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Breve Historia Argentina, José Luis Romero

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CAPITULO XII LA REPUBLICA CONSERVADORA (1930-1943) No se equivocaban los viejos conservadores y sus herederos seducidos por el fascismo cuando afirmaban que el pais se habia desnaturalizado, Tras catorce afios de gobierno radical, laxo y favorable a la espontdnea expresion de las diver- sas fuerzas que coexistian en 1a sociedad argenti- na, habia quedado al descubierto un hecho decisivo: el pais. criollo se desvanecia poco a poco y. por sobre él. se constituia una nueva Argentina, cuya fisonomia esbozaba la cambian- te composicion de la sociedad. Poco a poco se habia constituido una vigorosa clase media de empleados, de pequefios propietarios y comer- ciantes, de profesionales que, concentrada en las ciudades, imponia cada vez mas al pais su propio cardcter ignorando a las nostdlgicas mino- rias tradicionales. Esa clase media era la que habia ascendido al poder con el radicalismo y, timidamente, proponia una nueva orientacién 174 a . — Para la vida argentina, Precisamente contra ella se dirivio ta politica de los sectores conservado- tes de viejo y nuevo cuno, que se apoderaron del gobicrno en septiembre de 1930, en pleno desarrollo de la crisis mundial que habia estallado el afio anterior. La crisis amenazaba fundamentalmente a los sectores ganaderos, representados eminentemente por los grupos politicos conservadores que ha- bian sido desalojados del poder en 1916. Y aunque solo en parte habian movido éstos la revolucién del 6 de septiembre, supieron apode- rarse de ella, rodeando al general Uriburu y distribuyéndose los cargos del gabinete. La mas notoria figura del conservadorismo, Matias San- chez Sorondo, ocupo el Ministerio del Interior y desde él orientd la politica del nuevo gobierno hacia la reconquista del poder para sus correli- gionarios. Los grupos nacionalistas —como se llam6 a los tedricos del corporativismo, del revisionismo rosista y de otras tendencias andlogas— conta- ban, sin embargo, con la simpatia del jefe del gobierno, que no vacilé en insinuar sus propdsi- tos de reformar la Constitucion de acuerdo con las concepciones moderadamente corporativas que expuso Carlos Ibarguren en un discurso pronunciado en Cérdoba el 15 de octubre de 1930. Pero el anuncio suscit6 fuertes resisten- cias. Por una parte, se levant6 el clamor de los sectores democraticos, que se alinearon decidida- mente contra el gobierno en defensa de la 175 origino Constitucion de 1853 pero, por otra, se ue un movimiento de protesta en el seno d¢ partidos comprometidos con la revolucion, que veian peligrar la herencia politica que aguarda- ban. Estos ultimos, sostenidos por los sectores militares que encabezaba el general Justo —ya candidato virtual a la presidencia—, lograron prevalecer en el gobierno; y a pesar del fracaso de los conservadores en las elecciones del 5 de abril de 1931 en la provincia de Buenos Aires, en las que triunfaron los candidatos radicales, consiguieron imponer el principio de la continui- dad institucional. Era, ciertamente, un régimen institucional muy endeble el que propiciaban. tMientras los nacionalistas se organizaban en cuerpos armados, como la Legién Civica Argentina, los conserva- dores, los radicales antipersonalistas y los socia- listas independientes constituyeron un frente po- litico que se Ilam6 primero Federacion Nacional Democratica y luego ConcordanciaY Era evidente que esa coalicidn no lograria superar al radica- lismo, pero sus sostenedores estaban resueltos a apelar al fraude electoral —que alguien llam6é “fraude patridtico”— para impedir que los radi- cales Iegaran al poder. Con ello se abrié una etapa de democracia fraudulenta promovida por quienes aspiraban a sujetar al pais en la trama de sus propios intereses. La despiadada persecucién de los opositores fue la respuesta a la indignaciOn general que provocaba la marcha del gobierno. Hubo carcel 176 y torturas para Politicos, obreros y estudiantes; y, entre tanto, se comenz6 a preparar un vigoro- so dispositivo electoral que permitiera el triunfo formal de la candidatura gubernamental en las elecciones convocadas para el 8 de noviembre de 1931. El gobierno vetd la candidatura radical de Alvear y la oposicién se aglutino alrededor de los nombres de Lisandro de la Torre y Nicolas Repetto, proclamados por la Alianza Democra- ta-Socialista. Mediante un fraude apenas disimu- lado, la Concordancia logré Ievar al gobierno al general Justo. Signo revelador de la orientacion politica conservadora fue la resolucion de cerrar el pais a la inmigracion. Ante la crisis que amenazaba a la economia agropecuaria, la preocupacion funda- mental fue contener todas las manifestaciones de la desordenada expansiOn que intentaba espon- taneamente el pais para reducirlo a los viejos esquemas. Tal habia sido la intencion de la revolucién de septiembre y en ella perseveraron los gobiernos conservadores que le siguieron. Para salir de las :primeras dificultades se recurrid , a empréstitos internos y externos; pero de inme- diato se emprendi6 el reajuste total de la econo- . mfa nacional con la mirada puesta en la defensa de los grandes productores. La situacion se hizo mas critica a partir de 1932, cuando Gran Bretafia acord6 en la Confe- rencia de Ottawa dar preferencia en las adquisi- ciones a sus propios dominios, lo que constituia una amenaza directa para las