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Guerra de La Triple Alianza - Ensayo

La guerra de la Triple Alianza (1864-1870) enfrentó a la Triple Alianza (Brasil, Argentina y Uruguay) contra Paraguay. Comenzó cuando el presidente paraguayo Francisco Solano López envió tropas para ayudar al Partido Blanco en Uruguay, lo que llevó a Brasil a invadir Uruguay. López declaró la guerra a Brasil, invadiendo el estado brasileño de Mato Grosso. Más tarde, cuando tropas paraguayas ocuparon la ciudad argentina de Corrientes, Argentina se unió a la gu

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Guerra de La Triple Alianza - Ensayo

La guerra de la Triple Alianza (1864-1870) enfrentó a la Triple Alianza (Brasil, Argentina y Uruguay) contra Paraguay. Comenzó cuando el presidente paraguayo Francisco Solano López envió tropas para ayudar al Partido Blanco en Uruguay, lo que llevó a Brasil a invadir Uruguay. López declaró la guerra a Brasil, invadiendo el estado brasileño de Mato Grosso. Más tarde, cuando tropas paraguayas ocuparon la ciudad argentina de Corrientes, Argentina se unió a la gu

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Guerra de la Triple Alianza

La guerra de la Triple Alianza o guerra del Paraguay, llamada por los paraguayos guerra Grande, guerra contra
la Triple Alianza o guerra Guasú, y por los brasileños guerra do Paraguai, fue el conflicto militar en el cual la
Triple Alianza ―una coalición formada por el Imperio del Brasil, Uruguay y8 Argentina9― luchó militarmente
contra Paraguay entre 1864 y 1870.10

Existen varias teorías respecto de los detonantes de la guerra. En esencia, el revisionismo argentino y la visión
tradicional paraguaya 11 atribuyen un papel preponderante a los intereses del Imperio británico.1213La
historiografía liberal clásica pone el acento en la agresiva política del mariscal Francisco Solano López respecto
de los asuntos rioplatenses.14

El conflicto se desencadenó a fines de 1864, cuando el mariscal Solano López, presidente paraguayo, decidió
acudir en ayuda del gobierno ejercido por el Partido Blanco del Uruguay, concretamente para auxiliar en la
defensa de Paysandú, en guerra civil contra el Partido Colorado, apoyado este militarmente por el Brasil. López
advirtió a los gobiernos de Brasil y la Argentina que consideraría cualquier agresión al Uruguay «como
atentatorio del equilibrio de los Estados del Plata», pero tropas brasileñas invadieron territorio uruguayo en
octubre de 1864.

El 12 de noviembre de 1864, en represalia por la invasión brasileña a Uruguay, el gobierno paraguayo se


apoderó de un buque mercante brasileño y del gobernador de la provincia brasileña de Mato Grosso, dando
inicio a la Guerra y declarándola al día siguiente. La primera etapa consistió en la invasión del Mato Grosso, en
diciembre de 1864, durante la cual fuerzas paraguayas ocuparon y saquearon gran parte de esa provincia.

Sin haber recibido todavía ayuda externa, y atacado por las tropas de Venancio Flores, los invasores brasileños,
la escuadra imperial y un importante apoyo logístico del gobierno argentino,15 el gobierno uruguayo se vio
obligado a rendirse.

Solano López solicitó autorización al presidente argentino Bartolomé Mitre para atravesar territorio argentino
rumbo al Uruguay con sus tropas, pero la solicitud fue rechazada por Mitre. De haber permitido que tropas
beligerantes atravesaran por su territorio hubiese constituido un abandono de la posición hasta entonces
públicamente neutral de la Argentina; por otro lado, el gobierno argentino simpatizaba con el Partido Colorado
del Uruguay. En respuesta, tropas paraguayas ocuparon la ciudad argentina de Corrientes en abril de 1865,
forzando a la Argentina a entrar en la guerra, aliada con Brasil y el nuevo gobierno uruguayo. A partir de ese
momento ya puede hablarse de «Guerra de la Triple Alianza».

