Assiac - Los Deleites Del Ajedrez (1974)
Assiac - Los Deleites Del Ajedrez (1974)
Editorial
RICARDO AGUILERA
MADRID
19 7 4
© 1974, Editorial RICARDO AGUILERA
(De la traduccióu castellana)
Padilla, 54-Apartado 9.138-Madrid-6
Madrid, 1974
ISBN: 84-7005-161-X
Este libro no puede ser considerado como una cartilla de ajedrez, ni tan
siquiera una guía informativa para el progreso del aficionado con las más sutiles
cuestiones en la técnica de los finales o las ventajas e inconvenientes de la
Defensa Grunfeld y la Variante McCutcheon. Se trata simplemente de algunas
facetas bellas del ajedrez con su inagotable riqueza de ideas.
Algunos van tan lejos que enlazan las combinaciones del ajedrez con las fugas
de Juan Sebastián Bach, por su diafarúdad cristalina. Pero yo, al igual que el
filósofo alemán, entiendo el ajedrez, hablando en términos kantianos, como el
objeto en sí.
Pero esto pasó. Ni debemos insistir demasiado sobre cuestiones inherentes a la
armonía del ajedrez, ni compararlo con la igual perfecta armonía de la sección
aurea de los viejos clásicos envueltos en las brumas míticas.
No obstante esto puede ser igual porque entre los ditirámbicos admiradores del
ajedrez hay muchos que sostienen que este juego no es solamente una ciencia,
sino un arte también. Una ciencia porque puede uno sentirse muy satisfecho
íntimamente con eruditos trabajos teóricos; un arte porque su práctica brinda la
oportunidad de expresar el individual estilo y carácter. -
Todo esto está muy bien; pero yo pienso que ningún ajedrecista puede nunca
olvidar que ningún otro juego como el ajedrez puede ser (o imaginamos que puede
ser) ciertamente una plena satisfacción y, ¡ay! , un tiempo absorbido con los
mismos efectos sobre sus adictos que la música.
Todos aquellos que sean cautivados, bien pronto serán envueltos con la
verdad del viejo adagio: "No estando loco no se puede jugar al ajedrez y solamen-
"te .los locos juegan." Pero ninguno de vosotros se dejará nunca arrastrar a la
locura, aunque muchos, verdaderamente, sentirán pronto una obsesión tras
conocer las reglas del juego.
Un mero conocimiento de estas reglas es todo lo que requiere el lector de este
libro. Conocer los nombres de las piezas y sus movimientos, y si tiene alguna
experiencia sobre la notación, mucho mejor. Pero si el lector es un aventajado
jugador me gustaría, justamente por una vez, considerar estas familiares reglas
como sabidas. Me gustaría emprender un acercamiento totalmente nuevo al
impar simbolismo de las piezas y de sus movimientos.
Me gustaría para él, comentar la inexorable cualidad del poder de las Torres
oteando de arriba a abajo los senderos para el enlace de los controles, y el
desenfado del peón durante el largo camino, ubicado con miras al final del juego.
Creo que el astuto Alfil corre de arriba a abajo por las diagonales ejecutando
atentamente al~n ataque feroz de flanco, viciosamente bizco, a una pieza
enemiga que esta firmemente custodiada cerrando el camino de la diagonal.
Miro la Dama, poderoso guerrero que combina dentro de su graciosa figura
el poder avasallador de la Torre y la sutil agilidad del Alfil, un poder y una
rapidez tan decisivas que a menudo uno de sus propios Alfiles o Torres son empu-
jados o tirados para que desde sus puestos fuera de juego golpeen al Rey enemigo.
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Pienso en el Caballo, ese débil saltador (como le llaman los alemanes), ese
alegre jinete (como es conocido en Francia); creo que tiene armonía la mezcla
de sus extraíios brincos con los movimientos de sus colegas en el tablero; piens•)
en sus mortales efectos cuando semejante a un galán que agita dos espadones,
empala a dos enemigos de un arrebato, golpeando a entrambos mortalmente
sobre las cabezas de sus camaradas y peones.
¡Estos peones! Esta leal línea de infantería situada airosamente en orden .de
combate frente a los mejores. Sólidamente marchando hacia adelante, un paso
cada tiempo. Pero, ¡ay!, ellos pueden hallarse prontamente bloqueados y dete-
nidos a menos que, semejantes a feroces perritos, puedan atacar a su derecha o
izquierda y así morder y proseguir adelante su camino. De ellos se ha dicho que,
verdaderamente, cada uno lleva el bastón de mariscal en su mochila.
Para ellos existe el privilegio de la promoción, solamente si pueden llegar al
término de su recorrido. Pero pocos lo logran. La contribución de la casualidad
entre ellos es terriblemente elevada. Muchos peones perecen para que llegue uno.
Al final de la jornada, que no todos alcanzan, es a17aciado con el mayor de los
privilegios y lo mismo que al principio de juego es considerado por su privilegio;
uno menor es estar seguro de que cada cual peligra según su categoría, a menos
que sea decretado de otra forma,inoculado por el espíritu que les guía. Es el pri-
vilegio de dar un doble paso al comenzar; pero tal es la inexorable justicia del
ajedrez que este privilegio es cancelado cuando lo impide el cruce de la línea de
juego de un peón enemigo. Esto se produce cuando el peón enemi?o está en su
quinta casilla y gruñe fieramente: ¿Quiéres deslizarte ante mí, eh . ¿Privilegio
de doble paso, eh? ¡No, estando yo aquÍ! No hay privilegio. Puedo agarrarte,
justamente cuando pases por delante, como si hubieras dado un solo paso, un
modesto pasito tal como el resto de nosotros durante todo el tiempo.
Como es lógico (y aquí está la buena y verdadera justicia) el peón puede ser
capturado inmediatamente una vez que háya dado dos-pasos deslizándose ante el
peón enemigo, el cual le roba su privilegio. Una vez pasada la zona peligrosa, el
peón está seguro; seguro de este enemigo pero próximo a otra puerta con otra
contribución.
Pienso en todo esto cuando está usted próximo a capturar un peón al paso, y
cuando escribe en su planilla P X P a.p. verdaderamente olvida su rutina y piensa
sobre algo concerniente a esto sintiendo que este esforzado peoncito ·esté expues-
to a un golpe coriti-a su privilegio y contra su propia vida.
· Naturalmente, él trabaja para su Rey que es el más artificioso y el más valioso
de todos los trebejos. ¡Inapreciable, más bien! Porque mientras la Dama -tam-
bién valiosa- con su valor marcado tiene que cambiarse o sacrificarse con venta-
ja, el mero pensamiento es aturdible tan lejos como el Rey se halle interesado.
El Rey no puede ser cambiado ni ofrecido a ningún precio. El no puede ser cap-
turado, una sola amenaza tiene prioridad sobre el tablero y debe ser evitada ins-
tantáneamente . Una vez advertida la amenaza no puede ser prolongada, esto es
ante todo. Pero nosotros no podemos esperar a que el Rey sea capturado. Nadie
ha visto morir al Rey . En consecuencia, el mismo momento antes de tal hecho,
si es inevitable, las luces se apagan sobre el tablero y toda vida cesa.
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¡Qué intenso drama el de esta situación! Inmediatamente, si usted sufre o ad-
ministra un mate, verdaderamente el alcance de este lance no llega solamente al
condenado Rey sino a todos sus súbditos. Póngase dentro de los duros zapatos
del infatigable caminar del Peón. Allí resiste el esforzado mocito. Con una bravu-
ra increíble defiende a sus compañeros del peligro tratando de sobrevivir; aquí
resiste como cuando está tan avanzado en la 7.a casilla. Un pequeilo paso más y
podrá convertirse en Dama. Nada le detiene excepto que su Rey esté amenazado
de muerte y así siendo necesario se detiene el leal peón. Instantáneamente. Co-
mo lo re9uiere el valiente Rey, quien tan sólo hace un par de jugadas estaba lleno
de energ1a , altivo como Único danzante, como la Dama nunca podría emular.
Lo mismo que ahora, se defendía elegantemente, con equilibrio, para dar un
golpe mortal al Rey enemigo. ¡Demasiado tarde! Ahora nuestro Rey está sen·
tenciado y con él, inmediatamente , todos sus súbditos.
¿Qué clase de hombre es el Rey, el más asombroso de todos los trebejos?
En apariencia, como corresponde a un monarca, es más imponente que otro en
su realeza; es el más alto (con la Dama) y naturalmente el que lleva la corona.
Aun cuando realiza proezas físicas no se estremece. ¿Y por qué será? ¿No res-
ponde su pueblo por él?
Por él, el derecho de rapiña de la poderosa Torre, el asalto de la diagonal del
astuto Alfil, los caprichosos brincos del ubicuo Caballo. Si la propia actividad
pudiese ser otorgada por S. M. a cada uno de sus súbditos (pero, naturalmente
no puede), eligirían la del Peón. Desean ser ese duro soldadito; el Rey puede
solamente dar un paso cada vez. Pero los peones disponen de magníficos pasos.
Alguna vez el Rey da un paso con cautela. Después de todo el viejo muchacho
no debe hacer mucho ejercicio. Cuando hace al caso puede andar en todas direc-
ciones, igual hacia atrás. La movilidad del Rey precisa más bien restricción mayor
que la de sus humildes súbditos, ese caminante de un paso, ese incansable peatón,
el peón. Por desgracia sus oficiales y gente que pueden intrépidamente entrar en
contacto con el enemigo, puede necesitarlos el Rey cuando se halle expuesto a
los ataques en el otro flanco, del peligroso ceño de la Torre enemiga, o la fea
mirada bizca de los Alfiles y el horrible brinco de los Caballos, o el sucio mor-
disco del peón. Todos ellos serían detenidos por las distantes armas de su Ma-
jestad.
Pequeila maravilla esta del Rey que guía una vida protegida. Tan pronto co-
mo sea posible, por señal de ese embrujo que puede sucederle una vez en la parti-
da, él está enrocado, resguardado en una esqmna con la poderosa Torre a su lado
y tres bravos peones delante haciendo guardia.
Y tanto si quiere como si no, allí el Rey está más de media partida inmóvil
y aguardando estoicamente mientras sus valientes tropas batallan y mueren por
él. Alguna vez puede ser que salga cautelosamente de su rincón, abandonando la
guarida como mera precaución de S. M. a una contigua residencia no expuesta a
las sucias fauces de un Alfil enemigo; justo en la propia casilla del Rey si ha sido
necesario enviar al Peón de Alfil a una suicida mision contra el Peón de Rey ene-
migo para abrir la columna del Alfil al ataque de la Torre contra el adversario a
costa de su vida.
Es solamente cuando el tumulto y el clamor de la muerte y cuando el humo
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de la lucha va aclarando el camino (una mera figura de lenguaje pero tan seme-
jante como justa a este engañoso andamio del fin de partida yendo sobre el ca-
mino de la real emanación de humo de las pipas y cigarrillos de los alegres guías
del nublado tablero más densa que los mismos) y forjando el andamio del juego
cuando el Rey se aventura a salir de su fortaleza y tomar verdaderamente parte
activa en el juego. Realmente el Rey no irá más allá de donde existan enemigos
peli¡vosos o meramente que puedan molestarle. Pero una vez limpio el cami-
no S. M. irá a reforzar a sus humildes peones y darles más fuerza en su apoyo
para que uno u otro de estos leales combatientes pueda disfrutar la gloria de la
promoción o perecer en la tentativa.
Pero lo mismo ahora el Rey podría ser detenido por las lejanas armas del
enemigo. No podría él rozarse con ellos en cualquier lado por la calidad de su
propia realeza. Así en el momento del triunfo se acercará el Rey arrogante ha-
ciendo cara a su real enemigo, tan cerca como pueda ir, justamente lo bastante
para contenerle. Y aquí esta él, clavando la vista soberbiamente sobre el enemigo
y esperando que uno de sus leales súbditos le administre el golpe mortal.
* * *
Parece que de algún modo después de todo he reseñado las reglas del juego y
los movimientos de las piezas. Ahora tenemos que acabar con una mirada al ex-
traño camino que sirve de guía a las jugadas de estas piezas sobre el tablero de
ajedrez.
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PRIMERA PARTE
Puede aducirse que sólo por un descuido puede perderse así la Dama tan
tontamente como aquí y que entre maestros no ocurre. Véase cómo el gran
Spielmann perdió su Dama extraviada fácilmente en su partida contra Botvinnik,
en Moscú 1935.
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l. P4AD, P3AD 7. P X P, DXPC?
2. P4R, P4D 8. TlA, C5CD
3. PR X P, PA X P 9. C4T, DX PT
4. P4D, C3AR lO. A4AD, A5C
5. C3AD, C3A ll. C3AR, Rinden
6. A5C, D3C
Una caza de Dama de las más limpias que he visto es esta que ocurrió en
Francfort 1939 con Henaker - un conocido problemista alemán- como vencedor
y Quabeck como víctima.
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Aquí, Schuster-Carls, Bremen 1914, la Dama fue sacrificada por un mero Alfil
para recuperarla dos jugadas después; esta reencarnación se realiza con un inte-
rés compuesto:
l. P4R, P3AD 7. AX C, PX C
2. P4D, P4D 8. ASR, TX PT
3. C3AD, PXP 9. TX T, D4T+
4. C X P, C3A 10. P3A, DX A+
5. C3C, P4TR 11. P X D, PXT
6. ASCR, PST 12. C3A, P8T == D
La Dama se halla otra vez sobre el tablero y ahora con un Ímprobo balance
favorable. ¡Sonado oficio este!
Esto, naturalmente , es un mero caso de ganancia de material , pero el si-
guiente es un agudo sacrificio de Dama ya que se trata de un chance de victoria
por ser el golpe de gracia al Rey enemigo.
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Dama, puesto que gracias a su poder puede aprovechar cualquier chance fa-
vorable.
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Este es otro ejemplo de la gran versatilidad de la Dama. Esta antigua posición
no ocurrió en ninguna partida, es un problema compuesto en 1907 por Heathcote-
Marble para mostrar el gran poder de la Dama. La simple jugada clave es D6R y
tras la réplica del negro, la Dama dará mate el próximo movimiento. Hay doce
variantes en las que la Dama da mate. (Este bonito ejemplo fue sugerido por
W. H. Cozens, uno de los destacados en las competiciones de " New Statesman".)
17
Si el negro jugase 4 ... , RlR las blancas ganan con S. D8C+ seguido de D7C+ y
mate en 8A!.
18
II
19
La calidad de la fuerza que desempeñan las Torres no es menor que su lealtad;
he aquí -Brinkmann-Keller, Oynhaussen 1939- un bonito ejemplo de cómo las
Torres blancas realizan una misión suicida en la lucha. Con su doble sacrificio
privan al Rey enemigo de su defensa, dando oportunidad a su propia Dama para
que elegantemente administre el golpe de gracia.
Del espectáculo de la extraordinaria fuerza de las Torres una vez que han
alcanzado la ?.a fila no hay un ejemplo más bonito que este famoso estudio de
H. Rinck.
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Las blancas juegan l. T6-7T amenazando mate en dos. Relativamente la mejor
respuesta del negro es T1CR. Pero ahora el blanco gana con TR7 A+ seguido de
otro jaque de Torre y 'R7 A forzando el mate o la ganancia de una Torre.
También he comprobado antes, otra vez, el espíritu de equi:eo de las Torres.
Una vez roto, puede decirse de ellas que divididas sucumben. He aquí como ejem-
plo un bonito estudio de G. M. Kasparjan, 1935.
Las blancas ganan jugando C8R con la amenaza C7C+ seguido de mate con
ASAR, o haciendo lo mismo con otro orden. El negro no tiene más respuesta
que l..., R3C. Pero ahora sigue una limpia y doble maniobra de dos peones para
atraer a las Torres enemigas magnéticamente y dividirlas.
2. P5T+, TX P 4. P4C,
3. P5A+, TX P
Lo único que el negro puede hacer para escapar es T4R; pero ahora el Alfil
se sacrifica para atraer a la fugitiva Torre, llegando al final imaginado.
5. ASA+, TX A 6. C7C! !,
Una moraleja podemos deducir: Que el trabajo Óptimo de las Torres se ob-
tiene cuando forman equipo.
Una famosa mini partida puede servir de ejemplo. La que ganó el gran Morphy
al Duque de Brunswick y al Conde Isouard, jugando en consulta. La partida fue
jugada en 1858, en el palco del Duque, de la Opera de París, durante la repre-
sentación de "El Barbero de Sevilla".
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l. P4R, P4R lO. e X Pe PX e
2. e3AR, P3D 11. A X P+, eD2D
3. P4D, A5e 12. 0-0-0, TlD
4. P X P, AXe 13. T X e, TX T
5. D X A, pXp 14. TlD, D3R
6. A4AD, e3AR 15. A X T+, ex A
7. D3eD, D2R 16. D8e+!, ex o
8. e3AD, P3AD 17. T8D++
9. A5eR, P4eD
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Si el blanco corona ahora una Dama, las negras pueden forzar las tablas con
T5A+. Esta es una de las cosas que pueden hacerse y la partida termináría sim-
plemente en tablas. Pero esto no es todo. Las blancas pueden coronar el peón pi-
diendo una Torre y entonces amenazan mate en la columna TD. Para evitarlo no
hay más que 6 ... , T5TD. Pero el blanco juega 7. R3C amenazando simultánea-
mente mate y a la Torre, con lo cual gana en definitiva. Pero la Torre a despecho
de su gran fuerza puede ser verdaderamente impotente. Conocida es la regla de
que dos peones unidos y pasados, no pueden ser detenidos por una Torre cuando
han alcanzado la sexta casilla, y uno de los dos corona.
Un instructivo ejemplo es el estudio del Dr. H. Neustadt ( 1897).
Las blancas ganan con l. A5T ya que si se captura el Alfil, las blancas obtie-
nen la posición clásica para coronar un peón. Pero el negro puede colaborar con
su Rey:
3. TIA 5. P6C,
4. A8R!, TX A Etc.
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Aquí, en el estudio del Dr. A. Wofava podemos ver una vez más las limita-
ciones de la Torre estorbada por sus propias piezas.
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III
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7. C3D, P4D 12. C1R, D5T
8. C X P, DX P+ 13. P3D, D6T
9. C3R, A 3D 14. P3AD, P4TR!
10. 0-0, P4CD 15. P XC, P5T
11. A3C A2C
En esta posición, Capablanca (Negras) sacrifica el PCD para abrir las puertas
a la acción del AD que ocupará la casilla SR, vía STD y 7AD. Así es como siguió
la partida.
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7. TX A, P3T 12. A5C+, R3C
8. A X PT, TX T+ 13. T7R, TX P+
9. R3A, TX PT 14. R3A, TlTD
10. A X A, T6T+ 15. T X P+, R2A
ll. R2A, T6CD 16. Rinden
Uno de los innumerables y bonitos ejemplos del poder del Alfil es el que
muestra esta posición (no muy conocida) donde el maestro yugoslavo Vukovié
(blancas) llegó ante un amateur en 1937.
