96%(27)96% encontró este documento útil (27 votos) 61K vistas524 páginasEl Cuerpo Lleva La Cuenta PDF
El cuerpo lleva la cuenta
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ILLEVA LA CUEN
Cerebro, mente y cueroo '
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GarettElogios a El cuerpo lleva la cuenta
«Este libro es una obra maestra. Su punto de vista profundamente empéti-
co, revelador y compasivo augura una mayor humanizacién del tratamiento
de las vietimas de traumas, una ampliacién dréstica del repertorio de pric-
ticas de sanacién autorreguladoras y opciones terapéuticas, asl como el es-
timulo de un mayor pensamiento creativo y una mayor investigacién sobre
los traumas y su tratamiento efectivo. El cuerpo realmente lleva la cuenta, y
Ia @apacidad de van der Kolk de demostrarlo con interesantes descripciones
del trabajo de otros, su propia trayectoria y experiencia pioneras a medida
‘que el campo evolucionaba y él avanzatia con él y, por encimarde todo, su
descubrimiento de formas habiles de trabajar con las personas aportando la
conciencia al cuerpo (as{ como al pensamiento y a las emociones) a través
del yoga, el movimiento y el teatro son un fantastico y blenvenido soplo de
aire fresco que abre grandes posibilidades en el mundo terapéutico»
Jon Kabat-Zinn, profesor emérito de Medicina, UMass Medical
School; autor dé Full Catastrophe Living
«Este excepcional libro sera un elisico del pensamiento psiquidtrico moder-
no. El impacto de las experiencias abrumadoras solo puede comprenderse
realmente cuando se integran varios campos de conocimiento diversos,
como la neurociencia, la psicopatologia del desarrollo y la neurobiologia in-
terpersonal, como esta obra hace de un modo iinico. No existe ningtin otro
‘volumen en el campo del estrés traumatico que haya destilado estos campos:
de la ciencia con unos puntos de vista histéricos y elfnicos tan ricos y que
haya llegado a unos enfoques de tratamiento tan innovadores. La claridad
de visién y amplitud de conocimiento de esta obra dinica pero sumamen-
te accesible es notable. Este libro constituye una lectura fundamental para
todos los interesaclos en comprender y en tratar el estrés traumético y el
aleance de su impacto en la sociedad»,
Alexander McFarlane AO, MB BS (con Honores) MD FRANZCP, di-
rector del Centro de Estudios sobre Estrés Traumético, Universidad de
‘Adelaida (Australia).
‘«Es un Jogro increible del neurocientifico responsable en gran medida de
Ia revolucién contemporanea en la salud mental hacia el reconocimiento
de que muchos problemas mentales son producto de traumas. Con la inte-
resante redaccién de un buen novelista, van der Kolk repasa su fascinanteViaje de descubrimiento cuestionando los conocimientos establecidos en la
psiquiatria, Intercaladas con esta nartacién, oftece claras y comprensibles
desctipciones de la neurobiologia del trauma; explicaciones de la inefecti-
vvidad de los enfoques tradicionales del tratamiento de los traumas: intro-
duceiones a los enfoques que llevan a los pacientes mas alld de su mente
cognitiva para sanar las partes de si mismos que quedaron paralizadas en el
pasado, Todo esto ilustrado vividamente con casos dramaticos y justificado
con una investigacién convincente, Este libro es un punto de inflexién que
se recordaré como la obra que haré inclinar la balanza en la psiquiatria y
en la cultura en general hacia el reconocimiento del peaje que los aconte-
cimientos traumaticos y nuestros intentos de negar su impacto nos hacen
pagar a todos»,
Richard Shwartz, creador de la terapia de los Sistemas Familiares In-
ternos
«El cuerpo lleva 1a cuenta es claro, fascinante y dificil de dejar de leet, y
esté repleto de casos potentes. Van der Kolk, el eminente promotor del tra-
tamiento del trauma, que ha pasado toda su carrera reuniendo a diferentes
Cientificas y clinicos expertos en traumas y sus ideas, realizando al mismo
tiempo sus fundamentales contribuciones, describe lo que se puede con-
siderar la serie mas importante de innovaciones en la salud mental de los
Ultimos treinta afios. Hemos sabido que el trauma psicologico fragmenta la
mente. Aqui, vernos cémo el trauma psicolégico rompe las conexiones no
solo dentro del cerebro, sino también entre la mente y el cuerpo, y hemos
aprendido los nuevos y emocionantes enfoques que permiten ala gente con
las formas mas graves de trauma volver a recomponerse».
Norman Doidge, autor de The Brain That Changes Itself
«En El cuerpo lleva la cuenta compartimos el valiente viaje del autor hacia
los mundos disociativos paralelos de las victimas de traumas y las discipli-
nas médicas y psicolégicas que se supone que deben mitigarlos. En este in-
teresante libro, aprendemos que a medida que nuestra mente intenta deses-
peradamente dejar el trauma atrés, nuestro cuerpo nos mantiene atrapados
fen el pasado con unas emociones y unos sentimientos sin palabras. Estas
desconexiones internas caen como cascadas en forma de rupturas en las
relaciones sociales con desastrosos efectos en los matrimonios, las familias
yas amistades. Van der Kolk ofrece esperanza describiendo tratamientos y
estrategias que han ayudado satisfactoriamente a sus pacientes a reconectarsus pensamnientos con su cuerpo. Terminamos este viaje compartido com-
prendiendo que solo fomentando el autoconocimiento y recuperando una
‘sensacibn interior de seguridad podremos, como especie, experimentar por
completo la riqueza de la vida
Dr Stephen W. Porges, profesor de Psiquiatria, Universidad de Caro-
lina del Norte en Chapel Hill; autor de The Polyvagal Theory: Neuro-
physiological Foundations of Emotions, Adachment, Communication
‘and Self-Regulation
«Bessel van der Kolk es inigualable en su capacidad de sintetizar los sor-
prendentes desarrollos en el campo del trauma psicolégico de las tiltimas
décadas. Gracias en parte a su trabajo, el trauma psicol6gico (desde el mal-
trato y el abandono infantil crénicos hasta los traumas causados por la gue-
1a y por los desastres naturales) se reconoce actualmente como una de las
causas principales del colapso individual, social y cultural. En su magistral-
mente hicida e interesante obra, van der Kolk nos lleva -tanto a los espe-
cialistas como al piblico en general por su viaje personal y nos muestra
qué ha aprendido de su investigacién, de sus compafieros y estudiantes y,
més importante atin, de sus pacientes. El cuerpo leva la cuenta es, simple-
‘mente, brillante»,
Dr. Onno van der Hart, Universidad de Utrecht (Pafses Bajos); autor
séniot, The Haunted Self: Structural Dissociation and the Treatment
of Chronic Traumatization
«El cuerpo Heva la cuenta articula nuevos y mejores tratamientos para el
estrés téxico basados en una comprensién profunda de los efectos de los
traumas en el desarrollo cerebral yen los sistemas de apego. Esta obra cons-
tituye un emotivo sumario de lo que se sabe actualmente sobre los efectos
de los traumas en las personas y en las sociedades, ¢ introduce el potencial
sanador tanto de los enfoques antiguos como modernos para ayudar a nifios
yaadultos victimas de traumas a implicarse por completo en el presente».
Jessica Stern, asesora de politicas sobre terrorismo; autora de Denial:
A Memoir of Terror
«Un libro para comprender el impacto de los traumas escrito por uno de los
vverdaderos pioneros en este campo. Es un libro poco habitual que integra
la neurociencia mds vanguardista con el conocimiento y la comprensiénsobre la expetiencia y el significado de los traumas para las personas que
los han suftido, Como su autor, este libro es inteligente y compasivo, en
ocasiones bastante provocador y siempre interesante».
Glenn N. Saxe, MD, profesor y presidente de Arnold Simon, Depatta-
‘mento de Psiquiatria Infanti y dela Adolescencia; director, NYU Child
Study Center, Facultad de Medicina de la Universidad de Nueva York
‘«Fascinante exploracién de una amplia gama de tratamientos terapéuticos
que muestra a los lectores cémo hacerse cargo del proceso de sanacién,
recuperar tna sensacién de seguridad y encontrar la salida al atolladero del
suftimiento».
Dra. Francine Shapiro, creadora de la terapia EMDR; investigadora
séniot, Emeritus Mental Research Institute; autora de Getting Past
Your Past
«Como investigador sobre el apego, sé que los nifios son seres psicobio-
lgicos. Tienen tanto de cuerpo como de cerebro. Sin lenguaje ni simbo-
Jos, los niffios usan cada uno de sus sistemas bioldgicos para entender lo
‘que les pasa con respecto al mundo de las cosas y de las personas. Van der
Kolk muestra que estos mismos sistemas siguen operando en cada edad,
y que las experiencias trauméticas, especialmente las experiencias téxicas
crénicas durante el desarrollo precoz, producen una devastacién psiquica.
Teniendo esto en cuenta, aporta conocimiento y asesoramiento para los su-
pervivientes, investigadores y clinicos. Bessel van der Kolk puede centrarse
en el cuerpo y en el trauma, pero menuda mente debe de tener para haber
escrito este librom.
~Ed Tronick, profesor distinguido de la Universidad de Massachusetts,
Boston; autor de Neurobehavior and Social Emotional Development of
Infants and Young Children
«El cuerpo leva la cuenta articula elocuentemente cémo las experiencias
abrumadoras afectan el desarrollo del cerebro, del cuerpo y de la concien-
ciacién corporal, todo lo cual esté intimamente relacionado. Los descari
lamientos resultantes tienen un impacto profundo en la capacidad de amar
y de trabajar. Esta rica integracién de ejemplos de casos clinicos con inno-
vadores estudios cientiicos nos proporciona una nueva manera de enten-
det los traumas, que inevitablemente nos lleva a la exploracién de nuevosenfoques terapéuticos que «remuevan las conexiones» del cerebro, y ayudan
a las personas con traumas a volver a conectat con el presente. Este libro
aportard a las personas que han sufrido algin trauma una gufa para su sa-
nacién, y cambiaré de un modo permanente el modo en que los psicélogos
ylos psiquiatras consideran el trauma y la recuperacidn».
Dra, Ruth A. Lanius, MD, cétedra Harris-Woodman sobre Psique y
Soma, profesora de Psiquiatrfa y directora de investigacién sobre TEPT
de la Universidad de Ontario Occidental; autora de The Impact of Early
Life Trauma on Health and Disease
«Al hablar de comprender el impacto de los traumas y de poder seguir cre-
ciendo a pesar de unas experiencias vitales abrumadoras, Bessel van der
Kolk lidera el camino con su conocimiento global, su valentia clinica y sus
estrategias creativas para ayudarnos a sanat. El cuerpo leva la cuenta per-
mite a los lectores en general comprender de una forma innovadora los
complejos efectos de los traumas, y constituye una gufa sobre una amplia
variedad de enfoques basados en la ciencia no solo para reducir el sufti
miento, sino para ir més alla de la mera supervivencia y para prosperar».
Daniel J. Siegel, MD, profesor clinico, Facultad de Medicina de
UCLA, autor de Brainstorm: The Power and Purpose of the Teenage
Brain; Mindsight: The New Science of Personal Transformation y The
Developing Mind: How Relationships and the Brain Interact to Shape
Who We Are
«En este fantdstico libro, Bessel van der Kalk lleva al lector hacia un viaje
cautivador repleto de fascinantes historias de pacientes y sus batallas in-
terpretadas a través de la historia, la investigacion y la neurociencia, que se
‘yuelve accesible en palabras de un narrador de gran talento. Somos cons-
cientes de los valientes esfuerzos del autor para comprender y tratar los
traumas en los filtimos cuarenta afios, cuyos resultados han abierto nuevos
caminos y han cuestionado el statu quo de la psiquiatria y la psicoterapia.
El cuerpo lleva la cuenta nos deja con une profunda apreciacién y una cla-
ra percepci6n de los debilitantes efectos de los traumas, junto con cierta
esperanza sabre el futuro gracias 2 ls fascinantes descripciones de nuevos
enfoques en el tratamiento. Esta excelente obra es de lectura absolutamente
esencial no solo para los terapeutas, sino también para quien quiera com-
prender, evitar 0 tratar el inmenso suftimiento causado por los traumas».~Dr, Pat Ogden, fundador/director educativo del Sensorimotor Psy-
chotherapy Institute; autor de Sensorimotor Psychotherapy: Interven
tions for Trauma and Attachment
«Es una obra maestra de poderoso conocimiento y coraje, uno de los tra-
bajos mas inteligentes y utiles sobre el trauma de los que he lefdo jamés.
