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Psicologia Del Tiempo

Este documento describe brevemente la historia del estudio de la psicología del tiempo. Explica que William James y Jean-Marie Guyau fueron pioneros en este campo a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. También destaca las contribuciones de Jean Piaget, quien estudió el desarrollo de la percepción del tiempo en niños. El documento concluye explicando que la psicología del tiempo es un campo complejo que ha recibido aportes de diversas áreas de la psicología a lo largo de los años.

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Psicologia Del Tiempo

Este documento describe brevemente la historia del estudio de la psicología del tiempo. Explica que William James y Jean-Marie Guyau fueron pioneros en este campo a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. También destaca las contribuciones de Jean Piaget, quien estudió el desarrollo de la percepción del tiempo en niños. El documento concluye explicando que la psicología del tiempo es un campo complejo que ha recibido aportes de diversas áreas de la psicología a lo largo de los años.

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Capítulo 11

Psicología del tiempo: Los cuatro niveles en que


el tiempo determina el comportamiento humano

Alejandro Vásquez-Echeverría2, [email protected]

Imagina esta situación vivida por Lucía y Sofía, madre e hija respectivamente.
Lucía pone la alarma a las cuatro de la mañana porque ese día a las ocho de
la mañana Sofía viaja a Italia para un intercambio académico por un año. Le
cuesta levantarse, pone posponer en su celular, lo que retrasa la alarma por
5 minutos. Suena y lo hace otra vez. Al final se levanta. Su hija había dejado
todo pronto la noche anterior, con ayuda de su madre, así que van derecho a
desayunar. Aunque ninguna tiene hambre, toman un café y comen un poco de
torta que había sobrado de festejos anteriores. De golpe, cuando conversaban y
aprontaban detalles finales, Lucía dice: «se te hace tarde, ya son las seis menos
cuarto!» Apresuradas, cierran maletas y caminan rumbo al aeropuerto, en las
afueras de la ciudad. El poco tránsito a esa hora favorece que lleguen a tiempo
y puedan despachar maletas con una hora de anticipación. Entre despedidas,
Sofía le agradece a su madre por prestarle parte de los ahorros familiares que
permiten solventar esta instancia. En el aeropuerto, entre otros amigos y fami-
liares que allá estaban, la abuela le dice: «¡cuídate mucho, ojalá estemos todos
bien el día que vuelvas, te voy a cocinar los raviolones de ricota y nuez!» Y
Lucía agrega: «Sí, es mucho tiempo el que te vas». Sofía responde, «no, es un
toque mamá, pasa volando un año; además voy a comer los ravioles hablando
italiano como el bisabuelo, ¡traigo focaccia, abuela!».
Esta secuencia de eventos permite visualizar cómo en situaciones cotidianas
de la vida humana emergen aspectos de naturaleza temporal que influyen en
nuestras conductas, pensamientos y emociones. Por ejemplo, el que cueste des-
pertar a las cuatro de la mañana está marcado por ciclos que tenemos incorpora-
dos en nuestro cuerpo; inexpugnablemente, a esa hora la mayoría de las personas
está profundamente dormida. A su vez, la emoción del viaje y la tensión por los

1 Para citar este capítulo: Vásquez-Echeverría, A. (2020). Psicología del tiempo: Los cua-
tro niveles en que el tiempo determina el comportamiento humano. En V. Ortuño y A.
Vásquez-Echeverría (Eds.), Psicología del Tiempo: Una introducción a la temporalidad
en las ciencias del comportamiento (pp. 19 - 4o). Montevideo: Comisión Sectorial de
Investigación Científica - csic.
2 https://orcid.org/0000-0002-9538-4857
Facultad de Psicología, Universidad de la República, Uruguay

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últimos arreglos le hicieron perder la noción de la hora a madre e hija, resultando
en que llegaran al aeropuerto un poco más tarde de lo deseado. Tanto la abuela
como Sofía llegaron a imaginarse la escena del primer almuerzo a la vuelta, un
año más tarde. También se puede apreciar cierta discrepancia en las perspecti-
vas sobre el significado de un año, quizás debido a la generación de referencia
entre la madre y la hija. Asimismo, el viaje solo fue posible por el dinero que
los adultos de la familia ahorraron durante algunos años. Todas estas son formas
del tiempo, todas influyen en nuestro comportamiento, todas son investigadas
científicamente.
Definiré a la psicología del tiempo como un área dentro de la psicología
(o un poco más ampliamente, de las ciencias del comportamiento) dedicada a
conocer cómo el contexto temporal en el que está inscrita la vida humana es
aprehendido por nuestros sistemas biopsicológicos y en qué medida explica
y predice el comportamiento. La influencia del tiempo en nuestras vidas es
ubicua. Sin embargo, muchas veces no la percibimos o no somos conscientes
de cómo se relaciona el fluir del tiempo físico con nuestras acciones más co-
tidianas. Profundizar en el conocimiento de todas las formas adaptativas que
hemos desarrollado como especie para vincularnos con el pasaje del tiempo
físico es parte de este campo.

Principales hitos históricos en el estudio


de la psicología del tiempo
La primera conclusión a extraer de los más de 100 años quela psicología lleva
estudiando el tiempo es simple: se trata de un asunto complejo. Una segunda
conclusión, luego de revisar textos clásicos y recientes, es que el estudio del
tiempo en psicología es casi como una Torre de Babel: existen muchos concep-
tos que abordan fenómenos muy similares (lo cual genera una superposición
de constructos poco operativa) o, por el contrario, se usa la misma expresión
para estudiar constructos diferentes. Estas propuestas conceptuales han llegado
desde la psicología social, la psicología cognitiva, la psicobiología, la psicología
del desarrollo o la psicología clínica. Por lo tanto, estos aportes realizados por
diferentes investigadores no siempre responden a un paradigma unificado, en
diálogo. Es objetivo de la psicología del tiempo organizar una taxonomía co-
herente al respecto, que facilite la investigación, enseñanza y traslación de los
resultados hacia ámbitos aplicados. Pero antes, haré una breve recapitulación
sobre los principales hitos en el estudio del tiempo en psicología.
William James, considerado unos de los pioneros de la psicología, dedicó
dos capítulos de su obra seminal Elementos de psicología (quizás el primer ma-
nual en psicología científica desde Wundt) a analizar cómo el humano se vincula
con el tiempo. En el capítulo XV de aquella obra, dedicado a la percepción del
tiempo, James (1989,1890) describe el conjunto de investigaciones que existía

