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Evolución de la medicina forense
en México 1940-2015
Mario Alva Rodríguez*
En 1940, la Ciudad de México alojaba a un millón, 757 mil, 530 habi-
tantes, hoy son 8 millones, 840 mil. El país contaba con 19 millones,
653 mil, 552 personas, hoy son 125 millones, 958 mil, 881 las que lo
habitan.
En dicho año, la materia se denominaba generalmente como, medi-
cina legal, era ejercida empíricamente por médicos con dedicaciones
profesionales diversas, ya que no existía, de manera formal, la espe-
cialidad.
Las necesidades periciales médicas de las instituciones de procura-
ción e impartición de justicia, se cubrían con la contratación temporal
o permanente de médicos que deseaban allegarse un ingreso económi-
co añadido al de su desempeño privado.
Por fortuna, algunos de ellos descubrieron que la materia era fas-
cinante y que tenía gran relevancia para la resolución de los asuntos
que habían motivado su intervención y, al perseverar en la ocupación,
fueron adquiriendo conocimientos y experiencia, que los convirtieron
en destacados expertos.
Sin embargo, hay que decir que el ejercicio de la medicina legal se
daba en condiciones muy precarias, pues no existían locales apropia-
dos, ni instrumental y equipo de apoyo y los sueldos eran muy bajos.
Todo ello observable en las entidades federativas, con una moderada
mejoría en algunas ciudades capital y, con mejor organización en el
Distrito Federal.
El Servicio Médico Legal del Distrito Federal, se alojó en oficinas
anexas a las cortes penales inmediatas a la Penitenciaría del Distrito Fe-
deral (Lecumberri) en donde los peritos resolvían sobre clasificación de
lesiones, determinación de edad, delitos sexuales, psiquiatría, etcétera.
En el mismo edificio se encontraba el laboratorio de toxicología.
* Médico cirujano de la Escuela Médico Militar, miembro de número de la Acade-
mia Mexicana de Ciencias Penales.
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658 MARIO ALVA RODRÍGUEZ
La práctica de autopsias se llevaba al cabo en un local, totalmen-
te inadecuado, del Hospital Juárez de la colonia de los Doctores en
el Distrito Federal, tanto por los peritos del Servicio Médico Legal,
como por los médicos del propio Hospital. Allí concurrían los estu-
diantes de las escuelas de Medicina y de Jurisprudencia, a recibir las
enseñanzas de los profesores de la materia.
El Servicio Médico Legal para la administración de la justicia en
el Distrito Federal se regía por la Ley Orgánica de los Tribunales Co-
munes del Distrito y Territorios Federales, expedida el 28 de enero de
1935, que en su artículo 219 expresaba: “El Servicio Médico Legal
del Distrito Federal será desempeñado por los médicos de delegacio-
nes, de hospitales, de cárceles y por los peritos médicos-legistas…”.
Existe de acuerdo con este ordenamiento, un cuerpo de peritos mé-
dicos independiente totalmente de las delegaciones, hospitales y cár-
celes, adscrito al Tribunal Superior de Justicia. Funciona de acuerdo
con un Reglamento interior que fue expedido el 27 de junio de 1921 y
que en su artículo 1o. establece que: “…el cuerpo de peritos médicos
legistas contará para la realización de sus fines con una oficina, un
anfiteatro de disecciones y un laboratorio para peritos químicos…”.
La misma Ley en su artículo 224 dice:
…habrá en la Ciudad de México 15 peritos médicos legistas que se encar-
garán del servicio médico legal del Distrito Federal y de los cuales, cuan-
do menos tres deberán ser especialistas en psiquiatría y cuando menos dos
deberán dedicarse a la resolución de los problemas relacionados con la
Medicina del Trabajo…
Auxilian en sus labores, a estos peritos, dos peritos auxiliares, dos
químicos toxicológicos, un anatomopatologista, un laboratorista clí-
nico o bacteriólogo y el personal administrativo por un secretario que
debe ser médico.
Una de las características de esta ley es la que dispone que
…el cargo de perito médico-legista se obtendrá por oposición ante Jurado,
presentando el aspirante una prueba práctica y el desarrollo de un tema
teórico de Medicina Legal; deberá reunir el que aspire al puesto de perito,
los siguientes requisitos: tener más de 30 años de edad y cuando menos 5
de práctica profesional.
