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1 Los Principios Que Rigen El Derecho Penal - Ignacio Coronado Castillo

El documento presenta y analiza los principios que rigen el Derecho Penal en el Estado de Derecho, fundamentando su relevancia e importancia. Explica que el Derecho Penal debe limitarse a tutelar bienes y derechos fundamentales mediante un conjunto de principios que eviten arbitrariedades. Describe los principios de legalidad, reserva de ley y aquellos derivados e independientes de estos, analizándolos desde perspectivas doctrinarias y jurisprudenciales.

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1 Los Principios Que Rigen El Derecho Penal - Ignacio Coronado Castillo

El documento presenta y analiza los principios que rigen el Derecho Penal en el Estado de Derecho, fundamentando su relevancia e importancia. Explica que el Derecho Penal debe limitarse a tutelar bienes y derechos fundamentales mediante un conjunto de principios que eviten arbitrariedades. Describe los principios de legalidad, reserva de ley y aquellos derivados e independientes de estos, analizándolos desde perspectivas doctrinarias y jurisprudenciales.

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LOS PRINCIPIOS QUE RIGEN EL DERECHO PENAL

EN EL ESTADO DE DERECHO

Ignacio Coronado Castillo1

“Son Estados de Derecho aquellos ordenamientos en que todos los poderes están
vinculados al respeto de principios sustanciales, establecidos por las normas
constitucionales, como la división de poderes y los derechos fundamentales”.2
“Sólo un derecho penal reconducido únicamente a las funciones de tutela de bienes y
derechos fundamentales puede, en efecto, conjugar garantismo, eficiencia y certeza
jurídica”.3
(Luigi Ferrajoli).

SUMARIO
I. Introducción. II. Estado de Derecho y Derecho Penal. III. El principio de legalidad
y el principio de reserva de ley. IV. Principios derivados del principio de legalidad.
4.1. La prohibición de retroactividad. 4.2. La prohibición de analogía. 4.3. La
prohibición del derecho consuetudinario. 4.4. La prohibición de indeterminación de
la ley penal o principio de taxatividad. V. Principios no derivados del principio de
legalidad. 5.1. El principio de protección de bienes jurídicos. 5.2. El principio de
intervención mínima. 5.3. El principio de proporcionalidad. 5.4. El principio de
humanidad de las penas. 5.5. El principio de culpabilidad. VI. Conclusiones. VII.
Bibliografía.

RESEÑA
El Derecho Penal, como mecanismo de control social estatal, debe regirse
necesariamente por un conjunto de principios sustanciales que limiten el ejercicio
del Ius Puniendi a efectos de evitar arbitrariedades y actuaciones
desproporcionadas; en atención a ello, el autor presenta y analiza dichos principios,
fundamentando su relevancia en el Estado de Derecho y su desarrollo a nivel
doctrinario y jurisprudencial.

I. INTRODUCCIÓN

Según la evolución histórica que tuvo el Estado de Derecho, éste se entendió en un


inicio como una nueva forma de orden jurídico que surgió en oposición al Estado
absolutista y autoritario, que concentraba y monopolizaba el poder; si bien resulta
1
Abogado por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, con estudios de maestría en Derecho
Constitucional y Derechos Humanos por la misma casa de estudios, y en Ciencias Penales por la
Universidad San Martín de Porres. Secretario de Confianza en la Sala Penal Transitoria de la Corte
Suprema de Justicia de la República.
2
FERRAJOLI, Luigi. Estado de Derecho: entre pasado y futuro (seguido de diez tesis)”. En: Cambio
de paradigma en la filosofía política, Cuaderno del Seminario Público, Fundación Juan March.,
Madrid, 2001, p. 65.
3
FERRAJOLI, Luigi. Derecho y razón. Teoría del garantismo penal. Editorial Trotta, Madrid, 1995, p.
10.

