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Análisis Del Texto Hebreo Del Salmo 23, Propuestas de Traducción, HBOC, 11-2-2020

Este documento analiza la traducción del Salmo 23:1 en la versión Reina-Valera de 1960. Examina el texto hebreo original, la traducción de la Septuaginta y el significado de las palabras y verbos utilizados. Propone que una traducción más precisa sería "El Señor es quien me pastorea, mi pasto no faltará", en lugar de "El Señor es mi pastor, nada me faltará". Esto se ajusta mejor al texto hebreo original y al uso de las metáforas de "pastor" y "ovejas

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Análisis Del Texto Hebreo Del Salmo 23, Propuestas de Traducción, HBOC, 11-2-2020

Este documento analiza la traducción del Salmo 23:1 en la versión Reina-Valera de 1960. Examina el texto hebreo original, la traducción de la Septuaginta y el significado de las palabras y verbos utilizados. Propone que una traducción más precisa sería "El Señor es quien me pastorea, mi pasto no faltará", en lugar de "El Señor es mi pastor, nada me faltará". Esto se ajusta mejor al texto hebreo original y al uso de las metáforas de "pastor" y "ovejas

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¿Qué tan acertada es la traducción que del Salmo 23.

1 nos
ha regalado la versión Reina Valera 1960?
Un análisis del texto hebreo y de la versión griega (Septuaginta),
propuestas de traducción con base en el análisis gramatical
(morfosintáctico) y de su género literario

Héctor B. Olea C.

¿Qué es lo que en realidad dice el texto hebreo? ¿Cómo tradujo la


Septuaginta el Salmo 23.1? ¿Qué pistas nos ofrece la metáfora y binomio
«pastor-oveja»?

En primer lugar, ¿El Señor es «mi pastor», o «quien (el que) me


pastorea»?

1
Desde el punto de vista estrictamente semántico, debe ser obvio que no
existe diferencia alguna entre la frase «el Señor es mi pastor», y la frase
«el Señor es quien (el que) me pastorea»; sin embargo, desde el punto
de vista morfosintáctico, sin duda que hay dos diferencias radicales que no
podemos soslayar.

La primera, la palabra «pastor» es un sustantivo; la segunda, la palabra


«quien» (el que) es un pronombre relativo.

Ahora bien, ¿qué es lo que en realidad se lee en el texto hebreo del Salmo
23.1, un sustantivo, o una palabra equivalente más bien al pronombre
relativo?

Pues bien, la consulta del texto hebreo del salmo en cuestión nos permite
decir que, efectivamente, no hay allí un sustantivo, sino un participio 
(«roí»).

Es  («roí») el participio activo (masculino, con el sufijo de la primera


persona del singular) del verbo  («raáh»: pastorear, apacentar, cuidar
de).

Consecuentemente, el empleo del pronombre relativo «quien» (el que) es


la traducción acertada más apegada al participio hebreo   («roí»),
desde el punto de vista morfosintáctico.

Por otro lado, es preciso poner de relieve que la Septuaginta tampoco


empleó un sustantivo (el tradicional y tal vez esperado sustantivo
(poimén): pastor), sino que más bien tradujo el participio hebreo
(«roí») empleando una forma verbal del verbo (pastorear,
apacentar, cuidar, atender), o sea (forma verbal, de la tercera
persona del singular, en tiempo presente, voz activa, modo indicativo:
pastorea, cuida).

En conclusión, a la luz del texto hebreo como de la traducción que hizo la


Septuaginta (el texto griego de la Septuaginta), una traducción por
equivalencia formal sería: «el Señor es quien me pastorea».

En segundo lugar, el factor del tiempo gramatical de la forma verbal

2
En primer lugar, a pesar de que al menos dos versiones de la Biblia han
traducido empleando el tiempo presente, La Nueva Biblia Española («El
Señor es mi pastor: nada me falta»), y la llamada Biblia Universidad de
Jerusalén («Adonai es mi pastor, nada me falta»”); lo cierto es que a la luz
de la forma verbal hebrea empleado por el salmista, el tiempo futuro debe
ser la primera opción.

En tal sentido, a lo que el texto hebreo respecta (texto masorético), no se


puede perder de vista que, en efecto, la forma verbal  «ejsar» (del
verbo  «jasar») corresponde al tiempo o estado imperfecto que, por lo
general, hace referencia a una acción por realizar, no terminada, un hecho
futuro.

Además, en lo que a la clásica traducción griega se refiere, la Septuaginta,


tampoco es posible obviar que, efectivamente, ésta tradujo la forma verbal
 «ejsar» con el tiempo futuro, con la forma verbal
(«justerései», en tiempo futuro, del verbo , «justeréo»).

Por otro lado, antes de abordar la cuestión semántica de la forma verbal


 («ejsar»), es preciso decir que la misma tiene como sujeto agente a
la primera persona común singular, o sea, «yo», no a la tercera del
singular, como erróneamente algunos han pensado.

Insisto, el sujeto gramatical de la forma verbal  («ejsar») es la


primera persona común singular (yo), y no la tercera persona singular
masculino (él, el Señor).

