Tricot, T. (2021) - El Movimiento Mapuche y La Primavera Chilena. Anuario Del Conflicto Social
Tricot, T. (2021) - El Movimiento Mapuche y La Primavera Chilena. Anuario Del Conflicto Social
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EL MOVIMIENTO MAPUCHE Y LA
PRIMAVERA CHILENA
Tito Tricot176
Introducción
La primavera constituye un ciclo vital de la naturaleza, que se repite año a año, en un ciclo circular.
La historia, por su parte, aunque es probable que no sea circular, o que vuelva cada cierto tiempo a
su punto de partida en un ciclo interminable, de tanto en tanto nos asombra con singulares
coincidencias. Por ello —quizás— es que los noviembres de Chile y Wallmapu se incrustan en las
primaveras con la violencia de la historia política de estos países, primaveras que sabemos cuándo
empezaron, más no podemos presagiar cuándo culminarán. Precisamente, porque los noviembres
parecieran repetirse.
Alex Lemun, joven mapuche de tan solo 17 años, de la comunidad Requem Lemun de Ercilla, fue
asesinado de un balazo en la cabeza en noviembre de 2002 por el mayor de Carabineros Marco
Aurelio Treuer. A Gustavo Gatica, estudiante de psicología de la Universidad de Academia de
Humanismo Cristiano, le arrancaron sus ojos el 8 de noviembre de 2019 en la Plaza Dignidad de
Santiago. Fueron carabineros de las Fuerzas Especiales. En Wallmapu, en la comunidad de
Temucuicui, fue asesinado por la espalda y con un disparo en la nuca el joven comunero Camilo
Catrillanca. Ocurrió el 14 de noviembre de 2018. El responsable fue el sargento de Carabineros
Carlos Alarcón, integrante del denominado Comando Jungla177. Carabineros, también de Fuerzas
Especiales,
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171 Para un detallado análisis de este abordaje teórico ver Tricot, T. (2013).
172 No se incluyen, por cierto, los miles de heridos en estas mismas matanzas ni los millares de heridos en protestas de décadas de
movilizaciones sociales.
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173 No es el objetivo de este artículo debatir en profundidad acerca del carácter del Estallido y movimiento, admitiendo que
coexisten distintas versiones y abordajes en torno al fenómeno. Las hay también en relación al concepto mismo de
movimiento social.
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esta forma, se evapora la política para reducirla al mínimo procedimental expresado en votaciones
periódicas, cada vez más simbólicas, cada cierto tiempo. Pero, para la minoría dominante —aquella
que agencia el modelo— ni el poder, ni la política, ni la violencia están vacías de contenido, no son
neutrales, pues el contenido de la política no es la política per se, aunque se despliegue en el campo
de lo que convencionalmente se nombre como la institucionalidad, sino que carga con un peso
económico del cual nunca puede desprenderse. Menos aún de su lastre de pobreza y desigualdad, que
son las grandes esferas que ocluyen el derecho a la vida, pero no para todos. Simplemente, porque
este modelo produce pobreza para que otros puedan ser ricos, o riqueza para que otros sean pobres.
En Chile el sueldo promedio es de 481 mil pesos, las pensiones promedio ascienden a 157 mil
pesos, el 50% de los hogares de menores ingresos accede al 2,1% de la riqueza del país, mientras que
el 10% más rico se queda con el 66,5%. Además, 140 personas en Chile concentran, cada una, una
fortuna mayor a 100 millones de dólares. ¿Quiénes son los más ricos? Julio Ponce Lerou, con 3.800
millones de dólares; Horst Paulmann, con
3.000 millones de dólares y, por supuesto, el presidente Sebastián Piñera, con una fortuna de 2.800
millones de dólares. Privilegios que, sin duda, son necesarios de proteger recurriendo a la
arqueología del saber. Quizás por eso es que el presidente Sebastián Piñera (2019) declaró estar “en
guerra contra un enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a nadie y que está
dispuesto a usar la violencia y la delincuencia sin ningún límite, incluso cuando significa la pérdida de
vidas humanas, con el único propósito de producir el mayor daño posible”. En otras palabras, exhumó
el antiguo y conocido aforismo de que “la guerra no constituye simplemente un acto político, sino un
verdadero instrumento político, una continuación de la actividad política, una realización de ésta por
otros medios” (Clausewitz, 2002:19). En su discurso y acción tomó su verdadero sentido
disciplinador y aniquilador, porque la violencia política está siempre presente en la política, es en sí
misma política, siendo la guerra una forma aguda de la misma.
