientras iba en el tre*
37 Véase Mellaart, 1959.
NAVEGANDO DESDE BIZANCIO 83
a Esmirna. “Nos estábamos acercando a la costa y empezaba a
oscurecer. El compartimiento en que iba se empezó a llenar, así
que me trasladé hacia la parte posterior del tren a uno vacío. Poco
después llegó una muchacha y se sentó frente a mí. Era atrac­
tiva. .. en un sentido vulgar. Pero lo que me hizo observarla fue
lo que llevaba en su muñeca. Tenía un brazalete de oro sólido.
Parecía prehistórico”.
“Dije que era arqueólogo, y le pregunté si podía verlo. Era el
tipo de cosas que sólo se ha encontrado en Troya. Manifestó que
tenía muchos similares en su casa y me pregunto si me gustaría
verlos. Bueno, usted sabe, parecía importante. Respondí que sí .3S
La muchacha, que dijo que su nombre era Anna Papastrati,
hablaba inglés con acento estadunidense. Llevó a Mellaart a una
casa en Esmima, donde el investigador se quedó varios días estu­
diando los hallazgos que, según se le dijo, habían sido excavados
ilegalmente en el pueblo de Dorak, cerca de Troya, a principios
de la década de 1920. Al estudiar el hallazgo, Mellaart concluyo
que provenía de un entierro real de la cultura Yortan, que florecio
antiguamente en esa región. .
Para Mellaart, el tesoro de Dorak tema una as“ n ,
cial. Una de sus teorías había sido la de que navegantes de la
antigua Anatolia habían llegado a Egipto> y en e eaj
vio láminas alargadas de oro con jeroglíficos y un cartucho re ^
que le permitió fechar el hallazgo aproximadarnemeen 12500 ^-
Se le dejó hacer todos los bosquejos que quisiera y , a
a Ankara. Sus colegas recuerdan su excitación por e or Seton
existencia informó a las autoridades turcas y I P
Lloyd, director del Instituto Británico. Omitió hacer cualquier re
herencia a Anna. Wmieios v en octubre
Mellaart estaba ansioso por pub icar . -na ^ Anna, auto-
,e >958 recibió una breve carta escr‘ta ^ Lloyd presentó el
fizándolo a hacerlo así. Con la aprobación y T ¡a
«forme al Jllustrated London ^ ewS- ño el popular
*>bre el hallazgo de Dorak hasta 1962 en ese ano^
Periodico Milliyet publicó una s encontrados en Dorak.
Mellaart de sacar ¡““ ' " o H ía C r p u d o encontrar ningún
Hubo una investigación de tel p ^ Q se pudo identificar la
«sa°en Etmirnay AUnvesdgador británico se le prohibió hacer
Abajos de“ o en Turquía y sus excavaciones permanecen
Véase Pearson y Connor, 1968, pp* 34 3
84 NAVEGANDO DESDE BIZANCIO
inconclusas. En la actualidad es profesor de arqueología de Ana­
tolia en la Universidad de Londres.
Una de las teorías que se publicaron es la de que Mellaart
inventó la historia simplemente para obtener publicidad. Pero él
ya tenía prestigio y el asunto de Dorak estuvo cerca de arruinar
su carrera. Más ingenua es una segunda teoría: que el tesoro real­
mente existió, pero que estaba en posesión de personas desconoci­
das, y que su misma novedad lo hacía difícil de vender. Se requería
la opinión de un investigador para autenticar el tesoro y la mu­
chacha del tren fue el anzuelo utilizado para atrapar a Mellaart.
De ser esto cierto, el Tesoro de Dorak existe y podría encontrarse.
Para los funcionarios turcos el asunto de Dorak es un ejemplo
exasperante de la culpabilidad de los extranjeros en el saqueo de
Anatolia. Para los arqueólogos, es un ejemplo del daño que la
excavación ilícita hace al testimonio histórico. Incluso si el tesoro
existe, no hay ninguna seguridad de su integridad; la lámina de
oro estampada con los jeroglíficos pudo ser añadida al hallazgo
para aumentar su interés. El investigador que publica un descu­
brimiento no documentado siempre se arriesga a dar credibilidad
a pruebas sin valor.
Así;, el arqueólogo se encuentra enfrentando un doble peligro por
el comercio ilícito de antigüedades: puede ser sancionado con la
pérdida de su permiso de excavación y verse comprometido p°r
la publicación involuntaria de falsedades. Precisamente éstas son
las preocupaciones que han estado en la raíz de una rebelión con­
tra la tradición adquisitiva de los principales museos de arte
estadunidenses. La rebelión empezó en el Museo Universitario de
la Universidad de Pennsylvania, y el alegato en favor de la refor­
ma se basó en otro tesoro sacado de contrabando de Turquía.
En 1966, el Museo Universitario adquirió de un traficante <Je
Filadelfia un pequeño conjunto de joyas troyanas y sumerias. La
publicación de los detalles de la compra recayó en un curador
asociado, George F. Bass, un sureño de calvicie incipiente espe­
cialista en arqueología submarina y cuyo interés se ha centrado en
las antiguas rutas de comercio. A los ojos de Bass, el tesoro era
importante porque parecía proporcionar la primera evidencia de­
finitiva de contactos entre Troya y la ciudad sumeria de Ur. EA
tesoro, 24 piezas, incluía cinco pendientes en un estilo que sir
Charles Leonard Woolley había encontrado en el cementerio real
de Ur, y un alfiler y varios aretes parecidos a los que Heinrich
NAVEGANDO DESDE BIZANCIO 85
Schliemann había descubierto en Troya en 1873.* Según el.tra­
ficante, el tesoro provenía de Ja región cercana a Troya.
Pero ¿se encontraron las piezas realmente juntas? A medida que
Bass avanzó en su examen, su temperamento dio paso a la irri­
tación; tuvo que aceptar por fe las afirmaciones de un traficante,
y si éste no merecía su confianza, estaba desperdiciando su tiempo y
desorientando a otros investigadores. Guando terminó su informe
sobre el tesoro de Filadelfia para el American Journal of Archae-
logy, le añadió un párrafo lamentando el mercado ilegal de anti­
güedades.89 En parte decía:
Si nosotros, como arqueólogos, estamos verdaderamente interesados en
los artefactos como testimonios de la historia antigua, en vez de como
posesiones que deben apreciarse egoístamente debido a su rareza, es
tiempo de que tomemos una posición firme. El excavador clandestino
y el contrabandista de antigüedades son delincuentes que debemos
aborrecer; sin embargo, los museos y coleccionistas privados que alien­
tan su trabajo ilegal son tenidos en alta estima por la sociedad.
Guando el Journal recibió su artículo, se le pidió a Bass que
eliminara el último párrafo, y así lo hizo. En ese tiempo estaba
en su año sabático, en Inglaterra, y con cierta aprensión entregó
el párrafo final a la revista británica Antiquity, que lo publicó en
junio de 1970. Tuvo la sensación inquietante de que su institución
desaprobaría su atrevimiento.
En esto estuvo equivocado. Independientemente de Bass, otro
arqueólogo de Pennsylvania había llegado a la misma conclusión,
kste fue el doctor Robert H. Dyson Jr., que era el curador de la
sección del Cercano Oriente del Museo Universitario, y que se
interesó por primera vez en el problema del saqueo mientras diri­
gía las excavaciones de la universidad en Irán. A principios de
1970, entró en contacto con el doctor Froelich Rainey, el director
del Museo Universitario, que estaba a punto de asistir a una reu­
nión de la u n e s c o en París, convocada para elaborar una con­
vención con el fin de impedir el traslado ilícito de bienes cultu­
* Schliemann, el famoso redescubridor de Troya, sacó de contrabando
Turquía el gran tesoro que erróneamente denominó “el Tesoro de
Príamo”, La joyería de oro fue parte de una colección de 1 000 piezas
que Schliemann entregó posteriormente a un museo de Berlín. La mayor
Parte de la colección de Schliemann se perdió durante la caída de Berlín
eí* 1945, pero persisten los informes de que el oro de Troya aún sobre­
vive en una colección clandestina. Véase Nicholas Adam 1972
59 Véase Bass, 1970. ■ *
86 NAVEGANDO DESDE BIZANCIO
rales. ¿No sería conveniente —sugirió Dyson— que el Museo
Universitario mostrara su buena fe tomando una acción unilateral
en el mismo sentido?
El director estuvo de acuerdo, y el lo. de abril el Museo Uni­
versitario anunció que por la recomendación unánime de sus cu­
radores dejaría de comprar cualquier antigüedad a menos que
estuviera acompañada de antecedentes convincentes. Con lo que ha­
bría de conocerse como la Declaración de Pennsylvania, la cuestión
de la ética de adquisiciones de un museo se convirtió por primera
vez en una cuestión para el debate abierto. Y éste reveló un con­
flicto entre los arqueólogos y los museos de arte.
Después de la Declaración de Pennsylvania, otros museos siguie­
ron el mismo curso. En Harvard, el doctor Stephen Williams,
director del Museo Peabody, estuvo entre los primeros que actua­
ron al persuadir a la Harvard Corporation de que adoptara, en
1971, una política que impidiera la adquisición de arte de origen
dudoso por cualquiera de los museos de Harvard —el Peabody, e*
Fogg, y Dumbarton Oaks entre ellos—. En el Field Museum of
Natural History41 en Chicago, se aprobó una restricción simpar
en 1972*
40 Véase Williams, marzo de 1972.
41 Véase Bronson, 1972.
• t vj°S *extos completos de todas las declaraciones de los museos están
incluidos en los Apéndices C y D, junto con resoluciones e informes un-
portantes adoptados por el Archeoíogical Institute of America y la Ameri­
can Association of Museums.
Debe registrarse que la Art Museum Director’s Association [Asociacio*1
de Directores de Museos de Arte] apoyó la Convención de la u n e s c o «n
reso*uc*°n a<*°Pta<*a durante su reunión en Nueva York en enero de
1973. Una resolución similar había sido rechazada el año anterior. Solo
hubo un voto en contra de la declaración que se adoptó fin a lm e n te : e
de Merrill C. Rueppel, director del Museo de Arte de Dallas. Rueppel
fue nombrado posteriormente director del Museo de Bellas Artes de Boston-
Al preguntársele sobre su posición, Rueppel le dijo al Boston Globe:
creía y no creo que la resolución de la u n e s c o sea adecuada... Cualquier
país puede decir cuales son sus bienes culturales, tal como lo pide Ia
resolución d e la u n e s c o , pero, por Dios, yo podría d e c ir q u e los c u a d ro s
que pinta mi hijo son un tesoro nacional. México y Guatemala necesitan
controles de exportación efectivos, al igual que los necesitamos en l°s
Estados Unidos. Debido a la falta de controles de exportación a q u í es­
tamos perdiendo diariamente nuestra herencia india n o rte a m e ric a n a - • j
Los problemas que esto implica son sociales y políticos. No son c u lp a del
mercado de arte”. Rueppel es un especialista en el campo precolombino,
y entre sus planes estaba el de aumentar los objetos precolombinos del
Museo de Boston. Véase Robert Taylor, 1973.
NAVEGANDO DESDE BIZANCIO 87
En comparación, ni uno solo de los principales museos de arte
tomó las mismas medidas. Los curadores sénior discutieron la De­
claración de Pennsylvania con un aire de molestia o condescen­
dencia. Los Vermeule expresaron el consenso en una nota en
Antiquity en que comentaron acerca de la Declaración, de Pennsyl­
vania.42 El Museo de la Universidad, indicaron, “es ante todo una
institución que realiza excavaciones” y por lo tanto ingresan con­
tinuamente a él objetos nuevos, mientras que el Museo de Boston
depende principalmente de donaciones y compras para ampliar su
colección. Además, dijeron los Vermeule, había un marcado con­
traste entre las leyes de exportación rígidamente restrictivas de
países como Turquía y la libertad absoluta que prevalece en los Es­
tados Unidos. “Cualquier árabe —escribieron— puede poseer los
ejemplos más básicos de la herencia estadunidense, como ocurría
con el finado rey Farouk de Egipto en repetidas ocasiones, desde
la espada de George Washington intercambiada en una de las ren­
diciones británicas hasta los sellos de oro de los Estados Confe­
derados, sin ninguna protesta para que se establezca un control
nacionalista de antigüedades. La libre empresa trabaja en ambos
sentidos”.
No se necesita ser muy listo para advertir cierta exageración
en argumentaciones como ésta. Los Estados Unidos, sin importar
lo ricos que sean, son pobres en arte, y al favorecer el libre co­
mercio en las artes han obtenido mucho más de lo que han perdido.
En el breve lapso de un siglo, este país ha llenado de gente un.
subcontinente vacío, y a las galerías vacías con arte. Ha logrado
ambos resultados por medio de políticas de inmigración liberales.
Lo que los Vermeule no discutieron fue el asunto más amplio y
*nás importante de la prioridad de las adquisiciones en la jerarquía
de los valores de los museos. Trataremos de este punto a con­
tinuación.
7. U n a c u e s tió n de v a lo re s

“El mensaje es: dinero”. Este encabezado poco halagüeño apare­


jó en marzo de 1971, en un artículo de la página frontal del
Times Literary Supplement ( t l s ) de Londres, que trataba de las
historias centenarias del Museo Metropolitano y del Museo de Be­
llas Artes de Boston.48 El autor anónimo, que obviamente estaba
42 Véase Antiquity, 1971, pp. 314-316.
43 Véase The Times Literary Supplement, 1971.
88 NAVEGANDO DESDE BIZANCIO
bien informado, hizo algunas observaciones reveladoras sobre las de­
ficiencias de los grandes museos de arte estadunidenses. Se refirió a
la presión incesante para montar nuevas exposiciones y hacer nue­
vas compras, invariablemente con el objetivo de aumentar la asisten­
cia a los museos. Mencionó la “difícil prueba” impuesta sobre los
curadores jóvenes por la necesidad de cultivar patrocinadores ricos
que podrían ser benefactores potenciales, obligación que los dis­
traía de su responsabilidad principal. Se citó a un jefe de depar­
tamento del Metropolitano como si hubiera dicho: “Hoy en día
nos sirven emparedados con lustre de zapatos en el mostrador para
acostumbramos al sabor”.
El artículo observaba, además, que pocos museos estadunidenses
han publicado catálogos de lo que tienen comparables con los
editados por los museos británicos y europeos, y que los catálogos
que se han publicado han sido escritos por europeos a los que se
llevó a los Estados Unidos expresamente con esa finalidad; por
ejemplo, el catálogo de las pinturas francesas del Metropolitano,
escrito por el historiador europeo de arte Charles Sterling, y el
catálogo de escultura en el Frick, escrito conjuntamente por sir
John Pope-Hennessy, director y secretario del Museo de Victoria
y Alberto, y Terence Hodgkinson, una conservadora del Departa­
mento de Arquitectura y Escultura del mismo museo. El autor pro­
siguió preguntando:
¿Es demasiado pasado de moda y puritano sugerir que la raíz de
los problemas del Metropolitano está en el exceso de dinero? Dema­
siado dinero y demasiada gente. Lo que se requiere no son museos
más grandes, sino mejores; no más público, sino más público percep­
tivo. Puede ser una perogrullada decir esto, pero las perogrulladas
son, después de todo, verdades.
Quien haga el esfuerzo de platicar con los curadores más jóve­
nes de los museos acerca del artículo del t ls , encontrará que este
tocó un punto sensitivo. Las mismas dudas que hicieron que Fran-
cis Henry Taylor renunciara como director del Metropolitano en
1954, hacen que muchos de los empleados. más jóvenes de l°s
museos se pregunten, a final de cuentas, si sus trabajos realmente
valen la pena. Las estadísticas no son necesariamente una medida
de excelencia, ya sea que las cifras se refieran al precio de una
obra de arte o al número de gente que ha pasado por las puertas
de los museos. La verdad, tal como lo ven estos disidentes, es
sus instituciones han llegado a reflejar con demasiada exactitud
NAVEGANDO DESDE BIZANCIO 89
una obsesión nacional por la cantidad y una debilidad nacional por
el sistema de estrellas.
En este sentido, el debate acerca de las políticas de adquisición
de los museos en realidad es parte de una disputa mayor sobre
los valores de la vida estadunidense. El museo es un espejo al
igual que una galería pública, y podría ser poco realista esperar
que incluso una institución especial semejante pueda hacer patente
un punto de vista que se contraponga al de la sociedad que la
rodea. No obstante, aunque esto sea así, hay suficientes pruebas
para sugerir que los museos de arte norteamericanos se pueden
beneficiar de una pausa, de un periodo de reflexión.
En términos concretos, esto-puede lograrse mediante una mora­
toria de adquisiciones.
La idea de la moratoria se le ocurrió a varias personas en 1973.
Uno de ellos fue Alien Wardwell, curador de arte primitivo en el
Instituto de Arte de Chicago.44 La evolución de su punto de vista
ha sido muy similar a la del de otros trabajadores de los museos;
cuando ocupó su cargo en 1960, compraba libremente, aun cuan­
do sabía que lo adquirido era de dudoso origen, y al reprochár­
sele que compraba un fresco mexicano, contestó que si el Instituto
no lo adquiría alguien más lo haría, y, además, el museo estaba
Preservando el fresco. Posteriormente, hubo un escándalo por la
compra de monumentos de gran tamaño por parte de los museos
y> al igual que otros curadores, Wardwell decidió que sólo era
justificable comprar objetos muebles más pequeños.
Pero esto no era una solución. La demanda de las figurillas y
ornamentos más pequeños fue tan grande que propició la destruc­
ción en gran escala de los sitios de enterramiento. Wardwell llegó
a creer que se necesitaba una respuesta más básica, que era tiempo
de que todos los museos estadunidenses declararan una morato-
r,a de dos o tres años en la adquisición de antigüedades. Esto
proporcionaría tiempo para meditar sus propias prioridades, y
también alentaría a los países ricos en antigüedades a reconsiderar
sus leyes con la finalidad de crear un mercado legal de arte ex­
portable. En un documento sobre el problema presentado en 1973
611 un simposio en la Universidad de Columbia, Wardwell llegó
a esta conclusión: “Sin importar lo bellas que muchas de estas
antigüedades puedan ser como obras de arte, infortunadamente
están manchadas por sugerencias de corrupción, deshonestidad y
codicia. Es responsabilidad de nuestros museos cooperar con las
44 Véase Wardwell, 1973.
90 NAVEGANDO DESDE BIZANCIO
naciones del mundo de manera que estos objetos puedan en verdad
cumplir su propósito principal: expresar las cualidades más altas
del hombre”.
Uno tiene la sensación de que el concepto de una moratoria
es una idea cuyo momento se aproxima. Nuevas obras continuarán
arribando a los museos mediante donaciones y herencias, y el dinero
ahorrado en las compras podría utilizarse para cumplir funciones
que actualmente los museos descuidan. Además, sería posible acor­
dar nuevos e imaginativos préstamos e intercambios entre los mu­
seos; un ejemplo de esto es el espectacular éxito de las exhibiciones
en préstamo de los objetos de la tumba de Tutankamón, que se
realizaron en París y Londres en 1967 y 1972. La adquisición,
pue e argumentarse razonablemente, ha reinado ya bastante. A Ia
conservación, estudio e interpretación, y exhibición —los otros
propósitos mencionados por Noble en su “Manifiesto del Museo”—
íen se les podría dar un mayor papel en el museo de arte esta­
dunidense. De otra manera, las musas del arte y de la historia
continuarán consumiéndose obscenamente la una a la otra.
III. VEA ITALIA PRONTO
La belleza es un bien frágil.
Ovidio, Ars Amatoria, II

1. L a s barriadas d e l a r te

Por cada dólar que se gasta en adquisición de arte, menos de un


centavo se destina a su conservación. Ésta es una discrepancia tan
aterradora para los expertos como es generalmente desconocida
P°r el público. La adquisición de arte es una industria en creci­
miento,1 tanto que el Wall Street Journal informa que el mercado
potencial de las bellas artes en los Estados Unidos por si solo
podría llegar eventualmente a la cifra de 5 000 millones de dola­
os al año. En comparación, el campo de la preservación tiene
aproximadamente el mismo atractivo que los bonos zaristas, y pers­
pectivas similares de recibir una mayor comente de efectivo, bl
resultado es que en el mismo momento en que la demanda de arte
de toda clase está aumentando aceleradamente, se gastan cantidades
miserables en el mantenimiento de objetos de arte y nociste un
Aventario adecuado de las piezas y colecciones unpor an s
mundo. Para un hombre de negocios, esto parecería peor q
irracional: le parecería de locura.
Sin exageraciones se puede decir que el mun o e
jjste de tres elementos: un casino, un p acio y ^ erfumado
El casino es el mercado internacional, con su gustos
V sus fichas de oro, donde los compradores apu
del mañana. Aquí ningún
veles superiores, el mercado de arte ha/ ^ ” cifr¿°de muchos
de h.steria colect.va, u n baile^ Robert Hughes, el crítico
d . cu
arte0
ce d é °i rune.
ae " i ^ A st, Ia Galería Nacional, enpara
dólares Washington,
comprar ha
un
sido caDaz de iuntar cinco millones ae r
retrato hecho t^r Leonardo da Vinci en L.chtenstem; Norton S.-
roon, el ejecutivo empresarial y colecc.on.sta ha entregado un che-
1 Véase Wall Street Journal, 17 de junio de 1969, p. 22.
2 Véase Hughes, 1971.
91
92 VEA ITALIA PRONTO
que de más de tres millones de dólares por una Madonna de Rafael;
y J. Paul Getty ha ofrecido cuatro millones por un Ticiano. In­
cluso las antigüedades tienen precios astronómicos; en 1971 un
petrolero iranio pagó 415 800 dólares por una mesa Luis XVI, el
mueble más caro en la historia de las subastas.*
Alguna^ de las principales piezas van al palacio: los grandes
museos del mundo, los más ricos de los cuales están en los Esta­
dos Unidos. En ellos objetos preciosos son exhibidos suntuosamente
y aparecen en publicaciones con gran lujo. Pero al lado del palacio
está la barriada: el patrimonio en decadencia del cual se toma gran
parte del arte, un lugar de pobreza e ignorancia donde cosas
bellas e importantes son robadas rutinariamente o se les deja que
caigan en la ruina. La investigación que sigue se concentrará en
las barriadas del arte, cuyo ejemplo más flagrante se encuentra
en ItaHa.
Italia, según la frase de Byron, tiene un don fatal de la belleza.
n ningún otro lugar hay tanto de interés tan supremo en arte,
que abarca tantas épocas, visible a nuestros ojos. Según un cálculo,
los recursos culturales de Italia8 valen cerca de 50 000 millones
finnnnj-r* val?.r de objetos en 30 000 iglesias, 20 000 castillos,
50 000 edificios religiosos y 200 museos públicos, por no decir nada
te incontables sitios arqueológicos. No obstante, la medida mo*
S u cPe d oo de mercado
an^ ’ ¿Guánto vale en Pi<*a
podría fijarse de Miguel
15 millones Ángel?
de dólares,
que b n?otaciónr anuCaíCd ^ ^ f ™ «timadas. ¿Cómo puede uno decir
de por lo menos 1 nnn if j ® mercado de arte internacional es
privadas p?ro lL Su S L 10neS de dóIar«? La mayoría de las ventas son
by’s Parke-Bemet y f e l í r ‘- PÚblÍCas' En 19?2, de/ ° f 60
millones de dólares fias r5fv Í f tuvieron por lo menos ventas de 16.
Hones de Christie’s incluye**^ *?*edondearSe> Porque el total de 60 m1'
casa de objetos que no alran™ ,er° n? revelado de compras Por
es que éstos representan el ^ preci° base de Ia subasta: la reg
moderada, en co n ju n to to d iS * la s Ventas)- Según la e s tim a c ió n má
200 millones de dólares en arte 0^1972 STubasta. pendieron por lo
nes intervienen en este compré i , a opinión aceptada por qu*
entre 5 y 10% del comercio to ta ? If qUe las subastas representan solo
porcentaje menor, la“ ” S Ü f en <=* ™undo. Si se utiliza e
de dólares en Í972: el 1% £ ?5bió ser de 1 000 miH°neS
nada parecido a esta cantidad se Utiliza ^ millones de dólares, y
de arte. Por lo tanto, puede dedrse ZaramUndíalmente en la conservación
centavo se gasta en conservación por c a d a ° Ü £ l te ,que m^nos. ••‘Les.
3 Véase Lcrici, 1969, p. 23. °Iar gastado en adqulslcl°neS
VEA ITALIA PRONTO 93
pero su valor para la humanidad es incalculable. A pesar de esto
deficiente Pennitió que la estatua fuera atacada'
n M U por un vándalo demente quien, proclamando que él era
Jesucristo, la golpeó con un martillo, rompiendo la cara y uno de
ios brazos de la Virgen.
Hubo una protesta internacional; desde entonces el Vaticano ha
mejorado sus medidas protectoras y más o menos se restauró la
estatua. Poco más cambió en lo que se refiere a los descuidados
esoros de arte de Italia. En ese mismo año, toda plaga concebible
visitó el pasado de Italia. En septiembre, el Coliseo fue cerrado
cuando de sus bóvedas superiores cayeron 30 grandes bloques como
consecuencia de las fuertes lluvias, las vibraciones del tránsito y ia
contaminación del aire.4 Al mismo tiempo, el foro romano, inun­
dado por las tempestades, fue cerrado por razones de seguridad.
Una grieta ominosa se abrió en el cuarto piso de la Torre Incli­
nada de Pisa. “La torre está muy enferma”, dijo el superinten­
dente de monumentos de Pisa,5 quien continuó explicando que el
trabajo básico para remediar la situación no podría empezarse
antes de 1975. Mientras tanto, la prensa italiana** informó que las
^plosiones sónicas de los aviones estaban desprendiendo los fres­
cos de Giotto en Asís, a la vez que la humedad desvanecía los
frescos de Mantegna en Padua. La catedral de Milán se está des­
boronando; las Puertas del Paraíso de Ghiberti, en Florencia, se
están deteriorando dañadas por las inundaciones de 1966; y toda
la obra de arte que es Venecia se está hundiendo.
Los robos aumentaron. En 1971 hubo 290 robos; y al año si­
l e n t e el total, que sólo incluye los robos comprobados, fue de
^42. Los funcionarios estiman que en los últimos 30 años (1942-
1972) en Italia han sido robadas obras de arte valuadas en 400
filones de dólares. Un episodio sintomático fue el hurto, en di­
ciembre de 1972, de una de las pocas pinturas atribuidas umversal­
mente a Giorgione.7 Su Madonna en el trono había colgado siempre
en la catedral de Castelfranco Veneto, a unos 48 kilómetros de
Anecia. La iglesia no tiene sistema de alarma, aunque por lo
menos en tres ocasiones el superintendente para la región de la Ad­
ministración Italiana de Bellas Artes había urgido a que se insta­
ura uno; incluso después de un intento de penetrar a la catedral,
4 Véase "Colosseum in Danger, Is Completely Closed”, artículo anóni­
mo, New York Times, 27 de septiembre de 1972.
5 Véase Paul Hofmann, 20 de noviembre de 1972.
6 Véase Murray, 1973.
7 Véase Hale, 1972.
94 VEA ITALIA PRONTO

auiteron ^ Iajdr0nes Egresaron fácilmente a la iglesia,


de a nuertf n r®'°ne, mur° ? “ ncillamente lo llevaron a través
(U pint^a fue rpr CamÍOneta *3ue * estaba esperando

larfrwJ^d.’T m l^ £ ^ ,a“ k‘ne5. de “ EU"dad italianas que los


sustrayendo un t * * cierto descuido. Cuando estaban
ConTna íC e i r
beber el vino ÍL 1* LT? *3.°b"“ de “ a ¡Slesia cerca de
•*’ « plllos hlcieron una pausa para
nórmente) No mp COn\umon (el Aciano fue recuperado poste-
do despojando w cv tum^as que rdurante los tuno m bsiglo ^ esta-
a r o i ihan omo
indicios superficiale»;1H°S etrUSC°S' iombarolo hábil conoce los
ésta despuTde u tíL f Una.tumba Y «quea el tesoro dentro de
al que se conoce como n /1ngenivoso jnstrumento de exploración
casi siempre están H ° chiave (llave).0 Las tumbas
realiza un juego ritual^*0*6 ^ cuando hay policías cerca se

las“No tenemos
tumbas o compra'., ZZ ^
saben que sólo hav nná p qu® tant0 *os cazadores como los cazados
jueces „o unales especiales‘°Spara
qU6 *quienes
“ roban
y nuestros juzgados está^U n"!^*6^ 6810 ~ exPlicó un oficial"¡
mundo. Puede usted ¡m • s como cualquier otro en el
mente casos de asalto ^ ! n,arse *lue un juez que trata principal-
una vasija sea t a T i S j ’ ° * fraude> "° P ^ a que robar
es Carlo MauriHo Lei-iV^36" 0' ^ 0 el Saqueo con aflicción especié
en 1955 como director H- U” ¡ngeniero e industrial que se retiro
Milán y, después de ni» emPresa de exploración geofísica de
Villa Giulia en Roma de,’^ ^ 3 la “ ¡acción etrusca de Ia
a la arqueología InvPiit' ^ IO, aP^car sus conocimientos técnicos
ción de tumbas etruscas^n electrónicos para la localiza-
des en la tierra, y un j enCl°metro para encontrar cavida-
fotografiar tumbas no abierta? aT PeriscoPͰ que puede revisar y
equipo de personal entrenan ? de una década, Lerici y un
etruscas en la necrópolis Hp n P fon identificar 1 000 tumbas
conocidas hasta entonces erveteri y 50 cámaras pintadas des­
frecuencia los ladrones hon*1 & ^^quinia. Con demasiada
precedido a los científicos. En un
® Vease O’Keefe, 1973
9 Véase Hamblin, 1970 n 70
10 Véase Hamblin, 1970* p.’ 93'
VEA ITALIA PRONTO 95
200
180 C|

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4. K obos y excavaciones no autorizadas 1


1900 1910 1920 1930 1940. 1950 19S0 1970

La gráfica de Cario Maurilio Lerici muestra las fuentes del deterioro


progresivo de los recursos arqueológicos y artísticos de Italia. Basada
en muchos informes publicados de 1956 a 1966 por periódicos y re­
vistas italianos y extranjeros, la gráfica representa uno de los pocos
intentos de analizar sistemáticamente la destrucción del pasado. (Cor­
tesía de Cario Maurilio Lerici.)
discurso ante el Club Rotario de Roma en 1958,11 Lerici informó
que de 550 cámaras mortuorias que descubrió en Cerveteri, casi
400 habían sido previamente despojadas por tombaroli que, dijo,
destruyeron torpemente la mitad de lo que encontraron, en oca­
siones demoliendo con sus picos muros pintados. Amargamente
recalcó que en un sitio plagado de pillos, su grupo no pudo obtener
un permiso de las autoridades locales para hacer una exploración
“"no necesitó decirle a su auditorio que aquéllas recibían pagos
de los saqueadores.
A pesar de todo, Lerici continuó su trabajo. Intentó un aná­
lisis de todas las fuerzas que en conjunto estaban destruyendo el
Pasado italiano12 y publicó los resultados en una rigurosa mono­
11 Véase Lerici, 1966.
12 Véase Lerici, 1969.
96 VEA ITALIA PRONTO
grafía en 1969. Identificó cuatro factores destructivos principales:
fondos inadecuados para el mantenimiento y protección de los
sitios; daños por el agua y la contaminación del aire; obras públi­
cas y urbanización; y excavaciones ilícitas. De los cuatro, sostuvo,
el primero es con mucho el más devastador. Escribió: “Es incon­
cebible que el país con la herencia arqueológica más importante del
mundo tenga una administración y recursos inferiores a los de un
solo museo en los Estados Unidos (el Metropolitano de Nueva
York)”.13
En 1972, un año de austeridad, el Metropolitano empleó a 761
personas.14 En ese mismo año, la Administración Italiana de
Bellas Artes empleó 92 historiadores de arte, 95 arqueólogos, 107
arquitectos y 58 técnicos. La comparación financiera es incluso
más reveladora. Un profesional del Metropolitano ganará en una
semana lo que su contraparte italiana recibe en un mes; un arqueo-
logo calificado contratado por el Estado italiano recibirá el equi­
valente a 265 dólares mensuales,18 lo que significa que la mayoría
de los hombres que hacen este trabajo deben tomar un segundo
empleo para sostener una familia. Los que están en el servicio
público hacen referencia irónicamente a su remuneración como
<estipendi stupendi3i.
Incluso si hubiera más dinero disponible, seguramente persisti­
rían las dificultades, porque hay una escasez mundial de conser­
vadores capacitados. Hasta hace poco, uno de los principales centros
de capacitación era el Instituto Central de Restauración en Roma.
Éste se ubicaba en un ruinoso convento franciscano que se encon­
traba en tan malas condiciones que para restaurarlo se requino
una asignación de fondos adicional del Estado, por encima de
los acostumbrados 43 000 dólares que se destinaban al Instituto.
El Parlamento italiano no aprobó el dinero adicional y el Insí**
tuto se vio obligado a cerrar. Esto ocurrió en el otoño de 197¿>
cuando el Coliseo se estaba cayendo, la Torre Inclinada se había
agrietado y se prohibió el paso de los turistas al Foro romano, p°r
primera vez desde finales de la segunda Guerra Mundial.
Es una barriada. El fracaso de Italia para proteger su propia
herencia cultural origina un desprecio y sentido de superiorida
ia Jbid., p. 10.
14 Véase Fundación de Arte y Paisaje Italianos, 1972, y Hughes, 3
junio de 1972.
15 Véase Murray, 1973.
16 Véase artículo anónimo, “Lack of Funds Closes Art Restoration Ge
ter”, New York Times, 3 de noviembre de 1972.
VEA ITALIA PRONTO 97
entre quienes compran lo que los italianos no muestran ningún
deseo de proteger. En cierto momento, un financiero de California,
Thomas Merrick, descaradamente ofreció comprar el Coliseo por
un millón de dólares,17 manifestando que lo renovaría, cobraría
por la admisión y dividiría las ganancias con los italianos. La oferta
millonaria de Merrick fue rechazada como un mal chiste, pero,
poco antes de que la hiciera, un importante vaso antiguo, de
probable proveniencia italiana, estaba en ruta hacia los Estados
Unidos debido a que una suma similar había cambiado de manos.
La transacción destacó con embarazosa claridad lo mucho que
está disponible intemacionalmente para adquisición, y lo poco
que se destina a la conservación. También arrojó luz sobre la con­
ducta de la gente del palacio cuando va a las barriadas.

2. L a VASIJA DEL MILLÓN DE DÓLARES


Durante una conferencia en un museo18 en Nueva York, en junio
de 1970, Thomas P. F. Hoving, el director del Metropolitano,
dijo que el contrabando de arte saqueado no sólo aumentaba, sino
que además lo hacía aceleradamente. Creaba, dijo, el probl
más grave que enfrentan los museos”. Prosiguió afirmando que
el Metropolitano, por su parte, había decidido que respe na a
leyes de exportación de los países saqueados, y que siemp q
A t ie r a albina duda sobre la P ^edencia consultana con
autoridades pertinentes. Pero la falla postenor e J L 5ai0
tener en cuenta tales dudas contribuyó a crear e peor

The
en la historia de su museo. -nmnleta-
El episodio se inició públicamente con uni a ^ Nueva
mente festivo.» “Un nuevo vaso « W en
York”, decía el encabezamiento de un noviembre de
York Times A f ^ « del d»mmgo ,itano hab!a
1972, que ociosam ente m f o n n a b a ^
adquirido lo que su curador d i pe ^ ^ artíCulo se.
tormente "el vaso pego más to q u
«tó al director diciendo que las lustoriasaeiar h
ser vueltas a escribir”, como consecuencia de la compra de una
17 Véase columna “People”, New York Times, 5 de octubre de 1972
. « Reunión an” al de la American Association of Museums, Nueva York,
junio de 1970; el autor estuvo presente.
19 Véase Mellow, 1972.
98 VEA ITALIA PRONTO
crátera cálice totalmente desconocida realizada por dos grandes
artistas atenienses, el ceramista Euxitheos y el pintor Eufronio.
Más tarde, escribiendo en el boletín del Metropolitano,20 Hoving
dijo que el vaso era “majestuoso sin ser pomposo, emotivo sin
nada de emoción falsa, perfecto sin depender de la mera preci­
sión”. Era, declaró, una de las dos o tres obras individuales más
finas jamás obtenidas por el museo, y añadió: “Adecuadamente,
esta obra insuperable fue adquirida con fondos obtenidos mediante
la venta de antiguas monedas de su tiempo y de su zona, que no
se habían exhibido durante años”.
Se informó que el precio de la crátera había sido un millón de
dólares, pero el museo fue vago acerca de su origen. La versión
oficial21 fue que el vaso había estado en una colección europea
privada desde aproximadamente el tiempo de la primera Guerra
Mundial, y que no se podía divulgar el nombre de su propietario
porque era una fuente de adquisiciones futuras. Este relato fue
repetido por Hoving, cuando se presentó con Dietrich von Both­
mer, el curador de arte griego y romano, en el programa “Today*
de la nbc.*
Pasaron unos pocos meses y el 19 de febrero de 1973, el New
York Times publicó un relato completamente diferente del origen
del vaso de Eufronio. Nicholas Gage (que normalmente cubre los
asuntos de la Mafia para su periódico) telegrafió desde Roma que
2a vasija había sido vendida al Metropolitano por un estaduniden­
se expatriado que vivía en Roma y tenía un historial de problemas
legales, y que los expertos europeos y los comerciantes creían que
había sido extraído en 1971 de una tumba etrusca por excavadores
furtivos —acusación que hizo públicamente la policía italiana tres
días después—. A medida que se conocía la historia en entregas
cada vez más sorprendentes, muchos estadunidenses llegaron a
comprender por primera vez por qué Hoving había dicho que
comprar arte sospechoso era “el problema más grave que enfren­
taban los museos”.
El principal personaje del drama fue el doctor Von Bothmer.
Tiene ojos glaciales, una masiva quijada cuadrada, y pelo rubio,
y sólo la ausencia de un monóculo arruina su parecido con el
arquetípico prusiano de las películas. Pero las apariencias enga­
so Véase Von Bothmer, 1972.
21 Véase Mellow, 1972. t
* La transcripción completa del programa aparece en el Apéndice
VEA ITALIA PRONTO 99
nan: el hecho es que Von Bothmer es presa de una excitación
positivamente mediterránea cuando los visitantes muestran un in­
terés conocedor en la pasión de toda su vida: el arte griego. Sus
palabras salen en cascada, sus ojos relampaguean y sus gestos se
hacen enfáticos. Uno le cree cuando dice que en un instante puede
transportarse al siglo v a.c. Era un muchacho de 12 años cuando
visitó un museo de Berlín y vio arte griego,22 incluyendo un vaso
de Eufronio, y allí mismo, en ese instante, decidió convertirse en
arqueólogo. Como uno de los últimos estudiantes alemanes del
programa de Rhodes en Oxford en los años del periodo entre
guerras, estudió con sir John Beazley, la autoridad suprema en ce­
rámica griega. Von Bothmer llegó a los Estados Unidos en 1939,
obtuvo su doctorado en la Universidad de California en Ber-
keley, y posteriormente se enroló en el ejército de los Estados
Unidos, en donde obtuvo una estrella de bronce por salvar a un
camarada herido en la campaña de Nueva Guinea. Se convirtió en
ciudadano estadunidense, y después de ser dado de baja en 1946,
presentó una solicitud de empleo en el Metropolitano; se le nom­
bró asistente en el departamento clásico. (Un hermano mayor
Bemard, es egiptólogo, y en la actualidad es curador en el Museo
de Brooklyn.) . «j
En el Metropolitano, Von Bothmer pronto se
su desusada memoria visual. Una ojeada a una J en
cíente para que el curador departamental (pues o qu
1959) determinara su autenticidad, su fecha y su re ^ o n con
todos los otros vasos conocidos. Su ojo conoce or ^^^^ernos
cifrar los códigos alfabéticos escritos por los comercian
de cerároica griega para ^
estos códigos, las 10 letras de una frase clave r p__
En Spinks, en Londres, la frase & Medaillen, en Basilea,
[venga y compre], en tanto antiguos también acostum-
utihzaba “Goldschmit . Los ceiam J £ ,sa v on Bothmer a
braban codificar sus vasos y, para. ^P > ^ dás¡cos y m0_
veces se encontraría leyendo msci p
demos en la base de la misma vasi^* j agudeza de Von
Los traficantes ap ren d an » ^ de „
Bothmer y a cultivar / S c a C qu” era un antiguo amigo,
ecibió una carta de preguntando si el Metropolitano
estaría interesado en comprar una crátera
o Hecht Jr‘* n!Lorar Jna cidria comparable
? a la G103

22 Ibid.
100 VEA ITALIA PRONTO
del Louvre y sugiriendo que el precio estaría en el rango de Jos
que se pedían por una pintura impresionista de primera clase.28
El curador no tuvo que consultar un libro de referencias; al ins­
tante reconoció el número de catálogo del vaso de Eufronio en
poder del Louvre que muestra a Hércules luchando con Anteo.
Replicó inmediatamente: “La respuesta es sí. Dígame más”. Hecht
había enviado una carta idéntica a John D. Cooney, curador de
arte antiguo en el Museo de Arte de Cleveland, y también se
había comunicado con la nueva Carlsberg Glyptotek de Copen­
hague. El traficante sabía que el Metropolitano estaba a punto de
vender sus monedas antiguas y tendría por lo tanto dinero para
hacer la compra; sabía que el Museo de Cleveland, con la herencia
de Hanna de 30 milones de dólares, contaba con amplios fondos
para adquisiciones; y sabía que el museo danés era poco común
en Europa por sus recursos privados, ya que fue fundado por un
cervecero apasionado de la arqueología (toda botella de cerveza
Carlsberg que bebe una persona contribuye a los fondos de la
Glyptotek).
Cleveland pidió fotografías y después decidió que el precio so­
licitado era irracionalmente alto, en tanto que el museo danés
llegó a la misma conclusión, de modo que el Metropolitano tuvo
el camino libre. A principios de junio, Hecht se registró en el
Stanhope, el lujoso y acogedor hotel que está enfrente del Metro­
politano y que se ha convertido en refugio de los traficantes de
arte. El domingo 4 de junio, el traficante llevó fotografías de la
crátera a la casa de campo de Von Bothmer en Centre Island,
Long Island. El lunes, muy excitado, el curador mostró las fotogra­
fías a Hoving; un día después, a Douglas Dillon, ex secretario de
Hacienda de los Estados Unidos y presidente de la Junta de Fidei­
comisarios del museo. Se decidió que Hoving y Von Bothmer
viajarían por avión a Suiza el 26 de junio para examinar el vaso.
En Zurich, el curador vio el vaso por primera vez en el jardín
de una casa privada, y para él fue una experiencia abrumadora.
Según el artículo del Times Magazine, “quedó sin habla, sorpren­
dido”. Contempló una representación vivida de la muerte de
Sarpedón, un héroe homérico, con las deidades Tánatos e Hipnos
sosteniendo el cuerpo sangrante. Era, dijo, como una nueva obra
por un gran compositor: “Uno está preparado para oír música
celestial, pero no sabe cuán celestial es hasta que la escucha”. Mien'
23 Todos los detalles se basan en entrevistas personales.
24 Véase Mellow, 1972.
VEA ITALIA PRONTO 101

tras tanto, Hoving empezó negociaciones con Hecht Según el


relato posterior, el director primero preguntó cuál era el precio, y
después inquirió si se trataba de una “vasija problemática’5. Se
le aseguró que el vaso pertenecía a una “vieja colección” y que su
propietario —un armenio que vivía en Beirut— no quería que se
supiera su identidad porque tenía planeado trasladarse a Australia y
podría haber problemas fiscales.
En este punto, uno debe hacer una pausa. La “vieja colección”
y el dueño en situación difícil están entre los engaños más anti­
guos en el comercio ilícito. Cuando el falsificador holandés Han
van Meegeren estaba, vendiendo sus Vermeers falsos, dijo que las
pinturas pertenecían a “una antigua familia holandesa ’ que vivía
en la Italia fascista, cuyo nombre inventó.2® Cornelius Vermeule,
del Museo de Bellas Artes de Boston, dice que él ha inventado una
familia polaca ficticia —aristócratas sin dinero y con mala suerte-
cuyos infortunios pueden explicar los de otra manera dudosos
antecedentes de todo el arte sospechoso del mundo. “A pesar de su
mala suerte —dice Vermeiile— de alguna manera la ^familia pudo
llevar su arte a las bóvedas de un banco de Zurich . ,
Habría sido mera prudencia investigar más la historia de Hecht,
en especial porque afirmó que el supuesto propietario del vaso
tenía otros objetos de tanta importancia ^ue su nombre no podi
ser revelado. Como pudo haber sabido Hecht, para estos mo­
mentos el Metropolitano tenía una garantía de 1. mi ones
dolares de Sotheby’s por la venta de sus monedas, de ta man
que el dinero estaba prácticamente en el banco.*
El trato fue cerrado y el 31 de agosto el vaso votó de Zuncft
a Nueva York en un 747 de la twa e" ¿ ñaIÓ orgulÍosa-
eaja ocupaba un asiento; como Von
23 Véase Kilbracken, 1967. „n Zurich, en noviembre
* Se programaron tres ventas, n P ' ¿ dólares. Se pagó un
*e 1972, se obtuvo un tota lje ^ m i U o n e s ^ ^ de ^
Precio sin precedente de 55i 000 ^ en Zurich, se llevó a cabo
Unaabril
jn segunda venta,y reunió
de 1973 que *^1?
700é000idMawi.
dólares ^El precio
P más
^ alto,¡zOS
44 600
llares, fue .pagado por un un portavoz de Sotheby’s. Una
^eron entre los postores * ^ d otoño de 1973, fue cancelada
tercera venta, que se debía cele ^ tiempo a ia Sociedad Numis-
máTcarpamadreun,er 150000 dólarescon el fin de comprar te 6 000 mo-
Wdas q u e se habrían de subastar - e l valor estimado de las m.smas era
de 185^)00 dólares__Gracias a numerosas contribuciones, la Sociedad con-
fiaba en reunir la suma total.
102 VEA ITALIA PRONTO
mente más tarde, “Eufronio viajó en primera clase”. Dillon, que
estaba en el museo cuando la vasija llegó y pasó a la aduana, se
complació especialmente cuando el inspector de aduanas dijo, en
efecto, “No conozco nada de arte griego, pero en realidad usted
tiene algo bello aquí”.
El Metropolitano tenía toda la razón para creer que había
dado un golpe maestro, y para Von Bothmer el anuncio fue el
punto culminante de su carrera como curador. Durante mudho
tiempo había lamentado la indiferencia popular a su especialidad,
y en la compra del vaso de Eufronio veía una forma de darle el
atractivo que merecían a los vasos áticos pintados. Estaba muy
alegre cuando el 27 de diciembre se dirigió a Filadelfia para asistir
a la reunión anual del Archaeological Institute of America (aia) ,
principal foro de los arqueólogos en los Estados Unidos. Por casua­
lidad, acababa de ser nombrado miembro de la directiva del aia} y
también tenía programado dar una conferencia sobre la gran ad­
quisición. Estaba listo para recibir felicitaciones, pero en Filadelfia
encontró lo que para él era una hostilidad inexplicable. ¿Por que.
Et investigador británico sir Mortimer Wheeler ha escrito: “La
arqueología no es una ciencia, es una vendetta”^ La envidia pudo
haber tenido parte en la humillación de Von Bothmer, y también
pueden haber intervenido las cicatrices dejadas por sus modales
a veces perentorios. Pero también había más razones sustanciales.
Para empezar, pocos creían que la crátera había salido de una
“vieja colección europea”. El estudio de la cerámica griega tiene
una larga tradición, iniciada en los tiempos de Luciano Bonapar-
te, un hermano del emperador, que en la década de 1820 por pr1"
mera vez encontró vasos magníficos en las tumbas etruscas. (Sus
descubrimientos inspiraron un juego de palabras italianas:27 cuando
uno pregunta cuántos italianos probablemente robarán antigüe­
dades, con frecuencia la respuesta es “Una buona parte”, muchos.)
Tanto se ha publicado sobre vasos áticos que pocos de los colegas
del curador del Metropolitano estaban dispuestos a creer que una-
obra tan magnífica pudiera haber permanecido desconocida du­
rante medio siglo.
Lo que se suponía era, más bien, que el vaso había sido saquea­
do recientemente de una tumba etrusca. Quienes no son expertos
por lo general desconocen que la cerámica griega más importante
26 Véase Pearson y Connor, 1968, citado como epígrafe.
27 Véase Hamblin, 1970, p. 79.
VEA ITALIA PRONTO 103
ha sido encontrada en Italia, aunque todos los especialistas lo
saben. (Este punto fue expuesto hábilmente por el propio Von
Bothmer en un catálogo de 1957 de la colección William Randolph
Hearst,28 al referirse a esas obras exhibidas en su museo: “Casi
todos los vasos que se muestran en esta exposición fueron descu­
biertos en Italia, a donde se Ies exportó en la Antigüedad. Tal es
el predominio de Italia en realidad entre las procedencias conoci­
das de los vasos griegos, que los primeros excavadores creyeron
que eran de manufactura local italiana o etrusca”.)
Por lo tanto, los arqueólogos concluyeron que los tombaroli
habían descubierto una magnífica ofrenda, en la que muy proba­
blemente había otros objetos de gran valor. Esta convicción fue
reforzada cuando se supo que el Museo de Boston había obtenido
otro importante vaso griego, por aproximadamente 25 000 dólares,
y que una copa de Eufronio hasta entonces desconocida, mucho
más pequeña que la crátera, había sido colocada en el mercado
internacional. En su conferencia en la reunión del aia, Von Both­
mer mostró una transparencia de la copa, e inmediatamente fue
reconocida como un nuevo objeto de primera categoría por los
especialistas que estaban presentes. (Todavía es mi misterio el lugar
er» donde se encuentra la copa; Von Bothmer dice que podría es­
tar en Noruega, y Hoving confirma que una fotografía de la misma
Je fue mostrada al Metropolitano.)
Guando Von Bothmer dio explicaciones privadas sobre el pro­
pietario armenio que estaba emigrando de Beirut a Australia, la
historia fue recibida con burlas. “¿Por qué no un esquimal que
se traslada a la Florida?”, preguntó un curador de Nueva Ingla­
terra, en tanto que un arqueólogo de Harvard, cuando un repor­
tero buscó su opinión sobre la historia del Metropolitano, replico
con una sonrisa: “Mi estimado amigo, hay un viejo proverbio
ruso que dice que la Tierra es mantenida caliente por la gente que
cree”.
El precio era igualmente motivo de preocupación para los ar­
queólogos. El costo notificado del vaso representaba un inmenso
aumento en los niveles existentes, puesto que el precio más alto
conocido solicitado por un vaso griego era de 125 000 dólares, y
había sido pedido por Münzen & Medaiüen en 1968 por una
pieza decorada por el artista griego al que se conoce como el Pin­
tor de Berlín, que fue exhibida en la Galería Emmerich de Nueva
28 Véase Dietrich von Bothmer, "Greek Vases from The Hearst Collec
tion”, Bulletin, Museo Metropolitano de Arte, marzo de 1957, p 157
104 VEA ITALIA PRONTO
York. No hubo compradores y posteriormente el vaso se vendió,
probablemente por cerca de 100 000 dólares, a un museo alemán.*
Las implicaciones de un aumento de 10 veces en los precios
fueron presentadas en el otoño de 1972, en el boletín de noticias
de la Association for Field Archaeology.29
L a inflación producida en el mercado de antigüedades por ese pre­
c io ... no puede dejar de alentar a los especuladores cuyo objetivo
al adquirir arte antiguo podría no tener nada que ver con la re­
venta, sino más bien con los beneficios fiscales que obtendrán do­
nando los objetos a los museos. . . Y los ladrones; no son los ladrones
que podrían asaltar castillos pintorescos con polvosas colecciones an­
tiguas, sino los pillos cuya labor h a marcado los sitios arqueológicos
de todo el mundo. ¿Qué visiones de riquezas fáciles no se les pro­
yectan en esta sola transacción?**
Finalmente, hubo dudas acerca de la conveniencia de la venta
de gran parte de la colección de monedas del Metropolitano;
Uno de los arqueólogos críticos en la reunión del aia fue Margaret
* Los precios de subasta de la cerámica pintada griega habían sido
mucho más bajos. Según una encuesta, el precio más alto pagado en e‘
periodo comprendido entre 1741 y 1962 fue sólo de 2 150 libras e ste rlin a s,
cantidad ofrecida en Basilea en 1954 por un pinax o plato grande, »e
figuras negras. Véase Reitlinger, 1963, p. 372. En The New Yorker, donde
se publicó gran parte de este capítulo, el autor erróneamente dijo que &
vaso dej Pintor; de Berlín io tenía ahora en préstamo el Antikenmuseum
de Basilea. Un cuenco para mezclar [vino y agua] de figuras rojas, o deinos,
decorado por el Pintor de Berlín, ha sido en realidad prestado a ese museo,
pero es un vaso diferente. De hecho, el vaso en cuestión fue v e n d id o
al Badisches Landesmuseum en Karlsruhe, donde tiene el número de jn"
ventano 68/101. El autor lamenta el error.
2» Véase Association for Field Archaeology, 1972.
. ** Esta predicción demostró ser muy exacta. En marzo de 1973, el Neü)
York Times informó que el vaso había propiciado visiones nuevas de vastas
riquezas en Cerveteri, el centro del robo de tumbas en la región etrusca*
El corresponsal del periódico escribió: “Incluso las pequeñas chozas que
rodean a este antiguo pueblo tienen antenas de televisión, y los pastores
hablan con conocimiento de Eufronio desde que vieron una fotografía ~e
su vaso en ía pantalla... Algo parecido a una fiebre de oro arqueológica
ha surgido en Cerveteri y en lugares éercanos”. Véase Hoffman, marzo de
1973. Por su parte; el columnista humorístico Art Buchwald recordó qu®
en una ocasión se encontró con Paolo, el principal de todos los tombarolt
de Ceryeteri. Buchwald añadió: “Lamento que el Metropolitano no se
comunicara conmigo primero. Pude "haberles enviado a Paolo y se habrían
evitado los intermediarios. No me sorprendería si Paolo hubiera vendido
d famoso vaso al Metropolitano por 198 dólares, además de cuatro bo­
tellas de un Chianti rojo decente”. Véase Buchwald, 1973.
VEA ITALIA PRONTO 105
Thompson, quien había sido presidenta de la organización y cu­
radora en jefe de la American Numismatic Societv fSociedad
Numismática Americana]. Unas 11 000 monedas y medallas pro­
piedad del Metropolitano habían estado depositadas en la sede
de la sociedad en Nueva York, hasta que el museo repentinamen­
te decidió vender la gran mayoría de las mismas. Thompson indicó,
en una carta a los miembros de la sociedad fechada el 12 de
diciembre de 1972, que la mayoría dé las monedas tenían poco
valor comercial, pero gran importancia como una colección de
estudio. Escribió:
Cuando empezamos a retirar él material de nuestros cajones, toda la
niagnitud de la pérdida para la investigación se hace evidente. Mien­
tras que antes teníamos uno de los gabinetes más completos en el
mundo en lo que se refiere a ciertas áreas, como la Alejandría ro­
mana y el Asia meridional, ahora descubrimos que ciertos gober­
nantes y mogoles estaban desapareciendo enteramente y otras series
se reducían en forma drásdca.
Aunque sabíamos que las monedas de que se trata estaban aquí en
préstamo y por lo tanto sujetas a que “se les diera de baja”, nunca
habíamos estado en posición de utilizar nuestros escasos fondos desti­
nados a comprar monedas, que varían de 10000 a 15 000 dólares al
año para todos los departamentos, con el fin de adquirir duplicados
en previsión de lo que parecía la remota .contingencia de una futura
solicitud de que se les devolviera.
# Thompson, una mujer enérgica y delicada, señaló que la colec­
ción del Metropolitano nunca había sido registrada en una pu­
blicación, y que su dispersión entre coleccionistas privados y co­
merciantes significaría por lo tanto que no se conservaría ningún
registro de lo que se había perdido.
Todas, estas reservas, quizás combinadas con factores personales,
contribuyeron a la decisión de oponerse a la candidatura de Von
Bothmer a un puesto en la junta directiva. El sábado 30 de di­
ciembre, el consejo de la organización se reunió en sesión cerrada
V en la votación el curador del Metropolitano fue derrotado por
1111 candidato nominado en ese momento, James McGredie, de la
American School of Classical Studies in Athens [Escuela Ame­
ricana de Estudios Clásicos en Atenas]. Fue una humillación per­
enal para Von Bothmer y un indicio del problema que se pre-
sentaría.
106 VEA ITALIA PRONTO
Hoving, por supuesto, estaba consciente desde hace mucho tiempo
de la creciente preocupación acerca de las políticas de adquisi­
ción de los museos estadunidenses. Entre otras cosas, en abril de
1970 asistió a una reunión de expertos para estudiar la ética de ad­
quisición de los museos. La reunión, que se realizó en París, fue
patrocinada por el Consejo Internacional de Museos, y uno de
los documentos que se leyeron se titulaba “Adquisición indirecta
de los museos por medio de intermediarios”. El autor, Xavier de
Salas, director del Museo Del Prado en Madrid, tenía lo siguiente
que decir:
Una de las grandes tentaciones a las que puede sucumbir un direc
tor o un curador de museo es la de comprar objetos a intermediarios*
Las piezas de exposición de que puede disponerse de esta mane
pueden ser de interés para el museo, son fáciles de obtener si un/
tiene los medios y a veces se las ofrece en los mejores términos. As>
las circunstancias se combinan para crear un fuerte deseo de
prarlas y una tentación de hacerlo así. . . Ya sea que fueran
ridas honesta o deshonestamente por el propietario o intermedia
que las ofrece en venta, es difícil — e incluso en la mayoría de 0
casos imposible— reconstruir su historia o garantizar que su prop1
tario tenía el derecho de poseerlas.80
E n una sesión cerrada, el propio Hoving leyó un documento en
el que se discutían los problemas de la adquisición. Tam bién aP0^
las conclusiones del borrador,81 una de las cuales era que 1°
empleados de los museos deberían observar “las más altas nortfias
éticas no sólo en el muy importante proceso de adquisición sm °
también en los otros campos de su actividad profesional”»
A su debido tiempo, como había prometido Hoving, el
politano instituyó una nueva política con respecto a la c0II1?1*0
de objetos cuyos antecedentes se desconocían. Aunque el cam 1
recibió poca publicidad en esa época, fue anunciado por Vo
Bothmer en noviembre de 1971 durante una conferencia c°n'¡°r
cada en Florencia para contrarrestar el tráfico ilícito82 El curado
dijo:
Siempre que un objeto sin bibliografía o antecedentes conocidos ®
ofrecido para su adquisición, se envía una carta a las oficinas g°
namentalcs responsables en los países que podrían considerar el 0
30 Véase ic o m , abril de 1970.
31 Véase ic o m , enero d e 1970.
32 Véase Von Bothmer, 1971.
VEA ITALIA PRONTO 107
jeto parte de su patrimonio cultural o artístico. En esta carta se
describe brevemente al objeto de que se trata, se dan sus condiciones
y dimensiones, y se anexa una fotografía. Sólo si no se hace un re­
clamo dentro de los 45 días posteriores a la recepción de la carta, el
museo se considera libre para completar la adquisición.
La nueva política en realidad marcó un cambio en las hasta
entonces desinhibidas tradiciones de los museos, tradiciones dentro
de las cuales habían sido educados Hoving y Von Bothmer. Mu­
cho de lo que se hizo, incluso en fechas tan recientes como los años
sesenta, parece peor a la luz de estas normas cambiantes, de lo
que les pareció a los curadores más escrupulosos en una época
ligeramente anterior. Implícita en la nueva política está la con­
ciencia de que los museos ahora deben operar dentro de límites
legales más rígidos, y de que a los países extranjeros se les debe
dar la oportunidad de reclamar piezas de origen dudoso.
Pero la nueva política, a pesar de todos sus méritos, tiene dos
fallas. Si un objeto ha sido excavado ilegalmente, el país de origen
n° tendrá registro de su existencia, y por lo tanto se verá impo­
sibilitado de hacer un reclamo efectivoj éste es particularmente
el caso cuando se trata de arte gnego, ya que esa ceramica puede
encontrarse en varios países mediterráneos. Una segunda falla es
que el museo es su propio juez con respecto a si una pieza cuenta
wn los antecedentes adecuados, y su juicio depende de su dis­
posición a creer en la historia del traficante.
La pregunta vital en el asunto de Eufronio es la de si el Me­
tropolitano tuvo suficiente cuidado al investigar la historia sobre
los orígenes de la crátera cálice y del propietario previo. Es per­
tinente decir que Hecht —conocido entre sus amigos de Roma
P°r sus buenos modales, su temperamento irascible y su pasión por
el tenis— tenía buena reputación en el mundo del arte por sus
conocimientos y por devolver el dinero rápidamente y sin pregun­
tas en el caso de que surgieran dudas sobre la autenticidad de
cualquier pieza que él hubiera vendido. Pero es pertinente men­
cionar el hecho de que, como lo sabía toda persona dedicada a este
campo, Hecht había tenido problemas con las autoridades Italia-
nas y turcas. Según los archivos oficiales italianos, vivió en Roma
)a ttiayor parte del tiempo a partir de 1955 con un moderado
Egreso privado (su abuelo fundó tiendas de departamentos en
Baltimore y Washington). En 1961 se le acusó de recibir anti­
güedades saqueadas, pero el cargo fue retirado en junio de 1967.
En mayo de 1963, el Ministerio del Interior le pidió que saliera de
106 VEA ITALIA PRONTO
Hoving, por supuesto, estaba consciente desde hace mucho tiempo
de la creciente preocupación acerca de las políticas de adquisi­
ción de los museos estadunidenses. Entre otras cosas, en abril de
1970 asistió a una reunión de expertos para estudiar la ética de ad­
quisición de los museos. La reunión, que se realizó en París, fue
patrocinada por el Consejo Internacional de Museos, y uno de
los documentos que se leyeron se titulaba “Adquisición indirecta
de los museos por medio de intermediarios”. El autor, Xavier de
Salas, director del Museo Del Prado en Madrid, tenía lo siguiente
que decir:
Una de las grandes tentaciones a las que puede sucumbir un direc­
tor o un curador de museo es la de comprar objetos a intermediarios.
Las piezas de exposición de que puede disponerse de esta manera
pueden ser de interés para el museo, son fáciles de obtener si uno
tiene los medios y a veces se las ofrece en los mejores términos. Asi,
las circunstancias se combinan para crear un fuerte deseo de com­
prarlas y una tentación de hacerlo así... Ya sea que fueran adqui­
ridas honesta o deshonestamente por el propietario o intermediano
que las ofrece en venta, es difícil —e incluso en la mayoría de los
casos imposible— reconstruir su historia o garantizar que su propie­
tario tenía el derecho de poseerlas.80
En una sesión cerrada, el propio Hoving leyó un documento en
el que se discutían los problemas de la adquisición. También apoyó
las conclusiones del borrador,81 una de las cuales era que los
empleados de los museos deberían observar “las más altas normas
éticas no sólo en el muy importante proceso de adquisición sino
también en los otros campos de su actividad profesional”.
A su debido tiempo, como había prometido Hoving, el Metro­
politano instituyó una nueva política con respecto a la compra
de objetos cuyos antecedentes se desconocían. Aunque el cambio
recibió poca publicidad en esa época, fue anunciado por Von
Bothmer en noviembre de 1971 durante una conferencia convo­
cada en Florencia para contrarrestar el tráfico ilícito.82 El curador
dijo:
Siempre que un objeto sin bibliografía o antecedentesconocidos es
ofrecido para su adquisición, se envía una carta a lasoficinas guber­
namentales responsables en los países que podrían considerar el ob-
30 Véase ic o m , a b r il de 1970.
31 Véase ic o m , enero de 1970.
32 Véase Von Bothmer, 1971.
VEA ITALIA PRONTO 107
íw . r í de SU Patrimonio cultural o artístico. En esta carta se
y d ¡ü tl Vemente al °bje'° de que “ trata> se <bn condiciones
d -T j ’’, 1’ “ ™a fotografía. Sólo si no se hace un re-
mnao 0 <?e f5 d!as posteriores a la recepción de la carta, el
eo se considera libre para completar la adquisición.
en t^ nueva. P ^ ’ca en realidad marcó un cambio en las hasta
onces desinhibidas tradiciones de Jos museos, tradiciones dentro
ch T CUa*es k ^ían sido educados Hoving y Von Bothmer. Mu-
° de lo que se hizo, incluso en fechas tan recientes como los años
esenta, parece peor a Ja luz de estas normas cambiantes, de Jo
que les pareció a los curadores más escrupulosos en una época
geramente anterior. Implícita en la nueva política está la con­
vencía de que Jos museos ahora deben operar dentro de límites
^egales más rígidos, y de que a los países extranjeros se les debe
ar oportunidad de reclamar piezas de origen dudoso.
Pero la nueva política, a pesar de todos sus méritos, tiene dos
«lias. Si un objeto ha sido excavado ilegalmente, el país de origen
n.°. tendrá registro de su existencia, y por lo tanto se verá impo-
slbiIitado de hacer un reclamo efectivo; éste es particularmente
el caso cuando se trata de arte griego, ya que esa cerámica puede
encontrarse en varios países mediterráneos. Una segunda falla es
que el museo es su propio juez con respecto a si una pieza cuenta
c°n los antecedentes adecuados, y su juicio depende de su dis­
posición a creer en la historia del traficante.
La pregunta vital en el asunto de Eufronio es la de si el Me­
tropolitano tuvo suficiente cuidado al investigar la liistoria sobre
los orígenes de la crátera cálice y del propietario previo. Es per­
tinente decir que Hecht —conocido entre sus amigos de Roma
Por sus buenos modales, su temperamento irascible y su pasión por
el tenis— tenía buena reputación en el mundo del arte por sus
conocimientos y por devolver el dinero rápidamente y sin Pegun­
tas en el caso de que surgieran dudas sobre la autenticidad de
cualquier pieza que él hubiera vendido. Pero es pertinente men­
cionar el hecho de que, como lo sabía toda persona dedicada a este
campo, Hecht había tenido problemas con las autoridades italia­
nas y turcas. Según los archivos oficiales italianos, vivió en Roma
]a mayor parte del tiempo a partir de 1955 con un moderado
Egreso privado (su abuelo fundó tiendas de departamentos en
Baltimore y Washington). En 1961 se le acuso de recibir anti­
güedades saqueadas, pero el cargo fue retirado en junio de 1967.
fin mayo de 1963, el Ministerio del Interior le pidió que saliera de
108 VEA ITALIA PRONTO
Italia, pero en ausencia de una orden de expulsión formal pudo
regresar después. De 1967 a 1971, estuvo en la “lista de fronte­
ras”, lo que significa que su equipaje era revisado rutinariamente
cuando salía del país —algo que rara vez ocurre en Italia—.
Había sido un visitante frecuente de Turquía, donde sus activi­
dades de anticuario fueron seguidas con crecientes sospechas, y se
le prohibió ingresar a ese país en abril de 1967. Unos pocos años
antes, las autoridades turcas lo habían encontrado en posesión de
un tesoro de monedas antiguas. Aunque rápidamente explicó que
estaba a punto de presentar las monedas a un museo turco, cuando
intentó con posterioridad entrar a Turquía, se le negó la entrada.
(A pesar de todos sus problemas, ha podido decir: “Nunca pasé un
minuto en una celda”.)
Hecht le dijo a Hoving que la persona por la cual estaba ac­
tuando como intermediario era Dikran A. Sarrafiah, un comer­
ciante de monedas armenio que vivía en Líbano, y que el padre
de Sarrafian había comprado el vaso en Londres en 1920. Se dio
a entender que al director le fueron mostrados documentos a este
respecto, pero en ningún momento hubo un esfuerzo serio Por
encontrarse con Sarrafian y descubrir cómo había obtenido una
obra de arte tan extraordinaria. Posiblemente una razón era que
en ese tiempo Hoving estaba particularmente ansioso de realizar
algo espectacular. La compra del vaso ocurrió cuando el Metro­
politano se encontraba en medio de un controvertido proceso para
dar de baja objetos del museo, lo que hizo que Hoving fuera
atacado por John Canaday, el principal crítico de arte del N&0
York Times. Al defender la venta por su museo de obras “exce­
dentes”, indicó que sin fondos adecuados el Metropolitano podría
enfrentarse al riesgo de perder para siempre una obra de arte
maestra cuando apareciera en el mercado. El vaso, claramente,
era una de esas obras maestras; durante su presentación en el pr0"
grama “Today” Hoving dijo, en ,parte, “éste es uno de esos nio*
mentos en la formación de las colecciones de los museos que, 611
mi opinión, es el ejemplo perfecto y la justificación perfecta para
cambiar objetos que ya no queremos exhibir y poner en su luga*
cosas que en realidad serán una de las principales piezas de todo
el museo, que tiene tres millones de obras de arte”.
Sucede que el editor de Times, Arthur O. Sulzberger, es un
fideicomisario del Metropolitano y miembro de su comité de ad­
quisiciones. Con algún entusiasmo, Hoving le platicó del vaso al
editor y le propuso que el Times publicará un reportaje exclusivo
VEA ITALIA PRONTO 109
sobre la adquisición.33 El departamento dominical asignó a un re­
portero para que cubriera la historia, sin informarle a Canaday,
qmen por cuenta propia, ya sabia de la compra y estaba preparando
una historia sobre ella. Canaday, que es un hombre delgado con
tuerte sentido de independencia, se puso furioso cuando supo del
Proyecto para el Magazine dominical, tanto más porque creía que
ios hechos de su historia, que ya estaba en tipografía, habían
sldo tomados prestados para el artículo del Magazine. Les dijo
a sus amigos que estaba contando sus ahorros para ver si podía
Anunciar. Como un gesto conciliador, sus editores sugirieron que
su artículo en forma abreviada fuera publicado el mismo día que el
articulo del Magazine. Esto no lo calmó de ninguna manera.
nvió un memorando a sus editores, en el que decía entre otras
cosas: “Ya es suficientemente malo ser castrado, sin mostrar mis
heridas en público”.
Después, cuando el Times empezó a publicar una versión menos
reverente de Ja adquisición del vaso, se sugirió que el periódico
tenia una vendetta contra Hoving. Canaday no es conocido como
Una persona mezquina y vengativa o como alguien que odia los
museos. De hecho, existía un fuerte sentimiento de desacuerdo en
*0S principios. Muchos que han tratado con el Metropolitano
han sido ofendidos por lo que consideran como arrogancia de esa
institución y por su aire de secreto conspirativo. Aunque el museo
disfruta de exención de impuestos y ocupa un parque público,
aunque está pidiendo tres millones de dólares de fondos de la
Cludad para su programa de expansión, y aunque su edificio es
mantenido principalmente por la ciudad (recibió 2 414499 dola-
res de fondos municipales en el año fiscal que termino en junio e
I972), tiende a considerarse a sí mismo como un ducado autonomo,
9ue no responde ante nadie, excepto ante^ sus fi eicomisanos.
^ La cuestión de si, como lo cree Ja policía italiana, el vaso de
Eufronio fue encontrado en una tumba etrusca^ saqueada, es una
cuestión penal, que presumiblemente será decidida en un juicio.
se necesita ningún descubrimiento de algún tribunal para
determinar que el museo no investigó completamente el titulo de
Propiedad de una pieza de origen sospechoso Han surgido sufi­
cientes discrepancias en los diversos relatos de la historia del vaso
Para poner en duda el derecho del Metropolitano sobre el mismo
V aumentar la desconfianza en lo que manifiestan todos los museos
de arte dotados de fondos privados. Cuando finalmente se locali-
33 Entrevistas personales.
110 VEA ITALIA PRONTO
zó a Sarrafian, dijo que no estaba emigrando a Australia. No
había pruebas de ningún otro objeto importante en su departa­
mento de un cuarto piso en Beirut. Se informó que, según él,
su padre había adquirido el vaso de Eufronio “en un intercam­
bio con un aficionado” y que nunca lo había visto intacto. La
cratera había estado guardada en piezas en una caja de sombreros,
le dijo a Gage, el reportero del Times, añadiendo, con encanta­
dora indiferencia: “Desperdicio la mayor parte de mi vida con
prostitutas y arqueólogos”.34 La frase es digna de Aristófanes*

3. E l R a f a e l de B o sto n

uw te c* que no existe ningún inventario, m siquicx»


e los objetos en los museos, por no decir nada de las piezas en
el mercado clandestino. Durante años, la Administración Italiana
de Bellas Artes ha estado, en teoría, trabajando en un catálogo
nacional, pero no se ha publicado ninguna sección terminada y
el cumplimiento del proyecto parece estar a varios años luz de
distancia. Recurrentemente son robadas cerámicas etruscas y g¿e"
gas de los sotenos saturados de Villa Giulia en Roma, y en varias
ocasiones a Von Bothmer le han sido ofrecidas piezas que recono­
cí como parte de esa colección (pudo obtener su devolución)*
fr!ii j 6Z . .e Vls*tac*° Por dos italianos que le mostraron «n
folleto de viajes de Sicilia que incluía una fotografía del famoso
^ Véase Gage, 22 de febrero de 1973
recibido una í"tereSante dedaración adicional, Sarrafian negó que hub**»
Metropolitano ?¡..miIIÓn de dólares por el vaso, aunque e
las que decía aue esa r*f ° p ^ cartas supuestamente escritas por el ®,
debe su precio. La frase “Nueva Gales del Sor,
dar el nombre de un *n ano. COmo c,ave cuando uno no de
un viejo cliente i. Pn . ¿ S1 no. se refiere en absoluto a un país. Cuan
el traficante le dijo, ^No^dfea i T f í oc.a sión. a Sarrafian que iba a / f jeí
Sur’ y todos sahrnn In Israel, diga simplemente ‘Nueva Gales
una fraseen una qiUere deC¡r”- Esto ><= da »» sabor picante »
por el Museo Metmn^r» u*5ues*amente escrita por Sarrafian y presenta
el 10 de julio de 1971 “ d ir ija Í 'H e c h ? ’f ”'
del empeoramiento del M O M edir, o • ’ . ^ carta expresa. cn
Australia, probablemente en Ñ.G 4 deCldldo
35 Véase Von Bothmer, 1971.
f r ---- u n X l . VJ
o r T Vf v r «N . ■
VEA ITALIA PRONTO 111

