Instituciones educativas.
2do año
PERSPECTIVA ECOLÓGICA DE LA ORGANIZACIÓN ESCOLAR
Video introductorio
https://www.youtube.com/watch?v=Df2aDzKAqJ0
I- El paradigma ecológico
Mujica Sequera, Ruth M (2015). El paradigma ecológico. Artículo transcrito de:
https://blog.docentes20.com/2015/12/el-paradigma-ecologico/
El paradigma ecológico, también llamado “Emergente” en el campo pedagógico,
comienza a ser una forma específica de explicar los fenómenos y situaciones
educativas o formativas de la realidad según los principios de la ecología. Ésta
nace de la tesis del biólogo alemán Haeckel (1869), quien estudió las formas y
desarrollos de la organización de los seres vivos.
La escuela es interpretada desde el paradigma ecológico como un ecosistema
Ernest Haeckel social humano, ya que enuncia en la realidad un complejo andamio de elementos
(población, ambiente, interrelaciones y tecnologías) y de relaciones organizativas
que la configuran y determinan como tal.
El autor, establece que un ecosistema es una realidad permanente, dinámica, con una red de
significaciones, un sistema de comunicación y tipos de encuentro entre sus miembros y el ambiente.
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Los de este paradigma en el ámbito educativo son:
Doyle promueve el aula como espacio favorecedor para el desarrollo e intercambio de
significados críticos en el alumno como consecuencia de la interacción e intercambio de
personas, grupos y roles. Concibe la vida del aula en términos de intercambios socioculturales.
Destaca la importancia del estudio de los ambientes en que nos desenvolvemos.
Para Doyle, la vida de la escuela en parte artificial está presidida por el carácter evaluador de
cuantos acontecimientos tienen lugar en ella. Este carácter evaluador define la estructura de
tareas académicas que serán las responsables de las demandas de aprendizaje, los procesos de
aprendizaje y el comportamiento del grupo.
Para él el aula es un sistema complejo de relaciones e intercambios en el que la información
surge de múltiples fuentes y fluye en diversas direcciones. Por otra parte, las expectativas y
objetivos en el ámbito escolar son múltiples y diferentes si tenemos en cuenta que en el aula se
genera una vida colectiva cargada de compromisos, vínculos y metas.
Por tanto, en el aula se estudian las normas de comportamiento ecológico y los significados
colectivos de acontecimientos, personas y procesos. Como resultado se genera un clima
ecológico relativamente estable que define la pluralidad de demandas de aprendizaje.
Fuente: https://prezi.com/m80tc8yj-35x/el-paradigma-ecologico-doyle/#:~:text=Doyle%20(1978),en%20t%C3%A9rminos%20de
%20intercambios%20socioculturales.
Basil Bernstein (1971), quien estudia las relaciones de saber y poder que se producen en las
instituciones escolares.
Tikunoff (1979), que propone un modelo explicativo de construcción de la cultura experiencial
en la escuela como espacio ecológico.
Este paradigma es un modelo integrador en torno a lo educativo. Ayuda a entender los hechos
pedagógicos y educativos partiendo del estudio de la realidad cultural, las demandas del entorno y las
respuestas de los elementos de ella, así como las múltiples maneras de adaptación de los individuos al
contexto. Se ha convertido en un modelo de acción pedagógica que abarca la teoría, la praxis y la práctica
educativa; por tanto, orienta la teoría, la acción y la investigación en el aula.
Las características del “paradigma ecológico” constituyen, según Paniker, un marco general que da
sentido a la mayoría de los fenómenos conocidos, entre ellos la escuela, de tal manera que puede ser vista
como la consecuencia de procesos históricos complejos y nunca neutrales; siempre benefician a unos y
marginan a otros. Una construcción social pensada y constituida por grupos sociales en un momento
determinado y no algo connatural, innato a la vida en sociedad. Además, es un espacio que cumple
funciones patentes o explícitas (educar, socializar, enseñar, orientar, culturizar) y otras ocultas
(reproducción de clases, dominación y domesticación).
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La síntesis se muestra a continuación, dando sentido orgánico y totalizador a la escuela como
ecosistema, los cuales se caracterizan por su interdependencia y son:
1- Población: estudiantes, profesores, padres y comunidad local.
2- Organización de relaciones: estructura holística de la institución educativa donde sucede el
conflicto, el cambio educativo y la formación docente.
3- El ambiente: lo físico (espacio y tiempo), la cultura institucional y el ambiente externo.