Vukovic hizo la brillante jugada (si así puede llamarse) CSA. Evidentemente
si el negro toma la Dama recibe mate con el Caballo, y si toma el Caballo
recibe mate con T4C+, etc. Pero jugó D X T forzando el inmediato aban-
dono de las blancas. Obvio anotar que la pequeña combinación blanca estaba
basada en el dominio del Alfil de Dama, y justamente la refutación se apoya
en la potencia del AR.
Naturalmente nada es más enfermizo para un Rey que verse amenazado
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por un par de Alfiles desde sus vecinas diagonales. He aquí un bonito caso
(Schmitt-Riigamer, 1936):
Después de l.C7R+, Rl T las blancas abr'en camino a su otro Alfil con 2.P6R!
y el negro no tiene nada mejor que 2 ... , C X P y tras 3. D X T debe rendirse.
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Ver un Alfil y su oponente en que dada la posición cada uno lucha contra el
otro, uno haciendo de gato y el otro degradado a la categoría de ratón, resulta
interesante. En el famoso estudio de T. V. Ulehla, 1935, el duelo de los Alfiles
es un limpio ejemplo. El blanco juega A7 A. ¿Qué puede hacer el negro? Si el
Alfil negro abandona la diagonal, entonces el blanco simplemente con A6D
gana por la amenaza de mate con el Caballo en 7 A. Por lo tanto el Alfil no
puede abandonar la diagonal, pero si juega a 3D, SAo 6C, el blanco tranquilamen·
te lo captura y luego da mate con el Caballo. Sin embargo puede ir a 7T porque
si fuese capturado quedaría en posición de ahogado. Pero entonces el blanco
juega 2.A8C! Un lance verdaderamente magnético y el negro no tiene nada
mejor que tomar el Alfil, contra lo cual P7 A es suficiente para forjar la victoria.
Hemos visto un Alfil sacrificándose para tríunfar. Ahora veremos un desastre.
No he imaginado una pieza más frustrada que un Alfil que con un peón
más y contra el Rey enemigo solitario no pueda ayudar a la promoción del
peón porque el rincon donde corona es de color diferente a las diagonales del
Alfil. Aquí se ha elaborado una posición con esta misma idea: el Alfil no puede
ayudar a tres peones unidos y pasados para que alguno de ellos corone. Un
drástico y verdaderamente instructivo estudio de como afecta al Alfil estar
encadenado a la barrera de un color. Afortunadamente es el único trebejo con
este hándicap.
Pero no vamos a concluir con la contemplación del Alfil frustrado. Pensemos
en su poder usual más que en su ocasional frustración.
Puede ser una chance bastante rara para el Alfil morder su camino en toda
la diagonal derecho hasta 8T. De esta forma ganó una partida Diemer en 1948.
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L P4D, P4D 7. A2e, A3A
2. P3TD, P3TD 8. e3AR, P4CD
3. e3AD, P3R 9. P4R, D2A
4. P3R, P4AD 10. P5R, AXP
5.PXPA, AXP ll. e X Pe!, Rinden
6. P4CD, A2R
En este estudio del Dr. A. Kramer podemos ver a un solitario Alfil triunfante
entre un número aplastante de material enemigo. Las blancas juegan su Alfil a
8AR y el negro no tiene otra cosa para evitar el mate que T6CR. Pero ahora el
ágil Alfil se situa en 6D amenazando otro mate. Para evitarlo el negro no tiene
otro camino que C6A,obstruyendo la acción de la Torre. Entonces, inmediatamen-
te, colocando el Alfil en 3TD la amenaza de mate no tiene remedio.
Aquí, finalmente, una de las minipartidas más famosas de la literatura
ajedrecística sobre el poder de la pareja de Alfiles.
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Esta partida fue jugada en Breslau 1865 y el vencido no era otro sino el gran
Anderssen, quien obvio es decir no estuvo en la misma forma que su inmortal.
Para consuelo de esta derrota hay que decir que el vencedor fue el joven maestro
Zuckertort, uno de los más fuertes jugadores de la época que disputó a Steinitz
la supremacía mundial del ajedrez.
* *
31
IV
32
Estrictamente hablando, este caso Único de llegar al campo enemigo en siete
jugadas debía imputársele al humilde peón , mejor que al caprichoso Caballo,
cuyo uniforme adoptó particularmente el aventurero peón con buenas y
suficientes razones.
El Caballo es justamente el más caprichoso trebejo de todos. No en vano los
alemanes le llaman "Jumper ", el cual con sus saltos recorre todo el tablero.
Los franceses le llaman "Cavalier" y es sin duda un alegre jinete capaz de
hacer sobre el tablero cosas que no haría ni la Dama, y de hecho ninguna pieza
puede emularle.
Acaso por eso es un merodeador del tablero, una especie de lobo que gusta
cazar solamente.
Pero esto no significa que carezca de espíritu de equipo y cuando la ocasión
lo demanda,lo mismo que un gran individualista, se muestra en equipo con sus
compañeros.
Justamente pienso en el mate ahogado y su armoniosa realización, y lo mismo
en ocasiones menos espectaculares cuando los saltos del Caballo se conjugan con
movimientos de otras piezas. ·
La fuerza del Caballo y el modo de cómo se ayudan mutuamente los colegas
en campo enemigo puede ser comprobado en este pequeño estudio de P. Henacker.
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por sí solo. Pero si le resulta fatigoso puede hallar la solución al final de
este libro.
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Es igualmente instructivo y demostrativo de las finezas de los Caballos el
estudio de E. Zepler. Las blancas ganan. Pero no es por un medio fácil; daré
una pequeña idea al lector, si no desea mirar la solución. Una superficial mirada
revela que el blanco podría amenazar mate inmediato si no fuera por la posición
incómoda de sus propios peones. ¿Cómo con su diestro Caballo fuerza al negro
a apartar el impedimento? Si yo dijese algo más, daría la solución completa, que
se halla al final del libro. Realmente el blanco da mate en seis jugadas.
4. TX A+ 6. R2D, C6C+!!
5. RlR, C5D+ ! 7. Rinden
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del Caballo es aproximadamente igual. ¿No tenemos preferencias a menudo por
uno u otro? Como ya he dicho, todo depende de la posición. Si nuestro Caballo
puede tener mayor movilidad que el Alfil en campo enemigo, entonces las
chances para el Caballo serán de triunfo.
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Ni A2A ni R2A solucionarían nada contra 5. C X PT. Si el negro hu-
biera capturado con el PD, el blanco ganar ía más fácilmente con P6D se-
guido de R4A.
l. T7A 3. DX A, ex o
2. DX D, A6A+
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Finalmente se muestra aquí la endiablada fuerza del Caballo en una fantástica
posición compuesta por O. T. Blathy. El solitario Caballo blanco lucha contra
todas las figuras adversarias, pero el triunfo le sonrie. Un simple caballero contra
un ejército completo. Es un mate en 12 y no resulta tan difícil como parece.
* * *
38
V
39
Pero mirad los peones en plenitud de vida , cuando van al combate, ora abrien-
do el juego (lo cual es característico de su rango) , ora cerrándole, según deter-
mine el conductor de la partida.
Me gusta el camino que ellos trazan , paso a paso, olfateando a izquierda y a
derecha como pequeños perros. Me gusta su singular espíritu de equipo. Qué al-
tivez en esos dos o tres peones cuando controlan el centro y así se oponen a las
fu erzas del campo enemigo, causando respeto. Siempre inevitablemente lentos y
trabajadores pacientes, y aunque bastante raro, puede ocurrir que un peón ente-
ramente precoz en la partida penetre en profundidad y decida la conclusión con
un singular golpe de mano.
Un caso de este tipo lo mu estra Chess Magazine de Lasker, en 1908.
Aquí el Dr. Perlis pudo soslayar el peligro jugando C X PA con lo que sola-
mente pierde un peón. Sin embargo jugó ASR y Schlechter obtuvo una victoria
instantanea con T X P seguido de P7 A.
Y aquí se prueba que no es tan raro el caso de duplicidad, en la partida gana-
da por el Profesor Bruning en USA 1907.
l. P40, P40 5. AX C, PX C
2. P4AO, P3R 6. A5R, P X PC
3. A4A, P4AO 7. Rinden
4. C03A, PAX O
40
S. Pse, esD 16. e X A, e2R
6. P3AD, e3R 17. e4R, e4A
7. PSR; e4D 18. P6T, P3e
8. P4AD, e4-SA 19. e6A+, R1A
9. P3e, e3e 20. e3AR, P3D
10. P4AR, ex PA 21. ese, p X p
11. P x e, eXP 22. P X P, DX D+
12. P4D, e3e 23. R X D, R2R
13. P4TR, P3R 24. T3T, P3e
14. PST, ASe+ 2S. A2e, TleD
1S. A2D, AX A+ 26. es X PT, Rinden
41
No es demasiado difícil y el lector puede consultar la solución al final de la
obra.
Aquí, por último, una famosa y vieja posición, tan vieja , de hecho que el
autor es tan desconocido como los autores de la mayoría de los cantos folkló-
ricos.
Las blancas ganan. Se trata de un preciso mate en 18 jugadas, y el procedi-
miento es tan divertido como instructivo. (La solución al final del libro.)
42
VI
Su Majestad, pasea
43
l. P4R, P4R; 2. C3AD, C3AD; 3. P4A, P X P; 4. P4D, DST+; 5. R2R ... Volun-
tariamente se llegó a esta posición:
Habiendo sido jaqueado por una Torre negra el Rey blanco se lanza a una
aventura:
17. R5e, DX D
Ahora el Rey negro espera tomar el PC cuando sea atacado por el Caballo.
44
Aquí se presenta otro caso: Un Rey rompiendo la fortaleza preparada para él
por sus compañeros, marcha descaradamente avanzando para apoyar un decisivo
ataque sobre el monarca rival. Ocurrió en la partida Bernardi-Drescher, Fran-
furt, 1949.
Y fue solamente ahora cuando el blanco reconoció que su original idea no era
sana. Debía continuar con un nuevo jaque de Caballo en SA y en caso de que el
Rey enemigo avanzase a 6T había planeado un jaque de la Torre en 3CR.
Pero vio ( ¡demasiado tarde!) que en este caso el negro ganaba sacrificando la
Dama por la Torre. El blanco cambió de plan y jugó 4. TlAR. Pero ahora, na-
45
turalmente, está perdido sin esperanzas. El negro jugó 4 ... , T8T! y después de
S. T X T el Rey negro se situó en 6T fo rzando la inmediata rendición.
Esta bonit a y vieJa partida fue desenterrada por Jasper Ridley; mientras
Gerald Abrahams, campeón de Midlands, me envió la siguiente divertida mini-
partida jugada por él contra Spencer. Fue jugada a la ciega por ambos conten-
dientes mientras daban un paseo.
46
15. R3R, DX A+ 18. R2A, D5A+
16. R2A, D4A+ 19. R2C, Tablas
17. R2C, D5R+
Pero el blanco jugó l. T2T y la partida aunque muy excitante finalizó en ta-
47
bias; un buen resultado para el joven maestro británico, el cual consiguió
el 2. 0 - 3.er puesto, delante de grandes maestros como Fine y Flohr.
Otra vez si el negro avanza su peón, el blanco aún tiene tiempo de apoyar
el avance de su peón. Habiendo así forzado al negro a malgastar dos tiempos
48
en parar amenazas, las blancas con 4. R4A pueden justamente agarrar al peón
escapado.
49
SEGUNDA PARTE
ESPIRITU Y MATERIA
VII
Hemos tenido un reflejo de las sesenta y cuatro casillas que componen nues-
tro reino y los seis tipos (Dios, Oficiales y Hombres) que lo pueblan. Hemos
visto cómo se mueven sobre estas sesenta y cuatro casillas, marchando, espiando ,
rodando, saltando, merodeando o corriendo, justamente de acuerdo con sus
caracteres o sus cambiantes tipos.
En otros enunciados hemos dado un volumen de material útil, de capital imc
portancia, que incrementamos con algunos conocimientos sobre el final para
sorprender con cada nueva aventura sobre las sesenta y cuatro casillas. Siempre
hay precisamente el mismo total, ni más ni menos, que nuestro oponente tiene
para disponer de él. Es nuestro tesoro capital y es competencia nuestra aumen-
tarlo o malgastado, utilizarlo prudentemente o temerariamente, o arriesgarlo con
sin igual osadía por una chance de gran provecho, o disiparlo descuidadamente
sin ninguna ventaja por ello en el final, de triste quiebra. Es nuestro perenne pa-
trimonio y lo que hagamos con ello es cosa completamente nuestra.
Veamos, ante todo, qué tenemos que hacer para ganar. Proclamar al peón una
unidad, y pues que tenemos ocho, estas serán ocho unidades al empezar. Y como
hemos dicho, los Caballos y Alfiles se valoran cada cual en tres peones (estando
en el final, dos cada uno), podemos aumentar hasta doce, los cuales elevan nues-
tro oscilante capital sobre veinte unidades. Asimismo las Torres a cuatro peones
cada una y esto hace veintiocho unidades. El Rey, naturalmente, es intasable y la
Dama podríamos asimilarla a los ocho peones unidos. Con ello nuestro capital
inicial se eleva a un total de treinta y seis unidades.
Pero esto no es tan simple como parece. Lo mismo que en la vida real es útil
conocer el valor de la moneda, en ajedrez precisamos no derrocharlo y tener un
alto sentido para valorar un simple peoncillo, una minúscula unidad de nuestro
caudal de treinta y seis. Desde arriba puede ser completamente útil una mirada a
nuestra aventura en el camino de nuestra empresa bancaria y nuestro haber en
cartera, y debe gustarnos mirarlo. Como estos someros cálculos ocurren con la
mayoría de los jugadores, podrían decirnos que en nuestro reino de las sesenta y
53
cuatro casillas y entre sus originales símbolos, lo han popularizado, existe una
actitud estrictamente materialista. Nosotros hemos de considerar la posición no
menos que el material. Haríamos mal reteniendo nuestro legado y parsimonio-
samente guardarlo conservando nuestras treinta y seis unidades.
Naturalmente su administrador bancario podría muy bien decirle que en la vi-
da tiene usted demasiado con invertir algunas cosas y que tiene que aceptar
ciertos riesgos si desea conseguir al~o más. Aún, mientras en la vida por ser mise-
rable usted meramente se roba a SI mismo algunas diversiones, en ajedrez sería
probablemente a costa de su partida. En ajedrez no se puede actuar pasiva y
prudentemente en exclusiva. Ciertamente hay que tener prudencia en todo mo-
mento pero en cada jugada que hace debe pensar en su posición o menos que en
su material. Pero entonces, ¿no tendríamos demasiado trabajo si tuviéramos sen-
sación de todo?
En ajedrez, justamente como en la vida, podemos sacrificar material para me-
jorar nuestra posición y entonces guardar dinero ganado a nuestras expensas con
interés compuesto. O bien, de nuevo, malgastar nuestras reservas en un manojo
de paja. En este caso nuestro oponente daría a esto diferente interpretación.
Dina que habiendo esquivado totalmente los legítimos riesgos , necesariamente ha
superado la tempestad y emergido de la crisis total más fuerte.
Es fácil decir que alguien con un ensayo simbólico puede permitirse estudiar
una partida de ajedrez. No jugar verdaderamente sería prestarse a simbolizar la
lucha de la vida.
Pero lo que me divierte más en ajedrez es precisamente el punto donde el
simbolismo termina, el hecho de que así como en la vida no se presenta a menu-
do una segunda ocasión, en ajedrez podemos tenerla tantas veces como nos cui-
demos de ello. Cuando encontramos nuestra posición intolerable podemos renun-
ciar de buen grado y empezar de nuevo con una perfectamente limpia pizarra y
con el excitante propósito de adicionar conocimientos a nuestra experiencia
gracias a los últimos errores.
Aún, si se cuida la simbolización, se puede ciertamente hallar en el ajedrez
una co~pleta filosofía ,d_el tiempo y ?el espac~o. _Precis? tam~i~n decirse la
fluctuacwn entre el espuitu y la matena, o en termmos· aJedreCisticos, entre la
posición y el material. Verdaderamente mantener esta fluctuación entre posición
y material (o más bien apuntar un tipo en favor de una) es una de las ideas bási-
cas de la partida y ciertamente la esencia de cada gambito.
Tomamos las jugadas del Gambito Danés;
Aquí los libros dicen que con la excelente jugada del doctor Lasker 3 ... , P4D
el negro puede obtener mejor juego refutando el gambito blanco. Esto es com-
prensible, pero ahora imaginemos que las negras no están conducidas por un
discípulo de Laskar, sino por Mr. Snatch el cual alegremente agarra el P4D
de Mr. Dash. Verdaderamente después de 4. AR4A Mr. Snatch se tragará el PC.
Ahora miren la posición después de S. A X PC. Ningún libro puede decir
a usted si esto es un lance claro para vencer por el otro costado.
54
Desde el punto de vista material, una cosa no tiene duda y es que el blanco
por el sacrificio de dos peones ha conquistado una considerable ventaja posicio-
nal. Para evitar la catástrofe el negro pronto tendrá que devolver todas sus ganan-
cias, cambiando material por posición e igualando el juego.
Esta posición fue el principal objeto de los competidores del "New Statesman ",
suponiendo que Mr. Snatch no hallaría en nadie la prudencia y el coraje de
hacerle desistir de su "juego como quiero". Puesto que la justicia en el tablero es
una medida inexorable, los competidores fueron invitados a ser sus externos
ejecutores y trazar el castigo a Mr. Snatch por continuar una imaginaria partida
contra Mr. Dash desde la 5. a jugada, en un amargo final.
Los movimientos de Snatch serán "en carácter" mientras, es obvio evitar tal
sensible contrasacrificio como P4D, él no haría risiblemente ninguna mala juga-
da. Y o daré esta pequeña muestra de cómo se desarrolló la partida:
En caso de tomar el Caballo las negras podrían cambiar las Damas con per-
juicio del blanco por el Alfil y los dos peones sacrificados.
9.... , e3D
C4A hubiera perdido después de DST+.
55
15. ASA+, C2R 18. D3C+, R6D
16. D3T+, R4D 19. 0-0-0 mate
17. C3A+, R5A
Anderssen-Kieseritzky
56
20. PSR, e3TD 22. D6A+, ex o
21. e X Pe+, RlD 23. A7R++.
Este es por desgracia el Único ejemplo de bello sacrificio que nos ha dejado el
gran Anderssen (que fue el primer jugador universalmente reputado como Cam-
peón mundial). En esta posición (jugada con blancas contra Zuckertort) anunció
mate en cinco, así:
Veamos unos cuantos ejemplos más de cómo temerariamente uno puede tirar
a su alrededor más precioso material, tanta cuantía como sea suficiente para ser
recompensado por el valor posicional. La temeridad debe ser mejor premeditada.
Los costes (totalizando su unión) pueden muy bien importar la mitad de nuestra
57
fortuna o más; en este caso el valor posicional tiene que llegar generalmente nada
menos que a la muerte decisiva del Rey enemigo. He aquí algunos ejemplos.
58
Este es otro (Popp-Bauer, Villingen 1940) ejemplo drástico del espíritu
triunfando sobre la materia.
