COLEGIO JOSÉ BATRES
MONTÚFAR
Plan Fin de Semana
FILOSOFÍA
BACHILLERATO
en CC. y LL. por Madurez
UNIDAD I
FILOSOFÍA
Significado etimológico de la palabra filosofía. La palabra filosofía, etimológicamente está
compuesta de dos vocablos: φιλος y σοφια: filo–sophía. El término filo: significa amor y
sophía, sabiduría. De ahí que filosofía sea: amor a la sabiduría. Sophía tuvo,
primitivamente, un significado muy amplio. En tiempos de Homero se emplea para
designar la habilidad en lo manual y también en un arte cualquiera, como en las bellas
artes, la música, la poesía. Finalmente, pasa a significar el saber en general, con un claro
matiz de excelencia. Así, Herodoto llama sofós (σοφος) a todo el que sobresale de los
demás debido a la perfección y calidad de sus obras. En latín, sabiduría se expresa con el
término sapientia, que viene de sapere, que significa en un sentido amplio saber, por lo
que sabio es el buen conocedor, el que juzga acertadamente, gracias a que domina los
temas que ha estudiado. Supone un saber superior al ordinario. En sentido estricto sapere
hace referencia al buen gusto, al tener un paladar fino y delicado. Por ello, quien ejerce el
saber filosófico, suele tener un “paladar” habituado a la verdad. El término sabio también
tiene antecedentes históricos. Según una conocida tradición, que aunque ha sido
discutida tiene valor como ilustración, se afirma que fue Pitágoras quien empezó a usar la
palabra filósofo, cuando se le preguntó acerca de cuál era su oficio, y él respondió que no
sabía ningún arte, sino que era simplemente filósofo; y para que se entendiera mejor, hizo
una comparación con las Fiestas Olímpicas, diciendo que unos acudían por competir,
otros por hacer negocio, y otros sólo por el placer de ver el espectáculo; éstos últimos
serían los filósofos. Una explicación bastante acertada de lo que es la filosofía, la realiza
Platón, en su diálogo El Banquete. Aquí sostiene que el amor es hijo de Poros, el dios de
la abundancia y de Penia, la diosa de la pobreza; por ello el amor tiene parte de los dos.
Así pues, la filosofía tiene, por una parte, riqueza, que le viene del tema al cual tiende: la
sabiduría, y por otra parte, pobreza, del hecho de no poseerla, de estar siempre en
continua tensión hacia ella. En esta vida no tendremos la posesión completa del saber,
pero tampoco careceremos absolutamente de él. Es una situación de tensión, un saber
que nunca acaba, que no agota el conocimiento de la realidad, sino que se dirige hacia él
y en la medida que lo consigue renueva y continúa su búsqueda. A partir de esa tradición
el nombre de sabio se cambió por el de filósofo, y el nombre de sabiduría por el de
filosofía.
LAS DISCIPLINAS FILOSÓFICAS
La filosofía es un campo de estudio muy amplio que se puede parcelar en campos más
pequeños; se trata de sus diversas ramas de estudio, las llamadas disciplinas filosóficas.
Las disciplinas filosóficas son aquellas actividades intelectuales que nos muestran las
formas que puede adoptar la filosofía, que son muchas. Y es que desde que aparecieron
los primeros filósofos hace miles de años, son muchos los ámbitos de reflexión e
investigación que han abordado, y algunos de ellos son muy diferentes entre sí, por lo que
pueden ser clasificados en categorías diferentes.
Así pues, podemos entender las disciplinas filosóficas como los diferentes puntos de
partida desde los cuales nos podemos hacer preguntas e intentar responderlas según la
naturaleza de estas incógnitas. Cada una de ellas pretende dar respuesta a preguntas o
problemas específicos, y presenta unas características concretas; además, su objeto de
estudio varía.
En este artículo veremos cuáles son las principales disciplinas filosóficas, y en qué
temáticas se sumerge cada una de ellas.
1. Lógica
La primera de las disciplinas filosóficas que vamos a comentar es la lógica, considerada
una ciencia formal (no empírica). Su nombre viene del término “Logos” (en griego), que
significa idea, pensamiento o razón. El objeto de estudio de la lógica son las propias
ideas, y busca sacar conclusiones a partir de determinadas premisas, a través de la
realización de inferencias.
2. Epistemología
La epistemología, la segunda de las disciplinas filosóficas que estamos viendo, estudia el
propio conocimiento. Su nombre tiene su origen en el término “Episteme”, que significa
conocimiento. Esta disciplina filosófica se encarga de estudiar todos aquellos hechos
(tanto psicológicos, sociales, históricos…) que han conducido a la obtención del
conocimiento científico.
Otros términos que se han usado para hablar de epistemología son la “Filosofía de la
Ciencia”, ya que su objeto de estudio es el conocimiento, y además se ocupa de estudiar
por qué algunas fuentes de conocimiento científico son “válidas” y otras no.
Así, la epistemología es la encargada de estudiar el conocimiento en sí, pero también su
tipología (contenido, significado…) y grado de veracidad. Ahonda en el propio
conocimiento humano buscando sus fundamentos, principios y métodos que permiten
obtenerlo, así como las limitaciones de aquello que podemos llegar a conocer de manera
consistente.
3. Axiología
El objeto de estudio de la axiología son los valores. Es decir, estudia el valor que tienen
las cosas, qué se entiende por valor, cuál es su naturaleza, etc. Ahonda en sus
fundamentos y en su esencia, y en cómo se relacionan con el ser humano. Es por ello que
muchas veces la axiología también se hace llamar la “Filosofía de los valores”.
Etimológicamente, la palabra axiología proviene de “Axis” (valor) y de “Logia” (estudio,
ciencia). Esta palabra fue utilizada por primera vez en 1902 por Paul Lapie, y
posteriormente por Eduard Von Hartmann, en 1908. Este último autor fue el que la
consolidó como una disciplina filosófica, y el que la utilizó para fundamentar sus estudios
de filosofía.
Además, la axiología está muy relacionada con otra de las disciplinas filosóficas que
veremos en este artículo: la ética. Esta última se centra en los conceptos del bien y del
mal.
4. Ontología
La ontología tiene como objeto de estudio “el ser en general”, así como su esencia y sus
propiedades. De entre las disciplinas filosóficas, es una de las que tiene un mayor
componente metafísico (de hecho, algunos expertos la consideran parte de ella).
Etimológicamente, la palabra ontología proviene del griego “Onthos” (ser) y “Logia”
(estudio, ciencia).
La ontología se encarga también de estudiar las relaciones entre los entes, y las
relaciones entre los actos y las personas que los realizan.
Por otro lado, también pretende analizar los principios que rigen el propio ser, las
categorías generales del ser humano y las clases de entes que existen. Un ente es una
“cosa o ser que tiene existencia real o imaginaria”; se trata de un concepto un tanto
abstracto, metafísico. Así, la ontología va más allá de la apariencia física, y busca analizar
las cosas o los seres más abstractos o intangibles.
5. Antropología filosófica
Otra de las disciplinas filosóficas, la antropología filosófica, se encarga de estudiar al
hombre como objeto y como sujeto del conocimiento filosófico. Etimológicamente también
proviene del griego, concretamente del término “Antrophos”, que significa hombre.
Así, pretende averiguar aquello que determina la condición racional y espiritual en las
personas, a partir de la investigación de la esencia humana. Busca entender el lugar del
ser humano en el cosmos, sus problemáticas y conflictos, su naturaleza de ser, etc. Hoy
en día la antropología es una carrera universitaria.
6. Ética
La ética es otra de las disciplinas filosóficas “por excelencia”. Se encarga de estudiar “el
bien y el mal” según unos principios fundamentales, en relación al comportamiento
humano. Etimológicamente proviene del término “Ethos”, que significa costumbre.
7. Estética
La estética se encarga de estudiar la belleza, la percepción de la misma y los juicios
estéticos. Etimológicamente, proviene de la palabra “Aisthanomai” (sentir lo bello), aunque
también se ha dicho que proviene del griego “Aisthetikê”, que significa sensación o
percepción.
En otras palabras, podría decirse que la estética es la “Filosofía del Arte”. Concretamente,
estudia la experiencia estética, la naturaleza del valor de la belleza, el orden y la armonía
de las cosas susceptibles de ser bellas. Analiza, además, qué condiciones son necesarias
para sentir o percibir que algo es bello.
8. Gnoseología
La última de las disciplinas filosóficas, la gnoseología, proviene de los términos “Gnosis”
(conocimiento) y “logia” (estudio, ciencia). La gnoseología también es denominada “Teoría
del Conocimiento”, y tiene como objeto de estudio la esencia, fundamentos, alcances,
limitaciones, elementos, origen y evolución del conocimiento.
Esta disciplina filosófica permite analizar la experiencia humana y los fenómenos que
percibimos y experimentamos de la realidad, a través de diferentes modalidades:
percepción, recuerdo, imaginación, pensamiento, etc.
Por otro lado, la gnoseología presenta tres premisas fundamentales que pretende
resolver: el “saber qué”, el “conocer” y el “saber cómo” de toda experiencia y
conocimiento.
