RECURSO DE APELACIÓN CONTRA SENTENCIA DE MARZO 30-2022
REFERENCIA: 08001-33-33-004-2015-00344-00
Señor Juez:
OCTAVO ADMINISTRATIVO ORAL DEL CIRCUITO DE BARRANQUILLA
E. S. D.
RECURSO DE APELACIÓN CONTRA SENTENCIA DE MARZO 30 DE 2022
REFERENCIA: 08001-33-33-008-2018-00224-00
MEDIO DE CONTROL: REPARACIÒN DIRECTA
DEMANDANTES: AURY STELLA SANJUANELO VALENCIA Y OTROS
DEMANDADO: NACION—MINISTERIO DE DEFENSA -POLICÍA NACIONAL
LILIANA DE LA CRUZ HERRERA, abogada en ejercicio, mayor de
edad, condomicilio en esta ciudad, identificada con Cédula de
Ciudadanía N°
32.792.185 expedida en Barranquilla y T.P. No.192.668 del C. S. de la J., en
mí condición de apoderada sustituta especial de la parte
demandante en el proceso de la referencia, estando dentro de la
oportunidad legal de traslado a las partes para alegar, contemplada
en el artículo 210 del CódigoContencioso Administrativo, RECURSO DE
APELACIÓN, el cual sustento de la siguiente manera:
I. TÉRMINO PARA APELAR.
Según lo dispuesto en el artículo 308 del Código de
Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso Administrativo
(CPACA), por encontrarse en trámite el presente proceso desde
antes de la entrada envigencia de dicha norma, el mismo debe
regirse y culminar de conformidad con el régimen jurídico
anterior, esto es, de conformidad con las normas del Código
Contencioso Administrativo.
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II. HECHOS U OMISIONES QUE SIRVEN DE FUNDAMENTO A LA ACCION
“-. El 17 de julio de 2016, siendo aproximadamente las 7:30PM, el
señor PEDRO ADAN SANJUANELO RODRIGUEZ, fue atropellado por
el agente de policía GUSTAVO MIGUEL BALLUT BENITEZ, quien iba
en caravana con otros agentes de la Policía conduciendo una moto
de la Policía Nacional, en la entrada del Municipio de Campo de la
Cruz (Atlántico), sector más conocido como "el peligro",
causándole múltiples heridas que lo llevaron a un estado crítico de
salud y quien aún no se ha recuperado.
Luego de ser atropellado, el señor PEDRO ADAN SANJUANELO
RODRIGUEZ, los policías lo dejaron tirado en la carretera y no le
brindaron ningún auxilio, siendo auxiliado por unas personas de
la comunidad, quienes lo llevaron al Hospital local de Campo de
la Cruz, donde le brindaron atención médica, sin embargo por lo
gravedad del paciente fue remitido a la Clínica Jaller de la carrera
53 en Barranquilla, donde estuvo en UCI durante 2 meses.
De los hechos narrados es administrativamente responsable LA
NACIÓN - - MINISTERIO DE DEFENSA NACIONAL - POLICIA
NACIONAL, ya que por la falla o falta del servicio de la
adminisfración se produjeron los hechos donde resultó lesionado
de carácfer permanente el señor: PEDRO ADAN SANJUANELO
RODRIGUEZ. Por lo tanto es procedente la indemnización de los
perjuicios morales, daño en salud y daño en familia.
.”
III. EL FALLO DE PRIMERA INSTANCIA.
El juez, en el texto de su fallo de primera instancia manifiesta lo siguiente:
“En el caso concreto tenemos que el señor Pedro Adamn
Sanjuanelo Rodríguez con su conducrta contribuyó a la
causación del daño, pùes primero no tuvo en cuenta las
normas del tránsito contenidas en la Ley 769 de 2002 10en
su artículo 55, dado que según lo narrado por ekl patrullero
iban varias motocicletas por la carretera vía Campo de la Cruz
y este se apareció de pronto , no pudiendo ser esquivado,
daao que se trataba de una carretera donde la circulación de
peatones no es previsible.
De otra parte en la historia clínica de la clínica Jaller se
consignó como antecedente que el señor Pedro Adan
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Sanjuanelo Rodríguez era habitante de la calle y era
farmacodependiente al alcoholismo y drogas sicoactivas y
posteriormente en la historia clínica de la Clínica del Parado
también se consignó por parte de los médicos que lo
atendieron que tenía problemas de alcoholismo, lo que se
infiere que su conducta al atravesarse sin ninguna precaución
en la carretera en el tramo denominado la curva del peligro a
horas que había poca visibilidad originó sin duda alguna que
fuese atropellado y máxime cuando en toda la historia clínica
se consignara que era habitante de la calle, lo que infiere el
Despacho que en esa fecha se encontraba bajo las sustancias
sicoactivas y en estado de embriaguez y además era una
fecha de fiesta en el pueblo pues se encontraban festejando
las fiestas de la virgen del Carmen.
Por lo que del análisis se esos antecedentes no hay duda que
la conducta del señor Pedro Adan Sanjuanelo Rodrñiguez dio
lugar a la causación del daño rompiéndose así el nexo de
casualidad, pues no hay que negar la realidad que actuar bajo
las sustancias sicoactivas o alcohol merma la visibilidad y su
imprudencia impide a este Despacho condenar a la entidad
demandada, pues en las historias clínica siempre se consignó
que era farmacodepediente al alcoholismo y sustancias
psicoactivas, hecho que no fue desvirtuado, razones por las
cual se negarán las pretensiones de la demanda.”
IV. OBJECIONES A LA SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA.
ARGUMENTOS DE LA PARTE RECURRENTE.
EL primer aspecto a debatir del fallo, consiste en el hecho que, el
despacho se ensaña con el lesionado por su condición personal de
alcohólico y farmacodependiente. Me pregunto yo, el padecer una
adicción le resta derechos a un ciudadano? Claramente se observa un
tinte de discriminación en contra de la víctima directa verbigracia de sus
condiciones sociales y personales lo que le resta ecuanimidad al señor
juez. Todos merecemos justicia.
Hay una flagrante violación al debido proceso y demás derechos
fundamentales de la víctima directa al servir como medio para que un
delito y un daño resulte impune afectando los derechos de los aquí
demandantes.
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En la presente demanda se tiene la certeza de un hecho punible y un daño cometido
por la administración a través de los agentes involucrados en los hechos, tal como se
desprende de los dictámenes médicos legales practicados a la víctima, la historia
médica y demás pruebas. Sin embargo, el delito jamás se investigó ni penal ni
disciplinariamente, y no conforme con ello, se agrava aún más la afectación de los
derechos de este grupo de ciudadano, cuando con el fallo nugatorio de primera
instancia se favorece a la impunidad imperante en nuestro país.
En cuanto a la certeza de la responsabilidad del procesado tenemos que esta se
encuentra probada dentro del proceso con el testimonio de los agentes presentes en
los hechos ese día, quienes narran lo sucedido y admiten que la víctima resultó
lesionado en accidente de tránsito en la vía que conduce al municipio de CAMPO DE
LA CRUZ, por una patrulla motorizada conducida por el Patrullero GUSTAVO MIGUEL
BALLUT BENITEZ, apuntando a éste como la persona que el día de los hechos omitió
su deber de observar el cuidado y prevención debidas lo cual ocasionó el hecho
dañoso, y que además constituye un hecho punible derivando de éste las graves
lesiones del señor PEDRO ADAN SANJUANELO RODRIGUEZ lo cual deja entrever
la inobservancia de las normas de circulación del tránsito, tales como señalización, el
derecho de prelación, velocidades mínimas y máximas, distancias reglamentarias, etc.,
vulnerando así el principio de confianza de observancia de las mismas por parte de
conductores y peatones y el cual es de creación doctrinal y jurisprudencial, lo cual se
traduce como hecho generador de culpa. De lo expuesto anteriormente se desprende
que la policía nacional es patrimonialmente responsable de los perjuicios causado al
grupo de demandante, por el hecho dañoso cometido por uno de sus agentes, quien
estando en servicio le ocasionó grave lesiones a la víctima, al actuar con imprudencia
ocasionando el accidente en cuestión, pues actuó sin cautela como lo exigen los Art.
128 y 131 del Código Nacional de Transito, con el resultado dañoso que se le imputa
a la nación, y del cual nunca fue juzgado penalmente.
Por otra parte, sobre el tema de la circulación vehicular, la Convención Internacional
de Ginebra de 1949, auspiciada por las Naciones Unidas, sentó el principio de que “ al
conductor de un vehículo le es indispensable conservar constantemente el control de
la propia velocidad y conducir de manera razonable y prudente” , con lo cual quería
significar que el conductor debe adecuar constantemente la velocidad a la
contingencias del tráfico, conservando en todo instante el dominio de vehículo con
miras a conjurar todo peligro que pueda acarrear daños a sí mismo o a terceros por
causa de movimientos imprudentes o por inadecuada velocidad de la máquina, es su
obligación regular la velocidad teniendo en cuenta las limitaciones del vehículo, las
características y condiciones de la vía, así como el tráfico y demás circunstancias
especiales, de tal modo que la velocidad a la cual conduzca no constituya peligro para
la seguridad de las personas y de las cosas o cause desorden u obstáculo para la
circulación.
