0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos) 39 vistas347 páginasVdocuments - MX Retorica Comunicacion y Realidad La Construccion Retorica de Las Batallas
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Alfonso Mendiola
RETORICA, COMUNICACION
Y REALIDAD
La construccion retorica de las batallas
en las crénicas de la conquista
aD) oe eatsUNIVERSIDAD IBEROAMERICANA
BIBLIOTECAFRANCISCO XAVIER CLAVIGERO
Mendiola, Alfonso
Retérica, comunicacién y realidad : la construccién retérica
de las batallas en las crénicas de la conquista
1. Narracién (Retérica). 2. Diaz del Castillo, Bernal, 1492 -
1581? Historia verdadera de la conquista de la Nueva Espafia
—Critica e interpretacion. 3. México - Historiografia. |.t.
PN 212 M46.2003
ta. edicion, 2003
DR© Universidad Iberoamericana, A.C.
Prol. Paseo de la Reforma 880
Col. Lomas de Santa Fe
01210 México, D.F.
ISBN 968-859-501-2
Impreso y hecho en México
Printed and made in Mexico
El presente ensayo forma parte del proyecto de investigaci6n “El impacto
de la cultura de lo escrito en la historia de México, siglos XVI-XX. Una
aproximacion desde la historia cultural’, financiado por el Consejo
Nacional de Ciencia y Tecnologia y la Universidad iberoamericana.inpice
L_CUESTIONESDEMETODO
1.1. Una teorfa de la observacién de observaciones __43
1.2 La comunicacién como la operacién.
de observar de la sociedad _60
35 1 i t i
delaculturade masas 8G
CON PRIMACIA RETORICA NS
2.1 La funcién de la experiencia en una cultura
con primacfa retérica 136
221 Fea pert ‘
ean oe si
2.3 La ret6rica vista externamente:
: ei ze
2.4 La construccién y el uso del conocimiento
en una sociedad con primacia retérica 234(1, EL ARS NARRANDI EN LAS RETORICAS ESPANOLAS
DEL SIGLO X¥I 249
3.1 La explicacién de la narrativa por la filosofia
analitica y la lingiifstica estructural 261
3.2 La narratio en la retéricas clésicas 299
3.3 La narratio en las retéricas espafiolas
del siglo XVI 317
ty, LA REALIDAD CONSTRUIDA POR LAS FORMAS RETORICAS 339
4.1 La narratio de la batalla de Cintla
como ordalfa divina 347
4.2 La narvatio de la caida de Tenochtitlan
como imagen escatolégica 383
Conclusién 407
Bibliografia 414INTRODUCCION
La conciencia histérica individualizante que surgié en el siglo
XIX, y que en realidad no distinguia sus premisas tedrico-tempo-
rales, es una consecuencia de la historizacién del tiempo, pero
sin embargo nunca llegé a expresarla adecuadamente. Ella rele-
va a una manera més antigua de representacién histrica
ejemplarizante, la cual cata bajo una especie de continuo moral
de pasado y presente, por lo que consideraba los acontecimientos
como un apoyo emptrico de la moral, pero jamas referidos a su
valor histdrico.
Niklas Luhmann
1. Hay una pregunta que estructura la forma y el contenido de
este libro: de qué realidad nos hablan las crénicas de la conquista
de México? Desde su formulacién esta cuestién revela una postu-
ra, pues Gnicamente se puede preguntar por el tipo de realidad, si
y solo si, se parte del postulado de que existen diversas realidades.
Si de antemano el lector cree que la realidad es la realidad y, por lo
tanto, no se puede utilizar en plural, la interrogacidn que motiva
esta investigacién aparece como absurda. Por ello, esta introduc
~ La pregunta, en mis primeros estudios de los cronistas, sur-
_ gid del asombro de ver cémo el historiador usa las crénicas. Para
que mi asombro adquicra toda su dimensién, presento una ima-
gen exagerada del uso tradicional de las crénicas en la investiga-ALFONSO MENDIOLA MEJiA 10
cién histérica. Sélo espero que no se malinterprete; no por ser
exagerada deja de ser verificable. Las obras escritas por los cronis-
tas son usadas, en la investigacién histérica actual, como minas de
informacién. Aunque, en la mayorfa de los casos, se acepta que
estan escritas desde una “mentalidad” cristiano-medieval, casi nun-
ca se extrae ninguna consecuencia de ese punto de partida. En el
mejor de los casos, su origen cristiano-medieval opera en el inves-
tigador par: “ ”
De tal manera siempre queda la impresién de que en ocasiones la
“realidad fuerte” se expresa por encima (0 al lado quizds) de su
visién teoldégica. Algo asi como lo siguiente: los cronistas comuni-—
can la “realidad” a pesar de ellos mismos. Por supuesto, cuando el
autor de la crénica es indigena, el historiador ya no duda de que
nos cuenta la “verdad”, porque —segtin el historiador— el venci-
do no tiene necesidad de legitimar su derrota. No responderéaqui
a las preguntas siguientes: zen procesos de dominacién cultural el
nacimiento bioldgico determina la postura y la visién de la reali-
dad? o gla visidn de la realidad no esté sujeta a conflictos de poder
y a dindmicas complejas de aculturacién? Dicho de otra manera:
"que europeizado? Estas no se resuelven a priori, sino con una in-
vestigacién minuciosa para cada situacién. Pues la rebelién contra
la dominacién, en ningun caso, es connatural al dominado.'
La informacién que se obtiene de ellas se divide en dos gran-
des ambitos de la historia de México. Uno, la reconstruccién his-
térica de la conquista y la evangelizacién; otro, el estudio de las
culturas prehispanicas. En un principio, mi interés se concentraba
en el segundo terreno de la investigacién, debido a que queria
mostrar cémo las crénicas de la conquista construyen la imagen
del indigena, pues en ese momento, me parecfa infundado que se
usaran los escritos de la conquista para hacer una especie de traba-
} Para comprender la complejidad de la postura que se define en contra de la
imposicién cultural se puede leer Mamadou Diouf (dit.), L’historiographie
indienne en débat. Colonialisme, nationalisme et sociésés postcoloniales. Una exce-
lente introduccién a la epistemolog(a de la historiografia postcolonial es la de
Guillermo Zermeio, “Condicién de subalternidad, condicién postmoderna y
jHacia una nueva forma de escritura de la historia?”.
saber histérico:TRODUCCION
uf
jo “ctnoldgico”.? En la actualidad, me parece insostenible el seguir
creyendo que las crénicas hablan de una “realidad histérica” en el
sentido moderno; esto es, el pensar que los relatos de la conquista
escritos en el siglo XVI pretenden dar cuenta de “las particularida-
des” de los acontecimientos. Por lo tanto, no se trata de escritos
s. Ellos convierten el hecho singular en he-
cho ejemplar, es decir, para dotar al hecho singular de sentido se le
debe someter a un modelo general normativo, o mejor dicho, a
convenciones morales que se creen universales. El evento singular
se comunica en su ejemplaridad moral, pues lo singular o indivi-
dual sélo se percibe como muestra o ejemplo del bien o del mal.
“La pregunta inicial sobre la realidad referida por las crénicas
es necesaria porque los historiadores no han sido capaces de dis-
i Al con-
trario, su interpretacién de las crénicas procede ahistéricamente
al no tomar en cuenta las condiciones de posibilidad sociales para
La
retérica, cuando atribuye la propiedad de verdad a un enunciado,
no se refiere a su empiricidad, sino a la memoria figurativa; esto
es, para la retérica, algo es verdadero porque la sociedad no lo ha
olvidado. Por ello, la realidad de las crénicas no corresponde a la
realidad que necesita el historiador actual para producir sus cono-
cimientos. Como se puede ver, de principio y: los tipos
SoS ETNgTE “. id
cuando la historizamos, pues de lo que se trata es de estudiar las
“operaciones querealizadanretéricaparareferitse.alo.real. Dicho de
2 Los mecanismos tetéricos en la comunicacién de la alteridad, en la socie-
dad premoderna, son estudiados en las Historias de Herédoto por Francois
Hartog en su obra Le miroir d’Hérodote. Essai sur la représentation de Uausre. Un
debate con la antropologia clasica se encuentra en Francis Affergan, La pluralité
des mondes. Vers une autre anthropologie.
3 Esto es lo que la modernidad entiende por lo empirico de la ciencia.ALFONSO MENDIOLA MEjia 12
manera més explicita, i ibro.es explicar la reali-
una ue se co:
Misprimerasiinvestigaciones* sobre las crénicas td Meudsacca-
beaspartindel programa de investigacién abierto Poreteotia de
* Feta aproximacién metodolégica objetivaba
la recepcién estética.
a las crénicas como comunicaciones, y entendfa a la comunica-
cién desde su receptor. POPESO TT METEs CONSISUMEM reconstruir
el horizonte de expectativas de los lectores, pues la crénica sélo
las concreti . Masqueenfocarme
‘Af Studiode la materialidad de la comunicacién, esto es, a la for-
ma material en que las obras llegaron a sus lectores potenciales,
Me THCPRL BB: reconstruir los procedimientos de interpretacién
que ponfan en prictica las comunidades de lectores.® FOP*FREHOP
mesllevéeavestudiar el modelo dominante de interpretacin: el
alegérico. Las obras en el siglo XVI, y aun durante el XVII, se lefan
de manera simbdlica y no referencial. NO"Mhe intereabs una his-
toria del libro en sf mismo,ine en sus apropiaciones por el lector;
pero tampoco en su apropiacién como compra o adquisicién del
libro (el estudio de bibliotecas privadas), sino eniswapFOpiaeisn
Sqnterpretativa. Dicho de manera més clara, mi preocupacién es
cémo se lefan estas obras.”
E : 3 icichcs .
Verlasinsaficienciaste la teoria hermenéutica de la recepcién.kas
Brii€eh y més importante, se encuentra en el centro del objetivo
ue la teoria-estética de la escuela de Constanza: la posibilidad de
d.§ La objecion
4 Me refiero principalmente a mi estudio sobre Bernal Diaz del Castillo
Alfonso Mendiola, Bernal Diaz del Castillo: verdad romanesca y verdad
historiogrdfica.
5 EI programa de la teoria de la recepcidn estética en su forma germinal se
encuentra en Hans-Robert Jauss, La historia de la literatura como provocacién.
© Sobre el concepto de “comunidades de lectores” se puede leer el ensayo de
Roger Chartier, “Comunidades de lectores”, en su texto El orden de los libros.
7 No en dénde se leia, sino a partir de qué cinones hermenéuticos se con-
cretizaba su sentido.
8 Sigue siendo un ensayo ejemplar sobre la relacién literatura/sociedad el de
Hans-Robert Jauss, “La douceur du foyer: La lirica en el afio 1857 como modelo13 /Awrnovuccion
“SUFBEUE carencia, en la hermenéutica de la recepcién, de una
teoria de la sociedad que gufe la investigacién sobre la relacién
entre literatura y sociedad. La escuela de Constanza, para llevar a
cabo la mediacién entre literatura y sociedad, utiliza el concepto
de “mundo de vida” de la fenomenologfa, reelaborado por la so-
ciologia de Alfred Schiitz.° Si el concepto de mundo de vida es util
para entender a la literatura inscrita en la sociedad, no lo es para
orientar la investigacién, en el mejor de los casos sdlo sirve como
indicador de la relacidn entre el lenguaje practico y el po¢tico. ba®
seguridad obje8i6n se debe a que la estética de la recepcién, al dar
tanto énfasis a la innovacién estética (distancia estética), no es
pertinente para el estudio de literaturas premodernas, esto ¢s, an-
tes de la autonomia del arte. Pues las crénicas, por estar escritas en
el siglo XVI, no pretenden frustrar la expectativa de sus lectores,
sino cumplirla. Lastercerasobjecién radica en que, para la escuela
de Jauss, la sociedad se reproduce por medio de acciones, lo que
hace muy complicado entender el fenémeno literario 0 comuni-
cativo en general.
