La Escritura de Orlando - Borges Traduce A Woolf
La Escritura de Orlando - Borges Traduce A Woolf
Te sis
Maestría en traducción
presenta
Asesores:
Preámbulo ..................................................................................................................... 1
Introducción .................................................................................................................. 4
I. Evadir los límites: El Orlando de Woolf
a. Orlando y la crítica.......................................................................................... 22
b. Orlando en la obra de Woolf .......................................................................... 24
c. Orlando ¿Una biografía? ................................................................................. 33
d. Orlando o la androginia de la escritura ........................................................... 45
II. Orlando en Latinoamérica
a. El proyecto cultural de Sur .............................................................................. 50
b. La traducción en la Hispanoamérica de los años 30 ....................................... 52
c. Orlando en Sur: historia de una fascinación ................................................... 59
d. Orlando renovador: recepción de la novela de Woolf en el sistema literario
latinoamericano ................................................................................................... 61
III. Reescribir el artificio: Borges y la traducción
a. Borges piensa la traducción ............................................................................. 77
b. Borges practica la traducción .......................................................................... 94
IV. La reescritura del Orlando: Análisis de la traducción
a. Borges y el Orlando de Woolf: una feliz coincidencia ................................... 103
b. Entre el crumpet y el ―caracú‖: proyección del contexto cultural en el
Orlando en español ........................................................................................ 108
c. De ―correr‖ a ―desgranarse‖: desplazamientos en la traducción del Orlando. 112
d. La música del Orlando .................................................................................... 117
e. La depuración del Orlando.............................................................................. 135
Conclusiones................................................................................................................. 158
Bibliografía ................................................................................................................... 166
PREÁMBULO
La presente tesis constituye el resultado final de una investigación que tiene como objeto de
texto, considerado en su contexto original como una obra menor de su autora, ingresó al
literatura traducida, como parte del proyecto editorial argentino Sur, y de la mano de quien
aunadas al hecho de su primicia (el Orlando fue la primera obra de ficción de Woolf
relacionadas con ésta, y es ésta la razón principal que ha dado origen a esta tesis.
Dado que existen ya otro estudios sobre este caso que, sin embargo, lo han empleado
sólo como ejemplo para ilustrar otros argumentos, el objetivo principal de esta investigación
ha sido realizar un análisis que, sin pretender ser exhaustivo, sí se propone ampliar el
otro tema, sino como un tema en sí, tomando los diversos factores que conforman su
interno (es decir, en cuanto al texto mismo) y externo (en cuanto a su aceptación en la
cultura receptora). Con este propósito, la investigación se llevó a cabo dentro del marco de
los Estudios de traducción y, en particular, de la teoría del polisistema propuesta por Itamar
Even-Zohar y aquéllas que a partir de ésta desarrollan otros teóricos como Gideon Toury y
1
André Lefevere, entre otros. Todas estas propuestas tienen como común denominador la
son los conceptos aportados por todas ellas los que han servido como base para el desarrollo
de la investigación.
capítulos, tres de los cuales contienen la información contextual necesaria para situar y
comprender el análisis que se presenta en el cuarto y último capítulo, mismo que constituye
la parte principal de la tesis. El primer capítulo está enfocado al estudio del Orlando
original. Esto con el objetivo de brindar la comprensión a profundidad del texto en inglés
que después será empleado, no como referente único, sino como una fuente más de
información para comprender las características del texto traducido. El segundo capítulo
pretende exponer los factores externos que rigen el proceso de la traducción, por lo que se
enfoca a la descripción del contexto y las circunstancias históricas que rodean la aparición
del Orlando en Latinoamérica. Finalmente, dado que para comprender el texto traducido es
sólo traduce, sino, como es el caso de Borges, teoriza sobre la traducción), el tercer capítulo
análisis de su práctica traductora que emplea como ejemplos las traducciones de dos obras
base en la metodología del cotejo entre texto original y traducido, previa lectura cuidadosa
de los capítulos primero, tercero y sexto y último de la novela, y se complementó con casos
2
obtenidos de los capítulos restantes que confirmaran o enriquecieran lo encontrado en éstos.
Una vez llevado a cabo el análisis, con base en los resultados obtenidos se eligieron
dos aspectos que se perfilaron como primordiales en la traducción, para ser examinados más
a fondo. El primero de ellos es el de la ―musicalidad‖ del texto, un tema resaltado por todos
concentración sintáctica y otros muchos recursos para lograr un objetivo que sólo se hace
evidente tras el estudio de su propia escritura. Ambos temas fueron finalmente elegidos
entredicho la descripción que suele hacerse del Orlando en español como una traducción
―literal‖, a la vez que suponen profundos cuestionamientos relacionados con temas como la
más allá de su propia cultura (y las consecuencias de ello), el papel del traductor/escritor y
los factores que afectan, ya no la traducción, sino la recepción del texto traducido en su
propio contexto.
3
INTRODUCCIÓN
John Denton,
―André Lefevere (1945-1996):
A Brief Recollection‖.
al lector dar un paseo por cuatro siglos de historia y literatura inglesas y maravillarse con los
novela, quinta en la producción narrativa de Woolf y antecedida por Mrs. Dalloway y To the
la crítica, que, a la espera de una obra que diera seguimiento a los logros formales de
aquellos dos bastiones del modernismo inglés, se encontró en cambio con un texto que
como consecuencia la categorización del Orlando en ese contexto como una obra ―menor‖
dentro del repertorio woolfiano, una ―broma‖ por parte de la autora que, según expresa en su
4
propio diario, había buscado descansar en ella de las exigencias formales que caracterizan su
primera obra narrativa de la autora en el mundo literario de habla hispana. Publicada por la
editorial de la revista Sur en Argentina, el Orlando formó parte de un proyecto ideado por
Victoria Ocampo y otros intelectuales de la época para renovar la literatura argentina por
Estados Unidos. Su traductor fue nada menos que Jorge Luis Borges, quien para entonces
relatos que más adelante le darían renombre nacional e internacional. Estas circunstancias,
valoración del Orlando en su contexto receptor fuera distinta a la del texto original: la ―obra
menor‖ de Woolf fue vista en Latinoamérica como un texto influyente dentro de nuestra
Este cambio de valoración define sin duda al Orlando como un verdadero objet
relacionadas con ésta. Lo anterior queda demostrado en los pocos, pero sugerentes estudios
que hasta la fecha se han hecho sobre la versión en español de esta novela. Partiendo de
diversos intereses, estudiosos como Frances R. Aparicio, Efraín Kristal, Patricia Willson y
Suzanne Jill Levine 1 han incluido el caso del Orlando dentro de sus corpus para ilustrar
1
Frances R. Aparicio, Versiones, interpretaciones, creaciones. Instancias de la traducción literaria en
Hispanoamérica en el siglo XX. Ediciones Hispamérica, Gaithersburg, 1991; Efrain Kristal, Invisible
Work. Borges and Translation, Vanderbilt University Press, Nashville., 2000; Patricia Willson, La
Constelación del Sur, traductores y traducciones en la literatura argentina del siglo XX. Siglo XXI
5
temas que van desde la relación entre la poética de Borges y su práctica traductora, hasta la
situación de la literatura traducida en Argentina durante las décadas de 1930 y 1940 (periodo
que se considera como uno de los más enriquecedores y afortunados en la historia literaria y
siguiente generación de escritores. Pero, si bien estos estudios han arrojado luz sobre
diversos aspectos sugerentes de la traducción de Borges, todos ellos se han acercado al caso
del Orlando en función de un tema más amplio que lo comprehende; es decir, son estudios
relativamente breves cuyo objetivo es apoyar o ilustrar los argumentos de un estudio mayor.
Un estudio que explore al Orlando en función del Orlando mismo es, por tanto, inexistente.
Así pues, el objetivo principal de esta tesis es realizar un análisis que, sin pretender
examinarla, no como ejemplo al servicio de otro tema, sino como un tema en sí, tomando los
diversos factores que conforman su contexto para analizarla y ofrecer un entendimiento más
profundo sobre su funcionamiento interno (es decir, en cuanto al texto mismo) y externo (en
cuanto a su aceptación en la cultura receptora). Con este propósito, esta tesis se realizará
dentro del marco de los Estudios de traducción y, en particular, de la teoría del polisistema
propuesta por Itamar Even-Zohar y aquéllas que a partir de ésta desarrollan otros teóricos
como Gideon Toury y André Lefevere, entre otros. Mengua decirlo; una comprensión
somera sobre los principios y conceptos que proponen estos teóricos es esencial para el
desarrollo de la tesis, por lo que los siguientes párrafos estarán dedicados a su explicación.
Como es bien sabido por quienes están familiarizados con el área, el discurso teórico
sobre la traducción, que hasta la década de 1970 había estado regido principalmente por una
editores, Buenos Aires, 2004; Suzanne Jill Levine, ―Cien años de soledad y la tradición de la biografía
imaginaria‖, en Revista Iberoamericana 36:72 (julio- septiembre, 1970), p. 456-457.
6
perspectiva situada en la equivalencia entre el texto original y el texto meta, sufrió una
Hermans, Raymond van den Broek y James H. Holmes, contribuyeron durante esos años a
cambiar la concepción que hasta entonces se tenía acerca del pensamiento teórico sobre la
traducción y el objetivo que éste debía tener. La propuesta de Holmes fue una de las más
significativas en este sentido; en su artículo ―The Name and Nature of Translation Studies‖ 2,
él no sólo proponía un nombre, unos objetivos y una organización bien definidos para un
área del conocimiento que hasta entonces no estaba constituida como una disciplina , sino
dicha área, y sugerir en su lugar la descripción de los fenómenos reales del traducir,
establecía la base primordial sobre la que habrían de desarrollarse nuevas teorías que, hasta
hoy, han probado su mayor utilidad para entender el complejo entramado de factores que
rodean a la traducción.
Así pues, el discurso teórico sobre la traducción se ha definido durante las últimas
cuatro décadas por un enfoque situado en la cultura meta. Si bien los diversos estudiosos
pueden diferir en ciertos puntos, todos ellos tienen en común, ante todo, un distanciamiento
que les daban origen; la discusión sobre temas como la posibilidad o imposibilidad de la
traducción, lo que ésta debería ser, la relación que debe existir entre el texto original y el
texto traducido, y si éste es ―bueno o malo‖ con base en esa relación, es sustituida por otra
2
James S. Holmes, ―The Name and Nature of Translation Studies‖ (1972), en Translated! Papers on
Literary Translation and Translation Studies, Rodopi, Amsterdam, 1988, pp. 67–80.
7
vista histórico, es decir, de la función que cubre la traducción en un contexto dado, de los
factores culturales que influyen sobre ella, y de las estrategias que, en consecuencia,
siempre hipotética y en el aire que refleja la visión tradicional, estos académicos oponen la
traducción pura y dura, la traducción tal y como realmente se ve en los textos traducidos.‖ 3
Sin duda, una de las propuestas más influyentes realizadas con esta nueva
década de 1970. El estudioso israelí desarrolla sus ideas a partir del pensamiento formalista
ruso, en particular del de Roman Jakobson, Boris Ejkhenbaum y Juij Tynjanov. A los ojos
relacionan e interactúan entre sí a varios niveles) que aquéllos habían empleado para
explicar la organización del lenguaje y la literatura, resultó una noción de gran utilidad para
describir y explicar la forma en que operan distintos conjuntos semióticos (el literario, el
cultural, el del lenguaje) y las reglas que gobiernan la diversidad y complejidad de los
3
Virgilio Moya, La selva de la traducción. Teorías traductológicas contemporáneas, Cátedra, Madrid,
2004, p. 124.
4
Itamar Even Zohar, ―Polysytem Theory‖, en Poetics Today, Vol.1, 1979, p. 288.
5
Debido a esto, y para concordar con el uso que Even-Zohar da a ambos, a lo largo de esta tesis usaré los
términos ―sistema‖ y polisistema‖ de manera indistinta.
8
…on the one hand a system consists of both synchrony and diachrony; on the
other, each of those separately is obviously a system. Secondly, as the idea of
structuredness and systematicity need no longer be identified with homogeneity, a
semiotic system is necessarily a heterogeneous, open structure. It is, therefore, very
rarely a uni-system but is, necessarily, a polysystem - a multiple system, a system
of various systems which intersect with each other and partly overlap, using
concurrently different options, yet functioning as one structured whole whose
members are interdependent. 6
Así pues, la literatura de una nación constituye un polisistema que a su vez forma
parte de uno mayor: el sociocultural, en el que se incluyen también los polisistemas artístico,
religioso, o político, entre otros, con los que el literario interactúa de diversas formas. Desde
esta perspectiva, como explica Mark Shuttleworth, ―‘literature comes to be viewed not just
as a collection of texts, but more broadly as a set of factors governing the production,
por fuerza integral y rechaza inevitablemente juicios de valor o selecciones a priori del
por los géneros privilegiados en determinado contexto, o por las obras incluidas en el canon
de una literatura dada, sino también por aquellos tipos de literatura que frecuentemente son
ignorados o rechazados en los estudios de esta área, por ejemplo, la literatura infantil, la
importante sólo por lo anterior. Si bien los diversos estratos y subdivisiones que componen
el polisistema literario tienen una jerarquía, no son estáticos; están siempre en competencia
6
Ibíd., p. 290
7
Mark Shuttleworth, ―Polysystem Theory‖ en Routledge Encyclopedia on Translation Studies, Mona
baker ed., Routledge, Londres y Nueva York, 1998, p. 177.
8
Itamar Even-Zohar, op. cit., p. 292
9
para ocupar una posición dominante. Así, en el caso del polisistema literario, aquellos
centro (regularmente identificado con lo que se conoce como el canon) y el resultado de esa
Desde su posición casi siempre periférica, los textos traducidos pueden reafirmar los
modelos existentes o bien introducir nuevos elementos al sistema. Además de esto, Even-
Zohar identifica tres situaciones en las que puede ocupar una posición central. La primera es
literaturas más consolidadas sobre los que la nueva literatura se apoyará. La segunda
situación es aquélla en la que la literatura original del sistema literario meta que recibe las
puede ocupar la posición central en el polisistema literario receptor cuando éste se encuentra
en una crisis evolutiva, es decir, cuando los modelos ya establecidos dejan de ser efectivos y
es necesario introducir nuevas ideas por medio de la traducción. De esto es fácil deducir que
la traducción no puede verse ya como un fenómeno de naturaleza estática, sino como una
Con base en lo anterior es fácil comprender por qué las ideas de Even-Zohar han
traducción cobra importancia como parte de la literatura receptora; deja de ser un simple
9
Mark Shuttleworth, op. cit., p. 178.
10
del estudio de la traducción desde una perspectiva situada en la cultura receptora y liberada
del concepto de equivalencia entre texto original y texto meta, sino que confirma la
Una de las propuestas que se enfoca en particular sobre este aspecto del
influenciado en gran medida por las ideas de éste y las de James Holmes, desarrolla, de
Studies‖ y que pretende, como su nombre lo dice, dejar a un lado la tradicional comparación
entre texto original y texto meta para describir en cambio las funciones y el comportamiento
de la literatura traducida en una cultura dada a partir del estudio de sus ―normas‖.
ligado con su visión de la traducción como un proceso de toma de decisiones que va más
allá de la transferencia lingüística de oraciones. Para Toury, ser un traductor significa tener
un rol social y una función específica en una comunidad; para llenar esa función el traductor
debe tomar decisiones basándose en lo que su comunidad considera apropiado (ya sea que
actúe en seguimiento de ello o no). De ahí que las normas no constituyan un grupo de
prescripciones para traducir sino, más bien, un conjunto de opciones situado entre aquellas
que conforman la competencia (las opciones que están disponibles para el traductor en un
10
contexto dado) y la actuación (las que los traductores aplican en la realidad) ; en otras
palabras, son las opciones que los traductores eligen con mayor regularidad en un contexto
10
Mona Baker, ―Norms‖, en Routledge Encyclopedia on Translation Studies, Mona Baker ed., Routledge,
Londres y Nueva York, 1998, p.164.
11
sociocultural específico (lo cual implica su constante movimiento, relacionado también con
A partir de esta definición, Toury describe tres tipos principales de normas que (de
primer lugar está la norma inicial, que implica la decisión básica entre ceñirse a las normas
del texto fuente (lo que Toury llama adecuación) o adherirse a las de la cultura meta
(aceptabilidad). En seguida están las normas preliminares; éstas son aquellas relacionadas
(géneros, autores, idiomas, etc.) que han de entrar al sistema literario, y con la tolerancia que
hay hacia la traducción indirecta (aquella basada en otra traducción del texto original).
Finalmente, Toury incluye las normas operacionales, que gobiernan las decisiones tomadas
durante el proceso de traducción en sí. Las normas operacionales se dividen en dos tipos: las
(que tienen que ver con la selección de material lingüístico y textual específico para
Mengua decir que, dado que las normas son una categoría de análisis descriptivo,
sólo pueden ser estudiadas a través del análisis de los textos reales que conforman un
polisistema, pues sólo en ellos se pueden identificar patrones generales. 13 Toury menciona
como fuentes principales de información las textuales (es decir, las traducciones en sí) y las
11
Gideon Toury, ―The Nature and Role of Norms in Translation‖, en The Translation Studies Reader, Ed.
Lawrence Venuti, Routledge, 2000, p. 207.
12
Ibíd., p. 201- 203.
13
Evidentemente, esto dificulta la aplicación de la metodología de Toury a estudios de un solo caso como
el de esta tesis, pero no lo vuelve imposible. Como se espera demostrar a lo largo de esta investigación, la
noción de ―norma‖ no es sólo útil cuando se pretende descubrir los factores que rigen un polisistema
literario, sino también cuando, con base en lo que otros estudios ya han descubierto sobre ese polisistema
(como en este caso lo hacen los de Patricia Willson y Frances R. Aparicio), se intenta comprender cómo
esos factores afectan a un texto en particular.
12
extratextuales (toda declaración que exista en un contexto sobre la traducción en general o
estudios de la traducción para la entrada de la perspectiva cultural que, durante las décadas
de 1980 y 1990, dominó el campo de las humanidades en general.14 Uno de los teóricos más
destacados de esta época fue André Lefevere, cuya propuesta resulta especialmente
Lefevere enfoca su propuesta hacia un aspecto que cree desatendido por los teóricos del
polisistema: el de la influencia (no siempre plenamente visible) que tienen factores como la
belga, la traducción, al igual que otras actividades discursivas como la edición, la crítica y la
compilación, constituye una forma de reescritura de un texto que, por este medio, gana
difusión y se proyecta en una nueva cultura, en un nuevo sistema. Pero esa proyección nunca
Whether they produce translations, literary histories or their more compact spin offs,
reference works, anthologies, criticism, or editions, rewriters adapt, manipulate the
originals they work with to some extent, usually to make them fit in with the
dominant, or one of the dominant ideological and poetological currents of their time.16
14
Sussan Bassnet, ―Culture and translation‖, en A Companion to Translation Studies, Piotr Kuhiwaczak y
Karin Littau eds, serie Topics in Translation No. 34. Multilingual Matters, Ltd., Clevendon, Buffalo,
Toronto, 2007, pp.13-23.
15
André Lefevere, Translation, Rewriting, and the Manipulation of the Literary Frame. Routledge,
Londres y Nueva York, 1992, p. 2
16
Ibíd., p. 8.
13
Traducir es, por tanto, reescribir, y la reescritura es, desde el punto de vista de
resulta ser el tipo de reescritura más influyente pues, a través de ella, la imagen de un autor y
su obra se ve proyectada más allá de su propia cultura y puede ocasionar cambios en aquella
donde se inserta. Pero no sólo eso. Si, como afirma Lefevere, la reescritura es por fuerza
Translators, to lay the old adage to rest once and for all, have to be traitors, but most of
the time they don‘t know it, and nearly all of the time they have no other choice, not as
long as they remain within the boundaries of the culture that is theirs by birth or
adoption – not, therefore, as long as they try to influence the evolution of that culture,
which is an extremely logical thing for them to want to do.18
fin necesariamente distinto al que tenía en su contexto original, es por tanto de esperarse en
En primer lugar, está el ―doble factor de control‖ constituido por lo que el teórico
belga llama los ―profesionales‖ de un campo del conocimiento (en el caso del sistema
literario, los críticos, los profesores, los traductores, los editores, etc.), cuya autoridad y
estatus les permite elevar ciertos textos por encima de los otros y definir así lo que la
literatura ―debería ser o no‖. Claramente, el factor constituido por los profesionales controla
el sistema literario desde dentro, pero lo hace con base en los parámetros establecidos por el
segundo factor: el mecenazgo (patronage), que opera desde fuera del sistema y que es
llevado a cabo por las personas o instituciones que, dependiendo de factores políticos,
17
Ibíd., p. 2
18
Ibíd., p.13
14
económicos y sociales, impulsan o detienen las diversas actividades del sistema literario,
tema), el económico (compromete al escritor o reescritor con el ―mecenas‖ por medio de los
medios que éste le otorga para subsistir), y el del estatus (relacionado con los beneficios –
pertenencia a cierto grupo y estilo de vida- que el escritor o reescritor obtiene al aceptar el
mecenazgo).19
Como puede verse, tanto el mecenazgo como los profesionales ejercen su influencia
sobre la traducción desde fuera de ella, pero, evidentemente, existen también factores que
son internos al proceso mismo. Lefevere reconoce tres de ellos, a saber; la poética (que el
belga describe como constituida por dos componentes: un ―inventario‖ de recursos literarios,
géneros, motivos, símbolos, etcétera, de los que el traductor/reescritor echa mano, y una
universo del discurso (el conjunto de conocimientos, costumbres, objetos y creencias a las
que el reescritor puede aludir en una época determinada), y el lenguaje (es decir, el de los
cambios que, debido a las diferencias entre las lenguas, se hacen necesarios en el proceso de
traducción. A este respecto, Lefevere aclara que, contra lo que se piensa regularmente, no es
el nivel locutivo del lenguaje, sino el ilocutivo, el que realmente condiciona el proceso de la
traducción; por medio de los cambios realizados a este nivel, se manipula el texto para lograr
un efecto dado).
En este punto vale decir que, como la del polisistema, la teoría de Lefevere no ha
estado libre de críticas. Varios estudiosos, entre ellos el mismo Theo Hermans, han acusado
19
Ibíd., pp. 14-16
15
explicación menos ―vaga‖ de la dinámica que hay entre los factores constrictivos
mencionados por él.20 No obstante estas limitaciones, sería imposible negar la utilidad que la
teoría de Lefevere ha tenido para ubicar a la traducción dentro de un contexto más real de
entre teoría y práctica de la traducción. Prueba de ello es el gran número de estudios que en
las últimas décadas han seguido su modelo o se han apoyado en los conceptos que él
aúna a las de sus predecesores y colegas para dar marco al estudio de un texto que, como se
verá, constituye un ejemplo enriquecedor de lo que todos ellos tratan de decir: que la
no porque implique la fidelidad o la infidelidad de un texto hacia otro, sino porque nos habla
de la forma en que evoluciona una literatura y, más aún, una cultura entera.
Hasta aquí el pequeño resumen del discurso teórico que brinda la base para el
desarrollo de esta tesis y cuya aplicación se observará a lo largo de los cuatro capítulos que
la componen. Vale la pena recalcar, no obstante, que el objetivo no ha sido ceñirme por
completo a un modelo, sino apoyarme en los conceptos aportados por los diversos teóricos
para explicar los muchos fenómenos de la traducción del Orlando. En el breve recuento del
contenido de esos capítulos que a continuación presento, se explica mejor la forma en que
20
Dimitris Asimakoulas, ―Rewriting‖ en The Routledge Encyclopedia of Translation Studies, 2a. ed.,
Baker, Mona, Gabriela Saldanha, eds. Routledge, Nueva York, 2009, pp. 242-243
16
describa en cambio los fenómenos de la traducción desde una perspectiva funcionalista
encontrar un primer capítulo enfocado al análisis del texto original del Orlando. El hecho
podría significar una contradicción (sobre todo si se considera que varios teóricos del
investigación), pero esto no es así. Si bien es innegable que el estudio del texto traducido es
mucho más fructífero cuando se aborda desde el punto de vista de su función real en el
contexto meta, es un error pretender que ese texto no es una representación de otro anterior a
él. Hacerlo significaría negar parte de la realidad de ese texto y, al mismo tiempo, perder
valiosa información que nos ayuda a cumplir nuestro objetivo: entender su funcionamiento.
Más que invalidar el método [del cotejo], habría que validar su utilización con fines
descriptivos. En resumen, renunciar al cotejo entraña perder una preciosa serie de
datos que surgen del carácter doblemente presionado de una traducción: la presión
por la adecuación al texto fuente y por la aceptabilidad en la cultura receptora. De
esa doble tensión que atenaza la práctica quedan huellas en el texto; el cotejo, si es
sistemático y está organizado por una hipótesis, puede atribuirles a esas huellas
significación, poniendo así en relación las traducciones con las escrituras directas. 21
Por esta razón, en esta tesis se ha elegido realizar un análisis que, siendo
comparativo, no pretende situar un texto por encima del otro, sino emplear el de Woolf
como fuente de información para entender las decisiones y estrategias de Borges. Para
realizar tal análisis, es indispensable comprender a profundidad el original, y es por eso que
se ha incluido este capítulo. La razón de su ubicación al principio de la tesis es, por otro
21
Patricia Willson, La Constelación del Sur, traductores y traducciones en la literatura argentina del
siglo XX. Siglo XXI, Buenos Aires, 2004, p. 30.
17
También con la claridad de exposición como objetivo, el segundo capítulo de esta
tesis está dedicado a la descripción del contexto histórico en el que se inserta la traducción
del Orlando en Argentina. En esta parte de la tesis intento exponer los factores externos que
forma de patronazgo que rodeó la aparición del texto en 1938. Como se verá, esta
puesto que, como comprueba el estudio de Patricia Willson antes mencionado, las
de aquellos casos en los que, de acuerdo con Even-Zohar, la literatura traducida ocupa una
posición central en el polisistema literario, y esto, sin lugar a dudas, tiene un fuerte efecto
hispana.
traduce o reescribe resulta esencial para entender las decisiones tomadas durante el proceso
de traducción; dicha comprensión se torna aún más relevante cuando el traductor no sólo
practica la traducción, sino que teoriza sobre ella y, más aún, la convierte en pieza clave de
su poética. Tal es el caso de Borges, por lo que el tercer capítulo está dedicado por completo
sea de paso, se adelanta por décadas a varias de las teorías que enmarcan esta tesis), y a un
pequeño análisis de su práctica traductora que emplea como ejemplos las traducciones de
dos obras estrechamente relacionadas con el Orlando no sólo por coincidencia cronológica,
sino poética: The Wild Palms, de William Faulkner, y un fragmento del Ulysses, de James
Joyce.
18
Los tres capítulos mencionados hasta ahora tienen como objetivo común preparar el
análisis comparativo del Orlando de Virginia Woolf y su traducción al español hecha por
cotejo entre original y traducción, aunque es importante aclarar que, previo a dicho cotejo,
novela, fue necesario seleccionar ciertas partes del texto para hacer un examen más
cuidadoso, que después se complementó con ejemplos sacados del resto del texto para
debido a que la comparación entre ellos permitía observar cambios discursivos posiblemente
comparación con la versión borgeana (dadas las diferencia entre su estilo y el de la inglesa)
además del análisis sintáctico, herramientas del análisis discursivo y, para clasificar los
Una vez llevado a cabo el análisis, con base en los resultados obtenidos se eligieron
dos aspectos que se perfilaron como primordiales en la traducción, para ser examinados más
22
Gerardo Vázquez-Ayora, Introducción a la traductología, Georgetown University, School of
Languages and Linguistics, 1977, pp. 251-379.
19
a fondo. El primero de ellos es el de la ―musicalidad‖ del texto, un tema resaltado por todos
los comentaristas de habla hispana del Orlando, pero sólo estudiado de forma sistemática
recursos para lograr un objetivo que sólo se hace evidente tras el estudio de su propia
escritura.
contraposición de dos poéticas muy distintas, ponen en entredicho la descripción que suele
hacerse del Orlando en español (y de otras traducciones borgeanas de prosa) como una
más allá de su propia cultura (y las consecuencias de ello), el papel del traductor/escritor, los
factores que afectan, ya no la traducción, sino la recepción del texto traducido en su propio
demostrar que el del Orlando es, sin lugar a dudas, uno de esos pocos casos afortunados de
la traducción en los que todos los factores se conjugan para logran una traducción exitosa,
no sólo por su aceptabilidad en el contexto de llegada, sino porque hace realidad una
20
I
Virginia Woolf,
Diary.
Cuando en 1928 Virginia Woolf escribió esta entrada en su diario, buscaba una forma de
una incisión entre la idea de talento y la de genio, delegando a cada una tareas diferentes,
Woolf definía dos fuentes originadoras de todas sus obras: aquella que ponía en marcha el
trabajo arduo y ―serio‖ del genio literario, y aquella que, en busca de un descanso para éste,
daba rienda suelta al juego con la sola ayuda del talento. De acuerdo con este pensamiento,
Mrs. Dalloway (1925) y To The Lighthouse (1927), por ejemplo, serían resultado de la
primera vertiente, mientras que Orlando, escrita con el afán expreso de divertirse y alejarse
temporalmente de las técnicas con las que había estado experimentando en aquellas dos,
habría sido originada por la segunda. El juego, guiado por el talento (y, vale decirlo, la
imaginación), se define así como el impulso creador del Orlando, y es quizá en esa génesis
en la que la obra adquiere las características que hacen de ella un caso tan especial dentro de
21
Como afirma María DiBattista en una de las últimas ediciones del libro, ―Orlando is the
23
wayward child born to Virginia Woolf‘s fanciful imagination‖ , y como todo hijo
imponérsele.
a. Orlando y la crítica.
Ya desde su primera publicación, los críticos, tanto aquellos que admiraban a Woolf
como los que cuestionaban su talento, se mostraron desconcertados ante una obra cuyo título
anunciaba una biografía y relataba la vida de un personaje que vive 400 años y cambia de
conocer por la densa y meticulosa experimentación formal de sus obras anteriores y que
ahora presentaba un libro de tono ligero y despreocupado que a primera vista volvía incluso
a ceñirse a algunos de los parámetros narrativos del siglo XIX de los que sus predecesores se
uso de un narrador omnisciente con una voz definida y una perspectiva poco móvil, y el uso
which imagination has its own way‖25 otros acusaron a Woolf de falta de entusiasmo y
23
María DiBattista, ―Introduction to Orlando‖, en Virginia Woolf, Orlando: A Biography, Mark Hussey
ed., Harcourt, Inc., Orlando, 2006, p. xxxv.
24
Rebecca West, New York Herald Tribune, 21 de octubre de 1928, XI, p. 1-6.
25
Desmond MacCarthy, ―Review of Orlando‖, en Sunday Times, 14 de octubre de 1928. Recopilado en
Virginia Woolf: The Critical Heritage. Robin Majumdar y Allen McLaurin eds. Routledge, Boston, 1975,
p. 225.
