Seminario diocesano
nuestra señora del Carmen y san José
La pasión de Jesús según san juan de ignace de la potterie
Curso: evangelio y cartas de San Juan
Alumno:
Ulises llamo mejía
Profesor:
Vijaya Kumar nalla
Santa María - 2022
Introducción
Cada uno de los cuatro evangelistas ha elaborado una teología propia; pero Juan destaca el
alcance teológico del evangelio. Los sinópticos destacan el lado humano del
comportamiento de Jesús. Mateo y Lucas lo describen como el Mesías largamente esperado
por el pueblo de Israel, Lucas lo presenta como profeta y salvador. Esto no quiere decir que
los sinópticos no tengan en cuenta la filiación divina de Jesús, sino que esto no es el aspecto
principal de estos relatos. Por el mismo camino Pablo pone al centro de su predicación la
cuz y la resurrección.
En el Evangelio de Juan, el misterio de la Encamación está en el centro. Este Jesús que los
discípulos conocieron, con quien vivieron durante tres años, es al mismo tiempo hombre,
según la carne e Hijo de Dios. El principio de la Encarnación es importante en cuanto le
sirve para su cristología y como principio de hermenéutica de todo el evangelio. Es decir,
que, en todo el transcurso del evangelio, hay que distinguir en la vida de Jesús su aspecto
humano y el misterio de que viene del Padre.
El principio de la encarnación que es central en Juan, implica la idea de revelación que
constituye el tema principal de todo el cuarto evangelio. Si en Pablo es central el tema de la
redención, en Juan la revelación constituye el pensamiento principal de la teología de Juan.
“quien me ve a mí, ve al Padre”, encierra el compendio más breve de la teología de Juan.
Quien ve al hombre Jesús, pero no se limita a lo exterior, a lo corporal, y puede, a través de
él, contemplar el misterio y reconocer en el hombre Jesús al Hijo de Dios, ése verá al Padre
en el Hijo.
Se puede decir, que Juan omite en su relato todo aquello que es humillante, doloroso y
trágico, para comprender, poner el énfasis que en la Pasión se deja ver ya la luz de la
pascua y tiende hacia la resurrección. En el cuarto evangelio la pasión se narra desde el
punto de vista de la gloria de Cristo: es Jesús glorificado en la muerte». Él ya irradia la luz
de la mañana de Pascua.
I. La visión Juanica de la pasión y muerte de Jesús
1. La hora de Jesús.
Se refiere sobre todo a la hora del cumplimiento. En los sinópticos se interpreta como el
contexto de los sufrimientos de Jesús. Es evidente que, la hora de Jesús es el lado oscuro de
la pasión del Señor, Jesús entregado en las manos de los pecadores. En cambio, en Juan es
característico hablar de la hora desde el principio de su evangelio. Es así como la vida de
Jesús está orientada hacia esa hora que sería la cumbre de la existencia terrena. Sin
embargo, no será como en los sinópticos, la de las tinieblas, sino, la hora del ensalzamiento
en la cruz unida a la glorificación.
Desde el principio se habla de la hora, pero hasta el capítulo 12 la hora aún no había
llegado, sin embargo, hacia ella tiende toda la vida de Jesús. Pero, a partir del capítulo 12,
se habla que la hora está cerca, ha llegado, y se resalta sobre todo la glorificación del Hijo
del Hombre. Aquí la perspectiva es claramente distinta a la de los sinópticos.
2. El ensalzamiento del Hijo del Hombre
Según el plan divino, es necesario que esto ocurra, es necesario que el Hijo del hombre sea
ensalzado. Este término de forma misteriosa indica una glorificación y una exaltación. El
ensalzamiento de Jesús es anticipado y descrito como ocurrido en la cruz. Jesús es elevado
en la cruz, al contrario del grano de trigo que cae en la tierra y muere, pero por morir,
también es elevado sobre el suelo. La muerte del grano de trigo suscita, en el plano natural,
una vida nueva, lo mismo hace en Jesús en el plano sobrenatural.