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EVOLUCIÓN DE LA MEDICINA FORENSE EN MÉXICO 1940-2015 659
Desgraciadamente ésta sana disposición, ante la carencia de aspiran-
tes idóneos, se vio sustituida en la realidad por un nombramiento di-
recto proveniente de un nivel superior, que no siempre resultó acertado.
En 1940, el Servicio Médico Legal del Distrito Federal era la única
institución colegiada de la materia de la República mexicana, por lo
que solicitaban su auxilio, no sólo el Tribunal Superior de Justicia del
Distrito y Territorios Federales del cual dependía directamente, sino
también la Procuraduría General de Justicia del Distrito y Territorios
Federales, la Procuraduría General de la República, los juzgados de
distrito, los Tribunales de Conciliación y Arbitraje, el Tribunal para
menores, los Tribunales Superiores de Justicia y las Procuradurías de
Justicia de todas las entidades federativas.
Ante tan considerable demanda, se hizo evidente la necesidad de
que el Servicio contara con instalaciones propias, una mejor dotación
en material y equipo y un mayor número de personal. Fue así que el 24
septiembre de 1960 se inauguró el nuevo edificio en la calle de Niños
Héroes de la colonia de los Doctores, en el que iniciaron labores el
siguiente 9 de noviembre.
Por Decreto publicado el 29 de diciembre de 1961, se asignó a la
institución el nuevo nombre de Servicio Médico Forense del Distrito
Federal. Cabe mencionar aquí que ya en 1958, el Consejo Técnico
de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de
México había cambiado el nombre de la cátedra de Medicina Legal al
de Medicina Forense. Unos meses después la Facultad de Derecho de
la propia Universidad adoptó la misma denominación para la materia.
La puesta en marcha del nuevo edificio mencionado pareció actuar
como detonador en el reconocimiento de la importancia de la medici-
na forense por parte de las autoridades y médicos en todo el país. Esto
se manifestó en tres ámbitos: primero en la remodelación o construc-
ción de instalaciones mayormente adecuadas, segundo en la aparición
de cursos para especialización de profesionales en medicina forense y
en tercer lugar, en la efervescencia de reuniones, jornadas, simposios
y congresos en todo el país.
La Dirección General de Servicios Médicos del Distrito Federal
logró que en el Hospital Rubén Leñero se instalara una Agencia del
Ministerio para facilitar la intervención pericial de los médicos que
ahí laboraban y desde 1960 se autorizara la práctica de necropsias. En
1962 recibieron igual autorización los Hospitales de urgencias de Xoco
y de Balbuena.
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660 MARIO ALVA RODRÍGUEZ
En el Servicio Médico Forense (SEMEFO) del Distrito Federal se
organizó en 1964 el primer curso de adiestramiento en Medicina Fo-
rense, que contó con el apoyo de la División de Estudios Superiores
de la UNAM y de la Procuraduría General de Justicia del Distrito
Federal que adquirió un carácter introductorio y tuvo una duración de
diez meses.
En 1971 se desarrollaron en el puerto de Veracruz las primeras
Jornadas para el mejoramiento profesional de los peritos médicos del
estado. Ese mismo año se protocolizó el Colegio de Médicos forenses
del estado de Veracruz y de la República mexicana.
En 1974 fundaron el Instituto de Medicina Forense con el aval de
la Universidad Veracruzana. Allí mismo, se inicia la maestría en Me-
dicina Forense, que tiene una duración de cuatro semestres. En los
Servicios Médicos del Departamento del Distrito Federal se organizó,
en 1974, el curso de especialización y maestría en Medicina Legal,
con duración de dos años, impartido por la Asociación de Medicina
Legal contando con el reconocimiento de la UNAM.
En 1980 se dio inicio a la maestría en Medicina Forense, con dura-
ción de tres años, en la Escuela Militar de graduados de sanidad, de la
Universidad del Ejército y Fuerza Aérea.
En 1984 se formalizó el curso de especialidad en Medicina Fo-
rense, con duración de dos años, con sede en el Servicio Forense del
Distrito Federal y aval académico de la sección de graduados de la
Escuela Superior de Medicina del Instituto Politécnico Nacional.
Sucesivamente se fueron añadiendo sedes para la especialización,
en varios estados de la federación, a saber: Guadalajara, Jalisco; Tolu-
ca, Estado de México; Culiacán, Sinaloa; Hermosillo, Sonora; More-
lia, Michoacán; Monterrey, Nuevo León y otras más.
