Universidad de Panamá
Facultad de humanidades
Turismo Alternativo
Teoría de la Ciencias
Nombre: Emily Vasquez 8-941-742
Profesora: María Isabel Moran
Actividad: Investigación del libro de Mario Bunge
Nocturno 1.3
En su deliciosa biografía del Dante, Boccaccio1 expuso su opinión que no viene al caso
acerca del origen de la palabra «poesía concluyendo con este comentario: «otros lo
atribuyen a razones diferentes, acaso aceptables; pero ésta me gusta más. Semejante
confusión no es exclusiva de poetas: incluso Hume, en una obra célebre por su crítica
mortífera de varios dogmas tradicionales escogió el gusto como criterio de verdad. El
recurso al gusto no era, por supuesto, peor que el argumento de autoridad, criterio de
verdad que ha mantenido enjaulado al pensamiento durante tanto tiempo y con tanta
eficacia. Desgraciadamente, la mayoría de la gente, y hasta la mayoría de los filósofos,
aún creen u obran como si creyeran que la manera correcta de decir el valor de verdad
de un enunciado es someterlo a la prueba de algún texto: es decir verificar si es
compatible con frases más o menos célebres tenidas por verdades eternas, o sea,
principios infalibles de alguna escuela de pensamiento. Porque dogma es, por definición,
toda opinión no confirmada de la que no se exige verificación porque se la supone
verdadera y, más aún, se la supone fuente de verdades ordinarias. Así, Aristóteles 3
afirmaba que la intuición aprehende las premisas primarias» de todo discurso, y es por
ello «la fuente que origina el conocimiento científico. Es el caso de Nietzsche y los
pragmatistas posteriores, todos los cuales han exagerado el indudable valor
instrumental del conocimiento fáctico, al punto de afirmar que la posesión de la verdad,
lejos de ser un fin en sí, es sólo un medio preliminar para alcanzar otras satisfacciones
vitales, de donde «verdadero» es sinónimo de útil. Pregúntese a un científico si cree que
tiene derecho a suscribir una afirmación en el campo de las ciencias tan sólo porque le
guste, o porque la considere un dogma inexpugnable o porque a él le parezca evidente,
o porque la encuentre conveniente. Lo que se acepta sólo por gusto o por autoridad, o
por parecer evidente o por conveniencia, no es sino creencia su opinión, pero no es
conocimiento científico. Pero la veracidad, que es un objetivo, no caracteriza el
conocimiento científico de manera tan inequívoca como el modo, medio o método por el
cual la investigación científica plantea problemas y pone a prueba las soluciones
propuestas. Comprobamos nuestras afirmaciones confrontándolas con otros enunciados.
El enunciado confirmatorio, que puede llamarse el verifican, dependerá del
conocimiento disponible y de la naturaleza de la proposición dada, la que puede llamarse
verificando. Los enunciados confirmatorios serán enunciados referentes a la experiencia
si lo que se somete a prueba es una afirmación fáctica, esto es, un enunciado acerca de
hechos, sean experimentados o no. En cambio, si lo que se ha verificado no es una
proposición referente al mundo exterior sino un enunciado respecto al comportamiento
de signos, entonces los enunciados confirmatorios serán definiciones, axiomas, y reglas
que se adoptan por una razón cualquiera.
Las proposiciones generales verificables: hipótesis científicas En efecto, el meta
científico no puede dejar de preguntarse cuáles son las afirmaciones verificables, cómo
se llega a afirmarlas, cómo se las comprueba, y en qué condiciones puede decirse que
han sido confirmadas. En cambio, lo que puede confirmarse o desconformarse es una
afirmación fáctica que contenga a ese término tal como «la 5 Avenida corre de sur a
norte». La verificación de esa afirmación es posible, y puede hacerse con la ayuda de una
brújula. sobrenaturales son inverificables, puesto que por definición trascienden todo
cuanto está a nuestro alcance, y no se las puede poner a prueba con ayuda de la lógica
ni de la matemática. Las afirmaciones acerca de la sobre naturales son inverificables no
porque no se refieran a hechos pues a veces pretenden hacerlo, sino porque no se dispone
de método alguno mediante el cual se podrá decidir cuál es su valor de verdad. Ahora
bien, los enunciados verificables son de muchas clases. Hay proposiciones singulares
tales como este trozo de hierro están caliente, particulares o existenciales, tales como
algunos trozos de hierro están caliente. Hay, además, enunciados de leyes, tales como
«todos los metales se dilatan con el calor. Las proposiciones singulares y particulares
pueden verificarse a menudo de manera inmediata, con la sola ayuda de los sentidos o
eventualmente, con el auxilio de instrumentos que amplíen su alcance, pero otras veces
exigen operaciones complejas que implican enunciados de leyes y cálculos matemáticos,
como es el caso de «la distancia media entre la Tierra y el Sol es de unos 1.500 millones
de kilómetros. Cuando un enunciado verificable posee un grado de generalidad
suficiente, habitualmente se lo llama hipótesis científica. lo que es equivalente, cuando
una proposición general puede verificarse sólo de manera indirecta esto es, por el
examen de algunas de sus consecuencias es conveniente llamarla «hipótesis científica.