La dictadura cívico–militar del general Pinochet definió a un enemigo interno181 para una
guerra imaginaria, construyendo un discurso que sustentara ideológica y políticamente dicha
entelequia. El presente Gobierno ha hecho exactamente lo mismo, criminalizando al movimiento
social de la misma manera que se ha estigmatizado al Movimiento Mapuche. Dos movimientos
sociales que se han soliviantado para desnudar los abusos de un sistema institucionalizado y
constitucionalizado. Incluso, es dable decir que un porcentaje significativo de la población,
consciente o inconscientemente, lo aceptó, o al menos internalizó valores, actitudes y prácticas
individualistas e insolidarias, siendo funcionales al neoliberalismo que promovía una cultura
aspiracional. Para algunos pocos, el ascenso social fue limitadamente real, implicó mejores
condiciones de vida material —casa propia, automóviles, electrodomésticos— vía endeudamiento.
En otras palabras, pobres a plazo. Mientras los ricos de verdad, a costa de los pobres de verdad y
de los pobres a plazo, continuaban acumulando riquezas. Hasta que Chile despertó un día viernes
18 de octubre.
174 La doctrina de la seguridad nacional ideada por militares brasileños estadounidenses transformó al enemigo externo
(hipotéticos países enemigos) por un enemigo interno. Estos fueron, superpuestamente, los comunistas, marxistas y
subversivos pero, en los hechos, lo fue cualquiera que se opusiera a las dictaduras cívico-militares. Las consecuencias fueron
horrorosas: miles de asesinados, desaparecidos, torturados, detenidos y exiliados.
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Con todo, es erróneo pensar que con anterioridad a la emergencia de este Estallido los chilenos
hubiesen estado sumidos en un extenso letargo movimental desde el retorno a la democracia, a pesar
de lo que se ha tildado como el conjuro de los movimientos sociales y el evidente disciplinamiento de
estos por parte de los primeros gobiernos de La Concertación (Guerrero, 1997). El Puertazo en
Valparaíso, donde en la década del 90 toda la cuidad se movilizó en la defensa del puerto y los
importantes movimientos —en distintos momentos y con diversas demandas— como el de Aysén,
feminista, estudiantil, de profesores, subcontratistas, de la salud, pingüinos, portuarios, pescadores
artesanales de Chiloé, Pascua Lama, contra la Hidroeléctrica en la Patagonia y contra el megaproyecto
minero Dominga en La Higuera, por mencionar algunos, atestiguan que se desarrolló una
reconstitución de un sujeto social probablemente diferente a los clásicos, en línea con el surgido
producto del Estadillo social. Todos fueron objeto de violencia desde el poder, tal como el Movimiento
Mapuche. Es decir, es posible argumentar que tanto el movimiento social presente y el Movimiento
Mapuche están unidos por la violencia estatal. Existe una vinculación externa definida por una guerra
ficticia interna, puesto que se ha demarcado un enemigo también interno. Histórica y
sistemáticamente se ha reprimido, pero particularmente, desde los eventos de Lumako, en 1997, aun
cuando no se puede hacer una dicotomía entre los procesos sociales del Movimiento Mapuche
Autonomista. Ahora,
el pueblo chileno movilizado vivenció lo que ha pasado los últimos 30 años en
Wallmapu. Fue una experiencia traumática para todas las fuerzas sociales que salieron a las calles
entre octubre de 2019 y febrero de 2020. Es triste compartir hechos que son repudiables, pero creo
que también aquello nos permitirá indignarnos más y seguir movilizados. Aún nada ha cambiado, falta
mucho y debemos seguir luchando. (Antileo, 2020, entrevista personal)
La violencia exógena o estructural es la peor de las violencias porque es institucional y se ejecuta
dentro de un marco legal. Es la peor pues, aparentemente, es legítima, moral y normativamente
aceptable por la sociedad que ha depositado en el Estado la salvaguarda del orden público.
