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Guardar Breve historia Argentina, José Luis Romero para más tarde CAPITULO XII
LA REPUBLICA CONSERVADORA
(1930-1943)
No se equivocaban los viejos conservadores y
sus herederos seducidos por el fascismo cuando
afirmaban que el pais se habia desnaturalizado,
Tras catorce afios de gobierno radical, laxo y
favorable a la espontdnea expresion de las diver-
sas fuerzas que coexistian en 1a sociedad argenti-
na, habia quedado al descubierto un hecho
decisivo: el pais. criollo se desvanecia poco a
poco y. por sobre él. se constituia una nueva
Argentina, cuya fisonomia esbozaba la cambian-
te composicion de la sociedad. Poco a poco se
habia constituido una vigorosa clase media de
empleados, de pequefios propietarios y comer-
ciantes, de profesionales que, concentrada en las
ciudades, imponia cada vez mas al pais su
propio cardcter ignorando a las nostdlgicas mino-
rias tradicionales. Esa clase media era la que
habia ascendido al poder con el radicalismo y,
timidamente, proponia una nueva orientacién
174
a .—
Para la vida argentina, Precisamente contra ella
se dirivio ta politica de los sectores conservado-
tes de viejo y nuevo cuno, que se apoderaron
del gobicrno en septiembre de 1930, en pleno
desarrollo de la crisis mundial que habia estallado
el afio anterior.
La crisis amenazaba fundamentalmente a los
sectores ganaderos, representados eminentemente
por los grupos politicos conservadores que ha-
bian sido desalojados del poder en 1916. Y
aunque solo en parte habian movido éstos la
revolucién del 6 de septiembre, supieron apode-
rarse de ella, rodeando al general Uriburu y
distribuyéndose los cargos del gabinete. La mas
notoria figura del conservadorismo, Matias San-
chez Sorondo, ocupo el Ministerio del Interior y
desde él orientd la politica del nuevo gobierno
hacia la reconquista del poder para sus correli-
gionarios.
Los grupos nacionalistas —como se llam6 a
los tedricos del corporativismo, del revisionismo
rosista y de otras tendencias andlogas— conta-
ban, sin embargo, con la simpatia del jefe del
gobierno, que no vacilé en insinuar sus propdsi-
tos de reformar la Constitucion de acuerdo con
las concepciones moderadamente corporativas
que expuso Carlos Ibarguren en un discurso
pronunciado en Cérdoba el 15 de octubre de
1930. Pero el anuncio suscit6 fuertes resisten-
cias. Por una parte, se levant6 el clamor de los
sectores democraticos, que se alinearon decidida-
mente contra el gobierno en defensa de la
175origino
Constitucion de 1853 pero, por otra, se ue
un movimiento de protesta en el seno d¢
partidos comprometidos con la revolucion, que
veian peligrar la herencia politica que aguarda-
ban. Estos ultimos, sostenidos por los sectores
militares que encabezaba el general Justo —ya
candidato virtual a la presidencia—, lograron
prevalecer en el gobierno; y a pesar del fracaso
de los conservadores en las elecciones del 5 de
abril de 1931 en la provincia de Buenos Aires,
en las que triunfaron los candidatos radicales,
consiguieron imponer el principio de la continui-
dad institucional.
Era, ciertamente, un régimen institucional
muy endeble el que propiciaban. tMientras los
nacionalistas se organizaban en cuerpos armados,
como la Legién Civica Argentina, los conserva-
dores, los radicales antipersonalistas y los socia-
listas independientes constituyeron un frente po-
litico que se Ilam6 primero Federacion Nacional
Democratica y luego ConcordanciaY Era evidente
que esa coalicidn no lograria superar al radica-
lismo, pero sus sostenedores estaban resueltos a
apelar al fraude electoral —que alguien llam6é
“fraude patridtico”— para impedir que los radi-
cales Iegaran al poder. Con ello se abrié una
etapa de democracia fraudulenta promovida por
quienes aspiraban a sujetar al pais en la trama
de sus propios intereses.
La despiadada persecucién de los opositores
fue la respuesta a la indignaciOn general que
provocaba la marcha del gobierno. Hubo carcel
176y torturas para Politicos, obreros y estudiantes;
y, entre tanto, se comenz6 a preparar un vigoro-
so dispositivo electoral que permitiera el triunfo
formal de la candidatura gubernamental en las
elecciones convocadas para el 8 de noviembre de
1931. El gobierno vetd la candidatura radical de
Alvear y la oposicién se aglutino alrededor de
los nombres de Lisandro de la Torre y Nicolas
Repetto, proclamados por la Alianza Democra-
ta-Socialista. Mediante un fraude apenas disimu-
lado, la Concordancia logré Ievar al gobierno al
general Justo.
Signo revelador de la orientacion politica
conservadora fue la resolucion de cerrar el pais a
la inmigracion. Ante la crisis que amenazaba a la
economia agropecuaria, la preocupacion funda-
mental fue contener todas las manifestaciones de
la desordenada expansiOn que intentaba espon-
taneamente el pais para reducirlo a los viejos
esquemas. Tal habia sido la intencion de la
revolucién de septiembre y en ella perseveraron
los gobiernos conservadores que le siguieron.
Para salir de las :primeras dificultades se recurrid ,
a empréstitos internos y externos; pero de inme-
diato se emprendi6 el reajuste total de la econo- .
mfa nacional con la mirada puesta en la defensa
de los grandes productores.
