0% encontró este documento útil (0 votos)
133 vistas55 páginas

Vigilia Epifania

Este documento contiene la liturgia completa para la celebración de Completas Mayores Festiva para la Fiesta de la Teofanía de Nuestro Señor Jesucristo en la Iglesia Ortodoxa Rusa. Incluye oraciones, salmos, himnos e instrucciones para el sacerdote y el lector durante el servicio nocturno.

Cargado por

Richard Semeniuk
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
133 vistas55 páginas

Vigilia Epifania

Este documento contiene la liturgia completa para la celebración de Completas Mayores Festiva para la Fiesta de la Teofanía de Nuestro Señor Jesucristo en la Iglesia Ortodoxa Rusa. Incluye oraciones, salmos, himnos e instrucciones para el sacerdote y el lector durante el servicio nocturno.

Cargado por

Richard Semeniuk
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 55

OFICIO DE VIGILIA

Para la Fiesta de la Teofanía de


Nuestro Señor Jesucristo
(COMPLETAS – MAITINES –
PRIMERA HORA)

Diócesis de Sudamérica
Iglesia Ortodoxa Rusa en el Extranjero
(ROCOR)
Diakonía Ortodoxa de San Germán de Alaska

1
Completas Mayores Festiva
Corresponde que se celebre en la mañana la Liturgia de Vísperas, y que la Vigilia de Epifanía
empiece con Completas y la Bendición de los Panes de Vísperas, al atardecer.

Sacerdote: Bendito sea nuestro Dios en todo tiempo, ahora y siempre y por los
siglos de los siglos.

Lector: Amén. Oh, Rey Celestial, Consolador, Espíritu de la Verdad, que estás en
todas partes y llenas todas las cosas, Tesoro de todo lo bueno, y Dispensador en la
Vida, ven y mora en nosotros, purifícanos de toda mancha y salva nuestras almas,
Oh Bondadoso.
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros. [Tres
veces].
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.
¡Oh, Santísima Trinidad, ten piedad de nosotros! Señor, perdona nuestros
pecados. Soberano, absuelve nuestras transgresiones. Oh Santísimo, mira y sana
nuestras dolencias, por Tu nombre.
Señor, ten piedad. [Tres veces].
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.
Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea Tu nombre, venga Tu
reino, hágase Tu voluntad así en la tierra como en el cielo. El pan substancial
nuestro, dánosle hoy y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros
perdonamos a nuestros deudores, y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos
del maligno.

Sacerdote: Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria, Padre, Hijo y Espíritu


Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.
Lector: Amén.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de
los siglos. Amén.

Aquí el Sacerdote comienza la incensación completadel templo, revestido con Felonio. Tras la
incensación, se quita el Felonio y cierra las Puertas Santas.

Venid, adoremos al Rey nuestro Dios.


Venid, adoremos y prosternémonos ante Cristo Rey, nuestro Dios.
Venid, adoremos y prosternémonos ante Cristo mismo, Rey y Dios nuestro.

2
Salmo 4
Al invocar me escuchó el Dios de mi justicia, en la tribulación Te dilataste
para mí. Compadécete de mí y escucha mi oración. Hijos de hombres, ¿hasta
cuándo tendrán pesado el corazón? ¿Por qué aman vanidad y buscan mentira?
Sepan que el Señor hizo maravilloso a Su Santo, el Señor me escuchará cuando Le
clame. Enójense pero no pequen, de lo que digan en sus corazones arrepiéntanse en
sus lechos. Sacrifiquen sacrificios de justicia y esperen en el Señor. Muchos dicen:
“¿Quién nos manifestará lo bueno?”. La luz de Tu rostro, oh Señor, está señalada
sobre nosotros. Tú has dado alegría a mi corazón, se han saciado con el fruto de su
trigo, vino y aceite. En paz y en el mismo lugar me acuesto y duermo, porque Tú me
estableciste sólo, Señor, en la esperanza.

Salmo 6
Oh Señor, no me reprendas en Tu furor, ni en Tu ira me castigues. Apiádate
de mí, Señor, pues estoy débil, sáname, pues mis huesos están turbados y mi alma
sobremanera está turbada y Tú, Señor, ¿hasta cuándo? Vuélvete, Señor, libra a mi
alma, sálvame por Tu misericordia. Porque en la muerte no hay quién se acuerde
de Ti y en Hades, ¿quién Te confesará? Estoy extenuado en mi gemido, bañaré cada
noche mi lecho, con lágrimas mi estrado regaré. Mi ojo está turbado de furor,
envejecido estoy entre todos mis enemigos. Apártense de mí todos los que obran
la maldad, porque el Señor ha oído la voz de mi llanto. El Señor ha oído mi súplica,
el Señor ha acogido mi oración. Que todos mis enemigos sean sobremanera
avergonzados y conturbados, que se vuelvan y pronto sean sobremanera
avergonzados.

Salmo 12
¿Hasta cuándo, oh Señor, me has de tener en profundo olvido? ¿Hasta
cuándo apartarás de mí Tu rostro? ¿Cuánto tiempo andaré yo cavilando conmigo
mismo, penando mi corazón día y noche? ¿Hasta cuándo mi tiranizará mi
enemigo? Vuelve Tu vista sobre mí, oh Señor Dios mío, escúchame; ilumina mis
ojos, a fin de que no duerma yo jamás el sueño de la muerte. No sea que alguna vez
diga mi enemigo: he prevalecido contra él. Los que me atribulan se regocijarán si
me ven vacilar. Pues yo tengo puesta mi confianza en Tu misericordia, mi corazón
se alegrará en Tu salvación. Cantaré al Señor, que es mi benefactor, y cantaré el
nombre del Señor Altísimo.

Vuelve Tu vista sobre mí, oh Señor Dios mío, escúchame; ilumina mis ojos, a
fin de que no duerma yo jamás el sueño de la muerte. No sea que alguna vez diga
mi enemigo: he prevalecido contra él.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.
Aleluya, aleluya, aleluya. Gloria a Ti, oh Dios. (Tres veces).
Señor, ten piedad. (Tres veces).
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.

3
Salmo 24
A Ti, oh Señor, he levantado mi alma. En Ti, oh Dios mío, tengo puesta mi
confianza: no quedaré avergonzado, ni se burlarán de mí mis enemigos, porque
ninguno que espere en Ti quedará confundido. Sean cubiertos de confusión todos
aquellos que vana e injustamente obran la iniquidad. Muéstrame, oh Señor, Tus
caminos y enséñame Tus senderos. Encamíname según Tu verdad e instrúyeme,
pues Tú eres el Dios Salvador mío; y Te estoy esperando todo el día. Acuérdate
Señor de Tus piedades y de Tus misericordias usadas en los siglos pasados. Echa en
el airido los delitos o flaquezas de mi mocedad y mis necedades. Acuérdate de mí,
según Tu misericordia, acuérdate de mí, oh Señor, por Tu bondad. El Señor es
bondadoso y justo; por lo mismo dirigirá a los pecadores por el camino que deben
seguir. Dirigirá a los humildes por la vía de la justicia, enseñará sus caminos a los
apacibles. Todos los caminos del Señor son misericordia y verdad para los que
buscan su santa alianza y sus mandamientos. Por la gloria de su Santo Nombre, oh
Señor, me has de perdonar mi pecado que ciertamente es muy grave. ¿Quién es el
hombre que teme al Señor? Dios le ha prescrito la regla que debe seguir en la
carrera que escogió. Reposará su alma entre bienes, y sus hijos poseerán la tierra.
El Señor es firme apoyo de los que le temen, y a ellos revela sus misterios. Mis ojos
están siempre fijos en el Señor, pues Él ha de sacar mis pies del lazo. Vuelve, Señor,
hacia mí Tu vista y ten de mí compasión, porque me veo solo y pobre. Las
tribulaciones de mi corazón se han multiplicado; líbrame de mis congojas, mira mi
humillación y mi trabajo y perdona todos mis pecados. Repara en mis enemigos
cómo se han multiplicado, cuán injusto es el odio con que me aborrecen. Guarda mi
alma y líbrame; nunca quede yo sonrojado, habiendo puesto en Ti mi esperanza.
Los inocentes y justos se han unido conmigo porque yo esperé en Ti, oh Señor.
Libra a Israel, oh Dios mío, de todas sus tribulaciones.

Salmo 30
Yo me refugio en ti, Señor, ¡que nunca me vea defraudado! Líbrame, por tu
justicia; inclina tu oído hacia mí y ven pronto a socorrerme. Sé para mí una roca
protectora, un baluarte donde me encuentre a salvo, porque tú eres mi Roca y mi
baluarte: por tu Nombre, guíame y condúceme. Sácame de la red que me han
tendido, porque tú eres mi refugio. Yo pongo mi vida en tus manos: tú me
rescatarás, Señor, Dios fiel. Yo detesto a los que veneran ídolos vanos y confío en el
Señor. ¡Tu amor será mi gozo y mi alegría! Cuando tú viste mi aflicción y supiste
que mi vida peligraba, no me entregaste al poder del enemigo, me pusiste en un
lugar espacioso. Ten piedad de mí, Señor, porque estoy angustiado: mis ojos, mi
garganta y mis entrañas están extenuados de dolor. Mi vida se consume de tristeza,
mis años, entre gemidos; mis fuerzas decaen por la aflicción y mis huesos están
extenuados. Soy la burla de todos mis enemigos y la irrisión de mis propios
vecinos; para mis amigos soy motivo de espanto, los que me ven por la calle huyen
de mí. Como un muerto, he caído en el olvido, me he convertido en una cosa inútil.
Oigo los rumores de la gente y amenazas por todas partes, mientras se confabulan
contra mí y traman quitarme la vida. Pero yo confío en ti, Señor, y te digo: "Tú eres
mi Dios, mi destino está en tus manos". Líbrame del poder de mis enemigos y de
aquellos que me persiguen. Que brille tu rostro sobre tu servidor, sálvame por tu
misericordia; Señor, que no me avergüence de haberte invocado. Que se

4
avergüencen los malvados y bajen mudos al Abismo; que enmudezcan los labios
mentirosos, los que profieren insolencias contra el justo con soberbia y
menosprecio. ¡Qué grande es tu bondad, Señor! Tú la reservas para tus fieles; y la
brindas a los que se refugian en ti, en la presencia de todos. Tú los ocultas al
amparo de tu rostro de las intrigas de los hombres; y los escondes en tu Tienda de
campaña, lejos de las lenguas pendencieras. ¡Bendito sea el Señor! Él me mostró
las maravillas de su amor en el momento del peligro. En mi turbación llegué a
decir: "He sido arrojado de tu presencia". Pero tú escuchaste la voz de mi súplica,
cuando yo te invocaba. Amen al Señor, todos sus fieles, porque él protege a los que
son leales y castiga con severidad a los soberbios. Sean fuertes y valerosos, todos
los que esperan en el Señor.

Salmo 90
El que se acoge al asilo del Altísimo morará bajo la protección del Dios del
cielo. El dirá al Señor, Tú eres mi amparo y mi refugio el Dios mío en quien
confiaré. Porque El me ha librado del lazo de los cazadores y de terribles
adversidades. Con sus plumas te hará sombra, y debajo de sus alas estarás
confiado. Su verdad te cercará como escudo, no temerás terrores nocturnos, ni la
seta disparada de día no al enemigo que anda entre tinieblas ni los asaltos del
demonio en medio del día. Caerán a Tu lado mil y diez mil a Tu diestra, más
ninguna te acercará. Tú lo estarás contemplando con tus ojos y verás el pago que se
da a los pecadores. Y como eres Tú oh Señor, mi esperanza, has escogido al
Altísimo para asilo tuyo. No llegará a Ti el mal, ni el azote se acercará a Tu morada.
Porque él mandó a sus ángeles que cuidasen de Ti, los cuales te guardarán en
cuantos pasos dieres. Te llevarán en sus manos, no sea que tropiece Tu pie en
alguna piedra. Andarás sobre áspides y basiliscos y hollarás los leones y dragones.
Por cuanto en mí ha puesto su esperanza, yo le libraré y le protegeré pues ha
conocido mi Nombre. Clamará a mí y le oiré benigno, con él estoy en la tribulación;
lo libraré y le glorificaré. Le saciaré con una vida muy larga, y le haré ver mi
salvación.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.
Aleluya, aleluya, aleluya. Gloria a Ti, oh Dios. (Tres veces).
Señor, ten piedad. (Tres veces).
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.

Sea abre la Puerta Real y se ilumina el templo. Cantamos estos versos con melodía dulce, no
rápida sino lentamente y en voz alta (los Viernes por la noche esto es leído, y el texto entre este
himno y el Credo, es leído, no cantado):

Coro: Con nosotros está Dios, entendedlo, oh naciones, y sean sumisos:


porque con nosotros está Dios. (Dos veces, si hay dos coros)
Lector: Escuchad hasta los confines de la tierra.
Coro: PORQUE CON NOSOTROS ESTÁ DIOS.
Vosotros los potentes sujetaos, y seréis vencidos.
PORQUE CON NOSOTROS ESTÁ DIOS.

5
Y el consejo que toméis, el Señor lo desbaratará.
PORQUE CON NOSOTROS ESTÁ DIOS.
Proferid palabra, y no será firme.
PORQUE CON NOSOTROS ESTÁ DIOS.
Y de vuestro temor no tendremos miedo ni temor.
PORQUE CON NOSOTROS ESTÁ DIOS.
Mas el Señor nuestro Dios, a Él santificaremos, y será nuestro
temor.
PORQUE CON NOSOTROS ESTÁ DIOS.
Y si confiase en Él, será mi santificación.
PORQUE CON NOSOTROS ESTÁ DIOS.
Esperaré en Él y seré salvado por Él.
PORQUE CON NOSOTROS ESTÁ DIOS.
He aquí yo y los hijos que me dio el Señor.
PORQUE CON NOSOTROS ESTÁ DIOS.
El pueblo que andaba en tinieblas ha visto una gran luz.
PORQUE CON NOSOTROS ESTÁ DIOS.
A los moraban en la tierra y sombra de la muerte, una luz
resplandecerá sobre ellos.
PORQUE CON NOSOTROS ESTÁ DIOS.
Porque un niño nos ha nacido, un Hijo nos es dado.
PORQUE CON NOSOTROS ESTÁ DIOS.
Y el principado ha sido puesto sobre Su hombro.
PORQUE CON NOSOTROS ESTÁ DIOS.
Y su paz no tendrá fin.
PORQUE CON NOSOTROS ESTÁ DIOS.
Y tendrá por nombre Ángel del Gran Consejo.
PORQUE CON NOSOTROS ESTÁ DIOS.
Admirable Consejero.
PORQUE CON NOSOTROS ESTÁ DIOS.
Dios Fuerte, Poderoso, Príncipe de Paz.
PORQUE CON NOSOTROS ESTÁ DIOS.
Padre del siglo venidero.
PORQUE CON NOSOTROS ESTÁ DIOS.
Coro: Con nosotros está Dios, entendedlo, oh naciones, y sean
sumisos: porque con nosotros está Dios. (Dos veces, si hay dos coros)
Lector: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Coro: Con nosotros está Dios.
Lector: Ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Coro: Con nosotros está Dios. Con nosotros está Dios!

E inmediatamente estos troparios:

Coro: El día ha pasado, te doy gracias, oh Señor * la tarde, junto


con la noche, yo Te ruego,* concédeme sin pecado, oh Salvador, * y
sálvame.
Gloria al Padre, al Hijo * y al Espíritu Santo.

6
El día ha pasado, te doy gracias, oh Señor * la tarde, junto con la
noche, yo Te ruego,* concédeme sin tentación, oh Salvador, * y sálvame.
Ahora y siempre * y por los siglos de los siglos. Amén.
El día ha pasado, te doy gracias, oh Señor * la tarde, junto con la
noche, yo Te ruego,* concédeme sin peligro, oh Salvador, * y sálvame.

Tono 6: La naturaleza incorpórea de los Querubines * con incesantes


himnos Te glorifican. * Los seres de seis alas, los Serafines, * con voces
incesantes Te ensalzan. * Y todos los ejércitos angelicales * con himnos
trisagios te alaban. * Porque Tú eres antes de todo el Padre, * y tienes a
Tu Hijo co-eterno; * y teniendo al Espíritu de Vida igual en honor, *
manifiestas la Indivisible Trinidad. * Oh Santísima Virgen Madre de
Dios, * y testigos oculares del Verbo y siervos, * todos los coros de
Profetas y Mártires, * como aquellos que tienen la vida inmortal, *
interceded con diligencia por todos nosotros, * porque estamos
afligidos; * para que al ser liberados del engaño del malvado, *
podamos clamar el himno angelical: Santo, Santo, Santo, Señor Tres
veces santo, * ten piedad y sálvanos. Amén.

E inmediatamente, en voz baja, el lector:

Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra,


y de todo lo visible e invisible. Y en un solo Señor Jesucristo, Hijo Unigénito de
Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos; Luz de Luz, Dios verdadero de Dios
verdadero, nacido, no creado, consustancial al Padre, por quien todo fue hecho,
quien por nosotros los hombres y para nuestra salvación, descendió del cielo, se
encarnó del Espíritu Santo y María Virgen y se hizo hombre. Fue crucificado
también por nosotros, bajo Poncio Pilatos; padeció y fue sepultado y resucitó al
tercer día, según las Escrituras. Subió a los cielos y está sentado a la diestra del
Padre. Y otra vez ha de venir con gloria a juzgar a los vivos y a los muertos, y su
Reino no tendrá fin. Y en el Espíritu Santo, Señor, Vivificador, que procede del
Padre, que con el Padre y el Hijo es juntamente adorado y glorificado, que habló
por los Profetas. Y la Iglesia que es Una, Santa, Católica y Apostólica. Confieso un
solo bautismo para la remisión de los pecados. Y espero la resurrección de los
muertos y la vida del siglo venidero. Amén.

