Landreth, H. Colander, D. Historia Del Pensamiento Económico. Cap. 8, 10 y 11
Landreth, H. Colander, D. Historia Del Pensamiento Económico. Cap. 8, 10 y 11
, .
econom1co
(Tercera edición en inglés)
(Primera edición en español)
Harry Landreth
Centre College
David C. Colander
Middlebury College
QUINTA REJMPRESIÓN
MEXICO, 2004
ESCRITORES IMPORTANTES
ANTOINE AUGUSTIN COURNOT Researches into the Mathematical Principies of the Theory
of Wealth, 1838
H. H. GOSSEN Development ofthe Laws of Human Relationships, 1854
J. H. VON THÜNEN The lsolated State, 1826-1863
w. s. JEVONS Theory of Political Economy, 1871
CARL MENGER Principies of Economics, 1871
LÉON WALRAS Elements_of Pure Economics, 1874
FRJEDRICH VON WTESER Natural Value, 1889
EUGEN VON BÓHM-BAWERK Positive Theory of Capital, 1889
as tres décadas finales del siglo XIX fueron testigos del nacimiento de la teoría microeconómica
L moderna. Durante este periodo, la forja de un nuevo conjunto de herramientas analíticas
ayudó a transformar a la economía clásica en economía neoclásica. La más importante de estas
herramientas fue el análisis marginal. Aparte de su evidente utilidad, su desarrollo fue importante
debido a que dio inicio a un apreciable incremento en el empleo de las matemáticas en el análisis
económico. Sin embargo, la aceptación del análisis marginal y la cabal toma de conciencia de su
importancia y de sus implicaciones no ocurrió de la noche a la mañana; se desarrollaron con
parsimonia a lo largo de un periodo que comprende de 1870 a 1900. Su primera aplicación notable
fue a la teoría de la demanda. En los primeros años de la década de 1870 tres profesores aplicaron
de forma independiente el análisis marginal a la teoría de la demanda y desarrollaron el concepto
212 Historia del pensamiento económico
de utilidad marginal. Dos de ellos -Léon Walras y Car! Menger- también aplicaron el análisis
marginal a la teoría de la empresa. Walras incluso fue más lejos de la aplicación del aná-
lisis marginal y formuló el análisis del equilibrio general, el cual se examinará en el capítulo 10.
Los marginalistas estaban de acuerdo con que la economía se ocupaba principalmente de la
asignación de recursos (o la microeconomía); sin embargo, sustentaban diferentes puntos de vista
respecto a los métodos apropiados que debieran utilizarse, por ejemplo: Jevons se parapetó en un
trabajo empírico mayor; Menger en la lógica deductiva abstracta; y Walras en las matemáticas.
Concluiremos este capítulo con una evaluación de la influencia que estos tres grandes
marginalistas ejercieron sobre el desarrollo posterior del pensamiento económico.
VÍNCULOS HISTÓRICOS
Hoy en día, el análisis marginal está arraigado profundamente dentro de la economía. Esta
importancia histórica y el status del pensamiento económico en el siglo XIX llegaron a ser eviden-
tes cuando se compararon con las ideas prominentes de los economistas clásicos del siglo XVIII.
Los primeros clásicos -ejemplificados por Adam Smith- proporcionan un vívido contraste.
Éstos se interesaban sobre todo por el análisis del proceso del desarrollo económico, así como por
el descubrimiento e implantación de políticas que pudiesen lograr grandes tasas de crecimiento
económico. Smith se caracterizaba por sostener una política orientada al contexto, y por ser un
macroeconomista del desarrollo que mostraba poco interés en la teoría económica abstracta.
El método de Smith -que reflejaba sú vasta formación en las ciencias humanísticas y sociales-
se entretejió vagamente con la historia y la descripción, a diferencia de la naciente metodología
que sería más matemática.
En los albores del siglo XIX, Ricardo transformó tanto el alcance como el método de la
economía. En primer lugar, cambió el análisis contextual por un análisis más abstracto y deduc-
tivo, enfatizando la importancia de la consistencia lógica interna de los modelos abstractos. Al
hacer esto, proveyó los rudimentos metodológicos de la economía neoclásica. En segundo lugar,
Ricardo creyó que la economía no debería centrarse en asuntos relativos al desarrollo, sino por el
contrario debería preocuparse sobre todo por las fuerzas que determinan la distribución funcional
del ingreso a lo largo del tiempo. Lo anterior lo condujo a examinar lo que entonces se co-
nocía como teoría del valor o teoría de los precios, y que ahora se conoce sencillamente como
teoría microeconómica. Al analizar las fuerzas determinantes de la distribución del ingreso a
lo largo del tiempo, Ricardo comenzó a utilizar el análisis marginal en su teoría de la renta de la
tierra, la cual más adelante devendría un elemento clave de la teoría microeconómica.
En el periodo inmediato posterior a Ricardo, la teoría económica y el sistema capitalista
mismo fueron sujetos -por parte de los humanistas y los socialistas- de diversas diatribas. Si
bien estas críticas surtieron poco efecto sobre el contenido técnico de la teoría económica, sí
cuestionaron la suposición clásica de que el laissez faire era una política gubernamental ideal;
asimismo, éstas iniciaron los cambios que a la postre prepararon a la profesión para los desarrollos
que le acontecían entre 1870 y 1900. Conforme la economía adquiría un grado mayor de
profesionalización, los economistas comenzaban a escudriñar el contenido técnico de la teoría
clásica, en particular la teoría del valor de la fuerza de trabajo. La economía clásica, en las manos
Jevons, Menger y los fundamentos-austriacos del análisis marginal 213
de J. S. Mili y de Nassau Senior, adoptó una teoría del valor en función del costo de producción,
que incluía los costos de capital y los costos de la mano de obra.
Otra contribución al desarrollo de esta era fue la creciente contradicción entre la teoría de
Ricardo y el funcionamiento de la economía británica. En particular, los incrementos de la
población se daban a la par que un aumento real del ingreso de las masas. La evidencia empí-
rica refutó la doctrina malthusiana de la población, pero los economistas de esa época se aferraron
a ella como un postulado básico del sistema clásico. Cuando por fin, en 1869 J. S. Mili revocó su
fidelidad a la doctrina de fondos salariales, casi llegaba a su fin el derrumbamiento del sistema
clásico. Por esa época, tres de las herramientas y suposiciones básicas del sistema ricardiano (la
teoría del valor de la fuerza de trabajo, la doctrina malthusiana de la población y la doctrina del
fondo de salarios) habían sido desechadas. En 1874, J. E. Caimes (1823-1875) trató de salvar
el sistema clásico en su obra Sorne Leading Principies of Political Economy Newly Expounded,
empero fue en vano. No obstante, el siglo de la economía ortodoxa en Gran Bretaña (de 1770 a
1870) -la era de la economía política clásica- puede considerarse como un periodo de impor-
tantes cambios en el alcance, el método y las herramientas de la economía; sentó los fundamentos
de la reforma de la economía que tuvieron lugar en las tres últimas décadas del siglo XIX.
economía de la empresa. Pudo definir la demanda y determinar que a menores precios, la cantidad
demandada se incrementaría.
Otro importante economista fue J. H. von Thünen. J. A. Schumpeter ha caracterizado a éste
como un economista que escribió adelantándose a su época. En diversos libros publicados de
manera colectiva, como en The Isolated State (El estado aislado) --escrito entre 1826 y 1863-
von Thünen aplicó el análisis marginal mediante el cálculo, llevando a cabo importantes ha-
llazgos en la teoría de la productividad marginal de los salarios, los rendimientos decrecientes
y la renta. Él y Cournot fueron los primeros economistas matemáticos. Algunos de estos escritores
serían reconocidos más tarde como los "economistas olvidados"; pero otros, a los que Alfred
Marshall reconoció la influencia que ejercieron en él -sobre todo von Thünen y Cournot-
contribuyeron en forma notable a la teoría económica posterior.
George Stigler, al escribir sobre el desarrollo de la teoría de la utilidad, observó que:
el principio según el cual los incrementos iguales de los medios productores de utilidad (como el
ingreso o el pan) reditúan incrementos decrecientes de la utilidad es un lugar común. La primera
vez que se publica un lugar común resulta extraño; no reviste ninguna importancia para el
desarrollo de la economía y no confiere estatura intelectual alguna a su autor. El enunciado
adquiere interés sólo cuando un número importante de economistas están convencidos de incorpo-
rarlo como parte de su análisis. Desde luego, el interés y la importancia son objeto de grados 1 •
Siguiendo a Stigler, nuestro criterio para determinar a los escritores que examinemos en forma
intensiva, será su influencia ejercida sobre el pensamiento y la política económica posterior.
Entre 1871y1874, Jevons, Menger y Walras publicaron libros que tuvieron una influencia para
el desarrollo de la teoría económica ortodoxa. Su influencia no fue inmediata; no obstante, se dejó
sentir a lo largo del último tercio del siglo XIX, conforme los seguidores de estos tres hombres
-que constituyen la segunda generación de teóricos de la utilidad marginal- lucharon y lograron
de manera gradual la aceptación de algunas de las "nuevas" ideas. Las opiniones de Jevons,
Menger y W airas respecto a las fuerzas que determinan el valor, o precio, de los productos finales
son lo suficientemente semejantes que las analizaremos en conjunto, en vez de examinarlas en
forma individual.
Entre estos impulsores del análisis marginal, existieron algunas diferencias importantes que
investigaremos más tarde en este capítulo. En particular tenían opiniones distintas en cuanto a la
metodología adecuada para la economía. Menger merece especial atención, pues los miembros de
la escuela moderna austriaca lo consideran como su pivote intelectual. Empero, el análisis
del equilibrio general de Walras, así como su integración de los conceptos marginales dentro de
la teoría del equilibrio general, fueron excepcionales debido a su importancia posterior para la
1
George Stigler, Essays in the History of Economics (Chicago: University of Chicago Press, 1965), p. 78.
Jevons, Menger y los fundamentos austriacos del análisis marginal 215
Estos tres economistas -que trabajaron de manera independiente- estaban convencidos de que
habían desarrollado un análisis revolucionario y único de las fuerzas que dan cuenta de la
determinación de los precios relativos. Jevons constató lo anterior de la manera más sucinta:
El enunciado de Menger fue más modesto y personal, aunque sin dejar de ser nacionalista:
Constituyó un placer especial para mí que el campo aquí examinado -que comprende los
principios más generales de nuestra ciencia- no es en grado menor, sino verdaderamente el
producto del reciente desarrollo de la economía política alemana, y además, la reforma de los
principios más importantes de nuestra ciencia aquí abordados están, en consecuencia, cimentados
sobre un fundamento püesto por el trabajo anterior que es producto casi en su totalidad del ingenio
de los académicos alemanes3 .
Walras, reputado por su análisis del equilibrio general, también creyó en la naturaleza original y
única de su contribución:
Ahora puedo comenzar a publicar un tratado sobre los elementos de la economía política y social,
concebido sobre un nuevo plan, elaborado de acuerdo con un método original, y con el cual llego
a conclusiones que -me aventuro a decir- difieren en varios aspectos de aquéllas de la ciencia
económica en boga4 .
2 W. S. Jevons, The Theory of Political Economy (Nueva York: Kelley and Millman, 1957), p. l.
3Carl Menger, Principies of Economics, traducción al inglés y edición por James Dingwall y Bert F. Hoselitz, con una introducción
de Frank H. Knight (Glencoe, 111.: Free Press, 1950), p. 49.
4 Léon Walras, Elements of Pure Economics or the Theory of Social Wealth, traducido al inglés por William Jaffé {Homewood, 111.:
ejercieron una influencia en la posterior evolución de la teoría económica de una manera que las
ideas de los escritores anteriores -utilizando el análisis marginal- no fueron capaces de hacerlo
(p. ej., Gossen y Cournot). Pero el grado en que su trabajo fue revolucionario, sólo puede
determinarse al comparar sus puntos de vista con la anterior teoría clásica y contrastándolo con el
posterior desarrollo de la teoría microeconómica neoclásica.
Los tres escritores descubrieron que la teoría clásica del valor resultaba inadecuada para explicar
las fuerzas que determinan los precios. Su principal crítica se basaba en que la teoría del valor en
función del costo de producción adolecía de generalidad porque existían diversos bienes cuyos
precios no podían analizarse dentro del marco teórico clásico. Criticaron la teoría del valor de la
fuerza de trabajo ricardiana, así como las teorías del costo de producción de Senior y de Mili, en
vista de que éstas requerían una explicación separada de los precios de los bienes para los que
existía una oferta fija. El valor, o precio, de los bienes que presentaban una curva de oferta
perfectamente inelástica (vertical) -por ejemplo: la tierra, las monedas, pinturas o vinos raros-
no dependen de su costo de producción. La teoría del valor de la fuerza de producción t'11Jl.bién
presentaba problemas ya que sugería que el precio, o valor, de un bien se debe a los costos ¿n que
se incurrió en el pasado. Jevons, Menger y Walras afirmaban que los altos costos en que se incurría
en la producción de bienes no necesariamente daban como resultado altos precios. De acuerdo con
la teoría de la utilidad marginal, el valor depende de la utilidad, o del consumo; además, éste no
se origina en el pasado sino en el futuro. Independientemente de los costos en que se haya
incurrido en la producción de un bien, cuando éste llega al mercado, su precio dependerá de la
utilidad que el comprador espera recibir de él. Los productores que pronostican de manera errónea
la demanda de sus productos tienen una dolorosa conciencia de esta situación. El término
inventario muerto se utilizó para referirse a los bienes cuya demanda ha declinado tanto que sus
precios son inferiores a sus costos de producción. Jevons expresó esto de manera cruda: "el hecho
es que una vez que se ha utilizado el trabajo, éste no tiene ninguna influencia sobre el valor futuro
de cualquier artículo: se ha consumido y se ha i<lo para siempre. En el comercio, lo pasado está por
siempre olvidado5 ".
Por consiguiente, el problema que estos tres escritores estaban afrontando era si los factores
de producción creaban el valor en los bienes finales (tal y como sostenía la teoría clásica del valor),
o si los bienes finales determinaban los valores de los factores de producción. La escuela de la
utilidad marginal afirmaba que los factores de producción tenían valor, pero que la medida de su
valor estaba determinada por la utilidad marginal recibida por consumir los productos finales
creados por esos factores. Sin embargo, los factores de producción, o bienes intermedios, no
confieren valor alguno a los bienes finales. Richard Whately -uno de los primeros críticos de la
teoría ricardiana del valor de la fuerza de trabajo- lo sentó de manera rotunda en la década de
1830, cuando dijo que las perlas no se valúan debido a que los hombres hayan buceado para
encontrarlas, sino que los hombres las huscan porque tienen valor.
Otra falla fundamental de la teoría económica preclásica y clásica -según los escritores de la
escnela de la ntilidad marginal- fue la incapacidad de darse cuenta que un elemento importante
para la determinación del precio no es la utilidad total o promedio, sino la utilidad marginal. Adam
Smith había exhumado de la literatura anterior la vieja paradoja del diamante-agua: los diamantes
tienen un precio elevado, pero son de poca utilidad; en tanto que el agua tiene un precio bajo, pero
una gran utilidad. Los teóricos clásicos no pudieron resol ver esta paradoja porque pensaban en
términos de la utilidad total que los diamantes y el agua proporcionaban a los consumidores;
además, de que no comprendían la importancia de su utilidad marginal. La paradoja se ilustra
fácilmente en la _tabla 8.1, la cual se tomó de la tabla que utilizó Menger.
Los números romanos representan las clases de mercancías que tienen distinta importancia.
Mientras mayor sea el número, menos esencial .es la mercancía. Así pues, el agua podría estar en
la clase I, y la transportación en la clase V. Los números arábigos que van de mayor a menor
representan la utilidad marginal decreciente de las mercancías, conforme se consume mayor can-
tidad de éstas. La utilidad marginal de un bien de la clase I es 10 para la primera unidad, pero
disminuye conforme se consumen unidades sucesivas de éste. Suponga que la clase I es el agua y
que la clase VIII son los diamantes. Si un consumidor ya dispuso de 8 unidades de agua pero
ninguna de diamantes, la utilidad marginal de otra unidad de agua sería sólo 2, pero equivaldría a
3 para la primera unidad de diamantes, La utilidad total de agua -que es la suma de las utilidades
marginales- es claramente mayor que la de los diamantes, a pesar de que el valor de otra unidad
de diamantes es mayor que el de una unidad adicional de agua. De acuerdo con los teóricos de la
utilidad marginal, una de las razones de más peso por las que los escritores clásicos no pudieron
desarrollar una teoría de los precios correcta, fue su incapacidad para percatarse de la importancia
de este principio que explica los precios. El valor de los diamantes es mayor que el del agua porque
es su utilidad marginal la que determina la elección del consumidor, y por consiguiente su valor.
TABLA 8.1 La tabla de Menger (la utilidad marginal 'se da en números arábigos)
Clases de bienes
10 9 8 7 6 5 4 3 2 1
9 8 7 6 5 4 3 2 1 o
-¡¡; 8 7 6 5 4 3 2 1 o
e 7 6 5 4 3 2 1 o
"E> 6 5 4 3 2 1 o
"'
E 5 4 3 2 1 o
'O
4 3 2 1 o
"'
~ 3 2 1 o
5 2 1 o
1 o
o
218 Historia del pensamiento económico
¿Qué es la utilidad?
Los escritores utilitaristas marginales siguieron la teoría económica clásica ortodoxa al suponer
que los individuos son racionales y calculadores. Al tomar decisiones concernientes con el
consumo, los consumidores o la familia toman en cuenta la utilidad marginal que esperan disfrutar
del consumo de bienes. Esto hace surgir dos preguntas: ¿qué es la utilidad, y cómo se mide?
Jevons, Menger y Walras coincidieron casi por completo en sus enfoques respecto a estos asuntos:
de ninguna manera los abordaron en forma directa. Ninguno de ellos empleó el término utilidad
marginal. Incluso Menger jamás utilizó la palabra utilidad, pues prefirió hablar de la "importancia
de las satisfacciones". Los tres sencillamente dieron por hecho que existía la utilidad y que la
introspección individual discerniría las utilidades variables de los bienes finales. Para ellos, la
utilidad es evidentemente un fenómeno psicológico que carece de unidades de medida específicas.
¿Se puede medir ésta como espacio lineal (por ejemplo en pulgadas), como volumen (como
cuartos), o como peso (en libras)? Pensaron que la utilidad era una característica de los bienes
finales o los bienes de consumo, pero ¿qué pasaba con los factores de la producción y los bienes
consumidos sólo de manera indirecta? Menger concentró más su atencióu a este problema que lo
que hicieron Jevons y Walras. ¿Cómo habremos de medir la utilidad de los bienes que se adquie-
ren no mediante el consumo, sino a través del intercambio con otros bienes? Estos bienes ad-
quieren su utilidad a partir de los bienes de consumo por lo que a final de cuentas se intercambian.
J evo ns llamó a la utilidad de tales bienes "utilidad adquirida".
Luego entonces, sin explicar de manera clara la naturaleza del concepto de utilidad, Jevons,
Menger y Walras dieron por hecho lo que ahora se conoce como el principio de la utilidad
marginal disminuida, el cual establece que conforme se incrementa el consumo de un bien, su
utilidad marginal disminuye. Lo anterior se basa en la suposición de que independientemente de
lo que la utilidad marginal signifique, ésta puede medirse. Menger y Walras no analizaron la
mensurabilidad. J evo ns afirmó que a pesar de que no podamos medir actualmente la utilidad, quizá
los desarrollos posteriores permitan tales mediciones. Empero, de los ejemplos dados en sus obras
resulta claro que los :res supusieron la mensurabilidad cardinal de la utilidad.
Jevons y Walras, utilizando presentaciones matemáticas de las funciones de utilidad, supusie-
ron como una primera aproximación de que tanto la cantidad de bienes consumidos como la
cantidad de la utilidad eran continuamente divisibles. Ambos reconocieron la falta de realidad de
esta hipótesis e hicieron concesiones en las presentaciones para permitir la no divisibilidad, lo cual
haría que surgieran las funciones discontinuas. Debido a que el enfoque de Menger no utilizó
matemáticas más avanzadas que las tablas de aritmética, todas sus funciones eran discontinuas.