La religión natural (griega, latina…) son manifestaciones más o menos conscientes de la
búsqueda de Dios, brota del corazón del hombre. El hombre se capta como un enigma, y no
cesa de interrogarse sobre la causa de esa inquietud, de ese des ajustamiento, y para
responder unas veces surge la religión y otras la Filosofía.
En otro tipo de religión, que es revelada, su punto de partida es Dios, no el hombre. Dios
busca al hombre, no el hombre a Dios. Hombre es el punto de llegada de la religión. Dios se
ofrece al hombre, se manifiesta, se revela para resolver los problemas del hombre. Por eso a
Dios se le acoge, no se le posee. Y el acoger es un acto libre, puedo darle la mano o no a
Dios. De ahí la importancia de la Palabra. En la Biblia tenemos “Escucha Israel”. Tenemos así
que como segundo tema está la gracia.
RELACIÓN DIOS / HOMBRE EN LA FILOSOFÍA
Los pensamientos de un santo
“Los seres humanos se han dedicado a admirar las cumbres de las montañas, las
vastas aguas de los mares, las anchas corrientes de los ríos, la extensión del
océano, los giros de los astros y grandezas del cosmos, y se han olvidado de sí
mismos”
El ser humano es individuo irrepetible, individuo autónomo, que busca la felicidad,
y por ende sabiduría, la forma más correcta de ser feliz y completo es encontrar a
Dios.
LA SABIDURIA
La búsqueda de la sabiduría
Al escuchar el hombre lo siente como deseo, es esencialmente deseo, una
búsqueda. La raíz es la inquietud, del hombre. El hombre se representa como un
vacío, un hueco que busca llenarse, una ausencia que busca la presencia, una
inquietud que busca el sosiego. Busca algo que colme su espíritu, su deseo, el
hombre. A esto lo llama felicidad.
Todo hombre quiere ser feliz, de esto viene la pregunta ¿Cómo está Dios en el
hombre? Está Dios infinitamente claro o patente para que nadie pueda ignorarlo.
Pero está suficientemente oculto para que nadie ceje en el empeño de buscarlo.
Está presente y ausente.
La idea de Dios en el hombre es un conocimiento universal y naturalmente
inseparable del espíritu del hombre. Todos los hombres conocen a Dios, aunque
sea de forma oscura e imperfecta. Por esto todo hombre busca la felicidad.
¿Hay algunos que Niegan a Dios, cual es la causa de esto?
Los pecados que oscurecen los ojos del corazón y no dejan sentir a Dios.
¿Qué Dios? El Creador, dueño y señor. Y lo que hace ser eso es libre y
consciente. Esa libertad afecta a la inteligencia, a la voluntad, y al amor, a todo el
hombre. Por consiguiente, si el hombre se equivoca es a causa de la libertad.
Todo pecado es debilidad, ceguera, ocultamiento de Dios. “Los corazones necios
no son capaces de comprender la luz divina porque están oprimidos por sus
pecados, y no pueden verla, pero no deben creer que la luz está ausente porque
no puedan verla, sino que ellos mismos son tinieblas a causa de sus pecados así
todo hombre insensato, ciego, pecador ante la sabiduría... ¿Qué debe hacer el
hombre para ver a Dios? PURIFICARCE
METODO AGUSTINIANO PARA ENCONTRAR A DIOS
Este método para llegar a la sabiduría y conseguir la plenitud de su vida, es un
análisis del hombre en cuanto a su búsqueda, pero no el hombre abstracto, sino el
hombre concreto, que está viviendo. El hombre es sentido como un perenne
descontento, como radical inquietud, como un ser interrogativo. El problema es
ahora a partir de ahí cómo llegar a encontrar la quietud.
San Agustín dice: “No vayas hacia afuera (no te desparrames en las cosas, no
busques fuera de ti), vuélvete a ti mismo (entra en ti), en el interior del hombre
habita la Verdad, y cuando encuentres que es mudable o cambiante tu naturaleza
transciéndete a ti mismo, vete más allá de ti, pero acuérdate al transcenderte que
eres un alma que razona, dirígete pues allí donde la luz de la razón se enciende.
Mira el fundamento de tu pensar.”
La verdad, sabiduría (cristo) habita en el Hombre.
Primer paso: El primero es concentrarse sobre sí mismo o interioridad. Lo primero
es separarme de las cosas externas, el recogerse.
Segundo paso: Este paso exige que el hombre se encuentre consigo mismo, sea
sí mismo. Ese es el segundo paso. No es suficiente el recogimiento, el entrar en
uno mismo; es preciso explicitar a Dios en nosotros, y ésta se realiza a través del
análisis de lo que somos (en concreto del alma o conciencia).“Por mi alma subiré a
Ti.”
Tercer paso: Analiza el hombre como deseo, búsqueda de ser feliz. Pero el
hombre no se puede definir ni comprender desde sí mismo, apunta siempre a más
allá de él, por eso dice “transciéndete a ti mismo y busca el fundamento de tu ser”.
Precisamente este tercer momento, la instancia central de todo su pensamiento,
pasar del hombre a Dios, ya que él explica el sentido de toda la existencia. Este
paso tercero nos hace vivir, buscar y preguntar. “A ti Señor de qué modo te puedo
buscar... Te busco para que viva mi alma.” La búsqueda de la felicidad es la vida
de la vida del alma.
CONCIENCIA DE TEMPORALIDAD
Cuando el hombre tiene conciencia de sí, lo primero de lo que tiene conciencia es
de su temporalidad. Por lo mismo somos seres inseguros. Porque el tiempo se nos
presenta como cambio y alteración.
El tiempo, o la temporalidad, no es más que la expresión de nuestra inseguridad
en el ser o el vivir, y el hombre como todo ser creado es esencialmente temporal,
caminando hacia la muerte.
Según San Agustín: Nosotros no somos, no subsistimos, sino más bien existimos;
subsistir es ser fijo, apoyarse en sí, y el hombre es, fuera de lo permanente. Pero
a la vez no somos pura existencia. Somos más bien consistencia (con-sistere); la
consistencia requiere diferencia del sistere, distinción de aquello que es (existe en
otro, es decir de Dios), pero no es total, es con el otro. Por esto el hombre como
todos los seres creados no es ni puro ser ni pura nada, entre ser y nada, no es ni
Dios ni pura nada. Esto refleja o se manifiesta en el tiempo. “Nosotros somos
tiempo, y como somos así es el tiempo.”
TIEMPO
En el tiempo encontramos tres momentos; pasado, presente y futuro. Busca con
ese análisis mostrar la presencia de la eternidad (de Dios).
El futuro todavía no es, por esto el futuro más que ser es un hacía, un dirigirse
hacia, una me proyecto hacía.
El pasado ya no es, porque fue, pero tampoco se identifica con la nada. El pasado
posee un determinado ser, y es la realización de lo que somos.
El presente es el porqué de toda acción. De hecho, tanto el pasado como el futuro
están en función del presente (es un presente que fue y que va a ser, el pasado y
el futuro). El presente da sentido a ambos. Pero es tan fugaz que es más un deseo
que una realidad, porque cuando digo presente ya paso.
Comprender el tiempo es comprender el presente o la vivencia que tenemos del
presente. El presente es la presencia o fulgor de la eternidad en el hombre. El
tiempo es la relación de nuestro ser finito, móvil y cambiante a la eternidad inmóvil
y fija.
¿QUE SOMOS?
Los seres no son, la realidad, sino tendum esse (tienden a ser, ex-sistere). Ser es
infinitivo, permanencia, estabilidad, pero existir tiene el sentido de negación (como
ex-ministro). Ex-sistere, sistere fijo, sentado, así lo que está fijo, en movimiento, lo
que no es, pero busca ser. Como en Anaximandro. Es desterramiento, inquietud
(no quieto). En este sentido Dios es, no existe; no hay que confundir ser y existir,
nosotros existimos, pero no somos, seremos cuando estemos con Dios, las cosas
empiezan a ser cuando mueren.
Sólo Dios es, todo lo demás es ser en Dios; como estamos en Dios, sustentados
en Él, entonces toda criatura está tocando la eternidad. No es más que lo eterno
en el tiempo o el tiempo en la eternidad. Toda esta concepción indica que el
hombre está continuamente hacia Dios, eso se llama amor: eros más que ágape;
deseo, búsqueda El amor es natural por eso, todo hombre ama a Dios consciente
o inconscientemente.”
Comprender en plenitud las cosas, y también al hombre es comprenderlas desde
Dios, es pasar del tiempo a la eternidad, comprender la presencia de Dios en el
obrar de cada criatura, pero de una forma dinámica. “Dios llama a las criaturas
hacia Él.” A esa atracción la llama vocación, y el hombre es respuesta.
EL ERROR
Según San Agustín es conocer, pero parcial y desorientado. Es un conocimiento,
un conocer, pero, parcial. En cuanto conocer está la Verdad, hay algo de verdad,
pero no como presencia sino como ausencia o mejor como carencia.
Si en el error no estuviese de alguna manera la verdad sería ignorancia, no error.
Ignorancia es carencia de conocimiento, error es conocimiento. Pero error no es la
verdad, se encuentra entre ignorancia y verdad; participa de la ignorancia porque
posee algo de verdad. El error es algo natural en el hombre.
En si el error es tener conocimiento, pero, de una forma desordenada, parcial, no
tener la verdad absoluta.