exportaciones ar- iplomati- gentinas. La respuesta tue una gestion d | tratado ca que dio como resultado la firma de Roca-Runciman, por el que se establecia un régimen de exportaciones de carnes argentinas compensadas con importantes ventajas concedi- das al capital inglés invertido en el pais. Entre ellas, la mas importante y la mas resistida fue la concesion del monopolio de los transportes de la ciudad de Buenos Aires a un consorcio inglés, para prevenir la competencia del capital norteamericano que procuraba inten- sificar su accion en el pats. El gobierno de Justo habia iniciado la construccién de una importan- te red caminera de la que el pais carecia: muy pronto Mar del Plata, Cordoba, Bahia Blanca quedarian unidas a Buenos Aires por rutas pavi- mentadas que estimularian el uso de omnibus y camiones con grave riesgo para los ferrocarriles ingleses. En cierto modo, la Corporacion de Transportes de Buenos Aires debia compensar a los inversores ingleses; pero la medida, como las otras que inclufa el tratado, dejaron en el pais la sensacion de una disminucion de la soberania. El problema de las carnes repercutiO en el Senado, donde Lisandro de la Torre, Alfredo L. Palacios y Mario Bravo denunciaron los extra- vios de la politica oficial. En debates memora- bles —como el que Palacios habia suscitado antes sobre las torturas a presos politicos 0 el que Bravo desencadenara sobre la adquisicion de mento sido de Tor nee 3 5 ica seguida con los peque- 178 i hos productores en relacion con los intereses de los frigorificos ingleses y norteamericanos. El asesinato del senador Bordabehere por un guar daespaldas de uno de los ministros interpelados acentuo la violencia del debate, en el que quedo de manifiesto la determinacion del gobierno de ajustar sus actos a los intereses del capital extranjero. Esta tendencia se puso de manifiesto, sobre todo, a través de una serie de medidas economi- cas y financieras que alteraron la organizacion tradicional de la economia nacional. Hasta en- tonces, a través de gobiernos conservadores y radicales, la economia habia estado librada a la iniciativa privada, estimulada por las organizacio- nes crediticias; pero a partir del gobierno de Justo el Estado adopto una actitud decidida- mente intervencionista. Se cred el Instituto Mo- vilizador, para favorecer a los grandes produc- tores cuyas empresas estuvieran amenazadas por un pasivo muy comprometedor; se establecio el Control de Cambios para regular las importacio- nes y el uso de divisas extranjeras; y, coronando el sistema, se cred el Banco Central, agente financiero del gobierno y regulador de todo el sistema bancario, en cuyo directorio tenia nutri- da representaci6n la banca privada. En el campo de la produccién, el principio intervencionista se manifesto a través de la crea- cion de las Juntas Reguladoras: las carnes, los granos, la vid y otros productos fueron someti- dos desde ese momento a un control guberna- 179 ae que determinaba el volumen de la pro- A a ee restric de mantener los prectos Sas s clones se limitaron consi- derablemente las posibilidades de expansion requeria el crecimiento d ao “ae uento demografico del pals, y con ella las posibilidades de trabajo de lo pequefios productores y de los eles rrales, Quiza esa politica contribuy6, en cambio al desarrollo que comenzo a advertirse en las activi dades industriales, cuyo monto empezo a a en proporcion mayor que el de las actividades agropecuarias. En el periodo comprendido entre 1935 y 1941, el aumento producido en la renta nacional por el desarrollo industrial alcanz6 a los cuatro mil millones de pesos, mientras el monto de la producciOn agropecuaria se mantenia esta- ble. En 1944 se calculaba que habia ocupadas en la industria un total de 1 200 000 personas. tituia un nuevo sector social de Asi se cons caracteristicas muy definidas, que se congrego dades y en particular alrededor de las grandes ciu de Buenos Aires. El origen de ese fenomeno de singular impor del pais Cegadas o disminui trabajo en muchas regiones del interior, comen- z6 a producirse un movimiento migratorio hacia los centros donde aparecian posibilidades ocupa- cionales y de altos salarios. Al llegar a 1947 las migraciones internas totalizaban un conjunto de 3 386 000 personas, que residian fuera del lugar donde habifan nacido; de ese total el 50% se sector se escondia en un tancia para la vida das las fuentes de ial bia situado en el Gran Buenos Aires, cl 28% a litoral y solo el 22% en otras regiones del pais. Asi se constituyO poco a poco un cinturén industrial que rodeaba a la Capital y a algunas otras ciudades, en el que predominaban provincianos desarraigados que vivian en condi- ciones precarias, pero que preferian tal situacion a la que habian abandonado en sus lugares de origen. Un agudo observador de la realidad argentina, Ezequiel Martinez Estrada, que en 1933 habia descripto con rara profundidad los problemas de la comunidad nacional en su Ra- diografia de la Pampa, Ilam6é la atencién poco después sobre la significacion del desequilibrio entre la Capital y el pais en un estudio pene- trante que tituld La cabeza de Goliat. Pero se necesitarian todavia duras experiencias para que la conciencia publica se hiciera cargo de la magnitud y de las consecuencias del problema. La cambiante composicién de la clase traba- jadora gravito prontamente sobre la organizacion sindical, orientada hasta entonces por grupos, anarquistas 0 socialistas de cierta experiencia