1
inobjetable que en este nuevo orden de cosas prevalecía el gobierno de las leyes
sobre el arbitrio de algunos cuantos, y se reconocían las libertades de los
ciudadanos y la igualdad de éstos ante la ley, así como la existencia de una
efectiva división de poderes, debemos señalar, que la relevancia de la instauración
del Estado de Derecho no viene dada sólo por la supremacía de la Ley (es decir, la
vigencia del principio de legalidad), pues detrás de un orden formal pueden existir
leyes injustas y arbitrarias que vulneren derechos fundamentales y justifiquen
crímenes atroces, como ocurrió en efecto con el gobierno nazi (pudiendo calificarse
más propiamente éste como un Estado con derecho), sino que se hace necesario
además el reconocimiento expreso de otros principios, derechos y garantías que
limiten el poder estatal, los cuales deben estar contenidos en la Constitución –
debido a su condición de norma guía del ordenamiento legal y a su rigidez que
impide su modificación o sustitución mediante mecanismos propios de la legislación
ordinaria-, asimismo, debe existir un sistema de justicia constitucional que asegure
la vigencia efectiva de dichos principios, eliminando toda posibilidad de actuación
estatal que pueda devenir en arbitraria y desproporcionada.

En el presente trabajo desarrollaremos los principios que rigen el Derecho Penal en


el Estado de Derecho, para lo cual estableceremos en primer lugar la vinculación
entre ellos, seguidamente pasaremos a desarrollar tanto doctrinaria como
jurisprudencialmente cada uno de los principios, a los cuales hemos separado en
tres grupos: En el primero abordamos el principio de legalidad y el principio de
reserva de ley, pilares fundamentales del Estado de Derecho, poniendo énfasis en
la importancia trascendental del principio separación de poderes; en el segundo
grupo analizaremos las prohibiciones que se derivan del principio de legalidad, en
estricto, de sus exigencias denominadas requisitos de la lex praevia, lex scripta, lex
stricta y lex certa; finalmente, en el tercer grupo estudiaremos los principios que no
se derivan del principio de legalidad que tienen especial importancia como límites al
poder punitivo estatal.

II. ESTADO DE DERECHO Y DERECHO PENAL

Señala Ferrajoli, que no entiende la expresión “Estado de derecho” simplemente en


el sentido de “Estado Legal” o “regulado por leyes” sino en un sentido más
significativo, como un modelo de organización política caracterizado,
esquemáticamente, por tres principios que conviene recordar: a) el principio de
legalidad de toda actividad del Estado, es decir, su subordinación a leyes generales
y abstractas emanadas de órganos político – representativos vinculadas a su vez,
al respeto de ciertas garantías fundamentales de libertad y de inmunidad
personales; b) de publicidad de los actos tanto legislativos como administrativos y
judiciales, que impone el ejercicio de todos los poderes, sedes, formas y
procedimientos visibles, además de reconstituidos por leyes y, por último, c) de
control de todas la actividades estatales bajo la doble forma de control jurisdiccional

2
de legitimidad, ejercido por jueces independientes y de control político, ejercido por
el Parlamento sobre los aparatos ejecutivo y administrativos 4.

En ese sentido, Ferrajoli también precisa que “garantismo” designa un modelo


normativo de derecho, y en lo que respecta al derecho penal, el modelo de estricta
legalidad propio del Estado de Derecho, en el plano epistemológico se caracteriza
como un sistema cognoscitivo o de poder mínimo, en el plano político como una
técnica de tutela capaz de minimizar la violencia y de maximizar la libertad, y en el
plano jurídico como un sistema de vínculos impuestos a la potestad punitiva del
Estado en garantía de los derechos del ciudadano; en consecuencia, señala, es
“garantista” todo sistema penal que se ajusta normativamente a tal modelo y lo
satisface de manera efectiva5.

Asimismo, el citado autor afirma que Derecho Penal y Estado de Derecho,


entendidos como modelos normativos, son dos términos inescindibles 6, esto se
traduce principalmente en el modelo garantista7 que debe caracterizar al derecho
penal como sistema de límites legales a la violencia y que justifican el poder
punitivo del Estado a través del derecho penal en dos aspectos: a) La prevención
de delitos por constituir éstos ofensas a derechos, bienes e intereses
fundamentales; y b) La prevención de penas informales, excesivas o arbitrarias, por
constituir castigos injustos. Dicho sistema de límites está compuesto por una serie
de principios reconocidos a nivel tanto legal como constitucional que inciden de
manera directa en el Ius Puniendi estatal, a fin de que el ejercicio de éste no
convierta en una víctima al imputado.

