Máster Terapia de Pareja Cognitivo Conductual y Ejercicios
Máster Terapia de Pareja Cognitivo Conductual y Ejercicios
(parte 1)
Módulo 17:
Material publicado por el Instituto de la Pareja para los alumnos del Master en Sexología y Terapia de Pareja. Queda prohibida la
realización de cualquier copia de este material. INSTITUTO DE LA PAREJA © 2022
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Índice:
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Este es el modelo de intervención en terapia de pareja que, quizás, resulte más familiar. Desde
este abordaje de terapia de pareja, se suele decir que lo que falla en una relación es la
comunicación. Por ello, se centrará en resolver conflictos, en técnicas de comunicación, en
refuerzos y extinciones ante la conducta del otro.
Por ejemplo, en el siguiente diálogo la mujer llega a casa entusiasmada y dice: ¡Mira el vestido
que me he comprado! ¿Me queda bien?
El marido responde sorprendido: ¿Ya te has comprado otro vestido? Siempre estás gastando. En
este caso, la mujer habrá “aprendido” que la consecuencia de compartir su entusiasmo por
comprarse ropa es negativa, al final puede que deje de contarle cuando se compra un vestido y
prefiera mostrárselo a una amiga.
Desde este modelo, se llega a hablar de que cada uno es responsable de la conducta del otro. Es
decir, que somos responsables en la medida en la que fomentamos que nuestra pareja actúe de un
modo determinado por cómo reaccionamos ante sus comportamientos. Dicho de otro modo,
nuestra forma de actuar le hace al otro “aprender” qué es lo que puede esperar y, a partir de ese
aprendizaje, realizar más o menos una determinada interacción.
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Por ejemplo, si cada vez que mi pareja me da un abrazo yo le digo “qué pesado que eres” o “no
me agobies”, éste aprenderá que es mejor no dar un abrazo y evitará la expresión física de cariño.
Desde mi forma de verlo, la última responsabilidad la tiene quien ejerce la conducta y no quien
reacciona. Aunque por supuesto, suscribo la idea de una alta influencia en la otra persona según
nuestra forma de reaccionar. En este sentido, en lugar de esperar a que sea nuestra pareja la que
cambie, la idea es cambiar la forma en la que yo reacciono a aquello que me molesta del otro y,
precisamente también, a aquello que más me gusta.
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Consta de un listado de cualidades positivas. Sirve para ayudar a la pareja a recordar y
expresar aquellos aspectos positivos que tiene su pareja.
Intervención:
La intervención comienza por una conceptualización sobre cómo funciona la terapia, entre otras
cosas se les expresa el diagnóstico de la pareja que se ha llevado a cabo en la evaluación y se les
explica la importancia de su implicación a través de los ejercicios que serán asignados para el
hogar.
En esta fase también se definen los objetivos de la terapia. Después se continúa con el inicio de
una psicoeducación sobre la conducta, la pareja, el amor y otros conceptos necesarios para
entender cómo funciona la interacción. Más adelante, se trabajará en el entrenamiento en
habilidades de comunicación y resolución de problemas, así como el control de estímulos (Costa
y Serrat, 1982).
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Muchas parejas se comunican desde la queja, se fijan y expresan lo que les molesta. Sin
embargo, no dicen lo que sí que les gusta, es decir, no refuerzan. Además, cuando algo no les
gusta, no son capaces de expresar lo que necesitan. Por eso, un aspecto muy importante a
trabajar será el ser consciente de lo que me gustaría recibir y pedirlo sin usar el reproche ni la
exigencia.
Una creencia disfuncional que sustenta la conducta de la queja y que mantiene la falta de
peticiones positivas y concretas es la de “la persona que me ama debe de saber lo que
necesito sin que se lo pida”. Esta idea lleva al sentimiento de la decepción sobre la pareja y al
dolor sobre nuestra valoración. La conducta que seguirá, es probable, que sea exigencia o
distanciamiento.
Una premisa básica, en este sentido, es que no puedes decir lo que te molesta más que lo que
sí que te gusta. Del mismo modo, si el foco de atención está puesto en lo que te disgusta de tu
pareja, es posible que eso sea lo que más veas. Por decirlo de algún modo “la mente estará
llena de esa información” y la consecuencia, será que aumentará la posibilidad de que eso sea
lo que más se exprese en la relación.
Aquí el terapeuta actúa como fuente de aprendizaje mostrando ejemplos claros de una
interacción distinta, más sana, ante las situaciones que a la pareja le frustran. El terapeuta
puede hacer un “modelado” de lo que ellos pueden lograr. Más tarde, durante la misma
sesión, se le puede pedir a la pareja que sean ellos mismos los que intenten expresarse de un
modo distinto.