E inmediatamente, “Oh Santísima Señora…”; todos, excepto el último verso, se dicen dos veces,
pero “Oh Santísima Señora…”, es dicho tres veces. [Si hay dos coros, ellos se alternan, y si solo uno,
el coro podría alternarse con el Sacerdote] Y con cada uno hacemos una postración, excepto los
Viernes por la noche, cuando esto es leído en vez de ser cantado, y hacemos una inclinación:

Oh Santísima Señor Madre de Dios, intercede por nosotros


pecadores. (Tres veces)
Oh todas las Potestades Celestiales de los santos Ángeles y
Arcángeles, interceded por nosotros pecadores. (Dos veces)
Oh San Juan, Profeta, Precursor y Bautista de nuestro Señor
Jesucristo, intercede por nosotros pecadores. (Dos veces)

7
Oh santos gloriosos Apóstoles, Profetas y Mártires, y todos los
Santos, interceded por nosotros pecadores. (Dos veces)
Oh santos y teóforos padres, pastores y maestros ecuménicos,
interceded por nosotros pecadores. (Dos veces)
Oh (santo patrono del templo), intercede por nosotros pecadores.
(Dos veces)
Oh Invencible, incomprensible y divino poder de la preciosa y
vivificadora Cruz no nos abandones a nosotros pecadores. (Dos veces)
Oh Dios, purifícanos a nosotros pecadores. (Dos veces)
Oh Dios, purifícanos a nosotros pecadores, y ten piedad de
nosotros.

Lector: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros. [Tres
veces].
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.
¡Oh, Santísima Trinidad, ten piedad de nosotros! Señor, perdona nuestros
pecados. Soberano, absuelve nuestras transgresiones. Oh Santísimo, mira y sana
nuestras dolencias, por Tu nombre.
Señor, ten piedad. [Tres veces].
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.
Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea Tu nombre, venga Tu
reino, hágase Tu voluntad así en la tierra como en el cielo. El pan substancial
nuestro, dánosle hoy y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros
perdonamos a nuestros deudores, y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos
del maligno.

Sacerdote: Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria, Padre, Hijo y Espíritu


Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.
Lector: Amén.
Se abren las Puertas Reales, el templo se ilumina, el sacerdote se coloca el Felonio y el Kamelavka,
y se canta el Tropario de Epifanía

Tropario Tono 1: Cuando fuiste bautizado Señor, en el Río Jordán, fue


revelada la adoración a la Santísima Trinidad. Porque la voz del Padre
se adelantó dando testimonio, llamándote: "Hijo muy amado". Y el
Espíritu en forma de paloma, confirmó la inmutabilidad de esas
palabras. ¡Oh Cristo Dios, que apareciste al mundo, Gloria a Ti!.
Se cierran las Puertas Reales y se continúa:
Señor, ten piedad. (40 Veces)
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.
Tú eres más venerable que los Querubines e incomparablemente más
gloriosa que los Serafines a ti que sin mancha diste a luz al Verbo de Dios y que
verdaderamente eres la Madre de Dios, te magnificamos.
En el nombre del Señor, padre (soberano) bendice.

8
Sacerdote: Por las oraciones de nuestros santos Padres, oh Señor Jesucristo, Dios
nuestro, ten piedad de nosotros.
Lector: Amén.

Y esta Oración de Basilio el Grande:


Señor, Señor, que nos has librado de la saeta que vuela de día, líbranos
también de todo lo que anda en tinieblas. Recibe la elevación de nuestras manos
como sacrificio vespertino. Haznos dignos también de pasar el curso de la noche
sin mancha, ni ser tentado por el mal. Y líbranos de toda ansiedad y temor que
viene del diablo. Concede contrición a nuestras almas y a nuestros pensamientos
esmero con relación a Tu juicio temible y justo. Clava nuestra carne a Tu temor y
mortifica nuestros miembros carnales, a fin de que en la calma del suelo seamos
iluminados por la contemplación de Tus juicios. Quítanos todo pensamiento
quimérico indecoroso y deseo injurioso. Levántanos a la hora de la oración
confirmados en la fe y avanzando en Tus mandamientos, por la buena voluntad y
bondad de Tu Hijo Unigénito, con quien Eres bandito, junto con Tu santísimo,
bueno y vivificador Espíritu, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Venid, adoremos al Rey nuestro Dios.


Venid, adoremos y prosternémonos ante Cristo Rey, nuestro Dios.
Venid, adoremos y prosternémonos ante Cristo mismo, Rey y Dios nuestro.

Salmo 50
Apiádate de mí, oh Dios, según tu gran misericordia; según tu inmensa
bondad, borra mi iniquidad. Lávame más y más de mi maldad y purifícame de mis
pecados. Pues reconozco mis culpas y mi pecado está siempre ante mí. Contra ti,
sólo contra ti, he pecado y delante de ti he hecho el mal, por lo tanto eres
reconocido justo en tu sentencia y soberano en tu juicio. Considera que en maldad
fui modelado y en pecado me concibió mi madre. Porque, Tú que amas la verdad en
lo interior me descubres los misterios profundos de tu sabiduría. Rocíame con
hisopo y seré puro; lávame y emblanqueceré más que la nieve. Hazme escuchar la
alegría y el júbilo, y mis huesos abatidos se estremecerán de regocijo. Aparta tu
rostro de mis pecados y borra todas mis iniquidades. Crea en mí, oh Dios, un
corazón puro y renueva dentro de mí un espíritu recto. No me alejes de tu presencia
y no quites de mí tu Espíritu Santo. Devuélveme el gozo de tu salvación y un
espíritu libre me sustente. Enseñaré a los impíos tus caminos y los pecadores
volverán a Ti. Líbrame de la sangre, oh Dios, Dios de mi salvación y aclamará mi
lengua tu justicia. Abre, Señor, mis labios y cantará mi boca tus alabanzas. Pues no
es sacrificio lo que te complace. Si te ofreciera un holocausto no lo quieres. El
sacrificio para Dios es el espíritu arrepentido. Al corazón contrito y humillado, Tú,
oh Dios, no lo desprecias. En tu bondad, Señor, trata benignamente a Sión y
reconstruye las murallas de Jerusalén. Entonces aceptarás el sacrificio de justicia,
las ofrendas y los holocaustos. Entonces se te ofrecerán víctimas en tu altar.

9
Salmo 101
Señor, escucha mi oración y llegue a ti mi clamor; no me ocultes tu rostro en
el momento del peligro; inclina hacia mí tu oído, respóndeme pronto, cuando te
invoco. Porque mis días se disipan como el humo, y mis huesos arden como brasas;
mi corazón se seca, marchitado como la hierba, ¡y hasta me olvido de comer mi
pan! Los huesos se me pegan a la piel, por la violencia de mis gemidos. Me parezco
a una lechuza del desierto, soy como un búho entre las ruinas; estoy desvelado, y
me lamento como un pájaro solitario en el tejado; mis enemigos me insultan sin
cesar, y enfurecidos, me cubren de imprecaciones. Yo como ceniza en vez de pan
y mezclo mi bebida con lágrimas, a causa de tu indignación y tu furor, porque me
alzaste en alto y me arrojaste. Mis días son como sombras que se agrandan, y me
voy secando como la hierba. Pero tú, Señor, reinas para siempre, y tu Nombre
permanece eternamente. Tú te levantarás, te compadecerás de Sión, porque ya es
hora de tenerle piedad, ya ha llegado el momento señalado: tus servidores sienten
amor por esas piedras y se compadecen de esas ruinas. Las naciones temerán tu
Nombre, Señor, y los reyes de la tierra se rendirán ante tu gloria: cuando el Señor
reedifique a Sión y aparezca glorioso en medio de ella; cuando acepte la oración del
desvalido y no desprecie su plegaria. Quede esto escrito para el tiempo futuro y un
pueblo renovado alabe al Señor: porque él se inclinó desde su alto Santuario y miró
a la tierra desde el cielo, para escuchar el lamento de los cautivos y librar a los
condenados a muerte. Los hijos de tus servidores tendrán una morada y su
descendencia estará segura ante ti, para proclamar en Sión el nombre del Señor
y su alabanza en Jerusalén, cuando se reúnan los pueblos y los reinos, y sirvan
todos juntos al Señor. Mis fuerzas se debilitaron por el camino y se abreviaron mis
días; pero yo digo: "Dios mío, no me lleves en la mitad de mi vida, tú que
permaneces para siempre". En tiempos remotos, fundaste la tierra, y el cielo es
obra de tus manos; ellos se acaban, y tú permaneces: se desgastan lo mismo que la
ropa, los cambias como a un vestido, y ellos pasan. Tú, en cambio, eres siempre el
mismo, y tus años no tienen fin.

La Oración de Manasés, Rey de Judea:


Señor Todopoderoso, Dios de nuestros padres, Abraham, Isaac, Jacob y de
su justa descendencia; Tú que has hecho el cielo y la tierra y todo lo formado en
ellos; Tú que has ligado el mar por la palabra de Tu Orden; que has cerrado el
profundo y lo has sellado por Tu Nombre Temible y Glorioso; Tú, a Quién todas las
cosas temen, y ante Su Poder tiemblan; Pues la majestad de Tu Gloria no se puede
resistir, y Tu Cólera de amenaza para con los pecadores es intolerable; Más la
misericordia de Tu Promesa es inmensurable e inescrutable; Porque Tú eres el
Señor Altísimo, el Compasivo, muy Longánimo, de abundante misericordia y se
arrepiente de los males de las gentes contra mí. Tú, Señor, según Tu Gran Bondad,
has prometido arrepentimiento y perdón a aquellos que pecaron contra Ti, y por Tu
Infinita Compasión has fijado el arrepentimiento a los pecadores, para que ellos
puedan salvarse. Por consiguiente, Tú, Señor, Dios de las potestades, no has fijado
el arrepentimiento a los justo, a Abraham, a Isaac y a Jacob, que no han pecado
contra Ti; pero Tú has fijado el arrepentimiento para mí, yo pecador; Porque mis
pecados son más que las arenas del mar en número. Mis transgresiones se

10
multiplicaron, Señor, se multiplicaron mis transgresiones, y yo no soy digno de
mirar y fijar la vista contemplando la altura del cielo, por la multitud de mis
iniquidades. Estoy encorvado por muchas cadenas de hierro, pues no pueda alzar
mi cabeza a causa de mis pecados, ni tengo reposo; porque he provocado Tu Ira y
he hecho lo malo ante Ti; no hice Tu Voluntad, ni guardé Tus Mandamientos; he
levantado abominaciones y he multiplicado las cosas detestables. Por tanto, ahora
inclino la rodilla de mi corazón, suplicando Tu Bondad: ¡Yo he pecado, Señor, he
pecado, y reconozco mis iniquidades; pero humildemente Te pido, perdóname,
Señor, perdóname, y no me destruyas con mis iniquidades. No estés enojado para
siempre conmigo, reservando mis maldades para mí; ni me aprisiones en lo más
profundo de la tierra; porque Tú, Señor, eres el Dios de los arrepentidos; y en mí
muestras toda Tu Bondad; Porque soy indigno, y Tú me salvarás según Tu Gran
Misericordia. Y Te alabaré, perpetuamente, todos los días de mi vida. Porque a Ti
alaban todos los poderes celestiales, y Tuya es la Gloria por los siglos de los siglos.
Amén.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros. [Tres
veces].
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.
¡Oh, Santísima Trinidad, ten piedad de nosotros! Señor, perdona nuestros
pecados. Soberano, absuelve nuestras transgresiones. Oh Santísimo, mira y sana
nuestras dolencias, por Tu nombre.
Señor, ten piedad. [Tres veces].
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.
Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea Tu nombre, venga Tu
reino, hágase Tu voluntad así en la tierra como en el cielo. El pan substancial
nuestro, dánosle hoy y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros
perdonamos a nuestros deudores, y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos
del maligno.

Sacerdote: Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria, Padre, Hijo y Espíritu


Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.
Lector: Amén.

Y se canta el siguiente Kondakio:

Tono 4: Hoy Te has manifestado al mundo, Señor, y Tu Luz se alzó


sobre nosotros, (Salmo 4: 7) quienes con conocimiento cantamos Tu
alabanza diciendo: “Has venido y has te manifestado, Luz inaccesible”
Señor, ten piedad. (40 veces)
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por
los siglos de los siglos. Amén.
Tú eres más venerable que los Querubines e incomparablemente
más gloriosa que los Serafines a ti que sin mancha diste a luz al Verbo
de Dios y que verdaderamente eres la Madre de Dios, te magnificamos.
En el nombre del Señor, padre (soberano) bendice.

11
Sacerdote: Por las oraciones de nuestros santos Padres, oh Señor Jesucristo, Dios
nuestro, ten piedad de nosotros y sálvanos.
Lector: Amén.

Oh Soberano Dios, Padre Omnipotente, oh Señor, Hijo Unigénito Jesucristo,


y espíritu Santo, una Divinidad y Único Poder: ten piedad de mí, pecador, y por los
juicios que Tú conoces, sálvame a mí, Tu indigno siervo; porque eres bendito por
los siglos de los siglos. Amén.

Venid, adoremos al Rey nuestro Dios.


Venid, adoremos y prosternémonos ante Cristo Rey, nuestro Dios.
Venid, adoremos y prosternémonos ante Cristo mismo, Rey y Dios nuestro.

Salmo 69
Oh Dios, atiende a mi Socorro; acude Señor luego a ayudarme. Sean
avergonzados y corridos los que persiguen de muerte. Arrédrese y confúndanse los
que se complacen en mis males. Sean puestos en vergonzosa fuga aquellos que me
dicen: ¡Bueno! ¡Bueno! Regocíjense y alégrense en Ti todos los que Te buscan; y
digan sin cesar los que aman Tu salvación: Engrandecido sea el Señor. Yo por mí
soy un menesteroso y pobre; oh Dios, ven en mi ayuda. Mi amparo y mi libertador
eres Tú, oh Señor, no tardes.

Salmo 142
Señor, escucha mi oración; esclarece mi ruego en tu verdad: óyeme en tu
verdad y no entres en juicio con tu siervo, porque ningún viviente será justificado
ante Ti. Porque ha perseguido el enemigo a mi alma, ha echado mi vida por tierra.
Me ha colocado en lugares obscuros, como a los muertos del siglo. En mi se ha
angustiado mi espíritu y dentro de mí se ha turbado mi corazón. Me he acordado de
los días antiguos, he meditado sobre todas tus obras, sobre los hechos de tus manos
reflexionaba. He tendido mis manos a Ti: mi alma a Ti como tierra sin agua. Óyeme
prontamente Señor, mi espíritu ha desfallecido. No apartes de mí tu rostro para
que no sea semejante a los que descienden a la fosa. Hazme oír al alba tu
misericordia porque en Ti he puesto mi esperanza. Dime por cual camino iré
porque con ímpetu he adherido mi alma a Ti. Sácame de entre mis enemigos,
Señor, porque a Ti he acudido. Enséñame a hacer tu voluntad, porque Tu eres mi
Dios, Tu Espíritu bueno me guiará a tierra de rectitud. Por tu nombre, Señor, me
vivificarás según tu verdad, sacarás de la tribulación mi alma. Y por tu misericordia
destruirás a mis enemigos y vencerás a todos los que atribulan a mi alma, porque
yo, siervo tuyo soy.

La Doxología
(Leída, no cantada)

Gloria a Dios en las alturas, en la tierra paz, en los hombres buena voluntad.
Te alabamos, Te bendecimos, nos inclinamos ante Ti, Te glorificamos, Te damos
gracias por tu gran gloria, Señor, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso, Señor,

12
Hijo unigénito Jesucristo y el Espíritu Santo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del
Padre, que tomas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Tú que tomas los
pecados del mundo, recibe nuestra oración. Tú que estás sentado a la diestra del
Padre, ten piedad de nosotros. Porque sólo Tú eres santo, sólo Tú eres Señor,
Jesucristo, para gloria de Dios Padre. Amén.
Cada noche te bendeciré, y alabaré tu nombre para siempre y por los siglos
de lo siglos.
Señor, Tú has sido nuestro refugio de generación en generación. Dije, Señor,
ten piedad de mí, cura mi alma, porque he pecado contra ti. Señor, a ti recurrí,
enséñame a hacer tu voluntad, porque Tú eres mi Dios. Porque en Ti está la fuente
de la vida; en Tu luz encontraremos la luz. Extiende Tu misericordia a los que te
conocen.
Concédenos, Señor, guardarnos en esta noche sin pecado. Bendito eres,
Señor Dios de nuestros padres, y alabado y glorificado es tu nombre por siempre.
Amén.
Que tu misericordia sea sobre nosotros, Señor, como hemos puesto nuestra
esperanza en Ti. Bendito eres Tú, Señor, enséñame Tus mandamientos. Bendito
eres Tú, oh Soberano, hazme entender Tus mandamientos. Bendito eres Tú, Oh
Santo, ilumíname con Tus mandamientos.
Que Tu misericordia, oh Señor, perdure para siempre, y no olvides las obras
de Tus manos. Porque a Ti se debe la alabanza, a Ti es debido un himno, a Ti es
debida la gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los
siglos. Amén.

La Litia
El sacerdote con estola, skufia o kamilavka y el diácono con el incensario se inclinan ante la Santa
Mesa y salen del Santuario por la Puerta Norte hacia en narthex y se ubican allí de cara al
Santuario. Mientras el diácono inciensa el templo y el pueblo con el coro cantan la Stijeras
Festivas para la Litia. Si hubiera más de un sacerdote ofreciendo el oficio, todos ellos, revestidos
de estolas, salen del Santuario por las Puertas Norte y Sur para realizar la Litia.

Stijeras de Idiomelos

Tono 4 (Por Cosme el Monje): Él, Quién se cubre de luz como de un manto;
se había complacido en volverse, por causa nuestra, como nosotros.
Hoy, Él se cubre con las corrientes del Jordán, aunque no tiene
ninguna necesidad a ser limpiada; pero a través del bautismo que Él
recibe, había dispuesto en Sí nuestra regeneración. ¡Qué Maravilla es!
Porque, sin fuego, Él nos limpia y sin quebrantarnos, nos reformará y
salvará a los iluminados por Él, Cristo nuestro Dios, el Salvador de
nuestras almas.