4- La tecnología: conformada por los proyectos educativos y pedagógicos, la vida económica y
administrativa de la institución y la evaluación.
Estos elementos se interrelacionan a través del currículo que es el medio de cultura, objeto de nutrición
pedagógica por los estudiantes dada la mediación de docentes y padres. Este representa la razón que
define las relaciones en la escuela, además es el generador de tecnología mediante el cual se configura de
forma concreta la escuela como ecosistema. Finalmente, es el dínamo de innovación, enriquecimiento,
cambio y transformación escolar.
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II- La escuela como ecosistema
Batista J, Enrique, E (2020). La escuela como ecosistema para la educación sustentable hacia el Bien Común. Artículo transcrito
de:
https://juanpaz.net/la-escuela-como-ecosistema-para-una-educacion-sustentable-hacia-el-bien-comun/#:~:text=Como
%20ecosistema%20el%20educativo%20es,riqueza%20social%2C%20intelectual%2C%20emocional%20y
Siempre se ha hablado del sistema educativo o de los sistemas nacionales de educación. Un sistema
educativo sería, según la definición de “sistema”, un grupo ordenado y coherente de principios, normas y
reglas que con integración armónica permiten alcanzar los fines sociales de la educación y satisfacer las
necesidades básicas de aprendizaje y de acceso universal y libre al conocimiento de todos en la sociedad.
Si tal ordenamiento y coherencia se dieran hoy tendríamos un “sistema de educación” ordenado, eficiente
y en buen funcionamiento. Por ello, la insistencia sobre nuevos modelos educativos, uno de los cuales,
impulsado por varias corrientes de pensamiento en el mundo y en el país, es el que concibe a la educación
como un ecosistema.
El concepto de ecosistema educativo ha estado en el lenguaje pedagógico con conceptos como: ambientes
educativos, entornos de enseñanza, entornos tecnológicos, ambientes culturales, entornos personales de
aprendizaje, ecosistema de aprendizaje, clima escolar, ambiente laboral, ambiente escolar sano, hábitat
escolar insalubre, y otros. Bien se ha destacado que “en cualquier entorno educativo los ecosistemas ya
están presentes; se componen de las personas, los flujos de trabajo y tecnologías que los apoyan. Un
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ecosistema de aprendizaje introduce nuevas capacidades que mejoran el aprendizaje y el entorno
institucional” (Universidad EAFIT)
En las ciencias naturales, dicho de manera sucinta, un ecosistema está compuesto por diferentes
colectividades de organismos que en un determinado hábitat interactúan y crean distintos modos de
conexión entre sí formando una red única y vital donde la presencia de cada elemento es esencial para la
supervivencia y salud de todo el ecosistema.
Por su parte, el ecosistema educativo es definido “como una red de evolución dinámica e interconectada
de espacios educativos, con proveedores individuales e institucionales, que ofrece una variedad de
experiencias educativas a estudiantes individuales y colectivos a lo largo del ciclo de vida de aprendizaje”.
Como ecosistema, el educativo es una organización social compleja en la cual sus diversos
componentes crean y mantienen un conjunto de interacciones entre sí y con el medio ambiente físico,
constituyendo un espacio vital organizado para asegurar su crecimiento y mantener la riqueza social,
intelectual, emocional y biológica que lo identifica y define su naturaleza única. Hay ecosistemas
paralelos, que nutren y enriquecen el educativo y otros antropogénicos, que lo obstaculizan y pueden
depredarlo, invisibilizarlo o volverlo inane (= vano, inútil) para alcanzar sus metas.
El ecosistema educativo es dinámico, se adapta y cambia según circunstancias externas que lo favorecen
o amenazan, evoluciona para mantener su identidad y valía para sus partes integrantes. Compete a la
sociedad como “macro ecosistema” favorecer y preservar los distintos ecosistemas escolares de los que
depende para su propia estabilidad, conservación y progreso colectivo. Abandonados a su suerte u
olvidados y sin compromisos para su preservación, los ecosistemas escolares se destruyen, se debilitan y
fenecen (= desaparecen) como lentamente ha ido feneciendo (= desapareciendo) la vieja escuela. Un
ecosistema escolar abandonado y degradado, al igual que los ecosistemas biológicos, se extingue con
efectos perturbadores en los demás ecosistemas sociales, en el desarrollo humano y en el progreso de
todos.