20 Universidad de la República
en aquel entonces. Incluye aspectos sobre la capacidad de estimar duraciones
cortas o la mínima separación para poder distinguir dos estímulos como separa-
dos (y no simultáneos o sucesivos). Wilhelm Wundt es particularmente citado en
ese capítulo, con sus estudios sobre la capacidad de discriminar temporalmente
estímulos entre los diferentes sentidos (según sus conclusiones, especialmente
refinado resultaba el oído). El capítulo siguiente, el XVI, está destinado a la
memoria. Allí James se centra en el concepto de tiempo que se basa en la repre-
sentación del pasado y del futuro y, por lo tanto, son procesos que subyacen al
funcionamiento de la memoria (basados en la taxonomía contemporánea. Hoy
podríamos especificar que se trata de un análisis de la memoria declarativa, fun-
damentalmente episódica y autobiográfica). Por lo tanto, memoria y tiempo ya
han sido emparentados desde la psicología del siglo XIX.
Paralelamente, el filósofo francés Jean-Marie Guyau (1901) destinó un en-
sayo a analizar la génesis de la idea de tiempo. Según sus postulados —centra-
dos en un tiempo concebido de forma individual (del yo) o en ideas como la
duración de las esperas o la orientación a futuro— estas capacidades humanas,
bien desarrolladas, son adaptativas para el bienestar futuro del individuo. Para
Guyau la consciencia de la duración se desarrolla por los diferentes intervalos
que el sujeto vive entre el surgimiento de una necesidad interna o interoceptiva
y el momento de su satisfacción o eliminación. El tiempo subjetivo, desde el en-
foque de Guyau, emerge por la resistencia que el entorno impone a la inmediata
satisfacción de los deseos humanos.
Jean Piaget fue unos de los primeros en preguntarse cómo la cognición de
las principales dimensiones físicas (como la noción de espacio, de velocidad
y claro está, del tiempo) emerge en el desarrollo ontogenético. Piaget (1992,
1946) trabajó específicamente sobre el desarrollo de la duración y la sucesión
con la idea rectora de que el tiempo psicológico depende de la velocidad, o, en
su defecto, de la asociación entre el movimiento y la velocidad. Consideraba
que la percepción del tiempo lógico —aquel que representa el pasaje físico del
tiempo— es un sistema que implica la computación mental de las sucesiones y
las duraciones de los eventos discretos en una serie unitaria de tiempo, indepen-
diente de todos ellos. En tanto estas inferencias requieren de una reconstruc-
ción de los eventos aislados en una serie unitaria, el espacio no podría servir de
clave para estimar la duración, y de ser usado, puede conducir a ilusiones. Para
demostrarlo, en uno de sus experimentos tradicionales sobre la percepción del
tiempo, Piaget mostraba a los niños dos cochecitos que comenzaban a andar de
forma simultánea, desde un mismo punto y de forma paralela por dos carriles.
Ambos se desplazan exactamente durante el mismo tiempo, pero uno de ellos
se movía a mayor velocidad, por lo que terminaba su recorrido más distante del
punto inicial. La tarea de los niños en este simple experimento era determinar
cuál de los coches se movió por más tiempo. La gran mayoría de los niños pre-
escolares juzgan que los coches que se desplazan a mayor velocidad son los que
se mueven por más tiempo. Según Piaget (1992, 1946) es en el entorno de los

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8 años, con el inicio de las operaciones concretas, que esta tarea comienza a ser
resuelta adecuadamente. Argumentó entonces que la percepción del tiempo
requiere de un procesamiento de la información no temporal, especialmente
derivado de las operaciones mentales (que tiene lugar en la segunda parte del
periodo escolar). Para Piaget esta capacidad operatoria emergente para aislar
la duración de sus contrapartes espaciales o de magnitud es la que permite el
manejo adecuado del tiempo calendárico y, por ende, la compresión del tiempo
histórico (descentrado del sujeto).
Un continuador del debate sobre la emergencia de la noción de tiempo en la
infancia fue Paul Fraisse, quien estaba en desacuerdo con ciertos postulados de
Piaget. Fraisse (1967) se oponía a la tesis inicial de Piaget de que la noción de
tiempo, en su emergencia, depende sustancialmente de la velocidad o de las mag-
nitudes asociadas al estímulo, así como al calendario de maduración propuesto.
No reconocía ese modelo frente a las ilusiones temporales más comunes, en las
cuales, por ejemplo, sobreestimamos duraciones breves o infraestimamos dura-
ciones largas; o que los estímulos percibidos mientras estamos realizando alguna
alguna actividad parecen más cortos que frente a una misma duración en la que
solo prestamos atención al tiempo (una ilusión temporal análoga sucede cuando
estamos aburridos o muy entusiasmados con una tarea). Fraisse propuso que la
estimación del tiempo podía depender de un gran número de factores, entre ellos
lo que acontecía durante el periodo de evaluación de la duración. Con esto puso
encima de la mesa que la percepción del tiempo podía estar sujeta a los efectos de
la atención y de la memoria. Así se convirtió en uno de los pioneros en poner en
causa los postulados de Piaget y proponer que hay muchos otros procesos involu-
crados en el desarrollo de la noción de tiempo. Derivado de estas ideas de Fraisse,
Robert Orstein (1969) propuso el modelo de percepción del tiempo basado en
el almacenamiento de la memoria, en el que postuló que el número de estímulos
codificados durante un intervalo influye en su estimación.
Sin tener el foco en el desarrollo infantil, y con el fin de dinamizar la teoría
gestáltica del campo psicológico, en la década de 1940 Kurt Lewin definió el
concepto de perspectiva temporal como la constelación total de fenómenos que
influencian en una persona en un momento dado. De esta forma, en el modelo
de Lewin, el campo psicológico de un individuo además de estar compuesto
por su contexto o situación, incorpora el conjunto de representaciones sobre su
pasado y su futuro que tiene en el presente. Como notó Lewin (1942, 1951)
esto es fundamental para el establecimiento de metas y además influye enel com-
portamiento, las emociones y el pensamiento moral. Cabe señalar que, a pesar
de ser popularmente mencionado como tal, el concepto de perspectiva tempo-
ral no fue introducido primeramente por Lewin. Frank (1939) ya ofrecía una
definición similar y Warren (1934) la definió como la distancia relativa (sentida
o percibida) entre los eventos pasados y los presentes. Poco después, English
y English (1958) definieron la perspectiva temporal como la representación
mejorada que tenemos de un eventoluego de pasado un tiempo de transcurrido
(¡con el tiempo entendemos mejor algunas cosas que nos sucedieron!).