La necesidad de resolver esas objeciones me Ilevé a la teorfa de
los sistemas sociales de Niklas Luhmann.'° En cuanto a la prime-
ra insuficiencia de la estética de la recepcién, Luhmann construye
una teoria de la sociedad que es compatible con lo fundamental
de la propuesta de la escuela de Constanza. Aquello.que:nospodiar
porderdeslarreoriadela Teck peion SEIT tsiguiente: elolibro
como operacién comunicativa, se realiza en el momento de la re-
PSAP Es decir, toda afirmacién verificable sobre el sentido de
un libro depende del horizonte de expectativas de los lectores. Por
ello, los enunciados sobre la interpretacién de un texto son siem-
pre relativos a una comunidad de lectores. Dicho de manera mds
de comunicacién de normas sociales”, en Experiencia estética y hermenéutica
literaria. Ensayos en el campo de la experiencia.
9 Para ver la apropiacién del concepto de mundo de vida por la sociologta se
puede consultar el libro de Maria Carmen Lépez Séenz, Investigaciones fenome-
nolégicas sobre el origen del mundo social. Para la historia del concepro de mundo
de vida se puede consultar la obra de Natalie Zaccaia-Reyners, Le monde de la vie.
10 Gf. Niklas Luhmanan, Sistemas sociales. Lineamientos para una teoria
general.ALFONSO MENDIOLA MESIA 14
clara, no es posible afirmar que el libro dice algo independiente-_
mente de una comunidad de lectores. Para decirlo con toda niti-
dez: lnnliororm ni coiniaiiniiaanemnen tT
materiales-—.s6lo,existen, en. ls apropiaciénade-l0® lectotes. Es
punto de partida lo que permite es fasear'! la interpretacién gue
se propone del texto, pues si se sostiene que el libro tiene sentido
en si, entonces no es verificable la concretizacin que se hace de
él. Por eso, ewandososchistoriadores.creen.que hacen.unadectira
amds“fieldeltexto™porgue lo leen directamenteryno"pormedio—
ado? No basta con leer de manera directa a Bernal, Gémara, 0
‘Torquemada, para tener una interpretacién histérica de sus tex-
tos, sino que es necesario conocer la enciclopedia seméntica y lite-
raria de la poca para saber qué entend{fan de esas obras los lectores
originarios,
La teoria de la sociedad de Luhmann asume la primacfa de la
recepcién en toda operacién comunicativa. Para él, la comunica-
cién Gnicamente se ha llevado a cabo en el acto de entender, esto
es, en la recepcidn, pues el acto de entender es cuando la comani-
cacién se observa como tal, es decir, a partir de la distincién entre
acto de comunicar ¢ informar,'? EPacto de entenderne significa
i le aceptarla o rec’
ata de una cot Por lo tanto, sin perder la
tesis central de la teorfa de la recepcién, la teorfa de los sistemas
sociales permite guiar la investigacién empirica de la relacién en-
"! Segtin Karl R. Popper, un enunciado sdlo pertenece al sistema de la cien-
cia cuando es “falseable”, esto es, cuando es posible someterlo a criterios de veri-
ficabilidad. En esta comprensién de la légica de la investigacién cientifica se
demuestra que existen afirmaciones que no pueden ser juzgadas desde la distin-
cidn verdad/falsedad, pues no toda afirmacién es cientifica. Véase Karl R. Popper,
La ligica de la investigacién cientifica.
12 Véase el cap. I, apdo. 1.2.1s /\wrnovuecion
tre literatura y sociedad, o mejor dicho, estudiar la “literatura de
la sociedad” como un subsistema. Para la modernidad como un
subsistema funcional y, para el siglo XVI, como un subsistema
estratificado, Ahora bien, esta distincién en los procesos de dife-
rencia sistémica (segmentario, estratificado y funcional) ayuda a
resolver la segunda objecién, pues la teorfa de Luhmann permite
estudiar el sistema literario en una sociedad donde no existe la au-
tonomifa del arte, como es el caso de las crénicas. En cuanto a la
‘ercera objecién, la teoria de los sistemas autopoiéticos y autorre-
ferenciales de Luhmann sostiene que nominate s us se
En consecuencia, sin perder la riqueza de la propuesta tedri-
ca de la recepcidn estética (pues la teorfa luhmanniana no la nie-
ga), por medio de la teorfa de Luhmann le aportamos al programa
de la escuela de Constanza una teoria de la sociedad. Debe quedar
claro lo siguiente: le las
ir dela 1
El trabajar a partir de la teorfa de Luhmann presenta proble
1 theretenaspasiciémaquensssniTPCOeigionseanrntP™:) estoy
obligado a exponer mi interpretacién de Ja teorfa de Luhmann
cada vez que expongo uno de sus conceptos; b) me remito cada
vez que es necesario a la cita textual, pero siempre explicito mi
comprensién de ella; c) Luhmann no estudié nunca el tema que
yo investigo, por lo tanto construyo conceptos que me va exigien-
do mi propio estudio; y d) espero que la riqueza de explicacién
que ofrece la teorfa de Luhmann sobre el tipo de realidad que
construye la comunicacién retérica sea una invitacién a leerlo.
'3 Esto se desarrolla en los caps. Ly Il.
14 No me refiero a que utilizo algunos conceptos de la teoria de los sistemas
sociales de Luhmann, sino que la aplico a mi investigacién en su arquitectura
global; por lo canto, parto de la distincién sistema/entorno, y todas las decisio-
nes tedricas se sujetan a esa distincién directriz. Por lo tanto, se puede decir que
es una investigacién histérica desde la teoria de los sistemas sociales luhmanniana.
En consecuencia, ésta es su riqueza y su limite, pues veo lo que la distincién
sistema/entorno me permite ver, y nada mis. En cuanto al cuidado y rigor con
que aplico la teoria de sistemas, y en relacién con la mayor o menor compleji-
dad que nos permute ver, a los lectores les corresponde juzgar.ALFONSO MENDIOLA MEJIA 16
2. En ningtin momento se niega la realidad. Pero debido a que me
pregunto por el tipo de realidad que refieren los relatos de la con-
quista, s{ parto de una nocidn de realidad “relativa a” ciertas ope-
raciones que la constituyen. Ante una concepcién de la realidad
en sf, esto es, independiente de un sistema observador (el indivi-
duo, la sociedad), sostengo qui i i
lativa a” un observador se caracteriza como un resabio de “viejo
idealismo” y, por otro lado, algo que aparece atin como mis grave,
es una postura relativista, De attend Welanto.quenome-con.
“sideromi un “idealista’ en cuestiones episte: cas, ni un “rel;
deslindarme de esas posiciones.
Con tespecto a la objecién de idealismo, primero caracteri-
zar€é lo que entiendo por tal, y después diré por qué me deslindo
de él. Por idealismo epistemoldgico entiendo aquella concepcién
de la realidad que sostiene que ésta sdlo existe en la mente (0 inte-
rioridad) del sistema observador (para facilitar las cosas, podemos
hablar del hombre, aunque sabemos que el idealismo aleman nunca
habl6 del hombre, sino del sujeto trascendental), por lo tanto, si
el sistema observador cambia su imagen interior de la realidad,
esta Ultima cambiard. Estoy de acuerdo en que la realidad tiene
més consistencia de lo que hace creer esa definicién del idealismo.
No es suficiente que el observador crea que puede atravesar pare-
des, para que lo pueda hacer. Sencillamente, si cualquier ser vivo,
en tanto que especie, construye una imagen del mundo que no
esté “adaptada a su entorno”, ese ser vivo deja de serlo. Lo anterior
no rechaza que cada especie animal construya una realidad en fun-
cién de sus propias capacidades; algunas se basan en el olfato,
otras en lo auditivo y, las mds débiles, en el lenguaje. En conse-
cuencia, cada una de ellas procesa su entorno de manera distinta,
pero todas ellas les permiten reproducirse.'®
Este punto lo desarrollo en el cap. 1, apdo. 1.1.
"© Esra nocién de realidad constructivista se puede estudiar en los siguientes
libros: Paul Watzlawick et al, La realidad inventada;, Paul Watzlawick y Peter17 /\wraopuccion
, mi nocidn de realidac
i: debido a que la
referencia (lo real) es el resultado funcional de una operacién, por
eso me sittio en un constructivismo operativo. Cuando quiero saber
por qué la realidad es asi y no de otra manera, este constructivismo
me exige hacerme la siguiente pregunta: gdesdequéoperaiormde
observaciomarealidad esasrynodeorra forma: La consigna que
debo seguir, cuando mi construccién de la realidad es distinta a la
de los otros, es: observavalobservado?. Esta consigna también me
aleja del idealismo, pues en él las condiciones de posibilidad de la
experiencia en general, esto es, la operacién de observacién, no
son observables empiricamente, pues ellas son trascendentales.'7
En cambio desde mi postura, toda operacién de observar es obser-
vable porque es empfrica, y no trascendental.
Por relativismo se entiende arbitrariedad en la construccién
de lo real, esto es, una especie de libertad absoluta en la caracteri-
zaci6n de lo real. Dicho de otra manera, se piensa que el relativista
puede afirmar /o que sea de la realidad. Vuelvo a iniciar por la
siguiente tesis: la realidad es mds “fuerte” de lo que el relativismo
cree, Esto sucede porque el sistema observador (individuo, socie-
dad, ciencia, derecho, retérica, etcétera) es menos libre de lo que
sugiere el relativismo. El sistema observador esta determinado
estructuralmente!® en su construccién de la realidad, pues depen-
de de la operacién anterior para iniciar la siguiente; es decir, son
Krieg (comps.), El ojo del observador. Contribuciones al constructivismo y
siumberto Maturana, La realidad: cobjetiva o construida?
” Por erascendental se entiende lo que permite que se dé la experiencia, pero
no viene de la experiencia. Esta distincién trascendental/empirico es una de las
primeras que crea la sociedad moderna para describir al emergente conocimien-
to de la ciencia. Lo que ella busca indicar es que la pretensién de universalidad
y necesidad del conocimiento cientifico no deriva de lo empirico, sino de lo
trascendental. Por lo tanto, si lo trascendental fuera empitico no podria dotar a!
conocimiento moderno de universalidad y necesidad.
'8 Espero que ahora no se vaya a pensar que en lugar de relativista soy
determinista. El concepto de determinacién estructural de los sistemas se expli-
ca en los caps. 1 y Hl.ALFONSO MENDIOLA MEJIA 18
sistemas con pasado, o mejor dicho, con historia. Si durante toda
la vida un individuo se ha dedicado a pintar, y solamente a eso, no
es posible que de un dfa para otro se convierta en furbolista profe-
sional. No hay tanta libertad en los sistemas observadores. Un
ejemplo que revela esta determinacién estructural de los sistemas,
se comprueba con la dificultad que la epistemologia ha tenido
para desprenderse de la distincién sujeto/objeto. Por més que lo ha
intentado durante un siglo, no ha sido capaz de lograrlo. Lo mis-
mo sucede con los conquistadores, pues su construccién operati-
va de la realidad del “Nuevo Mundo” no es arbitraria, sino que
depende de su historia anterior.
3. (Quéestoyshistorizandoemesteibro? Por supuesto se trata de
un acontecimiento inmerso en un proceso, pero el hecho que quie-
ro historizar es una forma especifica de construir el conocimiento:
la retérica. Noshagoshistoria de la retéricaysiffo historia de la ma-
nera en que una civilizacion, la europea, produjo y conservé sus
conocimientos por medio de mecanismos distintos a los cientifi-
cos. Esteslibrostrata de una historia de la comunicacién retérica
inmersa en la realidad que construyeron los cronistas en sus histo-
rias de la conquista y de la evangelizacin. Ebobjetivorderestarine
geen =: diferenciar la realidad construida por el subsistema
ncional ciencia, de la construida por el subsistema estratificado
retrica. Diferencia que nos remite a dos maneras de estructurar
la comunicacién: una, basada en los sistema de interaccién pro-
pios de la oralidad y, la otra, en los sistemas sociales comunes a la
escritura. El libro quiere ofrecer una respuesta a la siguiente pre-
guntar zcdmo motivaba la aceptacién de la comunicacién una so-
ciedad dominada por el uso de la retérica? Pero es necesario aclarar
nuevamente un aspecto: i i
jor el
tipo de realidad que refieren las comunicaciones escritas de los
cronistas, consistfa.en.hacer un rodco por las retéricas. Los relatos
de Ja conquista son producciones cognitivas retéricas, y por eso,
s6lo comprendiendo el modo en que ellas generan conocimien-19 /\wenovuccion
tos, podfa dar una explicacién de la realidad retérica que comuni-
can las crénicas. Espero que este sefialamiento sea suficiente para
que el lector entienda por qué dedico el capitulo Il a la distinci6n
entre conocimiento retérico y conocimiento cientifico.
