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La Balada de La Abeja

Este resumen describe la historia de Barbarita, una abeja que participa en una carrera ciclística. Aunque iba en el pelotón de adelante, Barbarita dejó la competencia para ayudar a su contrincante, la abuela, que se había caído de su bicicleta. Aunque perdió la oportunidad de ganar el premio de la carrera, la reina abeja le otorgó a Barbarita un premio especial por demostrar solidaridad. Barbarita aprendió que ayudar a otros que necesitan ayuda

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La Balada de La Abeja

Este resumen describe la historia de Barbarita, una abeja que participa en una carrera ciclística. Aunque iba en el pelotón de adelante, Barbarita dejó la competencia para ayudar a su contrincante, la abuela, que se había caído de su bicicleta. Aunque perdió la oportunidad de ganar el premio de la carrera, la reina abeja le otorgó a Barbarita un premio especial por demostrar solidaridad. Barbarita aprendió que ayudar a otros que necesitan ayuda

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Ficha ortográfica 1 Uso de la “b”

La balada de la abeja
Barbarita, la abejita, sabía que había
llegado el día que tanto deseaba:
”La carrera en bicicleta por el reino
de las abejas, pasando por todas las
colmenas del pueblo”.
Desde chiquita amaba el ciclismo;
paseaba con sus amigas pero siempre
en bicicleta.
Pensaba que desde allí, podía
recorrer el mundo y hacer más rápido
sus tareas de recolectar el néctar.
Mientras sus compañeras volaban, ella
pedaleaba.
Esa carrera significaba mucho para
ella, por eso fue a ver a Benito, el
abejorro, el ciclista del barrio, quien
con mucha amabilidad dejó a su
máquina lista para volar.
Ya estaba todo el enjambre preparado
alrededor de la abeja reina, que había
prometido de premio la posibilidad
de viajar por el reino sin tener que
trabajar por unos meses; en definitiva,
unas vacaciones pagas con miel.
Este galardón sería especial, porque
se sabe que las abejas son obreras
infatigables en su misión de distribuir la
miel a todas las colmenas.
Ya estaba todo preparado para comenzar la competencia. Participaban todas las abejitas desde la
más chiquitina, la abuela, la bisabuela, la bisnieta, todas sin diferencia de edad o estado atlético.
Una, dos y tres.... ¡largaron! Barbarita estaba en el pelotón, su bicicleta tenía cambios que le
permitía tomar velocidad. Todo iba de pedalear hasta que cuando solo faltaba una vuelta, ¡zas, se
cayó la abuela! ¡Qué golpe! Barbarita, que venía a su lado, dejó la competencia para ayudar a su
contrincante. Escuchaba a sus amigas: “¡Seguí... seguí!”. Pero ella desistió, ayudó a la abuela que
estaba sin movilidad. Así cruzaron juntas detrás del pelotón.
¡Últimas! Pobre Barbarita, ¡había perdido la oportunidad de su vida!
La abeja reina, al ver el gesto de su valiente obrera, dispuso que se le otorgara un premio especial
por la solidaridad demostrada:
“La posibilidad de viajar por el maravilloso mundo de las abejas sin precauciones”.
Barbarita no podía contener su alegría, cantaba y lloraba de emoción. Tanto fue, que hizo una
balada que se tornó muy famosa en el reino; en su estribillo decía: “Andando en bicicleta, ayudar al
que está en problemas es la meta”.
Ficha ortográfica 4 Uso de la “v”
Don Invierno y la convención de animales
Una tarde de mucho frío don Invierno estaba muy creativo haciendo un instructivo de advertencia
a todos los seres sobre cómo soportar las bajas temperaturas y la nieve que siempre él inventaba
para esos días. Justo en ese momento llegaron a verlo una convención de animales. Muchos creían
que él era muy abusivo e impulsivo, por los vientos que siempre enviaba. Pero muy lejos estaba de
esa imagen, él era muy sensitivo y compasivo, se preocupaba porque todos pudieran soportar las
inclemencias del tiempo.
Los animales sin invitación fueron a parar al invernadero donde estaba don Invierno. Fueron animales
de todos los puntos del país a advertirle sobre la adversidad que les tocaba vivir a cada uno en los
distintos lugares.
Todos trataban de hablar a la vez, fue entonces que don Invierno intervino y les dijo que era una gran
equivocación querer hablar así. Los escucharía e inventó una gran clasificación. Primero hablarían
los herbívoros, después los carnívoros y así sucesivamente los frugívoros, omnívoros, insectívoros,
granívoros. A los animales les pareció excesivo el agrupamiento y le dijeron que no era una cuestión
nutritiva, sino que todo se trataba del advenimiento de los grandes fríos y de los cambios climáticos.
Cosa que el señor de los vientos escuchó con gran atención al ver que no era un invento. Comenzó
hablando con altura el cóndor pero necesitó sacar de su camisa un papel para ayudarse porque era
muy olvidadizo, siempre estaba en las nubes. Les habló a todos de los inconvenientes que él veía del
efecto invernadero, la industrialización, la deforestación… Esa era la palabra equivalente para que el
oso hormiguero se quejara sobre la tala indiscriminada de los árboles por la que ya no podía darse
más grandes banquetes de hormigas. Así siguió la foca contando sobre lo que en el sur vivían con el
derrame de petróleo en las aguas. “Esto hay que resolver -dijo el yacaré- si no en zapatos y carteras me
convertiré.” El guacamayo, que era muy comunicativo, gritaba pidiendo orden porque muchas veces se
olvidaban y hablaban todos a la vez. El zorro gris, que más sabe por viejo que por zorro, dijo: “esto es
cuestión de involucrarse y no quedarse en la nube de polvo de las palabras y ser activo defensor de la
Tierra”, a lo que todos aplaudieron.
A don Invierno, al escuchar lo que la inconciencia de los humanos provocaba, le daban chuchos de frío.
Tomó la palabra y les dijo que era obvio que entre todos debían trabajar, que sería muy bueno enseñar
y persuadir a sus cachorros. Eso equivalía a que debían invertir tiempo, acción e invitar a buscar entre
todos una solución. Es así que confeccionaron mensajes, panfletos informativos, pancartas para que
todos pudieran ver y así a la Tierra proteger.
Mientras todos trabajaban, el Invierno repartía chocolates, bufandas, guantes y bolsas de agua
caliente, así ningún envidioso decía que el invierno se hacía el oso. Apareció la lechuza que con gran
sabiduría dijo: “muchas veces es la propia naturaleza que le muestra cuán equivocado está el hombre
al no respetar y proteger
al planeta, al no tomar
conciencia de que en la
educación está la esperanza
de un mundo mejor”.


Olga Pereyra

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