La situacion se hizo mas critica a partir de
1932, cuando Gran Bretafia acord6 en la Confe-
rencia de Ottawa dar preferencia en las adquisi-
ciones a sus propios dominios, lo que constituia
una amenaza directa para las exportaciones ar-iplomati-
gentinas. La respuesta tue una gestion d
| tratado
ca que dio como resultado la firma de
Roca-Runciman, por el que se establecia un
régimen de exportaciones de carnes argentinas
compensadas con importantes ventajas concedi-
das al capital inglés invertido en el pais.
Entre ellas, la mas importante y la mas
resistida fue la concesion del monopolio de los
transportes de la ciudad de Buenos Aires a un
consorcio inglés, para prevenir la competencia
del capital norteamericano que procuraba inten-
sificar su accion en el pats. El gobierno de Justo
habia iniciado la construccién de una importan-
te red caminera de la que el pais carecia: muy
pronto Mar del Plata, Cordoba, Bahia Blanca
quedarian unidas a Buenos Aires por rutas pavi-
mentadas que estimularian el uso de omnibus y
camiones con grave riesgo para los ferrocarriles
ingleses. En cierto modo, la Corporacion de
Transportes de Buenos Aires debia compensar a
los inversores ingleses; pero la medida, como las
otras que inclufa el tratado, dejaron en el pais la
sensacion de una disminucion de la soberania.
El problema de las carnes repercutiO en el
Senado, donde Lisandro de la Torre, Alfredo L.
Palacios y Mario Bravo denunciaron los extra-
vios de la politica oficial. En debates memora-
bles —como el que Palacios habia suscitado
antes sobre las torturas a presos politicos 0 el
que Bravo desencadenara sobre la adquisicion de
mento sido de Tor nee 3
5 ica seguida con los peque-
178i
hos productores en relacion con los intereses de
los frigorificos ingleses y norteamericanos. El
asesinato del senador Bordabehere por un guar
daespaldas de uno de los ministros interpelados
acentuo la violencia del debate, en el que quedo
de manifiesto la determinacion del gobierno de
ajustar sus actos a los intereses del capital
extranjero.
Esta tendencia se puso de manifiesto, sobre
todo, a través de una serie de medidas economi-
cas y financieras que alteraron la organizacion
tradicional de la economia nacional. Hasta en-
tonces, a través de gobiernos conservadores y
radicales, la economia habia estado librada a la
iniciativa privada, estimulada por las organizacio-
nes crediticias; pero a partir del gobierno de
Justo el Estado adopto una actitud decidida-
mente intervencionista. Se cred el Instituto Mo-
vilizador, para favorecer a los grandes produc-
tores cuyas empresas estuvieran amenazadas por
un pasivo muy comprometedor; se establecio el
Control de Cambios para regular las importacio-
nes y el uso de divisas extranjeras; y, coronando
el sistema, se cred el Banco Central, agente
financiero del gobierno y regulador de todo el
sistema bancario, en cuyo directorio tenia nutri-
da representaci6n la banca privada.
En el campo de la produccién, el principio
intervencionista se manifesto a través de la crea-
cion de las Juntas Reguladoras: las carnes, los
granos, la vid y otros productos fueron someti-
dos desde ese momento a un control guberna-
179ae que determinaba el volumen de la pro-
A a ee restric de mantener los prectos
Sas s clones se limitaron consi-
derablemente las posibilidades de expansion
requeria el crecimiento d ao “ae
uento demografico del pals, y
con ella las posibilidades de trabajo de lo
pequefios productores y de los eles rrales,
Quiza esa politica contribuy6, en cambio al
desarrollo que comenzo a advertirse en las activi
dades industriales, cuyo monto empezo a a
en proporcion mayor que el de las actividades
agropecuarias. En el periodo comprendido entre
1935 y 1941, el aumento producido en la renta
nacional por el desarrollo industrial alcanz6 a los
cuatro mil millones de pesos, mientras el monto
de la producciOn agropecuaria se mantenia esta-
ble. En 1944 se calculaba que habia ocupadas
en la industria un total de 1 200 000 personas.
tituia un nuevo sector social de
Asi se cons
caracteristicas muy definidas, que se congrego
dades y en particular
alrededor de las grandes ciu
de Buenos Aires.
El origen de ese
fenomeno de singular impor
del pais Cegadas o disminui
trabajo en muchas regiones del interior, comen-
z6 a producirse un movimiento migratorio hacia
los centros donde aparecian posibilidades ocupa-
cionales y de altos salarios. Al llegar a 1947 las
migraciones internas totalizaban un conjunto de
3 386 000 personas, que residian fuera del lugar
donde habifan nacido; de ese total el 50% se
sector se escondia en un
tancia para la vida
das las fuentes deial
bia situado en el Gran Buenos Aires, cl 28%
a litoral y solo el 22% en otras regiones
del pais. Asi se constituyO poco a poco un
cinturén industrial que rodeaba a la Capital y a
algunas otras ciudades, en el que predominaban
provincianos desarraigados que vivian en condi-
ciones precarias, pero que preferian tal situacion
a la que habian abandonado en sus lugares de
origen. Un agudo observador de la realidad
argentina, Ezequiel Martinez Estrada, que en
1933 habia descripto con rara profundidad los
problemas de la comunidad nacional en su Ra-
diografia de la Pampa, Ilam6é la atencién poco
después sobre la significacion del desequilibrio
entre la Capital y el pais en un estudio pene-
trante que tituld La cabeza de Goliat. Pero se
necesitarian todavia duras experiencias para que
la conciencia publica se hiciera cargo de la
magnitud y de las consecuencias del problema.
