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Vdocuments - MX Retorica Comunicacion y Realidad La Construccion Retorica de Las Batallas

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Alfonso Mendiola RETORICA, COMUNICACION Y REALIDAD La construccion retorica de las batallas en las crénicas de la conquista aD) oe eats UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA BIBLIOTECAFRANCISCO XAVIER CLAVIGERO Mendiola, Alfonso Retérica, comunicacién y realidad : la construccién retérica de las batallas en las crénicas de la conquista 1. Narracién (Retérica). 2. Diaz del Castillo, Bernal, 1492 - 1581? Historia verdadera de la conquista de la Nueva Espafia —Critica e interpretacion. 3. México - Historiografia. |.t. PN 212 M46.2003 ta. edicion, 2003 DR© Universidad Iberoamericana, A.C. Prol. Paseo de la Reforma 880 Col. Lomas de Santa Fe 01210 México, D.F. ISBN 968-859-501-2 Impreso y hecho en México Printed and made in Mexico El presente ensayo forma parte del proyecto de investigaci6n “El impacto de la cultura de lo escrito en la historia de México, siglos XVI-XX. Una aproximacion desde la historia cultural’, financiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnologia y la Universidad iberoamericana. inpice L_CUESTIONESDEMETODO 1.1. Una teorfa de la observacién de observaciones __43 1.2 La comunicacién como la operacién. de observar de la sociedad _60 35 1 i t i delaculturade masas 8G CON PRIMACIA RETORICA NS 2.1 La funcién de la experiencia en una cultura con primacfa retérica 136 221 Fea pert ‘ ean oe si 2.3 La ret6rica vista externamente: : ei ze 2.4 La construccién y el uso del conocimiento en una sociedad con primacia retérica 234 (1, EL ARS NARRANDI EN LAS RETORICAS ESPANOLAS DEL SIGLO X¥I 249 3.1 La explicacién de la narrativa por la filosofia analitica y la lingiifstica estructural 261 3.2 La narratio en la retéricas clésicas 299 3.3 La narratio en las retéricas espafiolas del siglo XVI 317 ty, LA REALIDAD CONSTRUIDA POR LAS FORMAS RETORICAS 339 4.1 La narratio de la batalla de Cintla como ordalfa divina 347 4.2 La narvatio de la caida de Tenochtitlan como imagen escatolégica 383 Conclusién 407 Bibliografia 414 INTRODUCCION La conciencia histérica individualizante que surgié en el siglo XIX, y que en realidad no distinguia sus premisas tedrico-tempo- rales, es una consecuencia de la historizacién del tiempo, pero sin embargo nunca llegé a expresarla adecuadamente. Ella rele- va a una manera més antigua de representacién histrica ejemplarizante, la cual cata bajo una especie de continuo moral de pasado y presente, por lo que consideraba los acontecimientos como un apoyo emptrico de la moral, pero jamas referidos a su valor histdrico. Niklas Luhmann 1. Hay una pregunta que estructura la forma y el contenido de este libro: de qué realidad nos hablan las crénicas de la conquista de México? Desde su formulacién esta cuestién revela una postu- ra, pues Gnicamente se puede preguntar por el tipo de realidad, si y solo si, se parte del postulado de que existen diversas realidades. Si de antemano el lector cree que la realidad es la realidad y, por lo tanto, no se puede utilizar en plural, la interrogacidn que motiva esta investigacién aparece como absurda. Por ello, esta introduc ~ La pregunta, en mis primeros estudios de los cronistas, sur- _ gid del asombro de ver cémo el historiador usa las crénicas. Para que mi asombro adquicra toda su dimensién, presento una ima- gen exagerada del uso tradicional de las crénicas en la investiga- ALFONSO MENDIOLA MEJiA 10 cién histérica. Sélo espero que no se malinterprete; no por ser exagerada deja de ser verificable. Las obras escritas por los cronis- tas son usadas, en la investigacién histérica actual, como minas de informacién. Aunque, en la mayorfa de los casos, se acepta que estan escritas desde una “mentalidad” cristiano-medieval, casi nun- ca se extrae ninguna consecuencia de ese punto de partida. En el mejor de los casos, su origen cristiano-medieval opera en el inves- tigador par: “ ” De tal manera siempre queda la impresién de que en ocasiones la “realidad fuerte” se expresa por encima (0 al lado quizds) de su visién teoldégica. Algo asi como lo siguiente: los cronistas comuni-— can la “realidad” a pesar de ellos mismos. Por supuesto, cuando el autor de la crénica es indigena, el historiador ya no duda de que nos cuenta la “verdad”, porque —segtin el historiador— el venci- do no tiene necesidad de legitimar su derrota. No responderéaqui a las preguntas siguientes: zen procesos de dominacién cultural el nacimiento bioldgico determina la postura y la visién de la reali- dad? o gla visidn de la realidad no esté sujeta a conflictos de poder y a dindmicas complejas de aculturacién? Dicho de otra manera: "que europeizado? Estas no se resuelven a priori, sino con una in- vestigacién minuciosa para cada situacién. Pues la rebelién contra la dominacién, en ningun caso, es connatural al dominado.' La informacién que se obtiene de ellas se divide en dos gran- des ambitos de la historia de México. Uno, la reconstruccién his- térica de la conquista y la evangelizacién; otro, el estudio de las culturas prehispanicas. En un principio, mi interés se concentraba en el segundo terreno de la investigacién, debido a que queria mostrar cémo las crénicas de la conquista construyen la imagen del indigena, pues en ese momento, me parecfa infundado que se usaran los escritos de la conquista para hacer una especie de traba- } Para comprender la complejidad de la postura que se define en contra de la imposicién cultural se puede leer Mamadou Diouf (dit.), L’historiographie indienne en débat. Colonialisme, nationalisme et sociésés postcoloniales. Una exce- lente introduccién a la epistemolog(a de la historiografia postcolonial es la de Guillermo Zermeio, “Condicién de subalternidad, condicién postmoderna y jHacia una nueva forma de escritura de la historia?”. saber histérico: TRODUCCION uf jo “ctnoldgico”.? En la actualidad, me parece insostenible el seguir creyendo que las crénicas hablan de una “realidad histérica” en el sentido moderno; esto es, el pensar que los relatos de la conquista escritos en el siglo XVI pretenden dar cuenta de “las particularida- des” de los acontecimientos. Por lo tanto, no se trata de escritos s. Ellos convierten el hecho singular en he- cho ejemplar, es decir, para dotar al hecho singular de sentido se le debe someter a un modelo general normativo, o mejor dicho, a convenciones morales que se creen universales. El evento singular se comunica en su ejemplaridad moral, pues lo singular o indivi- dual sélo se percibe como muestra o ejemplo del bien o del mal. “La pregunta inicial sobre la realidad referida por las crénicas es necesaria porque los historiadores no han sido capaces de dis- i Al con- trario, su interpretacién de las crénicas procede ahistéricamente al no tomar en cuenta las condiciones de posibilidad sociales para La retérica, cuando atribuye la propiedad de verdad a un enunciado, no se refiere a su empiricidad, sino a la memoria figurativa; esto es, para la retérica, algo es verdadero porque la sociedad no lo ha olvidado. Por ello, la realidad de las crénicas no corresponde a la realidad que necesita el historiador actual para producir sus cono- cimientos. Como se puede ver, de principio y: los tipos SoS ETNgTE “. id cuando la historizamos, pues de lo que se trata es de estudiar las “operaciones querealizadanretéricaparareferitse.alo.real. Dicho de 2 Los mecanismos tetéricos en la comunicacién de la alteridad, en la socie- dad premoderna, son estudiados en las Historias de Herédoto por Francois Hartog en su obra Le miroir d’Hérodote. Essai sur la représentation de Uausre. Un debate con la antropologia clasica se encuentra en Francis Affergan, La pluralité des mondes. Vers une autre anthropologie. 3 Esto es lo que la modernidad entiende por lo empirico de la ciencia. ALFONSO MENDIOLA MEjia 12 manera més explicita, i ibro.es explicar la reali- una ue se co: Misprimerasiinvestigaciones* sobre las crénicas td Meudsacca- beaspartindel programa de investigacién abierto Poreteotia de * Feta aproximacién metodolégica objetivaba la recepcién estética. a las crénicas como comunicaciones, y entendfa a la comunica- cién desde su receptor. POPESO TT METEs CONSISUMEM reconstruir el horizonte de expectativas de los lectores, pues la crénica sélo las concreti . Masqueenfocarme ‘Af Studiode la materialidad de la comunicacién, esto es, a la for- ma material en que las obras llegaron a sus lectores potenciales, Me THCPRL BB: reconstruir los procedimientos de interpretacién que ponfan en prictica las comunidades de lectores.® FOP*FREHOP mesllevéeavestudiar el modelo dominante de interpretacin: el alegérico. Las obras en el siglo XVI, y aun durante el XVII, se lefan de manera simbdlica y no referencial. NO"Mhe intereabs una his- toria del libro en sf mismo,ine en sus apropiaciones por el lector; pero tampoco en su apropiacién como compra o adquisicién del libro (el estudio de bibliotecas privadas), sino eniswapFOpiaeisn Sqnterpretativa. Dicho de manera més clara, mi preocupacién es cémo se lefan estas obras.” E : 3 icichcs . Verlasinsaficienciaste la teoria hermenéutica de la recepcién.kas Brii€eh y més importante, se encuentra en el centro del objetivo ue la teoria-estética de la escuela de Constanza: la posibilidad de d.§ La objecion 4 Me refiero principalmente a mi estudio sobre Bernal Diaz del Castillo Alfonso Mendiola, Bernal Diaz del Castillo: verdad romanesca y verdad historiogrdfica. 5 EI programa de la teoria de la recepcidn estética en su forma germinal se encuentra en Hans-Robert Jauss, La historia de la literatura como provocacién. © Sobre el concepto de “comunidades de lectores” se puede leer el ensayo de Roger Chartier, “Comunidades de lectores”, en su texto El orden de los libros. 7 No en dénde se leia, sino a partir de qué cinones hermenéuticos se con- cretizaba su sentido. 8 Sigue siendo un ensayo ejemplar sobre la relacién literatura/sociedad el de Hans-Robert Jauss, “La douceur du foyer: La lirica en el afio 1857 como modelo 13 /Awrnovuccion “SUFBEUE carencia, en la hermenéutica de la recepcién, de una teoria de la sociedad que gufe la investigacién sobre la relacién entre literatura y sociedad. La escuela de Constanza, para llevar a cabo la mediacién entre literatura y sociedad, utiliza el concepto de “mundo de vida” de la fenomenologfa, reelaborado por la so- ciologia de Alfred Schiitz.° Si el concepto de mundo de vida es util para entender a la literatura inscrita en la sociedad, no lo es para orientar la investigacién, en el mejor de los casos sdlo sirve como indicador de la relacidn entre el lenguaje practico y el po¢tico. ba® seguridad obje8i6n se debe a que la estética de la recepcién, al dar tanto énfasis a la innovacién estética (distancia estética), no es pertinente para el estudio de literaturas premodernas, esto ¢s, an- tes de la autonomia del arte. Pues las crénicas, por estar escritas en el siglo XVI, no pretenden frustrar la expectativa de sus lectores, sino cumplirla. Lastercerasobjecién radica en que, para la escuela de Jauss, la sociedad se reproduce por medio de acciones, lo que hace muy complicado entender el fenémeno literario 0 comuni- cativo en general. La necesidad de resolver esas objeciones me Ilevé a la teorfa de los sistemas sociales de Niklas Luhmann.'° En cuanto a la prime- ra insuficiencia de la estética de la recepcién, Luhmann construye una teoria de la sociedad que es compatible con lo fundamental de la propuesta de la escuela de Constanza. Aquello.que:nospodiar porderdeslarreoriadela Teck peion SEIT tsiguiente: elolibro como operacién comunicativa, se realiza en el momento de la re- PSAP Es decir, toda afirmacién verificable sobre el sentido de un libro depende del horizonte de expectativas de los lectores. Por ello, los enunciados sobre la interpretacién de un texto son siem- pre relativos a una comunidad de lectores. Dicho de manera mds de comunicacién de normas sociales”, en Experiencia estética y hermenéutica literaria. Ensayos en el campo de la experiencia. 