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Bolero Ranchero. Del Rancho A La Capital

Una visión crítica ante el hecho de considerar cualquier manifestación popular cantada bajo el término de "canción mexicana".

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“Del rancho a la capital”. Notas sobre “lo popular” en el estudio del cancionero mexicano y su relacién con los inicios del bolero ranchero Nuestro nacionalismo es abierto y defensive. Siempre hemos sabido que no hay ideas exéticas Las ideas slo pueden ser exsticas para quien no tiene ideas Siempre hemos sabido que toda cultura es nacional [...] Luts CARDOZA ¥ ARAGON nel Calendario Civico Mexicano de 1930, publicacién que editaba el gobierno del Departamento del Distrito Federal, Gerardo Murillo, pertos de el Dr. Atl, entonces reconocido como uno de los grandes ,! eseribia lo siguiente: ana las artes populares mexi excepci6n, muy bellos, im- [..-] Los cantos emanados del pueblo son casi s pregnados de una profinda melancolia, lo mismo aquellos que nacen entre los indias de las riberas del Yaqui, o en los llanos aridos de Coahuila, o en los culti- vados campos de! Bajfo, Son cantos 0 sones que brotan del fondo del pueblo "A Gerardo Murillo se le habia encargado la primera exposicién de arte popular mexicano, auspiciaca por el gobierno posrevolucionario para la celebracién de! Centenario de la C cin de la Independencia de México en 1921. Desde entonces fie considerado como una auto ridad en la materia, inde pendientemente dle Los vaivenes politicos que determinaron ¢l curso sel guchacer cultural mexicano de la posrevolucién, Ver Murillo, Gerardo (Dr. Atl), Las artes popu Iaves ens Mécico, Cultura, México, 1922 (también editado por el 1N1, 1980), [95] 96 vilipendiado, explotado, empobrecide, y que llevan en sus notas la amargura de seculares desengaitos, la tristeza de cosas perdidas [...]? sta aciones que se le aplicarian a no serfan ni con mucho las tnicas general la actividad ea ncionera popular de México, pero sf podrfan servir como ejem- plo de ese afin generalizador que parecié rondar a quienes se ocuparon del s de los estudios tema a lo largo del siglo Xx. Desde los padres fundador ta los tiltimos autores de folkléricos en el México de principios de siglo has indos por instituciones oficiales o compendios y cancioneras mexicanos auspi por iniciativas privadas, una extrana tentacién por tratar de calificar si no a todo, a casi todo el repertorio nacional con frases omniabarcadoras se ha man tenido con una constancia asombrosa, Asi, desde los elisicos textos de Rubén M. Campos ¢ Higinio Vazquez Santa Ana de finales de los aitos veinte y principios de los altos treinta® hasta El Cancionera mexicano preparado por Mario Kuri Aldana y su equipo hacia fina~ les de la década de los ochenta,* pasando por el imprescindible volumen de La cancién mexicana de Vicente T. Mendoza® o la muy listada Historia de la muiisica popular mexicana de Juan S. Garrido,’ practicamente todos se lanza- ron al rucdo del repertorio cancionero nacional con pretensiones de mostrar caracteristicas especial la existencia de una o varia en la expresién musical mexicana que la distinguiera del resto del mundo, Algo tenia y tiene la cancién mexicana que la mayorfa de los autores la misma. Si bien se le identificé como una expresién wnivoca capaz de ser por Calendario Ci de 1930. 3 Campos, Rubén M., El folklore y la miisien mexicana, sev, Talleres Grificos de la Nacién, México, 1925; Campos, Rubén M., Elfulkdore literaria de México, ser, México 1929; y Varquet s |, Higinio, Gantares mexicanos, Ediciones Leén Sinchez, México, Historia de la ca clin mexicana, t. 1,11 I, Talleres Grificos de Ia Nacién, México, L931 4 Kuri Aldana, Mario y Vicente Mendoza Martinez (selec. y recop.), Cantcfoners Popular mexi cano, vols. 1 y 2, SED, México, 1987. 5 Mendoza, Vicente, T., La canciést mexicana, Instituto de In México, 1961 © Garrido, Juan S., Historia le ln ansisiea popular mexieania 1896-1973, Extemporineos, Méxi 0, 1974. rico Mexicano, Departamento del Distrito Federal, domingo. 