Vigilia Epifania
Vigilia Epifania
Diócesis de Sudamérica
Iglesia Ortodoxa Rusa en el Extranjero
(ROCOR)
Diakonía Ortodoxa de San Germán de Alaska
1
Completas Mayores Festiva
Corresponde que se celebre en la mañana la Liturgia de Vísperas, y que la Vigilia de Epifanía
empiece con Completas y la Bendición de los Panes de Vísperas, al atardecer.
Sacerdote: Bendito sea nuestro Dios en todo tiempo, ahora y siempre y por los
siglos de los siglos.
Lector: Amén. Oh, Rey Celestial, Consolador, Espíritu de la Verdad, que estás en
todas partes y llenas todas las cosas, Tesoro de todo lo bueno, y Dispensador en la
Vida, ven y mora en nosotros, purifícanos de toda mancha y salva nuestras almas,
Oh Bondadoso.
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros. [Tres
veces].
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.
¡Oh, Santísima Trinidad, ten piedad de nosotros! Señor, perdona nuestros
pecados. Soberano, absuelve nuestras transgresiones. Oh Santísimo, mira y sana
nuestras dolencias, por Tu nombre.
Señor, ten piedad. [Tres veces].
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.
Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea Tu nombre, venga Tu
reino, hágase Tu voluntad así en la tierra como en el cielo. El pan substancial
nuestro, dánosle hoy y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros
perdonamos a nuestros deudores, y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos
del maligno.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de
los siglos. Amén.
Aquí el Sacerdote comienza la incensación completadel templo, revestido con Felonio. Tras la
incensación, se quita el Felonio y cierra las Puertas Santas.
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Salmo 4
Al invocar me escuchó el Dios de mi justicia, en la tribulación Te dilataste
para mí. Compadécete de mí y escucha mi oración. Hijos de hombres, ¿hasta
cuándo tendrán pesado el corazón? ¿Por qué aman vanidad y buscan mentira?
Sepan que el Señor hizo maravilloso a Su Santo, el Señor me escuchará cuando Le
clame. Enójense pero no pequen, de lo que digan en sus corazones arrepiéntanse en
sus lechos. Sacrifiquen sacrificios de justicia y esperen en el Señor. Muchos dicen:
“¿Quién nos manifestará lo bueno?”. La luz de Tu rostro, oh Señor, está señalada
sobre nosotros. Tú has dado alegría a mi corazón, se han saciado con el fruto de su
trigo, vino y aceite. En paz y en el mismo lugar me acuesto y duermo, porque Tú me
estableciste sólo, Señor, en la esperanza.
Salmo 6
Oh Señor, no me reprendas en Tu furor, ni en Tu ira me castigues. Apiádate
de mí, Señor, pues estoy débil, sáname, pues mis huesos están turbados y mi alma
sobremanera está turbada y Tú, Señor, ¿hasta cuándo? Vuélvete, Señor, libra a mi
alma, sálvame por Tu misericordia. Porque en la muerte no hay quién se acuerde
de Ti y en Hades, ¿quién Te confesará? Estoy extenuado en mi gemido, bañaré cada
noche mi lecho, con lágrimas mi estrado regaré. Mi ojo está turbado de furor,
envejecido estoy entre todos mis enemigos. Apártense de mí todos los que obran
la maldad, porque el Señor ha oído la voz de mi llanto. El Señor ha oído mi súplica,
el Señor ha acogido mi oración. Que todos mis enemigos sean sobremanera
avergonzados y conturbados, que se vuelvan y pronto sean sobremanera
avergonzados.
Salmo 12
¿Hasta cuándo, oh Señor, me has de tener en profundo olvido? ¿Hasta
cuándo apartarás de mí Tu rostro? ¿Cuánto tiempo andaré yo cavilando conmigo
mismo, penando mi corazón día y noche? ¿Hasta cuándo mi tiranizará mi
enemigo? Vuelve Tu vista sobre mí, oh Señor Dios mío, escúchame; ilumina mis
ojos, a fin de que no duerma yo jamás el sueño de la muerte. No sea que alguna vez
diga mi enemigo: he prevalecido contra él. Los que me atribulan se regocijarán si
me ven vacilar. Pues yo tengo puesta mi confianza en Tu misericordia, mi corazón
se alegrará en Tu salvación. Cantaré al Señor, que es mi benefactor, y cantaré el
nombre del Señor Altísimo.
Vuelve Tu vista sobre mí, oh Señor Dios mío, escúchame; ilumina mis ojos, a
fin de que no duerma yo jamás el sueño de la muerte. No sea que alguna vez diga
mi enemigo: he prevalecido contra él.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.
Aleluya, aleluya, aleluya. Gloria a Ti, oh Dios. (Tres veces).
Señor, ten piedad. (Tres veces).
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.
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Salmo 24
A Ti, oh Señor, he levantado mi alma. En Ti, oh Dios mío, tengo puesta mi
confianza: no quedaré avergonzado, ni se burlarán de mí mis enemigos, porque
ninguno que espere en Ti quedará confundido. Sean cubiertos de confusión todos
aquellos que vana e injustamente obran la iniquidad. Muéstrame, oh Señor, Tus
caminos y enséñame Tus senderos. Encamíname según Tu verdad e instrúyeme,
pues Tú eres el Dios Salvador mío; y Te estoy esperando todo el día. Acuérdate
Señor de Tus piedades y de Tus misericordias usadas en los siglos pasados. Echa en
el airido los delitos o flaquezas de mi mocedad y mis necedades. Acuérdate de mí,
según Tu misericordia, acuérdate de mí, oh Señor, por Tu bondad. El Señor es
bondadoso y justo; por lo mismo dirigirá a los pecadores por el camino que deben
seguir. Dirigirá a los humildes por la vía de la justicia, enseñará sus caminos a los
apacibles. Todos los caminos del Señor son misericordia y verdad para los que
buscan su santa alianza y sus mandamientos. Por la gloria de su Santo Nombre, oh
Señor, me has de perdonar mi pecado que ciertamente es muy grave. ¿Quién es el
hombre que teme al Señor? Dios le ha prescrito la regla que debe seguir en la
carrera que escogió. Reposará su alma entre bienes, y sus hijos poseerán la tierra.
El Señor es firme apoyo de los que le temen, y a ellos revela sus misterios. Mis ojos
están siempre fijos en el Señor, pues Él ha de sacar mis pies del lazo. Vuelve, Señor,
hacia mí Tu vista y ten de mí compasión, porque me veo solo y pobre. Las
tribulaciones de mi corazón se han multiplicado; líbrame de mis congojas, mira mi
humillación y mi trabajo y perdona todos mis pecados. Repara en mis enemigos
cómo se han multiplicado, cuán injusto es el odio con que me aborrecen. Guarda mi
alma y líbrame; nunca quede yo sonrojado, habiendo puesto en Ti mi esperanza.
Los inocentes y justos se han unido conmigo porque yo esperé en Ti, oh Señor.
Libra a Israel, oh Dios mío, de todas sus tribulaciones.
Salmo 30
Yo me refugio en ti, Señor, ¡que nunca me vea defraudado! Líbrame, por tu
justicia; inclina tu oído hacia mí y ven pronto a socorrerme. Sé para mí una roca
protectora, un baluarte donde me encuentre a salvo, porque tú eres mi Roca y mi
baluarte: por tu Nombre, guíame y condúceme. Sácame de la red que me han
tendido, porque tú eres mi refugio. Yo pongo mi vida en tus manos: tú me
rescatarás, Señor, Dios fiel. Yo detesto a los que veneran ídolos vanos y confío en el
Señor. ¡Tu amor será mi gozo y mi alegría! Cuando tú viste mi aflicción y supiste
que mi vida peligraba, no me entregaste al poder del enemigo, me pusiste en un
lugar espacioso. Ten piedad de mí, Señor, porque estoy angustiado: mis ojos, mi
garganta y mis entrañas están extenuados de dolor. Mi vida se consume de tristeza,
mis años, entre gemidos; mis fuerzas decaen por la aflicción y mis huesos están
extenuados. Soy la burla de todos mis enemigos y la irrisión de mis propios
vecinos; para mis amigos soy motivo de espanto, los que me ven por la calle huyen
de mí. Como un muerto, he caído en el olvido, me he convertido en una cosa inútil.
Oigo los rumores de la gente y amenazas por todas partes, mientras se confabulan
contra mí y traman quitarme la vida. Pero yo confío en ti, Señor, y te digo: "Tú eres
mi Dios, mi destino está en tus manos". Líbrame del poder de mis enemigos y de
aquellos que me persiguen. Que brille tu rostro sobre tu servidor, sálvame por tu
misericordia; Señor, que no me avergüence de haberte invocado. Que se
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avergüencen los malvados y bajen mudos al Abismo; que enmudezcan los labios
mentirosos, los que profieren insolencias contra el justo con soberbia y
menosprecio. ¡Qué grande es tu bondad, Señor! Tú la reservas para tus fieles; y la
brindas a los que se refugian en ti, en la presencia de todos. Tú los ocultas al
amparo de tu rostro de las intrigas de los hombres; y los escondes en tu Tienda de
campaña, lejos de las lenguas pendencieras. ¡Bendito sea el Señor! Él me mostró
las maravillas de su amor en el momento del peligro. En mi turbación llegué a
decir: "He sido arrojado de tu presencia". Pero tú escuchaste la voz de mi súplica,
cuando yo te invocaba. Amen al Señor, todos sus fieles, porque él protege a los que
son leales y castiga con severidad a los soberbios. Sean fuertes y valerosos, todos
los que esperan en el Señor.
Salmo 90
El que se acoge al asilo del Altísimo morará bajo la protección del Dios del
cielo. El dirá al Señor, Tú eres mi amparo y mi refugio el Dios mío en quien
confiaré. Porque El me ha librado del lazo de los cazadores y de terribles
adversidades. Con sus plumas te hará sombra, y debajo de sus alas estarás
confiado. Su verdad te cercará como escudo, no temerás terrores nocturnos, ni la
seta disparada de día no al enemigo que anda entre tinieblas ni los asaltos del
demonio en medio del día. Caerán a Tu lado mil y diez mil a Tu diestra, más
ninguna te acercará. Tú lo estarás contemplando con tus ojos y verás el pago que se
da a los pecadores. Y como eres Tú oh Señor, mi esperanza, has escogido al
Altísimo para asilo tuyo. No llegará a Ti el mal, ni el azote se acercará a Tu morada.
Porque él mandó a sus ángeles que cuidasen de Ti, los cuales te guardarán en
cuantos pasos dieres. Te llevarán en sus manos, no sea que tropiece Tu pie en
alguna piedra. Andarás sobre áspides y basiliscos y hollarás los leones y dragones.
Por cuanto en mí ha puesto su esperanza, yo le libraré y le protegeré pues ha
conocido mi Nombre. Clamará a mí y le oiré benigno, con él estoy en la tribulación;
lo libraré y le glorificaré. Le saciaré con una vida muy larga, y le haré ver mi
salvación.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.
Aleluya, aleluya, aleluya. Gloria a Ti, oh Dios. (Tres veces).
Señor, ten piedad. (Tres veces).
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.
Sea abre la Puerta Real y se ilumina el templo. Cantamos estos versos con melodía dulce, no
rápida sino lentamente y en voz alta (los Viernes por la noche esto es leído, y el texto entre este
himno y el Credo, es leído, no cantado):
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Y el consejo que toméis, el Señor lo desbaratará.