9 Para ver la apropiacién del concepto de mundo de vida por la sociologta se puede consultar el libro de Maria Carmen Lépez Séenz, Investigaciones fenome- nolégicas sobre el origen del mundo social. Para la historia del concepro de mundo de vida se puede consultar la obra de Natalie Zaccaia-Reyners, Le monde de la vie. 10 Gf. Niklas Luhmanan, Sistemas sociales. Lineamientos para una teoria general. ALFONSO MENDIOLA MESIA 14 clara, no es posible afirmar que el libro dice algo independiente-_ mente de una comunidad de lectores. Para decirlo con toda niti- dez: lnnliororm ni coiniaiiniiaanemnen tT materiales-—.s6lo,existen, en. ls apropiaciénade-l0® lectotes. Es punto de partida lo que permite es fasear'! la interpretacién gue se propone del texto, pues si se sostiene que el libro tiene sentido en si, entonces no es verificable la concretizacin que se hace de él. Por eso, ewandososchistoriadores.creen.que hacen.unadectira amds“fieldeltexto™porgue lo leen directamenteryno"pormedio— ado? No basta con leer de manera directa a Bernal, Gémara, 0 ‘Torquemada, para tener una interpretacién histérica de sus tex- tos, sino que es necesario conocer la enciclopedia seméntica y lite- raria de la poca para saber qué entend{fan de esas obras los lectores originarios, La teoria de la sociedad de Luhmann asume la primacfa de la recepcién en toda operacién comunicativa. Para él, la comunica- cién Gnicamente se ha llevado a cabo en el acto de entender, esto es, en la recepcidn, pues el acto de entender es cuando la comani- cacién se observa como tal, es decir, a partir de la distincién entre acto de comunicar ¢ informar,'? EPacto de entenderne significa i le aceptarla o rec’ ata de una cot Por lo tanto, sin perder la tesis central de la teorfa de la recepcién, la teorfa de los sistemas sociales permite guiar la investigacién empirica de la relacién en- "! Segtin Karl R. Popper, un enunciado sdlo pertenece al sistema de la cien- cia cuando es “falseable”, esto es, cuando es posible someterlo a criterios de veri- ficabilidad. En esta comprensién de la légica de la investigacién cientifica se demuestra que existen afirmaciones que no pueden ser juzgadas desde la distin- cidn verdad/falsedad, pues no toda afirmacién es cientifica. Véase Karl R. Popper, La ligica de la investigacién cientifica. 12 Véase el cap. I, apdo. 1.2. 1s /\wrnovuecion tre literatura y sociedad, o mejor dicho, estudiar la “literatura de la sociedad” como un subsistema. Para la modernidad como un subsistema funcional y, para el siglo XVI, como un subsistema estratificado, Ahora bien, esta distincién en los procesos de dife- rencia sistémica (segmentario, estratificado y funcional) ayuda a resolver la segunda objecién, pues la teorfa de Luhmann permite estudiar el sistema literario en una sociedad donde no existe la au- tonomifa del arte, como es el caso de las crénicas. En cuanto a la ‘ercera objecién, la teoria de los sistemas autopoiéticos y autorre- ferenciales de Luhmann sostiene que nominate s us se En consecuencia, sin perder la riqueza de la propuesta tedri- ca de la recepcidn estética (pues la teorfa luhmanniana no la nie- ga), por medio de la teorfa de Luhmann le aportamos al programa de la escuela de Constanza una teoria de la sociedad. Debe quedar claro lo siguiente: le las ir dela 1 El trabajar a partir de la teorfa de Luhmann presenta proble 1 theretenaspasiciémaquensssniTPCOeigionseanrntP™:) estoy obligado a exponer mi interpretacién de Ja teorfa de Luhmann cada vez que expongo uno de sus conceptos; b) me remito cada vez que es necesario a la cita textual, pero siempre explicito mi comprensién de ella; c) Luhmann no estudié nunca el tema que yo investigo, por lo tanto construyo conceptos que me va exigien- do mi propio estudio; y d) espero que la riqueza de explicacién que ofrece la teorfa de Luhmann sobre el tipo de realidad que construye la comunicacién retérica sea una invitacién a leerlo. '3 Esto se desarrolla en los caps. Ly Il. 14 No me refiero a que utilizo algunos conceptos de la teoria de los sistemas sociales de Luhmann, sino que la aplico a mi investigacién en su arquitectura global; por lo canto, parto de la distincién sistema/entorno, y todas las decisio- nes tedricas se sujetan a esa distincién directriz. Por lo tanto, se puede decir que es una investigacién histérica desde la teoria de los sistemas sociales luhmanniana. En consecuencia, ésta es su riqueza y su limite, pues veo lo que la distincién sistema/entorno me permite ver, y nada mis. En cuanto al cuidado y rigor con que aplico la teoria de sistemas, y en relacién con la mayor o menor compleji- dad que nos permute ver, a los lectores les corresponde juzgar. ALFONSO MENDIOLA MEJIA 16 2. En ningtin momento se niega la realidad. Pero debido a que me pregunto por el tipo de realidad que refieren los relatos de la con- quista, s{ parto de una nocidn de realidad “relativa a” ciertas ope- raciones que la constituyen. Ante una concepcién de la realidad en sf, esto es, independiente de un sistema observador (el indivi- duo, la sociedad), sostengo qui i i lativa a” un observador se caracteriza como un resabio de “viejo idealismo” y, por otro lado, algo que aparece atin como mis grave, es una postura relativista, De attend Welanto.quenome-con. “sideromi un “idealista’ en cuestiones episte: cas, ni un “rel; deslindarme de esas posiciones. Con tespecto a la objecién de idealismo, primero caracteri- zar€é lo que entiendo por tal, y después diré por qué me deslindo de él. Por idealismo epistemoldgico entiendo aquella concepcién de la realidad que sostiene que ésta sdlo existe en la mente (0 inte- rioridad) del sistema observador (para facilitar las cosas, podemos hablar del hombre, aunque sabemos que el idealismo aleman nunca habl6 del hombre, sino del sujeto trascendental), por lo tanto, si el sistema observador cambia su imagen interior de la realidad, esta Ultima cambiard. Estoy de acuerdo en que la realidad tiene més consistencia de lo que hace creer esa definicién del idealismo. No es suficiente que el observador crea que puede atravesar pare- des, para que lo pueda hacer. Sencillamente, si cualquier ser vivo, en tanto que especie, construye una imagen del mundo que no esté “adaptada a su entorno”, ese ser vivo deja de serlo. Lo anterior no rechaza que cada especie animal construya una realidad en fun- cién de sus propias capacidades; algunas se basan en el olfato, otras en lo auditivo y, las mds débiles, en el lenguaje. En conse- cuencia, cada una de ellas procesa su entorno de manera distinta, pero todas ellas les permiten reproducirse.'® Este punto lo desarrollo en el cap. 1, apdo. 1.1. "© Esra nocién de realidad constructivista se puede estudiar en los siguientes libros: Paul Watzlawick et al, La realidad inventada;, Paul Watzlawick y Peter 17 /\wraopuccion , mi nocidn de realidac i: debido a que la referencia (lo real) es el resultado funcional de una operacién, por eso me sittio en un constructivismo operativo. Cuando quiero saber por qué la realidad es asi y no de otra manera, este constructivismo me exige hacerme la siguiente pregunta: gdesdequéoperaiormde observaciomarealidad esasrynodeorra forma: La consigna que debo seguir, cuando mi construccién de la realidad es distinta a la de los otros, es: observavalobservado?. Esta consigna también me aleja del idealismo, pues en él las condiciones de posibilidad de la experiencia en general, esto es, la operacién de observacién, no son observables empiricamente, pues ellas son trascendentales.'7 En cambio desde mi postura, toda operacién de observar es obser- vable porque es empfrica, y no trascendental. Por relativismo se entiende arbitrariedad en la construccién de lo real, esto es, una especie de libertad absoluta en la caracteri- zaci6n de lo real. Dicho de otra manera, se piensa que el relativista puede afirmar /o que sea de la realidad. Vuelvo a iniciar por la siguiente tesis: la realidad es mds “fuerte” de lo que el relativismo cree, Esto sucede porque el sistema observador (individuo, socie- dad, ciencia, derecho, retérica, etcétera) es menos libre de lo que sugiere el relativismo. El sistema observador esta determinado estructuralmente!® en su construccién de la realidad, pues depen- de de la operacién anterior para iniciar la siguiente; es decir, son Krieg (comps.), El ojo del observador. Contribuciones al constructivismo y siumberto Maturana, La realidad: cobjetiva o construida? ” Por erascendental se entiende lo que permite que se dé la experiencia, pero no viene de la experiencia. Esta distincién trascendental/empirico es una de las primeras que crea la sociedad moderna para describir al emergente conocimien- to de la ciencia. Lo que ella busca indicar es que la pretensién de universalidad y necesidad del conocimiento cientifico no deriva de lo empirico, sino de lo trascendental. Por lo tanto, si lo trascendental fuera empitico no podria dotar a! conocimiento moderno de universalidad y necesidad. '8 Espero que ahora no se vaya a pensar que en lugar de relativista soy determinista. El concepto de determinacién estructural de los sistemas se expli- ca en los caps. 1 y Hl. ALFONSO MENDIOLA MEJIA 18 sistemas con pasado, o mejor dicho, con historia. Si durante toda la vida un individuo se ha dedicado a pintar, y solamente a eso, no es posible que de un dfa para otro se convierta en furbolista profe- sional. No hay tanta libertad en los sistemas observadores. Un ejemplo que revela esta determinacién estructural de los sistemas, se comprueba con la dificultad que la epistemologia ha tenido para desprenderse de la distincién sujeto/objeto. Por més que lo ha intentado durante un siglo, no ha sido capaz de lograrlo. Lo mis- mo sucede con los conquistadores, pues su construccién operati- va de la realidad del “Nuevo Mundo” no es arbitraria, sino que depende de su historia anterior. 3. (Quéestoyshistorizandoemesteibro? Por supuesto se trata de un acontecimiento inmerso en un proceso, pero el hecho que quie- ro historizar es una forma especifica de construir el conocimiento: la retérica. Noshagoshistoria de la retéricaysiffo historia de la ma- nera en que una civilizacion, la europea, produjo y conservé sus conocimientos por medio de mecanismos distintos a los cientifi- cos. Esteslibrostrata de una historia de la comunicacién retérica inmersa en la realidad que construyeron los cronistas en sus histo- rias de la conquista y de la evangelizacin. Ebobjetivorderestarine geen =: diferenciar la realidad construida por el subsistema ncional ciencia, de la construida por el subsistema estratificado retrica. Diferencia que nos remite a dos maneras de estructurar la comunicacién: una, basada en los sistema de interaccién pro- pios de la oralidad y, la otra, en los sistemas sociales comunes a la escritura. El libro quiere ofrecer una respuesta a la siguiente pre- guntar zcdmo motivaba la aceptacién de la comunicacién una so- ciedad dominada por el uso de la retérica? Pero es necesario aclarar nuevamente un aspecto: i i jor el tipo de realidad que refieren las comunicaciones escritas de los cronistas, consistfa.en.hacer un rodco por las retéricas. Los relatos de Ja conquista son producciones cognitivas retéricas, y por eso, s6lo comprendiendo el modo en que ellas generan conocimien- 19 /\wenovuccion tos, podfa dar una explicacién de la realidad retérica que comuni- can las crénicas. Espero que este sefialamiento sea suficiente para que el lector entienda por qué dedico el capitulo Il a la distinci6n entre conocimiento retérico y conocimiento cientifico. ¢Por qué no usar un concepto distinto a conocimiento cuando hablo de la retérica y, de esta manera, reservarlo para la ciencia? Primero, tuve la duda durante gran parte de la investigacién, pues desde la autodescripcién kantiana de Ia ciencia el concepto de conocimiento se autonomiza gracias al hecho de que es empirico y, como se podrd ver a lo largo del libro, I6"@ue'Sostengo es que el conocimiento retérico no es empirico.!? Isoxquesllamo® conoci- miento retérico, desde Kant, corresponderiaymds al procedimien- to del juicio estético, y como se sabe, el arte para él no produce conocimicnto. Aspesardexodoypreferf Conservar elveérminio’ dc co- nocimiento para la retérica por dos razones: a) porque a pesar de que el conocimiento no se habfa autonomizado o diferenciado de otras funciones” para la sociedad europea anterior a finales del siglo XVII, la retérica era el medio para producir conocimientos. En consecuencia, me interesaba que el lector actual se diera cuen- ta de que i yes scmejani i i 3 y b) para res- petar la autorreferencialidad de los sistemas, esto es, antes de que naciera la ciencia, la ret6rica se describfa a s{ misma como produc- tora de conocimientos, y no como serd después, como pura orna- mentacién. Como estoy trabajando la funcién cognitiva de la retéricaen las crénicas de la conquistadosejemplos.quepongorwan del naci- miento de la retérica hasta finales del siglo XVII, y ademds abarcan toda Europa. Lo anterior no quita que el cap/tulo III esté dedicado alas retéricas espafiolas mds importantes de la primera mitad del '9 Un estudio sobre Ia funcién de la experiencia en lo que denominamos la ciencia griega es el de Geoffrey E. R. Lloyd, Origines et développement de la science grecque. Para el estudio de la funcién de la experiencia en la ciencia me- dieval se puede consultar el trabajo de Etienne Gilson, Etudes sur le réle de la penste médiévale dans la formation du systéme cartésien. 