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Reflexiones Sobre La Política Exterior de México

Este documento presenta cinco elementos distintivos de la política exterior de México. Primero, la política exterior se inscribe dentro de un sistema general de planeación nacional. Segundo, la política exterior de México se ha mantenido continua durante más de sesenta años. Tercero, existe un alto nivel de consenso nacional sobre la política exterior. Cuarto, la política exterior de México se basa en principios como la no intervención y la libre determinación de los pueblos. Quinto, la política exterior refleja los legítimos intereses de preservar la soberanía e independencia

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Reflexiones Sobre La Política Exterior de México

Este documento presenta cinco elementos distintivos de la política exterior de México. Primero, la política exterior se inscribe dentro de un sistema general de planeación nacional. Segundo, la política exterior de México se ha mantenido continua durante más de sesenta años. Tercero, existe un alto nivel de consenso nacional sobre la política exterior. Cuarto, la política exterior de México se basa en principios como la no intervención y la libre determinación de los pueblos. Quinto, la política exterior refleja los legítimos intereses de preservar la soberanía e independencia

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REFLEXIONES SOBRE LA POLÍTICA

EXTERIOR DE MÉXICO*

BERNARDO SEPÚLVEDA A M O R

INTRODUCCIÓN

L A POLÍTICA EXTERIOR ES PARTE esencial del proyecto nacional de desarro-


jlo. Vincular de m a n e r a coherente y eficaz el d e s e m p e ñ o internacional de M é -
xico a los esfuerzos p a r a impulsar el crecimiento económico, el mejoramiento
social y la democratización política y cultural del país, es hoy u n imperativo
de la m á s alta prioridad p a r a el gobierno mexicano y p a r a la comunidad nacio-
nal en su conjunto. L a complejidad de los asuntos internacionales contempo-
ráneos obliga a d a r u n a atención especial a las cuestiones de la política exterior
de México, lo q u e garantiza su continuidad. Se trata de fortalecer u n a política
activa q u e se funda en principios esenciales de la convivencia internacional
y en los intereses y la experiencia histórica de nuestro pueblo: lo mejor de su
herencia y de sus aspiraciones. R e s u l t a inaplazable, asimismo, d a r vigor a los
mecanismos de información, planeación, coordinación y negociación de la po-
lítica exterior p a r a ampliar la capacidad d e respuesta del país en los diversos
ámbitos de la acción internacional. L a mejor comprensión de los rasgos dis-
tintivos de la política exterior de México y de los problemas del orden interna-
cional y regional q u e m á s inciden en el desarrollo y en la vocación m i s m a de
n u e s t r a nación, es propósito que hoy se reafirma y se p r o c u r a . Ello es condi-
ción p a r a m a n t e n e r el alto nivel de consenso de los mexicanos con q u e h a con-
tado la política internacional de los gobiernos de la Revolución.

LOS ELEMENTOS DISTINTIVOS

U n p r i m e r elemento de la política exterior de México, notable sobre todo en


el gobierno del presidente D e la M a d r i d , tiene q u e ver con su inscripción den-
tro de u n sistema general de planeación. Este elemento se traduce en la i n c o r - i
poración, en el Plan Nacional de Desarrollo, de u n capítulo particularmente
i m p o r t a n t e q u e contiene las tesis centrales de la política exterior mexicana.
T i e n e importancia ese dato n o sólo por el hecho m i s m o de q u e se conciba a

* Conferencia pronunciada por el Secretario de Relaciones Exteriores en El Colegio de Mé-


xico el 6 de julio de 1983. La elaboración de este texto se realizó con base en las notas que sirvie-
ron al autor para dictar la conferencia, combinadas con la transcripción de la versión grabada
de la misma.