III. EL PRINCIPIO DE LEGALIDAD Y EL PRINCIPIO DE RESERVA DE LEY

Podemos mencionar de manera general que en el Estado de Derecho el principio


de legalidad determina la sujeción del Estado y los particulares a las leyes, ahora
bien, en lo que atañe a su relevancia en el Derecho Penal, podemos citar a Castillo
Alva, para quien el principio de legalidad representa la garantía penal más
importante en el desarrollo del Derecho penal contemporáneo, al permitir que todo
ciudadano conozca con la debida anticipación y precisión qué conductas están
prohibidas y se encuentran amenazadas con la imposición de una sanción y qué

4
FERRAJOLI, Luigi. El garantismo y la filosofía del Derecho. Universidad Externado de Colombia.
Serie de Teoría Jurídica y Filosofía del Derecho, Bogotá, 2000, p. 65.
5
FERRAJOLI, Luigi. Derecho y razón. Teoría del garantismo penal. Editorial Trotta, Madrid, 1995, p.
851.
6
FERRAJOLI, Luigi. Derecho Penal y Estado de Derecho. En: Gaceta Penal y Procesal Penal.
Tomo 20. Febrero 2011. p. 35.
7
A decir de la profesora Marina Gascón Abellán, un derecho garantista establece instrumentos para
la defensa de los derechos de los individuos frente a su eventual agresión por parte de otros
individuos y, sobre todo, por parte del poder estatal. GASCÓN ABELLÁN, Marina, La teoría general
del garantismo: Rasgos principales, En: Garantismo. Estudios sobre el pensamiento jurídico de Luigi
Ferrajoli. Edición de Miguel CARBONELL y Pedro SALAZAR. Editorial Trotta. Instituto de
Investigaciones Jurídicas UNAM. Madrid, 2005, p. 21.

3
comportamientos son ilícitos8, con ello resulta claro que este principio tiene su base
en la superación del Estado absoluto, pues la fuente de poder como control de la
conducta humana ya no se encuentra en la voluntad de los monarcas sino en la
Ley, lo cual asegura un trato igualitario de todos los ciudadanos (Monopolio de la
Ley o Primacía de la Ley).

El principio de legalidad no sólo se encuentra consagrado en nuestra Constitución


Política, también ha sido reconocido y desarrollado ampliamente por la
jurisprudencia del Tribunal Constitucional; ello resulta de vital importancia pues,
este principio constituye además un derecho fundamental y una garantía que limita
la actuación estatal; en ese sentido, nuestro Tribunal Constitucional ha señalado
que “El principio de legalidad penal está previsto en el artículo 2º, inciso 24, ordinal
d de la Constitución, según el cual ‘(...) nadie será procesado ni condenado por acto
u omisión que al tiempo de cometerse no esté previamente calificado en la ley, de
manera expresa e inequívoca, como infracción punible, ni sancionado con pena no
prevista en la ley9”, precisando que “el principio de legalidad penal se configura
como un principio constitucional, pero también como un derecho fundamental de las
personas. Como principio constitucional, informa y limita los márgenes de actuación
de los que dispone el Poder Legislativo al momento de determinar cuáles son las
conductas prohibidas, así como sus respectivas sanciones. En tanto que, en su
dimensión de derecho fundamental, garantiza a toda persona sometida a un
proceso o procedimiento sancionatorio que lo prohibido se encuentre previsto en
una norma previa, estricta y escrita, y también que la sanción se encuentre
contemplada previamente en una norma jurídica” 10.

La relevancia que ostenta el principio de legalidad en el ámbito del derecho penal,


reside pues entonces, como señala Giovanni Fundaca, en que la predeterminación
legislativa de los hechos punibles constituye una potente guarnición de la libertad
de los ciudadanos respecto a los posibles abusos, por un lado, del Poder Ejecutivo,
y por otro lado, del Poder Judicial11.