¿Por qué estamos desorientados? Porque el error es una carencia de juicio o
un enjuiciar desorientado, porque los criterios por los que orientamos nuestro
pensar son falsos criterios. Tenían que manifestar la luz de la verdad, pero si son
falsos dan una apariencia de verdad. En consecuencia, el origen del error es la
desorientación del alma, y el desorden del alma o de la mente es el pecado. Error
es la enfermedad de la mente hay que reconocer la enfermedad
Si no tiene conciencia del error no buscará la verdad. Hoy, todo son opiniones, y
por eso nadie busca, la verdad el error viene de los pecados del alma, cuando
buscando lo verdadero olvidan la verdad.”
LAS PROPIEDADES DEL SER HUMANO
Parte de que el hombre carece de poder creativo, no puedo hacer nada de la
nada, sólo Dios. Sólo tengo un poder constructivo o transformativo, tanto en el
orden material como cognoscitivo. Pensar es pensar desde Dios. “Así como nadie
puede existir por sí mismo, tampoco nadie es sabio por sí mismo sino iluminado
por Dios.”
UNIDAD II
LA INQUIETUD Y EL ORDEN (El hombre se Siente en desorden)
El hombre en su situación actual se siente en desorden como mal hecho, a
disgusto consigo mismo, se siente inquieto, descentrado o desasosegado. Y esto
porque nos entregamos a las cosas queriendo vivir de ellas, hacer de ellas nuestra
riqueza, seguridad. Las cosas nos ofrecen su fascinación. Pero las cosas cuando
se tienen nos hacen un guiño y se van. Y lo que ofrecían desaparece en la
vanidad del tipo. Por eso el hombre se siente fuera de lugar.
Toda inquietud es deseo o en última instancia búsqueda; es como el motor que
nos ayuda a buscar nuestro lugar.
El problema del hombre es el ordenar su mente, ordenarla en función de la
verdad. Por eso es una orientación, encontrar el verdadero camino; y ahí viene la
encarnación, Cristo camino.
PRESENCIA VITAL DE DIOS
El hombre está dotado de libertad, en cuanto tal el hombre tiene la responsabilidad
de dejarse ordenar, de seguir la ley de Dios, darle la mano para que nos lleve.
Podemos decirle no. Por esto toda la vida del hombre ha de ser una conversión,
un dirigirse a Dios, darle la mano.
EL HOMBRE Y EL MUNDO
El hombre es creado por Dios a su imagen y semejanza. Esto hace que el hombre
no sea un ser en sí (sustancia o sustantivo) sino relativo (como la imagen respecto
al modelo). Pero a la vez el hombre se encuentra en este mundo, está entre Dios y
el mundo.
El mundo ha sido redimido a través del hombre, mejor dicho, se une a Dios a
través del hombre, cuando el hombre se une a Dios el universo se une a Dios, y lo
mismo si se separa.
SALVAR AL HOMBRE
El hombre se encuentra en situación de pecado, alejado de Dios. Y hecho clave, el
primer efecto y más importante es la ignorancia (afecta a la razón del hombre), la
irracionalidad, y no sabe cómo obrar.
Dios va a salvar al hombre, a redimirlo, que es curar su razón. Entonces la
redención se da a través del conocer. Para salvar al hombre hay dos caminos (de
la oscuridad), uno general para todos que es el camino de la Fe (la fe como luz
que nos orienta) pero esta salvación es secundaria; y la verdadera a través de la
Filosofía, de tal manera que dice que “la verdadera Filosofía no es otra cosa que la
verdadera Religión” y ésta no es distinta de la verdadera Filosofía. Mario Capella:
nadie entra en el cielo más que a través de la Filosofía.
EL SER HUMANO PARA SANTO TOMAS
El hombre es un animal racional y de simple naturaleza, el ser humano conoce el
fin hacia el cual tiende todas las cosas por naturaleza, conoce un orden en todas
las cosas, cuya cima está ocupada por Dios, que es el bien supremo.
LAS TRES LEYES
Ley eterna: Plan racional de Dios.
Ley natural: Hay que hacer el bien y evitar el mal
Ley Humana: Las leyes que crean los seres humanos para vivir con armonía en la
sociedad
El ser humano es sociable por naturaleza, necesita vivir en comunidad para su
desarrollo y ayudarse mutuamente en su camino hacia Dios.
La síntesis El fundamento de vida (medioevo) es hacer que todas las cosas se
dirijan a Dios
Esto se logra mediante el conocimiento de la verdad.
PENSAMIENTO DE SAN BUENAVENTURA
Gracias a la memoria, inteligencia y voluntad, el alma goza de una cierta
independencia del cuerpo, una capacidad de existir por si misma, de ser
substancia.
El alma y el cuerpo son sustancias complementarias, están hechas la una para la
otra
El ser humano es racional y debe comportarse como tal.
FILOSOFÍA ANTIGUA
La filosofía antigua es aquella fase histórica de la filosofía que comprende desde
su aparición en Grecia en el siglo VI a.C. hasta el siglo IV d.C., coincidiendo con la
decadencia del Imperio Romano de Occidente.
Se trataba de una filosofía que pretendía abarcar una gran cantidad de ideas y
campos, aunque su fin último siempre estuvo en encontrar el fundamento que se
esconde detrás todas las cosas.
Los filósofos de este período se caracterizaron por un lenguaje cargado
de crítica y reflexión, logrando de esta manera trascender la visión mitológica
imperante en su tiempo.
El paradigma dominante en la filosofía antigua
La filosofía antigua remonta sus orígenes a una zona concreta de Grecia ubicada
en la costa jónica. Desde allí surgieron una serie de pensadores que acabarían
defiendo el paradigma dominante de la época.
Se trataba de una corriente de pensamiento eminentemente naturalista, centrada
en el estudio de las cosas que tenían alrededor, sin poner en duda que éstas
pudieran ser reales o no. Como idea axiomática se puede decir que trabajaban
bajo el principio de que lo real era el cosmos, la Physis.
Dentro de estas ideas el ser humano no es entendido por tanto como un ente
privilegiado, sino más bien como uno más entre los diferentes entes que se
encuentran en la naturaleza. Así, pese a su capacidad de raciocinio, el ser
humano nunca puede situarse en un escalón superior al resto y ni mucho menos
llegar a ser considerado como año y señor de la naturaleza.
UNIDAD III
FILOSOFÍA MEDIEVAL
Durante la Edad Media la filosofía se inspiró en el cristianismo, por el que explicaba la
existencia y los fenómenos del mundo que les rodeaba. La Verdad era buscada en la
Biblia, libro de máxima sabiduría revelada por Dios (especialmente en los Evangelios del
Nuevo Testamento), según el cual Dios creó el mundo y a todas las criaturas. El
cristianismo se convertirá, además de en una religión, en una solución para dilucidar las
cuestiones más comunes en la época, cambiando el paradigma que había imperado en la
filosofía de la etapa anterior, la helénica.
De la Edad Medieval hemos conservado magníficas obras filosóficas que han servido no
sólo como base sino también como inspiración a multitud de estudiosos en etapas
posteriores. Son conocidas las interpretaciones que hacen de los anteriores sabios y las
que los nuevos hacen de ellos. Recuperaron a filósofos olvidados por siglos, colocándolos
en el lugar que merecían.
FILOSOFÍA MODERNA
La filosofía moderna se define como la intención de llegar a los mismos términos de
implicación intelectual para resolver problemas que surgen por la revolución científica y
abarca a grandes pensadores desde la época del Renacimiento desde el siglo XIV hasta
alrededor del año 1800.
La filosofía moderna nace como un quiebre del pensamiento establecido en la Edad
Media con la aparición de los humanistas y de los movimientos renacentistas.
Los pensadores y filósofos de la filosofía moderna se dividen en 4 grupos:
El racionalismo: Su apogeo abarca desde el año 1640 hasta el 1700. Su mayor
exponente y también considerado padre de la filosofía moderna fue René
Descartes (1596-1650) cuya frase más famosa es “Pienso, luego existo”. Otros
exponentes del racionalismo son el alemán Gottfried Leibniz (1646-1716) y el
holandés Baruch Spinoza (1632-1677).
El empirismo: el auge del empirismo se encuentra entre los años 1690 y 1780. La
doctrina fue desarrollada teóricamente por John Locke (1632-1704) quien afirma
que el conocimiento solo puede ser alcanzado empíricamente o sea a través de la
experiencia. Otros autores de esta corriente son el inglés Francis Bacon (1561-
1626), el irlandés George Berkeley (1685-1753), el inglés David Hume (1711-
1776) y el escocés Adam Smith (1723-1790).
El idealismo trascendental: se desarrolla entre los años 1780 y 1800 y su mayor
exponente es Immanuel Kant (1724-1804) quien combina el racionalismo y el
empirismo.
Otros autores que no se identifican en las categorías anteriores son el francés
Blaise Pascal (1623-1662), el italiano Giambattista Vico (1668-1744) y el suizo
Jean-Jacques Rousseau (1712-1778).
Filosofía Renacentista
La filosofía renacentista debe enmarcarse en las coordenadas históricas de los siglos XV
y XVl en Europa. La filosofía renacentista hay que entenderla como un periodo de
transición entre la Edad Media y la Edad Moderna.