¢Por qué no usar un concepto distinto a conocimiento cuando
hablo de la retérica y, de esta manera, reservarlo para la ciencia?
Primero, tuve la duda durante gran parte de la investigacién, pues
desde la autodescripcién kantiana de Ia ciencia el concepto de
conocimiento se autonomiza gracias al hecho de que es empirico
y, como se podrd ver a lo largo del libro, I6"@ue'Sostengo es que el
conocimiento retérico no es empirico.!? Isoxquesllamo® conoci-
miento retérico, desde Kant, corresponderiaymds al procedimien-
to del juicio estético, y como se sabe, el arte para él no produce
conocimicnto. Aspesardexodoypreferf Conservar elveérminio’ dc co-
nocimiento para la retérica por dos razones: a) porque a pesar de
que el conocimiento no se habfa autonomizado o diferenciado
de otras funciones” para la sociedad europea anterior a finales del
siglo XVII, la retérica era el medio para producir conocimientos.
En consecuencia, me interesaba que el lector actual se diera cuen-
ta de que i yes scmejani
i i 3 y b) para res-
petar la autorreferencialidad de los sistemas, esto es, antes de que
naciera la ciencia, la ret6rica se describfa a s{ misma como produc-
tora de conocimientos, y no como serd después, como pura orna-
mentacién.
Como estoy trabajando la funcién cognitiva de la retéricaen
las crénicas de la conquistadosejemplos.quepongorwan del naci-
miento de la retérica hasta finales del siglo XVII, y ademds abarcan
toda Europa. Lo anterior no quita que el cap/tulo III esté dedicado
alas retéricas espafiolas mds importantes de la primera mitad del
'9 Un estudio sobre Ia funcién de la experiencia en lo que denominamos la
ciencia griega es el de Geoffrey E. R. Lloyd, Origines et développement de la
science grecque. Para el estudio de la funcién de la experiencia en la ciencia me-
dieval se puede consultar el trabajo de Etienne Gilson, Etudes sur le réle de la
penste médiévale dans la formation du systéme cartésien.
20 Principalmente no se habfa diferenciado de la teologia y, por lo tanto, de
su funcién normativa o moralizante.ALFONSO MENDIOLA MEJiA 20
siglo XVI. E&t@tloxsefi@lomporque hay una forma ingenua del razo-
namiento en historia que se puede caracterizar de la siguiente
manera: “la excepcidn de la regla”. Este razonamiento se usa para
justificar que la Nueva Espafia es tinica, o mejor dicho, un ejem-
plar tinico. Esta argumentacién se usa de la siguiente manera: “eso
que dices sucedié en Europa, pero en Nueva Espafia es diferente”.
Cuando uno se remite a lo singular debe tratarse de algo singular
y; por lo tanto, no es generalizable, ni siquiera puede haber otro
caso igual; pero sa singularidad pura que tanto nombran los his-
toriadores no produce ningtin conocimiento. Mi interés consiste
en explicar el funcionamiento de la ret6rica, y ésta no la inventé la
Nueva Espajia, por lo tanto, considero que mis conclusiones se
pueden extender a toda sociedad que escribié utilizando manua-
les de retérica.
4, Delatétérica COMOSdlo un aspecto de la disposito: la narratio2
Unicamente llevo a cabo un andlisis de la forma de narrar del siglo
XVI en las crénicas. Desde la nocién contemporanea de narracién
seria un tema muy amplio, pero me refiero a la narratio como
parte de la composicién de un género discursivo retérico. Por ejem-
plo, el género judicial se compone de las siguientes partes: exordio,
narracién, argumentacién y peroracién; por lo tanto, lo que ana-
lizo es una parte del discurso. En el capitulo III presento la precep-
tiva retérica de cémo debfa narrarse segun los manuales de retérica
espafioles de la primera mitad del siglo XVI. M@puritonde,partida.,
Opongp la narracién a la descripcién a partir del aspecto de
la realidad al que cada uno de ellos se refiere. La narracién comu-
nicauna trama deacciones y la deseripeién un conjunto de cuali-
dades de una cosa, un paisaje, una persona, etcétera.”* Tanto la
narracién como la descripcién la realiza un sistema observador;
2" La estructura de las retéricas la explico en el cap. II, apdo. 2.2.
22 La distincidn entre narracién y descripcidn la explico en el cap. IIL.21 /Awrnooucci6n
en el caso particular del sistema social, la observacién opera como
comunicacién. En consecuencia, tanto la narracién como la des-
cripcidn s6lo existen en la sociedad como notificaciones de infor-
macién en un proceso comunicacional, y no como percepciones
de la conciencia. de
narrar de una sociedad estratificada que sigue dominada en su
comunicacién (a pesar de que ya existe la imprenta) por mecanis-
mos de motivacién orales.
del ars narrandi la hago exclu-
sivamente a dos relatos de batallas de la conquista de México: el
primero es la contienda de Cintla, que inicia el camino a la con-
quista de México. La segunda, es de la caida de Tenochtitlan. La
naturaleza narrativa de ambas batallas es diferente: la primera se
presenta como una ordalfa (0 juicio de Dios), mientras que la se-
gunda reproduce el modelo explicativo de la escatologia biblica.
Ademés, la de Cintla expone la decisién de Dios, por supuesto
favorable al ejército de Cortés, mientras que la caida de Tenochtidan
es un relato que legitima simbdlicamente el dominio castellano
sobre tierras americanas. Estos relatos los sigo en tres cronistas:
Francisco Lépez de Gémara, en su Conquista de México; Bernal
Dfaz, en su Historia verdadera...; y fray Juan de Torquemada, en su
Monarquia indiandzLeagtaaO Ue analiZat las mismas batallas en
tres cronistas distintos montiene:comonobjetivo mostrar diferen-
cias, sinoralscontrarioprevelar como hay una construccién del sen-
tido de las batallas semejante en los tres. No hay diferencias por-
que no son relatos que tengan como finalidad ofrecer datos
histéricos de los hechos, sino ofrecer una interpretacién moral de
ellos. jolos relatos de batallas porqué?debido al
recurso estilistico de la evidentia,** producem un alto grado de rea-
23 La distincién entre comunicacidn y conciencia la desarrollo en el cap. 1.
24 Es una forma de poner narrativamente “ante los ojos” del lector la batalla.
Este artificio narrativo es parte de una larga tradicién literario espaitola, que
alcanza su culminacién en el género de la picaresca. Sobre la picaresca espafiola
se puede consulrar el libro clasico de José Antonio Maravall, La literatura pica-
resca desde la historia social (principalmente el apéndice: “Mensaje que transmi-
te y ptiblico al que se dirige la novela picaresca”). El concepto de evidentia lo
expongo en el cap. Ill, apdo. 3.3.ALFONSO MENDIOLA MEJiA 22
lismo. Un verdadero genio en el uso de la evidentia es Bernal Diaz,
en su Historia verdadera.
5. Por tiltim isi i
delelibro. No porque el andlisis de las batallas se encuentre en el
Ultimo capitulo se debe concluir que tiene para m{ poca impor-
tancia. Al contrario, somde,sumo.valorparardemostrarel tipo de
realidad que refieren las crénicas, ya que sin el trabajo de los tres
capitulos anteriores no cabria la posibilidad de que el lector pu-
diera falsear** mi interpretacién de ellas. En otras palabras: sin un
trabajo de objetivacién de las crénicas seria inverificable mi lectu-
rade éstas. ntiend6 la construccién de las créni-
cas como objeto de conocimiento; dicho de otra manera, objetivar
es mostrar las operaciones que permiten construir las crénicas como
realidad, pues ellas no existen independientemente de esas opera-
ciones que las objetivan. En sus reflexiones epistemolégicas Pierre
Bourdieu siempre insiste cnghjasimemeStal coe
i sino princi P
plido con ella en el capftulo I.
Emehcapitulowexponge désdedéndethabl6y esto es, el modo
en que convierto a las crénicas en objetos de experiencia, pues sim
bajo conceptual “Dicho de otra
manera, el sei in no ofrece ninguin objeto para la investi-
gacién, y menos acepto esa frase tantas veces repetida de que las
fuentes dicen cémo investigarlas.
5
aparato, conceptual, le pueden:hablar.
lo. Tampoco acepto que ir con una postura teérica a
las fuentes sea ir a ellas prejuiciadamente, pues no hay mds prejui-
cio que la resistencia a la teorfa. Desde mi postura de una realidad
25 Cpr. Pierre Bourdieu, Méditations pascaliennes. Una de las aportaciones
mis interesantes, en lengua francesa, junto con las de Paul Ricoeur, a la episte-
mologia de la historia es la de Jean-Claude Passeron, Le raisonnement sociologique.
Lespace non-poppérien du raisonnement naturel.23 fh NTRODUCCION
determinada por la operacién del observador, toda aproximacién
las fuentes s j
¢
biarse la estructura del prejuicio. o mantenerse. De lo que se trata
es de aprender 0 no aprender.
Emebeapreulonrse encuentra el nucleo de la argumentacién,
dondeexpliéo la diferencia entre la cognicién retérica y la cienti-
fica; diferencia que se manifiesta en la diversa manera en que cada
una de ellas maneja la experiencia sbandiferenciarencre"ambas se
ret
sujeta a la o1 y la ciencia al texto ‘or lo
tanto, no es lo mismo el conocimiento en una sociedad donde
contintia dominando la oralidad, que en otra donde el impreso se
vuelve esencial.
la demostracién del tipo de
realidad que comunican las crénicas de la conquista. En el III se
reconstruye la nocién de narracién que manejan los manuales de
retérica espafioles de la primera mitad del siglo XVI, y en el capi-
tulo IV presento mi lectura de las batallas. Esta lectura tiene como
alidad tiltima mostrar que la realidad construida por las créni-
cas no puede ser usada por la ciencia histérica para contar la con-
quista ni la cultura ind{gena; sf pueden ser usadas, en cambio,
aDlan mas de
lel mundo no.
Espero que este libro abra mds preguntas de las que contesta.
La comunicacién sdlo tiene sentido si se enlaza con otra comuni-
cacién, y la comunicaci6n escrita s{ motiva la reflexidn.|
CUESTIONES DE METODO
En consecuencia, el mundo ya no es la totalidad de las cosas
(universitas rerum), sino un correlato de la observacion de ob-
servaciones.
Niklas Lubmann
Cuando se utilizan las crénicas de la conquista de México como
fuentes para la investigacién histérica, es muy comuin olvidar sus
propias caracteristicas comunicativas. Empecemos por enfrentar
esos olvidos que, como espero demostrar, determinan el modo!
como han sido lefdas hasta la fecha. Por otro lado, considero que
sélo se pueden tratar las cuestiones de método adecuadamente si
reconocemos la naturaleza del material? al que se las aplicaremos
ys para elucidar esta cuestidn, es necesario superar esos olvidos.
La pregunta sobre la naturaleza de las crénicas sdlo la pode-
mos contestar si reconstruimos sus procesos de produccién.? Por
' Me refiero a la interpretacién de las crénicas que es dominante. Esta hace
abstraccién del contexto histérico de produccién comunicativo de las crénicas,
y por eso las reduce al plano de sentido constatativo y literal.
2 Bl sistema ciencia se delimita a partir del cédigo binario verdad/no verdad
sin embargo, para poder aplicar este cédigo se necesita de un programa, que se
compone de una teorfa y de una metodologia. Esta caracteriza los procedimientos
interaos de la ciencia (sus modos de falsabilidad) y aquélla construye la realidad
que observa (lo cmpirico). Cuando nos referimos a la naturaleza de las crdnicas
estamos hablando de la teoria que nos permite construirlas como un objeto
externo a la ciencia. Desde una observacién de segundo orden (autobservacién),
tanto la metodologia (autorreferencia) como la teoria (heterorreferencia), son
distinciones de la propia ciencia, Esto lo desarrollaremos en el apdo. 1.