22
aplicaron a la obra frases como ―a very pleasant trifle‖26 o ―un jeu d‘sprit‖27. La recepción
del público en general fue sin embargo muy buena, en parte debido a la ligereza y la
entre sus miembros despertaban la curiosidad de los lectores. Ante el rumor confirmado de
y amante de Woolf, no es de extrañar que éste se convirtiera en el libro que más ganancias le
novela pasó a ser considerada como una ―obra menor‖ de la autora, siempre a la sombra de
Mrs. Dalloway, To The Lighthouse y, más tarde, de The Waves. Pero esta posición
secundaria cambiaría durante la segunda mitad del siglo cuando, con el surgimiento de la
crítica literaria feminista, la obra de Woolf fue retomada con interés renovado. Por supuesto,
la parodia del Orlando sobre el estilo discursivo de los textos biográficos e históricos del
siglo XIX, así como su original recuento de la historia y la literatura británicas, nunca habían
De manera que hoy en día el Orlando sigue siendo objeto de diversos estudios y
variadas perspectivas, y la atención que recibe no hace sino confirmar que, como sugiere
complica su interpretación:
Orlando offers its readers no sure foothold, no steady ground for its own
interpretation…the history of [its] critical perception testifies to the distance that
separates its world of infinite possibilities from that of closed classificatory systems
26
J. C. Squire, ―Prose-de-Societé‖, en The Observer , 21 de octubre de 1928 p. 6
27
Conrad Aiken. ―Review of Orlando‖, en Dial, febrero de 1929. Recopilado en Virginia Woolf: the
Critical Heritage, op. cit. p.234.
23
and fixed oppositions…literary criticism has traditionally insisted upon a structure of
absolute exclusions, whereby Woolf‘s fantastic biography comes to be considered as
either a mere divertissement or a serious work of criticism, but never the two
together.28
que el trabajo arduo converge con el afán lúdico, la historia se mezcla con la fantasía, la
novela se confunde con biografía, y diversas formas estilísticas se encuentran para crear una
obra que resulta un enigma para lectores y críticos. Posiblemente debido a que en la
actualidad la crítica literaria es más consciente de las limitaciones que impone esa
―estructura de exclusiones absolutas‖ que identifica Gualtieri, en los últimos años ha habido
un interés creciente por estudiar el caso del Orlando desde una perspectiva que se adapte a
su naturaleza híbrida. Estudios como los de María DiBattista, Carlos Herrero Quirós o el de
la misma Elena Gualtieri, entre otros, abordan el texto desde perspectivas que permiten
apreciar sus diversas posibilidades interpretativas y que, más que mantenerlo aparte como
debe negarse, separar este texto del flujo evolutivo de la narrativa woolfiana resulta incluso
24
especialmente en A Room of One’s One (1929), y retoma más tarde en The Waves (1931).
Incluso podría afirmarse que, en cuanto a su posición dentro de la obra de Woolf, el Orlando
busca ubicarse también en un lugar intermedio en el que, de una forma u otra, es tocado por
todas las inquietudes woolfianas. Así, para comenzar a comprender cómo funciona el texto
del Orlando, hay que contrastarlo con aquellos que lo rodean y delimitar, a partir de ese
Woolf. Es con base en un principio de dualidad que la autora establece la oposición entre la
vida externa y la vida interna del individuo, entre el hecho (―fact‖) y la visión (―vision‖)30,
que resulta medular para el entendimiento de toda su obra. Esta oposición surge, a su vez, de
una comprensión de la realidad como un todo fragmentado que sólo es asible a través de las
naturalista del siglo XIX y que es base del pensamiento modernista europeo general. Como
subjetiva del ser humano, y para ello buscará métodos y técnicas que le permitan reproducir
los procesos mentales por medio de los cuales se desarrolla esa ―vida interior‖. Por ende, las
demás inquietudes creativas de Woolf —el tema de la muerte, el interés por el tiempo y su
géneros, etc. —, estarán casi siempre relacionadas con este principio dual. Al respecto de la
30
Susan Dick, ―Literary Realism in Mrs. Dalloway, To The Lighthouse, Orlando and The Waves‖, en The
Cambridge Companion to Virginia Woolf, Sue Roe y Sussan Sellers, eds. CUP, Cambridge, 2000, p. 52.
25
mencionada transgresión de los géneros, es importante destacar también la constante
experimentación de Woolf con los potenciales líricos de la prosa narrativa; ésta también
estaba íntimamente ligada con la búsqueda de ―un medio expresivo que pudiera comunicar
las complejidades e incongruencias de lo que ella llamó […] en ‗Poetry, Fiction and the
interna rigió la creación de Mrs. Dalloway y To The Lighthouse. De acuerdo con Herrero
túneles‖, ―una forma de análisis interno utilizado […] para salir y entrar libremente de la
conciencia de [los personajes], para seguir los devaneos de la mente en todas las direcciones
posibles y construir una corriente subterránea que es la que verdaderamente hace progresar
la acción‖32. Con la segunda, Woolf afinó una técnica polifónica que ―consiste
liberada de todo tipo de realce autoral que, como un fluido transparente y sin carácter
corrientes subjetivas que componen la textura de la novela‖ 33. La aplicación tanto del
formas del texto ―de la sintaxis de la oración y sus partículas conectoras, de los participios y
de la concordancia verbal, del estilo indirecto libre y de los recursos rítmicos de la prosa‖ 34.
Como resultado, ambos textos serían percibidos como obras complejas, enfocadas
31
Carlos Herrero Quirós, op. cit., pp. 111-112
32
Ibíd., p. 93.
33
Ibíd., p. 126.
34
Ibíd., p. 127.
26
ellas sería retomada por Woolf para la creación de The Waves, donde, además, la autora
Ahora bien, si nos guiamos por lo escrito en su propio diario, cuando Virginia Woolf
emprendió la escritura de Orlando buscaba, en sus propias palabras, ―an escapade after these
serious poetic experimental books whose form is always so closely considered‖ 35.
Claramente, las obras a las que se refiere la autora son Mrs Dalloway y To The Lighthouse, y
la fantasía de una historia cuyo tiempo, en primer lugar, se extiende a más de tres siglos y no
se limita, como en aquéllas, a un solo día o unas cuantas horas. El enfoque, por tanto, se
del monólogo interior, del soliloquio, del discurso indirecto libre y de otras técnicas que
momento de su concepción, cuando Orlando era aún ―The Jessamy Brides‖37, Woolf había
planeado una escritura impetuosa e impulsiva que prestara poca atención a las minucias de la
35
Virginia Woolf, The Diary of Virginia Woolf, vol. 3, 1925-1930. Ann Olivier ed. Edit Harcourt Brace,
Nueva York, 1981, p. 131.
36
Cabe aquí hacer una aclaración sobre las diferentes formas de denominar las técnicas narrativas que
tienen como objeto representar procesos mentales. Aun cuando la expresión ―flujo de conciencia‖ (stream
of consciousness) se asocia comúnmente a las técnicas modernistas anglosajonas y europeas, incluidas las
woolfianas, el concepto, que tiene su origen en la teoría psicológica, no está bien delimitado en lo que a
narrativa se refiere. Algunas fuentes lo consideran como equivalente al monólogo interior, mientras que
otras lo utilizan para designar de forma genérica a todas las técnicas utilizadas para representar procesos
mentales, entre ellas, el monólogo interior, el soliloquio, y el estilo directo e indirecto libre. Para evitar
confusiones, en el presente trabajo reservaré la expresión ―flujo de conciencia‖ para el fenómeno
psicológico, y los términos más asentados (monólogo interior, soliloquio, etc.) para designar las diferentes
técnicas con el que aquél se representa.
37
Como lo dice en su diario, en un principio Woolf concibió a Orlando como un relato escrito ―a lo
Defoe‖ que trataría la vida de dos mujeres pobres y solitarias en lo alto de una casa. Ídem.
27
forma y en cambio dejara aflorar ―la sátira y el arrebato‖: ―Everything is to be tumbled in
Por otro lado, ese ―realce autoral‖, ese énfasis sobre una voz narrativa única y
omnipresente que Woolf había luchado por evitar en las dos obras anteriores, se presenta de
manera contundente en Orlando en la forma de un narrador que actúa como biógrafo, y con
él regresa un cierto tono realista relacionado con la narrativa del siglo XIX que, sin
Así, Orlando se distinguió desde su nacimiento por una rebeldía declarada ante las
formas estilísticas que caracterizan a las obras más aclamadas de su autora: no hay
lograr una prosa lírica, ni gran preocupación por la construcción formal en general, o por las
leyes que rigen el contenido (el mundo diegético de Orlando parece no tener restricciones:
todo puede suceder y los sucesos más extraños pueden acontecer sin que exista ninguna
Poetic seriousness is undone by the gaiety of parody and satire; exactness gives away
to an irresponsible freedom in writing about things not as they are but as they might
be. Rather than attempting to come closer to human life, as a proper modernist
should, Woolf seems eager to distance herself from it.39
como he dicho, sólo apariencia. Como afirma la misma Maria DiBattista, Orlando ―may be
a spirited escapade, a writer‘s holiday from the matter-of-fact, but its liberties in expression
and experiments in form are continuous with the masterworks that preceded it‖40.
38
Ídem.
39
María DiBattista, op. cit, p. xxxviii.
40
Ibíd., p. xliii.
28
Para empezar, aunque la realidad interna del sujeto no se representa en Orlando de
manera formal, sí se encuentra de forma simbólica y reflexiva: el contraste entre los hechos
en Orlando a un contraste entre lo que Woolf llama en la novela ―the time on the clock and
the time in the mind‖41, una concepción de tintes claramente bergsonianos que hace de la
interna y la externa. Por otro lado, la capacidad del personaje de pasar por los siglos siendo
apenas tocado por ellos (al final de la historia Orlando es una mujer que representa unos 35
tiempo sería totalmente ignorado; una intención que la autora cumpliría también de manera
formal en The Waves, donde el tiempo diegético prácticamente desaparece bajo el afluente
Otra concepción que aparece en el Orlando anunciando a The Waves, y que también
está fuertemente relacionada con el contraste entre realidades, es la que Herrero Quirós
describe como ―la identidad individual como una realidad de múltiples facetas‖ 42. En The
Waves, esta idea está sugerida por el balance entre tres personajes femeninos y tres
masculinos cuyas voces se confunden por momentos, lo cual, junto con las diferencias y
similitudes entre ellos, ha llevado a algunos críticos a interpretarlos como diferentes facetas
de varias ―personalidades‖ en la forma de una reflexión cuando, hacia el final del libro,
41
Virginia Woolf, Orlando: A Biography, Anotada, con una introducción de María DiBattista, Mark
Hussey, ed. Harcourt Inc., Londres, 2006, p.98. A partir de aquí mencionaré sólo el número de página en
el texto para referirme a esta misma edición del Orlando.
42
Carlos Herrero Quirós, op. cit., p. 149.
43
Susan Dick, op. cit, p. 64.
29
For if there are (at a venture) seventy-six different times all ticking in the mind at
once, how many different people are there not—Heaven help us—all having
lodgement at one time or another in the human spirit? Some say two thousand and
fifty-two. […] these selves of which we are built up, one on top of another, as plates
are piled on a waiter's hand, have attachments elsewhere, sympathies, little
constitutions and rights of their own, call them what you will (and for many of these
things there is no name) so that one will only come if it is raining, another in a room
with green curtains, another when Mrs. Jones is not there, another if you can promise
it a glass of wine—and so on; for everybody can multiply from his own experience
the different terms which his different selves have made with him—and some are too
wildly ridiculous to be mentioned in print at all. (p. 308)
con la aparición del soliloquio y de una construcción formal que parece regresar a aquella de
la que Woolf trataba de escapar. La razón, según la mayoría de los estudiosos, es que
―mientras Virginia terminaba Orlando, se disipó el incentivo jocoso que había alentado su
composición, al tiempo que su lugar iba siendo ocupado por aquel otro impulso que cuajaría
en The Waves‖44. Esto tuvo como resultado una variación muy notoria entre el estilo de los
catalogó de ―falta de unidad‖45 y que fue percibida por críticos como John Graham como
una falla artística en una obra cuyo propósito original era la parodia y la fantasía46. No
obstante, algunas interpretaciones consideran que esta ―falta de unidad‖ constituye de hecho
otra posibilidad hermenéutica del texto que vendría a fortalecer su valor como ilustración de
Por ahora me interesa hacer hincapié en que la experimentación formal no está del
todo ausente en la creación del Orlando, y no sólo aparece en forma de soliloquios aislados.
44
Carlos Herrero Quirós, op. cit. p. 155.
45
―The truth is I expect I began it as a joke & went on with it seriously. Hence it lacks some unity‖.
Virginia Woolf, The Diary of… p. 185.
46
John Graham, ―The ‗Caricature Value‘ of Parody and Fantasy in Orlando‖ en University of Toronto
Quarterly, 30, 4, Julio de 1961, p. 345-365.
30
A pesar de que, insisto, las técnicas woolfianas para representar el flujo de conciencia no se
desarrollan con tanta riqueza como en las obras que rodean al Orlando, sus principios son
libre en varios pasajes. Además, elementos como el uso de oraciones parentéticas, que ya
aparecen también en el Orlando, con la función agregada de marcar las irrupciones del
narrador en el relato. Por otro lado, aun cuando, en efecto, Woolf descansa aquí al genio que
más tarde en The Waves se encargaría de lograr efectos líricos impresionantes, en el Orlando
el talento, moviéndose con libertad y ligereza se divierte decorando su prosa con trazos y
salpicaduras de eufonía y ritmo que dan como resultado una característica poco apreciada
por la crítica anglosajona, pero destacada por Borges años más tarde: la musicalidad.
Con respecto a este tema vale la pena ahondar un poco más. Woolf aplica en el
Orlando su habilidad para lograr efectos sonoros e imágenes más efectivas por medio del
uso del ciertos vocablos y figuras de dicción. Un ejemplo es el uso de ―croak out‖ en la
And the Queen, who knew a man when she saw one, though not, it is said, in the
usual way, plotted for him a splendid ambitious career. Lands were given him,
houses assigned him. He was to be the son of her old age; the limb of her infirmity;
the oak tree on which she leant her degradation. She croaked out these promises and
strange domineering tendernesses (they were at Richmond now) sitting bolt upright
in her stiff brocades by the fire which, however high they piled it, never kept her
warm. (p. 26)
En este caso, la onomatopeya plasma el sonido de la voz de la Reina y con él, toda
una imagen de la mujer poderosa y decrépita enamorada del joven Orlando. En otro
espada en el aire, sino del sonido que ésta hace al enterrase y atravesar la cabeza del moro
31
… he would steal away from his mother and the peacocks in the garden and go to his
attic room and there lunge and plunge and slice the air with his blade. (p. 13).
To the oak tree he tied it and as he lay there, gradually the flutter in and about him
stilled itself; the little leaves hung, the deer stopped; the pale summer clouds stayed;
his limbs grew heavy on the ground; and he lay so still that by degrees the deer
stepped nearer and the rooks wheeled round him and the swallows dipped and
circled and the dragonflies shot past, as if all the fertility and amorous activity of a
summer's evening were woven web-like about his body. (p. 19)
aceleración; de un ritmo que pudiera describirse como legato (oraciones largas, complejas,
y coma, etc.) a un staccato (oraciones simples y concisas, separadas por puntos; disminución
que regresan y se combinan‖47: En efecto, elementos como el poema ―The Oak tree‖, el
escritor Nick Greene, el pato salvaje, las piernas de Orlando, o el mismo narrador,
parecieran motivos que se repiten a lo largo de la obra como en una composición musical.
hacia la introducción del lirismo en la prosa, como hacia la combinación deliberada de dos
47
Jorge Luís Borges, ―Biografías sintéticas: Virginia Woolf‖, en Textos cautivos. Ensayos y reseñas en
―El Hogar‖. 2ª ed., Enrique Sacerio-Garí y Emir Rodríguez Monegal eds. Tusquets, Barcelona, 1990, p.
39.
32
géneros narrativos considerados por los modernistas ingleses como potencialmente
Ya desde su primera oración el Orlando deja ver en este ámbito más que ningún
He —for there could be no doubt of his sex, though the fashion of the time did
something to disguise it— was in the act of slicing at the head of a Moor which
swung from the rafters. (p. 13)
que desde el título se anuncia como una biografía, no comienza con un recuento del pasado
acorde con el género de la ficción. Más aún, la oración parentética que, de modo muy
woolfiano, se encaja entre el sujeto y el verbo principal, y que ya en sí misma pone en duda
la veracidad de quien la emite (porque, como se pregunta DiBattista, ¿qué lector pondría en
duda la sexualidad del personaje a tan sólo una palabra del inicio de la obra?), contrarresta el
efecto narrativo de ese ―he‖, introduciendo la voz del biógrafo, que de este modo rompe con
la convención del narrador omnisciente, al tiempo que hace imposible otorgarle al texto la
había quejado del encasillamiento de sus obras como ―novelas‖ y tras la publicación de
48
Elena Gualtieri, op. cit., p. 108.
33
Orlando afirmó lo siguiente: ―Anyhow, I‘m glad to be quit this time of writing ‗a novel‘; I
Since she had begun writing, Woolf had shown her impatience with a particular kind
of history, history as the ‗lives of great men‘, of heroes and hero-worship: it was part
of an imaginary quarrel that she had with her father about the Dictionary of National
Biography [of which he was the editor], with its emphasis on the lives of men of
action, and its indifference to the lives of the obscure and of women…50
demás miembros compartían los intereses de Woolf en este aspecto. Fue uno de ellos quien
de hecho concibió de manera más clara el cómo debería oponerse la ―nueva biografía‖ a
empleando también un ligero toque de cinismo en la escritura51. Por su parte, Virginia Woolf
dio forma a sus inquietudes biográficas por vez primera en Jacob’s Room (1922) y, de
manera más contundente, en ―The New Biography‖, una reseña sobre el libro de Harold
Nicolson Some People (1927). En este ensayo, Woolf pondera también la representación de
la personalidad sobre la reseña gnómica de eventos en la vida material del sujeto y, aunque
consciente del antagonismo existente entre ―the truth of real‖ y ―the truth of fiction‖,
…no single sentence could more neatly split up into two parts the whole problem of
biography as it presents itself to us today. On the one hand there is truth; on the other
49
Virginia Woolf, The Diary of... p. 185.
50
Julia Briggs, ―The Novels of the 1930‖, en The Cambridge Companion to Virginia Woolf, p. 78.
51
Max Saunders, ―Biography and Autobiography‖ en The Cambridge History of Twentieth-century
English Literature, Laura Marcus and Peter Nicholls eds. CUP, Cambridge, 2004, pp. 288-289.
34
there is personality. And if we think of truth as something of granite-like solidity and
of personality as something of rainbow-like intangibility and reflect that the aim of
biography is to weld these two into one seamless whole, we shall admit that the
problem is a stiff one and that we need not wonder if biographers have for the most
part to solve it.52
las formas del género establecidas en el siglo XIX y en una búsqueda por la representación
del individuo). Dicha oposición conlleva además una rebeldía ―ante la forma tradicional de
intermedia de To The Lighthouse, ―Time Passes‖53. Para Woolf el discurso histórico que le
―verdad de la ficción‖. En el Orlando, Herrero Quirós identifica este principio crítico como
representa otro ataque de fantasía en un libro concebido como una humorada‖ 54. En efecto, a
antepone su empeño en describir eventos de una forma fantástica, de modo que hechos
registrados en los libros de historia, como La Gran Helada de 1608, se describen con
52
Virginia Woolf, ―The New Biography‖, en The Collected Essays of Virginia Woolf. Vol. 4, Harcourt,
Nueva York, 1967, p. 229.
53
Aquí Woolf realiza una representación extraordinaria del paso del tiempo usando prácticamente sólo
descripciones del espacio diegético y sus objetos. En el transcurso de esas descripciones Woolf, más que
describir, sugiere eventos históricos como la primera guerra mundial. El trasfondo de esta técnica es la
intención de proyectar la historia como un escenario sobre el que se lleva a cabo la vida interna de los
individuos.
54
Carlos Herrero Quirós, op. cit., p. 150.
55
Esta meticulosidad se hace evidente, sólo por mencionar algunos casos, en la descripción de las ropas,
utensilios, alimentos y actividades de cada época, así como en el uso de argot (la expresión isabelina
―conney-catchers‖, por ejemplo).
35
es la caracterización de la época victoriana como una enorme nube que trae consigo un
cambio de clima que afecta a toda Inglaterra, ―a damp which is at once a source of growth
and fecundity but also of general depression and debilitation‖56. La mención específica del
tiempo en forma de fechas y horas exactas (―He had indeed just brought his feet together
about six in the evening of the seventh of January‖, p. 37), tiene también una función de
Así, aunque el objetivo explícito del Orlando era otorgar un descanso al genio de
Woolf por medio de la diversión del talento, en esta obra se materializa también una crítica
bastante seria de los géneros narrativos y las limitaciones que presentaban para el escritor
moderno. Con base en esto y en las características que hasta aquí he mencionado, Max
Saunders, quien realiza una tipología de las formas biográficas y autobiográficas del
modernismo, califica al Orlando como ―the best and best known example‖ de la mock-
biográfica (es decir, toma prestadas las formas biográficas para dar la impresión de
verosimilitud) para lograr una sátira de la biografía58. De esta forma el relato de la vida
Orlando como la solución que Woolf propone al problema planteado por la oposición entre
56
Julia Briggs, op. cit., p. 73.
57
Max Saunders, op. cit., p. 292
58
Ídem.
36
la ―solidez de granito‖ de la verdad y la ―intangibilidad de arco iris‖ de la personalidad, una
solución que, obviamente, consiste en adherirse a lo intangible: ―Whenever the truth of fact
and the truth of fiction are on the verge of destroying each other, the rainbow-like
intangibles of personality triumph over the granite-like solidity of truth‖ 59. Ésta pues es la
Orlando representa, si bien con un afán de parodia, un regreso a las formas del siglo XIX; es
cuyos juicios y opiniones filtran la mayor parte de la información narrativa. En este sentido,
medio de la experimentación con la perspectiva, se aleja de ese uso de la voz autorial en sus
demás obras. En un estudio sobre el lenguaje de la autoría en Woolf 60, María DiBattista
aborda este tema y habla sobre la preferencia de la inglesa por una voz narrativa que, en
contraste con el ―yo‖ de un narrador en tercera o primera persona, se define por la presencia
empleada en To The Lighthouse. Pero en el caso del Orlando no hay un ―nosotros‖, sino un
―yo‖ muy bien definido que, como vimos, se señala a sí mismo ya desde la primera oración
del texto y que, precisamente por esta tendencia a hacer evidente su presencia y su postura
ideológica, fracasa en su intento por proyectar objetividad y veracidad, con lo cual se logra
59
María DiBattista, op.cit., p. xlvi.
60
María DiBattista, ―Virginia Woolf and the Language of Authorship‖, en The Cambridge Companion to
Virginia Woolf, pp. 134-135.
37
Así pues, ya desde esa primera oración se define el grado de mediación absoluta con
el que, durante casi todo su relato, contará el biógrafo, quien, al menos durante los dos
(predominantemente Orlando), y aun cuando esto pase se percibirá cierta disonancia que se
He called her a melon, a pineapple, an olive tree, an emerald, and a fox in the snow
all in the space of three seconds; he did not know whether he had heard her, tasted
her, seen her, or all three together.(For though we must pause not a moment in the
narrative we may here hastily note that all his images at this time were simple in the
extreme to match his senses and were mostly taken from things he had liked the taste
of as a boy. But if his senses were simple they were at the same time extremely
strong. To pause therefore and seek the reasons of things is out of the question.)...A
melon, an emerald, a fox in the snow--so he raved, so he stared. (p. 28)
antepone la digresión del paréntesis por medio del cual Woolf hace que el narrador se
entrometa con el propósito de oponer la visión del joven poeta Orlando a la del objetivo
biógrafo. La explicación del origen de las imágenes con las que Orlando compara a Sasha
tiene razón de ser sólo en tanto que justifican o tratan de explicar el arrebato romántico de
Orlando desde la perspectiva del biógrafo. Más aún, la repetición de las metáforas del
muchacho después de su propia digresión, más que implicar una asimilación de la forma
38
El anterior es sólo uno de los muchos pasajes en los que se hace evidente el
antagonismo del biógrafo con un personaje que se niega a someterse a las reglas de la
―verdad‖ y la ―realidad‖. Durante casi todo el relato, el narrador del Orlando, para quien
―thought and imagination…are of no importance whatsoever‖ (p. 268), luchará por describir
a un personaje para cuya existencia estos dos elementos, pensamiento e imaginación, son
problema:
A more candid, sullen face it would be impossible to find. Happy the mother who
bears, happier still the biographer who records the life of such a one! Never need she
vex herself, nor he invoke the help of novelist or poet. From deed to deed, from
glory to glory, from office to office he must go, his scribe following after, till they
reach whatever seat it may be that is the height of their desire. Orlando, to look at,
was cut out precisely for some such career. The red of the cheeks was covered with
peach down; the down on the lips was only a little thicker than the down on the
cheeks. The lips themselves were short and slightly drawn back over teeth of an
exquisite and almond whiteness. Nothing disturbed the arrowy nose in its short,
tense flight; the hair was dark, the ears small, and fitted closely to the head. But, alas,
that these catalogues of youthful beauty cannot end without mentioning forehead and
eyes. Alas, that people are seldom born devoid of all three; for directly we glance at
Orlando standing by the window, we must admit that he had eyes like drenched
violets, so large that the water seemed to have brimmed in them and widened them;
and a brow like the swelling of a marble dome pressed between the two blank
medallions which were his temples. Directly we glance at eyes and forehead, thus do
we rhapsodize. Directly we glance at eyes and forehead, we have to admit a thousand
disagreeables which it is the aim of every good biographer to ignore. Sights
disturbed him, like that of his mother, a very beautiful lady in green walking out to
feed the peacocks with Twitchett, her maid, behind her; sights exalted him—the
birds and the trees; and made him in love with death—the evening sky, the homing
rooks; and so, mounting up the spiral stairway into his brain—which was a roomy
one—all these sights, and the garden sounds too, the hammer beating, the wood
chopping, began that riot and confusion of the passions and emotions which every
good biographer detests, But to continue—Orlando slowly drew in his head, sat
down at the table, and, with the half-conscious air of one doing what they do every
day of their lives at this hour, took out a writing book labelled 'Aethelbert: A
Tragedy in Five Acts,' and dipped an old stained goose quill in the ink.(p. 12-13)
39
el biógrafo tendrá que lidiar con este aspecto nada recomendable de la vida de su sujeto, con
esta ―enfermedad‖, como la llamará más tarde (p. 75), y frecuentemente tratará de ignorarla
o minimizarla resumiendo en pocas palabras las acciones del personaje que tienen que ver
con ella:
...Now, therefore, she could write, and write she did. She wrote. She wrote. She
wrote.
It was now November. After November, comes December. Then January,
February, March, and April. After April comes May. June, July, August follow.
Next is September. Then October, and so, behold, here we are back at November
again, with a whole year accomplished. (p.196)
El resumen muchas veces da paso en Orlando a las pausas digresivas del narrador.
Estas digresiones resultan de gran importancia para la obra, pues es en ellas donde se
encuentra gran parte del humor que la caracteriza, además de las reflexiones por medio de
las cuales se cuelan en Orlando algunas de las preocupaciones desarrolladas por Woolf en
sus otras obras. Un ejemplo de esto es la digresión que sigue a la cita anterior, y que por su
This method of writing biography, though it has its merits, is a little bare, perhaps,
and the reader, if we go on with it, may complain that he could recite the calendar
for himself and so save his pocket whatever sum the publisher may think proper to
charge for this book. But what can the biographer do when his subject has put him
in the predicament into which Orlando has now put us? …Life, it has been agreed
by everyone whose opinion is worth consulting, is the only fit subject for novelist
or biographer; life, the same authorities have decided, has nothing whatever to do
with sitting still in a chair and thinking. Thought and life are as the poles asunder.
Therefore —since sitting in a chair and thinking is precisely what Orlando is doing
now--there is nothing for it but to recite the calendar, tell one's beads, blow one's
nose, stir the fire, look out of the window, until she has done. Orlando sat so still
that you could have heard a pin drop. Would, indeed, that a pin had dropped! That
would have been life of a kind. Or if a butterfly had fluttered through the window
and settled on her chair, one could write about that. Or suppose she had got up and
killed a wasp. Then, at once, we could outwith our pens and write. For there would
be bloodshed, if only the blood of a wasp. Where there is blood there is life…
…But Orlando was a woman--Lord Palmerston had just proved it. And when we
are writing the life of a woman, we may, it is agreed, waive our demand for action,
and substitute love instead. Love, the poet has said, is woman's whole
existence…Surely, since she is a woman, and a beautiful woman, and a woman in
the prime of life, she will soon give over this pretence of writing and thinking and
begin at least to think of a gamekeeper (and as long as she thinks of a man,
40
nobody objects to a woman thinking). And then she will write him a little note
(and as long as she writes little notes nobody objects to a woman writing either)
and make an assignation for Sunday dusk and Sunday dusk will come; and the
gamekeeper will whistle under the window--all of which is, of course, the very
stuff of life and the only possible subject for fiction. Surely Orlando must have
done one of these things? …Truth compels us to say no, she did not. If then, the
subject of one's biography will neither love nor kill, but will only think and
imagine, we may conclude that he or she is no better than a corpse and so leave
her. (pp. 196-198).
Vemos aquí por tanto una reflexión sobre la misma oposición de la vida interna
contra la externa y, además, la sugerencia del tema de la mujer y su mente creadora. Pero, a
y a divagar él mismo, con lo cual contradice hasta cierto punto su propia aberración por la
imaginación y el pensamiento:
The only resource now left us is to look out of the window. There were sparrows;
there were starlings; there were a number of doves, and one or two rooks, all
occupied after their fashion. One finds a worm, another a snail. One flutters to a
branch, another takes a little run on the turf. Then a servant crosses the courtyard,
wearing a green baize apron. Presumably he is engaged on some intrigue with one
of the maids in the pantry, but as no visible proof is offered us, in the courtyard,
we can but hope for the best and leave it. Clouds pass, thin or thick, with some
disturbance of the colour of the grass beneath. The sun-dial registers the hour in its
usual cryptic way. One's mind begins tossing up a question or two, idly, vainly,
about this same life. Life, it sings, or croons rather, like a kettle on a hob. Life,
life, what art thou? Light or darkness, the baize apron of the under-footman or the
shadow of the starling on the grass?
Let us go, then, exploring, this summer morning, when all are adoring the plum
blossom and the bee. And humming and hawing, let us ask of the starling (who is
a more sociable bird than the lark) what he may think on the brink of the dustbin,
whence he picks among the sticks combings of scullion's hair. What's life, we ask,
leaning on the farmyard gate…
…Having asked then of man and of bird and the insects, for fish, men tell us, who
have lived in green caves, solitary for years to hear them speak, never, never say,
and so perhaps know what life is—having asked them all and grown no wiser, but
only older and colder (for did we not pray once in a way to wrap up in a book
something so hard, so rare, one could swear it was life's meaning?) back we must
go and say straight out to the reader who waits a-tiptoe to hear what life is—Alas,
we don't know. (p. 198-200).
if rather narrow, ground of ascertained truth‖ (p.131) se mantiene durante toda la obra,
también es un hecho que, conforme pasa el relato, y en específico a partir del tercer capítulo,
el narrador pierde algunas de las capacidades que su omnisciencia de los dos primeros le
otorgaba. El tercer capítulo abre con un lamento por la falta de información acerca de la
etapa de la vida de Orlando que está por narrarse, la cual incluye el evento más escandaloso
de toda la narración: su cambio de sexo. Ya al inicio del capítulo dos el biógrafo se había
referido a la falta de fuentes para explicar el sueño de siete días de Orlando, pero es en esta
Gualtieri:
…the biographer here exposes for all to see the gap between events and their
narration that had been covered over by his/her previous incarnation as the
omniscient narrator of Orlando‘s life. Professing ignorance and a kind of (fake)
humility, the biographer is now compelled to renounce the smooth development
of a well-joined narrative for the bitty and incomplete accounts offered by the
diaries and letters of first-hand witnesses61.
