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Assiac - Los Deleites Del Ajedrez (1974)

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ASSIAC

LOS DELEITES DEL


AJEDREZ
Traducido del inglés por
JULIO GANZO

Editorial
RICARDO AGUILERA
MADRID
19 7 4
© 1974, Editorial RICARDO AGUILERA
(De la traduccióu castellana)
Padilla, 54-Apartado 9.138-Madrid-6

Título original: THE PLEASURES OF


CHESS
Autor: ASSTAC
Traductor: JULIO GANZO
Portada: Juan Manuel Domínguez

Madrid, 1974

ISBN: 84-7005-161-X

Depósito legal: M. 9. 723-1974

«EDICIONES CASTILLA», S. A. Maestro Alonso, 21. Madrid-28


La posición más difícil de todas
INTRODUCCION

Este libro no puede ser considerado como una cartilla de ajedrez, ni tan
siquiera una guía informativa para el progreso del aficionado con las más sutiles
cuestiones en la técnica de los finales o las ventajas e inconvenientes de la
Defensa Grunfeld y la Variante McCutcheon. Se trata simplemente de algunas
facetas bellas del ajedrez con su inagotable riqueza de ideas.
Algunos van tan lejos que enlazan las combinaciones del ajedrez con las fugas
de Juan Sebastián Bach, por su diafarúdad cristalina. Pero yo, al igual que el
filósofo alemán, entiendo el ajedrez, hablando en términos kantianos, como el
objeto en sí.
Pero esto pasó. Ni debemos insistir demasiado sobre cuestiones inherentes a la
armonía del ajedrez, ni compararlo con la igual perfecta armonía de la sección
aurea de los viejos clásicos envueltos en las brumas míticas.
No obstante esto puede ser igual porque entre los ditirámbicos admiradores del
ajedrez hay muchos que sostienen que este juego no es solamente una ciencia,
sino un arte también. Una ciencia porque puede uno sentirse muy satisfecho
íntimamente con eruditos trabajos teóricos; un arte porque su práctica brinda la
oportunidad de expresar el individual estilo y carácter. -
Todo esto está muy bien; pero yo pienso que ningún ajedrecista puede nunca
olvidar que ningún otro juego como el ajedrez puede ser (o imaginamos que puede
ser) ciertamente una plena satisfacción y, ¡ay! , un tiempo absorbido con los
mismos efectos sobre sus adictos que la música.
Todos aquellos que sean cautivados, bien pronto serán envueltos con la
verdad del viejo adagio: "No estando loco no se puede jugar al ajedrez y solamen-
"te .los locos juegan." Pero ninguno de vosotros se dejará nunca arrastrar a la
locura, aunque muchos, verdaderamente, sentirán pronto una obsesión tras
conocer las reglas del juego.
Un mero conocimiento de estas reglas es todo lo que requiere el lector de este
libro. Conocer los nombres de las piezas y sus movimientos, y si tiene alguna
experiencia sobre la notación, mucho mejor. Pero si el lector es un aventajado
jugador me gustaría, justamente por una vez, considerar estas familiares reglas
como sabidas. Me gustaría emprender un acercamiento totalmente nuevo al
impar simbolismo de las piezas y de sus movimientos.
Me gustaría para él, comentar la inexorable cualidad del poder de las Torres
oteando de arriba a abajo los senderos para el enlace de los controles, y el
desenfado del peón durante el largo camino, ubicado con miras al final del juego.
Creo que el astuto Alfil corre de arriba a abajo por las diagonales ejecutando
atentamente al~n ataque feroz de flanco, viciosamente bizco, a una pieza
enemiga que esta firmemente custodiada cerrando el camino de la diagonal.
Miro la Dama, poderoso guerrero que combina dentro de su graciosa figura
el poder avasallador de la Torre y la sutil agilidad del Alfil, un poder y una
rapidez tan decisivas que a menudo uno de sus propios Alfiles o Torres son empu-
jados o tirados para que desde sus puestos fuera de juego golpeen al Rey enemigo.

7
Pienso en el Caballo, ese débil saltador (como le llaman los alemanes), ese
alegre jinete (como es conocido en Francia); creo que tiene armonía la mezcla
de sus extraíios brincos con los movimientos de sus colegas en el tablero; piens•)
en sus mortales efectos cuando semejante a un galán que agita dos espadones,
empala a dos enemigos de un arrebato, golpeando a entrambos mortalmente
sobre las cabezas de sus camaradas y peones.
¡Estos peones! Esta leal línea de infantería situada airosamente en orden .de
combate frente a los mejores. Sólidamente marchando hacia adelante, un paso
cada tiempo. Pero, ¡ay!, ellos pueden hallarse prontamente bloqueados y dete-
nidos a menos que, semejantes a feroces perritos, puedan atacar a su derecha o
izquierda y así morder y proseguir adelante su camino. De ellos se ha dicho que,
verdaderamente, cada uno lleva el bastón de mariscal en su mochila.
Para ellos existe el privilegio de la promoción, solamente si pueden llegar al
término de su recorrido. Pero pocos lo logran. La contribución de la casualidad
entre ellos es terriblemente elevada. Muchos peones perecen para que llegue uno.
Al final de la jornada, que no todos alcanzan, es a17aciado con el mayor de los
privilegios y lo mismo que al principio de juego es considerado por su privilegio;
uno menor es estar seguro de que cada cual peligra según su categoría, a menos
que sea decretado de otra forma,inoculado por el espíritu que les guía. Es el pri-
vilegio de dar un doble paso al comenzar; pero tal es la inexorable justicia del
ajedrez que este privilegio es cancelado cuando lo impide el cruce de la línea de
juego de un peón enemigo. Esto se produce cuando el peón enemi?o está en su
quinta casilla y gruñe fieramente: ¿Quiéres deslizarte ante mí, eh . ¿Privilegio
de doble paso, eh? ¡No, estando yo aquÍ! No hay privilegio. Puedo agarrarte,
justamente cuando pases por delante, como si hubieras dado un solo paso, un
modesto pasito tal como el resto de nosotros durante todo el tiempo.
Como es lógico (y aquí está la buena y verdadera justicia) el peón puede ser
capturado inmediatamente una vez que háya dado dos-pasos deslizándose ante el
peón enemigo, el cual le roba su privilegio. Una vez pasada la zona peligrosa, el
peón está seguro; seguro de este enemigo pero próximo a otra puerta con otra
contribución.
Pienso en todo esto cuando está usted próximo a capturar un peón al paso, y
cuando escribe en su planilla P X P a.p. verdaderamente olvida su rutina y piensa
sobre algo concerniente a esto sintiendo que este esforzado peoncito ·esté expues-
to a un golpe coriti-a su privilegio y contra su propia vida.
· Naturalmente, él trabaja para su Rey que es el más artificioso y el más valioso
de todos los trebejos. ¡Inapreciable, más bien! Porque mientras la Dama -tam-
bién valiosa- con su valor marcado tiene que cambiarse o sacrificarse con venta-
ja, el mero pensamiento es aturdible tan lejos como el Rey se halle interesado.
El Rey no puede ser cambiado ni ofrecido a ningún precio. El no puede ser cap-
turado, una sola amenaza tiene prioridad sobre el tablero y debe ser evitada ins-
tantáneamente . Una vez advertida la amenaza no puede ser prolongada, esto es
ante todo. Pero nosotros no podemos esperar a que el Rey sea capturado. Nadie
ha visto morir al Rey . En consecuencia, el mismo momento antes de tal hecho,
si es inevitable, las luces se apagan sobre el tablero y toda vida cesa.

8
¡Qué intenso drama el de esta situación! Inmediatamente, si usted sufre o ad-
ministra un mate, verdaderamente el alcance de este lance no llega solamente al
condenado Rey sino a todos sus súbditos. Póngase dentro de los duros zapatos
del infatigable caminar del Peón. Allí resiste el esforzado mocito. Con una bravu-
ra increíble defiende a sus compañeros del peligro tratando de sobrevivir; aquí
resiste como cuando está tan avanzado en la 7.a casilla. Un pequeilo paso más y
podrá convertirse en Dama. Nada le detiene excepto que su Rey esté amenazado
de muerte y así siendo necesario se detiene el leal peón. Instantáneamente. Co-
mo lo re9uiere el valiente Rey, quien tan sólo hace un par de jugadas estaba lleno
de energ1a , altivo como Único danzante, como la Dama nunca podría emular.
Lo mismo que ahora, se defendía elegantemente, con equilibrio, para dar un
golpe mortal al Rey enemigo. ¡Demasiado tarde! Ahora nuestro Rey está sen·
tenciado y con él, inmediatamente , todos sus súbditos.
¿Qué clase de hombre es el Rey, el más asombroso de todos los trebejos?
En apariencia, como corresponde a un monarca, es más imponente que otro en
su realeza; es el más alto (con la Dama) y naturalmente el que lleva la corona.
Aun cuando realiza proezas físicas no se estremece. ¿Y por qué será? ¿No res-
ponde su pueblo por él?
Por él, el derecho de rapiña de la poderosa Torre, el asalto de la diagonal del
astuto Alfil, los caprichosos brincos del ubicuo Caballo. Si la propia actividad
pudiese ser otorgada por S. M. a cada uno de sus súbditos (pero, naturalmente
no puede), eligirían la del Peón. Desean ser ese duro soldadito; el Rey puede
solamente dar un paso cada vez. Pero los peones disponen de magníficos pasos.
Alguna vez el Rey da un paso con cautela. Después de todo el viejo muchacho
no debe hacer mucho ejercicio. Cuando hace al caso puede andar en todas direc-
ciones, igual hacia atrás. La movilidad del Rey precisa más bien restricción mayor
que la de sus humildes súbditos, ese caminante de un paso, ese incansable peatón,
el peón. Por desgracia sus oficiales y gente que pueden intrépidamente entrar en
contacto con el enemigo, puede necesitarlos el Rey cuando se halle expuesto a
los ataques en el otro flanco, del peligroso ceño de la Torre enemiga, o la fea
mirada bizca de los Alfiles y el horrible brinco de los Caballos, o el sucio mor-
disco del peón. Todos ellos serían detenidos por las distantes armas de su Ma-
jestad.
Pequeila maravilla esta del Rey que guía una vida protegida. Tan pronto co-
mo sea posible, por señal de ese embrujo que puede sucederle una vez en la parti-
da, él está enrocado, resguardado en una esqmna con la poderosa Torre a su lado
y tres bravos peones delante haciendo guardia.
Y tanto si quiere como si no, allí el Rey está más de media partida inmóvil
y aguardando estoicamente mientras sus valientes tropas batallan y mueren por
él. Alguna vez puede ser que salga cautelosamente de su rincón, abandonando la
guarida como mera precaución de S. M. a una contigua residencia no expuesta a
las sucias fauces de un Alfil enemigo; justo en la propia casilla del Rey si ha sido
necesario enviar al Peón de Alfil a una suicida mision contra el Peón de Rey ene-
migo para abrir la columna del Alfil al ataque de la Torre contra el adversario a
costa de su vida.
Es solamente cuando el tumulto y el clamor de la muerte y cuando el humo

9
de la lucha va aclarando el camino (una mera figura de lenguaje pero tan seme-
jante como justa a este engañoso andamio del fin de partida yendo sobre el ca-
mino de la real emanación de humo de las pipas y cigarrillos de los alegres guías
del nublado tablero más densa que los mismos) y forjando el andamio del juego
cuando el Rey se aventura a salir de su fortaleza y tomar verdaderamente parte
activa en el juego. Realmente el Rey no irá más allá de donde existan enemigos
peli¡vosos o meramente que puedan molestarle. Pero una vez limpio el cami-
no S. M. irá a reforzar a sus humildes peones y darles más fuerza en su apoyo
para que uno u otro de estos leales combatientes pueda disfrutar la gloria de la
promoción o perecer en la tentativa.
Pero lo mismo ahora el Rey podría ser detenido por las lejanas armas del
enemigo. No podría él rozarse con ellos en cualquier lado por la calidad de su
propia realeza. Así en el momento del triunfo se acercará el Rey arrogante ha-
ciendo cara a su real enemigo, tan cerca como pueda ir, justamente lo bastante
para contenerle. Y aquí esta él, clavando la vista soberbiamente sobre el enemigo
y esperando que uno de sus leales súbditos le administre el golpe mortal.

* * *
Parece que de algún modo después de todo he reseñado las reglas del juego y
los movimientos de las piezas. Ahora tenemos que acabar con una mirada al ex-
traño camino que sirve de guía a las jugadas de estas piezas sobre el tablero de
ajedrez.

10
PRIMERA PARTE

SU MAJESTAD, SUS OFICIALES


Y SU GENTE
El largo brazo de la Dama

Posiblemente si un fanático republicano desea ser ajedrecista, su primera con-


sideración será comprobar que la consorte de Su Majestad, es decir, la Dama es
solamente inferior a él en diseño y en tamaño, pero se eleva muy por encima
sobre todas las demás piezas de diferente rango.
También merece consideración gue ella ocupe la plaza de honor próxima al
Rey, al principio de la partida y en alguna otra ocasión. Si bien, más pronto o más
tarde, y particularmente una vez, Su Majestad se ha protegido pasivamente en un
rincón mientras la Dama se aventura en la lucha. Más pronto o más tarde tendrá
que lanzarse con todo su peso en acciones de largo alcance, porque es demasiado
poderosa para ser malgastada en comisiones de menor cuantía o quedar en la
reserva con la consiguiente pérdida de tiempo.
Digo más pronto o más tarde, pero debiera decir mejor demasiado pronto.
Porque verdaderamente la Dama siendo un arma tan rápida y poderosa es a la vez
un fácil botín para la tentación. Ella precisa ser mimada como un recién nacido
puesto que su cometido es semejante al de una experta y supercargada máquina.
Ella puede conse¡~uir gloriosas victorias unas veces, y, otras, cortar las acciones
contrarias con mas eficacia y rapidez (y de cierto más expansivamente) que sus
menos potentes colegas.
Las Damas (sobre el tablero) si se extravían pueden ser cazadas tan fácilmente
como en esta ocasión:

l. P4R, P3R 3. P5R, D4A


2. P4D, D3A? 4. A3D, Rinden

Puede aducirse que sólo por un descuido puede perderse así la Dama tan
tontamente como aquí y que entre maestros no ocurre. Véase cómo el gran
Spielmann perdió su Dama extraviada fácilmente en su partida contra Botvinnik,
en Moscú 1935.

13
l. P4AD, P3AD 7. P X P, DXPC?
2. P4R, P4D 8. TlA, C5CD
3. PR X P, PA X P 9. C4T, DX PT
4. P4D, C3AR lO. A4AD, A5C
5. C3AD, C3A ll. C3AR, Rinden
6. A5C, D3C

Una caza de Dama de las más limpias que he visto es esta que ocurrió en
Francfort 1939 con Henaker - un conocido problemista alemán- como vencedor
y Quabeck como víctima.

l. P4AR, C3AR 7. D4T+, A2D


2. P4A, P4D 8. D3C, A3R
3. P X P, CXP 9. D4T+, P4CD
4. P3D, P4R 10. D X P+ , A2D
5. P X P, A5C+ ll. D7C, A3A
6. A2D, C6R 12. Rinden

Finalmente, otro ejemplo particularmente astuto, Larsson-Englund, 1942.

l. P4R, P4R 8. D4T+, A2D


2. P4AR, P4D 9. D3C, D2R
3. PR X P, PX P 10. R2A, C8D+
4. C3AR, C3AR ll. RlC, C6A
5. P4D, CXP 12. P3TR, A5T
6. P4A, A5C+ 13. Rinden
7. CD2D, C6R

La turbación se produce naturalmente porque la Dama es muy preciosa.


Algunas veces es tan preciosa que llega a ser casi fastidiosa. Ciertamente no
podemos tenerla friamente almacenada mientras sus oponentes van arrojando sus
cargas alrededor, ni permitir su pérdida a no ser a cambio de un lote compensador
o ensayando decentemente la ganancia libre de ella. Cayendo tan preciosa pro-
piedad, naturalmente la transacción es dudosa y si no podemos hacer un buen
contrato, tampoco ciertamente debemos ensayar uno malo. Como es lógico una
propiedad de tan alto valor no debemos arriesgarla. Después de todo, puesto que
su valor aproximado es el de dos Torres o tres de las otras piezas, (esta es su tasa,
su normal precio marcado) la Dama representa un importante porcentaje en el
total de nuestro caudal invertido.
No podemos ignorar la delicada situación de cada momento en consideración
y debemos obtener la óptima posición tan fuerte que no sea necesario preocu-
parnos largo tiempo por las molestias en rededor del mero precio marcado a
nuestra valorada propiedad.
Es su elevada valoración lo que hace de la Dama un brillante objeto de
sacrificio. Ostensiblemente, lanzar tan preciosa figura a un ataque con sacrificio re-
sulta un derroche aún sabiendo que vamos a ganar; esta es la delicia del ajedrecista.

14
Aquí, Schuster-Carls, Bremen 1914, la Dama fue sacrificada por un mero Alfil
para recuperarla dos jugadas después; esta reencarnación se realiza con un inte-
rés compuesto:

l. P4R, P3AD 7. AX C, PX C
2. P4D, P4D 8. ASR, TX PT
3. C3AD, PXP 9. TX T, D4T+
4. C X P, C3A 10. P3A, DX A+
5. C3C, P4TR 11. P X D, PXT
6. ASCR, PST 12. C3A, P8T == D

La Dama se halla otra vez sobre el tablero y ahora con un Ímprobo balance
favorable. ¡Sonado oficio este!
Esto, naturalmente , es un mero caso de ganancia de material , pero el si-
guiente es un agudo sacrificio de Dama ya que se trata de un chance de victoria
por ser el golpe de gracia al Rey enemigo.

He aquí un famoso ejemplo. En esta posiCIOn (Levitzky-Marshall, Bres-


lau 1912) la última jugada del negro fue D6CR. Se ha divulgado que este lance
tan delicioso s1gmtico para Marshall un premio de lluvia de monedas de oro. La
extensión de la lluvia se ignora. ·
No todos los días se le presenta a un jugador la oportunidad de ganar con un
sacrificio de Dama. No por eso el lector debe considerar frívola la actitud de la

15
Dama, puesto que gracias a su poder puede aprovechar cualquier chance fa-
vorable.

Véase cómo aparentemente la Dama ne_gra se halla en una situació'n poco


halagüeña en la partida Bruck-Gandolfi, Milan 1939, y sin embargo es suficiente
una imprecisión del enemigo para decidir la batalla. El blanco jugó T X T a lo
que el negro respondió T3T+ seguido de T8T+, D6T+ y mate a la próxima
jugada.

16
Este es otro ejemplo de la gran versatilidad de la Dama. Esta antigua posición
no ocurrió en ninguna partida, es un problema compuesto en 1907 por Heathcote-
Marble para mostrar el gran poder de la Dama. La simple jugada clave es D6R y
tras la réplica del negro, la Dama dará mate el próximo movimiento. Hay doce
variantes en las que la Dama da mate. (Este bonito ejemplo fue sugerido por
W. H. Cozens, uno de los destacados en las competiciones de " New Statesman".)

Aún otro motivo en donde el extraordinario poder de la Dama puede supe-


rarse frente a la oposición de su colega en el bando contrario. Ht< aquí un
bonito · caso: un famoso estudio de Horwitz en donde el blanco gana forzando
el juego así:

l. D3R+, R4A (forzada) 5. D8C+, DIR


2. D3AR+, R3R 6. 060+, RIC
3. D3CD+, R2R 7. A7R!
4. A5C+, RIA Etc.

17
Si el negro jugase 4 ... , RlR las blancas ganan con S. D8C+ seguido de D7C+ y
mate en 8A!.

No menos instructivo es el otro famoso estudio de Horwitz. El blanco gana


jugando simplemente D4R. Si el negro captura el peón con jaque, las blancas
llevan su Rey a 6A seguido de jaque a la descubierta y mate. El negro puede dar
otro. jaque o cambiar las Damas en cuyo caso el peón blanco alcanza la pro-
mocwn.

18
II

La Torre se llamó elefante

Es muy significativo que en muchas vetustas y artísticas colecciones la Torre


tenga la figura de un elefante. Un justo símbolo, verdaderamente, para su inexo-
rable carácter primitivo.
Ninguna astucia se cuenta acerca de esta pieza y ello podría ser sorprendente.
Le gustan amplios espacios abiertos para recorrerlos. Sin espacio tiene dificulta-
des y no puede disfrutar de ayuda; cuando se halla frustrada es a menudo más
débil que un simple peón. Pero, dad a la Torre la anchura que precisa su nervio y
su músculo, y se hallará en su efemento. ·
La Torre es una glotona de columnas abiertas y le gusta la disciplina del traba-
jo en equipo. Ama el dominio de una columna, pero mejor aún con la colabora-
ción de su colega. Entonces,las dos unidas son verdaderamente una fortaleza y
una vez ubicadas en la séptima fila son casi invencibles.
Las Torres no son habiles para el engaño, pero se envanecen y ellas mismas
desarrollan un bueno, honesto y típico trabajo, y se puede confiar con seguri-
dad en ellas.
Cada una es tan fuerte como un toro (no un elefante) y tan paciente como
Joh. Ellas tienen que esperar. Es preciso esta espera hasta cerca del final antes
de que, real y verdaderamente, entren en acción. Difícilmente tienen chances de
lucimiento en las mini partidas. Pero aquí (Landau-Tenkate, Rotterdam, 1929)
está la excepción:

l.P4D, P4D ll. AX A, DX A


2.P4AD, P3AD 12. T7A!, ose+
3.C3AR, e3A 13. D2D, DX D+
4.e3A, P3R 14. R X D, P3TD
5.A5e, A2R 15. TRIAD, TlD
6.P3R, eD2D 16. Tl-6A, P3T
7.TlA, 0-0 17. T6D, R1A
s; A3D, P3eD 18; e5R, RIR
9. PX P, eXP 19. e6A, P4TD
10. ex e, PA X e 20. A5e!, Rinden

19
La calidad de la fuerza que desempeñan las Torres no es menor que su lealtad;
he aquí -Brinkmann-Keller, Oynhaussen 1939- un bonito ejemplo de cómo las
Torres blancas realizan una misión suicida en la lucha. Con su doble sacrificio
privan al Rey enemigo de su defensa, dando oportunidad a su propia Dama para
que elegantemente administre el golpe de gracia.

l. TSD!, TX T 3. D7A+ y mate a la


2. T7T+, RXT próxima jugada.

Del espectáculo de la extraordinaria fuerza de las Torres una vez que han
alcanzado la ?.a fila no hay un ejemplo más bonito que este famoso estudio de
H. Rinck.

20
Las blancas juegan l. T6-7T amenazando mate en dos. Relativamente la mejor
respuesta del negro es T1CR. Pero ahora el blanco gana con TR7 A+ seguido de
otro jaque de Torre y 'R7 A forzando el mate o la ganancia de una Torre.
También he comprobado antes, otra vez, el espíritu de equi:eo de las Torres.
Una vez roto, puede decirse de ellas que divididas sucumben. He aquí como ejem-
plo un bonito estudio de G. M. Kasparjan, 1935.

Las blancas ganan jugando C8R con la amenaza C7C+ seguido de mate con
ASAR, o haciendo lo mismo con otro orden. El negro no tiene más respuesta
que l..., R3C. Pero ahora sigue una limpia y doble maniobra de dos peones para
atraer a las Torres enemigas magnéticamente y dividirlas.

2. P5T+, TX P 4. P4C,
3. P5A+, TX P

Lo único que el negro puede hacer para escapar es T4R; pero ahora el Alfil
se sacrifica para atraer a la fugitiva Torre, llegando al final imaginado.

5. ASA+, TX A 6. C7C! !,

Una moraleja podemos deducir: Que el trabajo Óptimo de las Torres se ob-
tiene cuando forman equipo.
Una famosa mini partida puede servir de ejemplo. La que ganó el gran Morphy
al Duque de Brunswick y al Conde Isouard, jugando en consulta. La partida fue
jugada en 1858, en el palco del Duque, de la Opera de París, durante la repre-
sentación de "El Barbero de Sevilla".

21
l. P4R, P4R lO. e X Pe PX e
2. e3AR, P3D 11. A X P+, eD2D
3. P4D, A5e 12. 0-0-0, TlD
4. P X P, AXe 13. T X e, TX T
5. D X A, pXp 14. TlD, D3R
6. A4AD, e3AR 15. A X T+, ex A
7. D3eD, D2R 16. D8e+!, ex o
8. e3AD, P3AD 17. T8D++
9. A5eR, P4eD

Acaso el Duque y el Conde argumentarían la extenuante circunstancia de ser


distraídos por la música de Rossini. Morphy , durante algún rato preparó un es-
pectáculo verdaderamente a nivel de la gran Opera.
Un magnífico ejemplo del poder de una Torre sola está ilustrado en el estudio
de Saavedra (1895), probablemente uno de los más instructivos de la literatura
ajedrecística.

Las blancas juegan y ganan. Avanzando el peón, naturalmente, y la Torre no


puede impedir su coronación. Pero la Torre se convierte ahora en un poderoso
comando con sorprendentes resortes como pronto se verá. Es obvio que el negro
debe jugar l..., T3D+. Si 2. RSA el peón se detiene con 2 ... , T8D. Y si 2. R7C
entonces la detención se obtiene con 2 ... , T2D. Por lo tanto lo que sigue es for-
zado:

2. R5e, T4D+ 4. R3A, T8D


3. R4e, T5D+ 5. R2A, T5D!!

22
Si el blanco corona ahora una Dama, las negras pueden forzar las tablas con
T5A+. Esta es una de las cosas que pueden hacerse y la partida termináría sim-
plemente en tablas. Pero esto no es todo. Las blancas pueden coronar el peón pi-
diendo una Torre y entonces amenazan mate en la columna TD. Para evitarlo no
hay más que 6 ... , T5TD. Pero el blanco juega 7. R3C amenazando simultánea-
mente mate y a la Torre, con lo cual gana en definitiva. Pero la Torre a despecho
de su gran fuerza puede ser verdaderamente impotente. Conocida es la regla de
que dos peones unidos y pasados, no pueden ser detenidos por una Torre cuando
han alcanzado la sexta casilla, y uno de los dos corona.
Un instructivo ejemplo es el estudio del Dr. H. Neustadt ( 1897).

Las blancas ganan con l. A5T ya que si se captura el Alfil, las blancas obtie-
nen la posición clásica para coronar un peón. Pero el negro puede colaborar con
su Rey:

l. ... , R6C 2. AX P, R5A

El blanco,haciendb caso omiso, empuja su peón a la 7.a fila. Ahora,si el negro


juega T6A+ seguido de T6TR, el blanco simplemente con A5T y, después de
T X A, avanzando el otro peón, logra la posi~ión clásica para ganar. Precisamente
esta misma idea puede practicarse si se adopta esta otra continuación:

3. TIA 5. P6C,
4. A8R!, TX A Etc.

23
Aquí, en el estudio del Dr. A. Wofava podemos ver una vez más las limita-
ciones de la Torre estorbada por sus propias piezas.

Si el negro tuviera tiempo de llevar su Rey a 3AD para relevar a la Torre de


su humillante situación, no perdería. Pero la inmediata jugada blanca impide esto
y gana elegantemente con un sacrificio de Torre, para estorbar la acción de la
Torre enemiga. Si el lector no descubre la solución, podrá verla en la última par-
te de este libro.

24
III

El Alfil no está loco

A menudo he dudado, SI Juzgar como un cumplido o como un insulto


llamar astuto a ese clérigo que corre por las diagonales del tablero del ajedrez,
llamado Alfil. (En inglés, Bishop, o sea Obispo.) En alemán se le conoce con el
menos pretencioso nombre de Liiufer (andarín) de acuerdo con su forma de ac-
tuar. En francés se le denomina Fou, acaso porque en alguna ocasión no es más
que un loco.
Ciertamente ha podido tener débiles momentos cuando, quiera o no, se
siente loco. Seguramente debe considerarse frustrado por la rigidez del color de
su barrera a la cual está amarrado . Seguramente debe resentirse de esto tanto más
cuanto en el universo de las 64 casillas es el único que se halla así restringido. Nin-
gún otro sobre el tablero , ni siquiera el humilde peón, está encerrado de esta forma
y puede con satisfacción ocupar casillas blancas o negras cuando el ajedrecista
lo mueve.
Es solamente el Alfil el que está forzado a rodar toda su vida sobre un solo
color deambulando de uno a otro lado a lo largo de las diagonales. Creo que su
frustración será mayor cuando se vea impotente contra el solitario Rey enemigo
por ser de color diferente a la esquina de coronación del propio PT y no poder
ayudar a su promoción, por la injusticia del color.
Pequeño milagro el de este Obispo, que precisa más que la Torre, formar
equipo con su colega. Es solamente en equipo cuando puede controlar los dos
colores, y la pareja de Alfiles es considerada razonablemente de más valor que la
simple multiplicación de una unidad ,ror 2. Verdaderamente en la totalidad del
tablero existe difícilmente un espectaculo más divertido (o amenazador) que un
par de Alfiles acechando desde las vecinas diagonales.
Esto lo prueba la famosa mini-partida ganada por el gran Akiba Rubinstein
a Belitzmann, en Varsovia el año 1917.

l. P4R, P4R 4. ASC, CSD


2. C3AR, C3AD 5. A4A, A4A
3. C3A, C3A 6. ex r D2R

25
7. C3D, P4D 12. C1R, D5T
8. C X P, DX P+ 13. P3D, D6T
9. C3R, A 3D 14. P3AD, P4TR!
10. 0-0, P4CD 15. P XC, P5T
11. A3C A2C

Y las blancas están indefensas ante la amenaza negra de sacrificar la Dama


en 7T, o la alternativa P X PC.
Otro significativo ejemplo del poder del Alfil es la victoria de Capablanca
sobre Janowsky en New York 1916, una partida no recordada tan bien como
debiera. No se trata sólo de un perfecto ejemplo, un mero ejemplo de la poten-
cia de los Alfiles, sino que además muestra la armónica coordinación de todo el
material disponible.

En esta posición, Capablanca (Negras) sacrifica el PCD para abrir las puertas
a la acción del AD que ocupará la casilla SR, vía STD y 7AD. Así es como siguió
la partida.

l. ... , P5C 3. TlTD,


2. P X P, ASTD

Si el blanco trata de parar el golpe A 7A mediante T1AD el negro ganaría con


T X PAR+ seguido de A4CR +, etc.

3.... , A7A 5. R2A, P4T


4. A3C, ASR+ 6. T7T, AXC

26
7. TX A, P3T 12. A5C+, R3C
8. A X PT, TX T+ 13. T7R, TX P+
9. R3A, TX PT 14. R3A, TlTD
10. A X A, T6T+ 15. T X P+, R2A
ll. R2A, T6CD 16. Rinden

Uno de los innumerables y bonitos ejemplos del poder del Alfil es el que
muestra esta posición (no muy conocida) donde el maestro yugoslavo Vukovié
(blancas) llegó ante un amateur en 1937.

Vukovic hizo la brillante jugada (si así puede llamarse) CSA. Evidentemente
si el negro toma la Dama recibe mate con el Caballo, y si toma el Caballo
recibe mate con T4C+, etc. Pero jugó D X T forzando el inmediato aban-
dono de las blancas. Obvio anotar que la pequeña combinación blanca estaba
basada en el dominio del Alfil de Dama, y justamente la refutación se apoya
en la potencia del AR.
Naturalmente nada es más enfermizo para un Rey que verse amenazado

27
por un par de Alfiles desde sus vecinas diagonales. He aquí un bonito caso
(Schmitt-Riigamer, 1936):

Después de l.C7R+, Rl T las blancas abr'en camino a su otro Alfil con 2.P6R!
y el negro no tiene nada mejor que 2 ... , C X P y tras 3. D X T debe rendirse.

28
Ver un Alfil y su oponente en que dada la posición cada uno lucha contra el
otro, uno haciendo de gato y el otro degradado a la categoría de ratón, resulta
interesante. En el famoso estudio de T. V. Ulehla, 1935, el duelo de los Alfiles
es un limpio ejemplo. El blanco juega A7 A. ¿Qué puede hacer el negro? Si el
Alfil negro abandona la diagonal, entonces el blanco simplemente con A6D
gana por la amenaza de mate con el Caballo en 7 A. Por lo tanto el Alfil no
puede abandonar la diagonal, pero si juega a 3D, SAo 6C, el blanco tranquilamen·
te lo captura y luego da mate con el Caballo. Sin embargo puede ir a 7T porque
si fuese capturado quedaría en posición de ahogado. Pero entonces el blanco
juega 2.A8C! Un lance verdaderamente magnético y el negro no tiene nada
mejor que tomar el Alfil, contra lo cual P7 A es suficiente para forjar la victoria.
Hemos visto un Alfil sacrificándose para tríunfar. Ahora veremos un desastre.

No he imaginado una pieza más frustrada que un Alfil que con un peón
más y contra el Rey enemigo solitario no pueda ayudar a la promoción del
peón porque el rincon donde corona es de color diferente a las diagonales del
Alfil. Aquí se ha elaborado una posición con esta misma idea: el Alfil no puede
ayudar a tres peones unidos y pasados para que alguno de ellos corone. Un
drástico y verdaderamente instructivo estudio de como afecta al Alfil estar
encadenado a la barrera de un color. Afortunadamente es el único trebejo con
este hándicap.
Pero no vamos a concluir con la contemplación del Alfil frustrado. Pensemos
en su poder usual más que en su ocasional frustración.
Puede ser una chance bastante rara para el Alfil morder su camino en toda
la diagonal derecho hasta 8T. De esta forma ganó una partida Diemer en 1948.

29
L P4D, P4D 7. A2e, A3A
2. P3TD, P3TD 8. e3AR, P4CD
3. e3AD, P3R 9. P4R, D2A
4. P3R, P4AD 10. P5R, AXP
5.PXPA, AXP ll. e X Pe!, Rinden
6. P4CD, A2R

Si el negro toma el Caballo, el blanco captura el Alfil con provechosas amenazas.

En este estudio del Dr. A. Kramer podemos ver a un solitario Alfil triunfante
entre un número aplastante de material enemigo. Las blancas juegan su Alfil a
8AR y el negro no tiene otra cosa para evitar el mate que T6CR. Pero ahora el
ágil Alfil se situa en 6D amenazando otro mate. Para evitarlo el negro no tiene
otro camino que C6A,obstruyendo la acción de la Torre. Entonces, inmediatamen-
te, colocando el Alfil en 3TD la amenaza de mate no tiene remedio.
Aquí, finalmente, una de las minipartidas más famosas de la literatura
ajedrecística sobre el poder de la pareja de Alfiles.

l. P4R, P4R 7. ese, P3TR?


