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Etapa Revolucionaria y Economía de Transición (1780-1860)

El documento analiza la etapa revolucionaria y de transición económica entre 1780 y 1860 en la Argentina. Incluye temas como la Revolución Industrial en Europa, las invasiones inglesas en el Río de la Plata, el libre comercio y el proteccionismo, los proyectos políticos de los unitarios y federales, el empréstito Baring Brothers durante el gobierno de Rivadavia, y la política comercial de Juan Manuel de Rosas.

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Etapa Revolucionaria y Economía de Transición (1780-1860)

El documento analiza la etapa revolucionaria y de transición económica entre 1780 y 1860 en la Argentina. Incluye temas como la Revolución Industrial en Europa, las invasiones inglesas en el Río de la Plata, el libre comercio y el proteccionismo, los proyectos políticos de los unitarios y federales, el empréstito Baring Brothers durante el gobierno de Rivadavia, y la política comercial de Juan Manuel de Rosas.

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Instituto Hernando Arias de Saavedra

Análisis de Sistemas de Información

Etapa revolucionaria y economía de transición


(1780-1860)

Alumno Responsable del Trabajo: Cesar, Suarez

Curso: Primero

Materia: Historia Económica y Social

Sede: Posadas

Docente Responsable del espacio: Gurawski, Nadia

Fecha de Entrega: 27 de Agosto, 00:00

Año: 2022

1
Índice

Titulo……………………………………………………………………………………..1

Índice……………………………………………………………………………………..2

Actividades……………………………………………………………………………….3

Revolución Industrial…………………………………………………………………… 4

Invasiones Inglesas en el Rio de la Plata………………………………………………...8

Libre Comercio y Proteccionismo………………………………………………………11

Unitarios y Federales……………………………………………………………………14

Empréstito Baring Brothers……………………………………………………………..17

Política Comercial de Juan Manuel de Rosas…………………………………………...22

Bibliografía……………………………………………………………………………...24

2
Actividad

Caracterizar el período representado por la Etapa revolucionaria y una economía de


transición (1780 - 1890) teniendo en cuenta como temas guías los siguientes:

a) La sociedad preindustrial. La Revolución Industrial: Causas y Consecuencias. El sistema


capitalista industrial.
b) Las invasiones inglesas y el impacto en el Río de la Plata. 
c) Libre comercio y Proteccionismo.
d) Intereses económicos y proyectos políticos unitarios y federales.
e) Rivadavia y el empréstito Baring Brothers. Ley de enfiteusis.
f) La política comercial de Rosas.

Se pide: Dar las características de cada tema. Ubicación en tiempo y espacio. Representantes y
obras destacadas y alusivas al contexto.

3
A. Revolución Industrial

Se conoce como Revolución Industrial al proceso de transformación en los modos de producción y

comercialización de bienes. Esta transformación tuvo un enorme impacto en las relaciones

laborales, así como en la organización social y económica de los Estados europeos al comienzo y

del resto del mundo, en pocos años. Con el tiempo, modificó las relaciones sociales, las costumbres

de la población y el sistema de relaciones entre los Estados, generando grandes cambios a escala

global.

Se puede dividir el proceso de Revolución Industrial en dos etapas. La primera, que llamamos

Primera Revolución Industrial, se inició en Inglaterra a fines del siglo XVII y continuó en el siglo

XVIII. Los bienes manufacturados pasaron de ser producidos de manera manual en talleres o

pequeñas unidades productivas a ser fabricados por máquinas en grandes fábricas.

La segunda, denominada Segunda Revolución Industrial, fue un fenómeno de mediados del siglo

XIX. Tuvo un fuerte impacto en el transporte y las comunicaciones, así como en la aparición de

nuevas industrias como la química y la del acero.

Características de la Revolución Industrial

Las características principales de la Revolución Industrial fueron las siguientes:

* Se desarrollaron nuevas tecnologías para la producción de bienes, por lo que la producción

artesanal se reemplazó por la producción maquinaria.

* Las primeras industrias transformadas fueron la industria textil y metalúrgica. En la textil se

inventaron máquinas para realizar hilos (hiladoras) y tejidos (telares mecánicos). En la metalúrgica

se construyeron altos hornos para la producción de hierro.

* Las nuevas máquinas permitían producir mayor cantidad de bienes en menor tiempo y con menos

esfuerzo. Además, producían los bienes en serie, por lo que todos los productos eran iguales.

* Como se necesitaron nuevas fuentes de energía para las máquinas, se estimuló el desarrollo de la

máquina de vapor y el uso del carbón mineral (coque) en lugar del vegetal.

4
* Surgieron las fábricas, enormes espacios donde se ubicaban las máquinas y se concentraba la

actividad productiva.

Causas y consecuencias de la Revolución Industrial

Las causas que originaron la Revolución Industrial fueron las siguientes:

* Los cambios en la organización del espacio rural inglés provocaron un fenómeno conocido

como Revolución Agrícola. Grandes extensiones de tierra se concentraron en pocos propietarios

que cambiaron las técnicas de producción.

* Los cambios en las técnicas de la producción agrícola mejoraron la alimentación de la población y

produjeron un aumento demográfico. Esto provocó un aumento en la demanda de bienes

manufacturados, especialmente los textiles.

* Muchos campesinos perdieron las tierras donde trabajaban y se trasladaron hacia las ciudades en

busca de trabajo, donde fueron empleados como obreros de las nuevas fábricas.

* El gobierno inglés estimulaba la innovación y la búsqueda de mejoras para aumentar el comercio.

Muchos hombres de negocios formaban parte del Parlamento y favorecían las políticas en ese

sentido.

* La burguesía británica tenía un espíritu emprendedor y el capital suficiente para invertir en el

desarrollo de nuevas tecnologías.

* Gran Bretaña poseía colonias que formaban un enorme mercado proveedor de materias primas y

consumidoras de productos manufacturados.

Consecuencias

Las principales consecuencias de la Revolución Industrial fueron las siguientes:

* Surgió el capitalismo industrial, una nueva forma de organización social, junto con dos nuevos

grupos sociales. Por un lado, la burguesía industrial, formada por los empresarios dueños de las

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fábricas y el capital para producir; y por otro lado, los obreros industriales, aquellos que aportaban

fuerza de trabajo a cambio de un salario.

* Cambió la relación de las personas con el trabajo. Los trabajadores dejaron de tener un control

sobre los procesos productivos y sus tareas se hicieron monótonas y repetitivas.

* Los abusos por parte de los industriales sobre los obreros provocaron conflictos que dieron lugar,

con el tiempo, a la aparición de asociaciones de trabajadores, sindicatos y organizaciones para

proteger a los obreros.

* Se produjo un fuerte crecimiento de la población urbana, y al mismo tiempo que crecían las

ciudades, disminuyó la población rural.

* Hubo un cambio en los hábitos de consumo y la circulación de mercaderías en el mundo.

Capitalismo Industrial

El capitalismo industrial es el sistema económico y social que se desarrolló a partir de la invención

de la máquina a vapor a fines del siglo XVIII.

Se caracteriza por la sustitución de los métodos de producción artesanales por la fabricación

mecanizada y la producción en serie.

