No me llores, no
Porque si lloras yo peno
En cambio, si tú me cantas
Yo siempre vivo… Yo nunca muero
Nos manifestamos en este mundo con una forma que lleva un corazón y un
rostro únicos. Estamos aquí para reconocer en nosotros a la creación dual
compuesta por un cuerpo que nos presta nuestra Madre Tierra y un alma o
espíritu intangible que nos dio el Creador Supremo, la Energía Universal. Un
cuerpo que caduca y muere y un alma que es eterna. Estamos en este
plano para experimentar la dualidad de la Creación: la luz y la oscuridad, el día
y la noche, Así que nos preguntamos: ¿La muerte es parte la vida o la vida es
parte de la muerte? En realidad, no morimos, cambiamos nuestro estado y
nuestra forma. Celebrar a la muerte es una manera de reconocer a los
ancestros viviendo en mí, entre nosotros, pues una parte de ellos prevalece
a través de sus genes, sus enseñanzas y costumbres.
Al seguir sus sagradas tradiciones es como los honramos. Por esto es por lo
que la celebración a los muertos es una celebración a la vida donde
reconocemos lo que somos.
El día de muertos es por esto una de las tradiciones más emblemáticas de
México, de origen mesoamericano en la que se honra a los difuntos. Es punto
clave para transmitir la riqueza cultural de nuestro país y que nos da
identidad en el mundo. Es una celebración a la memoria y un ritual que
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privilegia el recuerdo sobre el olvido, llenando nuestros hogares de colores
cálidos que hacen referencia a una caricia para nuestros seres queridos
que han partido.
La costumbre de venerar a la muerte está arraigada también para otros
países. En todo el planeta se venera la conexión eterna entre estos dos
planos: La vida y la muerte. Podemos comenzar mencionando en Irlanda la
celebración de Samhain en la antigua cultura Celta y sus tradiciones
señaladas como paganas (recordemos que el paganismo se refiere a todo
aquel que sus creencias religiosas no son monoteístas y van más la relación
a la conexión con energías creadoras como los elementos, los rumbos, los
espíritus). Samhain significa “El final del Verano” y estaba ligada a
conmemorar la última cosecha. Se hacían ritos en donde los sacerdotes
druidas se comunicaban con sus antepasados en espera de ser guiados de
esta vida hacia la inmortal y decían que los espíritus de los ancestros
llegaban a visitarlos en esta fecha, honrado a los muertos para que
favorecieran las cosechas del siguiente ciclo. Ellos tenían la creencia que
esta noche la línea que une a este mundo con el de los muertos se
estrechaba y los espíritus buenos y malos podían pasar por ella. El uso de
máscaras y disfraces se utilizaba para ahuyentar a los malos espíritus y
encendían enormes hogueras para confundirlos. Los duendes, las sombras, los
fantasmas y los espíritus son algunas de esas oscuras figuras que se abren
paso desde el otro mundo para atormentar al pueblo irlandés, entre los que
destacan la luz, la oscuridad, la travesura y el cambio, considerados los 4
aspectos del Samhain. Según la tradición celta, la noche del 31 de octubre,
las fronteras entre lo natural y lo sobrehumano dejan de existir y los
muertos aprovechan el momento para deambular en el mundo de los vivos. Es
una fecha idónea para cerrar ciclos y dejar de lado en nuestras vidas aquello
que consideramos no nos aporta nada en nuestro desarrollo espiritual,
mental o físico. Fueron los inmigrantes de Irlanda y Reino Unido quienes
extendieron estas tradiciones a otros países, fue en especial Estados
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Unidos quien la adoptó y acoge con gran éxito bajo el nombre de All Hallows'
Eve o All Hallows' Evening (Víspera de Todos los Santos) que se abrevió
posteriormente en Halloween. Al inicio estaba prohibida entre los primeros
colonos estadounidenses hasta que incorporaron festivales que marcaron la
cosecha incorporando elementos del Samhain y adaptado las al Halloween
entre las que se incluyen el dulce o truco, disfrazarse, tallar calabazas,
encender hogueras, hacer bromas y contar historias de miedo, razones por
las cuales se le conoce también como la noche de las brujas. Pero es en
prácticamente todo el mundo que se celebra a los muertos. En China, por
ejemplo, se colocan altares dentro de las casas en donde prenden incienso y
fuego para homenajear a sus difuntos. En la India va cambiando año con año