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*08 BERNARDO SEPÚLVEDA A M O R FI xxiv-4

la política exterior mexicana como parte de u n sistema general de planeación


instaurado en el presente sexenio. Significa t a m b i é n que por p r i m e r a vez el
gobierno de la República presenta, p a r a su difusión pública, los lincamientos
generales de lo que constituye su acción política en el exterior. C a b e advertir
q u e es ésta la p r i m e r a ocasión en la que aparece publicado u n p r o g r a m a gene-
ral de gobierno d o n d e se formulan los objetivos, las estrategias, las m e t a s , las
líneas generales de acción q u e h a b r á de seguir el Ejecutivo Federal en m a t e r i a
de política exterior. A d e m á s , con este sistema, existe la oportunidad de apro-
vechar la participación de los dirigentes de los procesos políticos nacionales
y de los expertos y profesionales de los asuntos internacionales, y de transmitir
a la opinión pública los propósitos q u e persigue el gobierno de la República
en lo que hace a su relación con el exterior. Adquiere especial importancia
este elemento p o r q u e , de esta suerte, se pone de manifiesto, p a r a la informa-
ción, conocimiento y crítica de la sociedad mexicana, lo que es la política general
del gobierno en m a t e r i a internacional.
H a y u n segundo elemento que parece conveniente anotar. T i e n e que ver
con la continuidad de la política, exterior de México. Es éste u n rasgo distintivo
q u e bien merece ser destacado. En efecto, d u r a n t e m á s de sesenta años México
h a seguido u n a trayectoria uniforme en lo que hace a su política exterior. Este
hecho, al cual nos h e m o s ya a c o s t u m b r a d o , no es rasgo de las políticas exterio-
res de otros países. E n u n b u e n n ú m e r o de casos, se alteran las directrices de
las relaciones internacionales de u n E s t a d o con el cambio de régimen político.
T a m b i é n ocurre que dentro de u n mismo régimen político se produzcan súbitas
alteraciones en los trazos generales de u n a política exterior. E n el caso mexi-
cano, p o r el contrario, u n o de los elementos característicos, q u e p o r cierto pro-
porciona la m a y o r solidez a u n a tradición en m a t e r i a de política exterior, es
precisamente su n a t u r a l e z a continua y consistente. Esa característica la hace
t a m b i é n predecible. N o es u n a política exterior que cambie conforme a
coyunturas, q u e se altere de acuerdo a circunstancias. N o es acomodaticia, ni
caprichosa o arbitraria. Se m a n t i e n e incólume, como pieza preciosa del patri-
m o n i o político del pueblo mexicano.
Resulta pertinente esta anotación porque d u r a n t e 1082, cierta especula-
ción, de b u e n a o de m a l a fe, giró en torno a la posibilidad de cambios en la
política exterior de México. Resultaría absurdo suponer la validez de esas hipó-
tesis mal fundadas, pues a n u n c i a b a n injustificadamente alteraciones súbitas
en u n a línea política bien trazada y q u e responde a u n proyecto histórico, a
u n a tradición, a u n e s q u e m a que n o p u e d e ser veleidosamente modificado.
P o r ello, se h a advertido d u r a n t e el gobierno del presidente D e la M a d r i d q u e
no sólo n o se h a modificado la esencia de la política exterior de México, sino
q u e t a m p o c o h a sucedido lo q u e algunos suponían q u e sobrevendría, esto es,
u n a disminución de la presencia de México en el orden internacional. Ese hi-
potético retraimiento tampoco h a ocurrido en la realidad. Por el contrario, M é -
xico se h a m a n t e n i d o activo y participativo en e l quehacer q u e le corresponde
en su relación con el exterior.
U n tercer elemento tiene que ver con la existencia de u n consenso nacio-
nal en m a t e r i a de política exterior. Prevalece u n a base de sustentación q u e
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da sólido apoyo y firmeza, d e n t r o de la sociedad mexicana, a la conducción


