UNIDAD 4. EFECTO PRINCIPAL DE LAS OBLIGACIONES.
EL PAGO
Antes de abordar los contenidos de este tema, es conveniente comentar algo de los efectos de las obligaciones. Al respecto la
Suprema Corte de Justicia de la Nación ha establecido lo siguiente:
REGISTRO IUS: 359130
EFECTOS DEL INCUMPLIMIENTO DE LAS OBLIGACIONES
De acuerdo con el artículo 1796 del Código Civil, vigente en el Distrito Federal, los contratos se perfeccionan por el mero
consentimiento, con excepción de aquellos que deben revestir una forma establecida por la ley; y los contratantes están
obligados no sólo al cumplimiento de lo expresamente pactado, sino también a las consecuencias que según su naturaleza son
conformes a la buena fe, al uso y a la ley; y según el artículo 2104 del propio ordenamiento, al que estuviere obligado a prestar
un hecho y dejare de prestarlo, o no lo prestare conforme a lo convenido, es responsable de los daños y perjuicios, en los
términos que la misma ley establece; de lo que se deduce que si el adquirente de una negociación, es demandado ante una Junta
de Conciliación y Arbitraje por concepto de pago de sueldos, de dos empleados del vendedor a quien éste dejó de cubrírselos, y
para ese efecto, aquél se defiende en el procedimiento administrativo y aun interpone amparo contra la resolución que le impuso
esa obligación, la erogación de honorarios es sólo una consecuencia inmediata y directa de la falta de cumplimiento del vendedor
de la negociación, materia del contrato relativo, por la obligación que tenía de pagar los adeudos pendientes por la explotación
del giro mercantil, al efectuarse la mencionada operación, y ese pago constituye, por lo tanto, un daño sufrido por el comprador,
precisamente por su importe, suma que el vendedor está obligado a resarcir, de acuerdo con los artículos 1949 y 2104 del Código
Civil, sin que pueda alegarse que el obligado en un contrato, en el caso de incumplimiento de su obligación, sólo es responsable
de los daños y perjuicios, si así se hubiere estipulado expresamente, porque esto es contrario a la ley y a la concepción jurídica de
la responsabilidad por falta de cumplimiento de las obligaciones.
I. El pago como cumplimiento de la obligación.
El cumplimiento de las obligaciones se puede efectuar a través de diversos actos,
entre ellos el pago. Por tal, se entiende la entrega de la cosa o cantidad debida, o la
prestación del servicio que se hubiere prometido.
El deudor puede ceder sus bienes a los acreedores en pago de sus deudas.
Esta cesión, salvo pacto en contrario, sólo libera a aquél de responsabilidad por el
importe líquido de los bienes cedidos.
Los convenios que sobre el efecto de la cesión se celebren entre el deudor y sus
acreedores, se sujetarán a lo dispuesto en el título relativo a la concurrencia y
prelación de los créditos.
La obligación de prestar algún servicio se puede cumplir por un tercero, salvo el caso
en que se hubiere establecido por pacto expreso, que la cumpla personalmente el
mismo obligado, o cuando se hubieren elegido sus conocimientos especiales o sus
cualidades personales.
El pago puede ser hecho por el mismo deudor, por sus representantes o por
cualquiera otra persona que tenga interés jurídico en el cumplimiento de la
obligación.
El pago es factible que lo haga un tercero no interesado en el cumplimiento de la
obligación, que obre con consentimiento expreso o presunto del deudor.
Puede hacerse igualmente por un tercero ignorándolo el deudor, o contra la voluntad
de éste último.
El acreedor está obligado a aceptar el pago hecho por un tercero; pero no está
obligado a subrogarle en sus derechos, fuera de los casos previstos en los artículos
2058 y 2059 del Código Civil del Distrito Federal.
El pago debe hacerse al mismo acreedor o a su representante legítimo.
El pago hecho a un tercero extinguirá la obligación, si así se hubiere estipulado o
consentido por el acreedor y en los casos en que la ley lo determine expresamente.
