Socialismo y
vanguardia vernácula yucateca (1918-1956)
Socialism and the Vernacular Avant-garde in Yucatan (1918-1956)
Sonia Irene Ocaña-Ruiz*
DOI: http://dx.doi.org/10.29043/liminar.v18i1.715
Reseña de El arte monumental del socialismo yucateco (1918-1956), de Marco Aurelio Díaz Güemez. Mérida: Universidad
Autónoma de Yucatán, Compañía Editorial de la Península, Patronato Pro Historia Peninsular, 2016.
E
n su introducción a El arte monumental del Las consideraciones históricas son indispensables
socialismo yucateco (1918-1956), Marco Aurelio para comprender el contexto en el cual se produjo
Díaz Güemez señala que la obra “describe el dicha empresa artística. Ahora bien, Díaz Güemez
proceso de producción de arte monumental del régimen acierta al dedicar el primer capítulo de la obra a discutir
posrevolucionario socialista en Yucatán como parte del la relación entre vanguardia y activismo político a
fenómeno histórico del ‘esteticismo de la vida política’, partir de los planteamientos del arquitecto y socialista
que caracterizó a los regímenes corporativistas de la utópico William Morris y principalmente del filósofo
primera mitad del siglo XX al buscar en los movimientos marxista Walter Benjamin, quien “descubrió que esta
artísticos vanguardistas de su tiempo elementos para nueva búsqueda del arte, en su afán revolucionario,
la fabricación de sus propios valores culturales” (p. 11). había acabado por ser utilizado por los nuevos
El libro se ajusta plenamente a dicha descripción y regímenes corporativistas para fabricar y generar sus
al hacerlo demuestra la pertinencia de centrar el análisis propios valores culturales, y ocultar su intención de no
en la politización del arte yucateco en un periodo en el cambiar las condiciones de propiedad de los medios de
cual tanto los líderes del Partido Socialista del Sureste producción” (p. 27).
(1918-1934) como los gobernantes relacionados con la Las concepciones de Benjamin, desarrolladas
paraestatal Henequeneros de Yucatán, conocida como al hilo de los fenómenos totalitarios de la Europa
Gran Ejido Henequenero (1938-1955), procuraron “la contemporánea, se han usado exitosamente para
erección de equipamiento urbano y escultura pública explicar otros fenómenos artísticos del México
[que] sirvió a los propósitos del régimen para apuntalarse posrevolucionario. En El arte monumental del socialismo
a sí mismo y construir en el espacio público una relación yucateco (1918-1956), Díaz Güemez demuestra la
de identificación con su base electoral” (p. 12). total correspondencia entre los planteamientos
* Sonia Irene Ocaña Ruiz. Doctora en Historia del Arte por la
Universidad Nacional Autónoma de México. Profesora-investigadora
en la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, México. Correo
electrónico:
[email protected]. ORCID: https://orcid.org/0000-0003- Enviado a dictamen: 14 de octubre de 2019.
Aprobación: 14 de octubre de 2019.
3299-5666.
234 LiminaR. Estudios Sociales y Humanísticos, vol. XVIII, núm. 1, enero-junio de 2020, pp. 234-238. ISSN 1665-8027. ISSNe 2007-8900.
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benjaminianos y la larga empresa constructiva Díaz Güemez recuerda que, en 1922, el prestigioso
del socialismo peninsular. Es decir, pese a sus arquitecto yucateco Manuel Amábilis, autor de los
particularidades, las motivaciones que alentaron dicha primeros proyectos neomayas socialistas, sentenció
empresa estuvieron plenamente articuladas con los “Todo está por construir”, lo que “concretó la obligación
intereses reivindicatorios (y esteticistas) del arte al del Gobierno Socialista de erigir la obra pública como
servicio de la política a nivel internacional y nacional. monumento y que selló, a partir de entonces, el uso
De ahí que la obra haga mención a obras tales como continuo de la estética revolucionaria construida por
el Foro Mussolini de Roma y el muralismo mexicano. la vanguardia vernácula” (p. 78). Felipe Carrillo Puerto
El arte monumental peninsular careció de llamó en 1923 a usar estilizaciones mayas en los edificios
denominación específica en su época. Díaz Güemez por construir, lo que supuso una coincidencia con los
propone llamarla vanguardia vernácula yucateca intereses de Amábilis, cuya valoración de la arquitectura
debido a que se trató de obras basadas en el combate maya databa de sus días de estudiante en París.