PORQUE CON NOSOTROS ESTÁ DIOS.
Proferid palabra, y no será firme.
PORQUE CON NOSOTROS ESTÁ DIOS.
Y de vuestro temor no tendremos miedo ni temor.
PORQUE CON NOSOTROS ESTÁ DIOS.
Mas el Señor nuestro Dios, a Él santificaremos, y será nuestro
temor.
PORQUE CON NOSOTROS ESTÁ DIOS.
Y si confiase en Él, será mi santificación.
PORQUE CON NOSOTROS ESTÁ DIOS.
Esperaré en Él y seré salvado por Él.
PORQUE CON NOSOTROS ESTÁ DIOS.
He aquí yo y los hijos que me dio el Señor.
PORQUE CON NOSOTROS ESTÁ DIOS.
El pueblo que andaba en tinieblas ha visto una gran luz.
PORQUE CON NOSOTROS ESTÁ DIOS.
A los moraban en la tierra y sombra de la muerte, una luz
resplandecerá sobre ellos.
PORQUE CON NOSOTROS ESTÁ DIOS.
Porque un niño nos ha nacido, un Hijo nos es dado.
PORQUE CON NOSOTROS ESTÁ DIOS.
Y el principado ha sido puesto sobre Su hombro.
PORQUE CON NOSOTROS ESTÁ DIOS.
Y su paz no tendrá fin.
PORQUE CON NOSOTROS ESTÁ DIOS.
Y tendrá por nombre Ángel del Gran Consejo.
PORQUE CON NOSOTROS ESTÁ DIOS.
Admirable Consejero.
PORQUE CON NOSOTROS ESTÁ DIOS.
Dios Fuerte, Poderoso, Príncipe de Paz.
PORQUE CON NOSOTROS ESTÁ DIOS.
Padre del siglo venidero.
PORQUE CON NOSOTROS ESTÁ DIOS.
Coro: Con nosotros está Dios, entendedlo, oh naciones, y sean
sumisos: porque con nosotros está Dios. (Dos veces, si hay dos coros)
Lector: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Coro: Con nosotros está Dios.
Lector: Ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Coro: Con nosotros está Dios. Con nosotros está Dios!
6
El día ha pasado, te doy gracias, oh Señor * la tarde, junto con la
noche, yo Te ruego,* concédeme sin tentación, oh Salvador, * y sálvame.
Ahora y siempre * y por los siglos de los siglos. Amén.
El día ha pasado, te doy gracias, oh Señor * la tarde, junto con la
noche, yo Te ruego,* concédeme sin peligro, oh Salvador, * y sálvame.
E inmediatamente, “Oh Santísima Señora…”; todos, excepto el último verso, se dicen dos veces,
pero “Oh Santísima Señora…”, es dicho tres veces. [Si hay dos coros, ellos se alternan, y si solo uno,
el coro podría alternarse con el Sacerdote] Y con cada uno hacemos una postración, excepto los
Viernes por la noche, cuando esto es leído en vez de ser cantado, y hacemos una inclinación:
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Oh santos gloriosos Apóstoles, Profetas y Mártires, y todos los
Santos, interceded por nosotros pecadores. (Dos veces)
Oh santos y teóforos padres, pastores y maestros ecuménicos,
interceded por nosotros pecadores. (Dos veces)
Oh (santo patrono del templo), intercede por nosotros pecadores.
(Dos veces)
Oh Invencible, incomprensible y divino poder de la preciosa y
vivificadora Cruz no nos abandones a nosotros pecadores. (Dos veces)
Oh Dios, purifícanos a nosotros pecadores. (Dos veces)
Oh Dios, purifícanos a nosotros pecadores, y ten piedad de
nosotros.
Lector: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros. [Tres
veces].
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.
¡Oh, Santísima Trinidad, ten piedad de nosotros! Señor, perdona nuestros
pecados. Soberano, absuelve nuestras transgresiones. Oh Santísimo, mira y sana
nuestras dolencias, por Tu nombre.
Señor, ten piedad. [Tres veces].
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.
Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea Tu nombre, venga Tu
reino, hágase Tu voluntad así en la tierra como en el cielo. El pan substancial
nuestro, dánosle hoy y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros
perdonamos a nuestros deudores, y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos
del maligno.
8
Sacerdote: Por las oraciones de nuestros santos Padres, oh Señor Jesucristo, Dios
nuestro, ten piedad de nosotros.
Lector: Amén.
Salmo 50
Apiádate de mí, oh Dios, según tu gran misericordia; según tu inmensa
bondad, borra mi iniquidad. Lávame más y más de mi maldad y purifícame de mis
pecados. Pues reconozco mis culpas y mi pecado está siempre ante mí. Contra ti,
sólo contra ti, he pecado y delante de ti he hecho el mal, por lo tanto eres
reconocido justo en tu sentencia y soberano en tu juicio. Considera que en maldad
fui modelado y en pecado me concibió mi madre. Porque, Tú que amas la verdad en
lo interior me descubres los misterios profundos de tu sabiduría. Rocíame con
hisopo y seré puro; lávame y emblanqueceré más que la nieve. Hazme escuchar la
alegría y el júbilo, y mis huesos abatidos se estremecerán de regocijo. Aparta tu
rostro de mis pecados y borra todas mis iniquidades. Crea en mí, oh Dios, un
corazón puro y renueva dentro de mí un espíritu recto. No me alejes de tu presencia
y no quites de mí tu Espíritu Santo. Devuélveme el gozo de tu salvación y un
espíritu libre me sustente. Enseñaré a los impíos tus caminos y los pecadores
volverán a Ti. Líbrame de la sangre, oh Dios, Dios de mi salvación y aclamará mi
lengua tu justicia. Abre, Señor, mis labios y cantará mi boca tus alabanzas. Pues no
es sacrificio lo que te complace. Si te ofreciera un holocausto no lo quieres. El
sacrificio para Dios es el espíritu arrepentido. Al corazón contrito y humillado, Tú,
oh Dios, no lo desprecias. En tu bondad, Señor, trata benignamente a Sión y
reconstruye las murallas de Jerusalén. Entonces aceptarás el sacrificio de justicia,
las ofrendas y los holocaustos. Entonces se te ofrecerán víctimas en tu altar.
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Salmo 101
Señor, escucha mi oración y llegue a ti mi clamor; no me ocultes tu rostro en
el momento del peligro; inclina hacia mí tu oído, respóndeme pronto, cuando te
invoco. Porque mis días se disipan como el humo, y mis huesos arden como brasas;
mi corazón se seca, marchitado como la hierba, ¡y hasta me olvido de comer mi
pan! Los huesos se me pegan a la piel, por la violencia de mis gemidos. Me parezco
a una lechuza del desierto, soy como un búho entre las ruinas; estoy desvelado, y
me lamento como un pájaro solitario en el tejado; mis enemigos me insultan sin
cesar, y enfurecidos, me cubren de imprecaciones. Yo como ceniza en vez de pan
y mezclo mi bebida con lágrimas, a causa de tu indignación y tu furor, porque me
alzaste en alto y me arrojaste. Mis días son como sombras que se agrandan, y me
voy secando como la hierba. Pero tú, Señor, reinas para siempre, y tu Nombre
permanece eternamente. Tú te levantarás, te compadecerás de Sión, porque ya es
hora de tenerle piedad, ya ha llegado el momento señalado: tus servidores sienten
amor por esas piedras y se compadecen de esas ruinas. Las naciones temerán tu
Nombre, Señor, y los reyes de la tierra se rendirán ante tu gloria: cuando el Señor
reedifique a Sión y aparezca glorioso en medio de ella; cuando acepte la oración del
desvalido y no desprecie su plegaria. Quede esto escrito para el tiempo futuro y un
pueblo renovado alabe al Señor: porque él se inclinó desde su alto Santuario y miró
a la tierra desde el cielo, para escuchar el lamento de los cautivos y librar a los
condenados a muerte. Los hijos de tus servidores tendrán una morada y su
descendencia estará segura ante ti, para proclamar en Sión el nombre del Señor
y su alabanza en Jerusalén, cuando se reúnan los pueblos y los reinos, y sirvan
todos juntos al Señor. Mis fuerzas se debilitaron por el camino y se abreviaron mis
días; pero yo digo: "Dios mío, no me lleves en la mitad de mi vida, tú que
permaneces para siempre". En tiempos remotos, fundaste la tierra, y el cielo es
obra de tus manos; ellos se acaban, y tú permaneces: se desgastan lo mismo que la
ropa, los cambias como a un vestido, y ellos pasan. Tú, en cambio, eres siempre el
mismo, y tus años no tienen fin.
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multiplicaron, Señor, se multiplicaron mis transgresiones, y yo no soy digno de
mirar y fijar la vista contemplando la altura del cielo, por la multitud de mis
iniquidades. Estoy encorvado por muchas cadenas de hierro, pues no pueda alzar
mi cabeza a causa de mis pecados, ni tengo reposo; porque he provocado Tu Ira y
he hecho lo malo ante Ti; no hice Tu Voluntad, ni guardé Tus Mandamientos; he
levantado abominaciones y he multiplicado las cosas detestables. Por tanto, ahora
inclino la rodilla de mi corazón, suplicando Tu Bondad: ¡Yo he pecado, Señor, he
pecado, y reconozco mis iniquidades; pero humildemente Te pido, perdóname,
Señor, perdóname, y no me destruyas con mis iniquidades. No estés enojado para
siempre conmigo, reservando mis maldades para mí; ni me aprisiones en lo más
profundo de la tierra; porque Tú, Señor, eres el Dios de los arrepentidos; y en mí
muestras toda Tu Bondad; Porque soy indigno, y Tú me salvarás según Tu Gran
Misericordia. Y Te alabaré, perpetuamente, todos los días de mi vida. Porque a Ti
alaban todos los poderes celestiales, y Tuya es la Gloria por los siglos de los siglos.
Amén.
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros. [Tres
veces].
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.
¡Oh, Santísima Trinidad, ten piedad de nosotros! Señor, perdona nuestros
pecados. Soberano, absuelve nuestras transgresiones. Oh Santísimo, mira y sana
nuestras dolencias, por Tu nombre.
Señor, ten piedad. [Tres veces].
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.
Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea Tu nombre, venga Tu
reino, hágase Tu voluntad así en la tierra como en el cielo. El pan substancial
nuestro, dánosle hoy y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros
perdonamos a nuestros deudores, y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos
del maligno.
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Sacerdote: Por las oraciones de nuestros santos Padres, oh Señor Jesucristo, Dios
nuestro, ten piedad de nosotros y sálvanos.
Lector: Amén.
Salmo 69
Oh Dios, atiende a mi Socorro; acude Señor luego a ayudarme. Sean
avergonzados y corridos los que persiguen de muerte. Arrédrese y confúndanse los
que se complacen en mis males. Sean puestos en vergonzosa fuga aquellos que me
dicen: ¡Bueno! ¡Bueno! Regocíjense y alégrense en Ti todos los que Te buscan; y
digan sin cesar los que aman Tu salvación: Engrandecido sea el Señor. Yo por mí
soy un menesteroso y pobre; oh Dios, ven en mi ayuda. Mi amparo y mi libertador
eres Tú, oh Señor, no tardes.
