FACULTAD DE DERECHO
ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO
Ensayo
APLICACIÓN Y DERROGACIÓN DE UNA LEY EN EL PERÚ
AUTORES:
ROJAS MARINA, JOSEPH DANILO
SÁNCHEZ LÓPEZ, DANIELA FERNANDA
ROMERO MEJIA, GEORGE HARRISSON
ROJAS BARREDA EDWIN
ASESOR:
NORVIL VASQUEZ CHINGO
LÍNEA DE INVESTIGACIÓN:
APLICACIÓN Y DERROGACIÓN DE UNA LEY EN EL PERÚ
MOYOBAMBA — PERÚ
(2022)
INDICE:
¿Que es la aplicación de una ley? ………………………………………………1
Aplicación inmediata……………………………………………………………2
Aplicación retroactiva……………………………………………………………5
El principio de irretroactividad de la ley…………………………………………6
Teoría de los derechos adquiridos………………………………………………7
Teoría de los hechos cumplidos…………………………………………………9
Aplicación ultraactiva……………………………………………………………11
conclusiones ……………………………………………………………………… 19
INTRODUCCIÓN
En la Enciclopedia Jurídica se refiere a la derogación de las leyes del siguiente modo:“
Es Naciones Unidas sentido amplio, significado dejar pecado efecto una ley o norma
jurídica en general.Pero, estrictamente hablando, hay que distinguir cuatro conceptos
parecidos:
En otras palabras, la aplicación de la ley en el tiempo implica de un lado aclarar el
supuesto de hecho relevante que se repite en las disposiciones cronológicamente
sucesivas; y del otro determinar el empleo de un principio de aplicación, tras develar el
cumplimiento o no cumplimiento plenario, del supuesto de hecho relevante para la
asignación de las consecuencias jurídicas.
Mientras que la aplicación inmediata tiene alcances de uso general, los restantes tipos
son empleados de manera excepcional.
¿QUÉ ES LA APLICACIÓN DE UNA LEY?
Es aquella que señala que «la ley se aplica a las consecuencias de las relaciones y
situaciones jurídicas existentes». O también aquella que se hace a los hechos, relaciones
o situaciones bajo y desde la vigencia de la norma que los rige hasta su derogación o
modificación por otra norma.
La vigencia de la ley se relaciona fundamentalmente con la regulación de la vida social
y con la temporalidad, es decir cuál es la época que debe regir o sea dentro de qué
tiempo la ley le es útil a la sociedad. Concretamente dentro qué tiempo debe acatarse el
mandato de la ley. Para los efectos de la lógica aplicación de la ley en el tiempo, es
decir, para resolver el conflicto de las leyes en el tiempo según lo expresa Aníbal Torres
Vásquez, se debe tener presente, dos criterios:
a.- La irretroactividad de la ley mediante su aplicación inmediata a todos los hechos y
consecuencias que se produzcan durante su vigencia, esto es no tiene efectos
retroactivos ni puede supervivir después de haber sido derogada.
b.- La aplicación retroactiva de la ley a los hechos y consecuencias que tuvieron lugar
durante la vigencia de la ley antigua.
c.- La aplicación ultractiva de la ley antigua que supervive a la nueva ley
Aplicación inmediata:
La aplicación inmediata es la aplicación natural de la norma, ya regla, ya
principio, durante el tiempo que estuvo vigente. Todo hecho, situación o relación
jurídica que se produce bajo su vigencia, será el ámbito de aplicación inmediata
de la norma vigente. (Arce Ortíz, 2019, p. 254)
Dicho de otra manera, es aquella que se hace a los hechos, relaciones y
situaciones que ocurren mientras tiene vigencia, es decir, entre el momento en
que entra en vigencia y aquel en que es derogada o modificada. (Rubio Correa,
2008, p. 47)
La regla in genere es que la ley rige todos los hechos que se produzcan durante su
vigencia. (García Toma, 2019, p. 644)
En definitiva, es aquella que señala que «la ley se aplica a las consecuencias de
las relaciones y situaciones jurídicas existentes». O también aquella que se hace
a los hechos, relaciones o situaciones bajo y desde la vigencia de la norma que
los rige hasta su derogación o modificación por otra norma.
