EESO N ° 350 “PROVINCIA DE SANTA FE”
Ciclo lectivo 2021
Cursos: 4 to B- C turno mañana
4to D turno tarde
Historia
Profesora: Varrica, Lorena.
La semana trágica:
La llegada a la presidencia de Hipólito Yrigoyen en 1916 hizo visible
las nuevas estructuras sociales, las nuevas caras, que sacudían un
país para pocos. La masiva ocupación de jóvenes hombres y mujeres
en puestos claves de gobierno, denotaba la raíz inmigratoria de la
primera generación nacida en Argentina.
Algo similar ocurría en la arena de las luchas obreras, donde los sindicalistas, en su mayoría
hijos de inmigrantes de actividades de gran escala y empleados públicos, reemplazaban a los
anarquistas, y socialistas, delegados de las pequeñas industrias, y venidos de la convulsionada
Europa. Además, los sindicalistas concordaban con el anciano líder (Yrigoyen) de la primera
presidencia de masas, antiguo conspirador, que las conquistas vendrían de una reforma pacífica,
negociada, y no por las armas de la revolución.
La Semana Trágica de 1919, ocurrida entre el 7 y 15 de enero, significó el máximo punto de una
resolución vía armada entre los patrones, las clases obreras y el Estado. Y una vuelta de página
con un naciente sindicalismo fortalecido que fundaría la próxima etapa del movimiento obrero,
ya pieza fundamental de la Argentina con el peronismo.
La escritora y activista María Rosa Oliver en su autobiografía, “La vida cotidiana” (1969),
recordaba la charla con su madre en un regreso inesperado hacia una señorial quinta en Merlo,
en un sofocante verano de enero de 1919: “Estábamos almorzando en Harrods y de pronto se
apareció Sebastián Chico (el chofer) a avisarnos que había barullo, que en algunas calles los
huelguistas habían levantado barricadas”, termina la anécdota que pinta la situación que se vivía
en las calles porteñas: “Tu papá no quería creer, hasta que en Liniers unos hombres con fusiles
detuvieron el coche, sigan nomás, dijeron”. Armas repartidas a gusto entre huelguistas, policías,
“niños bien” y rompehuelgas, trincheras improvisadas a lo largo de Rivadavia, San Juan y
Corrientes, ventanas y persianas cerradas, eran las postales de la batalla urbana que
amplificaban los graves incidentes vistos y sufridos en 1910.
Desde la asunción de los radicales, la cuestión obrera empezó a tratarse con estrategias
diferentes al tradicional garrote. Si bien Yrigoyen no deroga las leyes represivas, y
anticonstitucionales, como la Ley de Residencia y Defensa Social, aboga por el acuerdo sin
conflictos mayores, y muchas veces a favor de los trabajadores, el caso de la huelga de
marítimos de 1916 o la de los ferroviarios de 1917 son ejemplos.
Asimismo, la FORA del IX Congreso, apolítica y distanciada de las tendencias revolucionarias,
comienza a imponerse en el país con casi 70 mil afiliados sobre dos millones de trabajadores, y
se hace fuerte con su poder de negociación base los sectores que perfilan el sindicalismo
nacional, los transportes, el comercio, el campo y el empleo público. En tanto método de reclamo
gremial, la huelga logra importantes conquistas en amplios sectores, y van mejorando salarios y
condiciones laborales. Así que no era de extrañar que los metalúrgicos de los Talleres Vasena
en San Cristóbal (actual plaza Martín Fierro) iniciaran el 2 de diciembre de 1918 una huelga
reclamando mejoras salariales de un 20% -los salarios estaban a la baja desde 1914- y una
jornada de 8 horas. Las extraordinarias ganancias de los talleres en los inicios de la industria
nacional de importaciones, obligada por la Gran Guerra, la feliz resolución de las 327 huelgas de
ese año, y cierta permisividad del Ejecutivo hacían presagiar que en las fiestas los trabajadores
iban a brindar con algo más que un pan dulce. Como vieron que la patronal hacía oídos sordos
al reclamo, subieron la apuesta, y sumaron la reincorporación de los huelguistas
despedidos. Los esperaba un enero sangriento.