2. e3AR, e3AD 8. C X P, RXC
3. ASe, eR2R 9. A4A+, R2R
4. P3A, P3D 10. D5T, D1R
5. P4D, A2D ll. D5e+, PX D
6. 0-0, e3C 12. AXP mate

30
Esta partida fue jugada en Breslau 1865 y el vencido no era otro sino el gran
Anderssen, quien obvio es decir no estuvo en la misma forma que su inmortal.
Para consuelo de esta derrota hay que decir que el vencedor fue el joven maestro
Zuckertort, uno de los más fuertes jugadores de la época que disputó a Steinitz
la supremacía mundial del ajedrez.

* *

31
IV

Los Caballos son aún intrépidos

No, esto no es una errata. El Caballo en campo blanc_o es realmente negro.


Pero, ¿cómo ha podido llegar ahí? Simple y legítimamente en la 7.a jugada de una
variante incidentalmente fuerte del Contragambito Albin, recomendada por
Emanuel Lasker en los años noventa del pasado siglo.
l. P4D, P4D 5. A2D, P X PR
2. P4AD, P4R 6. AXA, PX P+
3. P X PR, PSD 7. R2R, P XC == C+
4. P3R, ASC+ 8. RlR,

32
Estrictamente hablando, este caso Único de llegar al campo enemigo en siete
jugadas debía imputársele al humilde peón , mejor que al caprichoso Caballo,
cuyo uniforme adoptó particularmente el aventurero peón con buenas y
suficientes razones.
El Caballo es justamente el más caprichoso trebejo de todos. No en vano los
alemanes le llaman "Jumper ", el cual con sus saltos recorre todo el tablero.
Los franceses le llaman "Cavalier" y es sin duda un alegre jinete capaz de
hacer sobre el tablero cosas que no haría ni la Dama, y de hecho ninguna pieza
puede emularle.
Acaso por eso es un merodeador del tablero, una especie de lobo que gusta
cazar solamente.
Pero esto no significa que carezca de espíritu de equipo y cuando la ocasión
lo demanda,lo mismo que un gran individualista, se muestra en equipo con sus
compañeros.
Justamente pienso en el mate ahogado y su armoniosa realización, y lo mismo
en ocasiones menos espectaculares cuando los saltos del Caballo se conjugan con
movimientos de otras piezas. ·
La fuerza del Caballo y el modo de cómo se ayudan mutuamente los colegas
en campo enemigo puede ser comprobado en este pequeño estudio de P. Henacker.

Simple, pero muy instructivo sobre la armoniosa cooperación de los dos


Caballos. Las blancas juegan y ganan. El lector deberá resolver el problema

33
por sí solo. Pero si le resulta fatigoso puede hallar la solución al final de
este libro.

Un bonito ejemplo de los magníficos saltos y la fuerza de un solo Caballo


se presenta en este famoso estudio de A. L. Kubbel, significativamente de-
nominado "El salto del tigre". Resulta casi incre1ble, pero es así, que en solo
cinco jugadas éste agil Caballo llegue, más bien salte, a agarrar a la lejana
Dama, ya sobre casilla negra, ya sobre casilla blanca. Y confío que no serán
muchos los lectores que necesiten ver la solución al final de la obra.

34
Es igualmente instructivo y demostrativo de las finezas de los Caballos el
estudio de E. Zepler. Las blancas ganan. Pero no es por un medio fácil; daré
una pequeña idea al lector, si no desea mirar la solución. Una superficial mirada
revela que el blanco podría amenazar mate inmediato si no fuera por la posición
incómoda de sus propios peones. ¿Cómo con su diestro Caballo fuerza al negro
a apartar el impedimento? Si yo dijese algo más, daría la solución completa, que
se halla al final del libro. Realmente el blanco da mate en seis jugadas.

Si mirásemos ejemplos de la fuerza del Caballo sólo en partidas de actualidad,


pienso que pocas ·posiciones tendrían el significado de esta. Ocurrió en la partida
Barcza-Bronstein, Moscú 1949. El ataque de las blancas para aliviar su posición
mediante D4R fue contenido con un brillante golpe -o mejor, una serie de
golpes- a cargo del Caballo negro. Brosntein jugí1 l... , C X PD. Las blancas
respondieron D X D y entonces las negras en lugar de capturar la Dama (con lo
que meramente ganaría un peón) jugó 2... , C X C siguiendo 3. RlA, C7 A+;
4. AlA. Esta es una hábil idea.
Las blancas quieren inducir a la Torre negra a ocupar una posición molesta,
pero de nuevo el astuto Caballo interviene agresivamente:

4. TX A+ 6. R2D, C6C+!!
5. RlR, C5D+ ! 7. Rinden

Los ajedrecistas a menudo se preguntan si un Caballo tiene más valor que un


Alfil o viceversa. La contestación, naturalmente, es que todo depende - de la
posición. Las circunstancias especiales y las condiciones posicionales señalan
estrictamente el valor de cada pieza, aunque sabemos que el valor del Alfil y

35
del Caballo es aproximadamente igual. ¿No tenemos preferencias a menudo por
uno u otro? Como ya he dicho, todo depende de la posición. Si nuestro Caballo
puede tener mayor movilidad que el Alfil en campo enemigo, entonces las
chances para el Caballo serán de triunfo.

Aquí - Keres-Najdorf, Margate 1939- un caso sobre el particular. Si el


PCR negro estuviese situado en 2AD o 4AD la partida seria inevitablemente
tablas puesto que el Caballo blanco no tendría chances de penetración. Pero
en la posición del diagrama sí las tiene. La continuación fue:

l. P5A! , PC X P 3. P6C. R2D


2. C4A, R2R 4. P7C, Rinden

36
Ni A2A ni R2A solucionarían nada contra 5. C X PT. Si el negro hu-
biera capturado con el PD, el blanco ganar ía más fácilmente con P6D se-
guido de R4A.

Cuando en el verano de l949,en mi columna de "New Statesman ",escribí sobre


" la infalibilidad del Caballo errante", muchos lectores enviaron otras ilustraciones
para mostrar las sin pares proezas del Caballo. Entre ellas estaba la de E. Allan,
quien enviÓ esta bonita posición ganada por él (negras) en su club. Su oponente
jugó D2CR (la Única jugada) y el Caballo de Allan cobro una super-actividad.

l. T7A 3. DX A, ex o
2. DX D, A6A+

Y el blanco no puede evitar el mate.

37
Finalmente se muestra aquí la endiablada fuerza del Caballo en una fantástica
posición compuesta por O. T. Blathy. El solitario Caballo blanco lucha contra
todas las figuras adversarias, pero el triunfo le sonrie. Un simple caballero contra
un ejército completo. Es un mate en 12 y no resulta tan difícil como parece.

(Solución, al final de la obra.)

* * *

38
V

No tan humildes peones

Ser un mero peón en la partida, conviene a una metáfora practicamente indis-


pensable para aquellos cuyo deber le impone la carga de escribir plúmbeos
artículos sobre la complejidad de los modernos poderes políticos. Pero en nuestro
reino de las 64 casillas, donde el peón es una sólida realidad más bien que una
nebulosa metáfora, podria ser muy fuerte adoptar tal caballeresca actitud hacia
estos humildes soldados. Ellos no la merecen porque en efecto, no son tan
humildes después de todo.
En verdad ellos están dispuestos a morir por su Rey en cualquier momento.
Y son también oficiales de su propia Dama. Sus heroicidades son a menudo de
consideración y numerosas. ¿Qué importancia si siete de estos leales pajes dieran
sus vidas por uno de ellos, el cual con esta ayuda llegara a la gloriosa transfiguración,
al final de la partida?
Cuando lo realiza puede ser cambiado en Dama y, naturalmente, según conven-
ga mejor, en Torre, o Alfil, o Caballo. Si esto decide podrá instantáneamente
cumplir cualquier sueño de la Dama y realizar la misión de la Torre, del Alfil o del
Caballo, tan bien como el mejor de ellos. Tan solo una cosa no puede ser: no
puede seguir siendo peón. Muchas veces se ha argumentado que un peón puede
ser, pero necesita no ser promovido cuando llega a su octava casilla, y los afines
a esta teoría han compuesto posiciones en las cuales podría ser actualmente más
beneficioso un peón que al llegar a la meta conservase su capacidad original, en
lugar de cambiar de rango.
Pero, naturalmente, las reglas del juego determinan qu e el peón tiene que ser
promovido. Si fuera de otra manera se opondría a la mecánica del juego.
Lo mismo que el "panta rei" (todo cambia) de la filosofía griega es verdade-
ramente aplicable, también lo es al ajedrez. Tener un peón estacionado en la octa-
va casilla, sin moverse para ningÚn lado, ocuparía un espacio y,en principio, más
que una pieza, sería un trozo de madera muerta, lo cual significaría una mancha
sobre el verdadero espíritu del ajedrez. Nosotros tenemos muchos trebejos en
~mestro, mundo de las 64 casillas, pero el gesto de cualquiera se remueve
mstantaneamente. Todos aquellos que se cambian pueden ser activos y móviles
al tiempo (o tal vez capaz de moverse). En efecto, cuando ningún movimiento es
posible la partida finaliza en tablas.

39
Pero mirad los peones en plenitud de vida , cuando van al combate, ora abrien-
do el juego (lo cual es característico de su rango) , ora cerrándole, según deter-
mine el conductor de la partida.
Me gusta el camino que ellos trazan , paso a paso, olfateando a izquierda y a
derecha como pequeños perros. Me gusta su singular espíritu de equipo. Qué al-
tivez en esos dos o tres peones cuando controlan el centro y así se oponen a las
fu erzas del campo enemigo, causando respeto. Siempre inevitablemente lentos y
trabajadores pacientes, y aunque bastante raro, puede ocurrir que un peón ente-
ramente precoz en la partida penetre en profundidad y decida la conclusión con
un singular golpe de mano.
Un caso de este tipo lo mu estra Chess Magazine de Lasker, en 1908.

l. P40, P40 4. A4A, PAX P


2. P4AO, P3R 5. A XC?, PX C!
3. C3AO, P4AO 6 . A5R, P X PC

j_Lo logró! La amenaza ASC+ cuesta al blanco la TD. Porque si 7. A X P,


ASL+ gana la Dama.
Otro acontecimi ento muy similar lo vemos en la partida Schlechter-Perlis,
Carlsbad 1911 :

l. P40, P40 5. P X PO, OX O


2. C3AR, A4A 6. P X O, AX C?
3. P4A, P3AO 7. PX PA!
4. 03C, 03C

Aquí el Dr. Perlis pudo soslayar el peligro jugando C X PA con lo que sola-
mente pierde un peón. Sin embargo jugó ASR y Schlechter obtuvo una victoria
instantanea con T X P seguido de P7 A.
Y aquí se prueba que no es tan raro el caso de duplicidad, en la partida gana-
da por el Profesor Bruning en USA 1907.

l. P40, P40 5. AX C, PX C
2. P4AO, P3R 6. A5R, P X PC
3. A4A, P4AO 7. Rinden
4. C03A, PAX O

En el prematuro progreso de la partida es, naturalmente, un camino aceptado


- y demasiado hábil - ser cauto en el avance de los peones, particularmente lejos
en perjuicio del desarrollo . Así, en su partida contra Ragosin, New York 1940,
el indomable Marshall fue tan impetuoso moviendo sus peones que hasta la
jugada 15.a no desarrolló ninguna pieza. Una vez que se decidió a jugar las otras
piezas ganó la partida. Veámosla:

l. P4R, P4AO 3. P3TO, C3AO


2. P4CO, PXP 4. P X P, C3A

40
S. Pse, esD 16. e X A, e2R
6. P3AD, e3R 17. e4R, e4A
7. PSR; e4D 18. P6T, P3e
8. P4AD, e4-SA 19. e6A+, R1A
9. P3e, e3e 20. e3AR, P3D
10. P4AR, ex PA 21. ese, p X p
11. P x e, eXP 22. P X P, DX D+
12. P4D, e3e 23. R X D, R2R
13. P4TR, P3R 24. T3T, P3e
14. PST, ASe+ 2S. A2e, TleD
1S. A2D, AX A+ 26. es X PT, Rinden

Considerando que lO de las 12 primeras jugadas del negro han consistido en


saltar con un Caballo, puede deducirse una regla de oro, menos práctica para el
oponente. He aquí la regla : Evitar el movimiento de una pieza dos veces,antes
de desarrollar las otras.
La gran cuestión acerca de los peones es que son igualmente trabajadores en
la apertura, en el medio juego y en el final. Pero es, naturalmente , en el final
cuando deben salvar las mayores dificultades y realizar sus más finas sutilezas
para explotar las posibilidades y alcanzar el triunfo o morir en el empeño.
Ver un solitario peón rompiendo una sólida fortaleza del enemigo es uno de
los más sabrosos espectáculos sobre el tablero .

En esta posición -aportada por R. Spielmann- el negro tiene tres peones


pasados. Pero es el blanco quien (con su jugada) logra romper de parte a parte.

41
No es demasiado difícil y el lector puede consultar la solución al final de la
obra.

Aquí, por último, una famosa y vieja posición, tan vieja , de hecho que el
autor es tan desconocido como los autores de la mayoría de los cantos folkló-
ricos.
Las blancas ganan. Se trata de un preciso mate en 18 jugadas, y el procedi-
miento es tan divertido como instructivo. (La solución al final del libro.)

42
VI
Su Majestad, pasea

¿Ha visto usted alguna vez un ensueño paseando? Fue, si mi memoria no me


traiciona, el título de una famosa y vieja canción. Pocos hemos visto tal visión.
Pero no es menos rara una visión en el reino de las sesenta y cuatro casillas,
como Su Majestad paseando por las reales y largas avenidas. Sin embargo , él
prefiere la paz y la quietud de un rincón al tumulto de la batalla que desencade-
nan sus leales servidores. No todos utilizan el cansado ejercicio y verdaderamente
no hacen otra cosa que dar delicadamente un paso a su tiempo, y es que el Rey
prefiere la seguridad a la aventura. Yo digo que puede pasear con precaución.
Después de todo no es solamente su augusta la que no debe ser expuesta al peli-
gro, si bien debe ser tratado como un ser superior con prioridad para ser trasla-
dado sin dilación; él no debe tener roces con el enemigo y debe ser protegido in-
mediatamente desde lejos, contra cualquiera de ellos, grande o pequeño.
En tales circunstancias,aventurarse en las encrucijadas sería poco menos que
inadmisible y Su Majestad generalmente debe evitarlo a menos que se trate de un
caso de fuerza mayor. En tal sentido, no se trata de un monarca paseando (en
todo caso, cuidadosa y delicadamente); es más bien uno que no puede auto-
ayudarse, un Rey empujado desde el pilar hasta el poste, y si sus pasos necesitan
ser cortos y cojos tanto peor.
Ver un Rey en plena apertura dando un melancólico paseo es poco frecuente.
Y sería seguramente su último paseo. Aún en muy raras ocasiones es posible ver
a Su Majestad caminando alegre para ayudar a sus valientes tropas. Un Rey podrá
salir siempre durante la apertura si no hay más que un feón que apoyar o uno
de los enemigos para ser detenido. Pero salir durante e medio-juego paseando
a través del tablero, rozándose con los enemigos, es un acontecimiento bastante
raro.
Una vez- - en Calcuta 1886, para ser preciso- un ajedrecista llamado Steel,
proveyó de este raro espectáculo. La apertura fue un Gambito Steinitz:

43
l. P4R, P4R; 2. C3AD, C3AD; 3. P4A, P X P; 4. P4D, DST+; 5. R2R ... Volun-
tariamente se llegó a esta posición:

Habiendo sido jaqueado por una Torre negra el Rey blanco se lanza a una
aventura:

12. R3D, A4A+ 14. R X A, P4TD


13. R4A, A3R+

Amenazando mate en dos con CSR+, etc.

15. ex PA. D4T+ 16. esR, e20

Si toma la Dama, C6A + y los dos Alfiles entran en el ataque.

17. R5e, DX D
Ahora el Rey negro espera tomar el PC cuando sea atacado por el Caballo.

18. A X P, DXT 23. A5eD, DXT


19. R6T, ex e 24. A7T+, R2A
20. C X T+, P3A 25. ASA, TlD
21. P XC, P4A 26. R7T!, Rinden
22. A3R, TX e
Tal audacia no siempre sale bien y no sería normal exponer al Rey a tan
espantoso riesgo.

44
Aquí se presenta otro caso: Un Rey rompiendo la fortaleza preparada para él
por sus compañeros, marcha descaradamente avanzando para apoyar un decisivo
ataque sobre el monarca rival. Ocurrió en la partida Bernardi-Drescher, Fran-
furt, 1949.

Si en esta posición el blanco hubiese jugado simplemente Tl-7D estaría fuera


de peligro. Pero como ambicionaba utilizar la columna CR, con el mejor propó-
sito jugó l. Rl T a lo que la Dama negra respondió capturando el PAR. Conti-
nuó:

2. TlCR+, R4T 3. C3C+, R5T

Y fue solamente ahora cuando el blanco reconoció que su original idea no era
sana. Debía continuar con un nuevo jaque de Caballo en SA y en caso de que el
Rey enemigo avanzase a 6T había planeado un jaque de la Torre en 3CR.
Pero vio ( ¡demasiado tarde!) que en este caso el negro ganaba sacrificando la
Dama por la Torre. El blanco cambió de plan y jugó 4. TlAR. Pero ahora, na-

45
turalmente, está perdido sin esperanzas. El negro jugó 4 ... , T8T! y después de
S. T X T el Rey negro se situó en 6T fo rzando la inmediata rendición.

En una partida jugada en Glasgow 1902, contra !llgunos aficionados en con-


sulta, Richard Teichmann tuvo una de esas raras oportunidades para enviar su
Rey derecho a la refriega. Jugó:

28. R2T, P4eD 32. T3e, D7AR


29. R3e, P4TD 33. P X P, D5A+
30. R4T, P3e 34. T4e, D7A+
31. T3R, DX Pe 35. R5T, Rinden

Esta bonit a y vieJa partida fue desenterrada por Jasper Ridley; mientras
Gerald Abrahams, campeón de Midlands, me envió la siguiente divertida mini-
partida jugada por él contra Spencer. Fue jugada a la ciega por ambos conten-
dientes mientras daban un paseo.

l. P4D, e3AR 8. R2R, D7A+


2. P4AD, e3A 9. R3D, P3D
3.tP5D, e4R lO. P X P+ RlD
_4. P4R, e3e ll. P4eR , P4TR
5. P4AR, ex PR 12. R X e, AXP
6. P5AR , P5R 13. A5e+, R2D
7. P x e, D5T+ 14. A3T, D4A+

46
15. R3R, DX A+ 18. R2A, D5A+
16. R2A, D4A+ 19. R2C, Tablas
17. R2C, D5R+

Generalmente hablando puede decirse que en nueve casos de diez, cuando Su


Majestad toma realmente un largo paseo no es exactamente una peregrinación
voluntaria.

Esta es una posición - Alexander-Keres, Hastings 1937- donde el monarca


negro precisaría pasear por el tablero si el blanco se atreviese a sacrificar
su TD.

l. TI T!, DXT 5. A6T, DX A+


2. D4T, A2C 6. R3C, AX A
3. D XC+, R1A 7. DXA+, RlR
4. C4A, D7T 8. D5C! Etc.

Pero el blanco jugó l. T2T y la partida aunque muy excitante finalizó en ta-

47
bias; un buen resultado para el joven maestro británico, el cual consiguió
el 2. 0 - 3.er puesto, delante de grandes maestros como Fine y Flohr.

Es un escemco final donde, naturalmente, el Rey más que como un comba-


tiente en su elemento, es como un símbolo arropado en algodón y lana y escrupu-
losamente protegido contra el más minimo feligro. Puesto que paso a paso por
la diagonal en un lento paseo avanza con e tiempo suficiente para alcanzar su
objetivo.
Es un famosísimo y muy instructivo estudio, generalmente atribuido a Richard
Reti, aunque yo creo que él fue quien primero lo publicó, aunque es mucho más
viejo.
Obvio que el Rey blanco no puede tener esperanzas de capturar el peón ne-
gro, en cambio el Rey negro puede capturar el peón contrario. Sin embargo hay
una combinación de ataque y defensa con la que puede asegurar las tablas.

l. R7C, P5T 2. R6A,

Ahora si el negro simplemente avanza su peón, el Rey blanco tiene tiempo


justo para apoyar a su peón pasado. Así el negro precisa jugar:

2.... , R3C 3. R5R, RXP

Otra vez si el negro avanza su peón, el blanco aún tiene tiempo de apoyar
el avance de su peón. Habiendo así forzado al negro a malgastar dos tiempos

48
en parar amenazas, las blancas con 4. R4A pueden justamente agarrar al peón
escapado.

Finalmente, se trata de un divertido estudio de C. S. Kipping. Muestra al más


asiduo Rey que he visto. Juega el blanco y da mate en cincuenta jugadas. El pro-
cedimiento consiste en que mientras el Rey negro no puede jugar más que a lC
y 2T, el Rey blanco va primeramente a capturar el PTD, luego marcha a tomar
el PAR, después vuelve hacia el flanco de Dama para ahogar al Rey enemigo
forzándole a avanzar el PAR, el cual deberá ser capturado de nuevo. Mediante el
avance P4AR dejará pasado el PR q11e coronará Dama, dando mate en 8TD.

49
SEGUNDA PARTE

ESPIRITU Y MATERIA
VII

Amargo final para Mr. Snatch

Hemos tenido un reflejo de las sesenta y cuatro casillas que componen nues-
tro reino y los seis tipos (Dios, Oficiales y Hombres) que lo pueblan. Hemos
visto cómo se mueven sobre estas sesenta y cuatro casillas, marchando, espiando ,
rodando, saltando, merodeando o corriendo, justamente de acuerdo con sus
caracteres o sus cambiantes tipos.
En otros enunciados hemos dado un volumen de material útil, de capital imc
portancia, que incrementamos con algunos conocimientos sobre el final para
sorprender con cada nueva aventura sobre las sesenta y cuatro casillas. Siempre
hay precisamente el mismo total, ni más ni menos, que nuestro oponente tiene
para disponer de él. Es nuestro tesoro capital y es competencia nuestra aumen-
tarlo o malgastado, utilizarlo prudentemente o temerariamente, o arriesgarlo con
sin igual osadía por una chance de gran provecho, o disiparlo descuidadamente
sin ninguna ventaja por ello en el final, de triste quiebra. Es nuestro perenne pa-
trimonio y lo que hagamos con ello es cosa completamente nuestra.
Veamos, ante todo, qué tenemos que hacer para ganar. Proclamar al peón una
unidad, y pues que tenemos ocho, estas serán ocho unidades al empezar. Y como
hemos dicho, los Caballos y Alfiles se valoran cada cual en tres peones (estando
en el final, dos cada uno), podemos aumentar hasta doce, los cuales elevan nues-
tro oscilante capital sobre veinte unidades. Asimismo las Torres a cuatro peones
cada una y esto hace veintiocho unidades. El Rey, naturalmente, es intasable y la
Dama podríamos asimilarla a los ocho peones unidos. Con ello nuestro capital
inicial se eleva a un total de treinta y seis unidades.
Pero esto no es tan simple como parece. Lo mismo que en la vida real es útil
conocer el valor de la moneda, en ajedrez precisamos no derrocharlo y tener un
alto sentido para valorar un simple peoncillo, una minúscula unidad de nuestro
caudal de treinta y seis. Desde arriba puede ser completamente útil una mirada a
nuestra aventura en el camino de nuestra empresa bancaria y nuestro haber en
cartera, y debe gustarnos mirarlo. Como estos someros cálculos ocurren con la
mayoría de los jugadores, podrían decirnos que en nuestro reino de las sesenta y

53
cuatro casillas y entre sus originales símbolos, lo han popularizado, existe una
actitud estrictamente materialista. Nosotros hemos de considerar la posición no
menos que el material. Haríamos mal reteniendo nuestro legado y parsimonio-
samente guardarlo conservando nuestras treinta y seis unidades.
Naturalmente su administrador bancario podría muy bien decirle que en la vi-
da tiene usted demasiado con invertir algunas cosas y que tiene que aceptar
ciertos riesgos si desea conseguir al~o más. Aún, mientras en la vida por ser mise-
rable usted meramente se roba a SI mismo algunas diversiones, en ajedrez sería
probablemente a costa de su partida. En ajedrez no se puede actuar pasiva y
prudentemente en exclusiva. Ciertamente hay que tener prudencia en todo mo-
mento pero en cada jugada que hace debe pensar en su posición o menos que en
su material. Pero entonces, ¿no tendríamos demasiado trabajo si tuviéramos sen-
sación de todo?
En ajedrez, justamente como en la vida, podemos sacrificar material para me-
jorar nuestra posición y entonces guardar dinero ganado a nuestras expensas con
interés compuesto. O bien, de nuevo, malgastar nuestras reservas en un manojo
de paja. En este caso nuestro oponente daría a esto diferente interpretación.
Dina que habiendo esquivado totalmente los legítimos riesgos , necesariamente ha
superado la tempestad y emergido de la crisis total más fuerte.
Es fácil decir que alguien con un ensayo simbólico puede permitirse estudiar
una partida de ajedrez. No jugar verdaderamente sería prestarse a simbolizar la
lucha de la vida.
Pero lo que me divierte más en ajedrez es precisamente el punto donde el
simbolismo termina, el hecho de que así como en la vida no se presenta a menu-
do una segunda ocasión, en ajedrez podemos tenerla tantas veces como nos cui-
demos de ello. Cuando encontramos nuestra posición intolerable podemos renun-
ciar de buen grado y empezar de nuevo con una perfectamente limpia pizarra y
con el excitante propósito de adicionar conocimientos a nuestra experiencia
gracias a los últimos errores.
Aún, si se cuida la simbolización, se puede ciertamente hallar en el ajedrez
una co~pleta filosofía ,d_el tiempo y ?el espac~o. _Precis? tam~i~n decirse la
fluctuacwn entre el espuitu y la matena, o en termmos· aJedreCisticos, entre la
posición y el material. Verdaderamente mantener esta fluctuación entre posición
y material (o más bien apuntar un tipo en favor de una) es una de las ideas bási-
cas de la partida y ciertamente la esencia de cada gambito.
Tomamos las jugadas del Gambito Danés;

l. P4R, P4R 3. P3AD,


2. P4D, pXp

Aquí los libros dicen que con la excelente jugada del doctor Lasker 3 ... , P4D
el negro puede obtener mejor juego refutando el gambito blanco. Esto es com-
prensible, pero ahora imaginemos que las negras no están conducidas por un
discípulo de Laskar, sino por Mr. Snatch el cual alegremente agarra el P4D
de Mr. Dash. Verdaderamente después de 4. AR4A Mr. Snatch se tragará el PC.
Ahora miren la posición después de S. A X PC. Ningún libro puede decir
a usted si esto es un lance claro para vencer por el otro costado.

54
Desde el punto de vista material, una cosa no tiene duda y es que el blanco
por el sacrificio de dos peones ha conquistado una considerable ventaja posicio-
nal. Para evitar la catástrofe el negro pronto tendrá que devolver todas sus ganan-
cias, cambiando material por posición e igualando el juego.
Esta posición fue el principal objeto de los competidores del "New Statesman ",
suponiendo que Mr. Snatch no hallaría en nadie la prudencia y el coraje de
hacerle desistir de su "juego como quiero". Puesto que la justicia en el tablero es
una medida inexorable, los competidores fueron invitados a ser sus externos
ejecutores y trazar el castigo a Mr. Snatch por continuar una imaginaria partida
contra Mr. Dash desde la 5. a jugada, en un amargo final.
Los movimientos de Snatch serán "en carácter" mientras, es obvio evitar tal
sensible contrasacrificio como P4D, él no haría risiblemente ninguna mala juga-
da. Y o daré esta pequeña muestra de cómo se desarrolló la partida:

5.... , e3AR 8. D5D+, R1R


6. e3AR, ex PR 9. 0-0!,
7. A X P+, RXA

En caso de tomar el Caballo las negras podrían cambiar las Damas con per-
juicio del blanco por el Alfil y los dos peones sacrificados.

9.... , e3D
C4A hubiera perdido después de DST+.

10. TIR+, A2R


11. A X PC, TIA 12. e3A!,

Dash desarrolla mientras Snatch cambia.

12.... , e3AD 13. D5T+ ,

Y después de que el negro interponga la Torre o el Caballo el blanco juega


CSD con la amenaza inevitable de mate en 6AR.
Hay docenas de inscripciones, algunas completamente ingeniosas y otro com-
petidor cumplió con el requisito de improvisar una muestra original. Fue
H. Ainsworth quien ganó el primer premio con esta brillante miniatura com-
puesta:

l. P4R, P4R 8. A X P+, RlD


2. P4D, pX p 9. TX P, AX T
3. P3AD, pXp 10. AX A, P3D
4. AR4A, pX p 11. P5R, D2D
5. AD X P, D4e 12. ese, PX P
6. C3AR, DXP 13. e6R+, R2R
7. TIC, D6T 14. D3A, R3D

55
15. ASA+, C2R 18. D3C+, R6D
16. D3T+, R4D 19. 0-0-0 mate
17. C3A+, R5A

Son incontables las ilustraciones del balance entre Posición y Material, en la


literatura ajedrecística abundan los bonitos ejemplos de sabio tráfico (y te-
tráfico) del uno para el otro y cada jugador puede aplicar a la práctica el cono-
cimiento de una variante en casi todas las partidas que juega.
Aún cuando mira el ejemp lo clásico se recuerda inevitablemente la " Inmor-
tal". Hace justamente cien ailos que Anderssen la jugó (en Londres, 1851) y sin
duda es la más brillante de cuantas se hayan jugado. Es corriente que cuando se
produce una partida brillante se la compare con la "Inmortal".
La mayor parte de los jugadores la han visto alguna vez, pero puesto que
otros pocos tal vez la quieran recordar o conocer, se transcribe a continuacion.

Anderssen-Kieseritzky

l. P4R, P4R 3. A4A, DST+


2. P4AR, PXP 4. R1A, P4CD

Contragamhito favorito de Kieseritzky .

5. A X PC, C3AR 12. P4TR, D3C


6. C3AR, D3T 13. P5T, D4C
7. P3D, C4T 14. D3A , C1C (Forzada)
8. C4T!, D4C i5. A X P, D3A
9. C5A, P3AD 16. C3A, A4A
10. P4CR, C3AR 17. C5D,
11. TIC!, PX A

P4D es aún más efectiva, pero menos elegante.

17...., D X PC 19. R2R, AXT


18. A6D! !, DX T+

Demasiado voraz. D7C habría proporcionado más resistencia.

56
20. PSR, e3TD 22. D6A+, ex o
21. e X Pe+, RlD 23. A7R++.

Este es por desgracia el Único ejemplo de bello sacrificio que nos ha dejado el
gran Anderssen (que fue el primer jugador universalmente reputado como Cam-
peón mundial). En esta posición (jugada con blancas contra Zuckertort) anunció
mate en cinco, así:

l. DX PT+, RX D 4. T3T+, Rle


2. P6A+, Rle 5. T8T++
3. A7T+, RXA

Veamos unos cuantos ejemplos más de cómo temerariamente uno puede tirar
a su alrededor más precioso material, tanta cuantía como sea suficiente para ser
recompensado por el valor posicional. La temeridad debe ser mejor premeditada.
Los costes (totalizando su unión) pueden muy bien importar la mitad de nuestra

57
fortuna o más; en este caso el valor posicional tiene que llegar generalmente nada
menos que a la muerte decisiva del Rey enemigo. He aquí algunos ejemplos.

En esta posición (Morony-Fletcher, London 1939) las blancas sacrifican to-


das sus meJores piezas quedando con su solitaria Dama para administrar el golpe
de gracia al Rey enemigo:

l. T7D!, DXT 5. P X P, D8A+


2. TX PC+, RXT 6. R4T, D6A
3. A6T+, RlT 7.A7C+, RXA
4. C6C+, Px e 8. D7T++.

58
Este es otro (Popp-Bauer, Villingen 1940) ejemplo drástico del espíritu
triunfando sobre la materia.

l. C5R, D3R 4. C6C+, PX C


2. A4AD!, PX A 5.PAXP!,
3. P5AR!, DXR

Otra vez un tranquilo movimiento en medio de toda esta orgía de sacrificios


y estmendos.

5. DX PC 8. T8T+ !, RXT
6. TlT+, RlC 9. D4T+, RlC
7. D X APAD+, D4D 10. D7T++.

¡Pobre Rey! Tan rico materialmente y ya sin esperanzas condenado. Nosotros


podemos solamente esperar su desenlace final; él saca alguna miseria si melan-
cólicamente se deleita con el hecho de tener dos Torres y dos piezas de ventaja.
Aún este tesoro de catorce unidades en el banco de su ventaja es tan pequeño
como el rico que en su lecho de muerte no tiene otro consuelo que c-ontar su
dinero.
Yo podría escribir cientos de páginas con ejemplos de la victoria del espí-
ritu sobre la materia (inevitablemente en otras secciones de este libro la misma
idea se repite otra y otra vez, puesto que se trata nada menos que de una de las
ideas básicas del ajedrez) pero aquí yo deseo concluir con el acaso más drástico
ejemplo de todos.
Sucedió en una partida amistosa del viejo maestro Richard Teichmann, quien
clasificándose tercero en muchos torneos (no era realmente bastante ambicioso
para envidiar más altos honores) acabó por llamársele Ricardo III. (El era más
amable que este monarca sin escrúpulos, por supuesto.)

59
En esta posición jugó T X PT forzando la respuesta C X T. Entonces después
de DSC el negro no tiene nada mejor que retroceder con el Caballo a 2A, y fue
cuando Teichmann sacrificó su Dama en 8D. Después, simplemente, empujó
su PTR. El se ha despojado de muchas piezas. El enemigo está provisto todavía
de la mayor parte de las unidades que componían su capital inicial y sin embargo
se halla completamente sin esperanzas contra el avance del humilde pero victo-
rioso peón enemigo por cuya gran gloria muchos de sus preciosos y poderosos
compaííeros han sacrificado sus vidas.

60
VIII
Poligamia

Parece muy conveniente para la descendencia oriental y el fantástico esplen-


dor de nuestro juego que un Rey del Tablero pudiera no ser restringido por tan-
tos brotes a la consideración del principio de la monogamia. Aún otra vez es
igualmente apropiado para los soberbios cálculos observar el gobierno de las
últimas decisiones sobre el tablero para ver lo que iguala los más opulentos
vuelos de fantasía tenidos dentro de algunos razonables y tratables límites.
El Rey de ajedrez no puede tener más de nueve esposas, pero es dudoso que
alguno en la práctica del juego haya podido alcanzar ese límite técnico tan abun-
dante de Damas reales. Tan gigantesca aglomeración de poder dentro de los con-
fines de un mero campo de sesenta y cuatro casillas sena verdaderamente un es-
pectáculo demasiado terrorífico, con sólo los análisis de todas sus posiciones y
material implicado. En una más modesta escala, creo, una multiplicidad de Dama
no es tan completamente rara como pudiera imaginarse.