5. DX PC 8. T8T+ !, RXT
6. TlT+, RlC 9. D4T+, RlC
7. D X APAD+, D4D 10. D7T++.
59
En esta posición jugó T X PT forzando la respuesta C X T. Entonces después
de DSC el negro no tiene nada mejor que retroceder con el Caballo a 2A, y fue
cuando Teichmann sacrificó su Dama en 8D. Después, simplemente, empujó
su PTR. El se ha despojado de muchas piezas. El enemigo está provisto todavía
de la mayor parte de las unidades que componían su capital inicial y sin embargo
se halla completamente sin esperanzas contra el avance del humilde pero victo-
rioso peón enemigo por cuya gran gloria muchos de sus preciosos y poderosos
compaííeros han sacrificado sus vidas.
60
VIII
Poligamia
61
Esta posición ocurrió en una partida Rovner-Guldin , Moscú, 1939. El negro
tiene (caso de que el blanco juegue D X D) la chance D4A+ seguida de mate
en SC. Pero las blancas hallan una ingeniosa solución:
62
cambiar las tornas sacrificando su nueva Dama en 8TR y entonces jaqueando con
la vieja Dama en 8AD y SAR consigue mate seguido.
Esta posición tuvo lugar en una de las part-idas del match Alekhine-Capa-
blanca. Alekhine (negras) fue el primero en conseguir nueva Dama y con esto
obtiene una chance para amenazar mate en tres, lo cual es tan claro como obvio.
63
Una más, complejo caso de multiplicidad; ocurrió en una exhibición de
simultáneas dada por Alekhine en Lisboa, 1940. Aquí, sin embargo, el maestro
ganó terreno por pura fortuna. Habiendo alcanzado esta posición se permitió
una pequeña trampa jugando A6A. El negro pudo ganar fácilmente jugando la
simple RSD. Pero tomó el Alfil con su Dama y entonces el Campeón logró su
propósito de tener un par de Damas, consiguiendo unas fáciles tablas.
64
IX
El factor del tiempo
65
Jugando T4R se fuerza al Rey enemigo a que ocupe una casilla donde recibirá
mate. Solamente el Rey diría: "J'y suis, j'y reste". Yo no me movería. Y o me
pararía para diferir el jaque y así estaría completamente seguro. Existiría una
igualdad y con tan prodigiosa preponderancia como una Torre contra Rey ro-
bado, usted no podría ganar nunca por simple jaque, debido a que el pobre pez
de su propio acuerdo salta desde dentro de la red fuera de su alcance. Pero hay
que jugar y esto será lo que dure la vida del Rey, precisa jugar para morir.
Esta necesidad de jugar es un aspecto importante de la técnica del final y to-
dos los ajedrecistas del mundo la conocen con el término alemán zugzwang.
l. T6R, R2D 3. P X T,
2. T5R, TX T
Ahora si el negro juega R3R el blanco gana fácilmente con R4D forzando la
retirada del Rey negro (zugzwang) y su propio Rey va a SD. Por eso Yates jugó:
3..... R2R!
Una buena jugada; si ahora el blanco trata de llegar con R4D, estorbaría el
camino de la victoria dando al negro la chance R3R asegurando las tablas.
Como la ventaja del blanco está en el ala del Rey, debe situar el monarca en
forma que sea posible el avance P4R, para lo cual debe recurrir al zugzwang.
66
4.... , R2D 5. P4R!, P5A
6. R2R!,
Tener la Dama por tierra (verdaderamente no tener una singular pieza desco-
locada) y aún ser posible anunciar m-ate en seis, lo mismo puede ser ejecutado por
rompimiento del zugzwang. El Dr. Pedís lo hizo cuando (estando sin Dama) con-
siguió esta posición:
l. P5A, DXT
5. R1C,
Las blancas están en zugzwang. R2T o P4C se responden con T6A. Y, verda-
deramente, no existe nada mejor - según comenta el propio vencedor- que
"arrojarse sobre la espada". Esto justifica la rendición del blanco.
68
X
Las tablas
Cada torneísta tiene una clara visión para valorar su actuación, apilando me-
dios puntos, y tiene que atravesar un superficial brillo en ras modernas tablas de
torneos para observar con qué control de tiempo regulan algunos de los grandes
maestros la pila de sus medios puntos contra sus compañeros altos en las tablas
de clasificación, con una igualmente sólida sucesión de puntos favoreciendo su
récord contra los más pequeños contrarios alejados en el bajo de las listas.
Muy sana política ésta y enteramente comprensible en el caso de los maestros
profesionales, cuya reputación y subsistencia dependen de los resultados en los
torneos y para quienes solamente medio punto más o menos puede significar
una crucial diferencia; para decir algo del hecho, medio punto ganado a un
competidor significa además medio punto menos para él.
Inevitablemente tales consideraciones no hacen más que endurecer siempre la
competición en la práctica del maestro moderno y conduce a frecuentes · exage-
raciones de un originalmente sano principio. En los últimos años (más bien en
las últimas décadas) hemos tenido ocasion de ver en torno a los maestros una
tendencia para ne~ociar las tablas en la competitiva práctica magistral: partidas
desagradables, ins1pidas, sólo para el teatro, tan demasiado limpias que ambos
jugadores temerosos uno del otro, ninguno desea arriesgarse y prefieren esquivar
la lucha antes de haberla empezando seriamente.
Tales dolencias a menudo ignoradas en una prueba competitiva moderna de
ajedrez necesitan muy bien ser subrayadas y buscar un día fácil entre dos sesio-
nes sucesivas. Puesto que no estamos en una casa de cristal es bastan te fácil para
nosotros arrojar piedras; puesto que es un hecho comprobado que nosotros (in-
cluido este autor) jugamos al ajedrez meramente por distracción es bastante
fácil caer en un error del otro extremo: rechazar perjudicialmente unas tablas,
o aceptar un riesgo casi cierto para perder antes que aceptar una insulsa con-
clusión de tablas.
Hay dos errores en tal línea de pensamiento: primero, si no hay posibilidad
de hacer otra cosa, las tablas son la lógica conclusión de la partida; y por otra
parte unas tablas ciertamente necesarias no son insulsas. Como materia de hecho,
69
en la literatura de ajedrez abundan partidas tablas más excitantes que muchas en
donde se obtiene una decisión.
Aquí (Hamppe-Meitner, Viena 1872) hay una de las más penetrantes tablas
que se han ejecutado:
70
15. TlAR, DX PT 17. AX C, D6C+
16. AX C, CXP 18. T2A, DSC+
Cuando nos dimos cuenta del realmente excitante tipo de tablas con lucha,
pudimos distinguir entre dos clases principales. Una cuando por un lado se sacri-
fica todo en aras del ataque y luego resulta imposible la decisión y hay que
aceptar el jaque continuo o la repetición de jugadas. Este es uno de los más pe-
trantes ejemplos de esta clase de partidas.
Pero hay otra clase de tablas con lucha, la cual es generalmente menos espec-
tacular, aunque puede ser más aguda. Y o estoy pensando en unas tablas con lu-
cha, en el estricto y auténtico sentido de la palabra, en dura, paciente y labo-
riosa lucha para defender una posición inferior, para guardar la bandera contra
la superioridad posicional o material, la cual tan lejana como concierne al enemi-
go puede ser o no suficiente para ganar si está provista de una muy buena defensa.
Uno de los más grandes luchadores de todos los tiempos en defensa de posi-
ciones inferiores fue sin duda Emanuel Lasker. Positivamente eufórico defendió
precarias posiciones y uno de los más elocuentes ejemplos de este tipo de defen-
sa es la "partida Marathon" contra su homónimo Eduardo Lasker, en el Torneo
de New York el año 1924.
Después de ochenta jugadas y varios aplazamientos se llegó a esta posición:
7l
Capablanca (que había forzado el Campeonato del Mundo hacía unos pocos
años) no menos que Alekhine y el resto de los competidores tenían un conside-
rable y personal interés en ver a su gran rival perdiendo un punto frente a un
rezagado.
Sin embargo el ex-Campeón Mundial, fríamente procedió a confundir la
opinión de estos grandes expertos y en lucha indomable salvó el precioso medio
punto que era de vital importancia para conseguir el primer premio de este
torneo. La partida se desarrolló así :
72
literatura del ajedrez, la otra razón es que también contiene todo el dramático
aspecto de una variante preparada. Fue jugada por Halprin (blancas) contra
Pillsbury en el torneo de Munich 1900. Ahora debe ser recordado que en ese
tiempo Pillbury estaba en la cima de su forma y de su fama . También hay que
saber que en aquellos días él planteaba invariablemente cierta defensa de la
Ruy Lopez, hoy en desuso; Halprin había estudiado la Defensa Pillsbury con
detenimiento y empleó una nueva línea desconocida para confundir a su opo-
nente. A pesar de ello Halprin consiguió solamente unas tablas como premio a
su ingenioso estudio de laboratorio. Pese a todo, conseguir medio punto frente al
Pillsbury de entonces era un suceso favorable y nada puede decirse sobre la
novedad teórica. Se produjo en la jugada l4.a del blanco (entonces era todo el
libro) y después de una dramática lucha con secuencias ígneas hasta la juga-
da 20. a Pero Pillsbury halló igualmente el contrajuego ingenioso con un movi-
miento Único.
73
punto fue tratado en cierta ocasión por Mr. Hamburger el cual puntualizó que
"el ahogo es el penalty por maltratar sin matar". El ganó un buen libro de ajedrez
por esta definición. Yo diría, ciertamente, que el ahogador no debería tener ni
una infinitesimal fracción más del medio punto concedido. Si tuviera que hacer
alguna discriminación, mis simpatías irían todas por el otro lado, por el que
no dándole más que medio punto es obvio que también puede ser injusto.
Creo que las tablas por ahogo es una regla como las demás y en verdad más
astutamente arraigada en el espíritu del juego. Ya he citado antes el "panta reí"
de la fisolofía griega. Creo que esta idea de movilidad de las cosas es la idea
básica de la partida, que no menos que en la vida simboliza bellamente.
Una vez que el Rey, cuando es retado por el enemigo, carece de movimiento
(bueno, es obvio que no se trata de mate y el inmediato fin de la partida. Pero
si ni el Rey ni ninguna de las piezas y peones pueden moverse, entonces no
se trata de un desafío, sino que el constante flujo de la partida, que es su
vida, fuerza de repente el cese) entonces, naturalmente la partida debe pararse.
Es el fin. Igual que si la posibilidad de movimiento fue inmediatamente restaurada
no puede ser interrumpida. Un singular golpe mortal no debe ser omitido. La
partida debe parar tan pronto como la inexorable obligación de jugar (o diremos,
tan fronto como la inalienable correcta jugada) no pueda realizarse. Si tal laguna
fata esta causada por un inmediato reto del enemigo (es obvio una destrucción,
un mate o cualquier otra cosa que queramos considerar; pero si no es causado
directamente por una jugada del enemigo, la repentina laguna puede ser consi-
derada por haber sido llevada a cabo indiferente a la acción enemiga) bien, en-
tonces se trata de fuerza mayor y puesto que es inherente a la posición podemos
considerarlo como un acto de fe . ¿Sería entonces más clara proclamar tal posi-
ción como tablas?
Completamente aparte de producir unas tablas claras y obvias, las reglas del
ahogo tienen ciertamente suministradas algunas de las más sutiles finezas en la
literatura del ajedrez.
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He aquí una de las innumerables combinaciones de tablas por ahogo com-
puesta por Stamma hace un par de centurias. Es tan simple como limpio. Las
blancas sacrifican su Caballo con jaque en 7D y entonces con R8T fuerzan al
negro a jugar A X P y así queda ahogado.
Estas posiciones son más bonitas cuando existen más piezas sobre el tablero.
Tomamos la de este diagrama ocurrida en la partida Lazdies-Zenitas, Riga 1936.
¿Quién podría decir que resulta un ahogo en cinco jugadas? Todo es forzado:
Las negras deben capturar la Dama, con lo cual admiten las tablas por ahogo.
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Algunas posiciones de ahogo provienen de las ulteriores chances desesperadas
en una situación arruinada, cuando el oponente cae en la trampa. La del diagra-
ma corresponde al Torneo de Raab 1924. Nagy (negras) se ha encontrado con
Walter que acaba de jugar su Dama a 4CR. Es obvio que el camino recto para
evitar la amenaza de invasión era T6AD, pero Nagy hizo la sorprendente juga-
da R1A. A su confiado oponente que consideraba ya la partida prácticamente
ganada, la jugada le parecio una rendición. Pero se trataba de una celada, y pron·
tamente el blanco jugó D8A+. Nagy interpuso su Dama y el blanco (que podía
haber ganado aún con DSAR o DSAD+) inocentemente tomó el PTD. Después
de lo cual, que era precisamente lo que Nagy había calculado, el negro forzó las
tablas por ahogo en tres jugadas. Para los que no vean esta posibilidad pueden
hallar la clave en el capítulo final de soluciones.
76
captura la Dama ahoga a su enemigo y si no, pierde el valioso PTD; de todas
formas tablas.
77
El mismo resultado se logra con un procedimiento análogo en este estudio
compuesto por el Dr. Goering en 1891. Parece milagroso que el blanco pueda
forzar las tablas en esta aparentemente desesperada posición. Y sin embargo se
consigue mediante l. P4A, A3T; 2. PSA! el negro para no perder se ve forzado
a capturar el Alfil dejando ahogado al enemigo.
78
XI
Orgía de sacrificios
¿Cómo es que los jugadores consumen tanto tiempo en las primeras posicio-
nes del medio-juego, hallándose con el temido control diez o veinte jugadas más
ta~de? Bueno, tan a menudo como lo es la necesidad de analizar las más com-
plejas variantes cuidadosamente cuando se embarcan en una combinación de
sacrificio. Naturalmente, si todo va bien, la partida necesita ser definida antes de
entrar en el peligroso periodo del control del tiempo. En este caso el extraor-
dinario tiempo consumido será tan provechoso como el material sacrificado.
Pese a que toda cosa haya sido trabajada fuera más allá de las sombras de la
duda, existe siempre el riesgo del tiempo, tan bueno como el material perdido al
propósito.
Par¡¡ muchos de nosotros la posibilidad de una combinación de sacrificio es
casi u~a irreparable pérdida. Sacrificar demasiado material sólo puede estar justi-
ficado por un inmediato y decisivo ataque o por una contribucion para la mejora
de la original posición con una razonable ventaja de índole posicional o material,
con interés por el riesgo experimentado y la inquietud, que es el mayor deleite de
cada jugador. Invariablemente tal deleite, casi sensitivo y ciertamente emocio-
nal, es completado con el placer intelectual de ver la victoria del espíritu sobre
la materia tan drásticamente y a menudo tan estéticamente demostrada.
Pequeña maravilla la de estos jugadores que no se cansan nunca de mirar una
a una las innumerables partidas famosas por sus brillantes sacrificios. La mera
contemplación de tales combinaciones es bastante placentera. Todos desearía-
mos haber realizado una combinación brillante, una creación famosa como la de
Anderssen, conocida como la "partida inmortal". Sería un buen acontecimiento
para un jugador modesto y ¿quién de nosotros no estaría contento de haberse
embarcado en una aventura con sacrificios, arriesgando una y otra vez la lucha
en pos de un gforioso triunfo?
He aquí una orgía de sacrificios con una pequeña partida ganada por un
jugador que no desea descubrir su nombre, contra otro igual oscuro oponente:
79
3. e3AD, e3AR 12. D3D+ , R4T
4. ASe, A2R 13. D7T+, RSe
5. e3A, 0-0 14. P3A+, R6e
6. P3R, P3eD 15. e2R+, RXP
7. A3D, A2e 16. e4A+, RXT
8. AX e, AXA 17. R2A+ , R7T
9. P4TR, e2D 18. TlT+, RXT
10. AX P+, RXA 19. D1e+, R7T
u. ese+. R3e 20. Die+ +.
Aquí otra partida con el adicional toque de interés de que el vencedor era un
muchacho de catorce años y la víctima un famoso maestro, resentido mientras
caía en la trampa tendida por su adversario. La partida fue jugada por el maestro
ruso Gereben (blancas) en el curso de unas simultáneas en u na escuela de Rusia.
El nombre del escolar que venció es Komarov. Hela aquí :
80
20. R2T, D X PT+!! 21. C X D, P5C
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Uno de los más limpios y más instructivos finales con sacrificio que conozco
es el que aconteció al gran Nimzowitch, héroe de muchas aventuras con sacrifi-
cios, que le tocó hacer el inacostumbrado papel de víctima. Jugaba con blancas
contra el Dr. Eliastam en el torneo de Riga 1910 y Nimzowitch llegó a esta
precaria posición. El negro está amenazando un sensacional mate con combina-
ción de sacrificio: l..., T X C; 2. T X T, T X T; 3. R X T, ASA+; 4. R X C, P4A
mate. Nimzowitch, naturalmente vio esta pequeña combinación y con l. C2R
creyó no sólo contener la amenaza sino preparar una pequeña trampa. Las ne-
gras jugaron la onvia l..., A7D y Nimzowitch contestó 2. C X PD. El creyó que
había engafiado a su oponente, pero Eliastam había calculado justamente esta
chance. Sin dudarlo jugo 2 ... , T X C y la partida terminó así:
3. TX T, TX T! 5. R XC, P4A+
4. RX T, ASA+ 6. R3A, P5C++
82
ellas pueden ser aplicadas a otros temas de este libro) pero para la aventura del
sacrificio debida al gran maestro he aquí una, la cual es meramente una cuestión
de sacrificar la calidad y uno o dos peones, y esto me parece más espectacular
que muchos sacrificios de Dama y Torre. Es también un instructivo y pequefío
estudio para el final de peones. La posición ocurrió en Oslo 1921 y Nimzowitch
(jugaba contra Lundin) con negras continuó:
l. P5C!! 4. P X P, P6A+
2. P X P, TX C 5. P X P, P6T
3. PX T, P6C!! 6. Rinden
3. DX PT 7. P X A, TX P+
4. P4C, D8T+ 8. DX T, DX D+
5. R2A, D5T+ 9. R2A,
6. R2C, AX PC
83
¿Quién puede criticar a Bird si desmoralizado por la anterior secuencia come-
te un pequeño desliz? Si hubiera jugado 9. R2T su gran rival se hubiera tenido
que contentar con tablas por jaque continuo. La partida siguió:
84
jugadores ha cometido un error o tiene que trabajar gradualmente para lograr el
equilibrio y en tal camino se ve forzado a hacer un movimiento inferior el cual
finalmente conduce a una posición preñada en donde hay posibilidades de sacri-
ficio. Este es precisamente el punto donde el moderno maestro (o verdadera-
mente algún maestro o algún buen maestro en esta materia) para el juego de
posición y comienza el juego combinativo. Casi todas las brillanteces qu e conoce-
mos son producidas contra un juego infenor o con mayor preparación posicio-
nal del lado del vencedor, el cual no tan a menudo se comporta igual con un gol-
pe más o menos espectacular.
85
Corrientemente se usan los métodos posicionales para preparar posibilidades
combinativas, a menos que se creen accidentalmente por un error en un bando o
deliberadamente si uno de los jugadores, recta o equivocadamente piensa lograr
alguna ventaja por la creación de tales posibilidades. Vulgarmente hablando
podría decir que la mayor parte de los gambitos están en esta categoría con
complicaciones peligrosas para ambos bandos y a veces se consigue una clara y
rápida decisión.