20 Principalmente no se habfa diferenciado de la teologia y, por lo tanto, de su funcién normativa o moralizante. ALFONSO MENDIOLA MEJiA 20 siglo XVI. E&t@tloxsefi@lomporque hay una forma ingenua del razo- namiento en historia que se puede caracterizar de la siguiente manera: “la excepcidn de la regla”. Este razonamiento se usa para justificar que la Nueva Espafia es tinica, o mejor dicho, un ejem- plar tinico. Esta argumentacién se usa de la siguiente manera: “eso que dices sucedié en Europa, pero en Nueva Espafia es diferente”. Cuando uno se remite a lo singular debe tratarse de algo singular y; por lo tanto, no es generalizable, ni siquiera puede haber otro caso igual; pero sa singularidad pura que tanto nombran los his- toriadores no produce ningtin conocimiento. Mi interés consiste en explicar el funcionamiento de la ret6rica, y ésta no la inventé la Nueva Espajia, por lo tanto, considero que mis conclusiones se pueden extender a toda sociedad que escribié utilizando manua- les de retérica. 4, Delatétérica COMOSdlo un aspecto de la disposito: la narratio2 Unicamente llevo a cabo un andlisis de la forma de narrar del siglo XVI en las crénicas. Desde la nocién contemporanea de narracién seria un tema muy amplio, pero me refiero a la narratio como parte de la composicién de un género discursivo retérico. Por ejem- plo, el género judicial se compone de las siguientes partes: exordio, narracién, argumentacién y peroracién; por lo tanto, lo que ana- lizo es una parte del discurso. En el capitulo III presento la precep- tiva retérica de cémo debfa narrarse segun los manuales de retérica espafioles de la primera mitad del siglo XVI. M@puritonde,partida., Opongp la narracién a la descripcién a partir del aspecto de la realidad al que cada uno de ellos se refiere. La narracién comu- nicauna trama deacciones y la deseripeién un conjunto de cuali- dades de una cosa, un paisaje, una persona, etcétera.”* Tanto la narracién como la descripcién la realiza un sistema observador; 2" La estructura de las retéricas la explico en el cap. II, apdo. 2.2. 22 La distincidn entre narracién y descripcidn la explico en el cap. IIL. 21 /Awrnooucci6n en el caso particular del sistema social, la observacién opera como comunicacién. En consecuencia, tanto la narracién como la des- cripcidn s6lo existen en la sociedad como notificaciones de infor- macién en un proceso comunicacional, y no como percepciones de la conciencia. de narrar de una sociedad estratificada que sigue dominada en su comunicacién (a pesar de que ya existe la imprenta) por mecanis- mos de motivacién orales. del ars narrandi la hago exclu- sivamente a dos relatos de batallas de la conquista de México: el primero es la contienda de Cintla, que inicia el camino a la con- quista de México. La segunda, es de la caida de Tenochtitlan. La naturaleza narrativa de ambas batallas es diferente: la primera se presenta como una ordalfa (0 juicio de Dios), mientras que la se- gunda reproduce el modelo explicativo de la escatologia biblica. Ademés, la de Cintla expone la decisién de Dios, por supuesto favorable al ejército de Cortés, mientras que la caida de Tenochtidan es un relato que legitima simbdlicamente el dominio castellano sobre tierras americanas. Estos relatos los sigo en tres cronistas: Francisco Lépez de Gémara, en su Conquista de México; Bernal Dfaz, en su Historia verdadera...; y fray Juan de Torquemada, en su Monarquia indiandzLeagtaaO Ue analiZat las mismas batallas en tres cronistas distintos montiene:comonobjetivo mostrar diferen- cias, sinoralscontrarioprevelar como hay una construccién del sen- tido de las batallas semejante en los tres. No hay diferencias por- que no son relatos que tengan como finalidad ofrecer datos histéricos de los hechos, sino ofrecer una interpretacién moral de ellos. jolos relatos de batallas porqué?debido al recurso estilistico de la evidentia,** producem un alto grado de rea- 23 La distincién entre comunicacidn y conciencia la desarrollo en el cap. 1. 24 Es una forma de poner narrativamente “ante los ojos” del lector la batalla. Este artificio narrativo es parte de una larga tradicién literario espaitola, que alcanza su culminacién en el género de la picaresca. Sobre la picaresca espafiola se puede consulrar el libro clasico de José Antonio Maravall, La literatura pica- resca desde la historia social (principalmente el apéndice: “Mensaje que transmi- te y ptiblico al que se dirige la novela picaresca”). El concepto de evidentia lo expongo en el cap. Ill, apdo. 3.3. ALFONSO MENDIOLA MEJiA 22 lismo. Un verdadero genio en el uso de la evidentia es Bernal Diaz, en su Historia verdadera. 5. Por tiltim isi i delelibro. No porque el andlisis de las batallas se encuentre en el Ultimo capitulo se debe concluir que tiene para m{ poca impor- tancia. Al contrario, somde,sumo.valorparardemostrarel tipo de realidad que refieren las crénicas, ya que sin el trabajo de los tres capitulos anteriores no cabria la posibilidad de que el lector pu- diera falsear** mi interpretacién de ellas. En otras palabras: sin un trabajo de objetivacién de las crénicas seria inverificable mi lectu- rade éstas. ntiend6 la construccién de las créni- cas como objeto de conocimiento; dicho de otra manera, objetivar es mostrar las operaciones que permiten construir las crénicas como realidad, pues ellas no existen independientemente de esas opera- ciones que las objetivan. En sus reflexiones epistemolégicas Pierre Bourdieu siempre insiste cnghjasimemeStal coe i sino princi P plido con ella en el capftulo I. Emehcapitulowexponge désdedéndethabl6y esto es, el modo en que convierto a las crénicas en objetos de experiencia, pues sim bajo conceptual “Dicho de otra manera, el sei in no ofrece ninguin objeto para la investi- gacién, y menos acepto esa frase tantas veces repetida de que las fuentes dicen cémo investigarlas. 5 aparato, conceptual, le pueden:hablar. lo. Tampoco acepto que ir con una postura teérica a las fuentes sea ir a ellas prejuiciadamente, pues no hay mds prejui- cio que la resistencia a la teorfa. Desde mi postura de una realidad 25 Cpr. Pierre Bourdieu, Méditations pascaliennes. Una de las aportaciones mis interesantes, en lengua francesa, junto con las de Paul Ricoeur, a la episte- mologia de la historia es la de Jean-Claude Passeron, Le raisonnement sociologique. Lespace non-poppérien du raisonnement naturel. 23 fh NTRODUCCION determinada por la operacién del observador, toda aproximacién las fuentes s j ¢ biarse la estructura del prejuicio. o mantenerse. De lo que se trata es de aprender 0 no aprender. Emebeapreulonrse encuentra el nucleo de la argumentacién, dondeexpliéo la diferencia entre la cognicién retérica y la cienti- fica; diferencia que se manifiesta en la diversa manera en que cada una de ellas maneja la experiencia sbandiferenciarencre"ambas se ret sujeta a la o1 y la ciencia al texto ‘or lo tanto, no es lo mismo el conocimiento en una sociedad donde contintia dominando la oralidad, que en otra donde el impreso se vuelve esencial. la demostracién del tipo de realidad que comunican las crénicas de la conquista. En el III se reconstruye la nocién de narracién que manejan los manuales de retérica espafioles de la primera mitad del siglo XVI, y en el capi- tulo IV presento mi lectura de las batallas. Esta lectura tiene como alidad tiltima mostrar que la realidad construida por las créni- cas no puede ser usada por la ciencia histérica para contar la con- quista ni la cultura ind{gena; sf pueden ser usadas, en cambio, aDlan mas de lel mundo no. Espero que este libro abra mds preguntas de las que contesta. La comunicacién sdlo tiene sentido si se enlaza con otra comuni- cacién, y la comunicaci6n escrita s{ motiva la reflexidn. | CUESTIONES DE METODO En consecuencia, el mundo ya no es la totalidad de las cosas (universitas rerum), sino un correlato de la observacion de ob- servaciones. Niklas Lubmann Cuando se utilizan las crénicas de la conquista de México como fuentes para la investigacién histérica, es muy comuin olvidar sus propias caracteristicas comunicativas. Empecemos por enfrentar esos olvidos que, como espero demostrar, determinan el modo! como han sido lefdas hasta la fecha. Por otro lado, considero que sélo se pueden tratar las cuestiones de método adecuadamente si reconocemos la naturaleza del material? al que se las aplicaremos ys para elucidar esta cuestidn, es necesario superar esos olvidos. La pregunta sobre la naturaleza de las crénicas sdlo la pode- mos contestar si reconstruimos sus procesos de produccién.? Por ' Me refiero a la interpretacién de las crénicas que es dominante. Esta hace abstraccién del contexto histérico de produccién comunicativo de las crénicas, y por eso las reduce al plano de sentido constatativo y literal. 2 Bl sistema ciencia se delimita a partir del cédigo binario verdad/no verdad sin embargo, para poder aplicar este cédigo se necesita de un programa, que se compone de una teorfa y de una metodologia. Esta caracteriza los procedimientos interaos de la ciencia (sus modos de falsabilidad) y aquélla construye la realidad que observa (lo cmpirico). Cuando nos referimos a la naturaleza de las crdnicas estamos hablando de la teoria que nos permite construirlas como un objeto externo a la ciencia. Desde una observacién de segundo orden (autobservacién), tanto la metodologia (autorreferencia) como la teoria (heterorreferencia), son distinciones de la propia ciencia, Esto lo desarrollaremos en el apdo. 1. 3 Decimos que tnicamente de esa manera por la siguiente raz6n: el tipo de ALFONSO MENDIOLA MEJiA 26 éstos entendemos fas acciones que fueron necesarias para que los textos pudieran circular y ser lefdos.‘ Para lograr determinar la especificidad de estos productos culturales es indispensable mos- trar las mediaciones —escritura, impresién, difusién, etcétera— que fueron necesarias para que ellos alcanzaran a sus lectores.