Por ningún motivo los conductores deben competir en velocidad, y deben disminuir la
velocidad y llegado el caso parar cuando comporte algún riesgo al encuentro con otros
vehículos, entre otras situaciones.
Tenemos que se encuentra probada la ocurrencia de un hecho en el desempeño de
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una actividad riesgosa, la existencia de un daño derivado del mismo probada mediante
dictamen pericial, y se establece el nexo causal toda vez que las lesiones fueron
consecuencia directa del hecho, y el hecho mismo consecuencia de la violación de las
normas de tránsito.
El demandado, POLICÍA NACIONAL, representado en los hechos por el patrullero
GUSTAVO MIGUEL BALLUT BENITEZ, con su acción originó un accidente
generador de responsabilidad. El Código Civil en su artículo 2341, establece la norma
general de responsabilidad, cuando expresa: “El que ha cometido un delito o culpa,
que ha inferido daño a otro, es obligado a la indemnización...” Pero además del
causante directo del hecho dañoso, está llamado a responder por las consecuencias
de éste al tercero civilmente responsable, por cuanto se considera pertinente condenar
al pago de perjuicios al responsable de los daños.
No cabe duda acerca de la posibilidad de abordar el análisis de
imputación, con empleo del título jurídico del riesgo excepcional, toda vez
que el daño así producido será el resultado de la materialización del
desbordamiento de los estándares del riesgo permitido, por cuanto el
detrimento se acarrea por el rompimiento de las cargas públicas en la
medida que la persona o personas afectadas, son sometidas a un riesgo
anormal y excepcional diferente al que deben tolerar, en el diario vivir, ya
que se predica la peligrosidad de la actividad desempeñada por la víctima
así como la estructura mediante la cual se desarrolla la misma.
En cuanto a la conducción de vehículos automotores, al igual que
ocurre con otras actividades tales como la manipulación de armas
de fuego, la conducción de energía eléctrica o la conducción de
aeronaves es considerada, por regla general, una actividad
peligrosa, de manera que ala parte demandante le basta acreditar
que la actividad peligrosa fue la causa del daño cuya reparación
solicita, al paso que la entidad demandada para exonerarse de
responsabilidad deberá demostrar la existencia de una causal de
exoneración.
En el ámbito de la responsabilidad civil extracontractual, la doctrina
mayoritaria ha reconocido la imposibilidad de imputar la
responsabilidad al guardián del comportamiento, cuando de los
supuestos fácticos se desprende que el daño se origina en la
estructura misma de la cosa, o delos elementos a través de los cuales
se desarrolla la actividad; no sucede lo propio en sede de la
responsabilidad extracontractual de la administraciónpública, toda
vez que, si el Estado es el guardián del comportamiento o de la
actividad peligrosa, es porque se está frente a la prestación de un
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servicio público o actividad estatal y, por lo tanto, no se puede
liberar de su responsabilidad en relación con los hechos, máxime si
el daño es productode la concreción de una actividad de alto riesgo,
tal como lo es la conducción de vehículos terrestres, aéreos u otros
similares.
Es así que, tratándose de la responsabilidad extracontractual del
Estado, no es posible excluir la imputación del resultado, en aquellos
eventos en que setenga una guarda compartida de la cosa o de la
actividad peligrosa, como quiera que, en estos supuestos, la
administración pública debe ser juzgada bajo el amparo del artículo
90 de la Constitución Política y, por lo tanto, deberá reparar el daño
de manera integral para luego repetir, si es del caso, en contra de la
persona o personas que tenían la guarda materialcompartida del
factor o elemento de riesgo. Así las cosas, en eventos en que se
juzgue la responsabilidad patrimonial de la administración pública,
donde se aprecie la existencia de una guarda acumulativa entre dos
o mássujetos, uno de los cuales sea el aparato estatal, no se podrá
excluir el deberde reparación integral, bien porque el Estado sea el
guardián de la estructura o del comportamiento, dado que en estas
situaciones la administración, en su calidad de controladora de la
cosa o de la actividad,estará obligada a la reparación del perjuicio.
Respecto del ejercicio de actividades peligrosas como la conducción de
vehículos automotores, la jurisprudecia ha ido evolucionando. La
Sección Tercera del Consejo de Estado solía considerar que el régimen
de imputación aplicable erasubjetivo bajo el título de falla probada. En los
años siguientes se adoptó el título defalla presunta para juzgar este tipo de
eventos en atención a que “un vehículoautomotor, por su peligrosidad,
al ser nexo instrumental en la causación de unperjuicio, compromete de
por sí la responsabilidad del ente público a quien el vehículo pertenece,
sin necesidad de que se pruebe la falla del servicio, que pordemás bien
puede existir”.
Posteriormente, la Corporación señaló que la falla probada o presunta
únicamentese debe aplicar a casos específicos, mientras que, frente a los
daños causados porcosas o actividades peligrosas, en los que no se juzga
la conducta irregular de la Administración sino el daño antijurídico, opera
una presunción de responsabilidad y no una presunción de falta.
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REFERENCIA: 08001-33-33-004-2015-00344-00
La teoría de presunción de responsabilidad para juzgar eventos de daños
derivados de cosas o actividades peligrosas se consolidó en los años siguientes
hasta la sentencia de marzo de 2000, en la cual la Sala replanteó su posición en el
sentido de aclarar que no existe en ningún caso, la llamada "presunción de
responsabilidad", expresión que resulta poco afortunada, en tanto que sugiere que
todos los elementos que permiten configurar la obligación de indemnizar se
presumen1.
La responsabilidad estatal en la conducción de vehículos automotores es
considerada una actividad peligrosa y partiendo del hecho cierto que,
respecto de la responsabilidad de la Armada Nacional, debe ser
condenada al resarcimiento de perjuicios dada su condición de propietario
del vehículo que causó la colisión.
Al respecto del Título de Imputación de Riesgo Excepcional derivado de las
ACTIVIDADES PELIGROSAS, se ha manifestado el Consejo de Estado:
1. ACTIVIDADES PELIGROSAS - Título de imputación. Riesgo excepcional
/ RIESGO EXCEPCIONAL - Actividades peligrosas / TITULO DE
IMPUTACION OBJETIVO - Características2
En la actualidad, cuando se discute la responsabilidad del Estado por daños
causados con elementos o actividades peligrosas -uso de armas de fuego de
dotación oficial, uso de vehículos automotores oficiales, conducción de
energía eléctrica- ha entendido la Sala que el régimen aplicable es el de
responsabilidad objetiva en aplicación de la teoría del riesgo excepcional. En
efecto, la Administración debe responder siempre que produzca un daño con
ocasión del ejercicio de actividades peligrosas o la utilización de elementos
de la misma naturaleza, como lo es el uso de vehículos automotores, pues
el Estado asume los riesgos a los cuales expone a la sociedad con la
utilización de tales elementos peligrosos. El mencionado título de
imputación puede ser empleado tanto en favor de terceros, como para
los conductores de tales vehículos y para los servidores públicos que
los acompañan para el cumplimiento de funciones propias del servicio.
1
Ver sentencia de diciembre 19 de 1989, Exp. 4484. C.P. Antonio José de Irisarri Restrepo;
sentencia de agosto 24 de 1992, Exp. 6754; sentencias de octubre 18 de 2000, Exp. 12707 y
abril 18 de 2002, Exp. 14076, ambas con ponencia del Consejero Ricardo Hoyos; sentencia
de marzo 2 de 2000, Exp. 11401, C.P. Alier Hernández.
2
Ver sentencias de mayo 11 de 2006, Exps. acumulados 14694 y 15640, C.P. Ramiro Saavedra
Becerra; de julio 14 de 2005, Exp. 14974, C.P. Ruth Stella Correa; de diciembre 4 de 2006, Exp.
15723; de la misma fecha Exp. 18479, ambas C.P. Mauricio Fajardo
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En virtud de ese título de imputación objetivo, el demandante tiene el deber
de probar la existencia del daño antijurídico y el nexo causal entre éste y la
acción u omisión de la entidad pública demandada, para que se pueda
deducir la responsabilidad patrimonial, sin entrar a analizar la licitud o ilicitud
de la conducta del agente, la cual resulta irrelevante. A su vez, la
Administración para exonerarse de responsabilidad deberá acreditar
que éste último elemento no existe o que es apenas aparente, mediante
la comprobación de una causa extraña, como el hecho exclusivo de la
víctima, la fuerza mayor o el hecho exclusivo y determinante de un
tercero. (Negrita y subrayado fuera del texto original, con el fin de determinar
la relevancia en el caso bajo estudio).
2. EL JUEZ OMITIÓ LA GRAVEDAD QUE INPLICA LA INFRACCIÓN DE
CONDUCIR A EXCESO DE VELOCIDAD, Y LA RESPONSABILIDAD DE LA
TRANSGRESIÓN DE OBSERVACIÓN DEL LÍMITE MÁXIMO PERMITIDO.
Según el Observatorio Nacional de Seguridad Vial, el exceso de velocidad
fue la primera causa de accidentalidad en el país durante 2020. Ir más
rápido de lo permitido aumenta las probabilidades de perder el control del
vehículo y, con ello, de sufrir un accidente de tránsito, puesto que se reduce
la capacidad de anticiparse a los peligros.
