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Sexualidad y Violencia Lectura Desde El Psicoanalisis

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OTROS TÍTULOS PUBLICADOS

LUIS SEGUÍ LUIS SEGUÍ


SEXUALIDAD Y VIOLENCIA
Colección CONEXIONES
Lierni Irizar Una mirada desde el psicoanálisis SEXUALIDAD
Y VIOLENCIA
Lo que no se dice
Uno de los grandes logros del movimiento feminista hoy es, sin duda,
Colección La Otra Psiquiatría

SEXUALIDAD Y VIOLENCIA • LUIS SEGUÍ


que la palabra de las mujeres está siendo escuchada como nunca
José María Álvarez
antes, y también porque ha incorporado al catálogo de la violencia
Estudios sobre la psicosis machista las variadas y múltiples formas de acoso verbal y moral. Una mirada desde el psicoanálisis
Estudios de psicología patológica Pero, al mismo tiempo, en algunos sectores de dicho movimiento
Hablemos de la locura se muestra una tendencia totalitaria que sataniza a los hombres,
José María Álvarez y Fernando Colina sin matices, otorgando credibilidad a las denuncias —judiciales o
Las voces de la locura extrajudiciales— formuladas por quienes afirman haber sido víctimas Luis Seguí (Buenos Aires, Argentina)
Rafael Huertas de alguna forma de acoso o agresión sexual, poniendo la creencia por Abogado, con estudios complementarios de
historia, ciencias políticas y psicoanálisis. Su
Otra historia para otra psiquiatría delante de las pruebas.
militancia en Argentina le puso en la mira de la
David Pujante La corrección política al uso impone el sintagma violencia de género represión, por lo que tuvo de abandonar su país
Oráculo de tristezas. La melancolía en su por delante y por encima de la diferencia sexual. Si el sexo tiene que ver en 1976, pocos meses después del golpe militar
historia cultural encabezado por el general Jorge Rafael Videla.
con la biología, el género se revela como un constructo cultural, ante
Desde 1978 reside en Madrid y ejerce
Javier Carreño y Kepa Matilla el cual los diferentes modos de gozar —gais, lesbianas, bisexuales, la profesión de abogado.
Cosas que tu psiquiatra nunca te dijo transexuales, intersexuales, andróginos, queer, etc.— ponen en evidencia En el año 2000 participó en la fundación de la
Carlos Fernández Atiénzar que no existe ni ha existido nunca una sexualidad señalada como un Escuela Lacaniana de Psicoanálisis del Campo
Melancolía. Clínica y transmisión destino en virtud de las diferencias anatómicas de los sujetos. Freudiano (ELP); en el 2016 intervino en las
generacional XIII Jornadas de La Otra psiquiatría, y en las
Como es habitual en los ensayos del autor, a la primera parte del II Xornadas de la Asociación Galega de Saúde
Colección + Otra texto, dedicada principalmente a la reflexión teórica, se suma una Mental (AEN). En 2020 acudió como invitado
Fernando Martín Aduriz segunda parte, donde se comentan una serie de casos criminales en a las XI Jornadas de la Asociación Aragonesa
de Salud Mental-AEN.
La ansiedad que no cesa los que los pasajes al acto se estudian desde una óptica acorde con
Vinculado al ámbito de la judicatura en su
Ignacio Iglesias Colillas las categorías psicoanalíticas.
doble condición de abogado y psicoanalista,
¿Qué significa analizar? ha participado como invitado en cursos y
Gustavo Dessal El lector que se aproxime a estas páginas dispondrá de elementos que le seminarios organizados por el Servicio de
permitirán tener una visión amplificada del momento actual: el discurso Formación Continua del Consejo General del
Inconsciente 3.0 Poder Judicial, y por diversas asociaciones de
psicoanalítico, las aportaciones de la historia, la incidencia del movimiento
José María Álvarez feminista y la doctrina jurídica. Todo ello convierte a este ensayo en un jueces y magistrados.
Principios de una psicoterapia de la instrumento muy útil para entender las claves de los impases de nuestra época. Ha publicado: España ante el desafío
psicosis multicultural (2002), Sobre la responsabilidad
Rosa López criminal: psicoanálisis y criminología (2013)
Gerardo Arenas
y El enigma del mal (2016). Es colaborador
Una vía práctica para sentirse mejor habitual de la revista Letra Internacional, en
la que ha publicado numerosos artículos.

CONEXIONES

CONEXIONES
SEXUALIDAD Y VIOLENCIA
Una mirada desde el psicoanálisis

LUIS SEGUÍ

Prólogo de Rosa López

Epílogo de Vicente Palomera

CONEXIONES
Créditos

Colección CONEXIONES

Título:
Sexualidad y violencia – Una mirada desde el psicoanálisis

© Luis Seguí, 2021


© Del Prólogo: Rosa López, 2021
© Del Epílogo: Vicente Palomera, 2021

© De esta edición: Pensódromo SL, 2021

Diseño de cubierta: Lalo Quintana

Esta obra se publica bajo el sello de Xoroi Edicions.

Editor: Henry Odell


e–mail: [email protected]

ISBN ebook: 978-84-124690-8-0


ISBN print: 978-84-123372-4-2

Cualquier forma de reproducción, distribución,


comunicación pública o transformación de esta
obra solo puede ser realizada con la autorización
de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.
Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos
Reprográficos, www.cedro.org) si necesita
fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de
algún fragmento de esta obra.
Índice

Prólogo................................................................................. 9

Exordio............................................................................... 13
Agresividad y violencia................................................... 29
Hombres y mujeres: lógicas diferentes......................... 57
Maltratadores y asesinos................................................. 73
Feminismos........................................................................ 87
«La manada» y los estragos de la pulsión................... 109
Sexualidad, crimen y locura.......................................... 133
Un depredador................................................................ 155
Un delirio con tragedia anunciada............................... 173
El goce sin ley de Josep Fritzl....................................... 181
De la corrección política y sus vigilantes................... 195

Epílogo – Esa violencia que no cesa............................ 207


Sobre el autor.................................................................. 213
Para Gloria
Prólogo
Rosa López

El lector que se aproxime a estas páginas


dispondrá de elementos que le permitirán tener una
visión amplificada del momento actual: el discurso
psicoanalítico, las aportaciones de la historia, la
incidencia del movimiento feminista y la doctrina
jurídica. Todo ello convierte a este ensayo en un
instrumento muy útil para entender las claves de los
impases de nuestra época.
Freud nos advirtió que si empezamos cediendo
en la palabra acabaremos cediendo en la cosa misma.
Siguiendo esta lógica es crucial tomar partido en la
elección de los significantes con los que nombrar los
actos violentos, y especialmente aquellos que guardan
una relación con la sexualidad, aunque desde el
psicoanálisis nos preguntaríamos si es que hay
algún acto que no surja directa o indirectamente de
la perversión intrínseca a la sexualidad humana.
Porque somos seres hablantes, lo sexual se aparta de
la regulación natural que le proporciona el instinto
y se hace inevitablemente sintomático. No hay

| 9
Sexualidad y violencia

normalidad sexual ni proporción entre los sexos, y


es sobre esta ausencia que se originan todos los goces
y también todos los saberes que, en vano, intentan
definir una sexualidad imposible de representar.
Cuando Jacques Lacan fue invitado a impartir su
enseñanza en la Facultad de Derecho inició la primera
intervención del seminario Aún, ante un público de
psicoanalistas y juristas, diciendo que para transmitir
su discurso iba a suponerlos en una cama de pleno
empleo, es decir, una cama ocupada por dos que gozan,
afirmando que tanto el psicoanálisis como el derecho
tratan de saber cómo hacer con el goce. El psicoanálisis
centra toda su investigación en el campo de ese goce
que en el ser hablante está más ligado al sufrimiento que
al placer y que da origen a los más diversos síntomas.
Para el derecho se trata de regular, repartir o castigar lo
tocante al goce. En definitiva, el goce del ser hablante
nunca es el que conviene porque además de atentar
contra el bienestar es completamente inútil.
Volvamos al uso de las palabras y sus consecuencias.
En estas páginas el autor rechaza la expresión «violencia
de género» eligiendo «violencia contra la mujer» o
«feminicidio». Esta decisión disminuye la ambigüedad
que disuelve en la amplitud de la categoría de género
lo absolutamente particular de la violencia que se
dirige a las mujeres por ser mujeres. Si apelamos a lo
«absoluto» es para enfatizar la falta de relación o de
comparación con las violencias que afectan a otros
colectivos, tal y como defiende una ideología que
encubre la negación de esta tragedia incluyéndola en
la violencia general.
Por otra parte, recuperar la historia es fundamental
para iluminar el presente, y cuando lo que está en juego
es el lugar de la mujer a lo largo de la historia, nos
encontramos con los mayores excesos del mal-decir

10 |
Prólogo

unidos a las mayores atrocidades del mal-tratar. La


filosofía de Aristóteles tomó a la mujer como un varón
fallido; el cristianismo la vio como un instrumento al
servicio de Satanás y la condenó a la hoguera. Son solo
dos ejemplos que muestran la punta de un iceberg que
perdura. La historia no cesa de darnos pruebas del
rechazo a lo femenino por parte de los hombres y, lo
que es más paradójico, también de las propias mujeres.
Pero las pruebas históricas solo registran el fenómeno
sin explicar su fundamento. Es necesaria la aportación
de otros discursos que den cuenta de las causas y que
traten las consecuencias. En este sentido el discurso
jurídico y el psicoanalítico se dan cita ante el mismo
objeto pero, en general, se desconocen profundamente.
Estamos ante una relación paradójica, que podríamos
definir como una suerte de unión en la diferencia o de
implicación-disyunción porque, si bien convergen
sobre la misma cuestión, divergen en su manera
de interpretarla. El lenguaje jurídico está abierto a la
interpretación aunque esta se pretenda restrictiva, y el
debate sobre las sentencias judiciales acaba siendo más
etimológico que ético.
Freud descubrió la fuerza incoercible de la
pulsión que escapa al control del propio sujeto y
que no se deja domeñar por las normas jurídicas
ni adoctrinar por la educación, por eso llegó a
plantear que hay tres profesiones imposibles:
educar, gobernar y psicoanalizar. Educar, gobernar,
psicoanalizar y también juzgar son profesiones
que tropiezan inevitablemente con lo imposible de
formalizar porque en el despliegue de su propio
desarrollo generan siempre un resto heterogéneo
que no se deja absorber y que impide que el par
problema-solución se cierre limpiamente. Es por
ello que la amenaza de castigo fracasa como freno

| 11
Sexualidad y violencia

preventivo para el violento, y que, en ocasiones, el


goce de la víctima la lleve a aferrarse a aquello que la
destruye. El psicoanalista reconoce que en su práctica
tiene que operar asumiendo que siempre quedará un
resto imposible de curar que no puede ser eliminado.
Esta asunción de lo imposible le permite llevar al
analizante a reconocer el hueso de su síntoma y a
partir de eso saber hacer otra cosa que sufrirlo.
Cuando el agente que ejerce una de las praxis
mencionadas no consigue asumir la imposibilidad
sufre por su impotencia y se defiende abusando
del poder que detenta. El educador, enfrentado a la
imposibilidad de una transmisión completa del saber
hace uso del adoctrinamiento, el psicoanalista de la
sugestión, el gobernante de la represión policial, el
juez de una autoridad excesiva.
El psicoanálisis basa su práctica en la diferencia
absoluta de cada sujeto mientras que el jurista busca el
«para todos igual» de la ley, excluyendo la subjetividad
y, en ocasiones, esto le lleva a desentenderse de las
sutilezas o a enredarse con las mismas, como queda
demostrado en las páginas de este libro dedicadas
a las resoluciones judiciales de crímenes contra la
mujer que se han hecho famosos y que son narrados
con todo lujo de detalles.
Más allá de las reglas están los principios éticos
que orientan cada praxis, pero es más difícil guiarse
por la responsabilidad del acto que por protocolos
establecidos. A fin de cuentas, a todos nos tranquiliza
tener un amo que nos dirija. Sin embargo, tanto
el analista como el juez, enfrentados al acto que
les corresponde, están solos y deben asumir las
consecuencias.
Madrid febrero 2021

12 |
Exordio

…nunca se sabe adónde se irá a parar por


ese camino; primero uno cede en las
palabras y después, poco a poco, en
la cosa misma.

Sigmund Freud

El patriarcado, en palabras de la historiadora


Gerda Lerner, es una creación histórica elaborada por
hombres y mujeres en un proceso que tardó casi 2 500
años en completarse. El criterio básico con el que se
debe comenzar cualquier teorización del pasado
—explica esta autora desarrollando la perspectiva
iniciada por Mary Beard— es que hombres y
mujeres construyeron conjuntamente la civilización.
Asumiendo estas premisas surgen de inmediato
dos conclusiones: al negar el carácter ahistórico al
patriarcado, hay que admitir al menos como hipótesis
que no tiene porqué durar eternamente; y no menos

| 13
Sexualidad y violencia

importante, el patriarcado es un sistema en cuyo


origen y consolidación a través de milenios han
tomado parte los hombres y las mujeres, aunque se
trate de una relación asimétrica que deja a las mujeres
un papel subordinado. Como sucede siempre con los
procesos históricos la ley va por detrás de la realidad
social, de modo que cuando un hecho es objeto de
normativización jurídica es porque su existencia se ha
convertido en un problema que afecta al grupo. No
cabe duda acerca de que el rol subordinado asignado
a la mujer es anterior a la institucionalización del
patriarcado, pero la minuciosidad con la que tanto
en el Código de Hamurabbi como en la legislación
mesoasiria se regula la conducta sexual, aplicando
mayores restricciones a la mujer que a los hombres,
da cuenta de hasta qué punto el control de la
sexualidad femenina pasó a ser una cuestión de
Estado: esposas, concubinas, esclavas y prostitutas
tenían sus respectivos espacios claramente definidos
en la estructura social, así como los castigos aplicables
a los infractores, siempre más leves si se trataba de
sujetos masculinos.
Entonces, como hasta no hace demasiado tiempo
entre nosotros, la dominación masculina tanto en el
ámbito doméstico como en el conjunto de la sociedad
estaba consagrada por la costumbre y la tradición,
por la naturaleza, casi siempre respaldada por algún
mandato divino. En la era de la hipermodernidad,
donde impera lo que Jacques-Alain Miller describió
como el «desorden de lo real», presenciamos lo que
se ha dado en llamar la «implosión del género»1 en
sus diferentes variaciones, una pluralización que de
pronto aparece como ilimitada y que hace obstáculo

1.  Sinatra, E.: «La implosión del género», Tiresias, 29/09/2014.

14 |
Exordio

a la categorización, dado que los distintos modos


de goce impiden actualmente establecer un límite
preciso entre lo masculino y lo femenino: gays,
lesbianas, bisexuales, transexuales, intersexuales,
andrógino, sin género, género fluido, queer, y los
que vayan surgiendo2, muestran que no existe ni ha
existido nunca una sexualidad marcada como destino
por las características anatómicas de los sujetos.
Ahora se sabe que la anatomía no es el destino. En
otras palabras, mientras que el sexo tiene que ver
con la naturaleza el género es una construcción
cultural, «de lo que somos en términos de plan de
vida, de autobiografía» como sostiene Irene Greiser3,
y como tal producto social está sometido a cambios,
adecuaciones, rectificaciones, redefiniciones, por lo
que en aquellos países que han sido adelantados en
legislar sobre la materia —en particular España y
Argentina4— la utilización del significante «género»
como eje vertebrador de las relaciones entre hombres
y mujeres ha estado acompañado de polémica. Y ello
tanto por la circunstancia de que la multiplicidad de
los modos de goce de cada sujeto desborda el concepto,
como por la evidencia de que la violencia machista que
tiene a las mujeres como víctimas principales también
extiende su radio agresivo a otros colectivos —gays,
transexuales, minorías étnicas— que no pueden
encuadrarse en un género determinado, como sucede

2.  Las opciones que ofrece Facebook a los usuarios para hacer su elección
de objeto sexual en la red supera el medio centenar.
3.  Greiser, I.: Sexualidades y legalidades. Psicoanálisis y derecho, Paidós, Buenos
Aires, 2017, p.. 89.
4.  En España la Ley Orgánica 1/2004 de «Medidas de Protección Integral
contra la Violencia de Género», complementada con el «Pacto de Estado en
Materia de Violencia de Género» en 2017, cuya completa aplicación está aún
pendiente. En Argentina la «Ley de Matrimonio Igualitario» promulgada
en 2010, y de «Identidad de género» en 2012.

| 15
Sexualidad y violencia

con los niños y adolescentes víctimas de la paidofilia,


sean chicos o chicas. Como acertadamente señala
Gerda Lerner:

«Género» es la definición cultural del comportamiento


que se define como apropiado a cada sexo dentro
de una sociedad determinada y en un momento
determinado. El género es un conjunto de papeles
sociales. Es un disfraz, una máscara, una camisa de
fuerza dentro de la cual hombres y mujeres practican
una danza desigual5.

Por esta razón, en estas páginas no se utilizará la


expresión violencia de género, sino violencia contra
la mujer o feminicidio, abordando de manera separada la
violencia ejercida contra personas de otros colectivos
cuando aquella aparezca directa o indirectamente
relacionada con la condición o elección sexual de la
víctima. Por otro lado existen situaciones de hecho
que exceden el ámbito de aplicación de la Ley de 2004
—que define la violencia de género como aquella que
se ejerce contra la mujer «por el hecho de serlo»—,
dejando sin respuesta a la violencia «intragénero»,
donde una mujer agrede a su pareja o ex pareja
también mujer, o cuando una mujer agrede al hombre
que era o es su partenaire, aunque estos casos no
parezcan estadísticamente significativos. Resulta por
lo tanto pertinente la observación de Álex Grijelmo en
su Propuesta de acuerdo sobre el lenguaje inclusivo6 sobre
la insuficiencia de la letra de la ley porque aunque

[…] no se nombra de qué género se trata […], pero

5.  Lerner, G.: La creación del patriarcado, Katakrak, Pamplona, 2017, p.. 349.
6.  Grijelmo, A.: Propuesta de acuerdo sobre el lenguaje inclusivo, Barcelona, 2019.

16 |
Exordio

todos sobreentendemos por el contexto que es una


violencia que ejercen los varones7.

Como ha demostrado la experta en neuroimagen


cognitiva Gina Rippon8, no existe un cerebro
femenino diferente del masculino9, y la utilización
del género epiceno para aludir a hombres y mujeres
sin necesidad recurrir al manido lenguaje inclusivo
y aludiendo —constante y cansinamente— a ellos y
ellas, algo que no debiera entenderse como una
discriminación de la mujer, aunque adoptar este
criterio pueda ser objeto de críticas por parte de los
militantes de la corrección política, ignorantes de que
el desdoblamiento altera la economía del idioma —y
la belleza— de una lengua hermosa y precisa, como
ha señalado muy recientemente el director de la Real
Academia Española.
En suma, como bien ha señalado Eric Laurent,
jugar con el poder del significante con la vana ilusión
de neutralizar las diferencias —la sexual, entre otras—
no es sino una manera de velar la no relación sexual:

[…] la inclusión de la escritura inclusiva es a este


precio. Se apoya en el hecho de que el significante
como tal puede borrar la diferencia sexual10.

7.  En diciembre de 2019 el pleno de la Real Academia Española comenzó


a debatir si la Constitución debería modificarse, y en qué apartados, para
que su lenguaje sea más igualitario con las mujeres. La cuestión clave está
en si —como oficialmente la Academia ha sostenido desde el año 2012— en
español el masculino es el género inclusivo, por lo que al expresar «todos
los españoles» se incluye a las mujeres.
8.  Rippon, G.: El género y nuestros cerebros, Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2020.
9.  Rodríguez, C.: «Gina Rippon: Cada cerebro es diferente y refleja la vida
que ha tenido», La Vanguardia, 06/03/2020, https://bit.ly/2O3cM3Y.
10.  Laurent, E.: «Observaciones sobre tres encuentros entre el feminismo
y la no relación sexual», El Psicoanálisis, núm. 35, Febrero 2020, p.. 122;
disponible en https://bit.ly/3lURC4y.

| 17
Sexualidad y violencia

Siguiendo el criterio sostenido por la Real


Academia Española y entidades similares de otras
naciones hispanohablantes, tampoco se empleará el
morfema –e, enseña del género neutro, cuyo uso es
aún muy limitado. Teniendo en cuenta —como lo
ha señalado Beatriz Sarlo— que los cambios en la
escritura y el habla no dependen de las decisiones
académicas ni pueden ser impuestos desde la calle, la
incorporación de dicho morfema al habla común y a
la escritura parece estar en una etapa muy prematura
y lejos de consolidarse.
Para el psicoanálisis la elección del sexo atraviesa
lo natural y los sujetos pueden situar su cuerpo de
un lado o de otro, más allá de su destino anatómico,
porque «la sexualidad misma ha sido subvertida en la
especie humana por la sexuación»11, lo que significa que
en el inconsciente freudiano no está inscrita en modo
alguno la diferencia de lo que es ser mujer o ser hombre.
Lo que hay son hombres y mujeres. El psicoanálisis
ha desarrollado un corpus teórico, sustentado en su
práctica, alrededor de la elección de objeto: hay hombres
y hay mujeres, y al mismo tiempo se constatan múltiples
elecciones de objeto intransferiblemente personales, y
de las que cada uno ha de hacerse responsable, en tanto
cada cual tiene el derecho de elegir de qué lado de las
fórmulas de la sexuación decide ubicar su cuerpo. La
circunstancia de que la ley permita que cada quien
pueda corregir su identidad sexual, contrariando la
que recibió en su organismo, no hace sino confirmar
la premisa psicoanalítica que sostiene que hay una
elección sexuada —aunque sea inconsciente—, pero
que la misma exige el consentimiento de cada parlêtre
para ratificarla o rectificarla.

11.  Sinatra, E.: «La implosión del género», op. cit.

18 |
Exordio

II
La historia no es un tema reservado a
unos pocos profesores solitarios en
sus bibliotecas. Es una actividad
ciudadana, compartida, y no ser capaz
de pensar de forma histórica hace que
seamos todos ciudadanos empobrecidos.

Mary Beard

La convicción ideológica que sostiene la creencia en la


superioridad masculina sobre la mujer es transcultural,
está presente en sociedades y culturas muy diferentes,
y por lo que respecta a la tradición judeocristiana ha
encontrado apoyo en los desarrollos teológicos y
filosóficos de los Padres de la Iglesia12, en muchos casos
convertidos en doctrina oficial. Si para Aristóteles
la mujer es un varón fallido cuya mayor virtud era
permanecer callada, los escritos de Agustín de Hipona y
varios siglos más tarde los de Tomás de Aquino —ambos
en la línea de reconciliar el pensamiento aristotélico con
la doctrina cristiana— comparten la opinión de que la
mujer no solo es inferior al hombre en todos los sentidos,
sino que es el instrumento preferido por Satanás para
corromper y llevar a los hombres al pecado. Femina est
mas occasionatusr, repetirá Santo Tomás siguiendo al
Estagirita: la mujer es un macho fallido. San Agustín,
por su parte, en De civitate Dei explica que la razón por
la que el Diablo tentó a Eva y no a Adán, es porque
siendo la mujer «la parte inferior de la primera pareja
humana» sería más crédula y fácil de seducir; y en El

12. Tal y como se denominan los sacerdotes, teólogos y escritores


eclesiásticos cristianos —obispos en su mayoría—, que entre los siglos I y
VIII elaboraron un conjunto de doctrinas consideradas un testimonio de la
fe y la ortodoxia del cristianismo.

| 19
Sexualidad y violencia

matrimonio y la concupiscencia el mismo Agustín sentó


una doctrina acerca de la vida sexual aceptada tanto en
el cristianismo romano como en el reformado, que se
ha mantenido vigente mil quinientos años. Para él —al
que bien podría describirse como un auténtico obseso
sexual—, como siglos más tarde para Santo Tomás,
toda relación consumada que no tuviera el propósito
de procrear era condenada como un pecado de
lascivia. Si los genitales, en palabras de Agustín, eran
los instrumentos de transmisión del pecado original,
fundante de la naturaleza caída del hombre, no debe
extrañar la importancia que a estos órganos le atribuyen
los redactores del Malleus maleficarum —literalmente,
«El martillo de las brujas»—, publicado en Alemania
en 1487, escrito por los monjes inquisidores dominicos
Heinrich Kramer y Jacob Sprenger. Bendecido por una
bula del Papa Inocencio VIII, se convirtió en el auténtico
texto canónico sobre la brujería, adoptado por católicos
y protestantes.
Para Kramer y Sprenger el motivo por el que la
brujería es ejercida mayoritariamente por mujeres —un
hecho comprobado por la experiencia empírica, según
los autores—, radica en lo que consideran la esencia
de la naturaleza femenina. Apoyándose en numerosas
citas y referencias, desde Séneca, para quien «una mujer
ama u odia; no hay tercera alternativa […] Cuando
una mujer piensa a solas, piensa mal»; o Terencio,
que sostiene que «en lo intelectual, las mujeres son
como niños»; o en el mismísimo Ecclesiasticus XXV:
«No hay cabeza superior a la de una serpiente, y no
hay ira superior a la de una mujer», concluyen que
toda la brujería se origina en el apetito carnal, que en
las mujeres es insaciable: adúlteras, fornicadoras y
concubinas del demonio, que infectan de brujería el
acto venéreo y la concepción del útero por diversos

20 |
Exordio

medios: bien llevando a los hombres a una pasión


desenfrenada, o su contrario, obstruyendo su fuerza de
gestación; destruyendo la capacidad de gestación
de las mujeres; provocando abortos, y ofrendando los
niños al demonio. Estas elucubraciones, producto del
fanatismo religioso, la ignorancia y los prejuicios, no
fueron sin embargo obra de unos sujetos desprovistos
de sutileza o finura intelectual, desconocedores de
la condición humana; muy al contrario, en consonancia
con el axioma de que tanto el pensamiento como la
palabra o la obra pueden ser fuente de pecado, hay
páginas en el Malleus que revelan un profundo saber
sobre la emergencia del deseo, la concupiscencia, y la
importancia que el imaginario y la pulsión escópica
tienen en la atracción erótica.
El siniestro período histórico atravesado por
la caza de brujas —cuyas víctimas eran por lo
general mujeres de pueblo que actuaban fuera de
norma, desafiando la domesticación impuesta desde
los poderes eclesiástico y civil—, es un ejemplo
especialmente brutal de hasta qué punto el amo,
como señalara Michel Foucault, necesita ejercer el
control de las almas, pero también el dominio sobre
los cuerpos. Es la época de la biopolítica. Que aún
hoy se sigan utilizando significantes injuriosos como
bruja, furcia, puta o zorra dirigidos a las mujeres, y
que no sea infrecuente que un hombre rocíe con un
líquido inflamable a una mujer y la queme —como
se hacía con las brujas, atribuyendo al fuego una
función purificadora del pecado—, son los trágicos
resabios de aquella construcción teológico-política
medieval que resiste al pensamiento ilustrado y al
impresionante avance que en el reconocimiento de
sus derechos ha conseguido el feminismo durante el
último siglo y medio. Sin exagerar se puede afirmar

| 21
Sexualidad y violencia

que el enigma que encierra la mujer en su cuerpo hace


de este un objeto privilegiado de sacrificio por parte del
hombre, que tiene que imprimir en él su marca. «El
Otro, a fin de cuentas […] es el cuerpo […] hecho para
escribir algo que se llama marca» señala Lacan13. Y
agrega al respecto Eric Laurent:

[…] eso va de las cosquillas a la marca violenta.


Debe también añadirse, en lo feminicidios, el ácido
que permite marcar el cuerpo que se desfigura. En el
feminicidio podríamos hablar de una absolutización
ordinaria del goce que viene a velar el agujero de la
no relación sexual14.

La ley, que siempre va por detrás de la realidad


social, se muestra impotente para regular el goce —
un concepto fundamental en psicoanálisis desde que
Jacques Lacan lo pusiera en circulación—, ese goce en
ocasiones mortal del que están poseídos los hombres
que agreden a mujeres con las que están o han estado
sentimentalmente relacionados, agresiones que
van de lo verbal a lo físico y que en determinadas
circunstancias llegan a provocar la muerte de la
víctima. Está empíricamente comprobado que en este
tipo de crímenes, caracterizados por la liberación
de una pulsión homicida y la renuncia a respetar
los límites que la ley impone al goce, la amenaza
de castigo que establecen las leyes penales carece
del efecto disuasorio que sí puede operar en otros
sujetos y en otros tipos delictivos. Cuando está en
juego el odio como pasión, toda reflexión acerca de
las consecuencias que su acción pueda deparar, no
13.  Lacan, J.: Seminario 14 (1967)., «La lógica del fantasma» (inédito)..
14.  Laurent, E.: «Observaciones sobre tres encuentros entre el feminismo y
la no relación sexual», op. cit., p. 120.

22 |
Exordio

detiene al agresor. De ahí que a esta clase de crímenes


se les calificara tradicionalmente en la doctrina, la
jurisprudencia y la crónica de sucesos como “crímenes
pasionales”. De ese modo se pone el acento en los
hipotéticos motivos que pudieran impulsar la acción
del ejecutor, se deja en un segundo plano o, pura y
simplemente, se ignora a la víctima, hasta el punto
que —como se expresa en el artículo 21.3ª causa
del Código Penal vigente en España— quien mata
«por causas o estímulos tan poderosos que hayan
producido arrebato, obcecación u otro estado pasional
de entidad semejante» puede alegar esa circunstancia
como un atenuante de su responsabilidad criminal.
Es pertinente interrogarse acerca de porqué, a
pesar del avance del feminismo prácticamente en
todo el mundo occidental, con el consiguiente
reconocimiento social y legal de los derechos de la
mujer, esta circunstancia parece volverse contra ellas
a juzgar por el hecho de que la violencia machista no
solo no ha menguado sino que parece incrementarse,
incluso considerando las diferencias existentes en
los diferentes países. ¿Se trata de la reacción de unos
sujetos masculinos desvirilizados y a la defensiva,
reacios a ceder los privilegios que han caracterizado
su posición durante siglos? ¿Sería una explicación
aceptable para este fenómeno acudir a la tercera ley de
Newton, de que toda acción genera una reacción
de igual o parecida fuerza contraria, pese a que no
se trata de física sino de lazos sociales? Es evidente
que muchos hombres perciben como una ofensa la
conquista de derechos igualitarios por las mujeres y
se sienten agraviados por esta situación, pero mientras
que la gran mayoría de estos supuestos humillados se
refugian en una suerte de resistencia pasiva —lo que
no excluye expresiones más o menos puntuales de lo

| 23
Sexualidad y violencia

que se ha dado en denominar micromachismo—, otros


muchos defienden agresivamente lo que consideran su
derecho a imponer su voluntad de dominio sobre la
mujer. Es imposible cuantificar con exactitud el número
de mujeres maltratadas que hay en nuestro país —y
seguramente en cualquier otro—, con excepción de
las que nutren la estadística debido a que han tenido
un final trágico, y de aquellas que se han atrevido a
denunciar a sus maltratadores y viven para contarlo.
Pero sobrevivir al maltrato no es, sin embargo, una
garantía de cara al futuro.
Se podría afirmar con total seguridad que,
prácticamente, todas las mujeres responderían
negativamente a la pregunta de si disfrutan —o
disfrutarían— siendo maltratadas, y sin embargo,
un buen porcentaje de ellas viven cotidianamente
la agresividad y la violencia en diversos grados
sin reaccionar, lo que muestra las paradojas que a
veces existen en los lazos amorosos. Es una realidad
comprobada que, en determinados casos, una relación
amorosa entre un hombre y una mujer se sostiene en
base a una tensión agresiva que no excluye cierto
grado de violencia física, a veces recíproca. Si bien
estas situaciones deben ser abordadas una por una,
no siempre este modo violento de amarse estaría
incluido en el campo de las perversiones.
¿Cuántas mujeres maltratadas por sus parejas,
exparejas, o por hombres con quienes han tenido
un encuentro ocasional se atreven a denunciarlos? Y aun
así, ¿cuántas de ellas sostienen la denuncia ante los
magistrados de los Juzgados de Violencia? ¿Y cuántas
retiran la denuncia antes de ser siquiera citadas por
estos Juzgados?
Hay innumerables casos en los que, dictada por la
justicia una orden de alejamiento del maltratador de

24 |
Exordio

la víctima y la prohibición de comunicarse con ella por


cualquier medio —lo que se llama un perímetro de
seguridad—, es la misma denunciante la que quebranta
esa orden o permite que el denunciado lo haga, y en
no pocas ocasiones vuelven a vivir juntos. No pocas
veces se ha intentado una explicación simplista —y
equivocada, además de injusta— de estos casos, incluso
por parte de profesionales del mundo psi, que quiere
ver en esas actitudes aparentemente conformistas
de las víctimas un cierto masoquismo, que sería
propio de la posición femenina, una hipótesis que
el psicoanálisis rechaza. Sostenerse en el lugar de
sufrimiento en situaciones de malos tratos, como se
sostienen muchas mujeres, parece dejar en evidencia la
ineficacia de las campañas y exhortaciones tendentes
a promover las denunciar y concienciar a las víctimas
reales o potenciales, y para las que ni la ley por sí sola
ni el esfuerzo de los encargados de aplicarla —jueces
y fiscales especializados, policías, integrantes de los
equipos psicosociales— operan como un muro eficaz
de contención. Paralelamente, es difícil describir
el desánimo y la frustración que muchas mujeres
amenazadas por la violencia machista sienten ante
cada asesinato —una tragedia que a veces incluye
a los niños— cuando el hecho pone en evidencia
un error en la valoración del riesgo por parte de las
autoridades, o fracasa la implementación de medidas
eficaces de protección para quien ha denunciado
debido a la ausencia de coordinación entre las
diferentes instancias administrativas y judiciales.
Gracias al empuje de los movimientos feministas
y —según en qué países— la sensibilidad de
los poderes públicos, la violencia y las diferentes
modalidades de acoso contra las mujeres han adquirido
a partir del comienzo de este siglo una relevancia y una

| 25
Sexualidad y violencia

trascendencia mediática como nunca antes habían


alcanzado, hasta el punto que podrían reconocerse
como una rama especializada de la criminología.
Combatirlos sin tregua es una exigencia política
y moral, evitando los excesos inquisitoriales que
convierten a los hombres en general como objetivos a
batir, sin olvidar que la agresividad y la violencia en
diversos grados están presentes en todos los ámbitos
de la vida y que, como el mal, no pueden erradicarse
por completo. La historia de las sociedades humanas
—es decir, desde que hay sujetos hablantes, sexuados
y mortales— muestra que la violencia es inherente a
la condición humana, y que esta no predispone
a los hombres a la contención voluntaria de las
pulsiones. De ahí que la ley, como límite al goce y a la
prepotencia de lo real, es un requisito imprescindible
para garantizar la convivencia. Todos quienes forman
un grupo social deben pagar un alto precio en forma
de malestar a cambio de esa contención pulsional y,
aunque el llamado proceso civilizatorio ha generado
la ilusión de que la mayor parte de la humanidad ha
hecho suyos unos principios morales que sus miembros
asumen y respetan de buen grado, en realidad no se trata
más que de eso: una ilusión. Así, el hecho constitutivo
del malestar de los sujetos con la ley es la existencia
misma de esa ley, que se les impone tanto como un
fenómeno estructural como por ser la encarnación
simbólica-institucional del discurso del amo.
En un texto de hace casi cien años, Sigmund
Freud advirtió que difícilmente se debería al azar
que las tres obras maestras de la literatura de todos
los tiempos trataran el mismo tema, el parricidio; y
citaba Edipo Rey, de Sófocles, Hamlet, de Shakespeare,
y Los hermanos Karamazov, de Dostoievski, señalando

26 |
Exordio

además que en las tres quedaba al descubierto como


motivo del crimen la rivalidad sexual por la mujer15.
El sexo y la violencia comparten ambos cierta
vecindad con la muerte.
Y aunque hombres y mujeres responden a lógicas
diferentes, en cuanto a lo sexual, cada uno debe hacer
una elección, independientemente de si se es hombre
o mujer, una cuestión para cuya elucidación Jacques
Lacan inventó el neologismo sexuación, desplegando
las correspondientes fórmulas para explicar el
posicionamiento y las estrategias con las que cada
uno se confronta con lo que el mismo Lacan definió
como las tres pasiones del ser: el odio, el amor y la
ignorancia.

15.  Freud, S. : «Dostoievski y el parricidio (1928 [1927])», El porvenir de una


ilusión. El malestar en la cultura y otras obras (1927-1931), Obras completas, Vol.
XXI, Amorrortu editores, Buenos Aires, 2006, p. 185.

| 27
Agresividad y violencia

No se puede prescindir de la violencia para


acabar con la violencia.
Pero precisamente por eso la
violencia es interminable.

René Girard

En las páginas finales del seminario 3, Las psicosis,


Lacan destaca que el hombre está poseído por el
discurso de la ley, y con él se castiga en nombre de esa
deuda simbólica que —nos dice— el sujeto no cesa de
pagar en su neurosis. ¿Cómo pudo ser —se pregunta
retóricamente— que se produjera esa captura, cómo entra
el hombre en esa ley, que le es ajena y que, como animal,
nada tiene que ver? Para Lacan la respuesta está
en el mito del asesinato del padre, construido por
Freud, ante el cual el hombre debe comparecer como
culpable. Si bien para Lacan la hipótesis freudiana del
asesinato del padre de la horda no podía admitirse

| 29
Sexualidad y violencia

como un hecho histórico, realmente acontecido, al


retomar Tótem y tabú le otorgó a ese crimen primordial
el valor de un mito que explicaría la emergencia de la
tríada castración-culpa-ley; y, si en el Génesis se cita
a Caín, el hijo mayor de Eva, como el primer asesino
de la historia, para Lacan la verdad profunda que
contiene el mito freudiano

[…] es demostrar en el crimen primordial el origen


de la Ley Universal […] haber reconocido que con la
Ley y el Crimen comenzaba el hombre16.

Todo mito es, en efecto, un relato, y aunque su


origen se pierda en la noche de los tiempos sin que
sea posible fijar con precisión el instante fundacional,
hay en sus comienzos un acontecimiento cierto
al que las generaciones sucesivas han seguido
enriqueciendo con leyendas acerca de los
personajes y las situaciones que aseguran su
continuidad atravesando las distintas épocas. Qué
acontecimiento dio lugar a la ficción posterior de
la que un mito determinado se reviste, y qué pasos
se han seguido en el proceso de transformación con
el que se presenta, son parte del misterio, del enigma
que siempre lo rodea —de ahí que Lacan definiera el
enigma como una enunciación sin enunciado—, en
cuyo fondo hay algo implicado: se trata, en palabras
del mismo Lacan, de la verdad. El mismo Freud
diferenciaba por una parte lo que llamaba la verdad
histórico-material, lo realmente acontecido, de la
verdad histórico-vivencial, sustentada en un retorno
de procesos sobrevenidos en el acontecer histórico
primordial de la familia humana, olvidados de
16.  Lacan, J.: «Funciones del psicoanálisis en criminología», Escritos 1. Siglo
Veintiuno Editores, México, p.. 122.

30 |
Agresividad y violencia

antiguo, pero que ejercen sobre los seres humanos


un efecto de verdad17. Jacques-Alain Miller, por su
parte —en ocasión de una intervención suya en el
año 2008 en la Facultad de Derecho de la Universidad
de Buenos Aires— haciéndose eco de las palabras de
Lacan, expresó que «nada es más humano que el
crimen» una constatación que ya estaba presente en
los clásicos griegos y latinos y en infinidad de obras
posteriores a Sófocles, Shakespeare y Dostoievski;
en una carta que Joseph Conrad envió a su amigo
Cunningham Graham en el año 1899, sostenía que
«la sociedad es esencialmente criminal, si no fuera
así no existiría».
Agresividad y violencia no son sinónimos, aunque
la imprecisión mediática y el habla vulgar tiendan a
confundirlas y en ocasiones no resulte sencillo establecer
el límite que separa una y otra. Incluso quienes están
profesionalmente obligados a expresarse con rigor
—quienes hacen las leyes y quienes las aplican—
contribuyen a la confusión, hasta el punto de que en
los llamados «delitos contra la libertad e indemnidad
sexuales» tipificados en el Título VIII del Código Penal
español, el criterio interpretativo de los magistrados no
siempre coincide al tiempo de enjuiciar unos hechos
en los que está en juego la indemnidad de la víctima.
Sin duda contribuye a la confusión reinante entre
los operadores jurídicos la deficiente redacción de los
artículos que contienen la descripción de las conductas
que conforman una agresión, un abuso o una coacción.
La agresividad es común a todos los seres vivos, y por
lo que se refiere a los sujetos hablantes, sexuados y
mortales se trata de una encrucijada estructural en la

17.  Freud, S. : «Moisés y la religión monoteísta (1939 [1934-38])», Moisés y la


religión monoteísta, Esquema del psicoanálisis, y otras obras (1937-1939), Obras
completas, Vol. XXIII, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1997, p. 56.

| 31
Sexualidad y violencia

que —como señalara Lacan en su texto «La agresividad


en psicoanálisis»—:

[…] se manifiesta en una experiencia que es subjetiva


por su constitución misma […] aparece como una
tendencia correlativa de un modo de identificación
que llamamos narcisista18,

y en la que juega un papel fundamental la enajenación


de sí mismo revelada en el estadio del espejo.
Abundando en esta cuestión, de la que Lacan ya se había
ocupado en La familia —un texto de 1938— empleando
como ejemplo la hostilidad y la celotipia entre los
hermanos, en el instante en el que el individuo se fija
en una imagen que lo enajena, emerge

[…] la tensión conflictual interna que determina el


despertar de su deseo por el objeto del deseo del
otro: aquí el concurso primordial se precipita en
competencia agresiva, y de ella nace la tríada del
prójimo, del yo y el objeto19.

