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El Derecho Internacional de Los Derechos Humanos y Su Aplicación Por Los Jueces Nacionales

Este documento describe la formación del derecho internacional de los derechos humanos. Se originó después de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 y ahora se basa en una serie de tratados universales y regionales como los Pactos Internacionales de Derechos. Los estados que ratifican estos tratados deben respetar, proteger y cumplir los derechos en ellos y garantizar que los actores no estatales no interfieran. Los órganos judiciales internacionales pueden emitir fallos vinculantes contra los estados por violaciones.

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El Derecho Internacional de Los Derechos Humanos y Su Aplicación Por Los Jueces Nacionales

Este documento describe la formación del derecho internacional de los derechos humanos. Se originó después de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 y ahora se basa en una serie de tratados universales y regionales como los Pactos Internacionales de Derechos. Los estados que ratifican estos tratados deben respetar, proteger y cumplir los derechos en ellos y garantizar que los actores no estatales no interfieran. Los órganos judiciales internacionales pueden emitir fallos vinculantes contra los estados por violaciones.

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El derecho internacional de los derechos humanos y su aplicación por los jueces nacionales.

El objetivo del primer capítulo es situar en su amplio contexto la actividad de los jueces, en
tanto garantes de los derechos humanos y actores intermedios entre el gobierno y la sociedad,
a fin de destacar que el proceso de mundialización –como fenómeno complejo, polifacético,
multidimensional, selectivo y dispar–, modifica la forma en que operan los actores
internacionales y estatales (tanto hacia, como desde, el interior de las fronteras) de forma tal
que la denominada “globalización jurídica” genera redes mundiales de conexiones e
interdependencias funcionales que inciden en la concepción del trabajo judicial, envuelto en
un procesos de ampliación de comunicaciones e influencias recíprocas (normativas como
procedimentales).

En este contexto, los jueces pueden actuar como agentes de la globalización en su sentido
hegemónico o regulador (desde arriba), o como defensores de derechos humanos con una
perspectiva cosmopolita (abierta y plural, desde abajo) con un impacto que contribuya a
generar o consolidar procesos de emancipación, a partir de la defensa de intereses comunes
(humanismo global) y con acciones alternativas a los globalismos asimétricos (depredadores).
Ello supone una “vuelta a la estatalidad” a partir de la promoción, protección y garantía judicial
de los derechos humanos desde el análisis de su contexto cultural.

El segundo capítulo destaca la circunstancia específica en que actúan los jueces nacionales en
el contexto de los Estados constitucionales, situados en un momento histórico singular (sin
precedentes desde una perspectiva global) caracterizado por la internacionalización de los
derechos humanos, la apertura constitucional al derecho internacional, la judicialización de los
procesos políticos y sociales, tanto en el ámbito nacional como internacional, y la consecuente
multiplicación de tribunales internacionales de naturaleza complementaria y subsidiaria.

Cada uno de estos procesos sitúa al juez nacional en el conjunto de una serie de expectativas,
derechos y deberes que implican, por un lado, la existencia de un complejo entramado
internacional (normativo e institucional) con el propósito común de promover, proteger y
garantizar los derechos humanos de las personas (tanto en el ámbito universal como regional)
que conlleva necesariamente a la transformación de las concepciones tradicionales de
soberanía estatal, y a la ampliación del sistema de fuentes normativas y de horizontes
hermenéuticos, respecto de la naturaleza y alcance de los normas internacionales de derechos
humanos (en tanto principios universales, indivisibles e interdependientes) en un contexto de
pluralismo jurídico y respeto a la diversidad.

Por otro lado, la mayor apertura constitucional al derecho internacional y los procesos internos
de (neo) constitucionalismo y judicialización, sitúan a los jueces (en especial, constitucionales y
supremos) en tanto garantes últimos de los derechos humanos en el ámbito nacional, como
eslabones de un sistema más complejo de carácter complementario y subsidiario, a partir de
una concepción abierta y cooperativa de la función estatal, caracterizada por el
reconocimiento constitucional de las normas internacionales y la recepción de la
jurisprudencia internacional derivada de la tendencia a la justiciabilidad de los derechos
humanos, reforzada por la conformación de tribunales internacionales (en el ámbito regional
europeo, americano y africano, al momento), que operan como instituciones subsidiarias –en
tanto que corresponde en primer orden a los jueces nacionales la garantía de los derechos
humanos de fuente nacional e internacional– a partir del reconocimiento por los Estados de
sus jurisdicciones, de forma tal que no se trata de mecanismos extraños ni ajenos, sino
complementarios y asumidos soberanamente por los Estados.