El símbolo del capitalismo industrial es la fábrica, donde sus propietarios, los patrones o burgueses,

instalaron las máquinas, contrataron obreros para que las manejaran y les pagaron un salario a

cambio de su trabajo durante cierta cantidad de horas al día.

El capitalismo industrial fue posibilitado por la disponibilidad de dinero generado por el capitalismo

comercial, que se desarrolló a partir de la disolución del feudalismo y la expansión ultramarina

europea de los siglos XV y XVI.

6
Origen del capitalismo industrial

El capitalismo industrial surgió con la Revolución Industrial, que se inició en Gran Bretaña a fines

del siglo XVIII.

Las primeras manifestaciones de ese tipo de capitalismo fueron la industria textil y

la metalúrgica. Su desarrolló quedó asegurado con el advenimiento del ferrocarril y con los

descubrimientos científicos y las innovaciones tecnológicas del siglo XIX, como la electricidad, el

acero y los motores de combustión.

Durante ese siglo, el capitalismo industrial se desarrolló en los Estados Unidos, Alemania, Francia,

Bélgica, los Países Bajos y Japón, que compitieron con Gran Bretaña por las fuentes de materias

primas (algodón, lana, caucho, etc.) con las cuales fabricar los productos industrializados y por los

mercados donde vender esas mercancías.

Características del capitalismo industrial

Las principales características del capitalismo industrial son las siguientes:

*La mecanización de los procesos productivos y la producción en serie.


*La utilización del carbón como principal fuente de energía, reemplazado luego por la electricidad

y los combustibles generados a partir del petróleo.

*La generalización del trabajo asalariado en detrimento de formas no libres de mano de obra, como

la esclavitud y la servidumbre, que fueron progresivamente abolidas por los distintos Estados,

primero en Europa Occidental y más tardíamente en Europa Oriental y algunas regiones de

América.

*La constitución de la sociedad de clases, con grupos separados no por su nacimiento sino por su

capacidad de consumo y disposición de capital. En esa sociedad las dos clases principales y a la vez

antagónicas son la burguesía y los obreros o proletariado.

*El desarrollo de nuevos medios de comunicación y transporte, como el barco a vapor, el

ferrocarril, etc.

7
Consecuencias del capitalismo industrial

Entre las consecuencias del desarrollo del capitalismo industrial se pueden mencionar:

*El incremento constante de la productividad y de la cantidad de bienes producidos.

*La transformación de la relación de las personas con el trabajo. Los trabajadores dejaron de tener

control sobre los procesos productivos por lo que sus tareas se hicieron repetitivas y monótonas.

*La conformación de una sociedad de consumo, en que una oferta creciente de bienes y servicios

crea su propia demanda.

*El aumento de las desigualdades sociales como consecuencia de los grandes beneficios obtenidos

por la burguesía industrial, que contrastaron con los magros ingresos obtenidos por la mayoría de

los trabajadores asalariados.

*El incremento de la conflictividad social como consecuencia de las luchas llevadas a cabo por los

obreros, organizados en gremios y sindicatos, para mejorar sus condiciones de trabajo y de vida.

*El acortamiento de las distancias como consecuencia del auge de los nuevos medios de transporte.

*Un fuerte crecimiento de la población urbana y del tamaño de las ciudades y una disminución

creciente de la población rural.

B. Invasiones Inglesas al Rio de La Plata

Se conocen como «invasiones inglesas» a dos expediciones que realizaron fuerzas de la Armada
británica en los años 1806 y 1807 con la intención de ocupar la ciudad de Buenos Aires, en ese
momento capital del Virreinato del Río de la Plata.

En el contexto de las guerras napoleónicas, después de vencer a las fuerzas franco españolas en la
batalla de Trafalgar, Gran Bretaña consiguió el dominio del espacio atlántico. Sin embargo, el
bloqueo continental impuesto por Napoleón Bonaparte les impedía comerciar con los países
europeos.

Como consecuencia, los británicos iniciaron una política agresiva en busca de nuevos mercados
donde proveerse de materias primas y vender su producción industrial. En 1806, ocuparon Cabo de
Buena Esperanza, una colonia holandesa ubicada en el sur de África. El éxito de esta acción los
alentó a intentar la conquista del Río de la Plata.

8
Primera invasión inglesa

En junio de 1806, 1600 hombres al mando del Brigadier General William Carr Beresford y el
Comodoro Home Popham desembarcaron en Quilmes y marcharon hacia Buenos Aires.

Ante el fracaso de una tentativa de detener a los invasores antes de que llegaran a la ciudad, el
virrey Rafael de Sobremonte y parte de la administración española se retiraron a Córdoba con el
tesoro real.

La defensa de la ciudad quedó en manos de la Audiencia y las milicias, mal armadas y entrenadas,
que se rindieron inmediatamente a las fuerzas invasoras.

Una de las medidas tomadas por los invasores fue eliminar el monopolio impuesto por la corona
española y establecer el libre comercio. Esta medida fue resistida por los comerciantes españoles
que se beneficiaban con las restricciones comerciales.

En Buenos Aires, Juan Martín de Pueyrredón y Martín de Álzaga organizaron una resistencia
mientras en Montevideo, Santiago de Liniers reclutaba y adiestraba tropas para recuperar la ciudad.

El 4 de agosto, 1.000 hombres al mando de Liniers desembarcaron en Las Conchas y desde ahí
avanzaron hacia Buenos Aires. A estas tropas se fueron uniendo milicianos hasta llegar al número
de 4.000. El 12 de agosto, las milicias ingresaron en Buenos Aires y rodearon a los británicos que,
acorralados en el fuerte, se rindieron.

Luego de la Reconquista, un Cabildo abierto decidió entregar el poder militar a Santiago de Liniers
e iniciar la organización de milicias urbanas que estuvieran en condiciones defender la ciudad ante
la posibilidad de nuevos ataques.

Segunda invasión inglesa

La Segunda invasión inglesa se produjo al año siguiente. En febrero de 1807, una nueva fuerza
tomó Montevideo. En esta ocasión, las tropas eran mucho más numerosas y la flota estaba
acompañada de barcos mercantes.

El 28 de junio de 1807, se decidió iniciar la conquista de Buenos Aires. Las fuerzas británicas, a las
que se habían sumado otras procedentes de Ciudad del Cabo, estaban al mando del general John
Whitelocke. Desde Ensenada, donde desembarcaron iniciaron el avance hasta la ciudad.

En Buenos Aires, Martín de Álzaga convocó a los vecinos a resistir la invasión mientras las
milicias, al mando de Liniers se preparaban para la defensa de la ciudad. Se abrieron trincheras y
barricadas en los cruces de calles y se reunió todo el armamento disponible.

Gracias a la acción de los vecinos y de las tropas porteñas, las fuerzas británicas no pudieron
avanzar hasta la Plaza de la Victoria (actual Plaza de Mayo) que era su objetivo y ante el importante
número de bajas, el general Whitelocke decidió rendirse. El acuerdo de rendición incluía la
liberación de la ciudad de Montevideo, que se realizó en septiembre de ese año.

9
Causas y consecuencias de las invasiones inglesas

Causas

Entre las principales causas de las invasiones inglesas a Buenos Aires se encuentran las siguientes:

*La Revolución industrial inglesa, que obligó a Gran Bretaña a encontrar mercados para los
excedentes de producción

*El bloqueo comercial impuesto por Napoleón Bonaparte, que había cerrado para Gran Bretaña los
mercados del continente europeo.