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Como puede apreciarse, nombres muy relevantes y consustanciales al desa-
rrollo de la psicología como Fraisse, James, Lewin, Piaget o Wundt estuvieron
interesados en conocer más, y de forma científica, sobre nuestra habilidad para
vincularnos con el tiempo en diferentes fenomenologías. Sin embargo, el interés
por los fenómenos temporales no fue suficiente para permitir el desarrollo sólido
de un campo de estudios en torno a los aspectos psicológicos del tiempo. Luego
de estos trabajos clásicos, hasta casi la década de los 90 el crecimiento de esta
área fue más bien lento. Zelking y Srpug (1974) y Roeckelein (2000) hicieron
revisiones que, para su respectivo momento histórico de la psicología, mostraron
el incremento sostenido de investigaciones sobre algún aspecto de la tempora-
lidad humana. De hecho, entre 1910 y 1949 se publicaron tres estudios por
año (en promedio) en temas de percepción del tiempo, mientras que esa cifra
pasó a 43 por año en las décadas siguientes cuando Roeckelein (2000) señaló
el aumento exponencial de investigaciones publicadas para 1998 usando solo la
palabra clave time perception.

Algunas propuestas teóricas previas para la psicología del tiempo


El concepto de psicología del tiempo o tiempo psicológico es usado al menos
desde la publicación del trabajo de Fraisse (1963). Este autor, que fue uno de los
principales exponentes de la psicología experimental en Francia en el siglo XX,
ya había señalado la necesidad de contar con diferentes niveles de explicación
para comprender la psicología del tiempo. Como riesgo, señaló el peligro que
implica confundir explicaciones que atraviesan los diferentes niveles y generar
infinidad de métodos de investigación asociados a cada nuevo concepto. Al día
de hoy, podríamos afirmar que un conjunto importante de nuevos conceptos in-
troducidos luego del texto de Fraisse carecen de validez incremental, por sobre
anteriores ya postulados en la literatura.
Presentaré brevemente algunas de las conceptualizaciones relevantes sobre
los niveles de estudio de la temporalidad ya elaboradas para posteriormente
justificar el modelo de cuatro niveles. Estas son las diferenciaciones de Fraisse,
el modelo de tres niveles de Michon y los cuatro niveles de tiempo propuestos
por Laplanche.

Tiempo: sucesión versus duración; percepción versus estimación


Como ya fue mencionado, Fraisse fue uno de los pioneros de la psicología ex-
perimental en el mundo francófono, y sus principales temas de investigación es-
tuvieron focalizados en la psicología del tiempo, ampliamente entendida. En un
artículo que sintetiza las líneas principales de su carrera investigativa remarcó dos
distinciones para el estudio en la psicología del tiempo (Fraisse, 1984). La primera
fue la distinción entre noción y concepto de tiempo. Fraisse señaló que el uso de la

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palabra noción para referirse al tiempo se debe a que noción es un concepto más
general y complejo, haciendo referencia al conjunto de experiencias que tiene el
humano con el tiempo, que son muy variadas y difíciles de aprehender. Sin embar-
go, Fraisse señaló la existencia de dos conceptos claramente definidos y delimita-
bles en nuestra experiencia, que son el de sucesión y el de duración.
La sucesión responde a que dos o más eventos pueden ser percibidos como
simultáneos, sucesivos o diferentes (aislados) temporalmente. En cambio, la du-
ración refiere al intervalo entre dos eventos. Por lo tanto, la sucesión nos permite
determinar si los eventos, que son percibibles, pasaron juntos o con un patrón
secuencial. En cambio, el concepto de duración define la capacidad humana de
estimar el intervalo entre dos eventos sucesivos, algo que no es percibible direc-
tamente por los órganos de los sentidos. Sin embargo, ambos conceptos están
emparentados, ya que para que exista duración debe existir percepción de la
sucesión (o sea, que dos eventos están separados en el tiempo).
La segunda distinción fue entre la percepción y la estimación de la duración.
La percepción de la duración refiere a los procesos cognitivos por detrás de la
sensación de presente psicológico, mientras que la estimación de la duración tie-
ne lugar, según Fraisse (1967, 1984), cuando la memoria es usada para asociar
dos momentos entre síen el pasado o un momento en el pasado con el momento
presente. Las diferencias teóricas y metodológicas para abordar cada uno de
estos conceptos son sustantivas. Fraisse también estudió la cronopsicología y la
perspectiva temporal de forma separada, por lo que en él encontramos un ante-
cedente de clasificación por niveles en el estudio de la temporalidad.

La organización del tiempo en el psicoanálisis y la filosofía


Laplanche (1996) propuso un modelo de cuatro categorías para entender los
niveles en los que se habla del tiempo subjetivo en el contexto del psicoanálisis
freudiano y la filosofía. Afirmó que los niveles son progresivamente inclusivos,
esto es, que se trata de una «jerarquía positiva» (1996, p. 111) en la que los
niveles superiores se construyen en base a los anteriores. Cada nivel posee una
definición y una palabra de referencia. Al nivel I lo definió como el tiempo
cosmológico o el tiempo del mundo (tiempo). Al nivel II lo denominó tiempo
perceptivo o de la conciencia inmediata que poseen los seres vivientes (tempo-
ralidad). Definió al nivel III como el tiempo de la memoria y del proyecto (o la
temporalización en los seres humanos). Por último, el nivel IV del tiempo es el
de la historia, el tiempo de las sociedades o de la humanidad (historicidad).
El objetivo de Laplanche en esta clasificación fue determinar dónde resi-
dían los aportes de Freud para entender aspectos del tiempo en el psicoanálisis
y cómo estos se vinculan a otras contribuciones filosóficas. Laplanche sugiere
que las teorías de Freud sobre el tiempo radican en el nivel II, cuando refiere a
la posibilidad humana de generar ritmos, y, que sus aportes en el nivel III son
más implícitos, vinculados al funcionamiento de la memoria en el esquema de

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tópicas, así como la percepción de la propia finitud y sus consecuencias en el
funcionamiento mental sobre el ego.