Independiente de las destrezas para manejar o de lo bien que conozca las
calles la persona que va al volante, es primordial que seas cauteloso y
mantenga la velocidad indicada en cada zona con el fin de prevenir
eventualidades. Aumentar 5 % la velocidad promedio en la conducción
implica un incremento aproximado del 10 % en el número de accidentes
leves y del 20 % en graves, explican algunos expertos.
Por su parte, la Organización Panamericana de la Salud afirma que
“la velocidad engaña, ya que en su percepción como factor de riesgo
influyen muchas circunstancias, como las características del vehículo, la
hora del día a la que se conduzca, las condiciones climáticas o el diseño y
estado de la vía por la que se circula”.
Se observa en el expediente, en especial en el fallo, que no fue tenido en
cuenta el tipo de vehículo perteneciente a la armada nacional. Solo se
refiere a éste como tipo “camioneta”. Las camionetas tienen un peso en su
carrocería superior a los vehículos tipo sedan, y si tienen capacidad de
carga que no está siendo utilizada, su desplazamiento genera más
velocidad y agrava las consecuencias del impacto en caso de colisión.
Según el director de la Agencia Nacional de Seguridad Vial, uno de cada
dos siniestros viales provocados por imprudencia del conductor, se debe al
exceso de velocidad. Detalló además que, durante las fechas especiales,
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los accidentes más graves ocurren en las grandes ciudades, teniendo en
cuenta que las vías están menos concurridas por el éxodo de viajeros.
“El exceso de velocidad es el pecado más grande que estamos cometiendo los colombianos.
En estos puentes festivos, todos creerían que los índices de mayor velocidad se presentan en
las carreteras y vías nacionales, pero lo cierto es que suceden al interior de las ciudades
porque, al sentir que están solas las ciudades, las personas tienden a correr más”, asegura
el director de la agencia en algunas de sus alocuciones.
Consecuencias de conducir con exceso de velocidad. Respetar los límites de
velocidad va por una actitud de auto control y de toma de conciencia de
que estar frente al volante es como tener un arma y como tal si no la
utilizamos bien podemos acabar con nuestra vida o la de otras personas.
El control de la velocidad es una herramienta muy importante para mejorar
la seguridad vial. Sin embargo, la mejora del cumplimiento de los límites de
velocidad y la reducción de las velocidades de conducción inseguras no
son tareas sencillas. Muchos conductores no reconocen los riesgos
involucrados, y a menudo los beneficios que se perciben al exceder las
velocidades permitidas sobrepasan a los problemas que pueden ocasionar.
El exceso de velocidad es un problema social popularizado donde personas
se aprovechan de la capacidad de sus vehículos a motor y pueden causar
afectaciones en autopistas, carreteras convencionales y vías urbanas. El
exceso de velocidad reduce el tiempo de reacción que tiene el conductor
ante un imprevisto.
Estas son algunas secuelas que puede dejar al no respetar los límites de
velocidad:
Lo más grave que puede ocurrir al superar el límite de velocidad es
perder su propia vida y llevarse consigo la vida de otra persona que
estuvo en un mal momento y mal lugar.
Terminar con lesiones graves e irreversibles como discapacidades
permanentes, amputaciones de extremidades, entre otras.
Ocasionar cuantiosos daños materiales, considerando la suerte de
salir ileso tras el accidente provocado.
Enfrentar acciones legales y las multas correspondientes a la
infracción debido a la irresponsabilidad frente al volante.
Lesiones y colisiones de tránsito relacionadas con la velocidad. Velocidad,
transferencia de energía y lesiones.
La velocidad ha sido identificada como un factor clave de riesgo en las
lesiones causadas por el tránsito, influenciando tanto el riesgo de colisiones
de tránsito, como la gravedad de las lesiones causadas. Las velocidades
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más altas conducen a un mayor riesgo de una colisión y a un aumento de
la probabilidad de lesiones graves si ocurre alguna.
Esto se debe a que, a medida que la velocidad aumenta, también lo hace
la distancia recorrida durante el tiempo de reacción del conductor
y la distancia necesaria para detenerse. Además, a gran velocidad, los
efectos de los errores del conductor se agravan.
En una colisión, cuanto mayor es la velocidad, mayor es la cantidad de
energía mecánica (cinética) que debe ser absorbida por el impacto. Por lo
tanto, hay más posibilidades de una lesión grave.
Una lesión perjudicial es el resultado de un “intercambio de energía”.
Durante una colisión, la lesión es consecuencia de la transferencia de
energía al cuerpo humano en cantidades y en porcentajes que dañanla
estructura celular, los tejidos, los vasos sanguíneos y otras estructuras
corporales. Esto incluye a la energía cinética, por ejemplo, cuando
la cabeza de un conductor de automóvil golpea contra el parabrisas
durante un choque.
De las diferentes formas de energía – cinética, térmica, química, eléctrica
y de radiación – la transferencia de energía cinética es la que más
contribuye a la lesión. Es necesario que los profesionales e investigadores de
la prevención de lesiones causadas por el tránsito entiendanla
biomecánica de las lesiones por energía cinética. Esto los ayudará a
desarrollar medidas que limiten la generación, distribución, transferencia y
efectos de esta energía durante un accidente de tránsito.
Independientemente de si la energía cinética es generada por una colisión
vehicular, un disparo o una caída, la fuerza a la que es sometido el tejido
humano en el impacto es el producto de la masa y la velocidad implicadas.
La energía cinética que se debe absorber es igual a la mitad de la masa
multiplicada por el cuadrado de la velocidad, lo que demuestra que
el efecto de la velocidad se ve extremadamente intensificado a medida
que la velocidad aumenta. El nivel de daño corporal dependerá de la forma
y la rigidez de la superficie u objeto de colisión, pero por lo general
la velocidad juega el papel más importante.
3. LA SENTENCIA CARECE DE MOTIVACIÓN: Inexistencia de análisis y
pronunciamiento de fondo por parte del Juez de Primera Instancia
sobre los hechos y las normas jurídicas en que se funda el fallo:
El juez de primera instancia omite hacer un análisis pormenorizado no
solo de los hechos, sino de las circunstancias en las cuales ocurre el
accidente, en el sentido que falta al principio de equidad al no tener
en cuenta, que el conductor que protagoniza el impacto, conduce
un vehículo de muy mayores proporciones al vehículo impactado, y
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que la velocidad que le imparte lo convierte en un arma letal al
momento del siniestro. Desconoce que en cada caso, al igual que en
éste, no hay un punto de referencia absoluto, y el único modo de
estudiar éste caso para tomar una justa decisión, es tener en cuenta
la relación que tienen los vehículos implicados entre sí, comparados
con otra referencia.
Esto se denota en las consecuencias del accidente, como fueron los
daños tanto físicos como materiales. Tan es así, que habiendo
impactado a la motocicleta tan solo por el extremo trasero, puesto
que ya ésta había ganado el cruce casi en su totalidad, el conductor
pierde el control del vehículo e impacta a otro vehículo del carril
contrario, y antes de estabilizarse y quedar inmóvil hace varios
movimientos bruscos originados por la velocidad excesiva que se
observa en la trayectoria que recorre y que alcanza a mostrar el video
referenciado como prueba.
Los usuarios vulnerables de la vía pública, tales como los peatones, los
ciclistas y conductores de ciclomotores y motocicletas, cuentan con
un alto riesgo de sufrir lesiones graves o mortales cuando los
automóviles colisionan contra ellos. Esto se debe a que con frecuencia
están completamente desprotegidos o, en el caso de los
motociclistas, cuentan con una protección muy limitada. La
probabilidad de que un peatón muera si es atropellado porun
automóvil aumenta drásticamente con la velocidad.
En la mayoría de los accidentes graves y mortales, las lesiones se
deben a cargas y aceleraciones – que exceden aquellas queel
cuerpo puede tolerar - ocasionadas por alguna parte del
automóvil. Si el vehículo se desplaza a más de 30 km/h, se excederá el
nivel de tolerancia humana a las lesiones provocadas por los
automóviles.
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La mayoría de los usuarios vulnerables (sin protección) de la vía pública
sobreviven si son atropellados por un automóvil que se desplaza a 30 km/h,
la mayoría muere al ser atropellado por un automóvil que se desplaza a 50
km/h, que en este caso, aunque las lesiones fueron muy graves, los
lesionados sobreviven gracias a que, debido a que la moto ya había
logrado atravesar casi por completo la calle, la camioneta solo los logró
impactar por la parte trasera de la moto arrojándolos contra el pavimento y
el impacto no fue directo sobre la humanidad de estos, ya que de haber
sido así, no habrían sobrevivido.
La mayoría de los especialistas de seguridad vial concuerda en que
el mayor contribuyente de víctimas fatales de una colisión a nivel mundial es
la mala elección de la velocidad, comúnmente entendida como el uso
inapropiado de velocidades vehiculares o “exceso de velocidad”. Las
velocidades superiores aumentan el riesgo de una colisión por varias razones.
Es más probable que el conductor pierda el control del vehículo, no pueda
anticipar a tiempo los peligros que se aproximan y que no permita a los otros
usuarios de la vía pública calcular adecuadamente la velocidad del
vehículo.