61
Esta posición ocurrió en una partida Rovner-Guldin , Moscú, 1939. El negro
tiene (caso de que el blanco juegue D X D) la chance D4A+ seguida de mate
en SC. Pero las blancas hallan una ingeniosa solución:

l. D8CR+, RXD 4. D7T+, R4C


2. D8R+, R2T 5. D6T+, RXD
3. D8CR+, R3T Tablas por ahogo.

La adicional velocidad y ferocidad inoculada en la partida por la multi-


plicidad de Damas no está menos bien ilustrada en este ejemplo instructivo
aportado por Kurt Richter en su excelente libro"Kurzgeschichten um Schachfi-
guren". El negro ha permitido al PTD blanco la promoción puesto que con
D7R amenaza mate imparable. Pero se engaña porque entonces el blanco puede

62
cambiar las tornas sacrificando su nueva Dama en 8TR y entonces jaqueando con
la vieja Dama en 8AD y SAR consigue mate seguido.

Esta posición tuvo lugar en una de las part-idas del match Alekhine-Capa-
blanca. Alekhine (negras) fue el primero en conseguir nueva Dama y con esto
obtiene una chance para amenazar mate en tres, lo cual es tan claro como obvio.

63
Una más, complejo caso de multiplicidad; ocurrió en una exhibición de
simultáneas dada por Alekhine en Lisboa, 1940. Aquí, sin embargo, el maestro
ganó terreno por pura fortuna. Habiendo alcanzado esta posición se permitió
una pequeña trampa jugando A6A. El negro pudo ganar fácilmente jugando la
simple RSD. Pero tomó el Alfil con su Dama y entonces el Campeón logró su
propósito de tener un par de Damas, consiguiendo unas fáciles tablas.

Alekhine fue en verdad un completo especialista en la multiplicidad de Da-


mas. Esta posición fue conseguida en su partidacontra Grigoriev, en Moscú 1915,
con cinco Damas sobre el tablero. Alekhine (blancas) ganó la partida mediante
una tranquila jugada: T6T. La amenaza ahora es D8D mate, ante la cual el negro
respondió D X A. Y entonces el futuro Campeón mundial procedió a aniquilar a
su oponente por medio de l. D4CD+ , D4C; 2. D8D+, R3T; 3. D3-3TD+.

64
IX
El factor del tiempo

En ajedrez, justamente como en la vida - aquí vamos simbolizando otra vez-


la gloria de hoy puede ser el veneno de mañana. En la vida, justamente como en
ajedrez los ardientes deseos de nuestra juventud pueden ser anatema al final
de la jornada, de la partida.
Pienso en el elemento del tiempo en ajedrez: Qué precioso es el tiempo,
qué urgente y deseado el movimiento correcto, todo combinado con el desarrollo
normal de la partida, o igualmente después, particularmente en el curso de un
ataque con sacrificios. Cómo a menudo caemos en el abismo por un lapsus debi-
do simplemente al tiempo. Cómo fácilmente podríamos conseguir el triunfo en
vez del desastre, si pudiéramos, tan sólo, realizar un pequeño movimiento extra.
Aún, en el último tramo de la partida, la bendición del tiempo puede bien
apartar una carga y la correcta jugada es conveniente para disipar una duda.
Tomo como simple esta posición;

65
Jugando T4R se fuerza al Rey enemigo a que ocupe una casilla donde recibirá
mate. Solamente el Rey diría: "J'y suis, j'y reste". Yo no me movería. Y o me
pararía para diferir el jaque y así estaría completamente seguro. Existiría una
igualdad y con tan prodigiosa preponderancia como una Torre contra Rey ro-
bado, usted no podría ganar nunca por simple jaque, debido a que el pobre pez
de su propio acuerdo salta desde dentro de la red fuera de su alcance. Pero hay
que jugar y esto será lo que dure la vida del Rey, precisa jugar para morir.
Esta necesidad de jugar es un aspecto importante de la técnica del final y to-
dos los ajedrecistas del mundo la conocen con el término alemán zugzwang.

Aquí (Alekhine-Yates, Hamburgo 1910) está un bonito ejemplo de zugzwang


conseguido en acción. Las blancas, aunque tienen un peón más, es obvio qu e
no pueden ganar a menos que fuercen el cambio de Torres:

l. T6R, R2D 3. P X T,
2. T5R, TX T

Ahora si el negro juega R3R el blanco gana fácilmente con R4D forzando la
retirada del Rey negro (zugzwang) y su propio Rey va a SD. Por eso Yates jugó:

3..... R2R!

Una buena jugada; si ahora el blanco trata de llegar con R4D, estorbaría el
camino de la victoria dando al negro la chance R3R asegurando las tablas.
Como la ventaja del blanco está en el ala del Rey, debe situar el monarca en
forma que sea posible el avance P4R, para lo cual debe recurrir al zugzwang.

66
4.... , R2D 5. P4R!, P5A

La captura del peón equivaldría al suicidio.

6. R2R!,

Amenaza R3A con lo que fuerza al negro a jugar

6.... , R3R 7. R2A! !,

Después de este sutil movimiento el oponente de Alekhíne se rindió. Si Y ates


toma el peón, la réplica sería R3A ganando fácilmente. Pero sí en lugar de
7. R2A Alekhíne hubiera jugado R3A, habría perdido la partida, ésta es la im-
portancia del zugwang en los finales.

Tener la Dama por tierra (verdaderamente no tener una singular pieza desco-
locada) y aún ser posible anunciar m-ate en seis, lo mismo puede ser ejecutado por
rompimiento del zugzwang. El Dr. Pedís lo hizo cuando (estando sin Dama) con-
siguió esta posición:

l. P5A, DXT

El negro entra con pasos obligados en la trampa.

2. RlA, C4C 4. AX C, D X A+??


3. P4T, C6T
67
No pudiendo resistir a la tentación del jaque, se juega su última chance,

5. R1C,

y mate, todo lo más en seis jugadas.


Existen innumerables ejemplos tan brillantes como instructivos de zugzwang
en casi todos los libros de ajedrez, particularmente, como es natural, en las co-
lecciones de finales, donde el zugzwang ocurre con mayor frecuencia. Es un ca-
so raro ver un zugzwang en el medio del juego con muchas piezas aún sobre el
tablero. Por eso, el más brillante ejemplo -clásico por ahora- es una partida
famosa de Nimzowitch que él mismo denominó "la inmortal del zugzwang".
Este título puede que no sea muy modesto, pero en verdad la partida responde a
esta denominación y generalmente es así tan reconocida como la Inmortal de
Anderssen. Fue jugada en Copenhague 1923 (Nimzowitch con negras) y la víc-
tima en esta ocasión fue Fritz Saemisch:

l. P4D, C3AR 14. P3TR, D2D


2. P4AD, P3R 15. R2T, C4T
3. C3AR, P3CD 16. A2D, P4AR!
4. P3CR, A2C 17. DlD, P5C!
5. A2C, A2R 18. C1C, A4CD
6. C3AD, O-O 19. TIC, A3D
7. 0-0, P4D 20. P4R, PAX P
8. C5R, P3AD 21. D XC, TX P
9. P X P, PAX P 22. D5C, TD1AR
10. A4AR, P3TD! 23. R1T, TlA-4A
11. TlAD, P4CD 24. D3R, A6D
12. D3C, C3AD 25. TDlR.• . P3TR!!
13. ex e AXC 26. Rinden

Las blancas están en zugzwang. R2T o P4C se responden con T6A. Y, verda-
deramente, no existe nada mejor - según comenta el propio vencedor- que
"arrojarse sobre la espada". Esto justifica la rendición del blanco.

68
X

Las tablas

Cada torneísta tiene una clara visión para valorar su actuación, apilando me-
dios puntos, y tiene que atravesar un superficial brillo en ras modernas tablas de
torneos para observar con qué control de tiempo regulan algunos de los grandes
maestros la pila de sus medios puntos contra sus compañeros altos en las tablas
de clasificación, con una igualmente sólida sucesión de puntos favoreciendo su
récord contra los más pequeños contrarios alejados en el bajo de las listas.
Muy sana política ésta y enteramente comprensible en el caso de los maestros
profesionales, cuya reputación y subsistencia dependen de los resultados en los
torneos y para quienes solamente medio punto más o menos puede significar
una crucial diferencia; para decir algo del hecho, medio punto ganado a un
competidor significa además medio punto menos para él.
Inevitablemente tales consideraciones no hacen más que endurecer siempre la
competición en la práctica del maestro moderno y conduce a frecuentes · exage-
raciones de un originalmente sano principio. En los últimos años (más bien en
las últimas décadas) hemos tenido ocasion de ver en torno a los maestros una
tendencia para ne~ociar las tablas en la competitiva práctica magistral: partidas
desagradables, ins1pidas, sólo para el teatro, tan demasiado limpias que ambos
jugadores temerosos uno del otro, ninguno desea arriesgarse y prefieren esquivar
la lucha antes de haberla empezando seriamente.
Tales dolencias a menudo ignoradas en una prueba competitiva moderna de
ajedrez necesitan muy bien ser subrayadas y buscar un día fácil entre dos sesio-
nes sucesivas. Puesto que no estamos en una casa de cristal es bastan te fácil para
nosotros arrojar piedras; puesto que es un hecho comprobado que nosotros (in-
cluido este autor) jugamos al ajedrez meramente por distracción es bastante
fácil caer en un error del otro extremo: rechazar perjudicialmente unas tablas,
o aceptar un riesgo casi cierto para perder antes que aceptar una insulsa con-
clusión de tablas.
Hay dos errores en tal línea de pensamiento: primero, si no hay posibilidad
de hacer otra cosa, las tablas son la lógica conclusión de la partida; y por otra
parte unas tablas ciertamente necesarias no son insulsas. Como materia de hecho,

69
en la literatura de ajedrez abundan partidas tablas más excitantes que muchas en
donde se obtiene una decisión.
Aquí (Hamppe-Meitner, Viena 1872) hay una de las más penetrantes tablas
que se han ejecutado:

l. P4R, P4R 10. R X D, C4A+


2. C3AD, A4A 11. P4C, P4T+
3. C4T, AX P+ 12. R XC, C2R
4. RX A, DST+ 13. ASC+ RlD
5. R3R, DSA+ 14. A6A, P3C+
6. R3D, P4D 15. RSC, ex A
7. C3A, DX PR 16. R XC, A2C+
8. R3C, C3TD 17. RSC, A3T+
9. P3TD, DX C+ 18. R6A, A2C+

¡Solamente dieciocho jugadas! A pesar de que desde el principio se muestra


el espíritu de lucha, la situación fuerza un alto el fuego de paz.
Una más reciente partida e igualmente famosa con tablas en dieciocho juga-
das fue desarrollada en Nottimgham 1936, en el primer encuentro entre Alekhine
y Botvinnik. Aparte de la específica importancia de esta partida para el score del
Torneo de Nottimgham, era verdaderamente de general y universal interés el
primer choque entre los dos más grandes maestros rusos, tan diferentes en idio-
sincrasia, en política y en estilo. Era ciertamente una dramática ocasión y se dijo
que la excitación en la Unión Soviética era tan grande como en el mundo occi-
dental y que cada tablero mural estaba en comunicación con los centros de to-
dos los países y que miles de espectadores pacientemente siguieron el curso de
la partida jugada a jugada transmitida por teletipo.
Como los dos luchadores aún por diferente camino tenían igual ambición e
indomable poder, así como maestría en la partida, sentados uno frente al otro
ante las sesenta y cuatro casillas, pudieron estar influenciados por la dramática
situación, la atmósfera enrarecida y emocionados, verdaderamente, por la po-
lítica.
Muchos de nosotros en las mismas circunstancias que ellos hubieramos esqui-
vado riesgos y la partida, debida al caudal consumado de conocimientos por los
comandos de dos expertos, pronto habría finalizado en unas plácidas tablas.
Todos fuimos perjudicados, a pesar de que la partida, aparte de finalizar en
tablas, fue verdaderamente un infierno para el sistema nervioso, en el más es-
pectacular estilo. He aquí cómo sucedió:

l. P4R, P4AD 8. C3C, A3R


2. C3AR, P3D 9. P4A, 0-0
3. P4D, PX P 10. P4CR, P4D
4. e X P, e3AR 11. PSA, AlA
5. e3AD, P3CR 12. PR X P, ese
6. A2R, A2C 13. P6D, DXP
7. A3R, e3A 14. ASA, DSA

70
15. TlAR, DX PT 17. AX C, D6C+
16. AX C, CXP 18. T2A, DSC+
Cuando nos dimos cuenta del realmente excitante tipo de tablas con lucha,
pudimos distinguir entre dos clases principales. Una cuando por un lado se sacri-
fica todo en aras del ataque y luego resulta imposible la decisión y hay que
aceptar el jaque continuo o la repetición de jugadas. Este es uno de los más pe-
trantes ejemplos de esta clase de partidas.
Pero hay otra clase de tablas con lucha, la cual es generalmente menos espec-
tacular, aunque puede ser más aguda. Y o estoy pensando en unas tablas con lu-
cha, en el estricto y auténtico sentido de la palabra, en dura, paciente y labo-
riosa lucha para defender una posición inferior, para guardar la bandera contra
la superioridad posicional o material, la cual tan lejana como concierne al enemi-
go puede ser o no suficiente para ganar si está provista de una muy buena defensa.
Uno de los más grandes luchadores de todos los tiempos en defensa de posi-
ciones inferiores fue sin duda Emanuel Lasker. Positivamente eufórico defendió
precarias posiciones y uno de los más elocuentes ejemplos de este tipo de defen-
sa es la "partida Marathon" contra su homónimo Eduardo Lasker, en el Torneo
de New York el año 1924.
Después de ochenta jugadas y varios aplazamientos se llegó a esta posición:

Capablanca, Alekhine y otros famosos expertos excitadamente afectados por


el final, apostaron cincuenta contra uno a favor del negro. Posiblemente un ele-
mento que influyó fue el deseo de frenar el optimismo del joven gran maestro
Lasker puesto que era un fuera de serie en este gran torneo, mientras que el
"Doctor" (como Emanuel usaba para ser llamado) era el líder del torneo. Porque

7l
Capablanca (que había forzado el Campeonato del Mundo hacía unos pocos
años) no menos que Alekhine y el resto de los competidores tenían un conside-
rable y personal interés en ver a su gran rival perdiendo un punto frente a un
rezagado.
Sin embargo el ex-Campeón Mundial, fríamente procedió a confundir la
opinión de estos grandes expertos y en lucha indomable salvó el precioso medio
punto que era de vital importancia para conseguir el primer premio de este
torneo. La partida se desarrolló así :

81. P6C, T2D 93. C2C, R5R


82. C2C, T7D 94. C4T, R5D
83. R3A!, TlD 95. C2C, T6AR
84. R4R, T7D 96. C4T, T6R
85. R3A, TID 97. C2C, R5R
86. R4R, R3D 98. C4T, R6A
87. R3D, TIAD 99. R3T, R5R
88. P7C, R3R lOO. R4C, C5D
89. P8C=D, TX D 101. C2C, T6T
90. R4A, T6C 102. C4T, R6D
91. C4T, R4A 103. R X P, R5D
92. R4C, RXP Tablas

Muchas páginas de análisis se han escrito alrededor de este impresionante final


y no ha sido posible hallar una chance favorable contra el joven Lasker. Es justo
el hecho de que contra la mejor defensa no se puede ganar en esta posición y
puesto que la defensa fue conducida por el probablemente mejor finalista de
todos los tiempos, podría muy bien decirse que el resultado fue una conclusión
sin precedentes, pero que naturalmente significaba una habilidad después del
acontecimiento. Por lo tanto Lasker aportó nuevas fórmulas teóricas con suma-
gistratura que son de vital importancia en los finales del juego.
Bastante cierto gue esta clase de batallas contra ventaja material o posicional
está entre los dramaticos aspectos del ajedrez y el conocer esto es probablemente
preferible a las más espectaculares brillanteces. Después del maratoniano final
de Lasker, hemos experimentado una cÓmoda relajaciÓn. He aquí una más
divertida posición aportada por R. W. B. Clarke. Es un caso de doble perpetuo:

l. P4R, P4R 8. D3A+, RXC


2. C3AR, P3D 9. D7A, CR3A
3. P4D, C2D lO. C2D, DlR
4. A4AD, P3TR ll. C4A+, RXP
5. PX P, PXP 12. P3A+, R4A+
6. PX P+, RXA 13. C3R + , R4R
1. ex P+, R3A 14. C4A+ , R4A+

Habiendo transcrito el más espectacular tipo de tablas, sigue finalmente una


partida más que por doble razón es acaso una de las tablas con más lucha de la

72
literatura del ajedrez, la otra razón es que también contiene todo el dramático
aspecto de una variante preparada. Fue jugada por Halprin (blancas) contra
Pillsbury en el torneo de Munich 1900. Ahora debe ser recordado que en ese
tiempo Pillbury estaba en la cima de su forma y de su fama . También hay que
saber que en aquellos días él planteaba invariablemente cierta defensa de la
Ruy Lopez, hoy en desuso; Halprin había estudiado la Defensa Pillsbury con
detenimiento y empleó una nueva línea desconocida para confundir a su opo-
nente. A pesar de ello Halprin consiguió solamente unas tablas como premio a
su ingenioso estudio de laboratorio. Pese a todo, conseguir medio punto frente al
Pillsbury de entonces era un suceso favorable y nada puede decirse sobre la
novedad teórica. Se produjo en la jugada l4.a del blanco (entonces era todo el
libro) y después de una dramática lucha con secuencias ígneas hasta la juga-
da 20. a Pero Pillsbury halló igualmente el contrajuego ingenioso con un movi-
miento Único.

l. P4R, P4R 13. AX A, D2D


2. e3AR, e3AD 14. P6e! !, PAX P
3. A5e, e3A 15. e5D! ! , Px e
4. 0-0 ex PR 16. TRlR+, RlA
5. P4D, e 3D 17. T3T, e4R
6. P X PR, ex A 18. T X e, PXT
7. P4TD, P3D 19. T3A+, Rle
8. P6R, PX PR 20. A6T! !, D2R!!
9. PX e, e2R 21. A X Pe!, RX A
lO. e3AD, e3eR 22. T3e+, RlA
ll. e5eR, A2R 23. T3A+, R2e
12. D5T, AX e 24. T3e+, Tablas

Lo más impresionante del caso, naturalmente, es que Pillsbury sobre el ta-


blero y con el tiempo inexorablemente limitado hallara el ingenioso camino para
refutar los estudios de su oponente. Sin control de tiempo y quemando el aceite
de la lámpara de la media noche, Halprin había estado pensando los intrincados
detalles de su hábil novedad.
~No prueba esto bastante que las tablas pueden ser algo más que una estupi-
dez . Verdaderamente, cuando llegamos al final , ¿no queremos algo más que un
camino artificioso para nuestros planes o esquivar una amenaza de tablas por
ahogo? ·
Naturalmente el ahogo ha sido objeto de controversia en el mundo del aje-
drez. Desde algÚn tiempo cada diez o veinte años alguien ha discutido que las
tablas por ahogo es realmente injusto y entonces tanto si se quiere como si no,
existen argumentos para conceder 3/4 de punto al que ahoga y l/ 4 al ahogado.
Desde hace aproximadamente cien años este argumento ha sido aportado, pero
es indiscutible que ello implica un cambio en las reglas del juego.
Nosotros, ajedrecistas, cualquiera que sea nuestra opinión debemos atenernos
a las reglas del juego tal y como han sido aprobadas. Yo no vislumbro el camino
por el que se pueda conceder privilegios al ahogador sobre el ahogado. Este

73
punto fue tratado en cierta ocasión por Mr. Hamburger el cual puntualizó que
"el ahogo es el penalty por maltratar sin matar". El ganó un buen libro de ajedrez
por esta definición. Yo diría, ciertamente, que el ahogador no debería tener ni
una infinitesimal fracción más del medio punto concedido. Si tuviera que hacer
alguna discriminación, mis simpatías irían todas por el otro lado, por el que
no dándole más que medio punto es obvio que también puede ser injusto.
Creo que las tablas por ahogo es una regla como las demás y en verdad más
astutamente arraigada en el espíritu del juego. Ya he citado antes el "panta reí"
de la fisolofía griega. Creo que esta idea de movilidad de las cosas es la idea
básica de la partida, que no menos que en la vida simboliza bellamente.
Una vez que el Rey, cuando es retado por el enemigo, carece de movimiento
(bueno, es obvio que no se trata de mate y el inmediato fin de la partida. Pero
si ni el Rey ni ninguna de las piezas y peones pueden moverse, entonces no
se trata de un desafío, sino que el constante flujo de la partida, que es su
vida, fuerza de repente el cese) entonces, naturalmente la partida debe pararse.
Es el fin. Igual que si la posibilidad de movimiento fue inmediatamente restaurada
no puede ser interrumpida. Un singular golpe mortal no debe ser omitido. La
partida debe parar tan pronto como la inexorable obligación de jugar (o diremos,
tan fronto como la inalienable correcta jugada) no pueda realizarse. Si tal laguna
fata esta causada por un inmediato reto del enemigo (es obvio una destrucción,
un mate o cualquier otra cosa que queramos considerar; pero si no es causado
directamente por una jugada del enemigo, la repentina laguna puede ser consi-
derada por haber sido llevada a cabo indiferente a la acción enemiga) bien, en-
tonces se trata de fuerza mayor y puesto que es inherente a la posición podemos
considerarlo como un acto de fe . ¿Sería entonces más clara proclamar tal posi-
ción como tablas?
Completamente aparte de producir unas tablas claras y obvias, las reglas del
ahogo tienen ciertamente suministradas algunas de las más sutiles finezas en la
literatura del ajedrez.

74
He aquí una de las innumerables combinaciones de tablas por ahogo com-
puesta por Stamma hace un par de centurias. Es tan simple como limpio. Las
blancas sacrifican su Caballo con jaque en 7D y entonces con R8T fuerzan al
negro a jugar A X P y así queda ahogado.

Estas posiciones son más bonitas cuando existen más piezas sobre el tablero.
Tomamos la de este diagrama ocurrida en la partida Lazdies-Zenitas, Riga 1936.
¿Quién podría decir que resulta un ahogo en cinco jugadas? Todo es forzado:

l. D8A+, R3A 4. T5D+! !, PX T


2. D8T+, R4A 5. D8A+!!!
3. P4C+, pXp

Las negras deben capturar la Dama, con lo cual admiten las tablas por ahogo.

75
Algunas posiciones de ahogo provienen de las ulteriores chances desesperadas
en una situación arruinada, cuando el oponente cae en la trampa. La del diagra-
ma corresponde al Torneo de Raab 1924. Nagy (negras) se ha encontrado con
Walter que acaba de jugar su Dama a 4CR. Es obvio que el camino recto para
evitar la amenaza de invasión era T6AD, pero Nagy hizo la sorprendente juga-
da R1A. A su confiado oponente que consideraba ya la partida prácticamente
ganada, la jugada le parecio una rendición. Pero se trataba de una celada, y pron·
tamente el blanco jugó D8A+. Nagy interpuso su Dama y el blanco (que podía
haber ganado aún con DSAR o DSAD+) inocentemente tomó el PTD. Después
de lo cual, que era precisamente lo que Nagy había calculado, el negro forzó las
tablas por ahogo en tres jugadas. Para los que no vean esta posibilidad pueden
hallar la clave en el capítulo final de soluciones.

Igualmente los grandes maestros caen en celadas de ahogo. La posición del


diagrama ocurrió a Paul Keres cuando después de un fino juego posicional oh-
tuvo posición ganadora contra J olmov (negras) en el Campeonato soviético
de 1949. Jolmov le jaqueó en 6T con la Dama y Keres incomprensiblemente
llevó su Rey a 1C. Esta era la chance buscada por su oponente, quien astuta-
mente jugó de inmediato DSC+! salvando la partida. Es obvio que si el blanco

76
captura la Dama ahoga a su enemigo y si no, pierde el valioso PTD; de todas
formas tablas.

Finalmente un instructivo y pequeño ejemplo compuesto por F . Kollmann


en 1902. Blancas mueven y hacen tablas. Es tan simple que seguramente el lec-
tor no tendrá que recurrir al capítulo de soluciones para hallar el desenlace.
La posición de ahogo se consigue en dos jugadas.

77
El mismo resultado se logra con un procedimiento análogo en este estudio
compuesto por el Dr. Goering en 1891. Parece milagroso que el blanco pueda
forzar las tablas en esta aparentemente desesperada posición. Y sin embargo se
consigue mediante l. P4A, A3T; 2. PSA! el negro para no perder se ve forzado
a capturar el Alfil dejando ahogado al enemigo.

78
XI

Orgía de sacrificios

¿Cómo es que los jugadores consumen tanto tiempo en las primeras posicio-
nes del medio-juego, hallándose con el temido control diez o veinte jugadas más
ta~de? Bueno, tan a menudo como lo es la necesidad de analizar las más com-
plejas variantes cuidadosamente cuando se embarcan en una combinación de
sacrificio. Naturalmente, si todo va bien, la partida necesita ser definida antes de
entrar en el peligroso periodo del control del tiempo. En este caso el extraor-
dinario tiempo consumido será tan provechoso como el material sacrificado.
Pese a que toda cosa haya sido trabajada fuera más allá de las sombras de la
duda, existe siempre el riesgo del tiempo, tan bueno como el material perdido al
propósito.
Par¡¡ muchos de nosotros la posibilidad de una combinación de sacrificio es
casi u~a irreparable pérdida. Sacrificar demasiado material sólo puede estar justi-
ficado por un inmediato y decisivo ataque o por una contribucion para la mejora
de la original posición con una razonable ventaja de índole posicional o material,
con interés por el riesgo experimentado y la inquietud, que es el mayor deleite de
cada jugador. Invariablemente tal deleite, casi sensitivo y ciertamente emocio-
nal, es completado con el placer intelectual de ver la victoria del espíritu sobre
la materia tan drásticamente y a menudo tan estéticamente demostrada.
Pequeña maravilla la de estos jugadores que no se cansan nunca de mirar una
a una las innumerables partidas famosas por sus brillantes sacrificios. La mera
contemplación de tales combinaciones es bastante placentera. Todos desearía-
mos haber realizado una combinación brillante, una creación famosa como la de
Anderssen, conocida como la "partida inmortal". Sería un buen acontecimiento
para un jugador modesto y ¿quién de nosotros no estaría contento de haberse
embarcado en una aventura con sacrificios, arriesgando una y otra vez la lucha
en pos de un gforioso triunfo?
He aquí una orgía de sacrificios con una pequeña partida ganada por un
jugador que no desea descubrir su nombre, contra otro igual oscuro oponente:

l. P4D, P4D 2. P4AD, P3R

79
3. e3AD, e3AR 12. D3D+ , R4T
4. ASe, A2R 13. D7T+, RSe
5. e3A, 0-0 14. P3A+, R6e
6. P3R, P3eD 15. e2R+, RXP
7. A3D, A2e 16. e4A+, RXT
8. AX e, AXA 17. R2A+ , R7T
9. P4TR, e2D 18. TlT+, RXT
10. AX P+, RXA 19. D1e+, R7T
u. ese+. R3e 20. Die+ +.

Aquí otra partida con el adicional toque de interés de que el vencedor era un
muchacho de catorce años y la víctima un famoso maestro, resentido mientras
caía en la trampa tendida por su adversario. La partida fue jugada por el maestro
ruso Gereben (blancas) en el curso de unas simultáneas en u na escuela de Rusia.
El nombre del escolar que venció es Komarov. Hela aquí :

l. P4D, P4D 10. D2A, e1A


2. e3AR, e3AR 11. esR, ese !
3. P4A, P3R 12. AX A, DX A
4. e3A, eD2D 13. ex e , AX e
5. ASe, A2R 14. TDle, D4e !
6. P3R, 0-0 15. R1T , T3R
7. P X P, PX P 16. e2R, T3T
8. A3D , TlR 17. e4A,
9. 0-0, P3A

Pensando en la posibilidad de una trampa para cazar la Dama, pero el joven


jugador de las negras tiene los ojos bien abiertos y en efecto ve más allá que el
maestro .

17. ... , DST 19. P3eR, A6A+


18. P3TR, P4CR!

Si R1C el negro sacrifica la Dama en 6T y con la Torre amenaza un mate


imparable.

80
20. R2T, D X PT+!! 21. C X D, P5C

Y las blancas no pueden evitar el mate.

Esta es (Rotlevy-Rubinstein, Lodz 1907) una de las más famosas combinacio-


nes con sacrificios en la literatura del ajedrez. Rubinstein jugó l..., T X C dejan-
do su Dama "en prise". Las blancas la capturaron y entonces siguió 2 ... , T7D! ! .
Si el blanco jugara ahora A X A con la idea de llevar el Alfil a 2C, después su
Dama sería tomada por la Torre negra y la jugada T6TR sería un desastre para éL
El blanco jugó D X T siguiendo las negras A X A+ y después de D2C decidió-
se la lucha con T6T! ! .

81
Uno de los más limpios y más instructivos finales con sacrificio que conozco
es el que aconteció al gran Nimzowitch, héroe de muchas aventuras con sacrifi-
cios, que le tocó hacer el inacostumbrado papel de víctima. Jugaba con blancas
contra el Dr. Eliastam en el torneo de Riga 1910 y Nimzowitch llegó a esta
precaria posición. El negro está amenazando un sensacional mate con combina-
ción de sacrificio: l..., T X C; 2. T X T, T X T; 3. R X T, ASA+; 4. R X C, P4A
mate. Nimzowitch, naturalmente vio esta pequeña combinación y con l. C2R
creyó no sólo contener la amenaza sino preparar una pequeña trampa. Las ne-
gras jugaron la onvia l..., A7D y Nimzowitch contestó 2. C X PD. El creyó que
había engafiado a su oponente, pero Eliastam había calculado justamente esta
chance. Sin dudarlo jugo 2 ... , T X C y la partida terminó así:

3. TX T, TX T! 5. R XC, P4A+
4. RX T, ASA+ 6. R3A, P5C++

Si Nimzowitch en el 4. 0 movimiento hace C X A en vez de capturar la Torre,


la continuación hubiera sido T7T+ seguido de A6A.

Hay un placer particular alrededor de esta pequeña combinación, como el


motivo de un acorde musical repetido ligeramente en una variedad de formas.
Como Nimzowitch -en ese celeste lugar donde no duda ahora pontificar a
Philidor, Morphy y Staunton alrededor de sus propias teorías sobre el moderno
ajedrez- precisa la revancha viéndose perder y puesto que verdaderamente parece
sólo bello presentar a un gran maestro en su más acostumbrado papel, he creído
mejor restablecer el balance presentando un espectáculo triunfante de Nimzowitc.
Hay un buen número de divertidas posiciones donde escoger (y unas cuantas de

82
ellas pueden ser aplicadas a otros temas de este libro) pero para la aventura del
sacrificio debida al gran maestro he aquí una, la cual es meramente una cuestión
de sacrificar la calidad y uno o dos peones, y esto me parece más espectacular
que muchos sacrificios de Dama y Torre. Es también un instructivo y pequefío
estudio para el final de peones. La posición ocurrió en Oslo 1921 y Nimzowitch
(jugaba contra Lundin) con negras continuó:

l. P5C!! 4. P X P, P6A+
2. P X P, TX C 5. P X P, P6T
3. PX T, P6C!! 6. Rinden

Muchos de los famosos sacrificios en la literatura del ajedrez son, natural-


mente, debidos al genio del gran Morphy. He aquí uno de ellos el cual ocurrió
en Londres 1858 jugando Morphy con las negras contra Bird. El tiene, natural-
mente, ventaja de posición (columnas abiertas a las Torres y diagonales amplias
para los Alfiles) y cualquier jugador imaginativo podría intuitivamente llevar a
efecto alguna combinación decisiva. Pero la forma en que Morphy destruye al
enemigo en pocas jugadas es más instructiva y no menos artísticamente placen-
tera. Comienza el trabajo con l..., T X PA! y cuando Bird toma la Torre con el
Alfil, Morphy continúa con el mismo dramatismo D6T! ! . Es obvio que la Dama
no puede ser capturada, y Bird respondió 3. P3A. Luego continuó:

3. DX PT 7. P X A, TX P+
4. P4C, D8T+ 8. DX T, DX D+
5. R2A, D5T+ 9. R2A,
6. R2C, AX PC

83
¿Quién puede criticar a Bird si desmoralizado por la anterior secuencia come-
te un pequeño desliz? Si hubiera jugado 9. R2T su gran rival se hubiera tenido
que contentar con tablas por jaque continuo. La partida siguió:

9. P6R 12. R2D, D7T+


10. A X P, A4AR+ 13. R1D, D8C+
ll. R3D, D5AD+
Y Bird se rindió pronto.

Acerca de los famosos maestros de la última centuria, Wilhelm Steitnitz cince-


ló su eterno nicho en la sal'a del ajedrez por medio de la fama de su genio y de
su trabajo pionero sobre el ajedrez posicional. Sin embargo, mirando mu-
chas valiosas partidas jugadas por este gran maestro no hallaremos tal
abundancia de bellas combinaciones como en las colecciones de partidas de
Anderssen y Morphy, pero esto no es porque Steinitz (o algún otro de los moder-
nos y verdaderamente contemporáneos jugadores) estuviera dotado con menos
imaginación que las brillantes estrellas del firmamento ajedrecístico de hace
cien años. La simple explicación es que, en todo tiempo, un ajedrecista puede
solamente j_ugar con brillantez cuando su oponente se presta a ello. A menudo
uno puede mformarse acerca del estilo posicional de nuestros días comparándolo
con l?s. ataqu~s violen~os del romanticismo. Dos cosas se han Jlerjudicado a este
proposlto. Pnmera, siempre hay algo desagradable acerca del ajedrez posicio-
nal. Acumular pequeñas ventajas posicionales, continuadamente arruina la
posición enemiga y finalmente conduce a una ruptura de la defensa o inevita-
blemente a la pérdida de material, todo esto resulta ser un espectáculo mucho
más plúmbeo que algunas más o menos obvias combinaciones de sacrificio, con
captura de Dama o con mate en cinco jugadas.
PerÓ el principal punto es este: que es altamente perjudicial distinguir entre
los dos estilos y decir (como alguien lo hace) que en los tiempos de la segunda
mitad de la última centuria los maestros jugaban un ajedrez combinativo y que
con Steinitz comienza otra era insípida o, de otra manera, de ajedrez posicional.
El hecho es que, naturalmente, empezó a jugarse ajedrez posicional antes de
Steinitz y que las brillantes combinaciones son verdaderamente tan comunes
ahora como en aluellos tiempos.
La razón por a que algunos viejos maestros tienen un relativo mayor número
de brillanteces es simplemente esta: que ellos jugaban contra rivales de inferior
categoría más a menudo que los modernos maestros. Demasiados viejos maestros
cuando jugaban con sus compañeros practicaban el ajedrez posicional. ¡Se con-
tentaban con eso! A este respecto hemos visto algunas de las pesadas partidas
jugadas por esos dos protagonistas Labourdonnais y Macdonnell hace cien años.
El punto esencial, naturalmente, es este: que hay justicia en el ajedrez. Puesto
que ambos jugadores parten de la misma posición y precisamente con el mismo
material, es obvia la imposibilidad de esperar un chance inmediato para que
uno de ellos se precipite y abrume al contrincante con una serie de golpes cruza-
dos; en estas ocasiones esperamos las combinaciones de sacrificio brillan-
tes. No existen tales milagros en ajedrez. Lo que ocurre es que uno de los

84
jugadores ha cometido un error o tiene que trabajar gradualmente para lograr el
equilibrio y en tal camino se ve forzado a hacer un movimiento inferior el cual
finalmente conduce a una posición preñada en donde hay posibilidades de sacri-
ficio. Este es precisamente el punto donde el moderno maestro (o verdadera-
mente algún maestro o algún buen maestro en esta materia) para el juego de
posición y comienza el juego combinativo. Casi todas las brillanteces qu e conoce-
mos son producidas contra un juego infenor o con mayor preparación posicio-
nal del lado del vencedor, el cual no tan a menudo se comporta igual con un gol-
pe más o menos espectacular.