Los tres niveles de estudios sobre el tiempo según Michon


Por su parte, Michon (1985) propuso distinguir tres niveles en el estudio de
la psicología del tiempo. El primer nivel define al tiempo psicológico como un
producto de procesos psicológicos vinculados a los relojes internos y sus regula-
dores atencionales. Aquí incluyó, por ejemplo, los modelos que hoy conocemos
basados en los pacemakers o marcapasos internos. El segundo nivel propuesto
por Michon refiere al tiempo como producto del procesamiento de información
temporal, esto es, cómo hacen los sistemas cognitivos para representar men-
talmente el pasaje del tiempo físico con buena precisión. El tercer nivel de su
modelo entiende al tiempo como un producto de la posibilidad de organización
del self en torno al tiempo, esto es, cómo el sistema cognitivo puede regularse
e interpretar el sentido de las funciones temporales. En el trabajo de 1985 no
se extiende en la definición, conceptualización y alcance de este tercer nivel.
A veces parece ser inclusivo de elementos perceptivos, y otras, de elementos
cognitivos complejos (por ejemplo, memoria autobiográfica) y de personalidad.

El modelo de los cuatro niveles para el estudio de la psicología del tiempo


La propuesta que presentaré en este capítulo está inspirada en el criterio de
clasificación de Laplanche, aunque ampliamente modificada y más especifica-
da, por tanto, tiene modificaciones, ampliaciones y refinamientos conceptuales
frente a los modelos ya formulados (Vásquez Echeverría, 2010 y 2011). En
líneas generales mantiene el sentido de la clasificación cuádruple allí intro-
ducida, aunque en este trabajo tengo por objetivo presentar definiciones más
específicas sobre el alcance de cada nivel y una reorganización del alcance de
los niveles II y III.
Los cuatro niveles son representados gráficamente en laFigura 1. Un pri-
mer nivel es el cronopsicológico (Tiempo I), un segundo nivel corresponde a la
percepción del tiempo (Tiempo II), el tercer nivel refiere al tiempo individual
(Tiempo III) y el cuarto es el tiempo cultural (Tiempo IV). Existe una equi-
valencia funcional similar al modelo de Laplanche, y los primeros tres tiempos
presentan ciertas equivalencias funcionales con los primeros tres de Michon.
Esta clasificación en niveles se basa en los siguientes criterios, que son in-
terdependientes entre ellos: a) funcional, esto es, qué función adaptativa cumple
cada orden de fenómeno temporal; b) orden del fenómeno del que está derivado:
físico, mental, planetario o supraindividual; c) cantidad de especies en que está
presente y d) demandas cognitivas implicadas para cada nivel.

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Figura 1. Los cuatro niveles para el estudio del tiempo en ciencias del comportamiento.

Fuente: elaboración propia

Tiempo I. Los ritmos biológicos y psicológicos por ellos mismos


El primer nivel, o Tiempo I, vincula los procesos geofísicos que poseen ciclos
de tiempo físico con el comportamiento. Dos especialidades estudian las con-
secuencias de este proceso de interiorización de los ritmos geofísicos en los
humanos: la cronobiología y la cronopsicología.
La cronobiología es definida como el estudio del origen y la naturaleza de las
actividades biológicas sujetas a un patrón periódico. Está presente en todo tipo
de seres vivos, y sin duda, en todos los animales. Por lo tanto, un aspecto crucial
de esta disciplina es el estudio de los ritmos incorporados en el funcionamiento
biológico. Es importante distinguir estos ritmos de los que puede elaborar un
humano al producir música, nivel que estudiaremos en el Tiempo II. Los ritmos
más conocidos son los circadianos, que responden a patrones cercanos a las 24
horas (un día terrestre), y serán abordados en mayor detalle en el capítulo 2 de
esta obra. Menos conocidos son los ultradianos, patrones de entre 1 segundo y
24 horas, y los infradianos, de frecuencias que suceden en periodos mayores a 24
horas. Entre las características de los ritmos biológicos figuran: a) son endógenos,
b) persisten en ausencia de señales temporales, aunque pueden modificarse pau-
latinamente, y c) son hereditarios (Sanchez Lopez, 1999).
Si bien desde la década de los treinta del siglo XX existen análisis de las
fluctuaciones comportamentales que se producendurante un día (Freeman y
Hovland, 1934) fue Fraisse (1980) quien introdujo el término cronopsicología.
La definió como el estudio de los ritmos del comportamiento por ellos mismos,
señalando la variación regular y previsible de algunos procesos psicológicos.

26 Universidad de la República
Sin embargo, la cronopsicología apenas ha despegado en su desarrollo y con-
solidación. Esto se debe fundamentalmente a que es más difícil estudiar las
variaciones en el comportamiento dentro de un día, o periodos de días, que
evaluar el comportamiento una única vez. Además, los efectos de test-retest
complejizan la administración constante de algunas tareas. Adicionalmente,
las complicaciones metodológicas para evaluar el comportamiento durante el
sueño son relevantes. Por ejemplo, debería despertarse a la persona para que
ejecute una tarea o, por el contrario, evitar que duerma. En ambos casos, más
que a una variación natural la evaluación del rendimiento puede atribuirse a
un artefacto metodológico (como la calidad del sueño lograda). Algunos pro-
cesos psicológicos sujetos a variaciones periódicas que se han documentado
son: los ritmos atencionales, de memorias breves o la velocidad de procesa-
miento, entre otras (Adan, 1995; Testu, 2008). Recientemente se han desa-
rrollado paradigmas metodológicos que permiten entender a interacción de
las características de las personas según la situación que vive (Shiffman, Stone
y Hufford, 2008). Estos modelos conciben que las variables individuales son
menos estables o constantes de lo que estimaban los enfoques diferencialistas
clásicos. Este programa de investigación sin dudas arrojará información valiosa
sobre los patrones de cambio rítmicos (diarios, semanales) de algunas variables
psicológicas fundamentales como la personalidad.
En la literatura sobre cronobiología y cronopsicología un concepto impor-
tante es el de tipo circadiano, y dentro de esto, específicamente el de matuti-
nidad o su opuesto, vespertinidad. Matutinidad es un concepto que permite
englobar al conjunto de personas que se va a acostar temprano, madruga y re-
porta su pico de rendimiento y bienestar durante la mañana. Por el contrario,
las personas de tipo vespertino acostumbran ir a dormir más tarde, y prefieren
realizar actividades luego de comenzada la tarde. La mayoría de las personas
son de tipo intermedio, aunque dentro de ellas hay variabilidad en cuanto a qué
preferencia presentan por la mañana o la noche (Adan, et al., 2012; Roenneberg,
2012). El ajuste a los ritmos circadianos es fundamental para el bienestar y la sa-
lud. En el contexto de la psicología organizacional, es conocido este efecto sobre
el bienestar en las jornadas de trabajo a contraturno, o más grave aún, en turnos
rotativos (Caruso, 2014). En este sentido, una recomendación fundamental para
nuestro bienestar y rendimiento laboral o académico es mantener cierto nivel de
sincronización del ciclo de sueño y vigilia.