3. Anticipación de los acontecimientos escatológicos
Los acontecimientos son anticipados y presentados como realizados en la vida de Jesús.
Desde el momento en que tiene lugar el ensalzamiento del Hijo de Dios, el final de los
tiempos ha comenzado, puesto que todo lo que debería ocurrir para la salvación del mundo
se ha realizado. Esto da a conocer que los acontecimientos mencionados por los profetas
para el final de los tiempos son situados como ya presentes, concentrados en torna a la cruz.
La perspectiva escatología de Juan se puede resumir en dos acontecimientos escatológicos:
el juicio del mundo y la reunión de los hijos dispersos de Israel, dos signos importantes
para el final de los tiempos, anunciados por los profetas.
El juicio del mundo hace referencia a que la luz y la verdad de Cristo llegan a este mundo,
los hombres se encuentran ante ellas y eligen con plena libertad. Quienes eligen bien,
quienes dicen si a la revelación y acogen a la luz y la verdad de Cristo, estos no son
juzgados, pues ya están en el camino de la salvación. Son juzgados y condenados, solo
quienes dicen no y se cierran a la revelación. En realidad, es una autocondena por parte de
los hombres, que libremente rechazan la verdad y se cierran a la luz. La reunión de los hijos
dispersos de Israel, éste es un acontecimiento anticipado por Cristo en la cruz. El nuevo
pueblo nace en la persona de María y del discípulo, las dos personas en las que se forma el
nuevo pueblo de Dios. Jesús, elevado en la cruz, atrae a sí a todos los hombres.
4. La realeza de Cristo
Con la ascensión de Jesús se celebra la entronización real, puesto que toma posesión de su
realeza. Pero el tema de la realeza es anticipado en la cruz, ya que se habla de la exaltación
de la cruz. Muchos de los comentaristas consideran a la cruz como un trono real. Jesús
reina desde la cruz y atrae a así a todos los hombres y forma en torno a su cruz el nuevo
pueblo de Dios. En el evangelio de Juan se muestran varios relatos que mencionan la
realeza de Cristo: en el transcurso del proceso romano, cuando Pilato le pregunta si es rey;
la escena de la coronación de espinas; la presentación de Jesús al pueblo, he aquí vuestro
rey; la escritura sobre la cruz: rey de los judíos.
En conclusión, la cruz se convierte en trono, Jesús no va a la cruz de manera pasiva o con
esfuerzo, como una de las victimas que no pueden más que sufrir y soportar; en cambio,
Jesús va con gran dignidad, él acepta su destino con amor de la mano del Padre, con una
conciencia plena de su propia misión mesiánica cumplida hasta el límite extremo.
II. Jesús en el huerto
1. La agonía en Getsemaní
La imagen de Jesús que nos presenta juan es diferente a la de los sinópticos. Jesús es todo
menos un acobardado, un fugitivo o un condenado. Por el contrario, él se adelanta con
autoridad y majestad, dueño de la situación, es él quien toma la iniciativa. No es el jefe de
los soldados romanos quien da las ordenes, sino que es Jesús el que dice: Haced esto o
Dejad esto. Es él quien sale al encuentro de sus adversarios, los interroga y ellos retroceden
y cane a tierra. Para Juan Judas se había convertido en la personificación del poder de las
tinieblas, precisamente porque satán había entrado en él.
2. Exégesis de la pericopa
Se podría hacer una analogía entre el jardín del Edén y el jardín de los Olivos, se le podría
aplicar la idea del enfrentamiento entre el bien y el mal. Igual que en el primer jardín se
desarrolló el enfrentamiento entre Adán y la serpiente, en el segundo tiene lugar el
enfrentamiento entre el nuevo Adán y los representantes de Satanás. Jesús en el huerto deja
ver de manera misteriosa algo de su misterio profundo, y para revelar su propia
trascendencia.