El tercer capítulo sitúa a los jueces nacionales dentro del sistema internacional como sujetos
activos, pasivos y como contenido material del derecho a un “juez natural”, a partir del análisis
de las normas primarias y secundarias que rigen su función, destacándose, por un lado, el
régimen de responsabilidad internacional del Estado (su aspecto integral, los efectos de la
responsabilidad agravada y el momento de su configuración) y, por el otro, las normas
primarias que reconocen derechos e imponen deberes a los jueces, en tanto agentes del
Estado con la función específica de proteger y garantizar de manera efectiva los derechos
humanos, lo que supone el reconocimiento de una serie de garantías de independencia e
imparcialidad, pero también la imposición de deberes de cumplimiento de garantías
sustantivas y procesales (debido proceso, plazo razonable, garantía de audiencia, deber de
motivación, publicidad, doble instancia, etc.), a fin de respetar el derecho de acceso a la
justicia.

Finalmente, el cuarto capítulo abarca los elementos principales de operatividad delsistema


internacional de protección de los derechos humanos; su carácter subsidiario y
complementario (tanto en su función normativa o sustantiva, como operativa o procesal), a fin
de destacar la relevancia práctica de los jueces nacionales, y el alcance de los tribunales
internacionales en la supervisión del cumplimiento de las obligaciones en este ámbito.

La identificación de tales dimensiones, así como de los diferentes elementos (internos y


externos) que inciden en la aplicación del DI por los jueces nacionales, aclara la forma en que
el sistema internacional se interrelaciona con los sistemas y operadores internos, a partir del
reconocimiento de derechos y el establecimiento de obligaciones sustantivas, así como de
pautas de interpretación, lo que también permite poner en contexto la doctrina europea del
margen nacional de apreciación, así como las excepciones procesales basadas en la
denominada “fórmula de la cuarta instancia” y en la regla del previo agotamiento de los
recursos internos. Todo ello sitúa, desde ambas dimensiones, a los jueces nacionales como
agentes del DI, en la medida en que ejercen un adecuado control de convencionalidad, y
asumen no sólo sus obligaciones como deberes propios sino como participantes en procesos
más amplios de diálogo e interrelación (formal e informal) con otros jueces e instancias
internacionales, en la conformación de espacios de deliberación y diálogo interjudicial que
contribuyen a la conformación de un sistema internacional integral de derecho jurisprudencial,
como expresión de un pluralismo constitucional en el ámbito internacional, a partir de un
sistema común de valores y principios, así como de instituciones encargadas de la protección
de los derechos humanos.

La adecuada comprensión del régimen de responsabilidad y de operatividad de talsistema


integral de protección es indispensable para garantizar “el derecho a los derechos”:el derecho
de acceso a la justicia latu sensu, en los planos nacional e internacional comouna aproximación
a la realización de la justicia material

La formación del derecho internacional de los derechos humanos.


El derecho internacional de los derechos humanos es un conjunto de normas internacionales
que reafirman los derechos y la dignidad de todos los seres humanos —mujeres, hombres y
niños— sin discriminación. Fue desarrollado tras la adopción de la Declaración Universal de
Derechos Humanos de 1948 y se apoya actualmente en una serie de instrumentos universales
y regionales como el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y el
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Existen otros tratados especializados:

Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial

Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer

Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes

Convención sobre los Derechos del Niño

Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad

Convención Internacional para la Protección de Todas las Personas contra las Desapariciones
Forzadas

De acuerdo con el derecho internacional de los derechos humanos, los Estados partes que han
firmado estos tratados deben abstenerse de obstaculizar el ejercicio de los derechos
enunciados en dichos tratados, adoptar medidas positivas encaminadas a proteger estos
derechos y restituir aquellos que han sido vulnerados. Además, los Estados tienen la obligación
de garantizar que los actores no estatales no impidan la realización de estos derechos. (Véase
la Academia de Derecho Internacional Humanitario y Derechos Humanos de Ginebra)

Los actores que trabajan para promover la igualdad de la mujer y poner fin a la violencia
contra la mujer deben recordar a los Estados su obligación de garantizar el derecho de las
mujeres a estar libres de violencia. Asimismo, es importante que los promotores y los
responsables de programas relacionados con la violencia contra las mujeres y las niñas se
familiaricen con los órganos judiciales y cuasijudiciales que supervisan la aplicación de los
tratados, especialmente los directamente accesibles por las personas que alegan haber sufrido
violaciones de sus derechos. Estos órganos pueden emitir decisiones vinculantes que obliguen
a los Estados demandados a poner fin a dichas violaciones y, si procede, a ofrecer
reparaciones. Una lista de estos órganos está disponible en inglés.

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