0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos) 52 vistas6 páginas1 - Freud - Sobre La Dinamica de La Transferencia
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido,
reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF o lee en línea desde Scribd
é op.
Sobre la dinamica Nota introductoria
de Ja trasferencia
(1912) !
«Zue Dynamik der Ubertraguhgo
i
: Ecdiciones en alerrén |
1912 Zbl, Prychoanal., 2, n° 4) pégs. 167-73.
1918 SKSN, 4, pégs. 388°98, (1922, 2* ed.)
1924 Technik ‘und Metapsychol,, pags. 53-63.
1925. GS, 6, pigs. 93-63. |
1931 Newrosenlebre und ‘Technik, pigs. 328-40.
1943 GW, 8, pégs. 364-74
, 1975 SA, «Etginzungsband» (Volumen complementatio},
pigs. 157-68. i
Traducciones en castellano *
1930 «La dinémica de la trasferéneia». BN (17 vols.), 14,
i pigs. 117-28. Treduccién de Luis Lépea Ballesteros
i 4943, Tpual too, EA, 14, ples j121-32. El mismo tra.
i 1948 Igual titulo. BN (2 vols. 2
ij traductor.
: | 1959. Tgoal thal, SR, 14, plgs/99103, El mismo eraduc
1
i
| pigs. 321-6. El mismo
1968 Toval tieulo. BN (3 vols.); 2; pégs. 413-8, El mismo
traductor.
it 1972 Igual thulo. BN (9 vols.)
: mo traductor.
1 Pigs. 1648-93, El mi
i ese a que Freud inchuys este trabajo (publcado en enero
ih de 1912) en la serie sobre técnica, por su naturaleza es mis,
i bien un examen te6rico del fendmeno de la trasferencia y
it de la forma en que opera en el tratamiento psicoanalitico.
|
Freud ya habia abordado la cuestiénien algunas breves pun-
tualizaciones al final del historial tlinico de «Dora» (1505e +
i + (Ch la «Advertencia sobre Ie cia casclaion, supra, pl. |
i i wed
il | i
8. il | | i
Be tie |
aa ii i 95 i1901]), AE,.7, pigs. 101-3; la tratS con. mucho mayor
taeetafa e 3 ia 26 de un Conferencias de intro-
ducci6n al psicoanélisis (1916-17), AE, 16, pigs. 402-13;
y, hacia el fin de su vida, hizo vatios comentetios impor
lates al respecto en «Anilisis terminable e interminable»
41937e),
James Strachey
SICOLOGIA
BLIOTECA
El tema de la trasfetencian, dificil de agotar, ha sido
teatado brevemente en esta publicaciéa' por W. Stekel ws
[19114] de manera descriptive. Yo querria afadic aqui? 2
algunas puntualizaciones a fin de que se compreada cémo G
ella se produce necesariamente en una cura psicoanalitica y=
aleanza su consabido papel durante el tratamiento.
