Scannone-Religión y Nuevo Pensamiento
Scannone-Religión y Nuevo Pensamiento
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RELIGIÓN
Y NUEVO PENSAMIENTO
Hacia una filosofía de la religión
para nuestro tiempo
desde América Latina
Bibliografía p. 289-302
ISBN 84-7658-732-5
Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en
parte, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación de información, en nin-
guna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electro-
óptico, por fotocopia, o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial.
1. La presente obra
2. Plan de conjunto
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3. Claves de lectura
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4. En este libro, para citar a ese autor, utilizaré la grafía (francesa) «Lévinas»,
con acento agudo, dejándolo de poner sólo en la cita de títulos de obras que de él
prescinden.
5. En las notas a pie de página de cada capítulo, generalmente volveré a repetir
los datos bibliográficos de las obras citadas en otros anteriores, para facilitar la
lectura de los capítulos por separado.
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PROLEGÓMENOS
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METAFÍSICA Y RELIGIÓN
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3. Cf. P. Ricoeur, La métaphore vive, París, 1975, p. 344. Ello no implica que se
trate de «onto-teo-logía» en el sentido heideggeriano (cf. la nota siguiente).
4. Cf. M. Heidegger, «Die onto-theo-logische Verfassung der Metaphysik»,
Identität und Differenz, Pfullingen, 1957, 31-67.
5. Cf. P. Ricoeur, «De la métaphysique à la morale», Réflexion faite.
Autobiographie intellectuelle, París, 1995, pp. 88 ss.
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12. Entre otros textos del Aquinate, cf. ST, q. 13, a. 3, c.; ibíd. a. 1, ad 2m; De
Pot., q. 7, a. 5, ad 2m.
13. Cf. P. Ricoeur, Le conflit des interprétations, París, 1969, 406.
14. Sobre ese tema, ver —entre otros trabajos de J.-L. Marion— sus obras: L’idole
et la distance, París, 1977, y Dieu sans l’être, París, 1991.
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18. Sobre el cuestionamiento por el rostro del otro (sobre todo, «del extranjero,
el pobre, el huérfano, la viuda»), cf. E. Lévinas, Totalité et Infini. Essai sur l’extériorité,
La Haya, 1961.
19. Cf. M. Olivetti, «El problema de la comunidad ética», en J.C. Scannone
(comp.), Sabiduría popular, símbolo y filosofía. Diálogo internacional en torno de
una propuesta latinoamericana, Buenos Aires, 1984, 209-222. En teología trinitaria
se habla del nuevo paradigma de la comunión, ver, por ejemplo: G. Greshake, Der
dreieine Gott. Eine trinitarische Theologie, Freiburg-Basel-Wien, 1997.
20. Comparo la Kehre (giro) heideggeriana con la «conversión» blondeliana en
mi libro: Sein und Inkarnation. Zum ontologischen Hintergrund der Frühschriften
Maurice Blondels, Freiburg-München, 1968; ver también mi artículo: «Aktion und
Inkarnation. Die Fragestellung des jungen Blondel und die Ontotheologie», en
Incarnation (textos runidos por Marco M. Olivetti), Padova, 1999, 663-671.
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21. Sobre ese nuevo paradigma del pensamiento actual, ver las profundas re-
flexiones de Antonio González —coincidentes con las arriba mencionadas de Olivetti,
y con otras similares de Zubiri y Habermas—, en su trabajo: «El significado filosófico
de la teología de la liberación», en J. Comblin, J.I. González Faus y J. Sobrino (eds.),
Cambio social y pensamiento cristiano en América Latina, Madrid, 1993, 145-160.
22. Por ello Mauricio Beuchot puede hablar de una hermenéutica analógica y,
desde ahí, rescatar la metafísica; cf. su obra: Tratado de hermenéutica analógica,
México, 1997.
23. Cf. P. Ricoeur, La symbolique du mal, París, 1960, Conclusión, 331.
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31 . Cf. op. cit., respectivamente: pp. 181, 193; 128 s., 288 s.
32. Cf. ST I, q. 13, a. 5, c.
33. Con formulaciones distintas, coinciden con Ladrière en esa comprensión
del lenguaje metafísico (analógico), Jörg Splett y Lorenz Bruno Puntel en su artícu-
lo: «Analogía del ser», Sacramentum mundi I, Barcelona, 1972, c. 147-151, en esp.,
c. 151. Se puede aplicar a la metafísica lo que Ricoeur dice sobre el carácter
(analógicamente) científico de las ciencias sociales, a pesar de que se mueven en el
círculo hermenéutico, cf. su trabajo: «Ciencia e ideología», en P. Ricoeur, Herme-
néutica y acción, Buenos Aires, 1985, 155-181.
34. Sobre las afirmaciones de Habermas (cf. op. cit.) acerca del «potencial se-
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DE LA FENOMENOLOGÍA DE LA RELIGIÓN
EN AMÉRICA LATINA A UNA FILOSOFÍA
INCULTURADA DE LA RELIGIÓN
1. Introducción
1.1. Fenomenología
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Por último quiero dejar claro que estas líneas son un esbozo,
de modo que no pretenden desarrollar exhaustivamente todos
esos pasos, sino sólo tener presente ante todo la cuestión del
método. Sin embargo, también aludiré a los contenidos, tanto
cuanto sea necesario para tratar el tema metodológico del «paso».
Según los tres niveles que distinguí al hablar de fenomenolo-
gía, se tratará de un doble tránsito, a saber: a) entre el nivel an-
tropológico-cultural y el de la fenomenología de la religión pro-
piamente dicha, comprendida como una ciencia (humana)
descriptiva, específica del fenómeno religioso en tanto religioso;
b) desde ésta a una filosofía de la religión que puede seguir usan-
do —en su propio nivel— el método fenomenológico. A ellos ha-
brá quizás que añadir luego: c) un paso de la fenomenología es-
trictamente filosófica de la religión a un filosofar ya no
fenomenológico.
Por otro lado, reconozco que en filosofía nos movemos siem-
pre en un círculo hermenéutico, de modo que reconozco que en
mi precomprensión de lo que son fenomenología, filosofía, reli-
gión, etc., y en mis enfoques, uso de categorías y criterios de
discernimiento, inciden ya desde siempre mi fe, opciones, for-
mación, historia y actitud religiosas, etc. Pero, como lo dice Ri-
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15. Cf. I. Kant, Kritik der reinen Vernunft - 2. Auflage 1787, Akademie-Textausgabe
II, Berlín, 1968, p. 145.
16. Cf. R. Bubner, Dialektik als Topik. Bausteine zu einer lebensweltlichen Theorie
der Rationalität, Frankfurt a.M., 1990; ver también: íd., Zur Sache der Dialektik,
Stuttgart, 1980.
17. Entre las numerosas críticas a la filosofía hegeliana de la religión, cf. E. Bri-
to, Dieu et l’être d’après Thomas d’Aquin et Hegel, París, 1991.
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18. Sobre Blondel, cf. mi libro: Sein und Inkarnation. Zum ontologischen
Hintergrund der Frühschriften Maurice Blondels, Freiburg-München, 1968. Ver tam-
bién mi artículo: «Aktion und Inkarnation. Die Fragestellung des jungen Blondel
und die Ontotheologie», en Incarnation – Textes réunis par Marco M. Olivetti, Padova,
1999, 663-671.
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19. Cf. P. Henrici, Hegel und Blondel. Eine Untersuchung über Form und Sinn
der Dialektik in der «Phänomenologie des Geistes» und der ersten «Action», Pullach
bei München, 1958.
20. Cf. M. Heidegger, Sein und Zeit, Tübingen, 1957, 46 (ibíd., ver íntegramente
el famoso párrafo 7). Para su contraposición a Hegel en cuanto a la comprensión de
la experiencia, cf. íd., «Hegels Begriff der Erfahrung», en íd., Holzwege, Frankfurt
a.M., 1963, 105-192.
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gioso; sobre ese asunto, ver la importante obra de Néstor Corona: Lectura de
Heidegger. La cuestión de Dios, Buenos Aires, 2002. Más abajo hablaré de ese tema,
en el capítulo noveno.
24. Cf. B. Welte, «El conocimiento filosófico de Dios y la posibilidad del ateís-
mo», Concilium, 16 (1966), 173-189, en especial, p. 180. Aquí no pretendo exponer
todos los importantes aportes de ese autor y de sus discípulos Klaus Hemmerle y
Bernhard Casper, ni tampoco los de los distintos representantes de la «escuela
heideggeriana católica» (como K. Rahner) a la fenomenología filosófica de la reli-
gión. Sólo los trato selectivamente, en cuanto me sirven para hilvanar mi exposición.
25. Ibíd., 181.
26. Ibíd., 182.
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27. Cf. K. Hemmerle, «Das Heilige und das Denken», en K. Hemmerle, B. Casper
y P. Hünermann, Besinnung auf das Heilige, Freiburg-Basel-Wien, 1966, 9-79.
28. Cf. K. Rahner, «Die Hominisation als theologische Frage», en P. Overhage y
K. Rahner, Das Problem der Hominisation. Über den biologischen Ursprung des
Menschen, Freiburg, 1960, 13-90.
29. Ibíd., 72.
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41. Cf. E. Trías, «Habitar el límite», en S. Barbosa (et al.), De Caín a la clonación.
Ensayos sobre el límite: lo prohibido y lo posible, Buenos Aires, 2001, 55-65. Entre
las obras de Trías, ver Pensar la religión, Barcelona, 1997; La razón fronteriza, Bar-
celona, 1999; Ética y condición humana, Barcelona, 2000.
