LA EXPLICACIÓN FILOSÓFICA DE LA
REALIDAD: LA METAFÍSICA.
La pregunta sobre qué es la realidad es la primera pregunta filosófica. Para el sentido
común, la realidad es lo que percibimos a través de los sentidos (vista, oído, olfato, tacto y gusto).
Así, decimos que es real aquello que podemos ver, oír, oler, tocar o gustar. Sin embargo, la
Historia de la Filosofía no siempre pensó de este modo. En ella encontramos múltiples criterios
para definir lo que es la realidad, criterios que van desde la experiencia sensible, cercana a la
postura del sentido común, hasta la concepción de una experiencia absolutamente racional, propia
del idealismo absoluto.
1- LA PREGUNTA POR LA REALIDAD
La palabra "realidad" deriva del vocablo latino “res” (cosa). Todos los sistemas filosóficos
se han ocupado de la realidad de las "cosas", pero cada uno lo ha hecho desde una perspectiva y
una metodología tan diferente que muchas veces ha parecido que no trataban de la misma
cuestión, esto es, de la realidad.
- Primera gran distinción: realismo e idealismo
Para explicar nuestro conocimiento de la realidad, la primera gran distinción que es preciso
hacer es entre sistemas realistas y sistemas idealistas, pues realismo e idealismo representan las
dos actitudes primeras mediante las que la mente humana puede representarse la realidad.
Realismo
Sin duda alguna, el realismo es la actitud más primaria de la mente humana, muy cercana
al sentido común. Según el modo de pensar realista, la mente es como un espejo que
representa la realidad como ésta es en sí misma. Los objetos-cosas se reflejan en la mente del
mismo modo que un objeto se refleja en un espejo. La mente adopta una actitud absolutamente
pasiva ante la realidad, limitándose a reproducir fielmente lo que los objetos son en el mundo
externo.
Desde el punto de vista filosófico, el rasgo fundamental que define el realismo es la
afirmación de que las cosas existen fuera e independientemente de la conciencia del sujeto
cognoscente y que, por tanto, el conocimiento es posible sin necesidad de suponer que la
conciencia impone a la realidad conceptos o categorías a príori.
Históricamente, la postura realista ante el conocimiento de la realidad pertenece sistemas
filosóficos de la Filosofía antigua y medieval, siendo Aristóteles (S. IV a. C.) y Santo Tomás (S.
XIII) sus máximos representantes.
-Idealismo
El idealismo es un modo de pensar que ha dado nombre a múltiples sistemas filosóficos.
Según el pensamiento idealista, la mente posee unos principios o categorías que le permiten
representarse la realidad. La mente no es un espejo que reproduce pasivamente la realidad tal
cual es, sino que es absolutamente activa en el proceso cognoscitivo.
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El idealismo sostiene que el conocimiento de la realidad tiene su fundamento no en las
cosas externas, sino en el sujeto cognoscente, interpretado éste como razón, conciencia o yo.
En cualquiera de sus manifestaciones, el idealismo defiende que la realidad no puede ser
representada simplemente por nuestros sentidos externos, sino que necesita del concurso de los
principios o categorías de la mente o conciencia.
Nuestra representación de la realidad no puede ser interpretada como un reflejo ingenuo
de la misma, sino que, de algún modo, "construimos" esa realidad de acuerdo con nuestras
estructuras o categorías mentales. Ahora bien, esa representación es universal y necesaria y,
por tanto, comunicable, dado que todos participamos de las mismas estructuras mentales.
La Filosofía moderna y contemporánea es marcadamente idealista, destacando tres
momentos filosóficos fundamentales, racionalismo, empirismo y el idealismo trascendental de
Kant.
2- EL OBJETO DE ESTUDIO DE LA METAFÍSICA.
Según esta diferenciación que acabamos de exponer, el primer problema de la metafísica
es ¿qué existe auténticamente y cómo es?: he aquí la formulación del problema de la realidad y,
a la vez, la descripción del objeto de la metafísica. La metafísica, por consiguiente, se propone el
doble fin:
- De determinar, primero, hasta dónde alcanza la esfera de lo que es.
- Y luego, estudiar su naturaleza general.
Lo que es se dice en latín “ens”. El plural de “ens” es “entia”. En castellano disponemos de
los términos ente y entes. Así el objetivo de la metafísica es:
- Primero, hallar la extensión del predicado ente
- Y segundo es, ante todo, el análisis del predicado ente en sí mismo.