‘Aclarémonos esto: todo ser humano, por efecto conju-
gado de sus disposiciones innatas y de los influjos que
recibe en su infancia, adquiere una especificidad determi-
nada para el cjercicio de su vida amorosa, o sea, para las
condiciones de amor que estableceré y les. pulsiones que
satisfard, asf como para las metas que’ habri de fijarse.*
Exto da por resultado, digamos asl, un clisé (0 también va-
Hos) que se repite —es reimpreso— de manera regular
aCe Zouollas fr Penile Patten cel de pan
scale epi otter Reais a
Sse tae ee Nae ee tae de un
anderen, Soe ng ace cere fe ow
tr eons) gar kale pace lnc ices me
cde Sete fea le Se cha a ae
ee
Sum 2s psn oop al mode cn ue
Se rl ft pen So cade
SSE aT oi a mu sb lo ces
Sp sleue see dele a x onsucns, pe le
Sue Rapes dr be squndor ex prigcpo So abla cee saat
esibene oe bene ns ae aban ur eau
io entre las dos series de factores etioldgicos; mis bien, suponemos
Se pe oye ae pee lice SUE Se
SSL pi wile cooly de aes pe pec: elo cee,
un ser humano; rara vez, quizé nunca, lo hace uno solo de esos pode-
ey he po eke cho oer
eee
cries be gies Labi Sits Eee ee
2 daa hn eee ac en ae bie
Sir srerence Kanes dcae ae ee
felch ae das a eet ff outa ¢
eee
ee ee
pclae fn coe esgncla ndlds We ace
”
sbVale decie: disminuye el sector de Ia libido susceptible de
conciencia, vuelta hacia la realidad, y en esa misma medida
aumenta el sector de ella extrafiada de la realidad objetiva,
inconciente, que si bien puede todavia alimentar las fan-
tasias de la persona, pertenece a lo inconciente. La libido
(en todo o en parte) se ha internado.por el camino de la
regresién y reanima las imagos infantiles Y bien, hasta
allf Ia sigue 1a cura analitica, que quiere pillecla, volverla
de nuevo asequible a la conciencia y, por sltimo, ponerla
al servicio de la realidad objetiva. Toda vez que la inves-
tigecién analitica tropieza con la libido retirada en sus os
condrijos, no puede menos que estallar un combate; todas
las fueraas que causaron la regresién’de Ia libido se eleva-
rin como unas «resistencias» al trabajo, para conservar ese
nuevo estado. En efecto, si la introversiGn o regresién de
Ia libido no se hubiera justificado por una.determinada re-
lacién con'el mundo exterior (en los términos més univer-
sales: por Ia frustracién de la satisfaccidn),? més aia, si no
hhubiera sido acorde al fin en ese instante, no habria podi-
do producirse en modo alguno. Empero, les resistencias de
este origen no son las tnicas, ni siquiera las mas poderasas
La libido disponible para la personalidad habia estado siem-
pre bajo la atracci6n de los complejos inconcientes (mejor
dicho: de las partes de esos complejos que pertenect
inconciente) y cayé'en la regresién por haberse relajado la
atraccién de la realidad. Para liberarla es preciso ahora ven-
38); mez ex probable gu eta utes dp Freud apunte a our obra de
‘el tratamiento»
Feud rara vez empleé‘al vocabiod) :
‘Mis eSoodo aera ded que ella ha reiavestido los acomplejo»
infants Pero sera incoreta; icant se justiara st se enum
‘dar elas pares tnconclentis de sos compejor»-— Lo extiotdinais
‘nent lauineado dal tema que agul se testa tiga a uno a intenarse
tals considercda de cero aumero de problemss contguos cups
selaracio, en verdad, srla previa para poder dscurce con palabras
inequtvocis sobre los proces pguicos due es preciso devribc aqut.
‘Tals problemas son, entelouos: a recfpoco dalinde de incoversin
y egrerén, a iereiéa de la doctina de los complejos ea la totls
4c a ibid, los wincaos del fantaseo con fo conciente y fo incoacient,
‘como con a realidad, No hace fata disclparse por haber resists
‘auels teuaciéa en este fuser. — (Sabre el termigo sipagon, exe
pleado aqul y supra, pig. BB, véee tal comentario en sel problems
Erondmico dl masoguismge (1924), AB, 19, pig. 173, m. 23.)
[Se halard un examen complet’ de co en wobec los tpos de
conunecia de nearois (9120, ile, pss. 239 y see)
{
100
cer esa atraccién de lo inconciente, vale decir, cancelar la
represién (esfuerzo de desalojo) de las-pulsiones incon-
cientes y de sus producciones, represién constituida desde
entonces en el interior del individuo. Esto da por resultado
Ja parte con mucho més grandiosa de la resistencia, que
hartas veces hace subsistir la enfermedad aunque el extra-
fiamiento respecto de Ja realidad haya vuelto a perder su
temporario fundamento. El anélisis tiene que librar com-
bate con las resistencias de ambas fuentes. La resistencia
scompafia todos los pasos del tratamiento; cada ocurrencia
singular, cada acto del paciente, tiene que tomar en cuenta
Ia resistencia, se constituye como un compromiso entre las
fuerzas cuya ‘meta es la salud y aquellas, ya mencionadas,
‘que las contrarian.