Tiempo II. Percepción y estimación del tiempo


El Tiempo II, es el nivel de la percepción y la estimación del tiempo, esto es,
las habilidades cognitivas (perceptivas, atencionales y de memoria) implicadas
en la capacidad humana para determinar la sucesión y duración de los eventos.
El ser humano comparte esta capacidad con otros animales (Roitblat y Young,
2016), y es observable, por ejemplo, en tanto los condicionamientos que desa-
rrollan estas especies son secuenciales o pueden establecerse en bases temporales

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(condicionamiento temporal, condicionamiento temporal y modal). Es observa-
ble también cuando un trabajador puede estimar cuándo hacer el movimiento
de agarre y efectiviza la toma de un ladrillo lanzado por otro trabajador, en una
cadena de descarga, o cuando un baloncelista debe saltar para tomar un rebote.
En este nivel una pregunta crucial apunta a determinar cómo, sin poseer
ningún órgano sensorial destinado filogenéticamente a representar el paso del
tiempo físico, se pueden hacer estimaciones relativamente exactas sobre el pasa-
je del tiempo en intervalos y determinar la simultaneidad o secuencia de eventos
en rangos tan breves como 100/150 milisegundos.
En cuanto a la estimación de las duraciones, un esfuerzo pionero fue esta-
blecer la conexión entre los ritmos endógenos propios de los sistemas circadia-
nos o de los patrones de oscilación neural y la capacidad de percibir duraciones
(Aschoff, 1985 y Wearden, 1995). Más recientemente, Merchant et al. (2013),
en una revisión, sugieren que solo las estimaciones inferiores a un segundo pue-
den ser explicadas con base en los patrones rítmicos de la actividad neuronal.
Estas estimaciones inferiores a un segundo están apoyadas en el circuito fronto-
estriado. El estriado recibe un sinnúmero de impulsos nerviosos de las células
corticales y tiene un rol computacional fundamental. En la estimación de los
intervalos, cuando comienza el contaje, las células estriadas reciben información
cortical que sincroniza las tasas de disparo (habitualmente en ciclos de entre 10 y
40 veces por segundo). Cuando el intervalo finaliza, la sustancia negra envía una
señal al estriado. El patrón de cronometraje hasta ese momento se memoriza de
forma interoceptiva gracias a descargas dopaminérgicas que permiten compa-
rar duraciones específicas (Maiche, Pires, Chanes, González-Pirelli y Vásquez,
2018). Las duraciones de un segundo o más, en cambio, parecen involucrar
tanto mecanismos biológicos como cognitivos (Zakay, 2016).
En la actualidad existe consenso acerca de que el mejor modelo para ex-
plicar la capacidad animal (particularmente en humanos) de estimar correcta-
mente las duraciones de casi un segundo o más es el modelo de cronometraje
escalar. Este modelo implica la existencia de un marcapasos, muy vinculado a
cómo los ritmos biológicos señalizan el paso del tiempo, y de un contador de
los pulsos emitidos por el marcapasos. La cantidad de pulsos de una duración se
comparará con otras duraciones sobre las que tenga referencia el sujeto (memo-
ria de referencia) para tomar una decisión concreta. En este nivel los sistemas
de memoria implicados son la memoria de trabajo y la memoria semántica (en
el modelo equivale a la memoria de referencia), así como los procesos percepti-
vos y atencionales. La teoría temporal escalar fue propuesta originalmente por
Gibbon, Church y Meck (1984) y ampliada por Zakay y Block (1995), que
añadieron el componente del portón atencional. En resumen, el modelo postula
la existencia de un reloj interno compuesto de un marcapasos y de un acumu-
lador de pulsos, que se conectan por un interruptor. Al inicio de una tarea o
de un estímulo relevante el interruptor deja pasar los pulsos hacia el acumu-
lador. Al final de la tarea el interruptor se cierra y no permite la acumulación

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de pulsos. La estimación temporal de una tarea depende entonces del número
de pulsos acumulados durante la tarea: a más pulsos acumulados, mayor es la
duración juzgada (Meck, 2003). Esta es una capacidad identificada en varias
especies de mamíferos así como en los niños pequeños, lo cual sugiere su trans-
misión filogenética. Según Droit-Volet (2011) la mayoría de los niños muestra
una capacidad primitiva para utilizar este reloj interno, aunque su variabilidad
intraindividual para dar las estimaciones es mayor tanto en condiciones norma-
les como especiales, y las demandas atencionales o ejecutivas asociadas al in-
tervalo a estimar se controlan debido a que las áreas cerebrales implicadas en la
estimación son de maduración tardía (Droit-Volet, 2013). A su vez, dos meca-
nismos están por detrás de las ilusiones temporales perceptivas: (a) la atención y
(b) la activación o arousal (Grondin, 2010). En el capítulo 3 se presentará este
modelo con más detalle.

Tiempo III. El tiempo del self


El tercer nivel es el Tiempo individual (o Tiempo III). En este nivel incluimos
a todos los constructos basados en la noción de que el self existe en el tiempo, o
sea, de que es poseedor de una conciencia autonoética (Tulving, 2002a, 2002b).
En este nivel existen dos procesos distinguibles, el primero soportando el segun-
do: los cognitivos-episódicos (Tiempo III.A) y los de personalidad y diferencias
individuales (Tiempo III.B).
Tiempo III.A
Los procesos cognitivos que permiten el viaje mental en el tiempo, tanto al pasado
como al futuro, son los sistemas de cognición episódica. La cognición episódica
está compuesta por la previsión episódica y la memoria episódica, que permiten
una sensación subjetiva de tiempo autobiográfico constante y único a través del
tiempo, o sea, la conciencia autonoética (Tulving, 2001). Por previsión episódica
entendemos la capacidad humana de preexperimentar un evento futuro, así como
los sentimientos y necesidades que pueden estar ligadas a esa proyección, para
ayudar en la toma de decisiones en el presente (Atance y O’Neill, 2001).
Algunas de las funciones que permiten o facilitan esta capacidad son, según
Szpunar (2010): a) estrategias de afrontamiento para eventos estresantes, prepa-
rando la regulación de la emoción y la solución de problemas; b) alcanzar objeti-
vos futuros, en tanto la imaginación de los escenarios ayuda a la planificación; y
c) la implementación de comportamientos en tanto hay mayores probabilidades
de ejecutar una acción cuando hay una intención previa, al hacer más evidentes
las consecuencias deseadas de las acciones.
La memoria episódica es la contraparte al pasado de la previsión episódica.
Es un tipo de memoria explícita, sobre los eventos autobiográficos y otros co-
nocimientos contextuales vinculados a eventos específicos que vivió la persona
(Tulving, 2002b). Esto implica que permite responder preguntas del tipo: ¿qué
me pasó?, ¿quiénes estaban?, ¿dónde fue? y ¿cuándo fue? Son eventos recordados