Fundamentado en el supuesto de la representación del bien común, el Estado ha elaborado una
sofisticada, aunque paradójicamente fútil narrativa, criminalizando al Movimiento Mapuche,
adscribiéndole un carácter terrorista, donde la idea clave la verbaliza el presidente Sebastián Piñera, y
es que
en la Región de La Araucanía sí hay terrorismo, y los que lo quieran negar están tratando de tapar el
sol con un dedo, porque cuando se comenten los actos que hemos conocido, naturalmente que hay en
eso un acto de terrorismo. Y, por eso, hemos aplicado la Ley de Seguridad del Estado, cuando
corresponde, la Ley Antiterrorista, cuando corresponde, y lo vamos a seguir aplicando182.
Esta afirmación se efectuó en la ciudad de Temuco, en el corazón del territorio mapuche, a solo tres
meses del asesinato de Camilo Catrillanca acaecido en Temucuicui. Esto puede tener la siguiente
lectura: la violencia estructural no es sencillamente una narrativa, sino que es intrínseca al Estado-
Nación, un componente sedimentado de prácticas políticas e ideológicas que construyen acciones
concretas. ¿Por qué? Porque la visita que hizo el ministro Chadwick al territorio también puede ser
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176 Ante las denuncias de los mapuche y los medios de comunicación, Carabineros tuvo que reconocer su responsabilidad en el
montaje y en el asesinato de Camilo Catrillanca. El gobierno tuvo que remover de su cargo a once funcionarios de Carabineros,
entre ellos, dos generales, un coronel, un teniente coronel, un mayor y cinco suboficiales. Se les ha aceptado la renuncia y se les
ha dado de baja por no haber respetado la ley ni los procedimientos.
177 https://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2019/01/10/chadwick-no-descarta-aplicar-estado-de-excepcion-en-la-araucania/
178 https://www.camara.cl/prensa/sala_de_prensa_detalle.aspx?prmid=137968
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consecuente con su aserto de cuidar a Carabineros de Chile. Porque la violencia institucional está
socialmente regulada y agenciada por personal del Estado, por ende, debería ser normativamente
incontestable, salvo que llegase a ser ostensiblemente transgresora de estas mismas normas.
Incluso, en tales casos, el castigo es mínimo, prohibición de ejercer cargos públicos o quizás, penas
irrisorias de cárcel.
La palabra del poder utiliza el poder de la palabra para legitimar lo que hace y omitir sus
crímenes. Por eso, uni–lateraliza el conflicto en territorio mapuche, nombrándolo como conflicto
mapuche, reduciéndose su causa u origen a un actor político: el Pueblo Mapuche,
adscribiéndosele, además, una cualidad terrorista al Movimiento Mapuche Autonomista. Del
mismo modo, deslegitima al Estallido y movimiento social, primero minimizándolo, después
denunciando presencia extranjera y, finalmente, acusándolo de violentista e intentándolo dividir
entre aquellos sectores supuestamente pacíficos y otros violentos. Exactamente lo que han hecho
con el Movimiento Mapuche. De manua introductorio. Nada, absolutamente nada, nuevo.
El golpe me dio vuelta la cara…si no me alcanzo a cubrir algo, no sé cómo porque no vi nada,
pierdo los dos ojos. Siento mucho dolor, como una mano de metal caliente que se te mete en los
ojos y te los arranca. Corrí, corrí mucho rato, gritando, hasta que paré en un árbol. Llegó gente de
la brigada de Primeros Auxilios a ayudarme. Sentía sangre en la boca, la cara. Los pacos nos
dispararon lacrimógenas mientras me curaban algo. (Muñoz, 2020, entrevista personal)
“¡Hay que cuidar a Carabineros! Para que lleven a cabo su labor de garantizar la vida”, dice el ex
ministro Chadwick, pero Vicente Muñoz verá la vida solo a medias desde ahora en adelante.