Efebo de Selinunte, una estatua de bronce de un metro de altura


que representa a un joven, que es propiedad del pueblo de G’astel-
vetrano. ¿Querría comprar la estatua? Cuando respondió que era
propiedad de Sicilia, los visitantes dijeron que debería estar loco
para dejar pasar esa oportunidad. El efebo fue robado tres sema­
nas después, pero no se le envió ninguna noticia oficial del robo
al museo —Von Bothmer supo del mismo sólo porque leyó una
breve nota en el New York Times (la estatua fue recuperada en
1968, cinco años y medio después de haber sido robada).
Hay un vacío de información. No sólo no hay un inventario
de lo que existe, sino que sólo contamos con la información más
escasa sobre lo que ha sido robado. Interpol, la organización de
policía internacional, mantiene una pequeña oficina especializada
en robos de arte en su sede de París, pero en el mejor de los
casos sólo sirve como oficina de correos para circular los volantes
que describen las principales piezas desaparecidas. Por extraño que
parezca, la verdad es que el mejor servicio de inteligencia para
saber dónde se encuentran las piezas de arte es operado por uno
de los principales comerciantes internacionales, la Wildenstein
Gallery, que ha cultivado una red de informantes confidenciales
para fines comerciales.
En el marco de este vacío, uno puede entender mejor el escán­
dalo que ocurrió recientemente por un Rafael en Boston.
Como pasó con el vaso de Eufronio, el asunto empezó con un
anuncio público festivo. El 15 de diciembre de 1969, el Museo
de Bellas Artes de Boston anunció una adquisición sensacional:
un retrato aparentemente desconocido realizado por el maestro re­
nacentista Rafael. Había requerido prolongadas negociaciones y se
dijo que el precio sería alrededor de 600 000 dólares, pero de algún
modo el museo había encontrado una obra maestra perdida justo a
tiempo para la inminente exposición conmemorativa de su cen­
tenario. La autenticidad de la pintura fue certificada por un
experto inglés, el doctor John Shearman,36 profesor de historia
del arte en el Instituto Courtauld, quien dijo que el retrato,
Que sólo medía unos 20 por 26 cm, era “sin duda” un Rafael,
y que la atractiva joven representada muy probablemente era Eleo­
nora Gonzaga, hija de Isabella d’Este y de Francesco Gonzaga.
Shearman manifestó que probablemente se le pintó en ocasión de
su compromiso con el futuro duque de Urbino en 1505.
Véase Shearman, febrero de 1970.
112 VEA ITALIA PRONTO
Al igual que en el caso de Eufronio, el asunto terminó en medio
de un escándalo internacional. El 7 de enero de 1971, funciona­
rios de la aduana de los Estados Unidos ingresaron al museo y
confiscaron el pequeño retrato, en espera de una decisión para
regresarlo a Italia, de donde había sido sacado de contrabando
ilegalmente. A la vez, la autenticidad de la pintura fue puesta
seriamente en duda y posteriormente se aceptó que el retrato, aun­
que fuera por Rafael, había sido repintado considerablemente (la
misma sospecha de restauración excesiva habría de afectar las afir­
maciones del Metropolitano sobre Ja excelencia de la crátera de
Eufronio).
Hubo otros paralelos. El entonces director del Museo de Boston,
Perry Townsend Rathbone, era una versión más antigua de Tho-
mas P. F. Hoving. Incluso las bromas sobre los dos directores
eran parecidas: la mas conocida sobre Hoving (él mismo la había
inventado), era la de que sus iniciales medias significaban Pu~
blicity Forever [Publicidad Siempre]. De Rathbone se decía que
tenía en común algo más que sus iniciales con P. T. Barnum.
Graduado de Harvard (Hoving lo es de Princeton), Rathbone se
ía dado a conocer en el campo de los museos como director
del Museo de Arte de la ciudad de San Luis, cargo que ocupó
en 1940. J 5 n
En San Luis, Rathbone —hombre amable de considerable en­
canto- a ía en realidad utilizado técnicas de circo para aumentar
a asistencia. Contrato a una banda de comanches para que
representaran danzas tribales con el fin de hacer publicidad a una
exposición llamada “El Camino es al Oeste”. Hizo que instalaran
un mo ino e viento holandés en los terrenos del museo para
promover el centenario de Van Gogh. Para una muestra a la
Í£ L !• J ¡ Trabaja”> había enviado una carrera sici-
r un? s V Ilena de muchachas bonitas a las calles

&
vida mn , k i
> a c
vida con caballeros montados. > y una exposición circulante fue promo-
llam adle Boston en 1955, Rathbone utilizó medios menos
, • J5an!' Pr0™Over el museo, pero persistió su preocupación
elI RRafaelT
fael. La “pintura,
a I según el museo, E1 g ™provenía
> I Pe dede Rathbone fue
una “antigua
coleccion privada europea”. A su debido tiempo, apareció una
fotografía del Rafael de Boston en la prensa internacional.38 Entre
37 Véase Connor, 1971.
rel«oVéaSe SmÍay TÍmeS’ LOndre!', 1971* que es con mucho el me‘0t
VEA ITALIA PRONTO 113
quienes vieron la fotografía estaba Rodolfo Siviéro, que
la Comisión para la Recuperación de Obras de Arte, de Italia.
Siviero, florentino soltero y sesentón que vive con su hermana en
una casa a las orillas del Amo, se relacionó con el arte durante
la segunda Guerra Mundial, cuando llevó registros de las obras
robadas tanto por los alemanes como por los liberadores aliados,
y ha servido en sucesivos gobiernos de la posguerra. Hombre im­
pasible que se parece un poco a lo que imaginamos podría pa­
recerse Hércules Poirot, Siviero ha cultivado, en el. transcurso de
los años, relaciones extensas con todas las personas que participan
en el mundo del arte italiano.
Lo que le llamó la atención, cuando vio la ilustración del
Rafael, fue el marco. Según los registros históricos, ese retrato
era obra de Rafael, pero había perdido su marco; por lo tanto,
la bella talla en madera dorada que rodeaba la pintura tenía
que ser moderna. El signor Siviero consultó con los miembros
de la comunidad florentina de arte y encontró a un comerciante
que le dijo haber vendido el marco a otro comerciante, llamado
Ferruccio Ildebrando Bossi, quien entonces tenía más de 80 años
y vivía en una villa cercana a la aldea de Recco,.unos 19 kiló­
metros al este de Génova. Bossi, se supo después, tenía antece­
dentes policiacos en Italia que se remontaban a .1924. Había sido
sentenciado por contrabandear tanto monedas como obras de arte,
estuvo en prisión cinco años por sacar de contrabando antigüe­
dades, y había sido privado de su calidad de comerciante tanto
P°r la policía italiana como por la asociación de comerciantes de
arte italianos. Se buscó en los registros de los hoteles y se des­
cubrió que el 12 de julio de 1969, Rathbone se registró en el
fiotel Aquila Reale en Génova, junto con John Goelet, un fideico*
misario de Boston, y Hans Swarzenski, el curador de artes decora­
tivas del museo. Bajo interrogatorio directo y al ser enfrentado a
antecedentes penales, Bossi finalmente admitió que había ven­
dido el Rafael a Boston.
En Boston, mientras tanto, Rathbone se apegaba a su historia
original —que el Rafael provenía de una “antigua colección pri­
vada europea” y que había sido importado legalmente a los Esta­
dos Unidos—. Cuando se le preguntó sobre los cargos iniciales de
Siviero, dijo: “Pura suposición por parte de esa persona en Roma.
¿Cómo puede hacer ese reclamo cuando la pintura era total­
mente desconocida, no estaba catalogada, no aparecía en ninguna
jjsta, no había ilustraciones de ella, no se le había publicado
«asta ahora?” Por desgracia para Rathbone, Siviero tenía un caso
114 VEA ITALIA PRONTO
bien fundamentado. Y entonces, entre la sorpresa general, se supo
que el Museo de Boston no había declarado al Rafael cuando
se le trajo a los Estados Unidos.*
Esto significó que, además de la ley italiana, que prohíbe la
exportación de arte sin permisos, también se habían violado las
leyes estadunidenses. Según los italianos, la pequeña pintura había
sido guardada en una valija llevada por Swarzenski. En octubre
de 1971, este último, persona de porte erguido y llamativo con
una impresionante melena de pelo blanco, se retiró de su cargo
de curador, permaneciendo en el museo como investigador aso­
ciado sénior. En diciembre de ese año, Rathbone anunció que, p°*
haber llegado a la edad de 60 años, se estaba retirando “con e
fin de escribir y realizar investigaciones independientes”. En el m*
terin, Bossi había muerto, y el Museo de Boston encontró que n°
sólo había perdido la pintura sino también una parte considerab e
del precio pagado por ella (la herencia de Bossi todavía está en
litigio). f l
A principios de 1971, la controversia sobre la pintura de Rata
llamó la atención, en Washington, de Eugene Telemachus Rossides,
quien entonces era subsecretario de la Tesorería, responsable oe
la oficina de aduanas. Rossides es de ascendencia griega y su
tado de ánimo se altera cuando se le habla de los mármoles de
Elgin, pero no está relacionado de ninguna otra manera con e
mundo del arte (fue estrella de fútbol en la Universidad de Co-
lumbia e investigador de pandillas en la oficina fiscal del condado
de Nueva York antes de ingresar a la Tesorería). Se reunió c°n
los fideicomisarios del Museo de Boston para tratar de la pintura
contrabandeada, y le sorprendió descubrir que se encontraban tan
evidentemente avergonzados de lo ocurrido que estaban muy dtf'
* Por casualidad, cuando se estaba presentando el escándalo de
se realizó una reunión especial de la American Association of Museunjs
Washington para discutir “la ética de las adquisiciones”. Los p e rio d is
inquirieron acerca del asunto de Boston. El fallecido Armand G. ErP¿
presidente de los fideicomisarios de la asociación, fideicomisario del ^ use
Whitney, y socio general de Loeb, Rhoades & Co., comentó: “Por supue ^
to que Boston debió haberlo declarado y documentado correctamente. ^
estoy seguro de que se trata de un mero tecnicismo. Estoy cansado de
verdadera desvergüenza de los italianos. También quieren que PaSuem?e
para restaurar sus tesoros dañados en las inundaciones de Florencia,
manera que puedan atraer turistas estadunidenses a esa ciudad para
dólares norteamericanos”. Un caballero, que tapó con la mano su 8a*®
de identificación, dijo que “todo el asunto de Boston era político. Se di
gustó a un grupo de policías italianos en Boston”. Véase Conroy, *9/
VEA ITALIA PRONTO 115
puestos a hacer cualquier cosa para arreglar el asunto. Como re­
sultado, la devolución de la pintura a Italia fue negociada sin
problemas y, mientras se aguarda una determinación definitiva
acerca de quién es su propietario, el retrato cuelga actualmente
en la oficina de Siviero en el Palazzo Venezia,
Sin embargo, hubo otro detalle embarazoso: ia misma autenti­
cidad del Rafael por el cual el museo había arriesgado tanto fue
puesta seriamente en duda, a partir de una carta a The Times de
Londres del 3 de marzo de 1970. La carta estaba filmada por
Sidney F. Sabin, comerciante de arte londinense, y decía sin am­
bages que el retrato estaba “totalmente prostituido y era una
falsificación a todas luces”. En un lenguaje igualmente emotivo,
el retrato fue defendido por quien lo había autenticado original­
mente, John Shearman. No obstante, este último después de
Mencionar todos los puntos técnicos en favor de la originalidad
la pintura, hizo esta admisión:39
La falsificación (que es algo que también enfrento) tiene su ProPj*
evolución. No negaré que un falsificador cxccsivamcn °_P^e_
reproducir en 1970 la mayoría de las propiedate tocas í ue
descrito. Pero cada año que nos remontemos en el tiempo a partir
de esta fecha, hace que la sospecha sea menos P0Sl h e c h o s no
Hasta ahora todo lo que ha surgido a luz en forma de hecho^no
tradiciones, sobre la historia de esta pintura es q . , ^ 0J1
en la colección de los Fieschi (una anuguafannba^con residencia^
Génova y Roma) hasta aproximadamente , y q ., expertos
en su poder fue vista y aprobada por vanos d,«mgmdos expertos
italianos.
Aquí, seguramente, lleSa“ “ a j° f ^ o A s ta^aram Tsupre-
Pmtura atribuida responsablemente a u ncCuridad para
0105 del arte italiano ^
reaparecer en las paredes del ^
«1 misterio de su procedencia unificado, integral de arte,
aJO policiaco. No ¡hay■un .“" L uerd0 en que el primer paso de
aunque los expertos están d« “ dón deberá ser el de com-
cualquier campaña practica de lbar el inventario existen.
Pilar ese registro. Las técnicas para realizar ci
Lo que falta es el dinero ^ utadora. En 1967 se inició
Un programa prometedor con ia rmauuau la tecnología
La clave de ese inv®| finalidad de utilizar
39 Véase Shearman, abril de 1970.
116 VEA ITALIA PRONTO
de computadora para registrar arte, cuando 15 museos de Nueva
York y la Galena Nacional de Arte, en Washington, formaron
un consorcio conocido como Museum Computer Network [Red de
Computadoras de Museo], La idea era crear un banco de datos
unificado, con índices, para catalogar no sólo las colecciones de
los museos sino también, en última instancia, las principales obras
de arte en manos privadas. Entre los muchos beneficios potencia­
les, el primero sería que un investigador, al tener acceso a tal
índice unificado, podría obtener un resumen impreso (digamos)
de toda pintura conocida de Rafael, o de la escuela de Rafael,
o de obras atribuidas a Rafael. Cada una sería descrita breve­
mente y se identificana su localización. O para dar otro ejemplo»
un arqueólogo que estudiara la cerámica ática de figuras rojas
que representan la muerte de Sarpedón, podría de igual manera
obtener una lista impresa en donde se localizaran y describieran
todos los ejemplares conocidos.
Otro beneficio adicional sería que el inventario por computadora
proporcionaría una oportunidad para una apreciación rigurosa del
arte del mundo. Las atribuciones optimistas podrían volverse a
examinar, y sería posible eliminar las falsificaciones en un estudio
sistemático^ del legado cultural de la humanidad. El acento en la
investigación académica puede complementar el énfasis ya sufr­
iente en la adquisición. Finalmente, un inventario puede ser una
medida de segundad de utilidad obvia. Si el sótano de Villa
^ “¿a fuera saqueado, se podría consultar un registro de sus
j , ni °s ^ ^ na Poslble transmitir inmediatamente descripciones
de lo que hubiera sido tomado a los museos y comerciantes, una
Ta actualmente” n,dÍmentaria de Wonnación que funcio-
la E“ ± 968 S1 lnicl° “n programa experimental de dos años P°r
esos i Z T 0IT ter ? etwork' y se confirmó la v ia b ilid a d de
Dorcionado °S j • ®nanc*a“iiento del proyecto, J?10'
d e s T e m L ^ ,donaclo“ s de fundaciones, no fue r e n o v a d o , V
Estados Unidos I ” 1*30 ^a progresado lentamente, y sólo en l°s
tes miembro* H i Una ™clativa complementaria, importan­
tes miembros de la comunidad artística de Nueva York tam­
bién fundaron, en 1968, una organización que se llama Inter­
national Foundation for Art Research [Fundación I n te r n a c io n a l
para la Investigaron de.Arte].- Organismo no lucrativo con una
junta de distinguidos fideicomisarios, la fundación tiene como su
40 Véase Amason, 1972.
VEA ITALIA PRONTO 117
principal propósito obtener información sobre obras controvertidas
que le son llevadas para su examen. En teoría, puede evolucionar
hasta convertirse en un centro multinacional de datos de compu­
tadora y descripciones de obras de arte extraviadas, robadas y sa­
queadas.
Los objetivos de la fundación son tan ampliamente aplaudidos
como apoyados con indiferencia. Con unas pequeñas donaciones
de fundaciones y contribuciones del público, mantiene una peque­
ña oficina en Nueva York, cuyo personal es una sola persona, su
secretaria ejecutiva, Margery Torrey, que es una historiadora de
arte capacitada. Torrey dice que tiene un presupuesto anual de unos
20 000 dólares, de los cuales 7 000 se destinan a la renta de la ofi­
cina. Gran parte de su tiempo se dedica necesariamente a obtener
dinero para mantener la existencia de la organización. También
la fundación subsiste en las barriadas del arte.

4. L a fábrica de falsificaciones
Como no existe un inventario de arte, y como los museos y co­
leccionistas continuamente compran obras sin antecedentes, existe
un riesgo crónico de ser engañado por una falsificación. El pre­
dominio de falsificaciones es la enfermedad venérea del mercado
ilícito de arte, el castigo por un deseo excesivo y por el mal juicio.
Cuando se descubre que una pieza es una falsificación, la práctica
usual del museo es ocultarla, como si su sola presencia fuera a
infectar a las obras más apredables que la rodean; al hacerlo
así, años de trabajo académico podrían malgastarse en argumen­
taciones acerca de las virtudes de un objeto.
Italia, sin duda, ha sido la principal fábrica de falsificaciones
del mundo. En ios días de Adriano, los artesanos romanos ya
hacían hábiles copias del arte griego para venderlas como origi­
nales a los coleccionistas imperiales. Cuando la Antigüedad volvió
a ponerse de moda durante el Renacimiento, resurgió el arte de
la falsificación, y el más grande de quienes lo practicaban era
Miguel Ángel. Una de las primeras obras del maestro fue un dios
del amor en mármol, yacente, como si estuviera dormido. Cuando
Lorenzo di Pier Francesco de Medid lo vio, le dijo astutamente
ai escultor; “Si haces que parezca que ha estado enterrado bajo
tierra, lo enviaré a Roma y será tomado como una antigüedad
Por lo que podrás venderlo más fácilmente”. Una de Jas primeras*
118 VEA ITALIA PRONTO
biografías (1553) de Miguel Ángel, por Ascanio C'ondivi, con­
tinúa la historia:
Al oír esto, Miguel Ángel, al que no se le ocultaba ninguna técnica
del oficio, inmediatamente la arregló para que pareciera hecha hacía
muchos años. Después se la envió a Roma. El cardenal di San Giorgio
la compró como una antigüedad por 200 ducados,* no obstante, la
persona que recibió el dinero escribió a Florencia que Miguel Ángel
debía recibir 30 ducados, porque eso era lo que había recibido por
el Cupido, engañando tanto a Lorenzo di Pier Francesco como a
Miguel Ángel.
Furioso cuando más tarde supo que se le había pagado menos
aunque él mismo estaba perpetrando un fraude— Miguel Ángel
fue a Roma a ver al cardenal y recuperar el Cupido falso (“Des­
pués, quedó, no sé cómo —dice Condivi de la estatua— en manos
del duque Valentino que se la regaló a la Marchesana de Man­
tua, la que la envió a Mantua, donde todavía se encuentra”. En
la actualidad el Cupido está perdido.)*
Con una sola diferencia esencial, el episodio anticipó la expe­
riencia e ceo ossena, el más grande de los maestros modernos
italianos en la falsificación de antigüedades. La diferencia esencia*
es que Dossenacantero no muy sagaz que murió en 1937, de
era^oHa “ “ pl'ce en el engaño. La pasión de Dossena
el estila A se e antiguo, y podía imitar sorprendentemente
c o l litt r a'qUler Pe™d°’ Pr°dueiendo obras que nunca eran
mismo- “n 'S’ Sm° mas bien «fe***» brillantes. Dijo de ■
la DPr; , J - C1; n nuestra ép0ca> Pero con el alma, el gu sto /
de ! °‘,raS ,eP°cas” 41 Su trabajo captó la atención
Deaimñn °lan 6S 3 y durante los años veinte se le dieron
l “ “ . “ raas por piezas que creía estaban siendo vendidas
R o T a T n T T m,°de™aS- Las órdenes afluían a su taller de
tallaba dirroc 6 ena £?ana producía terracotas eti'UscaS’
frecuencia a cadnS° V santos góticos por docenas, añadiendo coj'
Finalmente supo la v e r d ^ ^ sus c^r*'"*
antecedernos fiicr»
de perfección ^ a 0
ientes estaban mventand
precios elevados SUS °biaS- y las vendían como originales *
^ r haher Iw o - arü!ta estaba abrumado e ir rita d o
p o r haber sido enganado y porque su arte había sido p r e se n ta d o

zar* y traducir
El autoresteagradece
párrafoa deSidney Alexander, de»orencia,
Condivi. Florenciaitaua,
Italia, el loca'1'
41 Véase Amau, 1961, p. 223.
VEA ITALIA PRONTO 119
erróneamente. Para entonces, había obras de Dossena en exposición
en todo el Occidente; parte de su producción todavía es mostrada
como arte antiguo.
Guando Dossena supo lo que había estado ocurriendo,42 juró
que ya no haría más esculturas antiguas, pero, según uno de sus
hijos, fabricó una más: una Diana en terracota, en el estilo etrus-
co, más o menos en 1937. La mejor prueba apunta a que esta
figura apareció en el mercado de arte y pudo haber sido vendida
en 1953 al Museo de Arte de la Ciudad de San Luis, cuyo di­
rector era entonces Perry T. Rathbone. El museo tenía un cer­
tificado de autenticidad que aseguraba que la escultura fue encon­
trada en un montón de fragmentos al norte de Roma en 1872.
Según el certificado, el supuesto propietario original era el conde
^Íancinelli-Scotti, cuya sobrina heredó posteriormente la estatua,
que pasó por varias manos más antes de llegar a Adolf Loewi, un
comerciante de Los Ángeles. Se dice que el Museo de la Ciudad
Pagó 56 000 dólares por la estatua, cuyos antiguos colores etruscos
todavía son visibles. Cuando se supo posteriormente que era muy
Posible que el museo hubiera adquirido la ultima obra de Dossena,
la estatua fue enviada a Europa para obtener
nales, las cuales no fueron concluyentes 0S_ .J\ ,ue retirada
se negaron incluso a examinar la estatua . a
calladamente de la exhibición en 1968.
Los curadores del museo hablan acerca del trabajo de f *^
dores eminentes con cierto gusto -esto es, cuando
cubre es la falsificación que pertenece a otros— ^ £ jaciones
de varios talleres han llegado a ser cono pjccardi, de Or-
estilísticas;43 por ejemplo, tenem^ *ed°S | doIfo Fioravanti en la
^eto, quienes colaboraron con exhibidos en el Metropoli-
creación de los tres géneros más p o rtante de hoy
o desde 1933 hasta 1961’ vive en un antiguo pueblo
en día es un estupendo artesan q Mfredo Kappa Sus
no muy alejado de Roma, al q ^ ^ g muraies etrus-
°bras se exhiben en muchos m ^ ^ coleccionista europeo 1.2
eos en terracota, que le costa
billones de dólares. oarecido, con el rostro
Kappa tenía unos 40 ;anos, era ^ en la casa
rubicundo. Pasé una tarde con el en m y
42 Véase Hamblin, 1970,
43 Véase Von Bothmer y Noble, 19 .
120 VEA ITALIA PRONTO
de sus amigos de Roma, y cuando pregunté cómo adquirió su
habilidad, me dijo que. no había aprendido nada en la escuela
sino que, cuando tenía entre 20 y 30 años y trabajaba como en­
cargado del horno en una fábrica de tejas, se hizo amigo de unos
tombaroli y fue con ellos a sus salidas en busca de tumbas. Co­
noció a los traficantes, aprendió los rudimentos del mercado, y
despues probo su mano en la producción de falsificaciones utili­
zando las técnicas de cocimiento que había aprendido en la
fábrica. Pronto mostró estar dotado para hacer un vaso grieg0
convincente o una terracota etrusca que pareciera auténtica. Pero
descubrió que existía un problema: la necesidad de comprobar la
procedencia de sus piezas.
Hombre de inteligencia superior, a Kappa se le ocurrió una
solución brillante: fabricar su propio sitio etrusco. En los años
sesenta, trabajando con otros 12 hombres, empezó a excavar una
tumba; por suerte encontró los restos de una auténtica cámara
antigua. Ahora tenía un lugar al cual podía llevar a los trafi­
cantes, y lo planto con sus propias cerámicas, cubriendo sUS
vasijas con la peculiar tierra de la tumba. En un periodo de
cuatro anos, vendió cientos de objetos a los principales comercian­
tes de Roma, Ginebra y Basilea. Siguió el progreso de su arte con
^ acclon ? medida que pasaba del comerciante al museo; a
rev¡st«Pa^ueo"ógi?c o f ^ m'Sm° “ laS P°rtadas de Ubr°S V
u n ^ e ^ i ^ l K6 Kap?a me¡oró' Compró y estudió con cuidado
PairUed J í “ P0r J°sePh V. Noble, The Techniq
expertos P nfÁ’t t Ury- P i f a d o en 1965 y destinado a lo*
coleccionista e * lemP0’ a^emás, se encontró con un importante
los Estados Unido^0 ' ¿ ^ ^amar® Pedro Sigma, educado eíl
A u n a ^ ^ h CT Ú/o n París> y <¡ue ahora vive en Ginebra-
na toda antigüedad * gma SOn los bronces clásicos, coleccio-
sospechar que se 1p u to^ os *os comerciantes en arte.
Sigma decidió eliminar P°rqU6 Cfa ^Ta
fuente: los propios tamhn ,. *ermedlan°s e ir directamente a
blema; en 1963 la nnl* , ro.u Algunas veces esto resultó un Vx°
contrabando un* '° ?CUSÓ de ^ n t a r sacar de
informó que en ese tiemno k antlgüedades; la prensa italia?.
Jr., quien e n t o ^ le C°n R°bert E* ^
En sus exploraciones i ^ a *Gn. exi^° forzoso de Italia.
auien
quien lele diio aue había
dijo que hnh'n *algo
?6 increíble
eccion^sta
que se encontró
podía verse incon
situ,JCapP3*
en un
templo etrusco subterráneo. Kapna oPfr' a verse *n «
^dPPa, según una versión, llevo ,
VEA ITALIA PRONTO 121

exb-anrrl • ”placas
«taord.nar.as í ° mveíKado
pintadasVque,
con seAtenía
le dijofe almostró algunas
coleccionista,
r S L - r - ' * a Ginebra. Hubo complejas negociacionS
y bigma finalmente aceptó pagar el equivalente de 1.2
ae dolares por este tesoro único. A su debido tiempo, se le envió
su villa en Ginebra.
Algunos años antes, el coleccionista había conocido a Dietrich
^Boíhmer, uno de los expertos que el falsificador no había
podido engañar. El curador del Metropolitano vio por primera
vez las falsificaciones de terracota en junio de 1967, en Munich,
asilea y Ginebra. Creyó que también era visible la mano del
ttiismo falsificador en una pieza propiedad de Sigma que fue pre­
sentada al año siguiente en un beneficio de Nueva York para la
escuela preparatoria estadunidense a la que había asistido el co­
leccionista. Se escribieron cartas acerca de la pieza dudosa, y en
1111 posterior viaje a Ginebra, Von Bothmer tristemente le infonnó
al coleccionista que las costosas terracotas que poseía probable­
mente eran falsas, y todas de la mano del mismo falsificador.
El coleccionista estaba indignado. Tenía plena seguridad de que
Sus terracotas eran originales. Surgió una oportunidad de una
prueba decisiva cuando los científicos de Oxford y Cambridge
desarrollaron una nueva técnica, conocida como Ja prueba de la
termoluminiscencia.44 Durante la prueba, se calienta una muestra
^e cerámica antigua y su edad es demostrada por su brillo. Se
tonió una muestra de las terracotas etruscas de Kappa junto con
otro objeto de arte de dudoso origen. En julio de 1972, los cientí­
ficos informaron que sus pruebas mostraron que las terracotas eran
de manufactura reciente. Su informe salió en un numero de Ar-
chaeomctry, cuyas páginas fueron estudiadas cuidadosamente por
Kappa. Me ha dicho que desde entonces ha imaginado un método
de engañar a Ja prueba de la tennolummiscencia. ^ ^
En el caso de las terracotas etruscas, sólo se perdió dinero. Más
grave es el desperdicio insensato de tiempo cuando los curadores
Pasan años discutiendo sobre la autenticidad de obras importan­
tes. El ejemplo más conocido45 fue la discusión sobre el caballo
griego que el Museo Metropolitano adquirió en 1923 de Georges
Eeuardent, un comerciante de Pans, por una suma que todavía
*o se revelado. Según la historia del comerciante, el caballo
Provenía del “famoso naufragio descubierto cerca de Mahdia, en
44 Véase Archaeometry, 1971.
45 Véase Shirey, 24 de diciembre de 1972.
122 VEA ITALIA PRONTO
Túnez, en 1908”. Ésta, dijo, era “información muy confidencial”
que no debía revelarse, porque de lo contrario “los periodistas de
París podrían crear problemas”.
El caballo era indudablemente hermoso, y de 1923 a 1961 fue
exhibido orgullosamente por el Metropolitano como una de sus
principales piezas, junto con los guerreros etruscos. Gisela Richter,
ya fallecida, que entonces era curadora de arte griego y romano,
dijo que el caballo era “sin duda, el objeto individual artística­
mente más importante de nuestra colección clásica”. Ilustraciones
el caballo fueron presentadas en casi todo libro sobre arte griego,
y en la Encyclopaedia Britannica se le dedicó una fotografía de
una página entera. No obstante, había dudas. Uno de los prin­
cipales escépticos era Noble, entonces jefe de administración del
Metropolitano y autoridad en las técnicas del arte antiguo. Guando
pasó frente al caballo una mañana de 1956, observó por primera
vez una línea que corría a lo largo del espinazo y bajo el estó­
mago del caballo, y en ese momento Noble se dio cuenta de que
esto podría ser una marca de moldes, signo claro de que la escul­
tura había sido hecha usando molde de arena. El problema con­
sistía en que este último era una técnica que sólo se inventó
hasta el siglo xiv. Los artesanos clásicos utilizaron el proceso de
^6r 1 a> ^ ^Ue se migraba un molde en tomo a un
saui a trav?rw V iP “ Ie caIentaba has‘a que la cera líquida
V « l e v a rL L eHUnt T , ™ fondo- Lu£®° * fundía el bronce
escultura sin junta"/0 moIde> Io <lue daba por resultado una
su k e c ú e n f^ 0 C°n D:etri°h V°" Bothmer, el que, durante un
cuidado otros razones Pr°fesionaIes a Grecia, observó con
pequeño hovo i °Sí P°f^ue e* curador tenía sospechas de un
taño. Aparenten!!» f U Cabeza d el caball° d el M etró p o li'
piaón de u n a rl ** & P ^ 3, colocar un meniscus, o es-
y o . e r a

ecuestres para cuT 1 ^ ? * ° “ Colocó «““I


razón se utilizaría J s no *as ensuciaran. Pero ¿por q^e
medio metro? Desn u,n en una estatuilla de menos de

una prueba especial que em p L ateray o s'g ^m 'í


penetrar al metal grueso mas efectivamente que los rayos X. Una
graf.ca de sombras de los rayos gamma mostró que dentro del
caba lo había un núcleo de arena, y que * uti]i¿ como marco
un alambre de hierro, lo que confirmó que había sido hecho P°r
VEA ITALIA PRONTO 123
el proceso de moldes de piezas de arena, y no por el proceso de la
cera perdida. En 1967, en un seminario del Museo Metropolitano
sobre falsificaciones, Noble anunció los nuevos descubrimientos, y
dijo del caballo de bronce: “Es famoso, pero es un fraude”.
En un número del boletín del Metropolitano dedicado al anun­
cio, Hoving dijo que “la tensión de la angustia” por la autenti­
cidad de cualquier pieza era una parte normal del trabajo en
un museo.40 Se requieren estudios y experiencia para probar que
algo es bueno, expresó, pero “al mismo tiempo se debe tener mu­
cho cuidado de no cometer el pecado de calificar a un objeto
de falsificación cuando es, en realidad, una pieza genuina”.47 Lo
que Hoving no explicó es que este riesgo es el precio normal que
todo museo paga por comprar a sabiendas objetos sin procedencia
clara.
Pero la controversia acerca del caballo estaba lejos de terminar.
Cari Blümel,48 investigador alemán, publicó una larga monografía
en la que alegaba que en los tiempos clásicos se habían utilizado
núcleos de hierro y que el caballo pudo haber sido hecho en
secciones. Una monografía igualmente rigurosa por Lewis S. Brown
del American Museum of Natural History atacó entonces al ca­
ballo con bases enteramente nuevas: su modo de andar tan per­
fecto. Hasta la primera publicación en 1887 de fotografías en serie
de animales en movimiento, alegaba Brown, todas las representa­
ciones antiguas de animales en movimiento estaban equivocadas
anatómicamente, excepto el caballo del Metropolitano. También
sobre bases estilísticas, el alguna vez hermoso caballo parecía
repentinamente sospechoso. Como lo expresó Calvin Tomkins en
su historia del Metropolitano con motivo de su centenario, el ca­
ballo lucía “horriblemente mal”, y sus ojos, en vez de ser redondos,
como en otros ejemplos griegos, “eran de forma almendrada, como
los del venadito Bambi, tendencia sentimentalista que atraía in­
conscientemente a nuestro gusto propio del siglo xx”.
Ya sea o no que el caballo luzca como el Bambi de Walt Disney,
había quienes todavía creían que era antiguo, y en 1971 se de­
cidió someter al caballo a una prueba más: en esta ocasión, la
prueba de la termoluminiscencia (la misma prueba había confir­
mado que los guerreros etruscos sólo tenían 60 años de antigüe­
dad). Se tomaron componentes del núcleo, inclusive granos de
46 Véase Museo Metropolitano de Arte, 1968.
47 Véase Brown, 1969.
48 Véase Blümel, 1969.
124 VEA ITALIA PRONTO
cuarzo y zircón, y se les calentó para la prueba, tomando medidas
especiales para compensar la radiación artificial producida por la
previa grafica de sombras de los rayos gamma. Los científicos
informaron al museo que el material del núcleo demostraba que
el caballo tenia entre 2 000 y 4 000 años de antigüedad. Los
analisis de laboratorio también mostraron que el caballo no tenia
juntas y que las sospechosas líneas que Noble había observado
eran solo acumulaciones de cera que se podían limpiar fácilmente
con un estropajo. Parece que las líneas eran consecuencia de mol­
des para hacer reproducciones del caballo. La noche del 24 de
diciembre de 1972, el Metropolitano solemnemente dio marcha
atrás y anunció que el caballo era “irrefutablemente una genuina
obra de la antigüedad”.
El anuncio difícilmente podría haberse hecho en peor momento
para Noble. Había dejado el Metropolitano en 1970 para conver­
tirse en director del Museo de la Ciudad de Nueva York. En
diciembre de 1972 fue a Boston para ser entrevistado por los fi­
deicomisarios del Museo de Bellas Artes como uno de los candi­
dos a suceder a Rathbone. El Metropolitano dio a conocer la
historia que reivindicaba al caballo justo cuando Noble estaba
siendo considerado en Boston (no recibió el nombramiento; el
nuevo írector es Meml Rueppel, que antiguamente estaba en
el Museo de Arte de Dallas).
h»H<r°nñdr'*'S^>Ut?, ,no terminado. Noble concede que el ca'
,P. emente ser una Pie^ ecléctica del periodo
“W W Ú°,° ,r0mano- P ^ ™ es griega del siglo V a.c.
S1 “ helenisüca sigue siendo una copia —dijo— y cota°
Debería S‘. .clon- Todas Ias falsificaciones son como vampiros-
D1Z !" , arSe es una estaca e n sus c o r a z o n e s ” . Las f a l s i f i c a c i o n e s
fnnece"J“me" f e« os noci™s de otra manera: pueden manchar
de su tiemnn \ & rePut®aon de un experto, desperdiciar años
de su tiempo y hacer perder reputación a los museos.
dicte en dtsDntas *n^j?ei}^'entemente del tiempo que se desper-
d e ~ k r aK 1Cf “* ? . 'a autenticidad de las p ie ^
’ , fabrica de falsificaciones sirve de una f o r m a
negativa, para defender el pasado. El dinero que podría utilizarse
en la compra de arte genuino, aunque robado, se desvía hacia
el mercado de falsificaciones. Y cuando un museo o c o le c c io n is t a
ha sido defraudado, no hay nadie a quien culpar, porque sin la
codicia original no se habría hecho la compra. circunstancia
E s í a

hizo que un empleado, James L. Swauger, del Museo C arn egie d e


VEA ITALIA PRONTO 125
Pittsburgh, escribiera un artículo intitulado: “En alabanza de los
falsificadores”.40 El autor declaró:
Fue con sombrío regocijo que escuché el otro día un comentario de
David Owsley, curador de artes decorativas del Museo de Arte del
Instituto Carnegie. Señaló que el número de falsificadores experi­
mentados se ha incrementado tanto que los compradores descon­
fían de comprar antigüedades; esto a tal grado que esos compradorés
pueden demandar pronto certificados de excavación por un arqueólogo
de campo de reputación y llevár a cabo la transacción por medio de
canales legales.
iVaya! El Sol sale. Más poder a los falsificadores. }Que crezca
su tribu! Ellos, al menos, no hacen daño a nadie ni a nada sino a
los compradores. Además, (el estafador siempre ¡ha tenido una res­
petabilidad que el ladrón sólo puede envidiar!

5. U na cuestión de dinero
Sería conveniente que dinero que se destina a compara falsificacio­
nes fuera igualado por los fondos comprometidos en la conservación
de los objetos genuinos. En Italia, sin embargo, es posible deducir
que se gasta mucho más en la fábrica de falsificaciones que en la
conservación, y éste es otro ejemplo del problema básico que
surge en cada punto de nuestra investigación: las desordenadas
prioridades del mundo del arte. ¿Qué puede hacerse al respecto?
>Para empezar, lo que ocurre con el arte debe, ser considerado
Sln duda como una. responsabilidad internacional. Lo que Italia
hace con su patrimonio no sólo debe interesar a los italianos, y
en efecto este hecho ha sido reconocido por los, propios italianos en
sus peticiones de ayuda internacional después de, la-inundación
de Florencia y en sus esfuerzos por salvar Venecia. El mismo im­
pulso hizo que Egipto invocara el apoyo mundial en su campaña
para preservar el templo de Abu Simbel y otras antigüedades
nubias que eran amenazadas por el nivel en aumento de las aguas
de la presa de Aswan. Recientemente, la u n e sc o inició otro de
esos esfuerzos para obtener dinero con el fin de salvar el sitio
de la antigua Cartago, antes de que sea destruido por el desarrollo
urbano del Gran Túnez. •
Cuando se trata del comercio, el mundo del arte incuestionable­
mente tiene una perspectiva internacional. Esto ha sido evidente
48 Véase Swauger, 1971.
126 VEA ITALIA PRONTO
en el especial agrado con que los comerciantes y las casas
subasta han recibido últimamente el ingreso de Japón al mer­
cado.50 “Están comprando estas cosas igual que los holandeses
compraban bulbos de tulipanes en el siglo xvii y los banqueros
estadunidenses compraban obras impresionistas desde 1890
los años veinte”, dice el director de la sucursal en Nueva Yoi
de la casa de subasta Christie’s. Se estima que los clientes japo
neses compraron entre 50 y 75 millones de dólares en arte duran e
1972, y que las ventas fueron mayores en 1973. En una. subas a
de Parke-Bemet, en octubre de 1972, se dice que los japoneses
gastaron 1 015 000 dólares en una venta total de cinco mill°j|eS
de dólares. “Ningún martillo cae hoy en día en Christie’s o Sothe
by’s”, le dijo a un periodista un comprador japonés, “sin que p°r
lo menos uno de nosotros eleve su mano regordeta”.51 Hir°
Saeki, comerciante japonés que compra arte en grandes canti
dades en Nueva York, declaró al Times recientemente que sus
clientes adquirían pinturas no sólo por razones estéticas sino tai*1
bién para obtener un mejor rango social. “Digamos que el señor
Yamamoto compra un desnudo de Renoir —dijo—. Por lo tanto,
el señor Fuji también debe obtener uno. Los japoneses compraI1
nombres más que calidad”.
Cualquiera que sean sus motivos, nadie debe envidiar a l°s
nipones su nuevo lugar en el salón de ventas in tern acion al, y
menos que nadie los estadunidenses. Pero sí es posible alarmarse
por el contraste entre el internacionalismo del mercado y la
gal preocupación por la soberanía que aparece tan pronto como se
trata de la conservación. Un caso obvio al respecto fue el resulta 5*
de la reunión de la u n e s c o celebrada en París en abril de 197 •
El propósito de la conferencia era del todo loable, crear un Fon °
de la Herencia Mundial, a semejanza del Fondo para la V1 ^
Silvestre Mundial, que proporcionaría una fuente estable de
so a los países que cuidaran propiedades cu ltu rales en peligro,
secretario de la u n e sc o había propuesto que el Fondo se sostu
viera mediante aportaciones obligatorias, establecidas por vota#0
nes periódicas, sin exceder el 1% de. la contribución de cualqu*e
país miembro a la u n e s c o . Esto no habría implicado una
cantidad; si todos los 129 miembros de la u n e s c o hubieran esta ~
de acuerdo, la suma total habría sido cuando mucho de 406 0
dólares al año. Sin embargo, en la reunión de París fue rechaza
50 Véase Shirey, 29 de enero de 1973.
51 Véase Time, lo. de enero de 1973.
VEA ITALIA PRONTO 127
la propuesta del secretario decisivamente; votaron contra ella los
Estados Unidos, la Unión Soviética, y otros países miembros ricos.
Gomo resultado; el Fondo para la Herencia Mundial será finan­
ciado sobre una base voluntaria, y es poco probable un presupuesto
realista.
Otra forma de proporcionar un flujo estable de dinero a un
fondo internacional ha sido sugerida por Robert Hughes del
Time.52 Su idea es ingeniosa. En un artículo escrito en 1971,
propuso que se impusiera un impuesto del 5% destinado a la
conservación, sobre toda obra de arte vendida en subasta por
la que se pagara más de 100 000 dólares. Esto no solo podría rendir
fácilmente dinero a un fondo internacional convenientemente orga­
nizado, sino que, como escribió Hughes, “ante todo, mitigaría el
desolador sentimiento de desperdicio y de consumo ostentoso y
carente de sentido que tendería a sentir cualquier persona que
se preocupa por el arte y sus prioridades”, cuando lee acerca de
precios de subasta sin precedente.
Una idea aún más audaz ha sido discutida por Hughes de Va-
rine-Bohan. el brillante director del Consejo Internacional de
Museos, que está afiliado a la u n esc o . Aunque tiene menos
dé 40 años, ha estado en ese cargo casi durante una decada, en el
curso de la cual ha visitado más de 70 países y asistido a muchas
conferencias internacionales sobre la herencia cu tur e mun
y su conservación. Ha visto de primera mano el contraste en
los museos ricos y los que subsisten con centavos, y cuan o se
pidió un comentario,63 en 1972, sobre los problemas financieros de
algunos museos estadunidenses, respondió: Sus Lo
déficits Usted no encontrará museos con déficits en Eur0PJ
que encontrará son museos en la penuria”. Por
capacitado, no tuvo que añadir el punto de que en A
o h v ' o

Africa y América Latina el problema financiero de los museos con


frecuencia es más que P«£anc>. ^ ^ ^ ^
Durante
Bohan una visita “ Fals- Surgió ]a ¡dea de un im-
y platicamos s o to el p r o b le m ^ ^ „s
puesto al turismo internacional, y al respec o jwgH
toda persona mayor de 25 anos que va en un viaje de vacacicmes
paga un impuesto al turista de un dólar en el aeropuert , exp
tó. “Suponga que el dinero se dividirá entre un fondo interna­
cional y los países que el turista visitara; entonces, por pnmera
62 Véase Robert Hughes, 1971.
53 Véase Eder, 1972.
128 VEA ITALIA PRONTO
vez, habría disponible suficiente dinero para restaurar precisa­
mente lo que el turista viaja a ver. En el proceso, el turista se
daría cuenta de un problema que de otra manera no sería visible,
el deterioro gradual de nuestro patrimonio cultural. Pero —y aquí
hizo un gesto de preocupación— la idea simplemente no es viable
políticamente. No por ahora”.*
La razón de que la idea no sea viable es porque el pasado es
un interés sin un grupo de partidarios; no tiene un grupo nego­
ciador efectivo. Como expresó un guatemalteco preocupado por
la devastación de los sitios mayas, “La verdad es que las estelas
no votan”. No obstante, si el pasado humano tiene un futuro
dudoso, no es porque la mayoría de la gente quiera ver sus restos
destruidos o mutilados. En realidad ni siquiera saben que existe
un problema. No entienden, por ejemplo, que el pasado está
amenazado por la misma civilización que evolucionó a partir de él.
Este punto ha sido presentado con brillantez visual en la pe­
lícula Roma de Fellini. En un episodio, unos camarógrafos acom­
pañan a trabajadores que están excavando un túnel para un nuevo
metro bajo la ciudad eterna. Inesperadamente encuentran una
antigua villa romana, una ruina llena de maravillosas pinturas
murales. Pero a medida que las cámaras registran el descubri­
miento, los murales se borran inexorablemente, disueltos sus colores
por la corriente de aire moderno. Esta fantasía ha tomado forma
literalmente en Lascaux, el sitio de la más importante de todas
las cuevas pintadas prehistóricas.64 La cueva, descubierta por unos
escolares en 1940 y abierta al público en 1948, estaba atrayendo
* La idea de un fondo en fideicomiso permanente para apoyar a las arte»
también puede intentarse á nivel nacional o local. Durante, algunos a»os>
U ciudad de San Francisco ha recaudado un Impuesto sobre Asuntos Y
Diversiones Culturales, que se cobra sobre los cuartos de hotel no otU"
pados permanentemente, con el fin de asegurar fondos para las a c t i v id a d e s
culturales locales. Un banquero de inversiones de Nueva York, Donald M*
Blinken, ha propuesto,que se imponga un impuesto federal del arte sobre
la venta de televisiones, destinándose los fondos recaudados
a un Fondo en Fideicomiso de las Artes nacional (véase “¿Un Fondo en
e x c l u s i v a m e n t e

Fideicomiso Para las Artes?”, Star, 22 di* marzo de 1973, East Hamptont
Long Island). Como resultado de las gestiones personales de Blinken, «1
senador William T. Conklin, el líder de la mayoría, presentó una ley Q11®
crearía una dotación de fondos para los recursos culturales en el estado
de Nueva York, ante la legislatura de Albany. Parece irrazonable que se
apoye a un fondo en fideicomiso para carreteras de muchos millones
dólares mediante impuestos sobre la gasolina, mientras los museos y otras
artes ven negada una fuente segura de financiamiento anual.
64 Véase Meyer, The Pleasures of Archaeology, 1970, pp. 40-44.
VEA ITALIA PRONTO 129
122 000 visitantes en 1962, y era así la cuarta atracción turística
más popular en Francia. Se la dotó de portezuelas y su aire era
purificado por complicadas máquinas, a pesar de lo cual para
1963 fue aparente que algo estaba drásticamente mal; un microor­
ganismo desfigurador se estaba extendiendo sobre las pinturas, y
una lámina de calcita apareció en las paredes. Los estudios deter­
minaron que Lascaux estaba siendo condenada por sus admira­
dores, cuyos zapatos llevaban polvo y lodo a la cueva y cuya
respiración alteraba químicamente las pinturas. Desde entonces,
Lascaux ha sido cerrada al público en general. El Times de Lon­
dres encontró en el acontecimiento prueba de que Ja cultura y el
arte son “las primeras víctimas de la revuelta de las masas”, y
añadió: “Qué mejor símbolo que la sobrevivencia de Ja obra del
Hombre del Paleolítico Superior durante 15000 años sin ser per­
turbada, para que al final pueda ser borrada silenciosamente por
las continuas pisadas y la respiración sosegada de sus remotos des­
cendientes”.
Esta reprensión es un poco injusta, ya que alguna de la des­
trucción más deplorable del arte mundial ha ocurrido con el
conocimiento y complicidad de los patricios de los museos y del
mundo del arte. Lo que el Times no consideró es que la simple
falta de información es con frecuencia responsable de lo que él
atribuyó a la revuelta de las masas. Un ejemplo final puede ayu­
dar a aclarar el punto. Pocas personas están conscientes de que
las emisiones de la máquina de monóxido de carbono, en com­
binación con la de los hornos industriales y domésticos, están
haciendo un daño incalculable al arte esculpido en piedra que
se encuentra a la intemperie en todo el mundo. Los ácidos for­
mados por estas emisiones han hecho más daño a los monumentos
que están al aire libre en los últimos 20 años, que los ataques
del tiempo que se extienden, en algunos casos, a más de 2000
años. Los efectos son irreversibles, ya que la pérdida de un milí­
metro en una superficie tallada puede hacer irreconocibles los
detalles esculpidos.
Un científico que está muy preocupado por el problema es el
profesor Seymour Z. Lewin, químico de la Universidad de Nueva
York, cuya especialidad es la conservación de la piedra. En la
década pasada, ha viajado extensamente para estudiar las enfer­
medades que afectan a la piedra en Europa, Asia, África y en este
hemisferio. Su veredicto es que el arte esculpido al aire libre
del mundo “se está derritiendo como un cono de nieve en el sol
de verano”. No sólo están en peligro catedrales como la de
130 VEA ITALIA PRONTO
Ghartres, sino que incluso remotos santuarios budistas, como Boro-
budur en Indonesia, están decayendo visiblemente. Los químicos
aun no han inventado una sustancia protectora a toda prueba
(aunque Lewin ha inventado una solución que cree puede salvar
algunos monumentos). Lo que falta es el dinero. Lewin calcula
que por un millón de dólares —el precio pagado por el Museo
Metropolitano por su gran crátera—, la humanidad puede per­
feccionar una fórmula que salvaría muchos de sus mayores tesoros
de la propia civilización. La conclusión es irresistible: el pasado
no tiene futuro a menos que estemos dispuestos a pagar por él.
IV. EL COMERCIO DE TIESTOS
“¡Malo, malo!”, dice el comprador,
pero al marchar se felicita.
Proverbios XX. 14

1. La venta del pasado

La v e n t a de antigüedades es un negocio diferente a otros. En el


comercio de tiestos, la mayoría de las existencias del traficante
ha sido adquirida, en uno u otro momento, por medio de una
violación de la ley. Esto fue expuesto claramente por John D.
Cooney,1 curador de arte antiguo en el Museo de Cleveland,
quien, en marzo de 1972, le dijo a un periodista que el 95% del
material de arte antiguo en los Estados Unidos ha sido introducido
de contrabando. “A menos que usted sea ingenuo o no muy listo”,
prosiguió Cooney, “debe saber que gran parte del arte antiguo
es robado”. Su franqueza incomodó a muchas de las personas que
trabajan en los museos, una de las cuales —Dietrich von Bothmer
del Metropolitano— consideró que lo expresado por el investigador
de Cleveland era “extraño” y “mal concebido”.
Extraño o no, Cooney fue indudablemente franco. Podría haber
cierta discusión sobre Ja proporción exacta del arte robado, pero
nadie que haga una pesquisa aunque sea superficial puede dudar
de que la gran mayoría de los bienes ofrecidos en venta son en
realidad bienes de contrabando. Es cierto, como protestó Von
Bothmer, que se describe a mucho del material como si proviniera
de antiguas colecciones y en algunos casos tales garantías podrían
ser genuinas. Pero, como observó el curador de un museo suizo,
“Es del conocimiento público que el 90% de los certificados de
origen que acompañan esas obras de arte son del todo poco con­
fiables”.2 En este respecto, el comercio también es poco común:
la falsificación de documentos es un método rutinario del negocio,
tal como lo aceptan generalmente el vendedor y el comprador
conocedor.
1 Véase Shirey, 10 de marzo de 1973.
2 Véase Time, 26 de febrero de 1973.
131
132 EL COMERCIO DE TIESTOS
El tamaño exacto del mercado sólo puede ser estimado. Un
cálculo publicado8 es el de que antigüedades por valor de siete
millones de dólares se originan cada año en el Mediterráneo, y
que Italia por sí sola genera tres millones del total. Si se añade
el arte sacado ilegalmente de Asia y la América Latina, un total
mundial de 15 a 20 millones de dólares parece muy conservador.
La mayoría de las mejores obras van a unos pocos de miles de
coleccionistas y a unos cuantos museos, y son vendidas por unos
pocos cientos de traficantes. Un número mucho mayor de per­
sonas participa en la obtención del material extrayéndolo de la
tierra: una fuerza de trabajo quizás de varios cientos de miles
de individuos. En conjunto, el mercado del arte es una subcul-
tura fascinante muy pocas veces estudiada.
En el ápice está el comerciante o traficante. Al hablar con base en
su experiencia, Bemard Berenson4 expresó en una ocasión: “Se
necesitaría un Balzac para describir el poder y la gloria de los
traficantes capaces y de su influencia, para bien o para mal, sobre
el público”. El comercio aún no ha encontrado a su Balzac; sor­
prendentemente, ni siquiera hay una historia del comercio en
arte* sino sólo dispersas memorias y biografías (de las cuales el
perfil de Duveen por S. N. Behrman sigue siendo la mejor). Una
consecuencia de esta ausencia de información es que muchos están
dispuestos a creer lo peor acerca del comerciante: está en un
negocio oscuro, compitiendo con rivales rudos e incluso carentes
de escrúpulos, y no obstante, para tener éxito debe llevar una
máscara de genialidad. Siempre está la sospecha de prácticas im­
petuosas, de hipocresía y de vilezas.
Esta preconcepción no siempre es justa. Es demasiado fácil
ignorar la dedicación del comerciante serio, sus conocimientos es­
pecializados y su auténtico compromiso con el arte. Incluso si sus
motivos no son desinteresados, el comerciante puede d esem peñar
un papel creativo, llamando la atención sobre una e s c u e l a de
arte ignorada o incluso proponiendo ideas que merecen atención*
Un ejemplo, en el campo de las antigüedades, es el trabajo de
Cario T. E. Gay, un traficante nacido en Italia que vive en
Nueva York y cuya especialidad es el arte antiguo de México.
Gay, hombre meditabundo, de habla suave, ha contribuido más
*• I U I U .
4 Véase Bemard Berenson, Seeing and Knowing, Graphic Society. Nue­
va York, 1968, p. 52.
EL COMERCIO DE TIESTOS 133
que cualquier otra persona a identificar y dar publicidad a un
estilo cultural, precolombino fascinante pero poco conocido: el
Xochipala.
En febrero de 1967, durante un viaje a México,5 le enseñaron
a Gay unos pocos artefactos de piedra y cerámica que, según
dijeron, fueron encontrados por un campesino en una pequeña
aldea llamada El Zacatoso, unos 10 kilómetros al sur del pueblo
de Xochipala en el estado de Guerrero. Para Gay, las piezas tenían
interés especial porque su estilo era similar al de los olmecas, la
civilización madre de Mesoamérica, cuyos orígenes estaban, se
creía, en la costa del Golfo. Él sospechaba que en realidad los
olmecas surgieron originalmente en el estado de Guerrero, y a
medida que prosiguió su investigación encontró otros objetos que
parecían apoyar esa opinión, todos provenientes de la zona que ro­
dea a Xochipala. Lo especialmente emocionante para él, era la
calidad estética de la escultura que vio; las figuras estaban mode­
ladas en una hermosa forma realista, y las caras eran verdaderos
retratos y no estaban trabajadas en el modo mas estilizado de otras
piezas precolombinas. Resulta que el mismo modelado realista se
podía ver en una curiosa pieza de orígenes desconocidos donada
al Museo Peabody de Harvard en 1903 por un explorador estadu­
nidense llamado William Niven, que había viajado por Guerrero
en 1896-1897* *nnn
Xochipala es una aldea montanosa poco visitada, de unos
habitantes, que domina profundos barrancos y el sitio de un lago
antiguo. Sólo se puede llegar a ella por un camino de terracena
sinuoso y de pendiente pronunciada, y sus pobladores se m
nen principalmente con el maíz que se cultiva, en * v
ción dietética que posiblemente es la causa d e u
de síntomas similares a la pelagra, y a la que j
como «el botón”. Al igual que en otras partes de México, elagua
escasea, y uno de los pocos manantiaíes -Uamado OjO de Agu
fue muy probablemente utilizado en tiempos antiguos. La época
I Véase Gay, l972< , qué posteriormente se acusó de vender
ffalsificaciones
, .J*1™ 1 eraal Museo SN an aao ln adel^México;
^ unatambién es la escritura^
misteri0sa fuente de que
las
925 mscntas falsas, cu
t a b l i l l a s Amantla, México. Esas ta­
ngán él, había ^ ^ V c n t e d f unTseríe de libros’escritos por James
C h w c h 3 nen losmque sostenía que el Nuevo Mundo había sido poWado
urcnwara en ios 4 , ían j_i continente perdido de Mu. No obs-
Z t u í Z S S S S de b pieza del Peabody eS indudab.e.
134 EL COMERCIO DE TIESTOS
moderna apenas ha tocado a Xochipala, que se encuentra muy
adentro de un estado conocido por su terreno escabroso, sus ban­
didos y sus guerrillas. No ha sido realizada ninguna excavación
arqueológica en la zona.
Asi, se requirió cierta audacia para que Gay realizara sus pes­
quisas, y en el curso de varios viajes encontró testimonios de por
lo menos cuatro sitios de enterramientos de los cuales se habían
extraído figuras esculpidas que a él le parecieron prueba de una
temprana ocupación olmeca. En dos de sus visitas, Gay fue acom­
pañado por Gillett G. Griffin, curador de arte primitivo y pre"
colombino del Museo de Arte de la Universidad de Princeton.
Esta colaboración llevó a una exposición, que señaló un nuevo
camino, del arte xochipala realizada en los inicios de 1972 en el
Museo de Princeton. En el prefacio del Catálogo,0 cuyo texto escri-
10 ay, el curador de Princeton hizo ver que era la primera oca-
slon que Ia cultura xochipala se mostraba como una entidad
por derecho propio. “Son las primeras figuras retrato, indudable­
mente cargadas de una vida interior, las que nos cortan la respi­
ración , escribió Griffin. “Es milagroso que hayan estado esperan-
o mas de 3 000 anos para ser descubiertas... Es de esperar que
S pS f°!jS 1?fS.^ire.1) unf' cuidadosa investigación científica”,
n la identificación e investigación preliminar que Gay hizo de la
desemneñar^ ^ P°d-m°S W d W l catalítico que P ^ de
estáTdt ^ T / ° mer? ante serio' Aunclue los investigadores n°
terial de Xochinal0011 • * ^6C*la temPrana que Gay asignó al n'a'
gicamente í ' nmguno deI cual ha sido excavado arqueolo-
llente de aC6rCa de la caIidad estética sobresa-
trabaio de a entcmces desconocido. Dejemos que f1
S * Jen un X f ™ ^ ejemPb d* * * * * * * y
codicia y los engaños.6 “ “ freCuencia est* asociado con

^ l ll T n V T s c w Ü r f 6XÍS5en engaños'7 Incluso quien indague


tratos fraudulentos Un Z interesantes historias sobre
sobre el p e n o T J ’" " 1? 65 eI cuent0 <lue se
verdadero. El perro de Basilea f PU j 6 cornPr°barse> pero Va1.
ciDales DÍeza<? J3asiIea fue durante años una de las pnn
cipales piezas exhibidas en el Museo de Arte de esa ciudad, hasta
que se le expulso como una posible falsificación aproximadamente
« Ibid., p. 7.
7 Entrevistas personales.
EL COMERCIO DE TIESTOS 135
en 1966. Canino de aspecto fiero y raza indeterminada, el perro
de Basilea está esculpido en mármol blanco y en cierto momento
perdió sus extremidades inferiores. Su antigüedad tampoco está
determinada, y se le ha considerado griego del siglo v a.c., roma­
no de la época de Adriano, e italiano contemporáneo.
En cierto momento, el perro estuvo en posesión o fue comprado
por un coleccionista italiano cuya esposa tenía una fuerte pre­
ferencia por representaciones artísticas de perros. Lo que se cuenta
en Roma es que el perro era una antigüedad espuria, hecha bajo
pedido por un falsificador, y que la señora falleció antes de que
pudiera entregarse la obra. Esto sucedió a finales de la década
de los treinta, y durante la segunda Guerra Mundial, se dice,
el perro languideció en una de las muchas tiendas de antigüeda­
des de la Via del Babuino. Después de la guerra, resurgió el
mercado de arte, y un día se le avisó a un traficante extranjero
que estaba disponible una obra maestra griega: uno de los pocos
caninos griegos clásicos que podían encontrarse en cualquier lugar.
Al traficante le gustó el perro, y entonces se presento la cuestión
de cómo podía exportársele de Italia. “Tengo una idea”, dijo
el propietario del perro. “¿Por que no declaro al perro como una
copia moderna barata en el manifiesto de exportación? No habrá
dificultades con la aduana italiana. Le daré un recibo que diga
que el perro costó 16000 liras, y entonces usted lo podrá recoger
en el extranjero sin ningún problema . ^
A su debido tiempo, el perro salió de Italia y finalmente llega
a las manos de otro traficante, Herbert A. Cahn, nacWo en Ale-
mflnia autoridad en monedas antiguas y propietano de Munzen
& Medaillen A. G. en Basilea. P r o n t o fue comprado a un prec.o
bajo por los amigos del Museo de Arte de Basileayorfpdl.a
mente se le puso en exhibición. Pero 1“ £ £
antecedentes del perro. A unos les mquietaba el estío, °^ c o n s i
deraban que el precio era muy bajo para una pieza de antece-
d e n te s im p e c a b le s , pero la objeción de más peso se refería al
mármol blanco en que se había esculpido el can. Las pruebas
demostraron que la piedra era sorprendentemente similar en com­
posición al mármol de una cantera moderna italiana, lo que arrojo
dudas sobre la pretensión de que el perro era griego. A mediados de
los años sesenta, el perro se había convertido en una broma local
en Basilea en tema de una canción burlesca de carnaval y en una
sátira terrible- una carroza de carnaval con un modelo del perro
tenía en ella el rótulo "Cave Cahnem” [“cuidado con el perro”].
136 EL COMERCIO DE TIESTOS
Mientras tanto, según la historia, el traficante que había com­
prado originalmente el perro en Roma regresó a la pequeña tienda
en la Vía del Babuino para enfrentarse iracundo al vendedor de
la bestia. “Lo siento, no entiendo por qué se queja usted”, 6®
cuenta que dijo el anticuario romano. “Aquí está el recibo origi­
nal; usted pagó 16 000 liras por una copia moderna, y eso es
precisamente lo que obtuvo”. Y ¿qué sucedió con el perro? En
1966 se inauguró un espléndido y nuevo museo de antigüedades
en Basilea, y el can estaba conspicuamente ausente. CorneUus
Vermeule, del Museo de Boston, recurriendo a su sarcasmo erudito,
lo expresó de esta manera al relatar el asunto en 1968:
Aparentemente un individuo vigoroso y capaz de defenderse a si tnis~
mo tirando una o dos buenas tarascadas, ha sucumbido a una se^e
de ataques concertados, algunos dirigidos a su calidad como obra e
arte, pero otros encaminados más a embarazar a los que han dado
albergue a la pobre bestia . . . Por el delito de existir a p a r e n t e m e n t e
bajo falsas pretensiones, el animal fue expulsado del Museo de Basilea
y» al igual que tantos fugitivos que huyen de la persecución, salió e
Viejo Mundo hacia el Nuevo. En el momento en que escribo es^
es un residente, con visa temporal, del Museo de Bellas Artes de
Boston.8
A juicio de Vermeule, el perro no es griego del siglo v. a.c., nj
una falsificación moderna, sino una copia romana de un origina1
griego, probablemente hecho en el periodo de Trajano o Adriano*
Si es asi, posiblemente fue vendido como original a un ansioso co­
leccionista romano, al que se le dio un certificado en griego
ostrar que en una. ocasion había estado en la colección perso-
nal de Pendes.*
8 Véase Vermeule, 1968, p. 5.
Como lo ha expresado Ogden Nash en su poema “El C o le c c io n is ta
I met a traveler from an antique show
His pockets empty, but his eyes aglow
Upon his back, and now his very own
Am
Amidld^h,?? VaSt ancd
the torrent trunkless legs
of collector’s of stone.
jargon
I gathered he had found himself a bargain
permanent conversation piece post-prandial,
Certified genmne ozymandial.
And when I asked him how* he could bP «i,™
He showed me P.B. Shelley’s signature.
EL COMERCIO DE TIESTOS 137
El traficante de antigüedades vive en un mundo darwiniano pla­
gado de peligros; debe estar constantemente alerta para no ser
sorprendido por una falsificación o verse implicado en un escán­
dalo policiaco. Además, depende de los caprichos de los ricos, o
casi ricos, cuyos intereses coleccionistas pueden cambiar repenti­
namente o a los que puede cortejar y ganar un rival. Debe buscar
continuamente nuevos clientes, utilizando toda su persuasión para
estimular interés. Su mercado es tan pequeño y especializado que,
como lo sabe muy bien, un solo comprador importante lo puede
transformar.
Un caso en el campo de las bellas artes es el efecto que Paul
Mellon ha tenido en el mercado de las pinturas inglesas. El mul­
timillonario de Pittsbuigh ha estado reuniendo durante algunos
años una de las colecciones más grandes de arte inglés de los siglos
Xviu y xix. Mellon recientemente dono su colección a la Univer­
sidad de Yale, donde se construyó un nuevo museo, diseñado por
Louis F. Kahn, para albergarlo. Se dice que en los últimos 10
o 15 años ha gastado varios cientos de miles de dólares al año
en los Maestros Ingleses, y quienes están en ese campo le acre­
ditan haber aumentado diez veces los precios de subasta de los
pintores ingleses menos conocidos.
En el campo precolombino, un solo comprador rico puede tener
un efecto similar. Pocos han oído el nombre de William Palmer,
que en la última década se ha convertido en un importante colec­
cionista de arte americano antiguo, interesado especialmente en
figurillas de oro. Palmer vive en el aislamiento en Mame, y
Según los estudiosos que han visto su colección, ha ° ®
cenas de miles de piezas en poco tiempo. A sus fuertes “ “ P
se les atribuye la duplicación e incluso la triplicación del preci
de ciertas categorías de arte precolombino.
Para un traficante, es una g ra n com p e^ a c.ón v erq u eu n cten e
ocasional se convierte en un coleccionista seno, que a veces se
[Encontré a un viajero que venía desuna muestra de antigüedades,
sus bolsillos vacíos, sus ojos brillantes.
c .u rp oii espalda, y ahora, suyas» . t
llevaba dos inmensas piernas de piedra, sin el cuerpo.
S e el torrente de la jerga del coleccionóla
comprendí que habla encontrado una ganga,
una pieza de conversación permanente después de la comida,
certificada como genuina ozymandial
y cuando le pregunté cómo podía estar seguro,
me enseñó la firma de P.B. ShelleyJ
138 EL COMERCIO DE TIESTOS
interesa académicamente en su campo particular. Al conversar,
los comerciantes hablan con desdén de los compradores muy ricos
que acumulan a manera de urracas, basándose en el consejo de
expertos contratados. El comerciante prefiere platicar de coleccio­
nistas de medios moderados que seleccionan con amor y conoci­
miento. Un nombre que siempre es mencionado con especial res­
peto es el de León Pomerance, comerciante de papel, nacido en
Brooklyn, que se ha convertido en una autoridad reconocida en el
arte antiguo del Mediterráneo como resultado de su coleccio­
nismo.
La colección empezó a consecuencia de un encuentro casual. En.
1951, Pomerance y su finada esposa Harriet, pasaban unas va­
caciones de aniversario en Europa,0 y, mientras visitaban Suiza,
vieron primero colecciones privadas de antigüedades —aunque
tenían interés en el arte antiguo, no se habían dado cuenta de
que esos objetos eran vendidos abiertamente—. Poco después, la.
pareja iba en un tren de Florencia a Roma y en su compartimiento
viajaba también el doctor Elie Borowski, quien después de obtener
su doctorado en arte en la Universidad de Toronto estaba apenas
empezando una nueva carrera de comerciante. Borowski, nacido
en Polonia, llevaba consigo algunos objetos, entre ellos sellos sume-
rios que (según recordó posteriormente Pomerance) “estaban guar­
dados en esas pequeñas cajas estañadas en que se venden los ciga­
rrillos Gold Flake”. Después de ver los sellos, los Pomerance
permanecieron despiertos hasta las dos de la mañana, haciendo
impresiones de ellos en plastilina; después, compraron dos minia­
turas de bronce que también estaban en las cajitas estañadas de
Gold Flake que llevaba Borowski. “A partir de entonces, no dim°s
marcha atrás”, le dijo el empresario neoyorquino a Joseph Alsop»
quien ha descrito ese encuentro.
Pasaron unos cuantos años y los Pomerance visitaron Creta?
donde se enteraron, al leer el catálogo de un museo, que a-ufl
quedaban importantes sitios minoicos sin excavar. Pomerance pron­
tamente o fre c ió financiar una nueva excavación, y como re s u lta d o
se realizaron una serie de temporadas de excavación, la primera
en 1961, en el sitio del palacio de Kato Zakros en el oriente de
Creta. Cada verano la pareja iba a Creta y observaba a ^ ^
que se descubrían objetos importantes, entre ellos un co n ju n to
tabletas inscritas en la extraña escritura llamada Lineal A, toda
sin descifrar. El patrocinio de la pareja era totalmente desm e
9 Véase Alsop, 1966.
EL COMERCIO DE TIESTOS 139
sado; todos los hallazgos se entregaron al Museo de Heraklión, del
que había sido director el excavador del sitio, doctor Nicholas
Platón. Pomerance, mientras tanto, se convirtió en un experto en
los arcanos problemas arqueológicos de la Grecia de la Edad del
Bronce. Presentó estudios en reuniones académicas sobre temas
como “El colapso fiscal de Santorini (Thera) ¿1450 a.c. o 1200
a.c.”? (el estudio fue publicado posteriormente por la Universidad
de Gotemburgo en Suecia). Al mismo tiempo, la colección Po­
merance10 creció, y en 1966 las mejores piezas de la misma fueron
exhibidas en el Museo de Brooklyn, cuyo catálogo decía: “El
señor León Pomerance y su esposa han formado, en el breve lapso
de doce años, una notable colección, y no lo han hecho de forma
casual. No se han interesado sólo en reunir un número de objetos
de arte que no tienen nada en común, excepto la belleza ...,
La colección fue formada como resultado de mucho estudio de­
dicado y apreciación de las artes y artesanías de los pueblos
antiguos”. _
En todo esto, el matrimonio Pomerance (la señora Pomerance
murió en 1972) mostró una actitud especial. León Pomerance se
consideraba a sí mismo como un mero custodio provisional, y
decía de sus objetos: “¿Por cuánto tiempo los tiene uno? Quizas
30 o 40 años, y estas cosas pueden tener 3 000 o 4000 anos de
antigüedad Esto nos hace meditar”. La pareja nunca vendió una
pieza, aunque ocasionalmente hizo intercambios. Estábil dedica­
dos, el mejor de los sentidos, al pasado. Per» los Pomerance
representan al coleccionista poco común. Para satisfacerRemandas
de personas menos escrupulosas, cientos de ;miles * atones de
tumbas trabajan con ahinco en su oficio Del comerciante, en la
cima de la pirámide, descendemos a su base.