He aquí una típica ilustración de esta clase, el vencedor incidentalmente no


es otro que el gran Steinitz, quien con frecuencia prefería las rutas posicionales
a las combinaciones brillantes. La posición ocurrió en una partida jugada por
Steinitz (Philadelphia 1890) contra un aficionado. El maestro concedio la ven-
taja de una Torre. Pero su mejor juego ha conducido a una superioridad posicio-
nal. Aunque las negras conservan todas sus piezas se halla sin desarrolló, mien-
tras Steinitz tiene sus fuerzas en orden de combate. Esta es una posición preñada
con posibilidades de combinación. Así es verdaderamente y Steinitz pronto sacri-
ficó la Dama por el Caballo con el resultado de un limpio mate por cualquier
camino. (Véase el capítulo de soluciones.)
Sí, cada maestro y, ciertamente, cada buen jugador, debe ser un experto
en ambos estiLos posiCIOna.t y commnauvo, pa'ra que pueaa aplicar uno u otro
según convenga en la partida. Yo voy más alla y digo que es completamente per-
judicial hacer una discriminación entre los dos estilos. Es meramente una cues-
tión de explotación por medio posicional o combinativo inherente a una particu-
lar posición.

85
Corrientemente se usan los métodos posicionales para preparar posibilidades
combinativas, a menos que se creen accidentalmente por un error en un bando o
deliberadamente si uno de los jugadores, recta o equivocadamente piensa lograr
alguna ventaja por la creación de tales posibilidades. Vulgarmente hablando
podría decir que la mayor parte de los gambitos están en esta categoría con
complicaciones peligrosas para ambos bandos y a veces se consigue una clara y
rápida decisión.
Repito entonces que el uso del método posicional o combinativo nada tiene
que ver con el estilo del jugador sino que generalmente lo requieren fas respec-
tivas posiciones. Pero, naturalmente, estas posiciones no se producen acciden-
talmente, han sido formadas por alguno de ambos jugadores, o de algún modo
por el que lleva la iniciativa. Cada jugador, es obvio, va formando su posición
desde el comienzo de la partida de acuerdo con sus propias predilecciones y aquí
es donde el estilo tiene cabida, el cual naturalmente es un producto del tempe-
ramento y carácter del jugador, por regla general, o de su genio y posiblemente
de especiales circunstancias cuando se juega una particular partida en particulares
condiciones contra un particular oponente.

Tomamos el caso de Alekhine. ¿Quién podría dudar de que era uno de los
más grandes jugad?res posicio?ale~ de tod?s los tiempos? Y no obstante tiene
una extensa galaxia de combmacwnes bnllantes. Pero seguramente la chance
procedente de tal exquisita combinación no se ha presentado accidentalmente.
Ha sido trabajada por el siguiendo caminos estrictamente posicionales.
Véase en esta posición la forma en que lleva hacia el final una partida jugada
contra Lewenfisch en 1919. Es evidente que el negro ha tenido cierta negligencia
en su desarrollo a causa de la ganancia de algún material. Así el blanco ha

86
conseguido una de esas posiciones prefiadas con posibilidades combinativas y
Alekhine habiendo planteado la recolección de un delicioso fruto no tarda en
cogerlo. Jugó el Caballo a SC con lo que dejó la Torre y el Caballo "en prise".
Afortunadamente, el negro no puede capturar las dos a la vez. Si toma el Caballo,
el Alfil blanco entra con jaque y después con TlD se hace más corto el camino
del triunfo. Esperando lo mejor, jugó D X T+ y después de R2A ganó la otra
Torre. Ahora, es obvio, Alekhine jugó 3. C7 A+ Esta jugada no es para capturar
la Torre negra sino que apunta mucho mas allá de esta consideración. Se trata de
un mate inmediato. 3... , RlD; 4. D2D+, A2D; 5. P X A y el negro abandonó
porque si su Caballo captura el peón, entonces 6. A6R con mate inevitable.
Para ilustrar el proceso por el cual un maestro consigue por un camino posi-
cional una posición para combinación decisiva, he aquí la famosa miniatura
jugada por Spielmann contra L'Hermet en Magdemburgo 1927:

l. P4R, P3R 3. C2D,


2. P4D, P4D

Esta jugada hipermoderna ha sido empleada por todos en los últimos recientes
años. Pero Spielmann no lo conocía cuando la hizo hace un cuarto de centuria.

3. PX P 8. D2R, A3D
4. e X P, e20 9. A2D, 0-0
5. e3AR, eR3A lO. O- O- O, A2D
6. ex e+, ex e ll. e5R,
7. A3D, P3TR

El ataque blanco contra el enroque enemigo es ya tan fuerte que es dudoso si


el negro tiene aún un juego defendible, pero Spielmann está completamente
decidido a intensificar la presión.

11. ... , P4A 17. TRie, P3eD


12. P X P, AXC 18. D4TR, PXP
13. D X A, A3A 19. A5R, D2R
14. A4AR, D2R 20. P4CR, P5A
15. D4D, TRID 21. P5C,
16. A6D, DlR

La posición preñada con posibilidades combinativas ha sido conseguida. Es


una posición que ofrece múltiples variantes y sacrificios de Dama y Torre en
cartera. Spielmann tiene dos combinaciones para elegir, una con A X P y otra
con A7T+. El lector verá fácilmente como se gana con ellas. Pero, ciertamente,
ninguna de esas combinaciones es tan bonita como la que sigue en la partida.

21. C2D 23. P X P+, RlA


22. D X PT, PX D 24. T8C+, Rinden

87
Si el negro captura la Torre, el PTR blanco avanza hasta conseguir mate.

Este (Przepiorka-L. Steiner, Debreczen 1925) es un ejemplo poco conocido


pero no por ello menos instructivo. Materialmente ambos bandos están equili-
brados. Aún las negras tienen montada la artillería pesada en el flanco de Dama,
pero su Rey se halla en posición de sufrir un bello ataque porque la posición es
simple para un drástico camino. De tal suerte que cada jugador instintivamente
se adentraría en una aventura de sacrificios. Przepiorka halló una bastante fácil,
primero sacrificando uno de sus Alfiles y así, bloqueando la posición enemiga con
la Dama y la Torre, se prepara la entrega del otro Alfil.

l. A X PA, PX A 4. T X A+, RXT


2. D X P, TlC 5. A6T+, RXA
3. T7R, TlAR 6. D5C++.

88
Y la solitaria Dama blanca prudentemente administra el mate para gloria de
todos sus compañeros sacrificados.

Uno de los más divertidos aspectos, cuando se presenta la combinación, es la


frecuente habilidad (y no tan a menudo la lógica necesidad) de ignorar alegre-
mente una amenaza sobre una de las propias piezas y dejar aún otra "en prise"
en lugar de retirar la ya amenazada. ¿Qué ajedrecista no haría tal cosa si el
efecto final fuera ganar la partida?
Tomo esta posición del Torneo de Carlsbad 1929, Saemisch (blancas) contra
Grunfeld. Las tres piezas blancas están "en prise ",y por T7R! Saemisch ignora
a propósito que están amenazadas su Dama y su Caballo y que la Torre se ha
situado en una casilla atacada por el Caballo enemigo. En este punto natural-
mente, como el lector habrá podido ver, el negro precisa no capturar ninguna
de las tres piezas batidas por él. Con T2A realiza un sensible movimiento que
paraliza las amenazas inmediatas, pero después del cambio de Torres, jugó
CSR+ obli¡jando al negro a la rendición. Es obvio que no existe esperanza con-
tra las múlnples amenazas del blanco. Si RlA se responde simplemente D X PT
y si entonces la Dama negra toma el peligroso PAR sufre un resbalón por C7D.

89
TERCERA PARTE

TAMBIEN LOS AJEDRECISTAS


SON HUMANOS
XII

Mala fortuna y oportunidades perdidas

Hay cínicos que aseguran que el ajedrecista realmente no gana nunca la par-
tida, puesto que la victoria de un bando implica, es obvio, el error en el
otro . El cínico citará muchos casos donde,invariabiemente, censure su error algún
necio, inadvertido de que de otra manera hubiera obtenido unas tablas o más
probablemente una victoria.
Naturalmente, hay muchos de nosotros que de vez en cuando admiten que
han sido vencidos por su oponente.
Aún cuando los medios puntos y puntos enteros totalizados en un torneo
den una cifra halagüefia, a pesar de los que se han arrojado por la ventana, ¿no
nos gusta a todos buscar un amigo para convenir que el score que se hubiera
conseguido en recta moral sería superior que el conseguido actualm ente?
Muchos han sido conocidos por censurar los errores sobre inadecuadas colo-
caciones, sobre intempestivas demandas de sus órganos digestivos, sobre el dis-
turbio ocasionado por un flash fotográfico, sobre el molesto olor del tabaco
del oponente.
Esto, naturalmente, es un punto importante. No hay ocupación tan sedenta-
ria como un Torneo de ajedrez y es obvio que se preste, más o menos, a que los
ajedrecistas fumen con mayor facilidad que en el tenis o en el motorismo, de
manera que existen más adictos a la nicotina y otros alérgicos a ella, y aquí
es donde inevitablemente surge el conflicto.
Uno de los famosos maestros más violentamente alérgico al tabaco era el gran
Nimzowitch y sin embargo fue tan temperamental como acomodaticio según co-
rresponde a un gran artista; aspiraba aire cuando imaginaba que su oponente
era nicotinadicto y deliberadamente soplaba el odioso humo en su dirección.
A menudo insistía para que el oponente dejara de fumar, y muchas veces algún
director de torneo le indicó que algún jugador tenía necesidad del tabaco como
estimulante indispensable para su concentración.
En cierta ocasión Nimzowitch se hallaba muy excitado porque su oponente le
molestaba deliberadamente con un cigarro apagado y se levantó alejandose del
tablero. El director, amablemente, le hizo regresar a la partida y una vez allí le

93
dijo con una sonrisa : "Pero si no lo ha encendido aún . Si no ha empezado a fu-
mar ". A lo que el excitable maestro respondió : "¡Pero está amenazando con ha-
cerlo ! "
Todos los jugadores entienden que en Ajedrez la amenaza de una jugada es
más fuerte que la jugada misma, y Nimzowitch es, ciertamente, un ajedrecista.
Su oponente en esta ocasión no era otro sino el gran Emanuel Lasker,inveterado
fumador de cigarros puros. Sometía a consideración la fobia de cada oponente
tras un escrupuloso estudio de la personalidad, y sabiendo la alergia de Nim-
zowitch a su cigarro, lo utilizó en la fase de la apertura en esta particular partida.
Cuando Nimzowitch perdió, después de todo, pudo justificarse diciendo que
había estado sometido constan te mente a la amenaza del cigarro de Lasker.
· Pero, ¿realmente existen cosas que dan buena o mala suerte en ajedrez? Por
supuesto existe la suerte de las tablas. Cualquiera puede jugar cinco partidas con
blancas y seis con negras, o viceversa. Se pueden llevar las negras o las blancas
contra un adversario muy fuerte . Puede uno encontrarse con el favorito del tor-
neo en la primera ronda cuando él no quiere correr ningún riesgo y conformarse
con tablas, o al revés puede encontrarse con él en la última ronda cuando se halla
pletórico de forma y con deseos de triunfo.
Pero cuando se prescinde de extrañas influencias y se refiere uno estrictamen-
te a las sesenta y cuatro casillas, el único caso real de mala suerte que recuerdo es
la memorable ocasión donde Sir George Thomas no tenía más que llevar la Torre.
de 1 T a 8T y administrar un jaque crucial que le conducía a la victoria inmediata.
Pero se le cayó la Torre en la casilla 7T en donde además quedaba "en prise ".
¿Mala suerte? Como Sir George Thomas era un correcto e integral deportista
aceptó alegremente su derrota como castigo a su negligencia.
Acaso pudiera decirse que el elemento suerte entra por entero en ajedrez
cuando se pierde la partida por un golpe imprevisto de ceguera ajedrecística.
Por supuesto sería un buen acontecimiento que ambos jugadores sufrieran mo-
mentáneamente por la misma aflicción. Después de todo también los ajedrecistas
son humanos, y quién de nosotros no recuerda alguna ocasión en donde habiendo
visto toda la complicada trama de una combinación de más de media docena de
jugadas, se le escapa una pieza "en prise" o un mate a la primera.
Un caso típico de doble ceguera sucedió en la partida Fairhust- Reshevsky,
Hastings 1937.

94
Reshevsky con negras jugó P3T y cuando Fairhust respondió DST el Campeón
de USA contuvo la amenaza con TlA, efectuándose tres movimientos sucesivos
más sin que · ninguno se apercibiese que en este momento el negro tenía un
bonito y espectacular mate. (Véase el capítulo de soluciones.)

Una de las más célebres cegueras ajedrecísticas se dieron en la partida Von


Popiel-Marco, Montecarlo 1902. Le correspondía jugar a Marco y considerando
que tenía perdida una pieza se rindió. ¿Qué ocurrió? Luego descubrió la obvia
jugada A8C, pero ya era demasiado tarde. Arrojar por la borda un punto ganado
en un torneo es una bonita calamidad para un maestro profesional.

95
Pero cualquier remordimiento de Marco en su partida citada no es nada com-
parado con la célebre ocasión en donde el resultado de un match - y ciertamente
el más importante match de su época- dependía de una partida y el gran Chigo-
rin jugando con blancas contra Steinitz hizo incomprensiblemente, en la posi-
ción del diagrama, A4C, sin ver que el adversario le daba mate en dos jugadas.
Chigorin era ciertamente uno de los maestros más imaginativos de todos los
tiempos. Por lo tanto, él que veía combinaciones complicadas, en esta ocasión
por ceguera ajedrecística se le escapó una combinación simple.

He aquí otro famoso ejemplo. En el Torneo de San Petersburgo 1897, Chigo-


rin (negras) se oponía a Schiffers. En esta posición jugó el movimiento puramen-
te defensivo, y en verdad poco imaginativo, P3C,finalizando la partida en tablas.
Sin embargo, se le escapo un espectacular mate en cinco jugadas. (Véase el ca-
pítulo de soluciones.)

96
Siempre se ha creído que los maestros más imaginativos han sido generalmen-
te los que más fallos de ceguera ajedrecística han cometido. Sin embargo, se dan
también en los maestros de tipo posicional. Capablanca fue un jugador conside-
rado como poco imaginativo, pero metódico y uno de los grandes maestros más
precisos en su juego. No obstante, aunque en menor escala, también tuvo sus
fallos. En esta posición, contra Sir G. Thomas (negras) en el Torneo de Has-
tings 1919 jugó D8T y su oponente abandonó. Pero lo extraordinario del caso
es que Sir G. Thomas disponía de defensa suficiente y Capablanca tuvo mejor
jugada para decidir la lucha. (Véase el capítulo de soluciones.)

Si ha existido algún maestro reconocido como exacto en sus jugadas y rara


vez víctim11. de ceguera ajedrecística o de alucinaciones, yo diría que este maes-
tro (juntamente con Botvinnik) es Euwe. En el Torneo de Nottingham 1936
jugando contra Lasker (blancas) cometió un simple error que el más humilde
jugador de club hubiera evitado.
Lasker, en esta posición, jugó R3D, y Euwe en vez de retirar el Caballo

97
atacado o protegerlo, lúzo la increíble imprecisión A4T. ¿Por qué se pierde una
pieza con esta jugada? (Véase el capítulo de soluciones.)

Un más reciente pero no menos increíble disparate fue hecho en 1948 por el
infalible maestro Smyslov. En la última ronda del Torneo de Groninga, habiendo
llegado a esta posición contra Lundin (y bastante clara posición para ganar) se
contentó con un precioso medio punto, por tablas con jaque continuo con el
Caballo. Por supuesto, se podía ganar fácilmente en el acto con T7 AR.
Naturalmente, esta clase de malas jugadas o disparates ocurren con más fre-
cuencia en el medio juego. Des¡;ués de todo la técnica de los finales ha sido más
perfeccionada por un mayor numero de jugadores que tienen buena noción de
ella, y en lo referente a las aperturas, constantemente se acumulan y se revisan
conocimientos basados en la experiencia y se apilan las celadas peligrosas para
apartarse de ellas.
Pequeña maravilla es que los muy expertos jugadores a menudo dejen que bas-
tantes finezas escapen a su sagacidad. l"o resufta iacil en AJedrez ser un ms-
trumento de precisión en circunstancias muy dispares. Esta es probablemente la
razón por la que muchos ajedrecistas son indulgentes en la propia recriminación
de sus frustraciones.
Afortunadamente hay una válvula de seguridad: muchos ajedrecistas pueden
hallar el solaz en sus ensueños de que han podido realizar sus deseos. Muchos de
nosotros hallaríamos el "post mortem "más importante (y a veces más placentero)
que el esfuerzo que precede a la vida y muerte. Kecuerdo a un famoso maestro
meditando más de media hora en una posición que en un par de minutos podía
haberse diagnosticado como completamente perdida. Finalmente se rindió con
un profundo suspiro. Y o le pregunté qué tema que meditar tanto tiempo sobre

98
dicha posición. "¡Ah!" respondió cambiando la tristeza de su faz por una son-
risa: "Tenía que ver, qué hubiese pasado si en mi estúpida jugada 37.a yo hu-
biera jugado CSA. He analizado cuatro variantes." No es preciso decir que ello
habla en su favor. ¡Hay un típico jugador en cada uno! Verdaderamente cada
ajedrecista quiere ganar su partida, y ciertamente prefiere tablas a perder.
Cuando todo se ha dicho y hecho, él estará completamente satisfecho si se
prueba a sí mismo (y posiblemente a sus amigos incredulos) que básicamente su
juego no fue malo y que si tan sólo no hubiera seguido a su fuerte jugada 18. a con
un dudoso movimiento 21.a y con imprecisiones en la 25.a y 28. jugadas, hu-
hiera ganado la partida después de todo. Todo resulta lisonjero para nuestra
propia estimación, y una vez preparados, retrocedemos la partida a los momentos
inciertos y cambiando las malas jugadas por buenas, sin tener en cuenta las
posibles rectificaciones de nuestro oponente, podemos por regla general probar
a satisfacción que realmente nunca (mejor dicho, difícilmente siempre) tenemos
perdida totalmente una partida.
Por regla general solemos acordarnos de nuestras posibilidades desaprovecha-
das más que de nuestras actuales hazañas. Lo mismo ocurre con los grandes
maestros, quienes conservan recuerdos de tales acontecimientos. He aquí uno
del Dr. Euwe.

En esta posiCIOn (Euwe-Cherpunov, París 1924) teniendo una pieza y tres


peones extras, sin mencionar la amenaza de mate, lo único que tenía que hacer
Euwe era evitar las tablas por jaque continuo proyectadas por su oponente. Con
esta esperanza jugó:

l. A X T?, TX D+ 2. PX T, DX A+

99
3. R3T, D6R+ 5. R5C, P3A+!
4. R4T, D7A+ 6. PX P, D6R+

Y la partida fue tablas porque Euwe tuvo la ceguera ajedrecística del peón
jaqueador. Demasiado tarde descubrió que se ganaba elegantemente de este
modo:

l. R3C!, D8R+ 6. R4T, D8R+


2. R4A, OSAD! 7. R5T, D8TR+
3. TIT! !, TSD+ 8. A4T, TX D
4. R3C, TSC+ 9. PX T,
5. TX T, DX T+

Y la Dama negra es impotente para evitar el mate. Para un maestro (o un


buen aficionado), tener que reprocharse el fallo de una buena continuación, creo
que es mucho más doloroso que alguna ceguera ajedrecística dejándose capturar
una pieza o pasando inadvertido un mate en una jugada.

Tomamos esta posición de la partida Halosar-Pshauko, Graz 1941. El negro


jugó A X PC y la partida finalmente terminó en tablas. Demasiado tarde vio

lOO
la forma en que pudo haber puesto fuera de combate a su enemigo en pocas
jugadas. (Ver capítulo de soluciones.)

Partida Loughran-Harrison, Victoria 1916. Blancas pierden. Acaso por tener


un peón doblado trataron de defenderlo. Probablemente por sus propios repro-
ches encontró en un análisis "post mortem" el camino que conduela al éxito, for-
zando en cinco jugadas la rendición del adversario. (Véase el capítulo de solu-
ciones.)

101
Una más bella oportunidad fue desaprovechada en la partida Wegemund-
Schlage, Oynhaussen 1922. El blanco jugó D4A y terminó perdiendo. Dema-
siado tarde vio que podía haber decidido la partida con un golpe espectacular.
Efectivamente, tras D X PA el negro hubiera tenido que rendirse.
Ya he dicho antes que probablemente nuestros inherentes desencantos son
menos cuando estos lapsus ocurren a otros. A muchos competidores del "New
Statesman" les ha subyugado el tema del desaprovechamiento de oportunidades
y han proporcionado material a tal efecto. R. C. Woodthorpe fue uno de los
muchos que quisieron contar una historia contra sí mismo. Desperdició una
chance para conseguir una partida brillante contra el conocido maestro William
Winter. Fue así :

l. P4R, P4R 9. A3D , A 3D


2. e3AR, e3AD lO. e3A, O-O
3. A4A, e3A ll. A5A, A2e
4. e5e, P4D 12. D3T, P3TR
5. P X P, e4TD 13. e3-4R, ex e
6. A5e+ , P3A 14. ex e, A2R
7. P X P, PXP 15. P3D, P3e
8. D3A, D2A 16. A X PT, TRlD

Aquí el blanco fue tentado a hacer 17. A X P. ¿Pero quién haría un erróneo
sacrificio contra Winter? Pronto tomó la iniciativa y me hizo polvo -dijo
Woodthorpe-. Demasiado tarde vio que con ASC! ! podía haber logrado llna
espectacular victoria sobre el maestro.

Una experiencia particularmente desarrollada de ver los frutos de muchas ho-


ras de trabajo quebrados en un momento, fue la pérdida del campeón suizo

102
H. Johner en el match Suiza-Italia 1938, cuando había alcanzado una posición
ganadora jugando con blancas contra Stalda. Es obvio que tras T X P+ el blanco
gana fácilmente, pues tanto si toma como si no el Caballo, las negras acaban reci-
biendo mate. Aún si hubiera retirado el Caballo jugando C3C también habría ga-
nado fácilmente. Pero jugó superficialmente D7 A creyendo que era bastante
fuerte. Stalda respondió T8T+ y después de R3C continuó T X P+ lo cual _pro-
dujo tal impacto en Johner que se rindió. No vio más que si tomaba la Torre con
peón o con Rey seguía el mate forzado. Se le escapó la simple jugada R4C des-·
pués de la cual el negro no tiene más que tablas por jaque continuo.

Otro interesante caso de ceguera ajedrecística ocurrió en la partida Schmitt-


Herrman, Oynhaussen 1938. En esta precaria posición las negras optaron por ju-
gar T1D, después de lo cual, el blanco sólo necesitó tres jugadas para lograr una
elegante victoria. ¿Cómo lo hizo? Véase el capítulo de soluciones.

103
Por último (Rubinstein-Nimzowitch, San Sebastián 1912) uno de los casos
más raros de doble ceguera en la literatura del ajedrez . Rubinstein amenazaba
justamente D X PA+ seguido de D X A+ y mate a la siguiente. Nimzowitch
imaginó que jugando A4A no sólo eludía la amenaza citada sino que además
clavaba la Torre enemiga. Rubinstein evidentemente de acuerdo con este pensa-
miento respondió A4D. Esto demuestra que ambos padecían ceguera ajedrecís-
tica puesto que después de A4A el blanco llega al mate sencillamente con
D X PA+ seguido de D X PC++. Considerando que Rubinstein y Nimzowitch
estaban cerca de la cúspide de sus respectivas carreras cuando jugaron esta par-
tida, el lector puede muy bien argüir que si dos grandes maestros son víctimas
culpables de la primitiva ceguera ajedrecística, muy bien pueden caer en ella
jugadores más humildes, aunque en menor culpabilidad. Esta puede ser muy bien
la pequeña diferencia de culpabilidad que apreciamos en tales lapsus una y otra
vez, aunque entre los maestros sucede raramente y es considerado como un
evento digno de ser registrado.
Hay además otro punto. Entre los numerosos e increíbles lapsus que ocurren
a famosos maestros, uno de los más explicables probablemente, sea la inquietud
producida por el reloj-control. Pero es tema para otro capítulo.

104
XIII

Castigo y premio del reloj

Antes de que se usara el reloj-control las partidas de match tenían una dura-
ción de veinte horas o más. Había jugadores que meditaban horas para una jugada
y si el oponente se dormía era probablemente lo mejor que podía hacer. Lo más
verosímil es que sus nervios fueran perjudicialmente .afectados por la intolerable
demanda de su paciencia. Se cuenta que en esos días la táctica de levantarse y
abandonar la sala mientras el oponente pensaba era enormemente practicada
en las competiciones de ajedrez y a no dudar muchas partidas se perd1an a causa
de la fatiga.
Por esta razón se introdujo el reloj-control y se estimuló un determinado nú-
mero de jugadas en un tiempo dado; esta ventaja comenzó a usarse hace aproxi-
madamente cien años, siendo utilizado un reloj de arena para tal fin.
No obstante, en una ocasión solamente, que yo sepa, fue dispensado el uso
del reloj; ocurrió accediendo a una sugestión del Dr. Tarrasch en el Torneo de
Niiremberg 1886, quien imaginó que las partidas serían de mayor calidad si no
estuvieran sometidas al control del tiempo-límite. Pero la experiencia fue poco
halagüeña y causó muchos descontento~. Muchos de los jugadores, o mejor
algunos de ellos, recurrieron al viejo hábito de marcharse mientras el oponente
pensaba, haciendo interminables las partidas. Que yo sepa esta experiencia no
ha vuelto a repetirse y espero que nunca más vuelva a producirse.
F:l reloj-control es verdaderamente el indispensable árbitro del perfecto juga-
dor, y conocer cómo ha de ser administrado justamente el tiempo,debe conside-
rarse como parte de los conocimientos que precisa tener un maestro. Por eso el
jugador humilde debe utilizar el reloj-control siempre que le sea posible. Ayuda
a la disciplina del pensamiento y es conveniente adiestrarse en su uso jugando
con algún amigo, ensayando treinta o cuarenta jugadas por hora.
Como ocurre con muchos de los inventos beneficiosos, el reloj-control del
ajedrez, por ser demasiado bueno, tiende a ser un premio mixto. Para algunos es
verdaderamente un castigo. Esto es lo que exactamente significa para aquellos
jugadores constitucionalmente incapaces de disciplinar su pensamiento al tiem-
po aprovechable.

lOS
El tiempo controlado es por supuesto la pesadilla de los ajedrecistas. Pero esta
definición varía considerablemente. Muchos jugadores creen que su tiempo es
apurado cuando disponen de tres o cuatro minutos para cuatro o cinco jugadas.
Otros piensan que no es nada hacer una docena de movimientos en uno o dos
mmutos. Para algunos maestros - entre ellos Reshevsky - esto es una regla más
que una exceycion. El ha convertido la lucha contra el tiempo casi en un fino
arte y una sutil arma psicológica. Conozco únicamente una o dos ocasiones
en que ha ido apurado por el tiempo-límite,y así,juJ.\ando castigado por los es-
pantosos riesgos del tiempo le da fiebre hasta el ultimo minuto del control;
pero seguramente él ha ganado más partidas a sus oponentes excitados puesto
que conserva la calma, en tanto que los otros p1erden el control de los nervios
ante la amenaza del reloj.
Uno de los ejemplos de la imperturbabilidad de Keshevsky ante la presión del
tiempo se presentó en una partida contra Botvinnik en el Campeonato mundial
de 1948. Reshevsky ganó la partida contra el futuro campeón del mundo y
ciertamente una de las más celebradas del campeón norteamericano.
Jugando la Defensa Nimzowitch contra una de las líneas de ataque favoritas
de Botvinnik, Reshevsky entró casi en una misma variante en la que días antes
en el mismo Torneo, Keres había sufrido un descalabro catastrófico a manos del
mismo adversario,•. cometió un error garrafal y Botvinnik con un violento ataque
consiguió una espectacular victoria en menos de veinticinco jugadas. Pero
Reshevsky jugando con admirable consistencia posicional en posición cerrada,
fue presionando sobre la debilidad del campo de Botvinnik, el peón aislado y
doblado de la columna AD.

106
Después de 24. D2T se llegó a la posición del diagrama. Botvinnik se vio
reducido a tan tímida (pero inevitable) jugada de defensa debido a la presión
creciente de Reshevsky. Pero el fuerte edificio de la posición fue construido a
costa de su tiempo, al hacer su 24.a jugada le quedaban solamente cuatro minu-
tos para hacer diecisiete jugadas. Y sin embargo con un perfecto control nervio-
so, sin alterarse y con su habitual calma siguió:

24.... , ex A 29. A3D, R2R


25. P x e, P4T! 30. R2R, e4T
26. A2R, R2A 31. T2D, T2A
27. R2A, D6e 32. P4e,
28. D X D, ex n

Consejo de la desesperación.

32 .... , T2A-2D! 34. TRlD, P5T


33. P X PA, Pe X P

Botvinnik está prácticamente en zugzwang.

35. RIR, e6e 36. esD+,

. Tratando de explotar el hecho de que a Reshevsky le queda solam ente medio


mmuto para cinco jugadas, Botvinnik se lanza a esta dudosa aventura . Pero
Reshevsky procede a efectuar con rapidez sus jugadas para liberarse de la pesa-
dilla del tiempo. ·

36. PX e 40. T2AR, R3R


37. AX P, ex T 41. T3A, T6D
38. T X e, pX p 42. R2R,
39. A X T, TX A

Cuando llegó el momento de aplazar la partida ya se habían efectuado más


movimientos de los necesarios y Botvinnik se rindió sin reanudarla.
Esta es una historia de presión del tiempo con final feliz. Pero no siem-
pre ocurre así. Por regla general, el ajedrecista que juega apurado por el tiem-
po, termina cometiendo un disparate, aunque no suele ser culpable (o al menos
totalmente culpable) ya que el sistema nervioso se desequilibra en el último

107
momento del reloj-control. Un caso instructivo es la partida Emst-Dr. Troger,
Stuttgart 1948.

Cuando se presentó la posición del diagrama el negro disponía de un minuto


para quince jugadas, mientras que el blanco, que había sido relativamente más
previsivo y económico contaba con tres minutos. El negro jugó T1CD y si el
blanco se hubiese detenido a pensar un momento hubiese visto que con DST+ se-
guido de D X P ganaba la partida. Pero por no dar tiempo a su oponente, jugó
rápidamente T3T+. El negro capturó la Torre con su Dama y al mismo tiempo
ofreció tablas. Pensando que no había nada mejor que D X T+, las blancas acep·
taron. ~i hubiesen te~i,do algo ~ás de tiempo que los tres miserables minutos pa·
ra cons1der~r _l}l posic.IOn, pod~1~ haber des~ubierto u~a sutil maniobra que for-
zaba la rendiciOn en cmco o seiS Jugadas. (Vease el capitulo de soluciones.)
Esta pequeña sutileza fue descubierta en el usual análisis "post mortem"; el
descubridor no fue ninguno de los contendientes sino otro competidor del Tor-
neo, F. Saemisch, y por ironías del destino , de todos los maestros, Saemisch es
la más inveterada víctima del reloj-control. De él se ha dicho que en una ocasión
estaba tan apurado por el reloj que no tuvo tiemfo ni para rendirse.
Mientras Reshevsky, la otra vÍctima habitua del reloj-control, generalmente
se liberaba de la pesadilla del tiempo, a Saemisch le ocurna lo contrario.
En cierta ocasión tardó exactamente veintisiete minutos en contestar a la
jugada inicial de su oponente l. P4D. Como es lógico perdió esta particular par-
tida presionado por el tiempo y, pareciendo un caso de interés psicológico, le
sugen que el movimiento l. P4D había sido contestado por él muchas veces
con C3AR, por lo que no existían motivos para gastar tanto tiempo en pensar
la respuesta.

108
. Saemisch me respondió explicándome, con toda tranquilidad, que no con-
Sideraba un caso singular emplear veintisiete minutos en una jugada. Esta es una
complicada {y también perfectamente lúcida) historia. La clave es que Saemisch
durante la mañana había analizado una partida de su oponente jugada reciente-
mente y por razones psicológicas consideraba de vital importancia que debía
seguir una de las variantes que se plantearon en la citada partida, pero no de una
manera directa sino llegando a la misma posición por transposición de jugadas,
lo cual iba a reportar una particular ventaja. Todo esto lo habta pensado Saemisch
en su animoso camino con la consiguiente pérdida de tiempo. Había logrado
este an-álisis en media docena de variantes y nada hizo en las sutilezas para la
transposición. El análisis de estas minuciosidades fue el que necesitó veintisiete
minutos.
Por supuesto, justamente como Reshevsky, Saemisch es demasiado virtuoso
en el naufragio de los nervios cuando actúa bajo la presión del tiempo. Como
todos los maestros que con frecuencia son víctimas de tal turbación. Bastante
a menudo la crisis se supera, pero otras veces hay que pagarlo muy caro.