Comisión Sectorial de Investigación Científica 29


(desde la perspectiva de campo o del observador), representan la secuencia
de los eventos en el orden de ocurrencia y están sujetos a un olvido rápido
(Conway, 2009). Tulving (2002b) afirmó que la experiencia recolectora deri-
vada de la memoria episódica tiene tres componentes esenciales: la sensación de
viaje subjetivo en el tiempo, la asignación (codificación) de los eventos vincu-
lados al self, y, como ya fue referido, la conciencia autonoética (es decir, el ser
conscientes del tiempo personal en que los eventos nos pasaron). La memoria
episódica es considerada uno de los principales sistemas de memoria humana,
recientemente desarrollada, de adquisición tardía en el desarrollo infantil, suje-
ta a un deterioro rápido en el envejecimiento normal, que necesita de un estado
mental consciente y focalizado en la recuperación episódica (modo de recupe-
ración según Tulving, 2002b). Esto nos permite viajar mentalmente en el tiem-
po y reexperimentar las emociones, pensamientos y sentimientos del momento,
además de la información específica asociada. Esto será de suma importancia
para comprender la conexión entre el Tiempo III.A y el Tiempo III.B.
Existe acumulación de evidencia que ha revelado las similitudes entre la
memoria episódica y el pensamiento futuro episódico. Desde el punto de vista
comportamental, ambas capacidades presentan un desarrollo similar en la infan-
cia, así como en el envejecimiento normal. Presentan, asimismo, características
fenomenológicas emparentadas en términos de cómo son generadas y las sen-
saciones que producen (viaje mental, imaginería visual, modo de recuperación,
etc.) y, deterioro conjunto en casos de pacientes neuropsicológicos o psicopa-
tológicos. Además, las redes que reclutan son de las mismas regiones cerebrales.
Para revisiones de estas evidencias pueden consultarse, por ejemplo, los trabajos
de Buckner y Carroll (2007), Klein (2013) y Schacter et al. (2012).
Para explicar esta fuerte similitud entre los sistemas episódicos para recordar
el pasado así como para imaginar el futuro, Schacter y Addis (2007) han pro-
puesto la hipótesis de la simulación episódica constructiva (hsec). La hsec postu-
la que una función fundamental de la memoria episódica es permitir la simulación
mental de escenarios futuros y, por lo tanto, ambos dependen de los mismos pro-
cesos cognitivos (Madore, Gaesser y Schacter, 2014; Schacter y Addis, 2007).
Para esto, la memoria episódica apoya la generación de eventos futuros del self al
recuperar y recombinar flexiblemente información de eventos experimentados en
forma de un nuevo escenario que también se basa en la sensación de viaje mental
en el tiempo. Esta gran flexibilidad necesaria para la imaginación del self en el fu-
turo es la que hace quecon frecuencia la memoria episódica presente distorsiones,
ilusiones o incluso fallas en el monitoreo de la fuente.
De hecho, Tulving (1983, p. 37) argumentó que una persona puede «parti-
cipate in events both directly or vicariously»3 en la medida en que la información
puede provenir desde la experiencia vivida por el self en el momento del even-
to, como con complementos de informaciones posteriores, derivadas de nuevos

3 «participar en eventos tanto directa como indirectamente» (traducción del autor).

30 Universidad de la República
episodios, así como con intrusiones semánticas. Esto es parte de la naturaleza
constructiva y reconstructiva de los sistemas episódicos, tanto para el pasado
como para el futuro.
Tiempo III.B
Por otra parte, un conjunto de constructos de naturaleza temporal ha sido
estudiado desde el enfoque de las diferencias individuales y son tratados como
rasgos de personalidad. La cantidad de constructos en este nivel es amplia y
su presentación excede los objetivos de este capítulo, por lo que me ceñiré a
los centrales. Conceptualmente, en este Nivel III incluiré aquellos constructos
de personalidad que dependen de los sistemas episódicos y particularmente
de la conciencia autonoética. Así, el conjunto de constructos incluidos en el
nivel III.B están basados en la habilidad cognitiva del ser humano para viajar
de forma mental (episódica) en el tiempo, pero se distinguen de estos ya que
representan predisposiciones en las valoraciones o preferencias que hacen las
personas hacia cada una de estas regiones temporales. Estas valoraciones varían
de individuo a individuo y se ha postulado que son estables, como si se com-
portasen como un rasgo de personalidad. La configuración de estos rasgos de
personalidad tiene que estar asentada forzosamente en la capacidad cognitiva
para el Tiempo III.A. Por ejemplo, parece difícil que una persona que presenta
cierto nivel de miopía temporal hacia su futuro (como una fuerte dificultad en
visualizarse a sí mismo en un momento futuro sintiendo o haciendo algo, debi-
do a una lesión, por ejemplo) pueda tener un alto nivel de consideración de las
consecuencias distantes de sus acciones al momento de tomar decisiones. Por
lo tanto, los sistemas episódicos están en la base de los procesos temporales
asociados a rasgos de la personalidad.
Así, dentro del Tiempo III.B incluiremos todos los constructos que entien-
den a los procesos temporales como un aspecto de la personalidad, más o menos
estable, sujeto a importantes diferencias interindividuales. En este sentido, es
frecuente encontrar personas que piensan mucho en el presente (por ejemplo,
que tienen como mantra carpe diem), mientras que otras prefieren asegurarse
beneficios futuros. Muchos conceptos han sido propuestos para estudiar las di-
ferencias entre las personas al vincularse con su pasado, presente y futuro. Sin
pretender agotar la lista, se puede señalar que algunos de los conceptos más
investigados en este ámbito son: preferencia temporal, orientación temporal,
perspectiva temporal, consideración de las consecuencias futuras y foco tem-
poral o profundidad temporal. De hecho, recuperando los aportes de Stolarski,
Fieulaine y Zimbardo (2018), a 1999 existían más de 17 instrumentos para
evaluar la perspectiva temporal (ampliamente entendida), la mayoría de ellos
representando constructos específicos. Dentro de este conjunto de conceptos
e instrumentos quizás el que haya ganado más popularidad es el de perspectiva
temporal, como fue propuesto por Lewin, bajo la influencia del modelo e instru-
mento desarrollado por Zimbardo (Keough, Zimbardo y Boyd, 1999), aunque