28 de septiembre ata tigaciones Estéticas, UNAM, CALENDARIO ClvIC@ MEXICANO Fh : AMEN co A través de los calendarios populares ¢l gobierno posrevolucionario intenté fomentar la capilaridad entre propuestas culturales académicas y las verndculas. han reconocido sus multiplicidades a partir de estrueturas, tematicas, regiones de origen y funciones, tal parece que se trata de un universo cerrado, Por eso se ha llegado a hablar de “la cancién mexicana” como si se tratara de una ella misma ha sido utilizada como elemento defintorio generi de la “mexicanidad” La cancién mexicana, no cabe duda, fire un componente fundamental de los sentir ntos ¢ imaginarios nacionalistas que poblaron el discurso cultural oficial 7 Schmidt Henry, C., The Roots of Lo mexiea no, Self and Society in Mexican Thanyght 1900-1934, Texas ASM University Press, College Station pp. 97-117. ar 98 de gran parte del siglo XX en México, y tal vez lo siga siendo hasta la fecha, Abi yace uno de los elementos que podria servir para identificar esa caracteristic implicita de su universo autocontenido y que pareciera mas una tendencia a la simplificacién que al reconocimiento de su compleja evolucién histérica, Aun cuando en gran proporcién se reconoce como producto de la inspira cién de una enorme cantidad de autores conocidos u olvidados, la cancién mexicana pareciera emanar de aquella dimensién esenciali a¢ inmutable que cl propio discurso nacionalista identifica como “el alma del pucblo” de Méxi- co. Por eso puede cargar orgullosamente el adjetivo de “mexicana” y apelarde alguna mane 111 otra una constante que va mas alld de las formas, los conte nidos, las estructuras, las temas, los sentimientos, los tiempos, en fin, de cual quier pauta que quepa dentro del tambign impreciso mundo de “lo popular”. Ala hora de hablar de Ja “cancién mexicana” fa mayoria de los autores la consideran como propia del espacio de lo popular. Rompiendo muchas veces con los criterios cronolégicos estilisticos, un concepto amplio de “mexicanidad” ronda en las expresiones cancioneras populares, ¢ igual de ‘mexi- ‘mi cano’ 0 ‘mexicana’ parece el vals de La Liorona que la pieza ranchera de Jo Alfredo cia entre las tres no podia ser mis grande, sin embargo las tres entran dentro ménez El Rey acl bolero La meatira de Alvaro Carrillo. La diferen de la categoria de “cancién mexicana”, en gran medida porque son popul y conocidas por amplios sectores del pais. XX mucha Aunque desde el siglo x y no pocas piezas para voz y acompafiamiento ya llevaban bajo el titulo en su version pautada, en letra més pequ composiciones rominticas, algunos sones a, la descripcién genérica de “ ancién mexicana”,’ no fe sino hasta comienzos del siglo XX cuando ese subtitulo cambié algunas de sus atribuciones. Si bien en los tiempos decimansénicos lo sm le querfa endilgar a la pieza, ya para la segunda década del siglo Xxx la cosa habia cambiado. Las cionalistas de la Revolucién Mexicana establecieron que los ele- ican” se referia al origen del autor o al estilo que s § Bolléme, Genevieve, EI pucble por escrito, Significades culturales de “lo popular”, Conaculta- Srijalbo, México, 1990, ° Vid, Moreno Gamboa, Olivia, Una culttirn en movimiento: in prensa musienl de la ciudad de México, esis (in€dita), Facultad de Filosoffa y Letras, UNAM, Mexico, 2002 mentos ids ntificados como populares eran el basamento de la propia “mexieanidad”.!” Asi, poco a poco la connot: on de popular se fie incorpo- rando a la condicién de “mexicana”. Para principios del siglo muchos compositores, sobre todo aquellos que convertirfan la materia popular en un afirmative recurso nacionalista, consid raban que el mundo en donde se expresaba lo popular era todavia bastante pequeno y habia que ayudarle mucho para salir adelante. Por ejemplo para el compositor Manuel M. Ponce sélo parecian existir tres espacios gcogrificos ‘en materia de musica pepular mexicana: el norte, el Bajfo y la costa, Asi descri- bid sus trabajos previos a la publicacién de sus 25 canciones mexicanasen 1912 [.] N bellas melodias ocultas en ¢l montén de cantos acumulades por la musa po- base una paciente labor para suavizar asperezas, para descubrir las pular; era preciso clasificar las canciones sefialando los ritmos, los compases, las modalidades de cada regién. Entonces pudo comprobarse que los cantos de norte, de ritmos ripidos y decididos (“La Valentina”, La Adelita”, “Triguena Hermosa ete.) reflejan el canicter audaz de los fronterizos; las melodias inguidas del Bajio (*Marchita el alma”, “Sofié mi mente loca” ete. interpretan fielmente la melanco- lia de las provinei del centro; Ias canciones costenas (“A Ia orilla de un palmar”, “La costena” ete.) nos descubren Ia voluptuosidad de las ticrras tropicales [...]! Independientemente de lo limitado de las reflexiones del maestro Ponce y de que varias de las piezas enumeradas en verdad ne fieran oriundas de la region que le ribuia,!? lo que las definfa como mexi nas era sobre todo sui origen \0 Vid. Pérez Montfort, Ricardo, “EI nacionalismo cultural y el estereotipo revolucionario, en Estaipas de nacionalisma popular mexicano. Dies eusayas de cultura popular y nacienalisme, 2* cd., México, C1ESAS-CIDEHM, 2002, pp. 149-170, '! Ponce, Manucl M,, “El Folklore musical mexicano. Lo que sc ha hecho, Lo que puede hacer- se", en Revista Musical de México, t. t, nim. 5, México, 13 de septiembre de 1919, p. 6. '2 Por-ejemplo Soité mi anente loca era una pieza yucateca compuesta por Alfredo Tamayo Marin (ver ensayo “Entre el ‘nacionalismo” el ‘regionalismo” y la ‘universalidad”. Aprosimaciones una en 1920-1921" en este mismo controversia entre Manuel M. Ponce y Alfredo Tamayo Mari voltumen). Por su parte A la onilfa de wn palmarers una eancién mucho mis populir en el Bajio gue en la costa. 