2. L a seg unda pro fesió n m ás antigua

e .j . o -d . - S
moderna tombaroh. en la incua su ^ *
G u tem [ p e le r o s , y en Perú
lugar los términos significan lo mismo: aquellos que saquean tum
b Í y “ pos. Se a s e g u r a que es la segunda profesion m a s antigua,
practicada tan a m p li a m e n te , si no es que tan lucrativamente,
1(> Véase Museo de Brooklyn, 1966.
11 Véase Finch, 1971.
140 EL COMERCIO DE TIESTOS
como la primera. Al igual que la cortesana, el ladrón de tumbas
sabe que la belleza vale dinero y que pocas veces faltan clientes.
Las leyes, las limitaciones morales y los peligros físicos han tenido
mas o menos el mismo efecto disuasivo sobre esta actividad, que el
que tienen sobre la primera.
De hecho, los griegos atribuían el origen del arte a un acto de
latrocinio. En su diálogo Protágoras, Platón afirma que Prometeo,
con el fin de proveer un medio de salvación al hombre recién
creado (“desnudo, descalzo, sin cobijo y sin armas”), robó para
dárselo el don de la habilidad en el arte, junto con el fuego (“por­
que sin fuego era imposible para cualquiera poseer o utilizar esta
habilidad”). Con este don robado, el hombre participó de las
características de los dioses, porque sólo él entre las criaturas
vivientes creía en seres sobrenaturales “y se dedicó a construirles
altares e imágenes”.
Lo que empezó con un robo continuó en la misma tradición.
Uno de los primeros documentos legales egipcios, conocido como
el Papiro de Amherst y publicado por primera vez en 1873, nos
dice de los cargos que por robo de tumbas se hicieron contra el
alcalde de Tebas en el reinado de Ramsés IX (aproximadamente
1134-1117 a.c.) Los documentos están llenos de intrigas, pero un
punto familiar queda en claro. Como escribe la egiptóloga Barbara
Mertz:12 “Las confesiones registradas de los ladrones de tumbas
establecen claramente que el cohecho de los funcionarios era p ^ “
te de los gastos normales de la actividad”.*
Sin importar lo antiguo del oficio, la literatura sobre el robo
de tumbas no abunda. Uno de los pocos libros que tratan del
tema es el de Dora Jane Hamblin, y tiene el bonito título de
12 véase Bárbara Mertz, Temples, Tombs and Hieroglyphs., C ow ard
McCann, Nueva York, 1964, p. 309.
El saqueo de Egipto ha continuado ininterrumpidamente desde enton*
ces, aunque para su mérito, sucesivos regímenes del Cairo han tomad o
algunas medidas para crear un comercio legal en réplicas. Incluso los c®“
munistas han participado, si es posible creerle a Philipe Bernert, que
cribió en el periódico parisiense de derecha VAurore. Informa (25 de ju»?
de 1972) que técnicos soviéticos estuvieron sacando de contrabando anti­
güedades en valijas diplomáticas que disfrutaban de inmunidad. Inform
que los rusos que regresaban a su país, llevaban “des valises singuliértnen
lo u r d e s El 9 de abril de 1973, una noticia de Associated Press informa
que en los tres primeros meses de 1973 hablan sido violadas miles de tu
bas antiguas. Además de las estatuas y muros pintados, los papiros f“eríja
uno de los principales objetivos. Una colección de rollos, informaba
noticia, era una de las más grandes conocidas. Se decía que sus due
pedían por ella un millón de dólares.
EL COMERCIO DE TIESTOS 141
Pots and Robbers [Vasijas y ladrones]. Durante años Hamblin ha
vivido en Roma, y escribió muchas veces sobre Italia para la
revista Life; en una ocasión, en 1960, un editor le pidió que escri­
biera un libro sobre cualquier tema que le interesara. “Bueno
contestó Hamblin—, conozco mucho acerca del robo de tum­
bas”, y el informativo y útil libro fue el resultado. Como ella
señala, los robos de tumbas han sido prohibidos por la ley en
Italia desde los tiempos del emperador Vespasiano, y teórica­
mente cualquier antigüedad que encuentre un campesino debe
ser vendida al Estado. La penuria oficial hace absurda esa ley.
En cierta ocasión, en 1958, un agricultor encontró cerca de la
antigua ciudad etrusca de Orbetello una preciosa y pequeña esta­
tua de bronce por la que el traficante local le ofreció 16 000
dólares. La policía supo del descubrimiento y confiscó la estatua.
Al campesino se le pagaron 500 dólares, supuestamente “25% de
su valor”. Como consecuencia de esa tacañería, pocos agriculto­
res italianos considerarán por un momento vender cualquier hallaz­
go al Estado..
Como se enteró Hamblin,18 el dinero no es el único motivo de
los tombaroli. En 1964, durante un paseo campestre con amigos
en otra antigua ciudad etrusca, Vulci se encontró con un ladrón
de tumbas que dijo llamarse Pepe. Luego siguió este diálogo:
“¿Eres un tombarolo?”
“Sí, signora. Desde hace once años... Es lo mas bello en la
vida, encontrar estas cosas. Hasta que el mundo se acabe seguire
haciéndolo, porque es tan bello”.
“¿Te han atrapado alguna vez?”
“Seguro. Dos veces. Pero no tiene importancia”.
“¿Hay algo que te haría dejar de hacerlo?”
“No, signora, nada. Me gusta excavar, descubrir las tumbas. No
puedo detenerme. Ni siquiera gano dinero en lo que encuentro,
Porque cuando me atrapan debo pagar las multas, y sobornar a
l°s guardias...”
“¿Sobornar a Tos guardias?”
“Sí, signora. Los guardias no ganan mucho dinero. Por unas
cuantas liras mirarán a otra parte .
Para Pepe, el dinero es menos importante que la emoción del
descubrimiento, a la que llama la passione, la pasión . Dijo:
“Uno ha trabajado muy duro. Entonces se encuentra enfrente de
la tumba y está Hsto para abrirla. No sabe qué hay adentro. Este
*8 Véase Hamblin, 1970, pp. 81 ss.
142 EL COMERCIO DE TIESTOS
es el momento. Si su padre o su madre trataran de detenerlo
uno los empujaría a un lado...”
Pepe, que invitó al grupo a su casa, posteriormente expreso
que obtenía los mejores precios de un traficante estadunidense que
vivía en Roma. “Le aviso y viene. En una ocasión tenía dos
bellos vasos griegos pintados. Creo que del siglo v a.c.; tenía todo
listo. Los coloqué en la mesa—aquí, en esta mesa— y los cubrí
con una sábana, y apagué la luz. Traje a mi norteamericano aquí
y dije: “Aguarde”. Quité la sábana y prendí la luz, y él los vio.
Su respiración se aceleró. Casi no podía hablar, eran tan hermosos’ .
En el Nuevo Mundo, una de las mejores descripciones de la sub-
cultura de los ladrones de tumbas es la de un antropólogo de
la Universidad Brown, que se vio implicado en el problema porque
sufría de insomnio. De julio de 1968 a junio de 1969, Dwight
Heath fue profesor visitante de antropología en la Universidad
de Costa Rica, bajo el patrocinio del programa Fulbright-Hays.
Hombre delgado e inquieto, a Heath a veces se le dificultaba
conciliar el sueño y caminaba bastante después de la medianoche
por las desiertas calles de San José. Cerca de la plaza principal,
encontro un café que estaba abierto toda la noche, llamado
tismerelda , lugar bien iluminado y limpio donde siempre es
P°SA e c^mPrar un excelente cafe o una buena cerveza local.
Ocumo que casualmente el “Esmerelda” es también el lugar
de reunión favorito de los huaqueros (de la palabra inca huaco,
lugar antiguo o sagrado). El antropólogo estadunidense se hizo
amigo de ellos y gradualmente ganó su confianza, a la vez que
dejaba en claro que había hecho algún trabajo a rq u e o ló g ic o en
los Estados Unidos y deploraba las excavaciones no siste m atiza -
as. xp ico que le interesaba entender su oficio, y cuando los
uaqueros se convencieron de que no era ni un espía oficial ni
un buscador de gangas, lo empezaron a considerar, como dijo uno
d e d io s, un am ig o de Dios y del diablo”.
Heath hizo varios descubrimientos importantes,14 y el primero
ue propia magnitud de la actividad. Costa Rica es un pa*s
pequeño con^ cerca de 1.5 millones de habitantes, y cuando se le
!jo que había entre 3 000 y 5 000 huaqueros, pensó que la cifra
era muy^ exagerada. Sin embargo, hasta hace pocos años, Costa
ca tema un sistema poco común, por lo cual el Museo Nacional
a permisos a los excavadores que buscaban tesoros. Al co n su l-
14 Véase Heath, 1971.
EL COMERCIO DE TIESTOS 143
tar los archivos del museo, el antropólogo se enteró de que 693
personas habían obtenido esos permisos de 1954 a 1967, y que
cada permiso era válido para tres personas. En sus entrevistas,
Heath determinó que sólo 20% de sus informantes se había mo­
lestado alguna vez en obtener un permiso. Así pudo hacer la
estimación razonable de que cerca de 4330 personas eran ladrones
de tumbas a tiempo completo o parcial. Teniendo en cuenta
otras personas que participaban en el comercio —tenderos, ven­
dedores ambulantes y especialistas en restauración— Heath con­
cluyó que 1% de la población económicamente activa total par­
ticipaba en la venta de arte precolombino. En otras palabras,
como informó posteriormente: “¡Es posible que haya mas arqueó­
logos comerciales de medio tiempo en un país del tamaño de
Virginia Occidental, que arqueólogos capacitados académicamente
(los llamados ‘profesionales’) en todo el mundo!” Por ser un lugar
de encuentro de las culturas precolombinas, el territorio de la
actual Costa Rica tiene gran interés para los estudiosos, aunque
®s poca la investigación científica que se ha realizado. El jade y
el oro de Costa Rica han desarrollado un mercado entre los co­
leccionistas pero la cerámica que se encuentra en el país aun no
se pone de moda. No obstante, Heath estima que el huaquertsmo
le produce al país aproximadamente 500000 dolares anuales. Hay
un complejo sistema de creencias y conducta en estampación.
Los ¡maqueros viejos pueden analizar en detalle los ar es §e
"ealógicos” de los ladrones de tumbas en varias regiones, y hacen
cuidadosa distinción entre los ganchos —vagos que merodean en
los mercados centrales y venden objetos que su p u estam en te ellos
mismos excavaron— y los profesionales hábiles. Quienes están
esta actividad tienen sus secretos. Algunos dicen que donde hay un
altar de piedra hay oro debajo. Otro creen que el cuello de una
jarra grande apunta en dirección de otras jarras gra ,
en ciertas regiones los entierros mas neos no están en el c n
j i cementerio,
del ? sino
. en lalo «Antrada”
entrada oo “salida^ ,5 en los extremos
oriental y occidental. , , . ,
Todo huaquero sueña con un gran hallazgo, con descubrir El
Dorado. Sin embargo, cuando se hace un hallazgo neo, el dinero
^ divide entre una docena de manos. Heath supo que en una
excavación todo mundo obtenía una parte en un complicado siste­
* En ]a década 1975-1985, varios investigadores reconocidos han empe­
zado a Henar ese vacío, aunque su número es muy reducido. Entre ellos
sobresalen Michael Snarskis, Carlos Aguilar Piedra y Fredenck Lange. [T.]
144 EL COMERCIO DE TIESTOS
ma de pagos. El organizador de la excavación le pagaba al ca­
pataz, un huaquero experimentado, 83 dólares a la semana, en
tanto que los peones no capacitados recibían 2.35 dólares al día,
además de alimentos y cigarrillos. Al propietario del terreno se e
pagaban hasta 200 dólares al mes por utilizar su propiedad. Luego
estaban los arreglos especiales. El patrocinador de la excavación
les diría a algunos trabajadores que ocultaran cualquier oro o
jade que encontraran, de manera que el propietario del terreno
y el capataz no supieran del mismo; posteriormente, el patroci­
nador negociaría privadamente con los peones una “prima por e
objeto”. Al mismo tiempo, el patrocinador tiene un acuerdo si­
milar con el capataz de la excavación, pagándole una bonificación
por lo que esconde del propietario del terreno y de los demas
trabajadores. El propietario también hacía sus tratos privados.
Una tajada periódica iba al jefe de la policía local: 140 dólares
ai mes por hacerse de la vista gorda y unas pocas piezas escogidas
como complemento. Todos los hallazgos terminaron finalmente,
por varias rutas, en San José, la capital, con los objetos de arte
yendo a parar a pequeñas tiendas de antigüedades o a v en d e d o re s
callejeros. Parte del negocio era compartido por “corredores” que
conocían a los coleccionistas locales y obtenían una comisión del
10% sobre el precio mínimo del vendedor. Tan rápida era Ia
velocidad del comercio que Heath, después de unos cuantos meses,
desistió de llevar el registro de las múltiples transacciones.
El dinero obtenido puede ser importante para el huaqwero. E>n
Costa Rica, una familia de cinco personas puede vivir con 34 dó­
lares al mes, y el profesor mejor pagado que Heath conocía sólo
recibía cerca de 102 dólares mensuales. En un cementerio rico»
cuatro hombres encontraron, en doce días, 226 vasijas que pr°'
dujeron 5 330 dolares, o sea más de 265 dólares al día. Otro
huaquero informó que había encontrado oro por valor de 12 400
dolares en un solo día. Se le platicó a Heath de dos hombres que
llevaron jade y oro a Nueva York por consignación, que se qu^\
daron allá 30 días y gastaron casi 7 500 dólares; el par pag^
11 500 dólares a los seis huaqueros que les habían confiado
objetos y aún así cada uno regresó con una ganancia de 4 000 do­
lares. Gomo ocurre en todas partes, la industria de las fa lsific a ­
ciones también prospera. Heath escribe: “El tráfico de falsifi­
caciones merece una monografía por sí mismo. Por ahora, sólo
mencionaré una vasija completamente falsa que fue comprada e*1
2400 dólares por un estadunidense; luego, por si eso fuera p°c0í
EL COMERCIO DE TIESTOS 145
una copia de la falsificación fue vendida por 1 000 dólares en
Panamá”.
En diciembre de 1971 hice una visita a Costa Rica, en el curso
de la cual busqué a los huaqueros. Es fácil encontrarlos, pues los
folletos turísticos de los hoteles mencionan las tiendas de anti­
güedades, en algunas de las cuales el arte precolombino puede
pagarse con la tarjeta American Express.* En el café “Esmerel-
da”, la simple expresión de interés atrajo a media docena de
costarricenses a mi mesa, cada uno con una caja llena de lo que
supuestamente eran jades invaluables, piezas de oro y cerámica.
Poco después, se me llevó a la parte trasera de una tienda, donde
se sacaron grandes piezas de un clóset y se exhibieron orgullosa-
mente en una mesa de trabajo. Se me permitió fotografiar los
objetos, y al hacerlo así, pregunté si sería ilegal exportarlos. “Si
quiere, le conseguimos los permisos de exportación”, se me dijo.
“Tenemos un amigo en el museo. Pero usted puede llevarlos
consigo al subir al avión; nadie registrara sus maletas de mano.
¿Por qué se preocupa? En Nueva York puede vender cualquiera
de estas piezas por mucho más de lo que le estamos ^cobrando.
¿Desea ver un catálogo con algunos precios recientes?
En Costa Rica, el comercio se hace tan abiertamente que casi
es legal. En otras partes de América Latina, en particular en
países cuyos objetos precolombinos se venden a mayores precios
mundiales, el mercado es en verdad clandestino. No obstante, el
patrón es casi siempre el mismo. Un país con una .herencia ar­
queológica rica, y variada es Colombia,15 donde otra investiga ora,
Karen Olsen Bruhns, profesora de ántropología en San José College
en California, encontró que el robo de tumbas esta a tan ge
ralizado como en Costa Rica.
Bruhns, que había pasado tres temporadas de campo en los
Andes c o lo m b ia n o s , está interesada especialmente en l a cultura
quimbaya, antigua c iv iliz a c ió n india conocida por sus ricos en­
tierros. Muchas tumbas quimbayas contienen bigunUas de oro
espectaculares. En un artículo publicado en 1972, informo.
H o y en día, casi todo hombre en la Cordillera Central, el área de
la cultura quim baya, está implicado en el descubrimiento y apertura
ilegales de tumbas antiguas. Hasta hace poco, sólo se recuperaban
los métales preciosos u objetos de excepcional belleza o interés, pero
* Desde que esto fue escrito, las leyes de Costa Rica han sido modifica­
das para dar mayor protección al patrimonio cultural del país. \T.]
15 Véase Bruhns, 1972.
146 EL COMERCIO DE TIESTOS
el creciente interés en Colombia por el coleccionismo de antigüeda­
des, combinado con la aparición de traficantes en el mercado inter­
nacional de antigüedades, ha dado nuevo ímpetu a la guaquería [en
Colombia se conoce a los ladrones de tumbas como guaqueros].
En Colombia, el instrumento clave es llamado media caña, hoja
de acero curva fijada a un mango largo. Este instrumento, sos­
tenido en posición vertical, es clavado en el suelo y extrae un
núcleo de tierra. El suelo mezclado, dicen los guaqueros, es siem­
pre señal de una tumba, y una vez que un tiro es abierto, se
harán otras exploraciones para determinar el tamaño y la forma
del entierro. Se limpia el sitio de la tumba con machete y pala,
y se baja una pequeña canasta de café mediante cuerdas a me­
dida que uno de los pillos vacía la cámara mortuoria. El prin­
cipal Ínteres se concentra en lo que se puede vender: las vasijas
rotas, los restos humanos y los objetos sin valor, de mercado son
dejados en la tumba. No se conservan registros y se da delibera­
damente información falsa para proteger la ubicación de un sitio
de otros buscadores ilegales. Luego se abandona el tiro de la
tumba, que puede permanecer como un pozo abierto durante
años hasta que el suelo más suave de sus alrededores se derrumba,
dejando una marca circular para señalar el sitio. “El campo y
uertas de la Colombia Central están llenos de ese testimonio de
la actividad de los guaqueros?*, escribe Bruhns.
Para el ladrón, el objetivo más sencillo es el templo sin vigilancia,
í T ° “ d° ,eI mundo’ y en especial en la India; en
le sta
° l hlrá?s bC0“ ,hay Hasta
raras y bellas. temP'oslah!ndúes>
década muchos
de 1950,cubiertos con
la mayoría
OÍA ,rn ados> pe™ at sub¡r los precios del arte hindú, sur-
de 2 T d del ^ Molos”. En 1971, más
Museo
Museo de Chandigarh fue robado a puntatemplos
de r.h-vrÜr ''T ? sacadas de los de Khajuraho,
de pistola v un bronceel
de gran importancia histórica del siglo ™ d c fue a r r e a d o de
un templo en Himachal Pradesh (posteriormente la ¿Tatúa fue
recuperada en un almacén de Bombay). Como informó Sydney
H. Schanberg, corresponsal del New York Times *
No es exagerado decir que el tráfico de ídolos y antigüedades se
ha convertido en un gran neg0ci0 en la Ind¡a * ^estrado a
traficantes de antigüedades para e=dgir rescate. En un caso reciente,
16 Véase Schanberg, 1971.
EL COMERCIO DE TIESTOS 147
en Gwalior, el rescate que se pagó era de 100 000 dólares... La
mayoría de los objetos de arte contrabandeados'son vendidos en paí­
ses occidentales, particularmente los Estados Unidos, y muchos van
a parar a museos.
Schanberg añadió que el problema no es que las leyes de la
India sean muy flexibles, sino que no existe una maquinaria
efectiva para hacerlas cumplir. La corrupción está generalizada.
En un informe sobre el saqueo en la India en un simposio de
1971, el profesor Frederick Asher,17 de la Universidad de Minne­
sota, observó que a los guardianes de los templos indios se les
paga menos de 50 centavos de dólar al día, lo que es bajo in­
cluso según las normas indias. Los funcionarios de las aduanas
presentan poca resistencia a la exportación de arte robado. Asher
declaró:
En 1969, cuando mi esposa y yo enviamos nuestro menaje domés­
tico desde Calcuta —y en realidad era nuestro menaje de casa, nada
más— recibimos una cuenta del agenté aduanero que incluía una
partida anotada literalmente “cuota por no abrir las cajas”. Al pre­
guntar sobre esto, se me dijo que éste era el soborno que se daba
a los funcionarios aduaneros para que no abrieran las cajas y acep­
taran el contenido tal como se presentaba en las formas de declara­
ción de aduanas.
En otros lugares de Asia18 la situación es muy parecida. Wilhelm
G. Solheim, profesor de antropología de la Universidad de Hawai,
al presentar un informe en el mismo simposio, estaba preocupado
particularmente por el problema en las Filipinas, donde se desarro­
lló un mercado de antigüedades. A finales de los años cincuenta
había una demanda especial de cerámica de los antiguos^ cemen­
terios al sur de Manila en la Provincia de Batangas. Solheim dijo:
Infortunadamente, los entierros excavados tenían asociados muchos
cuencos y platos enteros chinos, anameses y siameses, que el publico
empezó a desear. El coleccionismo local de estas clases de cerámica
se convirtió en símbolo de categoría dentro de las Filipinas, y para
abastecer este mercado, “excavaciones” profesionales empezaron a
encontrar nuevos sitios de enterramiento y a explotarlos en busca de
vasijas completas, destruyéndolos totalmente para los fines de una
excavación cuidadosa.
17 Véase Asher, 1971.
18 Véase Solheim, 1971.
148 EL COMERCIO DE TIESTOS
. En la década de 1960, se localizó una serie de sitios de enterra­
miento cerca de la laguna de Bay, justo al sureste de Manila, Allí
se desarrolló como pasatiempo una búsqueda improvisada de cerá­
micas. Varias tiendas de antigüedades se crearon en Manila, e n zonas
donde los turistas podrían verlas, y a éstas se dirigió el excedente
dé objetos relativamente comunes, mientras que los mejores y más
raros fueron a parar a varias colecciones notables cuyos propietarios
tenían la primera elección en los envíos que se hacían del campo.
El estudioso de ia Universidad de Hawai, que ha excavado en
diferentes países del sureste asiático durante 22 años, informó
que en Tailandia hay un problema doble; saqueo para el mercado
de exportaciones y una fuerte demanda interna de relicarios bu­
distas, de los cuales se cree que poseen grandes poderes sobre­
naturales. En su trabajo en Tailandia, le preocupaba menos en­
contrar oro (siempre un estímulo para el bandidaje) que descubrir
un depósito de relicarios. Gomo consecuencia, se requiere la pro­
tección del ejército para la excavación de monumentos budistas,
y en un caso, durante los años sesenta, cuando un grupo del
Museo Nacional consideró que ya no se necesitaba una guardia
del ejército, saqueadores armados con metralletas aparecieron in­
mediatamente y robaron el sitio. Se tuvo que volver a llamar al
ejército para que los alejara.
Los thais, debe añadirse, tienen un ingenioso sistema para prote­
ger su patrimonio de turistas codiciosos. Todos los objetos de más
de 50 años de antigüedad' deben tener un permiso de exportación
del Museo Nacional;, los objetos más recientes también requieren
un permiso de exportación, que cuesta 25 centavos. Los sellos están
escntos todos en siamés, y el 80% de los objetos en las tiendas
de antigüedades son copias nuevas, cada una con su sello. Gomo
explica Solheim: “El comerciante no le dice al comprador que
está comprando una copia, sino que el objeto es de estilo ayuthia
o khmer, etcétera, lo que es cierto. El comprador cree que el
permiso de exportación del Museo Nacional está autenticando
el objeto, lo que es cierto, pero como nuevo. Todos quedan con­
tentos”.
En el saqueo del sureste de Asia, hay. un famoso caso penal que
se ha convertido en una nota de pie de página de la historia li­
teraria. El implicado fue André Malraux, que entonces empezaba
su carrera, al que se acusó de robar esculturas del sitio khmer de
Banteay Srei, en Camboya. El caso se convirtió en una cause
EL COMERCIO DE TIESTOS 149
célebre en París, hizo brevementé notorio a Malraux y contribuyó
a su temprano desarrollo político (el episodio forma el núcleo de
la novela de Malraux, La voie royale, publicada en 1930). En
lo que sigue, me he basado en la cuidadosa reconstrucción con­
tenida en André Malraux: The Indochina Adventure (1966), es­
crita por Walter C'. Langlois, un profesor estadunidense de francés
que ha enseñado en el,Liceo Sisowath de Plinom Penh.
Guando todavía era estudiante en París,19 Malraux por primera
vez fue fascinado por el arte asiático y supo del templo de Banteáy
Srei. Después de estudiar las leyes arqueológicas, concluyó que,
desde un punto de vista técnico, el templo era propiedad aban­
donada y, en 1923, decidió organizar una expedición para extraer
algunas piezas de él. Obtuvo el permiso necesario de la Oficina
de Colonias. Langlois sospecha que sus motivos pudieron ser en
parte financieros, aunque sin duda predominaban absolutamente
las consideraciones estéticas. En un primer ensayo sobre arte, es­
crito en 1922, el novelista había asegurado: "Sólo podemos sentir
por comparación . .. El genio gnego sera mejor entendido .por
medio del contraste de una estatua griega con una estatua egipcia
o asiática, que examinando cientos de estatuas griegas’.
A finales de 1923, Malraux llegó a Indochina y allí .procedió
a obtener una aprobación de su proyecto por la Ecole Frangaisé
d5Ex treme Orient ( e feo ) , que tenía jurisdicción oficial sobre los
restos antiguos. Pero en sus encuentros iniciales con los funciona­
rios coloniales, su juventud (tenía 23 años), su impetuosidad y
sus modos de vida bohemios hicieron iina impresión desfavorable.
Pronto la expedición se puso en marcha, y una pequeña caravana
de carretas camboyanas de dos ruedas y tiradas por bueyes se des­
plazó por los senderos de la selva. Una vez en el remoto sitio,
que estaba espesamente cubierto de follaje, Malraux y sú joven
compañero, Louis Chevasson, cuidadosamente arrancaron del tem­
plo casi una tonelada de material, inclusive esculturas de diosas y
ornamentos del techo en forma de figuras. Esto se cargo en un
bote fluvial, que pronto fue interceptado por urt funcionario de
la e fe o . Sin importar lo que Malraux hubiera entendido previa­
mente, las esculturas fueron puestas bajo custodia de la justicia
y los dos franceses arrestados bajo el cargo de robo de anti­
güedades. ...
Se celebró un juicio en Phnom Penh en julio de 1924, y en un
veredicto que tuvo matices personales y políticos, Malraux fue
19 Véase Langlois, 1966, passim.
150 EL COMERCIO DE TIESTOS
sentenciado a tres años de prisión y Chevasson a 18 meses. La
esposa del novelista, Clara, que lo acompañó a Indochina, regresó
a Francia para movilizar apoyo en favor de Malraux; una petición
en favor de éste fue firmada, entre otros, por André Gide, Anato-
le France, Louis Aragón, Roger Martin du Gard, André Maurois,
Frangois Mauriac y André Bretón. Mientras tanto, Malraux es­
taba dejando una fuerte impresión. Un periódico de Saigón lo
describió así: “Pelo rubio peinado hacia atrás, complexión frágil,
ojos que por tumo brillan flamantemente, y que luego se nublan
con melancolía, quizás con arrepentimiento”. En última instancia,
el caso fue apelado ante el tribunal de anulaciones de París, y las
sentencias de cárcel fueron anuladas, aunque Malraux —para su
profunda desilusión— nunca pudo establecer un título claro sobre
los antiguos restos que había removido.
. Su sentimiento de injusticia a manos de las autoridades colo­
niales llevó a Malraux a tener contactos con el naciente movi­
miento nacionalista y revolucionario dentro de Indochina, y con
rara claridad pudo percibir los contornos de la vasta tragedia que
habría de presentarse. Como escribió en Tentation de l’Occident,
en 1926: “Pero no es Europa o el pasado el que está invadiendo
Francia al empezar este siglo, es el mundo el que está invadien­
do Europa con todo su presente y su pasado, con su montón de
ofrendas de formas vivas y muertas, sus meditaciones... Este
grande y problemático drama que está empezando, mi querido
amigo, es una de las tentaciones de Occidente”.*
Para atenuar la falta de Malraux, puede decirse que cuando su­
cumbió a las tentaciones del Oriente, las normas que prevalecían
eran muy diferentes. Es un poco más difícil20 excusar a Norton
Simón, el rico coleccionista de California de quien se dice que
en 1972 pagó un millón de dólares por una invaluable estatua de
bronce del siglo x d.c., que representaba a la deidad hindú Siva
y que había sido robada de un templo aldeano en el sur de la India.
* He omitido a África de esta investigación, pero en ese c o n tin e n te
también existe el problema. África, con algunas excepciones, no es rica
en sitios arqueológicos, pero su arte primitivo se ha convertido en un
objetivo principal de los coleccionistas. Los precios del material etnográ­
fico del África Occidental han subido mucho, y en 1953 una cabeza de
bronce de Benin se vendió en Londres en 21 000 L., cifra sin precedente.
Según el Consejo Internacional de Museos, en Malí ha ocurrido una des­
trucción en gran escala de sitios arqueológicos por saqueadores que bus-
cari grandes figuras de terracota, en especial en el distrito de Gourma>
cerca de la frontera con Nigeria.
20 Véase Eckman, 11 de mayo de 1973; Shirey, 12 de mayo de 197J.
EL COMERCIO DE TIESTOS 151
El ídolo, que mide ún metro y medio, fue descubierto acciden­
talmente en 1952 por un aldeano de Sivapuram, en el distrito
Tamil Nadu de Tanjore, antiguamente el estado indio de Madras.
Los arqueólogos alabaron al Siva como una obra única, y el
gobierno de Madrás estaba ansioso de colocar el Nataraja —nom­
bre con el que se conoce a Siva en su papel de Señor de la Danza
Cósmica— en el Museo de Madrás, pero los aldeanos protestaron.
Un decreto del Tribunal de Distrito le permitió a éstos conservar
el ídolo en la región en que se le encontró, aunque el director
del Museo de Madrás advirtió: “Esto es invaluable. Si se le
conserva en un lugar donde no hay seguridad, los ladrones po­
drían hurtarlo y venderlo en el exterior”. No obstante, la figura
de bronce fue colocada en el templo de Sivagurunathswamy sin
vigilancia, y en 1969 se descubrió que el Siva había sido reem­
plazado por una copia. El Nataraja viajó a Nueva York y llegó
a las manos de un traficante, Ben Heller, quien anuncio que
estaba en venta por un millón de dólares en un periódico de
Londres; finalmente encontró un comprador en Norton Simón.
El idiosincrásico coleccionista de la Costa Occidental había visi­
tado la India en 1971 y adquirió el gusto por el arte oriental. En
noviembre o diciembre de 1972, Simón compro el Siva, al que
describió como “la más grande de las obras maestras , y anadio.
“Tengo derecho de propiedad claro sobre la obra. Ingresó a los
Estados Unidos legalmente”.
Después de que la historia del ídolo fue publicada por el New
York Post, el New York Times envió a un periodista para que le
preguntara a Simón si el bronce había sido sacado de contrabando.
El coleccionista replicó: “Sí, fue sacado de contrabando. He
gastado entre 15 y 16 millones durante los últimos dos anos en
arte asiático y la mayor parte del mismo fue sacado de contra­
bando”. Según el relato del Times., Heller adquinó la escultura
en la India por 500000 dólares, según dijo, de un tal Behran,
que a su vez ía había adquirido de alguien llamado Lance Dañe.
Al preguntársele si regresaría la pieza, Simón ofreció estas ideas:
Si simera para algo, la regresaría. Si fuera razonable y existiera la
posibilidad de que pudiera detenerse el contrabando, lo hana pero
con frecuencia los países alientan el contrabando. Hacen mucho dine­
ro con él Muchas veces gritan mucho y no obstante dejan que los
robos continúen. Deberían empezar por hacer cumplir la ley.
152 EL COMERCIO DE TIESTOS
Simón expresó que estaba tratando con el Museo Metropolitano
la posibilidad de exhibir sus obras ¿siáticas, inclusive el Siva de
bronce. El título operativo de la exposición sería “El Arte del
Asia Mayor”. Al preguntarle el New York Post sobre la colección
de Simón, Daryl Isley, curador de la colección de Norton Simón
en Los Ángeles, dijo que las adquisiciones recientes incluían escul­
tura khmer de Camboya, obras thais de la cultura Mon-Dvaratie
y escultura asiática en piedra de los siglas v a.c. al xn d.c. Isley
dijo de su patrón: “Ha adquirido algunas piezas fabulosas que
nunca antes, éstuvieron disponibles y que repentinamente se hicie­
ron disponibles. Diría que ingresó al mercado del Lejano Oriente
justo en el momento adecuado”.

3. Los INTERMEDIARIOS. Y LA POLICÍA


En la. base de la pirámide ?están los ladrones de tumbas, en su
cima están los comerciantes principales, en medio están los inter­
mediarios. Éstos, conocidos como mediat&ri en italiano, son los
eslabones indispensables de unión, en la cadena del comercio de
antigüedades: El ladrón tiene acceso' 'al arte, pero sólo raramente
al.•cliente final. Necesita al intermediario, que. puede tener un
local en un bazar,, o realizar negocios en su casa, o dedicarse a
otro oficio inocuo en una aldea provinciana. Él es quien sabe qué
políticos y, policías deben sei* sobornados, cómo sacar de contra­
batido el objeto dé arte, y cuáles traficantes internacionales están
interesados en qué clase de arte.
Lo que la mayoría de los intermediarios tienen en común es su
, su 1(^en^ a^ es uno de los secretos mejor g u ard ad o s
* + ° 1Cj^ •1 la^rón de tumbas tiene visiones de El D o ra d o , el
in erme íario también sueña con riquezas, de ser capaz de comprar
precios de mayoreo toda una ofrenda que luego puede vender
a ^ comerciantes. El sueño se convirtió en re a lid a d
en México para un intermediario al cual llamaré Juan Épsilon,
e que pudo ganar quizas casi un millón de dólares porque un
campesino perdió una lata de leche.
El campesino vivía cerca de Los Soldados en el estado de Vera-
cruz, no muy lejos de una co rrien te de agua a la que se conoce
como Arroyo Pesquero. Al buscar la lata de leche (la historia
puede ser apócrifa), el campesino encontró una máscara de jade
verde lechoso. El río, en sus variaciones de cauce, a p aren tem en te
había arrastrado la tierra que cubría un tesoro extraordinario y
EL COMERCIO DE TIESTOS 153
1 ^ Í , Í , T ?S °}mecas- Ciiando el sitio fue agotado finalmente
en iyba-1970, había producido por lo menos 32 máscaras de jade
olmecas, tres espejos, un yugo, figurillas sentadas y de pie, y más
ae 1 000 hachitas de jade, o utensilios pulidos con un borde cor­
tante; éstos son los cálculos del arqueólogo de Yale, David Jora-
lemon, que ha realizado un estudio muy completo de los hallazgos
de Arroyo Pesquero.
Guando los campesinos llevaron las primeras máscaras a la ciu­
dad de México, los comerciantesentraron en sospechas debido á
su calidad extraordinaria. En algunos casos, las caras tenían gra­
ciosas narices en forma dé ganchos y las mejillas estaban cubiertas
con una iconografía extraña. Algunos pensaron que éstos eran ori-
ginales burdos a ios que se había “trabajado” para el mercado.
Pero no lo pensó así Épsilon, intermediario conocido por su cau­
tela (cuando iba en viajes de compra al occidente de México,
estacionaba con cuidado su carro en las afueras de los pueblos
con mercados, para que la policía no pudiera identificar sus pla­
cas) . JÉpsilón de inmediato vio el potencial de Arroyo Pesquero, e
invirtió fuertemente en lo que esperaba sería un gran golpe. Las
piezas fueron conformadas por los olmecas, la civilización más
antigua de Mesoamérica; pueblo más conocido por las cabezas
colosales que esculpió. La existencia de los olmecas (su verdadero
nombre no se conoce) sólo fue confirmada hastai 1939-1940, cuan­
do el arqueólogo estadunidense Matthew Stirling descubrió el sitio
de Tres Zapotes en las húmedas selvas del sur de Veracruz. In­
cluso entonces, algunos investigadores se negaron a creer en la
mayor antigüedad de los olmecas, aparentemente los inventores de
las notaciones jeroglíficas y creadores de. los; primeros templos mo­
numentales. Miguel Covarrubias, en un documento que leyó en
1941, estuvo entre los primeros que vieron lá. importancia del
descubrimiento de Stirling. Posteriormente, el fechamiento por
C-14 estableció definitivamente que 'la civilización olmeca ya exis­
tía en la costa del Golfo aproximadamente en 1200 a.c. Todo un
milenio antes del surgimiento de los mayas clasicos.
En virtud de su calidad estética intrínseca y de su importancia
histórica, el arte olmeca rápidamente se convirtió en algo muy
buscado por los coleccionistas. De aquí el entusiasmo de Épsilon.
Pronto viajó a Arroyo Pesquero; casi al mismo tiempo, informes
del hallazgo llegaron a Jalapa, la capital de Veracruz, y a instan­
cias del director del museo local, se envió una partida del ejér­
cito a la zona del descubrimiento para impedir el saqueo. La
unidad del ejército se encontró en medio de campesinos indignados
154 EL COMERCIO DE TIESTOS
y de un traficante dispuesto a sacar la cartera; según un informe,
el ejército de hecho participó en el tráfico. Sea como fuere,
Épsilon pudo regresar a la ciudad de México con muchas de las
mejores piezas, aunque quedó suficiente para proporcionar una
muestra al Museo de Jalapa.
Luego se enviaron fotografías de las mejores máscaras a Nueva
York, y a su debido tiempo hubo una peregrinación de los prin­
cipales comerciantes a la modesta casa de Épsilon. Cuando menos,
11 de las máscaras más finas se dividieron entre cuatro comercian­
tes de Nueva York, y en 1970 aparecieron en el mercado; uno
de los comerciantes pidió un precio de 110000 dólares. La policía
mexicana se dio cuenta de la transacción y Épsilon fue arrestado
brevemente. A final de cuentas, por razones de salud, salió hacia
Europa, donde está todavía según las últimas noticias.
Se considera a Arroyo Pesquero como el sitio del mayor hallazgo
singular de jades olmecas, pero no se han realizado excavaciones
arqueológicas en el área. El descubrimiento es desconocido incluso
para algunos especialistas en el campo. En mayo de 1972 se rea­
lizó una conferencia sobre la civilización olmeca en una universi­
dad norteamericana, en la que se mostraron transparencias de
gunas de las mascaras. Entre los presentes se encontraban Mat-
thew Stirling, quien por primera vez excavó un sitio olmeca; otro
visitante era la investigadora mexicana Marianne Cervantes, la
a °í3ieCa idd Museo Nacional de Antropología. Mujer
Ia J, ^ ^ Sfñ°ra Gervantes mantuvo una sonrisa fija
aue había ’T 1mo!tradas laS transparencias. Era la primera vez
S f e f de“ pio “ S s iaS de 68108 imp0rtantes hallaZS°S Pr0VC"
A r r á v o ~ l COlUS¡Ón <*«re %*ilo„ y la unidad del ejército en
antigüedad» no M ** íüí* . aceta “"Portante del comercio de
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semejanza dede otros países, En
corruDción las 1972,
leyes
México hizo mas ngurosa la ley para requerir el « I " r o detodo

„ d, ™ m .
* Véase apéndice H, sección 2.
torjsx:
EL COMERCIO DE TIESTOS 155
do un poco, se negó a comprar, y mientras hablaba con el cam­
pesino, la policía los rodeó para hacer un arresto. La cautela del
coleccionista le ahorró el costo de un soborno.
En ese mismo tiempo, dos mexicanos se presentaron en la
de otro coleccionista y se identificaron como agentes del procu­
rador general. Le dijeron que debía pagar una cuota de 100
pesos [ocho dólares en 1972] por cada pieza que tuviera, y en
su pánico el coleccionista entregó a los supuestos agentes 30 000
pesos, o sea cerca de 2 500 dólares. Después supo que lo habían
engañado y que se trató de falsos agentes.
Igualmente instructiva fue la experiencia de un comerciante
europeo que visitó México hace unos pocos años y se hizo de ene­
migos muy rápidamente al descartar como falsificaciones piezas
que le enseñaron. Mientras estuvo en Mérida, compró varias
piezas mayas, y las guardó en una maleta que adquirió localmen­
te. En su vuelo de regreso a la ciudad de México, se sorprendió
cuando avisaron en el aeropuerto que todo el equipaje sería revi­
sado —algo que rara vez ocurre en un vuelo nacional—. Aban­
donó su maleta nueva, a la que no había puesto su identificación,
en la zona de equipajes, y se dirigió directamente al hotel. Guando
estaba en su cuarto sonó el teléfono. “Tenemos su equipaje en
la policía —dijo una voz autoritaria—, por favor venga a recla­
marlo”. En la oficina de policía, al traficante europeo se le mostró
un libro con las leyes mexicanas y se le informó que se enfrentaba
a la cárcel y a la desgracia. “Pero —le dijo un oficial— por
50 000 pesos [aproximadamente 4100 dólares] podemos olvidar
esto”. Cuando el traficante sacó su chequera, el oficial continuó,
“y por otros 50 000 pesos puede obtenerla devolución de su equi­
paje”. El traficante salió de México al día siguiente.
Esos episodios sugieren la razón por la que los cínicos creen que
las leyes contra el comercio de antigüedades están diseñadas para
ser violadas, más que para hacérseles cumplir.^ Como la mayoría
de los mexicanos no consideran el robo de antigüedades un grave
delito, los arrestos periódicos tienen una calidad ritual, y los in­
termediarios consideran que una sentencia breve es un nesgo pro­
fesional. Ocasionalmente, las consecuencias son más graves, en
especial cuando se acusa a un funcionario público de estar im­
plicado en el mercado ilícito. Un caso fue la muerte de Miguel
Malo Zozaya,21 inspector del Museo Nacional de Antropología
21 Véase “Museum Agent-Thief Spoils Loot, Kills Self”, News de la
ciudad de México, 3 de mayo de 1972; y M. Campos Díaz y Sánchez,
156 EL COMERCIO DE TIESTOS
y director de un centro cultural en San Miguel de Allende. En
mayo de 1972 fueron arrestados cinco saqueadores én el sitio
arqueológico de Moneada cerca de ’Guanajuato, y le dijeron a
la policía que trabajaban para un grupo encabezado por el ins­
pector del museo. Un arqueólogo del gobierno pronto fue a la
casa de Malo Zozaya y pidió que se le enseñaran 270 piezas de
la colección oficial, que se le habían dejado conservar en su casa.
Sólo pudo mostrar 70, diciendo, según los relatos de los periódicos^
que las demás éstaban en otras partes de su vivienda. Salió.para
obtener las llaves y, pocos minutos después, se escuchó un disparo.
El comprometido inspector se había dado un balazo en la cabe­
za; Eñ la búsqueda subsecuente, se encontraron cerca de 5 000
piezas en la casa, muchas de ellas destruidas por Malo Zozaya
después de que supo de la acusación, en un intento aparente de
eliminar las pruebas. .
Por supuesto, no todos los policías son deshonestos, y en ocasiones
las ley» sobre antigüedades son aplicadas adecuadamente. Pero
la escala de los esfuerzos por hacer que se cumplan es tan mo­
desta que es como si se combatiera un incendio forestal con una
pistola de agua. En. palabras de un oficial de la Interpol, “En la
lucha .contra el tráfico ilícito en arte estamos más o menos en
la etapa en que estábamos hace 20 años cuando empezamos a
tratar el problema de narcóticos”.
La Organización de la Policía Internacional tiene su sede en
Saint Cloud, en las afueras de París, en un edificio grande in­
maculadamente blanco. Su pequeño departamento de robos de
arte está dirigido por un oficial retirado de la policía francesa,
quien explica que la Interpol sólo puede actuar a solicitud expre­
sa de^ una de las fuerzas policiacas miembro, y que su principal
función ha sido la de circular información sobre obras de arte
ro as.. En 1971 envió 110 avisos, más de dos terceras partes
de los cuales enlistaban arte robado en Italia. La tasa de recu­
peración está entre el 8% y el 10%. Además de hacer circular vo­
lantes, la Interpol mantiene un archivo de conocidos ladrones de
arte y una pequeña biblioteca de referencia. “No podemos hacer
mucho más”, nie dijo el subjefe de la Interpol, “hasta que los
gobiernos del mundo decidan hacer más”.
Se roató un inspector del in b a implicado eni saqueos arqueológicos”, Excél-
stor, 3 de mayo de 1972.
EL COMERCIO DE TIESTOS 157
A nivel nacional, varias policías han creado escuadrones espe­
cializados para hacer frente a los crecientes robos de arte; hoy en
día esos escuadrones existen en Londres, París y Nueva York.
En Italia, hay una «unidad especial de los carabineros asignada a
proteger el patrimonio cultural nacional. El comandante de la uni­
dad es el coronel Felice Mambor, un hombre bien proporcionados
ceñudo, serio,, cuya oficina está llena de libros de arte y que preside
sobre un pequeño palazzo que tiene algo muy similar a una sala
de guerra. El cuarto cuenta con un mapa del tamaño de la
pared lleno de banderas y. símbolos para indicar los sitios arqueo­
lógicos y localizar los robos recientes: hay un sistema de radio­
comunicaciones que le permite a la unidad enviar carabinieri a
las escenas de los ahora diarios robos.
Un factor que complica más las cosas es la rivalidad entre
el coronel Mambor y Rodolfo Siviero, quien desde poco después
del final de la guerra ha encabezado la Comisión para Recuperar
Obras de Arte de Italia. En teoría, se supone que Mambor se
ocupa de los robos internos, mientras que Siviero, por su parte,
trata del arte sacado de contrabando al exterior, pero como el
mercado es internacional, la distinción es arbitraria. Los dos hom­
bres no se agradan entre sí. Cuando vi a Mambor cometí el error
de mencionar el nombre de Siviero. “¿Qué nombre mencionó
usted?”, dijo el coronel, mirándome con molestia. “Nunca oí ese
nombre antes”. Posteriormente visité a Siviero en Florencia y
cometí un segundo error al mencionar que ya había entrevistado
a Mambor. Más tarde se le preguntó a mi interprete ¿por qué
había visto a ese hombre primero?
El Ministerio de Educación Pública ha estado publicando uñ
directorio de todo el arte robado importante, desde 1957 hasta el
presente, pero increíblemente los libros son considerados docu­
mentos restringidos y sólo puede examinárseles con gran dificul­
tad. Durante una entrevista con un funcionario del Departamento
de Bellas Artes, dependiente del Ministerio, pedí ingenuamente
que me enseñaran el informe anual. Con una sonnsa, el funcio­
nario replicó en inglés: “Usted esperara por ese informe de aquí
a la eternidad”*
A pesar de todo, hay éxitos en Italia,22 uno de ellos debicfo a
Siviero, quien, en una famosa persecución al estilo de policías
y ladrones”, recuperó una estatua conocida como el Efebo de
Selinunte. Originalmente, este bronce de casi un metro de altura
23 Véase Hamblin, 1970, pp. 116-128.
158 EL COMERCIO DE TIESTOS
que representa a un joven fue encontrado por un pastor en 1886,
en un cementerio del antiguo sitio de Selinunte en el suroeste de
Sicilia. Se determinó que la estatua era griega del siglo v a.c. y
algunos expertos la atribuyen al gran escultor Fidias. Se exhibía
orgullosamente en la oficina del alcalde en el pueblo de Castel-
vetrano, de la cual fue robada en octubre de 1962. Se dio la
alarma y Siviero entró en acción. Supo que la estatua fue ofre­
cida al Museo Metropolitano de Arte incluso antes de que fuera
robada, y que se había hecho contacto con un coleccionista de
Filadelfia, al cual se le pidió el precio de 500 000 dólares. Los
ladrones no pudieron encontrar comprador. En 1965 se sondeó a
un comerciante suizo y éste rechazó la oferta; después, un presti­
giado comerciante florentino informó a Siviero que lo había lla­
mado un siciliano, quien le dijo que el Efebo estaba en venta. El
florentino expresó interés, pero manifestó que él ya estaba de­
masiado viejo para hacer el viaje, y que enviaría a su “sobrino”. A
principios de 1968, haciéndose pasar por el sobrino, Siviero fue
a Agrigento en Sicilia e hizo contacto con los ladrones, que ahora
pedían el equivalente de 112 000 dólares. Siviero respondió con una
oferta de 32 000 dólares. Al siguiente día, el precio solicitado bajó
a 64000 dólares y el ofrecido por el “sobrino” subió a 48 000
dólares. Se acordó el precio y se le dijo a Siviero que la estatua
se entregaría en Foligno, ciudad industrial al noreste de Roma.
El policía del arte llegó con 48 000 dólares y un escuadrón de
policías. Durante la captura hubo disparos, lo que es raro en
Italia; en el intercambio de balazos fue herido un ladrón, y cinco
e los seis mtegrantes de la pandilla fueron arrestados. L u eg o se
le dio un nuevo lugar al Efebo en el museo local, donde todavía
se encuentra cuando esto se escribe.
La balacera, vale la pena notar, es un indicio de la creciente
violencia en el robo de arte. En 1968, tres bandidos ingresaron
al estilo Topkapi* en el Museo Arqueológico de la Feria de Es-
mirna en Turquía23 y saquearon una colección de joyería anti­
gua, vasos y mármoles. Un vigilante que trató de impedir el robo
fue asesinado al romperle el cráneo con una estatua robada; l°s
ladrones, uno de ellos un antiguo sargento del ejército alemán,
fueron arrestados y sentenciados posteriormente.** En fecha más re-
* Se refiere a la película del mismo nombre, que trata del robo de una
joya invaluable. [T.]
™ Véase Time, 29 de enero de 1973.
^ El alemán fue sentenciado a 24 años de prisión por un tribunal de
bsmirna; un cómplice turco recibió una sentencia de nueve años, en tanto
EL COMERCIO DE TIESTOS 159
cíente, en mayo de 1972, unos ladrones entraron al Museo de Arte
en Worcester,24 Massachusetts, y uno balaceó a un guardia desar­
mado que trató de impedir su escape. Robaron pinturas valuadas
en más de un millón de dólares —entre ellas obras de Rembrandt
Gauguin y Picasso— pero la policía las recuperó unos pocos meses
después. El guardia sobrevivió; los ladrones fueron arrestados y el
caso está ante los tribunales.
Con frecuencia uno es impresionado por el contraste entre la ima­
gen de los buenos propósitos oficiales y la realidad del descuido
oficial.25 Guatemala tiene entre su conjunto de reglamentos, de­
cretos emitidos en 1947 y modificados en 1966 que, como en el
resto de la América Latina, especifican que todos los monumen­
tos, objetos arqueológicos y reliquias culturales son tesoros nacio­
nales bajo la protección del Estado. Artículos sucesivos declaran
que la destrucción o traslado de cualquier parte de este patri­
monio está prohibida sin permiso expreso, que también queda
prohibida la exportación de esas propiedades y que se requiere
autorización expresa para cualquier exploración o excavación, que
se compilará un registro del patrimonio nacional, y que las viola­
ciones a la ley serán castigadas con hasta cuatro años de prisión.
Sin embargo, como en el resto de la América Latina, existe
una brecha entre las elevadas afirmaciones de la política nacional
y los recursos destinados a la tarea. Las antigüedades están bajo
la supervisión oficial del Instituto de Antropología e Historia, cuyo
presupuesto en 1971 fue de 167 381 dólares. Con esta suma, el
instituto maneja cuatro museos en la ciudad de Guatemala, cua­
tro en Antigua y otros tres en otras partes; la nomina, total es de
más o menos 70 personas. El salario mas alto es^ de 350 dolares
al mes, cantidad que se paga al director del instituto, licenciado
Luis Luján Muñoz; a los guardias se les pagan 60 dolares al mes.
La partida total de gastos para el Museo Nacional es de 63
dólares al mes, que representa todo el dinero disponible despues de
que se pagan los salarios y la cuenta de electricidad.
En la práctica, esto significa que el museo no cuenta con fon­
dos para mejorar las exhibiciones o para adquisiciones. El museo
se encuentra en un edificio decrépito muy dañado por un huracán
que otro acusado, que había huido de Turquía, fue sentenciado en ausen­
cia a ocho años de prisión.
2* Véase McAIlister, 1972.
25 Véase Meyer, 1972.
160 EL COMERCIO DE TIESTOS
en 1972, y que desde entonces fue cerrado indefinidamente.* No
se cobra la entrada, ni siquiera a los turistas, ni se cobra por
visitar el principal »sitio arqueológico de Guatemala, Tikal. Bajo
las leyes actuales, si se cobrara por la admisión, el ingreso se
destinaría a fondos generales y no beneficiaría directamente al
instituto. Éste, finalmente, tiene poca autoridad independiente, y
más bien es un “hijo adoptivo” del Ministerio de Educación
Pública.
Esta falta de autoridad ha generado una pasividad estoica entre
los directores del instituto. Hace una década, arqueólogos estadu­
nidenses protestaron enérgicamente por la destrucción innecesaria
de Kaminaljuyú, un importante sitio maya temprano dentro de
los limites de la ciudad de Guatemala. El director en esos años
se encogió tristemente de. hombros y contestó: “¿Qué podemos
hacer?” En consecuencia, este fascinante sitio dentro de la propia
ciudad capital ha sido prácticamente destruido por los fracciona-
dores urbanos.
Hay un pequeño esfuerzo de reforma; se ha preparado un in­
forme que recomienda que se dé más autoridad al instituto. No
obstante, en Guatemala los cambios requieren tiempo, y no es
posible, ser optimista. Se puede encontrar una indiferencia similar
en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Guando le pregunté a
un funcionario de alto nivel —que ha participado directamente en
el combate al tráfico de antigüedades— por qué no había un solo
anuncio en el aeropuerto principal del país que recuerde a los
turistas la prohibición de exportar, amigablemente replicó: “Su-
m T hem OTh“ ho’*ZÓn' deberiamos hacer als° aI respecto, pero
V * mucho
cuando De?art^únicamente
ent° de E1pueden
Petén dar
s6I°atención
hay unossuperficial
100 policías
a losy
ofiriav'fU i^ nositios
olicial’ de los resguardados.
saqueados. No se ha compilado ninguna lista
r ,ü ° ° bf mt<\ en Í“ftícia. este relato negativo debe ser matizado.
c^ v econkmin “ “ ^ importantes perturbaciones poltó-
y omicas en la pasada generación; desde 1956, el país ha
tenido tres constituciones diferentes. Dados los problemas de in--
anquihdad política y pobreza generalizada, por necesidad se le
T UIla Pnondad a la arqueología en los asuntos nacio­
nales. Tampoco puede olvidarse que de los 5.4 millones de habi-
* Desde que esto se escribió, el local del museo ha sido mejorado. [T-l
La recompensa de un restaurador. Dietrich von Bothmer, restaurador de arte griego y romano en el Museo Metropoli­
tano, posa con un cáliz de cratera pintado por Eufronio y valuado en un millón de dólares que, según se dice, pertenece a
una colección privada. (Cortesía de Michael Gold).
El Rafael de Boston: I. Un retrato desconocido atribuido a Rafael es examinado por
Perry T. Rathbone, a la derecha, antiguo director del Museo de Bellas Arles de Boston, y
por George C. Seybolt, en aquel entonces presidente del museo. La compra fue anunciada
en diciembre de 1969 en vísperas del centenario del museo; tan sólo un año después, la
aduana estadunidense embargó el diminuto retrato que posteriormente fue devuelto a
Italia como arte contrabandeado. (Cortesía de ) .
u pi

El Rafael de Boston: II. El investigador de arte, Rodolfo Siviero, guardián del patri­
monio cultural de su país, reclama el supuesto Rafael que ahora cuelga de su oficina en
liorna, en espera delfallo de la corte respecto a su propiedad. (Cortesía de L’express).
El explorador. Jan Graham, un delgado escocés que dirige el Estudio de las Inscrip­
cionesJeroglíficas mayas, fotograjia la estela número 38 en El Naranjo. Graham sostiene
una competencia con los saqueadores por registrar las 1332 estelas conocidas hasta
ahora. (Cortesía de Rafael Morales).

El Hospital de Estelas. Uno de los espectáculos más tristes en el hemisferio occidental


es la mezcla de estelas mayas destrozadas que permanecen en el interior del Muse0
Nacional de Arqueología y Etnología de la ciudad de Guatemala. Todas fueron
destrozadas por los saqueadores•en busca de objetos para el mercado in te r n a c io n a l del
arle (Cortesía de Ion Graham).
Esleías robadas. Ian Graham dibujó en
1963 las dos estelas de Machaquilá', la estela
número 2 (izquierda) y la número 5, y publicó
sus bocetos en 1967. Unos años más tarde, la
estela número 2 fue recuperada por el FBI en
California y la número 5 en Arkansas.
Ambas habían sido contrabandeadas a los
Estados Unidos tras haber sido robadas de un
sitio remoto y sin vigilancia en El Petén,
Guatemala. (Cortesía de Ian Graham).
El cuarto códice. Hasta donde se sabe sólo tres libros de pinturas mayas 50^reulYlJ^°se
a la Conquista, y lodos se encuentran en bibliotecas europeas. En abnl de 1
anunció el descubrimiento de un cuarto códice hasta entonces desconocido. Estas^ cua
páginas de corteza pertenecientes al mismo ilustran las fases de Venus, y los lineas
puntos indican la duración de cada fase. (Cortesía del New York Times).

El guardián. Michael D. Coe, de la Universidad de Yale, anunció la existencia e


códice que fue mostrado al público por vez primera durante una exhibición especial en *
Club Grolier de Nueva York. El erudito de Yale no se considera a sí mismo un póliza
sino más bien un guardián del pasado. (Cortesía'deí New York Times).
La máscara con colmillos. En 1966, una llamada anónima requirió la presencia del
eminente coleccionista mexicanoJosué Sáenz (abajo) en las selvas de Chiapas; allí, unos
campesinos le mostraron esta pequeña máscara maya (menos de 15 cm. de altura) de
gran belleza policroma. Aconsejado posteriormente de que podría tratarse de una falsifi­
cación, el Dr. Sáenz vendió la máscara a un traficante norteamericano. Tras de que otro
experto probó su autenticidad, fue vendida nuevamente a la galería Dumbarton Oaks
en Washington. (Cortesía de Novedades).
La esleía decapitada. Cuando
la estela número 1 de Jimbal fue
encontrada por vez primera, en las
cercanías de Tikal, los arqueólogos
mantuvieron su descubrimiento en
secreto para protegerla de los trafi­
cantes. Sin embargo, éstos pronto
se hicieron de la parle superior uti­
lizando una sierra y un cincel.
(Cortesía defoya 1lairs).
El nombre del Arte. Uno de los lugares
mayas más expuestos al pillaje es El
Naranjo, Guatemala, cerca de lafrontera
con Belice. Esta es la estela número 21,
destrozada tras su viaje a lomo de muía
a Belice, donde fue descubierta por la
policía. (Cortesía defoya Hairs).
Camnaña de rescate. Alarmados por el robo de esleías, un grupo de guatemaltecos
Z , Z l a L organizó en 1970 to “Operación Rescate para proteger o trasladar los
monumentos mayas en peligro. Aguí vemos como la estela numero 38 de El Naranjo es
conducida a un camión. (Cortesía dejoya Hairs).
Bienes contrabandeados. Este embarque estaba dirigido a u na bodega de N ueva
York, y supuestamente contenía mármol. Un inspector de aduanas de Guatema
descubrió que en realidad contenía la estelo, número 17 de Dos Pilas. N unca se
pudo determinar a que persona o personas estaba destinado el embarque. (Cortesía
deJoya Hairs).

El que dijo No. “Sería como comprar un pedazo del Partenón”. Éste fu e el punto de
vista dejoseph Veach Noble, en aquel entonces administrador del Metropolitano, cuando
se discu tía la compra de la fa ch a d a del templo de Campeche. Aquí aparece exam in an do
la muralla de estuco cuando ésta se presentó en el Museo Nacional de A n trop olo g ta
de la d u d a d de México. (Cortesía de Melville Dearns).
El templo alado. Una preciada
pieza de la Sata Maya del Musco
Nacional de A nlropologia de
México. Esta fachada del templo
fue originalmente embarcada a
Nueua York en 196S y se ofreció en
venta al Museo Metropolitano por
400,000 dólares; éste no aceptó la
oferta y el vendedor —que había
organizado el traslado desde un
remoto lugar de Campeche— fue
persuadido de donarla al Museo
Nacional de Antropología de México.
(Cortesía de Melville lleams).
lü icsoro de Washington. En 1962, unos campesinos de la aldea de Kumluca en
I'urquia dieron con el depósito de plata bizantina más grande encontrado jamás. Parte
del tesoro fue llevada a un museo de Estambul, el resto fue vendido en su mayoría a la
galena Dumbarton Oaks de Washington. Entre las adquisiciones de Washington se
encontraban (amba a la izquierda) la pasta de un libro, (arriba a la derecha) un can-
delero cruciforme, y (abajo) dos patenas de plata. La inscripción de la patena de la
izquierda dice: Esto fue hecho en tiempos de nuestro más sagrado y bendito obispo,
Eulychianus”, lo que permitió a los eruditos ubicar el hallazgo en el periodo situado
entre 565 y 575 d.c. (Derechos Reservados por Philippe Iíalsman).
El tesoro de Boston: Una modelo muestra el impresionante tesoro de oscuro origen
adquirido en 1968 por el Museo de Bellas Artes de Boston. Turquía alega que las 137
piezas de oro fueron extraídas ilegalmente de su territorio. La modelo sostiene en su
mano un sello egipcio de la Quinta Dinastía, objeto cuya inesperada presencia provocó
dudas entre los posibles compradores (Derechos Reservados por Phitippe Halsman).
El tesoro de Nueva York. Adquirido durante los 60’s de manos de un comerciante de
la avenida Madison, aste excepcional ble de 219 piezas de aro y plata fue confiscado en
el Museo metropolitano de Bellas Artes. Aquí se muestran (arriba a la izquierda) un
oi ñocos de plata, ojarra para vino, de cerca de 25 cm de altura, con la figura de una
joven en el asa, proveniente de Grecia, fechada en el siglo vi a.C.\ (arriba a la derecho)
un phiale de plata, un pequeño recipiente con lóbulos en forma de cabezas con piedntas
en su interior (para usar como cascabeles), proveniente del Este de Grecia y correspon-
dimte a fines del sigb VI a.C.; (abajo a la izquierda) un broche de oro con un alfijf*’
adornado con un hipocampo, un caballo marino con alas, del mismo periodo y del
de Grecia; (abajo a la derecha) un kiathos de plata, o cucharón, con dos esfinSeS
mirando al interior de la cuchara, del mismo periodo, de estilo lidio. Cinco de las piez#*’
incluyendo la jarra de vino y el phialCj fueron presentadas inesperadamente dur
una exhibición para conmemorar el centenario del Metropolitano. Turquía alega que
lote fue robado de su país. (Cortesía de Velio Cioni).
"r\ x" ^ ’0 M
p
lílf .‘

lombarolis trabajando. Tres ladrones italianos de tumbas~excavan en un'óromtoZ'


SUw elrusco. El hombre del gorro está utilizando un asta o chiave el ,
«nplea en la búsqueda de tumbas. (Cortesía de Velio Cioni) ^ ^ ”
Arte desprotegido. El demente húngaro. Lcalo Toth golpea La Piedacl^ M ie ü e l
Vaticano 7°*° ^ UlJ ¡ >loZrafía f ue tomada por un turista que se encontraba en el
i alicario en ese momento. (Cortesía de u p i ) .

Un ataque ficticio. Para deynostTO^


la negligencia oficial, un penodisia
del periódico romano Pacsc
Á fingió tan sólo dos días después de
ataque de Toth, un ataque falso &
M oisés de Miguel Ángel que *e
encuentra en San Pedro en Vinco o-
(Cortesía de ) .
u pi
Un tesoro olmeca. Un gran hallazgo de piezas olmecas de jade fue hecho en Arf°y°
Pesquero, en el estado mexicano de Veracruz, entre 1969y 1970. Casi todas las rn^ 01^ l
piezas se enviaron a Nueva York, incluyendo estas soberbias máscaras, por las que
comerciante de la avenida Madison pedía 110,000 dólares (arriba izquierda y derec
y 90,000, respectivamente. (Cortesía de Laurie Winfrey).
Catálogo de compras: I. En Costa Rica, donde el robo de
tumbas es un pasatiempo popular, el autor de esta obra
recibió gran cantidad de ofertas de arle precolombino,
incluyendo (izquierda) un feroz vaso funerario de la cultura
Chorlogas y tres vasijas de la región de Linea Vieja. (Cor­
tesía de Laurie Winjrey).

Catálogo de compras: II. Estas figurillas de cerámica,


supuestamente hechas por los mayas de la isla de
Jaina, se ofrecieron en Mérida. Los expertos que exami­
naron las fotografías dijeron que las piezas eran falsifi­
caciones, probablemente hechas en Campeche. Los perros
de Colima (izquierda) fueron ofrecidos por un comer­
ciante norteamericano, que los trajo en una carreta
hasta la casa del autor. Las cuatro figuras de la costa
oeste de México (arriba a la izquierda) se encontraban
entre muchas piezas a la venta a bajo precio en el estado
de Guerrero y los rematadores atribuían esto a un castigo
temporal de la policía. Estas piezas se asignaron a la cul­
tura de Xochipala. (Cortesía de Ixiurie Winfrey).
Catálogo de compras: III. Mientras el autor realizaba su trabajo de investigación se
le ofrecieron una enorme cantidad de piezas. Esta cristalería romana (arriba), que data
del sigla // d.c., le fue ofrecida en Turquía junto con tres piezas de bronce romano
(abajó) que datan aproximadamente del siglo I d.c. El cristal estaba intacto, y provenía
de una tumba; entre las piezas de bronce hay una lámpara de aceite con la forma de
una cabeza de sátiro, una figura de Eros y la estatuilla de un toro. (Cortesía
de Laurie Winfrey).
j. í•

I''n el Principio. Una caricatura de Gillray poco conocida y que data de 1801 capta la
actitud popular cuando el coleccionismo de antigüedades hizo furor entre los poderosos.
(Cortesía de Laurie Winfrey).
Los coleccionistas: I. Norton Simón, magnate califomiano y coleccionista de gusto
exquisito tiene preferencia por el arle impresionista y postimpresionista, y por las objetos
asiáticos. En 1972 adquirió en un millón de dólares un Shiva de bronce (abajo), el cual
había sido robado del templo de una aldea en el sur de la India. “¡Demonios, era contra­
bando!", aceptó el señor Simón. “Gasté entre 15 y 16 millones de dólares en arle asiático
en los últimos dos años, y casi todo era contrabando (Derechos Reservados por John
Bryson, Fortune, 1972. Un Shiva robado (Cortesía del New York Post).
Los coleccionistas: II. El señor León Pomerance y su esposa, de Great Neck, Long
Island, coleccionistas con conciencia, con algunas piezas como recompensa en su casa.
La pareja ayudó a financiar una importante excavación minoica en Creta, y el señor
Pomerance — hombre de negocios de Nueva York— ha llegado a ser una autoridad en la
Edad de Bronce en el Mediterráneo. (Cortesía de Peter Hujar).
Los coleccionistas: III. Lord Elgin, el primer coleccionista moderno, ganó los mármol#
de Elgin para Inglaterra y adquirió notoriedad en Grecia. En un retrato de la época
aparece el séptimo conde poco antes de asumir el cargo de embajador británico ante
el Imperio otomano.
EL COMERCIO DE TIESTOS 161
tantes de Guatemala (en 1970), cerca del 45% son indígenas
puros que integran 21 grupos lingüísticos y culturales diferentes.
Como en el resto de la América Latina, la vida política de
Guatemala está concentrada abrumadóramente en la capitaí, y una
minoría pequeña, bien educada, ejerce una influencia despropor­
cionada en relación con su número, scíbre ssa vida política. En
Guatemala, parte de la élite se ha preocupado seriamente por la
conservación de los sitios mayas después de la fundación, en 1964,
de la Asociación Tikal. Grupo voluntario de varios cientos de
miembros influyentes, la asociación ha emprendido varios proyec­
tos loables. Uno de ellos es la “Operación Rescate”, empezada en
1970 con la cooperación del gobierno y del Instituto de Antro­
pología e Historia, que tiene como objetivo expreso el rescate de
las anitigüedades qué están en peligro. Con uri presüpuesto peque­
ño, alguna asistencia pública y unas piocas donaciones modestas,
la Operación Rescáte ya ha tenido éxito en el traslado de varías
estelas de sitios vulnerables y está pagando el salario de dos vigi­
lantes en el sitio amenazado de Yáxhá. En Guatemala, como en
otras partes, la méjor esperanza de contrarrestar el tráfico des­
tructor puede muy bien estar én los esfuerzos de grupos volunta­
rios como la Asociación Tikal.