Una vez más, el terapeuta tendrá la función de dar un feedback que le ayude a la pareja a fijar
el nuevo aprendizaje. Una vez que esto se da en el espacio terapéutico, es cuando tiene
sentido hablar de “tareas para casa” que serán una forma de reforzar el aprendizaje recibido.
Darse cuenta de la reciprocidad: Primero se le pide a cada uno de los miembros que se
fijen en las cosas que les gustan de las conductas del otro y que además se las
comuniquen, es decir, que se fijen en lo que les gusta más que en lo aversivo y que sea eso
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lo que empiecen a reforzar. Una de las tareas para casa más conocidas en esta sección es
“pillar a la pareja”.
Otro entrenamiento en esta línea tiene que ver con las gratificaciones: dar y recibir.
Para esto se puede utilizar el cuento ilustrativo en este tema de “Las cálidas pelusas”
(Liberman y col. 2006). La idea es eliminar la coerción como modo de obtención de lo
que se desea y promover la gratificación.
Hay parejas que no se ponen de acuerdo sobre cómo usar su tiempo libre juntos porque tienen
gustos muy diferentes. Una propuesta terapéutica, sería la de poder compartir dos actividades que
sean diferentes pero compatibles. Por ejemplo, si a uno le gusta pescar y al otro hacer ganchillo,
pueden irse juntos y mientras uno pesca la otra persona hace ganchillo.
Una vez que se ha evaluado que es lo que cada uno prefiere hacer en su tiempo libre se busca
llegar a acuerdos y se fomentan las actividades en pareja a solas, con otras parejas, como familia
y de forma individual. La idea es cada uno pueda disfrutar en todas estas facetas que al final
repercuten en el bienestar personal y eso se traduce a la pareja.
A la hora de resolver conflictos, es muy importante entender que hay dos planos: el de la
interacción de la pareja ante una determinada circunstancia y el de la interacción de la propia
persona: circunstancia-pensamiento-emoción-conducta.
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Para que la resolución de conflictos no resulte artificial, es importante entender por qué un hecho
determinado es tan intenso para mí. Recordemos que no son las circunstancias lo que más nos
daña sino la interpretación que hacemos de ellas.
Hablamos de creencias disfuncionales cuando estas nos guían a una interpretación equívoca
sobre la pareja. Por ejemplo, “sí me quiere deberías de saber que…”, “tú tienes que ser más…”,
“si esto ya lo hemos hablado, no debería de seguir afectándote” y, así, un largo etcétera. Sí
reparamos el conflicto por el que la pareja a discutido, pero no trabajamos en las creencias
disfuncionales, nos volveremos a encontrar cada dos por tres en el mismo punto. Por este motivo,
es muy importante trabajar en lo que en la terapia cognitivo conductual se llama
“metacognición”. Es decir, poder reflexionar sobre mis propios pensamientos. Esto implica un
nivel de observación interno y una toma de conciencia.
Muchas veces queremos que el otro cambie su conducta, pero no queremos cambiar nuestras
creencias disfuncionales. Reparar sólo la conducta es muy inestable en terapia de pareja.
Así que para la resolución de conflictos veremos:
1. Metacognición. Por qué me molesta, qué pienso y qué otra alternativa hay.
2. Expresión de lo que siento.
3. Petición de cambio.
4. Control de estímulos de mantenimiento.
5. Refuerzo-extinción de la conducta.
María es una mujer de 45 años que lleva 18 años viviendo con Leo, su marido que tiene 50.
Ambos son un matrimonio que intentan luchar por la familia y por lo que han conseguido con
muchos años de trabajo. El problema es que, desde que su hija mayor ha comenzado la
universidad y se ha ido a vivir fuera, ella se siente muy sola. Él le dice que salga con las amigas y
se divierta. Ella lo hace, pero no consigue quitarse esa sensación de soledad. Además, cada vez
crece más la tensión entre ellos.
Leo: El problema es que ella siempre me está demandando. Quiere que yo esté siempre
disponible y no es así. Para mí es importante estar en casa tranquilo, aunque sea viendo la tele,
y a ella le parece una pérdida de tiempo.
María: Yo soy la que tiene que estar encima de todo porque el vive muy feliz de la vida. Yo
necesito sentir que tengo un marido y no uno más al que criar.
Leo: Yo haría cosas contigo si tú no me estuvieras siempre dando la tabarra y si quisieras hacer
algo divertido. Salir a caminar me aburre, prefiero ver la tele.
María: Pues yo por lo menos me muevo y hago algo útil.