Ciertamente, en una estrategia que recuerda a las del narrador del Quijote, el biógrafo
de Orlando designa por primera y única vez a narradores delegados cuyos recuentos de la
celebración en que Orlando asciende de embajador a duque, aun pretendiendo dar veracidad
parte tienen como función acrecentar el misterio que rodea al cambio maravilloso de
Orlando, pero también abren la puerta a los cambios en el discurso narrativo que irá
sufriendo el relato; el más notorio, una lenta gravitación de lo ―externo‖ de la narrativa del
61
Elena Gualtieri, op. cit. p. 110.
42
adelante el narrador se permita una divagación, como se vio en un ejemplo anterior, o
permita el soliloquio de Orlando al final de la obra, aun cuando todavía aquí él mismo
―What then? Who then?‖ she said. ―Thirty-six; in a motor-car; a woman. Yes, but
a million other things as well. A snob am I? The garter in the hall? The leopards?
My ancestors? Proud of them? Yes! Greedy, luxurious, vicious? Am I? (Here a
new self came in). Don't care a damn if I am. Truthful? I think so. Generous? Oh,
but that don't count (here a new self came in). Lying in bed of a morning listening
to the pigeons on fine linen; silver dishes; wine; maids; footmen. Spoilt? Perhaps.
Too many things for nothing. Hence my books (here she mentioned fifty classical
titles; which represented, so we think, the early romantic works that she tore up).
Facile, glib, romantic. But (here another self came in) a duffer, a fumbler. More
clumsy I couldn't be. And--and--(here she hesitated for a word and if we suggest
'Love' we may be wrong, but certainly she laughed and blushed and then cried out-
-) A toad set in emeralds! Harry the Archduke! Blue-bottles on the ceiling! (Here
another self came in). But Nell, Kit, Sasha? (She was sunk in gloom: tears actually
shaped themselves and she had long given over crying). Trees, she said. (Here
another self came in.) I love trees (she was passing a clump) growing there a
thousand years. And barns (she passed a tumbledown barn at the edge of the road).
And sheep dogs (here one came trotting across the road. She carefully avoided it).
And the night. (pp.227-228)
Ahora bien, vale la pena hacer notar que la intervención del narrador en este
la sensación de simultaneidad, sobre todo en las últimas líneas, cuando en los paréntesis se
describen los objetos que Orlando observa y que dan lugar a su reflexión.
Ya he mencionado que la evaluación del Orlando como una novela falta de unidad
estilística se ha apoyado en los cambios estilísticos que implica esta gravitación hacia la
visión de Elena Gualtieri y de otros críticos permite ver este fenómeno de forma diferente.
De hecho, hay quien percibe razones relacionadas directamente con el cambio de sexo de
Orlando para este cambio en la perspectiva del texto. Susan Dick, por ejemplo, encuentra
que:
43
While Orlando is a man, Woolf adopts the distant perspective of the satirist, whose
‗sympathies are not deeply engaged‘, as she noticed in ‗Phases of Fiction‘
(1929)…The narrator even claims to have no gender, for biographers, like historians,
enjoy immunity ‗from any sex whatever‘ . Yet once Orlando becomes a woman, the
distance between her and the narrator narrows and the narrator sees things more from
a woman‘s point of view.62
Susan Dick ilustra esta explicación con el ejemplo del pasaje en el que se sugieren
las relaciones lésbicas de Orlando en el siglo XVIII, y en las que el biógrafo recomienda ―to
‗leave it to the gentlemen to prove, as they are very fond of doing,‘ that it is impossible for a
woman to enjoy ‗the society of their own sex‘‖ 63, pero esta tendencia a ridiculizar las
creencias masculinas acerca de las mujeres puede verse también en el fragmento con el que
más arriba ejemplifiqué las digresiones del narrador (nótese el fuerte tono irónico de las
expresiones: ―as long as she thinks of a man, nobody objects to a woman thinking‖ y ―as
long as she writes little notes nobody objects to a woman writing either‖, por ejemplo). De
cualquier modo, cabe aclarar aquí que lo que Dick sugiere, y yo con ella, no es un cambio de
sexo del biógrafo, pues como bien lo dice él mismo, disfruta de inmunidad. Lo que se
narrativo que sitúa al biógrafo en una posición menos antagónica con el personaje principal
que a su vez abre la puerta a otra posibilidad hermenéutica: la de la obra como una
escritores del siglo XIX, a la introspección del modernismo, y en especial de Woolf. Esta
interpretación, sin embargo, está también ligada a una reflexión woolfiana sobre la oposición
62
Susan Dick, op. cit., p. 64.
63
Ídem.
44
d. Orlando o la androginia de la escritura.
Como ya observan varios estudiosos, la preocupación por estos temas es una de las
formula a partir de ellas, y de una sugerencia de Coleridge, la idea de una visión andrógina
unificadora que sobrepase los límites creativos de los sexos y compagine ambos mundos ―en
creación literaria, Woolf explicó teóricamente esta visión usando la conocida metáfora de un
For certainly when I saw the couple get into the taxi-cab the mind felt as if, after
being divided, it had come together again in a natural fusion. The obvious reason
would be that it is natural for the sexes to co-operate. One has a profound, if
irrational instinct that the union of man and woman makes for the greatest
satisfaction, the most complete happiness. But the sight of the two people getting
into the taxi and the satisfaction it gave me make me also ask whether there are two
sexes in the mind corresponding to the two sexes in the body, and whether they also
require to be united in order to get complete satisfaction and happiness. And I went
on amateurishly to sketch a plan of the soul so that in each of us two powers preside,
one male, one female; and in the man‘s brain, the man predominates over the
woman, and in the woman‘s brain, the woman predominates over the man. The
normal and comfortable state of being is that when the two live in harmony together,
spiritually co-operating. If one is a man, still the woman part of the brain must have
effect; and a woman also must have intercourse with the man in her. Coleridge
perhaps meant this when he said that a great mind is androgynous. It is when this
fusion takes place that the mind is fully fertilised and uses all its faculties. Perhaps a
mind that is purely masculine cannot create, any more than a mind that is purely
feminine, I thought. 65
mente creadora. Por tanto, su cambio de sexo, más que un evento sugerente del lesbianismo
64
Carlos Herrero Quirós, op. cit., p. 114.
65
Virginia Woolf. A Room of One’s Own. Harcourt Brace Jovanovich, Inc., Nueva York, 1957, p. 101-
102.
45
de Vita Sackville-West66, es una forma simbólica de abrazar un principio poético previo a la
realización de la androginia creativa, y necesario para llegar a ella. Este principio, que María
into her equivalent —but different— female counterparts‖. De acuerdo con DiBattista, la
narrative forms, that is with new ways of understanding our human existence in time‖ 67.
Estas ―nuevas formas narrativas‖, aparte de ir de acuerdo con las modernistas, implican la
inserción de la visión femenina en ellas. La propuesta de DiBattista es sin duda útil para
(es decir, aquella que es directa y autoritaria, marcada por un constante ―yo‖ que
tradicional que, según varios estudiosos, Woolf asociaba con autores como H. G. Wells,
primera escena:
A young Elizabethan nobleman slices away at the head of Moor, shriveled and
debased into a plaything. In a single swoop of the pen, the tradition of chivalric
romance, summoned by the very name of Orlando and its illustrious literary pedigree
—Arisoto‘s Orlando Furioso and the exiled prince from Shakespeare‘s As You Like
It — is dealt a fatal blow. The curse of Empire, the corrupting lust for assertive
action, the simultaneously ennobling and debasing cult to heroic manhood are
caricatured in the fantasy combats of a young boy.68
66
Aun cuando es un hecho que Woolf se inspiró en esta escritora y la historia de su familia para crear a
Orlando, con el paso de los años se ha convertido en un lugar común y sentimental hacer referencia e
incluso énfasis en esta relación para explicar la novela, por lo que ha dejado de ser recomendable
otorgarle un lugar demasiado importante. Es por esto que en el presente trabajo me refiero a este aspecto
del Orlando sólo en la medida que es relevante para el entendimiento de la obra y el análisis de su
traducción.
67
María DiBattista, ―Introduction to Orlando‖, p. lx.
68
Ibíd. p. lviii.
46
En esta primera parte de la novela, esta burla a las formas narrativas masculinas
conlleva además una presentación peyorativa de los procesos mentales que distraen a
Orlando como entidades femeninas de la retórica tradicional; así ―Ambition, the harridan,
and Poetry, the witch, and Desire of Fame, the strumpet; all joined hands and made his heart
their dancing ground.‖ (p.60). Para DiBattista, con quien concuerdo, la ―ginomórfosis‖ de
Orlando es por tanto una forma de ―rehabilitar y ennoblecer‖ estas figuras alegóricas, y con
ellas la parte femenina del pensamiento.69 Del mismo modo, al mantener Orlando mujer su
Así, los cambios narrativos que empiezan a aparecer a partir del cambio de sexo de
femenina, que por tanto tiempo se mantuvo callada. Ese lenguaje es el lenguaje del
casa al principio del capítulo 6, que marca también el inicio del siglo XX:
Her gesture symbolizes the inwards turn of narrative that Woolf advocated in such
landmark essays as ‗Modern Fiction‘ and ‗Mr. Bennet and Mrs. Brown‘. It also
signified Orlando‘s felt need, as a woman writer, to retreat into ‗a room of one‘s
own‘, the autonomous place where a woman might speak without fear of censure,
where she might harness for public and artistic ends the ‗complex force of
femininity‘ silently lavished on interiors.70
―in favour of a series of disjointed episodes that describe her experience in modern living‖.
Jolted from the assault of the department store and finally back to an elegiac
recollection of his/her own life, Orlando retraces the steps of Woolf‘s own artistic
69
Ibíd. p. lxi.
70
María DiBattista, ―Virginia Woolf and the Language of Authorship‖, pp. 141-142.
47
development from the more conventional realism of Night and Day (1919) through
the formal experiments of Mrs. Dalloway (1925) and To The Lighthouse (1927).71
de unidad‖ del Orlando, una posibilidad que lo sitúa una vez más entre la narrativa
―exterior‖ y la ―interior‖, entre las formas masculinas tradicionales y las que dan voz a lo
femenino; en esa posición intermedia que, sin duda alguna, resulta más fructífera que
cualquier nicho firme y definido, más afín a esa naturaleza híbrida, ese constante devaneo
también en la posibilidad de llegar a otro mundo por medio de otra lengua y, como veremos
71
Elena Gualtieri, op. cit., p.112
48
II
ORLANDO EN LATINOAMÉRICA.
.
Ningún esfuerzo aparente le es
necesario para moverse en esta
atmósfera un poco rarificada y para
seguir sin fatiga perceptible las idas
y venidas de ese evadido del tiempo,
de ese evadido de los sexos, de ese
evadido de la carne que es Orlando.
Victoria Ocampo,
―Virginia Woolf, Orlando y Cía.‖
que en el caso de una traducción no podían ser más afortunadas. Como uno de los textos que
conformaron el proyecto editorial de la revista Sur, el hijo rebelde de Virginia Woolf entró
también resultó benéfica no sólo en el caso del Orlando, sino de muchas otras obras que
ingresaron en nuestro contexto por medio de editoriales argentinas y que tuvieron una fuerte
influencia sobre la literatura latinoamericana de los siguientes años. Éste y otros factores son
parte esencial del sistema en el que se inserta el Orlando, y conocerlos es necesario para
por medio de la descripción de estos factores, las leyes o, siguiendo a Gideon Toury, las
49
―normas preliminares‖ 72, la política de traducción que permea la entrada de la novela en este
nuevo sistema.
Sur. Una de las referencias más importantes cuando de literatura latinoamericana se trata,
esta revista argentina fue fundada en 1931 por Victoria Ocampo, escritora perteneciente a
permitieron relacionarse desde muy joven con personalidades de las letras y la cultura
europea, estadounidense y del resto del mundo. Fue por sugerencia de dos de esas amistades,
el norteamericano Waldo Frank y el español Ortega y Gasset, que Ocampo tomó la decisión
nuevas, auténticamente despiertos ante la miseria actual del espíritu‖ 73. En la empresa la
acompañaron amigos y conocidos como Adolfo Bioy Casares, Oliverio Girondo, Eduardo
Mallea, Guillermo de Torre, su hermana Silvina Ocampo, y Jorge Luis Borges, entre otros:
llamársele, abogaba por una Argentina en donde la cultura se confiara en las manos de una
72
Gideon Toury, op. cit., p. 202.
73
Victoria Ocampo, ―Notícula‖, en Sur, no. 8, 1933, p. 13
50
―aristocracia del espíritu‖74 (es decir, de las minorías ilustradas) que se encargaría de su
configuración y mantenimiento. Esta creencia constituye ―el eje en torno al cual se articulan
otras proposiciones menores, a las cuales impregna con su sentido: hacer conocer [en
especial, se concibe en Sur como condición esencial para la construcción de una cultura
argentina que se ubique al mismo nivel de las de otros centros culturales del mundo. Para
ellos ―la actividad de importación, que incluía libros y personas, cerraba los huecos de la
cultura argentina producidos por la distancia, por la juventud sin tradiciones del país, por la
ausencia de linajes y maestros‖ 76 como los que existían en el viejo continente; todos
del ―ideal europeo‖, no podía menos que ser calificada de elitista y extranjerizante en una
Argentina en la que el liberalismo iba perdiendo terreno y la figura del dictador Juan Manuel
de Rosas, (cuyo mandato de 1829 a 1852 representaba un periodo en el que Argentina había
estado cerrada a las relaciones internacionales) volvía a tomarse como símbolo del
nacionalismo77. A partir de sus primeros números, las actividades del grupo y la revista
serían objeto de una discusión que ya ocupaba a la nación argentina y se extendía a lo largo
74
John King Sur. Estudio de la revista argentina y de su papel en el desarrollo de una cultura 1931-
1970. Trad. de Juan José Utrilla, FCE, México, 1989, p.45
75
Ma. Teresa Gramuglio, ―Sur: constitución del grupo y proyecto cultural‖, en Punto de Vista no. 17,
abril-junio de 1983, p. 9
76
Beatriz Sarlo, ―La perspectiva americana en los primeros años de Sur‖, Punto de Vista no. 17, abril-
julio de 1983, p. 10
77
John King, op. cit. p. 95
51
revista y a sus colaboradores como ―portavoces directos de la oligarquía‖ o defenderlos
actividad de Sur fue sin duda un ―factor de europeización de la cultura argentina de élite‖ 79.
De cualquier modo, es innegable que la de Sur llegó a ser una de las voces más influyentes
en la vida literaria de América Latina y que a través de ella y de su editorial se conformó una
comunidad de lectores de la que más adelante surgirían figuras literarias importantes como
Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez80. En este punto es necesario mencionar, si
no es que es ya evidente, que en el caso de Sur, la traducción como tema y como práctica se
hace visible como en pocos, y es obviamente este aspecto de su existencia lo que hace a su
Es imposible imaginar que ese proyecto pudiera llevarse a cabo sin la traducción que,
mengua decirlo, fue desde sus inicios una de las actividades centrales en Sur. Ya desde sus
oponía a la de la revista cuando éstos contaban con habilidades que enriquecieran las
traducciones y contribuyeran con ello a lograr los objetivos del proyecto 81. Por supuesto, en
traducciones sobre el de obras originales, un gesto en el que muchos estudiosos ven una vez
78
Dossier: ―La Revista Sur.‖, en Punto de Vista no. 17, abril-julio 1983.
79
Beatriz Sarlo, op. cit. p.11
80
John King, ―Sobre la revista Sur‖, en Borges en Sur (1931-1980). Emecé, Buenos Aires, 1999, p. 10.
81
John King menciona el caso de Julio Irazusta, un conocido ―nacionalista aristocrático‖, cuyas
contribuciones fueron aceptadas en la revista porque, a pesar de su posición política, había hecho estudios
en Oxford, conocía a varias figuras literarias (incluyendo a Virginia Woolf) y ―su predominio del inglés le
hizo un valioso traductor a principios de los treinta‖. Sur. Estudio de la revista argentina…p. 97.
52
más comprobada la naturaleza ―extranjerizante‖ de Sur82. Al respecto Patricia Willson
apunta lo siguiente:
parece relevante destacar la opinión de Willson dado que no solamente cuestiona la imagen
acuñada del grupo y su proyecto, sino que respalda la visión de los textos traducidos como
La traducción se postula así como una de las actividades más relevantes e influyentes
de Sur, pero no solamente por las razones que he mencionado, sino porque a través de las
prácticas traslativas del grupo se llevaría a cabo un cambio importante en las funciones que
latinoamericano. Para comprender mejor este punto, es necesario ahondar un poco más en el
contexto cultural que rodea a Sur, para lo cual resulta bastante útil la descripción que hace
Beatriz Sarlo en su artículo ―La perspectiva americana en los primeros años de Sur‖:
82
María Teresa Gramuglio, ―Sur en la década del treinta: una revista política‖, en Punto de Vista, no. 28,
noviembre, 1986, p. 35
83
Patricia Willson, op. cit. pp. 244-245
53
problemática se diferencian por la elección de lo traducible, por la relación con la
lengua y la cultura de referencia. 84
Desde la perspectiva de Sarlo, la postura de Sur y las prácticas culturales que de ella
resultaron (la traducción incluida, desde luego) constituyen una respuesta más a una
Sarlo describe en estas líneas es una situación en la que se reúnen las condiciones necesarias
para que, según la teoría del polisistema, la literatura traducida ocupe una posición central en
el sistema que la recibe. En efecto, el sistema literario argentino presenta a lo largo del siglo
veinte las características mencionadas por Itamar Even-Zohar: es una literatura periférica
con relación a otras literaturas occidentales, joven, aun no cristalizada y, durante esos años,
Constelación del Sur hace un concienzudo estudio acerca de las funciones de la traducción
periodo que va de 1936 a 1956, y apoyándose en el análisis de textos llevados al español por
miembros del grupo Sur. En su obra, Willson contribuye a la teoría del polisistema
limitan a las del cambio y la renovación sino que, dadas las circunstancias necesarias, la
literatura traducida también puede contribuir a afianzar la tradición literaria existente. ―En
este caso‖, explica Willson, ―los textos que se elige traducir reproducen la estética imperante
84
Beatriz Sarlo, op. cit. p. 10-11
85
Itamar Even-Zohar, ―The Position of Translated Literature within the Literary Polysystem‖, en The
Translation Studies Reader, pp. 193-194.
86
Patricia Willson, op. cit. p. 23
54
proyectos emprendidos durante las primeras décadas del siglo veinte que se esforzaron en
argentino, que en ese entonces se enfocaba también a este tipo de literatura. Colecciones
naturalismo (Victor Hugo, Shelley, Balzac, Maupassant, Zola, Dickens, Dostoievsky, etc.).
acuerdo con los hallazgos de Willson, en los textos se hace evidente un ―conocimiento
ocasiones los textos son traducidos a partir de sus versiones en francés; los traductores son
españoles en su mayoría y la tendencia, salvo en algunos casos, es a omitir sus nombres. Por
otro lado, los textos de todos estos proyectos se publicaban en ediciones baratas que
buscaban llegar a todo público. Su objetivo, según afirma Willson apoyada por Luis Alberto
democratización del consumo de libros y la ampliación del público lector‖ al mismo tiempo
que se forma a este último y se le entretiene.88 Todas estas características permiten a Willson
afirmar que en estos proyectos las funciones que llena la traducción para el sistema receptor
87
Ibíd., p. 70
88
Ibíd, p. 255
55
consolidación del público lector: la adquisición de un patrimonio cultural, el entretenimiento
y la sensibilización ante los problemas sociales‖89, es decir que en esta época la literatura
traducida, aun desde una posición central dentro del sistema literario, cumple con funciones
funciones que sufriría la literatura traducida en el periodo que va de 1936 a 1956. Una serie
de factores se conjugan para favorecer dicho cambio. En primer lugar está la época de
esplendor de la industria editorial argentina que, beneficiada en gran parte por el derrumbe
de las casas editoriales españolas a causa de la Guerra Civil, toma en este periodo el control
del mercado nacional y llega a dominar todo el de habla hispana 90. Hay que considerar
también el proceso de profesionalización que en la primera década del siglo sufrió el escritor
evolución de los lectores, proceso en el cual, como se vio, fue un factor importante la
Otro factor clave para provocar el cambio fue precisamente la aparición de Sur en
1931 y de su editorial en 1933. En este punto parece ya innecesario decir que la ideología
detrás del proyecto de Victoria Ocampo conllevaba una declarada preocupación por la falta
editoriales del proyecto que, dejando atrás lo clásico y lo realista, decide transmitir ―lo
89
Ibíd., p. 74
90
Jorge B. Rivera, ―El auge de la industria cultural‖, en Historia de la literatura Argentina vol. 4, Centro
Editor de América Latina, Buenos Aires, 1986, p. 577-578
91
Patricia Willson, op. cit, p. 37
56
Camus, y de Woolf, entre muchos otros, ingresan en el sistema literario argentino por medio
por la lengua española es prioridad, y en donde además se pretende importar textos que
casos son escritores argentinos, en especial los ligados al grupo, quienes realizan las
traducciones. Aunque muchos de ellos, como Borges, aún no alcanzan la celebridad de años
participación en la revista) y sus nombres son incluidos en las ediciones de los textos que
traducen. Con respecto a esto último, Willson hace la siguiente reflexión: si aceptamos que
omisión del nombre del traductor en los proyectos editoriales anteriores, es posible sugerir
entonces que su mención sistemática esté vinculada a ―la traducción de textos en los que
sino como obras individuales que se anuncian y se critican en la misma revista, sugiere la
configuración de un lector ―para quien las horas diarias de lectura no son un hábito a
adquirir, sino uno ya adquirido‖93; un lector del que se espera cierta competencia cultural y
cierto sentido estético que le permitan cumplir con ―la tarea de ordenar, priorizar y elegir en
92
Ibíd., p.65
93
Ibíd., p. 66
94
Ibíd. p. 232
57
Lo anterior lleva a la conclusión de que con la llegada de Sur y los
escritores/traductores la traducción deja de tener como fin único la traslación de una trama
con propósitos pedagógicos y adquiere una intención estética, es decir, comienza a llenar
otras editoriales que habían llegado de España a Argentina: Losada, Emecé, Sudamericana e
incluso Santiago Rueda, que tenía una perspectiva más americanista, comienzan a seguir su
ejemplo y sostienen la llamada época de oro del libro argentino por 20 años. Estos hechos
permiten clasificar a este periodo como uno de los casos en los que se lleva a cabo el
repertorios que traen con ellos rasgos inexistentes en la literatura vernácula, incluyendo ―no
sólo nuevos modos de representación que reemplazan los viejos y establecidos, que ya no
son efectivos, sino una variedad de otros rasgos, por ejemplo, un nuevo lenguaje (poético) o
Éste es pues el contexto en el que se inserta la traducción del Orlando que, como uno
de los primeros textos publicados en este periodo, bien puede llamarse pionero de hehe,
don‘t worryesos cambios en las funciones de la literatura traducida. Varias preguntas surgen
cuando se piensa en esta novela de Woolf en particular como parte del proyecto Sur: es claro
que el Orlando era una obra contemporánea, pero, en lo relacionado a lo que la obra de
Woolf pudiera aportar a la literatura argentina ¿por qué no introducir primero To the
95
Ibíd., p. 256
96
Ibíd., p. 303
58
Lighthouse, Mrs Dalloway o incluso The Waves (que para entonces ya había sido publicada
en su país de origen)?, es decir, ¿por qué no publicar aquellas obras que, como se vio en el
capítulo anterior, consagraron a Woolf como representante del modernismo? ¿Cómo fue que
narrativa de la autora inglesa en el ámbito argentino?97 Para contestar estas preguntas, en los
párrafos siguientes presento información que permite realizar un esbozo de las razones y el
proceso detrás de la publicación de Orlando y comprender por tanto la forma en que las
Ante todo es importante mencionar que uno de los aspectos más relevantes en la
elección de textos dentro de Sur y su editorial era el gusto personal de su creadora, Victoria
Ocampo. Esto no quiere decir que la escritora ejerciera algún tipo de control totalitario sobre
las actividades del grupo, pero sí significa que la opinión de Ocampo sobre un autor o un
texto era un factor importante para su publicación y diseminación. Uno de los casos más
argentina se había sentido siempre fascinada por el grupo Bloomsbury (con el que, por
Virginia (quien, dato curioso para esta tesis, aprovecharía la admiración de Ocampo para
causar los celos de Vita Sackville-West). La relación no fue nunca tan cercana como a
Victoria le hubiera gustado, pero aun así las dos mujeres intercambiaron cartas de vez en
cuando y Ocampo fue incluso responsable de que Woolf, aunque a regañadientes, accediera
97
Es importante aclarar que, aunque la primera obra de Woolf que se publicó en Argentina fue A Room of
One’s Own (traducida al español también por Borges como Un cuarto propio), ésta era un ensayo; en lo
que a ficción se refiere, fue Orlando la primera obra que conoció el público argentino. Más adelante se
analiza también la posible razón para publicar ambas obras y en este orden.
59
a dejarse fotografiar por Gisèle Freund, quien tomó algunas de las imágenes más famosas de
interés de una aristócrata ilustrada que, no obstante, era ―escritora, y mujer, y mujer
ella no sólo en un modelo literario, sino en un ejemplo de ―lo que una mujer podía lograr‖, y
Ocampo pondría especial interés en difundir su obra en América Latina, ―ayudando así a
plantear los problemas de las mujeres en general (las mujeres argentinas aún no tenían
derecho de votar) y de las escritoras en particular‖101. De lo anterior es fácil deducir por qué
A Room of one’s Own fue la primera obra de Woolf publicada en Argentina. El ensayo de la
inglesa (de hecho publicado en cuatro números de la revista antes de ser presentado como
libro) había sido sin duda una influencia muy significativa para Ocampo quien, de acuerdo
con John King, lo llevó a la práctica haciendo de su revista ―un cuarto propio‖:
Victoria tomó a pecho en Sur la afirmación de Woolf de que, para escribir novelas,
una mujer debe tener dinero y un cuarto propio. Si bien Victoria tenía resuelto el
problema económico, aún tenía que luchar con el institucionalizado poder
masculino, tanto en las instituciones culturales como en la sociedad en general. Por
tanto, las páginas de su revista tratarían de evaluar a las escritoras y de ofrecerles un
foro para discutir.102
Era por tanto de esperarse que Victoria Ocampo buscara introducir la obra de
Virginia Woolf en su propio contexto, y que para hacerlo eligiera la obra que le había
98
John King, Sur. Estudio de la revista argentina…. pp. 103-105
99
Victoria Ocampo en Sur, no. 79, 1941, pp. 107-114
100
María Teresa Gramuglio, ―Sur en la década del treinta: una revista política‖, p. 34
101
John King, Sur. Estudio de la revista argentina…. p. 105
102
Ídem.
60
significado tanto. Es probable que las mismas razones que llevaron a la publicación de Un
cuarto propio hayan sido las que definieron que el Orlando fuera la primera obra narrativa
teoría de que el Orlando es el correlato narrativo de las teorías presentadas por Woolf en A
Room of One’s Own: la mente andrógina como el ideal creativo, la importancia del factor
económico y del social para el desarrollo de la mujer como escritora, la escritura femenina
como necesaria para la renovación de los antiguos modelos, son todos temas desarrollados
esta interpretación, es posible suponer que Ocampo la haya identificado y que por tanto haya
considerado al Orlando como la elección obvia para afirmar la imagen de Woolf y las ideas
que había expuesto con Un cuarto propio. Otra razón posible relacionada con la percepción
formal en ella, al Orlando se le considera mucho más legible en relación con las otras obras
de Woolf. Es probable entonces que en Sur se haya considerado una buen estrategia inducir
al lector argentino a leer la obra woolfiana por medio de un texto que fuera más ―digerible‖
y que lo preparara para recibir textos de lectura más compleja como Al faro, publicado un
Estas son pues las posibles razones y las circunstancias en las que el Orlando hace su
entrada en el sistema literario latinoamericano. Pero, una vez dentro, ¿cómo fue recibido? En
La reflexión sobre este tema es por demás importante si hemos de afirmar, con
Willson, que el Orlando de Woolf, junto con las otras obras traducidas que la acompañaron,
61
tuvo una posición central en su polisistema receptor y que, como prevé Even-Zohar,
cumplieron desde allí una función renovadora de la literatura receptora. No obstante, dada su
trabajo de tesis aparte, por lo que, para los fines del presente trabajo, me limitaré a
proporcionar los datos que nos ayuden a ubicar la traducción en su propio contexto y a
establecer las relaciones entre el texto traducido y el texto original. Pero, evidentemente,
antes de ello es imperativo hablar sobre la recepción que dio al Orlando uno de sus primeros
lectores latinoamericanos; aquél que, bajo encargo de Victoria Ocampo, sería el responsable
de hacerla accesible para el resto de los lectores de habla hispana: el traductor y escritor
Para comenzar, es imperativo mencionar que, de hecho, fue Borges también a quien
Ocampo solicitó la traducción de A Room of One’s own para Sur; ésto es de suma
importancia porque, a pesar de que es más que probable que no haya sido el escritor quien
realizó la traducción del ensayo, sí podemos asegurar que al menos fue su revisor103 y que,
103
Aunque es bien sabido que la tarea de llevar a nuestra lengua tanto la novela de Woolf como su ensayo
A Room of One’s Own le fue encomendada al argentino por la revista Sur, en alguna entrevista posterior
cuyo contenido analizaré más adelante el autor haría comentarios acerca de sus estrategias de traducción
para Orlando. Años más tarde, Borges declararía que había sido su madre, Leonor Acevedo de Borges,
quien tradujo ambas obras (Jorge Luis Borges, Un ensayo Autobiográfico, prólogo y traducción de Aníbal
González, galaxia Gutenberg/Círculo de lectores/Emecé, Barcelona, 1999, p.14). No obstante, en una de
las últimas entrevistas que el autor concedió contradijo esta declaración especificando que A Room...
había sido traducido por su madre ―y yo revisé un poco la traducción, de igual modo que ella revisó mi
traducción de Orlando.‖ (Jorge Luis Borges y Osvaldo Ferrari―Virginia Woolf, Victoria Ocampo y el
feminismo‖ en Diálogos, Seix Barral, Barcelona, 1992, p. 306). Por supuesto, las declaraciones
contradictorias de Borges han causado un nutrido debate entre los estudiosos, e incluso hay quien ha
concluido que no había sido ni Borges, ni su madre, sino su padre, quien había traducido el Orlando
(Patricia Willson, op. cit., p.159). Al final, quienes han abordado el análisis de la traducción con mayor
profundidad se ciñen a la recomendable visión de que, sin importar quién haya hecho la traducción en
realidad, su función en el contexto cultural al que pertenece está inevitablemente ligada al hecho de que
Borges haya sido el traductor; el texto es percibido y leído como hecho por Borges, y por tanto se estudia
como tal. Evidentemente, en el presente trabajo se apoya esta visión, aunque también se espera que los
resultados del análisis que se presentarán más adelante sirvan para demostrar la presencia de la mano de
Borges en la traducción.