Aplicación retroactiva
Antes de pasar a definir este tipo de aplicación normativa debemos advertir que
constituye una excepción ya que la regla general corresponde a la aplicación
inmediata de las normas.
La aplicación retroactiva supone, entonces, que la norma se aplica a todo hecho,
situación o relación jurídica producida antes de su entrada en vigencia. Es decir,
se aplica antes de su entrada en vigor con el riesgo que ello supone para la
certeza del derecho. Nos explicamos: aplicamos una norma a personas que
cometieron hechos sin saber que luego esos hechos iban a ser prohibidos por una
norma futura. (Arce Ortíz, 2019, p. 254)
En otros términos, la aplicación retroactiva de una norma es aquella que se hace
para regir hechos, situaciones o relaciones que tuvieron lugar antes del momento
en que entra en vigencia, es decir, antes de su aplicación inmediata. (Rubio
Correa, 2008, p. 51)
Este tipo de aplicación adopta dos formas:
Aplicación retroactiva restitutiva. Esta es absoluta, es decir, la nueva norma
modifica la totalidad del universo de hechos, situaciones o relaciones jurídicas
anteriores a su vigencia.
Aplicación retroactiva ordinaria. Esta es relativa, es decir, la nueva norma
modifica los hechos, situaciones o relaciones jurídicas anteriores a su vigencia,
salvo aquellas materias de resoluciones judiciales que hubieren alcanzado la
calidad de cosa juzgada. (García Toma, 2019, p. 646)
En suma, es aquella que se hace a los hechos, relaciones o situaciones antes de la
entrada en vigencia de la norma, es decir antes de su aplicación inmediata,
poniendo en jaque con ello a la seguridad jurídica. Por ello es que cobra fuerza
el principio de irretroactividad de la ley.
El principio de irretroactividad de la ley
El principio de la irretroactividad de la ley es uno de los fundamentos de la
seguridad jurídica, y significa que los derechos creados bajo el amparo de la ley
anterior mantienen su vigencia y sobre ellos no tiene efecto la nueva ley, pues
las leyes se dictan para prever situaciones futuras, pero no para imponer a
hechos ya producidos, efectos distintos de aquellos que fueron previsibles dentro
del orden jurídico existente en el momento de producirse. (Casación 1641-96,
Lambayeque)
La garantía constitucional de irretroactividad de la ley sustantiva, importa que
las leyes se dictan para prever situaciones futuras, pero no para imponer a
hechos ya producidos efectos distintos de aquellos que fueron previsibles dentro
del orden jurídico existente en el momento de producirse. (Casación 2097-96, El
Código Civil en su Jurisprudencia)
Si bien el principio de irretroactividad constituye un criterio normativo para el
juez, aquel no necesariamente rige para el legislador, el cual puede dejarlo de
lado con relación a ciertas materias, que en su opinión deban quedar al margen
de ese principio. (Llambías, 1964, p. 133)
Así nuestro artículo 103 de la Constitución acepta la retroactividad al afirmar:
Ninguna ley tiene fuerza ni efecto retroactivo, salvo en materia penal, cuando
favorece al reo.
Teoría de los derechos adquiridos
Es útil penetrar en la noción de derecho adquirido, puesto que constituye la
clave, según el sistema tradicional para reconocer cuándo una ley es o no
retroactiva (Llambías, 1964, p. 135)
Veamos las explicaciones ofrecidas por los más reputados maestros del derecho.