Cuando se grafican las funciones continuas dan lugar a curvas lisas ("suaves"), por el contrario,
las funciones discontinuas tienen curvas escalonadas; lo anterior reviste poca importancia teórica.
Por ejemplo, la segunda ley de Gossen afirma que los consumidores maximizarán su utilidad total
mediante la compra, de tal modo que la última unidad de dinero gastada en cualquier bien
proporciona la misma utilidad marginal que la última unidad gastada en cualquier otro bien. Una
expresión algebraica de esta proposición de la maximización de la utilidad es:
=
Jevons, Menger y los fundamentos austriacos del análisis marginal 219
Si las funciones de utilidad son continuas (con curvas lisas), pueden ocurrir variaciones pequeñas
en la cantidad y en la utilidad, y aún así la igualdad se seguirá cumpliendo. Sin embargo, si las
funciones de utilidad son discontinuas, entonces el consumidor obtendrá un máximo, sin que la
igualdad se satisfaga.
Comparaciones de la utilidad
Al suponer que la utilidad puede medirse, surgen otras series de preguntas. Los tres escritores
supusieron -sin examinar el asunto- que un individuo era capaz de hacer comparaciones entre
utilidades proporcionadas por diferentes mercancías. Así pues, la utilidad marginal de otro tarro
de cerveza puede compararse con la utilidad marginal de otro par de zapatos. Al llevar a cabo
·comparaciones interpersonales de la utilidad se involucra un asunto más importante. ¿Es posible
comparar la utilidad que una persona recibe por consumir un tarro de cerveza adicional, con la
utilidad que percibiría otra persona al consumir otro par de zapatos u otro tarro de cerveza?
Menger y Walras nunca abordaron esta cuestión; empero, sus análisis no dependen de la hipótesis
de que puedan hacerse comparaciones interpersonales. Jevons argumentó que tales comparaciones
eran imposibles; sin embargo, con un estilo característico de sus escritos, las llevó a cabo.
Más adelante regresaremos a las comparaciones interpersonales de la utilidad, debido a que
revisten cierta importancia para algunas cuestiones de política pública y para una economía de
bienestar. Mientras tanto, será de mucha utilidad echar un vistazo a uno de los ejemplos de Jevons.
Él creía que una cantidad adicional de ingreso que se le dé a una persona que tiene un ingreso alto,
producirá una utilidad marginal menor que si se da la misma cantidad a alguien con menor ingreso.
Esto supone que las comparaciones interpersonales de utilidad son posibles. Jevons no hizo más
que sugerir que pueden hacerse comparaciones interpersonales de utilidad; empero, descubramos
algunas implicaciones que surgen de dichas comparaciones. Si suponemos que son factibles las
comparaciones interpersonales de utilidad, y que todos los individuos tienen las mismas funciones
que relacionan la utilidad con el ingreso (p. ej., la utilidad marginal de un 999-avo de dl'ílar de
ingreso es la misma para cualquiera), se coligen ciertas conclusiones muy interesantes. Dado estos
dos supuestos, una distribución ideal del ingreso (es decir, una que maximizara la utilidad total
para una sociedad) sería una distribución igual del ingreso. Esta conclusión puede verse en la
figura 8.1.
Nuestras dos hipótesis nos permiten representar a las funciones de utilidad marginal, respecto
al ingreso tanto del rico como del pobre, con una curva (/!'). Una tercera suposición implícita es
que el principio de la utilidad marginal disminuida se aplica al ingreso. Suponga que el ingreso del
Sr. Rico es OR y que el del Sr. Menesteroso es OP. Si se le cobra un dólar en forma de impuesto
al Sr. Rico, entonces se reduce la utilidad de éste en RA, y si este dólar se le da al Sr. Menesteroso,
entonces aumenta la utilidad de éste en PB. La transferencia de ingreso del Sr. Rico al Menes-
teroso incrementa la utilidad total de la sociedad, en vista de que PB > RA. Más aún, si este proceso
se repitiera, la utilidad total de la sociedad aumentaría hasta que los ingresos del Sr. Rico y del
Sr. Menesteroso se equipararan.
Suponga que cambiamos una de nuestras hipótesis e imagine que los individuos tienen
diferentes funciones de utilidad que relacionan la utilidad con el ingreso, y además que la utilidad
marginal de las funciones de ingreso de los que perciben un ingreso alto está por arriba de los que
perciben un ingreso menor. Este modelo se representa en la figura 8.2. La curva rr' representa la
220 Historia del pensamiento económico
I'
Ingreso
utilidad marginal decreciente de ingreso para el Sr. Rico, mientras que la recta pp' repre-
senta la utilidad marginal de ingreso para el Sr. Menesteroso. Las posiciones relativas de las curvas
muestran que el Sr. Rico puede percibir más utilidad marginal de una determinada cantidad de
dinero por concepto de ingreso, en comparación con lo que recibiría el Sr. Menesteroso. Si la
distribución inicial del ingreso se representa por el ingreso OP que tiene el Sr. Menesteroso, y el
ingreso OR del Sr. Rico, entonces una distribución ideal del ingreso -que maximizaría la utilidad
total para la sociedad- se lograría al tomar una parte del ingreso del Sr. Menesteroso para dársela
al Sr. Rico, pues RA > PB. Esto podría llamarse el efecto Robin Hood inverso. Resultaría claro que
una distinta distribución inicial del ingreso, o diferentes posiciones de las curvas pp' y rr' podrían
conducir a una conclusión distinta.
Ni Jevons, ni Menger ni Walras investigaron las implicaciones de sus teorías sobre la
distribución del ingreso, ya que afirmaban -Jevons de manera explícita, mientras que Walras y
Menger en forma implícita- que las comparaciones interpersonales de utilidad no eran posibles.
,.
p'
o p R
Ingreso
Jevons, Menger y los fundamento$ austriacos del análisis marginal 221
Regresaremos a varios de los asuntos que surgieron gracias a las comparaciones interpersonales
de utilidad y a los asuntos normativos que emergieron debido a los cuestionamientos hechos a la
distribución del ingreso, cuando examinemos en el capítulo 15 el desarrollo que experimentó en
el siglo XX la teoría microeconómica.
Funciones de utilidad
Si bien J evons, Menger y Walras no estudiaron de manera explícita la forma y la naturaleza exacta
de las funciones de utilidad, Jevons y Walras formularon ecuaciones que relacionaban la utilidad
total con las cantidades de bienes consumidos, en tanto que los ejemplos aritméticos y verbales de
Menger reflejaban que su concepto de la función de utilidad total era la misma que la de Jevons
y Walras. La utilidad que un individuo recibe por el consumo de un bien, depende -según estos
escritores- exclusivamente de la cantidad de ese bien que se consumió. No depende de las
cantidades de otros bienes consumidos. Por ejemplo, la utilidad margiual que se recibe por con-
sumir otro tarro de cerveza depende sólo de la cantidad de cerveza consumida, y no de la canti-
dad de vino consumido (un bien sustituto), o de la cantidad de bocadillos consumidos (un
bien complementario). La función de utilidad total -la utilidad recibida por consumir todos
los bienes- es, en consecuencia, una función aditiva, la cual Jevons y Walras representaron de
la siguiente forma:
Lo anterior indica que la utilidad total es una función de, o que depende de, la cantidad del bien
A consumido, más la cantidad del bien B consumido, y así sucesivamente, lo cual niega la
existencia de cualesquiera relaciones de sustitución y de complementariedad entre los bienes.
En la moderna teoría microeconómica dichas relaciones no se niegan; además, la función de
utilidad total se expresa de una manera más general, como:
Lo que hace que Jevons, Menger y Walras se clasifiquen aparte de sus predecesores -a excepción
de Gossen- es que no sólo postularon el principio de la utilidad marginal decreciente, sino que
también intentaron determinar las condiciones bajo las cuales un consumidor maximizaría su
utilidad, además de desarrollar una teoría del intercambio. Jevons y Walras llegaron incluso a
investigar la relación entre la utilidad y la demanda. Debido a la mayor habilidad matemática de
Walras, fue el que tuvo mayor éxito de los tres en estas lides. Aunque se preocupó en menor
medida por el concepto de la utilidad marginal decreciente, tuvo una comprensión mucho más
compleja de la interrelación entre los distintos sectores de una economía.
222 Historia del pensamiento económico
Aunque tanto Menger como Jevons establecieron lo esencial de este enunciado (Menger mediante
explicaciones verbales y ejemplos aritméticos rudimentarios; Jevons a través de una nota-
ción matemática más compleja), fue Walras quien -en su justamente famosa Lección 8- derivó
matemáticamente las ecuaciones que rigen la maximización de la utilidad de un consumidor.
Si la utilidad individual del consumidor es la fuerza subyacente que explica la demanda
individual y de mercado, entonces es necesario demostrar la relación entre las funciones de
utilidad y las curvas de demanda. Menger no intentó hacer esto, y no abordó de manera directa las
curvas de demanda, ni de forma verbal, gráfica o aritmética. Jevons utilizó las funciones de
demanda en su análisis, pero no tuvo éxito en establecer una relación entre la utilidad y
la demanda. Walras pudo hacer esto, y además mostrar que la fuerza fundamental que subyace
debajo de la demanda es la utilidad marginal.
Los tres pioneros trataron de hacer manifiestas las relaciones entre la utilidad marginal, la
maximización de la satisfacción del consumidor y el intercambio de bienes en un mercado.
Menger fue el que tuvo menos éxito; Jevons pudo mostrar estas relaciones para un mercado simple
de dos bienes y dos individuos. Si un individuo A tiene grano, y un individuo B posee carne, e
intercambian estos bienes, entonces la posición final de equilibrio puede enunciarse en forma
concisa así: "la razón de intercambio de cualesquiera de los dos bienes será el recíproco de la razón
de los grados finales de utilidad de las cantidades disponibles de un bien para el consumo, des-
pués de que el consumo se haya completado6 ." El enunciado de Jevons puede traducirse a la
siguiente ecuación:
MU de grano para A MU de grano para B cantidad de carne intercambiada precio del grano
:::::: :::::: =
MU de carne para A MU de carne para B cantidad de grano interca1nbiada precio de la carne
Los primeros escritores que dieron énfasis al papel de la utilidad, criticaron la teoría clásica del
valor, la cual afirmaba que Jos precios relativos dependen de los costos de producción. Esto
implicaba -según ellos- que el valor se genera en el pasado; por el contrario, ellos argumenta-
ban, el valor proviene del futuro, de las utilidades esperadas que se disfrutarán cuando se
6
1bid., p. 95. En el original, la oración completa está en cursivas.
Jevons, Mengeí y los fundamentos austriacos del análisis marginal 223
consuman los bienes finales. ¿Cómo explicaron estos escritores utilitaristas marginales los precios
de los factores de producción? Respecto a este asunto, existen diferencias importantes entre
Jevons y Menger, por un lado; y con respecto a Walras, por el otro.
Jevons y Menger analizaron esta cuestión, y aunque el tratamiento de Menger fue mucho más
completo que el de Jevons, ambos llegaron esencialmente a la misma conclusión. Al argumentar
que la causa del valor no va de los costos de producción a los precios finales, sino en la dirección
contraria, ellos afirmaron que los factores de producción no son determinantes del precio, sino
más bien están determinados en su precio. El precio de un bien final depende de su utilidad
marginal, y el precio de los factores de producción (conocidos también como bienes intermedios,
o bienes de orden superior) depende de la utilidad del bien final producido. Así pues, Jevons y
Menger abordaron la relación causal entre un bien final y sus factores de producción dentro de un
marco de referencia de equilibrio parcial. Debido a que Walras formuló sus consideraciones sobre
el valor dentro de su análisis de equilibrio general, comprendió este asunto de una manera más
cabal que lo que hicieron Jevons o Menger; además, percibió que las relaciones causales eran
más complejas.
Se puede percibir desde diferentes perspectivas que las críticas de Jevons y Menger a la teoría
clásica del valor son incorrectas e inadecuadas, al compararsus teorías del valor con las de J. S.
Mili. Como vimos en el capítulo 6 y en la figura 6.1, Mil! tomó en cuenta tres posibles casos para
el valor: una curva de oferta perfectamente inelástica (vertical), una curva de oferta perfectamente
elástica (horizontal) que representaba a la manufactura (la cual Mili suponía que estaba compuesta
por industrias con costos constantes); y una curva de oferta con pendiente ascendente que
representaba a la agricultura (la cual Mili daba por hecho que era una industria con costos
crecientes). Mili concluyó que en las industrias con costos constantes, el costo de producción, por
sí solo, determina el precio. Jevons y Menger no pudieron refutar esto.
Para los bienes cuya oferta es fija -y que por consiguiente tienen una curva de oferta
perfectamente inelástica (vertical)- Mili aseguraba que la oferta y la demanda determinan el
precio. Jevons y Menger tampoco pudieron contradecir esta proposición. En cambio, dijeron que,
dada una oferta determinada, la demanda determina el precio. De igual forma, podrían haber dicho
razonablemente que, dada la demanda, la oferta determina el precio. Jevons y Menger no
analizaron el caso de Mili para las curvas de oferta con pendientes ascendentes de las industrias
con costos crecientes, debido a que ellos siempre supusieron que la oferta estaba dada. Lo anterior
no implica que no hubiera fallos en la teoría del valor de la fuerza de trabajo de Millian, sino más
bien significa que Jevons y Menger no fueron capaces de sustentar todos sus argumentos.
Menger enunció su crítica a la teoría del valor clásica de manera sucinta: "entre los más egre-
gios de los errores fundamentales que hayan tenido consecuencias de mayor alcance para nuestra
ciencia en su desarrollo pasado, se cuenta el argumento según el cual los bienes llegan a tener un
valor para nosotros debido a que en su producción se utilizaron bienes que tenían un valor para
nosotros 7". Menger afirmaba que es la utilidad -y no los costos de producción- lo que determina
el valor: "el valor de los bienes se origina por su relación con nuestras necesidades, y no es
inherente a los bienes mismos 8 ". En vista de que el enunciado de Jevons es todavía más
contundente, resulta en cierta medida más vulnerable: "las obstinadas reflexiones e indagaciones
me condujeron a una opinión un tanto novedosa, de que el valor depende por completo de la
utilidad9".
Los ejemplos empleados por Jevons y Menger indican que el valor, o precio, no depende por
completo de la utilidad o de la demanda, sino tanto de la oferta como de la demanda. A pesar de
que estos escritores y sus discípulos afirmaban que el valor depende exclusivamente de la utilidad,
sus propios análisis refutan esta suposición. Jevons constituye el mejor ejemplo de esto. El
segundo párrafo de su Political Economy (Etonomía política) empieza con la oración que
acabamos de citar. Después de hacer este enfático enunciado, Jevons procede -en las siguientes
cuatro oraciones- a contradecirse:
Las opiniones prevalecientes consideran que el trabajo -en lugar de la utilidad- es el origen del
valor, e incluso hay quienes claramente afirman que el trabajo es la causa del valor. Por el
contrario, yo muestro que basta con que averigüemos con cuidado el origen de las leyes naturales
de la variación de la utilidad -como factor dependiente de la cantidad que poseemos de un bien-
ª fin de llegar a una teoría satisfactoria del intercambio, a partir de la cual, las leyes ordinarias de
la oferta y la demanda son una consecuencia necesaria. Esta teoría armoniza con los hechos; y -
siempre que exista una razón aparente para creer que el trabajo es la causa del valor, obtendremos
una explicación de dicha razón. Se descubre que a menudo el trabajo determina el valor, pero sólo
de una manera indirecta, al variar el grado de utilidad del bien mediante un incremento o una
restricción de la oferta 10 .
Más adelante, Jevons se retractó: 1) de su argumento, según el cual el valor depende por
completo de la utilidad, y 2) de su afirmación respecto a que, en el capítulo 4 de su Political
Economy (en donde desarrolla su teoría del intercambio), había refutado la teoría clásica del valor.
Aquí mostró de manera correcta que al suponer una oferta fija de dos bienes que poseen dos
individuos, los precios de estos bienes -y de las cantidades intercambiadas- dependerán de las
utilidades marginales que los dos bienes tengan para esos dos individuos. Aunque esta proposición
es correcta desde un punto de vista formal, no considera la situación económica usual en la que la
oferta no es fija, sino variable. Cuando Jevons abandona la suposición de que la oferta es fija y
analiza la relación entre el costo, la oferta, la utilidad marginal y el precio, se topa con las
siguientes relaciones causales:
8Ibid., p. 120.
9Jevons, Theory, p. 1.
lÜfbid., p. 165.
11 /bid. En el original, la frase completa está en cursivas.
Jcvons, Menger y los fundamentos austriacos del análisis marginal 225
Puede criticarse la proposición desde distintos ángulos. En primer lugar, Jevons no proporcio-
nó ninguna teoría del costo o de la oferta. Más aún, la proposición sugiere que existe una cadena
de causación que va de los costos de producción al valor, o al precio. Si tal cadena de causación
existiese, sería posible omitir la parte intermedia de Ja cadena y concluir que el costo de
producción determina al valor. Jevons y Menger se equivocaron al tratar de encontrar una relación
unidireccional de causa-efecto entre Ja utilidad marginal y el precio. No se dieron cuenta que el
costo, Ja oferta, la demanda y el precio son interdependientes y se determinan mutuamente
entre sí.
La teoría del valor clásica contra la emergente teoría del valor neoclásica
Regresemos a Jos tres casos millianos del valor y determinemos las fortalezas y debilidades de la
posición clásica, al compararla con la teoría alternativa ofrecida por Jevons y Menger. Cuando
Ja oferta es perfectamente inelástica (vertical), como en el primer caso de Mill, la teoría clásica del
valor en función del costo de producción no explica de manera satisfactoria la determinación
del precio. Bajo estas circunstancias, el precio depende de Ja oferta y la demanda; además, Jos
costos de producción quizá no influyan sobre Ja oferta. Pero la posición de Jevons y Menger--<le
que el precio depende sólo de la demanda- también resulta insatisfactoria, ya que supone que Ja
oferta es fija. Tal vez aclaren Ja situación unos cuantos ejemplos de situaciones que se clasifican
dentro del primer caso de Mili. Suponga que se sabe que existe únicamente una estampilla postal
con una curiosa errata. La oferta es fija (una sola estampilla), y en vista de esta oferta fija, entonces
el precio se fijará por el nivel de Ja demanda. Puede demostrarse que el precio depende tanto de
la oferta como de la demanda, si se supone que se descubren l O estampillas más de ese tipo, en
cuyo caso Ja curva de oferta se desplazaría hacia Ja derecha, y por tanto el precio caería. Como
segundo ejemplo, suponga que uu abarrotero tiene frutas perecederas que debe comerciar en un
determinado día. Conforme transcurra el día, el abarrotero tendrá que disminuir el precio, con
objeto de capturar cualquier demanda que exista, pues es mejor obtener cualquier ganancia que
fracasar en la venta de un bien perecedero antes de que éste se eche a perder. Un tercer ejemplo
del primer caso de Mili sería un producto manufacturado que tiene una oferta fija, pero que el
productor-vendedor ofrece a determinado precio. Tal precio suele conocerse como "precio de
reserva", y el productor bien podría determinarlo, en función de su costo de producción. En este
ejemplo la curva de oferta podría semejarse a una mayúscula invertida, en donde Ja parte hori-
zontal es el nivel de costos y la parte vertical representa las existencias totales del bien.
En el segundo caso de Mill -en donde Ja oferta es perfectamente elástica (horizontal) y
existen costos constantes- el precio depende por completo del costo de producción. Aquí, la
teoría clásica del valor -representada por Mili- es totalmente correcta, por lo que Ja posición de
Jevons y Menger es del todo insostenible.
Como en el primer caso, Jevons y Menger -así como la teoría clásica- no pueden explicar
los factores determinantes del precio para el tercer caso de Mili, en el que la curva de oferta tiene
una pendiente ascendente (caracterizada por costos crecientes). Bajo estas circunstancias, Mili
concluyó que el precio depende del costo de producción, en las circunstancias más desfavorables.
En la terminología moderna, él estaba diciendo que el precio depende del costo marginal del
último bien producido. Dada la demanda, el costo de producción (u oferta) detemtina el precio.