En otras palabras, se desea aquello que el Otro tiene, y


de lo que se quiere desposeerlo, aunque sea mediante
la fuerza.
Semejante configuración imaginaria de la
agresividad no tiene necesariamente que derivar
en violencia; de hecho, esa agresividad primaria es
generalmente reconducida de tal modo que la inmensa
mayoría de quienes integran el grupo social adaptan
su comportamiento a las normas que les vienen
impuestas por el discurso del amo, interiorizando
el principio de autoridad impulsado por el superyó,
18.  Lacan, J.: «La agresividad en psicoanálisis», Escritos 1, op. cit., p. 102.
19.  Idem, p. 106.

32 |
Agresividad y violencia

liberándose así de la «angustia social» generada por


la amenaza de castigo. Diez años más tarde de «La
agresividad en psicoanálisis», Lacan volverá sobre la
relación entre una y otra señalando que

Para recordar cosas inmediatamente evidentes, la


violencia es ciertamente lo esencial de la agresión,
al menos en el plano humano. No es la palabra,
incluso es exactamente lo contrario. Lo que puede
producirse en una relación interhumana es o la
violencia o la palabra. Si la violencia se distingue en
su esencia de la palabra, se puede plantear la cuestión
de saber en qué medida la violencia propiamente
dicha —para distinguirla del uso que hacemos del
término agresividad— puede ser reprimida, pues
hemos planteado como principio que solo se podría
reprimir lo que demuestra haber accedido a la
estructura de la palabra, es decir, a una articulación
significante. Si lo que corresponde a la agresividad
llega a ser simbolizado y captado en el mecanismo
de lo que es represión, inconsciencia de lo que es
analizable e incluso, digámoslo de forma general, de
lo que es interpretable, ello es a través del asesinato
del semejante, latente en la relación imaginaria20.

Esa agresividad imaginaria se ve reconducida,


en la generalidad de los casos, hacia la socialización,
mediante la internalización de los valores impuestos
por el discurso del amo, empujados por el superyó, ante
el cual la amenaza de castigo satisface un rol liberador
de lo que Freud denominaba «angustia social».
Lacan abordó tempranamente en su enseñanza
la diferencia, no siempre nítida, que existe entre la
20.  Lacan, J. (1957-1958): El Seminario. Libro 5: Las formaciones del inconsciente,
Paidós, Buenos Aires, 1999, p. 468.

| 33
Sexualidad y violencia

agresividad y la violencia, a la que se identifica con el


pasaje al acto. En ocasión de su seminario dedicado a
Los escritos técnicos de Freud, dictado entre los años 1953-
1954, alude a un comentario de Jean Hyppolite sobre la
Verneingung planteándose un interrogante retórico:

¿No sabemos acaso que en los confines donde la


palabra dimite empieza el dominio de la violencia,
y que reina allí, incluso sin que se la provoque?21

sugiriendo que la violencia está ahí en potencia,


latente, transformándose en acto en ausencia de la
palabra. El mismo Lacan retomará esta cuestión en
el curso desplegado entre los años 1957-1958, en el
Seminario Las formaciones del inconsciente.
Sin embargo, la experiencia muestra que en
demasiadas ocasiones el pasaje al acto sobreviene sin
pasar siquiera por la palabra y que, aun estando presente
la palabra, esta no basta para conjurar la violencia,
porque el cruce de significantes entre los interlocutores
no garantiza en absoluto que el enunciado y la
enunciación sirvan a un propósito común. A diferencia
del manido dicho de que «hablando se entiende
la gente», lo cierto es que la gente no se entiende,
precisamente, porque habla, y el hablar está en relación
con la dimensión de la verdad, que es misteriosa,
inexplicable, y que tiene estructura de ficción, como
se verifica en particular en el discurso jurídico, cuyo
fundamento es la búsqueda de la verdad. El efecto
de ficción que este discurso evoca en la teatralidad de
los procedimientos judiciales —explotado ad nauseam
en las películas y las series televisivas— no hace más
que poner en evidencia la insuficiencia del lenguaje, la
21.  Lacan, J. (1953-1954): El Seminario. Libro 1: Los escritos técnicos de Freud.,
Paidós, Buenos Aires, 1981.

34 |
Agresividad y violencia

imposibilidad de encerrar en palabras todos los hechos


y la subjetividad de los protagonistas, y que exhibe su
impotencia cuando pretende eliminar las paradojas
y contradicciones. Lacan señala esta paradoja en el
Seminario Aún, al decir que

[…] todavía hoy al testigo se le pide que diga la


verdad, solo la verdad, es más, toda si puede, pero
por desgracia ¿cómo va a poder? Le exigen toda la
verdad sobre lo que sabe, pero en realidad lo que
se busca, y más en cualquier otro en el testimonio
jurídico, es con qué poder juzgar lo tocante a su goce.
La meta es que el goce se confiese, y precisamente
porque puede ser inconfesable. Respecto a la ley
que regula el goce, esa es la verdad buscada22.

Nuestro mundo se caracteriza por producir más


malestar del que los sujetos pueden consumir, es
decir, soportar, sin volverse locos, entendiendo
por locura las manifestaciones individuales y
colectivas más diversas, incluidas las que tienen las
mayores apariencias de normalidad y racionalidad.
Desde que Lacan pusiera patas arriba el cogito
cartesiano que inauguró la filosofía racionalista,
contemporáneamente a lo que Gastón Bachelard
identificó como el nacimiento del espíritu científico,
reemplazándolo por el axioma «o no pienso o no soy»,
sabemos que no todo lo que un sujeto dice o hace
puede ser explicado racionalmente; de ahí que cuando
el pensamiento racional choca con la imposibilidad
de comprender las innumerables acciones humanas
que se muestran carentes de sentido, lo único que
puede decirse es que, en efecto, no lo tienen si se las
22.  Lacan, J. (1972-1973): El Seminario. Libro 20: Aun., Paidós, Buenos Aires,
2006, p. 111.

| 35
Sexualidad y violencia

contempla con las anteojeras del racionalismo. De


hecho, el inconsciente no tiene que ver con el sentido
sino con el sinsentido, con la falla y la división
subjetiva, independientemente del hecho de que no
todos los síntomas pasan por el inconsciente y que
cada sujeto goza a su manera.

II

En El malestar en la cultura, Freud identificaba


las tres principales fuentes de padecimiento que les
impedía a los seres humanos conseguir la dicha:

[…] la hiperpotencia de la naturaleza, la fragilidad


de nuestro cuerpo y la insuficiencia de las normas
que regulan los vínculos recíprocos entre los
hombres en la familia, el Estado y la sociedad23.

En cuanto a las dos primeras constataba la


impotencia del hombre para dominarlas por completo,
e incluso se anticipa al anunciar que los avances de
la ciencia y las técnicas —con ser gigantescos— no
han hecho a los hombres más felices. Por lo que se
refiere a la insuficiencia de las normas jurídicas para
controlar y sublimar las pulsiones, apunta como
un factor de desengaño la persistencia de lo que
denomina lo «anímico primitivo», un factor que para
él es imperecedero en el sentido más pleno, contra el
que la conversión de la fuerza bruta original en
derecho se muestra solo parcialmente eficaz. Y luego,
la desoladora conclusión de que

23.  Freud, S. (1927-1931): «El malestar en la cultura (1930 [1929])», El porvenir


de una ilusión, El malestar en la cultura, y otras obras (1927-1931), op. cit., p. 85.

36 |
Agresividad y violencia

[…] el ser humano no es un ser manso, amable, a


lo sumo capaz de defenderse si lo atacan, sino que
es lícito atribuir a su dotación pulsional una buena
cuota de agresividad. En consecuencia, el prójimo
no es solamente un posible auxiliar y objeto sexual,
sino una tentación para satisfacer en él la agresión,
explotar su fuerza de trabajo sin resarcirlo, usarlo
sexualmente sin su consentimiento, desposeerlo de su
patrimonio, humillarlo, infligirle dolores, martirizarle
y asesinarle24.

Contra las malas inclinaciones del hombre no


bastan la educación, la cultura y mucho menos
la amenaza de castigo, le escribirá Freud a Albert
Einstein en 1932, insistiendo en que ni esa amenaza
ni el reproche social son suficientes para evitar
que los hombres liberen esa hostilidad primaria y
recíproca que pervive a través de los tiempos, una
opinión claramente tributaria del pensamiento de
Thomas Hobbes. Si el hombre es un lobo para el
hombre —homo homini lupus—, para los pensadores
contractualistas como Hobbes, la sociedad debió de
fundarse sobre un pacto para que los hombres dejaran
de matarse unos a otros, delegando en una autoridad
que estuviera por encima del grupo la administración
de la violencia y el castigo a los transgresores. El
mito del asesinato del padre inventado por Freud
y la consiguiente instauración de la prohibición del
asesinato y el incesto convierten estos preceptos
del tabú en el primer derecho, surgido de lo que
Walter Benjamin denomina violencia fundadora para
distinguirla de la violencia conservadora, destinada a
garantizar la preservación del orden social.

24.  Idem, p. 108.

| 37
Sexualidad y violencia

La comunicación enviada por Albert Einstein a Freud


—que hizo también extensiva a otras personalidades
mundiales de la ciencia y la cultura— transmitía un
angustiado interrogante, a la vista de la situación política
europea: ¿cómo evitar una próxima guerra? La respuesta
de Freud no podía ser más pesimista con respecto a la
influencia que pudieran ejercer los defensores de las
ideas frente a la fuerza, y la impotencia demostrada por
la Liga de las Naciones. Escribe:

Se yerra en la cuenta si no se considera que el


derecho fue en su origen violencia bruta y todavía
no puede prescindir de apoyarse en la violencia
[…] son dos cosas las que mantienen cohesionada
a una comunidad: la compulsión de la violencia
y las ligazones de sentimiento —técnicamente se
las llama identificaciones— entre sus miembros.
Ausente uno de esos factores, es posible que el otro
mantenga en pie a la comunidad25.

Resulta extremadamente interesante detenerse en


esta afirmación freudiana acerca de los dos factores
que estima como determinantes para mantener unida
una comunidad humana, porque, atendiendo al
hilo del discurso y al contexto en el que se formula
admite más de una lectura. En efecto, Freud se
sirve de ejemplos históricos tomados de la polis griega
y de las ciudades italianas durante el Renacimiento
para concluir que en ciertos casos la inclinación a la
violencia y la guerra puede ser neutralizada, al menos
parcialmente, por un ideal compartido por la mayoría

25.  Freud, S.: «¿Por qué la guerra? (Einstein y Freud) (1933 [1932])», Nuevas
conferencias de introducción al psicoanálisis, y otras obras (1932-1936), Obras
completas, Vol. XXIII, Amorrortu editores, Buenos Aires, 2013, p. 85

38 |
Agresividad y violencia

que refuerce el affectio societatis. Pero, la conclusión que


extrae al tiempo de redactar su respuesta es que

[…] no existe una idea a la que pudiera conferirse


semejante autoridad unificadora. Es harto evidente
que los ideales nacionales que hoy imperan en los
pueblos los esfuerzan a una acción contraria26.

De los ejemplos que utiliza se deduce que la


guerra ha sustituido como elemento unificador a
las identificaciones, y que la vía para recuperar el
sentimiento de unidad pasa por un desplazamiento
del odio y la ferocidad localizándola en el Otro, un
enemigo —real o construido ad hoc— que siempre
funciona como un factor de cohesión interno. Sin
embargo, al observar que la ausencia de uno de
los dos elementos no supone necesariamente la
destrucción de la comunidad, pareciera que Freud
está concediendo un peso igualmente importante a la
compulsión a la violencia como a las identificaciones,
esto es, las ligazones de sentimiento, los afectos, para
«mantener a la comunidad en pie».
La constatación de que un debilitamiento de las
identificaciones, o incluso la desaparición de los
afectos recíprocos entre los miembros de un grupo
social hasta el punto de transformarse en una crisis
que amenace la existencia misma del grupo, puede
hacer emerger la violencia en la modalidad descrita
por Benjamin —como un factor conservador de la
cohesión— ejecutada desde el poder institucional
legítimamente constituido, o bien como un ejercicio
de pura fuerza impuesta por un poder fáctico
dispuesto a quebrar la legalidad en aras de mantener

26.  Freud, S.: «¿Por qué la guerra? (Einstein y Freud) (1933 [1932])», op. cit., p. 192.

| 39
Sexualidad y violencia

la comunidad en pie. Si una sociedad se basa en la


ley, tal y como lo expresa el axioma ubi societas
ibi jus —donde hay sociedad hay derecho—, y una
comunidad se sostiene en el amor, la situación ideal es
que una y otro operen conjuntamente como un factor
de cohesión en un grupo social determinado o, dicho de
otro modo, que ambos sirvan al fortalecimiento de los
lazos sociales. Cuando los imperativos del superyó
se han inscrito en la subjetividad, es decir, cuando la
mayoría de los sujetos que integran la sociedad han
incorporado las normas que regulan la convivencia,
las instituciones que los mismos hombres se han dado
son el marco dentro del cual se resuelven los conflictos,
pero como advierte Jacques-Alain Miller, cuanto más se
apunta a la norma más debe el sujeto pagar el precio
del retorno del amo. Por el contrario, se puede constatar
que la declinación del padre —enunciada y anunciada
por el psicoanálisis desde hace mucho tiempo— tiene
su correlato en lo que el magistrado y profesor de la
École National de la Magistrature de Francia, Denis
Salas, ha descrito como un proceso de «desimbolización
de las instituciones»; un debilitamiento y en ciertos
casos incluso una desaparición total o casi total no solo
de la fuerza simbólica de las instituciones, sino de las
instituciones mismas en las que el amo se encarna. En
circunstancias críticas, inestables, se impone un real, que
por definición es sin ley, donde los registros imaginario-
simbólico-real que aun precariamente se mantenían
anudados mediante la apelación a la ley y al significante
paterno-institucional quedan desanudados.
Nunca la advertencia de Lacan de que no se
puede hacer la clínica del sujeto sin hacer al mismo
tiempo la clínica de la civilización, ha tenido tanta
vigencia como en la actualidad, en la medida en que
para abordar la subjetividad de la época es necesario

40 |
Agresividad y violencia

conocer el contexto en el que esa subjetividad emerge.


El orden social capitalista percibe que la sexualidad
y el crimen, considerados ambos como espacios
esencialmente problemáticos, deben ser estrechamente
controlados a fin de que no se desborden hasta el
punto de amenazar la estabilidad del sistema, porque
—como ha observado René Girard— al igual que la
violencia, el deseo sexual tiende a proyectarse sobre
unos objetos de recambio cuando el objeto que lo
atrae permanece inaccesible: el deslizamiento de
la violencia a la sexualidad, y de la sexualidad a la
violencia, se efectúa con gran facilidad en ambos
sentidos, y el ejemplo más extremo y brutal de este
binomio lo ofrecen las violaciones masivas ejecutadas
por los vencedores sobre las mujeres de los vencidos
en los conflictos bélicos, un arma de guerra utilizada
sin distingos por todos los bandos. Como quiera
que la dinámica propia del desarrollo capitalista se
nutre de una masa de consumidores obedientes, y la
acumulación cada vez mayor de recursos en un polo
privilegiado habitado por los más ricos profundiza
más y más el abismo de la desigualdad, es posible
constatar una suerte de empuje al goce —alguien
diría a la perversión generalizada—, a la satisfacción
inmediata, de tal modo que la proximidad del sujeto
con el objeto es el síntoma de la época: quienes pueden
consumen, y quienes no pueden acceder a los gadgets
y los productos que ofrece el mercado —para obturar
la castración, dirá Lacan— agreden, hacen un pasaje
al acto como una manera perversa de sostenerse
atentado contra lo real-corporal: la exigencia de goce
se traduce en nuevas formas de violencia y agresión.
Esto supone que debemos tomar muy en cuenta
el «efecto crisis», que no es solo económica, con la
consiguiente sensación de incertidumbre y miedo no

| 41
Sexualidad y violencia

ya al futuro sino incluso al presente, y que se percibe


—en palabras de Freud— como un fenómeno de
angustia social: no conseguir trabajo, o temor a perder
el que se tiene, aunque sea mal pagado; sacrificar una
buena formación aceptando empleos por debajo de
la cualificación, o marcharse a otro país, o integrarse
en las filas del precariado, que es un eufemismo para
nombrar la pobreza y la exclusión, a los sujetos resto
que el sistema tritura.

III
…no hay más que eso, el lazo social.

Jacques Lacan

En sus cuatro discursos, Lacan desplegó las


diferentes modalidades que concebía de la relación
con el Otro, que representan diferentes formas de
lazo social. Entre ellos, el discurso del amo es el que
proporciona sustento a las instituciones, promueve
las identificaciones y las diferencias, funda los
grupos, homogeneizando y segregando los goces.
Decir lazo social no significa, por tanto, aludir a la
sintonía armoniosa y al amor como afecto, sino
también al odio y la ambivalencia de sentimientos,
a fenómenos de identificación colectiva como el que
Freud estudia en Psicología de las masas y análisis del
yo, pero también a la violencia y la guerra. Como
señala Christiane Alberti, cuando Lacan habla del
lazo social es para llamar la atención de que no se
trata solo de un fenómeno de palabra, sino que son
cuerpos hablantes los que están concernidos; un
discurso que hace lazo y que permite mantener a los
cuerpos juntos, allí donde su goce genera segregación.

42 |
Agresividad y violencia

El lazo social atravesado por la violencia funciona


como regulador de las relaciones entre individuos
y grupos, refuerza la estratificación —la jerarquía
establecida entre las clases y sectores sociales— o
lucha por subvertirla. Esto se observa claramente
entre aquellos colectivos más castigados por la
desigualdad, donde la pretensión del amo de erigirse
en una suerte de «padre social» ha fracasado, y los
excluidos se identifican con el síntoma desarrollando
una especie de comunitarismo identitario que desafía
las imposiciones de la moral y las reglas de juego del
poder, exhibiendo su marginalidad como un atributo.
Los habitantes de las favelas brasileñas, los ranchitos
colombianos o las villas miseria argentinas, no se
articulan a través de significantes y mediaciones
simbólicas como la ley, sino que las relaciones dentro
del grupo y de este con el mundo exterior opera en
forma de una altísima «condensación de goce» cuyas
consecuencias —frecuentemente trágicas— son
asumidas como normales, como un riesgo inherente
a su posición de sujetos.
Hay situaciones en las que la violencia se presenta
directa, brutalmente, y hay estados de violencia que en
ocasiones preceden o anuncian el desencadenamiento
de la violencia abierta, hasta ese instante latente.
Cuando se instala con carácter estable lo que
vulgarmente se define como un «clima de violencia»,
generalmente esto da cuenta de un malestar social
que puede desembocar en un estallido, a menos que
el poder que representa el amo y los grupos que se
enfrentan a él consigan reformular la funcionalidad
de los lazos sociales hasta entonces vigentes. En
determinadas circunstancias el grado de violencia
latente se conjuga en términos de pactos no escritos
entre quienes —al menos formalmente— representan

| 43
Sexualidad y violencia

el poder coactivo del Estado, y ciertos colectivos, en


algunos casos organizados y en otros informales, cuya
mera existencia constituye un desafío al orden social
y sin embargo es tolerada en la medida en que sus
acciones no traspasen ciertos límites. Un ejemplo es el
fenómeno del funk brasileño, la música que nació en las
favelas de Rio de Janeiro a finales de los años ochenta
y que se ha extendido a San Pablo, donde reina en
el barrio irónicamente bautizado como Paraisópolis,
donde se dan cita negros y blancos pobres para bailar
y escuchar las canciones con letras provocadoras en
las que se glorifica a los narcotraficantes y se insulta a la
policía. No se paga entrada, se mercadea y consume
abiertamente marihuana y cocaína, y la policía se
mantiene alejada aunque ocasionalmente interviene
para hacer ver que no ha perdido por completo el
control de la situación. En los hechos funciona como un
caos organizado donde el verdadero control lo ejerce
el autodenominado Primer Comando de la Capital,
considerado el mayor grupo criminal de América
Latina, con vínculos con la Camorra napolitana y la
N´drangheta calabresa. Se calcula que el PCC tiene
unos 35 000 miembros —se llaman hermanos entre sí—
organizados en una estructura muy jerarquizada, con
sus propios «tribunales de justicia» para imponer su
ley tanto entre sus miembros como contra quienes les
disputan su territorio. La represión violenta y sistemática
de las manifestaciones culturales de origen africano,
localizadas principalmente en las zonas habitadas por
negros y blancos pobres, son parte de una política de
Estado en Brasil tendente a contener dentro de ciertos
límites las periódicas explosiones de protesta social
a fin evitar su deriva violenta. Paradójicamente,
durante la pandemia del Covid-19 que arrasó —
literalmente— el país durante el año 2020, ante la

44 |
Agresividad y violencia

inopia de las autoridades estatales y federales, fue el


PCC quien se ocupó de disciplinar a la población a
fin de evitar una mayor extensión del virus, tanto en
las favelas de San Pablo como en Rio de Janeiro. Un
fenómeno similar se ha dado en El Salvador —uno de
los países más violentos del mundo—, donde son las
maras las que imponen su autoridad de facto para que la
gente no se exponga rompiendo el confinamiento en un
país que cerrará el año 2020 con 20 muertos cada 100 000
habitantes. No son los únicos países donde son los
criminales quienes aseguran un orden que les garantiza
que su clientela no se pierda por culpa del virus.
Lo que ocurre dentro de las siempre saturadas
prisiones latinoamericanas es otro ejemplo de hasta
qué punto los lazos sociales que vinculan —aún
a su pesar— a guardianes y presos, obedecen a un
acuerdo recíproco de no agresión, a pesar de que
periódicamente sobrevienen estallidos de una
violencia salvaje en los que las principales víctimas
son los internos, sea porque se matan entre sí o
sea porque se amotinan y son reprimidos por los
carceleros. Como en todo universo concentracionario,
la prisión se rige por sus propias leyes, que los
funcionarios por un lado y los presos organizados
con sus propios líderes por otro, se ocupan de hacer
cumplir, hasta el punto de que entre los muros de
muchas de estas prisiones hay un espacio en el patio
controlado por los internos que funciona como una
pequeña ciudad donde muchos presos conviven con
sus mujeres e hijos pequeños, disponiendo de tiendas
bien surtidas donde se mercadea con toda clase de
sustancias, se ejerce la prostitución sin cortapisas
y los jefes de cada banda negocian el reparto de
poder interno. El enorme crecimiento de las Iglesias
evangélicas y la gran influencia que han adquirido

| 45
Sexualidad y violencia

en Latinoamérica, desplazando en muchos países


a la Iglesia católica, se hace sentir también en las
prisiones, donde predicadores de estos credos han
tomado prácticamente el relevo de los guardianes.
En Brasil, algunos gobiernos estatales han cedido el
control de algunos centros penitenciarios en los que,
aunque la dirección oficial la lleva un funcionario, la
relación directa con los presos está a cargo de pastores
que predican el Evangelio al tiempo que organizan
talleres de trabajo con la mano de obra reclusa,
convirtiendo la cárcel en una fábrica que produce
beneficios económicos. El Panóptico proyectado
a finales del siglo XVIII por Jeremy Bentham, que
propuso al gobierno británico que le dejasen organizar
el funcionamiento de las prisiones prometiendo que,
además de seguras serían muy rentables, hecho
realidad. En Argentina los predicadores evangélicos
también han implantado su influencia en algunos
centros penitenciarios, compartiendo espacio con las
transas carcelarias que regulan las relaciones entre los
internos y de estos con los guardias.
La violencia como instrumento funcional a los lazos
sociales es tan antigua como las sociedades humanas.
Se trata de un fenómeno que exige revisar el concepto
de convivencia, que en demasiadas ocasiones se
identifica con una paz social que nunca ha existido. La
convivencia no tiene que ser necesariamente armónica,
aunque el uso de este concepto —al que se atribuye
un efecto taumatúrgico en consonancia con la buena
conciencia impuesta por el discurso del amo— es tan
discutible como el de la socorrida tolerancia. Como
destaca el historiador británico J. H. Elliott,

La violencia era sin duda una forma de vida normal


a comienzos de la Edad Moderna y se consideraba

46 |
Agresividad y violencia

la guerra como una institución aceptada, más que


como una desgraciada aberración de un largo ciclo
de paz. Fueron la imposibilidad de resolver los
problemas económicos y sociales creados por la
superpoblación, junto con el colapso del consenso
religioso de Europa y la fortuita debilidad de
muchas monarquías, los factores que habían creado
una situación en la que el Estado no era ya capaz de
cumplir la función que se esperaba de él de reducir
la violencia a unos niveles aceptados27.

Los Tratados de Westfalia, firmados a lo largo


del año 1648, pusieron fin a las llamadas «guerras de
religión» durante las cuales se cometieron tal cúmulo
de atrocidades que, por lo que concierne a Francia,
Diderot escribió que la mitad de la nación se bañaba
piadosamente en la sangre de la otra mitad. Westfalia
significó la fundación de los Estados laicos, la
separación de poderes entre el Emperador y el Pontífice
simbolizado en el axioma cuius regio, eius religió por el
que los súbditos estaban obligados a profesar la fe de
sus respectivos monarcas. Otro historiador, en este caso
norteamericano, David Nirenberg, ha estudiado en
profundidad las relaciones existentes entre las minorías
judía y musulmana en un contexto mayoritariamente
cristiano, como el imperante en la Corona de Aragón en el
siglo XIV, mostrando cómo la violencia intracomunitaria
y extracomunitaria cumplía una función estabilizadora
que garantizaba la convivencia entre los grupos bajo
el control del poder político, que cumplía una función
arbitral28. En su obra canónica, René Girard ha explicado
muy bien la relación entre la violencia y lo sagrado en
27.  Elliott, J. H.: La Europa dividida (1559-1598), Crítica, Barcelona, 2002, p. 375.
28.  Nirenberg, D.: Comunidades de violencia. La persecución de las minorías en
la Edad Media. Penísula, Barcelona, 2001. El autor analiza exhaustivamente

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Sexualidad y violencia

las sociedades primitivas, y la función del sacrificio


en aras de atemperar las consecuencias de la violencia
descontrolada recurriendo al desplazamiento como
medio de evitar el encadenamiento interminable de
venganzas personales; la catarsis sacrificial tiene como
objetivo impedir la propagación desordenada de la
violencia a cambio de soportarla en cierto grado, porque

[…] solo es posible engañar a la violencia en la


medida de que no se la prive de cualquier salida, o
se le ofrezca algo que llevarse a la boca29.

Tanto la agresividad como la violencia son


fenómenos transversales y transclínicos, lo que
significa que sus protagonistas tienen orígenes sociales
muy variados, y sus acciones pueden encuadrarse en
el marco de las diversas estructuras psicopatológicas.
Reducir la violencia a unos niveles aceptables
implica la existencia de una autoridad que cumpla una
función arbitral entre los grupos enfrentados, de tal
modo que excluya las guerras de exterminio, porque
la guerra total, en cuanto persigue la aniquilación del
enemigo, es la antítesis del lazo social, que solo se
sostiene en base a la alteridad. No hay lazo posible
sin el Otro.
De los tres elementos fundamentales, que según Max
Weber, distinguen al Estado Moderno, dos muestran
signos de estar en retroceso: la centralización del poder
y el monopolio de la fuerza, mientras que el tercero,
la burocracia como cuerpo técnico profesionalizado
imprescindible para que la maquinaria funcione, no
deja de crecer. La centralización supuso el fin de la
el papel estabilizador de la violencia y la forma que adoptaba en según qué
casos y contextos.
29.  Girard, R.: La violencia y lo sagrado. Anagrama, Barcelona, 1972, p. 12.

48 |
Agresividad y violencia

fragmentación territorial y la consiguiente pérdida de


poder de los señores feudales, debilitados al mismo
tiempo por la desaparición de los ejércitos privados
con los que se enfrentaban unos a otros, obligados a
fundirse en una única fuerza armada bajo el mando
de quien estuviera al frente del Estado. También está
en crisis el concepto de soberanía, cuyos principios
teóricos surgieron finales del siglo XVI y comienzos del
XVII gracias a pensadores como Hobbes y Locke en
Inglaterra y Bodin y Leyseau en Francia, naciones
cuya unidad estaba ya consolidada, y que a partir
de los Tratados de Westfalia se incorporó como una
propiedad más del Estado Moderno. Desplegándose
en dos direcciones complementarias, hacia dentro del
Estado manteniendo el poder unificado y centralizado,
y hacia el exterior, para regular las relaciones con las
demás naciones; la noción de soberanía incorporada
por el constitucionalismo liberal como residenciada en
la voluntad de los ciudadanos, quienes la ejercen a
través de sus representantes, choca con la complejidad
de sociedades plurales en las que se cuestiona cada vez
más la eficacia de los mecanismos de representación.
La multiplicidad de asociaciones y grupos existentes
en la sociedad civil en las que los sujetos se anudan
a través de lazos sociales muy diversos —un hecho
que en sí mismo habla de su vitalidad—, potenciados
por las posibilidades de comunicación e intercambio
que ofrecen las redes, ha transformado la relación
entre la ciudadanía y el poder convirtiendo el
sistema político en una poliarquía, lo que supone una
recolocación de las identidades y una modificación
de la relación entre la sociedad política y la sociedad
civil que conduce a una construcción transversal
de la subjetividad. Ya no es posible en un régimen
democrático tomar las decisiones que conciernen a

| 49
Sexualidad y violencia

asuntos importantes como si se tratara de un ukase,


un decreto real al que los sujetos han de obedecer
porque así lo ha decidido la autoridad, por legítima
que sea, como se ha demostrado a lo largo del último
decenio en diferentes países donde ciertas decisiones
gubernamentales han sido y son cuestionadas por la
vía de los hechos, al margen de las instituciones.
En la actualidad, en muchos países del mundo,
tanto en Occidente como en otras latitudes, asistimos
a un retroceso de los poderes centralizados, en una
relación de constante tensión con las resistencias con
las que esos poderes resisten el embate. Francia —un
paradigma de verticalidad política y administrativa—
representa un ejemplo de hasta qué punto el empuje
de movilizaciones ciudadanas que rápidamente se
transforman en protesta social, sin que obedezcan
a un liderazgo individualizado o se identifiquen
con una determinada ideología, más allá de un
vago libertarismo, pueden de pronto transformar
el panorama político. El sindicalismo francés, con
una larga tradición de lucha y una gran capacidad
organizativa se vio sorprendido por una movilización
inorgánica, sin una dirección, capaz de alcanzar una
masa crítica que ponga contra las cuerdas al poder,
como se ha comprobado con los llamados chalecos
amarillos. Algo similar ocurrió en Chile cuando las
calles fueron ocupadas durante meses por multitudes
indignadas por el aumento de la desigualdad y la
tenacidad del gobierno de derechas en mantener la
política económica diseñada durante la dictadura de
Pinochet. Estos movimientos han podido gestarse y
manifestarse gracias a la presencia de dos factores: en
primer lugar, la magnitud de la precarización y pérdida
de calidad de vida de ciertos colectivos sociales que,
sin adscribirse a una clase social determinada y gracias

50 |
Agresividad y violencia

precisamente a esa transversalidad, arrastran a otros


grupos que suman sus propias reivindicaciones a las
que dieron origen a la protesta; y en segundo lugar, el
papel alcanzado por la utilización extensiva de las redes
sociales, tanto para compartir las respectivas demandas
como para convocar las manifestaciones en las calles
con apenas minutos de antelación. El descontento por
las malas condiciones de vida en los barrios periféricos
de París y otras ciudades francesas —la malaise des
banlieues— desató en el año 2005 una violencia
destructiva espontánea por parte de sus habitantes, en
su mayoría migrantes o descendientes de migrantes,
centrada en la quema de vehículos y ataques a edificios
públicos que la policía sofocó sin contemplaciones con
una violencia represiva aún mayor.
Aunque aquellos acontecimientos no tenían en
común más que el rechazo a unas condiciones de vida
insoportables, y su carácter espontáneo e inorgánico,
junto a ciertas medidas paliativas adoptadas por
la Administración, hicieron de ellos un episodio
pasajero. Muy diferente es la naturaleza de la protesta
iniciada por los «chalecos amarillos», que pese a no
disponer de una organización ni de una dirección
unificada, ha conseguido estar presente en las calles
de las principales ciudades y muchos pueblos de
Francia —cuya violencia también se ha cebado en
la destrucción de mobiliario urbano, transportes
públicos y privados, tiendas y escaparates—, y
que finalmente ha conseguido integrarse en un
gigantesco movimiento huelguístico pacífico cuyo
detonante fue el intento gubernamental de modificar
el régimen de pensiones, en el que participan cientos de
miles de trabajadores, incluidos sectores importantes
de las clases medias. Su tenacidad reivindicativa
ha hecho retroceder al gobierno, que ha aparcado

| 51
Sexualidad y violencia

la reforma, al menos momentáneamente, aunque el


presidente Macron ha insistido en que no renunciará
a imponerla30. También en Chile el actual Gobierno de
la derecha ha debido replantearse su política social
—en especial con una mejora de las pensiones y la
revisión del coste de los estudios universitarios— y
forzado a prometer una investigación de los brutales
excesos represivos que han dejado muertos y cientos
de heridos, algunos de ellos gravemente mutilados,
además de las agresiones sexuales protagonizadas por
los Carabineros —una fuerza policial militarizada—
contra manifestantes detenidos, mientras está en
marcha el proceso de reforma de la Constitución
heredada del pinochetismo.
Aunque aún es pronto para comprobar el grado de
profundidad que sin duda tendrán los efectos sociales
y políticos —además de los económicos— desatados
por la pandemia del Covid-19 que comenzó a finales
del año 2019 y que el mundo continúa padeciendo,
nadie debería sorprenderse si en muchos países la
movilización de colectivos de humillados y ofendidos
por la precariedad y la desigualdad, por la exclusión,
el paro o sencillamente la pérdida de calidad de vida
extraigan la conclusión de que la única vía para forzar
al poder a reformular el contrato social es el empleo de
la violencia. De hecho, se constata una multiplicación
de la violencia como instrumento de acción política
en muchos países que, sin estar en guerra —como
sí lo están Siria, Yemen o Libia— grupos sociales
muy diversos llevan adelante sus reivindicaciones

30. Si en noviembre de 2019 más del 50 % de los franceses veían con
simpatía la movilización de los chalecos amarillos, a pesar de la violencia
de sus acciones, a comienzos de 2020 la percepción pudo haberse alterado a
la vista del coste humano: 2 448 manifestantes y 1.742 policías y gendarmes
heridos, algunos de gravedad, según estadísticas oficiales.

52 |
Agresividad y violencia

políticas, sociales y económicas desafiando las


prohibiciones y la represión policial, desde Hong
Kong hasta el Líbano, que está cada vez más cerca
de convertirse en un Estado fallido. Ante el empuje
de lo que Jacques-Alain Miller ha denominado la
hipermodernidad, donde el goce ha reemplazado
al ideal, parece que aún existen quienes se resisten
a que sus vidas sean dirigidas con los criterios de
la biopolítica y el neoliberalismo. Si bien no parece
probable que se plantee algo similar a una situación
revolucionaria o prerevolucionaria en los términos
que la caracterizaba Lenin a comienzos del siglo
XX, siempre hay que tener presente que cuando una
protesta social que ha alcanzado una masa crítica
se solapa con una crisis política, las consecuencias
sistémicas pueden quedar fuera de control.
Los sucesos que han conmocionado a los Estados
Unidos y a buena parte del resto del mundo después
del asesinato de George Floyd, un ciudadano negro de
46 años, por policías blancos en Minneapolis el 25 de
mayo de 2020, constituyen un buen ejemplo del carácter
explosivo que puede alcanzar una acumulación de
agravios que, en el caso de la comunidad afroamericana
se remonta hasta el año 1619, cuando desembarcaron
en Norteamérica los primeros esclavos.
El movimiento «Black Lives Matter» —Las vidas
negras importan— surgió en los Estados Unidos en
2013 en ocasión del asesinato del joven negro Trayvon
Martin por el policía blanco George Zimmerman,
que fue absuelto del crimen. Alicia Garza, una de
sus fundadoras, lo define como una reacción a la
forma en la que los ciudadanos negros son privados
sistemáticamente en su país de sus derechos humanos
básicos y de su dignidad, empezando por su propia
vida a manos de la violencia institucional representada

| 53
Sexualidad y violencia

por agentes de policía blancos. Black Lives Matter es


tributario de los movimientos precedentes, desde el
Black Power hasta la Asociación Pro Derechos de los
Afroamericanos y la cruzada iniciada por el reverendo
Martin Luther King, un movimiento transversal en
el que confluyen la protesta social que generó «Occupy
Wall Street» y la lucha feminista de «MeToo». La
circunstancia de que al asesinato de Floyd le siguieran
más muertes de ciudadanos negros a manos de
policías blancos en diversas ciudades de los EE UU no
solo ha potenciado las protestas en ese país —cuyos
cimientos originarios se basan en la esclavitud y el
exterminio sistemático de la población nativa—, sino
que las mismas se han extendido por muchos otros países
en forma de inmensa ola antirracista. La diferencia con
los demás países es que el racismo no es un fenómeno
coyuntural en EE UU, sino estructural, por lo que la
derrota de los Estados esclavistas en la Guerra Civil
que acabó en 1865 no modificó sustancialmente la
situación económica, social y política de los negros
norteamericanos, como ha quedado registrado
en la mejor literatura norteamericana desde Walt
Whitman y Henry David Thoreau —ambos activos
abolicionistas—, y continuando en el siglo XX con
Upton Sinclair, William Faulkner, Tennesse Williams,
John Dos Passos, F. Scott Fitzgerald, Sinclair Lewis,
John Steinbeck, Carson Mc Cullers, Harper Lee y
Ernest Hemingway. Y, obviamente, también entre
los escritores negros como Richard Wright, James
Baldwin, Ralph Ellison, Toni Morris, Alice Walker
y Colson Whitehead, ganador de dos Premios
Pulitzer consecutivos en 2017 y 2020. Todos ellos, y
muchos otros, han dejado en sus textos testimonios
más o menos explícitos de la discriminación racial
que les fue impuesta a los negros norteamericanos.

54 |
Agresividad y violencia

El historiador Philip Jenkins, en su Breve historia de


los Estados Unidos, relata las restricciones impuestas
para impedir el sufragio negro, complementadas a
comienzos del siglo XX con las llamadas «leyes Jim
Crow», que establecieron la segregación racial formal
y completa en todos los servicios públicos, y los
años que van desde 1890 a 1925 fueron el momento
álgido de la aplicación de la «Ley de Lynch». Recién
a partir de 1964, con la Ley de Derechos Civiles
del presidente Lyndon Johnson, quedó prohibida
la discriminación en los transportes públicos y el
empleo, aunque las limitaciones legales que impedían
la participación política de los negros se mantuvieron
hasta la aprobación, un año después, de la Ley federal
sobre el Derecho al Voto. Y como quiera que las leyes
electorales son competencia de cada Estado de la
Unión, después de las elecciones del 3 de noviembre
de 2020 en varios de los antiguos feudos esclavistas,
como Georgia, se están modificando los requisitos para
votar en desmedro de los derechos de las minorías.
Pese a las incertezas del futuro inmediato, es muy
pertinente la reflexión que en forma de interrogante
se ha formulado Olivia Muñoz-Rojas,

¿Estamos ante la aceptación cultural de la violencia


colectiva como elemento latente que contribuye a
garantizar el equilibrio de poder entre la mayoría
social y la minoría que gobierna?31

31.  Muñoz-Rojas, O.: «Los ‘chalecos’ de la ira, un año después», El País,


17/11/2019.

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Hombres y mujeres: lógicas diferentes

El goce del Otro, del Otro con mayúscula, del cuerpo del
otro que lo simboliza, no es signo de amor.