Fuera de Buenos Aires y Rosario (donde la prensa hacía fuerte propaganda política a favor de Brasil), la entrada
argentina en el conflicto fue impopular, hasta el punto de que gran parte de las tropas enviadas lo fueron
forzadamente.16

La guerra terminó en 1870 con una derrota de Paraguay, que conllevó también un desastre demográfico en el
país: según las distintas fuentes, perdió entre el 50 % y el 85 % de su población y quizá más del 90 % de su
población masculina adulta.17 Con casi medio millón de muertos, es la guerra más mortífera en la historia de
Sudamérica.

Paraguay perdió gran parte de los territorios que tenía todavía en disputa diplomática con Brasil y fue condenado
a pagar una abultada indemnización de guerra, si bien el pago se fue atrasando a través de diferentes gobiernos
de posguerra y no se llegó a efectuar en su totalidad. A partir del siglo xx la historiografía oficial de cada país ha
ido revisando los hechos de la Guerra, y actualmente es considerada como una "guerra de exterminio" del
pueblo paraguayo, y como un genocidio del mismo.

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Antecedentes
Conflictos limítrofes del Paraguay
Al inicio de la colonización española en América del Sur, la gobernación del Paraguay tenía directa salida al
océano Atlántico a través de los territorios de La Guayrá o La Pinería y de Ybiazá o La Vera, esto es, territorios
que corresponden actualmente a los estados brasileños de Paraná y Santa Catarina. Pero la instalación de los
portugueses en el Brasil inició conflictos entre ambos territorios, que fueron gradualmente en aumento, incluso
durante el período de unión dinástica aeque principaliter de Portugal con los demás reinos españoles (1580-
1640).21

Conflictos territoriales hacia 1864 en la región del río de la Plata.


Las expediciones esclavistas de bandeirantes y mamelucos lusobrasileños arrasaron con sus malocas ―al
abrigo de la pasividad de las autoridades españolas, que en algunos casos eran socias de los portugueses― las
zonas de Guayrá y La Vera, alcanzando también el curso alto del río Paraguay. Así fueron destruidas las
ciudades de Ontiveros, Villa Rica del Espíritu Santo, Ciudad Real del Guayrá y Santiago de Jerez, y las
reducciones jesuíticas de San Ignacio Miní I, Nuestra Señora de Loreto del Pirapó, Santa María del Iguazú y las
de Itatín en el valle del río Mboteteý ―llamado actualmente Miranda por los brasileños―.22

Tras el final de las malocas, a mediados del siglo xvii, las fronteras siguieron indefinidas hasta el Tratado de
Madrid, firmado por ambas coronas en 1750. No obstante, los nombres utilizados por el tratado no
correspondían a accidentes geográficos definidos, de modo que las autoridades coloniales portuguesas y
españolas continuaban teniendo conflictos de límites. En el caso del Paraguay, sería de la mayor importancia la
discusión sobre cuál era el río Igurey mencionado por los artículos V y VI de ese tratado. La opinión española
―y luego la paraguaya― consideraba que el río Ygurey era el que los brasileños llaman Vacaria en su curso
superior e Ivinhema en su curso inferior; por el contrario, los brasileños llamaban y llaman Ygureý o Igureí al
pequeño río que corre mucho más al sur, y que los hispanos llaman río Carapá.23

Al producirse en 1811 la independencia de la República del Paraguay, el nuevo país consideraba como sus
límites con el Brasil, por el noroeste, al río Igureý ―el actual Ivinhema― y por el noreste al río Mboteteý24
(también llamado en la cartografía de la época Corrientes o Mondego).25En cuanto a los límites paraguayo-
brasileños en el Chaco Boreal, Paraguay reivindicaba la frontera del río Yaurú.23