Es evidente que la distancia recorrida en un período de tiempo
determinado – y asimismo la distancia recorrida a medida que el conductor
o motociclista reacciona a una situación peligrosa en la carretera – es
mayor cuando se viaja a una velocidad superior. Además, la distancia de
detención para un vehículo, después de que el conductor reaccioney
frene, será más extensa a una velocidad de desplazamiento mayor. Los
estudios han demostrado que el tiempo de reacción puede ser de tan poco
como un segundo, pero en una prueba (9) se descubrió que la mayoría de
los tiempos de respuesta son de entre 1,5 y 4 segundos. Las consecuencias
de dichos factores se ilustran en la Figura 1.2.
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La figura muestra las distancias de reacción del conductor y las distancias
de frenado en metros, para ilustrar lo que puede suceder si un niño se cruza
frente a un automóvil a 13 m de distancia del mismo. Si un automóvil se
encuentra transitando a 30 km/h, puede detenerse justo antes de atropellar
al niño, pero si la velocidad del automóvil es de 50 km/h, la distanciarecorrida
en el tiempo de reacción del conductor (14 metros) es mayor que la distancia
que lo separa del niño.
En consecuencia, el niño será atropellado por el automóvil transitando a 50
km/h, y las posibilidades de que sobreviva son pocas. La velocidad excesiva
e inapropiada es el mayor problema de seguridad vial en muchos países. Si
bien la identificación de factores contribuyentes en las colisiones vehiculares
puede ser de algún modo subjetiva, hay encuestas y estudios que indican
que nada más y nada menos que un tercio de las colisiones que tienen
como resultado una víctima mortal, involucran un elemento de velocidad
excesiva. La velocidad es un factor agravante en todas las colisiones.
Son 3 las leyes físicas que intervienen en un accidente.
Ley de la Inercia. Todo cuerpo permanece en estado de reposo o
movimiento uniforme y rectilíneo a no ser que se vea obligado por
fuerzas externas a cambiar su estado.
Ley de interacción y fuerza. El cambio de movimiento es proporcional
a la fuerza motriz externa y ocurre según la línea recta a lo largo de la
cual aquella fuerza se imprime.
Ley acción- reacción
Newton está ligado a la seguridad vial a través de estas tres leyes.
1. La primera (Ley de la Inercia) es evidente: todo cuerpo en movimiento
arrastra la misma velocidad hasta que encuentra otra fuerza opuesta
que consigue frenarlo o bien cambiar su velocidad. Recordar que
la inercia es toda resistencia que ofrece un cuerpo a cambiar de
estado.
2. La segunda ley (Interacción y fuerza) es aquella que explica la fuerza
aplicada a los cuerpos.
3. La tercera (Ley de acción- reacción) expone que toda acción
aplicada en un cuerpo tiene un acción contraria o reacción. Es decir,
en una colisión, aunque el vehículo se detenga los objetos de su
interior siguen moviéndose a la misma velocidad que llevaba hasta
ese momento el vehículo. Un ejemplo: en un choque el cinturón de
seguridad no detiene el cuerpo, sino que éste recibe una acción
contraria al movimiento y retrocede hacia el asiento.
La segunda de las leyes enunciadas por Newton (Ley de Interacción y
fuerza) explica el conocido “Efecto elefante”, donde la velocidad y la masa
de cada cuerpo son conceptos claves para entender la lesividad de los
accidentes.
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Una persona de 60kg que viaja en un vehículo a 70km/h puede alcanzar un
peso de 4.200kg en caso de accidente. Un cuerpo a 100km/h, sin cinturón
de seguridad, en caso de choque saldría lanzado a una velocidad
comparable a la de una caída desde 40m de altura.
Distancia de frenado y velocidad. El concepto de la distancia de frenado
viene anexado a la velocidad, uno de los factores determinantes en los
accidentes de tráfico. Evidentemente también está relacionado con la
carga, el estado del propio vehículo (frenos, neumáticos, suspensión),
estado y mantenimiento de la calzada o el propio estado del conductor.
Tiempo de reacción: se refiere al espacio que recorre el vehículo desde
que el conductor observa el obstáculo hasta que pisa el freno.
Distancia de frenado: espacio que se recorre desde que se pisa el freno
hasta que el vehículo llega a pararse. Como ejemplo gráfico, un coche
a 120km/h necesita la distancia de un campo de fútbol para detenerse.
Siempre que contemos con que los neumáticos estén en buen estado, con
una calzada seca, con el conductor/a en plenas facultades.En el caso de
que algunas de estas circunstancias resulten trastocadas, aún el
recorrido es mayor y la gravedad del accidente también.
Distancia de detención o parada técnica: es la suma de las dos
anteriores, es decir la distancia que se recorre desde que el conductor
observa el obstáculo hasta que finalmente el coche queda detenido.
En cuanto al aspecto legal, tanto el Código de Procedimiento Administrativo
como el Código General del Proceso determinan que la sentencias debe
decidir sobre las pretensiones de la demanda y las excepciones de mérito 5 Sin
embargo la ley establece claramente que toda sentencia debe ser
motivada y por ello no puede circunscribirse el juzgador a realizar una
síntesis de la demanda y contestación para proferir una decisión sin revelar
de modo claro su análisis sobre los hechos y su prueba y sobre los
argumentos legales expuestos por las partes, aspectos que constituyen la
motivación de la sentencia. Así, ha señalado la jurisprudencia, que toda
sentencia debe contener:
“Una síntesis de la demanda y su contestación; consideraciones sobre los hechos y
su prueba; lo fundamentos legales y jurídicos o las razones de equidad, base de la
decisión; la parte resolutiva que tal como se citó anteriormente debe contener una
decisión expresa y clara sobre cada una de las pretensiones de la demanda, las
excepciones cuando proceda resolver sobre ellas, las costas y perjuicios a cargo de
las partes y sus apoderados y demás asuntos que le corresponda decidir.”6
El fallador debe pues identificar claramente los hechos y pronunciarse sobre
los mismos con fundamento en las pruebas practicadas. Sin embargo, en el
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presente caso el Juez limitó a hacer un resumen de las situaciones de facto
planteadas por esta parte procesal y en tal resumen de la providencia
atacada, si bien identificó claramente la falla judicial que esta parte
procesal enrostró, omitió por completo hacer un análisis crítico de cada uno
de ellos y de su prueba, como se lo ordena la ley, a fin de expresar su
percepción y decisión sobre la existencia o no de tales hechos.
Valoración de las pruebas
Sin embargo, basta revisar la sentencia para advertir que el juez no efectuó la menor
elaboración jurídica sobre los graves errores cometidos por el conductor de la
moticicleta, ni el tipo de vehículo que conducía, ni sus características, ni las
consecuencias de exceder los límites de velocidad y se limitó sencillamente a resumir
los argumentos de quien incurrió en tales conductas sin el menor análisis delas razones
por las cuales se reclama el resarcimiento de un daño antijurídico de tales
actuaciones.
El señor Juez de primera instancia, no se tomó el trabajo de valorar el dictamen
medicolegal y la historia médica, aportados como prueba al plenario, el cual no fue
objetado por ninguno de los intervinientes. Este consta entre otros, la historia médica
de ambos lesionados, y otras piezas procesales.
Se sabe por las declaraciones que iban varias patrullas, que resultaron lesionados
tanto el señor SANJUANELO como el patrullero conductor de la moto, y de los
testimonios se colige que el lesionado fue abandonado en la vía y no fue auxiliado
por ninguno de los uniformados, vulnerando todos los tratados internacionales y
derechos fundamentales.
En nuestro estatuto represor se sanciona, no solo al responsable de un accidente de
tráfico, sino a aquel que abandone el lugar del mismo sin prestar asistencia a
las víctimas. Una conducta que se ha extendido en los últimos años. Son numerosos
los ejemplos de conductores que se dan a la fuga tras atropellar a peatones o ciclistas.
El fallo toma como marco jurisprudencial el siguiente pronunciamiento de
las altas cortes, las cuales se han pronunciado en diversas ocasiones, al
resolver controversias respecto a la responsabilidad con fundamento en el
estudio de la causalidad.
(…) cuando el daño se produce como consecuencia de la colisión de dos vehículos en
movimiento, se está en frente a la concurrencia en el ejercicio de actividades peligrosas,
porque tanto el conductor del vehículo oficial como el del vehículo particular están creando
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REFERENCIA: 08001-33-33-005-2015-00344-00
recíprocamente riesgos y, por lo tanto, no habrá lugar a resolver la controversia, en principio,
con fundamento en el régimen objetivo de riesgo excepcional, sino que la responsabilidad se
determinará con fundamento en el estudio de la causalidad, esto es, en cuál fue la causa que
dio lugar a la ocurrencia del accidente, si lo fue la actividad ejercida por la administración o
aquella ejercida por el particular involucrado en el accidente.