según los ciclos lunares entre agosto y septiembre en donde también dan la
bienvenida en sus hogares y hacen actos de caridad. En Japón se guían
también por el calendario lunar en el mes de Julio y agradecen a sus
difuntos montando un altar budista frente a sus hogares, y al despedirlos
queman papeles amarillos que simbolizan dinero y lanzan luces para que los
guíen de regreso. Por su parte, los pueblos Latinoamericanos celebraban
estas fechas de igual manera, aunque con otro tipo de tradiciones y
rituales. Para comprender la relevancia de esta celebración, hay que tener
en cuenta la importancia que las culturas mesoamericanas otorgaban a la
muerte, ya que creían que el destino final de cada ser humano estaba
determinado por lo que hubiera hecho durante su vida. Tanto Bolivia, Perú,
Ecuador, Guatemala, y en menor grado los países de América Central y la
región andina de américa del Sur hasta Argentina y al norte hacia las zonas
de Estados Unidos más cercanas a la frontera con México, celebran con gran
fervor el día de muertos, recordando a los que ya se han ido. En Venezuela,
por ejemplo, esta tradición es muy antigua y proviene de los nativos, misma
que cambió tras la llegada de los españoles. En México sucede lo mismo, es
una de las tradiciones más arraigadas y antiguas que desde la época
Prehispánica se venera, aunque con otras connotaciones. Los antiguos
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mexicanos no realizaban altares u ofrendas como los que conocemos
actualmente y que forman parte del festejo del Día de Muertos. Las
ofrendas formaban parte más bien del rito funerario; es decir, no se
colocaban en una fecha especial, sino formaban parte de su entierro. Ellos
veneraban la vida y la muerte, comprendiéndola como una dualidad.
Los mexicas tenían varios períodos a lo largo del año para celebrar a sus
muertos, siendo las fechas más importantes los que ubicaban al terminar las
cosechas entre los meses de septiembre y noviembre. Ellos creían
fervientemente en que la vida continuaba aún en el más allá, por eso
consideraban la existencia de cuatro destinos para las personas según su
forma de morir:
• Primero mencionamos el Tonatiuichan o Casa de Sol, que era el lugar a
donde iban los guerreros muertos en batalla, los capturados para el sacrificio
y las mujeres embarazadas.
• En el segundo nivel se encontraba el Tlalocan o Recinto de Tláloc, lugar al
que se dirigían aquellos que morían por causas relacionadas al agua. • En
tercer lugar tenemos en Chichihuacuauhco, espacio destinado para los
bebés muertos, en donde eran amamantados por un enorme árbol nodriza
que los amamantaba hasta que volvieran a nacer.
• Por último, estaba el Mictlán, que era el lugar al que llegaban todos aquellos
que morían por causas diferentes a las anteriores.
Con la llegada de los españoles y el comienzo del catolicismo, el día de
muertos no desapareció por completo, pues éstos encontraron que había
mucha relación entre la celebración del Día de Muertos con la de la del día de
Todos los Santos, dedicado a la memoria de los santos que murieron en
nombre de Cristo. Así que se celebra conmemorando a los muertos con la
construcción de altares, claro ejemplo del mestizaje al contener elementos
de ambas culturas.
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La visita a los cementerios se acostumbra a finales del siglo XVIII cuando
ellos empiezan a utilizarlos para evitar enfermedades dentro de los hogares
que era en donde se acostumbraba a enterrarlos y tiempo después en los
atris de las iglesias.
Al final, la visión en aquella época y en la actualidad, es la misma: Recibir las
almas de los difuntos.
El señor de la muerte era Mictlantecuhtli y al inframundo o reino de los
muertos lo denominaban Mictlán (lugar al que los españoles interpretaron
como infierno). Este lugar era atravesado por los fallecidos durante cuatro
años, dejando atrás su cuerpo terrenal. Para ello, debían superar nueve
niveles plagados de dificultades. En el último, se reencontraban con sus
emociones y finalizaban el proceso de purificación, pudiendo descansar
eternamente. Desde el Mictlán cada año los difuntos emprenden el viaje al
mundo de los vivos para visitar a sus familiares y son recibidos con festejos,
comida y diversos elementos para que tomen con más fuerza el retorno.
