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La Resurrecion - Fundamentos de Teología Pentecostal

El documento habla sobre la resurrección de los muertos según la Biblia. Explica que tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento enseñan la resurrección corporal de los creyentes. Se menciona que habrá una resurrección selectiva de los justos que ocurrirá en el rapto, conocida como la "primera resurrección", y otra posterior de los impíos para el juicio final. Además, señala que los cuerpos resucitados serán corporales pero glorificados, y serán provistos por Dios a cada persona.

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La Resurrecion - Fundamentos de Teología Pentecostal

El documento habla sobre la resurrección de los muertos según la Biblia. Explica que tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento enseñan la resurrección corporal de los creyentes. Se menciona que habrá una resurrección selectiva de los justos que ocurrirá en el rapto, conocida como la "primera resurrección", y otra posterior de los impíos para el juicio final. Además, señala que los cuerpos resucitados serán corporales pero glorificados, y serán provistos por Dios a cada persona.

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VI.

LA RESURRECCION
Casi todas las religiones enseñan la inmortalidad del alma; pero la Biblia enseña la redención y
supervivencia de la persona completa; espíritu, alma y cuerpo. Los antiguos griegos creían en la
vida después de la muerte para el alma, pero ya que el cuerpo era la fuente de toda maldad, el
desprendimiento del alma del cuerpo era deseado. Una secta cristiana hereje llamada
“agnóstica” compartió este concepto derivado de la filosofía griega.
La Biblia no enseña que el cuerpo físico es la fuente del mal; el término Paulino “carne” se
refiere a la naturaleza pecaminosa y egoísta del hombre la cual, aunque se manifiesta a través
de acciones del cuerpo, se deriva de una “mente carnal” (Rom. 8:6, 7). Al tomar Cristo nuestro
cuerpo humano (la “semejanza de carne de pecado”), “condenó al pecado en la carne” (Rom.
8:3). Cristo por su encarnación, muerte y resurrección redimió a la persona completa que está
en Cristo, dándole la esperanza de una resurrección corporal que ocurrirá en el rapto de la
iglesia. “Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la
resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos
serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden: Cristo, la primicia; luego los que son de
Cristo, en su venida” (I Cor. 15:21–23).

A. EL HECHO DE LA RESURRECCION.
El hecho de la resurrección está enseñado tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento:

1. En el Antiguo Testamento.

1.1. Por afirmación: “Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; y
después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios” (Job 19:25, 26). “En cuanto a
mí, veré tu rostro en justicia; estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza” (Sal. 17:15).
(Vea también Sal. 16:9–11; Dn. 12:2.)

1.2. Por profecía: “Tus muertos vivirán; sus cadáveres resucitarán. ¡Despertad y cantad
moradores del polvo! porque tu rocío es cual rocío de hortalizas, y la tierra dará sus muertos”
(Is. 26:19). (También Os. 13:14.)

1.3. Por tipología: eventos tales como la liberación de José de la cisterna son típicos de muerte
y resurrección (Gn. 37:20–36), como lo es el regreso de Isaac del altar de sacrificio (Gn. 22:5–
14), y la liberación de Jonás del gran pez (comúnmente llamado, ballena) (Jon. 2; Mt. 12:40).

1.4. Por ejemplo: El Antiguo Testamento contiene varios ejemplos de personas que fueron
levantadas de los muertos: I R. 17:17–24; II R. 4:32–35; 13:20, 21. Aunque éstos son casos de
resucitación más bien que resurrección (porque aquellos que fueron “resucitados” por el poder
de Dios, luego murieron de muerte natural).
Esto demuestra la disposición y poder de Dios para vivificar a los cuerpos muertos.