Hemos convenido en que un enunciado fáctico general susceptible de ser verificado
puede llamarse hipótesis, lo que suena más respetable que corazonada, sospecha,
conjetura, suposición o presunción, y es también más adecuado que estos términos, ya
que la etimología de «hipótesis» es punto de partida, que ciertamente lo es una vez que
se ha dado con ella.
El método científico ¿ars inveniendi?
Muchos hombres, en el curso de muchos siglos, han creído en la posibilidad de descubrir
la técnica del descubrimiento, y de inventar la técnica de la invención. La falibilidad del
conocimiento científico, y, por consiguiente, la imposibilidad de establecer reglas de oro
que nos conduzcan derechamente a verdades finales no es sino el complemento de
aquella verificabilidad que habíamos encontrado en el núcleo de la ciencia. Ta es la
moraleja que algunos científicos y filósofos eminentes han extraído de la inexistencia de
leyes que nos aseguren contra la infertilidad y el error. Sin embargo, esto no debe
hacernos desesperar de la posibilidad de descubrir pautas, normalmente satisfactorias
de plantear problemas y poner a prueba hipótesis. Los científicos que van en pos de la
verdad no se comportan ni como soldados que cumplen obedientemente las reglas de la
ordenanza, ni como los caballeros de Mark Twain, que cabalgaban en cualquier dirección
para llegar a Tierra Santa. Esta brújula es el método científico, que no produce
automáticamente el saber, pero que nos evita perdernos en el caos aparente de los
fenómenos, aunque sólo sea porque nos indica cómo no plantear los problemas y cómo
no sucumbir al embrujo de nuestros prejuicios predilectos. Por esto la investigación
científica puede planearse en líneas generales y no en detalle, y aún menos puede ser
regimentada. Algunas hipótesis se formulan por vía inductiva, esto es, como
generalizaciones sobre la base de la observación de un puñado de casos particulares.
El método científico, técnica de planteo y comprobación; El lógico se interesará por la
inferencia plausible como conexión inversa se ponen a prueba las hipótesis científicas.
En cambio, si el enunciado en cuestión se refiere una simple tautología, o sea, un
enunciado verdadero en virtud de su sola forma, independientemente de su contenido
una definición, o equivalencia entre dos grupos de términos una consecuencia de
enunciados fácticos que poseen una extensión o alcance mayor. Vale decir, el análisis
lógico y matemático comprobará la validez de los enunciados que son analíticos en
determinado contexto. Vale decir, la mera referencia a los hechos no basta para decidir
qué herramienta, si el análisis o la experiencia, ha de emplearse. En consecuencia, el
análisis lógico es la primera operación que debiera emprenderse al comprobar las
hipótesis científicas, sean fácticas o no.
Esta norma debiera considerarse como una regla del método científico. Esta norma, que
distaba de ser obvia antes del siglo XVIII, y que contradice tanto el apriorismo
escolástico como el racionalismo cartesiano, es la segunda regla del método científico.
Método experimental. Adams y Le Verrier descubrieron el planeta Neptuno procediendo
de una manera que es típica de la ciencia moderna. La hipótesis que propusieron para
explicar la discrepancia fue que un planeta transuraniano inobservado perturbaba el
movimiento de los planetas exteriores entonces conocidos. La observación del cielo y el
descubrimiento no fueron sino el último eslabón de un largo proceso por el cual se
probaron conjuntamente varias hipótesis. No es fácil decidir si una hipótesis concuerda
con los hechos. Pero la principal dificultad proviene de la generalidad de las hipótesis
científicas. En cambio, las proposiciones fácticas singulares no son tan difíciles de
probar. Lo difícil de comprobar son las proposiciones fácticas generales, esto es, los
enunciados referentes a clases de hechos y no a hechos singulares. Hipótesis científicas.