° La necesidad de enfocarnos al estudio de ese conjunto de mediacio- nes se vuelve indispensable para evitar una serie de criterios herme- néuticos impuestos tradicionalmente a las apropiaciones de estas obras. Una gran parte de las recepciones que circulan de los rela- tos de la conquista hacen abstraccién de los procesos sociales y culturales que les permitieron convertirse en comunicados litera- rios. Por ello, sélo asumiéndolos en nuestra interpretacién podre- mos comprenderlos en su complejidad. El primer equivoco —que se plasma en los procedimientos interpretativos de las crénicas— es creer que los “enunciados 6 narrativos”6 expresan percepciones.” Estos “enunciados narrativos”, referencia que establece un discurso depende de los procedimientos que se si- guen en su elaboracién, por lo tanto, sélo conociéndolos sabremos cual es la naturaleza comunicativa que constituyen las crénicas. “Si observamos cémo se desarrollan efectivamente las acciones comunicativas en nuestra sociedad, podremos distinguir en relacién con los participantes comunicativos diferentes ‘papeles de actuacién’. Mi hipétesis apunta al hecho de que todas las acciones comunicativas se evan a cabo en el marco de cuatro papeles diferenciables entre si: los participantes comunicativos actan como productores, como mediadores, como receptores 0 como transformadores de bases de comunicado. Tales papeles pueden ser asumidos sucesivamente y, en parte, también al mismo tiempo; algunos participantes comunicativos pueden asumir todos los papeles, aunque la mayoria solamente asume uno o dos”. Siegfried J. Schmidt, Fundamentos de la ciencia empirica de la literatura, p. 96. > En nuestro caso particular entendemos produccién de comunicados litera- rios. Estos productores cuentan con medios distintos segtin las épocas. “Todo productor de comunicados ha atravesado una historia de socializacién y, en una determinada situacién de comunicacién, emprende la realizacién de un comu- nicado segtin la estrategia de produccién gestada en el sistema de presuposicio- nes comunicativas, es decir, lleva a cabo una accidn de produccién que conduce aun resultado y que puede tener consecucncias”, [bid,, p. 280-1. 6 El concepto de enunciado narrativo lo desarrollo cn el cap. Il, apdo. 3.1. 7 *La conciencia se desarrolla, no importa qué tan parasitariamente, a partir de esta base de realidad, pero con la tendencia puesta a observar, en primer térmi- 1 /cuesiones DE METODO y aun més los descriptivos, se han interpretado como el producto de la visién de un individuo aislado de su contexto social. Casi se acepta ingenuamente el postulado de la historiograffa grecolati- na y medieval, que sostiene que la verdad depende del acto de ha- ber visto. Para problematizar esta c4ndida relacién entre enunciado y percepcién individual debemos distinguir entre comunicacién y percepcién. La finalidad de introducir esta distincién es dar cuen- ta de los procedimientos que se necesitan realizar para transfor- mar una percepcién en una comunicacién de dicha percepcién. Si tomamos en cuenta esta distincién se derivan las siguientes con- secuencias: primera, se puede percibir sin tener que comunicar lo percibido; segunda, la operacidn de percibir es distinta que la de comunicar y, por tiltimo, la comunicacién de lo percibido consis- te en convertir algo que sdlo estaba en la conciencia en algo que estd en la sociedad. Esto no significa que conciencia y comunica- cién no se necesiten mutuamente, sino que operan de manera distinta.§ Por lo tanto, todo texto narrative o descriptivo, para respetar su naturaleza, debe estudiarse como una operacién comu- nicativa y no como una percepcién. En los relatos de las crénicas no tenemos acceso a la experiencia interior o individual de un probable testigo de los hechos, sino a la produccién contextua- lizada? de una comunicacién literaria. Dicho de otra manera, las no, lo que puede ver como mundo exterior. En porciones considerables de su atencién, la conciencia es una conciencia perceptiva, sin posibilidades de percep- cidn se atrofiarfa rapidamente”. Niklas Luhmann, La ciencia de la sociedad, p. 31. 8 Para no caer en explicar la comunicacién como un efecto de la conciencia, Luhmann afirma que entre ambas hay un acoplamiento estructural. “El con- cepto de acoplamiento estructural designa una relacién de simultaneidad, pero no designa, por lo tanto, ninguna relacién causal. Un observador puede, por supuesto, construir causalidades, por ejemplo, al observar que un pensamiento definido constituye la causa para una comunicacidn correspondiente o vicever- sa.(...] En la versién de la teorfa que aqui defendemos, la conciencia no partici- pa menos, sino mis en la comunicacién, aunque no en el sentido de un sujeto que propone su causa”. Ibid., p. 34. ° Por contextualizada queremos destacar que toda operacion comunicativa (y aun més la literaria) se somete a reglas convencionales de orden discursive y no sdlo gramatical. Por ello, no todo individuo puede participar en las comunica- ciones literarias, ya que para hacerlo necesita conocer, aunque sea minimamente, Ia tradicién literaria en la que vive. ALFONSO MENDIOLA MEJIA 28 cr6nicas no son la objetivacién de una operacién ps{quica sino de una operacién comunicativa. Esta distincién nos sirve de orienta- cién pues hace que no perdamos de vista el mundo literario don- de se produce el enunciado narrativo. Por ello, trabajar sobre las crénicas es enfrentarse a comuni- caciones y no a experiencias interiores individuales. El material sobre el que trabajamos es comunicativo (mds adelante veremos las consecuencias que se derivan de ello) y no —como lo he di- cho— perceptivo.!° Concluyamos lo siguiente: no estamos traba- jando sobre percepciones construidas a través de una experiencia individual, sino sobre percepciones que tuvieron que pasar por convenciones 0 tradiciones literarias para ser plasmadas en un re- lato. Por medio de esta distincién se destaca que el tinico acceso a la interioridad 0 a lo psfquico de nuestros cronistas es por la me- diacién de lo comunicado. Por lo tanto, la interioridad que expre- san est4 determinada por esquemas de percepcidn interiorizados socialmente. La percepcién individual,!" si es que la hubo (nos teferimos al caso de Bernal), pasé por una operacién de selectivi- dad determinada por su conversién en comunicacién, es decir, estamos ante un trabajo de seleccién que transforma esa experien- cia en un acto de comunicacién. Dicho de otra manera, aquello que se conserva de la percepcién es exclusivamente lo que puede ser comunicado. Y esto se debe a que el acto de comunicar implica una scrie de operaciones selectivas que procesan esa experiencia vivida. Por lo tanto, cuando trabajamos sobre las crénicas sélo tenemos el proceso que va de la percepcién a la comunicacién. El "© De los tres cronistas que vamos a estudiar slo Bernal Diaz del Castillo participé en la Conquista, pues no es el caso de Francisco Lopez de Gémara ni de fray Juan de Torquemada. Por la particularidad del caso de Bernal debere- mos aclarar qué funcién tiene, dentro de sus relatos, de insistir en afirmar que él lo vio; pero de antemano hay que hacer notar que la accién de ver aparece como parte de un enunciado, es decir, que se transformé lo percibido en comunicacién. 41 “La distincidn sistemas psiquicos/sisemas sociales sugiere echar una mirada a la tematica de fondo que la explica: la relacién entre individuo y sociedad. Aunque expresada en estos términos no se perciba que se trata de una referencia alos sistemas de conciencia y a los de comunicacién”. Niklas Luhmann, Jntroduc- cién a la teorta de sistemas. Lecciones publicadas por Javier Torres Nafarrase, p. 185. 29 /curstiones DE METODO soporte del contenido de los relatos de la conquista no es la con- ciencia sino la sociedad. En cada sociedad se instituye una relacién entre el régimen de lo visible y el régimen de lo comunicable, siempre y cuando por “lo visible” entendamos el acto de contar o describir lo visto. Frangois Hartog, en su estudio sobre las Historias de Herédoto, explica con toda claridad la pertenencia del enunciado “haberlo visto” a la sociedad y no al individuo: “Describir es ver y hacer ver; es decir lo que viste, todo lo que viste y nada mds que lo que viste. Pero si sélo puedes decir lo que viste, sdlo puedes ver lo que se dice: tu, lector u oyente, pero también tui, testigo que cuentas”.!? Como dice Hartog, uno sélo puede ver aquello que ha dicho, aquello que uno no es capaz de describir, en sentido social, nunca se vio; segtin nuestro planteamiento, sdlo sucedié en la conciencia. Seria suficiente, para validar la distincién entre percepcién cons- ciente y comunicacién social, recordar las situaciones en que una persona es incapaz de yerbalizar el sabor de un guisado que acaba de probar; al estar imposibilitado de expresar (de encontrar las palabras adecuadas) su vivencia, ésta se queda en la conciencia y nunca pasa a formar parte de la sociedad. Por esto, si tomamos a la sociedad como punto de referencia, y no a la conciencia, lo visible y lo expresable esedn siempre unidos. En la sociedad y desde la sociedad sélo vemos lo que podemos comunicar, y por esto, siem- pre hay una reduccién de complejidad de lo representado en la conciencia cuando se pasa al decir. Si lo social existe en la opera- cidn de comunicar, podemos concluir que la sociedad observa por medio de comunicaciones. El estudio de las crénicas nos exige, como hemos visto, hacer una distincién, poco comtin para la sociologéa tradicional, entre sistema ps{quico y sistema comunicativo, Esta diferencia, que orien- ta nuestra investigacién, ha sido elaborada por Niklas Luhmann en su teoria de los sistemas sociales: La labor del pensamiento es siempre una labor del pensamiento en una conciencia, y la comunicaci6n es siempre comunicacién en el 2 Francois Hartog, Le miroir.... op. cit., p. 259. He optado por presentar traducidas todas las citas que hago de textos en francés. Las versiones son mias. ALFONSO MENDIOLA MEjiA 30 sistema social de la sociedad, Ambas operaciones pueden transcu- rrir simulténeamente y ser vistas como unidad por un observador. [...] Pero aun en tal caso, los sistemas se encuentran completamente separados, puesto que las otras operaciones propias (cuyo entramado hace precisamente posible la unidad de tales eventos elementales) varfan necesariamente de sistema a sistema.'> Esta distincién es importante para el estudio de las crénicas, pues nos permite observar que el yo que aparece en la crénica no es un yo psicolégico, sino un yo que forma parte de un tipo de enunciacidn, es decir, cuando Bernal dice “yo lo vi”, “yo estuve alli”, se trata de un yo comunicativo y no de un yo psiquico.'4 Ademas, algo derivado de la distincién entre sistema psiquico y social es lo siguiente: la sociedad no es la suma de las conciencias, sino una realidad emergente!> distinta a elas. La sociedad es un sis- tema que no se puede derivar de las operaciones que realiza el sistema psiquico, pues las operaciones que efectiia la conciencia para reproducirse son distintas a las realizadas por la sociedad. Esto puede sonar extrafio, pero no es diferente, en lo bdsico,!°a lo 3 Niklas Luhmann, La ciencia de la..., op. cit. p. 28. 4 el que la comunicacién utilice a personas como destinatarios y como temas. Pero entonces deberia hablarse de personas en su antiguo y estricto sen- tido, y no de individuos (seres humanos, conciencia, sujetos, etc.). Nombres y pronombres utilizados en la comunicacién no tienen la mds minima analogia con aquello que indican. Nadie es ‘yo’. Y lo es tan poco como la palabra manza- na es una manzana”, Niklas Luhmann, Complejidad y modernidad. De la unidad a la diferencia, p. 63. 15“Emergencia es un término que se utiliza en diversas disciplinas cientificas y tiene un cardcter eminentemente metodolégico en el sentido de indicar los Grdenes que deben quedar delimitados con precisién”. Niklas Luhmann, /ntro- duccion a la teorta..., op. cit, p. 193, 6 Digo en lo bdsico, porque para la sociologia sistémica de Luhmann el lenguaje, por carecer de operaciones propias que lo delimiten, no constituye un sistema, sino sélo una estructura. Debido a que el lenguaje, para Luhmann, no ¢s un sistema, él orienta su investigacién a la comunicacién, que sf es un siste- ma. “En oposicién a los fildsofos del lenguaje, que con frecuencia creen que el lenguaje es un sistema —y en ocasiones inclusive creen que es el nico sistema para la coordinacidn de relaciones vitales—, para el andlisis que aqui presenta- mos resulta decisivo considerar el lenguaje como un no sistema que hace posi- 31 /cuesniones DE METODO que ha propuesto el “giro lingiifstico” con la critica de la existencia de un lenguaje privado, en donde, por lenguaje privado, se en- tiende el funcionamiento de la conciencia sin el uso de reglas pu- blicas, en este caso, podriamos decir sociales.'