En el mismo sentido, la Sección Tercera expuso:
En efecto, si bien esta Corporación ha prohijado la llamada “neutralización o compensación
de riesgos”, lo cierto es que en esta oportunidad reitera la Sala su jurisprudencia en el mismo
sentido en que lo ha hecho la Corte Suprema de Justicia, ya que, al margen de que dos
actividades peligrosas concurran o entren en una colisión al momento de materializarse el
daño, ello no muta el título de imputación en uno de naturaleza subjetiva o de falla del
servicio, sino que, por el contrario, se mantiene en la dimensión objetiva.
(…)
En esa perspectiva, en cada caso concreto, el juez apreciará en el plano objetivo cuál de las
dos actividades peligrosas fue la que concretó el riesgo creado y, por lo tanto, debe asumir
los perjuicios que se derivan del daño antijurídico. En ese orden de ideas, el operador judicial
a partir de un análisis de imputación objetiva determinará cuál de los dos o más riesgos
concurrentes fue el que se concretó y, en consecuencia, desencadenó el daño; a estos efectos,
la violación al principio de confianza y elevación del riesgo permitido9 se convierte en el
instrumento determinante de cuál fue la actividad que se materializó. En otros términos, el
régimen, fundamento, o título de imputación de riesgo excepcional, cuando existe colisión o
simultaneidad de actividades peligrosas se configura y delimita a partir de un estudio de
riesgo creado en sede de la imputación fáctica, que supone un examen objetivo, desprovisto
de cualquier relevancia subjetiva (dolo o culpa), dirigido a identificar lacircunstancia material
que originó la concreción del peligro.
Lo anterior, sin perjuicio de que, si se advierte que el daño tuvo su causa en una falla del
servicio, será precisamente bajo éste título subjetivo de imputación que deba resolverse el
respectivo caso, comoquiera que ha de decirse que la falla surge de la comprobación de
haberse producido el hecho como consecuencia de una violación —conducta activa u
omisiva— del contenido obligacional a cargo del Estado determinado en la Constitución
Política y en la ley, lo cual, supone una labor de diagnóstico por parte del juez de las falencias
en las que incurrió la administración”
En cuanto a la valoración de las pruebas, no obstante los fundamentos
argumentados en el fallo de primera instancia, el juez no se toma el menor
esfuerzo de ahondar en las causas específicas de los hechos dañosos. Hace
referencia a dos supuestos riesgos concurrentes muy superficialmente. En las
pruebas, si son detenidamente estudiadas, se puede determinar que:
Las gravedades de las lesiones denotan que fueron producidas por un
fuerte impacto, derivado del vehículo (moto) conducido a una alta
velocidad.
Si el conductor hubiese estado atento a la vía que transitaba y a la
velocidad límite exigida o menor a ésta, habría observado la
motocicleta, la cual habría bien podido evitar colisionar tan solo con
desviar levemente el vehículo, habría podido maniobrar.
En cuanto a la indebida valoración de las pruebas, la Corte Constitucional
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se ha manifestado al respecto en numerosos fallos, como el que me permito
mencionar a continuación (Sentencia T-1100/08), que, además, en
varios de sus apartes enuncia algunos otros fallos de tutela y
sentencias de unificación:
La Corte ha identificado dos dimensiones en las que se presentan defectos fácticos:
Una dimensión negativa que ocurre cuando el juez niega o valora la prueba de
manera arbitraria, irracional y caprichosa[15] u omite su valoración[16] y sin razón
valedera da por no probado el hecho o la circunstancia que de la misma emerge clara
y objetivamente[17]. Esta dimensión comprende las omisiones en la valoración de
pruebas determinantes para identificar la veracidad de los hechos analizados por el
juez[18]. Y una dimensión positiva, que se presenta generalmente cuando el juez
aprecia pruebas esenciales y determinantes de lo resuelto en la providencia
cuestionada que no ha debido admitir ni valorar porque, por ejemplo, fueron
indebidamente recaudadas (artículo 29 C. P.) o cuando da por establecidas
circunstancias sin que exista material probatorio que respalde su decisión, y de esta
manera vulnere la Constitución.[19]
La jurisprudencia de esta Corporación ha identificado las distintas modalidades que
puede asumir el defecto fáctico: (i) Defecto fáctico por la omisión en el decreto y la
práctica de pruebas; (ii) Defecto fáctico por la no valoración del acervo probatorio
(iii) Defecto fáctico por desconocimiento de las reglas de la sana crítica[20]. En la
sentencia T-902 de 2005 se hizo un amplio estudio de dichas categorías que a
continuación se resume.
a. Defecto fáctico por la omisión en el decreto y la práctica de pruebas.
Esta hipótesis acaece cuando el funcionario judicial omite el decreto y la práctica de
pruebas, lo cual tiene como consecuencia impedir la debida conducción al proceso
de ciertos hechos que resultan indispensables para la solución del asunto jurídico
debatido.
En diversas providencias se ha precisado el alcance de esta modalidad de defecto
fáctico. Así en la sentencia SU-132 de 2002, la Sala Plena sostuvo:
“La negativa a la práctica o valoración de un medio probatorio por un
juez dentro del proceso que dirige, puede estar sustentada en la
ineficacia de ese medio para cumplir con la finalidad de demostrar los
hechos en que se soporta una determinada pretensión, toda vez que
constituye un derecho para todas las personas presentar pruebas y
controvertir las que se presenten en su contra. La Corte se pronunció en
este sentido en la Sentencia T-393 de 1994 y manifestó que “...la negativa
a la práctica de pruebas sólo puede obedecer a la circunstancia de que
ellas no conduzcan a establecer la verdad sobre los hechos materia del
proceso o que estén legalmente prohibidas o sean ineficaces o versen
sobre hechos notoriamente impertinentes o se las considere
manifiestamente superfluas (Arts. 178 C. P. C. y 250 C. P. P.); pero a juicio
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de esta Corte, la impertinencia, inutilidad y extralimitación en la petición
de la prueba debe ser objetivamente analizada por el investigador y ser
evidente, pues debe tenerse presente que el rechazo de una prueba que
legalmente sea conducente constituye una violación del derecho de
defensa y del debido proceso”.
En distintas oportunidades se ha verificado este tipo de defecto. Por ejemplo, en la
sentencia T-488 de 1999, la Corte consideró que la omisión en la práctica de la prueba
antropoheredobiológica en un proceso de filiación, por la especial importancia de
este medio probatorio, constituía un típico defecto fáctico con capacidad de afectar
los derechos fundamentales de las partes. Afirmó la Corte:
“El presente análisis tiene como punto de partida la circunstancia de que ambos
jueces dejaron de practicar, no obstante haber sido decretada, lo que impidió la
valoración y apreciación de una prueba conducente y determinante para la
decisión final del proceso de filiación natural instaurado a nombre del menor
Jorge Eduardo González Guillén, como era el experticio científico mencionado,
por motivos ajenos a la parte demandante y atribuibles a la falta de
coordinación para su realización entre el ente estatal encargado de practicarla
y la respectiva autoridad judicial que conocía del asunto.
“Así las cosas, se considera necesario reiterar, que la práctica de pruebas
constituye una de las principales actuaciones dentro de la conducción del
proceso, en la medida en que su importancia radica en la participación de la
misma en la conformación del convencimiento del fallador sobre los hechos
materia de decisión.
“(...)
“Debe la Sala reiterar a propósito de lo antes expresado en las
consideraciones generales, que la autoridad judicial que se niegue sin
justificación razonable y objetiva, a apreciar y valorar una prueba en la
que obtiene apoyo esencial en forma específica y necesaria para formar
su juicio sin justificación, incurre en una vía de hecho y contra su decisión
procede la acción de tutela, toda vez que desconoce varios principios y
derechos de rango superior para quien la ha solicitado, como son la
igualdad procesal y de acceso a la administración de justicia, el debido
proceso y defensa y el deber de imparcialidad del juez para el trámite del
mismo.”
“(...)
b. Defecto fáctico por la no valoración del acervo probatorio.
Esta hipótesis se presenta cuando el funcionario judicial omite considerar elementos
probatorios que constan en el proceso, no los advierte o simplemente no los tiene en
cuenta para efectos de fundamentar su decisión y, en el caso concreto, resulta
evidente que, de haberse realizado su análisis y valoración, la solución del asunto
jurídico debatido habría variado sustancialmente.
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Entre las decisiones en la cual se constató esta modalidad de defecto fáctico se
cuenta la sentencia T-814 de 1999. En esta oportunidad fue resuelto un caso en el
cual los jueces de lo contencioso administrativo no advirtieron ni valoraron, para
efectos de resolver una acción de cumplimiento impetrada contra la Alcaldía de Cali,
el material probatorio debidamente allegado al proceso. Esta situación a juicio de la
sala de revisión, constituyó una vía de hecho por defecto fáctico. Sobre el punto se
sostuvo:
“Ni en el fallo del Tribunal ni en el fallo del Consejo de Estado se hace una
valoración de la prueba mencionada, que les permitiera a estas Corporaciones
deducir la obligación para el alcalde de dicha ciudad de promover la consulta
popular, previa a la realización del proyecto del metro ligero de Cali, pues para
ellas el aspecto probatorio en estos procesos no es relevante. En efecto, el
Tribunal dijo que las pruebas arrimadas al proceso de la acción de
cumplimiento “no tienen influencia alguna en esta decisión” y el Consejo de
Estado por su parte, si bien mencionó el aludido testimonio en los antecedentes
no hizo ninguna valoración del mismo.