El principio de legalidad implica además el respeto al principio de reserva de la


ley penal, según el cual sólo la ley puede crear, modificar o derogar tanto delitos
como penas, queda claro pues, que una vez dejado atrás el absolutismo,
únicamente era competente para tipificar los delitos y las penas el legislador
soberano12. Esta circunstancia se encuentra ligada estrechamente con uno de los
principios básicos del Estado de Derecho, el de separación de poderes, pues la
facultad de expedir normas penales –y también de contenido procesal- le
corresponde en exclusividad al Parlamento, que como sabemos, representa la
voluntad de los ciudadanos, justificándose este principio en la medida que las leyes
8
CASTILLO ALVA, José Luis, Principios de Derecho Penal. Parte General. Primera Reimpresión.
Editorial Gaceta Jurídica. Lima, 2004, p. 21.
9
Sentencia del Tribunal Constitucional, Exp. 5815-2005-PHC/TC, fundamento jurídico N° 1.
10
Sentencia del Tribunal Constitucional, Exp. 5815-2005-PHC/TC, fundamento jurídico N° 2.
11
FUNDACA Giovanni. El Derecho Penal entre la Ley y el Juez. Estudios de Derecho Penal. Ara
Editores, Lima, 2010, p.32.
12
PRIETO SANCHÍS, Luis, La filosofía penal de la Ilustración, Palestra Editores, Lima, 2007, p. 58.

4
penales constituyen las intromisiones más graves a los derechos y bienes de los
ciudadanos, no obstante, el propio Parlamento puede delegar las facultades
legislativas de manera expresa de conformidad con el procedimiento establecido en
la Constitución, sin que esto implique una injerencia en la labor parlamentaria
siempre y cuando se respete con rigurosidad el ámbito delegado.

IV. PRINCIPIOS DERIVADOS DEL PRINCIPIO DE LEGALIDAD

Tal como señala la doctrina, el principio de legalidad debe cumplir con los requisitos
de la lex praevia, lex scripta, lex stricta y lex certa, así también lo ha reconocido el
Tribunal Constitucional, al señalar que “el principio de legalidad exige que por ley se
establezcan los delitos y que las conductas prohibidas deben estar claramente
delimitadas previamente por la ley. Como tal, garantiza la prohibición de la
aplicación retroactiva de la ley penal (lex praevia), la prohibición de la aplicación de
otro derecho que no sea el escrito (lex scripta), la prohibición de la analogía (lex
stricta) y de cláusulas legales indeterminadas (lex certa)” 13. En ese sentido, han
sido desarrollados –también tanto doctrinaria como jurisprudencialmente-, principios
derivados del Principio de Legalidad, entre los cuales tenemos:

4.1. La prohibición de retroactividad

Según este principio, una ley sólo rige para hechos futuros y es aplicable desde el
momento de su publicación hacia adelante, en ese sentido, no resulta posible
incriminar una conducta que al momento de cometerse no haya estado prevista
como delito por la ley penal, y de darse ésta en el futuro en ninguna forma podrá
perjudicar a las personas que hayan cometido el hecho con anterioridad a su
vigencia. Al desarrollar el Principio de Legalidad, el Tribunal Constitucional Peruano
ha hecho mención expresa a su importancia en el Estado Derecho, señalando que
“no son de aplicación retroactiva las disposiciones que tienen carácter sancionador,
como por ejemplo, las que tipifican infracciones, establecen sanciones o
presupuestos para su imposición, o las restrictivas o limitativas de derechos. La
aplicación de la norma vigente al momento de la comisión del hecho delictivo
constituye, en efecto, una consecuencia del principio de legalidad penal, en su
variante de lex praevia. La exigencia de ley previa constituye una garantía
emergente de la propia cláusula del Estado de Derecho (art. 43° de la
Constitución), que permite al ciudadano conocer el contenido de la prohibición y las
consecuencias jurídicas de sus actos”14.