En este sentido decimos que la metafísica es la ciencia del ente en tanto que ente, como
escribió Aristóteles.
¿Hasta dónde se extienden los límites de lo que es? es una cuestión que puede ser
afrontada desde la perspectiva de examinar hasta dónde alcanza el conocimiento, pues el límite de
la evidencia coincide con el límite de los entes que nuestra razón debe aceptar.
Saber que hay algo en vez de nada es saber que al menos un ente es. Pero saber que un
ente es implica conocer de alguna manera la diferencia entre lo que significan las palabras «un
ente» y lo que significa la palabra «es». Sí entiendo que algo es e incluso lo sé, entonces es que
sé también distinguir entre lo que es o el ente y su ser.
Todo lo que hay, es. Respecto de todo lo que hay yo puedo decir que es un ente. Esto
de aquí, aquello de más allá son entes. Pero ningún ente es el ser mismo. Esto de aquí es un
libro, aquello de más allá es una pared. Son entes, pero no son el ser. Y, si recorro todo el conjunto
de los entes, veré que todos ellos, por así decirlo, poseen ser; pero no encontraré ninguno que sea
el ser. Quizá haya muchos tipos básicamente diferentes de ser; pero aún así quedará espacio para
poder pensar el ser mismo de todo en todos sus tipos.
La situación es extraordinariamente admirable. Uno clasifica entes y conoce estados de
cosas en los que hay siempre entes. Nunca se presenta solo el ser mismo. Pero únicamente
conocemos el ser de un ente, o que un ente es de tales y tales otras características o en tales y
tales otras relaciones. Y los individuos, sus propiedades y sus relaciones son, cada cual a su
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modo. O sea, son entes. Pero todos los entes son. Sin el ser, no habría ente ninguno (ni
individuos, ni propiedades, ni relaciones, ni estados de cosas).
Es como si el ser se ocultara detrás de todo lo que hay y se conoce; pero este constante
ocultarse es, a la vez, lo que permite que haya algo y que se conozca. Podemos usar una metáfora
que quizá no sea demasiado contraproducente. El ser de los entes tiene algunas características
semejantes a las que posee la luz respecto de los objetos visibles. Sin luz, nada visible puede
ser ni ser visto; pero la luz misma no aparece, sino sólo hace aparecer y ser. En este sentido
solamente podríamos afirmar, como hizo Parménides que: “El ser es y es pensable, el no-ser ni
es ni es pensable”
He aquí los primeros pasos que pueden intentarse para aclarar la comprensión oscura del
ser a que nos referíamos. De modo que el centro de la filosofía es la metafísica, y el centro de
la metafísica es el problema del ser.
Aristóteles (siglo IV a. C.) llamó “filosofía primera” al saber que fundamenta a las demás
ciencias. Fue Andrónico de Rodas (siglo I a. C.) quien utilizó el término metafísica para
denominar los escritos aristotélicos sobre la filosofía primera.
3- LA METAFÍSICA, “CIENCIA” PRIMERA
- La metafísica es la ciencia de los primeros principios
La capacidad humana de alcanzar la verdad estriba, pues, en que conocemos la realidad
con certeza. Podemos equivocarnos sobre cómo es la realidad, pero no en que solo es lo que es.
Ahora bien, mediante los conceptos, por ejemplo, caballo o centauro, podemos captar
solo las esencias, o maneras de ser, de los entes, pero no su existencia.
A través de los juicios, en cambio, captamos qué hay. Y así, cuando pensamos que el
caballo está corriendo o que los centauros son seres imaginarios, estamos considerando algo más
que simples esencias: también advertimos su ser propio, su entidad específica, diferente en
cada caso, pero siempre parte de la realidad, de lo que es u ocurre. Por eso los juicios son
verdaderos o falsos, pero no los conceptos, que solo muestran la esencia.
Dado que las ciencias tratan de alcanzar conocimientos verdaderos, sus premisas deben
ser juicios, no conceptos.
Los juicios más necesarios, universales y evidentes, las leyes fundamentales de la
realidad, son las premisas primeras de todas las ciencias. Por ello se denominan primeros
principios y son objeto de estudio propio de la metafísica. Esta es la razón de que la metafísica
se defina también como la ciencia que estudia los primeros principios de la realidad.