*El monopolio comercial que había impuesto la corona española sobre sus colonias. Esta situación
no permitía que los virreinatos americanos comerciaran con otras potencias.

*La debilidad del imperio español a causa de la derrota de la Armada española en la batalla de
Trafalgar que le impedía mantener el control y la defensa de sus colonias.

*El poderío naval británico.

Consecuencias

Algunas consecuencias de las invasiones inglesas fueron las siguientes:

*Quedó en evidencia la debilidad del imperio español. Esto produjo un cambio sensible en el
equilibrio de relaciones entre la metrópolis y sus colonias.

*La población del Río de la Plata tomó conciencia de su capacidad para tomar decisiones sobre su
destino y gestionar su propia defensa.

*Se crearon milicias y se mejoró el entrenamiento de las que existían. Esas milicias tuvieron un rol
protagónico en el proceso de la Independencia de Argentina.

*Aumentó el poder del Cabildo, que relevó al virrey Sobre monte del mando militar en 1806. En
1807 fue relevado también de sus funciones políticas al no poder detener la toma de Montevideo.

*Frente al rechazo de la población, Gran Bretaña desistió de sus intentos de realizar otras invasiones
en el Río de la Plata.

10
C. Libre Comercio y Proteccionismo

En el siglo XIX tuvo lugar una batalla entre los partidarios del libre comercio y sus oponentes que
apoyaban el proteccionismo. Cuando hablamos de libre comercio, estamos hablando de una
organización de relaciones comerciales internacionales en la que los Estados no ponen ningún
obstáculo a la entrada de mercancías extranjeras. Las mercancías producidas en el extranjero están
destinadas a ser vendidas o procesadas en el territorio nacional. El proteccionismo tiene por objeto
proteger a los productores nacionales de la competencia de las producciones extranjeras. Ese
proteccionismo puede ser arancelario o no arancelario, como los contingentes de importación o la
burocracia que crea barreras. El nivel de los aranceles se utiliza como estimación del nivel de
proteccionismo. Cuando miramos las tarifas, usamos una estimación para hacernos una idea de las
tendencias que tenemos.

Si estamos hablando de una transición entre estas dos políticas, dicha transición aplica el
desmantelamiento de las medidas proteccionistas y, en particular, la abolición de los derechos de
aduana.

Si nos fijamos en las políticas comerciales de los europeos de los siglos XVII y XVIII, estamos
hablando de mercantilismo que pretende reducir al mínimo las importaciones y aumentar al máximo
las exportaciones. El objetivo del mercantilismo es concentrar tantos metales preciosos como sea
posible en un país. A finales del siglo XVIII, las ideas empezaron a cambiar, sobre todo con la
publicación de Adam Smith en 1776 Recherches sur la nature et les causes de la richesse des
nations attaquant le mercantilisme. El cambio de ideas no comienza necesariamente en Escocia,
sino también en Francia con los fisiócratas. Existe una tendencia ideológica que conduce a una
apertura a unas relaciones comerciales más libres entre las naciones.

Un primer esfuerzo apareció en 1786 cuando Inglaterra firmó un tratado de comercio y navegación
con Francia basado en el libre comercio. Pronto veremos que este acuerdo de libre comercio está
disgustando a los industriales franceses porque la industria francesa está en muy mal estado.

Se critica el comportamiento de los ingleses porque a Francia llegan oleadas de importaciones. Los
ingleses no son capaces de producir productos a estos precios y ser rentables al mismo tiempo. No
hay una situación sostenible, sino una situación que afecta a las posibilidades de supervivencia de
los franceses.
A lo largo del siglo XIX, hubo una reacción similar de los industriales en Europa, creando un
obstáculo muy significativo para el libre comercio en Europa continental. Hasta la década de 1850,
las industrias inglesas dominaron el sector industrial mundial principalmente en el marco de
industrias boyantes.
Este tratado de 1786 fue un primer fracaso, pero fue sobre todo la guerra franco-británica que duró
veinte años y que condujo a un retorno al proteccionismo. Es un proteccionismo muy estricto que se
practica en Europa. En 1848 el Reino Unido aplicó una política muy liberal que fue una ruptura
considerada una tendencia duradera hacia el libre comercio.

11
Hacia el libre comercio en Europa: 1846 – 1875

En el Reino Unido, la lucha política entre los partidarios del libre comercio y el proteccionismo
comenzó en 1815. El poderoso Gentry en el parlamento aprobó la primera ley de granos del siglo
XIX para proteger la agricultura británica de la importación de granos extranjeros. La meta de Corn
Laws es mantener los precios de los granos altos.
Por lo tanto, hay otras implicaciones. Esto empuja al alza los salarios de los trabajadores porque el
trigo sigue representando una parte muy importante de la dieta de los trabajadores y si decidimos
mantener los precios a un nivel bastante alto, esto significa que el coste de la vida también se
mantiene a un nivel bastante alto. Los industriales reaccionan negativamente a las políticas de los
agricultores, ya que quieren aumentar su cuota de mercado en el extranjero jugando con los salarios
para abaratar sus productos en los mercados extranjeros.
En 1815, los propietarios agrícolas tuvieron mucha influencia y la oposición de los industriales a
Corn Laws fracasó. Vemos la estructura de la oposición que conducirá a otro resultado un poco más
tarde. El poder de los industriales aumentó durante el siglo XVIII y los comerciantes libres jugaron
con la idea de que el aumento de los precios de los alimentos tenía una influencia negativa en los
salarios. Al reducir las importaciones de alimentos de países con excedentes agrícolas, las leyes del
maíz reducen las oportunidades de exportación de productos manufacturados a otros países. Estos
dos argumentos se utilizan a menudo para exigir una reducción de los aranceles aduaneros. Con la
intensificación del proceso de industrialización en el Reino Unido, vemos que el sector industrial
está cobrando más importancia.
Hay otras razones por las que hay un apoyo político cada vez mayor, ya que hay una población
creciente y una urbanización cada vez mayor que dificulta cada vez más la autonomía alimentaria
de Gran Bretaña. En Gran Bretaña existe la preocupación de alimentarse sin importaciones.
El hecho es que los industriales han convencido y convencido a sus aliados. Ricardo dirigió
Principes de l'économie politique et de l'impôt en 1817, donde presentó las ventajas comparativas
que constituyen la base del comercio internacional. Ya durante los años 1820 - 1830, los
comerciantes libres logran prohibir las restricciones aduaneras, pero la protección sigue siendo muy
sólida en cuanto a los granos por lo que deciden aumentar la presión política.
En 1838, Richard Cobden, un industrial de Manchester, participó en la Liga contra las Leyes del
Maíz lanzando una campaña para convencer al máximo de la posición del libre comercio. En 1841,
la batalla estalló en el parlamento. El Partido Whig es apoyado por los comerciantes que están en el
poder creando una situación favorable para el libre comercio, pero cuando el gobierno propone una
reducción de los aranceles sobre el trigo y el azúcar es una derrota. Los conservadores ganaron la
mayoría, Robert Peel fue nombrado Primer Ministro de un gobierno extremadamente conservador.
Robert Peel cambió su posición bajo la influencia de Cobden, pero su partido siguió oponiéndose a
la abolición de las medidas proteccionistas.
La situación cambió tras la hambruna irlandesa de 1845. Esta medida cuenta con el apoyo de los
conservadores y los whigs, pero allana el camino para el libre comercio en el Reino Unido. 1846 es
considerado por los historiadores para marcar la era del libre comercio en el Reino Unido. Tras la
derogación de las leyes del maíz, vemos una escisión del Partido Conservador. Los whigs
eliminaron otros rastros de proteccionismo y para 1860 la mayoría de los aranceles casi habían
desaparecido en el Reino Unido.
En Europa, hay un fuerte contraste con la experiencia británica. La mayoría de las naciones
europeas, como Francia y Prusia, ven su legislación aduanera modificada varias veces a favor del
libre comercio. Los industriales continentales consideran que el proteccionismo es necesario para su
supervivencia en una economía global cada vez más dominada por los industriales británicos. En
Europa, los agricultores y los industriales tienden a estar de acuerdo en los beneficios del