Con este pequeño fragmento, ¿qué crees que está sucediendo en esta pareja?
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En terapia de pareja desde el modelo cognitivo conductual es común utilizar recursos como
metáforas, ilustraciones o cuentos con la función de psicoeducación. Aunque esto no es exclusivo
de este modelo de intervención. A continuación, una lectura que se puede aplicar con fines para la
reflexión y la movilización desde la responsabilidad en la relación amorosa.
Érase una vez, hace mucho tiempo, dos personas muy felices que se llamaban Tim y Maggi y tenían
dos hijos, llamados Juan y Lucy.
Para comprender cuán felices eran, hay que explicar cómo eran las cosas entonces.
En aquellos días felices se les regalaba a todos, nada más nacer, una pequeña y suave “Bolsa de
Pelusa”.
Cada vez que una persona metía la mano en su bolsa podía sacar una Pelusa Caliente.
Había mucha demanda de Pelusas Calientes porque cada vez que alguien recibía una, ésta le hacía
sentirse muy contento y abrigado. La gente que, por alguna circunstancia, no recibía Pelusas
Calientes con regularidad, corría el peligro de contraer una enfermedad en la espalda que los
encogía y, a veces, podían incluso morir.
Entonces era muy fácil obtener Pelusas Calientes. Cada vez que a alguien le apetecía, podía ir a tu
encuentro y decirte: “Me gustaría recibir una Pelusa Caliente”; entonces uno metía la mano en su
bolsa y sacaba una Pelusa del tamaño de la mano de una niñita.
Con la luz del día, la Pelusa sonreía y florecía, transformándose en una Pelusa Caliente amplia y
acogedora. Entonces se colocaba encima del hombro, la cabeza o las piernas de la persona, y la
pelusa se acomodaba perfectamente, deshaciéndose contra su piel y haciéndola sentir llena d
alegría. La gente siempre se estaba pidiendo mutuamente Pelusas Calientes y, puesto que eran
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gratis, no había problemas para conseguir suficientes. Al haber para todos, las personas se sentían
muy cómodas y abrigadas la mayor parte del tiempo.
Pero un día un brujo malo se enfadó porque todos eran felices y no le compraban pociones y
ungüentos. El brujo era muy listo e ideó un plan perverso. Una hermosa mañana se acercó
cautelosamente a Tim, mientras Maggi jugaba con su hijita, y le susurró al oído: -“Mira Tim, fíjate
en todas las pelusas que Maggi le da a Lucy: Si continúa así va a agotarlas y no quedará ninguna
para ti.”
Tim se quedó estupefacto. Se volvió al brujo y le dijo: “¿Quieres decir que no siempre
encontraremos una Pelusa Caliente en la bolsa cuando la busquemos?” Y el brujo contestó: -“Por
supuesto que no; cuando las agotes ya no tendrás más”. Y dicho esto, se fue volando, riendo y
cacareando.
Tim se lo tomó muy a pecho y comenzó a controlar cada vez que Maggi le daba una Pelusa Cliente
a alguien. Acabó por sentirse muy preocupado, porque a él le gustaban mucho las Pelusas
Calientes de Maggi y no quería que se las diera a los demás. Realmente creía que Maggi no tenía
derecho a gastar todas sus Pelusas Calientes con los niños y otras personas. Empezó a quejarse
cada vez que veía a Maggi dar una Pelusa Caliente a alguien, y como Maggi lo quería mucho, dejó
de dar Pelusas Calientes con tanta frecuencia y las reservó para él.
Al ver esto, los niños pensaron que era malo regalar Pelusas Calientes cada vez que se las pedían o
les apetecía hacerlo. También ellos se volvieron muy cuidadosos: vigilaban estrechamente a sus
padres y cuando les parecía que daban demasiadas Pelusas Calientes a alguien, protestaban. Poco
a poco comenzaron a preocuparse por las Pelusas Calientes que daban ellos mismos. Aunque
ciertamente encontraban Pelusas cada vez que las buscaban en su bolsa, cada vez metían menos la
mano dentro y se hicieron más y más tacaños. Muy pronto la gente notó una escasez de Pelusas
Calientes, comenzaron a sentirse menos contentos y abrigados. Empezaron a encogerse y, de vez en
cuando, alguno moría por falta de Pelusas Calientes.