de las relaciones internacionales. Este es u n rasgo distintivo, q u e no se d a en
otras sociedades, en d o n d e se genera u n a controversia constante sobre la na-
turaleza, orientación y conducción de u n a política exterior. N o sólo eso, sino
q u e t a m b i é n se produce, como consecuencia de esas divergencias profundas,
u n a r u p t u r a en su línea de acción en el ámbito internacional. E n el caso de
México esto no sucede. Existe, de m a n e r a generalizada, u n a aceptación de
parte de la sociedad mexicana de q u e la política exterior q u e h a dirigido el
gobierno de la República d u r a n t e los últimos sesenta años, es la política exte-
rior q u e conviene a los intereses nacionales. Esta cuestión n o obedece al hecho
de q u e u n m i s m o partido se h a y a m a n t e n i d o en el poder d u r a n t e ese período.
Si se e x a m i n a las plataformas políticas de los distintos partidos, se e n c o n t r a r á
también, en u n grado m u y considerable, u n a identificación con la política exte-
rior q u e h a conducido el gobierno de la República. E n n i n g u n a de esas plata-
formas se advierte u n a diferencia fundamental, u n proyecto alternativo en lo
q u e hace a la orientación de la actuación de México e n el exterior.
Q t r ^ a r a c t e r í s t i c a de la política exterior mexicana es q u e debe ser consi-
d e r a d a como u n a política de principios. T a n t o por convicción como por nece-
sidad, México h a sostenido a lo largo de su trayectoria histórica postrevolucio-
n a r i a u n cuerpo de principios q u e h a n o r m a d o en todo m o m e n t o su política
exterior. N o se trata, sin e m b a r g o , de u n a política q u e descanse en nociones
abstractas. L a realidad es q u e dichos principios responden en forma integral
a los intereses m á s legítimos de la nación. C u a n d o defiende la n o interven-
ción, la libre determinación de los pueblos, la solución pacífica de las contro-
versias entre las naciones, la igualdad j u r í d i c a de los Estados, la cooperación
internacional p a r a el desarrollo, México defiende algo m á s q u e meros postula-
dos teóricos, defiende su derecho a ser u n pueblo soberano frente a los d e m á s
pueblos. Se trata, por otra p a r t e , de principios cuya violación México h a su-
frido en experiencia propia a lo largo de su historia y cuya validez universal
y acatamiento constituirían u n valladar p a r a la defensa del país.
D e esta relación surge la q u i n t a característica de la política exterior: ser
el reflejo fiel de los legítimos intereses de la nación. Esos intereses coinciden,
p o r otra p a r t e , con los intereses legítimos de otros Estados, a u n q u e quizá en
el caso de México sea conveniente resaltarlos expresamente ya q u e e n forma
m u y viva e n c a r n a n la experiencia histórica del país. E n p r i m e r lugar estaría,
desde luego, la preservación de la soberanía narion^| "5!eTrata seguramente
l

de I a n b c i ó n central, incontrastable, del interés nacional. P o r ello, el fortaleci-