político y artístico que pretendió la reivindicación del La frase de Amábilis debe desde luego
arte prehispánico maya y de la arquitectura colonial, contextualizarse, pues en la Mérida porfirista se
con una orientación nacionalista e inspiración habían edificado obras tan importantes como el Parque
regional. El tema es de gran interés, pues el arte Porfirio Díaz, el Paseo Montejo, las Avenidas de la Paz
posrevolucionario suele evocar al muralismo, cuya y Reforma, el Mercado Lucas de Gálvez, el Hospital
importancia se ha discutido hasta la saciedad. Sin O’Horan, el Teatro Peón Contreras, las colonias San
embargo, se sabe poco sobre los fenómenos regionales, Cosme y Chuminópolis, la estación de tren de las calles
especialmente en el sureste de México. Si bien el 65 y 54 y la de la Plaza de Mejorada, que comunicaba con
socialismo posrevolucionario fue común a toda la el puerto de Progreso, entonces en plena efervescencia.
región, Yucatán fue el estado más rico y poblado, y el De hecho, cuando Amábilis dijo que todo estaba
único en tener un proyecto arquitectónico-urbanístico por construir, el proyecto monumental del socialismo
que se prolongó por varias décadas. El vacío cubierto yucateco ya había producido el Templo Masónico (1918),
por este libro es, pues, de particular importancia. el Sanatorio Rendón Peniche (1919), El cementerio
En algunos sentidos el régimen yucateco fue General o Ciudad de los Muertos (1919), la Estación
modelo del proyecto político posrevolucionario de Central de Ferrocarriles (1920), la carretera Mérida-
Tabasco; acaso esto explique la coincidencia con Kanasín y el Parque Socialista (1922). Los dos primeros
el garridismo tabasqueño (1923-1935) —que hizo habían sido proyectados por el propio Amábilis. Así
explícito reconocimiento a Felipe Carrillo Puerto— en pues, la idea de que todo estaba por construir podría
cuestiones tales como la promoción del deporte y la aludir al hecho de que los proyectos porfiristas antes
construcción masiva de escuelas. Pero Yucatán fue el mencionados no incluían elementos neomayas, sino
único estado donde se produjo una dilatada empresa neoclásicos. El contraste con la arquitectura civil de
artística basada, en primer lugar, en la redención del uso doméstico también era notable. En Mérida, la
pueblo maya. Parte de la explicación reside en el hecho élite porfirista había encargado numerosas y lujosas
de que, aunque Chiapas y Tabasco tenían poblaciones residencias cuyos estilos entroncaban tanto con el
mayas importantes, no habían sido escenario de luchas neoclasicismo como con el eclecticismo decimonónico,
étnicas tan cruentas como la Guerra de Castas (1847- pero omitían los elementos de origen maya.
1901), que dejó claro lo profundamente marcadas que Ahora bien, el porfiriato sí produjo ejemplares
eran en Yucatán la división racial y la estratificación de arte neoprehispánico, cuyo antecedente más
social. Así, la pretendida redención artística del mundo importante en Yucatán es el arco triunfal de Chac
maya por parte de los gobiernos socialistas yucatecos Mool que el gobierno estatal construyó para recibir
tuvo cierta dimensión simbólica. a Porfirio Díaz en su visita a la entidad en 1906. Esta
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obra ha sido estudiada por Jorge Victoria Ojeda —De que tenía antecedentes porfiristas y destacados
la imagen, el poder y la vanidad: Porfirio Díaz en la tierra de representantes en el centro del país. Así pues, pese a la
los mayas (1906)—, quien ha subrayado la identificación pretendida ruptura con el porfirismo, Amábilis y otros
entre la figura de Chac Mool y el propio Díaz, así artistas posrevolucionarios coincidieron en la adopción
como la probable autoría intelectual de Leopoldo de los elementos masónicos usados en el régimen
Batres, director del arco neomaya con que el gobierno anterior, cuya supuesta resignificación acabó por dar
de Yucatán conmemoró en la Ciudad de México el paso al estatismo.
aniversario de la independencia en 1899. En el Yucatán de la época, la población maya se
Por importante que sea el arte neomaya en Yucatán, hallaba principalmente fuera de la capital, de ahí
conviene tener en cuenta que las primeras propuestas que los proyectos de la primera etapa incluyeran las
neoprehispánicas se gestaron en la Academia de carreteras Mérida-Kanasín (1922) y Dzitás-Chichen
San Carlos a fines de la década de 1860. A partir de Itzá (1923), y los de la década de 1940 la construcción
entonces, numerosas obras académicas, tanto pictóricas de numerosísimas escuelas rurales. Con todo, la
como escultóricas y arquitectónicas, representaron empresa constructiva estuvo más bien centrada en
temas que reivindicaban —a menudo con notable Mérida. De hecho, a lo largo del porfiriato la población
idealización— la historia precolombina. De particular de Yucatán se concentró notablemente en la capital,
interés resultan el pabellón de México en la Exposición tendencia que se ha mantenido hasta nuestros días.