42. Cf. E. Lévinas, Totalité et infini. Essai sur l’extériorité, La Haya, 1961, XIII.
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48. En especial me referiré a: J.-L. Marion, Étant donné. Essai d’une phéno-
ménologie de la donation, París, 1997. Ver también: íd., De surcroît. Études sur les
phénomènes saturés, París, 2001; íd., «Le phénomène saturé», en M. Henry (et al.),
Phénoménologie et Théologie, op. cit., 79-128.
49. Cf. P. Ricoeur, La métaphore vive, París, 1975, 383 s.
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«La religión como sabiduría popular del absoluto», cuyo último párrafo —el último
del libro— lleva por nombre: «El concepto ambiguo: la fe en que hay justicia». Tal
cambio de lugar de la religión nace del núcleo mismo de la discrepancia de Cullen
con Hegel y de la relevancia última que aquella tiene para el primero.
65. Sobre ese tema, ver mi obra, ya citada: Nuevo punto de partida en la filosofía
latinoamericana, en especial, caps. 2 y 12. Asimismo, mi artículo: «Begegnung der
Kulturen und inkulturierte Philosophie in Lateinamerika», Theologie und Philosophie
66 (1991), 365-383.
66. Cf. L. Costa Santos, «O Sagrado e o Santo: notas preliminares ao diálogo
intercultural J.C. Scannone - E. Levinas», en L.C. Susin, M. Fabri, P.S. Pivatto y
R. Timm de Souza (orgs.), Éticas em diálogo. Levinas e o pensamento contemporâneo:
questôes e interfaces, Porto Alegre, 2003.
67. Cf. mi estudio: «El Niño Jesús Alcalde: una “teología política” en símbolos»,
en mi libro: Evangelización, cultura y teología, Buenos Aires, 1990, 239-243; allí
mismo ver también la primera parte del cap. 11, titulada: «Vigencia de la sabiduría
cristiana en el ethos cultural de nuestro pueblo», 184-210, donde —entre otros—
me refiero a los símbolos marianos de Guadalupe, Luján, etc. Otras alusiones
hermenéuticas a símbolos, relatos o ritos, se encuentran en mi obra: Weisheit und
Befreiung. Volkstheologie in Lateinamerika, Düsseldorf, 1992.
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68. Cf. C. Cullen, «El problema de Dios en el hombre actual. Lección I», en íd.
Reflexiones desde América. I Ser y estar: el problema de la cultura, op. cit., respectiva-
mente págs. 105 y 109. Tales citas recuerdan lo dicho más arriba sobre las exposi-
ciones fenomenológicas de la «irreligión» y la «sabiduría popular» en los dos últi-
mos capítulos de su primer libro.
69. Ver, por ejemplo, el capítulo cuarto de la presente obra, así como el aparta-
do «Replanteo de la cuestión filosófica de Dios» en mi trabajo: «La irrupción del
pobre y la pregunta filosófica en América Latina», en J.C. Scannone y M. Perine
(comps.), op. cit., en especial pp. 138-140; y la Segunda Parte (filosófica) de mi
libro: Teología de la liberación y praxis popular, Salamanca, 1976, en especial los
capítulos 7 y 8. En la línea levinasiana, aunque en diálogo con Marx, asimismo cf.
E. Dussel, «El momento negativo: el ateismo de los profetas y de Marx. Propedéutica
de la afirmación ética de la Alteridad», en J.C. Scannone, E. Dussel (et al.), Fe y
política, Buenos Aires, 1973, 65-89.
70. Ver también: V. Durán Casas, J.C. Scannone y E. Silva (comps.), Problemas
de filosofía de la religión desde América Latina. De la experiencia a la reflexión, Bo-
gotá, 2003.
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71. En esa línea (según creo, rahneriana) plantea dicha distinción de niveles el
—por otro lado excelente— trabajo de Joâo A. Mac Dowell, «Comprensâo filosófica
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Theology, Nueva York, 1972; pero, más tarde, se refiere —en general— a la «conver-
sión afectiva», cuyo culmen es dicha conversión religiosa: cf. íd., «Natural Right and
Historical Mindness», en F. Crowe (ed.), A Third Collection. Papers by Bernard J.F.
Lonergan S.I., Nueva York/Mahwah-Londres, 1985, 169-183, en especial, pp. 175 ss.
83. Para plantear una filosofía en general, inculturada en América Latina, el
Equipo Jesuita Latinoamericano de Reflexión Filosófica eligió la que denomi-
na «lógica de la gratuidad» (cuya gran metáfora es la fiesta): cf. J.C. Scannone
y M. Perine, Irrupción del pobre y quehacer filosófico. Hacia una nueva racionali-
dad, op. cit., ver allí, sobre todo, los artículos de Marcelo Perine, Antonio Ocaña,
Jaime Hoyos-Vásquez y míos, en especial: «La irrupción del pobre y la lógica de la
gratuidad», pp. 213-239. Sobre los trabajos de dicho Equipo he escrito en «¿Una
filosofía inculturada en América Latina? El Equipo Jesuita Latinoamericano de
Reflexión Filosófica», Revista Portuguesa de Filosofia, 57 (2001), 155-161.
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85. Tanto Enrique Dussel como yo —cada uno con sus propias peculiaridades— veni-
mos denominando así desde 1971 la dialéctica propia de la analogía como contrapuesta a
la hegeliana, sobre todo en cuanto referida a la historia. La expresión la hemos tomado del
título de la obra de Bernhard Lakebrink: Hegels dialektische Ontologie und die Thomistische
Analektik, Ratingen, 1968. Ver la relevancia práctica de la analéctica en el capítulo quinto.
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ACCESOS
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1. Introducción
1. Cf. Según estudia dichas religiones y fenómenos Juan Martín Velasco; entre
sus obras, cf. Introducción a la fenomenología de la religión, Madrid, 1978; ver tam-
bién: íd., El encuentro con Dios. Una interpretación personalista de la religión, Ma-
drid, 1976; íd., El fenómeno místico. Estudio comparado, Madrid, 1999.
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2. Cf. P. Ricoeur, Soi même comme un autre, París, 1990; íd., Temps et récit. III.
Le temps raconté, París, 1985, 355-359. Para una primera orientación sobre la pro-
blemática en general cf. M.L. Falorni, «Identità personale», en Enciclopedia
Filosofica, vol. 3, Firenze, 1968, cc. 729-730.
3. «Ella misma» significa aquí el sí singular último incomunicable que —pa-
radojalmente— se comunica al otro en su incomunicabilidad sin perderse y sin
perderla, sino, por el contrario, realizándola gracias a la relación con el otro.
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10. Cf. M. Heidegger, Sein und Zeit, 7. ed., Tübingen, 1957. Sobre ese punto cf.
P. Ricoeur, Soi-même, op. cit., p. 359.
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15. Cf. P. Ricoeur, Soi-même, op. cit., 404; para lo que sigue ver ibíd., 404-409.
16. Cf. ibíd., 407 s.
17. Cf. P. Ricoeur, «Le sujet convoqué. A l’école des récits de vocation prophé-
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filosofía; ver su conferencia: «Un Dieu homme?», en Qui est Jésus-Christ? Semaine
des intellectuels catholiques (6-13 mars 1968), París, 1968, 186-192.
20. Cf. E. Lévinas, Totalité et infini, op. cit., 175.
21. Entre otros textos, ver el capítulo 5 de Autrement qu’être.
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22. Cf. J.-L. Marion, Étant donné. Essai d’une phénoménologie de la donation,
París, 1997; ver también: íd., «Métaphysique et Phénoménologie. Un relève pour la
théologie», Bulletin de Littérature Ecclésiastique, 44 (1993), 21-37; íd., «Le phénomène
saturé», en Phénoménologie et Théologie, op. cit., 79-128; íd. De surcroît. Études sur
les phénomènes saturés, París, 2001.
23. Ver el libro 5 de Étant donné, op. cit.
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26. Ver mi artículo: «Hacia una antropología del “nosotros”», CIAS. Revista del
Centro de Investigación y Acción Social, 36 (1987), 429-432. Los neologismos
«nostridad» y «nostrismo» —correspondientes a «egoidad» y «egoísmo»— fueron
acuñados por Miguel Manzanera; entre sus muchos trabajos sobre el tema, cf. íd.,
«Metafísica de la nostridad. Hacia una filosofía de la liberación como nostrificación»,
en J.C. Scannone, M.F. de Aquino y G. Remolina (comps.), Hombre y Sociedad.
Reflexiones filosóficas desde América Latina, Bogotá, 1995, 91-133.
27. Cf. P. Ricoeur, «La raison practique», en íd., Du texte à l’action, op. cit., 237-
259, en especial, pp. 255 ss.
28. Marion afirma, en su artículo «Filofia e Revelazione», Studia Patavina, 36
(1989), 438, «la imposibilidad husserliana de justificar fenomenológicamente el co-
nocimiento del otro como tal (al menos en la Quinta Meditación Cartesiana)». Por
ello —según mi opinión— tampoco llega así a plantear un verdadero «nosotros».
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29. En el capítulo quinto abordaré la cuestión del concurso divino previo y ac-
tivamente indiferente (Domingo Báñez y Luis de Molina reinterpretados por Karl
Rahner), el cual no «sobreasume» (aufhebt) la libertad, sino que la libera; así como
también el tema de las «instituciones justas» (Ricoeur). En el capítulo noveno toca-
ré el tema de la omnipresencia divina, que ya en el capítulo segundo fue planteada
fenomenológicamente como trascendencia inmanente e inmanencia trascendente.