m i e n t o d e la iiidependencia*política y económica de la nación h a sido el objeti-
vo continuo del Estado mexicano y constituye u n a de las esencias, u n o de los
elementos básicos del c o m p o r t a m i e n t o del país en sus relaciones con el exte-
rior. E n segundo lugar, el interés nacional busca apoyar los esfuerzos internos
de desarrollo m e d i a n t e u n a vinculación eficiente con el exterior. L a política
nacional debe ser entendida desde este p u n t o de vista como u n a u n i d a d con
manifestaciones distintas, a u n q u e coherentes, expresadas ya sea en el á m b i t o
interno o en el externo. L a política nacional es u n a sola y, desde esta perspec-
tiva, la acción de México en el exterior deberá convertirse en u n i n s t r u m e n t o
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del desarrollo interno frente a las relaciones de poder económico y político preva­
lecientes en el exterior. N o se trata, de nueva cuenta, de lograr u n a vinculación
abstracta, sino de establecer u n proceso real p a r a inscribir las necesidades y
d e m a n d a s internas del país en la red de relaciones e intereses del exterior. C a d a
desarrollo interno reclama, necesariamente,, u n a adecuación con las fuerzas
• del exterior. E n tercer Jugar, está t a m b i é n d e n t r o del interés nacional el pre­
servar la paz y la seguridad internacionales. Es obvio q u e este interés debería
ser t a m b i é n el objetivo de todas las naciones y por ello m i s m o se p u e d e expre­
sar igualmente como u n principio de validez universal. L a noción cobra espe­
cial importancia c u a n d o el m a n t e n i m i e n t o de la paz se refiere a zonas cerca­
nas al país.
Estos intereses legítimos del país, transformados en principios p a r a la ac­
ción, no se agotan simplemente en su m e r a enunciación o en su reconocimiento
como lincamientos de política. P o r el contrario, se trata de nociones q u e sola­
m e n t e cobran sentido al efectuarse su incorporación real al tejido de relacio­
nes e intereses de la c o m u n i d a d internacional. Son principios q u e exigen u n a
aplicación práctica d e n t r o del contexto de la realidad internacional. D e a q u í
la importancia de rebatir cualquier planteamiento que proponga el aislamiento
del país en materia de relaciones internacionales. U n proceso de contracción
en la política exterior del país implicaría por fuerza u n a disminución en la capa­
cidad de defensa de los intereses esenciales del país. E n este caso el sólo dejar
de actuar implicaría u n perjuicio p a r a México, ya q u e se a b a n d o n a r í a a otras
fuerzas e intereses la observancia de nociones y principios q u e benefician di­
rectamente a la nación, q u e forman parte de lo q u e legítimamente p u e d e con-
; siderarse como a s u n t o de seguridad nacional. E n m a t e r i a de política exterior
n o es pensable siquiera u n a política de la inacción. Participar con n u e s t r a pre­
sencia e influencia en la conformación de u n a c o m u n i d a d o r d e n a d a de Esta­
dos, es t a m b i é n parte de u n a tradición d e ejercicio responsable de política ex­
terior. E n función de esto, la acción del país se refleja en múltiples formas en
el escenario internacional. Desde luego, en las relaciones bilaterales México
sostiene u n a vinculación extraordinariamente intensa con u n g r a n n ú m e r o de
países. Se trata de u n trabajo continuo y persistente q u e se desarrolla cotidia­
n a m e n t e . L o m i s m o sucede tratándose de foros multilaterales, ya sea a nivel
regional como el S E L A o la A L A D I , o en foros de vocación universal como
las Naciones U n i d a s , en los que la presencia de México es evidente,
j A través de este trabajo persistente y continuo en el exterior, México bus-
1
ca influir en las n o r m a s , los principios y las reglas del j u e g o de la c o m u n i d a d
internacional. Es bien conocida la participación de México, por ejemplo, en
m a t e r i a de d e s a r m e . El país h a tenido, e n los procesos de discusión y acuerdo
sobre este t e m a , u n a parte distinguida y h a hecho contribuciones políticas de
g r a n trascendencia. P u e d e afirmarse, sin t e m o r a exagerar, q u e en todos los
tratados internacionales celebrados en la postguerra, en foros multilaterales,
México h a hecho u n a aportación i m p o r t a n t e , y que en m u c h a s ocasiones las
n o r m a s incorporadas a esos tratados h a n sido producto del pensamiento j u r í ­
dico y político de México. El T r a t a d o de Tlatelolco es la manifestación m á s
destacada de la iniciativa y la vocación de nuestro país en ese c a m p o . El país
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t a m b i é n h a participado en forma considerable en la discusión en foros inter-


nacionales sobre derechos h u m a n o s . L a posición del país h a sido siempre clara
y h a tenido influencia notable en los acuerdos y resoluciones adoptados p a r a
p r o m o v e r el respeto a los derechos h u m a n o s . H a b r í a q u e destacar asimismo
la participación de México p a r a lograr el establecimiento de u n derecho del
m a r omnicomprensivo, q u e abarca a todas las jurisdicciones, nacionales e in-
ternacionales, en u n a regulación general de los espacios marítimos. Finalmen-
te, la participación del país en la lucha por establecer u n nuevo orden econó-
mico internacional h a tenido u n a gran importancia. México h a llevado a cabo
u n esfuerzo continuo p a r a transformar las relaciones de intercambio de la vida
económica internacional, p a r a asegurar que las condiciones de fínanciamien-
to, las relaciones monetarias internacionales, la inversión extranjera, el comercio
internacional y la producción de energía se regulen de suerte que los países
e n vías de desarrollo, como el propio México, tengan u n espacio suñciente p a r a
su acción y desenvolvimiento. Su e m p e ñ o en favor de la adopción, p o r p a r t e
de la c o m u n i d a d internacional, de la C a r t a de Derechos y Deberes Económicos
de los Estados, como en la promoción, m á s reciente, de la R e u n i ó n C u m b r e
de C a n c ú n sobre Cooperación y Desarrollo, constituyen ejemplos destacados
del compromiso de nuestro país con el establecimiento de u n sistema m u n d i a l
de relaciones económicas que se funde en la cooperación, la equidad y la justicia.
U n sexto elemento q u e conviene s u b r a y a r es la tradición progresista y li-
beral de la política exterior mexicana. Existe la intención definida de m a n t e -
n e r esta tradición que corresponde a las causas m á s nobles de la c o m u n i d a d
internacional. L a acción de México siempre h a estado asociada con estas cau-
sas nobles, siempre vinculada a los asuntos de b u e n a fe, de principios: a las
luchas legítimas d e los pueblos por su emancipación, su independencia y su
desarrollo; a los empeños contra el apartheid, contra la política de la fuerza y
d e la dominación. E n n i n g ú n caso México se h a a p a r t a d o d e estos lincamien-
tos. Esa es quizá u n a de las razones p o r las que el país goza de prestigio y
d e respeto en el ámbito internacional. Desde luego, este prestigio y respeto
n o son objetivos p a r a alcanzar p o r sí mismos, por halagadores q u e p u e d a n
ser p a r a el sentimiento nacional. Se trata m á s bien de u n a consecuencia de
la actitud de México en el exterior, de la consistencia de su política, de la se-
riedad d e su trabajo al participar en los asuntos importantes de la convivencia
internacional.