3 Decimos que tnicamente de esa manera por la siguiente raz6n: el tipo deALFONSO MENDIOLA MEJiA 26
éstos entendemos fas acciones que fueron necesarias para que los
textos pudieran circular y ser lefdos.‘ Para lograr determinar la
especificidad de estos productos culturales es indispensable mos-
trar las mediaciones —escritura, impresién, difusién, etcétera—
que fueron necesarias para que ellos alcanzaran a sus lectores.° La
necesidad de enfocarnos al estudio de ese conjunto de mediacio-
nes se vuelve indispensable para evitar una serie de criterios herme-
néuticos impuestos tradicionalmente a las apropiaciones de estas
obras. Una gran parte de las recepciones que circulan de los rela-
tos de la conquista hacen abstraccién de los procesos sociales y
culturales que les permitieron convertirse en comunicados litera-
rios. Por ello, sélo asumiéndolos en nuestra interpretacién podre-
mos comprenderlos en su complejidad.
El primer equivoco —que se plasma en los procedimientos
interpretativos de las crénicas— es creer que los “enunciados
6
narrativos”6 expresan percepciones.” Estos “enunciados narrativos”,
referencia que establece un discurso depende de los procedimientos que se si-
guen en su elaboracién, por lo tanto, sélo conociéndolos sabremos cual es la
naturaleza comunicativa que constituyen las crénicas.
“Si observamos cémo se desarrollan efectivamente las acciones comunicativas
en nuestra sociedad, podremos distinguir en relacién con los participantes
comunicativos diferentes ‘papeles de actuacién’. Mi hipétesis apunta al hecho
de que todas las acciones comunicativas se evan a cabo en el marco de cuatro
papeles diferenciables entre si: los participantes comunicativos actan como
productores, como mediadores, como receptores 0 como transformadores de
bases de comunicado. Tales papeles pueden ser asumidos sucesivamente y, en
parte, también al mismo tiempo; algunos participantes comunicativos pueden
asumir todos los papeles, aunque la mayoria solamente asume uno o dos”.
Siegfried J. Schmidt, Fundamentos de la ciencia empirica de la literatura, p. 96.
> En nuestro caso particular entendemos produccién de comunicados litera-
rios. Estos productores cuentan con medios distintos segtin las épocas. “Todo
productor de comunicados ha atravesado una historia de socializacién y, en una
determinada situacién de comunicacién, emprende la realizacién de un comu-
nicado segtin la estrategia de produccién gestada en el sistema de presuposicio-
nes comunicativas, es decir, lleva a cabo una accidn de produccién que conduce
aun resultado y que puede tener consecucncias”, [bid,, p. 280-1.
6 El concepto de enunciado narrativo lo desarrollo cn el cap. Il, apdo. 3.1.
7 *La conciencia se desarrolla, no importa qué tan parasitariamente, a partir
de esta base de realidad, pero con la tendencia puesta a observar, en primer térmi-1 /cuesiones DE METODO
y aun més los descriptivos, se han interpretado como el producto
de la visién de un individuo aislado de su contexto social. Casi se
acepta ingenuamente el postulado de la historiograffa grecolati-
na y medieval, que sostiene que la verdad depende del acto de ha-
ber visto. Para problematizar esta c4ndida relacién entre enunciado
y percepcién individual debemos distinguir entre comunicacién y
percepcién. La finalidad de introducir esta distincién es dar cuen-
ta de los procedimientos que se necesitan realizar para transfor-
mar una percepcién en una comunicacién de dicha percepcién.
Si tomamos en cuenta esta distincién se derivan las siguientes con-
secuencias: primera, se puede percibir sin tener que comunicar lo
percibido; segunda, la operacidn de percibir es distinta que la de
comunicar y, por tiltimo, la comunicacién de lo percibido consis-
te en convertir algo que sdlo estaba en la conciencia en algo que
estd en la sociedad. Esto no significa que conciencia y comunica-
cién no se necesiten mutuamente, sino que operan de manera
distinta.§ Por lo tanto, todo texto narrative o descriptivo, para
respetar su naturaleza, debe estudiarse como una operacién comu-
nicativa y no como una percepcién. En los relatos de las crénicas
no tenemos acceso a la experiencia interior o individual de un
probable testigo de los hechos, sino a la produccién contextua-
lizada? de una comunicacién literaria. Dicho de otra manera, las
no, lo que puede ver como mundo exterior. En porciones considerables de su
atencién, la conciencia es una conciencia perceptiva, sin posibilidades de percep-
cidn se atrofiarfa rapidamente”. Niklas Luhmann, La ciencia de la sociedad, p. 31.
8 Para no caer en explicar la comunicacién como un efecto de la conciencia,
Luhmann afirma que entre ambas hay un acoplamiento estructural. “El con-
cepto de acoplamiento estructural designa una relacién de simultaneidad, pero
no designa, por lo tanto, ninguna relacién causal. Un observador puede, por
supuesto, construir causalidades, por ejemplo, al observar que un pensamiento
definido constituye la causa para una comunicacidn correspondiente o vicever-
sa.(...] En la versién de la teorfa que aqui defendemos, la conciencia no partici-
pa menos, sino mis en la comunicacién, aunque no en el sentido de un sujeto
que propone su causa”. Ibid., p. 34.
° Por contextualizada queremos destacar que toda operacion comunicativa (y
aun més la literaria) se somete a reglas convencionales de orden discursive y no
sdlo gramatical. Por ello, no todo individuo puede participar en las comunica-
ciones literarias, ya que para hacerlo necesita conocer, aunque sea minimamente,
Ia tradicién literaria en la que vive.ALFONSO MENDIOLA MEJIA 28
cr6nicas no son la objetivacién de una operacién ps{quica sino de
una operacién comunicativa. Esta distincién nos sirve de orienta-
cién pues hace que no perdamos de vista el mundo literario don-
de se produce el enunciado narrativo.
Por ello, trabajar sobre las crénicas es enfrentarse a comuni-
caciones y no a experiencias interiores individuales. El material
sobre el que trabajamos es comunicativo (mds adelante veremos
las consecuencias que se derivan de ello) y no —como lo he di-
cho— perceptivo.!° Concluyamos lo siguiente: no estamos traba-
jando sobre percepciones construidas a través de una experiencia
individual, sino sobre percepciones que tuvieron que pasar por
convenciones 0 tradiciones literarias para ser plasmadas en un re-
lato. Por medio de esta distincién se destaca que el tinico acceso a
la interioridad 0 a lo psfquico de nuestros cronistas es por la me-
diacién de lo comunicado. Por lo tanto, la interioridad que expre-
san est4 determinada por esquemas de percepcidn interiorizados
socialmente. La percepcién individual,!" si es que la hubo (nos
teferimos al caso de Bernal), pasé por una operacién de selectivi-
dad determinada por su conversién en comunicacién, es decir,
estamos ante un trabajo de seleccién que transforma esa experien-
cia en un acto de comunicacién. Dicho de otra manera, aquello
que se conserva de la percepcién es exclusivamente lo que puede
ser comunicado. Y esto se debe a que el acto de comunicar implica
una scrie de operaciones selectivas que procesan esa experiencia
vivida. Por lo tanto, cuando trabajamos sobre las crénicas sélo
tenemos el proceso que va de la percepcién a la comunicacién. El
"© De los tres cronistas que vamos a estudiar slo Bernal Diaz del Castillo
participé en la Conquista, pues no es el caso de Francisco Lopez de Gémara ni
de fray Juan de Torquemada. Por la particularidad del caso de Bernal debere-
mos aclarar qué funcién tiene, dentro de sus relatos, de insistir en afirmar que él
lo vio; pero de antemano hay que hacer notar que la accién de ver aparece como
parte de un enunciado, es decir, que se transformé lo percibido en comunicacién.
41 “La distincidn sistemas psiquicos/sisemas sociales sugiere echar una mirada
a la tematica de fondo que la explica: la relacién entre individuo y sociedad.
Aunque expresada en estos términos no se perciba que se trata de una referencia
alos sistemas de conciencia y a los de comunicacién”. Niklas Luhmann, Jntroduc-
cién a la teorta de sistemas. Lecciones publicadas por Javier Torres Nafarrase, p. 185.29 /curstiones DE METODO
soporte del contenido de los relatos de la conquista no es la con-
ciencia sino la sociedad.
En cada sociedad se instituye una relacién entre el régimen
de lo visible y el régimen de lo comunicable, siempre y cuando
por “lo visible” entendamos el acto de contar o describir lo visto.
Frangois Hartog, en su estudio sobre las Historias de Herédoto,
explica con toda claridad la pertenencia del enunciado “haberlo
visto” a la sociedad y no al individuo: “Describir es ver y hacer ver;
es decir lo que viste, todo lo que viste y nada mds que lo que viste.
Pero si sélo puedes decir lo que viste, sdlo puedes ver lo que se
dice: tu, lector u oyente, pero también tui, testigo que cuentas”.!?
Como dice Hartog, uno sélo puede ver aquello que ha dicho,
aquello que uno no es capaz de describir, en sentido social, nunca
se vio; segtin nuestro planteamiento, sdlo sucedié en la conciencia.
Seria suficiente, para validar la distincién entre percepcién cons-
ciente y comunicacién social, recordar las situaciones en que una
persona es incapaz de yerbalizar el sabor de un guisado que acaba
de probar; al estar imposibilitado de expresar (de encontrar las
palabras adecuadas) su vivencia, ésta se queda en la conciencia y
nunca pasa a formar parte de la sociedad. Por esto, si tomamos a la
sociedad como punto de referencia, y no a la conciencia, lo visible
y lo expresable esedn siempre unidos. En la sociedad y desde la
sociedad sélo vemos lo que podemos comunicar, y por esto, siem-
pre hay una reduccién de complejidad de lo representado en la
conciencia cuando se pasa al decir. Si lo social existe en la opera-
cidn de comunicar, podemos concluir que la sociedad observa por
medio de comunicaciones.
El estudio de las crénicas nos exige, como hemos visto, hacer
una distincién, poco comtin para la sociologéa tradicional, entre
sistema ps{quico y sistema comunicativo, Esta diferencia, que orien-
ta nuestra investigacién, ha sido elaborada por Niklas Luhmann
en su teoria de los sistemas sociales:
La labor del pensamiento es siempre una labor del pensamiento en
una conciencia, y la comunicaci6n es siempre comunicacién en el
2 Francois Hartog, Le miroir.... op. cit., p. 259. He optado por presentar
traducidas todas las citas que hago de textos en francés. Las versiones son mias.ALFONSO MENDIOLA MEjiA 30
sistema social de la sociedad, Ambas operaciones pueden transcu-
rrir simulténeamente y ser vistas como unidad por un observador.
[...] Pero aun en tal caso, los sistemas se encuentran completamente
separados, puesto que las otras operaciones propias (cuyo entramado
hace precisamente posible la unidad de tales eventos elementales)
varfan necesariamente de sistema a sistema.'>
Esta distincién es importante para el estudio de las crénicas,
pues nos permite observar que el yo que aparece en la crénica no
es un yo psicolégico, sino un yo que forma parte de un tipo de
enunciacidn, es decir, cuando Bernal dice “yo lo vi”, “yo estuve
alli”, se trata de un yo comunicativo y no de un yo psiquico.'4
Ademas, algo derivado de la distincién entre sistema psiquico y
social es lo siguiente: la sociedad no es la suma de las conciencias,
sino una realidad emergente!> distinta a elas. La sociedad es un sis-
tema que no se puede derivar de las operaciones que realiza el
sistema psiquico, pues las operaciones que efectiia la conciencia
para reproducirse son distintas a las realizadas por la sociedad.
Esto puede sonar extrafio, pero no es diferente, en lo bdsico,!°a lo
3 Niklas Luhmann, La ciencia de la..., op. cit. p. 28.
4 el que la comunicacién utilice a personas como destinatarios y como
temas. Pero entonces deberia hablarse de personas en su antiguo y estricto sen-
tido, y no de individuos (seres humanos, conciencia, sujetos, etc.). Nombres y
pronombres utilizados en la comunicacién no tienen la mds minima analogia
con aquello que indican. Nadie es ‘yo’. Y lo es tan poco como la palabra manza-
na es una manzana”, Niklas Luhmann, Complejidad y modernidad. De la unidad
a la diferencia, p. 63.