Supongamos que se sugiere la hipótesis los obesos son cardíacos, sea por la observación
de cierto número de correlaciones entre la obesidad y las enfermedades del corazón esto
es, por inducción estadística, sea sobre la base del estudio de la función del corazón en
la circulación. Esta técnica nos aconseja comenzar por decidir lo que hemos de entender
por obeso y por cardíaco, lo que no es en modo alguno tarea sencilla, ya que el umbral
de obesidad es en gran medida convencional. Luego procederemos a elegir la técnica
experimental y la manera de registrar datos y de ordenarlos. Además, debemos decidir
el tamaño de la muestra que habremos de observar y la técnica de escoger sus miembros,
con el fin de asegurar que será una fiel representante de la población total. Pérez y a los
demás miembros de la muestra, con el fin de reunir datos. Después que los datos han
sido reunidos, clasificados y analizados, el equipo que tiene a su cargo la investigación
podrá realizar una inferencia estadística concluyendo que el N % de los obesos son
cardíacos». Obsérvese que la hipótesis que había motivado nuestra investigación era un
enunciado universal de la forma «para todo x, si x es F, entonces x es G. Esto es, nuestra
hipótesis de trabajo ha sido corregida. Y aquí se aplica una sexta regla del método.
Métodos teóricos, se prefiere, el objetivo de las técnicas de verificación es probar
enunciados referentes a hechos por vía del examen de proposiciones referentes a la
experiencia. Este es el motivo por el cual los experimentadores no tienen por qué
construir cada uno de sus aparatos e instrumentos, pero deben en cambio diseñarlos y/o
usarlos a fin de poner a prueba ciertas afirmaciones. Las técnicas especiales, por
importantes que sean, no son sino etapas de la aplicación del método experimental, que
no es otra cosa que el método científico en relación con la ciencia fáctica, y la ciencia, por
fáctica que sea, no es un montón de hechos sino un sistema de ideas. El tipo de hipótesis
característico de la ciencia moderna no es el de los enunciados descriptivos aislados cuya
función principal es resumir experiencias. Las teorías dan cuenta de los hechos no sólo
describiéndolos de manera más o menos exacta, sino también proveyendo modelos
conceptuales de los hechos, en cuyos términos puede explicarse y predecirse, al menos
en principio, cada uno de los hechos de una clase. Si, después de una sucesión de
experimentos, llegara a confirmar su hipótesis de trabajo y deseara trascender las
fronteras de la psicología fenomenista, intentaría elaborar, digamos, un modelo
neurológico que explicara el nexo S-R en términos fisiológicos. Es importante advertir,
en efecto, que la experiencia dista de ser el único juez de las teorías fácticas, o siquiera
el último. Las teorías se contrastan con los hechos y con otras teorías. Por ejemplo, una
de las pruebas de la generalización de una teoría dada es averiguar si la nueva teoría se
reduce a la vieja dentro de un cierto dominio, de modo tal que cubra por lo menos el
mismo grupo de hechos. Más aún, el grado de sustentación o apoyo de las teorías no es
idéntico a su grado de confirmación. Aun así, el grado de confirmación de una teoría no
basta para determinar la probabilidad de la misma.
Una hipótesis de contenido fáctico no sólo es sostenida por la confirmación empírica de
cierto número de sus consecuencias particulares. Cuanto más numerosos sean los
hechos que confirman una hipótesis, cuanto mayor sea la precisión con que ella
reconstruye los hechos, y cuanto más vastos sean los nuevos territorios que ayuda a
explorar, tanto más firme será nuestra creencia en ella, esto es, tanto mayor será la
probabilidad que le asignemos. Esto es, esquemáticamente dicho, lo que se entiende por
el soporte empírico de las hipótesis fácticas. Esto es lo que hemos designado con el
nombre de soporte racional de las hipótesis fácticas. Este es, dicho sea de paso, el motivo
por el cual la mayoría de los científicos desconfían de los informes acerca de la llamada
percepción extrasensorial, porque los llamados fenómenos psi contradicen el cuerpo de
hipótesis psicológicas y fisiológicas bien establecidas. En resumen, las teorías científicas
deben adecuarse, sin duda, a los hechos, pero ningún hecho aislado es aceptado en la
comunidad de los hechos controlados científicamente a menos que tenga cabida en
alguna parte del edificio teórico establecido. Los soportes empíricos y racionales de las
hipótesis fácticas son interdependientes. Por ejemplo, los sentimientos estéticos que
provocan la simplicidad y la unidad lógica estimulan unas veces y otras obstaculizan la
investigación sobre la validez de las teorías. Lo que hemos llamado soporte cultural de
las hipótesis fácticas consiste en su compatibilidad con alguna concepción del mundo, y
en particular, con la Zeitgeist prevaleciente. Es obvio que tendemos a asignar mayor
peso a aquellas hipótesis que congenian con nuestro fondo cultural y, en particular, con
nuestra visión del mundo, que aquellas hipótesis que lo contradicen. La única manera
de minimizar este peligro es cobrar conciencia del hecho de que las hipótesis científicas
no crecen en un vacío cultural. Los soportes empíricos y racionales son objetivos, en el
sentido de que en principio son susceptibles de ser sopesados y controlados conforme a
patrones precisos y formulables. Es importante que los científicos sean personas cultas,
aunque sólo sea para que adviertan la fuerte presión que ejercen los factores psicológicos
y culturales sobre la formulación, elección, investigación y credibilidad de las hipótesis
fácticas. La enumeración anterior de los tipos de soportes de las hipótesis científicas no
tenía otro propósito que mostrar que el método experimental no agota el proceso que
conduce a la aceptación de una suposición fáctica. Este hecho podría invocarse en favor
de la tesis de que la investigación científica es un arte.