El pago hecho de buena fe al que estuviese en posesión del crédito, liberará al
deudor.
El pago deberá hacerse del modo que se hubiere pactado; y nunca podrá hacerse
parcialmente sino en virtud de convenio expreso o de disposición de ley.
Sin embargo, cuando la deuda tuviere una parte líquida y otra ilíquida, podrá exigir el
acreedor y hacer el deudor el pago de la primera sin esperar a que se liquide la
segunda.
El pago se hará en el tiempo designado en el contrato, exceptuando aquellos casos
en que la ley permita o prevenga expresamente otra cosa.
Por regla general, el pago debe hacerse en el domicilio del deudor, salvo que las
partes convinieren otra cosa, o que de lo contrario se desprenda de las
circunstancias, de la naturaleza de la obligación o de la ley.
Si se han designado varios lugares para hacer el pago, el acreedor puede elegir
cualquiera de ellos.
Si el pago consiste en la tradición de un inmueble o en prestaciones relativas al
inmueble, deberá hacerse en el lugar donde éste se encuentre.
Si el pago consistiere en una suma de dinero como precio de alguna cosa enajenada
por el acreedor, deberá ser hecho en el lugar en que se entregó la cosa, salvo que
se designe otro lugar.
Cuando se paga el capital sin hacerse reserva de réditos, se presume que éstos
están pagados.
Las cantidades pagadas a cuenta de deudas con intereses, no se imputarán al
capital mientras hubiere intereses vencidos y no pagados, salvo convenio en
contrario.
La obligación queda extinguida cuando el acreedor recibe en pago una cosa distinta
en lugar de la debida.
II. Incumplimiento de la obligación y sus consecuencias.
El incumplimiento de una obligación trae consigo una serie de efectos de derecho y
de hecho entre las partes que celebraron el acto jurídico, entre ellas las siguientes:
El que estuviere obligado a prestar un hecho y dejare de prestarlo o no lo prestare
conforme a lo convenido, será responsable de los daños y perjuicios en los términos
siguientes:
a) Si la obligación fuere a plazo, comenzará la responsabilidad desde el vencimiento de
éste;
b) Si la obligación no dependiere de plazo cierto, se observará lo dispuesto en la parte
final del artículo 2080 del Código Civil del Distrito Federal.
El que contraviene una obligación de no hacer, pagará daños y perjuicios por el solo
hecho de la contravención.
REGISTRO IUS: 192253
DAÑOS Y PERJUICIOS. CASO EN QUE PROCEDE SU PAGO POR INCUMPLIMIENTO DE UN CONTRATO DE FIDEICOMISO.
De conformidad con lo dispuesto por los artículos 2108, 2109, 2110 y 2104 del Código Civil, así como el 80, segundo párrafo de la
Ley de Instituciones de Crédito, las instituciones bancarias responderán civilmente por los daños y perjuicios que se causen por la
falta de cumplimiento de las condiciones o términos señalados en un contrato de fideicomiso, mandato o comisión, o la ley. De
los anteriores preceptos podemos inferir que cuando se resuelve la obligación de un contrato por falta de cumplimiento, ya sea
porque la obligación se haga exigible o el obligado no cumpla o por contravenir a la ley, ello origina necesariamente la
indemnización llamada compensatoria, es decir, el pago de los daños y perjuicios que se causen al agraviado por el
incumplimiento absoluto de la obligación, ya que generalmente la obligación de dar o de hacer implica una prestación pecuniaria
o susceptible de traducirse en dinero; si el deudor no la cumple, por lo menos el acreedor sufre el daño equivalente a esa
prestación, ya que en las obligaciones de dinero, la merma que sufre el agraviado en su patrimonio o la ganancia que debe
percibir está representada por el mismo valor de la obligación; en cambio en las obligaciones que no son en dinero, el
incumplimiento de la prestación origina un daño que puede ser o no equivalente al valor de la prestación no cumplida. Por lo
tanto, si en la demanda la promovente señaló en qué consistía el pago de daños y perjuicios que se le causaron con motivo de la
nulidad que solicitó se declarara, la cual quedó probada, se precisaron los daños y perjuicios causados y que se encuentra en la
hipótesis de los numerales mencionados, deben pagársele a la agraviada los daños y perjuicios ocasionados y que son
consecuencia inmediata y directa de la contravención a la ley.