Cuando Jesús responde a la pregunta de los soldados “Yo soy”, se dice que es el nombre de
la majestad divina; por tanto, este nombre expresa la santidad, la majestad y la
trascendencia de Dios, y Jesús se aplica a sí mismo. Es decir, con este término contiene dos
ideas: Jesús es la revelación del poder y de la majestad divina, de la libertad total con que él
se enfrenta a sus adversarios y decide por si mismo; y por parte de los adversarios es un
signo de turbación, de impotencia. En fin, desde la teología de Juan se puede interpretar el
relato del huerto como el gran enfrentamiento de las dos fuerzas del dualismo escatológico,
la lucha final entre el bien y el mal. En conclusión, hay que subrayar que la escena del
huerto no es más que una introducción a la pasión propiamente dicha, que comienza son el
arresto de Jesús.
III. El interrogatorio ante Anás y la negación de Pedro
¿Quién es Anás? El suegro de Caifás, que era sumo sacerdote aquel año. Anás había sido
sumo sacerdote desde el año 6 hasta el 15 pero fue depuesto por los romanos. Por tanto,
Jesús fue conducido ante este personaje. Este encuentro no era un proceso judicial, sino un
simple interrogatorio, pese a su gran influencia moral, Anás no era una personalidad oficial
con poder jurídico o político. Pedro niega tres veces que es un discípulo de aquel que en el
interior está siendo interrogado por el sumo sacerdote. Con el miedo Pedro niega a su
Maestro.
En Juan todo se reduce a lo esencial: el desconocimiento de Pedro que es un discípulo de
Jesús. Contraste interesante con lo que está ocurriendo en el interior: Jesús afirma con
insistencia que es el revelador, el maestro que ha hablado al mundo abiertamente, y Pedro
uno de los discípulos, niega tener algo que ver con este asunto. El rechazo de los hombres
ante la revelación de Jesús adquiere aquí semblante humano en uno de sus mismos
discípulos. Lo que se simboliza con la bofetada, se realiza en la realidad de la negación de
Pedro.
Se puede confirmar que la escena en el palacio de Anás tiene un valor teológico profundo y
que desempeña un valor estructural en el relato de la pasión. Al mismo tiempo, es una
representación simbólica y realista de la actitud negativa de los hombres ante el discurso
revelador de Jesús.
IV. Jesús ante Pilatos
1. Pilatos y los judíos
Una vez que ha sido interrogado por el sacerdote Anás, es enviado al sumo sacerdote
Caifás, pero aquí no sucede nada. De aquí la escena se traslada al pretorio, residencia del
procurador Pilatos. Juan menciona expresamente que los judíos no entraron en el pretorio
para no contaminarse y poder así comer la Pascua. Además, Juan añade un detalle más: era
de madrugada. Juan ve en esta madrugada, el día del triunfo de Jesús, como se aclarará
mediante la comparación con otros pasajes del evangelio.
2. Pilatos y Jesús: la realeza de Cristo
Pilatos va inmediatamente al hecho de la acusación ¿eres tú el rey de los judíos? Esta
pregunta se plantea evidentemente desde un punto de vista político, es lo que le ha sugerido
la acusación de los judíos. Existe un gran abismo con el interrogatorio de Anás. Para el
procurador el interés es puramente político, en cambio para el sumo sacerdote el interés se
centra solo en la doctrina y en los discípulos de Jesús.
El título rey de los judíos puede tener un triple significado, según quien hable. Para Pilatos,
representa del emperador romano, para él este título tiene un contenido exclusivamente
político, que en determinadas circunstancias podría ser peligroso, en cuanto que, podría
estallar una revuelta: un nuevo rey, que podría ser un rival del emperador. Para los judíos el
título rey de los judíos significa, que Él es el Mesías esperado desde la época de David para
el tiempo de salvación, contando con una misión tanto religiosa como político- nacional.
Pero en los labios de Jesús y también en el evangelio de Juan, el título de rey de los judíos
reviste un tercer y nuevo significado.