‘Pues bien: si se persigue un complejo patégeno desde su
subrogacién en Jo conciente (llamativa como sintoma, 0
bien totalmente inadvertida) hasta-su raiz.en lo inconcien-
te, enseguida se entraré en una regién donde Ja resistencia
se hace vler con tanta nitider que Ja ocrrencia siguiente
no puede menos que der razdn de ella y aparecer como un
compromiso entre sus requerimientos y los del trabajo de
investigeciGn. En este punto, segin lo atestigua le expe-
Fiencay sobreviene la tesferencias Si algo del material del
complejo (0 sea, de su contenido) es spropiado para ser
trasferido sobre 1a persona del médico, esta trasferencia se
produce, da por resultado la ocurrencia inmediata y se anun-
mediante los indicios de una resistencia —p. ej, me-
ante una detenciéa de las ocurrencias—. De esta expe-
riencia inferimos que la idea trasferencial ha ircumpido
hasta la conciencia a expenses de todas las otras posibilida-
des de ocurrencia porgue presta acatamiento también a la
resistencia. Un proceso asf se repite innumerables veces en
Ja trayectoria de un andlisis, Siempre que uno se aproxima
un complejo patégeno, primero se adelanta hasta la con:
ciencia la parte del complejo susceptible de ser trasferida, y
es defendida con la méxima tenacidad.*
Vencida aquella ‘parte, los ‘otros ingredientes del com-
plejo ofrecen ya pocas dificultades. Mientras més se pro-
* De lo cul, emper, no es lst infers en general una pattie
sini patgeas Gel lees espe prs reatdacl a
‘Spc Sc Uy de um tan opr ear
Sana pos Ipc ic cats gaia ode amu ela gsi
he supdcs assists sx ta tetert naonl fg a cae
tsconda a ca de eit. Hl valor de os ables pucdé ter mete
tents tec, y pede leet vgsoi ars tas tila la
aria resend afte fae table See le
‘Sanlonte’bise) es bog BOT
101en Ia trayectoria de Ja vida, en Ja medida en que lo con-
Sientan las circunstancias exteriores y 1a naturaleza de los
‘objetos de amor asequibles, aunque no se mantiene del
too nib ne pesos rents Aor hie,
Sepun To que hemos averigoado. pot nuestas experiencas,
Sélo un sector de esas mociones determinentes de la vids
‘amorosa ha recottido el pleno desarrollo psiquico; ese sec-
tor est vuelto hacia Ja realidad obje |, disponible para Ja
personalidad conciente, y constituye una pieza de esta cl-
tima, Otra parte de esas mociones libidinosas ha sido de-
morada en el desarrollo, esté apattada de la personalidad
conciente asi como de Ja realidad objetiva, y sdlo tuvo per-
mmitido desplegarse en la fantasia o bien ha permanecido
por entero en lo inconciente, siendo' entonces no consabida
para la conciencia de la personalidad. Y si la necesidad de
ioe dagen o enhanc, de mepera exist
por la realidad, él se verd precisado a volcarse con unas
Fepéesentaciones-expectativa ibidinosas hacia cada nueva
persona que aparezca, y es muy probable que las dos por-
Ciones de su libido, la susceptible de conciencia y Ia incon:
ciente, participen de tal acomodamiento.
Es entonces del todo normal ¢ inteligible que la inves-
tiduta libidinal sprontada en la expectativa de alguien que
esté parcialmente insatisfecho se vuelva hacia el médico.