politica e integrada por inmigrantes o hijos de inmigrantes. Luego de muchos intentos, se habia constituido en 1930 la Confederacién General de Trabajadores, cuya labor se vio dificultada por las diferencias internas y por la represiOn del tuirse efinitivamente de que solo pudo consti- raciow (db (arcctiog e en 1937. Pero la incorpo- grupos de obreros nativos, ha en Ja zon oe ajenos a las practicas sindicales y a las formas de | la lucha obrera en el sector industrial, produjo desajustes en los ambientes Sindicales. Esas y otras causas provocaron la division y el debilita- miento de la organizacién Obrera en 194]. Todas estas circunstancias revelaban un cam- bio profundo en la estructura del pais, que bien estaba vinculado a la situacién mundial creada por la crisis de 1929, Teconocia como causa inmediata la deliberada accion de los gobiernos conservadores. De ese cardcter fue el de Justo, iniciado el 20 de febrero de 1932 en una ceremonia en la que Uriburu, al entregar las insignias de mando, habia depositado en manos del nuevo mandatario un proyecto de reforma Constitucional que sintetizaba sus viejos suefios corporativistas. Pero Justo lo desdend y procuré orientar su gobierno dentro de las formas cons- titucionales, pese a los vicios electorales de su origen y a la decision de seguir manteniendo el fraude para sostener el frente politico en que se apoyaba. Excluidos de la lucha comicial, los radicales apelaron varias veces a la insurreccion, sin lograr éxito. También conspiraron largamente contra el gobierno los frupos nacionalistas, que contaban con nicleos civiles disciplinados y con algunas simpatias en el ejército; pero el gobierno sofocé todos los conatos revolucionarios y, aunque no vacilé en Perseguir 4 los opositores, supo mante- ner la apariencia de un orden legal montado sobre una correcta administraci6n, si 182 nN Al margen de la actividad insurreccional de ciertos grupos. e} radicalismo s¢ organizO bajo la direccion de Alvear dentro de una linea muy moderada que no tenia otro programa que ja reconquista del poder a través de elecciones libres. Pero la situacion economico-social del pals suscitaba cada dia nuevos y mas dificiles proble- mas. Frente a las soluciones de fondo que proponia el socialismo. comenzaron @ delinearse las que proponia el grupo FORJA, constitur do por jovenes radicales de ideologia progresista y nacionalista a un tiempo. Antibritanico por sobre todo, el grupo FORJA analizo las influen- cias del capital inglés en la formacion y el desarrollo de la economia argentina, recogiendo los sentimientos antiimperialistas que se oculta- ban en el vago pensamiento de Yrigoyen. Pero, a medida que fue desenvolviéndose, se advirtio que se diferenciaban en su seno los que querian mantener los principios democraticos del radica- lismo tradicional y los que empezaban a preferir soluciones antiliberales vinculadas de alguna ma- nera con las ideologias nazifascistas que por entonces alcanzaban su apogeo en algunos paises de Europa. Si aquéllos se mantuvieron fieles al radicalismo, estos Ultimos se manifestaron dis- puestos a secundar cualquier aventura politica de tipo autoritario. El estallido de la guerra civil espanola en 1936 provocé en el pais una polarizacion de las opiniones, y el apoyo a la causa republicana constituy6 una intencionada expansion para 183 al gobier- quienes deseaban expresar su repudio ‘ } creciente no, Acaso ese clima. acentuado por ¢ horror que provocaba el régimen de Hitler en Alemania. robustecio la certidumbre de que era necesario hallar un camino para restaurar la legalidad democratica en el pais. No fue suficiente, sin embargo, para decidir a los sectores conservadores a cambiar sus méto- dos al aproximarse la eleccién presidencial de 1938. Bajo la influencia de Alvear, el radicalis- mo --que estaba sacudido por un oscuro proble- ma de concesiones eléctricas en el que habian intervenido sus concejales— levanto la abstencion electoral en que se habia mantenido desde que sus candidatos fueran vetados en 1931, y el propio Alvear fue elegido candidato a presiden- te. Los sectores conservadores consintieron en apoyar la candidatura de Roberto M. Ortiz, un politico de extraccion radical, pero con la condi- cién de que lo acompafiara en la formula un conservador tan probado como Ramon S. Casti- llo. Cuando llegaron las elecciones, el gobierno hizo el més audaz alarde de impudicia, alterando sin disimulos el resultado de los comicios. Ortiz fue consagrado presidente, pero la democracia sufrié un rudo golpe y el engafio contribuyO 4 acentuar el escepticismo de las masas populares, especialment2 de ias que, agrupadas en los gran- des centros wbanos, comenzeban a adquiriz con- ciencia politica —Una vez evi e) poder, Ortiz manifesto erta tendencia a buscar una salida para ts sarbia 184 situacion politica del pais. La misma magnitud del fraude habfa demostrado la persistencia del sentimiento democratico, demostrado no solo en el apoyo al radicalismo, sino también en la simpatia por la causa de la Republica Espafiola y luego en el repudio a las agresiones nazis que condujeron a la guerra mundial en septiembre de 1939. Desencadenado el conflicto, un sector del ejército se inclind hacia el Eje; pero los sectores liberales apoyaron a Ortiz, que decretd la neu- tralidad. Con ese mismo respaldo, el presidente decidié dar los primeros pasos hacia la normali- zacion institucional del pais. En un acto de innegable energia, decreto la intervencion