En las obligaciones de dar que tengan plazo fijo, se observará lo siguiente: Si la obligación
fuere a plazo, comenzará la responsabilidad desde el vencimiento de éste.
Si no tuvieren plazo cierto, se aplicará lo siguiente: Si no se ha fijado el tiempo en que deba
hacerse el pago y se trata de obligaciones de dar, no podrá el acreedor exigirlo sino después
de los treinta días siguientes a la interpelación que se haga, ya judicialmente, ya en lo
extrajudicial, ante un notario o ante dos testigos.
Tratándose de obligaciones de hacer, el pago debe efectuarse cuando lo exija el acreedor,
siempre que haya transcurrido el tiempo necesario para el cumplimiento de la obligación.
La responsabilidad procedente de dolo es exigible en todas las obligaciones. La renuncia de
hacerla efectiva es nula.
La responsabilidad de la que se ha estado hablando con antelación, además de importar la
devolución de la cosa o su precio, o la de ambos, en su caso, importará la reparación de los
daños y la indemnización de los perjuicios.
Se entiende por daño la pérdida o menoscabo sufrido en el patrimonio por la falta de
cumplimiento de una obligación. La Suprema Corte ha considerado lo siguiente:
REGISTRO IUS: 271724
PRESCRIPCION DE LA ACCION DE REPARACION DE DAÑOS EN SENTIDO LATO
Aunque el artículo 1934 del Código Civil se refiere concretamente a la "reparación de los daños", esa expresión debe
interpretarse en el sentido lato, es decir, comprendiendo en ella tanto los daños como los perjuicios tomados en sentido estricto
según los artículos 2108 y 2109 del mismo ordenamiento. En apoyo de lo anterior se encuentra el artículo 1910 que se refiere a la
obligación de reparar el daño que cause quien obre ilícitamente, y el 1915 que previene que la reparación del mismo daño debe
consistir en el restablecimiento de la situación anterior a él, y cuando ello no sea posible en el pago de daños y perjuicios, en los
que se usa la palabra daño en dos sentidos, primero en sentido lato, que corresponde a los términos del mencionado artículo
1934, y luego en sentido estricto, como lo define la regla del 2108 ya citado cuando habla de daños y perjuicios. En tal virtud
resulta evidente que el término en que prescribe la acción para exigir la reparación de los daños considerados en sentido lato es
de dos años, como lo establece el precitado artículo 1934, porque cuando se demanda el pago de daños y perjuicios se esta
ejercitando implícitamente la acción de reparación de daño en sentido lato; y por consiguiente no es aplicable el artículo 1159 del
mismo código donde se encuentra la regla general de la prescripción negativa de diez años, la cual no se aplica a los casos de
excepción previstos expresamente en la ley, como sucede en la especie.
Se reputa perjuicio la privación de cualquiera ganancia lícita, que debiera haberse obtenido
con el cumplimiento de la obligación.
La diferencia entre el daño y el prejuicio ha sido objeto de interpretación por parte de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, la que ha considerado lo siguiente:
REGISTRO IUS: 258965
DAÑO Y PERJUICIO, DIFERENCIA ENTRE (LEGISLACION DEL DISTRITO Y TERRITORIOS FEDERALES)
Conforme a la legislación civil, artículos 2108 y 2109, el daño implica pérdida o menoscabo sufrido en el patrimonio, por falta de
cumplimiento de una obligación, y el perjuicio la privación de cualquier ganancia lícita, que debiera haberse obtenido con el
cumplimiento de la obligación. Lo cierto es que jurídicamente, tanto el daño como el perjuicio, implican lesión al patrimonio,
pues según la connotación que al término daño asigna Escriche en su Diccionario de Legislación y Jurisprudencia: es el
detrimento, perjuicio o menoscabo que se recibe por culpa de otro en la hacienda o la persona. En general, todo daño puede
causarse por dolo o malicia, por culpa o por caso fortuito; importando mucho en cualquier evento, saber el modo para arreglar la
responsabilidad que debe exigirse. Como es de verse, aun cuando la legislación civil define en dos preceptos al daño y el
perjuicio, en realidad no existe entre los términos daño y perjuicio, sino una diferencia de matiz, pero de todas formas, la parte
de la pérdida o menoscabo tratándose del daño, o la privación de cualquier ganancia lícita, tratándose del perjuicio, de todas
formas, éste y el daño repercuten en el patrimonio.