Gustavo Gatica no la verá más. Fabiola Campillay tampoco. Ella fue baleada también en uno de
aquellos noviembres, que asoman como meses malditos, pero no en sí mismos, sino que
maculados por una policía diseñada para reprimir. Los noviembres mapuche o, si se quiere,
mapuche y chilenos, estarían unidos por la violencia del poder. Pedro Cayuqueo es claro en afirmar
que
Los mapuche lo hemos sufrido desde los primeros años del retorno de la democracia y ha sido
la tónica en gobiernos de centroizquierda y derecha, sin distinción. Hoy es el pueblo chileno el
que sufre también la represión, el abuso policial y, es terrible decirlo, pero es otra de las
consecuencias del Estallido Social; se democratizó en Chile el apaleo policial. Muertos,
mutilados y heridos hemos tenido los mapuche desde los noventa, jóvenes activistas de
comunidades acribillados a balazos, disparos de balines en el rostro, detenciones arbitrarias,
secuestros y montajes policiales, la lista es larga y se viene denunciando hace décadas. Es lo
mismo que se ha visto en el Estallido Social de octubre, los mismos atropellos y la misma
impunidad policial. Hoy a mapuche y chilenos también nos hermana, lamentablemente, el
dolor que trae consigo la represión estatal. (Cayuqueo, 2020, entrevista personal)
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Sin embargo, también existe otro tipo de ligazón forjada entre el Estallido Social, el movimiento
surgido a partir de este —o, para ser más exacto, aquel de las placas tectónicas que se venían
desplazando ora imperceptiblemente ora episódicamente, en los últimos treinta años— y el
Movimiento Mapuche. Este encadenamiento o vínculo no viene desde el poder, sino que desde el
contra–poder, desde la resistencia “a un modelo neoliberal que privatiza la vida y también la
muerte, y que tiene a nuestros territorios y sus recursos naturales convertidos en cotos de caza de
las grandes transnacionales. En esta lucha estamos hermanados con el gran pueblo chileno,
víctimas también de un sistema perverso y deshumanizante” (Cayuqueo, Op. cit.). Es la segunda
dimensión, aquella que busca identificar las posibles interrelaciones movimentales en el presente
periodo histórico, entendiendo que en el caso del Movimiento Mapuche Autonomista nos remite,
al menos, a veinte años atrás, a los eventos de Lumako (Tricot, 2017, 2014, 2013, 2011; Pairican,
2014). Lumako, localidad en la provincia de Malleco donde se quemaron, en 1997, tres camiones
de la forestal Bosques Arauco y se recuperaron los fundos Pichilinkoyan y Pililmapu, se transformó
en un punto de inflexión en el desarrollo del Movimiento Mapuche Autonomista. Allí se
materializó un giro movimental en el contexto general de un proceso de contraposición de ideas,
tácticas, estrategias, liderazgos, modos de accionar y demandas de su acción colectiva. Lumako es
depositario de muchos otros Lumako en la historia del Movimiento Mapuche y, sin duda, de otros
futuros Lumako. La “mapuchización” del proceso reflexivo del movimiento había identificado al
Estado y al modelo neoliberal como los actores principales enemigos de su pueblo. Se habían
explorado e intentado todas las vías posibles para solucionar los problemas relativos a la
usurpación de su territorio y sus tierras, y a la violencia por parte del Estado y las empresas
forestales. Nadie los había escuchado, ni la institucionalidad ni los partidos, ni de centroizquierda
ni de derecha. Era indispensable adoptar una forma distinta de organización y lucha que
movilizara a las comunidades y, por sobre todo, que fortaleciera la confianza, la creencia en la
fuerza propia y en que era posible un mañana mapuche. El Wallmapu había despertado, aunque,
en rigor, nunca estuvo dormido.
Chile despertó mucho más tarde, pero despertó. Por la dislocación de las placas tectónicas de
la conciencia, como argumentamos. Lumako fue un movimiento sísmico de gran magnitud, tanto
por su accionar como por el giro autonomista de la demanda mapuche, o al menos, de un sector
del movimiento. Las réplicas de aquel sismo se perciben hasta hoy, porque cambió la geografía y la
geología conflictual, dibujándose una nueva cartografía que incluye ignotas constelaciones de
sentido y de acción colectiva. Es aquí donde se establecen las similitudes y diferencias del
Movimiento Mapuche Autonomista con el Estallido y movimiento social derivado de este. En el
marco del conflicto chileno–mapuche se constató una doble autonomía: de los partidos políticos
chilenos y del Estado y de su institucionalidad, con sus propias especificidades. Se puede sostener
que lo mismo sucede con el movimiento presente. El prolongado cuestionamiento de los partidos,
de la política convencional y de la mayoría de las instituciones públicas se había constituido en un
elemento permanente del planisferio socio–político, no obstante, no se traducía en un movimiento
social masivo, transversal y poderoso. Ello cambió radicalmente el 18 de octubre. En el sur, “el
sentimiento de instrumentalización por parte de los partidos chilenos
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179 https://www.mapuexpress.org/2019/10/21/cam-frente-al-estallido-chileno-contra-el-orden-establecido/