A L G U N O S PROBLEMAS DEL O R D E N INTERNACIONAL Y DEL ÁMBITO REGIONAL

Se h a t r a t a d o de sintetizar los principales contenidos, el enfoque y los linca-


mientos d e la política exterior mexicana. Es obvio, sin e m b a r g o , q u e esta polí-
tica exterior n o opera en el vacío, sino q u e se d a en u n medio extraordinaria-
m e n t e complejo y difícil. E n este a ñ o d e 1984 existe n o sólo u n a crisis i n t e r n a
en nuestro país; prevalece t a m b i é n u n a crisis m u y severa en el á m b i t o inter-
nacional. E n g r a n m e d i d a , lo q u e sucede en el ámbito nacional es producto
t a m b i é n dé lo q u e está sucediendo en el exterior.
Desde dos ángulos p u e d e advertirse la agudización d e los^nfrentamientos
412 BERNARDO SEPÚLVEDA A M O R FI XXIV-4

internacionales: la creciente militarización de los conflictos y el a r m a m e n t i s m o


de los Estados, así como el deterioro progresivo del orden económico m u n -
dial. Por lo que hace al militarismo, es evidente que las tensiones políticas tien-
d e n a acentuarse. U n índice cierto d e esta tendencia es el renacimiento de la
carrera a r m a m e n t i s t a entre los países desarrollados y en especial entre las dos
grandes potencias. Esto trae como consecuencia u n a tensión m u y severa en
las relaciones internacionales, que se manifiesta de m u y diversas formas pero
con igual crudeza en todas las partes del m u n d o . E n la región europea esta
tensión llega al extremo de que las dos superpotencias planteen la instalación
de m á s proyectiles nucleares, tanto en el propio territorio europeo occidental
como en zonas europeo-orientales aledañas a la U n i ó n Soviética. A q u í se ori-
gina u n a grave preocupación de la sociedad europea, q u e se ve en la posibili-
dad de que su suelo sea el terreno de u n a conflagración nuclear, preocupación
q u e , por falta de soluciones, h a d a d o lugar a u n clima de militarismo generali-
zado en los países del área. Se trata de u n renacimiento de la G u e r r a Fría,
evidente en u n a serie de conflictos regionales q u e , si bien de m o m e n t o están
circunscritos a espacios limitados, son siempre u n peligro latente p a r a u n a es-
calada bélica de consecuencias y alcances impredecibles. Estos conflictos se d a n
en nuestro entorno inmediato — C e n t r o a m é r i c a — como en Afganistán o P o -
lonia, en el M e d i o O r i e n t e , en África y en el Sudeste Asiático p a r a e n u m e r a r
sólo algunas de las regiones que atraviesan por esa situación. Parecería ser que,
frente a la política de principios, los países poderosos pretenden llevar a la prác-
tica, simple y llanamente, u n a política de poder, de zonas de influencia, de
acciones hegemónicas unilaterales.
Al m i s m o t i e m p o , y quizá como fenómeno interrelacionado que es simul-
t á n e a m e n t e causa y efecto de lo anterior, se produce u n a severa crisis econó-
mica internacional que afecta al sistema financiero, que contrae b r u t a l m e n t e
el comercio internacional, que implica desempleo en muchos países industria-
lizados y no industrializados, y que trae como consecuencia el decaimiento de
la actividad económica en m u c h a s áreas y, desde luego, u n decrecimiento en
la satisfacción de las necesidades m í n i m a s , con el consiguiente a u m e n t o de m a -
lestar social en numerosos países, sobre todo en aquéllos con u n grado de de-
sarrollo relativamente m e n o r .
Estos factores parecen a n u n c i a r u n decenio de los ochenta extraordinaria-
m e n t e complejo y difícil p a r a la sociedad internacional y p a r a las naciones en
i desarrollo. Es m u y probable que p a r a todos los países se d e n t a m b i é n situacio-
nes críticas, tanto en lo que pudiera relacionarse con la economía internacio-
nal como en lo q u e a t a ñ e directamente a los conflictos bélicos.
Al inicio del gobierno del presidente D e la M a d r i d , el área centroamerica-
n a atravesaba por u n período difícil. A u n q u e se h a b í a elaborado numerosas
iniciativas p a r a llegar a acuerdos de p a z en esta zona, no h a b í a sido posible
que alguna de ellas prevaleciera sobre las d e m á s p a r a convertirse en u n instru-
m e n t o real en busca de la pacificación centroamericana. D e hecho, casi existía
u n a guerra de iniciativas, algunas de las cuales en realidad n o tenían u n pro-
pósito pacificador efectivo, bien p o r q u e sólo se incluía a algunos países en los
procedimientos de consulta y discusión, discriminando en contra de otros, bien
ABR-JUN 84 POLÍTICA EXTERIOR DE M É X I C O 413

