LA CULPA EN EL DUELO
Después de una pérdida se presentan un sinfín de
reacciones entre ellas: emociones, respuestas físicas o
pensamientos. Una de las emociones que se presenta con
mayor frecuencia en la culpa.
En la clínica de duelo y pérdida es frecuente que me
describan este sentimiento de culpabilidad. A
continuación, veremos: ¿Qué es la culpa? ¿porque se
presenta? Y sobre todo ¿Qué podemos hacer en caso de
presentar esta respuesta?
¿Qué es la culpa?
Como he mencionado en otros artículos. Toda respuesta,
por más desagradable que parezca tiene una función en
nosotros. Al igual que la tristeza o el enojo son inevitables
porque forma parte de todo ser humano. Es inevitable
sentir culpa.
Incluso podemos considerar a aquellas personas que no
sienten culpa en su vida como una enfermedad
(personalidad antisocial o psicópata).
La culpa se considera una emoción negativa, ya que nos
hace sentir mal. Normalmente sentimos culpa cuando
rompemos o creemos haber roto ciertas normas. Ya sean
normas personales, sociales, religiosas, etc.
Por lo tanto, ya que todos deseamos evitar el malestar
(evitar el sentimiento de culpa) tratamos de seguir las
normas o hacer lo que creemos es correcto. De esta
forma la culpa también genera un modelaje y
aprendizaje en nuestra vida.
Nos genera culpa saltarnos las reglas, hacer sentir mal a
los otros o hacer cosas malas. Por lo que la mayoría de
las personas lo evitan. Aunque esta emoción es individual
y muy flexible. Por eso algunas personas pueden saltarse
las reglas al sentir que no están haciendo nada malo y
por consiguiente no sentir culpa.
¿Por qué aparece la culpa en el duelo?
Como hemos visto la culpa tiene un componente positivo
(regula la conducta). Sin embargo, también tiene un
factor negativo. Esto es cuando no tienen alguna
utilidad. Cuando se presenta, aunque no hayamos hecho
algo malo o reprochable.
Muchas veces la culpa en el duelo es de este tipo. Se
genera esta culpabilidad no por el hecho de trasgredir una
norma, sino por la creencia de haberlo hecho.
En algunos otros casos la añoranza tan intensa que se
tiene por el ser querido ausente, hace que recordemos
con intensidad aquellos momentos que generaron alguna
emoción. Desgraciadamente en un inicio del duelo,
estos momentos emocionales suelen ser
aquellos negativos como: el sufrimiento de una
enfermedad o bien los conflictos que tuvimos con esa
persona.
Estos sentimientos de culpa se incrementan debido a que
se considera que la causa de la culpa no tiene solución.
No se pueden resolver los conflictos, por ejemplo, o no se
pueden hacer nada para cambiar el pasado.
La culpa normal y anormal
Existe otro tipo de culpa. La culpa anormal la cual no se
relaciona con un proceso normal de duelo. Esto es cuando
la culpabilidad se presenta por causas no relacionadas
con la pérdida.
Por ejemplo: una persona puede sentirse culpable por no
haberse despedido de su ser querido. Lo cual puede ser
esperado. Otra persona al contrario puede sentir culpa
por no haberse evitado un accidente.
En el primer caso hay una causa identificable. En el
segundo caso los eventos fueron ajenos a la persona
(imposibilidad de predecir el futuro) por lo que es más
complicado de trabajar en el duelo.
Otro tipo de culpa, que la que está asociada a un cuadro
depresivo. En este caso existe una culpabilidad excesiva
por cosas mininas (llegar tarde al trabajo por ejemplo).
En este caso la culpa se acompaña de otros síntomas
como una tristeza profunda y continua, desesperanza,
fatiga y desanimo.
¿Qué hacer cuando nos enfrentamos a
un sentimiento de culpa?
Muchas personas se sienten culpables de cosas que no
podían controlar, cosas que no estaba en nuestras
manos. Pueden pasar muchos pensamientos por nuestra
cabeza: si hubiera hecho esto, si hubiera dicho aquello, y
un gran etc.
El primer paso que tenemos que dar es: aceptar nuestras
propias limitaciones
Tenemos que comprender que muchas cosas en nuestra
vida, nuestro mundo y el universo no depende de
nosotros. Son cosas que van más allá de nuestro
entendimiento y sobre todo de nuestro control.
Expresar nuestras emociones
El hecho de poder hablar libremente de cómo nos
sentimos puede ser catártico (liberador). Esto puede
generar diferentes cambios no solo en nosotros sino
también en los demás.
Por lo general muchas personas sienten que tienen que
sufrir en silencio. Otros creen que deben de permanecer
fuertes por lo que reprimen sus emociones. En el caso de
la culpa muchos temen hablar por la vergüenza que
sienten, aunque no hayan hecho nada.
El poder hablar con los demás, sobre todo si el otro es un
buen oyente. Generará libertad y propiciará que todos
hablen realmente como se sienten y poder apoyarse
mutuamente.
Reconstruir los sucesos
Otro de los beneficios de hablar libremente de cómo nos
sentimos es que no solo servirá solo para hacer catarsis
(liberar) sino también para re-construir nuestra historia.
Una pérdida suele ser muy traumática. Cuando esto
sucede no podemos recordar los hechos en forma
completa. Es una respuesta muy humana y personal.
Recordamos solo una parte. El hecho de poder externar lo
que sentimos y sobre todo porque creemos que somos
responsables. Hace que los demás nos ayuden a construir
las cosas como fueron en realidad.
Una paciente me señalaba que no fue hasta que sus
hermanas le recordaron que siempre estuvo al pendiente
de su madre, fue la forma en que pudo disminuir su
culpa.
Tratar de reparar errores
Algunos orígenes de culpa en el duelo tienen un origen
real. Pueden haber sido conflictos con la persona
fallecida. O bien faltas que hayamos tenido.
Otra persona que acudía señalaba la gran culpa que
tenían sus hermanos por no haber ido a ver a su madre
ya que no les gustaban los hospitales.
Si bien la reparación no es con la persona ausente sino
con nosotros mismos. Debemos tener la capacidad de
perdonarnos. Y aprender de cada experiencia. Poder pedir
disculpas si hemos cometido alguna falta, aunque sea una
disculpa simbólica. Algunos rituales personales pueden
ayudar. Como escribir cartas de despedida o alguna otra
técnica.
Si la culpa no cede buscar alternativas
Si la culpa no disminuye, si esta dura mucho tiempo o
bien es muy intensa. Podemos enfrentarnos a un duelo
complicado o bien a un trastorno depresivo. En estos
casos es necesario buscar ayuda de un tanatólogo