Los daños y perjuicios deben ser consecuencia inmediata y directa de la falta de cumplimiento
de la obligación, ya sea que se hayan causado o que necesariamente deban causarse.
La Suprema Corte de Justicia ha preceptuado que cuando se trata de perjuicios exigibles
judicialmente como consecuencia del incumplimiento de una obligación hay que satisfacer
determinados requisitos:
REGISTRO IUS: 195143
DEBEN PROBARSE Y PRECISAR EN QUÉ CONSISTEN LOS PERJUICIOS.
De conformidad con lo establecido en el artículo 1949 del Código Civil, la facultad de resolver las obligaciones se entiende
implícita en las recíprocas, para el caso de que uno de los obligados no cumpliere lo que le incumbe; el perjudicado podrá escoger
entre exigir el cumplimiento o la resolución de la obligación, con el resarcimiento de daños y perjuicios en ambos casos. El
artículo 2109 del código en comento señala que se reputa perjuicio la privación de cualquier ganancia lícita que debiera haberse
obtenido con el cumplimiento de la obligación, y el perjuicio debe ser consecuencia inmediata y directa de la falta de
cumplimiento de la obligación, ya sea que se haya causado o que necesariamente deba causarse, tal como lo prevé el artículo
2110 del mismo código. De una interpretación armónica y sistemática de lo antes señalado se puede inferir, que no todo
incumplimiento de una obligación necesariamente trae aparejado el pago de perjuicios, puesto que, para que éstos procedan,
deben ser consecuencia inmediata y directa de la falta de cumplimiento de la obligación, ya sea que se hayan causado o que
necesariamente deban causarse. De la demanda inicial no se advierte que la actora haya precisado en qué consistieron y cuáles
fueron los perjuicios que le ocasionó el incumplimiento de la obligación a cargo de la demandada, por lo que, el hecho de no
precisar en la demanda cuáles son y en qué consisten los perjuicios que ocasionó el incumplimiento de la obligación principal
reclamada, implica dejar en estado de indefensión a la parte demandada, pues en este aspecto, estaría imposibilitada
para revertir la relativa prestación accesoria reclamada.
Consecuentemente, la procedencia de los perjuicios como prestación accesoria, ciertamente sigue la suerte de la
acción principal invocada, pero con la ineludible obligación de que el reclamante de esos perjuicios precise en su
demanda en qué consisten éstos, cuáles son y que justifique la relación subyacente entre dichos perjuicios y la
obligación que se dejó de cumplir; esto es, que aquéllos se ocasionaron precisamente como consecuencia del
incumplimiento de la obligación principal reclamada, de otra manera, podría cometerse no sólo el error, sino la
injusticia de condenar al demandado a pagar perjuicios aun cuando éstos no derivaran de la obligación principal
reclamada sino de otra completamente distinta.
Nadie está obligado al caso fortuito, sino cuando ha dado causa o contribuido a él, cuando ha
aceptado expresamente esa responsabilidad, o cuando la ley se la impone.
Si la cosa se ha perdido o ha sufrido un detrimento tan grave que a juicio de peritos no pueda
emplearse en el uso a que naturalmente está destinada, el dueño debe ser indemnizado de
todo el valor legítimo de ella.
Si el deterioro es menos grave, sólo el importe de éste se abonará al dueño al restituirse la
cosa.