Salmo 142
Señor, escucha mi oración; esclarece mi ruego en tu verdad: óyeme en tu
verdad y no entres en juicio con tu siervo, porque ningún viviente será justificado
ante Ti. Porque ha perseguido el enemigo a mi alma, ha echado mi vida por tierra.
Me ha colocado en lugares obscuros, como a los muertos del siglo. En mi se ha
angustiado mi espíritu y dentro de mí se ha turbado mi corazón. Me he acordado de
los días antiguos, he meditado sobre todas tus obras, sobre los hechos de tus manos
reflexionaba. He tendido mis manos a Ti: mi alma a Ti como tierra sin agua. Óyeme
prontamente Señor, mi espíritu ha desfallecido. No apartes de mí tu rostro para
que no sea semejante a los que descienden a la fosa. Hazme oír al alba tu
misericordia porque en Ti he puesto mi esperanza. Dime por cual camino iré
porque con ímpetu he adherido mi alma a Ti. Sácame de entre mis enemigos,
Señor, porque a Ti he acudido. Enséñame a hacer tu voluntad, porque Tu eres mi
Dios, Tu Espíritu bueno me guiará a tierra de rectitud. Por tu nombre, Señor, me
vivificarás según tu verdad, sacarás de la tribulación mi alma. Y por tu misericordia
destruirás a mis enemigos y vencerás a todos los que atribulan a mi alma, porque
yo, siervo tuyo soy.
La Doxología
(Leída, no cantada)
Gloria a Dios en las alturas, en la tierra paz, en los hombres buena voluntad.
Te alabamos, Te bendecimos, nos inclinamos ante Ti, Te glorificamos, Te damos
gracias por tu gran gloria, Señor, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso, Señor,
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Hijo unigénito Jesucristo y el Espíritu Santo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del
Padre, que tomas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Tú que tomas los
pecados del mundo, recibe nuestra oración. Tú que estás sentado a la diestra del
Padre, ten piedad de nosotros. Porque sólo Tú eres santo, sólo Tú eres Señor,
Jesucristo, para gloria de Dios Padre. Amén.
Cada noche te bendeciré, y alabaré tu nombre para siempre y por los siglos
de lo siglos.
Señor, Tú has sido nuestro refugio de generación en generación. Dije, Señor,
ten piedad de mí, cura mi alma, porque he pecado contra ti. Señor, a ti recurrí,
enséñame a hacer tu voluntad, porque Tú eres mi Dios. Porque en Ti está la fuente
de la vida; en Tu luz encontraremos la luz. Extiende Tu misericordia a los que te
conocen.
Concédenos, Señor, guardarnos en esta noche sin pecado. Bendito eres,
Señor Dios de nuestros padres, y alabado y glorificado es tu nombre por siempre.
Amén.
Que tu misericordia sea sobre nosotros, Señor, como hemos puesto nuestra
esperanza en Ti. Bendito eres Tú, Señor, enséñame Tus mandamientos. Bendito
eres Tú, oh Soberano, hazme entender Tus mandamientos. Bendito eres Tú, Oh
Santo, ilumíname con Tus mandamientos.
Que Tu misericordia, oh Señor, perdure para siempre, y no olvides las obras
de Tus manos. Porque a Ti se debe la alabanza, a Ti es debido un himno, a Ti es
debida la gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los
siglos. Amén.
La Litia
El sacerdote con estola, skufia o kamilavka y el diácono con el incensario se inclinan ante la Santa
Mesa y salen del Santuario por la Puerta Norte hacia en narthex y se ubican allí de cara al
Santuario. Mientras el diácono inciensa el templo y el pueblo con el coro cantan la Stijeras
Festivas para la Litia. Si hubiera más de un sacerdote ofreciendo el oficio, todos ellos, revestidos
de estolas, salen del Santuario por las Puertas Norte y Sur para realizar la Litia.
Stijeras de Idiomelos
Tono 4 (Por Cosme el Monje): Él, Quién se cubre de luz como de un manto;
se había complacido en volverse, por causa nuestra, como nosotros.
Hoy, Él se cubre con las corrientes del Jordán, aunque no tiene
ninguna necesidad a ser limpiada; pero a través del bautismo que Él
recibe, había dispuesto en Sí nuestra regeneración. ¡Qué Maravilla es!
Porque, sin fuego, Él nos limpia y sin quebrantarnos, nos reformará y
salvará a los iluminados por Él, Cristo nuestro Dios, el Salvador de
nuestras almas.
13
¡Venid, asemejémonos a las sabias vírgenes; vayámonos al encuentro
del Señor que ha aparecido! Porque, como un Novio, Él había
aproximado hacia Juan. Viéndolo, el Jordán, se atemorizó y se detuvo;
Juan exclamó diciendo: “No me atrevo a tocar la Cabeza Inmortal”; el
Espíritu bajó en forma de paloma para santificar las aguas y una voz se
oyó desde lo alto, diciendo: “Éste es Mi Hijo que viene al mundo para
salvar a la humanidad.” ¡Señor, gloria a Ti!
Cristo se bautiza y sale de las aguas, y lleva al mundo hacia Él; y había
visto abiertos, los cielos que Adán cerró contra sí mismo y contra su
posteridad. El Espíritu había dado testimonio de la Divinidad,
descendiendo hacia Quien le es Igual en la Esencia; y una voz se había
oído desde el cielo; porque es del Cielo, Aquél, de Quien se dio el
testimonio y Él es el Salvador de nuestras almas.
Diácono: Salva, ¡oh Dios!, a Tu pueblo y bendice tu heredad. Visita a tu mundo con
piedad y generosidades. Acrecienta la fortaleza de los cristianos ortodoxos, y envía
sobre nosotros tus abundantes misericordias, por las oraciones de la todo Purísima
y Soberana nuestra, la Madre de Dios y siempre virgen María, por el poder de la
honorable y vivificante Cruz, por la protección de las honorables fuerzas
incorpóreas celestiales, del honorable y glorioso Profeta, Precursor y Bautista Juan;
de los santos, gloriosos y alabadísimos Apóstoles, de nuestros Padres entre los
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Santos, grandes maestros universales y pontífices, Basilio Magno, Gregorio el
Teólogo y Juan Crisóstomo; de nuestro Padre entre los Santos, Nicolás
Taumaturgo, Arzobispo de Mira en Licia; de los Santos iguales a los apóstoles,
Metodio y Cirilo, maestros de los eslavos, del santo ortodoxo y equiapostólico gran
Príncipe Vladimiro y de la bienaventurada Olga, gran princesa de Rusia; de
nuestros Padres entre los santos, los Taumaturgos de toda Rusia, Miguel, Pedro,
Alexis, Jonás, Felipe, Macario, Demetrio, Mitrofán, Tíkhon, Teodosio, Josafat,
Hermógenes, Pitirim, Inocencio y Juan; de nuestros padres entre los santos,
pontífices: Tíkhon, patriarca de Moscú, el confesor; de los hieromártires Vladimiro
de Kiev, Benjamín y José de Petrogrado, Andrónico de Perm, Germán de Tobolsk; y
de los confesores Pedro de Krutitski, Cirilo de Kazán, Agafángel de Yaroslav; y de
los presbíteros hieromártires Juan y Juan y todos los nuevos hieromártires y
confesores de la Iglesia Rusa; de los santos gloriosos, distinguidos y victoriosos
mártires: el santo, glorioso Gran Mártir Jorge, victorioso y milagroso; del Santo
Gran Mártir y médico Pantaleimon; de la Santa Gran Mártir Bárbara; de los santos
príncipes rusos: los sufridos Boris, Gleb e Igor; el mártir Zar Nicolás, la mártir
zarina Alejandra, el Zarevich Alexis, y de las zarevnas Olga, Tatiana, María y
Anastasia; de las santas venerables mártires princesa Isabel y la monja Bárbara y
de todos los nuevos mártires de Rusia; de los santos imitadores de Cristo y teóforos
padres, Antonio y Teodosio, y los otros taumaturgos de Pechera; Sergio abad,
taumaturgo de Radonezh, y Serafín, taumaturgo de Sarov, y de León, Macario,
Ambrosio y los otros Padres de Óptina; y de Germán, taumaturgo de Alaska; y de
Juan taumaturgo, obispo de Shangai y San Francisco; y de Job, abad y taumaturgo
de Pochaev; y del santo y recto Juan, taumaturgo de Kronstadt; y de la santa
bienaventurada Xenia de San Petersburgo; y de la Santa Epifanía de Nuestro Señor
Jesucristo, que conmemoramos hoy, de San N. (santo del templo); y de los santos y
rectos padres de Dios Joaquín y Ana y de todos los santos, te suplicamos, ¡oh,
Señor, grande en misericordia! escucha a nosotros pecadores que te rezamos y ten
piedad de nosotros.
Coro: Señor, ten piedad (40 veces)
Diácono: Roguemos también por nuestro Gran Soberano y Padre, Su Santidad el
Patriarca N., por nuestro Señor Reverendísimo el Metropolitano N., Primado de la
Iglesia Rusa en el Exterior, por Nuestro Señor Ilustre Obispo N., y por toda nuestra
hermandad en Cristo, y por todas las almas Cristianas que están afligidas y
cargadas de buenas obras, necesitadas de las misericordias y socorro de Dios; por
la protección de este sagrado templo y por los que moran en este; por la paz y
tranquilidad del mundo entero; por la estabilidad de las santas iglesias de Dios; por
la salvación y ayuda de nuestros padres y hermanos que, con diligencia y con celo y
amor de Dios, realizan su labor; por los enfermos, por la bendita memoria y
remisión de los pecados de nuestros padres y hermanos que partieron, que yacen
aquí y en todas partes; por la liberación de los encarcelados; por nuestros
hermanos que nos sirven en esta santa iglesia (o santo monasterio), digamos:
Coro: Señor, ten piedad (40 veces)
Diácono: Roguemos también para que Dios proteja este Santo Templo y esta
ciudad y a todas las ciudades y aldeas, del hambre, epidemias, sismos,
inundaciones, incendios, de la espada, las invasiones extranjeras y la guerra civil; y
para que nuestro Dios bueno y amante de la humanidad, sea compasivo y piadoso y
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misericordioso, y aleje de nosotros todo mal viniendo sobre nosotros, y nos libre de
su justo juicio y nos tenga misericordia.
Coro: Señor, ten piedad (3 veces)
Diácono: Roguemos también para que el Señor Dios escuche la voz de nuestras
súplicas de nosotros los pecadores y tenga misericordia.
Coro: Señor, ten piedad (3 veces)
Sacerdote: Escúchanos oh Dios Salvador nuestro. Esperanza nuestra de todos los
confines de la tierra; y de los que están lejos en el mar. Y sé compasivo, oh
Soberano, con nuestros pecados y ten misericordia de nosotros. Porque eres un
Dios misericordioso y amante de la humanidad y a Ti glorificamos, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén
Después de esta oración, realizada después del final de la Litia, se cantan las Apostijas, durante
las cuales el clero va desde el narthex hasta el centro del templo y se ubica ante la mesa en la que
están ubicados cinco panes y vasos que contienen vino y aceite.
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Apostija
Stijeras de Idiómelos, por Anatolio. Tono 2.