Jevons y Menger llegaron a la conclusión que el precio depende de la utilidad marginal: dada Ja
226 Historia del pensamiento económico
oferta, la demanda es la que determina el precio. Ya que en este caso el precio depende tanto de
la oferta como de la demanda, ambas posiciones son erróneas. Más aún, Jevons, Menger y los
clásicos cometieron el mismo yerro al tratar de encontrar una cadena causal simple para explicar
los precios: la relación clásica causa-efecto va desde el costo de producción hacia el precio; en
tanto que la relación causa-efecto de Jevons y Menger parte de la utilidad para llegar al precio.
Ninguno de ellos pudo ver que estas variables son interdependientes y determinan mutuamente sus
valores. Tal y como veremos en los capítulos 10 y 11, la lucidez de Walras y Marshall les permitió
comprender esta interdependencia.
Jevons y Menger tuvieron algunos problemas y omisiones en su exposición del análisis
marginal; los escritores posteriores los reconocieron y los mejoraron. Por ejemplo, Jevons
únicamente resolvió la mitad del acertijo de la maximización al limitar su atención a los consu-
midores. Menger se percató y resolvió ambos lados del acertijo: la economía familiar y la empresa.
Ninguno de los tres fundadores del marginalismo avanzó desde los mercados de bienes finales
hasta los mercados de factores, ni tampoco desarrolló la noción y las implicaciones del análisis de
la prodnctividad marginal. Estos avances son lo suficientemente importantes para prestarles una
atención especial en el capítulo 9.
Jevons y Walras no tuvieron de inmediato seguidores qne trataran de "destrabar" sus primeras
aproximaciones. Menger tuvo la suficiente fortuna de contar con dos estudiantes qne en el acto
asumieron la causa del utilitarismo y el marginalismo; y ahora averiguaremos las contribuciones
que éstos hicieron al flujo del pensamiento económico.
Wieser (1851-1926) tenía 20 años de edad cuando Menger publicó sus Principies en 1871. Era
discípulo de Menger, al igual que Eugen von Bohm-Bawerk (1851-1914), y más tarde -en
1903- asumió el puesto académico de Menger en la Universidad de Viena. Bohm-Bawerk
también impartió cátedra en esa universidad. No sólo continuaron y ampliaron las ideas originales
de Menger, sino que además tuvieron como discípulos a Ludwig von Mises (1881-1973) y a
Joseph Schumpeter (1883-1950). Mises hizo surgir otra generación más de economistas. La
influenciá de Menger y de la Universidad de Viena ha provocado que los historiadores del
pensamiento económico hagan referencia a una escuela austriaca, misma que examinaremos en
este capítulo y en algunos de los siguientes.
Wieser, al igual que Menger, no utilizó las matemáticas, por lo que desarrolló sus argumentos
mediante el empleo de modelos verbales y abstractos, al estilo Robinson Crusoe. Fue el primero
en usar el término de utilidad marginal, el cual llegó a ser la expresión que acuñaron los econo-
mistas. El trabajo seminal de Weiser abordó los costos y los factores de producción; demostró la
forma en que los insumos o los factores de producción reciben su valor a partir de los bienes finales
mediante un proceso de imputación. La causación del valor va en un solo sentido, desde la utilidad
marginal del bien marginal o final del consumidor, remontándose hasta los diversos insumos que
intervinieron en la producción del bien del consumidor. Los economistas clásicos habían afirmado
que los factores de producción determinaban el pr~c;'° Weiser concluyó que los precios de éstos
Jevons, Menger y los fundamentos_ austriacos de! análisis marginal 227
Bienes finales 0
Factores de producción
son los que están determinados. Su omisión del empleo de matemáticas -a excepción de las
más sencillas- en los ejemplos, no le permitió desarrollar sus importantes ideas desde el punto de
vista del costo, ni impulsar el análisis de la productividad marginal.
El tema concerniente a si los factores de producción son determinantes del precio o están
determinados en su precio, puede clarificarse al hacer uso de la figura 8.3. Suponga que contamos
con tres bienes finales (manzanas, plátanos y zanahorias), y con un solo factor de producción (el
trabajo), mismo que puede utilizarse para la elaboración de estos bienes. También suponga que las
cantidades de los bienes finales consumidos y sus utilidades marginales son de tal naturaleza que
la utilidad marginal de otra unidad de A es mayor que la de B, y que la utilidad marginal de otra
unidad de B es mayor que la de C. Las zanahorias (C) son el bien marginal producido, y las
manzanas (A) y plátanos (B) se conocen como bienes finales intramarginales. Si se recurre a la
figura 8.3, los austriacos afirmarían que la utilidad marginal correspondiente al bien marginal C
determina el valor del factor de producción marginal, y en consecuencia el valor de un factor de
producción está determinado por el precio. El valor de los bienes finales intramarginales A y B
depende del valor del factor de producción utilizado en su elaboración y, consecuentemente, el
precio de los factores de producción determina los bienes finales intramarginales.
Los utilitaristas marginales descubrieron que los economistas clásicos estaban equivocados
cuando afirmaban que los precios dependen de los costos de producción. La figura 8.3 revela la
naturaleza exacta de este presunto malentendido. Si uno se fija sólo en los bienes intramarginales
o analiza de manera superficial la formación de precios, entonces parece que la causasión empieza
en los factores de producción y termina en el precio; es decir, los factores determinan el precio. Un
análisis más cuidadoso del proceso --<le acuerdo con este punto de vista- revela que el precio de
un factor de producción se mide por la utilidad marginal que proporciona el último bien final o
marginal producido; en nuestro ejemplo son las zanahorias (C).
Bohm-Bawerk y Weiser eran de la misma edad; ambos eran discípulos de Menger, y fueron
amigos y cuñados. Weiser ejerció una influencia muy grande en Alemania y Austria; en tanto que
Bohm-Bawerk fue mucho más conocido en Inglaterra y Estados Unidos. Después de la publica-
-··-·
ción de su primer libro, Bohm-Bawerk tuvo un seguidor en Inglaterra -William Smart-, quien
en 1890 tradujo su libro Capital and Interest (Capital e interés), y en 1891 su obra The Positive
Theory o/Capital (La teoría positiva del capital). Una razón de la menor influencia de Menger en
los países angloparlantes, es que sus Principies, no se tradujeron sino hasta 1950. Bóhm-Bawerk
fue un profundo pensador académico, cuyo trabajo en el área del capital y del interés se publicó
en tres volúmenes. El primero -Capital and Interest: A Critica! History of Economic Theory
(Capital e interés: una historia crítica de la teoría económica)- abarca más de 150 escritores desde
épocas tan remotas como la de los griegos. Le llevó alrededor de 20 años concluir la trilogía, y
durante la mayor parte de ese periodo fue un prominente personaje del gobierno austriaco. Sus
contribuciones a la economía incluyeron su libro sobre Marx, el cual se mencionó en el capítulo
7; su lúcida exposición y difusión de las ideas de Menger sobre la utilidad marginal; y su
desarrollo de una teoría sobre el capital y el interés, misma que se analizará en el capítulo 9. Al
igual que su maestro (Menger), y su colega y amigo (Weiser), Biihm-Bawerk no recurrió a las
matemáticas. Enunció sus puntos de vista sobre el valor o la formación de los precios mediante una
línea de razonamiento monocausal; además, no pudo percibir en absoluto la determinación mutua
que enfatizaron Walras y Marshall, lo cual ha llegado a ser un importante cimiento para el
pensamiento económico moderno.
Una de las influencias que estos escritores ejercieron fue en el alcance y el método de la economía.
¿Cuál fue su influencia más directa sobre los economistas teóricos posteriores? Jevons nnnca tuvo
discípulos; por tanto, no existe una escuelajevoniana de pensamiento económico. Las ideas con
las que contribuyó fueron opacadas por el dominio que Marshall ejerció sobre el pensamiento
económico inglés. La falta de seguidores de Jevons puede explicarse también por su prematura
muerte, a la edad de 46 años, debido a un accidente de natación. Las contribuciones de Walras al
análisis marginal se vieron eclipsadas por completo por su formulación del equilibrio general. La
influencia que Menger ejerció sobre los escritores y sobre la posterior evolución de la economía
todavía sigue sintiéndose. Una importante cantidad de economistas sobre los que Menger tuvo
influencia, han dado cátedra y han hecho labor de investigación en Alemania, Inglaterra y Estados
Unidos; el grupo más veterano tiene entre sns filas a Mises y Schumpeter, en tanto que el grupo
más joven está conformado por Friedrich von Hayek ( 1899-1992), Gottfried Haberler (1900- ) y
Oskar Morgenstern (1902-1977). Algunos de estos economistas han seguido su propio sendero,
separándose de la tradición austriaca de una forma muy significativa; otros se ciñen a un modelo
y forman la primera escuela austriaca de economía. Los pensadores pertenecientes a la corriente
principal del pensamiento económico no aceptaron la metodología seguida por Menger, los cuales
abrazaron el empleo más frecuente de las matemáticas y la estadística. Empero, la tradición
austriaca guarda el suficiente interés para que examinemos a sus adalides contemporáneos en el
capítulo 14, mismo que estudia a varias corrientes heterodoxas del pensamiento económico
moderno.
Muchos, aunque no todos, de los que cayeron bajo la influencia de Menger defienden las
economías dominadas por el mercado y critican las alternativas que ofrecen los socialistas. Mises
y Hayek desempeñaron importantes papeles en la elaboración de los argumentos que surgieron en
la década de 1920, respecto a: 1) la capacidad de las economías socialistas para asignar recursos
de manera eficaz, y 2) las relaciones que guardan el capitalismo, el socialismo y las libertades
política y económica. Volveremos a estos asuntos en el capítulo 13, en donde examinaremos a
los economistas austriacos y a otros escritores que tienen como interlocutores tanto al socialismo
como al capitalismo.
230 Historia del pensamiento económico
RESUMEN
Con sns contribuciones al análisis marginal, Jevons, Menger y Walras dieron inicio a la econonúa
neoclásica. Jevons y Menger creyeron que estaban revolucionando la teoría económica al sustituir
una teoría del valor en función de los costos de producción orientada a la oferta, por una teoría del
valor de la fuerza de la utilidad marginal orientada a la demanda. Sin embargo, sus esperanzas no
se vieron realizadas porque el haber hecho énfasis exclusivamente en el lado de la demanda,
resultó ser un yerro similar al que cometió la economía clásica cuando hizo hincapié en el lado de
la oferta. La concepción de Jevons y Menger respecto al problema del valor era -de hecho-
errónea en lo fundamental, ya que buscaban una relación causa-efecto simple entre la utilidad
marginal y el precio. En tanto que los economistas clásicos supusieron esencialmente que la
demanda estaba dada y concluyeron que la oferta determinaba el precio, J evons y Menger
supusieron que la oferta estaba dada y llegaron a la conclusión que la demanda determina el precio.
Walras tenía una comprensión mucho más nítida del problema del valor, pues reconocía la mutua
interdependencia de las partes que conforman una economía.
Los tres escritores hicieron cinco contribuciones perennes a la teoría económica: 1) su énfasis
en la utilidad marginal y en el papel desempeñado por la demanda causaron que economistas pos-
teriores pusieran mayor atención a este tema de la teoría del valor; 2) su empleo del análisis
marginal propició el reconocimiento de una aplicación más general de esta técnica, un recono-
cimiento que habría de tener importantes consecuencias para el desarrollo de la teoría económica.
Alrededor de 1890, el análisis marginal se había extendido hasta abarcar no sólo el lado de la
demanda doméstica y el lado de la oferta de la empresa, sino también el lado de .la demanda de
la empresa para los factores de producción; 3) la utilización por parte de Jevons y de Walras de las
matemáticas en la construcción de la teoría económica provocó que los economistas fueran
más conscientes del poder de este análisis, y a final de cuentas condujo al actual dominio de
los modelos matemáticos en el pensamiento económico; 4) el modelo del equilibrio general
de W alras tuvo un efecto seminal al proporcionar un conocimiento mayor de la interrelación de.
los sectores de una economía de mercado y al sentar una base para el subsecuente trabajo teórico;
5) la utilización y el respaldo de las estadísticas, por parte de Jevons, fue otro paso importante
hacia el surgimiento de la corroboración de la teoría mediante técnicas econométricas.
Sin embargo, la difusión del análisis marginal no fue rápido; además, hizo surgir mucha
controversia respecto a esta nueva técnica. Estudiaremos el crecimiento del marginalismo y de la
microeconomía neoclásica en los tres últimos capítulos de la Parte III.
Términos importantes
l. Menger y Jevons cometieron un error que podría describirse como la imagen invertida,
error de los economistas clásicos. Descríbalo.
2. Explique la forma en que Jevons empleó Ja frase" ... lo pasado está por siempre olvidado ... ",
al criticar la teoría del valor de la fuerza de trabajo.
3. ¿Cómo explica la utilidad marginaJ la paradoja del diamante-agua?
4. ¿Qué importancia puede tener si uno pudiese hacer comparaciones interpersonales de
utilidad?
5. ¿Los factores de producción determinan o están determinados por el precio?, ¿qué diferencia
hay entre estos dos enfoques?
6. Compare el alcance y el método de la economía de acuerdo con Jevons, Menger y Walras.
7. Analice el criterio que se debería utilizar al seleccionar a la gente para que estudie un curso
de historia de las ideas; utilice a Gossen como ejemplo (el primero que expresa una idea, en
comparación con el que desarrolla una idea que influye el pensamiento posterior).
8. Escriba un ensayo sobre el siguiente enunciado: la teoría clásica del valor explica aquello que
determina el precio a largo plazo; por otra parte, la teoría de la utilidad marginal explica los
precios a corto plazo.
9. La teoría de la utilidad marginal es un ejemplo de un principio más vasto que señala la
necesidad de recurrir al margen, a fin de comprender la actividad económica. Explique este
enunciado y proporcione otros ejemplos del uso que los economistas hacen del análisis
marginal.
10. Escriba un ensayo en el que usted evalúe la afirmación de que durante la década de 1870 tuvo
lugar una revolución en la teoría económica.
11. La profesora distraída regresa de nuevo con otra tarea para usted. En esta ocasión, ella está
escribiendo un libro de texto básico y quiere incluir una serie de definiciones de términos
económicos. Ella recuerda que Jevons dio la siguiente definición:
Satisfacer nuestros deseos al máximo, con el mínimo de esfuerzo; procurar la inayor cantidad
de lo gue es deseable con el mínimo costo de lo que menos se desea, en otras palabras,
maximizar el placer, es el problema de la economía.
i! Bibliografía
Caldwell, Bruce J., editor. Carl Menger and His Legacy in Economics. Durham, Carolina del
_(
Norte: Duke University Press, 1990.
History of Political Economy, 4 (otoño de 1972). El número está dedicado en su totalidad a los
1 artículos sobre la revolución marginalista en la economía.
i Howey, R. S. The Rise ofthe Marginal Utility School, 1870-1899. Lawrence, Kan.: University of
Kansas Press, 1960.
~1
232 Historia del pensamiento económico
"Si uno quiere cosechar rápidamente, uno debe sembrar zanahorias y verduras; si
uno tiene la ambición de plantar robles, uno debe tener el juicio de decirse a sí mismo:
mis nietos me deberán esta sombra."
-Léon Walras
i La teoría del equilibrio general, es un análisis de la economía en el cual todos los sectores son
: considerados simultáneamente. De este modo, se consideran tanto los efectos directos como
indirectos de cualquier impacto del sistema, y las interacciones entre los mercados simultánea-
mente con los efectos directos. Esta interrelación de los sectores de la economía es relativamente
Walras y la teoría del equilibrio marginal 265
del equilibrio general formulando un modelo económico con notación matemática. Por este logro !
se le alaba con justicia como un predecesor importante de la teoría económica moderna, con su
cargado énfasis en la construcción de un modelo abstracto y el uso de las matemáticas.
1Antoine Augustin Cournot, Researches into the Mathematical Principies of the Theory of Wealth, traducido por Nathaniel T.
Por su sola esencia, los modelos y teorías presuponen que ciertos elementos se mantienen
constantes de modo que no influyan en el comportamiento de las variables del modelo. En las
ciencias físicas, donde el método de laboratorio ha demostrado ser fructífero, el investigador hace
repetidos experimentos en los cuales todas las variables, excepto dos, se mantienen constantes. Si
se observa que el agua hierve a 212 grados Fahrenheit en repetidos experimentos, concluimos que
cuando se mantienen constantes ciertos factores -en este caso la presión constante sería crucial-
el agua hierve a esa temperatura. La frase latina ceteris paribus es una expresión breve utilizada
por los economistas para expresar el hecho de que se supone que el resto de los factores se
mantendrán constantes cuando se hagan afirmaciones acerca de la acción de una variable in-
dependiente sobre una variable dependiente. Ceteris paribus significa "siendo que otras cosas
son iguales".
Los economistas distinguen entre los modelos de equilibrio parcial y los de equilibrio general
en términos del grado de abstracción del modelo. Se supone que más factores se mantendrán
constantes en el análisis parcial que en el del equilibrio general. El análisis del equilibrio parcial
permite variar sólo un número pequeño de variables; todo lo demás se supone constante. El
análisis del equilibrio general permite a muchas más variables cambiar. No permite a todas las
variables variar, y en consecuencia influir en el modelo, sino sólo a las consideradas dentro del
campo de la economía. Los modelos del equilibrio general, por ejemplo, suponen como dados los
gustos o preferencias de los individuos, la tecnología al alcance para producir bienes, y la
estructura institucional de la economía y la sociedad. Debido a que el campo dé la economía como
ciencia social ha sido históricamente limitado por la teoría ortodoxa a variables que parecen ser
cuantificables, el modelo matemático del equilibrio general parece viable.
La mayoría de los modelos del equilibrio parcial, siguiendo la tradición de Alfred Marshall,
se limitan al análisis de una unidad familiar, empresa o industria. Suponga que queremos analizar
la influencia sobre los precios de la carne de res de una reducción de los costos de la industria de
dicha carne. Utilizando el enfoque del equilibrio parcial, comenzaríamos por suponer a la industria
en equilibrio, alteraríamos el equilibrio al reducir el costo, y luego deduciríamos la nueva posición
de equilibrio. Durante este análisis todas las otras fuerzas de la economía se supondrían fijas y no
ejercerían influencia alguna en la industria de la carne de res. La reducción de costos en dicha
industria daría como resultado una oferta creciente de la carne de res y el precio caería a un nuevo
nivel de equilibrio. Suponga que hacemos nuestro modelo menos restrictivo e incluimos en el
análisis tanto a la industria de la carne de res como a la de puerco. El efecto inmediato
de costos más bajos en la industria de la carne de res es bajar los precios a medida que se
incrementa la oferta. La caída en el precio de la carne de res, sin embargo, también influirá en la
demanda de la carne de puerco. Conforme caen los precios de la carne de res en relación
con los precios de la carne de puerco, la demanda de la carne de puerco disminuirá cuando
Walras y la teoría del equilibrio marginal 267
aumente Ja cantidad demandada de la car.ne de·res: los consumidores sustituirán el puerco con la
res. El decremento en Ja demanda de Ja carne de puerco dará como resultado una caída en el precio
del puerco, lo que traerá como consecuencia una disminución en la demanda de la carne de res y
una nueva caída en su precio. Esta caída en el precio de la carne de res más tarde hará disminuir
la demanda de la carne de puerco y, otra vez, se reducirá su precio. La interacción entre los precios
y las demandas por las dos mercancías continuará, volviéndose los precios y las producciones cada
vez más reducidos hasta que se establezcan nuevas condiciones de equilibrio en ambas industrias.
En nuestro modelo parcial de equilibrio, se supone a la industria de la res aislada del resto de
Ja economía. Podemos trazar una gráfica sencilla que muestre las consecuencias de una reduc-
ción en Jos costos de la industria de la res mediante las curvas de oferta y demanda. La curva de
la oferta de la res se mueve hacia afuera y a la derecha, y surge un nuevo equilibrio. Pero si
mostramos las interacciones entre las industrias de Ja res y el puerco, las gráficas resultantes se
vuelven más complejas. La figura 10.1 indica el cambio en la curva de oferta de res de S a S 1, como
resultado de la disminución en los costos de la industria de la res. Este precio decreciente de la res
da como resultado una disminución inmediata en la demanda de puerco de da d 1, lo que reduce el
precio del puerco. El precio decreciente del puerco ocasiona una disminución en la demanda de res
de Da D 1• Las interacciones sucesivas entre Jos precios y la demanda para estos dos productos
se indica por el cambio descendente de las curvas de demanda hasta qne se alcanza un equi-
librio final.