La cambiante composicién de la clase traba-
jadora gravito prontamente sobre la organizacion
sindical, orientada hasta entonces por grupos,
anarquistas 0 socialistas de cierta experiencia
politica e integrada por inmigrantes o hijos de
inmigrantes. Luego de muchos intentos, se habia
constituido en 1930 la Confederacién General
de Trabajadores, cuya labor se vio dificultada
por las diferencias internas y por la represiOn del
tuirse efinitivamente de que solo pudo consti-
raciow (db (arcctiog e en 1937. Pero la incorpo-
grupos de obreros nativos,
ha
en Ja zon
oeajenos a las practicas sindicales y a las formas de |
la lucha obrera en el sector industrial, produjo
desajustes en los ambientes Sindicales. Esas y
otras causas provocaron la division y el debilita-
miento de la organizacién Obrera en 194].
Todas estas circunstancias revelaban un cam-
bio profundo en la estructura del pais, que
bien estaba vinculado a la situacién mundial
creada por la crisis de 1929, Teconocia como
causa inmediata la deliberada accion de los
gobiernos conservadores. De ese cardcter fue el
de Justo, iniciado el 20 de febrero de 1932 en
una ceremonia en la que Uriburu, al entregar las
insignias de mando, habia depositado en manos
del nuevo mandatario un proyecto de reforma
Constitucional que sintetizaba sus viejos suefios
corporativistas. Pero Justo lo desdend y procuré
orientar su gobierno dentro de las formas cons-
titucionales, pese a los vicios electorales de su
origen y a la decision de seguir manteniendo el
fraude para sostener el frente politico en que se
apoyaba.
Excluidos de la lucha comicial, los radicales
apelaron varias veces a la insurreccion, sin lograr
éxito. También conspiraron largamente contra el
gobierno los frupos nacionalistas, que contaban
con nicleos civiles disciplinados y con algunas
simpatias en el ejército; pero el gobierno sofocé
todos los conatos revolucionarios y, aunque no
vacilé en Perseguir 4 los opositores, supo mante-
ner la apariencia de un orden legal montado
sobre una correcta administraci6n,
si
182nN
Al margen de la actividad insurreccional de
ciertos grupos. e} radicalismo s¢ organizO bajo la
direccion de Alvear dentro de una linea muy
moderada que no tenia otro programa que ja
reconquista del poder a través de elecciones
libres. Pero la situacion economico-social del pals
suscitaba cada dia nuevos y mas dificiles proble-
mas. Frente a las soluciones de fondo que
proponia el socialismo. comenzaron @ delinearse
las que proponia el grupo FORJA, constitur
do por jovenes radicales de ideologia progresista
y nacionalista a un tiempo. Antibritanico por
sobre todo, el grupo FORJA analizo las influen-
cias del capital inglés en la formacion y el
desarrollo de la economia argentina, recogiendo
los sentimientos antiimperialistas que se oculta-
ban en el vago pensamiento de Yrigoyen. Pero, a
medida que fue desenvolviéndose, se advirtio
que se diferenciaban en su seno los que querian
mantener los principios democraticos del radica-
lismo tradicional y los que empezaban a preferir
soluciones antiliberales vinculadas de alguna ma-
nera con las ideologias nazifascistas que por
entonces alcanzaban su apogeo en algunos paises
de Europa. Si aquéllos se mantuvieron fieles al
radicalismo, estos Ultimos se manifestaron dis-
puestos a secundar cualquier aventura politica
de tipo autoritario.
El estallido de la guerra civil espanola en
1936 provocé en el pais una polarizacion de las
opiniones, y el apoyo a la causa republicana
constituy6 una intencionada expansion para
183al gobier-
quienes deseaban expresar su repudio ‘
} creciente
no, Acaso ese clima. acentuado por ¢
horror que provocaba el régimen de Hitler en
Alemania. robustecio la certidumbre de que era
necesario hallar un camino para restaurar la
legalidad democratica en el pais.
No fue suficiente, sin embargo, para decidir
a los sectores conservadores a cambiar sus méto-
dos al aproximarse la eleccién presidencial de
1938. Bajo la influencia de Alvear, el radicalis-
mo --que estaba sacudido por un oscuro proble-
ma de concesiones eléctricas en el que habian
intervenido sus concejales— levanto la abstencion
electoral en que se habia mantenido desde que
sus candidatos fueran vetados en 1931, y el
propio Alvear fue elegido candidato a presiden-
te. Los sectores conservadores consintieron en
apoyar la candidatura de Roberto M. Ortiz, un
politico de extraccion radical, pero con la condi-
cién de que lo acompafiara en la formula un
conservador tan probado como Ramon S. Casti-
llo. Cuando llegaron las elecciones, el gobierno
hizo el més audaz alarde de impudicia, alterando
sin disimulos el resultado de los comicios. Ortiz
fue consagrado presidente, pero la democracia
sufrié un rudo golpe y el engafio contribuyO 4
acentuar el escepticismo de las masas populares,
especialment2 de ias que, agrupadas en los gran-
des centros wbanos, comenzeban a adquiriz con-
ciencia politica
—Una vez evi e) poder, Ortiz manifesto erta
tendencia a buscar una salida para ts sarbia
184situacion politica del pais. La misma magnitud
del fraude habfa demostrado la persistencia del
sentimiento democratico, demostrado no solo en
el apoyo al radicalismo, sino también en la
simpatia por la causa de la Republica Espafiola
y luego en el repudio a las agresiones nazis que
condujeron a la guerra mundial en septiembre de
1939. Desencadenado el conflicto, un sector del
ejército se inclind hacia el Eje; pero los sectores
liberales apoyaron a Ortiz, que decretd la neu-
tralidad. Con ese mismo respaldo, el presidente
decidié dar los primeros pasos hacia la normali-
zacion institucional del pais. En un acto de
innegable energia, decreto la intervencion de la
provincia de Buenos Aires, cuyo gobernador,
Manuel A. Fresco, era no solo desembozada-
mente adicto a las doctrinas fascistas, sino tam-
bién el mas vehemente defensor del fraude elec-
toral. A partir de entonces las posiciones se
polarizaron y los sectores pronazis emprendieron,
una enérgica ofensiva que conto con la propa-
ganda de los periddicos subvencionados por la
embajada alemana. Una circunstancia fortuita les
dio el triunfo: afectado por una ceguera incura-
ble, Ortiz debid renunciar en junio de 1940 y
ocup6 la presidencia Castillo, conservador defini-
do y que apenas disimulaba su simpatia por
Alemania.