Jacques Lacan

Mientras que la lógica masculina tiene vocación


holística y tendencia a la uniformidad donde el vacío
parece no tener lugar —el igual para todos—, la lógica
femenina se rige por la excepción, independientemente
del sexo biológico. La mujer es no-toda, y por eso, en
palabras de Lacan, solo se puede mal-decirla… La
constatación de que el goce del hombre y el de la mujer
no solo son diferentes, sino asimétricos, se traduce
en el aforismo lacaniano de que la relación sexual
no existe, aunque —afortunadamente, se dirá— la
pasión, el amor y el encuentro entre los cuerpos de
unos y otras insiste gracias al deseo, que hace límite al
goce. El sexo como tal no puede fundarse sino en un

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Sexualidad y violencia

rechazo lógico del todo, nos dice Eric Laurent32. Sin


embargo, hay una singularidad en el lazo amoroso,
y es que a su contingencia se suma la relación entre
dos saberes inconscientes, donde la atracción mutua
se potencia por la falta que se le supone al partenaire
a condición de que no se quiera saber demasiado33,
porque si toca al ser, el amor se convierte en odio ante
la imposibilidad que supone no poder alcanzar nunca
a saber cómo y de qué goza el otro, una respuesta para
la que es insuficiente remitirse a la teoría freudiana
que remitía el goce como articulado al falo. Para
Lacan, por el contrario, el falo —como señala Laurent
en el texto citado— es un obstáculo: para nombrar
los efectos del goce el falo es reemplazado por la
articulación que anudan los nombres real-simbólico-
imaginario. Si el sujeto en cuestión no se resigna a
asumir esa parte desconocida del Otro, esa reserva
enigmática es susceptible de generar un el rechazo y
el odio hasta el punto de infligir un daño e incluso
la destrucción de ese Otro. Jacques Lacan creó el
neologismo hainamouration —odioenamoramiento—
para designar la ambivalencia de sentimientos que
invaden a un sujeto cuando la mera presencia del
otro se torna insoportable a pesar, y precisamente por
ello, de la dependencia recíproca que se ha generado,
aunque esta tiene diferentes características en el
hombre y en la mujer.
¿Qué clase de dependencia es la que afecta al hombre
con respecto al objeto elegido? Ya en 1915, Sigmund
32. Laurent, E.: «El Unarismo lacaniano y lo múltiple de las conductas
sexuales», Lacan Quotidien, 12/12/2020.
33.  López, R.: «El goce del uno no es signo de amor: una reflexión sobre el odio»,
Letras Lacanianas, núm. 6, 2013. La autora, psicoanalista clínica, docente y estudiosa
de la obra de Jacques Lacan, sugiere rectificar la fórmula inicial de Lacan referida
al «goce del Otro» por «goce del Uno», teniendo en cuenta que el sujeto no está en
condiciones de experimentar el goce del partenaire, aunque sepa de él.

58 |
Hombres y mujeres: lógicas diferentes

Freud, al abordar en «Pulsiones y destinos de pulsión»


cuestiones como el autoerotismo, el narcisismo y el
papel del órgano como fuentes de placer, señalaba que:

Con el ingreso del objeto en la etapa del narcisismo


primario se despliega también la segunda antítesis
del amar: el odiar […] Lo exterior, el objeto, lo
odiado, habrían sido idénticos al principio. Y si
más tarde el objeto se revela como fuente de placer,
entonces es amado, pero también incorporado al yo,
de suerte que para el yo-placer purificado el objeto
coincide nuevamente con lo ajeno y lo odiado34.

La degradación del objeto erótico, que en un


tiempo pasado fue idealizado por un falocentrismo
para el que el placer está en el goce del órgano, pero
que del lado femenino se reserva el secreto del propio
goce, es susceptible de provocar

[…] la repulsión del objeto, y lo odiamos; este odio


puede después acrecentarse convirtiéndose en la
inclinación a agredir al objeto, con el propósito de
aniquilarlo35,

y aniquilar así lo irreductible a la lógica fálica. El odio,


como relación con el objeto, es más antiguo que el
amor, y hay en él una certeza de la que carece el amor,
siempre contingente. Para el macho maltratador el
partenaire femenino, que antes estaba en posición
de sujeto, ha devenido objeto, blanco del odio, al

34.  Freud, S.: «Pulsiones y destinos de pulsión (1915)», «Contribución a la historia


del movimiento psicoanalítico», Trabajos sobre metapsicología, y otras obras (1914-1916),
Obras completas, Vol. XIV, Amorrortu editores, Buenos Aires, 2000, p. 131
35.  Ibíd.

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Sexualidad y violencia

que se puede golpear y dañar, e incluso matar para


arrancarle el secreto de su goce.

En los casos de violencia contra la mujer —señala


Lacan—, a la agresión sigue con frecuencia el sexo.
Son hombres que interrogan a la mujer […] para
que les confiese su goce enigmático. Confesión que
nunca será suficiente […] Esto se desarrolla a lo largo
de la línea […] propiamente sadiana, por la que el
objeto es interrogado hasta las profundidades de su
ser, solicitado para que se muestre en lo que tiene
de más oculto […] ¿Hasta dónde puede soportar
el objeto la pregunta? Quizás hasta el punto en el
que se revela la última falta en ser, hasta el punto en
el que la pregunta se confunde con la destrucción
misma del objeto36.

Sin embargo, no es la fortaleza del maltratador sino


su debilidad la que se pone en muchas ocasiones de
manifiesto en sus actos agresivos. Sea porque se trate
de sujetos de los que pueda afirmarse que su grado de
tolerancia a la frustración es extremadamente bajo, o
sea porque se integren en el grupo de los llamados incels
—célibes involuntarios, incapaces de relacionarse
sexualmente— que vuelcan su frustración a través de
la violencia misógina, cuando el ansia de dominación
de la mujer se ve en el espejo de la impotencia, que
puede ser incluso indiferente ante la destrucción
del objeto amado. En esta clase de hombres hay, sin
duda, algo más que u lo que se ha dado en llamar
un déficit de simbolización. Si es cierto que estamos
en el tiempo del cenit del objeto a, abocados por un
lado al imperativo de gozar sin límites y por otro a la
36. Lacan, J. (1960-1961): El Seminario. Libro 8: La Transferencia., Paidós,
Buenos Aires, 208, p. 131.

60 |
Hombres y mujeres: lógicas diferentes

infantilización colectiva, es decir, a eludir a toda costa


la responsabilidad, no debería sorprender que esa
infantilización del sujeto masculino en particular se
muestre como un hombre aniñado, cuya dependencia
del objeto que creía suyo y en el que ahora ve un sujeto
lo vuelva —literalmente— loco. La queja formulada
por no pocas mujeres de que «ya no hay hombres», al
margen de que se trate de una exageración que debe
ser contextualizada, no carece de cierta virtualidad
a la vista de situaciones en las que un hombre se
inhibe ante una mujer a la que atribuye una cierta
superioridad —real o imaginaria— en el plano
intelectual o profesional o simplemente porque se
exhibe en una posición masculina. Se inhibe, pero esa
inhibición, mezclada con la sensación de impotencia
que lo invade, puede conducirle a la agresión. Se
pueden contabilizar numerosos feminicidios en los
que el agresor, ante la amenaza de abandono por
parte de la mujer, se hunde en una sensación de
desamparo que les lleva a suicidarse al no encontrar
nada que les sostenga en la vida, llevándose consigo
también a los hijos. En casos como el protagonizado
por José Bretón37 en Córdoba en el año 2011 se percibe
también el desamparo y la angustia que le sobreviene
ante la decisión su esposa de divorciarse de él, pero
su reacción violenta no es dirigida hacia ella, sino
que, para infligirle un castigo de por vida, asesina
premeditadamente a sus dos hijos.
En el fondo se trataría, y así lo describe Lacan
«de la identificación absoluta del sujeto con el a al
37.  Con el nombre «caso José Bretón» se conocen los sucesos relacionados
con la desaparición y muerte de los hermanos Ruth Bretón Ortiz, de seis
años, y José Bretón Ortiz, de dos, el 8 de octubre de 2011 en la ciudad de
Córdoba, Andalucía, España. Ambos murieron a manos de su padre, José
Bretón Gómez, y sus cadáveres fueron calcinados por este mismo, sin
apenas dejar restos identificables de los menores.

| 61
Sexualidad y violencia

que se reduce»38, una identificación que mostraría


el modo patológico que para él reviste el amor por el
objeto perdido y que le empuja a asumirse como resto,
víctima él mismo de la ignorancia y de la infatuación
del yo. Evaporada la fantasía de «ser Uno» se verifica
lo insoportable del goce del Otro, que se muestra como
un enigma y ante el que se desata el odio. Limitado
por el goce fálico, el hombre cree poseer el cuerpo de
la mujer que, como tal, «no entra en la relación sexual
sino como madre»39: precisamente por esta condición
en ciertos casos el homicida mata también a los hijos —de
ella o de ambos— o, lo que es más cruel aún, solo a los
hijos, condenando a la mujer a un duelo imposible de
cerrar al privarle de lo que da sentido a su vida.

Hay sujetos masculinos —escribe José Antonio


Naranjo— cuya relación con el deseo es tan
problemática que solo mediante la violencia
pueden recuperar su deseo […] para estos sujetos
la erotización consiste en suspender al otro sobre el
abismo del sufrimiento40,

de tal modo que la recuperación del deseo vendría


por la expectativa de aquella amenaza suspendida
que, al plasmarse en acto, retorna el deseo sexual;
son sujetos que para volver a desear sexualmente
al partenaire necesitan poner en riesgo la vida de su
objeto de deseo.
Del lado de la mujer maltratada, permanece sin
una respuesta precisa el interrogante de porqué,
en muchos casos, se queda fijada en el lugar de

38.  Lacan, J. (1962-1963): El Seminario. Libro 10: La angustia., Paidós, Buenos


Aires, 2006, p. 124.
39.  Lacan, J. (1972-1973): El Seminario. Libro 20: Aun., op.cit., p. 47.
40.  Naranjo, J. A.: «La violencia y el deseo». El Psicoanálisis, núm. 8, p. 84.

62 |
Hombres y mujeres: lógicas diferentes

la víctima de las humillaciones y los golpes, sean


ocasionales o habituales, teniendo a su alcance
la posibilidad de buscar la ayuda que puedan
proporcionarle tanto las instancias institucionales
como las asociaciones sin ánimo de lucro fundadas
para protegerlas. El psicoanálisis rechaza la
hipótesis de un supuesto masoquismo femenino
para explicar la aparente pasividad de una mujer
en una situación de padecimiento. En El porvenir de
una ilusión, Freud refutó la opinión de Moebius, que
en 1903 había sostenido que las mujeres en general
sufrían la llamada imbecilidad fisiológica, por lo que
tenían una inteligencia inferior a la del hombre. Es
evidente que existen casos puntuales en los que
la víctima se considere a sí misma —consciente o
inconscientemente— merecedora de algún castigo,
entre otras razones porque no siempre la mujer
maltratada vive como maltrato el modo en que su
pareja se relaciona con ella, o bien porque la mujer
está en posición de esperar siempre una palabra, un
gesto de amor que probablemente no lleguen nunca,
lo que la abocaría a la repetición: abandonar un
maltratador para hacer serie con otro u otros de similar
comportamiento. «A veces me pega, pero en el fondo
sé que me quiere», es una declaración muy frecuente
en boca de mujeres dispuestas a aceptar las protestas
de arrepentimiento del maltratador, o interpretar la
celotipia de su pareja como una demostración del
amor que (aparentemente) siente por ella, una manera
que hace del consentimiento al fantasma masculino
una vía para lograr «ser la elegida»41.

41. Fernández Blanco, M.: Conferencia en la Biblioteca de Orientación


Lacaniana de Madrid el 5 de octubre de 2016. El autor se remite a un comentario
de Freud en «El problema económico del masoquismo» donde alude al
masoquismo como una manifestación de la feminidad, cuando en su opinión

| 63
Sexualidad y violencia

No se puede ignorar el hecho de que en determinados


casos la relación amorosa en una pareja se sostiene en
el marco de una tensión agresiva que no excluye la
violencia, en ocasiones recíproca, y no necesariamente
se trata de relaciones perversas. La posición de estas
mujeres, que desafían el axioma latino vulnerant
omnes, ultima necat —todas hieren, la última mata— se
aproxima peligrosamente a un modo de gozar en el
que la libido se cruza con la pulsión de muerte, donde
al padecimiento parece unido a una cierta satisfacción
que estaría más allá del principio del placer, para
utilizar un concepto de la primera tópica freudiana,
que retendría a estos sujetos femeninos sin encontrar la
salida de ese laberinto de placer-dolor en el que están
retenidas, y que «siempre tiene que ver con su historia
infantil, con sus vínculos de amor y dependencia más
primarios»42. Como apunta Greiser —citando a Eric
Laurent quien toma la referencia deHelene Deutsch—
un padre violento puede conducir a la hija a la elección
de un hombre violento43.
Es inevitable concluir que para muchas mujeres
vivir sobre el abismo del sufrimiento puede ser una
fuente de goce que, en no pocos casos, excita su
propio deseo, y consiente que el juego amoroso sea
precedido o realizado concomitantemente con un
cierto grado de violencia. Lacan llamaba «asunción
de la privación» a ese estado en el que la ética aparece
más ligada a la privación que a los bienes por parte
de ciertas mujeres consagradas a dar consistencia al
Otro con su propio sufrimiento —a completarlo en su
goce— siempre que ese Otro exhiba su castración.

Freud se refiere a la feminidad en el hombre. Para Lacan el masoquismo


femenino sería, en opinión del autor, un fantasma masculino.
42.  Ibíd.
43.  Greiser, I.: Sexualidades y legalidades. Psicoanálisis y derecho, op. cit., p. 61.

64 |
Hombres y mujeres: lógicas diferentes

Abordar situaciones como las que atraviesan estas


mujeres, entre la aceptación del riesgo y la denegación,
porque les horroriza —aun inconscientemente—
enfrentarse a su propio goce, requerirían una escucha
analítica, porque el psicoanálisis dispone de una
teoría de la subjetividad y de la experiencia clínica
más adecuada para afrontarlas sin culpabilizar a las
víctimas, y al mismo tiempo ayudarlas, en la medida
de lo posible, a asumir que de nuestra posición de
sujetos somos siempre responsables. La particularidad
propia del discurso del psicoanálisis es que toma a
los sujetos en singular, uno por uno, sustrayéndolos
del ámbito jurídico, que se mueve en el «para todos
igual» de la ley y en la lógica de la relación víctima/
victimario, donde la subjetividad está excluida.

II

El diálogo parece en sí mismo constituir una renuncia a


la agresividad; la filosofía de Sócrates ha puesto en él la
esperanza de hacer triunfar la vía racional.

Jacques Lacan

El año 2019 acabó en España con 59 mujeres


asesinadas víctimas de la violencia machista, además
de tres niños. En el año 2020 fueron 45 las víctimas,
mujeres muertas a manos de sus parejas o exparejas.
Desde el año 2003, cuando se inició esta trágica
contabilidad, a comienzos del año 2021 el total de
mujeres asesinadas asciende a 1 078, y son 37 los
niños muertos, además de 304 menores que han
quedado huérfanos El 80 % de las víctimas mortales
no había denunciado por malos tratos quien después

| 65
Sexualidad y violencia

la mataría, sea porque el pasaje al acto criminal


respondió a un arrebato súbito, sin antecedentes
de agresiones previas, sea porque la mujer soportó
los malos tratos a los que su pareja la sometía —en
ocasiones durante años— con la esperanza de que
cesaran algún día, o porque la violencia era asumida
como algo funcional a la relación misma. También hay
que tener en cuenta que muchas de las víctimas viven
bajo la amenaza de más violencia si se atreven a acudir
a las autoridades; que se ven bloqueadas al carecer de
recursos económicos propios para afrontar una vida
independiente, en particular si hay hijos pequeños;
en ocasiones sin disponer de una retaguardia familiar
que la sostenga, o peor, que su entorno familiar la
desanime ante sus propósitos de abandonar a su
pareja, y finalmente el poder inhibitorio del reproche
social de un entorno cargado de prejuicios.
Una consideración especial merece la situación
de las mujeres que, víctimas de malos tratos, se
atreven a formalizar una denuncia ante la policía.
La consecuencia inmediata es la detención del
denunciado, que pasará una noche en el calabozo
hasta que al día siguiente sea presentado ante el
juez de guardia, quien decidirá —en relación con la
gravedad de los hechos y la amenaza potencial que el
sujeto represente para la denunciante— si le mantiene
detenido o le deja en libertad, dictando una orden de
alejamiento que le prohíbe comunicarse con la víctima.
Esta situación puede complicarse extraordinariamente
cuando hay hijos menores de edad cuya custodia de
hecho o de derecho ejerza la madre, cuando el padre
reclama su derecho de visita y comunicación con los
hijos, un derecho que está reconocido en el Código
Civil, pero que viene siendo seriamente cuestionado
por el activismo feminista con el argumento de que

66 |
Hombres y mujeres: lógicas diferentes

«un padre maltratador nunca puede ser un buen


padre», una afirmación que desde el punto de vista
jurídico tendría el carácter de una presunción iuris
tantum, lo que significa que semejante asertividad
podría ser impugnada por pruebas que demostrasen
lo contrario. De ahí que las propuestas orientadas a
retirar automáticamente la patria potestad de los hijos
comunes a aquellos padres condenados por maltrato,
no solo desconocen la casi infinita variedad de conductas
posibles en sujetos que por definición son diferentes unos
de otros, sino que también ignoran las sutilezas técnicas
a las que debe enfrentarse quienes deben legislar para
todos dejando un margen para la interpretación judicial
de la ley que ha de aplicarse a cada uno.
Del total de aquellas que denunciaron a sus
maltratadores durante 2019, y que eran por lo tanto
merecedoras de protección de las autoridades
policiales y judiciales, 15 fueron asesinadas, por lo
que es bastante comprensible que se planteen dudas
acerca de la eficacia preventiva de la denuncia, y ello
a pesar del encomiable trabajo de los Juzgados de
Violencia sobre la Mujer, de la policía y los asistentes
sociales, e incluso de los médicos, que en virtud de
la llamada «criba sanitaria», deben comunicar a las
autoridades sus sospechas de malos tratos en el origen
de las lesiones que presenta una paciente. Por otra
parte, son muy frecuentes los casos en los que una
mujer presenta una denuncia contra un maltratador
y cuando es llamada a ratificar la misma ante el
juzgado desiste de hacerlo, o no comparece en la vista
del juicio, lo que conlleva habitualmente el archivo de
la causa. Independientemente de las motivaciones
subjetivas que pueden estar presentes en la mente de
las protagonistas de tales actitudes, en el ámbito judicial
se ha contemplado incluso la posibilidad de obligar a

| 67
Sexualidad y violencia

las denunciantes a comparecer en los juzgados, incluso


contra su voluntad, bajo la amenaza de inculparlas por
obstrucción a la justicia o por desobedecer un mandato
judicial, lo que estaría en abierta contradicción
con lo dispuesto en el artículo 416 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal. En efecto, este artículo —y
los demás concordantes de la misma Ley— dispensa
de la obligación de declarar contra el acusado a los
parientes en línea directa ascendente o descendente,
así como a su cónyuge o persona que mantenga una
relación similar con el procesado, aunque una sentencia
reciente del Tribunal Supremo establece que las víctimas
que se hayan personado como acusación particular en
un proceso judicial y que después renuncien al mismo
no pueden acogerse al derecho a no declarar contra su
pareja o familiar directo44.
La experiencia muestra que ni la educación por sí
misma ni las exhortaciones dirigidas a las mujeres a fin
de que denuncien las agresiones, por bien intencionadas
que sean, tienen efectos teúrgicos en la práctica social
cotidiana. La realidad es que la violencia machista, sea
directa o meramente coactiva —como las pretensiones
de los chicos de controlar el comportamiento de su
pareja, incluyendo las comunicaciones privadas—,
aumenta entre los adolescentes, independientemente de
lo paradójico que puede resultar el hecho de que a nivel
de creencia tanto ellos como ellas dicen estar a favor
de la igualdad. Esto quiere decir que entre las clases de
educación sexual que se imparten en escuelas e institutos

44.  La sentencia del Tribunal Supremo, que se anticipa a la anunciada reforma


«integral» de la ley, razona que lo dispuesto en el artículo 416 está dirigido a los
testigos que no quieran declarar en contra de un familiar, pero no para las víctimas
de los hechos enjuiciados, especialmente si se trata de violencia de género. Estima
el Tribunal que si la víctima presentó una denuncia, activando así el proceso penal,
aunque renunciase a constituirse como parte acusadora tendría la obligación de
testificar al haber renunciado previamente al derecho de dispensa que le asistía.

68 |
Hombres y mujeres: lógicas diferentes

—por ilustrativas y pedagógicas que sean— y el lazo social


anudado fuera de las aulas media una distancia sideral,
una circunstancia a la que hay que sumar la influencia
que en los niños y adolescentes tiene el factor imitación
de ciertas conductas observadas en el ámbito doméstico.
Aunque no se trate de familias desestructuradas ni
especialmente conflictivas, la desigualdad que de hecho
se impone en la asignación de tareas y obligaciones
entre los progenitores, y entre estos y los hijos e hijas,
tiende a reproducirse fuera del hogar, por lo que es
extremadamente difícil para los educadores vencer los
prejuicios y los hábitos de conducta adquiridos en casa.
El choque se produce cuando los principios y las
creencias teóricamente aceptadas por unos y otras
se enfrentan con un real que pasa por el encuentro
de los cuerpos, un momento crucial para todos los
adolescentes, chicos y chicas, poniendo en evidencia
una vez más las limitaciones del lenguaje y que pese
a las declamaciones sobre la igualdad las pulsiones
son más fuertes que las ideas. La palabra per se
como instrumento destinado a evitar los pasajes al
acto violentos, las agresiones en distintos grados,
las coacciones y el chantaje moral que los hombres
ejercen sobre las mujeres se muestra en muchos
casos como un recurso insuficiente, y desmiente el
aforismo de que «hablando se entiende la gente». La
realidad nos muestra, por el contrario, que la gente
no se entiende precisamente porque habla, y esto está
relacionado con la dimensión de la verdad, que es
misteriosa, inexplicable, enigmática y tiene estructura
de ficción. Es en el discurso jurídico donde mejor
se puede apreciar ese carácter de ficción, porque
el fundamento en el que pretende sostenerse ese
discurso es la búsqueda de la verdad, y sin quererlo
se exhibe con una teatralidad que ha hecho famosa

| 69
Sexualidad y violencia

el cine y la televisión, donde queda en evidencia la


insuficiencia del lenguaje, que no puede decirlo todo
y que es inconsistente e impotente para eliminar las
paradojas y las contradicciones que asegurarían la
revelación de la verdad. Los actores en ese escenario
no son conscientes de que hablar es una forma del
malentendido porque —como ha señalado Gustavo
Dessal—:

[…] el lenguaje humano es un sistema de


significantes, es decir, de términos que no poseen
una significación cerrada, sino que dependen, por una
parte, del contexto gramatical y semántico y por
otra del uso personal que se hace de él, ya que
cuando un sujeto habla su palabra no solo tiene
la propiedad de alcanzar un valor metafórico que
excede la literalidad de su significado, sino que,
además, esa palabra tiene una carga personal basada
en la singularidad histórica, existencial, vivencial,
motivo por el cual el lenguaje es más propenso al
malentendido que al entendimiento45.

A este respecto bastaría acudir al diccionario, y en


particular al diccionario de sinónimos, y comprobar
la multiplicidad de significados que puede encerrar
un concepto en su pura literalidad, para imaginar sin
esfuerzo alguno hasta qué extremos de incomprensión
para el interlocutor puede alcanzar el habla una vez
pasada por el tamiz de la subjetividad del hablante
en el cruce con la asimétrica subjetividad del receptor.
Se escucha lo que se quiere escuchar, y desde El
atolondradicho, Lacan nos alertó de que lo que se diga
queda olvidado tras lo que se dice en lo que se escucha.
45.  Dessal, G.: «Prólogo», Psicoanálisis y discurso jurídico, Gredos, Madrid,
2015, p.. 13.

70 |
Hombres y mujeres: lógicas diferentes

En su referencia a Sócrates, que siempre puso sus


esperanzas en el diálogo como instrumento para hacer
triunfar la vía racional, Lacan observa que

[…] desde los tiempos en que Trasímaco hizo su


salida demente al principio del gran diálogo de La
República, el fracaso de la dialéctica verbal no ha
hecho sino demostrarse con harta frecuencia46.

Aristóteles identificaba la retórica, junto con la lógica


y la dialéctica, como uno de los elementos claves de
la filosofía, pero en tanto consideraba a la dialéctica
como más adecuada al debate filosófico, situaba a la
retórica como el medio ideal para el debate práctico,
una herramienta destinada a persuadir mediante la
palabra y la elocuencia. La insuficiencia de la palabra,
condenada por la división subjetiva a nunca decirlo
todo, no debería desanimar a los sujetos porque su
condición de hablantes —además de sexuados y
mortales— es lo que les hace tales sujetos, sabiendo
además que la comunicación no se limita a la palabra:
hay un cuerpo —habeas corpus—, tenemos un cuerpo
y el habla es un acontecimiento del cuerpo, que se
expresa también con la gestualidad y la mirada cuando
la palabra no alcanza o está ausente. Una vez más
se trata de la verdad, que como señalaba Heidegger
suele ser el regalo más escondido detrás del errar, y
que en psicoanálisis se llama lapsus linguae: si se sabe
escuchar hay en él más verdad de la que la mayoría
de los sujetos están dispuestos a reconocer.

46.  Lacan, J.: «La agresividad en psicoanálisis», Escritos 1, op. cit., p. 99.

| 71
Maltratadores y asesinos

…en la ceguera del amor, uno se convierte en criminal sin


remordimientos.

Sigmund Freud

Los progresos del igualitarismo en el ámbito de los


derechos humanos en general, y de los derechos de la
mujer en particular, no parecen tener una influencia
decisiva en cuanto a la violencia machista contra las
mujeres, que no retrocede e incluso se incrementa. La
posición del psicoanálisis —disciplina que en materia
criminal linda con el derecho— es opuesta a la tarea
de juzgar, aunque el psicoanalista como sujeto deba
asumir su propia división subjetiva al confrontarse con
un criminal, especialmente si se trata de maltratadores
o asesinos de mujeres. En «Funciones del psicoanálisis
en criminología»47, un texto que junto con «Premisas
47. Lacan, J.: «Introducción teórica a las funciones del psicoanálisis en
criminología», Escritos 1, op. cit.

| 73
Sexualidad y violencia

para todo desarrollo posible de la criminología»48


—ambos del año 1950— conforman lo que podría
llamarse el corpus teórico de la criminología lacaniana,
como la definiera Serge Cottet, Lacan dejó sentado el
axioma que, en su opinión, podía ayudar a resolver
«el dilema de la teoría criminológica: irrealizar el
crimen sin deshumanizar al criminal»49. Se trata de
poner el acento en la significación del acto más que
en sus aspectos fenoménicos; detrás del crimen hay
un sujeto, y éste no puede ser reducido a su acto.
Hay un antes y un después, y si existe —aunque sea
remota— la posibilidad de que opere la transferencia,
tal vez esta permita al sujeto inscribir el pasaje al acto
en su propia historia, porque

[…] el examen de un crimen nos conduce


inevitablemente al entrecruzamiento de dos
dimensiones: la referida a la estructura, y la que remite
a la contingencia del acontecimiento imprevisto que
desencadena el acto criminal. Las acciones no son
independientes de la estructura50.

Si para la generalidad de las personas la internalización


de las exigencias sociales y culturales, junto con la
amenaza de castigo, tienen un efecto disuasorio ante
lo que Freud denominaba las malas inclinaciones
del hombre, hay sujetos para los que los «frenos
inhibitorios» —como llaman los juristas al superyó
y la conciencia moral— y las leyes penales no hacen
obstáculo al desencadenamiento de la violencia. Salvo
48.  Lacan, J.: «Premisas para todo desarrollo posible de la criminología»,
Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2014.
49.  Lacan, J.: Funciones del psicoanálisis en criminología. Siglo XXI, México,
1989, p. 127. En coautoría con Michel Cénac.
50. Tendlarz, S. E., y García, C. D.: ¿A quién mata el asesino?, Grama,
Buenos Aires, 2008, p. 10.

74 |
Maltratadores y asesinos

en casos puntuales se ignora lo que pasa por la mente


del criminal antes, durante y después del pasaje
al acto, porque falta lo que Freud describió como
«material de observación» suficiente como para trazar
al menos una hipótesis sobre la que investigar. Ni los
machos maltratadores y violadores ni los asesinos de
mujeres tienen la lectura del Código Penal entre sus
aficiones, y la observación de los casos criminales que
tienen a las mujeres como víctimas muestran que la
gran mayoría de los agresores actúan prácticamente
sin premeditación —es decir sin una actitud reflexiva
previa, aunque esto no es incompatible con un proceso
de rumiación propia de los sujetos obsesivos—, y sin
detenerse a pensar en las consecuencias penales que
para él conlleva la ejecución del delito, consecuencias
que le son indiferentes, obviamente, a quienes se
suicidan después del pasaje al acto criminal.
En determinados casos, los asesinos potenciales
manifiestan sus intenciones homicidas más o menos
abiertamente a través de comentarios que pueden
ser oídos por terceras personas, e incluso profiriendo
amenazas de muerte dirigidas a la persona que concita
su odio. No siempre esas palabras son tomadas en serio
impidiendo valorar el riesgo real que pueden encerrar,
especialmente si provienen de sujetos que nunca han
mostrado públicamente un carácter agresivo o violento,
bien porque se atribuyen a un arrebato circunstancial
de ira, o porque han existido amenazas anteriores que
quedaron en meros enunciados sin hacerse realidad.
Circunstancias como estas, junto al limitado porcentaje de
denuncias formuladas por muchas mujeres maltratadas
o amenazadas, no solo dificultan la adopción de medidas
de protección eficaces por parte de las autoridades,
sino que confirman los límites objetivos de las leyes
destinadas a proteger a las posibles víctimas. No existe

| 75
Sexualidad y violencia

el maltratador «tipo», y tampoco puede hablarse en


rigor de una tipología del violador o el asesino de
mujeres. De los casos registrados, tan solo pueden
obtenerse algunos datos muy generales relativos al
origen social o al grado de educación de los agresores,
más allá de que en su mayor parte son de clase media
y media baja y con escaso nivel educativo, por lo que
es imposible establecer con el rigor exigible un perfil
que oriente a los responsables de adoptar medidas de
prevención. De los maltratadores tan solo se puede
afirmar que, como un iceberg, la gran masa permanece
sumergida y su magnitud real se desconoce, aunque el
porcentaje de denuncias interpuestas por las víctimas
—un escaso 20 % contra el 80 % silente— sugiere que
los malos tratos en sus diversas modalidades pueden
alcanzar una cifra extraordinariamente alta que se
mantiene oculta, y que las violaciones y los pasajes al
acto asesinos representan la cara más visible y brutal
del iceberg.
Por lo que se refiere a las víctimas de los malos
tratos o agresiones de distinta gravedad —incluidas
las que han sido asesinadas— los datos estadísticos
reflejan un arco muy extenso de edad y condición
social, una circunstancia que impide identificar
grupos diferenciados de riesgo al que dirigir los mensajes
de advertencia, prevención y consejos tendentes a
convencer a las mujeres de la importancia que tiene
denunciar las agresiones, por lo que las campañas
institucionales orientadas a las mujeres en general
tienen una eficacia más que relativa a juzgar por el
bajo índice de denuncias presentadas. En el mes de
septiembre de 2020 se dieron a conocer los resultados
de la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer,
un sondeo que se realizar cada cuatro años, y según
el cual el 13,7 % de las mujeres mayores de 16 años

76 |
Maltratadores y asesinos

han soportado violencia sexual de personas que


son sus parejas o lo han sido, o de terceros con los
que no han tenido relación durante el año 2019. La
cifra, con todos los recaudos debidos a la mayor
o menor fiabilidad de los métodos utilizados y al
carácter intransferiblemente subjetivo de muchas de
las respuestas, es realmente impresionante: según
el estudio, 2 802 914 mujeres habrían sido víctimas
de agresiones machistas en sus diferentes grados.
Para los autores de esta Macroencuesta el porcentaje
se incrementaría hasta el 57,3 % al contabilizar
comportamientos que, sin ser estrictamente violentos,
son percibidos por las víctimas como una forma
de agresión: miradas lascivas, tocamientos, envíos de
imágenes o textos a través de las redes, o el llamado
stalking que se traduce en seguimientos y vigilancia
de la víctima, conductas que si bien pueden resultar
chocantes e incluso socialmente reprochables no
pueden calificarse como delictivas. Y ello, entre otras
razones, porque una percepción subjetiva no puede
condicionar las decisiones judiciales. Frente a la
evidencia de que la violencia machista no se frena
y menos aún disminuye en la sociedad española,
testigo de la aparición en los últimos tres o cuatro
años de agresiones sexuales a mujeres llevadas a
cabo en grupo, que además parecen generar un efecto
de imitación, surgen críticas acerca de la supuesta
lenidad de las leyes penales cuando la realidad es que
las contempladas para este tipo de delitos en nuestro
Código Penal están entre las más duras del derecho
comparado. Los partidarios del furor punitivo se
solapan con los representantes del «populismo
jurídico», esa tendencia a legislar a golpe de titulares
mediáticos proponiendo soluciones simples a
problemas que son en realidad muy complejos,

| 77
Sexualidad y violencia

apuntándose a la política de «más mano dura» y penas


más severas como respuesta a crímenes que provocan
una reacción emocional en el público, sea por la
condición de las víctimas, por la crueldad exhibida en
la ejecución, o por una combinación de ambas. En los
delitos de contenido sexual, especialmente cuando
los mismos se han saldado con la muerte de la mujer,
y más aún si la tragedia ha alcanzado también a los
hijos, se extiende una cierta sensación de impotencia
entre la ciudadanía, que se pregunta legítimamente
qué se puede hacer para acabar con los crímenes
machistas más allá de las manifestaciones de repudio
y las declaraciones retóricas de los líderes políticos,
que no tienen una respuesta que vaya más allá de
insistir en la necesidad de educar en la igualdad
y animar a las mujeres a denunciar el maltrato
del que son víctimas. Sin embargo, como ya se ha
señalado, en tanto los homicidas y asesinos actúan
impulsados por un odio irracional hacia las víctimas,
como se comprueba en el ensañamiento empleado en
la ejecución51, la amenaza de castigo, por severo que
sea, difícilmente impedirá que el animus necandi —la
intención de matar— se convierta en acto.

51. El Código Penal español castiga el ensañamiento como una circunstancia


agravante consistente en «aumentar deliberada e inhumanamente el sufrimiento
de la víctima, causando a ésta padecimientos innecesarios para la ejecución del
delito». En los crímenes con armas blancas se han contabilizado una media de
18 heridas por víctima. El forense Miguel Lorente, que ha sido Delegado del
Gobierno para la Violencia de Género, opina que el ensañamiento se debe a que
el asesino «percibe que su control sobre la mujer ha fracasado y eso le ofende
en su cultura machista […] Se perciben incapaces de dominar a la mujer, se ven
en mal lugar, en ridículo y eso potencia la ira» (Cf. Morán Breña, C.: «Ingrid
Escamilla: la atroz violencia de los crímenes morales», El País, 14/02/2020).

78 |
Maltratadores y asesinos

II

…la responsabilidad, es decir el castigo, es una


característica esencial de la idea del hombre que
prevalece en una sociedad dada.

Jacques Lacan

Si la pena impuesta a un criminal se limita a la


expiación, es decir al cumplimiento de la condena
fijada por un tribunal, es muy probable que el sujeto
en cuestión vuelva transgredir la ley convirtiéndose en
un reincidente —los «pálidos delincuentes» como
los llamó Freud citando a Nietzsche— una vez en
libertad, un modo de continuar pagando una culpa
cuyo origen estructural él mismo desconoce. El castigo
es ineficaz como vía conducente a la reinserción
social del sujeto a menos que le hubiera llevado a lo
que Lacan denomina un asentimiento subjetivo, que
vincula el sentimiento de culpa con la responsabilidad
en sentido estricto: hacerse cargo de las consecuencias
de sus actos. Culpa y responsabilidad son conceptos
comunes al derecho y al psicoanálisis, pero no son
sinónimos, y aunque en muchas ocasiones aparezcan
asociados y hasta confundidos no tienen el mismo
significado para una y otra disciplina. Mientras que
los tribunales de justicia se ocupan de la responsabilidad
objetiva que pueda atribuirse a un sujeto encausado, el
psicoanálisis atiende a la responsabilidad subjetiva, de la
que en tanto sujeto se es siempre responsable. Si el juez
está investido de poder para des-responsabilizar a un
acusado, incluso siendo éste culpable, el psicoanálisis
considera al sujeto responsable desde su ingreso
mismo en la lengua —en el orden significante—,
independientemente de que el derecho le juzgue

| 79
Sexualidad y violencia

o no culpable; el juez puede no tener en cuenta el


inconsciente del reo que tiene delante, apreciando la
subjetividad solo en los casos en que puede revelar
una intención y siempre en relación con los hechos
presuntamente ejecutados por ese sujeto. De ahí
que el lugar de encuentro, y al mismo tiempo de
desencuentro, entre el derecho y el psicoanálisis se
localice en lo tocante al concepto de responsabilidad.
Cuando aquellos que cometen un crimen machista
no se suicidan —el pasaje al acto por excelencia, para
Lacan, donde el sujeto sale definitivamente de la
escena— y se entregan a las autoridades, en un gesto
que puede interpretarse como una forma de asumir la
responsabilidad objetiva del acto, a sabiendas de que
irá a la cárcel, no significa en absoluto que también
se haga cargo de su responsabilidad subjetiva; en el
mejor de los casos esta puede emerger más tarde, con
el transcurso del tiempo y una vez que los argumentos
autoexculpatorios ya no se sostienen.
En el año 2015 se aprobó por el Congreso de
los Diputados la ley que incorporó al sistema
penal español la Prisión Permanente Revisable;
una iniciativa impulsada por el Partido Popular y
actualmente pendiente del recurso que contra la
misma interpusieron prácticamente todos los grupos
de la oposición ante el Tribunal Constitucional. Hasta
ese año el Código Penal contemplaba en su artículo
76 penas de prisión de 25, 30 y hasta 40 años en los
supuestos de delitos muy graves, pero el legislador
aún no se había atrevido a imitar la política criminal
seguida en otros países europeos donde hace tiempo
que rigen leyes de naturaleza similar, hasta que
una mayoría de derechas en el Congreso aprovechó
esta circunstancia para aprobar la ley junto con
la de Seguridad Ciudadana, conocida como «ley

80 |
Maltratadores y asesinos

mordaza» por su contenido claramente orientado a


recortar importantes derechos ciudadanos. La Prisión
Permanente Revisable es aplicable a los casos de
asesinatos cometidos con agravantes que se detallan
en 13 supuestos52, y que en esencia permite que
cumplida una parte de la condena que oscila entre los
25 y 35 años el Tribunal sentenciador revise de oficio
y cada dos años si se mantiene en la cárcel al penado,
a expensas de los informes emitidos por los Equipos
de Tratamiento del centro penitenciario. El mismo
condenado puede solicitar la revisión de su situación
y pedir que se le dé por cumplida la pena, pero si esa
petición es rechazada no puede volver a presentarla
antes de pasado un año. La inclusión de esta ley en
el ordenamiento jurídico-penal fue una iniciativa
oportunista en momentos en los que la ciudadanía
estaba conmovida por una sucesión de episodios
criminales que fueron utilizados para alimentar la
llamada alarma social —un concepto tan vago como
mediáticamente explotado—, y sobre ella exhibirse
como adalides de la lucha contra el delito mediante el
endurecimiento de las leyes penales.
En la práctica, tal y como se ha denunciado por
muchos juristas de prestigio, la prisión permanente

52.  Los agravantes son: 1) si la víctima es menor de 16 años o se trata de una


persona especialmente vulnerable; 2) cuando sea subsiguiente a un delito
contra la libertad sexual; 3) en los asesinatos múltiples; 4) en los cometidos por
miembros de una organización criminal; 5) delitos contra la Corona (matar al
Rey o a cualquiera de sus ascendientes o descendientes o a la Reina consorte);
6) delitos contra el derecho de gentes: matar o violar la inmunidad personal de
un Jefe de Estado extranjero o de otra persona internacionalmente protegida
por un Tratado; 7) delitos de genocidio; 8) delitos de lesa humanidad como una
variante del genocidio; 9) la obstrucción en la recuperación de un cadáver; 10)
el asesinato después de un secuestro; 11) violaciones en serie; 12) violaciones a
menores tras privarles de libertad o torturarles, y 13) muertes provocadas en
incendios, estragos causados en infraestructuras críticas y liberación de energía
nuclear o elementos radiactivos.

| 81
Sexualidad y violencia

revisable es una modalidad de condena a perpetuidad


mal disimulada, y contraria a la letra y el espíritu de
la Constitución Española, en cuyo artículo 25.2. se lee
que «las penas privativas de libertad y las medidas
de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación
y reinserción social», un propósito que se niega a sí
mismo cuando se mantiene a un sujeto en prisión
prácticamente por tiempo indefinido. La experiencia
criminológica tiene comprobado que el encierro de una
persona durante catorce o quince años seguidos ya hace
extremadamente difícil que pueda reincorporarse a
una vida normal, a menos que el sistema penitenciario
sea lo suficientemente flexible en la asignación de
los grados y permisos de semilibertad como para que
el penado no pierda completamente el contacto con el
mundo real, al que previsiblemente ha de retornar
en un futuro. Independientemente de las actividades
programadas en las prisiones a fin de que los internos
ocupen su tiempo tan provechosamente como ellos
mismos deseen —y el reglamento penitenciario lo
permita— en talleres, grupos de estudio o actividades
deportivas, el encierro prolongado ocasiona un
deterioro psíquico que dificulta la recuperación de
la capacidad de establecer lazos sociales. El orden
interno de la prisión, reglado hasta en los menores
detalles, con sus horarios para cada actividad, no
exige de los internos más que orden y disciplina, sin
otra obligación que la obediencia, lo que conlleva una
total ausencia de actividades e iniciativas individuales
que se salgan de lo pautado: la disciplina carcelaria
es una suspensión de la responsabilidad personal,
justamente lo contrario de la situación con la que ha
de confrontarse el sujeto una vez en libertad.
Desde que en 1764 Cesare Beccaria fundara el
Derecho Penal de la Modernidad con su obra De los

82 |
Maltratadores y asesinos

delitos y las penas, se fue configurando en Europa


y también en Norteamérica un sistema carcelario
propio, diferente del encierro manicomial en el que se
recluían por igual a hombres, mujeres y niños —locos
y criminales, sin distinción—, pero la polémica acerca
de la utilidad pública de las prisiones como parte de
la política criminal no ha cesado, como tampoco han
dejado de plantearse formas de castigo alternativos
a la cárcel aplicables a transgresores procesados por
delitos menos graves y sin antecedentes. Sin embargo,
algunas de estas medidas alternativas que permiten
eludir la prisión, así como los acuerdos cerrados
entre la Fiscalía y los acusados —con la avenencia
del o los perjudicados por el delito— por los que el
transgresor no recibe un castigo o sale de su situación
con una sanción meramente simbólica, es seriamente
cuestionada por muchos juristas que interpretan que
eludir la sanción penal por esa vía supondría una
auténtica banalización del mal susceptible de fomentar
la reincidencia, cuando no alentar el cinismo de
quien finge arrepentimiento por motivos puramente
oportunistas. Y aunque también hay en la judicatura
una tendencia a limitar la prisión preventiva a menos
que exista el riesgo de fuga del encausado o la
posibilidad de que se aproveche de la libertad para
destruir pruebas, es evidente que para los ejecutores de
homicidios, asesinatos y delitos contra la libertad e
indemnidad sexual —como los define el Código Penal—
más graves no puede haber otro destino que la prisión,
independientemente del tiempo de cumplimiento
efectivo de la condena impuesta.
Es materialmente imposible saber cuántos de
los condenados por los delitos más graves como
homicidios, asesinatos y agresiones sexuales son
susceptibles de reincorporarse a la vida en sociedad,

| 83
Sexualidad y violencia

cumplida la pena, sin reincidir. En los casos de delitos


contra la integridad sexual, por ejemplo, la estadística
criminal muestra una tendencia muy acentuada a la
reiteración por parte de los sujetos que han cumplido
condena por hechos similares, por lo que cada vez más
la opinión de los expertos se inclina a aplicar a esta
clase de delincuentes medidas de seguridad bajo un
estricto control judicial que, respetando sus derechos
civiles, cumplan una función preventiva. En abril de
2020, en plena pandemia del Covid-19, Instituciones
Penitenciarias aplicaba programas de rehabilitación a
8 884 penados, muchos de ellos condenados a penas
de prisión de menos de dos años por delitos leves,
muchos de ellos por la llamada violencia de género o
maltrato en el ámbito familiar; la condición para eludir
la cárcel era, precisamente, que aceptaran someterse
a alguno de los doce programas de rehabilitación que
la Administración penitenciaria mantiene activos,
efectuando un seguimiento telefónico de la situación
de cada uno aquellos que por exigencias del Estado de
Alarma han de permanecer en forzosamente en
su domicilio. No se conocen los resultados de esta
experiencia en cuanto a los casos de reincidencia que
pudieran comprobarse.
Las estadísticas del Ministerio de Justicia
correspondientes al período de vigencia del estado
de alarma muestran que las llamadas efectuadas por
mujeres a los teléfonos de ayuda se incrementaron
en más del 60 %, lo que indica que el obligado
confinamiento ha potenciado la agresividad y el
maltrato en el ámbito doméstico, cuyas consecuencias
aún no se conocen en toda su magnitud.
Los grandes crímenes, como sucede con el mal que
representan, tienen un efecto de fascinación en el público
que produce a su vez una sensación ambivalente: de

84 |
Maltratadores y asesinos

un lado, espanto y solidaridad con las víctimas de la


tragedia, y de otro, inconscientemente, de identificación
con su propio deseo reprimido, ese que el criminal
ha satisfecho y que en nombre de la sociedad ultrajada
—en palabras de Freud— la buena gente pide exorcizar,
porque a través del castigo y bajo el encubrimiento
de la expiación pueden imaginariamente ejecutar el
mismo acto valiéndose de quienes tienen la potestad
de ejecutar la venganza legal.
Somos criminales inconscientes, y eso viene a la
conciencia, principalmente a la conciencia obsesiva
como sentimiento de culpabilidad.
Los criminales, aún los más feroces, no son
monstruos, como se los califica con frecuencia por
parte de la sociedad bienpensante. La inclinación a
denominar así a los autores de crímenes especialmente
horrendos negándoles su condición humana y
expulsándolos del cuerpo social, supuestamente sano,
cumple la finalidad de tranquilizar las conciencias
de quienes se niegan a mirarse a sí mismos como
potenciales criminales.
La sociedad está legitimada para castigar a los
criminales, pero estos tienen también un derecho:
el de ser castigados, porque de no serlo no podrían
acceder a una —al menos hipotética— responsabilidad
subjetiva que le proporcione un sentido a su acción,
independientemente de la pena que el aparato del
Estado le imponga. Es esto y no otra cosa lo que
significa «irrealizar el crimen sin deshumanizar al
criminal», como lo expresa Lacan en «Funciones del
psicoanálisis en criminología». Con una condición:
que el sujeto se asuma como culpable y se haga cargo
de su responsabilidad, porque en caso contrario
estaremos ante un canalla, alguien capaz de producir
la destrucción de otros, y del Otro, a escala masiva.

| 85
Sexualidad y violencia

Esos sentimientos son independientes del perdón de


la víctima, ya que el perdón deja abierta la puerta
a la repetición con la consiguiente culpa y vuelta a
empezar, como señala Eric Laurent, y ajeno al mero
arrepentimiento, que para Spinoza no es una virtud
porque no nace de la razón, sino que es una tristeza
acompañada de la idea de sí mismo como causa. Quien
se arrepiente es, para el filósofo hebreo, dos veces
miserable e impotente, pero el arrepentimiento no es
sinónimo de vergüenza: el movimiento de la culpa
a la responsabilidad, señala Eric Laurent, incluye
necesariamente un afecto que es la vergüenza, que se
distingue de la culpabilidad. La vergüenza implica
una pérdida y una recuperación: es el momento en el
que el sujeto es descubierto por la mirada del Otro en
un goce donde el significante que lo representa cae.