El análisis del equilibrio parcial es un intento por reducir un problema complejo a una forma
más manejable en la que se aísla un sector de la economía, por ejemplo; una industria, e ignora la
interacción entre ese sector y el resto de la economía. Es útil para argumentaciones contextuales.
Las ganancias en claridad y nitidez analítica, sin embargo, se consiguen a expensas del rigor
teórico y la completud.
Si fuéramos a movernos hacia un modelo de equilibrio más general al añadir una tercera y una
cuarta industria a nuestro ejemplo, el análisis se haría tan complejo que la representación dia-
gramática produciría más confusión que claridad. La gran contribución de Walras fue su reco-
nocimiento de que una interdependencia compleja de industrias podría entenderse y comunicarse
matemáticamente. Su análisis del equilibrio general es útil para una argumentación no contextual.
s s
.¡.¡
d
D
Walras en palabras
Antes de estudiar el modelo del equilibrio general de Walras, pensemos en un problema del equi-
librio parcial en forma matemática. Suponga que nos interesan el precio y la cantidad produ-
cida en la industria de la carne de res. La demanda y la oferta de la carne de res pueden expresarse
corno ecuaciones en las que se relaciona el precio a la cantidad de la oferta y a la cantidad de la
demanda. Aunque hay tres variables en el modelo de equilibrio -precio, cantidad de la oferta y
cantidad de la demanda- existen sólo dos incógnitas, porque la cantidad de la demanda es igual
a la cantidad de la oferta. El problema de encontrar el precio de equilibrio en la industria de
la carne de res consiste, por lo tanto, en una ecuación para la oferta, una ecuación para la demanda
y dos incógnitas.
Vayamos ahora del modelo del equilibrio parcial a un modelo más complejo, de equilibrio
general. Incluso en un modelo del equilibrio general es necesario pasar por alto ciertos aspectos de
una economía compleja, así que supondremos una economía compuesta por sólo dos sectores,
empresas y familias, e ignoraremos los sectores gubernamental y extranjero. Supondremos,
además, que las empresas no compran bienes intermedios, que las preferencias de las familias no
cambian, que el nivel de tecnología es fijo, que existe pleno empleo, y que todas las industrias son
perfectamente competitivas. Una representación esquemática de tal economía se muestra en la
figura 10.22 .
Las familias entran al mercado en busca de bienes finales con determinadas preferencias e
ingresos limitados, y a la vez expresan una demanda en dólares por estos bienes. Las empresas
entran a los mercados finales deseando proveer bienes; de este modo, una oferta de bienes finales
fluye de las empresas a las familias. Es en estos mercados, representados en la parte superior de
la figura 10.2, donde se determinan los precios y cantidades de la oferta y la demanda de los bienes
finales. Para que estos mercados se encuentren en equilibrio, la cantidad de la oferta y de la
demanda de cada producto deben ser iguales. Los mercados de factores se representan en la parte
inferior de la figura 10.2.
En estos mercados, las empresas demandan a las familias tierra, trabajo y capital, y se da un
flujo de ingresos en dólares de las empresas a las familias. A medida que las familias proveen los
factores de producción en estos mercados, se determinan los precios de los factores. El equilibrio
en este caso requiere que queden vacíos todos los mercados para que las cantidades de la oferta
sean iguales a las cantidades de la demanda de cada factor. Las familias obtienen sus ingresos de
los mercados de factores y los gastan en mercados de bienes finales. Para que las familias
maximicen la satisfacción producida por los bienes finales de consumo, dado su ingreso limitado,
distribuyen los gastos a fin de que el último dólar gastado en cualquier bien en particular produzca
la misma utilidad marginal que el último dólar gastado en cualquier otro bien (segunda ley de
Gossen). El flujo de ingreso entre las empresas y las familias representa el ingreso nacional de la
economía; para que éste se halle en equilibrio, las familias deben gastar todo el ingreso que
reciben. La distribución del ingreso se determina en los mercados de factores, y depende de los
precios de los diversos factores y de las cantidades de factores que cada familia vende.
2
El uso de una figura como esta para ilustrar los diversos aspectos de la economía tiene una larga historia. Para un interesante
recuento de los usos de tal figura en el contexto presente, véase "In Search of the 'Wheel of Wealth': On the Origins of Frank
Knight's Circular-Flow Diagram" de Don Patinkin en American Economic Review, diciembre de 1973.
Walras y la teoría del equilibrio marginal 269
~~~'\
Familias Empresas
Demanda de factores
Oferta de factores
Cuando las empresas en una economía de mercado ven en una dirección, se enfrentan con los
precios de los bienes finales; cuando ven en otra dirección, se enfrentan con los precios de
los diversos factores de producción. Dados estos precios y la tecnología disponible, combinan los
insumos para obtener los productos de manera tal que maximicen las ganancias. Esto requiere que
se combinen los insumos para fabricar un producto determinado al costo más bajo posible y
que alcancen un nivel de producción que maximice las ganancias. Las fuerzas competititvas
crearán una situación de equilibrio a largo plazo, en la cual el precio de los bienes finales será igual
al costo promedio de producción. Para que el nivel de ingreso nacional esté en equilibrio, las
empresas deben gastar todas sus percepciones obtenidas de los mercados finales de factores.
La primera y más obvia lección de este ejemplo abstracto de la economía es que las diversas
partes de la economía están interrelacionadas. Es un error pensar que una variable del sistema
determina a otra. Si existe equilibrio, todas las variables son determinadas simultánea-
mente. Suponga que alteramos el equilibrio, cambiando el precio de un solo bien final. Esto
tendrá repercusiones en todo el sistema a medida que los consumidores cambien sus patrones de
consumo y las empresas cambien la cantidad de producción. Estos cambios se harán sentir en los
mercados de factores conforme las empresas cambien sus demandas por insumos, originando con
ello una nueva constelación de precios de los insumos y una distribución diferente del ingreso.
Smith, Quesnay y otros reconocieron la interdependencia de las diversas partes en la econo-
mía de mercado. Pero para ir más allá de la simple afirmación de que todo depende de todo lo
demás, fue esencial especificar aun con más detalle las relaciones entre los diversos sectores. El
genio de W alras le permitió echar los cimientos de una mayor especificación, mediante el uso de
las matemáticas. Cuando consideramos la economía de acuerdo con un modelo explícitamente
matemático walrasiano, con notación matemática, surgen preguntas que no fueron evidentes al
analizar con palabras este modelo.
Las demandas de bienes finales por parte de las familias pueden expresarse como ecuacio-
nes, relacionando el precio con la cantidad demandada de cada familia. La demanda de un bien
final en el mercado también puede expresarse como una ecuación que se obtiene sumando las
ecuaciones de las cantidades demandadas de las familias. La oferta de bienes finales en el mercado
270 Historia del pensamiento económico
puede obtenerse de una manera similar, sumando las ecuaciones de las empresas y relacionando
el precio con la cantidad ofrecida. El equilibrio en el mercado de bienes finales requiere que la
cantidad de cada bien final sea igual en la oferta y en la demanda. Las ecuaciones de oferta y
demauda en el mercado pueden derivarse análogamente para los mercados de factores, si se
cumple la condición del equilibrio de que todos los mercados queden vacíos. Para las familias
puede derivarse una ecuación en la cual se indique, en un lado, el ingreso (la suma de los precios
de cada factor vendido multiplicada por la cantidad de veces que se vendió cada factor) y, en el
otro, los gastos (la suma del precio de cada bien final comprado multiplicada por la cantidad de
veces que se compró cada bien). Para que la familia esté en equilibrio, el ingreso debe igualar a los
gastos y los gastos deben hacerse de manera tal que se maximice la utilidad. Las condiciones de
equilibrio para que la empresa maximice sus ganancias, y para que los costos promedio igualen el
precio a través de la fuerza de competencia, también pueden expresarse en ecuaciones.
De ahí que llegamos a un sistema de ecuaciones simultáneas que indica la interrelación entre
, los diversos sectores de la economía. La formulación walrasiana sobre el funcionamiento de la
economía de mercado plantea nuevas preguntas. Por ejemplo, ¿es posible una solución del
equilibrio general? Las condiciones de equilibrio producidas por el mercado en los diversos
sectores de la economía, ¿serán coherentes con un equilibrio general en la economía entera?
¿Cómo se ajusta la producción al modelo? Las incógnitas determinadas por el mercado y dadas en
una solución del equilibrio general son: 1) Jos precios de los bienes finales, 2) los precios de los
factores, 3) las cantidades de oferta y demanda de los bienes finales, y 4) las cantidades de oferta
y demanda de los factores. ¿Existe sólo un conjunto de precios y cantidades que producirá un
equilibrio en la econonúa entera, o existen muchos posibles equilibrios? Si existe una solución a
este problema, ¿es una solución significativa desde el punto de vista económico, o dará lugar a
precios y cantidades negativos? ¿La solución será un equilibrio estable o un equilibrio inestable?
¿Está determinado el sistema? Existen varias posibilidades. El mero proceso de funcionamiento
del mercado puede originar funciones matemáticas que se desplacen que no crearán un equilibrio.
Otra posibilidad es que se alcanzará un equilibrio final, pero su posición dependerá del curso
seguido por las variables del sistema. Esto sugiere que son posibles diferentes valores finales de
equilibrio. Por último, ¿cómo se logrará el equilibrio? ¿Quién fija los precios? ¿Qué pasa si hay
intercambio en un contexto de desequilibrio? Walras estuvo consciente de algunos de estos
problemas, aunque otros no fueron identificados o solucionados durante casi 60 años después
de 1874.
Walras no respondió a ninguna de estas preguntas satisfactoriamente. Por lo tanto, el juicio
histórico señalaría que si es el padre de la economía neoclásica moderna, no llegó a la tierra
prometida: prometió mucho pero sólo dejó un marco teórico abstracto con muchas lagunas.
A pesar de este juicio negativo, hasta la crítica más acérrima aceptaría que el modelo walrasiano
permitió una mejor comprensión del funcionamiento del mercado, y que serviría de fundamento
a otros desarrollos teóricos. Cuando se considera el desarrollo de la economía en los 90 años
posteriores a la muerte de Walras, se puede decir que este hombre tuvo un impacto de gran
magnitud en la econonúa.
l
1
Walras y la teoría del equilibrio marginal 271
Walras en ecuaciones
El primer aspecto del equilibrio del mercado que Walras analizó se refiere a la familia o el
individuo. Debido a que su sistema no tenía por unidad de cuenta al dinero, se necesita lo que
Walras llamó numerario. El bien de consumo A satisface esta necesidad; su precio es igual a uno
(pª = 1). Los precios de todos los bienes finales y factores de producción se miden en términos de
esta unidad. En el equilibrio el flujo de ingreso a la familia será igual a sus gastos. El flujo
de ingreso de la venta de la tierra se mide por la cantidad de tierra ofrecida (a,) multiplicada por
el precio de tierra (p 1) El ingreso por la venta de otros factores se obtiene mediante una
multiplicación similar. El gasto de una familia para un producto final dado es el producto de su
precio por la cantidad consumida, o demandada, en equilibrio. Establecer el ingreso igual al gasto
constituye la primera condición de equilibrio para una familia.
(10.l)
La familia o individuo se enfrenta con los precios de los bienes finales y los factores de produc-
ción en el mercado. La primera tarea que Walras acometió fue determinar las cantidades de n
factores ofrecidos por las familias (o" º"' ok, ... ), de los cuales hay n factores y por lo tanto
n incógnitas, y las cantidades de los m bienes finales demandadas por las familias (d,,, db, d,,. .. ).
Debido a que existen m bienes finales y n factores de producción, hay m + n incógnitas.
Para que las familias maximicen su utilidad, las utilidades marginales de los bienes finales
adquiridos deben ser proporcionales a sus precios, y las utilidades marginales de los factores ·
de producción no ofrecidos en el mercado, sino retenidos por las familias para su propio uso,
272 Historia del pensamiento económico
deben ser proporcionales a sus precios. Debido a que existen n factores de producción, hay n
ecuaciones.
Hay m bienes finales, pero debido a que el bien final A es el numerario, sólo las ecuaciones m - 1
del siguiente tipo representan el equilibrio de la familia en el mercado de bienes finales.
Estamos tratando de encontrar las funciones de oferta de una familia paran factores de producción
y sus funciones de demanda para m productos finales. El número de incógnitas es n + m. Las
condiciones para la maximización de la utilidad de la familia nos dan ecuaciones del tipo (10.2)
y m - 1 ecuaciones del tipo (10.3). La ecuación (10.1) puede utilizarse para determinar la demanda
de un bien final A, así que tenemos que resolver n + m ecuaciones para las n + m incógnitas.
Las funciones de demanda de una familia para bienes finales indican que la demanda es una
función de la utilidad; de los ingresos de la familia que se reflejan en los precios de los factores de
producción; del precio del bien final; y de los precios de todos los demás bienes finales. Existen
m-1 de estas ecuaciones. La demanda para el bien A se da en la ecuación (10.1).
Las funciones de oferta de la familia para los factores de producción indican que la oferta es
una función de la utilidad de los factores retenidos de producción, el precio del factor, los precios
de los demás factores y los precios de los bienes finales. Existen n de estas ecuaciones,
o,= f¡ (p,, Pp' p,, ... , Pb• p,, Pd, ... ) (10.5)
ºr = Ír (p,, Pp• p,, ... , Pb• p,, Pd, ... )
Al considerar el equilibrio de la familia, podemos tomar como dados los precios de los bienes
finales y los precios de los factores de producción. Es entonces posible derivar las funciones de
oferta de la familia para los factores de producción (Ec. 10.5) y las funciones de demanda de la
familia para bienes finales (Ec. 10.4). Al analizar el equilibrio general del mercado, no es permi-
sible suponer que los precios de los bienes finales o de los factores sean dados; son incógnitas. Al
estudiar el equilibrio general del mercado, Walras introdujo algunos otros conceptos expresados
en símbolos.
Los coeficientes técnicos de producción expresan las cantidades de tierra, trabajo y capital que
deben utilizarse para producir una unidad de un producto final dado. De ahí que a,, ªª' ak
representan las cantidades de tierra, trabajo y capital necesarias para producir una unidad del bien
Walras y la teoría del equilibrio marginal 273
final A. Walras supuso que estos coeficientes eran fijos en las tres primeras ediciones de Elements;
pero en la cuarta edición, publicada en 1900, abandonó el supuesto restrictivo,
La oferta y la demanda del mercado se representan con letras mayúsculas. Por ejemplo, la
demanda del mercado del bien final A se escribe D y se obtiene al sumar las demandas del bien A
de todas las familias (Dª = 'Lda). La oferta de factores del mercado se escribe y deriva de un modc
similar, O, = 'Lo,.
En el equilibrio general del mercado existen 2m + 2n - 1 incógnitas. Esto puede probarse
al examinar la tabla 10.1. Cuatro sistemas de ecuaciones nos proporcionan las 2m + 2n - 1
incógnitas.
Las cantidades de la oferta de factores en el mercado son funciones de los precios de los
factores y bienes finales. Existen n ecuaciones de este tipo.
Las cantidades de bienes finales demandados en el mercado también son funciones de los
precios de factores y bienes finales. Existen m - 1 de estas ecuaciones, y una ecuación que expresa
la demanda del bien A, el numerario, para un total de m ecuaciones.
Las cantidades de factores utilizados por las empresas deben, en el equilibrio, igualar a la
cantidad ofrecida. Existen n ecuaciones de este tipo.
Los costos finales de producción deben, en el equilibrio, igualar a los prec10s. Hay m
ecuaciones de este tipo.
Estos cuatro sistemas de ecuaciones (10.6, 10.7, 10.8 y 10.9) y la ecuación (10.1) dan un total
de 2m + 2n ecuaciones. Una de estas ecuaciones no es una ecuación independiente porque no
proporciona información nueva. Al eliminar esta ecuación, nos quedamos con 2m + 2n - 1
ecuaciones para encontrar un número igual de incógnitas.
Walras en retrospectiva
El sitio alto que ocupa Walras en la historia de la teoría económica se debe, en parte, a su
descubrimiento independiente de la teoría de la utilidad marginal, pero más en su conceptualiza-
ción de la interdependencia de los sectores de una economía de mercado. Aunque otros antes que
él habían percibido la interrelación entre familias, empresas, precios de bienes finales, precios de
factores de producción, cantidades de oferta y demanda de los bienes finales e intermedios,
ninguno había podido expresar sn percepción con tanta exactitud como Walras lo hizo al
formularla como un sistema de ecuaciones simultáneas. Entonces fue posible ver que el equili-
brio de la familia y el equilibrio de los mercados de bienes finales eran coherentes con
el equilibrio de la empresa y el equilibrio en los mercados de factores. Los inteutos de Jevons
y Menger por encontrar una relación causal sencilla entre la utilidad marginal, los precios de los
Walras y la teoría del equilibrio marginal 275
bienes finales y l.os precios de los factores de producción parecen poco sofisticados comparados
con el modelo de equilib.rio general de Walras. Él demostró claramente el poder de las rnaterná- ¡
tic as corno herramientas de análisis económico; sin embargo, su mensaje no recibió completa h
aceptación sino hasta bien avanzado el siglo XX. La extensión y la forma de utilizar las matemá-
ticas todavía son motivo de debate en la actualidad.
El análisis marginal de Walras fue más sofisticado aun que el de Jevons o Menger. Walras
no vio una sola dirección de causalidad de la utilidad subjetiva al valor, sino un sistema com-
plejamente interrelacionado. Debido a que Walras se centraba en la interdependencia de sectores,
y en cierto sentido sólo trabajaba en retroceso a la demanda, no cayó en algunas de las trampas en
que cayeron Jevons y Menger. Mientras Jevom y Menger se contentaron con buscar una relación
causa-efecto de un solo sentido entre la utilidad, precios de los bienes finales y precios de los
factores de producción, el modelo del equi l1brio general de Walras mostró que existía una
conexión entre ellos. En el sistema walrasiano, los precios se determinan mutuamente y no es
posible designar una causalidad de valor en cualquier dirección. Los precios de los bienes finales
influyen y son influidos por los precios de los factores de producción. En un modelo del equilibrio
general, todo depende de todo lo demás. No está del todo claro si la exposición sofisticada de
Walras fue el resultado de la comprensión y no un subproducto de haberse centrado Walras más
en el equilibrio general que en la utilidad. La utilidad no fue el centro de atención en el análisis de
Walras. Para Walras, la utilidad era meramente algo que él necesitaba suponer para llegar a
las curvas de demanda a las que él deseaba llegar. Por lo tanto, en vez de proporcionar un sus-
tento completo basado en la utilidad para el análisis de la demanda, Walras sólo lo tocó de
manera secundaria.
La teoría del equilibrio general de Walras dependía no sólo de la demanda y, por lo tanto, de la\
utilidad, sino también de la oferta y, por lo tanto, de una productividad marginal decreciente. En l,
esto también hay mucha ambigüedad en la exposición de Walras. En la lección 20 de las tres
primeras ediciones de su modelo,¡Walras utilizó coeficientes constantes de producción\ lo que
significa que no hay producto marginal porque un factor no puede variar independientemente de
otro. De ahí que su exposición temprana de la teoría del equilibrio general no tuviera el segundo
soporte de un modelo del equilibrio general completo. A pesar de esto, Walras declaró que el
análisis puede ampliarse e incluir coeficientes variables de producción. Le dejó al lector creer en
dicha afirmación como un acto de fe.