4. La red de in flu en c ia s

El tráfico ilícito de antigüedades es único en la amplitud del es­


pectro social que comprende, pues abarca desde campesinos anal­
fabetos hasta coleccionistas educados y ricos. Uno puede hablar
sensiblemente del comercio como un submundo democrático, ya
que los ricos y los pobres, los de elevada y los de humilde cuna,
todos son ciudadanos dentro de él. El patrocinio de las personas
de influencia también le da al comercio cierta inmunidad. Oca­
sionalmente son arrestados comerciantes o intermediarios impor­
tantes, pero rara vez por mucho tiempo, y las tiendas cerradas
momentáneamente pronto vuelvén a abrir.
En 1957, la policía italiana creyó que finalmente había sacado
del negocio a un conocido traficante.26 Éste era Franz Renn Rain,
un austríaco que desde 1939 tenía una tienda cerca de la Escalinata
Española, con un rótulo a la entrada qué decía “F; Renn Rain,
único y de fama mundial”. Aunque era vigilado por la policía, no
Véase Hamblin, 1970, pp. 94-95.
162 EL COMERCIO DE TIESTOS
se pudo encontrar ningún bien identificable como robado en su
tienda. A la larga se descubrió que el verdadero lugar de su ne­
gocio era un ruinoso palazzo, no muy alejado, al cual llevaba a
sus mejores clientes. En el patio del palazzo, la policía descubrió
15 000 objetos, de los cuales 4 000 fueron clasificados como raras
piezas de museo con un valor estimado en un millón de dólares.
El arte fue confiscado, pero en días, Renn Rain estaba de nuevo
haciendo negocios en su famosa tienda “única y de fama mundial”.
Independientemente de la forma en que el traficante austríaco
haya logrado esto/ en la mayoría de los casos la explicación es la
influencia. Quienes participan en el comercio tienen importantes
aliados, entre ellos diplomáticos, coleccionistas ricos, financieros y
en algunos casos, puede conjeturarse, los servicios de inteligencia.
El diplomático es un viejo y conocido amigo; en el pasado, los
propios enviados frecuentemente eran parte de la arqueología o se
interesaban en antigüedades, como fue el caso de sir Henry Layard,
John Lloyd Stephens, lord Elgin y el general Luigi Palma di
Cesnola. Con frecuencia, los diplomáticos son coleccionistas, y a
veces ayudan a otros coleccionistas o traficantes al hacer accesible
el privilegio inviolable de la valija diplomática.
A principios de este siglo, un emprendedor yanqui llamado
Edward Herbert Thompson27 fue nombrado cónsul de los Es*
tados Unidos en Yucatán, y poco después de llegar adquirió el
terreno en que está el sitio maya de Ghichén Itzá. Thompson
estaba fascinado por una historia narrada por los primeros cro­
nistas españoles: que los mayas arrojaban joyas raras y sacrifi­
caban vírgenes en el pozo sagrado, o cenote, del sitio. A p ren d ió
a bucear y sondeó el cenote, extrayendo cientos de ofrendas, al­
gunas de ellas de oro, así como huesos de algunas de las víctimas.
El oro y los huesos fueron enviados por valija diplomática al
Museo Peabody de Harvard, pero el cónsul no se tomó la mo-
estia e notificar a las autoridades mexicanas. Durante los anos
veinte surgió un escandalo y como consecuencia Thompson se
vio obligado a salir de Yucatán (años después, en un gesto deco­
roso, el Museo Peabody devolvió una selección del oro a México).
En el caso de Thompson, no hubo ningún deseo de ganancia,
y su falta fue el^ engaño, no la codicia. En otros casos, el uso de
la valija diplomática no ha sido tan inocente. En Roma, durante
mucho tiempo se ha sabido bien que un embajador de uno de los
Países Bajos puso sus sellos diplomáticos a disposición de co-
27 Véase Evans, 1968.
EL COMERCIO DE TIESTOS 163
leccionistas y traficantes a los que favorecía. Se estaba realizando
una investigación policiaca cuando, antes de que se pudieran
formular cargos, el embajador murió.
En Panamá, los privilegios obtenidos del gobierno han tomado
una forma especial.28 La Zona del Canal, que divide en dos al
país, está bajo el control de los Estados Unidos como consecuen­
cia de un tratado que concedía en perpetuidad esas tierras a los
Estados Unidos.* La búsqueda de vasijas ha sido durante mucho
tiempo una afición de algunos ciudadanos estadunidenses que tra­
bajan en la zona: en Panamá se pueden encontrar antigüedades
que tienen amplio mercado (en especial los bellos objetos de oro
de la cultura coclé). En 1958, los habitantes de la Zona organi­
zaron la Sociedad Arqueológica de Panamá, que publicó una
revista y patrocinó algunas excavaciones. Lo que perjudicó un
esfuerzo en otros aspectos loable fue el hecho de que algunos de
los miembros de la Sociedad intervenían en el comercio de anti­
güedades. Esto llevó a una protesta del gobierno de Panamá, a
la que el gobernador de la Zona del Canal contestó que él no
interferiría en las actividades recreativas del personal de la Zona.
En 1967, después de continuas protestas, la Sociedad fue desban­
dada y finalmente se prohibió la búsqueda de vasijas no autorizada
oficialmente.
Si el diplomático es un amigo importante, el coleccionista es igual­
mente un aliado influyente. Cuando tiene riqueza y posición
social, como ocurre con frecuencia, también puede hacer sentir
su influencia en el momento en que el traficante enfrenta pro­
blemas legales. En algunos casos, el coleccionista también es tra­
ficante. En un país centroamericano, el traficante mas importante
es también uno de los principales coleccionistas. Ha financiado
excavaciones clandestinas en países vecinos y ha juntado decenas
de miles de piezas precolombinas durante las últimas décadas.
También es miembro de una familia politicamente influyente. En
marzo de 1972 visité su residencia y conversé con el coleccionista,
que me enseñó cuarto tras cuarto en una antigua casa, llenos
de objetos tanto curiosos como extraordinarios. En cierto punto
se detuvo y señaló una vasija maya de buena calidad, y me
28 Ibid.
* Durante el régimen del presidente Cárter, Panamá recuperó la so­
beranía sobre la zona del canal y los Estados Unidos se retirarán a finales
del siglo. [T.]
164 EL COMERCIO DE TIESTOS
preguntó cuánto creía yo que valía. “Me gusta vender ,a gente que
aprecia el arte”, explicó, a la vez que cortésmente ofrecía despren­
derse de la pieza.
Uno de los primeros prototipos del coleccionista-traficante fue
un estadunidense llamado William Spratling, que nació én Sonyea,
Nueva York, fue profesor de arquitectura en Nueva Orleáns y se
convirtió en un expatriado que residió en Taxco, México, desde
1929, hasta su muerte en un accidente automovilístico en 1967. A
Spratling se íe recuerda por haber fundado el moderno oficio de
la platería en Taxco, y por ser uno de los primeros aficionados al
arte mexicano precolombino. Era un promotor inspirado. Cons­
truyó un llamativo rancho a la mitad del camino entre Taxco
é Iguala, y formó un museo privado de arte precolombino. Estaba
interesádo seriamente en los hallazgos arqueológicos y sólo vendía
a sus amigos, entre los que sé contaban los principales artistas y
escritores de México. A ; Spratling le intrigó el comercio ilícito,
y en su autobiografía proporciona descripciones vividas de los
vendedores nativos de antigüedades en Iguala, la polvosa ciudad
comercial que es el centro del tráfico ilícito en el sur de México.
Sus palabras, escritas en 1967, tienen valor documental:
En México, donde hace 10 años había quizás menos de 100 colec­
cionistas, hoy en día debe de haber más de 10 000 sólo en la ciudad
de México; además, mientras que hace unos pocos años sólo había
cuatro o cinco pequeños traficantes, hoy en día se cuentan por cen­
tenares y el gobierno ..los ha calificado, en su publicidad, de pan­
dilleros... Hay todo tipo de traficantes, y entre ellos muy pocos tie­
nen criterio. Los indígenas pobres que encuentran objetos en cuevas
o al arar en sus campos, no tienen criterio ni conocimiento.
Pero han escuchado que algo antiguo fue vendido por un precio
muy alto, y concluyen que cualquier pieza, justo porque es antigua,
debe valer miles... Sé de ciertas aldeas donde dejarán transcurrir
una temporada de cultivo sin sembrar maíz porque han descubierto
unas pocas tum as pequeñas... No tienen conciencia de que come­
en actos de vandalismo. Pero el vandalismo real ocurre cuando, de
los rangos superiores de los traficantes, verdaderos pandilleros que
son criminales, adelantan dinero y equipo para extraer piezas.20
De los traficantes, una mujer indígena en particular le interesó
a Spratling.^ Sabía cómo son las cosas en este mundo y cómo
era la policía en su nativa Iguala. Spratling informa que c u a n d o
29 Véase Spratling, 1967, p. 165.
EL COMERCIO DE TIESTOS 165
un excavador indígena se negó a vender a sus acostumbrados pre­
cios bajos, ella le permitió ir a la plaza,de la ciudad para que
lo pensara de nuevo. Allí, lo arrestó la policía, que confiscó el
arte, contrabandeado. Luego, rápidamente se lo vendió a la mujer
por una suma moderada.
Spratling dejó su colección 2il pueblo de. Taxco.y a la Universi­
dad Nacional Autónoma de México; su rancho pasó a manos de
un motociclista de carreras europeo al que visité en 1972. El
nuevo propietario me dijo que aunque Spratling legó su valiosa
biblioteca a la universidad, nunca se la habían reclamado y quedó
bajo llave durante años. Finalmente, el europeo protestó y al fin
se le dio una llave sólo una semana antes de que yo: llegara.
Fuimos juntos a la mohosa biblioteca; los libros estaban cubiertos
de toda clase de materia fecal; lo demás estaba tal como había
quedado la noche en que murió Spratling. Una jarra de whisky
—todavía medio llena— estaba en una mesa lateral. Libros dignos
de. una colección fueron destruidos por .el moho. Era una escena
cinematográfica, una triste imagen de la decadencia, y caída del
pasado prehispánico.
Un recién llegado al comercio de antigüedades es el financiero.
A medida que ha subido el precio de las antigüedades, eí arte
antiguo se convirtió en un nuevo campo para el dinero especu­
lativo. Más o menos una docena de empresas que invierten en
arte han sido fundadas en la pasada década, pero pocas han
cumplido lo que prometen en sus brillantes folletos. Una excepción
es el Fondo Artemisa, registrado en Luxemburgo en 1970 con la
finalidad de comerciar en obras de arte. El fondo es propiedad
de dos de los banqueros más ricos de Europa, el barón Léon
Lambert, socio principal en el Banco Lambert de Bruselas, y
su primo de París, el barón Elie de Rothschild.
Artemisa tiene como principal asesor de compras a David Car-
ritt, quien anteriormente estaba con la casa de subastas Ghristie’s
de Londres, y que cuenta con la colaboración de un distinguido
grupo de expertos en arte. Aunque el énfasis comercial de Arte­
misa se ha centrado en los antiguos maestros y en el arte contem­
poráneo, el fondo recientemente se interesó en las antigüedades.
En marzo dé 1973, el New York Times80 informó que Artemisa
había reunido el dinero para comprar un extraordinario bronce
griego, del que se afirma que fue ejecutado por el gran escultor
Lisipo. Se dijo que un comerciante de Munich llamado Hans
30 Véase Shirey, 10 de marzo de 1973.
166 EL COMERCIO DE TIESTOS
Herzer adquirió la obra maestra para Artemisa, que supuesta­
mente pagó 700 000 dólares por ella.* La pieza fue ofrecida a
J. Paul Getty, que, de conformidad con un informe, decidió com­
prarla pero luego cambió de parecer: se la ha ofrecido en el
mercado por un precio de 4.5 millones de dólares. Según la opinión
común, Norton Simón está interesado en el precioso bronce.
Este relato ejemplifica de nuevo el secreto que puede rodear a
una verdadera obra de arte importante. Los curadores de los mu­
seos han estado conscientes durante varios años de que este bronce
único estaba a la venta, pero hasta que la historia apareció en
The Times, el público no tenia conocimiento de su existencia.
Hay varias versiones del origen de la estatua. Algunas dicen que
se la encontró en el mar, cerca de Turquía; otras, que fue descu­
bierta en un naufragio de la época clásica en las aguas del litoral
de Nápoles, o en los estrechos de Mesina; otra versión adicional
es la de que la estatua salió en la red de un pescador italiano en
aguas extraterritoriales. Todas las versiones están de acuerdo en un
punto: la supuesta obra de Lisipo fue hallada en el mar.
El buceo de antigüedades se ha convertido en una rama es­
pecializada del comercio de vasijas. En el Mediterráneo, los nau-
ragios de la época clasica se han convertido en un objetivo
principal, en el Caribe, los más buscados son los de carabelas cs-
pano as lenas de doblones. Varias empresas comerciales de los
staaos Unidos procuran atraer a posibles “arqueólogos” submari-
nnp C- GS Ia Under Sea Academy [Academia Submarina],
r jL r r * en el New York Times, y que e » *
lo sollc'ten folleto que da la lista de precios para
to o expHca” A perados en expediciones previas. El fo-

^u?ZciótZoraT¿'q^rJtedhísanancias y lo
o"rr£rTperdwv ^
nes Cosa»! a 0SOrtna federal» salidas de las imprentas por millo-
" l ; ; - . n A ,PrUeba ?uerra’ re«sión, inflación y además fácil-
2 7 es r Z r l r ' C\ eíe? V°- Una de las más importantes autori­
dades en las Galenas de Arte Parke-Bernet dice que los artefactos y
monedas tienen una oferta cada vez menor. El índice Times-Sotheby’s
(el Daw-Jones del mundo del arte y las antigüedades) ha s u b i d o
continua y establemente. *
* Según algunos informantes, la estatua de bronce ha sido atribuida a
runas por un notable académico inglés.
EL COMERCIO DE TIESTOS 167
B e n e f ic io s f is c a l e s b a jo n u e s t r o pr o g r a m a d e r e f u g io f is c a l .
Usted puede ser propietario de estos tesoros arqueológicos y deducir
de su ingreso gravable el 100% del costo. Guando decide vender, es
elegible para ser sujeto del tratamiento concedido a las ganancias de
capital. Para ayudarle a conformar su colección personal, tenemos dos
planes de refugio fiscal. El plan de Treinta Días y el Plan a Plazos...
Si desea saber de nuestro plan de refugio fiscal para cualquiera de
las piezas en nuestra lista actual de adquisiciones, utilice el espacio
proporcionado en el frente de nuestra forma de órdenes.
A veces, los exploradores submarinos hacen un descubrimiento
importante que les es difícil vender. En noviembre de 1970 reci­
bí la siguiente carta de un buceador traficante que vivía en
Florida.
Estimado señor Meyer:
Leí con interés su reciente escrito en Life, que exploraba las posi­
bilidades de un caldero de fundición precolombino. Su enfoque del
tema nos hace suponer que su investigación le ha relacionado con
fuentes posiblemente interesadas en una colección única de artefac­
tos de oro que se fechan aproximadamente en este periodo.
La colección fue integrada por medios ilegales, pero he sido infor­
mado fidedignamente de que ahora satisface todos los requisitos para
una venta pública, aunque la oferta es privada. En la actualidad está
en la bóveda de un banco, y puede disponerse de ella para una ins­
pección directa si se avisa con un tiempo razonable. El precio que
se pide es de 500 000 dólares, y se me dice que el contenido de oro
por sí solo vale una suma de seis cifras. Estoy en condiciones de
proporcionar una cantidad razonable de fotografías de antemano a
cualquier persona interesada seriamente.
Aunque contesté pronto pidiendo las fotografías, esta claro que.
el vendedor cambió de parecer: no las recibí.*

* Otra empresa de buceo, Fathom Expeditions, de Venice, California,


ha enviado el siguiente folleto en el que se dice: “El propósito de esta
expedición es la excavación y recuperación de artefactos precolombinos
en varios sitios de Costa Rica. Estaremos tratando directamente con los
indios, comprando y excavando cerámica, artefactos de piedra, oro y jade.
Descubrimientos previos de la región son exhibidos ahora en el Museo del
Condado de Los Angeles... Tenemos todos los permisos necesarios para
exportar nuestros hallazgos. Nuestra última expedición nos produio 2 000
piezas de este raro y valioso material.”
168 EL COMERCIO DE TIESTOS
Al examinar la red de influencias, otro hilo es la relación del
traficante de arte con los servicios de inteligencia. Quienes co­
nocen bien el mercado del arte' en el Mediterráneo se han sor­
prendido por el número de personas que participan en él y que
sirvieron a los servicios de inteligencia: occidentales durante la
según a uerra Mundial. Parece existir algo similar a una red
e viejos amigos entre los antiguos empleados de esos servicios
que ahora están en el mercado de arte. Dikran A. Sarrafian, el
ra icante de monedas libanés que supuestamente fue el dueño
origina e a. cratera de Eufronio del Museo Metropolitano, era
un agente de los británicos en Yugoslavia durante la guerra; un
importante comerciante en Roma ha sido apodado por la policía
. .Pia 1 P0rqu£ sé cree que su inmunidad legal se debe a sus
vll(mc?0S, ^fSa 08 u Presentesj como agente. Otro ejemplo es un
düS nfr. re Ante Topic-Munara, traficante cuyo papel
desnn' a f 116^ Particularmente misterioso. Inmediatamente
S J e la contienda, Topié-Mimara apareció en la Europa
ordinaria ^ ^ ami6n cargado de arte, entre éste la extra-
o ú eñ o ^ ,CrUZ • -Buiy St Este marfil medieval, pe­
no revelado ex^u“lt°> ^ue comprado en 1963, a un precio aún
recomendación°á * Thomas ^ roP?“ta^ a <*»» * la
dor de ,a colección del mJ o £
Museo B en
venciera ri^ nartp
i^ o ^ enn^ a ^ ^ óun u*
C"d^^a^a
comPraiU CrU2? ° ú^ ahnente>
pero permitió que éstael
Topic-M im Jaso b re T " ^ o * “*“ aC6rCa d« deréchos d*
nicó por teléfono «m ri uando el Museo Británico comu-
^ a b ^ l a c t z en u h " ^ a/ urich- d°"de el propietario con-
diatamente tomada °V61 a de 1111 banco, la opción fue inme-
concluyó la venta m Ü T 6 ^ í^ roPoiltano> y posteriormente se
en secreto a fíne* a ^ condlcl^n de que el precio se conservara
occidental general Uf a Agrafía del superespía nazi y
a Topic-Munara
pionaie de Alomo como^tefe
• j
d e ^ organización
1611’ ? “ “ on6yugoslava
ambiguafde ente
es-
p S a d o en T n r Urant! l0S años cuarenta. C laram ente había
tíem m D e S L “ ^ arte J de> espionaje durante ese
njaOTiifim n manera, en algún lugar, adquirió un marfil
al holocanst^6/ 50! tanto a* Pelaje de la Reforma inglesa como
noce la? histona
noce h , de j la,seSunda
forma Gue"
en quea Mundial.
sobrevivió.Todavía no se co­
EL COMERCIO DE TIESTOS 169

5. ¿El f i n a l d e l ju eg o ?
En marzo de 1973, una galería de Texas invitó a sus clientes a 1¿
apertura de una nueva exposición de arte precolombino.. La in­
vitación decía: -“A causa de las restricciones legales recientes en
este país y en la América Latina, nuestra decimoquinta exposición
latinoamericana será la última. A partir de ahora, continuaremos
reuniendo en nuestra galería los ejemplos más interesantes del *árte
mundial disponible”. El anuncio es una de varias indicaciones ;de
que los años de tranquilidad del mercado de antigüedades están
llegando a su fin, aunque todavía pueden hacerse algunas grandes
ventas en los próximos años.
“Fue divertido mientras duró, pero ya terminó”, me dijo un
destacado curador de un museo del oeste de los Estados Unidos.
Varios comerciantes se están retirando (como J. J. Klejman, que
vendió al Metropolitano su tesoro, lidio) •o están cambiando hacia
otro tipo de colecciones, como rocas ornamentales o arte contem­
poráneo. Un comerciante de, •Filadelfia está concentrándose ahora
en libros raros, y una mujer, que manejaba una galería preco­
lombina de éxito se salió ,del-negocio debido a que ya no podía
aceptar, sus ambigüedades éticas. Hay un ambiente de despedida
en la conversación de los principales comerciantes de Suiza, que
hablan de hacer unas cuantas grandes ventas finales y retirarse
para publicar monografías académicas. Vanos factores son la
causa de tal estado de ánimo: la creciente dificultad para obtener
antigüedades, el temor de un escándalo entre los clientes y el
cambio gradual en las actitudes del público y las políticas del
gobierno.
La oferta de antigüedades es finita, y algunos sitios muy saquea­
dos casi están agotados. Claro que en países como Turquía hay
todavía un vasto Louvre subterráneo, que puede ser saqueado du­
rante muchos años futuros. Pero incluso donde la oferta sigue
siendo considerable, se está reduciendo el mercado para ese arte
de contrabando. Es muy probable que tanto los coleccionistas como
los museos desconfíen cada vez mas del arte de origen dudoso, en
parte debido á mayores escrúpulos y en parte a las cambiantes
leyes y actitudes públicas.* Los curadores más conscientes se dan
* También hay un ambiente notoriamente más defensivo entre los gran­
des comerciantes al responder a indagaciones sobre la posible legalidad de
sus operaciones. Envié una docena de cartas a varios de los principales
170 EL COMERCIO DE TIESTOS
cuenta de que a menos de que los museos se muestren más sen­
sitivos a las cuestiones éticas pertinentes, los políticos les podrían
imponer restricciones drásticas y quizás inadecuadas — en Nueva
York, durante la polémica sobre el proceso de “dar de baja” del
Metropolitano, varios políticos propusieron que todas esas decisio­
nes de adquisición y venta deberían estar sujetas a revisión por la
Junta de Valuación de la ciudad— . Después del asunto de Eufro-
nio, el senador estatal William T. Conkün, de Brooklyn, el líder
suplente de la mayoría republicana, presentó una ley cuya finalidad
era la de impedir a cualquier museo del estado de Nueva York
la adquisición, venta o intercambio ilegales de bienes culturales.
Una reforma más sencilla y potencialmente más efectiva ha
sido sugerida por Paul Bator, profesor de derecho en Harvard.
Bator es un especialista en derecho constitucional con una v iv id a
apreciación de las realidades políticas (su hermano, Francis, fue
asistente del presidente Lyndon B. Johnson en la Casa Blanca).
En 1969, Bator realizó un estudio especial sobre el derecho en
el arte, para el Grupo del Movimiento Internacional de Tesoros
de Arte, patrocinado por la American Society of International
Law [Sociedad Americana de Derecho Internacional]. Su tarea
era la de canalizar y obtener información sobre las políticas exis­
tentes que se refieren a la exportación de bienes culturales. Informo
que, como neófito en el campo, le sorprendió “lo difícil que es
encontrar un análisis meditado de, o información sobre, qué tan
comerciantes internacionales, preguntando, como si fuera un cliente po­
tencial, si mis piezas estarían sujetas a ser confiscadas o si su compré
contribuiría a la destnicción de antigüedades. Spink & Son de Londres
contestó: La ratificación por los Estados Unidos del tratado de la u n e s c o
sobre bienes de arte robados no afectará, espero, ninguna de las piezas
que vendemos, pues no adquirimos piezas en las que exista alguna duda
acerca de su origen. Compramos exclusivamente de colecciones privadas
y de comerciantes de confianza”. Un comerciante de Filadelfia, c o n te s tó :
“Hasta d o n d e sé, n o hay un plan para devolver arte que h a y a salido de
algún país. Los principales museos de este país se opondrían a esa propuesta
porque vaciaría sus estantes. .. Si los países que se quejan hubieran que­
rido en alguna ocasion pagar el precio corriente de los objetos e x c a v a d o s ,
podrían tener todo.” Hartwell J. Kennard, de McAUen, Texas, contestó:
E n lo que se refiere al saqueo excesivo, estoy seguro de que parte del
mismo está ocurriendo ante la consternación de quienes están in te r e s a d o s
en el arte de estos pueblos primitivos. Como ya se ha registrado el sig­
nificado arqueológico del tipo de tumba del cual provienen mis o b je to s , su
valor como una pieza de arte primitivo es superior. Nuestra C onstitución
garantiza que no habrá leyes ex post facto, y cualquier pieza que usted
compre ahora no estará sujeta a confiscación”.
EL COMERCIO DE TIESTOS 171
grande es el peligro para qué valores”. Añadió: “Hasta donde sé,
nadie tiene siquiera una idea aproximada de cuál es el volumen
total [de exportaciones de arte] de cualquier país ya sea en tér­
minos de valor o de número de objetos. Tampoco hay nada más
que un conocimiento impresionista de lo que puede llamarse la
estructura del comercio”.
Bator conoció más del problema como uno de los seis miembros
de la delegación de los Estados Unidos a la reunión de la u n e s c o
en París, en abril de 1970, en la que se preparó un borrador de
la Convención sobre las medidas que deben adoptarse para pro­
hibir e impedir la importación, la exportación y la transferencia
de propiedad ilícita de bienes culturales. El jefe de la delegación
era un habilidoso asesor del Departamento de Estado, Mark B.
Feldman (que, unos años después, negoció con Cuba un acuerdo
para desalentar el secuestro de aviones). La delegación estaduni­
dense logró llegar a un compromiso que resultó en el borrador de
la Convención; en opinión de Feldman éste será aprobado y puesto
en vigor por el Congreso de los Estados Unidos. En el proceso,
fue evidente para los estadunidenses de la delegación que Ja cam­
paña para terminar con el comercio ilícito sería larga y difícil y
que el problema no responde a soluciones sencillas (a pesar de
todos sus méritos, la Convención de la u n e s c o sólo ha sido rati­
ficada totalmente por unos pocos países, entre ellos Ecuador y
Honduras; los británicos y los suizos ni siquiera se molestaron en
asistir a la reunión de la u n e s c o en París).
En Harvard, Bator continuó su labor en este campo trabajando
en el comité que redactó las nuevas restricciones sobre la polí­
tica de adquisición que hoy en día se aplican a todos los museos
universitarios. A pesar de todo, estaba preocupado por la renuen­
cia de los grandes museos de arte de los Estados Unidos a hacer
algo similar. Siempre estaba el problema de la falta de informa­
ción. En abril de 1973, Bator fue a Nueva York para asistir a
una reunión patrocinada por la Asociación de Abogados de la
ciudad sobre el tema “Arte, Museos y el Público”.*
Durante la reunión, un comerciante comparó favorablemente
el mercado del arte con Wall Street, y expresó que los comer­
* Los oradores fueron Ashton Hawkins, secretario del Museo Metropoli-
tanto; John Hess, reportero del New York Times; Palmer B. Wald, asistente
del fiscal de Nueva York, que estaba dirigiendo una investigación del
Museo Metropolitano; y André Emmerich, comerciante en arte precolom­
bino y contemporáneo, y presidente de la Asociación de Comerciantes de
Arte.
172 EL COMERCIO DE TIESTOS
ciantes de arte se preocupaban, después de todo, tanto por la
belleza como por las ganancias. Bator estaba sentado entre el
público, y esta observación lo inquietó. En el período de pregun­
tas, hizo ver que había reglas de información pública que se apli­
caban a Wall Street, pero que no se aplicaban a la adquisición
de los museos. ¿Por qué éstos no debían divulgar la procedencia
completa, de cualquier obra de, arte nueva, inclusive el nombre
del comerciante y el precio pagado por ella? Se contestó a su
pregunta,, pero en realidad no se la contestó. Si los propios museos
no adoptan .una política de información pública total, las legis­
laturas pueden razonablemente imponer este requisito sobre las
que son casi instituciones públicas.
No obstante, no es posible ser ingenuamente .optimista sobre el
efecto de cualesquier medidas unilaterales tomadas por, o en, los
Estados Unidos. . El asunto, jia sido expuesto concisamente por el
destacado columnista Joseph Alsop. En una amigable carta al
autor, Alsop escribe:
Debo decirle que la mera autolimitación estadunidense no hará bien
en esta área. En muchos sectores del mercado del arte, los japoneses
ya están gastando más que los coleccionistas americanos. Antes de
que páse mucho tiempo, esto será cierto en todo sector del mercado.
Además, los objetos precolombinos también tienen precios muy altos
en Europa, especialmente en Alemania y Suiza. A menos que ün
reglamento limitador sea*verdaderamente internacional, de hecho sólo
tendrá el efecto de negarla los Estados Unidos lo que otra gente
arrebatará entonces.
Algunos utilizaron esta argumentación como una excusa para la
inactividad total. Claramente (como respondía a Alsop), para
que cualquier ataque al comercio ilícito'sea efectivo también debe
ser internacional. No obstante, en ausencia de ese esfuerzo con­
certado, los Estados Unidos siguen siendo responsables de lo que
hacen sus ciudadanos y' museos, y no son responsables de los jap°"
neses o europeos. Como el gobierno estadunidense ofrece un be­
neficio fiscal singularmente generoso a los coleccionistas, tiene una
razón especial para dar unilateralmente el primer paso —y la
fuerza del ejemplo americano no puede ignorarse del todo.
Esto motivó una contestación adicional de Alsop:
No estoy de acuerdo con usted en que puede haber alguna fuerza
en el ejemplo americano. Si examina la historia del mercado de arte,
EL COMERCIO DE TIESTOS 173
encontrará que siempre ha equivalido a un enorme remolino mundial,
con mucha frecuencia clandestino o ilegal, en el que. nuevos centros
de riqueza y poder siempre han ejercido suficiente fuerza magnética
para atraer las grandes piezas del periodo.
En nuestra propia tradición artística, el primer intento de impedir
la pérdida de obras de arte fue realizado por uno de los papas del
siglo xv; y se conserva una carta de Isabella d’Este, que indica cómo
podían evadirse las regulaciones del papa. Siempre ha sido así... En
el momento actual, los comerciantes y coleccionistas japoneses están
recorriendo el mercado de arte como aspiradoras voraces, pero poco
selectivas. Pero siempre han aprendido rápido. Pronto los verá yendo
tras las verdaderas grandes obras que aún están disponibles.
Este argumento es poderoso. Si hay alguna esperanza de salvar
al pasado en peligro, podría requerirse no sólo de nuevas leyes,
sino también de una actitud enteramente nueva, y éste es el pro­
blema del que finalmente nos ocuparemos.
V. ¿E L P A S A D O D E Q U IÉ N ?

Tiempo que nadie contar puede en sus intermina­


bles y perpetuos movimientos, todo lo saca a luz
y lo presenta, y aquello que brilló, luego lo entie-
rra. La voluntad entera y obstinada, el más sagrado
juramento. .. Todo sucumbe al fin y queda yerto.
Que nadie diga, “Ño puede aquí pasar.”
S ófocles, Áyax

1. La m a l d ic ió n d e lo rd Byron

Un esc á n d a l o relativo a las antigüedades del que todo mundo


ha oído es la controversia interminable sobre los mármoles de
Elgin. Cada pocos años hay una nueva demanda griega para que
se le devuelvan las esculturas del Partenón, a la cual generalmen­
te sigue un debate en el Parlamento británico y una gran afluencia
de cartas al Times de Londres. Como tantas cosas que se originan
en Grecia, la disputa tiene tonos míticos y comprende muchos de
los temas que se han tratado en otras partes de este libro. Tres
de sus protagonistas originales —Elgin, Byron y Haydon— antici­
paron actitudes que se encuentran en todas partes hoy en día en
el mundo del arte. Aunque parezca antigua, la controversia me­
rece un nuevo análisis porque nos lleva a la pregunta más fun­
damental de todas: ¿en realidad quién es propietario del pasado?
La intensa emoción que pueden originar los mármoles de Elgin
es sugerida por un episodio en la vida del fallecido sir Har°ld
Nicolson. En 1924, el autor británico1 trabajaba como oficinista
de reciente ingreso en el Ministerio de Relaciones Exteriores, y
se suponía que su campo especial era Grecia. Había viajado a ese
país el año anterior y visitó, entre otros lugares, M issolonghi,
donde murió Byron durante la Guerra de Independencia Griega.
Una fecha captó la atención de Nicolson. El centenario de k
muerte de Byron caería el 19 de abril de 1924, y se le ocurrió
que las relaciones anglo-griegas podrían beneficiarse de un gesto
simbólico de aniversario, como el retomo a Atenas de la fam osa
1 Todos los detalles se tomaron de Nicolson, 1949.
174
¿EL PASADO DE QUIÉN? 175
cariatide que se encuentra en el Museo Británico. La cariátide,
una columna esculpida a semejanza de una bella mujer, era parte
de una numerosa colección sacada de la Acrópolis un siglo antes
por lord Elgin. Su lugar en el Erecteón, el pequeño templo jónico
cercano al Partenón, fue llenado posteriormente por una copia
de terracota, que sobresale como un diente falso.
Se expresó interés en la idea de Nicolson, y se le pidió que
presentara un memorando, lo que hizo —un documento muy
sobrio, esquemático, con párrafos numerados—. Plenamente cons­
ciente de los fuertes sentimientos sobre los mármoles, Nicolson
no esperaba que ocurriera nada más, y se sorprendió gratamente
cuando se le llamó para una junta con su jefe, Ramsay Mac-
Donald, que en ese tiempo era a la vez primer ministro y secre­
tario de Relaciones Exteriores.en el primer gobierno laborista dé
Inglaterra. Uno puede imaginarse la reunión: Nicolson, que en­
tonces tenía 37 años, sentado en una confortable silla de cuero
entre el tic-tac de antiguos relojes, mientras MacDonald estu­
diaba solemnemente el memorando. A su debido tiempo, el pri­
mer ministro dijo que si la cariátide era devuelta, entonces se
sentaría un precedente que perjudicaría los alegatos para retener
los demás mármoles. Nicolson contestó, algo excitado, que nunca
había existido justificación alguna para retener las esculturas, en
primer lugar. “Usted se olvida”, replicó MacDonald, “que si no
se hubieran conservado estos hermosos objetos en Inglaterra^ ha­
brían sido destruidos durante la Guerra de Independencia Griega”.
Con eso murió la idea de Nicolson, y desde entonces la cariatide
ha permanecido firmemente en manos británicas.
¿Tenía razón el primer ministro? Si es así, ¿justifica la con­
servación de los mármoles que se les retenga permanentemente en
el Reino Unido? La cuestión no puede responderse sin considerar
la forma y la razón de que la escultura atica llegara a Londres en
primer lugar. Thomas Bruce, séptimo earl de Elgin2 y decimo-
segundo earl de Kincardine, fue un noble escoces nacido en 1766,
quien, después de asistir a Harrow y Winchester, siguió una ca­
rrera diplomática. En 1799 fue nombrado embajador británico
ante el Imperio otomano y parecía destinado a una notable carrera
oficial. De hecho, el nombramiento fue desastroso para Elgin;
por él perdió su fortuna, su reputación, su esposa y la mitad
inferior de su nariz, mientras que la gran obra que obtuvo, los
mármoles, han arrojado por siempre una sombra sobre su memoria.
2 Véase St. Clair, 1967, para un relato completo.
176 ¿EL PASADO DE QUIÉN?
AI principio, el escocés nunca tuvo intención de quitar los or­
namentos de Fidias de lá Acrópolis. El suceso tuvo su inocente
principio cuando un amigo sugirió que Elgin podía beneficiar
considerablemente al arte británico obteniendo réplicas de yeso
y dibujos bien realizados de las esculturas del Partenón. El diplo­
mático designado entusiastamente estuvo de acuerdo y en el cami­
no a Constantinopla se detuvo en Sicilia para reclutar un grupo
de artistas y arquitectos con los cuáles llevar a cabo el proyecto.
Como ocurre en la política, el entusiasmo de sus subordinados hizo
que se ampliara el proyecto original.
El grupo del embajador llegó a Atenas en 1800. Sus miembros
se desanimaron ante lo que les pareció el sorprendente descuido
turco de los monumentos de la Acrópolis. En ese entonces, Grecia
era parte del Imperio otomano, y los turcos tendían a considerar
las ruinas clásicas como reliquias de los infieles; por un pequeño
soborno, los turistas se podían llevar fragmentos del Partenón. Se
hizo una sugerencia audaz: ¿por qué no podía Elgin pedir per­
miso para sacar los ornamentos? La sugerencia fue enviada a
Constantinopla y a Élgin le agradó. El momento era propicio. El
Imperio estaba entonces en guerra con su antiguo aliado, Francia,
cuyas fuerzas habían conquistado recientemente Egipto, que en­
tonces era nominalmeníe una provincia otomana. El Reino Unido
era el nuevo aliado; el sultán se alegró cuando en 1801 los bri­
tánicos sacaron a los franceses de Egipto, a la vez que los buques
de guerra de Nelson acosaban a la flota mediterránea de Napoleón.
Como consecuencia, el embajador británico recibió todos los
honores posibles: una pluma del turbante del sultán, la Orden de
a Luna Creciente, caballos enjaezados soberbiamente, y exhibi­
ciones de fuegos artificiales. Fue en ese momento cuando Elgin
izo su desusual pedido, y a su debido tiempo recibió un firman»
o permiso, que lo autorizaba en su capacidad de embajador a
reaizar excavaciones en la Acrópolis. Por desgracia, el original
reo e ocumento se perdió, y la única copia que sobrevive es
una traducción italiana en la que las palabras clave son ambiguas.
El firman,3 en esta versión, dice que el grupo del diplomático
puede sin obstáculo llevarse “qualche pezzi di pietra con inscrizione
e figure , que en el folleto del Museo Británico sobre los mármoles
de Elgin se traducé como: “Cualesquier piezas de piedra con
inscripciones o figuras . Entre quienes difieren de esa traducción
3 Véase Museo Británico, 1965, p. 12.
¿EL PASADO DE QUIÉN? 177
está Harold Nicolson/ que traduce qualche como “algunas” en
vez de “cualesquier”, añadiendo este comentario: "Incluso la tra­
ducción más libre e imaginativa de la lengua italiana no puede
forzar el significado de estas palabras para que signifiquen todo
un buque cargado de esculturas, columnas y cariátides”.
De cualquier forma, los agentes de Elgin llevaron el firman a
su límite permisible.* Durante un periodo de varios años, más de
300 trabajadores fueron ocupados para desmantelar y empacar los
mármoles. Según un informe, Elgin adquirió 17 figuras de los ba­
samentos del Partenón, 15 metopas, y 56 lápidas de los frisos del
templo. También obtuvo la columna de la cariátide, 4 piezas
del templo de la Victoria, 13 cabezas de mármol y gran número
de fragmentos esculpidos, vasos pintados, pilares sepulcrales y albas
inscritas. El mero envío por barco fue una gran tarea logística; en
cierta ocasión, parte de la colección se perdió en un naufragio y
tuvo que ser recuperada por buzos, operación que requirió cuatro
años. Todos los gastos (excepto por el empleo de los transportes
navales) fueron costeados por el propio embajador.
A medida que el trabajo progresaba, las ideas originales del
embajador acerca de mejorar el gusto británico tomaron una
nueva dimensión. Elgin se había casado recientemente con una vi­
vaz heredera y estaba planeando una nueva mansión en Broomhall,
su casa ancestral en Escocia. Se le ocurrió que los mármoles
podrían convertirse en un rasgo ornamental. Gomo escribió5 a
Giovanni Battista Lusieri, el artista napolitano que supervisaba
la remoción de los mármoles:
Debe usted conocer los planos para mi casa en Escocia. La construc­
ción es un asunto que ocupa gran parte de mi tiempo y^ que me
ofrece los medios de colocar, de una manera agradable, distinguid^.
4 Véase Nicolson, 1949.
* El crédito, o la culpa, de proponer primero que se sacaran los már­
moles pertenece al doctor Philip Hunt, capellán de la embajada británica,
quien se agregó al grupo de Elgin en Atenas. Hunt sabía cómo hacer que
las cosas marcharan; cuando llegó el firman, experimentó sus poderes pro­
poniendo la remoción de una metopa importante. Adolf Michaelis escribe:
“La elástica cláusula final de este memorable permiso fue expuesta tan
brillantemente por Hunt al gobernador de Atenas, apoyando su interpre­
tación con un regalo conveniente de brillante cristal cortado, armas de
fuego y otros artículos de manufactura inglesa, que el gobernador inme­
diatamente dio el permiso para que la metopa abaldonara el Partenón”
(Michaelis 1882, p. 135).
5 Véase Grant, 1966, p. 107.
178 ¿EL PASADO DE QUIÉN?
y útil, las varias cosas que tal vez usted podría obtener para mí.. •
Se tiene intención de que la sala esté adornada con columnas, y los
sótanos que se encuentran debajo tienen bóvedas construidas expre­
samente para esto... En todo caso, me gustaría reunir tanto mármol
como fuera posible. Tengo otros lugares en mi casa que lo necesitan,
y además, uno puede fácilmente multiplicar los ornamentos de her­
moso mármol sin exagerar, y nada, en verdad, es tan bello y tan
independiente de los cambios en la moda... No necesita ninguna
indicación mía para saber el valor que se le da al mármol esculpido,
o pieza histórica ...
En esta mezcla de motivos, esta unión del desinterés y la ava­
ricia, encontramos la perspectiva dél coleccionista arquetípico,
que de alguna manera Elgin era con seguridad. Pero al final de
cuentas, los marmoles nunca llegaron a Escocia porque en los
años siguientes toda calamidad concebible abrumó al par escocés.
Primero fue la enfermedad. En 1802, Elgin contrajo una enfer­
medad de la piel en Constantinopla que afectó su cara y final­
mente consumió la parte inferior de su nariz, desfigurándolo de
por vida. Después se presentó un desastre profesional; Napoleón
se enemisto personalmente con Elgin, al que el francés culpaba
de sus fracasos diplomáticos con el gobierno del Imperio otomano
o Puerta Sublime, como se conocía al sultanato. Después, el azar
puso a Elgin a la merced de Napoleón. Hubo un breve interludio
de paz entre Francia e Inglaterra en 1802, y a principios del
ano siguiente el embajador, terminado su nombramiento, regresó
a su país por la vía de Roma y París. Mientras estaba en Francia,
a guerra estalló de nuevo y Elgin fue tomado prisionero y con­
d a d o como rehén durante tres años. Finalmente se le liberó en
, pero bajo una rígida palabra de honor impuesta por Ta-
eyrand que termino efectivamente con su carrera diplomática.
Hubo otro infortunio adicional: su esposa Mary había salido
nueve meses antes que él a Inglaterra, y cuando Elgin regresó
descubrió que ella estaba viviendo en adulterio con un vecino
escoces, un tal Robert Ferguson de Raith. Siguió un juicio de
divorcio amargo y enconado. Para colmo, en 1807 Elgin perdió
su asiento como uno de los 16 representantes de los pares escoceses
en la Cámara de los Lores.
^Despues estaba el asunto de los mármoles, por los cuales el
séptimo earl había sacrificado tanto. Embarques sucesivos de las
esculturas griegas llegaron a Londres mientras Elgin seguía en una
prisión francesa, y a su regreso rápidamente organizó una exhibi­
¿EL PASADO DE QUIÉN? 179
ción pública en un cobertizo improvisado en Park Lañe. Desafor­
tunadamente para él, los mármoles también se convirtieron en el
centro de una controversia en la que salió perdiendo. Primero, es­
taba la cuestión de su verdadero valor. Aún antes de que se les
exhibiera, los mármoles fueron atacados como meras copias por
Richard Payne Knight,0 un influyente académico clásico, que se
había encontrado con Elgin en Francia en 1806 y le dijo durante
una cena: “Sus esfuerzos han sido en vano, mi querido lord Elgin.
Sus mármoles han sido sobrevaluados: no son griegos; son romanos
del tiempo de Adriano”. Hasta su muerte 18 años después, Payne
Knight se aferró a esa opinión.
En el campo opuesto estaba el artista, que llevaba un diario
personal, Benjamín Robert Haydon, quien habría de convertirse
en el principal campeón británico de los mármoles de Elgin. Se
encontró entre los primeros visitantes7 que los vieron en 1808, y
dejó este vivido registro en sus memorias:
Nos dirigimos a Park Lañe y después de pasar por el salón y luego
por un patio abierto, entramos a un húmedo y sucio cobertizo en
donde se encontraban los mármoles a la vista y al alcance de la
mano. Lo primero en que fijé mi mirada fue la muñeca dé una
figura en uno de los grupos femeninos, en la que podían verse, aunque
en forma femenina, el radio y el cúbito. Me sorprendí porque nunca
los había visto en ninguna muñeca femenina de la escultura antigua.
Subí la mirada al codo y vi la rótula visible, con la misma forma
que en la naturaleza. Observé que el brazo estaba en reposo y que
aquí se mostraba en forma totalmente convincente una idea que en
mi opinión le había estado haciendo mucha falta al arte superior. jMi
corazón palpitó! Si no hubiera visto nada más ya habría contemplado
lo suficiente para inspirar mi genio por el resto de mi vida.
Haydon sentía como si “una verdad divina hubiera penetrado
como un rayo dentro de mi mente” y sabía que los mármoles “final­
mente sacarían al arte de Europa de su sueño en la oscuridad”.
En su arrobamiento, casi arrastró a un amigo —el artista nacido en
Suiza Henry Fuseli— a Park Lañe, de lo que nos da esta agra­
dable descripción:
Fui a ver a Fuseli y lo emocioné tanto que subió corriendo las es­
caleras, se puso su abrigo y salimos rápidamente. Recuerdo que pri-
° Véase St. Clair, 1967, p. 175.
7 Véase Benjamin Robert Haydon, Autobiography and Journals, Nueva
York, Coward McCann, 1950, pp. 77 ss.
180 ¿EL PASADO DE QUIÉN?
mero.nos detuvo una carreta de carbón tirada por ocho caballos al
subir trabajosamente una de las callejuelas del Strand; después un
rebaño de ovejas nos impidió el paso; Fuseli, impaciente y furioso, se
abrió camino violentamente en medio de ellas, que se enredaban entre
sus pequeñas piernas y lo tambalearon tanto que me reí a carcajadas
a pesar de mi excitación...
Finalmente llegamos a Park Lañe. Nunca olvidaré su entusiasmo
sin limites. Caminaba de arriba abajo diciendo: “jLos griegos eran
dioses! jLos griegos eran dioses!” Regresamos a su casa, donde cené
con él y pasamos las primeras horas de la noche discutiendo a Quin-
tiliano y Plinio. ¡Periodo inmortal de mi vida emotiva! El volver a
pensar en esas horas ha sido el solaz de mis aflicciones más amargas.
En el éxtasis de Haydon, encontramos el punto de vista que el
curador tiene del pasado. Nunca se le ocurrió al artista preguntar
cómo o por qué las esculturas habían llegado a Inglaterra; para el
su revelación estética era trascendente. En las discusiones que si­
guieron sobre la compra de los mármoles por el gobierno británico,8
Haydon fue el principal defensor de su mérito, oponiéndose furio­
samente a las quejosas dudas de Payne Knight. Un comité especial
de la Cámara de los Comunes consideró las ventajas de comprár­
selos a Elgin —(que para ese entonces estaba cerca de la bancarro-
*a >Y en 1815 el comité decidió que Elgin había tenido plena
autoridad para adquirir los mármoles, que los había obtenido a
título personal, aunque sólo un embajador podía obtener con­
cesiones tan liberales, y que las esculturas estaban “entre las de
primerísimo rango del arte antiguo”. El comité consideró que
35 000 libras esterlinas era una adecuada compensación para Elgin,
y aunque esta cifra Jo desilusionó profundamente, al final el sép­
timo earl la acepto, y de esta manera los mármoles se convirtieron
en propiedad de la nación británica.
Había, sin embargo, otro punto de vista sobre este asunto —la
opinión nacionalista romántica—, tal como lo expresó lord Byron.
Sucedió que el poeta llegó a Atenas durante las festividades na­
videñas en 1809, y entre sus nuevos amigos se contaba Lusieri, el
agente de Elgin. Byron recorrió la Acrópolis con el artista napo­
litano como su guia y vio los recientes vacíos en el Partenón,
que Lusieri, con disimulada mala intención, le señaló. La reacción
de Byron fue tan vehemente como la de Haydon, pero de un
8 Véase Leslie A. Marchand, Byron: A Biography, Knopf, Nueva York,
1957, p. 225.
¿EL PASADO DE QUIÉN? 181;
tipo claramente diferente. Se emocionó cuando escuchó que algu­
nos trabajadores griegos habían tirado repentinamente una caja
con esculturas cuando, dijeron, las estatuas gritaron en protesta.
En la polémica sobre los méritos de la acción de Elgin, al decír­
sele al poeta que los mármoles podrían conservarse mejor en
Inglaterra, y tener de hecho una influencia benéfica sobre el arte
británico, contestó que las esculturas eran propiedad griega. “Me
opuse y me opondré siempre —escribió posteriormente—, al robo
de las ruinas de Atenas para instruir en escultura a los ingleses
(que son tan capaces de esculpir como los egipcios de patinar en
hielo). . . ”
La leyenda nos dice que Byron grabó en la Acrópolis las palabras
“Quod Non Fecerunt Gothi, Fecerunt Scoti” (“Lo que los godos
perdonaron, los escoceses lo han destruido”). Sus otras observacio­
nes sobre Elgin están documentadas más abundantemente. En un
poema intitulado “La maldición de Minerva*’, la ira de Byron se
manifiesta en 18 estrofas, con este mensaje:
¡Hija de Júpiter! Por el nombre dañado de Inglaterra,
Un británico verdadero puede negar responsabilidad en
el hecho,
No mires con ira a Inglaterra —no es de Inglaterra—
¡Atena! No, el saqueador era escocés.
En otra parte, Byron (cuya madre era escocesa) comparó a
Elgin con un chacal, un idiota y el avaro cuidador de una “tienda
de piedras”. En “Ghilde Harold”, escribió:
Pero ante todo, el innoble alarde del Picto moderno,
Hendir lo que el Godo, el Turco y el Tiempo habían perdonado;
Frío como los riscos de su costa natal,
Su mente igual de estéril y su corazón tan duro,
Él fue quien concibió, quien con sus manos preparó
La forma de desplazar las pobres ruinas de Atena;
Sus hijos estaban demasiado débiles para guardar el altar sagrado,
Y a pesar de todo sintieron parte del dolor de su madre,
Y hasta entonces conocieron el peso de las cadenas del Tirano.
Independientemente de lo que pueda decirse de la opinión de
Byron, que era más emotiva que razonada, se anticipó a las emo­
ciones de los nacionalistas de todas partes con respecto a lo que
han llegado a considerar como una explotación europea y ame­
ricana. Este punto ha sido bien presentado por el coronel C. M.
182 ¿EL PASADO DE QUIÉN?
Woodhouse, quien comandó la Misión Militar Aliada ante las
guerrillas griegas durante la ocupación nazi y que fue miembro
conservador por Oxford en el Parlamento de 1959 a 1966. En su
libro The PhilhellenesJ* Woodhouse recalca:
Elgin sufrió amargamente por sus esfuerzos y se le sometió a mu­
chos ataques infames e irrelevantes. Pero ésos no nos interesan ahora.
Lo que nos interesa ahora es que a nadie se le había ocurrido, antes
de Byron, que la remoción de los mármoles de Elgin podía ser
considerada como un acto que privaba a los griegos de su herencia
histórica. Nadie pensó en lo más mínimo que fuera extraño que no
se hubiera permitido a los griegos opinar de alguna manera en el
asunto.
Así, la controversia sobre los mármoles de Elgin abarcaba tres
opiniones diferentes del pasado humano. Primero, está el punto
de vista del coleccionista, el de lord Elgin, que se veía a sí mismo
como un salvador de la Antigüedad, a la vez que pensaba en los
futuros valores de mercado. Después, está la opinión del curador,
tal como la representa Haydon, en que se considera que el fin
—el enriquecimiento de la sensibilidad nacional— justifica cual­
quier medio dudoso de adquisición. Finalmente, está la actitud de
Byron, que considera los monumentos antiguos como partes indiso­
lubles del patrimonio nacional.
Estas actitudes continúan enfrentándose en el debate cada vez
más apasionado sobre el pasado humano, y cada una tiene sus
pretensiones legítimas. Pero, ¡cómo deja esto al Partenón! Mien­
tras los alegatos proliferan, el gran templo se está d e s m o r o n a n d o .
Georges Don tas,10 el director de la Acrópolis, ha manifestado que
el Partenón esta amenazado gravemente por la ruina de su estruc­
tura interna, las vibraciones de los aviones de retropropulsión, el
interminable roce de los zapatos y —lo más ominoso de todo—
el asalto aéreo de las emanaciones, que consumen la piedra, emi­
tidas por las chimeneas y los automóviles. En 1687, una impor­
tante catástrofe afectó al monumento, durante el sitio v e n e c ia n o
a Atenas, una bomba cayó en el templo e hizo explotar un pol­
vorín^ que se encontraba dentro de él. La explosión dejó grietas en
el mármol y el agua se filtra por ellas. En el frío del in v ie r n o , el
agua se congela y se expande, partiendo la piedra. Escribe D ontas:
. ® Véase G. M. Woodhouse, The Philhellenes, Hodder and Stoughton,
Londres, 1966, p. 25.
10 Véase Dontas, 1968.
¿EL PASADO DE QUIÉN? 183
“En las mañanas que siguen a esos periodos de congelación nuestra
gente camina recogiendo los fragmentos de mármol, anotando con
cuidado el preciso lugar al que pertenecían o en el que cayeron”.
El director de la Acrópolis está incluso más preocupado por la
fuerte calcificación del mármol que ha sido agravada por las
emanaciones de las industrias y de los automóviles. Se han realizado
experimentos con cubiertas químicas, pero como observa Dontas,
“Lamento decirle, no se ha encontrado una sustancia milagrosa que
ofrezca protección total y no tenga inconvenientes”.
El que los mármoles de Elgin hubieran sido dañados durante
la Guerra Griega de Independencia es asunto de discusión. Pero
seguramente no puede negarse que si no se hubieran sacado las
esculturas del templo, la contaminación moderna las habría desfi­
gurado sin duda. En este sentido, el séptimo earl era en realidad
un conservador de la Antigüedad. Así, la controversia sobre Elgin
nos brinda una perspectiva fresca para examinar la cuestión de a
quién pertenece el pasado. Lo que realmente está en juego no
es tanto la propiedad como la conservación, y éste, sin duda, es
el punto más fundamental que se pierde en medio de la cacofo­
nía de voces.
2. E l pa sa d o d e l n a c io n a l ist a

De estas voces, quizás la más estridente es la del heredero nacio­


nalista de Byron. El nacimiento de la arqueología en Europa está
relacionado con el surgimiento del nacionalismo, empezando con
el nombramiento de un “anticuario del reino” por Enrique VIII
durante la Réforma inglesa. (Una de las piezas maestras descu­
biertas por el anticuario fue la supuesta Mesa Redonda original
del rey Arturo y sus caballeros, que el monarca Tudor enseñó
orgullosamente a Garlos V durante la visita de este emperador en
1552; la mesa se encuentra ahora en el castillo de Winchester.)
En el centro del interés nacionalista en la arqueología está el
Interés por demostrar una identidad continua entre la tierra y la
gente, j^ n muchos casos, como en Grecia, el vínculo continuo
claramente existe y es fuente de orgullo evidente, tanto más ahora
que los arqueólogos han demostrado que incluso en la Greta mi-
noica se utilizaba la lengua griega en los archivos reales escritos
en Lineal B.
{Epn otros casos, es posible inventar un pasado que le dé abolengo
a las pretensiones naciónalistas^Algo parecido a esto ocurrió en
Turquía, como parte de la revolución dirigida por Mustafá Kemal
i 84 ¿EL PASADO DE QUIÉN?
Atatürk, el gran soldado-estadista. Después de la caída del sulta­
nato en 1920, Kemal presidió sobre una década de cambio fun­
damental; creó una república secular, trasladó la capital, prohibió
el uso del fez y del velo, creó escuelas públicas y transformó el
alfabeto y el calendario, y cambió los nombres de la gente de
su pueblo (antes de Kemal, la mayoría de los turcos no tenían
patronímico). Al mismo tiempo, Atatürk se esforzó por crear un
sentido de identidad nacional en que se restarla importancia a los
viejos nexos con un pasado asiático y la patria “islámica”. Al
final, ayudó a inventar un nuevo pasado para una nueva república.
El Padre de los Turcos11 se concentró profundamente, en sus
últimos años, en la historia, la lingüística y la arqueología. La
opinión aceptada es que los turcos otomanos eran originalmente
un pueblo guerrero del Asia Central, que ingresaron por primera
vez a Anatolia aproximadamente en el siglo xi d.c. Kemal llegó
a creer en una historia diferente: que los turcos eran un pueblo
ario que hablaba una antigua lengua sun, que ingresó por primera
vez al Cercano Oriente en fecha mucho más antigua, y que estaba
relacionado de alguna manera con los súmenos y los hititas. Estaba
seguro de que en el suelo se encontrarían pruebas que corrobora­
rían esto, y bajo su patrocinio personal se estableció una Sociedad
Histórica Turca en la nueva capital de Ankara, al igual que un
Museo Hitita. La arqueología se convirtió en una obsesión nacio­
nal benigna. Unos ciervos del bronce excavados cerca de Ankara
por la Sociedad se convirtieron en emblemas populares (uno apa­
reció en una estampilla turca emitida después de 1937, el año
anterior a la muerte de Kemal). Algunos bancos recibieron nom­
bres súmenos e hititas, e incluso los apellidos adquirieron matices
arqueológicos; el académico especializado en los hititas, Ekrem
Akurgal, que estudió en Alemania, tomó un apellido que en su-
merio significa agua de la montana”. Aunque la arqueología no
ha demostrado lo que dicen los nacionalistas, sin duda se ha be­
neficiado del interés político.
En pocos países se ha dado a la excavación un apoyo político
más enérgico que en Israel. Como escribe Amos Elon12 en The
Israelis: Founders and Sons [Los israelitas: Fundadores e hijos]:
Los restos de historia antigua y moderna que abarca mÜenios, junto
con las ideas de legitimidad “problemática”, se combinan para pro-
11 Véase lord Kinross, Ataturk, Morrow, Nueva York, 1965, pp. 528-536.
12 Véase Amos Elon, The Israelis, Holt, Rinehart & Winston, Nueva
York, 1972, pp. 282 y ss.
¿EL PASADO DE QUIÉN? 185
ducir este peculiar síndrome israelita. Los descubrimientos arqueoló­
gicos han inspirado casi todos los símbolos nacionales israelitas, desde
el Escudo del Estado, hasta emblemas, monedas, medallas y estam­
pillas postales... Los arqueólogos israelitas, profesionales y aficiona­
dos, no sólo están excavando en busca de conocimientos y objetos,
sino también para reafirmar sus raíces, las que descubren en los
antiguos restos israelitas dispersos por todo el país.
Esta necesidad de reafirmarse, plenamente comprensible en un
país cuyo mismo derecho a la existencia es desafiado continua­
mente, ha desarrollado un bulmus por la arqueología, palabra
hebrea que significa un hambre intensa, una manía, una debili­
dad que resulta del ayuno prolongado. Israel es posiblemente el
único país en que a los reclutas del ejército se les imparte un
breve curso de arqueología; el general Moshe Dayan sólo es el
más famoso de esos oficiales obsesionados con la arqueología.*
Sitios determinados, como Masada, han adquirido un intenso sig­
nificado patriota. Masada fue excavada por un grupo de volun­
tarios dirigido por el soldado-arqueólogo Yigael Yadin, el jefe
de Operaciones en la Guerra de Independencia de 1948. Amargas
reliquias se encontraron atestiguando el coraje de los rebeldes ju­
díos que, en esta gran roca-fortaleza cerca del mar Muerto, hicie­
ron su última resistencia contra Roma en 72 d.c. Los nuevos
reclutas de las unidades blindadas del ejército israelita prestan su
juramento de fidelidad en lo alto de Masada, y en una de esas
ceremonias el profesor Yadin declaró: “Cuando Napoleón estuvo
frente a sus hombres, con las pirámides de Egipto a sus espaldas,
declaró: ‘¡Cuatro mil años de historia humana os contemplan!’,
pero qué no habría dado por poder decir a sus hombres: ‘¡ Cuatro
mil años de vuestra propia historia os contemplan!’ 55
Aún más reverenciados que Masada son los Rollos del. Mar
Muerto que, se ha señalado, son considerados por algunos israelitas
virtualmente como escrituras de bienes raíces, o instrumentos au­
ténticos que dan fe de posesión de un país en disputa. Los Rollos
se conservan en el Altar del Libro en Jerusalén, edificio cuyo
* El general Dayan resultó herido gravemente en 1968 cuando la tierra
se derrumbó sobre él mientras excavaba un sitio, rompiéndole las costillas
y dañándole su columna vertebral. Unos pocos años después se vio en­
vuelto en una furiosa disputa a causa de su afición, cuando un abogado
de Tel Aviv lo acusó de estar exportando antigüedades sin licencia. El
fiscal de Israel investigó la acusación y dictaminó que Dayan no había
roto ninguna ley al vender ocasionalmente piezas para financiar nuevas
compras (véase el Post de Jerusalcn del lo. de diciembre de 1972).
186 ¿EL PASADO DE QUIÉN?
mismo diseño —un inmaculado domo blanco al que se ingresa
a través de un largo túnel— parece una fusión del pasado y el
presente en un talismán de fertilidad. En países nacionalistas que
en otros aspectos difieren mucho de Israel, uno también encuentra
un acento político en la arquitectura de los museos. Esto es muy
evidente en la ciudad de México, donde el Museo Nacional de
Antropología es también una muestra de un renaciente orgullo
en un pasado magnífico. Construido en el breve periodo de 20
meses y abierto en 1964, el museo ocupa un lugar magnífico en
el Parque de Chapultepec y tiene vitrinas de exhibición cuyos
efectos son casi teatrales. Su tema es proclamado por la inscrip­
ción en español que se encuentra sobre las puertas de acceso:
‘Mexicano, contémplate en el espejo de esta grandeza; comprueba
aquí, extranjero, la unidad del destino humano. Pasan las civili­
zaciones, pero en los hombres quedará siempre la gloria de que
otros hombres hayan luchado para erigirlas”.
En todo México, el visitante encuentra la utilización política
de la arqueología13 con el fin enteramente loable de darle a un
pueblo que es en parte europeo y en parte indio, un orgullo na­
cional común. “Cada vez que se hace un descubrimiento arqueo­
lógico , observa Víctor Alba en Los mexicanos, “cada vez que
un estudioso declara que un artefacto tiene una antigüedad de
10, 15 o 20 siglos, la prensa trata la noticia como si el asunto
fuera igual de importante que la política o los deportes”. En las
tersas palabras del poeta Octavio Paz, “La historia de México
es la historia de un hombre en busca de sus progenitores, de sus
orígenes . Pero a veces este impulso elogiable produce resultados
extraños, como en la enconada disputa que siguió al descubri­
miento en 1949 de los supuestos huesos de Cuauhtémoc, el último
emperador azteca y sobrino de Moctezuma. Cuauhtémoc, por me-
!o, e la alquimia del tiempo, se ha convertido en el símbolo
nacional de resistencia al imperialismo europeo, y fue un aconte­
cimiento muy importante cuando se descubrió lo que se suponía
eran sus restos en una cripta de la iglesia de Ixcateopan, una
pequeña aldea cerca de la costa del Pacífico. La controversia
sobre la autenticidad de los huesos fue una disputa tanto política
como académica. El gobierno nombró dos comisiones sucesivas
para que estudiaran los restos y ambas se abstuvieron de apoyar
lo que ya era el veredicto popular. “Cuando nuestro informe se
13 Véase Víctor Alba, The Mexicans, Pall Malí Press. Londres, 1967)
pp. 14-15.
¿EL PASADO DE QUIÉN? 187
hizo público —dijo el presidente de la segunda comisión—,‘ la
hostilidad de ciertos periodistas fue vociferante. Nos describieron
como una pandilla de traidores, y en varios periódicos llegaron al
extremo de exigir que se nos fusilara”.
Al finál de cuentas, ninguno de los investigadores fue fusilado,
pero el caso sugiere lo intenso de las emociones cuando se trata
de hallazgos arqueológicos en muchos países nacionalistas. Las
nuevas naciones, se ha subrayado, pueden parecerse a ancianos
seniles en su búsqueda insistente de una fuente de la juventud
en su pasado mítico. En Ghana, por ejemplo, se ha enseñado a
los niños que sus antepasados inventaron el alfabeto y la máquina
de vapor, y ejemplos de otras pretensiones podrían multiplicarse
interminablemente. Pero como indica el historiador británico J. H.
Plumb,14 no hay razón de reírse y ninguna para burlarse, porque
“acerca de todos los pasados del blanco se han hecho supuestos
igualmente absurdos con el mismo propósito: crear confianza y
un sentido de virtud especial”. De hecho, añade, “¿es menos
arrogante pretender haber inventado la máquina de vapor y el
alfabeto, que la ‘libertad’ en una sociedad en que existían merca­
dos de esclavos?”
La perspectiva simbolizada por Byron ha beneficiado sin duda a
la investigación al aumentar el interés popular en la —y en con­
secuencia el apoyo popular para la— arqueología. No obstante, los
campeones nacionalistas de ésta centran su interés en lo que es
políticamente útil o manifiestamente visible. El propio Byron es­
taba más interesado en las ruinas como símbolo, que como temas
de investigación académica. No le dio importancia a inscribir su
nombre en grandes letras en una columna del cabo Sunion y des­
preció desdeñosamente lo que llamó “el parloteo del anticuario”.
Guando en una ocasión se le invitó a inspeccionar ciertas ruinas,
contestó, “¿parezco uno de esos vejestorios afeminados?”,15 y en
cambio propuso ir a nadar.
Esta tendencia persiste. En México, que ya no se encuentra
entre las naciones en desarrollo más pobres, los políticos volu­
blemente elogian el patrimonio nacional, a la vez que mantienen
al Instituto Nacional de Antropología e Historia con un presupues­
to de hambre. Aunque México tiene cerca de 11 000 sitios arqueo­
14 Véase J. H. Plumb, The Death of the Past, Macmillan, Londres,
p. 91.
16 Véase Woodhouse, op. cit., p. 41.
188 ¿EL PASADO DE QUIÉN?
lógicos registrados, el Instituto cuando mucho puede realizar seis
o siete temporadas en un año con los fondos que se le asignan (en
1971, debido a la escasez de pesos, el Instituto no realizó ninguna
excavación). Toda persona que participa en la arqueología mexi­
cana está notoriamente mal pagada; un arqueólogo recién recibido
tendrá suerte si percibe el equivalente de 240 dólares al mes.
Hay otro aspecto negativo adicional en el concepto nacionalista
del pasado: una tendencia a considerar a los extranjeros como
villanos per se y a. dictar leyes dogmáticas que prohíben no sólo
la exportación, sino también (como ocurre en Guatemala) el prés­
tamo de antigüedades durante un periodo razonable a museos
extranjeros. Gomo hemos visto, estas leyes pueden crear una com­
plicidad cínica entre políticos, policías y vendedores ilícitos de
antigüedades. Los arqueólogos afirman que en cualquier excavación
cerca del 90% de todos los objetos excavados pueden clasificarse
como duplicados. Gran parte de este material podría venderse
legalmente, satisfaciendo por lo menos los deseos de coleccionar
de las personas de ingresos moderados, y utilizando el dinero para
apoyar excavaciones. Aunque se han presentado repetidamente
propuestas de esta clase, en la mayoría de los casos han sido con­
denadas por la pasión nacionalista. En cierto momento, hace unos
pocos años, en México se nombró una comisión asesora, que estaba
integrada por los principales investigadores y coleccionistas. La
comisión sugirió que todas las antigüedades de propiedad privada
en México fueran divididas en categorías: primero, piezas de tal
importancia que deberían ser adquiridas a precios justos por los
museos; segundo, objetos de tal interés que no se debía permitir
que salieran del país, aunque podían ser conservados por una per­
sona privada; tercero, piezas que deberían considerarse como du­
plicados y que se podían vender libremente; y, finalmente, copias
y falsificaciones. Esta idea sensata no progresó para nada.
Otros han chocado con la misma pared de piedra. En mayo
de 1970, Froelich Rainey, el director del Museo de la Universidad
en la Universidad de Pennsylvania, propuso que se convocara a
una conferencia internacional bajo los auspicios de la u n e s c o , para
sugerir leyes de antigüedades uniformes en todos los países perte­
necientes a la u n e s c o . Tal ley modelo, sostenía Rainey, podía
tomar medidas para un comercio legal de objetos arqueológicos.
“Nuestro objetivo debe ser la conservación de los sitios que toda­
vía existen”, escribió en una carta al Consejo Internacional de
Museos. “Es poco realista esperar detener todo el comercio en
objetos arqueológicos y, en realidad, un comercio legal debena
¿EL PASADO DE QUIÉN? 189
ayudarnos a detener el comercio ilícito”. Ni un solo país miembro
de la u n e s o o ha secundado la propuesta de Rainey. Aunque es
cierto que algunos países ricos en antigüedades —notablemente
Irán, Israel y Egipto— han tomado algunas disposiciones para el
comercio legal, el dogma prevaleciente es que el pasado es pro­
piedad nacional indivisible. Este impulso surge en parte por el
recuerdo de la explotación pasada. Pero también indica la limi­
tación rígida del punto de vista nacionalista.

3. E l pa sa d o d e l c o l e c c io n is t a

¿En oposición a la opinión nacionalista está la del coleccionista. Lo


que el nacionalista ve como intocable y público, el coleccionista
lo ve como transportable y privado, y sus emociones son con fre­
cuencia iguales a las de los herederos de ByroivlEI gran colec­
cionista tiene un sentido de destino, una sensación de que es el
representante de la humanidad en la obtención y conservación de
lo que de otra manera se dispersaría descuidadamente. Además, el
coleccionista es capaz de coleccionar cualquier cosa. Uno tiene
un gabinete repleto de toda clase de botellas de Coca-Cola, mien­
tras que otro muestra muchos diferentes radiadores Ford (para
su angustia, le faltan dos años, 1906 y 1908).
Lo que el resto de nosotros podría considerar basura, puede
ser apreciado por un coleccionista. En septiembre de 1972, 600
coleccionistas de latas de cerveza se reunieron en Lake Geneva,
Wisconsin,16 para platicar, intercambiar y regatear en su propia
jerga especializada. Se oyó decir a un coleccionista: “Debe estar
bromeando, ¿una lata moderna por una obsoleta? Puedo obtener
fácilmente tres por ésta”. Existen planes para publicar una lista
completa de los 12 000 tipos de lata de cerveza de los Estados
Unidos, incluyendo marcas olvidadas como Jaguar, Buccaneer,
BuUfrog y Oíd Frothinglosh. Otros entusiastas acumulan alambre
de púas, etiquetas de quesos, barras de plata, anillos de puros, e
incluso moldes en yeso de los falos de las estrellas pop. La Bruyere
dijo del coleccionismo: “No es un pasatiempo, sino una pasión,
y a veces tan violenta que sólo es inferior al amor o la ambición,
por lo mezquino de sus objetivos”.
16 Véase Andrew H. Malcolm, "Beer Can Collectors Hold Barter Fest”,
New York Times, 26 de septiembre de 1972.
190 ¿EL PASADO DE QUIÉN?
Uno puede hablar inteligiblemente de una neurosis del coleccio­
nista.17 Maurice Rheims, el subastador parisiense que conoce bien
a los coleccionistas, ha dicho en su libro The Strange Lije of
Objects, “Para muchas personas, el proceso de coleccionar genera
una atmósfera clandestina de intriga y engaño, como si estuvieran
viviendo una relación amorosa ilícita”. Cuentan de un coleccio­
nista de monedas francés que durante años le mintió a su esposa
acerca de su salud con el fin de gastar secretamente en su colec­
ción dinero que se suponía destinaba a medicinas. Sólo cuando
falleció descubrió la viuda que había ocultado una gran colección
de monedas valuadas en 300 millones de francos (al valor del
franco francés en 1961), Los coleccionistas están frecuentemente
conscientes de su propia flaqueza. El novelista Henri de Monther-
lant, gran coleccionista de antigüedades, confesó en una ocasión:
“Bajo la vista cuando paso ante una tienda de antigüedades,
igual que un seminarista cuando pasa ante un night club”.
Aunque la condición es muy común, la literatura psiquiátrica
sobre el coleccionismo es poca. Una tesis médica que abrió ca­
mino sobre el coleccionismo fue escrita en 1921 por un francés,
el doctor Henri Codet, quien concluyó que había cuatro motivos
subyacentes: la necesidad de poseer, la necesidad de una actividad
espontánea, el impulso de progresar personalmente y la tendencia
de clasificar las cosas. Otro analista francés, René Brimo, tomó
en 1938 una opinión más favorable al hacer hincapié también en
el amor a lo bello; consideró al coleccionista como un artista,
aunque de una clase especial. La princesa Marie Bonaparte, una
discípula de Freud, relacionó a los coleccionistas con el erotismo
anal. No obstante, cualquier persona que revise la literatura debe
concluir que el síndrome del coleccionismo no ha sido explicado
todavía.
Por ejemplo, ¿cómo se podría explicar el caso de Homer y
Langley Collyer, los hijos de un famoso médico de Nueva York,
que vivían en una ruinosa casa de la Quinta Avenida?18 En 1909,
los hermanos se aislaron del mundo y clavaron maderos. sobre las
ventanas de su casa de tres pisos. Transcurrieron décadas, y en
1947 se informó anónimamente a la policía que había un hombre
muerto en la casa Collyer. Cuando los representantes de la ley
derribaron la puerta del frente, encontraron una sólida masa de
periódicos y basura, y para poder entrar a la casa tuvieron que
17 Véase Rheims, 1961, p. 32.
18 Véase Jensen, 1963, pp. 612-613.
¿EL PASADO DE QUIÉN? 191
subir hasta una de las ventanas del segundo piso. En una oquedad
similar a una cueva entre el montón de cosas, encontraron muerto
a Homer, desnudo excepto por una bata, con su largo cabello
blanco que le llegaba a los hombros. En una excavación maca­
bra, la policía penetró a los cuartos llenos de objetos, que incluían
miles de libros, montones de periódicos, fotografías obscenas, un
Ford modelo T desarmado, 14 pianos, incontables juguetes de
niños y los restos de todo lo demás que los Collyer hubieron com­
prado alguna vez. Finalmente encontraron a Langley, su cuerpo
devorado en parte por las ratas. Había sido aplastado por un
montón de periódicos, atrapado aparentemente en una de las
trampas de ladrones que los hermanos idearon para proteger su
invaluable colección.
Los hermanos Collyer recuerdan un personaje de la literatura
de ficción: un casateniente llamado Plyushkin en Las almas muer­
tas de Gogol, que era un ávido acumulador de todo: pedazos de
alambre, plumas de pájaros, pedazos de papel, billetes viejos, cera
de sellos. Entre su montón de objetos, escribe Gogol, al final
Plyushkin se convirtió en “una especie de agujero absorbente en
la humanidad”.
A pesar de todo, si el impulso de coleccionar mezcla lo infantil
y lo sublime, los frutos pueden ser únicos y agradables. La cul­
tura crea las colecciones y las colecciones crean la cultura, observó
Dillon Ripley, el secretario del Instituto Smithsoniano. Los museos
no serían posibles sin un instinto cuyas raíces son oscuras, pero
cuyos resultados son benignos. El antepasado del museo es el
gabinete de curiosidades del coleccionista; lo que de otra manera
se habría perdido o dispersado irreparablemente, es ahora visible
para todos. En el caso del coleccionismo, la avaricia privada pue­
de convertirse en un beneficio público.
El coleccionista, entonces, es un amigo del pasado. Pero puede
ser un amigo difícil. Si existe un rasgo común en todos los colec­
cionistas, es el deseo de satisfacerse a sí mimo, de crear un mundo
único de objetos sobre los cuales reinar. En 1970 estré a uno de
esos mundos, un dominio de la fantasía conformado y regido por
el artista Eugene Berman, cuyos mejores esfuerzos eran para el
teatro y la ópera. Berman (que murió en 1972) había transfor­
mado un magnífico apartamento en el Palazzo Doria en Roma, en
un domo del placer para la vista. Allí, en ingeniosa yuxtaposi­
ción, estaban colocadas figurillas etruscas y cerámica precolombi­
na; un ídolo cicládico estaba en un nicho con un icono gótico;
192 ¿EL PASADO DE QUIÉN?,
el arte popular se mezclaba con el arte superior, el antiguo con el
moderno, e incluso lo creado con lo natural, porque como com­
plemento de su colección, Berman tenía un estante con minerales.
Pero, a pesar de todo su encanto, su colección casi no tenía valor
académico, ya que el criterio para su elección era sencillamente
que el objeto le agradara. No se dice lo anterior como crítica,
sino con el fin de explicar por qué el estilo ecléctico, que pre­
valece tanto entre los coleccionistas, limita el valor de lo que se
acumula.
En comparación, algunos coleccionistas desarrollan un riguroso
interés académico en sus objetos. Norbert Schimmel, hombre de
negocios de Nueva York, en pocas décadas ha reunido una so­
berbia colección de arte clásico, egipcio y del Cercano Oriente,
inclusive un grupo excepcional de relieves en el estilo que se
asocia con Tell-el-Amama, capital del herético faraón Iknatón.
Schimmel ha consultado con los principales expertos en el trans­
curso de los años, y habla de sus posesiones con autoridad sin
ostentación. En varias ocasiones ha comprado antigüedades a so­
licitud de los museos, para impedir su desaparición o dispersión.
(Schimmel siempre ha puesto su colección a disposición de ex­
pertos calificados, y actualmente está preparando con un grupo de
expertos un catálogo; como editor está Oscar Muscarella, del
Museo Metropolitano.) No obstante, al igual que otros coleccio­
nistas serios, Schimmel está preocupado por las implicaciones
éticas de comprar arte excavado ilícitamente.
“Es parecido al problema del desarme”, me dijo. “No sirve de
nada que una nación deje de comprar armas si las demás conti­
núan^ adquiriéndolas. Si yo no compro una pieza, otro sí la com­
prara . El argumento es irrebatible lógicamente. Hasta que se
desarrolle algo similar a un sentido colectivo de escrúpulos entre
los coleccionistas de antigüedades, continuarán apoyando un trá­
fico que muchos de ellos lamentarían en otras condiciones. Por
su parte, Schimmel llego a una decisión, después de meditarlo
mucho; recientemente le dijo a un amigo que ya no estaba en
el mercado de adquisiciones nuevas, no documentadas.

4. E l p a sa d o d e l m u s e o
Por razones obvias, el museo está estrechamente asociado con el
coleccionista. Mas del 80% de los trabajos que posee el Museo
Metropolitano han llegado a él como donaciones o herencias. Todo
¿EL PASADO DE QUIÉN? 193
coleccionista es un donante potencial, y quienes tienen piezas fuera
de lo común son cortejados con adulaciones desvergonzadas por
los curadores. Además, el personal de los museos con frecuencia
ayudará a los coleccionistas, orientando sus compras y proporcio­
nando experiencia invaluable.
Pero el compromiso del curador es con el público, y con la
institución por la que muohas veces trabaja desinteresadamente.
Frecuentemente, el propio curador es un coleccionista frustrado,
con el deseo de la adquisición, pero sin los medios para satisfacerlo.
Esto fue señalado por John Walker,w el antiguo director de la
Galería Nacional de Arte en Washington en un artículo de 1972,
intitulado “Secrets of a Museum Director**. Walker escribió:
La adicción al coleccionismo es tan difícil de terminar como la adic­
ción a las drogas, y yo he sido un adicto. El aumento de los precios,
sin embargo, ha hecho casi virtualmente imposible la adquisición de
grandes obras de arte, excepto para lqs colosalmente ricos y para los
directores o curadores de museos que utilizan el Dinero de Otras
Personas ( d o p ) . Encontré que el uso del d o p era uno de los grandes
encantos de una carrera en un museo.
Sin él, nunca Habría satisfecho mi ansia de coleccionar pinturas y
esculturas de calidad suprema. Además, está la emoción de la bús­
queda, el safari a través de la selva de comerciantes en Nueva York,
Londres, París, Zurich y otros lugares, con el constante peligro de
dar un paso en falso y de las trampas. ¿Debo mencionar la ocupa­
ción más fascinante? Sonsacar tesoros de los coleccionistas privados
cuando los propios colegas son la competencia determinada y a veces
inescrupulosa.
Este celo competitivo hace al curador y al director más rudos
que el coleccionista, ya que el trabajador del museo tiene un mayor
sentido de virtud, un sentimiento de que lo que hace es por el
público y por la causa del arte. Hay un paralelo en la competencia
entre monjes y sacerdotes de la Edad Media, los que se disputaban,
a veces sin escrúpulos, las reliquias de los santos y del propio
Salvador, ya que el beatífico fin siempre justificaba los dudosos
medios. Tan profunda es la dedicación al museo, que quienes
trabajan en él a veces fallecen prematuramente o sufren de in­
somnio o alcoholismo. En 1967, Thomas P. F. Hoving del Me­
tropolitano le dijo a un entrevistador: “Guando supe el otro día
que la Galería Nacional había comprado un Leonardo —el Gt-
Véase Walker, febrero de 1972.
194 ¿EL PASADO DE QUIÉN?
nevra de’Benci— por seis millones de dólares, no pude dormir
en toda la noche. Debimos haberlo adquirido. La reputación del
Metropolitano siempre se ha basado en su poder de adquirir cosas
sin reserva... Si usted pierde un solo día de búsqueda de una
gran obra, ha perdido una década. Cualquier fideicomisario debe­
ría poder firmar un cheque por tres millones de dólares sin si­
quiera sentirlo”.20
Para Hoving y para muchos trabajadores tradicionalistas de los
museos, adquirir eslo máximo. Cuando el directordel Metro­
politano supo en 1968 que Egipto había ofrecido a los Estados
Unidos el templo de Dendur21 en gratitud por la ayuda estaduni­
dense en la campaña de rescate en Nubia, fue apresuradamente a
Washington para ver que el pequeño templo no llegara a manos
de otra institución rival, el Instituto Smithsoniano. Obtuvo la
pieza, y después le restó importancia diciendo: “La calidad del
templo de Dendur no es grande, pero no la menosprecio. Su
efecto es extraordinario. Es un ambiente, algo a lo que usted puede
penetrar... compraré cualquier obra de escultura arquitectónica
que esté a mi alcance”.
Cuando una propensión tan poderosa a comprar se une con
los vastos recursos de un museo como el Metropolitano, es muy
fuerte la tentación de hacer caso omiso de las leyes de otros países
por considerarlas una mera molestia. Como observó Hoving du­
rante una entrevista en 1967: “El museo nunca ha hecho nada
ilegal. Es mejor que crea usted eso. No somos más ilegales en lo
que hemos hecho, que Napoleón cuando llevó todos los tesoros
al Louvre”.22 Esta actitud, expresada con un desembarazado sen­
tido de rectitud, explica por qué el museo de arte estadunidense
puede ser considerado como el último bastión del imperialismo
abierto. Como la escritora Eleanor C. Munro23 comentó durante
la controversia sobre el vaso de Eufronio: “Al igual que en el
siglo xix algunos estadunidenses creían que, debido a su menta­
lidad y mecánica superiores, tenían un mandato para apoderarse
del Oriente y de las Filipinas y de partes de China, hoy en día
algunos fideicomisarios creen que tienen un mandato para poseer
y comerciar arte, la última entidad nacional transferible, ahora
que ya no se puede colonizar a los pueblos o convertir a los países
en concesiones”.
20 Véase McPhee, 1967.
21 Véase Burnham, 1973, p. 178.
22 Véase McPhee, 1967.
23 Véase Munro, 1973.
¿EL PASADO DE QUIÉN? 195
El punto de vista no sólo puede ser considerado como imperial,
sino también como una expresión de victorianismo retardado. La
misma arquitectura del museo de arte proclama su nostalgia por
el pasado Victoriano: la columnata de la entrada, las vastas ga­
lerías con su exceso de mármol, y la atmósfera reverente, tan
parecida a la de un banco central o una catedral. Uno de los
primeros críticos norteamericanos del museo de arte fue John
Gotton Dana,24 el director del Museo de Newark, que en 1917
publicó un expresivo folleto intitulado “La melancolía del museo”.
Para Dana resultaba “grotesco” que se prestara tanta atención
reverente a objetos que son 1) antiguos, 2) raros, y 3) de precio
elevado. Llegó tan lejos que argumentó que el valor de los objetos
en los museos de arte era “en gran medida ficticio”, nacido de
la rivalidad entre los coleccionistas ricos “e incluso entre los museos
ricos”. Sin duda, expresó:
una función de un museo de arte público es la de hacer la vida
más interesante, agradable y completa; y con seguridad un museo
no puede ejercer muy bien esa función si no se relaciona estre­
chamente con la vida a la que debería estar influyendo. Sin duda,
no se podrá relacionar de esa manera a menos que entre en estrecho
contacto con los adornos materiales de esa vida: sus artes aplicadas.
Una voz solitaria en 1917, Dana encontraría amplia compañía
actualmente.* Uno de los críticos más particularmente sagaces es
Dillon Ripley que, como secretario del Instituto Smithsoniano,
preside sobre museos e instalaciones de investigación de una va­
riedad prodigiosa. En un libro intitulado The Sacred Crove25 [La
arboleda sagrada], Ripley observa que los museos de arte en Amé­
rica siguieron un camino que tendió a aliarlos con las fuerzas
dominantes de la comunidad: los promotores cívicos y los filán­
tropos ricos. Como consecuencia de esta alianza demasiado exclu­
siva, argumentó, los museos también han tendido a distanciarse
24 Véase Dana, 1917.
* El Museo de Newark de Dana, aunque pequeño, se ha visto afectado
por un problema conocido. En 1970, el museo pagó cerca de 10 000 dó­
lares por un mosaico romano del siglo iv d.c., en el que aparecen dos
amazonas a caballo. El mosaico fue descubierto originalmente en 1967 por
arqueólogos belgas que excavaron el antiguo sitio de Apamea, en el occi­
dente de Siria. Cuando el museo supo que su mosaico probablemente era
robado, su respuesta fue rápida y virtuosa: los fideicomisarios de Newark
en abril de 1973, ordenaron que el mosaico fuera devuelto a Siria.
25 Véase Ripley, 1969.
196 ¿EL PASADO DE QUIÉN?
de tres grupos importantes: los historiadores de arte, los artistas
y los pobres. “Si las maravillas de una colección fantástica como
la del Museo Metropolitano de Nueva York —escribió— no pue­
den de alguna manera llegar a los más humildes de nosotros,
entonces los propósitos del comité organizador del Metropolitano
en 1870 no han sido servidos”.
De hecho, se puede sostener además que cuando museos como
el Metropolitano buscan interesar a un público numeroso, lo hacen
a través de la única actividad que los fideicomisarios ricos del
museo apoyan abrumadoramente: la adquisición de obras maes­
tras. Y en la concentración en las obras maestras, hay otra dis­
torsión adicional.26 Hughes de Varine-Bohan, director del Consejo
Internacional de Museos y arqueólogo, lo manifestó de esta ma­
nera en un discurso:
Creo que la raíz del problema está en una falsa concepción del
museo. Un objeto de interés científico no debe ser considerado pri­
mordialmente como una obra de arte. No obstante, los museos, que
se supone deben educar al público, con frecuencia contribuyen a la
idea de que tal y tal cultura sólo está representada por bellos obje­
tos singulares. . . De hecho, la imagen que el público se forma de
las antiguas culturas puede ser distorsionada permanentemente cuan­
do el pasado es presentado consistentemente como un caleidoscopio de
obras maestras.
Los turistas y coleccionistas, comerciantes de arte y curadores de los
museos se obsesionan en esta búsqueda de una obra única. Además,
este “complejo de Mona Lisa”, como yo lo llamo, puede hacer
surgir un mercado ilegal, que lleve a su vez al saqueo y destrucción
de monumentos.
El ejemplo supremo del complejo de Mona Lisa es la compra
de la crátera de Eufronio por el Museo Metropolitano. Existen
pocas expresiones mejores del punto de vista tradicional de los
curadores, que la defensa de esa compra hecha por Dietrich von
Bothmer, quien dijo del vaso: “Quiero saber dónde fue hecho, por
quién y cuándo. Quiero saber si es genuino o falso. Su historia
intermedia no es de importancia para la arqueología. ¿Por que
la gente no puede verlo sencillamente como lo ven los arqueó­
logos, como un objeto de arte?”27 Los arqueólogos inmediatamente
protestaron y afirmaron que Von Bothmer veía el vaso no como
2» Véase “Vasari”, 1972.
27 Véase David L. Shirey, “Vase’s Outline Stressed”, New York Times,
19 de febrero de 1973.
¿EL PASADO DE QUIÉN? 197
un arqueólogo, sino como curador de un museo; que de hecho,
la historia intermedia del vaso era de alguna importancia para
los investigadores. Un crítico recordó una mordaz observación del
famoso egiptólogo Flinders Peíne, que en alguna ocasión descri­
bió a los museos como “osarios de testimonios asesinados”.*
* La controversia hizo que Felicia Lamport parodiara a Keats en el
New York Times Magazine, pocos meses después de que esa revista pu­
blicara el vaso en su portada. Su “Oda a una urna griega” era hábil:
Thou Krater by the Hoving eye transfixed
And bought with numismatic revenues
Thou mayest prove a blessing not unmixed
The latest form of Irving versus Hughes.
What legendary provenance thou hast
That mak’st thy unearthed worth a million cool!
Went sold to hectored Hecht? If so, by whom?
A Lebanese collector or a ghoul?
Whence came’st thou to New York?, How has thou passed
These fifty years? In hatbox or in tomb?
Ó Attic Shape! that strik’st curator dumb
And Shatterest museum etiquette
So gravely that thou threaten’st to become
A pox von Bothmer houses at the Met:
Dost realize thous’t flung the golden ball
That causeth antiquarians to spar
About good faith and sum of quid pro quo?
What price such small details with objets d’art?
Money is truth, truth is money, that is all
The public knows and all it needs to know.
[Vos, crátera, traspasada por la mirada de Hoving
y comprada con ingresos numismáticos.
Vos podríais demostrar ser una bendición dudosa,
la última forma de Irving contra Hughes.
¿Qué legendaria procedencia tenéis
que hacía que valierais un millón aun enterrada?
¿Fuisteis vendida a Hecht? Si así fue ¿por quién?
¿Un coleccionista libanés o un trasgo?
¿Cuándo Uegásteis a Nueva York? ¿Cómo habéis pasado
estos cincuenta años? ¿En una caja de sombreros o en una tumba?
¡Oh, forma ática! que asombrasteis al curador
y rompisteis la etiqueta del museo
tan gravemente que amenazáis convertiros
en una peste que Von Bothmer alberga en el Met.
¿Os dais cuenta de que arrojásteis la manzana de oro
que hace combatir a los anticuarios
sobre la buena fe y la suma del quid pro quo?
198 ¿EL PASADO DE QUIÉN?
En justicia, debe añadirse que el punto de vista tradicional del
museo ha enriquecido nuestra sensibilidad colectiva, y que los mu­
seos estadunidenses —cualesquiera que sean sus fallas— siguen
siendo una fuente de envidia y sorpresa entre los visitantes ex­
tranjeros. Quienes presionan por la reforma no quieren repudiar
la tradición de los museos, sino añadir algo nuevo. Incluso los
que defienden el punto de vista ortodoxo sienten que la marea
está cambiando. Hubo casi una nota de despedida en una entre­
vista que Thomas P. F. Hoving dio al Newsweek28 durante lo
que describió como el “alboroto” por la crátera de Eufronio.
Hoving afirmó:
Comencé como coleccionista y mis instintos siguen siendo los de un
coleccionista. Cuando veo algo que quiero, hago todo lo posible por
obtenerlo. He comprado 300 millones de objetos desde que estoy aquí,
y nunca me he equivocado. ¿Qué otro museo, qué otra ciudad del
mundo ha obtenido estas cosas? Estoy orgulloso de que hemos con­
seguido los más grandiosos objetos del mundo, durante mi estadía
aquí. .. Soy de una cepa que no se dará de nuevo, no por la ge­
nialidad, sino por los tratados y otras complicaciones. .. Creyeron
que yo era el principio de algo nuevo. Estaban equivocados. Soy el
último de algo muy antiguo.29
La gloria de “algo muy antiguo” es que adquirió mucho de
lo que estaba en poder de particulares para exhibirlo en público.
Pero la vergüenza de esa tradición es que su interés siempre se
concentraba en lo viejo, lo único y lo de precio elevado. En el
proceso no se hizo caso de muchas otras cosas como, en los Es­
tados Unidos, los restos del pasado indio americano.

