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Ensayo Hannah Arendt Paolo Sarri

Hannah Arendt cuestiona en su libro "¿Qué es la política?" el significado de la política a raíz de su experiencia viviendo bajo el régimen nazi en Alemania. Argumenta que una política que elimina la pluralidad y las libertades individuales reduce a los ciudadanos a meras masas controladas y conduce a la destrucción. Sin embargo, también reconoce que los seres humanos son por naturaleza sociables y dependen de la política para vivir juntos en paz. Aunque la política moderna amenaza la existencia humana, eliminarla por completo tampoco es

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Hannah Arendt cuestiona en su libro "¿Qué es la política?" el significado de la política a raíz de su experiencia viviendo bajo el régimen nazi en Alemania. Argumenta que una política que elimina la pluralidad y las libertades individuales reduce a los ciudadanos a meras masas controladas y conduce a la destrucción. Sin embargo, también reconoce que los seres humanos son por naturaleza sociables y dependen de la política para vivir juntos en paz. Aunque la política moderna amenaza la existencia humana, eliminarla por completo tampoco es

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Ensayo 3 (Sem II).

Paolo Sarri

Hannah Arendt: ¿Qué es la política?

¿Ha sido la política una necesidad para el desarrollo de las sociedades y civilizaciones
humanas?, ¿cumple esta un rol que impulse el desarrollo individual de cada habitante, o es
simplemente una herramienta de control de masas? Estas son varias de las incógnitas que se hace
Hannah Arendt en su libro “¿Qué es la política?” (1993). En este libro fundamenta sus
pensamientos en base a sus experiencias vividas en un régimen totalitario, al vivir ella en nada mas
que la Alemania Nazi. Debido a sus orígenes alemana-judía, presenció con sus propios ojos la
política corrupta, tiránica y caótica del siglo XX, por lo que, las libertades y la diversidad de los
individuos que vivían bajo este régimen eran inexistentes. A raíz de todo esto, Hannah se vio
obligada a formularse la pregunta, ¿qué es la política?, una pregunta que parece ser muy sencilla,
pero que, en consecuencia del contexto en el que vivía, generaba incertidumbres en su significado.

Según Hannah, la base fundamental de la política reside en fomentar la pluralidad humana.


A raíz de esto es que nacen las promesas conocidas de la política: el orden, la protección y la
convivencia en paz. La libertad individual es, en consecuencia, una necesidad para el desarrollo
social, pues genera en cada uno un pensamiento, una opinión y un camino distinto de las demás
personas en una misma comunidad.

Por otra parte, un régimen totalitarismo como en el que ella vivió, no produce más que
homogeneidad en los individuos. Seguir estrictamente ordenes, leyes o mandatos provenientes de
un dictador, juez o líder, son herramientas de control de masa para un interés propio, no un interés
común. En este caso, la política se reduce en la abolición de las libertades individuales que, más
que protegernos y velar por la seguridad y felicidad de todos, nos lleva a la destrucción y la guerra.
Esta política se centra en cumplir los objetivos e intereses de las personas que se encuentran en el
poder, y aquello la autora no lo puede relatar de una mejor manera que usando de ejemplo su propia
experiencia: un régimen totalitario en el cual no podías hacer nada si lo dictado estaba en contra
de tu moral y tus principios, es decir, debías de seguir las órdenes al pie de la letra, y en caso
contrario de que no lo cumplas te perseguían y castigaban a juicio de ellos, siendo la única opción
que les queda: ceder.
Para esto, Arendt señala: “A partir de dicha experiencia, (…), nace la cuestión de si la
política y la libertad son conciliables en absoluto, de si la libertad no comienza sólo allí donde
acaba la política, de manera que simplemente ya no hay libertad donde lo político no tiene final ni
límites.” (pág 68).