Esta prohibición es de corte eminentemente garantista, debiendo señalarse que sí


resulta legítima la retroactividad de las normas penales favorables, es decir, de las

13
Sentencia del Tribunal Constitucional, Exp. 5815-2005-PHC/TC, fundamento jurídico N° 2; y, Exp.
0010-2002-AI/TC, fundamento jurídico N° 45.
14
Sentencia del Tribunal Constitucional, Exp. 1593-2003-HC/TC, fundamento jurídico N° 8.

5
leyes que despenalizan una conducta o que reducen la penalidad de la misma 15,
esto por cuanto, como ya hemos referido, la razón de ser de los principios y
garantías en el Estado de Derecho viene a ser la limitación del Ius Puniendi, y por
tanto, sólo se justifica la utilización de estos mecanismos cuando puedan afectar al
imputado.

4.2. La prohibición de analogía

Este principio elimina la posibilidad que puedan crearse delitos y penas más allá del
sentido literal de la norma. Al abordar este principio el Tribunal Constitucional ha
señalado lo siguiente: “Conforme a la exigencia de ley stricta, el principio de
legalidad penal prohíbe el uso de la analogía. Así lo establece el artículo 139° inciso
3 de la Constitución, según el cual, “El principio de inaplicabilidad por analogía de la
ley penal y de las normas que restrinjan derechos” 16. Debe distinguirse, sin
embargo, como lo menciona el profesor Urquizo Olaechea, entre la analogía que
perjudica al reo (analogía in malam partem) y una analogía que beneficia al
imputado (analogía in bonam partem), de las cuales sólo la primera estaría
proscrita –entendiendo que ésta amplía el alcance de las leyes que crean o
agravan penas, perjudicando con ello la libertad del reo-, mientras que la segunda
sería lícita y por tanto permitida, al posibilitar la desincriminacion de hechos y la
atenuación de penas17. Resulta importante señalar también, que a decir del citado
autor, la prohibición de analogía no es sólo una garantía jurídica, sino también una
garantía política, dado que protege al ciudadano de la arbitrariedad estatal,
manifiesta en el poder excesivo de los jueces18.

4.3. La prohibición del derecho consuetudinario

Ninguna costumbre o uso social puede legitimar la creación de delitos o la mayor


severidad de las penas, así, señala Mir Puig que con la exigencia de una lex scripta
queda excluida la costumbre como posible fuente de delitos y penas 19. En el mismo
sentido, Castillo Alva señala que una costumbre no puede crear ni agravar delitos ni
penas, por tanto, no se acepta la costumbre que incrimina ni la costumbre punitiva,
de otro modo se resquebrajaría el imperio de la ley y los alcances indiscutidos del
principio de legalidad20.

15
SERRANO-PIEDECASAS FERNÁNDEZ, José Ramón. Conocimiento científico y fundamentos del
Derecho Penal. Ediciones Jurídica Gustavo Ibáñez. Bógota, 2005, p. 147.
16
Sentencia del Tribunal Constitucional, Exp. 0012-2006-AI/TC, fundamento jurídico N° 24.
17
URQUIZO OLAECHEA, José. La prohibición de analogía in malam partem en el derecho penal.
En: Revista Peruana de Ciencias Penales. Editorial IDEMSA, 2001, Año V, N° 9, p. 630.
18
URQUIZO OLAECHEA, José. Ob. Cit., p. 634.
19
MIR PUIG, Santiago. Derecho Penal Parte General. Octava Edición. Editorial Reppertor.
Barcelona, 2008, p. 107.
20
CASTILLO ALVA, José Luis. Ob. Cit., p. 197.