5. E l tr a c t o r d e s t r u c t o r

Aun más que el ladrón de tumbas, el tractor amenaza nuestra


herencia arqueológica. El problema es universal, y hasta ahora
no se ha solucionado. La civilización se expande a gran velo-
¿Pero qué importa el precio de esos pequeños detalles
tratándose de objets d’art?
El dinero es lo verdadero, lo verdadero es el dinero,
eso es todo lo que el público sabe y necesita saber.]
28 Véase D. Davis, 1973.
29 Véase D. Davis, 1973.
¿EL PASADO DE QUIÉN? 199
cidad y al hacerlo así consume mucho que es precioso. En los
países más pobres, la necesidad económica es una circunstancia
predominante que explica, aunque no justifique, la destrucción
del pasado. No obstante, el problema es más grave en los países
más ricos, precisamente porque la riqueza genera el desarrollo
que amenaza a todo lo que está oculto en el suelo.
Tom King,30 presidente de la Sociedad para la Arqueología de
California, recientemente llamó la atención sobre la destrucción
innecesaria en su estado de los restos del pasado prehistórico:
“Insatisfechos con destruir la cultura india como unidades viables
vivas”, dijo en un informe a los miembros, “estamos ahora des­
truyendo con tractores los ruinosos restos de su antigua existen­
cia”. Los indios americanos están siendo destruidos dos veces,
aunque irónicamente, la segunda catástrofe ocurre en el preciso
momento en que todo lo indio está de moda en los Estados Uni­
dos. California presenta un caso que nos hace meditar. Cuando
los primeros exploradores llegaron al estado, existían casi 75 000
sitios arqueológicos, de los cuales sólo queda una fracción debido
al desarrollo de los terrenos, concentrándose la peor devastación
en los últimos 30 a 40 años.
Como ejemplo, el arqueólogo Michael J. Moratto cita una in­
vestigación sobre el terreno en 1908 que localizó 450 montículos
indios en la zona de la bahía de San Francisco;31 hoy en día, I qs
arqueólogos sólo pueden identificar 40. De éstos, sólo media docena
no han sido dañados; los demás ya sólo son restos destruidos. En
la región de Los Ángeles, la devastación ha sido más grave. Morat­
to estima que menos del 5% de todos los sitios arqueológicos aún
está intacto. Informa que los promotores de bienes raíces utilizan
la asociación del sitio con restos indios para aumentar el precio
de venta de las casas, aunque no toman medidas para que se
haga un estudio científico de lo que destruye el tractor. En 1969,
una compañía con iniciativa pagó por un anuncio a colores en
toda una página de un periódico del norte de California, en 1&
que indicaba que los “niños” podían “buscar reliquias indias”,,
mientras papá y mamá veían las casas. En California, al igual
que en cualquier otro lugar de los Estados Unidos —iy de hecho,
cualquier otro del mundo— no hay una autoridad local responsa­
ble de la arqueología. Como resume Moratto la situación:

so Véase King, 1971.


31 Véase Society for California Archaeology, 1970.
200 ¿EL PASADO DE QUIÉN?
La situación de California es crítica; sólo una pequeña parte, del
estado ha sido investigada en busca de restos prehistóricos; la am­
pliación urbana, los programas de desarrollo de recursos hidráulicos,
las carreteras y el vandalismo han destruido miles de sitios impor­
tantes; los organismos gubernamentales que ya existen no cuentan con
fondos adecuados y están mal estructurados para emprender progra­
mas arqueológicos en una escala significativa; los indios de Califor­
nia no tienen voz en la administración de su herencia prehistórica;
y, sobre todo, por lo menos mil sitios prehistóricos son destruidos
cada año.
En el curso de mi investigación, escribí al arqueólogo estatal -
en cada uno de los 50 estados de la Unión Americana. La ma­
yoría de las respuestas fueron variaciones del mismo tema.. En
forma resumida, presento algunas de las respuestas:
Connecticut: “Una gran parte de los restos arqueológicos de
Connecticut (no me arriesgaré a estimar qué fracción) probable­
mente ya había desaparecido en 1900, pero el aumento de las
actividades de construcción en gran escala y la expansión de la
población en los últimos 20 años presenta una grave amenaza a
lo que resta”.
Illinois: “El mayor problema que afecta actualmente a los ar­
queólogos en este estado así como a toda la nación, es que
necesitamos ayuda política. Simplemente no estamos preparados
adecuadamente para enfrentar los problemas de la destrucción ar­
queológica a nuestro nivel”.
Idaho: “La construcción de edificios, en particular los financia­
dos por el Cuerpo de Ingenieros y la Junta de Mejoras de Terre­
nos, ha sido muy destructiva. Estos proyectos, aunque financiados
federalmente, pocas veces incluyen fondos suficientes para el res­
cate arqueológico. De hecho, si tuviera que señalar un solo factor
distinto a los buscadores de vasijas, diría que el gobierno federal,
inás que cualquier otro, ha sido responsable del mayor daño que
han sufrido los sitios arqueológicos en Idaho”.
Lousiana: “Creo que en la pasada década el proyecto más des­
tructivo que ha surgido en el valle del Mississippi es el de ni­
velar los terrenos... Esto simplemente aplana el campo, y cual­
quier pequeña prominencia que pudiera tener importancia ar­
queológica es eliminada por completo”.
Maryland: “Nuestras más grandes pérdidas se deben a varios
tipos de construcción y erosión a lo largo de las playas de la bahía
de Chesapeake. Hemos encontrado que los contratistas, propie-
¿EL PASADO DE QUIÉN? 201
taños de los terrenos y las agencias del gobierno están dispuestos
a cooperar, pero carecemos del personal y recursos para hacer un
trabajo adecuado”.
Minnesota: “Nuestro principal problema es el de la presencia
de sitios arqueológicos en terrenos privados... juzgaría que la
gran mayoría de sitios que desaparecen en estos días, lo hacen
así porque el ciudadano privado carece de información y cono­
cimientos. Continuamos desarrollando un programa activo de edu­
cación dirigido a las escuelas elementales y secundarias y a la
comunidad de adultos, pero es una lucha prolongada, en la que
se avanza lentamente, y no estoy seguro de que vayamos a ganar”.
Missouri: “Nuestro mayor problema consiste en los varios pro­
yectos que son financiados, apoyados o autorizados por las agen­
cias federales que alteran diariamente el terreno... A pesar de
la gentil cooperación de los miembros de la Sociedad Arqueológica
de Missouri, estamos perdiendo más de nuestro pasado que lo que
estamos registrando. Es como si quisiéramos subir una montaña
cubierta de hielo, resbalando diez pasos por cada uno que avan­
zamos”.
Mississippi: “En toda la costa del golfo hay una tremenda des­
trucción de sitios arqueológicos tanto por la industria privada
como por la expansión residencial. Se me dijo que en las últimas
dos semanas sólo en el Condado de Jackson se terminan tres casas
al día. Esto le dará una buena idea del incremento en población
y del desarrollo del área. Esos tres condados de la costa del golfo
son zonas cruciales porque las culturas arqueológicas son muy
singulares y diferentes de las del interior de Mississippi”.
Oregon: Dos problemas principales enfrenta la arqueología en
Oregon, además de la construcción y las mejoras de los terrenos...
Primero, los materiales arqueológicos son de tal calidad que son
apreciados por los coleccionistas. Las puntas de proyectil elabo­
radas en ópalo, cornalina, hematitas, ónice y otras piedras semi-
preciosas son muy comunes... Un segundo problema es que la
investigación arqueológica no es apoyada directamente por el es­
tado de Oregon... Algún dinero ha estado disponible para las
prácticas de campo de verano en la Universidad de Oregon,
pero ninguno está disponible para excavaciones, investigaciones o
recorridos de superficie”.
Alaska: “En el último par de años, ejemplares arqueológicos
de la isla de St. Lawrence han sido comprados por los museos de­
pendientes del Estado en Alaska. Esto a pesar de que la Ley de An­
tigüedades estatal tiene una cláusula que prohíbe la posesión de
202 ¿EL PASADO DE QUIÉN?
especímenes adquiridos ilegalmente. Los precios pagados han sido
muy altos: 1 000 dólares por una figurilla de marfil de la cultura
okvik... Se preguntará por qué, si esas actividades son amplia­
mente conocidas, nada se ha hecho respecto a ellas. La respuesta
es desalentadoramente sencilla. ¿Quién se molestará en aplicar leyes
que se refieren a delitos menores? Quienes las aplican están pre­
ocupados por asuntos más grandes”.
Esta pequeña muestra es totalmente representativa, y todo el
archivo de mi correspondencia estará disponible para quien se
interese seriamente en el problema. Una conclusión razonable sería
la de que entre el tractor y el buscador de vasijas, poco quedará
del pasado indio americano para el año 2000, a menos que ocurra
un cambio en la actitud oficial. El cambio es posible, tal como
lo evidencia la experiencia de Charles R. McGimsey III, el di­
rector del Reconocimiento Arqueológico de Arkansas. En un libro
que sentó precedente, Public Archaelogy, publicado en 1972, Mc­
Gimsey informó sobre las tristes realidades de su propio estado:
de 1960 a 1964, se estima que 284 615 hectáreas de Arkansas
fueron desbrozadas por primera vez, por lo común con técnicas
tan destructoras arqueológicamente como el arado con escoplo, la
remoción del subsuelo y la nivelación del terreno. El Servicio de
Conservación de Suelos de los Estados Unidos ha previsto que
dentro de 25 años toda la tierra en donde es posible hacerlo estará
nivelada en Arkansas, con el resultado de que el 90% de la in­
formación arqueológica habrá sido destruido. Como escribe Mc­
Gimsey: Los proximos 50 años —algunos dirían que los próximos
25 años serán críticos en la historia de la arqueología norteame­
ricana. Lo que se recupere, lo que se conserve, y la forma en que
se alcanzaran estos objetivos durante este periodo, determinará en
gran medida pdta, siempre el conocimiento que estará disponible
para las siguientes generaciones de norteamericanos en lo que se
refiere a su herencia del pasado”.32.
Investigador de energía e inteligencia, McGimsey hizo un estudio
de todas las leyes estatales y encontró que en 24 de 50 estados
había poca o ninguna disposición para la arqueología de salva­
mento, y que sólo seis estados —Arkansas, Delaware, Florida,
Hawai, Missouri y Texas— teman leyes que consideró adecuadas.
El hecho de que Arkansas esté en la lista se debe en gran medida
al propio McGimsey, desde que se convirtió en un gestor individual
32 Véase McGimsey, 1972.
¿EL PASADO DE QUIÉN? 203
del pasado. En 1967, la legislatura destinó 125 000 dólares a un
reconocimiento arqueológico del estado, con 215 000 adicionales
asignados a un segundo año de un reconocimiento de todos los
sitios arqueológicos de Arkansas. En el proceso, muchas personas
se empezaron a preocupar por primera vez por el pasado en desa­
parición de Arkansas.
El problema político ha sido expresado competentemente por
Francis A. Riddell, supervisor de la Sección de Recursos Cultu­
rales del Departamento de Parques y Recreación de California,
quien escribe: “Antes de que alguien se indigne demasiado por la
mala situación de la arqueología en el gobierno estatal, sería conve­
niente analizar la situación. La falta de un interés significativo en
los recursos arqueológicos no es nada más que el reflejo de la
falta de interés del contribuyente en ellos. Todos o casi todos nos
sentimos atraídos por la arqueología, hasta que llega el momento
de pagar por ella”.33
En los Estados Unidos, la principal ley federal que se refiere a
la arqueología es la Ley de Antigüedades de 1906, ley que se ha
convertido en el modelo para muchas medidas estatales, y que
sólo proporciona protección a los sitios que están en terrenos
públicos. Una ley federal posterior, aprobada en 1935, hace cues­
tión de política nacional la designación y protección de lugares
de importancia nacional, y una tercera medida, adoptada en
1966, requiere un Registro Nacional de sitios importantes y esta­
blece un programa de donaciones por un monto igual al que
los estados destinen a programas específicos. Otras leyes federales
proporcionan fondos para la arqueología de salvamento cuando
se destruyen sitios a consecuencia de la construcción de presas o
carreteras; pero no hay suficiente dinero disponible para mante­
nerse a la par con el desarrollo.
No es posible detener al tractor. Todo lo que el arqueólogo
puede esperar razonablemente es que se tomen disposiciones para
el trabajo de salvamento en sitios que deberán ser destruidos, de
manera que pueda existir un registro. Ese salvamento solo podra
llevarse a cabo cuando suficiente gente esté consciente de lo que
se está perdiéndo irremediablemente. Un ejemplo de lo que es
posible hacer ocurrió en el condado de Marín, California. Allí,
en donde él crecimiento urbano amenazaba sitios indios, dos pro­
fesores del Sonoma State College obtuvieron la colaboración de
40 estudiantes de secundaria y los capacitaron en las agotadoras
33 Véase Riddell, 1971.
204 ¿EL PASADO DE QUIÉN?
técnicas de la excavación. Durante dos años, los juveniles arqueó­
logos excavaron sitios indios que habrían de ser destruidos y pos­
teriormente publicaron un informe totalmente profesional de sus
hallazgos. En una carta a Science, la revista de la American
Association for the Advancement of Science [Asociación America­
na para el Avance de la Ciencia], uno de los voluntarios, Terrence
Jay O’Neil, escribió acerca de su experiencia:
Para los estudiantes de secundaria, los fines de semana y las va­
caciones de dos años, llueva o haga un sol abrasador, podrían parecer
un precio imposible de pagar por una pequeña “aventura en el tiem­
po”. A pesar de todo, sin recibir créditos académicos, y sin saquear
para las colecciones personales, los estudiantes trabajaron de buena
gana, con supervisión profesional ocasional. Pero eso no fue todo. La
propuesta de una Ley de Antigüedades del condado de Marín fue
planteada por el grupo, tanto estudiantes como profesores, ante la
Junta de Supervisores del condado. Los supervisores aprobaron la ley,
para su honra.84

6. U n a lista de sitio s e n peligro

El nacionalista, el coleccionista y el curador pretenden todos tener


derechos sobre el pasado, y cada uno, a su manera, ha realizado
una contribución. Pero todos ellos ven al pasado como pieza de
propiedad. Es posible otro enfoque: considerar a nuestros restos
culturales colectivos como un recurso cuyo título pertenece a toda
la humanidad. Es un recurso no renovable; una vez agotado, no
se le puede reemplazar. Y durante nuestra vida podríamos verlo
desaparecer innecesariamente, no tanto porque alguien lo haya
querido asi, sino porque no hay suficiente gente que esté cons­
ciente de que existe el problema, como lo sugiere muy claramente
la destrucción de sitios indios americanos.
En 1968, la u n e sc o publicó un libro técnico tristemente revela­
dor, The Conservation of Cultural Property, en el que se evalua­
ban las diferentes plagas que afectan al pasado. Las plagas van
desde el clima y la vegetación hasta los insectos y la contamina­
ción, y el libro aprovechó la experiencia de los científicos de la
u n e sc o que habían ido a colaborar con los países miembros en
la conservación de su herencia en peligro. Uno de los expertos, el
finado Paul Coremans, hizo una lista de los monumentos más
84 Véase Science, 1972.
¿EL PASADO DE QUIÉN? 205
importantes cuyo futuro es dudoso. Actualizados, aquí se presen­
tan algunos de sus descubrimientos:
Borobudur, Indonesia. Santuario budista construido aproxima­
damente en el siglo ix d.c. y abandonado en el siglo xvi. Es el
más importante monumento de su clase en Indonesia; está sobre
un montículo construido por el hombre, que se está derrumbando
lentamente, inclinando los muros en ángulos peligrosos. Sus terra­
zas, cubiertas de 2 460 tableros esculpidos, están siendo consumi­
das por el crecimiento de la vegetación y erosionadas por las
filtraciones de agua. Los saqueadores están decapitando sus ído­
los. Una misión de la u n esc o ha propuesto un programa de sal­
vamento de 7.75 millones de dólares que implicaría reemplazar el
núcleo central inestable del santuario con grava absorbente. Indo­
nesia aceptó contribuir y se está realizando el trabajo preliminar
(1973), pero hacen falta fondos suficientes.
Pagan, Birmania. La antigua capital de Birmania está a unos
400 km al norte de Rangún y es el sitio más importante eií el
país. Sus monumentos fueron construidos entre los siglos xi y xm
d.c., y después de la caída de la ciudad miles de sus edificios fue­
ron mutilados y se les abandonó en ruinas hasta el siglo xx. Las
fuertes lluvias de la estación del monzón han sido en gran medida
responsables de la continua destrucción de las otrora vividas pin­
turas murales de sus pagodas. El doctor Coremans comentó: “La
conservación de Pagan sólo será posible cuando la oficina del
Archaeological Survey tenga los medios de resolver, primero, los
problemas estructurales de sus antiguos edificios, y después, la
conservación de las pinturas murales que se encuentran en ellos”.
Se carece de fondos.
Ayuthia, Tailandia. Capital de Tailandia desde el siglo xiv
d.c. hasta 1767, Ayuthia es quizás el sitio tailandés más impórtente.
La mayoría de sus edificios están ahora en ruinas, y también la
mayor parte de sus murales se han perdido. El calor, la lluvia y
el crecimiento de la vegetación han causado extensos daños. Co­
remans recalcó: “No hay esperanza de un trabajo real de conser­
vación en Ayuthia y otros sitios, a menos que una división técnica
especializada sea creada dentro del Departamento de Bellas Artes .
No hay dinero.
Persépolis, Irán. Esta gran capital aqueménida, fundada aproxi­
madamente en 500 a.c. y destruida en 330 a.c., es el sitio más
importante en Irán. Sus hermosos y numerosos restos arquitectóni­
cos y escultóricos han sido excavados desde 1931. Una investigación
en 1960 encontró que 29 años después de las primeras excavacio­
206 ¿EL PASADO DE QUIÉN?
nes la escultura descubierta ha perdido mucho de su detalle, prin­
cipalmente debido a la erosión causada por las tormentas de arena
y las grandes variaciones de la temperatura. La conservación re­
quiere que se construyan cobertizos y cercos laterales para prote­
ger las esculturas y que las obras irremplazables de arte sean
llevadas al museo local. Poco se ha hecho debido a la falta de
dinero.
Hatra, Irak. Hatra, que es un grupo de ruinas monumentales
en el desierto a unos 56 km al suroeste de Mosul, data del siglo
n d.c. y se trata de uno de los sitios antiguos más importantes
de Irak. Ofrece un ejemplo único de la civilización parta, que
mezcla influencias griegas y mesopotámicas. Las heladas y los
terremotos han causado muchos daños, y aunque en 1963 empezó
el trabajo de restauración, el progreso se ha visto obstaculizado
por la intranquilidad política y la falta de fondos.
Chan-Chan, Perú. La antigua capital del reino chimú, Chan-
Chan, está en la costa del Pacífico, a unos 480 km al norte de
Lima. Sitio enorme, que cubre poco menos de diez km2, consiste
de cientos de construcciones de adobe agrupadas en tomo a 10
plazas principales y se le ha fechado hacia 1300-1440 d.c. La ciu­
dad nunca ha sido excavada adecuadamente ni se ha hecho un
mapa completo de ella; la oportunidad de hacerlo podría perder­
se a medida que los daños por el clima y el pillaje destruyen len­
tamente el sitio. Coremans dijo: “La creación de un laboratorio
nacional y un servicio nacional de monumentos históricos se consi­
dera esencial; la conservación de monumentos y sitios es una
cuestión que requiere organización a nivel nacional”. Hasta ahora
no se ha contado con fondos.
Bonampak, México. Este pequeño pero importante sitio maya
se encuentra en el estado de Chiapas, cerca de la frontera con
Guatemala, y tiene los murales más extensos del periodo maya
clasico que se hayan encontrado hasta ahora. Las pinturas son
del siglo vn d.c.; el sitio fue abandonado algunos siglos después
y redescubierto en 1946. En el breve tiempo transcurrido desde su
redescubrimiento, Bonampak se ha convertido en un objetivo del
turista aventurero que está dispuesto a realizar un vuelo especial
hasta su remota ubicación en la selva. Se ha sabido que algunos
guias frotan las pinturas con estropajo impregnado de aceite “para
resaltar los colores”. Debido a. causas naturales y humanas, el
deterioro ha sido considerable. La u n e sc o ha propuesto restaurar
los templos y poner aire acondicionado en el cuarto en que están
¿EL PASADO DE QUIÉN? 207
los murales, pero hasta ahora no se ha contado con fondos para
llevar a cabo estas medidas.
Es posible añadir otros ejemplos a estos que son mencionados
por Paul Coremans. En Turquía está el importante sitio de Gatal
Hüyük, uno de los primeros asentamientos urbanos del hombre,
al que se le da una fecha de 7000 a.c., y fue excavado en 1961-
1963 por James Mellaart. Las pinturas y los relieves en yeso son
especialmente difíciles de proteger del clima, y aunque se ha
colocado un cobertizo protector sobre los edificios excavados, el
viento y la humedad ya han erosionado detalles de ese arte neolí­
tico único. Se necesitan con urgencia nuevas formas de protec­
ción, pero no han estado disponibles fondos para la investigación.
En Afganistán, los dos Budas gigantescos de Bamian son pro­
bablemente las representaciones humanas más grandes que se hayan
esculpido. El ídolo más alto, un hombre de unos 52 m de altura,
es casi tres veces más alto que las cabezas presidenciales esculpidas
en el monte Rushmore de Dakota del Sur. Ambos colosos están
amenazados por las constantes filtraciones de agua; existe el temor
de que un derrumbe de rocas pueda arrojar sobre el santuario
un gran peñasco que pesa 3 000 toneladas.86 Una misión de la
u n esc o en 1962, propuso un proyecto de conservación que cons­
taba de siete pasos, los que no se han realizado por falta de
fondos. Las grandes figuras, que corresponden al siglo vn d.c.,
podrían ser un montón de ruinas para finales de siglo.
Mohenjo-Daro en el valle del Indo en Pakistán, es otra de
las ciudades más antiguas del hombre; el nombre, que significa
Montículo de los Muertos, le fue dado en el tiempo de su des­
cubrimiento y excavación por los británicos en los años veinte.30
La ciudad, de hace 4 000 años, está en medio de una rica zona
de cultivo de arroz, y la irrigación de los campos ha elevado el
nivel freático en el sitio de las ruinas, humedeciendo y destruyendo
los ladrillos. En 1964, un grupo de la u n e sc o propuso importan­
tes acciones para remediar la situación, pero no se ha dispuesto
de fondos para realizarlas. En la India, muchos de los grandes
templos están amenazados por las filtraciones de agua, las en­
fermedades de la piedra, la vegetación y el saqueo ilícito. Un
ejemplo notable es la ciudad templo de Sri Ranganathaswami,
rica en escultura, en Sirangam. Construida por pueblos drávidas
en lo que es ahora el estado de Madrás en el siglo xi d.c., el
35 Véase Christie, 1967, pp. 92-98.
36 Vcase Blumenthal, 1971.
208 ¿EL PASADO DE QUIÉN?
complejo de templos está llegando a sú ruina definitiva. En 1966,
una misión de la u n e sc o propuso medidas de conservación, pero
como ocurre en otros lugares de la India, no hay fondos para
realizarlas.
Angkor Wat, en Camboya, es un caso especial.37 Ha sido visitado
por otra plaga, la guerra, y desde mayo de 1970, este sitio khmer
de fama mundial ha sido un campo de batalla. La u n e sc o in­
tentó, sin éxito, hacer del sitio una zona neutral, de conformidad
con la- Convención para la protección del patrimonio cultural
en caso de conflicto armado^ que fue adoptada en La Haya en
1954. De los beligerantes, sólo Camboya había ratificado la Con­
vención. Construido entre los siglos ix y xm d.c., Angkor Wat
es el templo más complejamente esculpido en una zona arqueoló­
gica que comprende varios cientos de kilómetros cuadrados en la
que se encuentran cientos de ruinas. Durante algún tiempo, Ber-
nard-Philippe Groslier, el jefe de conservación del monumento,
pudo cruzar las líneas de combate y conferenciar con los ocu­
pantes comunistas de Angkor, pero este acuerdo terminó en enero
de 1972. Aunque el templo fue alcanzado por unas cuantas bom­
bas de mortero, el problema más grave ha sido el descuido durante
su ocupación. Está siendo consumido por el clima y la selva, y
en ausencia de acciones inmediatas para remediar la situación, el
daño podría ser irreversible.
Un último ejemplo es la ciudad de Venecia.88 Un experto de
la u n esc o ha estimado que esta ciudad contiene 1 0 0 0 0 obras
maestras, y que cada año pierde 6% de sus obras de mármol,
5% de sus frescos, 3% de sus pinturas en lienzos, y 2% de sus
pinturas sobre madera. “Ésta es una proporción enorme”, afirma
Louis Frédéric, que hizo esos cálculos. “A esta tasa, en 36 años
quedará apenas la mitad de lo que hace a la actual Venecia una
‘gema sin par’.” Varias plagas afectan la ciudad: el aumento del
nivel de las aguas que humedecen la piedra y el aire contaminado
emitido por chimeneas domésticas e industriales. El dinero para
la restauración, una cantidad del cual se obtuvo mediante un lla­
mamiento internacional, ya está disponible, pero no se ha gastado
en parte debido a una disputa política interna.

37 Véase Melville, 1971.


38 Véase Frédéric, 1968.
¿EL PASADO DE QUIÉN? 209

7. El p asado d e l a h u m anidad
Por supuesto, el mundo no se acabará si Venecia deja de ser la
Reina del Adriático, al igual que la humanidad sobrevivirá a
la ruina del Partenón o a la destrucción por los tractores de los
sitios indios americanos. Uno debe ser realista. En la contabilidad
de costos mundial^ el pasado es una partida pequeña; hace una
contribución insignificante al Producto Nacional Bruto; su con­
servación difícilmente es una preocupación central del Estado
moderno. Pero uno puede afirmar públicamente que si los restos
del pasado desaparecieran, nuestras vidas serían más pobres en
formas que el estadígrafo nunca podría medir; viviríamos en un
mundo más gris y habríamos malgastado un recurso que enrique­
ce nuestra existencia, ofrece una clave a nuestra naturaleza y, lo
que no es menos importante, actúa como un ancla de seguridad
psíquica a medida que nos aventuramos en un futuro amenazador.
¿Cuál sería la diferencia si las selvas, los saqueadores y el tractor
devastan sitios mayas antiguos? Uno podría igualmente pregun­
tarse qué diferencia habría si la ballena, u otras especies ame­
nazadas, desaparecen del planeta. La ballena ya no tiene im­
portancia económica y —en ausencia de controles internacionales
efectivos— se la está sacrificando incansablemente, al igual que,
por falta de controles comparables, se están destruyendo los restos
del pasado. Siempre habrá fotografías de la ballena y unos cuantos
ejemplares disecados podrán verse en los museos de historia na­
tural. Cuando el último arpón acabe con el último titán de los
mares, la vida continuará. Pero será otro tipo de vida, porque
habremos perdido la oportunidad de estudiar una criatura única
cuyos hábitos aún son oscuros, cuyas canciones ya podemos oír,
pero no entender, y cuya imagen se encuentra en toda nuestra
literatura y relatos populares.
Así como la ballena sugiere un límite extremo de desarrollo
zoológico, los testimonios de la arqueología dan fe de la variedad
de nuestro desarrollo cultural. El que los mayas clásicos pudieran
crear una civilización tan original, en un ambiente tan poco pro­
picio, es algo que nos debe alegrar. En selvas hostiles para la
vida sedentaria, los mayas crearon templos cuya exuberancia ba­
rroca semeja el follaje que los aprisiona desde entonces. Mucho
antes que los astronautas y los cosmonautas, los mayas pusieron
sus ojos en las estrellas y los planetas, determinando su curso con
exactitud. Aprendieron a escribir, y nos dejaron inscripciones que
210 ¿EL PASADO DE QUIÉN?
podrían decimos todavía cómo dominaron a la selva húmeda y
por qué observaron el cielo. Decir que este conocimiento sería
insignificante, es decir que no vale la pena estudiar la conduc­
ta humana..
En marzo de 1972, tuve la suerte de visitar El Peten y ver en
persona cuatro notables sitios mayas: Tikal, Yaxhá, Aguateca y
Seibal. Mi guía era Amílcar Guzmán de la Cruz, el joven gua­
temalteco que es el administrador del Parque Nacional de Tikal,
quien tiene un conocimiento impresionante de los rincones oscu­
ros del húmedo Petén. Para llegar a Aguateca y Seibal, realiza­
mos un viaje muy intenso, remontando las azules aguas del río
de la Pasión en una canoa hecha de un tronco ahuecado e im­
pulsada por un motor. Innumerables pájaros revoloteaban sobre
el río; una especie que me encantó era conocida como “golon­
drina”, un pequeño pájaro negro y blanco, que brillaba como una
joya en la luz cristalina. La selva que nos rodeaba aún no había
sido violada, era surrealista por su tamaño y variedad, y muy aden­
tro de ella encontramos estelas bellamente esculpidas, sin ninguna
vigilancia, y vastos templos sometidos por la vegetación. Poco a
poco, sentí un creciente orgullo por el extraño genio de la espe­
cie humana. Hay suficientes testimonios de nuestros calamitosos
fracasos; aquí se veían testimonios del éxito, de una habilidad
inspiradora para superar todo obstáculo. Éste es un punto que
con frecuencia, y fácilmente, se pierde en los áridos tratados sobre
arqueología, que dicen más de la forma de los cuencos que del
universo interno de la imaginación.
Si se le juzga con cualquier patrón razonable, El Petén, con
sus maravillas naturales y humanas, no pertenece sencillamente
a Guatemala. Tampoco pertenece al rico coleccionista o curador.
En cambio, es tanto nuestra propiedad común como los oceános
o el aire. A pesar de esto, su futuro es incierto. Entre el saquea­
dor y el tractor, El Petén está siendo transformado inexorable y
desorganizadamente, y tanto la vida silvestre como su arqueología
están amenazadas. No es posible juzgar duramente a Guatemala, ya
que los mismos problemas se presentan en muchos otros países. Es
un fracaso colectivo, con raíces en conceptos arcaicos de sobera­
nía y propiedad; al igual que la paz, el pasado es verdaderamente
indivisible. Si se le está destruyendo poco a poco, es debido a
nuestra incapacidad de considerar su conservación en una mayor
perspectiva. Antes de que ese punto de vista pueda cambiarse,
suficientes personas deben tener suficiente información para saber
que existe un problema. En 1972, se realizó una conferencia in-
¿EL PASADO DE QUIÉN? 211
ternacíonal en Estocolmo para debatir sobre el deterioro del am­
biente, y aunque la reunión no produjo soluciones fáciles, al me­
nos logró colocar un problema internacional en el centro del esce­
nario internacional. Sin ser irrealistamente optimista, tengo la
esperanza de que una conferencia internacional similar, con re­
presentantes de un nivel alto semejante, sea convocada para dis­
cutir el uso y abuso del pasado humano; esto es, mientras aún
queda algo de ese pasado sobre lo cual discutir.
APÉNDICE A
1. Sitios saqueados en El Petén, Guatemala

Sitio Fecha Comentario


1. Aguas Calientes 1967 La estela 1 fue robada.
(Sayaxché)
2. Amelia, La antes de 1965 La estela 1 fue aserrada. El
(Sayaxché) tablero inferior se exhibió en
una exposición de París; un
comerciante de Nueva York
tiene la base del jaguar. El es­
calón jeroglífico desapareció.
3. Anonal, El c. 1971 Fueron saqueados fragmentos
(Sayaxché) de arquitectura.
4. Cancuén, 1971 La estela 1 fue robada; la mi*
(Sayaxché) tad inferior se recuperó en
Cobán cuando se intentaba
trasladarla; el ladrón fue arres­
tado.
Estela 2, se aserró la parte
frontal.
5. Caribe, El años sesenta La estela 1 se encuentra en
(Sayaxché) el Museo Isaac Delgado, Nue­
va Orleáns. Dos comerciantes
de Nueva York tienen una es­
tela cada uno.
6. Cedral, El 1965 Fue robado un tablero escul­
(justo al sur de pido.
Seibal)
7. Chochkitam 1961 Fue robada una estela.
(Melchor de
Meneos)
1. Sitios saqueados en El Peténf Guatemala [continuación]

Sitio Fecha Comentario


8. Dos Pilas años sesenta Glifo aserrado de la estela 8;
(Sayaxché) fue robado un “escalón con
1964 cautivo esculpido”; la estela
17 fue confiscada en un cajón
1971 dirigido a Hahn Brothers, bo­
dega de Nueva York.
9. El Encanto 1969 Un intento de robo fue impe­
(dentro de la sec­ dido por los empleados del
ción norte del parque.
Parque de Tikal)
10. Florida, La 1965 Las estelas 7 y 9 fueron rotas
en varias piezas y éstas se
sacaron del sitio.
11. Itzimté 1969 Se apoderaron de la estela 4,
(La Libertad) aunque fue recuperada poste­
riormente. Ahora se encuentra
en Flores.
12. Ixkún 1972 La estela 5 fue destruida.
(Dolores)
13. Jimbal 1970 La parte superior de la estela
(justo al norte fue aserrada.
del Parque de
Tikal)
14. Machaquilá 1971 La estela 2 fue confiscada en
(Poptún) el área de Los Angeles por el
f b i ; la estela 5 fue c o n f is c a d a
por el f b i en Little Rock, Ark.
15. Mirador 1970 Destrucción de fragmentos ar­
(San Andrés) quitectónicos, saqueo exten­
sivo.
16. Motul de San 1971 Estela 1, se aserró parcialmen­
José te la parte superior.
(Flores)
1. Sitios saqueados en El Petén, Guatemala [continuación]

Sitio Fecha Comentario


17. Nakum c. 1970 Destrucción de monumentos.
(Flores)
18. Naranjo, El años sesenta La estela 30 fue enviada a
(Melchor) Houston donde se la confiscó;
la estela 8, en préstamo de
Morton D. May al Museo de
Arte de la Ciudad de San
Luis; la estela 19 en el Museo
de la Universidad de St. Tho-
mas en Houston. Las estelas
6, 8, 19, 21 y 24 fueron sa­
cadas de contrabando a Belice
donde se les decomisó; estelas
2, 3, 7, 23, éstas fueron des­
truidas en forma parcial. Re­
cientemente se sacaron tres
cabezas de la escalera jero­
glífica.
19. Naya, La 1971 Sitio saqueado, el guía guate­
malteco fue asesinado. Se in­
formó que había estelas del
sitio en el mercado estaduni­
dense.
20. Pasadita, La años sesenta Dinteles robados, frescos ai-rui­
(San Andrés) nados.
21. Piedras Negras A principios de La estela 5 fue vendida al
(San Andrés) los años Museo de Arte Primitivo de
sesenta Nueva York; la estela 3 al
Museo de Brooklyn.
La estela 35, en el Rauten-
strauch Joest Museum, Co­
lonia.
La estela 11, en el Museo de
Bellas Artes de Houston.
La estela 34 fue exhibida por
un comerciante parisiense.
1. Sitios saqueados en El Petén, Guatemala [conclusión].

Sitio Fecha Comentario


La estela 2, en el Instituto de
Artes de Minneapolis.
22. Polol • 1969 Una estela fue robada, pero
(La Libertad) se la recuperó posteriormente.
23. Perú, El c. 1970 Varias estelas fueron rotas y
(San Andrés) se extrajeron los fragmentos.
24. Seibal 1968 Un intento de robar una es­
(Sayaxché) tela se evitó cuando un perro
empezó a ladrar.
25. Uolantún 1970 Se usó fuego para fragmentar
(dentro del Par­ la estela 1.
que de Tikal)
26. Yaxhá 1969-1971 Robadas las estelas 1 y 12; la
(Flores) 3 fue rota; la 6, mutilada.
Muchos robos de tumbas.
27. Yaltitud años sesenta La estela 1 fue despedazada,
(Dolores) los fragmentos están ahora en
el Museo de Guatemala.
28. Zapote, El 1970 La estela 1 fue rota; posterior­
(Flores) mente se recuperaron los frag­
mentos en la ciudad de Gua­
temala.

(El nombre entre paréntesis es el del poblado más próximo.)


Fuentes: Luis Luján Muñoz, director, Instituto de Antropología e His­
toria; Rafael Morales Fernández, director, Museo Nacional de Antropo­
logía y Etnología; Ian Graham, investigador asociado, Peabody Museum;
Anulcar Guzmán de la Cruz, administrador, Parque Nacional de Tikal; Joya
Hairs; Clemency Coggins, Museo Fogg, Harvard; Nicholas M. Hellmuth,
director, excavaciones en Yaxhá.
2* Sitios mayas saqueados en México

Sitio Objeto Comentario


Calakmul, Campeche Estela 53 Exhibida en el Museo Delga­
do, Nueva Orleáns, 1968.
Mostrada por un comerciante
europeo, 1970.
Estela 65 Mostrada por un comerciante
europeo, 1970.
Estela 89 Museo Rautenstrauch Jocst,
Colonia.
Muro con más­ Quitado y destruido en parte,
caras de un llevado a Nueva York y ofre­
templo cido al Museo Metropolitano;
finalmente se devolvió a Mé­
xico.
Dzibilnocac, Piedra pintada Museo Rautenstrauch Joest,
Campeche Colonia.
El Cayo, Chiapas Dintel 1 Exhibido por un comerciante
de París, 1966.
El Chicozapote, Dintel 2 Mostrado por un comerciante
Chiapas europeo, 1970.
El Tortuguero, Estela 6 En tres fragmentos, uno en el
Tabasco Museo de Arte Primitivo de
Nueva York, otros en el Mu­
seo de Tabasco, Villahermosa.
La Mar, Chiapas Estela 1 En la Colección Hirshhom,
Nueva York, 1958.
Estela 2 En colección privada mexica­
na, c. 1960.
Estela 3 Colección George Kennedy,
Los Ángeles.
Estela 7 Comerciante europeo, 1970.
2. Sitios mayas saqueados en México [continuación]

Sitio Objeto Comentario


Lacanjá, Ghiapas Estela 7 Comerciante de París, 1966.
Dintel 1 Dumbarton Oaks, Washington,
D.C., 1966.
Oxkintok, Yucatán Estela 9 Parte inferior, Rochester Me­
morial Art Gallery.
Estela 14 Comerciante de París.
Estela ? Galería de Arte de la Univer­
sidad de Yale.
Palenque, Ghiapas Tableros en re­ Dumbarton Oaks, 1966; Mu­
lieve en estilo seo de Bellas Artes de Virgi­
de Palenque nia, Richmond.
Pasión de Cristo, Estela 2 El frente fue aserrado parcial­
Campeche mente.
Pomona, Tabasco “Tablero Museo de Bellas Artes de
Rojizo” Houston.
Zona de Yaxchilán, Dinteles en el Leyden, Museo Nacional de
Chiapas estilo de Etnología; Berlín, Volkerkunde
Yaxchilán Museum; comerciante de Mu­
nich, 1970; Colección Hirsh-
horn, Nueva York; Museo de
Arte Primitivo, Nueva York.
Xcalumkín, Jambas de Comerciante de París, 1966.
Campeche puerta, edificio
norte
Península de Yucatán Esculturas de Columna, Berlín, Museo Vol­
procedencia kerkunde.
desconocida
Columna, Museo de Arte de
Worcester.
2. Sitios mayas saqueados en México [continuación]

Sitio Objeto Comentario


Columna, Museo de Arte Pri­
mitivo.
Figura de pie en piedra, Mu­
seo Reitberg, Zurich.
Figura de pie en piedra, Mu­
seo Metropolitano de Arte.
Estela con figura enmascara­
da, Museo de Arte de la Ciu­
dad de San Luis.
Región del Usuma- Esculturas de Estela con figura femenina y
cinta, México y Gua­ procedencia enano, Museo de Arte de Cle-
temala desconocida veland.
Tablero con relieve, Museo de
Arte de Cleveland.
Dintel, Galería Nelson, Kansas
. . City, Mo.
Estela, Museo de Friburgo,
Alemania Occidental.
Estela, Museo Reitberg, Zu­
rich.
Tablero con relieves, Museo
Reitberg, Zurich.
Estela, figura femenina, Mu­
seo de Bellas Artes de Dallas.
Escalón con figura reclinada,
colección de Nueva York.
Tablero con jugador de pelo­
ta, Instituto de Arte de
Chicago.
2. Sitios mayas saqueados en México [conclusión]

Sitio Objeto Comentario


Tablero con jugador de pelo­
ta, Museo del Indio America­
no, Nueva York.
Tablero de jeroglíficos, Colec­
ción Miles J. Lourie, Nueva
York.
Fragmentos de jeroglíficos, Ga­
lería Thomas Ford, Boston.
Estela, Colección Francis Cra-
ne, Marathón, Florida.
Fragmento de estela, Museo
de Arte de Filadelfia.
Tablero mural, Museo Delga­
do, Nueva Orleáns.
Tablero mural, Dumbarton
Oaks, Washington, D.C.
F u e n t e : Clemency Coggins, “Displaced Maya Sculpture”, Estudios de
Cultura Maya, vol. VIII, México, 1970.
3. Los principóles robos de arte, 1911-1972
Este cuadro fue preparado con ayuda tom ie Bonham Flam,
del Consejo Internacional de Museos

,930-1939 Residencia privada, Madrid, du- Mondello, de la Inmaculada Con- Recuperado


ba en poder
en julio de 1971; esta­
de un joyero neoyor­
rante la Guerra Civil española cepcion, por el Greco. quino que trataba de venderlo en
secreto.
Gante Tablero de los Jueces Justos por Nunca se recuperó.
Reemplazado por una copia.
1934 Van Eyck, retablo del Cordero
Místico.
Fragonard, Uindifférent Robado por uní estudiante de arte
1939 Louvre, París que limpió el barniz y lo devolvió*
Robado y devuelto por un estudian­
,953 Museo de Victoria y Alberto, Bronce de Rodin te que quería “vivir con él .
Londres
. La ausencia de comentario indica ,ue ,e carece de informacién adicional.
3. Los principales robos de arte, 1911-1972 [continuación]
Fecha Lugar Obras robadas Comentario
1959 Museo Austríaco de Artes Apli- 3 alfombras orientales: siglo xvn En una carta anónima se dijo que
Enero cadas, Viena habian sido tomadas “prestadas”
para hacer copias, y se denunciaba
al museo por su falta de seguridad.
Posteriormente las alfombras fueron
recuperadas en Atenas, Beirut y An­
kara.
Noviembre Les Aubrais, París Pintura sobre madera de Dau- En una valija que fue robada en un
mier, asegurada en 100000 fran­ tren. No se ha recuperado.
cos
Diciembre Exposición de la u c l a Klee, Vista de un árbol joven Robado por un estudiante; vendido
finalmente al Museo Estatal Berlín-
Dahlem. Devuelto y revendido a un
comerciante de Zurich.
Diciembre Museo Estatal Berlín-Dahlem Cabeza de Cristo sin marco, óleo En el reverso tiene el número de
sobre madera inventarío 1048.
Diciembre Instituto de Arte, Francfort Venus por Cranach, firmada Se la encontró en septiembre de
1960, en un casillero de maletas,
después de una llamada telefónica
anónima.

1960 Restaurante Colombe D’Or, St. 20 pinturas de maestros moder­ Los ladrones fueron arrestados y se
Abril Paul de Vence, Francia nos valuadas en 1 949 000 francos recuperaron todas las pinturas, ex­
(Miró, Picasso, Buffet, Bonnard, cepto una de arte abstracto.
Villon, Modigliani, Rouault, Lé-
ger, Braque)
1961 Oficina del Gran Chambelán, Pa- 6 pinturas Se las reconoció en Christie’s por
lacio St. James, Londres las marcas que tenían de la colec­
ción real.
Julio Galería de Arte de Francia, Varias pinturas, entre ellas un Se las encontró en un camión es-
Cannes Vlaminck, con valor de 70 000 tacionado en Cannes.
francos
Museo de l’Annonciade, St. Tro- 57 pinturas impresionistas y mo- Se las encontró en un establo aban-
pez demas, valor 6-7 millones de fran- donado cerca de Fontainebleau, 16
eos meses después, luego de recibirse
una carta anónima.
Agosto Museo de Aix-en-Provenza 8 Cézannes; valor: 2 millones de El guardia dormía en el cuarto ve­
dólares cino; se les encontró en un carro
abandonado.
Agosto Museo Arqueológico, Nalanda, Estatuas budistas de bronce La Interpol las incluyó en su lista
India referente a los objetos más buscados
en 1973.
3. Los principales robos de arte, 1911-1972 [continuación]
Fecha Lugar Obras robadas Comentario
Agosto Galería Nacional, Londr es Duque de Wellington de Goya, Fue hallada en la estación de Bir-
valuada en 140 000 libras mingham cuatro años después, tras
una carta anónima; el ladrón, un
conductor de camiones desempleado,
fue condenado.
Diciembre Pordenone, Nuomo Pintura de Pordenone, valuada Abandonada por los ladrones,
en 50 millones de liras
1962 Castelvetrano, Sicilia Efebo de Selinunte Recuperado por un agente especial
1963 italiano.

Mayo Residencia privada, Florencia 44 pinturas (antiguas e impre­ Pocas estaban fotografiadas.
sionistas), valuadas en 70 millo­
nes de liras
Diciembre Calenzano, Italia, cerca de Fio- Fresco de aproximadamente 1400, De una iglesia no utilizada; los la
rencia por Paulo Schiaro drones cubrieron el fresco con goma;
aplicaron una tela a la superficie y
la desprendieron cuando se secó.
1964 Museo de Bellas Artes, Bruselas Cabeza de un negro de Rubens Recuperado después de una llamada
telefónica anónima.

Marzo Palacio Pitti, Florencia Pintura de Giorgio Morandi Reemplazada en el marco por una
copia. i
Mayo- Villa, Florencia Fresco, cabeza y hombros de una Se le había desprendido para ser
Agosto mujer por Ghirlandaio o Polla- restaurado y colocado en un marco.
iuolo, valuado en 50 millones de
liras
1964 Cerca de Roma Madonna, di Cossito, retablo del Se le vendió como si fuera otra obra
siglo xrn valuado en un millón en una. subasta suiza; se recuperó
de dólares en Nueva York cuando lo ofreció en
venta su propietario uruguayo.
1965 Biblioteca Ambrosiana, Milán Óleo de Brueghel sobre cobre; Robado por un joven seminarista.
página del Codex Atlanticus de El primero fue devuelto desde Nue­
Leonardo va York, la segunda desde Suiza.
Junio Museo Bonnat, Bayona, Francia Retrato del cardenal de Lenon- Entre los más buscados por la In-
court de Lyon por Comeille de terpol. ,
Lyon
1966
Junio Museo Nacional, ciudad de Pa­ Gran colección de joyería pre­ Nunca se recuperó.
namá colombina, valuada en 75 000 dó-
.lares, sólo por su peso en oro
Diciembre Dulwich College-Gallery, Londres Pinturas por valor de-7 millones Se pidió un rescate de 250 000 dó­
de dólares lares. El colegio se negó a pagar, y
las pinturas fueron recuperadas des­
pués de recibir un aviso anónimo.
3. Los principales robos de arte3 1911-1972 [continuación]
Fecha Lugar Obras robadas Comentario
1967-1968
Diciembre Rumania-Hungría Un Magritte y un Alechinsky, con Desaparecieron en tránsito. Las pin­
valor de 680 000 francos belgas turas estaban en préstamo del Mu­
seo de Bellas Artes de Ostende, Bél­
1968 gica.
Enero Museo de Tréves 12 pinturas de maestros antiguos Se encontraron huellas dactilares,
y una estatuilla pero nunca se resolvió el robo.
Abril París: El 6 de noviembre de 1968, 38 pinturas fueron confiscadas
en la Fundación Wildenstein por orden judicial y se les dejó allí
bajo vigilancia; el 8 de abril se descubrió que faltaba una; las cir­
cunstancias que rodearon su desaparición no han sido determinadas.
La pintura era un paisaje por Renoir.
Agosto Apartamento privado, región de Colección de pinturas modernas, Se acusó del robo a una persona
Brujas inclusive pinturas de Ensor, Klee, de nacionalidad italiana.
Costeau, Cocteau, Magritte, Dufy,
Rouault, Picabia, Rubens, valua­
das en 8 400 000 francos belgas
Septiembre Residencia privada, Londres 8 pinturas por Pissarro, Renoir El acceso fue mediante un andamio
Van Steenwyck utilizado para pintar la casa. Tam­
bién robaron una antigua máquina
de escribir. Las pinturas fueron re­
cuperadas en Inglaterra.

Noviembre Zurich Art Patrons Association Salvador Dalí, Mujer con cabeza Recuperado durante Ja inauguración
de rosas, valuado en 90 000 fran­ de una galería en París en 1971.
cos suizos
Noviembre Casa de Luis Mailhos, Montevi­ 12 pinturas de Utrillo, Gainesbo-
deo, Uruguay rough, Derain, Vlaminck, Léger,
Lebrun, Brueghel
Diciembre Museo de Arte Moderno, Kioto, “Marcelle” de Toulouse-Lautrec, Prestado por el Museo d’Albi, Fran­
Japón asegurado en 500 000 francos cia. El marco fue recuperado en
Kioto. Entre la lista de más busca­
dos por la Interpol.
Antes de Templo de aldea en Sivapuram, Estatua de bronce de Siva del El original fue reemplazado por una
1969 sur de la India siglo x, descubierta en 1952 falsificación antes de 1969. La es­
tatua fue sacada de contrabando al
exterior y vendida en 1972, según
se dice, por un millón de dólares, a
Norton Simón,' coleccionista de Ca­
lifornia.
1969
Enero Museo Singer, Larens, Holanda Pintura atribuida a Rubens, va­ Se la encontró en Brighton en mar­
luada en 250 000 francos zo de 1969.
Departamento de sir Roland Peu- 25 pinturas modernas que valían Recuperadas en Londres en julio de
rose, en Londres 350 000 liras 1969.
3. Los principales robos de arte, 1911-1972 [continuación]
Lugar _________________________ Obras robadas Comentario
Julio Museo Dijon, Francia Cabeza de San Juan Bautista
por Van der Weyden; valuada en
100000-200000 francos
Julio Museo^ Arqueológico de Esmima, Un cuantioso grupo de joyería an- El guardia: del museo fue asesinado;
Turquía tigua de oro posteriormente se arrestó a los la­
drones.
Julio Pesaro, Italia Madonna del jilguero atribuida a Robada durante la noche, encontra-
Perugino da cerca.
Agosto Residencia particular, París 27 pinturas de los siglos xvm a
xx, incluyendo a Delacroix, Char-
din, Pissarro, Monet, Dufy y Jong-
kind
Octubre Iglesia de San Lorenzo, Palermo, Navidad de Caravaggio Robado durante lanoche. No se ha
SlcUia recuperado.
1970
Mayo Hotel Gasteinerhof, Sálzburgo San Pablo de Ribera, valuado en Robado en las horas de la mañana.
400 000 chelines

Mayo Museo Malaspina, Pavía, Italia Tres pinturas italianas de los si­ Los ladrones penetraron durante a
glos xv-xvi, valuadas en 300 mi­ noche; el robo aún no se resuelve.
ñones de liras: Retrato de un
hombre de Antonello, Madonna
y niño de Bellini, y Sagrada Fa­
milia de Correggio
Julio Museo de Chandigarh, Punjab, 102 raras, miniaturas indias an­ Se devolvieron anónimamente al cu­
India tiguas rador en agosto de 1972.
Julio S. María del Popolo, Roma Madonna del siglo xm Recuperada un mes más tarde en
Holanda, después de sobornar a un
intermediario.
Julio Departamento en París- 17 pinturas del siglo xrx Se intentó obtener rescate. Las pin-
, turas fueron encontradas más tarde
en una estación no utilizada del Me­
tro, después de un aviso anónimo.
Agosto Joyería en Phoenix, Arízona Joven mujer leyendo de Renoir,
valuada en 80 000 dólares
Octubre Museo de la Universidad de Ja- Escultura en jade de un sacerdote Se rumoró que estaba en una Colec­
lapa, México de “Las Limas”, de 55 cm de ción privada; recuperada varios años
~ ' altura; pesa cerca de 15 kilos después.
Octubre Departamento particular, Palermo Escena en San Marcos de Guardi Entre la lista de objetos más busca­
dos por la Interpol.
3. Los principales robos de arte, 1911-1972 [continuación]
Fecha Lugar Obras robadas Comentario
Octubre Departamento particular en la 9 pinturas modernas e impresio­ Recuperadas en un casillero de la
avenida Foch, París nistas, valuadas en 850 000 fran­ estación de Montpamasse, después
cos de que la compañía de seguros pagó
el rescate.
Noviembre Museo O’Hara, Okayama, Japón 5 pinturas modernas c impresio­ Violaron las cerraduras y entraron;
nistas no se ha resuelto.
Noviembre Iglesia de S. Dominico, Chiog- San Pablo de Carpaccio Se la encontró en Italia en marzo
gia (Venecia), Italia de 1971.
Diciembre Departamento privado, Milán La Virgen y el Niño de Tinlo- El Tintorctto fue recuperado; el Co­
retto; Cristo cargando la Cruz, rreggio todavía está perdido.
de Correggio
Diciembre Museo Guggenheim, Nueva York Dos Picassos —una acuarela y Devueltos a las 48 horas por correo.
un dibujo— valuados en 110 000
dólares
Diciembre Departamento privado, Courtrai, 8 pinturas y varias figurillas afri­ Se recuperó la mayoría de los ob­
Bélgica canas, esquimales y japonesas jetos pero ninguna de las pinturas.
Diciembre Museo Montepulciano, Italia Retrato de una dama de Rafael; El tríptico fue recuperado de una
Anciana atribuido a Caravaggio; pandilla en Roma cuando se le
tríptico sienés del siglo xiv; Sa­ arrojó por la ventana de un auto­
grada Familia de Sodoma; Retra­ móvil al cual se perseguía. Las otras
to de Van Dvck pinturas están en la lista de objetos
más buscados por la Interpol. .

1971
Enero Vemet-les-Bains, Francia Varias pinturas por Courbet, In­
gres y Lebrun
Marzo Museo Bonnat, Bayona, Francia Tres Rembrandts Dos se recuperaron en Hamburgo,
el tercero en Francfort. Los ladro­
nes trataron de revenderlo al Estado
francés. Se les sentenció a seis me­
ses y un año de prisión.
Marzo Palazzo Vecchio, Florencia La Virgen y el Niño de Masaccio, La sala había estado cerrada al
y Retrato de un caballero de público durante varios meses. Se les
Memling recuperó en julio de 1973 en Flo­
rencia.
Marzo Museo Cerveteri, Italia Tríptico flamenco del siglo xv, Recuperado en Cerveteri después de
Adoración de los Magos un aviso anónimo.
Mayo Terraza del Museo de Arte Mo­ Escultura de Tiñe
derno, París
Mayo Comerciante de Arte, Oíd Mas- 11 pinturas de antiguos maestros, Todas fueron recuperadas, excepto
ters, S. A., Chiasso, Suiza inclusive un tríptico de Filippino una pintura de Pellegrini; el Lippi
Lippi en un banco de Lausana, y las de­
más pinturas en Turín.
Mayo Roma Se decomisaron 29 pinturas du­
rante un cateo por la policía
3. Los principales robos dé arte, 1911-1972 [continuación]
Fecha Lugar Obras robadas Comentario.
Junio Robado en los locales de una Fragonard, La Liseuse (Muchacha Recuperado en un casillero de la
compañía de transportes, París leyendo) ' estación de St. Lazare, París, en
noviembre de 1971.
Junio, Casa^ de^Denisc Rolin, KnokJce 5 pinturas y 2 estatuas valuadas Los marcos fueron abandonados en
Heist, Bélgica en 5 700 000 francos belgas el lugar. Las pinturas están en la
lista de objetos más buscados por
la Interpol.
Junio Museo del Prado, Madrid, Es- Pintura al óleo sobre cobre por Se exhibía en un corredor que con­
paña Jan Van Kessel, considerada in- ducía a la cafetería del museo.
valuable
Junio Brescia, Italia Políptico de 7 tableros por Paolo Recuperado en octubre de 1972, en
Veneziano, La Virgen y el Niño Brescia.
con seis santos, valuado en 15
millones de liras
Julio» Apartamento de Robert Frenkel, 17 pinturas por Vlaminck, Van Recuperadas al ser aprehendidos 5
París Dongen, Renoir, Buffet, Pissarro, asaltantes de bancos en el aparta­
Ghagall, valuadas en 140 000 dó­ mento de uno de ellos (él no era
lares el ladrón, porque estaba en prisión
cuando el arte fue robado).

Julio Munchenstein, SuizaPinturas valuadas en 1 120 000 Robadas de los locales de Dreispitz
francos suizos, de Gauguin, Chas- Transport Co,; se cree que una es-
seriau, Rubens, Paul Bril cultura de Gauguin confiscada en
París es parte del lote.
Julio Galería Le Nouvel Essor, París 69 grabados por maestros del si­
glo X IX
Agosto Comerciante de arte, LondresCabeza de Devi en estilo Pallava Recuperada por Tailandia.
del siglo vra, ofrecida en venta,
reclamada por el gobierno tai­
landés
Agosto Iglesia de SS. Giovanni e Paulo, Pinturas de Giovanni Bellini y Recuperadas localmente después de
Venecia tríptico de Vivarini pagar un rescate de 8 000 dólares;
se aprehendió a los ladrones.
Agosto Pieve di Cadove (cerca de Pa- Conversación sagrada de Tiziano Recuperado después de una dramá-
dua) tica persecución en carro en Paduá.
Los ladrones también robaron otras
13 pinturas y bebieron el vino de la
comunión.
Septiembre Iglesia aldeana cerca de Padua Pintura de Tintoretto Fue recuperada localmcnte- por la
Septiembre Departamento de Boris Christoff, iconos, y pinturas renacentistas y
Roma barrocas
3. Los principales robos de arte3 1911-1972 [continuación]
Fecha Lugar Obras robadas Comentario
Septiembie Museo de Bellas Artes, Bruselas Vermeer, La carta de Amor Cortada y sacada del marco. Se exi­
gió un rescate de 20 millones de
francos para los refugiados bengalíes.
Recuperada en condición dañada.
Septiembre Iglesia St. Nicolás des Champs, Políptico italiano del siglo xiv, Una pintura de Le Sueur fue roba­
París que consiste de 20 pequeñas pin­ da de la misma iglesia tres meses
turas sobre tableros de madera antes.
Septiembre Florencia Vasos áticos, corintios y etruscos Confiscados por la policía en .rna
bienal de comerciantes de antigüe­
dades; productos de excavación ilí­
cita.
Septiembre Abomey, Dahomey Tesoros de oro de los reyes de Se arrestó a un ciudadano francés
Dahomey en la frontera con Costa de Marfil;
se sospechó de él debido a su extra­
ño comportamiento.
Septiembre Departamento privado, La Haya 7 pinturas valuadas en un millón El departamento estaba vacío por
de dólares, entre ellas un Rem- ser meses de vacaciones.
brandt, P. Potter, J. Steen
Septiembre Galería de Arte, Zagreb, Yugos- 7 pinturas, inclusive un Rem- Se las encontró en Yugoslavia en
lavia brandt y un Greco, un Pourbus, diciembre de 1971; so arrestó al cul­
y 4- primitivos italianos pable.

Septiembre S. Jean de Malines, Bélgica 9 pinturas, inclusive Cristo en la Robadas de la iglesia.


Cruz de Rubens y una pintuia
de Jordaens
Septiembre Hasselt, Bélgica 24 pinturas de maestros antiguos, Robadas de una antigua iglesia des­
valuadas en 50 000 dólares pués de que se suspendió una guar­
dia especial; se les debía vender al
día siguiente.
Octubre Iglesia de la península del Sinaí Pintura del siglo xm sobre ma­ Se cree que la robó y exportó un
dera, que representa a uno de los turista.
primeros padres de la Iglesia; de
gran valor
Octubre B.A.S. Galería de Arte, Amster- 61 iconos, el valor de cada uno Todos estaban marcados con etique­
dam está entre 1 000 y 12 000 florines tas y números de inventario.
Noviembre Montreal, Francia 4 tableros de alabastro parte de
un altar del siglo xiv
Noviembre Galería Knoedler, París Tete d’Harlequin de Picasso Recuperado; los culpables fueron
arrestados.
Noviembre Iglesia Vernon Collegiale, Francia Bajorrelieve en alabastro del Ár­ Clasificado como monumento histó­
bol de Jessé; seis tapices flamen­ rico francés.
cos del siglo xvn, que represen­
tan a las Virtudes
Noviembre Iglesia de St. Thibault en St. Estatua de San Dionisio, siglo xiv
Denis, Burgundia, Francia
3. Los principales robos de artef 1911-1972 [continuación]
Fecha Lugar Obras robadas Comentario
Diciembre Museo de Hamburgo Pinturas de Delacroix y Corot Un Delacroix recuperado en Mul-
house, Francia; se arrestó a los cul­
pables.
Diciembre Villa de la señora Peggy Gug- 17 pinturas surrealistas valuadas Recuperadas por la policía en Mes-
genheim, Venecia en 500 millones de liras tre, cerca de Venecia.
Diciembre Museo Municipal, Tours, Francia Pinturas de Rembrandt y Van Recuperadas en Berlín de manos de
Goyen un comerciante; el Van Goyen se
había revendido a un coleccionista.
Diciembre Colección privada, Nápoles, Italia Objetos esculpidos y pinturas por Se les encontró en Nápoles en oc­
Luini, Fra Angélico, M. Preti, tubre de 1972.
L. Giordano y otros
1971 Museos de Nigeria' 3 objetos de arte popular, una Sacados de contrabando a París,
máscara Ibo; una estatuilla de Nueva York y Holanda.
un ídolo Esu; y una estatuilla de
la diosa Jebba
1972
1968-1972 Noreste de los Estados Unidos Obras gráficas invaluables, regre­ Relacionado con un abogado de
sadas a museos y bibliotecas anó­ Nueva York arrestado por robos al
nimamente, por correo Salón de Imprenta del Museo Me­
tropolitano.

Principios Templo del Sol, Katarmal, India Estatua de un fiel; se informó Comprada por un coleccionista de
de 1972 que fue robada en 1972 Nueva York; se encuentra ahora en
una colección privada.
Enero Iglesia de St. Gervais, París La decapitación de Juan el Bau­ Recuperada en condición dañada;
tista de Vignon recuperada 48 horas después de ma­
nos de un intermediario.
Enero Iglesia de St. Martin, Colmar, Virgen con rosal de Schoengauer, Se forzó la entrada a la iglesia du­
Francia valuada en un millón de dólares rante la noche;1se estaba instalando
un sistema de seguridad.
Enero Convento Capuchino, Cortona- Virgen toscana del siglo xni y
Arezzo, Italia Niño Dios valuados en 15 mi­
llones de liras
Enero Museo Grobet y Labardie, Mar­ 8 pinturas por Delacroix, Ingres,
sella Fragonard, Géricault:
Enero Pintura que pertenecía a un co­ Asunción de la Virgen de Guido Desapareció durante el transporte,
leccionista privado de Milán, en Reni, valuada en 200 millones en una estación de ferrocarril.
Mestre (cerca de Venecia), de liras
Italia
Enero Estudio de Sergio Bonfantini, No­ 36 pinturas firmadas, valuadas
vara, Italia en 20 millones de liras
Enero Gemona del Friuli, cerca de Udi- Pintura de Cima da Conigliano Se forzó la entrada a la iglesia en
ne, Italia la noche.
3. Los principales robos de arte, 1911-1972 [continuación]
Fecha Lugar Obras robadas Comentario
Febrero Museo, Düsseldorf Tres pinturas del siglo xvii por En la lista de objetos más buscados
Rembrandt, Hals y Del Mazo, por la Interpol.
valuadas en 1 040 000 marcos ale­
manes
Marzo Konstgalleriet, Estocolmo, Suecia Aguatintas y litografías por Joan
Miró y Wolfgang Schulze-Wols,
valuadas en 209 000 coronas
suecas
Marzo Museo del castillo de Berthoud, Cuatro retratos del siglo xvm En la lista de objetos más buscados
Berna por la Interpol.
Abril Departamento de M. Lespinasse, 31 pinturas por maestros moder­ Los bandidos entraron por la puerta
París nos (siglos xix y xx,• Dufy, Mar- de servicio y dominaron a los sir­
quet, Bonnard, Boudin, Monet, vientes. Quince de las 31 pinturas
Renoir, Utrillo, Sisley, Van Don- fueron recuperadas de un comer­
gen, Rouault, Vlaminck ciante de París en junio de 1973.
Mayo Biblioteca de la Academia Deer- 7 pinturas por Díaz, Gros, Pis- Marcadas con número de inven-
field, Mass. sarro y Copley, valuadas en 80 tario.
mil dólares

Mayo Museo de Arte de Worcestcr, 4 pinturas por Rembrandt, Gau- Dos ladrones armados irrumpieron
Mass. guin, Picasso, con valor de más en el museo e hirieron de un dis­
de un millón de dólares paro al guardia; las pinturas fueron
recuperadas en junio y se arrestó a
los ladrones.

Septiembre Museo de Bellas Artes, Montreal, 18 pinturas al óleo (inclusive Intrusos enmascarados armados con
Canadá Rembrandt, Corot, Courbet) va­ escopetas de cañón recortado pe­
luadas en dos millones de dó­ netraron por el tragaluz; los guar­
lares, además de joyería antigua dias fueron atados y amordazados.

Septiembre Villa del artista Compigli, St. Pinturas de Compigli Recuperadas totalmente deterioradas
Tropez después del pago de un rescate de
18 millones de liras.

Octubre Caramoor, Katonah, Nueva York 12 obras valuadas en 500 000 dó­ Las obras se recuperaron en noviem­
lares, inclusive un retrato de Cra- bre, después de negociaciones con
nach y bronces de Cellini los ladrones.

Octubre Galería Nacional, Praga 3 pinturas por Hals (retrato) y


El Greco.
Noviembre Alcaldía que albergaba importan- 15 pinturas impresionistas y mo- Recientemente han ocurrido otros
° te colección moderna, Bagnols- demas dos intentos de robo.
sur-Ceze, Francia
3. Los principales robos de arte3 1911-1972 [conclusión]
Fecha Lugar Obras robadas Comentario
Diciembre Castelfranco, Italia Madonna de Castelfranco por Recuperada 11 días más tarde en
Giorgione la frontera suiza, después de una
impresionante persecución en carros.
Se consideró que el motivo fue ex­
torsión.
Diciembre Iglesia local, Uncastilío (Zara- Virgen y Niño policromados, va-
goza), España luados en 400 000 pesetas
Diciembre Lyons, Francia 16 pinturas Recuperadas al desbaratar una ope­
ración de contrabando de Francia
a Italia.
1973
Enero Londres Picasso, Autorretrato, valuado en Se sospechaba que había sido ro­
80 000 libras (ofrecido en venta) bado en Alemania Occidental hacía
dos años.
” enOS 15 - * < • p * * emre ellos los de 298

A P É N D IC E B

Cuadro de leyes nacionales protectoras del Patrimonio Cultural


Preparado con ayuda de Bonnie Bonhaxn FÍam, del Consejo Internacional de Museos (Las equivalencias en do­
lares corresponden al año de 1973)

País Fecha y tipo Alcance Exportaciones Sanciones Observaciones


. de legislación permitidas
Alemania Ley de Protec­ Objetos protegi­ Se requiere permiso El gobierno puede ejer­
Occidental ción de la pro­ dos, monumen­ para la exportación de cer un embargo de ex­
piedad cultural tos y: archivos objetos registrados; portación y el propieta­
alemana, 1955 están registrar propiedades incluidas rio debe conservar o
(adoptada por dos localmente en el inventario fe­ vender el objeto dentro
ratificación eh e inventariados deral sólo podrían ser del país.
cada Land) exportadas si se las
desclasifica
Estatuto relati- Todos los bie- Los objetos que se Multa de 500-1200 Los comerciantes deben
Argelia D.A. (100-400 dls.); obtener licencia.
vo a la Protéc- nes culturales y pueden vender y ex- encarcelamiento por
ción de Monu- los monumen- portar síori registra- 2 meses-6 años
mentos v Sitios, tos naturales dos;' sé prohíbe la ex-
196? 7 portación de objetos
clasificados
Cuadro de leyes nacionales protectoras del Patrimonio Cultural
[continuación]
País Pecha y tipo Alcance Exportaciones Sanciones Observaciones
de legislación permitidas
Austria Ley Federal de Todos los mo­ Técnicamente están La multa es el doble Un eficiente sistema de
Monumentos, en numentos de prohibidas todas las del valor del objeto clasificación protege los
1923; Leyes de propiedad pú­ exportaciones de bie­ en caso de compra o objetos importantes y
Exportación y blica o colecti­ nes culturales, excep­ venta ilegal permite que otros sean
Venta, en 1918; va y objetos to las obras de arte vendidos y exportados.
modificadas en protegidos por contemporáneas
1923 y 1958 declaración

Belice Estatuto de Todas las anti­ Se requiere licencia Multa de 6 650 dóla­ El gobierno puede regis­
Monumentos güedades son del gobierno para la res o encarcelamien­ trar cualquier local o
Antiguos propiedad del exportación o impor­ to por 12 meses-5 vehículo cuando sospe­
Estado tación de antigüeda­ años che que contienen anti­
des güedades ilícitas.