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32. En una perspectiva y con un método distintos, también Gastón Fessard pasa
de la relación «yo-tú» (en su caso: la dialéctica «varón-mujer») a la relación comu-
nitaria del «nosotros» (comunidad de una familia, de un pueblo, de la fraternidad
universal, etc.), que no se reduce a la anterior, porque implica terceros; ver su obra:
«Esquisse du mystère de la société et de l’histoire», Recherches de Science Religieuse
35 (1948), 5-54 y 161-225 (presenta una nueva redacción en De l’actualité historique
I, París, 1960). Fessard fue reinterpretado en perspectiva latinoamericana por Al-
berto Methol Ferré en su artículo: «Análisis de las raíces de la evangelización lati-
noamericana», Stromata (1977), 93-112, en el cual hace uso de las dialécticas
fessardianas (y paulinas) «amo/esclavo» y «varón/mujer», concretizadas en la do-
ble relación intercruzada: «conquistador-varón/mujer indígena». Según mi apre-
ciación, así se engendra una anadialéctica (sobre ésta, ver el capítulo quinto), pues
la segunda relación sobre-excede —y así sobreasume— a la primera.
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33. Ver los comentarios críticos de Lévinas a algunas afirmaciones del grupo
argentino y las respuestas de éste en J.C. Scannone (comp.), Sabiduría popular,
símbolo y filosofía. Diálogo internacional en torno de una interpretación latinoameri-
cana, Buenos Aires, 1984.
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34. Acerca del lenguaje religioso y analógico, ver los capítulos sexto y séptimo
del presente libro. Sobre el «como si fuera persona» en el budismo, cf. J. Martín
Velasco, op. cit. en la nota 2, en primer lugar. Erhard Kunz se pregunta qué se
intenta decir con la designación de Dios como persona, y responde: «¿Puede que-
rerse decir más que lo siguiente: Dios es tal, que nosotros sólo en la apertura hacia
Él somos personas y que hacia Él debemos comportarnos como personas?», a lo
cual añade acertadamente Gisbert Greshake, al citarlo: «¡Si nosotros somos perso-
na en relación con Dios, éste no puede ser menos que lo que Él nos hace ser, perso-
nas!» (ver, respectivamente, E. Kunz, Glaube - Gnade - Geschichte, Frankfurt, 1969,
287, y G. Greshake, Der dreieine Gott, op. cit., 174).
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5. La obra de Lévinas, Totalité et Infini. Essai sur l’extériorité, La Haye, 1961 —con
su contraposición entre «totalidad» y «exterioridad»—, influyó desde el principio al
pensamiento filosófico latinoamericano de liberación: cf. mi trabajo: «Filosofia in
prospettiva latino-americana», Rassegna di Teologia, 40 (1999), 325-352. Sobre las
distintas etapas de la sociedad y racionalidad modernas y el momento actual de
toparse con los límites, cf. P. Hünermann, «Technische Gesellschaft und Kirche»,
Theologische Quartalschrift, 163 (1983), 284-303.
6. Aludo al título del libro del Grupo de Lisboa, bajo la dirección de Riccardo
Petrella: Los límites de la competitividad. Cómo se debe gestionar la aldea global,
Buenos Aires, 1996.
7. Cf. J. Habermas, Der philosophische Diskurs der Moderne. Zwölf Vorlesungen,
Frankfurt, 1985; ver también, íd., «Die Moderne –ein unvollendetes Projekt (1980)»,
en Kleine politische Schriften, I-IV, Frankfurt, 1981, 444-464. Pedro Morandé habla,
en cambio, de post-Ilustración como superadora de la Ilustración, en su artículo:
«Una modernidad abierta a la amistad y al misterio», La cuestión social (México), 3
(1995), 133-144. Para referirme al actual momento histórico, a veces he usado la
expresión, aparentemente paradojal: «modernidad postmoderna».
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13. Ver, como ejemplo, el primer libro conjunto de los filósofos de la liberación
en Argentina: O. Ardiles (et al.), Hacia una filosofía de la liberación latinoamericana,
Buenos Aires, 1973.
14. Sobre este último, cf. R. Mate, Memoria de Occidente. Actualidad de pensa-
dores judíos olvidados, Barcelona, 1997.
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15. Cf. W. Marx, op. cit. En parte, esos caracteres corresponden a la «metafísi-
ca» no sólo como la concibe Heidegger, sino también Jürgen Habermas, en su obra:
Nachmetaphysisches Denken. Philosophische Aufsätze, Frankfurt a.M, 1988, en es-
pecial, en el cap. I.
16. A veces seguiré la nomenclatura de W. Marx para designar los caracteres de
la metafísica y del «nuevo comienzo»; otras veces, para designarlos, sólo me inspi-
raré libremente en dicho autor.
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17. Cf. su obra: Dieu sans l’être, París, 1982, en especial, cap. 2.
18. Cf. M. Heidegger, Einführung in die Metaphysik, Tübingen, 1958, pp. 3 ss.;
ver también: B. Welte, «El conocimiento filosófico de Dios y la posibilidad del ateís-
mo», Concilium, n.º 16 (1966), 173-189.
19. Sobre el «fundamento-porque» cf. M. Heidegger, Der Satz vom Grund,
Pfullingen, 1957, donde comenta la frase de Angelus Silesius: «la rosa florece por-
que florece».
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24. Ver mi obra: Sein und Inkarnation. Zum ontologischen Hintergrund der
Frühschriften Maurice Blondels, Freiburg-München, 1968. Asimismo cf. mi artícu-
lo: «Aktion und Inkarnation. Die Fragestellung des jungen Blondel und die
Ontotheologie», en Incarnation (textes réunis par Marco M. Olivetti), Padova, 1999,
663-671. Más radical que la de Blondel es la interpretación filosófica de la creación
ex nihilo que hace Lévinas (por ejemplo, en Autrement qu’être, 144 s.), descubrien-
do una pasividad anterior a la misma existencia; en esa anterioridad o exterioridad
(meta-físicas, ni temporales ni espaciales) consiste, para Lévinas, el carácter an-
árquico y no-totalizable del «más allá del ser» con respecto al ser.
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25. En su libro Method in Theology, Nueva York, 1972 —que puede ser considera-
do como una teoría general del método, no sólo del teológico—, Bernard Lonergan
habla de las conversiones intelectual, ética y religiosa (ver, en su índice, las referen-
cias al término «conversión»). En distintos escritos míos les agrego también la con-
versión histórica (por ejemplo, a los pobres hoy en América Latina), que las concretiza,
vg. cf. «La irrupción del pobre y la pregunta filosófica en América Latina», art. cit.
26. En otros trabajos muestro cómo esas acción e interacción nuevas generan
instituciones nuevas; ver: «Institución, libertad, gratuidad», Stromata 49 (1993),
239-252; y «Aportes filosóficos para una teoría y práctica de instituciones justas»,
Stromata 50 (1994), 157-173.
27. Sobre el «principio compasión» —siguiendo al último Hermann Cohen— y
el «nuevo pensamiento», cf. R. Mate, Memoria de Occidente. Actualidad de pensado-
res judíos olvidados, op. cit. Desde otras fuentes (teológicas), pero en admirable
coincidencia con Reyes Mate, Jon Sobrino habla del «principio misericordia», cf.
su obra El principio misericordia. Bajar de la cruz a los pueblos crucificados,
Santander, 1992. Intento asumir filosóficamente el aporte teológico de Sobrino so-
bre el principio misericordia, en mi art. cit.: «La irrupción del pobre y la pregunta
filosófica en América Latina».
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28. Ver mis trabajos: «Liberación. Un aporte original del cristianismo latino-
americano», en J. Gómez Caffarena (ed.), Religión, Enciclopedia Iberoamericana
de Filosofía 3, Madrid, 1993, 93-105; y «Filosofía de la liberación y sabiduría popu-
lar», Anthropos. Huellas del conocimiento, n.º 180 (1998), 80-86.
114
29. Así se expresa san Ignacio de Loyola en sus Ejercicios Espirituales (n.º 189);
por sus reglas de discernimiento de la Segunda Semana de dichos Ejercicios (dis-
cernimiento de ilusiones «bajo especie de bien», cf. ibíd., n.º 329-336), se puede
considerar a Ignacio como precursor de los «maestros de la sospecha» y de la críti-
ca de las ilusiones.
115
30. Lo dicho en el texto puede ser completado con la crítica que hace Lévinas a
la ideología y su relación con el interés (inter-esse), por ejemplo, en «Idéologie et
idéalisme», cf. íd., De Dieu qui vient à l’idée, París, 1982, 17-33.
116
117
33. Carlos Cullen habla de «identidad plural», por ejemplo, la del nosotros éti-
co-religioso (sobre éste cf. íd., Fenomenología de la crisis moral. Sabiduría de la
experiencia de los pueblos, San Antonio de Padua (Buenos Aires), 1978; Pierre-Jean
Labarrière usa, en cambio, la expresión «unidad plural» en su obra: L’unité plurielle,
París, 1975.
34. Lo que dice Gisbert Greshake acerca de la originariedad de mismo nivel
(Gleichursprünglichkeit) entre unidad y pluralidad en teología, puede ya afirmarse
en filosofía, según el nuevo pensamiento; ver su obra: Der dreieine Gott. Eine
trinitarische Theologie, Freiburg-Basel-Wien, 1997.
35. Miguel Manzanera ha elaborado una metafísica del nosotros, que, luego, le
ha permitido tanto la crítica al neoliberalismo como la fundamentación y desarro-
llo de una ética; entre sus escritos sobre el tema, cf. «Metafísica de la nostridad.
Hacia una filosofía de la liberación como nostrificación», en J.C. Scannone, M.F.
de Aquino y G. Remolina (comps.), Hombre y sociedad. Reflexiones filosóficas desde
América Latina, Bogotá, 1995, 91-133; «Crítica filosófica del Neoliberalismo», en
J.C. Scannone y G. Remolina (comps.), Sociedad civil y Estado. Reflexiones ético-
políticas desde América Latina, Bogotá, 1996, 119-162; «Crítica filosófica del
Neoliberalismo (II). Propuestas de humanización», en J.C. Scannone y G. Remolina
(comps.), Ética y economía. Economía de mercado, neoliberalismo y ética de la gra-
tuidad, Buenos Aires, 1998, 77-145.