62
permeada por su lectura de aquél libro. Teniendo en cuenta que para entonces la visión de
Borges sobre la literatura estaba ya bien forjada, y que dicha visión poco tenía que ver con
que, como señaló años más tarde en sus Diálogos con Osvaldo Ferrari, Borges no se sintiera
atraído por la escritura de la inglesa104. Precisamente por ello es que el Orlando representó
una grata sorpresa para el argentino, como él mismo recuerda en la entrevista: ―Yo acepté
ejecutar esa traducción y, a medida que iba traduciendo, iba leyendo, y asombrosamente
en la biografía sintética de Woolf que publicó en El Hogar un año antes de que la novela
Mrs Dalloway (1925) relata el día entero de una mujer; es un reflejo nada
abrumador del Ulises de Joyce. To the Lighthouse (1927) ejerce el mismo
procedimiento: muestra unas horas de la vida de unas personas, para que en esas
horas veamos su pasado y su porvenir. En Orlando (1928) también hay la
preocupación del tiempo. El héroe de esa novela originalísima – sin duda la más
intensa de Virginia Woolf y una de las más singulares y desesperantes de nuestra
época – vive trescientos años y es, a ratos, un símbolo de Inglaterra y de su poesía
en particular. La magia, la amargura y la felicidad colaboran en ese libro. Es,
además, un libro musical, no solamente por las virtudes eufónicas de su prosa, sino
por la estructura misma de su composición, hecha de un número limitado de temas
que regresan y se combinan. 106
hace de ella, sino en la comparación con las otras novelas: mientras que Orlando es
―originalísima‖, ―singular‖ y ―la más intensa de las novelas de Woolf‖, Mrs Dalloway se
queda en un ―reflejo nada abrumador del Ulises de Joyce‖ y To The Lighthouse en una
novela que ―muestra unas horas de la vida de unas personas‖. Para usar la expresión de
104
Jorge Luis Borges y Osvaldo Ferrari, op. cit., 1992, p. 305.
105
Ídem.
106
Jorge Luis Borges, ―Biografía sintética: Virginia Woolf‖, pp. 38-39
63
Willson, Borges ―lee en negativo‖: las obras que la crítica anglosajona considera las
―mejores‖ no le presentan mayor interés, mientras que la que recibe juicios más severos, lo
entusiasma.
No es raro que Borges haya preferido el Orlando por sobre otras obras de Woolf. Ya
en ―El arte narrativo y la magia‖, publicado en Sur en 1932, había dejado en claro su postura
realidad: es un objeto artificial que no sufre ninguna parte injustificada‖ 108. La novela ―sin
cualquier obra literaria y por tanto una pérdida en el valor compositivo. Con esto Borges
sitúa a la novela psicológica en la misma dimensión que las narraciones realistas a las que
éstas se oponen y se ubica a sí mismo en una posición alterna a las propuestas por el debate
que rodea a la novela durante las primeras décadas del siglo. Como bien explica Willson,
indirectos libres de Virginia Woolf que a las prosaicas descripciones del narrador
omnisciente de Balzac es una idea totalmente ajena a la concepción que Borges tiene de la
107
Jorge Luis Borges, ―El arte narrativo y la magia‖, en Sur no 5, 1932, p. 179.
108
Jorge Luis Borges, Prólogo a La invención de Morel disponible en Internet:
http://www.literatura.org/Bioy/Morelprologo.html, consultado el 26 de enero de 2010.
64
literatura‖109. Para él, la motivación de una novela no es la imitación del mundo real, sino la
A partir de lo anterior es fácil inferir que, justo allí donde Orlando difiere del resto
sino despertar la inquietud de un escritor cuya preocupación primordial en aquellos años era
refiere con este término a dos aspectos de la obra: uno de ellos, ―la estructura misma de su
109
Patricia Willson, op. cit, p. 138.
110
Jorge Luis Borges, ―El arte narrativo y la magia‖, p. 172.
111
No hay que olvidar que a finales de la década de 1930 Borges, Bioy Casares y Silvina Ocampo habían
empezado ya a experimentar con la literatura fantástica y publicarían la Antología de la literatura
fantástica en unos años más. El traductor de Orlando, por su cuenta, trabajaba ya en relatos como ―Pierre
Menard‖ y ―Tlön, Uqbar, Orbis, Tertius‖ que serían publicados en Sur en 1939 y 1940 respectivamente y
que contribuirían a marcar la etapa de florecimiento del autor y de la literatura fantástica a principios de
los años 40.
112
Aquí resulta importante mencionar que para Borges el juego de Woolf con el estilo biográfico del siglo
XIX no era desconocido; él había empleado ya la misma estrategia en la Historia Universal de la Infamia
en donde, al igual que la inglesa, usa el lenguaje eufemístico para lograr la ironía. Por otro lado, de
acuerdo con Suzanne Jill Levine, para este conjunto de relatos cortos Borges tomó como fuente las Vies
imaginaires de Marcel Schowb, autor a quien más tarde elogiaría en su prólogo a Las cruzadas de los
niños ―por su interpretación imaginativa de un episodio histórico que permite al lector ver sus muchas
dimensiones, el vigor irracional de la historia mientras se está haciendo‖. Borges también criticaba en este
texto a los historiadores que tratan de dar explicaciones racionales a un hecho tan irracional como lo
fueron las Cruzadas. Desde este punto de vista, puede encontrarse otro punto en común entre Borges y
Woolf, quien, como se recordará, consideraba que la objetividad en la historia era falsedad y proponía en
Orlando una forma subjetiva (y por tanto imaginativa) de describir el hecho histórico. Suzanne Jill
Levine, ―Cien años de soledad y la tradición de la biografía imaginaria‖ en Revista Iberoamericana 36:72
(julio- septiembre, 1970), pp. 456-457
65
reforzar la calidad de esta obra de acuerdo con su perspectiva. El otro, ―las virtudes
obra de Woolf, refleja también el interés del argentino en la estética formal de un texto y
resalta un rasgo del Orlando que, ignorado por la crítica anglosajona, se convertirá en uno
De este modo, Orlando, la obra menor de Woolf, pasa a formar parte de una larga
lista de textos que, siendo marginales en su contexto original, Borges lee desde el principio
luego al sistema literario al que pertenece, modificando a éste en consecuencia113. Así como
Borges reubica las inscripciones populares que llevan los camiones de Buenos Aires 114 o
redescubre un texto menor como The Life and Death of Jason, de Morris115, en el Orlando
percibe y resalta rasgos que en su contexto original fueron pasados por alto, contribuyendo a
hacer de esta novela de Woolf lo que Beatriz Sarlo y Patricia Willson entre otros consideran
La definición de Orlando como objet trouvé no podía ser más acertada: se trata de un
texto marginal, de poca importancia incluso, en su sistema de origen, que es importado por
otro sistema en el que sufre no sólo un cambio de función, sino una revalorización basada en
los factores que se entretejen para originar este fenómeno. En primer lugar está la situación
113
Beatriz Sarlo, ―Borges en Sur: un episodio del formalismo criollo‖ en Punto de Vista, no. 16,
noviembre, 1982, p. 5.
114
Jorge Luis Borges, ―Séneca en las orillas‖ en Sur, no. 1, 1931, p. 173-180.
115
Jorge Luis Borges, ―El arte narrativo y la magia‖, p. 172-174.
116
El término objet trouvé está adaptado de las artes plásticas, en las que se usa para designar objetos
comunes o mundanos que bajo la mirada del artista y por medio de un cambio de contexto, cobran un
valor artístico que antes no tenían. El término resulta bastante útil en el campo de la literatura y la
traducción como demuestran Patricia Willson y Beatriz Sarlo en las obras que hasta ahora he citado y en
las que las autoras se refieren con este término a textos o elementos literarios que, injertados en un
escenario diferente al original, sufren una refuncionalización. Patricia Willson, op. cit., p. 119.
66
del sistema importador y la posición que en él ocupa la literatura traducida, tema que he
comentado ya en este capítulo. A este factor va aunada la necesidad que dicho sistema tenga
con la hipótesis de André Lefevere, el nivel de aceptación que genere un autor (o un texto)
en el sistema importador será mayor en tanto más claro sea que tal autor es necesario para el
desarrollo del sistema. Cuando esto sucede, el sistema, o una buena parte de él, estará
Woolf, dicha necesidad se encuentra expresada, por un lado, en los motivos que Victoria
Ocampo pudo haber tenido para seleccionarlo como parte de las publicaciones de Sur —es
decir, el deseo de hacer notar temas como la situación de las mujeres y las mujeres
escritoras, la falta de modelos femeninos en este sentido— y, por otro lado, en las razones
que llevaron Borges a presentarlo como una obra de gran valor — por ejemplo, la necesidad
importador, sobre todo en el caso de Orlando, estaría más relacionada con estas últimas
Otro factor que influyó de manera significativa en la recepción positiva del Orlando
fue la presencia de textos críticos (artículos y reseñas) que ayudaron a difundir el texto y
―refracciones‖, como las llama Lefevere 118 también es estudiada por Patricia Willson, quien
las considera parte del ―aparato importador‖ que asegura ―la eficacia de la incorporación a la
117
André Lefevere, ―Mother Courage‘s Cucumbers. Text, System and Refraction in a Theory of
Literature‖ en The Translation Studies Reader, p. 238
118
Ibíd., p. 246
67
literatura receptora‖119. En este aspecto, la novela de Woolf tuvo dos cosas a su favor:
biografía sintética de Woolf escrita por Borges para la revista El Hogar (ésta iba por cierto
proyecto con conciencia plena del papel que tiene la crítica en la recepción de un texto y que
se preocupaba por publicar en la revista artículos y notas sobre los textos que publicaba su
editorial. La ―estrategia vidriera‖ de Sur120 se aplicó a Orlando por medio de anuncios que la
publicitaban como una ―novela de extraordinario encanto y gran novedad imaginativa por la
autora de Un cuarto propio‖121 y por medio de la publicación casi inmediata de pocos pero
efectivos artículos de los cuales el más significativo fue el escrito por la misma Victoria
autora en ―Amigos del Arte‖, la preponderancia del Orlando se hace evidente; en el texto, se
corrobora: después de dar una biografía nada sintética de quien constantemente llama ―la
autora de Orlando‖, Ocampo se centra en presentar esta novela al lector argentino. Como es
de esperarse, comenta las otras obras de Woolf, pero ni siquiera Un cuarto propio ocupa
tanto su atención. Lo que es más, Ocampo comenta las demás obras a partir de y en relación
con Orlando, como se puede ver en la siguiente cita, en donde la argentina habla de The
En esa novela, la futura autora de Orlando es ya ella misma, en el sentido de que está
allí su calidad de escritora de calidad. Pero su técnica sigue siendo la de los
novelistas clásicos, como lo ha observado Maurois. 123
119
Patricia Willson, op. cit., p. 236
120
Patricia Willson, op. cit., p. 246
121
En Sur, no. 24, 1937, página sin número.
122
Victoria Ocampo en Sur no. 35, 1937, pp. 10- 67.
123
Ibíd., p.13.
68
Por supuesto, hay que tener en cuenta que el artículo busca publicitar la novela y que,
además, en ese momento el Orlando es el único referente para hablar de otras obras de
Woolf de modo que el lector pueda establecer relaciones (una de las ventajas que le da el
haber sido la primera obra narrativa de Woolf publicada en Latinoamérica). Sin embargo,
quien recuerde los diversos textos críticos que se abordaron en el primer capítulo de este
Ocampo: al referirse a Woolf como ―la futura autora de Orlando‖, como si toda su escritura
antes de este texto fuera una preparación para llegar a él, la argentina sitúa a esta novela en
una posición climática del proceso creativo de Woolf, y con esto invierte la percepción
proceso que alcanza un primer clímax con To the Lighthouse y llega a su plenitud con The
Waves.
Por otro lado, el lirismo de Woolf tampoco pasa desapercibido para Ocampo quien,
al subrayar esta característica en su texto, contribuye a fijar los valores estéticos expresados
propio nivel de aceptación. Otra muestra de la revalorización del Orlando en textos críticos
es la siguiente cita tomada de un artículo escrito por Hugo Manning y también publicado en
124
Ibíd., p. 19.
69
...el aspecto más profundo y revelador de esta Amazona [Virginia Woolf] lo
encontramos en libros como Las olas y Al faro, que intentan penetrar en la dinámica
subterránea del carácter humano, o en la extraordinaria técnica y en el poder de
destrucción de las limitaciones de tiempo y espacio que se manifiestan en un libro
como Orlando125.
Aquí puede verse que aun cuando Manning reconoce la calidad de las dos novelas
más alabadas por la crítica anglosajona, sigue contradiciendo al sistema del texto original al
situar las cualidades del Orlando al mismo nivel que las de aquellas: la novela ―menor‖ de
Woolf tiene el mismo valor que aquellas que consagran a la autora en su propio sistema
literario.
que se le otorga y reforzado por las refracciones literarias (o, para decirlo con Lefevere, las
formas de reescritura) que lo difunden y que construyen una imagen del texto y de su autora
Hay que recalcar, además, que una de esas refracciones, la primera, es escrita por la
misma persona que traduce la obra al español, y que esa persona es además, un escritor. Éste
los treinta Borges no es aun la figura en la que se convirtió después, para ese momento ya ha
publicado algunas obras y contribuye constantemente en diferentes revistas, por lo que su voz
reconoce como una ―buena traducción‖, sino que constituye un indicio de valor del texto en
125
Hugo Manning, ―Virginia Woolf: Amazona entre las sombras‖ en Sur, no. 70, 1941, p. 47.
70
Pero la mejor muestra de la recepción positiva que tuvo el Orlando es su eficacia
como importador de elementos innovadores para el sistema receptor. Sobre este aspecto hay
aún pocos estudios de los cuales el más comentado es el que presenta Suzanne Jill Levine. A
obra, esta autora desarrolla la hipótesis de que la traducción del Orlando contribuyó a fijar el
subgénero de la biografía imaginaria del que parte la creación de Cien Años de Soledad
(1967). Según Levine, ―es más probable que García Márquez haya leído Orlando en la
traducción de Borges‖ y, de ser así, ―debió haber asimilado el ‗estilo y ‗el arte‘ de la escritora
inglesa a través del medio que constituye el lenguaje de Borges‖ 126. Basándose en este
infamia de Borges y las Vies imaginaires del francés Marcel Schwob para concluir que
ambos autores proporcionan ―un modelo (breve) de biografía imaginaria que el Orlando de
Virginia Woolf no haría sino ampliar y explicitar para García Márquez‖127. El artículo de
Levine resulta relevante no sólo porque establece la importancia del Orlando en la formación
de un nuevo modelo literario, sino porque hace evidente el papel del traductor y su propia
literario, lo cual se hace mucho más significativo cuando el traductor es alguien que se dedica
Las hipótesis que Levine aplica al caso de Cien años de soledad bien podrían
cubano reescribe las Memorias de Fray Servando Teresa de Mier, convirtiendo un texto
autobiográfico en una ―novela de aventuras‖. Al igual que García Márquez, Borges, Woolf y
126
Suzanne Jill Levine, op. cit., p. 454
127
Ibíd., p. 463
71
Schowb, Arenas recurre a lo fantástico y lo maravilloso, así como a los juegos temporales y
Arenas hace viajar a su personaje y le fabrica encuentros con personajes tanto reales como
ficticios entre los que se encuentra ni más ni menos que el mismo Orlando. Sin embargo,
hasta donde sabemos, El mundo alucinante todavía no ha sido objeto de ningún estudio que
explore sus relaciones con la obra de la escritora inglesa. De hecho, como mencioné, el
análisis de la influencia del Orlando en la literatura latinoamericana es aún muy joven, del
mismo modo que lo es el estudio de la literatura traducida dentro del sistema literario. No
obstante, me parece válido afirmar que los ejemplos que menciono proporcionan información
valiosa sobre la forma en que la introducción del Orlando al sistema literario latinoamericano
traducción del Orlando en su propio contexto y esbozar las normas que regulan su entrada en
rodean este evento son en efecto notablemente benéficas para la traducción: se trata de un
contexto en el que dada la juventud e insipiencia del sistema literario receptor, la traducción
toma una posición central, desde donde contribuye a la renovación y enriquecimiento de éste.
contemporáneos que puedan traer consigo modelos y elementos que contribuyan a lograr este
128
Véase Carlos A. Castrillón, ―El humor alucinante de Reinaldo Arenas‖ en Sonorilo, revista literaria.
Disponible en internet: http://www.geocities.com/SoHo/Village/4759/rarenas.html (consultado el 15 de
mayo del 2007).
72
fin, además de que los traductores son en su mayoría escritores en la lengua meta a quienes
se otorga una libertad pocas veces vista en el mundo editorial para la experimentación y la
creación de textos que cuenten con un valor estético propio. Desde este punto de vista,
Orlando tiene la fortuna de contar con el favor de dos personalidades que forman parte
en el sistema importador, lo que le permite entrar al sistema como parte de un proyecto que
da inicio a cambios por demás significativos en las practicas traslativas del sistema literario
argentino. Esto tiene como consecuencia que la publicación de Orlando se vea respaldada
por un efectivo aparato importador que publicita los textos y establece un dialogo con ellos
por medio de ensayos y artículos críticos. Todo lo anterior, aunado a la temprana publicación
de esta obra no sólo una pionera del proyecto Sur, sino uno de los mejores ejemplos de object
literario latinoamericano Orlando se transforma una vez más, no sólo a nivel lingüístico sino
influencia dentro de la literatura que lo recibe se hace evidente con los años.
73
III
REESCRIBIR EL ARTIFICIO:
BORGES Y LA TRADUCCIÓN.
Este epígrafe es una de las citas más populares entre los estudiosos de Borges. Quizá sea
porque, fiel a su costumbre, el autor ha comprimido en esta sola oración toda una visión
cuyo entendimiento implica un ejercicio de cuestionamiento y reflexión que puede llevar por
cobra en la visión del Borges de la década de 1930 una importancia inesperada y polémica:
En las últimas décadas, diversos estudiosos han analizado esta propuesta desde
diversas perspectivas que van de la sencilla reflexión sobre alguno de los varios artículos
que Borges dedica al tema, hasta el estudio metódico y profundo del papel que tiene la
traducción en la obra global del autor, el cual, para algunos, resulta incluso central. En las
páginas siguientes, me propongo tratar también el tema de las relaciones de Borges con la
74
traducción tanto a nivel teórico como práctico, aunque con un objetivo muy específico,
delineado por las necesidades de esta tesis y basado en las diferentes propuestas de teóricos
las repercusiones de sus ideas sobre la teoría de la traducción en general, sino tomar un
corpus delimitado de textos del autor que se relacionan con el tema y llevar a cabo un
estudio descriptivo que más adelante servirá para comprender la posible influencia de la
visión teórica de Borges acerca de la traducción (y su práctica general de la misma) sobre las
publicación de un texto traducido, son fuentes ricas de información para comprender las
normas que rigen su funcionamiento129. Sin embargo, estos paratextos son producto de la
subjetividad de quien los escribe; en ellos existe la parcialidad y el sesgo y por tanto deben
ser tomados con cautela y su estudio debe partir de una contextualización muy precisa:
There may therefore be gaps, even contradictions, between explicit arguments and
demands, on the one hand, and actual behavior and its results, on the other [...]. On
occasion, a deliberate desire to mislead and deceive may also be involved. Even
with respect to the translators themselves, intentions do not necessarily concur with
any declaration of intent. [...]an attempt should be made to clarify the status of each
formulation, however slanted and biased it may be, and uncover the sense in which
129
Gideon Toury, op. cit., p. 207. Vale la pena recalcar aquí que algunas de estas fuentes extratextuales
(los comentarios de Victoria Ocampo y del mismo Borges con respecto al caso específico de Orlando) ya
han sido empleadas con tal fin en el capítulo anterior; otros más de este estilo se retomarán más adelante,
cuando su inclusión sea pertinente para comprender las estrategias de traducción de Borges. En esta parte
del capítulo, me centro exclusivamente en aquellos textos relacionados con las reflexiones que podríamos
llamar teóricas de Borges sobre la traducción.
75
it was not just accidental; in other words how, in the final analysis, it does reflect
the cultural constellation within which, and for whose purpose it was produced.130
traducciones hechas por un escritor como Borges, cuyo gusto por las declaraciones
conjunto de sus escritos sobre la traducción. La traducción como práctica y como tema de
reflexión acompañó al autor desde sus primeros años131 y aunque en algún momento
reformuló sus ideas sobre ciertos aspectos de la misma (en específico, sobre la traducibilidad
de la prosa y la poesía), la visión que desarrolló a lo largo de la década de 1920 y que para
los años treinta estaba ya afianzada, se mantuvo firme durante toda su vida. No obstante,
Borges jamás llevó a cabo una sistematización de sus pensamientos sobre esta área del
conocimiento, y esto, aunado al hecho de que la obra del argentino es de por sí bastante
sugerida por Toury. Dado que el objetivo es acercarse tanto como sea posible a la
mentalidad del Borges traductor del Orlando, interesan aquí aquellos textos que el autor
escribió durante la época en que se llevó a cabo la traducción. Por esto se toman en cuenta
esencialmente los ensayos y ficciones publicados de 1930 a 1940. Se hace una sola
excepción con el ensayo ―Las dos maneras de traducir‖ (1926) debido a que las ideas allí
lado, el corpus incluye textos publicados hasta 1940; esto porque, aunque su publicación sea
posterior a la del Orlando, es muy probable que las ideas expresadas en ellos estuvieran ya
130
Ídem.
131
De hecho, la primera publicación de Borges fue la traducción del cuento ―The Happy Prince‖ de Oscar
Wilde, que apareció en el diario El País de Buenos aires en 1910, cuando el autor tenía once años de
edad.
76
en germinación en el año 1937. Los textos posteriores a 1940 se han omitido porque, aun
cuando apoyan las ideas desarrolladas en el corpus elegido, su inclusión en éste lo haría
demasiado extenso para los fines de esta tesis. Una vez aclarado esto, en los siguientes
mismo tiempo, sobre la literatura, nace a partir de un rompimiento con el enfoque que
dominaba el mundo literario desde el Romanticismo y que aún hoy en día tiene vigencia. En
Lefevere expone los supuestos sobre los que se basa dicho enfoque:
intenciones del autor y la evaluación del texto sólo en cuanto a esas intenciones: como
muchos otros hombres de letras de su tiempo y muchos después y quizá a partir de él,
Borges cuestionaría estos supuestos y, a través de su obra, los desmantelaría para conformar
una visión de acuerdo a la cual ―la pluralidad de los hombres y de los tiempos es accesoria,
realidad‖ Borges equipara esta visión a la de los escritores ―clásicos‖ que, a diferencia de los
77
en ella una perfección utópica que impulsa a los hombres a transformar y mejorar los textos
que conforman la literatura en sí. Seguir a los clásicos era pues la ambición de Borges, y no
hecho, la definición de la Enclopaedia Britannica citada por Lefevere bien podría aplicarse
también a él. Y es que, una vez desacralizada la figura del autor y aceptado el concepto de la
literatura como un todo único, se devela la idea de la originalidad como una falacia y se abre
la puerta a libertades escandalosas que Borges, como el dramaturgo alemán, ejerce sin pudor
a lo largo de toda su obra. En más de una ocasión, el argentino toma textos ajenos y los
reescribe o los modifica para hacer de ellos algo nuevo. Hace citas misteriosas, juega con la
autoría ajena y la propia, usa constantemente partes de sus propios textos en otros sin el
menor aviso y corrige continuamente sus propias obras, incluso después de publicadas,
comprobando con esto que, a pesar de lo que afirmaba Alfonso Reyes, ni siquiera la
publicación puede detener el constante proceso de corrección de un texto 135. Pero Borges no
ve en todo esto falta alguna. Para él, las bases sobre las que se apoya la reprobación de estas
categoría de original es como el concepto de texto definitivo son derruidos, pues las distintas
versiones se convierten en meros ―borradores‖ que, como tales, siempre pueden ser
mejorados.
134
Uno de los ejemplos más notorios de esos ataques es el libro Policía intelectual de Ramón Doll que
Nicolás Helft y Alan Pauls discuten en el artículo ―Segunda mano‖, incluido en su libro El factor Borges,
FCE, México, 2000, pp. 103-124.
135
―Publicamos para no pasarnos la vida corrigiendo‖ es una frase del autor mexicano amigo de Borges
que éste solía repetir (en Jorge Luis Borges y Roberto Alifano, Conversaciones con Borges, Torres
Agüero, Bueno Aires, 1994, p. 220.)
78
La noción de palimpsesto o de la eterna presencia de una ―segunda mano‖ en el texto
forma de sus textos sino su contenido, abundante en personajes que, como apuntan Nicolás
Heft y Alan Pauls, llegan siempre a la obra cuando ésta ya existe y, al propagarla de una
forma y otra (al reescribirla, diría Lefevere), la transforman hasta hacerla suya:
―Nuevo‖, pero sólo en cierto sentido: el modelo del que estas creaciones surgen
permanece dentro de ellas, y es precisamente por ello que se hace evidente el carácter de
espejismo de la originalidad. Ningún ejemplo ilustra mejor esto que el del reconocido Pierre
Menard, quien se propone la empresa ―casi imposible‖ pero al final exitosa de componer el
Quijote; es decir, de producir en el siglo XX, no una versión del texto del XVII, sino ―unas
páginas‖ que, sin ser copia ―coincidieran —palabra por palabra y línea por línea — con las
de Miguel de Cervantes‖137. El relato, por demás relevante para la teoría de la recepción, es,
con razón, uno de los más estudiados de Borges. En él, el escritor lleva hasta el absurdo la
pretensión romántica de descubrir las intensiones del autor y, al hacerlo, sugiere entre líneas
todas las obras literarias son en realidad una sola y de que cada texto constituye un
libro no está detrás de él, sino delante, en el lector que lo revive y lo reconstruye con base
136
Nicolás Helft y Alan Pauls, op. cit., p. 108.
137
Jorge Luis Borges, ―Pierre Menard, autor del Quijote‖ (1939), en Obras completas I, p. 446.
79
fragmentario, aun siguiendo palabra por palabra al de Cervantes, sea distinto e incluso
mejore algunos aspectos de este último, está sugerida la posibilidad de recreación que es,
la literatura, es fácil comprender también por qué la traducción ocuparía un lugar primordial
dentro de ella. Para Borges, mientras que la escritura directa está velada por la vanidad, por
―el conato de mantener intacta y central una reserva incalculable de sombra‖ la traducción
deja al descubierto sus mecanismos y por lo mismo ―parece destinada a ilustrar la discusión
estética‖ 138. Dicho de otro modo, al develar el funcionamiento de un texto para reformularlo
con un nuevo lenguaje, la traducción, tanto como el Quijote ficticio de Menard, supera la
falacia de la importancia del autor y hace evidente el proceso creativo de toda la literatura:
una infinita reescritura, un constante recrear el ―borrador‖ que le antecede con base en
romántico como base argumental de ―Las dos maneras de traducir‖ (1926), el primer ensayo
que dedicó al tema que nos interesa. Justo como hace con respecto a otros debates estéticos,
en este artículo, cuyo título ya hace una clara referencia al consabido debate entre lo que
desde hace siglos se concibe como traducción ―literal‖ y traducción ―libre‖, él se sitúa en
una posición alterna a ambos polos, que le permite usar la discusión para entender un
problema mayor; el de la literatura. Para Borges, los dos tipos de traducción se asimilan a los
modelo romántico; la que practica la paráfrasis, al clásico. De acuerdo con él, el culto al
hombre-autor que ejercen los románticos los lleva a intentar conservar cada palabra, cada
138
Jorge Luis Borges, ―Las versiones homéricas‖, (1932) en Obras Completas I, p. 239.
80
figura con el mínimo de modificaciones posibles; pero los clásicos, en su búsqueda de la
infinita mejora del texto, no dudarán en efectuar cambios aun si esto los aleja del original 139.
Con esta reflexión, Borges comienza a postular la traducción como práctica primordial en la
literatura: traducir implica tomar una postura estética, y esto valida a la traducción como
forma literaria por derecho propio. En seguida, se vale de una de las traducciones de ―The
Alguien objetará que la versión de Pérez Bonalde, por fidedigna y grata que sea,
nunca será para nosotros lo que su original es para los norteamericanos. La objeción
es difícil de levantar; también los versos de Evaristo Carriego parecerán más pobres
al ser escuchados por un chileno que al ser escuchados por mí, que les maliciaré las
tardecitas orilleras, los tipos y hasta pormenores de paisaje no registrados en ellos,
pero latentes […] Es decir, a un forastero no le parecerán más pobres: serán más
pobres. Su caudal representativo será menor. 140
texto con un valor propio en el contexto receptor. La misma idea que desarrollará años más
supuesta inferioridad del texto traducido, lo que torna inalcanzable al original; es el bagaje
cultural de cada lector, su ―caudal representativo‖, lo que hace imposible que un mismo
texto, sea cual sea su origen, sea apreciado de la misma forma por distintos individuos. Por
ende, la literalidad empleada como método para transmitir las singularidades del original se
139
Jorge Luis Borges, ―Las dos maneras de traducir‖ (1926), en Textos recobrados 1919-1929, Emecé,
1997, p.258.
140
Ibíd, p. 257.
81
extrañeza de lo que traduce se ve obligado a espesar el color local, a encrudecer las
crudezas, a empalagar con las dulzuras y a enfatizarlo todo hasta la mentira. 141
Borges confirma esta idea al final de su ensayo, cuando sugiere un ejercicio que
¿A qué pasar de un idioma a otro? Es sabido que el Martín Fierro empieza con
estas rituales palabras: ―Aquí me pongo a cantar al compás de la vigüela‖.
Traduzcamos con prolija literalidad: ―En el mismo lugar donde me encuentro, estoy
empezando a cantar con mi guitarra‖, y con altisonante perífrasis: ―Aquí, en la
fraternidad de mi guitarra, empiezo a cantar‖, y armemos luego una documentada
polémica para averiguar cuál de las dos versiones es peor. La primera, ¡tan ridícula
y cachacienta!, es casi literal.142
Como bien apunta Rafael Olea Franco, los ejemplos de Borges ―son hiperbólicos y
tendenciosos, pero sirven para demostrar que desde el principio sus prevenciones mayores se
aplicaron a los seguidores de las versiones literales‖143. No obstante, años después en ―Las
versiones homéricas‖ y ―Los traductores de las Mil y Una Noches‖, Borges tomaría una
postura aparentemente más neutral al referirse al famoso debate que, a mediados del siglo
inconveniencias de ser fiel a las peculiaridades lingüísticas del original (la postura de
Newman), o a los efectos logrados por éste en su lector (la postura de Arnold)144:
141
Ibíd., p. 258.
142
Ibíd., p. 259.
143
―Una infidelidad creadora y feliz: El civilizado arte de la traducción‖, en Los dones literarios de
Borges, Iberoamericana- Vervuert, Madrid, 2006, p.70.
144
Un muy buen resumen de la discusión puede encontrarse en: Efraín Kristal, Invisible Work. Borges
and Translation, Vanderbilt University Press, Nashville, 2002, p. 18-20.
82
propósitos es la conservación o supresión de ciertos pormenores; más grave que
esas preferencias y olvidos, es el movimiento sintáctico. 145
Una vez más, Borges expresa una perspectiva alterna: decidir entre la postura de
Arnold y la de Newman es menos relevante, menos real, que estudiar los casos tangibles de
traducción, Borges parece abogar por un estudio de ―lo que sucede‖ por sobre un estudio de
―lo que debería suceder‖ y, desde esa perspectiva, tanto ser literal como no serlo constituyen
práctica, Borges se inclinó siempre por la no literalidad, pues reconocía en este proceder una
texto traducido.
desarrollo de ―Las versiones homéricas‖ (1932) y ―Los traductores de las 1001 noches‖
(1935). En ambos, Borges analiza diferentes traducciones de dos obras clásicas: el libro de
Las mil y una noches, y la Odisea, de Homero; pero a diferencia de la mayoría de los
es más cercana al original. De hecho, en ambos ensayos este último brilla por su ausencia. A
comparar, éste se encuentra en español, y en realidad el lector no tiene nunca acceso a los
textos en griego y árabe sobre los que gira la discusión de ambos escritos. Es más, en
realidad tampoco tiene acceso a las traducciones que se están comparando; todas ellas son
versiones inglesas o francesas y los ejemplos con los que Borges ilustra sus argumentos son
sus propias traducciones de ellas al español. Puede pensarse, y con razón, que la presencia
145
Jorge Luis Borges, ―Los traductores de las 1001 noches‖ (1935), en Obras Completas I, p.400. Las
cursivas son mías.