- El principio de no contradicción, que establece que “es imposible que lo mismo sea
y no sea a la vez, y en el mismo sentido”. Así, por ejemplo, nada podría ser un gato y no serlo,
salvo en tiempos distintos o si se utiliza la palabra gato en sentidos diferentes.
Dicho principio es el más universal, evidente y necesario, ya que lo contrario de lo que enuncia es
imposible e impensable. Ni siquiera podríamos negar el principio de no contradicción sin
presuponerlo, porque es prerrequisito de toda distinción, como la de negar frente a afirmar.
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Siendo, pues, necesariamente verdadero, este primer principio expresa algo fundamental para toda
la realidad: que solo hay lo que es y no es posible el no-ser. Como premisa de toda ciencia,
este principio fundamenta la demostración, que elimina las alternativas contradictorias por
imposibles.
Existen otros principios que, por estar implícitos en el de no contradicción, también fundamentan
todo saber racional y merecen, por ello, la denominación de primeros principios.
Los primeros principios fundamentales son:
- El principio de identidad: cada ente es lo que es; por tanto, es idéntico a sí mismo y no
es distinto de sí.
- El principio de tercero excluido: entre el ser y el no-ser no hay un tercero; por ello,
nada hay que ni sea ni deje de ser.
- El principio de causalidad: lo que no es por sí mismo, es por otro; en consecuencia,
todo lo que podría no haber sido, pero existe, tiene causa.
El análisis de los primeros principios nos permite desvelar la estructura más profunda de la
realidad.
4. LA ESTRUCTURA DE LA REALIDAD
- Sustancias y accidentes.
Por el principio de no contradicción, todo ente es “un mismo ente”, es decir, algo
concreto, que en filosofía se denomina sujeto.
Ahora bien, aunque todo ente es algo concreto, los diversos modos de ser pueden
dividirse en dos grupos:
- Unos, como caballo o hierro, son sujetos de suyo y se denominan sustancias.
- Otros, como grande o blanco, no son sujetos de suyo, pero existen solo como
características de sujetos y se llaman accidentes.
La sustancia, por ser sujeto, tiene un ser propio. Los accidentes, en cambio, se asientan en
las sustancias, necesitan de ellas para existir. Por ejemplo, no existe separadamente el color
blanco, sino solamente sustancias de color blanco, como la nieve.
- La realidad del cambio
Hay otro sentido, y muy importante, en el que se dice de algo real que “no es”: lo que no se
da ahora, pero podría existir mediante un movimiento o cambio. Esta peculiar relación entre el
cambio y el no-ser atrajo la atención de los primeros filósofos.
Parménides sostuvo que el cambio solo puede consistir en el paso del ser al no-ser. Y
como el no-ser es imposible, el movimiento sería una mera apariencia.
Resolviendo el problema planteado, Aristóteles advirtió que cada ente posee de hecho,
“en acto”, un modo de ser determinado. Al mismo tiempo, mediante el cambio puede adquirir otros
modos de ser alternativos: posee estos “en potencia”.
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Así, el cambio no es el paso entre el ser y el no-ser, como pensó Parménides, sino entre
ser en potencia y ser en acto. Un sujeto cambia porque pasa a ser en acto lo que antes ya era
realmente, pero solo en potencia.
El sujeto, “actualmente”, es de un modo determinado, es decir, tiene en acto una
perfección o capacidad concreta. Y ese mismo sujeto, simultáneamente, está en potencia respecto
a otras perfecciones distintas, que pueden llegar a actualizarse o no.
- El fundamento último de la realidad: el ser
En filosofía se denomina esencia a lo que hace que una cosa sea esa y no otra. Se refiere
a la manera de ser particular de las distintas sustancias: hombre, caballo, peral, hierro, etc.
Evidentemente, no existen sujetos indeterminados, sin ninguna esencia. Gracias a ella, los
entes son diferentes (un hombre tiene un modo de ser que lo distingue de un caballo, de un
peral...). Sin embargo, todos ellos tienen una perfección común: el “acto de ser”. Por eso, la
esencia, que es diferente, y el ser, que es común, son realmente distintos.
Por esta diferencia real, todos los entes compuestos de esencia y acto de ser, son
contingentes: cada esencia particular podría haber existido o no.
Además, como el ser es común y las esencias son distintas, hay diversos grados de ser.