Te vieron, Oh Dios, las aguas; las aguas Te vieron y temblaron. (Salmo ‘76’ 77: 17) Pues
los Querubines no pueden alzar sus ojos hacia Tu Gloria, tampoco pueden fijar en
Ti y contemplarte los Serafines. Pero estando de pie con miedo ante Ti, los
primeros Te levantan, y los segundos glorifican Tu Poder. Y nosotros, Oh
Compasivo, junto a ellos, proclamamos Tus Alabanzas diciendo: “¡Oh Dios, Tú que
apareciste; ten piedad de nosotros!”
Verso: Mar, ¿Qué es lo que tienes para huir, y tú Jordán, para retroceder?
Lector: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros. [Tres
veces].
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.
¡Oh, Santísima Trinidad, ten piedad de nosotros! Señor, perdona nuestros
pecados. Soberano, absuelve nuestras transgresiones. Oh Santísimo, mira y sana
nuestras dolencias, por Tu nombre.
17
Señor, ten piedad. [Tres veces].
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.
Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea Tu nombre, venga Tu
reino, hágase Tu voluntad así en la tierra como en el cielo. El pan substancial
nuestro, dánosle hoy y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros
perdonamos a nuestros deudores, y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos
del maligno.
Sacerdote: Oh Señor Jesucristo, Dios nuestro, que bendijiste los cinco panes y con
ellos alimentaste a cinco mil: Tú mismo ahora, Señor, 1 Bendice estos panes, trigo,
vino y aceite, y multiplícalos, en esta ciudad [o pueblo o aldea o santo monasterio] y en
todo Tu mundo; y santifica a todos los fieles que participan de ellos. Porque eres
Tú, oh Cristo Dios Nuestro, quien bendice y santifica todas las cosas y a Ti
glorificamos, junto con Tu Padre eterno y Tu Santísimo, Bueno y Vivificador
Espíritu, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén. Bendito sea el nombre del Señor, desde ahora y hasta el
fin de los siglos (tres veces). Bendeciré al Señor en todo tiempo, no
cesarán mis labios de pronunciar sus alabanzas. /En el Señor se
gloriará mi alma. Óiganlo los humildes y consuélense. /Engrandeced
conmigo al Señor y todos a una ensalcemos su Nombre. /Acudí
solícitamente al Señor, y me oyó y me sacó de todas mis tribulaciones.
/Acercaos vosotros a Él y os iluminará y no quedaréis sonrojados.
1Antes de decir " Tú mismo ahora, Señor, Bendice..." el sacerdote hace la señal de la cruz con uno
de los panes sobre la mesa, recordando que el señor hizo lo mismo, cuando dio de comer a 5000 con
5 panes. Cuando nombre a las sustancias, el sacerdote las señala con su mano y hace la señal de la
cruz sobre ellas.
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/Clamó este pobre y el Señor le oyó y libróle del mal. /Gustad y mirad
cuan suave es el Señor, bienaventurado el hombre que en Él confía.
/Temed al Señor todos vosotros sus Santos; porque nada falta a los que
le temen. /Los ricos padecieron necesidad y hambre; pero a los que
buscan a Señor no les faltará nada.
Sacerdote: La bendición del Señor sea sobre vosotros, por su gracia y su amor a la
humanidad, en todo tiempo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.
El clero retorna al santuario por las puertas Norte y Sur. Las puertas y la cortina se cierran
y las luces se apagan.
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Oficio de Maitines Festivo
Mientras el sacerdote lee silenciosamente las primeras 6 oraciones de 12 (ver página 52),
el lector lee con reverencia y temor de Dios y todos escuchamos en silencio y con humildad:
Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz, en los hombres Su buena voluntad
(tres veces).
Señor, abrirás mis labios y mi boca anunciará tu alabanza (dos veces).
Salmo 3
Oh Señor, ¿por qué se multiplican los que me afligen? Muchos se levantan
contra mí. Muchos dicen a mi alma: “No hay salvación para él en su Dios”. Pero Tú,
oh Señor, eres mi Protector, mi gloria y el que exaltas mi cabeza. Con mi voz clamé
al Señor y me escuchó desde Su monte santo. Me acosté y me dormí, desperté y me
levanté, pues el Señor me acogió. No temeré ante miríadas de pueblos, los que en
contorno me asedian. Levántate, oh Señor, sálvame, oh mi Dios, pues Tú has
golpeado a todos los que sin causa me aborrecen, los dientes de los pecadores
quebrantaste. La salvación es del Señor y Tu bendición está sobre Tu pueblo. Me
acosté y me dormí, desperté y me levanté, pues el Señor me acogió.
Salmo 37
Señor, no me increpes en Tu furor ni en Tu ira me corrijas. Pues Tus flechas se
han clavado en mí y Tu mano has afirmado sobre mí. No hay sanidad en mi carne
ante Tu ira, no hay paz para mis huesos ante mis pecados. Porque mis iniquidades
han sobrepasado mi cabeza, cual si carga pesada han pesado sobre mí. Mis heridas
han hedido y se han corrompido ante mi insensatez; me he enmiserado y
encorvado hasta el fin, todo el día andaba contristado, porque mis lomos se han
llenado de mofas y no hay sanidad en mi carne. Maltratado y humillado he sido por
demás, rugía por el gemido de mi corazón. Delante de Ti está todo mi deseo y mi
gemido no está oculto a Ti. Mi corazón está turbado, me ha abandonado mi fuerza y
la luz de mis ojos no está ya conmigo. Mis amigos y parientes se han acercado y
puesto frente a mí. Y los más allegados a mí se han puesto a lo lejos y
violentándome, los que buscaban mi alma y los que buscaban el mal para mí, han
hablado vanidades y meditado engaños todo el día. Pero yo, cual si sordo, no oía y
cual si mudo que no abre su boca. Yo he sido hecho cual si un hombre que no oye y
no tiene réplicas en su boca. Porque en Ti esperé, Señor, Tú escucharás, Señor,
Dios mío. Porque dije: “No sea que se regocijen por mí mis enemigos”. Al vacilar
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mis pies, se jactaron sobre mí, porque yo para flagelos estoy presto y mi dolor está
siempre ante mí. Porque mi iniquidad anunciaré y me acuitaré por mi pecado. Pero
mis enemigos viven y se han fortalecido sobre mí y se han multiplicado los que
injustamente me aborrecen. Los que devuelven mal por bien me calumniaban
porque yo seguía la justicia.
No me abandones, Señor, Dios mío, no Te apartes de mí, atiende a mi ayuda,
Señor de mi salvación (dos veces).
Salmo 62
Oh Dios, Dios mío, a Ti madrugo, mi alma ha tenido sed de Ti, ¡cuantas veces
también de Ti mi carne!, en tierra desierta e intransitable e inacuosa. Así, en Tu
santuario me he aparecido ante Ti, para ver Tu poderío y Tu gloria. Pues mejor es
Tu misericordia que las vidas, mis labios Te alabarán. Así Te bendeciré en mi vida,
en Tu Nombre elevaré mis manos. Como de médula y grosura llénese mi alma y mis
labios de alborozo alabarán Tu Nombre. Si de Ti me he acordado sobre mi lecho,
por la mañana medito en Ti. Pues Te hiciste mi Ayudador y al amparo de Tus alas
exultaré, mi alma se adhirió a Ti, Tu diestra me acogió. Y ellos en vano han buscado
mi alma, entrarán en lo más profundo de la tierra. Serán entregados en manos de
espada, serán presas de chacales. Pero el rey se alegrará en Dios, será alabado todo
el que jura en Él, pues obstruida está la boca de los que hablan lo injusto.
Por la mañana medito en Ti. Pues Te hiciste mi Ayudador y al amparo de Tus
alas exultaré, mi alma se adhirió a Ti, Tu diestra me acogió.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.
Aleluya, aleluya, aleluya, gloria a Ti, oh Dios (tres veces, sin metanías).
Señor, ten piedad (tres veces).
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.
Después que los tres Salmos hayan sido leídos, el sacerdote sale del Santuario con epitrajil y, con
la cabeza descubierta, se inclina ante las Puertas Santas cerradas. Luego el sacerdote lee
silenciosamente las restantes 6 oraciones (ver página 50).
Salmo 87
Oh Señor, Dios de mi salud, de día y de noche he clamado ante Ti, entre a Tu
presencia mi oración, inclina Tu oreja a mi súplica, Señor. Pues se ha llenado de
males mi alma y mi vida se ha aproximado al Hades. He sido estimado como los
que descienden al foso, me he vuelto como un Hombre desamparado, libre entre
los muertos, como heridos arrojados, durmiendo en la tumba, de los que no Te
acuerdas ya y han sido lanzados de Tu mano. Me han puesto en un foso
profundísimo, en lo tenebroso y en sombra de muerte. Sobre mí se ha clavado Tu
furor y todos Tus furores sobre mí Has traído. Has alejado de mí a mis conocidos,
me han puesto por abominación para ellos. Fui entregado y no salía fuera, mis ojos
languidecieron de miseria y yo clamé a Ti, Señor, todo el día y a Ti extendí mis
manos. ¿Acaso no harás maravillas entre los muertos?, ¿o los resucitarán los
médicos para que Te confiesen? ¿Acaso nadie narrará Tu misericordia en la tumba
y Tu verdad en la perdición? ¿Acaso no se conocerán Tus maravillas en las tinieblas
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y Tú justicia en tierra olvidada? Pero yo he clamado a Ti, Señor y al alba se
adelantará a Ti mi oración. ¿Por qué, Señor, rechazas mi oración y apartas de mí Tu
semblante? Yo soy pobre y he estado en trabajos desde mi adolescencia y una vez
exaltado, he sido humillado y afligidísimo. Sobre mí han pasado Tus iras y Tus
terrores me han turbado. Me han cercado, cual agua, todo el día, rodeándome a
una. Alejaste de mí al amigo y al prójimo y a mis conocidos, por mi miseria.
Oh Señor, Dios de mi salud, de día y de noche he clamado ante Ti. Entre a Tu
presencia mi oración, inclina Tu oreja a mi súplica.
Salmo 102
Bendice alma mía, al Señor y todo dentro de mí Su santo Nombre. Bendice
alma mía, al Señor y no olvides todos sus beneficios, pues Él es propicio a todas tus
iniquidades y sana todas tus dolencias. Él redime a tu alma de la perdición y te
corona con misericordia y conmiseraciones. Él colma de bienes tu deseo, para que
se renueve tu juventud de continuo como la de águila. El Señor hace misericordias
y juicio a todos los agraviados. Manifestó Sus caminos a Moisés y a los hijos de
Israel Sus voluntades. El Señor es compasivo y misericordioso, longánimo y
misericordiosísimo. No se airará hasta el fin, ni por siempre se enfurecerá. No ha
hecho con nosotros según nuestros pecados, ni según nuestras iniquidades nos ha
retribuido. Pues según la altura del cielo hasta la tierra, así ha fortalecido el Señor
Su misericordia sobre los que Le temen. Cuanto dista el oriente de occidente, así ha
alejado de nosotros nuestras iniquidades. Según se conmisera el padre de los hijos,
así Se ha conmiserado el Señor de los que Le temen; pues Él conoce nuestra
hechura, Se acordó de que somos polvo. El hombre, sus días son como heno, como
flor del campo, así se desflorará. Pues viento pasará por ella y ya no será y no se
conocerá ya su lugar. Pero la misericordia del Señor es por los siglos de los siglos
sobre los que Le temen y Su justicia sobre los hijos de los hijos, para los que
guardan Su Alianza y se acuerdan de Sus mandamientos para hacerlos. El Señor en
el cielo ha dispuesto Su trono y Su reino sobre todos señorea. Bendigan al Señor,
todos Sus Ángeles, poderosos de fuerza, haciendo Su palabra, para oír la voz de Sus
palabras. Bendigan al Señor, todos Sus ejércitos, servidores Suyos, haciendo Su
voluntad. Bendigan al Señor, todas Sus obras.
