II Redes como construcción y reconstrucción de tejidos social
La aparición de nuevos fenómenos sociales, como el de la inseguridad, aunados a
la falta de oportunidades para el desarrollo de algunas regiones en la entidad, han
sido factores clave en la descomposición del tejido social que tanto vulnera el
bienestar de la población.
El incremento en el número de homicidios, el aumento en las adicciones, así como
en el porcentaje de violaciones, la insatisfacción con la vida y la desconfianza en
las relaciones sociales y en la actuación gubernamental son sólo algunas de las
manifestaciones de esta descomposición.
El tejido social es un elemento fundamental para garantizar la gobernabilidad y
el bienestar de los habitantes de una entidad. Éste refleja el grado de
pertenencia, solidaridad y cohesión existentes en un grupo de individuos.
Es en el seno de las familias donde se constituye el tejido social y es a través de
las relaciones interpersonales en donde éste se consolida mediante el respeto,
la confianza, el apoyo y la participación.
Las relaciones sólidas derivadas de lo anterior, reciben la denominación de
capital social, el cual se refiere a la capacidad de los individuos de colaborar entre
sí en diferentes circunstancias y propiciar el desarrollo y el bienestar comunitario
para mejorar su calidad de vida.
Una sociedad en la que impera un tejido social fuerte se caracteriza por
la seguridad, la paz y la armonía que se vive en ella; por el contrario, su
debilitamiento da pauta a la formación de nuevos problemas sociales que
obstaculizan el desarrollo individual y colectivo.
El deporte y la cultura son componentes indispensables que le dan fortaleza al
tejido social, ya que a través del primero se promueve la sana convivencia, se
adquieren valores socialmente deseables y se contribuye a la transformación
social favorable.
Igualmente, la cultura refuerza los lazos entre las personas, contribuye a
la conformación del capital social, estimula la creatividad como elemento
fundamental para el desarrollo humano, así como también promueve la confianza
y la creación de vínculos de inclusión y participación; además, la cultura genera
identidad y pertenencia.
Cómo reconstruir el tejido social de una sociedad en donde se ha destrozado el
buen convivir; en donde hay familias desintegradas, personas desgastadas por un
empleo en donde solo son objetos de producción; en donde se han debilitado los
cimientos de una sociedad desamparada, indefensa ante tanta violencia que
afecta la vida personal y social.
Cómo reconstruir el buen convivir en una sociedad de desconfianza, temor y
desigualdad que promueve una identidad individualista, sin sentido de
pertenencia, que rompe los vínculos de confianza y cuidado del otro; una sociedad
en donde existe incertidumbre por el porvenir.
Mendoza y Zárate (2016), mencionan que, para emprender la reconstrucción del
tejido social, se necesita ciertos determinantes estructurales tales como:
1) La espiritualidad eco-comunitaria, que asume que todo está vinculado con todo.
2) La reconciliación familiar encaminada a revincular a sus integrantes.
3) Educación para el buen convivir, que implica revisar el modelo educativo para
definir las que podrían contribuir a la mejora de la convivencia escolar y vecinal.
4) Un gobierno comunitario capaz de promover y proteger lo comunitario.
5) Economía social y solidaria con una propuesta que pone a la ecología en el
centro y la comunidad que permite emprender procesos que integren la economía
con el trabajo, el territorio y la comunidad.
Se puede reconstruir el tejido social, pero se necesitan muchas manos, diferentes
actores que asuman el reto para transformar una sociedad que ha sido tan
lastimada y cuidar un planeta que está tan deteriorado. En este sentido, como se
declara en la Campaña Universitaria 2016, no estamos solos, contamos con
diferentes actores de la sociedad, “…maestros y estudiantes están reflexionando y
tejiendo juntos nuevos horizontes; comunidades indígenas y campesinas resisten
y construyen colectivamente nuevas formas de organización política; colectivos de
jóvenes recuperan los espacios públicos como centros de encuentro y difusión
cultural; cooperativas y sociedades de producción materializan nuevos esquemas
de economía; distintos grupos religiosos recuperan un Dios vinculante que convida
a cuidar la Casa Común; todo esto, con el único afán de ascender por sobre la
violencia y sanarla con acciones creativas e integradoras”.
Esta propuesta no es una tarea fácil, y posiblemente no sea la panacea, pero es
una invitación, una forma y un reto para reconstruir el tejido social a través de
Pensar, Imaginar y Reconstruir el Buen Convivir.
Bibliografías:
1)
2) https://repositorio.iberopuebla.mx › bitstream › handle
3) La autora es profesora de la Universidad Iberoamericana Puebla. Este texto
se encuentra en: http://circulodeescritores.blogspot.com