Luego, con relación a la forma verbal empleada por la Septuaginta, o sea,


(«justerései»), debo decir que la misma tiene como sujeto
agente, por su redacción y sintaxis, a la tercera persona del singular: «él»
(«ella»).

En tercer lugar, el factor de la carga semántica de los verbos


empleados

En cuanto al contenido semántico de la forma verbal hebrea 


(«ejsar»), unida a la partícula de negación no  («lo»), conviene precisar

3
que el verbo  («jasar») tiene como primarias las siguientes
acepciones:

Según el «Diccionario Bíblico Hebreo – Español» de Schokel: Faltar, no


haber; necesitar, carecer, echar de menos, echar en falta, tener-pasar
necesidad; disminuir, mermar, menguar, agotarse.

Según el «Diccionario de Hebreo Bíblico» de Moisés Chávez: Decrecer,


reducirse, faltar, privar de algo, hacer que algo sea menos o menor, tener
falta.

Según el «Diccionario Bíblico Hebreo–Español, Español-Hebreo», de


Jaime Vázquez Allegue: Disminuir, faltar, carecer, rebajar.

Consecuentemente, atendiendo a las acepciones mencionadas del verbo


 («jasar»), a la luz del estado o tiempo imperfecto en que se
encuentra dicha forma verbal, considerando que el sujeto agente de la
forma verbal  («ejsar») es la primera persona común singular («yo»);
paso a proponer las que a nuestro juicio son traducciones primarias y
acertadas de la frase hebrea («lo ejsar»), a la luz de la que los
tres diccionarios mencionados colocan como primera acepción del verbo
 («jasar»).
Siguiendo el «Diccionario Bíblico Hebreo – Español» de Schokel: “no
tendré falta de pasto”, “no estaré necesitado”, “no tendré necesidad”, “no
pasaré necesidad”. Luego: «El Señor es quien me pastorea, no tendré
falta de pasto (no tendré necesidad)».

Siguiendo el «Diccionario de Hebreo Bíblico» de Moisés Chávez: “no


estaré o seré decrecido”, “no me veré reducido”, “no me faltará pasto”, “no
tendré necesidad”. Luego: «El Señor es quien me pastorea, no seré
decrecido» (no me veré reducido, no me faltará pasto).

Siguiendo el «Diccionario Bíblico Hebreo–Español, Español-Hebreo»


de Jaime Vázquez Allegue: “no seré disminuido”, “no tendré falta de
pasto”, “no careceré de nada”, “no seré rebajado”. Luego: «El Señor es
quien me pastorea, no seré disminuido» (no serán disminuidos mis
recursos, no tendré falta de pasto).

4
En cuarto lugar, la traducción del Salmo 23.1 en conformidad al texto
griego de la Septuaginta

Ahora bien, el texto griego que leemos como traducción en la Septuaginta


del texto hebreo del Salmo 23.1 (Salmo 22.1 en la Septuaginta), o sea,
(«kúrios poimáinei
me, kái udén me justerései»), demanda la siguiente traducción: «El Señor
me pastorea, y nada me faltará» (no careceré de nada).

Precisamente y, en tal sentido, va la traducción hecha por Junemann en su


versión de la Septuaginta: «El Señor me pastorea; y nada me faltará».

Consecuentemente y, finalmente, pienso que a la luz del análisis que


hemos realizado, la traducción tradicional «nada me faltará», si bien en
cierto sentido se ajusta más bien, literalmente (por equivalencia formal), al
texto griego de la Septuaginta que al texto hebreo; no es menos cierto que
a la luz de los muy conocidos diccionarios que he mencionado, tampoco es
una mala traducción, siempre y cuando se entienda en el contexto de la
relación que establecen las metáforas «pastor» y «ovejas».

En tal sentido, la traducción «nada me faltará» no es descabellada, sólo si


se entiende como equivalente a: “no me faltará pasto”, “no tendré
necesidad de pasto”, “no careceré de pasto”, “no careceré de sustento”,
“no será reducido o disminuido mi pasto”.

Además, no es posible perder de vista que la declaración del Salmo 23.1


(pero 22.1 en la Septuaginta), es en realidad una canción, una
composición poética, no una promesa o ley de causa y efecto que dé por
sentado, que dé garantías de que la persona que confesionalmente asuma
a Dios, al Señor como su rector y guía (o que Dios la ha escogido a ella),
no tendrá carencias materiales y que, al margen de todo y cualquier
elemento (o variable) de carácter socioeconómico, político y cultural,
incluso personal, será exitosa (tal vez rica y repleta de bienes) en términos
económicos y financieros (¿teología de la prosperidad?).

En suma, a la luz de todos los factores considerados, a nuestro juicio, una


acertada traducción del Salmo 23.1, a la luz de la relación que establecen
las metáforas «pastor» y «ovejas» (Salmo 23.1 y 2), es: «El Señor es
quien me pastorea, mi pasto no faltará» (no me faltarán las

5
condiciones adecuadas, las condiciones mínimas para subsistir
como oveja), así de sencillo.

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