Universal de París (Antonio Peñafiel, Antonio M. Anza, Pese a afirmar la reivindicación de los indios mayas,
Jesús Contreras, 1889) y el monumento del Paseo de la los grandes proyectos socialistas no se ocuparon
Reforma a Cuauhtémoc (Francisco Jiménez y Miguel mayormente de las localidades donde se concentraba
Noreña, 1887). dicha población, lo que apuntala la idea de que el
En el futuro convendría profundizar en la relación supuesto arte revolucionario socialista en realidad
entre las propuestas capitalinas y las yucatecas. En resultaba esteticista.
cualquier caso, la información aportada por Díaz Desde la década de 1920, las obras neomayas
Güemez sugiere que en Yucatán las propuestas convivieron con las neocoloniales, cuyos primeros
neomayas socialistas se relacionan con los antecedentes proyectos fueron obra de Carlos Castillo Montes
locales porfiristas. Es decir, tal como ocurrió en de Oca. Este arquitecto era, como Amábilis, un
el centro del país, en Yucatán el arte monumental yucateco formado en el extranjero; en su caso, en
posrevolucionario no inauguró el interés por lo Nueva York. Pero la adopción del estilo trascendió
indígena, sino que lo retomó del régimen anterior, a Castillo Montes de Oca. Por ejemplo, una de las
aunque pretendió resignificarlo al asociarlo a un nuevo obras neocoloniales más destacadas, el Reparto
poder político. En realidad, tanto el arco de Díaz de Obrero Dolores Patrón (1927-1929), fue encargada a
1906 como el arte socialista neomaya recurrieron a la Compañía Técnica de Yucatán S.A., cuyo gerente
la glorificación del pasado maya para identificarse y era el ingeniero Alfredo Medina Vidiella. El proyecto
glorificarse a sí mismos. consistía en “una colonia modelo de vivienda seriada,
Por otro lado, Manuel Amábilis supuso una liga equipada con escuela y mercado” (p. 122), con casas
importante con el centro del país y contribuyó a dar “de mampostería, piso de mosaico, servicio sanitario,
cierta visibilidad al arte neomaya yucateco más allá de baño y agua corriente y [...] terreno suficiente para
las fronteras regionales. En 1929, cuando se le encargó sembrar hortalizas y criar animales domésticos”
diseñar el pabellón de México en Sevilla, Amábilis ya (pp. 124-125). Se trata, como señala Díaz Güemez,
había desarrollado y proyectado buena parte de su obra. de un caso de “la transformación de las ciudades
Este arquitecto fue también clave para la introducción que pretendieron los regímenes corporativistas de
de elementos masónicos y teosóficos en el arte yucateco, la primera mitad del siglo XX” (p. 28).
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Hacia 1920 la arquitectura neocolonial se hallaba costa de una enorme empresa constructiva cuyo estilo
en auge en el centro del país, así como en otros países considera un caso de art decó popular y vernáculo. No
latinoamericanos. Este estilo suele asociarse con los está claro quién determinó el cambio estilístico, pero
ideales de las nuevas clases altas, pero el de Yucatán no es evidente que tanto la autoría como la intención
es el único caso en el que se liga a proyectos de índole eran distintas a las de los ambiciosos edificios antes
socialista. Por ejemplo, también las Escuelas Centrales mencionados. Al margen de la sencillez de las variantes
Agrícolas, particularmente La Huerta de Michoacán locales del art decó, su mera introducción confirma la
(1926), recurrieron a este estilo. En otras palabras, estrecha relación con la arquitectura foránea, a la vez
la adopción del estilo neocolonial por parte de la que revela que los gobernadores Ernesto Novelo Torres
arquitectura yucateca es otra prueba de su actualidad (1942-1946) y José González Beytia (1946-1951) no se
y plena articulación con las dinámicas nacionales, pese sintieron obligados a mantener los estilos que hasta
a que los estudios sobre la arquitectura neocolonial no entonces habían conformado la representación urbana
suelen reparar en el caso yucateco. del socialismo yucateco.