83
de los originales en griego y árabe sería inútil pues, al fin y al cabo, en los años treinta y aún
hoy en día, muy pocos lectores latinoamericanos manejan estas lenguas, pero es poco
probable que el objetivo de Borges sea la comodidad del lector. Obviar los textos en la
lengua original es más bien una forma (silenciosa y por lo mismo más efectiva) de
demostrar que desconocerlos significa una mayor riqueza y beneficio para el lector:
Para decirlo con Olea Franco, el oxímoron ―oportuno desconocimiento del griego‖
conlleva implicaciones que ―son altamente productivas para la literatura, pues el receptor
distante de la lengua original del texto no está sujeto a éste por convicciones atávicas‖, y
esto le permite apreciar cada traducción como una obra diferente con un valor literario
propio147. En su propio texto, Borges contribuye a lograr esa libertad al sustituir todos los
textos por sus propias versiones en español ya que ―si se explicitara el hecho del acto de
‗original‘ sino tan sólo un sustituto de éste‖. De esta forma, en cambio, el lector no es
consciente del complejo proceso que da origen al texto que tiene en las manos y le presta su
Elidir los originales es entonces otra estrategia para reivindicar el valor literario de la
inferior y lo eleva al de ficción en la que ―cada traición cometida, cada desvío, cada atentado
contra el original tiene los méritos, los desméritos pero sobre todo la soberanía de cualquier
146
Jorge Luis Borges, ―Las versiones homéricas‖, p. 240.
147
Rafael Olea Franco, op. cit., p. 71.
148
Ídem.
84
otro artificio literario‖149. Y es que, si el texto traducido es elevado a la categoría de artificio,
el traductor asciende por ende a la de artista, con las libertades que como tal le
original como una obra en proceso continuo y trabajar con él sin miedo a modificarlo, pues,
riqueza. El ejemplo de la obra de Homero le es bastante útil a para apoyar este argumento,
pues dada la lejanía en tiempo y espacio con el autor griego, es imposible distinguir ―lo que
enfatizar en un fragmento dado, los traductores se ven forzados o, más bien, tienen la
oportunidad de resolver de diversas formas esa ―ecuación que registra relaciones precisas
perspectivas de un hecho móvil‖153; entes literarios todos válidos que, a la manera de los
hrönir de Tlön154, sacan a flote aspectos que se encontraban sólo potencialmente en el texto
149
Nicolás Helft y Alan Pauls, op. cit., p 109.
150
Jorge Luis Borges, ―Las versiones homéricas‖, p. 239.
151
Ibíd, p. 240.
152
Ibíd, p. 241.
153
Ídem.
154
En su incitante relato ―Tlön, Uqbar, Orbis Tertius‖ (1940) Borges describe estos objetos maravillosos
del universo de Tlön que duplican otros perdidos y que nacen del simple deseo de ―encontrar‖: ―Dos
personas buscan un lápiz; la primera lo encuentra y no dice nada; la segunda encuentra un segundo lápiz
no menos real, pero más ajustado a su expectativa [...]. Hecho curioso: los hrönir de segundo y tercer
grado —los hrönir derivados de otro hrön, los hrönir derivados del hrön de un hrön —exageran las
aberraciones del inicial; los del quinto son casi uniformes; los del noveno se confunden con los de
85
Evidentemente, la visión borgeana cuestiona también la noción de ―fidelidad‖ en la
camino diferente al de la crítica literaria que basa su evaluación del texto literario en la
Repito que ninguna o que todas. Si la fidelidad tiene que ser a las imaginaciones de
Homero, a los irrecuperables hombres y días que él se representó, ninguna puede
serlo para nosotros; todas, para un griego del siglo diez. Si a los propósitos que
tuvo, cualquiera de las muchas que trascribí, salvo las literales, que sacan toda su
virtud del contraste con hábitos presentes.156
original y su creador; él considera algo más allá de eso. Si, según el modelo clásico, la
Why should a translator find equivalents for what Borges has called the ―idiocies of
the text‖ when these may hamper the very effects the text would otherwise produce?
Why should a translator forgo those possibilities and potentialities in a text that the
author of the original neglected out of carelessness or lack of vision? 157
He aquí entonces la otra limitante de las versiones literales: conservar cada detalle
del original implica conservar también sus debilidades y pasar de largo aspectos que bien
segundo; en los undécimos hay una pureza de líneas que los originales no tienen.‖ En Obras completas I,
p. 439-440.
155
Curiosamente, en este punto las ideas de Borges coinciden de alguna forma con las de su
contemporáneo Walter Benjamin, cuya disertación general sobre la traducción, no obstante, contrasta
totalmente con la del argentino. Asiduo seguidor de la tradición romántica alemana, Benjamin aboga por
la literalidad de los textos traducidos, pero ve en ellos el medio por el cual el original se expande y se
renueva más allá de su propia existencia: ―The life of the originals attains in them [in translations] to its
ever-renewed latest and most abundant flowering.‖ En ―The task of the translator‖, trad. por Harry Zhon,
en The Translation Studies Reader, p.17
156
Jorge Luis Borges, ―Las versiones homéricas‖, p. 243.
157
Efraín Kristal, op. cit., p. 9.
86
pudieran desarrollarse. Si por ―fidelidad‖ se comprende la búsqueda de la imitación,
es la fidelidad de un traductor y su texto, sino ―su infidelidad creadora y feliz‖ lo que merece
atención158.
Ahora bien, de acuerdo con lo que sugiere Borges sobre las versiones homéricas, (y
más tarde sobre las distintas versiones de las 1001 noches), cometer esa ―infidelidad
traducido. Aquello que intentan las versiones literales (recrear las imaginaciones de Homero
como los hombres de su tiempo las comprendieron) es imposible para cualquier traductor.
En cambio, recrear sus propósitos en otro momento histórico es posible siempre y cuando se
al insistir en la empresa inútil de enfatizar lo que le es extraño al lector del nuevo contexto.
Siguiendo así la línea del filólogo Ulrich von Wilamowitz-Moellendorff, quien en la década
del veinte había instado ya a los traductores de obras clásicas a seguir ―el espíritu‖ y no la
letra del texto para que el poeta de antaño pudiera hablarle al nuevo lector de forma
inteligible, como lo hizo con los de su tiempo 159, Borges propone que la forma de acercar al
lector al original es, irónicamente, alejarlo de él, y se ubica con esto del lado de quienes, en
culturales en las que se produce una traducción, y realizar las modificaciones necesarias para
158
Jorge Luis Borges, ―Los traductores de las 1001 noches‖, p. 410.
159
―The Art of Translation‖, en Translation/History/ Culture: A Sourcebook, André Lefevere ed. y trad.,
Routledge, Londres y Nueva York, 1992, p. 169
160
Friedrich Schleiermacher, Sobre los diferentes métodos de traducir, traducción y comentario de
Valentín García Yebra, Gredos, Madrid, 2000, p. 47.
87
Borges reafirma las ideas anteriores cuando, al comentar las diferentes versiones de
―Los traductores de las 1001 noches‖, pone cada texto analizado en relación, no con el
original, sino con las circunstancias históricas y culturales en las que fue creado, llevando a
cabo lo que Helft y Pauls acertadamente llaman un ―gozoso elogio de la infracción‖: admira
la capacidad del famoso capitán Burton para ―interesar a caballeros británicos del siglo
diecinueve con la versión escrita de cuentos musulmanes y orales del siglo trece‖, aplaude
reprueba la ―mediocridad‖ del alemán Enno Littman, quien, ―incapaz de mentir‖ en la que
se considera una de las versiones más ―veraces‖ de las 1001 noches, produce un texto en el
que el ―comercio‖ entre el texto árabe y la cultura alemana no ha producido más que ―la
probidad‖ de esta última161. Y es que desde la perspectiva en que se coloca, Borges distingue
que una traducción constituye el punto crucial de encuentro entre dos literaturas que, en
enriquecedor. Pensar en el contexto del texto traducido significa para Borges no solamente
pensar en el momento presente, sino traer hacia el texto el bagaje literario del traductor. A
los ojos de Borges las versiones de Burton y de Mardrus son superiores porque ambas ―se
dejan concebir después de una literatura‖, ambas ―presuponen un rico proceso anterior‖:
En algún modo, el casi inagotable proceso inglés está adumbrado en Burton —la
dura obscenidad de John Donne, el gigantesco vocabulario de Shakespeare y Cibyl
Tourneur, la ficción arcaica de Swinburne, la crasa erudición de los tratadistas del
mil seiscientos, la energía y la vaguedad, el amor de las tempestades y la magia.
En los risueños párrafos de Mardrus conviven Salammbô y La Fontaine, el Manequí
de Mimbre y el ballet ruso.162
En cambio Littman, enfocado a ser franco, ―lúcido y legible‖, produce una versión
161
Jorge Luis Borges, ―Los traductores de las 1001 noches‖, pp. 397-413.
162
Ibíd., p. 412.
88
Alemania: ―Ya en el terreno filosófico, ya en el de las novelas, Alemania posee una
literatura fantástica — mejor dicho, sólo posee una literatura fantástica. Hay maravillas en
las Noches que me gustaría ver pensadas en Alemán.‖ 163 Vemos aquí confirmada por tanto
camino del enriquecimiento continuo e infinito. Pero, mengua decirlo, dicho intercambio
sólo es posible a través del comercio entre las lenguas involucradas. Formular en un idioma
algo que está escrito en otro es en sí el proceso de la traducción, pero lo que subyace en ese
se debe en gran parte a que, como el mismo Borges reconoce, cada lengua tiene
mismo modo en dos idiomas. Pero para el argentino esto no representaba una limitación. De
hecho, bien se podría imaginar al autor citando la famosa sentencia de Roman Jakobson:
―Languages differ essentially in what they must convey and not in what they may
convey‖164, para afinarla de acuerdo a su propia visión, pues para él la oportunidad más rica
Para Borges, entonces, cada lengua constituye más bien ―un repertorio de
procedimientos poéticos y narrativos‖ 165 de los que el traductor puede tomar ventaja. En su
reseña sobre la traducción al inglés de Don Segundo Sombra, por ejemplo, Borges elogiaba
esta versión sobre la francesa y daba como razón las cualidades de la lengua inglesa
163
Ídem.
164
Roman Jakobson, ―On linguistic aspects of translation‖, en The Translation Studies reader, p. 116.
165
Nora Catelli y Marieta Gargatagli, ―Borges traduce a Joyce‖, en El tabaco que fumaba Plinio,
Ediciones del Serbal, Barcelona, 1998, p. 426.
89
conjugadas con ciertos aspectos compartidos de la realidad del texto original y el del
traducido:
En opinión de Borges, Frank había logrado incluso atenuar ciertas fallas de la obra de
Güiraldes:
Es importante destacar que en esta última reflexión de Borges está implícita otra de
―renunciar‖ a las vanidades del autor, su versión bien puede superar al original. Como
mencioné antes, Borges eleva el texto traducido a texto literario por derecho propio y, por
tanto, otorga al traductor las libertades del artista, con una diferencia muy significativa: en
contraste con el autor, que disfruta de los honores y la notoriedad que le brinda la visión
anonimato con un texto que en principio no le pertenece; no tiene la vanidad del que crea
supuestamente ex nihilo y por tanto tiene la posibilidad (aprovechada o no) de ver los
166
Jorge Luis Borges, ―Don Segundo Sombra en inglés‖ (1934), en Borges: obras, reseñas y
traducciones inéditas, 2a ed., Atlántida, 1999, p. 205
167
Ídem.
90
aspectos perfectibles del texto y trabajar con ellos; esta ventaja, sin embargo, significa
también una exigencia mayor a los ojos de Borges: si ha de llevar a cabo la tarea de mejorar
el modelo específico del que parte, el traductor debería contar con capacidades creativas
quien lleva cabo la maravilla de conjugar dos lenguas, dos literaturas, dos culturas en un
modo en que el autor no puede hacerlo. Desde este punto de vista, bien puede afirmarse que
aunque esto no quiera decir que el escritor construya un nuevo pedestal para derrocar al del
autor. Si bien a Borges le interesa reivindicar el papel del traductor dentro de la literatura,
ascenderlo a una posición equivalente o incluso superior a la del autor sería una
―originalidad‖, lo convierten en agente desmitificador de aquellas falacias que nos hacen ver
Sin lugar a dudas, la de Borges es una de las perspectivas más optimistas sobre la
traducción y una de las más enriquecedoras para la literatura, pues más allá de desmentir la
función meramente utilitaria de la traducción, la reconoce como una práctica creativa per se
y la integra al arte de las letras, descubriendo así una nueva veta de creación y
168
Rafael Olea Franco, op. cit., p 75.
91
borgeana, por ejemplo, implica un ―riesgo de banalización conceptual‖ que podría tener un
…una vez que se lee literalmente la famosa frase de ―las versiones homéricas‖ –
―ningún problema tan consustancial con las letras y con su profundo misterio como
el que propone una traducción‖— y se le atribuye a ―borrador‖ una suerte de
sinonimia funcional de ―traducción‖, el crítico ve aparecer los signos del traducir en
todo ejercicio de lectura, escritura, relectura, reescritura. Como se sabe, si todo es
traducción, o si todo es copia, todo es, también, original; dicho radicalmente: si
todo es traducción, nada también lo es. […] Al ganar en ubicuidad, el término
pierde en precisión, y suele quedar vaciado de su cualidad denotativa primera, recta,
convirtiéndose en metáfora de diferentes cosas.169
Proceder al llenado de ese término una vez vacío, produce sin duda resultados
sugerentes, pero para el investigador en esta área es más conveniente no perder nunca de
Otra dificultad para la aplicación de las ideas de Borges tiene que ver con la realidad
del mundo literario y editorial actual. Por supuesto, no hay traductor que al leer los textos de
Borges sobre la traducción no se sienta agradecido con una ideología que no sólo lo libera de
la mala fama que le ha dado el famoso adagio ―traduttore, tradittore‖, sino que reconoce en
insta, a dar rienda suelta a su propia creatividad. Sin embargo, entender y apoyar tal
perspectiva no cambia el hecho de que nuestra realidad está aún atravesada por los supuestos
creativa equiparable a la del autor de literatura original, a menos que ese traductor entre
también en la categoría de autor en el contexto para el que traduce, como queda ilustrado en
última página del Ulysses de Joyce hecha por el mismo Borges: ―Si traducir es hacer pasar la
169
Patricia Willson, op. cit., pp. 111-112.
92
experiencia estética de un ámbito lingüístico a otro, ¿qué traductor, por muy sabio y
Es un hecho que en sus escritos Borges no distingue entre escritores que traducen y
traductores ―a secas‖, pero el comentario de Bravo (que bien podríamos calificar como
que dicha distinción existe en nuestro contexto y tiene consecuencias sobre la práctica de la
traducción en el mismo: en la mayoría de las ocasiones, las libertades creativas que Borges
considera necesarias parecen estar reservadas sólo para quienes, como él, entran en la
Ahora bien, no siempre es éste el único factor que determina el grado de libertad
creativa del traductor. El caso del propio Borges es ilustrativo de esto pues, a pesar de que él
pudo cometer esa ―infidelidad creadora‖ en sus propias traducciones al español de otros
autores, esta permisividad no tuvo tanto que ver con el renombre del argentino como con las
circunstancias y la forma en la que se aplicó. Sobre este punto, no obstante, volveré más
adelante, pues para comprenderlo es necesario discutir antes cómo y hasta qué punto las
ideas de Borges se ven reflejadas en su práctica traductora en general171. A esto dedico los
siguientes párrafos.
170
María-Elena Bravo, ―Borges traductor: el caso de The Wild Palms de William Faulkner, Ínsula, no.
462, mayo de 1985, p. 12
171
El corpus en este sentido es abundante, puesto que Borges fue un traductor prolijo. En su haber se
encuentran, entre muchas otras, traducciones de Edgar Alan Poe, Langston Hughes, Walt Whitman,
Herman Hesse, Rudyard Kipling, Joseph Conrad, Herman Melville, G. K. Chesterton y André Gide.
Precisamente debido a esta abundancia, sólo dos ejemplos en particular se emplearán para ilustrar la
discusión que sigue: la primera es la conocida como ―La última hoja del Ulises‖, que se refiere a un
fragmento de la novela de James Joyce traducido por Borges, y la segunda es la versión del argentino de
The Wild Palms, de William Faulkner. Como se sabe, tanto Joyce como Faulkner comparten con Woolf
los intereses modernistas de su época e incluso algunas características de estilo, por lo que comentar estas
dos traducciones se vuelve relevante para los propósitos de esta tesis.
93
b. Borges y la práctica de la traducción.
Kristal llama la atención sobre el hecho de que, en una carta escrita en 1953 en respuesta a
presenta, antes que nada, como ―traductor de Franz Kafka, Virginia Woolf, William
Faulkner y Henri Michaux‖172. La elección de la anécdota es acertada, pues basta hacer notar
traducción a la de la escritura, para que el lector quiera averiguar el porqué. Por supuesto, se
puede suponer que un afán de humildad calculada lo haya llevado a ello pero, cuando se
más natural pensar que, como afirma Kristal, haya más de ―orgullo reservado‖ que de
tan natural como resulta el preguntarse cómo tradujo este escritor que desmiente la
sacralidad del original y apoya la traición al autor como recurso creativo del traductor. Por
eso es comprensible que, a la par del interés por el estudio de las ideas de Borges acerca de
la traducción, haya surgido aquél por el análisis de las traducciones que realizó y que, hasta
Muchos de los estudios realizados hasta ahora acerca de esas obras, posiblemente en
un afán de honrar al escritor y a sus ideas sobre la traducción, concluyen que Borges hizo
traducciones ―fieles‖ que en muchas ocasiones ―mejoran‖ al original; ésta es la idea que
generalmente se tiene acerca de la práctica traductora del autor. No obstante, desde el punto
de vista traductológico, decir que una traducción ―mejora‖ al original es un juicio de valor
que, sin importar cuán acertado sea o no, invierte los criterios en cuanto a la calidad y
172
Efraín Kristal, op. cit., p. xi.
94
predispone al investigador para comprender los múltiples procesos que están en juego en la
―es una traducción fiel‖, suscita inmediatamente la pregunta ―¿fiel a qué?‖, y responderla no
es tarea fácil, sobre todo en un caso como el de Borges. El análisis minucioso de sus
traducciones demuestra que el adjetivo ―fiel‖ (en el sentido de ―respetuoso del original‖)
resulta poco certero o, en el mejor de los casos, demasiado simple, incluso superficial, para
describir lo que acontece en un texto traducido por el autor de El Aleph. Los estudios de las
del objetivo a veces contrario de quien las analiza—, que, en efecto, Borges fue capaz de
llevar a la práctica su visión de una ―infidelidad creadora y feliz‖ en los textos que tradujo, si
bien en la poesía con más frecuencia que en la prosa, como atestiguan los análisis sobre su
Con respecto a la prosa, existe otra idea muy difundida que necesita repensarse, y
esta es que las traducciones de novelas hechas por Borges son literales. Como el de
―fidelidad‖, el uso del término ―literalidad‖ es riesgoso. En primer lugar, la mera existencia
del concepto se pone en duda cuando se reflexiona lo siguiente: hasta el más mínimo acto de
traducción implica un alejamiento del texto original, por lo que la idea de seguir un texto
―palabra por palabra‖ resulta en sí una falacia que se hace visible en la estructura de las
lenguas mismas, pues no hay dos que sean iguales como para poder transponerlas de éste
modo. En segundo, por traducción ―literal‖ normalmente se entiende aquella que pretende
hacer lo anterior y por lo mismo representa una lectura difícil, cuyo fluir se ve obstaculizado
por las construcciones y vocablos poco familiares que utiliza, nada de lo cual describe lo que
95
ocurre en un texto traducido por Borges. Al parecer, cuando los críticos se refieren a sus
traducciones como ―literales‖, piensan más bien en un texto que no presenta cambios
demasiado drásticos, (o más bien notorios) en relación con el original; por esto, es más
acertado decir, como lo hace Willson, que más que ―literales‖, estas traducciones son
Casos como el del autor argentino son los que hacen evidente la necesidad de
emplear conceptos y términos menos volátiles para describir lo que acontece en una
traducción. Una vez más, los desarrollados por Gideon Toury son aquí de gran utilidad. Para
él, las decisiones tomadas durante el proceso de traducción están regidas en principio por
una norma que surge de la elección básica entre adecuación y aceptabilidad. Con estos
términos, Toury se refiere a las dos posturas generales que están en competencia al llevar un
texto de un idioma a otro: someterse al texto original y las normas que lo rigen (adecuación),
o ceñirse a las normas que rigen la cultura meta (aceptabilidad). Estas dos posturas están en
constante conflicto durante el proceso de traducción: todo texto traducido fluctúa entre
ambas en mayor o menor grado, y aunque hay casos en los que ello no es posible, en la
mayoría, la regularidad con que se impone una postura u otra nos permite hablar de una
tendencia definida. Cuando una traducción tiende con fuerza hacia la adecuación, afirma
Toury, no puede decirse que en realidad haya sido hecha en la lengua meta: ―Rather it is
made into a model language which is at best some part of the former and at worst an
artificial, and as such nonexistent variety. In this case, the translation is not really introduced
into the target language culture either, but is imposed on it, so to speak‖ 174.
173
Patricia Willson, op. cit., p.160.
174
Gideon Toury, op. cit., p. 201-203
96
En cambio, cuando la postura adoptada es la de la aceptabilidad, lo que el traductor
hace es más bien introducir a la lengua meta una versión de la obra original, que se entiende
entonces como un modelo pre-existente para el nuevo texto.175 Además de las declaraciones
explícitas de Borges al respecto, basta recordar el buen recibimiento que tuvieron sus
traducciones entre el público lector latinoamericano para inferir que la adecuación no era su
suposición.
En su traducción de ―La última Hoja del Ulises‖ (1925), por ejemplo, Borges lleva a
cabo cambios notorios que parecen tener como objetivo la transformación del fragmento en
una obra que funcione de manera autónoma en el contexto receptor: suprime nombres
dificultaría la comprensión del fragmento; omite los topónimos que remiten al contexto
dublinés del original y además, de acuerdo con su posición criollista de esa época, se inclina
por el uso de un lenguaje coloquial rioplatense, y sustituye, por ejemplo, ―the carts of the
bulls‖ por ―las carretas de bueyes‖, o ―among the rhododendros‖ por ―en el pasto‖,
transportando así la realidad de Molly Bloom a la del lector argentino. 176 También en su
versión de The Wild Palms (1939), de William Faulkner, Borges, sobre todo en la parte de
acercando así la realidad del relato de Faulkner a la del Buenos Aires suburbano que
175
Ídem.
176
Para una comprensión más profunda de esta traducción, que presenta muchos más elementos
sugerentes de los que es pertinente abordar aquí, pueden consultarse los siguientes textos: Jorge Shwartz,
―Borges y la primera página del Ulises‖ en Revista Iberoamericana, 100-101, Julio-Diciembre de 1977,
pp.721-728; Sergio Waisman, ―Borges Reads Joyce‖ en Variaciones Borges, no. 9, 2000, p. 59-73;
Patricia Willson, op. cit., p.117-132; Nora Catelli y Marieta Gargatagli, op. cit., p. 425.
97
proporciona al autor el escenario para la creación de varias de sus propias ficciones 177. Por
otro lado, el traductor no tiene reparo en agregar comas y paréntesis donde no los hay,
eliminar repeticiones o hacer otro tipo de omisiones y separar los párrafos según le parece
necesario para aligerar y aclara una prosa que en su contexto original es reconocida por sus
características ―laberínticas‖178.
Borges imprime a sus versiones traducidas rasgos estilísticos diferentes, propios de un texto
nuevo y dirigido a otras finalidades‖179. En este punto se vuelve relevante recalcar que tanto
James Joyce como William Faulkner se unen a Virginia Woolf en el grupo de quienes son
considerados como los mayores representantes del modernismo anglosajón. El que Borges
Sur) existía un marcado interés por introducir ―lo nuevo‖ de las literaturas extranjeras a la
cultura argentina, y ―lo nuevo‖ en aquel entonces era, entre otras cosas, lo modernista. Sin
embargo, cuando se piensa que la estética de estos autores es una que él no suscribía, y que
aún así, sus traducciones del fragmento Ulysses, The Wild Palms, y Orlando, tuvieron una
preguntas acerca de la perspectiva con la que Borges se acercó a esos textos y sobre las
177
Sobre este punto Patricia Willson, en el libro ya citado, desarrolla un análisis que devela cierta relación
entre el uso aparentemente sistematizado de vocablos ingleses y argentinos en las dos partes de la novela
y la forma en que Borges concibe y describe la ciudad moderna y sus ―orillas‖.
178
María Elena Bravo, op. cit., p. 11; Marian B. Labrum, ―Las palmeras salvajes en traducción de Jorge
Luis Borges: crítica y evaluación‖, en Livius. Revista de Estudios de Traducción, no. 12, 1998, p. 92.
179
Rafael Olea Franco, op. cit., p. 84.
98
Los paratextos que rodearon la publicación de ―la última hoja del Ulises‖ y Las
palmeras salvajes dejan en claro una cosa: si bien Borges apreciaba el mérito literario de sus
autores, estas novelas distaban de ser apasionantes para él. Del Ulysses, cuyo fragmento
Años más tarde, en un ―Fragmento sobre Joyce‖ (1941), Borges reafirma esa
evaluación implícita del texto joyceano como ―tedioso‖ al afirmar que sólo lectores
caótica‖. Más aún, al final de este pequeño artículo él habla de un ―don verbal‖ o ―feliz
omnipotencia de la palabra‖ de la que Joyce gozaba como una compensación por su falta de
―capacidad para construir (que sus dioses no le otorgaron y que debió suplir con arduas
simetrías y laberintos)‖181. El caso de Joyce es por tanto emblemático, pues para Borges
piezas de museo.
había postulado en su artículo ―El arte narrativo y la magia‖, también alcanza a The Wild
Palms. Como expresa en la reseña de este novela publicada en El Hogar, para Borges, ―en
las obras capitales de Faulkner – en Luz de agosto, en El sonido y la furia, en Santuario- las
180
Jorge Luis Borges, ―El Ulises de Joyce‖, en Proa, no. 6, enero de 1925, p. 3
181
Jorge Luis Borges, ―Fragmento sobre Joyce‖, en Sur, no. 77, 1941, p. 61.
99
novedades técnicas parecen necesarias, inevitables. En Wild Palms son menos atractivas que
llamado ―El oficio de traducir‖, el autor confiesa haber traducido a Faulkner ―porque me
Así pues, es lícito afirmar que si bien Borges pudo emprender con interés la
traducción tanto del fragmento del Ulises como de The Wild Palms, sus estrategias durante
propia estética y realizar una crítica de la ajena184. Realzar este punto resulta importante
porque, como mencioné en el capítulo anterior, este disgusto por la narrativa modernista
anglosajona no acompaña a la traducción del Orlando: Borges percibe este texto como
diferente de aquellos, y sus razones parecen afectar la forma en que decide traducir la novela
presenten los resultados del análisis del Orlando en español. Por ahora, es pertinente volver
sobre la libertad con la que Borges llevó a cabo sus traducciones y los factores que la
permitieron.
Como mencioné, los pocos pero ilustrativos ejemplos de ―La última hoja del Ulises‖
y de Las palmeras salvajes ponen en entredicho la aplicación del adjetivo ―literal‖ y ―fiel‖ a
las traducciones de Borges y dejan en claro que el escritor no tiene reparo en tomarse las
libertades creativas que sugiere en sus escritos sobre la traducción. Un ejemplo más, tomado
182
Jorge Luis Borges, ―The Wild Palms, de William Faulkner‖ (1939), en Textos cautivos. Ensayos y
reseñas en El Hogar, 2ª ed., Tusquets, Barcelona, 1990, p.319
183
Jorge Luis Borges, ―El oficio de traducir‖ (1976), Borges en Sur, 1931-1980, Emecé, Buenos Aires,
1999, p. 324.
184
Patricia Willson, op. cit., p. 126
100
Some grains of the Kentish or Sussex earth were mixed with the thin, fine fluid
which came to him from Normandy.185
acuerdo en que la transformación de ―the thin, fine fluid which came to him from
logro poético que, sin embargo, está lejos de ser lo que consideramos ―literal‖, e incluso
que, para un traductor que no es también ―autor‖, sería sumamente difícil lograr que su
editor aceptara un cambio tan radical, por muy bien justificado que éste sea. Algunos
podrían concluir entonces que Borges ha podido hacerlo porque es Borges (en el sentido de
―su renombre la brinda la libertad necesaria para ello‖), pero basta recordar la fecha de
publicación de esta traducción para ver la necesidad de afinar esa afirmación: Borges
los que se reconoce su talento, no goza aún del reconocimiento que se desbordará años más
el que, como se recordará del capítulo anterior, no sólo se apoya con vehemencia la
los mismos un medio más para fomentar la creatividad y renovar la literatura nacional. A
esto debe sumarse el hecho de que, gracias a su manejo experto y profundo del español,
Borges es capaz de realizar cambios irreverentes que, sin embargo, pueden pasar
desapercibidos para el lector común; la aceptabilidad del resultado final de sus decisiones de
185
Virginia Woolf, Orlando: A Biography, op. cit., p. 28.
186
Virginia Woolf, Orlando: Una Biografía, traducción de Jorge Luis Borges, Alianza editorial,
Madrid, 2003, p. 22.
101
traducción disfraza las libertades que se ha tomado y que sólo se hacen evidentes cuando
cual, obviamente, está muy lejos de las posibilidades del lector común, quien, en la mayoría
de los casos, no se acerca al ―original‖ por desconocer la lengua en la que fue escrito). Más
que desmentir el que Borges traduzca como lo hace ―porque es Borges‖, la mención de estos
dos factores busca sugerir una interpretación más acertada para esta expresión: en efecto,
Borges se toma libertades, pero lo que le permite hacerlo no es su renombre, sino las
habilidades creativas e individuales con las que contaba: habilidades que encontraron un
terreno fértil para desarrollarse en el contexto del sistema literario y editorial argentino de
aquí permite concluir que su visión teórica sobre la traducción no es tan utópica como puede
llama ―el artificio‖. Pero el hecho, alentador sin duda, es que la posibilidad de ser creador y
feliz al ser infiel no le está negada al traductor común. La mayoría de las veces las
producción literaria‖, o para decirlo con los teóricos del polisistema, en el centro del sistema
literario de una cultura, para desde allí transformarla y afectar su evolución. Como ya se ha
visto, el de Borges y el Orlando es uno de esos casos afortunados; al análisis de este texto
102
IV
¿Cómo entonces tradujo Borges el Orlando? Me dispongo a tratar de contestar esta pregunta
con base en las pruebas tangibles que nos otorga el análisis comparativo. Para comenzar, es
necesario volver sobre la posible perspectiva desde la cual Borges emprende su traducción;
ésta está definida por la concepción de literatura y traducción del escritor que hemos
que vale la pena mencionar. Uno de ellos es la peculiar relación que el escritor estableció
medio de los paratextos que acompañaron la publicación de sus versiones del Ulysses de
Joyce y de The Wild Palms, de William Faulkner, que si bien él no fue descuidado al
103
caso del Ulises, parece guiarlo la curiosidad; en el de Las palmeras salvajes, el deber; en
ambos la crítica de la estética ajena, la reafirmación de la propia. Pero el caso del Orlando es
distinto. Los diversos comentarios que a lo largo de los años Borges hizo sobre el texto de
Woolf y su propia versión de éste, dejan en claro que no consideraba esta novela como
perteneciente a la misma categoría que las otras de la misma corriente, y que encontraba en
ella cualidades ausentes en aquéllas, lo cual implica cierto grado de valoración estética.