El pionero Chabot de l’Aillier entiende por derechos adquiridos los que estaban
irrevocablemente conferidos y definitivamente obtenidos antes del hecho, acto o
ley que se les puede oponer para impedir el pleno y entero goce de tales
derechos. Para Duvergier, derechos adquiridos son los que pueden ejercerse
actualmente y a los cuales el poder público debe protección, tanto para
defenderlos de los ataques de terceros, como para asegurar sus consecuencias
contra ellos. (Sidou, 2005, p. 270-271)
Merlin los define como aquellos que entraron en nuestro dominio, forman parte
del mismo y de los cuales no se nos podrá despojar más. Son derechos
adquiridos, para Baudry-Lacantiniere, las facultades legales regularmente
ejercidas en contraposición a las expectativas, o intereses, los que no estuvieron
en el momento del cambio de legislación al que sobreviven. El belga J.D. Meyer
los entiende como aquellos derechos que una persona civilmente existente tenía
irrevocablemente, ya sea directamente o por un plazo, o bajo cualquier
condición, incluso incierta, suspensiva o resolutiva. (Ibídem, p. 271)
Según Borst, se denominan adquiridos, los derechos que al respectivo titular
confieren una pretensión o prerrogativa consonante con cualquier objeto de
relaciones jurídicas (cosa o prestación), de tal manera que ya no se le puede
quitar sin su consentimiento. El jurisconsulto Gabba, denomina adquirido al
derecho que sea consecuencia de un hecho idóneo para producirlo, en virtud de
una ley vigente en el momento en que se produjo tal hecho, aunque la
oportunidad de hacerlo efectivo no se hubiese propiciado antes de la
promulgación de una nueva ley que le concierne, y que, al final de la ley bajo
cuyo imperio tuvo lugar, pasó a formar parte del patrimonio de quienes lo
adquirieron. (Ídem)
De acuerdo a García Toma, en la teoría de los derechos adquiridos, la aplicación
de una ley nueva y derogante es válida cuando modifica una situación jurídica
abstracta que contiene un derecho expectaticio[1]; empero, incurre en
retroactividad prohibida cuando afecta una situación jurídica concreta (es decir;
un derecho ya adquirido e incorporado al patrimonio jurídico de una persona).
(2019, p. 662)
En otras palabras, esta teoría sostiene que a un hecho, situación o relación
jurídica se le debe aplicar la ley vigente en el momento de su verificación, aun
cuando posteriormente fuere derogada, abrogada, etc. (Ídem)
De las opiniones esbozadas podemos definir a los derechos adquiridos como
aquellos que una vez incorporados a nuestro patrimonio forman parte de este, el
poder público debe protección y de los cuales no se nos puede despojar más sin
ocasionarnos un daño emergente. Verbigracia, una nueva ley incurriría en
retroactividad prohibida si pretendiese modificar o extinguir tal derecho
adquirido pero sería permitida en caso se tratase de una facultad o expectativa.
El derecho positivo peruano ha optado como regla general por la teoría de los
hechos consumados o de los hechos cumplidos conforme se desprende de lo
dispuesto en el artículo tercero del Título Preliminar del Código Civil; sin
embargo, no puede dejar de mencionarse que una excepción a esta regla general
la constituye lo normado en el artículo sesentidós[2] de la Constitución Política
del Estado, la cual establece que la libertad de contratar garantiza que las partes
pueden pactar válidamente según las normas vigentes al tiempo del contrato, no
pudiéndose modificar los términos contractuales por leyes u otras disposiciones
de cualquier clase; es decir, una clara aplicación de la teoría de los derechos
adquiridos. (Casación 1380-2003, Lima)
Teoría de los hechos cumplidos
Sostiene que cada norma jurídica debe aplicarse a los hechos que ocurran
durante su vigencia, es decir, bajo su aplicación inmediata. Entonces, si se
genera un derecho bajo una primera ley y luego de producir un cierto número de
efectos esa ley es modificada por una segunda, a partir de la vigencia de esta
nueva ley, los nuevos efectos del derecho se deben adecuar a esta y ya no ser
regidos más por la norma anterior bajo cuya vigencia fue establecido el derecho
de que se trate. (Rubio Correa, 2009, p. 54)
La aplicación inmediata de la norma en el marco de esta teoría, guarda conexión
con la consumación de determinados hechos o actos jurídicos. Ello implica un
hecho jurídico capaz de producir el nacimiento, la modificación o la extinción de
un derecho. En ese sentido, no son hechos jurídicos las simples expectativas o
posibilidades de realización. (García Toma, 2019, p. 652)