2. En el Nuevo Testamento

2.1. Por afirmación: “Así es también la resurrección de los muertos. Se siembra un cuerpo
corruptible, se resucita un cuerpo incorruptible; se siembra un cuerpo natural, se resucita un
cuerpo espiritual; se siembra en debilidad, se resucita en poder …” (I Cor. 15:42, 43; Ver
también: Mt. 22:30–32; Juan 5:21; Hch. 23:6–8; 26:8, 23; II Ti. 1:10; I P. 1:3).
2.2. Por profecía: “No os admiréis de esto, porque viene la hora en que todos los que están en
los sepulcros oirán su voz, y saldrán los que hicieron lo bueno a resurrección de vida, y los que
hicieron lo malo a resurrección de juicio.” (Jn. 5: 28, 29; Ver también: Jn. 6:39, 40, 44, 54; Lc.
14:13, 14; 20: 35, 36; I Cor. 15; Fil. 3:11, 21; I Tes. 4:14–16; Ap. 20:4–6, 13–15).

2.3. El Nuevo Testamento tiene también ejemplos de personas que fueron levantadas de
los muertos.
No fueron resurrecciones tales como ocurrirán en la segunda venida y en el juicio final, dado
que las mismas personas luego murieron y van a experimentar la resurrección final así como
otras, sin embargo, ellos fueron ejemplos previos de la resurrección final.
Por otra parte, la resurrección de Jesús fue una resurrección ideal y verdadera. Cuando Jesús se
levantó fue “primicias de los que durmieron” (I Cor. 15:20). Su resurrección fue la garantía de
todas las resurrecciones de los creyentes: “Pero Dios con él nos resucitó, y con él nos sentó en
los lugares celestiales en Cristo Jesús” (Ef. 2:6). (Vea también: Jn. 11:41–44, Lázaro; Lc.
8:41–56, la hija de Jairo; Lc. 7:12–15, el hijo de la viuda; Mt. 27:52, 53, los santos del Antiguo
Testamento.)

B. LA NATURALEZA DE LA RESURRECCION.
La resurrección será universal. No todos tienen vida eterna, pero todos tendrán existencia
eterna. Todas las personas resucitarán, los justos a vida eterna, los impíos a condenación eterna.
Todos serán levantados pero no todos al mismo tiempo (Juan 5:28, 29)

1. La resurrección de los creyentes (I Tes. 4:13–18; I Cor. 15:50–57; Ap. 20:4–


6).
La resurrección de la iglesia ocurre con la venida de Jesús inmediatamente previa al rapto (I
Tes. 4–6). La resurrección de los creyentes se conoce como la “primera resurrección”:
“Bienaventurado y santo es el que tiene parte en la primera resurrección; la muerte segunda
no tiene poder sobre estos …” (Ap. 20:6). Hay quienes han enseñando que habrá una
resurrección general de todos los muertos y un juicio en el cual comparecerán justos e injustos.
Jesús algunas veces mencionó las dos resurrecciones y juicios en el mismo pasaje pero una
lectura más cuidadosa revelará que Jesús no se refería a una sola resurrección general: “Y
saldrán los que hicieron lo bueno, a resurrección de vida, y los que practicaron lo malo, a
resurrección de juicio.” (Juan 5:29). Note que una es resurrección para vida y la otra es
resurrección para condenación. No son lo mismo ni ocurren al mismo tiempo, como lo aclaran
Pablo y Juan.
Es normal que la perspectiva profética vea varios eventos futuros relacionados, como si fueran
un evento único. En un lenguaje profético similar la primera y la segunda venida del Señor se
fusionan en un mismo pasaje en la profecía del Antiguo Testamento (Isaías 9:6, 7: 61:1–3;
Daniel 12:2) Algunos escritores neotestamentarios a veces aluden al rapto y a la segunda
venida en esa misma referencia (I Tes. 3:13). Tanto Pablo como Juan aclaran bien que la
resurrección de los santos (incluyendo el remanente salvo de Israel y los santos de la
tribulación) ocurre a la venida del Señor y antes del reinado milenial (I Cor. 15:51, 52; Ap.
20:4–6; Dn. 12:1–2)
Por una notable declaración del apóstol Pablo vemos que la resurrección de los santos es
selectiva. Filipenses 3:10–11 dice: “… a fin de conocerle, y el poder de su resurrección y la
participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a El en su muerte, si en alguna
manera llegase a la resurrección de entre los muertos.”
Si hay solo una resurrección general para justos e injustos, ¿aspiraría Pablo a lograrla? Una
traducción más literal nos revela el significado completo. “… Si por algún medio pudiera yo
avanzar hacia la resurrección mas temprana que es de entre los muertos“ (Filipenses 3:11–
12), (Rotherham). La preposición griega ek significa “salido de”, “fuera de.” Pablo deseaba
estar en el grupo que resucitaría en el tiempo del rapto, aquellos que serían tomados (llevados)
selectivamente “de entre” la multitud en general de muertos; aquellos que serían levantados en
la resurrección más temprana (la primera resurrección, Ap. 20:6).
La palabra griega para “resurrección” es “exanastasis” (que aparece solo una vez en el Nuevo
Testamento) y significa “resurrección fuera de …”; el [p 583] doble uso de la palabra ek
enfatiza doblemente el hecho de que la resurrección de los creyentes es una, en la cual son
seleccionados para un despertar especial. En I Cor. 15:23 Pablo expresa que habrán varias
ordenes de resurrección y dice: “Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias;
luego los que son de Cristo en su venida.”