Así, más y más personas iban a comprarle pociones y ungüentos al brujo, aunque no parecían muy
efectivos. Y sucedió que la situación comenzó a ponerse muy difícil. El brujo malvado no quería
que la gente muriera, entre otras cosas porque los muertos no pueden comprar pociones ni
emplastos, así que desarrolló un nuevo plan: le dio a cada uno una bolsa muy similar a la Bolsa de
Pelusas, excepto que éstas nuevas eran frías, mientras que, como es sabido, las auténticas Bolsas
de Pelusas eran calientes. Dentro de las bolsas del brujo había Espinas Frías. Estas Espinas Frías
no hacían que la gente se sintiera contenta y abrigada sino, por el contrario, fría y pinchada, pero
evitaban que a la gente se le encogiera la espalda y muriera. Por lo que, desde entonces, cada vez
que alguien decía: “Quiero una Pelusa Caliente”, le contestaban: “No puedo darte una Pelusa
Caliente, pero ¿quieres una Espina Fría?”
A veces se acercaban dos personas pensando obtener una Pelusa Caliente, pero uno u otro
cambiaban de opinión y terminaban dándose Espinas Frías.
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Así sucedió que, aunque muy pocas personas morían, muchas seguían desdichadas y sintiéndose
frías y pinchadas. La situación se complicó muchísimo, pues las Pelusas Calientes, que antes solían
ser gratuitas como el aire, ahora eran extremadamente raras y muy caras. Eso ocasionó que la
gente hiciera cualquier cosa para conseguirlas.
Antes de que el brujo apareciera, la gente acostumbraba a reunirse en grupos de tres, cuatro o
cinco personas, sin importarle demasiado quién daba Pelusas Calientes a quién. Después de que
llegara el brujo, la gente empezó a emparejarse y a reservar todas sus Pelusas Calientes para sus
parejas. Las que se descuidaban y daban una Pelusa a alguien más se sentían culpables, porque
sabían que su pareja seguramente notaría la pérdida. Y los que no encontraban una pareja
generosa tenían que comprar sus Pelusas y trabajar muchas horas para poder pagarlas.
También sucedió que algunas personas cogían Espinas Frías (habían muchas y eran gratis), las
cubrían de un material blanco y esponjoso, y las hacían pasar como Pelusas Clientes. Estas
Pelusas Calientes falsificadas eran realmente Pelusas de Plástico y aún ocasionaron más
dificultades: si, por ejemplo, dos personas intercambiaban libremente Pelusas de Plástico, se
suponía que tenían que sentirse bien por ello, pero en cambio se separaban sintiéndose mal. Y
como pensaban que lo que se habían estado dando eran Pelusas Calientes, se quedaban muy
confundidos, sin darse cuenta de que esos sentimientos fríos e hirientes que tenían eran el resultado
de haberse dado un montón de Pelusas de Plástico.
De esta manera, las cosas se pusieron muy, muy tristes desde la llegada del brujo que hizo que la
gente creyera que algún día, cuando menos lo esperaran, no encontrarían más Pelusas Calientes
en sus Bolsas.
No hace mucho tiempo, una adorable y robusta mujer de anchas caderas y feliz sonrisa, llegó a ese
país entristecido. Parecía no haber oído hablar del brujo, y no le preocupaba que se acabaran sus
Pelusas Calientes. Las daba libremente, incluso cuando no se las pedían. Algunos no la aceptaban,
porque hacía que los niños se despreocuparan de que se les acabaran las Pelusas Calientes. En
cambio a los niños les gustaba mucho, porque se sentían bien con ella. Y pronto volvieron a dar
Pelusas Calientes siempre que les apetecía.
Las personas mayores comenzaron a preocuparse y decidieron utilizar la Ley para proteger a los
niños del derroche de sus reservas de Pelusas Calientes. La Ley convirtió en una actividad criminal
dar Pelusas Calientes de manera descuidada, sin licencia. Sin embargo, muchos niños parecían no
enterarse y a pesar de la Ley, continuaron dándose Pelusas Calientes unos a otros siempre que les
apetecía y siempre que se las pedían. Y como había muchos niños, casi tantos como personas
mayores, parecía que podrían salirse con la suya.
Hoy por hoy es difícil adivinar qué sucederá. ¿Podrán las fuerzas de la ley y el orden detener a los
niños? ¿Irán las personas mayores a unirse a aquella mujer y a los niños para darse cuenta de que
siempre habrá tantas Pelusas Calientes como se necesiten? ¿Recordarán Tim y Maggi aquellos
días en los que eran tan felices, sabiendo que había Pelusas Calientes en cantidad ilimitada? ¿Las
volverán a dar libremente?
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Lo que en el cuento se refleja es que a veces damos esperando recibir, o incluso desconfiando, y no
de forma sincera y gratificante sino como esos “espinos cubiertos de pelusa”. A veces se mantienen
las relaciones de este modo, pero eso no significa que sea satisfactorio. Al contrario, la sensación es
de necesidad y frustración.