Comisión Sectorial de Investigación Científica 31


investigaciones recientes ponen en entredicho el apoyo empírico que tiene este
modelo (Worrell et al., 2018).
Debido al uso intercambiado y con fines de clarificación, hago notar que
Lasane y O’Donnell (2005) han diferenciado perspectiva temporal de orien-
tación temporal en tanto la primera es un concepto más amplio para referirse
a la manera en la que las personas se vinculan y procesan la información rele-
vante para el self proveniente de todas las regiones temporales, mientras que
orientación temporal es más restrictivo, y hace referencia a la predisposición
comportamental a ser influenciado más específicamente por los pensamientos,
motivaciones o emociones provenientes de alguna de las regiones temporales
(pasado, presente o futuro). Entre las dimensiones que se pueden derivar del
amplio (y a veces vagamente definido) constructo de perspectiva temporal están
la accesibilidad, la densidad, la extensión, la organización estructural, la valen-
ciay el contenido (Jones, 1993, Lasane y O’Donnell, 2005). Algunas de estas
dimensiones serán presentadas con más detalle en el Capítulo 4.
También desde la economía y la psicología económica se han hecho investi-
gaciones relevantes, ya que la función de utilidad de un bien o servicio depende
de la pérdida de valor que este tiene debido al simple pasaje del tiempo entre el
deseo de poseerlo y su usufructo. En este contexto, conceptos como el descuen-
to temporal, el sesgo hacia el presente o la preferencia temporal han cobrado
gran importancia explicativa en los modelos de toma de decisiones intertempo-
ralesen los cuales no todos los actores se comportan con la misma racionalidad
(Benoit y Ok, 2007; Boyer, 2008). En una situación hipotética, si un actor
económico tiene una fuerte miopía temporal que le incapacita cognitivamente
para proyectar su self más allá de dos meses, que ahorre es un comportamiento
de bajo nivel racional, por más que las tasas de interés de vencimiento al año
sean muy elevadas. La articulación conceptual y metodológica entre las formas
de investigar la orientación temporal y la toma de decisiones intertemporales
entre los ámbitos de la economía y de la psicología es un desafío acuciante, en
un contexto de fuerte interés por el Tiempo III.B en ambas disciplinas.
Una tarea pendiente es determinar y explicar mejor la relación entre los sub-
niveles III.A y III.B de la psicología temporal, ya que la investigación empírica
sobre este punto es escasa. Mi argumento es que la configuración del Tiempo
III.B va a estar determinada por procedimientos clasificatorios que realiza el self
basado en criterios como la accesibilidad a la consciencia (en tanto existen di-
ferencias individuales en el funcionamiento de los sistemas episódicos) así como
por la valencia afectiva de las recuperaciones/imaginaciones que se realizan des-
de los sistemas de cognición episódica. En tanto el recuerdo de las experiencias
pasadas como la imaginación de eventos futuros episódicos implica diferentes
niveles de movilización emocional, el conjunto de estas experiencias puede ser
organizado categorialmente por el self de forma tal que al momento de respon-
der a un cuestionario puede agrupar la mayoría de estas experiencias y respon-
der, por ejemplo, el ítem «soy optimista sobre mi futuro». Esas clasificaciones a

32 Universidad de la República
su vez, funcionando en modo de loop de retroalimentación, refuerzan la medida
en que el self se involucra sucesivamente en el modo recuperación/imaginación
requerido para la cognición episódica.

Tiempo IV. El tiempo cultural


El tiempo IV refiere al tiempo cultural o al tiempo vinculado a procesos supra-
individuales, de grupos humanos, sociedades o culturas. Los colectivos humanos
también establecen relaciones diferenciales en torno al tiempo, que afectan en
diversas medidas sus manifestacionesen los individuos en los niveles preceden-
tes (I, II y III). Elementos como la puntualidad, la preocupación por las raíces
históricas y las tradiciones, el ritmo de vida de un país, el horizonte temporal
de una organización, etc., son determinados de forma supraindividual. Con un
enfoque desde la psicología social y transcultural, Levine (1997) —uno de los
autores clásicos en el tema— buscó las diferencias entre culturas en temas como
la puntualidad o el ritmo de vida, y los relacionó con factores como la indus-
trialización de un país, el tamaño de la población de una ciudad, el clima o los
valores culturales como, por ejemplo, el individualismo. Asimismo, exploró las
relaciones entre la espera y su valor económico, organizacional y social. Gell
(1996) también analizó las diferencias culturales y sociales en torno a nociones
del tiempo, especialmente en relación con los ciclos temporales y la definición
de los periodos de la vida de un individuo (por ejemplo, etapas vitales, direccio-
nalidad de la vida), entre otros.
En la literatura de psicología organizacional y del trabajo los aspectos colec-
tivos del tiempo son muy relevantes. Muchos autores lo consideran un elemento
crucial para el análisis de la cultura organizacional. Por ejemplo, Hofstede (1991),
en su clasificación de los países, incluye la organización del tiempo como una de
sus variables culturales al momento de evaluar sus características. Específicamente,
el índice de su modelo de dimensión cultural arroja la orientación al corto versus la
orientación a largo plazo de la cultura (o país) de referencia.
Desde un punto de vista léxico, las culturas y grupos humanos varían en
la cantidad de lenguaje temporal, las metáforas sobre el tiempo y las conjuga-
ciones verbales de que, primero, disponen y, segundo, en efecto utilizan dentro
de un lexicón tradicional. Por lo tanto, el lenguaje ha sido postulado como un
cimiento fundamental para el desarrollo de la noción de tiempo en la ontogenia,
así como para explicar la varianza entre las culturas en su vínculo con el tiempo.
Puede pensarse que nuestra noción del tiempo depende de las posibilidades
lingüísticas de nuestra lengua —siguiendo la línea de pensamiento de la hi-
pótesis Sapir-Whorf—. La hipótesis Sapir-Whorf o principio de relativismo
lingüístico, postula que la estructura y la gramática de una lengua influencian
las cogniciones o visión del mundo de sus hablantes nativos (Hill y Mannheim,
1992). Para el caso del tiempo, en concreto, la disposición de mayores conjuga-
ciones, palabras, expresiones temporales, etc., por ejemplo referidos al futuro,
permitiría a los hablantes de una lengua entender y pensar el futuro de una