Al Mictlán se dirigían por igual nobles y plebeyos, pues ellos estaban pensados
que la muerte no discrimina a nadie. En el Día de Muertos cabía la posibilidad
de abrir un paso entre ambos mundos y contactar con los seres queridos
que hubieran fallecido. Para nuestros ancestros la muerte no tenía la
connotación de la religión católica que marca la idea de un infierno o un
paraíso como un premio o un castigo; ellos pensaban que el destino del alma
del muerto estaba determinado por el tipo de muerte que había tenido y su
comportamiento en vida. En el S.XVI, tras la Conquista, se introduce a
México el terror a la muerte y al infierno.
Así, la Colonia fue una época de sincretismo donde los esfuerzos de la
evangelización cristiana tuvieron que ceder ante la fuerza de muchas
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creencias indígenas, dando como resultado un catolicismo muy propio de las
Américas, caracterizado por una mezcla de las religiones prehispánicas y la
religión católica.
En esta época se comenzó a celebrar el Día de los Fieles Difuntos, cuando
se veneraban restos de santos europeos y asiáticos recibidos en el Puerto
de Veracruz y transportados a diferentes destinos, en ceremonias
acompañadas por arcos de flores, oraciones, procesiones y bendiciones de los
restos en las iglesias y con reliquias de pan de azúcar –antecesores de
nuestras calaveras– y el llamado “pan de muerto”.
Fueron los españoles quienes implementaron sus creencias al colocar en los
altares cruces, imágenes religiosas, etc. Veremos en desarrollo de esta
charla el significado de cada uno de los elementos que conforman un altar y
los tipos de altares.
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El Altar de muertos es una ofrenda popular en la cultura mexicana en donde
las personas recuerdan a sus fallecidos a través de un diálogo con su
recuerdo en vida. Ofrendar es estar cerca de nuestros muertos para
recibirlos y dialogar con su recuerdo y con su vida. La ofrenda es el
reencuentro con un ritual que convoca a la memoria. Con el altar de
muertos que se monta en estos días se honra a los difuntos. Para
prepararlo es necesario colocar imágenes y fotografías de los fallecidos, así
como objetos personales, papel picado y comida. El altar se puede situar a
ras de suelo, conocido como altar de cementerio en donde todos los
elementos de la ofrenda se colocan tradicionalmente sobre un petate, o con
dos niveles que representen el cielo y la tierra: el primer nivel representa
el cielo, la lluvia y aquí se colocará un vaso o vasija con agua y en el segundo
nivel los alientos pues representa a la tierra.
Más elaborado es el altar de tres niveles, que representa el cielo, la tierra y
el infierno, en la parte alta se colocan las imágenes religiosas o de los
santos, en la parte de en medio se suelen poner las fotografías de los
fallecidos, y en el tercer nivel se colocan las ofrendas como la comida, las
frutas, la bebida y objetos personales del o los difuntos. Y todavía requiere
mayor elaboración el altar de siete niveles, cada uno de los cuales
representa uno de los siete pecados capitales, así como los pasos o pruebas
que las almas deben superar para poder descansar en paz. En la ofrenda a los
seres queridos fallecidos que se realiza el Día de Muertos participan todos
los miembros de la familia. Es al final de la celebración cuando se comienza a
comer la ofrenda que se supone que han disfrutado ya los difuntos.
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El altar comienza a armarse desde el día 27 de Octubre, noche en que se
abre el portal y en la tradición, nuestros difuntos comienzan a visitarnos
desde esa noche:
27 de octubre: Es el día que se abren las puertas del Mictlán y las mascotas
fallecidas visitan el mundo de los vivos. Ellas muestran el camino de regreso
a casa de los fieles difuntos. Normalmente se pone en la ofrenda agua y un
alimento.
28 de octubre: Es el día para aquellas personas que hayan fallecido en un
accidente de forma repentina o violenta. Se acostumbra a encender una
veladora y se coloca una flor blanca en la ofrenda para recibir a las ánimas
que vienen solas.
29 de octubre: Es el día dedicado a las personas que murieron ahogadas, a los
difuntos olvidados y desamparados. Se enciende otra veladora.
30 de octubre: En este día se le hace homenaje a aquellas almas que se
fueron repentinamente o en un accidente y no pudieron comer. Se coloca
un pan blanco, un vaso de agua y se enciende otra veladora.