Repito entonces que el uso del método posicional o combinativo nada tiene
que ver con el estilo del jugador sino que generalmente lo requieren fas respec-
tivas posiciones. Pero, naturalmente, estas posiciones no se producen acciden-
talmente, han sido formadas por alguno de ambos jugadores, o de algún modo
por el que lleva la iniciativa. Cada jugador, es obvio, va formando su posición
desde el comienzo de la partida de acuerdo con sus propias predilecciones y aquí
es donde el estilo tiene cabida, el cual naturalmente es un producto del tempe-
ramento y carácter del jugador, por regla general, o de su genio y posiblemente
de especiales circunstancias cuando se juega una particular partida en particulares
condiciones contra un particular oponente.
Tomamos el caso de Alekhine. ¿Quién podría dudar de que era uno de los
más grandes jugad?res posicio?ale~ de tod?s los tiempos? Y no obstante tiene
una extensa galaxia de combmacwnes bnllantes. Pero seguramente la chance
procedente de tal exquisita combinación no se ha presentado accidentalmente.
Ha sido trabajada por el siguiendo caminos estrictamente posicionales.
Véase en esta posición la forma en que lleva hacia el final una partida jugada
contra Lewenfisch en 1919. Es evidente que el negro ha tenido cierta negligencia
en su desarrollo a causa de la ganancia de algún material. Así el blanco ha
86
conseguido una de esas posiciones prefiadas con posibilidades combinativas y
Alekhine habiendo planteado la recolección de un delicioso fruto no tarda en
cogerlo. Jugó el Caballo a SC con lo que dejó la Torre y el Caballo "en prise".
Afortunadamente, el negro no puede capturar las dos a la vez. Si toma el Caballo,
el Alfil blanco entra con jaque y después con TlD se hace más corto el camino
del triunfo. Esperando lo mejor, jugó D X T+ y después de R2A ganó la otra
Torre. Ahora, es obvio, Alekhine jugó 3. C7 A+ Esta jugada no es para capturar
la Torre negra sino que apunta mucho mas allá de esta consideración. Se trata de
un mate inmediato. 3... , RlD; 4. D2D+, A2D; 5. P X A y el negro abandonó
porque si su Caballo captura el peón, entonces 6. A6R con mate inevitable.
Para ilustrar el proceso por el cual un maestro consigue por un camino posi-
cional una posición para combinación decisiva, he aquí la famosa miniatura
jugada por Spielmann contra L'Hermet en Magdemburgo 1927:
Esta jugada hipermoderna ha sido empleada por todos en los últimos recientes
años. Pero Spielmann no lo conocía cuando la hizo hace un cuarto de centuria.
3. PX P 8. D2R, A3D
4. e X P, e20 9. A2D, 0-0
5. e3AR, eR3A lO. O- O- O, A2D
6. ex e+, ex e ll. e5R,
7. A3D, P3TR
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Si el negro captura la Torre, el PTR blanco avanza hasta conseguir mate.
88
Y la solitaria Dama blanca prudentemente administra el mate para gloria de
todos sus compañeros sacrificados.
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TERCERA PARTE
Hay cínicos que aseguran que el ajedrecista realmente no gana nunca la par-
tida, puesto que la victoria de un bando implica, es obvio, el error en el
otro . El cínico citará muchos casos donde,invariabiemente, censure su error algún
necio, inadvertido de que de otra manera hubiera obtenido unas tablas o más
probablemente una victoria.
Naturalmente, hay muchos de nosotros que de vez en cuando admiten que
han sido vencidos por su oponente.
Aún cuando los medios puntos y puntos enteros totalizados en un torneo
den una cifra halagüefia, a pesar de los que se han arrojado por la ventana, ¿no
nos gusta a todos buscar un amigo para convenir que el score que se hubiera
conseguido en recta moral sería superior que el conseguido actualm ente?
Muchos han sido conocidos por censurar los errores sobre inadecuadas colo-
caciones, sobre intempestivas demandas de sus órganos digestivos, sobre el dis-
turbio ocasionado por un flash fotográfico, sobre el molesto olor del tabaco
del oponente.
Esto, naturalmente, es un punto importante. No hay ocupación tan sedenta-
ria como un Torneo de ajedrez y es obvio que se preste, más o menos, a que los
ajedrecistas fumen con mayor facilidad que en el tenis o en el motorismo, de
manera que existen más adictos a la nicotina y otros alérgicos a ella, y aquí
es donde inevitablemente surge el conflicto.
Uno de los famosos maestros más violentamente alérgico al tabaco era el gran
Nimzowitch y sin embargo fue tan temperamental como acomodaticio según co-
rresponde a un gran artista; aspiraba aire cuando imaginaba que su oponente
era nicotinadicto y deliberadamente soplaba el odioso humo en su dirección.
A menudo insistía para que el oponente dejara de fumar, y muchas veces algún
director de torneo le indicó que algún jugador tenía necesidad del tabaco como
estimulante indispensable para su concentración.
En cierta ocasión Nimzowitch se hallaba muy excitado porque su oponente le
molestaba deliberadamente con un cigarro apagado y se levantó alejandose del
tablero. El director, amablemente, le hizo regresar a la partida y una vez allí le
93
dijo con una sonrisa : "Pero si no lo ha encendido aún . Si no ha empezado a fu-
mar ". A lo que el excitable maestro respondió : "¡Pero está amenazando con ha-
cerlo ! "
Todos los jugadores entienden que en Ajedrez la amenaza de una jugada es
más fuerte que la jugada misma, y Nimzowitch es, ciertamente, un ajedrecista.
Su oponente en esta ocasión no era otro sino el gran Emanuel Lasker,inveterado
fumador de cigarros puros. Sometía a consideración la fobia de cada oponente
tras un escrupuloso estudio de la personalidad, y sabiendo la alergia de Nim-
zowitch a su cigarro, lo utilizó en la fase de la apertura en esta particular partida.
Cuando Nimzowitch perdió, después de todo, pudo justificarse diciendo que
había estado sometido constan te mente a la amenaza del cigarro de Lasker.
· Pero, ¿realmente existen cosas que dan buena o mala suerte en ajedrez? Por
supuesto existe la suerte de las tablas. Cualquiera puede jugar cinco partidas con
blancas y seis con negras, o viceversa. Se pueden llevar las negras o las blancas
contra un adversario muy fuerte . Puede uno encontrarse con el favorito del tor-
neo en la primera ronda cuando él no quiere correr ningún riesgo y conformarse
con tablas, o al revés puede encontrarse con él en la última ronda cuando se halla
pletórico de forma y con deseos de triunfo.
Pero cuando se prescinde de extrañas influencias y se refiere uno estrictamen-
te a las sesenta y cuatro casillas, el único caso real de mala suerte que recuerdo es
la memorable ocasión donde Sir George Thomas no tenía más que llevar la Torre.
de 1 T a 8T y administrar un jaque crucial que le conducía a la victoria inmediata.
Pero se le cayó la Torre en la casilla 7T en donde además quedaba "en prise ".
¿Mala suerte? Como Sir George Thomas era un correcto e integral deportista
aceptó alegremente su derrota como castigo a su negligencia.
Acaso pudiera decirse que el elemento suerte entra por entero en ajedrez
cuando se pierde la partida por un golpe imprevisto de ceguera ajedrecística.
Por supuesto sería un buen acontecimiento que ambos jugadores sufrieran mo-
mentáneamente por la misma aflicción. Después de todo también los ajedrecistas
son humanos, y quién de nosotros no recuerda alguna ocasión en donde habiendo
visto toda la complicada trama de una combinación de más de media docena de
jugadas, se le escapa una pieza "en prise" o un mate a la primera.
Un caso típico de doble ceguera sucedió en la partida Fairhust- Reshevsky,
Hastings 1937.
94
Reshevsky con negras jugó P3T y cuando Fairhust respondió DST el Campeón
de USA contuvo la amenaza con TlA, efectuándose tres movimientos sucesivos
más sin que · ninguno se apercibiese que en este momento el negro tenía un
bonito y espectacular mate. (Véase el capítulo de soluciones.)
95
Pero cualquier remordimiento de Marco en su partida citada no es nada com-
parado con la célebre ocasión en donde el resultado de un match - y ciertamente
el más importante match de su época- dependía de una partida y el gran Chigo-
rin jugando con blancas contra Steinitz hizo incomprensiblemente, en la posi-
ción del diagrama, A4C, sin ver que el adversario le daba mate en dos jugadas.
Chigorin era ciertamente uno de los maestros más imaginativos de todos los
tiempos. Por lo tanto, él que veía combinaciones complicadas, en esta ocasión
por ceguera ajedrecística se le escapó una combinación simple.
96
Siempre se ha creído que los maestros más imaginativos han sido generalmen-
te los que más fallos de ceguera ajedrecística han cometido. Sin embargo, se dan
también en los maestros de tipo posicional. Capablanca fue un jugador conside-
rado como poco imaginativo, pero metódico y uno de los grandes maestros más
precisos en su juego. No obstante, aunque en menor escala, también tuvo sus
fallos. En esta posición, contra Sir G. Thomas (negras) en el Torneo de Has-
tings 1919 jugó D8T y su oponente abandonó. Pero lo extraordinario del caso
es que Sir G. Thomas disponía de defensa suficiente y Capablanca tuvo mejor
jugada para decidir la lucha. (Véase el capítulo de soluciones.)
97
atacado o protegerlo, lúzo la increíble imprecisión A4T. ¿Por qué se pierde una
pieza con esta jugada? (Véase el capítulo de soluciones.)
Un más reciente pero no menos increíble disparate fue hecho en 1948 por el
infalible maestro Smyslov. En la última ronda del Torneo de Groninga, habiendo
llegado a esta posición contra Lundin (y bastante clara posición para ganar) se
contentó con un precioso medio punto, por tablas con jaque continuo con el
Caballo. Por supuesto, se podía ganar fácilmente en el acto con T7 AR.
Naturalmente, esta clase de malas jugadas o disparates ocurren con más fre-
cuencia en el medio juego. Des¡;ués de todo la técnica de los finales ha sido más
perfeccionada por un mayor numero de jugadores que tienen buena noción de
ella, y en lo referente a las aperturas, constantemente se acumulan y se revisan
conocimientos basados en la experiencia y se apilan las celadas peligrosas para
apartarse de ellas.
Pequeña maravilla es que los muy expertos jugadores a menudo dejen que bas-
tantes finezas escapen a su sagacidad. l"o resufta iacil en AJedrez ser un ms-
trumento de precisión en circunstancias muy dispares. Esta es probablemente la
razón por la que muchos ajedrecistas son indulgentes en la propia recriminación
de sus frustraciones.
Afortunadamente hay una válvula de seguridad: muchos ajedrecistas pueden
hallar el solaz en sus ensueños de que han podido realizar sus deseos. Muchos de
nosotros hallaríamos el "post mortem "más importante (y a veces más placentero)
que el esfuerzo que precede a la vida y muerte. Kecuerdo a un famoso maestro
meditando más de media hora en una posición que en un par de minutos podía
haberse diagnosticado como completamente perdida. Finalmente se rindió con
un profundo suspiro. Y o le pregunté qué tema que meditar tanto tiempo sobre
98
dicha posición. "¡Ah!" respondió cambiando la tristeza de su faz por una son-
risa: "Tenía que ver, qué hubiese pasado si en mi estúpida jugada 37.a yo hu-
biera jugado CSA. He analizado cuatro variantes." No es preciso decir que ello
habla en su favor. ¡Hay un típico jugador en cada uno! Verdaderamente cada
ajedrecista quiere ganar su partida, y ciertamente prefiere tablas a perder.
Cuando todo se ha dicho y hecho, él estará completamente satisfecho si se
prueba a sí mismo (y posiblemente a sus amigos incredulos) que básicamente su
juego no fue malo y que si tan sólo no hubiera seguido a su fuerte jugada 18. a con
un dudoso movimiento 21.a y con imprecisiones en la 25.a y 28. jugadas, hu-
hiera ganado la partida después de todo. Todo resulta lisonjero para nuestra
propia estimación, y una vez preparados, retrocedemos la partida a los momentos
inciertos y cambiando las malas jugadas por buenas, sin tener en cuenta las
posibles rectificaciones de nuestro oponente, podemos por regla general probar
a satisfacción que realmente nunca (mejor dicho, difícilmente siempre) tenemos
perdida totalmente una partida.
Por regla general solemos acordarnos de nuestras posibilidades desaprovecha-
das más que de nuestras actuales hazañas. Lo mismo ocurre con los grandes
maestros, quienes conservan recuerdos de tales acontecimientos. He aquí uno
del Dr. Euwe.
l. A X T?, TX D+ 2. PX T, DX A+
99
3. R3T, D6R+ 5. R5C, P3A+!
4. R4T, D7A+ 6. PX P, D6R+
Y la partida fue tablas porque Euwe tuvo la ceguera ajedrecística del peón
jaqueador. Demasiado tarde descubrió que se ganaba elegantemente de este
modo:
lOO
la forma en que pudo haber puesto fuera de combate a su enemigo en pocas
jugadas. (Ver capítulo de soluciones.)
101
Una más bella oportunidad fue desaprovechada en la partida Wegemund-
Schlage, Oynhaussen 1922. El blanco jugó D4A y terminó perdiendo. Dema-
siado tarde vio que podía haber decidido la partida con un golpe espectacular.
Efectivamente, tras D X PA el negro hubiera tenido que rendirse.
Ya he dicho antes que probablemente nuestros inherentes desencantos son
menos cuando estos lapsus ocurren a otros. A muchos competidores del "New
Statesman" les ha subyugado el tema del desaprovechamiento de oportunidades
y han proporcionado material a tal efecto. R. C. Woodthorpe fue uno de los
muchos que quisieron contar una historia contra sí mismo. Desperdició una
chance para conseguir una partida brillante contra el conocido maestro William
Winter. Fue así :
Aquí el blanco fue tentado a hacer 17. A X P. ¿Pero quién haría un erróneo
sacrificio contra Winter? Pronto tomó la iniciativa y me hizo polvo -dijo
Woodthorpe-. Demasiado tarde vio que con ASC! ! podía haber logrado llna
espectacular victoria sobre el maestro.
102
H. Johner en el match Suiza-Italia 1938, cuando había alcanzado una posición
ganadora jugando con blancas contra Stalda. Es obvio que tras T X P+ el blanco
gana fácilmente, pues tanto si toma como si no el Caballo, las negras acaban reci-
biendo mate. Aún si hubiera retirado el Caballo jugando C3C también habría ga-
nado fácilmente. Pero jugó superficialmente D7 A creyendo que era bastante
fuerte. Stalda respondió T8T+ y después de R3C continuó T X P+ lo cual _pro-
dujo tal impacto en Johner que se rindió. No vio más que si tomaba la Torre con
peón o con Rey seguía el mate forzado. Se le escapó la simple jugada R4C des-·
pués de la cual el negro no tiene más que tablas por jaque continuo.
103
Por último (Rubinstein-Nimzowitch, San Sebastián 1912) uno de los casos
más raros de doble ceguera en la literatura del ajedrez . Rubinstein amenazaba
justamente D X PA+ seguido de D X A+ y mate a la siguiente. Nimzowitch
imaginó que jugando A4A no sólo eludía la amenaza citada sino que además
clavaba la Torre enemiga. Rubinstein evidentemente de acuerdo con este pensa-
miento respondió A4D. Esto demuestra que ambos padecían ceguera ajedrecís-
tica puesto que después de A4A el blanco llega al mate sencillamente con
D X PA+ seguido de D X PC++. Considerando que Rubinstein y Nimzowitch
estaban cerca de la cúspide de sus respectivas carreras cuando jugaron esta par-
tida, el lector puede muy bien argüir que si dos grandes maestros son víctimas
culpables de la primitiva ceguera ajedrecística, muy bien pueden caer en ella
jugadores más humildes, aunque en menor culpabilidad. Esta puede ser muy bien
la pequeña diferencia de culpabilidad que apreciamos en tales lapsus una y otra
vez, aunque entre los maestros sucede raramente y es considerado como un
evento digno de ser registrado.
Hay además otro punto. Entre los numerosos e increíbles lapsus que ocurren
a famosos maestros, uno de los más explicables probablemente, sea la inquietud
producida por el reloj-control. Pero es tema para otro capítulo.
104
XIII
Antes de que se usara el reloj-control las partidas de match tenían una dura-
ción de veinte horas o más. Había jugadores que meditaban horas para una jugada
y si el oponente se dormía era probablemente lo mejor que podía hacer. Lo más
verosímil es que sus nervios fueran perjudicialmente .afectados por la intolerable
demanda de su paciencia. Se cuenta que en esos días la táctica de levantarse y
abandonar la sala mientras el oponente pensaba era enormemente practicada
en las competiciones de ajedrez y a no dudar muchas partidas se perd1an a causa
de la fatiga.
Por esta razón se introdujo el reloj-control y se estimuló un determinado nú-
mero de jugadas en un tiempo dado; esta ventaja comenzó a usarse hace aproxi-
madamente cien años, siendo utilizado un reloj de arena para tal fin.
No obstante, en una ocasión solamente, que yo sepa, fue dispensado el uso
del reloj; ocurrió accediendo a una sugestión del Dr. Tarrasch en el Torneo de
Niiremberg 1886, quien imaginó que las partidas serían de mayor calidad si no
estuvieran sometidas al control del tiempo-límite. Pero la experiencia fue poco
halagüeña y causó muchos descontento~. Muchos de los jugadores, o mejor
algunos de ellos, recurrieron al viejo hábito de marcharse mientras el oponente
pensaba, haciendo interminables las partidas. Que yo sepa esta experiencia no
ha vuelto a repetirse y espero que nunca más vuelva a producirse.
F:l reloj-control es verdaderamente el indispensable árbitro del perfecto juga-
dor, y conocer cómo ha de ser administrado justamente el tiempo,debe conside-
rarse como parte de los conocimientos que precisa tener un maestro. Por eso el
jugador humilde debe utilizar el reloj-control siempre que le sea posible. Ayuda
a la disciplina del pensamiento y es conveniente adiestrarse en su uso jugando
con algún amigo, ensayando treinta o cuarenta jugadas por hora.
Como ocurre con muchos de los inventos beneficiosos, el reloj-control del
ajedrez, por ser demasiado bueno, tiende a ser un premio mixto. Para algunos es
verdaderamente un castigo. Esto es lo que exactamente significa para aquellos
jugadores constitucionalmente incapaces de disciplinar su pensamiento al tiem-
po aprovechable.
lOS
El tiempo controlado es por supuesto la pesadilla de los ajedrecistas. Pero esta
definición varía considerablemente. Muchos jugadores creen que su tiempo es
apurado cuando disponen de tres o cuatro minutos para cuatro o cinco jugadas.