El precio de la cosa será el que tendría al tiempo de ser devuelta al dueño, excepto en los
casos en que la ley o el pacto señalen otra época.
Al estimar el deterioro de una cosa se atenderá no solamente a la disminución que él causó en
el precio de ella, sino a los gastos que necesariamente exija la reparación.
Al fijar el valor y deterioro de una cosa, no se atenderá al precio estimativo o de afecto, a no
ser que se pruebe que el responsable destruyó o deterioró la cosa con objeto de lastimar los
sentimientos o afectos del dueño; el aumento que por estas causas se haga, se determinará
conforme a lo dispuesto por el artículo 1916 del Código Civil del Distrito Federal.
La responsabilidad civil puede ser regulada por convenio de las partes, salvo aquellos casos
en que la ley disponga expresamente otra cosa.
Si la prestación consistiere en el pago de cierta cantidad de dinero, los daños y perjuicios que
resulten de la falta de cumplimiento, no podrán exceder del interés legal, salvo convenio en
contrario
REGISTRO IUS: 239436
CLAUSULA PENAL. VALIDEZ DE LA (LEGISLACIONES DEL ESTADO DE JALISCO Y DEL DISTRITO FEDERAL).
De lo dispuesto por los artículos 1760, 1868, 2036 y 2229 del Código Civil para el Estado de Jalisco, que son idénticos a los
artículos 1843, 1840, 1949, 2117 y 2311 del Código Civil para el Distrito Federal, se deduce que la responsabilidad por el
incumplimiento de obligaciones genera el pago de daños y perjuicios, los cuales pueden ser regulados previamente por las
partes, mediante la estipulación de cierta prestación como sanción. Este convenio, por el que las partes fijan anticipadamente la
cuantificación de los daños y perjuicios que debe pagarse para el caso de incumplimiento con las obligaciones contraídas, suele
denominarse cláusula penal y no tiene más limite, al respecto, que no deberá exceder en valor ni en cuantía a la obligación
principal. Por tanto, la voluntad de las partes sí es válida para fijar de antemano la prestación que garantice el pago de daños y
perjuicios que pudieran ocasionarse con motivo del incumplimiento de las obligaciones pactadas.
El pago de los gastos judiciales será a cargo del que faltare al cumplimiento de la obligación, y
se hará en los términos que establezca el Código de Procedimientos Civiles.
III. Garantías de pago al acreedor. Concurrencia y prelación de créditos.
El deudor responde del cumplimiento de sus obligaciones con todos sus bienes, con
excepción de aquellos que, conforme a la ley, son inalienables o no embargables.
Procede el concurso de acreedores siempre que el deudor suspenda el pago de sus
deudas civiles, líquidas y exigibles.
La declaración de concurso será hecha por el Juez competente, mediante los
trámites fijados en el Código de Procedimientos Civiles.
La declaración de concurso incapacita al deudor para seguir administrando sus
bienes, así como para cualquiera otra administración que por la ley le corresponda, y
hace que se venza el plazo de todas sus deudas.
Esa declaración produce también el efecto de que dejen de devengar intereses las
deudas del concursado, salvo los créditos hipotecarios y pignoraticios, que seguirán
devengando los intereses correspondientes hasta donde alcance el valor de los
bienes que los garanticen.
Los capitales debidos serán pagados en el orden establecido en este título, y si
después de satisfechos quedaren fondos pertenecientes al concurso, se pagarán los
réditos correspondientes, en el mismo orden en que se pagaron los capitales, pero
reducidos los intereses al tipo legal, a no ser que se hubiere pactado un tipo menor.
Sólo que hubiere bienes suficientes para que todos los acreedores queden pagados,
se cubrirán los réditos al tipo convenido que sea superior al legal.
El deudor puede celebrar con sus acreedores los convenios que estime oportunos,
pero esos convenios se harán precisamente en junta de acreedores debidamente
constituida.
Los pactos particulares entre el deudor y cualquiera de sus acreedores serán nulos.