‘De acuerdo con nuestra premisa, esa investidura se atendré
a modelos, se anudard a uno de los clisés preexistentes en
la persona en cuestién 0, como también podemos decirlo,
itsertard al mécico en una de las series» piquicas que el
paciente ha formado hasta ese momento. Responde a los
vinculos reales con el médico que para semejante seriaciér
se vuelva decisiva la «imago paternae —segin una feliz
expresién de Jung (1911-12, pég. 164)—. Empero, la trasfe-
rencia no est4 atada a ese modelo; también puede produ-
Girse siguiendo Ia imago.materna o de un hermano vatén.
Las particularidades de Ja trasferencia sobre el médico, en
tanto y en cuanto desborden la medida y la modalidad de lo
que s¢ justificaria en términos positivos y acordes a la ratio,
ie vuclven intligbles st se rellexiona en que no sélo las
‘representaciones-expectativa.‘concientes, sino también las
tezagadas o inconcientes, han producido esa trasferencia..
No corresponderia decir ni cavilar mds sobre esta con-
ducta de Ja trasferencia si no quedaran ahf sin esclarecer
dos puntos que poseen especial interés para el psicoanalis-
ta. En primer lugar, no, comprendemos que la trasferencia
resulte tanto mds intensa en personas neuréticas bajo and-
fics que en offe, no. analzades; y en segundo lugar, sigue
constituyendo un enigma por qué ch el andlisis Ia trasféren-
ia nos sale al paso como la més fuerte resistencia al trata
miento, siendo que, fuera del andlisis, debe ser reconocida
como portadora dei efecto salutffero, como condicién: del
&xito, En este sentido, hay una experiencia que uno puede
corroborar cuantas veces quiera: cuando las asociaciones li
bres de un paciente se deniegan,? en todos los caso! es
posible climinar esa "parilisis aseveréndole que ahora él
esté bajo el imperio de una ocurrencia relativa a la persona
del médico 2 algo perteneciente & él. En el acto de im-
ps se escurecimiento, uno elimina la parlsis o muda
la situacién: las ocurrencias ya no se deniegan; en todo’ ca-
$0, se las silencia,
A primera vista, parece una gigantesca desventaja me-
tédica del psicoanlisis que en él Ja trasferencia, de ordi-
nario la més poderosa palanca del éxito, se mide en el
medio més potente de la resistencia. Pero, si se lo contem-
pla més de cerca, se remueve al menos cl primero de:los
dos problemas enunciados. No es correcto que durante el
psicoandlisis la trasferencia se presesite més intensa y desen-
frenada que fuera de él, En institutos donde los enfermos
nerviosos no son tratados analiticdmente se observan las
‘maximas intensidades y las format més indignas de uns
trasferencia que llega hasta el sometimiento, y aun la més
inequivoce coloracidn erética de ella. Una sutil observadora
como Gabriele Reuter Io ha pintado en-un mazavilloso li
bro, para un tiempo en que apenas existfa psicoandlisi¢ al-
guno; en esc libro ‘se traslucen las mejores intelecciones o-
bre la esencia y la génesis de las neurosis. Asf, no correspon
de anotar en Ia cuenta del psicoandlisis aquellos caracteres
de Ia trasferencia, sino atribuirselos'a la neurosis.
_En cuanto al segundo problema —por qué la trasferen-
cia nos sale al paso como resistencia en el psicoandlisie~,
ain no Jo hemos tocado. Abora, pues, debemos acercatnos
a él. Evoquemos la situacin psicolégica del trstamiento:
Una condicién previa regular e indispensable de tode con-
traccién de una psiconeurosis es el proceso que Jung acer-
tadamente ha designado como cintrbversién» de Ia libido”
|
3 Me refieto al caso en que realmente! faltan, ¥' no, por ejemplo,
‘vando sn sleniadas por la conseqvencia den tiv sentient
de denice,
“fut uier Fail, Berin, 895. |
(1 Andon nanltioncs dé Hg pzcen sina gue
vio en esta inttoverin algo crectesistico dea dementiepreeox' Que
fx ots neurons no entra en cucnts de igual modo, (Parece set Ste
Af primera oportinidad en que Freud empl el temioo cintoversne
cn"upn de Bor obra publindes Fue scanads por long (l010E, pase
99tencia contra la curacién, no pot cierto expulsando del insti
tuto a los enfermos —al contrario, los retiene ahi—, sino
manteniéndolos alejados de Ia vida. En efecto, para la cura-
cién poco importa que el enfermo venza dentro del sanatorio
esta 0 estotra angustiajo inhibicién; lo que interesa es que
también en la realidad gbjetiva de su vida se libre de ellas.