La ciencia: técnica y arte y menos técnica todavía es la teoría del método científico. La
moraleja es inmediata: desconfíese de toda descripción de la vida de la ciencia y en
primer lugar de la presente, pero no se descuide ninguna. La investigación es una
empresa multilateral que requiere el más intenso ejercicio de cada una de las facultades
psíquicas, y que exige un concurso de circunstancias sociales favorables; por este motivo,
todo testimonio personal, perteneciente a cualquier período, y por parcial que sea, puede
echar alguna luz sobre algún aspecto de la investigación. A menudo se sostiene que la
medicina y otras ciencias aplicadas son artes antes que ciencias, en el sentido de que no
pueden ser reducidas a la simple aplicación de un conjunto de reglas que pueden
formularse todas explícitamente y que pueden elegirse sin que medie el juicio personal.
Sin embargo, en este sentido la física y la matemática también son artes: ¿quién conoce
recetas hechas y seguras para encontrar leyes de la naturaleza o para adivinar
teoremas? Si arte significa una feliz conjunción de experiencia, destreza, imaginación,
visión y habilidad para realizar inferencias del tipo no analítico, entonces no sólo son
artes la medicina, la pesquisa criminal, la estrategia militar, la política y la publicidad,
sino también toda otra disciplina. Por consiguiente, no se trata de si un campo dado de
la actividad humana es un arte, sino si, además, es científico.
INTRODUCCIÓN DE LAS CONCLUSIONES EN LA TEORÍA
El enciclopedismo científico pretende que la única tarea de los filósofos es recoger los
resultados más generales de la ciencia, elaborando una imagen unificada de los mismos,
y preferiblemente formulándolos todos en un único lenguaje. Así es como puede
entenderse la extensión del método científico al trabajo filosófico. El cientificismo radical
de esta especie sostendría, por ejemplo, que la sociedad no es más que un sistema
fisicoquímico, de donde los fenómenos sociales debieran estudiarse exclusivamente
mediante la ayuda de metros, relojes, balanzas y otros instrumentos de la misma clase.
En cambio, la filosofía científica favorece la elaboración de técnicas específicas en cada
campo, con la única condición de que estas técnicas cumplan las exigencias esenciales
del método científico en lo que respecta a las preguntas y a las pruebas. De esta manera
es como puede entenderse la extensión del método científico a todos los campos
especiales del conocimiento. Una adquisición reciente del método científico es la
investigación operativa, esto es, el conjunto de procedimientos mediante los cuales los
dirigentes de empresas pueden obtener un fundamento cuantitativo para tomar
decisiones, y los administradores pueden adquirir ideas para mejorar la eficiencia de la
organización10. Pero, desde luego la extensión del método científico a las cosas humanas
está aún en su infancia. Pídasele a un político que pruebe sus afirmaciones, no
recurriendo a citas y discursos, sino confrontándolos con hechos certificables llegará a
la conclusión de que muchas de sus hipótesis favoritas tienen necesidad urgente de
reparación. En este último caso puede terminar por admitir que una de las virtudes del
método de la ciencia es que facilita la regulación o readaptación de las ideas generales
que guían nuestra conducta consciente, de manera tal que ésa pueda corregirse con el
fin de mejorar los resultados.
¿Es dogmático favorecer la extensión del método científico a todos los campos del
pensamiento y de la acción consciente? Planteamos la cuestión en términos de conducta.
El dogmático vuelve sempiternamente a sus escrituras, sagradas o profanas, en
búsqueda de la verdad; la realidad le quemaría los papeles en los que imagina que está
enterrada la verdad: por esto elude el contacto con los hechos. Por consiguiente, el
partidario del método científico no se apegará obstinadamente al saber, ni siquiera a los
medios consagrados para adquirir conocimiento, sino que adoptará una actitud
investigadora; se esforzará por aumentar y renovar sus contactos con los hechos y el
almacén de las ideas mediante las cuales los hechos pueden entenderse, controlarse y a
veces reproducirse. Afirmar y asentir es más fácil que probar y disentir; por esto hay
más creyentes que sabios, y por esto, aunque el método científico es opuesto al dogma,
ningún científico y ningún filósofo científico debieran tener la plena seguridad de que
han evitado todo dogma. De acuerdo con la filosofía científica, el peso de los enunciados
y por consiguiente su credibilidad y su eventual eficacia práctica depende de su grado
de sustentación y de confirmación.