El docotr van der Kolk oftece una sintesis brillante de casos elinicos, neu-
rociencia, herramientas poderosas y afectuosa humanidad, ofreciendo un
nuevo nivel de sanacién para los traumas que tantas personas levan sobre
sus espaldaso.
~Jack Kornfield, autor de A Path with HeartEL CUERPO
LLEVA LA CUENTA
Cerebro, mente y cuerpo
en la superacion del trauma
Bessel van der Kolk, M.D.
Traduccién del inglés por
Montserrat Foz Casals‘Tados los derechos reservados. Cuslguler forma de reproduccién,disuibucion,
‘omunicacin public tranaformacin de esta obra sblo puede ser realizada con la
sutorizacin de us titles, salvo excepelon previsa por la ey.
[Nila editor el autos se dedican a prestarazesora o servicio pofesonales pata el
lector individual. Las ides, los procedimlentosy las sugerenciascontenldas en este libro
ho peetenden ser un surtinto deacons const médic. Toda as cuesiones eativas
‘esl requleen supetvsion médica. Niel hutor nia elitoral eran responsable.
® liputables de cualquier perdidso dato supuestament derivados de cualquier
finfrmacidn osugerencia en este libro.
“Titulo orginal Dhe boy keeps the score: brain, mind, and Boy in de healing of trauma
Copyeight © 2014 Besel Avan der Kol
Publlado oxginalmente en inglés en FE.UU. por Viking Penguin,
‘nlembro de Penguin Group (USA) LLC, 2018
‘dela presente edicén: 2015 EDITORIAL ELEFTHERIA, SL.
Olivela, Barcelona, Espana
www.editorialeleftheria.com
Primers edicén: Noviembre 2015,
{Dela tisduceon: Montserrat Fox Casals
Iiutracion de eubeste: Georgina Farias Nicolépulos
‘Maguetaciény disefio: Rebeca Podio
IAN; 979-68-944088.0-3,
LB 25550-2015A mis pacientes, por llevar la cuenta y ser mi manual,CONTENIDOS
PROLOGO! HACER FRENTE AL TRAUMA
PARTE 1:
REDESCUBRIR EL TRAUMA
1. LECCIONES DE LOS VETERANOS DE VIETNAM
2, REVOLUCIONES EN EL CONOCIMIENTO
DE LA MENTE Y DEL CEREBRO
5. ANALIZAR EL CEREBRO:
LA REVOLUCION DE LA NEUROCIENCIA
PARTE 2:
ASI ES NUESTRO CEREBRO BAJO EL TRAUMA
4, CORRER PARA SALVAR LA VIDA: ANATOMIA
DE LA SUPERVIVENCIA
5, CONEXIONES ENTRE EL CUERPO Y EL CEREBRO
6. PERDER NUESTRO CUERPO, PERDERNOS
A NOSOTROS MISMOS
PARTE 3:
LA MENTE DE LOS NIRiOS:
7. PONERSE EN LA MISMA LONGITUD DE ONDA:
APEGO Y SINTONIZACION
8, ATRAPADOS EN LAS RELACIONES:
EL COSTE DEL MALTRATO Y DEL ABANDONO-
9, LQUE TIENE QUE VER EL AMOR CON ESTO?
10, TRAUMA DEL DESARROLLO: LA EPIDEMIA OCULTA,
4
55
al
9
19
19
158
169PARTE 4:
LA HUELLA DEL TRAUMA
1, DESTAPAR LOS SECRETOS:
EL PROBLEMA DEL RECUERDO TRAUMATICO
12, EL PESO INSOPORTABLE DE LOS RECUERDOS
PARTE 5:
CAMINOS HACIA LA RECUPERACION
13, SUPERAR EL TRAUMA:
‘SER DUEROS DE NOSOTROS MISMOS
14, LENGUAJE: MILAGRO Y TIRANIA,
15, LIBERAR EL PASADO: EMDR
16, APRENDER A VIVIR EN NUESTRO CUERPO: YOGA
17. UNIR LAS PIEZAS: AUTOLIDERAZGO
18, RELLENAR LOS HUECOS: CREAR ESTRUCTURAS
19, REPROGRAMAR EL. CEREBRO: NEUROFEEDBACK
20. ENCONTRAR NUESTRA Voz:
RITMOS COMUNITARIOS Y TEATRO
EPILOGO: ELECCIONES QUE HAY QUE TOMAR
AGRADECIMIENTOS
APENDICE: PROPUESTA DE CRITERIOS
CONSENSUADOS PARA EL TRASTORNO
DE TRAUMA DEL DESARROLLO
RECURSOS
OTRAS LECTURAS,
NoTAS
INDICE TeMATICO
195
209
zr
259
2a
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5
7
3
us
395
407
an
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403EL CUERPO LLEVA LA CUENTAPROLOGO
HACER FRENTE AL TRAUMA
(0 es necesario ser soldado de guerra, ni visitar un campo de refugia-
dos en Siria 0 en el Congo para encontrar el trauma. Los traumas nos
suceden a nosotros, a nuestros amigos, a nuestros familiares y a nuestros
vecinos. Los estudios de los Centros de Control y Prevencién de Enfer-
medades han demostrado que uno de cada cinco estadounidenses suftié
abusos sexuales de nifio; uno de cada cuatro fue fisicamente maltratado
por uno de sus progenitores hasta el punto de dejarle alguna marca en el
‘cuerpo; y una de cada tres parejas recurre a la violencia fisica. Un cuarto
de nosotros crecié con familiares alcohdlicos, y uno de cada ocho ha sido
testigo de cémo pegaban a su madre."
Como seres humanos, somos una especie sumamente resiliente. Des-
de tiempos inmemoriales, hemos ido recuperdindonos de incesantes gue-
ras, de innumerables desastres (tanto naturales como provocades por el
hombre) y de la violencia y las traiciones en nuestra propia vida, Pero las
experiencias trauméticas dejan huella, tanto a gran escala (en nuestras his-
torias y culturas) como cerca de nuestro hogar, en nuestras familias, con
‘oscuros secretos que pasan imperceptiblemente de generacién en genera-
cin, También dejan huella en nuestra mente y en nuestras emociones, en
nuestra capacidad de disfrutar y de mantener relaciones intimas, e incluso,
en nuestra biologia y nuestro sistema inmunoldgico.2 EL CUERPO LLEVA LA CUENTA
El trauma no solo afecta a aquellos que estin dicectamente expuestos a
41, sino también a quienes los rodean. Los soldadios que vuelven a casa des-
pués de combatir pueden asustar a sus familias con sus ataques de rabia
y su ausencia emocional. Las viudas de los hombres que sufren trastorno
por estrés postraumético (TEPT) suelen sufrir depresién, y los hijos de
madres con depresién corren el riesgo de crecer con inseguridad y ansie-
dad, Haber estado expuesto a la violencia en la infancia suele dificultar el
establecimiento de relaciones estables y de confianza en la edad adulta,
El trauma, por definicién, es insoportable e intolerable. La mayoria de
las victimas de violaciones, de los soldados de combate y de los nifios que
han suftido abusos sexuales sufren tanto cuando piensan en lo que han
vivido que intentan sacérselo de la cabeza, intentan actuar como sino hu-
biera sucedido nada para seguir adelante. Hace falta muchisima energia
para seguir funcionando llevando sobre las espaldas el recuerdo del terror
y la culpabilidad por la debilidad y la vulnerabilidad mas absolutas.
Aunque todos queramos seguir avanzando y dejar atrés el trauma, ala
parte de nuestro cerebro que garantiza nuestra supervivencia (por deba-
jo de nuestro cerebro racional) no se le da muy bien la negacién. Mucho
después de la experiencia traumitica, esta parte puede reactivarse ante
el menor atisbo de peligro y movilizar los citcuitos cerebrales alterados y
secretar enormes cantidades de hormonas del estrés. Ello precipita emo-
ciones desagradables, sensaciones fisicas intensas y acciones impulsivas
¥ agresivas. Estas reacciones postraumsticas parecen incomprensibles y
abrumadoras. Al sentirse fuera de control, los supervivientes de traumas
empiezan a temer estar daftados en lo més profundo de
sibilidad de redencié
La primera vez que recuerdo haber querido estudiar Medicina fue en
tun campamento de verano a los catorce afios. Mi primo Michael me tuvo
despierto toda la noche conténdome el complejo funcionamiento de los
riflones, cmo secretan el material de desecho del cuerpo y luego reab
sorben las sustancias quimicas que mantienen el sistema en equilibrio. Su
relato sobre el milagroso funcionamiento del cuerpo me tenia fascinado.
Ms adelante, durante cada fase de mi formacién médica, tanto si estu-
diaba cirugia, cardiologia o pediatria, me resultaba cada vez més evidente
‘que la clave para la curacién era conocer el funcionamiento del organismo
humano. Cuando empecé la rotacién en psiquiatria, sin embargo, me sor-
prendié el contraste entre la increible complejidad de la mente y los mo-
dos en que los seres humanos estén conectados y vinculados entre sf, con
Jo poco que sabian los psiquiatras sobre los problemas que estaban tratando.
mismos sin po-HACER FRENTE AL TRAUMA =
{Cémo saber tanto algiin dia sobre el cerebro, la mente y el amor como
lo que sabemos de los otros sistemas que componen nuestro organismo?
‘Obviamente, todavia estamos muy lejos de disponer de este tipo de
conocimiento detallado, pero el nacimiento de tres nuevas ramas de la
ciencia ha generado en una explosién del conocimiento sobre los efectos
del trauma psicol6gico, el maltrato y el abandono, Estas nuevas discipli-
nas son la neurociencia (el estudio de como el cerebro soporta los proce-
sos mentales); a psicopatologia del desarrollo (el estudio del impacto de
las experiencias negativas en el desarrollo de la mente y del cerebro), y la
neurobiologia interpersonal (el estudio de cémo influye nuestro compor-
tamiento en las emociones, la biologia y la mentalidad de la gente que nos
rodea),
1a investigactén en estas nuevas disciplinas ha revelado que el trauma
produce verdaderos cambios fisioldgicos, incluyendo el recalibrado de la
alarma del sistema cerebral, un aumento en la actividad de las hormo-
nas del estrés y alteraciones en el sistema que distingue la informacion
relevante de la irrelevante, Sabemos como afecta el trauma a la parte del
cerebro que transmite la sensacién fisica de estar vivos. Estos cambios ex-
plican por qué las personas traumatizadas desarrollan una hipervigilancia
ante las amenazas, a costa de la espontaneidad en su vida diaria. También
nos ayudan a entender por qué la gente traumatizada suele sufrir repeti
damente los mismos problemas y por qué le cuesta tanto aprender de la
experiencia, Sabemos que su comportamiento no es resultado de ningin
defecto moral, ni de una falta de fuerza de voluntad, ni de su mal carécter:
es causado por unos cambios reales en el cerebro.
Este mayor conocimiento sobre los procesos biisicos que subyacen tras
€l trauma también ha abierto nuevas posibilidades para paliar o incluso
revertir sus dafos. Ahora, podemos desarrollar métodos y experimentos
{que recurten a la propia neuroplasticidad natural del cerebro para ayu-
dar a los supervivientes a sentirse completamente vivos en el presente ¥
a seguir adelante con su vida, Existen fundamentalmente tres vias: 1) de
arriba abajo, hablando, (re)conectando con los demés, petmitiéndonos
saber y comprender qué nos sucede mientras procesamos los recuerdos
del trauma; 2) tomando farmacos para silenciar las reacciones de alarma
inadecuadas, o utilizando otras tecnologias que cambian el modo en que
el cerebro organiza la informacidn, y 3) de abajo arriba, permitiendo que
el cuerpo tenga experiencias que contradigan profunda ¢ instintivamen-
te la impotencia, la rabia o el colapso resultantes del trauma. Saber cul
es mejor para cada superviviente particular es una cuestién empitica. La4 EL CUERPO LLEVA LA CUENTA
mayorfa de las personas con las que he trabajado han necesitado tuna com-
binacién de las tres.
En esto he trabajado toda mi vida. En este empefio, he contado con
el apoyo de mis compafteros y estudiantes del ‘Trauma Center, que fundé
hace treinta afios. Juntos, hemos tratado a miles de nifios y adultos con
traumas: victimas de abusos infantiles, de desastres naturales, de guerras,
de accidentes y de la trata de personas; personas que han sido atacadas
por conocidos y por extrafios. Tenemos una larga tradicién de hablar pro:
fandamente de nuestros pacientes en las reuniones semanales del equipo
de tratamiento y de seguir con atencién cémo funcionan los diferentes
tratamientos para cada uno de ellos individualmente.