p o r q u e en el contenido m i s m o de las propuestas se dejaba ver la posibilidad


de que los intereses hegemónicos prevalecieran finalmente en la solución de
los conflictos. A n t e esta situación, u n grupo de países latinoamericanos, sin
involucramiento en el conflicto pero con intereses directos en el área —Colom­
bia, México, P a n a m á y Venezuela— se reunieron a principios de enero de
1 9 8 3 p a r a establecer u n a opción n u e v a y diferente en la solución de los con­
flictos centroamericanos. Se t r a t a b a de ofrecer u n i n s t r u m e n t o político b a s a d o
en u n proceso de consultas q u e condujera a la creación de condiciones pacífi­
cas en el área. Estos países constituyeron lo que a h o r a se h a d e n o m i n a d o el
Grupo Contadora.
Los esfuerzos del G r u p o se h a n centrado en tres objetivos. P r i m e r o , dete­
n e r u n a conflagración bélica en el área centroamericana. Si bien esto se h a
conseguido hasta el m o m e n t o , en medio de e n o r m e s peligros y asechanzas,
no se h a logrado del todo. E n segundo lugar, se estableció como objetivo el
crear condiciones pacíficas en C e n t r o a m é r i c a , m e d i a n t e acuerdos destinados
a eliminar el a r m a m e n t i s m o y la presencia militar extranjera. El tercer propó­
sito es el de impulsar u n proceso de desarrollo económico y social en la región.
El riesgo de u n a conflagración bélica en el área centroamericana es conti­
n u o , pues cualquier circunstancia puede desencadenarla, sobre todo entre H o n ­
d u r a s y Nicaragua. Pero si bien es cierto que este riesgo no h a desaparecido,
t a m b i é n es verdad q u e , de no existir el G r u p o C o n t a d o r a , en estos m o m e n t o s
ya se h a b r í a producido la conflagración. H a habido u n proceso a r d u o y difícil
de negociación, pero en el interior del G r u p o C o n t a d o r a existe, sin la m e n o r
d u d a , u n a cohesión política suficientemente fuerte como p a r a permitir u n en­
tendimiento preciso entre todos los países participantes. Sin e m b a r g o , en m á s
de u n a ocasión h a sido necesario enfrentar la falta de voluntad política de cier­
tos sectores p a r a encontrar auténticas soluciones de fondo a los problemas. Pero
a pesar de estas dificultades se h a logrado avanzar. El G r u p o C o n t a d o r a se
h a g a n a d o a pulso su legitimidad y el consenso internacional de q u e goza
actualmente.
C o n todo, h a b r í a q u e repetir a q u í algo en lo q u e h a venido insistiendo
el G r u p o C o n t a d o r a . Existen en el conflicto centroamericano tres niveles de
responsabilidad. E n el p r i m e r nivel están, desde luego, los cinco países cen­
troamericanos directamente involucrados en el conflicto. Sobre ellos recae la
responsabilidad específica de d a r solución a sus diferencias a través de sus ac­
ciones nacionales e internacionales; sobre ellos recaerían t a m b i é n , de m a n e r a
directa, en el infortunado caso de que sucediera, las consecuencias de u n estado
de guerra generalizado. U n segundo nivel de responsabilidad es el asumido por
el G r u p o Contadora, que no es sino u n a fórmula de gestión político-diplomática
p a r a encontrar soluciones p o r la vía pacífica dentro del contexto centroameri­
cano. H a y , desde luego, u n tercer nivel de responsabilidad; tiene que ver con
los países que están fuera de esta región y q u e sin e m b a r g o , m e d i a n t e sus ac­
ciones directas o indirectas, influyen de m a n e r a d e t e r m i n a n t e en el conflicto.
A estos países les corresponde hacer u n a contribución política fundamental p a r a
e n c o n t r a r u n a solución negociada al problema.
L a posición de México en relación al conflicto centroamericano, y su par-
414 BERNARDO SEPÚLVEDA A M O R FI xxiv-4