“La razón por la cual tanto el Tribunal como el Consejo ignoraron las
mencionadas pruebas indudablemente estriba en la interpretación que estas
Corporaciones tienen en cuanto a la procedencia de la acción de cumplimiento,
porque en diferentes apartes de sus sentencias se afirma rotundamente que el
deber incumplido debe emerger directamente de la norma. Es decir, que de
ésta debe desprenderse una especie de título ejecutivo, configurado por una
obligación clara, expresa y actualmente exigible, descartándose por
consiguiente toda posibilidad de interpretación sobre el incumplimiento de la
norma por la autoridad demandada, con arreglo a los métodos
tradicionalmente admitidos, y con sustento a las pruebas que oportuna y
regularmente aporten las partes o las que oficiosamente está en la obligación
de decretar y practicar el juez de conocimiento.
“Considera la Sala, en consecuencia, que se estructura la vía de hecho por
defecto fáctico, porque ni el Tribunal ni el Consejo al decidir sobre las
pretensiones de la acción de cumplimiento, valoraron la prueba antes
referenciada, y omitieron decretar y practicar las pruebas conducentes y
tendientes a establecer la existencia o no del incumplimiento de la autoridad
demandada.”
Igualmente, en la sentencia T-902 de 2005, con ocasión de la revisión de una acción
de tutela incoada contra la sentencia proferida por la Subsección A de la Sección
Segunda de la Sala Contencioso Administrativa del Consejo de Estado, la Sala Sexta
de Revisión de la Corte Constitucional encontró que se configuraba un defecto
fáctico por ausencia de valoración probatoria debido a que no se habían valorado
en segunda instancia pruebas documentales decisivas para resolver las pretensiones
de la demandante. Al respecto se sostuvo:
Las pruebas anteriores, no fueron valoradas por la sentencia de segunda
instancia y a juicio de esta Sala son determinantes para concluir, precisamente
en lo que debía, a juicio de la sentencia cuestionada, probarse en el proceso de
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nulidad para poder demostrar la motivación oculta del acto administrativo que
declaró la insubsistencia del cargo de la accionante.
- Visto lo anterior, es posible afirmar que el fallo atacado, negó la valoración de
una prueba relevante para identificar la veracidad de los hechos puestos a su
conocimiento. Si en la lógica del fallo demandado, la prueba no existía en el
expediente, si estaba contenida en un anexo, o no aparecía físicamente, pero
sí estaba mencionada, referida y valorada tanto por la demanda, como por
la providencia de primera instancia, al punto de ser un documento axial del fallo
del a quo, no cumplió la sentencia acusada con agotar los medios necesarios
para recoger, siquiera sumariamente, prueba de los supuestos fácticos que le
habían presentado a su consideración los interesados en el proceso de nulidad
y restablecimiento. Se insiste entonces, en que se incurrió endefecto fáctico en
su dimensión omisiva, vulnerando de la misma manera el debido proceso de la
accionante.
- Los defectos del análisis probatorio, no menos que la falta de relación entre lo
probado y lo decidido, vulneran de manera ostensible el debido proceso y
constituyen irregularidades de tal magnitud que representan vías de hecho,
como ya se indicó. Es el caso de la sentencia cuestionada, que se apartó por
alguna circunstancia del material probatorio, no lo evaluó en su integridad, lo
ignoró y plasmó en su sentencia un supuesto diferente al que le ofrecía el bloque
de pruebas. Por los hechos relatados, se comprobó que el acervo probatorio fue
analizado de manera que de ser tenida en cuenta la prueba en comento,
cambiaría el sentido del fallo atacado.
- Es claro entonces, que el juicio valorativo de la prueba que la sentencia no
analizó es de tal entidad que cambia el sentido del fallo: (i) porque es una
prueba concluyente en la demostración de la posible desviación de poder que
se alegaba en el proceso de nulidad y (ii) amén de lo anterior, es la prueba que
la sentencia atacada construye como hipótesis para demostrar el desvío de
poder, por ello, no existe duda de que era un documento determinante en las
resultas del proceso de nulidad y restablecimiento que se discutía en segunda
instancia en el Consejo de Estado. En consecuencia, al pie de la jurisprudencia
de esta Corporación, se configuró una vía de hecho en tanto la falta de
consideración de un medio probatorio conlleva una vía de hecho siempre y
cuando ésta determine un cambio en el sentido del fallo.
Con posterioridad, en la sentencia T-162 de 2007, la Sala Primera de Revisión decidió
la tutela impetrada contra una providencia proferida por el Tribunal Administrativo
de Risaralda en un proceso de reparación directa. El órgano judicial, si bien había
declarado administrativamente responsable al Seguro Social por el fallecimiento del
señor Luis Mauricio Antonio Acevedo Ocampo, en la providencia cuestionada no
había reconocido perjuicios materiales porque a su juicio no se habían aportados
pruebas concluyentes sobre la actividad económica del lesionado. Consideró la Sala
de Revisión que la sentencia proferida por el Tribunal Administrativo de Risaralda
desconocía pruebas debidamente aportadas al proceso y adicionalmente se
apartaba de las reglas de la sana crítica. Sobre el primer extremo sostuvo:
La Corte observa, que efectivamente al proceso contencioso administrativo por
reparación directa, instaurado por Diana Cecilia Cardozo Cárdenas y otros, en
contra del Seguro Social el 22 de octubre de 2003, en el cual mediante sentencia
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del 31 de marzo de 2006, se declaró la responsabilidad administrativa de la
entidad demandada, por el fallecimiento del señor Luis Mauricio Antonio
Acevedo Ocampo, producto del inadecuado manejo médico hospitalario que
recibió para tratar el cuadro de apendicitis del cual fue víctima; fue aportada
una constancia laboral, expedida por la firma Suagro Eat,[21] en la que se da
cuenta de que el señor Acevedo Ocampo, antes de su fallecimiento, laboraba
como ingeniero agrónomo, con una asignación salarial mensual de dos millones
novecientos siete mil pesos ($2.907.000,oo) M/cte., documento cuya veracidad
fue admitida por la parte demandada en dicho proceso, en la contestación de
la demanda,[22] sin que se solicitara en momento alguno, su ratificación.
Por otra parte, de conformidad con el numeral 2º. del Art. 10 de la Ley 446 de
1998[23], concordado con el numeral 2º. Art. 277 del C. de P. C., modificado por
la Ley 794 de 2003[24], no era menester la ratificación de tal certificación laboral
para que el Tribunal realizara su valoración como elemento determinante en su
decisión final, de manera que, ante la aceptación del ente demandado en el
proceso contencioso, consecuente resultaba su admisión como prueba del valor
de los recursos económicos percibidos por el señor Acevedo Ocampo. Ahora
que, si la misma le proporcionaba dudas, le estaba permitido, al Juez de
conocimiento, decretar una prueba oficiosa conforme con los mandatos del Art.
169 del C.C.A.[25]; sin embargo, no lo hizo, pero sí trasladó a los actores los
efectos adversos de su inactividad.
Pero en el peor de los casos, si en efecto el órgano sentenciador hubiese
carecido de un elemento real de convicción que le indicara el valor de los
ingresos percibidos por el extinto padre de familia, el cual sí obraba en el
proceso, de acuerdo con abundante jurisprudencia del Consejo de Estado en
tales circunstancias, podía presumir un ingreso mensual igual a un salario
mínimo legal[26], por lo que esta Sala de Revisión concluye, que el Tribunal de lo
Contencioso Administrativo de Risaralda contaba con suficientes herramientas
para tasar el valor de los perjuicios materiales, cuya ocurrencia estaba
demostrada con el acervo probatorio.
c. Defecto fáctico por valoración defectuosa del material probatorio.
Tal situación se advierte cuando el funcionario judicial, en contra de la evidencia
probatoria, decide separarse por completo de los hechos debidamente probados y
resolver a su arbitrio el asunto jurídico debatido; o cuando a pesar de existir pruebas
ilícitas no se abstiene de excluirlas y con base en ellas fundamenta la decisión
respectiva.
Ello se presenta en hipótesis de incongruencia entre lo probado y lo resuelto, como
en el caso de la sentencia T-450 de 2001, en el que un juez de familia en un proceso
de aumento de cuota alimentaria, en contravía de la evidencia probatoria y sin un
apoyo fáctico claro, decidió aumentarle la cuota alimentaria al demandado.
Textualmente se consigna:
“En el proceso que ahora es objeto de revisión, no se aprecian las pruebas
y razones que justifiquen la decisión tomada por el Juez 15 de Familia de
Bogotá, pues aunque la materia sobre la que versa el proceso –aumento
de cuota alimentaria- compromete principios centrales dentro de la
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organización social (v.gr. la protección del menor, la vigencia del
principio de solidaridad, el valor de la justicia y la equidad), que, en
principio, alentarían una postura activa por parte del juez competente
con el propósito de proteger integralmente los derechos de un menor, su
acción no puede estar absolutamente desligada de las pruebas allegadas
o decretadas dentro del proceso –en esta oportunidad, las presentadas
por la madre- Así, todo reconocimiento superior a las sumas probadas
dentro del proceso, e incluso a los derechos alegados, debe estar
plenamente sustentada, so pena de convertir a la decisión judicial en un
acto arbitrario que tiene un grave vicio fáctico y lesiona los derechos de
la parte vencida en el juicio –en este caso el señor Apóstol Espitia Beltrán-
.