180 Idem.
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abrumadoramente más antiguos que el movimiento chileno. Entonces, no es dable establecer escalas
valóricas para medir grados de efectividad, profundidades estratégicas o tácticas, capacidades de
liderazgos, avances o retrocesos, victorias o derrotas, narrativas, repertorio de acciones, demandas,
simbologías, entre otras, sino más bien identificar — reiteramos— elementos que los vinculan
movimentalmente, sea en posición o contraposición. En horizonte colectivo, constituyéndose como
un nosotros movimental chileno, un sujeto diferente a los existentes anteriormente, sin partidos
políticos, sin referentes que ya no representan a nadie, sean estos ideológicos, políticos o sociales
formales, como sindicatos. Me refiero a un pueblo movilizado, gente movilizada, ciudadanos
movilizados, individuos movilizados y territorios movilizados. En suma, un sujeto diferente en
construcción, difícil de definir, que asumió demandas del Pueblo Mapuche tal vez sin claridad cabal o
precisión absoluta de lo que pueda implicar, por ejemplo, la plurinacionalidad o la pluriculturalidad,
pero, ¿pueden los expertos o cualquiera explicar conceptualmente lo qué significa esto también?
Después de todo, las movilizaciones no son el lugar para ello, lo relevante es que en todas las marchas
y manifestaciones a través del país flamearon la wenufoye y la wünelfe, las banderas mapuche, como
una forma de solidarizar con el Pueblo Mapuche, su lucha y, especialmente, su dignidad y coraje.
Los movimientos sociales se desplazan en distintas esferas para otorgarle sentido y orientación a su
accionar; es la subjetividad hecha política, son los relatos, los mitos, los ritos, los cánticos, los
rayados, las consignas, los colores, las memorias, las palabras y la identificación con la otredad. La
batalla de los símbolos es otra manifestación de la confrontación por el poder entre la calle y el
Estado que el Movimiento Mapuche inició, al menos, desde el año 1992 cuando el Consejo de Todas
las Tierras (CTT)188 impulsó la creación de la wenufoye. Indica Jorge Weke, su creador final, que luego
de un amplio proceso de consulta a las comunidades de las distintas identidades territoriales del
Wallmapu, se elaboró esta bandera como “un símbolo de liberación, de auto reconocimiento como
nación milenaria”, agregando que “los mapuche no podemos honrar la bandera chilena, no podemos
honrar símbolos con los cuales se han dado golpes de genocidio contra nuestra gente, todo ello en
nombre de la patria”189. Entonces, el océano de exclusiones simbólicas del Estado–Nación para con
los mapuche, por ejemplo, mediante los emblemas nacionales chilenos representativos de un Estado
uninacional y unicultural, eran ahora interpelados y subvertidos por una bandera mapuche. Pronto
esta se convertiría en un componente más, no solo de una batalla de significados, sino que de disputa
en todos los ámbitos, porque la primera vez que se presentó en público en octubre de 1992, la
manifestación fue violentamente reprimida por la policía. Eso no es simbólico, sino material. No es
intangible, sino tangible, como lo es la militarización de la represión al movimiento social chileno,
el que ha utilizado ampliamente la wenufoye y, también, la wünelfe, de campo azul y estrella blanca
181 Una de las más importantes organizaciones mapuche surgidas en la década del noventa, la primera que comenzó la
elaboración de un discurso de libre determinación, de reconocimiento de derechos colectivos y de reestructuración de la
organización social ancestral con sus autoridades propias. Además, planteaba la desafiliación de los partidos políticos
chilenos.