Nuestra principal misidn siempre ha sido asistir a los nifios y a los
adultos que han venido a nuestro centro a tratarse, pero desde el prin-
cipio también nos hemos dedicado a investigar para explorar los efectos
del estrés traumatico en varias poblaciones y determinar qué tratamien-
tos funcionan mejor pata quién, Hemos recibido becas de investigacién
del Instituto Nacional de Salud Mental, del Centro Nacional de Medicina
Complementaria y Alternativa, de los Centros le Control de Enfermeda-
les y de varias fundaciones privadas para estudiar la eficacia de muchas
formas de tratamiento diferentes, desde medicaciones hasta terapia con-
versacional, yoga, EMDR, teatro y neurofeedback.
El reto es el siguiente: gc6mo recuperar el control sobre los restos de
los traumas del pasado y volver a aduefarnos de nuestra propia vida? Las
conversaciones, la comprensin y las conexiones humanas ayudan, y los
farmacos pueden calmar los sistemas de alarma hiperactivos. Pero como
también veremos, las huellas del pasado pueden transformarse teniendo
expetiencias fisicas que contradigan directamente la impotencia, la rabia
yeel colapso que forman parte del trauma, recuperando asi el autocontrol.
No tengo ningiin tratamiento predilecto, porque no hay un tinico enfoque
que sirva para todo el mundo, sino que practico todas las formas de trata-
miento que describo en este libro. Cada una de ellas puede producir cam-
bios profundos, dependiendo de la naturaleza del problema en cuestién y
la constitucién de cada persona.
Esctibf este libro pata que sirviera como guia y como invitacién; una
invitacion a enfrentarnos a la realidad del trauma, a explorar el mejor
modo de tratarlo y a comprometernos, como sociedad, a usar todos los
medios de los que disponemos para evitarlo.PARTE 1
REDESCUBRIR
EL TRAUMACAPITULO 1
LECCIONES DE LOS
VETERANOS DE VIETNAM
Me convertien lo que soy ahora a los doce afos,en un frio y nublado dia
de invierno de 1975... Fue hace mucho tiempo, pero lo que dicen sabre
cl pasado no es verdad... Mirando ahora hacia atrés, me doy cuenta de
que lleve los sltimos veintiséis afios asoméndome a ese callejin desierto.
“Kialed Hossein, The ite Runner
La vida de algunas personas parece fluir como en una narracién; Ia mia
ha tenido varias paradas y arranques. Esto es lo que hace el trauma. Inte
trumpe la trams... Simplemente sucede y la vida sigue. Nadie te prepara
para ello,
~dessca Sten, Denial: Memoir f Terror
i primer da como psiquiatra en plantilla de la Cl nica de Boston dela
Administracién para Asuntos de los Veteranos (Estados Unidos) fue
el ueves después del fin de semana del 4de julio de 1978. Mientras colgaba,
tuna reproduccién de mi cuadro favorito de Breughel (El ciego guiando al
‘ciego) en la pared de mi nueva consulta, escuché cierto alboroto en la zona
de recepcién, al final del pasillo. Al cabo de un rato, un hombre grande y
desalifiado, con un traje de tres piezas manchado, con una copia de la re-
vista Soldier of Fortune bajo el brazo, irrumpié en mi consulta, Estaba tan
alterado y tan claramente resacoso que me pregunté eémo podria ayudar
esa mole. Le pedi que tomara asiento y que me contara qué podia hacer
porél.8 EL CUERPO LLEVA LA CUENTA
Se lamaba Tom. Diez afios antes habia sido marine sirviendo en
Vietnam. Se habia pasado el fin dessemana festivo encerrado en su des-
pacho de abogado del centro de Boston, bebiendo y mirando fotografias
antiguas, en lugar de con su familia, Sabia por afios anteriores que el ruido,
los fuegos artificiales, el calor, yel picnic en el patio de su hermana, con
todo el extenso follaje de principios de verano como telén de fondo (todo
lo cual le recordaba Vietnam)-e volveria loco. Al ponerse tan mal, tuvo
miedo de estar con su familia porque se comportaba como un monstruo
con su esposa y sus dos hijos pequefos. El ruido de los nifos le alteraba
tanto que tenia que salir de casa hecho una furia para no hacerles dafo.
Solo se calmaba bebiendo para olvidar o conduciendo su Harley-Davidson
a velocidades peligrosas.
La noche tampoco le daba mucha tregua, ya que se despertaba cons-
tantemente con pesadillas sobre una emboscada en un arrozal en ‘Nam,
en el que todos los miembros de st pelotén morfan o terminaban heridos.
‘También sufria unos terribles flashbacks en los que vela a nifios vietnami-
tas muertos. Las pesadillas eran tan horribles que temia quedarse dormi-
do, as{ que a menudo permanecia despierto la mayor parte de la noche,
bebiendo. Por la mafiana, su esposa solia encontrarle tirado en el sofa del
salén de su casa, y ella y los nifios tenfan que andar de puntillas alrededor
suyo mientras desayunaban antes de ira la escuela.
Para ponerme al cortiente de su historial, Tom me contd que se habia
graduado en la universidad en 1965, con las mejores calificaciones de su
clase. En linea con la tradici6n familiar de servicio militar, se enrold en el
cuerpo de los Marines inmediatamente después de graduarse. Su padre
habia servido en la I Guerra Mundial, en el ejército del general Patton, y
‘Tom nunca cuestion6 las expectativas de su padre. Atlético, inteligente y
lider evidente, Tom se sentia poderoso y efectivo tras realizar la formacién
bésica, un miembro del equipo que se sentia preparado para casi todo. En
Vietnam, enseguida se convirtié en el lider del pelotén, al cargo de otros
‘ocho marines. Sobrevivir abriéndose paso por el barro bajo los dispatos de
ametralladoras puede dejar a la gente con una percepcién sobre si misma
y sobre sus compafieros bastante positiva. Al final de su misién militar,
‘Tom se licencié con honores, y todo lo que queria era dejar Vietnam atrés
Aparentemente, eso es lo que hizo. Fue a la universidad gracias ala ley de
ayuda para veteranos (la GL. Bil) y se licencié en la Facultad de Derecho,
‘se cas6 con su novia del instituto y tuvo dos hijos. A Tom le preocupaba lo
‘mucho que le costaba sentir un carifio real hacia su mujer, aunque sus car-
tas le habian mantenido en vida en Ia locura de la selva. ‘Tom vivia maqui-LECCIONES DE LOS VETERANOS DE VIETNAM 9
nalmente una vida normal, esperando que fingitla le permititia aprender a
volver a ser el de antes. Ahora tenia un despacho de abogado y una perfec-
{a familia de postal, pero no se sentfa normal; se sentia muerto por dentro.
“Aunque Tom fue el primer veterano que conoci a nivel profesional, mu-
chos aspectos de su historia me resultaban familiares. Yo crecf en la Ho-
Janda de la posguerra, jugando en edificios bombardeados, con un padre
que se habfa opuesto con tanto fervor a los nazis que fue enviado a un
campo de internamiento. Mi padre nunca hablé de st experiencia en la
guerra, pero de ver en cuando sufria unos ataques de rabia explosiva que,
como nifio pequefio, me sorprendian, {Cémo podia ser que el hombre
que cada dia escuchaba bajar sigilosamente las escaleras para rezar y leer
la Biblia mientras el resto de la familia dormia podia tener ese tempera-
mento tan aterrador? ;Cémo podfa alguien cuya mujer estaba dedicada
a la biisqueda de la justicia social estar tan leno de rabia? Fui testigo del
mismo comportamiento desconcertante con mi tio, que fue capturado por
los japoneses en las Indias Orientales holandesas (la actual Indonesia) y
enviado como mano de obra esclava a Birmania, donde trabajé en el famo-
so puente sobre el rfo Kwai. Tampoco mencioné casi nunca la guerra, y él
también suftia ataques incontrolables de ira.
‘Mientras escuchaba a Tom, me preguntaba si mi tio y mi padre habian
sufrido pesadillas y flashbacks; si ellos también se sentian desconectados
de sus seres queridos e incapaces de experimentar el verdadero placer en.
la vida. En alguna parte en el fondo de mi mente, también debo de tener
recuerdos de mi aterrada ~y a menudo aterradora— madre, a cuyo trauma
infantil en ocasiones se hacia alusién y que, segtin creo ahora, ella recreaba
con frecuencia, Tenfa la inquietante costumbre de desmayarse cuando le
preguntaba cémo era su vida de pequefia y luego culparme a mi por ha-
cerla sentir tan mal.
‘Tranquilizado por mi interés evidente, Tom se calmé y me conté lo
asustado y confundido que estaba, Tenfa miedo de volverse como su pa-
4re, que siempre estaba enfadado y casi nunca hablaba con suis hijos, salvo
para compararlos desfavorablemente con sus compafieros que habian per-
dido la vida en las Navidades de 1944, durante la batalla de las Ardenas.
‘A medida que la sesién se iba acercando a su fin, hice lo que suelen ha-
‘cer los médicos: me centré en la parte de la historia de Tom que crefa ha-
ber comprendido: sus pesadillas. Cuando estudiaba Medicina, trabajé en
tun laboratorio del suefio, observando los ciclos de suefto de los pacientes,
y colaboré en la redacci6n de algunos articulos sobre pesadillas. También
participé en algunos estudios tempranos sobre los efectos beneficiosos de10 EL CUERPO LLEVA LA CUENTA
los farmacos psicoactivos que se estaban empezando a utilizar en los afios
setenta, Asf pues, aunque no comprendia del todo el alcance de los proble-
mas de Tom, las pesadillas eran algo que conocia mejor y, como ferviente
cteyente en que la quimica puede proporcionarnos una vida mejor, le re-
ceté un firmaco que sabfa que era efectivo para reducir la incidencia y la
gravedad de las pesadillas. Programé una visita de seguimiento para Tom
al cabo de dos semanas.
‘Cuando volvié para la siguiente visita, le pregunté ansiosamente eémo
le habfa ido el farmaco. Me dijo que no se habia tomado ninguna pastilla,
Intentando ocultar mi irrtacin, le pregunté por qué. «Me di cuenta de
‘que si me tomaba las pastillas y las pesadillas desaparecian —me dijo,
estarfa abandonando a mis amigos y su muerte habria sido en vano. Debo
ser el homenaje vivo de mis amigos que murieron en Vietnam».
‘Me quedé perplejo. La lealtad de Tom hacia los muertos le estaba im:
pidiendo vivir su propia vida, igual que la devocién de su padre hacia sus
icias del padre y del
amigos le habia impedido vivir la suya. Las exp
hijo en el campo de batalla habian convertido el resto de su vida en irre-
levante. ;Cémo habia sucedido, y qué podiamos hacer al respecto? Esa
‘mafiana me di cuenta de que probablemente dedicaria el resto de mi vida
profesional a intentar desvelar los misterios del trauma. ;Cémo hacen las
experiencias hortibles que la gente permanezca irremediablemente atas-
cada en el pasado? ;Qué sucede en la mente y en el cerebro de la gente
que la mantiene paralizada, atrapada en un lugar del que desean escapar
desesperadamente? {Por qué la guerra de ese hombre no llegé a su fin en
febrero de 1969, con el abrazo de sus padres en el aeropuerto internacional
Logan de Boston tras su largo vuelo desde Da Nang?
La necesidad de Tom de vivir su vida como un homenaje a sus compa-
‘heros me hizo entender que estaba suftiendo una patologia mucho més
compleja que simplemente tener malos recuerdos 0 una quimica cerebral
alterada, o unos circuitos del miedo alterados en el cerebro. Antes de la
‘emboscada en el artozal, Tom habia sido un amigo entregado y leal, unia
petsona que disfrutaba de la vida, con muchos intereses y placeres. En un
‘momento aterrador, el trauma lo habia transformado todo.
Durante mi época en la Administracién para Asuntos de los Vetera-
nos (VA), conoci a muchos hombres que respondian de un modo similar
Al enfientarse a frustraciones incluso menores, nuestros veteranos solian
mostrar de forma instanténea una rabia extrema, Las zonas piblicas de
la clinica estaban marcadas con los impactos de sus pufios en el panel
de yeso, y los agentes de seguridad estaban muy ocupados protegiendo aLECCIONES DE LOS VETERANOS DE VIETNAM 11
agentes y recepcionistas dela rabia de los veteranos. Obviamente, su com-
portamiento nos asustaba, pero a mi también me intrigaba.
En casa, mi esposa y yo nos enfrentabamos a problemas similares con
nuestros hijos pequefios, que a menudo tenfan rabietas cuando les pedia-
‘mos que se comieran las espinacas 0 que se pusietan unos caleetines. En-
tonces, ;por qué el comportamiento inmaduro de mis hijos no me inquie-
taba en absoluto, pero me preocupaba profundamente lo que sucedla con
los veteranos (dejando de lado su tamafio, obviamente, con el potencial
de hacer mucho més dafio que mis dos pequefios en casa)? La razén era
que confiaba plenamente en que, con los cuidados adecuados, mis hijos
aprenderian gradualmente a manejar las frustraciones y las decepciones.