86 |
Feminismos

La familia individual moderna se funda en la esclavitud


doméstica franca o más o menos disimulada de la mujer,
y la sociedad moderna es una masa cuyas moléculas son
las familias individuales.

El derrocamiento del derecho materno fue la gran derrota


histórica del sexo femenino en todo el mundo.

Federico Engels

Si como sostienen los investigadores —antropólogos,


etnógrafos, historiadores y sociólogos— el patriarcado
empezó a implantarse paulatinamente a partir del
año 3 600 (a.C), no parece que la ofensiva que se viene
desplegando en su contra en el mundo occidental desde
hace poco más de un siglo constituya una amenaza
real a corto plazo, y aunque la extensión y amplitud
de los movimientos pro derechos de la mujer han
alcanzado en el siglo XXI una fuerza muy considerable

| 87
Sexualidad y violencia

y que se antoja imparable, no es posible siquiera


imaginar la forma que podría adoptar un régimen
que aspirase a reemplazarlo, total o parcialmente. El
jurista y etnógrafo suizo Johann Bachofen sostenía la
hipótesis de que después de atravesar un estadio de
completa promiscuidad, a este le habría sucedido un
régimen matriarcal y matrilineal que, a su vez, daría
posteriormente paso al patriarcado. Si bien, como
todo mito, la tesis desplegada por Bachofen en su
obra El derecho materno, publicada en 1861, adolece de
la imposibilidad de situarla en un momento histórico
determinado, la misma existencia de semejante
estado de promiscuidad fue cuestionada por distintos
autores contemporáneos. Treinta años más tarde, en
El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado,
Federico Engels reconoce el mérito de Bachofen de
haber inaugurado la investigación sobre los modelos
familiares, pero le reprocha su concepción idealista
al fundarla en la influencia de un supuesto «reflejo
religioso» operado en el cerebro de los hombres, en
lugar de privilegiar las condiciones de vida material
como el factor determinante de los cambios operados
en las relaciones sociales, incluidas las nuevas
formaciones familiares. Para Engels

[…] hasta 1860 ni siquiera se podía pensar en una


historia de la familia. Las ciencias históricas estaban
aún, en este dominio, bajo la influencia de los cinco
libros de Moisés. La forma patriarcal de la familia,
pintada en esos cinco libros con mayor detalle
que en ninguna otra parte, no solo era admitida
sin reservas como la más antigua, sino que se
la identificaba —descontando la poligamia— con la
familia burguesa de nuestros días, de modo que
parecía como si la familia no hubiera tenido ningún

88 |
Feminismos

desarrollo histórico; a lo sumo se admitía que en los


tiempos primitivos podía haber habido un período
de promiscuidad sexual53.

El mismo Freud alude a la obra de Bachofen en


Tótem y tabú, aunque cita principalmente los trabajos
del estadounidense Lewis Morgan, a quien se
atribuye la creación de la teoría del parentesco, y los
británicos James Frazer, especialista en la historia de
las religiones, y Edward Burnett Tylor, pionero de la
antropología y el primero en establecer una definición
canónica del concepto de cultura como

[…] un conjunto complejo que incluye conocimiento,


creencias, arte, moral, ley, costumbre y otras
capacidades y hábitos adquiridos por el hombre
como miembro de una sociedad.

Engels sostenía que la derrota del sexo femenino,


como él la describe, fue una consecuencia del
surgimiento de la propiedad privada y la consiguiente
división de la sociedad en clases, instaurando la familia
monógama con el fin de asegurar la transmisión de la
propiedad a los herederos, que con el mayor desarrollo
del Estado se transformaría en la familia patriarcal. Al
decir de Gerda Lerner, la gran contribución de Engels
consistió en establecer la estrecha relación entre los
cambios estructurales en las relaciones de parentesco
y los cambios en la división del trabajo por un lado,
y la posición que las mujeres ocupan en la sociedad,
por el otro; al mismo tiempo demostró la conexión
existente entre la consolidación de la propiedad
privada, el matrimonio monógamo y la prostitución,
53.  Engels, F.: El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, Obras
escogidas, Akal, Madrid, 1975, p. 180.

| 89
Sexualidad y violencia

y finalmente mostró la relación entre el dominio


económico y político de los hombres y su control sobre
la sexualidad femenina. Pero fundamentalmente, al
contextualizar históricamente lo que llamó «la derrota
de la mujer», dejó sentado que la subordinación y el
sometimiento de las mujeres no obedecían a un orden
natural ni tenían origen divino, quebrando al mismo
tiempo el determinismo biológico al vincular las
relaciones sexuales con las transformaciones sociales
y culturales. A su vez, el estructuralismo de Lévi-
Strauss incorporó la prohibición del incesto como
norma universal arraigado en cualquier organización
social, afirmando que el intercambio de mujeres
señala el comienzo de la subordinación de estas al
dominio masculino en la estructura social, poniendo de
relieve —además de considerar el importante papel de
las relaciones de producción— la trascendencia de los
sistemas de creencias, los símbolos y las construcciones
mentales. ¿Existió alguna vez el matriarcado? Aunque
la construcción teórica de Bachofen acerca de una
supuesta etapa en la que reinó el matriarcado, a la que
llamó Mutterrecht, en la que recaería supuestamente
en las mujeres el desarrollo y sostén de la cultura y en
la que los hombres estarían subordinados a ellas,
nunca se ha demostrado la existencia de semejante
organización social, y aunque está comprobada la
existencia de sociedades matrilocales y matrilineales,
estas han devenido posteriormente en patrilineales al
no poder adaptarse a los cambios impuestos en las
relaciones de producción.
En opinión de Gerda Lerner

Solo puede hablarse de matriarcado cuando la mujer


tiene un poder sobre los hombres y no a su lado,
cuando ese poder incluye la esfera pública y las

90 |
Feminismos

relaciones con el exterior, y cuando las mujeres toman


decisiones importantes no solo dentro de su grupo
de parentesco sino también en el de su comunidad54,

y las investigaciones históricas, antropológicas y


arqueológicas no han conseguido hallar huellas que
confirmasen la existencia de semejante sistema.
Lo cierto es que el patriarcado se fue implantando
paulatinamente, y si en las primeras etapas de
la evolución humana la biología tuvo un papel
determinante en tanto el papel de la mujer-madre
constituía la garantía de la supervivencia de la especie
—estableciendo una modalidad primitiva de división
del trabajo dentro del grupo—, lo que se había iniciado
como una necesidad impuesta por razones biológicas
se convirtió en una construcción cultural que consagró
la subordinación de la mujer y el dominio del macho,
indiscutible hasta el siglo XIX. El modelo de familia
que empezó a consolidarse a finales del siglo XVIII
y que a comienzos del XIX encontró amparo jurídico
en el Código Civil francés de 1804, un texto cuya
influencia se extendió a todos los demás países que
entonces estaban construyendo su propio corpus
iuris y que ha pasado a la historia como el «Código
Napoleón» en homenaje a su inspirador, ha entrado
en una profunda crisis que se antoja irreversible en
la época de la hipermodernidad, caracterizada por la
prevalencia del discurso de la ciencia y el discurso
capitalista. En realidad, el Código dictado por
Napoleón a sus escribas más que amparar a la familia
la dotó de un auténtico blindaje que prohibía, entre
otras cosas, la averiguación de la paternidad de los
hijos, con el fin de evitar la dispersión del patrimonio

54.  Lerner, G.: La creación del patriarcado, op. cit., p. 65

| 91
Sexualidad y violencia

y la multiplicación de los conflictos matrimoniales


como consecuencia de la —casi segura— aparición de
una prole bastarda. Que ese pretendido blindaje fuera
perfectamente compatible con la proliferación de los
prostíbulos, y que se considerase normal y hasta
socialmente celebrado que los hombres tuviesen
amantes, queridas y barraganas, no constituían
más que elementos complementarios de la sagrada
institución a la que había que proteger a toda costa,
una realidad de la que dejara constancia Engels en El
origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, casi
al final del siglo XIX.

II

Como ha dejado escrito Gerda Lerner,

[…] la asunción básica con la que debemos comenzar


cualquier teorización del pasado es que hombres y
mujeres construyeron conjuntamente la civilización
[…] Una vez abandonamos el concepto de mujeres
como víctimas de la historia, dominadas por hombres
violentos, fuerzas inexplicables e instituciones sociales,
hay que encontrar una explicación al enigma principal:
la participación de la mujer en la construcción de un
sistema que las subordina.55

Sería demasiado simplista —y por lo demás,


erróneo— asimilar la subordinación de la mujer a lo
largo de casi 4 000 años a la servidumbre voluntaria
teorizada por Étienne de la Boétie a mediados del
siglo XVI, un alegato contra la tiranía en el que el joven

55.  Idem, p. 73.

92 |
Feminismos

jurista francés, protegido de Michel de Montaigne,


afirmaba desde una perspectiva humanista que
el poder no viene de Dios sino que es obra de los
hombres y reflexiona acerca de la paradoja de que
pudiendo «los muchos» decir no, aceptan someterse
a la voluntad de uno, paradoja para la que no
encuentra otra explicación que atribuir a los súbditos
una voluntad de sometimiento opuesta a la libertad
que le ha sido otorgada por su naturaleza.

En esta ocasión —escribe— no querría sino entender


cómo puede ser que tantos hombres, tantos burgos,
tantas ciudades, tantas naciones aguanten alguna
vez a un tirano solo, el cual tiene el poder que
aquellos le dan; el cual no tiene el poder de hacerles
daño sino en tanto que aquellos tienen la voluntad
de soportarlo; el cual no podría hacerles mal alguno
mientras prefieran sufrirle a contradecirle56.

La constatación por parte de Étienne de la Boétie


de que en el ámbito político los hombres se someten a
un amo bien porque son forzados o bien porque son
engañados, pudiendo, al menos como hipótesis y en
ejercicio de su libre albedrío, sacudirse la dominación
que les ha sido impuesta, no admite comparación con
la posición de la mujer en el régimen patriarcal, cuya
subordinación política, económica y social al poder
masculino se ha sostenido a través de los tiempos y
las diversas formaciones sociales, asumiendo en cada
etapa el papel que les era asignado por los hombres

56. De la Boétie, E.: (1577) Discurso sobre la servidumbre voluntaria.


Editorial Trotta, Madrid, 2008. Presumiblemente la obra fue redactada entre
1552 y 1553, aunque se publicó completa por primera vez en 1577, catorce
años después de la muerte de su autor. Anteriormente se habían editado
fragmentos de la misma incluidos en diversas compilaciones.

| 93
Sexualidad y violencia

detentadores del poder. Tan solo al imponerse el


modo de producción capitalista, con la consiguiente
subversión en las relaciones sociales, las mujeres
encontraron las condiciones propicias para iniciar su
propia lucha para conquistar el reconocimiento de
sus derechos civiles y políticos.
La circunstancia de que los primeros escritos
en defensa de los derechos de la mujer surgieran
a rebufo de la Revolución Francesa, cuando las
costuras del Antiguo Régimen estallaron junto con
unas relaciones sociales desbordadas por el empuje
de los cambios operados en la estructura económica
por el desarrollo de unas fuerzas productivas que
condenaban al sistema feudal a su desaparición, no
fue una casualidad. Ciertos autores cifran en el siglo
XVIII, como un reflejo de la Ilustración, el inicio de
una vindicación feminista de carácter inorgánico
expresada a través de algunos escritos de mujeres
notables por su posición social, por lo que algunos
otros estudiosos cuestionan que se la identifique
como una primera ola feminista. En 1791 apareció
la Déclaration des droits de la femme et de la citoyenne,
de Olympe de Gouges, y en 1792 la Vindication of
the Rights of the Women, cuya autora era la inglesa
Mary Wollstonecraft, textos que reivindicaban para
las mujeres unos derechos que el Código Napoleón
enterró impiadosamente para cerrar el paso a ideas tan
disolventes, consagrando la dominación masculina
en el ámbito social en general y en el matrimonio en
particular. La presencia activa de las mujeres al
lado de los hombres en los alzamientos populares
acompañando las reivindicaciones económicas y
sociales es un hecho comprobado en la Francia
prerevolucionaria, un activismo que se mantuvo
durante las deliberaciones de la Asamblea Nacional

94 |
Feminismos

reclamando el reconocimiento de sus derechos a la par de


los hombres, tal y como lo recoge el texto de Olympe
de Gouges, hasta el advenimiento de Bonaparte —que
por cierto se jactaba de su misoginia—. A mediados del
siglo XIX el activismo feminista, que hasta entonces
se había expresado a través de voces individuales o
en pequeños cenáculos intelectuales de burgueses
ilustrados —en Francia alentados, entre otros, por
los partidarios de Saint Simon y Fourier— empezó
a organizarse para hacer oír sus reivindicaciones, al
principio de un modo disperso y sin conexiones entre
cada grupo tanto en Europa como en Norteamérica,
donde en julio de 1848 se publicó la conocida
como «Declaración de Séneca Falls» en la que las
mujeres estadounidenses, recogiendo los conceptos
fundamentales de la Declaración de Independencia,
exigían disfrutar de la igualdad de derechos de los que
gozaban los hombres. Este primer movimiento, que se
extendió por Europa, especialmente en Inglaterra
y Francia —considerado por algunos como la
auténtica primera ola del feminismo— no podría
haber emergido sin los gigantescos cambios que en
todos los órdenes supuso la Revolución industrial.
El desarrollo científico aplicado a las nuevas técnicas
productivas impulsó la consolidación del modo
de producción capitalista, y con él la consiguiente
necesidad de mano de obra. Los desplazamientos
de población del campo a las ciudades forzaron la
adecuación a los hábitos de vida urbanos, a nuevas
relaciones de vecindad, y finalmente la incorporación
de la mujer al trabajo fabril fueron todos factores
determinantes para herir de muerte —aunque su
agonía fuera lenta— la estructura familiar tradicional.
La primera y más urgente de las reivindicaciones era
el derecho de sufragio, la posibilidad de participar

| 95
Sexualidad y violencia

en la elección de los representantes políticos a la par


de los hombres, una cruzada que movilizó a miles de
mujeres lideradas en Gran Bretaña por Emmeline
Pankhurst, que conquistó el derecho de sufragio
activo y pasivo en 1918 en el país que hasta entonces
había sido una «democracia masculina». El voto para
las mujeres se impuso progresivamente en otros
países —en los Estados Unidos en 1920—, lo que no
significaba igualdad salarial, acceso a la educación
o poder disponer de un patrimonio propio, sin la
tutela familiar o matrimonial; de hecho, la educación
secundaria les estuvo negada en la práctica hasta
después de la Primera Guerra Mundial, y tan solo
acabada la Segunda Guerra Mundial se le abrieron las
puertas de la universidad.
Cuando Simone de Beauvoir publicó El segundo
sexo57 a comienzos de los años cincuenta, no existía,
en rigor, un movimiento feminista en sentido
estricto, aunque se tiende a cifrar en esos años el
atravesamiento de una segunda ola del movimiento.
La tesis de Beauvoir, que en su momento recibió la
crítica de Lacan por su binarismo, tuvo sin embargo
un impacto inaugural en el pensamiento filosófico
y político acerca de la posición de la mujer en el
mundo, y más aún, actualizó el interrogante siempre
pendiente de respuesta sobre qué es una mujer, y qué
es una mujer en relación con su partenaire masculino.
En 1970 la feminista australiana Germaine Greer
publicó La mujer eunuco58, un libro que tuvo una
repercusión similar al de Beauvoir y en el que Greer
plantea que el modelo de familia nuclear patriarcal
ha reducido a la mujer a una condición no solo
subalterna, sino sexualmente desvitalizada, muerta
57.  De Beauvoir, S.: (1949) El segundo sexo, Cátedra, Madrid, 2017.
58.  Greer, G.: La mujer eunuco, Kairós, Barcelona, 1970.

96 |
Feminismos

para el deseo. Paralelamente y de modo espontáneo


un movimiento contracultural surgido en los campus
universitarios norteamericanos empezó a hacerse
oír, y a mediados de la década de 1960 una nueva ola
feminista que mezclaba sus consignas reivindicativas
con las protestas antibélicas —la guerra de Vietnam
estaba entonces en su apogeo— coincidió con las
revueltas de Mayo del 68; para entonces el feminismo
estaba extendido prácticamente por todo el mundo
occidental, y encontró su reconocimiento oficial a
nivel internacional en 1975, cuando la Organización
de las Naciones Unidas consagró ese año como Año
Internacional de la Mujer. A partir de entonces los
sucesivos encuentros internacionales —en París en
1977 y en Copenhague en 1980— constataron que
la desigualdad entre hombres y mujeres, lejos de
disminuir, se había acentuado aún más, y en la IV
Conferencia Mundial sobre la Mujer celebrada en
Beijing en 1995, en la que participaron representantes
de 181 países, se firmó un convenio con el objetivo de
eliminar todas las formas de discriminación contra las
mujeres. Obviamente, estas iniciativas institucionales
y sus respectivas declaraciones exhortando a romper
el techo de cristal discriminatorio en perjuicio de las
mujeres, aunque han tenido su importancia a nivel
mediático y contribuido a visibilizar globalmente
la relación desigual entre hombres y mujeres, en la
realidad cotidiana las expectativas han estado muy
por encima de los resultados. No son las burocracias
internacionales quienes han dado el mayor impulso
a la lucha en pro de la igualdad, sino los millones de
mujeres de todo el mundo —especialmente en Occidente,
aunque no solo— quienes están consiguiendo mayores
cotas de igualdad gracias a su propio esfuerzo, a veces
en solitario y en ocasiones organizado.

| 97
Sexualidad y violencia

Señalar en el movimiento feminista sucesivas


olas no deja de ser una convención, útil acaso para
distinguir el paso de una etapa a otra que —como el
progreso— no se rige por una continuidad lineal, sino
que los avances y retrocesos sufren en un determinado
momento una disrupción, marcada bien por las
conquista y reconocimiento de derechos conseguidos
gracias a la constancia en las movilizaciones, o bien
por la contingencia de descubrimientos científicos
aplicados a la industria como los anticonceptivos o la
pastilla «del día después», dos hitos extremadamente
importantes en cuanto permiten a las mujeres, además
de tener un cuerpo la posibilidad de mandar sobre él.

III

¿Puede considerarse, como estiman algunos


autores, que el movimiento feminista está ahora
inmerso en una cuarta ola, caracterizada por la
trascendencia social global de los feminicidios
y la emergencia del MeToo como guardián del
consentimiento ante los abusos, agresiones y
violaciones que sufren las mujeres? Aunque parece
difícil concebir la existencia de un feminismo
conservador, e incluso reaccionario, teniendo en
cuenta sus orígenes y la condición esencialmente
subversiva de sus reivindicaciones igualitarias y
contra el dominio del machismo, en cualquier caso hay
que partir del hecho incontestable que el feminismo
es actualmente un movimiento que no habla con una
sola voz, que reúne en su seno a grupos muy diversos
en ocasiones enfrentados entre sí, de lo que da cuenta
—entre otras— la polémica acerca de la integración
o no de ciertos colectivos cuya orientación sexual y

98 |
Feminismos

elección de objeto viene siendo cuestionada desde


posiciones más tradicionales y hasta conservadoras
dentro del feminismo, que se resiste a la evidencia de
que cada quien puede corregir su identidad sexual
contrariando la que recibió en su organismo59. Un
ejemplo de feminismo conservador podría estar bien
representado por la profesora Camille Paglia —autora
de Sexual Personae60, publicado en 1990—, que se define
a sí misma como «feminista amazónica» y pone el
acento en la responsabilidad de las propias mujeres
al tiempo de proteger su dignidad como persona; en
opinión de Paglia el resentimiento contra los hombres
que exhibe el feminismo moderno es puro veneno,
una posición que le ha valido el furibundo rechazo
por parte de líderes feministas como Gloria Steinmen,

59.  Sinatra, E.: «La implosión del género», op. cit. En Argentina se aprobó
en 2012 la Ley de Identidad de Género 26743, que permite a los mayores
de 18 años solicitar la «reasignación sexual» cuando no se reconocen en el
sexo biológico de nacimiento, e inscribirse en el Registro Civil con su nuevo
nombre de pila e imagen cuando no coincidan con su identidad de género
«autopercibida». Para Diana Maffía, La Ley de Identidad de Género 26743
«es la ruptura ideológica más fuerte de intervención política, y es el más
fuerte ejercicio de ciudadanía de los colectivos de derechos por la identidad
trans. Entre las reivindicaciones más importantes de la lucha trans se destaca
el retiro de la categoría de “disforia de género” y “trastornos de la identidad
de género´” de los manuales internacionales de diagnóstico de salud mental
[…] la abolición de los tratamientos de normalización binaria a personas
intersexuales (es decir, la corrección quirúrgica de los genitales a los bebés
que nacen con ´sexo ambiguo´), la cobertura pública de la atención sanitaria
específica y el libre acceso a los tratamientos hormonales y a las cirugías sin
tutela psiquiátrica». Citada por Irene Greiser, en Sexualidades y legalidades.
Psicoanálisis y derecho, Paidós, Buenos Aires, 2017, p. 75.
Tratándose menores de edad, niños y adolescentes, la Ley establece en su artículo
4º que la solicitud de rectificación deben de solicitarla los representantes legales
«con la expresa conformidad del menor, teniendo en cuenta los principios de
capacidad progresiva e interés superior del niño/a». Esta disposición ha sido
muy cuestionada en virtud de tratarse de un derecho personalísimo del menor,
por lo que juristas autorizados proponen que se modifique permitiendo al menor
solicitar él mismo la rectificación, con el asentimiento de sus representantes legales.
60.  Paglia, C.: Sexual Personae, Txalaparta, Tafalla, 2020.

| 99
Sexualidad y violencia

que dijo de ella que llamarse feminista es como si


un nazi negara ser antisemita. Fue la afroamericana
Tamara Burke la verdadera iniciadora del MeToo en
2007, ella misma víctima de la violencia sexual, y cuyo
origen poco tiene que ver con el hashtag lanzado en
2017 por la actriz y productora de televisión Alyssa
Milano que fue compartido en Twitter más de 12
millones de veces en 24 horas. La iniciativa de Burke
estaba dirigida a las jóvenes negras pobres víctimas
reales o potenciales de abusos sexuales, mientras
que el MeToo impulsado por Alyssa Milano —ella
misma víctima de una agresión a manos de Harvey
Weinstein— ha sido tomado como un estandarte por
mujeres (principalmente) blancas, ricas y famosas
que denunciaron haber padecido coacciones, abusos
e incluso violaciones por parte de hombres investidos
de poder que supuestamente lo utilizaron para
conseguir lo que eufemística e hipócritamente se
denomina favores sexuales. Sin embargo, la iniciativa
de Milano -—de un éxito fulminante y probablemente
inesperado— fue el comienzo de un movimiento
reivindicativo que ha tenido al menos dos efectos
de gran trascendencia: uno claramente positivo, de
demostración, que ha cundido a través de las redes
animando a miles o cientos de miles de mujeres en todo
el mundo a denunciar públicamente con nombre y
apellido a los hombres que las ofendieron o agredieron;
y otro, más cuestionable, protagonizado por algunas
mujeres —y en ciertos casos por hombres— que
aprovechándose de la receptividad social que ha
tenido el movimiento reivindicativo femenino se han
lanzado a denunciar a personajes famosos por unos
supuestos agravios con años o incluso decenios de
atraso, hechos que no tendrán ninguna reparación
judicial por estar ya prescritos pero probablemente

100 |
Feminismos

rentables extrajudicialmente gracias a la repercusión


mediática que siempre acompaña a los escándalos61.
En estos casos es dable preguntarse si es la dignidad
atropellada la que busca una satisfacción haciendo
público un acontecimiento privado, si se trata de
una venganza en diferido o si lo que se pretende es
ponerle precio al silencio.
El «dosier Weinstein» —como ha recordado Eric
Laurent en «Observaciones sobre tres encuentros
entre el feminismo y la no relación sexual»62— fue obra
de los periodistas norteamericanos Megan Twohey
y Jodi Kantor, quienes recibieron el premio Pulitzer
junto con Ronan Farrow, autor del artículo sobre
Harvey Weinstein publicado en New Yorker en octubre
de 2017. El escándalo dejó en evidencia, en opinión de
Jean-Claude Milner, que en Hollywood la violación
era la regla y no la excepción, y el mismo enunciado
MeToo lleva consigo «una lógica agregativa sin
límites […] un mecanismo de adición indefinido»63.
En efecto, el «yo también» alude a las macroagresiones
61.  El penúltimo de los casos conocidos es el que ha tenido como protagonista
al tenor Plácido Domingo que, por cierto —aunque un poco tarde y después
de algunos titubeos—, ha reconocido que se tomaba ciertas libertades con las
mujeres con las que trabajaba aprovechándose del poder que le otorgaba su
prestigio profesional. Que se sepa, las denuncias no han llegado a los juzgados.
El director y actor de cine Woody Allen es objeto de una persecución obsesiva
por parte de Ronan Farrow, que periódicamente renueva la acusación contra
él por un presunto cometido hace más de treinta años contra su hija de 7,
denuncias que los tribunales han archivado una y otra vez. El también cineasta
Roman Polanski, responsable de haber violado a Samantha Geimer hace más
de cuarenta años, cuando la niña tenía 14 años, cumplió una condena de
prisión en los Estados Unidos y Samantha le ha perdonado públicamente. Que
se sepa Polanski no ha vuelto a cometer ningún delito, lo que no impide que el
estreno de cada nueva película suya vaya acompañado de manifestaciones de
grupos feministas que reclaman la censura y el boicot a sus obras.
62.  Laurent, E.: «Observaciones sobre tres encuentros entre el feminismo y
la no relación sexual», El Psicoanálisis, Núm. 35.
63.  Milner, J.-C.: “Reflections on the MeToo movement and its philosophy”.
Citado por Eric Laurent en el artículo citado en la nota anterior.

| 101
Sexualidad y violencia

machistas, lejos del movimiento que se extendió en


los campus norteamericanos hacia 2010 conocido por
sus denuncias de las microagresiones, discriminaciones
más o menos sutiles dirigidas a los miembros de
los grupos minoritarios a través de un lenguaje
desvalorizador de su condición sexual o identitaria.
Las microagresiones serían los insultos o actitudes,
intencionales o no, que comunican mensajes hostiles
a sujetos pertenecientes a minorías por el mero hecho
de ser parte de las mismas. El MeToo rompe con
esa política, a la que considera light, planteando sin
tapujos, directamente, la cuestión de la violación. La
escritora y antigua activista feminista Vivian Gornick
observa con sorpresa la repercusión que ha tenido el
movimiento MeToo, por

[…] lo poco que se había progresado en materia de


acoso sexual, algo que es delito desde hace 50 años.
Esto —explica— no iba solo de Harvey Weinstein,
sino de todos esos hombres corrientes que de forma
corriente hacían esas mismas cosas que ya hacían en
cualquier trabajo cuando yo tenía 20 años. No había
una sola oficina en la que algún hombre no estuviera
tocándote o haciéndote alguna proposición64.

Gornick señala que hay una diferencia sustancial


entre el movimiento feminista de los años setenta en el que
ella participó, muy politizado en sus reivindicaciones,
y el actual, al que ve más como una manifestación de
«ferocidad emocional» que al mismo tiempo que le
produce simpatía le genera cierto horror:

[…] conozco a hombres —declara— que han recibido


64.  Aguilar, A.: «Vivian Gornick: Estar sola es una postura política», El País
Semanal, 1/03/2020, https://bit.ly/31zg1mW.

102 |
Feminismos

castigos mucho más severos de los que merecían


[…] también hay algo de política parapolicial, de
hipervigilancia, cuando en realidad las mujeres a
menudo son cómplices65.

Vivian Gornick ha convocado un significante tabú:


cómplices, acerca de cuyo significado el feminismo
en general y más aún el feminismo radical pasa de
puntillas, cuando no lo rechaza con indignación. Se
trata, finalmente, de saber si una mujer ha consentido
libremente participar en una relación sexual, ya
que tal y como nos ilustra el Diccionario de la Real
Academia consentir es «permitir algo o condescender
en que se haga»; y como el mismo sabio texto nos
aclara, el consentimiento es «una manifestación
de voluntad expresa o tácita» por la que dos —
al menos dos— sujetos acuerdan iniciar un juego
erótico en el que están comprometidos sus cuerpos.
A nadie escapa que la interpretación de los signos
externos que sugieren que se ha permitido algo o
condescender en que se haga —dejar hacer, en el
lenguaje vulgar— puede dar lugar a situaciones
equívocas, del tipo de las que proporcionan trabajo
a los tribunales de justicia cuando han de esclarecer
si una denuncia por agresiones o abusos sexuales
formalizados por una mujer se corresponden con
los llamados hechos probados. Existe una doctrina
jurídica consolidada referida a lo que se denomina
«vicios del consentimiento», cuando el mismo se
ha arrancado mediante la violencia, el error en la
persona, la coacción y la intimidación —una situación
ésta que le inspira a la víctima el temor a un mal
inminente—. Para evitar situaciones equívocas los

65.  Ibíd.

| 103
Sexualidad y violencia

meticulosos juristas nórdicos han llegado a proponer


que cualquier relación con fines sexuales debería
estar precedida por un consentimiento contractual
explícito, una pretensión que, además de depurar
a las relaciones amorosas de toda sombra de deseo
y espontaneidad, pone en evidencia una vez más la
mentalidad obsesiva de quienes creen que la letra de
la ley puede gobernar la subjetividad.
En principio todas las denuncias presentadas por
mujeres que alegan haber sido agredidas o abusadas
sexualmente, o coaccionadas de algún modo con
propósitos sexuales, deben ser admitidas e investigadas
por las autoridades partiendo del criterio de
verosimilitud objetiva —fáctica— de la denuncia. ¿Qué
sucede cuando las circunstancias en que supuestamente
se han producido los hechos denunciados son confusas,
o existen dudas fundadas acerca de la verosimilitud
subjetiva cuando los protagonistas ofrecen versiones
opuestas de lo ocurrido, que casi siempre escapa a la
mirada de testigos? Hay casos criminales en los que
prácticamente desde el comienzo de las investigaciones
existen evidencias claras que confirman el relato de la
víctima y le otorgan plena credibilidad, al tiempo que el
o los responsables de la agresión están identificados y
las pruebas acumuladas en su contra son concluyentes.
Al respecto, el caso judicial estudiado en el siguiente
capítulo es un paradigma de esta clase de casos, en los
que la credibilidad objetiva y la verosimilitud subjetiva
conducen a un resultado claramente condenatorio.
Sin embargo, existen situaciones en las que
resulta más difícil verificar la credibilidad de una
denuncia de agresión sexual, sea porque el relato
de lo ocurrido es confuso e incluso contradictorio,
o sea porque el alcance real de los hechos es puesto
en duda por la inconsistencia de las pruebas. En el

104 |
Feminismos

«caso Weinstein» la defensa alegó que algunas de las


mujeres que ahora lo denunciaban habían continuado
manteniendo con él relaciones amistosas después de
ocurridos los hechos, sugiriendo que los presuntos
abusos y violaciones habían sido consentidos por
las supuestas agraviadas. Sin embargo, el jurado
entendió, gracias a los testimonios de los forenses,
que es muy común que una víctima siga en contacto
con su agresor, ya sea por miedo o por vergüenza,
máxime cuando el agresor es un personaje importante
y poderoso; el veredicto, basándose en que se trata
«víctimas imperfectas», como las denominó la prensa
estadounidense, estimó que continuaban siendo
víctimas aun cuando alternaran socialmente con el
agresor. En el instante en que el marco legal se ve
desbordado por la complejidad de un delito contra la
integridad sexual, el asunto deja de ser un problema
jurídico para entrar de lleno en el ámbito emocional,
siempre más propenso al maniqueísmo del «sí es sí»
y el «no es no», que a admitir la complejidad de la
condición humana. Que un hombre silbe al paso de
una mujer o le dirija una expresión admirativa está
lejos de constituir un acoso; un piropo puede ser una
galantería, o puede derivar en acoso si el piropeador
persigue por la calle a su objeto de deseo agobiándola
con sus requerimientos; un roce casual con el cuerpo
del otro no es un abuso, a menos que la modalidad e
intensidad del contacto haga evidente una voluntad
abusadora… ejemplos de la «lógica agregativa» citada
por Milner. Esa lógica, consistente en sumar cada vez
más supuestos agravios atribuidos a personajes más
o menos célebres van más allá de los casos concretos
que han tenido como víctima a mujeres, alcanzando
los medios de prensa y los ámbitos académicos,
donde se ha impuesto una «política de la sospecha»

| 105
Sexualidad y violencia

que en la práctica es una censura limitadora del


derecho a la libertad de expresión, que en no pocos
casos le ha costado su puesto de trabajo a quienes no
se han destacado como suficientemente entusiastas
de los postulados pretendidamente progresistas del
feminismo radical. Contra los excesos intolerantes
del activismo progresista se alzaron más de 150
personalidades intelectuales de Estados Unidos que
suscribieron una carta publicada en la revista Harper´s
en julio de 2020 que originó una gran polémica a
pesar de que los firmantes se solidarizaban con las
protestas y denuncias que en las calles y en las redes
se manifestaban contra el racismo.
¿Criminalizar y judicializar el deseo sexual? Una
mirada «lasciva», como recoge la Macroencuesta
antes citada, es una mirada de deseo. Y el deseo —en
palabras de San Agustín, que sabía bastante del
asunto tal y como muestra en sus Confesiones— es
la concupiscencia de lo que está ausente: un objeto
que, aunque esté circunstancialmente fuera del
alcance del sujeto deseante, puede sin embargo ser
imaginariamente poseído al ser atravesado por una
mirada. No deja de llamar la atención que políticos que
se reclaman de izquierdas consideren la lascivia,
que se presenta, además, como si fuera un atributo
exclusivamente masculino, como una agresión digna
de sanción penal, abonándose simultáneamente a los
prejuicios evangélicos y a la moral católica, doctrinas
para las que la «propensión a los deleites carnales»
—tal y como define la lascivia el Diccionario de la Real
Academia— son sinónimo de pecado. Es en la amplia
zona de las tonalidades grises donde la seducción y la
ambivalencia de los sentimientos de los hombres y las
mujeres se despliegan en el juego amoroso, un juego
imposible de codificar dado que es, por definición, un

106 |
Feminismos

juego asimétrico: todas las relaciones están basadas


en la desigualdad, como sostiene Jean-Claude Milner
que ha desvelado el caso Weinstein. El psicoanálisis
se aparta de la pretendida igualdad entre los sexos en
la medida en que

[…] los seres sexuados tienen una relación diferente


al falo según sean hombre o mujer, y el lazo del goce
que viene en el lugar de lo que hace impasse en el
significante y que lo hará siempre, cualquiera sea la
inclusión sutil que quisiéramos hacer brillar66.

66.  Laurent, E.: «Observaciones sobre tres encuentros entre el feminismo y


la no relación sexual», op. cit.

| 107
«La manada»
y los estragos de la pulsión

…los estados primitivos pueden


restablecerse siempre; lo anímico
primitivo es imperecedero en el
sentido más pleno.