182 https://sites.google.com/site/delospueblosindigenas/la-bandera-mapuche-contada-por-jorge-weke
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183 Grupo de auto-defensa de masas surgido al alero del Estallido Social, compuesto fundamentalmente por jóvenes que se
enfrentan a la policía para defender a los manifestantes de la acción policial. Ha sido violentamente reprimido por Carabineros.
184 https://www.comunidadhistoriamapuche.cl/posicionamiento-del-centro-de-estudios-e-investigacion-mapuche-comunidad-
de-historia-mapuche-ante-el-proceso-politico-abierto-y-en-curso-en-el-wallmapu-y-chile/
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(Huinca, 2019) no acabó con la dominación hispana, sino que con el colonialismo interno
también, por aquel ejercido desde el poder chileno.
En este contexto, uno de los principales artífices de la ocupación militar de La Araucanía en el
siglo XIX fue el coronel Cornelio Saavedra. El derribo de su busto en la plaza de la ciudad de
Collipulli es, para los mapuche, una acción de justicia descolonizadora, una manera de re–escribir
otra historia. Contarle a todo el mundo que esto no es vandalismo, que no es violencia, que
violencia es lo que propulsó a Saavedra al decir que a los mapuche había que “quemar(les) sus
ranchos, tomarles sus familias, arrebatarles sus ganados y destruir en una palabra todo lo que no
se les puede quitar” (Saavedra, 2009: 211). Así, la des–monumentalización acontecida en todo el
país es otro punto que hilvana a los movimientos desde el contra poder, aunque pueda haber
especificidades históricas, territoriales, identitarias y culturales.
En Valparaíso se reapropió la estatua de Carlos Condell192, para rebautizar la Plaza Aníbal Pinto
como Plaza de La Resistencia, en Punta Arenas se destruyó la estatua de José Menéndez, colono
quien, con la anuencia del Estado chileno, dirigió la masacre del pueblo Selk’nam para instalar su
empresa ganadera en la Patagonia. La inhumanidad del modelo económico, de la historia que no
se nombra, que la des–monumentalización trata de narrar a pulso y sin permiso.
Sin permiso fueron también las decenas de marchas que hubo en Chile y Wallmapu con ocasión
de la conmemoración de un año del asesinato de Camilo Catrillanca, siendo la de Temuco una de
las más masivas. En la comunidad de Temucuicui, donde vivía Camilo y su familia, se realizó una
ceremonia especial. Una ceremonia pacífica como las movilizaciones, las cuales indistintamente
fueron reprimidas por Carabineros. Por supuesto que ello responde a un patrón y a una estrategia
diseñada por La Moneda desde el comienzo del Estallido, por tanto, no constituye novedad. Lo
grave es que los responsables y ejecutores directos de instruir a la policía para reprimir a los
manifestantes, son los mismos responsables políticos del asesinato de Camilo Catrillanca. La
mantención del orden público es nada más que la mantención del control social, o sea, del sistema
total y, en este marco, la legalidad y la justicia no son equivalentes. Andrés Chadwick, ex ministro
del Interior, tenía el mismo cargo al momento de la muerte y encubrimiento del crimen de
Catrillanca, al igual que el ex subsecretario Rodrigo Ubilla. Los dos encargados de las fuerzas
policiales ese 14 de noviembre —otro noviembre maldito— reprimieron las actividades de
conmemoración del crimen que ellos habían encubierto en primera instancia. Ninguno de los dos
asumió su responsabilidad política, sin importar las conclusiones de la Comisión Investigadora de
la Cámara de Diputados que sí lo hizo porque, como declaró su presidente, el diputado del partido
por la democracia PPD, Raúl Celis, “ésta es una de las violaciones más flagrantes y graves a los
derechos humanos que se hayan realizado en este último tiempo contra una persona, y un
comunero en particular193”. Empero, el ministro del Interior prosiguió transgrediendo
severamente la Constitución y las leyes, permitiendo la sistemática violación a los derechos