Sin embargo, era bastante escéptico sobre mi capacidad de ayudar a mi
vveteranos a readquirir las capacidades de autocontrol y de autorregula
que habian perdido en la guetta,
Desgraciadamente, en mi formacién psiquistrica, nada me habia prepa-
rado para manejar ninguno de los retos que presentaban Tom y sus com-
pafieros, Bajé a la biblioteca médica para consultar libros sobre neurosis,
neurosis de guerra, fatiga de batalla o cualquier otro término 0 diagnéstico
{que se me pudiera ocurrir que arrojara un poco de luz sobre mis pacientes.
Para mi sorpresa, en la biblioteca de la VA no habia ni un solo libro sobre
ninguno de estos trastornos. Cinco afios después de que el iltimo soldado
americano abandonara Vietnam, el problema del trauma de guerra todavia
no estaba en Ia agenda de nadie, Finalmente, en la biblioteca Countway_
de la Facultad de Medicina de Harvard descubrt el libro The Traumatic
Neuroses of War, publicado en 1941 por un psiquiatra llamado Abram
Kardiner. En él, el autor describfa sus observaciones sobre los veteranos
de la | Guerra Mundial y se publicé como anticipo a la marea de soldados
con neurosis de guerra que se esperaba que causaran baja en la II Guerra
‘Mundial.!
Kardiner describja el mismo fendmeno que yo estaba viendo: después
de la guerra, estos pacientes se velan invadidos por una sensaci6n de inuti-
lidad; se volvian insociables y desapegados, aunque antes hubieran tenido
tun funcionamiento normal. Lo que Kardiner llamaba «neurosis traumé-
ticas» se conoce actualmente como trastorno por estrés postraumético
(TEPT). Kardiner observé que las personas que sufrfan neurosis traumé-
ticas desarrollaban un estado crénico de vigilancia y una sensibilidad hacia
la amenaza. Su resumen me llamé especialmente Ia atencién: «El nticleo
de la neurosis es una fisioneurosis».” En otras palabras, el estrés postrau-
miético no est «totalmente en In cabeza de la persona», como mucha gen-12 EL CUERPO LLEVA LA CUENTA
te suponia, sino que tiene una base fisioldgica. Kardiner entendié entonces
que los sintomas tienen su origen en la respuesta de todo el cuerpo al
trauma original.
La descripeién de Kardiner corroboraba mis propias observaciones, lo
cual era tranquilizador, pero me daba pocas pistas sobre cémo ayudar a
los veteranos. La falta de literatura sobre el tema era un handicap, pero mi
gran maestro Elvin Semrad nos habla ensefiado a ser escépticos con los
libros de texto. Solo tenfamos un tinico manual, decfa: nuestros pacientes.
Solo debiamos confiar en lo que podiamos aprender de ellos y de nuestra
propia experiencia. Esto suena demasiado simple, pero aunque Semrad
nos empujara a confiar en el autoconocimiento, también nos previno so-
bre lo dificil que es este proceso, ya que los seres humanos somos exper
tos en hacernos ilusiones y en oscurecer la verdad. Recuerdo que decia:
«La mayor fuente de nuestro propio suftimiento son la mentiras que nos
contamos a nosotros mismos».-Trabajando en la VA, pronto descubri lo
doloroso que puede ser enfrentarse a la realidad. Y esto era aplicable tanto
a mis pacientes como a mi mismo.
Realmente, no queremos saber lo que suften los soldados en la batalla.
Realmente, no queremos saber cuintos nifios sufren tocamientos y abusos
sexuales en nuestra sociedad, ni cudntas parejas (parece ser que un tercio
de ellas) recurren a la violencia en algiin momento durante su relacién,
Queremos pensar en nuestras familias como un lugar seguro en un mundo
desalmado, y en nuestro pais como un lugar habitado por gente tolerante
y eivilizada. Preferimos pensar que la crueldad solo ocurre en lugares leja-
nos como Darfur o el Congo. Ya es suficientemente duro para los observa
dores ser testigos del dolor. Entonces, ja alguien le sorprende que las pro-
pias personas que han suftido un trauma no puedan soportar recordarlo
y que a menudo recurran a las drogas, el alcohol o la automutilaci6n para
bloquear algo tan insoportable de saber?
‘Tom y el resto de veteranos se convirtieron en mis primeros maestros
‘en mi camino para comprender eémo la vida queda hecha afiicos tras esas
experiencias dolorosas y para descubrir c6mo permitirles sentirse de nue-
vo totalmente vivos.
EL TRAUMA Y LA PERDIDA DE UNO MISMO
El primer estudio que hice en la VA empezaba preguntando sistematica-
mente a los veteranos qué les habia sucedido en Vietnam. Queria saber
‘qué les haba empujado al limite y por qué algunos se habian roto comoLECCIONES DE LOS VETERANOS DE VIETNAM 15,
resultado de aquella experiencia mientras que otros hablan sido capaces
de seguir adelante con su vida. La mayoria de los hombres que entrevisté
habjan ido a la guerra sintiéndose preparados, unidos por el rigor del en-
trenamiento bésico y del peligro compartido. Intercambiaban fotografias
de sus familiares y novias, aguantando los defectos de los demas. Y esta-
ban dispuestos a arriesgar su vida por sus amigos. La mayorfa confiaba sus
secretos oscuros a in amigo, y algunos llegaban al punto de compartir las
camisas y los calcetines con los dems.
‘Muchos de los hombres mantenfan amistades similares a las de Tom
con Alex. Tom conocié a Alex, un italiano tle Malden (Massachusetts) en
‘su primer dia en el pafs, e inmediatamente se hicieron amigos intimos.
Conducian juntos el Jeep, escuchaban la misma musica y se lefan mutua-
‘mente las cartas de sus familiares. Se emborrachaban juntos y perseguian
alas mismas chicas vietnamitas en los bares.
‘Tras unos tres meses en el pais, un dia Tom conducia a su equipo en
tuna patrulla a pie por un arrozal justo antes del atardecer: De repente, una
lluvia de disparos empez6 a caer desde el muro verde de la selva que los
rodeaba, alcanzando uno a uno a los hombres que tenfa a su alrededor.
‘Tom me contaba cémo fue viendo con un horror impotente cémo morfan
o eran heridos todos los miembros de su pelotén en cuestién de segundos.
Nunca podria sacarse de la mente una imagen: la nuca de Alex con él boca
abajo en el arrozal, con los pies en el aire. Tom lloraba al recordar: «Fue el
tinico amigo de verdad que tuven. Después, por la noche, Tom segufa es-
cuchando los gritos de sus hombres y viendo stis cuerpos caer en el agua.
Cualquier sonido, olor o imagen que le recordara esa emboscada (como el
sonido de los fuegos artificiales del 4 de Julio) le hacian sentirse igual de
paralizado, aterrorizado y enfurecido que el dia en que un helicéptero le
evacnd del arrozal
ero peor atin para Tom que los recurrentes flashbacks de Ia emboscada
era quizis el recuerdo de lo que sucedié a continuacién. Era fécil imaginar
‘cémo la rabia de Tom por la muerte de su amigo condujo ala desgracia que
se produjo después. Estuvo meses intentando superar los remordimientos,
que le paralizaban antes de poderme hablar de ello. Desde tiempos inme-
moriales, los veteranos, como Aquiles en la Mada de Homero, han res-
pondido a la muerte de sus compafieros con actos atroces de venganza. El
dia siguiente a la emboscada, Tom fue en un estado de histeria a un pueblo
vecino y maté a nis, disparé a un granjero inocente y viol a una mujer
vietnamita, Después de aquello, le fue completamente imposible volver a
‘casa de un modo normal. ;Cémo puedes ponerte delante dé tu amada yM4 EL CUERPO LLEVA LA CUENTA
decirle que has violado violentamente a una mujer como ella, 0 ver como
tu hijo da sus primeros pasos recordandote al nifio que has asesinado?
‘Tom vivié la muerte de Alex como si parte de si mismo hubiera quedado
destruida para siempre: la parte buena, honorable y fable. El trauma, tan-
to si es resultado de algo que nos han hecho como si es algo que hemos
hecho nosotros, casi siempre dificulta mucho poder establecer relaciones
intimas. Después de experimentar algo tan atroz, gcémo aprender a con-
fiar en uno mismo o en otra persona? O, ala inversa, ;cémo rendirse a una
relacién intima después de haber sido violada brutalmente?
‘Tom siguié viniendo lealmente a las visitas, ya'que me converti en su
cuerda salvavidas, en el padre que nunca tuvo, en un Alex que habia so-
brevivido a la emboscada, Hace falta una confianza enorme y mucho valor
para permitirse a uno mismo recordar. Una de las cosas més dificiles pata
las personas que han sufrido un trauma es enfrentarse a los temordimien-
tos de cémo se comportaron durante el episodio traumitico, tanto si esté
objetivamente justificado (como en la comisién de atrocidades) como si
no (como en el caso de un nifio que intenta apaciguar a su abusador), Una
de las primeras personas en escribir sobre este fenémeno fue Sarah Haley,
que tenia su consulta al lado de la mia en la clinica de la VA. En un art
culo titulado «When the Patient Reports Atrocitiesy* (Cuando el paciente
‘cuenta atrocidades), que fue uno de los grandes impulsos para la creacién
definitiva del diagndstico de TEPT, describfa la enorme e intolerable dif
cultad de hablar de (y escuchar) los actos horrendos que suelen cometer
los soldados en el transcurso de sus experiencias bélicas. Ya es suficiente-
ficil hacer frente al suftimiento infligido a otras personas, pero
muchas personas traumatizadas, en lo més profundo de si mismas, sufren
incluso més por los remordimientos que sienten por lo que hicieron 0 no
hicieron bajo ciertas circunstancias. Se desprecian a si mismas por lo ate-
rrorizadas, dependientes, excitadas o furiosas que se sintieron,
mente
En los aiios posteriores, comprobé la existencia de un fenémeno similar
entre las victimas de abusos infantiles. La mayoria de ellas tienen unos
remordimientos atroces por las cosas que hicieron para sobrevivir y man-
tener una conexién con la persona que abusaba de ellas.
Esto es especialmente aplicable si el abusador era una persona cercana
al nifio, alguien de quien el nifio dependia, como suele ef caso tan a menu-
do. El resultado puede ser una confusién sobre si la victima era victima o
un participante voluntario, lo cual a su vez provoca desconcierto en torno
ala diferencia entre amor y terror, dolor y placer. Volveremos aeste dilema
ims adelante en este libro.LECCIONES DE LOS VETERANOS DE VIETNAM 15,
INSENSIBILIZACION
Quizés el peor de los sintomas de Tom era que se sentfa insensibilizado
emocionalmente. Deseaba desesperadamente amar a st familia, pero no
podfa evocar ningin sentimiento profundo hacia ella. Se sentia emocio-
rnalmente distante de todo el mundo, como si su coraz6n estuviera helado
y viviera tras una pared de cristal. Esta insensibilizacién se extendia a si
mismo también. Realmente no podia sentir nada, salvo su rabia momen-
‘Gnea y sus remordimientos. Describfa cémo apenas se reconocia a si mis-
‘mo al mirarse al espejo para afeitarse. Cuando se escuchaba a s{ mismo
defendiendo un caso ante los tribunales, se observaba desde la distancia y
‘se preguntaba cémo ese tipo, que se parecia a l y hablaba como él, podia
argumentar de ese modo tan convincente. Cuando ganaba un caso fingla
sentirse gratificado, y cuando lo perdia era como si lo hubiera visto venir y
se resignara ala derrota antes de que sucediera, A pesar de ser un abogado
muy efectivo, siempre sentia como si estuviera flotando en el espacio, sin
propésito ni direccién.
Lo tinico que ocasionalmente mitigaba esta sensacién de falta de rum-
bo era la implicacién intensa en un caso particular. Durante el transcurso
de nuestro tratamiento, Tom tuvo que defender a tun mafioso acusado de
asesinato. Durante todo ese juicio, estuvo totalmente absorto en Ia idea-
{én de una estrategia para ganar el caso, y hubo varias ocasiones en las
que se levantaba por la noche para sumergirse en algo que realmente le
apasionaba, Era como estar en un combate, dijo. Se sentfa totalmente vivo,
ynada més importaba. Tras ganar ese caso, sin embargo, Tom perdi toda,
la energfa y el rumbo. Las pesadillas volvieron, igual que sus ataques de
rabia, de forma tan intensa que tuvo que irse a un motel para asegurarse de
no hacer datio a su mujer o a sus hijos. Pero estar solo también resultaba
aterrador, porque los demonios de la guerra volvfan con toda su fuerza.