36. Cf. E. Lévinas, Autrement qu’être, op. cit., 145, etc.
118
37. Cf. Autrement qu’être, p. 123; en De Dieu qui vient à l’idée, op. cit., 101 (en la
nota 3) Lévinas llega a decir: «sufrir-por-otro, por ejemplo, tiene un sentido en el
que el saber es adventicio». A pesar de ello, quizás haya que hablar de saber, pero
no ontológico, sino sapiencial.
38. La formulación «universalidad situada», contrapuesta tanto a la abstracta
como a la concreta —en su sentido hegeliano—, la tomé de Mario Casalla,
recomprendiéndola desde la analogía.
119
39. Según lo especifica Jon Sobrino; cf. su trabajo: «Hacer teología en América
Latina», Theologica Xaveriana, 39 (1989), 139-156. Según ya se dijo, Reyes Mate,
siguiendo al último Cohen, hablaría de «compasión».
40. Lévinas suele hablar del «des-intér-esse-ment» como superación del esse
(y del inter-esse) entendidos desde la totalidad.
41. Paul Ricoeur trata de los «esquemativos afectivos» en su trabajo: «The
Metaphorical Process as Cognition, Imagination, and Feeling», en S. Sacks (ed.),
On Metaphor, Chicago-Londres, 1979, 141-157. En el texto aludo también a la «inte-
ligencia sentiente» de Xavier Zubiri. Por supuesto que tanto la inteligencia sentiente
como los esquemativos afectivos coimplican la imaginación simbólico-narrativa.
120
121
122
46. Cf. E. Lévinas, De Dieu qui vient à l’idée, op. cit., 116.
47. Para René Girard, el mecanismo del «chivo expiatorio», propio de la «vio-
lencia de lo sagrado», es asumido —en el Dios Amor del cristianismo— por el mis-
mo Dios y, de ese modo, es superado: cf. íd., Des choses cachées depuis la fondation
du monde, París, 1978.
48. En este contexto podrían usarse las categorías breakdown y breakthrough de
Eric Weil; cf. su trabajo: «What is breakthrough in history?», Daedalus, 104/2 (pri-
mavera 1975), 21-36, y el uso que de ellas hace Marcelo Perine en «Sentido históri-
co y ético de la irrupción de los pobres en la historia y en la conciencia latinoame-
ricanas», en la obra ya citada, Irrupción del pobre y quehacer filosófico, 95-104.
49. Hannah Arendt —otra filósofa judía— estudia el nuevo comienzo posibili-
tado por el perdón en el nivel histórico y político; ver su obra: The Human Condition,
Chicago, 1958. No por casualidad los pensadores judíos —como Lévinas, Weil o
Arendt— son especialmente sensibles ante la novedad histórica, irreductible al
cálculo o a la dialéctica de totalidad.
123
50. Sobre la relación entre filosofía y teología, ver mis artículos: «Teología y
filosofía en la teología fundamental», Stromata, 53 (1997), 309-327; «El misterio de
Cristo como “modelo” para el diálogo de la teología con la cultura, la filosofía y las
ciencias humanas», en B. Forte (et al.), El misterio de Cristo como paradigma teoló-
gico. XIX Semana Argentina de Teología a los 30 años de la SAT, Buenos Aires, 2001,
127-158; «Reacción al comentario de Mons. Ricardo Ferrara», en R. Ferrara y C.M.
Galli (eds.), Fe y Razón. Comentarios a la Encíclica. Seminario interdisciplinar Abril-
Junio 1999, Buenos Aires, 1999, 35-37.
51. Cf. E. Przywara, Analogia entis. Neue Ausgabe, I, Einsiedeln, 1962 (la pri-
mera edición es de 1932). Relaciono la «práctica de la analogía» con la metafísica
ética de Lévinas en otro capítulo de este volumen.
124
125
sentiente, Madrid, 1980, 139 ss.— hizo uso filosófico de la distinción lingüística
«ser-estar», propia del castellano y el portugués, lenguas de América Latina. Para
un elenco prácticamente completo de sus obras, ver: M. Muchiut, G. Romano y
M. Langón, «Bibliografía de Rodolfo Kusch (1922-1979)», en E. Azcuy (comp.),
Kusch y el pensar desde América, Buenos Aires, 1989, 185-194.
55. Para ayudar al lector, enumero, respectivamente, las notas características
del pensar clásico-moderno del ser, las del nuevo pensamiento de la alteridad (y
acontecer) y las de la filosofía del estar, en su mutua oposición y correspondencia,
separándolas entre las tres con un guión: a) identidad - diferencia/gratuidad - am-
bigüedad; b) necesidad - gratuidad - destinalidad; c) intelegibilidad - amor/senti-
miento - abisalidad; d) eternidad - novedad histórica - imprevisibilidad; e) univer-
salidad - unicidad (del singular) - irrepetibilidad (fáctica).
126
127
58. Cf. R. Girard, La violence et le sacré, París-Bruges, 1965; íd., Des choses
cachées depuis la fondation du monde, op. cit. Sobre ese autor, ver el número doble
de la Revista Portuguesa de Filosofia 56 (2000), fasc. 1-2, dedicado a: «Violência,
Religiâo e Sociedade: O Contributo de René Girard».
59. Para Marion la diferencia entre teología y filosofía —en la consideración
del fenómeno saturado de la Revelación— se da en que la primera estudia su reali-
dad efectiva y la segunda, su posibilidad (ver su obra, ya citada, Étant donné).
128
60. Cf. P. Ricoeur, De l’interprétation. Essai sur Freud, París, 1965, 507 s.; íd., Le
conflit des interprétations, op. cit., 310.
61. Cf. P. Ricoeur, Le conflit des interprétations, op. cit., 291 s.
129
CONSTRUCCIÓN DE UN MUNDO
MÁS HUMANO, CONVERSIÓN SOCIAL
AL OTRO Y CONCURSO DIVINO
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133
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135
136
11. Sobre toda esta problemática, cf. P. Ricoeur, Amour et Justice (mit einer
deutschen Parallelübersetzung von Mathias Raden), Tübingen, 1990.
12. Ver su obra: Teoría de la justicia, México-Madrid-Buenos Aires, 1979 (en
inglés: A Theory of Justice, Cambridge [Mass.], 1971).
137
13. Sobre este punto, cf. P. Ricoeur, La memoire, l’histoire, l’oubli, París, 2000,
en especial, el Epílogo: «Le pardon difficile», 593-642.
14. Acerca de esa ética, ver, por ejemplo, las obras: J.C. Scannone y M. Perine
(comps.), Irrupción del pobre y quehacer filosófico. Hacia una nueva racionalidad,
Buenos Aires, 1993; J.C. Scannone y G. Remolina (comps.), Ética y economía. Eco-
nomía de mercado, Neoliberalismo y ética de la gratuidad, Buenos Aires, 1998; y mi
artículo: «Violencia y ética de la gratuidad. Hacia una respuesta a los desafíos del
«absurdo social”», Stromata, 59 (2003), 63-87, del cual retomo algunos párrafos en
el presente capítulo.
15. Ver, respectivamente, E. Lévinas, «Un Dieu homme?», en Qui est Jésus-
Christ? (Recherches et Débats 62), París, 1968, 186-192; P. Ricoeur, «La philosophie
et la specificité du langage religieux», Revue d’histoire et de philosophie religieuses,
55 (1975), 13-26, en especial, pp. 24 s.
138
16. Sobre la teoría de Girard, ver su obra La violence et le sacré, París, 1972. Ese
autor evolucionó hasta descubrir que el cristianismo supera la «violencia de lo sa-
grado»: ver, entre otros trabajos suyos, cf. Des choses cachées depuis la fondation du
monde, París, 1978; Le bouc émissaire, París, 1982.
139
17. Ver mi artículo: «La irrupción del pobre y la pregunta filosófica en América
Latina», en la primera obra citada en la nota 14, 123-140.
18. Ver mis obras: Nuevo punto de partida en la filosofía latinoamericana, Bue-
nos Aires, 1990; Evangelización, cultura y teología, Buenos Aires, 1990; y Weisheit
und Befreiung, Düsseldorf, 1992.
140
141
20. Cf. H. Cohen, Die Religion der Vernunft aus den Quellen des Judentums,
Wiesbaden, 1988. Para una ética de la compasión, referida explícitamente a Lévinas,
Franz Rosenzweig y el último Cohen, ver también: R. Mate, Memoria de Occidente.
Actualidad de pensadores judíos olvidados, Barcelona, 1997.
21. Se trata de «estrategias» (por lo tanto, de la razón instrumental), pero «de lo
humano» (a saber, de dicha razón asumida y transformada por las racionalidades ética
y comunicativa): cf. O. Höffe, Strategien der Humanität. Zur Ethik öffentlicher
Entscheidungsprozesse, Frankfurt, 1975 (en castellano: Estrategias de lo humano, Bue-
nos Aires, 1979). Sobre la interrelación entre las tres racionalidades mencionadas y la
mediación de la racionalidad ética por medio de las otras dos, cf. K.-O. Apel, «Types of
Rationality Today: The Continuum of Reason between Science and Ethics», en Th.
Geraets (ed.), Rationality Today - La rationalité aujourd’hui, Ottawa, 1979, 307-340.
142
22. Remito a mi artículo citado: «La irrupción del pobre y la pregunta filosófica
en América Latina», en especial, apartado 2.4: «Replanteo de la cuestión filosófi-
ca de Dios», 138 ss.