En terapia de pareja, usamos el término “gratificación” para hablar de lo importante que es ser
consciente de las cosas que nos gustan de la pareja, pero sobre todo que el compañero sepa que nos
agradan. Esto es una parte muy importante en la comunicación.
Por extraño que parezca, las parejas siguen descubriéndose después de años de convivencia. En
terapia, a veces se sorprenden al escuchar a su cónyuge confesar el valor - mucho, poco o nada -
que le dan a ciertos aspectos de su comportamiento. Por poner un ejemplo, un hombre que se
agobiaba cuando, al llegar a casa, su mujer le contaba los problemas que había tenido durante su
ajetreado día. Descubrió que ella sólo deseaba ser escuchada y comprendida, que de este modo se
sentiría mucho más aliviada. Así, él no sentía la carga de tener que buscar siempre una solución.
Conseguir que aquella persona a la que amamos se entere de nuestra valoración, es de vital
importancia. No se puede pedir más de lo que uno está dispuesto a dar, es decir, no se puede pedir
una “pelusa” a cambio de un “espino”. A muchos les cuesta dar porque sienten que son más
vulnerables (que se pueden agotar sus cálidas pelusas). En cierto modo es así, nos exponemos a que
nos rechacen al declarar nuestros sentimientos. Pero es también el único modo de poder ser
correspondidos, de experimentar que el amor que damos vuelve a nosotros transformado en algo
más grande. Cuando te proteges de ser dañado, evitando mostrar tus sentimientos, te “proteges”
también de recibir lo bueno de compartir.
Me gusta cómo acaba el cuento, con la interrogación en manos del lector de si realmente
asumiremos el riesgo de dar o, por el contrario, nos volveremos “precavidos”, vigilando siempre si
nos dan suficiente, si nos tratan como deseamos. Aún entendiendo que es mejor dar “pelusas” de las
de verdad, en la práctica requiere un esfuerzo. De niños nos enseñan a recibir, pero es de mayores
cuando tenemos que hacer un esfuerzo consciente y dar. Ya no se trata de que pierdas tú para que
gane yo, sino que si tú ganas, yo también gano, y es que dando ganamos los dos.
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Estas son algunas de las frases que repiten las parejas que llegan a consulta. La pareja se siente
agotada y desgastada por los conflictos. Pero, si la gran mayoría de las parejas tiene conflictos en
mayor o menor medida, ¿no es de esperar que éste sea algo natural y normal de la relación
amorosa? ¿Por qué evitamos el conflicto, o al menos lo intentamos? ¿Es en si el conflicto lo que
hace que una pareja se deteriore? ¿Podríamos cambiar el foco de atención y que los conflictos no
fueran en sí el problema?
En realidad, no es una discusión lo que provoca la crisis de pareja sino el aumento de ellas y la
disminución de interacciones positivas. Por eso la pareja es dinámica y su bienestar se encuentra
cuando se logra el equilibrio entre la satisfacción y la dificultad.
El amor es inversión en positivo. Es necesario realizar conductas que nos ayuden a mejorar la
relación para sentir la cercanía emocional, espiritual, psicológica y física. Por eso, una parte
importante de la terapia de pareja consiste en el trabajo que ambos realizan fuera de la consulta.
Para ello los ejercicios terapéuticos o las tareas para casa pueden ayudar a un aprendizaje más
eficaz.
Los ejercicios aquí propuestos se basan en aumentar las interacciones positivas y en disminuir las
negativas. Todos pueden ser combinados y progresivos en el tiempo. Si la pareja sólo hace
ejercicios, pero no reflexiones, puede que aumente repentinamente su satisfacción pero que al poco
tiempo vuelvan a su estado anterior. Esto se debe a que no se ha interiorizado el aprendizaje. Es
algo así como el niño que sólo realiza una conducta porque se lo dice su padre, pero nunca se
cuestiona el porque y deja de hacerlo cuando esté no le supervisa. De allí la función terapéutica de
los ejercicios y la terapia, la conducta dinamiza la relación y la sesión clínica sienta la reflexión.
Es decir, los ejercicios tendrían que ser la puesta en marcha de la reflexión y, a su vez, generar una
nueva reflexión que fortalezca el aprendizaje de un camino más satisfactorio en el amor.