Otro instructivo caso. Es una partida contra Pfeiffer, en Pyrmont 1949,


Saemisch con un excelente juego llegó a esta posición claramente ganada. Pero
no disponía más que de un minuto para las diez últimas jugadas antes del tiempo-
límite. Conociendo esto se precipitó de firme a la contienda:
30. A7A, D2R 34. A5A, ex A
31. A X PC, C3AR 35. T X D, AX P+
32. TIR, C5R 36. R2T, T2X T
33. D2AD, TIR 37. T XC, T7R

109
38. T8A!, A4R+ 40. R2T,
39. RlC, A5D+
¡Lo consiguió! El negro en su jugada 34.a complicó la partida explotando la
turbación de su oponente. En su jugada 38. a Saemisch halla el movimiento sal-
valor en dos segundos de refl-exión y en su jugada 40.a fue izada la bandera.
En este momento psJcologtco, t:teitter otrecw tablas. Saemisch las aceptó cre-
yendo que no pod1a escapar al jaque continuo. (Véase capítulo de soluciones.)
Pero lo más interesante es que, naturalmente, ahora Saemisch disponía del
tiempo completo para considerar su posición. En circunstancias normales, unos
cuantos mínutos hubieran sido suficientes para haber visto todas las posibilida-
des, pero bajo los efectos post-psicológicos de la turbación por el tiempo y su
agonía el jugador sigue sometido a duro castigo. Muchos de los medios puntos
han tenido lugar en circunstancias similares.
Pero demos fin a este triste asunto con una nota más feliz, un feliz final para
una historia llena de suspense y emoción. Después de todo siempre puede haber
un intervalo dichoso dentro de la acuciante presión del tiempo y donde el héroe
(o la víctima) de la historia ha sido un viejo amigo nuestro, Saemisch. En este
caso él fue el héroe:

Jugando con negras contra Novara (Berlín 1941) Saemisch disponía solamen-
te de un minuto para realizar una docena de movimientos. Dió jaque con una
Torre y seguidamente llevó la otra Torre a la 8.a fila con la esperanza de hacer
tablas, por jaque continuo. Pero resultó que su oponente se encontró enredado
en una red de mate en cinco jugadas. Saemisch,cuando le faltaba menos de medio
minuto para el tiempo límite, encontró la combinación. Yo espero que el lector
pueda hacer lo mismo, pero si se le pasa el tiempo debe consultar el capítulo
de soluciones.

110
XIV
Más rápido que el Ping-Pong

Hace algún tiempo el Club Hollywood de Ajedrez hizo una considerada


crítica sobre cierta estrella cinematográfica. La crítica fue bien acogida. Se tomó
un periodo de tres años para hallar entre las numerosas reinas de belleza locales
para confraternizar con el ajedrez y se decidió que los propios jugadores de
ajedrez hicieran jugadas sin importancia y escasamente meditadas; naturalmente
en Hollywood las críticas sobre una estrella de cine podían ser consideradas de
gran importancia. Por eso los jugadores locales dijeron que habían tenido que
gastar tiempo en ello.
Afortunadamente, por este tiempo, no había allí relojes-control para deter-
minar el tiempo-límite de cada importante jugada. Nosotros hemos visto cómo
los jugadores pueden ser acosados por la inexorable demanda del reloj y alguno
de nosotros puede haber tenido que sufrir una buena serie de chascos a cau-
sa del desacostumbrado cúmulo de tiempo empleado en una simple jugada.
Esto puede muy bien suceder. Pero, solamente de esos jugadores que con fre-
cuencia gastan una hora para una sola jugada puede decirse que generalmente
son propensos a partidas-relámpago. Ellos tienen que ser los protagonistas de las
catástrofes descritas en el capítulo anterior. Después de todo, existe este dicho
en ajedrez: que una partida-relámpago puede durar menos tiempo que una sim-
ple partida de Ping-Pong, que juntamente con el Hockey sobre hielo es consid e-
rado como el más rápido de todos los juegos.
Por lo regular se tolera el ajedrez-relámpago porque es muy Ú ti! para los
jugadores de match. Son muy divertidas las partidas con tiempo límite de cinco
segundos por jugada y un torneo completo puede quedar concluido en el trans-
curso de una sola tarde. En América los torneos de ajedrez-relámpago son muy
populares y existe un campeonato nacional de partidas rápidas cada año. Y es
un caso curioso por su contradicción, que excelentes maestros con primeros ho-
nores en las partidas-relámpagos, como Samuel Reshevsky , en las partidas de los
torneos ordinarios sea considerado por sus colegas como uno de los más
apurados por el tiempo. Sin embargo, es cierto, porque Reshevsky es uno
de los mejores jugadores de partidas-relámpago del mundo , y en las partí-

llJ
das de torneo o de match se halla al otro extremo en la presión del tiempo.
Se puede argüir que tanta rapidez resta calidad a las partidas. Pero hay un
buen número de ejemplos que muestran lo contrario. Tomo la decisiva partida
del Campeonato de USA de partidas relámpago 1943, con R. Fine y S. Reshevsky
como oponentes. No era la primera ni la última vez que estos dos grandes maes-
tros americanos se enfrentaban, no sólo en partidas rápidas sino también en tor-
neos normales, y ambos ostentaban el título de Cameeón de USA. En esta parti-
cular partida, Fine tenía suficiente con medio punto para lograr el primer pre-
mio, mientras que Reshevsky tenía que ganar la partida. Fine explotó bien esta
ventaja psicológica y condujo la partida con un buen sistema posicional, mejor
que muchas partidas normales. He aquí cómo se desarrolló el juego. (Reshevsky
juega con blancas):

l. P4D, P4D 21. TlT, ese


2. P4AD, PXP 22. R2T, TlD
3. e3AR, e3AR 23. ASe, P3T
4. P3R, P3R 24. A X A, DXA
S. P X P, P4A 2S. TDlAD, e6D
6. 0-0 P3TD 26. Tl -3A, D2e
7. D2R, pXp 27. P3eD, Die
8. TlO, P4eD 28. T7A, ose
9. A3e, A2R 29. P3e, D3e !
10. P4TD, Pe X P 30. R2e?, D4e!
ll. T X PO, D2A 31. D4R, ex PR
12. A X P+, A20 32. D4AR, P4A
13. e3A, AXA 33. e X e, TX e
14. TIA X A, 0-0 34. T7R, D4D+
lS. P4R, e3A 3S. R2T, T8R
16. TD4A; TRIO 36. T3A, 080
17. PSR, e4D 37. T X P+, RXT
18. C XC, TX e 38. P4e, 0 3D
19. P3T, D20 39. Rinden
20. A4A, P4TD

Esta partida duró exactamente doce minutos y cuarenta segundos, y pue-


de considerarse como buena tanto del punto de vista rápido como normal.

112
Como se trataba de una partida decisiva, en lugar de jugarse como es norma a
cinco segundos por jugada, se jugó a diez segundos por cada movimiento.

Un buen ejemplo de combinación complicada en partida relámpago lo encon-


tramos en la partida Rellstah-Helling, Campeonato de partidas-relámpago,
Berlín 1937, conducida a cinco segundos por jugada.
Parece que las blancas están desesperadamente perdidas y sin embargo ganan
con una bonita combinación:

l. D7D+!, RXD 5. A3D, ex T


2. A5e+. P3A 6.AXP+, R2R
3. TX D, ex T+ 7. e20, etc.
4. lÚA, e7A

En los torneos de partidas rápidas, por supuesto, no se usan los relojes-control,


O se utiliza un metrónomo o alguien con un cronómetro en una mano y un gong
en la otra. Lo~ jugadores tienen uue hacer su~ jugadas cada_ cinco segundos, ni
antes ni despues, cuando suena el eons. Para el JUgador expenmentado esto no es
naturalmente un inconveniente porque el puede llevar el balance de su tiempo
en el pensamiento.
Pero en el ca~o de partidas amistosas un reloj puede ser útil. En los clubs
ingleses se acostum.b ra ·a. jugar partidas de cinco minutos y el primero que cruce
el tiempo límite pierde. El reloj se pone a la hora menos cinco minutos y así cae
justamente a tiempo la banderita. Esta es la fórmula popular, pero yo creo que
este método degrada el ajedrez y que es preferible controlar los tiempos emplea-
dos por cada jugador. De esta forma el jugador puede correr lo que desee en los
movimientos sistemáticos y reservar un margen de tiempo suficiente para liberar
una posición difícil.
113
XV

Mini-partida

Creo que fue Somerset Maugham (y acaso Aristóteles antes que él) quien dijo
que cada historia tiene un comienzo, un medio y un final. Esto es aplicable a la
partida de ajedrez. ¿Entonces por qué .nos fascinan las minipartidas si carecen
de tmal y casi todas no pasan de la fase de la apertura? ¿Qué atractivo hay alrede-
dor de ellas? No estoy seguro.
Tal vez la dramática acerbidad de Némesis inexorable y rápidamente casti~an­
do el más leve desliz, o nuestra inherente fobia al error que lo hace un espectacu-
lo cuando es castigado de inmediato de alguna forma, o tal vez, nuestra natural
pereza. Después de todo, para jugar una minipartida un jugador experimentado
no precisa de todas las piezas.
Muchas de nuestras conocidas minipartidas tienen muy pocas jugadas, como
el Mate del Loco u otros absurdos, totalmente primitivos. Podría ser muy fuerte
considerar Únicamente estas deficiencias ignominiosas para un rápido fuera de
juego. La víctima puede ser algún famoso maestro. Así fue como en 1922, Reti
fue arrastrado por Josef Krejzick:

l. P40, P40 6. A20, 02R


2. P4AO, e3AR 7. e X P, AX A+
3. e3AO, P4R 8. OX A, 04AO
4. P X PR, ese 9. P3R, 0-0
S. e3A, ASC lO. P4eO, Rinden

El maestro vienés Krejzick tiene fama de ser especialista en minipartidas.


En 1921 obligó con sólo seis jugadas a rendirse al maestro Tackach.

l. P4R, P40 4. P30, PXP


2. e3AR, PXP S. AX P, DX Pe
3. ese. 040 6. A4R, Rinden

Por supuesto, con esta partida de Tackach no se tiene un concepto exacto de

114
una miniatura. Como hemos visto antes, los más famosos ajedrecistas, de vez en
cuando nos deleitan con una extraordinaria mini-partida. Aquí un ejemplo en
nueve jugadas sobre elementos brillantes y de ~ltamente dram~tica agudeza, no
menor que la ceguera a.JedreCist¡ca por ambos lados. La partida tue JUgada por
Bird (blancas) contra Gunsberg en Hastings 1897.

l. P4AR, P4R 6. C4D, C3AD


2. P X P, P3D 7. D4T, D5T+
3. P X P, AXP 8. RlD, P6C
4. C3AR, P4CR 9. P3CD?, DX PT!
5. P3AD, P5C 10. Rinden

¿Quién de nosotros no estar-Ía satisfecho de una espectacular partida como


la de Gunsberg, y también quién no se maravillaría de haber visto más que am-
bos, tres jugadas antes, una decisión más sencilla con DST+ con mate seguido?
Hablando de nueve jugadas, me viene a la memoria una básica posición de
mate en nueve. No es que el vencedor pueda anunciar el mate. Se trata de la
partida Ullrich-Spengler, Berlín 1_949.

l. P4D, P3CR 6. C5C+, R3A


2. C3AR, A2C 7. D3A+, RXC
3. P3R, P3D 8. P4R+, R5T
4. A4AD, CD2D 9. D3T++
5. A X P+, RX A

En la literatura del ajedrez abundan las minipartidas más o menos fantásticas


y más o menos divertidas, y muchos de nosotros conocemos de memoria un
montón de partidas en donde se administra un golpe mortal en pocas jugadas.
Invariablemente, un error inicial por cualquier bando puede dar lugar a un
drástico y corto desenlace decisivo, y esta es la razón por la que muchas mini-
partidas recordadas (y una inmensidad que no se recuerdan) tengan un error.
Las tablas miniaturas son una excepción. Transcribo una de ellas, excepcional
también a causa de que su rápido desenlace no se debe a un error sino más bien
a una diferencia de criterio en el planteo. Fue jugada en Berlín 1947 por los
rusos Jurinski y Sokolovski.

l. P4R, P4R 4. A4T, C3A


2. C3AR, C3AD 5. C3AD, P4CD
3. A5C, P3TD 6. A3C, P3D

Este movimiento es el culpable de todo, pero no puede decirse ni que sea


bueno, ni malo.

7. C5CR, A5C 9. D X A!?,


8. A X P+, R2R

115
Con esto el blanco hace tablas, pero no hay mayor seguridad si el blanco hu-
biera querido ganar con: 9. CSD+, C X C; lO. D X A, CSA!.

9.... , CXD ll. A6R+, RlR


10. CSD+, R2D 12. A7A+, Tablas

ll6
XVI
¿Cuánto alcanza su vista? ·

Es obvio que para embarcarse en una combinación se necesita la habilidad de


ver un largo camino despejado. Ocurre a menudo que1para alcanzar las ramifica-
ciones de una combinación, se precisa ver a larga distancia y esta es la diferencia
entre un gran maestro y un humilde jugador que practica el ajedrez por mero
entretenimiento. Pero no es esto todo. Cuando se define la larga distancia en
ajedrez, en el estricto sentido técnico de la palabra, se hace referencia a la habili-
dad de ver un número determinado de jugadas, al análisis de las posibilidades
de dichos movimientos y al cálculo de sus variaciones alternativas, por eso pienso
que la diferencia entre un gran maestro y un mero aficionado es muy grande.
Tanto uno como otro son humanos y pueden analizar las posiciones del
ajedrez y sus numerosas variantes, pero cada ser humano tiene su limitación en
el alcance analítico.
Si ~e trata de un~ mera cuestión específica posicional y de las P,osibilidades ,de
una p1eza, o del numero de jugadas necesarias para la promocion de un peon,
entonces el análisis es tan corto que pract¡camente puede deCirSe que no existe
diferencia entre un maestro y un jugador de club. Es solamente en el cálculo de
visión a larga distancia cuando se requieren facultades específicas y cuando surge
la diferencia entre el maestro y el aficionado; es una cosa indefinible, llamada
algunas veces sentido posicional, una propiedad instintiva e intuitiva que conduce
al cálculo preciso de un proceso combinativo en sus variados aspectos. Pero,
naturalmente, surge otra vez la cuestión de si la experiencia podría ser
sustituida por el instinto y la intuición. No cabe duda que la experiencia y una
buena memoria de conocimientos son provechosos al maestro y al jugador intui-
tivo para ver alguna combinación que tenga retenida en el subconsciente r,or
haberla observado de forma similar en alguna partida anterior jugada por el o
por otro. Tan bueno es para el maestro, como para el jugador de club, no sólo
ver a golpe de vista su propia combin·ación, sino también sus posibilidades.
La posición puede recordar alguna otra similar que haya experimentado o
visto antes y entonces tendría el camino despejado y visto para la combinación
de jaques y contrajaques y análisis de posibilidades inmediatas. Si mira hallará

117
allí toda la combinación pero puede ser que tenga que hacer algunas correc-
ciones como consecuencia de una alteración. Puede suceder que su intuición
halle alguna su tileza en el final del vuelo de su imaginación y sea preciso cambiar
el cálculo, nada se habrá perdido a no ser veinte minutos preciosos de su reloj.
Considerando entonces la importancia de la disciplina y la experiencia junto
con el instinto y la intuición, puede muy bien decirse que el maestro tiene justo
este grado de ventaja conferida por la acumulación en su memoria de sus pro-
pias partidas y de otros, lo que no puede tener el aficionado que dedica escaso
tiempo al estudio del ajedrez.
En resumen, el relativo grado de alcance visual en ajedrez es un producto na-
tural del jugador, un don tan bueno como su experiencia.

Tomo esta posición de la partida Alekhine-Yates, Karlsbad 1923. A primera


vista parece precaria para el blanco, p~ro Alekhine admirablemente ha puesto sus
ojos sobre 4CR desde donde su Caballo defiende 2T y amenaza una pieza. Esta
fue, por supuesto, la jugada que hizo, calcu lando que si su oponente retiraba el
Alfil a 3A ganaba con el avance P6D. Contra A3D naturalmente el Alfil negro
sería dislocado mediante PSR, y tras la captura con la Dama del PR las negras no
tendrían esperanzas de salvación. Por. estas razones Y ates sacrifica la calidad.
Luego siguió 2. P X T, T X T+; 3. R2C. Era obvio, otra vez, que en esta coyun-
tura Yates no tenía nada mejor que D X PT+, con lo cual Alekhine recuperaba su
material con 4. R X T. Con toda esta contingencia era razonable admitir buenas
chances de victoria, mientras que lo mejor para su oponente sería esperar la
oportunidad de unas tablas por jaque perpetuo.
Estas habÍan sido las esperanzas de Yates durante las últimas seis jugadas.

118
Pero sucedió que ahora la posicwn presentaba una combinación de dieciséis
jugadas que forzaba la victoria y Yates concluyó así:

4 .... , D8T+ 13. R3T, D8T+


5. R2A, A5D+ 14. R3C, D8D!!
6. R3C, D8C+ 15. T3A, D8C+
7. R3T, D8A+ 16. R3T, D8A+
8. T2C, D8T+ 17. R3C, A7A+
9. R3C, D8R+ 18. R3A, A8C+
10. R3T, P4CR! 19. R3C , D7A+
ll. T2AD, D8A+ 20. R3T, D7T++
12. R2T, D8C+

Si Alekhine hubiera jugado 9. T2T Y ates podría ganar rápidamente con


D6A+ seguido de DSA y A3A+, etc. Las negras ganan en cualquier variante.
Pero ¿podría censurarse a Alekhine por no haber visto veinte jugadas cuando hízo
C4C en el curso de una combinación corta bastante prometedora para éE La res-
puesta, por supuesto, es NO . Sería superior al poder humano calcular todas las
posibilidades dentro del tiempo límite marcado por el reloj-control. (Otra cosa
sería en el caso de una partida por correspondencia.)
Por lo tanto no debe entenderse _por ello que Alekhine tenía mala visión,
ciertamente todo esto implica una buena visión y la cuestión es que, dada una
combinación de tablas, el cálculo penetra más o menos en la fiabilidad de la
intuición.

Se trata de una famosa combinación en la literatura del ajedrez, una combi-


nación de dieciséis jugadas perteneciente a la partida Capablanca-Bernstein, San

119
Petesburgo 1914. Es,incidentalmente,un bonito ejemplo de la diferencia entre el
estilo posicional y el estilo combinativo, tratado anteriormente. Capablanca era
sin duda uno de los más grandes maestros del juego posicional, pero cuando se
presentaba la ocasión (por su tipo de juego no creaba a menudo tales oportuni-
dades) se comportaba como el más fulgurante combinador sobre las sesenta y
cuatro casillas. Esta es una de sus combinaciones que comienzan con el ofreci-
miento de un modesto peón.

16. P4eD! !, A2T 25. C6D+, R3e


17. A X PeD!, PTX A 26. e4T+, R4T
18. e X Pe, D1D 27. e X D!, TX D
19. e6D+, RlA 28. e X Pe+, R3T
20. T X PA, e3e 29. C7-5A+, R4T
21. A4T, D2D 30. P3TR! !, e1A
22. e X A!, DXT 31. PX e+, RXP
23. D8D+, DlR 32. A X T, TX A
24. A7R+, R2A 33. P3C,

Y las blancas ganan fácilmente.


Y o me maravillo de que Capablanca al hacer su jugada 16. a viera los caminos
que conducen a su brillante movimiento 30.a Al sacrificar su Alfil en la jugada
17. a se veía perfectamente el fuerte ataque que seguía y tan lejos como le lleva
el instinto posicional puede extender su cálculo conociendo los efectos decisivos
del ataque.
Si se me pregunta si es humanamente posible calcular una combinación de
dieciséis jugadas con sus múltiples posibilidades, la contestación es SI. Existen
muchos ejemplos que lo atestiguan .

120
En esta posición fue anunciado el mate en dieciséis jugadas. El maestro que lo
realizó fue el famoso Blackburne y su mérito es más remarcable si se considera
que esta partida fue jugada a la ciega. He aquí el desenlace:

l.TXA+, R2T 9. T X PT+, RlC


2. D3D+, T3C lO. C7D+, RlA
3. D X T+, PXD ll. CSA+, RlD
4. T7R+, RlC 12. T7D+, RlA
5. A6R+, RlA 13. T7AR+, RlD
6. T7A+, RlR 14. C7C+, RlR
7. C6A+, RlD 15. C X P+, RlD
8. T7D+, RlA 16. A o T mate.

Blackburne, por supuesto, fue el héroe de muchas brillantes combinaciones


inmortalizadas en los anales de la literatura del ajedrez.

Aquí uno de los raros casos en donde él fue la víctima, aunque sirve de con-
suelo que su oponente no era otro sino el gran Zuckertort. Es verdaderamente
su más famosa combinación . Conducía las blancas y en la posición del diagrama
jugó D4C! ! ante la sorpresa de su oponente. Blackburne vio que si tomaba la
Dama que le había obsequiado, recibiría mate en ocho jugadas (el lector puede
hallarlo por sí mismo). Por eso el maestro Blackburne rehusó el regalo griego y
jugó T1-4A que en tales circunstancias era lo mejor que podía hacerse. Pero, co-
mo es usual en una posición preñada de posibilidades combinativas, las blancas
hallaron otra y continuaron:

29. TSA+, RXP 30. D X P+, R2C

121
31. A X P+, RXT 33. D X D, Rinden
32. A7C+, RlC

Pero no es necesario ser un famoso maestro internacional para producir una


combinación de largo metraje.

En esta posición H. Ainsworth, un aficionado de Londres, anunció mate en


siete jugadas.

l. D5T+, CX D 5.TXC+, R5T


2. P X P+, R3C 6. C3A+, R4T
3. A2A+, R4C 7. A6C++ .
4. TIC+, C6C

122
La combinación que arranca del dia¡¡;rama es bella y fácil de ver. Ocurrió en
una partida ganada por Grimmenstein en Viena 1915. Es una combinación de
diez jugadas. Las negras hicieron P4AR , inmediatamente las blancas capturaron la
Dama y como consecuencia perdieron todas las piezas. No obstante, sin capturar
la Dama podría haber colocado al enemigo en una situaciÓn dramática. (Ver la
solución en el Capítulo final.)

Esta combinación es más difícil de ver (Mason-Winawer, Viena 1882) a pesar


de que sólo consta de seis jugadas. Pero todas se hallan ocultas. Mason ganó la
partida muy forzada y bellamente. (Véase el capítulo de soluciones.)

123
Un caso de mate anunciado en diez jugadas. El vencedor fue B. Ullrich con
ne!Vas. El mate no fue anunciado en la posición del diagrama sino solamente des-
pues de que las blancas jugaran D2C, Única para evitar la amenaza D8T. En el
curso de estas diez fatales jugadas el pobre Rey tiene que realizar un viaje de
ida y vuelta antes de perecer. En el capítulo de soluciones, el lector puede en-
contrar el desenlace si lo desea.
Afortunadamente tenemos la evidencia de que las combinaciones a larga
vista se hallan recogidas en muchos libros y los más bonitos ejemplos son cono-
cidos en los cinco continen tes.
Pero relativamente poco conocida es la del siguiente diagrama:

Fue producida por el aficionado Ed. Mason en la Liga de Londres, antes de la


Guerra, con tiempo límite de veinticuatro jugadas en una hora. Mason con ne-
gras realizó el brillante sacrificio A4CD! y diez jugadas más tarde daba con la
Dama el golpe de gracia. He aquí el desarrollo inexorable de los diez movimientos:

l. P4eD 6. R X T, TlT+
2. P X A, e6e+ 7. RlC, . A4A+
3. ex e, ex e+ s. ex A, TST+
4. P x e, P X P+ 9. RX T, DlT+
5. RlC, TST+ lO. RlC, D7T++

La belleza de este final estriba en que el perdedor no puede ayudar a su Rey


con ninguna de sus piezas, todas ellas sobre el tablero.

124
XVII
Prendido con alfileres

En el capítulo anterior hemos visto algunos ejemplos en los que se manifes-


taban el poder exacto de un jugador combinativo y del juego posicional, y cómo
entrambos tienen que cooperar para producir los resultados requeridos. En los
análisis finales pienso que las posibilidades combinativas están en la esfera de las
indefinibles cualidades humanas que, para ser estudiadas, se las conoce general-
mente con los vagos términos de intuición, talento y hasta genio.
No obstante, uno de los componentes más importantes de estas cualidades, es
la memoria. El jugador experimentado tiene ventaja sobre el mero jugador de club
porque conoce y mantiene en su memoria variantes y combinaciones vistas en
sus propias partidas o en las de otros jugadores.
Recuer_do .el m.i;lte ahofado , o la pos_ición resultante d.e situar un_a o dos Torres
en la sephma hla, o e Caballo en SC atacado por P3T defend1do por P4T para
abrir la columna de Torres con miras a un ataque (en combinación con un Alfil)
contra el enroque enemigo. Estos, por supuesto, son, entre otros, populares co-
nocimientos de ajedrez. Pero hay muchos más y mejores que un buen jugador re-
conoce pronto ante una posición en donde las posibilidades de combinación
permiten aplicarlos.

125
Esta puede ser una de las posiciones preñadas , mencionadas en anteriores ca-
pítulos. Hay tal histérica preñez que creo que en el ajedrez esto ocurre con más
frecuencia que en un consultorio ginecológico.
La posición está tomada de la partida lV!andel-H. J ohner, Zurich 1930. El maes-
tro suizo resolvió la situación en forma brillante.

l. C6C+ 4. TX C, T8T+
2. P XC, PX P+ 5. R X T, PXT
3. RlC, C7A

Cuando realizó esta combinación, en el subconsciente de Johner existía un


modelo visto anteriormente que saltó. a su memoria.

Se trata de esta posición ocurrida en Copenhague 1925, que Nimzowitch con


las negras resolvió de esta manera: l..., T8T+; 2. R X T, P X P y ahora las blancas
se encuentran amenazadas no sólo de perder la Torre sino también de mate.

126
Esta posición (como algún ejemplo más de este capítulo) está tomada del li-
bro de Kurt Richter,"Kurzgeschichten um Schachfiguren'~Se trata de una expe-
riencia personal de Richter, jugando con blancas contra un aficionado conocedor
de muchos análisis. Sin duda creyó que había logrado un final brillante contra el
maestro, después de T8T+ seguido de P X P. Pero Richter con toda calma res-
pondió TSAR y después de R X T continuó P4C+ con lo que pudo capturar al
peligroso peón enemigo, ganando fácilmente la partida por su superioridad en el
ala de Dama.

Esta posición, aungue pudo presentarse en la práctica, corresponde a un es-


tudio compuesto por J. Moravez y publicado por primera vez en Leipzig 1937.
Es un bonito estudio porque contiene no solamente el fondo del modelo que
Richter halló útil , sino también el fondo del fondo. Pero véamoslo. Es obvio que la
única chance del blanco para ganar es avanzar el PC hasta la promoción:
l. T8D+, R X T; 2. P7C y ahora el negro dispone del mismo modelo anterior de
defensa: 2 ... , TSCD; 3. R X T , P4A+, etc.
Tan lejano como bueno. Ahor~, si el blanco toma el peón, el Rey negro va
a 2AR y atrapa al peón enemigo, justamente como lo hizo Richter en la posi-
ción precedente. Pero el blanco tiene otra forma para jugar:

4. R5C!, R2A 8. P5T, P7A


5. R6T, RlC 9. P6T, P8A= D
6. R6C!, P5A lO. P7T++.
7. P4T, P6A

Cuando publiqué este tema en New Statesman, junio 1949, muchos lectores
1 ')'7

me enviaron interesantes ejemplos de combinación por memoria de otra similar.
El primer premio de esta particular competición fue ganado por Beaumont con
una composición obtenida en match contra Browne cuya combinación final es-
taba basada en otra brillante producida por Alekhine.

Alekhine-Ah u es Beaumont-Browne

l. e X PT, ex e l. D X P+, RXD


2. D XC+, RXD 2. T3T+, esr
3. T4T+, R4e 3. T X e+, R3e
4. T3e++. 4. T6T++.
El mismo modelo en ambos casos. Beaumont conociendo la partida anterior
no tuvo más que recordarla para aplicar a su posición similar la misma combi-
nación ganadora.

128
XVIII
Nada nuevo bajo el sol

Está muy bien todo lo dicho sobre el mismo modelo recurriendo a él una y
otra vez en ciertas posiciones. Pero lo que sucede demasiado frecuentemente es
que una misma partida se juega ·precisamente más de una vez. Creo que fue Rabbi
ben Akiba quien añadió a su legendaria fama de sabiduría el concepto de que no
hay una idea que sea completamente nueva. Se supone que han transcurrido
ya 1.800 desiguales años desde que murió Rabbi - y algunos de ellos muy desigua-
les verdaderamente- produciéndose o no un número de ideas buenas o malas en
demanda de cierto grado de originalidad. No se duda que un jugador llamado
Mentges se mostró soberbio cuando obtuvo esta preciosa victoria contra un hom-
bre llamado Gitzen, en 1933.

l. P4D, P4D 10. P4T, P3CR


2. P4AD, P3R ll. P5T, TlR
3. C3AD, C3AR 12. PT X P PT X P
4. A5C, A2R 13. D2A, A2C
5. P3R, 0-0 14. AX PC, PX A
6. C3A, P3CD 15. D X PC, C2D
7. A3D, A2C 16. C5C!, D3A
8. P X PD, PR X P 17. T8T+! !, RXT
9. AXC, AXA 18. D7T++.

Una bonita miniatura, pero lo ocurrido es una repetición, jugada por jugada,
de una partida muy conocida ganada por Marshall a Burn en el Torneo de
París, 1900. El hombre que jugó con negras treinta y tres años después de cono-
cida esta famosa partida, no dudo que podría haber cambiado su táctica. Pero el
vencedor de esta partida dijo que no había tenido noticia de su famoso pre-
decesor.
Lo mismo puede decirse de dos aficionados que en Munich 1935, produjeron
esta divertida miniatura:

l. P4R, P4R 2. C3AR, C3AD

129
3. A4A, e3A 9. e X PeR, P5T!
4. P3D, A4A 10. e X PAR, PX A!
5. 0-0, P3D 11. e X D, A5eR
6. A5eR, P3TR 12. e20, e5D
7. A4T?, P4eR! 13. e3A, e6A+
8. A3eR, P4T 14. P x e, ADX P

y las blancas no pueden evitar el mate.


Ambos jugadores quedaron sorprendidos al ser avisados por Kurt Rochter que
precisamente esta misma partida había sido ganada por Steinitz en Londres cin-
cuenta años antes.
Pero supongamos que el blanco en su jugada 11.a toma la Torre en lugar de
la Dama. Entonces se produce una variante analizada y también repetida en la
partida jugada en Oslo 1935, Martinsen-Jensen:

ll. e X T A5eR 15. D5e, e7R+


12. 020, e5D 16. R1T, DX e!
13. PT X P, R2D 17. D4T, TlTR!
14. e6e, D1R 18. D X T, e2T!

y el mate es imparable.
Tales duplicaciones suelen ocurrir con más frecuencia de lo que pudiera ima-
ginarse. He aquí otro divertido ejemplo, tomado de una partida de Alekhine en
una sesión de simultáneas (1933).

l. P4R, P4R 10. P4TR, P3TR


2. e3AR, e3AD ll. e5D, PX A
3. A5e, P3D 12. e X A+ DX e
4. P4D, PXP 13. PTR X P ex PR
5. DXP A2D 14. T5T, D3R
6. AX e AXA 15. TDlT, P4AR
7. e3AD, e3AR 16. e5R!!, Px e
8. ASe, A2R 17. P6e!, Rinden
9. 0-0-0, 0-0

Nueve años después, el famoso maestro finés E. Book tuvo la oportunidad de


jugar precisamente la misma partida contra un oponente que declaró no conocer
la miniatura brillante de Alekhine. Esto constituyó para él una verdadera cala-
midad. En esta partida el oponente de Book en la 14.a jugada hizo P4AR en vez
de D3R que había jugado la víctima de Alekhine. Es obvio que el blanco jugó
P6Cy después de 15 ... , D3R hizo C5Rjustamente como Alekhine en su 16. 0 mo-
vimiento. Ahora, viéndose el ne~o obligado a tomar el eaballo,las blancas ju-
garon T1 Ty de esta forma se llego a la posición precisa de la victoria de Alekhine.
El oponente de Book se rindió y se halló grandemente confundido no sólo por
su precaria posición sino por el hecho de que Book, prácticamente copiando a
Alekhine, sólo había tardado un minuto en sus catorce primeras jugadas. Pero lo

130
verdaderamente gracioso es que mientras el oponente de Book, liundido ya psico-
lógicamente, había tardado hora y media en sus dieciséis jugadas, Book sin tener
nada que hacer en su posición veía a su oponente como una nueva víctima de
Alekhine.
En tales circunstancias, ahora como entonces, el jugador debe conservar una
buena faz de poker, y Book que es un experimentado jugador de match, recorría
su mirada triunfalmente sobre el tablero y parecía (pero solamente parecía)
justificar cómo había obligado a su adversario a cometer el mismo error que la
víctima de Alekhine.
Como la duplicidad de partidas se ha prodigado tanto en las mismas combi-
naciones y los mismos errores, reseñamos esta bonita miniatura:

l. P4R, P4R 7.AXP+, RXA


2. e3AR, P3D s. ese+, R1e
3. A4A, e3AR 9. D4A+, P4D
4. e3A, eD2D 10. e X PD, e4R
S. P4D, PXP 11. e X e+, R1A
6. DX P, A2R 12. es x P+,

y mate a la próxima jugada.


Esta partida fue jugada por Keres en unas simultáneas en 1937. Pero exacta-
mente la misma partida se había jugado en Londres, en una partida amistosa,
por ]. du Mont, uno de los más famosos teóricos británicos. No sería del todo
extraño se tratase de un caso de plagio con perfecta Ínocencia por un lado,
y probablemente por ambos bandos. ·

131
CUARTA PARTE

ESTUDIOS Y PROBLEMAS
XIX
Realidad y Ficción

Repetidamente, en estas páginas me he aventurado a establecer analogías en-


tre el juego de ajedrez y las realidades de la vida. Ciertamente hemos hallado con
facilidad en el ajedrez los símbolos de la vida. Por lo tanto es posible comparar
los problemas o estudios de ajedrez con las fábulas más o menos estilizadas, los
símbolos o la imagen realista de la vida. Algunas veces es bastante difícil utilizar
clichés tales como "la realidad es más rara que la ficción". Pero es una norma de
la vida completamente aplicable al reino del ajedrez. Po:r eso suele suceder que
una idea combinativa de la partida sea más fantástica que la misma construcción
de una idea similar en un estudio compuesto.
Incluso sucede que la realidad y la ficción no corren parejas como es prover-
bial y existe otro cliché aplicable a la partida o al juego de la vida, pero todo ello
sometido al viejo dicho "nada hay nuevo bajo el sol".