‘Tom intentaba permanecer ocupado, trabajando, bebiendo y drogéndose;
haciendo cualquier cosa para evitar enfrentarse a sus demonios.
Siguié mirando Soldier of Fortune, fantaseando en alistarse como mer-
cenario en una de las muchas guerras regionales que arrasaban Africa.
Esa primavera, cogié su Harley y se fue hacia la autopista Kancamagus en.
‘New Hampshire. Las vibraciones, la velocidad y el peligro de ir en moto le
ayudaban a recomponerse, hasta el punto de poder dejar la habitacién del
‘motel y volver con su familia,16 EL CUERPO LLEVA LA CUENTA
LA REORGANIZACION DE LA PERCEPCION
Otro estudio que realicé en la clinica de la VA empezé como una investiga-
cién sobre las pesadillas, pero terminé explorando cémo el trauma cam
la percepcién y la imaginacién de las personas. Bill, un antiguo médico
que habfa vivido los duros combates de Vietnam una década antes, fue la
primera persona apuntada en mi estudio sobre las pesadillas. Después de
licenciarse, se matriculé en un seminario teolégico y sele asigné su prime-
+a parroquia en una iglesia de la congregacién en un suburbio de Boston.
Estuvo bien hasta que él y su esposa tuvieron su primer hijo. Al poco tiem-
po de nacer el bebé, su esposa, enfermera, volvié al trabajo mientras que
41 se quedé en casa, trabajando en su sermén semanal y otros deberes de
la parroquia y cuidando del recién nacido. El primer dia que se qued6 solo
con el bebé, este empezé a llorar y, de repente, se encontré inundado por
imagenes insoportables de nifios muriendo en Vietnam.
Bill tuvo que llamar a su esposa para que se ocupara del bebé y vino en
tun estado de panico a la clinica, Describié cémo no dejaba de escuchar el
sonido de nifios Horando ni de ver imagenes de rostros de nifios quemados
¥ ensangrentados. Mis compafieros médicos pensaban que seguramente
estaba psicético, porque los manuales de la época decian que las alucina-
ciones auditivas y visuales eran sintomas de esquizofrenia paranoide. Los
mismos textos que daban este diagnéstico también indicaban la causa: la
psicosis de Bill probablemente estaba desencadenada por su sensacién de
sentirse desplazado en los afectos de su esposa por su nuevo hijo.
Ese dia, al Hegar a la consulta de admisiones, via Bill rodeado por unos
preocupados médicos dispuesios a administrarle un potente farmaco an-
tipsicdtico ya mandarlea una sala cerrada, Me describieron los sintomas y
‘me pidieron mi opinidn, Al haber trabajado anteriormente en una unidad
especializada en el tratamiento de esquizofrénicos, estaba intrigado. Ha-
bia algo en el diagnéstico que no me cuadraba. Le pregunté a Bill si podia
hablar con él, y después de escuchar su historia, parafraseé inconsciente-
mente algo que Sigmund Freud dijo sobre el trauma en 1895: «Creo que
este hombre sufte por sus recuerdos». Le dije Bill que intentarfa ayudarle
ys después de oftecerle una medicacién para controlarle el pénico, le pre~
‘unté si querria volver al cabo de unos dfas para participar en mi estudio
sobre pesadillas.* Acepts.
‘Como parte del estudio, los participantes hacian un test de Rorschach’
A diferencia de las pruebas que requieren respuestas a preguntas directas,
las respuestas de la prueba Rorschach son casi imposibles de falsear: Esta
prueba es una manera tinica de observar cémo la gente se construye unaLeceiowes DE LOS VETERANOS DE VIETNAM 17
Imagen mental a partir de un estimulo que no tent ringin significado:
sannencha de tinta, Como los sere humans somos crate ‘que siem-
prebuscan significado en las cosas, tendemos crea cierto tipo de imagen
Pie historia a partir de esas manchas de tite, igual que cuando estamos
nun prado en un dia de verano y vemos imnégenes $m Jas nubes que flotan
cn Belo. Lo que la gente constraye con esas ranches puede decirnos
mucho sabre cémo funciona su mente.
aero segunda tarjeta dela prueba de Rorschach, Bil exclamé horro-
rizados ais exe nifio que vi volando por los aires en Vietnant Enel medio,
vr le carne quemada, las herida y la sangre brotano por todas partes».
Jadeando y con sudor en la frente, estaba en una situacién de panico simi-
Jara la que le trajo inicialmente a Ia clinica de la VA. ANNIE habia escu-
ae so a veteranos desribir sus flashbacks esta fue ls primers Yo" OVE fui
testigo de uno En ese momento, en mi consulta, Bil ‘estaba evidentemente
viendo las mismas imagenes, aliendo los mismos lores Y sintiendo las
voeesessensaciones fisicas que sinté durante el aontecimiento original.
Dien atos después de sostener impotente en brazosa.un nino moribundo,
Bill estaba reviviendo el trauma en respuesta a la visin de uns mancha de
tinta.
‘Eyperimentar de primera mano el flashback de BIN en mi consulta me
ayudé a ser consciente de la agonia que sufrian con frecuencia los vete-
vrnos que yo intentaba tratan y¥ me ayudé a valorar de nuevo Jo impor
tante que era encontrar una solucién. Fl acontecimient® traumitico en
fj,aunque horrendo, tenfa un inicio, una parte central y un final, pero los
Flashbacks, pot lo que puede ver, podian ser incluso peor Nunca sabes
dead te van aasaltar de nuevo, ¥ no tienes forma de saber cudndo aca-
can Tarde aos en aprender como tratar con efectividad los, 5 flashbacks,
yen este proceso Bill results ser uno de mis mentores més importantes.
‘Cuando pasamos la prueba de Rorschach a otros veinttin vetersf0® ha
reapuesta fue coherente: decisis de ellos al ver la segunda c's reaccio-
seerep como ai estuvieran experimentando un trauma bélleo, segunda
tarjeta Rorschach es la primera que contiene color Y suele provocar como
resputsta el lamado shock del color. Los veteranos interpreiah esta tat-
jeta con desctipeiones como «Son ls intestinos de mt ‘amigo Jim después
tie que un proyectl de mortero le destrozatan, y 4Es el cullo de mi amigo
Denny después de que un proyecti e volar la eabera mienirss almorzi-
amen, Ningtino de ellos mencioné a monos bailando, omariposis 70"
loteando, ni hombres en mato, aingana dels Imégenss ordinasiatY
“ocasiones extravagantes que la mayoria de Ia gente ve,18 EL. CUERPO LLEVA LA CUENTA
Mientras que la mayor‘a de los veteranos se alteré mucho con las imé:
genes, las reacciones de los cinco restantes fueron atin més alatmantes:
simplemente se quedaron en blanco. «No es nada ~dijo uno-, solo un
‘montén de tinta». Tenfan razén, evidentemente, pero la respuesta de un
set humano normal ante un estimulo ambiguo es usar la imaginacién para
leer algo a pattir de él.
A través de estas pruebas de Rorschach, aprendimos que la gente trau-
‘matizada tiende a superponer su trauma a todo lo que le rodea y que le
cuesta descifrar lo que sucede a su alrededor. Parecta que habia poca am-
bigiedad. También aprendimos que el trauma afecta ala imaginacién. Los
cinco hombres que no vefan nada en las manchas de tinta habian perdido
la capacidad de jugar con la mente, Pero los otros dieciséis también, ya que
alvver escenas cel pasado en esas manchas no estaban mostrando la flexibi
lidad mental que es el seo de fa imaginacién. Simplemente, reprodujeron
un carrete antiguo.
La imaginacién es absolutamente critica para nuestra calidad de vida.
‘Nuestra imaginacién nos permite evadirnos de nuestra existencia diaria
rutinaria al fantasear con viajar, comer, el sexo, enamorarnos o tener la
ultima palabra; todas las cosas que hacen que la vida sea interesante. La
imaginacién nos da la oportunidad de contemplar nuevas posibilidades;
es una plataforma de lanzamiento esencial para que nuestras esperanzas
se hagan realidad, Enciende nuestra creatividad, mitiga el aburtimiento,
alivia nuestro dolor, mejora nuestro placer y entiquece nuestras telaciones
més intimas. Cuando las personas se ven arrastradas constante y com-
pulsivamente al pasado, a la dltima vez en que sintieron una implicacién
intensa y unas emociones profundas, sufren una falta de imaginacién, una
pérdida de flexibilidad mental. Sin imaginacién, no hay esperanza, no hay
posibilidad de contemplar un futuro mejor, no hay sitio adonde ir, no hay
objetivo que alcanzar,
Las pruebas de Rorschach también nos ensefiaron que las personas
traumatizadas miran el mundo de un modo fundamentalmente diferente
al resto de personas. Para la mayoria de nosotros, un hombre bajando por
Ia calle es simplemente alguien dando un paseo. Una victima de una viola-
cién, sin embargo, veré a una persona que va a abusar de ella y les entraré
énico. Un maestro severo puede ser una presencia intimidante pata un
nifio normal, pero para un nitlo cuyo padre le pega puede representar un
torturador y provocarle un ataque de ira 0 dejarle encogido de miedo en
un rincén.LECCIONES DE LOS VETERANOS DE VIETNAM 19
ATASCADOS EN EL TRAUMA
Nuestra clinica estaba inundada de veteranos buscando ayuda psiquis-
trica. Sin embargo, debido a una grave falta de médicos cualificados, lo
{inico que podiamos hacer era poner a la mayoria en una lista de espe-
ra, incluso mientras seguian maltraténdose a si mismos y a sus familias.
Empezamos a notar un marcado aumento en los arrestos de veteranos
por ataques violentos y peleas entre borrachos, asi como tn miimero alar-
mante de suicidios. Me autorizaron a montar un grupo con veteranos de
‘Vietnam jévenes que sirviera como depésito de contencién a la espera de
poder empezar con ellos un tratamiento «de verdad».
En la sesién inaugural para un grupo de sntiguos marines, el primer
hombre en hablar declaré rotundamente: «No quiero hablar de la guerra»
Yo respondi que los participantes podian hablar de todo lo que quisieran.
Después de media hora de un silencio insoportable, un veterano empe-
26 finalmente « hablar de su accidente de helicéptero. Para mi sorpresa,
el resto inmediatamente volvié a la vida, hablando intensamente de sus
experiencias traumiticas, Todos ellos volvieron la semana siguiente y la
semana de después. En el grupo, encontraban una resonancia y un signifi-
cado a Jo que anteriormente habfan sido solamente sensaciones de terror
y de vacfo. Sentian una sensacién renovada de compafierismo, que habia
sido tan importante en su experiencia en la guerra, Insistieron en que yo
formata parte de su recién creada unidad y me regalaron un uniforme de
capitin de los Marines para mi cumpleanos. Viéndolo en retrospectiva,
ese gesto revels parte del problema: estabas dentro o fuera, pertenectas
ala unidad o no eras nadie. Después del trauma, el mundo se divide cla-
ramente entre los que saben y los que no. Las personas que no han com-
partido la experiencia traumética no son dignas de confianza, porque no
pueden entenderlo. Tristemente, esto incluye a menudo a las esposas, alos
hijos ya los compafieros de trabajo.
Més adelante, dirigi a otro grupo; en esta ocasién, eran veteranos del
ejército de Patton; hombres de més de setenta afios, todos con suficiente
edad como para ser mis padres. Nos reunfamos los lunes a las ocho de
Ja mahana. En Boston, las tormentas de nieve paralizan en ocasiones el
transporte piblico, pero para mi sorpresa todos venian incluso cuando
habfa ventisca, algunos de ellos caminando arduamente varios kilémetros
por la nieve para llegar ala clinica de Ia VA. Por Navidad, me regalaron
tun reloj de pulsera de los anos cuarenta, Como sucedié con el grupo de
‘marines anterior, no podia ser stu médico a menos que me convirtiera en
uno de ellos.20 EL CUERPO LLEVA LA CUENTA
Por muy emotivas que fueran esas experiencias, los limites de la terapia
en grupo quedaron patentes cuando pedi a esos hombres que hablaran
de los problemas a los que se enfrentaban en su vida diaria: las relaciones
con sus esposas, sus hijos, sus amigos y familiares; el trato con sus jefes y
el hecho de tener un trabajo satisfactorio; su elevado consumo de alcohol.