Sigmund Freud

El 7 de julio de 2016 una joven de 18 años, «M», que


había llegado el día anterior en coche a Pamplona con
su amigo «R», para participar en las celebraciones de
San Fermín, tuvo un mal encuentro con cinco jóvenes
que habían viajado desde Sevilla a la ciudad navarra:
José Ángel Prenda Martínez, de 26 años; Ángel Boza
Florido, de 24; Antonio Manuel Guerrero Escudero,
de 27; Alfonso Jesús Cabezuelo Entrena, de 27, y Jesús
Escudero Domínguez, de 26.
En la madrugara del día 7 «M» y su amigo «R»
se habían acercado a la Plaza del Castillo donde se

| 109
Sexualidad y violencia

encontraron con un grupo de gente procedente de


Palencia y Castellón, con quienes estuvieron bebiendo,
cantando y bailando. «R» se retiró de la Plaza sobre la
1:30 horas en dirección al coche para descansar, mientras
que «M» y uno de los chicos del grupo de Palencia
intercambiaron sus números de teléfono. «M» se alejó
del grupo para sentarse en un banco de la Plaza donde
también estaba Ángel Prenda, con quien entabló una
conversación de circunstancias, acercándose al lugar
los otros cuatro sevillanos. Unos minutos antes de las
3:00 de la madrugada «M» llamó por teléfono al chico
de Palencia para ver si quedaban al día siguiente para
acudir al encierro, una conversación que se prologó
unos 25 minutos; pasado ese tiempo «M» dijo que se
marcharía hacia el coche para descansar, ofreciéndose
los cinco jóvenes a acompañarla. Mientras caminaban,
dos de ellos entraron en el Hotel Europa y dirigiéndose
al encargado de recepción le pidieron «una habitación
por horas para follar», una conversación que «M»
no oyó porque estaba hablando con los otros tres a
unos metros de distancia. Ante la respuesta negativa
del encargado, el grupo siguió caminando en una
dirección que no era la adecuada para llegar hasta
el coche, circunstancia esta que «M» les hizo notar
sin que le hicieran caso, sintiéndose además molesta
porque durante el trayecto uno de los jóvenes insistía
en cogerla por el hombro y la cintura. De pronto José
Ángel Prenda observó que una mujer estaba tratando
de abrir la puerta de entrada de una finca cercana, y
simulando habitar en el edificio consiguió acceder
al portal y subir por uno de los ascensores hasta la
segunda planta para, a continuación y fuera de la vista
de la mujer, bajar por las escaleras y abrir la puerta de
acceso al portal alentando a sus amigos a entrar
diciendo «vamos, vamos».

110 |
«La manada» y los estragos de la pulsión

La Sentencia de la Audiencia Provincial de Navarra


de 20 de marzo de 2018, en el capítulo de Hechos
Probados, relata las escenas que siguieron (se respeta
la redacción textual):

Ángel Boza tiró de la mano de «la denunciante»


cogiéndole de la otra mano Alfonso Jesús Cabezuelo;
ambos la apremiaron a entrar en el portal tirando
cada uno de brazo de «la denunciante», quien de
esa guisa entró en el recinto de modo súbito y
repentino, sin violencia. Cuando la introdujeron en
el portal los procesados le dijeron que se callara,
significándole que guardara silencio mediante el
gesto de llevar la mano abierta a la boca.
De esa forma el grupo llegó a la puerta ubicada en
el interior del portal, situada a la izquierda de los
ascensores, de vinilo traslúcido, mediante la que
se accede a un rellano, entrando a ese espacio; tras
subir un tramo de cinco peldaños se accede a otro
rellano girando a la izquierda desde este espacio
se accede por tres escalones a un habitáculo de
forma irregular y tamaño reducido (unos 3 metros
cuadrados); concretamente se trata de una zona sin
salida de 2,73 cm de largo por 1,02 cm de ancho y
1,63 cm de ancho en la parte más amplia.
Cuando «la denunciante» accedió al primer rellano la
puerta de acceso estaba abierta, tenía delante de ella a
uno de los procesados y detrás a otros. De este modo
fue dirigida por los procesados al habitáculo que se
acaba de describir, donde los acusados la rodearon.
Al encontrarse en esta situación, en el lugar recóndito
y angosto descrito, con una sola salida, rodeada
por cinco varones de edades muy superiores y
de fuerte complexión, conseguida conforme a lo
pretendido y deseado por los procesados y querida

| 111
Sexualidad y violencia

por estos, «la denunciante» se sintió impresionada


y sin capacidad de reacción. En ese momento notó
cómo le desabrochaban la riñonera que llevaba
cruzada, cómo le quitaban el sujetador sin tirantes
abriendo un clip y le desabrochaban el jersey que
tenía atado a la cintura; desde lo que experimentó
la sensación de angustia, incrementada cuando
uno de los procesados acercó la mandíbula de «la
denunciante» para que le hiciera una felación y en
esta situación notó cómo otro de los procesados le
cogía de la cadera y le bajaba los leggins y el tanga.
«La denunciante» sintió un intenso agobio y
desasosiego que le produjo estupor y le hizo
adoptar una actitud de sometimiento y pasividad,
determinándole a hacer lo que los procesados le
decían que hiciera, manteniendo la mayor parte del
tiempo los ojos cerrados. Los procesados conocieron
y aprovecharon la situación de «la denunciante» en
el cubículo al que la habían conducido para realizar
con ella actos de naturaleza sexual con ánimo
libidinoso, actuando de común acuerdo.
En concreto […] «la denunciante» fue penetrada
bucalmente por todos los procesados; vaginalmente
por Alfonso Jesús Cabezuelo y José Ángel Prenda,
este último en dos ocasiones, al igual que Jesús
Escudero Domínguez quien la penetró una tercera
vez por vía anal, llegando a eyacular los dos últimos
sin que ninguno utilizara preservativo. Durante el
desarrollo de los hechos Antonio Manuel Guerrero
grabó con su teléfono móvil seis vídeos con una
duración total de 59 segundos y tomó dos fotos;
Alfonso Jesús Cabezuelo Entrena grabó del mismo
modo un vídeo con una duración de 39 segundos.
Finalizados los hechos, los procesados se marcharon
escalonadamente. Antes de abandonar el cubículo,

112 |
«La manada» y los estragos de la pulsión

Antonio Manuel Guerrero Escudero se apoderó en


su propio beneficio del terminal de teléfono móvil
marca Samsung Galaxy nº IMEI 357339075242166
[…] que «la denunciante» llevaba en su riñonera,
quitándole la funda, extrayendo la tarjeta SIM de la
compañía Jazztel y la tarjeta de memoria, micro SD
arrojándoles en el lugar de los hechos.
El primero en salir fue Ángel Boza Florido
[…] siguiéndole progresivamente los restantes
procesados, hasta que formaron un grupo.
Entretanto, «la denunciante», cuando advirtió
que se habían ido todos los procesados se puso el
sujetador, se subió los leggins y el tanga, luego cogió
el jersey atándoselo a las caderas; seguidamente
buscó la riñonera para coger su teléfono móvil y
llamar a «R». Cuando comprobó que el teléfono
móvil no estaba en la riñonera se incrementó su
inquietud y desasosiego y comenzó a llorar, cogió
su riñonera y salió a la calle llorando.
«La denunciante» accedió a las 3:29:45 a la Avenida
de Roncesvalles […] continuó caminando sola y
sin cruzarse con ninguna persona por la dicha
Avenida durante unos 20 segundos, hasta sentarse
en el primer banco situado en la zona central de
la Avenida. «La denunciante» tomó asiento en
el banco llorando desconsoladamente, hasta que
llamó la atención de una pareja que al verle llorar
se desviaron de su trayectoria, dirigiéndose al
banco para atenderle; llamaron al teléfono 112
personándose poco después una patrulla de la
Policía Municipal. Fue trasladada desde el lugar
de los hechos hasta el Servicio de Urgencias del
Complejo Hospitalario de Navarra, donde se le
revisó ginecológicamente a partir de las 5:20 horas,
administrándosele tratamientos anticonceptivos de

| 113
Sexualidad y violencia

emergencia y profiláctico. Como consecuencia


de los hechos «la denunciante» tuvo lesiones
consistentes en: lesión eritematosa en zona de
horquilla posterior en la zona de la cinco horarias
para cuya curación precisó de una primera
asistencia facultativa. Se le realizó una prueba de
detección de alcohol que determinó un resultado
positivo de 0,91 +/- 0,05 g/l de alcohol en sangre y
1,46 +/- 0,06 g/l de alcohol en orina».

A partir de la descripción de los hechos que


consideraron probados, los magistrados —por
mayoría, ya que el tercero se pronunció en el sentido de
absolver a los acusados— se extendieron efectuando
una valoración de las pruebas practicadas en la vista
del juicio, que les llevó a las siguientes conclusiones,
previas a pronunciar la sentencia.

La peculiaridad del caso que enjuiciamos —expresa


la resolución— viene determinada por cuanto existe
un medio de prueba documental concretado en las
grabaciones de vídeo y fotos tomadas durante el
desarrollo de los hechos por los procesados Antonio
Manuel Guerrero y Alfonso Jesús Cabezuelo […]
Por ello se desvía de lo que es habitual en los delitos
contra libertad e indemnidad sexuales, conductas
delictivas respecto a las que debido al componente
personalista que presentan y los espacios de
intimidad en que se suelen perpetrar no es fácil que
exista la posibilidad de contar con otras pruebas —
especialmente, pero no solo— personales distintas
para acreditar el núcleo del hecho delictivo.

Para los magistrados son hechos incontrovertidos:

114 |
«La manada» y los estragos de la pulsión

1) 
El encuentro de «la denunciante» con los
procesados;
2) El posterior desplazamiento de las seis personas
al inmueble número 5 de la calle Paulino Caballero
de Pamplona, y
3) El mantenimiento de las cinco personas con «la
denunciante» en el habitáculo.

La discrepancia —señala la resolución— se concreta


en la voluntariedad o no del mantenimiento de
dichas relaciones por parte de «la denunciante» y así,
frente a la versión de las acusaciones que sostienen
que fue obligada a realizar actos de naturaleza
sexual con los procesados violentando su voluntad
valiéndose de violencia o intimidación para
conseguir su satisfacción sexual, algunos de ellos
grabados y fotografiados, cumpliendo el designio
que se habían trazado desde el momento en que se
encontraron con «la denunciante» , las defensas de
los procesados afirman que las relaciones sexuales
se tuvieron con el consentimiento pleno de «la
denunciante», quien ya en la Plaza del Castillo,
durante la primera conversación que mantuvo con
aquellos, convino en mantener relaciones sexuales
en grupo, y así se lo comunicó y se pusieron en
marcha rápidamente para encontrar un lugar
discreto donde hacerlo.
«La denunciante» ha sostenido con firmeza la
versión acerca del modo en que se desarrollaron
los hechos […] con relación al modo en que le
introdujeron en el portal, le condujeron al recinto
donde se desarrollaron los hechos y cómo le
obligaron una vez en el interior del habitáculo a
realizar diversos actos de naturaleza sexual con cada
uno de ellos, valiéndose de su superioridad física y

| 115
Sexualidad y violencia

numérica y de la imposibilidad de «la denunciante»


de ejercer resistencia ante el temor a sufrir un daño
mayor y la imposibilidad de huir del lugar. […]
La declaración de «la denunciante» satisface los
parámetros de credibilidad subjetiva, objetiva y
persistencia […] las relaciones de contenido sexual
se mantuvieron en un contexto objetivo y subjetivo
de superioridad, configurado voluntariamente
por los procesados, del que se prevalieron de
modo que las prácticas sexuales se realizaron sin
la aquiescencia de «la denunciante» en el ejercicio
de la libre voluntad autodeterminada, quien se
vio así sometida a la actuación de aquellos. […]
Las declaraciones testificales en el acto del juicio
oral de «DB» y «DM», primeras personas que le
atendieron […] se acercaron a ver qué le ocurría,
sentándose los dos junto a «la denunciante» en el
banco. Relatando que al principio «la denunciante»
no podía hablar, lloraba amargamente con angustia,
y con dificultades les dijo que había perdido el
móvil o que no lo tenía; manifestaron que estaba
en estado de shock y no apreciaron síntomas de
estar bebida. Le preguntaron a ver qué le había
pasado y ella seguía llorando sin expresar frases
coherentes. Decía frases cortas o palabras sueltas y
seguía llorando haciendo alusión al móvil. Cuando
le dijeron que no era para tanto perder un móvil
la oyeron decir que «cuatro chicos»… por lo que
los testigos entendieron que había algo más; entre
llantos «la denunciante» les dijo que había venido
con un amigo y que su amigo estaba en el coche,
que había conocido a cuatro chicos en la Plaza
del Castillo y que cuando iban andando la habían
metido en un portal. Los testigos le preguntaron
si todos habían abusado de ella, y les dijo que sí.

116 |
«La manada» y los estragos de la pulsión

«DM» llamó al 112 recibiendo la Policía Municipal


alrededor de las 3:40 horas del día 7 de julio
una llamada en la que se comunicaba que «dos
ciudadanos al parecer han encontrado a una joven
en la Avenida de Roncesvalles que dice haber sido
objeto de una agresión sexual».
De todo este conjunto de medios de prueba podemos
inferir razonablemente que desde el primer
momento «la denunciante» refirió a las personas que
le atendieron y a los agentes que intervinieron que
había sufrido una actuación atentatoria a su libertad
sexual a la que ella no había prestado aquiescencia,
por parte de cuatro varones —resaltamos que a lo
largo de todas sus declaraciones en sede policial,
judicial y en el acto del juicio oral, con la natural
precisión de que a estas alturas del proceso sabía
que eran cinco los procesados— mantuvo que dicha
actuación atentatoria se había llevado a efecto por
cuatro personas, lo que refuerza la consideración de
la intensidad del impacto emocional producido por la
actuación de los procesados.

II

¿Qué sería un sujeto canalla?


El que siempre encuentra una disculpa para todo.

Jacques-Alain Miller

A las 6:50 horas del día 7 José Ángel Prenda envió


desde su teléfono móvil WhatsApp a dos chats: a «La
Manada», al que pertenecen todos los procesados
—excepto Ángel Boza— además de otras personas,
y a «Disfrutones SFC». En el chat enviado a «La

| 117
Sexualidad y violencia

Manada» escribió: «follándonos a una los cinco […]


todo lo que cuente es poco […] puta pasada de viaje
[…] hay vídeo»; y en el chat remitido a «Disfrutones
SFC» el texto era «follándonos los cinco a una, vaya
puto desfase, del ATC Madrid era, ja, ja».
A las 8:20 horas agentes de la Policía Foral
localizaron en el callejón de la plaza de toros a
cuatro de los procesados, José Ángel Prenda, Ángel
Boza, Antonio Manuel Guerrero y Jesús Cabezuelo,
les identificaron y les dejaron marcharse. En tal
circunstancia Antonio Manuel Guerrero aprovechó
para tirar el teléfono móvil de «la denunciante» en un
basural, donde una persona que pasaba por el lugar
lo recogió a las 9:30 horas.
Mientras tanto los agentes de la Policía Foral
habían localizado el vehículo con el que los cinco
se habían desplazado a Pamplona, y a las 11:15 horas
todos fueron detenidos.
Imprudentemente, y contrariando el rigor
profesional al que todo agente de policía debe ajustar
su comportamiento, un agente de la Policía Foral y
un comisario les comentaron a los cuatro sujetos que
la identificación estaba motivada «por si pudieran
estar implicados en un delito grave que se había
cometido durante la noche en Pamplona», dando
lugar a que los cinco se procurasen una coartada
antes de que fueran efectivamente detenidos. Hasta
tal punto eran conscientes de la posible acusación que
muy probablemente caería sobre ellos, que Antonio
Manuel Guerrero le preguntó a uno de los agentes «si
la chica había sido valorada en un centro sanitario».
La Sentencia expresa que

Cuando llegaron los procesados el comisario de


la Policía Foral […] dio instrucciones a los agentes

118 |
«La manada» y los estragos de la pulsión

desplazados para que se registrara el vehículo y se


hiciera una inspección más completa de los tatuajes
(que habían sido previamente fotografiados). Según
se desprende de la declaración en sede judicial y la
prestada durante la sesión del juicio oral celebrada el
15 de noviembre por los agentes […] en conversación
con los sospechosos, que se mostraron colaboradores
si bien no manifestaron que tuvieran vídeos,
expresando José Ángel Prenda que habían estado
con una chica y que no había habido forzamiento, y
Antonio Manuel Guerrero que ya sabía lo que había
hecho y que estaba muy tranquilo, manifestando
uno de ellos que «todo había sido consentido, y si no
que demostraran lo contrario».

Desde el momento mismo de ser detenidos,


durante el período de instrucción judicial y hasta la
celebración de la vista del juicio, los cinco procesados
articularon su defensa sobre un relato basado no solo
en el presunto consentimiento de «M» para mantener
relaciones sexuales en grupo, sino atribuyéndole a la
joven la iniciativa para llevarlas a cabo. Para tratar de
fortalecer su versión de los hechos, en los que «M»
aparece como instigadora, los cinco declaran que
después de la escena en el habitáculo la chica joven
les propuso «continuar la fiesta juntos» en otro sitio,
a lo que ellos se negaron, abandonando el edificio.
Esta salida «nada caballerosa»—según la expresión
utilizada por los procesados— sería lo que habría
motivado el enfado de «M» y la razón de la denuncia
contra ellos, producto del despecho.

| 119
Sexualidad y violencia

III

La Sentencia describe la escena en estos términos:

«La denunciante» durante todo el desarrollo de


la secuencia muestra un rictus ausente, mantiene
durante todo el tiempo los ojos cerrados y no realiza
ningún gesto ni muestra ninguna actitud que
impresione que tome la iniciativa respecto de los actos
de índole sexual, ni interacciona con los realizados
por los procesados; apreciamos que los soporta en
un estado que nos sugiere ausencia y embotamiento
de sus facultades superiores […] No apreciamos
indicadores que permitan considerar la existencia
de interacción sexual entre «la denunciante» y
los procesados, ni sincronía de movimientos que
sugieran una actuación concertada, al contrario,
apreciamos una situación en la que es patente la
ausencia de fuerza y vigor por «la denunciante»
que evoca una actitud de sometimiento y sumisión
por parte de aquella […] Este vídeo ilustra en
nuestra consideración bien a las claras la realidad
de la situación, muestra de modo palmario que «la
denunciante» está sometida a la voluntad de los
procesados, quienes la utilizan como un mero objeto
para satisfacer sobre ella sus instintos sexuales […]
No percibimos en dichos vídeos ningún signo que
nos permita valorar bienestar, sosiego, comodidad,
goce o disfrute de la situación por parte de «la
denunciante», contrariamente a lo que apreciamos
en cuanto a las actuaciones de los procesados. En
efecto valoramos que por parte de estos se practica
de manera mecánica una sexualidad sin afecto,
puramente biológica, cuyo único objetivo es buscar
su propio y exclusivo placer sensual utilizando a «la

120 |
«La manada» y los estragos de la pulsión

denunciante» como un mero objeto, con desprecio


de su dignidad personal […] Abundando en nuestra
apreciación sobre los documentos videográficos
examinados, consideramos que «la denunciante»
reaccionó de modo intuitivo, la situación en que
se hallaba y los estímulos que percibió provocaron
un embotamiento de sus facultades de raciocinio
y desencadenaron una reacción de desconexión y
disociación de la realidad que le hizo adoptar una
actitud de sometimiento y pasividad determinándole
a hacer lo que los procesados le decían que hiciera,
manteniendo, como hemos comprobado, los ojos
cerrados en todas las grabaciones […] El argumento
de los procesados relativo a que la denuncia fue una
reacción de despecho por parte de «la denunciante»
ante una despedida «con ninguna caballerosidad»
cae por su propio peso. En efecto, consideramos
que la forma en que se desarrollaron los hechos, la
extensión e intensidad con que se produjeron las
prácticas sexuales por parte de aquellos, los rastros
de estos concretados en manchas de semen en el
primer peldaño de las escaleras de la parte izquierda,
en el suelo del pasillo, de la escalera izquierda, en
el suelo del pasillo de la escalera derecha, en la
pared izquierda del habitáculo, junto a un extintor
y en la pared derecha junto a un interruptor revelan
que se fueron yendo del portal, según declaró en el
plenario José Ángel Prenda, «de modo fraccionado,
cuando terminaron de eyacular», dejándola sola,
aprovechando Antonio Manuel Guerrero, quien
por su condición profesional (guardia civil) conocía
que de este modo impedía la reacción inmediata de
«la denunciante», para sustraer su teléfono […] Es
un dato revelador de la percepción que tenían los
procesados sobre el modo en que se desenvolvieron

| 121
Sexualidad y violencia

los hechos su actitud de jactancia por lo que habían


realizado, y la nula consideración de respeto a la
dignidad de «la denunciante».

Una vez descritos los hechos que consideran


probados, los magistrados de la Audiencia Provincial
desgranan en su resolución el contenido técnico-
jurídico de los conceptos de violencia e intimidación,
factores ambos que juntos o separados configuran el
tipo penal de la violación, tipificada en los artículos
178 y 179 del Código Penal, y en su modalidad
agravada cuando la violencia o la intimidación
revistan un carácter degradante o vejatorio, o cuando
en los hechos participasen dos o más personas tal y
como exige el artículo 180 CP.
La opinión mayoritaria de los magistrados,
reflejada en la parte dispositiva de la sentencia, es
que los abusos padecidos por «M» no constituyen un
delito de violación, ya que no ha resultado probado
que los procesados ejercieran violencia o intimidación
contra la joven, en contra de la calificación formulada
por el Ministerio Fiscal y las acusaciones particulares.
Entre la relación de los hechos reconocidos como
probados y la resolución final, en la que se condena a los
procesados por un delito continuado de abuso sexual
—no por violación—, la sentencia de los magistrados
navarros comenta in extenso en apoyo de sus propias
conclusiones aquello que la jurisprudencia del Tribunal
Supremo entiende respectivamente por violencia o
intimidación, aparentemente sin caer en la cuenta de
que la jurisprudencia del TS que ellos citan desmiente
sus razonamientos.
Expresa la Sentencia, en relación con la violencia, que

Las acusaciones no han probado el empleo de

122 |
«La manada» y los estragos de la pulsión

un medio físico para doblegar la voluntad de


«la denunciante», que con arreglo a la doctrina
jurisprudencial implica una agresión real más o
menos violenta, o por medio de golpes, empujones,
desgarros, es decir fuerza eficaz y suficiente para
vencer la voluntad de «la denunciante» y obligarle
a realizar actos de naturaleza sexual, integrando de
este modo la violencia como elemento normativo
del tipo e agresión sexual. En este marco apreciamos
que las lesiones que presentaba «la denunciante»
cuando fue examinada en el Complejo Hospitalario
de Navarra y se describen en el informe médico
forense de 11 de julio de 2016 consistentes en…
«lesión eritematosa en la zona de horquilla posterior
en la zona de la cinco horarias para cuya curación
precisó de una primera asistencia facultativa» no
revelan la existencia de violencia que cumplimente
las exigencias de este elemento que califica el tipo
de agresión sexual […] El informe médico forense
precisa que «la presencia de un eritema vulvar
como el descrito es un dato morfológico compatible
con rozamiento en la zona descrita, no siendo en sí
mismo un hallazgo que indique violencia».
Y por lo que se refiere a la intimidación «como
medio comisivo alternativo» precisamos que ha sido
definida por la jurisprudencia como constreñimiento
psicológico consistente en la amenaza o el anuncio
de un mal grave, futuro y verosímil si la víctima no
accede a participar de una determinada acción sexual.

Citan en su favor las Sentencias del Tribunal


Supremo de 10 de julio de 2013, 28 de mayo de 2015 y
21 de enero de 2016, que reiteran que la intimidación

[…] consiste en la amenaza de un mal que no es

| 123
Sexualidad y violencia

imprescindible que sea inmediato, bastando que sea


grave, futuro y verosímil […] Mal que en los delitos
contra la libertad e indemnidad sexuales se relacionan
directamente por el autor con la pretensión de que
la víctima acceda a participar en una determinada
acción sexual pretendida por aquel, de modo que
la concreción del mal se producirá si persiste en su
negativa […] Por otro lado no se exige que sea una
intimidación de tal grado que resulte en todo caso
irresistible para la víctima, sino que es suficiente
que, dadas las circunstancias concurrentes resulte
bastante para someter o suprimir su voluntad de
resistencia […] la violencia típica de este delito es la
que haya sido idónea para impedir al sujeto pasivo
actuar según su propia autodeterminación, criterio
igualmente aplicable a los casos de intimidación.
Para lo cual ha de atenderse a las características
objetivas del hecho o conducta ejecutados y a
las circunstancias personales de la víctima, por
lo que incluye, como supuestos de intimidación
suficiente aquellos en los que desde perspectivas
razonables para un observador neutral y en atención
a las circunstancias del caso, la víctima alcanza
razonablemente el convencimiento de la inutilidad
de prolongar una oposición de la que podrían
derivarse mayores males, implícita o expresamente
amenazados por el autor, accediendo forzadamente a
las pretensiones de éste. Por ello se ha señalado que
la calificación jurídica de los actos enjuiciados debe
hacerse en atención fundamentalmente a la conducta
del sujeto activo. Si este ejerce una intimidación clara
y suficiente, entonces la resistencia de la víctima
es innecesaria pues lo que determina el tipo es la
actividad o actitud de aquel, no la de ésta.

124 |
«La manada» y los estragos de la pulsión

Como conclusión de sus razonamientos, los


magistrados de la Audiencia de Navarra expresan que

En las concretas circunstancias del caso no apreciamos


que exista intimidación a los efectos de integrar el
tipo de agresión sexual como medio comisivo.

En su primera parte (A) el fallo de la Sentencia


condena a José Ángel Prenda Martínez, Ángel
Boza Florido, Antonio Manuel Guerrero Escudero,
Alfonso Jesús Cabezuelo Entren y Jesús Escudero
Domínguez a 9 años de prisión cada uno de ellos por
un delito continuado de abuso sexual —agravado—
con prevalimiento. Antonio Manuel Guerrero fue
condenado también a dos meses de multa por «un
delito leve de hurto», al despojar de su teléfono móvil
a la víctima.
En la segunda (B) parte el fallo absuelve a los cinco
del delito continuado de agresión sexual

IV

Esta Sentencia fue recurrida ante el Tribunal


Supremo, y gracias al trabajo de la fiscal Isabel
Rodríguez se cambió la calificación jurídica de los
hechos, de abusos a un delito continuado de agresión
sexual —violación— con la consiguiente elevación de las
penas de prisión, que pasaron de 9 a 15 años para cada
uno de los condenados, al aplicarse las circunstancias
agravantes de trato vejatorio de la víctima y por haber
participado dos o más personas. La condena de multa
impuesta a Antonio Manuel Gurrero por «hurto leve»
fue elevada a dos años de prisión por el delito de
robo con intimidación. La Sentencia del TS de la que

| 125
Sexualidad y violencia

fue ponente la magistrada Susana Polo y suscrita


por toda la Sala, integrada por cinco magistrados,
advierte, además, que los procesados podrían haber
sido condenados a 10 delitos de violación y no a un
solo delito continuado en el caso de que alguna de
las partes lo hubiera solicitado ante la Audiencia de
Navarra. La circunstancia de que no lo hicieran en el
momento procesal oportuno impidió que el propio TS
alterase la calificación.
¿Qué decir de los violadores? ¿Cómo situarse ante
la subjetividad del malvado?
Intentar un diagnóstico clínico es imprudente
teniendo en cuenta que —en palabras de Freud— falta
material de observación: ninguno de los cinco alegó en
su defensa padecer algún trastorno mental, siquiera
transitorio, y sus abogados renunciaron a utilizar ese
argumento para tratar de atenuar su responsabilidad,
por lo que no fueron sometidos a exámenes psiquiátricos
o test psicológicos. Obviamente, tampoco el Ministerio
Fiscal o las acusaciones particulares se interesaron
por la salud mental de los acusados, toda vez que
cualquier duda razonable sobre la misma basada en
informes periciales hubiera significado proporcionar
armas a los abogados defensores. Todo lo que pueda
afirmarse acerca del carácter o la personalidad de
estos sujetos ha de extraerse de la descripción que la
Sentencia recoge de su participación en los hechos, de
cómo se comportaron con la víctima utilizándola como
una cosa, denigrándola, tratándola como un deshecho
al que abandonaron después de usarla: practicaron
con la joven «de manera mecánica una sexualidad sin
afecto, puramente biológica, buscando exclusivamente
en su beneficio el placer sensual». El desprecio por la
integridad y la degradación de la víctima se confirman
por la indiferencia manifestada ante las consecuencias

126 |
«La manada» y los estragos de la pulsión

que para la joven pudiera acarrear una violación


reiterada sin utilizar preservativos.
Las risas y los gestos de deleite de los violadores
registrados en las grabaciones y las fotografías mientras
agredían a la víctima, así como el contenido jactancioso
de los chats enviados a sus amigos de «La Manada»
muestran a unos sujetos en los que «el cinismo del
goce anula la culpa», en palabras de Irene Greiser.
A diferencia de sus agresores, «M» sí fue sometida
a exámenes periciales por orden del Juez Instructor, a
efectos de «determinar si los hechos ocurridos le han
supuesto un daño psicológico y valorar la existencia
de posibles secuelas derivadas de los mismos, bajo la
dirección y dentro de los términos que determinen los
Médicos Forenses designados». Y la Sentencia de la
Audiencia de Navarra expresa que

En función del análisis de la información


proporcionada sobre la vivencia de los hechos
sucedidos, los peritos forenses mantienen con
rotundidad de un modo unívoco […] que cumple
los criterios de trastornos de estrés postraumático
[…] Tomamos de modo singular en consideración
que durante su declaración en el acto del juicio
oral «la denunciante» expresó las razones por las
que después de los hechos trató de mantener una
apariencia de vida normal en todos los ámbitos,
incluida la actividad en las redes sociales, a pesar de
los sentimientos que la abrumaban y el desasosiego
que le embargó al conocer que existían vídeos
y pensaba que cualquier persona con la que se
encontraba en la calle le podía identificar, así como
la trascendencia mediática del caso. A nuestro juicio
resulta incuestionable que una persona que entiende
haber sufrido un suceso traumático con la dimensión

| 127
Sexualidad y violencia

conferida a nivel institucional y mediático trate de


hacer todo lo posible para normalizar su vida en
todos los aspectos, actuación de recuperación en la
que afortunadamente dispuso de importante apoyo
familiar y de su entorno social más próximo».

La defensa de los violadores había contratado


a una agencia de detectives privados para que hiciera
un seguimiento de los movimientos de «M» en su
entorno familiar, amistoso y social en general, a fin
de demostrar que la joven no había padecido ningún
estrés postraumático, lo que avalaría su tesis de
que había sido partícipe de una juerga plenamente
consentida con los cinco condenados. Dos mujeres
detectives se encargaron del seguimiento grabando y
fotografiando a «M» en diversos sitios, elaborando un
informe que los abogados defensores de los violadores
pretendieron que fuera aceptado por el Tribunal.

Las prácticas judiciales […] son


algunas de las formas empleadas por
nuestra sociedad para definir tipos
de subjetividad, formas de saber y,
en consecuencia, relaciones entre el hombre
y la verdad que merecen ser estudiadas.

Michel Foucault

La constatación de que el pronunciamiento de la


Audiencia Provincial de Navarra fuera rectificado
en apelación por la Sala de lo Penal del Tribunal
Supremo, que dictó una sentencia en la que hace una

128 |
«La manada» y los estragos de la pulsión

interpretación sustancialmente diferente, calificando


los hechos como un delito continuado de agresión
sexual —es decir, violación— y no como meros abusos,
puede llevar al interrogante de cómo es posible que
teniendo ante sí los mismos hechos comprobados, las
sentencias respectivas difieran tan radicalmente.
De la lectura de la sentencia de la AP de Navarra
se extrae la impresión de que quienes redactaron el
capítulo de «hechos probados», razonando acerca
de la situación de agobio y desamparo de la víctima,
sometida a la llamada intimidación ambiental por de
cinco energúmenos que la rodeaban en un espacio
cerrado, no han sido los mismos magistrados que
redactaron el fallo en el que contradicen lo que unos
párrafos antes afirmaron. La circunstancia de que sean
los mismos dos jueces —un hombre y una mujer— los
que redactaron la sentencia legitimaría la sospecha
de que pudieran padecer una suerte de spaltung, una
disociación en el pensamiento que, afortunadamente,
no sufrieron los miembros de la Sala de lo Penal del TS.
Es indudable que los magistrados de Navarra
estuvieron sometidos, antes y durante el proceso de
«La Manada», a una extraordinaria presión dirigida al
Tribunal desde distintos ámbitos, tanto institucionales
como de la sociedad civil —incluidos los medios y las
múltiples entidades defensoras de los derechos de la
mujer—, que muy probablemente debieron influir
en el ánimo de quienes tenían la responsabilidad de
interpretar los hechos y pronunciar un veredicto. No
obstante, por fuerte que haya sido la presión, los jueces
tenían la obligación de ignorarla, abstrayéndose del
caldeado ambiente imperante alrededor del caso,
porque cualquier sospecha de que su sentencia
obedeciera más a consideraciones extrajurídicas
que a una decisión adoptada aplicando la ley a los

| 129
Sexualidad y violencia

hechos probados, arrojaría inevitablemente una


sombra de duda sobre la imparcialidad del Tribunal
sentenciador. Todo juez, al tiempo de decidir acerca
de los hechos que debe juzgar, está solo, confrontado
con la letra de la ley y la interpretación que ha de hacer
de ella «en conciencia». Tampoco en su mundo hay
un Otro que funcione como garante de una verdad
universal y, sin embargo, pese a lo inalcanzable de
su objetivo, ha de someterse al ideal de justicia que
para sostenerse exige su plasmación simbólica en
un ordenamiento jurídico basado en unos principios
éticos, en unos determinados valores y en ciertos
presupuestos morales, elementos que constituyen el
fundamento legitimador del conjunto del sistema.
Dicho de otro modo, la mayor o menor fidelidad con
la que estos valores se recojan en la letra y el espíritu
de la ley, y en particular en su aplicación por los
jueces, será determinante para saber si estamos en
presencia de unas leyes que, independientemente de
sus virtudes teóricas, son aplicadas «en relación con
el contexto, los antecedentes históricos y legislativos,
y la realidad social del tiempo en que han de ser
aplicadas», una regla fundamental de interpretación
de las normas jurídicas establecida en el Código
Civil español en su artículo 3. Sobre cualquier ley es
pertinente interrogarse, ¿es acorde con la llamada
moralidad positiva —es decir, con la moral dominante
en una sociedad en un momento determinado—, y
asumida como normal por una mayoría ciudadana, o
acaso es percibida subjetivamente como injusta? Y si
es apreciada como justa, ¿es coherente con la letra y el
espíritu de la ley la interpretación y la ejecución que
de ella hace un tribunal en un caso concreto?
El discurso jurídico tiene, por definición, vocación
de universalidad y, paradójicamente, se dirige a todos

130 |
«La manada» y los estragos de la pulsión

y a ninguno. Pierre Legendre ha destacado muy


acertadamente que el Derecho no es la palabra de un
sujeto, sino una avalancha de textos que alimentan
las estructuras jurídico-institucionales produciendo
un efecto de ficción, como si las instituciones hablaran.
El Derecho devendría, así, un texto sin sujeto en un
doble aspecto. De una parte, pareciera que detrás
de la institución no hubiera nadie en particular: son
los códigos los que tienen vida, aunque al tiempo de
ser aplicada la ley se encarna en el ius dicere, el que
está investido de poder para decir el Derecho; de
otra parte, ese decir se dirige a todos y a ninguno:
se impone como un universal que, sin embargo, al
aplicarse se singulariza, confirmando —tal y como
señalara Lacan— que todo universal se funda en
una excepción que lo niega. El discurso del Derecho
y el discurso psicoanalítico se ocupan del mismo
sujeto, con una diferencia sustancial: el primero solo
excepcionalmente tiene en cuenta el inconsciente, y
la subjetividad se aprecia tan sólo en aquellos casos
en el que puede inferirse una intención, y siempre
que esta pueda vincularse a un hecho previo
protagonizado por el mismo encausado; en tanto que
el psicoanálisis no concibe a un sujeto sino como sujeto
del inconsciente, con las consiguientes diferencias al
tiempo de abordar, uno y otro discurso, cuestiones
como la culpa y la responsabilidad. Mientras que
los tribunales se ocupan de la responsabilidad objetiva,
castigando las transgresiones de la ley según el
grado de responsabilidad de aquel a quien se juzga,
el psicoanálisis solo atiende a la responsabilidad
subjetiva, un ámbito en el que cada uno es juez de sí
mismo. Y aunque el discurso jurídico tiene vocación
de universalidad —la ley es igual para todos, todos
iguales ante la ley—, en cada decisión judicial el juez

| 131
Sexualidad y violencia

debe aplicar las normas a un caso concreto: jueces y


psicoanalistas se ocupan de los sujetos de uno en uno.
Cada juez ha de apoyarse en el texto de la ley que
tiene que aplicar en el caso que tiene por delante, pero
el hecho de que disponga de un considerable margen
para interpretar lo que está más allá de la letra de la ley,
es la puerta por la que la subjetividad del juez entra en
escena. Atravesado por deseos, pasiones y emociones
como cualquier otro sujeto, él no puede mostrar que
tiene un agujero en el saber, como cualquier sujeto
del inconsciente, y cuando pronuncia una sentencia
ignora que la ley es impotente para regular el goce,
que es fuera de norma, que toca a lo real de cada
sujeto inculpado. Que la resolución de la sentencia
se denomine fallo debería llevar a reflexionar acerca
de su significado, porque al margen de las buenas
intenciones de un juez, este siempre falla: porque a
la justicia, como a la mujer, solo se puede mal-decirla.

132 |
Sexualidad, crimen y locura

Si para el psicoanálisis es tan


interesante la criminología es
porque plantea el problema de si
la enfermedad mental llega a
suspender al sujeto de derecho.

Jacques-Alain Miller

En el año 2008 Nagore Laffague Casasola


tenía 20 años. Oriunda de Irún, ese día estaba en
Pamplona donde estudiaba Enfermería en la Clínica
Universitaria de Navarra, coincidiendo con el inicio
de las fiestas de San Fermín. Alrededor de las 7:00 de
la mañana se encontró en la calle con tres chicas
compañeras suyas con las que compartía piso, que
en ese momento estaban charlando con José Diego
Yllanes Vizcay, un médico interno residente en el
Departamento de Psiquiatría, a quien Nagore conocía
de la Clínica. Las tres jóvenes, únicas testigos de la

| 133
Sexualidad y violencia

escena, relataron que Nagore y Diego se marcharon


juntos en dirección al piso del médico. A partir de ese
instante comenzó la secuencia de un drama que se
cerraría —mal— el 17 de noviembre de 2009, con una
Sentencia de la Audiencia Provincial de Navarra que
representa uno de los más clamorosos fracasos de la
aplicación de la Ley del Jurado.
La Sentencia pronunciada por el Tribunal del Jurado
de la Audiencia Provincial de Navarra consideró
como probados los hechos que a continuación se
citan, recogidos textualmente de la resolución.

El acusado y Nagore Laffage Casasola llegaron


al piso de propiedad de aquel en una hora no
precisada, entre los 8:05 y las 10 horas de la mañana.
Una vez en el edificio […] José Diego Yllanes Vizcay
y Nagore Laffage Casasola comenzaron de mutuo
acuerdo, en el ascensor, a besarse, abrazarse y a
tener contacto físico de forma apasionada. Dicha
anterior conducta se prolongó en el interior de la
vivienda propiedad de José Diego Yllanes Vizcay,
procediendo éste a desnudar de manera violenta
a Nagore Laffage Casasola, llegando a romperle la
trabilla del pantalón, un tirante del sujetador y el
tanga por tres sitios.
José Diego Yllanes Vizcay pensó erróneamente
que Nagore Laffage Casasola quería una relación
apasionada, por lo que procedió a quitarle la ropa
de forma brusca […] Nagore Laffage Casasola
interpretó erróneamente la actuación violenta del
acusado como un intento de agresión sexual, y
como reacción amenazó a José Diego con destruir
su carrera y denunciarle. La reacción airada de
José Diego Yllanes consistió en taparle la boca
para evitar que gritara, y en golpear de manera

134 |
Sexualidad, crimen y locura

deliberada y repetida a Nagore Laffage Casasola


en diversas partes del cuerpo, causándole las
siguientes lesiones externas:
1) hematomas orbitarios bilaterales con importante
hinchazón palpebral y hemorragia conjuntival […];
2) esquimosis puntiformes en conjuntiva de
párpados inferiores […];
3) hematoma morado en mejilla izquierda desde el
ángulo mandibular hasta arco cigomático […];
4) hematomas labiales en centro de labio superior
y zona izquierda de ambos labios con hinchazón y
herida en la mucosa labial inferior, con restos de
sangre entre los dientes […];
5) pequeños hematomas en raíz nasal […];
6) hematoma morado junto a comisura labial
derecha y debajo lesión equimótica en borde
mandibular […];
7)  erosiones lineales de 1 y 2,5 cm sobre ceja derecha […];
8) erosión de 0,8 cm en la zona nasal derecha […];
9) erosión lineal de 1,2 cm en mejilla izquierda […];
10) hematoma entre 1 y 3 cm en región de papada y
erosiones submentonianas de 2 y 0,8 cm […];
11) erosiones lineales entre 2,5 y 1,5 cm perpendiculares
a arco cigomático izquierdo […];
12) equimosis puntiformes en cara regiones
retroauriculares y mastoideas más nítidas y
abundantes en el lado izquierdo […];
13) eczema en pliegue retroauricular derecho […];
14) dos equimosis digitadas en cuello, en el lado
derecho en región paratiroidea y en lado izquierdo
bajo ángulo mandibular.