“El pueblo está para la Revolución” arranca el diario anarquista “La Protesta” el 10 de enero de
1919, que se había plegado a la huelga general decretada por la FORA luego que la policía y las
patotas de aristócratas asesinaran huelguistas en las puertas de los talleres, el 7 de enero, y a
varios trabajadores sin distinciones el 9 de enero, en el cortejo fúnebre que pasaba por Almagro
y Chacarita –de la otra trinchera, los huelguistas y agitadores de todo tipo arrasaban iglesias,
asediaban armerías y copaban comisarías-, “Lo ha demostrado ayer al hacer causa común con
los huelguistas de los talleres Vasena. El trabajo se paralizó en la ciudad y los suburbios. Ni un
solo proletario traicionó la causa de sus hermanos en dolor. Entre los incidentes mencionamos:
el auto del jefe de Policía fue incendiado en San Juan y 24 de noviembre– era el auto del ministro
de guerra, Elpidio González, designado por Yrigoyen a cargo de la policía; en un primer paso
lamentable de la injerencia institucionalizada de las fuerzas armadas en los asuntos civiles. Al
jefe de policía, general Dellepiane, se lo erige Gobernador Militar de la ciudad- Los talleres
Vasena fueron incendiados por la muchedumbre…en San Juan y Matheu fue desvalijada una
armería. En Perú y Cochabamba se levantó una barricada con tranvías con la ayuda de quince
marinos. En Boedo y Carlos Calvo fue asaltada otra armería…los manifestantes obligaron a las
ambulancias a llevar banderitas rojas…fueron quemados dos coches de la Empresa
Lacroze…por calle Rivadavia el pueblo marcha armado con revólveres y máuseres –idéntico que
los militares y policías, aunque sumaban modernas ametralladoras. Las fuerzas armadas
estaban descontentas con Yrigoyen por bajos salarios, y desprestigio de los mandos por la
“chusma radical”, y entonces se descargaron con los obreros e inmigrantes. Compartían enconos
y odios –y miedos- con la aristocracia del Jockey Club y los Clubes de Armas, que inauguraron
un nuevo deporte, en palabras del mismo jefe de policía,
“la caza del pobre”- En Cochabamba y Rioja fue volcada
una chata con mercadería y repartida al pueblo…la policía
tira con balas dum-dum, (Una bala expansiva inventada
por los imperialistas británicos en 1896, en la India, y que
causaba un horroroso diámetro de herida por lo que las
limitaron a los mercados no europeos), Buenos Aires se ha convertido en un campo de batalla”,
finalizaba el diario. En medio de la crisis, González vuelve a negociar con la FORA y esta vez no
le incendian el auto. En Casa Rosada, los empresarios, terratenientes y la oligarquía exigen una
dura represión, bombardear las calles (tendrían que aguardar al 16 de junio de 1955 para
concretar semejante idea repudiable) y suma en la solicitud al embajador británico. Yrigoyen
echa de la casa de Gobierno al representante de la Reina y a los poderosos. Allí parece retomar
el control y acuerda con los sindicalistas los puntos solicitados menos la liberación de los presos.
Cuando parecía que el 12 de enero las aguas se aquietaban, pese a que Buenos Aires era un
reguero de pólvora a punto de explotar, un rumor de que había una conspiración soviética
digitada desde Montevideo derrumba la frágil paz. Policías, militares y los paramilitares
conservadores y fascistas de Liga Patriótica, y la Asociación del Trabajo, protagonizan una noche
de terror en los barrios humildes y, especialmente, nuevamente contra los judíos. A ellos se los
acusaba de “maximalistas”, “elementos subversivos”, “agitadores revolucionarios” aunque tanto
los sindicalistas como los anarquistas venían advirtiendo al gobierno de infiltrados, no obreros,
en sus filas. Incluso negaron accionar de los trabajadores en los violentos asaltos al Correo
Central y la Jefatura de Policía. Finalmente, el 13 de enero de 1919 ante el ministro del Interior,
y en la casa de gobierno, Pietro Vasena en persona, y los huelguistas, rubrican el acuerdo que
otorga las reivindicaciones sabidas desde diciembre, y la liberación de 1500 presos a partir del
15, con muchos torturados en la Penitenciaría Nacional que se ubicaba en el actual parque Las
Heras. El cierre del conflicto vino después de una reunión privada entre el presidente y la FORA,
en nombre de los metalúrgicos de Vasena, en un estilo de manejar política obrera desde el
Estado que haría escuela.
Yrigoyen siente que salva a la República “En esa oportunidad me pidieron que derrocara al
presidente”, recordaría Dellepiane. Entre el “pánico de la revolución social”, en palabras de un
cercano Manuel Gálvez, y “la disolución social”, que debía evitarse “a sangre y fuego”, en
palabras del conservador Sánchez Sorondo, el presidente optó en su estilo “un piadoso velo del
olvido”, como en la Patagonia Rebelde de 1921 y 1922 no habría culpables de la masacre.
Actividades:
1- Responde:
1. ¿Cómo manejaba Yrigoyen los conflictos obreros hasta los hechos de la Semana
trágica?
2. ¿Qué diferencias puedes señalar en la forma de contener la protesta de Yrigoyen con
sus antecesores? (presidentes del régimen conservador)
3. ¿Cómo resuelve Yrigoyen el conflicto?
2- Indica las opciones correctas:
a) La Semana Trágica significó el máximo punto de una resolución vía armada entre los
patrones, las clases obreras y el Estado.
b) Los talleres Vasena fueron incendiados por la policía.
c) La policía y las patotas de aristócratas asesinaron huelguistas en las puertas de los
talleres y a varios trabajadores en el cortejo fúnebre.
d) Los empresarios, terratenientes y la oligarquía exigen una dura represión, bombardear
las calles, se suma en la solicitud al embajador británico.
e) Ante el ministro del Interior, Pietro Vasena y los huelguistas, acuerdan excarcelar a los
trabajadores, pero no otorgar las reivindicaciones que propiciaron la huelga desde
diciembre.
3- Busca el significado de los siguientes conceptos:
a- Fascistas
b- Liga Patriótica
c- Anarquistas
d- Maximalistas
e- Elementos subversivos
4- Organiza un cuadro caracterizando los actores sociales que participan del
conflicto.
5- Interpreta la siguiente frase: “Así termina la primera huelga general argentina, con 70
muertos para Félix Luna, 700 muertos para la policía y 1500 para la Embajada de
Estados Unidos”.