En todo lugar de Su dominio, bendice, alma mía, al Señor (dos veces).
Salmo 142
Señor, escucha mi oración, advierte mi súplica en Tu verdad, escúchame en Tu
justicia. Y no entres en juicio con Tu siervo, pues no será justificado, ante Tu faz,
ningún viviente. Porque el enemigo ha perseguido a mi alma, ha humillado hasta la
tierra mi vida. Me colocó en tenebrosidades, como a muertos desde hace siglos y mi
espíritu cayó en acedía. En mí se turbó mi corazón. Recordé días antiguos y medité
en todas Tus obras, medité en las hechuras de Tus manos. Extendí mis manos hacia
Ti, mi alma es como tierra sedienta de Ti. Señor escúchame pronto, ha desfallecido
mi espíritu. No apartes de mí Tu rostro y me asemeje a los que descienden al foso.
Hazme oír temprano Tu misericordia, pues en Ti he esperado, manifiéstame el
camino en que he de andar, pues a Ti he levantado mi alma. Arráncame de mis
enemigos, Señor, pues en Ti me he refugiado, enséñame a hacer Tu voluntad, pues
Tú eres mi Dios, Tu Espíritu bueno me guiará en tierra recta. Por Tu Nombre,
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Señor, me vivificarás en Tu justicia sacarás a mi alma de la tribulación y en Tu
misericordia exterminarás a mis enemigos, y perderás a todos los que atribulan a
mi alma pues yo soy Tu siervo.
Escúchame en Tu justicia y no entres en juicio con Tu siervo (dos veces).
Tu Espíritu bueno me guiará en tierra recta.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén. Aleluya, aleluya, aleluya, gloria a Ti, oh Dios (tres veces, con la
señal de la cruz e inclinaciones).
La Gran Letanía
El diácono ya ha salido y ubicado a la izquierda del celebrante. Después de los Seis Salmos y de las
Oraciones Matutinas, ambos hacen tres inclinaciones ante las Puertas Santas y luego el uno al
otro, entrando el sacerdote al Santuario por la puerta sur. Sigue la Gran Letanía, la cual es
pronunciada desde el ambón por el diácono o, en su ausencia, por el sacerdote desde allí.
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Diácono: Para que nos libre de toda aflicción, ira y necesidad, roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Ampáranos, sálvanos, tennos misericordia y guárdanos, oh Dios, con tu
gracia.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Conmemorando a la santísima, purísima, benditísima y gloriosa
Soberana nuestra, la Madre de Dios y siempre Virgen María, y a todos los Santos,
encomendémonos a nosotros mismos y mutuamente los unos a los otros y toda
nuestra vida a Cristo Dios.
Coro: A Ti, Señor. (En ruso: Tiébie, Góspodi)
Sacerdote: Porque te pertenece toda gloria, honor y adoración, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.
Coro (Tropario Festivo Tono 1): Cuando fuiste bautizado Señor, en el Río
Jordán, fue revelada la adoración a la Santísima Trinidad. Porque la
voz del Padre se adelantó dando testimonio, llamándote: "Hijo muy
amado". Y el Espíritu en forma de paloma, confirmó la inmutabilidad
de esas palabras. ¡Oh Cristo Dios, que apareciste al mundo, Gloria a Ti!.
(3 veces, la última vez tras "Gloria, ahora y siempre").
Katisma
Coro: Señor, ten piedad (tres veces). Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Lector: Ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
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Salmo 10:
En el Señor me cobijo; ¿cómo decís a mi alma: "Huye, pájaro, a tu monte? "He aquí
que los impíos tensan su arco, ajustan a la cuerda su saeta, para tirar en la sombra
a los de recto corazón. Si están en ruinas los cimientos, ¿que puede hacer el justo?"
El Señor en su Templo santo, el Señor, su trono está en los cielos; ven sus ojos el
mundo, sus párpados exploran a los hijos de Adán. El Señor explora al justo y al
impío; su alma odia a quien ama la violencia. ¡Llueva sobre los impíos brasas y
azufre, y un viento abrasador por porción de su copa! Que es justo el Señor y lo
justo ama, los rectos contemplarán su rostro. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu
Santo.
Coro: Ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya, Aleluya,
Aleluya, Gloria a Ti, oh Dios (tres veces). Señor, ten piedad (tres veces). Gloria al
Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Lector: Ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 13:
El insensato dijo en su corazón: “No hay Dios”. Se han corrompido y hecho
abominables en sus afanes, no hay quien haga bondad, no hay siquiera uno. El
Señor, desde el cielo ha mirado sobre los hijos de los hombres, para ver si hay uno
que entienda o que busque a Dios. Todos se han extraviado, se han hecho inútiles a
la vez, no, no hay quien haga bondad, no hay siquiera uno. Su garganta es tumba
abierta, con su lengua han engañado, bajo sus labios hay veneno de áspid. Su boca
está henchida de maldición y amargura, sus pies son veloces para derramar sangre;
en sus caminos hay quebrantamiento y desdicha y camino de paz no conocieron, no
hay temor de Dios ante sus ojos. ¿Acaso no entenderán todos los que obran la
iniquidad, los que devoran a mi pueblo por comida como pan? Al Señor no
invocaron. Allí trepidaron con temor donde no había temor, pues Dios está en la
generación de los justos. Al consejo de menesterosos han confundido, pero el Señor
es su esperanza. ¿Quién dará desde Sión la salud de Israel? Cuando el Señor aparte
el cautiverio de Su pueblo se alborozará Jacob y se regocijará Israel. Gloria al
Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Coro: Ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya, Aleluya,
Aleluya, Gloria a Ti, oh Dios (tres veces). Señor, ten piedad (tres veces). Gloria al
Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Lector: Ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 16:
Escucha, Señor, mi justicia, advierte mi súplica, percibe mi oración pues no es de
labios dolosos. Delante de Tu faz salga mi juicio, Tus ojos miren la equidad. Has
probado mi corazón, me has visitado de noche, me has acrisolado y no has hallado
iniquidad en mí. Para que no hable mi boca de las obras de los hombres, por las
palabras de Tus labios, yo he guardado caminos duros. Prepara mis pasos en Tus
sendas para que mis pasos no vacilen. Yo he clamado, porque me has oído, oh Dios,
inclina a mí Tu oído, porque has escuchado mis palabras. Haz maravillosas Tus
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misericordias, Tú que salvas a los que esperan en Ti. Guárdame como a pupila de
Tus ojos, de los que resisten Tu diestra. Ampárame al amparo de Tus alas, de la faz
de los impíos que me han afligido. Mis enemigos han cercado mi alma, de su
grosura se rodearon, su boca habló soberbia. Arrojándome ahora me han cercado
en torno, sus ojos se propusieron bajar a la tierra. Me atraparon tal como león
pronto a presa y tal como leoncillo recostado en escondites. Levántate, Señor,
adelántate a ellos y suplántalos, libra a mi alma del impío con Tu espada, de
enemigos, con Tu mano. Oh Señor, sepáralos de ellos y de la tierra en su vida, de
Tus tesoros recónditos se ha llenado su vientre. Se han satisfecho de lo porcino y
dejado el resto a sus pequeñuelos. Pero yo, en justicia apareceré ante Tu faz, me
satisfaré cuando aparezca Tu gloria. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya, Aleluya, Aleluya,
Gloria a Ti, oh Dios (tres veces).
Letanía Menor
Diácono: Una y otra vez en paz, roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Ampáranos, sálvanos, tennos misericordia y guárdanos, oh Dios, con tu
gracia.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Conmemorando a la santísima, purísima, benditísima y gloriosa
Soberana nuestra, la Madre de Dios y siempre Virgen María, y a todos los Santos,
encomendémonos a nosotros mismos y mutuamente los unos a los otros y toda
nuestra vida a Cristo Dios.
Coro: A Ti, Señor.
Exclamación: Porque tuyo es el dominio, y tuyos son el reino y el poder y la gloria,
Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.
Sedalen
Coro (Tono 3): Cuando apareciste en el Jordán, Oh Cristo Salvador y fuiste
bautizado por el Precursor; un testimonio te fue dado, que eres Hijo Amado. Por
consiguiente, Te revelaste, Igual al Padre en la Eternidad; y el Espíritu Santo
descendió sobre Ti; y nosotros siendo iluminados por Él, exclamamos diciendo:
“Gloria a Dios, Trino en Personas”.
(Tono 5): Te has envuelto en los arroyos Del Jordán, / Oh Tú, que te revestiste más
gloriosamente de luz, / y has restaurado en él la naturaleza de Adán, que había sido
corrompida por la mala desobediencia, oh Verbo de Dios. // Por lo cual, todos
nosotros alabamos y glorificamos Tu santa Epifanía.
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(Tono 4): ¡Oh Río Jordán! ¿Por qué te asombraste cuando viste, desnudo, al
Invisible? Y él responde diciendo: “Cuando yo Le he visto temblé y retrocedí; pues
¿cómo no voy temblar y retroceder? Y he aquí, los ángeles, al mirarle tuvieron
miedo; el cielo quedó atónito, la tierra estremecida y el mar junto a todo lo visible e
invisible retrocedieron”. Cristo ha aparecido en el Jordán para santificar las aguas.
Polyeleon
Se encienden todas las luces y velas y las Puertas Santas son abiertas. El sacerdote revestido con
felonio y precedido por el diácono que sostiene un cirio y por un ceroferario, salen y se ubican ante
el ícono de la fiesta colocado en un analoy en medio del templo; al celebrante se le entregan velas
encendidas que distribuye entre los otros concelebrantes y que se mantienen encendidas hasta el
Evangelio, porque es costumbre que durante el Polyeleos el Templo debiera estar brillantemente
iluminado con velas.
Magnificación Festiva.
En las fiestas mayores, después del Polyeleon, se canta la exaltación propia (megalinario),
cantándolo el clero frente al ícono de la Fiesta.
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Te magnificamos,/ oh Cristo, Dador de vida,/ que por nosotros fue
bautizado en la carne, /por Juan, //en las aguas del Jordán.
La Letanía Menor
Diácono: Una y otra vez en paz, roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Ampáranos, sálvanos, tennos misericordia y guárdanos, oh Dios, con tu
gracia.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Conmemorando a la santísima, purísima, benditísima y gloriosa
Soberana nuestra, la Madre de Dios y siempre Virgen María, y a todos los Santos,
encomendémonos a nosotros mismos y mutuamente los unos a los otros y toda
nuestra vida a Cristo Dios.
Coro: A Ti, Señor.
Exclamación: Porque tuyo es el poder, y tuyo es el Reino, la fuerza y la gloria,
Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.
Sedalen
¿Cómo está contenido en un vientre, aquel a quien nada puede contener? ¿Cómo es
sostenido en los brazos de su Madre, aquel que está en el seno del Padre? Esto es
todo como él conoce, como Él deseó y como Él fue bien complacido. Porque siendo
sin carne, con Buena voluntad se hizo carne; y Él que Es, por nosotros se ha vuelto
lo que no era; sin apartarse de su propia naturaleza Él compartió en nuestra
sustancia; deseando llenar al mundo sobre lo alto, Cristo nació en dos naturalezas.