de la provincia de Buenos Aires, cuyo gobernador, Manuel A. Fresco, era no solo desembozada- mente adicto a las doctrinas fascistas, sino tam- bién el mas vehemente defensor del fraude elec- toral. A partir de entonces las posiciones se polarizaron y los sectores pronazis emprendieron, una enérgica ofensiva que conto con la propa- ganda de los periddicos subvencionados por la embajada alemana. Una circunstancia fortuita les dio el triunfo: afectado por una ceguera incura- ble, Ortiz debid renunciar en junio de 1940 y ocup6 la presidencia Castillo, conservador defini- do y que apenas disimulaba su simpatia por Alemania. El gobiérno de Castillo duré tres afios y desde el primer momento se advirtid que retor- naba a la tradicidn del fraude. Si en ello no innovaba, se atrevio a acentuar aun mas las 185 tendencias reaccionarias de sus predecesores. L erupos pronazis lo rodearon y tineron su admy nistracion con sombrios colores. Y los secto i. militares favorables al Eje trataron de a politica nacional para orientarla en el sentido que ellos preferian. Pero el curso de la guerra mundial obligd g revisar las posiciones. Fuertes movimientos, co. mo el que se denomino Accién Argentina, se organizaron para defender la causa de las poten- cias democraticas. Y en el seno de los grupos allegados al gobierno oomenzaron a dividirse las opiniones entre los que buscaban, para las elec- ciones qué debian realizarse en 1944, un candi- dato que respondiese a los intereses de los Estados Unidos y los que buscaban uno que no precipitara esa definicion. Castillo se inclind hacia los primeros y apo- yo la candidatura de Robustiano Patron Costas, en quien se crefa ver cierta tendencia a unir el destino del pais a los Estados Unidos, acaso por sus intereses industriales que no lo aproximaban a Gran Bretafia, como ocurria con los ganaderos de la provincia de Buenos Aires. Esa preferencia parecid peligrosa a los sectores pronazis del ejército, agrupados en una logia secreta conocida con el nombre de G.O.U. La posibilidad de un vuelco hacia la causa de los aliados podia poner en descubierto su actividad, contraria a la neu- tralidad formalmente mantenida por el gobierno, y el 4 de junio de 1943, ante la mirada estupe- facta de la poblacion de Buenos Aires, que no 186 saceron aba, tal enencia de un Zolpe militar vege ‘a cc las Topas de jas guarniciones Presidente se eae ¥ depusicron sin lucha al publica. C4yO ministro de Ncabezaba la insurrecci6n, Asi termino Ublica conse Suprimida por una . P Na andloga a la gue le habia dado NaCimiento €n el momento en que, en © las armas comenzaba a girar Pero la Tevolucion de hacia | aspiraba a iniciar a democracia, sino que en el pais una era de sentido analogo al de la que en Europa terminaba ante la execracion universa’ CAPITULO XIII LA REPUBLICA DE MASAS (1943-1955) La revolucion del 4 de junio llevé al poder, a los dos dias de su triunfo, al general Pedro P. Ramirez, ministro de guerra del gobierno derro- cado. Los coroneles del G.O.U. se distribuyeron los principales cargos y desde ellos comenzaron a actuar con tal desarmonia que fue dificil es- tablecer el sentido general de su orientacion politica. Lo importante era, en el fondo, salvar la situacion creada por los compromisos de ciertos grupos con los paises del Eje; pero mientras se resolvia este problema, se procurd intentar una politica popular congelando alqui- leres o destituyendo magistrados y funcionarios acusados de inconducta. Para resolver la cuestion de fondo, el ministro de Relaciones Exteriores aventurO una gestidn ante el gobierno de los Estados Unidos que concluy6 en una lamentable 188 humillacion, y finalmente no quedo otra salida que resolver la declaracion de guerra a Alemania y al Jap6n en enero de 1944, | estado de guerra Justifics la represion del movimiento opositor y SitviO para que el gobierno se incautara de los bienes que consider6 “propiedad enemiga”’. Pero mientras los coroneles ultimaban este episodio, uno de ellos, Juan D. Peron, descubria la posibilidad de poner en funcionamiento un plan mas sutil. Aun cuando ocupaba la subsecre- taria de guerra, logro que se le designara presi- dente del Departamento Nacional dei Trabajo, y sobre esa base organizo en seguida la Secretaria de Trabajo y Prevision con jerarquia ministerial. Con la experiencia adquirida en Italia durante la época fascista y con el consejo de algtin asesor formado en el sindicalismo espafiol, Peron co- menz6 a buscar el apoyo de algunos dirigentes obreros y logré, no siempre limpiamente, atraer- se ciertos sectores sindicales. Desde entonces, el gobierno comenz6 a contar con un pequefio respaldo popular que fue creciendo a medida que progresaba el plan del nuevo secretario de Trabajo. Reemplazado Ramirez por el general Edelmi- ro J. Farrell en febrero de 1944, la fisonomia del gobierno comenzo a variar sensiblemente bajo la creciente influencia de Peron, que ocupé, ademas de la Secretaria de Trabajo y Prevision, el Ministerio de Guerra y la vicepresidencia del gobierno provisional. La orientacion guberna- 189 Ge eanio! Pon: Une Pattee procuré aie a ioe opositore’. en a por la via de la represion. y en parte por la creacion de una atmosfera hostil a los partidos tradicionales.a los que, en conjunto, se hacia responsables de la cia que solo habian perversion de la democra promovido los conservadores. Por otra, se trate de poner en funcionamiento un plan de accion para consolidar el poder de los grupos