1.1. Será literalmente una resurrección corporal.


Esto está demostrado en la resurrección de Jesús. Su cuerpo vivificado aún tenía las marcas de
los clavos y la herida de la lanza (Juan 20:26–28); después de su resurrección, Jesús tenía un
cuerpo de “carne y hueso” y hasta comió alimentos (Lucas 24:36–43). Por otra parte, el cuerpo
de Jesús había sido glorificado, al punto de que no todos sus discípulos lo reconocieron a
primera vista. Las veces que apareció entre ellos, demuestran que su cuerpo no estaba sujeto a
las limitaciones físicas normales (Juan 20:19–26).
El hecho de que nuestra resurrección sea literal no significa que todas las mismas moléculas de
nuestros cuerpos muertos serán recobradas; es un hecho que nuestras células se renuevan varias
veces en el curso de la vida sin que perdamos nuestra identidad. De esto podemos estar
absolutamente seguros: Dios levantará del polvo un cuerpo perfectamente relacionado con
nuestro cuerpo terrestre, aunque será transformado y adaptado al nuevo ambiente. (Fil. 3:21)
Pablo habla del cuerpo como una siembra. Así como el sembrador esparce su semilla, ésta
muere pero sigue en ella un principio vital aprovechado por la naturaleza para dar germinación
a una nueva planta, del mismo origen, especie y variedad que la anterior. En la resurrección los
cementerios se convertirán en campos de cosecha (I Cor. 15:42–44); y de los cuerpos
sepultados el Señor hará brotar cuerpos vivificados, identificados con el cuerpo terrenal, mas
transformados a la semejanza del cuerpo resucitado de Cristo. Los cuerpos de los creyentes
cambiarán (I Cor. 15:52) pero cada uno estará relacionado con su cuerpo terrenal. El cuerpo
resucitado no será el cuerpo terrenal meramente vivificado, sino la semejanza del cuerpo
terrenal glorificado.
Se afirma con la identificación de Moisés y Elías en el Monte de la Transfiguración, y de Jesús
después de su resurrección; que nuestros cuerpos vivificados mantendrán la posesión de su
identidad personal.

1.2. El cuerpo de resurrección será dado por Dios.


“Pero Dios le da el cuerpo como Él quiso, y a cada semilla su propio cuerpo.” (I Cor. 15:35).
Esto responde a una pregunta hipotética: “… ¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué
cuerpo resucitarán?” El intelecto humano no puede concebir que un cuerpo muerto sea
levantado y glorificado. La resurrección de Cristo es el gran milagro de nuestro evangelio. No
damos una explicación. Lo aceptamos como revelación divina. De la misma manera aceptamos
la resurrección corporal como un milagro del poder y sabiduría [p 584] de Dios. Si aceptamos
la resurrección de Cristo (que es uno de los mejores eventos históricos comprobados)
no deberíamos tener problema en aceptar nuestra resurrección final, pues seremos levantados
por el mismo Dios omnipotente que levantó a Jesús de la muerte.