135
Tomo este estudio compuesto por J. Moravec en 1924. Un estudio muy ins-
tructivo para la práctica del juego y donde el jugador puede sorprenderse al
lograr el émpate por jaque continuo:

l. TlT+, RlC 7.T8T+, R2T


2. TIC+, RlA 8. T7T+, R3T
3. TlTD, RlD 9. T8T, R4T
4. R6D, RlR lO. R5A, R5T
5. R6R, RlA ll. R4A, R4T
6. R6A, RlC 12. R5A, etc.

Me maravillé cuando supe que catorce años después de su publicación Eliskases


se encontró en una posición similar frente a Keres, Nordwyk 1938, y con o sin
premeditación, Eliskases, con negras, encontró la correcta solución de su proble-
ma jugando así:

l. ..., T3C+ 6. RIC, T3C+


2. RlA, T3TR 7. R2T, T3T+
3. RlD, R6D 8. RIC, T3C+
4. RlR, R6R 9. RlA, T3TR
5. RlA, R6A

136
Sin duda, una extraña coincidencia de realidad y ficción. El omniscio Kurt
Richter aún presentó otra posición:

Ocurrió en una partida jugada por Torngreen (blancas) en Estocolmo 1902,


veintidos años antes de que Moravec compusiera su estudio. La partida conti-
nuó l. T8T, R4T; .2. RSA, R3T; 3. R6A, R2T; 4. T7T+, etc. Ignoro si Moravec
cuando co:r;npuso su estudio conocía la partida sueca. Lo mismo que los escri-
tores y novelistas a menudo se inspiran en hechos reales, un problemista y un
compositor de estudios puede muy bien inspirarse en partidas. He aquí un caso
sobre el particular.

137
En una partida amistosa jugada por el compositor de estudios de fama uni-
versal, B. Gaerhs (blancas),se halló en esta posición. El blanco con Torre de me-
nos y el Rey a la intemperie debe rendirse tras la obvia jugada T7D. Pero al
efectuar el negro el tímido movimiento T3C Gaerhs salvó la partida mediante
D4C, ya que amenaza tres mates diferentes y no hay forma de evitarlos más que
con tablas por jaque continuo. Esta experiencia inspiró a Gaerhs el pequeño es-
tudio siguiente:

Las blancas entablan. La obvia D6T sería refutada con C X P. En cuanto a


D3C la contestación sería A X P+ seguido de A5C: La clave (igual que en la
partida) es D4C. El jaque de Alfil se responde con RlA, ya que la Dama es tabú,
y si entonces ClD, el blanco fuerza el empate con D7C+.
Inevitablemente el estudio es más instructivo que el problema para quien prac-
tica la partida. ¿Cuál es la diferencia entre ellos? Decir que el problema y el
estudio pueden compararse a un poema y una historia podría ser una salida;
verdaderamente el estudio está más ajustado a la realidad de la partida mientras
que el problema sólo expresa el tema del autor con una buena dosis de licencias
poéticas.
En un estudio se permite comenzar con un jaque o cualquier otro movimien-
to brutal; en un problema esta circunstancia no resulta elegante y además desdice
de la corrección con que ha sido llevada una idea básica en la composición.
Después de todo , otra diferencia es que el lema del compositor de estudios es
"blancas juegan y ganan", mientras que en el problema se especifica el "mate en
tres" (o cualquier otro número de jugadas). En un problema no es suficiente
para ganar la obtención preponderante de ventaja material, es necesario efec-
tuar el mate en el número de jugadas indicado, de la forma más elegante posible.

138
Esto generalmente se obtiene mediante la refutación de una o dos variantes ob-
vias y siendo la clave la jugada más improbable y sorprendente. Muchos de estos
principios son del mismo tipo que los empleados en las novelas de detectives.
He aquí un problema de Healey:

Es un mate en tres y la clave es T1 T la cual (en la variante principal) tiene por


objeto llevar la Dama a 1CD vía 1CR en tres movimientos. Las ramificaciones
son ahora fácilmente encontradas. Los más experimentados problemistas cono-
cen este problema clásico publicado por primera vez en 1861 y a partir de enton-
ces existen innumerables problemas ilustrados con la misma idea básica.

139
Veamos ahora un estudio de Berthold Lasker (hermano del gran Emanuel).
Las blancas juegan y ?anan. Por supuesto este particular estudio podría tener el
lema "Mate en cinco ', pero está completamente encauzado en un estudio más
que en un problema, principalmente porque esta posición puede muy bien
ocurrir en la práctica de la partida y contiene una simple y limpia idea que al~no
de nosotros, algún día, puede experimentar sobre el tablero. La idea es la rapida
activación del PA bloqueado. Para ello se precisa la brutal A8C con amenaza de
mate inminente, lo que obliga a capturar el Alfil. Se sigue atacando con R7Ay la
Torre debe capturar la Dama, con lo que el PA toma la Torre y queda libre en
disposición de coronar, dando mate en dos jugadas.
El lector puede apreciar, a golpe de vista, cierto número de peones innecesa-
rios para esta variante de mate, y que en la jerga de esta industria se los denomi-
nan "multitud" o "extras". Pero ello no desmerece en un estudio. No así en el
problema donde el compositor debe tener en cuenta la ley de la economía para
expresar la idea básica gue ilustra el tema. El lector, tras hallar la solución debe
comprobar la conexión de las piezas con la clave y la función positiva de cada una
de ellas en las diferentes variantes, o la función negativa que hace del problemis-
ta un "cocinero". ·
Un cocinero es, precisamente, en la jerga de los problemistas, el que compone
problemas con duales en la solución. Pero esto es tema para un pequeño capítulo
aparte.

140
XX
Demasiados cocineros

Es inverosímil la proverbial multiplicidad de cocineros; cualquiera de ellos


puede despojar de su mejor gusto al caldo digerido por la ingenuidad de un
problemista. Descubrir un cocinero en un problema o en un estudio resulta
halagüeño para el descubridor, pero es una lastima ver de esta manera perfectos
trabajos despojados de arte por alguna pequeña tacha. Uno puede siempre ensa-
yar, por supuesto, suprimir la tacha. Tomo el famoso "mate en 5" de Cywinsky
publicado en 1857 y reconocido como una de las más bellas concepciones y un
verdadero buen ejemplar de su tiempo, precursos de innumerables estudios.

La jugada clave T8A salva el PD porque fuerza A2A. Pero ahora el negro pue-
de contestar a T5A o TIA con A4R o ASA respectivamente. La segunda jugada

141
blanca T3A fuerza al Alfil a morir en 4T y ahora el blanco puede jugar TSA y
tras la respuesta A3C dar jaque en 5AR seguido del avance del PD que consigue
mate al quinto movimiento. Una ma~ífica concepción, pero ocho años después
era descubierto el cocinero. Unos en tic os suizos hallaron otra solución de mate
en cinco, poco elegante, que despoja la idea básica del autor de producir el mate
con el PD. La dual es esta: l. T8A, A2A; 2. T3A, A4T; 3. PSD+ , R4A; 4. R X A,
RSA; 5. T3A mate.

De los numerosos refritos que se han hecho del famoso y viejo problema, he
aquí uno (Schütte y Palatz, 1938) que parece mejor quelos otros. Los lectores
reconocerán conmigo que el autor de la concepción original se salva por su ele-
gancia y originalidad que le rehabilitan . La solución es l. 7C, A4D; 2. T1C,
A6C; 3. T3C , A7 A; 4. T3D+, A X T; S. P3R mate. Durante algún tiempo ha pa-
recido bueno, pero tal vez los lectores encuentren un cocinero aquí también.

142
Aquí otro caso de un problemista con su diapasón ridiculizado, la vícti-
ma es E. Palkowska. Este bonito "mate en 3" - bonito superficialmente- ganó
el primer premio en u ha competición soviética de 1925. La clave del autor era
l. A6T con la amenaza C3R y la idea de contestar R7C a D6D y T3R a P6A.
Algunos años después se descubrió que el problema era malo con un cocinero
sin elegancia y brutal: l. TSR+ , A X T; 2. C2A+, R3A; 3. C4R++. Daría
muchos más ejemplos de cocineros. Se descubren casi a diario. Pero es un asunto
triste y hay cosas mejores.

143
XXI
La vista es la que trabaja

Contemplando brillantes sacrificios seguidos de contundentes mates, Damas


y Torres en combate mortal , Caballos y Alfiles interviniendo activamente en la
contienda, ¡quién de nosotros puede cansarse de tal espectáculo! Y aún sin ser
espectacular puede proporcionarnos muchos deleites; la tranquila jugada de espe-
ra, la sutil ganancia de un tiempo, o la ostensible pérdida del mismo (una de las
mayores finezas). Es muy intrigante ver el tablero amontonado de cortantes es-
padas blandiéndose ferozmente , pero también hallamos infinitas variedades sobre
un tablero dispersamente poblado, con una emponzoñada daga, o dos astutamen-
te escondidas.
Aquí es donde, verosímil o no, el estudio necesita destacar del proble-
ma que, inevitablemente, ha de ser alterado, por su extensión, para acomodar-
se a las más rígidas normas sobre esta particular forma artística, sin mencionar la
eliminación de cocineros. Estos, por supuesto, son evitados por el compositor de
estudios. En el estudio, no menos que en el problema, debe existir solamente
una clave.
Pero en el estudio, tras la primera jugada, hay, naturalmente, una mayor am-
plitud. Después de todo, no hay nada artificial en un estudio, y en la expresión
de su idea básica el autor permanece retenido por la clara lógica de la partida;
y es, sobre todo , en el fin de partida donde tal lógica emerge con mayor clari-
dad (y con escalofriante dificultad) y no es sorprendente que el estudiante en-
cuentre generalmente más solaz que en algunas partidas espectaculares, y más

144
premio, porque cada estudio contiene una enseñanza más instructiva para el
jugador que practica la partida.

Supone un gran esfuerzo aprender esta posición, precisamente porque contie-


ne pocas piezas y resulta fácil de retener. Se quiera o no, estas posiciones, aparen-
temente simples son altamente engañosas para el lector que busca una rápida
solución, sin tener en cuenta el adagio romano " multum in parvo", sin duda
aplicable a esta posición compuesta por D. N. Grigoriev en 1934. Las blancas
juegan y ganan. Mi mayor ambición es que los lectores resuelvan ellos mismos
este estudio sobre el diagrama, tapando la solución que se inserta a continuación,
recogiendo así el fruto de su siembra laboriosa. Se puede ver bastante bien que
P4D+ seguido de R3R no da más que tablas. La jugada clave es R3R, más que
obvia porque ahora l..., P4C sería contestada por 2. R4R. Tan lejana como
buena. Un análisis co mpleto requiere muchas páginas de este libro. No obstante
inserto una superficial variante de la inmensidad de este estudio tan complejo:

l. R3R, R4U 3. R2A,


2. R2D!, P4C

R3R sería contestado con P3C!.

3.... , R4A 6. R4C, R3A


4. R3R, P3C 7. R3T!, R3D!
5. P4D+, R4D 8. R2C,

La subsiguiente maniobra está causada por la necesidad de que el Rey

145
blanco ocupe 3D precisamente después que el Rey negro ha sido forzado a ir
a 4D.

8.... , R4D ll. R2D!, R3D


9. R3C, R3D 12. R3R, R4D
10. R2A, R3A

No hay opción porque el Rey blanco amenaza con situarse en 4R. La victoria
es ahora fácil, pero el blanco puede encontrar más obstáculos si el negro en
su 3.a jugada ofrece el sacrificio PSC!. Caso de no aceptarlo el blanco tendría
que sufrir algún riesgo posicional.

4. P X P, R5D 7. R3A, P4C


5. R2D, P3C! 8. R2A, R5A!
6. R2A, R6R

Es obvio que el peón blanco no puede avanzar aún. Otra vez el blanco tiene el
resorte del tiempo para el zug-.~:wang. El negro no debe entrar en 6R mientras
pueda ser contestado con R3A. Pero la victoria blanca precisa más habilidad con
el juego de ambas casillas.

9. R2C, R6A ll. R2A!, R4R


lO. R3C, R5A 12. RID!,

Es obvio que contra ll ... , R6A había 12. R2D. Las blancas tienen ahora el
camino despejado. El resto es relativamente fácil.

12 .... , R4D 19. R5R, PSC


13. R2R, R5D 20. P6D, R3A
14. R2D, R4R! 21. R6R, P6C
15. R3D, R4D 22. P7D, P7C
16. P4D, RSA 23. P8D == D, P8C =D
17. R4R, RXP 24. D8A+,
18. P5D, R4A y ganan.

146
Con un tablero más amontonado de piezas la posición no es tan fácil a simple
vista. Este es un estudio de Gaerths. Las blancas juegan y ganan.

l. e X PD, P7R 7. R5T!, D2A


2. e4R!, P8R=D 8. A7C+, DX A
3. ABA+, R2T 9. P X D+, RXP
4. e6A+, R1T lO. eSR+, R2A
5. P6T, DBT+ ll. P X PTD!, RXC
6. R5e, D8A+ 12. R X P, etc.

Hay un montón de variantes menores muy buenas en esta particular rama del
estudio. Y o únicamente podría decir que si el negro hubiera jugado 7... , D8T+ la
continuación habría sido:

8. R6e, ose+ lO. A7e+, DX A+


9. R7A, D2T+ 11. P X D++.

Estrictamente hablando, este extraordinariamente completo estudio debe ser


considerado como cocinado porque otra clave ha sido descubierta. (Pero lo es-
tropea muy poco por la belleza del estudio y sus enseñanzas.) He aquí la variante
principal de la otra línea:

l. A X PD, PX A 4. P X PT, PX PT
2. e X P, P5eD 5. e X PD, P7T
3. C3e!, P5D 6. e3e, etc.

De las muchas variantes distintas, yo daría esta que contiene dos ideas:

l. e X PD, P7R 6. P6T, P5D


2. C4R, P8R=D 7. A2A, P8T=D
3. A2D+!, R2T 8. P7T+, R2e
4. AX D, P7T 9. A X P+, R3e
5. e5C+, R1C 10. P8T=D, etc.

Si 5..., R3T se gana con 6. A4C. 3 ... , D X A no es bastante buena porque


PSCD no cónsigue tablas para el negro, precisamente es una de las variantes for-

147
males. Esta es una de las muchas variantes. Lo exhaustivo de su complejidad
requiere más de una docena de variantes y gran espacio para su desarrollo.

Aquí otro estudio, de E. Post, 1938, con un considerable contenido, mayor


del que se ve a simple vista. Las blancas juegan y ganan. La jugada clave es agra-
dablemente obvia; para algunos la táctica a seguir puede ser puramente defensiva
parando los peones enemigos. Otros pueden creer que lo indicado es el ataque
como K5A amenazando mate, pero el negro se defendería y empezarían las
dificultades. Un completo análisis requiere un montón de páginas. La solución
en el último capítulo indica la variante principal, pero antes de mirarlo el lector
debe tratar de resolverlo solo.

148
XXII

Materialismo en el País de las Maravillas

Cuando un Campeón mundial dice algunas cosas nos conviene atender, tanto
más si las dice enfáticamente sobre una materia principal.
Parece ser que Mikail Botvinnik no habría alcanzado la cima si no se hubiera
tomado el ajedrez muy seriamente. Realmente no es para mí una sorpresa que el
gran maestro tomara el ajedrez tan seriamente como dice Lysenko, sincero y fa·
nático partidario del espíritu de lucha de Botvinnik en el ataque que hizo con-
tra el Jurado que, en la XVI Competición soviética del Problema, concedió el
primer premio a este estudio de A. Gulajev.

¿Cómo puede haber llegado el Rey blanco a 7T?, clama Botvinnik. Evidente-
mente vía 8A y 8C es el fantástico camino del milagro.

149
Ahora sabemos con certeza que las posiciones irreales han sido aceptadas
siempre en la literatura del problema, en contra de la tradición de la URSS cuyas
composiciones deben tener las mismas posibilidades prácticas que la partida.
Un argumento más interesante en los análisis del final, es si el concepto materia-
lista será o no aplicable a los estudios y problemas. Mi opinión es que será apli·
cable a los estudios, pero no a los yroblemas, los cuales deben gozar de licencias
poéticas. No obstante la composicion de Gulajev es un estudio y no un problema,
por lo que afirmo que Botvinnik tiene razón.
Como maestro en la materia,,él (y antes Ragosin) refutó el estudio tanto en el
aspecto técnico como ideológico. El autor dio esta línea victoriosa para el blan-
co: l. P7R, T5R; 2. T4A, T3R; 3. T5A+, RX P;4. T6A, T4R;5. T4A+,A5A;
6. T X A+, etc. Otra variante es: l. P7R, T5R; 2. T5A +, P4A; 3. T X P+',
R X P; 4. T5AR, P7R; 5. T4A!, etc. Pero Ragosin halló la refutación 4:.. , A2A!
seguido de R6C caso de que la Torre blanca capture el Alfil. Esto conduce de
hecho a Tablas.
Pero, además, este no fue el Único hueso que Botvinnik hizo roer al Jurado,
y puesto que su otra acusación tiene un interés general, nos atrevemos a inter-
venir, de ese modo emulamos al famoso irlandés que inquirió en una disputa a
dos extranjeros si se trataba de una pelea privada o si era preciso que alguien se
metiera en ella.
La otra reprimenda de Botvinnik, pues, para este singular Jurado fue
causada por la concesión del tercer premio a Z. Brinov por su estudio, la opmwn
del Campeón mundial era que se trataba de un caso más o menos inocente de
plagio. Un serio reproche sin duda, tanto más por llegar su exaltación al juez.

Este es el estudio de Brinov y su propia solución. Las blancas juegan y ganan:

l. TBC+, R2T 2. P X P, RX P

150
3. TIC, P8R = C+ 7. A2C+, RlC
4. R2C, P8T = D+ 8. R3A, C3T
5. RX D, C7A+ 9. TlCD+,
6. R2C, CXP etc.

El caso de Botvinnik contra Brinov (y el Jurado que le otorgó el premio) se


apoya en la opinión del Campeón mundial, que el estudio de Brinov, en una de
sus ideas, es demasiado parecido al famoso y viejo estudio de Reti, y que la actual
línea de mate está influenciada excesivamente por otro bien conocido estudio
de G. Zachodjakin, publicado en 1931 (dieciocho años antes de ganar el premio
Brinov). Pero veamos prim ero el clásico estudio de Reti.

La solución es l. T3D+, R8R; 2. T3AR, R7D; 3. AlA, etc. Si 2 .. ., R8D;


3. A4C.

151
Y finalmente, para nuestra completa evidencia, el estudio de Zachodjakin.
Blancas juegan y ganan. El autor da la siguiente solución:

l. P6T, ese+ 4. T2T+, R2C


2. R4A, CXP 5. T7T+, RlA
3. RSC, ClC 6. T7A++.
Me agradana conocer la opinión mayoritaria de los lectores si ellos tuvieran
que juzgar este caso como Suprema Corte.
Mi opinión es que la semejanza con el famoso estudio clásico de Reti es
demasiado pequeña en la materia, pero estoy ciertamente de acuerdo en lo que
concierne al estudio de Zachodjakin de que la semejanza es verdaderamente
notable.

152
XXIII
Alimento para el pensamiento

Esparcidos por las páginas de este libro el lector podrá hallar un buen nú-
mero de estudios y también algunos problemas. Unos cuantos de ellos han sido
publicados previamente en New Statesman. Todos ellos se refieren e ilustran los
temas que se han tratado. Algunos son expuestos de inmediato, otros se utili-
zan en beneficio de aquellos lectores que desean resolverlos ellos mismos, aunque
en el último capítulo se insertan las soluciones de todos ellos.
Como imagino que algunas más oportunidades para ejercitar el propio inge-
nio es conveniente a los más ambiciosos lectores, he insertado una pequeña selec-
ción de "ocasiones" para su especial beneficio.
Espero que cuando se lle~e al final de este capítulo se tenga una grata expe-
riencia puesto que se hallaran trabajos duros y sobre todo nuevos, para lo cual
he incluido solamente estudios que no he publicado en mis crónicas, salvo tres
excepciones.
Fue un lector sueco, Fritroff Selander, quien me escribió expresán~o~e que
la literatura inglesa de ajedrez era muy rica en I?roblemas ~ero I?oco fertll en el
campo de la composición de estudios. Excelente sugerencia que he aceptado.
Ya he dicho que la deferencia de la licencia poética es típica de los problemas,
mientras que los estudios requieren una actitud realista. Creo que ambos son
instructivos si bien el estudio es más directamente beneficioso para el jugador
práctico. Esta es la razón por la que he dado preferencia a los estudios. Las solu-
ciones podrán hallarse en el último capítulo de este libro, donde se consigna la
jugada clave y las variantes principales, correspondiendo al lector descubrir las
subvariantes o líneas secundarias.
Espero que las siguientes páginas proporcionen al lector no sólo una enseñan-
za sino, a la par, una diversión.

153
H. F. Blandford, 1951 H. F. Moxon, 1951

Blancas ganan Blancas ganan

H. Rowson, 1905 Paul Hevacker, 1938

Blancas ganan Blancas ganan

154
W. Leick, 1938 Henri Rinck

Blancas hacen tablas Blancas ganan

E. Holm, 1916 T. Berger, 1895

Blancas ganan Blancas ganan

155
H. Wittwer, 1938 M. Karstedt

Blancas hacen tablas Blancas ganan

G. Bernhardt C.Carls

Blancas ganan Blancas hacen tablas

156
Adolf Anderssen Pauljohner, 1914

Mate en tres Mate en tres

Kurt Richter, 1938

Mate en cuatro

157
QUINTA PARTE

VENTAJAS Y FINALES
XXIV
Ventajas sobre ventajas

Ofrecer ventajas es un falso orgullo que tienen muchos jugadores. La ventaja


se acepta con alegría cuando es necesario hacer frente a un oponente superior.
La ventaja se acepta como un mal menor por la sencilla razón de que no existe
otro procedimiento para equilibrar la considerable diferencia de juego.
¿Por qué es un mal? Principalmente, por su.Puesto, porque el material de
ventaja inevitablemente rompe la inherente armoma de la partida.
Un modo de ceder ventaja es la qu~ hace referencia al tiemEo, en lugar
.del material, jugándose varios tableros simultáneamente, de esta forma quien
concede la ventaja tiene un minuto de tiempo para cada jugada, mientras que
los oponentes disponen de diez a quince minutos, en tanto el simultaneador da
la vuelta. Un excelente sistema cuando la diferencia de fuerzas no es demasiado
considerable y quien recibe la ventaja es bastante bueno, consiste en explotar la
ventaja de tiempo mediante complicaciones sin perder el propio camino y empe-
zando rápidamente el ataque. Pero cuando se da de ventaja una Torre no habrá
ni dificultad ni diversión en batirle si realiza veinte jugadas en cinco minutos en
tanto que a su oponente lees permitido emplear una hora.
Cuando la diferencia de fuerzas es solamente en astucia, oj:J;o sistema es la
ventaja de las tablas, mediante la cual quien concede esta ve~'l!aja en caso de
entablar pierde, por cuyo motivo el jugador más fuerte bajo esta presión psico-
lógica debe realizar un juego para ganar; de la misma manera, en un torneo en
igualdad de puntos con otro jugador los honores serán para aquel que reciba la
ventaja.
Aquí, por supuesto -aunque más artificiosamente que con la ventaja ma-
terial- tenemos el mismo viejo mal de truncar la inherente armonía de la partida.
Puesto que las tablas es el natural desenlace de una partida de ajedrez si no se
hacen errores por ningún bando, no es justo modificar esta regla. El jugador con
este handicap necesita tener el resorte de utilizar deliberadamente ataques preco-
ces . P.~r la psicología del oponente más bien que por las circunstancias de la
pOSIClOn.
Decir que todo esto es una alteración considerable y una violación del verdadero

161
espíritu del juego no es decir que no pueda ser una gran diversión. En realidad
puede ser mas penetrante y lleno de finezas psicológicas y de las otras. .
Después de todo la regla de "juga! ~hombre antes que al tablero" e,s ~n prm-
cipio de estabilidad del maestro practico y -como veremos en el prox1mo ca-
pitulo- no tuvo adeptos más profundos que En:~uel Lasker. Se trata de una
diferencia de calidad cuando se traduce el prmc1p10 desde la alta esfera de !os
Grandes Maestros que miden sus ingenios con un maleta a quien le hablan
dado la ventaja de una Torre o la Dama.
La concesión de ventajas materiales envuelve inevitablemente una gama de
errores y una tentativa de provocarlos. Efectivamente existen d?s méto.dos bien
diferenciados de jugar tales partidas: nosotros los llamaremos metodo discreto y
método valeroso.
La forma es generalmente adoptada en los torneos con handicap cuando el
que da ventaja intenta acumular puntos. Elegira una bizarra apertura, calculada
para confundir al oponente, quien necesitará conocer siquiera someramente las
más ortodoxas aperturas. Quien concede ventaja confundirá a su oponente jugan-
do perfectamente una partida pasiva, cerrando el juego, rehusando cambios (si
no son inmediatamente ventajosos) y simplemente provocando errores. Más pron-
to o más tarde estos harán su aparición. Puede ser un gran error dar segura una
apertura por un ruidoso y decisivo ataque, o mejor un pequeño error, o tal vez
una serie de errores. En este terreno el que da ventaja cederá uno o más peones.
Puede entonces embarcarse en una pequeña combinación (o celada) para ganar la
calidad. Así poco a poco y nunca arriesgando nada puede ir restaurando el
equilibrio material y gradualmente alcanzar una victoria sin esfuerzo.
Es un efectivo método pero no tan a mano y divertido como el otro. Un audaz
ataque directo al Rey, se quiera o no, envuelve el sacrificio de alguna pieza
aparte de ciertas concesiones. Entonces el sacrificio tiene que ser sólido para que
quien concede la ventaja no se encuentre falto de base en una posición donde
un ingenioso cerebro puede conjurar otra "estafa" con solamente una combi-
nación.
Una vez que los bonitos lances son agotados, algunos resultados más tan-
gibles son necesarios, y si no están prontos a comparecer hemos de correr un
velo sobr'e el balance. Afortunadamente, un desarrollo rápido es la primera consi-
deración para adoptar el método valeroso, el handicap de material concediendo
una pieza confiere la compensación de tener una pieza menos que desarrollar.
En la última variante del Gambito Muzio (aportada por B. H. Wood) está la
ausencia del CD el cual vuelve para permitir la temporal (y de ese modo decisiva)
entrada de la TD para unirse al ataque contra el Rey enemigo. He aquí la va-
riante:

l. P4R, P4R 6. A X P+ RXA


2. P4AR, PXP 7. D X P, D3A
3. C3AR, P4CR 8. P5R, DXP
4. A4A, P5C 9. P4D, DX P+
5. 0-0, Px e 10. A3R,

162
Así hacer una virtud de una necesidad y trocar el handicap en ventaja (o al
menos ensayarlo) es el principal y más interesante aspecto del más pequeño ma-
terial que se concede de ventaja en ajedrez: peón y salida (o peón y dos jugadas).
Estas ventajas, por supuesto, implican una apertura original puesto que sus mu-
chas celadas serían familiares al dador de la ventaja que hallaría generalmente
fácil realizar un oportuno enroque y cambiar la ausencia del PAR en ventaja de
columna abierta para su TR. He aquí un caso: una partida ganada por un maestro
que en su día dominó sobre los restantes jugadores mejor que algún cam-
peón y durante algún tiempo en la historia del ajedrez . Aludo, por supuesto, al
gran Philidor, quien verdaderamente en rara ocasión encontró un jugador que
pudiera enfrentarse a él sin concederle ventaja. La siguiente partida fue una de
las tres jugadas simultáneamente (y con los ojos vendados) el lO de mayo
de 1788 en el Club Ajedrez de Londres de St. James Street. Los primeros movi-
mientos se reproducen en la misma notación empleada por Philidor en uno de
sus libros publicado en 1805.
Partida de Mr. Leycester.
Recibió de ventaja el PAR y la salida.
l.
Blancas: Peón de Rey dos casillas.
Negras: Peón de Alfil de Dama dos casillas.
2.
B.: La Dama a la cuarta casilla de la Torre de Rey enemiga, dando jaque.
N.: Peón de Caballo de Rey una casilla.
Parece un derroche de papel en estos días. Se economiza espacio siguiendo en
la notación moderna :

3. D X PAD, C3AD 14. AX A, ex A+


4. P3AD, P4R 15. R2R, T X PAR+
5. D3R, C3AR 16. D X T, ex o
6. P3TR, P4D 17. R XC, 060
7. PR X P, CRX P 18. CR2R, TIAR+
8. D2R, CR5AR 19. RIR, PSR
9. D3AR, A3T 20. TRIAR, TX T
10. ASCO, 0-0 21. R X T, D7AD
U. D4R, A4AR 22. RIR, C4R
12. D4AD+, RIT 23. CD3T, C6D+
13. DIAR, A6D 24. RIA,

pero es justo dar el golpe de gracia en la propia notación de Philidor: "La Dama
a la casilla de la Dama adversaria, dando jaque mate". Evidentemente ni Mr.
Leycester, ni Mr. Nowell, ni el Conde Bruhl (ni otros) podían jugar de igual a
igual contra Philidor.
Un buen jugador cuando recibe la ventaja de un peón debe enrocarse en el
lado de Dama y no dar chances al adversario para utilizar de inmediato la co-
lumna AR. Sigue una (relativamente) más moderna partida, más instructiva
porque fue jugada por un aficionado experto que recibía de ventaja un peón

163
y salida, del gran maestro Tarrasch. La partida fue jugada en Nuremberg el
año 1892 (Quítese el PAR).

l. PAR, P3D 20. P5R, P5e


2. P4D, e3AR 21. e1R, A2D
3. A3D, . P4R 22. R1e, P6C!
4. P3AD, e3A 23. DlA, TlD
5. A3R?, A2R 24. P4A, P6A!
6. e3A, e5eR! 25. Pe X P, P7e!
7. A2D, 0-0 26. D2D, e5T
8. P3TR, e3A 27. P4A, PXP
9. A3R, D1R 28. e2A, A3AD!
10. eD2D, R1T 29. T2T, A4D
11. D2A, P3TD 30. P5A, P6A
12. 0-0-0, P4eD 31. D1R, e3e
13. e3e, e2D 32. P6A, D5T
14. eR2D, PXP 33. P3T, D6e
15. e X P, ex e 34. A4AD, AXA
16. r x e, P4A 35. P X P+, RXP
17. e3A, P5A 36. e1 T, P7A+
18. A2R, e3e 37. e X P, D7T++
19. P4eR?, P4D

El trasnochado contrataque blanco en el ala de Rey fue condenado al fra-


caso. Hizo muchos drásticos errores aparte de la omisión (en las jugadas 17. a
y 19. a) de jugar PSD. ·
El que concede ventaja material generalmente contará con un oponente
débil al que destrozará fácilmente. Se quiera o no el juego de un aficionado
débil es sumamente erróneo y no sabe hacer frente a un ataque violento. Aquí
un ejemplo del Dr. Tarrasch en 1890. Tarrasch concedió de ventaja la Dama.

l. P4R, P4R 7. e3AR, · A5eD


2. P4AR, P3D 8. A5eR, D3D?
3. P3D, P4AR 9. TlD, D3eR
4. e3AD, PX PR 10. T8D+, R2A
5. PD X P, P3TD 11. A4A+, D3R
6. PX P, PXP 12. e X P++.

Otra cosa con la que también puede contar el que concede la ventaja es con el
deseo del oponente de cambiar las Damas. Esta fineza psicológica se ilustra per-
fectamente en la siguiente miniatura jugada en 1903 y aportada por Kurt Richter.
El vencedor fue C. Dorasil quien concedió la ventaja del CD.

l. P4R, P4R 8. TlR, P3D


2. C3AR, e3AD 9. P5R, PXP
3. P4D, PXP 10. e X P, DX D?

164
4. A4AD, ASC+ ll. AX P+, R2R
5. P3A, PX P 12. C6C+, RX A
6. 0-0, pXp 13. C X T++.
7. AX P, AlA

Sin embargo quien concede ventaja puede ser astuto adoptando el método
discreto, si bien tendrá que dar mayor extensión a la partida, particularmente
cuando concede una penosa ventaja. En este caso tendrá que ver la forma más
favorable de juego empezando adecuadamente con suma discreción.

Esta posición corresponde a Nimzowitch contra un jugador a quien concedió


la Dama por un Caballo. Es muy tentador jugar A6C+ seguido de T6R. Pero
entonces cualqmer debiljugador podría ver que con D8T+ seguido de D X T+ y
P X T cambiaba dos Torres por la Dama, quedando con ventaja de una Torre.
Nimzowitch suprimió tal riesgo jugando simplemente Tl-3D y esperando que su
oponente cayera en la trampa de capturar el Caballo. Esto sucedió mediante
D8R+ seguido de D X C y entonces se puso en práctica la original concepción
A6C+ y T6R que ya era jugable.
Si uno desea esquivar el desagradable efecto de la ventaja material puede
apelar a la desafiante condición de conceder las tablas como partida perdida para
quien concede tal ventaja. También puede imponerse al jugador más fuerte la
condición de dar mate a su oponente sobre determinada casilla. Es una formida-
ble proposición pero irreal, ya que todo buen ju~ador tiende a reducir la partida a
un final favorable, después de lo cual con un peon o dos encontrará fácil el resto.
Un handicap más difícil es imponer al jugador más fuerte la condición de que
efectúe el mate con determinada pieza, por ejemplo el CD. Entonces hay que
tener cuidado para no confundir esta pieza con su compañera el CR en el trans-
curso de la partida.