99 100. popular. Este critetio se convertiria en regia general que mostraria su trascen- dencia al seguirse aplicando hasta fines del siglo xx: la cancién mexicana era ante todo cancién popular. Il Como ya se dijo fue durante la Revolucién cuando a muchas canciones mexicanas les tocé autentificarse como populares, La llamada “eancin mesi- sana” como expresién del pucblo se vio envuelta en numeroses procesos de recreacién y de invencién. Tal vez uno de los més notables fue el que aparecié bajo el titulo Del Bajto y arribeiias. Poemas callejeros que al margen de cancio- nes mexicanas pensé, escribié y publica Marcelino Davalos que la oficina impre- sora del Ministerio de Hacienda en el México de 1917 tuvo a bien editar. Poemay callejeros que fl margen de canciones Menicanas, pense everibio dy pyblica : \! x MARCELN BAVALSS - Sise toma en cuenta el ano de su publicacién queda claro que en el aire, y gracias en gran medida al proceso de introspeecién que trajo consigo la Revolu- cién misma, canciones como Hermosa flor de pitaya, La valona del preso, Y tenta chiquito el pic, Cuiden su vida, el Cielito lindo, Las mananitas, A Ia oritla de an pabnar, EI sombrero ancho, El abandonade o Marchita el alma ya parecian ser exicanismo” o “mexicanidad”. El poeta y drama- ica y teatral siendo capaz de proponerlas en diversas recomposiciones. Por ejemplo he aqui un frag- nde A Ia orilla de un palmar en la que el poeta trata de referencias identitarias de “ms clino Davalos las implicé en una dimensi6n esc turgo Mar mento de la recreaci abida cancién: conte xtualizar con sus v sos lo que finalmente dirs la cons Al pasar por la vera de su palmar n todo mi de esas visiones que por mi vicio hhaz cuenta que yo tu juicio, del maldecio trago, suelo aleanzar [...] Ella se juzga guérfana,,, jnaturalmente! 4pos quign iba a decile lo qui hay de cierto? La madre... anque es desgracia... pos... no, nu ha muertos yaungue la hija nu es de esas... asf cs la gente. ti sola? Y los diversos ¢Yaves por qué que la pretenden, guardan mu malos fines [...] Ahi tienes una historia de folletines: ti que eres medio pueta hazle unos versos [.u] A la orilla de un palmar yo vide una joven bella su boquita de coral cada ojito era una estrella [...]!3 13 Davalos, Marcelino, Del Bajio y arribesias, Poemas callejeror que al mangen de canciones mexicanas pensé y eseribié... México, Oficina Tmpresora de Hacienda, 1917, pp. 185-187, 101 Tan auténtico sonaba el poemario de Marcelino Davalos con base en cancio nes populares, que el gran estudioso del folklore mexicano Vicente T, Mendoza no dud6 en considerarlo como fuente primaria en su ica obra La cancién mexicana, publicada en 1961,"* y me respondié Horando: Sola vivo en el palmar: Dibujo de Sergio Serrano para el libro Del Bajéo y arribeias le Marcelino Davalos, 1917. 4 Mendoza, Vice 1, T, La cancié mexicana, Instituto de Investigaciones México, 1961, p, 212 Pero justo es decir que las intenciones mexicanistas asociadas con el mundo popular no fueron exclusivas de la misic Como es bien sabide esta busqueda, de la “mexicanidad” también se manifesté en otras expresiones culturales como filosofia, la educa- elarte plastico, la danza, la literatura, el teatro, el cine, cién, etc, El nacionalismo cultural, tan caro para el discurso justificatorio de los gobiernos posrevolucionarios, insistié en que la autenticidad mexicana se encontraba precisamente en ki dimensié popular, Martin Luis Guzmén, ha- ciendo gala de la reivindicacién del mestizaje, propio de ciertas corrientes de pensamiento imperantes en los aos veinte, Hlegé incluso al siguiente plantea- micnto; [...] el verdadero México no { en (los) exteemos, sino n el contraste y la armonia de sus tintas medias, en el escenario modesto donde, a la luz del sol 0 bajo las sombras, se renuevan diaa dia los atributos de dos razas, de dos culturas, de dos atavismes fundidos ahora en un solo nuevo modo de ser, peculiar ¢ congruente: en la vida de nuestras poblaciones chicas [...] Es una extrana unifor- midad esta que asemeja entre sf a los pueblos de México [...]!