12
proteccionismo. Sin embargo, los partidarios del liberalismo en el continente están ganando cada
vez más peso, los propios conservadores están haciendo esfuerzos para comprometerse con la
política liberal en Francia y en toda Europa.
Cobden comenzó una gira europea con estancias en el extranjero hasta 1859 para hacer campaña a
favor del libre comercio. Estamos empezando a ver que hay algunas reducciones arancelarias en la
mayoría de los países europeos, pero estas reducciones son limitadas, porque reducen muy
ligeramente el carácter proteccionista de los países de Europa continental. En los países más
pequeños, el liberalismo está creciendo; Dinamarca, los Países Bajos y Portugal son especialistas en
comercio internacional. Los Países Bajos tienen una actitud diferente con respecto a la política
comercial, que es más bien libre comercio desde hace bastante tiempo. Estos países siguen
manteniendo la posición liberal, pero no es el caso de todos los países pequeños, como los países
escandinavos, que siguen siendo proteccionistas, y en cuanto a Suiza, cada cantón tiene su propia
legislación y su propia política comercial.
El proteccionismo se mantuvo intacto hasta la década de 1850, cuando la abrumadora mayoría se
adhirió al principio del libre comercio.
El libre comercio en Europa comenzó realmente sólo con un tratado franco-británico y la
publicación de una carta de Napoleón III. Esta carta hace públicas las negociaciones informales con
el Reino Unido. Es el Tratado Cobden-Chevalier el que suprime todas las prohibiciones británicas a
las importaciones francesas; Francia, por su parte, reduce sus aranceles aduaneros a una media del
15% del valor de sus productos.
Las negociaciones fueron dirigidas por Michel Chevalier, profesor de economía en el Collège de
France, quien presionó a William Gladstone, entonces Primer Ministro, para que firmara el tratado
con la ayuda de su amigo Richard Cobden. Sin embargo, no sólo se necesita el acuerdo de los
británicos, sino también el de los franceses.
Napoleón III estaba comprometido con las ideas del libre comercio y quería crear un acercamiento
diplomático con el Reino Unido, dando su apoyo al libre comercio. Gracias a una disposición
legislativa, es posible que Napoleón III evite el parlamento que probablemente habría sido fatal para
él. De hecho, el tratado Cobden-Chevalier fue descrito como un golpe por la gran mayoría de la
Cámara de los Comunes en ese momento.
Vemos que la influencia del Tratado Cobden-Chevalier es muy importante más allá de las fronteras
de Francia y el Reino Unido. Una cláusula de nación más favorecida significa que el principio de
cualquier ventaja concedida por un país a otro país debe concederse automáticamente a los demás
países con los que firman tratados.
El Tratado Cobden-Chevalier es seguido por otros tratados en otros países implicados en el desarme
aduanero en Europa. Ya en 1861, se firmó un tratado franco-belga, Prusia ratificó el tratado en
nombre de Zollverein con Francia en 1862, y entre 1863 y 1866, la mayoría de las naciones
europeas entraron en una red de libre comercio. Durante esta década vemos una transición entre el
proteccionismo y un sistema que parece ser el libre comercio. Incluso si podemos hablar de desarme
aduanero en comparación con la situación interna, está lejos de ser tan completo como el llevado a
cabo por el Reino Unido.

13
D. Unitarios, Federales

Unitarios

Los unitarios defendían una ideología liberal, que estaba influenciada por el liberalismo británico de

principios del siglo XIX.

Este grupo estaba liderado por intelectuales, comerciantes y militares porteños y por algunos

miembros de las élites de las provincias del interior del país.

En el terreno político, los unitarios defendían la instauración de un gobierno central con amplios

poderes, que pudiera imponer su autoridad sobre las provincias. En el campo económico, defendían

la propiedad privada, el libre comercio y la llegada de inversiones extranjeras.

Características de los unitarios


Entre las principales características de los unitarios se encuentran:

* Su impulsor fue Bernardino Rivadavia, que el primer presidente argentino, entre 1826 y 1827.

Otros líderes destacados fueron el general Juan Lavalle, el general José María Paz y el

general Gregorio Aráoz de Lamadrid.

* Tomaban como modelo a Gran Bretaña y a la Francia napoleónica.

* Promovían el centralismo político y el liberalismo económico.

* Rechazaban la autonomía de las provincias. Sostenían que estas debían someterse a la autoridad

del gobierno nacional.

* En líneas generales, sus líderes eran miembros de las élites intelectuales, políticas y económicas,

con poco arraigo en los sectores populares.

* Impulsaron la sanción de las constituciones de 1819 y 1826, que fueron rechazadas por la

mayoría de las provincias.

* Utilizaban el azul celeste y el blanco como colores que identificaban a sus uniformes y banderas.

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Federales

Los federales defendían una forma de organización política que asegurara la coexistencia entre

provincias autónomas y un gobierno central con facultades limitadas. Tomaban como modelo el

federalismo de los Estados Unidos de América.

El impulsor de este grupo fue el caudillo oriental José Gervasio Artigas, quien en 1815 fundó

la Liga Federal o de los Pueblos Libres, que se enfrentó al Directorio porteño. Entre sus

lugartenientes estaban los gobernadores de Entre Ríos, Francisco Ramírez, y de Santa Fe, Estanislao

López.

Luego de la derrota de Artigas a manos de los portugueses, López y Ramírez encabezaron la lucha

contra el centralismo porteño y derrocaron al Directorio tras la batalla de Cepeda, en 1820.

La posterior firma del Tratado del Pilar consagró la paz entre Santa Fe, Entre Ríos y Buenos Aires,

y el compromiso de adoptar la forma federal de gobierno.

Características de los federales

Los rasgos que caracterizaban a los federales eran los siguientes:

* Sus principales impulsores fueron Artigas, Manuel Dorrego, Juan Manuel de Rosas, Facundo

Quiroga y Justo José de Urquiza.

* La mayoría de ellos defendían el establecimiento de una forma de gobierno republicana,

representativa y federal. Otros, Rosas entre ellos, preferían el modelo de la Confederación de los

Estados Unidos que estuvo vigente entre 1781 y 1789. La Confederación era una forma de unión

laxa entre Estados autónomos en la que no había ni autoridades ni leyes nacionales.