Bolivia Ley de Monu­ Todos los bie­ Todas las exportacio­ Aplicación del Códi­ La importación de bie­
mentos, 1927; nes culturales nes están prohibidas, go Penal y multa. Es­ nes culturales está libre
decretos y re­ son propiedad inclusive las realiza­ ta última se duplica de impuestos; Bolivia ra­
soluciones mi­ del Estado das por medios di­ o triplica si se repite tificó la Convención de
nisteriales, 1961 plomáticos el delito la u n e s c o en 1970.
v 1967

Brasil Ley de 1937, Todo bien cul­ La exportación de ob­ Multa de 1 000 a Las obras extranjeras
Protección de tural pertenece jetos producidos an­ 20000 cruzeiros (166- pueden ser importadas
bienes cultura­ en definitiva al tes de 1889 está pro­ 3 300 dólares) sin pagar impuestos.
les; Ley de Estado hibida
1965, control de
las exportacio­
nes
Camboya Textos legislati­ Los monumen­ Se requiere un certi­ Se deciden en el juz­ Se está preparando uná
vos (1924) que tos que se re­ ficado de no clasifi­ gado; la venta no au­ nueva ley (1972); se ra­
se refieren ori­ gistraron están cación para exportar torizada es nula, el tificó la Convención de
ginalmente a las protegidos; el objetos anteriores al primer vendedor es la u n e s c o de 1970.
colonias fran­ Estado puede siglo XIX el responsable
cesas expropiar otros
objetos
Canadá Leyes provincia­ Protección de Por lo común se pro­ Varía hasta una mul­ Se está preparando una
les entre 1953 objetos arqueo­ híbe sacarlos de la ta máxima de 500 ley nacional con respec­
y 1964 lógicos y archi­ provincia dólares en la Colum- to al control de exporta­
vos bia Británica, y seis ciones y el registro in­
meses de prisión terno de objetos impor­
tantes.

Colombia Leyes de 1959 Todos los bie­ Las exportaciones es­ No hay sanciones Se está elaborando una
y decretos de nes culturales tán prohibidas, ex­ nueva ley (1972).
1963 y 1967 están bajo la cepto para fines de
protección del exposición temporal
Estado
Cuadro de leyes nacionales protectoras del Patrimonio Cultural
[continuación]
País Fecha y tipo Alcance Exportaciones Sanciones Observaciones
de legislación permitidas
Costa Ley de 1938; Los monumen­ Se permiten las ex­ Multa de 50-1 000 co­ Los comerciantes del
Rica control d e l tos están nacio­ portaciones de un ti­ lones (máximo de obtener licencia.
comercio y ex­ nalizados; otros po representado en aproximadamente 125
portación de re­ objetos, excep­ las colecciones nacio­ dólares)
liquias arqueo­ to los de pro­ nales (con permiso)
lógicas piedad privada,
están registra­
dos
China Disposiciones Toda la pro­ Se prohíbe la expor­ £1 castigo máximo Se está considerando una
constitucionales piedad cultural tación de bienes cul­ bajo el código penal nueva ley para poner al
y leyes aproba­ se clasifica se­ turales, excepto en día la legislación actual.
das entre 1928- gún tres clases préstamo durante un
1938 periodo que no pase
de dos años
República Disposiciones Todos los bie­ La exportación está Sin información No se han exportado ob­
Popular provisionales, nes culturales prohibida; los bienes jetos importantes desde
de China 1950 culturales significati­ 1950.
vos que sean conside­
rados una excepción
deben ser inspeccio­
nados

Chipre Ley de Anti­ El Estado pro­ Se requiere permiso 50 libras, o 6 meses Las contiendas políticas
güedades, 1959 tege todas las de exportación: el de prisión, por ocul­ internas dificultan el
antigüedades de Estado puede ejercer tar antigüedades; 100 cumplimiento de la ley.
la destrucción embargo. Los comer­ libras o 1 año de pri­
o la venta no ciantes deben obtener sión por la exporta­
autorizada licencia; comerciantes ción ilícita
y coleccionistas man­
tienen inventario

Ecuador Ley del Patri­ Todos los bie­ Sólo se permiten las Multa de 1 000-10 000 Los productos de las in­
monio Artístico, nes culturales salidas temporales y sucres, (40-400. .dóla­ vestigaciones de campo
1945; Decreto están protegi­ el intercambio oficial res) ; confiscación de deben permanecer, en el
de Emergencia, dos y registra­ ,de objetos los objetos exporta­ país; un nuevo borrador
1971 dos por el Es­ dos por medio de con­ de ley permite la ins­
tado ductos diplomáticos pección de valijas diplo­
mática? y reglamenta el
comercio.

E l Salvador Ley para la Todos los bie­ Sólo pueden ’ expor­ 3 000 colones (1 200
Próteccióri de nes culturales tarse duplicados de dólares), multa máxi­
Arqueología, pertenecen en objetos en las colec­ ma, o multa igual al
etc., 1903 definitiva al Es­ ciones nacidnaléSi valor de los objetos
tado
Cuadro de leyes nacionales protectoras del Patrimonio Cultural
[continuación]
País Fecha y tipo Alcance Exportaciones Sanciones Observaciones
de legislación permitidas
España Ley del Patri­ Los objetos de La exportación de an­ Multa de 3 veces el Están prohibidos todos
monio Artístico más de 200 tigüedades nacionales valor del objeto, o 4 los préstamos de objetos
Nacional, 1933; años están pro­ registradas está pro­ veces si está registrado en el Museo del Prado.
decretos de ex­ tegidos y regis­ hibida. En otros ca­ Objetos con valor supe­
portación y co­ trados por el sos se requiere un rior al millón de pesetas
mercio, 1953, Estado permiso. Hay un im­ deben ser comprados en
1960, 1961 y puesto de exportación subasta pública para po­
1969 der ser exportados.
Estados Ley pública, Sólo monumen­ La importación y ex­ Multa de 500 dólares El tratado México-Esta-
Unidos 1906, conserva­ tos y antigüe­ portación de antigüe­ por delitos en terre­ dos Unidos de 1970 per­
ción de anti­ dades en terre­ dades está libre de nos del gobierno; de mite la devolución al
güedades esta­ nos públicos impuestos 2 000 dólares por fal­ país de origen de mate­
dunidenses sificar productos in­ rial arqueológico expor­
dios tado ilícitamente.
Filipinas Ley de protec­ Los bienes cul­ Los tesoros culturales Multa de 10 000 pe­
ción de los bie­ turales de más inventariados no pue­ sos (1400 dólares) o
nes culturales, de 100 años es­ den ser exportados; prisión por hasta 2
1966 tán protegidos otros objetos pueden años
y son inventa- ser exportados con
riados por el permiso
Estado

Francia Ley de Monu­ Todos los ob­ Todas las obras ante­ Multa del doble del El Estado puede adqui­
mentos, 1913, jetos de pro­ riores a 1900 deben valor de los objetos rir los bienes que se tra­
modificada va­ piedad pública contar con una auto­ de que se trate, en­ tan de exportar en un
rias veces; Ley y los monu­ rización para ser ex­ carcelamiento de has­ plazo de 6 meses.
de Exportacio­ mentos eclesiás­ portadas. Los objetos ta 3 meses
nes, 1941 ticos clasificados podrían
no ser exportables

Grecia Ley de Anti­ Todos los bie­ Se requiere permiso Multa de hasta 25 000 Los coleccionistas y co­
güedades, 1932 nes culturales de exportación. El dr. (830 dls.), encar­ merciantes deben estar
son de defini­ impuesto de exporta­ celamiento de 1 mes- registrados y mantener
tiva propiedad ción es el 50% del 2 años un inventario y catálogo.
del Estado, in­ valor del objeto. Las
cluyendo los ha­ antigüedades duplica­
llados en el das que vende el Mu­
seo Nacional pueden
ser exportadas con un
impuesto del 5%

Guatemala Decreto sobre Todos los bie­ No se permiten ex­ Multa por el valor Se considera un delito
Protección de nes culturales portaciones perma­ de los objetos o 4 la posesión no autoriza­
Monumentos, están protegi­ nentes (excepto los años de prisión da de bienes culturales.
1947; modifica­ dos por el Es­ productos de trabajos
do en 1966 tado de campo)
Cuadro de leyes nacionales protectoras del Patrimonio Cultural
[continuación] .
País Fecha y tipo Alcance Exportaciones Sanciones Observaciones
de legislación permitidas
Honduras Ley de 1955; Todos los bie­ Se prohíbe la expor­ Se aplica el Código
disposición nes culturales tación de objetos cla­ Penal
constitucional, están protegi­ sificados, excepto la
1936 dos por el Es­ de objetos duplicados
tado y pueden que podrían ser cedi­
ser expropiados dos a museos extran­
jeros
India Leyes de Mo­ El Estado con­ Sólo el gobierno cen­ Encarcelamiento por Eventualmente el Esta­
numentos y serva el derecho tral puede exportar 6 meses-3 años y mul­ do asumirá el control de
Ruinas de 1904, de proteger y antigüedades, o los or­ ta (no especificada). todas las antigüedades y
1958 y 1959; vigilar todos los ganismos autorizados de su comercio.
Ley de Anti­ monumentos y
güedades dé antigüedades
1972
Indonesia Estatuto de Bienes registra­ Se requiere permiso Multa de 500 rupias El contrabando de obje­
Monumentos dos y no regis­ de exportación en el (cerca de 1.25 dóla­ tos anteriores a la era
de 1931 trados de más caso de bienes regis­ res) o encarcelamien­ islámica es un proble­
de 50 años es­ trados o tentativa­ to por 3 meses ma considerable.
tán protegidos mente registrados, o
por el Estado de cualquier objeto
anterior a la era is­
lámica

Irán Ley de 1930: Todas las an­ Los comerciantes de­ Multa de 20-200 tom- El Estado puede inspec­
conservación de tigüedades son ben tener licencia y favis cionar el local del co­
las antigüeda­ controladas por se requiere un per­ merciante, pero no su
des persas el Estado; en miso para la exporta­ residencia. Muchas tran­
los terrenos in­ ción de antigüedades sacciones se realizan en
ventariados la la casa del comerciante..
excavación es
controlada por
él Estado

Iraq Ley de Anti­ Todas las , an­ Se requiere un per­ Multa dé 500 diña­ Las transacciones de an­
güedades, 1936 tigüedades son miso para la expor­ res [1500 dólares] tigüedades no registradas
propiedad co­ tación de antigüeda­ (el doble para, co­ o de falsificaciones^ son
mún del Est'a- des; el Estado puede merciantes) ; 3 años un delito.
ejercer embargo o de prisión
derecho de primera
opción de compra

Israel Ley de 1929: Las antigüeda­ Se requiere, una li­ Multa de 1 000 libras El 95% de los permisos
estatuto de an­ des descubiertas cencia para la expor­ (cerca de 250 dóla­ de exportación es con­
tigüedades en Israel deben tación de antigüeda­ res) o-encarcelamien­ cedido; ocasionalmente
ser ofrecidas al des y el pago de una to de hasta 6 meses - el Estado vende antigüe*-
Estado para su cuota del 10% ‘ dades duplicadas.
adquisición •
Cuadro de leyes nacionales protectoras del Patrimonio Cultural
[continuación]
País Fecha y tipo Alcance Exportaciones Sanciones Observaciones
de legislación permitidas
Italia Ley de 1939 Todos los bie- Sólo se pueden ex­ Multa de 1 000 a Los procedimientos ad­
para la Protec- nes culturales portar los objetos si 100 000 liras (máxi­ ministrativos para otor­
ción del Patri- de más de 50 el Estado ha rehusa­ mo de 200 dólares), gar licencias pueden ser
monio Artístico años de anti­ do su opción para ad­ además de la confis­ muy engorrosos.
güedad, inclu­ quirirlos (opción por cación de los objetos
yendo las co­ 2 meses)
lecciones
Japón Ley de protec­ Todos los bie­ Las salidas de teso­ Multa de h a s t a Los objetos que no de­
ción de los bie­ nes culturales ros nacionales están 100 000 yenes (350 sea el gobierno pueden
nes culturales, están bajo la prohibidas, excepto dólares) o encarcela­ ser exportados libremen­
1950 protección del temporalmente. Otros miento hasta por 5 te.
Estado; los te­ elementos pueden ser años
soros naciona­ exportados con per­
les están inven­ miso
tariados
Jordania Ley de Antigüe­ Todas las anti­ Se requiere un per­ Multa de 100-300 di­ Los comerciantes sólo
dades, 1968 güedades, inclu­ miso para la expor­ nares (280-840 dóla­ pueden operar en los
so las no des­ tación de bienes cul­ res) o de 3 meses a locales señalados por la
cubiertas, son turales; los comer­ 3 años de prisión; licencia.
propiedad del ciantes deben tener multa de 50 dinares
Estado licencia por engañar a un
comprador

Líbano Reglamentos de Todas las an- Se requiere un per­ Multa de 50-500 li­ No se pueden importar
antigüedades, tigüedades an- miso para exportar; bras; a los informan­ antigüedades de Iraq,
1933 teriores a 1700 el exportador está su­ tes y aprehensores se Siria o Jordania sin per­
d.c. son pro­ jeto al pago de un les concede entre el miso.
piedad del Es­ impuesto 25 y 50%
tado
Libia Ley de Antigüe­ Antigüedades de Se requiere un per­ Multa de 500 libras o Los comerciantes deben
dades, 1953 más de 100 miso para la exporta­ encarcelamiento has­ tener licencia y deberán
años y restos ción del cualquier an­ ta por un año llevar un registro.
biológicos ante­ tigüedad
riores a 600
d.c.
México Ley sobre Mo- Todos los bie- Está prohibida la ex- Las multas pueden Se exige oficialmente a
numentos y Zo­ nes culturales portación de objetos ser hasta de 50 000 los comerciantes que se
nas Arqueoló­ están protegi- precolombinos, salvo pesos (en 1972 eran registren los objetos ante
gicos, Artísticos dos y registra- temporalmente otros 4 000 dólares); penas el Estado; es difícil ob­
e Históricos, dos en inventa- objetos pueden ser de 2 a 12 años de tener permisos de expor­
1972 rio exportados con per- prisión tación;
Nigeria Estatuto de An- Objetos arqueo­ Se requiere un per­ Multa de 100 N o Casi siempre se omité la
tigüedades, lógicos y anti­ miso que debe ser prisión por hasta 6 cláusula de 3 meses.
1953; y regla­ güedades (in­ emitido 3 meses an­ meses
mentos de ex­ cluso artesanías tes de la exportación.
portación, 1957 anteriores al año El gobierno puede ne­
1918) pertene­ gar el permiso
cen en definiti­
va al Estado
Cuadro de leyes nacionales protectoras del Patrimonio Cultural
[continuación]
País Fecha y tipo Alcance Exportaciones Sanciones Observaciones
de legislación permitidas
Paquistán Ley de Antigüe­ A n tigüedades, Se conceden permisos Prisión por un año, La falsificación es un
dades. 1968 objetos y mo­ para intercambio de multa y confiscación delito; se requiere una
numentos ante­ duplicados, exposicio­ de los objetos licencia para copiar an­
riores a 1857 nes temporales y ob­ tigüedades con fines co­
están protegi­ jetos otorgados a los merciales.
dos e inventa- excavadores
riados
Panamá Ley de 1946, Los monumen­ Los duplicados de ob­ Multa de 500 bal­ La exploración y comer­
que crea la Co­ tos históricos jetos en las coleccio­ boas (500 dólares) cio por individuos inex­
misión Nacio­ pertenecen al nes nacionales pue­ pertos y por personas no
nal de Monu­ Estado den ser exportados autorizadas está prohibi­
mentos con permiso da.
Perú Ley de 1929 Las antigüeda- La exportación de Multa de 1 000-10 000 Está prohibido el prés­
/m nnnm />ntn«l •desdesnrpcnlnm
(monumentos); precolom­ material rlasifíraH
- m aterial clasificado
n soles (22.50-225 dóla­ tamo temporal de obje­
Ley de 1958 binas están pro­ está prohibida, excep­ res) que recibe el De­ tos clasificados, y se re­
(exportaciones) tegidas por el to temporalmente; se partamento de Mu­ quiere una Resolución
Estado y se las requiere permiso para seos. Puede darse una Suprema del gobierno.
registra en un otras exportaciones recompensa del 50%
inventario a quien delate opera­
ciones ilícitas

RAU Ley de, protec­ Todos los ob­ Certificados de expor­ Multa de 50-200 li­ Se aprueba un número
ción de anti­ jetos no mue­ tación pueden emitir­ bras (75-300 dóla­ significativo de exporta­
güedades, 1953 bles producidos se con 20 días de an­ res), prisión de 3 me­ ciones.
y 1965 antes del reino ticipación ses a 2 años
de Ismail

Siria Régimen de Los objetos de Las exportaciones y Multa de 25 a 10 000 Los comerciantes deben
Antigüedades, más de 200 las transferencias in­ libras (máximo 2 200 tener licencia.
1963 años son prote­ ternas deben ser apro­ dólares) o prisión de
gidos y regis­ badas. La venta de 1 mes a 3 años
trados por el antigüedades debe ser
Estado aprobada por el Es­
tado

Suiza Ley Federal Re- Los •monumen- Las autoridades de Ninguna Debido a la ausencia de
lativa á la Con- tos y antigüe» los cántones pueden controles, Suiza es uno
servación de dades suizos es- exigir un permiso de de .los principales cen­
Monumentos, tán protegidos exportación. No se re­ tros internacionales para
195.8 oficialmente en gulan las importacio­ la venta de.los principa­
el sentido de nes o la reexportación les objetos de antigüe­
qué él Estado de antigüedades im­ dades contrabandeadas.
otorga fondos portadas
para compra y
mantenimiento
Cuadro de leyes nacionales protectoras del Patrimonio Cultural
[conclusión]

País Fecha y tipo Alcance Exportaciones Sanciones Observaciones


de legislación permitidas

Tailandia Ley de monu­ Todas las anti­ Los objetos que se Multa de 4 000 baht La intención de la nue­
mentos anti­ güedades regis­ ofrezcan en venta a (200 dólares) por co­ va ley es la de proteger
guos, en 1961; tradas y los extranjeros deben ser mercio ilícito; 10 000 objetos encontrados ca­
se prohibieron m o n u mentos aprobados previamen­ baht o 2 años de pri­ sualmente o por medio
las exportacio­ antiguos te sión por destrucción de investigaciones ilíci­
nes y las trans­ de monumentos tas.
ferencias inter­
nas, 1972

Túnez En realidad no
hay vigente una
ley. Se esta­
ban consideran­
do dos proyec­
tos que estable­
cían zonas his­
tóricas protegi­
das (1972)

Turquía Reglamentos de Todos Jos bie­ Las exportaciones es­ Aplicación del Códi­ Ciertos objetos podrían
Antigüedades, nes culturales tán prohibidas go Penal darse como premio a di­
1907 descubiertos en rectores de expediciones
suelo turco o de trabajo de campo, y
en sus aguas te­ podrían ser exportados.
rritoriales son
propiedad del
Estado
URSS Ley de 1918 Monumentos, No se puede expor­ Encarcelamiento El Estado controla las
para la clasifi­ objetos de arte tar sin permiso del tiendas de antigüedades;
cación de bie­ y colecciones Depto. de Museos los objetos comprados en
nes culturales están naciona­ las tiendas se pueden ex­
lizados portar.
Vietnam, Decreto sobre Todos los ob- No se puede expor- Multas de hasta 7 500 Las condiciones durante
República monumentos, jetos y monu- tar objetos clasifica- francos (1925) y pri­ la guerra imposibilita­
de 1924; decreto mentos conoci- dos; para otros obje- sión por hasta 3 me- ron la protección de bie­
sobre exporta- dos u ocultos tos se requiere peti­ nes culturales y de
ciones, 1959 miso objetos en las coleccio­
nes privadas.
Yugoslavia Ley Fundamen­ Todos los mo­ Los monumentos cul­ Trabajos forzados
tal para la Pro­ numentos cul­ turales importantes no hasta por 5 años
tección de Mo­ turales son con­ se pueden exportar,
numentos, 1965 siderados pro­ los objetos artísticos
piedad pública sí, pero con permiso
APÉNDICE C
1. La D eclaración de P e n n sy l v a n ia . D e c isió n de los
CURADORES DEL MUSEO DE LA UNIVERSIDAD
de P e n n sy l v a n ia , lo. de abril d e 1970

El personal de curadores del Museo de la Universidad llegó hoy unáni*


memente a la conclusión de que no comprará más objetos de arte
o antigüedades para el Museo a menos que los objetos vayan acom-
panados de una hoja de antecedentes, esto es, información sobre lo*
diferentes^ propietarios de los objetos, lugar de origen, legalidad de su
exportación, y otros datos útiles en cada caso individual. La informa­
ción se hara pública. Esta decisión fue recomendada por el director del
Museo, Froelich Rainey, y también por el presidente de la Junta de
Administradores, Howard G. Petersen.
La acción del personal de la Universidad es el resultado de un ere-
cíente comercio ilícito en objetos culturales, particularmente antigüe?
a es, que está causando una grave destrucción de los sitios arqueoló­
gicos en muchos países de todo el mundo. Prácticamente todas laS
naciones tienen hoy en día estrictos controles sobre la exportación de
antigüedades, pero está claro que esos controles no detienen el saqueo
LST" SIÜOS ar^ueoIógic°sJ probablemente debido a que ¡°s
tem acioníl^wl ^ Se -??gan por las antigüedades en el mercado i»“
PaiS6S dC °ri»“ d m°V“
‘aS NaCͰnes. Unidas> P<* medio de la u n e s c o ,
otras cosas que los .co“venc^ n internacional que propone, entre
como los Estados ^a^es *mPortadores de esos objetos,
es.ablezSn c ó n Í L " d f L D0!e,r af ° / dd™‘a1' F ™ »* e Inglaterra,
gir el comercio v nrotpo^ ? .cí m^s Agidos con el fin de restrin
quía, Irán e Italia. °S SUl0S artlueoIógicos en países como Tur-
Mifseo3de^ la °Unive'rsidad q t / Í X i a n aerque61oSos * «uropótogos del
mundo, que los controles de importación on b^paLrímporUidores "O
serán mas efectivos que los controles de exportación eÚ los países <*'
portadores. Probablemente la umea forma efectiva de detener esta des­
trucción en gran escala de los sitios arqueológicos es regular el comercio
en objetos cultúrales dentro de cada país, al igual que la mayoría de.
los países del mundo hoy en día regulan el comercio interno en ali*
mentos, drogas, valores y otras mercancías. El saqueo de los sitios ¿s
naturalmente hecho por los nacionales de cada país, y el comercio ilícito
APÉNDICE G 257
es realizado por ellos y por los nacionales de muchos países. Por lo
tanto, la conservación de la herencia cultural de la humanidad en con­
junto es, de hecho, un problema interno para todas las naciones.
El personal del Museo de la Universidad espera que la acción que
toma el día de hoy animará a otros museos, no sólo en los Estados
Unidos, sino también en otras naciones, a seguir procedimientos simila­
res en la compra de objetos de arte importantes, al menos hasta que
las Naciones Unidas tengan éxito en establecer una convención efectiva
para controlar este comercio destructivo.

2. E l In fo r m e de H arvard, adoptado
e n n oviem b re de 1971
El 29 de noviembre de 1971, el presidente y los miembros de la di­
rectiva adoptaron como política oficial de la Universidad el Informe
del Comité sobre la Adquisición de Obras de Arte y Antigüedades.
El texto del Informe es el siguiente:
Las colecciones en los museos y bibliotecas de la Universidad de
Harvard han sido formadas y se las aumenta y conserva primordial-
menté para promover la enseñanza y la investigación. En años recientes
ha surgido un floreciente mercado negro internacional en las clases de
objetos que son de interés para nuestras colecciones y esto amenaza el
trabajo de la Universidad de varias maneras.' Por ejemplo, hay sitios
que han sido devastados por ladrones y vándalos, con daño irreparable
e incluso la pérdida total de objetos importantes, mientras que personas
implicadas en este tráfico pierden descuidadamente u ocultan delibe­
radamente información sobre los orígenes precisos de los objetos, pri­
vándolos con frecuencia de todo valor para el estudio científico.
En respuesta a esta situación muchos países han desarrollado una le­
gislación diseñada para regular la colección y exportación de antigüe­
dades, objetos de arte y especímenes naturales que se encuentran den­
tro de sus fronteras. Pero sin la cooperación del consumidor final ■la
institución o el individuo coleccionista— tal legislación ha demostrado
ser con frecuencia inadecuada para controlar los abusos.
Cada vez más países intentan regular estos asuntos. La legislación
que resulta está lejos de ser uniforme y se ha hecho continuamente
más compleja. Pero sin importar lo complicada, mal estructurada o
impráctica que parezca tal legislación, una institución coleccionista res­
ponsable debe respetarla. La violación, real o aparente, de la legislación
reguladora por una rama de la Universidad probablemente tenga efectos
adversos sobre los intereses legítimos de todas las demás ramas de la
Universidad que realizan actividades en el país de que se trate; es
difícil mejorar una mala reputación, una vez que se ha obtenido.
258 APÉNDICE C
Lo que se requiere es una posición firme, unida, tomada pu
mente, por los principales coleccionistas institucionales y priva os c
tra el comercio ilícito en estos materiales. Creemos que Harvar
un historial generalmente bueno en las políticas que han desarrol a o P ^
vada e independientemente sus varias agencias coleccionistas. Pero a
es muy deseable que nuestro código informal y privado sea forma
y se dé a conocer, y que Harvard se una a otras instituciones resp ^
sables y a coleccionistas privados en un esfuerzo por eliminar o ]p
lo menos disminuir el poder del mercado negro. Tales acciones ijervl
tanto al interés particular de varios sectores de la Universidad co
a los objetivos más generales de la enseñanza y la investigación.
La legislación reguladora difiere considerablemente de país a Pa ’
y en lo que respecta a las diferentes clases de objetos que se c0
nan, puede decirse que también son muy diferentes sus métodos
producción y de aparición en el mercado, los canales a través de
cuales se les procura normalmente, y la medida en que su origen
historia pueden ser documentados razonablemente. La certificación
es garantía; si lo que está en juego es considerable, los certifica
pueden ser comprados o imitados con mayor facilidad que la falsili
ción de arté. Por otra parte, objetos de áreas restringidas en la
lidad podrían haber sido exportados en el periodo anterior al esta ^
cimiento de las restricciones, o haber salido en forma legal, y podrían
estar legítimamente en el mercado. Como es difícil o imposible forfliu
lar criterios absolutos aplicables a todos los casos, debe dependerse efl
gran medida del conocimiento y experiencia del personal de curadores.
Creemos que corresponde a los curadores de las varias colecciones
dominar, en la medida de lo posible, estas complejidades en sus cam
pos de competencia individual. Se debe depender de los curadores pa*a
que juzguen esos asuntos en sus campos respectivos, y deben asumir ®
responsabilidad por las decisiones que toman. La integridad de la P0'
litica de colección de Harvard debe mantenerse firmemente. Las bases
de la decisión de un curador deben ser materia de conocimiento Pu‘
blico, el que se necesite realmente publicarlas dependerá de las circuns
tancias de cada caso individual. Cuando se trate de casos en
cunstancias dudosas poco familiares, los curadores deben poder recurrid
a la asesoría del Consejo General de la Universidad, que a SU ve*
podna solicitar ayuda a otros curadores y funcionarios de la Universidad
para llegar a una decisión. Si surge una diferencia de opinión entre
las ramas de la Universidad por un asunto de política de adquisiciones,
y si no puede llegarse a un acuerdo entre las partes interesadas, debería
estar disponible un mecanismo similar de consulta y apelación.
En gran medida, las reglas propuestas reflejan prácticas seguidas du­
rante mucho tiempo por los organismos encargados de las colecciones
de la Universidad. Sin embargo, se observará que mayormente
reglas consideran el futuro. En vista de lo confuso de la legislación
APÉNDICE c , 59

la T o b lb U iin '°AlaS C0mplicad0nes * los fideicomisos, de


pretem.ones conflictivas y de. la gran dificultad o
mposibilidad en muchos casos de establecer una linea clara y
• a Procedencia de adquisiciones hechas en el pasado, debe aplicarse
S? <Íue se parezca a una norma de vencimientos, como, de hecho, se
aplica entre las colecciones de los museos en todo el mundo. Al tomar
Una posición pública siguiendo los lincamientos que sugerimos, espera­
dos que Ja Universidad desempeñará un papel significativo en los es-
uerzos por limitar los abusos que han originado tanta preocupación en
el público.
Por lo tanto, recomendamos que el presidente y los miembros'adop­
ten los siguientes principios' generales para regir la Universidad con
respecto a la adquisición (sea por donación, herencia o compra, o por
medio de las actividades de expediciones científicas o arqueológicas)
de obras de arte y antigüedades.
El director, bibliotecario, curador u otro funcionario de la Uni­
versidad (a los que de ahora en adelante se denominará el “curador”)
responsable por una adquisición o que tendrá la custodia de la adqui­
sición, debe asegurarse de que la Universidad podrá adquirir título
válido sobre el objeto en cuestión. Esto significa que las circunstan­
cias de la transacción y/o su conocimiento de la procedencia del objeto
debe ser tal que le dé seguridad adecuada de que el vendedor o do­
nante tiene un título válido qué puede transferir.
2* Al hacer una adquisición importante, el curador debe tener una
seguridad razonable bajo las circunstancias, de que el objeto no ha
sido, dentro de un lapso reciente, exportado de su país de origen (y/o
del país en que fue poseído legalmente por última vez) en violación de
las leyes del país.
3. De cualquier manera, el curador debe tener una según a razo
Hable bajo las circunstancias de que el objeto no fue expo a o espu
del lo. de julio de 1971, en violación de las leyes del país de origen
Y/o el país en donde fue poseído legalmente por ultima vez.
4. En casos en que se tengan dudas para tomar las f
Pertinentes a que se alude en los párrafos 1-3, el curador debejlu»c^
consultas tan ampliamente como sea posi e. e e . ., , c
pecial para consultar colegas '"J^ctívidalte'podrían ser afectadas
coleccionismo, investigación u otras ac , A h ronsul-
Por la decisión de adquirir un objeto. El / urad" ‘™ b‘^ r^ ado " i
**• al Consejo General de la Universidad cuando “ a aprop ado y s
es conveniente, debe crear un grupo especial para ayudar a soluciona
■as dudas que hayan surgido . ra> herencia 0 donacj6n)
5. La Universidad no adquirira ^p . oc Ornarlo v fac-
°bjetos que no satisfagan las pruebas an enor * determinar si
‘¡ble, se deben tomar en cuenta esas mismas pruebaal detenmnar
se a c e p t a n p r é s t a m o s para exhibición u otras finalidades.
260 APÉNDICE C
6. Los curadores serán responsables ante el presidente y los míe
bros directivos por el cumplimiento de estas reglas. Toda informaci
obtenida sobre la procedencia de una adquisición debe ser conserva »
y a menos que en opinión del curador de que se trate y del C°nseJ
General de la Universidad existan circunstancias especiales en un ca
específico, toda esa información deberá estar disponible como un r
gistro público. A los posibles vendedores y donantes se les debe w 0
mar de esta política. .
•7. Si en el futuro la Universidad llegara a quedar en posesión
un objeto del cual se puede demostrar que fue exportado en vio
ción de los principios expresados en las reglas 1-3 anteriores, la
versidad debe, si está libre legalmente de hacerlo así, procurar retorna^
él objeto al vendedor o donante. Además, si en lo que respecta a es
objeto, un museo público o coleccionista u organismo de un país
tranjero busca su devolución y demuestra que es parte del patruno
nacional de un país, la Universidad debe, si está libre legalmente
hacerlo así, tomar medidas responsables para cooperar en el retor
del objeto a ese país. -

3. D eclaración del M useo F ield de H istoria


N atural, adoptada en julio de 1972
1. a) El Museo no adquirirá ningún objeto arqueológico o etnográfico
del que no pueda demostrarse a satisfacción del funcionario o comi­
té del Museo responsable de su adquisición, que ha sido exportado lega '
mente de su país de origen.
. b). Además, el Museo rehusará adquirir objetos en cualquier caso etl
que el funcionario o comité del Museo responsable, tenga causa razo­
nable para creer que las circunstancias de su recuperación implicaron
destrucción no científica o intencional de sitios o monumentos. Estas
restricciones también se aplicarán a objetos arqueológicos excavados 011
los Estados Unidos.
c) Adquirir incluirá adquisiciones mediante compra, donación o
herencia. “País de origen” significa tanto “país del cual es originario’
cuando los objetos en cuestión hayan sido transportados recientemente
a través de varías fronteras internacionales, como “país de origen inter­
medio”, cuando se aplique a objetos transportados antiguamente y de­
positados luego en un contexto arqueológico o histórico.
d) Esta política del Museo se tendrá en cuenta al determinar si se
aceptan o no préstamos para exhibición u otros propósitos.
2. Esta política del Museo se aplicará en especial a objetos de con­
siderable valor de mercado. El origen de esos artículos se someterá a
un cuidadoso escrutinio. No obstante, independientemente de su valor»
ningún objeto arqueológico o cultural de cualquier clase será ad q u irid o
APÉNDICE G 26J
a menos que el funcionario o comité responsable del museo esté satis­
fecho respecto a la legalidad de su exportación y las circunstancias dé
su recuperación.
3. A partir de ahora, el Museo no adquirirá objetos de origen du­
doso, excepto aquellos de los que se pueda demostrar .que han dejado
su país de origen antes de la fecha de aprobación de este docu­
mento. La misma fecha deberá aplicarse en lo que respecta a la ad­
quisición de objetos de los que se crea razonablemente que fueron
excavados ilegalmente y en condiciones no científicas dentro de los
Estados Unidos. El funcionario o comité responsables del Museo tendrá
el derecho, sin embargo, de utilizar los principios contenidos en esta
declaración de política, al determinar si se adquiere cualquier objeto del
cual se crea razonablemente que ha sido exportado u obtenido impro­
piamente antes de esa fecha.
4. El Museo ha rehusado durante muchos años valuar objetos ar­
queológicos. En ampliación de esta política, el Museo a partir de ahora
se negará á autenticar cualquier antigüedad cuya adquisición por el
vendedor o el propietario no satisfaga los criterios mencionados en los
párrafos 1 y 3. De esta manera, el Museo espera evitar propiciar, in­
cluso indirectamente, el comercio en antigüedades adquiridas ilícita o
irresponsablemente.
5. En el futuro, si el Museo adquiriera inadvertidamente un objeto
del que se determine con posterioridad por el funcionario o comité res­
ponsables del Museo que ha sido exportado u obtenido en violación de
esta política, el Museo retomará rápidamente el objeto a quien lo haya
transferido o, cuando sea conveniente, al gobierno del país de origen
o a otro propietario admisible del mismo, según sea el caso.

4. La política del Museo de Brooklyn, adoptada


en diciembre de 1972
El Museo de Brooklyn no adquirirá o aceptará en préstamo cualquier
obra de arte cuando se conozca o se sospeche que la obra de arte puede
ser propiedad robada o encontrarse ilegalmente en los Estados Unidos,
esto es, en violación de las leyes de este país. Cuando una obra de
arte sea dudosa, es responsabilidad del curador establecer su proceden­
cia y, cuando sea conveniente, hacer todas las pesquisas razonables ante
los organismos pertinentes de los gobiernos extranjeros para determi­
nar: a) que el Museo puede obtener título de propiedad y escritura
de traspaso de dominio seguras si se contempla una compra, o b) que
el posible prestamista tiene título de propiedad y escrituras seguras en el
momento en que se hace el préstamo.
Cuando se determine que una obra de arte ofrecida al Museo para
su compra o en préstamo es propiedad robada o se encuentra en los
262 APÉNDICE C
form ar rio T \ eSa/m®nte> entonces el curador es responsable de in-
Dosiblp °S os Pertinentes al director, tan pronto como sea
gadas jp
gadas u 6 U cumplir
de hacer im°J sula discreción,
ley. notificará a las entidades encar­
godaciones cara™ ^ mÍ0mbr° del PerÍ50naI deI Museo haga ne-
una obra de arte- r m^,rar lína a de arte ° aceptar el préstamo de
se reconoce aue pl*™/ ,duda sobre *a situación legal de la obra,
cómplice de un arto !nr ^ e Persona* P°dría estarse convirtiendo en
personal no * 6510 0CUrriera cuand° «1 miembro del
considerará que ese mLmh ^ ^°f:10nes mencionadas antes, entonces se
como la política del Museo™ personal ha vio^ o tanto la ética
/«« aceptada por decisión del C o m ité
bras en cursiva se a ñ J l t Z T M *? de dici^ b r e de 1972. Las p ^
del borrador original de la A Ur.ante. f curso de la. discusión por el Comité
í a ie la declaración, presentado por el director.)
APÉNDICE D
1. R e s o l u c ió n adoptada po r e l C o n s e jo d e l I n s t it u t o
A r q u e o l ó g ic o d e A m érica , 27 d e d iciem b r e d e 1970
R esu elv e , que:
El Instituto Arqueológico de América condena la destrucción del re­
gistro material e histórico del pasado por el saqueo1de sitios arqueoló­
gicos en los Estados Unidos y en el exterior, y por la exportación e
importación ilícitas de antigüedades.
El Instituto Arqueológico de América apoya plenamente el proyecto
de Convención de ia u n e s c o sobre las Medidas para Prohibir e Impedir
la Importación, la Exportación y la Transferencia de Propiedad Ilícitas
de Bienes Culturales, e insta al gobierno de los Estados Unidos a ratificar
el proyecto de Convención tan pronto como sea posible. Además, insta
a sus miembros, individualmente y por medio de las sociedades locales
del Instituto, a hacer saber su apoyo al proyecto de Convención me­
diante comunicaciones a las autoridades gubernamentales pertinentes.
El Instituto Arqueológico de América solicita a sus miembros, así
como a las instituciones educativas (universidades y museos) de los
Estados Unidos y el Canadá, que se abstengan de comprar y aceptar
donaciones de antigüedades exportadas de sus países de origen que con*
travengan los términos del proyecto de Convención de la u n e s c o .
El Instituto Arqueológico de América insta, a que, de conformidad
con las disposiciones del proyecto de Convención de la u n e s c o , los
Países interesados tomen medidas prácticas para facilitar la exporta­
ción, importación e intercambio legales de los materiales y antigüedades
arqueológicos.
El Instituto Arqueológico de América aplaude los esfuerzos de las
autoridades locales, tanto en Jos Estados Unidos como en el extranjero,
para impedir el despojo de sitios arqueológicos y la exportación e im--
portación ilícitas de antigüedades y materiales arqueológicos, y ofrece;
su apoyo a esos esfuerzos.

2. I n f o r m e d e l C o m ité E s p e c ia l d e P o lític a
d e l a A s o c ia c ió n N o r t e a m e r ic a n a d e M u se o s
El Comité Especial de Política de la Asociación Norteamericana de Mu­
seos ha estudiado cuidadosamente el borrador de la Convención de
ia u n e s c o Sobre las Medidas que Deben Adoptarse para Prohibir e
263
264 APÉNDICE D
Impedir la Importación, la Exportación y la Transferencia de Propie­
dad Ilícitas de Bienes Culturales.
Nos damos cuenta de la importancia de la conservación del patrimo­
nio de cada país y reconocemos la necesidad de detener la destrucción
inexcusable de sitios arqueológicos por excavadores ilegales en busca
de antigüedades que se puedan, vender. También nos damos cuenta de
nuestras responsabilidades con nuestros museos, cuya función es colec­
cionar, conservar, estudiar y exhibir obras de arte y antigüedades ori­
ginales.
Por lo tanto, el 5 de octubre de 1970, este Comité dio su aproba­
ción condicionada al borrador de la Convención de la u n e s c o , reser­
vándose el derecho de someter a consideración modificaciones en un
momento posterior, antes de que sea ratificada por el gobierno de los
Estados Unidos.
Antecedentes
La propiedad cultural puede dividirse ampliamente en dos tipos.
primero es el material indigena producido en el país que afirma tener
el control. Éste, por supuesto, incluye sitios arqueológicos, obras etno­
lógicas, objetos de arte y material de importancia histórica. El segundo
tipo está compuesto de material no indígena que circunstancialmente
Se encuentra en la actualidad en el país. Muchas pinturas y esculturas
están en países muy alejados de su lugar de origen. Por ejemplo, la Pie*
dra de. Rosetta y*los mármoles de Elgin están en Inglaterra, la Mona
Lisa en Francia y el altar de Pérgamo en Berlín. Esas propiedades
representan las fortunas de la guerra, el azar de la compra y el éxito
de una expedición. Aunque ahora se les considera patrimonio nacional,
no' son indígenas.
Estamos acostumbrados a considerar a los Estados Unidos como una
nación nca y a muchas de las otras naciones del mundo como “despro-
vjstas ‘ Pero en el campo de las propiedades culturales, debido a nuestra
tundacion comparativamente reciente, debemos ser considerados entre los
desprovistos desde un -punto de vista relativo, y a muchas de las
naciones financieramente pobres como países ricos culturalmente.
También está la consideración del material arqueológico, tanto desde
el punto de vista de los valores estéticos como de la documentación
científica. Las obras de arte indígenas son objetos de importancia na­
cional y se les debe conservar in situ o en los museos locales. Sin
embargo, creemos que es muy importante para la comprensión inter­
nacional que los recursos históricos y culturales de las naciones sean
conocidos más allá de las fronteras de los países qúe los han producido.
Esto es particularmente importante en los Estados Unidos, donde hay
geilCe que está orgullosá de su ascendencia.
Si sé quieren erradicar las excavaciones ilegales y el contrabando, es
obligatorio que las naciones ricas culturalmente establezcan métodos le­
APÉNDICE D
gales de exportación controlada de material duplicado. Esto puede
hacerse mediante venta directa, intercambio o préstamos recíprocos a
largo plazo. Es necesario que esos arreglos se hagan simultáneamente
a la aplicación de medidas contra las exportaciones ilícitas. Sólo entonces
se detendrá ál vándalo y al contrabandista.
Con respecto a la exportación de objetos no indígenas, la mayoría
de los países tienen prohibidas las exhortaciones de todas las obras prin­
cipales. Los objetos están incluidos en un registro nacional, sin importar
si se encuentran en una colección pública o en una privada. Si se va a
vender y exportar al exterior una pieza, debe ser aprobado por un
organismo gubernamental. En esta área los Estados Unidos son lasti­
mosamente vulnerables. Cualquier pieza de propiedad cultural puede
ser vendida y exportada libremente del país. En consecuencia, en años
recientes hemos empezado a experimentar una fuga cultural, a medida
que nuestras obras de arte de las colecciones privadas son vendidas al
exterior en cantidades crecientes.
Si ahora se nos pide que cumplamos funciones de policía en la ex­
portación desde países extranjeros de obras no indígenas de los mismos,
entonces debemos poner en vigor prohibiciones similares sobre la ex­
portación de propiedades culturales de los Estados Unidos. También
debemos proteger nuestro patrimonio, pero éste es más que un caso de
quid pro quo. Necesitaremos propiedad cultural que pueda ser cam­
biada con gobiernos extranjeros o depositada en un préstamo a largo
plazo a cambio de sus obras culturales. Deben hacerse arreglos para
que la venta de objetos a extranjeros sea revisada por una junta de
exportaciones de bienes culturales similar a las que están vigentes en
Japón e Inglaterra. La valuación declarada ,por una venta fijará el pre­
cio al que cualquier institución de los Estados Unidos tendrá el de­
recho de comprar primero. Si éste no es ejercido, se podrá exportar
la pieza.
Recomendaciones
Instamos a los miembros individuales e institucionales de ía a n m a
que se abstengan de comprar o aceptar donaciones de antigüedades
exportadas de su país de origen que contravengan los términos del borra­
dor de la Convención de la u n e s c o . Esta,abstención se aplicará sólo
a las antigüedades de un país que haya adoptado una política previsora
para hacer disponible el material duplicado por medio de canales lega­
les o haya establecido un procedimiento para conceder licencias de
exportación del material aprobado por una junta de revisión. Creemos
que esta política de combinar la abstención de adquisiciones dudosas
y el requisito de que el gobierno extranjero haga disponible material
duplicado, es el método más efectivo de alcanzar el objetivo de salva­
guardar los sitios arqueológicos y conservar los tesoros de arte nacionales.
266 APÉNDICE D
Joseph Veach Noble (presidente), director, Museo de la Ciudad de
Nueva York.
Dr. Wílliam Bascom, director, Museo Robert H. Lowie de Antropor
logia, Universidad de California, Berkeley.
Charles C. Cunningham, director, Instituto de Arte de Chicago.
Dr. Frederick J. Dockstader, director, Museo del Indio Americano.
Dudley T. Easby, presidente, Departamento de Arte Primitivo, Museo
Metropolitano de Arte.
Dr. Gordon S. Ekholm, curador de arte mexicano (precolombino),
Museo Norteamericano de Historia Natural.
Dr. Sherman E. Lee, director, Museo de Arte de Cleveland.
Dr. Froelich Rainey, director, Museo de la Universidad, U niversidad
de Pennsylvania.

3. R e s o l u c ió n d e l a A s o c ia c ió n d e D ir e c t o r e s d e
M u s e o s d e A r t e s o b r e l a p o l ít ic a d e a d q u is ic io n e s ,
a d o pta d a e l 23 de enero de 1973
Se resuelve: Que la Asociación de Directores de Museos de Arte coope­
re con los países extranjeros en sus esfuerzos por impedir el comercio
ilícito en obras de arte.
La Asociación de Directores de Museos de Arte considera que los
museos miembros pueden realizar mejor esa cooperación negándose a
adquirir, por compra, donación o herencia, objetos de arte importados
a los Estados Unidos o Canadá en violación de las leyes pertinentes
que rigen en los países de origen.
Los directores, curadores y organismos de gobierno de los museos
miembros deben, al decidir lo adecuado de adquirir una obra de arte
determinada, regirse y actuar de acuerdo con las disposiciones adop­
tadas por los Estados que pongan en vigencia la Convención de 1®
u n e s c o sobre las Medidas que Deben Adoptarse para Prohibir e In*"
pedir la Importaciotij la Exportación y la Transferencia de P ro p ied a d
Ilícitas de Bienes Culturales, tal como la haya ratificado la autoridad
gubernamental pertinente.
En el caso de que la junta de gobierno de un museo miembro con­
sidere necesario aumentar o aclarar adicionalmente la intención de esta
resolución y determinar los métodos de procedimiento para cumplir el
propósito de la misma, dicha junta debe promulgar un enunciado de
política de adquisiciones congruente con los estatutos y procedim ientos
operativos de sus instituciones.
Es recomendación de los miembros de esta asociación que todas las
naciones establezcan leyes de exportación efectivas y desarrollen con­
troles adecuados sobre las exportaciones ilegales, de manera que sea po­
sible detener el tráfico ilícito en sus fuentes. Donde sea posible, dentro
APÉNDICE D 267
de los límites de la ley nacional, debe fomentarse el comercio legítimo
y honorable de obras de arte.
Los Estados Unidos y wel Canadá están compuestos de gente de
muchos orígenes, gente que está orgullosa de su herencia étnica y
cultural. Es razonable que esta gente desee ver estas culturas repre­
sentadas en sus instituciones locales. Por lo tanto, se espera que las
naciones liberarán para su adquisición, préstamo a largo plazo o in­
tercambio, material duplicado de alta calidad artística para su exhibi­
ción pública en beneficio de toda la gente.
(N o t a d e l a u t o r : Esta resolución fue elaborada por un Comité Especial
sobre la Ética de la Adquisición, encabezado por Charles C. Cunningham,
curador en jefe del Instituto de Arte Sterling y Francine Clark, Wiltiams-
town, anteriormente director del Instituto de Arte de Chicago; Sherman
E. Lee, director del Museo de Arte de Cleveland; Laurence Sickman, di­
rector de la Galería Nelson, Kansas City; y Daniel Robbins, director del
Museo de Arte Fogg, Universidad de Harvard. La Asociación de Directo­
res de Museos de Arte está compuesta por aproximadamente 90 directores
de los principales museos de arte de los Estados Unidos y se reúne dos
veces al año.)
APÉNDICE E
1. L e g is l a c ió n de lo s E stados U n id o s
(1906)
s o b r e a n t ig ü e d a d e s

Una ley para conservar las antigüedades estadunidenses


El Senado y la Cámara de Diputados de los Estados Unidos de América
reunidos en Congreso legislan, Que cualquier persona que se apropies
excave o destruya cualquier ruina o monumento histórico o prehistórico,
o cualquier objeto antiguo, situado en tierras propiedad de o controladas
por el Gobierno de los Estados Unidos, sin permiso del secretario del
Departamento de Gobierno que tenga jurisdicción sobre las tierras en
que las mencionadas antigüedades estén situadas, deberá al ser decla­
rado culpable,- pagar una multa que no será mayor de 500 dólares o
encarcelado por un periodo no mayor de 90 días, o deberá sufrir tanto
la multa como el encarcelamiento, a juicio del tribunal.
SEC. 2. Que por este medio se autoriza al presidente de los Estados
Unidos para que, a^ su discreción, declare mediante proclama pública
que los sitios históricos importantes, las estructuras históricas y prehis*
tórxcas y otros objetos de interés histórico o científico situados en tierras
propiedad de o controladas por el Gobierno de los Estados Unidos, son
monumentos nacionales, y que puede reservar como parte de los mism os
parcelas de tierra, cuyos límites en todos los casos deben estar confi-
cuüaHn !a !íUperh0le ™ás Pe(*ueíia Posible que sea compatible con el
n ^ l l y/ r aC1Ón adecuados ^ los objetos que se protegerán:
suieto a unw i ’ cüando esos objetos estén situados en un terreno
da oí t reclamo de buena fe no legitimado, o de propiedad priva-
f¿ta¡£5VJ2T ítr.comoseanecesari°p*rael cuídad0
ñor este mpHín
P
íe
°Sl “bjeto, pueden ser cedidos al Gobierno y
™ CÜ0 “ autoraa 31 secretario del Interior para que acepte
la ceaon de esos terrenos en favor del gobierno de los Estados Unidos,
¡.tu 3. Que los permisos para examinar las ruinas, la excavación
e sitios arqueología», y la recolección de objetos antiguos en las tie­
rras bajo sus respectivas jurisdicciones, pueden ser concedidos por los
secretarios del Interior, Agricultura y Guerra a instituciones que puedan
considerar adecuadamente calificadas para conducir esas excavaciones o
recolecciones, sujetas a las normas y reglamentos que ellos prescriban-
Disponiéndose, Que los exámenes, excavaciones y recolecciones se reali­
cen para beneficio de museos de reputación, universidades, facultades,
u otras instituciones educativas o científicas reconocidas, con miras a
268
APÉNDICE E 269
incrementar el conocimiento de esos objetos, y que las recolecciones se
hagan para su conservación permanente en museos públicos.
SEG. 4. Que los secretarios de los Departamentos antes mencionados
elaborarán y publicarán de tiempo en tiempo reglas y reglamentos uni­
formes con el fin de cumplir las disposiciones de esta ley.
Aprobado, 8 de junio de 1906 (34 Stat. L. 225).

2. T rata do d e C o o pe r a c ió n e n t r e l o s E sta d o s U n id o s d é
A m é r ic a y M é x ic o q u e d is p o n e la r e c u p e r a c ió n y
d e v o l u c ió n d e b ie n e s a r q u eo ló g ic o s , h is t ó r ic o s y
c u l t u r a l e s robad os ( e n vigo r a p a r t ir d e m a r z o DE 1971)

Los Estados Unidos de América y los Estados Unidos Mejicanos, con


un espíritu de estrecha cooperación y con el mutuo deseo de estimular
la protección, estudio y apreciación de bienes de importancia--arqueo­
lógica, histórica o cultural, y para proveer respecto de la recuperación
y devolución de dichos bienes cuando sean robados, han acordado lo
siguiente;
A r t íc u l o .I
1. Para los propósitos de este Tratado, “bienes arqueológicos, históricos
y culturales” se define como sigue:
a) objetos de arte y artefactos de las culturas precolombinas de
los Estados Unidos de América y de los Estados Unidos Mexicanos
de importancia sobresaliente para el patrimonio nacional, incluyendo
estelas y detalles arquitectónicos tales como relieves y arté mural;
b) objetos de arte y artefactos religiosos de las épocas colpniáles
de los Estados Unidos de América y de los Estados Unidos Mexica­
nos de importancia sobresaliente para el patrimonio nacional;
c) documentos de los archivos oficiales por un periodo hasta 1920,
que sean de importancia histórica sobresaliente; que sean propiedad
de los gobiernos federales, estatales o municipales o de sus conduc­
tos, incluyendo porciones o fragmentos de dichos objetos, artefactos
y archivos.
2. La aplicación de las definiciones anteriores a un artículo espe­
cífico será determinada por acuerdo de los dos gobiernos, o a falta de
acuerdo, por un grupo de expertos calificados cuyos nombramientos y
procedimientos serán prescritos por los dos gobiernos. Las determina»
ciones de los dos gobiernos o del grupo serán definitivas.
270 APÉNDICE E

A r t íc u lo II
1. Las Partes se comprometen individual y, en su caso, conjuntamen­
te a:
a) estimular el descubrimiento, excavación, preservación y estudio
de sitios y materiales arqueológicos por científicos y estudiosos califi­
cados de ambos países;
b) impedir las excavaciones ilícitas de sitios arqueológicos y el robo
de bienes arqueológicos, históricos o culturales;
c) facilitar la circulación y exhibición en ambos países, de bienes
arqueológicos, históricos y culturales a fin de acrecentar el mutuo
entendimiento y apreciación de la herencia artística y cultural de
los dos países; y
d) de conformidad con las leyes y reglamentos que aseguran Ia
conservación de los bienes nacionales, arqueológicos, históricos y cul­
turales, permitir un legítimo comercio internacional de objetos de arte.
^2. Representantes de los dos países, incluyendo científicos y estu­
diosos calificados, se reunirán de tiempo en tiempo para estudiar asun­
tos relacionados con la ejecución de estos compromisos.

A r t íc u lo III
1. Cada una de las Partes conviene, a petición de la otra Parte, en
. ^ wr ^ legales a su disposición para recuperar y devolver
aue h J s T l'T 0 T s arqueológicos, históricos y culturales robados,
Ula fech
lecha aen
n que
n saca. .tcrritori°
entre en vigor de la Parte requirente después de
este Tratado.
ara u eo N M c^ w í* ^ la, recuPeradón y devolución de los bienes
de la t vias dinlornttiC0S yT CUi tUraleS tornados, serán hechas a tr a v é s
la rWi m *' C3S e requirente proporcionará, a su costa»
la documentación y otras pruebas necesarias para establecer su recla­
mación de los bienes arqueológicos, históricos o culturales de que se trate.
^ ?-»* a I 16 íeqy,endf no P ^ era de otra manera efectuar la re­
cuperación y devolución de un bien arqueológico, histórico o cultural
robado, localizado en su territorio, las autoridades correspondientes de
la Parte requerida promoverán un procedimiento judicial con ese í>n-
Para este objeto, el Procurador General de los Estados Unidos de Amé­
rica está autorizado para iniciar una acción civil en la correspondiente
Corte de Distrito de los Estados Unidos de América y el Procurador
General de los Estados Unidos Mexicanos está autorizado para pr0‘
mover un procedimiento judicial en el correspondiente Juzgado de Dis­
trito de los Estados Unidos Mexicanos. Nada en este Tratado será
APÉNDICE E. 271
considerado en el sentido de que modifica la ley interna de'las Partes,
aplicable, de otro modo, a dichos procedimientos.

Artículo IV
Tan pronto como la Parte requerida obtenga la autorización legal ne­
cesaria para hacerlo, devolverá el bien arqueológico, histórico o cultural
solicitado a las personas designadas por la Parte requirente. Todos los
gastos inherentes a la devolución y entrega de un bien arqueológico,
histórico o cultural serán sufragados por la Parte requirente. Ninguna
persona o Parte tendrá derecho alguno para reclamar indemnización de
la Parte que devuelve el bien, por daños o perjuicios causados a dicho
bien arqueológico, histórico o cultural en relación con el cumplimiento
por la Parte que lo devuelve de sus obligaciones conforme a este Tra­
tado.
Artículo V
A pesar de cualesquier requisitos legales incompatibles con este Trata­
do, relativos a la disposición de mercancía, asegurada por violación a
las leyes de la Parte requerida referentes a la importación de mercan­
cía, los bienes arqueológicos, históricos o culturales robados, obj’eto de
este Tratado, que hayan sido asegurados, o asegurados y decomisados
por la Parte requerida, serán devueltos a la Parte requirente de con­
formidad con las disposiciones de este Tratado. Las Partes no impon­
drán a los bienes arqueológicos, históricos o culturales, devueltos de
acuerdo con este Tratado, cargos o multas algunos que resulten de la
aplicación de sus leyes relativas a la importación de mercancía.

3. L ey sobre la I mportación de Escultura


y M urales P recolombinos (1972)
El Sr. Mills, de Arkansas, del Comité de Medios y Arbitrios, presentó
el siguiente informe fque debe acompañar a H. R. (Resolución de la
Cámara de Diputados) 9463],
(N o t a d e l a u t o r : E l análisis autorizado de esta nueva legislación está in­
cluido en el siguiente informe presentado por el diputado Wilbur Mills,
presidente del Comité de Medios y Arbitrios de la Cámara de Diputados.)
El Comité de Medios y Arbitrios, al cual se envió la propuesta (H. R.
9463) para prohibir la importación a los Estados Unidos de murales
y escultura arquitectónica y monumental precolombinos, así como de
cualquier fragmento o parte de los mismos exportados en violación a
272 APÉNDICE E
las leyes del país de origen, y para otros propósitos, habiendo consi­
derado la misma, informa favorablemente sobre ella con enmiendas
y recomienda que se la apruebe con las modificaciones...

P ropósito
El propósito de H. R. 9463, tal como se informa, es el de prohibir- Ia
importación a los Estados Unidos de una escultura arquitectónica^ o
monumental y de murales precolombinos si se les exporta en violación
a las leyes del país de origen, y el de disponer que cualquiera de esas
esculturas o murales importados ilegalmente a los Estados Unidos sea
embargado, decomisado y posteriormente retomado al país de origen a
solicitud de dicho país, o bien se disponga de él de cualquier otra
manera conforme a la ley.

Presentación general
H*-R* 9463 fue propuesta por el Departamento dé Estado para ayudar
a os p ses de América Latina que están sufriendo un grave saqueo
rnmlfi05 arí*“eol6Sicos de Ia era precolombina. Se informa a vuestro
i ,^ue os centros ceremoniales y complejos arquitectónicos de
m u tíH r* Cm “ ci°nes de América Latina están siendo saqueados V
«dn ¡n« , ? . ,satisfa“ r las demandas de un floreciente mer-
* °bjCt0S dC arte precolombinos. Con frecu
“ d' “ os centros y complejos son rotos
los saqueadores^ oue í* 0tras formas Para conveniencia de
el fin de venderte a ragmentos desde el país de origen con
A p « a r T t o s e “ Piones culturales.
América Latina por controlé ? may°ria de los países afectados de Ia
culturalmente, el gran número ^ • de 6St0S obÍetos significativos
muy remotas, y los elevad™ * Sltl0S5 frecuentemente en localidade
cado internacional operan ronh601^ Pagad°S P°r estos Ajetes en el «»*-
recursos adecuados disponibles en efectivos* Además» 110 hf 0
y la exportación de estos obietos para imPedir el saqS .
tinas, que son a^ eolóSÍcas ^
ya.0,- científico dejos objetos
unque estos problemas no son exclusivos de la América Latina, se
urgencia.a VUeStr° q"C '* SÍ‘UadÓn en «» es de particular
nof^D orlUd n rSiPeCtia a Ios, Estados Unidos, varios tesoros precolombi-
folíetos ! lIegaImente han apareddo en este país. Además, en los
provienen dJ 0-f^° CS raf° ver anunc^os de la venta de objetos que
sitios mayas precolombinos registrados. Si bien en los
APÉNDICE E 273
tribunales de los Estados Unidos se cuenta con medidas legales para
devolver esos objetos, en. ocasiones esos procedimientos pueden ser muy
caros y requerir de mucho tiempo, y no proporcionan un instrumento
importante que desaliente el saqueó de sirios precolombinos que está
ocurriendo en la actualidad, Varios países latinoamericanos han solici­
tado la cooperación de los Estados Unidos para detener este pillaje por
medio del establecimiento de controles sobre la importación de tales
objetos no exportados legalmente de esos países.
Un grupo de estudio del Traslado Internacional de; Tesoros dé Arte
Nacionales, creado por la American Society.of International Law, há
sugerido al secretario de Estado que se elabore, una legislación que
prohíba la importación futura a los Estados Unidps de escultura mo­
numental y arquitectónica, así como murales exportados sin la autori­
zación del país exportador. La legislación que fue presentada posterior­
mente como H. R. 9463, es apoyada por el grupo de representantes dé
las principales instituciones coleccionistas y por los comerciantes de arte
de este país, así como por científicos interesados en él problema y por
abogados. El American Institute of Archaeology también ha recomen­
dado la puesta en vigor de H. R. 9463.
Vuestro comité cree que el tipo de limitaciones establecidas en H. R.
9463 sobre las importaciones, tal como se presentan, serían un medio
efectivo de ayudar a los países interesados a conservar su herencia cul­
tural. Además, tales limitaciones facilitarían el trabajo de los arqueólo­
gos estadunidenses y extranjeros.

D ispo siciones de la ley

Tal como se infonna, H. R. 9463 impediría la importación a 1<b Es­


tados Unidos de una clase limitada de valiosos objetos arqueológicos
exportados en violación a las leyes de los respectivos p a ís e ü de ongeo.
Los objetos a los que se aplica la ley son e s c u l t u r a s monum^tate o
arquitectónicas y murales precolombinos a los que ^ e f m e jm la sec
ción 5 (3) de la ley, como cualquier escutura e n P'e^ 0 “rt^ CC)l
que: 1) sea producto de la cultura meto precolombina de México,
América uenirai,
America Central, oSudamérica
• o lasnislas
fueradelparte,
Caribe,o estuviera
2) v y añadido
monumento o estructura ¿ P3) ^ sujeto al control
a, uno de esos monumentos o estructuras, y j . , <
de ¿portaciones por el país de origen. Bajo la primera sección de la
ley d secretario del Tesoro, después de consultar con el secretario de
Estado queda obligado a promulgar, y a revisar de tiempo en tiempo,-
por reclamento, un¡ lista de tallas de piedra y arte mural (que podría
estar oídenada por tipo o por alguna otra clasificación conveniente)
que pueda satisfacer esa escuItura precolombina o mu­
rales /ncluidos en la teta promulgada por el secretario del Tesoro, o..
274 APÉNDICE E
cualquier parte o fragmento de un objeto incluido en la lista, no podrá
ser importado a los Estados Unidos, si fue exportado del país de origen
(independientemente de que tal exportación haya sido o no a los Esta­
dos Unidos) después de la fecha efectiva de la reglamentación que
coloca a esas esculturas o murales en la lista, a menos que el impor­
tador pueda presentar un centificado emitido por el gobierno del paiS
de origen en el que se diga que la exportación no fue en violación de
las leyes de ese país. Un importador podrá ingresar unaescultura o
mural precolombino sin ese certificado si puede presentar: 1) pruebas
estableciendo que la escultura o mural o fragmento de que se trate,
fue exportado del país de origen antes de la fecha efectiva en <lue
se le incluyó en la lista, o 2) pruebas de que la escultura o mural n°
está comprendida en la lista. La sección 2 de la ley dispone adem ás
que un importador cuya escultura o mural haya sido decomisado en e
momento de ingreso tiene un periodo de 90 días, o un periodo más
largo que el secretario del Tesoro pueda conceder por razones justi­
ficadas, para presentar el certificado o la prueba necesaria con el
de establecer su derecho a ingresar la escultura o mural a los Estados
Unidos. Durante ese periodo, la escultura o mural perm anecerá bajo
a custodia de la aduana. Cualquier escultura o mural para el cual n°
| ® S nte f ch£ documentación dentro del periodo especificado es
importada a los Estados Unidos en violación a la ley.
derechos^e^on fn ^ ^ d*sPone e* decomiso y la pérdida ®
" ^ C.°? la ley de aduanas, de cualquier escultura
de^erechos^ohrí en ™lación * !• ley. Los decomisos y la pérfi*
para cualquier i*08- 86 procesarán de la misma manera
presentare «di v , “ Podado en violación a la ley. Podrf
1930 (1 9 U S C l a S e c c i6 n 6 1 8 d e l a L e y d e A r a n c e l e s d e
cuando L a ratn ! ] Cual£*uíer Pedida de d e r e c h o s
que cualquier escukura i U Sección 3 (b) de la ley dispone
será retornado al país de° ™ ^ qUG SG Pierdan los
de la ley, como el naí* que se define cn Ia secci6n i.
tura o mural) si psp ' on e se descubrió por primera vez la eSCU
ese retomo y acen a f ? T * *** los *astos en se inCurra P
Z r e L ^ ^ l0S demás requÍSÍtos -btivos a ese retorno,
cultura o mural n i “ * * d Secretario * * Tesoro. Si una es-
de Z f o n S Z * T T ° al paíS de origen, se dispondrá de el
los
IOS confiscados por violar la ley de86aduanas.
c o n t l t ! apUcan « d caso de otros articé
La Sección 4 de la ley autoriza al secretario del Tesoro a establee?
las normas y reglamentos que sean necesarios y convenientes para apo­
car las disposiciones de la misma.
„ k3 de Aduanas ba informado al comité que la aplicación de
con ro es e importación a esta clase limitada de objetos es posi
APÉNDICE E 275
administrativamente. Vuestro comité considera que la aprobación de
esta legislación tendrá el efecto deseado sobre el tráfico ilícito de arte
monumental y arquitectónico precolombino entre la América Latina y
los Estados Unidos.
(Esta legislación fue aprobada por el Congreso y firmada por el presi­
dente en 1972.)
APÉNDICE F
1. M e n s a je del presid en te N ix o n a l en v ia r a l S ena do la
C o nvenció n sobre la P ropiedad de B ie n e s C u l t u r a l e s (1972)
Al Senado de los Estados Unidos:
Con el propósito de recibir la opinión y aprobación del Senado para
su aceptación, por este medio envío la Convención sobre la P r o h ib ic ió n
y Prevención de las Importaciones, Exportaciones y Transferencia oc
Propiedad Ilegal de Bienes Culturales.
El movimiento ilícito de tesoros de arte nacionales se ha convertido
en asunto de grave preocupación en la comunidad mundial. Muchos
países han perdido importantes bienes culturales por la exportación
ilegal. El robo de objetos de arte de los museos, iglesias o coleccione5
está aumentando. Los precios cada vez mayores de las antigüedades
propician el saqueo de sitios arqueológicos, causando la destrucción de
recursos irremplazables para los estudios científicos y culturales. Ade'
más, la aparición en los Estados Unidos de importantes tesoros de arte
paíseT^611 U °S0 or^ na problemas en nuestras relaciones con otros
^ La/ :0??enC]Ón, adoPtada el 14 e noviembre de 1970, por una vota-
General 1 í n ” ’ í ? 8 tenciones en !a3OT Asamblea
fc e tn e t v i ? T aC1Ónde las Naciones Unidas para la E d u c a c ió n ,
m u S lS l l ^ 63 un significativo de c o o p e r a c ió n
la humanidad01^ * T n ayudar a conservar los recursos culturales de
teeer ! * C?nvenci6n> cada Estado se compromete a Pr0'
de® Rectos ^ m / o acuerda cooperaran un número
patrimonio cultural ****** * ^ T d e *
Convención, desde el ounto QJUlzás la Parte Prm?Pal d® e\
artículo 9 aue estable • a e *os Estados Unidos, es
ración
tes internacional.
acuerdan De ^ n f o Sd dd ^COnCStruCtura
nartiV;™» nuevalosPaJ?
este artículo, H p Par
Estados a r­
dTterminar y concertado
/ii.a oí * • • medidas correctivas necesarias en casos
elT pillaje
J r der materiales
r m arqueológicos
de un Estad0 se encuentra amenazado P°r
o etnológicos.
ímnL -rení10
importación de K-tamblén, requiererobados
bienes culturales <lue losdeEstados
museos,Partes prohíban Ia
m on um en tos Pu'
blicos o instituciones similares y que tomen medidas adecuadas, al hacér­
seles una solicitud, para recuperar y retornar esos bienes c u ltu r a le s -
demás, se comprometen a tomar las medidas que puedan, de confor-
con la legislación nacional existente, para impedir que los museo
APÉNDICE F 277
e instituciones similares dentro de su territorio adquieran bienes cultu­
rales originarios de otro Bstado Parte, que hayan sido exportados ile­
galmente después de que la Convención haya entrado en vigencia.
Estoy anexando el informe del secretario de Estado, que explica más
completamente la Convención y las reservas ¡y entendimientos que re­
comendamos. Ciertas disposiciones de la Convención requerirán nuevas
leyes, que la rama ejecutiva estará dispuesta a discutir cuando el Se*
nado considere la Convención.
Creo que se necesita la cooperación internacional para 'conservar el
patrimonio invaluable de la humanidad y hago un llamamiento al Se­
nado para que dé con prontitud su asesoría y consentimiento para que
los Estados Unidos adopten esta Convención, sujeta a las reservas y
entendimientos que recomendamos en el informe del secretario de Estado.
Richard Nixon
La Casa Blanca, 2 de febrero de 1972.

2. R esum en de la C onvención de la unesco


por el D epartamento de E stado
La Convención dispone que los Estados Partes reconozcan que la im­
portación, exportación y transferencia ilícitas de propiedad cultural es
una de las principales causas del empobrecimiento de la herencia cul­
tural de los países de origen y que se comprometan a combatir esas
prácticas con una variedad de medidas específicas. La Convención no
tiene efectos retroactivos. Cada Estado se obliga a proteger su propio
patrimonio cultural por medio de servicios nacionales apropiados para
c^da país, y a establecer un certificado de exportación de los bienes
culturales que el país considere importantes. Los Estados Partes se obli­
gan a prohibir la importación de bienes culturales robados en un museo,
un monumento público o instituciones similares y a tomar las medidas
apropiadas, a petición del Estado de origen, para decomisar y restituir
esos bienes culturales, a condición de que el Estado solicitante esté
dispuesto a pagar una indemnización equitativa “a la persona que lo
adquirió de buena fe o que sea poseedora legal de esos bienes’*. Además,
€n los casos en que el patrimonio cultural se encuentra en peligro a
consecuencia de pillajes arqueológicos o etnológicos, los Estados Partes
determinarán y aplicarán las medidas necesarias sobre una base ad hoc
a los materiales de que concretamente se trate.
Los Estados Partes de la Convención también se obligan a “tomar las
pedidas necesarias, de conformidad con la legislación nacional, para
wnpedir la adquisición de bienes culturales procedentes de otro Estado
Parte en la Convención, por los museos e instituciones similares situados
278 APÉNDICE F
es su territorio, si esos bienes se hubieren exportado ilícitamente des­
pués de la entrada en vigor de la Convención”. La referencia a la
“legislación nacional” fue insertada en este párrafo para satisfacer los
problemas de gobiernos, como el de los Estados Unidos, que no tienen
legislación que regule la política de adquisición de las instituciones pri­
vadas. Así, en los Estados Unidos esta disposición se aplicaría princi­
palmente a las instituciones controladas por el gobierno federal. Se
espera que las instituciones privadas desarrollarán su propio código de
ética, en forma congruente con el espíritu de esta disposición.
La Convención también incluye otras disposiciones de carácter gene­
ral que en la mayoría de los casos están sujetas a la legislación existen­
te de cada Estado Parte o al juicio de cada uno de esos Estados.
Si bien las disposiciones específicas de los principales artículos y la
historia de la negociación de la Convención dejan en claro que no se
intenta darle ningún efecto retroactivo y que no se tiene la intención
de que las disposiciones de la misma sean de efecto inmediato (auto-
ejecutables), para evitar cualquier ambigüedad sería adecuado el si­
guiente acuerdo: “Los Estados Unidos entienden que las disposiciones
de la Convención no son de efecto inmediato ni retroactivas”.