“En el expediente no existen pruebas o indicios que avalen la posibilidad
de aumentar la cuota alimentaria de la manera como lo hizo el juez
competente, y si bien tras su determinación existe una clara intención
encaminada a proteger los derechos de la niña, reprochando a su vez la
indisposición que demostró el padre durante el trámite del proceso, estas
no son razones suficientes para justificar la decisión, pues aquí también
está en juego el respeto al debido proceso que se predica de toda
actuación judicial. Por eso, tiene razón el juez de instancia a quien le
correspondió conocer de la tutela, cuando afirma que: “a pesar de que se
adopte la tesis que el juez en algunas materias de familia puede fallarmás
allá de lo pedido o por fuera de lo pedido, lo que si no puede hacer
es más allá o por fuera de lo probado, ya que en tal caso la decisión sólo
responde a su propio arbitrio, contradiciendo el deber de motivación o
fundamentación de la providencia, lo cual vulnera ostensiblemente el
debido proceso”. Por estas razones el fallo de instancia será confirmado."
También opera cuando no se aplica la regla de exclusión de la prueba ilícita y con
base en esta, el juez de la causa decide el asunto jurídico debatido. Este punto fue
ampliamente estudiado en el caso que se resolvió con la sentencia SU-159 de 2002,
en el cual se examinó el hecho de que la prueba obtenida ilícitamente (grabación
ilícita de comunicaciones) comunicara su vicio a las demás pruebas del proceso.
Consideró la Corte:
“Sin duda, la cuestión que merece el mayor análisis constitucional en este
caso es la relativa a la vía de hecho por defecto fáctico. La Corte
encuentra que la grabación de la conversación telefónica fue excluida del
acervo probatorio tanto por la Fiscalía General como por la Corte
Suprema de Justicia y que las pruebas que sirvieron de fundamento a la
resolución de acusación y a la sentencia condenatoria no son derivadas
de dicha grabación, sino que provienen de fuentes separadas,
independientes y autónomas. El que la noticia criminis haya consistido en
la información periodística sobre la existencia de la grabación, no hace
que todas las pruebas sean fruto de ella. En este caso, claramente no lo
fueron dado que la Fiscalía desplegó una actividad investigativa que la
condujo a pruebas independientes de la grabación, como el patrón de
reuniones y llamadas antes y después de la adjudicación de las emisoras,
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RECURSO DE APELACIÓN CONTRA SENTENCIA DE MARZO 30-2022
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las certificaciones de las comunicaciones provenientes de las empresas
de telefonía, los testimonios sobre cómo se hizo la adjudicación por parte
de integrantes del comité correspondiente, el análisis de la elaboración y
aplicación de una gráfica de criterios de adjudicación presentada por el
petente, entre otras pruebas completamente ajenas al contenido de la
conversación ilícitamente interceptada y grabada.
(...)
La Corte también rechaza la insinuación de que una prueba ilícita
contamina ipso facto todo el acervo probatorio. La Constitución
garantiza que la prueba obtenida con violación del debido proceso sea
excluida del acervo. Pero no se puede confundir la doctrina de los frutos
del árbol envenenado con la teoría de la manzana contaminada en el
cesto de frutas. La primera exige excluir las pruebas derivadas de la
prueba viciada, lo cual se deduce de la Constitución. La segunda llegaría
hasta exigir que además de excluir las pruebas viciadas, se anulen las
providencias que se fundaron en un acervo probatorio construido a partir
de fuentes lícitas independientes de las pruebas ilícitas, el cual, en sí
mismo, carece de vicios y es suficiente para sustentar las conclusiones de
las autoridades judiciales, sin admitir ni valorar las manzanas
contaminadas dentro de una canasta que contiene una cantidad
suficiente de pruebas sanas.”
V. EL DAÑO:
En el presente caso el daño lo constituye las lesiones sufridas del señor PEDRO
ADAN SANJUANELO RODRIGUEZ, el cual se acredito probatoriamente
dentro del presenteproceso. Dicho daño físico permanente constituye una
lesión antijurídica de su esfera patrimonial y extrapatrimonial que no tiene el
deber de soportar.
La “responsabilidad,” en sentido amplio, existirá toda vez que una persona que ha sufrido
un daño —material o moral— causado directamente por el Estado o sus
concesionarios o licenciatarios, deba ser indemnizada por alguno de ellos.
No existe ninguna regla general que determine cuáles son concretamente las
condiciones para que esa responsabilidad exista, pues ello depende del caso quese
está considerando. En algunas ocasiones se exigirá que la conducta dañosa sea
apreciable en dinero, mientras que en otros será indemnizable el daño meramente moral,
o se calculará presuntivamente el daño en ausencia de elementos probatorios
tradicionales. Se revalorizan como el daño a la persona y a la intimidad,el derecho a la
imagen y a la privacidad, la exactitud de los bancos de datos y que no tengan un
carácter irrazonablemente invasivo de la privacidad de las personas, entre otros.
El daño es el elemento fundamental de la responsabilidad, en cuanto hecho jurídico
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la genera. El dañó puede entenderse también como el efecto jurídico producido
por acto directamente encaminado a lograrlo en los casos en que el ordenamiento
lo permite. El daño se produce legítimamente en esta hipótesis y lamisma ley que lo
autoriza normalmente regula su reparación-, negándola o imponiéndola. La
legitimidad del daño supone una jerarquía entre dos interesescreada por la ley, en
términos que la satisfacción de uno resulta del sacrificio previo del otro. Este tipo de
situación se enfocará, posteriormente al estudiar, la doctrina de la llamada
indemnización de derecho público, paralela de la obligación de resarcir un daño
legítimo en el derecho privado.
Existencia real y efectiva del daño. En este punto, hay que recordar que la garantía
de cumplimiento tiene carácter resarcitorio y no penal, además, no basta que sehaya
producido incumplimiento en el contrato administrativo para que nazca la
responsabilidad patrimonial. Por ende, la Administración del ente contratante debe
acreditar la existencia real y efectiva del daño, porque si no hay interés jurídico
lesionado tampoco hay obligación de reparar, y si la finalidad de la responsabilidad
contractual es reparar el patrimonio del sujeto lesionado, nada más lógico que probar
la existencia real y efectiva del daño, siendo necesario probar su cuantía por cálculos
fundados en valores reales, o aportar las bases o parámetros esenciales que
permitan determinar su magnitud, no siendo indemnizables las meras especulaciones
sobre pérdidas o perjuicios hipotéticos o dudosos, de resultados posibles pero inciertos,
es este elemento el que provoca la alteración.
VI. RESPONSABILIDAD OBJETIVA.
LA NACION- MINISTERIO DE DEFENSA NACIONAL – ARMADA NACIONAL son
Administrativamente responsables de los perjuicios materiales e inmateriales,
causados a los señores señores: AURY STELLA SANJUANELO VALENCIA
(Hija de la víctima], obrando en nombre propio y representación de sus
menores hijos: JOSE DAVID POLO SANJUANELO, DAMIAN JOSE POLO
SANJUANELO Y JOHIVER JOSE POLO SANJUANELO (nietos de la
víctima], PEDRO ADAN SANJUANELO RODRIGUEZ (Victima], PAOLA
ANDREA SANJUANELO VALENCIA (hija de la víctima], por fallas en el
servicio que produjo lesiones personales de carácter permanente al señor
PEDRO ADAN SANJUANELO RODRIGUEZ, como consecuencia de la
omisión en el deber de cuidado que exige la labor de conducir, como labor
de riesgo, y la observancia del límite máximo de velocidad permitido.
Resulta claro que la falla o falta de servicio especialmente con respecto a
la administración de justicia generó una responsabilidad que es autónoma
e independiente a toda clase de ilicitud, penal o pública de justicia y el error
jurisdiccional constituyen una quiebra o falla funcional, orgánica y anónima
que puede darse en cualquier organización administrativa pública y en el
caso sub-examine en la administración de justicia, que en el presente caso,
se lesiono al señor PEDRO ADAN SANJUANELO RODRIGUEZ, tal como
consta en pruebas obrantes dentro del presente medio de control, sus
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lesiones físicas ocasionaron un gran dolor a sus familiares.
En este caso se configura la causal de responsabilidad denominada
RESPONSABILIDAD OBJETIVA, que se hace patente cuando se configura un daño,
el cual deriva su calificación de antijurídico de la víctima el día 17 de julio de 2017,
PEDRO ADAN SANJUANELO RODRIGUEZ y como resultado se produjo sus
lesiones.
PRONUNCIAMIENTOS DEL HONORABLE CONSEJO DE ESTADO FALLA DEL SERVICIO POR
ACCIDENTE DE TRANSITO – Inexistencia de falla y aplicación del régimen de
responsabilidad objetiva en virtud del principio Iura novit curia / PRINCIPIO IURA
NOVIT CURIA - Aplicación en acciones de reparación directa / RESPONSABILIDAD
OBJETIVA - En accidentes de tránsito / TEORIA DEL RIESGO EXCEPCIONAL - En
accidente de tránsito / CASO FORTUITO - Inexistencia
Estima la Sala que el caso lo dilucidará dentro del de responsabilidad
objetiva, porque de los hechos probados sólo se sabe que la víctima
sufrió lesiones físicas de gravedad, que lo condujeron a la muerte, a
consecuencia del accidente del vehículo oficial en que se transportaba.