De entonces a la fecha se han impartido en todo el país, numerosos
cursos sobre la materia, ya sea con el carácter de introductorios, ac-
tualizaciones, monográficos o de otro alcance. Dichos cursos se han
efectuado en diversas instituciones universitarias, institutos de capaci-
tación de Procuradurías de Justicia, el Instituto Nacional de Ciencias
Penales, en Servicios Periciales y Médico Forenses y hasta en socie-
dades y asociaciones civiles, de alguna manera relacionadas con las
ciencias forenses.
En las instalaciones del SEMEFO del Distrito Federal, se impartie-
ron, en los años ochenta, los primeros cursos monográficos sobre odon-
tología, antropología, entomología y psiquiatría forenses, que dieron
lugar a la creación o a la consolidación de los Departamentos corres-
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EVOLUCIÓN DE LA MEDICINA FORENSE EN MÉXICO 1940-2015 661
pondientes, primero en el servicio mismo y luego, como una conse-
cuente necesidad, en los servicios de toda la República.
También en el SEMEFO del Distrito Federal se desarrolló un cur-
so de formación de técnicos embalsamadores, cuyos egresados se es-
parcieron por el país. Por sus enormes repercusiones, es pertinente
mencionar que la catástrofe consecutiva a los sismos de septiembre de
1985 significó para el Servicio una exigencia extrema, que lo llevó a
su punto de saturación y hasta puso en riesgo su integridad material.
Afortunadamente, los extensos daños sufridos no afectaron a la es-
tructura y se pudo continuar laborando gracias a la conducta respon-
sable de los trabajadores y así se cumplió con las funciones legales y
sociales que le competían.
Unos meses más tarde, las autoridades del Tribunal Superior de
Justicia del Distrito Federal dispusieron que se implementara una am-
plia remodelación del edificio, lo que le permitió continuar en acti-
vidad hasta el 2008, en que se muda a un moderno edificio situado a
unos cuantos metros hacia el sur y más tarde (2011), cambia su nom-
bre a Instituto de Ciencias Forenses.
En provincia, en la que, como regla general, las condiciones de toda
índole (número y preparación de los peritos, anfiteatros, instrumental
y equipo) iban a la zaga de las prevalecientes en el Distrito Federal las
Procuradurías de Justicia locales emprendieron mejoras en las áreas
de trabajo y en la capacitación de los peritos médico forenses.
Paulatinamente se han ido acortando las distancias y al presente se
encuentran servicios médico forenses de alto nivel como son los de
Guadalajara (Jalisco), que a partir de agosto de 1998 constituyeron el
Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses, los de Toluca (Estado de
México), los de Cualicán (Sinaloa), los de Monterrey (Nuevo León),
etcétera.
Cierto es que todavía en muchos servicios médicos periciales peri-
féricos se padecen carencias tanto materiales como humanas, que se
deben corregir.
En México, hasta mediados del siglo pasado, las especialidades en
las distintas ramas de la medicina se ejercían por simple elección de
los médicos que así lo deseaban.
Ya desde fines del siglo XIX, en países de Europa y, más tarde, en
los Estados Unidos, el carácter de especialista sólo se reconocía des-
pués de acreditar los correspondientes cursos diseñados para tal fin.
Fue bajo la influencia de este mecanismo que empezaron a imple-
mentar los cursos de especialidad de nuestro país.
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662 MARIO ALVA RODRÍGUEZ
Dichos cursos se han visto reforzados, en busca de las más altas ca-
lidades, por la aparición de los Consejos propios de cada especialidad.
Estos tienen como función primordial controlar el nivel de preparación
de los especialistas y promueven que el ejercicio de las especialidades
sólo se permita a quienes estén certificados por el Consejo que le co-
rresponde.
Se exige igualmente la recertificación periódica, generalmente con
plazos de cinco años, para que los profesionistas perseveren en su
educación médica continúa y se mantengan actualizados.
En 1963 se fundó el primer Consejo que correspondió a la especiali-
dad de Anatomía Patológica. Sucesivamente se han constituido nuevos
Consejos; en 1974 la Academia Nacional de Medicina otorgó recono-
cimiento a diez Consejos, para 1990 ya eran treinta. Actualmente son
47, dentro de los cuales se encuentra el Consejo Mexicano de Medicina
Legal y Forense A. C. que se constituyó en 1990.