Análisis artículo por artículo


(Extractos)
Artículo 1. Este artículo define los “bienes culturales” para los pro­
pósitos de la Convención. El texto se inspiró en parte en el deseo de
algunos países de ajustarse a la definición de la nomenclatura de 1950
de la Convención de Bruselas sobre la Cooperación Arancelaria. Se
añadieron categorías adicionales de bienes culturales y al conjunto se
le sometió a lo que cada Estado designa específicamente como bienes
culturales “de importancia”.
El funcionamiento de algunos de los artículos posteriores depende de
la definición de “bien cultural” en el artículo 1, como los bienes desig­
nados por un Estado ‘ como de importancia para la arqueología, la
prehistoria, la historia, la literatura, el arte o la ciencia”. Por ejem plo,
el artículo 7 (b) obliga a un Estado Parte a prohibir la importación
y a tomar medidas para restituir “bienes culturales” robados de ciertas
instituciones. En consecuencia, para disfrutar de los beneficios de esta
disposición, los Estados Unidos designarán en su instrumento (documen­
to) de adhesión “como de importancia para la arqueología, la pre­
historia, la historia, la literatura, el arte o la ciencia” todos los bienes
culturales comprendidos en el artículo 1 de la Convención que han
sido o que serán de tiempo en tiempo añadidos a la colección de un
museo o un monumento secular o religioso o una institución similar en
este país. No parece necesaria ninguna acción adicional para designar
APÉNDICE F 279
más específicamente en este momento los bienes culturales de los Es­
tados Unidos, pero debe reservarse claramente el derecho de hacerlo
así...
Artículo 3. Este artículo declara ilícita la importación, la exportación
y la transferencia de propiedad de bienes culturales que se efectúen
infringiendo las disposiciones adoptadas por los Estados Partes en vir­
tud de la Convención. Los Estados que participaron en su negociación
le dieron diversas interpretaciones a este articulo. Para asegurarse con­
tra interpretaciones que podrían afectar derechos de propiedad, sería
aconsejable adoptar el siguiente entendimiento: ‘Los Estados Unidos
entienden que el artículo 3 no modifica los intereses de propiedad en la
propiedad de bienes culturales bajo las leyes de los Estados Partes ...
Artículo 5. El artículo 5 se refiere a las medidas que los Estados
Partes pueden tomar internamente para asegurar la protección de sus
bienes culturales mediante el establecimiento de servicios nacionales.
Cada Estado Parte debe determinar a discreción cuáles de las medidas
contempladas en el artículo son adecuadas y hasta qué grado. El cum­
plimiento de las obligaciones del artículo 5 debe asegurar que las
cargas de hacer cumplir las obligaciones principales de la Convención
Se repartan equitativamente entre los signatarios de ésta.
Los “servicios nacionales” que se mencionan en el a ^cu o ^ ya
existen en cierta medida en los Estados Unidos. El Servicio Nacional
de Parques del Departamento del Interior tiene a su cargo la conser­
vación de sitios históricos, monumentos, antigüedades y otros objetos en
las reservaciones del gobierno, y a través de programas de su si os e
ayuda apoyar a los estados en la planificación, adquisición y desa­
rrollo de propiedades históricas. El Servicio Nacional de Parques man­
tiene el Registro Nacional de Lugares Históricos y recibe la colabora­
ción del Consejo Asesor de Conservación Histórica en la pr°^cion
de estas propiedades registradas de los efectos de acciones J*Pr ,
'«feralmente La Biblioteca del Congreso y los Archivos Nac.onales
‘ambién tienen responsabilidades en la protección de Pr0P‘edad “ ‘"ric
Aunque „„ son agencias del gobierno, el National Trust for Historie
Preservation [Fideicomiso Nacional para la Conservad n “ ^
Instituto Smithsoniano han sido autorizados por el Congreso pal a
desempeñar funciones nacionales en la interpretación y conservación de
!as propiedades históricas y las colecciones nacionales.
Artículo 6. Este artículo requiere que cada Estado Parte de la Con­
vención prohíba la salida de su territorio de bienes culturales no acom­
pañados de un certificado de exportación. Se recomienda que los Es­
tados Unidos hagan una reserva formal al articulo 6, de la siguiente
lanera:
280 APÉNDICE F
. Los Estados Unidos se reservan el derecho de determinar si imponen
o no controles de exportación sobre la propiedad cultural. Si bien dichos
controles podrían ser considerados deseables algún día, los Estados Uni­
dos deben reservarse el derecho de determinar por sí mismos si deben
o no imponer esos controles sobre la exportación.
Artículo 7. Bajo el artículo 7 (a), un Estado Parte se obliga “a
tomar las medidas necesarias, conforme a la legislación nacional, para
impedir la adquisición de bienes culturales procedentes de otro Estado
Parte en la Convención, por los museos y otras instituciones similares
situados en sus territorios, si esos bienes se hubieran exportado ilícita­
mente después del inicio de la vigencia de la Convención”. La frase
“conforme a la legislación nacional” fue añadida a sugerencia de los
Estados Unidos. La delegación de este país a la XVI Conferencia Ge­
neral de la unesco , que adoptó la Convención, antes de votar declaró
que en su opinión el artículo 7 (a) es una disposición de compromi­
so que se aplica a instituciones cuya política de adquisiciones está sujeta
al control nacional según la legislación interna, y que no requiere la
aprobación de nuevas leyes para establecer el control nacional sobre
ptras instituciones, si bien ejercerá una poderosa influencia moral s0'
bre todas las instituciones. Ninguna delegación objetó la interpretación de
los Estados Unidos. Se sugiere que los Estados Unidos hagan un en­
tendimiento siguiendo lincamientos similares al adherirse a la Con­
vención, viz., “Los Estados Unidos entienden que el artículo 7 (a) se
aplica a instituciones cuya política de adquisiciones está sujeta a con­
trol nacional bajo la legislación interna'en vigor y que no requiere la
aprobación de una nueva legislación para establecer el control nacional
sobre otras instituciones”.
El término “exportado ilegalmente” en el artículo 7 (a) debe inter­
pretarse que se refiere sólo a bienes exportados en violación al artículo 6.
^El artículo 7 (b) obliga a los Estados a prohibir la importación de
bienes culturales robados en un museo, un monumento público civil °
religioso, o una institución similar. La prohibición de la importación
creará una base jurídica para acciones posteriores destinadas a recuperar
el bien cultural de que se trate. No se espera que los bienes culturales
ilícitos puedan por lo común ser descubiertos por las autoridades adua­
neras en la frontera. En los Estados Unidos y otros países, frecuente­
mente se requerirán procesos judiciales para efectuar el decomiso. Los
procedimientos para decomisar y restituir fijados en el párrafo (ii) se
refieren sólo a los bienes mencionados en 7 (b) (i). El artículo 7 (b)
puede ser puesto en vigencia mediante la legislación adecuada.
El artículo 7 (b) no afecta los recursos disponibles en los tribunales
estatales o federales. El propósito es proporcionar una estructura para
la cooperación especial del gobierno. Las leyes de los Estados Unidos
prohíben recibir y transportar conscientemente bienes robados entre los
Estados y mediante comercio exterior. La propiedad cultural robada con
APÉNDICE F 281
frecuencia puede ser recuperada mediante la cooperación normal de la
policía. Además, el verdadero propietario de bienes robados siempre
puede recurrir a una acción judicial en el tribunal conveniente, y po­
dría recuperar el bien sin pagar compensación, aunque quien lo tuviera
fuera un comprador inocente. El artículo 13 (c) de la Convención con­
templa específicamente esa acción. Sin embargo, si se le pide al gobier­
no que realice una acción judicial bajo el artículo 7 (b) (ii) de la
Convención para recuperar un bien cultural extranjero de uno^de sus
nacionales, el Estado solicitante debe estar preparado para pagar indem­
nización equitativa a la persona que lo adquirió de buena fe o que sea
poseedora legal de esos bienes”.
Esta disposición podría requerir indemnización en algunos casos de
personas que no tendrían derecho a ella bajo la actual ley estaduni­
dense, por ejemplo, el comprador de buena fe de bienes robados que
no adquiere posesión legal frente al verdadero propietario. Sin embargo,
algunos países aparentemente insisten en que el “comprador de buena
fe” debe ser compensado. Con el fin de asegurar que os recursos
actuales se conserven y que las anomalías se reduzcan a un mínimo
debe hacerse un entendimiento, como sigue: Los Esta os ni,°® e11
tienden que el artículo 7 (b) no afecta a los otros recursos, aviles o
Penales, disponibles bajo las leyes de los Estados Partes para «cuperar
bienes culturales robados al propietario legal, sin e pago e
ación. Los Estados Unidos están además preparados para tomar los
pasos adicionales contemplados por el artículo 7 ( ) para j*j
de bienes robados sin el pago de indemnización, excepto en la medid
Aquerida por la Constitución de los Estados Unidos, a
Partes que acuerden hacer lo mismo para las instituciones de los Esta
El artículo 7 (b) no está ligado por nin^na reciprocidad al aró ^
Y un Estado Parte podría exigir su J1pl¡Ca^ T^ferencia G^eral
sistema de certificados
de la unesco de exportación. En la , . £stados
, que adoptó la Convención, d ddegado de los Estados
Unidos afirmó antesdevotar que ,^ ^ ^ " e n l t l — ' <£
diferencia del 7 (a), no depende de la
aportación en el Estado en que se roba la propied .

de bienes robados que se encuentra en el artículo / ^ amcuio


6 (b) „0 será aplicable a los Estados Unidos a merlos que d e t e ™
aplicar controles de exportación. Con respecto «1 articu'o 7 (b) las
leyes de los Estados Unidos, y presumiblemente las de la mayona de
los Estados, prohíben el robo y la recepción y transporte de bienes
robados (véase el título 18, Código de los Estados Unidos, secciones
2314-2315). Además, el Título 18 del Código de los Estados Unidos,
282 APÉNDICE F
sección 545, se aplicaría a las violaciones voluntarias del artículo 7 (b)
cuando esa disposición ha sido establecida por ley.
Artículo 9. Este artículo contempla la aplicación de controles de im­
portación o de otra clase sobre una base ad hoc para materiales arqueo­
lógicos o etnológicos concretamente definidos en situaciones en que el
patrimonio cultural de un Estado está en peligro por el pillaje de estos
materiales. Se determinarán controles adecuados y se aplicarán a los ma­
teriales de que concretamente se trate por acuerdo mutuo de los Esta­
dos Partes más directamente interesados. Se le pedirá al Congreso que
ponga en vigor una legislación con el fin de establecer una e s t r u c t u r a
adecuada para la participación de los Estados Unidos en estas negocia­
ciones y controles.
En la XVI Asamblea General de la u n e s c o , el delegado de los Es­
tados Unidos dijo antes de votar que en su opinión el procedimiento
del artículo 9 para la determinación de medidas concretas con las cuales
enfrentar el pillaje de materiales arqueológicos o etnológicos, permitirá
a los Estados afectados determinar por acuerdo mutuo las medidas que
pueden ser efectivas en cada caso particular para tratar la situación y
aceptar la responsabilidad para poner en vigencia esas medidas sobre
una base unilateral. Dos ejemplos de esas situaciones son: 1) el c a s o
en que los restos de una determinada civilización están amenazados por
la destrucción o la extracción total, como puede ser cierto para algunos
monumentos precolombinos, y 2) el caso en que el mercado internacio­
nal de ciertos o b je to s h a propiciado la generalización de e x c a v a c io n e s
ilegales que destruyen importantes recursos arqueológicos.
Los Estados interesados deben tomar disposiciones provisionales “en
cuanto sea posible”, con el fin de evitar daños irreparables al patri­
monio cultural del Estado peticionario.
Articulo 10. Los párrafos (a) y (b) requieren que los países procuren
restringir la transferencia ilícita de bienes culturales mediante la edu­
cación. Además, en el párrafo (a) los Estados se obligan a regular a
los anticuarios, según sea conveniente, en la forma pertinente para cada
país. Las palabras “en la forma pertinente para cada país” le da a
cada país considerable flexibilidad para determinar qué regulaciones,
o sanciones, si es que hay alguna, deben ser establecidas y de quc
manera. Como tal regulación está normalmente dentro del dominio de
los varios estados de los Estados Unidos, y no del Gobierno Federal, se
recomienda el siguiente entendimiento:
Los Estados Unidos entienden que las palabras “en la forma perti­
nente para cada país” del artículo 10 (a) permiten a cada E s t a d o
Parte determinar la amplitud del control, si es que hay alguno, de los
anticuarios y declaran que en los Estados Unidos esa determinación
será hecha por las autoridades correspondientes de los gobiernos esta­
tales y municipales.
APÉNDICE F 283
Artículo 13. El artículo 13 trata en términos generales de medidas
distintas de los controles de importación para impedir las transferencias
ilegales de bienes culturales y facilitar la recuperación de esa propie­
dad. En opinión del Departamento de Estado, las palabras “con arre­
glo a lo dispuesto en la legislación de cada Estado”, que se aplica a
todos los párrafos del artículo, asegura que el mismo no requiera de
ningún Estado acciones que entren en conflicto o vayan más allá de
las leyes existentes.
El párrafo (a) es de importancia primordialmente para el Estado
exportador.
El párrafo (b) contempla la cooperación normal de los organismos
policiales y los servicios culturales dentro del marco de la ley vigente,
«ajo los procedimientos de los Estados Unidos, el propietario legítimo
de bienes robados podría recuperarlos mediante la acción normal de la
policía, si no surgen cuestiones e intereses que requieran litigio.
El párrafo (c) que contempla acciones judiciales para recuperar bie­
nes extraviados o robados, se conforma a la ley de los Estados Unidos.
La obligación de este artículo es de procedimiento, es decir, propor­
cionar un recurso judicial para la reivindicación de un derecho de
propiedad cuando exista. La acción debe realizarse a nombre del pro­
pietario del bien; el derecho de un gobierno para llevar a cabo una
acción semejante será determinado por la ley del lugar donde se realice.
Tal como está redactado el párrafo (d) del artículo 13, cada Estado
“arte debe facilitar la recuperación de ciertos bienes culturales expor­
tados ilegalmente de otro país, el cual los ha declarado “inalienables”.
El presidente de la Comisión Especial de Expertos Gubernamentales
de la unesco , en abril de 1970, expresó en sus observaciones sobre .ste
artículo que la obligación de la subsecdón (d) quedaría satisfecha si
Un Estado Parte abre sus tribunales con el fin de admitir acciones para
recuperar artículos perdidos y robados bajo la subsección (c) del artícu­
lo 13. Se presume que la ley pertinente de los Estados Unidos reco­
nocería la validez de la legislación extranjera que declara inalienables
a ciertos bienes culturales dentro de la jurisdicción de un Estado ex­
tranjero. La transferencia ilegal de tal propiedad sin el consentimiento
del propietario debería ser reconocida como robo. Sin embargo, esta
disposición no es de efecto inmediato y en ausencia de legislación
federal, en cada caso la decisión se regirá por la ley estatal.
Para evitar cualquier apariencia de un compromiso más amplio que
el previsto, se propone el siguiente entendimiento:
Los Estados Unidos entienden que el artículo 13 (d) se aplica a
objetos sacados del país de origen después de la puesta en vigencia de
esta Convención por los Estados participantes y, como lo expresó el
Presidente del Comité Especial de Expertos Gubernamentales que pre­
paró el texto, y como se dice en el párrafo 28 del Informe de ese
Comité, los recursos para recuperar bienes culturales bajo el párrafo (d)
son las acciones judiciales a que se hace referencia en el subpárrafo
284 APÉNDICE F
(c) del artículo 13, y esas acciones están controladas por la ley del
Estado al que se hace la solicitud, debiendo el Estado peticionario
presentar las pruebas necesarias.
Conclusión
Creo que la transferencia ilícita de bienes culturales es un problema
grave que exige acción en el plano internacional. La Convención de la
u n esco representa un planteamiento pragmático que merece nuestro apo­
yo decidido. Los Estados Unidos no sólo simpatizan con este esfuerzo por
ayudar a otros países a reducir la salida ilegal de sus tesoros de arte
nacionales, sino que además debemos reconocer que la aceptación de
esta Convención es dé interés nacional. La destrucción de los restos
irremplazables de civilizaciones antiguas es una pérdida para la herencia
cultural de toda la humanidad. Además, la aparición de importantes
tesoros de arte de origen incierto en los Estados Unidos da lugar a
problemas en nuestras relaciones con otros países. Algunos de éstos han
reaccionado a este. problema de un modo que restringe indebidamente
el trabajo de arqueólogos dentro de sus territorios, así como el comercio
legal de bienes culturales. Al procurar prevenir el comercio ilegítimo en
bienes culturales, la Convención debe calmar las preocupaciones de estos
países y estimular asi la liberalización de las leyes que rigen el comercio
legal de esos bienes. Además, la Convención probablemente creará un
ambiente más propicio para el trabajo continuo de los arqueólogos esta­
dunidenses en el exterior. Más aún, el artículo 7 (b) beneficia directa­
mente a los Estados Unidos porque exigirá a los Estados que prohíban
la importación, y tomen las medidas adecuadas para recuperar y res*
tituir bienes culturales robados de museos, monumentos religiosos o
civiles, o instituciones similares.
L a Convención es un documento equilibrado. Representa un acomodo
de los internes de los Estados importadores y de los exportadores de
arte y contiene una distribución realista de las cargas. Reconoce que
la principal responsabilidad por impedir la exportación ilegal de bienes
culturales la tienen los Estados individuales de que se trate. Reconoce,
sin embargo, que también es necesario un esfuerzo multilateral para
tratar el problema. Así, el artículo 9 proporciona una estructura flexi­
ble para el desarrollo de la cooperación internacional futura en esta
área. Si surgieran casos especiales en que las acciones m ultilaterales
contempladas por este artículo no fueran adecuadas para impedir un de­
terioro significativo de materiales o sitios arqueológicos importantes, el
gobierno de los Estados Unidos estaría en libertad de considerar qué
medidas adicionales de cooperación podría tomar que fueran efectivas
dadas las circunstancias. En conjunto, la’ Convención es un esfuerzo
importante para enfrentar un problema complejo que no se presta fácil­
mente a soluciones legales. Aunque es un texto de compromiso y con­
APÉNDICE F 285
tiene varias ambigüedades, debe ser posible superar estos problemas con
las reservas y entendimientos que he sugerido.
Los grupos privados interesados en el problema han apoyado la Con­
vención. Un comité de abogados del Grupo de Estudio de la American
Society of International Law sobre el traslado internacional de tesoros
de arte, me envió una carta el 21 de octubre de 1970, a la que anexaba
su informe recomendando que: “Los Estados Unidos deben aprobarla [la
Convención] con ciertas reservas y entendimientos explícitos”. Este plan­
teamiento general ha sido apoyado también por el Comité Especial de
Política de la Asociación Norteamericana de Museos. El 30 de diciem­
bre de 1970, el Instituto Arqueológico de América aprobó una resolu­
ción por 103 votos a favor, 8 en contra y 7 abstenciones, apoyando la
Convención de la u n e s c o “de todo corazón” y pidiendo que los Estados
Unidos la ratificaran en el “primer momento en que sea práctico”. La
Sociedad para laArqueología Americana y la College Art Association
también adoptaron resoluciones apoyando la Convención de la u n e s c o .
La aceptación de esta Convención por los Estados Unidos lo más
pronto posible es, en mi opinión, de interés para el país y, además, les
indicaría a otros países nuestro deseo sincero de enfrentarnos al proble­
ma del traslado ilícito de tesoros de arte nacionales.
Atentamente
W il l ia m P. R o g e r s
Secretario de Estado

C o n v e n c ió n so bre las m edidas q u e d eben adoptarse para


P r o h ib ir e I m pedir la I m portación y T ra n sfer en c ia
d e P ropiedad I iícitas de B ie n e s C ultu rales (1970)

La Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas


Para la Educación, la Ciencia y la Cultura, en su 16a. reunión, cele­
brada en París, del 12 de octubre al 14 de noviembre de 1970
Recordando la importancia de las disposiciones de la Declaración de
los Principios de Cooperación Cultural Internacional que la Conferen­
cia General .aprobó en su 14a. reunión,
Considerando que el intercambio de bienes culturales entre las nació­
o s con fines científicos, culturales y educativos aumenta los conocimien­
tos sobre la civilización humana, enriquece la vida cultural de todos los
pueblos e inspira el respeto mutuo y la estima entre las naciones,
Considerando que los bienes culturales son uno de los elementos fun­
damentales de la civilización y de la cultura de los pueblos, y que sólo
286 APÉNDICE F

™qorig“ , sü toorla™ V¿ l0m ^i“ d0 “ COnOCen con Ia ™ * oc PrecM6n


nio peligros
los c ^ S Ípdeo rio
rnhr»^ b fc n ^esc culturales
tjtu aT **existentes deen pr0tegcr eI Patrim°-
su territorio contra
cS S Ü “ c“ clandestina y exportación ilícita,
Estado tenga cada va ^°S .peli8ros indispensable que todo
herentes al respeto de «■ c™clení:la de las obligaciones morales in-
dones, P d6 “ Patr“ “>“ 0 cultural y del de todas las na-
instituciones"cultuKj«OSM’Puseos‘ las bibliotecas y los archivos, como
lecciones ”e bte l w ^ ,P°r<JU.e la “ nsütución de ius co-
Considerando oup i • ^ umversalmente reconocidos,
propiedad ilícitas de lo<!11h^0^taC1^I1, ^ y la transferencia de
tua de las S n t a l ? ™ * * * * * dificultan la comprensión mu-
otras formas, recomendando EstTd d . deber de favorecer’ entre
convenciones internacionales con L u- interesados <lue concierten
Considerando que nara J r objeto>
tural debe organizarse tanto en*3 ** prot®¿ción deI patrimonio cul-
Cl° £ l L e Z d T ¡ l Taa Conferí A ta d o s " '

nadas a prohibir e impedí k ?™puesta? relativas a las medidas desti-


erencia de propiedad ilícitas n, L°rtación> la exportación y la trans-
1 “ye Punto 19 del orden del ^u*turales, cuestión que cons-
Después de haber decido , ! de la reunión>
viemb dri Wla convención internación51 rCUnión> <lue esta cuestión sería
viembre de 1970, Ia p r e s e n t ^ " ^ ^ 6153 d día catorce de n°‘
Artículo 1. para jQs *
rto como bienes culturateíós'obie^Pr“ ® 'e Conv™cián se considera-
jmporta,*;
’ a^anpara
SIC*oiaexpresamente
Z q a ™™¡ i^ „• ^UG’
adMpor
^ raz°nes
^ ^religiosas o pro- ie
°.,a Clencia y que pertenecí»
contmuación: na»categorías
Pertenezcan a las la historia,Numeradas
la literatura,a
a) las colecciones y ejemol
logia, anatomía, y los objetos de inter¿°S **? 2°oI°gía, botánica, minera-
f ») los bienes refaciónos coÚ t f 1?0"*016^
‘ona de las ciencias y de las t&nú-» ? "?> C0I> inclusión de la his-
■social, así como con lamida lis to n a militar y Ja historia
stas nacionales y con los smnt • d £entes, pensadores, sabios y
„ «. '1 Producto d é l a s “ de importancia’ nacional;
<StmaS> ° de los descubrim“nVtorarqueÓMg'c0srtOAadaS COm° Cla”’
APÉNDICE F 287
d) los elementos procedentes de la desmembración de monumentos
artísticos o históricos y de lugares de interés arqueológico;
e) antigüedades que tengan más de 100 años, tales como inscrip­
ciones, monedas y sellos grabados;
f) el material etnológico;
g) los bienes de interés artístico tales como:
i) cuadros, pinturas y dibujos hechos enteramente a mano sobre
cualquier soporte y en cualquier material (con exclusión de los di­
bujos industriales y de los artículos manufacturados decorados a
mano);
ii) producciones originales de arte estatuario y de escultura en
cualquier material;
iii) grabados, estampas y litografías originales;
iv) conjuntos y montajes artísticos originales en cualquier ma­
teria;
h) manuscritos raros e incunables, libros, documentos y publicacio­
nes antiguos de interés especial (histórico, artístico, científico, literario,
■etcétera) sueltos o en colecciones;
i) sellos de correo, sellos fiscales y análogos, sueltos o en colecciones;
j) archivos, incluidos los fonográficos, fotográficos y cinematográficos;
k) objetos de mobiliario que tengan más de 100 años e instrumentos
•de música antiguos.
Artículo 2. 1. Los Estados Partes en la presente Convención recono­
cen que la importación, la exportación y la transferencia de propiedad
ilícitas de los bienes culturales constituyen una de las causas principa­
les del empobrecimiento del patrimonio cultural de ios países de origen
<ie dichos bienes, y que una colaboración internacional constituye uno de
los medios más eficaces para proteger sus bienes culturales respectivos
contra todos los peligros que entrañan aquellos actos.
2. Con este objeto, los Estados Partes se comprometen a combatir esas
prácticas con los medios de que dispongan, sobre todo suprimiendo sus
causas, deteniendo su curso y ayudando a efectuar las reparaciones que
se impongan.
Artículo 3. Son ilícitas la importación, la exportación y la transfe­
rencia de propiedad de los bienes culturales que se efectúen infringiendo
las disposiciones adoptadas por los Estados Partes en virtud de la
presente Convención.
Artículo 4. Los Estados Partes en la presente Convención reconocen
que para los efectos de la misma, forman parte del patrimonio cultural
de cada Estado los bienes que pertenezcan a las categorías enumeradas
.a continuación:
288 APÉNDICE F
a) bienes culturales debidos al genio individual o colectivo de na­
cionales del Estado de que se trate y bienes culturales importantes para
ese mismo Estado y que hayan sido creados en su territorio por nacio­
nales de otros países o por apátridas que residan en él;
b) bienes culturales hallados en el territorio nacional;
c) bienes culturales adquiridos por misiones arqueológicas, etnológi-
gicas o de ciencias naturales con el consentimiento de las autoridades
competentes del país de origen de esos bienes;
d) bienes culturales que hayan sido objeto de intercambios libre­
mente consentidos;
e) bienes culturales recibidos a título gratuito o adquiridos legal-
mente con el consentimiento de las autoridades competentes del país de
origen de esos bienes.
Artículo 5. Para asegurar la protección de sus bienes culturales con­
tra la importación, la exportación y la transferencia de propiedad ilí­
citas, los Estados Partes en la presente Convención se obligan a esta­
blecer en su territorio, en las condiciones apropiadas a cada país, uno
o varios servicios de protección del patrimonio cultural, si esos servicios
no existen aún, dotados de personal competente y en número suficiente
para garantizar de manera eficaz las funciones que se indican a con­
tinuación:
&) contribuir a la preparación de los proyectos de textos legislativos
y reglamentarios que permitan la protección del patrimonio cultural y
de un modo especial la represión de las importaciones, exportaciones
y transferencias de propiedad ilícitas de los bienes culturales importantes;
b) establecer y mantener al día, a partir de un inventario nacional
de^ protección, la lista de los bienes culturales importantes, públicos y
privados, cuya exportación constituiría un empobrecimiento considerable
del patrimonio cultural nacional;
c) fomentar el desarrollo o la creación de las instituciones científicas
y técnicas (museos, bibliotecas, archivos, laboratorios, talleres, etcétera),
necesarias para garantizar la conservación y la valorización de los bienes
culturales;
d) organizar el control de las excavaciones arqueológicas, garantiza1”
Ja conservación in situ de determinados bienes culturales y proteger cier­
tas zonas reservadas para futuras investigaciones arqueológicas;
e) dictar, con destino a las personas interesadas (directores de mu­
seos, coleccionistas, anticuarios, etcétera), normas que se ajusten a I°s
principios éticos formulados en la presente Convención y velar por el
respeto de esas normas;
f) ejercer una acción educativa para estimular y desarrollar^ el res­
peto al patrimonio cultural de todos los Estados y difundir ampliamente
las disposiciones de la presente Convención;
g) velar porque se dé la publicidad apropiada a todo caso de desa
parición de un bien cultural.
APÉNDICE F 289
Artículo 6. Los Estados Partes en la presente Convención se obligan:
a) a establecer un certificado adecuado, en el cual el Estado expor­
tador autorice la exportación dél bien o de los bienes culturales. de
que se trate y que deberá acompañar a todos los bienes culturales regu­
larmente exportados; '
b) a prohibir la salida de su territorio de los bienes culturales no
acompañados del certificado de exportación antes mencionado;
c) a dar la oportuna difusión a esta prohibición, especialmente entre
las personas que pudieran exportar e importar bienes culturales.
Artículo 7. Los Estados Partes en la presente Convención se obligan:
a) a tomar todas las medidas necesarias, conformes a la legislación
nacional, para impedir la adquisición de bienes culturales procedentes
de otro Estado Parte en la Convención, por los museos y otras institu­
ciones similares situados en su territorio, si esos bienes se hubieren ex­
portado ilícitamente después de la entrada en vigor de la Convención;
y en lo posible, a informar al Estado de origen, Parte en la Conven­
ción, de toda oferta de bienes culturales éxportados ilícitamente de ese
Estado después de la entrada en vigor de la presente Convención en
ambos Estados;
b) i) a prohibir la importación de bienes culturales robados en un
ttiuseo, un monumento público civil o religioso, o una institución simi­
lar, situados en el territorio de otro Estado Parte en la Convención,
después de la entrada en vigor de la misma en los Estados en cuestión,
fiempre que se pruebe que tales bienes figuran en el inventario de la
Jnstitución interesada;
. u) a tomar medidas apropiadas para decomisar y restituir, a peti­
ción del Estado de origen Parte en la Convención, todo bien cultural
robado e importado después de la entrada en vigor de la presente Con­
vención en los dos Estados interesados, a condición de que el Estado
requirente abone una indemnización equitativa a la persona que lo ad­
quirió de buena fe o que sea poseedora legal de esos bienes. Las pe­
ticiones de decomiso y restitución deberán dirigirse al Estado requerido
P°r vía diplomática. El Estado requirente deberá facilitar, a su costa,
todos los medios de prueba necesarios para justificar su petición de
decomiso y restitución. Los Estados Partes se abstendrán de imponer
derechos de aduana, u otros gravámenes, sobre los bienes culturales res­
tituidos con arreglo al presente artículo. Todos los gastos correspondienr
tes a la restitución del o de los bienes culturales en cuestión, correrán
a cargo del Estado requirente.
Artículo 8. Los Estados Partes en la presente Convención se obligan
a imponer sanciones penales o administrativas a toda persona responsa­
ble de haber infringido las prohibiciones contenidas en el apartado b del
artículo 6 y del apartado b del artículo 7.
290 APÉNDICE F
Artículo 9. Todo Estado Parte en la presente Convención, cuyo pa­
trimonio cultural se encuentra en peligro, a consecuencia de pillajes
arqueológicos o etnológicos podrá dirigir un llamamiento a los Esta­
dos interesados. Los Estados Partes en la presente Convención se com­
prometen a participar en cualquier operación internacional concertada
en esas circunstancias, para determinar y aplicar las medidas concretas
necesarias, incluso el control de la exportación, la importación y
comercio internacional de los bienes culturales de que concretamente se
trate. Mientras se tramita el establecimiento de un acuerdo, cada Esta
do interesado tomará disposiciones provisionales, en cuanto sea posib e>
para evitar que el patrimonio cultural del Estado peticionario sufra
daños irreparables.
Artículo 10. Los Estados Partes en la presente Convención se obligó'
a) a restringir, por medio de la educación, de la información y
la vigilancia, la transferencia de bienes culturales ilegalmente sacados
de cualquier Estado Parte en la presente Convención y a obliga1* a 0
anticuarios, en la forma pertinente para cada país y bajo pena de san­
ciones penales o administrativas, a llevar un registro que mencione
procedencia de cada bien cultural, el nombre y la dirección del p1^
veedor, la descripción y el precio de cada bien vendido, y a informal
al comprador del bien cultural de la prohibición de exportación de qu
puede ser objeto ese bien; *
b) a esforzarse, por medio de la educación, en crear y desarrolla^
en el pubUco el sentimiento del valor de los bienes culturales y áe
peigro que el robo, las excavaciones clandestinas y las exportación
ilícitas representan para el patrimonio cultural.
úf'rÜ ZL 'a , Sejc0nsideran ilícitas la exportación y la transferfcia
rec,Pa X f l r adas de bi« - ' ‘-ales que resulten directa o * *
la ocupación de un país por una potencia extranjera-
Artículo 12. Los Estados Partes en la presente C o n v e n c i ó n respetar*0
i r r 10 de 108 terrítorios relaciones internación^
turnen a su cargo y tomarán las medidas adecuadas para pr<*lb“, J
impedir la importación, la exportación y U transferencia de prop*dad
ilícitas de los bienes culturales en esos territorios.
Articulo 13. Los Estados Partes en la presente Convención se
gan además, con arreglo a lo dispuesto en la legislación de cada Esta
&) a impedir por todos los medios adecuados, las transferencias
propiedad de bienes culturales que tiendan a favorecer la imp°rtac
° la exportación ilícitas de esos bienes;
APÉNDICE F 291
b) a hacer que' sus servicios competentes colaboren para efectuar
lo antes posible la restitución, a quien corresponda en derecho, de los
bienes culturales exportados ilícitamente;
c) a admitir una acción reivindicatoría de los bienes culturales per­
didos o robados, ejercitada por sus propietarios legítimos o en nombre
de los mismos;
d) a reconocer, además, el derecho imprescriptible de cada Estado
Paite en la presente Convención de clasificar y declarar inalienables
determinados bienes culturales, de manera que no puedan ser exporta­
dos, y a facilitar su recuperación por el Estado interesado si hubiese
reclamación.
Artículo 14. Para prevenir las exportaciones ilícitas, y para hacer
frente a las obligaciones que entraña la ejecución de esta Convención,
cada Estado Parte de la misma, en la medida de sus posibilidades,
deberá dotar a los servicios nacionales de protección de su patrimonio
cultural con un presupuesto suficiente y podrá crear, siempre que sea
necesario, un fondo para los fines mencionados.
Artículo 15. Ninguna disposición de la presente Convención impediré
que los Estados Partes en día concierten entre sí acuerdos particulares
0 sigan aplicando los ya concertados sobre la restitución de los bienes
culturales salidos de su territorio de origen, cualquiera que fuere la
razón, antes de haber entrado en vigor la presente Convención para los
Estados interesados.
Artículo 16. Los Estados Partes en la presente Convención indica­
rán, en los informes periódicos que presentarán a la Conferenaa üeHe-
ral de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la
Ciencia y la Cultura, en las fechas y en la forma que ésta determine,
las disposiciones legislativas y reglamentarias, así como las demas me­
didas que hayan adoptado para aplicar la presente C con
o n v e n a ó n

detalles acerca de la experiencia que hayan adquirido en este campo.


Artículo 17. 1. Los Estados Partes en la presente Convención po­
drán recurrir a la ayuda técnica de la Organización de las Naciones
Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, especialmente en:
a) la información y la educación;
b) la consulta y el dictamen de expertos;
c) la coordinación y los buenos oficios.
2. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura podrá, por su propia iniciativa, realizar investiga­
ciones y publicar estudios sobre asuntos relacionados con la circulación
ilícita de bienes culturales.
292 APÉNDICE F
3. Con este objeto, la Organización de las Naciones Unidas para la
Educación* la Ciencia y la Cultura podrá también recurrir a la coope­
ración de toda organización no gubernamental competente.
4. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura podrá, por propia iniciativa, presentar propuestas
a los Estados Partes con miras al cumplimiento de la presente Con­
vención..
5. A petición de dos Estados Partes, por lo menos, que se hallen
empeñados en una controversia respecto de la aplicación de la presente
Convención, la unesco podrá, ofrecer sus buenos oficios para llegar á
un arreglo entre ellos.
Articulo 18. La presente Convención está redactada en español, fran­
cés, inglés y ruso. Los cuatro textos hacen igualmente fe.
Articulo 19. 1. La presente Convención se someterá a la ratificación
o a la aceptación de los Estados miembros de la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, con arre­
glo a sus procedimientos constitucionales respectivos.
2. Los instrumentos de ratificación o ,de aceptación se depositarán
en poder del Director General de la Organización de las Naciones
Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
Articulo 20. 1. La presente Convención estará abierta a la adhesión
de todo Estado no miembro de la Organización de las Naciones Unidas
para la Educación, la Ciencia y la Cultura, invitado a adherirse a ella
por el- Consejo Ejecutivo de la Organización.
- 2. La adhesión se hará mediante el depósito de un instrumento de
adhesión en poder del Director General de la Organización de las Na­
ciones. Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
Artículo 21. La presente Convención entrará, en vigor tres meses des­
pués de la fecha de depósito del tercer instrumento de ratificación, de
aceptación o de adhesión, pero sólo respecto a los Estados que hayan
depositado sus instrumentos respectivos de ratificación, de aceptación
o de adhesión en esa fecha o con anterioridad. Para' cada uno de *oS
demás Estados, entrará en vigor tres meses después del depósito de su
respectivo instrumento de ratificación, de aceptación o de adhesión.
Artículo 22. Los Estados Partes en la presente Convención reconocen
que ésta es aplicable no sólo a sus territorios metropolitanos sino tam­
bién a los territorios de cuyas relaciones internacionales están encar­
gados, y se comprometen a consultar, en caso necesario, a Iós gobiernos
o demás autoridades competentes de los territorios mencionados en el
momento de ratificar, aceptar o adherirse a la Convención, o con
anterioridad, con miras a obtener la aplicación de la Convención cn
APÉNDICE F 293
esos territorios, así como a notificar al Director General de la Organiza­
ción de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cul­
tura, los territorios a los cuales se aplicará la Convención. Esta ratifi­
cación surtirá efecto tres meses después de la fecha de su recepción.
Artículo 23. 1. Cada uno dé los Estados Partes en la presente Con­
vención tendrá la facultad de denunciarla en su nombre propio o en
nombre de todo territorio cuyas relaciones internacionales tenga a su
cargo.
2. La denuncia se notificará mediante instrumento escrito que se
depositará, en poder del Director General de la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
3. La denuncia surtirá efecto doce meses después- de la recepción
del instrumento de denuncia.
Articulo 24. El Director General de la Organización de las Naciones
Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura informará a los
Estados miembros de la Organización, a los Estados no miembros a que
Se refiere el artículo 20, así como a las Naciones Unidas, del depósito
de todos los instrumentos de ratificación, de aceptación o de adhesión
que se mencionan en los .artículos 19 y 20, al igual que de las modi­
ficaciones y denuncias respectivamente previstas en los artículos 22 y 23.
Artículo 25. 1. La Conferencia General de la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura podrá
revisar la presente Convención. Sin embargo, la revisión sólo obligará
a los Estados que lleguen a ser Partes en la Convención revisada.
2. En caso de que la Conferencia General apruebe una nueva Con­
vención que constituya una revisión total o parcial dé la presénte, y a
menos que la nueva Convención disponga otra cosa, la presente Con­
vención dejará de estar abierta a la ratificación, a la aceptación o a
la adhesión, a partir de la fecha de entrada en vigor de la nueva Con­
vención revisada.
Artículo 26. Cort arreglo a lo dispuesto en el artículo 102 de la
Carta de las Naciones Unidas, la presente Convención se registrará en
la Secretaría de las Naciones Unidas, a petición del Director General
de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Cien­
cia y la Cultura.
APÉNDICE G
El programa “Today” de nbc* : E l Vaso D evelado
(N ota del autor : El director del Museo Metropolitano, Thomas P.F.
Hoving y Dietrich von Bothmer, curador, aparecieron en el programa ma­
tutino que se transmite a todo el país, después del anuncio, el 12 de
noviembre de 1972, de la compra de la crátera de Eufronio, Las propias
palabras de Hoving muestran el tono y orientación del punto de vista del
Metropolitano bajo su dirección.)
F rank M cG ee : Esta mañana tendremos la oportunidad de conocer la
fuente del entusiasmo de Keats, pues tenemos en nuestro estudio una
obra de gran belleza, la adquisición importante más reciente del Museo
Metropolitano de Arte, un vaso griego del siglo vi a.c. por el artista
Eufronio, del cual se dice que le costó al Museo un millón de dólares
en efectivo y 300 000 dólares en antiguas monedas de oro griegas. Ha
sido traído cuidadosamente, con mucho tiento, por Thomas Hoving,
el director del Museo Metropolitano y por Dietrich von Bothmer, cu­
rador de arte griego y romano del museo. Señores, bienvenidos y gra'
cias por traer el vaso. Ahora bien, ¿cómo lo obtuvieron, a quién lo
compraron y cuánto costó?
H oving : Son tres de las preguntas que el Museo astutamente nunca
contesta, pero trataré de darle alguna información sobre ello. La pobre
gente tiene que saber de esto.
Lo obtuvimos de un comerciante que era el representante de una per­
sona que lo ha tenido en su colección familiar desde aproximadamente
la primera Guerra Mundial, y no decimos el nombre de estas personas
porque poseen otras cosas que podríamos querer comprar en el futuro.
Usted sabe, podríamos perder algunas de esas cosas.
McGee: Supongo que eso es parte de su acuerdo con ellos.
H oving. La gente prefiere permanecer en el anonimato en esta ctase
de negocios.
Ademas, en lo que respecta a los precios, el Metropolitano sigue Ia
política de nunca divulgarlos. Todo lo que puedo decir es que 1°
informado sobre él es alto. Obtuvimos un mejor trato en esta gran
belleza de lo que se ha reportado.
McGee: Un poco menos de un millón de dólares, entonces.
H oving : Todo lo que puedo hacer es sonreír afectadamente y decir
[risa]. . .
* National Broadcasting Company, empresa de radío y televisión de lo8
Estados Unidos [T.].
294
APÉNDICE G 295
M cG e e : Bueno, en realidad lo que es más importante... hay otro
proyecto de esta controversia que supongo debemos tratar. Se han hecho
algunas críticas, como usted sabe mejor que yo, de que el museo se
ha deshecho recientemente de algunas pinturas, que según muchas per­
sonas no debían haber salido del museo. Esto se hizo de una forma
más bien oculta si se me permite usar esa palabra. Y luego se tomó
dinero, no el mismo dinero, pero sí del museo y se compró este vaso
subrepticiamente. ¿Es éste el tipo de acciones que deben realizar los
museos? ¿Por qué tuvo usted que ser tan —si es que estoy utilizando
la palabra adecuada— subrepticio acerca de ello?
H oving : N o creo que sea la palabra adecuada. Lo que hemos hecho
es tomar obras de arte de varios departamentos del museo, y hay 17 de
ellos incluyendo el Departamento de Pintura, y separar aquello que ya
no nos parece tan importante como nos lo pareció en alguna ocasión,
dentro de toda la colección; objetos que no son tan importantes como
otras obras del mismo autor que tenemos aquí o que están en la ciu­
dad de Nueva York. Y esas obras las hemos cambiado o vendido por
efectivo para comprar objetos que son únicos y magníficos, de los cuales
carecemos.
Y esta gran crátera cálice, a la que se llama así por su forma, fue
hecha por uno de los dos pintores griegos de vasos más importantes
que conocemos, y es la mejor pieza suya que sabemos existe en el
mundo; éste es uno de esos momentos en la formación de las coleccio­
nes de los museos que, en mi opinión, es el ejemplo y justificación
perfectos para cambiar objetos que ya no queremos exhibir y poner
en su lugar cosas que en realidad serán una de las principales piezas
de todo el museo, que tiene tres millones de obras de arte.
M cG ee : Bueno, sin cuestionar en absoluto su evaluación y juicio de
que ésta es una obra de arte, ¿debo entender, doctor Von Bothmer, que
en ninguna literatura sobre vasos griegos se hace referencia a este vaso?
¿Que hubo poca, si es que alguna, consulta con otros expertos en est"
campo antes de hacer la compra? ¿Cómo estableció su autenticidad?
Von B othm er : Viéndolo. Simplemente viéndolo. He visto muchos.-
M cG ee : Y, obviamente, usted señor Hoving confía en su opiniónr,-
H oving : Bien, Dietrich von Bothmer ha estado dedicado al campo
de la pintura griega sobre vasijas durante 42 años. Fue discípulo del
gran sir John Beazley, la persona que literalmente inició esta ciencia
de fechar y nombrar a los pintores de estos vasos. Debe haber dece­
nas de miles en el mundo; imagino que ha visto gran parte de ellos...
V on B othm er : Cerca de dos terceras partes.
H oving : Cerca de dos terceras partes. Un experto como él puede
literalmente saberlo en un instante.
M cG e e : No quiero dar la impresión de que pongo en duda su capa­
cidad, pero tengo curiosidad por enterarme de cómo puede saberlo. ¿Es
posible decirme cómo puede saber que ésta es obra de Eufronio y que
es la mejor?
296 APÉNDICE G
Von B othm er: Bueno, tuvimos un poco de ayuda, porque resulta
que firmó su nombre.
McGee: Eso ayuda, ¿no es así?
V on Bothmer : Ayuda. Pero incluso si no hubiera firmado su nom­
bre habría sido relativamente fácil atribuir el vaso a Eufronio. Habría
sido *nás -difícil atribuirlo a Euxitheos. Ésa sería una cuestión más
problemática.
•Walters : He oído, pero ¿podría haberme perdido de algo? ¿Lo ob­
tuvo de una persona que es griega y se encuentra en Grecia? ¿Me
pregunto por qué lo dejarían salir del país?
H oving: Bueno, dos cosas son importantes. Primero, en esa época
—Dietrich, estoy seguro de que estás de acuerdo con esto—, en el siglo
.vi a.c. y en el siglo v a.c., los grandes alfareros de Grecia vivían en
Grecia, pero exportaban. Se encuentran piezas de gran alfarería griega
desde Inglaterra hasta Trípoli. Así, era una gran actividad la que hacía
que estas cosas se trasladaran tanto.
En segundo lugar, se la compramos a alguien que estaba en Suiza y
que servía de agente para otra persona que radicaba en otro país, cuya
familia lo tenía desde aproximadamente la primera Guerra Mundial, y
eso se remonta bastante en el tiempo.
W alters : Si yo llegara al museo y alguien, usted, me quisiera decir
o darme una breve lección acerca de lo que, sea lo que sea, hace a
esto tan soberbio y de lo que debo saber para apreciarlo ¿qué debo ver?
Von Bothmer: Bueno, para empezar, la forma. La crátera cálice es
■quizás una de las formas de vasos más elegantes que existen. Tiene
nná larga historia., Fue copiada posteriormente en tiempos romanos y
existe aún hoy en día, en la forma de los floreros y otras urnas.
' W alters : Un jarro de barro.
V on Bothmer : N o, no es un jarro. Un jarro siempre es un contene­
dor. Resulta que éste era un cuenco para mezclar vino y agua. Ahora
bien, después de que usted ha apreciado la forma, recomendaría que
localizara el soberbio dibujo, porque en él tiene usted una línea
que debía ser correcta en el momento en que el vidriado tocaba Ia
superficie. No había oportunidad de corregir nada, ninguna forma de
usar un borrador o una esponja. Tenía que ser hecho en una sola
pasada del pincel.
W alters : ¿Son éstos los colores originales?
V on B othmer : N o se han decolorado. Recuerde otra cosa: en el
momento en que el vaso fue pintado no tenía el cálido color del barro
cocido. Era gris. El barro es gris hasta que se le cuece y el vidriado
que se le aplicaba también era gris. Así, casi era como hacer un diseño
en tinta invisible, y sólo se obtienen los resultados después del co­
cimiento.
McGee: Eso claramente es muy difícil.
Von B othm er: Sí.
McGee: ¿Veo un pequeño despostillamiento?
APÉNDICE G 297

Von Bothm er: Bueno, es más que eso, formalmente es más impor­
tante que un despostillamiento. Resulta que es una reparación antigua.
M cG e e : ¿Una reparación?
V on Bo th m er : S í . En el vaso
se desarrolló una fisura. No lo atra­
vesó y lo tenían en tanta estima que decidieron unir los bordes de la
con ma grapa de bronce.
W alters : M ientras podam os hacerlo, Frank.
Gee: Ahora, una breve interrupción.
[Comerciales]
M cG ee: Estamos hablando de este vaso griego Thomas Howng
co n
W letnch von Bothmer, y usted nos estaba doctor Von
e x p lic a n d o ,
thmer, que en cierto momento apareció en el vaso una is .
V 0N B o th m er : S í, y fue reparada de inmediato
qUeX ada í®, tal m ° d° qUC n° SC afeCtari Í Írríba del hombro
“na acanaladura pudo ser rellenado con cera u oteo material en la
Hovrno: Esto significa por supucsto que en su^d^ traoí^nariammte
p S ^ b^ , ^ J ¡ N ? u n p S t , ^ e fue r e p a g a cuidado-
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W alteks : N o sé cómo la trajo al estudio ¿E#aba? envue ta
"•«chos materiales protectores, o la ba^ “ ^ ¡ aUstas que están justo
H oving : Tenemos todo un grupo de p trajeron; son
uera del escenario viéndonos intensamen • . j que
y e r t o s en esto y tienen vanos años de ’n o s gu’ ta
• ben exactamente cómo hacerlo. Le.pu i^Fliañanas.
acerlo con frecuencia. No lo hacemos to as atrás
. W cG ee: Se m e dice que a menudo las pm tur^ d ^ f e m p o r t* * .
d.e un vaso, si es que hay algo que pueda llamarse asi,
a a fu n d a r ía . ¡Es cierto en este caso. menos dramática.
. V on B o thm er : N o secundaria, sino simplemente menos
'Spués de todo el d ra m a ... r , , t distingue el frente
M oG e e : ¿M e permite interrumpirlo? ¿Cómo se *
e ja parte de atrás? fisuras lo determinaría por
v o n B oth m er: Supongamos que no y * (jg paimas y lotos
** ornamento. En el frente, éste es una d 0 ° compleja ha cedido
^ 81 lo giramos veremos que esta cadena diferencia or-
¡Jí lugar a una sola hilera de palmas; así, ésta
^aria entre el frente y la parte de atr s. atrás.
^gGee: La menos compleja * * * ? * £ lallaman la más concisa.
V on B o thm er : S í, la menos elabo >Y
296 APÉNDICE G
Von B othmer : Bueno, tuvimos un poco de ayuda, porque resulta
que firmó sii nombre.
M cG ee : Eso ayuda, ¿no es así?
V on B othmer : Ayuda. Pero incluso si no hubiera firmado su nom­
bre habría sido relativamente fácil atribuir el vaso a Eufronio. Habría
sido más difícil atribuirlo a Euxitheos. Ésa seria una cuestión más
problemática.
.Walters : He oído, pero ¿podría haberme perdido de algo? ¿Lo ob­
tuvo de una persona que es griega y se encuentra en Grecia? ¿Me
pregunto por qué lo dejarían salir del país?
Hovmo: Bueno, dos cosas son importantes. Primero, en esa época
—Dietrich, estoy seguro de que estás de acuerdo con esto—, en el siglo
vx a.c. y en el siglo v a.c., los grandes alfareros de Grecia vivían en
Grecia, pero exportaban. Se encuentran piezas de gran alfarería griega
desde Inglaterra hasta Trípoli. Así, era una gran actividad la que hacía
que estas cosas se trasladaran tanto.
En segundo lugar, se la compramos a alguien que estaba en Suiza y
que servía de agente para otra.’ persona que radicaba en otro país, cuya
familia lo tenía desde aproximadamente la primera Guerra M undial, y
eso se remonta bastante en el tiempo.
W alters : Si yo llegara al museo y alguien, usted, m e quisiera decir
o darme una breve lección acerca de lo que, sea lo que sea, hace a
esto tan soberbio y de lo que debo saber para apreciarlo ¿qué debo ver?
V on B othm er: Bueno, para empezar, la forma. La crátera cálice es
quizás una de las formas de vasos más elegantes que existen. Tiene
una larga historia., Fue copiada posteriormente en tiem pos romanos y
existe aún hoy en día, en la forma de los floreros y otras urnas.
W alters : U n jarro de barro.
V on B othmer : No, no es un jarro. Un jarro siempre es un contene­
dor. Resulta que éste era un cuenco para mezclar vino y agua. Ahora
bien, después de que usted ha apreciado la forma, recomendaría que
localizara el soberbio dibujo, porque en él tiene usted una línea
que debía ser correcta en el momento en que el vidriado tocaba Ia
superficie. No había oportunidad de corregir nada, ninguna forma de
usar un borrador o una esponja. Tenía que ser hecho en una sola
pasada del pincel.
W alters : ¿Son éstos los colores originales?
V on B othmer : N o se han decolorado. Recuerde otra cosa: en d
momento en que el vaso fue pintado no tenía el cálido color del barro
cocido. Era gris. El barro es gris hasta que se le cuece y el vidriado
que se le aplicaba también era gris. Así, casi era como hacer un diseño
en tinta invisible, y sólo se obtienen los resultados después del co­
cimiento.
M cG ee : Eso claramente es muy difícil.
V on B othmer : S í .
M cG ee : ¿Veo un pequeño despostillamiento?
APÉNDICE G 297
V on Bothm er : Bueno, es más que eso, formalmente es más impor­
tante que un despostillamiento. Resulta que es una reparación antigua.
M cGee : ¿Una reparación?
V on Bothm er : Sí. En el vaso se desarrolló una fisura. No lo atra­
vesó y lo tenían en tanta estima que decidieron unir los bordes de la
fisura con una grapa de bronce.
W alters : Mientras podamos hacerlo, Frank.
M cGee : Ahora, una breve interrupción.
[Comerciales]
M cGee : Estamos hablando de este vaso griego con Thomas Hoving
y Dietrich von Bothmer, y usted, nos estaba explicando, doctor Von
Bothmer, que en cierto momento apareció en el vaso una fisura.
V on Bothm er : Sí, y fue reparada de inmediato. Significativamente,
fue reparada de tal modo que no se afectara el dibujo. Puede observar
que sólo en el borde negro y en la zona negra, arriba del hombro de
este atleta, se tiene prueba de la grapa de bronce, y lo que ahora es
una acanaladura pudo ser rellenado con cera u otro material en la
Antigüedad.
H oving : Esto significa por supuesto que en su día, quizás 100 años
después de que fue hecha, era considerada tan extraordinariamente
preciosa y bella, su dibujo tan perfecto, que fue reparada cuidado­
samente.
W alters : No sé cómo la trajo al estudio. ¿Estaba envuelta en
muchos materiales protectores, o la bajaron entre los dos?
H oving : Tenemos todo un grupo de especialistas que están justo
afuera del escenario viéndonos intensamente. Ellos la trajeron; son
expertos en esto y tienen varios años de entrenamiento, por lo que
.saben exactamente cómo hacerlo. Le puedo asegurar que no nos gusta
hacerlo con frecuencia. No lo hacemos todas las mañanas.
M cGee : Se me dice que a menudo las pinturas de la parte de atrás
de un vaso, si es que hay algo que pueda llamarse así, son de importan­
cia secundaria. ¿Es cierto en este caso?
V on Bothmer : N o secundaria, sino simplemente menos dramática.
Después de todo el drama
M cGee : ¿Me permite interrumpirlo? ¿Cómo se. distingue el frente
de la parte de atrás?
V on Bothmer : Supongamos que no hay figuras, lo determinaría por
el ornamento. En el frente, éste es una doble hilera de palmas y lotos
y si lo giramos veremos que esta cadena bastante compleja ha cedido
su lugar a una sola hilera de palmas; así, ésta sería la diferencia or­
dinaria entre el frente y la parte de atrás.
M cGee: La menos compleja sería la parte de atrás.
Von Bothmer : Sí, la menos elaborada, y la llaman la más concisa.
298 APÉNDICE G
W alters : Por cierto, ¿cómo se llama esto? ¿Cómo se dice? Se pro­
nuncia “váz” o “»áz”?
V on Bothmer : Bueno, en Inglaterra he dicho “vaz”, pero aquí lo
pronuncio “váz”.*
M cGee: Bueno, estaba usted explicando acerca de las figuras, los
dibujos en la parte de atrás de éste.
V on Bothmer : El dibujo que usted ve del ornamento le dará un
indicio y también el observar el tema y la diferencia en la composi­
ción. Aquí tiene usted el apogeo del arte compositivo del periodo
arcaico tardío. El tema más conmovedor: el traslado del cuerpo de
Sarpedón mientras los dos gemelos duermen su sueño eterno, flanquea­
dos por dos troyanos con Hermes de pie atrás. Una pintura verdade­
ramente memorable.
W alters: Señor Hoving, ¿le puedo hacer una pregunta? Una de las
cosas que Frank preguntó a Von Bothmer, ¿cómo lo sabe?, y usted
dijo: porque lo sé. La clase de confianza y autocracia por la que se
le ha conocido en su carrera. Hay gente que cree que un director de
museo debe comunicarse más con el público, que el público debe par­
ticipar más. Durante su carrera usted ha tendido más a decir: ésta es
la forma en que creo que debe ser y ustedes deben confiar en mí»
muchachos.
H oving: Bueno, soy esquizofrénico. Creo que probablemente usted
obtendría eso de la mayor parte de la gente. Por una parte, soy parti­
dario de que el arte sea para la gente y de que ésta entienda más
de arte.
W alters : También se le ha criticado por eso.
H oving : Por otra parte, como estoy en esta actividad desde 1959 y
soy un experto en obtener el apoyo de expertos extraordinarios como
Dietrich, creemos que parte de ella es similar a una operación de ciru­
gía, en que sólo el cirujano puede intervenir.
W alters: ¿Se molestan las personas cuando donan al museo pintu­
ras caras y luego ustedes las venden?
H oving: En absoluto, porque nos dan permiso de hacerlo así.
W alters: ¿De veras?
H oving: Sí. Con frecuencia cuando nos lo dan dicen, por cierto, qi,c
si queremos deshacemos de esto y obtener algo mejor, lo hagamos asi»
y ponemos su nombre en el nuevo objeto, y en este bello objeto l°s
nombres de tres donadores de tiempos pasados que estaban en cosas
que el público no veía, ahora están en esta pieza incomparable.
McGee : ¿Influyó alguna consideración fiscal en la persona a la que
le compró esto?

* Se hizo referencia a la pronunciación de la palabra inglesa vase, apli­


cada popularmente a la crátera por su forma redonda, más profunda qu
ancha. [T.]
APÉNDICE G 299
H oving : Creo que no, y en todo caso dependería de su propio país,
que resulta ser Suiza.
M cG e e : ¿N o priva al contribuyente estadunidense de ningún dinero?
H oving : N o, de ninguna manera. Su antigüedad es de más de 100
años y por lo tanto no paga impuestos al entrar a este país. Ahora
tenemos mucho cuidado.
M cG ee : Nuevamente, muchas gracias por estar con nosotros.
H oving : Gracias a ustedes.
M cG e e : Y por traer el vaso. Ahora una interrupción para identi­
ficar la estación.
A P É N D IC E H
D E L A E D IC IÓ N E N E S P A Ñ O L

1. C o n v e n c ió n p a r a l a P r o t e c c ió n d e l P a t r im o n io
M u n d ia l » C u l t u r a l y N a t u r a l (1972)
La Conferencia General de la Organización de las Naciones U n idas
para la Educación, la Ciencia y la Cultura, en su 17a. reunión celebrada
en París del 17 de octubre al 21 de noviembre de 1972,
Constatando que el patrimonio cultural y el patrimonio natural están
cada vez más amenazados de destrucción, no sólo por causas tradicio­
nales de deterioro sino también por la evolución de la vida social y
económica que los agrava con fenómenos de alteración o de destruc­
ción aún más temibles,
Considerando que el deterioro o la desaparición de un bien del pa-
trimonio cultural y natural constituye un empobrecimiento nefasto del
patrimonio de todos los pueblos del mundo,
Considerando que la protección de ese patrimonio a escala nacional
es en muchos casos incompleta, dada la magnitud de los medios que
requiere y la insuficiencia de los recursos económicos, científicos y
nicos del país en cuyo territorio se encuentra el bien que ha de ser
protegido,
Teniendo presente que la Constitución de la unesco estipula que la
Organización ayudará a la conservación, al progreso y a la difusión del
saber, velando por la conservación y la protección del patrimonio uni­
versal, y recomendando a los interesados las convenciones internacio­
nales que sean necesarias para ese objeto,
Considerando que las convenciones, recomendaciones y resoluciones
internacionales existentes en favor de los bienes culturales y naturales,
demuestran la importancia que tiene para todos los pueblos del mundo
la conservación de esos bienes únicos e irreemplazables de cu alq u iera
que sea el país a que pertenezcan,
Considerando que ciertos bienes del patrimonio cultural y natural pre­
sentan un interés excepcional que exige se conserven como elementos
del patrimonio mundial de la humanidad entera,
Considerando que ante la amplitud y la gravedad de los nuevos peU“
gros que los amenazan, incumbe a la colectividad internacional entera
participar en la protección del patrimonio cultural y natural de valor
universal excepcional prestando una asistencia colectiva que sin rem­
plazar la acción del Estado interesado la complete eficazmente,
Considerando que es indispensable adoptar para ello nuevas disposi­
ciones convencionales que establezcan un sistema eficaz de protecci n
300
APÉNDICE H 301
colectiva del patrimonio cultural y natural de valor excepcional organi­
zada de una manera permanente, y según métodos científicos y mo­
dernos,
Habiendo decidido, en su decimosexta reunión, que esta cuestión sería
objeto de una convención internacional,
Aprueba en este día dieciséis de noviembre de 1972, la presente con­
vención:
I. Definiciones del Patrimonio Cultural y Natural
Artículo lo. A los efectos de la presente convención se considerará
“patrimonio cultural”:
a) los monumentos: obras arquitectónicas, de escultura o de pintu­
ra monumentales, elementos o estructuras de carácter arqueológico, ins­
cripciones, cavernas y grupos de' elementos, que tengan un valor uni­
versal excepcional desde el punto de vista de la historia, del arte o
de la ciencia;
b) los conjuntos: grupos.de construcciones, aisladas o reunidas, cuya
arquitectura, unidad e integración en el paisaje les dé un valor uni­
versal excepcional desde el punto de vista de la historia, del arte, o
de la ciencia;
c) los lugares: obras dél hombre u obras conjuntas del hombre y la
naturaleza así como las zonas, incluidos los lugares arqueológicos que
tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista histórico,
estético, etnológico o antropológica.
' Articulo 2o. A los efectos de la presente convención se considerará
“patrimonio natural”:
a) los monumentos naturales constituidos por formaciones físicas y
biológicas o por grupos de esas formaciones que tengan un valor uni­
versal excepcional desde el punto de vista estético o científico;
b) las formaciones geológicas y fisiográficas y las, zonas estrictamen­
te delimitadas que constituyan el hábitat de especies animales y vege­
tales amenazadas, que tengan un valor universal excepcional desde el
punto de vista estético o científico;
c) los lugares naturales o las zonas naturales estrictamente delimi­
tadas, que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista
de la ciencia, de la conservación o de la belleza natural.
Articulo 3o. Incumbirá a cada Estado Parte en la presente conven­
ción identificar y delimitar los diversos bienes situados en su territorio
y mencionados en los artículos 1 y 2.
302 APÉNDICE H

II. Protección Nacional y Protección Internacional del Patrimonio


Cultural y Natural
Articulo 4o. Cada tino de los Estados Partes en la presente conven­
ción reconoce que la obligación de identificar, proteger, conservar, re­
habilitar y transmitir a las generaciones futuras el patrimonio cultural
y natural situado en su territorio, le incumbe primordialmente. Procu­
rará actuar con ese objeto por su propio esfuerzo y hasta el máximo
de los recursos de que disponga, y llegado el caso, mediante la asis­
tencia- y la cooperación internacionales de que se pueda beneficiar, sobre
todo en los aspectos financiero, artístico, científico y técnico.
Artículo 5o. Con objeto de garantizar una protección y una conser­
vación eficaces y reyalorizar lo más activamente posible el patrimonio
cultural y natural situado en su territorio y en las condiciones adecua­
das a cada país, cada uno de los Estados Partes en la presente con­
vención procurará dentro de lo posible:
a) adoptad una política general encaminada a atribuir al patrimo­
nio cultural y natural una función en la vida colectiva y a integrar la
protección de ese patrimonio en los programas de planificación general;
b) instituir en su territorio, si no existen, uno o varios servicios de
protección, conservación y revalorización del patrimonio cultural y na*
tural, dotados de un personal adecuado que disponga de medios que
le permitan llevar a cabo las tareas que le incumban;
c) desarrollar los estudios y la investigación científica y técnica Y
perfeccionar los métodos de intervención que permitan a un Estado
hacer frente a los peligros que amenacen a su patrimonio cultural y
natural;
d) adoptar las medidas jurídicas, científicas, técnicas, administra­
tivas y financieras adecuadas, para identificar, proteger, conservar, reva-
lorizar y rehabilitar ese patrimonio; y
e) facilitar la creación o el desenvolvimiento de centros nacionales
o regionales de formación en materia de protección, conservación y re­
valorización del patrimonio cultural y natural y estimular la investi­
gación científica en este campo.
Artículo 6o. 1. Respetando plenamente la soberanía de los Estados
en cuyos territorios se encuentre el patrimonio cultural y natural a que
se refieren los artículos 1 y 2 y sin perjuicio de los derechos reales
previstos por la legislación nacional sobre ese patrimonio, los Estados
Partes en la presente convención reconocen que constituye un patrimo­
nio universal en cuya protección la comunidad internacional entera tiene
el deber de cooperar.
APÉNDICE H 303
2. Los Estados Partes se obligan, en consecuencia y de conformidad
con lo dispuesto en la presente convención, a prestar su concurso para
identificar, proteger, conservar y revalorizar el patrimonio cultural y
natural de que trata el artículo 1 1 , párrafos 2 y 4, si lo pide el Estado
en cuyo territorio esté situado.
3. Cada uno de los Estados Partes en la presente convención se
obliga a no tomar deliberadamente ninguna medida que pueda causar
daño, directa o indirectamente, al patrimonio cultural y natural de
que tratan los artículos 1 y 2, situado en el territorio de otros Estados
Partes en esta convención.
Artículo 7o. Para los fines de la presente convención, se entenderá
por protección internacional del patrimonio mundial cultural y natural,
el establecimiento de un sistema de cooperación y asistencia internacio­
nal destinado a secundar a los Estados Partes en la convención, en ios
esfuerzos que desplieguen para conservar e identificar ese patrimonio.
III. Comité Intergubematnental de Protección del Patrimonio Mundial
Cultural y Natural
Artículo 8o. 1. Se crea en la Organización de las Naciones Unidas
para la Educación, la Ciencia y la Cultura un comité intergubemamen-
tal de protección del patrimonio cultural y natural de valor universal
excepcional, denominado “el Comité del Patrimonio Mundial”. Estará
compuesto de 15 Estados Partes en la convención, elegidos por los Es­
tados Partes en ella, constituidos en Asamblea General durante las
reuniones ordinarias de la Conferencia General de la Organización de
las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. El
número de Estados miembros del Comité se aumentará hasta 21, a
partir de la reunión ordinaria de la Conferencia General que siga a la
entrada en vigor de la presente convención en 40 o más Estados.
2. La elección de los miembros del Comité garantizará la represen­
tación equitativa de las diferentes regiones y culturas del mundo.
3. A las sesiones del Comité podrán asistir, con voz consultiva, un
representante del Centro Internacional de Estudios para la Conserva­
ción y Restauración de los Bienes Culturales (Centro de Roma), un
representante del Consejo Internacional de Monumentos y Lugares de
Interés Artístico e Histórico ( ic o m o s ) y un representante de la Unión
Internacional para la Conservación de la Naturaleza y sus Recursos
( u i c n ) , a los que se podrán añadir, a petición de los Estados Partes
reunidos en Asamblea General durante las reuniones ordinarias de la
Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para
la Educación, la Ciencia y la Cultura, representantes de otras organi­
zaciones intergubernamentales o no gubernamentales que tengan obje­
tivos similares.
304 APÉNDICE H
Artículo 9o. 1. . Los Estados Miembros del Comité del Patrimonio
Mundial ejercerán su mandato desde que termine la reunión ordinaria
de la Conferencia, General en la que hayan sido elegidos, hasta la clausu­
ra de la tercera reunión ordinaria siguiente.
2. Sin embargo, el mandato de un tercio de los miembros designados
en la primera elección expirará al fin de la primera reunión ordinaria
de la Conferencia General siguiente a aquella en que hayan sido ele­
gidos y el mandato de un segundo tercio de los miembros designados
al mismo tiempo, expirará al fin de la segunda reunión ordinaria de la
Conferencia General siguiente a aquella en que hayan sido elegidos.
Los nombres de esos miembros serán sorteados por el presidente de la
Conferencia General después de la primera elección.
3. Los Estados Miembros del Comité designarán, para que los re­
presenten en él, a personas calificadas en el campo del patrimonio
cultural o del patrimonio natural.
Artículo 10. 1. El Comité del Patrimonio Mundial aprobará su re­
glamento.
2. El Comité podrá en todo momento invitar a sus reuniones a or­
ganismos públicos o privados, así como a personas privadas, para con­
sultarles sobre cuestiones determinadas.
3. El Comité podrá crear los órganos consultivos que considere ne­
cesarios para ejecutar su labor.
Artículo 11. 1. Cada uno de los Estados Partes en la presente con­
vención presentará al Comité del Patrimonio Mundial, en la m ed id a
de lo posible, un inventario de los bienes del patrimonio cultural y na­
tural situados en su territorio y aptos para ser incluidos en la lista de
que trata el párrafo 2 de este artículo. Este inventario, que no se con­
siderará exhaustivo, habrá de contener documentación sobre el lugar
en que estén situados los bienes y sobre el interés que presenten.
2. A base de los inventarios presentados por los Estados según 1°
dispuesto en el párrafo 1 el Comité establecerá, llevará al día y Pu"
blicará con el titulo de “Lista del patrimonio mundial”, una lista de
los bienes del patrimonio cultural y del patrimonio natural, tal com o los
definen los artículos 1 y 2 de la presente convención, que considere que
poseen un valor universal excepcional siguiendo los criterios que haya
establecido. Una lista revisada y puesta al día se distribuirá al m enos
cada dos años,
3 . Será preciso el consentimiento del Estado interesado para inscri­
bir un bien en la lista del patrimonio mundial. La inscripción de un
bien situado en un territorio que sea objeto de reivindicación de sobe­
ranía o de jurisdicción por parte de varios Estados no prejuzgará n a d a
sobre los derechos de las partes en litigio.
4. El Comité estabíecerá, llevará al día y publicará, cada vez qu
las circunstancias lo exijan, con el nombre de “Lista del patrimonio
APÉNDICE H 305
mundial en peligro”, una lista de los bienes que figuren en la lista del
patrimonio mundial, cuya protección exija grandes trabajos de conser­
vación para los cuales se haya pedido ayuda en virtud de la presente
convención. Esta lista contendrá una estimación del costo de las opera­
ciones. Sólo podrán figurar en esa lista los bienes del patrimonio cul­
tural y natural que estén amenazados por peligros graves y precisos como
la amenaza de desaparición debida a un deterioro acelerado, proyectos de
grandes obras públicas o privadas, rápido desarrollo urbano y turístico,
destrucción debida a cambios de utilización o de propiedad de tierra,
alteraciones profundas debidas a una causa desconocida, abandono por
cualquier motivo, conflicto armado que haya estallado o amenace es­
tallar, catástrofes y cataclismos, incendios, terremotos, deslizamientos de
terreno, erupciones volcánicas, modificaciones del nivel de las aguas,
inundaciones y maremotos. El Comité podrá siempre, en caso de urgen­
cia, efectuar una nueva inscripción en la lista del patrimonio mundial en
peligro y darle una difusión inmediata.
5. El Comité definirá los criterios que servirán de base para la ins­
cripción de un bien del patrimonio cultural y natural en una u otra
de las listas de que tratan los párrafos 2 y 4 del presente artículo.
6. Antes de denegar una petición de inscripción en una de las dos
listas de que tratan los párrafos 2 y 4 del presente artículo, el Comité
consultará con el Estado Parte en cuyo territorio esté situado el bien
del patrimonio cultural o natural de que se trate.
7. El Comité, con el acuerdo de los Estados interesados, coordinará
y estimulará los estudios y las investigaciones necesarias para constituir
las listas a que se refieren los párrafos 2 y 4 del presente artículo.
Articulo 12. El hecho de que un patrimonio cultural y natural no se
haya inscrito en una u otra de las dos listas de que tratan los párrafos
2 y 4 del artículo 11, no significará en modo alguno que no tenga un
valor universal excepcional para fines distintos de los que resultan de
la inscripción en estas listas.
Artículo 13. 1. El Comité del Patrimonio Mundial recibirá y estu­
diará las peticiones de asistencia internacional formuladas por los Es­
tados Partes en la presente convención en lo que respecta a los bienes
del patrimonio cultural y natural situados en sus territorios, que figuran
0 son susceptibles de figurar en las listas de que tratan los párrafos 2 y 4
del artículo 11. Esas peticiones podrán tener por objeto la protección,
la conservación, la revalorización o la rehabilitación de dichos bienes.
2. Las peticiones de ayuda internacional, en aplicación del párrafo 1
del presente artículo, podrán tener también por objeto la identificación
de los bienes del patrimonio cultural o natural definidos en los artículos
1 y 2, cuando las investigaciones preliminares hayan demostrado que
merecen ser proseguidas.
306 APÉNDICE H
3. El Comité decidirá sobre esas peticiones, determinará, llegado el
caso, la índole y la importancia de su ayuda y autorizará la celebra­
ción en su nombre, de los acuerdos necesarios con el Gobierno interesado.
4. El Comité fijará el orden de prioridad de sus intervenciones.
Para ello tendrá en cuenta la importancia respectiva de los bienes que
se hayan de proteger para el patrimonio mundial cultural y natural, la
necesidad de asegurar una protección internacional a los bienes más
representativos de la naturaleza o del genio y la historia de los pueblos
del mundo, la urgencia de los trabajos que se hayan de emprender, la
importancia de los recursos de los Estados en cuyo territorio se en­
cuentren los bienes amenazados y en particular la medida en que po­
drán asegurar la salvaguardia de esos bienes por sus propios medios.
5. El Comité establecerá, pondrá al día y difundirá una lista de los
bienes para los que se haya prestado ayuda internacional.
6. El Comité decidirá sobre la utilización de los recursos del fondo
creado en virtud de lo dispuesto en el artículo 15 de la presente con­
vención. Buscará la manera de aumentar los recursos y tomará para ello
las disposiciones necesarias.
7. El Comité cooperará con las organizaciones internacionales y na­
cionales gubernamentales y no gubernamentales, cuyos objetivos sean
análogos a los de la presente convención. Para elaborar sus programas
y ejecutar sus proyectos, el Comité podrá recurrir a esas organizacio­
nes y, en particular, al Centro Internacional de Estudios de Conserva­
ción y Restauración de los Bienes Culturales (Centro de Roma), al
Consejo Internacional de Monumentos y de Lugares de Interés Artístico
e Histórico (icomos) o a la Unión Internacional para la Conservación
de la Naturaleza y sus Recursos ( uicn ), como también a organismos
públicos y privados, y a particulares.
8. El Comité tomará sus decisiones por mayoría de dos tercios de
os miembros presentes y votantes. Constituirá quorum la mayoría de los
miembros del Comité.
Articulo 14. 1 . El Comité del P atrim onio Mundial estará secundado
por una secretaria nombrada por el director general de la Organización
de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
2. El director general de la Organización de las Naciones Unidas
para la Educación, la Ciencia y la Cultura, utilizando lo más posible
los servicios del Centro Internacional de Estudios para la Conservación
y la Restauración de los Bienes Culturales (Centro de Roma), del Con­
sejo Internacional de Monumentos y de Lugares de Interés Artístico e
Histórico (icomos) y los de la Unión Internacional para la Conservación
de la Naturaleza y sus Recursos (uicn) dentro de sus competencias y de
sus atribuciones respectivas, preparará la documentación del Comité y
el orden del día de sus reuniones, y ejecutará sus decisiones.
APÉNDICE H 307