Tras la Revolución de mayo de 1811 que inició la independencia del Paraguay, volvieron a producirse
incursiones brasileñas hacia el nuevo estado, con la excusa de defender la soberanía española sobre ese
territorio. Sin embargo, durante el gobierno de José Gaspar Rodríguez de Francia el Paraguay pudo
considerarse aliado del Brasil por dos razones: por un lado, se habían abierto dos zonas francas para comerciar
con el Brasil, en Itapúa y en Fuerte Olimpo; por el otro, la negativa del gobernador Juan Manuel de Rosas a
reconocer la independencia paraguaya y su derecho a comerciar a través del río Paraná llevó a una alianza
tácita entre las dos naciones. Tras el derrocamiento de Rosas en 1852, se reiniciaron los conflictos entre el
Paraguay y el Imperio del Brasil, mientras el gobierno imperial acentuaba la presión para que la república
paraguaya aceptara los límites pretendidos por el estado brasileño,22 principalmente la cesión de las áreas de
yerbales de Tacurupyta, ubicadas entre el Igurey/Ivinhema y Punta Porá.

En una actitud de intención conciliatoria con el Brasil, el Paraguay redujo sus pretensiones en el Chaco al
llamado río Negro, que afluye desde el noroeste al río Paraguay al norte de la Bahía Negra. Por el noroeste del
Paraguay Occidental, retrajo sus reivindicaciones hasta el río Blanco (o Tenerý)26 que desemboca en el río
Paraguay casi frente al Fuerte Olimpo. No obstante, el Imperio se negó a ceder en nada sus pretensiones.27

Ya en 1850 se había producido un conflicto por la fundación del fuerte de Fecho dos Morros al sur del Fuerte de
Coímbra y prácticamente donde se encuentra la actual localidad brasileña de Porto Murtinho en la zona
entonces reivindicada por ambos países, episodio que terminó con la expulsión de los brasileños por la fuerza.
Otro fuerte fundado por el Imperio en las Salinas, al norte de Fuerte Olimpo, también fue evacuado ante un
contraataque paraguayo en 1855.28

Un efímero intento de conciliación fue la declaración de una zona neutral, cuya delimitación debía hacerse por
vías pacíficas. Empero, hacia inicios de los años 1860 las incursiones brasileñas volvieron a incrementarse y el

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pacto fue violado por Brasil al fundar la Colonia militar de Dourados al sur del río Ygurey/Ivinhema. Una
exigencia de las fuerzas militares paraguayas para que estos establecimientos fueran evacuados fue protestada
a su vez por el gobierno imperial, con la excusa de que no había sido antecedida por una reclamación
diplomática. El estado paraguayo presentó entonces una enérgica protesta, pero trató de evitar una reacción
bélica.28

La política exterior e interior del Paraguay


En el período inmediatamente posterior a la independencia de América, Paraguay fue gobernado por un duro
régimen dictatorial de veintiséis años encabezado por Gaspar Rodríguez de Francia, intelectual paraguayo,
considerado como una de las personas más ilustradas de América del Sur, pero a su vez conocido por su
despotismo y tiranía.29

A la muerte de Rodríguez de Francia, le sucedió su sobrino Carlos Antonio López, quien gozó de la suma del
poder público al igual que su antecesor; pero ―a diferencia de este― dictó una política económica
modernizadora guiada por conceptos mercantilistas, rompiendo décadas de aislacionismo y fomentando el
desarrollo de Paraguay. Las fronteras con sus vecinos fueron reabiertas y las relaciones internacionales se
desarrollaron con rapidez.30Paraguay exportaba sus productos distintivos, tales como el tabaco guaraní y la
yerba mate con destino a la Argentina y el Uruguay, y maderas valiosas que viajaban hacia Europa.12 El estado
paraguayo instaló en Asunción una línea ferroviaria,3132 un arsenal y astilleros desde donde botó siete barcos
de vapor entre 1856 y 1870. En la ciudad de Ybycuí, construyó la primera fundición de hierro de Sudamérica. En
1864, inauguraría uno de los primeros telégrafos de la región.33El británico Richard Francis Burton alabaría el
sistema educativo paraguayo diciendo que «estaba en enorme contraste con el británico, pues la educación
obligatoria gratuita para todos los jóvenes paraguayos era muy diferente a lo que ocurría con los casi 2 millones
de jóvenes británicos sin acceso a las escuelas o colegios».34

Un pequeño rancho con campesinos en Paraguay al inicio de la guerra. Grabado en madera, inglés, 1865.