ticipación activa y solidaría en el G r u p o C o n t a d o r a , se derivan de los postula-


dos tradicionales de su política exterior. E n este conflicto, como en cualquier
otro, el país sigue aplicando y defendiendo su política de principios. L a no
intervención, la libre determinación d e los pueblos, la solución pacífica de las
controversias entre las naciones, la igualdad jurídica de los Estados, la coope-
ración internacional p a r a el desarrollo, h a n sido hasta a h o r a las tesis esencia-
les de la acción de México, y así seguirán siéndolo. Al enarbolar estos princi-
pios, el país defiende t a m b i é n su interés nacional. N a d a parece m á s urgente,
e n relación con los problemas centroamericanos, q u e preservar la paz en el
área. Pero al m i s m o tiempo se trata de lograr condiciones pacíficas q u e no vul-
neren los intereses nacionales de los países en conflicto. L a solución a la que
se llegue debe respetar esos intereses, q u e son los mismos que México defiende
c o m o propios: la preservación de las distintas soberanías nacionales; la vincu-
lación de las políticas internas de cada país con las políticas externas del área
y del m u n d o , de suerte q u e los intereses nacionales encuentren expresión en
el m a r c o internacional; y p o r último, el establecimiento de u n orden interna-
cional q u e p e r m i t a él desarrollo de sistemas políticos plurales y su necesaria
convivencia.
C o n t i n u i d a d con lo ya establecido, consenso interno, apego a los princi-
pios, defensa de los intereses legítimos de la nación y fortalecimiento de su
tradición progresista y liberal, son los elementos que h a n d e t e r m i n a d o la polí-
tica exterior de México en C e n t r o a m é r i c a , mismos que d e t e r m i n a n la política
exterior de México en general, en cualquier región del m u n d o y en cualquier
relación, bilateral o multilateral.
Es difícil prever el curso futuro de los acontecimientos. Lo cierto es que
nuestro país, y todos los países del G r u p o C o n t a d o r a , están e m p e ñ a d o s —de
b u e n a fe, legítimamente y con b u e n a s bases políticas— en e n c o n t r a r caminos
q u e respondan al auténtico interés nacional de cada u n o de los países involu-
crados y a la vez propicien u n clima de seguridad y de paz p a r a la convivencia
entre los Estados del área. A esta vía diplomática parece oponerse la vía mili-
tar. Incluso es probable q u e la carrera bélica h a y a avanzado m á s velozmente
hasta a h o r a q u e la diplomacia. P e r o sería a b s u r d o q u e , en función de estas
situaciones de hecho, México a b a n d o n a r a toda acción p a r a dejar paso al desa-
rrollo de u n conflicto de consecuencias impredecibles para la región centroameri-
c a n a y p a r a los países del G r u p o C o n t a d o r a . Algunos de los acuerdos alcanza-
dos parecen respaldar u n razonable optimismo de q u e con el esfuezo conjunto
es posible todavía crear condiciones pacíficas en C e n t r o a m é r i c a , en el interés
d e todos y desde luego en el propio interés de México.

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