El gobiérno de Castillo duré tres afios y
desde el primer momento se advirtid que retor-
naba a la tradicidn del fraude. Si en ello no
innovaba, se atrevio a acentuar aun mas las
185tendencias reaccionarias de sus predecesores. L
erupos pronazis lo rodearon y tineron su admy
nistracion con sombrios colores. Y los secto i.
militares favorables al Eje trataron de a
politica nacional para orientarla en el sentido
que ellos preferian.
Pero el curso de la guerra mundial obligd g
revisar las posiciones. Fuertes movimientos, co.
mo el que se denomino Accién Argentina, se
organizaron para defender la causa de las poten-
cias democraticas. Y en el seno de los grupos
allegados al gobierno oomenzaron a dividirse las
opiniones entre los que buscaban, para las elec-
ciones qué debian realizarse en 1944, un candi-
dato que respondiese a los intereses de los
Estados Unidos y los que buscaban uno que no
precipitara esa definicion.
Castillo se inclind hacia los primeros y apo-
yo la candidatura de Robustiano Patron Costas,
en quien se crefa ver cierta tendencia a unir el
destino del pais a los Estados Unidos, acaso por
sus intereses industriales que no lo aproximaban
a Gran Bretafia, como ocurria con los ganaderos
de la provincia de Buenos Aires. Esa preferencia
parecid peligrosa a los sectores pronazis del
ejército, agrupados en una logia secreta conocida
con el nombre de G.O.U. La posibilidad de un
vuelco hacia la causa de los aliados podia poner
en descubierto su actividad, contraria a la neu-
tralidad formalmente mantenida por el gobierno,
y el 4 de junio de 1943, ante la mirada estupe-
facta de la poblacion de Buenos Aires, que no
186saceron aba, tal enencia de un Zolpe militar
vege ‘a cc las Topas de jas guarniciones
Presidente se eae ¥ depusicron sin lucha al
publica. C4yO ministro de
Ncabezaba la insurrecci6n, Asi termino
Ublica conse Suprimida por una
. P Na andloga a la gue le habia
dado NaCimiento €n el momento en que, en
© las armas comenzaba a girar
Pero la Tevolucion de
hacia |
aspiraba a iniciar
a democracia, sino que
en el pais una era de sentido
analogo al de la que en Europa terminaba ante
la execracion universa’CAPITULO XIII
LA REPUBLICA DE MASAS
(1943-1955)
La revolucion del 4 de junio llevé al poder,
a los dos dias de su triunfo, al general Pedro P.
Ramirez, ministro de guerra del gobierno derro-
cado. Los coroneles del G.O.U. se distribuyeron
los principales cargos y desde ellos comenzaron a
actuar con tal desarmonia que fue dificil es-
tablecer el sentido general de su orientacion
politica. Lo importante era, en el fondo, salvar
la situacion creada por los compromisos de
ciertos grupos con los paises del Eje; pero
mientras se resolvia este problema, se procurd
intentar una politica popular congelando alqui-
leres o destituyendo magistrados y funcionarios
acusados de inconducta. Para resolver la cuestion
de fondo, el ministro de Relaciones Exteriores
aventurO una gestidn ante el gobierno de los
Estados Unidos que concluy6 en una lamentable
188humillacion, y finalmente no quedo otra salida
que resolver la declaracion de guerra a Alemania
y al Jap6n en enero de 1944, | estado de guerra
Justifics la represion del movimiento opositor y
SitviO para que el gobierno se incautara de los
bienes que consider6 “propiedad enemiga”’.
Pero mientras los coroneles ultimaban este
episodio, uno de ellos, Juan D. Peron, descubria
la posibilidad de poner en funcionamiento un
plan mas sutil. Aun cuando ocupaba la subsecre-
taria de guerra, logro que se le designara presi-
dente del Departamento Nacional dei Trabajo, y
sobre esa base organizo en seguida la Secretaria
de Trabajo y Prevision con jerarquia ministerial.
Con la experiencia adquirida en Italia durante la
época fascista y con el consejo de algtin asesor
formado en el sindicalismo espafiol, Peron co-
menz6 a buscar el apoyo de algunos dirigentes
obreros y logré, no siempre limpiamente, atraer-
se ciertos sectores sindicales. Desde entonces, el
gobierno comenz6 a contar con un pequefio
respaldo popular que fue creciendo a medida
que progresaba el plan del nuevo secretario de
Trabajo.
Reemplazado Ramirez por el general Edelmi-
ro J. Farrell en febrero de 1944, la fisonomia
del gobierno comenzo a variar sensiblemente
bajo la creciente influencia de Peron, que ocupé,
ademas de la Secretaria de Trabajo y Prevision,
el Ministerio de Guerra y la vicepresidencia del
gobierno provisional. La orientacion guberna-
189Ge eanio! Pon: Une Pattee procuré
aie a ioe opositore’. en a por la via de
la represion. y en parte por la creacion de una
atmosfera hostil a los partidos tradicionales.a los
que, en conjunto, se hacia responsables de la
cia que solo habian
perversion de la democra
promovido los conservadores. Por otra, se trate
de poner en funcionamiento un plan de accion
para consolidar el poder de los grupos dominan-
tes, organizando las fuerzas economicas y socia-
les del pais de tal manera que quedaran al
servicio de los designios de hegemonia continen-
tal que acariciaba el Estado Mayor del Ejército.