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A continuación, expondré algunos de los ejercicios que utilizamos en el Instituto de la Pareja. Estos
ejercicios vienen de distintos modelos de intervención y se pueden utilizar como complemento en la
terapia de pareja desde el paradigma con el que el terapeuta se sienta más cómodo:
Pilla a tu pareja haciendo algo agradable y que se entere (Costa y Serrat, 1982): Este es uno de
los ejercicios más clásicos en terapia de pareja. La idea es que cada uno se convierta en el
“detective” de lo positivo que hace su pareja. Cada día uno tiene que registrar al menos una
conducta agradable que ha realizado su cónyuge. Lo importante es darse cuenta y comunicarlo. Por
eso, al finalizar el día, se reservarán 15 minutos en pareja para comunicarse lo que cada uno ha
captado de su pareja.
Se aconseja preparar este momento, con velas, música u otras cosas que fomenten un espacio de
intimidad.
Esto ayuda a que cada uno busque activamente lo “bueno” en lugar de estar pendiente de los fallos
o carencias del otro. Y no sólo que sea consciente, sino que lo comunique, de este modo actúa como
un reforzador de las conductas deseables.
Se recomienda realizar este ejercicio varias semanas hasta que se convierta en un hábito
automatizado de la pareja.
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puede incluir una prenda de ropa, una foto, un cd, un anillo, etc. Durante la próxima sesión de
terapia cada uno explicará porque escogió ese recuerdo y que sintieron o pensaron mientras
realizaban el ejercicio.
Muchos pacientes conectan con recuerdos que ya habían olvidado y se sienten motivados para
poder seguir.
Es una forma de tener presente la parte más positiva de la relación y reflexionar sobre si merece la
pena.
Consiste en elaborar dos botes o cajas individuales en las que se incluyan 10 deseos. Cada día se
sacará un deseo del bote contrario para poder realizarlo. Se escogerá un deseo que se adecue a las
posibilidades personales del momento. Cada día uno tiene que revisar su propio bote y sacar aquel
que se ha realizado y se expresará la gratitud por él. Después podremos incluir un nuevo deseo, de
modo que tengamos siempre 10 deseos en nuestro bote.
Gratificaciones:
Se le pide a cada miembro de la pareja que escriba una lista de unas 10 “gratificaciones” (palabras o
gestos afectivos) que recibe durante la semana y otra igual de las “gratificaciones” que da.
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Es decir, se trata de realizar un día donde desde la mañana hasta la noche le mostremos a través de
nuestras conductas amor a nuestra pareja.
No hace falta sentir amor en el momento de realizarlo, es suficiente con tener de qué manera nuestra
pareja percibiría ese homenaje. Incluso si no se puede pasar todo el día juntos, no importa, pero es
necesario realizar manifestaciones de ese amor. Por ejemplo, se pueden mandar mensajes, un ramo
de flores al lugar del trabajo, dejar carteles por toda la casa, etc. Lo importante es que al final del
día la persona homenajeada haya percibido que ese ha sido su “día del amor”.
Este ejercicio tiene notables efectos sobre el emisor y el receptor. Influye en la motivación, atención
y percepción de cada uno.
El ritual de la pareja:
Consiste en realizar un acto conmemorativo del amor de la pareja. Este acto ha de ser un ritual en
medio de la rutina. Por ejemplo, se puede realizar una vez al mes una cena especial, una salida al
cine, un retorno al bar en el que nos conocimos, una escapada romántica, etc. Estas cosas se suelen
planear de forma espontánea en la primera fase de una relación. Conviene volver a realizarlo a lo
largo del recorrido juntos para recordar el disfrute qué se tenía y fomentar nuevos recuerdos juntos.
El compromiso de un mes:
Hay parejas que viven una situación altamente inestable, dudan de si volverán a estar juntos la
semana que viene, en dos días, etc. Por eso se les pide que se comprometan ha mantener la relación
y el esfuerzo durante un periodo de tiempo, por ejemplo, un mes.
Este compromiso se acompaña de una celebración que se realiza pactada por ambos miembros de la
pareja. De este modo, se reduce la tensión, la ansiedad por el abandono, las dudas recurrentes, etc.
Volver a casarse:
Esta tarea se recomienda a parejas que ya se casaron y que han concluido la terapia con éxito. La
idea es volver a realizar una ceremonia en la que se renueven los votos de compromiso. Se puede
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realizar en la intimidad de la pareja o acompañados por amigos o familiares. Si aún conservan los
atuendos de la boda y les vienen pueden volver a utilizarlos. Se puede acompañar, incluso, de una
nueva luna de miel.
Algo que siempre me ha resultado muy curioso, es como hay parejas que dejan de invertir tiempo
en mirar su propia relación cuando ya no están en terapia. Muchas dicen que no tienen tiempo, sin
embargo, durante el tiempo que hemos estado realizando la terapia, han sacado una hora y media
cada semana o cada dos semanas.