* Promovían un proteccionismo económico, que limitara el ingreso de mercaderías extranjeras y

que protegiera las producciones locales mediante la imposición de aranceles a las importaciones.

* Sus líderes eran caudillos locales carismáticos que tenían gran arraigo y prestigio entre los

sectores populares rurales, integrados por peones de estancias, gauchos libres y libertos. Estos jefes

15
federales defendían la idea de que cada provincia debía tener gobierno, leyes y estilo de vida

propios.

* Salvo Rosas, defendían la libre navegación de los ríos interiores por buques extranjeros.

* Impulsaron la firma del Tratado del Pilar, el Tratado del Cuadrilátero y el Pacto Federal que, junto

con el Acuerdo de San Nicolás, fueron los principales antecedentes de la Constitución Nacional,

sancionada en 1853.

* Utilizaban el color rojo en sus banderas, escudos y en prendas de vestir.

Diferencias entre unitarios y federales

Al comparar las ideas que defendían unitarios y federales, se pueden resaltar las siguientes

diferencias:

Unitarios Federales

Convivencia entre un gobierno central con facultades


Gobierno centralizado con amplios poderes.
limitadas y provincias autónomas.

Liberalismo económico. Proteccionismo.

Impuestos recaudados por el Gobierno Impuestos recaudados por el Gobierno central y los
central. gobiernos de las provincias.

Tomaban como modelo a Gran Bretaña y a Tomaban como modelo el federalismo de los Estados
la Francia napoleónica. Unidos de América.

Las diferencias entre unitarios y federales dieron origen a dos guerras civiles:

*La primera tuvo lugar entre 1829 y 1831, y enfrentó a la Liga Unitaria contra la Liga del Litoral,

también conocida como Liga Federal. Concluyó con la captura del general Paz, la derrota de los

16
unitarios y la adhesión de todas las provincias al Pacto Federal, firmado por Buenos Aires, Entre

Ríos, Santa Fe y Corrientes, en 1831.

*La segunda se desarrolló entre 1839 y 1841, y enfrentó a Rosas y sus aliados contra la Coalición

del Norte, formada por Tomás Brizuela y Marco Avellaneda, y apoyada por las fuerzas de Lavalle,

Lamadrid y una flota francesa que bloqueaba el Río de la Plata. Finalizó con un triunfo contundente

de los federales y significó la consolidación de Rosas como jefe indiscutido de la Confederación

Argentina. El poder de Rosas perduró hasta 1851, cuando su ex aliado Urquiza se pronunció en su

contra, reunió un ejército integrado por tropas de Entre Ríos, Corrientes, Uruguay y Brasil y lo

derrotó en la batalla de Caseros, en febrero de 1852. Tras el derrocamiento de Rosas, la

Confederación Argentina sancionó la Constitución de 1853, que adoptó la forma de gobierno

federal, pero atenuada por un fuerte presidencialismo, que aseguró el predominio del gobierno

central sobre las provincias.

E. Empréstito Baring Brothers

Bernardino Rivadavia fue el inventor local de “la deuda eterna”. En 1824, siendo Ministro de
Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, autorizó pedir un préstamo a la Baring Brothers
(Inglaterra) por un millón de libras esterlinas. Este préstamo fue impuesto como parte de la
estrategia geopolítica de dominación de Gran Bretaña, para condicionarnos económicamente e
impedir nuestro crecimiento como Nación independiente. Respondió más a las necesidades inglesas
de asegurarse la subordinación colonial que a necesidades locales.
El argumento para pedir el préstamo fue el supuesto propósito de construir un puerto, fundar
ciudades y dar aguas corrientes a Bs.As. (Nada de eso se hizo finalmente).
Con algunas honrosas excepciones y resistencias, se aprobó pedido y se autorizó a un”consorcio”
(Guillermo y Juan Parish Roberston, Braulio costa, Miguel Siglos y J. Pablo Sáenz Valiente) para
negociarlo en Londres al 70 % de su valor. La estafa era tan evidente que el principal banquero
inglés (Nathan Rostschild) se abstuvo de participar, y finalmente se negoció con la casa Baring. El
país se comprometió por una deuda de 1.000.000 de Libras al 6 % de interés anual garantizada con
rentas y hasta con tierra pública. Del millón de Libras se descontó la comisión del “consorcio”
(120.000), intereses y “servicios” adelantados, quedando en definitiva un saldo de 560.000 Libras,
que debía recibir Bs.As. Por el 1.000.000 que se endeudaba.
Cuando el gobierno reclama el envío del dinero, Baring remite 2.000 en monedas de oro, 62.000 en
letras de cambio (papelitos) y propone por “prudencia de mandar dinero a tanta distancia”, dejar
depositado en su banco los 500.000 restantes, pagando 3 % de interés anual. (Un negocio redondo.
Pedir dinero, al 6 % y prestarlo al 3 % “al mismo prestamista”)

17
Ni se construyó el puerto ni se puso un solo caño en Bs.As. Se pagó catorce veces la deuda, hasta
cancelarla en 1.904.Los Hermanos Baring no eran solamente banqueros, sino funcionarios de los
organismos de la política imperial: la Tesorería Británica, el Ministerio de Hacienda, y de la
Compañía de Indias.
Rivadavia garantizó el pago de esa deuda con las tierras públicas de Buenos Aires (Ley de
enfiteusis). Posteriormente extendió la garantía hipotecaria a todas las tierras públicas de la Nación.
(“quedan especialmente afectadas al pago de la deuda nacional, la tierra y demás bienes inmuebles
de propiedad pública cuya enajenación se prohíbe”).Ya no pudieron venderse tierras públicas con
fines de colonización.
Con el mismo propósito el Imperio Británico concedió préstamos a varios países latinoamericanos
(México, Colombia, Chile, Perú, Centroamérica) que se estaban independizando de España.
Firmaron, también, “acuerdos de comercio y amistad recíprocos”, que otorgaron beneficios a los
comerciantes ingleses que dominaban en esas regiones.
Como era lógico suponer, faltó dinero para pagar esa deuda. En consecuencia, en 1828 se liquidó la
escuadra naval y se dieron en pago dos fragatas que se estaban construyendo en Inglaterra. De este
modo, cuando se produjo la usurpación de las Malvinas por los ingleses, cinco años más tarde, no
hubo fuerza naval para contrarrestarla. Obviamente, esto estuvo planificado por los acreedores, y su
cómplice, Rivadavia.
Los mismos ingleses, admitieron el carácter fraudulento de esta negociación. Ferdinand White,
espía inglés, enviado por la Baring al Río de la Plata, condenó los aspectos delictuosos de este
acuerdo. Fue una operación usurera, un acto de saqueo y sumisión y el primer acto de corrupción
ligado a la deuda externa. Según Scalabrini Ortiz, de la suma recibida, sólo llegaron al Río de la
Plata en oro, como estaba convenido, el 4% de lo pactado, o sean 20.678 libras.
El primer negociador del empréstito Baring fue Manuel José García, ministro de Hacienda de
Martín Rodríguez, gobernador de Buenos Aires de 1821 a 1824. Rivadavia, también fue ministro de
este gobierno. García utilizó toda su influencia, para que se perdiera el Alto Perú. Fue agente de
Rivadavia, cuando se pactó la entrega de la Banda Oriental al Emperador de Brasil. Llevó adelante
una política antinacional que favoreció los intereses británicos. Fue por esa época que el ministro
inglés dijera “América española es libre y si sabemos actuar con habilidad será nuestra” (George
Canning, después de reconocer la independencia de las colonias latinoamericanas en la época en
que el grupo rivadaviano concertaba el primer empréstito con la Baring) (Historia universal.
Editorial Daimon) Rivadavia hacía “oídos sordos”.
En el conflicto de la Confederación con el Imperio, Argentina había vencido a brasil en Ituzaingo, y
faltaba el empujón final. Alvear quería llegar hasta Río de Janeiro, pero los ingleses tenían otros
planes. la “Federación del Uruguay”. Era un proyecto británico para formar un Estado reuniendo a
la Banda Oriental, Río Grande, Entre Ríos, Corrientes y Paraguay, que compensara el poderío de la
Confederación y del Imperio. Rivadavia, más interesado en el negocio con los ingleses y en someter
al interior, hizo regresar el ejército y firmar un tratado vergonzoso a través de García. Las
provincias del interior querían terminar una guerra ya ganada, pero Rivadavia estaba más interesado
en sus negocios mineros con los ingleses, que en su patria, y prefiere que regrese el ejército para
imponer “la organización a palos” en el interior, aun a costa de ceder la Banda Oriental. Prevalecen
las palabras del ministro Agüero de “la paz a cualquier precio”.
Los federales piden al gobierno y que les dejen a ellos el peso de la guerra pero Rivadavia prefería
perder la guerra y la banda oriental, antes que dejarle el gobierno a los federales. He instruye a
García para que vaya a Río de Janeiro a terminar la guerra “a cualquier precio”. Fue un arreglo tan
vergonzoso que ante la indignación popular Rivadavia intentó usar a García de chivo expiatorio:
“no solo ha traspasado sus instrucciones sino contravenido a la letra y espíritu de ellas” que
”destruye el honor nacional y ataca la intendencia y todos los intereses de la República” e intenta
desconocer el arreglo.
“El tribuno”, de Dorrego, publica el “Reports” del capitán Head y la correspondencia entre éste y
Rivadavia sobre el escandaloso negociado de las minas del Famatina. Se da cuenta de los sueldos