* El pueblo y lo populare can una especie de plataforma cultural amplia que se extendia por todo el territorio y sobre la que descansaban los parimetros con los que tenia que contar quien se atreviera a tratar de definir “lo me- xicano”. Asi, siguiendo con esas premisas, la simplificacién y las generalizaciones, pero sobre todo la tendencia a dar con un esencialismo mexicanista también parecié seguir el reconocimiento de lo popular como lo definitorio de la la- mada ancién mexicana”, Pero quienes la definieron fueron las estudiosas Glites mexicanas! que buscaron y reconocieron no tanto su multiplicidad sino mas bien aquello que In convertia en cancién “mexicana” como tal; y eso era, Guymin, Martin Luis, La qucrelfa de México. A orillas del Heudson y otras pdginas, Compaiia General de Ediciones, México, 1958, p. 173. 16 Vazquez Valle, Irene, La evltara popular vista por las éites, México, UNAM, 1989. 104 como ya se ha reiterado, su condicién popular. Estas élites que pretendian definir “lo mexicano” puntualmente, cerraban ast aque circulo autocontenido: de “cancién mexicana” en el que todo podia caber siempre y cuando afirmara que era de origen popular, En una nocién tan abierta de “cancién” y con una cana” entraba todo lo la: que el amplio criterio de aquellas élites conside también se quedaba facta todo lo que se mismo criterio consideraba que no ad adjetivada tan ambigua como lo “popular mexi ‘aban capaz de contener; pero cabia dentro de él. Por lo t; nto, desde por lo menos las primeras décadas del siglo xx, “la cancién mexicana” fue un area de la cultura nacional cuyo contenido estaba determinado por valoraciones particularmente subjetivas, aunque Io sufici temente abiertas como para no preocuparse demasiado por la congruencia de su propia definicion. Il icaba Justo es decir, sin embargo, que algunos elementos de lo que se identi en forma genéricamente como “cancién mexicana” quedaron impregnados un tanto subliminal, con esa dimension esencialista, es decir: con una especie de “deber ser”. Para que una cancion fuera considerada como mexicana “de- bia tener” ciert: S ¢: racteristicas que fueron cambiando a lo largo de su pro- pia evolucién, Pero lo que no cambié fue su clara adscripcién al mundo de lo popular. Conforme avanzaron los aftos treinta y cuarenta del siglo XX y los medios de comunicacién masiva fueron consolidando los clisicos estereotipos ma- cionales y regionals, esto es el charroy la china poblana, en su tfpico cuadro del Jarabe tapatio, o cl charro cantor junto con su “Adelita”, cantando pie zas rancheras, wn tanto teatralizadas y con el acompaiamiento de un con- junto de mariachis; la miisica por si misma también se encaminé por el sen- dero de la simplificacién estereotipica. En materia regional aparecieron los jarochos, los huastecos, los nortehios, los “boxites” yucatecos, la tehuanas, ete. Cada uno con su miisica, sus b: les y sus atuendos que eargaban el cali- ficativo de “tipicos", En el teatro, la radio y el cine estos estereotipos preten- dieron no sdlo salir de la entraia misma de México sino sintetizar algunas de las caracteristicas centrales de aquella “mexicanidad” tanto a nivel nacional como regional.” Mientras el charro y la china o la “Adelita”, la tehuana 0 “el indito” mostra- ban cierta estrechez en cuanto a sus caracteristicas ar esto es: fanfarro- cas, neria, sentimentalismo, machismo, sumisi6n, coqueteria o desprecio, los con- juntos musical ban = s que los acomp. asi siempre mariachis, bandas © marimbas~ mas bien fueron demostrando su cnorme versatilidad, acompa- hando desde los tipicos sones regionales y las tan Hevadas y trafdas “canciones mexicanas” hi ia académica, ¢ incluso con- sta interpretar piezas de proced: formarse como conjuntos sinfénicos sui generis. Como es sabido, fueron los inadas armonias mariachis los que con la textura de su sonido, el uso de detet ¢ instrumentos y sus clasicos atuendos de charros se convertirfan en una au téntica representacién de “lo mexicano”, al grado de que se le llegé-a conside- ar como un “simbelo De esta manera, en aquellos medios de comunicacién masiva emergentes, justo con los discursos na jonalistas y notablemente centralistas, al momento en que sonaran los mariachis, la imagen de “la mexicanidad” apareceria inva- riablemente en forma afirmativ y puntual. ! En estos mismos tiempos de construccién de estercotipos y consolidacién de medios la cancién, para que fuera mexicana, tenia que apelar de alguna forma al mundo rural, de preferencia al entorno campirano del Bajfo © del Altiplano Central.2° Su procedencia por lo tanto tenia que ser ranchera, de abi que la cancién mexicana por excelencia fuera aquella que se identificara tam- bign como “cancién ranchera”, Lo ranchero ademds de apelar al émbito rural, 7 Pérez Montfort, Ricardo, Enampas de nacionalismo popular mexicano.... op. eit., 2002. 