Estas ideas fueron expuestas por Peron en un
discurso pronunciado en la Universidad de La
Plata y transformadas en el fundamento de su
futuro programa politico.
A medida que crecia la influencia de Peron
se advertia que buscaba apoyarse simultanea-
mente en el ejército y en el movimiento sindical.
Esta doble politica lo obligaba a una constante
vigilancia. Los sectores obreros acogian con sa-
tisfaccién la inusitada politica laboral del gobier-
no que los favorecia en los conflictos con los
patrones, estimulaba el desarrollo de las organi-
zaciones obreras adictas y provocaba el alza de
los salarios; pero subsistian en su seno muchas
resistencias de quienes conocian la politica labo-
ral fascista. En el ejército, por su parte, algunos
grupos reconocian la capacidad de conduccién
de Peron. y aprobaban su plan de atraer a los
obreros con el ofrecimiento de algunas ventajas
190—
Para sujetarlos a los ambiciosos planes del Esta-
do Mayor; pero otros no tardaron en descubrir
el peligro que entrafiaba la organizacidn de
poder que Perén construia rdpidamente en su
beneficio, y opinaron que constitufa una amena-
za para las instituciones democraticas. Esta fue
también la opinion de los partidos tradicionales
y de los vastos sectores de clase media que
formaron en la “Marcha de la Constitucion y de
la Libertad”, nutrida concentracion con la que
se quiso demostrar la impopularidad del gobier-
no y el repudio a sus planes. La defensa de la
democracia formal unia a todos los sectores,
desde los conservadores hasta los comunistas. El
nombre de los proceres sirvid de bandera, y por
sobre todos el de Sarmiento, el civilizador, cuya
biografia daba a luz por esos dias Ricardo Rojas
llamandole El profeta de la pampa.
La presion de los sectores conservadores
movid a un grupo militar a exigir, el 9 de
octubre de 1945, la renuncia de Peron a todos
sus cargos y su procesamiento. En el primer
instante, ia ofensiva tuvo éxito, pero las fuerzas
opositoras no lograron luego aprovecharlo y
dieron tiempo a que se organizaran los sectores
ya definidamente peronistas, los que, con decidi-
do apoyo militar y policial, se dispusieron a
organizar un movimiento popular para lograr el
retorno de Peroén. El 17 de octubre nutridas
columnas de sus partidarios emprendieron la
marcha sobre el centro de Buenos Aires desde
las, zonas suburbanas y se concentraron en la
191plaza de Mayo solicitando la libertad y el
regreso de su jefe. Acaso sorprendida por el
inesperado apoyo popular que éste habia logra-
do, la oposicion ne se atrevid a obrar y el
gobierno ofrecid una suerte de transaccion: Pe-
ron quedaria en libertad, abandonaria la funcion
publica y afrontaria la lucha electoral en elec-
ciones libres que controlaria el ejército. Una vez
en libertad, Peron aparecio en el balcon de la
Casa de Gobierno y consolidd su triunfo aren-
gando a la muchedumbre en un verdadero alarde
de demagogia.
EI espectaculo habia sido inusitado. Las cla-
ses medias de Buenos Aires ignoraban que, en
los altimos afios y como resultado de las migra-
ciones internas, se habia constituido alrededor de
la ciudad un conjunto social de caracteres muy
diferentes a los del suburbio tradicional. La era
del tango y del “compadrito” habia pasado.
Ahora poblaban los suburbios los nuevos obreros
industriales, que provenian de las provincias del
interior y que habian cambiado su miseria rural
por los mejores jornales que le ofrecia la nacien-
te industria. De 3 430 000 habitantes que tenia
en 1936, el Gran Buenos Aires habia pasado a
4724000 en 1947. Pero, sobre estos totales,
mientras en 1936 habia solamente un 12% de
argentinos inmigrados del interior, este sector de
poblacién habia pasado a constituir un 29% en
1947. Los partidos politicos ignoraron esta re-
distribucion ecoldgica; pero Peron la percibid,
descubrié la peculiaridad psicologica y social de
192a
esos grupos y hallé el lenguaje necesario para
comunicarse con ellos. El resultado fue un nue-
vo reagrupamiento pol{tico que contrapuso esas
nuevas masas a los tradicionales partidos de clase
media y de clases populares, Jue aparecieron
confundidos en lo que empezo a llamarse la
“oligarquia”’.
El panorama politico del pais cambio, pues,
desde el 17 de octubre. Hasta es¢ momento los
partidos tradicionales habian estado convencidos
de que el movimiento peronista eta impopular y
que la mayoria seguia aglutinandose alrededor
del radicalismo; pero desde entonces comen-
zaron a convencerse del arraigo que ja nueva
politica obrera habia adquirido. La consecuencia
fue la formacion de la Union Democratica,
frente electoral en el que se unieron conser-
vadores, radicales, demOcratas progresistas, socia-
listas y comunistas para sostener, frente a la de
Peron, la candidatura radical de José P. Tambo-.
rini. |
La campafia electoral fue agitada. Perén lo-
gro atraer a ciertos sectores del radicalismo y del
conservadorismo y fue a las elecciones en com-
pafifa de un radical, Hortensio J. Quijano. Lo
respaldaba desembozadamente el aparato guber-
namental y lo apoyaban fuertes sectores del
ejército y de la Iglesia, asi como también algu-
nos grupos industriales que esperaban una fuerte
proteccion del Estado para sus actividades. Pero
también lo apoyaba una masa popular muy
\ :
193: . yver
fisonom!a, a causa de su nec
-yadores.