Otros piensan que no es nada hacer una docena de movimientos en uno o dos
mmutos. Para algunos maestros - entre ellos Reshevsky - esto es una regla más
que una exceycion. El ha convertido la lucha contra el tiempo casi en un fino
arte y una sutil arma psicológica. Conozco únicamente una o dos ocasiones
en que ha ido apurado por el tiempo-límite,y así,juJ.\ando castigado por los es-
pantosos riesgos del tiempo le da fiebre hasta el ultimo minuto del control;
pero seguramente él ha ganado más partidas a sus oponentes excitados puesto
que conserva la calma, en tanto que los otros p1erden el control de los nervios
ante la amenaza del reloj.
Uno de los ejemplos de la imperturbabilidad de Keshevsky ante la presión del
tiempo se presentó en una partida contra Botvinnik en el Campeonato mundial
de 1948. Reshevsky ganó la partida contra el futuro campeón del mundo y
ciertamente una de las más celebradas del campeón norteamericano.
Jugando la Defensa Nimzowitch contra una de las líneas de ataque favoritas
de Botvinnik, Reshevsky entró casi en una misma variante en la que días antes
en el mismo Torneo, Keres había sufrido un descalabro catastrófico a manos del
mismo adversario,•. cometió un error garrafal y Botvinnik con un violento ataque
consiguió una espectacular victoria en menos de veinticinco jugadas. Pero
Reshevsky jugando con admirable consistencia posicional en posición cerrada,
fue presionando sobre la debilidad del campo de Botvinnik, el peón aislado y
doblado de la columna AD.
106
Después de 24. D2T se llegó a la posición del diagrama. Botvinnik se vio
reducido a tan tímida (pero inevitable) jugada de defensa debido a la presión
creciente de Reshevsky. Pero el fuerte edificio de la posición fue construido a
costa de su tiempo, al hacer su 24.a jugada le quedaban solamente cuatro minu-
tos para hacer diecisiete jugadas. Y sin embargo con un perfecto control nervio-
so, sin alterarse y con su habitual calma siguió:
Consejo de la desesperación.
107
momento del reloj-control. Un caso instructivo es la partida Emst-Dr. Troger,
Stuttgart 1948.
108
. Saemisch me respondió explicándome, con toda tranquilidad, que no con-
Sideraba un caso singular emplear veintisiete minutos en una jugada. Esta es una
complicada {y también perfectamente lúcida) historia. La clave es que Saemisch
durante la mañana había analizado una partida de su oponente jugada reciente-
mente y por razones psicológicas consideraba de vital importancia que debía
seguir una de las variantes que se plantearon en la citada partida, pero no de una
manera directa sino llegando a la misma posición por transposición de jugadas,
lo cual iba a reportar una particular ventaja. Todo esto lo habta pensado Saemisch
en su animoso camino con la consiguiente pérdida de tiempo. Había logrado
este an-álisis en media docena de variantes y nada hizo en las sutilezas para la
transposición. El análisis de estas minuciosidades fue el que necesitó veintisiete
minutos.
Por supuesto, justamente como Reshevsky, Saemisch es demasiado virtuoso
en el naufragio de los nervios cuando actúa bajo la presión del tiempo. Como
todos los maestros que con frecuencia son víctimas de tal turbación. Bastante
a menudo la crisis se supera, pero otras veces hay que pagarlo muy caro.
109
38. T8A!, A4R+ 40. R2T,
39. RlC, A5D+
¡Lo consiguió! El negro en su jugada 34.a complicó la partida explotando la
turbación de su oponente. En su jugada 38. a Saemisch halla el movimiento sal-
valor en dos segundos de refl-exión y en su jugada 40.a fue izada la bandera.
En este momento psJcologtco, t:teitter otrecw tablas. Saemisch las aceptó cre-
yendo que no pod1a escapar al jaque continuo. (Véase capítulo de soluciones.)
Pero lo más interesante es que, naturalmente, ahora Saemisch disponía del
tiempo completo para considerar su posición. En circunstancias normales, unos
cuantos mínutos hubieran sido suficientes para haber visto todas las posibilida-
des, pero bajo los efectos post-psicológicos de la turbación por el tiempo y su
agonía el jugador sigue sometido a duro castigo. Muchos de los medios puntos
han tenido lugar en circunstancias similares.
Pero demos fin a este triste asunto con una nota más feliz, un feliz final para
una historia llena de suspense y emoción. Después de todo siempre puede haber
un intervalo dichoso dentro de la acuciante presión del tiempo y donde el héroe
(o la víctima) de la historia ha sido un viejo amigo nuestro, Saemisch. En este
caso él fue el héroe:
Jugando con negras contra Novara (Berlín 1941) Saemisch disponía solamen-
te de un minuto para realizar una docena de movimientos. Dió jaque con una
Torre y seguidamente llevó la otra Torre a la 8.a fila con la esperanza de hacer
tablas, por jaque continuo. Pero resultó que su oponente se encontró enredado
en una red de mate en cinco jugadas. Saemisch,cuando le faltaba menos de medio
minuto para el tiempo límite, encontró la combinación. Yo espero que el lector
pueda hacer lo mismo, pero si se le pasa el tiempo debe consultar el capítulo
de soluciones.
110
XIV
Más rápido que el Ping-Pong
llJ
das de torneo o de match se halla al otro extremo en la presión del tiempo.
Se puede argüir que tanta rapidez resta calidad a las partidas. Pero hay un
buen número de ejemplos que muestran lo contrario. Tomo la decisiva partida
del Campeonato de USA de partidas relámpago 1943, con R. Fine y S. Reshevsky
como oponentes. No era la primera ni la última vez que estos dos grandes maes-
tros americanos se enfrentaban, no sólo en partidas rápidas sino también en tor-
neos normales, y ambos ostentaban el título de Cameeón de USA. En esta parti-
cular partida, Fine tenía suficiente con medio punto para lograr el primer pre-
mio, mientras que Reshevsky tenía que ganar la partida. Fine explotó bien esta
ventaja psicológica y condujo la partida con un buen sistema posicional, mejor
que muchas partidas normales. He aquí cómo se desarrolló el juego. (Reshevsky
juega con blancas):
112
Como se trataba de una partida decisiva, en lugar de jugarse como es norma a
cinco segundos por jugada, se jugó a diez segundos por cada movimiento.
Mini-partida
Creo que fue Somerset Maugham (y acaso Aristóteles antes que él) quien dijo
que cada historia tiene un comienzo, un medio y un final. Esto es aplicable a la
partida de ajedrez. ¿Entonces por qué .nos fascinan las minipartidas si carecen
de tmal y casi todas no pasan de la fase de la apertura? ¿Qué atractivo hay alrede-
dor de ellas? No estoy seguro.
Tal vez la dramática acerbidad de Némesis inexorable y rápidamente casti~an
do el más leve desliz, o nuestra inherente fobia al error que lo hace un espectacu-
lo cuando es castigado de inmediato de alguna forma, o tal vez, nuestra natural
pereza. Después de todo, para jugar una minipartida un jugador experimentado
no precisa de todas las piezas.
Muchas de nuestras conocidas minipartidas tienen muy pocas jugadas, como
el Mate del Loco u otros absurdos, totalmente primitivos. Podría ser muy fuerte
considerar Únicamente estas deficiencias ignominiosas para un rápido fuera de
juego. La víctima puede ser algún famoso maestro. Así fue como en 1922, Reti
fue arrastrado por Josef Krejzick:
114
una miniatura. Como hemos visto antes, los más famosos ajedrecistas, de vez en
cuando nos deleitan con una extraordinaria mini-partida. Aquí un ejemplo en
nueve jugadas sobre elementos brillantes y de ~ltamente dram~tica agudeza, no
menor que la ceguera a.JedreCist¡ca por ambos lados. La partida tue JUgada por
Bird (blancas) contra Gunsberg en Hastings 1897.
115
Con esto el blanco hace tablas, pero no hay mayor seguridad si el blanco hu-
biera querido ganar con: 9. CSD+, C X C; lO. D X A, CSA!.
ll6
XVI
¿Cuánto alcanza su vista? ·
117
allí toda la combinación pero puede ser que tenga que hacer algunas correc-
ciones como consecuencia de una alteración. Puede suceder que su intuición
halle alguna su tileza en el final del vuelo de su imaginación y sea preciso cambiar
el cálculo, nada se habrá perdido a no ser veinte minutos preciosos de su reloj.
Considerando entonces la importancia de la disciplina y la experiencia junto
con el instinto y la intuición, puede muy bien decirse que el maestro tiene justo
este grado de ventaja conferida por la acumulación en su memoria de sus pro-
pias partidas y de otros, lo que no puede tener el aficionado que dedica escaso
tiempo al estudio del ajedrez.
En resumen, el relativo grado de alcance visual en ajedrez es un producto na-
tural del jugador, un don tan bueno como su experiencia.
118
Pero sucedió que ahora la posicwn presentaba una combinación de dieciséis
jugadas que forzaba la victoria y Yates concluyó así:
119
Petesburgo 1914. Es,incidentalmente,un bonito ejemplo de la diferencia entre el
estilo posicional y el estilo combinativo, tratado anteriormente. Capablanca era
sin duda uno de los más grandes maestros del juego posicional, pero cuando se
presentaba la ocasión (por su tipo de juego no creaba a menudo tales oportuni-
dades) se comportaba como el más fulgurante combinador sobre las sesenta y
cuatro casillas. Esta es una de sus combinaciones que comienzan con el ofreci-
miento de un modesto peón.
120
En esta posición fue anunciado el mate en dieciséis jugadas. El maestro que lo
realizó fue el famoso Blackburne y su mérito es más remarcable si se considera
que esta partida fue jugada a la ciega. He aquí el desenlace:
Aquí uno de los raros casos en donde él fue la víctima, aunque sirve de con-
suelo que su oponente no era otro sino el gran Zuckertort. Es verdaderamente
su más famosa combinación . Conducía las blancas y en la posición del diagrama
jugó D4C! ! ante la sorpresa de su oponente. Blackburne vio que si tomaba la
Dama que le había obsequiado, recibiría mate en ocho jugadas (el lector puede
hallarlo por sí mismo). Por eso el maestro Blackburne rehusó el regalo griego y
jugó T1-4A que en tales circunstancias era lo mejor que podía hacerse. Pero, co-
mo es usual en una posición preñada de posibilidades combinativas, las blancas
hallaron otra y continuaron:
121
31. A X P+, RXT 33. D X D, Rinden
32. A7C+, RlC
122
La combinación que arranca del dia¡¡;rama es bella y fácil de ver. Ocurrió en
una partida ganada por Grimmenstein en Viena 1915. Es una combinación de
diez jugadas. Las negras hicieron P4AR , inmediatamente las blancas capturaron la
Dama y como consecuencia perdieron todas las piezas. No obstante, sin capturar
la Dama podría haber colocado al enemigo en una situaciÓn dramática. (Ver la
solución en el Capítulo final.)
123
Un caso de mate anunciado en diez jugadas. El vencedor fue B. Ullrich con
ne!Vas. El mate no fue anunciado en la posición del diagrama sino solamente des-
pues de que las blancas jugaran D2C, Única para evitar la amenaza D8T. En el
curso de estas diez fatales jugadas el pobre Rey tiene que realizar un viaje de
ida y vuelta antes de perecer. En el capítulo de soluciones, el lector puede en-
contrar el desenlace si lo desea.
Afortunadamente tenemos la evidencia de que las combinaciones a larga
vista se hallan recogidas en muchos libros y los más bonitos ejemplos son cono-
cidos en los cinco continen tes.
Pero relativamente poco conocida es la del siguiente diagrama:
l. P4eD 6. R X T, TlT+
2. P X A, e6e+ 7. RlC, . A4A+
3. ex e, ex e+ s. ex A, TST+
4. P x e, P X P+ 9. RX T, DlT+
5. RlC, TST+ lO. RlC, D7T++
124
XVII
Prendido con alfileres
125
Esta puede ser una de las posiciones preñadas , mencionadas en anteriores ca-
pítulos. Hay tal histérica preñez que creo que en el ajedrez esto ocurre con más
frecuencia que en un consultorio ginecológico.
La posición está tomada de la partida lV!andel-H. J ohner, Zurich 1930. El maes-
tro suizo resolvió la situación en forma brillante.
l. C6C+ 4. TX C, T8T+
2. P XC, PX P+ 5. R X T, PXT
3. RlC, C7A
126
Esta posición (como algún ejemplo más de este capítulo) está tomada del li-
bro de Kurt Richter,"Kurzgeschichten um Schachfiguren'~Se trata de una expe-
riencia personal de Richter, jugando con blancas contra un aficionado conocedor
de muchos análisis. Sin duda creyó que había logrado un final brillante contra el
maestro, después de T8T+ seguido de P X P. Pero Richter con toda calma res-
pondió TSAR y después de R X T continuó P4C+ con lo que pudo capturar al
peligroso peón enemigo, ganando fácilmente la partida por su superioridad en el
ala de Dama.
Cuando publiqué este tema en New Statesman, junio 1949, muchos lectores
1 ')'7
~·
me enviaron interesantes ejemplos de combinación por memoria de otra similar.
El primer premio de esta particular competición fue ganado por Beaumont con
una composición obtenida en match contra Browne cuya combinación final es-
taba basada en otra brillante producida por Alekhine.
Alekhine-Ah u es Beaumont-Browne
128
XVIII
Nada nuevo bajo el sol
Está muy bien todo lo dicho sobre el mismo modelo recurriendo a él una y
otra vez en ciertas posiciones. Pero lo que sucede demasiado frecuentemente es
que una misma partida se juega ·precisamente más de una vez. Creo que fue Rabbi
ben Akiba quien añadió a su legendaria fama de sabiduría el concepto de que no
hay una idea que sea completamente nueva. Se supone que han transcurrido
ya 1.800 desiguales años desde que murió Rabbi - y algunos de ellos muy desigua-
les verdaderamente- produciéndose o no un número de ideas buenas o malas en
demanda de cierto grado de originalidad. No se duda que un jugador llamado
Mentges se mostró soberbio cuando obtuvo esta preciosa victoria contra un hom-
bre llamado Gitzen, en 1933.
Una bonita miniatura, pero lo ocurrido es una repetición, jugada por jugada,
de una partida muy conocida ganada por Marshall a Burn en el Torneo de
París, 1900. El hombre que jugó con negras treinta y tres años después de cono-
cida esta famosa partida, no dudo que podría haber cambiado su táctica. Pero el
vencedor de esta partida dijo que no había tenido noticia de su famoso pre-
decesor.
Lo mismo puede decirse de dos aficionados que en Munich 1935, produjeron
esta divertida miniatura:
129
3. A4A, e3A 9. e X PeR, P5T!
4. P3D, A4A 10. e X PAR, PX A!
5. 0-0, P3D 11. e X D, A5eR
6. A5eR, P3TR 12. e20, e5D
7. A4T?, P4eR! 13. e3A, e6A+
8. A3eR, P4T 14. P x e, ADX P
y el mate es imparable.
Tales duplicaciones suelen ocurrir con más frecuencia de lo que pudiera ima-
ginarse. He aquí otro divertido ejemplo, tomado de una partida de Alekhine en
una sesión de simultáneas (1933).
130
verdaderamente gracioso es que mientras el oponente de Book, liundido ya psico-
lógicamente, había tardado hora y media en sus dieciséis jugadas, Book sin tener
nada que hacer en su posición veía a su oponente como una nueva víctima de
Alekhine.
En tales circunstancias, ahora como entonces, el jugador debe conservar una
buena faz de poker, y Book que es un experimentado jugador de match, recorría
su mirada triunfalmente sobre el tablero y parecía (pero solamente parecía)
justificar cómo había obligado a su adversario a cometer el mismo error que la
víctima de Alekhine.
Como la duplicidad de partidas se ha prodigado tanto en las mismas combi-
naciones y los mismos errores, reseñamos esta bonita miniatura:
131
CUARTA PARTE
ESTUDIOS Y PROBLEMAS
XIX
Realidad y Ficción
135
Tomo este estudio compuesto por J. Moravec en 1924. Un estudio muy ins-
tructivo para la práctica del juego y donde el jugador puede sorprenderse al
lograr el émpate por jaque continuo:
136
Sin duda, una extraña coincidencia de realidad y ficción. El omniscio Kurt
Richter aún presentó otra posición:
137
En una partida amistosa jugada por el compositor de estudios de fama uni-
versal, B. Gaerhs (blancas),se halló en esta posición. El blanco con Torre de me-
nos y el Rey a la intemperie debe rendirse tras la obvia jugada T7D. Pero al
efectuar el negro el tímido movimiento T3C Gaerhs salvó la partida mediante
D4C, ya que amenaza tres mates diferentes y no hay forma de evitarlos más que
con tablas por jaque continuo. Esta experiencia inspiró a Gaerhs el pequeño es-
tudio siguiente:
138
Esto generalmente se obtiene mediante la refutación de una o dos variantes ob-
vias y siendo la clave la jugada más improbable y sorprendente. Muchos de estos
principios son del mismo tipo que los empleados en las novelas de detectives.
He aquí un problema de Healey:
139
Veamos ahora un estudio de Berthold Lasker (hermano del gran Emanuel).
Las blancas juegan y ?anan. Por supuesto este particular estudio podría tener el
lema "Mate en cinco ', pero está completamente encauzado en un estudio más
que en un problema, principalmente porque esta posición puede muy bien
ocurrir en la práctica de la partida y contiene una simple y limpia idea que al~no
de nosotros, algún día, puede experimentar sobre el tablero. La idea es la rapida
activación del PA bloqueado. Para ello se precisa la brutal A8C con amenaza de
mate inminente, lo que obliga a capturar el Alfil. Se sigue atacando con R7Ay la
Torre debe capturar la Dama, con lo que el PA toma la Torre y queda libre en
disposición de coronar, dando mate en dos jugadas.
El lector puede apreciar, a golpe de vista, cierto número de peones innecesa-
rios para esta variante de mate, y que en la jerga de esta industria se los denomi-
nan "multitud" o "extras". Pero ello no desmerece en un estudio. No así en el
problema donde el compositor debe tener en cuenta la ley de la economía para
expresar la idea básica gue ilustra el tema. El lector, tras hallar la solución debe
comprobar la conexión de las piezas con la clave y la función positiva de cada una
de ellas en las diferentes variantes, o la función negativa que hace del problemis-
ta un "cocinero". ·
Un cocinero es, precisamente, en la jerga de los problemistas, el que compone
problemas con duales en la solución. Pero esto es tema para un pequeño capítulo
aparte.
140
XX
Demasiados cocineros
La jugada clave T8A salva el PD porque fuerza A2A. Pero ahora el negro pue-
de contestar a T5A o TIA con A4R o ASA respectivamente. La segunda jugada
141
blanca T3A fuerza al Alfil a morir en 4T y ahora el blanco puede jugar TSA y
tras la respuesta A3C dar jaque en 5AR seguido del avance del PD que consigue
mate al quinto movimiento. Una ma~ífica concepción, pero ocho años después
era descubierto el cocinero. Unos en tic os suizos hallaron otra solución de mate
en cinco, poco elegante, que despoja la idea básica del autor de producir el mate
con el PD. La dual es esta: l. T8A, A2A; 2. T3A, A4T; 3. PSD+ , R4A; 4. R X A,
RSA; 5. T3A mate.