15“Emergencia es un término que se utiliza en diversas disciplinas cientificas
y tiene un cardcter eminentemente metodolégico en el sentido de indicar los
Grdenes que deben quedar delimitados con precisién”. Niklas Luhmann, /ntro-
duccion a la teorta..., op. cit, p. 193,
6 Digo en lo bdsico, porque para la sociologia sistémica de Luhmann el
lenguaje, por carecer de operaciones propias que lo delimiten, no constituye un
sistema, sino sélo una estructura. Debido a que el lenguaje, para Luhmann, no
¢s un sistema, él orienta su investigacién a la comunicacién, que sf es un siste-
ma. “En oposicién a los fildsofos del lenguaje, que con frecuencia creen que el
lenguaje es un sistema —y en ocasiones inclusive creen que es el nico sistema
para la coordinacidn de relaciones vitales—, para el andlisis que aqui presenta-
mos resulta decisivo considerar el lenguaje como un no sistema que hace posi-31 /cuesniones DE METODO
que ha propuesto el “giro lingiifstico” con la critica de la existencia
de un lenguaje privado, en donde, por lenguaje privado, se en-
tiende el funcionamiento de la conciencia sin el uso de reglas pu-
blicas, en este caso, podriamos decir sociales.'? El abandono de la
filosofia de la conciencia por el “giro lingitistico” implicé, en el
Ambito de la investigacién histérica, que los estudiosos se volvie-
ran conscientes de que las fuentes utilizadas no son percepciones
sino comunicaciones. La consecuencia mds importante de esta
distincién es que el historiador no puede ir del documento a la
realidad sin remitirlo previamente al sistema de comunicacién en
el cual se inscribe. La realidad es el resultado de una observacién
objetivada en una descripcién.
Segtin Luhmann, los estudios mas avanzados del funciona-
miento de la conciencia o sistema ps{quico, no son los realizados
por la psicologfa experimental, sino por la fenomenologia de
Edmund Husserl. Sin pretender exponer exhaustivamente las apor-
taciones de Husserl sobre el modo como opera la conciencia, slo
nos interesa referirnos a ellas en la medida en que resultan titiles
para comprender mejor nuestra distincién entre percepcién refe-
rida al sistema psiquico y comunicacién referida al sistema social.
Primero, la conciencia opera por medio de representaciones: ideas,
pensamientos, imagenes. La nocién de representacién siempre
remite a un soporte de ella, y este soporte es la conciencia, es de-
cir, s6lo hay representacién para alguien y, en este caso, ese al-
guien es la conciencia. No hay conciencia sin representacién, ni
representacién sin conciencia. Este hecho determina que la con-
ciencia, por estar obligada a referir la representacidn a s{ misma,
sea refleciva. Para Luhmann la teflexividad de la conciencia signi-
fica un sistema aucorreferencial, es decir, siempre que se le repre-
senta algo, sabe que lo representado depende de sus operaciones
ble él solo la constitucién de sistemas en la esfera de la conciencia y la comuni-
cacién, al hacer posible el acoplamiento estructural de ambos tipos de sistema.
Pero esto significa que también debemos tomar ahora como concepto funda-
mental no al lenguaje, sino a la comunicacién’”. Niklas Luhmann, La ciencia de
la... op. city p. 43.
17 Gf. Saul Kripke, Witrgenstein: reglas y lenguaje privado; y Enrique Villa-
nueva, El argumento del lenguaje privado.ALFONSO MENDIOLA MEJIA 32
en tanto sistema en un entorno. Segundo, la conciencia, a pesar
de su reflexividad, no se encuentra encerrada en sf misma, pues
siempre es conciencia de algo; este algo es un fendmeno. Aun me-
jor, gracias a su cerradura —autorreferencial— es que puede abrirse
a su entorno —heterorreferencial. La conciencia nunca se reduce
a la vivencia yo siento, yo pienso, yo quiero, etcétera, sino que su
operacién sdlo termina cuando se refiere a algo: yo siento miedo,
yo pienso en maviana, yo quiero comer, por ejemplo. La concien-
cia funciona, al mismo tiempo, reflexiva y fenoménicamente. Este
modo de operar es lo que Husserl denomina intencionalidad.!*
El funcionamiento intencional de la conciencia determina el
modo en que ella produce sus elementos y su estructura. De ma-
nera mds precisa, el tipo de operacién que mantiene la dindmica
de la conciencia determina la forma en que ésta se relaciona con
las dimensiones del sentido —la material, la temporal y la so-
cial—. Si por observar entendemos una operacién consistente en
hacer una distincién e indicar uno de los lados, y lo que nosotros
pretendemos es diferenciar la percepcién propia de la conciencia
de la comunicacién propia de la sociedad, es necesario explicar
cémo observa cada una de ellas. Debe quedar claro que la obser-
vacién que realiza cada una de ellas depende de sus modos de
operar. Luhmann describe la observacién de la conciencia tratan-
do de distinguirla del de la comunicacién de la siguiente manera:
En la percepcidn [...] se aprende lo diverso, aunque de manera
diversa, como unidad. Lo distintivo desaparece en la esencia mis-
ma de la cosa. Vemos el arbol tinicamente como forma, como un
objeto limitado por la alteridad de lo otro que lo rodea. Pero la
mirada no cae en Ia oscilacién, no aprehende la distincién, sino
que aprehende el drbol gracias a su diversidad.
En este sentido (que lleva a cabo una abstraccién de la refe-
rencia a la sensorialidad), podemos aceptar la afirmacién de Mer-
*8 “Que la intencionalidad sea ‘la esencia de la conciencia’, delimita la tarea
propia de la fenomenologfa, tarea de descripcién de la conciencia en tanto que
conciencia-de”. Dense Souche-Dagues, Le développement de Vintentionalité dans
la phénoménologie husserlienne, p..1.33 /cuestiones DE METODO
leau-Ponty: “la perception est la pensée de percevoir quand elle est
pleine et actuelle”. Por el contrario, la comunicacién es y serd siem-
pre procesar una distincién como distincién y, mas precisamente:
procesar la distincién entre informacién y acto de comunicar.'?
La observacién de la conciencia, como dijimos arriba, se lleva
a cabo por medio de pensamientos (ideas, imdgenes). Ellos pue-
den utilizar el lenguaje o no (si se apoyan en él tienen mds capaci-
dad de control); esta posibilidad esta dada porque, al igual que el
sistema social, ellos observan y operan en el medio del sentido.”
Pero el pensar lingiifsticamente no es comunicacién. “Es posible
—dice Luhmann— que se nos haga aquf la objecién de que la
conciencia es capaz de pensar en forma lingiifstica. Indudable-
mente esto es cierto, pero tal pensamiento no es comunicacién”.?!
El sistema ps{quico, al carecer de las seménticas sobre el tiempo
que posibilita la comunicacidén, no tiene la potencialidad de la
sociedad para procesar la temporalidad. Dado que la conciencia
siempre es conciencia de algo, esto es, al ser siempre conciencia-
de, nunca puede quedarse en el vacfo, aun en los momentos en
que piensa en sf misma; por ello, la conciencia estructura el tiem-
po de tres modos: el presente como atencién, el pasado como re-
9 Niklas Luhmann, La ciencia de la... op. cit.. p. 20.
2° El concepto de sentido en la teorfa uhmanniana es fundamental y, al mis-
mo tiempo, diferente al uso que hacen de él otras teorias socioldgicas y, quizds
ms importante, también es diferente al de las teorfas lingiifsticas. Por eso pre-
sento la explicacién que José Almaraz da del concepto: “El argumento de
Luhmann es que ef concepto de sentido ha de definirse, ante todo, sin una referen-
cua al sujeto,en la medidaen que éste como identidad, como conjunto estabilizado
de relaciones significativas, presupone ya el concepto de sentido. Sin embargo
Luhmann hablard de ‘sistemas constitutivos de sentido’ (Sinkonstituirende
Systeme), sistemas que establecen relaciones. Con esta caracterizacién traza una
linea divisoria entre lo psiquico y lo social, por un lado, y el sustrato fisico-
orgénico de la accién o de la experiencia (sistemas orgdnicos y biolégicos), por
otro. Un sistema constitutivo de sentido es un ‘conjunto de sentido’ bajo el cual
se puede entender tanto un sistema psiquico, como unidad de un conjunto de
vivencias y acciones significativas, como un sistema social’. José Almaraz, “Niklas
Luhmann: antes de la autopoiesis"; pp. 233-4.
21 Niklas Luhmann, La ciencia de la... op. cit. p. 29.ALFONSO MENDIOLA MEJIA 34
cuerdo y el futuro como expectativa. El recuerdo y la expectativa
sélo adquieren sentido en funcién de la atencién, y no por sf mis-
mas. Por lo tanto, la organizacién del tiempo en las narraciones de
los cronistas no dependen de la conciencia (el individuo) sino de la
semantica de la temporalidad teolégico-salvifica.
Desde nuestro programa de investigacién, la tinica manera de
interpretar adecuadamente las crénicas de la conquista es atribu-
yéndolas a la sociedad y no ala conciencia. Por eso ahora debemos
diferenciar el modo de operar de la sociedad del de la conciencia.
La sociedad se reproduce por medio de comunicaciones:22 orales,
escritas, electrénicas, La comunicacién trasciende el Ambito de la
privacidad y de la representacién propios de la conciencia; ella es
ptiblica y externa. Por esto consideramos un error sostener que la
sociedad se reproduce por representaciones que operan intencio-
nalmente.?> La comunicacin se sujeta a reglas de orden social; pues
cuando alguien cuenta algo lo hace ya siempre inmerso en una
tradicién narrativa, bajo ciertas convenciones de género literario,
22 La teoria sociolégica funda comtinmente la sociedad en la accidn, por eso
es extrafio, como afirma la teorfa de los sistemas sociales, sostener que la socie-
dad se produce y reproduce por comunicaciones, pero s6lo al aceptar esta op-
cién teorética se puede concluir que la conciencia (el individuo) es entorno de
la sociedad, Luhmann lo explica de la siguiente manera: “Mi propuesta consiste
en tomar por base el concepto de comunicacidn, y de esta manera transponer la
teoria sociolégica del concepto de accién al de sistema. Esto permite presentar
al sistema social como un sistema operativamente cerrado, consistente silo de
sus propias operaciones, reproductor de las comunicaciones a partir de comu-
nicaciones. Con el concepto de accién las referencias externas son précticamen-
te inevitables. Dado que tiene que ser atribuida, una accién exige la referencia a
estados de cosas que no estan socialmente construidos: a un sujeto, a un indivi-
duo, para todos los propdsitos practicos incluso a un cuerpo viviente, 0 sea, a
un lugar en el espacio”, Niklas Luhmann, Complejidad..., p. 56.
23 Considero que gran parte de las dificultades de la historia de las mencali-
dades y, posterior mente, de la historia cultural, se encuentra en el hecho de que
siguen basando su metodologia y tcoria en cl concepto de representacin. La
manera de superarlas seria la de situarse en el concepto de comunicacién y
abandonar el de representacién, Pues las representaciones de las que habla la
historia cultural son descripciones que circulan rextualmente, esto ¢s, comuni-
caciones. Si se pasara de la representacién a la comunicacién se volveria relevan-
ce distinguir entre tecnologias de la palabra: oralidad y escritura,5 /curstiones DE METODO
es decir, pasa por otros filtros distintos a los que sigue la concien-
cia. Por lo tanto, partimos de que la interioridad no comunicada
es semejante a una caja negra a la que no se tiene acceso, es decir,
lo social sélo tiene acceso a la comunicacién, no lo tiene a la con-
ciencia. No hay nada menos accesible que ese lenguaje privado
de las representaciones de la conciencia. Por esto, las crénicas sdlo
se pueden entender como operaciones comunicativas literarias;
son formas de comunicaci6n, es decir, como productos sociales, y
no como experiencias interiores. Aunque Luhmann acepta que
existe un acoplamiento estructural entre conciencia y comunica-
cién, no piensa que la comunicacién sea el efecto de la concien-
cia, es decir, que lo expresado por medio de la comunicacién sea la
conciencia:
Pero por esta misma razén, la relacién entre conciencia y comuni-
cacién no puede entenderse de manera asimétrica, como lo reque-
rirfa la concepcién usual. La conciencia no es ni causa ni origen,
no es ni sustancia ni sujeto de la comunicacién. La comunicacién
no tiene lugar en forma tal que sea el sujeto el que primero toma la
decisién de comunicar, llevando luego a la practica tal designio,
para que, finalmente, como efecto de esta cadena causal, alguien
escuche o lea lo que se ha dicho o escrito.24
Si la sociedad se reproduce por medio de comunicaciones,
équé es un sistema comunicativo para la teorfa de los sistemas
sociales? Como habfamos adelantado, la percepcién observa sin el
uso de distinciones, mientras que la comunicacién lo hace proce-
sando distinciones. La comunicacién sélo se realiza si se lleva a
cabo una distincién y sélo continua si ésta se asume como tal.