'i Walras reconoció el problema y, a fines de la década de 1800, preguntó a un colega cómo
podría ampliar su análisis para incluir factores variabks de producción. En la cuarta edición
(1900), incorporó los factores variables de producción*· de ahí, los soportes de productividad
marginal de la oferta. Sin embargo, Walras incluyó la productividad marginal seis años después
de que Philip Wicksteed hubiera desarrollado formalmente el concepto de productividad marginal
y difundido su importancia. Por ello, la contribución de Walras al análisis marginal en el frente de
la oferta es cuestionable. Como fue el caso de la utilidad marginal, el interés de Walras estaba
en la función de oferta que !necesitaba para la teoría del equilibrio general, no en la función de
produccción que subyace a ellax
276 Historia del pensamiento económico
Algunos individuos pensaron que sólo al contar las ecuaciones e incógnitas podría deducirse la
existencia de un equilibrio general. Abraham Wald en 1933 mostró que ese no era el caso y que
probar la existencia de una solución era más complicado; no fue sino hasta 1954 cuando Gerard
Debreu y Kenneth Arrow pudieron probar la existencia de una solución del equilibrio general.
Si existe una solución, ¿es una solución significativa desde el punto de vista económico, o dará
lugar a precios y cantidades negativos?
Aunque el sistema walrasiano parece incluir la producción, un examen cuidadoso revela que se
trata primordialmente de un modelo de intercambio y que la producción se ha relacionado con éste
de manera inapropiada. En tanto existan rendimientos constantes a escala, no hay problema; pero
si hay rendimientos crecientes a escala, el modelo presenta serios problemas.
Las condiciones de equilibrio producidas por el mercado en los diversos sectores de la economía,
¿serán coherentes con un equilibrio general en la economía entera?
Walras pensó que había respondido esta complicada pregunta, pero no lo hizo. Existen condicio-
nes estrictas bajo las cuales tal coherencia será alcanzada.
Las incógnitas determinadas por el mercado y dadas en una solución de equilibrio general son:
1) los precios de los bienes finales, 2) los precios de los factores, 3) las cantidades de oferta y
demanda de los bienes finales, y 4) las cantidades de oferta y demanda de los factores. ¿Existe
sólo un conjunto de precios y cantidades que producirá un equilibrio en la economía entera, o
existen muchos posibles equilibrios?
las condiciones bajo las cuales habrá un único equilibrio, pero no pueden mostrar que ésas son las
condiciones que podríamos esperar de la economía. El asunto se vuelve aún más complica-
do cuando tratamos de incluir expectativas en el modelo, como se hace en los modelos de manchas
solares. Abundan en estos modelos equilibrios múltiples. La posibilidad de equilibrios múltiples
es una de las más grandes limitaciones cuando se aplica el modelo del equilibrio general al mundo
real. ¿Cómo afectan los equilibrios múltiples? Aunque la solución de mercado pueda ser un
equilibrio, éste no necesita ser el mejor equilibrio; un equilibrio preferible puede existir. Además,
si existe un equilibrio preferible, un desequilibrio en ese equilibrio preferible puede ser en realidad
preferible al equilibrio que el mercado logre.
¿Cómo se logrará el equilibrio? ¿Quién fija los precios, y qué pasa si hay
intercambio en un contexto de desequilibrio?
Walras luchó con esta pregunta, la cual desempeña un papel significativo en los debates de la
macroeconomía moderna. Propuso numerosos esquemas que implicaban compromisos escritos y
orales y un proceso de tanteo, en el cual un subastador (que desde entonces adquirió el nombre
de subastador walrasiano) procesa todas las propuestas y ofrecimientos, determina qué precios
vaciarán los mercados, y sólo después permite el comercio. Donald Walker, quien ha examinado
con profundidad estos esquemas, ha concluido que el modelo es fatalmente defectuoso porque
Walras no lo dotó de suficientes características viables. La conclusión de Walker es en extremo
dañina para la nueva rama clásica de Ja macroeconomía, la cual basa su análisis en la sensatez del
supuesto subastador.
Estos problemas son sustanciales pero no minan los logros de Walras. Él estableció un marco
teórico dentro del cual muchas de las mentes más brillantes de la economía moderna han planteado
preguntas. Problemas de la existencia y estabilidad del equilibrio general mantuvieron ocupados
a los economistas hasta bien avanzada la década de 1950. Otras cuestiones todavía les preocupan.
Aunque la formulación de Walras fue imperfecta matemáticamente, ha sido el marco teórico
para la investigación avanzada desde la década de 1950.
La fuente de éxito de Walras, su uso de las matemáticas, fue también la causa de algunas de
las fallas de la teoría del equilibrio general. El modelo altamente abstracto propició la comprensión
de las interrelaciones dentro de la economía, pero Walras no hizo ningún intento por m.edi.r
empíricamente los conceptos en su modelo. No fueron diseñados para ser medidos; se trataba dt\
'
278 Historia del pensamiento económico
: una teoría sin aplicación empírica. La dificultad de medir los conceptos ha sido la principal crítica
'. a la teoría del equilibrio general a través de los tiempos modernos. Así, aunque esta teoría
demuestra las relaciones existentes dentro de una economía en equilibrio, no explica lo que
ocurre en la economía cuando los factores que Walras consideró fijos en realidad cambian.
La conclusión de la mayoría de los eruditos es que, si bien el modelo del equilibrio general
tiene un potencial tremendo de utilizarse para responder preguntas relativas a las consecuencias de
políticas económicas alternativas, tal potencial aún no se ha hecho efectivo. Frank Hahn, un
teórico del equilibrio general, escribe:
Fue Adam Smith quien primero se dio cuenta de la necesidad de explicar por qué esta clase de
arreglo social no conduce al caos. Millones de individuos avaros, egoístas, en búsqueda de sus
propios fines y, principalmente, sin control por parte del Estado en esta búsqueda, perciben
mediante su "sentido común" una receta segura a la anarquía. Smith no sólo hizo una pregunta
obviamente importante, sino también nos puso en el camino para responderla. La Teoría del
Equilibrio General como clásicamente la formularon Arrow y Debreu (1954 y 1959) está cerca del
final del camino. Ahora que hemos llegado allí la encontramos menos esclarecedora de lo que
esperába1nos 3 •
La política en Walras
Walras consideró su economía pura como una herramienta que había de utilizarse al formular la
política económica. Se consideró a sí mismo socialista, aunque objetó vigorosamente los puntos
de vista de Marx y de socialistas utópicos como Saint-Simon. Argumentó que la teoría económica
había fracasado en demostrar rigurosamente que una distribución óptima de recursos se lleva a
cabo bajo una competencia perfecta. En las lecciones 8, 22, 26 y 27 de sus Elements examiuó estos
problemas y concluyó que "la producción en un mercado regido por la competencia libre ... dará
3"General Equilibriu1n Thcory" de Frank Hahn, en P11blic Jnterest, edición especial (1980), p. 123.
Walras-y la teoría del equilibrio marginal 279
la mayor satisfacción posible de los deseos" y q\Ie "la libertad procura, dentro de ciertos límites,
la máxima utilidad"4 .
De acuerdo con lo anterior, Walras defendió el intento del Estado por crear, mediante la;
legislación, sistemas de mercados perfectamente competititvos. Asimismo, Walras no era unj·
defensor cabal del laissezfaire: descubrió muchas áreas en las cuales la intervención del gobierno',
era deseable. En forma razonable, él pudo ser caracterizado como un defensor del socialismo de'
mercado. Siguió a Mil! en sostener que las rentas de la tierra representaban ingresos no ganados'
y, por lo tanto, debían acumularse para el gobierno. Con mercados perfectamente competitivos y
la abolición de las rentas como fuente de ingreso privado, Walras razonaba que la distribución de
ingreso resultante no presentaría desigualdades importantes. En general, Walras adoptó una línea
política intermedia entre los socialistas de la izquierda y los defensores recalcitrantes del laissez
faire. Su intento por probar que el equilibrio general en mercados competitivos da como
resultado la máxima utilidad para la sociedad ha sido en gran medida ignorado u olvidado
por los economistas. Knut Wicksell (1851-1926) más tarde probaría que la conclusión de
Walras se sostendría sólo si todos los individuos tuvieran las mismas funciones de utilidad e
ingresos iguales 5 .
Los puntos de vista socialistas que implicaba el modelo de Walras, según él mismo, fueron
ampliados por algunos teóricos a partir de 1930, hasta constituir lo que se conoce como el deb.ate
socialista-capitalista, el cual abordaremos en el capítulo 13.
VILFREDO PARETO
Vilfredo Pareto (1848-1923) fue discípulo de Walras y uno de los primeros partidarios de la
teoría del equilibrio general. Continuó el razonamiento que Walras utilizó en la teoría del equi-
librio general y amplió el análisis para considerar las implicaciones de bienestar de varias
políticas. Pareto trató de extender la economía walrasiana a la política económica. Pareto clama
ser uno de los padres de la economía del bienestar, el otro es A. C. Pigou, quien amplió las
implicaciones del bienestar de la economía marshalliana.
Pareto abordó el problema de cómo evaluar la eficiencia de la distribución en una economía
o en una estructura particular de mercado dentro de una economía. Adam Smith había conclnido
que mercados perfectamente competitivos traían consecuencias deseables, en particular tasas de
crecimiento más altas a largo plazo para una economía. Un mayor interés en la microeconomía,
el cual empezó en la década de 1870, condujo a que se formularan preguntas concernientes
a la eficiencia de la distribución de .los recursos y al desarrollo de los criterios para evaluar los
méritos de diferentes políticas económicas que producen un impacto en la economía.
El apoyo de Adam Smith al laissez faire no se basaba en un modelo teóricamente riguroso;
se centraba más en las consecuencias macro de los mercados unidos a una mínima intervención del
gobierno. Pareto comenzó a evaluar el desempeño microeconómico con las nuevas herramien-
4
Léon Walras, Elements of Pure Economics (Homewood, 111: Richard D. Irwin, 1954), pp.255-256. Todas las palabras citadas
aparecen en cursivas en el original.
5
Knut Wicksell, Lectures on Political Economy, traducción E. Classen, ed., con una introducción de Lionel Robbins (Nueva York:
Macmillan, 1934), pp. 72-83.
280 Historia del pensamiento económico
RESUMEN
El análisis del equilibrio general walrasiano es impresionante; pero hubo muchos problemas en la
formulación de Walras, de los cuales sólo algunos se han resuelto en la actualidad. Lo mismo
puede decirse del competidor, el análisis del equilibrio parcial marshalliano, el cual considerare-
mos en el siguiente capítulo. A pesar de sus imperfecciones, los logros de Walras y Marshall
fueron considerables. Proveyeron instrumentos para integrar el trabajo de los marginalistas tanto
Walras y la teoría del equilibrio marginal 281
respecto de la oferta corno de la demanda y, corno proveedores tales, merecen recibir el nombre
de padres de la economía neoclásica.
Términos importantes
Bibliografía
. "Léon Walras' Role in the Marginal Revolution of the 1870s", en History of Political
Economy, 4 (otoño de 1972).
Schumpeter, Joseph A. "Marie Esprit Léon Walras", en Ten Great Economists. Nueva York:
Oxford University Press, 1951.
Stigler, George J. "The Development of Utility Theory", en Essays in the History of Economics.
Chicago: University of Chicago Press, 1965.
Walker, Donald A. "Léon Walras in the Light of His Correspondence and Related Papers", en
lournal of Political Economy, 78 (julio/agosto 1970).
. "The Markets for Circulating Capital and Money in Walras' s Last Monetary Model",
en Économie Appliquée, 3 (1991).
. "The Written Pledges Markets in Walras's Last Monetary Model'', en Économie
Appliquée, 3 (1991).
Walras, Léon, Elements of Pure Economics. Homewood, Ill.: Richard D. Irwin, 1954.
Alfred Marshall y la
economía neoclásica
-Alfred Marshall
lfred Marshall (1842-1924), es considerado como uno de los dos contendientes para obtener
A el título de padre de la teoría microeconómica ortodoxa moderna (el otro es Léon Walras).
Construyendo sobre el trabajo de Smith, Ricardo y J. S. Mili, Marshall desarrolló un marco teórico
analítico que todavía funge hoy como la base estructural de la teoría económica actual que se
imparte a nivel licenciatura y que constituye gran parte de la política económica. Un examen
minucioso de sus ideas abarcaría casi toda la teoría microeconómica actual sobre equilibrio
parcial; lo que a continuación sigue en este capítulo debe considerarse como mera introducción a
las obras de este gran pensador.
1
1.M. Keynes, Essays and Sketches in Biography (Nueva York: Meridian, 1956), p. 58.
2
A.C. Pigou, ed., Memorials of Alfred Marshall (Nueva York: Kelley y Mi\!1nan, 1956), p. 159.
Alfred Marshall y la economía neoclásica 285
básica mediante la cual ilustrar el análisis de la oferta y la demanda con gráficas, en realidad no
publicó sus hallazgos sino hasta 1890, y sólo entonces, con las matemáticas y gráficas en notas
al pie de página y apéndices. Marshall, siendo una extraña mezcla de teórico, humanitario,
matemático e historiador, trató de señalar el camino para salir de la controversia metodológica
de su tiempo y, a la vez, de combinar lo mejor del análisis clásico con las nuevas herramien-
tas de los marginalistas, para explicar las fuerzas que determinan los precios y la distribución de
los recursos.
Aunque Marshall es una figura sobresaliente en el desarrollo de la teoría económica, su
rechazo a adoptar posturas rígidas sobre temas teóricos y metodológicos ha ocasionado a la
generaciones subsecuentes una buena dosis de dolor. Por intentar emitir juicios equilibrados,
Marshall a veces era vago e indeciso. A menudo parecía decir que "todo depende": Ricardo tenía
razón pero también estaba equivocado; la teoría abstracta es buena y mala; el método histórico
puede ser útil pero se necesita también la teoría; desde un punto de vista, los pagos de los factores
de producción determinan los precios, pero desde otro su precio es determinado. Algunos lecto-
res ven esta flexibilidad sobre temas de teoría y método como un indicio de verdadera sabiduría,
pero otros, en particular los economistas matemáticos más abstractos, se irritan ante lo que
consideran la indecisión en la economía de Marshall. No obstante, su estilo ha hecho surgir un
cuerpo vasto de literatura que trata de revelar lo que Marshall "realmente quiso decir".
Alcance de la economía
3Alfred Marshall, Principies of Economics, 8a. ed. [1920] (Londres: Macmillan, 1948), p. l.
286 Histolia del pensamiento económico
abandonó los términos economía política para adoptar el término economía. Lo que es irónico
acerca de la elección del término economía es que él, Marshall, más que cualquiera de sus
contemporáneos, practicaba el arte, no la ciencia de la economía. Se centró en la teoría aplicada
y no estaba interesado en la ciencia pura de la economía. Hay dos razones probables para este
cambio. La primera, pudo haber sido el deseo de Marshall de diferenciar su enfoque del enfoque
de Marx, al cual con frecuencia se aludía como economía política. La segunda, es que Marshall
intentaba ganar aceptación de un campo separado de estudio para la economía, en Cambridge,
donde él impartía clases, y el término economía política, que sugería una superposición de
campos, no era útil para ese intento.
Otro aspecto interesante de la definición de Marshall es su amplitud y flexibilidad, algunos
dirían su blandura. De acuerdo con la definición, ¿cómo puede distinguirse la economía de la
ciencia política, la sociología, la psicología, la antropología y la histori.a? La definición vaga de
Marshall, sin embargo, emana no de un pensamiento descuidado, carente de enfoque, sino de una
renuencia consciente a separar tajantemente a la economía de otras ciencias sociales. La naturaleza
no marca líneas tajantes, señaló, y el economista no logra nada con definir estrechamente el
alcance de su disciplina. En el apéndice C, que lleva por título "El alcance y el método de la
economía", Marshall consideró (en su modo característicamente conciliador) los méritos y
la factibilidad relativos de desarrollar una ciencia social unificada, en contraste con permitir que
cada disciplina se desarrollara por separado. La idea de unificar las ciencias sociales le atraía,
pero recordó que tanto el gran Comte como el gran Herbert Spencer fracasaron en su intento por
lograr tal unificación. Por otro lado, observó, las ciencias físicas habían hecho enormes avances
gracias a la especialización. Decidió, finalmente, que el problema no podía ser resuelto en
ausencia de una pregunta concreta:
La economía ha hecho mayores avances que cualquier otra rama de las ciencias sociales, porque
es más definida y exacta que cualquier otra. Pero cada ampliación de su alcance implicaría una
pérdida de su precisión científica; y la cues'tión de si la pérdida es mayor que la ganancia resultante
de una ampliación de su alcance, no debe decidirse mediante una regla estricta y rápida4 .
Marshall sugirió que cada economista definiera el alcance de la economía que se adaptara mejor
a su inclinación: que algunos economistas es más probable que hagan su mejor trabajo dentro de
una definición más bien estrecha de la economía mientras otros trabajan dentro de un marco más
amplio. Aquellos que eligen una definición amplia de la economía y extienden su análisis hacia
otras áreas de las ciencias sociales deben tomar extremas precauciones, advirtió, pero si trabajan
cuidadosamente harán un gran servicio a la economía y a otras ciencias sociales.
Marshall introdujo otro tema interesante en su discusión sobre el alcance de la economía: la
complejidad de la relación entre las necesidades de la sociedad y su actividad económica. ¿Podría
describirse la economía como un estudio de las formas en las cuales la actividad económica
satisface las necesidades de la sociedad? Marshall rechazó esta definición porque sugiere que las
necesidades son un supuesto independiente, para el cual las actividades económicas son secunda-
rias. En su discusión sobre la relación entre necesidades y actividades en el libro III, capítulo 2,
Marshall trató de corregir lo que consideraba la conclusión incorrecta a la que llegaron Jevons y
4
lbid .. p. 780.
Alfred Marshall y la economía neoclásica 287
Menger y sns predecesores, quienes parecían considerar "la teoría del consumo como la base
científica de la economía". Evaluó la importancia relativa de la demanda (necesidades) y la oferta
(actividades) en el contexto más amplio posible. Su postura es que las necesidades no son algo que
surja dentro de nosotros independientemente de nuestras actividades; al contrario, muchas de
nuestras necesidades son fruto directo de nuestras actividades. Para aplicar este razonamiento a la
década de 1990, sería erróneo ver la necesidad de una familia "yuppie" por tener una miniván
como el punto de arranque de un análisis económico, porque esta necesidad quizá provenga
de cómo la familia percibe su papel en la sociedad. Marshall sugirió que los economistas
empezaran con un estudio preliminar de la demanda, procedieran a las actividades y la oferta, y
luego regresaran a la demanda. Esto, arguyó, permitiría apreciar las interconexiones complejas
entre las necesidades y las actividades. Forzado a elegir entre la supremacía de las necesidades o
de las actividades en el análisis económico, Marshall optaría por las actividades; esto refleja su
afinidad con la economía clásica, la cual enfatizó la oferta, y el contraste con Jevons y Menger,
quienes enfatizaron la demanda:
5 /bid., p. 90.
288 Historia del pensamiento econó1nico
Marshall y el método
No he podido elegir ninguna nota de n1atemático-económica que pudiera servirte; y tengo recuer-
dos muy vagos sobre lo que solía pensar al respecto. Ya nunca leo matemáticas: de hecho, he olvi-
dado cómo integrar un buen número de cosas.
Pero sé que cada vez más sentía, en los últimos años de mi trabajo sobre ese tema, que un buen
teorema matemático para hipótesis económicas no constituía una economía buena, y avancé más
y más, de acuerdo con las siguientes reglas: 1) Utilice las matemáticas como un lenguaje de
taquigrafía, más que como un motor de indagación. 2) Apéguese a ellas hasta que haya terminado.