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según “libros” de la Mining a Rivadavia, las comisiones, tráfico de influencias, etc. (Para más
detalles ver JM Rosa Hist.Arg. t IV)
Dorrego quiere seguir la guerra a toda costa pero hasta el banco de la provincia (manejado por
intereses y accionistas ingleses) le niega todo crédito. Regresado el ejército, Lavalle derroca
ilegalmente a Dorrego y lo fusila (incentivado por unitarios, del Carril entre ellos)
En semejantes circunstancias llega San Martín de Europa (embarcado por precaución con el
apellido materno) a Montevideo y se entera del fusilamiento de Dorrego. San Martín es mal
recibido, y Paz (gobernador interino) le escribe a Lavalle (que está en campaña):”Calcule Ud las
consecuencias de una aparición tan repentina”.

A pesar de todo esto, Rivadavia figurará como un “ciudadano ilustre” y su nombre figurará en
calles, pueblos, ciudades y sillones.

Ley de Enfiteusis
Durante la gestión gubernamental de Martín Rodríguez se aplicaron una serie de disposiciones
relativas a la tenencia de la tierra, que influirían directamente en la posterior elaboración de la Ley
de Enfiteusis.
El 3 de noviembre de 1821 se estableció la creación del sistema de crédito púbico, y se instituyó un
fondo de cinco millones de pesos. La deuda pública quedó garantizada “por todas las rentas
directas e indirectas que posee la Provincia de Buenos Aires y poseyere en adelante, por todos sus
créditos activos y por todas las propiedades muebles e inmuebles de la Provincia, bajo especial
hipoteca y con todos los derechos de preferencia en la totalidad de los capitales y réditos”.
Con la aplicación de esta ley, quedaba implícitamente decretada la inmovilidad de la tierra pública
de la Provincia.
Un decreto posterior, del 17 de abril de 1822 prohibió expresamente la venta de la tierra, la entrega
de títulos de propiedad, la admisión de denuncias de terrenos y la ejecución de desalojos, hasta tanto
se sancionara la ley referente al tema.
Los motivos de tal medida se explicaban considerando a la tierra, entre todas las propiedades del
estado, como la más adecuada para proveer recursos en casos de necesidades extraordinarias y para
garantir la deuda pública, debido a que la tierra se halla sujeta a menos riesgos y tiene un valor más
inagotable.
Al estar inmovilizada toda la tierra pública, no quedaban sino dos medios para utilizarla: el
arrendamiento simple o la enfiteusis. El gobierno optó por este último sistema.
El 1º de julio del mismo año, se decretó lo siguiente:
1º – Ninguno de los terrenos que están a las órdenes del Ministerio de Hacienda serán vendidos.
2º – Los terrenos que expresa el artículo anterior serán puestos en enfiteusis, con arreglo a la
minuta de la ley sobre terrenos.
Al contratarse el empréstito Baring en julio de 1824, se dieron como garantía de la deuda los bienes,
rentas, tierras y territorios de la provincia de Buenos Aires.
Cuando se produjo la consolidación de la deuda interna, la garantía se extendió a toda la Nación,
según lo expresaba en el artículo 5.
Las concesiones en enfiteusis proliferaron en la provincia de Buenos Aires, sobre todo después de
las exitosas campañas contra los indios durante el gobierno de Las Heras, y de la firma del Tratado
del Guanaco. Pero como aún no existía una reglamentación general al respecto cada caso fue
resuelto en forma particular.
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Con el fin de organizar debidamente el sistema de posesión de la tierra, el 27 de setiembre de 1824,
Las Heras decretó que los interesados en pedir tierras, debían previamente acreditar que el terreno
solicitado era baldío “expresando terminantemente el quedar allanado a recibirlo en enfiteusis
bajo las condiciones y canon que prefije la ley y que lo pagará desde el día que tome posesión del
terreno. (…) Los terrenos que se otorguen en enfiteusis no podrán ser en los de pastoreo de menos
extensión que la que forma una suerte de estancia, es decir, de media legua de frente y una y medio
de fondo”
Un decreto emitido al día siguiente, complementario del anterior, establecía que todos los que
ocupasen terrenos del Estado, sin autorización del Gobierno, tenían 6 meses de plazo para
presentarse a fin de obtenerlos en enfiteusis; se los amenazaba con el desalojo en caso de no
cumplir con esta disposición.
Pese a ello, ningún poseedor de tierras en estas condiciones las denunció, por lo tanto el 15 de abril
de 1826, un decreto del Poder Ejecutivo ordenó la estricta aplicación de lo dispuesto el 28 de
setiembre de 1824, aclarando que serían “desalojados irremisiblemente los que sin títulos ocupasen
terrenos de propiedad pública, siempre que se denuncien o soliciten por otros en enfiteusis”.
El 7 de abril de 1826, con la firma de Bernardino Rivadavia y Julián Segundo de Agüero, el
Gobierno envió al Congreso un proyecto de ley por el que se extendía a todo el país el régimen
enfitéutico.
Las características del mismo diferían del que se había aplicado en Europa, donde las tierras se
entregaban a perpetuidad y mediante el pago de un canon inamovible.
Rivadavia estableció la entrega de tierras por un lapso no mayor de 10 años, pues creyó que con ese
tiempo desaparecería el problema del empréstito, que ya estaría saldado, y el enfiteuta tendría el
privilegio de la compra de esas tierras.
Durante ocho días se debatió el proyecto en el Congreso. El 18 de mayo de 1826 fue finalmente
sancionada la ley, que establecía la entrega de las tierras en enfiteusis por el término de 20 años, a
partir del 1º de enero de 1827. El texto de la Ley es el siguiente:
Artículo 1º – Las tierras de propiedad pública, cuya enajenación por la ley del 15 de febrero es
prohibida en todo el territorio del Estado, se darán en enfiteusis durante el termino, cuando menos,
de 20 años, que empezaran a contarse desde el 1º de enero de 1827.
Artículo 2º – En los primeros diez años, el que los reciba en esta forma pagará al tesoro público la
renta o canon correspondiente a un ocho por ciento anual sobre el valor que se considere a dichas
tierras, sin son de pastoreo, o a un cuatro por ciento si son de pan llevar.
Artículo 3º – El valor de la tierra será graduado en términos equitativos por un jury de cinco
propietarios de los más inmediatos, en cuanto pueda ser, al que ha de justipreciarse, o de tres en
caso de no haberlos en ese número.
Artículo 4º – El gobierno reglará la forma en que ha de ser nombrado el jury del que habla el
artículo anterior, y el juez que ha de presidirlo.
Artículo 5º – Si la evaluación hecha por el jury fuese reclamada, o por parte del enfiteuta, o por la
del fisco, resolviera definitivamente un segundo jury, compuesto del mismo modo que el primero.
Artículo 6º – La renta o canon que por el artículo 2º se establece, empezara a correr desde el día
en que al enfiteuta se mande dar posesión del terreno.
Artículo 7º – El canon correspondiente al primer año se satisfacerá por mitad en los dos años
siguientes.