De los numerosos refritos que se han hecho del famoso y viejo problema, he
aquí uno (Schütte y Palatz, 1938) que parece mejor quelos otros. Los lectores
reconocerán conmigo que el autor de la concepción original se salva por su ele-
gancia y originalidad que le rehabilitan . La solución es l. 7C, A4D; 2. T1C,
A6C; 3. T3C , A7 A; 4. T3D+, A X T; S. P3R mate. Durante algún tiempo ha pa-
recido bueno, pero tal vez los lectores encuentren un cocinero aquí también.
142
Aquí otro caso de un problemista con su diapasón ridiculizado, la vícti-
ma es E. Palkowska. Este bonito "mate en 3" - bonito superficialmente- ganó
el primer premio en u ha competición soviética de 1925. La clave del autor era
l. A6T con la amenaza C3R y la idea de contestar R7C a D6D y T3R a P6A.
Algunos años después se descubrió que el problema era malo con un cocinero
sin elegancia y brutal: l. TSR+ , A X T; 2. C2A+, R3A; 3. C4R++. Daría
muchos más ejemplos de cocineros. Se descubren casi a diario. Pero es un asunto
triste y hay cosas mejores.
143
XXI
La vista es la que trabaja
144
premio, porque cada estudio contiene una enseñanza más instructiva para el
jugador que practica la partida.
145
blanco ocupe 3D precisamente después que el Rey negro ha sido forzado a ir
a 4D.
No hay opción porque el Rey blanco amenaza con situarse en 4R. La victoria
es ahora fácil, pero el blanco puede encontrar más obstáculos si el negro en
su 3.a jugada ofrece el sacrificio PSC!. Caso de no aceptarlo el blanco tendría
que sufrir algún riesgo posicional.
Es obvio que el peón blanco no puede avanzar aún. Otra vez el blanco tiene el
resorte del tiempo para el zug-.~:wang. El negro no debe entrar en 6R mientras
pueda ser contestado con R3A. Pero la victoria blanca precisa más habilidad con
el juego de ambas casillas.
Es obvio que contra ll ... , R6A había 12. R2D. Las blancas tienen ahora el
camino despejado. El resto es relativamente fácil.
146
Con un tablero más amontonado de piezas la posición no es tan fácil a simple
vista. Este es un estudio de Gaerths. Las blancas juegan y ganan.
Hay un montón de variantes menores muy buenas en esta particular rama del
estudio. Y o únicamente podría decir que si el negro hubiera jugado 7... , D8T+ la
continuación habría sido:
l. A X PD, PX A 4. P X PT, PX PT
2. e X P, P5eD 5. e X PD, P7T
3. C3e!, P5D 6. e3e, etc.
De las muchas variantes distintas, yo daría esta que contiene dos ideas:
147
males. Esta es una de las muchas variantes. Lo exhaustivo de su complejidad
requiere más de una docena de variantes y gran espacio para su desarrollo.
148
XXII
Cuando un Campeón mundial dice algunas cosas nos conviene atender, tanto
más si las dice enfáticamente sobre una materia principal.
Parece ser que Mikail Botvinnik no habría alcanzado la cima si no se hubiera
tomado el ajedrez muy seriamente. Realmente no es para mí una sorpresa que el
gran maestro tomara el ajedrez tan seriamente como dice Lysenko, sincero y fa·
nático partidario del espíritu de lucha de Botvinnik en el ataque que hizo con-
tra el Jurado que, en la XVI Competición soviética del Problema, concedió el
primer premio a este estudio de A. Gulajev.
¿Cómo puede haber llegado el Rey blanco a 7T?, clama Botvinnik. Evidente-
mente vía 8A y 8C es el fantástico camino del milagro.
149
Ahora sabemos con certeza que las posiciones irreales han sido aceptadas
siempre en la literatura del problema, en contra de la tradición de la URSS cuyas
composiciones deben tener las mismas posibilidades prácticas que la partida.
Un argumento más interesante en los análisis del final, es si el concepto materia-
lista será o no aplicable a los estudios y problemas. Mi opinión es que será apli·
cable a los estudios, pero no a los yroblemas, los cuales deben gozar de licencias
poéticas. No obstante la composicion de Gulajev es un estudio y no un problema,
por lo que afirmo que Botvinnik tiene razón.
Como maestro en la materia,,él (y antes Ragosin) refutó el estudio tanto en el
aspecto técnico como ideológico. El autor dio esta línea victoriosa para el blan-
co: l. P7R, T5R; 2. T4A, T3R; 3. T5A+, RX P;4. T6A, T4R;5. T4A+,A5A;
6. T X A+, etc. Otra variante es: l. P7R, T5R; 2. T5A +, P4A; 3. T X P+',
R X P; 4. T5AR, P7R; 5. T4A!, etc. Pero Ragosin halló la refutación 4:.. , A2A!
seguido de R6C caso de que la Torre blanca capture el Alfil. Esto conduce de
hecho a Tablas.
Pero, además, este no fue el Único hueso que Botvinnik hizo roer al Jurado,
y puesto que su otra acusación tiene un interés general, nos atrevemos a inter-
venir, de ese modo emulamos al famoso irlandés que inquirió en una disputa a
dos extranjeros si se trataba de una pelea privada o si era preciso que alguien se
metiera en ella.
La otra reprimenda de Botvinnik, pues, para este singular Jurado fue
causada por la concesión del tercer premio a Z. Brinov por su estudio, la opmwn
del Campeón mundial era que se trataba de un caso más o menos inocente de
plagio. Un serio reproche sin duda, tanto más por llegar su exaltación al juez.
l. TBC+, R2T 2. P X P, RX P
150
3. TIC, P8R = C+ 7. A2C+, RlC
4. R2C, P8T = D+ 8. R3A, C3T
5. RX D, C7A+ 9. TlCD+,
6. R2C, CXP etc.
151
Y finalmente, para nuestra completa evidencia, el estudio de Zachodjakin.
Blancas juegan y ganan. El autor da la siguiente solución:
152
XXIII
Alimento para el pensamiento
Esparcidos por las páginas de este libro el lector podrá hallar un buen nú-
mero de estudios y también algunos problemas. Unos cuantos de ellos han sido
publicados previamente en New Statesman. Todos ellos se refieren e ilustran los
temas que se han tratado. Algunos son expuestos de inmediato, otros se utili-
zan en beneficio de aquellos lectores que desean resolverlos ellos mismos, aunque
en el último capítulo se insertan las soluciones de todos ellos.
Como imagino que algunas más oportunidades para ejercitar el propio inge-
nio es conveniente a los más ambiciosos lectores, he insertado una pequeña selec-
ción de "ocasiones" para su especial beneficio.
Espero que cuando se lle~e al final de este capítulo se tenga una grata expe-
riencia puesto que se hallaran trabajos duros y sobre todo nuevos, para lo cual
he incluido solamente estudios que no he publicado en mis crónicas, salvo tres
excepciones.
Fue un lector sueco, Fritroff Selander, quien me escribió expresán~o~e que
la literatura inglesa de ajedrez era muy rica en I?roblemas ~ero I?oco fertll en el
campo de la composición de estudios. Excelente sugerencia que he aceptado.
Ya he dicho que la deferencia de la licencia poética es típica de los problemas,
mientras que los estudios requieren una actitud realista. Creo que ambos son
instructivos si bien el estudio es más directamente beneficioso para el jugador
práctico. Esta es la razón por la que he dado preferencia a los estudios. Las solu-
ciones podrán hallarse en el último capítulo de este libro, donde se consigna la
jugada clave y las variantes principales, correspondiendo al lector descubrir las
subvariantes o líneas secundarias.
Espero que las siguientes páginas proporcionen al lector no sólo una enseñan-
za sino, a la par, una diversión.
153
H. F. Blandford, 1951 H. F. Moxon, 1951
154
W. Leick, 1938 Henri Rinck
155
H. Wittwer, 1938 M. Karstedt
G. Bernhardt C.Carls
156
Adolf Anderssen Pauljohner, 1914
Mate en cuatro
157
QUINTA PARTE
VENTAJAS Y FINALES
XXIV
Ventajas sobre ventajas
161
espíritu del juego no es decir que no pueda ser una gran diversión. En realidad
puede ser mas penetrante y lleno de finezas psicológicas y de las otras. .
Después de todo la regla de "juga! ~hombre antes que al tablero" e,s ~n prm-
cipio de estabilidad del maestro practico y -como veremos en el prox1mo ca-
pitulo- no tuvo adeptos más profundos que En:~uel Lasker. Se trata de una
diferencia de calidad cuando se traduce el prmc1p10 desde la alta esfera de !os
Grandes Maestros que miden sus ingenios con un maleta a quien le hablan
dado la ventaja de una Torre o la Dama.
La concesión de ventajas materiales envuelve inevitablemente una gama de
errores y una tentativa de provocarlos. Efectivamente existen d?s méto.dos bien
diferenciados de jugar tales partidas: nosotros los llamaremos metodo discreto y
método valeroso.
La forma es generalmente adoptada en los torneos con handicap cuando el
que da ventaja intenta acumular puntos. Elegira una bizarra apertura, calculada
para confundir al oponente, quien necesitará conocer siquiera someramente las
más ortodoxas aperturas. Quien concede ventaja confundirá a su oponente jugan-
do perfectamente una partida pasiva, cerrando el juego, rehusando cambios (si
no son inmediatamente ventajosos) y simplemente provocando errores. Más pron-
to o más tarde estos harán su aparición. Puede ser un gran error dar segura una
apertura por un ruidoso y decisivo ataque, o mejor un pequeño error, o tal vez
una serie de errores. En este terreno el que da ventaja cederá uno o más peones.
Puede entonces embarcarse en una pequeña combinación (o celada) para ganar la
calidad. Así poco a poco y nunca arriesgando nada puede ir restaurando el
equilibrio material y gradualmente alcanzar una victoria sin esfuerzo.
Es un efectivo método pero no tan a mano y divertido como el otro. Un audaz
ataque directo al Rey, se quiera o no, envuelve el sacrificio de alguna pieza
aparte de ciertas concesiones. Entonces el sacrificio tiene que ser sólido para que
quien concede la ventaja no se encuentre falto de base en una posición donde
un ingenioso cerebro puede conjurar otra "estafa" con solamente una combi-
nación.
Una vez que los bonitos lances son agotados, algunos resultados más tan-
gibles son necesarios, y si no están prontos a comparecer hemos de correr un
velo sobr'e el balance. Afortunadamente, un desarrollo rápido es la primera consi-
deración para adoptar el método valeroso, el handicap de material concediendo
una pieza confiere la compensación de tener una pieza menos que desarrollar.
En la última variante del Gambito Muzio (aportada por B. H. Wood) está la
ausencia del CD el cual vuelve para permitir la temporal (y de ese modo decisiva)
entrada de la TD para unirse al ataque contra el Rey enemigo. He aquí la va-
riante:
162
Así hacer una virtud de una necesidad y trocar el handicap en ventaja (o al
menos ensayarlo) es el principal y más interesante aspecto del más pequeño ma-
terial que se concede de ventaja en ajedrez: peón y salida (o peón y dos jugadas).
Estas ventajas, por supuesto, implican una apertura original puesto que sus mu-
chas celadas serían familiares al dador de la ventaja que hallaría generalmente
fácil realizar un oportuno enroque y cambiar la ausencia del PAR en ventaja de
columna abierta para su TR. He aquí un caso: una partida ganada por un maestro
que en su día dominó sobre los restantes jugadores mejor que algún cam-
peón y durante algún tiempo en la historia del ajedrez . Aludo, por supuesto, al
gran Philidor, quien verdaderamente en rara ocasión encontró un jugador que
pudiera enfrentarse a él sin concederle ventaja. La siguiente partida fue una de
las tres jugadas simultáneamente (y con los ojos vendados) el lO de mayo
de 1788 en el Club Ajedrez de Londres de St. James Street. Los primeros movi-
mientos se reproducen en la misma notación empleada por Philidor en uno de
sus libros publicado en 1805.
Partida de Mr. Leycester.
Recibió de ventaja el PAR y la salida.
l.
Blancas: Peón de Rey dos casillas.
Negras: Peón de Alfil de Dama dos casillas.
2.
B.: La Dama a la cuarta casilla de la Torre de Rey enemiga, dando jaque.
N.: Peón de Caballo de Rey una casilla.
Parece un derroche de papel en estos días. Se economiza espacio siguiendo en
la notación moderna :
pero es justo dar el golpe de gracia en la propia notación de Philidor: "La Dama
a la casilla de la Dama adversaria, dando jaque mate". Evidentemente ni Mr.
Leycester, ni Mr. Nowell, ni el Conde Bruhl (ni otros) podían jugar de igual a
igual contra Philidor.
Un buen jugador cuando recibe la ventaja de un peón debe enrocarse en el
lado de Dama y no dar chances al adversario para utilizar de inmediato la co-
lumna AR. Sigue una (relativamente) más moderna partida, más instructiva
porque fue jugada por un aficionado experto que recibía de ventaja un peón
163
y salida, del gran maestro Tarrasch. La partida fue jugada en Nuremberg el
año 1892 (Quítese el PAR).
Otra cosa con la que también puede contar el que concede la ventaja es con el
deseo del oponente de cambiar las Damas. Esta fineza psicológica se ilustra per-
fectamente en la siguiente miniatura jugada en 1903 y aportada por Kurt Richter.
El vencedor fue C. Dorasil quien concedió la ventaja del CD.
164
4. A4AD, ASC+ ll. AX P+, R2R
5. P3A, PX P 12. C6C+, RX A
6. 0-0, pXp 13. C X T++.
7. AX P, AlA
Sin embargo quien concede ventaja puede ser astuto adoptando el método
discreto, si bien tendrá que dar mayor extensión a la partida, particularmente
cuando concede una penosa ventaja. En este caso tendrá que ver la forma más
favorable de juego empezando adecuadamente con suma discreción.
165
A no dudar esta suerte de ventajas es precisamente una distorsión de la natural
armonía de la partida, como en la ventaja material. Pero las nuevas complicacio-
nes que surgen son divertidas puesto que es obvio que quien recibe la ventaja no
tendrá inconveniente en sacrificar cualquier material con objeto de atrapar a la
pieza fatal. Inversamente, quien concede la ventaja deberá guardar esta particular
pieza como si fuera el propio Rey, condición necesaria para que el mejor jugador
pueda ganar. Con el empleo de estas raras formas de ventaja organicé una compe-
tición en las columnas de New Statesman and Nation. Un premio especial fue
ganado por Félix Kaufmann, quien escogió la TR para dar mate; la partida fue
jugada en Boxing Day, 1950.
166
5. A4AD, P3TR 10. e4A+, R4A
6. A X P+, RX A U. D5D+, R5e
7. e X P+, R3R 12. P3TD+, R5T
8. D5D+, R2R 13. eD3A++.
9. D7A+, R3D
Y la pieza fatal del blanco no puede ser ahora salvada. Si en la jugada 3. a ha-
ce C3AD hubiera sido refutada con D4R+ y D X C. Algunas veces, si se tiene
que jugar con ventajas (y contra un oponente muy inferior) la pieza señalada
para dar mate necesita ser un engaño y adoptar un método frívolo.
167
XXV
168
Lasker era entonces Campeón del Mundo y aún en su apogeo. Pero parecía
ser el joven Capablanca la estrella de este gigantesco torneo. Había conseguido
destacar comenzando la fase final con punto y medio de ventaja. Lasker pausa-
damente fue acortando distancias y cuando se enfrentó a Capablanca tenía sola-
mente medio punto menos. Era pues necesario ganar para conseguir el primer
puesto. No había diferencia para Lasker entre hacer tablas o perder, pues en am-
bos casos Capablanca se clasificaba en cabeza. Había que ganar o conformarse
con el segundo puesto. Jugaba con blancas y se esperaba un arriesgado ataque
con violentas complicaciones. Sin embargo, escogió la sumisa y tranquila variante
de los cambios en la Ruy López.
169
39. T7TR, TIAR 41. T8TD+, AIAD
40. TITD, RlD 42. CSAD, Rinden
170
a su primer movimiento dudoso. Mucho más fuerte hubiera sido A2D conser-
vando la presión sobre el PTD blanco.
4. T2D, T5e?
5. e2R, TX PT?
Finalmente, renuncia a la victoria que aún era posible (creo que más difícil que
antes) con C2A o A7A.
6. e X A, PX e 7. PSA!, T8T?
Ahora debía usar la Torre (de 4T) para defensa más que para el ataque que
resulta fú ti!.
8. P X P, e20
9. TlD!,
171
XXVI
La masonería de los ajedrecistas
172
mente la vieja amistad y tal vez la misma vieja partida o la variante previamente
contestada, volverán a primer plano como años antes.
¿No tenemos todos am~gos ajedreci~tas en los diferentes países del mundo?
Usamos, es cierto, términos cordiales y universales - puesto que hemos em-
pleado muchos cientos de horas jugando con ellos- pero no conocemos nada
sobre su fondo, su obra, su política, su vida privada.
Pero sí conocemos con exactitud después de muchos años de separación: a) Que
invariablemente juega el Sistema Catalán o la Defensa India de Dama; b). En las
aperturas de Rey tiene preferencia por algunas variantes del Giuoco Piano, espe-
cialmente el Max Lange. También sabemos de él: e) Tiene una postura original
sobre su silla; d) Tocará ligeramente su lápiz o apretará su pañuelo cuando se
halle en posición difícil, pero emitirá una curiosa cancioncilla cuando haga una
jugada que supone le va a dar ventaja.
Conocemos todo esto acerca de él y también conocemos, por supuesto, que
tiene una variante favorita de la Siciliana y que ha realizado unos estudios espe-
ciales en los finales de Torres y Peones. Pero no tenemos idea de si es rico o po-
bre, estudiante o cabeza de familia, revolucionario o policía. Es como si nos
tuviera sin cuidado por conocerle desde hace tiempo y nunca hemos tenido oca-
sión de preguntarle por su familia, sus obras o sus pensamientos. Después de todo
hemos pasado muchas horas juntos y, aunque no hemos empleado. todo el
tiempo en jugar partidas, lo dedicamos siempre a analizar partidas nuestras o de
otros que por alguna causa hayan llamado nuestra atención inmediata, como una
nueva línea en la Defensa Merano, y deseamos cambiar impresiones de lo que
hemos visto sobre el particular. Es entonces cuando le dedicamos unos pocos
minutos para hablar ociosamente de cuestiones privadas o quehaceres públicos
(o de nosotros mismos sobre la materia), si tenemos cuatro horas para nuestra
partida esta tarde y si después del aplazamiento determinamos explicar con
detalles por qué realmente está perdido si se nos ocurre a tiempo capturar su
Alfil con el PC en vez de hacerlo con el PR.
Debemos hacer un análisis completo de la posición y ello gastará cada mi-
nuto del tiempo remanente si no se hiciera fuera del salón de juego. No cabe du-
da que nuestro camino a la r,arada del autobús será un fiero debate sobre uno
o dos puntos vacilantes del análisis hasta llegar al fin. Y pensamos llegar más lejos
cuando nos encontremos de nuevo al año siguiente.