El Código Civil vigente, entonces, ha asumido como principio general que la ley
se aplica a las consecuencias de las relaciones y situaciones jurídicas
existentes y no tiene fuerza ni efecto retroactivo salvo la excepción
prevista en la Constitución Política del Estado[3]. De este modo, los
artículos tercero del Título Preliminar y dos mil ciento veintiuno[4] del
citado código sustantivo consagran el principio de la aplicación inmediata
de la ley, el que cuenta con la posición dominante en doctrina y se conoce
con el nombre de la teoría de los hechos cumplidos. (Casación 300-96, El
Código Civil en su Jurisprudencia)
Sin embargo, la aplicación de normas en el tiempo supone una relación
dialéctica entre el principio de seguridad y el principio de innovación
legislativa dentro del sistema jurídico; para este efecto se ha establecido
en vía excepcional y transitoria la aplicación ultraactiva de algunas
normas del Código Civil derogado en moderada inclinación hacia la
seguridad jurídica a fin de lograr la mayor equidad posible en cada caso
que se someta al conocimiento de la tutela jurisdiccional. (Casación 300-
96, El Código Civil en su Jurisprudencia)
Una de estas excepciones es la referida a la aplicación temporal del plazo de
prescripción, cuyo artículo dos mil ciento veintidós[5] dispone que la
prescripción iniciada antes de la vigencia de este código se rige por las
leyes anteriores. Sin embargo, si desde que entró en vigencia transcurre el
tiempo requerido en él para la prescripción, esta surte todos sus efectos,
aunque por dichas leyes se necesitare un lapso mayor. La misma regla se
aplica a la caducidad. Cabe aclarar que esta aplicación ultraactiva solo
está referida a la diferencia de plazos en la prescripción tanto en la ley
derogada como en la vigente. (Casación 300-96, El Código Civil en su
Jurisprudencia)
De las opiniones esbozadas podemos definir a la teoría de los hechos cumplidos
como aquella en la que la norma jurídica se aplica a los hechos,
situaciones o relaciones jurídicas bajo y desde su vigencia hasta su
modificación o derogación por otra norma (aplicación inmediata).
Asimismo, esta es la teoría que acoge nuestro ordenamiento jurídico
nacional.
Diferencia entre ambas teorías según la jurisprudencia
La teoría de los hechos cumplidos es partidaria de la aplicación inmediata, en
tanto que la de los derechos adquiridos sostiene una aplicación
ultraactiva. Dichas teorías responden a la salvaguardia de principios
distintos: la teoría de los derechos adquiridos privilegia la seguridad
jurídica; mientras que la teoría de los hechos cumplidos privilegia la
eficacia de las normas jurídicas. La de los derechos adquiridos es
conservadora; la de los hechos cumplidos favorece la innovación. Es así
que no es aplicable la teoría de los derechos adquiridos si el demandado
no ha probado tener un derecho constituido y reconocido por la
legislación anterior. (Casación 3002-2003, Loreto)
Aplicación ultraactiva
Finalmente, la aplicación ultraactiva supone que la norma se aplica a todo hecho,
situación o relación jurídica producida con posterioridad a su vigencia.
Imaginemos que una norma fue derogada pero se sigue aplicando. (Arce
Ortíz, 2019, p. 254)
En otras palabras, es aquella que se hace a los hechos, relaciones y situaciones
que ocurren luego de que ha sido derogada o modificada de manera
expresa o tácita, es decir, luego de que termina su aplicación inmediata.
(Rubio Correa, 2009, p. 49)
Se trata de una aplicación extraordinaria y atípica en relación a la regla de
generalidad. Así una ley es ultraactiva cuando continúa manteniendo su
actividad sobre hechos, relaciones y situaciones acaecidas durante su
imperio, pese a que se ya rige sobre la misma un precepto posterior y de
distinto contenido. Un ejemplo claro es el del testamento otorgado con
las solemnidades externas vigentes en su fecha de expedición, y que
mantiene su pleno valor jurídico, aunque una norma nueva haya
establecido otras. (García Toma, 2019, p. 648)
Otro ejemplo lo tenemos en los denominados contratos-ley, mediante los cuales
el Estado puede establecer garantías y otorgar seguridades. No pueden ser
modificados legislativamente (art. 62 de la Constitución del 93).
Para concluir, es aquella que se hace a los hechos, relaciones o situaciones
incluso luego de haber sido la norma que los regía derogada o modificada
de manera expresa o tácita, es decir, luego de terminada su aplicación
inmediata. Pese a que sobre esos hechos, relaciones o situaciones rige un
precepto posterior y de distinto contenido.