Comisión Sectorial de Investigación Científica 33


forma diferente a la de los hablantes nativos de una lengua que posea menos con-
jugaciones a futuro, palabras temporales, etc. Si bien no hay datos conclusivos
al respecto, un conjunto significativo de investigadores (por ejemplo, Fuhrman
y Boroditsky, 2010) están explorando las formas en que algunos aspectos de la
lengua (como la dirección de la escritura) influyen sobre cogniciones temporales
como es el caso de la dirección de la línea mental de tiempo.
Específicamente en cuanto a las vinculaciones entre desarrollo y adquisi-
ción del tiempo II o III, la literatura revisada por Vásquez Echeverría (2013)
apunta a que: a) los niños son capaces de hablar sobre el futuro y entender de
forma operativa las conjugaciones desde los 3 años, b) el manejo conceptual
de pasado y futuro parece preceder a la capacidad lingüística para expresarlo,
y c) a partir de los 3 años se produce una referenciación del tiempo más flexi-
ble, basada en referencias externas (es decir, independientes de la referencia al
presente del self).
Para ayudar a comprender el vasto y diverso panorama que presenta el estu-
dio del tiempo en las ciencias del comportamiento, en la Tabla 1 se presenta una
breve definición de cada uno de los niveles, así como sus principales caracterís-
ticas en función de las variables analizadas.

Tabla 1. Los cuatro niveles de estudio del tiempo en las ciencias del comportamiento

Procesos
Nivel Definición Presente en Tipo de estudios cognitivos
principales

Procesos biológicos Animales,


I. Cronobiologia,
que se repiten cada 24 humanos,
Tiempo cronopsicologia, relojes -
horas, incluso sin claves plantas,
Circadiano circadianos.
externas. bacterias.

II. Capacidad para la repre-


Orden temporal, discrimi- Memoria
Percepción sentación del tiempo en Animales y
nación temporal, estimación de trabajo,
y estimación el rango de los milise- humanos.
temporal, timing. percepción
del tiempo gundos a los minutos.

Memoria
Procesos cognitivos Cognición episódica, orien-
episódica,
III. (III.A) y de personalidad Humanos, tación temporal, perspec-
memoria au-
Tiempo (III.B) basados en la (improbable tiva temporal, descuento
tobiográfica,
Individual conciencia de que el self en animales). temporal, consideración de
consciencia
existe en el tiempo. consecuencias futuras
autonoética.

Cognición
Procesos supraindivi- Cognición cultural del tiem-
IV. social,
duales sobre cómo los Grupos po, tiempo organizacional,
Tiempo lenguaje,
grupos humanos se rela- Humanos. ritmo de vida, valor social de
Cultural aprendizaje
cionan con el tiempo. la espera, tiempo conceptual.
conceptual

Fuente: elaboración propia

34 Universidad de la República
Conclusiones y direcciones futuras de investigación
Espero que este modelo de cuatro niveles pueda aportar a la organización no-
motética, a la mejora en los diseños y a la comunicación entre los investiga-
dores en ciencias del comportamiento apasionados por conocer más sobre las
características de la temporalidad en la vida humana. Desde las advertencias de
Fraisse sobre la multiplicidad conceptual y metodológica en estudios de tem-
poralidad, poco ha cambiado y aún hoy podemos escuchar el uso de nociones
como percepción del tiempo o perspectiva temporal casi como sinónimos tanto
en estudiantes novatos como por especialistas. Esto no colabora en empujar la
taxonomía del campo hacia adelante.
A su vez, este modelo de cuatro niveles permite pensar nuevas preguntas
de investigación de forma ordenada, esto es, cómo podemos investigar la rela-
ción entre constructos estudiados dentro del mismo nivel o cómo se relacionan
o se determinan constructos estudiados a niveles diferenciales. Por ejemplo,
una pregunta legítima de investigación puede ser en qué medida el cronotipo
puede incidir en la estimación de las duraciones. Un paradigma experimental
para avanzar en esta línea puede incluir realizar experimentos tomando a los
participantesa contraturno, es decir, evaluar a los de matutinidad extrema en
horas cercanas a la noche y viceversa, para ver cómo este cambio afecta su
capacidad de estimar intervalos. Asimismo, la impulsividad, a veces asociada
a una excesiva orientación presente (Tiempo III.B), puede estar causada por
errores en la estimación del tiempo en el nivel de duraciones breves (Tiempo
II), y que, al vincularse este proceso de forma acumulativa con estimaciones
de duraciones a más largo plazo, hacen que los resultados futuros sean menos
valorados por considerarse subjetivamente más distantes en el tiempo. Esto,
por ejemplo, es el argumento que está por detrás de los modelos que postulan
la existencia de déficits temporales en el trastorno de déficit de atención con
hiperactividad, o la impulsividad clínicamente relevante (Demurie, Roeyers,
Baeyens y Sonuga-Barke, 2015; Méndez, Martín et. al., 2015; Rubia, Halari,
Christakou y Taylor, 2009).
Las avenidas futuras de investigación tendrán por cometido profundizar en
el desarrollo teórico del campo y determinar mejor las vías de influencia entre los
diferentes niveles en el estudio del tiempo en las ciencias del comportamiento.
Uruguay ya tiene un pasado de investigaciones en todos los niveles de estudio
de la psicología del tiempo, como en parte lo refleja esta obra. En la Tabla 2 sin-
tetizamos algunas de las contribuciones teóricas y empíricas realizadas desde la
Universidad de la República, con participantes uruguayos, a todos los niveles de
la psicología del tiempo. Esto permite augurar un excelente futuro al desarrollo
del campo a nivel nacional.

Comisión Sectorial de Investigación Científica 35


Tabla 2.Estudios publicados en temporalidad con muestras uruguayas,
según el nivel temporal

Nivel Referencia Título en español


La hora de inicio de la escuela importa, la
I. Estevan et al. (2018)
vespertinidad no.

Percepción temporal y aversión a la espera: una


II. Méndez et al. (2015) herramienta de cribado en formato videojuego
para la detección temprana del tdah.

III.A Vásquez Echeverría (2016) Replicación de Addis, Wong y Schacter (2008)


Evidencia de la confiabilidad y la solución fac-
III.B Vásquez Echeverría et al. (2018) torial de la eccf-14 en español. Una validación
multimétodo en España y Uruguay.
Los posibles eventos del pasado y el futuro
IV. Aguirre y Santiago (2017) activan la línea temporal mental de izquierda a
derecha.
Fuente: elaboración propia

36 Universidad de la República
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