Su respuesta habitual era rehuir el tema, resistirse y en lugar de eso contar
de nuevo cémo clavaron una daga en el corazén de un soldado aleman en
el bosque de Hirtgen o cémo su helicéptero fue derribado en las selvas de
Vietnam,
‘Tanto si el trauma habia sucedido hacia diez. afios o més de cuarenta, mis,
pacientes no podian tender un puente entre sus experiencias de guerra y
su vida actual, En cierto modo, el acontecimiento que les causé tanto do-
lor también se habia convertido en su tinica fuente de significado. Solo se
sentian totalmente vivos cuando volvian a recordar su pasado traumtico.
DIAGNOSTICAR EL ESTRES POSTRAUMATICO
En aquella primera época en la clinica de la VA, etiquetébamos a los ve-
teranos con todo tipo de diagnésticos (alcoholismo, abuso de sustancias,
depresién, trastorno del estado de énimo, incluso esquizofrenia) y pro-
babamos todos los tratamientos de nuestros manuales. Sin embargo, in
cluso dedicando todos nuestros esfuerzos, quedaba claro que en realidad
estabamos logrando muy poco. Los potentes férmacos que les recetéba-
mos a menudo les dejaban tan confundidos que apenas podian funciona.
Cuando los animabamos a hablar de los detalles coneretos de un aconte-
cimiento traumético, a menudo sin darnos cnenta, desencadenébamos un
flashback a gran escala, en lugar de ayudarles a resolver el problema. Mu-
‘chos de ellos abandonaban el tratamiento porque no solo no logeébamos
ayudarles, sino que en ocasiones empeoraban.
En 1980 se produjo un punto de inflexién cuando un grupo de vetera-
nos de Vietnam, con la ayuda de los psicoanalistas Chaim Shatan y Robert
J. Lifton de Nueva York, presionaron con éxito a la Asociacién America
na de Psiquiatria para crear un nuevo diagndstico: el trastorno por estrés
postraumitico (TEPT), que describia un conjunto de sintomas comunes,
en menor o mayor grado, a todos nuestros veteranos. Identificar sistema-
ticamente los sintomas y agruparlos juntos en un trastorno finalmente dio
nombre al sufrimiento de personas anuladas por el terror y la impotence
Con el marco conceptual del TEPT, ef terreno ya estaba abonado para un
cambio radical en nuestra manera de comprender a nuestros pacientes. A
1a larga, esto llevé a una explosién de estudios y de intentos de encontrar
tratamientos efectivos.LECCIONES DE LOS VETERANOS DE VIETNAM. 21
Inspirandome en las posibilidades que presentaba este nuevo diagnds-
tico, le propuse a la clinica un estudio sobre la biologia de los recuerdos
trauméticos. :Los recuerdos de las personas que sufren TEPT eran dis-
tintos de los de los demés? Para la mayorfa de Ia gente, el recuerdo de un
acontecimiento desagradable se borra con el tiempo o se transforma en
algo més benigno. Pero la mayoria de nuestros pacientes eran incapaces
de considerar st pasado como una historia que hubiera sucedido mucho
tiempo atrés.?
La primera linea de la carta de denegacién de la subvencién decfa ast:
«Nunca se ha demostrado que el TEPT sea relevante para Ia misiOn de la
Administracién para los Asuntos de los Veteranos», Desde entonces, por
supuesto, la misién de la VA se ha organizado en torno al diagnéstico del
TEPT y del dafo cerebral, y se dedican importantes recursos a la apli-
cacién de «tratamientos basados en la evidencia» a veteranos de guerra
traumatizados. Pero en esa época las cosas eran diferentes, y al no estar
dispuesto a seguir trabajando en una organizacién cuya vision de la rea
lidad era tan distinta de la mfa, presenté mi dimisién. En 1982 ocupé mi
nuevo puesto en el Massachusetts Mental Health Center, el Hospital Uni-
versitario de Harvard en el que estudié para convertirme en psiquiatra.
Mi nueva responsabilidad era ensefiar una nueva area de estudio: Psi-
cofarmacologia, la administracién de farmacos para aliviar la enfermedad
mental,
En mi nuevo empleo me vefa confrontado casi a diario a problemas que
crefa haber dejaco atrés en la clinica de la VA. Mi experiencia con los ve~
teranos de guerra me habfa sensibilizado tanto ante el impacto del trauma
que ahora escuchaba de un modo muy distinto a los pacientes deprimidos
y con ansiedad que me contaban sus historias de abusos sexuales y vio-
lencia familiar. En especial, me sorprendia la cantidad de pacientes feme-
hinas que contaban que habfan sufrido abusos sexuales siendo nifias. Era
desconcertante, porque los manuales esténdares de psiquiatria de la época,
afirmaban que el incesto era muy poco frecuente en Estados Unidos, y que
solo ocurrfa a una de cacla millén de mujeres. Teniendo en cuenta que
solo habia unos cien millones de mujeres en aquella época viviendo en
Estados Unidos, me preguntaba cémo cuatenta y siete, casi In mitad, se
las habian apafiado para encontrar mi consulta en el sétano del hospital
‘Ademis, los manuales decian: «Existe poco consenso sobre el papel del
incesto padre-hija como fuente de una psicopatologia subsiguiente graven.
Mis pacientes con historias de incesto estaban lejos de no suftir una «psi-
copatologfa subsiguienten: estaban profundamente deprimidas, confusas22. EL CUERPO LLEVA LA CUENTA
y-a menudo incurtfan en comportamientos extranamente autolesives,
como cortatse con hojas de afeitar Los libros seguian précticamente res-
paldando el incesto, explicando que «esta actividad incestuosa reduce la
posibilidad de suftir psicosis por parte del sujeto y permite un mejor ajuste
al mundo exterior»? En realidad, sin embargo, resultaba que el incesto
tenia unos efectos devastadores en el bienestar de las mujeres.
En muchos sentidos, estas pacientes no eran tan diferentes de los ve-
teranos que acababa de dejar atrés en la clinica de la VA. También tenfan
pesadillas y flashbacks. También alternaban entre arranques ocasionales
de rabia explosiva y largos periodos de desconexién emocional. La mayo-
ra de ellas habfan tenido muchos problemas de relacién con los demés y
les costaba mantener relaciones serias.
Como sabemos, la guerra no es la Gnica desgracia que arruina la vida
de los seres humanos. Mientras que aproximadamente un cuarto de los
soldados que sirven en zonas de guerra se espera que desatrollen proble-
mas postraumsticos graves,!” la mayoria de los estadounidenses sufren un
crimen violento en algiin momento de su vida, y algunos informes mis
detallados han revelado que doce millones de mujeres en Estados Unidos
han sido victimas de violacién. Mas de la mitad de todas las violaciones se
producen en chicas menores de quince afios."” Para muchas personas, la
guerra empieza en casa: cada afio, se considera que aproximadamente tres
millones de nifos en Estados Unidos son victimas de maltrato infantil y
abandono. Un millén de esos casos son graves y suficientemente creibles
para obligar a los servicios locales de proteccién de la infancia o @ los tri-
bunales de menores a emprender acciones."? En otras palabras, por cada
soldado que sirve en una zona de guerra en el extranjero, hay diez nifios
en peligro en su propio hogar: Esto es especialmente trégico, porque para
tun nifto que esté creciendo es may duro recuperarse cuando la fuente de
terror y de dolor no es el enemigo, sino sus propios cuidadores.
UN NUEVO ENFOQUE
En las tres décadas que han pasado desde que conoci a Tom, he aprendi-
do muchisimo no solo sobre el impacto y las manifestaciones del trauma,
sino también sobre cémo ayudar a las personas con traumas a encontrar
de nuevo su camino. Desde principios de los afios noventa, las herramien-
tas para captar imagenes cerebrales han empezado a mostrarnos lo que
realmente ocurre en el cerebro de las personas traumatizadas. Esto ha re-
sultado ser esencial para comprender el dasto infligido por el trauma y nos
ha orientado en la formulacién de caminos completamente nuevos para la
recuperacién.LECCIONES DE LOS VETERANOS DE VIETNAM 23
‘También hemos empezado a comprender cémo afectan las experiencias
abrumadoras a nuestras sensaciones més recénditas y @ la relacién con
nuestra realidad fisica, la esencia de quienes somos. Hemos aprendido que
el trauma no es solo un acontecimiento que se produjo en algiin momento
del pasado; también es la huella dejada por una experiencia en la mente, el
cerebro y el cuerpo. Esta huella tiene consecuencias permanentes sobre el
‘modo en que el organismo humano logra sobrevivir en el presente.
El trauma genera una reorganizacién fundamental del manejo de las
percepciones por parte de la mente y del cerebro, Cambia no solo como
y en qué pensamos, sino también nuestra propia capacidad de pensar,
Hemos descubierto que ayudar a las victimas.de traumas a encontrar las
palabras para describir lo que les ha ocurrido es profundamente signifi-
cativo, pero a menudo no es suficiente. El acto de contar la historia no
altera necesariamente las respuestas fisicas y hormonales de un cuerpo
que permanece hipervigilante, preparado para ser asaltado 0 violado en
‘cualquier momento, Para que se produzca un cambio real, el cuerpo debe
aprender que el peligro ya pasé y a vivir en la realidad del presente, Nues-
tra investigacién para comprender el trauma nos ha levado a pensar de
modo diferente no solo sobre la estructura de la mente, sino también sobre
el proceso mediante el cual se cura.CAPITULO 2
REVOLUCIONES
EN EL CONOCIMIENTO DE LA
MENTE Y DEL CEREBRO
Cuanto mayor es Is duda, mayor es el despertar; cuanto menor es la
duda, menor es el despertar. Sin duda, no hay despertar.
-€.€.Chang, The Practice of Zen
‘Vives en esa pequefia porcién de tiempo que es tuya, pero esa porcién
de tiempo no es solo tu propia vida, es el sumatorio de todas las otras
vidas simultineas con la tuya... Lo que eres es una expresién de la his-
toria.
Robert Penn Warren, World Enough and Time
finales de los afios sesenta, durante un afto sabstico entre mi primer
ffi de Medicina y el segundo, fui testigo accidental de la profunda
transicién del enfoque médico con respecto al sufrimiento mental. Conse-
guf un trabajo fantéstico como auxiliar en una unidad de investigacién del
Massachusetts Mental Health Center (MMHC), donde era responsable de
organizar actividades recreativas para los pacientes. E] MMHC era consi-
derado desde hacia tiempo uno de los mejores hospitales psiquidtricos de
la ciudad, una joya en la corona del imperig de la ensefanza de la Facultad
de Medicina de Harvard. El objetivo de la investigacién en mi unidad era
determinar, entre la psicoterapia y la medicacién, cual era la mejor forma
de tratar a pacientes jévenes que habian sufrido un primer brote mental
diagnosticado como esquizofrent,24 EL CUERPO LLEVA La CUENTA
La cura basada en la conversacién, una derivacién del psicoandlisis de
Freud, seguia siendo el principal tratamiento para la enfermedad mental
en el MMHC. Sin embargo, a principios de los aftos cincuenta, un grupo
de cientificos franceses habfa descubierto un nuevo componente, la clor-
promazina (vendida bajo el nombre de Thorazine), que podia «tranquil
zat» a los pacientes y reducir la agitacién y los delirios. Ello dio esperanzas
para poder desarrollar fatmacos para tratar problemas mentales graves
como la depresién, el pénico, la ansiedad y las manfas, asi como manejar
algunos de los sintomas mas perturbadores de la esquizofrenia,
‘Como auxiliar, yo no estaba involucrado en la investigacién de la uni-
dad, y nunca me contaron qué tratamiento recibia ningan paciente. Todos
eran mas 0 menos de mi edad (estudiantes de Harvard, del MIT y de la
Universidad de Boston), Algunos habian intentado suicidarse, otros cor-
tarse con cuchillos o cuchillas de afeitar; varios hab(an atacado a sus com-
pafieros de habitacién o habian aterrorizado a sus padres 0 amigos con
su comportamiento impredecible e irracional. Mi trabajo era mantenerlos
implicados en actividades normales para estudiantes universitarios, como
comer en la pizzeria local, acampar en un bosque del estado vecino, asistir
alos partidos de Red Sox y navegar en el rio Charles.
‘Totalmente novato en este campo, me sentaba embelesado durante las,
reuniones de la unidad, intentando descifrar el complicado discurso y la
ogica de los pacientes. También tuve que aprender a manejar sus arran-
ques irracionales y sus abandonos aterrorizados. Una mahana, encontré
a un paciente de pie como una estatua en su habitacién con un brazo le-
vantado en una posicién defensiva, con el rostro paralizado por el miedo.
Permanecié alli, inmévil, durante al menos doce horas. Los médicos me
dijeron el nombre de su patologia, catatonia, pero ninguno de los libros
que consulté decfan nada que pudiéramos hacer. Simplemente, dejamos
que siguiera su curso.