En este punto la enumeración pasa directamente


al nº 21, probablemente por un error involuntario del
redactor.

| 135
Sexualidad y violencia

21) erosión lineal de 1 cm en 3º dedo de la mano


izquierda en el pliegue interdigital […];
22) hematoma morado rojizo de 2x1 cm en dorso de
mano izquierda zona radial […];
23) hematoma morado rojizo de 3 cm en cara antero
radial de antebrazo izquierdo 1/3 distal junto a
otro de 0,5 cm en flexura de muñeca […];
24) hematoma morado rojizo de 0,5  cm en cara
posterior de antebrazo izquierdo 1/3 medio […];
25) cuatro hematomas morado rojizos entre 5,5
y 3 cm en cara posterior de brazo izquierdo por
encima del codo […];
26) hematoma morado rojizo de 1 cm bajo olécranon
izquierdo […];
27) dos hematomas en borde cubital de antebrazo
izquierdo 1/ distal […];
28) hematoma morado rojizo en base de eminencia
tenar derecha de 2,5 x 1,5 cm […];
29) hematoma morado rojizo de 1,5 cm en zona
radial anterior de antebrazo derecho 1/3 distal […];
30) hematoma en cara externa de codo derecho de
5 x 4,2 cm que continúa de forma lineal hasta cara
interna, y67
33) hematoma morado rojizo en maléolo interno de
tobillo izquierdo de 2 x 0,8 cm con erosión debajo
de 1 cm.

El informe registra, además, las siguientes lesiones


internas:

35) múltiples infiltrados hemorrágicos de la


aponeurosis epicraneana, siendo más intensos a
67.  En la página correspondiente, acaso por un error en la transcripción, la
numeración aparece alterada, pasando directamente del 30 al 33.

136 |
Sexualidad, crimen y locura

nivel parietotemporal izquierdo, occipital, zona


superior parietal derecha, frontal y temporal
derechos […], y
36) infiltrado hemorrágico de ambos músculos
temporales, más intenso el izquierdo […] meninges
congestivas.
A su vez Nagore Laffage Casasola causó a José
Diego algunos arañazos y dos equimosis en la cara
anterior de los hombros, al defenderse de la
agresión de éste.

II

El relato de los hechos que la Sentencia estima


probados responde a la versión ofrecida por José
Diego Yllanes a la Policía Foral de Navarra, que a
su vez había sido alertada del suceso por la Policía
Municipal de Pamplona gracias a una llamada
telefónica de Guillermo Mayner Eguren, un amigo de
Diego a quien este había pedido ayuda después
de contarle por teléfono lo que había hecho.
Después de arrancarle parte de su ropa
violentamente, y ante la amenaza de Nagore de
denunciarlo, la

[…] reacción airada de José Diego Yllanes consistió


en taparle la boca para evitar que gritara, y en golpear
de manera deliberada y repetida a Nagore Laffage
Casasola en diversas partes del cuerpo […] Dicha
agresión se produjo durante un lapso de tiempo
indeterminado […] José Diego Yllanes Vizcay,
tratando de evitar que Nagore Laffage Casasola
gritara, tras golpearla, a continuación presionó
con su mano el cuello de Nagore, produciéndole

| 137
Sexualidad y violencia

su asfixia y muerte. Tras estrangular y causar la


muerte de Nagore Laffage Casasola, el acusado, con
el fin de poder hacerla desaparecer más fácilmente,
intentó descuartizarla, llegando a seccionar el
dedo índice de la mano derecha y realizar cortes
en la muñeca derecha. Con posterioridad envolvió
el acusado el cuerpo de Nagore Laffage Casasola
en bolsas de plástico, sujetas con cinta aislante,
introduciendo también, para evitar la identificación,
en varias bolsas de plástico, de forma separada,
pertenencias de Nagore, entre otras su ropa interior
y documentación; objetos que había en la vivienda y
los instrumentos utilizados para la amputación del
dedo y cortes.
José Diego Yllanes Vizcay, para intentar borrar las
huellas de lo ocurrido, limpió el piso utilizando
productos de limpieza con contenido de amoníaco.
A continuación, se dirigió andando a la Clínica
Universitaria a fin de obtener el teléfono de
Guillermo Mayner Eguren a fin de llamarle,
conectar y quedar con él. Se reunió con Guillermo
Mayner Eguren, a quien relató parcialmente en una
conversación de 40 minutos lo que había ocurrido,
requiriendo su ayuda sin especificar para qué.
Ante la negativa de Guillermo Mayner Eguren
a ayudarle, manifestando por contra que lo que
debía hacer es acudir a la Policía, José Diego
Yllanes se negó, diciéndole que si lo denunciaba
se suicidaría. Guillermo Mayner Eguren, tras
consultar con su Jefe del Servicio de Psiquiatría,
llamó a la Policía Municipal de Pamplona sobre
las 12:46 horas, relatando lo que José Diego Yllanes
Vizcay le había dicho. A raíz de la llamada la
Policía Municipal de Pamplona inició la búsqueda
de José Diego Yllanes Vizcay, así como de la posible

138 |
Sexualidad, crimen y locura

víctima. José Diego Yllanes Vizcay, al no contar


con la ayuda de Guillermo Maynar Eguren, decide
sacar el cuerpo de Nagore Laffage Casasola del
domicilio en el que ocurren los hechos, para lo
que se traslada al domicilio de sus padres, donde
coge las llaves del vehículo Saab blanco propiedad
de su padre, sacándolo del garaje y acudiendo a
su vez al garaje de la vivienda donde ocurren los
hechos, donde lo aparca en una plaza. José Diego
Yllanes Vizcay procedió a introducir el cadáver
de Nagore Laffage Casasola en el maletero del
citado vehículo Saab blanco al igual que las bolsas
de plástico en las que había guardado los objetos
que quería hacer desaparecer, para a continuación
conducir durante unos 45 minutos hasta la
localidad de Olondriz (Navarra) […] accediendo
por un camino a una zona boscosa sacó el cuerpo
de Nagore Laffage Casasola del maletero, dejándolo
semioculto a unos metros del camino; procediendo
igualmente a ocultar en una zona de más difícil
acceso y escondida bajo unas zarzas, las bolsas de
plástico con los objetos. José Diego Yllanes Vizcay
permaneció en la zona de Sorogain junto al coche
Saab blanco hasta que fue encontrado por sus
familiares, procediendo su padre José Luis Yllanes
sobre las 00:32 del día 8 de julio de 2009 a comunicar
a la Policía Foral que estaba con él el acusado, y
que lo trasladaban al domicilio familiar sito en
Erro (Navarra), procediéndose posteriormente a su
detención por agentes de la Policía Foral […] José
Diego Yllanes Vizcay, para cometer el hecho de dar
muerte a Nagore Laffage Casasola, se provechó
de su superioridad física (varón de 27 años, 1,82
metros de estatura y 80 Kgs.), así como de conocer
técnicas del arte marcial Aikido, respecto de su

| 139
Sexualidad y violencia

víctima (mujer, de 20 años, 1,66 metros de estatura


y 56,600 Kgs.), sin que pudiera contar con el auxilio
de terceras personas.
José Diego Yllanes Vizcay ha consignado, para
entregar a los padres, la cantidad de 126 853,38 euros,
así como se ha embargado la vivienda y anexos de su
propiedad […] José Diego Yllanes Vizcay reconoció
la autoría de los hechos que había realizado y ha
pedido perdón desde el primer momento.
José Diego Yllanes Vizcay, cuando cometió los hechos
de golpear y dar muerte a Nagore Laffage Casasola,
se hallaba influenciado por la previa ingesta de
bebidas alcohólicas que afectaban de una forma leve
a sus facultades intelectivas y de la voluntad.
José Diego Yllanes Vizcay ha reconocido ser el autor
material del estrangulamiento, reconociendo su
autoría desde su primera declaración ante la Policía
[…] ha colaborado con la Policía y Autoridad Judicial,
participando en la reconstrucción de los hechos.
José Diego Yllanes Vizcay, como consecuencia
de interpretar erróneamente Nagore que
intentaba agredirle sexualmente y reaccionar ésta
amenazándole con destruir su carrera y denunciarle,
vio alterada su percepción de la realidad, su
conciencia y voluntad.

El Fallo de la Sentencia dictada por el Tribunal


del Jurado de la Audiencia Provincial de Navarra
el 17 de noviembre de 2009 condenó a José Diego
Yllanes Vizcay a doce años y seis meses de prisión
como responsable de un delito de homicidio, con las
circunstancias agravantes de abuso de superioridad
y las atenuantes de reparación y analógica de
intoxicación etílica.
La Sentencia fue recurrida en casación ante el

140 |
Sexualidad, crimen y locura

Tribunal Supremo por la defensa del acusado, por


la acusación particular —representando a los padres
y hermano de Nagore Laffage Casasola—, y por el
Instituto Navarro para la Igualdad, los Ayuntamientos
de Pamplona e Irún, y las Juntas Generales de
Guipúzcoa como acusaciones populares.
La Sala de lo Penal del Tribunal Supremo desestimó
todos los recursos presentados, y en su Sentencia de 2 de
diciembre de 2010 ratificó la decisión del Tribunal
de Navarra.

III

…el deslizamiento de la violencia a la


sexualidad, y de la sexualidad a la
violencia, se efectúa con gran facilidad
en ambos sentidos […] La excitación
sexual y la violencia se anuncian un
poco de la misma forma.

René Girard

La circunstancia de que los hechos ocurridos


en la mañana del 7 de julio de 2008 en el piso de
propiedad de Diego Yllanes se juzgaran aplicando
las normas penales que tipifican el homicidio, en
lugar de interpretarlos de acuerdo con el Título VIII
del Código Penal que regulan los delitos contra la
libertad e indemnidad sexuales, ha supuesto una
diferencia sustancial en el desarrollo del proceso.
Un homicidio —incluso si existen agravantes que
lo convierten en un asesinato— es competencia del
Tribunal del Jurado, donde 9 personas, después de
haber examinado las pruebas practicadas y oídos

| 141
Sexualidad y violencia

los alegatos de las partes, deciden si el acusado es


culpable o inculpable en términos procesales, y si
el veredicto es de culpabilidad el magistrado que
preside el Tribunal dicta la sentencia correspondiente.
La Ley Orgánica de 1995 que instituyó la figura del
Tribunal del Jurado excluyó de su competencia los
delitos contra la libertad e indemnidad sexuales, cuyo
enjuiciamiento queda en manos de los Tribunales
ordinarios, más técnicos y supuestamente a salvo de
la presión emocional a la que podrían estar sometidos
los integrantes de un jurado que debe pronunciarse
sobre casos de violencia o abusos sexuales68.
Al estimar los tribunales navarros que el crimen
cometido por Diego Yllanes debía tramitarse por el
procedimiento ordinario y enjuiciado por un jurado,

68.  El Tribunal del Jurado se creó por la Ley Orgánica 5/1995, de 22 de mayo. El
procedimiento que establece y al que debe ajustarse el Magistrado-Presidente
y los 9 miembros del Jurado determina que una vez celebrada la vista,
practicadas las pruebas, y oídos los alegatos de las partes en base al principio
acusatorio y de igualdad de armas, el Magistrado-Presidente debe entregar al
Jurado un escrito en el que consta el objeto del veredicto sobre el que deberán
pronunciarse. El escrito tiene que enumerar los hechos alegados por las partes
y que el Jurado deberá declarar probados, diferenciando entre aquellos que
resultan favorables al acusado y los que sean desfavorables. También ha de
incluir para conocimiento del Jurado aquellos hecho alegados que puedan
determinar la estimación de una causa de exención de responsabilidad, así
como el relato del hecho que determine el grado de ejecución, participación y
modificación de la responsabilidad, y finalmente precisará el hecho delictivo
por el cual el acusado deberá ser declarado culpable o no culpable. Alcanzado
un veredicto, el Jurado tiene que extender un acta en la que se reflejen decisiones
adoptadas siguiendo el cuestionario redactado por el Magistrado-Presidente,
pronunciándose acerca de cada hecho y explicando sucintamente las razones
por las que han admitido o rechazado cada hecho como probado. El acta puede
ser devuelta al Jurado si el Magistrado-Presidente estima que tiene defectos de
fondo o de forma, explicando los motivos de la devolución e indicando cómo
han de subsanarse. La devolución del acta puede repetirse hasta tres veces. Si
después de la tercera el Jurado sigue sin subsanar los defectos o no se alcanza la
mayoría suficiente, el Jurado será disuelto y se convocará un nuevo juicio con
otro Jurado. Si celebrado el nuevo juicio el Jurado no llegara a ningún veredicto
será disuelto, y el Magistrado-Presidente dictará una sentencia absolutoria.

142 |
Sexualidad, crimen y locura

quedó automáticamente excluida la posibilidad


de procesarle como acusado de un delito contra la
libertad e indemnidad sexual de Nagore Laffage.
En el capítulo en el que se razona acerca de
la existencia o inexistencia de circunstancias
modificativas de la responsabilidad criminal:
eximentes completas o incompletas, atenuantes o
agravantes, la Sentencia expresa que

[…] desde el punto de vista de la personalidad del


acusado el informe psiquiátrico presentado por
la defensa señala la presencia de un trastorno de la
personalidad mixto con rasgos narcisistas, paranoides
y obsesivo/evitativos, que se traduciría en un
fuerte sentimiento de inseguridad/vulnerabilidad
(generador de un importante malestar psíquico)
asociado a un importante temor a la desaprobación
social, y que derivaría hacia un comportamiento
marcadamente defensivo en el que predomina el
autocontrol y la represión de sentimientos hostiles,
ambivalencia que tiende a resolver a través de una
sobrevaloración de sí mismo.

No obstante, siguiendo las conclusiones elevadas


por el jurado, el Magistrado que redacta la Sentencia
sostiene que a pesar del trastorno mixto de
personalidad atribuida por los peritos al acusado, este

[…] no tenía disminuidas sus capacidades


intelectivas o volitivas en el momento del crimen,
ya que los trastornos de personalidad no ocasionan
un deterioro funcional significativo en las áreas
cognoscitiva, afectiva, de la actividad interpersonal
o del control de los impulsos.

| 143
Sexualidad y violencia

Y agrega —asumiendo los argumentos del abogado


defensor— que

[…] hasta el momento en que acontecieron los hechos


el Sr. Yllanes siempre había presentado una conducta
adecuada, bien integrado en su medio, con un
rendimiento escolar y universitario bueno, así como
un funcionamiento social, familiar y laboral impecable.
En cualquier caso descartan los peritos cualquier
rasgo o indicios de síntomas psicóticos […] por otra
parte los compañeros y jefes del Departamento de
Psiquiatría, si bien es cierto que no lo hacen desde la
perspectiva de un específico diagnóstico clínico, todos
fueron igualmente contestes en que no denotaba (el
acusado) signos psiquiátricos evidentes, de manera
que aunque los rasgos de personalidad que recogen
los peritos psiquiatras alcanzaran la categoría de
un trastorno mixto de la personalidad […] no está
acreditada suficientemente una merma significativa y
penalmente relevante de sus facultades intelectuales
y volitivas.

A fin de interpretar lo ocurrido como un delito de


homicidio y no de asesinato, la Sentencia admite la
agravante de abuso de autoridad compensándola —
son los términos utilizados en la resolución— con las
circunstancias atenuantes de reparación del daño y
de intoxicación etílica leve, ya que la borrachera de
Diego Yllanes no alcanzó a anular la conciencia de la
ilicitud del acto ni la voluntad al ejecutarlo.
La defensa del acusado alegó que este había
actuado en un estado de arrebato u obcecación,
contemplado en el Código Penal como un atenuante
de la responsabilidad criminal, y que la jurisprudencia
define como

144 |
Sexualidad, crimen y locura

[…] un estímulo o causa, generalmente procedente


de la víctima, que puedan ser calificados como
poderosos y que se entiendan suficientes para
explicar en alguna medida la reacción del sujeto,
con lo que quedan excluidos los estímulos nimios
ante los que cualquier persona media reaccionaría
con normalidad […] Si la reacción resulta
absolutamente discordante por notorio exceso con
el hecho motivador, no cabe aplicar la atenuación
pues no es posible otorgar efectos atenuatorios
a cualquier reacción pasional o colérica si no está
contrastada la importancia del estímulo provocador
del disturbio emocional en que el arrebato consiste
y ha de tener influencia menguante sobre la
voluntad e inteligencia del autor (Sentencia del
Tribunal Supremo de 13/02/2010).
El estímulo ha de ser tan importante que permita
explicar —que no justificar— la reacción concreta
que se produjo, ya que si la reacción es absolutamente
discordante, por exceso notorio respecto al hecho
motivador, no cabe aplicar la atenuación so pena de
privilegiar reacciones coléricas cuando los estímulos
no son suficientes (Sentencia del Tribunal Supremo
de 17/12/2008).

El estado de arrebato u obcecación es definido por


la jurisprudencia como integrado por un elemento
interno y otro externo: el primero se caracteriza por
la cólera o ímpetu pasional que reduzca o limite las
facultades mentales del sujeto activo, de tal modo que
se produzca una ofuscación de tal grado que afecte
los frenos inhibitorios que deberían impedir el pasaje
al acto; y el elemento externo es la presencia de un
estímulo exterior que opera a modo de detonante,

| 145
Sexualidad y violencia

generalmente como consecuencia de la actuación


—¿provocativa?— de la víctima, que desencadena
en el sujeto activo una reacción violenta, haciéndole
perder el control.
El jurado rechazó la pretensión del abogado de
Diego Yllanes de que se atenuase la condena de su
cliente por haber actuado en un estado de arrebato
u obcecación, pero sí apreció la existencia de una
«intoxicación etílica leve» y la «reparación del
daño» como circunstancias que minoraban la
responsabilidad del acusado, por lo que la Sentencia
pronunciada por el Magistrado-Presidente del
Tribunal acogió tales atenuantes, al tiempo que estimó
el agravante de «abuso de superioridad» en base a la
notable diferencia de fuerza física y corpulencia entre
el criminal y su víctima.
En la misma Sentencia se absuelve a Diego Yllanes
de los delitos de asesinato y profanación de cadáveres.

IV

Quizás los jueces, los abogados, los


profesores de derecho, saben más
que nadie que no hay justicia. El
derecho no es la justicia. Sería muy
peligroso que creyeran en la justicia,
eso sería un delirio suyo, creer en la
justicia.

Jacques-Alain Miller

Nueve ciudadanos mayores de edad y elegidos por


sorteo, legos en derecho, tienen la responsabilidad de
valorar lo actuado durante el juicio, desde la práctica

146 |
Sexualidad, crimen y locura

de las pruebas hasta los alegatos de las partes. El


farragoso procedimiento establecido en la Ley del
Tribunal del Jurado deja en manos del Magistrado-
Presidente del Tribunal la redacción del pliego con
las cuestiones sobre las que tienen que pronunciarse:
deben enumerar los hechos que consideren probados o
no; expresar si encuentran circunstancias que puedan
operar como eximentes de responsabilidad; hacer
una narración detallada de los hechos atribuidos al
acusado, y finalmente precisar el hecho delictivo por
el cual el acusado debe ser declarado culpable o no
culpable. Además,

[…] el Magistrado-Presidente recabará, en su caso,


el criterio del Jurado sobre la aplicación de los
beneficios de remisión condicional de la pena y la
petición o no de indulto.

Todos estos pronunciamientos deben constar


en el acta que deben firmar todos los miembros del
Jurado, y a expensas de su contenido el Magistrado-
Presidente —si estima que es correcta y no deben
subsanarse errores— dictará la Sentencia, absolutoria
o condenatoria, y en el caso de una declaración de
culpabilidad fijará la pena según lo dispuesto en el
Código Penal para el tipo delictivo que corresponda.
Resulta evidente que un procedimiento que asigna
al Magistrado-Presidente del Tribunal la labor de
redactar el pliego de cuestiones sobre las que el Jurado
tiene que pronunciarse le concede un amplio margen de
discrecionalidad en el modo de formular las preguntas,
susceptible de condicionar las respuestas —preguntas
con la respuesta inducida— e incluso de confundir a los
miembros del Jurado, que no son técnicos, empleando
conceptos jurídicos cuyo alcance desconocen. El acta

| 147
Sexualidad y violencia

con el resultado de las deliberaciones deberá ser


redactada por el portavoz del Jurado, y si necesitase
ayuda para hacerlo el Magistrado-Presidente puede
autorizar que el Secretario del Tribunal le auxilie en
la escritura, una circunstancia que puede contaminar
—aun sin pretenderlo conscientemente— lo decidido
por el Jurado.
La descripción de los hechos probados no deja
lugar a dudas de que Nagore Laffage, lejos de
interpretar «erróneamente la actuación violenta
del acusado como un intento de agresión sexual»,
advirtió de inmediato cuál era la intención de Diego
Yllanes porque los gestos de este eran inequívocos:

[…] procedió a desnudarla de manera violenta,


llegando a romperle la trabilla del pantalón, un
tirante del sujetador y el tanga por tres sitios.

Tampoco pensó Diego Yllanes «erróneamente» que


Nagore Laffage «quería una relación apasionada, por lo
que procedió a quitarle la ropa de forma brusca…»: la
resistencia opuesta por la víctima muestra claramente
que no deseaba prestarse a ningún juego sexual con
Diego, y el espeluznante catálogo de las lesiones que
presentaba su cuerpo revela a las claras que intentó
defenderse de la agresión con todas sus fuerzas.
El acusado puede decir lo que quiera para
defenderse e intentar exculparse de su crimen. No tiene
la obligación de decir la verdad, como sí se les exige
a los testigos bajo pena de cárcel. Pero si sorprende
la credulidad del Jurado al tiempo de valorar las
declaraciones de Diego Yllanes, más sorprendente
resultan los razonamientos de la Sentencia redactada
por el Magistrado-Presidente del Tribunal, en la que
se permite interpretar lo que una persona fallecida

148 |
Sexualidad, crimen y locura

pensó —acertada o erróneamente— sin que conste


una sola prueba que sostenga semejante suposición.
Del relato de los hechos probados se infiere que el
crimen fue un asesinato, y no un homicidio como se
califica en la Sentencia, en tanto concurre al menos
una de las circunstancias que definen la alevosía,
como es la imposibilidad de Nagore de defenderse
eficazmente de la agresión dada la gran diferencia
de fuerza física y corpulencia que mediaba entre ella
y su agresor. Tampoco guarda coherencia el fallo al
absolver a Diego Yllanes del delito de «profanación
de cadáveres», definido en el artículo 526 del Código
Penal, al no tener en cuenta la mutilación de un dedo
de Nagore cuando esta era ya cadáver y hacerle
cortes en la muñeca derecha, el intento —fallido—
de descuartizarla, para finalmente meter su cuerpo
en una bolsa de plástico y abandonarla en el campo. En
cambio la Sentencia valora como atenuantes el pago de
126 853,38 euros a la familia de Nagore interpretándolo
como una «reparación», y la «intoxicación etílica leve»
que padecía el criminal en el momento de los hechos,
con lo que la agravante de «abuso de superioridad»
queda compensada por las citadas atenuantes al
tiempo de fijar la pena. Apoyándose en la jurisprudencia
del Tribunal Supremo el Presidente del Tribunal del
Jurado admite que el abuso de superioridad

[…] se encuentra ínsito en la alevosía, y por eso se


dice que es una alevosía menor o de segundo grado
[…] por lo que la no aplicación por el Tribunal de
la alevosía no le impide en modo alguno apreciar la
concurrencia de la alevosía menor, pues quien
pide lo más pide también lo menos en un marco de
homogeneidad palmario.

| 149
Sexualidad y violencia

Para el Tribunal Supremo

[…] el abuso de superioridad significa la debilitación


o aminoración de cualquier posibilidad de defensa,
no la total eliminación de que trata la alevosía.

Toda esta filigrana jurídica con el fin de minorar la


responsabilidad criminal de Diego Yllanes, a quien
hubiera correspondido una pena de cárcel de al menos
20 años de calificarse su crimen como un asesinato.
La Sentencia admite como un hecho probado
que Diego Yllanes vio «alterada su percepción de
la realidad, su conciencia y su voluntad» como
reacción a la supuesta amenaza proferida por Nagore
Laffage de denunciarle y destruir su carrera, «como
consecuencia de interpretar erróneamente esta que
intentaba agredirla sexualmente». En este aspecto
el Tribunal contaba —por razones obvias— tan solo
con la versión del acusado, y aunque la amenaza de
Nagore hubiera existido, ¿era de tal entidad como
para acallarla tapándole la boca, golpeándola a
mansalva y estrangularla? Contradictoriamente, la
misma Sentencia recoge los dictámenes periciales que
dan cuenta de que Diego Yllanes padecía

[…] un trastorno mixto de personalidad con rasgos


narcisistas, paranoides y obsesivo/evitativos,
que se traduciría en un fuerte sentimiento de
inseguridad/vulnerabilidad generador de un
importante malestar psíquico,

y al mismo tiempo estiman que

[…] no tenía disminuidas sus capacidades


intelectivas o volitivas en el momento del crimen,

150 |
Sexualidad, crimen y locura

ya que los trastornos de personalidad no ocasionan


un deterioro funcional significativo en las áreas
cognoscitiva, afectiva, de la actividad interpersonal
o del control de los impulsos.

Y aun reconociendo que no tienen el carácter de un


diagnóstico clínico, la Sentencia cita las opiniones
de los médicos compañeros de Yllanes y del Jefe del
Departamento de Psiquiatría, que aseguran que este
«no mostraba signos psiquiátricos evidentes […] o
cualquier rasgo o indicios de síntomas psicóticos», como
afirma también el informe psiquiátrico presentado por
la defensa y que el Jurado asume como propio.
La cuestión parece centrarse en el grado de alteración
de la percepción de la realidad, y la influencia que
semejante estado pudiera tener en la conciencia —es
decir, saber lo que estaba haciendo— y la voluntad de
hacerlo, porque la aceptación de una alteración de grado
leve excluye un diagnóstico de psicosis que podría
suponer la aplicación de una eximente completa de
la responsabilidad criminal, lo que habría conducido
al Jurado a absolver a Diego Yllanes del delito de
homicidio o asesinato ordenando su reclusión en un
psiquiátrico penitenciario durante el tiempo que le
hubiera correspondido de haber sido condenado. Ni
la defensa de Diego Yllanes ni las acusaciones estaban
interesadas en alegar un trastorno mental grave como
la psicosis; la defensa porque de hacer lugar el Jurado a
semejante calificación su cliente sería recluido durante
mucho tiempo, con la más que probable pérdida de la
posibilidad de ejercer la medicina, y las acusaciones
porque esperaban una condena por asesinato y no
en una absolución, por más que esta conllevara una
reclusión psiquiátrica de muchos años.
Sin embargo, ¿hay que descartar por completo que

| 151
Sexualidad y violencia

el pasaje al acto criminal por parte de Diego Yllanes


fuera la consecuencia de un desencadenamiento
psicótico? Ante un acontecimiento imprevisto —la
resistencia de la víctima a prestarse al juego sexual—,
el entrecruzamiento de la dimensión estructural con
la contingencia del momento derivó en la trágica
muerte de Nagore Laffage. Los movimientos de
Diego Yllanes inmediatamente posteriores al crimen
no desmienten la hipótesis de un brote psicótico. La
mutilación de un dedo de la víctima y los cortes en la
muñeca derecha, que él mismo confesó que formaban
parte del intento de descuartizar el cuerpo; meterlo
en una bolsa de plástico y hacer otro tanto en bolsas
separadas con la ropa interior y la documentación de
Nagore, y los objetos que había utilizado en el crimen;
limpiar el piso para borrar las huellas; desplazarse
para buscar el coche de su padre para, finalmente,
conducir 45 minutos hasta un pueblo cercano en
cuyas inmediaciones abandonó las bolsas, todas
estas acciones desesperadas, incluida la llamada a un
compañero de la Clínica Universitaria al que relató lo
que había hecho pidiéndole que le ayudara, forman
parte del pasaje al acto.

Todo psiquiatra —señala Pierre Legendre— puede


demostrar que la conciencia del carácter ilegal de
un acto […] acompaña a menudo al acto homicida
consumado por psicóticos comprobados.

La psicosis no invalida por completo en el sujeto


la conciencia de hacer el mal, y de querer hacerlo.
También se ha llamado la atención acerca de la
diferencia que existe entre la percepción de los hechos
por parte del sujeto, aunque ignore porqué los
ejecuta, pues suele actuar en función de lo que en

152 |
Sexualidad, crimen y locura

ese momento se le ocurre bajo la forma de una idea


impuesta, y la conciencia de los mismos69. Lacan
demostró que después de cometer un crimen el
sujeto pude conseguir una cierta estabilización, y la
experiencia testimonia que la prisión puede cumplir
en no pocos casos una función pacificadora.

69. Gallo, H.: «Crueldad, crimen y adolescencia», en Berger, V. (comp):


Contribuciones a la criminología, Grama, Buenos Aires. 2019, p. 211.

| 153
Un depredador

…a propósito de la perversión, hablar de


lo que alguien no puede dejar de hacer nos
permite justificar el concepto de pulsión en
psicoanálisis […] Hablamos de pulsión
cuando las cosas se presentan en esa
dimensión de que «no se puede dejar de
hacerlas.

Jacques-Alain Miller

El acusado tiene conservadas todas sus facultades


mentales […] no presenta alteraciones clínicas o
anomalías psíquicas significativas que afecten a sus
capacidades intelectivas o volitivas70,

70. (Audiencia Provincial de La Coruña. Autos de Tribunal del Jurado nº


19/2019. Sentencia de 17 de diciembre de 2019. En adelante todas las
referencias a la sentencia y textos entrecomillados corresponden al texto
de la resolución.

| 155
Sexualidad y violencia

según el informe médico-forense y psicológico


aportado por los profesionales que examinaron a
José Enrique Abuín Gey —que tenía 41 años cuando
secuestró y asesinó a Diana Quer—, y cuyo contenido
ratificaron en el plenario ante el Tribunal de Jurado.
Los peritos, como es habitual en los procedimientos
penales en los que es fundamental valorar la
imputabilidad del procesado, sometieron a este a las
pruebas «cuyo resultado era la apreciación de distintos
rasgos de personalidad dentro de un panorama de
normalidad y no patológico». En tales informes se
basa el redactor de la Sentencia pronunciada el 17
de diciembre de 2019 el Presidente del Tribunal para
afirmar que

[…] no es ciertamente imprescindible la concurrencia


de una patología mental para realizar tal acto
homicida,

aludiendo al asesinato de la joven Diana Quer en


la noche del 22 de agosto de 2016 a manos de José
Enrique Abuín, quien la abordó cuando la chica, de
18 años, caminaba sola de regreso a la vivienda de
vacaciones que compartía con su madre y su hermana
menor en el pueblo coruñés de A Pobra do Caramiñal.
Tanto los integrantes del jurado, que no son técnicos,
como el Presidente del Tribunal, que sí lo es, dieron
por zanjada una de las cuestiones más importantes
que se plantean en todos los procedimientos penales:
si el acusado es consciente de que está cometiendo un
delito, y si lo hace voluntariamente; si se dan estas
condiciones —que «sus capacidades intelectivas o
volitivas» no estuvieren alteradas por alteraciones
o anomalías psíquicas—, independientemente de
otras circunstancias que también serán materia

156 |
Un depredador

de prueba, el acusado deberá hacerse cargo de las


consecuencias de sus actos sin que pueda declarársele
eximido total o parcialmente de responsabilidad, y
así debe explicárselo el Presidente del Tribunal a los
miembros del jurado antes de estos respondan a las
cuestiones sobre las que tienen que pronunciarse.
Al decidir el jurado cuáles de los hechos sometidos
a su consideración estima como probados y cuáles
no probados, se está pronunciando acerca de la
culpabilidad o inculpabilidad del acusado respecto
de cada una de las imputaciones. A la vista de las
pruebas practicadas y de las alegaciones respectivas
de las acusaciones y la defensa el jurado resolvió
que José Enrique Abuín Gey es autor responsable
de los delitos de detención ilegal, agresión sexual
y asesinato, imponiéndole la Sentencia de 4 años y
un día de prisión por los primeros dos delitos, y la
pena de prisión permanente revisable por el delito
de asesinato con alevosía. En ambos casos el jurado
tuvo en cuenta en beneficio del reo la atenuante de
confesión, que estiman como un factor relevante
para el esclarecimiento del caso al conducir a los
investigadores a la nave donde estaban los restos
de la víctima, aunque no decisiva, ya que aún sin la
colaboración voluntaria del asesino los investigadores
habrían llegado a la nave previsiblemente durante el
«peinado» de la zona. ¿Cometió José Enrique Abuín
el crimen por

[…] el mero hecho de ser la víctima mujer y con


la intención de hacer patente su sentimiento de
superioridad respecto de ella y de las demás mujeres,

tal y como se le formuló la cuestión al jurado? Al


respecto el jurado expresó que

| 157
Sexualidad y violencia

[…] considera que el acusado realizó los hechos


para satisfacer sus deseos sexuales y no por el
hecho de ser mujer.

«No consideramos —se lee en su respuesta— que


sea un crimen machista»71.
La opinión profesional de los médicos forenses
y psicólogos que examinaron a José Enrique Abuín
dictaminando que el acusado «conservaba todas sus
facultades mentales y no presentaba alteraciones
clínicas ni anomalías psíquicas significativas que
afecten a sus capacidades intelectivas o volitivas»
cuando cometió el crimen, si bien excluye cualquier
posibilidad de que su defensa alegara lo contrario
—por ejemplo que actuó en medio de un brote
psicótico— y solicitara la absolución por aplicación
de la eximente completa de trastorno mental,
tampoco excluye un diagnóstico que los manuales
de psiquiatría y los test psicológicos no contemplan y
que muy probablemente estén presentes en este caso.
Las imágenes que muestran a Abuín durante el juicio,
así como sus declaraciones a partir del momento de su
detención por la Guardia Civil, incluidas las registradas
por las cámaras en la sala del Tribunal, producen una
impresión más próxima a la debilidad mental que a
la locura en sentido estricto, con rasgos claramente
perversos a la vista de su comportamiento72, un sujeto
71. La circunstancia de que Diana Quer y su secuestrador y asesino no
hubieran mantenido una relación de pareja antes de los hechos excluye
de entrada la competencia de un tribunal ordinario, presidido por jueces
técnicos y no por un jurado, pero al mismo tiempo deja en evidencia la
dificultad para delimitar en uno y otro caso el componente subjetivo-
intencional, y hasta qué punto puede desecharse en el sujeto «el odio a la
mujer» a la que hace objeto de su sadismo asesino.
72.  (Cuando Sigmund Freud empezó a elaborar su teoría de la sexualidad
el estudio de las perversiones sexuales tenía como precursores a Krafft-
Ebing y Havelock Ellis. Freud abordó esta cuestión a partir de Tres ensayos

158 |
Un depredador

presa de una compulsión a la repetición «que no puede


dejar de hacer lo que hace» en palabras de Jacques-
Alain Miller, esto es, agredir sexualmente a chicas
jóvenes que responden a un determinado fenotipo al
que se ajusta tanto la persona de Diana Quer como al
de otras víctimas reales o potenciales del asesino. Un
amigo de Abuín que declaró como testigo dijo que en
alguna ocasión este le había llevado a la nave e incluso
le había mostrado el pozo donde posteriormente sería
encontrada a Diana, y que salían juntos de correrías
dando como excusa a la mujer de José Enrique que
iban a mariscar o a robar gasoil. Según este testigo
Abuín se dirigía

[…] de forma amable a mujeres en las discotecas


para tratar de trabar relación con ellas; que iban
también a la salida de institutos a ver chicas; que
el acusado, allí o en otros lugares, desde el coche
se dirigía a mujeres con expresiones como «guapa»,
«morena», o similares […] y que al acusado le
gustaba un determinado tipo de chica, joven, delgada,
morena, de pelo largo.

José Enrique Abuín Gey fue detenido el 29


sobre la teoría sexual, en 1905, y volvería sobre ella en trabajos posteriores,
especialmente en Fetichismo, de 1927, donde sostiene que la perversión,
que puede adoptar diferentes modalidades, está ligada a la renegación de
la castración. Debido a la ausencia de contención de la pulsión la perversión
se presenta como el negativo de la neurosis. Lacan trata la perversión en
diversos textos: Kant con Sade y en el seminario 4, Las relaciones de objeto; el
seminario 10, La angustia, y en el seminario 16, Del Otro al otro, donde critica
la posición clásica que sitúa a la neurosis como una función superpuesta
a la perversión, como una defensa contra la perversión. Para Lacan «el
perverso se dedica a tapar el agujero en el Otro. Para realzar las cosas diré
que hasta cierto punto es partidario de que el Otro existe […] Si hay algo que
ahora sabemos del perverso es que lo que aparece desde el exterior como
satisfacción sin freno es defensa, y puesta en ejercicio de una ley en tanto que
frena, suspende, detiene al sujeto en su camino al goce».

| 159
Sexualidad y violencia

de diciembre de 2017 después de que intentara


secuestrar a otra joven en la localidad coruñesa de
Boiro, aunque los investigadores de la Guardia Civil
estaban sobre sus pasos desde hacía tiempo como
un posible sospechoso del secuestro de Diana Quer,
cuyos restos aún no habían sido localizados. Durante
el interrogatorio al que fue sometido, José Enrique
Abuín reconoció la autoría de la muerte de Diana
conduciendo a los agentes hasta una nave abandonada
en Rianxo, no lejos de su propia vivienda, donde
siguiendo las indicaciones del detenido encontraron
el cadáver de la joven en el fondo de un pozo de 10
metros de profundidad, 497 días después del crimen.
Aunque en el proceso judicial seguido por el secuestro
y asesinato de Diana Quer no se tuvieron en cuenta
al no tener una relación directa con el asunto que
se estaba juzgando, José Enrique Abuín acumulaba
varios antecedentes penales73. El 25 de octubre de 2010
fue condenado por el Juzgado Penal nº 2 de Santiago
de Compostela a 8 meses de prisión por conducir con
un carnet no vigente debido a la pérdida de puntos; el
23 de diciembre de 2015 la Audiencia Provincial de La
Coruña le condenó a 2 años y seis meses de prisión por
tráfico de drogas; ese mismo año se le abrieron unas
diligencias en el Juzgado nº 2 de Noia (A Coruña) por
la supuesta agresión sexual a su cuñada, hermana de
73.  Los antecedentes policiales y judiciales de Abuín, aunque conocidos
por el jurado, no fueron admitidos porque se trata de «pruebas indirectas
practicadas en el proceso ya aludidas, consistentes en otros comportamientos
del acusado anteriores o posteriores a los hechos enjuiciados que no tienen
relación directa con los hechos a demostrar, sino que reflejarían supuestas
pautas de conducta o inclinaciones del acusado carecen por sí solas del
valor de prueba de cargo apta para enervar la presunción de inocencia,
pues entre tales supuestos comportamientos previos o la línea de conducta
que de los mismos pudiera resultar y la demostración de los concretos
comportamientos enjuiciados es imposible derivar de forma racional un
criterio de certeza sobre los hechos juzgados».

160 |
Un depredador

su mujer, que fueron sobreseídas provisionalmente, y


el 24 de abril de 2019 fue condenado por la Audiencia
Provincial de La Coruña por un delito de agresión
sexual en grado de tentativa a 5 años y un mes de
prisión por los hechos acaecidos en Boiro, cuando
trató de meter por la fuerza en el maletero de su
coche a una muchacha, un suceso que podría haber
tenido un resultado fatal de no haber intervenido dos
jóvenes que observaron la acción y obligaron a huir
del lugar a Abuín. Identificado gracias a las señas de
su vehículo, fue detenido y durante el interrogatorio
se confesó autor de la muerte —según él, accidental—
de Diana Quer y el ocultamiento del cuerpo en una
nave abandonada de la zona de Rianxo.
El jurado estimó como probado que esa madrugada,
que sería trágica para ella, Diana Quer caminaba sola
por el Paseo Areal —llamado también Paseo Marlés—
hacia la casa en la que veraneaba con su madre y su
hermana pequeña, cuando en la intersección con
la rúa Venecia —una zona mal iluminada de naves
industriales abandonadas y donde los feriantes solían
aparcar sus vehículos— un sujeto que se desplazaba
en un coche Alfa Romeo se dirigió a ella diciéndole
«morena, ven aquí». En ese momento Diana estaba
desplazándose en la zona buscando un sitio donde
su teléfono móvil dispusiera de cobertura adecuada,
comunicándose con un amigo a las 2:44:01 al que
le dice «me estoy acojonando, un gitano me estaba
llamando», momento en el que se interrumpe la
comunicación. El jurado asume las conclusiones de
los investigadores, remitiéndose a datos empíricos

[…] que son perfectamente compatibles con una


situación en la que la víctima, manipulando su
móvil como lo llevaba haciéndolo todo el camino,

| 161
Sexualidad y violencia

es atacada por un desconocido y ante ello manipula


de forma desordenada su móvil, provocando
la acción física de otra persona y los propios
movimiento de la víctima esta sucesión rápida de
posicionamientos, todos ellos en una zona no lejana
de la intersección […] Coherente también con ello,
y así lo resalta el jurado, es el intento de llamada a
las 2:43:57 a su amiga, racionalmente interpretable
como una petición de ayuda […] Así pues, estas
anomalías derivadas del posicionamiento del
móvil son coherentes por entero con la tesis de que
la víctima hubiera sido abordada con violencia,
agarrada o arrastrada antes de ser introducida en
el vehículo del acusado.