? El abandono de la filosofia de la conciencia por el “giro lingitistico” implicé, en el Ambito de la investigacién histérica, que los estudiosos se volvie- ran conscientes de que las fuentes utilizadas no son percepciones sino comunicaciones. La consecuencia mds importante de esta distincién es que el historiador no puede ir del documento a la realidad sin remitirlo previamente al sistema de comunicacién en el cual se inscribe. La realidad es el resultado de una observacién objetivada en una descripcién. Segtin Luhmann, los estudios mas avanzados del funciona- miento de la conciencia o sistema ps{quico, no son los realizados por la psicologfa experimental, sino por la fenomenologia de Edmund Husserl. Sin pretender exponer exhaustivamente las apor- taciones de Husserl sobre el modo como opera la conciencia, slo nos interesa referirnos a ellas en la medida en que resultan titiles para comprender mejor nuestra distincién entre percepcién refe- rida al sistema psiquico y comunicacién referida al sistema social. Primero, la conciencia opera por medio de representaciones: ideas, pensamientos, imagenes. La nocién de representacién siempre remite a un soporte de ella, y este soporte es la conciencia, es de- cir, s6lo hay representacién para alguien y, en este caso, ese al- guien es la conciencia. No hay conciencia sin representacién, ni representacién sin conciencia. Este hecho determina que la con- ciencia, por estar obligada a referir la representacidn a s{ misma, sea refleciva. Para Luhmann la teflexividad de la conciencia signi- fica un sistema aucorreferencial, es decir, siempre que se le repre- senta algo, sabe que lo representado depende de sus operaciones ble él solo la constitucién de sistemas en la esfera de la conciencia y la comuni- cacién, al hacer posible el acoplamiento estructural de ambos tipos de sistema. Pero esto significa que también debemos tomar ahora como concepto funda- mental no al lenguaje, sino a la comunicacién’”. Niklas Luhmann, La ciencia de la... op. city p. 43. 17 Gf. Saul Kripke, Witrgenstein: reglas y lenguaje privado; y Enrique Villa- nueva, El argumento del lenguaje privado. ALFONSO MENDIOLA MEJIA 32 en tanto sistema en un entorno. Segundo, la conciencia, a pesar de su reflexividad, no se encuentra encerrada en sf misma, pues siempre es conciencia de algo; este algo es un fendmeno. Aun me- jor, gracias a su cerradura —autorreferencial— es que puede abrirse a su entorno —heterorreferencial. La conciencia nunca se reduce a la vivencia yo siento, yo pienso, yo quiero, etcétera, sino que su operacién sdlo termina cuando se refiere a algo: yo siento miedo, yo pienso en maviana, yo quiero comer, por ejemplo. La concien- cia funciona, al mismo tiempo, reflexiva y fenoménicamente. Este modo de operar es lo que Husserl denomina intencionalidad.!* El funcionamiento intencional de la conciencia determina el modo en que ella produce sus elementos y su estructura. De ma- nera mds precisa, el tipo de operacién que mantiene la dindmica de la conciencia determina la forma en que ésta se relaciona con las dimensiones del sentido —la material, la temporal y la so- cial—. Si por observar entendemos una operacién consistente en hacer una distincién e indicar uno de los lados, y lo que nosotros pretendemos es diferenciar la percepcién propia de la conciencia de la comunicacién propia de la sociedad, es necesario explicar cémo observa cada una de ellas. Debe quedar claro que la obser- vacién que realiza cada una de ellas depende de sus modos de operar. Luhmann describe la observacién de la conciencia tratan- do de distinguirla del de la comunicacién de la siguiente manera: En la percepcidn [...] se aprende lo diverso, aunque de manera diversa, como unidad. Lo distintivo desaparece en la esencia mis- ma de la cosa. Vemos el arbol tinicamente como forma, como un objeto limitado por la alteridad de lo otro que lo rodea. Pero la mirada no cae en Ia oscilacién, no aprehende la distincién, sino que aprehende el drbol gracias a su diversidad. En este sentido (que lleva a cabo una abstraccién de la refe- rencia a la sensorialidad), podemos aceptar la afirmacién de Mer- *8 “Que la intencionalidad sea ‘la esencia de la conciencia’, delimita la tarea propia de la fenomenologfa, tarea de descripcién de la conciencia en tanto que conciencia-de”. Dense Souche-Dagues, Le développement de Vintentionalité dans la phénoménologie husserlienne, p..1. 33 /cuestiones DE METODO leau-Ponty: “la perception est la pensée de percevoir quand elle est pleine et actuelle”. Por el contrario, la comunicacién es y serd siem- pre procesar una distincién como distincién y, mas precisamente: procesar la distincién entre informacién y acto de comunicar.'? La observacién de la conciencia, como dijimos arriba, se lleva a cabo por medio de pensamientos (ideas, imdgenes). Ellos pue- den utilizar el lenguaje o no (si se apoyan en él tienen mds capaci- dad de control); esta posibilidad esta dada porque, al igual que el sistema social, ellos observan y operan en el medio del sentido.” Pero el pensar lingiifsticamente no es comunicacién. “Es posible —dice Luhmann— que se nos haga aquf la objecién de que la conciencia es capaz de pensar en forma lingiifstica. Indudable- mente esto es cierto, pero tal pensamiento no es comunicacién”.?! El sistema ps{quico, al carecer de las seménticas sobre el tiempo que posibilita la comunicacidén, no tiene la potencialidad de la sociedad para procesar la temporalidad. Dado que la conciencia siempre es conciencia de algo, esto es, al ser siempre conciencia- de, nunca puede quedarse en el vacfo, aun en los momentos en que piensa en sf misma; por ello, la conciencia estructura el tiem- po de tres modos: el presente como atencién, el pasado como re- 9 Niklas Luhmann, La ciencia de la... op. cit.. p. 20. 2° El concepto de sentido en la teorfa uhmanniana es fundamental y, al mis- mo tiempo, diferente al uso que hacen de él otras teorias socioldgicas y, quizds ms importante, también es diferente al de las teorfas lingiifsticas. Por eso pre- sento la explicacién que José Almaraz da del concepto: “El argumento de Luhmann es que ef concepto de sentido ha de definirse, ante todo, sin una referen- cua al sujeto,en la medidaen que éste como identidad, como conjunto estabilizado de relaciones significativas, presupone ya el concepto de sentido. Sin embargo Luhmann hablard de ‘sistemas constitutivos de sentido’ (Sinkonstituirende Systeme), sistemas que establecen relaciones. Con esta caracterizacién traza una linea divisoria entre lo psiquico y lo social, por un lado, y el sustrato fisico- orgénico de la accién o de la experiencia (sistemas orgdnicos y biolégicos), por otro. Un sistema constitutivo de sentido es un ‘conjunto de sentido’ bajo el cual se puede entender tanto un sistema psiquico, como unidad de un conjunto de vivencias y acciones significativas, como un sistema social’. José Almaraz, “Niklas Luhmann: antes de la autopoiesis"; pp. 233-4. 21 Niklas Luhmann, La ciencia de la... op. cit. p. 29. ALFONSO MENDIOLA MEJIA 34 cuerdo y el futuro como expectativa. El recuerdo y la expectativa sélo adquieren sentido en funcién de la atencién, y no por sf mis- mas. Por lo tanto, la organizacién del tiempo en las narraciones de los cronistas no dependen de la conciencia (el individuo) sino de la semantica de la temporalidad teolégico-salvifica. Desde nuestro programa de investigacién, la tinica manera de interpretar adecuadamente las crénicas de la conquista es atribu- yéndolas a la sociedad y no ala conciencia. Por eso ahora debemos diferenciar el modo de operar de la sociedad del de la conciencia. La sociedad se reproduce por medio de comunicaciones:22 orales, escritas, electrénicas, La comunicacién trasciende el Ambito de la privacidad y de la representacién propios de la conciencia; ella es ptiblica y externa. Por esto consideramos un error sostener que la sociedad se reproduce por representaciones que operan intencio- nalmente.?> La comunicacin se sujeta a reglas de orden social; pues cuando alguien cuenta algo lo hace ya siempre inmerso en una tradicién narrativa, bajo ciertas convenciones de género literario, 22 La teoria sociolégica funda comtinmente la sociedad en la accidn, por eso es extrafio, como afirma la teorfa de los sistemas sociales, sostener que la socie- dad se produce y reproduce por comunicaciones, pero s6lo al aceptar esta op- cién teorética se puede concluir que la conciencia (el individuo) es entorno de la sociedad, Luhmann lo explica de la siguiente manera: “Mi propuesta consiste en tomar por base el concepto de comunicacidn, y de esta manera transponer la teoria sociolégica del concepto de accién al de sistema. Esto permite presentar al sistema social como un sistema operativamente cerrado, consistente silo de sus propias operaciones, reproductor de las comunicaciones a partir de comu- nicaciones. Con el concepto de accién las referencias externas son précticamen- te inevitables. Dado que tiene que ser atribuida, una accién exige la referencia a estados de cosas que no estan socialmente construidos: a un sujeto, a un indivi- duo, para todos los propdsitos practicos incluso a un cuerpo viviente, 0 sea, a un lugar en el espacio”, Niklas Luhmann, Complejidad..., p. 56. 23 Considero que gran parte de las dificultades de la historia de las mencali- dades y, posterior mente, de la historia cultural, se encuentra en el hecho de que siguen basando su metodologia y tcoria en cl concepto de representacin. La manera de superarlas seria la de situarse en el concepto de comunicacién y abandonar el de representacién, Pues las representaciones de las que habla la historia cultural son descripciones que circulan rextualmente, esto ¢s, comuni- caciones. Si se pasara de la representacién a la comunicacién se volveria relevan- ce distinguir entre tecnologias de la palabra: oralidad y escritura, 5 /curstiones DE METODO es decir, pasa por otros filtros distintos a los que sigue la concien- cia. Por lo tanto, partimos de que la interioridad no comunicada es semejante a una caja negra a la que no se tiene acceso, es decir, lo social sélo tiene acceso a la comunicacién, no lo tiene a la con- ciencia. No hay nada menos accesible que ese lenguaje privado de las representaciones de la conciencia. Por esto, las crénicas sdlo se pueden entender como operaciones comunicativas literarias; son formas de comunicaci6n, es decir, como productos sociales, y no como experiencias interiores. Aunque Luhmann acepta que existe un acoplamiento estructural entre conciencia y comunica- cién, no piensa que la comunicacién sea el efecto de la concien- cia, es decir, que lo expresado por medio de la comunicacién sea la conciencia: Pero por esta misma razén, la relacién entre conciencia y comuni- cacién no puede entenderse de manera asimétrica, como lo reque- rirfa la concepcién usual. La conciencia no es ni causa ni origen, no es ni sustancia ni sujeto de la comunicacién. La comunicacién no tiene lugar en forma tal que sea el sujeto el que primero toma la decisién de comunicar, llevando luego a la practica tal designio, para que, finalmente, como efecto de esta cadena causal, alguien escuche o lea lo que se ha dicho o escrito.24 Si la sociedad se reproduce por medio de comunicaciones, équé es un sistema comunicativo para la teorfa de los sistemas sociales? Como habfamos adelantado, la percepcién observa sin el uso de distinciones, mientras que la comunicacién lo hace proce- sando distinciones. La comunicacién sélo se realiza si se lleva a cabo una distincién y sélo continua si ésta se asume como tal. Esta distincién se da entre participacién (Mitteilung) e informa- cién, pero la propia distincién debe ser percibida asf como tal por el quien la recibe.?