Respecto al número de médicos especialistas certificados, en 1974
eran 500, en 2000 había 59,064 y desde entonces, se viene dando un
incremento considerable en tal afiliación.
Como un elemento añadido de control y apoyo de los Consejos se
formó en 1995 un Comité Normativo Nacional de Consejos Especia-
lidades Médicas, compuesto tanto por representantes de la Academia
Nacional de Medicina, como de la Academia Mexicana de Cirugía y de
la Asamblea de Consejos de Especialidades Médicas, que se caracteri-
za por ser permanente, multidisciplinario, representativo y autónomo
y que tiene la capacidad de otorgar la idoneidad y el refrendamiento
periódico a los Consejos.
Resulta así que los médicos que pretendan obtener su registro como
especialistas deberán exhibir el diploma universitario de la especiali-
dad y el certificado del Consejo respectivo que cuente con el recono-
cimiento de idoneidad del Comité Normativo Nacional.
Para el registro de los certificados o diplomas de especialidad mé-
dica se deberá contar con la aprobación de la Secretaría de Salud y
de la Secretaría de Educación Pública, que a través de su Dirección de
Profesiones expedirá la autorización para ejercer la especialidad médi-
ca en cuestión.
También se han efectuado múltiples reuniones, jornadas y congre-
sos, de alcance doméstico, local, regional, nacional e internacional, a
todo lo ancho y largo de la República.
Tal proliferación de cursos y reuniones traduce lo que ya nadie
pone en duda el interés y la enorme importancia que tiene la medicina
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EVOLUCIÓN DE LA MEDICINA FORENSE EN MÉXICO 1940-2015 663
forense para una impecable administración de justicia. Claro está que
aquellas actividades no sólo deben valorarse por su número, sino tam-
bién por el cumplimiento con altas calidades científicas y éticas; pero
sobre todo deben por ningún motivo, convertirse en jugosas fuentes
de ingresos monetarios, lo que lamentablemente sucede con cierta fre-
cuencia.
Una actividad colateral de gran proyección, llevada a cabo en los
servicios médico-forenses es la docencia; actividad que desde 1940 se
viene desarrollando y que seguramente seguirá en el futuro.
Las universidades, las escuelas y las facultades de medicina y de-
recho, las de odontología y enfermería, los institutos de formación
profesional pericial y de policía, encuentran ahí materiales valiosos
para la formación de sus alumnos. Los cadáveres son fuentes extraor-
dinarias de conocimientos y la gran variedad de asuntos médico-lega-
les que se ventilan ofrece opciones sin límite de aprendizaje, para los
alumnos que acuden, independientemente de la clase de estudios que
estén cursando. Lo mismo que se trate de pregrados, técnicas especí-
ficas e inclusive, de investigación.
De manera complementaria de los servicios médico-forenses han
surgido numerosos autores de libros y artículos sobre la materia. Para
justipreciar estas autorías es conveniente citar que los estudiantes de
medicina legal, a mediados del siglo XX (1940), se veían en la necesi-
dad de consultar obras de autores franceses, italianos y españoles ante
la ausencia de textos actualizados de autores mexicanos.
Hay que recordar que la medicina forense se compone de un cuerpo
de conocimientos de base que son válidos en todo el mundo, pero que
también contiene criterios que se derivan de la legislación propia de
cada país, lo que con frecuencia significa enorme diferencias.
Por ello, la necesidad de recurrir a la consulta de obras nacionales
que llenen esos requerimientos. Por fortuna, esto ha venido aconte-
ciendo y no es vano reiterar que los progresos de las ciencias médicas
y las actualizaciones de las ciencias jurídicas, deben ser incorporados
a los textos que se ofrecen a los estudiosos.
Hay ya una larga lista de autores nacionales, integrada a lo largo
de estos últimos 75 años, que permite al lector particularizar, según el
estilo y el tratamiento de los tema, en la elección que conviene más a
sus fines.
Es justo reconocer que una de las debilidades de los servicios médi-
co forenses en nuestro país es la investigación científica. No obstante,
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664 MARIO ALVA RODRÍGUEZ
en dichos servicios existe un gran potencial para efectuarla, por la
diversidad y el gran número de los asuntos que se les plantean, se tro-
pieza de inmediato con la carencia de presupuestos específicos y con
la inexistencia de plazas para investigadores.