165
A no dudar esta suerte de ventajas es precisamente una distorsión de la natural
armonía de la partida, como en la ventaja material. Pero las nuevas complicacio-
nes que surgen son divertidas puesto que es obvio que quien recibe la ventaja no
tendrá inconveniente en sacrificar cualquier material con objeto de atrapar a la
pieza fatal. Inversamente, quien concede la ventaja deberá guardar esta particular
pieza como si fuera el propio Rey, condición necesaria para que el mejor jugador
pueda ganar. Con el empleo de estas raras formas de ventaja organicé una compe-
tición en las columnas de New Statesman and Nation. Un premio especial fue
ganado por Félix Kaufmann, quien escogió la TR para dar mate; la partida fue
jugada en Boxing Day, 1950.

l. C3AR, P4D 22. P4D, A3R


2. P4A, P3R 23. P4A, T5C
3. P3CD, C3AD 24. P5D, PXP
4. A2C, P5D 25. PR X P, A4A
5. C3T, A4A 26. P6D, DXP
6. C2A, P4R 27. TDlD, D4A+
7. P4CD, AXP 28. R1T, D3A
8. ex A, ex e 29. TR1R, D3R!
9. C X P, A3R 30. P3TR, TXP
lO. D4T+, C3AD 31. TlAD, T5R
u. ex e, PX C 32. TR1D, T5R
12. D X PA+, A2D 33. T5A, A3C
13. D4R+, C2R 34. T5C, D2A
14. AX P, A3A 35. D6A, TX A
15. D4C, 0-0 36. T7CD, D4T
16. AX PC, A2D 37. T5C?, A7A??
17. D5C, TD1C 38. TR7D, DX T
18. AX T+, RX A 39. TR8D+, DlR
19. P4R, T2C 40. D6T+, R1C
20. A2R, DIC 41. TR X D++.
21. 0-0, P3AD

El oponente de Kaufmann era un jugador muy inferior, en la jugada lS,a


efectuó un enroque humorístico que en una partida normal hubiera significado
el mate, que ahora no puede realizarse sino con la TR. ·Creo que el único error
de Kaufmann fue en la jugada 37.a que debió jugar T4C en vez de TSC, con lo
que dio a su oponente la chance T8R+, a pesar de esto el final estuvo bien
jugado.
Otro competidor que envió material divertido fue R. W. B. Clarke. Señaló
como pieza para dar mate el CD.

l. P4R, P4R 3. P4D, C2D


2. C3AR, P3D 4. PX P, PXP

166
5. A4AD, P3TR 10. e4A+, R4A
6. A X P+, RX A U. D5D+, R5e
7. e X P+, R3R 12. P3TD+, R5T
8. D5D+, R2R 13. eD3A++.
9. D7A+, R3D

He aquí otra partida de la colección de miniaturas de elarke, donde se com-


promete a dar mate con el Caballo de Dama.

l. P4R, P4D 5. ex P, A5e+


2. PX P, DXP 6. A2D, D5R+
3. P4D, A4T 7. D2R, DX D+
4. e3AR, P4R 8. AX D, AXP

Y la pieza fatal del blanco no puede ser ahora salvada. Si en la jugada 3. a ha-
ce C3AD hubiera sido refutada con D4R+ y D X C. Algunas veces, si se tiene
que jugar con ventajas (y contra un oponente muy inferior) la pieza señalada
para dar mate necesita ser un engaño y adoptar un método frívolo.

167
XXV

Jugando con el tablero o con el hombre

Se requiere cierto número de buenas cualidades almacenadas, como primera


valoración, y el consiguiente progreso, para que un maestro de ajedrez llegue a
Gran Maestro; como solemos llamar a los miembros de esta pequeña "élite" en la
jerarquía ajedrecística. Solamente existe una clase de ellos, a lo sumo, si aplicamos
el más alto .modelo y si deseamos incluir solamente a los mejores. Por mejores de-
be entenderse los más consistentes y sagaces en un largo periodo. ¿Cuáles son
entonces las cualidades que se requieren? Resulta algo evidente decir que
tienen un natural don para la partida, un poder comhinativo y un juicio po-
sicional completo, con un amplio conocimiento de la teoría de las aperturas y
una perfecta maestría en la técnica de los finales. Tales cualidades (de las que un
exceso de conocimientos teóricos es la menos importante) pueden ser designa-
das sin temor como las calificaciones elementales requeridas a cualquier aspi-
rante a Maestro. Además, se precisa para la perfección, disponer de una resistencia
física capaz para una sesión de cinco horas de juego día tras día. Y además, con-
tando con todo esto, la afición necesaria para ser encarrilado por el temperamen-
to artístico y saber administrar el tiempo para no ser víctima habitual del reloj-
control. Esto, por supuesto, sería un fallo en el carácter del jugador más bien que
su otro aspecto, pero el carácter forma parte vital de él. Ser capaz de jugar bien
un genio ahora y entonces es lo notable, pero no lo suficiente en un torneo don-
!le hay que hacer lo mejor de 2,30 a 7,50 y otra vez cuando la partida aplazada
sea reanudada. De esta manera guarda su control igual que sus piezas y peones
para conquistar la fatiga y acoplar el tiempo con las fuerzas de su comando psico-
lógico; todas estas cualidades requieren la primera marca de un jugador de torneo.
Ciertamente sucede al torneísta que no es demasiado psicólogo y su juego no
se ajusta tanto a la personalidad de su oponente como a las figuras del tablero.
El buen ajedrecista debe jugar lo mismo con el hombre que con el tablero.
No hay duda que el más grande psicólogo en la historia del ajedrez fue
Emanuel Lasker y la mejor prueba de su fineza psicológica y probablemente la
más importante partida de su carrera, fue su segunda partida contra Capablanca
en el Torneo de St. Petersburg 1914 (La primera finalizó en tablas.)

168
Lasker era entonces Campeón del Mundo y aún en su apogeo. Pero parecía
ser el joven Capablanca la estrella de este gigantesco torneo. Había conseguido
destacar comenzando la fase final con punto y medio de ventaja. Lasker pausa-
damente fue acortando distancias y cuando se enfrentó a Capablanca tenía sola-
mente medio punto menos. Era pues necesario ganar para conseguir el primer
puesto. No había diferencia para Lasker entre hacer tablas o perder, pues en am-
bos casos Capablanca se clasificaba en cabeza. Había que ganar o conformarse
con el segundo puesto. Jugaba con blancas y se esperaba un arriesgado ataque
con violentas complicaciones. Sin embargo, escogió la sumisa y tranquila variante
de los cambios en la Ruy López.

l. P4R, P4R 5. P4D, PX P


2. C3AR, C3AD 6. D X P, DX D
3. A5C, P3TD 1. ex D,
4. AX C, PDX A

Con la mayoría de peones en el flanco de Rey se considera un final con


buenas chances para el blanco, pero hay un viejo refrán que dice que entre la
apertura y el final los dioses han puesto el medio-juego, y los medios-juegos re-
sultan en esta variante muy importantes porque conceden numerosas chances al
negro para rectificar la configuración de sus peones y para coordinar ataques ba-
sados en la poderosa pareja de Alfiles.
Sin lugar a dudas esta variante es considerada favorable al negro por
los jugadores agresivos y este fue el punto psicológico de Lasker. Sabía que
su oponente eVItaría las complicaciones y encaminaría el juego hacia las tablas
tan pronto como le fuera posible, por lo que Lasker le sorprendió ofreciéndole
el papel de atacante. No siendo favorable este sistema a su proyecto, Capablan-
ca jugó tímidamente y no agresivamente, con lo que el espíritu de la variante
prontamente se impuso con todo rigor:

7 .... , A3D 23. P4CR, P3TR


8. C3AD, CR2R 24. T3D, P4TD
9. 0-0, 0-0 25. P4TR, PTDX P
10. P4AR, TRIR 26. PTD X P, TD2R
U. C3CD, P3AR 27. R3A, TICR
12. P5A!, P3CD 28. R4A, P3CR
13. A4AR, A2C 29. T3CR, P4C+
14. AX A, PX A 30. R3A, C3C
15. C4D! TDID 31. P X P, PTX P
16. C6R T2D 32. T3TR, T2D
17. TDID, CIAD 33. R3C!, RIR
18. T2AR, P4CD 34. Tl-ITR, A2C
19. TR2D, TD2R 35. P5R!, PDX P
20. P4CD, R2A 36. C4R, C4D
21. P3TD, AITD 37. C6-5AD, AIAD
22. R2A, T2TD 38. C X T, AXC

169
39. T7TR, TIAR 41. T8TD+, AIAD
40. TITD, RlD 42. CSAD, Rinden

Nótese cómo en su 32.a jugada Lasker rehúsa el peón ofrecido y cómo en


su 33. a jugada el Rey es llevado a 3C anticipándose al subsiguiente avance del PR.
Se ha publicado que cuando Capablanca inclinó su Rey rindiendo la partida,
el numeroso auditorio que había permanecido en silencio durante horas repri-
miendo sus emocíones estalló en un espontáneo aplauso y el excitado clamor se
prolongó varios minutos.
Esta partida fue un triunfo del Lasker psicólogo más que del Lasker Cam-
peón mundial de ajedrez. Pero, como he dicho, jugar con el hombre más bien
que con el tablero no era usuar para un Gran Maestro. Lasker ganó muchas im-
portantes partidas incurriendo deliberadamente en posiciones inferiores valién-
dose de su poder defensivo sobre la tentación de su oponente.
U~ significativo ejemplo es su partida contra Dus-Chotimirsky (negras) en
Moscu 1925, donde Lasker se metió en esta bonita y extraña posición:

Pero ahora el blanco reacciona sorprendiendo a su confiado oponente.

l.TXT+, AXT 3. C3C!,


2. AIC, C4R

Contraataque antes que tímida defensa. Y muy pronto su oponente con-


fiado con esta posición teóricamente ganada se ve obligado con 3 ... , A3C

170
a su primer movimiento dudoso. Mucho más fuerte hubiera sido A2D conser-
vando la presión sobre el PTD blanco.

4. T2D, T5e?

Demasiado temerario. El PT blanco no tiene vía libre. El negro debió atender


a su propia seguridad con C2A.

5. e2R, TX PT?

Finalmente, renuncia a la victoria que aún era posible (creo que más difícil que
antes) con C2A o A7A.

6. e X A, PX e 7. PSA!, T8T?

Ahora debía usar la Torre (de 4T) para defensa más que para el ataque que
resulta fú ti!.

8. P X P, e20

Viendo (demasiado tarde) que no puede capturar el Alfil.

9. TlD!,

Defiende el Alfil y amenaza A2A! .

9 .... , A2A 10. TlR!, P4TD?

Desmoralizado, no sólo tuerce el camino de la victoria sino también el de las


tablas, mediante T4T.

ll. T7R!, e4A

Habiendo gastado mucho tiempo en perseguir al Alfil, ve (otra vez demasiado


tarde) que sigue sin poderse capturar.

12. ASR!, TST


Este infeliz Alfil blanco es aún tabú.

13. T7A, e3R 14. P7D,

Y el negro se rindió pocas jugadas después; de nuevo VIcbma del poder


psicológico de Lasker más que del maestro sobre las sesenta y cuatro casi11as.

171
XXVI
La masonería de los ajedrecistas

Los alemanes tienen un vocablo para ello, Schachfreund; término usado no


solamente para designar a quien es un apasionado de la práctica del ajedrez sino
también a quien le absorbe como hobby. El término se usa también para la rela-
ción entre los ajedrecistas. Fritz dice que Hans es su Schachfreund, o J ohn, o
Jean, o Giovanni, o Sven, o Jan, o Juan.
Nosotros no tenemos un nombre para ello, en inglés, pero ciertamente tene-
mos la idea. Es parte de mucha gente, suerte de masonena, tácito lazo de unión
de los ajedrecistas de cada país, de cada color y de cada creencia. Los ajedrecistas
que han viajado por distintas geografías sabran lo ·que quiero decir. Verosímil o
no, él tiene un Schachfreund o dos en media docena de países a miles de millas y
si es un ardiente y diligente Schachfreund (bienaventurado con suficiente canti-
dad de tiempo) puede conservar sus contactos mediante partidas por corres-
pondencia.
Pero esto no es todo lo necesario para preservar una amistad ajedrecística,
es preciso una peculiar amabilidad. En este caso un Schachfreund lo es para toda
la vida. Guardará sencillamente su nombre y direccion - o puede ser que el de su
club favorito o café- para visitarle cuando se presente la ocasión, e inmediata-

172
mente la vieja amistad y tal vez la misma vieja partida o la variante previamente
contestada, volverán a primer plano como años antes.
¿No tenemos todos am~gos ajedreci~tas en los diferentes países del mundo?
Usamos, es cierto, términos cordiales y universales - puesto que hemos em-
pleado muchos cientos de horas jugando con ellos- pero no conocemos nada
sobre su fondo, su obra, su política, su vida privada.
Pero sí conocemos con exactitud después de muchos años de separación: a) Que
invariablemente juega el Sistema Catalán o la Defensa India de Dama; b). En las
aperturas de Rey tiene preferencia por algunas variantes del Giuoco Piano, espe-
cialmente el Max Lange. También sabemos de él: e) Tiene una postura original
sobre su silla; d) Tocará ligeramente su lápiz o apretará su pañuelo cuando se
halle en posición difícil, pero emitirá una curiosa cancioncilla cuando haga una
jugada que supone le va a dar ventaja.
Conocemos todo esto acerca de él y también conocemos, por supuesto, que
tiene una variante favorita de la Siciliana y que ha realizado unos estudios espe-
ciales en los finales de Torres y Peones. Pero no tenemos idea de si es rico o po-
bre, estudiante o cabeza de familia, revolucionario o policía. Es como si nos
tuviera sin cuidado por conocerle desde hace tiempo y nunca hemos tenido oca-
sión de preguntarle por su familia, sus obras o sus pensamientos. Después de todo
hemos pasado muchas horas juntos y, aunque no hemos empleado. todo el
tiempo en jugar partidas, lo dedicamos siempre a analizar partidas nuestras o de
otros que por alguna causa hayan llamado nuestra atención inmediata, como una
nueva línea en la Defensa Merano, y deseamos cambiar impresiones de lo que
hemos visto sobre el particular. Es entonces cuando le dedicamos unos pocos
minutos para hablar ociosamente de cuestiones privadas o quehaceres públicos
(o de nosotros mismos sobre la materia), si tenemos cuatro horas para nuestra
partida esta tarde y si después del aplazamiento determinamos explicar con
detalles por qué realmente está perdido si se nos ocurre a tiempo capturar su
Alfil con el PC en vez de hacerlo con el PR.
Debemos hacer un análisis completo de la posición y ello gastará cada mi-
nuto del tiempo remanente si no se hiciera fuera del salón de juego. No cabe du-
da que nuestro camino a la r,arada del autobús será un fiero debate sobre uno
o dos puntos vacilantes del análisis hasta llegar al fin. Y pensamos llegar más lejos
cuando nos encontremos de nuevo al año siguiente.
Sin embargo, las opiniones de los ajedrecistas difieren fuertemente y se con-
tradicen sobre ciertos puntos de su partida una curiosa similitud tanto en el es-
tilo como en la capacidad para ver lo que va a suceder con dada proposición.
Nos· parece encontramos-ante un vasto mundo al contemplar esta verdadera
francmasonería internacional de jugadores de ajedrez, cuyos familiares e inal-
terables términos se usan en todas partes de ese mundo; Zugzwang, por ejem-
plo, y J'adoube son términos.
Cómo astutamente tales términos deambulan por nuestro subconsciente me
fue probado el otro día. Subía apresuradamente por la escalera de la Holborn
Underground Station. Inadvertidamente rocé el brazo de una señora que se
cruzó en mi camino. En vez de decirle "perdone", dije "J'adoube ". La se-

173
ñora me lanzó una mirada desconcertante. Evidentemente no era ajedrecista.

Un divertido "J'adoube" es aportado por Kurt Richter y · se supone que ocu-


rrió hace veinte años. En esta posición el negro (que había recibido una Torre de
ventaja) jugó C2R con la idea de explotar la columna abierta después de que el
blanco jugara e X c. Pero el blanco sorprendib ~· su . oponente capturando el
Caballo con la Dama. Las negras de inmediato tomaron la Dama con su peón,
pero antes de terminar la jugada vieron que con C X P+ s~ido de A6T recibían
mate. Entonces, dejando las piezas como estaban dijo: "J'adouhe ",mi intención
es enrocarme. Su oponente generosamente accedió pero encontró el mate por
otro camino: D X PC+ seguido de A6A+ y C6T mate.

174
Una anécdota semejante fue publicada en 1936 por el periódico sueco
Schachviirlden. En esta posición el negro jugó TSR y triunfalmente sugirió a su
oponente que evitara la agonía rindiéndose. Pero el blanco en vez de responder
jugó A X P+ y después de R X A continuó D8C+ . El negro interpuso la Dama
en 3R y recibió mate, empezando por D8TD+. "J 'adoube" dijo el negro, mi in-
tención fue cubrirme con la Torre en vez de con la Dama. Las blancas graciosa-
mente devolvieron la jugada y dieron mate con D2C+ seguido de D2TD.

La cuestión recae ahora estrictamente en una partida amistosa sobre la aplica-


ción de la regla "pieza tocada" (otro de los términos internacionales). Creo que
fue aplicada tan severamente como en una partida de torneo. Si la posición
parece muy interesante, es porque permite sea despojada de algún necio error,
para no rendirla y continuar sus análisis a posteriori.
Como en las partidas serias, cada uno de nosotros debe ser advertido para
"estar atentos a nuestras manos". Ellas juegan más originalmente que los maes-
tros experimentados.
Esta posición pertenece a la partida Przepiorka-Ahues, Kecskemet 1936. El ne-
gro jugo T X T y Przepiorka gastó algún tiempo en considerar si debía retomar
con Torre o con Dama. Finalmente decidió capturarla y en lugar de sacar fuera
del tablero la Torre enemiga quitó su propio Alfil de 2C. Ahues, que era un
humorista, rápidamente hizo T X PT con lo que Przepiorka perdió tres piezas

175
en jugada y media. Por supuesto, el director del torneo invalidó el inci-
dente.

No fue necesaria tal regla en esta ocasión (Esser-Marshall, Amsterdam 1911).


Las blancas jugaron R1D y Marshall mientras encendía su cigarro empujó su
Torre fuera del tablero con el codo. Dos o tres mirones intentaron poner sobre el
tablero la pieza caída. "No importa - dijo Marshall- no necesito la Torre " .
Acto seguido jugó P6A y tras un momento de reHexión su oponente abandonó.

176
XXVII

La Dama estaba cansada

Parece haber una ex traña fascinación en el ajedrez VIVIente. Lo mismo


quienes no han tocado nunca un tablero que los más prácticos ajedrecistas; se
deleitan con espectaculares demostraciones, históricas o contemporáneas, con
treinta y dos personas convenientemente instruidas para moverse sobre las sesen-
ta y cuatro casillas a la orden de su maestro el cual está generalmente colocado
en alto sobre ellos para dominar el gigantesco tablero popular abigarrado y ame-
nizado con vistosos trajes: Reyes y Damas engalanados cada pulgada de lo que
ellos suponen que representan; Alfiles adornados con un largo y puntiagudo
sombrero y báculo; Caballeros sobre airosos corceles.
Pequeiia maravilla que unos cuantos de nosotros tengan la oportunidad de
ver en la actualidad tal espectáculo porque ello requiere una costosa preparación.
Verdaderamente la historia que voy a contar -y que es cierta- ocurrió con oca-
sión de una demostración de ajedrez viviente en un teatro y con coristas feme-
ninas vestidas de piezas.
Lo l}Ue sucedió a uno de los maestros encargados de diri¡';ir la partida fue
de bido al encanto de una chica; como él iba de lado a lado en las jugadas
de apertura fue atraído por la exquisita belleza de la muchacha que actuaba co-
mo su Dama.
Completamente preocupado con la ardua tarea de contender su ingenio con-
tra un famoso maestro compaflero suyo, anotó mentalmente presentarse a la
chica después de la partida e invitarla a cenar. Con la tentación de esta idea y
sin darse cuenta que se hallaba ajeno a la partida ensimismado por el encanto de
la chica, hacía que se moviese graciosamente de una a otra casilla.
En el transcurso de la partida tuvo la oportunidad de cambiar las Damas con
al¡snna ventaja p ero la desaprovecho. Tuvo que decir las jugadas cuando recor-
do que las demas piezas estaban relevadas de sus deberes en la temprana parte del
juego y se habían desvanecido sobre sus tocadores. Lo ocurrido de repente le
hizo comprender que su Dama estaba fuera de su alcance y nunca tuvo una chan-
ce para encontrarse con ella. Reprimió la languidez de los trebejos y pocas juga-
das después conseguía el equilibrio en una oportunidad favorable.

177
Entre tanto el astuto maestro del otro lado fue observando cómo su oponen-
te evidenciaba realizar un juego influenciado por causas ajenas al ajedrez. Suspi-
cazmente fue tendiéndole toda suerte de celadas. Pero todas fueron refutadas.
Por ahora, verdaderamente, el embotado maestro de ajedrez tuvo que convenir
su obsesión con el deseo de guardar su Dama sobre el tablero evitando temeraria-
mente el cambio y finalmente, casi atrincherada en una esquina del tablero, la
protegió contra las ulteriores inoportunidades.
Tales tácticas pueden ser buenas para un amante pero no para un maestro de
ajedrez, por lo que la partida no resultó buena. Pronto se halló, por lo tanto, en
una posición profundamente apurada. Pero no tuvo cuidado. Rindió la partida
prontamente y, con tan buena gracia como si fuera a desfilar,_saltó fuera de su
plataforma y corrió hasta la muchacha que aún estaba recostada en la última
casilla donde la envió.
Sin aliento se presentó ante ella y la invitó a cenar. La chica sacudió la cabeza.
"Usted me ha cambiado continuamente de lugar - dijo ella- y estoy agotada. Me
voy derecha a casa para acostarme."
Cuando publiqué esta anécdota en el New Statesman and Nation, invité a los
competidores a que maduraran una partida adaptándola a esta triste historieta.
El premio fue ganado por R. W. C. Clarke (el maestro enamorado conduce las
piezas blancas):

l. P4R, P4R 20. A5C, C5A


2. e3AR, C3AD 21. D3C, C4T
3. A5C, P3TD 22. D2e, C5A
4. A4T, C3A 23. DlA, T4D
5. 0-0, exP 24. P4TD, 0-0
6. P4D, P4eD 25. P X P, PX P
7. A3C, P4D 26. P3T, P3T
8. P X P, A3R 27. A4T, P5C
9. P3A, A2R 28. P X P, AXP
10. CD2D, C4A 29. TIA, D6A
ll. A2A, P5D 30. DlC, P4C
12. e4R, PXP 31. A3C, C6T
13. ex e. AXe 32. D4R, D5A
14. A4R, D2D 33. D3R, A4A
15. P X P, TID 34. DlR, e7A
16. D2A, A5A 35. DlA, e6R
17. TIR, A6D 36. D2C, ex r
18. A X A, DXA 37. T XC, TRIO
19. D2e, C4T

Ag_uí el blanco se sintió aliviado al rendirse, sin embargo, inopinadamente,


su mas amarga contrariedad fue la silenciosa despedida.

178
XXVIII
Ruptura de privilegio

Me pregunto si muchos aficionados, cuando escriben P X P a. p., sobre la pla-


nilla se dan cuenta de que cometen una ruptura de privilegio. Después de todo
que un inveterado e indomable andador como el Peón esté dotado de un
doble paso en su primer movimiento es un privilegio Único y no lo recordamos
cuando hacemos uso de él hasta que en la columna contigua se cruza un peón
enemigo. Porque nuestro peón puede ser capturado al paso justamente como si
no tuviese tal privilegio y hubiera avanzado un solo paso.
Tal captura debe hacerse, por supuesto, inmediatamente -una regla que he
considerado siempre como la más diafana significación inherente a la justicia del
ajedrez. Cruzar una línea de fuego es peligroso y pudiendo ser atacado el riesgo
es obvio; pero habiéndola una vez cruzado sano y salvo es agradable considerarse
seguro de este particular peligro.
Habiendo dado mucho que pensar la regla de la captura al paso, conviene co-
nocer todo lo relativo a ella. Resulta muy curiosa la siguiente anécdota ocu-
rrida en el Club de Ajedrez de uña Ciudad Universitaria. Dos estudiantes de la
Facultad de Filosofía llegaron a esta posición:

179
Uno de ellos, cursillista de Lógica y hombre excitable, jugó su Alfil a 2CR
diciendo: "Jaque y mate a la jugada siguiente."
"No tal -dijo el otro interponiendo su PD- lo que ocurre es que usted mis-
mo se ha dado mate." Demasiado aturdido por estas palabras el cursillista de Ló-
gica seguía mirando al tablero mientras calmosamente aiiadía su cole~a: "Si me
concede que hable, mi querido compañero, por colocar su Alfil en la unica casi-
lla de escape de su Rey, usted ha compuesto sin saberlo conscientemente un mate
puro de ayuda en una jugada."
"Esto es un completo disparate -rugió el lógico, una vez que recuperó la fa-
cultad de hablar- ¿cómo puede Vd. darme mate después de haber sido usted
mate?"
"Porque -dijo el otro- al avanzar el PD se elude el fatal jaque y al mismo
tiempo se abre la acción de mi Alfil contra su Rey."
"Oh, no, V d. no puede - Íue la triunfante réplica-; su Peón no puede nunca
llegar a la 4. a casilla porque lo capturo al paso en la 3. a Por lo tanto su Rey con-
tinúa expuesto al jaque del Alfil todo el tiempo. En resumen usted es ya mate
cuando imagina que puede dármelo a mí. Los hombres muertos no pueden ac-
tuar. Quod erat demostrandum."
Los dos compañeros continuaron su argumentación durante el resto delatar-
de, finalmente el Campeón del Club y el Secretario fueron consultados sobre la
regla y decidieron: Victoria para el negro.
No dudo que todos conocemos las reglas del ajedrez que han sido estipuladas,
pero no estoy muy satisfecho con esto. De algún modo siento que el excitable
cursillista de Lógica tenía un caso argumentable poco tratado.
Todo esto prueba que la regla "captura al paso" no es tan simple como parece.
Ciertamente no fue este el Único caso que se ha presentado en el que dos jugado-
res se ven obligados a perder en el mismo momento (creo que hay que admitir
que al menos uno de ellos fue veraz).

180
En esta posición el negro jaqueó con su PC, abandonando casi al mismo tiem-
po al darse cuenta demasiado tarde que el blanco le daría mate en el acto, cap-
turando al paso. Pero precisamente en ese instante el blanco también se rindió.
No habiendo tenido noticia nunca de que se podía capturar al paso, se consideró
perdido.

181
XXIX
Fantasías

Entre los importantes empleos de alguna nueva subvariante de la Nimzo-india


o alguna anticuada línea de la Defensa Grunfeld -sin mencionar nada de la preo-
cupación de los problemistas con asuntos tales como el tema de la media clavija
y la clave del péndulo-los ajedrecistas hallan su pasatiempo.
Después de un duro día de trabajo enjaulado en un Congreso con la sala
repleta, pueden relajarse con el eterno análisis de una posición_aplazada y, gus_te
o no, encuentran su relajación en una de las más altas fantasías de la partida, tales
como "el ganapierde ", siendo la idea primordial perder cada una de las piezas
(incluida el Rey). Esto puede ser un buen pasatiempo, especialmente si su opo-
nente está desamparado con un solitario peón, forzado a comer las piezas que se
opongan en el camino de su promoción.
Aún más, jugar al "ganapierde" realmente bien no es de ningún modo tan
fácil como parece y un torneísta cansado necesita más frívolas ideas que las de la
partida, tal como usar los dados para hacer determinadas jugadas. Esto está gene-
ralmente limitado a tres o cuatro como máximo y la principal idea es ganar el
Rey tan firmemente atrincherado para no correr el peligro de un mate inmediato,
en. el mismo inst~te _en que el op_onente se r.repare a disparar al,~áximo~
Otra forma divertida es la vanedad del Caballo de bols1llo ; se trata de una
partida ordinaria excepto que cada jugador guarda en su bolsillo un Caballo, el
cual puede entrar en la partida cuando se desee (es necesario que le corresponda
jugar) y en cualquier casilla (donde no efectúe ninguna captura).

182
Véase con esta treta la suerte de sucesos que pueden ocurrir, tomando
esta posición:

Juega el blanco1 y si no fuera por el PAR negro, colocando el Caballo de bol-


sillo en 7 AR el blanco daría mate. Pero para evitar esta captura las blancas pue-
den jugar D X C. El negro inocentemente captura la Dama con el PAR y entonces
ya es legal el mate del Caballo de bolsillo colocado en 7 AR. Por supuesto el ne-
gro no cap tura la Dama con el PTR porque cree que va a recibir el golpe de gra-
cia con T3T mate. Pero hay que recordar que no se trata de un mate integral, ya
que el negro podría colocar su Caballo de bolsillo en 2TR.
Si los cansados torneístas encontraran tales esfuerzos demasiado extremados
pueden preferir la colocación de las piezas en extrañas situaciones y más o menos
simbólicas posiciones, o bien intercambiar historias tales como esta (Arpard
Bahuer):

183
Un pobre maestro ajedrecista había apostado a un millonario 1.000 libras
esterlinas. Dijo: "Mate a la próxima ju ~ada ", y justamente cuando se disponía
a hacer la jugada su excitación le causo un fallo cardíaco y la muerte instan-
tánea.
En la ~eneral conmoción, el millonario derribó su Rey que cayó fuera delta-
blero, si b1en el resto de las piezas quedaron intactas en su posición, pero el millo-
nario no pudo recordar la posición exacta de su Rey ni si había posibilidad de
darle mate. Estaba preparado, según creo, para pagar las 1.000 libras esterlinas a
la familia del fallecido maestro si se pudiera probar dónde se hallaba su Rey y
cómo se le podía dar mate. Afortunadamente un buen número de maestros esta-
ban presentes y con memoria suficiente para probar,en beneficio de la viuda y
los huérfanos del maestro fallecido, la situación del Rey. (Véase la solución en el
último capítulo.)

Otra original posicion, más precaria para el blanco , cuyo Rey ha sido
Otra original posición, más precaria para el blanco, cuyo Rey ha sido
separado de sus propias fuerzas. Con burla desesperada el monarca blanco
se ha camuflado para introducirse en campo enemigo, disfrazándose de Peón
negro. Pero fue descubierto, y sin piedad se le dio mate en una jugada.
¿,Cuál de los Peones negros es el Rey blanco y cómo se le administró el
mate? (véase el capítulo de soluciones).
Aquí otro "argumento" compuesto por el Rev. E. C. Mortimer. Ambos ju-
gadores han efectuado ocho jugadas, pero el Caballo blanco de lCR es real-
mente el CD. ¡,Cómo ha sucedido? ,·.Y cómo, en realidad se han sucedido
las jugadas perfectamente legales para legar a esta posición'( Existe solamente

184
un camino para conseguirlo como los lectores podrán fácilmente encontrar.

Hay más de un camino, ciertamente, para resolver este problema de autor


desconocido. El Rey negro es empujado en la baqueta. Se le da muerte con un
peón y no está permitido, creo, capturar ningún peón enemigo. Hasta hace cin-
cuenta años se producía el mate en catorce jugadas. Pero Kurt Richter encontró
un camino más corto logrando el mate en ocho jugadas. (Ver el capítulo de
soluciones.)

185
Uno popular, especie de capricho, es el mate de ayuda, problema en donde el
objetivo de las blancas no es dar mate al Rey negro, sino más bien un suicidio,
forzando al negro a que dé mate al blanco. Tal problema por supuesto puede
ser tan dificultoso como otra clase de problemas (o tal vez más) y esta clase de
suicidios tienen muchos devotos admiradores y ciertamente cavaron un nicho en
la literatura del problema; quizás sea irreverente hablar de esta clase de antojos.
He aquí uno gue su ingenioso autor seguramente presentó como una pequeña
chanza; la solucion se obtiene por el simple proceso de ir colocando el ALfil en
6T, SC, 4A, etcétera, obligando al peón negro a capturar uno a uno a sus colegas
enemigos hasta dar mate.
El compositor de problemas en sus momentos más lúcidos imagina toda
suerte de extrañas posiciones que no reflejan la calidad de las composiciones,
sino más bien, alguna bonita clase de simbolismos que 1 bueno o no1 puede ser
puramente Óptico.

Tomamos esta divertida bagatela compuesta por el gran problemista


A. C. White. ¡Las blancas dan mate en doce ju~adas! Considerando la dificul-
tad para resolver un problema de mate en tres, este puede ser demasiado difícil
y sin embargo es tan fácil que no se precisa consignar la solu ción. Todo consiste

186
en jaques a la descubierta comenzando por T2A+ y hacer a la Torre subir en
escalera. Demasiados jaques dobles.

Un ejemplo de simbolismo -no enteramente Óptico- fue inspirado en este


problema que por su posición heterodoxa se deduce que es el negro quien juega
y da mate en tres jugadas. A pesar de que es completamente legal y de acuerdo
con las reglas del ajedrez el negro, después de todo, no puede darlo. La expli-
cación, por supuesto, es que quien juega con las piezas negras es el propio Satán
y al intentar el mate con l. D X A+ , P X D; 2. T3A+, C X T, no puede jugar
3. T2D mate, simplemente porque las piezas sobre el tablero producen el signo
de la cruz.
Hay muestras de problemas similares, particularmente en la literatura alemana
de ajedrez y son generalmente atribuidos al ingenio del Dr. Fausto que se supone
atormentado por Mefistófeles por colocarle ante esta suerte de problemas frus-
trados. El que aquí se inserta está tomado de la única colección de T. R. Dawson
estimada por los problemistas de todo el mundo.

187
De originales simbolismos existen innumerables composiciones, de tipo histó-
rico o político. Esta famosa pieza conocida en la literatura ajedrecística como
"Retirada de Napoleón en Moscú", es un estudio de Petroff; la casilla 1 TD del
blanco simboliza Moscú, 8TD es San Petesburgo y 8TR, París. La diagonal
1TR-8TD simboliza Beresina y el Rey negro acosado por los Cosacos es, por
supuesto, Napoleón Bonaparte. Veamos ahora el desenlace:

l. C2D+, R7T 8. e6T+, R1e


2. e3A+, R6T 9. e7T+, R2D
3. e2-1e+, RSe 10. ese+, R2R
4. e2T+, R4e ll . esA+, R1A
5. e1-3A+, R3T 12. e7D+, R1e
6. e4C+, R2T 13. e7T+, R1T
1. ese+, R1e 14. R2e++.
Nota de toque irónico se observa en que después de la formidable carga de la
caballería, el victorioso monarca es quien administra el golpe de gracia. Todo
forma parte del simbolismo, por supuesto, pero tratándose de jugadores de aje-
drez no se recuerda la asociación histórica y solamente se ve en el estudio de
Petroff una bella ilustración del poder de los Caballos.

Esta igualmente bonita composición, de autor desconocido, me ha sido pro-


porcionada por ]. R. Harman, uno de los más asiduos competidores de New
Statesman. Aquí un par de Caballos acosan al Rey enemigo de tal suerte que
consiguen un jaque perpetuo. Los lectores se divertirán tratando de aportar

188
simbolismos para este bonito estudio de ágiles Caballos. He aquí la solución:

l. C4C+, R2R 10. ese+. R6D


2. CSA+, R2D 11. C4C+, R7R
3. CSR+, R1A 12. C3A+ , R7A
4. C7R+, R1C 13. C3D + , R6C
5. C7D+, R2T 14. C4R+ , RSC
6. C8A+, R3T 15. CSR+, R4A
7. C8C+, R4C 16. C3C+, R3A
8. C7T+, RSC 17. C4C+,
9. C6T+, R6A Y así sucesivamente.