> Es decir, para que se dé la comunicacién es 4 Niklas Luhmann, La ciencia de la..., op. cit. p. 49. 25 “A diferencia de las simples percepciones de conducta, la comprensién ha de basarse sobre una distincién entre participacién (Mitteilung) ¢ informacién. Este es el punto de partida, pues sin esta primary distinction no se verifica co- municacién alguna’, Niklas Luhmann, Complejidad..., op, cit., p. 57. ALFONSO MENDIOLA MEJiA 36 necesario que la distincién la realice quien la comprende. Sélo hay comunicacién cuando el oyente ha supuesto que existfa la intencién de comunicar en lo percibido: de otra manera no ten- dria por qué interrogarse por lo que se le quiso decir (la informa- cién). En la esfera de las interacciones gestuales es comtin que exista confusidn acerca de si se debe o no hacer la distincién. En la gestualidad la distincidn no es explicita, por ello Luhmann sostie- ne que aprender el uso del lenguaje nos prepara para aplicar la distincién de la comunicacién a ese mundo de los comportamien- tos. Si es posible comunicarse sin palabras, resulta imposible deter- minar la frontera entre lenguaje y no lenguaje; por ello —segiin Luhmann— el lenguaje no es un sistema, pues no puede diferen- ciarse en él lo interno de lo externo: Sdlo de este modo {por carecer de fronteras el lenguaje] podemos explicarnos que el lenguaje practique con tal énfasis la distincién entre acto de comunicar e informacién para que sea luego posible cl surgimicnto de formas no lingiiisticas (aunque lingiiisticamen- te dependientes) de la comunicaci6n; por ejemplo, por medio de gestos 0 cualquier otro tipo de accién expresiva, formas que a su vez no dejan duda alguna de que deberia proporcionarse una in- formacién.?6 Con lo anterior debe quedar claro que existe un caso donde no cabe duda sobre la intencién de comunicar, y éste es cuando se usa el lenguaje. Quien usa el lenguaje no puede negar que su in- tencidn era participar algo. La comunicacién, a cual analizare- mos mis detalladamente en el segundo apartado de este capitulo, €s una operacién que se compone de la sintesis de tres selecciones participacién (Minteilung), informacién y comprensién. Al igual que la conciencia, la comunicacién es reflexiva y referencial. La reflexividad se expresa en el acto de comunicar, y la referencialidad en la informacién que se comunica. En consecuencia, la comuni- cacién como tal lleva a cabo una distincién entre autorreferencia y heterorreferencia, pues puede tematizarse a si misma (“:qué qui- 26 Niklas Luhmann, La ciencia de la..., op. cit. p. 43. 37 /corstiones DE METODO siste decir con eso?”) o cuestionar la informacién que se dijo (“:no estoy de acuerdo con tu opinién?”). La conciencia y la comunica- cién son capaces de diferenciar entre lo interno y lo externo, es decir, de tener fronteras claras. Esta semejanza se debe a que am- bas se constituyen como sistemas que se diferencian de un entorno. Tomar como punto de partida como —hemos tratado de demostrar con la ayuda de la teorfa luhmanniana— que las créni- cas se deben atribuir a la comunicacién y no a la conciencia, o mejor dicho, que éstas no son espejos, més o menos limpios, que nos permiten ver lo que sus autores percibieron, en tanto que in- dividuos, abre un conjunto de preguntas. Pero no sélo las abre, sino que también orienta el camino para poder contestarlas. ;Cudles son las coerciones regulativas que la sociedad impone a las formas de comunicacién literarias en el Imperio espafiol del siglo XVI? 2De qué manera las instituciones regulan las formas de comunica- cidn en una sociedad estratificada, como lo era la espafiola en esa €época’ se difunden esos discursos? Qué permite y qué oculta el escribir desde una institucidn religiosa, como la de los franciscanos?, etcé- tera. Aquello relatado y descrito en las crénicas depende de un 2Qué tipos de discursos coexisten en esa sociedad? ;C6mo conjunto de convenciones sociales, las cuales se encuentran en ellas como su punto ciego, es decir, como aquello que no pueden ver. Por esto, nuestro trabajo consiste en ver lo que ellas no pue- den ver, y que sin embargo, determina lo visto, Nuestro objetivo es reconstruir las estructuras latentes de la realidad que comuni- can las crénicas. Nuestro propdsito es observar sus observaciones, las cuales, por ser sociales, se presentan como comunicaciones y no como percepciones. Para lograr nuestro objetivo nos centramos en la institucién que rige los procesos de escritura de esa sociedad: la ret6rica. Por retérica entendemos algo mds que un simple conjun- to de reglas para escribir. Ella determina el conjunto de las formas de comunicacién, tanto orales como escritas, del vértice social de la Europa del siglo XVI. El aprendizaje de la retérica es el mecanis- mo por el cual el cortesano se socializa, por ello, la retérica tras- ciende la mera preocupacién de hablar correctamente. Se podria decir que si la visi6n del mundo actual es cientifica, la del siglo ALFONSO MENDIOLA MEJiA 38 XVI es retérica, siempre y cuando distingamos lo siguiente: en la actualidad los procedimientos cientificos no determinan todas las formas de comunicacién de la sociedad actual, mientras que en el siglo XVI la retérica sf abarcaba todos los campos de la comunica- cidn. Por esto, nuestra investigacién pretende mostrar cémo se construye la realidad en una sociedad dominada por la retérica. Ahora ya estamos en condiciones de contestar la pregunta que nos hacfamos al inicio sobre la naturaleza de las crénicas. Di- cho de otro modo, zcon qué tipo de objetividad trabajamos cuando analizamos las crénicas de la conquista de México? La primera consideracién, como hemos visto, es que las crénicas son comuni- caciones y no percepciones. La segunda, que estas comunicaciones se difunden a través de un medio especifico: /a eseritura. En con- secuencia, las crénicas son comunicaciones escritas, y no orales. Una cuestién, que dejamos en este momento de lado, es la de aclarar el peso que tiene la oralidad en la estructura, el estilo y el contenido de estos textos escritos. Adelantamos, sin demastrarlo, que desde nuestro punto de vista, la escritura de las crénicas sigue adn dominada por la oralidad, a pesar de que su medio de difu- sién sea el escrito. Ademés, en el caso especifico de los tres cronis- tas que analizaremos (Francisco Lépez de Gémara, Bernal Diaz del Castillo y fray Juan de Torquemada) no estamos hablando ex- clusivamente de una escritura manuscrita (caligrdfica), sino de una escritura impresa (tipogréfica)27 La superficie organiza el espacio grafico. La diferencia entre oralidad y escritura esté en la cufia de la superficie: “La negligencia respecto de la sintagmatica de la es- critura tanto en la lingiifstica tradicional como en la moderna se debe, sobre todo, a la hipédtesis de que el modo en que los signos ” Los efectos de la tipografia en los procedimientos interpretativos de la literatura del Siglo de Oro espafiol son analizados por Elisa Ruiz en su ensayo “El artificio librario: de cémo las formas tienen sentido”. Ruiz sefiala lo siguien- te en el inicio de su arciculo: “mi intencién es esbozar el estudio morfolégico de los dispositivos materiales que se encuentran en los libros. La forma primigenia que los textos tuvieron en su dia respondia a una estrategia significativa, estrate- gia que no debemos olvidar so pena de mutilar gravemente la comprensién del mensaje transmitido”. Antonio Castillo (comp.), Escribir y leer en el siglo de Cervantes, pp. 285-6. 39 /‘cuestiones DE METODO escritos estan combinados en una superficie es una simple copia directa en términos visuales del modo en que los signos orales se combinan en el habla”.?® Como se sabe, muchas crénicas nunca fueron impresas en cl momento de su emisién sino hasta mucho tiempo después.”? La especificidad del material sobre el cual tra- bajaremos es la siguiente: se trata de comunicaciones escritas que se difundieron en su época como libros impresos. En principio puede parecer obvia la caracterizacién que he- mos hecho de las crénicas, y posiblemente lo sea, pero lo que no ¢s para nada obvio son las consecuencias metodoldgicas que deri- vamos de ella. Las comunicaciones que utilizan como medio de difusién la escritura, 0 el impreso, rompen con la limitante de la relacién cara a cara, en consecuencia escinden la participacién de la comprensién, mientras que en la oralidad se dan en el mismo tiempo y en el mismo espacio. Por otro lado, el control que ejerce la situacién de habla en la comprensién oral se pierde en la escri- tura. La obra escrita, y aun mds la impresa, constituye operaciones en la comunicacién que eran impensables desde la oralidad: leer y escribir. En la oralidad se tomard la representacién de la cosa por la cosa representada,*° lo que propiciard el pensamiento magico, mientras que la escritura las distinguird, lo que favorecer4, lenta- mente, la aparicién del pensamiento objetivista. Luhmann describe de esta manera los cambios que produce la aparicién de la escritu- ra en los sistemas comunicativos: El efecto de la escritura consiste en la separacién espacial y tempo- ral entre el acto de comunicar y la comprensién y en la inmensa explosién de empalmes que asf se producen. Las consecuencias inmediatas son: 1) un rechazo de la bené- fica desaparicién inmediata de las palabras dichas, es decir, un re- 28 Desde la semidtica integracional, Roy Harris critica la concepcién del estructuralismo del signo escrito. Roy Harris, Signos de escritura, p. 159. 2° Muchas de las crdnicas no alcanzaron la forma impresa y se quedaron como manuscritos, y fue sino hasta los siglos XIX y XX que se convirtieron en libros impresos. 2° Gf, David R. Olson, El mundo sobre el papel. El impacto de la escritura y la Lectura en la estructura del conocimiento. ALFONSO MENDIOLA MEJiA 40 chazo a la facilidad del olvido; y 2) la adquisicién de un radio de accién util para la reordenacién de las secuencias. Y, en efecto, cada comunicacién est4 construida por medio de un reducido des- carte y de un modo estrechamente secuencial. Uno habla después del otro, de distinta mancra no es posible ordenar ningun proceso de comunicacién. Esto vale también para la escritura. Pero la escri- tura conserva lo que se comunica para secuencias que, al momen- to, no son previsibles y esencialmente para empalmes indirectos.>! Estas cualidades de la comunicacién escrita o impresa hacen que el puiblico receptor sea totalmente distinto al de la oralidad. Ya que la escritura escinde temporal y espacialmente la participa- cion (el acto de escribir) de la comprensién (el acto de leer), se crea la ilusién de que todo lector, aun el que se encuentra varios siglos después de la participacién, puede apropiarse del sentido del texto de manera inmediata. Dicho de otra manera, el lector se considera, ilusoriamente, contempordneo del texto. Mientras en la oralidad lo informado se desvanece en el mismo momento en que es dicho, en cambio, en la escritura lo dicho permanece mis alld del contexto de emisién. Esta capacidad de la escritura de sobrevi- vir a su contexto de emisién genera un problema que se debe to- mar en cuenta: la ruptura entre contexto y significado. Si toda comunicacién anticipa por medio de una estructura de expectati- vas las comunicaciones que se pueden empalmar con ella, por lo tanto siempre est4 previendo un tipo de lector. Y ese lector pro- yectado por el escritor es construido desde las convenciones semanticas y literarias que él conoce.*” 3! Niklas Luhmann y Raffaele de Georgi, Téorfa de la sociedad, p. 107. 