6
4.4. La prohibición de indeterminación de la ley penal o principio de
taxatividad

Conforme a este principio, las conductas ilícitas deben estar descritas con claridad
y precisión en la ley penal, evitando un lenguaje ambiguo u oscuro que dificulte su
comprensión, su importancia ha merecido también un pronunciamiento por parte
del Tribunal Constitucional, el cual ha señalado que “El principio de legalidad exige
no sólo que por ley se establezcan los delitos, sino también que las conductas
prohibidas estén claramente delimitadas en la ley. Esto es lo que se conoce como
el mandato de determinación, que prohíbe la promulgación de leyes penales
indeterminadas, y constituye una exigencia expresa en nuestro texto constitucional
al requerir el literal “d” del inciso 24) del artículo 2° de la Constitución que la
tipificación previa de la ilicitud penal sea “expresa e inequívoca” (Lex certa)” 21.

A decir de Mir Puig, existe un “mandato de determinación” que exige que la ley
determine de forma suficientemente diferenciada las distintas conductas punibles y
las penas que pueden acarrear, constituyendo éste un aspecto material del
principio de legalidad que trata de evitar la burla del significado de seguridad y
garantía de dicho principio, burla que tendría lugar si la ley penal previa se limitase
a utilizar cláusulas generales absolutamente indeterminadas 22. Se concluye pues,
de lo hasta aquí señalado, que la exigencia de determinación de la ley penal implica
la necesidad de la tipicidad del hecho que evite arbitrariedades por parte de los
fueros judiciales.

V. PRINCIPIOS NO DERIVADOS DEL PRINCIPIO DE LEGALIDAD

Como ya señalamos, no todo se agota en el principio de legalidad; así, afirma


Serrano Piedecasas, que para determinar el fundamento del Derecho a castigar y
sus límites es imprescindible recurrir al llamado programa penal de la Constitución,
esto es, el marco normativo constitucional que debe contribuir al desenvolvimiento
de la sociedad. Este programa contiene un conjunto de principios político criminales
que contribuyen a la interpretación y aplicación de la ley penal 23, constituyendo
estos principios, exigencias que destacan el profundo carácter material y garantista
del principio de legalidad, siendo las siguientes:

5.1. El principio de protección de bienes jurídicos

El Estado de Derecho no es sinónimo de Estado de Leyes, pues, desde una


perspectiva material el respeto al principio de legalidad ha de ser abordado siempre
teniendo como presupuesto la protección de bienes jurídicos, y por ello, el
Parlamento debe realizar su labor de determinación tanto de las conductas
21
Sentencia del Tribunal Constitucional, Exp. 0010-2002-AI/TC, fundamento jurídico N° 45.
22
MIR PUIG, Santiago. Ob. Cit., p. 107.
23
SERRANO-PIEDECASAS FERNÁNDEZ, José Ramón. Ob. Cit., p. 136.

7
criminales como de las sanciones que les sean aplicables, en función a los
intereses penalmente tutelables; en ese sentido, el profesor español de la
Universidad de Zaragoza, Gracia Martín, señala que el Principio de protección de
bienes jurídicos representa un principio limitativo del Ius Puniendi, según el cual
sólo debe ser posible el recurso a la pena de un modo fragmentario y sólo en la
medida en que la misma sea necesaria para la protección de bienes jurídicos 24.

5.2. El principio de intervención mínima

Este principio busca dirigir y orientar la actuación del sistema penal en todos sus
ámbitos, reduciendo su actuación a aquello que sea absolutamente necesario en
términos de utilidad social25; así, el Derecho Penal aparece como uno de los
elementos de que dispone el Estado para garantizar la continuidad y desarrollo del
sistema social, pero debe ser aplicado sólo como última ratio. De manera
complementaria con lo desarrollado en el principio anterior, debe señalarse que, en
virtud del carácter fragmentario del Derecho Penal se considera que éste no debe
pretender la tutela de todos los bienes jurídicos, sino sólo de aquellos
indispensables para la vida comunitaria y que además sean susceptibles de
protección eficaz acudiendo al Derecho Penal 26.