Esta distincién se da entre participacién (Mitteilung) e informa-
cién, pero la propia distincién debe ser percibida asf como tal por
el quien la recibe.?> Es decir, para que se dé la comunicacién es
4 Niklas Luhmann, La ciencia de la..., op. cit. p. 49.
25 “A diferencia de las simples percepciones de conducta, la comprensién ha
de basarse sobre una distincién entre participacién (Mitteilung) ¢ informacién.
Este es el punto de partida, pues sin esta primary distinction no se verifica co-
municacién alguna’, Niklas Luhmann, Complejidad..., op, cit., p. 57.ALFONSO MENDIOLA MEJiA 36
necesario que la distincién la realice quien la comprende. Sélo
hay comunicacién cuando el oyente ha supuesto que existfa la
intencién de comunicar en lo percibido: de otra manera no ten-
dria por qué interrogarse por lo que se le quiso decir (la informa-
cién). En la esfera de las interacciones gestuales es comtin que
exista confusidn acerca de si se debe o no hacer la distincién. En la
gestualidad la distincidn no es explicita, por ello Luhmann sostie-
ne que aprender el uso del lenguaje nos prepara para aplicar la
distincién de la comunicacién a ese mundo de los comportamien-
tos. Si es posible comunicarse sin palabras, resulta imposible deter-
minar la frontera entre lenguaje y no lenguaje; por ello —segiin
Luhmann— el lenguaje no es un sistema, pues no puede diferen-
ciarse en él lo interno de lo externo:
Sdlo de este modo {por carecer de fronteras el lenguaje] podemos
explicarnos que el lenguaje practique con tal énfasis la distincién
entre acto de comunicar e informacién para que sea luego posible
cl surgimicnto de formas no lingiiisticas (aunque lingiiisticamen-
te dependientes) de la comunicaci6n; por ejemplo, por medio de
gestos 0 cualquier otro tipo de accién expresiva, formas que a su
vez no dejan duda alguna de que deberia proporcionarse una in-
formacién.?6
Con lo anterior debe quedar claro que existe un caso donde
no cabe duda sobre la intencién de comunicar, y éste es cuando se
usa el lenguaje. Quien usa el lenguaje no puede negar que su in-
tencidn era participar algo. La comunicacién, a cual analizare-
mos mis detalladamente en el segundo apartado de este capitulo,
€s una operacién que se compone de la sintesis de tres selecciones
participacién (Minteilung), informacién y comprensién. Al igual
que la conciencia, la comunicacién es reflexiva y referencial. La
reflexividad se expresa en el acto de comunicar, y la referencialidad
en la informacién que se comunica. En consecuencia, la comuni-
cacién como tal lleva a cabo una distincién entre autorreferencia y
heterorreferencia, pues puede tematizarse a si misma (“:qué qui-
26
Niklas Luhmann, La ciencia de la..., op. cit. p. 43.37 /corstiones DE METODO
siste decir con eso?”) o cuestionar la informacién que se dijo (“:no
estoy de acuerdo con tu opinién?”). La conciencia y la comunica-
cién son capaces de diferenciar entre lo interno y lo externo, es
decir, de tener fronteras claras. Esta semejanza se debe a que am-
bas se constituyen como sistemas que se diferencian de un entorno.
Tomar como punto de partida como —hemos tratado de
demostrar con la ayuda de la teorfa luhmanniana— que las créni-
cas se deben atribuir a la comunicacién y no a la conciencia, o
mejor dicho, que éstas no son espejos, més o menos limpios, que
nos permiten ver lo que sus autores percibieron, en tanto que in-
dividuos, abre un conjunto de preguntas. Pero no sélo las abre,
sino que también orienta el camino para poder contestarlas. ;Cudles
son las coerciones regulativas que la sociedad impone a las formas
de comunicacién literarias en el Imperio espafiol del siglo XVI?
2De qué manera las instituciones regulan las formas de comunica-
cidn en una sociedad estratificada, como lo era la espafiola en esa
€época’
se difunden esos discursos? Qué permite y qué oculta el escribir
desde una institucidn religiosa, como la de los franciscanos?, etcé-
tera. Aquello relatado y descrito en las crénicas depende de un
2Qué tipos de discursos coexisten en esa sociedad? ;C6mo
conjunto de convenciones sociales, las cuales se encuentran en
ellas como su punto ciego, es decir, como aquello que no pueden
ver. Por esto, nuestro trabajo consiste en ver lo que ellas no pue-
den ver, y que sin embargo, determina lo visto, Nuestro objetivo
es reconstruir las estructuras latentes de la realidad que comuni-
can las crénicas.
Nuestro propdsito es observar sus observaciones, las cuales,
por ser sociales, se presentan como comunicaciones y no como
percepciones. Para lograr nuestro objetivo nos centramos en la
institucién que rige los procesos de escritura de esa sociedad: la
ret6rica. Por retérica entendemos algo mds que un simple conjun-
to de reglas para escribir. Ella determina el conjunto de las formas
de comunicacién, tanto orales como escritas, del vértice social de
la Europa del siglo XVI. El aprendizaje de la retérica es el mecanis-
mo por el cual el cortesano se socializa, por ello, la retérica tras-
ciende la mera preocupacién de hablar correctamente. Se podria
decir que si la visi6n del mundo actual es cientifica, la del sigloALFONSO MENDIOLA MEJiA 38
XVI es retérica, siempre y cuando distingamos lo siguiente: en la
actualidad los procedimientos cientificos no determinan todas las
formas de comunicacién de la sociedad actual, mientras que en el
siglo XVI la retérica sf abarcaba todos los campos de la comunica-
cidn. Por esto, nuestra investigacién pretende mostrar cémo se
construye la realidad en una sociedad dominada por la retérica.
Ahora ya estamos en condiciones de contestar la pregunta
que nos hacfamos al inicio sobre la naturaleza de las crénicas. Di-
cho de otro modo, zcon qué tipo de objetividad trabajamos cuando
analizamos las crénicas de la conquista de México? La primera
consideracién, como hemos visto, es que las crénicas son comuni-
caciones y no percepciones. La segunda, que estas comunicaciones
se difunden a través de un medio especifico: /a eseritura. En con-
secuencia, las crénicas son comunicaciones escritas, y no orales.
Una cuestién, que dejamos en este momento de lado, es la de
aclarar el peso que tiene la oralidad en la estructura, el estilo y el
contenido de estos textos escritos. Adelantamos, sin demastrarlo,
que desde nuestro punto de vista, la escritura de las crénicas sigue
adn dominada por la oralidad, a pesar de que su medio de difu-
sién sea el escrito. Ademés, en el caso especifico de los tres cronis-
tas que analizaremos (Francisco Lépez de Gémara, Bernal Diaz
del Castillo y fray Juan de Torquemada) no estamos hablando ex-
clusivamente de una escritura manuscrita (caligrdfica), sino de una
escritura impresa (tipogréfica)27 La superficie organiza el espacio
grafico. La diferencia entre oralidad y escritura esté en la cufia de
la superficie: “La negligencia respecto de la sintagmatica de la es-
critura tanto en la lingiifstica tradicional como en la moderna se
debe, sobre todo, a la hipédtesis de que el modo en que los signos
” Los efectos de la tipografia en los procedimientos interpretativos de la
literatura del Siglo de Oro espafiol son analizados por Elisa Ruiz en su ensayo
“El artificio librario: de cémo las formas tienen sentido”. Ruiz sefiala lo siguien-
te en el inicio de su arciculo: “mi intencién es esbozar el estudio morfolégico de
los dispositivos materiales que se encuentran en los libros. La forma primigenia
que los textos tuvieron en su dia respondia a una estrategia significativa, estrate-
gia que no debemos olvidar so pena de mutilar gravemente la comprensién del
mensaje transmitido”. Antonio Castillo (comp.), Escribir y leer en el siglo de
Cervantes, pp. 285-6.39 /‘cuestiones DE METODO
escritos estan combinados en una superficie es una simple copia
directa en términos visuales del modo en que los signos orales se
combinan en el habla”.?® Como se sabe, muchas crénicas nunca
fueron impresas en cl momento de su emisién sino hasta mucho
tiempo después.”? La especificidad del material sobre el cual tra-
bajaremos es la siguiente: se trata de comunicaciones escritas que
se difundieron en su época como libros impresos.
En principio puede parecer obvia la caracterizacién que he-
mos hecho de las crénicas, y posiblemente lo sea, pero lo que no
¢s para nada obvio son las consecuencias metodoldgicas que deri-
vamos de ella. Las comunicaciones que utilizan como medio de
difusién la escritura, 0 el impreso, rompen con la limitante de la
relacién cara a cara, en consecuencia escinden la participacién de
la comprensién, mientras que en la oralidad se dan en el mismo
tiempo y en el mismo espacio. Por otro lado, el control que ejerce
la situacién de habla en la comprensién oral se pierde en la escri-
tura. La obra escrita, y aun mds la impresa, constituye operaciones
en la comunicacién que eran impensables desde la oralidad: leer y
escribir. En la oralidad se tomard la representacién de la cosa por
la cosa representada,*° lo que propiciard el pensamiento magico,
mientras que la escritura las distinguird, lo que favorecer4, lenta-
mente, la aparicién del pensamiento objetivista. Luhmann describe
de esta manera los cambios que produce la aparicién de la escritu-
ra en los sistemas comunicativos:
El efecto de la escritura consiste en la separacién espacial y tempo-
ral entre el acto de comunicar y la comprensién y en la inmensa
explosién de empalmes que asf se producen.
Las consecuencias inmediatas son: 1) un rechazo de la bené-
fica desaparicién inmediata de las palabras dichas, es decir, un re-
28 Desde la semidtica integracional, Roy Harris critica la concepcién del
estructuralismo del signo escrito. Roy Harris, Signos de escritura, p. 159.
2° Muchas de las crdnicas no alcanzaron la forma impresa y se quedaron
como manuscritos, y fue sino hasta los siglos XIX y XX que se convirtieron en
libros impresos.
2° Gf, David R. Olson, El mundo sobre el papel. El impacto de la escritura y la
Lectura en la estructura del conocimiento.ALFONSO MENDIOLA MEJiA 40
chazo a la facilidad del olvido; y 2) la adquisicién de un radio de
accién util para la reordenacién de las secuencias. Y, en efecto,
cada comunicacién est4 construida por medio de un reducido des-
carte y de un modo estrechamente secuencial. Uno habla después
del otro, de distinta mancra no es posible ordenar ningun proceso
de comunicacién. Esto vale también para la escritura. Pero la escri-
tura conserva lo que se comunica para secuencias que, al momen-
to, no son previsibles y esencialmente para empalmes indirectos.>!
Estas cualidades de la comunicacién escrita o impresa hacen
que el puiblico receptor sea totalmente distinto al de la oralidad.