El contexto intelectual del Renacimiento
Son varios los acontecimientos que permiten contextualizar la filosofía renacentista. En
primer lugar, la corriente humanista impulsa la recuperación de la cultura clásica griega (el
término renacimiento alude precisamente al nuevo esplendor intelectual inspirado en las
obras clásicas de la cultura y la ciencia del periodo clásico griego).
Por otro lado, la Reforma Protestante supone una fragmentación del poder religioso. Al
mismo tiempo, no hay que olvidar que el descubrimiento del Nuevo Mundo aportó otra
imagen de la realidad y la necesidad de afrontar nuevos retos (por ejemplo, en el ámbito
de la navegación). La aparición de la burguesía como una nueva clase social supuso
igualmente una renovación de los planteamientos culturales. Y todo ello acompañado de
una nueva herramienta tecnológica, la imprenta.
Los principales rasgos de la filosofía renacentista
La vuelta a los clásicos en el Renacimiento presenta dos aspectos: la traducción de unos
textos que habían sido olvidados durante siglos y la recuperación de la ciencia griega
(especialmente las aportaciones de Arquímedes, Pitágoras y Euclides). Este renacer del
mundo clásico iba más allá del interés por la cultura y la ciencia, pues los filósofos del
Renacimiento intentan crear un orden basado en el ser humano como eje central
(antropocentrismo) en oposición al teocentrismo medieval.
Los filósofos y humanistas del Renacimiento entienden que el hombre es bueno por
naturaleza, una visión que se contrapone con la idea de pecado original del Cristianismo
La figura de Dios ya no es vista como el eje de toda la realidad, sino que surgen nuevos
planteamientos. En este sentido, Giordano Bruno defendía un panteísmo basado en la
infinitud del universo y Nicolás de Cusa se atrevió a cuestionar la posibilidad de conocer la
naturaleza de Dios.
Los filósofos renacentistas tienen una actitud crítica con los dogmas intelectuales
medievales, singularmente con el aristotelismo que impregnaba todo el saber científico.
La visión heliocéntrica del universo defendida por Copérnico y el nuevo método
científico propugnado por Francis Bacon son dos cuestiones esenciales en
el paradigma renacentista.
Los ideales renacentistas abrieron el camino de la filosofía de la época moderna, en la
que la razón humana se independiza de la fe y se va articulando la ciencia tal y como la
entendemos en la actualidad.
FILOSOFÍA CONTEMPORÁNEA:
La filosofía contemporánea es aquella que abarca las corrientes filosóficas surgidas entre
finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, hasta la actualidad.
Estas corrientes se caracterizan por la búsqueda de respuestas a una serie de
inquietudes sociales, políticas y económicas.
No se debe confundir la filosofía contemporánea con la filosofía moderna, ya que esta
última fue desarrollada en una etapa previa al siglo XIX, y que la distingue de la filosofía
contemporánea, cuyo tema central de estudio y análisis es el ser humano y la razón.
Entre los filósofos predecesores de la filosofía contemporánea se pueden mencionar a
Immanuel Kant (idealismo alemán), Aguste Comte (positivismo), Karl Marx y Friedrich
Engels (materialismo dialéctico), entre otros.
Las corrientes filosóficas surgidas en este periodo denominado filosofía contemporánea
han surgido en medio de importantes acontecimientos históricos y sus consecuencias
sociales, entre las que se pueden mencionar las dos guerras mundiales.
De allí que la filosofía contemporánea busque responder, en gran medida, diversos
cuestionamientos sobre temas sociales y las acciones que debe llevar a cabo el ser
humano en fin de alcanzar el bien común.
De hecho, los filósofos contemporáneos se han encargado de institucionalizar sus
corrientes filosóficas, de manera tal que sus estudios estuviesen al alcance de todos a fin
de profundizar en su importancia y análisis.
Asimismo, en la filosofía contemporánea se reconocen dos principales abordajes que son
la filosofía analítica y la filosofía continental, de los cuales se desprenden otras ramas
filosóficas.
LA TEORÍA DEL CONOCIMIENTO
El conocimiento, tal como se le concibe hoy, es el proceso progresivo y gradual
desarrollado por el hombre para aprehender su mundo y realizarse como individuo, y
especie. Científicamente, es estudiado por la epistemología, que se la define como la
'teoría del conocimiento'; etimológicamente, su raíz madre deriva del griego episteme,
ciencia, pues por extensión se acepta que ella es la base de todo conocimiento. Su
definición formal es Estudio crítico del desarrollo, métodos y resultados de las ciencias. Se
la define también como “El campo del saber” que trata del estudio del conocimiento
humano desde el punto de vista científico. En cambio, gnoseología deriva del griego
gnosis, conocimiento al que también estudia, pero desde un punto de vista general, sin
limitarse a lo científico. En la práctica, la gnoseología es considerada como una forma de
entender el conocimiento desde la cual el hombre -partiendo de su ámbito individual,
personal y cotidiano- establece relación con las cosas, fenómenos, otros hombres y aún
con lo trascendente.
Ambas propuestas, epistemología y gnoseología, desarrollan corrientes y sistemas de
pensamiento que conllevan abstracciones paralelas en la manera de conocer el mundo.
Cada una de estas formas particulares de interpretar el conocimiento tiene 'su' propia
visión y por tanto un enfoque parcial para conocer en el contexto la generación y la
solidez de su validación y aplicación, pues substancian el conocimiento desde su propia
circunstancia. Padrón concibe la epistemología en forma ecléctica a partir del concepto de
conocimiento obtenido de la ciencia y la filosofía, y dice: La epistemología estudia el
conocimiento en general, aunque desde el punto de vista filosófico se restrinja a un tipo
de conocimiento, el científico, con lo cual el término pasa a ser sinónimo de las
expresiones 'filosofía de la ciencia', 'teoría de la ciencia', 'teoría de la investigación
científica', entre otros.
La teoría del conocimiento plantea tres grandes cuestiones:
1. La 'posibilidad' de conocer. ¿Qué posibilidad tiene el hombre para conocer? La
epistemología propone soluciones opuestas:
a) Escepticismo: los escépticos dudan de la capacidad del hombre para conocer y por
tanto para alcanzar alguna verdad o certeza. Sus maximalistas ponen en duda todo,
desconfían de la razón y aún de sus propias impresiones sensibles; viven en completa
indiferencia, ignorando todo lo aceptado, en cuanto especulación o práctica. Esta posición
extrema tiene en el probabilismo seguidores que tratan de 'atenuar' tal radicalismo y cuyo
principio lo enuncian así: nunca estaremos seguros de poseer la verdad, pero podemos
fiarnos de algunas probables representaciones de ella, lo que nos bastará en la práctica.
b) Dogmatismo: el dogmático sostiene que sí es posible conocer y que para lograrlo solo
existen verdades primitivas o evidentes, que tienen ese carácter por que al pretender
refutarlas implícita e involuntariamente se les afirma y porque fuera de ellas no puede
haber conocimiento.
Las verdades evidentes del dogmatismo son:
- La existencia del mundo material.
- La existencia del yo cognoscente.
- El principio de la no contradicción.
- La amplitud de la mente para conocer.
2. La 'naturaleza del conocimiento', es decir, cuál es la esencia del conocimiento. Se
acepta al conocer como un acto consciente e intencional del sujeto para aprehender
mentalmente las cualidades del objeto, por tanto, primariamente la relación sujeto-
conocimiento se establece como un ser-en pero también con un ser-hacia que le da
intencionalidad, característica que lo hace frágil y cambiante; por eso, en investigación se
tiene la certeza que, Popper dixit, La verdad en ciencia siempre es provisional.
Para interpretar la naturaleza del conocimiento, su teoría propone dos grandes vertientes:
a) Idealismo: como doctrina reduce el conocer al mundo a una actividad del espíritu e
identifica lo real con lo racional, al objeto con el sujeto del conocimiento y afirma que aún
lo que no se puede ver puede ser conocido.
b) Realismo: al contrario, sostiene que el hombre solo puede conocer al 'ser en sí mismo'
o al 'ser real' únicamente cuando su juicio es o está acorde con 'su' realidad, deviniendo
en la corriente epistemológica opuesta al Idealismo.
3. Los 'medios para obtener conocimiento': Tema controvertido, que implica
conceptuar de qué se vale el hombre para iniciar y desarrollar el conocimiento. Las
primeras experiencias del protosapiens se habrían manifestado concomitantes a cambios
anatómicos; así, el tiempo consolida la oposición del pulgar, éxito que potencia y es
potenciado por el desarrollo del cerebro, que por acierto y fracaso comienza a catalogar y
valorar e instintivamente a desechar lo superfluo y solo guardar hechos esenciales y
vitales. Alcanza su apogeo al desarrollar el lenguaje, hecho que mejora sustancialmente
el avance al facilitar la transmisión a cada nueva generación lo aprendido de la anterior,
para mantener la vida y que finalmente le va a hacer la especie dominante. Estos logros
se perpetúan con el desarrollo de la escritura y más aún con la reciente invención de la
imprenta.
Caracterización del conocimiento
Basados en este desarrollo del h. sapiens, al conocimiento se le caracteriza siguiendo el
medio con que se le aprehende; así, al conocer obtenido por la experiencia se le llama
conocimiento empírico y al que procede de la razón, conocimiento racional. Ambas son
etapas o formas válidas para conocer.