31 de octubre: En este día se recuerda a los niños que se encuentran en el
limbo, es decir, los no nacidos o los que no fueron bautizados, y también a los
ancestros de nuestras familias (abuelos y tatarabuelos)
1 de noviembre: Es el día en donde se recuerda a todos los santos, llegan los
angelitos de aquellos que hayan fallecido siendo niños y se recuerda a todos
los santos de la iglesia católica. Se coloca la comida, la bebida, y se encienden
todas las veladoras.
2 de noviembre: Es el día que se honra a las personas que hayan fallecido en
su vida adulta.
En el altar se prenden todas las veladoras, se quema incienso y esperamos la
llegada de todos nuestros difuntos. Se acostumbra que desde el 31 de
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octubre y 01 y principalmente 02 de Noviembre las personas se queden
velando el altar el mayor tiempo posible con todas las veladoras encendidas,
con oraciones, cantos y convivencia alegre esperando la llegada de todos sus
ancestros, haciendo alusión a los pueblos que hacen en los panteones la
“Alumbrada” o Velación, noche en que llevan comida, veladoras, música al
camposanto y pasan ahí la noche.
El día 03 de noviembre llegó el momento de levantar el altar. Se enciende
una última veladora, se quema incienso y se despide a las almas de nuestros
muertos, pidiéndoles que regresen el próximo año. Este día es el cierre del
portal.
El Altar que guarda más tradición es el de 7 niveles, en donde en cada uno
de ellos podremos encontrar elementos que llevan un significado especial y
van colocados en este orden por el significado que guardan:
NIVEL 1: El santo En la parte más alta, se coloca la imagen del santo al cual
se le tiene devoción.
NIVEL 2: Ánimas Nivel dedicado a las ánimas del purgatorio. En este escalón
es en donde el alma del difunto obtiene permiso para salir y visitarnos.
Coloca un vaso de agua y un espejo para que el alma del difunto sepa que ha
trascendido y no se quede vagando en este mundo.
NIVEL 3: Purificación En este escalón se coloca sal y el copal, que simbolizan
la purificación del espíritu y para que no se corrompa el cuerpo de los
muertos.
NIVEL 4: El Alma Y se coloca el pan de muerto, cuyo significado es la
Eucaristía. Se recomienda colocarlo siempre en números pares.
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NIVEL 5: Comida Guisado, frutas y alimentos predilectos del o los difuntos
NIVEL 6: Retrato Aquí se colocan las fotografías de las personas a las que se
dedica el altar.
NIVEL 7: Cruz Se forma una cruz formada casi siempre por semillas o
frutas, a veces con cal y veladoras, cenizas, pétalos de flores. Sirve para
que el difunto expíe sus culpas.
No olvides que el elemento más importante que no debe faltar en tu altar
es el amor que le imprimas y la conexión que logres hacer con tus seres que
han trascendido de este plano.
Pero además de éstos, el altar se complementa con elementos místicos que
ayudarán a las almas de los difuntos a encontrar el retorno:
1- COPAL E INCIENSO: El copal era considerado el alimento de los dioses,
pues el incienso fue traído por los españoles; ha sido utilizado en
ofrendas de las culturas mesoamericanas desde tiempos
inmemorables también para usos festivos y medicinales. El copal
simboliza la purificación del alma y cumple la función de guiar a los
difuntos hacia la ofrenda. Sublima la oración y la alabanza, de
reverencia. Limpia el lugar de malos espíritus, de aquellos que no son
bien recibidos.
2- 2- LOS ARCOS: Que representan la puerta de entrada al mundo de los
muertos, el octavo nivel que se debe seguir en el Mictlán. Se hacen
de carrizzo, palma o hierro y se decoran con papel picado y flor de
cempasúchil. Algunas veces se les colocan frutos.
3- 3- PAPEL PICADO: Su origen proviene de la época de los aztecas donde
ya era utilizado para representar al viento, uno de los 4 elementos de
la naturaleza. Se coloca de muchos colores porque guardan también
significados, por ejemplo el amarillo sería la pureza y el morado, el duelo
y la trasmutación.
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4- 4- FLOR DE CEMPASÚCHIL: Considerada un símbolo de vida y muerte,
se utiliza para trazar senderos desde la entrada de la casa hasta el
altar con la finalidad de guiar a las almas hacia los altares. Nuestros
ancestros ligaban su color al sol.