La aplicación de otro régimen de responsabilidad patrimonial distinto
al invocado en la demanda, tiene su causa en el principio iura novit
curia. Sobre este punto la jurisprudencia de la Sala Plena de lo
Contencioso Administrativo concluyó que en forma excepcional,
cuando no se juzgue la legalidad o ilegalidad de la actuación u omisión
de la Administración, “sino que directamente se reclama la reparación
del daño mediante el reconocimiento de una indemnización, el juez
puede interpretar, precisar el derecho aplicable y si es del caso
modificar, de acuerdo con los hechos expuestos en la demanda los
fundamentos de derecho invocados por el demandante”. En ese
régimen de responsabilidad, objetivo, debe el demandante
demostrar: -el hecho dañoso, -el daño y -el nexo de causalidad
adecuado. En cuanto al hecho dañador: El demandante no tiene que
demostrar, como en el régimen de falla probada, la calificación de la
conducta subjetiva del demandado; le basta demostrar la ocurrencia
del hecho; lo mismo ocurre respecto del demandado al cual que no le
sirve establecer diligencia y cuidado propios. En cuanto al daño: El
demandante tiene que representar al juez la existencia de un daño (s)
que reúna (n) las siguientes cualidades: cierto, particular, anormal y
recaer sobre una situación, jurídica o de acto o de hecho, que esté
protegida jurídicamente o que se la haya generado el Estado por
conductas de confianza legítima. En cuanto al nexo de causalidad: El
demandante también tiene que demostrar este otro y último
elemento de responsabilidad objetiva, mediante prueba directa o
indirecta, porque la ley no ha señalado en materia de relación causal
ni presunciones legales respecto de las cuales, probado un hecho (s) el
legislador infiera la causalidad adecuada, ni tampoco los
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conocimientos del juez sobre la realidad social lo autorizan para
deducir con certeza el adecuado nexo de causalidad. La prueba del
nexo referido puede ser: -directa, mediante los medios probatorios
que lo representan por si mismo. - indirecta, mediante indicios; este
medio probatorio, lógico indirecto, requiere de la demostración de
unos hechos indicadores que apunten con fuerza el hecho indicado. El
demandado para exonerarse deberá probar una causa extraña
(hechos exclusivos de la víctima o del tercero y fuerza mayor).
DAMNIFICADO - Pruebas y presunciones / DAMNIFICADO - Hijastro/ HEREDERO Y
DAMNIFICADO - Diferencias / PERJUICIOS MORALES A HIJASTROS - Procedencia
en calidad de damnificados.
La Sala ha definido en diversos pronunciamientos que la condición
personal de la que pende la demostración del daño la de damnificado,
puesto que: “tanto el parentesco dentro de ciertos grados (padres,
hijos y hermanos), como el vínculo matrimonial, hacen presumir tal
condición y por consiguiente la legitimación”. Ha explicado
igualmente que: “en el proceso de reparación directa no interesa la
calidad de heredero sino de damnificado y esta se demuestra a lo
largo del proceso”. Y en otra providencia proferida recientemente, el
día 17 de mayo de 2001, se explicó que la ley, artículo 86 del C.C.A.,
en materia de la acción de reparación directa, otorga el derecho de
acción a la persona interesada (legitimación de hecho, por activa) y
no condiciona su ejercicio a la demostración, con la demanda, de la
condición que se alega en ésta, precisamente, porque el real interés
es objeto de probanza en juicio (legitimación material por activa). No
se puede confundir la prueba del estado civil con la prueba de la
legitimación material en la causa. Cuando la jurisprudencia partió de
la prueba del estado civil para deducir, judicialmente, que una
persona está legitimada materialmente por activa, lo ha hecho
porque infiere de la prueba del estado civil – contenida en el registro
o en la copia de éste - su estado de damnificado, porque de ese
registro infiere el dolor moral. Es por ello que cuando el demandante
no acredita el parentesco – relación jurídica civil - y por tanto no se
puede inferir el dolor, debe demostrar el dolor para probar su estado
de damnificado y con éste su legitimación material en la causa –
situación jurídica de hecho -. Entonces puede concluirse que con la
demostración del estado civil se infiere el daño (presunción de
damnificado) y probando el daño se demuestra el estado de
damnificado. Partiendo de ese estudio, de una parte, la Sala está de
acuerdo con lo afirmado por el Tribunal en relación con la calidad de
damnificada de la señora Ana Ruth Carabalí Lucumí, pero disiente de
otras de sus apreciaciones en cuanto la situación de los menores hijos
de aquella señora y respecto del trato que tenían con la víctima
directa, toda vez que la comunidad probatoria muestra, hace patente,
que ellos sufrieron también con la muerte del señor Celso Lucumí
Campo, la pérdida del afecto y ayuda económica que les prodigaba.
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En consecuencia, la circunstancia de que no se hubiese acreditado que
Celso Lucumí era el padre de los menores, no impide el
reconocimiento para éstos de su condición de damnificados. Nota de
Relatoría: Ver sentencias del 26 de octubre de 1993, Exp. 7793; del1 de
noviembre de 1991, Exp. 6469 y del 1 de octubre de 1993, Exp.
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SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO SECCIÓN
TERCERA - SUBSECCIÓN “C”. Consejero Ponente: JAIME
ENRIQUE RODRÍGUEZ NAVAS. Bogotá D.C., nueve (9) de julio de
dos mil dieciocho (2018). Radicado: 76001233100020010400501
(39.532). Actor: Carlos Agustín España Mosquera y otros.
Demandado: Nación – Ministerio de Defensa – Policía
Nacional; Ministerio de Transporte; Municipio de Tuluá;
Empresa Cooperativa de Ahorro y Crédito Siglo XX; Empresa
Transportes Tobar Transtobar y el señor Elsar Espinal Gallego
Naturaleza: Acción de reparación directa.
VII. PETICIÓN
Como queda demostrado, en relación con la especie de esta litis, la
responsabilidad NACION-MINISTERIO DE DEFENSA –POLICÍA NACIONAL, está
debidamente demostrada dentro del proceso, lo cual compromete a esta
entidad demandada; al reconocimiento de los daños materiales, morales,
daño físico y daño en familia causados a las víctimas; así mismo y como
consecuencia de todos y cada uno de los planteamientos que anteceden,
solicito al Honorable Tribunal, se revoque el fallo apelado, y en su lugar, se
acceda a las pretensiones formuladas en la demanda.
Negar la responsabilidad del estado sería lo mismo que afirmar no existió
vulneración al principio de confianza legítima y no se vulneraron todos los
derechos y garantías a una vida digna, a la salud y otros derechos; que los
familiares no estaban obligados a soportar dicha carga, muy a pesar de lo
establecido en la constitución y las leyes, y el bloque de constitucionalidad.
En materia de reparación del daño imputado a una entidad pública, la
sentencia contenciosa administrativa es, en sí misma, la primera forma de
resarcimiento y desagravio de los derechos fundamentales que se hayan
visto conculcados, pues mediante ella se pretende, esclarecer la verdad
procesal de lo ocurrido, compensar y remediar el daño y, como los que se
controvierten en esta oportunidad.
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El monto a indemnizar por un perjuicio moral depende de la intensidad del
daño. Cuando el perjuicio moral es de un mayor grado, como sucede
generalmente con la pérdida de un hijo, se ha considerado como máximo
a indemnizar la suma de 100 smmlv a la fecha de la sentencia, lo que “no
significa que no pueda ser superior cuando se pide una mayor
indemnización y se alega y demuestra una mayor intensidad en el
padecimiento del daño moral”.
De conformidad con lo anterior, se solicita al honorable Tribunal, revocar la
decisión de primera instancia, aplicar los lineamientos jurisprudenciales, y,
reconocer a favor de los actores los perjuicios morales y materiales
demandados y si bien considera, adicionalmente, imponer otras medidas
de reparación no pecuniarias encaminadas a la satisfacción y a la no
repetición de las conductas que dieron ocasión a la presente demanda.
NOTIFICACIONES
A la suscrita en mi oficina de la Carrera 51B N° 76-136 Piso 1 Oficina 104 – Edif.
La Previsora – Tel: 3186224 de la ciudad de Barranquilla, Buzón electrónico
para notificaciones: De igual manera ratifico al Despacho como CORREOS
ELECTRÓNICOS OFICIALES para recibir notificaciones y demás asuntos:
[email protected][email protected]Entidad demandada: NACIÓN – POLICÍA NACIONAL, puede notificársele en
el buzón de notificaciones que figura en el expediente.
AGENCIA NACIONAL DE DEFENSA JURÍDICA DEL ESTADO, se les puede
notificar en la calle 70 N° 4-60, Bogotá, D.C., Tel: (1)2558955, Buzón de correo
electrónico para notificaciones:
[email protected]Del señor Juez, atentamente,
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