23. Sobre el imaginario, en especial, social, cf. P. Ricoeur, Du texte à l’action.
Essais d’herméneutique, II, París, 1986, ante todo los capítulos titulados: «L’ima-
gination dans le discours et dans l’action», 213-236; «Science et idéologie», 303-
331; «Herméneutique et critique des idéologies», 333-377; y «L’idéologie et l’utopie:
deux expressions de l’imaginaire social», 379-392.
143
144
26. Cf. op. cit. en la nota anterior, p. 128. Cuando, siguiendo el método de los
Ejercicios ignacianos, discernimos el buen y el mal espíritu en nuestra vida o en los
signos de los tiempos, tenemos en cuenta los «esquematismos afectivos» (para usar
la expresión de Ricoeur) de la consolación y la desolación, a la luz de la «imaginación
de inocencia» proporcionada por la contemplación, por ejemplo, de las acciones,
afectos y actitudes de Cristo (u otros protagonistas bíblicos), según se manifiestan en
las Sagradas Escrituras. El Reino de Dios —que para el creyente es una realidad ya
escatológicamente actuante, aunque todavía no consumada— opera, en el discerni-
miento teológico de los signos de los tiempos, como «imaginación de inocencia».
145
27. Cf. P. Ricoeur, Du texte à l’action, op. cit., en especial, los caps.: «Expliquer
et comprendre. Sur quelques connexions remarquables entre la théorie du texte, la
théorie de l’action et la théorie de l’histoire», 161-182; y «Le modèle du texte: l’action
sensée considerée comme un texte», 183-211. Ver también mi trabajo: «Aconteci-
miento-sentido-acción. Aportaciones de Paul Ricoeur para una hermenéutica del
acontecimiento y la acción histórica. Aplicación al acontecer argentino actual»,
Stromata, 59 (2003), 273-288.
28. Rubén Ippoliti aplica la teoría de Ricoeur sobre la transgresión semántica en la
metáfora (y otros esquematismos imaginativos, incluido el narrativo), a los
esquematismos afectivos, en su tesis doctoral (todavía inédita): La paradojal unidad
humana manifestada en el conocimiento y en los afectos según Tomás de Aquino en
diálogo con Paul Ricoeur, San Miguel (Buenos Aires), 2003. Tal aplicación me inspiró
para aplicar, por mi parte, dicha teoría a la acción humana considerada como un texto.
146
29. En todo este apartado me inspiro, sobre todo, en el trabajo de Karl Rahner:
«Die Hominisation als theologische Frage», en P. Overhage y K. Rahner, Das Problem
der Hominisation, Freiburg-Basel-Wien, 1961, 13-90, en especial, el apartado: «Zur
philosophischen Problematik des Werdebegriffes» (pp. 55-78), en donde, en base a
una renovada comprensión fenomenológica de la causalidad, hace una relectura de
las teorías escolásticas del concurso divino, ante todo, las de Domingo Báñez y Luis
de Molina, sin descuidar —según creo— los aportes agustinianos. La noción
rahneriana de autotrascendencia se fecunda mutuamente con la de Lonergan, y
pone de relieve el más o novedad de ser que ella implica.
147
30. Sobre el pasar, pasarse y la huella de Dios, ver E. Lévinas, Autrement qu’être,
obra ya citada.
31. Cf. E. Lévinas, Totalité et Infini, op. cit., 175.
32. Ibíd., 267. Para el autor, dicha curvatura se da por la altura ética del otro:
está éticamente en altura con respecto al mismo porque lo interpela y cuestiona, le
manda, lo hace responsable y lo juzga.
148
33. Tal asunción del concurso indiferente según Molina, no incluye la concep-
ción molinista de la scientia media. Lonergan, por su parte, la corrige profunda-
mente, pues habla de ciencia media, pero sin futuribles (futuros condicionados) ni
«purificación de la condición» (cf. Insight, 662 s.). Para conocer las distintas teo-
rías escolásticas, se puede consultar el tratado clásico de Hermann Lange, De gratia,
Freiburg im Breisgau, 1929, en especial, 445-523, quien cita sus fuentes.
149
150
151
38. Blondel habla de ello —aunque con una terminología diferente— en su pri-
mera Acción, cf. Les premiers écrits de Maurice Blondel: L’Action (1893). Essai d’une
critique de la vie et d’une science de la pratique, París, 1950.
39. Cf. H. Arendt, The Human Condition, Chicago, 1958.
152
40. Llama la atención cómo la ética de la liberación pudo influir hasta cierto
punto en Apel, quien —según algunos, contra sus propios principios—, llegó a ad-
mitir, en su diálogo con Dussel, una especie de preferencia reconocida a los pobres,
y excluidos de la comunicación: cf. K.-O. Apel, «A ética do discurso em face do
desafio da filosofia da libertaçâo latino-americana», en A. Sidekum (org.), Ética do
discurso e filosofia da libertaçâo. Modelos complementares, Sâo Leopoldo, 1994, 19-
39. En la p. 39 Apel, en su conclusión, afirma: «la prerrogativa ética y el deber de
buscar la compensación estratégica de las desventajas estructurales, históricamente
motivadas» (cursiva en el original), en favor de «los pobres y oprimidos».
41. Entre otros trabajos, ver mi artículo: «El comunitarismo como alternativa
viable», en Mons. L. Mendes de Almeida (et alii), El futuro de la reflexión teológica
en América Latina, Bogotá, 1996, 195-241.
42. Así reza el título que los editores le pusieron al n.º 55 de la exhortación
apostólica postsinodal de Juan Pablo II, Ecclesia in America (EiA).
153
154
47. La expresión «analéctica» fue acuñada por Bernhard Lakebrink para con-
traponerla a la dialéctica hegeliana —a partir de la analogía según Santo Tomás—,
en su obra Hegels dialektische Ontologie und die Thomistische Analektik, Ratingen,
1968. Tanto Dussel como yo la empleamos sin atarnos a la comprensión de
Lakebrink; Dussel habla también de «anadialéctica».
48. Cf. J. Splett y L.B. Puntel, «Analogía del ser», en Sacramentum Mundi. En-
ciclopedia Teológica I, Barcelona, 1972, cc. 144-152; J. Gómez Caffarena, «Analogía
del ser y dialéctica en la afirmación humana de Dios», Pensamiento, 16 (1960), 143-
173. Ver también el cap. 7 de la presente obra, y el cap. 9 de mi libro: Nuevo punto
de partida en la filosofía latinoamericana, ya citado.
155
5. A modo de conclusión
49. Trato de ese momento metódico de las ciencias humanas en cuanto son
hermenéuticas —siguiendo en eso a Lonergan (MT)—, en mi artículo, citado más
arriba: «El misterio de Cristo como “modelo” para el diálogo de la teología con la
cultura, la filosofía y las ciencias humanas».
156
50. Entre otros textos de Ricoeur sobre ese tema, cf. De l’interprétation, op.
cit., 507 s.
51. Ver mi trabajo: «Aportes filosóficos para una teoría y práctica de institucio-
nes justas», Stromata, 50 (1994), 157-173.
157
LENGUAJE
159
161
162
EL LENGUAJE DE LA RELIGION
Y SUS VARIACIONES
1. Planteamiento de la cuestión
1. Tomo esta distinción de la obra de Richard Schaeffler, Das Gebet und das
Argument. Zwei Weisen des Sprechens von Gott. Eine Einführung in die Theorie der
religiösen Sprache, Düsseldorf, 1989.
2. Cf. L. Wittgenstein, Philosophische Untersuchungen, Frankfurt, 1971, n.º 67,
en íd., Schriften I, Frankfurt, 1969, 324.
3. Entre otros trabajos de Paul Ricoeur, cf. «Nommer Dieu», Études Théologiques
et Religieuses, 52 (1977), 489-508, v.g. cf. p. 505 (en adelante lo citaré ND).
163
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165
166
167
168
17. En MV 274 Ricoeur cita el célebre trabajo de Frege: «Über Sinn und
Bedeutung», Zeitschrift für Philosophie und philosophische Kritik, 100 (1892).
18. Entre otros textos sobre la interpretación de Aristóteles y su elaboración
creativa por Ricoeur, ver los caps. 2 y 3 de su libro: Temps et récit. I, París, 1983,
respectivamente, 55-84 y 85-129.
19. Cf. MV 321; asimismo: BH 125.
20. Cf. ND 508.
169
170
2.4.1. Expresiones-límite
171
2.4.2. Experiencias-límite
172
173
3.2. La parábola
33. Más arriba ya cité BIm 345, etc. De otras expresiones-enigma habla Ricoeur
ibíd., 354. Nuestro autor afirma que ellas metaforizan y «parabolizan» el texto
narrativo, pues con su «flecha de sentido» reestructuran en forma inédita el di-
namismo significante del relato, guiando el trabajo de la imaginación tanto den-
tro del texto y las relaciones intertextuales como en las de los textos con la vida
(cf. ibíd., 360).
34. Cf. BH 114-118.
174
35. Cf. BH 112-114. Allí Ricoeur hace suya la teoría de William A. Beardslee
sobre la «intensificación» del proverbio en los Evangelios sinópticos por medio de
paradoja e hipérbole.
175
176
40. Cf. Tomás de Aquino, Summa Theologica I pars, q. 1, a. 10. Una obra clásica
sobre los sentidos literal y simbólicos de la Escritura es: H. de Lubac, Exégèse
médiévale. Les quatre sens de l’Écriture, París, 1964.
41. Cf. BIm 341 s.
42. Ibíd., 346. Se trata de lo que Ricoeur llama «mímesis 3», de la que habla en
Temps et récit I (cf. más arriba, nota 18), a la cual el autor ha ido dando cada vez
más importancia.