Conocimiento empírico o conocimiento vulgar. En sus inicios, el hombre por
observación natural comienza a ubicarse en la realidad, apoyado en el conocer que le da
la experiencia de sus sentidos y guiado únicamente por su curiosidad. Este conocer inicial
aprendido en la vida diaria se llama empírico, por derivar de la experiencia, y es común a
cualquier ser humano que cohabite una misma circunstancia.
Conocimiento filosófico. Conforme el hombre avanza, busca conocer la naturaleza de
las cosas y para entender mejor su entorno, y a él mismo, se cuestiona cada hecho
aprehendido en la etapa del conocimiento empírico. Este cambio propicia una nueva
forma de alcanzar el conocimiento, a la que denomina filosofía, otro tipo de conocer que
se caracteriza por ser:
• Crítico: no acepta métodos ni reglas preestablecidas, aunque ya hayan sido validadas y
aceptadas. Somete todo al análisis, sin ninguna influencia ni la de sus propios principios.
• Metafísico: va más allá de lo observable y entendible, al afirmar que el campo científico,
físico, es finito y que por tanto donde acaba la ciencia comienza la filosofía, pero no la
priva de tener su propia filosofía.
• Cuestionador: recusa todo lo conocido, incluyendo la realidad, y se interroga por la vida
y su sentido y por el hombre mismo en cuanto hombre.
• Incondicionado: es autónomo, no acepta límites ni restricciones y, es más, incorpora el
concepto de libre albedrío, para el acto de pensar para conocer.
• Universal: su meta es la comprensión total e integral del mundo, para encontrar una
sola verdad, la verdad universal (3,6-7).
Conocimiento científico. El hombre sigue su avance y para mejor comprender su
circunstancia explora una manera nueva de conocer. A esta perspectiva la llama
investigación; su objetivo: explicar cada cosa o hecho que sucede en su alrededor para
determinar los principios o leyes que gobiernan su mundo y acciones.
La principal diferencia entre conocimiento científico y filosófico es el carácter verificable de
la ciencia, para lo que ella misma configura numerosas ramas especializadas. Otra es el
hecho que en ciencia cualquier 'verdad' es susceptible de cambiar con cada nueva
investigación. Lorenz resume esta característica del conocimiento científico así: "la verdad
en ciencia, puede definirse como la hipótesis de trabajo que más le sirve para abrir el
camino a una nueva hipótesis.
Con relación a la caracterización del conocimiento científico, éste se estructura en base a
la relación interdependiente de sus elementos:
• Teoría, característica que implica la posesión de un conocer ya adquirido y validado en
base a explicaciones hipotéticas de situaciones aisladas, explicadas total o
insuficientemente, pero con las que se puede establecer construcciones hipotéticas para
resolver un nuevo problema.
• Método, procedimiento sistemático que orienta y ordena la razón para, por deducción o
inducción, obtener conclusiones que validen o descarten una hipótesis o un enunciado.
• Investigación, proceso propio del conocimiento científico creado para resolver
problemas probando una teoría en la realidad sustantiva, dejando a salvo ir en sentido
inverso, de la realidad a la teoría.
De acuerdo a estos elementos constitutivos, el conocimiento científico, entendido como
pensamiento de características propias, conlleva las siguientes 'naturalezas':
• Selectiva, cada porción de conocimiento tiene un objeto de estudio propio, excluyente y
diferente.
• Metódica, usa procedimientos sistemáticos, organizados y rigurosamente elaborados
para comprobar su veracidad.
• Objetiva, se aleja de interpretaciones subjetivas y busca reflejar la realidad tal como es.
• Verificable, cada proposición científica debe necesariamente ser probada, cualidad que
ha de ser realizada por observación y experimentación tan rigurosas que no dejen duda
sobre la objetividad de la verdad.
RAZONAMIENTO
Razonar/Argumentar ¿Qué es argumentar? Argumentar es la capacidad que tiene el ser
humano para sacar conclusiones, resolver problemas, aprender de forma consciente y
establecer las causas lógicas de los hechos. Un argumento es una prueba o razón para
justificar algo como verdad o como falso. Es la expresión oral o escrita de un
razonamiento. Debe tener consistencia y coherencia; es decir, debe tener sentido o
significado para la persona o audiencia a la cual se dirige.
Razonar El razonamiento es la capacidad para resolver problemas, extraer conclusiones
y aprender de manera consciente de los hechos, estableciendo conexiones lógicas
necesarias entre ellos. El razonamiento conlleva pensar, ordenando ideas y conceptos,
para llegar a una conclusión.
Dos tipos de razonamiento
Razonamiento Inductivo
• Va de lo particular a lo general
• Las premisas resultan de la observación
• No se basa en una prueba profunda
• Las conclusiones se basan en suposiciones.
Ejemplo
Laura se metió al mar y salió mojada del agua.
Carlos se metió al mar y salió mojado del agua.
Marcela se metió al mar y salió mojada del agua.
Todas las personas que se meten al mar salen mojadas del agua.
Razonamiento Deductivo
• Va de lo general a lo específico.
• Deduce conclusiones particulares
• La conclusión debe derivarse de la premisa.
Ejemplo
Todos los perros tienen cuatro patas.
Bobby es un perro.
Bobby tiene cuatro patas.
LAS FALACIAS
Una falacia es un razonamiento no válido o incorrecto, pero con apariencia de
razonamiento correcto. Es un razonamiento engañoso o erróneo (falaz), pero que
pretende ser convincente o persuasivo. Todas las falacias son razonamiento que vulneran
alguna regla lógica. Así, por ejemplo, se argumenta de una manera falaz cuando en vez
de presentar razones adecuadas en contra de la posición que defiende una persona, se la
ataca y desacredita: se va contra la persona sin rebatir lo que dice o afirma.
No debemos confundir validez y verdad, como ya hemos visto y las falacias se
caracterizan porque algo falla en el razonamiento mismo, es decir, o falla la forma y falla
el contenido o significado ---la materia--- de los argumentos supuestamente lógicos o
válidos. Así sn algunos casos el problema es la ambigüedad de algunos términos, que
nos permitía utilizarlos con dos sentidos distintos en distintas premisas, con lo que al final
llegábamos a una conclusión disparatada. Otras veces, en cambio, lo que están mal son
las premisas (partimos de premisas falsas que nos parecen verdaderas). Finalmente, hay
veces en que lo que está mal es la relación misma entre las premisas (que no es lógica).
Por tanto, clasificamos las falacias en formales y no formales o materiales.
Las falacias formales
Las falacias formales son argumentaciones en las que la conclusión no se sigue (ni
necesaria ni probablemente) de las premisas. La forma misma del razonamiento es
incorrecta, por lo que es imposible deducir lo que se dice en la conclusión.
Veamos los casos más conocidos de falacias formales.
Falacias basadas en el Modus Ponens y Modus Tollens:
Falacia de la afirmación del consecuente: es una interpretación errónea del
M.P., ya que pienso que cuando tengo un consecuente en un condicional,
entonces puedo deducir el antecedente. Por ejemplo:si digo "si llueve las calles se
mojan" y las calles están mojadas, entonces podré deducir que ha llovido. Pues
muy mal, esto es una falacia.
Falacia de la negación del antecedente: ocurre lo mismo, pero al revés. Es
decir, cuando tengo un condicional y su antecedente negado. Es la interpretación
incorrecta del M.T. Por ejemplo, si digo "si llueve las calles se mojan" y no ha
llovido, pues concluyo "las calles no se pueden haber mojado".
Falacia de la falacia o ad logicam: se suele pensar que, si un argumento es una
falacia, entonces su conclusión tiene que ser falsa (y no es así, necesariamente).
Un razonamiento puede ser incorrecto y su conclusión, sin embargo, ser cierta.
Por ejemplo: si los ángeles existen, entonces nos dicen cosas al oído; pero si nos
dicen cosas al oído, entonces sentiremos un escalofrío. A veces sentimos
escalofríos. (Esto último es cierto, pero no se deduce lógicamente de las premisas
anteriores.)
Las falacias no formales
Son razonamientos en los cuales lo que aportan las premisas no es adecuado para
justificar la conclusión a la que se quiere llegar. Se quiere convencer no aportando buenas
razones sino apelando a elementos no pertinentes o, incluso, irracionales. Cuando las
premisas son informaciones acertadas, lo son, en todo caso, por una conclusión diferente
a la que se pretende.
Vamos a ver algunos ejemplos de falacias no formales o materiales.
Falacia ad verecundiam: consiste en defender una conclusión simplemente
porque alguien a quien se considera una autoridad ha dicho lo mismo (es el
llamado "argumento de autoridad"). Por ejemplo: La Tierra no se mueve porque lo
dijo Aristóteles (o la Biblia) -se decía durante la Edad Media-.
Falacia ad hominem: ataca no el argumento de nuestro adversario, sino
directamente a la persona, desacreditándola (es una falacia "dirigida a la
persona"). Por ejemplo: no puede ser cierto lo que dice, porque ese no tiene ni
idea de lo que habla (y además es un...).