Díaz Güemez advierte que, después del asesinato de La última obra que el autor discute es el Monumento
Felipe Carrillo Puerto (3 de enero de 1924), el partido a la Patria, empezado en 1943 y concluido en 1956. El
construyó “el panteón socialista”, consistente en una proyecto original era de Manuel Amábilis, quien sin
serie de monumentos destinados a conmemorar al embargo fue pronto apartado del mismo, siendo el
gobernador, así como a otros socialistas yucatecos escultor colombiano Rómulo Rozo el encargado de
ilustres. Obras tales como la Rotonda de los Socialistas construirlo. La larga elaboración de la obra, que sufrió
Ilustres (1926) y el obelisco a Felipe Carrillo Puerto grandes modificaciones y resultó mucho más costosa de
de Mérida (1926) introdujeron elementos neomayas a lo planeado, da cuenta de que, aunque había emanado
obras cuyos numerosos antecedentes eran de tendencia de intereses locales, el fin del arte monumental del
neoclásica. Ambos fueron hechos por el escultor socialismo yucateco fue en parte determinado por la
y arquitecto yucateco formado en París Leopoldo política nacional; en particular, la presidencia de Miguel
Tommasi, quien en el caso del obelisco trabajó con su Alemán, durante la cual llegaron a su fin los proyectos
hermano Alfonso. que tanto aliento habían dado al urbanismo yucateco
Por su parte, los monumentos de la época del Gran a lo largo de tres décadas.
Ejido Henequenero corresponden a la problemática La visión de conjunto que ofrece el libro es tan
emanada de la política agraria del presidente Lázaro novedosa como pertinente. Díaz Güemez deja claro
Cárdenas. De acuerdo con Díaz Güemez, entre 1939 que el arte monumental yucateco no fue un proyecto
y 1946 se habrían vivido los años fastos, cuando se planeado a priori y subraya el vacío producido entre
hicieron obras maestras que incluyeron avenidas, 1934 y 1938, cuando el gobierno estatal entró en una
parques y centros educativos. Algunas tuvieron crisis económica que solo se zanjó con la creación
nombres mayas y honraron a Carrillo Puerto y otros del Gran Ejido Henequenero y la bonanza derivada
personajes destacados, y a menudo mantuvieron la de la Segunda Guerra Mundial. Pese a la relativa
tendencia a usar los estilos neomaya y neocolonial. desarticulación de las dos etapas, “Cada nuevo
Pero también hubo diferencias respecto al periodo hospital, cada nueva carretera, cada nueva estatua,
anterior; por ejemplo, empezaron a erigirse edificios de cada nueva rotonda, contribuyó a la conformación del
otro tipo, entre los que destacan aquellos destinados régimen y al fortalecimiento de una identidad basada
a actividades deportivas. Con todo, la diferencia más en la reivindicación del pasado” (p. 78).
llamativa es que entre 1943 y 1951 se construyeron Por otro lado, aunque el autor no se plantea discutir
numerosas escuelas primarias en los municipios. Al problemas de conservación, el análisis que ofrece
respecto, Díaz Güemez subraya la pérdida de calidad a permite advertir la destrucción y abandono de algunos
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edificios, así como la transformación y rescate de otros. sureste de México a los estudios generales sobre el
Cabe advertir que las imágenes aparecen en bloque al arte posrevolucionario, pues hay indicios de que el
principio del tercer capítulo, lo que dificulta un poco la socialismo tuvo manifestaciones arquitectónicas
identificación de las obras al lector poco familiarizado escasamente estudiadas en otros estados de la región.
con el tema. De cualquier modo, el esfuerzo por Por ejemplo, en Tabasco durante el garridismo se
obtener imágenes de buena calidad correspondientes construyeron edificios como el de la Liga Central de
a la época de la producción es muy encomiable. Resistencia y la Escuela Normal Rural “La Granja”,
Resulta llamativo que, pese a su mayor antigüedad, que nunca han sido objeto de estudios particulares.
la arquitectura civil porfirista sobrevive en mayor Algo parecido puede haber ocurrido en Chiapas
medida que los monumentos socialistas, y es mucho y Campeche, cuyos edificios de la primera mitad
más conocida en la Mérida contemporánea. Con su del siglo XX resultan mucho menos conocidos que
preciso análisis de las obras socialistas, Díaz Güemez los virreinales. Así pues, lo más estimulante de El
demuestra la necesidad de revisar la historia de la arte monumental del socialismo yucateco (1918-1956) es
arquitectura yucateca de manera más integral, pues el que sus hallazgos sugieren nuevas posibilidades de
periodo del que se ocupa suele discutirse en términos estudio, por lo que su lectura es muy recomendable
políticos y sociales, pero rara vez artísticos. El autor no solo para aquellos interesados en el urbanismo
deja claro que esto es un error. yucateco de la primera mitad del siglo XX, sino para
Más allá de la singularidad del fenómeno que todos los investigadores de la época y la región, cuya
estudia, El arte monumental del socialismo yucateco mueve incorporación a los estudios de arte es, en buena
a reflexionar sobre la necesidad de incorporar el medida, una tarea pendiente.
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