5- 5- ALHELÍ Y NUBE: Estas flores adornan y aromatizan naturalmente
el espacio durante la estancia del ánima. Sirven para darles la
bienvenida y cuando se va de regreso se dice que se irá muy
contenta. No pueden faltar ya que su olor significa pureza y ternura,
acompañan principalmente a las ánimas de los niños.
6- 6- VELADORAS Y CIRIOS: En la antigüedad se utilizaban rajas de ocote,
hoy se han cambiado por veladoras principalmente. La flama significa
luz, esperanza y fe que guía en éste y en el otro mundo. Así mismo, el
fuego es otro de los 4 elementos que representa fuerza y la guía
para el alma, la luz que ilumina su camino al mundo de los vivos.
7- 7- EL AGUA: Uno más de los 4 elementos, es el reflejo de la pureza, su
simbolismo va en virtud de calmar la sed del espíritu. También
nuestros ancestros tenían la cosmovisión que los cenotes, a los que
consideraban sagrados, eran una puerta que conectaba con
inframundo. En un altar se podemos colocar un vaso o una vasija de
barro con agua.
8- 8- TIERRA: El último de los 4 elementos esenciales que nos faltaba
mencionar. Para las culturas prehispánicas la tierra era dadora de vida
por lo que se le respetaba y honraba. Para representarla, podemos
colocar semillas de maíz, cacao o las que sean de nuestra elección.
9- 9- CRUZ: a los pies de la ofrenda, se coloca una cruz para que cuando
el ánima llegue pueda purificarse y bendecir sus alimentos. También
se forma en relación con llamar a los 4 elementos y a los 4 rumbos.
Puede formarse de flores, de cal, de tierra, con veladoras o con
frutas. Siempre debe formarse con las manos, impregnándole tu amor
y alegría por recibirlos.
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10- CALAVERAS: Están relacionadas con el Tzompantli, que era la
representación de la muerte para los guerreros aztecas. Las
calaveritas pueden ser de azúcar, amaranto, chocolate, barro,
tamarindo. Llenas de colores, representan a nuestros difuntos y su
vitalidad y personalidad en vida. Se acostumbra a poner el nombre de
cada uno de ellos en su frente.
11- 11- COMIDA: Se dice que debe ser la favorita de la persona a la
que es dedicado o lo que más les gustaba comer. Se acostumbra por
tradición colocar tamales, pozole, mole, tacos, así como dulce de
calabaza, tejocotes, jícama y naranja. Pueden colocarse bebidas como
chocolate, cervezas, mezcal, tequila, pulque, etc. así como dulces para
recibir a las almas de los niños.
12- 12- PAN DE MUERTO: Se refiere a que desciende del “pan del
maíz” que era como lo elaboraban las antiguas civilizaciones. La
representación más moderna tiene sobre las tiras de pan que
representan los huesos y unas coronillas que representa el cráneo. Va
ligado a la representación de la eucaristía en la religión católica y por
tanto, es el ofrecimiento fraternal.
13- 13- FOTOGRAFÍAS: Significa que el altar lo ofreces a esa o esas
personas y esperas recibirlas. Otro significado es que mientras la
fotografía o retrato se coloque, la persona no morirá pues sigue viva
en el recuerdo de sus familiares vivos.
14- 14- SAL: Elemento muy importante, ayuda al cuerpo etéreo a
no corromperse en sus traslados. La sal los ayuda a venir y volver.
Puedes colocarla en un plato de barro o formar una pequeña cruz con
ella.
15- 15- PERRO XOLOITZCUINTLE: Fiel acompañante hasta el último
camino, guía espiritual y ayuda para cruzar el río Chicinahuapan, el
último paso para llegar al inframundo. Colocarlo en la ofrenda tiene
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sentido ya que puede orientar a nuestras ánimas por el buen camino
de regreso por donde vinieron dándoles compañía y protección.
16-16- PETATE: Se utiliza para que las almas tomen un descanso y
también puede funcionar como base o mantel para colocar los
elementos del altar.
17-17- LICOR: Se pone para que el ser querido re cuerde los grandes
acontecimientos agradables durante su vida y se decida a visitarnos
nuevamente
18- 18- CRUZ: Elemento introducido durante la época de la
evangelización y se coloca en la parte superior del altar, a veces está
formada con ceniza, con sal o con pétalos de cempasúchil. Puede ir
acompañada de la imagen de algún santo o santa que simbolizan las
buenas relaciones sociales.