EL TRAUMA ANTES DEL AMANECER
Pasé muchas noches y fines de semana en la unidad, lo cual me exponia a
cosas que los médicos nunca velan durante sus breves visitas. Cuando los
pacientes no podfan dormir, a menudo deambulaban en sus batas apre-
tadas hacia el puesto de enfermeria que estaba a oscuras para hablar. La
tranquilidad de la noche parecia ayudarles a abrirse, y me contaban his-
torias sobre como les habian pegado, asaltado, maltratado, a menudo sus
propios padres, a veces familiares, compafieros de clase o vecinos. Com-
partian recuerdos de estar en la cama por la noche, impotentes y atemori-REVOLUCIONES EN EL CONOCIMIENTO DE LA MENTE Y DEL CEREBRO 25
zados, escuchando eémo su madre era golpeada por su padre o su novio,
escuchando a sus padres gritarse horribles amenazas, escuchando el soni-
do de los muebles al romperse, Otros me contaban sobre sus padres que
egaban borrachos, cémo escuchaban sus pasos en el rellano, esperando
que entraran, los sacaran de la cama y los castigaran por alguna ofensa
imaginaria, Varias de las mujeres recordaban estar despiertas en la cama,
sin moverse, esperando lo inevitable: que un hermano o su padre abusara
deellas,
Durante las rondas de la mafiana, los médicos jévenes presentaban sus
‘casos a sus supervisores, un ritual que los auxiliares de la unidad podian
observar en silencio, Raramente mencionaban historias como las que yo
habia escuchado. Sin embargo, muchos estudios posteriores han confir-
‘mado la relevancia de esas confesiones de medianoche: ahora sabemos
‘que més de la mitad de las personas que necesitan asistencia psiquidtri-
ca ha sido asaltada, abandonada, maltratada 0 incluso violada en la in-
fancia, o ha sido testigo de violencia en el hogar:' Pero estas experiencias
parecian dejarse de lado durante las rondas. A menudo me sorprendia la
frialdad con la que hablaban de los sintomas de los pacientes y cudnto
tiempo pasaban intentando manejar sus ideas suicidas y sus conductas
autodestructivas, en lugar de intentando comprender las posibles causa
de su desesperacién e impotencia, También me sorprendia Ia poca aten-
ccién que se prestaba a sus logros y a sus aspiraciones; a las personas que
les importaban, que amaban u odiaban; qué los motivaba y los ocupaba,
‘qué los mantenia bloqueados, y qué les hacfa sentirse en paz: la ecologia
de su vida.
‘Afios después, como médico recién licenciado, me vi confrontado aun
ejemplo especialmente duro del modelo médico imperante. En esa época,
estaba pluriempleado y trabajaba en un hospital catélico realizando explo-
raciones fi
5 a mujeres que habian ingresado para recibir un tratamien-
to electroconvulsivo pata la depresi6n, Dado mi ser curioso, yo consultaba
sus historias médicas y les preguntaba sobre sus vidas. Muchas de ellas me
contaban historias sobre matrimonios dolorosos, hijos dificiles y culpa
bilidad por haber abortado. Al hablar, brillaban visiblemente, ya menudo
me agradecian efusivamente que las hubiera escuchado, Algunas de elas
se preguntaban si seguian necesitando los electroshocks después de ha-
berse quitado tanto peso de encima. Yo siempre me sentta triste al final de
esas reuniones, al saber que los tratamientos que les administrarian a la
mafiana siguiente borrarian todos los recuerdos de nuestra conversaciGn.
No duré mucho en ese trabajo.26 EL CUERPO LLEVA LA CUENTA
Los dias que libraba en el MMHG, solta ira la biblioteca de medicina
Countway para aprender més sobre los pacientes que se suponia que debia
ayudar. Un sdbado por la tarde, me topé con un tratado que sigue siendo
venerado en la actualidad: el manual Dementia Praecox de Eugen Bleuler,
escrito en 1911. Las observaciones de Bleuler eran fascinantes:
Entre las alucinaciones corporales en la esquizofrenia, las sexua-
les son de lejos las ms frecuentes y las més importantes. Estos
pacientes sienten los arrebatos y las alegrias de la satisfaccién se-
xual normal y anormal, pero con mayor frecuencia pueden con-
jurar précticas obscenas y repugnantes con las fantasfas mas ex-
travagantes. A los pacientes masculinos se les extrae el semen; se
les estimulan erecciones dolorosas. Las pacientes femeninas son
violadas y lesionadas del modo més diabélico... A pesar del sig-
nificado simbélico de muchas de estas alucinaciones, la mayoria
cortesponden a sensaciones reales.”
Esto me hizo pensat. Nuestras pacientes tenian alucinaciones; los mé
dicos les preguntaban rutinariamente sobre ellas y las anotaban como in
dicaciones de lo perturbadas que estaban. Pera silas historias que yo habia
escuchado a altas horas de la madrugada eran ciertas, zpodia ser que esas
«alucinaciones» fueran en realidad recuerdos fragmentados de experien:
cias reales? Eran simplemente invenciones de un cerebro enfermo? jExis-
‘fa una linea clara entre la cteatividad y la imaginacién patolégica? Entre
el recuerdo y la imaginacién? Ese dia, estas preguntas todavia no tenian
respuesta, pero la investigacién ha tlemostrado que las personas que han
sido maltratadas en la infancia suelen sentir sensaciones (como dolor ab-
dominal) que carecen de una causa fisica, escuchan voces que les avisan
de un peligro o les acusan de crimenes atroces,
No habia duuda de que muchos pacientes de la unidad incurrian en
comportamientos violentos, extrafios y autodestructivos especialmente
cuando se sentian frustrados, confundidos 0 incomprendidos. Tenian ra-
bietas, arrojaban platos, rompian las ventanas y se cortaban con vidrios
rotos. En esa época, yo no tenfa ni idea de por qué alguien podia reaccio-
nar a una peticién simple («Déjame limpiarte eso que tienes en el pelo»)
con rabia o terror. Yo segufa las indicaciones de las enfermeras mas experi-
‘mentadas, que me indicaban cundo dejarles solos o,si eso no funcionaba,
contener a los pacientes. Me sorprendia y me alarmaba al mismo tiempo
la satisfaccién que sentia a veces después de lograr sujetar a un pacienteREVOLUCIONES EN EL CONOCIMIENTO DE LA MENTE Y DEL CEREBRO 27
cen el suelo para que una enfermera pudiera suministrarle una inyecctén, y
poco a poco me fui dando cuenta de que gran parte de nuestra formacién
profesional estaba orientada a ayudarnos a mantener el control ante reali-
dades aterradoras 0 confusas.
Sylvia era una hermosa estudiante de la Universidad de Boston de die-
cinueve afios que solia sentarse sola en la esquina de la unidad, mirando
muerta de miedo y practicamente muda, pero cuya reputacién como no-
via de un importante mafioso de Boston la dotaba de un aura de misterio.
Después de negarse a comer durante més de una semana y de empezar
rapidamente a perder peso, los médicos decidieron alimentarla ala fuerza.
Fueron necesarias tres personas para sujetarla, otra para colocarle la son-
da de goma en la garganta y una enfermera para introducitle los alimentos
sen el estmago. Mas tarde, durante una confesidn de medianoche,
Sylvia hablé timida y vacilantemente sobre sts abusos sexueles de nifia por
parte de stu hermano y de su tio, Entonces me di cuenta de que nuestra
‘muestra de «atencién» seguramente para ella era més parecida a una vio-
lacién en grupo. Esta experiencia, y otras como esta, me ayudaron a for-
rmular esta regla para mis estudiantes: sile haces algo a un paciente que no
harias a tus amigos 0 @ tus hijos, considera que quizés inconscientemente
puedes estar reproduciendo un trauma de su pasado,
En mi funcién como responsable recreativo observé otras cosas: como
grupo, los pacientes eran sorprendentemente patosos y fisicamente des-
coordinados, Cuando fbamos de acampada, la mayoria permanecia sin
hhacer nada a medida que yo iba montando las tiendas. En una ocasién,
casi volcamos durante una tormenta en el rfo Chatles porque todos se api-
fiaron bajo el sotavento, incapaces de comprender que debian cambiar de
posicidn para equilibrar el barco. En los partidos de voleibol, los miembros
del personal siempre estaban mucho mejor coordinados que los pacien-
tes, Otra caracteristica que compartian era que incluso sus conversaciones.
mis relajadas parecian poco naturales, carecfan del flujo natural de ges-
tos y de expresiones faciales tipicas entre amigos. a importancia de estas
observaciones no me parecié evidente hasta que conoci a Jos terapeutas
corporales Peter Levine y Pat Ogden. En capftulos posteriores comentaré
extensamente como se mantiene el trauma en el cuerpo de la gente.
COMPRENDER EL SUFRIMIENTO
Después de ese aio en la unidad de investigacién, volvi a la facultad de
medicina y luego, como médico recién licenciado, volvi al MMHC para28 EL CUERPO LLEVA LA CUENTA
formarme como psiquiatra, una especialidad en la que esperaba ser acep-
tado, Muchos psiquiatras famosos habian estudiado alli, como Eric Kan-
del, que més tarde gané el Premio Nobel de Fisiologia y Medicina. Allan
Hobson descubrié las células cerebrales responsables de la generacién de
suefios en un laboratorio del s6tano del hospital mientras yo estudiaba alli,
y los primeros estudios sobre las bases quimicas de la depresién también
se realizaron en el MMHC, Pero para muchos de los residentes, la prin-
cipal atraccién eran los pacientes. Pasibamos seis horas al dia con ellos y
Iuego nos reunfamos en grupo con los psiquiatras mas experimentados
para compartir nuestras observaciones, plantear preguntas y competir
para hacer las observaciones mas ocurrentes.
‘Nuestro gran profesor Elvin Semrad nos desaconsejaba activamente
que leyéramos los manuales de psiquiatria durante el primer aiio. (Esta
dieta de inanicién intelectual seguramente explica por qué la mayoria de
nosotros nos convertimos después en voraces lectores y prolificos escri-
tores). Semrad no queria que nuestras percepciones de la realidad queda-
ran oscurecidas por las pseudocertezas de los diagnésticos psiquiatricos.
Recuerdo haberle preguntado una vez: «Cémo lamaria a este paciente,
esquizofiénico 0 esquizoafectivo?», Hizo una pausa y, tocdndose la barbi-
Lia, como si estuviera reflexionando profundamente, me dijo: «Creo que le
lamaria Michael Mcintyre.
Semrad nos ensefié que la mayor parte del sufrimiento del ser humano
esta relacionado con el amor y la pérdida, y que el trabajo de los terapeutas
es ayudar a las personas a «reconocer, experimentar y soportar» la reali
dad de la vida, con todos sus placeres y sufrimientos. «La principal fuente
de sufrimiento son las mentiras que nos contamos a nosotros mismos»,
ecia, inviténdonos a ser honestos con nosotros mismos con cada faceta de
nuestra experiencia, Solia decir que la gente nunca puede mejorar sin saber
lo que ya sabe y sin sentir lo que ya siente.
Recuerdo mi sorpresa al escuchar a este distinguido y anciano profesor
de Harvard confesar lo confortado que se sentia al notar el trasero de su es-
posa contra é1 al acostarse por la noche. Revelandonos estas simples necesi-
dades humanas suyas, nos ayudé a reconocer lo bésicas que son en nuestra
vida. La incapacidad de satisfacerlas genera una existencia atrofiada, por
muy elevadas que sean nuestras ideas o grandes nuestros logros. La cura-
cidn, nos dijo, depende del conocimiento de la experiencia: solo podemos
estar totalmente al cargo de nuestra vida si somos capaces de reconocer la
realidad de nuestro cuerpo, en todas sus dimensiones viscerales,REVOLUCIONES EN EL CONOCIMIENTO DE LA MENTE Y DEL CEREBRO 29
Nuestra profesién, sin embargo, estaba yendo hacia otra direecién.
En 1968, el American Journal of Psychiatry habia publicado los resulta-
dos del estudio de la unidad en la que trabajé como aurxiliat, Demostra-
ban inequivocamente que los pacientes esquizofrénices a los que se habia
administrado solamente farmacos presentaban mejores resultados que
aquellos que habjan hablado tres veces por semana con los mejores tera-
peutas de Boston.’ Este estudio fue uno de los varios peldafios en una via
{que gradualmente cambiaba el modo en que la medicina y la psiquiatria
abordaban los problemas psicolégicos: de unas expresiones infinitamente
vatiables de sentimientos intolerables a un modelo de patologta cerebral
de discretos «trastornos».