La trasferencia negativa mereceria un estudio en profun-
didad, que no puede dedicérscle en el marco de estas eluci-
dacioces, En Jes formps curables de priconeurosis se en-
cuentra junto a la trasferencia tierns, a menudo dirigida de
manera simultinea sobie la misma persona, Para este estado
de cosas Bleuler ha acufiado Ia scertada expresién de «ambi-
valencia».® Una ambivglencia as{ de los sentimientos parece
set normal hasta cierto punto, pero un grado més alto de
ella es sin duda una mazca particular de las personas neuré-
ticas. El temprano «divorcio de los pares de opuestos»
parece ser caracteristicd de Ia vida pulsfonal en la neurosis
obsesiva, y constituir una de sus condiciones consticuciona-
les, La ambivalenca de las orientaiones del sentimiento
es lo que mejor nos explica la aptitud de los neuréticos para
ponet sus asferencias al servicio dela resistencia. Donde
capacidad de trasferie se ha vuelto en lo esencial negativa,
como es el caso de los paranoicos, cesa también la posibili-
dad de influir y de curse.
Con todas las consideracionés que levamos hechas s6lo
hhemos apreciado una parte del fenémeno trasferencial. De-
bbemos prestar atenciéa a otro aspecto del mismo asunto.
Quien haya recogido 14 impresién correcta sobre Smo el
analizado es expulsado de sus vinculos objetivos (real) con
‘el médico tan pronto cae bajo el imperio de una vasta tesis-
tencia trasferencial; oSmo luego se arroga la libertad de
descuidar 1a regla fundamental del psicoanilisis,™ segin la
8 Ber (191, pg, 4 y 3084). — Vet louin sb
a nO a ah hae a
SE Hosr in ar Byfloaloe ale esi bie ne
Re er re ea
ewe Tine exe Heed memos i its Staines
Se, ears oe ne Bae alae
yp ccaai mend Gh Sabo me ae
Ge. Veet toa lee TAs bia pales (ES,
We, teste oe 38 | we)
tbat aaa lak ples en ues de opus fe se
adap ek enya al (S08 9 ls
BT fmt rd Pion 7 Sn pe
LAE Jas be Res ef pacts
sete eae Gt Mellie ace Bs Maas
A, 5 7
Fe eed on ein
104!
cual uno debe comunicar sin previa erftica todo cuanto Je
venga a la mente; cémo olvida los siesignios con los que
centr6 en el tratamiento, y e6mo ahora le resultan indiferen-
tes unos nexos J6gicos y razonamientos que poco antes le
hhabrian hecho la roayor impresién; esa persona, decimos,
sentiré la necesidad de explicarse aquella impresién por otros
factores ademés de los ya consignados, y de hecho e30s otros
factores no son remotos: resultan, también ellos, de la situa-
cién psicol6gica en que la cura ha puesto al analizado.