28
Muchas pasiones me combaten desde mi juventud, pero Tú mi Salvador,
ampárame y sálvame. Vosotros que odiáis a Sión, sed avergonzados ante el Señor,
porque seréis secos como la hierba en el fuego.
El Prokimenon
El Diácono que ha ido a buscar el libro de los Evangelios, lo entona.
En este momento, el diácono lleva el Libro de los Evangelios hasta el centro del templo, para que el
Sacerdote lea el Evangelio Matutino.
El Evangelio
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Y el sacerdote lee el Evangelio Festivo en el centro del templo, sostenido por el diácono (si no hay
diácono, lo lee desde las Puertas Santas).
Y sucedió que por aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea, y fue
bautizado por Juan en el Jordán. En cuanto salió del agua vio que los cielos
se rasgaban y que el Espíritu, en forma de paloma, bajaba a Él. Y se oyó
una voz que venía de los cielos: “Tú eres mi Hijo Amado, en Ti me
complazco.”
Tras lo cual el sacerdote deja el Evangelio en el atril. El cirio es colocado en frente del atril.
Salmo 50
Lector: Apiádate de mí, oh Dios, según tu gran misericordia; según tu inmensa
bondad, borra mi iniquidad. Lávame más y más de mi maldad y purifícame de mis
pecados. Pues reconozco mis culpas y mi pecado está siempre ante mí. Contra ti,
sólo contra ti, he pecado y delante de ti he hecho el mal, por lo tanto eres
reconocido justo en tu sentencia y soberano en tu juicio. Considera que en maldad
fui modelado y en pecado me concibió mi madre. Porque, Tú que amas la verdad en
lo interior me descubres los misterios profundos de tu sabiduría. Rocíame con
hisopo y seré puro; lávame y emblanqueceré más que la nieve. Hazme escuchar la
alegría y el júbilo, y mis huesos abatidos se estremecerán de regocijo. Aparta tu
rostro de mis pecados y borra todas mis iniquidades. Crea en mí, oh Dios, un
corazón puro y renueva dentro de mí un espíritu recto. No me alejes de tu presencia
y no quites de mí tu Espíritu Santo. Devuélveme el gozo de tu salvación y un
espíritu libre me sustente. Enseñaré a los impíos tus caminos y los pecadores
volverán a Ti. Líbrame de la sangre, oh Dios, Dios de mi salvación y aclamará mi
lengua tu justicia. Abre, Señor, mis labios y cantará mi boca tus alabanzas. Pues no
es sacrificio lo que te complace. Si te ofreciera un holocausto no lo quieres. El
sacrificio para Dios es el espíritu arrepentido. Al corazón contrito y humillado, Tú,
oh Dios, no lo desprecias. En tu bondad, Señor, trata benignamente a Sión y
reconstruye las murallas de Jerusalén. Entonces aceptarás el sacrificio de justicia,
las ofrendas y los holocaustos. Entonces se te ofrecerán víctimas en tu altar.
El coro canta el stijeron de la Fiesta, Tono 6.
30
serafines alaban. Por lo tanto, yo el siervo no he aprendido a bautizar al Soberano”.
¡Oh Señor Inaccesible, Gloria a Ti!
La Gran Intercesión
La recita el diácono.
Diácono: Salva, ¡oh Dios!, a Tu pueblo y bendice tu heredad. Visita a tu mundo con
piedad y generosidades. Acrecienta la fortaleza de los cristianos ortodoxos, y envía
sobre nosotros tus abundantes misericordias, por las oraciones de la todo Purísima
y Soberana nuestra, la Madre de Dios y siempre Virgen María, por el poder de la
honorable y vivificante Cruz, por la protección de las honorables fuerzas
incorpóreas celestiales, del honorable y glorioso Profeta, Precursor y Bautista Juan;
de los santos, gloriosos y alabadísimos Apóstoles (o si se conmemora a alguno de los 12
apóstoles o uno de los cuatro evangelistas se dice: del santo Apóstol y Evangelista N., y de los
otros santos, gloriosos y alabadísimos Apóstoles), de nuestros Padres entre los Santos,
grandes maestros universales y pontífices, Basilio Magno, Gregorio el Teólogo y
Juan Crisóstomo; de nuestro Padre entre los Santos, Nicolás Taumaturgo,
Arzobispo de Myra en Licia; de los Santos iguales a los apóstoles, Metodio y Cirilo,
maestros de los eslavos, del santo ortodoxo y equiapostólico gran Príncipe Vladimir
y de la bienaventurada Olga, gran princesa de Rusia; de nuestros Padres entre los
santos, los Taumaturgos de toda Rusia, Miguel, Pedro, Alexis, Jonás, Felipe,
Macario, Demetrio, Mitrofán, Tíjon, Teodosio, Josafat, Hermógenes, Pitirim,
Inocencio y Juan; de nuestros padres entre los santos, pontífices: Tíjon, patriarca
de Moscú, el confesor; de los hieromártires Vladimir de Kiev, Benjamín y José de
Petrogrado, Andrónico de Perm, Germán de Tobolsk; y de los confesores Pedro de
Krutitsky, Cirilo de Kazán, Agafángel de Yaroslav; y de los presbíteros
hieromártires Juan y Juan y todos los nuevos hieromártires y confesores de la
Iglesia Rusa; de los santos gloriosos, distinguidos y victoriosos mártires: el santo,
glorioso megamártir Jorge, victorioso y milagroso; del Santo megamártir y médico
Pantaleimon; de la Santa megamártir Bárbara; de los santos príncipes rusos: los
sufridos Boris, Gleb e Igor; el mártir Zar Nicolás, la mártir Zarina Alejandra, el
Zarévich Alexis, y de las zarevnas Olga, Tatiana, María y Anastasia; de las santas
venerables mártires princesa Isabel y la monja Bárbara y de todos los nuevos
mártires de Rusia; de los santos imitadores de Cristo y teóforos padres, Antonio y
Teodosio, y los otros taumaturgos de Pechersk; Sergio abad, taumaturgo de
Radonezh, y Serafín, taumaturgo de Sarov, y de León, Macario, Ambrosio y los
otros Padres de Óptina; y de Germán, taumaturgo de Alaska; y de Juan
taumaturgo, arzobispo de Shanghái y San Francisco; y de Job, abad y taumaturgo
de Pochaev; y del santo y recto Juan, taumaturgo de Kronstadt; y de la santa
bienaventurada Xenia de San Petersburgo; y del santo (nombre del santo del templo y
del día); y de los santos y rectos antepasados de Dios Joaquín y Ana y de todos los
santos, te suplicamos, ¡oh, Señor, grande en misericordia! escucha a nosotros
pecadores que te rezamos y ten piedad de nosotros.
31
Sacerdote: Por la misericordia y las generosidades y el amor a la humanidad de Tu
Hijo unigénito, con quien eres bendito, con Tu Santísimo Bueno y Vivificador
Espíritu, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.
El clero y los fieles hacen dos inclinaciones, besa el Evangelio y el ícono de la Fiesta y el sacerdote,
asistido por el diácono, unge la frente de los fieles con aceite diciendo “En el nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo”. Luego los fieles reciben un pedazo de pan bendecido (si es que hubo
Litia).
El Canon, Tono 2
Para la Fiesta de Epifanía son dos, que se combinan.
Oda 1
Irmos: El Señor, el Poderoso en las batallas, descubrió las fundaciones
de lo profundo, y llevó a Sus siervos sobre tierra seca; Más cubrió a los
adversarios con las aguas; Porque Él ha sido glorificado.
El Creador, viendo la perdición del hombre creado por Sus manos, inclinando los
Cielos Cielo, desciende y acepta todo su ser, se encarna verdaderamente de la
Virgen Divina y pura. ¡Pues Él se ha glorificado!
Siendo, Sabiduría, Verbos, Fuerza: Hijo y resplandor del Padre, Cristo Dios, en
secreto de todas las fuerzas del cielo y la tierra, se hizo hombre, renovándonos,
¡Pues Él se ha glorificado!
Prefigurado claramente por la zarza ardiente sin ser consumida, El vientre santo ha
llevado al Verbo. Dios está unido con la figura de los hombres mortales. Para que él
soltara, de la maldición antigua y amarga al vientre infeliz de Eva. ¡Venid, toda la
humanidad, glorifiquémosle!”
32
Una estrella Te ha revelado a los Magos. ¡Verbo Compasivo, que estabas antes del
sol, Tu que has venido para hacer desistir la transgresión! En una gruta pobre y
humilde, envuelto en pañales; Y viéndote con alegría, Te conocieron como hombre
y Señor.
Oda 3
Irmos: A Cristo Dios Hijo engendrado, incorruptiblemente del Padre,
antes de los siglos y en los últimos tiempos Encarnado de la Virgen,
clamamos: ¡Santo eres Tu, oh Señor! Que enalteciste nuestra dignidad.
Cristo, te hiciste semejante a nuestra condición humilde y uniste nuestra carne con
el Ser Divino, te hiciste hombre y sin dejar de ser Dios enalteciste nuestra dignidad.
Santo eres Tu, oh Señor!
Alégrate Belén, ciudad real, entre las ciudades de Judea: pues Cristo que se ha
entronizado sobre todos ha surgido claramente de ti para enaltecer a nuestra
dignidad, y ser el pastor de Israel desde los hombros de los Querubines.
Los rangos de los pastores, que en los campos, atónitos velaban; Por el misterio
extraño, que han sido dignos de contemplar; La Natividad hermosísima que supera
toda mente; Y el alumbramiento de la Bendita Joven Purísima. Y Junto a los coros
angelicales incorpóreos, cantaron a Cristo el Rey, encarnado sin simiente.
Él quién gobierna las alturas del cielo, por Su compasión, Se ha vuelto como
nosotros somos, Nacido de una Joven que no ha conocido hombre alguno. El Verbo
que anteriormente estaba ajeno a la materia, en lo último la comprueba,
Asumiendo la sustancia material de la carne; Para que atrajera hacia Él el primer
creado, Adán el caído.
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Katabasía: Acepta, Grandioso Bienhechor, las Alabanzas de Sus
siervos; Y derrumba la arrogancia del orgulloso enemigo. Levántenos
vencedores sobre el pecado, Benévolo Señor; Y establécenos sobre la
fundación firme de la fe.
Letanía Menor
Diácono: Una y otra vez en paz, roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Ampáranos, sálvanos, tennos misericordia y guárdanos, oh Dios, con tu
gracia.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Conmemorando a la santísima, purísima, benditísima y gloriosa
Soberana nuestra, la Madre de Dios y siempre Virgen María, y a todos los Santos,
encomendémonos a nosotros mismos y mutuamente los unos a los otros y toda
nuestra vida a Cristo Dios.
Coro: A Ti, Señor.
Exclamación: Porque Tú eres nuestro Dios, y Te glorificamos, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.
Oda 4
Irmos: Oh Cristo Retoño y flor de la raíz de Jessé! Tú germinaste de la
Virgen, Glorioso. Encarnado de la que no conoció esposo. Tú llegaste,
Dios Inmaterial como del monte rodeado de espesura. Gloria a Tu
Fuerza, oh Señor.