dominan- tes, organizando las fuerzas economicas y socia- les del pais de tal manera que quedaran al servicio de los designios de hegemonia continen- tal que acariciaba el Estado Mayor del Ejército. Estas ideas fueron expuestas por Peron en un discurso pronunciado en la Universidad de La Plata y transformadas en el fundamento de su futuro programa politico. A medida que crecia la influencia de Peron se advertia que buscaba apoyarse simultanea- mente en el ejército y en el movimiento sindical. Esta doble politica lo obligaba a una constante vigilancia. Los sectores obreros acogian con sa- tisfaccién la inusitada politica laboral del gobier- no que los favorecia en los conflictos con los patrones, estimulaba el desarrollo de las organi- zaciones obreras adictas y provocaba el alza de los salarios; pero subsistian en su seno muchas resistencias de quienes conocian la politica labo- ral fascista. En el ejército, por su parte, algunos grupos reconocian la capacidad de conduccién de Peron. y aprobaban su plan de atraer a los obreros con el ofrecimiento de algunas ventajas 190 — Para sujetarlos a los ambiciosos planes del Esta- do Mayor; pero otros no tardaron en descubrir el peligro que entrafiaba la organizacidn de poder que Perén construia rdpidamente en su beneficio, y opinaron que constitufa una amena- za para las instituciones democraticas. Esta fue también la opinion de los partidos tradicionales y de los vastos sectores de clase media que formaron en la “Marcha de la Constitucion y de la Libertad”, nutrida concentracion con la que se quiso demostrar la impopularidad del gobier- no y el repudio a sus planes. La defensa de la democracia formal unia a todos los sectores, desde los conservadores hasta los comunistas. El nombre de los proceres sirvid de bandera, y por sobre todos el de Sarmiento, el civilizador, cuya biografia daba a luz por esos dias Ricardo Rojas llamandole El profeta de la pampa. La presion de los sectores conservadores movid a un grupo militar a exigir, el 9 de octubre de 1945, la renuncia de Peron a todos sus cargos y su procesamiento. En el primer instante, ia ofensiva tuvo éxito, pero las fuerzas opositoras no lograron luego aprovecharlo y dieron tiempo a que se organizaran los sectores ya definidamente peronistas, los que, con decidi- do apoyo militar y policial, se dispusieron a organizar un movimiento popular para lograr el retorno de Peroén. El 17 de octubre nutridas columnas de sus partidarios emprendieron la marcha sobre el centro de Buenos Aires desde las, zonas suburbanas y se concentraron en la 191 plaza de Mayo solicitando la libertad y el regreso de su jefe. Acaso sorprendida por el inesperado apoyo popular que éste habia logra- do, la oposicion ne se atrevid a obrar y el gobierno ofrecid una suerte de transaccion: Pe- ron quedaria en libertad, abandonaria la funcion publica y afrontaria la lucha electoral en elec- ciones libres que controlaria el ejército. Una vez en libertad, Peron aparecio en el balcon de la Casa de Gobierno y consolidd su triunfo aren- gando a la muchedumbre en un verdadero alarde de demagogia. EI espectaculo habia sido inusitado. Las cla- ses medias de Buenos Aires ignoraban que, en los altimos afios y como resultado de las migra- ciones internas, se habia constituido alrededor de la ciudad un conjunto social de caracteres muy diferentes a los del suburbio tradicional. La era del tango y del “compadrito” habia pasado. Ahora poblaban los suburbios los nuevos obreros industriales, que provenian de las provincias del interior y que habian cambiado su miseria rural por los mejores jornales que le ofrecia la nacien- te industria. De 3 430 000 habitantes que tenia en 1936, el Gran Buenos Aires habia pasado a 4724000 en 1947. Pero, sobre estos totales, mientras en 1936 habia solamente un 12% de argentinos inmigrados del interior, este sector de poblacién habia pasado a constituir un 29% en 1947. Los partidos politicos ignoraron esta re- distribucion ecoldgica; pero Peron la percibid, descubrié la peculiaridad psicologica y social de 192 a esos grupos y hallé el lenguaje necesario para comunicarse con ellos. El resultado fue un nue- vo reagrupamiento pol{tico que contrapuso esas nuevas masas a los tradicionales partidos de clase media y de clases populares, Jue aparecieron confundidos en lo que empezo a llamarse la “oligarquia”’. El panorama politico del pais cambio, pues, desde el 17 de octubre. Hasta es¢ momento los partidos tradicionales habian estado convencidos de que el movimiento peronista eta impopular y que la mayoria seguia aglutinandose alrededor del radicalismo; pero desde entonces comen- zaron a convencerse del arraigo que ja nueva politica obrera habia adquirido. La consecuencia fue la formacion de la Union Democratica, frente electoral en el que se unieron conser- vadores, radicales, demOcratas progresistas, socia- listas y comunistas para sostener, frente a la de Peron, la candidatura radical de José P. Tambo-. rini. | La campafia electoral fue agitada. Perén lo- gro atraer a ciertos sectores del radicalismo y del conservadorismo y fue a las elecciones en com- pafifa de un radical, Hortensio J. Quijano. Lo respaldaba desembozadamente el aparato guber- namental y lo apoyaban fuertes sectores del ejército y de la Iglesia, asi como también algu- nos grupos industriales que esperaban una fuerte proteccion del Estado para sus actividades. Pero también lo apoyaba una masa popular muy \ : 193 : . yver fisonom!a, a causa de su nec -yadores. numerosa CUY! / dad, no acertaban a descubrir los obse La formaban. en primer lugar, los nuevos ° res urbanos y; Juego. las generaciones n : pulares de todo el pais, que hab ian crecido en e| mas absoluto escepticismo politico a causa de la permanente falsificacion de la democracia que habia caracterizado @ la republi- adora. Muy poco trabajo costo a dor de una vigorosa elocuencia po- pular, convencer 4 esa masa de que todos los partidos politicos eran igualmente responsables de tal situacion. 