numerosa CUY! /
dad, no acertaban a descubrir los obse
La formaban. en primer lugar, los nuevos °
res urbanos y; Juego. las generaciones n :
pulares de todo el pais, que hab ian
crecido en e| mas absoluto escepticismo politico
a causa de la permanente falsificacion de la
democracia que habia caracterizado @ la republi-
adora. Muy poco trabajo costo a
dor de una vigorosa elocuencia po-
pular, convencer 4 esa masa de que todos los
partidos politicos eran igualmente responsables
de tal situacion. 1 24 de febrero de 1946, en
elecciones e inobjetables, la formula
Peron-Quijan - todo el pais con
1 500 000 vo taban el 55% de la
totalidad de los electores.
bierno, Farrell adopto
facilitar la obra de
Ilas la intervencion 4 todas las
la expulsion de todos los profe-
militancia contra
de
junio de 1946, de los
cuadros administrativos Y judiciales sin detenerse
siquiera ante la Corte Suprema de Justicia. Gra-
mento pudo
cias al incondicionalismo del parla
revestir todos sus actos de una perfecta aparien-
cia _constitucional. Esta caracteristica prevalecio
durante todo su gobierno, apoyado, ademas, en
una constante apelacion 4 la adhesion directa de
las masas que, concentradas en la plaza de
Peron, poset
una serie
Peron, entre ©
universidades y
sores que habian
194ee
Mayo, respondian afirmativamente una vez por
afio a la pregunta de si el pueblo estaba confor-
me con el gobierno. Entusiastas y clamorosas
respondian al llamado del jefe y Oftecian su
manso apoyo sin que las tentara la independen-
cia.
El presidente contaba con una floreciente
situacién econdmica. Gracias a la guerra mundial
el pais habia vendido durante varios afios a
buenos precios su produccién agropecuaria y
habia acumulado fuerte reserva de divisas a
causa de la imposibilidad de importar productos
manufacturados. De 1 300 millones en 1940, las
reservas de divisas llegaron a 5 640 millones en
1946, y esta situacidn siguid mejorando hasta
1950 a causa de las buenas cosechas y de la
demanda de productos alimenticios por parte de
los paises que sufrian las consecuencias de la
guerra. La Argentina se hizo pagar a buen precio
sus productos, de acuerdo con la tesis poco
generosa del presidente del Banco Central, Mi-
guel Miranda, que inspiré la politica econdmica
del gobierno durante varios afios. Esa circuns-
tancia permitiO a Perén desarrollar una econo-
mia de abundancia que debia asegurarle la adhe-
sién de las clases populares.
Fuera de la legitimidad de su titulo constitu-
cional, la fuerza del gobierno seguia consistiendo
en el apoyo que le prestaban los grupos de
poder: el ejército, la Iglesia y las organizaciones
obreras. Para mantener ese apoyo, Peron trazo
195
idistintas Iineas politicas y procuré mantener el
equilibrio entre los distintos sectores que: lo
sostenian. Pero el que mas le preocupaba era e]
sector obrero, en el que solo él tenia ascendien-
te y con cuya fuerza debia contrarrestar la de
Jos otros dos, que sin duda poseian su propia
politica. De ahi la significacion de su politica
laboral.
Tres aspectos distintos tuvo esa politica. En
primer lugar, procur6 acentuar los elementos
emocionales de la adhesin que le prestaba la
clase obrera. Tanto su oratoria como la accién y
la palabra de su esposa, Eva Duarte de Peron —a
quien se le habia asignado especificamente esa
funcién—, estaban destinadas a destacar la acti-
tud paternal del presidente con respecto a los
que vivian de su salario y a los necesitados. Una
propaganda gigantesca y bien organizada Ilevaba
a todos los rincones de la Reptblica el testimo-
nio de esa preocupacion por el bienestar de los
que, desde la campafia electoral, se Ilamaban los
“descamisados”, manifestada en desordenadas
distribuciones de paquetes con ropas y alimen-
tos, o en obsequios personales de utiles de
trabajo o medicinas. Y cuando se convocaba una
concentracion popular, los discursos del presi-
dente y de su esposa adquirian los matices de
una verdadera explosién sentimental de amor
por los humildes.
En segundo lugar, se logro establecer una
organizaciOn sindical rigida a través de la Con-
196
al |—-
federacion General del Trabajo, que agrupo a
varios millones de afiliados de todos los sindica-
tos, obligados a incorporarse y a contribuir
automaticamente. Estrechamente vigilada por el
presidente y por Eva Peron, la.C.G.T. respondia
incondicionalmente a los designios del gobierno
y transmitia sus consignas hacia los sindicatos y
los delegados de fabrica que, a su vez, las hacian
llegar a la base.
| Finalmente, el gobierno mantuvo una poli-
tica de salarios altos, a través de la gestion de
contratos colectivos de trabajo que generalmente
~concluian mediante una int rvencion directa del
Ministerio de Trabajo y PreVisibn. Esta politica
no fue, en modo alguno, perjudicial para los
patrones, quienes trasladaban automaticamente
esos aumentos de salarios a los precios, con lo
que se acentud la tendencia inflacionista de la
politica econdmica gubernamental. Leyes jubila-
torias, indemnizaciones por despido, vacaciones.
pagadas, aguinaldo y otras ventajas directas die-
ron la impresién a los asalariados de que vivian
dentro de un régimen de proteccién, acentuada
por los cambios que se produjeron en las formas
de trato entre obreros y patrones.