Sin embargo, las opiniones de los ajedrecistas difieren fuertemente y se con-
tradicen sobre ciertos puntos de su partida una curiosa similitud tanto en el es-
tilo como en la capacidad para ver lo que va a suceder con dada proposición.
Nos· parece encontramos-ante un vasto mundo al contemplar esta verdadera
francmasonería internacional de jugadores de ajedrez, cuyos familiares e inal-
terables términos se usan en todas partes de ese mundo; Zugzwang, por ejem-
plo, y J'adoube son términos.
Cómo astutamente tales términos deambulan por nuestro subconsciente me
fue probado el otro día. Subía apresuradamente por la escalera de la Holborn
Underground Station. Inadvertidamente rocé el brazo de una señora que se
cruzó en mi camino. En vez de decirle "perdone", dije "J'adoube ". La se-
173
ñora me lanzó una mirada desconcertante. Evidentemente no era ajedrecista.
174
Una anécdota semejante fue publicada en 1936 por el periódico sueco
Schachviirlden. En esta posición el negro jugó TSR y triunfalmente sugirió a su
oponente que evitara la agonía rindiéndose. Pero el blanco en vez de responder
jugó A X P+ y después de R X A continuó D8C+ . El negro interpuso la Dama
en 3R y recibió mate, empezando por D8TD+. "J 'adoube" dijo el negro, mi in-
tención fue cubrirme con la Torre en vez de con la Dama. Las blancas graciosa-
mente devolvieron la jugada y dieron mate con D2C+ seguido de D2TD.
175
en jugada y media. Por supuesto, el director del torneo invalidó el inci-
dente.
176
XXVII
177
Entre tanto el astuto maestro del otro lado fue observando cómo su oponen-
te evidenciaba realizar un juego influenciado por causas ajenas al ajedrez. Suspi-
cazmente fue tendiéndole toda suerte de celadas. Pero todas fueron refutadas.
Por ahora, verdaderamente, el embotado maestro de ajedrez tuvo que convenir
su obsesión con el deseo de guardar su Dama sobre el tablero evitando temeraria-
mente el cambio y finalmente, casi atrincherada en una esquina del tablero, la
protegió contra las ulteriores inoportunidades.
Tales tácticas pueden ser buenas para un amante pero no para un maestro de
ajedrez, por lo que la partida no resultó buena. Pronto se halló, por lo tanto, en
una posición profundamente apurada. Pero no tuvo cuidado. Rindió la partida
prontamente y, con tan buena gracia como si fuera a desfilar,_saltó fuera de su
plataforma y corrió hasta la muchacha que aún estaba recostada en la última
casilla donde la envió.
Sin aliento se presentó ante ella y la invitó a cenar. La chica sacudió la cabeza.
"Usted me ha cambiado continuamente de lugar - dijo ella- y estoy agotada. Me
voy derecha a casa para acostarme."
Cuando publiqué esta anécdota en el New Statesman and Nation, invité a los
competidores a que maduraran una partida adaptándola a esta triste historieta.
El premio fue ganado por R. W. C. Clarke (el maestro enamorado conduce las
piezas blancas):
178
XXVIII
Ruptura de privilegio
179
Uno de ellos, cursillista de Lógica y hombre excitable, jugó su Alfil a 2CR
diciendo: "Jaque y mate a la jugada siguiente."
"No tal -dijo el otro interponiendo su PD- lo que ocurre es que usted mis-
mo se ha dado mate." Demasiado aturdido por estas palabras el cursillista de Ló-
gica seguía mirando al tablero mientras calmosamente aiiadía su cole~a: "Si me
concede que hable, mi querido compañero, por colocar su Alfil en la unica casi-
lla de escape de su Rey, usted ha compuesto sin saberlo conscientemente un mate
puro de ayuda en una jugada."
"Esto es un completo disparate -rugió el lógico, una vez que recuperó la fa-
cultad de hablar- ¿cómo puede Vd. darme mate después de haber sido usted
mate?"
"Porque -dijo el otro- al avanzar el PD se elude el fatal jaque y al mismo
tiempo se abre la acción de mi Alfil contra su Rey."
"Oh, no, V d. no puede - Íue la triunfante réplica-; su Peón no puede nunca
llegar a la 4. a casilla porque lo capturo al paso en la 3. a Por lo tanto su Rey con-
tinúa expuesto al jaque del Alfil todo el tiempo. En resumen usted es ya mate
cuando imagina que puede dármelo a mí. Los hombres muertos no pueden ac-
tuar. Quod erat demostrandum."
Los dos compañeros continuaron su argumentación durante el resto delatar-
de, finalmente el Campeón del Club y el Secretario fueron consultados sobre la
regla y decidieron: Victoria para el negro.
No dudo que todos conocemos las reglas del ajedrez que han sido estipuladas,
pero no estoy muy satisfecho con esto. De algún modo siento que el excitable
cursillista de Lógica tenía un caso argumentable poco tratado.
Todo esto prueba que la regla "captura al paso" no es tan simple como parece.
Ciertamente no fue este el Único caso que se ha presentado en el que dos jugado-
res se ven obligados a perder en el mismo momento (creo que hay que admitir
que al menos uno de ellos fue veraz).
180
En esta posición el negro jaqueó con su PC, abandonando casi al mismo tiem-
po al darse cuenta demasiado tarde que el blanco le daría mate en el acto, cap-
turando al paso. Pero precisamente en ese instante el blanco también se rindió.
No habiendo tenido noticia nunca de que se podía capturar al paso, se consideró
perdido.
181
XXIX
Fantasías
182
Véase con esta treta la suerte de sucesos que pueden ocurrir, tomando
esta posición:
183
Un pobre maestro ajedrecista había apostado a un millonario 1.000 libras
esterlinas. Dijo: "Mate a la próxima ju ~ada ", y justamente cuando se disponía
a hacer la jugada su excitación le causo un fallo cardíaco y la muerte instan-
tánea.
En la ~eneral conmoción, el millonario derribó su Rey que cayó fuera delta-
blero, si b1en el resto de las piezas quedaron intactas en su posición, pero el millo-
nario no pudo recordar la posición exacta de su Rey ni si había posibilidad de
darle mate. Estaba preparado, según creo, para pagar las 1.000 libras esterlinas a
la familia del fallecido maestro si se pudiera probar dónde se hallaba su Rey y
cómo se le podía dar mate. Afortunadamente un buen número de maestros esta-
ban presentes y con memoria suficiente para probar,en beneficio de la viuda y
los huérfanos del maestro fallecido, la situación del Rey. (Véase la solución en el
último capítulo.)
Otra original posicion, más precaria para el blanco , cuyo Rey ha sido
Otra original posición, más precaria para el blanco, cuyo Rey ha sido
separado de sus propias fuerzas. Con burla desesperada el monarca blanco
se ha camuflado para introducirse en campo enemigo, disfrazándose de Peón
negro. Pero fue descubierto, y sin piedad se le dio mate en una jugada.
¿,Cuál de los Peones negros es el Rey blanco y cómo se le administró el
mate? (véase el capítulo de soluciones).
Aquí otro "argumento" compuesto por el Rev. E. C. Mortimer. Ambos ju-
gadores han efectuado ocho jugadas, pero el Caballo blanco de lCR es real-
mente el CD. ¡,Cómo ha sucedido? ,·.Y cómo, en realidad se han sucedido
las jugadas perfectamente legales para legar a esta posición'( Existe solamente
184
un camino para conseguirlo como los lectores podrán fácilmente encontrar.
185
Uno popular, especie de capricho, es el mate de ayuda, problema en donde el
objetivo de las blancas no es dar mate al Rey negro, sino más bien un suicidio,
forzando al negro a que dé mate al blanco. Tal problema por supuesto puede
ser tan dificultoso como otra clase de problemas (o tal vez más) y esta clase de
suicidios tienen muchos devotos admiradores y ciertamente cavaron un nicho en
la literatura del problema; quizás sea irreverente hablar de esta clase de antojos.
He aquí uno gue su ingenioso autor seguramente presentó como una pequeña
chanza; la solucion se obtiene por el simple proceso de ir colocando el ALfil en
6T, SC, 4A, etcétera, obligando al peón negro a capturar uno a uno a sus colegas
enemigos hasta dar mate.
El compositor de problemas en sus momentos más lúcidos imagina toda
suerte de extrañas posiciones que no reflejan la calidad de las composiciones,
sino más bien, alguna bonita clase de simbolismos que 1 bueno o no1 puede ser
puramente Óptico.
186
en jaques a la descubierta comenzando por T2A+ y hacer a la Torre subir en
escalera. Demasiados jaques dobles.
187
De originales simbolismos existen innumerables composiciones, de tipo histó-
rico o político. Esta famosa pieza conocida en la literatura ajedrecística como
"Retirada de Napoleón en Moscú", es un estudio de Petroff; la casilla 1 TD del
blanco simboliza Moscú, 8TD es San Petesburgo y 8TR, París. La diagonal
1TR-8TD simboliza Beresina y el Rey negro acosado por los Cosacos es, por
supuesto, Napoleón Bonaparte. Veamos ahora el desenlace:
188
simbolismos para este bonito estudio de ágiles Caballos. He aquí la solución:
189
todos ellos bastante ajustados al desarrollo de la partida. Pero el mejor de todos,
a mi modo de ver, fue el titulado "Asesinato en el cuarto negro" con el que
G. Watson ganó como premio un libro de ajedrez.
190
de a la captura del peón ocupante pero el Rey negro recibe mate dos jugadas
después. Los lec~ores podrán hallar fácilmente las tres o cuatro variantes existentes.
191
Muy similar (quizás algo más adornado) es éste de parecida insp iración
y producido en Francia por la misma ép oca, que simboliza el poder de los gran-
des obuses de las armas francesas en la batalla de Champagne. La jugada clave es
R2R y cualquier movimiento del enemigo es contestado con mate. El negro dis-
pone de cuatro diferentes jugadas con jaque, pero la r espuesta es siempre de
jaque-mate. Resulta muy significativo que en el periodo bélico se produzca tal
cantidad de problemas simbólico-políticos y pienso que no se harán esperar los
problemas que aludan a la era atómica y a la bomba de hidrógeno.
192
XXX
Alboroto en el Elíseo
Por fortuna, sueílo muy raras veces con el ajedrez. Pero algunas veces sí me
sucede, y se trata entonces, casi siempre, de una especie de pesadilla, de una en-
diablada posición en la que, jugada tras jugada, va uno introduciéndose sin reme-
dio en una red de mate cada vez más tupida. Claro que, a veces, se goza también
del triunfo verdaderamente increíble de una combinación tan divinamente bella
que es preferible ahorrarse el intento de reconstruirla al despertar a la realidad
diaria.
Pero, recientemente, tuve un sueño ajedrecístico muy distinto: me hallé de
improviso en el famoso rincón de los Campos Elíseos reservado exclusivamente
a los ajedrecistas. Allí están acostumbrados, claro está, a una calma auténtica-
mente celestial; no tienen acceso a él, en principio, los ángeles de las trompetas,
y los demás sólo son admitidos cuando así lo exige el servicio, pero con severísi-
mas instrucciones de pulsar sus arpas muy bajito e, incluso, de moderar en lo po-
sible sus aleteos.
Empezaba a arrellanarme con aire contemplativo en mi pequeila nube y a
hojear un par de revistas nuevas que me habían prestado amablemente Greco y
Damiano, cuando se inició de repente un alboroto realmente inaudito en aquel
ambiente. Eran Tarrasch y Nimzowitsch, que habían empezado a discutir y
como quiera que ni aún los siseos de Ruy López, Bilquer, Steinitz y otros respeta-
bles personajes hicieron la menor impresión en los dos gallitos, la discu.sión fue
adquiriendo tonos cada vez más violentos y el coro celestial comenzó a prestar
atención, airado por esa impertinente perturbación de la calma, pero no menos
in teresa do por el tema.
Nimzowitsch se hallaba sentado muy cerca de mí, sobre una nube grande y
hermosa, mientras, enfrente, reinaba Tarrasch sobre una de las nubes cuadradas
que, como es sabido, están reservadas a los grandes maestros.
¿A qué se debía el alboroto? Naturalmente, se trataba de la defensa Tarrasch
en el gambito de dama rehusado.
"¡El peón de dama aislado es para las negras un punto débil estático!", ex-
clamaba Nimzowitsch sumamente excitado.
"¡No! " , ru~ía Tarrasch, "¡es un punto fuerte dinámico!".
" ¡Doctor!' , intervine yo con modestia, mientras ambos se concedían un ins-
tante de aliento (hálito celestial, claro está) "¡Doctor!", repetí, "¿qmere ver
193
una yartida que confirma su teoría? Se jugó algunos años después de su ... ".
Aqu 1 me interrumpí algo cortado porque, como es lógico, en aquel lugar se con-
sideraba de pésimo gusto pronunciar la palabra "muerte". Nimzowitsch trató
entonces de interrumpirme, pero me adelanté al observar que Tarrasch me mira-
raba con la expresión severa del catedrático que exige a un alumno poco apro-
vechado que siga su labor.
"Sí, se flor doctor", dije con timidez. "La partida se jugó unos años después ...
después de su traslado, por un joven llamado Nagy. "
Apenas hube pronunciado este nombre cuando fui interrumpido por los ·sono-
ros "vivas" proferidos por Maroczy, Charousek, Breyer y otros desde las nubes
húngaras.
Tarrasch asintió gravemente y Nimzowitsch murmuró que nunca había tenido
inconveniente en ver _partidas de otras personas, por insípidas y estúpidas que
fuesen. De modo que hice una señal a un ángel de servicio, de los que están (o,
mejor dicho , flotan) dispuestos para tales menesteres, y éste comenzó a entonar
con voz celestial las sucesivas jugadas, seíialando los signos de admiración o inte-
rrogación con las correspondientes pulsaciones de arpa en una melodía inima-
ginable.
194
y expectante con que se había seguido la partida y se reprodujo la algarabía en
un grado absolutamente inaudito en los campos celestiales.
" ¡Bravo! ¡Bravo! ", exclamaba Tarrasch aplaudiendo frenéticamente, mien-
tras Nimzowitsch se mordía iracundo los puños y exclamaba:
" ¡El blanco es un chambón! ".
También intervinieron vivamente otros maestros, unos a favor de Tarrasch y
otros en apoyo de Nimzowitsch. De unas nubes a otras saltaban atronadoras las
palabras "centro de peones", "peón pasado" y "cobertura" con efectos de ver-
daderos desafíos. En las nubes húngaras, por otra parte, no cesaban los "vivas",
manifestación de entusiasmo que, evidentemente, se dirigía más al vencedor de la
partida que a la cuestión teórica que se ventilaba. Con mayor objetividad inter-
vinieron entonces Philidor, Anderssen y Morphy, pertenecientes los tres al sena-
do del grupo de eminencias a los que correspondían nubes cuadradas por su con-
diciÓn de grandes maestros. Fue de auténtico mal gusto que tanto Tarras~h co-
mo Nimzowitsch arremetieran ahora contra el trío con la maligna observación
de que precisamente ellos no podían aportar a este tema, un tanto moderno ,
tanto como otros colegas, no tan eminentes, pero "trasladados" algunas décadas
más tarde.
Al decir esto, Tarrasch y Nimzowitsch quedaron cortados, y eso que, por lo
demás, no eran precisamente tímidos. Pero no quedó el trío de grandes maestros
reducido al silencio, pues en discursos bien concebidos y largos, uno de sus com-
ponentes tras otro afirmaron que lo verdaderamente importante es siempre lograr
el desarrollo de las piezas lo antes posible. "Puesto que se habla precisamente
de rápido desarrollo ... ", comenzó a decir en un momento de calma un anciano
que se hallaba sentado en una modestísima nubecilla.
"¿Quién le ha dado vela en este entierro?", interrum¡ió Staunton un poco
molesto por no haber podido hablar aún "¿Quién es usted. "
"¡Ah, señor!", contestó el modesto anciano. "No entiendo gran cosa de
ajedrez, porque, en vida, fui siempre un chambón ... "
Una tempestad de carcajadas de todos los grandes maestros reunidos inte-
rrumpió al anciano. Fue una carcajada que alcanzó tonos histéricos, porque
todos se dieron cuenta de que , en esa forma, había desaparecido como por en-
canto la tensa atmósfera anterior. Incluso en los rasgos severos de Staunton
se dibujó una afilada sonrisa cuando, con indulgencia, hizo señas al anciano de
que continuase.
" ... Sin embargo, he visto jugar mucho al ajedrez", continuó , "porque estu-
ve treinta años de mozo en el Café de la Régence y me gustaría mostrarles
un desarrollo verdaderamente rápido con una sola pieza".
Y mientras hacía señas al angel de los diagramas para que proyectase la
195
posición en el gigantesco tablero blanco y azul que se encontraba en las pare-
des del cielo, murmuró moviendo la cabeza:
"Quizá tengan ustedes la amabilidad de observar esta posición. Casi dejé caer
al suelo mi bandeja cuando, por encima del hombro, vi cómo la lograba Mr. La-
zard. ¡Ganar una partida en cuatro jugadas partiendo de la posición inicial!
¡Y jugando con las negras además 1 "
El anciano continuaba murmurando y moviendo la cabeza mientras los celes-
tiales expertos reconstruían con una mirada las jugadas.
196
EPILOGO
Hemos llegado al final de un libro titulado "La aventura del ajedrez", ( l) pero
en absoluto al fin de la aventura misma, ya que esta se encuentra más allá de
nuestro alcance. Es tan infinita e inabarcable como la aventura de la vida.
Cualquier lector podría continuar la analogía diciendo que, al igual que una
persona puede estar cansada de la vida, así puede uno cansarse del ajedrez . Pero
está todavía por ver que esto le pueda ocurrir, de manera total, a alguien que esté
contagiado hasta la médula del virus de nuestro juego. Una persona puede renun-
ciar a él, por muchas y variadas razones, durante una temporada. Y o mismo he
estado varios años en que apenas he tocado una pieza de ajedrez. Pero ont
revient toujours; realmente, de lo que tenemos que preocuparnos es de evitar
que la fascinación del ajedrez nos impida dedicarnos a más importantes, o al me-
nos más lucrativas, actividades.
Una vez le dije a un joven, y ya muy galardonado ju~ador, que, dedicando
cinco mil horas al juego durante tres años seguidos, podna alcanzar la fuerza y
categoría de un maestro; pero que dedicáncole 1.000 horas solamente él no
tendría que dejar su empleo y además sabría suficiente ajedrez para disfrutar
con él tanto como cualquier gran maestro y aún más, porque la pérdida de una
partida siempre será desagradable para un maestro, ya que su vida puede depen-
der de la elevada posición de su reputación.
¿Qué ocurre con el profesionalismo en el ajedrez? Esta cuestión y todo lo
referente al dinero en nuestro juego es casi tan rara y complicada como el juego
mismo. Nosotros, los jugadores de ajedrez, estamos, desde luego, lejos de la con-
sideración de "amateur" tal como se entiende en otros juegos: especialmente en
cuanto respecta a la regla principal de no recibir recompensa económica alguna.