II

De nuestra posición de sujeto


somos siempre responsables.

Jacques Lacan

Culpa y responsabilidad son conceptos comunes


al derecho y a psicoanálisis —como también lo son
demanda, represión, castigo, prohibición o preclusión,
entre otros—, cuya homofonía puede inducir a
equívocos, pero tienen diferente significado según el
contexto en el que son utilizados. El derecho penal y
la criminología de un lado, y el psicoanálisis de otro,
están necesariamente abonados al interés por las
patologías del acto aunque sus respectivas miradas se
orienten en diferentes direcciones que, sin embargo,
en ocasiones confluyen. En el ámbito jurídico
existen sujetos culpables en cuanto se les atribuye la

162 |
Un depredador

ejecución de un hecho calificado como delito, sin que


pueda responsabilizarse de los mismos por padecer
una alteración mental de suficiente entidad como
para eximirlos de hacerse cargo de las consecuencias
de sus actos, en cuyo caso son absueltos por el
tribunal, que puede ordenar que sean ingresados en
un psiquiátrico penitenciario durante el tiempo que
hubiera correspondido a la condena de haber sido
declarado responsable del delito. La estrategia —si
puede llamarse así— de la defensa de José Enrique
Abuín no planteó en ningún momento un supuesto
estado de alteración mental en su cliente en el momento
de cometer los delitos de detención ilegal, agresión
sexual y asesinato, que le sirviera de argumento —
aunque fuera retórico— para pedir una eximente
parcial o total de su responsabilidad. La abogada que
le defendió articuló sus alegaciones sobre la versión
de lo ocurrido ofrecida por el acusado, tendente a
minimizar el grado de responsabilidad negando que
existiera un intento de secuestro y menos aún un
asesinato, así como tampoco admitió haber violado
a la víctima. Desde el principio José Enrique Abuín
sostuvo un relato que su abogada repitió en la sala del
Tribunal. Según el mismo, en la noche del día 22 de
agosto de 2016 había salido con su coche para dirigirse
a la zona del Paseo Marlés–Rúa Venecia, en A Pobra
do Caramiñal, una zona en la que hay varias naves
industriales abandonadas y en la que los feriantes
que acuden a las fiestas de los pueblos aparcan sus
caravanas, con el propósito de robar gasoil de los
depósitos de los vehículos. La Sentencia recoge las
alegaciones vertidas por la abogada del acusado en
los términos siguientes:

[…] en la Rúa Venecia de Pobra do Caramiñal, cerca

| 163
Sexualidad y violencia

del asentamiento de feriantes ubicado en dicha


calle […] siendo alrededor de las tres menos cuarto
de la madrugada del día 22 de agosto de 2016, José
Enrique acababa de sustraer gasoil de uno de los
camiones que se hallaban estacionados esa zona
cuando se encontró de frente a Diana Quer, que iba
caminando sola a la altura de la intersección con la
calle Anxo Rei Ballesteros […] al confundirla con
una mujer de raza gitana y en la creencia de que lo
había descubierto in fraganti, de forma instintiva,
sin pensarlo, se le acercó de frente para contenerla
e impedir que le delatara, echándole la mano
derecha al cuello y, al irse la joven hacia atrás, con
la mano izquierda le cogió la cabeza por detrás, sin
ser consciente de la presión que estaba ejerciendo,
cayendo al suelo de espaldas. Cuando José Enrique
reaccionó vio que la muchacha no se movía y
que tenía los ojos abiertos. Ante esa indeseada e
inesperada situación José Enrique le dio varias
palmadas en la cara para ver si reaccionaba y, al
ver que estaba muerta, al no cerrar los ojos ni dar
señales de vida, cogió el cadáver en brazos y lo
llevó corriendo hasta donde estaba estacionado su
coche Alfa Romeo, a pocos metros del lugar donde
la había encontrado, colocó el cadáver a lo largo de
los asientos traseros del vehículo y a continuación
fue a buscar el bolso y el móvil de la chica, que
habían caído al suelo. Salió en su vehículo por
la calle Anxo Rei Ballesteros, cogió la autovía
del Barbanza y pasó por el puente de Taragoña,
arrojando por la ventanilla el teléfono móvil de la
joven a la ría. Se dirigió a una nave abandonada en
el lugar de Asados, y una vez que hubo comprobado
que no había nadie en su interior llevó el cadáver
al sótano, donde existe un pozo, le quitó la ropa

164 |
Un depredador

por temor a que quedaran pelos u otros vestigios


de él atrapados que pudieran identificarlo, lo
introdujo en el pozo por los pies y con la intención
de hundir el cadáver dejó caer a cada lado del
cuerpo dos bloques de adobe unidos por un cable
que cogió dentro de la nave; también arrojó al pozo
el bolso que llevaba la víctima. Al día siguiente,
por la mañana, se desplazó con su vehículo Alfa
Romeo hasta Escravitude (Padrón) depositando la
ropa de Diana en un contenedor […] Con motivo
de la desaparición se incoaron unas diligencias
que se sobreseyeron provisionalmente en abril
de 2017 por falta de elementos de prueba. El 31 de
diciembre de 2017, sin que se hubieran reabierto
las diligencias, y aun cuando José Enrique pudo
haberse acogido al derecho fundamental a guardar
silencio y a no confesarse culpable […] confesó a
la Guardia Civil dónde se encontraba el cadáver,
responsabilizándose de la muerte.

La calificación penal de estos hechos, en opinión


de la defensa, equivalen a

[…] un delito de homicidio imprudente del art. 142


del Código Penal. Con carácter subsidiario se
planteó que los hechos podrían ser constitutivos de
homicidio con dolo eventual del art. 138 CP para el
caso de que se considere que el acusado debió ser
consciente de la fuerza que estaba ejerciendo sobre
la víctima y de la posibilidad de causarle la muerte.

El acusado no reconoció en ningún momento


haber reducido por la fuerza a Diana Quer para
encerrarla en el maletero de su coche, y tampoco
confesó haberla violado y estrangulado con una

| 165
Sexualidad y violencia

brida antes de arrojarla en el poco. En su relato está


ausente cualquier intención homicida, y menos aún
la voluntad de abusar sexualmente de la víctima,
aunque su versión está lastrada por la circunstancia
—imposible de explicar y más aún de justificar—
de haber trasladado el cuerpo lejos del lugar para
ocultarlo, en vez de dejarlo en el sitio y marcharse
aprovechando la inexistencia de testigos.

III

Al día siguiente del crimen se deshizo de las


ropas de Diana, y con el fin de borrar cualquier
rastro que lo delatara José Enrique Abuín limpió
con detergente la moqueta del maletero de su coche,
y reseteó y formateó el teléfono móvil que usaba en
esos días, aunque el azar jugó en contra suya cuando
el 27 de octubre de 2017 un mariscador encontró por
casualidad el teléfono móvil de Diana Quer bajo el
puente de la autovía comarcal, el mismo que Abuín
había tirado por la ventanilla de su coche al atravesar
el puente a la altura de Taragoña. Los agentes del
Grupo de Apoyo Técnico Operativo de la Guardia
Civil desarrollaron durante meses una tarea ingente
para recuperar el contenido de la memoria —llamadas
telefónicas, mensajes de WhatsApp— conservada en
el teléfono con el fin de reconstruir los desplazamientos
realizados esa noche por Diana. Se analizaron los datos
derivados de la detección de los móviles de la víctima
y del acusado por las redes de telefonía, añadiendo los
datos del teléfono de la víctima tras su recuperación
y desbloqueo, aunque no consiguieron obtener datos
relevantes del móvil de Abuín porque el aparato no
tuvo actividad en esas horas. Los datos derivados de

166 |
Un depredador

las «celdas» de las antenas y de los posicionamientos


GPS llevan a la conclusión de que el acusado mintió
acerca del lugar donde se encontró con la joven, y
mintió también al relatar la secuencia de los hechos:
los informes forenses han demostrado que la presión
que José Enrique Abuín dijo haber efectuado con sus
manos en la cabeza de Diana Quer son incompatibles
con el resultado mortal, aunque sí para que la joven
perdiera el conocimiento. En tal circunstancia, en una
zona oscura y sin testigos, Abuín introdujo a Diana en
el maletero de su coche, la amordazó —probablemente
con una cinta adhesiva— y le ató las manos y las
piernas con unas bridas. Así condujo los 17 kilómetros
que separan Pobra do Caramiñal de Rianxo, hasta la
nave abandonada de Asados que él conocía muy bien
por haber estado varias veces en el lugar.
En el capítulo de hechos probados expresa la
Sentencia que

[…] el acusado, con la finalidad de acabar con la


vida de Diana o al menos asumiendo que con ello
podía causarle la muerte, le situó una brida plástica
de más de 40 cms. De longitud en el cuello y la apretó
fuertemente, lo que produjo la muerte de la víctima
por estrangulamiento, con fractura perimortal del
asta mayor del hueso hioides. Tras ello arrojó el
cuerpo desnudo de Diana a un pozo lleno de agua
dulce existente en la citada nave industrial, donde
también tiró el bolso con efectos personales de la
víctima. Tras cerrar el pozo con su tapa abandonó
el lugar, limpió el vehículo y se deshizo de la ropa
de Diana. El cuerpo, por la razón que fuera, quedó
emergido en la superficie del pozo y en un día no
determinado, posterior al menos en veinte días a
la noche del suceso, el acusado volvió al lugar y

| 167
Sexualidad y violencia

lastró el cuerpo para que no emergiera con bloques


de adobe unidos por cables […] Cuando el acusado
acabó con la vida de Diana lo hizo con la intención
de ocultar el delito contra la libertad sexual.

Obligado a pronunciarse sobre qué tipo de


agresión sexual fue sometida Diana Quer, el jurado
consideró que no había pruebas consistentes de que
tal agresión lo fuera en el grado superior, es decir,
una violación, en base a los informes forenses que
examinaron los restos de la joven rescatados del
pozo, cuyo estado de descomposición después de
casi 500 días en el agua hacían imposible determinar
si había existido una penetración vaginal mediante
el uso de la fuerza física. Al no existir datos claros
en los informes emitidos por los forenses el jurado
consideró como «no probada» la violación, y en
aplicación del principio constitucional de presunción
de inocencia y el axioma jurídico penal in dubio pro
reo —en caso de dudas sobre la culpabilidad estas
deben interpretarse en favor del acusado—, la pena
impuesta a José Enrique Abuín fue más reducida que
aquella que le habría correspondido de habérsele
declarado culpable de violar a la joven.
No se tuvieron en cuenta por el jurado al tiempo de
responder a las cuestiones que le fueron planteadas
por el Presidente del Tribunal los antecedentes de
Abuín relativos al presunto delito contra la libertad
sexual de su cuñada, que motivó la apertura de una
actuaciones en el Juzgado de Noia —sobreseídas
provisionalmente—, y la condena de 5 años y un mes
que se le impuso por los delitos de detención ilegal
y agresión sexual, ambos en grado de tentativa, por
los hechos que protagonizada en la localidad de
Boiro el 25 de diciembre de 2017. En ambos casos,

168 |
Un depredador

aunque fueron traídos al escenario del juicio por las


acusaciones, tan solo se tuvieron en cuenta como una
«prueba periférica o de contraste» de cara al hecho
enjuiciado —el secuestro, agresión sexual y asesinato
de Diana Quer—, prueba que en todo caso

[…] aparece como absolutamente coherente con que


el mismo autor haya desarrollado en relación a otra
mujer una conducta análoga —en esencia, tratar
de llevársela consigo a la fuerza para realizar actos
de contenido sexual con ella— lo que revela que el
hecho enjuiciado encaja en la escala de valores y
forma de actuar del acusado y dota de credibilidad
a la demostración de la tesis acusatoria.

¿Qué llevó a José Enrique Abuín a confesar el


secuestro y asesinato de Diana Quer, cuando habían
transcurrido casi 500 días desde el suceso?
Si bien es cierto que Abuín estaba en el radar de
los agentes de la Guardia Civil como un posible
sospechoso de la desaparición de Diana, todavía
no había pruebas consistentes en su contra, aunque
él se había apercibido de que le estaban vigilando.
Conocido en la zona como un buscavidas con trabajos
esporádicos en la construcción, en alguna fábrica o
marisqueando, también se sabía de sus excursiones
nocturnas para robar gasoil además de los trapicheos
con drogas que le costaron una condena de dos años y
seis meses de prisión en 2015. En las horas y días que
siguieron a la muerte de Diana su asesino se ocupó
de hacer desaparecer la ropa de la chica, limpiar
el maletero de su coche y tratar de que su mujer y
otros miembros de su familia le proporcionasen una
coartada para sus movimientos nocturnos, además de

| 169
Sexualidad y violencia

resetear y formatear su teléfono móvil para impedir


que el cruce de las antenas delatara sus movimientos.
Ningún sentimiento de culpa, ninguna señal de
arrepentimiento parece haber perturbado su vida
cotidiana.
¿Fue una suerte de compulsión a la repetición la
que hizo que José Enrique Abuín intentara secuestrar
a otra joven el 25 de diciembre de 2017, cuando aún no
se había resuelto el caso de Diana Quer?
¿Era tal la sensación de impunidad que despreció
la posibilidad de ser descubierto, o acaso podría
considerarse como un acto fallido —que como tal
siempre está dirigido al Otro— el intento de repetir
el crimen? ¿Sentía, inconscientemente, la necesidad de
provocar el momento propicio para confesarse autor
del secuestro y asesinato de Diana Quer? En tal caso
estaríamos ante un sujeto cuyos rasgos perversos
ceden al sufrir el embate de una sombra de culpa que
irrumpe al modo de una contingencia inesperada.
¿Y qué es el acto fallido —en palabras de Jacques-
Alain Miller— sino

[…] el hecho de que el pensamiento inconsciente


emerge en el pensamiento, en la palabra, en el
cuerpo y desplaza, desplaza el acto, lo hace decir
otra cosa?

El modo en que actuó produce la impresión de un


desafío a la suerte que hasta ese momento pareció
acompañarle. Porque no eligió un lugar despoblado
y alejado de la vista de terceros, sino una calle de la
localidad coruñesa de Boiro, donde estuvo rondando
con su coche a la muchacha hasta que aparcó y se acercó
a ella amenazándola e intentando que se metiera en
el maletero del vehículo; la circunstancia de que la

170 |
Un depredador

mujer estuviera en ese momento hablando por su


teléfono móvil, que se mantuvo activado durante el
episodio y registró la situación, así como la matrícula
del vehículo, fue decisiva para frustrar la acción del
atacante. La resistencia que opuso la joven impidió a
Abuín encerrarla en el maletero —a pesar de que ella
tenía ya parte de su cuerpo dentro del mismo— y sus
gritos de auxilio llamaron la atención de dos jóvenes
cuya presencia forzó al agresor a huir del lugar.
La secuencia es conocida: el día 29 de diciembre de
2017 José Enrique Abuín fue detenido por este intento
de detención ilegal —con evidentes fines de agresión
sexual—, y al día siguiente confesó ser el autor del
secuestro de Diana Quer e indicó a la Guardia Civil
el lugar donde podrían encontrar el cuerpo.

| 171
Un delirio con tragedia anunciada

I
…en una misma morada pueden
cohabitar la razón y la sinrazón,
la responsabilidad y el frenesí, la
inteligencia práctica y el delirio
místico.

José María Álvarez

Godella es una pequeña ciudad de la huerta


valenciana, un pueblo apacible que en marzo de
2019 se vio sacudido por un episodio especialmente
dramático por su trágico desenlace, que puso de
manifiesto hasta qué punto los instrumentos legales y
las políticas públicas destinadas a prevenir y combatir
la violencia —en este caso dentro de la familia— se
muestran ineficaces cuando falla la coordinación
entre quienes deben asegurar su implementación.
También dejó en evidencia la deficiente capacitación
profesional de funcionarios de las distintas instancias
policiales y jurisdiccionales, de los servicios sociales e

| 173
Sexualidad y violencia

incluso de profesionales del mundo psi, cuando deben


enfrentarse a situaciones en las que deben hacer una
valoración del riesgo potencial que representa un
sujeto desequilibrado para la vida de terceros.
El día 4 de marzo de 2019 María Gombau, que
entonces tenía 27 años, asesinó a sus dos hijos, Amiel
de tres años e Ixchel, una niña de seis meses, a los que
enterró torpemente en un solar próximo a la casa en
la que convivía con su pareja y los hijos de ambos.
Las circunstancias exactas de cómo se produjeron las
muertes no estaban claras en un primer momento,
porque la mujer —que estaba en un completo estado
confusional en el momento de ser detenida por la
Guardia Civil el mismo día de los hechos— proporcionó
al menos dos versiones diferentes: dijo que los había
asfixiado con una almohada y también en el agua, y
después contó que los había apedreado, aunque de
esto último no estaba segura. Se encontraron restos
de sangre en el borde y pared de la piscina, y una azada
con mango de madera que podría haber sido el arma
homicida. También fue detenido la pareja de María y
padre de los niños, Gabriel Carvajal, un hombre de 28
años con nacionalidad belga y ascendencia mexicana
diagnosticado de trastorno límite de la personalidad,
a quien se está investigando para aclarar si tuvo
algún grado de participación en los crímenes. En los
días siguientes a su detención María fue sometida a
cuatro exploraciones psiquiátricas, concluyendo los
profesionales que intervinieron en ellas que la mujer
estaba padeciendo un brote psicótico agudo en el
momento de atentar contra sus hijos, continuando
durante las entrevistas exploratorias refiriéndose
a los niños como si aún siguieran con vida. El
comportamiento de la joven después de cometer
los crímenes se ajusta a «las características del paso

174 |
Un delirio con tragedia anunciada

al acto en la paranoia: la premeditación, la falta de


arrepentimiento y la consideración del delito como
algo necesario»74.
Los informes testimonian que la explorada

Presenta alta productividad psicótica con un discurso


plagado de contenidos delirantes y variopintos: de
perjuicio, de posesión, metempsicosis (transmigración
del alma a otro cuerpo después de la muerte),
pseudiociesis (cree estar embarazada sin estarlo).
Relato delirante amplio, sin sistematización. No se
puede determinar el inicio del cambio (sospecha,
después del parto). Es conocedora de una secta cuyo
objetivo es matarla para adquirir su genética. La
secta está constituida por familiares, vecinos, amigos
e incluso su pareja. Posee comunicación con Dios,
el cual la orienta sobre cómo actuar (presencia de
alucinaciones acústico-verbales). Confiesa que Dios
le dio poderes. Habla de Eva, María Magdalena.
Relata la separación del alma del cuerpo físico y
cómo el alma de sus hijos se marchó hace tiempo.
Añora la existencia de un Antidiós de quien también
recibe mensajes aunque sin una claridad tan definida
[…] Manifiesta que la supuesta secta de pederastas
que la perseguía a ella y a sus hijos surgió de las SS
nazis. Afirma que las voces de Dios le transmitieron
que debía matar a los niños para salvar sus almas y
salvarse ella misma.

Los allegados —familiares y amigos— de María afirman


que hace unos años había consultado a un psicólogo y en
ocasiones esporádicas también a un psiquiatra, aunque
esas visitas se interrumpieron sin que —a juzgar por

74.  Álvarez, J. M.ª: Estudios sobre la psicosis, Xoroi Edicions, Barcelona, 2018, p. 218.

| 175
Sexualidad y violencia

los acontecimientos posteriores— los profesionales


que la atendieron considerasen necesario hacer un
seguimiento de la paciente, sea porque no percibieron
en ella algún signo de trastorno mental o porque no
conocieran antecedentes suyos que les alertaran.
Sin embargo, en el año 2016, unos cuatro meses
después del parto de su hijo y tres años antes de los
asesinatos, la mujer habría tenido un brote psicótico
sin que accediera a recibir ayuda profesional. Unas
tres semanas antes de matar a los hijos, estando en
casa de su madre, salió al campo con su bebé, Ixchel,
en brazos y con solo una manta a pesar de la baja
temperatura, decidida a pasar la noche al raso. Su
madre y su hermano avisaron a las autoridades,
pero fue su propio hermano quien la encontró
deambulando por el campo con la niña en brazos. Ante
la insistencia de su familia María accedió a consultar a
un psiquiatra, que aparentemente no apreció ningún
trastorno mental en ella, y que tampoco consideró
necesario indagar en los antecedentes de la mujer,
que respondía a las preguntas acerca del porqué de su
comportamiento con otra pregunta: «¿acaso no puede
una salir a pasear?».
Tres días antes del asesinato de los niños María
envió un WhatsApp a su madre con el siguiente texto:
«voy a reunirme con el Creador». Interpretándolo
como el anuncio de una posible acción autolesiva, la
madre se desplazó acompañada de la policía local a
la casa en la que María convivía con su pareja y los
hijos sin que se les permitiera acceder al interior de
la vivienda, hasta que María salió y les dijo que se
encontraba bien, por lo que se marcharon sin más.
En los días que siguieron a este episodio la madre
de María acudió a la Guardia Civil, a los Servicios
Sociales municipales, a la Fiscalía de Menores y al

176 |
Un delirio con tragedia anunciada

Juzgado de Guardia para advertir a quien quisiera


oírla de la situación de riesgo por la que estaban
pasando su hija y sus nietos —mostrando, además,
el contenido del WhatsApp—, solicitando por escrito
la protección de sus nietos y pidiendo una resolución
que le atribuyera la guarda y custodia de los niños. En
el Juzgado le comunicaron que pondrían en marcha el
protocolo correspondiente, que obviamente, si es que
lo activaron realmente, no llegó a tiempo de salvar la
vida de los niños.

II

Qué ha fallado, qué se debería haber hecho y no


se hizo para evitar la tragedia, son las preguntas
que surgen ante unos crímenes como los acecidos
en Godella. El Consejo General del Trabajo Social
y el Colegio Oficial de Trabajo Social de Valencia
admitieron que el fatal desenlace de este episodio
revela «un fallo colectivo», una respuesta retórica
que sobrevuela la responsabilidad concreta de todos
y cada uno de los agentes que participaron de uno u
otro modo en esta trágica historia y que debería tener
nombres, apellidos y cargos institucionales.
Los profesionales psi que tuvieron la ocasión de
tratar a María Gombau en distintas circunstancias
críticas para ella, ¿no contaban con su historia clínica?
¿Y no estimaron la importancia de una anamnesis,
el conjunto de datos clínicos relevantes que acaso
hubieran podido hacerles sospechar la existencia de
una estructura psicótica merecedora de una atención
preventiva?
María había conocido en una fecha indeterminada
del año 2015 a Gabriel Carvajal, un ciudadano

| 177
Sexualidad y violencia

belga con el que al parecer compartía el activismo


antisistema y que, en opinión de personas que tenían
con ella un trato frecuente, potenció la atracción que
María sentía desde la adolescencia hacia el esoterismo
y el ocultismo, una afición inocente en una muchacha
de buena familia y con un buen rendimiento escolar.
Ambos viajaron a México, país de procedencia de la
familia de Gabriel, donde estuvieron conviviendo
unos meses con una colectividad indígena, para
regresar después a Valencia donde ella y Gabriel
comenzaron a hacer prácticas de lo que llamaban
«regresiones», una suerte de viaje mental al pasado
relacionado con la creencia en la reencarnación.
Los testimonios recogidos en el entorno en el que
la pareja vivía sostienen que a partir de su retorno
a Valencia y el comienzo de lo que llamaban
«ejercicios de relajación», María empezó a mostrar
un comportamiento inestable que hizo crisis pocos
meses después del primer parto y que la llevó a una
primera asistencia psiquiátrica.
Al parecer, los profesionales psi que tuvieron
ocasión de tratar a María Gombau antes de que matara
a sus hijos —psicólogos y psiquiatras— no disponían
de la historia clínica de la mujer, o si la conocían no
la tuvieron en cuenta. y en cualquier caso tampoco
consideraron lo que en psicoanálisis se conoce como
fenómenos elementales, señales que pueden manifestarse
antes del delirio o antes del desencadenamiento de
una psicosis que, aunque pasen desapercibidos en una
entrevista pueden rastrearse en el pasado; fenómenos
que no solo pueden observarse en la enunciación,
o que conciernen a la verdad o al sentido, sino que
también tocan al cuerpo en forma de descomposición,
despedazamiento o extrañeza con relación al propio
cuerpo, o una distorsión transitoria que afecta a

178 |
Un delirio con tragedia anunciada

la percepción del tiempo, o bien una sensación de


dislocamiento espacial.

Todos los fenómenos elementales presentan


rasgos comunes, si bien los ámbitos en los que se
pueden captar son tres: el pensamiento, la vivencia
del cuerpo y los sentimientos, especialmente los
enigmáticos y de perplejidad, los de inefabilidad y las
autorreferencias. Se trata de fenómenos cuya matriz
mínima revela y contiene la estructura general de
la psicosis […] Dichos fenómenos pueden hallarse
de una forma constante o bien recurrente, pueden
asimismo estar enmascarados o ensombrecidos
por otras cristalizaciones sindrómicas muy
aparatosas o por formaciones de carácter y rasgos
de la personalidad, pero no hay psicoterapia ni
neuroléptico que pueda erradicarlos completamente.
El valor esencial de estos fenómenos viene dado no
tanto por la manifestación aprehensible, sino por la
relación que el sujeto mantiene con ellos; tal relación
nos muestra inequívocamente a un sujeto sumido
en la perplejidad o, si lo prefieren en un inquietante
vacío de significación»75.

Desafortunadamente nunca se sabrá si las autoridades,


a la vista de los informes que supuestamente deberían
haber emitido los psicólogos y los psiquiatras que
trataron a María Gombau, podrían haber adoptado a
tiempo unas medidas cautelares que pusieran a salvo
preventivamente a los niños.

75.  Idem, p. 111.

| 179
El goce sin ley de Josep Fritzl

Un gran crimen popular es siempre


un hecho social total, para responder
a la expresión de Marcel Gauss: es un
microcosmos de la sociedad, ella se
refleja allí enteramente.

Jacques-Alain Miller

Amstetten es una pequeña ciudad de alrededor


de veinticuatro mil habitantes situada en la zona de
la Baja Austria, aproximadamente a medio camino
entre Linz y Viena, una localidad donde todo el
mundo se conoce, tan pulcra y ordenada como
suelen ser los pueblos y ciudades austríacas que
aparecen en las tarjetas postales. Es probable que los
más viejos del lugar que han sobrevivido a la guerra
y la posguerra recuerden que en las afueras de la
localidad funcionaron dos subcampos del campo
de concentración de Mauthausen-Gusen, situado

| 181
Sexualidad y violencia

a 20 kilómetros de Linz. La elección del pueblo de


Mauthausen para levantar el campo se debió a que
estaba bien comunicado, la zona estaba poco poblada
y especialmente por la existencia de canteras de
granito en las que los nazis someterían al trabajo
esclavo a cientos de miles de prisioneros. De hecho, al
final de la guerra se contabilizaron 85 000 prisioneros
desde la oficina central del campo, y las estimaciones
de víctimas mortales oscilan entre l22 766 y 320 000
entre la fecha de su construcción, en agosto de 1939, y
el final de la guerra. Durante ese período funcionaron
alrededor de 50 subcampos de prisioneros a lo largo y
ancho del territorio austríaco.
Josep Fritzl, que nació en Amstetten el 9 de abril
de 1935, casi no conoció a su padre biológico ya que
este le abandonó cuando el niño tenía cuatro años,
dejándolo en manos de una madre que de acuerdo
con el testimonio de Josep era una sádica maltratadora
que le prohibía hacer amistades o practicar deportes.
Si hay palabras que marcan a un niño para el resto
de su vida, la madre de Josep, además de golpear a
su hijo hasta hacerle sangre, al llamarle «Satán, inútil
y criminal», muy probablemente selló su futuro. En
marzo de 1938, cuando Josep Fritzl acababa de celebrar
su tercer cumpleaños se consumó el Anschlüss —la
operación de anexión por la que Austria se incorporó
al Tercer Reich—, y al año siguiente comenzó la
Segunda Guerra Mundial. A su final, en 1945, Josep
tenía diez años y una formación escolar basada en
los principios nacionalsocialistas en medio de un
país y una Europa devastada. Aunque no se destacó
como estudiante parece que fue un buen alumno,
formándose en ramas técnicas como la mecánica y
la electrónica desempeñando su trabajo en diversas
empresas del ramo de la construcción, obligaciones

182 |
El goce sin ley de J osep Fritzl

laborales que le llevaron a viajar por diversos países.


Se casó con Rosemarie, con quien tuvo siete hijos, y
aunque se jubiló cuando cumplió sesenta años continuó
con los negocios inmobiliarios a los que se había estado
dedicando, comprando y vendiendo propiedades. Bien
considerado por sus vecinos —poco dados a meterse
en la vida ajena—, nadie supo que Josep se vengó de su
madre encerrándola durante un número indeterminado
de años en un cuarto sin ventanas, en su propia casa,
hasta que la mujer murió en 1980.
Josep Fritzl comenzó a violar sistemáticamente
a su hija mayor, Elisabeth —nacida el 6 de abril de
1966— a partir del año 1977, cuando la niña tenía 11
años. Tras soportar los abusos durante cinco años, la
joven trató de huir del domicilio familiar, y cuando
regresó, los asistentes sociales que entrevistaron
a su padre no parecieron demasiado interesados
en conocer los motivos que habían impulsado a la
muchacha a abandonar la casa, a pesar de que ella
estaba presente durante la conversación. Después de
esta huida frustrada parece que Josep Fritzl decidió
no proporcionar a su hija otra oportunidad para que
le abandonara, de modo que el día 28 de agosto de
1984, cuando Elisabeth tenía 18 años, su padre la llevó
mediante un engaño al sótano de la casa encerrándola
en un zulo de 30 metros cuadrados que llevaba
construyendo seis años; el habitáculo, aislado detrás
de una puerta corrediza de hormigón reforzado de
300 kilos disimulada detrás de una estantería, se abría
con una combinación electrónica que solo conocía el
secuestrador. Durante los dos primeros días mantuvo a
la joven esposada, y en los meses siguientes —al menos
nueve— atada con una cuerda que tan solo le permitía
desplazarse hasta el baño. Con el tiempo Fritzl iría
ampliando la superficie del zulo hasta alcanzar los

| 183
Sexualidad y violencia

80 metros cuadrados y una altura media de 1,70


necesarios para dar cobijo a la familia numerosa que
iba formando: como consecuencia de las violaciones
Elisabeth dio a luz a un total de siete hijos, de los
que han sobrevivido seis. Entre 1988 y 1989 nació
Kerstin, y al año siguiente Stefan; Lisa, en mayo de
1993; en diciembre de 1994 Monika; en 1996 nacieron
gemelos, Alexander y Michael, este fallecido a los
tres días ocupándose de incinerarlo su incestuoso
padre-abuelo; y finalmente, en 2003 Elisabeth dio
a luz Félix. De los seis, Lisa, Monika y Alexander
tuvieron la fortuna de salir del zulo para ser acogidos
en la casa por sus abuelos, Rosemarie y Josep, porque
lloraban demasiado y no se adaptaban a vivir en el
sótano, según relató Josep a la Policía. En el mundo
subterráneo creado por Josep siguieron encerrados,
junto a su madre, Kerstin, Stefan y Félix.
Ni abortos ni anticonceptivos. Como ironiza
Jacques-Alain Miller, se trata de un buen católico.
Esta situación se prolongó durante 24 años, hasta
que el 19 de abril de 2008 Josep Fritzl llevó a su
hija Kerstin —que en ese tiempo tenía 19 años— al
Hospital de Amstetten para ser atendida por una
dolencia grave, y los médicos encontraron en uno de
sus bolsillos una nota de Elisabeth pidiendo auxilio.
Como no hallaron ninguna historia médica de la
joven, quisieron hablar con su madre, y el 26 de abril
se presentaron juntos en el centro médico Josep Fritzl
y Elisabeth. Detenido por la Policía, Fritzl confesó con
la mayor frialdad emocional y sin muestra alguna
de arrepentimiento que había tenido secuestrada a
Elisabeth durante todos esos años, y engendrado con
ella siete hijos que en el momento en que los hechos
quedaron al descubierto tenían edades que oscilaban
entre los 19 años de Kerstin y los 5 de Félix. Entre ellos,

184 |
El goce sin ley de J osep Fritzl

Kerstin, Stefan y Félix nunca habían visto la luz del


sol, y su madre, Elisabeth, que sí la había conocido,
dejó de verla durante los siguientes 24 años.

II

La tendencia a la hipérbole que caracteriza a las


páginas de sucesos no dejó pasar la oportunidad de
aludir a Josep Fritzl como «el monstruo de Amstetten»,
mientras que el diario francés Le Figaro lo describió
—con más finura intelectual— como «El padre de las
tinieblas». Es casi una constante a lo largo de la historia
la tendencia a calificar de monstruos a los autores
de crímenes particularmente horrendos, con gran
repercusión pública y susceptibles de conmover a la
opinión —sea por la condición de las víctimas, por la
crueldad y el sadismo con que fueron ejecutados, o por
una combinación de ambos— negándoles su condición
humana. Este negacionismo, tendente a expulsar de
la comunidad —pretendidamente sana— a quienes
han roto brutalmente el pactum societatis, cumple la
función de tranquilizar a las buenas conciencias al
tiempo que refuerzan la (auto) convicción de que
los protagonistas de semejantes aberraciones son
en realidad una excrecencia del orden natural. Sin
embargo Josep Fritzl, quien se revelaría como un
sujeto perverso y sádico, era un miembro conocido
y respetado de la comunidad a la que pertenecía a
pesar de que sus antecedentes penales como violador
reincidente e incendiario igualmente reincidente no
eran desconocidos para sus vecinos; y lo que es aún
más inexplicable, que con semejantes antecedentes
la policía no considerase sospechosa la fábula que se
había inventado para encubrir el secuestro de su hija

| 185
Sexualidad y violencia

y la sorprendente aparición de tres niños —no caídos


del cielo precisamente, sino salidos del infierno—,
fruto incestuoso de las violaciones a las que sometía
a Elisabeth.
El día de agosto en que Elisabeth desapareció la
joven estaba en la casa en compañía de su padre, ya
que su madre y otras dos hermanas habían salido. Al
día siguiente el propio Fritzl denunció a la policía la
desaparición de Elisabeth explicando que se había
marchado voluntariamente para incorporarse a una
secta religiosa, sin que las autoridades se empeñasen
demasiado en tratar de localizarla. Al mes siguiente
se recibió en el domicilio una carta manuscrita
redactada y firmada por la joven en la que pedía a su
familia que dejasen de buscarla; a esta primera misiva
le siguieron otras, en las que no se mencionaba ni se
hacía referencia a una secta o culto religioso, y que
según declaró más tarde Elisabeth se vio forzada a
escribirlas obligada por su padre-secuestrador, que
tuvo el cinismo de hacerlas examinar por un grafólogo
que dictaminó la autenticidad de la autoría.
El primero de los niños salidos del búnker apareció
en 1993, abandonado en la escalera de entrada a la
vivienda. Estaba en una caja de cartón junto con una
carta de Elisabeth en la que decía que no estaba en
condiciones de cuidar al bebé; los servicios sociales
tomaron nota, pero se desentendieron de investigar el
paradero de la madre dado que la chica era mayor de
edad y por lo tanto libre de ir donde quisiera. Al año
siguiente, alrededor de la media noche, Rosemarie
escuchó el llanto de un niño y al salir al portal encontró
un bebé en un cochecito, lo cogió en sus brazos, entró en
la casa y de pronto sonó el teléfono; una voz femenina
que se identificó como Elisabeth se disculpaba por
haber abandonado al niño, y cuando Rosemarie colgó

186 |
El goce sin ley de J osep Fritzl

el aparato este volvió a sonar repitiendo el mensaje,


obviamente grabado. La mujer estaba doblemente
sorprendida, porque según les comentó a los
trabajadores sociales el número telefónico había sido
cambiado no hacía mucho tiempo y todavía nadie lo
conocía. Tampoco en esta ocasión las autoridades se
interesaron por investigar a pesar de que el asunto
tuvo cierta trascendencia mediática, pronto olvidada.
Finalmente, en 1997 un tercer niño fue abandonado
en la casa, que fue acogido por el matrimonio Fritzl.
La periodista Stefanie Marsh, que investigó el caso
exhaustivamente, llegó a la conclusión de que fue la
negligente actuación de las autoridades —desde los
servicios sociales a la policía y la fiscalía— lo que
permitió a Josep Fritzl prolongar su actividad criminal
impunemente durante 24 años. Aparentemente ni a
su esposa Rosemarie —de la que en realidad estaba
separado, aunque siguiesen compartiendo la casa—,
ni a los numerosos inquilinos que pasaron por allí,
y tampoco a los vecinos les llamó la atención la
frecuencia con la que Fritzl entraba al sótano llevando
materiales de construcción, electrodomésticos,
muebles y enseres, colchones e instalaciones sanitarias
y el celo con que impedía acceder al sótano a nadie
que no fuera él mismo.

III

La rutina burocrática y la falta de rigor profesional


que parece caracterizar la actuación de las autoridades
policiales y judiciales austríacas cuando deben
enfrentarse a esta clase de delitos había quedado
de manifiesto diez años antes de que el «caso
Fritzl» saliera a la luz, cuando Natasha Kampush

| 187
Sexualidad y violencia

fue secuestrada por Wolfgang Prikopil y retenida


durante ocho años en una casa situada en Strasshof, a
25 kilómetros de Viena76.
El suceso tiene ciertas similitudes con lo ocurrido
en Amstetten. Prikopil, un técnico electrónico de 34
años al que sus conocidos y compañeros de trabajo
describían como un sujeto misógino y paranoico
—y admirador de Hitler, según relató su víctima—,
excavó un habitáculo de aproximadamente seis
metros cuadrados debajo del garaje de su casa —al
que solo se podía acceder mediante un dispositivo
electrónico—, donde retuvo a Natasha al menos
durante un año y medio mientras la golpeaba y
torturada con electricidad. Al llegar la chica a la
pubertad la violó, y paulatinamente le permitió
acceder al resto de la casa, siempre bajo un estricto
control. Wolfgang hizo de perverso padre-proveedor
generando una completa dependencia material, pero
todos los indicios y el comportamiento posterior
de Natasha una vez liberada sugieren que entre el
secuestrador y su vulnerable víctima se estableció
una relación afectiva, no por enfermiza menos real. De
hecho, la fuga de Natasha desencadenó una reacción
loca de parte de Prikopil, que se lanzó durante ocho
horas a una búsqueda desesperada de la joven que se

76.  Natasha Kampush tenía diez años cuando un sujeto, que resultó ser
Wolfgang Prikopil, la metió a la fuerza en una furgoneta de color blanco
y desapareció. Una niña que caminaba detrás de Natasha creyó haber
visto a dos personas y no una actuando como secuestradores, pero este
testimonio nunca fue corroborado por prueba alguna. La policía comprobó
la titularidad de las cerca de 800.000 furgonetas de color blanco registradas
en el país, incluida la que utilizaba Prikopil, y sabía que este vivía en una
casa en la localidad de Strasshof pero la vivienda no fue registrada. Pasaron
ocho años hasta que Natasha aprovechó que su secuestrador se distrajo
hablando por teléfono, para huir y refugiarse en la casa de una vecina, a la
que pidió que llamara a la policía.

188 |
El goce sin ley de J osep Fritzl

reveló inútil, y que acabó en el pasaje al acto suicida


del secuestrador.
No se sabe demasiado de los antecedentes familiares
de Wolfgang Prikopil, aunque parece que durante su
adolescencia padeció algún grado de acoso escolar.
Fue el pedido de auxilio de la víctima la que alertó a la
policía, que había dejado de buscar a Natasha hacía ya
mucho tiempo, como fue la nota pidiendo ayuda que
los médicos del Hospital de Amstetten encontraron
en un bolsillo de la ropa de Kerstin cuando esta fue
ingresada lo que detonó el «caso Fritzl». En ambos
episodios la intervención de las autoridades se produjo
ante los hechos consumados, cuando las víctimas
habían atravesado ya muchos años de sufrimiento y
como si el concepto de «prevención» fuera desconocido
a la policía, los servicios sociales y la fiscalía austríaca.
En cuanto a Josep Fritzl, es imposible no reparar en
el maltrato continuado al que lo sometió una madre
sádica y vengativa, sin el contrapeso de una figura
paterna «de la ley» en la que Josep pudiera sostenerse,
y aunque no necesariamente se trata de una relación
de estricta causalidad, él es el único responsable de
haber elegido el objeto femenino como destino de su
pulsión perversa, como su compatriota Prikopil. A
diferencia de los serial killers, que se toman su tiempo
entre víctima y víctima, o los spree killers, que salen
de juerga y en su recorrido van disparando contra
quienes se cruzan en su camino —ambos muy del
estilo exhibicionista y provocador propio de los
norteamericano—, tanto Fritzl como Prikopil parecen
encajar en el tipo de los perversos caseros, tiranos
domésticos, subterráneos, como los ha caracterizado
Jacques-Alain Miller.
A diferencia de los asesinos seriales que pueblan
las páginas de sucesos en Estados Unidos, sujetos que

| 189
Sexualidad y violencia

hacen de sus crímenes un juego, un desafío que podría


interpretarse como un llamado a la intervención de la
ley a fin de que ponga límite al goce que no controlan,
estos perversos subterráneos actúan discretamente,
intentando pasar desapercibidos ante el mundo que
se mueve en la superficie, del que ellos también
disfrutan mientras impiden que sus víctimas vean la
luz del sol. Estas diferencias —digamos «de estilo»—
no parecen casuales. Se ha llamado la atención acerca
del modo de actuar de Josep Fritzl,

[…] un Padre severo, el Padre de la ley, cuyo rigor


implacable sorprendía a aquellos que lo veían regir
a su familia de arriba, y con su familia de abajo
un Padre gozador, fuera de la ley […] Nada de
inconsciente. Sin sentimiento de culpabilidad […]
Ni un error, ni un paso en falso, ni un acto fallido77.