La politica econédmica no fue menos nove-
dosa y su rasgo predominante fue el interven-
cionismo estatal y la nacionalizacién de los
servicios publicos. El gobierno proyecté dos
planes quinquenales que, por su improvisacién y
_
197superficialidad, no pasaron de ser meros instru-
mentos de propaganda. Fue creado el Instituto
Argentino de Promocion del Intercambio para
comercializar las cosechas, pero en poco tiempo
se transformO en una monstruosa organizacion
burocratica que redujo los margenes de los pro-
ductores en las buenas épocas sin garantizar
suficientemente su situacién futura; en cambio,
sirvid para favorecer los intereses de los grupos
econdmicos allegados al gobierno, que se enri-
guecieron con el régimen de control de las
exportaciones e importaciones. Y al mismo tiem-
po permitid el gobierno que determinados secto-
res de la industria media y liviana prosperaran
considerablemente, gracias a los créditos que
otorgaba el Banco Industrial y el abundante
consumo estimulado por los altos salarios. En
cuanto a las nacionalizaciones, las medidas fue-
ron mas drasticas. El 1° de marzo de 1947, de
manera espectacular, fue proclamada la recupe-
racion de los ferrocarriles, que, sin embargo,
habian sido adquiridos a las empresas inglesas en
la suma de 2 462 millones de pesos, pese a que
la Direccién Nacional de Transportes los habia
valuado poco antes en 730 millones. Lo mismo
se hizo con los teléfonos, el gas y la navegacion
fluvial. Pero la predominante preocupacién po-
litica del gobierno impidid una correcta admi-
nistracion de los servicios, de modo que dismi-
nuyeron los niveles de eficacia yel monto de las
ganancias.
A partir de 1950 la situacién comenz6 a
198cambiar. Una prolongada sequia malogro las
cosechas’ y Jos precios internacionales comen-
zaron a bajar. En la vida interna. se acusaban
cada vez mds los efectos de la inflacion, que
hacia ilusorios jos aumentos de salarios obteni-
dos por los Sindicatos a través de gestiones cada
vez mas laboriosas. Las posibilidades ocupacio-
nales y la esperanza de altos jornales comen-
zaron a ser cada vez mas remotas para el vasto
sector de obreros industriales, acrecentado por
un nutrido contingente de inmigrantes que, en-
tre 1947 y 1954, dejo un saldo de 747 000
personas. Una crisis profunda comenzo a incu-
barse, por no haberse invertido en bienes de
capital las cuantiosas reservas con que contaba el
gobierno al comienzo de su gestion y por no
haberse previsto las necesidades crecientes de la
industria y de los servicios ptblicos en relacién
con la progresiva concentracion urbana; pero.
‘sobre todo porque, pese a la demagogia verbal.
nada se habia alterado sustancialmente en la
estructura econdmica del pais.
Pese a todo, Perén pudo conservar la solidez
de la estructura politica en que se apoyaba. La
depuracion del ejército le aseguré su control, y
la organizaciOn electoral se mantuvo incdélume.
Pero, ciertamente, carecian de fuerza los parti-
dos politicos que lo apoyaban. Con o sin ‘ellos.
Peron mantenia su pequefio margen de ventaja
sobre todas las fuerzas opositoras unidas, sobre
todo a partir de la aplicacién de la ley de
sufragio femenino, sancionada en 1947. La gi-
199gantesca organizacion de la propaganda oficial
contaba con multiples recursos; jos folletos y
cartillas, el control de casi todos los periddicos
del pais, el uso de la radio, la eficaz oratoria del
presidente y de su esposa y los instrumentos de
accion directa, como la Fundacion Eva Perén,
que manejaba ingentes sumas de dinero de ori-
gen desconocido, todo ello mantenia en estado
de constante tensi6n a una masa que no advertia
que la politica de salarios y mejoras sociales no
iba acompafiada por ninguna reforma funda-
mental que asegurara la perduracién de las ven-
tajas obtenidas. Ni los signos inequivocos de la.
inflacion consiguieron despertar la desconfianza
frente a la singular “justicia social” que procla-
maba el gobierno.
En el fondo, la propaganda tenia como
finalidad suprema mantener la autoridad perso-
nal de Peron, y tal fue también el sentido de la
reforma constitucional de 1949, que incorpord
al historico texto numerosas declaraciones sobre
soberania y derechos de los trabajadores solo
para disimular su verdadero objeto, que consistia
en autorizar la reeleccion presidencial. Otros
recursos contribuyeron a robustecer el régimen
personalista: la obsecuencia del parlamento, el
temor de los funcionarios y, sobre todo, la
inflexible represién policial de las actividades de
los adversarios del régimen. Ni los partidos poli-
ticos ni las instituciones de cultura pudieron
realizar reuniones piblicas. ni fue posible publi-
car periddicos o revistas que tuvieran intencién
200—
polftica. A los Opositores les fue impedido hasta
salir del pats y a los obreros que resistian a las
Organizaciones oficiales se los persiguio brutal
mente. Un plan militar de defensa del orden
interno —el plan Conintes— proveyo al gobierno
del instrumento Jegal necesario para apagar la
vida civica.
La cultura se resintio de esos males. Los
escritores editaban sus libros y los artistas ¢x"
ponian sus obras, pero la atmosfera que los
rodeaba era cada vez mas densa. Las umiverst
dades se vieron agitadas por incesantes mov
} mientos estudiantiles que protestaban contra un
profesorado elegido con criterio politico y some-
tido a la vejacibn de tener que cometer actos
indignos, como solicitar la reeleccion del presi-
dente u otorgar el doctorado honoris causa a su
| esposa. Las instituciones de cultura debieron
cerrar sus puertas y solo prosperaron las que
agrupaban a los adictos al régimen, que demos-
traba marcada predileccion por. un grotesco fol-
' klorismo. Y, entre tanto, el presidente se com-
prometia en. lamentables aventuras cientificas
que pretendian asegurarle repentinamente al pais
la preeminencia en las investigaciones atomicas.