Porque incluso yo que soy un amateur, si es que ha habido alguno alguna vez,
recibo una o dos guineas por el segundo o tercer premio de un torneo menor, al
que asisto algunas veces haciendo un hueco en mi trabajo . Esto viene a ser una
décima parte de mis gastos, pero jugadores más importantes que yo suelen
como mucho cubrir la mitad de la cuenta del hotel y sólo los "fenómenos"
cubren gastos y logran sacar unas pocas guineas de ganancias.
197
¿Les convierten en profesionales estas modestas ganancias? A estos jugadores
se les podrá comparar a aquellos políticos cuyos cohechos son tan insignificantes
que se podría decir de ellos que son incorruptibles; las recompensas económicas
de los jugadores de ajedrez son tan modestas que lindan con el amateurismo.
Para la mayoría de los jugadores de ajedrez maestro y no-maestro (2) son
mejores títulos que amateur o profesional. Ha habido (y todavía hay) muchos
famosos maestros que como tienen algún negocio o profesión al margen del jue-
go pueden muy bien ser llamados amateurs. Por el contrario, más en el conti-
nente que en nuestro país, hay jugadores que aunque no tienen ni la categoría
ni el poder de un maestro podrían ser, acertadamente, llamados "profesionales",
porque suelen sentarse en un café desde la tarde hasta media noche, evitando
cuidadosamente a los jugadores superiores y jugando encarnizadamente, a che-
lín la partida, contra los pardillos.
Sin embargo, algo debiera hacerse respecto a las recompensas económicas en
ajedrez . En cualquier otra profesión o deporte -canción, boxeo, es?,rima, con-
certista de violín, etc.- una persona tendría que pagar un sueldo de 'estrella" a
uno de los diez mejores especialistas del país si quisiera que alguno de ellos le
enseñara. Sin embargo, alguien que posea la misma categoría en el mundo del
ajedrez tendrá que estar dispuesto a jugar contra cualquier principiante y sólo
recibirá media corona; o deberá participar en una simultánea - muchas horas de
durísimo trabajo- y recibirá de gratificación unas pocas guineas.
Hasta cierto punto, las pobres recompensas que reciben los grandes ajedre-
cistas obedecen a "causas naturales ". Cuando dos boxeadores luchan por el títu-
lo nacional están dando un espectáculo al que asistirán miles de personas acomo-
dadas en un gran local y que dejarán en taquilla una sustancial cantidad de
dinero. Una partida de ajedrez equivalente a ese campeonato boxístico "reuni-
ría " una mayor cantidad de personas, pero lo haría una vez terminada la partida,
y, por supuesto, junto a las chimeneas de sus casas y sin que a los "espectadores"
les costara nada; nada, en cualquier caso, que permitiera que una pequeña suma
de dinero fuera a parar a los bolsillos de los campeones que jugaran.
Aquí, creo yo, está la raíz del problema y el hecho de que no haya habido
( 2) Una definición del término "maestro" sería más fácil en la mayoría de los
países del continente, donde el título es generalmente aplicado al ganador de los
t()J;neos de calificación que se celebran con mayor o menor regularidad. El título
de "gran maestro" se consigue, generalmente, al haber logrado puestos de honor
en los torneos de Maestros Internacionales. En la Unión Soviética el sistema está
tan perfectamente organizado que un gran maestro, si fracasara repetidamente,
podría, según tengo entendido, ser rebajado nuevamente a la categoría de simple
maestro. En Inglaterra, el equivalente más próximo a un torneo de categoría
podría ser el "Major Reserves". Ciertamente, el vencedor de un torneo como este
- aunque no le conceda título oficial alguno- puede ser considerado un maestro,
ya que se necesitaría la fuerza de uno de ellos para ganar una de esas competicio-
nes, en las que siempre participan, por lo menos, uno o dos maestros internacio-
nales reconocidos.
198
ningún intento serio de ocuparse de él parece patéticamente indicativo del bon-
dadoso altruismo de los grandes ajedrecistas. Evidentemente están tan fascinados
resolviendo y componiendo problemas totalmente inmateriales en el reino etéreo
de sus 64 cuadros que no prestan ninguna atención al problema algo más munda-
no de sus propias finanzas. La solución al problema -allí hasta donde sea posible
llegar- es una sola palabra: "copyright". Yo, como persona que no tiene ningu-
na sardina a la que arrimar ningún ascua, me aventuraría a decir que no hay razón
válida alguna por la que no se deba exi~r algún tipo de derechos por los juegos y
problemas que se publican en los periodicos, revistas y libros de todo el mundo.
Esto debería hacerse a través del sistema de la cámara de compensación, muy
en la línea en que los compositores y letristas reciben sus honorarios. Esto traería
consigo, para que fuera más seguro, la necesidad de una maguinaria administra-
tiva, que una vez establecida, bajo la tutela de la Federacion Internacional de
Ajedrez, sería financiada deduciendo un porcentaje razonable a las cantidades
recogidas.
Cuando sugerí esto a uno o dos grandes maestros del ajedrez se me dijo que
los periódicos dejarían de publicar los juegos y los problemas en el mismo mo-
mento en que se les pidiera dinero por ellos. Con el debido respeto, creo que
esto no tiene ningún sentido. ¿Por qué iban a negar los periódicos y revistas el
pago de una suma razonable al autor de los problemas? Al fin y al cabo ellos
pagan por cada pulgada de material escrito.
Las sumas deberían variar, evidentemente, de acuerdo con la tirada de los pe-
riódicos. Habría media docena de categorías, y la cantidad a pagar por partida o
problema variaría entre una guinea y dos chelines. Los editores de libros pagarían
todavía menos, en vista del volumen de ejemplares requerido y tambien a que
ofrecen una más permanente publicidad. ¿Cómo deberían repartirse las sumas
obtenidas una vez que los gastos de la cámara de compensación fueran cubiertos?
En el caso de un problema o estudio el autor debiera ser el que cobrara. En lo
que respecta a las partidas de ajedrez, y habida cuenta que el término "trabajo
literario" le es de muy difícil aplicación, competería a los abogados especialistas
hallarle una definición, aportando, eso sí, el argumento incontestable de que es
un esfuerzo creador de ambos jugadores. En caso de tablas compartirían la suma,
mientras que en una partida decidida el 75 por lOO sería para el ganador y el
25 por 100 para el derrotado.
Puede argumentarse que, en el estado en que se encuentra el mundo en la ac-
tualidad, una organizacion internacional de esta clase tendría que hacer frente a
graves contratiempos debido a las cortapisas puestas a la circulación del dinero, a
las dificultades de transferencia y demas. Pero, a falta de pan buenas son tortas.
Además esta clase de organización, una vez establecida, tiende a largar su alcance
y mejorar su eficacia. Pero ya desde el principio esto significaría que al igual que
un famoso compositor o letrista puede recibir a fin de año un jugoso cheque de
la sociedad de autores - una buena cantidad que proviene de sumar innumerables
cantidades pequeñas- así un buen ajedrecista obtendría una buena recompensa
por sus partidas o problemas publicados o imprimidos en todo el mundo.
Podría reprocharme el haber dedicado una página o dos a algo que no es de
mi incumbencia ni preocupa a mis lectores. Yo me declararía culpable del
199
primer delito pero no así del segundo. Ciertamente no es cosa mía, sino de los
propios profesionales, ocuparse de sus finanzas, pero todos los que amamos el
ajedrez debemos preocuparnos de que los cerebros creadores que nosprocuran
tan duradero placer sean justamente recompensados.
Por último debo explicar al lector por qué me escondo bajo un nom de plume.
La razón es simplemente esta: como escritor mi trabajo principal se desarrolla en
campos muy diferentes; y por otro lado sé lo suficiente sobre el juego del ajedrez
como para darme cuenta de que soy bastante regularcillo como practicante, por
lo que serÍ¡¡. muy presuntuoso de mi parte presentarme como profesor en vez de
estudiante.
Pero, ¿por qué "Assiac "? Esto también necesita una explicación ya que
parece haber confundido a más de un lector. La primera columna que publiqué
en el "New Statesman and Nation" apareció bajo el pseudónimo "Caissa ",pero
cuando me informaron de que ya hab1a otra persona que firmaba igual sus traba-
jos sobre ajedrez decidí dar la vuelta al nombre. Yo realmente me alegré de te-
ner que hacerlo ya que desde el principio pensaba que el nombre de la Diosa del
Ajedrez le venía grande a un simple estudiante de este juego.
Bueno, ya dije al principio que no iba a escribir un libro de texto (no hubiera
podido siquiera de haberlo intentado). Yo juego por diversión, y lo único que
me califica para escribir este libro es estar desesperadamente enamorado del
AJEDREZ. Este apasionamiento supongo que sera compartido por muchos de
mis lectores, así que me sentiría cumplidamente recompensado si ellos se divir-
tieran leyéndolo sólo la mitad de lo que yo me he divertido escribiéndolo, a ra-
tos perdidos, desde que empecé a escribir para el "New Statesman and Nation ".
Nosotro·s, viejos adictos ya, somos incansables por lo que me sentiría doblemente
recompensado si el libro consigue nuevos degustadores de los más profundos
placeres del ajedrez y excita sus apetitos haciendo que necesiten más y más cada
vez. Con toda seguridad, de todas las drogas que existen en el mundo debe ser el
ajedrez la que cause un placer más duradero.
200
SOLUCIONES
Wotaba:
l. T X P, T X T; 2. ASA, P3C; 3. A4C, T X A; 4. R3A, T4C; S. P4C, R2R;
6. R3C, R3A; 7. R4T, T X P+; 8. R X T, R4A; 9. P4T, RSe; lO. R5e, etc.
I-Ievacker:
l. P6R, e3A; 2. P7R+, C X P; 3. e4AR, e4AD (o SD); 4. R8T! .
Kubbel:
RSA; 4. P3C+ (si 2..., R4A; 3. A2A+, D X A; 4. e7D+, R4D; S. e6A+,
Rjuega, etc.).
Zepler:
l. elD, RSe; 2. e2A+, R X P; 3. ClD, RSC; 4. e3R+, R6T; 5. A3A y mate
a la siguiente.
Blathy:
l. C4A+, R4A; 2. C6R+, R4D; 3. e X D+, R4A; 4. e X A+, R4D; S. e7A+,
R4A; 6. e6R+, R4D; 7. e4A+, R4A; 8. R4R, P4D+ , 9. RSR, A3A+;
lO. R6R, elD+; ll. R7D, cualquiera; 12. e X PD mate.
Spielmann:
l. P6e, P X P; 2. PSD, P X P; 3. P6A, P X P; 4. P6R.
Autor desconocido:
l. P3A, P X P; 2. RlA, P7 A; 3. P4R, P X P; 4. R X P, P6R+; S. RlR, P7R;
6. PSD, P X P; 7. R X P, PSD; 8. R2D, P6D; 9. P6A, P X P; lO. R X P, R2e;
ll. R4A, RlT; 12. RSA, R2e; 13. R6D, P4A; 14. P == D, R X D; 15. R7Ay
mate en tres.
Nagy:
3... , T X P+; 4. R X T, D3R+; 5. D X D. Ahogado.
201
Kollmann:
e6T seguido de T8e.
Steinitz:
D X e seguido de A5e+.
Reshevsky:
l...,T8A+; 2. A X T, D2T; 3. RlT, e ? A+; 4. Rle, e6T+; 5. RlT, D8e mate.
Chigorin:
l..., T8T+; 2. R X T, A7T+; 3. R X A, TlT+; 4. R3e, e4A+; 5. R4A,
T5T mate.
Lasker-Euwe:
P4eD seguido de e2A.
Poshauco:
l..., A4A+; 2. A3D, D7Retc. (Si 2. RlT, AX P+;3. AX A,D8R+.)
Loughran-Harrison:
l. D6A, D6T; 2. D7A, P5D; 3. D8A, P6D; 4. D4e+, P5e; 5. D7R mate.
Si l..., D5A; 2. R2e, P5D; 3. D X PR, P5e; 4. D6A+, D4e; 5. P4A, etc.
Schmitt-Herrman:
l. T X A, T X D; 2. T8e, TlD; 3. TS-5e, etc. Si l..., P X T; 2. T X PA, etc.
Ernst- Troger:
l. P7 A, D2T; 2. D6A+ , D2e; 3. D4T+, D2T; 4. P X T = D+ , R X D;
5. D8R+, R2e; 6. D X PA+ , etc.
Saemisch-Pfeiffer:
40... , A4R+; 41. Rle, A5D+; 42. RlT, T8R+; 43. R2T, A4R+; 44. P3e,
etcétera. (Si 43 ..., ASe+; 44. R3e, T6R+; 45. R4e, etc.)
Saemisch:
l..., T8D+; 2. R2T, T8A; 3. A4A, T8TR; 4. R3e, T6T+; 5. P X T, T8eR;
6. R2T, T8T+; 7. R3e, T X P++ .
Grimmenstein:
l..., T X A+; 2. RlT, e X P+; 3. D X e, T X D+ ; 4. R2T, T7e+; 5. RlT,
TXe+;6. R2T, T X e+; 7. RlT, T X e ; 8. Rle, TX T+;9. TX T, TX T+;
10. R2A, T7R+ . (Si l. e4D, T X A+; 2. Rl T.) El blanco puede ganar
202
así: l. e4D, T X A+; 2. R X T!, D X e+; 3. D3A!!, D7D+; 4. R1e, etc.
Ullrich :
l..., T7T; 2. D X T, D6A+; 3. R1R, D8A; 4. R2D, D8D+; 5. R3A, D6e+;
6. R2D, D7 A+; 7. R1R, D8D+; 8. R2A, D8T+ ; 9. R3e, D6A+, etc.
Boa k (o Alekhine):
16 ... , TRle; 17. TD1T, RlA; 18. T8T+, R2R; 19. e X A+, R2D; 20. T X T,
T X T; 21. e X PT, D X PeR, etc. .
E . Post:
l. R5A, R4T; 2. A5R, P6AD; 3. P3T, R5T; 4. P X Pe, P4T; 5. A X P, etc.
Si l..., P7T; 2. R6e, P6e; 3. P3T, P = D; 4. R X P, etc.
Si 3... , P6e; 4. A X Pe, P X P; 5. A2A, etc.
Si 3... , P X PT; 4. P4e+, R5T; 5. A2T, P4T; 6. P5e y 7. R4A.
Blandford:
l. P4D+, A X P; 2. e X P+, D X e; 3. D6e+, R5A; 4. D4e+, R4D;
5. D7e+, R4R; 6. e3A+, R4A; 7. D7TR+ (si 4 ... , R6D; 5. Dle+, R6R;
6. e5A+ , etc.).
l..., R X P; 2. e X A+, P X e; 3. D3D+, etc.
l... , P X P ap; 2. e X P+, R5D ; 3. e5A+, etc.
Si 2... , R3D; 3. e5A+, R2A; 4. D6e+ , etc.
Moxon:
l. e? A+, Rle; 2. e6T+, RlA; 3. A X P, R2e; 4. A X e, R X e; 5. P5A, etc.
Rowson:
l. T6T+, P X T; 2. A3e seguido de A6A, etc.
Heviicker:
l. D6TR!. Si l..., TlA+; 2. R7 A, T X T; 3. D1AD+, T8e; 4. D3A+, R7e ;
5. D4D y mate a la siguiente. Si l..., T5A+; 2. R7e, T5e+; 3. R6A, T5A+;
4. R5e, T4A+; 5. R6e, etc. (l. D6A se refuta con T5A. l. D3T da lugar a
jaque continuo.)
Leick:
l. P6e+, R X P; 2. e4T+, etc. Si l..., R3T; 2. e3R, P7T; 3. e4e+. Si l..., Rle;
2. e7R+ y 3. e5Ay 4. e3e. Si l..., R1T; 2. e?R, P7T; 3. R5D, P=D; 4. R6R.
Rinck:
l. P6A, R X P; 2. T5T+ y 3. T5AR.
203
Holm:
l. P7D, P7C; 2. A X P, T3D+; 3. RlA, T X P; 4. C2A+, R7T; 5. A5D+,
T X A; 6. C4C+, etc.
Berger:
l. R5A, R2R; 2. R6A, R X A; 3. P6T, A7 A; 4. P5C, P5C; 5. P6C, P6C;
6. P7T, P7C; 7. P = D+, R2R; 8. D3T+, RlR; 9. P7C+, etc. Si l..., P5C;
2. R6A, P6C; 3. A7D+, R2R; 4. A3T, RlD; 5. P6T, A7 A; 6. P5C, etc.
Wittwer:
l. P5A, A6C (o 7T); 2. P3T, C5A; 3. P8A = C!, C4R+; 4. C6R, A8D;
5. C8D, A6C+!; 6. C6R (l. P5A, C5A; 2. P3T, A7C?; 3. P == D, C4R;
4. D7 A, etc.).
Karstedt:
l. T8A, R3D; 2. T8CD, T8TR; 3. R7C, R8C+; 4. R8A, T8A+; 5. R8D,
T8TR; 6. T6C+, R4A; 7. T6A+, R4C; 8. T8A, Tl T+ ; 9. R7 A, T2T+;
lO. R8C, etc. Si 6 ... , R4R; 7. T6T, Tl T+; 8. R7 A, T2T+; 9. R6C; T3T+;
lO. R5T, etc. (l. T7 A+, R3D; 2. T7CD, T8TR! ).
Berndhardt:
l. AlC!, R8A; 2. A2T, A X A; 3. P4C, P X P a. p., etc. l. A7T (gana pieza
pero no la partida). R7D; 2. R2C, R6D.
Carls:
l. D4C+, D4AD+; 2. D X D+ , R X D; 3. C7D+, A X C. Si l... , R2A;
2. C6T+, P X C; 3. D4AR, etc.
Anderssen:
Clave: D5T.
]ohner:
Oave: T6T seguido de DlTD.
Richter:
Clave: C6A. Si l..., T X C; 2. D X PCD y 3. P5R.
El Rey camuflado:
El Rey está en 7R (fue vía 6AR) y es mate con A3D.
Empujado en la baqueta:
l. C7D+; 2. D8A+; 3. T4T; 4. C5D; 5. C7R+; 6. R2T; 7. D8C+.; 8. P3C++.
204
INDICE
Introducción 7
PARTE I
PARTE II
Espíritu y materia
PARTE III
También los ajedrecistas son humanos
205
¿Cuánto alcanza su v1sta '? 117
Prendido con alfileres 125
Nada nuevo bajo el sol 129
PARTE IV
Estudios y problemas
PARTE V
Ventajas y finales
Epílogo 197
Soluciones 201
206
«los Deleites del Ajedrez, es un
tesoro de anécdotas y curiosas ob-
servaciones referentes al juego he-
chas con el sentido del humor y
agudeza propios de ASSIAC, escri-
tor inglés internacionalmente cono-
cido y columnista de ajedrez de
gran influencia.
El autor no pretende tanto enseñar
como divertir, ·antes que a la rígidá
teoría atiende al deleite de _jugar.
Para ASSIAC hay un objeto primor-
l dial en el ajedrez: el placer.
la amenidad y gracia con que están
tratados gran variedad de aspectos
.del ajedrez, y su personalísima y
viva apreciación del juego, nos
abren las puertas a un nuevo mun-
do del tablero.