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Tú, Señor, brillando como la estrella de Jacob llenaste de alegría a los sabios
observadores de las estrellas y discípulos del profeta Balaam, llevados a Ti como
principio de los paganos y los recibiste claramente. ¡Gloria a Tú Fuerza, oh Señor!.
¡Naciones todas!, que desde antaño han sido hundidos en la corrupción; Pero
ahora, han escapado, totalmente, de la perdición del adversario; Alzad vuestras
manos y aplaudid con cánticos de alabanza; Adorando a Cristo, Nuestro Único
Benefactor; Quién, ha venido en medio de nosotros, por Su Compasión.
Oda 5
Irmos: Siendo Dios de la Paz y Padre de la misericordia. Tú nos
enviaste al Ángel del Gran Consejo, que da la paz, Por eso
despertándonos de noche y siendo llevados a la Luz del conocimiento
de Dios, Te glorificamos a Ti que amas a la humanidad.
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Oh Cristo! Tú, cumpliendo la orden del Cesar de inscribirte en el número de sus
ciudadanos, nos liberaste, esclavos del enemigo y del pecado. Despojado de todo
por nosotros, por medio de esta unión y comunión Tú deificaste al hombre mortal.
El pueblo que anteriormente anduvo en la oscuridad; Este día ha visto una luz,
brillando desde la luz celestial; Porque el Hijo ofrece a Dios las naciones como
herencia; Otorgando, por lo tanto, la gracia indescriptible, Donde, una vez, el
pecado ha florecido abundantemente.
Oda 6
Irmos: Jonás, como el niño del seno, fue devuelto por el animal marino
tal como fue recibido El Verbo, que habito en la Virgen se encarno y
paso, conservándola intacta porque El mismo es incorruptible y
protege de la corrupción a la Madre.
Encarnado ha venido Cristo nuestro Dios, a Quien el Padre dio a luz antes de la
estrella matinal. El que gobierna a las fuerzas purísimas, es colocado en el pesebre
de los animales, envuelto en pañales. Pero Él deshace la maraña de los lazos del
pecado.
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De la naturaleza de Adán, nace el Hijo, pequeño niño que es dado a los fieles. El es
el Padre y Príncipe del siglo venidero y Su nombre es el Ángel del Gran Consejo (La
Trinidad). Dios fuerte, que tiene a todo lo creado en Su poder.
Dios el Verbo, que desde el principio permanece con Dios, Viendo nuestra
naturaleza impotente de guardar incólume, Su Unión antigua con Él, descendió
ahora por Si Mismo, y la refortificó; Compartiendo con nosotros una segundo
unión. Y la hizo, una vez más, libre de toda pasión.
Letanía Menor
Diácono: Una y otra vez en paz, roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Ampáranos, sálvanos, tennos misericordia y guárdanos, oh Dios, con tu
gracia.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Conmemorando a la santísima, purísima, benditísima y gloriosa
Soberana nuestra, la Madre de Dios y siempre Virgen María, y a todos los Santos,
encomendémonos a nosotros mismos y mutuamente los unos a los otros y toda
nuestra vida a Cristo Dios.
Coro: A Ti, Señor.
Exclamación: Porque Tú eres Rey de paz y Salvador de nuestras almas, y a Ti
glorificamos, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los
siglos.
Coro: Amén.
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Ikos: En la Galilea de los Gentiles, en la tierra de Zabulón y la tierra de Neftalí,
según dijo el profeta: ‘Una Gran Luz ha brillado, es decir Cristo.’ Y para los que
habitaban en las tinieblas ha amanecido resplandeciendo como el relámpago de
Belén, el Señor nacido de María, el Sol de la Justicia, vertiendo Sus Rayos en toda
la tierra. Venid entonces, Oh desnudos, todos los descendientes de Adán,
revestimos de Él, para calentarnos; pues Él es abrigo de los desnudos y luz de los
oscurecidos; exclamémosle diciendo: “Tu has venido y has manifestado, Oh Luz
inalcanzable”.
Oda 7
Irmos: Los jóvenes, educados en la piedad, despreciaron la orden impía
sin temor a la amenaza del fuego. Parados en medio de las llamas
cantaban: "Bendito seas, Dios de nuestros padres".
Los pastores, tocando sus flautas, fueron dignos de una maravillosa visión de Luz,
pues la Gloria del Señor los iluminó y el Ángel les dijo: Canten pues ha nacido
Cristo, Bendito seas, Dios de nuestros padres.
De repente, después de las palabras del Ángel los ejércitos celestiales exclamaron:
¡Gloria a Dios en las alturas y paz a los hombres de buena voluntad! Cristo
resplandeció, Bendito seas, Dios de nuestros padres.
"¿Qué significa esta palabra?" decían los pastores - "vayamos a ver qué ocurrió,
veamos, al Divino Cristo - Llegando a Belén, lo adoraron a Él y a la que le dio a luz.
Exclamado: Dios de los padres, Bendito seas."
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Por Tu Poder Omnipotente, Tú has derrocado El pecado feroz que levantó su
cabeza con orgullo y lujuria; Que rabiaba con la blasfemia ha dejado al mundo
perdido espoleado. Hoy, nos has salvado de sus garras, a nosotros que de antaño
fuimos arrastrados abajo. ¡Oh Benefactor, que voluntariamente Te encarnaste por
Tu Amor!
Oda 8
Irmos: Un rocío refrescaba a los tres jóvenes arrojados al fuego del
horno babilónico (Dan 3:50). Este horno mostró la imagen del milagro
sobrenatural: pues no quemó a los jóvenes, del mismo modo que el
fuego Divino no quemo el seno de la Virgen, al cual descendió. Por eso
cantando exclamemos: que toda la creación bendiga al Señor y lo
enaltezca, por los siglos.
La hija de Babilonia toman prisioneros de Sión a los jóvenes hijos de David, pero al
mismo tiempo envía con obsequios a los magos, sus hijas, para prosternarse ante la
Hija de David, que ha recibido a Dios en su seno. Por eso cantando exclamemos:
que toda la creación bendiga al Señor y lo enaltezca por los siglos.
La creación entera canta, como los tres jóvenes, la alabanza del Verbo Eterno, que a
Sí mismo despojó; Huyendo, pues, de la culpa de su esfuerzo vano por volverse
como Dios; Aunque con paciencia, a la sabiduría divina, mantenía. Y todavía canta
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con temblor, asustada de ofrecer, Una oración inaceptable, a Dios, porque está
sujeta al decaimiento y al dolor.
Durante la katavasia de la 8º Oda, el diácono inciensa los Santos Dones y el Santuario, luego sale
por la Puerta Norte y, ubicado ante el ícono de la Madre de Dios, continúa incensando,
exclamando:
Después de esto, y mientras el Coro canta la 9° Oda de Canon, dedicada a la Virgen (que cambia
en las Fiestas), el diácono inciensa el iconostasio, el coro, al clero, la iglesia entera y al pueblo.
Oda 9
Lector: ¡Engrandece, alma mía, a la que es más honorable y gloriosa que las
huestes celestiales!
Lector: ¡Engrandece, alma mía, a aquel que fue proclamado a los magos por una
estrella!
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Cuando los magos decían: "¿Dónde está el recién nacido Niño-Rey, sobre el Cual la
estrella atestigua? Nosotros hemos venido para adorarlo. Entonces Herodes, que
luchaba contra Dios, sufrió una feroz confusión y pensó matar a Cristo.
Lector: ¡Los magos y los pastores han venido a adorar a Cristo, que nació en la
ciudad de Belén!
Averiguó Herodes el tiempo en el que apareció la estrella, que guió a los magos
para adorar a Cristo con sus ofrendas. Guiados por la misma, volvieron a su patria,
dejando ridiculizado al malvado infanticida.
Madre Purísima, hemos visto, la figura oculta del Verbo. Y las sombras
desconocidas que habían pasado; A Él que aparece nuevamente, de Ti, ¡Puerta
cerrada!, Nosotros, haciéndonos dignos en contemplar la Luz de la Verdad, Como
es digno, bendigamos Tu Vientre.
Letanía Menor
Diácono: Una y otra vez en paz, roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Ampáranos, sálvanos, tennos misericordia y guárdanos, oh Dios, con tu
gracia.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Conmemorando a la santísima, purísima, benditísima y gloriosa
Soberana nuestra, la Madre de Dios y siempre Virgen María, y a todos los Santos,
encomendémonos a nosotros mismos y mutuamente los unos a los otros y toda
nuestra vida a Cristo Dios.
Coro: A Ti, Señor.
Sacerdote: Porque te alaban todas las potestades celestiales, y a Ti glorificamos,
Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.
41
Coro: Amén.
Exapostilario Festivo
"Santo es el Señor nuestro Dios" no se canta, sino el siguiente:
Laudes
Segundo Coro:
Alabadle todos sus ángeles; alabadle todas sus potestades. A ti pertenece un
himno, ¡oh Dios!
42
moradas.
La enaltecimiento a Dios en sus gargantas, y espadas de dos filos en sus
manos.
Para hacer venganza de las naciones, y reprensión en los pueblos.
Para aprisionar a sus reyes con grillos, y a sus nobles con cadenas de hierro.
Para hacer sobre ellos el juicio escrito. Esta gloria será para todos sus santos
imitadores.
Aquí, intercalar las stijeras por el Patriarca Germán, para Epifanía, en Tono 1:
Alabadle con címbalos sonoros; alabadle con címbalos de júbilo. Todo lo que
tiene aliento, alabe al Señor.
Aquél Quien cubre el cielo con las nubes, es cubierto hoy por las
corrientes del Jordán; y Quien quita el pecado del mundo se purifica,
para que yo pueda ser purificado. El Hijo Unigénito del Padre Altísimo,
recibe desde lo alto, el testimonio del Espíritu Consubstancial.
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Exclamémosle, pues: “¡Oh Tú, que te has manifestado y nos has
salvado, Gloria a Ti!”
La Gran Doxología
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Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros.
(3 veces)
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre, y por
los siglos de los siglos. Amén.
Santo Inmortal, ten piedad de nosotros.
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros.
La Letanía
El diácono sale por la puerta norte (e incluso por la Puerta Real), se ubica en su lugar en la Solea y
dice:
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Sacerdote: Porque eres Dios misericordioso que amas a la humanidad, y te
glorificamos, oh Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los
siglos.
Coro: Amén.
Letanía
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Y el sacerdote recita esta oración secretamente:
Señor santo, que moras en lo alto y miras a los humildes, y que con tu ojo omnividente miras
a toda tu creación, ante Ti hemos inclinado la cerviz de nuestra alma y cuerpo, y Te suplicamos,
extiende Tu invisible mano desde Tu santa morada y bendícenos a todos. Y si en algo hemos
pecado, voluntaria o involuntariamente, perdónanos, porque eres Dios bueno y amante de los
hombres, otorgándonos Tus bienes en este mundo y en el venidero.
En Domingos, esta bendición la da con la mano, desde las Puertas Santas, de cara al pueblo, sin
cruz.
Sacerdote: Cristo verdadero Dios nuestro [que resucitó de entre los muertos, si es
domingo], por las oraciones de Su purísima Madre, de los santos, gloriosos y
alabadísimos Apóstoles, de [el Santo del templo y el del día], de los santos y rectos
ancestros de Dios, Joaquín y Ana, y de todos los Santos, tenga misericordia de
nosotros y nos salve, porque es Bueno y Amante de la humanidad.