3? Este es el principio central del modelo interpretativo de la teorfa de la recepcidn estética. Pero otra manera novedosa y sugestiva para inscribir un libro en su contexto de emisién cs la que plantea el Hamado New Historicism que nacié en oposicién al New Criticism. El representante mds notorio de esta cs- cucla es Stephen Greenblatt, que ha desarrollado la mayor parte de su actividad académica en la universidad de Berkeley. En su introduccién a la antologia que elaboraron sobre este movimento, Antonio Penedo y Gonzalo Pontén dicen lo siguiente: “Frente a la calificacién de la literatura como reflejo, Greenblatt pre- fiere hablar de registro activo del pasado, implicado en las mismas operaciones aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. ALFONSO MENDIOLA MEJIA 42 nicas: primero, las crénicas no deben ser tratadas como percep- ciones sino como comunicaciones; segundo, se trata de comuni- caciones escritas y no orales y, tercero, son comunicaciones escritas difundidas como obras impresas. Definida la naturaleza de las crénicas de la conquista, nos corresponde exponer el objetivo de nuestra investigacién. Dado que nuestra intencién es elucidar la clase de realidad que constru- yen estas obras, nos planteamos la siguiente pregunta: ;c6mo cons- truye la realidad una sociedad que estructura su comunicacién a partir de la retérica? De manera més explicita, nos interesa des- cubrir cudles son las distinciones usadas por una cultura deter- minada, en este caso la espafiola del siglo XVI, para observar (y comunicar) los acontecimientos de la conquista. Para intentar res- ponder esta interrogante nos centraremos tinicamente en los rela- tos de batallas, pues, aparentemente, éstos serfan —para el lector actual— los mis factuales de las crénicas. De las multiples narra- ciones de batallas sélo estudiaremos la de Cintla y la que trata la caida de Tenochtitlan. Si entendemos la conquista como un proce- so militar, la investigacién se enfoca al inicio y al final del mismo. El comienzo del proceso esta representado por la batalla de Cintla; y su culminacién, por la caida de Tenochtitlan. Estos relatos de batallas los estudiaremos tinicamente en tres cronistas: un clérigo humanista, Francisco Lépez de Gémara; un soldado letrado, Bernal Diaz del Castillo, y un fraile escolstico, fray Juan de Torquemada. Los relatos se encuentran en las siguientes obras: Hispania Vitrix, la Historia verdadera de la conquista de la Nueva Espana y la Mo- narquta Indiana.” Esta investigacién es sumamente problemdatica en términos metodoldgicos, pues busca demostrar la contingencia del modo en que fueron narrados estos hechos. Contingencia significa acep- tar que los espafioles vieron lo que podian ver, por lo tanto, para ellos esa contingencia no significaba arbitrariedad. “Podemos de- 35 Las ediciones que usaremos son las siguientes: Francisco Lopez de Gémara, La conquista de México, edicién de José Luis de Rojas; Bernal Diaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva Espaiia, edicién critica pot Carmelo Séenz de Santa Maria, y Fray Juan de Torquemada, Monarquia indiana, 7 voli- menes, edicidn bajo la coordinacién de Miguel Lesn-Portilla 4B /cuestiones DE MéTODO cir también que la observacién —dice Luhmann— utiliza la pro- pia diferenciacién como su punto ciego. Sdlo puede ver lo que puede ver mediante esta diferenciacién. No puede yer lo que no puede ver”. La contingencia existe para el lector moderno en el momento en que observa la observacién de ellos. Desde la actua- lidad somos capaces de revelar el punto ciego de la observacién que los espafioles hicieron de la conquista, estudiar los supuestos desde los cuales se conté la conquista. No se trata de afirmar que el siglo XXI vea mds que el siglo XVI, sino que toda observacién puede ser, después de ser realizada, observada. Nuestro estudio con- sistird en observar cémo los espafioles del siglo XVI observaron por medio de comunicaciones la conquista. Para hacerlo, hay que par- tir de que la realidad no es una y la misma para todos, sino que es siempre una realidad construida por la operacién de observar. Ahora bien, lo importante estd en partir de una distincién entre la realidad de la operacién de observar y, si esa operacién de observar se sujet6 a criterios de falsabilidad. La observacién de los espafio- les es una realidad, pero nunca sometieron —porque era imposi- ble— esa observacién a una observacién de segundo orden basa- da en la distincién verdadero/falso. Los espafioles observaron su observacién en funcién de la distincién propia de la retérica: per- suasién/no persuasién. Lt UNA TEORIA DE LA OBSERVACION DE OBSERVACIONES*” Tampoco la observacion de las observaciones busca 0 encuentra una respuesta definitiva a preguntas cognitivas; al contrario, se expone a la observacién recurrente de las observaciones. Sin em- bargo, obtenemos el aspecto adicional del cémo. Niklas Luhmann Intentar observar cémo observa el mundo la sociedad estratificada del siglo XVI, plantea el siguiente problema metodolégico: ;c6mo 26 Niklas Luhmann, La ciencia de la... op. cit p. 66. >7 “Por otra parte, con el metaconcepto de observacién, veo abrirse en forma ALFONSO MENDIOLA MEJIA 44 es posible observar observaciones?, ;c6mo se pueden investigar empiricamente las observaciones? 0, mds precisamente, ;c6mo se observa una operacién particular como es la de observar? La cues- tién no consiste en observar la realidad que el cronista observa, cosa por demas imposible, sino cémo ¢l la observaba. Observar lo observado por él presupondria que la realidad existe independien- te de la operacién de observar,** y los textos de los cronistas no son [a realidad, sino la observacién que ellos hicieron de ella. Di- cho de otra manera, los cronistas no nos dan la realidad, sino ob- servaciones de la realidad. La realidad no existe independiente de las observaciones que se hace de ella, por esa no es posible verifi- car las descripciones de los cronistas por medio de la investigacién arqueolégica. Pues la ciencia arqueolégica observa de una manera distinta al soldado, al clérigo o al fraile del siglo XVI. La realidad es la referencia de la operacidn de observacién y no es independiente de-ella. La tinica manera de observar lo:mismo es repitienda laope- racién de observacién tal y como el observador la realizé. El soste- ner que la realidad sicmpre es realidad obscrvada nos hace romper con la distincién ontolégica entre pensar y ser: “La referencia (lo que designa una observacién), ciertamente tiene que ser distinta creciente, también otras posibilidades. Si se parte de la operacién del observa- dor, la teorfa de sistemas resulta ser sélo un instrumento plausible, entre otros. De hecho, en dos o tres ocasiones sostuve un seminario en el que se intenté desarrollar diferenciaciones alternativas al complejo sistema/entorno, por ejem- plo, la diferenciacién medio/forma o también la diferenciacidn evolutivo teéri- ca de variaciéniseleccién, Entonces, se vuelve més claro que no todo puede ser deducido de determinados axiomas de la teoria de sistemas. Creo que cada paso concreto debe exigir tambign la introduccidn de otras diferenciaciones de ori- gen distinto, De allf se podria decir que se empieza con una teoria de la obser- vacién y se decide entonces, en un segundo paso, si uno quiere trabajar con ayuda del esquema sistemafentorno, o del esquema medio/forma, etcétera”. Niklas Luhmann, “Entrevista a Niklas Luhmann”, pp. 6-7. 34 “Sin embargo, no es posible sacar conclusiones de la realidad a partir de la realizacién operativa de las observaciones, con respecto a su objetividad. Dicho de otra manera, la realidad de la observacién no surge de una extensién hacia un mundo quc existe independiente del observador y que sca comprendido por todos los observadorcs, si éstos no se cquivocan, en un mismo sentido, porque existe independicntemente de ellos”. Niklas Luhmann, La ciencia de la. op- cit, p. 62. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. ALFONSO MENDIOLA MEJIA 46 Esta situacién se hace especialmente evidente en la relacién entre seres humanos y sistemas sociales. El concepto de interpenetraci6n ofrece la clave para el andlisis ulterior de esta relacién, pues sustitu- ye las doctrinas del derecho natural, asi como los intentos sociolé- gicos que han trabajado con los distintos conceptos de necesidad y las teorfas de los roles y de la socializacién. La relacién entre seres humanos y sistemas sociales es mds comprensible si se recurre al concepto de interpenetracién que con los conceptos sociolégicos mencionados. La interpenetracién no los excluye, los incluye.*! Solo al analizar los procesos de interpenetracién seremos ca- paces de abandonar los acercamientos a los cronistas en términos biogrdficos. Pues en la mayoria de los casos lo biografico se en- tiende, en el estudio de los cronistas, como una trayectoria ajena a los sistemas sociales. Nos interesa, siguiendo la terminologfa luhmanniana, la persona y no “el ser humano”.4? Las crénicas como comunicaciones estén determinadas por la estructura social y no por lo psiquico y orgdnico. Los relatos de la conquista, debido a los procesos de interpenetracién, se comprenden mejor si se inscri- ben en la cultura teoldgico-cristiana que en factores individuales. Si, como hemos dicho al inicio de este apartado, nuestro objetivo es observar las observaciones de los cronistas, es necesario explicitar en qué consiste la operacién de observar. Por un lado, no se trata de observaciones realizadas por la conciencia, sino por la sociedad; por otro, no nos interesa explicar el qué de la observa- ci6n sino el cémo. Nuestro estudio consiste en observar obser- vaciones atribuibles a la sociedad, pues éstas se presentan como comunicaciones. De manera normal, la observacién se distingue de la acci6n 0 del hacer. Por un lado, la observacién se concibe, comtinmente, co- 41 Niklas Luhmann, Sistemas..., op. cit., p. 202. 42“E] presente capitulo trata de un entorno especial de los sistemas sociales: el de los seres humanos y sus relaciones con los sistemas sociales. Hemos optado por la expresi6n ‘ser humano’ para asegurar que se trata tanto del sistema psiquico como del sistema orginico del hombre. En este contexto, evitaremos en lo posi ble la expresién ‘persona’, la cual reservamos para indicar la identificacién soci de un complejo de expectativas dirigidas a un hombre individual”. Ibid, p. 199. 47 /‘cusstiones DE METODO mo pasiva y, por lo tanto, receptiva; mientras la accién se representa como productiva. En nuestro caso no va a ser asf. Antes que nada, vamos a entender la observacién como una operacién que ejecuta el observador,4? es decir, cuando se observa se realiza algo. De lo anterior se deriva la distincién entre operacién y observacién. Entre ambos fenémenos existe —para quien los observa— una relacién de complementariedad [...] Ni es posible separar ambos fendémenos, ni existe una relacién de causalidad en el sentido de aque Je operacién es'la causa y la observacién su efecto: Sélo:por razones de la observacién, hay que descomponer la situacién como es debido. Para la observacién de una operacién [...] basta una ob- servacién simple de lo que sucede [...] Para la observacién de la operacién como observacién, sin embargo, hay que hacer el esfuer- 20 por colocarse en un nivel de segundo orden, lo cual significa, segiin una idea hoy en dia asimilada en la lingiifstica, un nivel con componentes autorreferenciales.“4 Por ello, cuando afirmamos que la realidad es realidad observada, nos referimos a que “lo real” sdlo se hace presente cuando se ha realizado una operacién particular, la cual denominamos observa- cién. Y para observar la operacién de observar se debe uno situar en un metanivel. Precisemos un poco mds: lo real existe como aquello a lo que nos referimos por medio de una operacién que es una observacién. De esta manera, s6lo se tiene acceso a “lo real” si se repite la operacién especifica que lo instituyé como tal. Enten- der la realidad como el resultado de la operacién de observar nos exige que elaboremos un concepto abstracto de observacién, el cual trascienda la distincidn cldsica entre actuar y observar, es decir, que parta de que el actuar es también una forma de observar.