A pesar de todo ello, y como resultado de considerables esfuerzos,
se ha logrado concretar cierto caudal de investigadores de modestias
proporciones; pero de interesantes contenidos.
Finalmente, resulta obligado mencionar la incorporación de los es-
tudios de genética a la práctica médico-forense, principalmente para
la identificación de personas vivas o muertas y para la determinación
de la paternidad. Lamentablemente, se requiere de una tecnología de
alto costo, lo que ha concentrado su adopción en las instituciones de la
capital de la República y de algunas capitales estatales, las que, en
casos especiales, auxilian a escalones que carecen de tan útil recurso.
Conclusiones
A lo largo de los últimos 75 años la medicina forense en México ha
experimentado una favorable evolución, transitando de un ejercicio
profesional predominante empírico, a uno con bases en la medicina
moderna y con franco impulso hacia la especialización.
Los servicios médico-forense han sido dotados, en una amplia ma-
yoría, con edificios propios, nuevos o remodelados y equipados con
mejores recursos materiales de trabajo.
Los empleados se han visto beneficiados con aumentos en sus per-
cepciones salariales.
Las actividades médico-forenses, en su conjunto, han ganado un
reconocimiento creciente por su importancia y trascendencia para la
administración de la justicia, por parte de las autoridades, los profe-
sionales de la medicina y el derecho y aun de los ciudadanos.
A las anteriores consideraciones, que tienen validez general, hay
que añadir la aceptación de que existen muchas diferencias entre los
servicios médico-forenses de las múltiples localidades geográficas del
país. Se puede hablar de que se observan tres niveles de los mismos.
En un primer nivel están los pertenecientes a la Ciudad de Méxi-
co y a las capitales de los Estados de más fuerte economía. En ellos
se cuenta con peritos médicos especializados, también con peritos en
odontología, antropología y genética forenses y tienen laboratorios
bien montados, con personal capacitado.
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EVOLUCIÓN DE LA MEDICINA FORENSE EN MÉXICO 1940-2015 665
En el segundo nivel están los servicios con un núcleo de peritos
médico forenses bien capacitados y con laboratorios en número limi-
tado y con funciones que son distintas según cada localidad.
En el tercer nivel encontramos las unidades pequeñas, a veces con
un par de peritos médicos y escasos auxiliares. Estas unidades pueden
requerir ayuda de los niveles superiores, sea de asesoría o de exáme-
nes de laboratorio.
Por supuesto que de esta situación surge el reto de incrementar el
número y calidad de los recursos humanos y materiales, de acuerdo
con las demandas de cada servicio.
Como meta prioritaria se debe propugnar porque todos los peri-
tos médico forenses que laboran en las instituciones oficiales tengan
acreditado la especialidad y, luego, su certificación y recertificaciones
sucesivas por el correspondiente Consejo de Especialidad.
En la misma tónica y por las repercusiones que tiene la actividad
docente, es recomendable que los profesores que impartan la materia
de Medicina Forense en cualquiera institución educativa, no solo sean
especialistas acreditados, sino también que cuenten con experiencia
derivada de su propia práctica médico-forense.
La exigencia de la especialización no debe quedar restringida a los
peritos médicos, debe extenderse a los peritos de otras materias que
laboren dentro del servicio.
Es de recomendarse que los servicios médico-forenses incluyan en
sus procedimientos a las llamadas autopsias alternativas, como son la
autopsia sicológica y la autopsia virtual que tienen importantes indi-
caciones.
Ante la inminencia de la adopción generalizada del sistema penal
acusatorio, es indispensable que los peritos reciban capacitación que
les ilustre acerca del mismo y les permita participar atinadamente en
las diligencias que les serán encomendadas, ya que el nuevo siste-
ma propiciará que los peritos se vean cuestionados, no sólo respecto
al contenido de sus conclusiones, sino también tendrán que explicar
cómo se llegó a ellas.
Es premisa indiscutible que toda intervención pericial debe sujetarse
a los principios de la ética. Como instrumento para fomentar su obser-
vancia, se propone la creación dentro de los servicios médicos forenses
de comités de ética, en los que se ventilen, entre pares, los asuntos que
la impliquen, pretendiendo con ello la toma de acciones correctivas,
normativas y educacionales.
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