Derrogación de una ley:
La Constitución Política de 1993, en sus artículos 102°, 103º, 108°, y
109° establece:
“Artículo 102°.- Son atribuciones del Congreso:
1) Dar leyes y resoluciones legislativas, así como interpretar,
modificar o derogar las existentes;
2) Velar por el respeto de la Constitución y de las leyes y disponer lo
conveniente para hacer efectiva la responsabilidad de los
infractores;
“Artículo 103°.- Pueden expedirse leyes especiales porque así lo
exige la naturaleza de las cosas, pero no por razón de la
diferencia de personas.
Ninguna ley tiene fuerza ni efecto retroactivo, salvo en materia
penal, cuando favorece al reo.
La ley se deroga sólo por otra ley. También queda sin efecto por
sentencia que declara su incosntitucionalidad.
La Constitución no ampara el abuso del derecho”.
“Artículo 108°.- La ley aprobada según lo previsto por la
Constitución, se envía al Presidente de la República para su
promulgación dentro de un plazo de quince días.
En caso de no promulgación por el Presidente de la República, la
promula el Presidente del Congreso, o el de la Comisión
Permanente, según corresponda.
Si el Presidente de la República tiene observciones que hacer sobre el
todo o una parte de la ley aprobada en el Congreso, las
presenta a éste en el mencionado término de quince días.
Reconsiderada la ley por el Congreso, su Presidente la promulga, con
el voto de más de la mitad del número legal de miembros del
Congreso”.
“Artículo 109°.- La ley es obligatoria desde el día siguiente de su
publicación en el dirio oficial, salvo disposición contaria de la
misma ley que posterga su vigencia en todo o en parte”.
El Texto Único Ordenado del Reglamento del Congreso, en sus
Artículo 4°, ,78°, 79 y 80° establece:
“Artículo 4°.- La función legislativa comprende el debate y la
aprobación de reformas de la Constitución, de leyes y
resoluciones legislativas, así como su interpretación,
modificación y derogación, de acuerdo con los procedimientos
establecidos por la Constitución Política y el presente
Reglamento”.
“Artículo 78°.- No se puede debatir ningún proyecto de ley que no
tenga dictamen, ni ningun dictamen que no haya sido
publicado en el Portal del Congreso, o en la Gaceta del
Congreso o en el Diario Oficial El Peruano, por lo menos una
semana antes de su debate en el Pleno el Congreso, salvo
dispensa de uno de estos requisitos o de ambos, aprobada en la
Junta de Portavoces, con el voto que represente no menos de
tres quintos de los miembros del Congreso.
Si la proposición de ley o resolución legislaiva es rechazada, el
Presidente ordenará su archivo. No podrá presentarse la misma
proposición u otra que verse sobre idéntica materia hasta el
siguiente período anual de sesiones, salvo que lo acuerde la
mitad más uno del número legal de congresistas.
Cuando el Presidente lo estime necesario podrá acordar, a pedido de
un Congresista o un Grupo Parlamentario y por mayoría
simple de los presentes, la conformación de una Comisión de
Redacción, conformada por tres Congresistas propuestos por el
Presidente, a efecto que revisen la redacción de las
proposiciones aprobadas.
Si se plantea y aprueba una cuestión previa de vuelta a Comisiones,
el Presidente ordenará el reenvío y consultará el plazo.
De aprobarse la proposición de ley o resolución legislativa, la oficina
especializada de la Oficialía Mayor redactará la autógrafa, la
misma que será firmada de inmediato por el Presidente y uno
de los Vicepresidentes.
No se podrá debatir ninguna proposición que no tenga dictamen de
Comisión, salvo excepción señalada en el Reglamento.
En el caso de los proyectos de ley que versen sobre las materias
especificadas en el tercer párrafo del artículo 73°, para su
aprobación formal por el Congreso, habrá una doble votación.
La segunda votación deberá efectuarse transcurridos seis (06)
días como mínimo. Esta segunda votación será a totalidad y
con sólo un debate de carácter general, salvo que, a petición
del cuarenta (40%) de los miembros del Congreso, se exija
efectuar un debate específico.
Sin el requisito de la doble votación, la Mesa Directiva no puede
proseguir el trámite de la ley, ni enviarla al Presidente de la
República para su promulgación”.
“Artículo 79°.- La autógrafa de la proposición de ley aprobada será
enviada al Presidente de la República para su promulgación
dentro del plazo de quince días hábiles.