'S Jauregui, Jesits, El mavinchi, Sfmbolo musical de México, México, (SAH-Banpais, 1990. '9 Flores y Escalante, Jestis y Pablo Duciias, Cirilo Marmofejo. Historia def mariachi ext dn cine dad de México, México, AMEF, 1994 29 Esta tesis se encuentra expuesta de manera puntual en el ensayo “Una regién inventada desde el centro, La consolidacién del dro estereotipico nacional 1927-1936", en Pérez Montfort, Ricardo, Estampas de nacionatismo popular mexicano... op. eit 106 apuntalaba también la condicién popular de aquello identificade como “mexi cano”,? Varios estudiosos coinciden en que esta “cancién ranchera” tiene sus orf genes en la década de los aos veinte del siglo XX y que fue precisamente en ivindicacié aquellos aios de r n nacionalista posrevolucionaria cuando figu- Uranga, -a Ase y Los Cuates Castilla, tan solo para mencionar a algunos, tuvieron una sin- ras como Tata Nacho, Lorenzo Barcelata, Ernesto Cortazar, Emi Joaquin Pardavé, Guty Cardenas, Pepe Dominguez, El tefo Garn cio gular presencia en el medio musical popular, Sus canciones participaron ac- ti mas mente en la creacién de piiblicos que poco a poco se hacfan mis masivos, transitando del teatro de género chico a la incipiente radio y de ahi aleine. La industria cinematogrifica fue la que impulsé con mayor impetu la can cién ranchers y la imagen de sus intérpretes “mexicanistas” durante la se- gunda mitad de los ta. Desde el gran éxito de Ald en ef rancho grande de Fernando de Fuentes en 1936 hasta cintas como El charro negro contra la banda de los Cuervo de Arturo Martinez realizada en 1962, pasando por las clasicas de Ay Jalisco no te rajes de Joselito Rodriguez (1941) 0 Dos tipos de cuidado (1952) olas de Los tres Gaveia (1946-1948), estas Gltimas dirigidas por Ismael Rodriguez, altos treinta y sobre todo en los aiios cuarenta y cincuen- erie eleine se encargé de proveer de satisfacciones sentimentales ala gran masa de provineianos recién avecindados en los centros urbanos, Segtin Yolanda Mo- reno Rivas, dichos provincianos acudian a las salas cinematognificas a vivir con aioranza sus recuerdos campiranos y a dar rienda suelta a la nostalgia por la arcadia bucdlica perdida.?* Las canciones rancheras en estas peliculas, en la radio y en el teatro popular apuntalaban esa dindmica de nostalgias y recucrdos campiranos, que se hacfan 21 Gonziles y Gor “Madales de la cultura nacional”, en Obras Completas, vol. XIV, Clio-El Colegio Nacional, México, 1998, p. 154. ® Stanford, Thomas, El son mexicano, FCE-SEP 80, México, 1985, p. 19; y Merlin, Socorro, Vida y milagres de las carpas. La carpa ens México 1930-1950, SBA, México, 1995, pp. 30-31. 25 Moreno Rivas, Yolanda, “La Musica Bravia: Los inmortales de la cancidn ranchera”, en His storia idustrnda de ta weisica popular mexicana, cap. V1, México, PROMEXA, 1979, p. 16. interpretar y acompanar por los afanes na “mexicanidad” cada vi nalistas, representantes de una z mas sintetizada y estereotipica, como los mismos cha- stos, sin embargo pronto encontraron diversos vasos comunicantes que les permitieron emparentarse rros cantores, las cantantes bravias y los mariachis. més cercanas al mundo urbane, No faltaron con otras expresiones music los danzones, los pasodobles y los chotises interpretados por los conjuntos de specificos de las principales ciudades, fandamentalmente mercades, plazas y parques. No tar- daron en avecindarse en los alrededores de las estaciones de radio y de los mariachis, que por sw parte empezaron a invadir lugares principales teatros populate Gierto es que cl nacionalismo, cada vez mas inserto en el discurso y los medios de comunii masiva, alejaba a la cancién ranchera de los ritmos y géneros estadounidenses de los afios cuarenta y cincuenta como el swing, el jazz © la balada de los “erooners”. Pero es posible que el pretendido cosmopolitanis mo por una parte y el discurso panamericanista de aquellos aos, por otra, suavizara las resistencias del mundo ranchezo y abriera la posi- bilidad de que expresiones musicales urbanas con una fuerte carga caribenta, tropical y romantica, se “arrancheraran”, © si se quiere, que la dimension ranchera se urbaniza Un género que por aquellos aitos se empezaba a popularizar con particu- lar denuedo cra el bolero, Llegado de Cuba a principios del siglo XX a través del puerto de Veracruz y de la Peninsula de Yucatan, fue hasta los anos vein- te cuando logré sus primeros arraigos en México. Apuntalade por la vena lirica de diversos coi positores yucatecos en un principio y después por toda la Republica, el bolero se fue diseminando en el gusto popular con figuras que Avidamente explotaban los medios de comunicacién y que iban desde Guty Cardenas hasta Agustin Lara. Este iiltimo, por ejemplo, representaba una vertiente modernista y urbana que ripidamente logré colarse a través del teatro popular a la radio y al ¢ os treinta el 2! Hacia principios de los bolero convivia con otros géncros romanticos y caribefios como la rumba o e] danz6n; todos ellos cohabitabando en la industria disquera, en teatros, 24 Duehas, Pablo, Historia documental det bolero mexicano, AMEE, México, 1990. 