Ya que la escritura escinde temporal y espacialmente la participa-
cion (el acto de escribir) de la comprensién (el acto de leer), se
crea la ilusién de que todo lector, aun el que se encuentra varios
siglos después de la participacién, puede apropiarse del sentido
del texto de manera inmediata. Dicho de otra manera, el lector se
considera, ilusoriamente, contempordneo del texto. Mientras en la
oralidad lo informado se desvanece en el mismo momento en que
es dicho, en cambio, en la escritura lo dicho permanece mis alld
del contexto de emisién. Esta capacidad de la escritura de sobrevi-
vir a su contexto de emisién genera un problema que se debe to-
mar en cuenta: la ruptura entre contexto y significado. Si toda
comunicacién anticipa por medio de una estructura de expectati-
vas las comunicaciones que se pueden empalmar con ella, por lo
tanto siempre est4 previendo un tipo de lector. Y ese lector pro-
yectado por el escritor es construido desde las convenciones
semanticas y literarias que él conoce.*”
3! Niklas Luhmann y Raffaele de Georgi, Téorfa de la sociedad, p. 107.
3? Este es el principio central del modelo interpretativo de la teorfa de la
recepcidn estética. Pero otra manera novedosa y sugestiva para inscribir un libro
en su contexto de emisién cs la que plantea el Hamado New Historicism que
nacié en oposicién al New Criticism. El representante mds notorio de esta cs-
cucla es Stephen Greenblatt, que ha desarrollado la mayor parte de su actividad
académica en la universidad de Berkeley. En su introduccién a la antologia que
elaboraron sobre este movimento, Antonio Penedo y Gonzalo Pontén dicen lo
siguiente: “Frente a la calificacién de la literatura como reflejo, Greenblatt pre-
fiere hablar de registro activo del pasado, implicado en las mismas operacionesaa
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nicas: primero, las crénicas no deben ser tratadas como percep-
ciones sino como comunicaciones; segundo, se trata de comuni-
caciones escritas y no orales y, tercero, son comunicaciones escritas
difundidas como obras impresas.
Definida la naturaleza de las crénicas de la conquista, nos
corresponde exponer el objetivo de nuestra investigacién. Dado
que nuestra intencién es elucidar la clase de realidad que constru-
yen estas obras, nos planteamos la siguiente pregunta: ;c6mo cons-
truye la realidad una sociedad que estructura su comunicacién a
partir de la retérica? De manera més explicita, nos interesa des-
cubrir cudles son las distinciones usadas por una cultura deter-
minada, en este caso la espafiola del siglo XVI, para observar (y
comunicar) los acontecimientos de la conquista. Para intentar res-
ponder esta interrogante nos centraremos tinicamente en los rela-
tos de batallas, pues, aparentemente, éstos serfan —para el lector
actual— los mis factuales de las crénicas. De las multiples narra-
ciones de batallas sélo estudiaremos la de Cintla y la que trata la
caida de Tenochtitlan. Si entendemos la conquista como un proce-
so militar, la investigacién se enfoca al inicio y al final del mismo.
El comienzo del proceso esta representado por la batalla de Cintla;
y su culminacién, por la caida de Tenochtitlan. Estos relatos de
batallas los estudiaremos tinicamente en tres cronistas: un clérigo
humanista, Francisco Lépez de Gémara; un soldado letrado, Bernal
Diaz del Castillo, y un fraile escolstico, fray Juan de Torquemada.
Los relatos se encuentran en las siguientes obras: Hispania Vitrix,
la Historia verdadera de la conquista de la Nueva Espana y la Mo-
narquta Indiana.”
Esta investigacién es sumamente problemdatica en términos
metodoldgicos, pues busca demostrar la contingencia del modo
en que fueron narrados estos hechos. Contingencia significa acep-
tar que los espafioles vieron lo que podian ver, por lo tanto, para
ellos esa contingencia no significaba arbitrariedad. “Podemos de-
35 Las ediciones que usaremos son las siguientes: Francisco Lopez de Gémara,
La conquista de México, edicién de José Luis de Rojas; Bernal Diaz del Castillo,
Historia verdadera de la conquista de la Nueva Espaiia, edicién critica pot Carmelo
Séenz de Santa Maria, y Fray Juan de Torquemada, Monarquia indiana, 7 voli-
menes, edicidn bajo la coordinacién de Miguel Lesn-Portilla4B /cuestiones DE MéTODO
cir también que la observacién —dice Luhmann— utiliza la pro-
pia diferenciacién como su punto ciego. Sdlo puede ver lo que
puede ver mediante esta diferenciacién. No puede yer lo que no
puede ver”. La contingencia existe para el lector moderno en el
momento en que observa la observacién de ellos. Desde la actua-
lidad somos capaces de revelar el punto ciego de la observacién
que los espafioles hicieron de la conquista, estudiar los supuestos
desde los cuales se conté la conquista. No se trata de afirmar que
el siglo XXI vea mds que el siglo XVI, sino que toda observacién
puede ser, después de ser realizada, observada. Nuestro estudio con-
sistird en observar cémo los espafioles del siglo XVI observaron por
medio de comunicaciones la conquista. Para hacerlo, hay que par-
tir de que la realidad no es una y la misma para todos, sino que es
siempre una realidad construida por la operacién de observar.
Ahora bien, lo importante estd en partir de una distincién entre la
realidad de la operacién de observar y, si esa operacién de observar
se sujet6 a criterios de falsabilidad. La observacién de los espafio-
les es una realidad, pero nunca sometieron —porque era imposi-
ble— esa observacién a una observacién de segundo orden basa-
da en la distincién verdadero/falso. Los espafioles observaron su
observacién en funcién de la distincién propia de la retérica: per-
suasién/no persuasién.
Lt
UNA TEORIA DE LA OBSERVACION DE OBSERVACIONES*”
Tampoco la observacion de las observaciones busca 0 encuentra
una respuesta definitiva a preguntas cognitivas; al contrario, se
expone a la observacién recurrente de las observaciones. Sin em-
bargo, obtenemos el aspecto adicional del cémo.
Niklas Luhmann
Intentar observar cémo observa el mundo la sociedad estratificada
del siglo XVI, plantea el siguiente problema metodolégico: ;c6mo
26 Niklas Luhmann, La ciencia de la... op. cit p. 66.
>7 “Por otra parte, con el metaconcepto de observacién, veo abrirse en formaALFONSO MENDIOLA MEJIA 44
es posible observar observaciones?, ;c6mo se pueden investigar
empiricamente las observaciones? 0, mds precisamente, ;c6mo se
observa una operacién particular como es la de observar? La cues-
tién no consiste en observar la realidad que el cronista observa,
cosa por demas imposible, sino cémo ¢l la observaba. Observar lo
observado por él presupondria que la realidad existe independien-
te de la operacién de observar,** y los textos de los cronistas no
son [a realidad, sino la observacién que ellos hicieron de ella. Di-
cho de otra manera, los cronistas no nos dan la realidad, sino ob-
servaciones de la realidad. La realidad no existe independiente de
las observaciones que se hace de ella, por esa no es posible verifi-
car las descripciones de los cronistas por medio de la investigacién
arqueolégica. Pues la ciencia arqueolégica observa de una manera
distinta al soldado, al clérigo o al fraile del siglo XVI. La realidad es
la referencia de la operacidn de observacién y no es independiente
de-ella. La tinica manera de observar lo:mismo es repitienda laope-
racién de observacién tal y como el observador la realizé. El soste-
ner que la realidad sicmpre es realidad obscrvada nos hace romper
con la distincién ontolégica entre pensar y ser: “La referencia (lo
que designa una observacién), ciertamente tiene que ser distinta
creciente, también otras posibilidades. Si se parte de la operacién del observa-
dor, la teorfa de sistemas resulta ser sélo un instrumento plausible, entre otros.
De hecho, en dos o tres ocasiones sostuve un seminario en el que se intenté
desarrollar diferenciaciones alternativas al complejo sistema/entorno, por ejem-
plo, la diferenciacién medio/forma o también la diferenciacidn evolutivo teéri-
ca de variaciéniseleccién, Entonces, se vuelve més claro que no todo puede ser
deducido de determinados axiomas de la teoria de sistemas. Creo que cada paso
concreto debe exigir tambign la introduccidn de otras diferenciaciones de ori-
gen distinto, De allf se podria decir que se empieza con una teoria de la obser-
vacién y se decide entonces, en un segundo paso, si uno quiere trabajar con
ayuda del esquema sistemafentorno, o del esquema medio/forma, etcétera”.
Niklas Luhmann, “Entrevista a Niklas Luhmann”, pp. 6-7.
34 “Sin embargo, no es posible sacar conclusiones de la realidad a partir de la
realizacién operativa de las observaciones, con respecto a su objetividad. Dicho
de otra manera, la realidad de la observacién no surge de una extensién hacia
un mundo quc existe independiente del observador y que sca comprendido por
todos los observadorcs, si éstos no se cquivocan, en un mismo sentido, porque
existe independicntemente de ellos”. Niklas Luhmann, La ciencia de la. op-
cit, p. 62.aa
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Esta situacién se hace especialmente evidente en la relacién entre
seres humanos y sistemas sociales. El concepto de interpenetraci6n
ofrece la clave para el andlisis ulterior de esta relacién, pues sustitu-
ye las doctrinas del derecho natural, asi como los intentos sociolé-
gicos que han trabajado con los distintos conceptos de necesidad y
las teorfas de los roles y de la socializacién. La relacién entre seres
humanos y sistemas sociales es mds comprensible si se recurre al
concepto de interpenetracién que con los conceptos sociolégicos
mencionados. La interpenetracién no los excluye, los incluye.*!
Solo al analizar los procesos de interpenetracién seremos ca-
paces de abandonar los acercamientos a los cronistas en términos
biogrdficos. Pues en la mayoria de los casos lo biografico se en-
tiende, en el estudio de los cronistas, como una trayectoria ajena a
los sistemas sociales. Nos interesa, siguiendo la terminologfa
luhmanniana, la persona y no “el ser humano”.4? Las crénicas como
comunicaciones estén determinadas por la estructura social y no
por lo psiquico y orgdnico. Los relatos de la conquista, debido a los
procesos de interpenetracién, se comprenden mejor si se inscri-
ben en la cultura teoldgico-cristiana que en factores individuales.
Si, como hemos dicho al inicio de este apartado, nuestro
objetivo es observar las observaciones de los cronistas, es necesario
explicitar en qué consiste la operacién de observar. Por un lado,
no se trata de observaciones realizadas por la conciencia, sino por
la sociedad; por otro, no nos interesa explicar el qué de la observa-
ci6n sino el cémo. Nuestro estudio consiste en observar obser-
vaciones atribuibles a la sociedad, pues éstas se presentan como
comunicaciones.
De manera normal, la observacién se distingue de la acci6n 0
del hacer. Por un lado, la observacién se concibe, comtinmente, co-
41 Niklas Luhmann, Sistemas..., op. cit., p. 202.
42“E] presente capitulo trata de un entorno especial de los sistemas sociales: el
de los seres humanos y sus relaciones con los sistemas sociales. Hemos optado por
la expresi6n ‘ser humano’ para asegurar que se trata tanto del sistema psiquico
como del sistema orginico del hombre. En este contexto, evitaremos en lo posi
ble la expresién ‘persona’, la cual reservamos para indicar la identificacién soci
de un complejo de expectativas dirigidas a un hombre individual”. Ibid, p. 199.47 /‘cusstiones DE METODO
mo pasiva y, por lo tanto, receptiva; mientras la accién se representa
como productiva. En nuestro caso no va a ser asf. Antes que nada,
vamos a entender la observacién como una operacién que ejecuta
el observador,4? es decir, cuando se observa se realiza algo. De lo
anterior se deriva la distincién entre operacién y observacién.