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Artículo 8º – Los periodos en que ha de entregarse el canon establecido, serán acordados por el
Gobierno.
Artículo 9º – Al vencimiento de los diez años que se fijan en el artículo 2º, la Legislatura Nacional
reglará el canon que ha de satisfacer el enfiteuta en los años siguientes sobre el nuevo valor que se
graduará entonces a las tierras en la forma que la Legislatura acuerde.
Para solicitar un terreno debía hacerse el pedido a las autoridades, quienes dispondrían la mensura
del inmueble y la tasación por el jury.
Con el fin de registrar la tenencia de la tierra, se estableció el “Gran Libro de Propiedad
Pública”, en el que debían extenderse todas las escrituras de los terrenos que se concedieran en
enfiteusis, careciendo de valor y efecto aquellas que no estuviesen registradas allí.
Para aclarar dudas acerca de cuáles eran los terrenos que podían darse en enfiteusis, el 5 de agosto
se emitió un decreto, que expresaba que los terrenos de quinta situados en los pueblos de campaña,
que fueran de propiedad pública, quedaban comprendidos dentro del alcance de la ley.
Quienes se encontraban en posesión de dichos terrenos, tenían seis meses de plazo para solicitarlos
en enfiteusis, bajo la pena de perder todo derecho de preferencia que tuvieren.
La ley no comprendía los solares de los pueblos de campaña. Las cesiones de dichos solares que
hubiesen hecho los Comandantes autorizados para ello, seguían siendo firmes y valederas, siempre
que el interesado acreditase mediante un documento, que se le había concedido esa tierra y que
había tomado posesión de la misma.
Quedaban exceptuados los solares que impidieran u obstaculizaran la delineación ordenada de los
pueblos de campaña, los que serían considerados como de propiedad pública. (2)
Las zonas que comprendían montes o bosques de propiedad pública no podían ser adjudicadas en
enfiteusis. Su utilización debería estar reglamentada por una resolución del Departamento
Topográfico.
Las zonas que comprendían montes o bosques de propiedad pública no podían ser adjudicadas en
enfiteusis. Su utilización debería estar reglamentada por una resolución del Departamento
Topográfico.
A pesar de todas estas disposiciones tendientes a complementar y clarificar la ley del 18 de mayo de
1826, la misma adolecía de dos fallas fundamentales: no limitaba la cantidad de tierra a obtener, lo
que inmediatamente condujo a la proliferación de los especuladores, quienes comenzaron a acaparar
las tierras.
Esto traía la ruina del pequeño poseedor de tierra, ya que al producirse la concentración de grandes
áreas de terreno en pocas manos, quienes habían tomado por presura una pequeña parcela de
terreno, se vieron desalojados.
El otro error consistió en no haber agregado a la ley una disposición que obligase a poblar, lo que
facilitó enormemente el acaparamiento y la especulación mediante la transferencia del derecho de
posesión, que fue negociado como mejor convino al enfiteuta.
“Todo esto hará que apenas a un año de sancionada la ley, ochenta y cinco enfiteutas estancieros,
sin desembolsar un centavo en pagar el canon detenten novecientos diecinueve (919) leguas de
tierra. Otros habían ganado dinero con el negocio de las transferencias. En cambio, ochenta y seis
beneficiarios de terrenos de pan llevar alcanzaban a reunir un conjunto de ochenta y cuatro (84)
leguas”. (4)

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Desde el punto de vista financiero, esta ley también fue un fracaso. En esos momentos el Banco
Nacional había comenzado a emitir papel moneda, y a dos meses de empezar la emisión, se la
transfirió en moneda de curso forzoso, lo que produjo una baja en el poder adquisitivo del peso.
Como los jurys fijaron tasas completamente ínfimas, el pago del tributo se limitó a unos pocos
pesos anuales que en definitiva casi nadie pagó, a no ser en el caso de negociar alguna transferencia.
Así el gobierno, que había cifrado sus esperanzas en esos recursos para hacer frente a los
vencimientos del empréstito y a los gastos originados por la guerra con el Brasil, se encontró de
repente sin tierras y sin rentas.
Se trató entonces de poner restricciones a la concesión. El 10 de mayo de 1827 se dictó una ley,
según la cual el Departamento Topográfico debía presentar un informe acerca de la conveniencia o
no de entregar la tierra a quien la solicitaba. También debía verificar si el solicitante “tiene antes
denunciados otros terrenos, cuánta es su extensión y cuál el estado del expediente que se sigue con
ese motivo. Artículo 3º – Con estos datos y los demás conocimientos que el gobierno tenga a bien
tomar, concederá o no en enfiteusis, el todo o sólo una parte del terreno denunciado”. (5)
Pero esta actitud no arrojó los resultados esperados ya que los acaparadores de tierras, de ahí en más
siguieron solicitándola a nombre de sus familiares o de simples testaferros.
Así el régimen enfitéutico se transformó en uno de los varios procedimientos a través de los cuales
los más importantes ganaderos y saladeristas de la provincia de Buenos Aires aumentaron su
propiedad territorial.

