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Poesias A La Madre

Este documento contiene varios poemas que celebran a las madres y su importante papel. En el primer poema, el autor recuerda con afecto a su madre y la calidez de su amor maternal en la infancia. Los poemas siguientes describen a la madre como la luz de la alborada, la esencia dulce que se condensa en el alma, y la fuente de ternura y amor. Otro poema destaca la noble misión de la madre cristiana de sembrar virtud y amor en sus hijos. Finalmente, el último poema expresa
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Poesias A La Madre

Este documento contiene varios poemas que celebran a las madres y su importante papel. En el primer poema, el autor recuerda con afecto a su madre y la calidez de su amor maternal en la infancia. Los poemas siguientes describen a la madre como la luz de la alborada, la esencia dulce que se condensa en el alma, y la fuente de ternura y amor. Otro poema destaca la noble misión de la madre cristiana de sembrar virtud y amor en sus hijos. Finalmente, el último poema expresa
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A mi madre

Oh, cuán lejos están aquellos días


En que cantando alegre y placentera,
Jugando con mi negra cabellera,
En tu blando regazo me dormías.

Con qué grato embeleso recogías


La balbuciente frase pasajera
Que por mi ser, de mis labios, la primera,
Con maternal orgullo repetías.

Hoy, que de la vejez, con el quebranto


mi barba se desata en blanco armino
y contempla la vida sin encanto.

Al recordar tu celestial cariño,


De mis cansados ojos brota el llanto,
Porque, pensando en ti, me siento niño.

V. Rivas Palacios
¿Qué es una madre?
El ruiseñor alegre en la enramada
Nos dice con su canto matutino:
«Una madre es la luz de la alborada,
Un celaje de glorias en un trino.»

La rosa en el jardín, cuando entreabría


Su corola a la brisa de la tarde,
Dijo: «Es la escensia grata, la ambrosía
Que en nuestras almas se condensa y arde.»

El arroyuelo plácido murmura


En cascadas de perlas y de plata:
«Es la madre cual canto de ternura
Que en cadencias de amor nos arrebata.»

M. Aparicio
Madre cristiana
Noble es tu misión, madre cristiana,
Formar la nueva raza humana,
sembrando en las almas de tus hijos
la semilla santa del amor y la virtud,
que el Espíritu levanta
y le imparte la salud.
Y sin pensar en lo que cuesta,
sin murmullos ni protesta,
te das por entero,
poniendo primero la dicha
de aquellos que el ciela te ha dado.
Y a cuyos servicios te has consagrado.
Amar y servir. ¡Esa es tu vida!
Y cuando tu vida, cual flor, se deshoja,
Y la cruenta parca de ti nos despoja,
Ninguno te olvida.
Pues tu alma en la nuestra
Quedóse esculpida.

Eduardo Palací
Oración de una madre
Yo soy una madre que ansía que sus hijos Diles que este suelo, falaz, engañoso,
Satán nunca pueda sus alas dañar; No podrá ofrecerles sino perdición;
Ven, Cristo, en su auxilio, y enseña prolijo Y que en tu regazo, tranquilo, amoroso,
La senda que deben sus plantas hollar. Estarán a salvo de la tentación.

Ven pronto, no tardes, que el mundo, ese abismo, Ausente está un hijo que tu nombre lleva;
Que atrae ofreciendo delicias sin par, Por quien siempre ruego le guarden del mal.
Podrá presentarles brillante espejismo, Y si sus miradas a ti nunca eleva,
Y en esa vil sima sus almas ahogar. Haz que tu llamada él pueda escuchar.

Yo sé que mis ruegos tú no desatiendes; Porque del camino tú eres la guía:


Yo sé que tu amparo no les negarás. Porque eres fuente de toda verdad.
Y los fuertes lazos que el mundo les tiende, Y en ti está la viva savia de la vida;
Tu dulce mandato romperlos podrá. Sé tú de mis hijos su seguridad.

Delia de Camargo
En tu día, madre…
¡Madre!
Te llamaré en mi suave cantar gozado. ¡Madre! ¡Qué horas felices
¡Madre mía por Dios divinizada! Pasé en tu regazo,
¡Madre! Refulgente rayo de luz, Donde me contaste cuentos y chistes,
Que en la tierra eres derramada, Entre risas y besos!
Igual que el Cristo redentor
De los pecados, Tú, madre mía, Madre, divina madre,
Con plegarias redimes Tú que con poemas
Mis penas y mis lloros Y cantares, te veneran año tras año,
Y cuando no basta
Madre, aún recuerdo bien Una sola vida,
Las oraciones que dijiste Para corresponder tu amor,
Por las noches en mi lecho, Y para glorificar tu nombre,
Cuando enfermo me encontraba. Porque: ¡Tu nombre es sagrado!
¡Tu nombre es bendito!
¡Madre! Nombre sublime
De una melodía, ¡Benditas madres nuestras!
que suena a los oidos ¡Santas madres nuestras!
como canción divina, ¡O admirables madres nuestras
como divinas son tus pupilas, Que nos dieron todo
donde asoman las cristalinas Sin pedirnos nada!..
perlas, las lágrimas,
emanadas de fuentes misteriosas. Héctor A. Perez

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