En cierta ocasión convoque a los competidores de New ::itatesman a que


buscaran un símil - de tipo histórico o contemporáneo - para una posición
que me parecía podía se rvir a este come tido. Fue una esp ec ie de caza real
que ocurrió en una partida jugada en Weissenfeh 1870 , cuando Cordel (con ne-
gras) consiguió una bonita victoria de este modo:

l. CSA+ 6. R6A, CSA


2. R2A, 0-0-0 7. TIC, T3R+
3. R3R, C7C+ 8. R7C, T2D+
4. R4R, TR1R+ 9. R8T, TlR+
5. R5A, T4D+ 10. T8C, C3C++
Muy buenos y divertidos títulos de tipo historico se enviaron, desde Canuto
y Carlos I hasta Ramsay McDonald (incluyendo a Crippen y al Conde Spee),

189
todos ellos bastante ajustados al desarrollo de la partida. Pero el mejor de todos,
a mi modo de ver, fue el titulado "Asesinato en el cuarto negro" con el que
G. Watson ganó como premio un libro de ajedrez.

Pero, volviendo sobre los simbolismos debidos a lectores en la literatura del


ajedrez, he aquí uno que he hallado en la prensa alemana publicado durante la
Primera Guerra Mundial. Su significación es política. Alemania es, por supuesto,
el blanco y los Aliados el negro. La casilla 4TD representa el territorio neutral
de Bélgica y ninguno de los contendientes se supone que puede entrar en esa
casilla. Unicamente el blanco podría agredir ese territorio con la escusa de un
mate en dos que el negro podría esquivar mediante CSC+, seguido de T6R o
C7T si el Rey negro se refugia en el territorio neutral. Para evitar tal atrinchera-
miento las blancas deciden ocupar el territorio mediante P4T sin que exista nin-
guna resistencia en esta ocupación. El Alfil negro ignorando la advertencia proce-

190
de a la captura del peón ocupante pero el Rey negro recibe mate dos jugadas
después. Los lec~ores podrán hallar fácilmente las tres o cuatro variantes existentes.

No menos caprichosos en su concepción, pero no tan astutos, son estos


dos problemas, ambos compuestos en Alemania durante la Primera Gue-
rra Mundial. El primero de ellos simboliza el famoso Cañón Krupp del 42, la
"Gran Bertha ", y su solución es fácil mediante P7R y si el Rey negro juega a
6D o 6A recibe mate por uno de los Caballos Blancos.

191
Muy similar (quizás algo más adornado) es éste de parecida insp iración
y producido en Francia por la misma ép oca, que simboliza el poder de los gran-
des obuses de las armas francesas en la batalla de Champagne. La jugada clave es
R2R y cualquier movimiento del enemigo es contestado con mate. El negro dis-
pone de cuatro diferentes jugadas con jaque, pero la r espuesta es siempre de
jaque-mate. Resulta muy significativo que en el periodo bélico se produzca tal
cantidad de problemas simbólico-políticos y pienso que no se harán esperar los
problemas que aludan a la era atómica y a la bomba de hidrógeno.

Pero no vamos a t erminar el cap ítulo con notas s1mestras y beligerantes.


Tenemos a la vista un ameno problema compuesto por T. R. Dawson (y publi-
cado por primera vez en 1934). fí:n esta rara muestra - y Dawson es natu-
ralmente la gran autoridad en estas curiosidades del ajedrez- lo singular
es que cualquiera que juegue da mate al oponente en dos JUgadas. Verdadera-
mente si el blanco juega, mediante el simple enroque da mate a la siguiente con
T1D. Pero si juega el negro con T3TD el enemigo no puede evitar el mate, ya que
no es posible el enroque porque es obvio que acaba de jugar el blanco y necesa-
riamente ha tenido que mover el Rey o la Torre.

192
XXX
Alboroto en el Elíseo

Por fortuna, sueílo muy raras veces con el ajedrez. Pero algunas veces sí me
sucede, y se trata entonces, casi siempre, de una especie de pesadilla, de una en-
diablada posición en la que, jugada tras jugada, va uno introduciéndose sin reme-
dio en una red de mate cada vez más tupida. Claro que, a veces, se goza también
del triunfo verdaderamente increíble de una combinación tan divinamente bella
que es preferible ahorrarse el intento de reconstruirla al despertar a la realidad
diaria.
Pero, recientemente, tuve un sueño ajedrecístico muy distinto: me hallé de
improviso en el famoso rincón de los Campos Elíseos reservado exclusivamente
a los ajedrecistas. Allí están acostumbrados, claro está, a una calma auténtica-
mente celestial; no tienen acceso a él, en principio, los ángeles de las trompetas,
y los demás sólo son admitidos cuando así lo exige el servicio, pero con severísi-
mas instrucciones de pulsar sus arpas muy bajito e, incluso, de moderar en lo po-
sible sus aleteos.
Empezaba a arrellanarme con aire contemplativo en mi pequeila nube y a
hojear un par de revistas nuevas que me habían prestado amablemente Greco y
Damiano, cuando se inició de repente un alboroto realmente inaudito en aquel
ambiente. Eran Tarrasch y Nimzowitsch, que habían empezado a discutir y
como quiera que ni aún los siseos de Ruy López, Bilquer, Steinitz y otros respeta-
bles personajes hicieron la menor impresión en los dos gallitos, la discu.sión fue
adquiriendo tonos cada vez más violentos y el coro celestial comenzó a prestar
atención, airado por esa impertinente perturbación de la calma, pero no menos
in teresa do por el tema.
Nimzowitsch se hallaba sentado muy cerca de mí, sobre una nube grande y
hermosa, mientras, enfrente, reinaba Tarrasch sobre una de las nubes cuadradas
que, como es sabido, están reservadas a los grandes maestros.
¿A qué se debía el alboroto? Naturalmente, se trataba de la defensa Tarrasch
en el gambito de dama rehusado.
"¡El peón de dama aislado es para las negras un punto débil estático!", ex-
clamaba Nimzowitsch sumamente excitado.
"¡No! " , ru~ía Tarrasch, "¡es un punto fuerte dinámico!".
" ¡Doctor!' , intervine yo con modestia, mientras ambos se concedían un ins-
tante de aliento (hálito celestial, claro está) "¡Doctor!", repetí, "¿qmere ver

193
una yartida que confirma su teoría? Se jugó algunos años después de su ... ".
Aqu 1 me interrumpí algo cortado porque, como es lógico, en aquel lugar se con-
sideraba de pésimo gusto pronunciar la palabra "muerte". Nimzowitsch trató
entonces de interrumpirme, pero me adelanté al observar que Tarrasch me mira-
raba con la expresión severa del catedrático que exige a un alumno poco apro-
vechado que siga su labor.
"Sí, se flor doctor", dije con timidez. "La partida se jugó unos años después ...
después de su traslado, por un joven llamado Nagy. "
Apenas hube pronunciado este nombre cuando fui interrumpido por los ·sono-
ros "vivas" proferidos por Maroczy, Charousek, Breyer y otros desde las nubes
húngaras.
Tarrasch asintió gravemente y Nimzowitsch murmuró que nunca había tenido
inconveniente en ver _partidas de otras personas, por insípidas y estúpidas que
fuesen. De modo que hice una señal a un ángel de servicio, de los que están (o,
mejor dicho , flotan) dispuestos para tales menesteres, y éste comenzó a entonar
con voz celestial las sucesivas jugadas, seíialando los signos de admiración o inte-
rrogación con las correspondientes pulsaciones de arpa en una melodía inima-
ginable.

l. P4D P4D 3. C3AD P4AD


2. P4AD P3R

El canto (ue interrumpido en este punto a causa de las fuertes protestas de


Tarrasch y de Nimzowitsch; ambos se quejaban de que el ángel hubiese entona-
do la última jugada de las negras sin acompañamiento de arpa. Tarrasch reclama-
ba dos signos de admiración, mientras que Nimzowitsch exigía dos interrogantes.
De nuevo se armó el alboroto, porque todos, especialmente los húngaros, querían
oír la partida y les había molestado mucho la nueva interrupción. Pero Tarrasch
y Nimzowitsch no cedían y, finalmente, hubo de intervenir el ángel supervisor
de servicio. Como el origen de toda la discusión era la tercera jugada de las ne-
gras, el ángel cantor había obrado sin lugar a dudas con toda corrección al mante-
nerse neutral y no subrayar la jugada con ningún signo, interrogativo ni admira-
tivo. Después ordenó que se observase calma absoluta y el cantor continuó en-
tonando :

4. PX P pXp 10. C4TD A4A


5. C3A C3AD ll, A2D A5R!
6. P3CR C3A 12. C4T AX A
7. A2C A2R 13. CX A C5R
8. 0-0 0-0 14. D2A? P6D!!
9. P X P P5D 15. PX P C5D!

Como, al llegar aquí, se produjo el abandono de las blancas, cantó el ángel


esta palabra con el trémulo tradicional y un acompaíiamiento de arpa extraordi-
nariamente delicado.
Sin embargo, apenas apagado el último eco, se rompió el silencio respetuoso

194
y expectante con que se había seguido la partida y se reprodujo la algarabía en
un grado absolutamente inaudito en los campos celestiales.
" ¡Bravo! ¡Bravo! ", exclamaba Tarrasch aplaudiendo frenéticamente, mien-
tras Nimzowitsch se mordía iracundo los puños y exclamaba:
" ¡El blanco es un chambón! ".
También intervinieron vivamente otros maestros, unos a favor de Tarrasch y
otros en apoyo de Nimzowitsch. De unas nubes a otras saltaban atronadoras las
palabras "centro de peones", "peón pasado" y "cobertura" con efectos de ver-
daderos desafíos. En las nubes húngaras, por otra parte, no cesaban los "vivas",
manifestación de entusiasmo que, evidentemente, se dirigía más al vencedor de la
partida que a la cuestión teórica que se ventilaba. Con mayor objetividad inter-
vinieron entonces Philidor, Anderssen y Morphy, pertenecientes los tres al sena-
do del grupo de eminencias a los que correspondían nubes cuadradas por su con-
diciÓn de grandes maestros. Fue de auténtico mal gusto que tanto Tarras~h co-
mo Nimzowitsch arremetieran ahora contra el trío con la maligna observación
de que precisamente ellos no podían aportar a este tema, un tanto moderno ,
tanto como otros colegas, no tan eminentes, pero "trasladados" algunas décadas
más tarde.
Al decir esto, Tarrasch y Nimzowitsch quedaron cortados, y eso que, por lo
demás, no eran precisamente tímidos. Pero no quedó el trío de grandes maestros
reducido al silencio, pues en discursos bien concebidos y largos, uno de sus com-
ponentes tras otro afirmaron que lo verdaderamente importante es siempre lograr
el desarrollo de las piezas lo antes posible. "Puesto que se habla precisamente
de rápido desarrollo ... ", comenzó a decir en un momento de calma un anciano
que se hallaba sentado en una modestísima nubecilla.
"¿Quién le ha dado vela en este entierro?", interrum¡ió Staunton un poco
molesto por no haber podido hablar aún "¿Quién es usted. "
"¡Ah, señor!", contestó el modesto anciano. "No entiendo gran cosa de
ajedrez, porque, en vida, fui siempre un chambón ... "
Una tempestad de carcajadas de todos los grandes maestros reunidos inte-
rrumpió al anciano. Fue una carcajada que alcanzó tonos histéricos, porque
todos se dieron cuenta de que , en esa forma, había desaparecido como por en-
canto la tensa atmósfera anterior. Incluso en los rasgos severos de Staunton
se dibujó una afilada sonrisa cuando, con indulgencia, hizo señas al anciano de
que continuase.
" ... Sin embargo, he visto jugar mucho al ajedrez", continuó , "porque estu-
ve treinta años de mozo en el Café de la Régence y me gustaría mostrarles
un desarrollo verdaderamente rápido con una sola pieza".
Y mientras hacía señas al angel de los diagramas para que proyectase la

195
posición en el gigantesco tablero blanco y azul que se encontraba en las pare-
des del cielo, murmuró moviendo la cabeza:

"Quizá tengan ustedes la amabilidad de observar esta posición. Casi dejé caer
al suelo mi bandeja cuando, por encima del hombro, vi cómo la lograba Mr. La-
zard. ¡Ganar una partida en cuatro jugadas partiendo de la posición inicial!
¡Y jugando con las negras además 1 "
El anciano continuaba murmurando y moviendo la cabeza mientras los celes-
tiales expertos reconstruían con una mirada las jugadas.

l. P40 e3AR 3. P X P ese


2. e2D P4R 4. P3TR e6R
No sé cómo continuó la discusión entre Tarrasch y Nimzowitsch, porque, al
ver esta posición, resbalé espantado de mi nubecilla y caí en una de esas horri-
bles e interminables caídas que después gusta uno de relatar a los sabios freudia-
nos y de las que despierta inmediatamente antes de estrellarse, bañado en sudor,
pero con cierto alivio.

196
EPILOGO

Hemos llegado al final de un libro titulado "La aventura del ajedrez", ( l) pero
en absoluto al fin de la aventura misma, ya que esta se encuentra más allá de
nuestro alcance. Es tan infinita e inabarcable como la aventura de la vida.
Cualquier lector podría continuar la analogía diciendo que, al igual que una
persona puede estar cansada de la vida, así puede uno cansarse del ajedrez . Pero
está todavía por ver que esto le pueda ocurrir, de manera total, a alguien que esté
contagiado hasta la médula del virus de nuestro juego. Una persona puede renun-
ciar a él, por muchas y variadas razones, durante una temporada. Y o mismo he
estado varios años en que apenas he tocado una pieza de ajedrez. Pero ont
revient toujours; realmente, de lo que tenemos que preocuparnos es de evitar
que la fascinación del ajedrez nos impida dedicarnos a más importantes, o al me-
nos más lucrativas, actividades.
Una vez le dije a un joven, y ya muy galardonado ju~ador, que, dedicando
cinco mil horas al juego durante tres años seguidos, podna alcanzar la fuerza y
categoría de un maestro; pero que dedicáncole 1.000 horas solamente él no
tendría que dejar su empleo y además sabría suficiente ajedrez para disfrutar
con él tanto como cualquier gran maestro y aún más, porque la pérdida de una
partida siempre será desagradable para un maestro, ya que su vida puede depen-
der de la elevada posición de su reputación.
¿Qué ocurre con el profesionalismo en el ajedrez? Esta cuestión y todo lo
referente al dinero en nuestro juego es casi tan rara y complicada como el juego
mismo. Nosotros, los jugadores de ajedrez, estamos, desde luego, lejos de la con-
sideración de "amateur" tal como se entiende en otros juegos: especialmente en
cuanto respecta a la regla principal de no recibir recompensa económica alguna.
Porque incluso yo que soy un amateur, si es que ha habido alguno alguna vez,
recibo una o dos guineas por el segundo o tercer premio de un torneo menor, al
que asisto algunas veces haciendo un hueco en mi trabajo . Esto viene a ser una
décima parte de mis gastos, pero jugadores más importantes que yo suelen
como mucho cubrir la mitad de la cuenta del hotel y sólo los "fenómenos"
cubren gastos y logran sacar unas pocas guineas de ganancias.

(l) Título original inglés.

197
¿Les convierten en profesionales estas modestas ganancias? A estos jugadores
se les podrá comparar a aquellos políticos cuyos cohechos son tan insignificantes
que se podría decir de ellos que son incorruptibles; las recompensas económicas
de los jugadores de ajedrez son tan modestas que lindan con el amateurismo.
Para la mayoría de los jugadores de ajedrez maestro y no-maestro (2) son
mejores títulos que amateur o profesional. Ha habido (y todavía hay) muchos
famosos maestros que como tienen algún negocio o profesión al margen del jue-
go pueden muy bien ser llamados amateurs. Por el contrario, más en el conti-
nente que en nuestro país, hay jugadores que aunque no tienen ni la categoría
ni el poder de un maestro podrían ser, acertadamente, llamados "profesionales",
porque suelen sentarse en un café desde la tarde hasta media noche, evitando
cuidadosamente a los jugadores superiores y jugando encarnizadamente, a che-
lín la partida, contra los pardillos.
Sin embargo, algo debiera hacerse respecto a las recompensas económicas en
ajedrez . En cualquier otra profesión o deporte -canción, boxeo, es?,rima, con-
certista de violín, etc.- una persona tendría que pagar un sueldo de 'estrella" a
uno de los diez mejores especialistas del país si quisiera que alguno de ellos le
enseñara. Sin embargo, alguien que posea la misma categoría en el mundo del
ajedrez tendrá que estar dispuesto a jugar contra cualquier principiante y sólo
recibirá media corona; o deberá participar en una simultánea - muchas horas de
durísimo trabajo- y recibirá de gratificación unas pocas guineas.
Hasta cierto punto, las pobres recompensas que reciben los grandes ajedre-
cistas obedecen a "causas naturales ". Cuando dos boxeadores luchan por el títu-
lo nacional están dando un espectáculo al que asistirán miles de personas acomo-
dadas en un gran local y que dejarán en taquilla una sustancial cantidad de
dinero. Una partida de ajedrez equivalente a ese campeonato boxístico "reuni-
ría " una mayor cantidad de personas, pero lo haría una vez terminada la partida,
y, por supuesto, junto a las chimeneas de sus casas y sin que a los "espectadores"
les costara nada; nada, en cualquier caso, que permitiera que una pequeña suma
de dinero fuera a parar a los bolsillos de los campeones que jugaran.
Aquí, creo yo, está la raíz del problema y el hecho de que no haya habido

( 2) Una definición del término "maestro" sería más fácil en la mayoría de los
países del continente, donde el título es generalmente aplicado al ganador de los
t()J;neos de calificación que se celebran con mayor o menor regularidad. El título
de "gran maestro" se consigue, generalmente, al haber logrado puestos de honor
en los torneos de Maestros Internacionales. En la Unión Soviética el sistema está
tan perfectamente organizado que un gran maestro, si fracasara repetidamente,
podría, según tengo entendido, ser rebajado nuevamente a la categoría de simple
maestro. En Inglaterra, el equivalente más próximo a un torneo de categoría
podría ser el "Major Reserves". Ciertamente, el vencedor de un torneo como este
- aunque no le conceda título oficial alguno- puede ser considerado un maestro,
ya que se necesitaría la fuerza de uno de ellos para ganar una de esas competicio-
nes, en las que siempre participan, por lo menos, uno o dos maestros internacio-
nales reconocidos.

198
ningún intento serio de ocuparse de él parece patéticamente indicativo del bon-
dadoso altruismo de los grandes ajedrecistas. Evidentemente están tan fascinados
resolviendo y componiendo problemas totalmente inmateriales en el reino etéreo
de sus 64 cuadros que no prestan ninguna atención al problema algo más munda-
no de sus propias finanzas. La solución al problema -allí hasta donde sea posible
llegar- es una sola palabra: "copyright". Yo, como persona que no tiene ningu-
na sardina a la que arrimar ningún ascua, me aventuraría a decir que no hay razón
válida alguna por la que no se deba exi~r algún tipo de derechos por los juegos y
problemas que se publican en los periodicos, revistas y libros de todo el mundo.
Esto debería hacerse a través del sistema de la cámara de compensación, muy
en la línea en que los compositores y letristas reciben sus honorarios. Esto traería
consigo, para que fuera más seguro, la necesidad de una maguinaria administra-
tiva, que una vez establecida, bajo la tutela de la Federacion Internacional de
Ajedrez, sería financiada deduciendo un porcentaje razonable a las cantidades
recogidas.
Cuando sugerí esto a uno o dos grandes maestros del ajedrez se me dijo que
los periódicos dejarían de publicar los juegos y los problemas en el mismo mo-
mento en que se les pidiera dinero por ellos. Con el debido respeto, creo que
esto no tiene ningún sentido. ¿Por qué iban a negar los periódicos y revistas el
pago de una suma razonable al autor de los problemas? Al fin y al cabo ellos
pagan por cada pulgada de material escrito.
Las sumas deberían variar, evidentemente, de acuerdo con la tirada de los pe-
riódicos. Habría media docena de categorías, y la cantidad a pagar por partida o
problema variaría entre una guinea y dos chelines. Los editores de libros pagarían
todavía menos, en vista del volumen de ejemplares requerido y tambien a que
ofrecen una más permanente publicidad. ¿Cómo deberían repartirse las sumas
obtenidas una vez que los gastos de la cámara de compensación fueran cubiertos?
En el caso de un problema o estudio el autor debiera ser el que cobrara. En lo
que respecta a las partidas de ajedrez, y habida cuenta que el término "trabajo
literario" le es de muy difícil aplicación, competería a los abogados especialistas
hallarle una definición, aportando, eso sí, el argumento incontestable de que es
un esfuerzo creador de ambos jugadores. En caso de tablas compartirían la suma,
mientras que en una partida decidida el 75 por lOO sería para el ganador y el
25 por 100 para el derrotado.
Puede argumentarse que, en el estado en que se encuentra el mundo en la ac-
tualidad, una organizacion internacional de esta clase tendría que hacer frente a
graves contratiempos debido a las cortapisas puestas a la circulación del dinero, a
las dificultades de transferencia y demas. Pero, a falta de pan buenas son tortas.
Además esta clase de organización, una vez establecida, tiende a largar su alcance
y mejorar su eficacia. Pero ya desde el principio esto significaría que al igual que
un famoso compositor o letrista puede recibir a fin de año un jugoso cheque de
la sociedad de autores - una buena cantidad que proviene de sumar innumerables
cantidades pequeñas- así un buen ajedrecista obtendría una buena recompensa
por sus partidas o problemas publicados o imprimidos en todo el mundo.
Podría reprocharme el haber dedicado una página o dos a algo que no es de
mi incumbencia ni preocupa a mis lectores. Yo me declararía culpable del

199
primer delito pero no así del segundo. Ciertamente no es cosa mía, sino de los
propios profesionales, ocuparse de sus finanzas, pero todos los que amamos el
ajedrez debemos preocuparnos de que los cerebros creadores que nosprocuran
tan duradero placer sean justamente recompensados.
Por último debo explicar al lector por qué me escondo bajo un nom de plume.
La razón es simplemente esta: como escritor mi trabajo principal se desarrolla en
campos muy diferentes; y por otro lado sé lo suficiente sobre el juego del ajedrez
como para darme cuenta de que soy bastante regularcillo como practicante, por
lo que serÍ¡¡. muy presuntuoso de mi parte presentarme como profesor en vez de
estudiante.
Pero, ¿por qué "Assiac "? Esto también necesita una explicación ya que
parece haber confundido a más de un lector. La primera columna que publiqué
en el "New Statesman and Nation" apareció bajo el pseudónimo "Caissa ",pero
cuando me informaron de que ya hab1a otra persona que firmaba igual sus traba-
jos sobre ajedrez decidí dar la vuelta al nombre. Yo realmente me alegré de te-
ner que hacerlo ya que desde el principio pensaba que el nombre de la Diosa del
Ajedrez le venía grande a un simple estudiante de este juego.
Bueno, ya dije al principio que no iba a escribir un libro de texto (no hubiera
podido siquiera de haberlo intentado). Yo juego por diversión, y lo único que
me califica para escribir este libro es estar desesperadamente enamorado del
AJEDREZ. Este apasionamiento supongo que sera compartido por muchos de
mis lectores, así que me sentiría cumplidamente recompensado si ellos se divir-
tieran leyéndolo sólo la mitad de lo que yo me he divertido escribiéndolo, a ra-
tos perdidos, desde que empecé a escribir para el "New Statesman and Nation ".
Nosotro·s, viejos adictos ya, somos incansables por lo que me sentiría doblemente
recompensado si el libro consigue nuevos degustadores de los más profundos
placeres del ajedrez y excita sus apetitos haciendo que necesiten más y más cada
vez. Con toda seguridad, de todas las drogas que existen en el mundo debe ser el
ajedrez la que cause un placer más duradero.

200
SOLUCIONES

Wotaba:
l. T X P, T X T; 2. ASA, P3C; 3. A4C, T X A; 4. R3A, T4C; S. P4C, R2R;
6. R3C, R3A; 7. R4T, T X P+; 8. R X T, R4A; 9. P4T, RSe; lO. R5e, etc.
I-Ievacker:
l. P6R, e3A; 2. P7R+, C X P; 3. e4AR, e4AD (o SD); 4. R8T! .

Kubbel:
RSA; 4. P3C+ (si 2..., R4A; 3. A2A+, D X A; 4. e7D+, R4D; S. e6A+,
Rjuega, etc.).

Zepler:
l. elD, RSe; 2. e2A+, R X P; 3. ClD, RSC; 4. e3R+, R6T; 5. A3A y mate
a la siguiente.

Blathy:
l. C4A+, R4A; 2. C6R+, R4D; 3. e X D+, R4A; 4. e X A+, R4D; S. e7A+,
R4A; 6. e6R+, R4D; 7. e4A+, R4A; 8. R4R, P4D+ , 9. RSR, A3A+;
lO. R6R, elD+; ll. R7D, cualquiera; 12. e X PD mate.

Spielmann:
l. P6e, P X P; 2. PSD, P X P; 3. P6A, P X P; 4. P6R.

Autor desconocido:
l. P3A, P X P; 2. RlA, P7 A; 3. P4R, P X P; 4. R X P, P6R+; S. RlR, P7R;
6. PSD, P X P; 7. R X P, PSD; 8. R2D, P6D; 9. P6A, P X P; lO. R X P, R2e;
ll. R4A, RlT; 12. RSA, R2e; 13. R6D, P4A; 14. P == D, R X D; 15. R7Ay
mate en tres.

Nagy:
3... , T X P+; 4. R X T, D3R+; 5. D X D. Ahogado.

201
Kollmann:
e6T seguido de T8e.
Steinitz:
D X e seguido de A5e+.

Reshevsky:
l...,T8A+; 2. A X T, D2T; 3. RlT, e ? A+; 4. Rle, e6T+; 5. RlT, D8e mate.

Chigorin:
l..., T8T+; 2. R X T, A7T+; 3. R X A, TlT+; 4. R3e, e4A+; 5. R4A,
T5T mate.

Capa blanca-Tho mas:


l..., T X PT; 2. D7e, T5T. Pero el blanco puede ganar: l. T X T, D X T;
2. D4T, T8A+; 3. R2A.

Lasker-Euwe:
P4eD seguido de e2A.
Poshauco:
l..., A4A+; 2. A3D, D7Retc. (Si 2. RlT, AX P+;3. AX A,D8R+.)

Loughran-Harrison:
l. D6A, D6T; 2. D7A, P5D; 3. D8A, P6D; 4. D4e+, P5e; 5. D7R mate.
Si l..., D5A; 2. R2e, P5D; 3. D X PR, P5e; 4. D6A+, D4e; 5. P4A, etc.

Schmitt-Herrman:
l. T X A, T X D; 2. T8e, TlD; 3. TS-5e, etc. Si l..., P X T; 2. T X PA, etc.

Ernst- Troger:
l. P7 A, D2T; 2. D6A+ , D2e; 3. D4T+, D2T; 4. P X T = D+ , R X D;
5. D8R+, R2e; 6. D X PA+ , etc.

Saemisch-Pfeiffer:
40... , A4R+; 41. Rle, A5D+; 42. RlT, T8R+; 43. R2T, A4R+; 44. P3e,
etcétera. (Si 43 ..., ASe+; 44. R3e, T6R+; 45. R4e, etc.)

Saemisch:
l..., T8D+; 2. R2T, T8A; 3. A4A, T8TR; 4. R3e, T6T+; 5. P X T, T8eR;
6. R2T, T8T+; 7. R3e, T X P++ .

Grimmenstein:
l..., T X A+; 2. RlT, e X P+; 3. D X e, T X D+ ; 4. R2T, T7e+; 5. RlT,
TXe+;6. R2T, T X e+; 7. RlT, T X e ; 8. Rle, TX T+;9. TX T, TX T+;
10. R2A, T7R+ . (Si l. e4D, T X A+; 2. Rl T.) El blanco puede ganar

202
así: l. e4D, T X A+; 2. R X T!, D X e+; 3. D3A!!, D7D+; 4. R1e, etc.

11tfason- Wina wer:


l. T X Pe, P X T; 2. D7T+, e2D; 3. A X e , Dle; 4. T7e+, R X T;
5. A8A+, RX A; 6. D X D.

Ullrich :
l..., T7T; 2. D X T, D6A+; 3. R1R, D8A; 4. R2D, D8D+; 5. R3A, D6e+;
6. R2D, D7 A+; 7. R1R, D8D+; 8. R2A, D8T+ ; 9. R3e, D6A+, etc.
Boa k (o Alekhine):
16 ... , TRle; 17. TD1T, RlA; 18. T8T+, R2R; 19. e X A+, R2D; 20. T X T,
T X T; 21. e X PT, D X PeR, etc. .

E . Post:
l. R5A, R4T; 2. A5R, P6AD; 3. P3T, R5T; 4. P X Pe, P4T; 5. A X P, etc.
Si l..., P7T; 2. R6e, P6e; 3. P3T, P = D; 4. R X P, etc.
Si 3... , P6e; 4. A X Pe, P X P; 5. A2A, etc.
Si 3... , P X PT; 4. P4e+, R5T; 5. A2T, P4T; 6. P5e y 7. R4A.
Blandford:
l. P4D+, A X P; 2. e X P+, D X e; 3. D6e+, R5A; 4. D4e+, R4D;
5. D7e+, R4R; 6. e3A+, R4A; 7. D7TR+ (si 4 ... , R6D; 5. Dle+, R6R;
6. e5A+ , etc.).
l..., R X P; 2. e X A+, P X e; 3. D3D+, etc.
l... , P X P ap; 2. e X P+, R5D ; 3. e5A+, etc.
Si 2... , R3D; 3. e5A+, R2A; 4. D6e+ , etc.

Moxon:
l. e? A+, Rle; 2. e6T+, RlA; 3. A X P, R2e; 4. A X e, R X e; 5. P5A, etc.

Rowson:
l. T6T+, P X T; 2. A3e seguido de A6A, etc.

Heviicker:
l. D6TR!. Si l..., TlA+; 2. R7 A, T X T; 3. D1AD+, T8e; 4. D3A+, R7e ;
5. D4D y mate a la siguiente. Si l..., T5A+; 2. R7e, T5e+; 3. R6A, T5A+;
4. R5e, T4A+; 5. R6e, etc. (l. D6A se refuta con T5A. l. D3T da lugar a
jaque continuo.)

Leick:
l. P6e+, R X P; 2. e4T+, etc. Si l..., R3T; 2. e3R, P7T; 3. e4e+. Si l..., Rle;
2. e7R+ y 3. e5Ay 4. e3e. Si l..., R1T; 2. e?R, P7T; 3. R5D, P=D; 4. R6R.

Rinck:
l. P6A, R X P; 2. T5T+ y 3. T5AR.

203
Holm:
l. P7D, P7C; 2. A X P, T3D+; 3. RlA, T X P; 4. C2A+, R7T; 5. A5D+,
T X A; 6. C4C+, etc.

Berger:
l. R5A, R2R; 2. R6A, R X A; 3. P6T, A7 A; 4. P5C, P5C; 5. P6C, P6C;
6. P7T, P7C; 7. P = D+, R2R; 8. D3T+, RlR; 9. P7C+, etc. Si l..., P5C;
2. R6A, P6C; 3. A7D+, R2R; 4. A3T, RlD; 5. P6T, A7 A; 6. P5C, etc.

Wittwer:
l. P5A, A6C (o 7T); 2. P3T, C5A; 3. P8A = C!, C4R+; 4. C6R, A8D;
5. C8D, A6C+!; 6. C6R (l. P5A, C5A; 2. P3T, A7C?; 3. P == D, C4R;
4. D7 A, etc.).

Karstedt:
l. T8A, R3D; 2. T8CD, T8TR; 3. R7C, R8C+; 4. R8A, T8A+; 5. R8D,
T8TR; 6. T6C+, R4A; 7. T6A+, R4C; 8. T8A, Tl T+ ; 9. R7 A, T2T+;
lO. R8C, etc. Si 6 ... , R4R; 7. T6T, Tl T+; 8. R7 A, T2T+; 9. R6C; T3T+;
lO. R5T, etc. (l. T7 A+, R3D; 2. T7CD, T8TR! ).

Berndhardt:
l. AlC!, R8A; 2. A2T, A X A; 3. P4C, P X P a. p., etc. l. A7T (gana pieza
pero no la partida). R7D; 2. R2C, R6D.

Carls:
l. D4C+, D4AD+; 2. D X D+ , R X D; 3. C7D+, A X C. Si l... , R2A;
2. C6T+, P X C; 3. D4AR, etc.

Anderssen:
Clave: D5T.

]ohner:
Oave: T6T seguido de DlTD.

Richter:
Clave: C6A. Si l..., T X C; 2. D X PCD y 3. P5R.

El pobre maestro de ajedrez:


El Rey estaba en 6AR. Las blancas deben completar su enroque.

El Rey camuflado:
El Rey está en 7R (fue vía 6AR) y es mate con A3D.

Empujado en la baqueta:
l. C7D+; 2. D8A+; 3. T4T; 4. C5D; 5. C7R+; 6. R2T; 7. D8C+.; 8. P3C++.

204
INDICE

Introducción 7

PARTE I

Su Majestad, sus oficiales y su gente

El largo brazo de la Dama 13


La Torre se llamó elefante 19
El Alfil no está loco 25
Los Caballos son aún intrépidos 32
No tan humildes Peones 39
Su Majestad, pasea 43

PARTE II

Espíritu y materia

Amargo final para Mr. Snatch 53


Poligamia 61
El factor del tiempo 65
Las tablas 69
Orgía de sacrificios 79

PARTE III
También los ajedrecistas son humanos

Mala fortuna y oportunidades perdidas 93


Castigo y premio del reloj 105
Más rápido que el ping·pong lll
Minipartidas .. ll4

205
¿Cuánto alcanza su v1sta '? 117
Prendido con alfileres 125
Nada nuevo bajo el sol 129

PARTE IV

Estudios y problemas

Realidad y ficción 135


Demasiados cocineros 141
La vista es la que tra baja 144
Materialismo en el País de las Maravillas 149
Alimento para el pensamiento 153

PARTE V
Ventajas y finales

Ventajas sobre ventajas 161


Jugando con el tablero o con el hombre 168
La masonería de los ajedrecistas 172
La Dama estaba cansada 177
Ruptura de privilegio 179
Fantasías 182
Alboroto en el Elíseo 193

Epílogo 197
Soluciones 201

206
«los Deleites del Ajedrez, es un
tesoro de anécdotas y curiosas ob-
servaciones referentes al juego he-
chas con el sentido del humor y
agudeza propios de ASSIAC, escri-
tor inglés internacionalmente cono-
cido y columnista de ajedrez de
gran influencia.
El autor no pretende tanto enseñar
como divertir, ·antes que a la rígidá
teoría atiende al deleite de _jugar.
Para ASSIAC hay un objeto primor-
l dial en el ajedrez: el placer.
la amenidad y gracia con que están
tratados gran variedad de aspectos
.del ajedrez, y su personalísima y
viva apreciación del juego, nos
abren las puertas a un nuevo mun-
do del tablero.

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