Así que este ejercicio es para parejas que van a dejar la terapia y funciona del siguiente modo: se les
pide que cada cierto tiempo, por ejemplo una vez al mes, hagan su cita de terapia. En este caso, por
supuesto, será sin el terapeuta. Se les pide que busquen un espacio tranquilo donde puedan hablar,
ya sea en casa, una cafetería, un parque, etc. Se les sugiere que tengan un espacio de una hora más o
menos dónde puedan hablar sobré cómo están en la relación. La idea es que hablen desde la mejoría
y continúen con lo que quieren seguir mejorando o fortaleciendo en su relación. Es decir, que no se
convierta en un espacio para la queja o el reproche.
La primera pregunta que la pareja se haría: a lo largo de este mes, ¿qué dirías que ha ido
un poquito mejor?
La siguiente sería: ¿qué te gustaría que pueda seguir mejorando en este siguiente mes?
¿Qué crees que podríamos hacer para conseguirlo?
Reproches “0”:
Les proponemos a cada uno que hasta la próxima sesión no puedan decir ni un sólo reproche. Les
pedimos que en lugar de decirlo lo escriban y nos lo traigan en la próxima sesión.
La palabra mágica:
En esta ocasión les vamos a pedir a los pacientes que piensen en una expresión breve que a ambos
les resulte llamativa en el sentido humorístico de la palabra. Cuando alguno de los dos note que la
discusión se torna destructiva o que el nivel de activación interna aumenta mucho, podrá utilizar la
expresión pactada para parar. Se trata de un comodín para evitar que el conflicto se alargue en el
tiempo o sea demasiado negativo.
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El psicólogo apunta cada uno de los pasos. Se recomienda no realizar más de tres en una sesión.
Este será el compromiso de la pareja hasta la próxima sesión, realizar de un modo real los pasos
simulados en consulta. Es importante que hayan quedado bien definidos en conductas concretas.
El último día de la semana, pueden actuar como quieran. Además, pueden registrar cómo se sienten
y que piensan en un cuaderno para comentarlo en la terapia.
La separación curativa:
Este ejercicio lo recomendamos a parejas que ya se han ido de casa o se han decidido a hacerlo. La
idea es algo así como comenzar de nuevo la reconquista. Se les pide que actúen como si se
estuvieran conociendo, como si volvieran a empezar. Ninguno puede exigir, la idea es dar lo mejor
de uno mismo. Los encuentros se realizarán a través de citas y no se volverá a la situación de vivir
juntos simplemente por la comodidad o la rutina. Antes de volver a hacerlo se hará tomará la
decisión realizando una celebración. Acudiendo a terapia de pareja. Es necesario poner un tiempo
determinado, algo así como un mes o dos. También que durante esta separación cada uno vaya
recogiendo un diario con sus pensamientos y sentimientos.
Se puede añadir que realicen un álbum de fotos de cada una de las citas.
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(parte 1)
Consiste en encontrar un uno por ciento de razón en el punto de vista expuesto por la pareja.
Después de haber escuchado a nuestro cónyuge y, antes de expresar nuestro punto de vista,
debemos encontrar y comunicar aquella parte de razón que vemos en el mensaje del otro.
Esta tarea consiste en identificar y expresar el sentimiento que se percibe en la otra persona. Por
ejemplo: “entiendo que estás triste”, “veo que te sientes enfadado”, etc.
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(parte 1)
La idea es que se reduzcan las críticas y las quejas, ya que la persona tiene que hacer un esfuerzo
extra buscando lo positivo. Por otro lado, ayuda a encajar mejor las palabras de crítica ya que se
reciben elogios primero.
El segundo paso consiste en la contestación, el que escuchó primero debe comenzar contestando de
forma empática antes de hablar de sus sentimientos. Ha de utilizar frases como “entiendo que te has
sentido…”, “comprendo que sientas…”. Una vez expresada la empatía hacia su compañero/a puede
continuar expresando sus sentimientos como se indica en el primer paso.
La oposición asertiva:
La asertividad es la capacidad de expresar pensamientos y sentimientos de manera eficaz,
respetándonos a nosotros mismos y a los demás.
Para ejercer la oposición asertiva es necesario definir un objetivo, esto es, que es lo que queremos
conseguir.
2.-Expresión del problema: Explicar lo que consideramos necesario de cambiar de forma clara y
sencilla.
3.-Expresión de los sentimientos: Exponer cómo nos afecta y nos hace sentir dicha situación. Es
importante centrarnos en nuestros sentimientos y no en culpar a la otra persona.