5.3. El principio de proporcionalidad

El principio de proporcionalidad puede deducirse del principio general de


interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos, lo que significa la
prohibición del exceso o el mandato del actuar razonable y proporcionado 27,
concretamente en el derecho penal implica un equilibrio ideal o valorativo entre el
delito y la pena, o dicho de otro modo, entre ilícito y sanción. Mir Puig señala que
no sólo es preciso que pueda culparse al autor de aquello que motiva la pena, sino
también que la gravedad de esta resulta proporcionada a la del hecho cometido,
criterio que sirve de base a la graduación de las penalidades 28. La importancia de
este principio en el Estado de Derecho resulta saltante, pues, como ya se ha
explicado, el Estado posee el monopolio exclusivo para ejercer el Ius Puniendi,
creando y aplicando leyes penales, y por lo tanto, dicho ejercicio debe ser limitado a
fin de evitar excesos y actuaciones desproporcionadas; en el mismo sentido señala
De La Mata, que en un derecho eminentemente sancionador como es el Derecho
Penal -y aún cuando no sea ésa su finalidad ni su función- al menos desde la

24
GRACIA MARTÍN, Luis. Fundamentos de dogmática penal. Una introducción a la concepción
finalista de la responsabilidad penal. Editorial IDEMSA, Lima, 2005, p.223.
25
WOLTER, Jurgen. Derechos Humanos y protección de bienes jurídicos en un Sistema Europeo de
Derecho penal, Citado por: Castillo Alva, José Luis, Principios de Derecho Penal. Parte General,
Editorial Gaceta Jurídica, 1ª Reimpresión, Lima, 2004, p. 211.
26
SERRANO-PIEDECASAS FERNÁNDEZ, José Ramón. Ob. Cit., p. 158.
27
BERDUGO/ARROYO/GARCÍA RIVAS/FERRE OLIVE/SERRANO - PIEDECASAS. Lecciones de
Derecho Penal. Parte General. Editorial Praxis, Barcelona, 1996, p. 47.
28
MIR PUIG, Santiago. Ob. Cit., p. 127.

8
perspectiva de su aplicación, y además, de especial intensidad en cuanto a dicha
restricción, las garantías del Estado de Derecho han desempeñado la función de
condicionar, minimizar y controlar las intromisiones públicas en lo privado, así como
su intensidad, en base a determinados presupuestos; entre ellos, el de la exigencia
de proporción en la intervención29.

Debe precisarse, en función a ello, que el principio de proporcionalidad tiene una


doble proyección, primero en la determinación legislativa de las consecuencias
jurídicas y luego en su aplicación judicial en los casos penales concretos. En la
primera fase, a nuestro entender, la pena abstracta debe guardar proporción con el
bien jurídico lesionado o puesto en peligro según la figura delictiva de que se trate,
de esta forma las penas más graves deben reservarse para los delitos que ataquen
los bienes jurídicos más fundamentales mientras que en el segundo ámbito,
corresponde al órgano judicial penal determinar la pena concreta en cada caso de
manera proporcional con la gravedad del hecho cometido y las circunstancias
especiales propias de cada hecho sometido a procesamiento penal.

5.4. El principio de humanidad de las penas

Este principio se relaciona directamente con la dignidad de la persona, y nos lleva a


la necesaria desaparición de ciertas penas inhumanas o degradantes, y al mismo
tiempo a que la ejecución de las penas que se aplican, esencialmente las privativas
de libertad, se rija por pautas estrictas en cuanto al respecto de las garantías y
derechos fundamentales del hombre, en otras palabras, en condiciones dignas 30.
De ello resulta claro que no cumplen este principio las torturas, los tratos
degradantes a los sentenciados, las penas corporales, las mutilaciones, la
esterilización y la castración, y mucho menos, la pena de muerte cuya abolición es
exigida actualmente en los países en los que aún se aplica; al respecto, señala el
profesor Bustos Ramírez, que resultan absolutamente contrarias a la justicia y al
principio de respeto a la dignidad de la persona, tanto la pena capital como la penas
que suponen un trato inhumano o degradante 31.