3) Traduzca al inglés. 4) Luego, ilustre con ejemplos que sean importantes en la vida real. 5)
Queme las matemáticas. 6) Si no puede tener éxito en 4), queme 3). Esto lo hice a menudo. 6
Los Principies de Marshall incluyen los pasos 3) y 4) y están escritos en un estilo apropiado,
no para los compañeros economistas, sino para el lector versado. Las matemáticas aparecen al pie
de página o en un apéndice. Aunque Marshall llegó lejos para evitar la jerga de la economía e
ilustraba cada principio con ejemplos de la experiencia económica histórica o actual, debajo de
todo ello hay una estructura teórica altamente abstracta, concisa, fuerte,
De! mismo modo que Marshall rehusó dar una definición clara y ordenada de la economía, por
lo general, eludió las definiciones precisas de una cantidad de conceptos económicos. La econo-
mía clásica había dado a los conceptos de tierra, trabajo y capital, los llamados factores de
producción, un significado mucho más preciso de lo que era apropiado, En la economía tierra,
trabajo y capital a menudo están tan entremezclados que sólo una abstracción profunda puede
desenmarañarlos, Por lo tanto, Marshall sugirió que ",,,acomodamos las cosas que se requieren
para hacer un producto básico en los grupos que sea conveniente y los llamamos sus factores de
producción "1 , No se establece ninguna definición: el problema dicta cómo deben definirse los
factores, De manera similar, al analizar la oferta, Marshall tuvo que abordar el tema de los costos,
Si la oferta depende de los costos normales de una empresa, ¿qué empresa debe seleccionarse
como la normal? Aquí otra vez Marshall mostró flexibilidad, declarando que "para este propósito
tendremos que estudiar los gastos de un productor representativo para el volumen agregado" 8 ,
Su concepto de la empresa promedio, o representativa no es el que se entiende desde el punto de
vista estadístico, como una media, moda o mediana. Sugirió, más bien, que se examine una
industria para ubicar las empresas administradas por gente de habilidad normal o promedio,
empresas que no son nuevas en la industria ni viejas o establecidas, empresas cuyos costos
manifiesten que tienen acceso normal a la tecnología disponible.
Es importante reconocer que la aparente vaguedad, cambio y falta ocasional de rigor teórico
en Marshall no son el resultado de una mente desordenada; la suya es una postura metodológica
considerada cuidadosamente. La comprensión de Marshall con respecto a la microteoría y su
habilidad matemática lo habrían capacitado para presentar sus Principies, que tienen una exten-
s10n aproximada de 700 páginas, en una forna mucho más concisa. Hizo esto, de hecho, en su
apéndice matemático. Pero la economía es realmente mucho más compleja de lo que puede
mostrar la economía matemática. Marshall desarrolló la teoría pura de la economía de mercado al
inicio de su carrera, y para 1870 estaba razonablemente terminada. La nota matemática XXI es
una versión, con extensión de una página, del modelo de equilibrio general que muestra las
relaciones entre la demanda de los productos finales, la oferta de productos finales, la demanda de
los factores de producción y la oferta de factores de producción. En 1908, Marshall escribió a J.
B. Clark: "He entregado y entregaré mi vida entera a presentar de una manera realista, tanto como
pueda, mi nota xxr" 9 • En sus Principies, Marshall defendió explícitamente su falta de exactitud.
Después de enunciar brevemente las condiciones que existirían en una economía de equilibrio a
largo plazo, Marshall procedió a señalar que
nada de esto es verdad en el mundo en que vivimos. Aquí, cada fuerza económica constantemente
cambia su acción bajo la influencia de otras fuerzas que actúan alrededor de ella. Aquí, los cambios
en el volumen de producción, en el método y en el costo siempre se modifican mutuamente unos
a otros; siempre afectan y son afectados por el carácter y la extensión de la demanda. Además,
toma tiempo que todas estas influencias mutuas se desarrollen ellas mismas y, como regla, dos
influencias no se mueven al mismo paso. En este mundo, por lo tanto, toda doctrina llana y sencilla
concerniente a los costos de producción, demanda y valor es necesariamente falsa: y entre mayor
sea su apariencia de lucidez, la cual es lograda mediante una exposición hábil, más engañosa es.
Es probable que un hombre sea mejor economista si confía en su sentido co1nún y el instinto
práctico, que si profesa estudiar la teoría del valor y está resuelto a considerarla fácil. 10
Marshall tuvo dos razones para considerar complejo y difícil el estudio de la economía. Por una
parte, todo parece depender de todo lo demás: existe una relación compleja y a menudo sutil entre
todas las partes del sistema. Por otra, "el tiempo es una causa principal de esas dificultades en la
investigación económica, que hacen necesario que el hombre, con sus limitadas facultades, vaya
paso a paso" 11 • Las causas no traen efectos finales inmediatamente; actúan con el tiempo. Pero a
medida que una causa, tal como un incremento en la demanda, deja sentir su influencia, otras
variables de la economía pueden cambiar independientemente (por ejemplo, la oferta puede
aumentar), así que a menudo es difícil aislar una sola causa y estar seguros de sus efectos. Si el
economista tan sólo tuviera acceso a la técnica de laboratorio de las ciencias físicas (en la que es
posible mantener todas las influeneias constantes excepto una, y luego observar los resultados en
repetidos experimentos), este problema no existiría. Pero debido a que la metodología de
laboratorio no está disponible para los economistas, debe recurrirse a una alternativa. Marshall
proveyó esta alternativa cuando desarrolló meticulosamente su sistema básico de pensarrúento.
De acuerdo con este sistema, debido a que los economistas no pueden mantener constantes
todas las variables que pueden influir en el resultado de una causa dada, deben hacerlo así a
nivel teórico con supuestos. A fin de progresar en el análisis de las interrelaciones complejas de
la economía, establecemos la hipótesis de que los cambios en ciertos elementos ocurren ceteris
paribus, "siendo otras cosas igual". Al inicio de cualquier análisis, muchos elementos se mantie-
nen constantes; pero a medida que avanza el análisis, puede permitirse que más elementos varíen,
para lograr mayor realismo. La técnica ceteris paribus permite manejar los problemas complejos
a costa de cierta pérdida de realismo.
El uso más importante que de la ténica ceteris paribus hizo Marshall fue desarrollar un análisis
de equilibrio parcial. Para analizar un problema complejo aislamos una parte de la economía,
ignorando, pero no negando, la interdependencia de todas las partes de la economía. Por ejem-
plo, analizamos las acciones de una familia o empresa separadas de todas las demás influencias.
Analizamos las condiciones de oferta y demanda que producen los precios particulares en una
industria dada, ignorando por un momento las complejas, sustitutas y complementarias relaciones
entre los productos de la industria que analizamos y de otras industrias. Un uso importante del
enfoque de equilibrio parcial, es hacer una primera aproximación a los efectos probables de una
causa dada. Es, por lo tanto, particularmente útil para tratar problemas de políticas; por ejemplo,
predecir el efecto de un arancel a los relojes importados. El análisis sencillo de la oferta y la
demanda puede utilizarse dentro de un enfoque de equilibrio parcial para predecir las implicaciones
inmediatas de tal política. El procedimiento de Marshall consiste, primero, en limitar estrecha-
mente el problema a un marco de equilibrio parcial, manteniendo la mayoría de las variables
constantes, y luego ampliar el alcance del análisis lenta y cuidadosamente permitendo que
otras cosas varíen. El método de Marshall ha sido denominado, apropiadamente, el método de una
cosa a la vez.
Una de las principales dificultades en el análisis económico es que toma tiempo que las causas
desarrollen sus efectos. Cualquier análisis o conclusión que explique correctamente los efectos a
corto plazo de una causa dada pueden ser incorrectos en conclusiones sobre efectos a largo plazo.
El uso de la técnica ceteris paribus por parte de Marshall corresponde a su método para manejar
el tiempo. En el periodo de mercado, algunas veces llamado el periodo inmediato o a muy corto
plazo, muchos factores se mantienen constantes. Se permite que más y más constantes varíen a
medida que el tiempo se extiende a un periodo de corto plazo, de largo plazo y al periodo secular,
al que también se le conoce como muy largo plazo. El paso del tiempo influye en cierta medida en
la demanda, pero puede afectar más a la oferta.
Para considerar los problemas ocasionados por el tiempo, Marshall definió cuatro periodos.
Reconoció que su distinción era puramente artificial, pues "la naturaleza no ha trazado tales líneas
en las condiciones económicas de la vida real" 12 . El concepto del tiempo de Marshall no es el
tiempo cronológico medido en horas del reloj; más bien, es una construcción analítica. Los
diversos periodos se definen en términos de la economía de la empresa y de la oferta. El periodo
de mercado, es tan corto que la oferta es fija o perfectamente inelástica. Bajo estas circunstancias
no hay una acción refleja del precio sobre la cantidad de la oferta, pues el periodo es muy corto
12 /bid., p. 378.
292 Historia del pensarniento económico
para que las empresas puedan responder a los cambios de los precios. El corto plaza, es un pe-
riodo en el cual la empresa puede cambiar la producción y la oferta, pero no puede cambiar el
tamaño de la planta. Aquí hay una acción refleja, pues los precios más altos ocasionan que
mayores cantidades sean suministradas y la curva de la oferta se sesga hacia arriba. En el corto
plazo, los costos totales de la empresa pueden dividirse en dos componentes: costos que varían con
la producción, lo que Marshall llamó costos especiales, directos o costos primos; y costos que no
varían con la producción, los que Marshall llamó costos suplementarios y a menudo en los textos
modernos se conocen como costos fijos. La distinción entre costos variables y fijos a corto plazo
evidentemente se derivó de la observación del mundo empresarial por parte de Marshall. Se
convirtió en una herramienta analítica importante para analizar las acciones de Ja empresa. A largo
plaza, el tamaño de la planta puede variar y todos los costos volverse variables. La curva de la
oferta se hace más elástica a largo plazo que a corto plazo, conforme las empresas hacen ajustes
completos cambiando el tamaño de la planta cuando se modifican los precios. La curva de la oferta
a largo plazo de una industria puede adoptar tres formas generales: puede sesgarse hacia arriba
y a la derecha (los costos pueden incrementarse); puede ser perfectamente elástica (los costos
pueden permanecer constantes); o, en situaciones no comunes, puede sesgarse hacia abajo y a la
derecha (los costos pueden disminuir). El periodo secular, o a muy largo plazo, permite que
la tecnología y la población varíen, así que Marshall utilizó esta construcción cuando analizó el
movimiento de los precios de una generación a otra.
Claramente, los periodos de Marshall no se miden en días, sino se refieren a condiciones de
la oferta para la empresa y la industria. Por ejemplo, el corto plazo en una industria muy intensiva
en capital, en la cual el tamaño de la planta puede cambiar sólo lentamente, como la industria del
acero, puede ser tan largo en el plano del tiempo cronológico como el largo plazo en una industria
en la cual el tamaño de la planta puede alterarse más bien rápido. Aunque Marshall hizo
contribuciones a casi cada parte de la teoría microeconómica, el foco principal de su atención y la
fuente de su mayor contribución fue el análisis de la influencia del tiempo en la oferta. Descubrió
que la principal dificultad en el análisis del precio consiste en determinar la influencia del tiempo,
y afirmó más tarde, que se necesitaba realizar mucho más trabajo en esta área. En una carta a J. B.
Clark escrita en 1908, Marshall listó cinco temas que aún requerían una inmensa cantidad de
trabajo, y en la parte superior de la lista aparecía "elaborar la influencia del tiempo" 13 .
La cruz marshalliana
Durante las últimas dos décadas y media del siglo XIX, surg10 una controversia entre los
economistas, concerniente a la importancia relativa de la demanda y la oferta en la teoría del
precio o del valor. Los economistas clásicos, como se establece en los Principies de J. S. Mili,
habían enfatizado la oferta; sin embargo, Jevons, Menger y Walras habían enfatizado la demanda;
Jevons y otros llegaron incluso a afirmar que el valor depende enteramente de la demanda.
Es difícil evaluar el impacto de esta controversia en la forma y el contenido de la teoría de Marshall
sobre los precios relativos. Marshall afirmaba que los elementos esenciales de su visión sobre el
valor y la distribución fueron desarrollados antes de 1870, pero que hubiera sido "absurdo si se
13
Pigou, Memorials, p. 417.
Alfred Marshall y la economía neoclásica 293
preocupara por ponderar y medir cualquier argumento sobre la originalidad que él tenía" 14 .
Marshall estaba irritado por las críticas a su análisis de la oferta y la demanda que sugerían que
trataba de conciliar las posturas de las escnelas clásica y de la utilidad marginal. Él buscaba la
verdad, no sólo la paz, afirmaba; además, su análisis de la oferta y la demanda había sido
formulado antes de que Jevons, Menger y Walras comenzaran a escribir sobre el tema.
Marshall creía que una comprensión correcta de la influencia del tiempo y una conciencia de
la interdependencia de las variables económicas contribuirían a resolver la controversia sobre
si los !:ostos de producción o la utilidad determinan los precios. La curva de demanda de los bienen
finales se sesga hacia abajo a la derecha, conforme los individuos compran mayores cantidades
a precios más bajos. La forma de la curva de la oferta depende del periodo que se analiza. Entre
más corto sea el periodo, más importante será el papel de la demanda para determinar el precio;
entre más largo sea el periodo, más importante será el papel de la oferta. A largo plazo, si existen
costos constantes y la oferta es, en consecuencia, perfectamente elástica, el precio depen-
derá solamente del costo de producción. En general, sin embargo, no es fructífero discutir si
la demanda o la oferta determinan el precio. Marshall utilizó la siguiente analogía para mostrar
que la causación no es un asunto sencillo y que cualquier intento por encontrar una sola causa está
condenado al fracaso:
Podemos discutir razonablemente si es la hoja superior o inferior de unas tijeras la que corta un
pedazo de papel, tanto como si al valor lo gobierna la utilidad o los costos de producción. Es cierto
que cuando una hoja se mantiene inmóvil, y la acción de cortar se efectúa al mover la otra,
podemos afirmar con una brevedad despreocupada que la acción de cortar fue realizada por la
segunda, pero la afirmación no es exacta en sentido estricto, y debe disculpársele siempre y
cuando se afinne que es un recuento popular, y no estrictamente científico, de lo que sucede. 15
14 Ibid., p. 418.
15Marshall, Principles, p. 348.
16 lbid., p. 410.
294 Historia del pensamiento económico
pelotas determina la posición de las otras. Pero es cierto que las pelotas mutuamente determinan
la posición de las otras. Por lo tanto, la demanda, la oferta y el precio interactúan entre sí en el
margen y mutuamente determinan sus valores respectivos.
En el apéndice I y en el último párrafo del libro V, Marshall intentó ubicar su teoría del
precio en el contexto de la teoría del valor de Ricardo y de la controversia sobre si la utilidad o
el costo de producción determürn el precio. Marshall creía que su propia teoría del precio se
hallaba fundamentalmente en la línea ricardiana. Aunque los escritores de la utilidad marginal
difícilmente hubieran estado de acuerdo, sugirió que Ricardo reconocía el papel de la demanda,
pero le dio una atención limitada porque su influencia era muy fácil de entender y dedicó sus
energías al mucho más difícil análisis del costo. Marshall descubrió que la teoría del costo de
producción de Ricardo incluía tanto los costos de trabajo como de capital. La mayoría de los
historiadores de la teoría económica consideran que ésta es una interpretación excesivamente
generosa de Ricardo. Los principales defectos en la teoría del valor de Ricardo, de acuerdo con
Marshall, eran su inhabilidad para manejar la influencia del tiempo y expresar sus ideas claramen-
te. Marshall rechazó el argumento de Jevons y de otros escritores de la utilidad marginal de que
efectivamente ellos habían demolido la teoría del valor de Ricardo y la habían reemplazado con
una versión correcta, enfatizando casi exclusivamente la demanda. Al ver su propia contribución
como una mera extensión y desarrollo de las ideas de Ricardo, Marshall sentía que su trata-
miento de Ricardo había dejado intacto el fundamento básico de la teoría ricardiana del valor.
Pospondremos nuestra evaluación sobre la teoría de Marshall acerca del valor hasta después de
que hayamos examinado otras de sus ideas. .
Marshall y la demanda
'1c
porcentaje de cambio en la cantidad demandada e
=
porcentaje de cambio en precios '1p
p
F. Y. Edgeworth e Irving Fisher fueron dos de los contemporáneos de Marshall que sugirieron la
función de utilidad más generalizada en la actualidad. La más importante implicación de la función
de utilidad aditiva de Marshall, la cual examinaremos en breve, se refiere a los efectos de los
ingresos.
Marshall supuso que la utilidad era medible mediante el sistema del precio. Si un individuo
paga $2 por otra unidad del bien A y $1 por otra unidad del bien B, entonces A debe dar el doble
de utilidad de B. También argumentó que las comparaciones entre grupos de utilidad eran posibles
porque en las comparaciones de grupos las peculiaridades personales se desvanecían.
En el marco teórico de Marshall, la más importante tarea de la teoría de la demanda es explicar
la forma de Ja curva de Ja demanda. Si, a medida que se consume más una mercancía, su utilidad
marginal disminuye, ¿se deduce que los individuos pagarán precios más bajos por cantida-
des mayores? Entonces, ¿las curvas de demanda se sesgan negativamente? Marshall aceptó la
utilidad marginal decreciente (primera Ley de Gossen) y formuló la condición de equilibrio que
daría el máximo de utilidad a un individuo que consumiera muchas mercancías (segunda Ley
de Gossen):
= = (11.1)
En el equilibrio, el consumidor gastará de modo que el último dólar gastado en cualquier bien
final tenga la misma utilidad marginal que el dólar gastado en cualquier otro bien. Las proporcio-
296 Historia del pensamiento económico
nes de estas utilidades marginales con respecto a los precios serán iguales y, por lo tanto, mani-
festarán la utilidad marginal del dinero. La utilidad marginal del dinero es la utilidad marginal
obtenida por el último dólar gastado. Si ahorrar se considera un bien, entonces la utilidad
marginal del dinero es la utilidad obtenida del último dólar de ingreso. La utilidad marginal de
un solo bien, es igual a su precio multiplicado por la utilidad marginal del dinero:
(11.2)
17
Marshall, Principles, p. 99.
Alfred Marshall y la economía neoclásica 297
La creencia de Marshall de que la utilidad marginal del dinero era constante en los cambios
pequeños de los precios, le permitió (o así lo creyó) llegar a ciertas conclusiones en el área que
ahora se conoce como economía del bienestar. En este caso, también, las primeras incursiones de
Marshall enlas nuevas áreas de la teoría económica fueron seguidas por un gran volumen de lite-
ratura en que se interpretaba y ampliaba su análisis. El concepto del excedente de los consumi-
dores, sugerido por primera vez por Marshall, todavía continúa discutiéndose en la literatura de la
economía del bienestar.
Utilizando la ecuación (11.2), UMA = PA · UMM, y suponiendo que la utilidad marginal del
dinero es constante, el precio del bien A y la utilidad marginal del bien A están directamente
relacionados. Marshall concluyó que el precio del bien A es una medida de la utilidad marginal
del bien A para el consumidor. Las curvas de demanda se sesgan hacia abajo y a la derecha, debido
a la utilidad marginal decreciente. El sesgo hacia abajo indica que los consumidores estarán
dispuestos a pagar más por las primeras unidades de mercancías a consumir que por las unidades
a consumir más tarde. En el mercado, sin embargo, los consumidores pueden comprar todas
las unidades de consumo a un precio; debido a que este precio mide la utilidad marginal de la
última unidad consumida, los consumidores obtienen las primeras unidades a consumir, las uni-
dades intramarginales, a un precio menor que el que estarían dispuestos a pagar. La diferencia
298 Historia del pensamiento económico
entre los gastos totales que los consumidores estarían dispuestos a pagar y los que realmente pagan
constituyen el excedente de los consumidores.
Marshall deseaba utilizar el concepto del excedente de los consumidores para extraer conclu-
siones sobre el bienestar; por lo tanto, se ocupaba del excedente considerando a los consumidores
corno un grupo, más que el excedente individual. Trabajó con curvas de demanda del mercado,
no con curvas de demanda individual. Dada una curva de demanda del mercado corno se muestra
en la figura 11.1, podernos analizar el excedente de los consumidores. Si el precio del mercado es
OC, la cantidad demandada será OH. Debido a que DD' es la curva de la demanda del mercado,
hay compradores que estarían dispuestos a pagar precios más altos que OC. El comprador OM
habría estado dispuesto a pagar el precio de MP, pero pagó sólo el precio de MR. RP entonces
representa el excedente de los consumidores. Todos los otros compradores intramarginales
también cuentan para el excedente de los consumidores; el excedente total de los consumidores es
igual a CAD, que es la diferencia entre lo que los consumidores gastaron al comprar la mercancía,
o OHAC, y lo que hubieran estado dispuestos a pagar, o OHAD.