1 24 de febrero de 1946, en elecciones e inobjetables, la formula Peron-Quijan - todo el pais con 1 500 000 vo taban el 55% de la totalidad de los electores. bierno, Farrell adopto facilitar la obra de Ilas la intervencion 4 todas las la expulsion de todos los profe- militancia contra de junio de 1946, de los cuadros administrativos Y judiciales sin detenerse siquiera ante la Corte Suprema de Justicia. Gra- mento pudo cias al incondicionalismo del parla revestir todos sus actos de una perfecta aparien- cia _constitucional. Esta caracteristica prevalecio durante todo su gobierno, apoyado, ademas, en una constante apelacion 4 la adhesion directa de las masas que, concentradas en la plaza de Peron, poset una serie Peron, entre © universidades y sores que habian 194 ee Mayo, respondian afirmativamente una vez por afio a la pregunta de si el pueblo estaba confor- me con el gobierno. Entusiastas y clamorosas respondian al llamado del jefe y Oftecian su manso apoyo sin que las tentara la independen- cia. El presidente contaba con una floreciente situacién econdmica. Gracias a la guerra mundial el pais habia vendido durante varios afios a buenos precios su produccién agropecuaria y habia acumulado fuerte reserva de divisas a causa de la imposibilidad de importar productos manufacturados. De 1 300 millones en 1940, las reservas de divisas llegaron a 5 640 millones en 1946, y esta situacidn siguid mejorando hasta 1950 a causa de las buenas cosechas y de la demanda de productos alimenticios por parte de los paises que sufrian las consecuencias de la guerra. La Argentina se hizo pagar a buen precio sus productos, de acuerdo con la tesis poco generosa del presidente del Banco Central, Mi- guel Miranda, que inspiré la politica econdmica del gobierno durante varios afios. Esa circuns- tancia permitiO a Perén desarrollar una econo- mia de abundancia que debia asegurarle la adhe- sién de las clases populares. Fuera de la legitimidad de su titulo constitu- cional, la fuerza del gobierno seguia consistiendo en el apoyo que le prestaban los grupos de poder: el ejército, la Iglesia y las organizaciones obreras. Para mantener ese apoyo, Peron trazo 195 i distintas Iineas politicas y procuré mantener el equilibrio entre los distintos sectores que: lo sostenian. Pero el que mas le preocupaba era e] sector obrero, en el que solo él tenia ascendien- te y con cuya fuerza debia contrarrestar la de Jos otros dos, que sin duda poseian su propia politica. De ahi la significacion de su politica laboral. Tres aspectos distintos tuvo esa politica. En primer lugar, procur6 acentuar los elementos emocionales de la adhesin que le prestaba la clase obrera. Tanto su oratoria como la accién y la palabra de su esposa, Eva Duarte de Peron —a quien se le habia asignado especificamente esa funcién—, estaban destinadas a destacar la acti- tud paternal del presidente con respecto a los que vivian de su salario y a los necesitados. Una propaganda gigantesca y bien organizada Ilevaba a todos los rincones de la Reptblica el testimo- nio de esa preocupacion por el bienestar de los que, desde la campafia electoral, se Ilamaban los “descamisados”, manifestada en desordenadas distribuciones de paquetes con ropas y alimen- tos, o en obsequios personales de utiles de trabajo o medicinas. Y cuando se convocaba una concentracion popular, los discursos del presi- dente y de su esposa adquirian los matices de una verdadera explosién sentimental de amor por los humildes. En segundo lugar, se logro establecer una organizaciOn sindical rigida a través de la Con- 196 al | —- federacion General del Trabajo, que agrupo a varios millones de afiliados de todos los sindica- tos, obligados a incorporarse y a contribuir automaticamente. Estrechamente vigilada por el presidente y por Eva Peron, la.C.G.T. respondia incondicionalmente a los designios del gobierno y transmitia sus consignas hacia los sindicatos y los delegados de fabrica que, a su vez, las hacian llegar a la base. | Finalmente, el gobierno mantuvo una poli- tica de salarios altos, a través de la gestion de contratos colectivos de trabajo que generalmente ~concluian mediante una int rvencion directa del Ministerio de Trabajo y PreVisibn. Esta politica no fue, en modo alguno, perjudicial para los patrones, quienes trasladaban automaticamente esos aumentos de salarios a los precios, con lo que se acentud la tendencia inflacionista de la politica econdmica gubernamental. Leyes jubila- torias, indemnizaciones por despido, vacaciones. pagadas, aguinaldo y otras ventajas directas die- ron la impresién a los asalariados de que vivian dentro de un régimen de proteccién, acentuada por los cambios que se produjeron en las formas de trato entre obreros y patrones. La politica econédmica no fue menos nove- dosa y su rasgo predominante fue el interven- cionismo estatal y la nacionalizacién de los servicios publicos. El gobierno proyecté dos planes quinquenales que, por su improvisacién y _ 197 superficialidad, no pasaron de ser meros instru- mentos de propaganda. Fue creado el Instituto Argentino de Promocion del Intercambio para comercializar las cosechas, pero en poco tiempo se transformO en una monstruosa organizacion burocratica que redujo los margenes de los pro- ductores en las buenas épocas sin garantizar suficientemente su situacién futura; en cambio, sirvid para favorecer los intereses de los grupos econdmicos allegados al gobierno, que se enri- guecieron con el régimen de control de las exportaciones e importaciones. Y al mismo tiem- po permitid el gobierno que determinados secto- res de la industria media y liviana prosperaran considerablemente, gracias a los créditos que otorgaba el Banco Industrial y el abundante consumo estimulado por los altos salarios. En cuanto a las nacionalizaciones, las medidas fue- ron mas drasticas. El 1° de marzo de 1947, de manera espectacular, fue proclamada la recupe- racion de los ferrocarriles, que, sin embargo, habian sido adquiridos a las empresas inglesas en la suma de 2 462 millones de pesos, pese a que la Direccién Nacional de Transportes los habia valuado poco antes en 730 millones. Lo mismo se hizo con los teléfonos, el gas y la navegacion fluvial. Pero la predominante preocupacién po- litica del gobierno impidid una correcta admi- nistracion de los servicios, de modo que dismi- nuyeron los niveles de eficacia yel monto de las ganancias. A partir de 1950 la situacién comenz6 a 198 cambiar. Una prolongada sequia malogro las cosechas’ y Jos precios internacionales comen- zaron a bajar. En la vida interna. se acusaban cada vez mds los efectos de la inflacion, que hacia ilusorios jos aumentos de salarios obteni- dos por los Sindicatos a través de gestiones cada vez mas laboriosas. Las posibilidades ocupacio- nales y la esperanza de altos jornales comen- zaron a ser cada vez mas remotas para el vasto sector de obreros industriales, acrecentado por un nutrido contingente de inmigrantes que, en- tre 1947 y 1954, dejo un saldo de 747 000 personas. Una crisis profunda comenzo a incu- barse, por no haberse invertido en bienes de capital las cuantiosas reservas con que contaba el gobierno al comienzo de su gestion y por no haberse previsto las necesidades crecientes de la industria y de los servicios ptblicos en relacién con la progresiva concentracion urbana; pero. ‘sobre todo porque, pese a la demagogia verbal. nada se habia alterado sustancialmente en la estructura econdmica del pais. Pese a todo, Perén pudo conservar la solidez de la estructura politica en que se apoyaba. La depuracion del ejército le aseguré su control, y la organizaciOn electoral se mantuvo incdélume. Pero, ciertamente, carecian de fuerza los parti- dos politicos que lo apoyaban. Con o sin ‘ellos. Peron mantenia su pequefio margen de ventaja sobre todas las fuerzas opositoras unidas, sobre todo a partir de la aplicacién de la ley de sufragio femenino, sancionada en 1947. La gi- 199 gantesca organizacion de la propaganda oficial contaba con multiples recursos; jos folletos y cartillas, el control de casi todos los periddicos del pais, el uso de la radio, la eficaz oratoria del presidente y de su esposa y los instrumentos de accion directa, como la Fundacion Eva Perén, que manejaba ingentes sumas de dinero de ori- gen desconocido, todo ello mantenia en estado de constante tensi6n a una masa que no advertia que la politica de salarios y mejoras sociales no iba acompafiada por ninguna reforma funda- mental que asegurara la perduracién de las ven- tajas obtenidas. Ni los signos inequivocos de la. inflacion consiguieron despertar la desconfianza frente a la singular “justicia social” que procla- maba el gobierno. En el fondo, la propaganda tenia como finalidad suprema mantener la autoridad perso- nal de Peron, y tal fue también el sentido de la reforma constitucional de 1949, que incorpord al historico texto numerosas declaraciones sobre soberania y derechos de los trabajadores solo para disimular su verdadero objeto, que consistia en autorizar la reeleccion presidencial. Otros recursos contribuyeron a robustecer el régimen personalista: la obsecuencia del parlamento, el temor de los funcionarios y, sobre todo, la inflexible represién policial de las actividades de los adversarios del régimen. Ni los partidos poli- ticos ni las instituciones de cultura pudieron realizar reuniones piblicas. ni fue posible publi- car periddicos o revistas que tuvieran intencién 200 — polftica. A los Opositores les fue impedido hasta salir del pats y a los obreros que resistian a las Organizaciones oficiales se los persiguio brutal mente. Un plan militar de defensa del orden interno —el plan Conintes— proveyo al gobierno del instrumento Jegal necesario para apagar la vida civica. La cultura se resintio de esos males. Los escritores editaban sus libros y los artistas ¢x" ponian sus obras, pero la atmosfera que los rodeaba era cada vez mas densa. Las umiverst dades se vieron agitadas por incesantes mov } mientos estudiantiles que protestaban contra un profesorado elegido con criterio politico y some- tido a la vejacibn de tener que cometer actos indignos, como solicitar la reeleccion del presi- dente u otorgar el doctorado honoris causa a su | esposa. Las instituciones de cultura debieron cerrar sus puertas y solo prosperaron las que agrupaban a los adictos al régimen, que demos- traba marcada predileccion por. un grotesco fol- ' klorismo. Y, entre tanto, el presidente