Falacia ad populum: apela a los sentimientos o prejuicios de la mayoría ("del
pueblo") para que nos apoyen. También es llamada falacia demagógica o sofisma
patético. Un ejemplo: los inmigrantes nos quitan los puestos de trabajo, luego hay
que expulsarlos a todos (claro, a nadie le gusta que le quiten el trabajo, ¿no?).
Falacia ad ignorantiam: algo es verdadero porque no se puede demostrar lo
contrario. Ejemplo: los extraterrestres tienen que existir necesariamente, ya que
nadie ha demostrado todavía que no existan (puedes cambiar el sujeto de la frase
y poner lo que quieras en su lugar: duendes, hadas, brujas...). Pero es evidente
que la falta de pruebas no prueba nada.
Falacia ad baculum: muy común, tanto entre personas como entre países
(significa "por la fuerza " o a bastonazos). Mejor que me hagas caso porque o si
no... Podríamos decir que, más que un argumento, es una amenaza.
Falacia circular o petición de principio ("petitio principii"): se da por supuesta
alguna de las premisas, que en realidad es lo que se quiere demostrar (es el
llamado "círculo vicioso"). Ejemplo: Si eres supersticioso, entonces tendrás mala
suerte. ¿Y por qué? Porque ser supersticioso trae mala suerte.
Falacia por generalización indebida (o precipitada): consiste en la aplicación del
principio de inducción a partir de pocos casos (o incluso un único caso). Por
ejemplo, si alguien de un país (o región o ciudad) te ha tratado mal, pues ya
consideras que todos los habitantes de ese país son todos iguales.
Falacia de falsa causa: no hay que confundir algo que siempre acompaña a otro
evento o circunstancia con su causa. Por ejemplo, si considero que aprobé un
examen o gané un partido porque llevaba puesta tal cosa, entonces creo que
siempre será así.
Falacia semántica: cuando juego con conceptos equívocos o con doble
significado. Por ejemplo: con un gato se puede levantar un coche (aunque no con
cualquier gato, claro).
Falacia del "tu quoque" o "anda que tú": discusiones familiares. No se
argumenta, se devuelve el mismo argumento, descalificando de paso al
adversario.
Falacia de eludir la cuestión ("ignoratio elenchi"):o irse por la tangente (o por los
cerros de Úbeda). Muy típica de los filósofos. Tú me preguntas una cosa y yo te
contesto con otra pregunta
Falacias formales
Para repasar te proponemos unas cuantas falacias. Tienes que descubrir de qué tipo es
cada una.
"No se te ocurra ponerle Javi al niño, que todos los que conozco con ese nombre
son niños hiperactivos" es un ejemplo de falacia de
"Puesto que nadie ha podido demostrar que Dios no exista, entonces existe" es un
ejemplo de falacia
"Como este año está de moda el color verde, seguro que ganan las elecciones el
partido de Los Verdes" es un ejemplo de falacia
"Yo te tú haría caso si no quieres cobrar" es un ejemplo (bastante convincente) de
falacia
"Si un profesor llega tarde, entonces los alumnos también pueden llegar tarde" es
un ejemplo de falacia
"Si llego tarde la puerta estará cerrada. La puerta está cerrada, así que tengo que
haber llegado tarde" es un ejemplo de falacia
UNIDAD IV
CORRIENTES FILOSÓFICAS
Una corriente filosófica es una agrupación que abarca diferentes pensadores, los cuales
comparten las mismas ideas, tendencias o pensamientos. Todos ellos tienen en común
una manera de pensar o hacer filosofía, a través de la cual pretenden dar respuestas a
preguntas sobre el hombre, el mundo que le rodea y su propia vida.
Idealismo
El idealismo es un conjunto de corrientes filosóficas que han estado presentes a lo largo
de la historia de la filosofía. Su origen se puede remontar a Platón, pero su desarrollo
abarca buena parte del siglo XIX.
Los filósofos idealistas sostienen que la base de la realidad es el pensamiento y que la
materia es una producción del mismo. O, lo que es lo mismo, los objetos no existen sin
una mente que los haga posibles. Aquello que percibo son ideas de mi mente, si no lo
percibo no existe.
El idealismo ha tenido diferentes bifurcaciones que se conocen como: idealismo
objetivo, idealismo subjetivo, idealismo trascendental e idealismo alemán.
Representantes: Platón (objetivo), Hegel (objetivo), Descartes (subjetivo), Hegel
(subjetivo), Kant (trascendental), Scchelling (alemán).
Realismo
La corriente del realismo filosófico podría considerarse la antítesis del idealismo. Este
movimiento defiende la existencia de los objetos independientemente de la conciencia
que las observa. Las cosas subsisten al margen de si el ser humano las percibe o no a
través de los sentidos. Aunque atiende al pensamiento de filósofos como Platón o
Aristóteles, es en la Edad Media cuando se desarrolla.
Representantes: Aristóteles y Santo Tomás de Aquino.
Escepticismo
Esta corriente se fundamenta en la duda. Para los pensadores escépticos la razón y los
sentidos carecen de fiabilidad por lo que no existe nada que se pueda afirmar o negar con
firmeza. Así que, estos pensadores dudan de todo: de la validez de los juicios, de la
capacidad humana o de los valores externos. El escepticismo presenta tres etapas, la
primera surge en la antigüedad.
Representantes: Pirrón, Timón el Silógrafo y Sexto Empírico.
Dogmatismo
Esta corriente tiene lugar en los siglos VII y VI a. de. C. y se opone al idealismo y al
escepticismo. El dogmatismo se sustenta en la posibilidad de la razón humana en
conocer toda la verdad e interpretar la realidad. Para ello se fundamenta en la aceptación
de dogmas, sin aceptar cuestionamientos de los mismos. Un dogmático confía
ciegamente en la razón sin admitir sus límites.
Representantes: Tales de Mileto, Anaximandro, Anaximenes, Heráclito, Pitágoras y
Parménides.
Relativismo
Este movimiento filosófico se inicia en la antigua Grecia de la mano de los Sofistas.
El relativismo niega la existencia de verdades absolutas e independientes del hombre. La
verdad, al igual que defiende el subjetivismo, depende del individuo que la experimenta y
también de los diferentes factores externos que influyen en el conocimiento.
El relativismo considera que todas las formas de conocer el mundo tienen la misma
validez.
Representantes: Protágoras y Pitágoras.
Subjetivismo
Esta doctrina filosófica surge en la antigüedad y toma como punto de partida al individuo
en tanto que sujeto cognoscente. El subjetivismo entiende que el conocimiento depende
de cada individuo, por tanto, la verdad o la falsedad de los juicios dependen del sujeto que
conoce y juzga. Sin asumir verdades absolutas o universales.
Representantes: Protágoras, Georgias de Leontinos (época antigua) y Nietzsche
(contemporánea).
Empirismo
Este movimiento filosófico surge paralelamente al Racionalismo. El empirismo se
fundamenta en la experiencia como origen de todo conocimiento. Para los empiristas los
límites del conocimiento se encuentran en la propia experiencia ya sea externa o interna,
fuera de ella solo existe la especulación.
El empirismo se puede remontar a los sofistas y epicúreos, sin embargo, se desarrolla en
la modernidad.
Representantes: Locke y Hume.
Racionalismo
Esta doctrina filosófica se fundamenta en que la razón es el origen del conocimiento, no la
experiencia como defiende su corriente coetánea, el empirismo. Es decir, solo podemos
considerar como cierto aquello que parte del propio entendimiento. El racionalismo surge
en el siglo XVII de la mano de Descartes, quien trató de buscar un saber verdadero
elaborado desde la razón.
Representantes: Descartes, Leibniz y Spinoza.
Criticismo
Esta corriente la inicia Emmanuel Kant con su obra Crítica de la razón pura y parte, en
gran medida, para solucionar la dicotomía surgida entre el racionalismo y el empirismo
(razón y experiencia).
Con ella, el filósofo pretende fijar los límites del conocimiento. Esta doctrina busca
demostrar que el conocimiento parte de la experiencia pero que necesita de la razón para
poder completarse, de aquí la frase: “sin sensibilidad ningún objeto nos sería dado y, sin
entendimiento, ninguno sería pensado”.
En este sentido el criticismo da especial importancia al sujeto en el acto de conocer frente
al objeto, como si lo hacen el racionalismo y el empirismo. Para el criticismo es el sujeto
quien crea al objeto (realidad).
Representante: Emmanuel Kant.
Pragmatismo
Corriente filosófica que tiene lugar en Estados Unidos e Inglaterra y surge de la mano de
Sanders Peirc. Este movimiento pretende relacionar el significado de las cosas con la
evidencia. Para ello se limita a la experiencia sensible y deja a un lado la metafísica.
Los pensadores pragmáticos entienden que no hay verdades absolutas y que el
conocimiento lo da la experiencia. El pragmatismo defiende como verdadero aquello que
es útil. Es decir, el criterio para juzgar la verdad se fundamenta en los efectos prácticos.
Representantes: Charles Sanders Peirce, William James y John Dewe.
Historicismo
Es una corriente intelectual que surge de la mano del pensador Wilhelm Dilthey según la
cual la historia tiene un papel fundamental para comprender la naturaleza humana y la
sociedad. La historia es el punto de partida para entender cualquier fenómeno social,
cultural o político.
Representantes: Wilhelm Dilthey y Edmundo O'Gorman.