El modo en que la medicina aborda el suftimiento humano siempre ha
sido determinado por la tecnologia disponible en un momento determina-
do, Antes de la llustracién, los comportamientos aberrantes se atribuian
1 Dios, al pecado, a la magia, a las brujas y a los espiritus diabélicos. No
fue hasta el siglo x1x cuando cientificos franceses y alemanes empezaron
a investigar el comportamiento como una adaptacién a las complejidades
del mundo. As{ emergié un nuevo paradigma: la ira, la lujuria, el orgu-
Ilo, la codicta, la avaricia y la pereza (asi como el resto de los problemas
que los seres humanos hemos intentado desde siempre manejat) pasaron.
a considerarse «trastornos» que podian resolverse con la administracién
de las sustancias quimicas adecuadas.* Muchos psiquiatras se sintieron
aliviados y encantados de convertirse en «cientificos de verdad», igual
que sus compafieros de la facultad de medicina que tenian laboratories,
experimentos con animales, unos equipos catos y pruebas diagndsticas
complicadas, dejando de lado las teorias vagas de fildsofos como Freud y
Jung, Un importante manual de psiquiatria llegé a decir: «La causa de la
enfermedad mental se considera actualmente una aberracién del cerebro,
tun desequilibrio quimico».*
Como mis compafieros, yo acepté con entusiasmo la revolucién far-
‘macolégica. En 1973, me converti en el primer residente jefe de psicofar-
‘macologia del MMHC. Puede que también fuera el primer psiquiatra de
Boston en administrar litio a un paciente manfaco depresivo. (Lei el traba-
jo de John Cade con litio en Australia y un comité del hospital me autori
26 a probatlo). Con el litio, una paciente que Hevaba treinta y cinco afios
con episodios maniacos cada mes de mayo y depresiva con ideas suicidas
cada mes de noviembre, dejé de sufrir estos ciclos y permanecié estable
durante los tres afios que estuvo bajo mi cuidado, También formé parte
del primer equipo de investigacién de Estados Unidos que probs el far-30 EL CUERPO LLEVA LA CUENTA
maco antipsicético Clozaril en pacientes crénicos que estaban aparcados
cen las unidades de la parte de atras de viejos manicomios.* Algunas de sus
respuestas eran milagrosas: gente que habia pasado gran parte de su vida
encerrada en sus propias realidades aterradoras era capaz de volver a su
familia y a su comunidad; pacientes atrapados en la oscuridad y en la des-
esperacién empezaban a responder ante la belleza del contacto humano y
los placeres del trabajo y del juego, Estos increibles resultados hicieron que
fuéramos optimistas y creyéramos que finalmente podriamos conquistar
Ja miseria humana,
Los férmacos antipsicéticos fueron importantes en la reduccién del
ndmero de personas que vivian en hospitales psiquidtricos en Estados
Unidos, que pasaron de mas de 500.000 en 1955 a menos de 100.000 en
1996/ Para la gente joven que no conocié el mundo antes de la llegada de
estos tratamientos, el cambio es casi inimaginable. Cuando estaba en el
primer curso de Medicina, visité el Kankakee State Hospital de Illinois y vi
cémo un corpulento auxiliar de una unidad duchaba a docenas de pacien-
tes sucios, desnudos e incoherentes en una sala de dfa sin amueblar llena
de canaletas para evacuar el agua. Este recuerdo ahora me parece mas una
pesadilla que algo que haya visto con mis propios ojos. Mi primer empleo
después de terminar mi residencia en 1974 fue como peniiltimo director
de una instituci6n antiguamente venerable, el Boston State Hospital, que
anteriormente habia acogido a miles de pacientes y se habia ampliado en
centenares de acres con docenas de edificios, incluyendo invernaderos,
jardines y talleres, la mayoria de los cuales ya en ruinas por entonces. Du-
rante mi estancia alli, los pacientes fueron disperséndose gradualmente
hacia la «comunidad», término que servia para denominar las casas de
acogida y residencias andnimas a las que la mayoria terminaba yendo.
(Irénicamente, el hospital empez6 llamandose asylum [manicomio}, una
palabra que significa también «santuarion, y que poco a poco fue adop:
tando una connotacién siniestra, En realidad, ofrecia una comunidad de
rrefugio en la que todo el mundo conocia el nombre y las idiosinerasias de
cada paciente). En 1979, poco después de que fuera a trabajar a la clinica
dela VA, las puertas del Boston State Hospital se cerraron para siempre, y
se convirtié en una ciudad fantasia.
Durante mi época en el Hospital Estatal de Boston, segui trabajando
en el laboratorio de psicofarmacologia del MMHC, que en aquella época
estaba orientando su investigaciGn en otra direccién. En los afios sesenta,
cientificos de los Institutos Nacionales de Salud empezaron a desarrollar
técnicas para aislar y medir las hormonas y los neurotransmisores en laREVOLUCIONES EN EL CONOCIMIENTO DE LA MENTE Y DEL CEREBRO 51
sangre y en el cerebro, Los neurotransmisores son mensajeros quimicos
{que transportan informacién entre las neuronas, permitiéndonos relacio-
narnos de un modo efectivo con el mundo.
‘Ahora que los cientificos estaban encontrando pruebas sobre la aso-
ciacién entre los niveles anémalos de norepinefrina y la depresién, y entre
los niveles andémalos de dopamina y la esquizofrenia, habia esperanza de
que pudiéramos desarrollar farmacos orientados a anomallas cerebrales
especificas, Esta esperanza nunca se cumplié por completo, pero nues-
tros esfuerzos por medir cémo los férmacos podian afectar a los sintomas
mentales provocaron otro cambio profundo en la profesién. La necesidad,
de los investigadores de disponer de un modo preciso y sistemético para
comunicar sus hallazgos dio como resultado el desarrollo de los llamados
Criterios diagnésticos para la investigacién, alos que contribui como mo-
desto ayudante de investigacién, A la larga, estos criterios se convirtieron.
en Ja base del primer sistema para diagnosticar problemas psiquidtricos
de manera sistemética, el Manual diagnéstico y estadistico de trastornos
mentales (DSM) de la Asociacién Americana de Psiquiatria, habitualmen-
te conocido como la «biblia de la psiquiatria». El prélogo del emblematico
DSM-III de 1980 era apropiadamente modesto y teconocia que ese siste-
ma de diagnéstico era impreciso, tan impreciso que no debfa usarse nunca
con fines forenses o para los seguros.* Como veremos, esta modestia re-
sulté trigicamente efimera,
SHOCK INELUDIBLE
Preocupado por tantas cuestiones que quedaban pendientes sobre el es-
trés traumiético, me intrigaba la idea de si el emergente campo dela neuro-
ciencia podria aportar respuestas, asf que empecé a asistir a las reuniones
del Colegio Americano de Neuropsicofarmacologia (ACNP). En 1984, el
ACNP ofrecié muchas conferencias interesantes sobre el desarrollo far-
macolégico. Unas horas antes de tomar mi vuelo de regreso a Boston, es-
‘cuché la presentacién de Steven Maier de la Universidad de Colorado, que
habia colaborado con Martin Seligman de la Universidad de Pennsylvania.
El tema era la impotencia aprendida en animales. Maier y Seligman habjan
administrado repetidamente dolorosas descargas eléctricas a perros ence-
rrados en jaulas, Lo lamaban «descargas eléctricas ineludibles».? Como
amante de los perros que soy, enseguida supe que yo nunca habria podido
realizar ese estudio, pero sentia curiosidad sobre cémo habria afectado
quella crueldad a los animales,52. EL CUERPO LLEVA LA CUENTA
Después de administrar varios ciclos de descargas eléctricas, los in-
vestigadores abrian las puertas de las jaulas y luego volvian a aplicar des-
cargas a los perros. El grupo de perros control que no las hiabian recibide
inmediatamente salian corriendo, pero los que habian sido sometidos alas,
descargas sin poder escapar no hicieron ninggin intento por salir, aunque
Ja puerta estuviera bien abierta; simplemente permanecian alli, gimiendo
y defecando, La mera oportur
traumatizados, o las personas traumatizadas, tomen necesariamente el
‘camino hacia la libertad. Como los perros de Maier y Seligman, muchas
personas traumatizadas simplemente se rinden. En lugar de experimentar
el riesgo con nuevas opciones, permanecen bloqueadas en el miedo que
ya conocen.
El relato de Maier me impresion6. Lo que habian hecho a esos pobres
perros era exactamente lo que habia sucedido a mis pacientes humanos
traumatizados. Ellos también habfan sido expuestos a alguien (0 a algo)
‘que les infligié un dotor terrible, un dolor det que no tenian forma de esca-
par. Hice un répido repaso mental a los pacientes que habfa tratado. Casi
todos habfan estado atrapados o inmovilizados de un modo u otto, inca-
id de escapar no hace que los animales
paces de actuar pata evitar lo inevitable. Su respuesta de luchar 0 escapar
habia quedado desbaratada, y el resultado era una agitacién o un colapso
extremos.
Maier y Seligman también descubrieron que los perros traumatizados
secretaban mayores cantidades de hormonas del estrés de lo normal. Ello
confirmaba lo que estbamos empezando a saber sobre la base biolégica
del estrés traumatico. Un grupo de jévenes investigadores, entre los cuales
se encontraban Steve Southwick y John Krystal ~de Yale-, Arieh Shalev
~de la Hadassah Medical School de Jerusalem-, Frank Putnam ~del Na
tional Institute of Mental Health (NIMH)~ y Roger Pitman —posterior-
mente de Harvard-, estaban descubriendo también que las personas trau-
matizadas segufan secretando grandes cantidades de hormonas del estrés
mucho tiempo después del peligro real, y Rachel Yehuda del Mount Sinai
de Nueva York~ nos confronté con hallazgos aparentemente paraddjicos,
en el sentido de que los niveles de cortisol de las hormonas del estrés son
bajos en el TEPT. Sus hallazgos solo empezaron a tener sentido cuando
su investigacién aclaré que el cortisol pone fin ala respuesta de estrés en-
viando una sefial de seguridad y que, en el TEPT, las hormonas del estrés
del cuerpo en realidad no yuelven al nivel basal una vez que la amenaza
ha finalizado.REVOLUCIONES EN EL CONOCIMIENTO DE LA MENTE Y DEL CEREBRO 35
Idealmente, nuestro sistema de hormonas del estrés deberia propor-
‘ionar una respuesta sumamente répida ala amenaza, y luego devolvernos
inmediatamente a una situacibn de equilibrio. En los pacientes con TEPT,
sin embargo, el sistema de las hormonas del estrés no puede realizar este
‘equilibrado. Las seftales de lucha, huida o paralizacién siguen una vez ha
pasado el peligro y, como en el caso de los perros, no yuelven ala situacion
normal. En lugar de eso, la secrecién continuada de hormonas del estrés,
se expresa en forma de agitacién y pénico y, a largo plazo, causa estragos:
cen a salud.
Perdi el avidn ese dia porque tenia que hablar con Steve Meier. Su taller
ofrecta pistas no solo sobre los problemas subyacentes de mis pacientes,
sino también potenciales claves para su resolucién. Por ejemplo, él y Se-
ligman descubrieron que el tinico modo de tratar a los perros traumatiza
dos para que salieran de los barrotes eléctricos cuando las puertas estaban
abiertas era atrastréndolos repetidamente de las jaulas para que pudieran
experimentar fisicamente cémo salir. Me preguntaba si también podria-
mos ayudar a mis pacientes con respecto a su creencia fundamental de que
no podfan hacer nada para defenderse, ;Acaso mis pacientes también ne-
cesitaban tener experiencias fisfcas para recuperar una sensacién visceral
de control? Qué pasaria si se les pudiera ensefiar a moverse fisicamente
para escapar de una situacién potencialmente amenazante similar al trau-
‘ma en el que habjan quedado atrapados y paralizados? Como describiré en
la patte 5 sobre tratamiento de este libro, esta fue una de las conclusiones
alas que egué ala larga
Otros estudios con animales realizados con ratones, ratas, gatos, mo-
nos y elefantes arrojaron més datos intrigantes."° Por ejemplo, cuando los
investigadores emitfan un sonido alto ¢ intrusivo, los ratones que se ha-
‘ian criado en un nido célido con mucha comida corrian inmediatamente
hacia su casa, Pero otro grupo, criado en un nido ruidoso con poco sumi-
nistro de comida, también volvia a casa, incluso después de pasar cierto
tiempo en entornos més agradables."
Los animales asustados vuelven a casa, independientemente de si el
hogar es un lugar seguro o aterrador. Pensé en mis pacientes con familias
abusadoras que volvian una y otra vez.para volver a sufrir dolor. La gente
traumatizada est condenada a buscar refugio en lo que le es familiar? En
caso afirmativo, ;por qué? Y jes posible ayudarles a apegarse a lugares y
actividades seguras y placenteras?”™
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