El grado de desarrollo alcanzado por el Paraguay antes de la guerra es fuente de controversia: el revisionismo
en Argentina y Paraguay le atribuye logros que otros autores cuestionan. Por ejemplo, en la serie de televisión

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documental argentina Algo habrán hecho por la historia argentina, creada por el historiador Felipe Pigna, se dice
que la línea ferroviaria paraguaya fue la primera de Sudamérica, lo mismo que su telégrafo, y que el Yporá ―el
primero de los vapores producidos en los astilleros de Asunción― fue el primero con casco de acero construido
en el continente. También se dice, en el documental, que el Paraguay era un país sin desempleados ni deuda
externa, que la educación era obligatoria y gratuita con 25 000 niños en las escuelas, y que las industrias
textiles, siderúrgicas, del papel, tinta, loza, pólvora y de la construcción empezaban a dar sus primeros pasos,
favorecidas por las políticas proteccionistas implantadas. Además, se presenta positivamente que el Estado
poseyera grandes terrenos, llamados Estancias de la Patria, que arrendaba a los campesinos para que
cultivaran.
Sin embargo, diversas fuentes dan cuenta de que ferrocarriles en Guyana, Brasil, Perú y Chile anteceden al del
Paraguay, que antes que en el Paraguay hubo al menos una línea telegráfica en Brasil, y que los vapores
botados en Asunción eran de casco de madera, no de hierro3940 ni mucho menos de acero, material con el que
la industria naviera europea apenas comenzaba a experimentar. En cuanto a la economía, es difícil de
comprobar que no hubiera desocupación, dada la falta de encuestas a hogares o similares. La supuesta
inexistencia de deuda externa contradice a Pastore,41 quien también argumenta que no habría evidencia
empírica para sostener la hipótesis de una industrialización, mientras que encuentra signos de agotamiento del
modelo mercantilista durante los años previos a la guerra.3942Otros autores hacen referencia a trabajos
forzados y la existencia de esclavos en las llamadas Estancias de la Patria.4344También se argumenta que la
inversión estatal y el progreso material resultante no estaban dirigidos hacia el desarrollo socioeconómico sino
hacia el incremento del poder bélico3945 y el enriquecimiento de la familia López.46
Esta controversia es fuente de desacuerdos sobre algunos causantes de la guerra. Los autores revisionistas
frecuentemente argumentan que los éxitos de la política interna paraguaya causaron recelo y fueron vistos como
«malos ejemplos» que poderes extranjeros quisieron suprimir, mientras que otros autores indican que las
limitaciones del modelo ―en particular la continuidad de la autocracia― provocaron presiones internas en pos
de una organización constitucional, ante las que el dictador que sucedió a Carlos Antonio López habría intentado
una «huida hacia adelante» mediante una política exterior agresiva.4748Los críticos de la hipótesis del «mal
ejemplo» suelen argumentar, además, que muchos éxitos que se veían en el Paraguay al compararlo con sus