Fenomenología
La fenomenología abarca diferentes disciplinas. En el siglo XX surge como corriente
filosófica y su método parte de la no suposición de nada. Es decir, pretende describir
objetos o fenómenos de manera consciente, sin atenerse a presuposiciones o
preconceptos.
Representantes: Edmund Husserl, Jan Patocka y Martin Heidegger.
Existencialismo
Es una de las corrientes filosóficas más destacadas del siglo XX. Uno de los principios
básicos que sostienen los filósofos existencialistas es que “la existencia precede a la
esencia” y se centran fundamentalmente en el análisis de la condición humana.
El ser humano no tiene una condición firme, es decir, no hay una naturaleza que le lleve a
ser de una manera o de otra, el punto de partida es su existencia. Como no tiene una
naturaleza establecida, tiene la libertad de hacerse a sí mismo, puede decidir en cada
momento, así va construyendo su esencia. Son nuestros actos quienes determinan
quienes somos y el significado de nuestras vidas.
Representantes: Soren Kierkegaard, Martin Heidegger, Karl Jaspers, Jean-Paul Sartre y
Henri Bergson.
Positivismo
El positivismo es una corriente filosófica que surge para dar respuesta a los nuevos
cambios acaecidos con la Revolución Industrial y su mayor representante fue Comte.
Esta doctrina se fundamenta en los hechos, en la experiencia y no en ideas abstractas.
Por ello defiende el papel de las ciencias naturales, cuyo método puede ser trasladado al
estudio de la sociedad.
Los filósofos positivistas atienden exclusivamente a hechos que pueden ser comprobados
científicamente y a los resultados de la experiencia. Dejan a un lado las afirmaciones
abstractas y metafísicas.
Representantes: Auguste Comte, John Stuart Mill, Richard Avenarius y Heribert Spencer.
Estructuralismo
Es uno de los movimientos teóricos más influyentes del siglo XX y surge en Francia en la
década de los 60.
El estructuralismo ha tenido gran repercusión en diferentes campos del conocimiento,
entre ellos la filosofía. Propone un método de análisis basado en el estudio de la
independencia e integración de las partes dentro de un todo. Consiste en el estudio de las
unidades mínimas que constituyen la estructura de los fenómenos y de las relaciones que
existen entre estas.
Representantes: Roland Barthes y Jean Baudrilland
Escolástica
Esta corriente surge y se desarrolla en Europa occidental entre el siglo XI y el XV.
Los pensadores escolásticos trataron de conciliar la razón y la fe, manteniendo a esta
última siempre por encima de la anterior. Con ello pretendían demostrar que no hay
incompatibilidad entre teología y filosofía.
Esta filosofía se enseñaba en las universidades durante la Edad Media y de ella surgieron
diferentes posturas:
Dialéctica: la fe debe ser demostrada y analizada por la razón.
Antidialéctica: la fe es la única fuente de sabiduría.
Posición intermedia: la fe y la razón son distintas pero ambas convergen en la
verdad.
Representantes: San Anselmo de Canterbury, Santo Tomás de Aquino y Juan Duns
Escoto.
Cinismo
Esta filosofía fue fundada por Antístenes alrededor del año 400 a.de C. Se caracteriza por
su carácter ascético y busca encontrar la felicidad fuera de las cosas efímeras como
pueden ser el lujo o el poder. Para los pensadores cínicos, la verdadera felicidad se
encuentra fuera de las cosas fortuitas. Esta se consigue mediante la virtud, llevando una
vida simple y alejada de las convenciones sociales.
Representantes: Antístenes y Diógenes.
Epicureísmo
Es una corriente filosófica iniciada por Epicuro de Samos (341-270 a.C.) que considera
que la sabiduría consiste en aprender a dominar bien los placeres con el fin de no ser
dominado por ellos.
En este sentido, el objetivo de las personas reside en alcanzar el bienestar a través del
cuerpo y de la mente para, de esta forma, lograr la “ausencia de turbación” (ataraxia).
Representantes: Horacio, Lucrecio Caro, Metrodoro de Lápsaco (el joven) y Zenón de
Sidón.
Estoicismo
Esta corriente se centra en el ideal del ser humano, confía en un ser autárquico. La
sabiduría radica en la capacidad que tiene el ser para alcanzar la felicidad sin necesitar
nada ni a nadie. Aquel que consiga esto de forma autosuficiente, sin necesitar bienes
materiales, será más sabio.
El estoicismo tiene como fundador a Zenón de Citio, sin embargo, abarca tres etapas
distintas que se pueden dividir en: antiguo (siglos IV-II a. C.), medio (II a. C.) y nuevo
(durante el Imperio Romano).
Representantes: Zenón de Citio, Posidonio y Séneca.
Humanismo
El humanismo es un movimiento intelectual que se da en los siglos XIV y XV durante el
Renacimiento. La filosofía humanística se da en un periodo transitorio entre la Edad
Media y la Modernidad. Para los humanistas el ser humano es el centro de la naturaleza,
por ello pretenden comprender cómo actúa, sus pensamientos y capacidades para dar un
sentido racional a la vida. Este movimiento rescata y estudia a los clásicos griegos y
latinos y los toma como referencia.
Representantes: Leonardo Bruni, Marsilio Ficino y Erasmos de Rotterdam.
Línea de tiempo de las corrientes filosóficas
Las corrientes filosóficas han ido surgiendo a lo largo de grandes periodos en los que la
historia universal: Antigüedad, Edad Media, Edad Moderna, Edad Contemporánea.
En esta línea de tiempo, leída de izquierda a derecha, aparecen las corrientes filosóficas
explicadas anteriormente ordenadas de manera cronológica.
CULTURA Y CIVILIZACIÓN
La humanidad es un conjunto enormemente diverso de seres humanos que hablan
miles de lenguas, adoran religiones diferentes y han conformado formas de vida
muy diferenciadas entre sí.
Los hombres son seres sociales que necesitan relacionarse y formar grupos con
otros seres humanos. Este proceso de socialización de los individuos ha llevado
a la formación en un largo proceso histórico de distintas civilizaciones, grandes
grupos humanos con distintas formas de cultura.
La cultura incluye unas ciertas costumbres, normas y reglas sobre la manera de
ser, comportarse, vestirse. También incluye la religión y el sistema de creencias.
El concepto de civilización o cultura se refiere al conjunto de
formas o modelos a través de los que una sociedad regula el
comportamiento de las personas que la conforman.
El mundo: un mosaico de culturas y civilizaciones
La humanidad se divide en muy diversas culturas o civilizaciones que se extienden
por todo el mundo. Las primeras civilizaciones surgieron unidas a la aparición de
la agricultura y la ganadería en Mesopotamia, Egipto, India y China.
No debemos entender estas civilizaciones como entes cerrados. En muchas zonas
del mundo conviven, a veces de forma muy problemática, civilizaciones
mayoritarias y minoritarias.
Tradicionalmente, las grandes civilizaciones han mantenido contactos durante
siglos. Actualmente, el proceso de globalización, con la revolución en los medios
de comunicación y transporte que ha traído consigo, ha multiplicado este contacto.
La civilización occidental se configura como la cultura dominante en el mundo
que ha impregnado de valores y costumbres a las restantes. No obstante, a la vez
se ha producido un proceso de reafirmación de los rasgos diferenciales de las
otras civilizaciones.
LOS HUMANOS, LA ESPIRITUALIDAD Y LA EVOLUCIÓN CÓSMICA
Cuando se habla de espiritualidad, la tendencia habitual moderna es de suponer
que se trata de una cualidad específicamente humana. Aquí quiero sugerir que es
posible entender la espiritualidad en un sentido mucho más amplio, como atributo
esencial de todos los seres en el Universo, desde un átomo a un alerce o a una
galaxia.
Para el mundo moderno en general, esta idea parece extraña: un supuesto más o
menos universal de nuestra cultura es que sólo los humanos tenemos conciencia y
sentir, y por ende espiritualidad.
Esta percepción refleja el dualismo que heredamos de algunas vertientes de la
tradición intelectual occidental, y que se expresaba con mucha nitidez en el
pensamiento de René Descartes, uno de los grandes arquitectos de la
cosmovisión moderna. Para el cartesianismo, sólo la mente humana es
consciente; el mundo de la naturaleza obedece a leyes estrictamente mecánicas.
Ni siquiera los animales tienen sensibilidad: si golpeamos a un perro, el animal
emite chillidos; pero estos sonidos son como el chirriar de una máquina mal
aceitada.
Se cuenta que los estudiantes de Descartes solían pasearse por las calles de
París propinando patadas a los perros vagabundos. Aquellas patadas simbolizan,
en algún sentido, la actitud de la sociedad moderna hacia el mundo natural en
general. La crisis ambiental de nuestra época es producto, en gran medida, de
nuestra cosmovisión dualista.
En la ciencia contemporánea, sin embargo, están naciendo paradigmas nuevos.
Basta recordar la irrupción, en el siglo XX, de la teoría de la relatividad, la física
cuántica, la teoría de sistemas, y la teoría del caos.
Como todos sabemos, una de las novedades científicas más fundamentales del
siglo XX fue la teoría del llamado «Big Bang», la cual postula que el Universo
nació hace unos 14 mil millones de años desde un punto infinitesimal y casi
infinitamente denso y caliente; y que desde entonces se ha ido expandiendo,
enfriando y… transformando.