En la pesquisa de la libido exteaviada de lo conciente, uno
ha penettado en el Ambito de lo inconciente, ¥ las reacciones
que uno obtiene hacen salir a la luz muchos caracteres de
los procesos inconcientes, tal como de ellos tenemos noticia
por el estudio de los suefios. Las mociones inconcientes no
Quieren ser recordadas, como la cura lo deseé, sino que aspi-
ran a reproducirse en consonancia con la stemporalidad y In
‘capacidad de alucinacién de lo inconciente.* Al igual que
en el suefo, el enfermo atribuye condicién presente y reali-
dad objetiva a los resultados del despertar de sus mociones
inconcientes; quiere actuar (agieren} sus pasiones sin aten-
der a la situacién objetiva (real). El médico quiere constre-
fielo a insertar esas mociones de sentimiento en la trama del
tcatamiento y en Ie de su biografia, subordinarlas al abordaje
cognitivo y discernitlas por su valor psiquico. Esta lucha
‘entee médica y paciente, entre intelecto y vide pulsional,
centre discernic y querer «actuars, se desenvuelve casi exclu
sivamente en torno de los fenémenos trasferencisles, Es en
este campo donde debe obtenerse la victoria cuya expresién
seré sanar duraderamente de le neurosis. Es innegable que
domefar los fendmenos de la trasferencia depata al psico-
analista las mayores dificultades, pero no se debe olvidar que
justamente ellos nos brindan el inapreciable servicio de vol-
ver actuales y manifiestas les mociones de amor escondidas
y olvidadas de los pacientes; pues, en definitiva, nadie puede
sex ajusticiado ix absentia 0 in effigie.®
aparecido ya en la tercera de las Cinco conferncas sobre prcoonisis
{iSive), AB In, pig. 26. Desde luego, ta iden es de antigua data; se
Ta expres, verbigtel, en La inlerprelacién de lor suefos (19002),
‘AE, 4, pgs, 1012, 9, en términes biseamenteidéatco, ea «Sobte
ised del tatatents (1913), if pig 1335, donde Freud
‘ramina a cuestion en une lagu nota al per Vease también «El m&
tg pacoalce de Freade (190), AB, 1, le, 224
"2 [Esto ae eslareee en un trabajo posterior, «Record, rete
redone (ii, ie, plas 13 J a) uy
"5 (Hay una puatualizaign semcjant en «Recordar, repetry reels
orate, tidy pose 194) * may
105Tongue una cura analftica y con més nitidez haya discernido
el enfermo que unas meras desfiguraciones del material pa-
tégeno no protegen a este de ser puesto en descubierto, tanto
mds consecuente se mostrar en valerse de una modalidad
de desfiguracién que, manifiestamente, le ofrece las méxi
mas ventajas: la desfiguracién por trasferencia, Estas cons-
telaciones se van encaminando hecia una situacién en que
todos los conflictos tienen que librarse en definitiva en cl
terreno de Ia trasferencia,
‘Ast, en la cura analitica la trasferencia se nos aparece
siempre, en un primer momento, s6lo como el arma més
poderosa de Ia resistenc
que Ia intensidad y tenacidad de aquella son un efecto y
tuna expresin de esta. El mecanismo de Ia trasferencia se
averigua, sin duda, reconduciéndolo al apronte de Ia libido
que ha permanecido en posesién de imagos infantiles; pero
el esclatecimiento de su papel en la cura, sélo si uno pe-
netea en sus vinculos con la resistencia.
2A qué debe a trasferencia el servir tan excelentemente
como medio de Ia resistencia? Se crcerfa que no es dificil
la respuesta, Es claro que se vuelve muy dificil confesar
tuna mocién de deseo prohibida ante la misma persona sobre
quien esa mocién recae. Este constrefiimiento da lugar 3 si-
tuaciones que parecen casi inviables en la realidad. Ahora
bien, esa es la meta que quiere alcanzat el analizado cuando
hace coincidir el objeto de sus mociones de sentimiento
¢on el méic, Sin embargo, una reflexion més cede mues
tra que esa aparente ganancia no puede proporcionarnos la
tolucién del problems. Es que, por otra parte, un vincalo
de-apego tierno, devoto, puede salvar todas Iss dificultades
de ‘la confesién, En circunstancias reales andlogas suele
decirse: «Ante tino me avergtienzo, puedo decirtelo todon.
Entonces, la trasferencia sobre el médico podela igualmente
servir pata facilitar la confesién, y uno no comprende por
qué la obstaculiza.