CAD es, entonces, una medida de ganancia monetaria obtenida por los consumidores al
comprar la mercancía. Para expresar este resultado un poco diferente, un monopolista que practica
una discriminación perfecta de precios colocará a los consumidores debajo de su cnrva de
demanda y en el proceso cobrará los ingresos totales de OHAD; pero en un mercado competitivo
en el cual todos los consumidores compran al único precio de OC, los gastos totales de los
consumidores son OHAC. CAD es, por lo tanto, la cantidad que los consumidores ahorran, o su
ganancia monetaria. Marshall, sin embargo, quería medir la ganancia en la utilidad, y la ganancia
monetaria puede expresarse como una ganancia en la utilidad, sólo si hay una medida invariable
para transformar el precio en utilidad. Si la utilidad marginal del dinero permanece constante
conforme nos movernos hacia abajo de la curva de la demanda del precio OD a MP a HA, entonces
el excedente de los consumidores de Marshall es un medio aceptable para representar la ganancia
en la utilidad obtenida por consumir el bien.
El uso de Marshall de los precios para medir la utilidad depende de dos supuestos: 1) Existe
una función de utilidad aditiva que ignora las relaciones de sustitución y cornplernentariedad; y 2)
el efecto del ingreso de pequeños cambios en los precios es despreciable, es decir, que la utilidad
marginal del dinero es constante. Utilizando una función de utilidad no aditiva más generalizada,
Edgeworth sugirió, e Irving Fisher mostró, que aunque la utilidad pudiera ser medida ai utilizar
las funciones de utilidades aditivas, esto no sería posible si los efectos de sustitución y
cornplementariedad se permitieran. Además, había una crítica general al elemento hedonista de la
teoría de la demanda presentada por Marshall y otros. Marshall respondió a estas críticas haciendo
algunos cambios terminológicos menores, como satisfacción en vez de utilidad, pero básicamente
mantuvo la postura de que el precio podía utilizarse corno una medida de utilidad. La con-
ciencia de Marshall sobre los problemas asociados con la medición del excedente de los consu-
midores lo condujo a utilizar la medida sólo para cambios pequeños de los precios en sus
aplicaciones a la economía del bienestar. Para los pequefíos cambios en el precio (por ejemplo,
cerca del precio HA de la Fig. 11.1), el supuesto de la utilidad marginal constante del dinero
no parece irreal, particularmente si los gastos por la mercancía de que se trate representan sólo
una parte pequeña de los gastos totales del consumidor. El efecto del ingreso resultante de los
cambios pequeños en el precio, para la mayoría de las mercancías, probablemente sea tan pequeño
que puede ser ignorado.
Alfred Marshall y la economía neoclásica 299
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Cantidad
Impuestos y bienestar
Marshall utilizó su concepto del excedente de los consumidores para analizar las repercusiones de
los impuestos en el bienestar. La esencia del análisis puede apreciarse al examinar el caso más
sencillo, una industria de costo constante representada por la curva de la oferta perfectamente
elástica que muestra la figura 11.2. Supóngase a la industria en equilibrio, siendo la demanda DD',
la oferta SS' y el precio HA. El excedente de los consumidores es SAD. Ahora se tasa un impuesto
de Ss, cambiando la curva de la oferta a ss '. La pérdida del excedente de los consumidores es SAas
y la ganancia en los ingresos por concepto de impuestos es SKas. La pérdida en el excedente de
los consumidores es mayor que la ganancia obtenida por los ingresos en KAa. Los impuestos
para las industrias de costos constantes, por lo tanto, parecen indeseables. El análisis se puede
utilizar de modo similar para mostrar que el subsidio a una industria de costos constantes es
indeseable, porque sus costos netos serían mayores que sus beneficios netos. Supóngase que la
demanda es DD', la oferta es ss' y el precio es ha, Un subsidio por la cantidad Ss ocasionará que
la curva de la oferta se desplace hacia abajo hasta SS'. La ganancia en el excedente de los
consumidores es SAas, el cual es menor en ALa al gasto total para el subsido SALs.
Marshall luego amplió el análisis para cubrir las industrias con rendimientos decrecientes
(curvas de la oferta con sesgo hacia arriba) y aquéllas con rendimientos crecientes (curvas de la
oferta con sesgo hacia abajo). 18 Suponiendo que exista un rendimiento decreciente, el impuesto
dará como resultado un mayor bienestar si la curva de la oferta tiene una pendiente suficientemen-
te grande para que la ganancia sobre el impuesto sea mayor que la pérdida en el excedente de los
consumidores. De la misma manera, un subsidio a una industria de costo decreciente aumentará el
bienestar, porque la ganancia en el excedente de los consumidores será mayor que el costo del
subsidio .. Marshall concluyó a partir de ahí que podría haber ventajas para la sociedad al gravar
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Cantidad
impuestos a ciertas industrias de rendimientos decrecientes y de utilizar los ingresos obtenidos por
este concepto para subsidiar industrias de rendimientos crecientes. Puesto que el análisis entero
descansa en la noción dudosa de que la utilidad puede medirse por el excedente de los consumi-
dores, su valor práctico para formular una política es cuestionable. El propósito de Marshall al
presentar el análisis no era tanto dar un conjunto de reglas precisas para los impuestos y los
subsidios, sino mostrar que los mercados no regulados no siempre generan la óptima distribución
de recursos. A. C. Pigou tornó la semilla de estas sugerencias para ampliar la teoría de la economía
de bienestar.
Marshall y la oferta
Marshall echó los cimientos del análisis de costos y oferta actualmente aceptado y que se enseña
en cursos a nivel licenciatura. Su más importante contribución a la teoría de la oferta fue su
concepto del tiempo, sobre todo el corto y el largo plazo. Concibió, acertadamente, la forma de las
curvas de la oferta para la industria en el periodo de mercado, el corto y el largo plazo, aunque su
explicación de las razones económicas que originan estas formas a menudo fue deficiente y
confusa y, en ocasiones, hasta incorrecta.
El periodo de mercado no plantea dificultades: en él la oferta es perfectamente inelástica. A
corto plazo, la micro teoría moderna explica que la forma de las curvas de la oferta para la empresa
y para la industria depende del principio de los rendimientos decrecientes. Marshall señaló que,
para fines analíticos, es útil dividir los costos de la empresa en el corto plazo, en costos fijos y
costos variables. Marshall, sin embargo, no estableció una relación precisa entre la diferencia
de costos fijos y variables y la derivación de las curvas de costos del corto plazo de la empresa, con
:base en el principio de los rendimientos decrecientes. Su principal aplicación del principio de
rendimientos decrecientes fue a la tierra, por lo general, en el contexto del análisis de largo plazo.
Alfred Marshall y la economía neoclásica 301
Sí utilizó su distinción entre costos fijos y,variables en el corto plazo para mostrar que una
empresa continuaría operando en el corto plazo, aun en el caso de incurrir en una pérdida, siempre
y cuando cubriera sus costos variables totales, De hecho, bajo estas circunstancias, la empresa
minimiza las pérdidas al operar: cerrar la empresa implicaría una pérdida igual a los costos fijos
totales, pero las pérdidas en que se incurre al operar son menores que los costos fijos totales,
siempre y cuando el ingreso total exceda a los costos variables totales, La curva de la oferta para
el corto plazo en una industria perfectamente competitiva es, por lo tanto, equivalente a esa
porción de sn curva de costo marginal que está por encima de la curva del costo variable pro-
medio, Con el realismo que lo caracterizaba, Marshall procedió a concluir que es improbable
que la curva real de la oferta para la empresa en el corto plazo fuera su curva de costo marginal
cuando los precios hubieran caído por debajo de los costos promedio y se hubiera incurrido en
pérdidas, Dijo que las empresas dudarían en vender a un precio que no cubriera todos los costos,
tanto fijos como variables, porque les preocupa "el deterioro del mercado", Deterioro del mercado
significa vender a precios bajos hoy e impedir el aumento de los precios del mercado mañana, o
vender a precios que dan lugar al resentimiento de las otras empresas de la industria, De ahí que
la verdadera curva de la oferta para el corto plazo, cuando se incurre en una pérdida, no es la
porción de la curva de costo marginal entre las curvas de costo variable promedio y de costo
promedio, sino una curva a la izquierda de la curva del costo marginaL En esta discusión,
Marshall abandonó el supuesto de los mercados perfectamente competitivos, porque bajo una
definición estricta de la competencia perfecta, ninguna empresa se preocuparía por inundar el
mercado o por las repercusiones de sus acciones en otras empresas de la industria, La inspiración
de Imperfect Competition de Joan Robinson y Theory of Monopolistic Competition de K H,
Chamberlain pueden encontrarse, en parte, en la exposición de Marshall sobre la operación de
mercados cuando se descarta el supuesto de competencia perfecta,
Aunque el planteamiento de Marshall sobre las curvas de costos para el largo plazo, las curvas
de la oferta y las curvas de la oferta para la industria es deficiente a la luz de los estándares
modernos, sus primeros intentos en estas áreas dieron lugar al surgimiento de una interesante
serie de artículos durante la década de 1920 y la de 1930; los más importante, fueron los de
Clapham, Knight, Sraffa y VineL Marshall señaló las fuerzas de largo plazo que determinan la
forma y la posición de las curvas de costos y oferta de la empresa, Primero están las fuerzas
internas de la empresa, A medida que aumenta el tamaño de la empresa, las economías internas de
escala llevan a costos decrecientes y las deseconomías dan como resultado costos crecientes,
El examen de Marshall sobre las razones económicas de las economías internas de escala es
satisfactorio; su análisis de las deseconomías internas es mínimo, y en realidad no abordó el
problema de la relación entre las economías y deseconomías y su influencia en el tamaño óptimo
de la empresa,
La exposición de Marshall sobre las economías externas y las deseconomías desencadenó una
plétora de literatura sobre los temas teóricos implícitos en su análisis, Marshall quería conciliar las
curvas de la oferta sesgadas hacia arriba para el corto plazo en empresas e industrias con lá
evidencia histórica que sugería t¡ue, en algunas industrias, los costos y precios disminuyen con el
tiempo, Basó esta conciliación en la noción de las economías externas, Las economías externas
-Marshall nunca aclaró si éstas son externas respecto de la empresa o de la industria~ dan como
resultado un desplazamiento hacia abajo en las curvas de los costos y en las curvas de la oferta de
la empresa y la industria, Bajo estas circunstancias, la curva de la oferta para el largo plazo de la
industria se sesgará hacia abajo: mayores cantidades serán suministradas a precios más bajos,
302 Historia del pensamiento económico
Las causas principales de las economías externas son las reducciones de costos que tienen lugar
para todas las empresas en una industria cuando todas las empresas se ubican juntas y comparten
sus ideas. Esta ubicación implica también traer al área industrias subsidiarias que permitan ahorrar
costos, y trabajo calificado.
El estudio de Marshall sobre los costos y la oferta planteó un buen número de problemas
teóricos importantes que fueron examinados entre 1900 y 1940. ¿Cuáles son las razones económi-
cas de la forma de las curvas de los costos y la oferta? ¿Por qué las curvas de la oferta de algunas
industrias se elevan en el corto plazo mientras los costos y los precios disminuyen en el largo
plazo? ¿Son compatibles las economías internas y externas con los mercados competitivos?
Marshall y la distribución
La explicación de Marshall sobre las fuerzas que determinan los precios de los factores de
producción y la distribución de ingresos era coherente con el resto de su análisis. Aquí, corno en
otras partes, a menudo reconocía generosamente los méritos de las críticas a sus teorías, por
ejemplo, aquellas que atacaban su teoría de la distribución basada en la productividad marginal.
El mismo análisis básico de la oferta y la demanda y la distinción entre el corto y el largo plazos
utilizados para explicar los precios de los bienes finales también se utilizan para explicar las
rentas, los salarios, las ganancias y el interés. La demanda de un factor de producción es una
demanda derivada que depende del valor del producto marginal del factor. Los productos
marginales son, sin embargo, difíciles de desenmarañar, porque la tecnología, por lo general,
requiere que un incremento en un factor necesite más de los otros factores. Marshall solucionó
el problema de medir los productos marginales al calcular lo que él llamó el producto neto
en el margen. Si un trabajador extra requiere un martillo, entonces el producto neto del trabajo es
la adición del trabajador al ingreso total menos el costo agregado del martillo. Marshall luego
señaló que es incorrecto llamar a la teoría de la determinación de los precios de los factores una
teoría de productividad marginal de la distribución, porque la productividad marginal mide sólo
la demanda de un factor y los precios de los factores son determinados por la interacción de la
demanda, la oferta y los precios en el margen. Después de explicar su concepto de la productividad
marginal y la forma de medirla con respecto al trabajo y los salarios, Marshall defendió una
interpretación cautelosa de la teoría de la productividad marginal:
Esta doctrina algunas veces ha sído expuesta como la teoría de los salarios. Pero no hay fundamen-
to válido para tal pretensión. La doctrina de que los ingresos de un trabajador tienden a ser iguales
a1 producto neto de su trabajo no tiene en sí inisma un significado real, puesto que para estimar el
producto neto tenemos que considerar todos los gastos de producción del producto básico en el que
él trabaja, que no sean su propio salario.
Pero aunque esta objeción es válida contra el argumento de que la doctrina contiene una teoría
de salarios, no es válida contra el argumento de que la doctrina arroja luz sobre la acción de una de
las causas que gobiernan los sa1arios. 19
l 9 /bid., p. 518.
!
*
il
Cuasi renta
Con su concepto de cuasi renta, Marshall no sólo contribuyó a la comprensión del funciona-
miento del sistema del mercado, sino también arrojó luz sobre un aspecto de la controversia entre
los economistas clásicos y los de la utilidad marginal. Los economistas clásicos argüían que los
pagos de los factores de producción, con excepción de la tierra, determinaban los precios.
Los precios de los bienes finales dependían de los costos de producción en el margen. Debido a
que no hay renta en el margen, la doctrina clásica (en manos de J. S. Mili) sostenía que los salarios,
ganancias e interés determinaban los precios. Los precios, por lo tanto, se determinaban en el lado
de la oferta. Los escritores de la utilidad marginal se unieron a los primeros críticos de la doctrina
clásica sobre el costo al afirmar que los pagos de los factores de producción son determinados por
el precio. El análisis de Marshall indica que ya sea que un pago del factor determine el precio o sea
determinado por el precio depende del tiempo que se considere (el cual influye significativamente
en la elasticidad de la curva de la oferta de los factores) y la perspectiva particular desde la cual
se hace el análisis. Examinemos los pagos llamados renta, sueldos, ganancia e interés.
El rendimiento de la tierra ha sido denominado históricamente renta. Al analizar el rendi-
miento de la tierra, Ricardo supuso que la oferta de la tierra era perfectamente inelástica y que no
había usos alternativos de la tierra. El pago al terrateniente por el uso de la tierra era determinado
por el precio más que determinante del precio. El alto precio del maíz era la causa de las rentas
altas. Aunque hubo críticas por parte de economistas menores a esta teoría, el análisis ricardiano
básico de la renta permaneció sin cambio desde los tiempos de J. S. Mili hasta los de Marshall.
Marshall reconoció que los problemas eran mucho más complejos. Mientras que la renta de la
tierra, vista desde la perspectiva de la economía entera era determinada por el precio, y en
consecuencia un costo de producción, desde la perspectiva del campesino o de la empresa en lo
individual, la renta era un costo de producción y en consecuencia determinaba el precio. El
campesino que quiere rentar la tierra para cultivar avena debe pagar un precio suficiente para que
no se use con fines alternativos. A menos que la renta que el cultivador de avena esté dispuesto a
pagar sea más alta que la del cultivador de cebada o del desarrollador de bienes raíces, el cultivador
de avena no podrá rentar la tierra en un mercado competitivo. Desde la perspectiva individual del
campesino o la empresa, por lo tanto, la renta de la tierra es un costo de producción que debe
pagarse, así como deben pagarse los costos de trabajo y de capital.
304 Historia del pensamiento económico
Marshall también argumentó que bajo ciertas circunstancias la renta de la tierra determina los
precios, aun desde el punto de vista de la economía entera. Para una economía con tierra
despoblada que no cuesta nada, como Estados Unidos en el siglo XIX, puede considerarse que la
renta determina el precio. Marshall reflexionó que los pioneros consideraban como parte del
rendimiento resultante de poblar la tierra no sólo el rendimiento inmediato de la agricultura, sino
también de la apreciación de los precios de la tierra que tendrían lugar conforme la población
se desplazara hacia la frontera. Esta apreciación esperada del precio de la tierra es, por lo tanto,
parte del precio de oferta necesario que debe ser pagado a fin de inducir a los individuos a soportar
las penurias y peligros de la vida en la frontera. Los precios al alza de la tierra, iguales al valor
capitalizado de las rentas en aumento, pueden por lo tanto considerarse como un costo social.
La renta bajo estas circunstancias determina los precios desde una perspectiva de la economía.
Desde la perspectiva de la economía, la curva de la oferta de la tierra es perfectamnte inelástica en
un país en el cual toda la tierra está poblada y la renta por lo tanto es determinada por el precio.
Para un país con tierra despoblada, la curva de la oferta de la tierra se sesga hacia arriba·y a la
derecha; con rentas más altas, mayores cantidades de tierra serán pobladas y la renta determina el
precio. En una carta a Edgeworth, Marshall comentó que
es lo más sabio no decir que la "Renta no entra en el costo de producción": pues eso confundirá a
mucha gente. Pero es perverso decir que la "Renta sí entra en el costo de producción", porque de
seguro eso se aplicará de tal manera que conducirá a la negación de verdades sutiles. 20
Marshall procedió a mostrar cómo los rendimientos llamados salarios, ganancias e interés
tienen en el corto plazo algunas características de la renta. El salario pagado por un tipo particular
de trabajo (por ejemplo, el de un contador) en el equilibrio a largo plazo será suficiente para
mantener a esas personas en esa ocupación, apartándolas de otras ocupaciones. Este salario a
largo plazo es el precio de oferta que debe pagar la sociedad a fin de obtener la cantidad de la
oferta. Los salarios, por lo tanto, determinan los precios. Supongamos· que hay un aumento en
la demanda de los servicios de los contadores y, por lo tanto, un aumento en los salarios de los
contadores. En el corto plazo la oferta de contadores es menos elástica que en el largo plazo. Los
aumentos en los salarios no influirán en gran medida en la cantidad de la oferta, así que el salario
a corto plazo se incrementará por encima del salario a largo plazo. El sueldo más alto a corto plazo
no tiene conexión con el precio necesario para mantener a los individuos en esa ocupación y, por
lo tanto, es determinado por el precio, y no determina el precio. La clave para comprender estos
aspectos radica en la elasticidad de la curva de la oferta. En el muy corto plazo, la curva de la oferta
de una clase particular de trabajo puede considerarse como perfectamente ínelástica. Un aumento
en la demanda dará como resultado salarios más altos, y la cantidad de la oferta de trabajo
permanecerá constante. Durante el corto plazo el salario disminuirá ligeramente a medida que los
individuos con una capacitación a_ceptable que trabajaban en otras ocupaciones ingresen a la
ocupación. En el largo plazo la curva de la oferta se hará más elástica, a medida que los salarios
disminuyan hasta alcanzar el valor de equilibrio a largo plazo, el precio de oferta necesario. En
el corto plazo y durante el periodo de mercado, por lo tanto, los salarios son determinados por el
precio y son como la renta. Marshall llamó a estos pagos cuasi rentas. "De este modo aun la renta
de la tierra es vista, no como una cosa en sí misma, Sino como la especie líder en su género."21 Con
este concepto de la cuasi renta, Marshall contribuyó a aclarar la controversia sobre si los pagos de
los factores de producción determinan los precios o son determinados por los precios. Todo
depende del tiempo: los salarios a largo plazo determinan el precio, pero en el corto plazo los
salarios son determinados por el precio, y por lo tanto son como la renta.