43. Sobre el discurso prescriptivo cf. R 23-25, PhTh 30-32. Mientras que en el
tiempo de la conferencia de Lovaina sobre la Revelación (1977, citada como R),
Ricoeur distinguía en la Biblia los géneros narrativo, prescriptivo, profético, sapiencial,
hímnico, últimamente adopta la tipología de Paul Beauchamp, quien, volviendo a la
tríada rabínica, distingue la Torah, los Profetas y otros escritos (cf. PhTh 29 s.).
177
178
46. Entre otros textos, ver: ND 498 ss.; PhSpLR 19, etc.
47. Cf. BH 109-112; PhSpLR 19.
179
180
51. En BIm 341 s. Ricoeur responde al «enigma del paso del relato al paradig-
ma, el cual a su vez regla el paso del relato a la vida» —planteado por Richard
Niebuhr—, afirmando que las parábolas son su clave de respuesta. Pues éstas, por
su misma forma literaria, son un itinerario de sentido que transforma una estruc-
tura narrativa en un proceso metafórico en dirección de la expresión-enigma «Rei-
no de Dios», la cual orienta todo el proceso de transgresión semántica hacia fuera
del cuadro narrativo.
52. Cf. ND 506. La totalidad de ND apunta a lo que, resumidamente, condenso
en los párrafos siguientes de mi exposición, sin volver a citarlo explícitamente.
181
182
54. Por ejemplo, cf. ND 508. Allí agrega Ricoeur que su adopción de la catego-
ría «mundo del texto» como central, exige que «la amplitud del mundo del texto
requiera una amplitud igual del lado de la applicatio, la cual será tanto praxis polí-
tica como trabajo de pensamiento y de lenguaje». Ilumina lo tratado en esta parte
del presente capítulo, mi artículo —ya citado—: «Acontecimiento-sentido-acción.
Aportaciones de Paul Ricoeur para una hermenéutica del acontecimiento y la ac-
ción histórica. Aplicación al acontecer argentino actual».
55. En BH 126 afirma que «el calificador... puede modificar cualquier expre-
sión, sea especulativa, práctica, ética o política. Ninguna es privilegiada, todas son
afectadas». Más adelante prosigue afirmando: «el discurso político no es menos
orientado, desorientado y reorientado que cualquier otra forma de discurso», por
calificadores específicos (es decir, por las demandas imposibles) que lo afectan y
modifican en cuanto tal modelo.
183
184
humana integral), «la cual, para recibir una calificación propiamente política, pide
una articulación con análisis, saberes, intereses, organizaciones, etc.» (ND 508).
58. Sobre esta sentencia dialécticamente paradójica y su atribución a(l espíritu
de) san Ignacio, cf. G. Fessard, La dialectique des exercises spirituels de Ignace de
Loyola, París, 1966.
185
187
1. Con respecto al Holocausto y sus víctimas, Reyes Mate afirma que ese hecho
«afecta poderosamente al discurso filosófico, pues indica que hay una relación en-
tre el nihilismo metafísico y el físico. No nos es permitido ya hablar frívolamente
del nihilismo», cf. su libro: Memoria de Occidente. Actualidad de pensadores judíos
olvidados, Barcelona, 1997, 13. Dicho autor dirige un grupo de investigación sobre
el tema «pensar después del Holocausto», en el Instituto de Filosofía del Consejo
Superior de Investigaciones Científicas de Madrid.
2. Jon Sobrino, en su teología, prefiere el pensamiento dialéctico al analógico,
para no olvidar la negatividad, el conflicto y las contradicciones de la realidad his-
tórica. Pienso que la anadialéctica —entendida asimismo en su momento pragmá-
tico— responde a esas exigencias sin perder la fecundidad de la analogía como
superadora de la dialéctica hegeliana. Como se ve, comprendo la pragmática de un
modo más amplio (analógico) que muchos filósofos analíticos.
3. Cf. L.B. Puntel, Analogie und Geschichtlichkeit, Freiburg-Basel-Wien, 1969.
188
Con respecto a la cuestión de Dios después del giro copernicano de Kant y la «supe-
ración de la metafísica de la sustancia y del sujeto» de Heidegger, ver los caps. 7 y 8
de la Parte filosófica de mi obra: Teología de la liberación y praxis popular. Aportes
críticos para una teología de la liberación, Salamanca, 1976, 187-252.
4. Cf. P. Ricoeur, Finitude et culpabilité II. La symbolique du mal, París,
1960, 323 ss.
5. Cf. M. Beuchot, Tratado de hermenéutica analógica, México, 1997. De «analo-
gía hermenéutica» habla J.R. Sanabria en la «Introducción» de: J.R. Sanabria y
J.M. Mardones (comps.), ¿Tiene la analogía alguna función en el pensar filosófico?,
México, 1997, 13.
189
190
10. Cf. P. Ricoeur, La métaphore vive, París, 1975, 344-356 (en adelante citaré
esa obra con la sigla MV y el número de página).
191
11. Cf. K. Müller, Thomas von Aquins Theorie und Praxis der Analogie, Frankfurt
a.M. - Bern-Nueva York, 1983, 81 (en adelante citaré esa obra con la sigla TvA y el
número de página). Sobre la analogía (especialmente, en santo Tomás), además de
los trabajos que he mencionado e iré mencionando a lo largo de este artículo, pue-
den también consultarse: B. Montagnes, La doctrine de l’analogie de l’être d’après
Saint Thomas, Louvain-París, 1963; G. Lafont, «Le Parmenide de Platon et saint
Thomas d’Aquin. L’analogie des noms divins et son arrière-plan néoplatonicien»,
en P. Gisel y P. Secretan (ed.), Analogie et dialectique. Essais de théologie fondamentale,
Genève, 1982, 53-80; S. Ramírez, De analogia, I-IV, Madrid, 1970-71; E. Coreth,
Metafísica, Barcelona, 1974, 237-236; íd. «Dialektik und Analogie des Seins. Zum
Seinsproblem bei Hegel und in der Scholastik», Scholastik, 26 (1951), 56-86; R. Mc
Inerny, Logic of Analogy. An Interpretation of St. Thomas, The Hague, 1961; G. Klu-
bertanz, St. Thomas Aquinas on Analogy, Chicago, 1960; M. Beuchot, «La analogía
como instrumento lógico-semántico del discurso religioso», Analogía (México), 1
(1987), 5-13; íd., «Vindicación del pensamiento analógico», en J.R. Sanabria y J.M.
Mardones (comps.), ¿Tiene la analogía alguna función...?, op. cit., 143-179; C. Boff,
Teoria do Método Teológico, Petrópolis, 1998.
192
12. Ver el comentario que hace Bernhard Welte de las tres primeras vías del
Aquinate, en su artículo: «El pensamiento filosófico actual frente a las cinco vías de
santo Tomás», Teología (Buenos Aires), n.º 12 (1967), 75-122.
13. Además del ya citado artículo de Welte en la revista Teología, ver también: íd.,
Auf der Spur des Ewigen, Freiburg-Basel-Wien, 1965, en especial, pp. 315-336 y 113-
154; así como: K. Hemmerle, «Das Heilige und das Denken», en K. Hemmerle, B. Cas-
per y P. Hünermann, Besinnung auf das Heilige, Freiburg-Basel-Wien, 1966, 9-79.
193
194
195
17. También al ipsum esse y al subsistens se aplica lo que dice Tomás en ST I, q. 13,
a. 1, ad 2, pues Dios es a la vez simple y subsistente. Por eso ambos deben pasar por
la negación del modus significandi y la eminencia antes de ser atribuidos a Dios,
corrigiéndose entonces mutuamente.
18. Cf. J. Martín Velasco, Introducción a la fenomenología de la religión, Ma-
drid, 1978.
196
19. Cf. C. Royon, Dieu, l’homme et la croix. Stanislas Breton et Eberhard Jüngel,
París, 1998, 84; entre las obras de Breton, ver Du principe. L’organisation contem-
poraine du pensable, París, 1971; Etre, monde, imaginaire, París, 1976.
20. Según Klaus Müller (TvA 255), la metáfora tiene para santo Tomás una prio-
ridad fáctica sobre la analogía.
21. Se puede relacionar lo dicho en el texto, con la concepción del Realsymbol
(símbolo real), según Karl Rahner (cf. «Zur Theologie des Symbols», Schriften zur
Theologie IV, Einsiedeln, 1962, 275-311), aunque dicho teólogo no habla de la expe-
riencia, sino de la realidad que se expresa en el símbolo.
22. Cf. J. Ladrière, L’articulation du sens II. Les langages de la foi, París, 1984,
186 s.; en adelante citaré esa obra con la sigla AS II y el número de página.
197
198
199
26. Así lo interpreta K. Müller (TvA 231); ver: M.-D. Chenu, La théologie au
douzième siècle, París, 1957, pp. 167 s.
27. Acerca de la creación según el relato bíblico y la teología especulativa, ver
AS II, cap. 13 (pp. 281-308).
200
28. Cf. M. Corbin, Le chemin de la théologie chez Thomas d’Aquin, París, 1974.
201
202
30. Ver el comentario de ese texto en J. Gómez Caffarena, «Analogía del ser y
dialéctica en la afirmación humana de Dios», Pensamiento (1960), 143-174.
203
204
34. Del mismo modo J. Splett y L.B. Puntel hacen ver cómo en la estructura
fundamental de la analogía como tal, «ser» y «lógos» (es decir, las dimensiones
ontológica y lógico-semántica) no se piensan en dualidad, sino en su unidad y dife-
rencia originarias: ver su artículo «Analogía del ser», Sacramentum mundi I, Bar-
celona, 1972, c. 142-151, en especial, c. 151.
205
35. Así releen la analogía de santo Tomás, en diálogo crítico con Hegel, tanto
L.B. Puntel, en Analogie und Geschichtlichkeit, op. cit.; como Emilio Brito, en Dieu
et l’être d’après saint Thomas et Hegel, París, 1991, cap. II: se trata del orden y ritmo
unitrino de los trascendentales, que el Aquinate tiene explícitamente en cuenta en
otros contextos.