La respuesta a esta pregunta, planteada aguf repetidas
veces, no sé obtendré mediante ulterior reflexiéa, sino que
cs dada por la experiencia que uno hace en la cura a rafz de
Ia indagacién de las particulares resistencias trasferenciales.
Al fin uno caeen'la, cuenta de que no puede comprender
el empleo de la trasferencia como resistencia mientras pien-
se en una etrasferenciay a secas. Es preciso decidirse a se-
arar una trasferencia «positivay de una enegativan, Ia tras-
Eerencia de sentimicntos ternos de la de sentimientos hos
tiles, y tratar por separado ambas variedades de trasferencia
sobre el médico. ¥ Ia positiva, a su vez, se descompone en
102
y tenemos derecho a concluir~
la de sentimientos amistosos o tierngs que son susceptibles
de conciencia, y la de sus prosecucionds en lo inconciente. De
estos tltimos, el andlisis demuestra que de manera regular se
remontan a fuentes eréticas, de suefte que se nos impone
esta inteleccidn: todos nuestros vidculos de sentimiento,
simpatia, amistad, confianza y similares, que valorizamos
en Ia vida, se enlazan, genéticamente|con la sexualidad y.se
hhan_desarrollado por debilitamientd de Ia meta sexual a
pattit.d€"tirios apetitos puramente sdxuales, por més puros,
Yio sensuales que se presenten ellos ante. nuestra uto-
percepcién conciente. En.el origen slo tuvimos noticia de
objetos sexuales; y el psicoandlisis ngs muestra que las per-
sonas de nuestra vealided objetiva rheramente estimadas 0
admiradas pueden ‘seguir Siendo objetos sexuales para Jo
inconciente en. nosotros. |
La solucidn del enigma es, entonges, que la trasferencia
sobre el médico s6lo resulta aprogiada como resistencia
dentro de la cura cuando’es una-thasferencia negativa, 0
una positiva de mociones eréticas reptimidas. Cuando nos-
otros «cancelamos» Ia trasferenciahaciéndola conciente,
sélo hacemos desasirse de Ia persons del médico esos dos
componentes del acto de sentimiento; en cuanto al otto
componente susceptible de concienc{a y no chocante, sub-
siste y es en el psicoandlisis, al igual que en los otros mé-
todos de tratamiento, el portador del éxito, En esa medida
confesamos sin embages que los resultados del psicoandisis
se basaron en una sugestién; sélo que por sugestién es pre
iso comprender lo. que con Ferencei (1909) hemos des.
cubierto ahi: el influjo sobre un serhumano por medio de
Tos fenémenos trsferenicles posibles con él, Velamos por
Ja autonomia tltima del enfermo aprbvechando la sugesti6n
para hacerle cimplir un trabsjo psighico que tiene por con-
secuencia necesaria una. mejorfa dujadere de su situaciGn
palguica.
Puede preguntarse sin, Bor qué los fenémenos de resis-
tencia trasferencial salen’a Ja luz sélb en el psicoandlisis, y
‘ho en un tratamiento indiferente, por ejemplo en institutas
de internacin, Le respuesta rez; tbien alll se mucstran,
s6lo que es preciso apreciarlos como'tales. Y el estallido de
Ja trasferencia. negativa es inchiso hdrto frecuente en ellos.
El enfermo abandona el sanatotio steers ‘cambios
(© aun desmejorado tan pronto cie [bajo el imperio de la
tresferencia negative. Y sien los institutos 1a trasferencia
exética no es tan inhibitoria, se debt a que en ellos, como
en la vida ordinatia, se la esconde dn lugar de ponerla en
descubierto; pero se exterioriza con toda nitider como resis
103 4
1
|
J
También podría gustarte
Mapa Sigmund
Aún no hay calificaciones
Mapa Sigmund
2 páginas
Freud
Aún no hay calificaciones
Freud
16 páginas