Vladimir Szpilman and Władysław Szpilman
Vladimir Szpilman and Władysław Szpilman
Síntesis biográfica
Nació en Sosnowiec, el 5 de diciembre de 1911,
estudió piano en Varsovia y Berlín. Tenía 27 años
cuando estalló la guerra y ya era conocido como
uno de los pianistas polacos más destacados. Tras
la ocupación alemana, Szpilman y su familia
fueron desalojados de su apartamento e
internados en el Ghetto de Varsovia, donde se ganó la vida interpretando
en bares, en los que se reunían colaboradores y traficantes del mercado
negro.
Muerte
Murió en Varsovi, el 6 de julio de 2000, antes de que empezara el rodaje
de la película basada en sus memorias.
Obras destacadas
El pianista escribió sus memorias en 1946, pero las autoridades
prohibieron el libro. Fue el hijo de Szpilman, que nunca había hablado con
su padre de la guerra, el que encontró el manuscrito y reeditó las
memorias en 1999, que recibieron una gran aclamación internacional.
Sus memorias
Ha pasado más de medio siglo antes de que se haya publicado en Europa
este diario donde se recogen las notas y apuntes de lo que fue el ghetto
de la capital polaca. Relata cómo fueron levantados los muros, como en
1942 empezaron los “reasentamientos” hacia Treblinka, donde fue
trasladada la familia Szpilman, de lo que el autor se libró casualmente,
aunque no volvió a tener noticias de su familia.
Estas memorias relatan cómo sobrevivió a la destrucción de la comunidad
judía de Polonia. Se trata de un vivo relato de la vida del ghetto y de cómo,
sorprendentemente, logró escapar y sobrevivir. La fuerza del tema y de las
emociones que genera, convirtieron esta obra en una inspiración para el
director de cine Roman Polanski, que llevó el libro al cine. En estas páginas
se muestra el deseo irrenunciable e inextinguible de libertad.
Nadie sabía una palabra sobre la vida de este militar alemán, uno más de
los tantos oficiales del Ejército germano, afiliado además al partido nazi, y
su nombre habría quedado en el más injusto anonimato si un libro
autobiográfico del pianista judío polaco Wladyzlaw Szpilman no hubiera
caído, casi por casualidad, en las manos del cineasta Román Polansky.