36. Así habla Blondel, de modo estrictamente filosófico, en L’itinéraire
philosophique de Maurice Blondel. Propos recuillis par Frédéric Lefèvre, París, 1928.
Para Puntel (cf. op. cit.), uno de los textos más sistemáticos del Aquinate es CG lib.
IV, cap. 11, donde la comprensión analógica se extiende desde las emanaciones
intratrinitarias, pasando por el hombre, hasta los seres inorgánicos.
206
37. Relaciono las noches del intelecto y de la voluntad según san Juan de la
Cruz con los momentos del proceso de la analogía, en mi artículo: «El misterio de
Dios y la situación actual del pensamiento religioso comprendido desde su histo-
ria», Teología (Buenos Aires), 9 (1971), 88-94. Retomaré la dimensión pragmática
de la analogía al fin del presente capítulo.
38. Los escolásticos hablaban de la analogía como una aequivocitas a consilio
(equivocidad pretendida), oponiéndola a la aequivocitas a casu (equivocidad ca-
sual), o equivocidad a secas.
207
208
40. Sobre esa purificación, ver también: M. Corbin, op. cit., cap. IV, donde hace
notar que, en la Summa Theologiae, el Aquinate usa la dupla revelabile-manuductio,
para expresar la asunción crítica del lenguaje especulativo aristotélico a partir de la
fe, y su transformación en teología especulativa.
209
210
42. Cf. M. Heidegger, Der Satz vom Grund, Pfullingen, 1957, 68 s. El autor cita
la poesía mística de Angelus Silesius, para quien la rosa no tiene un «por qué», pero
sí tiene un «porque». Según ya quedó dicho en otro capítulo, me recuerda la frase
de san Bernardo: «amo quia amo», que reconoce el sentido razonable («porque»)
del amor que, sin embargo, no tiene un «por qué» racional explicativo.
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213
46. Ver lo que dicen J. Splett y L.B. Puntel en el artículo sobre la analogía,
citado más arriba.
47. Se puede aplicar a la filosofía lo que Ricoeur dice sobre las ciencias socia-
les, por ej., en «Ciencia e ideología», cf. P. Ricoeur, Hermenéutica y acción, Buenos
Aires, 1985, 155-181. Con otro lenguaje, a ese mismo hecho se refieren J. Splett y
L.B. Puntel en su artículo «Analogía del ser», ya citado, pues hacen ver cómo en la
analogía el momento lógico y lingüístico forma parte del mismo acontecimiento
ontológico originario, anterior a la dualidad sujeto-objeto.
48. Por esa razón Blondel decía que la suya era una «filosofía practicante». Acer-
ca de la dialéctica blondeliana entre la «ciencia práctica» y la «ciencia de la práctica»,
ver mi libro: Sein und Inkarnation. Zum ontologischen Hintergrund der Frühschriften
Maurice Blondels, Freiburg-München, 1968, en especial los caps. VII y VIII.
214
49. Cf. P. Ricoeur, La symbolique du mal, op. cit., 22, donde cita las obras
blondelianas L’être et les êtres y el artículo Analogie del Vocabulario de Lalande.
50. Según el mismo autor, los «términos de perfección»: «sabio», «bueno», etc.,
operan como «Sprengmetapher» o «metáforas explosivas» (TvA 246 s.). Dichos tér-
minos permiten un movimiento de graduación cada vez mayor de la perfección,
hasta que, en un cierto punto (porque «no se puede seguir indefinidamente»), se da
el salto (Sprung) a otro orden lógico (trascendental) de pensamiento (Bernhard
Welte); Müller dice: «hasta que, en un cierto punto, se renuncia (aufgeben) a prose-
guirlo», lo que implica «una entrega de sí (sich aufgeben)» (TvA 247), aludiendo así
al momento existencial (lingüísticamente se diría: «pragmático») del salto o cam-
bio de lógica, del que habla Welte, al cual podríamos denominarlo —con Ladrière—
«transgresión semántica».
215
216
53. Entre otros trabajos de E. Dussel sobre el tema, ver: Método para una filoso-
fía de la liberación, Salamanca, 1974; y «La analogía de la palabra (el método
analéctico y la filosofía latinoamericana)», en J.R. Sanabria y J.M. Mardones
(comps.), op. cit., 105-141.
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218
57. Cf. J.-L. Marion, en especial, L’idole et la distance, París, 1977; e íd., Dieu sans
l’être, París, 1991. En esta última obra el autor había criticado la primacía del ser sobre
el bien en santo Tomás, llegando a decir que éste «ha intentado sustraer el ens —poco
importa si consciente o inconscientemente— a la doctrina de los nombres divinos», es
decir, a la analogía (ibíd., 121). Más tarde reconoció que el Aquinate nombra a Dios
como esse y, por lo tanto, analógicamente, y afirmó explícitamente que su «sustitución
del bien por el ser, como primer nombre divino, debería también analizarse como una
simple variación de la misma tiniebla luminosa (lo que, debo reconocerlo, no había
sido suficientemente dicho y visto en Dieu sans l’être»: cf. J.-L. Marion, «De la “mort de
Dieu” aux noms divins: l’itinéraire théologique de la métaphysique», en Travaux du
CERIT (dirigidos por Dominique Bourg), L’être et Dieu, París, 1986, 128.
58. Para Ricoeur, más radical que los maestros de la sospecha —Marx, Nietzsche
y Freud— es la crítica kantiana de la ilusión trascendental, que de alguna manera
los posibilita.
59. Sobre la interrelación del símbolo, la analogía y la pragmática de libertad,
cf. mi obra Nuevo punto de partida, ya citada, en especial, caps. XV y XIV.
219
60. Cf. E. Lévinas, Autrement qu’être, op. cit., 206, ver también 198. Lévinas
afirma que «sin su significado sacado de la ética, los conceptos teológicos son cua-
dros formales y vacíos» (cf. Totalité et infini. Essai sur l’extériorité, La Haya, 1968,
51 s.), retomando la formulación de Kant como —según lo dije al comienzo del
presente capítulo— lo hace también Ricoeur, pero refiriéndose a los símbolos.
Interrelaciono las tres formulaciones (de Kant, Ricoeur y Lévinas) con la proble-
220
mática del uso analógico del concepto para atribuirlo a Dios, en mi libro, ya citado,
Nuevo punto de partida, cap. II.
61. Inspirados por Lévinas, tanto Dussel como yo mismo, aunque con matices
distintos, venimos interpretando, desde los años setenta, la altura, trascendencia,
exterioridad y alteridad éticas de los otros, en especial, de los pobres latinoameri-
canos, en clave de la analogía tomista. La hemos aplicado a la historia, en contra-
posición y diálogo con la dialéctica hegeliana, hablando así de analéctica, según la
expresión de Bernhard Lakebrink en su obra: Hegels dialektische Ontologie und die
thomistische Analektik, Ratingen, 1968. Dussel forjó, además, la feliz expresión:
anadialéctica.
221
4. A modo de conclusión
222
62. Ver mi libro: Teología de la liberación y praxis popular, op. cit., Segunda Par-
te (filosófica), en especial, los caps. 7 y 8; cf. también mi artículo, también citado:
«El misterio de Dios y la situación del pensamiento religioso», así como repetidas
alusiones en los capítulos anteriores de la presente obra.
63. Consultar el libro citado en la nota anterior. Termino ambos capítulos allí
mencionados haciendo una relectura de su problemática desde la perspectiva lati-
noamericana, tanto en el orden retrospectivo del «paso hacia atrás» como en el
prospectivo del «paso hacia adelante», propio de una «filosofía practicante»
(Blondel). Continúo esa línea de pensamiento, refiriéndola al replanteo de la cues-
tión de Dios, entre otros, en mi art. cit.: «La irrupción del pobre y la cuestión filosó-
fica en América Latina», especialmente en las pp. 138 ss. y —en relación con la
pasión de las víctimas— en el capítulo cuarto de la presente obra.
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RELECTURAS
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231
2. Acerca del infinito malo hegeliano, ver lo que dice Emmanuel Lévinas en
Autrement q’être ou au-delà de l’essence (AE), La Haya, 1974, 119, nota 34, donde
cita la Enciclopedia de Hegel, 93-94 (edición Lasson, p. 115). Lévinas comprende el
prefijo «in» de la expresión «infinito», no sólo como «no», sino también como «en»,
a saber, «el infinito en el finito»: cf. íd., Totalité et infini. Essai sur l’extériorité (TI),
La Haya, 1961, v.g. 21.
3. Cf. P. Ricoeur, Réflexion faite. Autobiographie intellectuelle, París, 1995, 88 ss.
232
233
8. Ibíd., p. 4.
9. Cf. R. Kusch, «El “estar-siendo” como estructura existencial y decisión cultu-
ral americana», en II Congreso Nacional de Filosofía. Actas II, Buenos Aires, 1973,
575-579. El «estar» sitúa al ser, desde el punto de vista metafísico (humano) lo
precede, y funda el «siendo así»: ver mi obra, ya citada, Nuevo punto de partida en
la filosofía latinoamericana.
10. Cf. M. Heidegger, op. cit., 4.
11. Cf. íd., Der Satz vom Grund, Pfullingen, 1957, donde comenta la frase de
Angelus Silesius: «la rosa florece porque florece».
12. Ver mi artículo: «Dios en el pensamiento de Martin Heidegger», Stromata,
25 (1969), 63-77; también cf. N.A. Corona, Lectura de Heidegger. La cuestión de Dios,
Buenos Aires, 2001; y E. Brito, Heidegger et l’hymne du sacré, Leuven, 1999.