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(parte 1)
4.-Alternativas: Guiar a una solución. Ofrecer una manera de actuar con la que no nos sentiremos
mal. Se trata de explicar sin exigencias lo que nos gustaría que el otro hiciera.
5.-Consecuencias: Convencer al oyente de que esta solución tendrá consecuencias positivas para
ambos.
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Aplicación personal:
1.-Comprensión:
4.-Alternativas:
5.-Consecuencias:
Iniciar una relación puede ser más o menos fácil, mantenerla a lo largo del tiempo es mucho más
complejo. Las consultas que suelo recibir en terapia de pareja no son sobre qué hacer cuando te
enamoras, más bien se orientan hacia que hacer cuando te desenamoras. La pareja es más que dos
personas que sienten atracción o que sienten enamoramiento, se trata de un equipo. Esta noción de
equipo, compañeros o aliados de vida es muy importante cuando surgen las diferencias. EN los
conflictos o decepciones muchas parejas comienzan a actuar como si estuvieran en dos bandos
distintos. Ante las discusiones se actúa mediante mecanismos como el ataque o la defensa, como si
la pareja se hubiera convertido en el peor de los enemigos. Este es uno de los puntos más
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importantes a resolver, ¿qué hacer en los conflictos? ¿qué hacer cuando pensamos de un modo
diferente? ¿qué hacer cuando cada uno lo ha vivido de otra forma?
La pareja puede convertirse en una de las experiencias más maravillosas que el ser humano pueda
vivir si se sabe cómo lograrlo. Para ello es importante entender que es de elección y que nunca
estará del todo definida, del todo construida, que siempre requerirá del esfuerzo de los dos
componentes.
Para comenzar a practicar vamos a aplicar esta reflexión a la práctica. Si la pareja es un equipo y yo
formo parte de él, ¿qué puedo hacer para apoyar a mi aliado/a? Esta semana vamos a esforzarnos en
ver que nuestro compañero/a necesita de nuestro apoyo y la forma en la que se lo podemos brindar.
Ya sé, tú también necesitas apoyo y cuidado, pero en pareja la clave está en que cuando uno gana,
los dos ganan y si pierde uno, los dos pierden. En el momento en el que comenzamos a cuidar y a
valorar a nuestro marido/mujer, abrimos la puerta de la reciprocidad, aumentando la posibilidad de
que recibamos lo que esperamos (o al menos nos aproximemos).
Piensa en algunas situaciones conflictivas de la semana anterior, en cosas en las que crees que tu
pareja no actuó bien:
Lo normal es pensar en que simplemente el/ella no tendría que haber actuado así. Pero si
retomamos la noción de equipo, nos podremos acordar de que nuestra pareja es imperfecta y que es
precisamente cuando falla cuando más necesita nuestro apoyo.
¿Qué crees que podrías haber hecho tú para apoyarle?
Pues bien, esta semana vamos a poner esto en práctica. Nuestro objetivo es apoyar al equipo, es
decir, a la pareja. Tenemos que recordar que no somos enemigos, somos del mismo bando,
luchamos por nuestro amor. Así que tenemos que esforzarnos por encontrar la forma de apoyar,
especialmente en los momentos que más se necesita, en los momentos de debilidad. Imagínate un
equipo de fútbol en el que uno de los jugadores comete una falta y su compañero va corriendo a
avisar al arbitro de lo mal que lo ha hecho. O que en un penalti el que tira a puerta falla, ¿qué se
espera de sus compañeros? ¿qué le empiecen a insultar o a gritar por lo mal que lo ha hecho? Al
menos delante de las cámaras procurarán no hacerlo porque son un equipo.
Durante la semana vamos a apoyar en forma de refuerzo verbal y en forma de conductas. Cada día
vamos a apuntar la forma en la que hemos dado nuestro apoyo. También vamos a tomar nota,
además de agradecer verbalmente, la forma en la que hemos recibido apoyo.
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(parte 1)
Apoyo dado en forma Apoyo dado en forma Reflexiones
Día de la semana
verbal de conducta personales
Lunes
Martes
Miércoles
Jueves
Viernes
Sábado
Domingo
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3. Bibliografía:
MARK BEYEBACH, 2010. 200 TAREAS EN TERAPIA BREVE. Ed. HERDER, BARCELONA.
JOHN GRAY, 2010. LOS HOMBRES SON DE MARTE, LAS MUJERES SON DE VENUS.
DEBOLSILLO, BARCELONA.
JOHN GOTTMAN y NAN SILVER, 2001. SIETE REGLAS DE ORO PARA VIVIR EN PAREJA.
DEBOLSILLO, MADRID.
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