vecinos podían ser explicados por la ausencia de las guerras externas e internas que asolaron a estos.
El nacionalismo paraguayo clásico en las obras de varios autores representados por Juan E. O'Leary y Manuel
Domínguez presenta una versión más sosegada del asunto. Indican según sus estudios que el pueblo
paraguayo seguía voluntariamente a sus líderes, no se consideraba a sí mismo «tiranizado» y que el desarrollo
económico del país que era sustentado (coincidiendo con la versión revisionista argentina por las exportaciones
de ciertos productos naturales de alto precio en Europa, como yerba o maderas), si bien no tenía nada que
envidiar en avances tecnológicos a naciones de otras latitudes, se destacaba más por la autarquía y la
autosuficiencia en alimentos y materias primas que caracterizaba a la economía paraguaya y la diferenciaba de
la del resto del continente.4950
Carlos Antonio López redactó un pliego constitucional con el cual designaba a su hijo, el brigadier Francisco
Solano López, presidente provisorio, siendo obligatoria la convocatoria de una Asamblea Constituyente para la
formación de un nuevo gabinete. Tras la muerte del presidente, ocurrida el 10 de septiembre de 1862, el
Congreso se reunió para elegir al sucesor; el 16 de octubre del mismo año, designó a Francisco Solano López
Presidente de la República del Paraguay por unanimidad.
Hasta 1864, el estado paraguayo intentó solamente incrementar su poderío militar y su influencia en el Cono
Sur, lo cual sería a su vez uno de los motivos de fricción con el gobierno de Buenos Aires. Incluso antes del
fallecimiento de Carlos Antonio López, el gobierno paraguayo ya creía estar al borde de un conflicto, y entre
febrero y abril de 1862 se inició el reclutamiento de toda la población masculina entre los 17 y los 40 años.51 No
obstante, el presidente aconsejó a su hijo y heredero, en su lecho de muerte:30
Hay muchas cuestiones pendientes a ventilarse, pero no trate de resolverlas por la espada, sino con la pluma,
principalmente con el Brasil.
La diplomacia británica
La historiografía revisionista en la Argentina y la mayor parte del Paraguay suele adjudicarle la responsabilidad
de la guerra a las ambiciones imperialistas o mercantiles del Reino Unido. No obstante, el revisionismo moderno
pone en duda la exactitud de esa afirmación.
En efecto, si bien el comercio y las finanzas británicas se vieron beneficiadas con la guerra, el Reino Unido se
oponía por principio a la misma, ya que la visión generalizada era que toda guerra perjudica el comercio
internacional, además de ser Paraguay un excelente cliente de industrias completas, para las cuales contrató
más de 200 ingenieros y técnicos británicos que estuvieron en el país hasta casi el final de la guerra.
No obstante, está claro que desde el principio el ministro británico en Buenos Aires, Edward Thornton, apoyó la
Triple Alianza. Estuvo presente en la firma del Tratado de las Puntas del Rosario del 18 de junio de 1864, por la
cual el Brasil y la Argentina se aliaron a Venancio Flores contra el gobierno legal uruguayo. De regreso del