Cuando el Bautista Te vio acercándose hacia el, a Ti Que, por el Espíritu


y el fuego purificas el pecado del mundo, con temor y temblor exclamó
diciendo: “No me atrevo a tocar Tu Cabeza Pura; ¡Santifícame, pues,
por Tu Manifestación, Señor, el Único Amante de la humanidad!”

13
¡Venid, asemejémonos a las sabias vírgenes; vayámonos al encuentro
del Señor que ha aparecido! Porque, como un Novio, Él había
aproximado hacia Juan. Viéndolo, el Jordán, se atemorizó y se detuvo;
Juan exclamó diciendo: “No me atrevo a tocar la Cabeza Inmortal”; el
Espíritu bajó en forma de paloma para santificar las aguas y una voz se
oyó desde lo alto, diciendo: “Éste es Mi Hijo que viene al mundo para
salvar a la humanidad.” ¡Señor, gloria a Ti!

Cristo se bautiza y sale de las aguas, y lleva al mundo hacia Él; y había
visto abiertos, los cielos que Adán cerró contra sí mismo y contra su
posteridad. El Espíritu había dado testimonio de la Divinidad,
descendiendo hacia Quien le es Igual en la Esencia; y una voz se había
oído desde el cielo; porque es del Cielo, Aquél, de Quien se dio el
testimonio y Él es el Salvador de nuestras almas.

Cuando el Bautista tocó Tu Cabeza Pura, tembló su mano; el Río Jordán


retrocedió, pues no se atrevió a servirte. ¿Cómo, pues, el que se detuvo
por temor a Josué hijo de Nun, no tener miedo ante su Creador? Pero
Tú, Salvador nuestro, habías cumplido toda dispensación, para salvar
al mundo por Tu Manifestación, ¡Único Amante de la humanidad!

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Tono 8 (Por el Monje Juan): ¡Señor! Deseando cumplir lo que Tú habías


fijado desde la eternidad; has recibido de toda la creación ministros de
Tu Misterio; De los Ángeles, a Gabriel; de los hombres, a la Virgen; de
los Cielos a la estrella; y de las aguas al Jordán; que en sus corrientes
Tu has lavado la transgresión del mundo, Salvador, Gloria a Ti.

Ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Tono 8 (Por Anatolio): Hoy, la creación se alumbra. Hoy, todos se


alegran, los celestiales con los terrenales. Los Ángeles y los hombres se
mezclan entre si; porque dónde el Rey está presente, allí Su ejército
también va. Apresurémonos todos, entonces, hacia el Jordán; Miremos
cómo Juan bautiza una Cabeza Pura e Increada. Exclamemos, pues, al
unísono, haciendo eco a la voz del apóstol: “Se ha manifestado la Gracia
Salvadora de Dios a todos los hombres” Resplandeciendo entre los
fieles, otorgándoles la gran misericordia.

Diácono: Salva, ¡oh Dios!, a Tu pueblo y bendice tu heredad. Visita a tu mundo con
piedad y generosidades. Acrecienta la fortaleza de los cristianos ortodoxos, y envía
sobre nosotros tus abundantes misericordias, por las oraciones de la todo Purísima
y Soberana nuestra, la Madre de Dios y siempre virgen María, por el poder de la
honorable y vivificante Cruz, por la protección de las honorables fuerzas
incorpóreas celestiales, del honorable y glorioso Profeta, Precursor y Bautista Juan;
de los santos, gloriosos y alabadísimos Apóstoles, de nuestros Padres entre los

14
Santos, grandes maestros universales y pontífices, Basilio Magno, Gregorio el
Teólogo y Juan Crisóstomo; de nuestro Padre entre los Santos, Nicolás
Taumaturgo, Arzobispo de Mira en Licia; de los Santos iguales a los apóstoles,
Metodio y Cirilo, maestros de los eslavos, del santo ortodoxo y equiapostólico gran
Príncipe Vladimiro y de la bienaventurada Olga, gran princesa de Rusia; de
nuestros Padres entre los santos, los Taumaturgos de toda Rusia, Miguel, Pedro,
Alexis, Jonás, Felipe, Macario, Demetrio, Mitrofán, Tíkhon, Teodosio, Josafat,
Hermógenes, Pitirim, Inocencio y Juan; de nuestros padres entre los santos,
pontífices: Tíkhon, patriarca de Moscú, el confesor; de los hieromártires Vladimiro
de Kiev, Benjamín y José de Petrogrado, Andrónico de Perm, Germán de Tobolsk; y
de los confesores Pedro de Krutitski, Cirilo de Kazán, Agafángel de Yaroslav; y de
los presbíteros hieromártires Juan y Juan y todos los nuevos hieromártires y
confesores de la Iglesia Rusa; de los santos gloriosos, distinguidos y victoriosos
mártires: el santo, glorioso Gran Mártir Jorge, victorioso y milagroso; del Santo
Gran Mártir y médico Pantaleimon; de la Santa Gran Mártir Bárbara; de los santos
príncipes rusos: los sufridos Boris, Gleb e Igor; el mártir Zar Nicolás, la mártir
zarina Alejandra, el Zarevich Alexis, y de las zarevnas Olga, Tatiana, María y
Anastasia; de las santas venerables mártires princesa Isabel y la monja Bárbara y
de todos los nuevos mártires de Rusia; de los santos imitadores de Cristo y teóforos
padres, Antonio y Teodosio, y los otros taumaturgos de Pechera; Sergio abad,
taumaturgo de Radonezh, y Serafín, taumaturgo de Sarov, y de León, Macario,
Ambrosio y los otros Padres de Óptina; y de Germán, taumaturgo de Alaska; y de
Juan taumaturgo, obispo de Shangai y San Francisco; y de Job, abad y taumaturgo
de Pochaev; y del santo y recto Juan, taumaturgo de Kronstadt; y de la santa
bienaventurada Xenia de San Petersburgo; y de la Santa Epifanía de Nuestro Señor
Jesucristo, que conmemoramos hoy, de San N. (santo del templo); y de los santos y
rectos padres de Dios Joaquín y Ana y de todos los santos, te suplicamos, ¡oh,
Señor, grande en misericordia! escucha a nosotros pecadores que te rezamos y ten
piedad de nosotros.
Coro: Señor, ten piedad (40 veces)
Diácono: Roguemos también por nuestro Gran Soberano y Padre, Su Santidad el
Patriarca N., por nuestro Señor Reverendísimo el Metropolitano N., Primado de la
Iglesia Rusa en el Exterior, por Nuestro Señor Ilustre Obispo N., y por toda nuestra
hermandad en Cristo, y por todas las almas Cristianas que están afligidas y
cargadas de buenas obras, necesitadas de las misericordias y socorro de Dios; por
la protección de este sagrado templo y por los que moran en este; por la paz y
tranquilidad del mundo entero; por la estabilidad de las santas iglesias de Dios; por
la salvación y ayuda de nuestros padres y hermanos que, con diligencia y con celo y
amor de Dios, realizan su labor; por los enfermos, por la bendita memoria y
remisión de los pecados de nuestros padres y hermanos que partieron, que yacen
aquí y en todas partes; por la liberación de los encarcelados; por nuestros
hermanos que nos sirven en esta santa iglesia (o santo monasterio), digamos:
Coro: Señor, ten piedad (40 veces)
Diácono: Roguemos también para que Dios proteja este Santo Templo y esta
ciudad y a todas las ciudades y aldeas, del hambre, epidemias, sismos,
inundaciones, incendios, de la espada, las invasiones extranjeras y la guerra civil; y
para que nuestro Dios bueno y amante de la humanidad, sea compasivo y piadoso y

15
misericordioso, y aleje de nosotros todo mal viniendo sobre nosotros, y nos libre de
su justo juicio y nos tenga misericordia.
Coro: Señor, ten piedad (3 veces)
Diácono: Roguemos también para que el Señor Dios escuche la voz de nuestras
súplicas de nosotros los pecadores y tenga misericordia.
Coro: Señor, ten piedad (3 veces)
Sacerdote: Escúchanos oh Dios Salvador nuestro. Esperanza nuestra de todos los
confines de la tierra; y de los que están lejos en el mar. Y sé compasivo, oh
Soberano, con nuestros pecados y ten misericordia de nosotros. Porque eres un
Dios misericordioso y amante de la humanidad y a Ti glorificamos, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén

Sacerdote: Paz a todos vosotros. +


Coro: Y a tu espíritu.
Diácono: Inclinemos nuestras cabezas ante el Señor.
Coro: A Ti, Señor.

Sacerdote: Misericordiosísimo Soberano, Señor Jesucristo, Dios nuestro, por la


intercesión de nuestra purísima Señora, la Madre de Dios y siempre Virgen María;
por el poder de la preciosísima y vivificadora Cruz; por las súplicas de los
venerables e incorpóreos poderes celestiales; por las oraciones del honorable y
glorioso profeta, precursor y bautista Juan; de los Santos, gloriosos y alabadísimo
Apóstoles; de los gloriosos y victoriosos mártires; de nuestros padres entre los
santos, grandes jerarcas y doctores ecuménicos, Basilio el Grande, Gregorio el
Teólogo y Juan Crisóstomo; de nuestro padre entre los santos, Nicolás, Arzobispo
de Myra en Lycia, el milagroso; de los Santos Cirilo y Metodio, iguales a los
Apóstoles, maestros de los eslavos; del Santo Gran Duque Vladimir, igual a los
Apóstoles, de nuestro padre entre los Santos Miguel, y todos los milagrosos de
Rusia, Pedro, Alexis, Jonás, Felipe y Hermógenes; de los santos y justos
antepasados de Dios, Joaquín y Ana, de San Nectario, Metropolitano de Pentápolis,
(a quien la iglesia está dedicada), de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo, que
celebramos hoy; y de todos los santos: haz aceptable nuestra oración, concédenos
la remisión de nuestros pecados, colócanos al amparo de la sombra de Tus alas;
aleja de nosotros todo enemigo y adversario; pacifica nuestra vida, Señor. Ten
piedad de nosotros y de Tu mundo y salva nuestras almas porque eres bueno y
amas a la humanidad.
Coro: Amén.

Después de esta oración, realizada después del final de la Litia, se cantan las Apostijas, durante
las cuales el clero va desde el narthex hasta el centro del templo y se ubica ante la mesa en la que
están ubicados cinco panes y vasos que contienen vino y aceite.

16
Apostija
Stijeras de Idiómelos, por Anatolio. Tono 2.

Viéndolo, Oh Cristo nuestro Dios, acercándose hacia él en el río


Jordán, dijo Juan: “¿Por qué, Tú que no tienes mancha alguna, vienes
hacia el siervo, Oh Señor? ¿En el nombre de quién yo he de bautizarte?
¿Del Padre? Pero Tú lo llevas en Ti mismo. ¿Del Hijo? Pues Tú eres este
Hijo que se hizo carnes. ¿Del Espíritu Santo? Que Tu conociste darlo
por medio de la boca, a los files.” Oh Dios, Tú que apareciste; ten
piedad de nosotros.

Verso: Lo vio la mar y huyó, retrocedió el Jordán.

Te vieron, Oh Dios, las aguas; las aguas Te vieron y temblaron. (Salmo ‘76’ 77: 17) Pues
los Querubines no pueden alzar sus ojos hacia Tu Gloria, tampoco pueden fijar en
Ti y contemplarte los Serafines. Pero estando de pie con miedo ante Ti, los
primeros Te levantan, y los segundos glorifican Tu Poder. Y nosotros, Oh
Compasivo, junto a ellos, proclamamos Tus Alabanzas diciendo: “¡Oh Dios, Tú que
apareciste; ten piedad de nosotros!”

Verso: Mar, ¿Qué es lo que tienes para huir, y tú Jordán, para retroceder?

Tono 2: Hoy el Creador de los cielos y de la tierra viene en la carne al Jordán,


pidiendo ser bautizado, para limpiar al mundo del error del enemigo, Él que está
exento del pecado, el Soberano de todos, es bautizado por un siervo, y otorgará al
mundo la purificación por medio de las aguas. Exclamémosle pues diciendo: “¡Oh
Dios, Tú que apareciste; ten piedad de nosotros!”.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los


siglos de los Siglos. Amén.

Tono 6 (por Teófanes): Cuando la lámpara luminosa, que nació de la


mujer estéril vio al Sol que viene de la Virgen, pidiendo el bautismo en
el Jordán; con miedo y alegría exclamó hacia Él: “Santifícame, Oh
Señor, por Tu Divina Epifanía

Coro: Ahora, Señor, despide en paz a tu siervo, según Tu palabra.


Porque mis ojos han visto tu salvación que preparaste ante todos los
pueblos. Luz para iluminar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.

Lector: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros. [Tres
veces].
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.
¡Oh, Santísima Trinidad, ten piedad de nosotros! Señor, perdona nuestros
pecados. Soberano, absuelve nuestras transgresiones. Oh Santísimo, mira y sana
nuestras dolencias, por Tu nombre.

17
Señor, ten piedad. [Tres veces].
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.
Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea Tu nombre, venga Tu
reino, hágase Tu voluntad así en la tierra como en el cielo. El pan substancial
nuestro, dánosle hoy y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros
perdonamos a nuestros deudores, y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos
del maligno.

Sacerdote: Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria, Padre, Hijo y Espíritu


Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén. (Tono 1): Cuando fuiste bautizado Señor, en el Río Jordán,
fue revelada la adoración a la Santísima Trinidad. Porque la voz del
Padre se adelantó dando testimonio, llamándote: "Hijo muy amado". Y
el Espíritu en forma de paloma, confirmó la inmutabilidad de esas
palabras. ¡Oh Cristo Dios, que apareciste al mundo, Gloria a Ti!. [Tres
veces].

La Bendición de los Panes.


Antes del canto de las Apostijas, una pequeña mesa es colocada en el medio del Templo, sobre la
cual están colocados cinco panes y vasos que contienen trigo, vino y aceite. Mientras los troparios
están siendo cantados el diácono inciensa la pequeña mesa tres veces; luego inciensa al primado,
luego nuevamente la mesa (los panes). Cuando el canto ha finalizado exclama:

Diácono: Roguemos al Señor.


Coro: Señor, ten piedad.

Sacerdote: Oh Señor Jesucristo, Dios nuestro, que bendijiste los cinco panes y con
ellos alimentaste a cinco mil: Tú mismo ahora, Señor, 1 Bendice estos panes, trigo,
vino y aceite, y multiplícalos, en esta ciudad [o pueblo o aldea o santo monasterio] y en
todo Tu mundo; y santifica a todos los fieles que participan de ellos. Porque eres
Tú, oh Cristo Dios Nuestro, quien bendice y santifica todas las cosas y a Ti
glorificamos, junto con Tu Padre eterno y Tu Santísimo, Bueno y Vivificador
Espíritu, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.

Coro: Amén. Bendito sea el nombre del Señor, desde ahora y hasta el
fin de los siglos (tres veces). Bendeciré al Señor en todo tiempo, no
cesarán mis labios de pronunciar sus alabanzas. /En el Señor se
gloriará mi alma. Óiganlo los humildes y consuélense. /Engrandeced
conmigo al Señor y todos a una ensalcemos su Nombre. /Acudí
solícitamente al Señor, y me oyó y me sacó de todas mis tribulaciones.
/Acercaos vosotros a Él y os iluminará y no quedaréis sonrojados.

1Antes de decir " Tú mismo ahora, Señor, Bendice..." el sacerdote hace la señal de la cruz con uno
de los panes sobre la mesa, recordando que el señor hizo lo mismo, cuando dio de comer a 5000 con
5 panes. Cuando nombre a las sustancias, el sacerdote las señala con su mano y hace la señal de la
cruz sobre ellas.

18
/Clamó este pobre y el Señor le oyó y libróle del mal. /Gustad y mirad
cuan suave es el Señor, bienaventurado el hombre que en Él confía.
/Temed al Señor todos vosotros sus Santos; porque nada falta a los que
le temen. /Los ricos padecieron necesidad y hambre; pero a los que
buscan a Señor no les faltará nada.

Sacerdote: La bendición del Señor sea sobre vosotros, por su gracia y su amor a la
humanidad, en todo tiempo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.

El clero retorna al santuario por las puertas Norte y Sur. Las puertas y la cortina se cierran
y las luces se apagan.

19
Oficio de Maitines Festivo

Los Seis Salmos


Tiene lugar también aquí el segundo toque de campanas de este oficio las luces del templo se
apagan y también las velas, excepto una de cada portavela (hágase sin distraer a quienes oran).

Mientras el sacerdote lee silenciosamente las primeras 6 oraciones de 12 (ver página 52),
el lector lee con reverencia y temor de Dios y todos escuchamos en silencio y con humildad:

Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz, en los hombres Su buena voluntad
(tres veces).
Señor, abrirás mis labios y mi boca anunciará tu alabanza (dos veces).

Salmo 3
Oh Señor, ¿por qué se multiplican los que me afligen? Muchos se levantan
contra mí. Muchos dicen a mi alma: “No hay salvación para él en su Dios”. Pero Tú,
oh Señor, eres mi Protector, mi gloria y el que exaltas mi cabeza. Con mi voz clamé
al Señor y me escuchó desde Su monte santo. Me acosté y me dormí, desperté y me
levanté, pues el Señor me acogió. No temeré ante miríadas de pueblos, los que en
contorno me asedian. Levántate, oh Señor, sálvame, oh mi Dios, pues Tú has
golpeado a todos los que sin causa me aborrecen, los dientes de los pecadores
quebrantaste. La salvación es del Señor y Tu bendición está sobre Tu pueblo. Me
acosté y me dormí, desperté y me levanté, pues el Señor me acogió.