*> “9 “El observador tiene que ser, si se pretende asegurar una continuidad de la observacién, un sistema estructurado que se diferencia a si mismo del entorno”. Niklas Luhmann, Introduccién a la teorta..., op. cit., p. 118. 4 Niklas Luhmann, La ciencia de la... op. cits, p. 61. “5 “También una actuacién dirigida a un fin es una observacién con ayuda de la distincién del estado marcado en Ia finalidad y el que se produce de otro modo; y también comunicar es observar con la denominacién de una informa- ALFONSO MENDIOLA MEJIA 48 La operacién de observar consiste en la unidad de distinguir e indicar. Esto se conoce a partir de Spencer Brown como “cons- truccién operativa de formas”. Por forma se entiende “una Ifnea de frontera que marca una diferencia y obliga a clarificar qué par- te se indica cuando se dice que se encuentra en una parte y dénde se debe comenzar si se quiere proceder a nuevas operaciones”.*° Por lo tanto, para que la observacién se lleve a cabo, se debe trazar una distincién (“esto y no lo otro”), y después, para que ésta se actualice es necesario indicar 0 marcar uno de los dos lados de la distincidn realizada; pues no habrfa observacién alguna si se per- maneciera en la indiferencia de la distincién, esto es, si no se eli- giera un lado de la misma: “Indicar es al mismo tiempo distinguir, as{ como distinguir es, al mismo tiempo, indicar”.4” Como sélo es posible observar cuando operamos una distincidn, el mundo o lo real previo a toda distincién es inobservable, o mejor dicho invisi- ble. La realidad aparece, de esta manera, como el soporte de toda distincién. Dicho de otra forma, no hay acceso a lo real si no se lleva a cabo un trazo o una marca que constituya una diferencia. Pero, y esto es sumamente importante para nuestro tema, aunque s6lo se indique uno de los lados de la distincién, los dos lados de la forma existen en simultaneidad. Asi, cuando se desea indicar el otro lado de la distincién (aunque insistimos que existen en simultaneidad) debemos pasar la frontera que permitié hacer la diferencia. El hecho de cruzar el limite presupone tiempo. En suma, la orientacién del cruce necesita de una diferencia entre antes y después, lo que esta distincién muestra es que no se pueden ver los dos lados de la distincién al mismo tiempo, pues esto significarfa que no se llevé a cabo una distincién. Como puede verse, sélo podemos referitnos a lo real por medio de distinciones, y no de manera inmediata. En consecuencia, se ve lo que se ve gracias a la distincién que se opera para referir algo en el mundo. Pero, como hemos dicho, cién, a diferencia de lo que de otro modo hubiera podido ser posible”. Niklas Luhmann, Observaciones de la modernidad, Racionalidad y contingencia en la sociedad moderna, p. 92. 4 Niklas Luhmann y Raffacle de Georgi, Teoria de la... op. city p. 35. 4” Niklas Luhmann, /nsroduccién a la teorta..., op. cit. p. 65. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. ALFONSO MENDIOLA MEJIA SO orden, en tanto que operacién, también es incapaz de ver la dis- tincién que usé para ver la observacién de primer orden. Para lograr verla se necesitarfa realizar otra distincidn, esto es, llevar a cabo una observacién de tercer orden, Con esto queremos sefialar que no hay una observacién ultima que sirva de fundamento ab- soluto de toda observacién, sino por el contrario, toda observa- cién, por ser una operaci6n, es empirica y por lo tanto observable, y nunca trascendental.*! El recurso para tolerar la contingencia de lo real se encuentra en pasar de la pregunta del cémo es que se ve lo que se ve, al qué es lo que se ve. Este camino, ha sido el del positi- vismo o el del realismo ingenuo. Ahora podemos constatar también, en una retrospectiva histérica, que la observacién del qué, el formular y contestar preguntas de tipo gué es (...] ycon ello toda la epistemologia prekantiana, siem- pre se habia enfrentado a una forma de la desparadojizacién del mundo, por lo cual no tenfa ningiin problema (o sélo de tipo téc- nico) con la Iogica. La revolucién kantiana que se aprecia quizds mejor en el Prdélogo a los Prolegémenos para una metafisica futura, consiste en la sustitucién de preguntas sobre el qué por preguntas sobre el cémo, independientemente de que se acepte o no la mane- raen que el propio Kant se sustrae posteriormente a los problemas de la autorreferencia y la paradoja mediante la diferenciacién entre lo empitico y lo trascendental. La observacién de la observacién convierte en histérico (re- lativo) lo que para el primer observador aparecfa como natural (absoluto). La ganancia de la observacién de segundo orden se encuentra en ver aquello que el observador de primer orden no puede ver. El objetivo programatico de la observacién de segundo orden es la de aprender a ver lo inobservable para el observador de primer orden. No es observable para el observador porque se trata de la unidad del esquema de diferenciacién que aplica en la opera- 5" Por srascendental entendemos aquello que permite la manifestacién de lo empirico pero no es empirico. 5? Niklas Luhmann, La ciencia de las. op. cit. p. 75. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. ALFONSO MENDIOLA MEJIA 52 tante de las epistemologias contempordneas, cuestién que puede ser entendida como la superacién del positivismo. As{ se comprende que la teoria cognitiva académica no pudo asi- milar, sino debié marginar el descubrimiento mds excitante de la investigacién cognitiva moderna: cl descubrimiento de la datencia. El término designa la posibilidad de observar y describir lo que otros no pueden observar. En la epistemologia clisica no existia esta posibilidad (a no ser disfrazada como error o como fuente de error). No cabja en el esquema de observacién légico/ontoldégico. La incapacidad misma para comprender la latencia permanecia la- tente, era el punto ciego, era la condicién de poder observar con este esquema. Sin embargo, hoy en dia es posible observar tam- bién y sobre todo esto.*4 La semantica de lo latente ha evolucionado junto al desarro- Ilo de la modernidad. Luhmann sugiere, en una breve historia del concepto de lo latente, que las epistemologias modernas, hasta con el constructivismo, siempre la vieron como un hijo ilegitimo: “el hijo natural de la epistemologfa, al que no se le permite entrar ni continuar el linaje”.° Por ello, segiin Luhmann, el uso de la latencia se dio principalmente en la novela del siglo XVII: “El lector obtiene una visién en la estructura de los motivos de los héroes, que permanecen ocultos para ellos mismos. Piénsese en Pamela de Richardson. El romanticismo expande esta posibili- dad”.% Sin embargo, aunque hijo natural de la epistemologfa, la latencia se tematiza con otras nociones en las epistemologia mo- dernas. En una primera etapa aparece con los nombres de innatismo (Descartes), apriorismo (Kant), costumbre (Hume), entre otros. En esta primera etapa lo latente es considerado como ahistérico 0 propio de la naturaleza humana. En su segunda etapa se hace pre- sente en las teorfas de la sociedad como ideologfa, intereses de clase (Marx); y finalmente se convierte en la piedra de toque de la teorfa psicoanalitica en su nocién de inconsciente (Freud). 54 Niklas Luhmann, La ciencia de la... op. cit, p69 8 Wbid., p.70. %6 Loc, cit. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. ALFONSO MENDIOLA MEJIA 54 dad, etcétera, porque partian de una visidn ontoldgica de la rea- lidad. Con estas distinciones en las formas de diferenciacién se comprende por qué la modernidad ha tematizado con tal interés la problematica de la latencia: observar lo que est4 a espaldas del observador. La observacién de segundo orden lo que saca a relucir es que ya noes posible sicuarse en el orden de la naturaleza, ni en el de las inten- ciones de la vida buena y verdadera de la antigua filosofia politica. El modo de funcionamiento de los sistemas es la observacién de segundo orden y, de alli, la conciencia necesaria de una base cons- titutiva de contingencia que traspasa a todos los sistemas sociales. Lo artificial, lo cambiable, lo necesitado de constantes explica- ciones, parece que es lo que puede ofrecer el modo de ser de la mo- dernidad.®! A partir del siglo XVII en adelante, la funcién histérica de la critica consiste en ver lo que el otro, desde su perspectiva, no pue- de ver. La critica, entendida como ilustracién, pretende mostrarle al observador de primer orden lo que no puede ver: lo latente.°? El concepto de critica expresa con toda claridad la paradoja de la observacién en la estructura latente: ;Cémo se puede ver algo que no es visible? Sélo gracias a la existencia de otro observador (0 puede ser el mismo observador, pero como observador que se ob- serva) que mediante una observacién especializada se orienta a la unidad de la distincién que pone en prdctica el primer observador para referirse al mundo. La observacién de segundo orden no es el empleo de una ldgica formal abstracta, sino el esfuerzo por observar aquello que el ob- servador no puede ver, por razones de posicién. La observacién de segundo orden debe fijar con exactitud el punto desde el cual se observa cémo el otro observa el mundo. O dicho de manera més Niklas Luhmann, Jusroduccién a la teorla..., op. cit., p. 130. ® Lo ingenuo de toda postura critica, segdin Luhmann, se encuentra en creer que quien hace la critica no tiene, él mismo, un punto ciego. Cf. Niklas Luhmann, “En cl ocaso de la sociologfa critica”. 55 /cuestiones DE METODO precisa: qué esquema de diferencia utiliza aquel a quien se observa. Inmediatamente surgen, entonces, distintos planos de observacién: el observador de segundo orden distingue la observacién (obser- vada) de otras observaciones. Y esto de manera muy distinta al observador de primer orden que ha aplicado un esquema de ob- servacién, por ejemplo: moral/amoral, cercano/lejano, personal/ impersonal.® Esta observacién especializada descubre distintos planos por- que coloca entre paréntesis la totalidad del mundo para concen- trarse exclusivamente en lo observado por el observador. Esta emergencia de lo latente en la modernidad nos sefiala dos cosas: a) todo observador, en el momento en que observa, tiene un punto ciego, y b) se necesita otra observacién para revelar ese punto cie- go. Metodoldgicamente podemos concluir que toda descripcién de lo real presupone algo latente: dicho de otro modo, que la rea- lidad siempre es realidad para alguien™ y nunca realidad en si. Debe quedar claro para quién lo latente es tal, porque de no ser asf estarfamos envueltos en una afirmacién absurda. Pues ;c6mo es posible que lo invisible se pueda ver? Lo latente es un compo- nente necesario de la operacién de observar, no hay observacién sin un punto ciego para el observador. Ese punto ciego —lo laten- te— de la observacién sdlo es visible para una segunda observa- cién. Pero esta segunda observacién, aunque revela lo latente de la primera observacién, en tanto que observacién, también tiene un punto ciego que la hace posible. Por lo tanto, lo latente se hace visible por la segunda observacién que se especializa en hacer ora diferenciacién —observador/observacién— para poder ver el es- quema de la distincién aplicada por el primer observador. “Toda observacién es, al ser dependiente de una diferenciacién, latente para sf misma. Pero precisamente esto puede ser observado me- diante otra diferenciacién. Lo que no puede ser observado, es ob- servable —si bien tinicamente mediante un cambio de esquema, © Niklas Luhmann, Jntroduccién a la teorta.... op. cit., pp. 126-7. Esta formulacién nos recuerda la fenomenologfa: la diferencia en Luhmann es que ese alguien no es un sujeto sino un sistema autorreferencial y autopoiético.

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