13. Cf. B. Welte, art. cit., 182.
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2.1. Planteo
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20. Sobre Zubiri, cf. A. González, «Dios y la realidad del mal. Consideraciones
filosófico-teológicas desde el pensamiento de Zubiri», en D. Gracia (ed.), Del senti-
do a la realidad. Estudios sobre Zubiri, Madrid, 1995, 175-219; en la p. 176 cita: X.
Zubiri, «Sobre el problema de la filosofía», Revista de Occidente, 115 (1933), 51-80
y 118 (1933), 83-117; así como: íd., «Hegel y el problema metafísico», recogido en
íd., Naturaleza, Historia y Dios, Buenos Aires,1948, 175 ss.
237
21. Me refiero a las siguientes obras: W. Marx, Heidegger und die Tradition,
Stuttgart, 1961; J. Habermas, Nachmetaphysisches Denken. Philosophische Aufsätze,
Frankfurt a.M., 1988; M.M. Olivetti, «El problema de la comunidad ética», en J.C.
Scannone (ed.), Sabiduría popular, símbolo y filosofía. Diálogo internacional en tor-
no de una interpretación latinoamericana, Buenos Aires, 1984, 209-222.
22 . Cf. M. Casalla, «Lo prohibido y lo posible. El problema del límite en la
sociedad tecnológica avanzada», en la obra, ya citada: S. Barbosa (et al.), De Caín a
la clonación, 165-207.
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30. Lo supera en cuanto que, habiendo pasado por dicho giro, no se queda sólo
en lo meramente hermenéutico o pragmático, sino que se abre a un nuevo modo de
plantear la filosofía primera o metafísica, asumiendo lo que —a mi entender— quie-
ren decir expresiones como «la superación de la metafísica» (Heidegger) o «pensa-
miento postmetafísico» (Habermas). Sobre el particular, cf. el primer capítulo de
este libro.
31. Como ejemplos, ver AE, 15, 191, etc.
32. Ibíd., 14, 192 ss., etc.
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38. Sobre esos dos modos del mal según Lévinas, cf. C. Chalier, «Ontologie et
mal», en Emmanuel Lévinas. L’éthique comme philosophie première. Colloque de Cerisy-
la-Salle sous la direction de Jean Greisch et Jacques Rolland, París, 1993, 63-76.
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5. Cf. M. Heidegger, «Das Ding», en íd., Vorträge und Aufsätze, op. cit., 163-181.
En «Die Gründung», sin usar la palabra Geviert, lo dibuja como representación del
Ereignis, cf. íd., Gesamtausgabe III, Bd. 65, Beiträge zur Philosophie (Vom Ereignis),
Frankfurt a.M., 1989, 310.
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1.2.1. Lévinas
13. Cf. E. Lévinas, Totalité et Infini. Essai sur l’extériorité, La Haya, 1961, 125.
14. Ibíd., 145.
15. Ibíd., 126.
16. Ibíd., 267.
17. Entre otros textos, cf. Autrement qu’être, op. cit., 14, 183 ss., etc.
18. Cf. íd., Totalité et Infini, op. cit., 21.
253
19. Ver el relato andino de «Un dios miserable y un pueblo demasiado feliz», en
A. Ortiz Rescaniere, De Adaneva a Inkarrí (Una visión indígena del Perú), Lima,
1973, 61-66.
20. Cf. E. Lévinas, Totalité et Infini, op. cit., 147.
21. Ibíd., 129.
22. Sobre su contraposición —en este punto— a la filosofía latinoamericana,
cf. L. Costa Santos: «O Sagrado e o Santo: notas preliminares ao diálogo intercultural
J.C. Scannone - E. Levinas», en L.C. Susin, M. Fabri, P.S. Pivatto y R. Timm de
Souza (orgs.), Éticas em diálogo. Levinas e o pensamento contemporâneo: questôes e
interfaces, Porto Alegre, 2003, 145-166.
254
255
256
34. Ibíd.
35. Ibíd., 20. Sobre los temas de Dios y de la religión en su relación con el
«estar», ver también: C. Cullen, «El problema de Dios en el hombre actual», en íd.,
Reflexiones desde América. I: Ser y estar. El problema de la cultura, Rosario, 1986,
103-117.
36. Cf. id., Fenomenología de la crisis moral, op. cit., p. 20.
37. Ibíd., 19.
38. Ibíd.
39. Ibíd., 20.
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48. Cf. M. Heidegger, «Zeit und Sein», en íd., Zur Sache des Denkens, Tübingen,
Niemeyer, 1969, 1-25, en especial, p. 23.
49. Cf. J.-L. Marion, Étant donné, op. cit., libro V. Ver también: id. «La paradoja
de la persona», Mensaje 50 (2000), 21-27 (el original apareció en Études n.º 3.914
[oct., 1999]). Sobre la Revelación y su fenomenología no condicionada ni por el
sujeto trascendental ni por un horizonte fenomenológico a priori, cf. íd., «Filosofia
e Revelazione», Studia Patavina, 36 (1989), 425-443.
50. Marion dice esto último. Las dos afirmaciones anteriores corren por mi
cuenta.
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51. Sobre esos atributos divinos, cf. Tomás de Aquino, Summa Theologica,
I pars, quaestio 8ª.
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65. Cullen llega a decir: «Culturalmente, Dios no “es” ni “existe”. Y así, aunque
no “es” o existe, Dios está»; o bien: «en la religión Dios “está-siendo”, y no solamente
está». Ver íd., Reflexiones desde América. I, op. cit., respectivamente, 104 y 113.
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HACIA EL FUTURO
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275
cia una utopía realizable», Stromata, 51 (1995), 75-88; y «La religiosidad en los
albores del tercer milenio», en Fin de siglo. Boletín de la Biblioteca del Congreso de la
Nación, n.º 119 (1996), 123-132. Acerca de la globalización, cf. mi estudio: «La glo-
balización como hecho e ideología», en J. Scannone (et al.), Argentina: alternativas
frente a la globalización, Buenos Aires, 1999, 253-290.
2. Sigue presentando una buena caracterización de la modernidad Abel
Jeannière en «Qu’est-ce la modernité», Études, 373 (1990), 499-510.
3. Cf. P. Ricoeur, Finitude et culpabilité. II: La symbolique du mal, París, 1960, 326.
4. Cf. J.M. Mardones, «Desde la secularización a la desinstitucionalización reli-
giosa», en M. Fraijó y J. Masiá (eds.), Cristianismo e Ilustración. Homenaje al profe-
sor José Gómez Caffarena en su setenta cumpleaños, Madrid, 1995, 125-148; sobre
ese punto y los inmediatamente siguientes, ver también mi trabajo: «La nueva cul-
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26. Cf. Documento de Puebla, n.º 448. En el texto salteé la frase: «Cristo y Ma-
ría», que se aplica especialmente al catolicismo popular, pero no a otras religiones.
27. Para Manuel Marzal, no pocas formas (v.g. del cristianismo andino) que
desde fuera se consideran sincréticas, son inculturaciones o indigenizaciones del
Evangelio: ver la «Introduçâo Geral» del libro: M. Marzal (et al.), O Rosto Indio de
Deus, Sâo Paulo, 1989, 11-33, en especial: pp. 30 ss.; así como su libro: El sincretismo
iberoamericano, Lima, 1985.
286
28. Señalo los gérmenes de esa nueva síntesis, que ya se están dando, en mi
trabajo: «El comunitarismo como alternativa viable», en L. Mendes de Almeida (et
al.), El futuro de la reflexión teológica en América Latina, Bogotá, 1996, 195-241, en
especial: pp. 210 ss. y 223 ss.; allí cito asimismo mi artículo: «El papel del catolicis-
mo popular en la sociedad latinoamericana», Stromata, 44 (1988), 475-487, que en
muchos de sus análisis y reflexiones sigue vigente.
29. Riccardo Petrella y el grupo de Lisboa llegan a proponer un «contrato cul-
tural» de diálogo y tolerancia entre culturas (y religiones) en esta época de globali-
zación; ver su obra: Los límites de la competitividad, Buenos Aires, 1996, 193 s.;
sobre un «contrato» entre las diferentes religiones, cf. ibíd., 169.
30. Cf. A. González, «Fundamentos filosóficos de una civilización de la pobre-
za», Xipe totek. Revista de filosofía y ciencias sociales (Guadalajara, México), 7
(1998), 60. El autor añade en nota: «La regla se encuentra en el Mahabharata
hinduista, en el Udanavarga budista, en el confucianismo, en el taoísmo, en el
islam y en Mateo 7, 12».
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A. Fresia, SDB
Libros
En colaboración
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Artículos
a) Filosofía
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b) Teología
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302
I
PROLEGÓMENOS
Cap. 1. Metafísica y religión ..................................................... 17
Cap. 2. De la fenomenología de la religión en América
Latina a una filosofía inculturada de la religión ............... 35
II
ACCESOS
Cap. 3. Identidad personal, alteridad interpersonal
y relación religiosa ............................................................... 81
Cap. 4. Dios desde las víctimas. Contribución para
un «nuevo pensamiento» ..................................................... 103
Cap. 5. Construcción de un mundo más humano,
conversión social al otro y concurso divino ...................... 131
III
LENGUAJE
Cap. 6. El lenguaje de la religión y sus variaciones ................ 163
Cap. 7. De más acá del símbolo a más allá de la práctica
de la analogía. El lenguaje de la teología filosófica .......... 187
IV
RELECTURAS
Cap. 8. El límite, el infinito y lo prohibido ............................. 231
Cap. 9. ¿Habita Dios entre los hombres? ................................ 247
V
HACIA EL FUTURO
Cap. 10. La religión a inicios del siglo XXI: ambigüedades,
tensiones, conflictos ............................................................. 275
303