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Uruguay, se entrevistó con el presidente argentino Mitre, para convencerlo de firmar sin protesta la alianza. Años
más tarde, en una carta que ha sido publicada, el ministro brasileño José António Saraiva declararía que
[La Triple Alianza] no surgió después de la «agresión» paraguaya a la Argentina en abril del 65, sino en las
Puntas del Rosario en junio del 64… dichas alianzas empezaron el día en que [el ministro argentino y el
brasileño] conferenciaron con Flores en las Puntas del Rosario y no el día en que Octaviano y yo, como
ministros del Estado, firmamos el pacto.
El escritor y ministro argentino en Río de Janeiro durante la contienda, José Mármol, afirmó en una famosa
polémica en 1869 (lo que refuerza la confesión de José António Saraiva:
La Alianza con Brasil no proviene de abril del 65, luego del ataque paraguayo a Corrientes, sino de mayo y junio
del 64. Ambos gobiernos, argentino y brasileño, se aliaron en propósitos y medios desde ese momento infausto
y bajo las inspiraciones de una política criminal y cobarde. Ese es el verdadero momento histórico de la alianza.
José Mármol, en el artículo «Mármol, un tercero en escena» en el diario La Tribuna (de Buenos Aires), 14 de
diciembre de 1869.
El ministro embajador francés en Montevideo, Martin Maillefer, además de afirmar que el británico Edward
Thornton se encontraba en el centro de la intriga, daba por hecho una alianza contra el Paraguay por parte de
Buenos Aires y el Brasil e hizo llegar a su Canciller en París:
Además del interés permanente del Brasil en dividir, debilitar y dominar a la República del Uruguay, el punto de
partida de esta alianza ha sido el Paraguay, su íntimo enemigo, sus armamentos y la eterna cuestión de
límites… Brasil puede jactarse de reducir a Don Solano López a aceptar los límites en litigio; el gobierno
argentino otro tanto y así, Montevideo es solo una primera etapa para llegar a la Asunción.
Poco tiempo después, el mismo Maillefer comunicaba a París las informaciones que obtenía in situ:
Paraguay, actualmente la tabla de salvación del Partido Blanco, es el principal objeto de la alianza porteño-
brasileña y el árbitro de la situación...".
Martin Maillefer al Canciller Drouyn de Lhuys, carta fechada en Montevideo el 13 de agosto de 1864.
Sin embargo, a juzgar por los acontecimientos, no parecía existir una alianza firme. En diciembre de 1864 el
agente confidencial paraguayo en Buenos Aires, Félix Egusquiza, informaba a José Berges, ministro de
Relaciones Exteriores de Paraguay, que no había ninguna alianza firme entre el Brasil y la Argentina. Berges le
contestó en una carta fechada el 23 de diciembre de 1864:54
«Yo había creído que ya existía una alianza entre el Brasil y la República Argentina, pero V. en su estimada que
contesto me hace esperar lo contrario. Lo mismo me aseguran otros corresponsales del Río de la Plata.»
José Berges, ministro de Relaciones Exteriores de la República del Paraguay. Carta dirigida al agente
paraguayo en Buenos Aires, Felix Egusquiza, disponible en el Archivo Nacional de Asunción, sección Archivo
Histórico de la República del Paraguay, volumen 3311.
Según las corrientes revisionistas, el ejemplo de autonomía económica e ideológica del Paraguay era
considerado nefasto por los británicos, quienes habrían fijado su atención en el Paraguay como productor de
algodón para su industria textil. Esta industria atravesaba problemas de abastecimiento, debido a que la guerra
de Secesión en Estados Unidos causaba una interrupción casi completa de las exportaciones de algodón desde
ese país, de modo que los británicos buscaban por todo el mundo países capaces de producir algodón. A eso se
debió una etapa particularmente agresiva de conquista de la India en esos años. El revisionismo a veces
presenta al Reino Unido en crisis a raíz de este problema, y al Paraguay como un gran productor de algodón
autoexcluido del sistema de librecambio auspiciado por este. El escritor, explorador y cónsul británico Richard
Francis Burton sin embargo en sus Letters From the Battlefields of Paraguay admite que su misión era la de
"abrir las puertas de la Missisippi del Sur" refiriéndose a Paraguay.
Sin embargo, López impulsó la industria algodonera paraguaya recién a partir de 1862. En 1865 su producción
era promisoria, pero de apenas unas decenas de miles de fardos, cuando el Reino Unido y Francia importaban
millones de fardos al año. Nada indicaba que la creciente producción paraguaya no estuviera dirigida a los
mercados mundiales, para lo cual las tasas impositivas para la exportación eran bajas; en cambio, las de
importación eran altas, salvo para herramientas de agricultura.
Por otro lado, el problema de abastecimiento en el Reino Unido fue mejorado mediante un incremento de la
producción en la India y Egipto, y por el consumo de existencias en los almacenes europeos, que eran
abundantes al comenzar la guerra civil estadounidense. Gracias a estas fuentes alternativas y a la diversidad de
la economía británica, la reducción del suministro estadounidense no provocó consecuencias graves en el Reino
Unido, país que prosperó durante esos años.