Esta realeza se funda en la verdad que él revela a los hombres. La única manera de entrar
en este reino es abrirse a esta verdad, dejarse plasmar por ella. Cristo ejerce su propia
soberanía sobre los suyos en la medida en que ellos se dejan recrear como hijos de Dios. El
prefacio litúrgico de la fiesta de Cristo Rey lo expresa vivamente: «Un reino de verdad y de
vida, reino de santidad y de gracia, reino de justicia, de amor y de paz». Esta respuesta es
una reinterpretación de los dos dignificados del título rey de los judíos que Jesús no admite:
el significado únicamente político totalmente falso, y el del rey Mesías, que lo judíos
utilizaban en el plano político- nacionalista.
3. Pilatos y los judíos: Barrabás
Juan menciona solo que Barrabas era un salteador. Salteador designa a los zelotes quienes,
en tiempos de Cristo, formaban un movimiento que buscaba expulsar a los romanos. Es
difícil demostrar que Barrabás fuera uno de ellos, pero no era un vulgar ladrón; más bien un
rebelde implicado en la guerrilla de la liberación contra los romanos. Esta escena nos
muestra en concreto como los judíos rechazaron a su rey, el verdadero Mesías, y eligieron a
un salteado, probablemente un falso Mesías, Barrabás.
4. La coronación de Jesús
En Juan aparte de las bofetadas, en esta escena central todo lleva a la realeza de Jesús: la
corona, el hecho de que sea una corona de espinas es solo secundario al nivel simbólico, el
manto de purpura, atributos de dignidad real en la pasión. No se dice que se lo quitaron, lo
que da la impresión de que Jesús subirá coronado y vestido de púrpura al Gólgota, donde se
encuentra el trono de la cruz. Consiente mente o no, Juan omite decir o no quiere decir que
la coronación de espinas tuvo lugar en un rincón privado del pretorio. Para él la escena tuvo
carácter público y universal.
5. Pilatos y los judíos: Ecce homo
Entonces Jesús es presentado al pueblo judío con los atributos de su realeza y ante este
pueblo, Pilatos lo designa con las palabras cuya formula en latín se ha hecho celebre: Ecce
Homo. Aquí tenéis al hombre. Nos encontramos ante un nuevo modo de expresar la
encarnación. Se trata del mismo misterio, pero en términos distintos. Este hombre concreto,
Jesús, es aquel en quien el Hijo de Dios se ha hecho visible. Es, precisamente, que este
hombre Jesús, presentado a los judíos como un condenado humillado y sufriente, irradia
pese a todo fuerza y realeza reales. «En efecto, Él es el Hijo del hombre»; por eso está
revestido de poder real y judicial.
6. Pilatos y Jesús: el poder de Pilatos
Ante el silencio de Jesús, el procurador amenazador quiere obligarlo a hablar: ¿no sabes
que tengo poder para soltarte y poder para crucificarte? A lo que Jesús responde, pero en
otro plano: «No tendrías contra mí ningún poder, si no se te hubiera dado de arriba». Aquí,
Jesús no propone ninguna teoría sobre el origen del poder político que, como todo poder
humano, proviene de Dios. Aquí, Juan considera el caso concreto y específico en que se
encuentra Jesús: Pilatos, procurador romano de Judea, tiene que juzgarlo y es el
responsable de la ejecución de la pena, que es la crucifixión. Este procedimiento, que no
depende de él, entra en el designio de Dios. Todo el concurso de circunstancias está
previsto en el plan divino de salvación: «Así se cumpliría lo que había dicho Jesús cuando
indicó de qué muerte iba a morir».
7. Pilatos y los judíos: Aquí tenéis a vuestro rey
Para él, esta escena es la proclamación solemne de la realeza de Cristo por parte de la
autoridad suprema de Palestina, el procurador romano Pilatos, que se dirige al pueblo judío
y dice: «Aquí tenéis a vuestro rey». Aquel que, en el plano histórico, es el condenado, em el
plano teológico es el juez, y quienes pronuncian la sentencia son en realidad los
condenados: inversión total de la realidad. Jesús es presentado como rey de los judíos, pero,
en realidad, aquí -tiene lugar la condena del mundo. En esta escena se realiza en el plano
simbólico, el sentido de la crucifixión y de la pascua: la exaltación del rey Mesías y la
condena del mundo pecador.