Por ejemplo, la existencia de los seres vivos equivale a su vivir, pero para los seres inertes no es
así.
5. LA PREGUNTA FILOSÓFICA POR DIOS
Ante la contingencia de los seres compuestos de esencia y existencia, se abre la pregunta
sobre la posibilidad de un ser cuya esencia y existencia coincidan, es decir un ser necesario, es
decir que exista y no pueda no existir.
- La demostración de la existencia de Dios
Como la existencia de Dios no es inmediatamente evidente para nosotros, requiere
demostración. Las pruebas que más influencia han tenido a lo largo de la historia de la filosofía son
las denominadas “cinco vías” de santo Tomás de Aquino (1225-1274).
Estos cinco argumentos comparten la misma estructura: a) punto de partida: un hecho de
experiencia observado en los seres naturales, b) aplicación del principio de causalidad: el hecho
observado exige una causa, c) consecuencia del principio de causalidad: no es posible en una
serie de causas subordinadas un proceso al infinito, d) conclusión del argumento: la existencia de
una causa primera a la que denominamos Dios.
Descripción:
1. Por el movimiento: Todo lo que se mueve es movido por otro y así sucesivamente, pero
tiene que existir un primer motor inmóvil, pues de otro modo no se producirían los
movimientos.
2. Por la causalidad: Toda causa contingente tiene una causa de su acción que, si también
es contingente, tiene otra causa; pero debe haber una causa primera porque, si no, las
causas contingentes no actuarían.
3. Por la contingencia: Si todo pudo no ser, alguna vez no habría sido ni originado lo actual.
Por tanto, ha de existir un ser necesario que sea el origen del ser de todos los demás.
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4. Por los grados de ser o perfecciones: Lo que tiene solo una esencia con perfección
limitada no existe por sí mismo, como vimos antes. En consecuencia, debe haber un ser
máximamente perfecto, causa de todos los demás.
5. Por el orden: Todo movimiento está ordenado a un fin. Por tanto, hay un orden universal.
Luego ha de existir un ser inteligente causante del orden en el mundo.
- La negación de la existencia de Dios
Dos corrientes de pensamiento rechazan la validez de cualquier prueba rigurosa de la
existencia de Dios.
El agnosticismo
Esta corriente no niega que Dios exista, sino solo la validez de cualquier
demostración teórica, sea a favor o en contra. La más influyente de las doctrinas agnósticas es el
idealismo trascendental de Kant.
Según Kant, no se puede conocer a Dios por sus efectos, ya que la causalidad solo es una
categoría de nuestra mente, no un contenido real de la experiencia. A Dios se accedería
únicamente como un postulado, una creencia exigida por la necesidad de fundamentar la
moral y dar sentido a la vida.
El ateísmo
Es la doctrina que niega la existencia de Dios y, particularmente, de un ser personal, libre
e inteligente que rija el mundo. Aunque existen propuestas ateas desde la Antigüedad, esta
corriente solo ha alcanzado una considerable relevancia histórica y social en la actualidad.
En el siglo XVIII, la Ilustración defendió que el hombre únicamente podría alcanzar la
mayoría de edad en la historia si ponía sus esperanzas en sus propias capacidades. A
mediados del siglo XIX, este planteamiento se extendió hasta considerar que el hombre solo puede
ser plenamente dueño de su destino si Dios no existe. Es el ateísmo antropológico: se niega la
existencia de Dios porque limitaría la autonomía y libertad del ser humano.
Dos autores influyeron en la difusión de este planteamiento:
• Kart Marx (1818-1883). Propuso la autogeneración del universo como respuesta a la
tesis de la creación divina. Supone que el universo es una entidad que se ha desarrollado a sí
misma, una realidad infinita y mecánica que no precisa un Ser Superior del que dependa su
existencia.
• Friedrich Nietzsche (1844-1900). En el caso de este filósofo, el ataque se dirige a la
religión como doctrina que conduce los intereses del ser humano hacia el más allá y que, por tanto,
desprecia y debilita el interés por el mundo vital.
Ninguno de estos autores trató de hacer una demostración rigurosa de su ateísmo: ambos
lo defendieron como un presupuesto, de modo semejante al postulado kantiano, aunque con
sentido opuesto. Paradójicamente, la Ilustración, que propugnó la razón del hombre como su única
guía, desembocó en planteamientos voluntaristas.