Y se cierran las Puertas Reales y la Cortina del Santuario.
47
Primera Hora
Los Matutinos son seguidos por el oficio de la Primera Hora, el cual, siendo una oración del
comienzo del día, finaliza la Vigilia de Toda la Noche. Se rezan con la cortina cerrada tras las
Puertas Santas cerradas y la iglesia poco iluminada.
Salmo 5
Advierte mis palabras, oh Señor, atiende a mi clamor. Percibe la voz de mi
súplica, Rey mío y Dios mío, pues a Ti oraré, oh Señor. De mañana escucharás mi
voz, de mañana me presentaré a Ti y me cuidarás, pues Tú no eres un Dios que
quiere la iniquidad, ni habitará contigo un malvado, ni ante Tus ojos permanecerán
los prevaricadores. Has aborrecido, Señor, a todos los que obran la iniquidad,
perderás a todos los que hablan la mentira. A varón sanguinario y doloso lo
abomina el Señor. Sin embargo, por la abundancia de Tu misericordia, entraré en
Tu casa, adoraré hacia Tu santo templo en Tu temor. Oh Señor, condúceme en Tu
justicia, por causa de mis enemigos endereza mi camino hacia Tu faz. Porque en su
boca no hay verdad, su corazón es vano. Tumba abierta es su garganta, con sus
lenguas engañaron. Júzgalos, Señor. Que caigan por sus intentos, por la
muchedumbre de sus impiedades, arrójalos, que Te han irritado, Señor. Y
alégrense en Ti, todos los que esperan en Ti. Se alborozarán por siempre y
habitarás en ellos. Y se gloriarán en Ti todos los que aman Tu Nombre, pues Tú
bendecirás al justo, oh Señor, como con escudo de beneplácito, nos has coronado.
Salmo 89
Oh Señor, Te has hecho un refugio para nosotros, de generación en generación.
Antes de que los montes se hicieran y se plasmara la tierra y el orbe, Tú eres por los
siglos de los siglos. No tornes al hombre a la humildad, pues dijiste: “Vuelvan, hijos
de los hombres”. Porque mil años en Tus ojos, son como el día, el de ayer, el que
pasó y como una vigilia en la noche. Sus años serán como la nada: al alba, como
hierba que pasa al alba florecen y pasan, a la tarde caen, se endurecen y marchitan.
Pues desfallecimos en Tu ira y en Tu furor nos turbamos. Has puesto nuestras
iniquidades delante de Ti, nuestra existencia ante la iluminación de Tu faz. Pues
todos nuestros días han desfallecido y en Tu ira hemos desfallecido. Nuestros años,
cual araña, se han estado afanando. Los días de nuestros años, son setenta años y
en los más fuertes, ochenta años y más allá de eso, trabajo y dolor. Pues ha
sobrevenido sobre nosotros la mansedumbre y seremos instruidos. ¿Quién conoce
el poder de Tu ira y por temor a Ti, ha enumerado Tu furor? Manifiesta así Tu
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diestra y a los enseñados de corazón por la sabiduría. Vuélvete, Señor, -¿hasta
cuándo?- y aplácate sobre Tus siervos. Al alba nos hemos llenado de Tu
misericordia y nos hemos alborozado y alegrado todos nuestros días, por los días
que nos has humillado y los años que hemos visto males. Mira a Tus siervos y a Tus
obras y guía a sus hijos. Y el esplendor del Señor, nuestro Dios, esté sobre nosotros
y dirija la obra de nuestras manos sobre nosotros, sí, dirija las obras de nuestras
manos.
Salmo 100
Tu misericordia y juicio cantaré, oh Señor, tañeré y entenderé en sendero
inmaculado, ¿cuándo vendrás a mí? He andado en la inocencia de mi corazón, en
medio de mi casa. No he puesto delante de mis ojos cosa inicua, he odiado a los que
hacen prevaricaciones. No se adhirió a mí un corazón torcido, el malvado se apartó
de mí y no lo conocí. He perseguido al que infama secretamente a su prójimo, no he
comido con el de ojo soberbio e insaciable corazón. Mis ojos están sobre los fieles
de la tierra, para sentarlos conmigo. El que andaba en senda inmaculada, éste me
servía. Quien actuaba con soberbia no habitó en medio de mi casa, ni el que habla
lo injusto, fue tenido por recto delante de mis ojos. De mañana mataba yo a todos
los criminales de la tierra, para exterminar de la ciudad del Señor a todos los
obradores de injusticia.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.
Aleluya, aleluya, aleluya, gloria a Ti, ¡oh, Dios! (tres veces).
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Encamina mis pasos según tus palabras y que no me domine iniquidad alguna.
Líbrame de las calumnias de los hombres para que yo cumpla Tus mandamientos.
Haz brillar sobre Tu siervo la luz de Tu Divino Rostro y enséñame Tus
mandamientos. Cólmese de alabanza mi boca ¡oh, Señor! para cantar todo el día Tu
gloria y Tu magnificencia.
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros (3 veces).
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Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.
¡Oh, Santísima Trinidad, ten piedad de nosotros! Señor, perdona de
nuestros pecados. Soberano, absuelve nuestras transgresiones. Oh Santísimo, mira
y sana nuestras dolencias, por Tu nombre.
Señor, ten piedad (3 veces).
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.
Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea Tu Nombre, venga a
nosotros Tu reino, hágase Tu voluntad así en la tierra como en el cielo. El pan
sustancial nuestro dánosle hoy. Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros
perdonamos a nuestros deudores. No nos dejes caer en la tentación, mas líbranos
del maligno.
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Sacerdote: Cristo Luz verdadera, que iluminas y santificas a cada persona que
viene al mundo, que la luz de tu Rostro sea sobre nosotros una señal para que en
ella veamos la Luz inaccesible. Dirige nuestros pasos en el cumplimiento de tus
mandamientos, por las oraciones de tu Purísima Madre y de todos tus santos.
Amén.
Coro: Jefa excelsa y triunfante en las batallas. Nosotros, tus siervos, liberados de
toda calamidad, te ofrecemos cánticos de agradecimiento, ¡Oh, Madre de Dios! Mas
como Tú posees poder invencible, líbranos de todos los males, a fin de que
exclamemos: ¡Regocíjate Novia no desposada!
Sacerdote: Gloria a Ti, ¡oh, Cristo Dios! Esperanza nuestra, gloria a Ti.
Coro: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos
de los siglos. Amén. Señor, ten piedad (tres veces). Bendice.
Sacerdote: Cristo, nuestro Dios verdadero, por las oraciones de su purísima Madre,
de nuestros venerables y teóforos Padres, y de todos los Santos tenga piedad y nos
salve, porque es bueno y amante de la humanidad.
Coro: Amén. y “Por muchos años.”
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Apéndice de Maitines
Las Oraciones Secretas durante los Seis Salmos
Después de que los tres Salmos hayan sido leídos, el sacerdote sale del Santuario en su estola y,
con la cabeza descubierta, se inclina ante las Puertas Santas cerradas, recordándonos por esto de
nuestro Celestial Intercesor ante Dios. Luego el sacerdote lee silenciosamente 12 oraciones para sí
mismo y por todos aquellos que creen en el Señor.
La tercera oración: Desde la noche madruga nuestro espíritu hacia Ti, oh Dios
nuestro, porque tus mandamientos son luz. Enséñanos oh Dios, Tu justicia en Tus
mandamientos y en Tus preceptos. Ilumina nuestro entendimiento para no
dormir en pecado para muerte. Aleja toda tiniebla de nuestro corazón, y
concédenos el Sol de Justicia, Protege nuestra vida sin oprobio, por el sello de Tu
Espíritu Santo. Dirige nuestros pasos en el sendero de la paz; concédenos ver el
alba y el día con gozo para elevar a Ti nuestras oraciones matutinas. Porque a Ti
pertenece la fuerza y Tuyo es el reino, el poder y la gloria, Padre, Hijo y Espíritu
Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
52
con el sueño de la noche y nos levantaste para glorificar Tu bondad, movido por
Tu especial compasión, recíbenos ahora, también prosternándonos ante Ti y
dándote gracias de acuerdo a nuestras fuerzas. Concédenos todo lo que te
pedimos para nuestra salvación. Haznos hijos de la luz y del día, y herederos de
los bienes eternos. En la multitud de Tu compasión, acuérdate de todos; Tu
pueblo, de los presentes y que oran con nosotros, de todos nuestros hermanos que
suplican Tu amor a la humanidad y Tu auxilio; de los que viajan por tierra, mar y
aire, y en toda parte de Tus dominios. Concede a todos Tu gran misericordia,
para que siendo salvos en todo tiempo, en alma y cuerpo, glorifiquemos con
confianza Tu bendito y maravilloso nombre, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y
siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
La quinta oración: Tesoro de bondad, fuente eterna, Padre Santo, que obras
maravillas, Poderoso Omnipotente. A Ti adoramos todos y te suplicamos,
pidiendo Tu misericordia y Tu compasión, para auxilio y ayuda en nuestra
miseria. Acuérdate de nosotros, oh Señor que Te suplicamos, y recibe todas
nuestras oraciones matutinas como el incienso ante Ti. No permitas que ninguno
de nosotros sea réprobo, mas haznos a todos Tuyos con compasión. Acuérdate,
Señor, de los que velan y cantan para gloria Tuya y de Tu Hijo Unigénito y Dios
nuestro y de Tu Santo Espíritu. Sed para ellos defensa y auxilio. Recibe sus
plegarias sobre Tu santo, celestial y místico altar. Porque Tú eres nuestro Dios y a
Ti glorificamos, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de
los siglos. Amén.
53
Sea bendito u glorificado el poder de Tu reino, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora
y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
La undécima oración: oh Dios, Dios nuestro, que por Tu bondad das al ser
todos los poderes dotados de intelecto y habla; a Ti pedimos y suplicamos que
aceptes junto con Tus criaturas la glorificación que Te ofrecemos de acuerdo a
nuestras fuerzas: concédenos en retorno los ricos dones de Tu bondad, porque
ante Ti se dobla la rodilla de los seres en los cielos y en la tierra, y los que están
bajo la tierra, y toda alma y criatura alaba Tu gloria indescriptible, pues Tú eres
el único Dios verdadero y muy misericordioso. Porque a Ti alaban todos los
poderes celestiales y a Ti glorificamos, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y
siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
54
La duodécima oración: Te alabamos, te glorificamos, Te bendecimos, Te
damos gracias, oh Dios nuestro, porque alejaste de nosotros la sombra de la
noche; y nos mostraste nuevamente la luz del día. Por lo tanto suplicamos Tu
bondad, sé propicio con nuestros pecados, y recibe nuestras súplicas en Tu
inmensa compasión, porque a Ti acudimos, oh Dios grandioso y misericordioso.
Haz resplandecer en nuestros corazones el verdadero sol de justicia, ilumina
nuestras mentes y protege todos nuestros sentidos, a fin de que caminando
debidamente como en pleno día en los senderos de Tus mandamientos, lleguemos
a la vida eterna, pues de Ti es el manantial de vida, y seamos dignos de alcanzas
el gozo de Tu luz inaccesible. Porque Tú eres nuestro Dios, y a Ti glorificamos,
Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
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