Salmo 37
Señor, no me increpes en Tu furor ni en Tu ira me corrijas. Pues Tus flechas se
han clavado en mí y Tu mano has afirmado sobre mí. No hay sanidad en mi carne
ante Tu ira, no hay paz para mis huesos ante mis pecados. Porque mis iniquidades
han sobrepasado mi cabeza, cual si carga pesada han pesado sobre mí. Mis heridas
han hedido y se han corrompido ante mi insensatez; me he enmiserado y
encorvado hasta el fin, todo el día andaba contristado, porque mis lomos se han
llenado de mofas y no hay sanidad en mi carne. Maltratado y humillado he sido por
demás, rugía por el gemido de mi corazón. Delante de Ti está todo mi deseo y mi
gemido no está oculto a Ti. Mi corazón está turbado, me ha abandonado mi fuerza y
la luz de mis ojos no está ya conmigo. Mis amigos y parientes se han acercado y
puesto frente a mí. Y los más allegados a mí se han puesto a lo lejos y
violentándome, los que buscaban mi alma y los que buscaban el mal para mí, han
hablado vanidades y meditado engaños todo el día. Pero yo, cual si sordo, no oía y
cual si mudo que no abre su boca. Yo he sido hecho cual si un hombre que no oye y
no tiene réplicas en su boca. Porque en Ti esperé, Señor, Tú escucharás, Señor,
Dios mío. Porque dije: “No sea que se regocijen por mí mis enemigos”. Al vacilar

20
mis pies, se jactaron sobre mí, porque yo para flagelos estoy presto y mi dolor está
siempre ante mí. Porque mi iniquidad anunciaré y me acuitaré por mi pecado. Pero
mis enemigos viven y se han fortalecido sobre mí y se han multiplicado los que
injustamente me aborrecen. Los que devuelven mal por bien me calumniaban
porque yo seguía la justicia.
No me abandones, Señor, Dios mío, no Te apartes de mí, atiende a mi ayuda,
Señor de mi salvación (dos veces).

Salmo 62
Oh Dios, Dios mío, a Ti madrugo, mi alma ha tenido sed de Ti, ¡cuantas veces
también de Ti mi carne!, en tierra desierta e intransitable e inacuosa. Así, en Tu
santuario me he aparecido ante Ti, para ver Tu poderío y Tu gloria. Pues mejor es
Tu misericordia que las vidas, mis labios Te alabarán. Así Te bendeciré en mi vida,
en Tu Nombre elevaré mis manos. Como de médula y grosura llénese mi alma y mis
labios de alborozo alabarán Tu Nombre. Si de Ti me he acordado sobre mi lecho,
por la mañana medito en Ti. Pues Te hiciste mi Ayudador y al amparo de Tus alas
exultaré, mi alma se adhirió a Ti, Tu diestra me acogió. Y ellos en vano han buscado
mi alma, entrarán en lo más profundo de la tierra. Serán entregados en manos de
espada, serán presas de chacales. Pero el rey se alegrará en Dios, será alabado todo
el que jura en Él, pues obstruida está la boca de los que hablan lo injusto.
Por la mañana medito en Ti. Pues Te hiciste mi Ayudador y al amparo de Tus
alas exultaré, mi alma se adhirió a Ti, Tu diestra me acogió.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.
Aleluya, aleluya, aleluya, gloria a Ti, oh Dios (tres veces, sin metanías).
Señor, ten piedad (tres veces).
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.

Después que los tres Salmos hayan sido leídos, el sacerdote sale del Santuario con epitrajil y, con
la cabeza descubierta, se inclina ante las Puertas Santas cerradas. Luego el sacerdote lee
silenciosamente las restantes 6 oraciones (ver página 50).

Salmo 87
Oh Señor, Dios de mi salud, de día y de noche he clamado ante Ti, entre a Tu
presencia mi oración, inclina Tu oreja a mi súplica, Señor. Pues se ha llenado de
males mi alma y mi vida se ha aproximado al Hades. He sido estimado como los
que descienden al foso, me he vuelto como un Hombre desamparado, libre entre
los muertos, como heridos arrojados, durmiendo en la tumba, de los que no Te
acuerdas ya y han sido lanzados de Tu mano. Me han puesto en un foso
profundísimo, en lo tenebroso y en sombra de muerte. Sobre mí se ha clavado Tu
furor y todos Tus furores sobre mí Has traído. Has alejado de mí a mis conocidos,
me han puesto por abominación para ellos. Fui entregado y no salía fuera, mis ojos
languidecieron de miseria y yo clamé a Ti, Señor, todo el día y a Ti extendí mis
manos. ¿Acaso no harás maravillas entre los muertos?, ¿o los resucitarán los
médicos para que Te confiesen? ¿Acaso nadie narrará Tu misericordia en la tumba
y Tu verdad en la perdición? ¿Acaso no se conocerán Tus maravillas en las tinieblas

21
y Tú justicia en tierra olvidada? Pero yo he clamado a Ti, Señor y al alba se
adelantará a Ti mi oración. ¿Por qué, Señor, rechazas mi oración y apartas de mí Tu
semblante? Yo soy pobre y he estado en trabajos desde mi adolescencia y una vez
exaltado, he sido humillado y afligidísimo. Sobre mí han pasado Tus iras y Tus
terrores me han turbado. Me han cercado, cual agua, todo el día, rodeándome a
una. Alejaste de mí al amigo y al prójimo y a mis conocidos, por mi miseria.
Oh Señor, Dios de mi salud, de día y de noche he clamado ante Ti. Entre a Tu
presencia mi oración, inclina Tu oreja a mi súplica.

Salmo 102
Bendice alma mía, al Señor y todo dentro de mí Su santo Nombre. Bendice
alma mía, al Señor y no olvides todos sus beneficios, pues Él es propicio a todas tus
iniquidades y sana todas tus dolencias. Él redime a tu alma de la perdición y te
corona con misericordia y conmiseraciones. Él colma de bienes tu deseo, para que
se renueve tu juventud de continuo como la de águila. El Señor hace misericordias
y juicio a todos los agraviados. Manifestó Sus caminos a Moisés y a los hijos de
Israel Sus voluntades. El Señor es compasivo y misericordioso, longánimo y
misericordiosísimo. No se airará hasta el fin, ni por siempre se enfurecerá. No ha
hecho con nosotros según nuestros pecados, ni según nuestras iniquidades nos ha
retribuido. Pues según la altura del cielo hasta la tierra, así ha fortalecido el Señor
Su misericordia sobre los que Le temen. Cuanto dista el oriente de occidente, así ha
alejado de nosotros nuestras iniquidades. Según se conmisera el padre de los hijos,
así Se ha conmiserado el Señor de los que Le temen; pues Él conoce nuestra
hechura, Se acordó de que somos polvo. El hombre, sus días son como heno, como
flor del campo, así se desflorará. Pues viento pasará por ella y ya no será y no se
conocerá ya su lugar. Pero la misericordia del Señor es por los siglos de los siglos
sobre los que Le temen y Su justicia sobre los hijos de los hijos, para los que
guardan Su Alianza y se acuerdan de Sus mandamientos para hacerlos. El Señor en
el cielo ha dispuesto Su trono y Su reino sobre todos señorea. Bendigan al Señor,
todos Sus Ángeles, poderosos de fuerza, haciendo Su palabra, para oír la voz de Sus
palabras. Bendigan al Señor, todos Sus ejércitos, servidores Suyos, haciendo Su
voluntad. Bendigan al Señor, todas Sus obras.
En todo lugar de Su dominio, bendice, alma mía, al Señor (dos veces).

Salmo 142
Señor, escucha mi oración, advierte mi súplica en Tu verdad, escúchame en Tu
justicia. Y no entres en juicio con Tu siervo, pues no será justificado, ante Tu faz,
ningún viviente. Porque el enemigo ha perseguido a mi alma, ha humillado hasta la
tierra mi vida. Me colocó en tenebrosidades, como a muertos desde hace siglos y mi
espíritu cayó en acedía. En mí se turbó mi corazón. Recordé días antiguos y medité
en todas Tus obras, medité en las hechuras de Tus manos. Extendí mis manos hacia
Ti, mi alma es como tierra sedienta de Ti. Señor escúchame pronto, ha desfallecido
mi espíritu. No apartes de mí Tu rostro y me asemeje a los que descienden al foso.
Hazme oír temprano Tu misericordia, pues en Ti he esperado, manifiéstame el
camino en que he de andar, pues a Ti he levantado mi alma. Arráncame de mis
enemigos, Señor, pues en Ti me he refugiado, enséñame a hacer Tu voluntad, pues
Tú eres mi Dios, Tu Espíritu bueno me guiará en tierra recta. Por Tu Nombre,

22
Señor, me vivificarás en Tu justicia sacarás a mi alma de la tribulación y en Tu
misericordia exterminarás a mis enemigos, y perderás a todos los que atribulan a
mi alma pues yo soy Tu siervo.
Escúchame en Tu justicia y no entres en juicio con Tu siervo (dos veces).
Tu Espíritu bueno me guiará en tierra recta.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén. Aleluya, aleluya, aleluya, gloria a Ti, oh Dios (tres veces, con la
señal de la cruz e inclinaciones).

La Gran Letanía
El diácono ya ha salido y ubicado a la izquierda del celebrante. Después de los Seis Salmos y de las
Oraciones Matutinas, ambos hacen tres inclinaciones ante las Puertas Santas y luego el uno al
otro, entrando el sacerdote al Santuario por la puerta sur. Sigue la Gran Letanía, la cual es
pronunciada desde el ambón por el diácono o, en su ausencia, por el sacerdote desde allí.

Diácono: En paz, roguemos al Señor.


Coro: Señor, ten piedad. (En ruso: Góspodi, pomílui)
Diácono: Por la paz que viene de lo alto y por la salvación de nuestras almas,
roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Por la paz del mundo entero, por el bienestar de las Santas Iglesias de
Dios y la unión de todas, roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Por este Santo Templo y por los que entran en él con fe, devoción y temor
de Dios, roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Por nuestro Gran Soberano y Padre, Su Santidad el Patriarca N., por
nuestro Señor Reverendísimo el Metropolitano N., Primado de la Iglesia Rusa en el
Exterior, por Nuestro Señor Ilustre Obispo N., por el honorable presbiterado y
diaconado en Cristo, por todo el clero y el pueblo, roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Por este país, por sus autoridades y por todos los que con fe y piedad
moran en él, y por todos los países, roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Para que Él libre a Su pueblo de enemigos visibles e invisibles, y nos
confirme en la unidad, el amor fraternal y la piedad, roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Por esta ciudad (pueblo, aldea o monasterio), por todas las ciudades y
países, y por los fieles que los habitan, roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Por un clima propicio, por la abundancia de los frutos de la tierra y
tiempos de paz, roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Por los que viajan por tierra, mar y aire, por los enfermos, los afligidos,
los cautivos y por su salvación, roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.

23
Diácono: Para que nos libre de toda aflicción, ira y necesidad, roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Ampáranos, sálvanos, tennos misericordia y guárdanos, oh Dios, con tu
gracia.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Conmemorando a la santísima, purísima, benditísima y gloriosa
Soberana nuestra, la Madre de Dios y siempre Virgen María, y a todos los Santos,
encomendémonos a nosotros mismos y mutuamente los unos a los otros y toda
nuestra vida a Cristo Dios.
Coro: A Ti, Señor. (En ruso: Tiébie, Góspodi)
Sacerdote: Porque te pertenece toda gloria, honor y adoración, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.

“Dios es el Señor...” y Troparios


Se canta en Tono 1

Diácono o Sacerdote: Dios es el Señor, y se nos ha manifestado. Bendito el que


viene en el nombre del Señor.
Confesad ante el Señor, porque es bueno; porque para siempre es su
misericordia.
Coro: Dios es Señor, y se nos ha manifestado. Bendito el que viene en el
nombre del Señor.
Diácono: Grandemente me han rodeado, mas en el nombre del Señor los he
rechazado.
Coro: Dios es Señor, y se nos ha manifestado. Bendito el que viene en el
nombre del Señor.
Diácono: No moriré, mas viviré, y contare las obras del Señor.
Coro: Dios es Señor, y se nos ha manifestado. Bendito el que viene en el
nombre del Señor.
Diácono: La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del
ángulo; de parte del Señor es esto y es maravilla en nuestros ojos.
Coro: Dios es Señor, y se nos ha manifestado. Bendito el que viene en el
nombre del Señor.

Y el diácono retorna a su lugar en el Santuario.

Coro (Tropario Festivo Tono 1): Cuando fuiste bautizado Señor, en el Río
Jordán, fue revelada la adoración a la Santísima Trinidad. Porque la
voz del Padre se adelantó dando testimonio, llamándote: "Hijo muy
amado". Y el Espíritu en forma de paloma, confirmó la inmutabilidad
de esas palabras. ¡Oh Cristo Dios, que apareciste al mundo, Gloria a Ti!.
(3 veces, la última vez tras "Gloria, ahora y siempre").

Katisma
Coro: Señor, ten piedad (tres veces). Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Lector: Ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

24
Salmo 10:
En el Señor me cobijo; ¿cómo decís a mi alma: "Huye, pájaro, a tu monte? "He aquí
que los impíos tensan su arco, ajustan a la cuerda su saeta, para tirar en la sombra
a los de recto corazón. Si están en ruinas los cimientos, ¿que puede hacer el justo?"
El Señor en su Templo santo, el Señor, su trono está en los cielos; ven sus ojos el
mundo, sus párpados exploran a los hijos de Adán. El Señor explora al justo y al
impío; su alma odia a quien ama la violencia. ¡Llueva sobre los impíos brasas y
azufre, y un viento abrasador por porción de su copa! Que es justo el Señor y lo
justo ama, los rectos contemplarán su rostro. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu
Santo.

Coro: Ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya, Aleluya,
Aleluya, Gloria a Ti, oh Dios (tres veces). Señor, ten piedad (tres veces). Gloria al
Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Lector: Ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 13:
El insensato dijo en su corazón: “No hay Dios”. Se han corrompido y hecho
abominables en sus afanes, no hay quien haga bondad, no hay siquiera uno. El
Señor, desde el cielo ha mirado sobre los hijos de los hombres, para ver si hay uno
que entienda o que busque a Dios. Todos se han extraviado, se han hecho inútiles a
la vez, no, no hay quien haga bondad, no hay siquiera uno. Su garganta es tumba
abierta, con su lengua han engañado, bajo sus labios hay veneno de áspid. Su boca
está henchida de maldición y amargura, sus pies son veloces para derramar sangre;
en sus caminos hay quebrantamiento y desdicha y camino de paz no conocieron, no
hay temor de Dios ante sus ojos. ¿Acaso no entenderán todos los que obran la
iniquidad, los que devoran a mi pueblo por comida como pan? Al Señor no
invocaron. Allí trepidaron con temor donde no había temor, pues Dios está en la
generación de los justos. Al consejo de menesterosos han confundido, pero el Señor
es su esperanza. ¿Quién dará desde Sión la salud de Israel? Cuando el Señor aparte
el cautiverio de Su pueblo se alborozará Jacob y se regocijará Israel. Gloria al
Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Coro: Ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya, Aleluya,
Aleluya, Gloria a Ti, oh Dios (tres veces). Señor, ten piedad (tres veces). Gloria al
Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Lector: Ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 16:
Escucha, Señor, mi justicia, advierte mi súplica, percibe mi oración pues no es de
labios dolosos. Delante de Tu faz salga mi juicio, Tus ojos miren la equidad. Has
probado mi corazón, me has visitado de noche, me has acrisolado y no has hallado
iniquidad en mí. Para que no hable mi boca de las obras de los hombres, por las
palabras de Tus labios, yo he guardado caminos duros. Prepara mis pasos en Tus
sendas para que mis pasos no vacilen. Yo he clamado, porque me has oído, oh Dios,
inclina a mí Tu oído, porque has escuchado mis palabras. Haz maravillosas Tus

25
misericordias, Tú que salvas a los que esperan en Ti. Guárdame como a pupila de
Tus ojos, de los que resisten Tu diestra. Ampárame al amparo de Tus alas, de la faz
de los impíos que me han afligido. Mis enemigos han cercado mi alma, de su
grosura se rodearon, su boca habló soberbia. Arrojándome ahora me han cercado
en torno, sus ojos se propusieron bajar a la tierra. Me atraparon tal como león
pronto a presa y tal como leoncillo recostado en escondites. Levántate, Señor,
adelántate a ellos y suplántalos, libra a mi alma del impío con Tu espada, de
enemigos, con Tu mano. Oh Señor, sepáralos de ellos y de la tierra en su vida, de
Tus tesoros recónditos se ha llenado su vientre. Se han satisfecho de lo porcino y
dejado el resto a sus pequeñuelos. Pero yo, en justicia apareceré ante Tu faz, me
satisfaré cuando aparezca Tu gloria. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya, Aleluya, Aleluya,
Gloria a Ti, oh Dios (tres veces).

Letanía Menor
Diácono: Una y otra vez en paz, roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Ampáranos, sálvanos, tennos misericordia y guárdanos, oh Dios, con tu
gracia.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Conmemorando a la santísima, purísima, benditísima y gloriosa
Soberana nuestra, la Madre de Dios y siempre Virgen María, y a todos los Santos,
encomendémonos a nosotros mismos y mutuamente los unos a los otros y toda
nuestra vida a Cristo Dios.
Coro: A Ti, Señor.
Exclamación: Porque tuyo es el dominio, y tuyos son el reino y el poder y la gloria,
Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.

Sedalen
Coro (Tono 3): Cuando apareciste en el Jordán, Oh Cristo Salvador y fuiste
bautizado por el Precursor; un testimonio te fue dado, que eres Hijo Amado. Por
consiguiente, Te revelaste, Igual al Padre en la Eternidad; y el Espíritu Santo
descendió sobre Ti; y nosotros siendo iluminados por Él, exclamamos diciendo:
“Gloria a Dios, Trino en Personas”.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

(Tono 5): Te has envuelto en los arroyos Del Jordán, / Oh Tú, que te revestiste más
gloriosamente de luz, / y has restaurado en él la naturaleza de Adán, que había sido
corrompida por la mala desobediencia, oh Verbo de Dios. // Por lo cual, todos
nosotros alabamos y glorificamos Tu santa Epifanía.

Ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

26
(Tono 4): ¡Oh Río Jordán! ¿Por qué te asombraste cuando viste, desnudo, al
Invisible? Y él responde diciendo: “Cuando yo Le he visto temblé y retrocedí; pues
¿cómo no voy temblar y retroceder? Y he aquí, los ángeles, al mirarle tuvieron
miedo; el cielo quedó atónito, la tierra estremecida y el mar junto a todo lo visible e
invisible retrocedieron”. Cristo ha aparecido en el Jordán para santificar las aguas.

Polyeleon

Se encienden todas las luces y velas y las Puertas Santas son abiertas. El sacerdote revestido con
felonio y precedido por el diácono que sostiene un cirio y por un ceroferario, salen y se ubican ante
el ícono de la fiesta colocado en un analoy en medio del templo; al celebrante se le entregan velas
encendidas que distribuye entre los otros concelebrantes y que se mantienen encendidas hasta el
Evangelio, porque es costumbre que durante el Polyeleos el Templo debiera estar brillantemente
iluminado con velas.

Alabad el nombre del Señor, alabad siervos al Señor. Aleluya (tres


veces).
Los que estáis en el templo del Señor, en los atrios de la casa de
nuestro Dios. Aleluya (tres veces).
Señor, tu nombre es por los siglos, y por generación y generación tu
memoria. Aleluya (tres veces).
Desde Sión se bendiga al Señor, que habita en Jerusalén. Aleluya
(tres veces).
Confesad al Señor, porque es bueno, pues su misericordia es por
los siglos. Aleluya (tres veces).
El que afirmó la tierra sobre las aguas, pues su misericordia es por
los siglos. Aleluya (tres veces).
Con mano poderosa y brazo excelso, pues su misericordia es por los
siglos. Aleluya (tres veces).
Confesad al Dios del cielo, pues su misericordia es por los siglos.
Aleluya (tres veces).
El diácono recibe la vela y el sacerdote la vela y el incensario; entonces inciensa en forma de cruz
el ícono ubicado al medio del templo, el Santuario, el iconostasio y el Templo entero con el pueblo
.

Magnificación Festiva.

En las fiestas mayores, después del Polyeleon, se canta la exaltación propia (megalinario),
cantándolo el clero frente al ícono de la Fiesta.

Sacerdote: Te magnificamos,/ oh Cristo, Dador de vida,/ que por nosotros fue


bautizado en la carne, /por Juan, //en las aguas del Jordán.
Coro: Te magnificamos,/ oh Cristo, Dador de vida,/ que por nosotros
fue bautizado en la carne, /por Juan, //en las aguas del Jordán.

Cantad con júbilo al Señor toda la tierra. Cantad su nombre, dadle


gloria en alabanza.

27
Te magnificamos,/ oh Cristo, Dador de vida,/ que por nosotros fue
bautizado en la carne, /por Juan, //en las aguas del Jordán.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los


siglos de los siglos. Amén.

Te magnificamos,/ oh Cristo, Dador de vida,/ que por nosotros fue


bautizado en la carne, /por Juan, //en las aguas del Jordán.

Aleluya, aleluya, aleluya, gloria a Ti, ¡oh, Dios! (dos veces)


Clero: Aleluya, aleluya, aleluya, gloria a Ti, ¡oh, Dios! (una vez), y la exaltación una vez
más.

Cuando la magnificación ha finalizado, el sacerdote inciensa al diácono, quien habiendo recibido


el incensario, inciensa al sacerdote. Los Troparios Dominicales son omitidos.

La Letanía Menor
Diácono: Una y otra vez en paz, roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Ampáranos, sálvanos, tennos misericordia y guárdanos, oh Dios, con tu
gracia.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Conmemorando a la santísima, purísima, benditísima y gloriosa
Soberana nuestra, la Madre de Dios y siempre Virgen María, y a todos los Santos,
encomendémonos a nosotros mismos y mutuamente los unos a los otros y toda
nuestra vida a Cristo Dios.
Coro: A Ti, Señor.
Exclamación: Porque tuyo es el poder, y tuyo es el Reino, la fuerza y la gloria,
Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.

Sedalen
¿Cómo está contenido en un vientre, aquel a quien nada puede contener? ¿Cómo es
sostenido en los brazos de su Madre, aquel que está en el seno del Padre? Esto es
todo como él conoce, como Él deseó y como Él fue bien complacido. Porque siendo
sin carne, con Buena voluntad se hizo carne; y Él que Es, por nosotros se ha vuelto
lo que no era; sin apartarse de su propia naturaleza Él compartió en nuestra
sustancia; deseando llenar al mundo sobre lo alto, Cristo nació en dos naturalezas.

Antífona 1 (Festiva) en Tono 4


Muchas pasiones me combaten desde mi juventud, pero Tú mi Salvador,
ampárame y sálvame. Vosotros que odiáis a Sión, sed avergonzados ante el Señor,
porque seréis secos como la hierba en el fuego.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los
siglos. Amén.

28
Muchas pasiones me combaten desde mi juventud, pero Tú mi Salvador,
ampárame y sálvame. Vosotros que odiáis a Sión, sed avergonzados ante el Señor,
porque seréis secos como la hierba en el fuego.

El Prokimenon
El Diácono que ha ido a buscar el libro de los Evangelios, lo entona.

Diácono: Atendamos. Sabiduría. Prokímenon en tono 4, Lo vio la mar y huyó, y el


Jordán retrocedió.
Coro: Lo vio la mar y huyó, y el Jordán retrocedió.
Diácono: (Verso): Oh Mar, ¿Qué es lo que tienes para huir, y tú, Jordán, para
retroceder?
Coro: Lo vio la mar y huyó, y el Jordán retrocedió.
Diácono: Desde Lo vio la mar y huyó.
Coro: Y el Jordán retrocedió.

Diácono: Roguemos al Señor.


Coro: Señor, ten piedad.
Sacerdote: Porque Tú eres santo, ¡oh, Dios nuestro! y entre los santos descansas, y
a Ti glorificamos, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de
los siglos.
Coro: Amén.

En este momento, el diácono lleva el Libro de los Evangelios hasta el centro del templo, para que el
Sacerdote lea el Evangelio Matutino.

Diácono: Todo lo que tiene aliento alabe al Señor.


Coro: Todo lo que tiene aliento alabe al Señor.
Diácono: Alabad a Dios en sus Santos; alabadle en el establecimiento de su poder.
Coro: Todo lo que tiene aliento alabe al Señor.
Diácono: Todo lo que tiene aliento
Coro: Alabe al Señor.

El Evangelio

Diácono: Y para que Él nos conceda escuchar el santo Evangelio, roguemos al


Señor Dios.
Coro: Señor, ten piedad. (Tres veces).

Diácono: Sabiduría. Estemos de pie. Escuchemos el santo Evangelio.


Sacerdote: La Paz sea con todos vosotros.
Coro: Y a Tu espíritu.
Sacerdote: Lectura del santo Evangelio según San Marcos (Mc. 1: 9, 11).
Coro: Gloria a Ti, Señor, gloria a Ti.
Diácono: Atendamos.

29
Y el sacerdote lee el Evangelio Festivo en el centro del templo, sostenido por el diácono (si no hay
diácono, lo lee desde las Puertas Santas).

Y sucedió que por aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea, y fue
bautizado por Juan en el Jordán. En cuanto salió del agua vio que los cielos
se rasgaban y que el Espíritu, en forma de paloma, bajaba a Él. Y se oyó
una voz que venía de los cielos: “Tú eres mi Hijo Amado, en Ti me
complazco.”

Coro: Gloria a Ti, Señor, gloria a Ti.

Tras lo cual el sacerdote deja el Evangelio en el atril. El cirio es colocado en frente del atril.

Salmo 50
Lector: Apiádate de mí, oh Dios, según tu gran misericordia; según tu inmensa
bondad, borra mi iniquidad. Lávame más y más de mi maldad y purifícame de mis
pecados. Pues reconozco mis culpas y mi pecado está siempre ante mí. Contra ti,
sólo contra ti, he pecado y delante de ti he hecho el mal, por lo tanto eres
reconocido justo en tu sentencia y soberano en tu juicio. Considera que en maldad
fui modelado y en pecado me concibió mi madre. Porque, Tú que amas la verdad en
lo interior me descubres los misterios profundos de tu sabiduría. Rocíame con
hisopo y seré puro; lávame y emblanqueceré más que la nieve. Hazme escuchar la
alegría y el júbilo, y mis huesos abatidos se estremecerán de regocijo. Aparta tu
rostro de mis pecados y borra todas mis iniquidades. Crea en mí, oh Dios, un
corazón puro y renueva dentro de mí un espíritu recto. No me alejes de tu presencia
y no quites de mí tu Espíritu Santo. Devuélveme el gozo de tu salvación y un
espíritu libre me sustente. Enseñaré a los impíos tus caminos y los pecadores
volverán a Ti. Líbrame de la sangre, oh Dios, Dios de mi salvación y aclamará mi
lengua tu justicia. Abre, Señor, mis labios y cantará mi boca tus alabanzas. Pues no
es sacrificio lo que te complace. Si te ofreciera un holocausto no lo quieres. El
sacrificio para Dios es el espíritu arrepentido. Al corazón contrito y humillado, Tú,
oh Dios, no lo desprecias. En tu bondad, Señor, trata benignamente a Sión y
reconstruye las murallas de Jerusalén. Entonces aceptarás el sacrificio de justicia,
las ofrendas y los holocaustos. Entonces se te ofrecerán víctimas en tu altar.
El coro canta el stijeron de la Fiesta, Tono 6.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.


¡Regocíjese hoy toda la creación; Porque Cristo ha aparecido en el Jordán!
Ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
¡Regocíjese hoy toda la creación; Porque Cristo ha aparecido en el Jordán!
Ten piedad de mí, ¡oh, Dios!, conforme a Tu gran misericordia, según la multitud
de tus piedades, borra mi iniquidad.
Dios, el Verbo, apareció en la carne a la humanidad. Estando de pie en el
Jordán, para ser bautizado, Le dijo, pues, el Precursor: “¿Cómo extenderé yo mi
mano y tocaré la cabeza de Aquél que sujeta toda la creación? Te reconozco Dios
Eterno, aunque has venido Niño de María; caminando en la tierra, Tú a Quien los

30
serafines alaban. Por lo tanto, yo el siervo no he aprendido a bautizar al Soberano”.
¡Oh Señor Inaccesible, Gloria a Ti!

La Gran Intercesión
La recita el diácono.

Diácono: Salva, ¡oh Dios!, a Tu pueblo y bendice tu heredad. Visita a tu mundo con
piedad y generosidades. Acrecienta la fortaleza de los cristianos ortodoxos, y envía
sobre nosotros tus abundantes misericordias, por las oraciones de la todo Purísima
y Soberana nuestra, la Madre de Dios y siempre Virgen María, por el poder de la
honorable y vivificante Cruz, por la protección de las honorables fuerzas
incorpóreas celestiales, del honorable y glorioso Profeta, Precursor y Bautista Juan;
de los santos, gloriosos y alabadísimos Apóstoles (o si se conmemora a alguno de los 12
apóstoles o uno de los cuatro evangelistas se dice: del santo Apóstol y Evangelista N., y de los
otros santos, gloriosos y alabadísimos Apóstoles), de nuestros Padres entre los Santos,
grandes maestros universales y pontífices, Basilio Magno, Gregorio el Teólogo y
Juan Crisóstomo; de nuestro Padre entre los Santos, Nicolás Taumaturgo,
Arzobispo de Myra en Licia; de los Santos iguales a los apóstoles, Metodio y Cirilo,
maestros de los eslavos, del santo ortodoxo y equiapostólico gran Príncipe Vladimir
y de la bienaventurada Olga, gran princesa de Rusia; de nuestros Padres entre los
santos, los Taumaturgos de toda Rusia, Miguel, Pedro, Alexis, Jonás, Felipe,
Macario, Demetrio, Mitrofán, Tíjon, Teodosio, Josafat, Hermógenes, Pitirim,
Inocencio y Juan; de nuestros padres entre los santos, pontífices: Tíjon, patriarca
de Moscú, el confesor; de los hieromártires Vladimir de Kiev, Benjamín y José de
Petrogrado, Andrónico de Perm, Germán de Tobolsk; y de los confesores Pedro de
Krutitsky, Cirilo de Kazán, Agafángel de Yaroslav; y de los presbíteros
hieromártires Juan y Juan y todos los nuevos hieromártires y confesores de la
Iglesia Rusa; de los santos gloriosos, distinguidos y victoriosos mártires: el santo,
glorioso megamártir Jorge, victorioso y milagroso; del Santo megamártir y médico
Pantaleimon; de la Santa megamártir Bárbara; de los santos príncipes rusos: los
sufridos Boris, Gleb e Igor; el mártir Zar Nicolás, la mártir Zarina Alejandra, el
Zarévich Alexis, y de las zarevnas Olga, Tatiana, María y Anastasia; de las santas
venerables mártires princesa Isabel y la monja Bárbara y de todos los nuevos
mártires de Rusia; de los santos imitadores de Cristo y teóforos padres, Antonio y
Teodosio, y los otros taumaturgos de Pechersk; Sergio abad, taumaturgo de
Radonezh, y Serafín, taumaturgo de Sarov, y de León, Macario, Ambrosio y los
otros Padres de Óptina; y de Germán, taumaturgo de Alaska; y de Juan
taumaturgo, arzobispo de Shanghái y San Francisco; y de Job, abad y taumaturgo
de Pochaev; y del santo y recto Juan, taumaturgo de Kronstadt; y de la santa
bienaventurada Xenia de San Petersburgo; y del santo (nombre del santo del templo y
del día); y de los santos y rectos antepasados de Dios Joaquín y Ana y de todos los
santos, te suplicamos, ¡oh, Señor, grande en misericordia! escucha a nosotros
pecadores que te rezamos y ten piedad de nosotros.

Coro: Señor, ten piedad (12 veces).

31
Sacerdote: Por la misericordia y las generosidades y el amor a la humanidad de Tu
Hijo unigénito, con quien eres bendito, con Tu Santísimo Bueno y Vivificador
Espíritu, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.

El clero y los fieles hacen dos inclinaciones, besa el Evangelio y el ícono de la Fiesta y el sacerdote,
asistido por el diácono, unge la frente de los fieles con aceite diciendo “En el nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo”. Luego los fieles reciben un pedazo de pan bendecido (si es que hubo
Litia).

Terminada la veneración y la unción, el sacerdote sube al Ambón con el Evangeliario, bendice al


pueblo con él, entra al santuario con el evangelio, cierra las puertas y la cortina y se quita el
felonio, mientras se apagan las luces.

El Canon, Tono 2
Para la Fiesta de Epifanía son dos, que se combinan.

Oda 1
Irmos: El Señor, el Poderoso en las batallas, descubrió las fundaciones
de lo profundo, y llevó a Sus siervos sobre tierra seca; Más cubrió a los
adversarios con las aguas; Porque Él ha sido glorificado.

Gloria a Ti, nuestro Dios, gloria a Ti.

El Hombre creado a imagen de Dios se corrompió por su iniquidad, se descompuso


completamente, y se privó de la sublime vida Divina. ¡Pero es restaurado por el
sabio Creador, ¡pues Él se ha glorificado!

Gloria a Ti, nuestro Dios, gloria a Ti.

El Creador, viendo la perdición del hombre creado por Sus manos, inclinando los
Cielos Cielo, desciende y acepta todo su ser, se encarna verdaderamente de la
Virgen Divina y pura. ¡Pues Él se ha glorificado!

Gloria a Ti, nuestro Dios, gloria a Ti.

Siendo, Sabiduría, Verbos, Fuerza: Hijo y resplandor del Padre, Cristo Dios, en
secreto de todas las fuerzas del cielo y la tierra, se hizo hombre, renovándonos,
¡Pues Él se ha glorificado!

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Prefigurado claramente por la zarza ardiente sin ser consumida, El vientre santo ha
llevado al Verbo. Dios está unido con la figura de los hombres mortales. Para que él
soltara, de la maldición antigua y amarga al vientre infeliz de Eva. ¡Venid, toda la
humanidad, glorifiquémosle!”

Ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

32
Una estrella Te ha revelado a los Magos. ¡Verbo Compasivo, que estabas antes del
sol, Tu que has venido para hacer desistir la transgresión! En una gruta pobre y
humilde, envuelto en pañales; Y viéndote con alegría, Te conocieron como hombre
y Señor.

Katabasía Tono 1: Desde antaño, el Soberano que obra maravillas salvó a Su


pueblo. Haciendo la ola acuosa del mar tierra seca; y ahora, de Su propia Voluntad
ha nacido de una Joven. Y para que nos establezca un camino transitable, que nos
conduce al cielo. Él es igual al Padre y a los hombres. Por eso lo glorificamos.

Oda 3
Irmos: A Cristo Dios Hijo engendrado, incorruptiblemente del Padre,
antes de los siglos y en los últimos tiempos Encarnado de la Virgen,
clamamos: ¡Santo eres Tu, oh Señor! Que enalteciste nuestra dignidad.

Gloria a Ti, nuestro Dios, gloria a Ti.

El Adán perecedero, comulgante del sublime habito de la vida, y que se volvió


corrupto cuando fue seducido por la mujer, al ver nacer a Cristo de una Mujer
exclama: Por mí causa te hiciste semejante a mí. Santo eres Tu, oh Señor!

Gloria a Ti, nuestro Dios, gloria a Ti.

Cristo, te hiciste semejante a nuestra condición humilde y uniste nuestra carne con
el Ser Divino, te hiciste hombre y sin dejar de ser Dios enalteciste nuestra dignidad.
Santo eres Tu, oh Señor!