Por otra parte, el gobierno habia impuesto en la
ensefianza primaria y secundaria la obligacion de
comentar su obra; se hizo obligatorio el uso del
presunto libro de Eva Peron titulado La razon
de mi vida y se establecié la ensefianza religiosa.
Dos iniciativas felices se pusieron, sin embargo,
201
eiversidad
en practica: las escuelas-fabricas y la Univ -
respuesta a esta creciente Saree
dictatorial fue una oposicién sorda de ae las
altas y de ciertos sectores Politizados udo
clases medias y populares. La oposicion - Di.
manifestarse generalmente en la Camara a 1
putados, a través del reducido bloque radical, °
en las campafias electorales, en que los partidos
politicos denunciaban los excesos del regimen.
En 1951 un grupo militar de tendencia nacio-
nalista encabezado por el general Menéndez in-
tento derrocar al gobierno, pero fracasé y los
hilos de la conspiracion pasaron a otras manos,
que consiguieron conservarlos a la espera de una
Ocasion propicia.
El fallecimiento de Eva Peron en 1952 cons-
tituyé un duro golpe para el régimen. Reposaba
sobre sus hombros la Vigilancia del movimiento
obrero y, a gy muerte, el Presidente tuyo que
desdoblar atin mas SU personalidad para asegurar
su
Y mantener su autoridad
re la masa Obrera, FE,
Sta doble necesidad re.
Peron una duplicidad de
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CAldlico oe a lado tog Sectoreg
abian “ontribuido 4
202
SOstenerjg—
hasta entonces- Seguramente preocupaba ya en
esos circulos el problema de su sucesion, y
Peron reaccioné violentamente contra ellos en-
frentando a la Iglesia. Una timida ley de divor-
cio, la supresion de la ensefianza religiosa y el
alejamiento de ciertos funcionarios reconocida-
mente fieles a la influencia eclesidstica revelaron
la crisis. f ele
El conflicto con la Iglesia, que alcanzo cier-
tos matices de violencia y a veces de procacidad,
contribuy6 a minar el apoyo militar a Peron,
apartando de él a los sectores nacionalistas y
catolicos de las fuerzas armadas. Repentinamen-
te, la vieja conspiracién militar comenzo a pros-
perar y se preparO para un golpe que estalld el
16 de junio de 1955. La Casa de Gobierno fue
bombardeada por los aviones de la Armada, pero
los cuerpos militares que debian sublevarse no se
movieron y el movimiento fracasd. Ese dia
grupos regimentados recorrieron las calles de
Buenos Aires con aire amenazante, incendiaron
iglesias y locales politicos, pero el presidente
acusé el golpe porque habia quedado al descu-
bierto la falla que se habia producido en el
sistema que lo sustentaba. Acaso no era ajena a
esa crisis la gestidn de contratos petroleros que
el presidente habia iniciado con algunas empre-
sas norteamericanas.
En los sectores allegados al gobierno comen-
z6 un movimiento para reordenar sus filas. Ante
la evidente retraccion de las fuerzas armadas, e]
movimiento obrero peronista creyO que podia
203ee sctor de
: sncia, Un decidido 5°
acentuar su influencia. a Tra-
la Confederacion General del
dirigentes de : a resi-
es comenzo a presionar al disminuido 7 :
7 y ciag populates.
ara que armara a las milicias P'
dente P: q desem-
Pero el planteo obrero amenazaba con f
bocar en una verdadera revolucion, Y Peron,
cuya auténtica politica habia sido neutralizar a
las masas populares, esquivo la aventura a que se
Jo queria lanzar-
En esas condiciones, la conspiracion militar
adquirié nuevo wuelo bajo la direccion del gene-
ral Eduardo Lonardi, y estallo en Cordoba el 16
de septiembre. Hubo alli acciones violentas, pero
la sublevacion general de Ja marina, que concen-
tro sus barcos en el Rio de la Plata y amenazo
con bombardear la Capital, enfrio el escaso
entusiasmo de los jefes aun adictos a Peron.
Pocos dias después el presidente entregO su
renuncia y Lonardi se hizo cargo del poder.
Subrepticiamente, Peron se refugid en la
embajada del Paraguay y poco después se embar-
co en una cafionera que lo Ilevé a Asuncion. De
la férrea organizacion que lo habia sostenido no
quedaron sino vagos vestigios incapaces de resis-
tir. De la obra que habia emprendido para
asegurar la “justicia social” no subsistid sino el
melancolico recuerdo de los anuales aumentos
de jornales que ilusionaban a quienes enjugaban
a . ae de las retroactividades las deudas
See
independencia econdmica”
no subsistia sino el eee
o el recuerdo de los leoninos
204i
contratos petroleros que habia gestionado con
los monopolios internacionales. Cuarenta y ocho
horas" bastaron para poner al descubierto ja
constitutiva debilidad de la obra de diez afios.
Solo quedaban unas masas populares resentidas
por el fracaso, que se negaban a atribuir al
elocuente conductor, y procuraban endosar a la
“oligarquia”. Y quedaba una “‘oligarquia” que
confiaba en subsistir y en prosperar, gracias a la
fortaleza que habia logrado al amparo de quien
se proclamaba su enemigo. Pero indudablemente
la relacién entre oligarquia y masas populares
da en el pais en nuevos terml-
uedaba plantea n
aoe porque los sectores obreros urbanos habian
crecido considerablemente y habian adquirido
no solo experiencia politica, sino también el
sentimiento de su fuerza como grupo social.
205
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