Esta teoría, propuesta hacia fines de los años 20, fue objeto de intenso debate
durante más de medio siglo. En la primera mitad de los 90, sin embargo, imágenes
satelitales de la «Radiación Cósmica de Fondo», emitida unos 400.000 años
después del nacimiento del Universo1, convencieron a la abrumadora mayoría de
los físicos y cosmólogos que la teoría del Big Bang es la explicación más
convincente de los orígenes cósmicos.
Precisión inconcebible
Según esta teoría, si el Universo naciente se hubiera expandido un poco más
lentamente se habría colapsado sobre sí mismo, dejando nada más que un
pequeño agujero negro. Y si su aumento hubiera sido un poco más veloz, se
habrían formado algunos átomos más o menos aislados, pero jamás habría
surgido el Universo que conocemos. El renombrado físico Stephen Hawking
calculó el margen de tolerancia: éste se expresa matemáticamente con una coma
seguida de sesenta ceros y el número uno.
«Si pudiéramos colocar un blanco de un milímetro de ancho al otro extremo del
Universo observable… y luego dar en el blanco, habríamos alcanzado una
precisión de este orden», explicó el astrofísico Michael Turner del Laboratorio
Fermi de la Universidad de Chicago.
Hay otras «coincidencias» notables que marcan los primeros microsegundos de la
formación del Universo, y que reflejan de forma sorprendente la precisión
extraordinariamente afinada que permitió el emerger del mundo que
conocemos.3Por ejemplo, las fuerzas más fundamentales del Cosmos (la
gravedad, el electromagnetismo y las interacciones nucleares) se configuraron en
esos primeros instantes. Las relaciones entre estas fuerzas también tuvieron que
ser excepcionalmente exactas para que surgiera el mundo que conocemos.
Todas estas variables habrían podido ser diferentes. Sin embargo, emergieron de
esta forma, creando condiciones óptimas para el desarrollo de un Universo rico en
variedad y complejidad, capaz de producir -entre tantas otras cosas- seres
vivientes cada vez más inteligentes y sensibles.
La exactitud de la relación entre estos factores sugiere la anticipación, en alguna
forma, de todo lo que vendría después. Al meditar sobre las implicancias de este
hallazgo, es difícil negarnos a aceptar la conclusión que desde el principio el
Universo se organiza a sí mismo para facilitar su evolución posterior. La
minuciosidad de sus equilibrios primordiales da lugar a una fecundidad insondable,
una vasta potencialidad que sienta la posibilidad de estrellas estables, de átomos
de hierro, de moléculas orgánicas, y de la inteligencia autoconsciente de los
humanos. Por decirlo de otra forma: se divisa, en el momento mismo del
nacimiento del tiempo y el espacio, algo así como el sueño de un futuro cósmico.
La evolución como deriva
Con esto no quiero sugerir que exista un «plan» implícito en la evolución cósmica
y biológica, algún diseño que determine desde el inicio el destino cósmico. El
destacado biólogo chileno Humberto Maturana señala que el proceso
evolucionario es más bien una “deriva”, un probarlo todo, una continua exploración
de posibilidades inéditas.
El Universo no tiene ninguna meta definida, sin embargo, tiene un rumbo. Si
estudiamos la trayectoria de la evolución cósmica y biológica desde sus inicios,
una cosa que observaremos es el aumento asombroso de la complejidad.
Los primeros átomos, formados hace casi 14 mil millones de años, fueron los más
sencillos de todos: los del hidrógeno, con un solo protón y un electrón. Poco a
poco, al centro de las estrellas, se fueron fundiendo núcleos atómicos más
complejos y pesados. Luego de su expulsión violenta de sus estrellas-madre, los
átomos resultantes se fueron uniendo en moléculas, también cada vez más
complejas. En el planeta Tierra –y sin duda en otros mundos todavía
desconocidos– nacieron las primeras células vivientes. Aún las más sencillas
tienen más moléculas que la actual población humana terrestre. Eventualmente,
esas células se integraron para formar tejidos y órganos; tal vez el más complejo
de estos últimos sea el cerebro humano.
Al decir de los físicos, vivimos en un Universo emergente. A todos los niveles,
desde el principio, surgen la novedad y la sorpresa: seres cada vez más
complejos, más espontáneos, con una organización más sofisticada.
El físico matemático Brian Swimme señala que no es posible entender a un átomo
de carbono sin reconocer su inmenso potencial para combinarse con otros átomos
en la construcción de moléculas complejas, las cuales a su vez se vuelven
componentes fundamentales de todos los seres vivientes.12Como elemento
indispensable en la estructura química celular, el carbono juega un papel esencial
en los procesos metabólicos.
Para entender a cualquier ser, por más sencillo que sea, hay que entender el
papel que juega en el Universo como totalidad. El sentido de cualquier cosa
depende, en última instancia, de su rol en el Cosmos –pasado, presente y futuro.
Entender el carbono simplemente como un elemento atómico es conocerlo de
forma muy limitada: es pasar por alto su rol clave en la evolución cósmica.
Una ameba, un alerce y un tigre nos revelan dimensiones de lo que es el carbono.
Tampoco entenderemos el significado del carbono si no reconocemos su rol en la
capacidad humana de reflexionar, de apreciar la belleza, de expresar el amor. Sin
los átomos de carbono, ni el ser humano ni ninguna de sus manifestaciones
espirituales serían posibles. Sin el carbono no podrían existir ni el arte ni la poesía
ni la nobleza de nuestros grandes ideales.
“Hay una capacidad espiritual latente en el carbono, e igual hay un componente
del carbono que funciona en nuestra experiencia espiritual más elevada”, escribe
el ecologista Thomas Berry.13
Nuestras aventuras y búsquedas humanas no son únicas en el Universo: son, más
bien, un reflejo altamente diferenciado de dinámicas que están presentes y activas
desde su nacimiento.
Los humanos somos un producto del gran proceso de aprendizaje, del gran
despertar que es la evolución cósmica y biológica. Nuestras cualidades mentales y
afectivas no cayeron del cielo: igual como nuestros cuerpos, son frutos del
proceso evolucionario.
Anhelos cósmicos
Podríamos decir que la espiritualidad humana es escuchar y responder a los
profundos anhelos que surgen desde el centro de nuestro ser, anhelos de
búsqueda, de exploración, de crecimiento e interacción con nuestro entorno
humano y natural. Pero a todos los niveles y en todos los seres hay sentires
análogos: impulsos, por más mínimos que sean, que no se contentan con el status
quo. Exploran sus posibilidades y buscan realizar su potencial. La evolución, tanto
cósmica como biológica, es la expresión primordial de esta inquietud creativa, de
una espiritualidad que es intrínseca en todos los aspectos del Universo.
La espiritualidad, por lo tanto, no es un fenómeno meramente humano. Y es más,
los humanos tenemos la necesidad vital de una espiritualidad que emerge desde
nuestras raíces genéticas, una espiritualidad que es tan profunda como los
anhelos que impulsan el despliegue evolucionario cósmico y terrestre.
Acostumbrados a percibir al mundo natural como una realidad exclusivamente
física, los escritores espirituales del mundo occidental suelen pasar por alto los
grandes procesos del emerger evolucionario.
Los pueblos originarios, sin embargo, celebraron los grandes eventos cósmicos
(tales como los solsticios y los equinoccios) como momentos espirituales por
excelencia a los que había que celebrar en rituales y ceremonias. Reconocían
intuitivamente el carácter sacramental del cosmos y de todas sus manifestaciones
visibles. Y todavía, aunque hayamos olvidado su sentido primario, nuestros
festivales religiosos más tradicionales siguen marcando momentos cosmológicos
claves.
Sucede a menudo que aún la gente moderna, cuando siente la necesidad de la
regeneración espiritual, busca un bosque, una montaña, la orilla de un río para
descansar y contemplar con tranquilidad.
Esto lo hacemos instintivamente: sabemos, en el nivel más profundo de nuestro
ser, que en estos lugares hay una espiritualidad activa que está profundamente
ligada a nuestras propias energías vitales.
En el ámbito humano, la espiritualidad es aquel aspecto de nuestra existencia que
explora las energías que nos rodean y que nos atraviesan, revelándonos las
profundas conexiones entre todas las cosas.
Cuando tomamos el tiempo para meditar y profundizar nuestra conciencia de la
gran red cósmica y terrestre de la cual somos parte, cuando nos permitimos
escuchar a nuestros propios cuerpos, a la voz instintiva y arquetípica que nos
habla desde nuestros genes, sólo entonces estamos en contacto con las energías
primordiales que nos pueden conducir a la transformación personal y colectiva.
La espiritualidad no es la contemplación de mundos etéreos alejados de las
realidades terrenales: es entrar en una profunda comunión con la dimensión
prehumana de nuestro propio ser, el cual constituye un microcosmos, la expresión
de la totalidad numinosa que es el Universo.
En esta época de crisis suprema, en que el antropocentrismo de una humanidad
que ha adquirido inmensos poderes tecnológicos está en peligro de causar
nuestra extinción como especie, la construcción de una nueva forma de
relacionarnos con el planeta y sus habitantes se ha vuelto urgente e
imprescindible.