Gloria a Ti, nuestro Dios, gloria a Ti.

Alégrate Belén, ciudad real, entre las ciudades de Judea: pues Cristo que se ha
entronizado sobre todos ha surgido claramente de ti para enaltecer a nuestra
dignidad, y ser el pastor de Israel desde los hombros de los Querubines.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Los rangos de los pastores, que en los campos, atónitos velaban; Por el misterio
extraño, que han sido dignos de contemplar; La Natividad hermosísima que supera
toda mente; Y el alumbramiento de la Bendita Joven Purísima. Y Junto a los coros
angelicales incorpóreos, cantaron a Cristo el Rey, encarnado sin simiente.

Ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Él quién gobierna las alturas del cielo, por Su compasión, Se ha vuelto como
nosotros somos, Nacido de una Joven que no ha conocido hombre alguno. El Verbo
que anteriormente estaba ajeno a la materia, en lo último la comprueba,
Asumiendo la sustancia material de la carne; Para que atrajera hacia Él el primer
creado, Adán el caído.

33
Katabasía: Acepta, Grandioso Bienhechor, las Alabanzas de Sus
siervos; Y derrumba la arrogancia del orgulloso enemigo. Levántenos
vencedores sobre el pecado, Benévolo Señor; Y establécenos sobre la
fundación firme de la fe.

Letanía Menor
Diácono: Una y otra vez en paz, roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Ampáranos, sálvanos, tennos misericordia y guárdanos, oh Dios, con tu
gracia.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Conmemorando a la santísima, purísima, benditísima y gloriosa
Soberana nuestra, la Madre de Dios y siempre Virgen María, y a todos los Santos,
encomendémonos a nosotros mismos y mutuamente los unos a los otros y toda
nuestra vida a Cristo Dios.
Coro: A Ti, Señor.
Exclamación: Porque Tú eres nuestro Dios, y Te glorificamos, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.

El cielo Te ofreció las primicias


Ipakoe de la Fiesta, desde el Menaion Tono 8:
de los gentiles; porque una estrella convocó a los Magos ante Ti; Niño
acostado en un pesebre. Quedaron, pues, asombrados al no ver cetro ni
trono sino sólo pobreza absoluta. Y ¿Qué cosa es más baja que una
gruta, y qué es más humilde que los pañales? Aun, allí se manifestó
brillando la riqueza de Tu Divinidad, ¡Señor, gloria a Ti!

Tras lo cual se sigue con el Canon.

Oda 4
Irmos: Oh Cristo Retoño y flor de la raíz de Jessé! Tú germinaste de la
Virgen, Glorioso. Encarnado de la que no conoció esposo. Tú llegaste,
Dios Inmaterial como del monte rodeado de espesura. Gloria a Tu
Fuerza, oh Señor.

Gloria a Ti, nuestro Dios, gloria a Ti.

Oh Cristo! a Quien, en la antigüedad Jacob llamara "la esperanza de los pueblos."


Tú resplandeciste en la tribu de Judá y viniste para derrocar el poder de Damasco y
la rapiña de Samaria. Sustituyendo al error por la fe agradable a Dios. ¡Gloria a Tú
Fuerza, oh Señor!

Gloria a Ti, nuestro Dios, gloria a Ti.

34
Tú, Señor, brillando como la estrella de Jacob llenaste de alegría a los sabios
observadores de las estrellas y discípulos del profeta Balaam, llevados a Ti como
principio de los paganos y los recibiste claramente. ¡Gloria a Tú Fuerza, oh Señor!.

Gloria a Ti, nuestro Dios, gloria a Ti.

Oh Cristo! Tú descendiste al seno de la Virgen como la lluvia sobre el vellocino y


como gotas de rocío que caen sobre la tierra. Etiopía y Tarsis, las islas arábigas y
Saba, que dominan la tierra de los medos, se prosternaron ante Ti, Salvador. Gloria
a Tú Fuerza oh Señor.

Gloria a Ti, nuestro Dios, gloria a Ti.

De Tu propio Voluntad ¡Altísimo!, Te has aparecido, siendo Dios, como los


hombres mortales; Encarnándose de la Virgen, Para purgar el veneno de la cabeza
de la serpiente. Y siendo por naturaleza Dios, nos guías a todos De las verjas de las
tinieblas hacia la luz dadora de la vida.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

¡Naciones todas!, que desde antaño han sido hundidos en la corrupción; Pero
ahora, han escapado, totalmente, de la perdición del adversario; Alzad vuestras
manos y aplaudid con cánticos de alabanza; Adorando a Cristo, Nuestro Único
Benefactor; Quién, ha venido en medio de nosotros, por Su Compasión.

Ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

¡Virgen!, Tú has brotado de la raíz de Jesé, Sobrepasando los límites de la


naturaleza humana, Porque Tú has dado a luz, al Verbo Eterno del Padre. Que
acorde a Su Condescendencia extraña, y despojándose de Si Mismo; Te atravesó,
conservándote aún sellada.

Katabasía: Siendo Dios de la Paz y Padre de las Misericordias, Amante de la


humanidad, nos has enviado Tu Ángel, el mensajero de Tu Gran Voluntad,
otorgándonos la paz. Por lo tanto, guiados hacia la luz del Divino Conocimiento,
salimos de la noche glorificándote.

Oda 5
Irmos: Siendo Dios de la Paz y Padre de la misericordia. Tú nos
enviaste al Ángel del Gran Consejo, que da la paz, Por eso
despertándonos de noche y siendo llevados a la Luz del conocimiento
de Dios, Te glorificamos a Ti que amas a la humanidad.

Gloria a Ti, nuestro Dios, gloria a Ti.

35
Oh Cristo! Tú, cumpliendo la orden del Cesar de inscribirte en el número de sus
ciudadanos, nos liberaste, esclavos del enemigo y del pecado. Despojado de todo
por nosotros, por medio de esta unión y comunión Tú deificaste al hombre mortal.

Gloria a Ti, nuestro Dios, gloria a Ti.

He aquí que la Virgen, como se predijo en la antigüedad, concibió en su seno, dio a


luz a Dios, que se hizo hombre, y permaneció Virgen. A través de Ella nos
reconciliamos con Dios, nosotros pecadores y le cantamos como a la verdadera
Madre de Dios.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Por Su Venida en la carne, el Soberano arrancó totalmente; Nuestra áspera


enemistad contra Él. Y ha destruido el poderío del asesino de nuestras almas.
Uniendo el mundo a las esencias inmateriales, Haciendo al Padre, Misericordioso
para con la creación.

Ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

El pueblo que anteriormente anduvo en la oscuridad; Este día ha visto una luz,
brillando desde la luz celestial; Porque el Hijo ofrece a Dios las naciones como
herencia; Otorgando, por lo tanto, la gracia indescriptible, Donde, una vez, el
pecado ha florecido abundantemente.

Katabasía: Otórganos el perdón ¡Cristo!, a nosotros que desde la noche, estamos


oscurecidos, por las obras del error; Cantándote las alabanzas, a Ti, nuestro
Benefactor. Venga a nosotros, concédenos la purificación; Haga fácil el camino
para nosotros; Que tomándolo, nos honramos y logramos la glorificación

Oda 6
Irmos: Jonás, como el niño del seno, fue devuelto por el animal marino
tal como fue recibido El Verbo, que habito en la Virgen se encarno y
paso, conservándola intacta porque El mismo es incorruptible y
protege de la corrupción a la Madre.

Gloria a Ti, nuestro Dios, gloria a Ti.

Encarnado ha venido Cristo nuestro Dios, a Quien el Padre dio a luz antes de la
estrella matinal. El que gobierna a las fuerzas purísimas, es colocado en el pesebre
de los animales, envuelto en pañales. Pero Él deshace la maraña de los lazos del
pecado.

Gloria a Ti, nuestro Dios, gloria a Ti.

36
De la naturaleza de Adán, nace el Hijo, pequeño niño que es dado a los fieles. El es
el Padre y Príncipe del siglo venidero y Su nombre es el Ángel del Gran Consejo (La
Trinidad). Dios fuerte, que tiene a todo lo creado en Su poder.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Dios el Verbo, que desde el principio permanece con Dios, Viendo nuestra
naturaleza impotente de guardar incólume, Su Unión antigua con Él, descendió
ahora por Si Mismo, y la refortificó; Compartiendo con nosotros una segundo
unión. Y la hizo, una vez más, libre de toda pasión.

Ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Él que mora en la luz, Que ha sido complacido, a pesar de Su grandeza, De


acostarse en un pesebre para la salvación de la humanidad. Para nuestra causa,
Vino naciendo de los lomos de Abraham, Para levantarnos a nosotros caídos, con
tristeza, en la oscuridad de la transgresión, Y levantar hijos de los que están debajo
de la tierra.

Katabasía: Encerrado en lo más profundo del mar, Jonás, Te rogaba


venir a apaciguar la tormenta. Y yo, atravesado por los dardos del
tirano; A Ti acudo, Cristo, el Aniquilador del mal, Apresúrate a
salvarme de mi negligencia.

Letanía Menor
Diácono: Una y otra vez en paz, roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Ampáranos, sálvanos, tennos misericordia y guárdanos, oh Dios, con tu
gracia.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Conmemorando a la santísima, purísima, benditísima y gloriosa
Soberana nuestra, la Madre de Dios y siempre Virgen María, y a todos los Santos,
encomendémonos a nosotros mismos y mutuamente los unos a los otros y toda
nuestra vida a Cristo Dios.
Coro: A Ti, Señor.
Exclamación: Porque Tú eres Rey de paz y Salvador de nuestras almas, y a Ti
glorificamos, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los
siglos.
Coro: Amén.

Luego el Kondakio y el Ikos, y se continúa con las Odas Séptima y Octava

Kontaquio Tono 3: Hoy te has manifestado al mundo, Oh Señor, y Tu Luz se alzó


sobre nosotros, Quienes con conocimiento cantamos Tu alabanza diciendo: “Has
venido y has te manifestado, Oh Luz inaccesible”.

37
Ikos: En la Galilea de los Gentiles, en la tierra de Zabulón y la tierra de Neftalí,
según dijo el profeta: ‘Una Gran Luz ha brillado, es decir Cristo.’ Y para los que
habitaban en las tinieblas ha amanecido resplandeciendo como el relámpago de
Belén, el Señor nacido de María, el Sol de la Justicia, vertiendo Sus Rayos en toda
la tierra. Venid entonces, Oh desnudos, todos los descendientes de Adán,
revestimos de Él, para calentarnos; pues Él es abrigo de los desnudos y luz de los
oscurecidos; exclamémosle diciendo: “Tu has venido y has manifestado, Oh Luz
inalcanzable”.

Oda 7
Irmos: Los jóvenes, educados en la piedad, despreciaron la orden impía
sin temor a la amenaza del fuego. Parados en medio de las llamas
cantaban: "Bendito seas, Dios de nuestros padres".

Gloria a Ti, nuestro Dios, gloria a Ti.

Los pastores, tocando sus flautas, fueron dignos de una maravillosa visión de Luz,
pues la Gloria del Señor los iluminó y el Ángel les dijo: Canten pues ha nacido
Cristo, Bendito seas, Dios de nuestros padres.

Gloria a Ti, nuestro Dios, gloria a Ti.

De repente, después de las palabras del Ángel los ejércitos celestiales exclamaron:
¡Gloria a Dios en las alturas y paz a los hombres de buena voluntad! Cristo
resplandeció, Bendito seas, Dios de nuestros padres.

Gloria a Ti, nuestro Dios, gloria a Ti.

"¿Qué significa esta palabra?" decían los pastores - "vayamos a ver qué ocurrió,
veamos, al Divino Cristo - Llegando a Belén, lo adoraron a Él y a la que le dio a luz.
Exclamado: Dios de los padres, Bendito seas."

Gloria a Ti, nuestro Dios, gloria a Ti.

El horno activado y ardiendo, encendido siete veces más, En su furia, ha quemado a


los sirvientes del rey, Pero no dañó a los jóvenes: Porque, siendo rodeados por las
llamas; el Señor, Premiándolos por su piedad, vertió sobre ellos abundante rocío.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

¡Cristo! nuestro Defensor, Tú habías avergonzado al adversario del hombre,


Llevando de escudo Tu Inefable Encarnación, Revestido de la semejanza carnal del
hombre, Tú nos has llenado, De la riqueza de la divinidad; En la que hemos puesto
la esperanza de obtener. Pues, desde antaño, hemos caído de lo alto hacia las
profundidades oscuras del infierno.

Ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

38
Por Tu Poder Omnipotente, Tú has derrocado El pecado feroz que levantó su
cabeza con orgullo y lujuria; Que rabiaba con la blasfemia ha dejado al mundo
perdido espoleado. Hoy, nos has salvado de sus garras, a nosotros que de antaño
fuimos arrastrados abajo. ¡Oh Benefactor, que voluntariamente Te encarnaste por
Tu Amor!

Katabasía: Firmes en su amor al Rey de todos, Los Jóvenes despreciaron las


amenazas y las impiedades del tirano, En su furia ilimitada; Y cuando el fuego
terrible no les había dañado, Hacia el Soberano, exclamaron diciendo: ’Bendito
eres Tú, por todos los siglos’.

Oda 8
Irmos: Un rocío refrescaba a los tres jóvenes arrojados al fuego del
horno babilónico (Dan 3:50). Este horno mostró la imagen del milagro
sobrenatural: pues no quemó a los jóvenes, del mismo modo que el
fuego Divino no quemo el seno de la Virgen, al cual descendió. Por eso
cantando exclamemos: que toda la creación bendiga al Señor y lo
enaltezca, por los siglos.

Gloria a Ti, nuestro Dios, gloria a Ti.

La hija de Babilonia toman prisioneros de Sión a los jóvenes hijos de David, pero al
mismo tiempo envía con obsequios a los magos, sus hijas, para prosternarse ante la
Hija de David, que ha recibido a Dios en su seno. Por eso cantando exclamemos:
que toda la creación bendiga al Señor y lo enaltezca por los siglos.

Gloria a Ti, nuestro Dios, gloria a Ti.

Las lamentaciones obligaron a los hijos de Sión a apartar de sí los instrumentos


musicales, pues ellos no podían alegrarse en un país extraño. Pero, Cristo que
resplandeció en Belén, disperso toda la seducción y la armonía musical de
Babilonia. Por eso cantando exclamemos: que toda la creación, bendiga al Señor y
lo enaltezca por los siglos (Sal.136).

Gloria a Ti, nuestro Dios, gloria a Ti.

Babilonia se apoderó de la riqueza del reino de Sión, prisionero. Cristo, en cambio,


con la estrella que guía atrajo a Sión a reyes-astrónomos con sus riquezas. Por eso
cantando exclamemos: que Toda la creación, bendiga al Señor y lo enaltezca por los
siglos.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

La creación entera canta, como los tres jóvenes, la alabanza del Verbo Eterno, que a
Sí mismo despojó; Huyendo, pues, de la culpa de su esfuerzo vano por volverse
como Dios; Aunque con paciencia, a la sabiduría divina, mantenía. Y todavía canta

39
con temblor, asustada de ofrecer, Una oración inaceptable, a Dios, porque está
sujeta al decaimiento y al dolor.

Ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Has venido, Tú que eres la Resurrección de las naciones, Para devolver la


naturaleza de los hombres de sus vagabundeos; Llevándolos de las colinas desiertas
a las praderas florecidas, Destruyendo la fuerza violenta del asesino del hombre.
Tú, que en Tu Providencia, Te apareciste como hombre y como Dios.

Coro: Exaltamos, glorificamos, nos postramos ante el Señor, cantando


y elevándolo por los siglos.

Katabasía: Los jóvenes, que antiguamente fueron arrojados al fuego,


sin ser quemados, Han sido una prefiguración del vientre de la Joven,
que permaneció aún sellado, Cuando Ella dio a luz, en forma
sobrenatural. Pues ambas maravillas han sido realizadas por la Gracia
como un solo milagro, Que despierta a los pueblos para cantar
alabanza.

Durante la katavasia de la 8º Oda, el diácono inciensa los Santos Dones y el Santuario, luego sale
por la Puerta Norte y, ubicado ante el ícono de la Madre de Dios, continúa incensando,
exclamando:

Diácono: A la Madre de Dios y Madre de la Luz, con cánticos engrandezcámosle.

Después de esto, y mientras el Coro canta la 9° Oda de Canon, dedicada a la Virgen (que cambia
en las Fiestas), el diácono inciensa el iconostasio, el coro, al clero, la iglesia entera y al pueblo.

Oda 9
Lector: ¡Engrandece, alma mía, a la que es más honorable y gloriosa que las
huestes celestiales!

Irmos: Veo a un insólito y maravilloso misterio: la gruta como cielo; la


Virgen-como altar de los Querubines; el pesebre-como la morada,
donde yace Cristo-Dios, al Cual cantamos y glorificamos.

Lector: ¡Engrandece, alma mía, al Rey que nació en una cueva!

Los magos, viendo el movimiento de una nueva y extraordinaria estrella, que


iluminaba los cielos, se convencieron que, Cristo-Rey nació en la tierra de Belén
para nuestra salvación.

Lector: ¡Engrandece, alma mía, a aquel que fue proclamado a los magos por una
estrella!

40
Cuando los magos decían: "¿Dónde está el recién nacido Niño-Rey, sobre el Cual la
estrella atestigua? Nosotros hemos venido para adorarlo. Entonces Herodes, que
luchaba contra Dios, sufrió una feroz confusión y pensó matar a Cristo.

Lector: ¡Los magos y los pastores han venido a adorar a Cristo, que nació en la
ciudad de Belén!

Averiguó Herodes el tiempo en el que apareció la estrella, que guió a los magos
para adorar a Cristo con sus ofrendas. Guiados por la misma, volvieron a su patria,
dejando ridiculizado al malvado infanticida.

Lector: ¡Engrandece, alma mía, el poder de la indivisible Divinidad en tres


hipostásis!