V. Gólgota
1. La inscripción sobre la cruz
Se describe la fuerte oposición negativa de los judíos, expresada en los sumos sacerdotes.
Ellos protestan: ha afirmado que es el rey de los judíos, pero no lo es. De esta forma, Juan
muestra que se realiza lo que se hacía anunciado y profetizado: fuera- fuera. La cruz se
convierte en trono, Jesús sigue siendo proclamado rey. En el trono de la cruz, Jesús se
convierte en rey de todos los tiempos, allí es mostrado y anunciado como rey a todo el
mundo. De esta manera, se muestra que Jesús es para siempre el rey de los judíos. Pese ha
su rechazo, la soberanía real de Cristo queda fundada y proclamada en la cruz.
2. La túnica sin costura
La túnica sin costura en el símbolo de la unidad de la iglesia. La túnica de Cristo es la
iglesia de Cristo. Su integridad de hecho es un símbolo de que no puede existir división
alguna en la iglesia. Jesús no puede haber querido decir que la iglesia es una y que no
conocerá la división; su intención era hacer comprender que el pueblo de Israel estaba
dividido (sobre todo, ante Jesús), pero que, en la hora mesiánica, se realizará la unidad.
Aquí, Juan no habla del futuro de la Iglesia, sino del mismo momento en que tiene su
origen, en el Gólgota. Se trata, más bien, del momento en que «los hijos dispersos de Israel
son devueltos a la unidad» en torno a la cruz de Cristo. Según Juan, la Iglesia nace aquí en
el calvario.
3. La maternidad espiritual de María
María es la personificación de la madre Sión, de la que nace el pueblo escatológico de Dios.
Pero es necesario añadir inmediatamente que, el pueblo escatológico de Dios se ha
convertido, según toda evidencia, en la comunidad cristiana a la que pertenece, la nueva
comunidad que se ha formado en torno a Cristo resucitado, la Iglesia. Anotemos que María
constituye la transición, el pasaje entre el antiguo y el nuevo pueblo de Dios. En esta
persona única converge toda la antigua alianza, pero surge, también, tipológicamente, el
nuevo Israel: la Iglesia. En María comienza la Iglesia de Cristo.
4. La sed de Jesús y su muerte
Cristo tuvo sed corporal, sin embargo, en el sentido espiritual, tenía una sed aún más
ardiente de nuestra salvación, por lo que había hecho todo y por lo que tanto había sufrido.
Aquí se reúnen los dos significados, pero en el centro está el significado espiritual. En un
paralelismo con el pasaje de la Samaritana, Jesús se encuentra como un hombre necesitado,
pero está en la abundancia, como uno que puede saciar. Por tanto, hay una inversión total
de las relaciones. Quien pide se convierte en quien da; lo mismo ocurre en la cruz, como se
manifiesta si se pone atención en el examen de la estructura del pasaje. Jesús expresa un
deseo: «Tengo sed», pero el texto pasa al plano superior: «Entregó su Espíritu». ¡El que
pide es el que da!
5. El Cordero Pascual: la sangre y el agua del costado de Cristo
las palabras «Tengo sed» deben considerarse en sentido espiritual: esta sed expresa el deseo
de Jesús en la cruz de donar el Espíritu a la Iglesia. Esto se realizará en el momento de su
muerte: y el «agua viva» que brota del seno de Jesús (ver 7,37-39) después de su muerte es,
precisamente, un símbolo del Espíritu. El agua viva que se convierte en símbolo de este
don, después de su muerte (v.34). Es el tema pneumatológico.
La sangre es la sede de la vida (Lev 17,11.14). Sin duda, la sangre derramada es signo de
muerte, pero hay que distinguir entre signo y símbolo. La sangre que sale del costado de
Jesús (post mortem) es símbolo de su Vida. La sangre de Cristo representa la vida de
Cristo. Simboliza la vida profunda de Jesús, antes de su muerte. La sangre que sale de su
costado traspasado permite penetrar en su intimidad, en lo que era su conciencia profunda.