humanos. Producto de todo ello fue la aprobación por
185 Uno de los héroes de la Guerra del Pacifico de acuerdo a la historiografía oficial.
186 https://www.eldesconcierto.cl/2019/09/12/caso-catrillanca-informe-final-de-comision-investigadora-establece-
responsabilidad el senado -politica-de-chadwick-y-ubilla/
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Una de las grandes demandas del movimiento derivado del Estallido es una nueva Constitución y,
por consiguiente, el rechazo a la Constitución dictatorial, mantenida por 30 años por los
gobiernos que le sucedieron. Los cabildos, asambleas territoriales, movilizaciones y múltiples
actividades, centraron su atención en el tema constitucional. No fue el único tema, pero sí uno
importante. Una de las demandas del movimiento social y de un segmento significativo del
Movimiento Mapuche es por una nueva Constitución. Más concretamente, una de carácter
plurinacional y pluricultural. La interrogante que asoma inmediatamente, por supuesto, es si esto
será posible con la existencia de un Estado férreamente nacionalista racista y unitario. Para
Antileo (2020, entrevista personal) “es vital pensarse como un país conformado por colectivos
históricos diversos, como un país plu-
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188 Vocero
189 Encuentro mapuche.
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los pueblos originarios? Es que transformar el Estado uninacional y unicultural por uno
plurinacional y pluricultural, que tenga la voluntad y capacidad de reconocer que en este país
que llamamos Chile no todos somos chilenos, requiere un esfuerzo movimental colosal. Puede
que se escriba una nueva Constitución que no cambie absolutamente nada y una Constitución
que no sea ni plurinacional ni pluricultural. Es la incertidumbre total, como el COVID–19, que nos
golpea mundialmente. Lo que sí está meridianamente claro es que sin el Movimiento Mapuche
Autonomista jamás se hubiese hablado de plurinacionalidad y pluriculturalidad y, también que,
sin el Estallido, tampoco se hubiera hablado del cambio de Constitución como una realidad
posible.
Conclusiones
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de las Naciones Unidas 30 octubre–22 noviembre 2019.
República de Chile, Diario de sesiones del Senado. Publicación oficial, Legislatura 366ª
Sesión 76ª, miércoles 12 de diciembre de 2018.
Cronología
Fecha Acontecimiento Descripción
14 de noviembre de Asesinato comunero Carabineros asesina en la comunidad de
2018 mapuche Camilo Temucuicui al joven Catrillanca por la espalda.
Catrillanca Acusa que iba armado. Se descubre que era un
montaje, el cual fue avalado y respaldado
inicialmente por el Gobierno.
12 de diciembre de Sesión Especial del Se discute la situación en la región,
2018 senado sobre situación en incluyendo la muerte del comunero Camilo
La Araucanía Catrillanca. Participan el ministro Andrés
Chadwick y el ministro de Desarrollo Social,
Alfredo Moreno.
10 de enero de Andrés Chadwick, A tan solo dos meses del asesinato de Camilo
2019 ministro del Interior visita Catrillanca, no descarta declarar Estado de
la Región de La Araucanía Emergencia en la región. Se reúne con con
agricultores de la zona. No se reúne con
familiares de Camilo Catrillanca.
21 de febrero Presidente Piñera visita Presidente Piñera visita la región, para
de 2019 La Araucanía inaugurar una comisaría, dar respaldo a
Carabineros y reiterar que existe terrorismo
en la zona.
02 de junio Autoridades y dirigentes En el marco del asesinato de Camilo
de 2019 mapuche se reúnen con Catrillanca, un centenar de autoridades y
diputados en Valparaíso dirigentes de diferentes comunidades
presentan su posición y demandas ante sesión
especial de la Cámara de diputados.
18 de octubre de Comienza Estallido Social Con el salto de torniquetes del Metro de
2019 Santiago por un grupo de estudiantes
secundarios, comienza simbólica y
factualmente el mayor movimiento social de
las últimas décadas en Chile.
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15 de noviembre Acuerdo por la Paz Social y Este acuerdo fue firmado por todos los
de 2019 Nueva Constitución partidos políticos y la oposición,
excepto el partido comunista y
humanista. De aquí emana la
posibilidad elaborar una nueva
Constitución y, quizás, escaños
reservados para pueblos originarios.
11 de diciembre de Se aprueba acusación El Senado aprueba la acusación contra
2019 constitucional contra ministro el ministro por haber infringido
Andrés Chadwick gravemente la Constitución y las leyes,
y haber dejado de adoptar medidas
para detener violaciones sistemáticas a
los derechos humanos. Además, por
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