1.3. La resurrección corporal del creyente será inmortal e incorruptible (I Cor. 15:42).
Las escrituras jamás hablan de la inmortalidad del alma. El creyente ahora tiene vida eterna
pero mora en su cuerpo mortal. Todos los hombres tienen existencia eterna. Solo los creyentes
que experimentarán “La primera resurrección” recibirán cuerpos inmortales e incorruptibles. (I
Cor. 15:42)

1.4. El cuerpo de resurrección será un cuerpo celestial (I Cor. 15:40).


Nuestros cuerpos terrenales están adecuados a este ambiente terrenal presente. El cuerpo de
resurrección será adecuado a nuestro nuevo ambiente celestial. Será igualmente adecuado tanto
al nuevo cielo y a la nueva tierra como a la tierra del milenio. Como el cuerpo de Jesús, nuestro
cuerpo será capaz de ir y venir entre el cielo y la tierra.

1.5. El cuerpo de resurrección será un cuerpo poderoso.


“… Se siembra en debilidad, resucitará en poder” (I Cor. 15:43). El contraste expresado aquí
indica que las nuevas capacidades del cuerpo de resurrección serán inconcebibles y mayores
que aquellas de cualquier cuerpo terrenal. Los eventos registrados referentes a los ángeles son
un precedente de las capacidades de los santos resucitados (Mt. 22:29, 30).

1.6. El cuerpo de resurrección será un cuerpo glorioso.


“Se siembra en deshonra, resucitará en gloria …” (I Cor. 15:43). El cuerpo resucitado será tan
glorioso así como el cuerpo terrestre putrefacto puede ser falto de gloria. Jesús prometió,
“Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre” (Mt. 13:43). Estas
palabras mencionadas por Jesús sugieren para los santos la gloria que Él manifestó en el monte
de la transfiguración: “Y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y
sus vestidos se hicieron blancos como la luz” (Mt. 17:2). Jesús oró por nosotros, “La gloria que
me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno” (Jn. 17:22).
Después de hablar de la resurrección, Daniel dijo, “Los entendidos resplandecerán como el
resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a
perpetua eternidad” (Dn. 12:3).

2. La resurrección de los incrédulos (Ap. 20:5, 12, 13, 14; Jn. 5:28, 29; Dn. 12:2;
Hch. 24:15).
La Biblia no revela específicamente el estado o naturaleza de los cuerpos de resurrección de los
injustos; pero puede ser asumido que serán cuerpos [p 585] sujetos a corrupción o ruina. Jesús
dijo, “Y no temáis a los que matan el cuerpo, más el alma no pueden matar; temed más bien a
aquel que puede destruir [gr., apollumi, “arruinar totalmente”] el alma y el cuerpo en el
infierno [gr., gehenna]” (Mt. 10:28). Los cuerpos de los muertos injustos sufrirán “eterna
perdición.” (Vea II Tes. 1:8, 9.) Los injustos no son resucitados en el momento de la segunda
venida de Cristo, sino después del reino milenial de Cristo (Ap. 20:5).

C. EL TIEMPO DE LA RESURRECCION.
El orden de resurrecciones es el siguiente:
1. La resurrección de Jesús (Mt. 28:1–10; Mr. 16:1–14; Lc. 24:1–39; Jn. 20:1–17).
2. La resurrección de los santos del Antiguo Testamento (Mt.27:52, 53).
3. La resurrección de los santos de la iglesia en el rapto (Jn. 14:3; I Tes. 4:16; I Cor. 15:52).
4. La resurrección de los dos testigos de Apocalipsis 11:12 durante el período de la tribulación.
5. La resurrección de los santos de Israel y de la tribulación que son testigos para Cristo y que
no adoran a la Bestia (Ap. 20:4–6; Dn. 12:1, 2).
6. La resurrección de los injustos.
Esto ocurrirá después del reino milenial de Cristo. Ellos serán resucitados para pararse delante
del gran trono blanco (Ap. 20:5, 11–14).

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