5.5. El principio de culpabilidad

Constituye también un límite al Ius Puniendi pues busca esencialmente excluir la


responsabilidad penal por el resultado y salvaguardar la seguridad jurídica 32, lo cual
puede verse plasmado a su vez en los siguientes principios: i) principio de
personalidad de las penas, según el cual la responsabilidad penal se circunscribe a
los autores del hecho delictivo y a los que participan en él como inductores,
29
DE LA MATTA BARRANCO, Norberto J. El principio de proporcionalidad penal. Editorial Tirant lo
Blanch, Valencia, 2007, p.57.
30
SERRANO-PIEDECASAS FERNÁNDEZ, José Ramón. Ob. Cit., p. 168.
31
BUSTOS RAMÍREZ, Juan. Manual de Derecho Penal. Parte General. Tercera edición. Editorial
Ariel, Barcelona, 1989, p. 56.
32
SERRANO-PIEDECASAS FERNÁNDEZ, José Ramón. Ob. Cit., p. 164.

9
coautores, cómplices y encubridores; ii) principio de exigencia de dolo o culpa, el
cual reclama el rechazo de la responsabilidad objetiva y la exigencia de que el
delito se cometa o dolosamente o , al menos, por imprudencia, es decir, o de
propósito o por una falta de cuidado inexcusable, lo cual excluye la responsabilidad
por resultados vinculados causalmente a la conducta del sujeto pero que no eran
previsibles ni evitables; y, iii) principio de atribuibilidad o de culpabilidad en sentido
estricto, por el cual el hecho doloso o imprudente ha de poder ser atribuido
normalmente al autor a partícipe del delito 33.

VI. CONCLUSIONES

A través del estudio de la doctrina, así como de la revisión de nuestro texto


constitucional, hemos constatado la existencia de un sistema de principios,
garantías y derechos que a su vez ha sido desarrollado ampliamente por la
jurisprudencia de nuestro Tribunal Constitucional. Ello nos permite entender a
cabalidad la necesidad imperiosa de contar con instrumentos para la defensa de los
derechos de los individuos frente a una eventual agresión por parte de otros
individuos y, sobre todo, por parte del poder estatal, debiendo actuar estos
instrumentos tanto al momento del establecimiento de las conductas dañosas como
a la hora de determinar la responsabilidad penal de un imputado en un caso
concreto; en ese sentido, se advierte la importancia indiscutible que tiene el
principio de legalidad penal en nuestro sistema punitivo (no en exclusividad por
cierto, ya que se extiende sobre todo el ordenamiento jurídico), constituyendo un
importante filtro al abuso de poder, pues evita toda posibilidad de que los
ciudadanos sufran persecuciones injustificadas, al exigir de manera anticipada la
precisión expresa de las conductas prohibidas y su sanción; asimismo, este
principio se ve complementado con otros que guían y propugnan la intervención
mínima y proporcional del Derecho Penal, a fin de que la persecución y sanción de
los delincuentes se lleve a cabo con respeto a sus derechos fundamentales sin
perder de vista la finalidad del derecho penal.

VI. BIBLIOGRAFÍA

BUSTOS RAMÍREZ, Juan. Manual de Derecho Penal. Parte General. Tercera


edición. Editorial Ariel, Barcelona, 1989.

BERDUGO/ARROYO/GARCÍA RIVAS/FERRE OLIVE/SERRANO - PIEDECASAS.


Lecciones de Derecho Penal. Parte General. Editorial Praxis, Barcelona, 1996.

CASTILLO ALVA, José Luis. Principios de Derecho Penal. Parte General. Primera
Reimpresión. Editorial Gaceta Jurídica. Lima, 2004.

33
MIR PUIG, Santiago. Ob. Cit., p. 123.

10
DE LA MATTA BARRANCO, Norberto J. El principio de proporcionalidad penal.
Editorial Tirant lo Blanch, Valencia, 2007.

FERRAJOLI, Luigi. Derecho y razón. Teoría del garantismo penal. Editorial Trotta,
Madrid, 1995.

FERRAJOLI, Luigi. El garantismo y la filosofía del Derecho. Universidad Externado


de Colombia. Serie de Teoría Jurídica y Filosofía del Derecho, Bogotá, 2000.

FERRAJOLI, Luigi. Derecho Penal y Estado de Derecho. En: Gaceta Penal y


Procesal Penal. Tomo 20. Febrero 2011.

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