IV. Fondo para la Protección del Patrimonio MundialCultural y


Natural
Artículo 15. 1. Se crea un fondo para la protección del patrimonio
cultural y natural mundial de valor universal excepcional, denominado
“Fondo del Patrimonio Mundial”.
2. El fondo estará constituido como fondo fiduciario, de confor­
midad con las disposiciones pertinentes del reglamento financiero de la
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y
la Cultura.
3. Los recursos del fondo estarán constituidos por:
a) las contribuciones obligatorias y las contribuciones voluntarias de
los Estados Partes en la presente convención;
b) las aportaciones, donaciones o legados que puedan hacer: i) otros
Estados; ii) la Organización de las Naciones Unidas para la Educación,
la Ciencia y la Cultura, las demás organizaciones del sistema de las
Naciones Unidas, especialmente el Programa de las Naciones Unidas
para el Desarrollo y otras organizaciones intergubemamentales; iii) or­
ganismos públicos o privados o personas privadas;
c) todo interés producido por los recursos del fondo;
d) el producto de las colectas y las recaudaciones de las manifesta­
ciones organizadas en provecho del fondo; y
e) todos los demás recursos autorizados por el reglamento que ela­
borará el Comité del Patrimonio Mundial.
4. Las contribuciones al fondo y las demás formas de ayuda que se
presten al Comité sólo se podrán dedicar a los fines fijados por él.
El Comité podrá aceptar contribuciones que hayan de ser destinadas a
un determinado programa o a un proyecto específico, a condición de
que él haya decidido poner en práctica ese programa o ejecutar ese
proyecto. Las contribuciones que se hagan al fondo no han de estar
supeditadas a condiciones políticas.
Artículo 16. 1. Sin perjuicio de cualquier contribución voluntaria
complementaria, los Estados Partes en la presente convención se obligan
a ingresar normalmente, cada dos años, en el Fondo del Patrimonio
Mundial, contribuciones cuya cuantía en forma de un porcentaje único
aplicable a todos los Estados decidirá la Asamblea General de los
Estados Partes en la convención, reunida durante la celebración de la
Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para
la Educación, la Ciencia y la Cultura. Esa decisión de la Asamblea
General requerirá la mayoría de los Estados Partes presentes y votantes
que no hayan hecho la declaración que menciona el párrafo 2 del
presente artículo. La contribución obligatoria de los Estados Partes en
la convención no podrá exceder en ningún caso del 1 % de la con-
308 APÉNDICE H
tribución al presupuesto ordinario de la Organización de las Naciones
Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
2. No obstante, cualquiera de los Estados a que se refiere el artícu­
lo 31 o el artículo 32 de la presente convención podrá, es el momento
de depositar su instrumento de ratificación, de aceptación o de ad­
hesión, declarar que no se considera obligado por las disposiciones del
párrafo 1 del presente articulo.
3. Todo Estado Parte en la convención que haya formulado la de­
claración mencionada en el párrafo 2 del presente artículo, podrá reti­
rarla en cualquier momento, notificándolo al director general de la
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y
la Cultura. Sin embargo, el hecho de retirar la declaración no produ­
cirá efecto alguno respecto de la contribución obligatoria que adeude
dicho Estado hasta la fecha de la siguiente Asamblea General de los
Estados Partes en la convención.
4. Para que el comité esté en condiciones de prever sus operaciones
de manera eficaz, las contribuciones de los Estados Partes en la pre­
sente convención que hayan hecho la declaración de que trata el párra­
fo 2 del presente artículo habrán de ser entregadas de una manera
regular, cada dos años por lo menos, y no deberán ser inferiores a las
contribuciones que hubieran tenido que pagar si hubiesen estado obli­
gados por las disposiciones del párrafo 1 del presente articulo.
5. Todo Estado Parte en la convención que esté en retraso en el
pago de su contribución obligatoria o voluntaria en lo que respecta al
año en curso y al año civil inmediatamente anterior, no podrá ser
elegido miembro del Comité del Patrimonio Mundial, si bien esta dis­
posición no será aplicable en la primera elección. Si tal Estado es ya
miembro del Comité no será aplicable en la primera elección. Si tal
Estado es ya miembro del Comité, su mandato se extinguirá en d
momento en que se efectúen las elecciones previstas por el párrafo 1 del
articulo 8 de la presente convención.
Articulo 17. Los Estados Partes en la presente convención conside­
rarán o favorecerán la creación de fundaciones o de asociaciones nacio­
nales publicas y privadas que tengan por objeto estimular las liberali­
dades en favor de la protección del patrimonio cultural y natural
definido en los artículos 1 y 2 de la presente convención.
Articulo 18. Los Estados Partes en la presente convención prestaran
su concurso a las campañas internacionales de colecta de fondos que se
organicen en provecho del Fondo del Patrimonio Mundial bajo los aus­
picios de la Organización d e las Naciones Unidas para la E ducación , Ja
Ciencia y la Cultura, y facilitarán las colectas hechas con este propósito
por los organismos mencionados en el párrafo 3 del artículo 15.
APÉNDICE H 309

V. Condiciones y Modalidades de la Asistencia Internacional


Artículo 19. Todo Estado Parte en la presente convención podrá
pedir asistencia internacional en favor de los bienes del patrimonio
cultural o natural de valor universal excepcional situados en su terri­
torio. Unirá a su petición los elementos de información y los docu­
mentos previstos en el artículo 21 de que disponga que el comité necesite
para tomar su decisión.
Artículo 20. Sin perjuicio de las disposiciones del párrafo 2 del ar­
tículo 13, del apartado c) del artículo 22 y del artículo 23, la asistencia
internacional prevista por la presente convención sólo se podrá conceder
a los bienes del patrimonio cultural y natural que el Comité del Pa­
trimonio Mundial haya decidido o decida hacer figurar en una o en
las dos listas de que tratan los párrafos 2 y 4 del artículo 11.
Artículo 21. 1 . El Comité del Patrimonio Mundial determinará el
procedimiento de examen de las peticiones de asistencia internacional
que estará llamado a prestar e indicará los elementos que habrá de
contener la petición que describirá la operación que se proyecte, los
trabajos necesarios, una evaluación de su costo, su urgencia y las ra­
zones por las cuales los recursos del Estado peticionario no le permiten
hacer frente a la totalidad de los gastos. Siempre que sea posible, las
peticiones se apoyarán en un dictamen de expertos.
2- Por razón de los trabajos que se pueda tener que emprender sin
demora, el comité examinará con preferencia las peticiones que sé
presenten justificadas por calamidades naturales o por catástrofes. El
comité dispondrá para esos casos de un fondo de reserva.
3. Antes de tomar una decisión, el comité efectuará los estudios o
las consultas que estime necesarios.
Artículo 22. La asistencia del Comité del Patrimonio Mundial podrá
tomar las formas siguientes t a) estudios sobre los problemas artísticos,
científicos y técnicos que plantean la protección, la conservación, la
revalorización y la rehabilitación del patrimonio cultural y natural de­
finido en los párrafos 2 y 4 del artículo 11, de la presente convención;
b) servicios de expertos, de técnicos y de mano de obra calificada para
velar por la buena ejecución del proyecto aprobado; c) formación de
especialistas de todos los niveles en materia de identificación, protección,
conservación, revalorización y rehabilitación del patrimonio cultural y
natural; d) suministro de equipo que el Estado interesado no posea o
no pueda adquirir; e) préstamos a interés reducido, sin interés o rein­
tegrables a largo plazo; f) concesión en casos excepcionales y especial­
mente motivados, de subvenciones no reintegrables.
310 APÉNDICE H
Artículo 23. El Comité del Patrimonio Mundial podrá también pres­
tar asistencia internacional a centros nacionales o regionales de forma­
ción de especialistas de todos grados en materia de identificación,
protección, conservación, revalorización y rehabilitación del patrimonio
cultural y natural.
Artículo 24. Una asistencia internacional muy importante sólo se
podrá conceder después de un estudio científico, económico y técnico
detallado. Este estudio habrá de hacer uso de las técnicas más avan­
zadas de protección, de conservación, de revalorización y de rehabilita­
ción del patrimonio cultural y natural y habrá de corresponder a los
objetivos de la presente convención. Habrá de buscar también la ma­
nera de emplear racionalmente los recursos disponibles en el Estado
interesado.
Artículo 25. El financiamiento de los trabajos necesarios no incum­
birá, en principio, a la comunidad internacional más que parcialmente.
La participación del Estado que reciba la asistencia internacional habrá
de constituir una parte cuantiosa de su aportación a cada programa o
proyecto, salvo cuando sus recursos no se lo permitan.
Artículo 26. El Comité del Patrimonio Mundial y el Estado benefi­
ciario definirán en el acuerdo que concierten las condiciones en que
se llevará a cabo un programa o proyecto para el que se facilite asis­
tencia internacional con arreglo a las disposiciones de esta convención.
Incumbirá al Estado que reciba tal asistencia internacional seguir pro­
tegiendo, conservando y revalorizando los bienes así preservados, en
cumplimiento de las condiciones establecidas en el acuerdo.
VI. Programas Educativos
Artículo 27. 1 . Los' Estados Partes en la presente convención, por
todos los medios apropiados, y sobre todo mediante programas de edu­
cación y de información, harán todo lo posible por estimular en sus
pueblos el respeto y el aprecio del patrimonio cultural y natural de­
finido en los artículos 1 y 2 de la presente convención.
2. Se obligarán a informar ampliamente al público d e las am enazas
que pendan sobre ese patrimonio y de las actividades emprendidas en
aplicación de la presente convención.
Articulo 28. Los Estados Partes en la presente convención que reci­
ban en virtud de ella una asistencia internacional, tomarán las medi­
das necesarias para hacer que se conozca la importancia de los bie
nes que hayan sido objetos de asistencia y el papel que ésta haya
desempeñado.
APÉNDICE H 311
Artículo 29. Los Estados Partes en la presente convención indicarán
en los informes que presenten a la Conferencia General de la Organiza­
ción de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cul­
tura, en las fechas y en la forma que ésta determine, las disposiciones
legislativas y reglamentarias, y las demás medidas que hayan tomado
para aplicar la presente convención, así como la experiencia que hayan
adquirido en este campo.
2 . Esos informes se comunicarán al Comité del Patrimonio Mundial.
3. El Comité presentará un informe sobre sus trabajos en cada una
de las reuniones ordinarias de la Conferencia General de la Organiza­
ción de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

VII. Cláusulas Finales


Artículo 30. La presente convención está redactada en árabe, espa­
ñol, francés, inglés y ruso, siendo los cinco textos igualmente auténticos.
Artículo 31. 1 . La presente convención será sometida a la ratifica­
ción o a la aceptación de los Estados miembros de la Organización
de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, de
conformidad con sus respectivos procedimientos constitucionales.
2. Los instrumentos de ratificación o de aceptación serán depositados
en poder del director general de la Organización de las Naciones
Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
Articulo 32. 1 . La presente convención quedará abierta a la adhesión
de todos los Estados no miembros de la Organización de las Naciones
Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, invitados a adherir­
se a ella por la Conferencia General de la Organización.
2. La adhesión se efectuará depositando un instrumento de adhesión
en poder del director general de la Organización de las Naciones Uni­
das para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
Artículo 33. La presente convención entrará en vigor tres meses des­
pués de la fecha del depósito del vigésimo instrumento de ratificación,
de aceptación o de adhesión, pero sólo respecto de los Estados que
hayan depositado sus instrumentos respectivos de ratificación, de acep­
tación o de adhesión en esa fecha o anteriormente. Para los demás
Estados, entrará en vigor tres meses después de efectuado el depósito
de su instrumento de ratificación, de aceptación o de adhesión.
Artículo 34. A los Estados Partes en la presente convención que ten­
gan un sistema constitucional federal o no unitario les serán aplicables
las disposiciones siguientes:
312 APÉNDICE H
a) En lo que respecta a las disposiciones de esta convención cuya
aplicación entraña una acción legislativa del poder legislativo federal o
central, las obligaciones del gobierno federal o central serán las mismas
que las de los Estados Partes que no sean Estados federales.
b) En lo que respecta a las disposiciones de esta convención cuya
aplicación dependa de la acción legislativa de cada uno de los estados,
países, provincias o cantones constituyentes, que en virtud del sistema
constitucional de la federación, no estén facultados para tomar medidas
legislativas, el gobierno federal comunicará esas disposiciones, con su
dictamen favorable, a las autoridades competentes de los estados, países,
provincias o cantones.
Articulo 35. 1. Cada uno de los Estados Partes en la presente con­
vención tendrá la facultad de denunciarla.
2. La denuncia se notificará por medio de un instrumento escrito,
que se depositará en poder del director general de la Organización de
las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y Ja Cultura.
3. La denuncia surtirá efecto doce meses después de la recepción
del instrumento de denuncia. No modificará en nada las obligaciones
financieras que haya de asumir el Estado denunciante hasta Ja fecha en
que la retirada sea efectiva.
Artículo 36. El director general de la Organización de N aciones
la s

Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura informará a los


Estados miembros de la Organización, a los Estados no m iem bros •a
que se refiere el artículo 32, así como a las Naciones Unidas, del de­
pósito de todos los instrumentos de ratificación, de aceptación o de
adhesión mencionados en los artículos 31 y 32, y de las. dénuncws
previstas en el artículo 35.
Artículo 37. 1. La Conferencia General de la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, podrá re'
visar la presente convención. Pero esta revisión sólo obligará a 1°
Estados que lleguen a ser partes en la convención revisada.
2. En el caso de que la Conferencia General apruebe una nuev
convención, que constituya úna revisión total o parcial de la presente,
y a menos que la nueva convención disponga otra cosa, la presente c°
vención dejará de estar abierta a la ratificación, a la aceptación o a
adhesión, a partir de la fecha de entrada en vigor de la nueva c°
vención revisada.
Artículo 38. En virtud de lo dispuesto en el artículo 102 de la
de las Naciones Unidas, la presente convención se registrará en la
cretaría de las Naciones Unidas a petición del director general ® ^
Organización de Jas Naciones Unidas para la Educación, la w
y la Cultura.
APÉNDICE H 313

Hecho en París, en este día veintitrés de noviembre de 1972, en dos


ejemplares auténticos que llevan la firma del presidente de la Confe­
rencia General, en la 17a. reunión, y del director general de la Orga­
nización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura, que se depositarán en los archivos de la Organización de
las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura y
cuyas copias autentificadas se entregarán a todos los Estados a que se
refieren los artículos 31 y 32, así como a las Naciones Unidas.

2. L e y F e d e r a l s o b r e M o n u m e n t o s y Z o n a s
A r q u e o l ó g ic o s , A r t ís t ic o s e H is t ó r ic o s

Al margen un sello con el escudo nacional, que dice: Estados Unidos


Mexicanos.—Presidencia de la República.
Luis Echeverría Álvarez, Presidente Constitucional de los Estados Uni­
dos Mexicanos, a sus habitantes, sabed:
Que el H. Congreso de la Unión se ha servido dirigirme el siguiente
Decreto:
El Congreso de los Estados Unidos Mexicanos, decreta:
Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e
Históricos.

Capítulo I. Disposiciones generales


Artículo 1. El objeto de esta ley es de interés social y nacional y
sus disposiciones de orden público.
Artículo 2. Es de utilidad pública la investigación, protección, con­
servación, restauración y recuperación de los monumentos arqueológi­
cos, artísticos e históricos y de las zonas de monumentos.
La Secretaría de Educación Pública, el Instituto Nacional de Antro­
pología e Historia, el Instituto Nacional de Bellas Artes y los demás
institutos culturales del país, en coordinación con las autoridades esta­
tales, municipales y los particulares, realizarán campañas permanentes
para fomentar el conocimiento y respeto a los monumentos arqueológi­
cos, históricos y artísticos.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia y el Instituto Na­
cional de Bellas Artes y Literatura, de acuerdo con lo que establezca
el reglamento de esta ley, organizarán o autorizarán asociaciones civi­
314 APÉNDICE H
les, juntas vecinales y uniones de campesinos como órganos auxiliares
para impedir el saqueo arqueológico y preservar el patrimonio cultural
de la nación. Además se establecerán museos regionales.
Articulo 3. La aplicación de esta ley corresponde a: I. El Presi­
dente de la República,* II. El secretario de Educación Pública; III. El
secretario del Patrimonio Nacional; IV. El Instituto Nacional de An­
tropología e Historia; V. El Instituto Nacional de Bellas Artes y Lite­
ratura, y VI. Las demás autoridades y dependencias federales, en los
casos de su competencia.
Artículo 4. Las autoridades de los estados, territorios y m unicipios
tendrán, en la aplicación de esta ley, la intervención que la misma y
su reglamento señalen.
Artículo 5. Sonmonumentos arqueológicos, artísticos, históricos y
zonas de monumentos los determinados expresamente en esta ley y los
que sean declarados como tales, de oficio o a petición de parte.
El Presidente de la República, o en su caso el secretario de Edu­
cación Pública, expedirá o revocará la declaratoria correspondiente que
será publicada en el Diario Oficial de la Federación.
Artículo 6. Los propietarios de bienes inmuebles declarados monu­
mentos históricos o artísticos, deberán conservarlos y, en su caso, restau­
rarlos en los términos del artículo siguiente, previa autorización del
instituto correspondiente.
Los propietarios de bienes inmuebles colindantes a un monumento
que pretendan realizar obras de excavación, cimentación, demolición o
construcción, que puedan afectar las características de los m onum entos
históricos o artísticos, deberán obtener el permiso del instituto corres­
pondiente, que se expedirá una vez satisfechos los requisitos que se
exijan en el reglamento.
Artículo 7. Las autoridades de los estados, territorios y municipios,
cuando decidan restaurar y conservar los monumentos arqueológicos e
históricos, lo harán siempre previo permiso y bajo la dirección del Ins­
tituto Nacional de Antropología e Historia.
Asimismo, dichas autoridades, cuando resuelvan construir o acondi­
cionar edificios para que el Instituto Nacional de Antropología e His­
toria exhiba los monumentos arqueológicos e históricos de esa regiónf
podrán solicitarle el permiso correspondiente, siendo requisito el <lue
estas construcciones tengan las seguridades y ios dispositivos de control
que fija el reglamento.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia podrá recibir apor­
taciones de las autoridades mencionadas, así como de particulares par3
los fines que señala este artículo.
APÉNDICE H 315
Artículo 8. Las autoridades de los estados, territorios y municipios
podrán colaborar con el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura
para la conservación y exhibición de los monumentos artísticos en los
términos que fije dicho instituto.
Artículo 9. El instituto competente proporcionará asesoría profesio­
nal en la conservación y restauración de los bienes inmuebles declara­
dos monumentos.
Artículo 10. El instituto competente procederá a efectuar las obras
de conservación y restauración de un bien inmueble declarado monu­
mento histórico o artístico, cuando el propietario, habiendo sido reque­
rido para ello, no la realice. La Tesorería de la Federación hará efec­
tivo el importe de las obras.
Artículo 11. Los propietarios de bienes inmuebles declarados monu­
mentos históricos o artísticos que los mantengan conservados y en su
caso los restauren, en los términos de esta ley, podrán solicitar la exen­
ción de impuestos prediales correspondientes, en la jurisdicción del
Distrito y Territorios Federales, con base en el dictamen técnico que
expida el instituto competente, de conformidad con el reglamento.
Los institutos promoverán ante los gobiernos de los estados la con­
veniencia de que se exima del impuesto predial a los bienes inmuebles
declarados monumentos, que no se exploten con fines de lucro.
Artículo 12. Las obras de restauración y conservación en bienes
inmuebles declarados monumentos, que se ejecuten sin la autorización
o permiso correspondiente, o que violen los otorgados, serán suspen­
didas por disposición del instituto competente, y en su caso se pro­
cederá a su demolición por el interesado o por el instituto, así como
a su restauración o reconstrucción.
La autoridad municipal respectiva podrá actuar en casos urgentes en
auxilio del instituto correspondiente, para ordenar la suspensión pro­
visional de las obras.
Lo anterior será aplicable a las obras a que se refiere el párrafo
segundo del artículo 6.
Las obras de demolición, restauración o reconstrucción del bien,
serán por cuenta del interesado. En su caso se procederá en los tér­
minos del artículo 10 .
En estos casos, serán solidariamente responsables con el propietario,
el que haya ordenado la obra y el que dirija su ejecución.
Artículo 13. Los propietarios de bienes muebles declarados monu­
mentos históricos o artísticos deberán conservarlos, y en su caso restau­
rarlos, siendo aplicable en lo conducente lo dispuesto en los artículos
6, 7, 8, 9, 10, 11 y 12 de esta ley.
316 APÉNDICE H
Articulo 14. El destino o cambio de destino de inmuebles de pro­
piedad federal declarados monumentos arqueológicos, históricos o artís­
ticos, deherá hacerse por decreto que expedirá el Ejecutivo Federal, por
conducto de la Secretaría del Patrimonio Nacional, la que atenderá
el dictamen de la Secretaría de Educación Pública.
Artículo 15. Los comerciantes en monumentos y en bienes históricos
o artísticos, para los efectos de esta ley, deberán registrarse en el ins­
tituto competente, llenando los requisitos que marca el reglamento res­
pectivo.
Articulo 16. Los monumentos históricos o artísticos de propiedad
particular podrán ser exportados temporal o definitivamente, mediante
permiso del instituto competente, en los términos del reglamento de
esta ley.
Se prohíbe la exportación de monumentos arqueológicos, salvo canjes
o donativos a gobiernos o institutos científicos extranjeros, por acuerdo
del Presidente de la República.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia promoverá la re­
cuperación de los monumentos arqueológicos de especial valor para la
nación mexicana, que se encuentran en el extranjero.
Articulo 17. Para la reproducción de monumentos arqueológicos, his­
tóricos o artísticos, con fines comerciales, se requerirá permiso del ins­
tituto competente, y en su caso se atenderá a lo dispuesto en la Ley
Federal de Derechos de Autor. Se exceptúa la producción artesanal en
lo que se estará a lo dispuesto por la ley de la materia, y en su defecto,
por el reglamento de esta ley.
'Articulo 18. Los registros, concesiones, autorizaciones, permisos, dic­
támenes periciales, asesorías y demás servicios que proporcionen los
institutos en los términos de esta ley y su reglamento, causarán los de­
rechos correspondientes.
El gobierno federal, los organismos descentralizados y el Departa­
mento del Distrito Federal, cuando realicen obras, estarán obligados,
con cargo a las mismas, a utilizar los servicios de antropólogos titu­
lados, que asesoren y dirijan los rescates de arqueología bajo la d i r e c c i ó n
del Instituto Nacional de Antropología e Historia y asimismo entreguen
las piezas y estudios correspondientes a este Instituto.
• Los productos que se recauden por los conceptos anteriores y otros
análogos, formarán parte de los fondos propios de los institutos respec­
tivos. La Secretaría de Hacienda y Crédito Público cuidará que dichos
institutos tengan oportunamente las asignaciones presupuéstales sufi­
cientes para el debido cumplimiento de sus funciones y responsabilidades.
APÉNDICE H 317
Artículo 19. A falta de disposición expresa en esta ley, se apli­
carán supletoriamente: I. Los tratados internacionales y las leyes fede­
rales, y II. Los códigos civil y penal vigentes para el distrito y terri­
torios federales en materia común y para toda la república en materia
federal.
Artículo 20. Para vigilar el cumplimiento de esta ley, la Secretaría
del Patrimonio Nacional y los institutos competentes, podrán efectuar
visitas de inspección, en los términos del reglamento respectivo.

Capítulo II. Del Registro


Artículo 21. Se crea el Registro Público de Monumentos y Zonas
Arqueológicos e Históricos, dependiente del Instituto Nacional de An­
tropología e Historia, y el Registro Público de Monumentos y Zonas
Artísticas, dependiente del Instituto Nacional de Bellas Artes y Litera-
tura, para la inscripción de monumentos arqueológicos, históricos o
artísticos y las declaraciones de zonas respectivas.
Artículo 22. Los institutos respectivos harán el registro de los mo­
numentos pertenecientes a la Federación, estados y municipios y los or­
ganismos descentralizados, empresas de participación estatal y las per­
sonas físicas o morales privadas, deberán inscribir ante el registro que
corresponda, los monumentos de su propiedad.
La declaratoria de que un bien inmueble es monumento, deberá ins­
cribirse además en el Registro Público de la Propiedad de su juris­
dicción.
Artículo 23. La inscripción en los registros se hará de oficio o a
petición de la parte interesada. Para proceder a la inscripción de oficio,
deberá previamente notificarse en forma personal al interesado. Ln
caso de ignorarse su nombre o domicilio, surtirá efectos de notificación
personal la publicación de ésta en el Diario Oficial de la Federación.
El interesado podrá oponerse y ofrecer pruebas en el termino de
quince días, contados a partir de la fecha de notificación. El instituto
correspondiente recibirá las pruebas y resolverá, dentro de los treinta
días siguientes a la oposición.
Artículo 24. La inscripción no determina la autenticidad del bien
registrado. La certificación de autenticidad se expedirá a través del
procedimiento que establezca el reglamento respectivo.
Articulo 25. Los actos traslativos de dominio sobre bienes inmue­
bles declarados monumentos históricos o artísticos deberán constar en
escritura pública. Quien transmita el dominio, deberá manifestar, bajo
318 APÉNDICE H
protesta de decir verdad, si el bien materia de la operación es mo­
numento.
Los notarios públicos mencionarán la declaratoria de monumentos si
la hubiere y darán aviso al instituto competente de la operación cele­
brada en un plazo de treinta días.
Artículo 26. Las partes que intervengan en actos traslativos de do­
minio de bienes muebles declarados monumentos históricos o artísticos,
deberán dar aviso de su celebración, dentro de los treinta días siguien­
tes, al instituto que corresponda.

Capitulo III. De los Monumentos Arqueológicos, Artísticos e


Históricos
Artículo 27. Son propiedad de la nación, inalienables e imprescrip­
tibles, los monumentos arqueológicos muebles e inmuebles.
Artículo 28. Son monumentos arqueológicos los bienes muebles e in­
muebles, producto de culturas anteriores al establecimiento de la hispá­
nica en el territorio nacional, así como los restos humanos, de la fl°‘
ra y de la fauna, relacionados con esas culturas.
Artículo 29. Los monumentos arqueológicos muebles no podrán ser
transportados, exhibidos o reproducidos sin permiso del instituto com­
petente. El que encuentre bienes arqueológicos deberá dar aviso a Ia
autoridad civil más cercana. La autoridad correspondiente expedirá
la constancia oficial del aviso, o entrega en su caso, y deberá infor­
mar al Instituto Nacional de Antropología e Historia, dentro de las 24
horas siguientes, para que éste determine lo que corresponda.
Articulo 30. Toda clase de trabajos materiales para descubrir o ex"
plorar monumentos arqueológicos, únicamente serán realizados por el
Instituto Nacional de Antropología e Historia o por instituciones cien­
tíficas o de reconocida solvencia moral, previa autorización.
Artículo 31. En las autorizaciones a que se refiere el artículo ante­
rior, el Instituto Nacional de Antropología e Historia señalará los tér­
minos y condiciones a que deban sujetarse los trabajos, así como laS
obligaciones de quienes los realicen.
Artículo 32. El Instituto Nacional de Antropología e Historia sus­
penderá los trabajos que se ejecuten en monumentos arqueológicos sin
autorización, que violen la concedida o en los que haya sustracci _
de materiales arqueológicos. En su caso, procederá a la ocupación
APÉNDICE H 319
lugar, a la revocación de la autorización y a la aplicación de las san­
ciones correspondientes.
Artículo 33. Son monumentos artísticos, las obras que revisten valor
estético relevante.
Salvo el muralismo mexicano, las obras de artistas vivos no podrán
declararse monumentos.
La obra mural relevante será conservada y restaurada por el Estado.
Artículo 34. Para los efectos del artículo 5 de esta ley, se creará
la Comisión Nacional de Zonas y Monumentos Artísticos, que tendxá
por objeto proponer al Presidente de la República la declaratoria de
zonas y monumentos de la obra de un artista mexicano fallecido, y
llevar el registro de las obras artísticas muebles a partir de su primera
exhibición en el país, de conformidad con las disposiciones del regla­
mento que organice sus funciones, sin perjuicio de lo dispuesto en la
Ley Federal sobre el Derecho de Autor.
La Comisión estará integrada por el director del Instituto Nacional
de Bellas Artes y Literatura, quien la presidirá, y por críticos, artistas
y exhibidores de obras de arte, así como por los organismos y asocia­
ciones relacionadas con estas actividades que su reglamento determine.
Artículo 35. Son monumentos históricos los bienes vinculados con la
historia de la nación, a partir del establecimiento de la cultura his­
pánica en el país, en los términos de la declaratoria respectiva o por
determinación de la ley.
Artículo 36. Por determinación de esta ley son monumentos his­
tóricos:
I. Los inmuebles construidos en los siglos xvi al xix, destinados a
templos y sus anexos; arzobispados, obispados y casas cúrales; semina­
rios, conventos o cualesquiera otros dedicados a la administración, di­
vulgación, enseñanza o práctica de un culto religioso; asi como a la
educación y a la enseñanza, a fines asistenciales o benéficos; al servicio
y ornato públicos y al uso de las autoridades civiles y militares. Los
muebles que se encuentren o se hayan encontrado en dichos inmuebles
y las obras civiles relevantes de carácter privado realizadas de los siglos
xvi al xix inclusive.
II. Los documentos y expedientes que pertenezcan o hayan perte­
necido a las oficinas y archivos de la Federación, de los estados o de
los municipios y de las casas curiales.
III. Los documentos originales manuscritos relacionados con la his­
toria de México y los libros, folletos y otros impresos en México o en
el extranjero, durante los siglos xvi al xix que por su rareza e impor­
tancia para la historia mexicana, merezcan ser conservados en el país.
320 APÉNDICE H
IV. Las colecciones científicas y técnicas podrán elevarse a esta
categoría, mediante la declaratoria correspondiente.

Capítulo IV. De las Zonas de Monumentos


Artículo 37. El Presidente de la República, mediante decreto, hará
la declaratoria de zona de monumentos arqueológicos, artísticos o his­
tóricos, en los términos de esta ley y su reglamento.
Las declaratorias deberán inscribirse en el registro correspondiente a
que se refiere el artículo 21 y publicarse en el Diario Oficial de Ia
federación.
Articulo 38. Las zonas de monumentos estarán sujetas a la jurisdic­
ción de los poderes federales en los términos prescritos por esta ley Y
su reglamento.
Artículo 39. Zona de monumentos arqueológicos es el área que com
prende varios monumentos arqueológicos inmuebles, o en que se prC
suma su existencia.
Artículo 40. Zona de monumentos artísticos es el área que com­
prende varios monumentos artísticos asociados entre sí con espacios abier
tos o elementos topográficos, cuyo conjunto revista valor estético en
forma relevante.
Articulo 41. Zona de monumentos históricos, es el área que com­
prenda^ vanos monumentos históricos relacionados con un suceso nadf
paradpdT “ encuentre ™ cu,ada » hechos pretéritos de relevancia
r i o f r i f - ,„,1 de monum«ntos y en el interior y extf-
vehículos exnpnHIr! ,anunc\°> carteles; las cocheras, sitios *
ficos v t l X ? ” lma 0 '“Meantes; los postes e hilos telegri'
rstala ^ r ^ K T 3110'''5 y conductores de energía o léela
c u X a u i^ ,™ alumbrad0.s; así como los kioscos, templetes, puestos 0
Z tn T ll f ■construccloncs permanentes o provisionales, se s»Je'
a las P0s,ci°ncs que al respecto fije esta ley y su reglamento.
Articulo 43. En las zonas de monumentos, los institutos competentes
autorizaran previamente la realización de obras, aplicando en lo
ducente las disposiciones del capítulo I.
APÉNDICE H 321

Capitulo V. De la Competencia
Artículo 44. El Instituto Nacional de Antropología e Historia es
competente en materia de monumentos y zonas de monumentos arqueo­
lógicos e históricos.
Artículo 45. El Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura es
competente en materia de monumentos y zonas de monumentos ar­
tísticos.
Artículo 46. En caso de duda sobre la competencia de los institutos
para conocer un asunto determinado, el secretario de Educación Pú­
blica resolverá a cuál corresponde el despacho del mismo.
Para los efectos de competencia, el carácter arqueológico de un,bien
tiene prioridad sobre el carácter artístico.

Capítulo VI. De las Sanciones


Artículo 47. Al que realice trabajos materiales de exploración ar­
queológica, por excavación, remoción o por cualquier otro medio, en
monumentos arqueológicos inmuebles, o en zonas de monumentos ar­
queológicos sin la autorización del Instituto Nacional de Antropología
e Historia, se le impondrá prisión de uno a diez años y multa de tres
mil a quince mil pesos.
Artículo 48. Si los delitos previstos en esta ley, los cometen fun­
cionarios encargados de la- aplicación de la misma, las sanciones rela­
tivas se les aplicarán independientemente de las que les correspondan
conforme a la Ley de Responsabilidades de Funcionarios y Empleados
Públicos.
Artículo 49. Al que efectúe cualquier acto traslativo de dominio de
un monumento arqueológico mueble o comercie con él y al que lo
transporte, exhiba o reproduzca sin el permiso y la inscripción corres­
pondiente, se le impondrá prisión de uno a diez años y multa de mil
a quince mil pesos.
Artículo 50. Al que ilegalmente tenga en su poder un monumento
arqueológico o un monumento histórico mueble y que éste se haya
encontrado en o que proceda de un inmueble a los que se refiere la
fracción I del artículo 36, se le impondrá prisión de uno a seis años
y multa de cien a cincuenta mil pesos.
322 APÉNDICE H
Artículo 51. Al que se apodere de un monumento mueble arqueoló­
gico, histórico o artístico sin consentimiento de quien puede disponer de
él con arreglo a la ley, se le impondrá prisión de dos a diez años y
multa de tres mil a quince mil pesos.
Artículo 52. Al que por medio de incendio, inundación o explosión
dañe o destruya un monumento arqueológico, artístico, o histórico, se
le impondrá prisión de dos a diez años y multa hasta por el valor del
daño causado.
Al que por cualquier otro medio dañe o destruya un monumento
arqueológico, artístico o histórico, se le impondrá prisión de uno a diez
años y multa por el valor del daño causado.
Artículo 53. Al que por cualquier medio pretenda sacar o saque del
país un monumento arqueológico, artístico o histórico, sin permiso
del instituto competente, se le impondrá prisión de dos a doce años y
multa de cien a cincuenta mil pesos.
Artículo 54. A los reincidentes en los delitos tipificados en esta ley,
se les aumentará la sanción desde dos tercios hasta otro tanto de la
duración de la pena. La sanción para quienes resulten delincuentes habi­
tuales se aumentará de uno a dos tantos de la que corresponda al de­
lito mayor.
Para resolver sobre reincidencia y habitualidad se estará a los prin­
cipios del Código Penal para el distrito y territorios federales aplicable
en toda la república en materia federal.
Los traficantes de monumentos arqueológicos serán considerados de­
lincuentes habituales para los efectos de esta ley.
La graduación de las sanciones a que esta ley se refiere se hará
tomando en cuenta la educación, las costumbres y la conducta del suje­
to, sus condiciones económicas y los motivos y circunstancias que 1°
impulsaron a delinquir.
Articulo 55. Cualquier infracción a esta ley o a su reglamento, que
no esté prevista en este capítulo, será sancionada por los institutos com­
petentes, con multa de cien a cincuenta mil pesos, la que podrá ser
impugnada mediante el recurso de reconsideración en los términos del
reglamento de esta ley.

Transitorios
Artículo Primero. Esta ley entrará en vigor a los treinta días de su
publicación en el Diario Oficial de la federación.
APÉNDICE H 323
Articulo Segundo. Se abroga la Ley Federal del Patrimonio Cultu­
ral de la Nación de 23 de diciembre de 1968, publicada en el Diario
Oficial de la Federación del 16 de diciembre de 1970 y se derogan
todas las disposiciones que se opongan a la presente ley.
Articulo Tercero. Las declaraciones de monumentos que hayan sido
expedidas al amparo de leyes anteriores, así como sus inscripciones,
subsisten en sus términos.
Articulo Cuarto. Se respetan los derechos adquiridos conforme a las
leyes anteriores, debiendo los titulares cumplir con las obligaciones que
las mismas les imponen.
México, D. F., a 28 de abril de 1972.—Renato Vega Alvarado, D.P.
—Vicente Fuentes Díaz, S.P.—Raymundo Flores Bemal, D.S.—Vicente
Juárez Carro, S.S.—Rúbricas.
En cumplimiento de lo dispuesto por la fracción I del Artículo 89 de
la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y para su
debida publicación y observancia, expido el presente decreto en la resi­
dencia del Poder Ejecutivo Federal, en la ciudad de México, Distrito
Federal, a los veintiocho días del mes de abril de mil novecientos
setenta y dos.—Luis Echeverría Álvarez.—Rúbrica.—El secretario de
Educación Pública, Víctor Bravo Ahúja.—Rúbrica.—El secretario del
Patrimonio Nacional, Horacio Flores de la Peña.—Rúbrica.—El secre­
tario de Gobernación, Mario Moya Palencia.—Rúbrica.—El secretario
de Hacienda y Crédito Público, Hugo B. Margáin.—Rúbrica.—El secre­
tario de Relaciones Exteriores, Emilio O. Rabasa.—Rúbrica.—El jefe
del Departamento del Distrito Federal, Octavio Sentíes Gómez.—Rú­
brica.
(Publicado en el Diario Oficial del 6 de mayo de 1972.)
B IB L IO G R A F ÍA

(N ota d e l autor : Como esta es la primera bibliografía de cierto alcance


sobre el tema, he tratado de que sea lo más amplia posible. Los asteriscos
indican material de interés especial. Sólo se emplea una abreviatura: NYT
por New York Times).

Adam, Nicolás, “The Treasure They Buried Ágain”, The Observer [Lon­
dres], 12 de noviembre de 1972.
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los mármoles de Elgin 86n
Agnew, Geoffrey, 23 Arte africano, 30, 39, 150n
Akurgal Ekrem, 184 Arte bizantino (incluyendo el hallaz­
Alamilla, George, 48n go de Kumluca), 37, 71-74
Alba, Víctor: Los Mexicanos, 186 Arte precolombino, 35-36, 54-55;
Alfa, George (seudónimo de un tra­ véase también, Harvard Univer-
ficante), 32-33, 36, 54-55 sity, museos
Alsop, Joseph, 138, 172, 188 Arte y sitios etruscos: 17, 103-104;
American Association of Museums, copias y falsificaciones, 119, 120,
86n, 114n 121, 122, 123, 124, 125; saquea­
American Journal of Archaeological: do por los tombaroli, 94, 95, 103,
articulo de Bass, 85 104n, 120, 139, 140, 141, 142
American Museum of Natural His- Arte y sitios mayas, 41, 43, 45, 48n,
tory, 123 51, 52, 53, 54, 159, 160, 161, 210
Asher, Frederick, 147, 147n
American Numismatic Society: las Assisi (Italia),
monedas del Museo Metropolita­ Association forfrescos de Giotto, 93
no, lOln, 104-105 Field Archaeology,
104, 104n
American Society of International Ayuthia (Tailandia), 205
Law, Grupo del Movimiento In­
ternacional de Tesoros de Arte, Bamian (Afganistán), budas gigan­
170-171
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Angkor Wat (Camboya), 208 Bangla Desh, 25
Antalya Museum (Turquía), 71 Banteay Srei (Camboya), 148-149
Antiquiti: artículo de Bass, 85; ar­ Bass, George F., 84-85, 85n
tículo de Vermeule, 87 Bator, Paul, 170*171
Apamea (Siria), 195n Bazin, Germain: The Museum Age,
64, 64n
Archaeological Institute of America, Beazley, sir John, 99
86n; reunión anual (1972), 103- Behrman, S.N.: el perfil Duveen,
106
132
Archaeological Museum (Estambul) Beker-Donner,
Museo Arqueológico de Estambul, Berenson, Bernard, Etta, 39
73 132, 132n
Archaeological Museum (Heraklion, Berlín, el pintor de, 103, 104n
Creta), 139 Berman, Eugene, 191, 192
Archaeometry, 121 Bemal, Ignacio, 40, 41, 41 n
Arqueología submarina, 166, 167 Bemert, Philippe, 140n
arqueólogos, 52, 54, 81, 83-84 Beta, Henry (seudónimo de un tra­
Arroyo Pesquero (México), sitio ol- ficante), 38, 40-41, 41n
meca, 152-154 Blinken, Donald M., 128
Art Dealers Association: ventas cen­ Bliss, colección; véase Dumbarton
surables del Museo Metropolita­ Oaks
no, 66 Bliss, Robert Woods, 36-37, 72-73
345
346 INDICE DE NOMBRES
Bliss, señora de Robert Woods, 36- carbono 14, fechados por medio de,
37 72-73 50
Blümel, Cari, 123 Carlsberg Glyptotek, New (Copen­
Bonampák (México), 206 hague), 100
Bonaparte, Luciano, 102 Carritt, David, 165
Bonaparte, princesa Marie, 190 Cartago, 29, 125
Borobudur (Indonesia), 130, 205 Castelfranco Véneto (Italia), cate­
Borowski, Elie, 138 dral de, 93
Bossi, Ferruccio Ildebrando, 113-114 Castelvetrano (Italia), el efebo de
Boston Museum; véase Museo de Selinunte, 111, 157-158
Bellas Artes (Boston) Catal Hüyük (Turquía), 82, 207
Boston, iSunday Globe, 77 Catherwood, Frederick, 48
Bothmer, Dietrich von, 98-103, 103n, Center for Inter-American Relations
105-106, 106n, 107; Archaeologi- N.Y.), el arte de la escritura je­
cal Institute of America, reunio­ roglífica maya, 44-46
nes del, 102-106; la crátera de Central Institute of Restoration (Ro­
Eufronio, 97, 100, 102, 104, 109- ma), 96-97
112, 196-198; falsificaciones; 121- Cervantes, Marianne, 154
122 ; controversias sobre el caballo Cerveteri (Italia), sitio etrusco, 94-
griego, 12 1 -122 ; el tesoro lidio, 95, 104n
79; sobre la política de nuevas Cesnola, general Luigi Palma de,
adquisiciones del Museo Metropo­ 59, 79-80, 162; biografiado por
litano, 106-107; sobre el robo de McFadden, 81; la colección Ces­
arte, 110, 131-133 nola, 64, 80-81
Brenner, Edgar H., 44-45 Cezanne, Paul: Pommes et Biscuits,
Brimo, René, 190 21
Brooklyn, Museo de, 139 Clay, Landon T., 74
Brown Fell, Johnnie, 47 Cleveland, Museo de, 100
Brown, Harry K., 48n Cnidos (Turquía), 81-82
Brown, Lewis S., 123 Coe, Michael D., 50-52
Bruhns, Karen Olsen, 145-146 Coe, señora de Michael D. (Sophie
Bryant, William Culcn, 61 Dobzhansky), 51
Buchwald, Art, 104n Coe, William R., 51-53
Bury St. Edmund, Cruz de, 68, 168 Coggins,
Byron, George Gordon, lord, 174, Cognacq, señora Clemencia, 52-54
colección de Gabriel, 21
187; sobre lord Elgin y los már­ coleccionistas, 21-22, 51, 136-138,
moles de Elgin, 174-177, 177n, 163, 189-194; personal diplomá­
178-183 tico y gobernadores, 70, 140n,
162-163; japoneses, 126, 172-173;
Cahn, Herbert A., 135 leyes fiscales estadunidenses, 56-
Calakmul (México), sitio maya, 34- 57, 67; véase también mercados
38 del arte; colecciones específicas e
California, sitios indios, 198-200, individuales
203-204 Coliseo, 93, 97
Camboya, deterioro y saqueo del College Art Association, 66
arte en, 25, 149-152, 207-209 Collins, Lowell, 43
Canaday, John, 108; sobre la crá­ Collyer, hermanos, 190-191
tera de Eufronio, 109; sobre las Colombia, saqueo del arte en, 145,
ventas del Museo Metropolitano, 146
64-66, 68, 108 Condivi, Ascanio, 118, 118n
Caravaggio: La Natividad, 24 Conklin, William T., 128n, 170
ÍNDICE DE NOMBRES 347
Connor, Patricia: The Dorak Affair, Duveen, sir Joseph, 59; el perfil de
82, 83n Duveen por S.N. Behrman, 132
Consejo Internacional de Museos, Dyson, Robert H., 85-86
127, 188; sobre la destrucción de
sitios en Mali, 150n; reunión para Easby, Dudley T. Jr., 39, 40
el estudio de las éticas de adqui­ Easby, señora de Dudley T. Jr., 39-
sición, 106, 107 40
Coolidge, John, 67 Eckman, Fem Marja, 78
Cooney, John D., 100, 131 Ecole Frangaise de Extreme Orient
Coremans, Paul, 204-205, 207 (EFEO), 149
Corpus Christi (Texas), Museo de, Egipto: apoyos para salvar sitios
58 arqueológicos, 125, 194; leyes so­
Correggio: La Sagrada Familia, 24 bre arte y antigüedades, 140n,
Costa Rica: saqueo y comercio ile­ 188; saqueo del arte, 140, 140n;
gal de arte, 142-145, 171 saqueo por los franceses bajo Na­
Covarrubias, Miguel, 27, 28n, 153 poleón, 76, 194; Alemania y el
cultura olmeca, 36, 133, 134, 152, busto de Nefertiti, 79; ofrecimien­
153, 154 to a EUA del templo •de Den-
dur, 194.
Chan-Chan (Perú), 206 Ekholm, Gordon, 36, 37
Chandigarh Museum (India), 146 Elgin, Thomas Bruce, Lord, 162,
Chartres, catedral de, 129, 130 176, 177, 177n, 178, 179, 181;
Chevasson, Louis, 149-150 sobre Byron, 174, 180, 181, 182,
Chiapas (México), sitios mayas, 37- 183; los mármoles de Elgin, 114,
38, 41n 174, 176, 179, 182, 183
Chichén Itzá (México), sitio maya, El Naranjo (Guatemala), sitio ma­
162 ya, 42
Chipre y el arte chipriota, 80 n Elon, Amos: The Israelis: Founders
Christian Science Monitor, 76 and Son, 184
Christie’s, galería de arte 92n, 126 Elsen, Albert, 15
Churchward, James, 133n Emmerich, André, 171n; sobre el
tráfico ilegal de arte, 43-44
Dana, John Cotton, 195, 195n Emmerich, Galería, 103
Dayan, general Moshe, 185, 185n Epsilon, Juan (seudónimo de un in­
Denver, Museo de Arte de, 48n termediario), 152, 154
desarrollo y construcción: sitios des­ Estados Unidos de Norteamérica: el
truidos, 25, 28-29, 29n, 125-128, FBI y el comercio ilícito de arte,
160, 198-206 47, 48; leyes sobre arte y anti­
Diana, estatua de, 119 güedades, 56, 57, 67, 68, 172,
Dillon, Douglas, 100, 102 202; Tratado con México, 56,
Dinajpur (Bangla Desh) Museo de, 56n; Registro Nacional de Sitios
25 Arqueológicos, 203; véase tam­
diplomáticos y gobernadores, perso­ bién Arte precolombino
nal de: coleccionistas y traficantes Eufronio, la crátera de, 97-104, 107,
de arte, 69, 140n, 162-164 108, 109, 110, 111, 112, 168,
Dontas, George, 182-183 196, 197n, 198
Dorak, tesoro real de, 82-85
Dossena, Alceo, 118-119 falsificaciones y copias, 117-125;
DuBose, Ben, 43 del arte etrusco, 118, 119, 120,
Dumbarton Oaks (Washington, D.C., 121, 122, 123; del arte griego,
colección Bliss), 72, 171 117, 118, 120; de dudosos ante-
348 INDICE DE NOMBRES
cedentes, 101; del Arte precolom­ Gran Bretaña, 171, 183; véase tam­
bino, 32, 133n, 144; eliminadas bién Los mármoles de Elgin
por el inventario por computado­ Grecia y el arte griego, 166, 183;
ra, 116 falsificaciones y copias, 117, 119,
Falthom, expedición, 167n 120 , 12 1 , 12 2 ; mercado para ce­
Feldman, Mark B., 171 rámica pintada, 104, 104n; véase
Fell, Johnnie Brown, 47, 48 también los mármoles de Elgin
Fellini; Roma, pelicula de, 128 Green, colección, 26, 27
Feuardent, Georges, 121 Green, George, 26
Field Museum of Natural History Griffin, Gillett G., 134
(Chicago), 86 Grolier, Club (N.Y.), 50; Caligra­
Fioravanti, Alfredo Adolfo, 119 fía Maya Antigua (1971), catá­
Firatli, Nizeh, 72 logo, 50-55, 52n
Florencia: daños y deterioro por Groot, Adelaide Milton de (y su
contaminación, 93, 114n, 125; colección), 65, 66
Palazzo Vechio, 24 Groslier, Bemard-Philippe, 208
Fogg Art Museum (Cambridge, Guatemala, leyes sobre arte y anti­
. Mass.), 86, 171; véase también güedades, 159-162, 188; arte y
Universidad de Harvard, museos sitios mayas, 41-43, 45, 48, 48n,
Fondo para la Herencia Mundial, 51, 52, 53, 54, 159^160, 161, 210;
127; véase también Consejo In­ véase también Arte y sitios ma­
ternacional de Museos yas
Fort Worth (Tejas), museo, 58 Guggenheim, Museo (N.Y.), 64
Fortune, revista, 22 Guttman, Fundación, 44, 45
Francia, 78, 171; arte extraído por Guzmán de la Cruz, Amílcar, 210
Napoleón, 76, 194
Franco, José Luis, 35 Hacilar (Turquía), 82
Frédéric, Louis, 208 Hals, Franz: Retrato de una mujer
Frick, colección (N.Y.), 64, 88 joven, 24
Fuseli, Henry, 179, 180 Hamblin, Dora Jane: Fots and Rob-
Gage, Nicholas, 98, 110 bers (Vasijas y ladrones), 140-
Gainsborough, Thomas: Retrato de 141, 141n
sir Robert Fletcher, 24 Haque, Enamal, 25
Galería Nacional de Arte (Washing­ Harvard University, museos, 42,
ton, D.C.), 25 171; excavaciones en Anatolia,
Gay, Cario T.E., 132, 133, 133n, 81; véase también Dumbarton
134 Oaks, Museo Peabody de Ar­
Getty, J. Paul (y su colección), 92, queología y Etnología
166 Hatra (Irak), 206
Gimpel, Rene, 59 Hawkins, Ashton, 171n
Giorgione: Madonna en el trono, 93 Haydon, Benjamín Robert, 179,
Goelet, John, 113 179n, 180
Heath, Dwight, 142, 143, 144
Gogh, Vincent van: Los cosechado- Hecht, Robert E. Jr., 99-101, 107-
res de aceitunas, 65 108, 120; la crátera de E u fro n io ,
Gogol, Nikolai: Las almas muertas, 97-104, 104n, 109
191 Heller, Ben, 151
Goldschmidt, colección, 21 Hellmuth, Nicholas, 53
Goteborg, Universidad de (Suecia), Herzer, Hans, 165-166
139 Hess, John, 17ln
Graham, Ian, 45, 46, 47, 48, 49n Hirshom, colección, 58-59
INDICE DE NOMBRES 349
Hispanic Society of America, 66 Irán, 189, 205
Hitita, Museo (Ankara, Turquía), Isley, Daryl, 152
184 Israel, 184
Hollinshead, Clive, 47-48 Italia y el arte italiano: inventario
Hopkirk, Peter, 80n del arte, 110, 156-157; Central
Houston, Post de, 4-3-44 Institute of Restoration (Institu­
Hoving, Thomas P.F., 97-101, 103, to Central de Restauración), 96-
107-109; sobre adquisiciones, 97, 97; Comision para la Recupera­
98, 193, 194, 197, 198; sobre la ción de Obras de Arte, 113-114;
autenticidad de las obras, 124- la crátera de Eufronio, 110; co­
125; “Antes de Cortés”, 39, y el pias y falsificaciones, 117-123,
tesoro áureo de Boston, 73-74; la 124, 125; Administración Italiana
Cruz de Bury St. Edmunds, 68, de Bellas Artes, 96, 110; leyes so­
168; sobre las obras dadas de bre arte y antigüedades, 115; sa­
baja por el Metropolitano, 65, queo y robo de arte, 24, 111, 132,
66, 103, 140n; la crátera de 157, 158; conservación de arte,
Eufronio, 98, 101-102; sobre el 91-94, 96-97, 125; el retrato de
saqueo del arte, 97-98; la facha­ Rafael, 111, 112, 113, 114, 115,
da del templo maya, 40-41; Ro- 116; véase también arte y sitios
' bert Hughes, 91; Philip Hunt, etruscos
177n Izmir Fair Archaeological Museum
(Turquía), Museo Arqueológico
Ilustrated London News, el artículo de la Feria de Esmirna, 158
de Mellaart sobre el tesoro Do-
rak, 81, 82, 83; artículo de Ver- Jalapa, Museo de (México), 154,
meule sobre el tesoro áureo de 155
Boston, 75, 84 James, Henry, 61
India y el arte hindú: saqueo y Japoneses, coleccionistas, 126, 172-
deterioro, 139, 146, 147; Siva en 173
la colección Simón, 150-151 Johnson, Harmer, 27
Instituto Smithsoniano (Washing­ Johnson, Philip, 37, 61
ton, D.C.), 194, 195 Johnston, John Taylor, 39
intermediarios, 88, 106, 152, 153, Joralemon, David, 153
154, 155, 161, 162
International Foundation for Art Kahn, Louis I., 137
Research [Fundación Internacio­ Kaminaljuyú (Guatemala), sitio
nal para la Investigación de Arte], maya, 160
116-117 Kappa, Alfredo (seudónimo de un
Interpol (Organización de Policía falsificador de arte), 119, 120,
Internacional contra el Crimen), 121
listas de las obras de arte roba­ Kato, Zakros (Creta), 138
das, y “más buscadas” 24, 25, Keen, Geraldine, 21n, 22n, 31
111, 156-157 Kemal Atatürk, Mustafa, 183-184
Inventario del arte, 91, 110, 115; Kennard, Hartwell J., 31, 31n, 32n,
Italia, 110, 157, 158; Museum 170n
Computer Network, 116, 117; si­ Khajuraho (India), 146
tios precolombinos, robo y des­ Khmer, arte y sitio (Camboya), 25,
trucción, 52, 53; Registro na­ 148, 149, 208
cional de sitios arqueológicos King, Tom, 199, 199n
(EUA), 203 Klejman, J.J., 78, 169
inversiones en arte, 165-166 Knorosov, Yuri, 51
350 INDICE DE NOMBRES
Kumluca (Turquía), el hallazgo de, Malo Zozaya, Miguel, 155, 156
71, 72, 73 Malraux, André, esculturas de Ban-
teay Srei y el libro de Langlois,
UAurore, 140n 148, 149; La voie royale, 149;
La Bruyére, Jean de, 189 Tentation de VOccident, 150
La Naya (Guatemala), sitio maya, Malraux, señora de André (Clara),
46, 47 150
Lambert, barón León, 165 Mambor, coronel Felice, 157
Lamport, Felicia: Oda a una urna Mar Muerto, rollos del, 185
griega, parodia, 197 Marión, Louis, 22
Landa, obispo Diego de, 49 Marlborough, galerías, 65
Langlois, Walter G.: André Mal- Masada (Israel), 185
raux: The Indochina Adventure, Massaccio: La Virgen y el Niño, 24
149 McCrcdíe, James, 105
Lascaux, la cueva de, 128, 129 McFadden, Elizabeth: The Glitter
Layard, sir Henry, 162 and the Gold (El resplandor y
Leonardo da Vinci: Ginebra de el oro), 80, 81, 81n
Benci, 91, 193-194 McGimsey, Charles R., 202; Pu­
Lerici, Cario Maurilio, 94, 95 blic Archaeology, 202
Lewin, Seymour Z., 129, 130 Medici, Lorenzo di Pier Francesco
leyes sobre arte y antigüedades, 55, de, 117
56, 57, 77, 79-80, 156, 170-175, Meegeren, Han van, 101
passirn, 187, 188; el estudio Bator, Mellaart, James, 82, 207; el tesoro
170, 171, 172; Egipto, 140n, 187; Dorak, 81-84
Guatemala, 159, 160, 161, 162, Mellink, Machteld J., 69n, 70
188; Irán, 189; Israel, 189; Ita­ Mellon, Paul (y su colección), 137
lia, 114; México, 56, 56n, 154, Memling, Hans: Retrato de un ca­
155; Tailandia, 148; Turquía, 68; ballero, 24
Convención de la u n e s c o , 56, mercado del arte, 91, 92, 92n
56n, 85, 86n, 171; E.U.A., 56, Merrick, Thomas, 97
56n, 57, 67, 171, 201, 202 Mertz, Barbara, 140
Libbey, Edward Drummond, 59 México y el arte mexicano, 55, 56,
Libby, Willard F., 50 160, 161, 184, 185, 186, 187;
Lisipo, 166 leyes sobre arte y antigüedades,
Lloyd, Seton, 83 154, 155; tratado con E.U.A., 56,
Londres, Sunday Times de, 75 56n; arte y sitios mayas, 34-44,
Loring, Charles G., 59 162, 206 (véase también arte y
Louvre, Museo de, 60, 76, 80, 100, sitios mayas); cultura olmeca,
194 38, 133, 152, 153, 154; cultura
Love, Iris C., 81 Xochipala, 133, 134-135; véase
Lowei, Adolf, 119 también arte y sitios precolom­
Luján Muñoz, Jorge, 42 binos
Luján Muñoz, Luis, 159 Michaelis, Adolf, 177n
Lurcy, colección, 21 Miguel Ángel: Cupido, 117, 118i
Lusieri, Giovanni Battista, 177, 180 La Pietá, 92
Milán, catedral de, 93
MacDonald, Ramsay, 175 Milliyet, diario turco, 83
Machaquilá (Guatemala), sitio ma­ Mohenjo-Daro (Pakistán), 207
ya, 47, 47n, 48n Montherlant, Henry de, 190
Maler, Teobart, 42 Moratto, Michael J., 199
Mali, 144n Morgan, J.P., 80
INDICE DE NOMBRES 351
Munro, Eleanor C., 194 Ingres: La odalisca, 66; en Hen-
Münzen & Medaillen, A.G., 99, 103, ry James, 61-62; el tesoro lidio,
135 77, 78, 79, 81, 82, 169; “Obras
Museo de Arte (Basilea), el perro Maestras de 50 Siglos” (1973),
de mármol o perro de Basilea, 78; el ofrecimiento de la fachada
134-136 de un templo maya, 38, 40, 41,
Museo de Arte de Dallas, 124 41 n; Rembrandt: Aristóteles con­
Museo de Arte de la Ciudad (San templando el busto de Homero,
Luis), 112; la estatua de Diana, 22, Henry Rousseau: Ttópicos,
119 65; Francis Henry Taylor, 62, 88;
Museo de Arte de la Universidad en Times Literary Supplement, 87
de Princeton, 134 museos estadunidenses, 193-200; ad­
Museo de Arte en Worcester (Mass.), quisiciones, 35, 36, 37, 63, 67,
63, 159 68, 76, 87, 88, 89, 90, 106, 107,
Museo de Arte Primitivo, 39, 42, 193; donadores, deducciones en la
43 declaración fiscal, 56, 57, 69, 172;
Museo de Bellas Artes (Boston), adquisiciones de arte sospecho­
59, 64, 86n, 124; “Tesoros de sas, 38, 40, 42, 43, 44, 46, 63,
Arte para el Mañana” (1970), 64, 65, 78, 84, 85, 86, 87; dis­
75; centenario del, 75, 111; el cusión por las piezas fuera de
tesoro áureo, 73, 74, 75, 76, 77, exposición, 79; la declaración de
el vaso griego, 103; el retrato de P e n n sy lv a n ia, 87; “dadas de ba­
Rafael; 75, 111, 112, 113, 114, ja”, 63, 64; copias y falsificacio­
115, 116; en Times Literary Sup- nes, 117; crecimiento, 61, 62,
plement, 87 63, 64, 65; rivalidades, 76; en
Museo de Cleveland, 100 Times Literary Supplement, 87,
Museo de Newark (N.J.), I95n 88
Museo de Nuevo México, 28 museos extranjeros, 59, 61, 87, 126
Museo Metropolitano de Arte, 39, Museum fur Vólkerkunde (Viena),
87, 96, 97, 108-109, 192, 195, 39
196; adquisiciones, 22, 66, 106, Museo Nacional (Bangkok), 148,
107, 195, 196; exhibición “Antes 149
de Cortés”, 34, 39, 40; el tesoro Museo Nacional de Antropología e
Historia (México), 186; Sala Ma­
áureo de Boston, 73; la Cruz de ya, fachada de un templo, 41, 41n
Bury St. Edmunds, 68, 168; el Museo Nacional de Costa Rica, 142
centenario del museo, 39, 75, 78;
la colección Cesnola, 64, 80; “da­ N a p o le ó n : a rte e x tra íd o p o r, 76,
das de baja”, 64, 66, 108, 170; 194
la venta de monedas antiguas, 98, Nash, Ogden: “El Coleccionista”b
loo, 101, lOln, 104, 105; ofre­ poema, 136n
cimiento del Efebo de Selinunte, Nefertiti, busto de, 79
111, 158; guerreros etruscos, 119, New York Times: sobre el arte in­
121, 123; la crátera de Eufronio, dígena americano, 27; sobre la
97-104, 107 ,108, 109, 110, 111, estela maya en el Museo de Arte
112, 168, 194, 195, 196, 197n; Primitivo de Brooklyn, 42; sobre
fundación del museo, 59; catálogo Cerveteri y el robo de tumbas,
de pinturas francesas, 88; Vin- 104; sobre el bronce griego com­
cent van Gogh: Los cosechadores prado por el Fondo Artemisa,
de aceitunas, 65; controversia so­ 165-166; sobre los coleccionistas
bre el caballo griego, 121-124; la japoneses, 126; sobre el Museo
colección Groot, 65, 66; J.A.D.
352 INDICE DE NOMBRES
Metropolitano, y los artículos de Plumb, J.H., 187
Canaday sobre piezas “dadas de Pomerance, coleccion, ldo-io»
baja”, 65, 66, 67, 68, 108, 109; Pomerance, León, 138, 1^9
la crátera de Eufronio, 97, 98, Pomerance, señora León, 139
Pope-Hennessy, sir John,^ 88
109, 110, 111; el tesoro lidio, 78, preservación
79; sobre el Museo de Bellas Ar­ y conservación dei at' ¡
tes y el tesoro áureo, 81-82; el 91, 92n, 96, 97, 125 , 126 - 1- 8 ,
artículo de Schanberg sobre el 128n, 204-208; F u n d a c i ó n Inter­
arte robado en la India, 146, 147; nacional para la In v e s tig a c ió n de
entrevista con Simón sobre la es­ Arte, 116-117; Italia, 92n, 93,
cultura de Siva, 151, 152 96, 97, 125; véase también in­
Newsweek: entrevista con Hoving, ventario de arte
98 Proskouriakoff, Tatiana, 49
Nicolson, sir Harold, 174, 175, 177,
177n Rafael: una Madonna, en la co^e*\
Niven, William, 133, 133n ción Simón, 92; un retrato en ei
Noble, Joseph Veach, 124; discusio­ Museo de Bellas Artes de nos
nes sobre el caballo griego, 122, ton, 75, 111-114
123, 124; la fachada de un tem­ Rainey, Froelich, 85, 188 t1»
plo maya, 39, 40, 41, 41n; el Rathbone, Perry Townsend, 112- »
“Manifiesto del Museo”, 63, 64, 114; la estatua de Diana,
90; The Techniques of Painted retrato de Rafael, 75, 111» >
Attic Pottery, 120 113, 114
Reitlinger, Gerald: The Econo
Oceanía, arte de, 30, 39 of Taste, 56 .
Omega, Gregory (seudónimo de un Rembrandt: Aristóteles conte™p L ~a
traficante), 71, 72, 74, 76 do el busto de Homero, 2 ;
Owen, David, 71, 72 huida a Egipto, 24
Owsley, David, 125 Renn Rain, Franz, 161 ..
Rheims, Maurice: The Strange */
Padua (Italia): los frescos de Man- of Objetes, 190
tegna, 93 Riccardi (los primos), 119
Pagan (Birmania), 205 Richter, Gisela, 122
Palmer, William, 137 Riddell, Francis A., 203
Panamá, Zona del Canal, 163 Dillon, 191, 195; The
Parke-Bernet, 22, 26, 27, 126; véase Ripley,
cred Grove, 195
también Soltheby’s-Parke-Bemet Rockefeller, Nelson A., 42
Payne Knight, Richard, 179, 180 Rogers, William D., 56, 57
Paz, Octavio, 186 Roma: deterioro de monumen >
Pearson, Kenneth: The Dorák Af- 93, 94, 95, 96, 97
fair, 82, 83 Rorimer, James J., 79
Peckham, Stewart L., 28, 29
Pennsylvania, Declaración de, 86, Roseta,
Rossides,
la Piedra de, 77
Eugene Telemachus,
87 Rothschild, barón Elié de, 165
Persépolis (Irán), 205 Rousseau, Henry: Trópicos, 6D
Petrie, sir Flinders, 197
Piedras Negras (Guatemala), sitio Rueppel, Merrill C., 86n, 12
maya, 42, 49 Ruz Lhuillier, Alberto, 29
Pisa (Italia), torre de, 93
Platón, Nicholas, 139 Sabin, Sidney F., 115
Platón: Protágoras, 140 Saeki, Hiroko, 126
INDICE DE NOMBRES 353
Sáenz, Josué (y su colección), 33, termoluminiscencia, 121
34, 35, 38, 40, 55 “Tesoro de Curium”, 81
Salas, Xavier de, 106 “Tesoro de Priamo”, 85n
Sarrafian, Dikran A., 168; la crá­ tests: datados con carbono 14, 50;
tera de Eufronio, 101, 102, 108, termoluminiscencia, 121
110, 1lOn, 168 Thacher, John Seymour, 72, 73, 74
Schanberg, Sydney H., 146, 147 The Art Journal, 53
Schimmel, Norbert, 67, 192 The Times (de Londres), 115; so­
Schliemann, Heinrich: excavaciones bre las cuevas de Lascaux, 128;
en Troya y “el tesoro de Priamo”, véase también el índice de pre­
84, 85, 85n cios de Times-Sotheby’s, 23n
Science, revista, 204, 204n Thompson, Edward Herbert, 162
Shearman, John, 111, 115, 115n Thompson, Margaret, 104-105
Sierra, Pedro Arturo, 46 Ticiano, 92
Sigma, Pedro (seudónimo de un Tikal (Guatemala): sitio maya, 45,
coleccionista), 120 51, 53, 160, 161, 209, 210
Simón, Norton (y su colección), Times Literary Supplement (de Lon­
150, 151, 166; la Madonna de dres), 87
Rafael, 92; la escultura de Siva,Time, revista, 91, 127
150 Times, Sotheby’s, índice de precios
Siviero, Rodolfo, 113, 115, 157, 158 del, 22, 23, 31, 166
Smith, William Stevenson, 74 Tolouse-Lautrec, Henry de: Mar-
Society of American Archaeology, celle, 24
53, 54 Tomkins, Calvin, 123
Solheim, Wilhelm G., 147-148 Topic-Mimara, Ante, 168
Sotheby’s, 22, 101, lOln, 126; Tt- Torrey, Margery, 117
ww-Sotheby’s, índice de ventas, traficantes, 30, 31, 32-33, 36, 38,
22, 31, 166; véase también Par- 40, 43, 44, 45, 47, 48, 50, 54,
ke-Bemet 55, 67, 68, 69, 101, 102, 106,
Sotheby’s-Parke-Bemet, 26, 92n; lis­ 132, 133, 134, 135, 136, 137,
ta de precios, 70 152, 161, 162, 169; la bolsa de
Spink & Son (Londres), 99, 170n un traficante, 74; servicio de in­
Spratling, William, 164-165 telig e n c ia , 168, 169; véase tam­
Sri Ranganathaswami (India), 207 bién específicos
Stendahl, Earl, 30 Troya: las excavaciones de Scnlie-
Stephens, John Lloyd, 48, 162 mann, 84-85, 85n
Sterling, Charles, 88 Turquía, arqueología, 68-69, 71, 7¿,
Stevens, señor y señora, George, 59 73 81-85, 185; saqueo y comer­
Stirling, Matthew, 153, 154 cio ilegal, 68-70, 71, ^2-74, 75,
Suarzenski, Hanns, 114 78 79 81; y Dumbarton Oaks,
Sulzberger, Arthur O., 108 72! 73-74; y Robert E. Hecht Jr.,
Swanger, James L.: “En alabanza 108; leyes sobre arte y antigüe­
de los falsificadores”, 124-125 dades, 68, 69; James Mellaart y
el tesoro Dorak, 82-83, 84; y el
Tailandia, 148-149, 205 Museo Metropolitano, 76; y el
Tarquinia (Italia), 95 Museo de Bellas Artes de Boston,
Taylor, Francis Henry: Babel’s To- 75, 81; véase también los már­
iver, 62; y el Museo Metropoli­ moles de Elgin; exhibición de ob­
tano, 62, 88 jetos de la tumba de Tutanka-
Taylor, Robert, 77, 77n món, 90
Templo de Dendur, 194
354 INDICE DE NOMBRES
Under Sea Academy, 166, 167 Wadsworth, Ateneo, 58
u n e s c o : impulsos para salvar a Wald, Palmer B., 171n
Cartago, 125; The conservation Walker, John, 192, 193
of Cultural Property, 205-208; Wall Street Journal, 91
Convención para proscribir el con- Wardwell, Alien, 89
trabando de arte, 32, 56, 56n, 85, Weinberg, colección, 22
86, 86n, 171; leyes de antigüe­ Wheeler, sir Mortimer, 102
dad uniformes, 188 Whitman, Walt: Song of the Expo-
Universidad de Pennsylvania, exca­ sition, 60
vaciones, 52, 86; Museo de la Wildenstein, galería (Wildcnstcm
Universidad, 84, 85; Declaración
de Pennsylvania, 86 Gallery), 111
Wise, John, 30
Varine-Bohan, Hugues de, 127, 196 Woodhouse, coronel C.M.: The P 1
Velázquez: Juan de Pareja, 22, 66, hellenes, 181, 182, 182n
67 Woolley, sir Charles Lconard, 84
Venecia: esfuerzos para salvarla,
93, 125, 208 Xochipala, cultura, 133-134
Venus de Milo, 77
Vermeule, Comelius Clarkson, 111, Yadin, Yigael, 185
70, 101; artículo en Antiquity, Yale, Universidad de: coleccion
87; sobre el perro de Basilea, 136,
136n; el tesoro dorado de Bos­ Mellon, 137
ton, 74, 75, 76, 81 Yaxhá (Guatemala), sitio maya,
Villa Giulia (Roma), 110 161, 210
ÍNDICE GENERAL
Agradecimientos......................................................................... 9

Introducción.......................................................................................
I. Después de Cortés...........................................................21 .
1. Las ganancias del a r t e .........................................21
Se busca cerámica mimbres................................... 28
2. La máscara m ay a.................................................... 30
3. El templo a la d o ......................................................37
4. Los glifos que desaparecen....................................44
5. El cuarto códice......................................................48
6 . Una cuestión de jurisprudencia.............................55

II. Navegando desde Bizancio............................................. 58


1. La migración del a rte ............................................. 58
2. La colección variable..............................................63
3. El tesoro de Washington........................................ 68
4. El tesoro de B oston..............................................73
5. El tesoro de Nueva Y o r k .................................. 76
6 . Más tesoros...............................................................
7. Una cuestión de valores........................................ 87
III. Vea Italia pronto...........................................................91
1. Las barriadas del a r t e ........................................91
2. La vasija del millón de dólares.............................97
3. El Rafael de Boston ............................................. 110
4. La fábrica de falsificaciones.................................. 117
5 . Una cuestión de d in ero ........................................ 125

IV. El Comercio de tiestos...................................................131


1. La venta del pasado . . ....................................131
2. La segunda profesión más antigua.......................139
3. Los intermediarios y la policía.............................152
4. La red de influencias.............................................. 161
5. ¿El final del juego?...............................................169
355
356 INDICE GENERAL
V, sgEl pasado' de 'quiérí? . 174

1. La maldición de lord Byron 174


El pasado del nacionalista 183
El pasado del coleccionista 189
El pasado del museo . 192
El tractor destructor . 198
U na lista de sitios en peligro 204
El pasado de la humanidad 209

Apéndice A ............................................ 213


1. Sitios saqueados en El Petén, Guatemala 213
2. Sitios mayas saqueados en México . 217
3. Los principales robos de arte, 1911-1972 221
Apéndice B . ....................................................... 241
Cuadro de leyes nacionales protectoras del Patrimonio
C u ltu ra l............................................................................... 241

Apéndice C 256
1. La Declaración de Pennsylvania. Decisión de los
curadores del Museo de la Universidad de Pennsyl­ 256
vania, lo. de abril de 1970 ................................. •
2. El Informe de Harvard, adoptado en noviembre
de 1 9 7 1 .............................................................................. 257
3. Declaración del Museo Field de Historia Natural,
adoptada en julio de 1972 ................................. 260
4. La política del Museo de Brooklyn, adoptada en
diciembre de 1972 261
Apéndice D . . . 263
1.Resolución adoptada por el Consejo del Instituto 263
Arqueológico de América, 27 de diciembre de 1970
2. Informe del Comité Especial de Política de la Aso­
ciación Norteamericana de Museos . 263
Antecedentes, 264; Recomendaciones, 265
Resolución de la Asociación de Directores de M u­
seos de Arte sobre la política de adquisiciones, 266
adoptada el 23 de enero de 1973 . . . • •
INDICE GENERAL 357
Apéndice E .................................................................. . 268
1. Legislación de los Estados Unidos sobre antigüe­
dades (1 9 0 6 )............................................................ 268'-
2. Tratado de Cooperación entre los Estados Unidos
de América y México que dispone la recuperación
y devolución de bienes arqueológicos, históricos y
culturales robados (en vigor a partir de marzo de
1 9 7 1 )......................................................................... 269Í
Artículo I, 269; Artículo II, 270; Artículo III, 270; Ar­
tículo IV, 271; Artículo V, 271
3. Ley sobre la Importación de Escultura y Murales
Precolombinos (1972)..............................................271
Propósito...................................................................272
Presentación general................................................¿72
Disposiciones de la le y ............................................. 273
Apéndice F .............................................................................. 276
1. Mensaje del presidente Nixon al enviar al Senado
la Convención sobre la Propiedad de Bienes Cul­
turales (1972)................................................... 276
2. Resumen de la Convención de la u n e sc o por el
Departamento de E stado..............................277
Análisis artículo por artículo (extractos), 278; Conclu­
sión, 284
3. Convención sobre las medidas que deben adoptarse
para Prohibir e Impedir la Importación y Trans­
ferencia de Propiedad Ilícitas de Bienes Culturales
(1970) . . . . . ................................. 285
Apéndice ......................................................................... 294
El programa “Today” de : ElVaso Develado 294n b c

Apéndice H de la edición en español.........................300


1. Convención para la Protección del Patrimonio
Mundial, Cultural y Natural(1972). . . . 300
I. Definiciones del Patrimonio Cultural y Natural, 301;
II. Protección Nacional y Protección Internacional del
Patrimonio Cultural y Natural, 302; III. Comité Inter-
r358 INDICE GENERAL
vgubfer'naffichtál ^ de Protección del Patrimonio Mundial,
Cultural y Natural, 303; IV. Fondo para la Protección
del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural, 307; V.
Condiciones y Modalidades de la Asistencia Internacio­
nal, 309; VI. Programas Educativos, 310; VII. Cláu­
sulas Finales, 311
2. Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueo­
lógicos, Artísticos e Históricos....................................313
Capítulo I. Disposiciones generales, 313; Capítulo II.
Del Registro, 317; Capítulo III. De los Monumentos
Arqueológicos, Artísticos e Históricos, 318; Capítulo IV.
De las Zonas de Monumentos, 320; Capítulo V. De la
Competencia, 321; Capítulo VI. De las Sanciones, 321;
Transitorios, 322
Bibliografía . 325
índice de nombres . 345
Este libro se terminó de imprimir en
agosto de 1990 en los talleres de
Impresora Eficiencia, Emilio Carran­
za, 88-3; 03570 México, D. F. En
la composición se utilizó tipo Basker-
ville de 12:12, 10:11, 9:10 y 8:9
puntos.
El tiro fue de 2 000 ejemplares.
La edición estuvo al cuidado de
Dulce Marta Luna.

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