¿Ninguno? Sin embargo, no advirtió que Elisabeth


había deslizado en un bolsillo de la ropa de Kerstin
una nota en la que relataba su dramática historia
y solicitaba ayuda, un pedido de auxilio al que los
médicos respondieron avisando a la policía. ¿Exceso
de confianza, seguridad de que la situación nunca
escaparía a su control?
En cualquier caso, esa fue su perdición, y la
salvación de su familia clandestina.
Josep Fritzl, manifestó al psiquiatra que lo trató
que había nacido para la violación, pero que, pese
a ello, se había estado conteniendo largo tiempo.
Como era previsible, se dictaminó que no padecía
ningún trastorno mental —al menos uno que fuera

77.  Miller, J.-A.: «Dos entrevistas a Jacques-Alain Miller: el caso Mosley y


el caso Fritzl», en AA.VV (Ruiz Acero, I., comp.), La sociedad de la vigilancia
y sus criminales, Gredos, Barceloa, 2011, pp. 193-194.

190 |
El goce sin ley de J osep Fritzl

susceptible de atenuar su responsabilidad—, y la


condena que le impuso el jurado fue de prisión
perpetua e internamiento psiquiátrico como culpable
de privación de libertad, incesto, violación, esclavitud
y homicidio.
Jacques-Alain Miller se pregunta si es un azar que
después del «caso Kampush» estallara precisamente
en la misma Austria este hecho singular. Y remata: «El
caso Fritzl luego del caso Kampush, necesariamente
produce sentido»78. Este es un concepto que hay que
manejar con mucho cuidado, porque si la deriva de
semejante sentido, signifique lo que signifique —y en
el contexto de la respuesta no parece significar otra cosa
que el carácter germano estaría particularmente dotado
para cometer este tipo de crímenes—, se abandona
peligrosamente el campo de la responsabilidad
individual del criminal, esencial al derecho penal,
para sugerir una supuesta responsabilidad colectiva.
Ciertamente, personalidades eminentes de la cultura
germana como Elías Canetti, y los austríacos Thomas
Bernhard, Peter Handke o la premio Nobel Elfriede
Jelinek, han denunciado públicamente que Austria
aún continúa anclada a su pasado nazi, como si el país
fuese todavía presa del Zeitgeist, el espíritu imperante
en 1938 cuando los habitantes de Viena se lanzaron a
las calles a vitorear a Adolf Hitler, que con la Anexión
al Reich alemán devolvía a los austríacos la ilusión de
recuperar su pasada grandeza imperial79. A finales del
siglo XIX, en efecto, la llamada Monarquía Dual —el
Imperio Austro-Húngaro, también conocido como la
Casa de los Habsburgo— era una potencia europea

78.  Idem, p. 194.


79.  Estos intelectuales críticos que no dejan de confrontar a sus compatriotas
con su pasado nazi han sido calificados de anti Heimat —antipatriotas— en
ciertos medios de prensa austríacos.

| 191
Sexualidad y violencia

que dominaba sobre un amplísimo territorio, con una


estructura institucional consolidada que reunía a once
naciones gobernada por el viejo emperador Francisco
José, que se preparaba para entregar el poder a su
sucesor, el archiduque Francisco Fernando, cuando
este y su esposa fueron asesinados en Sarajevo. Todo ese
entramado se derrumbó súbitamente en 1918, y con él
desapareció lo que Stefan Zweig describió como «el
mundo de ayer». La dualidad, que tan bien definía
la estructura institucional del imperio, bien puede
aplicarse a aquello que con cierta licencia podría
denominarse como el alma nacional, porque Austria
como todas las naciones también tiene —al menos—
dos almas.
Una de ellas estaría representada por la extraordinaria
concentración de talento artístico, intelectual y científico
reunido en y alrededor de la Viena de los últimos
años de la monarquía: no fue seguramente una mera
coincidencia que los orígenes de la música dodecafónica,
de la arquitectura moderna, del positivismo jurídico, de
la pintura no figurativa y del psicoanálisis, tuvieran su
epicentro en la que se jactaba de ser la «ciudad de los
ensueños», y que, al mismo tiempo, fuera descrita por
su más penetrante crítico social, el periodista y escritor
Karl Kraus, como «el campo de pruebas de la destrucción
del mundo»80. Arnold Schönberg, Franz Shubert,
Gustav Mahler, Hugo Wolf, Arthur Schnitzler, Sigmund
Freud, Gustav Klimt, Ludwig Wittgenstein, Fritz
Mauthner, Arnold y Stefan Zweig, Hans Kelsen, Otto
Wagner y Adolf Loos, Ignaz Semmelweis, Egon Schiele,
Robert Musil… la enumeración parece interminable,
y realmente lo sería si no se hubiera producido la
hecatombe llamada Primera Guerra Mundial —que
80.  Janik, A. y Toulmin, S.: La Viena de Wittgenstein, Taurus, Madrid, 2001,
pp. 20-21.

192 |
El goce sin ley de J osep Fritzl

Borges definió como una guerra civil europea—, cuyas


secuelas trágicas se prolongaron en Austria durante casi
medio siglo dejando ver su otra alma. La otra Austria
mostró su cara más feroz arrasando a cañonazos los
suburbios proletarios en 1934; con la promulgación
ese mismo año de la Constitución que proclamó que el
país era «un Estado corporativo, autoritario, cristiano-
alemán»; con la firma por el canciller Schuschnigg de
un protocolo pactado con Hitler en el que se reconocía a
Austria como «un estado alemán»; en fin, en la Anexión
consumada en marzo de 1938.
En diciembre de 1937, aún en Viena, Sigmund
Freud escribió:

[…] el gobierno de aquí es diferente, pero la gente es


la misma, coincide por completo con sus hermanos
del Reich en el culto al antisemitismo»81.

El país hubo de esperar hasta el final de la Segunda


Guerra Mundial —y aún otros diez años, hasta
1955— para recuperar su completa soberanía, pero
los fantasmas seguían allí: Kurt Waldheim, elegido
presidente de la República en 1986, tuvo que renunciar
a su reelección al desvelarse su pasado nazi. Cuánto
de aquel pasado no tan lejano sigue vivo es aún una
incógnita.

81.  Gay, P.: Freud. Una vida de nuestro tiempo, Paidós, Buenos Aires, 1990, p. 684.

| 193
De la corrección política
y sus vigilantes

I
El parlêtre adora su cuerpo porque cree
que lo tiene. En realidad, no lo tiene,
pero su cuerpo es su única consistencia
—consistencia mental, por supuesto—
porque su cuerpo a cada rato levanta
campamento.

Jacques Lacan

La irrupción del MeToo inauguró una nueva


era en el movimiento feminista. En primer lugar,
porque la palabra de las mujeres fue escuchada y
reconocida, pero también porque ha señalado un
antes y un después, incorporando al odioso catálogo
de la violencia machista en sus modalidades —
digamos, clásicas—, tradicionalmente asociadas a
las violaciones y los abusos físicos, las variadas y
múltiples formas de acoso verbal y moral, en no
pocas ocasiones solapadas con la violencia física. Pero

| 195
Sexualidad y violencia

MeToo ofrece al mismo tiempo su cara totalitaria,


en cuanto «aspira a reglamentar cualquier contacto
entre hombres y mujeres», en palabras de la escritora
francesa Catherine Millet, que opina que la llamada
autodeterminación de género es

[…] una vía peligrosa, una forma de forzar la realidad


y de introducir en ella la utopía. La reproducción de
la especie humana —ha dicho— sigue requiriendo
que haya dos sexos82.

Christiane Alberti, a su vez, percibe un cambio


en el discurso del movimiento feminista, que en su
opinión ha pasado de ser un feminismo político, de
sujetos de derecho reclamados como universales, a
un feminismo de los cuerpos. Para Alberti la guerra de
los sexos se ha trasladado al espacio público, y la
guerra política a nivel de lo íntimo con la nota —al
modo de algunas feministas norteamericanas— de
satanización de los hombres83. Sin embargo, aun
admitiendo la dicotomía propuesta por Alberti, no
parece que uno y otro feminismo sean antagónicos o
recíprocamente excluyentes; antes bien, se muestran
complementarios, lo que no impide reconocer
las profundas diferencias que existen dentro de
un movimiento heterogéneo, con diferencias en
ocasiones radicales respecto de ciertos temas, en la
medida en que se han multiplicado las elecciones
de objeto por parte de los sujetos concernidos, tanto
82.  Vicente, A.: «Catherine Millet: “Hay una regresión en la forma de vivir la
sexualidad femenina”», El País, 28/01/2021, https://bit.ly/2QLjrR8. Millet
fue una de las 100 mujeres que en enero de 2018 firmaron un manifiesto
en contra de las derivas del MeToo, en defensa de lo que denominaron la
«libertad de importunar, indispensable para la libertad sexual».
83. Alberti, Ch.: «La opinión lacaniana», Editorial, Ornicar?, núm. 54,
Navarin, París, 2020.

196 |
De la corrección política y sus vigilantes

mujeres como hombres. Es evidente que hoy no


se puede aludir al movimiento feminista como un
todo, a menos que tal denominación se limite a lo
que Christiane Alberti denomina feminismo político,
es decir a la exigencia de iguales derechos civiles,
políticos y sociales para todos los miembros de la
sociedad. Casi se podría afirmar que fuera de ese
denominador común —que además comparten
un sinnúmero de hombres—, lo que impera, en
el activismo originalmente identificado con el
feminismo, es una desagregación grupal que enfrenta
a unos colectivos con otros, como se pudo comprobar
cuando saltó a los medios en España el texto que
el Ministerio de Igualdad estaba preparando de la
Ley para la igualdad real y efectiva de las personas
trans, redactado por el equipo de la ministra Irene
Montero. Las objeciones a este proyecto han partido
desde diferentes ámbitos de la sociedad civil, pero
también desde el sector del Gobierno, representado
en este caso por la vicepresidenta primera, Carmen
Calvo, que ha señalado la dificultad para encajar en
el ordenamiento jurídico algunos de los aspectos
más polémicos del texto.
El borrador que ha trascendido de la Ley para la
igualdad real y efectiva de las personas trans reconoce
el derecho que asiste a todos y cada uno a

[…] construir para sí una autodefinición con


respecto a su cuerpo, sexo, género, orientación
sexual, identidad de género y expresión de género,

sin más requisitos que ser mayor de 16 años para


prestar el consentimiento informado y hacer una
«declaración expresa» de su decisión. Desde el año
2007 rige en España una ley trans que reconoce el

| 197
Sexualidad y violencia

derecho de las personas a cambiar su nombre y sexo en


el DNI sin necesidad de una intervención quirúrgica
de los genitales, pero con dos requisitos que están
todavía vigentes: un informe médico o psicológico,
y dos años de tratamiento hormonal. Esta ley es la
que se propone actualizar el Ministerio de Igualdad,
suprimiendo los informes previos y facilitando los
tratamientos hormonales a quienes lo soliciten; si son
menores de 16 años con la autorización de sus padres,
y por sí mismos a partir de esa edad84.
Argumentan, los defensores de la reforma, que
esta sería una vía adecuada para normalizar la
consideración social de las personas trans, evitando
el estigma que supone hacer de su situación una
patología. La vicepresidenta primera del Gobierno,
Carmen Calvo —una experta jurista y reconocida
feminista—, efectuó unas declaraciones en las que
formuló observaciones críticas a ciertos aspectos del
proyecto redactado por el equipo de la ministra Irene
Montero, cuestionando el derecho de las personas a
elegir el género con el que se identifican mediante una
mera declaración de voluntad, teniendo en cuenta que
proporcionar un estatuto legal a la «autodeterminación
de género» tendría un efecto multiplicador para
el conjunto del ordenamiento jurídico. Algunas
organizaciones feministas se sumaron a las críticas de
Calvo, estimando que el proyecto de ley equivale a
un «borrado de las mujeres» al «negar y anular, entre
otras cosas, el sexo como realidad biológica y como

84.  Estos tratamientos, que incluyen un bloqueo hormonal al inicio de la


pubertad para intentar frenar el desarrollo de los pechos, la barba y la nuez,
para continuar después aplicando hormonas cruzadas —testosterona para
los chicos transexuales y estrógenos para las chicas transexuales—, pueden
llevarse a cabo actualmente al amparo de la ley del 2007 bajo la supervisión
de un equipo médico, aunque la tramitación es prolongada y puede llegar
demasiado tarde.

198 |
De la corrección política y sus vigilantes

categoría jurídica»85, al tiempo que la Federación


Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales salieron
en defensa de la iniciativa del Ministerio de Igualdad.
Los comentarios críticos de Carmen Calvo aludían
no solo a la edad a partir de la cual los sujetos estarían
autorizados a solicitar la modificación de sus datos
en su DNI, autodeterminando su género, sino a la
incidencia que una redacción apresurada de la ley
podría tener sobre otras normas ya existentes, lo
que afectaría negativamente la coherencia exigible al
ordenamiento jurídico. En tal caso, muchos artículos
del Código Civil, los Reglamentos de los Registros
Civiles, el Código Penal y otras muchas leyes deberían
ser revisadas para armonizar sus contenidos con las
disposiciones —en el caso de que se aprobara— de la
Ley para la igualdad real y efectiva de las personas
trans y la Ley de garantía integral de la libertad sexual.
Las dudas acerca de la mayor o menor viabilidad de
la «ley trans», como se ha dado en llamar, fueron
anticipadas por la misma Carmen Calvo —que
ejerce como secretaria de Igualdad en la ejecutiva
del PSOE— en el año 2020, poniendo el acento en
las complicaciones que podrían surgir al incorporar
al ordenamiento jurídico, con fuerza de ley, una
manifestación de voluntad que puede obedecer a un
estado emocional transitorio. La experiencia muestra
que una decisión que en su momento aparecía
como inmutable puede no serlo, especialmente si se
trata de personas muy jóvenes, con las previsibles
consecuencias traumáticas en lo personal y caóticas
desde el punto de vista legal.
Una controversia similar a la existente sobre la «ley
trans», puesta de manifiesto entre ambos socios del
85.  Declaraciones de Ángeles Álvarez. Cf. Álvarez, P.: «La ‘ley trans’ desde
ángulos opuestos», El País, 7/2/2021, https://bit.ly/3rzBjuZ.

| 199
Sexualidad y violencia

Gobierno de coalición con gran repercusión mediática,


se exhibe alrededor de los diferentes puntos de vista
que uno y otro tienen acerca de determinados puntos
sensibles del proyecto de Ley de garantía integral de
la libertad sexual —la del «sí es sí», impulsado por el
mismo Ministerio de Igualdad— especialmente con
respecto al contenido y alcance del consentimiento
y en qué términos ha de ser incluido en la ley que
se pretende aprobar. Sin que sea vinculante su
dictamen, el proyecto de esta Ley debe pasar por el
Consejo General del Poder Judicial, que ha anticipado
extraoficialmente una opinión contraria al contenido de
algunos de sus artículos. El anteproyecto elaborado
por el Ministerio de Igualdad expresa que

[…] no existe consentimiento cuando la víctima no


haya manifestado libremente por actos exteriores,
concluyentes e inequívocos conforme a las
circunstancias concurrentes, su voluntad expresa de
participar en el acto.

De esta redacción preliminar se podría señalar,


en primer lugar, que refleja fielmente la concepción
ideológica populista de sus inspiradores; en segundo
término, que evidencia la deficiente formación
jurídica por parte de quienes escribieron la letra. Por
cuanto se refiere a la ideología, es fiel a la esencia
del populismo, que consiste en proponer respuestas
simples a problemas que, en la realidad, suelen ser
especialmente complejos. Ese discurso demagógico,
atractivo precisamente por su simpleza, se dirige a
captar, gracias a sus iniciativas legislativas, el apoyo
de los colectivos feministas y de todos aquellos que se
agrupan en el acrónimo LGTBI+Trans, conservando
al mismo tiempo la adhesión del electorado situado

200 |
De la corrección política y sus vigilantes

a la izquierda del PSOE presentándose como los


representantes de «la verdadera izquierda».
Lo que se plantea, en definitiva, es una cuestión de
poder y de relación de fuerzas dentro del Gobierno
de coalición. De ahí que, a comienzos de 2021,
Carmen Calvo —previsiblemente con la intención de
diluir la influencia de Unidas Podemos— propusiera
a los representantes de los colectivos trans y LGTBI
fusionar en una sola ley el reconocimiento de los
derechos reclamados por ambos grupos, una iniciativa
rechazada por el Ministerio de Igualdad, que apuesta
por dos leyes independientes. Ante la falta de
acuerdo entre ambas formaciones, en enero de 2021
el PSOE presentó en el Registro del Congreso de
los Diputados su propio proyecto, la Ley de igualdad
de trato y no discriminación, popularizada como la
«Ley Zerolo» en homenaje a quien fuera secretario de
Movimientos Sociales y Relaciones con las ONG del
partido, fallecido en el año 2015. En el texto se expresa
que
[…] nadie podrá ser discriminado por razón de
nacimiento, origen racial o étnico, sexo o religión,
convicción u opinión, edad, discapacidad,
orientación o identidad sexual, expresión de género,
enfermedad, situación socio-económica o cualquier
otra condición o circunstancia personal o social.

II

En 2020, Vanessa Springora publicó en Francia Le


consentement86, un valiente y desgarrador testimonio
de su propia experiencia cuando, a sus 13 años, fue

86.  Springora, V.: El consentimiento, Lumen, Barcelona, 2020.

| 201
Sexualidad y violencia

seducida por Gabriel Matzneff, un escritor a punto


de cumplir los cincuenta que se jactaba de acostarse
con chicas y chicos púberes y adolescentes. Ella no
fue abusada ni agredida violentamente por este
sujeto perverso; ella consintió, pero necesitó más de
treinta años hasta el momento de poder abordar —
con la ayuda de su psicoanalista y la comprensión
de algunas personas cercanas— el drama que vivió,
poniéndolo en palabras. Como bien ha destacado
Christiane Alberti en el texto citado, la forma verbal
consentir tiene la virtud de evocar un proceso infinito
en lugar de un estado, lo que revela la complejidad
intrínseca de lo que, a su vez, Clotilde Leguil87 ha
definido como un enigma:

¿Acaso el consentimiento —escribe— no comporta


en sí una ambigüedad que hace que si aceptamos
todo lo que podrá ocurrir estamos, en ese sentido,
en la desnudez, en cuanto a aquello a lo que
consentimos?

Vanessa Springora «creyó consentir a ser un objeto


de deseo y de amor, pero devino en puro objeto de
goce para el otro», y tan solo gracias al amor de otro
hombre y de su propio análisis consiguió superar el
trauma que la acompañó durante decenios. Consentir
no es simplemente permitir algo o «condescender a
que se haga», como aparece en la escueta definición
del diccionario, donde la subjetividad, el inconsciente,
están forcluidos; porque una cosa es ceder, dejar hacer,
y otra diferente consentir, si bien la frontera entre
ambas no siempre resulte clara y precisa. ¿Es el dejar

87. Leguil, C.: «Ambigüedad del consentimiento, potencia del escrito.


Sobre Le consentement (El consentimiento) de Vanessa Springora», Lacan
Quotidien, 26 de febrero de 2020.

202 |
De la corrección política y sus vigilantes

hacer sinónimo de pasividad ante el requerimiento


del otro? ¿La pasividad equivale a consentir? Aunque
parezcan sutilezas de abogados imaginativos, es en ese
vasto espacio en el que el deseo y el goce no siempre
aciertan a nombrarse a sí mismos, ni los sujetos
que se encuentran en una determinada encrucijada
libidinal saben realmente lo que el otro está dispuesto
a consentir, es ahí donde las instancias institucionales
—policías, jueces— se ven en la disyuntiva de decidir
acerca de una situación de hecho que se les presenta.
La cuestión es cómo se prueba que ha existido
consentimiento o, por el contrario, que no lo ha habido,
una diferencia sustancial al tiempo de convertir una
conducta lícita en una ilícita.
La redacción del anteproyecto de la Ley de
garantía integral de la libertad sexual, tal y como se
ha presentado, vulnera el principio de presunción
de inocencia garantizado en el artículo 24 de la
Constitución española, e invierte la carga de la prueba
al sostener que

[…] no existe consentimiento cuando la víctima no


haya manifestado libremente por actos exteriores,
concluyentes e inequívocos conforme a las
circunstancias concurrentes, su voluntad expresa de
participar en el acto.

Esta definición negativa del consentimiento coloca al


presunto abusador o agresor en situación de tener que
demostrar que ha habido consentimiento por parte de
quien después del acto lo ha denunciado, cuando es
competencia de las instancias policiales y judiciales
investigar los hechos, comprobar la verosimilitud
de la denuncia en base a los indicios y las pruebas
obtenidas, y obrar los jueces en consecuencia. La

| 203
Sexualidad y violencia

prueba es lo contrario de la fe, y si toda denuncia de


abuso o agresión sexual debe tomarse muy en serio
por parte de las autoridades, el factor emocional —
aunque estará siempre presente— debe ceder paso
al rigor profesional. Que el sí no siempre y en toda
circunstancia es sí, como el no puede transformarse
en ceder a la voluntad del otro, son circunstancias de
hecho no siempre tan nítidas como pretende una cierta
tendencia a legislar como si la letra de una ley tuviera
el poder de transformar por sí misma la realidad88. La
puntillosa exhaustividad de su redacción no garantiza
que la ley en cuestión sea eficaz, y esta observación es
válida tanto si se refiere a la iniciativa socialista de
Ley de igualdad de trato y no discriminación, como
a la Ley de garantía integral de la libertad sexual y a
la Ley para la igualdad real y efectiva de las personas
trans propuestas por el Ministerio de Igualdad.
Los juristas que escriben las leyes suelen estar
poseídos por el horror vacui, que les empuja a intentar
encerrar en la letra de la ley todas las hipótesis
imaginables, una tarea imposible y que, sin embargo,
opera al modo de una Verleugnung, una denegación,
una barrera protectora contra las dudas, la
inseguridad y la incerteza, elementos que en el ámbito
del Derecho adquieren una significación particular.
Como encarnación que es del discurso del amo —no
importa detrás de qué ideología se enmascare— el

88. A comienzos del año 2020 -—antes del desencadenamiento de la


pandemia, y en vísperas de la celebración del Día de la Mujer— las prisas
en aprobar la ley impulsada por el Ministerio de Igualdad llevaron al
vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, a denunciar que al
amparo de «tecnicismos jurídicos» podrían ocultarse actitudes machistas.
El hecho de que Iglesias no tenga una formación jurídica podría explicar
su desconocimiento acerca de la complejidad que supone redactar una ley,
pero esta circunstancia no le exime de la prudencia exigible a un político
que ocupaba un cargo de tanta relevancia.

204 |
De la corrección política y sus vigilantes

Derecho se presenta como garante del orden social, y


perdería gran parte de su poder simbólico quedándose
en puro semblante al exhibir su incompletud, sus
agujeros y sus carencias para dar respuesta a unas
demandas que a veces son meramente imaginarias.
¿Son conscientes los adalides de la corrección política
de las consecuencias indeseadas a las que puede
llevar el intento de regular el deseo sexual? ¿Creen
que la amenaza de criminalizar —más de lo que ya
lo están— ciertos comportamientos, funcionará como
un dique de contención de los impulsos sexuales
agresivos? ¿No temen que su inclinación a ocupar
espacios disputando zonas de influencia entre aliados
conduzca a una suerte de iatrogenia social?
No caben dudas de que el machismo y sus
derivadas agresivas y violentas debe ser combatido.
Y también las actitudes y comportamientos que, sin
ser violentos o físicamente agresivos, contribuyen a
sostener la preeminencia del poder masculino sobre
los derechos de la mujer. Pero este es un combate que
no se dirime en el ámbito de la ley penal, sino en el de
la cultura, que impone otra clase de restricciones a la
liberación de las pulsiones.
El Código Penal español aborda a lo largo de veinte
artículos los abusos y agresiones, las coacciones,
la trata de seres humanos, y la prostitución y
corrupción de menores, delitos todos severamente
castigados. Como recientemente lo ha destacado una
magistrada, las leyes penales vigentes contemplan el
consentimiento —más que los medios empleados—
como eje vertebrador de la legislación sobre los abusos
y agresiones sexuales en sus distintas modalidades89,

89. Artículo de opinión firmado por Yolanda Rueda Soriano, magistrada y


coordinadora de la Comisión de Juezas y Jueces para la Democracia y del Grupo
de Estudios de Política Criminal. Cf. Rueda Soriano, Y.: «El desenfocado debate

| 205
Sexualidad y violencia

por lo que sería exigible que las modificaciones que


se quieran introducir en las normas actuales, así
como el contenido de las nuevas leyes pendientes
de aprobar, se ajusten a los criterios de una política
criminal basada en estudios serios —que los hay,
elaborados por juristas especializados—, alejados de
la contaminación acústica del populismo jurídico.
Hace casi cien años Sigmund Freud advirtió que

[…] una superabundancia de disposiciones y


prohibiciones perjudica a la autoridad de la ley […]
donde hay solo unas pocas prohibiciones, se las
respeta escrupulosamente; pero si las prohibiciones
lo acompañan a uno dondequiera vaya, se siente
formalmente la tentación de desobedecerlas […]
por eso es aconsejable, si se quiere mantener el
respeto por las leyes y disposiciones, no promulgar
ninguna cuya observancia o incumplimiento sean
difíciles de vigilar90.

sobre el consentimiento en la Ley de libertad sexual», El País, 29/12/2020,


https://bit.ly/3wiTFnB.
90.  Freud, S. : «Pueden los legos ejercer el análisis? Diálogos con un juez
imparcial (1926)», Presentación autobiográfica, Inhibición, síntoma y angustia,
¿Pueden los legos ejercer el análisis?, y otras obras (1925-1926), Obras completas,
Vol. XX, Amorrortu editores, Buenos Aires, 2004, p. 221.

206 |
Epílogo

Esa violencia que no cesa


Vicente Palomera

En las manifestaciones de septiembre de 2019, las


denuncias de la violación y el asesinato de mujeres
iban acompañadas de eslóganes claros: «nos matan»,
«no hay justificación», «las vidas de las mujeres
cuentan». España ya disponía, desde el 2004, de la
primera ley en Europa contra la violencia hacia las
mujeres, una ley que preveía una asistencia jurídica
gratuita y tribunales especiales para las víctimas. A
finales de 2017, el Congreso adoptó otras medidas
destinadas a fortalecer la ley inicial. Sin embargo, a
pesar de estas disposiciones legislativas reforzadas,
la violencia no cesa. En el momento de escribir
estas líneas, ya son 1 087 las mujeres asesinadas por
sus parejas desde el 1 de enero de 2003, cuando se
empezaron a contabilizarlas oficialmente.
Este libro no sólo trata las coordenadas históricas
y sociales de la violencia contra las mujeres, sino que
habla desde las secuelas que esa violencia ha ido

| 207
Sexualidad y violencia

dejando en nuestra sociedad; habla sin olvidar el papel


que está teniendo la renovación del discurso feminista
en Occidente. En este libro, Luis Seguí investiga el
fenómeno de la violencia siguiendo una trenza hecha
con tres hilos. En el primero, encontramos la denuncia
del feminicidio, en el segundo, la reapertura del
debate sobre la violación por parte del movimiento
MeToo y, finalmente, en el tercero, encontramos
la preocupación por las comunidades LGTBI y la
importancia del movimiento Trans. Aunque todavía
no sabemos de qué modo se irán tramando estos
tres hilos, Luis Seguí aporta un instrumento valioso
con el que avanzar en un debate que, más allá de la
diferencia de los sexos, gira en torno a la cuestión de
qué es una mujer.
Son muchas las ocasiones en las que, para explicar
la violencia contra las mujeres, se recurre al argumento
del machismo de los hombres como la causa y las
políticas de educación para la igualdad como la
solución. Como esta explicación no es suficiente, se
suele entonces recurrir a la exposición estadística, si
bien últimamente se ha visto que, entre los países con
mayor tasa de maltrato, se encuentran los nórdicos en
los que las políticas de igualdad se han desarrollado
más que en los países del sur.
El problema de la violencia contra la mujer nos
lleva a recordar lo dicho por Jacques Lacan, en la
Conferencia pronunciada en el Centro Universitario
Mediterráneo de Niza, el 30 de noviembre de 1974:

Sólo hay una cosa de la que no se sabe literalmente


qué hacer cuando se es un hombre, es una mujer. No
hay nada de lo que él sepa menos qué hacer que con

208 |
Epílogo – Esa violencia que no cesa

una mujer. Pregúntense. ¿Qué hay más embarazoso


para un hombre que el cuerpo de una mujer?91

En las Primeras conferencias internacionales


Jacques Lacan, celebradas en Barcelona, en 2017, Eric
Laurent recordaba que Lacan apuntaba al hecho de
que, dado que los hombres no saben qué hacer con el
cuerpo de la mujer, tienen la tendencia a marcarlo. El
gesto de «odioamoramiento» (hainamoration) es marcar
el cuerpo, marca que puede declinarse en un amplio
espectro que va desde una experiencia de placer hasta
llegar al goce brutal y absoluto de la destrucción del
cuerpo92. Este espectro es el goce que Lacan resumió
diciendo: «Se empieza con las cosquillas y se acaba
en la parrilla. Eso es también el goce»93. Hay casos
corrientes, si bien también pueden ser célebres, que
muestran cómo lo que el sujeto masculino tiende a
hacer es marcar el cuerpo del ser amado94, aunque se
puede llegar hasta el perverso sádico que no retrocede
ante nada para lograr su crimen y matar sádicamente
a una mujer. Lacan ya había comentado que

[…] en los casos de violencia contra la mujer a


la agresión le sigue con frecuencia el sexo. Son
hombres que interrogan a la mujer […] para que les
confiese su goce enigmático. Confesión que nunca
será suficiente […] Esto se desarrolla a lo largo de

91.  Lacan, J.: « El fenómeno lacaniano » (1974), texto establecido por J.-A.
Miller, publicado en la revista Uno por Uno, 46, Eolia, Barcelona, 1998, p. 19.
92. Laurent, E.: Un psicoanalista, intérprete en la discordia de los discursos,
Gredos, Barcelona, 2019.
93.  Lacan, J. (1969-1970): El Seminario. Libro 17: El reverso del psicoanálisis,
Paidós, Buenos Aires, 1996,.
94.  Véase entre otros, al encuentro de Picasso con Dorah Maar en «Les deux
Magots» en el interesante libro de Dalila Arpin, Parejas célebres, Grama,
Buenos Aires, 2018.

| 209
Sexualidad y violencia

la línea […] propiamente sadiana, por la que el


objeto es interrogado hasta las profundidades de su
ser, solicitado para que se muestre en lo que tiene
de más oculto […] ¿Hasta dónde puede soportar
el objeto la pregunta? Quizás hasta el punto en el
que se revela la última falta en ser, hasta el punto en
el que la pregunta se confunde con la destrucción
misma del objeto95.

Es sabida la dificultad de muchas mujeres de salir


de una relación de maltrato. La interpretación más
desafortunada es la que alude a un posible masoquismo
por parte de ellas. En el seminario sobre La Angustia,
Lacan señala que el pretendido masoquismo femenino
no era sino una fantasía sexual masculina. No es
pues un goce masoquista el que está en juego en las
mujeres maltratadas, sino más bien una demanda de
amor permanentemente decepcionada, demanda que
paradójicamente insiste por esa razón. Si hay una
demanda de amor inconsciente, dirigida a ese hombre,
la separación es imposible y la ley inoperante. Si una
mujer se instala en una posición de amor decepcionada
seguramente espera que en la siguiente ocasión sea
diferente. Esto dependerá de las líneas de fuerza de su
historia infantil, de las marcas de goce recibidas en el
cuerpo por el sujeto infantil, en sus primeros vínculos de
amor y de dependencia del Otro parental. Se trata pues
de distinguir el mecanismo de la patología como algo
que puede encontrarse en la construcción del sujeto.
En otras palabras, la dependencia de la mujer puede
no ser más que la espera de un signo de amor de su
partenaire, abocándola fatídicamente a situaciones de
maltrato, cuando el hombre le hace creer las palabras
95. Lacan, J. (1960-1961): El Seminario. Libro 8: La transferencia, Paidós,
Buenos Aires, 2003, pp. 
236 y 433.

210 |
Epílogo – Esa violencia que no cesa

de amor y de arrepentimiento o interpretar que sus


celos no son más que signos de interés. Es por ello
que, en este punto, también resuenan las palabras de
Lacan en su intervención en «Televisión»:

[…] no hay límites a las concesiones que cada una


hace para un hombre: de su cuerpo de su alma, de
sus bienes. Y no puede más por sus fantasmas, a los
que le es menos fácil responder. Ella se presta más
bien a la perversión que considero que es la de El
hombre […] En este sentido, las concesiones que
algunas mujeres hacen a un hombre pueden acabar
muchas veces en un estrago si ellas permanecen
fijadas al rechazo reiterado que un hombre hace a
su demanda de amor.96

En estas coordenadas, se comprueba que el hombre


puede llegar fácilmente a ser un estrago para una mujer.
Lo más sorprendente es constatar que en los
feminicidios los hombres que asesinan lo hacen a
pesar de los recordatorios de la Ley y las prohibiciones
policiales y judiciales después de largas peripecias.
El feminicida se hace pues portador de un mensaje
implícito, esto es, de uno ignorado por él mismo, que
se manifiesta a través del valor dramático y la fuerza
contagiosa que engloba el pasaje al acto criminal. El
acto feminicida está estructurado siguiendo las líneas
de fragilización de la relación con el Otro sexo cuando
el hombre llega a perder la razón de vivir, cuando, en el
límite de la pasión, asesina a su objeto suicidándose a
continuación. Es un hecho harto comprobado que, en
un porcentaje muy elevado de casos, al asesinato de
la mujer le sigue el suicidio o intento de suicidio del

96.  Lacan, J.: «Televisión», Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 566.

| 211
Sexualidad y violencia

hombre. Estos hombres no pueden vivir más porque


una vez destruida esa persona ya no tienen con qué
sostener su vida.
Luis Seguí invita al lector a entrar en el complejo
entramado simbólico del pasaje al acto criminal
mostrando que su significación y su valor de realidad
no quedan disminuidas por un acto que parece excluir
al hombre de la comunidad mental de la razón. Este
es el motivo por el que —siguiendo a Lacan— nos
recuerda que se trata siempre de «irrealizar el crimen
sin deshumanizar al criminal».
Se mire por donde se mire, la violencia sobre las
mujeres pone en cuestión la realidad social al designar
un punto frágil de su estructura. Lo notable es que los
crímenes sobre las mujeres se producen en un punto
neurálgico de las tensiones sociales de la actualidad
histórica: se trata siempre de actos sobrevenidos en
el punto de desfallecimiento de la estructura social
cuando éste concierne al lugar de la mujer en ella.

Barcelona, febrero de 2021

212 |
Sobre el autor

Luis Seguí (Buenos Aires, Argentina)


Se licenció en Derecho por la Universidad
Nacional de Córdoba (Argentina), y realizó estudios
complementarios de Historia, Ciencias Políticas y
Psicoanálisis. Su notoria militancia como dirigente
de izquierdas —tanto dentro como fuera del ámbito
académico— le puso en la mira de la represión, por lo
que tuvo de abandonar su país en 1976, pocos meses
después del golpe militar encabezado por el general
Jorge Rafael Videla.
Residió en Suecia con estatus de refugiado político
entre 1977 y 1978, radicándose en Madrid y ejerciendo
la profesión de abogado. En 1982 obtuvo la doble
nacionalidad, vinculándose como militante al PSOE.
Ha publicado: España ante el desafío multicultural
(2002), Sobre la responsabilidad criminal: psicoanálisis y
criminología (2013) y El enigma del mal (2016).
A partir de 1996 inició su colaboración con la
revista Letra Internacional, editada en España por la
Fundación Pablo Iglesias, publicando comentarios de
libros y numerosos artículos: «Poder y ley: justiciables,
justicieros y ajusticiados» (1996), «Violencia, o hablar

| 213
Sexualidad y violencia

con el acto» (2000), «Argentina, o la inconsistencia


de los límites» (2002), «El orden hegemónico y
los cruzados del bien» (2003), «La democracia
devaluada» (2004), «Sobre la ambigüedad moral en
nuestro tiempo» (2007), «Tener todo el futuro por
detrás. La paradoja argentina» (2008), «Elogio del
irracionalismo. Cien años del primer “Manifiesto
Futurista”)», y «Sobre la elección del mal» (2017).
En el año 2000 participó en la fundación de la Escuela
Lacaniana de Psicoanálisis del Campo Freudiano
(ELP), presentando numerosas comunicaciones y
ponencias en las jornadas anuales organizadas por la
Escuela. En el año 2016 intervino en las XIII Jornadas
de La Otra psiquiatría, realizadas en Valladolid, y
en las II Xornadas de la Asociación Galega de Saúde
Mental (AGSM), en Ourense. En 2020 acudió como
invitado a las XI Jornadas de la Asociación Aragonesa
de Salud Mental-AEN, llevadas a cabo los días 30 y 31
de enero en Zaragoza.
Vinculado al ámbito de la judicatura en su doble
condición de abogado y psicoanalista, ha participado
como invitado en cursos y seminarios organizados
por el Servicio de Formación Continua del Consejo
General del Poder Judicial, y por diversas asociaciones
de jueces y magistrados.

214 |
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que la palabra de las mujeres está siendo escuchada como nunca
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antes, y también porque ha incorporado al catálogo de la violencia
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Estudios de psicología patológica Pero, al mismo tiempo, en algunos sectores de dicho movimiento
Hablemos de la locura se muestra una tendencia totalitaria que sataniza a los hombres,
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Las voces de la locura extrajudiciales— formuladas por quienes afirman haber sido víctimas Luis Seguí (Buenos Aires, Argentina)
Rafael Huertas de alguna forma de acoso o agresión sexual, poniendo la creencia por Abogado, con estudios complementarios de
historia, ciencias políticas y psicoanálisis. Su
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Oráculo de tristezas. La melancolía en su por delante y por encima de la diferencia sexual. Si el sexo tiene que ver en 1976, pocos meses después del golpe militar
historia cultural encabezado por el general Jorge Rafael Videla.
con la biología, el género se revela como un constructo cultural, ante
Desde 1978 reside en Madrid y ejerce
Javier Carreño y Kepa Matilla el cual los diferentes modos de gozar —gais, lesbianas, bisexuales, la profesión de abogado.
Cosas que tu psiquiatra nunca te dijo transexuales, intersexuales, andróginos, queer, etc.— ponen en evidencia En el año 2000 participó en la fundación de la
Carlos Fernández Atiénzar que no existe ni ha existido nunca una sexualidad señalada como un Escuela Lacaniana de Psicoanálisis del Campo
Melancolía. Clínica y transmisión destino en virtud de las diferencias anatómicas de los sujetos. Freudiano (ELP); en el 2016 intervino en las
generacional XIII Jornadas de La Otra psiquiatría, y en las
Como es habitual en los ensayos del autor, a la primera parte del II Xornadas de la Asociación Galega de Saúde
Colección + Otra texto, dedicada principalmente a la reflexión teórica, se suma una Mental (AEN). En 2020 acudió como invitado
Fernando Martín Aduriz segunda parte, donde se comentan una serie de casos criminales en a las XI Jornadas de la Asociación Aragonesa
de Salud Mental-AEN.
La ansiedad que no cesa los que los pasajes al acto se estudian desde una óptica acorde con
Vinculado al ámbito de la judicatura en su
Ignacio Iglesias Colillas las categorías psicoanalíticas.
doble condición de abogado y psicoanalista,
¿Qué significa analizar? ha participado como invitado en cursos y
Gustavo Dessal El lector que se aproxime a estas páginas dispondrá de elementos que le seminarios organizados por el Servicio de
permitirán tener una visión amplificada del momento actual: el discurso Formación Continua del Consejo General del
Inconsciente 3.0 Poder Judicial, y por diversas asociaciones de
psicoanalítico, las aportaciones de la historia, la incidencia del movimiento
José María Álvarez feminista y la doctrina jurídica. Todo ello convierte a este ensayo en un jueces y magistrados.
Principios de una psicoterapia de la instrumento muy útil para entender las claves de los impases de nuestra época. Ha publicado: España ante el desafío
psicosis multicultural (2002), Sobre la responsabilidad
Rosa López criminal: psicoanálisis y criminología (2013)
Gerardo Arenas
y El enigma del mal (2016). Es colaborador
Una vía práctica para sentirse mejor habitual de la revista Letra Internacional, en
la que ha publicado numerosos artículos.

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