A veces está formada con ceniza, con sal o pétalos de cempasúchil.
Por supuesto que pueden utilizarse más elementos, como prendas de
vestir, o algunos objetos que ellos utilizaban, juguetes si tenemos
almas de niños por recibir, catrinas, elementos religiosos y todo
aquello que nos evoque a nuestros seres queridos.
Todas estas costumbres y tradiciones van pasando de generación en
generación, marcando la fecha de un halo de fiesta y color, de
celebración a la vida.
Se celebra en todo México, teniendo cada lugar características muy
particulares de hacerlo. En actualidad muchos lugares en el país que
puedes visitar si quieres vivir la experiencia de una noche de
muertos llena de tradición y colorido:
• Mixquic y San Lorenzo Tezonco (CDMX), dos de los lugares con más
tradición para vivir el día de Muertos en la gran Ciudad.
• Janitzio (Michoacán), haciendo velación toda la noche del 1º de
Noviembre
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• Oaxaca, celebran el Xhandú que significa Santo en zapoteco. Colocan
altares con grandes hojas de plátano para marcar la entrada al hogar.
• Teotihuacán, para vibrarla más pegada a las tradiciones de nuestros
ancestros.
• Aguascalientes.
• Chignahuapan.
• Y muchas otras!
Y visita si te es posible, las ofrendas y altares que cada Estado monta
en sus explanadas o edificios más enigmáticos. Llénate de esta magia
y estas tradiciones que nos anclan y nos dan identidad.
Dice la leyenda que Xóchitl y Huitzilin estaban enamorados desde que eran
niños y que por las tardes subían a la montaña dedicada a Tonatiuh, el dios
azteca del sol, y le ofrendaban ramos de flores. Pero un día se desató la
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guerra y Huitzilin fue a pelear para defender las tierras aztecas y murió.
Destrozada de dolor, Xóchitl pidió al dios Tonatiuh que la librara de su
sufrimiento y la reuniera con su amado.
El dios del sol cumplió con el pedido y dejó caer sus rayos sobre Xóchitl, y ella
se transformó en una flor de color amarillo intenso. Luego un colibrí se posó
en el centro de la flor y ésta abrió sus 20 pétalos liberando un aroma
intenso. Siguiendo el mandato de Tonatiuh, el amor de la pareja azteca
permanecerá mientras haya colibríes y flores de cempasúchil en los campos
mexicanos.
En México sabemos que, si hay vida, habrá muerte. Muerte de un cuerpo,
una transición que sucede cuando envejecemos, enfermamos o
simplemente nuestro paso físico por este momento presente ha llegado a
su fin, entendemos que nuestra alma permanecerá eternamente
acompañando a nuestros seres queridos. Nos volvemos inspiración, guías y
consejeros de los que se quedan, de quienes nos esperan con los brazos
abiertos y el corazón hinchado de emoción e ilusión de recibirnos
nuevamente en el hogar, acto que sucede en el día de muertos. Así, desde
nuestro más puro amor encendemos veladoras que les den luz y montamos
altares, para que ellos sepan que los añoramos, que los tenemos vivos en
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nuestro pensamiento y nuestro corazón. Celebramos la muerte con vida,
con esa dualidad innata que traemos en nuestro ser desde tiempos muy
muy antiguos, desde la fuente, desde el origen.
Honremos siempre a nuestros muertos que son quienes nos recuerdan la
vida misma. Abracemos sus enseñanzas, las que percibimos como buenas o
malas, entendamos que eran como tenían que ser para nuestro más grande
bien. Festejemos que tenemos vida, que lo más importante es amarnos y no
olvidarnos de nosotros mismos pues ese es el camino como podremos dar
eso mismo hacia afuera.
Permanezcamos agradecidos por lo que somos y por lo que no somos, por lo
que tenemos y también por lo que no tenemos. Cuidemos de nuestro
planeta y de nuestro cuerpo caduco mientras tenga vida, ya que no es más
que el envase de nuestra alma eterna, porque comprendiendo que la vida es
eterna, es buena, es un regalo, es un pacto que hicimos con nuestra propia
Divinidad y con el Universo más allá de todos los tiempos y espacios, será
como la abrazaremos con fuerza. Porque somos energía, somos luz.
Disfrutemos de estas festividades con honor, con alegría, con
entendimiento y amor, tal cual como debemos disfrutar de la vida.
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