Entre ambos fenémenos existe —para quien los observa— una
relacién de complementariedad [...] Ni es posible separar ambos
fendémenos, ni existe una relacién de causalidad en el sentido de
aque Je operacién es'la causa y la observacién su efecto: Sélo:por
razones de la observacién, hay que descomponer la situacién como
es debido. Para la observacién de una operacién [...] basta una ob-
servacién simple de lo que sucede [...] Para la observacién de la
operacién como observacién, sin embargo, hay que hacer el esfuer-
20 por colocarse en un nivel de segundo orden, lo cual significa,
segiin una idea hoy en dia asimilada en la lingiifstica, un nivel con
componentes autorreferenciales.“4
Por ello, cuando afirmamos que la realidad es realidad observada,
nos referimos a que “lo real” sdlo se hace presente cuando se ha
realizado una operacién particular, la cual denominamos observa-
cién. Y para observar la operacién de observar se debe uno situar
en un metanivel. Precisemos un poco mds: lo real existe como
aquello a lo que nos referimos por medio de una operacién que es
una observacién. De esta manera, s6lo se tiene acceso a “lo real” si
se repite la operacién especifica que lo instituyé como tal. Enten-
der la realidad como el resultado de la operacién de observar nos
exige que elaboremos un concepto abstracto de observacién, el cual
trascienda la distincidn cldsica entre actuar y observar, es decir,
que parta de que el actuar es también una forma de observar.*>
“9 “El observador tiene que ser, si se pretende asegurar una continuidad de la
observacién, un sistema estructurado que se diferencia a si mismo del entorno”.
Niklas Luhmann, Introduccién a la teorta..., op. cit., p. 118.
4 Niklas Luhmann, La ciencia de la... op. cits, p. 61.
“5 “También una actuacién dirigida a un fin es una observacién con ayuda
de la distincién del estado marcado en Ia finalidad y el que se produce de otro
modo; y también comunicar es observar con la denominacién de una informa-ALFONSO MENDIOLA MEJIA 48
La operacién de observar consiste en la unidad de distinguir
e indicar. Esto se conoce a partir de Spencer Brown como “cons-
truccién operativa de formas”. Por forma se entiende “una Ifnea
de frontera que marca una diferencia y obliga a clarificar qué par-
te se indica cuando se dice que se encuentra en una parte y dénde
se debe comenzar si se quiere proceder a nuevas operaciones”.*°
Por lo tanto, para que la observacién se lleve a cabo, se debe trazar
una distincién (“esto y no lo otro”), y después, para que ésta se
actualice es necesario indicar 0 marcar uno de los dos lados de la
distincidn realizada; pues no habrfa observacién alguna si se per-
maneciera en la indiferencia de la distincién, esto es, si no se eli-
giera un lado de la misma: “Indicar es al mismo tiempo distinguir,
as{ como distinguir es, al mismo tiempo, indicar”.4” Como sélo es
posible observar cuando operamos una distincidn, el mundo o lo
real previo a toda distincién es inobservable, o mejor dicho invisi-
ble. La realidad aparece, de esta manera, como el soporte de toda
distincién. Dicho de otra forma, no hay acceso a lo real si no se
lleva a cabo un trazo o una marca que constituya una diferencia.
Pero, y esto es sumamente importante para nuestro tema, aunque
s6lo se indique uno de los lados de la distincién, los dos lados de
la forma existen en simultaneidad. Asi, cuando se desea indicar el
otro lado de la distincién (aunque insistimos que existen en
simultaneidad) debemos pasar la frontera que permitié hacer la
diferencia. El hecho de cruzar el limite presupone tiempo. En suma,
la orientacién del cruce necesita de una diferencia entre antes y
después, lo que esta distincién muestra es que no se pueden ver los
dos lados de la distincién al mismo tiempo, pues esto significarfa
que no se llevé a cabo una distincién. Como puede verse, sélo
podemos referitnos a lo real por medio de distinciones, y no de
manera inmediata.
En consecuencia, se ve lo que se ve gracias a la distincién que
se opera para referir algo en el mundo. Pero, como hemos dicho,
cién, a diferencia de lo que de otro modo hubiera podido ser posible”. Niklas
Luhmann, Observaciones de la modernidad, Racionalidad y contingencia en la
sociedad moderna, p. 92.
4 Niklas Luhmann y Raffacle de Georgi, Teoria de la... op. city p. 35.
4” Niklas Luhmann, /nsroduccién a la teorta..., op. cit. p. 65.aa
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orden, en tanto que operacién, también es incapaz de ver la dis-
tincién que usé para ver la observacién de primer orden. Para
lograr verla se necesitarfa realizar otra distincidn, esto es, llevar a
cabo una observacién de tercer orden, Con esto queremos sefialar
que no hay una observacién ultima que sirva de fundamento ab-
soluto de toda observacién, sino por el contrario, toda observa-
cién, por ser una operaci6n, es empirica y por lo tanto observable,
y nunca trascendental.*! El recurso para tolerar la contingencia de
lo real se encuentra en pasar de la pregunta del cémo es que se ve lo
que se ve, al qué es lo que se ve. Este camino, ha sido el del positi-
vismo o el del realismo ingenuo.
Ahora podemos constatar también, en una retrospectiva histérica,
que la observacién del qué, el formular y contestar preguntas de
tipo gué es (...] ycon ello toda la epistemologia prekantiana, siem-
pre se habia enfrentado a una forma de la desparadojizacién del
mundo, por lo cual no tenfa ningiin problema (o sélo de tipo téc-
nico) con la Iogica. La revolucién kantiana que se aprecia quizds
mejor en el Prdélogo a los Prolegémenos para una metafisica futura,
consiste en la sustitucién de preguntas sobre el qué por preguntas
sobre el cémo, independientemente de que se acepte o no la mane-
raen que el propio Kant se sustrae posteriormente a los problemas
de la autorreferencia y la paradoja mediante la diferenciacién entre
lo empitico y lo trascendental.
La observacién de la observacién convierte en histérico (re-
lativo) lo que para el primer observador aparecfa como natural
(absoluto). La ganancia de la observacién de segundo orden se
encuentra en ver aquello que el observador de primer orden no
puede ver. El objetivo programatico de la observacién de segundo
orden es la de aprender a ver lo inobservable para el observador de
primer orden. No es observable para el observador porque se trata
de la unidad del esquema de diferenciacién que aplica en la opera-
5" Por srascendental entendemos aquello que permite la manifestacién de lo
empirico pero no es empirico.
5? Niklas Luhmann, La ciencia de las. op. cit. p. 75.aa
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tante de las epistemologias contempordneas, cuestién que puede
ser entendida como la superacién del positivismo.
As{ se comprende que la teoria cognitiva académica no pudo asi-
milar, sino debié marginar el descubrimiento mds excitante de la
investigacién cognitiva moderna: cl descubrimiento de la datencia.
El término designa la posibilidad de observar y describir lo que
otros no pueden observar. En la epistemologia clisica no existia
esta posibilidad (a no ser disfrazada como error o como fuente de
error). No cabja en el esquema de observacién légico/ontoldégico.
La incapacidad misma para comprender la latencia permanecia la-
tente, era el punto ciego, era la condicién de poder observar con
este esquema. Sin embargo, hoy en dia es posible observar tam-
bién y sobre todo esto.*4
La semantica de lo latente ha evolucionado junto al desarro-
Ilo de la modernidad. Luhmann sugiere, en una breve historia del
concepto de lo latente, que las epistemologias modernas, hasta
con el constructivismo, siempre la vieron como un hijo ilegitimo:
“el hijo natural de la epistemologfa, al que no se le permite entrar
ni continuar el linaje”.° Por ello, segiin Luhmann, el uso de la
latencia se dio principalmente en la novela del siglo XVII: “El
lector obtiene una visién en la estructura de los motivos de los
héroes, que permanecen ocultos para ellos mismos. Piénsese en
Pamela de Richardson. El romanticismo expande esta posibili-
dad”.% Sin embargo, aunque hijo natural de la epistemologfa, la
latencia se tematiza con otras nociones en las epistemologia mo-
dernas. En una primera etapa aparece con los nombres de innatismo
(Descartes), apriorismo (Kant), costumbre (Hume), entre otros.
En esta primera etapa lo latente es considerado como ahistérico 0
propio de la naturaleza humana. En su segunda etapa se hace pre-
sente en las teorfas de la sociedad como ideologfa, intereses de
clase (Marx); y finalmente se convierte en la piedra de toque de la
teorfa psicoanalitica en su nocién de inconsciente (Freud).
54 Niklas Luhmann, La ciencia de la... op. cit, p69
8 Wbid., p.70.
%6 Loc, cit.aa
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dad, etcétera, porque partian de una visidn ontoldgica de la rea-
lidad. Con estas distinciones en las formas de diferenciacién se
comprende por qué la modernidad ha tematizado con tal interés
la problematica de la latencia: observar lo que est4 a espaldas del
observador.
La observacién de segundo orden lo que saca a relucir es que ya noes
posible sicuarse en el orden de la naturaleza, ni en el de las inten-
ciones de la vida buena y verdadera de la antigua filosofia politica.
El modo de funcionamiento de los sistemas es la observacién de
segundo orden y, de alli, la conciencia necesaria de una base cons-
titutiva de contingencia que traspasa a todos los sistemas sociales.
Lo artificial, lo cambiable, lo necesitado de constantes explica-
ciones, parece que es lo que puede ofrecer el modo de ser de la mo-
dernidad.®!
A partir del siglo XVII en adelante, la funcién histérica de la
critica consiste en ver lo que el otro, desde su perspectiva, no pue-
de ver. La critica, entendida como ilustracién, pretende mostrarle
al observador de primer orden lo que no puede ver: lo latente.°? El
concepto de critica expresa con toda claridad la paradoja de la
observacién en la estructura latente: ;Cémo se puede ver algo que
no es visible? Sélo gracias a la existencia de otro observador (0
puede ser el mismo observador, pero como observador que se ob-
serva) que mediante una observacién especializada se orienta a la
unidad de la distincién que pone en prdctica el primer observador
para referirse al mundo.
La observacién de segundo orden no es el empleo de una ldgica
formal abstracta, sino el esfuerzo por observar aquello que el ob-
servador no puede ver, por razones de posicién. La observacién de
segundo orden debe fijar con exactitud el punto desde el cual se
observa cémo el otro observa el mundo. O dicho de manera més
Niklas Luhmann, Jusroduccién a la teorla..., op. cit., p. 130.
® Lo ingenuo de toda postura critica, segdin Luhmann, se encuentra en creer
que quien hace la critica no tiene, él mismo, un punto ciego. Cf. Niklas
Luhmann, “En cl ocaso de la sociologfa critica”.55 /cuestiones DE METODO
precisa: qué esquema de diferencia utiliza aquel a quien se observa.
Inmediatamente surgen, entonces, distintos planos de observacién:
el observador de segundo orden distingue la observacién (obser-
vada) de otras observaciones. Y esto de manera muy distinta al
observador de primer orden que ha aplicado un esquema de ob-
servacién, por ejemplo: moral/amoral, cercano/lejano, personal/
impersonal.®
Esta observacién especializada descubre distintos planos por-
que coloca entre paréntesis la totalidad del mundo para concen-
trarse exclusivamente en lo observado por el observador. Esta
emergencia de lo latente en la modernidad nos sefiala dos cosas: a)
todo observador, en el momento en que observa, tiene un punto
ciego, y b) se necesita otra observacién para revelar ese punto cie-
go. Metodoldgicamente podemos concluir que toda descripcién
de lo real presupone algo latente: dicho de otro modo, que la rea-
lidad siempre es realidad para alguien™ y nunca realidad en si.
Debe quedar claro para quién lo latente es tal, porque de no
ser asf estarfamos envueltos en una afirmacién absurda. Pues ;c6mo
es posible que lo invisible se pueda ver? Lo latente es un compo-
nente necesario de la operacién de observar, no hay observacién
sin un punto ciego para el observador. Ese punto ciego —lo laten-
te— de la observacién sdlo es visible para una segunda observa-
cién. Pero esta segunda observacién, aunque revela lo latente de la
primera observacién, en tanto que observacién, también tiene un
punto ciego que la hace posible. Por lo tanto, lo latente se hace
visible por la segunda observacién que se especializa en hacer ora
diferenciacién —observador/observacién— para poder ver el es-
quema de la distincién aplicada por el primer observador. “Toda
observacién es, al ser dependiente de una diferenciacién, latente
para sf misma. Pero precisamente esto puede ser observado me-
diante otra diferenciacién. Lo que no puede ser observado, es ob-
servable —si bien tinicamente mediante un cambio de esquema,
© Niklas Luhmann, Jntroduccién a la teorta.... op. cit., pp. 126-7.
Esta formulacién nos recuerda la fenomenologfa: la diferencia en Luhmann
es que ese alguien no es un sujeto sino un sistema autorreferencial y autopoiético.
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