107 108 radios y cines con la cancién mexicana, que ya para entonces empezaba a exagerar un tanto mas sus caracteristicas rancheras, La teatralizacién de los sentimientos que pretendia expresar dicha cancién seria poco a poco uno de sus sellos distintivos. la Cu PAU) (©) EPISODIO DE LA “, REVOLUCION ea TN es El cine tuvo mucho qué decir a la hora de “arrancherar” a la caneién mexicana IV Producto hibrido de ese maridaje de lo cosmepolita con lo regional fue, sin duda, el bolero ranchero. Por lo menos tres seri n los vehiculos que permit dos, el romanticismo; y tres, el comers rian esta amalgama: uno, el idioma Cantado en un castellano con ciertos visos modernistas, que a veces se regionalizaba y otras hacia gala de metéforas elaboradisimas, pero que no cabe duda que cra mucho mis cercano al lenguaje del provinciano avecindado en las ciudades, el bolera se encontraba de frente con una temitica que era par- ticularmente cara para la cancién ranchera: el amor y las relaciones erdticas entre hombres y mujeres. El bolero abandonaba los cédigas regionalistas y nacionalistas, los temas relativos a los trabajos en el campo, a los caballos, a las pistolas, y a ese machismo acendrado o a esa sumision femenina a veces tan ndignante camo manipuladora, A cambio, dicho género caribeno sublimaba os sentimientas amorosos o los desprecios, hablaba velada o abiertamente de las relaciones sexuales, y destinaba sus estados de Snimo por lo general a la 225 El bolero tambi persona amad n hacia gala de nostalgias pero no tanto por ado ii la tierra perdida sino por un pa timo, intenso, y a veees inolvidable. A primera vista nada pareefa emparentar las imagenes relativas de la rela- cién amorosa entre un hombre y una mujer contenidas en la cancién ranchera con las que aparecfan en el bolero. Por ejemplo: una pieza ranchera muy popular en la década de los aitos treinta se titulaba Tid ya no soplas. Sus res Lorenzo Barcelata y Chucho Navarro- le decian a la mujer la siguiente auto- fanfarroneri, No me presumas ni me vengas con tus cosas ni te motestes en pensar en mi querer quiero que sepas cuando oigas estas coplas, que ti ya no soplas como mujer. [...] Cando te quise te pusiste muy fachosa De la Peza Casares, Maria del Carmen, El bolero y la educacién sentimental en México, UN-X- Miguel Angel Porrita, México, 2001, pp. 14-15. 109 Las comedias rancheras se caracterizaron por enredar la méisica con los charros, y éstos con La versién romantica de las chinas. y por el mundo te me echastes a correr busea otro, ¢ porque ahora ya me chocas wp t:ya no soplas como mujer 26 Esta canci6n aparecié en la pelicula Ora Ponciano ce Gabriel Soria estrenada en 1936, y para 1938 cra tan conocida que sirvié como cancion de combate en las serenatas y kermeses que se ‘organizaron para promover la solidaridad soci ala hora de la expropiacton petrolera, rid. Pérez, Montfort, Ricardo, “La expresién popular y el 18 de marzo de 1938”, en Estarnpasde naciona- iso popular noesicand.cg Of €itey Pe 213, 110 En cambio, por esos mismo ates Agustin Lara al referirse a una mujer campirana lo hack de la siguiente manera: Eres como una bendicién para mi vida, tiencs la blanca sencillez de la provincia, ojos de triste mirar, labios santos que saben rezar, Manos que tienen palideces de azucena Fizos que tiemblan en tu ¢ara nazarena; dale a mi vida esta paz provinciana, déle una manana de sol. 27 mal; embargo, esa casi imposible urbano ce logré gracias en buena medida a que el cosmopolitanisme y la nos gama entre cancién ranchera y bolero I gia mexicanas, que ya tenfan cierta raigambre popular desde aquella década de los aftos treinta, mantuvieron un mayor sentido de inclusién que de exelusi6n. Sib gunos sectores conservadores alegaron ¢ 1 el discurso gubernamental nacionalista en conjuncidn con el de al- contra del bolero su condicién irre- verente hacia los valores familiares, religiosos y tradicionales, con el tiempo fue mis bien cl romanticismo y ¢sa nostalgia los que permiticron que ese bo- lero, al igual que la cancién ranchera, y no se diga la mismisma hibridacion que dio lugar al bolero ranchero, se convirticran en una mas de la “expresio- nes de la sensibilidad romantica mexicana y latinoamericana” Los duefos de los medios de comunicacién vieron en esta posible comu- nién una pequeiia mina de oro que no tardé en producir sus primeras joyas. Los boleros rancheros, mis que provocar confrontaciones o indiferencias, tu- vieron a bien el