El Observatorio de Innovación Educativa ha señalado algunas características del ecosistema educativo del
futuro, el cual tendrá tres esferas:
1. Plataformas educativas globales (en línea) como proveedoras principales de conocimiento y
contenido.
2. Formatos educativos en las ciudades para desarrollar habilidades específicas (parques, centros
educativos en ciudades, clubes deportivos).
3. Comunidades de práctica (grupos de expertos en intercambio de experiencia y transferencia de
tecnología).
Los ecosistemas educativos se construyen, fortalecen y evolucionan con participación colectiva y con
diversas clases de liderazgo e innovación social. Son dinámicos, cambiantes, adaptables e innovadores
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con precisión y oportunidad. El ecosistema educativo abarca, como subsistemas, a los “ecosistemas
escolares” los cuales responden a las particularidades de cada institución educativa o de un grupo de
ellas, que comparten espacios vitales, trabajan en equipo y construyen sus propios ecosistemas de
aprendizaje.
Una sola escuela no conforma por sí sola un ecosistema educativo completo, porque ella forma parte de
una comunidad más amplia y diversa de enseñanza y aprendizaje. Por lo tanto, un ecosistema escolar,
como subsistema, es localizado, atiende a las necesidades locales y conecta a los estudiantes con el
análisis de realidades y de problemáticas en contextos específicos. Poseen, además, cierto grado de
autonomía y capacidad de tomar decisiones oportunas.
Como todos los demás ecosistemas, el escolar requiere no sólo ser reconocido como tal en su
individualidad, importancia e identidad propia sino ser preservado y evitar que se erosione la riqueza que
encierra en su diversidad. Por eso, un ecosistema escolar se construye y se mantiene con conciencia
social y ecológica, donde el ser humano es el componente esencial cuyo desarrollo y fortalecimiento
cognitivo, emocional y social es vital para su existencia y consolidación.
Están esos ecosistemas hechos para cambiar y adaptarse a nuevos contextos, nuevos problemas y
variantes situaciones internas y externas, se estructuran, como condición esencial, para mejorar y
prosperar de manera permanente, organizada y dinámica. Entre sus miembros hay responsabilidad social,
política y ética para preservarlos y mejorarlos.
Con la concepción de la educación como ecosistema se adquiere, de paso, una ganancia formativa
adicional muy importante en la medida en que los miembros de las comunidades educativas aprenden,
por experiencia directa cotidiana, que viven en ecosistemas que interactúan entre sí y que deben ser
preservados. Se aprende a poner el necesario énfasis en el cuidado de sí mismos, de toda la humanidad y
del planeta con todas las formas de vida. Es una manera diaria de aprender y actuar para volver realidad la
necesidad del desarrollo sostenible con sus metas locales y globales. Es un modo de formarse para el
compromiso también global con la reducción de la huella de carbono, un camino para construir
sociedades sustentables (y también escuelas sustentables), escuelas verdes y escuelas para la armonía
social y la paz duradera.
El ecosistema educativo, como cualquier otro ecosistema, debe ser cuidado para beneficio colectivo y,
por ello, requiere que sea organizado de modo diferente a la educación tradicional cuya impronta está
superada hace ya bastante tiempo. Este ecosistema necesita apoyarse en pilares que lo pongan en el
centro de la atención pública, le den fortaleza y sostenibilidad, entre ellos el pilar denominado “ideológico
político”, el cual hace referencia al compromiso ineludible de la sociedad y de los gobiernos para
concebir, con acciones, normas apropiadas y financiación completa y oportuna, el valor de tener e
impulsar una educación pertinente, incluyente e igualitaria de alta calidad para todos.
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Bajo una perspectiva socio – ecológica la UNESCO impulsa un futuro humanístico del aprendizaje y un
nuevo concepto del “bien común”, el cual implica consideraciones éticas y políticas para repensar los
propósitos de la educación y reconocerla a ella y al conocimiento como bienes comunes mundiales.
Destaca esa organización el propósito de construir una nueva dimensión del bien común, para
fundamentar nuevos modos de producir y de compartir, así como promover el “desarrollo basado en el
respeto de la vida y la dignidad humana, la igualdad de derechos, la justicia social, la diversidad cultural, la
solidaridad internacional y la responsabilidad compartida en relación con el futuro sostenible”.
Necesitamos instaurar un nuevo valor con renovado y fortalecido propósito: Un bien común universal
para una sociedad basada en la sabiduría junto a nuevos modelos educativos.
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