Hogar meses antes de la publicación de Orlando, Borges hacía evidente su preferencia por
ventaja ante Mrs. Dalloway y To The Lighthouse, dos de las obras woolfianas más
reconocidas por la crítica. Años más tarde, en su entrevista con Osvaldo Ferrari, no sólo
reconoce el interés que, sorpresivamente, despertó en él Orlando; también lo llama ―un gran
libro‖ y, tras describir el tema y las características de la novela –la familia Sackville-West, el
personaje inmortal como su representante, las ilustraciones, el juicio a las diferentes épocas
y modas-, afirma que a pesar de que todo esto promete una obra ilegible, el texto es, de
hecho, ―interesantísimo‖ y ―admirable‖. Por si esto fuera poco, al sugerir Ferrari que
Las declaraciones de Borges sobre el Orlando tienen una cualidad particular: en ellas
y la satisfacción de quien recuerda con agrado una tarea en particular. Esto, aunado al hecho
de que su evaluación es constante a través de los años, permite imaginar que el principio a
partir del cual emprende la traducción está íntimamente relacionado con esta valoración
187
Jorge Luis Borges y Osvaldo Ferrari, op. cit., p. 307.
104
estética y, por ende, con el placer, por lo que el impulso lúdico que da origen al texto de
Pero si bien la sugerencia anterior es digna de mención, más relevante resulta pensar
en las características del Orlando que pudieron despertar el interés de Borges a tal grado.
Ante todo hay que recordar que si el Orlando sorprende en su contexto original es, entre
otras cosas, debido precisamente a su divergencia con respecto al estilo modernista que
Woolf había afianzado con Mrs. Dalloway y To The Lighthouse. Y es que, si bien en el
del pensamiento humano y su complejidad, en este libro Woolf se libera de ese compromiso
para jugar con la narración amena de peripecias y dar cabida al tratamiento de otros
intereses, como el tema de la inmortalidad, la literatura inglesa o el contraste entre los sexos.
De modo que extraño que Borges, para su sorpresa, se haya sentido atraído por el texto de
Woolf; de hecho, el Orlando presenta varios de los elementos que en esa época eran de su
Historia universal de la infamia, por ejemplo, y justo por ese entonces se esforzaba por
Hay, sin embargo, otra característica del Orlando que resulta aun más relevante al
hablar de su traducción. En el multicitado ensayo ―La supersticiosa ética del lector‖ (1931),
consonancia con lo que hace en sus ensayos dedicados a la traducción, critica la ―vanidad
188
Aún cuando la clasificación del Orlando como literatura fantástica es discutible, no puede negarse la
presencia en ella de elementos de lo fantástico que sin duda fueron los que suscitaron el interés de
Borges.
105
de la perfección‖ y afirma que la búsqueda de esa falacia va en detrimento de la obra
literaria misma:
La página de perfección, la página de la que ninguna palabra puede ser alterada sin
daño, es la más precaria de todas. Los cambios del lenguaje borran los sentidos
laterales y los matices; la página ―perfecta‖ es la que consta de esos delicados valores
y la que con facilidad mayor se desgasta. Inversamente, la página que tiene vocación
de inmortalidad puede atravesar el fuego de las erratas, de las versiones aproximativas,
de las distraídas lecturas, de las incomprensiones, sin dejar el alma en la prueba. 189
Para ilustrar su reflexión, Borges acude a una comparación entre dos escritores
póstumas batallas contra sus traductores y sobrevive a toda descuidada versión‖ 190. Con base
en esta reflexión, es posible pensar en la siguiente correspondencia: mientras que las novelas
estilísticos que las definen, la comentada falta de unidad estilística de Orlando ubica a las
suyas dentro del grupo de las que tienen ―vocación de inmortalidad‖; es decir, es un texto
esencia se pierda en el proceso; es, pues, terreno fértil para la traducción recreativa que
Borges concibe.
189
Jorge Luis Borges, ―La supersticiosa ética del lector‖ (1932), en Obras Completas I, pp. 203-204.
190
Como se sabe, la relación de Borges con la obra maestra de Cervantes fue singular desde su primer
encuentro. En alguna ocasión, el autor declaró haber leído el Quijote en inglés antes que en español, y
comentó incluso que al leer la obra en su idioma original pensó que ésta se trataba de una mala
traducción. Tiempo después él mismo desmintió esta afirmación, que pasó a formar parte de las muchas
―travesuras‖ que el argentino le jugaba al público. Pero, engañosa o no, su declaración conlleva un
objetivo bien claro. Lejos de unirse al grupo de seguidores incondicionales del Quijote, Borges fue
siempre un crítico severo de la obra que sin embargo, como atestigua su mención en el ensayo citado,
reconocía su enorme valor, si bien no en donde los demás lo encontraban. Otra muestra de esto es,
mengua decirlo, el magistral ―Pierre Menard, autor del Quijote‖, en donde las palabras del protagonista
pueden leerse como una paráfrasis de lo que Borges afirma en ―La supersticiosa ética del lector‖: ―‗El
Quijote’, aclara Menard, ‗me interesa profundamente, pero no me parece ¿cómo lo diré? inevitable. No
puedo imaginar el universo sin la interjección de Poe: Ah, bear in mind this garden was enchanted! O si el
―Bateau ivre‖ o el Ancient Mariner, pero me sé capaz de imaginarlo sin el Quijote. […] El Quijote es un
libro contingente, el Quijote es innecesario. Puedo premeditar su escritura, puedo escribirlo, sin incurrir
en una tautología‘‖. ―Pierre Mendard, autor del Quijote‖, pp.447-448.
106
Lo anterior se relaciona evidentemente con la concepción de literatura de Borges y
con las características de su propia escritura, aspecto que también hay que tomar en cuenta
para comprender la perspectiva desde la cual traduce el Orlando. Como es bien sabido, el
búsqueda que comienza en la década de 1920 con la reflexión acerca del concepto de
con la creación de sus primeros cuentos, en los que aparece ya esa prosa que transmite de
que es reflejo de una concepción de la literatura en la que el estilo no tiene una función
meramente ornamental, sino comunicativa: es un vehículo por medio del cual se transmiten
traducción de Orlando con la creación de esos primeros cuentos, obliga a preguntarse qué
influencia tendría la concepción recién definida de Borges sobre el resultado final de ese
proceso, mucho más cuando se tiene en cuenta que, si bien el texto del Orlando no es tan
―ornamentado‖ como otros de Woolf, sí mantiene algunas de las características que permiten
no sólo significativo, sino primordial en la traducción de Orlando al español, pero sobre esto
Ésta es pues la perspectiva desde la cual Borges emprende la traducción del Orlando:
inglés; sin embargo, descubre aspectos del texto elementos que le interesan especialmente:
los temas que trata, los elementos fantásticos que presenta, algunas de sus características
191
Jaime Alazraki, La prosa narrativa de Jorge Luis Borges. Temas-estilo. Gredos, Madrid, 1968, pp.
125-133.
107
eufónicas. Otros, no obstante, contrastan con su recién afirmada concepción de estilo y con
las consecuentes características de su propia escritura. Esto, junto con aquellos rasgos que
ojos de Borges, un texto que es susceptible de ser recreado por medio de la traducción
entendida como re-escritura, como la creación de un nuevo texto para un nuevo lector. En
los siguientes párrafos, entonces, exploraremos cómo esta perspectiva principal, y otros
elementos menores que en el camino iremos mencionando, influyen sobre las estrategias de
traducción de Borges y definen las normas que rigen el funcionamiento interno del Orlando
en español.
Para comenzar, me interesa abordar el tema del contexto cultural del original y la
norma inicial que rige la traducción del Orlando. Como vimos en el capítulo anterior, los
estudios sobre las traducciones de prosa hechas por Borges llevan a la conclusión de que en
ellas la tendencia es hacia la aceptabilidad, cosa que no es de extrañar, pues si, como
expresa en ―Los traductores de las 1001 noches‖ y ―Las versiones homéricas‖, traducir un
texto implica recrearlo para un nuevo lector en un nuevo contexto, es de esperarse que, en la
práctica, él actuara conforme a sus palabras. El análisis que hace Patricia Willson del uso de
localismos y extranjerismos en ―La última hoja del Ulises‖, por ejemplo, deja en claro una
estrategia definida para acercar el contexto foráneo al del lector argentino y lograr la
identificación de éste con el texto. No obstante, cuando recordamos que en esa estrategia
está también dibujada la postura criollista del Borges de la década del veinte, es válido
preguntarse qué sucede cuando once años más tarde, con el criollismo dejado atrás y
108
suplantado por un interés en lo universal, Borges traduce el Orlando, un texto cuya
comprensión está tan íntimamente ligada a la del contexto en el que se origina y que,
Lo primero que puede decirse es que, si bien con menor frecuencia que en ―La última
hoja del Ulises‖, Borges acude en Orlando a palabras de uso sudamericano como ―caracú‖,
inglesas como muffin, crumpet, football o hall. El uso a veces contradictorio de estos
sistematización como la que puede proponerse en el caso de ―La última hoja del Ulises‖ (o
incluso en el de Las palmeras salvajes). No hay ninguna razón aparente, por ejemplo, para
no usar ―fútbol‖ por football, como tampoco la hay para conservar hall en algunos casos y
traducir ―salón‖ en otros. Por otro lado, si bien en la conservación de muffin y crumpet, que
realidad británica de la historia, la aparición de ―caracú‖ contradice tal deseo. Por su parte, la
traducción de ―pinneaple‖ como ―ananá‖ en vez de ―piña‖ para describir a Sasha, el primer
amor de Orlando, bien puede pensarse como una decisión consciente para transmitir el
exotismo de la princesa rusa con un efecto sonoro más suave en la aliteración ―la llamó un
ananá, un melón, un olivo, una esmeralda…‖; no obstante, hay que recordar que ―ananá‖,
junto con ―changador‖, ―piolín‖, o ―desorejada‖, forman parte del vocabulario común del
cono sur. Lo anterior, aunado a la postura estilística de Borges en ese momento, sugiere más
bien que en la mayoría de estos casos su objetivo no haya sido una aclimatación del texto,
sino que el escritor haya empleado las palabra vernáculas inconscientemente, o de ―modo
109
natural‖, como quizá él mismo habría dicho; de la forma en que hace todo hablante de una
lector y el contexto del Orlando. Otros procedimientos demuestran un claro afán por
historia. En el siguiente caso, por ejemplo, Woolf menciona de Wapping Old Stairs, un lugar
(literalmente, unas escaleras) en Londres que llevaba a los muelles del Támesis y que en
Sin duda, una traducción más apegada al original habría ocasionado una duda en el
lector argentino que difícilmente se habría podido resolver consultando una enciclopedia de
principios del siglo XX, puesto que Wapping Old Stairs no es un referente muy conocido
192
Por si este punto requiriera de demostración, o simplemente como dato curioso, vale mencionar un
detalle identificado por Rafael Olea Franco en el artículo de Borges ―El oficio del traductor‖ publicado
por Sur en la década de los 70. Allí, al abordar el tema de a qué español traducir, el argentino reflexiona
lo siguiente: ―Creo que un idioma de una extensión tan vasta como el español, es una ventaja y hay que
insistir en lo que es universal y no local. Hay una tendencia en todas partes, sin embargo, a acentuar las
diferencias cuando lo que habría que acentuar son las afinidades. Claro que como el Diccionario de la
Academia lo que quiere es publicar cada año un volumen más abultado, acepta una cantidad enorme de
palabras vernáculas. La Academia Argentina de Letras manda entonces largas listas de, por ejemplo,
nombres de yuyos de Catamarca para que sean aceptadas y abulten el Diccionario‖. (Borges en Sur, 1931-
1980, Emecé, Buenos Aires, 1999, pp. 323-324). Evidentemente, Borges aboga por el uso de una lengua
panhispánica, que pueda ser comprendida por todo hablante del español; lo curioso es que, al
propugnarla, emplea la palabra ―yuyos‖, perteneciente a los dialectos españoles de Chile, Argentina y
Uruguay, demostrando con esto lo utópico de la idea del español ―neutro‖, pues incluso cuando se es
consciente de las variaciones culturales y geográficas de una lengua, las palabas aprendidas en nuestro
propio dialecto se cuelan sin ser notadas, al menos de vez en cuando, en nuestro discurso. Rafael Olea
Franco, op. cit., p. 84
193
Las ediciones del Orlando empleadas para este análisis son las citadas anteriormente: Virginia Woolf,
Orlando: A Biography. Anotada y con una introducción de Maria DiBattista, Mark Hussey, ed. Harcourt,
Inc., Orlando, 2006, 333 pp.; Virginia Woolf, Orlando: Una biografía. Trad. de Jorge Luis Borges,
Alianza Editorial, 2003, 210 pp. Dado que todos los ejemplos citados provienen de estas mismas
ediciones, a partir de aquí se incluye sólo el número de página en el que aparecen integrado al texto
principal.
110
fuera del contexto local. Una nota al pie bien podría ser la solución, pero Borges ha decidido
tomar otro camino que, si bien implica un cambio en el significado concreto del original,
―las cervecerías‖, que explica en sí mismo la naturaleza del referente, volviendo innecesario
En un caso parecido Borges ha optado por la sustitución del nombre propio por una
frase sustantiva que lo explica y es reconocible por todo lector del mundo occidental:
posesivo our, que en el original limita el público lector no sólo al británico, sino al británico
esa frontera, contribuyendo así a que el lector no se sienta ajeno a la realidad que le relatan.
En el siguiente caso, sin embargo, él lleva a cabo el proceso inverso: convierte un sustantivo
…and the reader, if we go on with it, …el lector puede alegar que él es muy
may complain that he could recite the capaz de recitar el almanaque sin
calendar for himself and so save his nuestra ayuda y de ahorrar el dinero
pocket whatever sum the publisher que la Hogarth Press cobre por este
may think proper to charge for this libro. (p. 183)
book. (p. 266)
La Hogarth Press fue la editorial creada por Virginia Woolf y su marido y en ella se
publicó Orlando por primera vez. Que Borges haya especificado esa referencia para el lector
de su versión es inexplicable. O al menos eso parece, hasta que se recuerda que, meses antes
111
Hogar, el escritor había mencionado la creación de la editorial. Cuando se tiene esto en
cuenta, lo que en principio parece una decisión que recuerda al lector su posición de
extranjero frente al contexto de la novela –lo cual contradice otras estrategias que parecen
tener el objetivo opuesto-, se descubre como una estrategia con un doble objetivo. Por un
lado, Borges contribuye a la identificación del lector con el texto a través de la mención de
un referente extratextual (Hogarth Press) que pone en relación la novela con un paratexto (la
biografía sintética) que lo explica dentro del contexto cultural de la traducción. Por el otro,
acentúa en este fragmento la referencia a la realidad tangible del lector, tan importante en
Orlando para lograr esa peculiar relación texto-lector que la caracteriza y que, en el caso
estrategia tan marcada en cuanto al uso de localismos y extranjerismos como la que puede
encontrarse en los otros textos modernistas traducidos por Borges, sí existe una tendencia,
afirmarse que las estrategias de Borges logran un balance entre la extrañeza del lector ante lo
Otro aspecto de la traducción de Orlando que nos puede decir algo sobre cómo
traducir otro del original. Como ya han establecido varios teóricos de la traducción
(Shoshana Blum-kulka, Anton Popovic, J.C. Cartford, entre otros), los desplazamientos son
112
cosa inherente a la traducción; algo que se hace evidente, sobre todo, en la traducción a nivel
de palabra. Dada la poca frecuencia con la que se encuentran palabras cuya equivalencia sea
enfrenta al problema de decidir entre varias palabras de la lengua meta, cada una de las
cuales proyecta un aspecto diferente de la palabra original y, mengua decirlo, esa decisión
nunca es accidental o arbitraria. En un caso como el que sigue, por ejemplo, el traductor se
ve obligado a tomar una decisión que, sea cual sea, tendrá la consecuencia de una
que debe ser conservado en la traducción, del efecto que el nuevo texto debe tener.
What could have been more secret, she ¿Qué cosa más secreta, pensó, más
thought, more slow, and like the lenta y más parecida a un diálogo de
intercourse of lovers, that the amantes, que la balbuceada respuesta
stammering answer she had made all que ella había dado todos esos años…
these years… (p.325) (p.223)
no sin razón afirma Lefevere que el problema de elegir entre una palabra u otra no está tan
relacionado con el uso del diccionario, es decir, con la equivalencia semántica, como con el
compromiso que se establece entre las dos poéticas en juego: la del sistema del original y la
del receptor.194 Con más razón en un caso como el del Orlando, cuya traducción es realizada
por un escritor con una poética propia definida, la elección léxica ya no está solamente
ligada al propósito comunicativo, sino a los intereses literarios del mismo traductor. En
194
André Lefevere, op. cit., p. 242.
113
sino también de su logro estético. Lo anterior puede verse claramente en ejemplos como los
siguientes, en los que una modificación necesaria trae consigo un desplazamiento estilístico:
…he was changed from a sulky strip- …de un mocetón huraño, que no podía
ling, who could not enter a ladies' pisar un estrado sin voltear la mitad de
room without sweeping half the los adornos... (p. 31)
ornaments… (p. 42)
The lips themselves were short and Los labios eran cortos y ligeramente
slightly drawn back over teeth of an replegados sobre dientes de una
exquisite almond whiteness. Nothing exquisita blancura de almendra. Nada
disturbed the arrowy nose in its short, molestaba el vuelo breve y tenso de la
tense flight… (p. 12) sagitaria nariz … (p. 12)
Ambos casos presentan un reto de traducibilidad que puede ser resuelto de diversas
formas. En el caso de ―ladies‘ room‖ la dificultad consiste en que la traducción literal traería
consigo cierta ambigüedad, debido a que la expresión ―cuarto de damas‖ o incluso ―salón de
nobles en una mansión. Una modulación como ―un cuarto lleno de damas‖ habría resuelto
este problema, pero Borges ha elegido una solución aparentemente más compleja que va
acorde con los procedimientos de su propia escritura: al traducir ladies’ room como
―estrado‖, él rescata una acepción en desuso de esa palabra (una sala destinada al recreo de
las damas en una casa de alta alcurnia), al tiempo que resume la idea del original de forma
económica, con un solo vocablo. Algo similar ocurre en el ejemplo de arrowy, donde Borges
conservado la posición original del adjetivo, con lo que, en español, se acentúa el tono
de traducción de forma económica, y por otro, que si bien puede decirse que sus soluciones
114
en ambos casos ―explican‖ el original, no lo hacen para todo lector de la traducción. Al
eleva el registro del original, dibujando así para su traducción un lector que quizá se acerca
Hasta aquí hemos observado casos en los que la no coincidencia de los equivalentes
los que, aun cuando el desplazamiento no era necesario por razones semánticas, Borges se
meramente estético:
The sound of cannon was always in her El estampido del cañón estaba
ears. (p. 23) siempre en sus oídos. (p. 18)
…the river would seem to be hurtling …el río parecía lastimarse entre los
itself between the fragments…(p.62) fragmentos…(p.44)
She croaked out these promises and Graznó estas esperanzas y esas
strange domineering tendernesses… curiosas ternuras autoritarias…(p.20)
(p.26)
How well she remembered the feel of ¡Qué bien recordaba el contacto de
rough rubies running through her fingers los rubíes ásperos desgranándose por
when she dabbled them in a treasure sus dedos en un bolsa de tesoros!
sack! (p.300) (p.206)
reflexiva brinda al río en ambos textos sufre una variación por la traducción de hurtle
inglés y en consecuencia enfatiza al río como paciente, con lo que la imagen en la traducción
se percibe menos violenta pero más dolorosa que la del original. En el tercer caso, aun
cuando existe el equivalente directo ―croar‖ para croak, Borges ha elegido cambiar la
115
referencia a un sapo por la de un ave, muy probablemente para evitar el efecto sonoro de la
de ―running‖ como ―desgranándose‖, intensifica la imagen del original de dos formas: por
un lado, la palabra crea un símil entre los rubíes y una granada; por el otro, la combinación
de /g/ y /r/ sugiere el sonido de las piedras preciosas corriendo entre los dedos de Orlando.
que, si bien la idea del vocablo original sigue presente de algún modo, el equivalente elegido
acuerdo con su propia concepción de lo que es traducir, va más allá de la simple transmisión
de información y toma el original como una base sobre la cual construye otro texto con valor
estético propio. Sin embargo, lograr este objetivo parece no siempre implicar un
alejamiento del original, como muestra este caso, en el que, tras identificar un neologismo
Sunsets were redder and more intense; Los ocasos eran más rojos y más
dawns were whiter and more auroral. intensos: el alba era más blanca y más
(p.27) auroral. (p.21)
vocablos como ―estrado‖, por ejemplo, devela la convivencia en esta traducción del Borges
de los años veinte, quien tendía al uso constante de neologismos, con el Borges maduro, que
195
prefiere renovar su propio idioma aprovechando la riqueza que éste le ofrece. Pero,
independientemente de lo que esto pueda decirnos sobre el desarrollo estilístico del escritor,
195
Jaime Alazraki, op.cit., p.187
116
en lo que se refiere al funcionamiento del texto en sí, este caso confirma nuestra sugerencia
anterior: el objetivo principal de Borges es lograr un texto con valor estético propio, y para
ello no sólo lleva a cabo cambios significativos en su texto ―base‖, sino que aprovecha lo
Sin duda, los casos de elección léxica comentados hasta ahora demuestran que, como
visión de la traducción como reescritura: con el objetivo de lograr un texto con valor
literario en el sistema receptor a partir de la novela de Woolf, realiza cambios que reflejan su
propia concepción de estilo y que, de forma sutil pero contundente, transforman al Orlando
en lo que podríamos llamar una ―obra maestra a dúo‖; un texto que sin dejar de pertenecer a
Woolf, pasa a posesión de Borges. Por supuesto, los cambios ocurridos en el nivel de léxico
son representativos de lo que sucede en el nivel textual, pero hay dos tipos que resultan
lado están aquellos que reflejan una preocupación por el efecto sonoro en el texto traducido
(la sustitución de running por ―desgranándose‖, por ejemplo) y por el otro, aquellos cuyo
objetivo es la economía verbal (el uso de ―estrado‖ por ladies’s room o de ―sagitaria‖ por
arrowy). A partir de ambos surgen los dos temas que se develan como principales al hablar
de la traducción de Orlando y que, por tanto, serán el foco del resto de esta discusión: la
musicalidad y la depuración.
prepara el terreno para la publicación del Orlando meses más tarde, Borges añade el
117
solamente por las virtudes eufónicas de su prosa, sino por la estructura misma de su
afirmación es especialmente relevante por dos razones: en primer lugar, resalta una
característica del texto que en su contexto original es casi ignorada 197; en segundo lugar, es
una aseveración aceptada y difundida entre los comentadores de la traducción del Orlando,
quienes al repetirla y exaltar el éxito del autor para mantener esas características en la
versión española, contribuyen a una revalorización del texto de Woolf: el rasgo que en el
traducción. De modo que el caso del tema de la musicalidad del Orlando constituye ante
todo un valioso ejemplo de cómo los paratextos que anticipan o rodean la primera
publicación de un texto (en este caso, una traducción), influyen sobre la forma en que éste
será percibido en el sistema receptor, y la importancia que para ello tiene el que dichos
paratextos sean emitidos por una voz cuya autoridad proviene de su posición como escritor
Por otro lado, hay que reconocer que cuando un traductor resalta cierta característica
del texto con el que trabaja, es razonable suponer que dicho rasgo le haya merecido atención
al traducir el texto. Indudablemente, ésta es la razón por la que quienes han comentado la
Rodríguez Monegal, por ejemplo, comenta que Borges logró ―mantener en español la
196
Jorge Luis Borges, ―Biografía sintética: Virginia Woolf‖, pp. 38-39.
197
Como se recordará del primer capítulo, para la crítica anglosajona el valor del Orlando se ubica más
bien en su tratamiento de temas como la androginia, el desarrollo de la literatura y la historia inglesas, el
manejo del humor y la parodia del género biografía. Sus características ―musicales‖, si bien no se niegan,
no reciben especial atención. Aun cuando algunos reconocen en sus últimas páginas un anuncio de lo que
más tarde será The Waves, uno de los exponentes más reconocidos de la llamada novela lírica, la relación
entre ambas novelas se estudia desde el punto de vista del verosímil psicológico y no de las características
de su prosodia.
118
musicalidad de la prosa de Virginia Woolf‖198, aunque no ahonda más sobre este tema
Frances R. Aparicio, por su parte, afirma que ―al igual que en su traducción al español de
The Wild Palms, Las palmeras salvajes, de William Faulkner‖, el escritor ―mantiene el
estilo musical y los patrones fónicos del Orlando‖ 199, e incluso llega a hacer una reflexión
sobre la importancia del nivel sonoro que, de acuerdo con ella, tiene una función sicológica
isabelina en Inglaterra y termina en la primera mitad del siglo veinte y que enmarca,
Aparicio se enfoca a analizar las omisiones y los énfasis en la traducción de Borges por
medio de ejemplos no necesariamente relacionados con las cualidades sonoras del texto, por
lo que este aspecto de la traducción queda simplemente establecido como un hecho que no
requiere demostración.
Es sin duda Patricia Willson, quien ha reflexionado con mayor profundidad sobre la
forma en que la musicalidad se hace presente en el Orlando. Con respecto a la prosodia del
texto, la autora toma como base lo postulado por varios autores que dedicaron atención al
tema del valor semántico del estrato fónico de la lengua (Barthes, Martinet), para sugerir que
lo prosódico, tanto más discutible es que esa adherencia pueda conservarse en el cambio de
198
E. Rodríguez Monegal, Jorge Luis Borges. A Literary Biography, Nueva York, Dutton, 1978, p.293,
citado por Patricia Willson en La Constelación del Sur, op. cit. p. 145
199
Frances R. Aparicio, Versiones, interpretaciones, creaciones. Instancias de la traducción literaria en
Hispanoamérica en el siglo XX. Ediciones Hispamérica, Gaithersburg, 1991, p. 120.
200
Ídem.
119
código lingüístico‖, sobre todo cuando, como en el caso del Orlando, ―desde su propia
hipótesis sobre la relevancia del plano fónico dentro de la economía del texto, el traductor
desestima todo semantismo de lo prosódico‖. 201 Para ilustrar su reflexión, Willson menciona
los casos de la traducción de ―garish‖ como ―jarro‖ y de ―chill‖ como ―chucho‖, a partir de
los cuales se podría conjeturar una preocupación por la similitud fónica de las palabras, para
luego replicar que ―los ejemplos en contrario son tan numerosos y elocuentes que sería más
202
atinado suscribir la hipótesis de una traducción atenta primordialmente a lo semántico‖.
Borges no ha mantenido en su totalidad, y al respecto afirma que aun cuando aquellas que ha
conservado indicarían una preocupación por conservar la figura de dicción y ―el remate
fónico del fragmento‖, la omisión de las otras ―torna indecidible la cuestión‖. 203 Es así como
…de los dos sentidos que Borges le atribuyó a ―musicalidad‖ [la prosodia del texto y
los motivos recurrentes en su estructura narrativa], el que resulta demostrable es el
segundo: los temas y personajes que vuelven a la manera de los motivos en una
composición musical. Por ejemplo, el poema escrito por Orlando, ―La encina‖ (―The
Oak Tree‖); por ejemplo, el personaje del poeta y luego crítico laureado, Nick Greene;
por ejemplo, la belleza de las piernas de Orlando. Lo más recurrente, sin embargo, es
la intrusión del enunciador ficticio: el narrador biógrafo.
escritor no lee al Orlando desde el resto de la obra woolfiana, sino desde la tradición del
Tristram Shandy de Lawrence Sterne, autor éste a quien Virginia Woolf menciona en su
prólogo a la novela. Para Willson, ―al destacar el carácter intrusivo del narrador, Borges
desarma la sintaxis que imponen las nociones de ‗autor‘ y ‗obra‘, para armar – dentro de la
201
Patricia Willson, op. cit. pp. 146-148.
202
Ibíd., p. 149
203
Ídem.
120
tradición literaria inglesa- una nueva sintaxis, que sustrae a Virginia Woolf del verosímil
psicológico.‖204
Así pues, los estudios hasta ahora mencionados dejan en claro que, aun cuando la
aun mucho camino por recorrer en el estudio de este tema. Lo que es ya evidente, es que la
musicalidad del texto en el segundo sentido que Borges menciona (el de ―la estructura
combinan‖), no puede ser puesto en duda. Sin embargo, en lo que se refiere a ―las virtudes
eufónicas de su prosa‖ hay aun mucho por decir. Realizar un estudio exhaustivo de este
aspecto de la traducción de Borges llevaría indudablemente mucho más tiempo y espacio del
que esta tesis puede disponer para cumplir con su objetivo de dar una visión más amplia de
la traducción del Orlando, por lo que en los siguientes párrafos me propongo solamente
enriquecer la discusión realizada por Patricia Willson en el estudio que he descrito y que es
en realidad el que abre la puerta al debate sobre este tema tan sugerente.
conclusión acerca del aspecto prosódico del texto requiere ser revisada. Para empezar,
valdría decir, sin afán de ahondar demasiado en el debate sobre el sentido y los sonidos, que
si bien la dificultad de establecer una relación unívoca entre un sentido y un sonido o grupo
de sonidos del lenguaje es innegable, esto no basta para refutar la existencia de un valor
semántico del estrato fónico de la lengua, ni mucho menos su valor estético dentro de un
texto. Es un hecho que el significado de una aliteración, por ejemplo, es subjetivo y por
tanto se presta siempre a discusión, pero esto no puede ser suficiente para ignorar o
204
Ibíd., p. 154.
121
minimizar la presencia de la figura y su efecto expresivo sobre el texto. Dicho de otro modo:
el que sea complicado explicar las relaciones que se establecen entre sentido y sonido en un
texto, no significa que tales relaciones estén ausentes y que no deban ser tomadas en cuenta.
Por otro lado, es cierto que la transposición interlingüística del estrato sonoro de un
texto presenta una enorme complicación, sobre todo si el objetivo es obedecer al discurso
normativo de la traducción que, como dice Willson, aboga por la traducción de una figura de
dicción como la misma figura en la lengua meta; es decir, por la imitación del texto
original.205 No obstante, si se tiene en cuenta que, para el traductor en el caso del Orlando, la
estrategia para mantener una cualidad que él mismo resalta en el original se aleje de la
economía del texto. No es errado afirmar que en su etapa madura (que, podría decirse,
comienza a mediados de la década de 1930) Borges descree del uso del lenguaje con una
Alazraki es uno de los muchos estudiosos que han analizado esta característica fundamental
de la escritura borgeana que, según él, se origina en un deseo de Borges por oponerse a la
donde todas las cosas valen por su potencial estético, por su capacidad de belleza.‖206 La
205
Ibíd., p. 148.
206
Jaime Alazraki, op. cit. p. 239.