Madre Purísima, hemos visto, la figura oculta del Verbo. Y las sombras
desconocidas que habían pasado; A Él que aparece nuevamente, de Ti, ¡Puerta
cerrada!, Nosotros, haciéndonos dignos en contemplar la Luz de la Verdad, Como
es digno, bendigamos Tu Vientre.

Lector: ¡Engrandece, alma mía, a la que nos ha librado de la maldición!

El pueblo que complació a Cristo, ha logrado su deseo; Contándose digno de la


venida de Dios; Y ahora, con lágrimas acude a Ti, para la regeneración de la vida.
Virgen Inmaculada, concédale pues la gracia; Para adorar la Gloria de la
manifestación vivificadora de Cristo.

Katabasía: Nos es más fácil aguardar silencio en temor, Pues seremos


libres de todo peligro, Porque de hecho, nos es muy difícil, Virgen, que
Te ingeniamos, armoniosamente, alabanzas dignas de Ti; Mas el anhelo
nos brinda las ganas, pero Tú, siendo Madre a la vez, Danos, pues, la
fuerza para que podamos cumplir nuestro intento acorde a nuestro
amor.

Letanía Menor
Diácono: Una y otra vez en paz, roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Ampáranos, sálvanos, tennos misericordia y guárdanos, oh Dios, con tu
gracia.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Conmemorando a la santísima, purísima, benditísima y gloriosa
Soberana nuestra, la Madre de Dios y siempre Virgen María, y a todos los Santos,
encomendémonos a nosotros mismos y mutuamente los unos a los otros y toda
nuestra vida a Cristo Dios.
Coro: A Ti, Señor.
Sacerdote: Porque te alaban todas las potestades celestiales, y a Ti glorificamos,
Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.

41
Coro: Amén.

Exapostilario Festivo
"Santo es el Señor nuestro Dios" no se canta, sino el siguiente:

El Salvador que es la Gracia y la Verdad / ha aparecido en las corrientes del Jordán,


/ y ha iluminado / a aquellos que yacían en las tinieblas y la sombra de la muerte. /
Porque la Luz Inalcanzable // ha venido y se ha manifestado. (Tres veces, separados
por “Gloria”, y “Ahora y siempre”)

Laudes

Lector: En el 1º Tono, Todo lo que tiene aliento alabe al Señor.


Primer Coro:
Todo lo que tiene aliento alabe al Señor. Alabad al Señor desde los cielos:
alabadle en las alturas. A ti pertenece el himno, ¡oh Dios!

Segundo Coro:
Alabadle todos sus ángeles; alabadle todas sus potestades. A ti pertenece un
himno, ¡oh Dios!

Lo siguiente puede omiirse:


Alabadle, sol y luna; alabadle todas las estrellas y la luz.
Alabadle, cielos de los cielos, y las aguas que están más alto que los cielos.
Alábese el nombre del Señor, porque Él dijo y fueron; Él ordenó y se
crearon.
Las estableció para siempre, y por los siglos de los siglos; puso ley que no
será quebrantada.
Alabad al Señor desde la tierra, los dragones y todos los abismos.
El fuego, el granizo, la nieve, la helada, el espíritu de tempestad, que
ejecutan su palabra.
Los montes y todos los collados, el árbol de fruto y todos los cedros.
La bestia y todo ganado; reptiles y aves.
Los reyes de la tierra y todos los pueblos; los príncipes y todos los jueces de
la tierra.
Los jóvenes y las doncellas; los ancianos con los mancebos.
Que se alabe el nombre del Señor, porque sólo su nombre es enaltecido. La
confesión de Su nombre es en los cielos y en la tierra.
Y Él acrecentará la fortaleza de su pueblo; un himno a todos sus santos
imitadores, a los hijos de Israel, el pueblo allegado a Él.
Cantad al Señor canción nueva; y su alabanza en la iglesia de sus santos
imitadores.
Alégrese Israel en su Hacedor; los Hijos de Sión se regocijarán en su Rey.
Alábese su nombre a coro; con adufe y arpa, a Él canten salmos.
Porque el Señor se complace en su pueblo, y enaltecerá a los mansos para su
salvación.
Los santos imitadores se regocijarán en la gloria; y se alegrarán en sus

42
moradas.
La enaltecimiento a Dios en sus gargantas, y espadas de dos filos en sus
manos.
Para hacer venganza de las naciones, y reprensión en los pueblos.
Para aprisionar a sus reyes con grillos, y a sus nobles con cadenas de hierro.
Para hacer sobre ellos el juicio escrito. Esta gloria será para todos sus santos
imitadores.

Aquí, intercalar las stijeras por el Patriarca Germán, para Epifanía, en Tono 1:

Cristo nuestro Dios, Quien es Luz de Luz, el Dios que se manifestó, ha


brillado en el mundo; ¡Adorémosle, pues Oh pueblos!

Alabad a Dios en sus santos, alabadle en el establecimiento de su poder.

Cristo nuestro Dios, Quien es Luz de Luz,…

Alabadle por sus poderíos; alabadle por la multitud de su grandeza.

¡Oh Cristo, nuestro Soberano! ¿Cómo podemos honrarte digna y


debidamente, nosotros Tus siervos? Porque nos has renovado a todos
en las aguas.

Alabadle con sones de trompeta; alabadle con salterio y cítara.

Cuando fuiste bautizado en el Jordán, Oh Salvador, santificaste las


aguas; Y al extender la mano del siervo sobre Tu Cabeza, Tú has sanado
las pasiones del mundo. Grande pues el misterio de Tu dispensación,
Oh Señor, Amante de la humanidad, gloria a Ti.

Alabadle con pandero y coro; alabadle con cuerdas y órgano.

La verdadera Luz ha aparecido y otorgará la iluminación a todos. Cristo


que exceda toda pureza se bautiza con nosotros; Traerá, entonces, la
santificación a las aguas, haciéndolas una purificación para las almas.
Lo manifestado es terrenal, pero su significado sobrepasa los cielos.
Por el Lavado acontece la salvación, por el agua el Espíritu, y por la
inmersión la elevación hacia Dios. Maravillosas son Tus Obras, Oh
Señor, Gloria a Ti.

Alabadle con címbalos sonoros; alabadle con címbalos de júbilo. Todo lo que
tiene aliento, alabe al Señor.

Aquél Quien cubre el cielo con las nubes, es cubierto hoy por las
corrientes del Jordán; y Quien quita el pecado del mundo se purifica,
para que yo pueda ser purificado. El Hijo Unigénito del Padre Altísimo,
recibe desde lo alto, el testimonio del Espíritu Consubstancial.

43
Exclamémosle, pues: “¡Oh Tú, que te has manifestado y nos has
salvado, Gloria a Ti!”

Lector: En el 6º Tono, Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Stijera Tono 6: (por Anatolio). Oh Salvador, Tú que te revistes de luz


como de un manto, te cubriste con las aguas del Jordán. E inclinaste Tu
Cabeza ante el Pre-cursor, Tú que mides el cielo por la palma; para
devolver al mundo del error y para que salves nuestras almas.

Lector: En el 2º Tono, Ahora y siempre y por lo siglos de los siglos. Amén.


En "Ahora y siempre..." las Puertas Santas son abiertas.

Hoy Cristo ha venido a ser


Stijeron de la Resurrección para la Fiesta (Tono 2):
bautizado en el Jordán; Hoy Juan toca la Cabeza del Señor. Los poderes
celestiales se asombraron al contemplar el misterio maravilloso. El
mar lo vio y huyó; El Jordán al mirar retrocedió. Y nosotros quienes
hemos sido iluminados, exclamamos: “Gloria a Dios que ha aparecido
en la tierra públicamente y iluminó al mundo”.

La Gran Doxología

Sacerdote: Gloria a Ti, que nos has mostrado la luz.

Coro: Gloria a Dios en las alturas, en la tierra paz, en los hombres


buena voluntad. Te alabamos, Te bendecimos, nos inclinamos ante Ti,
Te glorificamos, Te damos gracias por tu gran gloria, Señor, Rey
celestial, Dios Padre todopoderoso, Señor, Hijo unigénito Jesucristo y
el Espíritu Santo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre, que
tomas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Tú que tomas los
pecados del mundo, recibe nuestra oración. Tú que estás sentado a la
diestra del Padre, ten piedad de nosotros. Porque sólo Tú eres santo,
sólo Tú eres Señor, Jesucristo, para gloria de Dios Padre. Amén.
Cada día te bendeciré, y alabaré tu nombre para siempre y por los
siglos de lo siglos.
Concédenos, Señor, guardar este día sin pecado. Bendito eres,
Señor Dios de nuestros padres, y alabado y glorificado es tu nombre
por siempre. Amén.
Que tu misericordia sea sobre nosotros, Señor, como hemos puesto
nuestra esperanza en Ti.
Bendito eres, Señor, enséñame Tus mandamientos. (3 veces)
Señor, Tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
Dije, Señor, ten piedad de mí, cura mi alma, porque he pecado contra
ti. Señor, a ti recurrí, enséñame a hacer tu voluntad, porque Tú eres mi
Dios. Porque en Ti está la fuente de la vida; en Tu luz encontraremos la
luz. Extiende Tu misericordia a los que te conocen.

44
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros.
(3 veces)
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre, y por
los siglos de los siglos. Amén.
Santo Inmortal, ten piedad de nosotros.
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros.

Tropario Tono 1: Cuando fuiste bautizado Señor, en el Río Jordán, fue


revelada la adoración a la Santísima Trinidad. Porque la voz del Padre
se adelantó dando testimonio, llamándote: "Hijo muy amado". Y el
Espíritu en forma de paloma, confirmó la inmutabilidad de esas
palabras. ¡Oh Cristo Dios, que apareciste al mundo, Gloria a Ti! (3 veces)

La Letanía
El diácono sale por la puerta norte (e incluso por la Puerta Real), se ubica en su lugar en la Solea y
dice:

Diácono: Ten piedad de nosotros, oh Dios nuestro, por tu gran misericordia, te


suplicamos, escúchanos y ten piedad.
Coro: Señor, ten piedad (tres veces)
Diácono: Roguemos también por nuestro Gran Soberano y Padre, Su Santidad el
Patriarca N., por nuestro Señor Reverendísimo el Metropolitano N., Primado de la
Iglesia Rusa en el Exterior, por Nuestro Señor Ilustre Obispo N., y por toda nuestra
hermandad en Cristo.
Coro: Señor, ten piedad (tres veces)
Diácono: Roguemos también por esta nación, sus autoridades y ejército.
Coro: Señor, ten piedad (tres veces).
Diácono: Roguemos también por nuestros hermanos sacerdotes, monjes y por toda
nuestra hermandad en Cristo.
Coro: Señor, ten piedad (tres veces)
Diácono: Roguemos también por los bienaventurados y dignos de eterna memoria,
fundadores de este santo templo (o: de este santo monasterio) y por todos los ya
fallecidos padres y hermanos ortodoxos que yacen aquí y en cualquier parte del
mundo.
Coro: Señor, ten piedad (tres veces)
Diácono: Roguemos también por la misericordia, vida, paz, salud, salvación,
visitación y remisión de los pecados de los siervos de Dios, la hermandad de este
santo templo (o: de este santo monasterio).
Coro: Señor, ten piedad (tres veces)
Diácono: Roguemos también por quienes ofrecen frutos y hacen obras de bien, por
los que trabajan y cantan en este santo y venerable templo, y por el pueblo aquí
presente que espera de Ti grande y abundante misericordia.
Coro: Señor, ten piedad (tres veces)
El diácono se ubica frente al ícono de Cristo durante la exclamación del sacerdote, tras lo cual
vuelve a su lugar.

45
Sacerdote: Porque eres Dios misericordioso que amas a la humanidad, y te
glorificamos, oh Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los
siglos.
Coro: Amén.

Letanía

Diácono: Completemos nuestra oración matutina al Señor.


Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Ampáranos, sálvanos, ten piedad de nosotros y guárdanos, ¡oh, Dios! con
Tu gracia.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Que todo este día sea perfecto, santo, pacífico y sin pecado, pidamos al
Señor.
Coro: Concédelo, Señor. (En ruso: Podái, Góspodi)
Diácono: Un ángel de paz, fiel guía, custodio de nuestras almas y de nuestros
cuerpos, pidamos al Señor.
Coro: Concédelo, Señor.
Diácono: El perdón y remisión de nuestros pecados y faltas, pidamos al Señor.
Coro: Concédelo, Señor.
Diácono: Lo bueno y conveniente para nuestras almas y la paz para el mundo,
pidamos al Señor.
Coro: Concédelo, Señor.
Diácono: Terminar en paz y penitencia el tiempo restante de nuestra vida, pidamos
al Señor.
Coro: Concédelo, Señor.
Diácono: Un fin cristiano de nuestra vida, pacífico, exento de dolor, sin
remordimiento y una buena defensa ante el temible tribunal de Cristo, pidamos al
Señor.
Coro: Concédelo, Señor.
Diácono: Conmemorando a la santísima, purísima, benditísima y gloriosa
Soberana nuestra, la Madre de Dios y siempre Virgen María, y a todos los Santos,
encomendémonos a nosotros mismos y mutuamente los unos a los otros y toda
nuestra vida a Cristo Dios.
Coro: A Ti, Señor. (En ruso: Tiébie, Góspodi)

El diácono se ubica frente al ícono de Cristo mientras el sacerdote exclama:


Sacerdote: Porque eres Dios de misericordia, de generosidades, de amor a la
humanidad y te glorificamos, oh Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre, y
por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.

Vuelto al pueblo, el sacerdote bendice diciendo:


Sacerdote: Paz a todos vosotros.
Coro: Y a tu espíritu.
Diácono: Inclinemos nuestras cabezas ante el Señor.
Coro: A Ti, Señor.

46
Y el sacerdote recita esta oración secretamente:
Señor santo, que moras en lo alto y miras a los humildes, y que con tu ojo omnividente miras
a toda tu creación, ante Ti hemos inclinado la cerviz de nuestra alma y cuerpo, y Te suplicamos,
extiende Tu invisible mano desde Tu santa morada y bendícenos a todos. Y si en algo hemos
pecado, voluntaria o involuntariamente, perdónanos, porque eres Dios bueno y amante de los
hombres, otorgándonos Tus bienes en este mundo y en el venidero.

Y exclama: Porque a Ti te corresponde el tener misericordia y salvarnos, Dios


nuestro, y Te glorificamos, oh, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre, y por
los siglos de los siglos.
Coro: Amén.

Diácono: Sabiduría. (Y entra al Santuario.)


Coro: Bendice.
Sacerdote: El que es Bendito, Cristo Dios nuestro, en todo tiempo, ahora y siempre
y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén. Establece, oh Dios, la santa Fe Ortodoxa de los Cristianos
Ortodoxos, por los siglos de los siglos.
Sacerdote: Santísima Madre de Dios, sálvanos.
Coro: Tú eres más venerable que los Querubines e incomparablemente
más gloriosa que los Serafines, a ti que sin mancha diste a luz al Verbo
de Dios y que verdaderamente eres la Madre de Dios, te magnificamos.
Sacerdote: Gloria a Ti, Cristo Dios, Esperanza nuestra, gloria a Ti.
Coro: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por
los siglos de los siglos. Amén. Señor, ten piedad [tres veces]. Bendice.

En Domingos, esta bendición la da con la mano, desde las Puertas Santas, de cara al pueblo, sin
cruz.

Sacerdote: Cristo verdadero Dios nuestro [que resucitó de entre los muertos, si es
domingo], por las oraciones de Su purísima Madre, de los santos, gloriosos y
alabadísimos Apóstoles, de [el Santo del templo y el del día], de los santos y rectos
ancestros de Dios, Joaquín y Ana, y de todos los Santos, tenga misericordia de
nosotros y nos salve, porque es Bueno y Amante de la humanidad.
Y se cierran las Puertas Reales y la Cortina del Santuario.

Coro: A nuestro Gran Soberano y Padre N., Santísimo Patriarca de


Moscú y Toda Rusia, a nuestro Señor el Muy Reverendísimo N.,
Metropolitano de América Oriental y Nueva York, Primer Jerarca de la
Iglesia Rusa en el Exterior, y a nuestro señor el Reverendísimo N.
Obispo de N.; a este país, sus autoridades y ejército, a los fieles de este
Santo Templo y a todos los Cristianos Ortodoxos, ¡presérvales, oh
Señor, por muchos años!

Y se pasa inmediatamente al “Venid, adoremos…” de la Primera Hora

47
Primera Hora
Los Matutinos son seguidos por el oficio de la Primera Hora, el cual, siendo una oración del
comienzo del día, finaliza la Vigilia de Toda la Noche. Se rezan con la cortina cerrada tras las
Puertas Santas cerradas y la iglesia poco iluminada.

Lectr: Venid adoremos al Rey, nuestro Dios.


Venid adoremos y prosternémonos ante Cristo Rey, nuestro Dios.
Venid adoremos y prosternémonos ante Cristo mismo, Rey y Dios nuestro.

Salmo 5
Advierte mis palabras, oh Señor, atiende a mi clamor. Percibe la voz de mi
súplica, Rey mío y Dios mío, pues a Ti oraré, oh Señor. De mañana escucharás mi
voz, de mañana me presentaré a Ti y me cuidarás, pues Tú no eres un Dios que
quiere la iniquidad, ni habitará contigo un malvado, ni ante Tus ojos permanecerán
los prevaricadores. Has aborrecido, Señor, a todos los que obran la iniquidad,
perderás a todos los que hablan la mentira. A varón sanguinario y doloso lo
abomina el Señor. Sin embargo, por la abundancia de Tu misericordia, entraré en
Tu casa, adoraré hacia Tu santo templo en Tu temor. Oh Señor, condúceme en Tu
justicia, por causa de mis enemigos endereza mi camino hacia Tu faz. Porque en su
boca no hay verdad, su corazón es vano. Tumba abierta es su garganta, con sus
lenguas engañaron. Júzgalos, Señor. Que caigan por sus intentos, por la
muchedumbre de sus impiedades, arrójalos, que Te han irritado, Señor. Y
alégrense en Ti, todos los que esperan en Ti. Se alborozarán por siempre y
habitarás en ellos. Y se gloriarán en Ti todos los que aman Tu Nombre, pues Tú
bendecirás al justo, oh Señor, como con escudo de beneplácito, nos has coronado.