Si el Presidente de la República tiene observaciones que hacer sobre
el todo o una parte de la proposición aprobada, las presenta al
Congreso en el mencionado término de quince días útiles.
Las observaciones se tramitan como cualquier proposición, pero
correrán en el expediente que dio origen a la ley observada y
su reconsideración por el Congreso requiere el voto favorable
de más de la mitad del número legal de miembros del
Congreso”.
“Artículo 80 ° .- Si no tiene observaciones, el Presidente de la
República promulga la ley, ordenando su publicación.
Si vencido el término de quince días, el Presidente de la República
no promulga la proposición de ley envíada, la promulga el
Presidente del Congreso.
La ley es obligatoria desde el día siguiente de su publicación en el
diario oficial, salvo disposición distinta de la misma ley que
establezca un mayor período de “vacatio legis” en todo o en
parte.
Las resoluciones legislativas según corespondan son promulgadas
por el Presidente del Congreso y un Vicepresidente”.
El “Código Civil “, aprobado mediante Decreto Legislativo N° 295
del 24 de julio de 1984, en su Artículo I del Título Preliminar
establece:
“Artículo I.- La ley se deroga sólo por otra ley.
La derogación se produce por declaración expresa, por
incompatibilidad entre la nueva ley y la anterior o cuando la
materia de ésta es íntegramente regulada por aquella.
Por derogación de una ley no recobran vigencia las que ella hubiere
derogado”
La proposición de ley, al proponer la modificación del Artículo I del
Título Preliminar del Código Civil, persigue los siguientes
objetivos:
a) Establecer la derogatoria o modificación de las leyes por una
norma de su mismo rango o de rango superior;
Sobre el tema, debemos indicar que si bien todos los legisladores
tienen el derecho para derogar o modificar una norma legal, tal
como lo consagra el inciso 1) del Artículo 102° del texto
constitucional, lo que se conoce como “derogación expresa”
total o parcial; también es necesario precisar que existe una
derogación tácita, que es la que se presenta cuando los
legisladores expiden una ley con un texto contrario a la
disposición o disposiciones anteriores, esto es, que la haga
inválida por incompatibilidad. Esto ocurre, por ejemplo,
cuando una disposición de un Código pierde valor por ir en
contra de una disposición de una Constitución más reciente
que el Código.
Igualmente, existe una derogación “aparente” respecto de la cual se
debe tener sumo cuidado, pues se presenta cuando la ley dicta
una regla especial, mientras que la ley antigua tiene carácter
general, en cuyo caso subsiste y no es derogada.
Finalmente, propone instituir que una ley puede ser derogada por una
norma de su mismo rango, tal como sucede en el caso de los
decretos legislativos; y, cuando existe una norma de rango
superior, como sucede con la Carta Política.
b) Establecer la derogatoria de las leyes cuando se sanciona que la
norma legal queda sin efecto por sentencia que declara su
incosntitucionalidad o ilegalidad;
Esta propuesta se fundamenta en el hecho de que los tribunales
competentes declaren inválida a una norma por
incompatibilidad con norma superior, en aplicación de la
Acción de Inconstitucionalidad de las leyes (artículos 200°
inciso 4) y 204° de la Constiución) o de la Acción Popular
contra normas de carácter general (artículo 200 inciso 5).
Este aporte obedece al criterio de concordar el texto del cuerpo
jurídico, materia de análisis, con la Constitución Política y con
la Ley N° 26435 “Ley Orgánica del Tribunal Constitucional”.
c) Establecer que la derogatoria de una norma no hace recuperar la
vigencia de la que hubiera derogado modificado, lo que se
conoce como principio de la no “reviviscencia”;
d) Precisar que la “fe de erratas” no puede tener otro alcance que
salvar los errores textuales que se hayan presentado en las
fases de la elaboración, promulgación y publicación de una
ley, pero por ningun motivo puede dar origen a la modificación
de la misma.
Este quizás sea el aporte más importante que contenga la presente
proposición de ley.
El problema radica en que de un tiempo a esta parte, se está haciendo
casi una constante –de peligrosísimas consecuencias para la
estabilidad jurídica del país, que determinados regímenes
democráticos utilicen la llamada “fe de erratas” para alterar el
sentido y alcance de las leyes aprobadas.