122
opinión de Borges acerca de la concepción de estilo construida a partir de este tipo de
escritura fue expresada por él en varios de sus ensayos, en particular en ―La supersticiosa
Para Borges, por tanto, el uso del lenguaje, el estilo, cobra importancia sólo en la
que constituye un relato: la narración de sus temas. Cualquier elemento ornamental que no
contribuye a comunicarlos es un desvío y por lo tanto debe ser evitado. Indudablemente, esta
Queda claro entonces que Willson no se equivoca del todo al afirmar que, por sobre
aquellos elementos que adornan el texto por medio de efectos sonoros, Borges siempre
preferirá los que contribuyan a la clara y concisa expresión del tema. No obstante, lo anterior
prosodia y que no lo aproveche a veces. En el libro que he citado, Jaime Alazraki identifica
también que:
―[…] el poeta nato que hay en Borges sabe arrancar de las cosas su inextinguible
poesía, sin embellecer o endulzar su prosa porque no se trata de la poesía de las
palabras sino de las cosas […] Estos trazos líricos – verdaderos puentes poéticos, pero
nunca desvíos, siempre parte integrante de la trayectoria narrativa – ocurren sobre todo
cuando Borges habla de la tarde, la llanura o la ciudad de Buenos Aires: temas
dominantes de su poesía.‖209
207
Jorge Luis Borges, ―La supersticiosa ética del lector‖, p. 203.
208
Jaime Alazraki, op. cit. p. 133.
209
Ibíd., p. 165
123
En otras palabras, si bien Borges reprueba el uso de ciertos elementos líricos con el
sólo propósito de embellecer un texto, no duda en usarlos cuando puede aprovechar de ellos
la cualidades que le ayudan a reforzar la narración. En otra parte, por ejemplo, el mismo
Alazraki menciona el uso de ―largas tiradas anafóricas‖ para reforzar la expresión del caos,
El mismo ―vi‖ anafórico que encabeza las enumeraciones en la visión del Aleph, se
repite [en ―La escritura de Dios‖] en la descripción de la Rueda; pero mientras en el
Aleph las enumeraciones dibujan la imagen del caos actual del mundo, en ―La
escritura de Dios‖ la descripción de la Rueda traza la abigarrada y caótica historia del
universo: todos los tiempos y hechos del universo están contenidos en ella. 210
Orlando, brinda razón suficiente para suponer que el autor se haya percatado de que, en esta
novela, el nivel sonoro tiene una función que va más allá de la orfebrería superflua; de que,
temporal de la obra y que, en variadas ocasiones, resulta esencial para lograr la ironía y la
Como otros de Borges, este comentario debe ser tomado con cautela, pues, según
―casi literal‖ del Orlando no es cien por cierto precisa; sin embargo, los resultados del
210
Ibíd., p.77
211
Jorge Luis Borges y María Esther Vázquez, ―Recuerdos de Ginebra. Casas de Shakespeare, de Kipling
y de Henry James. El ‗Orlando‘ de Virginia Woolf. El idioma español y el inglés. La literatura actual. La
inmortalidad‖, en Borges: Imágenes, memorias, diálogos, Monte Ávila Editores, Caracas, 1977, p. 72.
124
análisis que a continuación presentaré confirman su aseveración en lo referente a la eufonía,
e incluso sugieren que, con frecuencia, cuando Borges en efecto sigue el texto original de
cerca, su objetivo es precisamente mantener cierto efecto sonoro de éste. Por otro lado, al
afirmar que, en pro de la eufonía ―cambió una palabra por otra‖, el traductor de Orlando
confirma que, como sugerí, su idea de lograr la musicalidad del texto woolfiano en español
no consiste en buscar la similitud sonora de las palabras, sino en crear nuevos efectos que
reflexión que Efraín Kristal lleva a cabo en su disertación sobre Borges y la traducción, la
cual cito a continuación como resumen de lo que hasta ahora he tratado de exponer:
Borges does not rule out the unlikely eventuality that a translator might be able to
reproduce all the relevant features that characterize a particular work; and at the same
time, he recognizes that the most concentrated efforts of a poet, exploiting the unique
possibilities of a particular language, may be impossible to translate. However, those
linguistic aspects that cannot be reproduced in translation do not cause Borges any
more anxiety than the fact that a paraphrase is never identical with its original. In
general one paraphrases to underscore certain features of a text while ignoring others,
and ne generally translates o underscore certain features of a text while downplaying
others. All the same, an ―untranslatable‖ text remains ―translatable‖ for Borges
because it is always ―possible to recreate the work, to take the text as a pretext‖.
Where the cadences of the original are lost, the translator may be able to find new
cadences that did not exist in the original. In short, for Borges, the poetry of ideas can
always be translated in such a way that the original and the translation amount to the
―same‖ text, and the poetry of emotion can be translated also, as a recreation. 212
Así, mientras que, desde el punto de vista de Willson, la escasa frecuencia de casos
original haya sido un objetivo buscado por Borges, desde esta nueva perspectiva pueden
citarse otros tantos ejemplos, como aquél en que se traduce ―the diamonds running through
his fingers‖ como ―los diamantes desgranándose entre sus dedos‖ (traducción que se repite
tal cual cuando el motivo aparece nuevamente en el texto), que no sólo niegan la usencia de
212
Efraín Kristal, op. cit., p. 6.
125
una preocupación por el efecto sonoro del texto traducido, sino que demuestran la voluntad
de crear efectos que enriquezcan la versión en español. A ese caso se agregan otros como los
palabra cuya sonoridad, aunada al uso de la voz activa, enfatiza el ímpetu de la acción de los
Were not the bars of darkness in the Las barras de oscuridad en el cuarto y
room, and the yellow pools which los charcos amarillos que ajedrezaban
chequered the floor… (p.14) el piso, (p.12)
For furniture, valuables, possessions of Porque los témpanos arrastraban
all sorts were carried away on the muebles, valores, objetos de todas
icebergs. (p. 47) clases. (p.45)
coinciden fonéticamente por la presencia de /r/, estos casos muestran un interés no por la
imitación del original, sino por la creación de un efecto distinto, acorde con la poética de la
lengua española y con su propia visión de estilo; al intensificar el efecto sonoro, Borges
refuerza la imagen descrita; en otras palabras, hace uso de lo ornamental para transmitir los
anáfora y el polisíndeton, de las que Woolf echa mano con frecuencia para dar color u
eufonía a su texto, es cierto que en más de una ocasión Borges se ve obligado a eludirlas, en
cuyo caso con frecuencia busca soluciones que, como muestro a continuación, implican una
126
Sin embargo, no son pocos los ejemplos en los que se hace evidente un esfuerzo por
mantener esas figuras. Como muestra, pueden citarse los siguientes ejemplos, en los que
Borges las ha conservado, en la mayoría de los casos, sustituyendo un sonido por otro o
…go to his attic room and there lunge …subir hasta su buhardilla para hender,
and plunge and slice the air with his y arremeter y cortar el aire con su
blade. (p.11) acero. (p. 11)
All was phantom. All was still. All was lit Todo era fantasma, todo era quieto.
as for the coming of a dead Queen . (p. Todo estaba iluminado como a la espera
328) de una Reina muerta. (p. 225)
…a fire in a field against minarets near …un fuego sobre un fondo de minaretes
Constantinople (p.294) cerca de Constantinopla (p.204)
…a duffer, a flumfler. (p.311) …un chambón, un chapucero. (p.213)
conservarse con frecuencia se ve compensada por la creación de otras donde no las había. 213
Un ejemplo significativo es el siguiente donde, una vez más, Borges ha realizado un cambio
que enfatiza la imagen descrita al construir una aliteración que emula el sonido de la brisa:
En otras ocasiones, Borges construye un efecto sonoro incluso haciendo algo que
213
Con respecto a esto, vale la pena mencionar que, según demuestran los estudios de Jorge Schwartz y
Sergio Waisman, este tipo de compensación aparece también en ―La última hoja del Ulises‖. En su
análisis sobre esta traducción, Schwartz descubre que: ―Al encontrar efectos paronomásticos, las
soluciones borgeanas son verdaderas recreaciones textuales. Por ejemplo, ‗and the poor donkeys slipping
and half asleep, es vertido por Borges sin los efectos poéticos del original: ‗y los pobres burritos
cayéndose de sueño‘ […] Pero lo compensa en otro momento: ‗all shorts of shapes and smells and
colours‘ es traducido por Borges, ‗con tanta forma Dios creó y olores y colores‘, en una verdadera
equivalencia paronomástica.‖ (Jorge Schwartz, op. cit., p. 724.)
Por su parte, en la traducción de ―they might as well try to stop the sun from rising tomorrow‖ como ―eso
es como atajarlo al sol del salir‖, Waisman encuentra un ejemplo de la creación de una expresión poética
a partir de una idiomática, y al respecto afirma: ―In this last case, Borges also displaces the alliteraton in s
(―sol de salir‖) which in the English version comes in conjuction with the next phrase, ‗the sun shines for
you he said‘‖,(Sergio Waisman, op. cit., p. 65-66.)
127
But since he was sixteen only, and too Pero como sólo tenía dieciséis años, y
young to ride with them in Africa or era demasiado joven para cabalgar por
France… (p. 13) tierras de Francia o por tierras de
África…(p.11)
And he fancied her at forty grown Y se la imaginaba a los cuarenta, ya
unwieldy though she was now slim as a pesada, aunque ahora era esbelta como
reed, and lethargic though she was now un junco; y se la imaginaba aletargada,
blithe as a lark. (p.52) aunque ahora era alegre como una
alondra. (p.38)
A more candid, sullen face it would be Imposible encontrar cara más sombría
impossible to find. (p. 14) y más cándida (p.12)
All the time they seemed to be skating Todo ese tiempo parecía que patinaban
on fathomless depths of air, so blue the sobre insondables abismos de aire, tan
ice had become; and so glassy smooth azul era el hielo; y tan vidrioso era y
was it that they sped quicker and quicker tan liso que resbalaban hacia la ciudad
to the city (p.53) más y más ligero (p.38)
cambia una figura por otra para mejorar el efecto en la lengua meta. En el siguiente caso, por
posiblemente demasiado cargada para el gusto de Borges, por lo que el escritor sustituye
que el ritmo apresurado del original se ve sustituido por uno más cadencioso que contribuye
retóricas. Ahora es importante dirigir la atención hacia otros aspectos de la traducción que
musicales del original. Uno de ellos es aquél al que él se refiere la entrevista citada
cadencias rítmicas. Muestra de ello son los tres fragmentos que siguen. En todos ellos, el
objetivo primordial ha sido enfatizar cierto lirismo del original por medio de la ruptura del
orden normativo, es decir, por medio del hipérbaton. En el primero la anteposición del verbo
crea una simetría que da cadencia a la construcción, mientras que en el segundo el mismo
procedimiento sirve para acentuar el tono poético del original que resulta de anteponer el
circunstancial. Algo parecido sucede en el tercero, donde el orden es invertido para lograr el
circunstancial:
Violence was all. The flower bloomed La violencia era todo. Se abría la flor y
and faded. The sun rose and sank. The se marchitaba. Se levantaba el sol y se
lover loved and went. (p.27) hundía. El enamorado amaba y se iba.
(p.21)
…the moon and stars blazed with the …la luna y las estrellas ardían con la
hard fixity of diamonds, and to the fine dura fijeza de los diamantes, y al fino
music of flute and trumpet the courtiers compás de la flauta y de la trompeta
danced. (p. 36) bailaban los cortesanos. (p.27)
Girls were roses, and their seasons were Las muchachas eran rosas, y sus
short as the Rowers'. Plucked they must estaciones eran breves como las de las
be before nightfall. (p.27) flores. Antes de la caída de la noche
había que cortarlas. (p 21)
129
Otra forma de manejo del lenguaje empleada por Borges con estos fines es la
transposición. Al respecto cito el siguiente caso representativo, en el que los verbos del
...the poets sang beautifully how roses …los poetas cantaban bellamente la
fade and petals fall. (p. 27) vejez de las rosas y la caída de los
pétalos.(p. 21)
escrito, son también herramientas de las que Borges saca ventaja para crear efectos sonoros
ordenamiento del fragmento con el uso de los dos puntos para crear una suerte de
Always it flies fast out to sea and always Siempre vuela hacia el mar y siempre
I fling after it words like nets (here she le tiro palabras como redes (aquí
flung her hand out) which shrivel as I‘ve tendió la mano) que se encogen, como
seen nets shrivel drawn on deck with he visto encogerse las redes que no
only sea-weed in them and sometimes traen sino algas, y a veces en el fondo
there‘s an inch of silver – six words- in queda una pulgada de plata: seis
the bottom of the net. (p.313) palabras. (p.215)
procedimientos para lograr cierto efecto, Borges cambia de posición el segundo asíndeton,
crea una anáfora en él, y realiza varios cambios en la puntuación (la sustitución de guiones
por la coma y el punto y coma, la inclusión de una coma) que, al redistribuir las pausas,
…and the scent curved like a shell Se ahuecó el perfume como una
round a figure – was it a boy‘s or a concha al rededor de una figura -¿de
girl‘s – furred, pearled, in Russian varón, de muchacha?- joven, grácil,
trousers- young, slender, seductive – a atrayente- una muchacha, Dios mío,
girl, by God! but faithless, faithless! (p. con pieles, con perlas, con bombachas
303) rusas; pero, ¡falsa, falsa! (p. 208)
130
Finalmente, es imposible hablar de la musicalidad del Orlando sin mencionar
aquellos pasajes en los que los límites entre prosa y lírica se desdibujan aún más por medio
ve enfatizada por el hecho de que si bien son pocos en el texto, en ellos se observa con
mayor claridad el juego entre géneros que colocaría la escritura de Woolf entre aquellas que
se consideran prosa lírica. En el siguiente ejemplo, puede verse cómo Borges se esfuerza por
The thought struck him like a bullet. La idea lo golpeó como una bala. La
Ambition dropped like a plummet. Rid ambición se hundió como una
of the heart-burn of rejected love, and of plomada. Libre de la congoja del amor
vanity rebuked, and all the other stings rechazado y del despecho y de todos
and pricks which the nettle-bed of life los demás aguijones y punzadas que el
had burnt upon him when ambitious of erial de la vida le clavó cuando
fame… (p. 105) codiciaba la gloria… (p. 74)
Hasta aquí me he preocupado por presentar ejemplos que ilustren de forma tan
aislada como es posible los diferentes procedimientos de los que Borges se vale para
mantener o recrear la musicalidad de Orlando. Pero para comprender cómo esta cualidad se
ejemplos finales que, al contraponerse, muestran también los dos procedimientos que
It was a memorable hand; a thin hand Era una mano memorable; una mano
with long fingers always curling as if delgada con largos dedos siempre
round orb or sceptre; a nervous, arqueados como alrededor del orbe o
crabbed, sickly hand; a commanding del cetro; una mano nerviosa, perversa,
hand; a hand that had only to raise itself enfermiza; una mano autoritaria
for a head to fall; a hand, he guessed, at- también; una mano que no tenía más
tached to an old body that smelt like a que elevarse para que una cabeza
cupboard in which furs are kept in cayera; una mano, adivinó, articulada a
camphor; which body was yet capari- un cuerpo viejo que olía como un
soned in all sorts of brocades and gems; armario donde se guardan pieles en
and held itself very upright though alcanfor: cuerpo aun recamado de jo-
perhaps in pain from sciatica; and never yas y brocados, y que se mantenía bien
131
flinched though strung together by a erguido aunque con dolores de ciática;
thousand fears; and the Queen's eyes y que no flaqueaba aunque lo ceñían
were light yellow. (p. 22) mil temores; y los ojos de la Reina
eran de un amarillo pálido. (p. 17)
marca el ritmo acumulativo de una construcción compleja cuya tensión se rompe sólo al
final, cuando nuestra atención es bruscamente dirigida del cuerpo hacia los ojos de la reina,
con el texto original; Borges ha conservado la anáfora y la ruptura al final del fragmento, y
los cambios que ha llevado a cabo, aunque significativos, son pocos. La posición de los
adjetivos es uno de ellos: de acuerdo con el procedimiento regular en toda traducción del
inglés al español, Borges los ha pospuesto, evitando así una construcción que en la lengua de
original, lo que no sólo lo enfatiza, sino que brinda mayor eufonía a la frase ―una mano
delgada con largos dedos‖. Por otro lado, Borges ha dividido la oración compleja de Woolf
por medio del uso de los dos puntos y la omisión de la partícula ―which‖; la relación entre
las dos oraciones no se pierde, pero la anadiplosis que resulta del cambio crea una pausa que
sólo unas cuantas modificaciones; aun cuando una traducción más literal era posible, el
traductor se ha alejado casi por completo del texto original para construir uno que podría
132
truth and falsehood her mind became cosas se alejaban y se acercaban, se
like a forest in which things moved; confundían y se apartaban, y hacían las
lights and shadows changed, and one más raras alianzas y combinaciones en
thing became another. (p. 323) un incesante ajedrez de luz y de
sombra. (p.222)
obliga a preguntarse qué fue lo que llevó a Borges a realizar esta transformación casi total
del fragmento. Es muy probable que uno de sus objetivos sea lograr más claridad en la
construcción de la imagen descrita pero, aunado a esto, se percibe un marcado interés por
brindar fluidez y eufonía al texto, cosa que una traducción más literal no habría logrado. Ese
conjunción ―y‖ con la que se logra una cadencia que evoca el movimiento descrito en el
texto.
El caso es notorio también por otra razón: además de lograr el doble objetivo de
introducido elementos pertenecientes a su propia obra por medio de la mención del ajedrez
al final del fragmento y de la frase ―una selva con avenidas ramificándose por aquí y por
allá‖, que sugiere la idea del laberinto, símbolo constante en la narrativa del escritor que
aquí viene a enfatizar el estado de confusión y caos en la mente del personaje. Todo esto
llevada a la práctica: entendido como borrador, o, mejor dicho, como motivo literario, el
original deviene más bien un texto ―base‖ sobre la cual el traductor construye una nueva
Lo anterior pareciera sugerir que la traducción como reescritura se lleva a cabo sólo
cuando el traductor se aleja premeditadamente del original, pero esto no es así. Como
133
demuestran este último caso y el anterior, en la traducción del Orlando conviven ambos
constante que, en este caso, es el interés por lograr un texto en español en el que se perciban
Esto permite pensar que Borges no se acerca o se aleja del original en función de la fidelidad
a éste, sino con el objetivo de crear un texto con valor estético propio en la lengua de
llegada; cuando el texto original proporciona elementos que sirven a este propósito, traduce
literalmente, y se aleja cuando una modificación enriquece más su propia versión. En este
que Borges ―logró mantener la musicalidad de la prosa de Woolf‖ no es del todo acertada,
eufónicas de su prosa‖, es en efecto una de las cualidades del original que Borges decidió
destacar en su traducción, pero también dejan ver que, en consonancia con su visión de la
traducción como una re-escritura del original, el autor no buscó lograr la similitud sonora
con el original. Su objetivo fue crear, a partir del texto de Woolf, efectos eufónicos que
varios de los ejemplos presentados, en los que las decisiones del traductor tienen que ver no
sólo con un interés por el efecto eufónico, sino también con un afán por lograr un texto más
claro y conciso. Las modificaciones realizadas con ese propósito son variadas y abundantes;
134
en conjunto constituyen un proceso que podríamos llamar de ―depuración‖, el cual, como
comentarios sobre el Orlando, pero que quizá no ha sido estudiado con la profundidad que
puntuación, las particiones de párrafo y las variadas modificaciones sintácticas que Borges
realiza son sencillamente descritos como ―mejoras‖ al texto de Woolf. Para Aparicio, por
ejemplo, son parte de una ―actitud editorialista‖ que tiene como resultado ―una obra más
concentrada y menos difusa‖214, mientras que para Suzanne Jill Levine, ―la traducción del
narrador argentino es, en muchos casos, más concisa e imaginativa que el mismo
original‖.215 No obstante, ninguna de ellas o de los otros comentadores del texto se adentra
demasiado en la forma en que Borges logra esto, ni lleva a cabo una reflexión somera sobre
como todo juicio de valor, es subjetivo. Es verdad que en algunos casos las modificaciones
de Borges son soluciones muy creativas a problemas presentados por el original; sin
embargo, el término ―mejora‖ aplicado a una oración como la que sigue resulta
sencillamente insuficiente:
214
Frances R. Aparicio, op. cit., p. 121
215
Suzanne Jill Levine, op. cit., p. 454.
135
Lo que subyace a la decisión de Borges en este fragmento es evidentemente ese afán
por la economía verbal que caracteriza su prosa y que al mismo tiempo se opone a la de
Woolf, abundante en construcciones complejas de las que ésta no es sino una pequeña
se piensa en el uso de este tipo de construcción como un rasgo típico de la prosa woolfiana,
inglesa, y por tanto, la ―pérdida‖ de un elemento importante del original. Por supuesto, el
cuando de comparar ambos textos se trata, la discusión es más fructífera si, dejando de lado
juicios de valor que sitúen a uno por encima el otro, observamos a ambos desde la misma
altura para analizarlas en términos de la oposición estilística entre Woolf y Borges y los
posibles efectos que los cambios en la traducción tendrían sobre la recepción del texto y su
continuación. Para ello, resulta útil retomar las reflexiones de algunos estudiosos sobre
Borges y el estilo.
los estudiosos del tema, la escritura por la que Borges es reconocido es en gran parte el
resultado de un esfuerzo por alejarse de las prácticas que caracterizaron a los modernistas
enriquecer la prosa castellana ―incolora‖ que les antecedía, habían terminado por ligar la
concepción de estilo a la del uso meramente ornamental del idioma, dejando de lado la
narración de los hechos. ―La renovación modernista [hispanoamericana]‖, dice Alazraki, ―no
está motivada por una afán de intensificar el poder narrativo de la prosa, sino, más bien, por
136
el fruitivo anhelo de aumentar su capacidad descriptiva: quietud y no movimiento,
uso del lenguaje para lograr efectos rítmicos y de hermosura verbal, y cualquier obra que
Para Borges, esta forma de crear y calificar un texto narrativo contradecía la misma
razón de ser del género, cuyo propósito primordial debía ser el tratamiento de los temas.
Sobre el Quijote, que en algún momento Paul Groussac calificó de ―prosa de sobremesa‖217,
En verdad, basta revisar unos párrafos del Quijote para sentir que Cervantes no era
estilista (a lo menos en la presente acepción de la palabra) y que le interesaban
demasiado los destinos del Quijote y de Sancho para dejarse distraer por su propia
voz. [...]Prosa de sobremesa, prosa conversada y no declamada es la de Cervantes, y
otra no le hace falta. Imagino que esa misma observación será justiciera en el caso de
Dostoievski o de Montaigne o de Samuel Butler. 218
Defensor del modo ―clásico‖ de escritura, es decir, de aquél cuyo interés primordial
es el objeto literario, y no el individuo que lo crea, Borges abogaba por una prosa directa
que, evitando distraerse en preciosas descripciones, empleara el lenguaje para expresar sus
Si bien desde sus primeros años como escritor Borges cuestionó la estética del
presentes en su obra ensayística de la década de 1920, los cuales, según Alazraki, dan cuenta
de la forma en que el autor de El Aleph, como otros contemporáneos suyos, asimiló ―los
hallazgos del modernismo antes de crear una prosa diferente y personal‖. 219 No obstante,
Borges expresaría cierta vergüenza sobre estos escritos años más adelante:
216
Jaime Alazraki, op. cit., p. 123.
217
Ídem.
218
Jorge Luis Borges, Discusión, M. Gleizer, Buenos aires, 1932, pp. 46-47.
219
Alazraki, op. cit. p. 126.
137
Yo antes escribía de una manera barroca, muy artificiosa. Me pasaba lo que le
pasaba a muchos escritores jóvenes, creo. Por timidez, creía que si hablaba
sencillamente la gente creería que no sabía escribir. Sentía la necesidad de
demostrar que sabía muchas palabras raras y que sabía combinarlas de un modo
sorprendente. Yo creía que la literatura era técnica y nada más, pero ya no estoy de
acuerdo con eso.220
En la opinión del Borges maduro, la suerte del escritor era ser al principio
―vanidosamente barroco‖, pero con los años algunos podían lograr ―si son favorables los
astros, no la sencillez, que no es nada, sino la modesta y secreta complejidad‖ 221. Sin duda,
él mismo alcanzó ese objetivo tras un proceso de búsqueda y experimentación que inició con
el cuestionamiento, en esos primeros ensayos, del ―mito del estilo‖ creado por los
modernistas, continuó con los ―ejercicios de prosa narrativa‖ que constituyen los textos de
una nueva concepción de ―estilo‖ en la que éste ―deja de ser un bello afeite para convertirse
experimentando en su obra posterior, es un hecho que para 1939, año en que escribe ―Pierre
Menard‖, las premisas sobre las que se construye su literatura están ya bien afianzadas, y su
estilo como narrador está bien definido, de manera que en esos textos puede apreciarse ya
esa prosa cuya austeridad, precisión y claridad contrasta con la complejidad y la erudición
de los temas de corte metafísico y filosófico que trata; una prosa en la que se hace evidente
que ―Borges -como Cervantes- juega con las cosas, no necesita jugar con las palabras‖.223
220
James E. Irby, ―Encuentro con Borges‖, en Vida universitaria, Monterrey, México, 12 de abril de
1964, p.14
221
Jorge Luis Borges, Obras Completas II, Emecé, Barcelona, 1996, p. 236.
222
Alazraki, op. cit., p. 135.
223
Ibíd., p. 155.
138
humana dio como resultado textos narrativos en los que la acción se veía reducida al mínimo
para abrir paso a la compleja y minuciosa descripción de los procesos mentales y las
impresiones sensoriales de los personajes. Como expresó en su ensayo ―El arte narrativo y la
personajes y minimizar el argumento, los escritores de esta corriente dejaban de cumplir con
realidad (fuera ésta la del mundo exterior o la de la psique humana), sino la creación de una
De manera que no nos extraña descubrir una coincidencia entre lo que Alazraki
―juega con las cosas, no con las palabras‖, y la apreciación de Umberto Eco al comparar al
escritor argentino con James Joyce. Tal como refiere Kristal en su libro sobre Borges y la
opposed to those of Joyce, take place at the level of ideas, not language. Whereas Joyce
treated language as a ―jeu de massacre,‖ Borges played with ideas, ―letting words insinuate
224
Jorge Luis Borges, ―El arte narrativo y la magia‖, p. 172.
225
Efraín Kristal, op. cit. p. 4.
139
En efecto, nada podría ser más opuesto a la prosa de líneas rectas y economía verbal
hecho, la comparación podría extenderse para abarcar a todos los escritores considerados
como representativos del modernismo anglosajón, y en específico, a aquellos con cuya obra
Borges trabajó, pues si bien cada uno tenía intereses literarios que podían contrastar, tanto
Woolf como Faulkner coinciden con aquello que Eco identifica en Joyce. Si bien ninguno de
los dos llegaría a lo que Eco llama ―jeu de massacre‖ del irlandés, la prosa de ambos
también se caracteriza por el uso de técnicas para representar el flujo de conciencia, como el
soliloquio, el monólogo interior, y el discurso indirecto libre, e incluso por una meticulosa
atención a los efectos sonoros del texto, producto de un anhelo por borrar los límites entre el
género lírico y el narrativo, aspecto este último que los acercaría aún más a los modernistas
hispanoamericanos.
obras tradujo nos ayuda a explicar algunas de las decisiones de Borges, en particular
aquellas relacionadas con lo que, desde su perspectiva, era una ―depuración‖ del texto (la
la partición de párrafos), pero que, desde la perspectiva del contraste entre su propio estilo y
el de aquellos que tradujo, constituye más bien una respuesta estética a esa poética que el
traductor no suscribe. En el caso del fragmento del Ulysses, traducido en 1925, la presencia
estética por el que Borges pasaba en ese momento. En lo que se refiere a The Wild Palms,
traducida cuando ya esa estética está afianzada, la ―depuración‖ del texto está vinculada a un
afán crítico por parte del traductor, cuyo origen puede incluso leerse en la evaluación que
Borges realiza de la novela de Faulkner años antes de traducirla: para él, mientras que ―las
140
novedades técnicas‖ en otras obras de Faulkner parecen necesarias e inevitables, en The
Wild Palms ―son menos atractivas que incómodas, menos justificables que exasperantes‖. 226
Ya he demostrado que Borges no ubica a esta novela junto a las otras que tradujo, y
que la separa del resto de las obras de Woolf. No sin razón, pues si bien los temas que trata y
su intento de romper con la concepción victoriana del género biográfico la siguen ubicando
dentro del modernismo, en su forma, Orlando dista de pertenecer al mismo grupo que
aquellas. Como se recordará, Woolf escribió esta novela con el objetivo explícito de alejarse
realidad subjetiva de sus personajes por medio de la manipulación minuciosa de las formas
del texto (de su sintaxis, de su uso de conectores, del discurso indirecto libre, entre otros
aspectos). En el Orlando, Woolf busca ―descansar‖ de esa forma de escritura, al tiempo que
expone su visión acerca del género biográfico: su propósito es relatar la vida de un personaje
y, por esto, la prosa de esta novela está menos enfocada a los detalles formales y, en ella, la
descripción del flujo de conciencia se hace a un lado para ceder el lugar a la narración de
eventos.
del Orlando, pero esto no es así, pues si bien esta novela se diferencia en gran medida de
226
Jorge Luis Borges, ―The Wild Palms, de William Faulkner‖, p.320
141
Además de esos brochazos de lirismo que ya hemos estudiado, el rasgo más notable es el de
su sintaxis, caracterizada por el uso de oraciones complejas en las que, con frecuencia, el
sujeto queda separado del verbo por frases circunstanciales u oraciones subordinadas que se
acumulan a veces hasta formar un párrafo entero; también encontramos casos de colocación
poco común, párrafos largos y construcciones que pueden parecer redundantes. Finalmente,
aun cuando la voz del biógrafo/ narrador omnisciente domina prácticamente todo el relato,
hay momentos en los que Woolf recurre al discurso indirecto libre para provocar cierta
ambigüedad entre la voz del narrador y la de Orlando; éstos son aun más notables hacia el
final del libro, en donde, como hemos mencionado, Woolf parece retomar la prosa de sus
De manera que los razonamientos que aplican al caso del texto joyceano y del de
Faulkner en este sentido no dejan de ser válidos para el Orlando. Pero ¿cuál es pues el efecto
de los cambios introducidos por Borges en una novela de estas características? Para
aplicados por él. Uno de los más frecuentes y menos complejos es el reordenamiento de los
elementos de la oración, por medio del cual él crea lecturas más fluidas y claras de las
complejas oraciones woolfianas. Los siguientes ejemplos ilustran los casos más recurrentes
de este tipo de procedimiento. En el primero, el sujeto y la frase verbal, antes separados por
una larga frase adjetiva, se han acercado, mientras que en el segundo, el tercero y el cuarto
son las oraciones subordinadas las que han sido reordenadas para solventar la lectura un
142
up over his head a single wild bird. (p. (p.225)
329)
…it came from the heart of his own Venía del corazón de su propia casa
great house in the valley, which, dark grande en el valle, que, antes oscura,
before, even as he looked and the single perdía su tiniebla y se acribillaba de
trumpet duplicated and reduplicated luces, .en el mismo momento que él
itself with other shriller sounds, lost its miraba y que la trompeta se duplicaba y
darkness and became pierced with reduplicaba con otros sones estridentes
lights. (p.20) (p.16)
beyond the crowd among the frozen más allá del gentío por las heladas
reaches of the Thames where, save for extensiones del Támesis, donde no
sea birds and some old country woman daban con un alma viviente, salvo unos
hacking at the ice in a vain attempt to pájaros marinos o alguna vieja aldeana
draw a pail full of water or gathering hachando el hielo con el vano propósito
what sticks or dead leaves she could de sacar una baldada de agua o juntando
find for firing, not a living soul ever ramitas y hojas muertas para quemar
carne their way.(p.32-33) (p.32)
Carriages, carts, and omnibuses seemed A sus ojos, por tanto tiempo
to her eyes, so long used to the look of a acostumbrados a una hoja simple de
plain sheet of footscap, alarmingly at papel de escribir, los carruajes, los
longerheads. (p.274) carros y los omnibus parecían estar en
pugna. (p.189)
del Orlando; con frecuencia Borges transporta al principio de la frase u oración los
circunstanciales de tiempo, modo, lugar u espacio, dibujando así primero un escenario sobre
el que luego se llevan a cabo los hechos; sin duda una forma de presentar una escena que
resulta más congruente con la sintaxis regular del español, donde los elementos
… but as no visible proof is offered us, …pero como en el patio no hay prueba
in the courtyard…(p.69) alguna…(p.185)
He laid his gloves neatly on the table Sobre la mesa, a su lado, puso
beside him. (p.277) cuidadosamente los guantes. (p.191)
But the traffic was heavy that spring Pero esa tarde de primavera era
afternoon (p. 288) incesante el tráfico (p.198)
He directed that the river, which was A su costo, hizo barrer y decorar el río
frozen to a depth of twenty feet and (que estaba helado hasta unos veinte pies
more for six or seven miles on either de profundidad y una anchura de seis o
side, should be swept, decorated and de siete millas), y lo cambió en un
given all the semblance of a park or parque de diversiones, con glorietas,
pleasure ground, with arbours, mazes, laberintos, alamedas y barracones de
alleys, drinking booths, etc., at his feria. (p.26)
expense. (p. 35)
143
Como podrá imaginarse, la puntuación es otro elemento clave en este proceso de
depuración. Además de cortar los largos párrafos de Woolf, Borges tiende a acentuar la
separación de las oraciones o incluso a crearla donde no la hay. En el siguiente caso, el uso
de guiones le ha servido para eliminar un conector y simplificar así una oración compleja:
For not only did he find himself No sólo lo asaltaban problemas que han
confronted by the problems which have confundido a los mayores sabios -¿Qué
puzzled the wisest of men, such as What es el amor, qué la amistad, qué la
is love? What friendship? What Truth? verdad?-, sino que al pensar en
but directly he came to think about ellos…(p.70)
them…(p.99)
En otros casos, como los que siguen, la separación de elementos tiene como consecuencia un
144
Dentro del tema de la puntuación, el uso de paréntesis y guiones ya ha recibido
atención por parte de otros comentadores de la traducción. Frances R. Aparicio, por ejemplo,
menciona que en el Orlando los paréntesis ―conllevan, entre otras cosas, cierto peso de
escena del cambio de sexo de Orlando, en el que el uso de paréntesis por parte de Borges
―Truth, come not out from your horrid - Verdad, no salgas de tu obscena
den. Hide deeper, fearful truth[...] caverna. Húndete más abajo, horrible
Hide! Hide! Hide!‖ verdad [...] Ocúltate, ocúltate, ocúltate.
