“El obelisco esta torcido.
Esa fue la frase que le mencione a mi madre luego de que viese por primera vez el
histórico monumento tan llamativo en ese momento y para el resto de mi vida.
Claro, ella se lo tomo como un simple comentario procedente de la imaginación de una
niña de siete años, y así fue para mí también durante un tiempo. Aunque cada vez que
pasaba por la 9 de julio siempre notaba ese leve desliz hacia mi izquierda, hasta llegue a
tener la ilusión de que cada vez que lo veía estaba milímetros más inclinado, pero supongo
que era mi imaginación ¿no?
Mi percepción del obelisco continuo de la misma manera, capaz era que mi vista
engañándome por cuestiones de perspectiva, capaz era un recuerdo de mi niñez que
proyecte el resto de mi vida, pero al final dejo de tener tanta importancia para mí aquel
insignificante detalle. Más allá de aquella peculiaridad, siempre admiraba su inmensidad,
su imponente presencia, en cierto modo era reconfortante verle. Por poco se convirtió en
esas cosas que ves tan rutinarias que parecen invisibles, casi fue eso…
Recuerdo que fue un domingo por la mañana. El frio invernal algo húmedo característico
de Buenos Aires me envolvía de pies a cabeza, la ciudad estaba pintada de un gris
deprimente, ni un alma caminando por las calles que deambulaba, solo un par de oficiales
en un patrullaje rutinario, pero además de ellos era yo sola y esa estructura hueca de
1.360m² de piedra calcárea acompañándonos mutuamente de alguna forma abstracta. El
punto es que estaba vagando por la 9 de julio a horas tempranas, observando al histórico
monumento en renovaciones por sus 85 años cumplidos, así que era costumbre ver a
obreros en blanco entrar y salir de las rejas carcelarias que rodeaban al obelisco.
Raramente no había ningún trabajador concentrado en mi compañero de piedra en ese
momento, pero vislumbre para mi sorpresa la puerta entre las rejas abierta, muchas
preguntas que cualquiera se haría me inundaron mi cabeza en ese momento, pero el
impulso de visitarle más de cerca a la estructura que admire toda mi vida supero a la
razón, así que rápida e impulsivamente invadí el lugar prohibido para una civil como yo,
habiendo revisado velozmente que me encontrase lejos de la vista de los oficiales
comencé a dar vueltas alrededor de la estructura, ahora tan cercanos, tan íntimos, la
reunión que ansiaba hace tanto tiempo, capaz daría un cierre final a mi curiosidad infantil
pero fue todo lo contrario. No sé con seguridad que fue, pero mientras mas me acercaba
al monumento, me invadió un sentimiento de necesidad de al menos rozarle
delicadamente con las puntas de mis dedos, obligada por el deseo de parar esa sensación
que resultaba tan angustiante, lo hice, lo toqué. Uno supondría que solo sentiría la piedra
fría al tacto de mi mano, pero para mí horror también sentí algo más, algo más
desagradable, algo asemejado a una serie de contracciones musculares describiendo un
movimiento constante. Por afuera sentía la dura y plana superficie de ladrillo, pero esa
supuesta dura superficie era en realidad como una fina capa, que a través de esta sentía
con facilidad algo asemejado a un órgano con un cierto ritmo constante y carnoso,
asemejado a un animal despellejado y aun vivo al que estaba rozando con mi mano.
Apenas la toque, la asquerosa sensación paso a ser la menor de mis preocupaciones siendo
que el monumento comenzó a mimetizarse con mis latidos naturales que ahora golpeaban
mi tórax al ritmo de las entrañas de mi amigo. Súbitamente perdí el control de mi cuerpo,
con un lento paso y mi mano aun pegada a la estructura que me guiaba, no tenía
escapatoria alguna, estaba totalmente doblegada ante la voluntad del ser que a través de
ese contacto había conseguido un control total de mi persona y mi único deseo era pasar
adentro, pasar adentro y desaparecer. Fue entonces que a nada de pasar por la puerta y ser
una con la estructura totalmente, uno de los oficiales me había visto, desde lejos bajándose
de su patrulla comenzó a gritar, su voz fue lo suficientemente gruesa y ruidosa que me
saco del trance en el que me encontraba, apenas recupere todos mis sentidos y
consciencia, mi instinto me dijo que corriese, que corriese del oficial, que corriese fuera
de esas rejas, y que corriese de esa…. ¿Criatura?
Logre escapar exitosamente del uniformado, pero la semana que prosiguió al suceso fue
repleta de noches de insomnio y pesadillas (nunca me acuerdo que suceden en las
pesadillas, solo la sensación volvía en mis sueños, resultando que me despertase agitada
y empapada en sudor). Quien fue mi compañero, se convirtió en mis pesadillas, en mi
fobia, y últimamente en mi obsesión. Capaz fue mi forma para tratar el trauma, pero
comencé a recolectar información sobre el obelisco en busca de una explicación,
información que estoy por resumirles y compartirles en función de que entiendan mis
teorías, y no me tachen prejuiciosamente de loca.
El obelisco fue parte del plan de modernización/ensanchamiento de la avenida corrientes
y apertura de la Av. 9 de julio, donde antes se encontraba la querida iglesia de San Nicolas
de Bari paso a ser en donde se alzó el monumento de piedra tan reconocido y visitado, lo
que trajo a muchos opositores ante esta construcción. Las obras continuaron igualmente
y el obelisco en un 23 de mayo de 1936 se inauguró, las inconformidades del pueblo
continuaban aun después levantamiento de la estructura y con más razón luego de que un
mes después de su inauguración, un desprendimiento de unas cuantas lajas de piedra que
lo recubrían alertase a los críticos del obelisco, para que luego que sancionaran una
ordenanza sobre la demolición de este, pero resulto vetada por el intendente del momento
en 1939.
Mi breve investigación superficial termina ahí, pero los desprendimientos de esas lajas
no fueron los únicos durante toda la existencia de (como ahora le considero) la cosa, a lo
largo de los años, mínimos pero múltiples desprendimientos de la piedra que recubre al
obelisco se produjeron de los que tan poco se hablan, también varios transeúntes se han
quejado de haber pasado cerca del monumento y percibir olores a podredumbre,
direccionados desde adentro de la estructura. Aunque nadie redacto una declaración
parecida a mi experiencia, en mi favor, en distintas discusiones y foros hablan de una
migraña que sentían al pasar cerca de la cosa, esto a lo largo de los años fue tratado como
una estúpida y ridícula conspiración como muchas otras o algún tipo de paranoia
colectiva. Nadie me tomara en serio siendo que lo único que puedo declarar como
verdadero son teorías y especulaciones, respaldadas por mis experiencias y las de otros
pocos, pero de lo que si me siento segura y atemorizada es de que hay algo que protegen
y se mantienen constantemente defendiendo su presencia como pueden, algo que está en
constante movimiento, aunque sea por milímetros, algo ¿vivo?, algo que no tiene
explicación racional, que solo pocos saben y sabrán la verdad absoluta. Solo puedo dar
una advertencia para quien lea esto, así cada vez que pase cerca de el se acuerde de que
El obelisco esta torcido, y no hay nada que podamos hacer.
Santiago Ignacio Centurion
47.310.327
Quilmes
Literatura - Cuento