se com- prometia en. lamentables aventuras cientificas que pretendian asegurarle repentinamente al pais la preeminencia en las investigaciones atomicas. Por otra parte, el gobierno habia impuesto en la ensefianza primaria y secundaria la obligacion de comentar su obra; se hizo obligatorio el uso del presunto libro de Eva Peron titulado La razon de mi vida y se establecié la ensefianza religiosa. Dos iniciativas felices se pusieron, sin embargo, 201 e iversidad en practica: las escuelas-fabricas y la Univ - respuesta a esta creciente Saree dictatorial fue una oposicién sorda de ae las altas y de ciertos sectores Politizados udo clases medias y populares. La oposicion - Di. manifestarse generalmente en la Camara a 1 putados, a través del reducido bloque radical, ° en las campafias electorales, en que los partidos politicos denunciaban los excesos del regimen. En 1951 un grupo militar de tendencia nacio- nalista encabezado por el general Menéndez in- tento derrocar al gobierno, pero fracasé y los hilos de la conspiracion pasaron a otras manos, que consiguieron conservarlos a la espera de una Ocasion propicia. El fallecimiento de Eva Peron en 1952 cons- tituyé un duro golpe para el régimen. Reposaba sobre sus hombros la Vigilancia del movimiento obrero y, a gy muerte, el Presidente tuyo que desdoblar atin mas SU personalidad para asegurar su Y mantener su autoridad re la masa Obrera, FE, Sta doble necesidad re. Peron una duplicidad de Planteos, i cuya Telteracion ff ilita ne ; sus Colaboradores Ss Persona es SU conduct, 7 f le comprometian a : Produ we a | esas citcunstancigg se Politica al gy Tiamiento ge SU plataforma CAldlico oe a lado tog Sectoreg abian “ontribuido 4 202 SOstenerjg — hasta entonces- Seguramente preocupaba ya en esos circulos el problema de su sucesion, y Peron reaccioné violentamente contra ellos en- frentando a la Iglesia. Una timida ley de divor- cio, la supresion de la ensefianza religiosa y el alejamiento de ciertos funcionarios reconocida- mente fieles a la influencia eclesidstica revelaron la crisis. f ele El conflicto con la Iglesia, que alcanzo cier- tos matices de violencia y a veces de procacidad, contribuy6 a minar el apoyo militar a Peron, apartando de él a los sectores nacionalistas y catolicos de las fuerzas armadas. Repentinamen- te, la vieja conspiracién militar comenzo a pros- perar y se preparO para un golpe que estalld el 16 de junio de 1955. La Casa de Gobierno fue bombardeada por los aviones de la Armada, pero los cuerpos militares que debian sublevarse no se movieron y el movimiento fracasd. Ese dia grupos regimentados recorrieron las calles de Buenos Aires con aire amenazante, incendiaron iglesias y locales politicos, pero el presidente acusé el golpe porque habia quedado al descu- bierto la falla que se habia producido en el sistema que lo sustentaba. Acaso no era ajena a esa crisis la gestidn de contratos petroleros que el presidente habia iniciado con algunas empre- sas norteamericanas. En los sectores allegados al gobierno comen- z6 un movimiento para reordenar sus filas. Ante la evidente retraccion de las fuerzas armadas, e] movimiento obrero peronista creyO que podia 203 ee sctor de : sncia, Un decidido 5° acentuar su influencia. a Tra- la Confederacion General del dirigentes de : a resi- es comenzo a presionar al disminuido 7 : 7 y ciag populates. ara que armara a las milicias P' dente P: q desem- Pero el planteo obrero amenazaba con f bocar en una verdadera revolucion, Y Peron, cuya auténtica politica habia sido neutralizar a las masas populares, esquivo la aventura a que se Jo queria lanzar- En esas condiciones, la conspiracion militar adquirié nuevo wuelo bajo la direccion del gene- ral Eduardo Lonardi, y estallo en Cordoba el 16 de septiembre. Hubo alli acciones violentas, pero la sublevacion general de Ja marina, que concen- tro sus barcos en el Rio de la Plata y amenazo con bombardear la Capital, enfrio el escaso entusiasmo de los jefes aun adictos a Peron. Pocos dias después el presidente entregO su renuncia y Lonardi se hizo cargo del poder. Subrepticiamente, Peron se refugid en la embajada del Paraguay y poco después se embar- co en una cafionera que lo Ilevé a Asuncion. De la férrea organizacion que lo habia sostenido no quedaron sino vagos vestigios incapaces de resis- tir. De la obra que habia emprendido para asegurar la “justicia social” no subsistid sino el melancolico recuerdo de los anuales aumentos de jornales que ilusionaban a quienes enjugaban a . ae de las retroactividades las deudas See independencia econdmica” no subsistia sino el eee o el recuerdo de los leoninos 204 i contratos petroleros que habia gestionado con los monopolios internacionales. Cuarenta y ocho horas" bastaron para poner al descubierto ja constitutiva debilidad de la obra de diez afios. Solo quedaban unas masas populares resentidas por el fracaso, que se negaban a atribuir al elocuente conductor, y procuraban endosar a la “oligarquia”. Y quedaba una “‘oligarquia” que confiaba en subsistir y en prosperar, gracias a la fortaleza que habia logrado al amparo de quien se proclamaba su enemigo. Pero indudablemente la relacién entre oligarquia y masas populares da en el pais en nuevos terml- uedaba plantea n aoe porque los sectores obreros urbanos habian crecido considerablemente y habian adquirido no solo experiencia politica, sino también el sentimiento de su fuerza como grupo social. 205

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