colocarse en el gusto del piblico consumidor geaci ias a qui sus 2 Foppa, Alaide, “Mujer divina”, en Agustin: Reenenentro eon la sentimental, México, Domés, 1980, p. 123 De ha Pera Casares, Mari del Carmen, Ef boleray la cadwencién... op.cit.,p. 10. Véase tambien i, Néstor, Cnlturas hibridtas, Estratenias para entrar y salir de ta modernidad, Grijalbo, 1990, Canel México, ene oat 112 promotores y defensores coincidieron en intereses con los idolos-intérpretes Jatinoameri que répidamente ocuparon las marquesinas mexi ‘Tal vez un breve amen de algunos extremos de la interpretacién y la compo- si ion. n del bolero ranchero permita entender ciertos aspectos de la expre romintica e idiosinersti del cada vez més complejo “pueblo mexicano”. Para los anios cuarenta ese “pueblo mexi ano” era representado por una clase poli tica civilista y muy ambiciosa, empefada en reetificar los rumbos radicales de los aitos treinta insertindose en el desarrollismo econdmico, bajo la égida del capital y la inversién nacional pero sobre todo internacional de la posguerra. El bolero ranchero nacié junto con la formacién de los primeres idolos de la cancion,” claramente relacionados con el auge de los medios de comunacién masiva. A este auge también asistié un nuevo impulso a la cancién romintica interpretada por trfos y solistas cuya solvencia se vio refrendada en programas especiales de radio como La hora azul, La hora intima de Agustin Laray El amanecer ranchero que as IV fueron contemporineos de un amplio desplie- gue de las industrias disqueras y cinematograficas mexicanas.** Estos mismos intérpretes roménticos dicron cita con los charros cantores y las cantantes bravias en pelfeulas de cabareteras, de bajos fondos y de claro ambiente urba- no. Peliculas como No basta ser charra (1945) de Juan Bustillo Ore, Si me dan de matar manana (1946) de Miguel Zacarias o el popular despropésito de Juan Orel Gangsters contra charres (1947) mostraban claramente cémo cha- rros fanfarrones y valientes se podian acercar a la ciudad y compartir experien- ia y canciones con fifis y cosmopolitas tanto en los cabarets y cantinas como en los teatros y la radio. La fusién entre el cabaret y el rancho, por més dis imbolos que aparec ran, file por lo tanto pri 2 Moreno Rivas, Yolanda, Historia de la muisica popular mexicana, Conaculta-Alianza Edito- rial, México, 1989, pp. 181-207. * Garefa, Gustavo y Rafael Av Fpocn de oro del cine mexicana, Clio, México, 1997. Agustin Lara fire uno de los compositores mas versitiles del siglo XX mexieano. Compuso desde chotises hnasta boleros, pasando por danzones, valses, rumbas y claves. El bolero ranchero, en el fondo no fue un producto sorpresa, sino una deriva cién légica.*! Jorge Negrete, Pedro Infante, Julio Aldama, Lui Aguilar y Javier Solis es- Lucha Reyes, Matilde Sanchez “la Toreacita”, Amalia Mendoza “la Taridcuri”, Flor Silvestre, Lola Beltran y Lucha Villa serian algunas de sus representantes femeninas m: picuas. Tomas Méndez Sosa, Rubén tarian entre us intérpretes masculinos mas destacado: cons ntes y Chucho Monge, pero sobre todo, José Alfredo Jiménez y Cuco Sanchez serian su ckisicos compositores. # Moreno Rivas, Yolanda, Historia de la misicn popular mexicana... op. cit, p. 199, 113 114 Todos ellos estuvieron intimamente ligados a la industria discognifica, a la radio y al ria representé a un estereotipo que se formé en una carrera artistica que iba de ial éxito vertiginoso ¢ inexorable. a Reyes y Jorge Negrete, la mayoria adquirié fama y rique- ¢. Todos ellos fueron intérpretes y actores o creadores, y la mayo la miseria origina Ano ser por Luc za justo cuando se empezaba a dar la fusién entre el bolero y los géneros ranche- ros. A ambos la muerte los sorprendié antes de que se consolidara dicha fusion. Insertos en una especie de desgaste vivido en estas dos corrientes musicales por separado, gracias a cierto abuso en su teatralizacién y comercializacion, los in- canciones rancheras asistic térpretes y compositores tanto de boleros como de ron al parto de lo que la maestra Moreno Rivas llamé “[...] el primer género creado fundamentalmente para su explotacion comercial [...]”