En efecto, una de las prácticas adoptadas por el anterior Gobierno,
fue la de incurrir en este ejercicio que lamentablemente se
presento con frecuencia durante el último decenio y que a decir
de los especialistas, debe desaparecer.
Sin embargo, para sorpresa de miles de peruanos que creiamos que el
presente régimen se encontraba inmerso en el proceso de
institucionalización democrática del país, se presento, en días
pasados, un hecho que puso nuevamente sobre el tapete el
mencionado asunto.
En efecto, el pasado día martes 26 de marzo, el Pleno del Congreso
de la República aprobo, por unanimidad, el texto sustitutorio
contenido en el dictamen elaborado por la Comisión de
Economía, respecto de la proposición de ley remitida por el
Poder Ejecutivo que proponía la “Ley de Zona Franca y Zona
Comercial del departamento de Tacna”.
La situación se agudizo a raíz de la publicación, el pasado 28 de
marzo, de la Ley N° 27688 “Ley de Zona Franca y Zona
Comercial de Tacna”, en la cual se pudo detectar que el texto
del artículo 14° del citado dispositivo legal diferia
sustancialmente con el texto primigenio aprobado por el Pleno
del Congreso.
Esto, como es lógico motivo las airadas protestas y reclamos
reiterados por parte de los afectados, hecho que obligo al
Congreso de la República a solicitar mediante Carta N° 147-
2002-OM/CR la publicación de una “fe de erratas” a efectos de
corregir está inconsulta modificación.
Precisamente, el pasado día lunes 01 de abril, apareció en el diario
oficial, la “fe de erratas” corrigiendo el texto del artículo 14° y
retornando al texto primigenio aprobado por el Pleno del
Congreso.
Como vemos, resulta inaúdito que aún en la actualidad se siga
utilizando la figura de la “fe de erratas” para modificar el texto
de una norma legal, pues la misma no tiene ni puede tener otro
alcance que salvar los errores textuales que se hayan
presentado en la fases de elaboración, promulgación y
publicación de una ley, pero por ningún motivo puede dar
origen a la modificación de la misma.
Sobre el tema, el “Diccionario de la Lengua Española” elaborado por
la Real Academia Española, nos define a la “fe de erratas”
como la “lista de equivocaciones materiales cometidas en lo
impreso o manuscrito, insertas en él, al final o en el comienzo,
con la enmienda que de cada una debe hacerse”.
Por su parte, Manuel Ossorio en su “Diccionario de Ciencias
Jurídicas, Políticas y Sociales” indica que la publicación de los
textos legales, así como la de los reglamentos, decretos y otras
disposiciones de menor jerarquía pero igual eficacia, en los
boletines, gacetas o diarios oficiales está sujeta, como todo
impreso, a la insuperable servidumbre de las erratas.
Naturalmente, algunas de ellas, en especial cuando hay
substitución o modificación de las palabras, y en ocasiones la
simple puntuación varía el sentido, pueden originar que
aparezca como un precepto jurídico lo que no fue la intención
del Poder Legislativo o Ejecutivo que autorizo la norma.
Precisa, Ossorio que es frecuente ante esa realidad, y sobre todo en
cuerpos legales trascendentes, como los códigos que a los
pocos días de su publicación oficial aparezca una fe de erratas
que motiva el análisis de los juristas; porque no cabe excluir
que, so pretexto de una mera corrección, se modifique
arteramente un precepto legal.
Para, los Mazeud la “fe de erratas” tiene tal importancia que señalan
que, cuando la rectificación es de pura forma, si enmienda un
error u omisión puramente materiales, que la simple lectura del
texto permita descubrir con facilidad, la fe de erratas es
ciertamente válida. Lo arduo comienza cuando modifica el
sentido de la ley.
Por ejemplo, la Corte de Casación de Francia rechaza todo valor a la
fe de erratas que altera el sentido y alcance de la ley publicada.
Por su parte, el Consejo de Estado francés adopta una posición
diferente: analiza el texto de la ley efectivamente votada por el
legislador, o el del reglamento firmado por los representantes
del Ejecutivo, y admite la validez de la fe de erratas en la
medida en que torna el texto publicado más conforme con el
original. No surge problema alguno, si las enmiendas son
aprobadas por el Parlamento.