Marshall también aplicó sn concepto de la cuasi renta al análisis de las ganancias en el corto
plazo. En mercados perfectamente competitivos en el equilibrio a largo plazo, cada empresa
obtendrá sólo una tasa normal de ganancias. Las ganancias normales son un costo de producción
y debe pagarlas la empresa para retener el capital en la empresa, así como deben pagarse salarios
normales para atraer y retener el trabajo. Si la empresa no obtiene las ganancias normales en el
largo plazo, el capital irá a otras empresas e industrias en las cuales se obtenga una tasa normal.
De este modo, en el largo plazo, las ganancias normales son un costo de producción necesario, y
por lo tanto determinan el precio. Pero en el corto plazo, el rendimiento llamado ganancias puede
considerarse una cuasi renta, y éstas son determinadas por el precio. En el corto plazo los costos
de la empresa pneden dividirse en costos variables y fijos. Los ingresos de la empresa deben ser
suficientes en el corto plazo para pagar los costos de oportunidad de todos los factores variables,
o estos últimos saldrán de la empresa. Lo que sobra es el rendimiento de los factores fijos, los
cuales en el corto plazo son perfectamente inelásticos en la oferta. Las ganancias en el corto plazo
son una cuasi renta de los factores fijos y son determinados por el precio. Si los ingresos totales
exc;eden a los costos totales, se logran ganancias por encima de lo normal; pero donde prevalece
la competencia éstas serán eliminadas en el largo plazo. Si los ingresos totales exceden a. los
costos variables totales pero son menores que los costos totales, se incurre en pérdidas; estas
pérdidas, sin embargo, desaparecerán en el equilibrio de largo plazo. Las ganancias, como los
salarios, pueden determinar los precios o ser determinadas por los precios, dependiendo del
tiempo en que se examinan.
El concepto de cuasi renta se aplicó al análisis del interés en el corto plazo. En el largo plazo
habrá una tasa normal de interés, la cual es un costo de producción necesario y, por lo tanto,
determina el precio, aunque una vieja inversión de capital pueda rendir por encima o debajo de la
tasa normal de interés, dependiendo de la oferta y la demanda del mercado. Pero debido a que el
capital es fijo, o está hundido, en el corto plazo su rendimiento es una cuasi renta.
El análisis de la cuasi renta en una perspectiva más amplia puede utilizarse para señalar
algunas de las diferencias esenciales entre la economía clásica, que enfatizó el lado de la oferta,
y los escritores de la utilidad marginal, que enfatizaron la demanda. Si la oferta de los factores de
produ~ción es fija, cualquier rendimiento de un factor es una cuasi renta y los precios de los
factores son determinados por el precio. En el rendimiento de los factores influye considerable-
mente el nivel de la demanda. En el largo plazo la oferta de factores no es fija, y los precios de
equilibrio a largo plazo de los bienes finales deben, por lo tanto, ser suficientes para pagar todos
los costos socialmente necesarios en que se incurrió durante la producción. Bajo estas circunstan-
cias los pagos a los factores de producción determinan los precios, y en el análisis de los precios
finales debe prestarse mayor atención al papel de la oferta. Analíticamente, los rendimientos
llamados salarios, ganancias, rentas e interés tienen mucho en común en los diversos periodos.
Aunque, desde luego, la naturaleza no establece líneas divisorias tajantes entre los periodos, la
21
Marshall, Principies, p. 412.
306 Historia del pensamiento económico
Marshall consideraba que Jos programas de demanda indicaban el max1mo precio que los
individuos están dispuestos a pagar por una cantidad dada de un producto básico. De este modo,
Ja cantidad es Ja variable independiente y el precio de demanda es la variable dependiente. Los
programas de la oferta, por otra parte, indican el precio núnimo al cual los vendedores estarían
dispuestos a suministrar una cantidad dada de un producto básico. Otra vez, la cantidad es la
variable independiente y el precio es la variable dependiente. En el libro V, Sección III; párrafo 6,
de sus Principies of Economics, Marshall explicó el proceso de alcanzar el equilibrio en los
mercados. Debido a que consideraba la cantidad como la variable independiente, los ajustes que
producen el equilibrio se exponen principalmente en términos de ajustes a la cantidad. Si, a una
cantidad dada, el precio de demanda excede al precio de oferta, "entonces los vendedores
reciben más de lo que es suficiente para que valga la pena traer bienes al mercado en esa cantidad;
y entra en funcionamiento una fuerza activa tendiente a incrementar la cantidad presentada para
la venta" 22 .
La figura 11.3 muestra la representación gráfica de Marshall, del proceso mediante el cual se
alcanza el equilibrio. En la cantidad R 1 el precio de demanda R 1d 1excede al precio de oferta R 1a 1;
de ahí que los vendedores presentarán una cantidad mayor en el mercado. En la cantidad R 2 el
precio de oferta R 2a 2 excede el precio de demanda R2d 2 y los vendedores reducen Ja cantidad pre-
sentada en el mercado. El equilibrio Jo producen los cambios en la cantidad a medida que los
vendedores responden al nivel relativo de los precios de demanda y de oferta. El equilibrio logrado
es un equilibrio estable. porque cualquier desplazamiento del equilibrio producirá fuerzas que
devolverán el mercado al equilibrio.
Walras y la teoría económica actual siguen un conjunto diferente de postulados sobre el
comportamiento al analizar las fuerzas del mercado, considerando el precio como la variable
independiente. Para ellos, los programas de demanda muestran las cantidades que los individuos
están dispuestos a comprar a diversos precios, y los programas de la oferta indican las cantidades
que los vendedores están dispuestos a ofrecer a diversos precios.
¿Qué es lo correcto: considerar el precio como la variable independiente, como lo hizo Walras,
o la cantidad como la variable independiente, como lo hizo Marshall? Debido a que esta pregunta
implica supuestos acerca de la forma en la cual los compradores y los vendedores se comportan en
un mercado, puede decidirse sólo a través de Ja investigación empírica. Sin embargo, las conse-
cuencias analíticas de estas dos formas de describir el comportamiento del mercado pueden
deducirse teóricamente. Marshall concluyó que no había ninguna diferencia teórica, pero se
equivocó.
El. problema se vuelve más confuso debido a una anomalía histórica: aunque la teoría moderna
seguía a Walras en considerar el precio como la variable independiente, siguió a Marshall en
22
Marshall, Principies, p. 345.
Alfred Marshall y la economía neoclásica 307
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R1 H R2
Cantidad
El equilibrio inestable es posible cuando la curva de la oferta tiene sesgo hacia abajo. En el
equilibrio inestable, si el precio o la cantidad alcanzan sus valores de equilibrio, permanecerán
ahí; pero si se altera el sistema, no regresarán a estos valores de equilibrio. Un huevo que descanse
en uno de sus lados es un equilibio estable; si se altera, regresará a la posición original de descanso.
Pero un huevo puesto en su extremo final es equilibrio inestable; si se le deja solo permanecerá
en su extremo final, pero si se le altera no regresará a su estado original de equilibrio. La sección
a) de la figura 11.4 representa el equilibrio estable, utilizando el análisis de Marshall con la
cantidad como la variable independiente.
A una cantidad mayor que OH, el precio de oferta excede al precio de demanda; esto es, el
precio rrúnimo de oferta que los vendedores aceptarán excede el precio máximo que los compra-
dores están dispuestos a pagar, y los vendedores en consecuencia reducen la cautidad ofrecida a
OH. Si la cantidad fuera menor que OH, los vendedores aumentarían la cantidad, porque el precio
de demanda excedería al precio de oferta. Sin embargo, si el precio es la variable independiente,
la sección a) de la figura 11.4 representa un equilibrio inestable. A un precio menor que OPE la
cantidad de la oferta excede a la cantidad de la demanda y la competencia entre los vendedores
forzará a bajar más el precio. Si el precio fuera más alto que OPE, el exceso de la demanda forzaría
a subir el precio aún más.
La sección b) de la figura 11.4 muestra que uu equilibrio estable, cuando la cautidad es la
variable indepeudiente, puede ser un equilibrio inestable, cuando el precio es la variable inde-
pendieute. Una comparación de la secciones a) y b) indica que cuando una curva de oferta se
sesga hacia abajo y a la derecha, la establidad del equilibrio dependerá de los sesgos relativos de
las curvas de oferta y demanda y de los varios supuestos de comportamiento utilizados. Marshall
y Walras sí tuvieron un elemento en común, que llevó a ambos a concluir que con curvas de oferta
sesgadas hacia arriba se logra el equilibrio estable. Los análisis de ambos se hallaban inscritos en
marcos estáticos. Para Walras, la cantidad de la oferta y la cantidad de la demanda en el periodo
presente dependen del precio en el periodo presente; para Marshall, el precio de la oferta y el
Precio Precio
PE --------- p•
o E
D
o
o o
H Cantidad H' Cantidad
(a) (b)
Alfred Marshall y la economía neoclásica 309
23
Marshall, Principies, p. 712, fn.
310 Historia del pensamiento económico
incompetentes, y en consecuencia ello interferiría con los procesos de mercado que compensan
a los capaces y castigan a los faltos de capacidad.
Aunque la contribución de Marshall a la comprensión de la causas de las fluctuaciones de los
negocios eran pobres, sus explicaciones de las fuerzas que determinan el nivel general de precios
era significativa. Reconoció que su análisis microeconómico se basaba en el supuesto de que el
pleno empleo existía y de que no había cambios importantes en el nivel general de precios. Su
análisis de los determinantes del nivel general de precios es una teoría cuantitativa del dinero
construida dentro del marco de su análisis de la oferta y la demanda.
RESUMEN
Aunque ha transcurrido más de un siglo desde que Marshall inició su estudio de la economía, sus
contribuciones a la microeconomía continúan siendo la base de la teoría ortodoxa impartida a
nivel licenciatura. Como la mayoría de los escritores, construyó sobre el trabajo de grandes teó-
ricos del pasado; a diferencia de muchos grandes pensadores e innovadores, sin embargo, Marshall
no enfatizó sus diferencias con los escritores del pasado, sino reconoció que había retomado
algunas de sus ideas. Consideraba su trabajo como una continuación del trabajo de Smith, Ricardo
y J. S. Mill, y siempre fue generoso en su interpretación del trabajo de ellos. Su escritura se
caracterizaba por la modestia, una cualidad rara en los escritos de pensadores originales.
Marshall incursionó en la economía con una fuerte preparación en matemáticas y un profundo
deseo humanitario de ayudar a los grupos de bajo ingreso. Sin embargo, argüía que era posible
separar los elementos normativos y positivos de la economía, y se ocupó de desarrollar lo que él
consideraba una ciencia positiva, carente de juicios de valor, basándose en la teoría de que si
entendemos lo que es, la sociedad puede hacer mejores elecciones sobre lo que debe ser. Abordó
muchos problemas metodológicos y teóricos, algunos de los cuales se han examinado en la
literatura de la economía desde 1830.
La teoría clásica ortodoxa no había llegado a un acuerdo sobre una metodología uniforme.
Adam Smith había amalgamado la teoría, la historia y la descripción en Wealth of Nations; su más
débil lazo era la teoría. Aunque Ricardo no se preocupó específicamente por la metodología,
presentó, sin utilizar matemáticas, una metodología que encajaba casi por completo en el
molde abstracto, deductivo y teórico. Los puntos débiles de Ricardo eran la historia y la descrip-
ción. J. S. Mill siguió a Smith en el intento de forjar una estructura en la cual la teoría, la historia
y la descripción se reforzaran y complementaran unas a otras. Sin embargo, estos hombres tenían
muchos elementos en común. Suponían que la teoría económica era verdadera universalmente,
aplicable por igual a diferentes periodos de la historia y a la sociedad con estructuras muy
diferentes. También suponían que una comprensión de la economía entera se lograba mejor al
empezar al nivel de la familia y la empresa. La naturaleza y el comportamiento humanos eran el
antecedente de la cultura. Otro elemento común era la creencia dominante de que los conflictos
económicos se solucionaban armoniosamente en los mercados libres. Cualesquiera que fueran las
inadecuaciones de los mercados libres, eran preferibles a la intervención del gobierno en la
economía. La única falla obvia en el orden natural armonioso era el conflicto entre terratenientes
e industriales. Aparte de eso, el mercado distribuiría suficientemente los recursos escasos sin la
dirección del gobierno, y el libre juego de los mercados garantizaría una utilización completa de
Alfred_Marshall y la economía neoclásica , 311
los recursos. En el análisis clásico de las fuerzas que determinan los precios relativos, por lo
común se supuso que dependían del lado del costo o del lado de la oferta a largo plazo.
No todos aceptaron estas ideas clásicas. Una literatura elaborada en el periodo postricardiano
criticaba la teoría clásica del valor y sugirió más tarde que la utilidad y la demanda eran los
factores cmciales para determinar los precios relativos, más que el costo y la oferta. Otros
escritores utilizaron la teoría ricardiana del valor del trabajo para mostrar que se explotaba el
trabajo, y por lo tanto cuestionaban la operación armoniosa del proceso económico en el sistema
clásico. Esta línea de pensamiento fmctificó en Marx, quien utilizó las herramientas para llegar a
conclusiones muy diferentes. Los sistemas presentados por Auguste Comte, Karl Marx y Herbert
Spencer cuestionaban los fundamentos metodológicos de la teoría clásica, la cual definía el
alcance de la economía de un modo estrecho y veía el comportamiento humano como un
antecedente a la cultura y a la sociedad. Algunos escritores de Alemania e Inglaterra atacaron la
naturaleza abstracta de la teoría clásica y trataron de formular un enfoque más amplio, orientado
por la historia para comprender la economía. Finalmente, Jevons, Walras y Menger se ocuparon
de la estmctura teórica-básica; querían remplazar la teoría del valor del costo de producción por
un énfasis casi exclusivo en el papel de la demanda y la utilidad marginal.
La economía marshalliana es el producto de estas controversias metodológicas y teóricas.
Marshall rechazó con firmeza tomar partido en torno a esos asuntos, y sus conclusiones por lo
tanto no satisficieron a los pensadores dogmáticos de ambos bandos. Sostuvo que había mérito en
la definición estrecha del alcance de la economía, pero también mantenía la esperanza de que se
demostrara que un enfoque unificado en las ciencias sociales resultaría fmctífero. Debido a que
cada enfoque metodológico tiene sus beneficios como sus costos, consideró inútil desperdiciar
tiempo discutiendo sobre nna única metodología económica. Los economistas deberían de utilizar
el enfoque que se ajustara a su preparación y temperamento, y diferentes metodologías deberían
de considerarse complementarias más que excluirse mutuamente unas a otras. Igualmente inútiles
eran las controversias sobre si los precios son determinados sólo por la oferta o sólo por la
demanda. Los precios, señaló Marshall, son el resultado de un conjunto vasto de fuerzas complejas
que interactúan. No es correcto ver el proceso de la determinación de precios como una simple
cadena de relaciones causales en la cual la utilidad determina la demanda, y ésta a su vez luego
determina el precio, o el costo determina la oferta, y ésta luego determina el precio. Tampoco los
valores marginales, están en el lado de la utilidad o del costo, determinan los precios. Vamos al
margen para examinar las fuerzas que actúan y para aumentar nuestra comprensión de ellas, pero
cuando vamos al margen encontramos que la utilidad, el costo y el precio determinan sus valores
unos a otros y esas sencillas cadenas causales no existen. El margen, el equilibrio parcial, ceteris
paribus, periodos, la empresa representativa y los factores de producción son todos construcciones
abstractas teóricas que nos ayudan a descomponer en partes problemas complejos para analizar-
los. Este progreso analítico se logra, sin embargo, a costa del realismo y el economista debe por
lo tanto completar la teoría pura con el material descriptivo e histórico.
Aunque Marshall intentó adoptar posturas no comprometidas en muchos de los problemas
metodológicos y teóricos de su tiempo, por lo general se inclinó en la dirección de ciertos
elementos de la teoría clásica. Definió el alcance de la economía más ampliamente que Jevons,
Menger y W airas, y prefirió la metodología de Smith y de J. S. Mili. Afirmó que aunque los precios
dependen de un conjunto complejo de fuerzas en el largo plazo, los economistas clásicos estaban
en lo correcto al enfatizar la importancia del costo y la oferta. El concepto de costo de oportunidad
nos da algunos elementos de comprensión de la distribución de recursos en el corto plazo cuando
312 Historia del pensamiento económico
la oferta es relativamente fija, pero en el largo plazo una comprensión fundamental del proce~
de determinación de precios puede lograrse al considerar los costos reales de producción, l;~ \
esfuerzos del trabajo y la espera o abstinencia de los capitalistas. Marshall nunca pudo prescindir )
de la psicología hedonista de Bentham, aunque estaba muy consciente de las críticas que ,/
ésta recibió.
El marco teórico fundamental de la teoría microeconómica actual del equilibrio parcial se
deriva de los Principies de Marshall. Aunque ha habido contribuciones importantes a la microteoría
desde entonces, la mayoría han sido añadiduras a la técnica, no al análisis sustantivo. Una
excepción primordial es la contribución a la teoría de las estructuras del mercado iniciada por J oan
Robinson y Edward Chamberlain en la década de 1930, y muchas de sus ideas habían sido
sugeridas por Marshall. Una gran deficiencia en el sistema marshalliano fue que en éste no se
examinaban las fuerzas que determinaban los niveles de ingreso y de empleo. Pero cuando en la
década de 1930 J. M. Keynes emprendió ese tratamiento, lo formuló dentro del marco marshalliano
del análisis de la oferta y la demanda aplicado a variables agregadas.
Términos importantes
l. Explique el comentario de Keynes: "Jevons vio que la tetera hervía y gritó con la voz
complacida de un niño; Marshall también había visto hervir la tetera y se sentó en silencio a
construir un motor".
2. Establezca las diferencias entre el enfoque de equilibrio general de Walras y el enfoque de
equilibrio parcial de Marshall.
3. Marshall no tiene una relevancia esencial porque siempre dijo: "Depende''. ¿Está usted de
acuerdo o no?
4. ¿Por qué resulta irónico que Marshall haya empezado a utilizar el término economía más que
economía política?
Alfred Marshall y la economía neoclásica 313
5. La mayoría de los economistas modernos consideran los gustos corno fuera de la esfera de
acción de la economía; ¿cómo vería Marshall esta postura?
6. Marshall afirmó que su vida entera había sido dedicada y la continuaría dedicando a
presentar de modo realista tanto corno pudiera sobre cierta nota matemática. ¿Cuál es esa
nota? ¿Hubo exactitud en esa afirmación de Marshall?
7. ¿En qué es diferente el análisis de Marshall en lo concerniente al tratamiento del tiempo?
8. ¿Cuáles son dos limitaciones del análisis de Marshall en relación con el excedente de los
consumidores?
9. Marshall dijo: "Es lo más sabio no decir que la 'Renta no entra en el costo de producción':
pues eso confundirá a mucha gente. Pero es perverso decir que la 'Renta sí entra en el costo
de producción', porque de seguro eso se aplicará de tal manera que conducirá a la negación
de verdades sutiles". Discuta esta afirmación.
10. Dibuje curvas de oferta y demanda que serían estables desde la perspectiva marshalliana e
inestables desde la perspectiva walrasiana. Explique por qué.
11. La maestra distraída ha regresado con otra tarea para usted. Esta vez, elabora un artículo
sobre metodología y se acuerda de la siguiente cita de los Principies de Marshall:
Hemos visto que el economista debe estar ávido de hechos; pero que los hechos por sí mismos
no enseñan nada. La historia habla de se_cuencias y coincidencias; pero la razón sola puede
interpretar y extraer lecciones de ellas. El trabajo a realizar es tan diverso que gran parte de
él debe enfrentarse con un sentido común entrenado, el cual es el último árbitro en todo pro-
blema práctico.
¡Qué lástima! La maestra no recuerda dónde encontró esta cita. Su tarea es encontrar la cita
bibliográfica completa, y explicar y comparar esta visión de la metodología con la que se
encuentra en su texto de microeconomía.
Bibliografía
Petridis, Anastasios. "Alfred Marshall's Altitudes to the Economic Analysis of Trade Unions: A
Case of Anomalies in a Competitive System." History of Politic.al Economy, 5 (primavera de
1973).
Pigou, A. C., ed. Memorfols of Alfred Marshall. Nueva York: Kelley y Millman, 1956.
Review of Social Economy. 17, No. 4 (1990). El número entero es sobre Alfred Marshall.
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