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Otro factor que frecuentemente se menciona es que el Reino Unido obtuvo un enorme beneficio económico de la
contienda: a la provisión de la mayor parte del armamento, municiones y embarcaciones utilizado por los
aliados, se sumaron grandes empréstitos a las tres naciones aliadas y al mismo Paraguay después de la guerra.
En efecto, entre 1863 y 1865, los bancos británicos prestaron al Imperio del Brasil más de diez millones de libras
esterlinas y a la Argentina un total de 3,5 millones de libras.28
Pero, independientemente de los beneficios obtenidos por sus comerciantes y financistas, el Reino Unido no
azuzó la Guerra de la Triple Alianza.47 Aparte de Thornton, ningún otro diplomático tuvo actuación en el
comienzo de la misma, y este fue desautorizado más tarde. El 2 de marzo de 1866, el Foreign Office decidió
presionar para que la guerra terminara cuanto antes, publicando el Tratado de la Triple Alianza, que había
permanecido secreto; la maniobra fracasó por la resistencia personal del Emperador Pedro II de Brasil.28

La situación en Uruguay
Artículo principal: Invasión brasileña de 1864
Pese a las diferencias políticas con sus vecinos, la situación se mantuvo estable hasta 1863, cuando el Imperio
del Brasil facilitó la revolución del general Venancio Flores contra el legítimo presidente de Uruguay, Bernardo
Prudencio Berro, y sus inmediatos sucesores.59En efecto, bajo pretexto de abigeato, a inicios de 1864 el
Imperio de Brasil conminó al presidente uruguayo Atanasio Cruz Aguirre (del partido nacional uruguayo) a que
efectuara resarcimientos al Brasil. El gobierno uruguayo respondió que, durante una guerra civil, no se podía
garantizar la seguridad de las propiedades de nadie, ni de brasileños ni de uruguayos; y menos aún, cuando
muchos de los propietarios brasileños del norte del Uruguay habían tomado las armas a favor de la
revolución.6061Ante esto, en abril de 1864 Francisco Solano López se ofreció como mediador, oferta que fue
despreciada por el estado brasileño. En el mes de agosto, el presidente Aguirre solicitó formalmente al Paraguay
una intervención a favor del gobierno legal del Uruguay, a lo que López respondió con declaraciones
altisonantes, pero sin definición alguna al respecto.62El 4 de agosto de 1864, el ministro brasileño José António
Saraiva envió un ultimátum al gobierno uruguayo de Atanasio Aguirre, amenazando con represalias por
desatender las demandas planteadas anteriormente por el Brasil. El ultimátum fue rechazado.63
Carneiro de Campos, prisionero de López.
Por este motivo, el 30 de agosto de 1864 el gobierno paraguayo realizó una vigorosa protesta ―conocida como
Protesta del 30 de agosto― ante el ministro residente en Asunción, Cesar Sauvan Vianna de Lima, en donde
afirmaba que el Brasil había actuado en contra de lo establecido en el Tratado del 25 de diciembre de 1850, y
que consideraría "casus belli" la ocupación militar del Uruguay; mencionando también que dicha acción atentaría
contra el equilibrio de los estados de la cuenca del Río de la Plata.64

El 12 de octubre, el general brasileño José Luis Mena Barreto, con 12 000 hombres, inició la invasión brasileña
al Uruguay, y dos días más tarde se apoderó de la ciudad de Melo.65

Luego, entre el 9 y 10 de noviembre, López recibió la noticia de la efectiva ocupación militar del Uruguay y
ordenó el 11 de noviembre de 1864 la captura del Marquês de Olinda, buque mercante brasileño que hacía
regularmente el servicio de cargas y pasajeros entre Brasil y Corumbá. Al día siguiente el vapor paraguayo
Tacuarí apresó al navío brasileño, que subía por el río Paraguay, luego de abastecerse en Asunción, llevando a
bordo al coronel Frederico Carneiro de Campos, recientemente nombrado presidente de la provincia del Mato
Grosso,64 quien fue hecho prisionero hasta el final de la guerra junto a los oficiales que iban en el barco; la
marinería fue deportada a Buenos Aires. El 14 de noviembre, López rompió relaciones con el Brasil.66

Soldado de caballería del regimiento de Dragones Aca Verá


Las fuerzas de tierra incorporadas al ejército del Paraguay fueron en constante aumento: Carlos Antonio López
había dejado movilizados alrededor de 7000 soldados, pero en mayo de 1864, el cónsul brasileño en Asunción
informaba que el ejército paraguayo contaba con 16 680 hombres, más 7000 u 8000 reservistas.