Si el deudor cumpliere el convenio, quedarán extinguidas sus obligaciones en los
términos estipulados en el mismo; pero si dejare de cumplirlo en todo o en parte,
renacerá el derecho de los acreedores por las cantidades que no hubiesen percibido
de su crédito primitivo, y podrá cualquiera de ellos pedir la declaración o
continuación del concurso.
No mediando pacto expreso en contrario entre deudor y acreedores, conservarán
éstos su derecho, terminado el concurso, para cobrar, de los bienes que el deudor
adquiera posteriormente, la parte de crédito que no le hubiere sido satisfecha.
Los créditos se graduarán en el orden que se clasifican en los capítulos siguientes,
con la prelación que para cada clase se establezca en ellos.
Concurriendo diversos acreedores de la misma clase y número, serán pagados
según la fecha de sus títulos, si aquélla constare de una manera indubitable.
En cualquier otro caso serán pagados a prorrata. Preferentemente se pagarán los
adeudos fiscales provenientes de impuestos, con el valor de los bienes que los
hayan causado.
Los acreedores hipotecarios y los pignoraticios, no necesitan entrar en concurso
para hacer el cobro de sus créditos.
Pueden deducir las acciones que les competan en virtud de la hipoteca o de la
prenda, en los juicios respectivos, a fin de ser pagados con el valor de los bienes
que garanticen sus créditos.
Si hubiere varios acreedores hipotecarios garantizados con los mismos bienes,
pueden formar un concurso especial con ellos, y serán pagados por el orden de
fechas en que se otorgaron las hipotecas, si éstas se registraron dentro del término
legal, o según el orden en que se hayan registrado los gravámenes, si la inscripción
se hizo fuera del término de la ley.
Cuando el valor de los bienes hipotecados o dados en prenda no alcanzare a cubrir
los créditos que garantizan, por el saldo deudor entrarán al concurso los acreedores
de que se trata, y serán pagados como acreedores de tercera clase.
Para que el acreedor pignoraticio goce del derecho que le concede el artículo 2981
del Código Civil del Distrito Federal, es necesario que cuando la prenda le hubiere
sido entregada en la primera de las formas establecidas en el artículo 2859 del
Código Civil del Distrito Federal, la conserve en su poder o que sin culpa suya haya
perdido su posesión; y que cuando le hubiere sido entregada en la segunda de las
formas previstas en el artículo citado, no haya consentido en que el deudor
depositario o el tercero que la conserva en su poder la entregue a otra persona.
Del precio de los bienes hipotecados o dados en prenda, se pagará en el orden
siguiente:
1. Los gastos del juicio respectivo y los que causen las ventas de esos bienes;
2. Los gastos de conservación y administración de los mencionados bienes;
3. La deuda de seguros de los propios bienes;
4. Los créditos hipotecarios de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 2982 del
Código Civil del Distrito Federal, comprendiéndose en el pago los réditos de los
últimos tres años, o los créditos pignoraticios, según su fecha, así como sus
réditos, durante los últimos seis meses.
Para que se paguen con la preferencia señalada los créditos comprendidos en las
fracciones 2 y 3 antes señalados, son requisitos indispensables que los primeros hayan
sido necesarios, y que los segundos consten auténticamente.
Los trabajadores no necesitan entrar al concurso para que se les paguen los créditos
que tengan por salarios o sueldos devengados en el último año y por indemnizaciones.
Deducirán su reclamación ante la autoridad que corresponda y en cumplimiento de la
resolución que se dicte, se enajenarán los bienes que sean necesarios para que los
créditos de que se trata se paguen preferentemente a cualquiera otros.
Si entre los bienes del deudor se hallaren comprendidos bienes muebles o raíces
adquiridos por sucesión y obligados por el autor de la herencia a ciertos acreedores,
podrán éstos pedir que aquéllos sean separados y formar concurso especial con
exclusión de los demás acreedores propios del deudor.
El derecho reconocido en el artículo anterior no tendrá lugar:
I. Si la separación de los bienes no fuere pedida dentro de tres meses, contados
desde que se inició el concurso o desde la aceptación de la herencia;
II. Si los acreedores hubieren hecho novación de la deuda o de cualquier otro modo
hubieren aceptado la responsabilidad personal del heredero.