Finalmente, Guillermo Cabanellas en su “Diccionario Jurídico”
conceptúa a la “fe de erratas” como “la lista de erratas que hay
en un libro, que se inserta al comienzo o al final del mismo,
con la enmienda que de cada una deba hacerse”
Al respecto, es necesario precisar que el ordenamiento jurídico
peruano no hace referencia expresa a la llamada “fe de erratas”
que tanto usa el diario oficial “El Peruano”. Razón por la que
nos encontramos entonces frente a una práctica que, como lo
mencionaramos anteriormente, viene siendo ejercida
irregularmente en el presente período gubernamental, es decir,
que va más allá de lo permitido.
Pese a ello, nuestro ordenamiento jurídico no ha previsto incorporar
alguna disposición respecto a la finalidad específica de la “fe
de erratas”.
Es por ello, que resulta necesario precisar la figura de la “fe de
erratas” en el sentido de que no puede alterar, de manera
alguna, el sentido y alcance de las leyes aprobadas.
Pese a lo anteriormente expuesto, nuestros legisladores no han
reparado en que lo más importante por tener en cuenta es la
preservación de la estabilidad jurídica del país que permita
garantizar un marco constitucional y legal estable adecuado a
los requerimientos legales de la sociedad, puesto que si las
normas siempre cambian, nunca se podrá tomar una decisión
correctamente informado, lo que implica que todas las
decisiones económicas deberán ser de corto plazo. Además la
imposibilidad de saber cual es el régimen vigente ocasiona una
serie de costos para las personas naturales y jurídicas, dado que
se requerirá contar con expertos, lo cual sólo puede ser
asumido por una parte minoritaria de la sociedad.
En consecuencia, el proyecto de ley, propone modificar el Artículo I
del Título Preliminar del Decreto Legislativo N° 295 “Código
Civil”, a efectos de precisar que la figura de la “fe de erratas”
no pueda tener otro alcance que salvar los errores textuales que
se hayan presentado en las fases de la elaboración,
promulgación y publicación de una ley, pero por ningún
motivo pueda alterar, de manera alguna, el sentido y alcance
de la ley aprobada.
CONCLUSIONES:
● En el presente trabajo hemos analizado la jurisprudencia del TC peruano
sobre el nasciturus con el objetivo de comprender mejor el fenómeno de la
sucesión de precedentes en el tiempo. Para ello, hemos comenzado
presentando las diferentes decisiones que ha ido adoptando el TC sobre la
materia, así como la forma en la que íbamos a entender los términos clave
de la discusión: precedente, ratio decidendi y regla del precedente. Antes de
analizar las condiciones para la creación y eliminación de precedentes,
hemos visto que estas, junto a la de no aplicar un precedente, son
competencias que no están conectadas lógicamente. De esta manera, aunque
es posible que las tres sean atribuidas a un mismo órgano, se trata de algo
completamente contingente. En relación a la noción ratio decidendi, hemos
reconstruido dos conceptos de ratio decidendi dependiendo de si nos
fijamos en las condiciones para que una norma sea ratio decidendi
(concepto normativo) o en la consecuencia que se sigue de ello (concepto
estructural); esto es, que sea relevante para la decisión del caso posterior.
No obstante, a su vez, hay varias concepciones de la ratio estructural, lo que
afecta a cómo han de ser entendidos los requisitos que ha de cumplir una
decisión jurisdiccional para ser considerada como precedente. En efecto,
hemos visto dos condiciones de existencia de precedentes —necesidad de
que la ratio del caso innove el ordenamiento y que exista una mayoría de los
miembros del tribunal sobre aquella— para las que resulta determinante
qué concepción de la ratio se escoja. Ello resulta decisivo en el caso de la
doctrina del TC peruano porque, dependiendo de tal elección, algunas
sentencias serán o no consideradas como precedentes. A continuación,
hemos visto cuatro formas en las que se pueden derogar los precedentes. En
este contexto, hemos concluido que, si realmente existe en nuestros
ordenamientos la norma según la cual es necesario realizar un especial
esfuerzo argumentativo para eliminar un precedente del ordenamiento,
entonces no podemos considerar que la emanación de precedentes
posteriores incompatibles implique o presuponga la derogación de ningún
precedente. Además, hemos visto los problemas que aborda la derogación
de precedentes por desuetudo y por derogación del texto base para los
precedentes interpretativos.