El gobierno paraguayo, por otro lado, informó al Congreso que disponía de 64 000 hombres en armas, cifra que
seguramente incluía reclutas en adiestramiento y milicianos no incorporados al ejército.80

El ingeniero militar británico al servicio de Paraguay teniente coronel Jorge Thompson afirmaba que antes de la
movilización general de 1864 el ejército paraguayo contaba con 28 000 veteranos. A comienzos de ese año
López empezó a prepararse activamente para la guerra y reclutó a hombres entre 16 y 50 años de edad que
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entrenó desde marzo en los campamentos de Cerro León (30 000), Encarnación (17 000), Humaitá (10 000),
Asunción (4000) y Concepción (3000). Esos 64 000 combatientes (a los que debían sumarse 6000 que murieron
en ese período) estaban entrenados para agosto.81

Al momento del ingreso de Argentina a la contienda, Paraguay contaba con 80 000 hombres en armas, un tercio
de caballería. Los mejores soldados se destinaban a esa arma y a la artillería.

La caballería regular se dividía en regimientos compuestos de cuatro escuadrones de 100 hombres. Cada
regimiento debía ser teóricamente comandado por un coronel, auxiliado por un teniente coronel y dos sargentos
mayores, pero en los hechos en ocasiones eran mandados incluso por tenientes y raras veces por oficiales de
graduación mayor a la de capitán. Utilizaban sable, lanzas de tres yardas de longitud y carabinas de chispa.
Existían también un cuerpo de caballería de escolta presidencial de 250 hombres armados con carabinas
rayadas de retrocarga sistema Turner, y un regimiento de Dragones de la Escolta armado de carabinas rayadas,
pero no se comprometieron en combate hasta los últimos momentos de la guerra.5
Oficiales y soldados paraguayos.
La infantería se organizaba en batallones de seis compañías de 100 hombres, una de granaderos y una de
dragones. Sin embargo, al comienzo del conflicto los batallones contaban con entre 800 y 1000 hombres, con
más de seis compañías y más de 120 hombres en cada una. Tres de los batallones contaban con fusiles Witton,
otras tantas con fusiles de percusión y el resto con viejos fusiles de chispa Tower.
Solo el batallón 6 contaba con machetes, los capturados en los vapores argentinos frente a Corrientes, y
devendría en batallón de infantería de marina.5
La artillería paraguaya contaba con entre 300 y 400 piezas de hierro, de todo tamaño y condición. El arma se
dividía en artillería ligera o volante y de plaza. Sumaba tres regimientos de artillería volante de cuatro baterías de
seis cañones cada una del calibre del 2 al 32 y otra batería de cañones rayados de acero de a 12,5 los únicos
que podían perforar las protecciones de los buques acorazados.82La artillería de plaza era lisa y contaba con 24
piezas de a 8, 2 de 56 y otras 100 de calibres 24 y 32 (solo en Humaitá se concentraban 18 de a 8, los 2 de 56 y
otras 70 piezas).
En lo que respecta al transporte, no existían convoyes especiales de organización centralizada, simplemente se
entregaba a cada comandante las carretas y bueyes que pedía.5
Hasta 1864 el sueldo nominal del soldado era de siete patacones al mes pagaderos cada dos, un tercio en
metálico, otro en papel moneda y el restante en efectos. Iniciada la guerra el ejército dejó de percibir salario y
solo hubo dos recompensas de un mes de sueldo.81 Se sufría una severa escasez de uniformes y ropa de
invierno; gran parte de los soldados luchaban descalzos.
El ataque a la Argentina en Corrientes llevó a ese gobierno a detener una remesa de armas hacia el Paraguay, y
el posterior bloqueo del Río de la Plata por parte de la escuadra brasileña impidió la llegada al Paraguay de gran
cantidad de armamento de superior calidad que ya había sido comprado en Europa.83No obstante, la campaña
al Matto Grosso proveyó a Paraguay de gran cantidad de armas, municiones y pólvora, al punto de que «se
surtió en aquellos depósitos brasileros de casi todo cuanto ha consumido en esta guerra».84
La única ventaja en armamento que tenían los paraguayos era la fundición de Ybycuí ―posteriormente
trasladada a Caacupé― en la que podían fabricar algunos miles de armas blancas y de fuego.

Bibliografía: https://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_de_la_Triple_Alianza

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