Con el valor de los bienes que se mencionan serán pagados preferentemente:
I. La deuda por gastos de salvamento, con el valor de la cosa salvada;
II. La deuda contraída antes del concurso, expresamente para ejecutar obras de
rigurosa conservación de algunos bienes, con el valor de éstos; siempre que se
pruebe que la cantidad prestada se empleó en esas obras;
III. Los créditos a que se refiere el artículo 2644 del Código Civil del Distrito Federal,
con el precio de la obra construida;
IV. Los créditos por semillas, gastos de cultivo y recolección, con el precio de la
cosecha para que sirvieron y que se halle en poder del deudor;
V. El crédito por fletes, con el precio de los efectos transportados, si se encuentran
en poder del acreedor;
VI. El crédito por hospedaje, con el precio de los muebles del deudor que se
encuentren en la casa o establecimiento donde está hospedado;
VII. El crédito del arrendador, con el precio de los bienes muebles embargables que
se hallen dentro de la finca arrendada o con el precio de los frutos de la cosecha
respectiva si el predio fuere rústico;
VIII. El crédito que provenga del precio de los bienes vendidos y no pagados, con el
valor de ellos, si el acreedor hace su reclamación dentro de los sesenta días
siguientes a la venta, si se hizo al contado, o del vencimiento, si la venta fue a
plazo. Tratándose de bienes muebles, cesará la preferencia si hubieren sido
inmovilizados;
IX. Los créditos anotados en el Registro de la Propiedad, en virtud de mandamiento
judicial, por embargos, secuestros o ejecución de sentencias, sobre los bienes
anotados y solamente en cuanto a créditos posteriores.
Pagados los acreedores mencionados en los dos capítulos anteriores y con el valor de
todos los bienes que queden, se pagarán:
I. Los gastos judiciales comunes, en los términos que establezca el código de
procedimientos;
II. Los gastos de rigurosa conservación y administración de los bienes concursados;
III. Los gastos de funerales del deudor, proporcionados a su posición social, y
también los de su mujer e hijos que estén bajo su patria potestad y no tuviesen
bienes propios;
IV. Los gastos de la última enfermedad de las personas mencionadas en la fracción
anterior, hechos en los últimos seis meses que precedieron al día del
fallecimiento;
V. El crédito por alimentos fiados al deudor para su subsistencia y la de su familia,
en los seis meses anteriores a la formación del concurso;
VI. La responsabilidad civil en la parte que comprende el pago de los gastos de
curación o de los funerales del ofendido y las pensiones que por concepto de
alimentos se deban a sus familiares. En lo que se refiere a la obligación de
restituir, por tratarse de devoluciones de cosa ajena, no entra en concurso, y por
lo que toca a las otras indemnizaciones que se deban por el delito, se pagarán
como si se tratara de acreedores comunes de cuarta clase.
Pagados los créditos antes mencionados, se pagarán:
I. Los créditos de las personas comprendidas en las fracciones II, III y IV del
artículo 2935 del Código Civil del Distrito Federal, que no hubieren exigido la
hipoteca necesaria;
II. Los créditos del erario que no estén comprendidos en el artículo 2980 del Código
Civil del Distrito Federal y los créditos a que se refiere la fracción V del artículo
2935 del mismo cuerpo de normas, que no hayan sido garantizados en la forma
allí prevenida;
III. Los créditos de los establecimientos de beneficencia pública o privada.
Satisfechos los créditos de que se ha hablado anteriormente, se pagarán los créditos
que consten en escritura pública o en cualquier otro documento auténtico.
Pagados los créditos enumerados en los capítulos que preceden, se pagarán los
créditos que consten en documento privado.
Con los bienes restantes serán pagados todos los demás créditos que no estén
comprendidos en las disposiciones anteriores. El pago se hará a prorrata y sin atender a
las fechas, ni al origen de los créditos.
IV. Responsabilidad civil objetiva.
PROXIMA CLASE