Here they make as if to cover Orlando (Aquí hacen el ademán de cubrir a
with their draperies. (p. 101) Orlando con sus velos). (p. 95).
introducción de paréntesis y guiones parece tener como objetivo enfatizar la voz del
Sterne:
and it was commonly supposed that the y era general suponer que el notable
great increase of rocks in some parts of aumento de rocas en determinados
Derbyshire was due to no eruption, for puntos de Derbyshire se debía, no a una
there was none, but to the solidification erupción (porque no la hubo), sino a la
of unfortunate wayfarers who had been solidificación de viandantes
turned literally to stone where they infortunados que habían sido
stood.(p.34) convertidos literalmente en piedra.(p.26)
...a figure, which, whether boy's or …una figura -mujer o mancebo, porque
woman's, for the loose tunic and la túnica suelta y las bombachas al
trousers of the Russian fashion served to modo ruso, equivocaban el sexo- que lo
disguise the sex, filled him with the llenó de curiosidad. (p.27)
highest curiosity. (p.37)
When the boy, for alas, a boy it must be- Cuando el muchacho -porque, ¡ay de
—no woman could skate with such speed mí!, un muchacho tenía que ser, no
and vigour swept almost on tiptoe past había mujer capaz de patinar con esa
him, Orlando was ready to tear his hair rapidez y esa fuerza- pasó en un vuelo
with vexation (p.38) junto a él, casi en puntas de pie, Orlando
estuvo por arrancarse los pelos, (p.28)
227
Frances R. Aparicio, op. cit., p. 123
145
En los dos últimos ejemplos, el cambio de Borges conlleva también una
especificación de la voz del narrador, con lo que la focalización, que en el original se asimila
a la del personaje, cobra independencia. Esta especificación de la voz del narrador cuando
tiene tanto peso en el Orlando, es uno de los más característicos del resto de la escritura
woolfiana.
Un ejemplo relacionado con este último es el que sigue, en el que, por medio del uso
que Virginia Woolf vuelve a tender al uso de técnicas como el discurso indirecto libre para
She had been about to say, when Basket Había estado a punto de decir, cuando
and Bartholomew interrupted with the Basket y Bartholomew la interrumpieron
tea things, nothing changes. (p. 194) con las cosas del té: ―Nada cambia‖.
(p.181)
Por otro lado, en la obra ya citada, Jaime Alazraki afirma que para Borges el
elemento que ―de alguna manera no es célula viva capaz de función, es un cuerpo inútil que
entorpece la buena fisiología del texto‖ y sin duda esto aplica también a sus traducciones, en
las que la omisión es uno de los procedimientos a los que más recurre. En el caso del
fisiología del original, sí resultan innecesarios en español. Los tres fragmentos siguientes,
146
window for a considerable space of mirando por la ventana. Haber llegado
time. For, when anybody comes to a a una conclusión es como haber
conclusion it is as if they had tossed the lanzado la pelota sobre la red, y
ball over the net and must wait for the esperar que el invisible contendor la
unseen antagonist to return it to them. devuelva. (p.200)
(p.291)
I see men flying – but how it‘s done, I …veo volar a los hombres – y ni
can‘t even begin to wonder. So my siquiera puedo adivinar cómo se hace
belief in magic returns. (p.300) todo. Vuelvo a creer en la magia.
(p.206)
…and become, with the addition of this …y la agregación de ese nuevo
Orlando, what is called, rightly or Orlando la convirtió en lo que se
wrongly, a single self, a real self. And llama, con razón o sin ella, un solo yo,
She fell silent. For it is probably that un yo real. Se quedó silenciosa. Es
when people talk aloud, the selves (…) verosímil suponer que cuando se habla
are conscious of disservement… (p.314) en voz alta, los yo (…) sienten su
división… (p. 215)
noble, probablemente porque la idea de nobleza está implícita del algún modo en la palabra
―caballero‖:
subordinadas cuyo uso es común en la lengua inglesa, pero que resultan redundantes en la
española:
Thus began an intimacy between the Así nació una intimidad que pronto fue
two which soon became the scandal of el escándalo de la Corte. (p. 30)
the Court. (p.41)
…we are reminded that it is briefer than …nos recuerdan que dura menos que la
the fall of a rose leaf to the ground (p. 99) caída del pétalo de una rosa. (p. 70)
But now his verdict was very different Pero ahora su veredicto fue muy
from what it had been then. (p.280) distinto. (p.193)
Orlando may now have called on the Orlando puede estar llamando al
boy who cut the nigger‘s head down; the muchacho que cercenó la cabeza del
boy who strung it up again; the boy who moro; al que estaba sentado en la colina;
sat on the hill, the boy who saw a poet; al que vio al poeta; al que presentó a la
the boy who handed the Queen the bowl reina Isabel el bol de agua de rosas.
of rose water… (p.309) (p.212)
147
Acerca de este último caso, cabe mencionar que si bien la construcción the boy
who… tiene una función anafórica, en español ésta queda compensada por la repetición de
―al que‖, por lo que se mantiene cierta sonoridad, aun cuando es una que no tiene el efecto
es una frase hecha de la lengua inglesa que con frecuencia tiene una función enfática. En
estos casos Borges prefiere perder el énfasis a extender el texto con una traducción forzada
de la expresión:
The old bumboat woman, who was La vieja del bote, que traía su fruta al
carrying her fruit to market on the mercado de la ribera de Surrey, estaba
Surrey side, sat there in her plaids and sentada entre su guardainfante y sus
farthingales with her lap full of apples, chales con la falda llena de manzanas,
for all the world as if she were about to como si fuera a atender a un cliente,
serve a customer (p.36) (p.27)
Is nothing, then, going to happen this ¿nada, entonces, va a acontecer esta
pale March morning to mitigate, to veil, mañana pálida de marzo para mitigar,
to cover, to conceal, to shroud this para velar, para cubrir, para ocultar
undeniable event whatever it may be? para amortajar este suceso irrefutable?
(p.292) (p.201)
Dos ejemplos aún más sugerentes de omisión causada por la no coincidencia de las
lenguas son los siguientes. En el primero, ante el dilema que significa la traducción de la
broma derivada del uso de royalties, Borges decide sencillamente eliminar la oración entera.
En el segundo, la solución es la misma para el problema presentado por el juego con los
Really Orlando did not know what he Orlando no entendió. Siempre había
meant. She had always carried her llevado consigo sus manuscritos, en el
manuscript about with her in the bossom seno de sus vestidos. El hecho le hizo
of her dress. The idea tickled Sir mucha gracia a Sir Nicholas.
Nicholas considerably. - ¿Y los derechos de autor?-preguntó.
―But what about royalties?‖ he asked. Explicó luego que los señores Tal y
Orlando’s mind flew to Buckingham Tal (mencionó una casa editora
palace and some dusky potentates who conocidísima) (p.193)
happened to be staying there. He
explained that he was alluding to the fact
148
that Messrs. — (here he mentioned a
well known firm of publishers)…
(p.280)
His memory – but in future we must for Su memoria podía remontar sin
convention’s sake, say ―her‖ for ―his‖ obstáculos el curso de su vida pasada.
and ―she‖ for ―he‖- her memory then, (p. 97)
went back through the events of her past
life without encountering any obstacle.
(p.86)
notorio no sólo por su frecuencia sino por la creatividad que refleja y la polémica que puede
causar cuando se le analiza con cuidado. A este procedimiento bien puede llamársele
fluidos.
―hermosísima‖ y ―hojitas‖, hasta contraer oraciones enteras a una sola palabra, como en el
caso que comentamos al principio de este apartado, en el que la subordinada ―which came to
him from Normandy‖ se veía reducido al adjetivo ―normanda‖. Ejemplos parecidos son los
dos que siguen, en los que Borges ha transpuesto y modulado también dos oraciones
subordinadas:
For she was extremely doubtful whether, Orlando sospechaba que si el espíritu
if the spirit had examined the contents of hubiera revisado con prolijidad el
her mind carefully, it would not have contenido de su mente, hubiera
found something highly contraband for descubierto algún contrabando gravado
which she would have to pay the full con la multa más alta. (p.183)
fine. (p.265)
She did not care in the least what No le importaba en lo más mínimo que
nonsense it might make, or what eso resultara disparatado, que eso
dislocation it might inflict on the dislocara el relato. (p.198)
narrative. (p.288)
149
Es claro que el objetivo principal en ambos casos ha sido lograr la economía de la
frase, pero, de manera alterna, se ha conseguido algo más. En el primer fragmento, por
oración subordinada a una frase adjetiva, sino que también recuerda el uso de términos que
subordinada.
Como bien anota Jaime Alazraki, en su propia obra Borges ―no se demora en desvíos
traducciones, sobre todo cuando el texto con el que trabaja abunda en construcciones
hiperbólicas. Unos cuantos ejemplos son suficientes para mostrar esta batalla campal del
228
Jaime Alazraki, op. cit. p.137
150
Al observar estos ejemplos en conjunto con los anteriores, sorprende no sólo la
libertad con la que Borges recorta, modifica y reescribe el original, sino la maestría con la
que lo hace. Sin duda, su profundo conocimiento de la lengua española le permite condensar
la información de manera que sólo en casos extremos (como el último del grupo presentado
lograr un texto con un valor estético propio, si bien muy posiblemente ese valor sea distinto
del que tenía el original. Con respecto a esto, vale la pena presentar un último grupo de
ejemplos:
in the breeze which never ceased la brisa que soplaba incesante (p.11)
blowing (p. 13)
...after several months of such feverish …después de muchos meses afiebrados
labour… (p. 61) y laboriosos… (p. 59)
But while the country people suffered Pero mientras el campo sufría una
the extremity of want… (p.34) extrema indigencia… (p.26)
En estos casos, el traductor ha realizado una condensación por medio del cambio o
incluso la creación de figuras literarias que, como reconocerá cualquier lector familiarizado
con ella, son típicas de la escritura borgeana; figuras que más que engalanar una oración,
buscan crear una línea recta (no obstante compleja en contenido). Resalta en el primer
contribuyen a dar a la prosa borgeana esa calidad de ―sencillez compleja‖ que la distingue.
Así pues, el estudio de los ejemplos de condensación anteriores proporciona aún más
razones para sugerir que, en efecto, Borges logra dar a su traducción del Orlando no sólo un
valor estético propio, sino uno definido por su propia escritura; dicho de otro modo, los
151
regodeos perifrásticos que constituyen en parte el sello woolfiano del Orlando, se ven
traducción del texto de Woolf, y esto también se hace evidente al comparar la enorme
cantidad de omisiones y condensaciones con el número bastante limitado de casos en los que
aplica ésta última cuando la disparidad entre la lengua española y la inglesa lo obliga a ello:
Who were the wits now, she wondered ¿Quiénes serían los hombres de
(p.273) ingenio? Pensó (p.188)
They had none of our modern shame of Los hombres de aquel tiempo nada
book learning (p.31) sabían de nuestra actual vergüenza de
haber aprendido algo en un libro (p.23)
…his enemy grinned at him …su enemigo le hacía muecas
triumphantly… (p.14) triunfales… (p.12)
creación de una metonimia, Borges logra una construcción no sólo económica, sino más
concisión, vale la pena preguntarse qué lo lleva a añadir en ocasiones elementos que estaban
the dragon flies shot past (p. 19) los alguaciles pasaron en un destello
tornasolado (p. 16)
…or suppose she had got up and killed …o si se hubiera levantado a matar una
a wasp. Then, at once, we could out avispa. Ya podríamos empuñar la pluma
with our pens and write. For there y escribir. Ya habría una efusión de
would be bloodshed, if only the blood sangre, aunque de sangre de avispa.
of a wasp. And if killing a wasp is the Donde hay sangre hay vida. Y aunque
merest trifle compared with killing a matar a una avispa es una bagatela en
152
man… (p. 267) comparación con matar a un hombre…
(p. 184)
It was not necessary to faint now in Ya no necesitaba desmayarse para mirar
order to look deep into the darkness bien hondo en la oscuridad donde las
where things shape themselves and to cosas toman forma y para distinguir en
see in the pool of the mind now el negro estanque a una muchacha de
Shakespeare, now a girl in Russian bombachas rusas, o a Shakespeare, o un
trousers, now a toy boat on the buque de juguete en el Serpentine, y
Serpentine, and then the Atlantic itself, después el Océano Atlántico,
where it storms in great waves past embraveciéndose en altas olas contra el
Cape Horn. There was her husband‘s Cabo de Hornos. Miró en la oscuridad.
brig, rising to the top of the wave! Up, Ése era el Bergantín de su marido, en la
it went, and up and up. (p. 327) cresta de la ola! Subió y subió y subió.
(p. 224)
Generous? Oh, but that don‘t count ¿Generosa? ¡Ah!, pero eso no cuenta
(here a new self came in). Lying in bed (aquí entró un nuevo yo). Pasarme las
of a morning on afine linen; listening to mañanas en cama oyendo las palomas
the pigeons; silver dishes; wine; maids; entre sábanas de hilo; fuentes de plata
footmen. Spoilt? Perhaps (here another vino, doncellas; lacayos. ¿Mimada? Tal
self came in). My books (here she vez. Demasiadas cosas por nada. De ahí
mentioned fifty classical titles; which mis libros (aquí mencionó cincuenta
represented, so we think, the early títulos clásicos, que representaban,
romantic works she tore up). Facile, pensamos, las primeras obras románticas
glib, romantic. (p. 227) que destruyó). Vulgar, fluido,
romántico. (p. 213)
ejemplo anterior: Borges refuerza la imagen descrita al tiempo que brinda cierto ritmo al
fragmento. Pero los casos siguientes son aún más interesantes. Las oraciones agregadas en
ellos constituyen una suerte de explicitación, puesto que por medio de ellas Borges verbaliza
una idea que sólo está sugerida en el fragmento. Pero ¿cuál es su objetivo al agregar estas
partes del Orlando en las que Virginia Woolf vuelve un poco sobre el discurso que
caracteriza sus otras novelas; aquél cuya preocupación principal es la representación de los
procesos mentales del ser humano. De manera que, en estos fragmentos, Woolf está más
ocupada en escribir de acuerdo con el flujo de la conciencia del personaje que en hacerlo
pensando en lo que será claro para el lector. Por tanto, las oraciones que Borges agrega
sirven como refuerzos de la cohesión del texto. En el primer caso, la sentencia ―donde hay
153
sangre hay vida‖ explicita la idea del fragmento entero y la establece como una suerte de
―ley‖, con lo que se acentúa la ironía del fragmento entero; en el siguiente, ―miró en la
obscuridad‖ liga esta parte del fragmento a la primera, reforzando así la imagen que se
Hasta aquí hemos visto cómo por medio de cambios de colocación y de puntuación,
ser su objetivo primordial: crear un texto que, sin perder su relación con el que le da origen,
se distingue de aquél en cuanto a concisión y claridad. Sin que ello constituya un juicio de
valor del tipo ―buena o mala‖ traducción, es justo decir que los ejemplos vistos hasta ahora
son muestras de que Borges logra con éxito su cometido. No obstante, esto no es invariable,
pues en su afán de lograr la economía, a veces elimina matices cuya calidad de innecesarios
es cuestionable. Una muestra de ello son los siguientes casos, en los que la parte omitida, si
bien no lleva una carga importante de significado, sí implica una leve variación cuya
An hour, once it lodges in the queer Una hora, una vez instalada en la
element of the human spirit… (p.98) mente humana (p.69)
The young man withstood her gaze, El joven sostuvo esa mirada
blushing only a damask rose as became sonrojándose como correspondía.
him. (p.24) (p.19)
…and what has that got to do with this, …y, ¿qué tendrá eso que ver con esto?,
she had wondered? What has praise and se había preguntado ¿Qué tendrán que
fame to do with poetry? What has seven ver siete ediciones? (Ya el libro las
editions (the book had already gone into había alcanzado.)¿Escribir versos, no
no less) got to do with the value of it? era acaso un acto secreto, una voz
Was not writing poetry a secret tratando de contestar a otra voz?
transaction, a voice answering a voice? (p.222)
(p.325)
Del mismo modo, hay ocasiones en las que con la condensación sintáctica hay una
154
bastante significativa de murmurar o ―secretearse‖ se transforma en una simple sonrisa, con
Yet over it all hung a cloud. The old Pero una nube se cernía sobre todo eso.
men shrugged their shoulders. The Los viejos se encogían de hombros. Los
young tittered between their fingers. jóvenes se sonreían. (p. 31)
(p. 31)
modificado:
de depuración. Para tratar de responder, resulta útil especificar que, de acuerdo con los
resultados del análisis que he presentado, hay en la traducción del Orlando dos tipos de
cambios: por un lado, aquellos que en efecto diluyen de forma creativa y efectiva las
modificar en gran medida el efecto final (es decir, sin que signifiquen un cambio
como consecuencia una modificación importante del original. Todos ellos significan en
155
mayor o menor medida una imposición del estilo de Borges sobre el de Woolf, que aumenta
conforme la inglesa vuelve a emplear las técnicas por las que su obra es reconocida: aquellas
que buscan reflejar los procesos de la psique humana y que, por su contraste con el tipo de
discurso del resto del texto, son las causantes de que el Orlando sea acusado de ―falta de
unidad‖. Desde este punto de vista, los cambios de Borges significan la homogeneización
del texto y éste es quizá el efecto más relevante de sus modificaciones. Por supuesto, hay
voces o clarifican las relaciones entre las oraciones), Borges está borrando gran parte de lo
que se considera el estilo consagrado de Woolf. Pero ¿qué tan importante es esto cuando se
trata de un texto en el que la autora misma ha intentado alejarse de ese estilo, si bien no lo ha
conseguido del todo? Como afirma Frances R. Aparicio, de haber traducido Borges otra de
las obras de Woolf, como Mrs. Dalloway, To the Lighthouse o The Waves, se habría
enfrentado a ―páginas perfectas‖ cuya modificación (y por ende, traducción) sería imposible
sin romper hasta cierto punto su perfección. Orlando, en cambio, es un texto afortunado,
pues es precisamente esa falta de unidad y definición de estilo lo que permite que las
modificaciones del argentino, por escandalosas que puedan ser una vez analizadas, pasen
al original‖, aunque en realidad se trata de una obra literaria con valor propio, que no es fiel
sino a sí misma. Dos últimos ejemplos nos sirven para demostrar cómo se lleva a cabo este
presentado, en el que Borges realiza una reorganización total de la sintaxis woolfiana para
156
segundo presenta varios procedimientos que en conjunto forman una descripción tan
Así pues, el análisis de la traducción del Orlando confirma lo dicho acerca de las
sentido más común, no son exactamente aplicables a ellas porque, aun cuando en apariencia
presencia de la poética del traductor muchas veces se impone sobre la del autor del original.
El resultado, al menos en el caso del Orlando, es lo que podríamos llamar una ―obra maestra
a dúo‖, ya que Borges, al reescribir la novela de Woolf, ha eliminado aquellos rasgos que
reprueba en la poética de la inglesa (lo barroco de la prosa, los elementos modernistas), pero
ha mantenido los que le son afines y que, por una feliz coincidencia, son los que hacen de
157
CONCLUSIONES
Durante el tiempo que llevó la elaboración de esta tesis, varias veces me encontré ante
Borges?‖, era invariablemente, la continuación del diálogo. Responderla no fue fácil incluso
consecuencia, poco humilde) era la de quien busca las fallas en el traductor de una novela
que se tiene en alta estima. Y es que, aun cuando ya desde la comparación preliminar los
complejidad iba más allá de la contraposición de las dos lenguas implicadas, y explicarlo
requería de una perspectiva muy distinta a la del crítico literario que, la mayoría de las
original.
Fue de esta reflexión que surgió el acercamiento a las propuestas teóricas que
sustentan esta tesis. La innegable utilidad de su aplicación, como espero se muestre en las
158
desgraciadamente, no me ayudó a contestar de manera sencilla a la consabida pregunta. Si
dar una respuesta concreta, ahora sólo podía contestar con otra pregunta: ¿buena en qué
sentido? A lo que seguía, en todos los casos, una expresión confusa y la explicación: en el
brecha que aún existe entre la visión académica de la traducción y la concepción que de ella
tiene el lector lego. Mientras que en las últimas décadas el área la traductología ha dado
pues en la medida que lo hagamos podremos tomar acciones para cerrar esa brecha y quizá
de las décadas de 1930 y 1940. Una de esas acciones es, evidentemente, el desarrollo y la
229
En alguna ocasión, un buen amigo, amante del autor de Crimen y castigo, pero que tiene, como diría
Borges ―un afortunado desconocimiento del ruso‖ empleó cierta palabra española y luego dijo ―me
encanta esa palabra; Dostoievski la usa mucho‖. Nunca me perdonó el haber desmoronado su ilusión al
contestarle: ―Dirás el traductor de Dostoievski‖.
159
difusión (más allá del ámbito académico) de estudios que, como el presente (y aquellos
sobre los que se apoya), analicen de forma descriptiva traducciones individuales o grupos
reconocimiento de esa realidad implica también la aceptación de que un estudio de este tipo
Esto podría significar una contradicción a lo fomentado por los estudios de traducción y los
teóricos del polisistema, quienes, como se vio, conciben un enfoque descriptivo idealista en
el que los juicios de valor no tienen cabida. No obstante, como bien apunta Lefevere, ese
ideal es por principio utópico, pues la objetividad que esta empresa exigiría es un imposible;
una evaluación, puede ser un instrumento de gran valor pues, en palabras de Patricia
Willson ―puede hacer legible una traducción, puede sacarla de su transparencia y volverla
Bajo esta perspectiva, quizá el uso de los calificativos ―bueno‖ o ―malo‖ no sea del
todo inútil o contraproducente, siempre y cuando su sentido pierda esa ligadura automática
a la fidelidad o infidelidad al texto original y sea ampliado para abarcar otros aspectos
observables del texto traducido. Preguntarnos ¿bueno en cuanto a qué?, ¿fiel a qué? puede,
por tanto, ser un punto de partida para la reflexión y esto es precisamente lo que intentaré
En el caso de una traducción que, como el Orlando, ha sido calificada como ―fiel‖ y
―de las más literales de Borges‖, quizá valga la pena comenzar por responder nuestra
230
Virgilio Moya, op. cit., p.153
231
Patricia Willson, op. cit., p. 28
160
durante el análisis: los términos literalidad y fidelidad, en su sentido de ―cercano al
original‖, no son aplicables al caso del Orlando porque, aun cuando Borges parece ceñirse al
texto de Woolf, en realidad realiza cambios que van más allá de lo que exige la
terminen por crear un nuevo texto en el que la presencia de la poética del traductor muchas
veces se impone sobre la de la autora del original. Para expresarlo de forma simple, a la
pregunta ingenua ―¿Voy a leer a Woolf?‖, habría que contestar que sí y no. Sí, porque los
temas de Woolf permanecen en el texto, y no, por que esos temas están expresados por la
mano de Borges. En dado caso, quizá sería mejor decir que leer el Orlando en traducción de
Borges es como asistir a la interpretación de una obra musical: Borges sigue la partitura,
Así pues, en realidad Borges está lejos de ser literal, y más lejos aún de ser fiel al
autor. Reconocer esto significa, para algunos, aceptar que, en la traducción, hay ―pérdidas‖,
que el lector del Orlando en español sólo accede a una ―refracción distorsionada‖ del texto
de Virginia Woolf y nunca alcanza el conocimiento que de ella tendría el lector del original.
Pero, como afirmaba el mismo Borges, y los teóricos del polisistema y los estudios de
traducción después de él, la idea de que el original y su autor son alcanzables, incluso para el
lector del TO, es una falacia. La ―pérdida‖ y la ―distorsión‖ son consecuencias inherentes a
la lectura y, por ende, a la traducción; por eso no puede verse en ellas una falta, sino incluso
su misma razón de ser. A la pérdida bien puede sobrevenir una ganancia, y la distorsión
161
Como muestran los resultados de su análisis, el caso del Orlando es ilustrativo de
esto último. Sin duda, Borges lleva a la práctica su visión de la traducción al realizar una
versión que no pretende ser fiel a otra cosa sino al artificio mismo. Su objetivo no es
conservar el estilo de la autora, o incluso el propio, sino lograr un texto literario con un
valor estético propio y pensado para la cultura que lo recibe, y para ello no tiene reparo en
manipular el texto que, a sus ojos, se convierte verdaderamente en el objeto de una continua
reescritura. Y es que, tal como hace con su propia obra, al traducir el Orlando Borges
desarma mecanismo, examina, analiza, aprende‖232, para luego, en palabras de Octavio Paz,
Orlando en el sistema en el que se insertó: no sólo fue y sigue siendo ampliamente aceptada
dentro de los países hispanohablantes (en donde, hay que repetir, es considerada como una
de las traducciones más ―fieles‖ y mejores del argentino), sino que, como apuntan los
Lo anterior, me parece, terminaría por contestar la pregunta que inició esta reflexión:
¿Es la del Orlando una ―buena‖ traducción? Quizás no lo sea en cuanto a su fidelidad al
original pero, sin lugar a dudas, lo es en cuanto a su efectividad como obra literaria en el
sistema que la recibe. Es un texto con un valor estético propio, que contribuye a la evolución
232
Jaime Alazraki, op. cit., p.135
233
Octavio Paz, Traducción, literatura y literalidad, Tusquets, Barcelona, 1990, p.22
234
Dada la mediación de Borges como traductor, la influencia del Orlando sobre la literatura
latinoamericana se convierte en un tema de gran complejidad que abre la puerta a distintas líneas de
investigación.
162
de la literatura y que, sin embargo, cumple con lo que en ese sistema se considera aceptable
meta, nos confirma que dicho enfoque no sólo es necesario, sino inevitable, pues es
hablar de las circunstancias que rodearon esa introducción. Y es que es un hecho que la
letras tuvieron mucho que ver con que su Orlando haya sido aceptada e incluso percibida
como ―fiel al original‖, pero la realidad es que hubo muchos otros factores que se
emblemáticas de la autora. Es una novela descrita por la misma Woolf como ―una broma‖, y
acusada incluso de ―falta de unidad estilística‖; todo esto contribuye a que los cambios de
Borges no sean percibidos como graves e incluso se consideren ―mejoras‖ a un texto que,
desde esta perspectiva, constituye un claro ejemplo de esas páginas cuya imperfección les da
la posibilidad de la inmortalidad.
235
He especificado que esto es ―en principio‖, porque aunque la fama de Borges no fue un factor
influyente en la aceptación del Orlando cuando se le publicó por primera vez, sí es posible que lo haya
sido en las siguientes décadas; hasta hoy, no hay otra traducción al español de esta novela de Woolf y es
163
Borges era ya un escritor profesional que, además, formaba parte de un círculo que apoyaba
la traducción como una forma literaria creativa por medio de la cual podían introducirse
modelos que enriquecerían y renovarían la joven literatura de su país. El que ese mismo
círculo estuviera al mando de la editorial que solicitó y publicó la traducción del Orlando no
es sino otro de los hechos afortunados que rodearon la exitosa entrada del ―hijo rebelde‖ de
latinoamericano.
Quizá la conclusión más valiosa a la que se puede llegar tras reflexionar todo lo
tanto en realidad. Borges pudo llevarla a la práctica no sólo en su traducción del Orlando,
receptor. Por supuesto, para ello fue necesaria la conjugación de varios factores que
difícilmente pueden encontrarse en conjunto en la realidad actual del traductor común, pero
me parece que esto no debe desanimar a quien pretende llevar un texto literario de una
lengua a la otra. La traducción es, innegablemente, un motor de evolución literaria que sólo
puede activarse cuando deja de concebirse como un ―mal necesario‖ y comienza a verse
como una actividad creativa tan valiosa como la escritura directa. En la medida en que el
mismo traductor cree en esta visión, cobra conciencia de la enorme responsabilidad que cae
sobre sus hombros, del profundo conocimiento y del talento que debe desarrollar si ha de
llevar a cabo esa labor; entonces puede ser capaz de realizar transformaciones que, como las
de Borges, sean efectivas, y por lo mismo rompan poco a poco la barrera de las imposiciones
muy probable que esto se deba en parte a que, dado que existe la versión de un escritor de renombre, y
esa versión se tiene por ―buena‖, las editoriales no consideran necesario producir nuevas versiones.
164
Más aún, en el transcurso de los últimos meses pude comprobar que tanto la visión
de Borges como las teorías traductológicas aplicadas en esta tesis, son incluso aplicables en
con buenos resultados, la teoría de que una perspectiva situada en la cultura meta beneficia
no sólo a la investigación, sino a la práctica traductora. Con base en la exposición del caso
del Orlando, los alumnos pudieron aplicar el análisis comparativo de textos de diversa
perspectiva borgeana de ―sentirse libres de ser infieles‖, los empujó a buscar soluciones
Resulta difícil encontrar las palabras adecuadas para concluir un trabajo cuyo
Quizá deba terminar diciendo que el análisis de la traducción del Orlando no sólo me brindó
desarrollo de un visión mucho más profunda, mucho más firme y mucho más propia no sólo
165
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