. ¥ probable- mente fue Pedro Infante, junto con Alberto Cervantes y Rubén Fuentes quie~ nes en primera instancia tomaron el ritmo del bolero y lo: hicieron acompaiarse por un mariachi, siguicndo el continue golpetco de las guitarras en sustitucién de las maracas del bolero, para darle un sello particular, diriase “mexicanista” a las interpretacioes roménticas del idelo en turno. El bolero ranchero produjo entonces una especie de revitalizacién de los cédigos nactonalistas en medio de un pretendido cosmopolitanismo y logré gue piezas como Llegaste tarde, Cien Afios o Tu amor yuri amordel binomio Cervantes- Fuentes en la voz de Pedro Infante le abrieran paso a posibilidades de fusién un tanto curiosas, como “amariachear” tangos al estilo de Som bras nada mds, gran éxito de Javier Solis, un par de lustros desputs, o “abolerar” canciones ¢: 1 rancheras como No me amenaces de José Alfredo Jiménez ha principios de los aitos sesenta. Segtin el estudioso del bolero mexicano Pablo Dueias, fue en 1949 cuando Pedro Infante, por problemas sindicales con algunos misicos, grabs el exitoso bolero Amorcito corazén de Pedro de Urdimalas y Manuel Esperén con acom antado dicha pieza con ula Nosotros las pobres (1947) de I panamiento de mariachis.* Si bien Infante ya habi acompanamiento de orquesta en la peli 32 bid, p. 198, Ducias, Pablo, Histerin documeniat det bolero mexicana, México, MEF, 1990, p. 34. As‘ como el bolero ranchero, hacia Ios aftos cincuenta ef mariachi no-tardé en convertirse sobre todo en un fenGmeno urbano. Rodriguez, no fue sino hasta un par de alos después cuando se dio la fusion entre ¢l bolero y el conjunto de mariachis, Este tltimo seguia siendo un clare representante de la miisica campirana mexicana y, aun cuando ya Hevaba un par de décadas avecindado en la ciudad de México, todavia no se le reconoesa su condicién urbana, La razén para hacer la fusién entre mariachi y bolero parecia una metifo habia que de lo que estaba pasando en el pai entrar con ha idiosincrasia propia al concierto de las naciones al "es dei cosmopolitanismo, sin que importaran mucho las reglas del juego. Visto de otra ma era: ya No pareefa tener ada de malo el cambiar el traje de charro por cl tuxedo o la americana cruzada por el sombrerote y las pistalas. Los arreglos con los misicos hasta entonces identificados como regionales o “mexicanista que de alguna forma podia interpretarse como un esquirolaje a los miisicos cosmopolitas, daban sultados que produeéan cnormes ganancias con inver sione: menores. 116 Cuenta Pablo Duefas que “[...] La sencillez del arreglo hace suponer que se grabé al vapor ese “Amorcito corazén” pero los resultados no se hicieron esperar: sc mantuvo en los dos primeros lugares de popularidad durante mis ho, a partir de julio de 1980 [...]”. El bolero ranchero era asi producto de la permisi de una idad que imponia el eapi- tal, es decir: era el resultado de una libertad de la que blasonaban los medios de comunicacién, misma que sélo era posible teniendo los recursos econdmi- cos capace: de arriesgar poco, sin mayor compromiso, para obtener utilidades inmediatas. El bolero ranchero generd asi una gran cantidad de divisas en el mercado internacional a través del ¢ ico método de una inversion pequeia realizada ce un producto muy nacional combinado con otro que no lo era tanto, pero que cn la medida en que se afirmaban conjuntamente tal hibride adquiria fuerza y riqueza propias. Pocos afios después el bolero ranchero se fue agotando, junto con las peli- culas de charros urbanos y de mariachis en cabarets, mientras el bolero y la cancién roméntica volvi hacia finales del s ft por sus fireros en un proceso de revitalizacion que iglo XXy principios del x se produjo a partir del reciclaje de viejas canciones con nuevos intérpretes. El interés comercial, después de aquel agotamiento fue dejando de lado la creacién y la interpretacién osada y afir mativa. Hoy en dia el bolero ranchero bien puede ser el tiltimo brillo en un aje de charro un tanto deeadente y desgastado portado por su Gltimo intér- prete: Vicente Fernandez . Muy lejos de la inicial “can 1 mexicana” €l bolero ranchero de hoy pro- voca cierta nostalgia trasnochada por un ambiente campirano que poco tiene que ver con el desahuciado campo mexicano actual que vive las tragedias de la migraci6n y el narcotrifico, entre otras muchas calamidades Asi el bolero nchero perdié impetu a mediados de los aos setenta, en gran medida por ser un género ya sobreexplotado y prostituido. Dicho de otra manera: ¢l bolero ranchero se agoté comereialmente por la aceién de los mis- mos ducios de los medios de comunicacion que lo habjan generado, condu 4 bid, cido y manipulado. Justo en plena decadencia un bolero ranchero de José Alfredo Jiménez pare ti en boca de quienes por ese entonces pretendian arlo a la basura: Te vas porqui ala hora que yo quiera te detengo yo quicro que te vayas, yo s€ que mi cario te hace falta porque quieras 0 no yo soy ta dueito [ El éxito y la revitalizacién r jentes de este tipo de boleros rancheros parece mostrar que tanto la nostalgia del rancho como los amores urbanos siguen convenciendo con su maridaje a amplios sectores del pais y de muchos otros lugares en el mundo. Las cursivas son mias, 117

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