F. Política Comercial de Juan Manuel de Rosas


La Argentina que Rosas dejaban cuando se encaminaba al exilio era un país que distaba mucho de
la Argentina post-revolucionaria de 1810. Ni era tan colonial, atrasada y bárbara como la
describieron sus enemigos políticos en el exilio; ni tan unificada, próspera y pacífica como más
tarde predicaron sus exégetas, historiadores y escritores de la escuela revisionista. Desde el punto de
vista de la unidad nacional se habían dado muchos y positivos pasos. El rostro de la Argentina de
1852 no era el de la división caótica provincial de la década de los veinte. El federalismo rosista
había sido capaz de dar cierta unidad política al país pero bajo una forma hegemónica porteña, lo
que implicaba la forzosa subordinación provincial. Por otra parte, la unificación no se realizó dentro
de un marco institucional que el mismo Rosas juzgaba prematura, sino sobre lazos de ascendencia
que el caudillo porteño pudo establecer con otros poderes provinciales, aunque a veces estos fueron
efímeros y etéreos. De hecho, la batalla de Caseros, en donde se decidió la suerte final del régimen,
tuvo su preludio en las desavenencias surgidas entre Buenos Aires y las provincias de Entre Ríos y
Corrientes. Las afinidades provenían también de la coincidencia de ciertas ideas comunes, aunque
más que de ideas debiera hablarse de mentalidades: hostilidad a los cambios económicos y sociales,
rechazo de las formas de vida europea, y enfrentamiento al programa liberal.
La administración de Rosas fue eminentemente conservadora y centralista. Representó a la
propiedad, especialmente a la gran propiedad rural, y fue tradicionalista en su política social. Rosas
gobernó para una clase: la de los estancieros y salderitas. Esta política es clara en momentos
difíciles para el régimen, como los correspondientes a los dos bloqueos. Entonces, cuando medidas
extraordinarias parecían exigir una reorientación de la política fiscal, Rosas permaneció fiel a su
línea económica. No se planteó aumentar los gravámenes a los comerciantes y productores. Esta
medida podría haber aliviado la crítica situación en que el bloqueo colocó a la administración

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privada de su más importante fuente de ingreso, la aduana. Por el contrario, Rosas prefirió reducir
casi a cero el presupuesto del estado para sanidad y enseñanza, y recortar los gastos de la
administración, agilizando plantillas y reduciendo salarios. Es decir, la administración protegió
decididamente a la gran economía. Es precisamente en este apartado en donde podemos hallar
algunos de los logros del rosismo. La preocupación por el mejoramiento de la economía fue uno de
sus barómetros directores. Si bien Rosas no tenían la talla ni la visión para transformar la estructura
económica del país, creando una economía diversificada y capitalizada, supo al menos sacar partido
de los recursos asequibles. En un país en donde la escasez de capitales y la inercia productiva eran
la tónica, Rosas, ese empresario activo y hábil administrador, echó mano de la abundancia de tierras
para asentar las bases de un sector predominante, los ganaderos y salderitas. La conclusión es que
con el apoyo total que el sistema prestó al sector, los resultados finales cuantificados fueron
favorables. En los años que van desde 1810 a la mitad del siglo las exportaciones se multiplicaron
por diez, consiguiéndose una balanza comercial estabilizada en la que el incremento de productos
manufacturados encontró contrapartida adecuada en las exportaciones del sector agropecuario. El
régimen se las ingenió para que incluso en medio de la más sangrienta y destructiva guerra la
producción agropecuaria no rompiese su ritmo acelerado. También es digno de mención el alto
número de inmigrantes que arribaron a Buenos Aires antes de 1852. La trayectoria de la política
exterior se encuadra en el mismo planteamiento original, es decir, proteger a la economía de las
tormentas políticas.
Las tentaciones de confrontación internacional no le faltaron al rosismo. Sin embargo, hay que
admitir que los enfrentamientos bélicos en los que el gobierno federal se vio envuelto tuvieron más
un carácter defensivo que ofensivo. El mismo análisis es aplicable a la postura del régimen en la
guerra civil contra las provincias y los ejércitos unitarios. La violencia federal fue en parte un
mecanismo de defensa contra las agresiones unitarias que no se distinguieron precisamente por su
moderación. El terror unitario de los ejércitos de liberación es un hecho subrayado por los mismos
militares.
Rosas fue un conservador al que no le gustaban los cambios. Pero entre el realismo campesino de
Rosas y el idealismo utópico de Rivadavia, la primera posición era la que podía presentar más
viabilidad. Incrementó el poder del ejército, protegió a la iglesia, aunque no supo manejar bien a la
oposición, ni a los intelectuales, y el aluvión de la crítica le cayó con un peso irresistible. Si los
unitarios no tuvieron la capacidad para derrotarle, el daño que le infringió cara a la historia fue
abrumador. Sus logros no escaparon a la tormenta feroz de la crítica.
Para contrarrestar la fuerza de la oposición, Rosas se apoyó en dos sectores opuestos: la clase
estanciera y el pueblo llano de la ciudad y el campo. En este aspecto llevó a cabo una política
populista marcadamente contradictoria: buscar el apoyo de una clase cuando se está representando los
intereses de otra. En este sentido Rosas fue un auténtico caudillo que atrajo el favor de las masas por la
simple aureola de su atractivo personal sabiamente manejado. Esta política no pasó desapercibida a sus
enemigos políticos que lo acusaron de manipulador, de confraternizar con los pobres dándoles lo que les
quitaba a los ricos, de romper el orden social mediante la creación de una atmósfera disolvente.
En la práctica, Rosas mostró ser más estadista de lo que ninguno de sus críticos osó admitir. La defensa
de la unidad nacional y el enfrentamiento a los intereses franceses, su política unificadora a partir del
federalismo sobre base porteña, y la forma en que manejó graves tensiones le ganaron el galardón de jefe
nacionalista. La prédica unitaria no pudo borrar esta aureola por mucho que se lo propuso. Aquellos años
de gobierno de signo colorado, con sus consignas y emblemas; con sus objetivos (independencia
nacional, enfrentamiento a las exigencias post-colonialistas de las potencias europeas, creación de la
confederación y restablecimiento de la autoridad del estado) definieron un cierto modo de distinguir lo
criollo y lo argentino. Al tiempo, fomentaron ciertas formas de ser autóctonas: modos de hablar y cantar,
estilos de ser, formas de vestir. Si algo enturbió en demasía estos logros, fue la forma brutal con que se
llevaron a cabo. La dictadura no dudó en silenciar a la oposición levantisca. A la agresión unitaria
respondió con la violencia y en ocasiones el terror. La constitución de un país asentado sobre bases
institucionales hubo de esperar mientras la dictadura organizaba la nación con el palo y la espada. La

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cultura enciclopédica no tuvo lugar en el patio rosista, y ésta fue una grave falta en un país que contó con
un inusitado grupo de escritores e intelectuales que brillaron con luz propia entre las sombras del siglo.

Bibliografía

* https://enciclopediadehistoria.com/revolucion-industrial/

* https://enciclopediadehistoria.com/capitalismo-industrial/

* https://enciclopediadehistoria.com/invasiones-inglesas/

* https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/la-argentina-de-rosas/html/d4b316f0-a0fb-11e1-
b1fb-00163ebf5e63_16.html

* https://enciclopediadehistoria.com/unitarios-y-federales/

* https://www.lagazeta.com.ar/emprestito_baring.htm

* http://www.revisionistas.com.ar/?p=14492

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