Sumado a esto, podemos verificar y demostrar, con las experiencias de la autora, las
falacias de estas políticas totalitaristas, dando como ejemplo las declaraciones de los nazis
involucrados en el juicio de Nuremberg. Como argumento a las acusaciones, estos juzgados
señalaban que eran simplemente peones que seguían órdenes, sin capacidad de toma de decisiones,
“tan solo una pieza en esa maquinaria nazi que se engrasaba con la sangre de inocentes.” dice Jesús
Flores en “La Voz de Galicia” (2011). Reflejando así una sociedad en donde todos cumplían un
mismo rol, un mismo objetivo, donde la palabra del líder y su política debe ser cumplida sin ningún
tipo de excepción.

Es así como, si el concepto de política se pone en duda y se reduce a la idea relatada


anteriormente, siendo la política moderna incompatible con la libertad y la pluralidad social, ¿por
qué ceder a nuestra propia destrucción?, ¿qué sentido tiene la política entonces?, ¿por qué no
superarla y simplemente volvernos “a-políticos”?

Añadido a estas cuestiones, la autora comenta lo siguiente: “Pues lo político amenaza


precisamente aquello que, según la Edad Moderna, justifica su existencia, a saber, la pura
posibilidad de vivir de la humanidad en su conjunto. Si es verdad que la política es algo necesario
para la subsistencia de la humanidad en su conjunto, entonces ha empezado de hecho a
autoliquidarse, ya que su sentido se ha vuelto bruscamente falto de sentido.” (pág 69).

Esta duda hacia la política nos haría pensar a priori que no la necesitamos. Que
efectivamente, sin ella podemos alcanzar el tan anhelado progreso, desarrollo y la felicidad común.
Sin embargo, Arendt hace un punto y aparte acá, ya que, según ella, a pesar de que la política
moderna nos conduce a nuestra propia extinción, no la descarta totalmente. Esto se debe a que, al
igual que piensa Aristóteles, somos animales sociables; individuos que dependemos de la
existencia de otros para subsistir, por lo que, la política es una necesidad ineludible para la vida
humana, tanto individual como social, comenta la autora. Asimismo, es como define la política no
como una herramienta de control, sino como un medio para posibilitar la libertad humana y la
pluralidad social.
Con respecto a esta idea que nos presenta la autora, volvernos “a-políticos” tampoco es
algo viable ni conveniente para vivir en conjunto. Para esto, Arendt señala que: “Tras él se halla
el temor completamente justificado de que la humanidad pueda liquidarse a causa de la política y
los instrumentos de violencia de que dispone. De este temor surge la esperanza de que la
humanidad será razonable y eliminará a la política antes que a sí misma. Dicha esperanza no está
menos justificada que tal temor. Pues la idea de que siempre y en todas partes donde haya hombres
hay política es ella misma un prejuicio, y el ideal socialista de una condición humana final sin
estado, lo que en Marx significa sin política, no es de ninguna manera utópico; es solo
escalofriante.” (pág 108).

Para concluir, el deseo de una política justa, que vele por nuestra protección y felicidad no
se logra entonces, mediante un cumplimiento estricto de las reglas para alcanzar las metas que
unos cuantos establecen. Se logra mediante la libertad que tiene cada individuo en juzgar sus
acciones en base a su virtud, a su moral, y no en base a lo que diga el Estado. Ciertamente, vivir
en un estado sin ordenes (“a-político”) no soluciona nuestra autodestrucción, sin embargo, es a
juicio propio actuar según nuestra moral y nuestros objetivos y metas. Objetivos y metas los cuales
se reducen a subsistir y encontrar la felicidad que, por tanto, si se pueden encontrar únicamente en
conjunto a los demás (al ser “animales sociables”), se torna en un objetivo común para todos.

Además, cabe añadir que superar y excluir la política moderna, a raíz de sus falacias e
injusticias, no es una solución pertinente para la autora, ya que, a pesar de que nos conduzca a la
guerra, a su vez puede dar origen a la alianza y la paz. Es así como Arendt comenta que: “Esta
coincidencia es de por sí guerrera, (…). Pero esta guerra no es el fin sino el comienzo de la política,
de un nuevo espacio político surgido en un tratado de paz y alianza.” (pág 135).

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