Salmo 89
Oh Señor, Te has hecho un refugio para nosotros, de generación en generación.
Antes de que los montes se hicieran y se plasmara la tierra y el orbe, Tú eres por los
siglos de los siglos. No tornes al hombre a la humildad, pues dijiste: “Vuelvan, hijos
de los hombres”. Porque mil años en Tus ojos, son como el día, el de ayer, el que
pasó y como una vigilia en la noche. Sus años serán como la nada: al alba, como
hierba que pasa al alba florecen y pasan, a la tarde caen, se endurecen y marchitan.
Pues desfallecimos en Tu ira y en Tu furor nos turbamos. Has puesto nuestras
iniquidades delante de Ti, nuestra existencia ante la iluminación de Tu faz. Pues
todos nuestros días han desfallecido y en Tu ira hemos desfallecido. Nuestros años,
cual araña, se han estado afanando. Los días de nuestros años, son setenta años y
en los más fuertes, ochenta años y más allá de eso, trabajo y dolor. Pues ha
sobrevenido sobre nosotros la mansedumbre y seremos instruidos. ¿Quién conoce
el poder de Tu ira y por temor a Ti, ha enumerado Tu furor? Manifiesta así Tu

48
diestra y a los enseñados de corazón por la sabiduría. Vuélvete, Señor, -¿hasta
cuándo?- y aplácate sobre Tus siervos. Al alba nos hemos llenado de Tu
misericordia y nos hemos alborozado y alegrado todos nuestros días, por los días
que nos has humillado y los años que hemos visto males. Mira a Tus siervos y a Tus
obras y guía a sus hijos. Y el esplendor del Señor, nuestro Dios, esté sobre nosotros
y dirija la obra de nuestras manos sobre nosotros, sí, dirija las obras de nuestras
manos.

Salmo 100
Tu misericordia y juicio cantaré, oh Señor, tañeré y entenderé en sendero
inmaculado, ¿cuándo vendrás a mí? He andado en la inocencia de mi corazón, en
medio de mi casa. No he puesto delante de mis ojos cosa inicua, he odiado a los que
hacen prevaricaciones. No se adhirió a mí un corazón torcido, el malvado se apartó
de mí y no lo conocí. He perseguido al que infama secretamente a su prójimo, no he
comido con el de ojo soberbio e insaciable corazón. Mis ojos están sobre los fieles
de la tierra, para sentarlos conmigo. El que andaba en senda inmaculada, éste me
servía. Quien actuaba con soberbia no habitó en medio de mi casa, ni el que habla
lo injusto, fue tenido por recto delante de mis ojos. De mañana mataba yo a todos
los criminales de la tierra, para exterminar de la ciudad del Señor a todos los
obradores de injusticia.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.
Aleluya, aleluya, aleluya, gloria a Ti, ¡oh, Dios! (tres veces).
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Cuando fuiste bautizado Señor, en el Río Jordán, fue


Se lee el Tropario de la Fiesta:
revelada la adoración a la Santísima Trinidad. Porque la voz del Padre se adelantó
dando testimonio, llamándote: "Hijo muy amado". Y el Espíritu en forma de
paloma, confirmó la inmutabilidad de esas palabras. ¡Oh Cristo Dios, que
apareciste al mundo, Gloria a Ti!

Ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

¿Cómo llamarte, oh llena de gracia? Cielo, porque hiciste resplandecer el Sol de la


verdad. Paraíso, porque hiciste florecer para nosotros la flor de la incorruptibilidad.
Virgen, pues permaneciste incorrupta. Madre purísima, pues en tus santos brazos
llevaste un Hijo que es Dios de todos. Ruégale por la salvación de nuestras almas.

Encamina mis pasos según tus palabras y que no me domine iniquidad alguna.
Líbrame de las calumnias de los hombres para que yo cumpla Tus mandamientos.
Haz brillar sobre Tu siervo la luz de Tu Divino Rostro y enséñame Tus
mandamientos. Cólmese de alabanza mi boca ¡oh, Señor! para cantar todo el día Tu
gloria y Tu magnificencia.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros (3 veces).

49
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.
¡Oh, Santísima Trinidad, ten piedad de nosotros! Señor, perdona de
nuestros pecados. Soberano, absuelve nuestras transgresiones. Oh Santísimo, mira
y sana nuestras dolencias, por Tu nombre.
Señor, ten piedad (3 veces).
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.
Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea Tu Nombre, venga a
nosotros Tu reino, hágase Tu voluntad así en la tierra como en el cielo. El pan
sustancial nuestro dánosle hoy. Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros
perdonamos a nuestros deudores. No nos dejes caer en la tentación, mas líbranos
del maligno.

Sacerdote: Porque Tuyo es el reino, el poder y la gloria, Padre, Hijo y Espíritu


Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos
Lector: Amén.

Se lee el Kondakio de la Fiesta: Hoy te has manifestado


al mundo, Oh Señor, y Tu Luz se
alzó sobre nosotros, quienes con conocimiento cantamos Tu alabanza diciendo:
“Has venido y has te manifestado, Oh Luz inaccesible”.

Señor ten piedad (40 veces).

Tu que en todo tiempo y a toda hora, en el cielo y en la tierra eres adorado y


glorificado, Cristo Dios, pacientísimo, de gran misericordia y muy benevolente, Tu
que amas a los rectos y te apiadas de los pecadores, y que a todos llamas a la
salvación por la promesa de bienes futuros; Tu mismo oh, Señor! recibe en esta
hora, nuestras súplicas y dirige nuestra vida hacia tus mandamientos, santifica
nuestras almas, purifica nuestros cuerpos, dirige nuestros pensamientos, limpia
nuestras mentes, líbranos de toda aflicción, maldad y dolencia; rodéanos con tus
santos ángeles para que guardados y guiados por sus huestes, seamos dignos de la
unidad de la fe, y del entendimiento de tu inaccesible gloria. Porque bendito eres
por los siglos de los siglos. Amén.

Señor ten piedad (tres veces).


Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.
Tú eres más venerable que los Querubines e incomparablemente más
gloriosa que los Serafines a ti que sin mancha diste a luz al Verbo de Dios y que
verdaderamente eres la Madre de Dios, te celebramos.
En el nombre del Señor, bendice, Padre.

Sacerdote: Oh Dios, se generoso con nosotros, bendícenos, ilumínanos con tu


Rostro y ten piedad de nosotros.
Lector: Amén.

50
Sacerdote: Cristo Luz verdadera, que iluminas y santificas a cada persona que
viene al mundo, que la luz de tu Rostro sea sobre nosotros una señal para que en
ella veamos la Luz inaccesible. Dirige nuestros pasos en el cumplimiento de tus
mandamientos, por las oraciones de tu Purísima Madre y de todos tus santos.
Amén.

Coro: Jefa excelsa y triunfante en las batallas. Nosotros, tus siervos, liberados de
toda calamidad, te ofrecemos cánticos de agradecimiento, ¡Oh, Madre de Dios! Mas
como Tú posees poder invencible, líbranos de todos los males, a fin de que
exclamemos: ¡Regocíjate Novia no desposada!

Sacerdote: Gloria a Ti, ¡oh, Cristo Dios! Esperanza nuestra, gloria a Ti.
Coro: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos
de los siglos. Amén. Señor, ten piedad (tres veces). Bendice.

Sacerdote: Cristo, nuestro Dios verdadero, por las oraciones de su purísima Madre,
de nuestros venerables y teóforos Padres, y de todos los Santos tenga piedad y nos
salve, porque es bueno y amante de la humanidad.
Coro: Amén. y “Por muchos años.”

51
Apéndice de Maitines
Las Oraciones Secretas durante los Seis Salmos

Después de que los tres Salmos hayan sido leídos, el sacerdote sale del Santuario en su estola y,
con la cabeza descubierta, se inclina ante las Puertas Santas cerradas, recordándonos por esto de
nuestro Celestial Intercesor ante Dios. Luego el sacerdote lee silenciosamente 12 oraciones para sí
mismo y por todos aquellos que creen en el Señor.

La primera oración: Te damos gracias, oh Señor Dios nuestro, que nos


levantaste de nuestros lechos y pusiste en nuestros labios la alabanza, para poder
adorarte e invocar Tu santo nombre. Te suplicamos por Tu misericordia que
siempre has usado durante nuestra vida, envía ahora también Tu auxilio sobre
los que están ante la presencia de Tu santa gloria, y esperan de Ti la abundante
misericordia. Concede que ellos puedan, siempre con amor y temor, adorarte,
alabarte, celebrarte y adorar Tu bondad indecible. Porque a Ti se debe toda
gloria, honor y adoración, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por lo
siglos de los siglos. Amén.

La segunda oración: Desde la noche madruga nuestro espíritu hacia Ti, oh


Dios nuestro, porque tus mandamientos son luz sobre la tierra. Enséñanos a
cumplir la justicia y santidad en Tu temor, porque a Ti glorificamos, oh nuestro
Dios verdadero. Inclina Tu oído y escúchanos y acuérdate, oh Señor, de todos los
presentes aquí y los que oran con nosotros, de todos por su nombre. Sálvales por
Tu poder, bendice a Tu pueblo, santifica Tu heredad y concede la paz a Tu mundo,
a Tus Iglesias, a Tus sacerdotes, a nuestros gobernantes y a todo Tu pueblo.
Porque bendito y glorificado es Tu venerable y magnífico nombre, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

La tercera oración: Desde la noche madruga nuestro espíritu hacia Ti, oh Dios
nuestro, porque tus mandamientos son luz. Enséñanos oh Dios, Tu justicia en Tus
mandamientos y en Tus preceptos. Ilumina nuestro entendimiento para no
dormir en pecado para muerte. Aleja toda tiniebla de nuestro corazón, y
concédenos el Sol de Justicia, Protege nuestra vida sin oprobio, por el sello de Tu
Espíritu Santo. Dirige nuestros pasos en el sendero de la paz; concédenos ver el
alba y el día con gozo para elevar a Ti nuestras oraciones matutinas. Porque a Ti
pertenece la fuerza y Tuyo es el reino, el poder y la gloria, Padre, Hijo y Espíritu
Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

La cuarta oración: Oh Soberano Dios, Santo e incomprensible; Tú que


ordenaste a la luz resplandecer de las tinieblas. Tú que nos concediste el descanso

52
con el sueño de la noche y nos levantaste para glorificar Tu bondad, movido por
Tu especial compasión, recíbenos ahora, también prosternándonos ante Ti y
dándote gracias de acuerdo a nuestras fuerzas. Concédenos todo lo que te
pedimos para nuestra salvación. Haznos hijos de la luz y del día, y herederos de
los bienes eternos. En la multitud de Tu compasión, acuérdate de todos; Tu
pueblo, de los presentes y que oran con nosotros, de todos nuestros hermanos que
suplican Tu amor a la humanidad y Tu auxilio; de los que viajan por tierra, mar y
aire, y en toda parte de Tus dominios. Concede a todos Tu gran misericordia,
para que siendo salvos en todo tiempo, en alma y cuerpo, glorifiquemos con
confianza Tu bendito y maravilloso nombre, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y
siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

La quinta oración: Tesoro de bondad, fuente eterna, Padre Santo, que obras
maravillas, Poderoso Omnipotente. A Ti adoramos todos y te suplicamos,
pidiendo Tu misericordia y Tu compasión, para auxilio y ayuda en nuestra
miseria. Acuérdate de nosotros, oh Señor que Te suplicamos, y recibe todas
nuestras oraciones matutinas como el incienso ante Ti. No permitas que ninguno
de nosotros sea réprobo, mas haznos a todos Tuyos con compasión. Acuérdate,
Señor, de los que velan y cantan para gloria Tuya y de Tu Hijo Unigénito y Dios
nuestro y de Tu Santo Espíritu. Sed para ellos defensa y auxilio. Recibe sus
plegarias sobre Tu santo, celestial y místico altar. Porque Tú eres nuestro Dios y a
Ti glorificamos, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de
los siglos. Amén.

La sexta oración: Te damos gracias, oh Señor Dios, nuestra salvación, porque


obras todo para el bien de nuestra vida, para que siempre y en todo tiempo
miremos hacia Ti, oh Salvador y bienhechor de nuestras almas, porque nos diste
descanso durante la noche pasada, y nos levantaste de nuestros lechos para
adorar Tu nombre. Te suplicamos, oh Señor, concédenos gracia y fuerza para ser
dignos de celebrarte con conocimiento y para adorar sin cesar, con temor y
temblor obrar nuestra salvación por el auxilio de Tu Cristo. Acuérdate, Señor, de
los que Te invocan en la noche, escúchalos y ten piedad de ellos; aniquila bajo sus
plantas sus enemigos invisibles. Porque Tú eres el Rey de paz y el salvador de
nuestras almas y a Ti glorificamos; Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre
y por los siglos de los siglos. Amén.

La séptima oración: Oh Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. Tú nos


levantaste de nuestros lechos y nos reuniste en la hora de la oración, concédenos
la gracia de abrir nuestra boca y recibe nuestra acción de gracias de acuerdo a
nuestras fuerzas. Instrúyenos en Tus mandamientos, porque no sabemos orar
como se debe, sin que Tú, oh Señor, nos dirijas con Tu Espíritu Santo. Por lo cual,
te suplicamos que perdones, remitas y absuelvas todo lo que hemos cometido
hasta esta hora presente por pensamiento, palabra y obra, voluntaria e
involuntariamente, porque si Tú considerases los pecados, Señor, Señor ¿quién se
resistirá? Porque en ti está la rendición, pues Tú solo eres Santo, auxilio y
poderoso defensor para nuestra vida y para Ti será siempre n8estars alabanzas.

53
Sea bendito u glorificado el poder de Tu reino, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora
y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

La octava oración: Señor Dios nuestro, Tú que alejaste de nosotros el sueño y


nos llamaste en reunión santa, para elevar nuestras manos también en la noche y
reconocer Tus justos juicios, recibe nuestras súplicas, peticiones y nuestra
confesión y adoración nocturna, concédenos, oh Dios, una fe inconfundible, una
esperanza firme, un amor sincero. Bendice nuestras idas y venidas, nuestras
obras y acciones, pensamientos y palabras, y concédenos ver la mañana
alabando, celebrando y bendiciendo Tu indescriptible y abundante bondad.
Porque bendito es Tu nombre santísimo, y glorificado es Tu reino, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

La novena oración: Soberano Señor, que amas a la humanidad, haz que


resplandezca en nuestros corazones la luz eterna de Tu divino conocimiento y
abre los ojos de nuestras mentes a la comprensión, la predicación evangélica.
Infúndenos en temor de Tus bienaventurados mandamientos, para que venciendo
todos los placeres de la cerne, entremos a una vida espiritual, pensando y
obrando todo de acuerdo a Tu complacencia. Pues Tú eres nuestra santificación y
a Ti glorificamos, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.

La décima oración: Oh señor, Dios nuestro, que por medio de la contrición


otorgaste el perdón de los pecados a los hombres y como modelo de
reconocimiento y confesión nos has mostrado el arrepentimiento del profeta
David, para obtener el perdón. Tú, oh Soberano, apiádate de nosotros según Tu
gran misericordia, que hemos caído en multitud y grandes faltas, y según Tu
abundante compasión, borra nuestras iniquidades. Porque hemos pecado contra
Ti, oh Señor, Tú que conoces los secretos y lo oculto en los corazones de los
hombres, Tú solo tienes el poder de perdonar pecados. Crea en nosotros un
corazón puro y fortalécenos con espíritu magnánimo. Concédenos el gozo de Tu
salvación y no nos arrojes de Tu presencia, mas porque eres bueno y amas a la
humanidad, complácete que te ofrezcamos hasta nuestro último suspiro, ofrendas
y sacrificios de justicia sobre Tu santo altar. Por la misericordia, la compasión y
el amor a la humanidad de Tu Hijo Unigénito, con quien eres bendito junto con Tu
santísimo, bueno y vivificador Espíritu, ahora y siempre y por los siglos de los
siglos. Amén.

La undécima oración: oh Dios, Dios nuestro, que por Tu bondad das al ser
todos los poderes dotados de intelecto y habla; a Ti pedimos y suplicamos que
aceptes junto con Tus criaturas la glorificación que Te ofrecemos de acuerdo a
nuestras fuerzas: concédenos en retorno los ricos dones de Tu bondad, porque
ante Ti se dobla la rodilla de los seres en los cielos y en la tierra, y los que están
bajo la tierra, y toda alma y criatura alaba Tu gloria indescriptible, pues Tú eres
el único Dios verdadero y muy misericordioso. Porque a Ti alaban todos los
poderes celestiales y a Ti glorificamos, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y
siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

54
La duodécima oración: Te alabamos, te glorificamos, Te bendecimos, Te
damos gracias, oh Dios nuestro, porque alejaste de nosotros la sombra de la
noche; y nos mostraste nuevamente la luz del día. Por lo tanto suplicamos Tu
bondad, sé propicio con nuestros pecados, y recibe nuestras súplicas en Tu
inmensa compasión, porque a Ti acudimos, oh Dios grandioso y misericordioso.
Haz resplandecer en nuestros corazones el verdadero sol de justicia, ilumina
nuestras mentes y protege todos nuestros sentidos, a fin de que caminando
debidamente como en pleno día en los senderos de Tus mandamientos, lleguemos
a la vida eterna, pues de Ti es el manantial de vida, y seamos dignos de alcanzas
el gozo de Tu luz inaccesible. Porque Tú eres nuestro Dios, y a Ti glorificamos,
Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

55

También podría gustarte